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  • 1. 1 www.laisladigital.com PLAZA & JANES EDITORES, S.A. Ttulo Original: The Monk Wbo Sold His Ferrari Traduccin de Pedro Fontana Sexta edicin en U.S.A.: enero, 2002 Impreso en Espaa

2. 2 Para mi hijo Colby, por hacerme pensar da a da en todo lo bueno de este mundo. Dios te bendiga AGRADECIMIENTOS El monje que vendi su Ferrari ha sido un proyecto muy especial que ha visto la luz gracias al esfuerzo de gente tambin muy especial. Estoy profundamente agradecido a mi magnfico equipo de produccin y a to- dos aquellos cuyo entusiasmo y energa han hecho posible que este li- bro sea una realidad, en especial a mi familia de Sharma Leadership In- ternational. Vuestro compromiso y sentido del xito me conmueve de veras. Gracias especiales: A los millares de lectores de mi primer libro, MegaLiving!, que tuvieron la bondad de escribirme y compartir sus historias de xito o asistir a mis seminarios. Gracias por su apoyo y su cario. Ustedes son la razn de que yo haga lo que hago. A Karen Petherick, por tus incansables esfuerzos para que este proyec- to cumpliera los plazos previstos. A mi amigo de la adolescencia John Samson, por tus perspicaces co- mentarios sobre el primer borrador, y a Mark Klar y Tammy y Shareef Isa por vuestra valiosa aportacin al manuscrito. A rsula Kaczmarczyk, del departamento de Justicia, por todo el apo- yo. A Kathi Dunn por el brillante diseo de la cubierta. Crea que nada po- da superar a Timeless Wisdom for Self-Mastery. Me equivocaba. A Mark Victor Hansen, Rick Frishman, Ken Vegotsky, Bill Oulton y, c- mo no, a Satya Paul y Krishna Sharma. Y, sobre todo, a mis maravillosos padres, Shiv y Shashi Sharma, que me han guiado y ayudado desde el primer da; a mi leal y sabio herma- no Sanjay Sharma y a su esposa, Susan; a mi hija, Bianca, por su pre- sencia; y a Alka, mi esposa y mejor amiga. Todos vosotros sois la luz que ilumina mi camino. A Iris Tupholme, Claude Primeau, Judy Brunsek, Carol Bonnett, Tom Best y Michaela Cornell y el resto del extraordinario equipo de Harper Collins por su energa, entusiasmo y fe en este libro. Gracias muy espe- ciales a Ed Carson, presidente de Harper Collins, por ser el primero en 3. 3 ver el potencial de esta obra, por creer en m y por hacerlo posible. La vida, para m, no es una vela que se apaga. Es ms bien una es- plndida antorcha que sostengo en mis manos durante un momento, y quiero que arda con la mxima claridad posible antes de entregarla a futuras generaciones. GEORGE BERNARD SHAW UNO El despertar Se derrumb en mitad de una atestada sala de tribunal. Era uno de los ms sobresalientes abogados procesales de este pas. Era tambin un hombre tan conocido por los trajes italianos de tres mil dlares que vestan su bien alimentado cuerpo como por su extraordinaria carrera de xitos profesionales. Yo me qued all de pie, conmocionado por lo que acababa de ver. El gran Julin Mantle se retorca como un nio in- defenso postrado en el suelo, temblando, tiritando y sudando como un manaco. A partir de ah todo empez a moverse como a cmara lenta. Dios mo grit su ayudante, brindndonos con su emocin un cegador vis- lumbre de lo obvio, Julin est en apuros! La jueza, presa del pnico, musit alguna cosa en el telfono privado que haba hecho instalar por si surga alguna emergencia. En cuanto a m, me qued all parado sin saber qu hacer. No te me mueras ahora, hombre, rogu. Es demasia- do pronto para que te retires. T no mereces morir de esta forma. El alguacil, que antes haba dado la impresin de estar embalsamado de pie, dio un brinco y empez a practicar al hroe cado la respiracin asistida. A su lado estaba la ayudante del abogado (sus largos rizos ro- zaban la cara amoratada de Julin), ofrecindole suaves palabras de nimo, palabras que l sin duda no poda or. Yo haba conocido a Julin Mantle haca diecisiete aos, cuando uno de sus socios me contrat como interino durante el verano siendo yo estu- diante de derecho. Por aquel entonces Julin lo tena todo. Era un bri- llante, apuesto y temible abogado con delirios de grandeza. Julin era la joven estrella del bufete, el gran hechicero. Todava recuerdo una noche que estuve trabajando en la oficina y al pasar frente a su regio 4. 4 despacho divis la cita que tena enmarcada sobre su escritorio de roble macizo. La frase perteneca a Winston Churchill y evidenciaba qu clase de hombre era Julin: Estoy convencido de que en este da somos dueos de nuestro desti- no, que la tarea que se nos ha impuesto no es superior a nuestras fuer- zas; que sus acometidas no estn por encima de lo que soy capaz de soportar. Mientras tengamos fe en nuestra causa y una indeclinable vo- luntad de vencer, la victoria estar a nuestro alcance. Julin, fiel a su lema, era un hombre duro, dinmico y siempre dis- puesto a trabajar dieciocho horas diarias para alcanzar el xito que, es- taba convencido, era su destino. O decir que su abuelo fue un destaca- do senador y su padre un reputado juez federal. As pues, vena de buena familia y grandes eran las expectativas que soportaban sus