El motn de Esquilache _Trabajo2_

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Índice

Introducción 1. España durante el reinado de Carlos III 1.1 El gobierno: El rey y sus ministros 1.2 Un país en crisis 1.2.1. LA CUESTIÓN AGRARIA 1.2.2. UN COMERCIO Y UNA INDUSTRIA ATENAZADOS 2. Estado de la cuestión 2.1 Los comienzos 2.2 Nuevas perspectivas 2.3 La crisis de subsistencias 2.4 Conciliación y evolución 2.5 Nuevas contribuciones y perfilaciones 3. Conclusión

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Planteamiento de trabajo

El motín de Esquilache es uno de esos acontecimientos de la historia, que por las características que reviste, sus causas y consecuencias, se convierte pronto en plato apetitoso para numerosos estudiosos. Ávidos por el intrigante tema, al poco de hincar el diente en el asunto pueden acabar indigestados por tamaña pieza, al no poder asimilar sus múltiples condimentos –sociales, económicos, políticos…- esmerosamente entremezclados.

No pretendo en este trabajo ejercer de gastrónomo de la historia, con el fin de

obtener los ingredientes de su elaboración, ni dar mi veredicto a la “alta cocina” que aquí se plantea. Mi objetivo es acercarme a aquellos que se han atrevido a entrar en la investigación del motín, y que con mayor o menor éxito, han podido sacar sus propias conclusiones del asunto. Por lo tanto, intentaré presentar la distinta opinión sobre el motín de Esquilache de entre los comensales más remarcados, de esta forma nos abstenemos de participar en el banquete –Que por la gula de que ha sido objeto, ya solo quedan escasos restos que saborear- y por otra parte, nos apartamos de realizar una descripción superficial de la comida ante nosotros presentada.

En primer lugar haremos un repaso somero, del contexto que rodeaba a la España de

mediados del siglo XVIII, con el fin de comprender mejor las distintas explicaciones que los estudiosos del tema nos aportan. A continuación, plantearemos de forma detallada el estado de la cuestión que rodea el motín, con el fin de que el lector comprenda mejor este hecho, de vital importancia en la historia Moderna.

Dejamos a un lado por tanto, la narración de los sucesos del momento, al considerar

que están suficientemente disponibles en todo estudio serio sobre el motín, al igual que omitimos las consecuencias directas del motín, al verlas alejadas del planteamiento de este trabajo.

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1. España durante el reinado de Carlos III Para comprender de una mejor forma el motín, vamos a acercarnos de forma somera

y general a la realidad que rodeaba a la España del momento, permitiéndonos comprender de una forma más clara, los posibles condicionantes de las intrigas y levantamientos que rodearon a este “hecho histórico”1.

1.1 El gobierno: El rey y sus ministros

Los reinados se suelen presentar como un todo continuo al que es difícil –e iluso a

veces en el intento- fragmentar en unidades temporales menores con el fin de facilitarnos el acercamiento y estudio de estos periodos. Esta desmembración se presenta más clara con hechos coyunturales señalados que marquen el punto de inflexión en el propio transcurrir político del momento. Tal es el caso del motín de Esquilache, el cual por sus múltiples implicaciones, supone para el gobierno de Carlos III un hito en su mandato.

Hasta el año 1766, el monarca se había servido de todo un cuerpo de burócratas,

ministros y personajes cercanos a su persona, que vinieron a marcar la dirección de su reinado, siempre bajo su tutela, desde que toma la Corona de la monarquía española tras su estancia en Nápoles. Pero los acontecimientos que se sucedieron en la península en marzo del 66 hicieron ver a Carlos III la necesidad de importantes cambios en la cúpula del poder.

Los colaboradores cercanos al monarca formaba un grupo heterogéneo en su origen,

sus intereses y aspiraciones, que según Rafael Olaechea2 se encontraría conformado por golillas, ministros extranjeros, cortesanos de extracción nobiliar, el propio confesor real, el padre Osma, y también la reina madre, Isabel de Farnesio.

Con los ministros extranjeros, nos referimos a Grimaldi y Esquilache. Grimaldi había

pasado a ocupar en 1763, tras la muerte de Ricardo Wall el ministerio de Estado, y aunque los resquemores que producía entre amplios sectores no fueron tantos como los correspondientes a Esquilache, su persona no escapo incólume de las iras de los grupos contrarios a las reformas promovidas desde el gobierno.

Esta tendencia del monarca a poner al frente de estos ministerios a extranjeros

podría ser dada, según Rodríguez Casado3, a la escasa preparación política y administrativa que ofrecían las universidades peninsulares, lo que vendría a frenar los intentos de solucionar la precaria situación económica que venía arrastrando el país.

Por su parte, Esquilache, formaba parte de aquellos hombres de confianza de Carlos

III -durante su reinado en Nápoles- de los cuales el monarca no quiso prescindir tras ocupar el trono de España4. Pasó a ejercer el ministerio de Hacienda y de Guerra, teniendo en un principio singular éxito al aprovechar el superavit existente, lo que le permite desarrollar importantes medidas, entre las que caben destacar la creación del Colegio de 1 OLAECHEA, Rafael. “Contribución al estudio del <<Motín contra Esquilache>> (1766)”. En: Estudios en homenaje al Dr. Eugenio Frutos Cortes. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 1977. p. 213-347. Al comienzo del artículo, plantea el conjunto de motines –siguiendo conceptos señalados por I. Marrou y L. Febvere- como un ejemplo típico de “hecho histórico”. Esto ya nos hace ver de que posiciones se comenzará a desarrollar el estudio: la homogeneidad del conjunto de motines y la pluralidad de causas que los rodea. 2 Cf. Supra. OLAECHEA, Rafael. 3 RODRÍGUEZ CASADO, Vicente. La política y los políticos en el reinado de Carlos III. Madrid, Rialp, 1962. 4 FEIJÓO CABALLERO, Pilar y ORMAECHEA HERNAIZ, Ángel Mª. “Otra lectura más del motín de Esquilache”. Letras de Deusto, 1992, vol. 22, num. 56. p. 63-98.

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Artillería, del montepío, la publicación de un plan completo de Obras Públicas…5 Pero su figura pronto cayó en el descrédito, al ser autor de unas medidas impopulares por sus consecuencias. Esto le llevó como veremos más adelante a convertirse en chivo expiatorio de las acusaciones de los amotinados6.

El padre Osma e Isabel de Farnesio, alejados teóricamente del plano político venían

al fin y al cabo a conformar uno de los pilares sobre las que se apoyaban las decisiones del monarca, apegado como era por su naturaleza a la familia7, resultando vitales por tanto en las acciones de gobierno del monarca. Quedaba un conjunto de cortesanos, ávidos parásitos del entorno real de diferentes ideas y tendencias que aprovechaban la situación de privilegio que su cercanía al monarca les otorgaba, bajo una ciega idolatría hacia este8

En lo referente a las secretarías ministeriales, se encontraban sumidas en una total

desorganización, puesto que se conformarían aisladamente entre sí, llevando a los ministros a una gobernación despótica en sus respectivas competencias, haciendo ineficaz el trabajo interministerial9.

1.2 Un país en crisis

España a mediados del siglo XVIII era mayormente transmisora de la herencia

decrépita de siglos anteriores. Los gobiernos ilustrados, aunque llevaron a cabo continuas medidas tendentes a solucionar la mala situación en la que se encontraba el país, se vieron finalmente incapaces por subsanar aquellas deficiencias que venía arrastrando de antaño. La estructura del Antiguo Régimen asegurada por fuertes lazos provenientes de las altas cúpulas del poder social y económico, constituía una rémora que impedía todo desarrollo, estableciendo al país en una frágil situación de seguridad que conseguía mantenerse gracias a su herencia imperial10.

1.2.1. LA CUESTIÓN AGRARIA La agricultura del país durante el tercer cuarto de siglo se vio afectada por una

reducción de la producción, lo que conllevaría a una subida de los precios y de las rentas agrarias11. La gran masa campesina empobrecida, para hacer frente a estas nueva situación, se ve en la necesidad de roturar tierras marginales ante el predominio de una agricultura de tipo extensiva. El cultivo de trozos de tierra de mala calidad repercute en una disminución de los rendimientos, afectando en ello a los ya dañados campesinos.

5 VALVERDE MADRID, José. “Sobre el motín contra Esquilache”. Anales del Instituto de Estudios Madrileños, 1995, vol. (--), num. 35. p. 427-504. 6 Cf. Supra. RODRÍGUEZ CASADO, Vicente. 7 DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio. Carlos III y la España de la Ilustración. Barcelona: Altaya, 1996. Se nos presenta la figura de un monarca que en el transcurso de los años, se adormece en la melancolía de los tiempos pasados. La perdida de sus familiares más allegados fue una pena constante a lo largo de su vida según nos indica el autor. 8OLAECHEA, Rafael. “Contribución al estudio del <<Motín contra Esquilache>> (1766)”. En: Estudios en homenaje al Dr. Eugenio Frutos Cortes. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 1977. p. 213-347. 9 Cf. Supra. DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio y OLAECHEA, Rafael. 10 FONTANA, Joseph. La quiebra de la monarquía absoluta. Madrid: Crítica, 2005. Aunque la temática del libro se centre más en el reinado de Fernando VII, no dejan de ser muy interesantes las propuestas del autor acerca de los procesos que se fraguan durante el siglo anterior. 11 ANES ÁLVAREZ, Gonzalo. Las crisis agrarias en la España moderna. Madrid: Taurus, 1970.

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Dejando a un lado a las masas depauperadas -que engrosaron en los años siguientes a

la primera mitad del siglo XVIII las ciudades, debido a las crisis de subsistencia que azotaron el país- el campesinado, uno de los pilares básicos del entramado social, sufría una situación bastante precaria. A todo esto había que sumar las arbitrariedades y decisiones de grupos del poder, económico y social, lo que les venía a dejar en una situación resultante pésima, y por tanto, aumentaba su descontento hacia la realidad existente expresada en su máximo exponente, el gobierno ilustrado12.

En tiempos de buenas cosechas, el precio del trigo se reducía tanto que los

labradores no podían obtener grandes ganancias; mientras que en años de escasez, la imposición de un precio de tasa sobre el trigo impedía obtener algún beneficio en su venta. Los jornaleros tampoco veían una mejor situación respecto a los pequeños propietarios, ya que el incremento de los precios agrícolas no venía a aumentar en correspondencia con el de los jornales13.

La crítica situación podía comprobarse en el aumento de la mendicidad en las

ciudades que proporcionalmente aumentaba junto con la despoblación de los núcleos rurales. En los años inmediatos al motín, la situación se agravó debido por un lado, a la mala cosecha de 1764 y por otro al mal funcionamiento de las instituciones destinadas a paliar estas crisis14, viniendo a traer el descontento popular hacia estas, y en último término a la figura visible del entramado, es decir, Esquilache.

1.2.2. UN COMERCIO Y UNA INDUSTRIA ATENAZADOS En lo referente al comercio durante estos años, se puede ver un claro desarrollo del

ultramarino –el interior se centraría en la paliación de escasez de productos en distintas regiones, siempre mediatizado por el mayor impulso de la importación extranjera- como consecuencia mayormente del aumento del consumo de la población española e indiana15.

Los más beneficiados de esta situación fueron los componentes de la burguesía

catalana, que además de aprovecharse de la coyuntura comercial con América, vieron en los campesinos emigrados a las ciudades una mano de obra barata16. Aunque esta situación no venía a mejorar la realidad existente, puesto que la Península Ibérica se encontraba fragmentada en sus rutas comerciales en base a unas infraestructuras pésimas, que vinieron a desarticular las redes de abastecimiento entre regiones. La abolición de la tasa del comercio de grano en 1765, así como la libertad de comercio con ciertos puertos indianos en el mismo año, fueron medidas que no vinieron a modificar sustancialmente la situación comercial peninsular17.

Por lo que respecta a la industria, esta se encontraba fuertemente sujeta por las trabas

propias del Antiguo Régimen, lo que impedía la evolución propia de otros países que ya habían dejado atrás las estructuras cerradas favorecedoras de los grupos privilegiados18.

12 RISCO, Antonio. “Flujos y reflujos del <<motín de Esquilache>>”. Cuadernos de historia moderna y contemporánea, 1984, vol. (--), num. 5. p. 11-36. 13 OLAECHEA Rafael. “Contribución al estudio del <<Motín contra Esquilache>> (1766)”. En: Estudios en homenaje al Dr. Eugenio Frutos Cortes. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 1977. p. 213-347. 14 OLAECHEA Rafael. “Contribución al estudio del <<Motín contra Esquilache>> (1766)”. En: Estudios en homenaje al Dr. Eugenio Frutos Cortes. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 1977. p. 213-347. 15 RODRÍGUEZ CASADO, Vicente. La política y los políticos en el reinado de Carlos III. Madrid: Rialp, 1962. 16 ANES ÁLVAREZ, Gonzalo. Las crisis agrarias en la España moderna. Madrid: Taurus, 1970. 17 Cf. Supra. ANES ÁLVAREZ, Gonzalo. 18 ARTOLA, Miguel. La burguesía revolucionaria (1808-1869). Madrid: Alfaguara, 1973.

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Además, la continuación del sistema gremial -unos de los máximos exponentes en su situación privilegiada serían los Cinco Gremios Mayores de Madrid- afectaba en igual medida a todo intento de desarrollo industrial. Los gremios, se fueron conformando como una de las barreras más firmes frente a la libertad de trabajo y de producción, consiguiendo del Antiguo Régimen un consolidado apoyo para sus intereses, a través de monopolios, privilegios y control de los precios de los productos19.

Ello venía a minar las aspiraciones de la nueva burguesía que veía a en estas

instituciones frenos para conseguir sus objetivos, más acordes con los nuevos tiempos que se comenzaban a vislumbrar en el mundo europeo. Esto hizo que en sus reivindicaciones, estas clases medias afectadas en sus numerosas peticiones a favor de la libertad de comercio y del trabajo, atacaran al gobierno, como protector –al menos teórico- de aquellos que constituían su principal obstáculo20.

Se observa de todo ello unas estructuras del pasado que siguen manteniendo todo el

edificio económico y social del Antiguo Régimen, pero que ante los nuevos tiempos -y con ello, ante las nuevas necesidades- van a producir fricciones con distintas clases sociales reclamadoras de cambios con los que hacer realidad sus aspiraciones inmediatas.

2. Estado de la cuestión

El motín de Esquilache es uno de esos hechos históricos, que por las manifestaciones

que toma en su transcurso, así como por las consecuencias que da lugar, se puede considerar uno de los acontecimientos más destacados que se sucedieron en la España del siglo XVIII. No es de extrañar que los escritos relacionados, tanto monografías como en obras generales, sean numerosos y que por tanto, la cuestión haya llamado la atención a todo especialista centrado en el estudio del despotismo ilustrado español.

Pero las contradicciones para el no iniciado en la cuestión, surgen al poco de leer

sobre el tema. Las fuentes del momento, aunque numerosas, dejan un vacío de ideas claras. La ausencia de datos esclarecedores sobre los responsables del motín, los atacados –tanto directa, como indirectamente- y las intenciones e intereses en los actos de gobierno posteriores, siembran un campo de incógnitas al que los estudiosos se internan a riesgo de perderse en la confusión que les rodea.

Los que se han adentrado a la cuestión de forma más reciente –Como

comprobaremos a continuación-, reflejan una precaución ante el debatido tema, al comprobar como estudios precedentes han terminado anclados en conclusiones incompletas –En gran parte debido a la ausencia de una experiencia de trabajo anterior, aunque también por el avance en el camino del investigador, hacia hitos demasiado evidentes en apariencia aunque insustanciales en sus bases -.

En esta segunda parte del trabajo –Una vez comprobada la realidad en la que se

encontraba el país- intentaremos abordar el motín de Esquilache desde las distintas explicaciones que han ofrecido diversos historiadores sobre el asunto. Haciendo un recorrido desde los primeros estudios -Primerizos pero fundamentales por sus contenidos-

19 Cf. Supra. OLAECHEA, Rafael. 20 RUIZ TORRES, Pedro. “Los motines de 1766 y los inicios de la crisis del <<Antiguo Régimen>>”. En: CLAVERO, Bartolomé (dir.). Estudios sobre la revolución burguesa en España. Madrid: Siglo Veintiuno, 1979. p. 49-111.

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hasta las ultimas revisiones -Más conciliadoras y tendentes a la aportación de nuevos puntos de vista no tenidos en cuenta antes-, pasando por las explicaciones más señaladas, pretendemos ofrecer una visión completa del motín de Esquilache en la historiografía.

2.1 Los comienzos Dos han sido obras fundamentales, para los historiadores que comenzaron a

desarrollar un abordamiento sistemático a los hechos acaecidos en Madrid de 1766, así como en las distintas localidades de la península a resultas a los de la capital. Modesto Lafuente y Manuel Danvila, con sus obras respectivas: Historia general de España y Reinado de Carlos III, han contribuido enormemente en el campo de la historia al elaborar toda la relación de hechos a través de numerosas fuentes del momento21.

Partiendo de los caminos abiertos por estos dos historiadores, estudiosos del mismo

ramo han ido conformando y estructurando todo un compendio de ideas sobre el motín –Nos referimos tanto al de Madrid como los ocurridos en las provincias-, que junto con las distintas matizaciones, nos pueden permitir comprenderlo mejor. Las opiniones difieren sobre diversos puntos, que irían desde los motivantes del motín y los principales ejecutores del mismo; a las medidas posteriores del gobierno, resultantes de la gravedad del asunto.

Las posturas hasta este momento dadas, parten de dar una clara autoridad del

levantamiento al elemento eclesiástico, contrario a las medidas en materia religiosa que el gobierno ilustrado estaba llevando a cabo22. De esta forma, Antonio Ferrer del Río acusa al clero, pero especialmente a los jesuitas de principales instigadores de la muchedumbre. Esto explicaría las fuertes medidas tomadas por Carlos III contra la compañía de Jesús, concretándose con la expulsión y la suspensión final de la orden obtenida del papado años más tarde.

2.2 Nuevas perspectivas Ante la supuesta responsabilidad jesuita en la canalización del descontento popular en

forma de motín, se ha ido disipando el ardor anticlerical para dar paso a posturas más reservadas. Rodríguez Casado es buen ejemplo de ello, que sin caer en la venalidad de Egía Ruiz23, disipa una responsabilidad directa de la compañía en los altercados de marzo y los meses siguientes. Si bien afirma la participación de eclesiásticos antes y durante el motín, rechaza que se trate de una postura generalizada y oficial por parte de ciertas órdenes, siendo acciones más o menos individuales, como reacción a las medidas del gobierno reformista.24

Egía Ruiz viene a dar una nueva propuesta, atribuyendo al pueblo toda iniciativa y

desarrollo en los acontecimientos. Se pone a la defensiva frente a las posturas tradicionales de índole anticlerical, desarrollando en feroz lenguaje una acusación contra los que: “la dirigieron y anduvieron muy cerca de los tramoyistas, o por lo menos abusaron más tarde del mismo drama, para colgar la paternidad de él a los más ajenos e inocentes”25.

21 EGUÍA RUIZ, Constancio. Los jesuitas y el motín de Esquilache. Madrid: Instituto Jerónimo Zurita, 1947. 22 FERRER DEL RIO, Antonio. Historia del reinado de Carlos III en España [en línea]. Disponible en: http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=1059 [Consulta: 3 junio 2006] 23 Cf. Supra. EGÍA RUIZ, Constancio. 24 RODRÍGUEZ CASADO, Vicente. La política y los políticos en el reinado de Carlos III. Madrid: Rialp, 1962. 25 EGUÍA RUIZ, Constancio. Los jesuitas y el motín de Esquilache. Madrid: Instituto Jerónimo Zurita, 1947.

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De esta forma denuncia a los hombres de gobierno de haberse servido de los

alborotos populares para urdir un complot que viniese a poner fin a la presencia de la Compañía de Jesús en la Península. Las causas que llevan a dicha expulsión son complejos y debatidos, escapándose del objetivo de este trabajo, pero si que se debe destacar entre otros aspectos las múltiples relaciones existentes entre los jesuitas y los sistemas de educación, así como con los colegios mayores y por lo tanto con la más alta nobleza26, sector más reacio a las medidas innovadoras del momento.

En la búsqueda de posibles responsables de los graves acontecimientos, con

Rodríguez Casado caen en la tarima de acusados la propia alta nobleza –Corona Baratech, siguiendo una línea similar, ampliará el rango incluyendo a todo el conjunto de privilegiados27-. Esta, según el autor, sentiría en la abundante legislación reformadora y en el corto espacio de tiempo en la que se llevaría a cabo, un peligro para sus intereses. La perdida de confianza en el rey, al dar un mayor peso a personajes reformadores de clara mentalidad burguesa, aumentaría los recelos de las clases altas.

Por ello, observa el autor una contradicción en la naturaleza del motín, ya que los

altercados provienen en apariencia del pueblo llano, cuando era este el que se beneficiaba más de las acciones del gobierno ilustrado, al dañar en su base a la alta nobleza. Esquilache, objeto de las iras del tumulto, sería utilizado como chivo expiatorio por las altas capas sociales, que recurriendo a un pretexto de tipo xenófobo –un motivante en su naturaleza no válido para Casado, puesto que el pueblo solía acoger tanto con simpatía como con recelo a personajes extranjeros- haría del ministro de Hacienda y de Guerra blanco de su ataque. Con ello se intentaba acabar con el programa reformista, no atacando directamente a la monarquía, pero si a su ministro más señalado28.

2.3 La crisis de subsistencias En los años setenta de la pasada centuria, surgía un nuevo planteamiento –Que será

desarrollado por futuros investigadores, como Ruiz Torres, como veremos más adelante-, que sacudía las bases de lo que se estaba conformando como todo un complejo estructural seguro y firme de lo que era el motín. Nos referimos al trabajo desarrollado por Pierre Vilar. Nos alejamos con sus posturas de posibles complots e intrigas, para caer en la espontaneidad popular de los tumultos29.

Las malas cosechas que sacuden el país a partir de la segunda mitad del siglo30, dejan

un panorama de carestía y precariedad que afecta de forma plena al pueblo llano. Las crisis de subsistencias hacen de las masas populares unas potenciales bombas de relojería que al menor chispazo tenderán a salir de la miseria y precariedad en la que habían caído. Por ello el motín adquiere connotaciones agrarias, lo que explicaría la agitación popular en numerosas localidades de la geografía española, a ejemplo del motín de Madrid.

26 RODRÍGUEZ CASADO, Vicente. La política y los políticos en el reinado de Carlos III. Madrid: Rialp, 1962. 27 FEIJÓO CABALLERO, Pilar y ORMAECHEA HERNAIZ, Ángel Mª .”Otra lectura más del motín de Esquilache”. En: Letras de Deusto, 1992. vol. 22, num. 56. p. 63-98. 28Cf. Supra. RODRÍGUEZ CASADO, Vicente. 29 RISCO, Antonio. “Flujos y reflujos del <<motín de Esquilache>>”. En: Cuadernos de historia moderna y contemporánea, (AÑO), vol. (--), num. 5. p. 11-36. 30 ANES ÁLVAREZ, Gonzalo. Las crisis agrarias en la España moderna. Madrid: Taurus, 1970.

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Esta nueva explicación disipa un entramado conspiratorio urdido por intereses contrarios a los planteamientos del gobierno, ello debido al mayor peso que toma el componente social en su desarrollo. El autor no rechaza una participación de elementos ajenos a las clases medias y bajas, con el fin de atacar a las reformas del gobierno, pero a diferencia de autores como Vicente Casado, no les da una importancia capital en el asunto. De esta forma toda dirección política en el motín va a descansar bajo el carácter espontáneo y agrario del conflicto31.

Siguiendo la explicación agraria del asunto se ha situado uno de los grandes

especialistas de la historia moderna española, Gonzalo Anes. La importancia que subyace en las revueltas de marzo y los meses siguientes, son típica protesta popular ante la situación de crisis de subsistencias existente. La pretendida xenofobia del pueblo madrileño es solo un medio de expresión del descontento en el que se encuentra inmerso la conciencia colectiva.

En lo referente al detonante del conflicto, carece de importancia cualitativa respecto a

las bases sobre el que el motín se inserta, si bien es cierto que podría haber sido accionado por elementos reaccionarios a las innovadoras medidas del gobierno, y que atacando a sus cabezas más visibles, confiaban en el fin del viraje reformista.

No obstante, la importancia que otorgan estos autores al motín es capital. Analizando

comparativamente las causas y las consecuencias de esta acción, lo comprenden como un hecho capital, puesto que: ”las circunstancias […] hacen del motin de Esquilache un antecedente español precoz y en germen, de la gran revolución francesa de 1789”32. Pero si para Gonzalo Anes, estos levantamientos mostrarían el desarrollo de proyectos que tendrían como culminación de medidas liberalizadoras a principios del siglo siguiente; para Pierre Vilar las transformaciones estructurales del sistema quedarían bloqueadas al imponerse la vía reformista sobre la revolucionaria33.

2.4 Conciliación y evolución Después de la contribución de Pierre Vilar al estudio del motín, el campo sembrado

hasta por los diferentes autores daba la apariencia de un complejo entramado del cual no se podía sacar ninguna conclusión monolineal y simplista del asunto. La visión al respecto era había cambiado. El clero, con los jesuitas a la cabeza, dejaba de suponer un intrigante opositor al gobierno reformista; al igual que las altas capas sociales, que ya no eran solo ellas las responsables de la caída de Esquilache, y el pueblo llano perdía su condición de secundario relegado a una voz dirigente de la comparsa, para alzar algo la palabra en la escena, bajo la acuciante necesidad de subsistir.

Los estudiosos siguientes que han abordado el tema, así lo han comprendido. Una

sola explicación sería incorrecta, al igual que conceder la supremacía a una explicación por encima de otras, puesto que el motín de Esquilache se había convertido en un gran encaje de bolillos, en el que se hacía preciso tirar de todos los hilos, para llegar a los múltiples cabos de la red.

31 RUIZ TORRES, Pedro. “Los motines de 1766 y los inicios de la crisis del <<Antiguo Régimen>>”. En: CLAVERO, Bartolomé. Estudios sobre la revolución burguesa en España. Madrid: Siglo Veintiuno, 1979. p. 49-111. 32 ANES ÁLVAREZ, Gonzalo. El Antiguo Régimen: Los Borbones. Madrid: Alianza Universidad, 1975. 33 RUIZ TORRES, Pedro. “Los motines de 1766 y los inicios de la crisis del <<Antiguo Régimen>>”. En: CLAVERO, Bartolomé. Estudios sobre la revolución burguesa en España. Madrid: Siglo Veintiuno, 1979. p. 49-111.

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Rafael Olaechea, en su estudio, Contribución al estudio del “motín contra Esquilache” (1766), así lo comprendió. Partiendo de fuentes novedosas en el estudio, como son los despachos e informes del embajador danés, Antón Larrey, en la corte de Carlos III. La visión crítica que mantiene en todo momento este personaje –como su papel de diplomático requiere-, permite a Olaechea comprobar la compleja realidad, que rodeaba a la corte real, y por consiguiente, aplicarlo en el estudio del motín con el fin de contribuir en su aclaración en la medida de lo posible.

El motín como desenlace final de un proceso en trance de crisis. Este es el

significado para el autor de las algaradas y tumultos que sacudieron no solo la capital española, sino también las provincias con similares respuestas populares contra el poder. Por ello el autor destaca los motivantes del conflicto: “una España deteriorada […], políticamente absolutista, socialmente estamental, económicamente depauperada, y dotada, por contera, de una maquinaria administrativa renqueante y herrumbrosa”, que impedía además cualquier intento de mejora en el sistema. Ante ello, no solo las clases populares se levantan en ira, sino que los privilegiados se intentan prevenir a través de estos de los intentos de reforma que atentaban contra las bases mismas del Antiguo Régimen34.

El motín acaecido en Madrid no ha sido el único punto de partida para iniciar un

estudio sobre los acontecimientos de la primavera de 1766, sino que también los que se sucedieron a lo largo de la territorialidad española. Desde este punto parte Ruiz Torres, centrándose en la localidad de Elche y los graves disturbios que la perturbaron. La perspectiva desde la que parte el autor, bien viene aclarada en el nombre de su artículo: Los motines de 1766 y los inicios de la crisis el “Antiguo Régimen”.

Recurriendo al fraseo del título del estudio de Pierre Pilar35, inicia una revisión de su

tesis a través de los datos recogidos en la localidad de Elche. A diferencia de aquel, que rechaza la consumación del proceso revolucionario en España durante el motín de 1766, debido a la alianza entre la burguesía y los sectores reformistas del gobierno –distinto al proceso que se dará en Francia décadas después-; Ruiz Torres cree que los intereses de la burguesía española no debían necesariamente coincidir con las políticas reformistas del momento.

El hecho de coexistir dos crisis coyunturales, una de subsistencias y otra comercial,

hace que el componente pequeño burgués se revele contra los obstáculos de tipo señorial y municipal que imponen a los intercambios comerciales. Pero pronto el movimiento escapa por otros cauces, al convertirse en esencia, en una reivindicación campesina y artesanal contra las vías de capitalización que les estaba proletarizando. El autor, finalmente viene a coincidir en la negación, ya hecha en su momento por Pierre Vilar, de un proceso revolucionario en el motín, si bien afirma que en él se muestra claramente las contradicciones del sistema que iniciarían posteriormente el desarrollo revolucionario36.

2.5 Nuevas contribuciones y perfilaciones

34 OLAECHEA, Rafael. “Contribución al estudio del <<motín contra Esquilache>> (1766)”. En: Estudios en homenaje al Dr. Eugenio Frutos Cortes. Zaragoza: Universidad de Zaragoza, 1977. p. 213-347. 35 Nos referimos a “El <<motín de Esquilache>> y las <<crisis del antiguo régimen>>”. En: Revista de occidente 1972, núm. 107. p. 199-249. 36 RUIZ TORRES, Pedro. “Los motines de 1766 y los inicios de la crisis del <<Antiguo Régimen>>”. En: CLAVERO, Bartolomé. Estudios sobre la revolución burguesa en España. Madrid: Siglo Veintiuno, 1979. p. 49-111.

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En lo referente a los trabajos posteriores a los ya citados, haremos referencia a solo dos de ellos, con el fin de realizar un bosquejo de las tendencias que se han estado imponiendo en la contribución al estudio del motín de Esquilache, con animo de afianzar un esquema claro del debate histórico presentado.

Antonio Risco, en su artículo Flujos y reflujos del “motín de Esquilache”37 viene a

confirmar la complejidad del asunto, comprobando que toda explicación monocausal debe de ser rechazada ante la diversidad de factores a los que el investigador debe afrontar. Pero quiere llamar la atención sobre las “motivaciones psicosociales” que tuvieron lugar entre la colectividad en los momentos del levantamiento. Partiendo de una idea ya expuesta por Ruiz Torres, la desarrolla basándose en el estudio de las consecuencias psicológicas –En este caso de claro descontento- que tuvo la imposición en enero de 1766, de unos cánones oficiales en el modo de vestir de los empleados públicos.

De esta manera el estudio pretende mostrar la importancia que tienen en este tipo de

hechos el estado de ánimo de las distintos grupos sociales, que si bien, no son prioritarios a la hora de explicar las causas de las revueltas, si que han de ser considerados para un mayor acercamiento a la realidad existente del momento, y para comprender mejor los posibles virajes que han podido tomar los cauces de los levantamientos.

Como último punto, mostrar a continuación un último estudio sobre el tema. Con un

fin alejado de aportar nueva información y significados acerca del motín, Feijóo Caballero y Ormaechea Hernáiz, resaltan –llamando la atención del mismo a los estudiosos del tema- el rechazo existente hacia Carlos III38 durante su reinado. Para ello se apoyan en el estudio entre otros, de correspondencia real, pasquines y sucesos que confirmarían sus sospechas. Los autores sustentan con ello la opinión de una de las posturas más críticas con el monarca Borbón entre la historiografía, la de considerarle como el menos negado de los monarcas españoles.

37 RISCO, Antonio. “Flujos y reflujos del <<motín de Esquilache>>”. En: Cuadernos de historia moderna y contemporánea, (AÑO), vol. (--), num. 5. p. 11-36. 38 FEIJÓO CABALLERO, Pilar y ORMAECHEA HERNAIZ, Ángel Mª .”Otra lectura más del motín de Esquilache”. En: Letras de Deusto, 1992. vol. 22, num. 56. p. 63-98.

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3. Conclusión Después de lo expuesto hasta ahora, tras analizar –de forma superficial, desde luego-

el contexto en el que se encontraba inmerso el país, vemos una situación de crisis pero también de renovación por parte de un gobierno ilustrado, conocedor de las necesidades del país. Actuando en consecuencia, sus intentos por superar las contradicciones internas en las que se encontraba sumido, resultan fallidas sin un cambio en las propias raíces de las estructuras del Antiguo Régimen.

Al abordar una investigación sobre el estudio del motín y comprobando las distintas

posturas existentes sobre él, y las contribuciones posteriores al tema, he llegado a la conclusión del gran seguimiento de que ha sido objeto el acontecimiento. Aunque han sido abarcados gran parte de los campos de estudio que le rodean, aun quedan algunos –Tal vez por carecer de una relación más directa- que no han sido tratados. Este es el caso de las fuentes extranjeras -si bien algún autor, como Rafael Olaechea, se ha servido de parte de estas- que no se han analizado en su totalidad.

Comprobamos como las aportaciones de los estudiosos han ayudado a formar todo

un cuerpo explicatorio de las causas y consecuencias satisfactorio en su conjunto a la hora de acercarnos y comprender el motín. De explicaciones monotemáticas en un principio, se ha ido imponiendo una visión conjunta de causas, a las cuales los últimos historiadores que se han acercado al tema, han querido matizar con aportaciones vitales para comprender mejor el propio motín.

A pesar de ser un hecho bien estudiado, la oscuridad en lo referente a algunos puntos

que han ido existiendo, siguen presentes en los rincones más apartados conformantes de la trama. Por ello es requerido acercarse al motín desde nuevas perspectivas y fuentes puesto que los levantamientos contra Esquilache, muestran un grado tal de implicaciones múltiples, que las fuentes relacionadas con ellas son innumerables.

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