es- paldas vestidas de Armani. Pero he de admitir una cosa: Julin corra su propia carrera. Estaba resuelto a hacer las cosas a su modo... y le en- cantaba lucirse. El extravagante histrionismo de Julin en los tribunales sola ser noti- cia de primera pgina. Los ricos y los famosos se arrimaban a l siem- pre que necesitaban los servicios de un soberbio estratega con un deje de agresividad. Sus actividades extracurriculares tambin eran conoci- das: las visitas nocturnas a los mejores restaurantes de la ciudad con despampanantes top-models, las escaramuzas etlicas con la bulliciosa banda de brokers que l llamaba su equipo de demolicin, tomaron aires de leyenda entre sus colegas. Todava no entiendo por qu me eligi a m como ayudante para aquel sensacional caso de asesinato que l iba a defender durante ese vera- no. Aunque me haba licenciado en la facultad de derecho de Harvard, su alma mter, yo no era ni de lejos el mejor interino del bufete y en mi rbol genealgico no haba el menor rastro de sangre azul. Mi padre se pas la vida como guardia de seguridad en una sucursal bancaria tras una temporada en los marines. Mi madre creci annimamente en el Bronx. El caso es que me prefiri a m antes que a los que haban cabildeado calladamente para tener el privilegio de ser su facttum legal en lo que se acab llamando el no va ms de los procesos por asesinato. Julin dijo que le gustaba mi avidez. Ganamos el caso, por supuesto, y el ejecutivo que haba sido acusado de matar brutalmente a su mujer es- taba ahora en libertad (dentro de lo que le permita su desordenada 5. 5 conciencia, claro est). Aquel verano recib una suculenta educacin. Fue mucho ms que una clase sobre cmo plantear una duda razonable all donde no la haba; eso poda hacerlo cualquier abogado que se preciara de tal. Fue ms bien una leccin sobre la psicologa del triunfo y una rara oportunidad de ver a un maestro en accin. Yo me empap de todo como una es- ponja. Por invitacin de Julin, me qued en el bufete en calidad de asociado y pronto iniciamos una amistad duradera. Admito que no era fcil tra- bajar con l. Ser su ayudante sola convertirse en un ejercicio de frus- tracin, lo que comportaba ms de una pelea a gritos a altas horas de la noche. O lo hacas a su modo o te quedabas en la calle. Julin no po- da equivocarse nunca. Sin embargo, bajo aquella irritable envoltura haba una persona que se preocupaba de verdad por los dems. Aunque estuviera muy ocupado, l siempre preguntaba por Jenny, la mujer a quien sigo llamando mi prometida pese a que nos casamos antes de que yo empezara a estudiar leyes. Al saber por otro interino que yo estaba pasando apuros econmicos, Julin se ocup de que me concedieran una generosa beca de estudios. Es verdad que le gustaba ser implacable con sus colegas, pero jams dej de lado a un amigo. El verdadero problema era que Julin estaba obsesionado con su trabajo. Durante los primeros aos justificaba su dilatado horario afirmando que lo haca por el bien del bufete y que tena previsto tomarse un mes de descanso el prximo invierno para irse a las islas Caimn. Pe- ro el tiempo pasaba y, a medida que se extenda su fama de abogado brillante, su cuota de trabajo no dejaba de aumentar. Los casos eran cada vez mayores y mejores, y Julin, que era de los que nunca se amilanan, continu forzando la mquina. En sus escasos momentos de tranquilidad, reconoca que no era capaz de dormir ms de dos horas seguidas sin despertar sintindose culpable de no estar trabajando en un caso. Pronto me di cuenta de que a Julin le consuma la ambicin: necesitaba ms prestigio, ms gloria, ms dinero. Sus xitos, como era de esperar, fueron en aumento. Consigui todo cuanto la mayora de la gente puede desear: una reputacin profesional de campanillas con ingresos millonarios, una mansin espectacular en el barrio preferido de los famosos, un avin privado, una casa de vaca- ciones en una isla tropical y su ms preciada posesin: un reluciente Ferrari rojo aparcado en su camino particular. Pero yo saba que las cosas no eran tan idlicas como pareca desde fuera. Si me percat de las seales de una cada inminente fue, no por- 6. 6 que mi percepcin fuera mayor que la del resto del bufete, sino sim- plemente porque yo era quien pasaba ms horas con l. Siempre est- bamos juntos porque siempre estbamos trabajando, y a un ritmo que no pareca menguar. Siempre haba otro caso espectacular en perspec- tiva. Para Julin los preparativos nunca eran suficientes. Qu pasara si el juez haca tal o cual pregunta, no lo quisiera Dios? Qu pasara si nuestra investigacin no era del todo perfecta? Y si le sorprendan en mitad de la vista como al ciervo cegado por el resplandor de unos fa- ros? Al final, yo mismo me vi metido hasta el cuello en su mundo de trabajo. ramos dos esclavos del reloj, metidos en la sexagesimocuarta planta de un monolito de acero y cristal mientras la gente cuerda esta- ba en casa con sus familias, pensando que tenamos al mundo agarrado por la cola, cegados por una ilusoria versin del xito. Cuanto ms tiempo pasaba con Julin, ms me daba cuenta de que se estaba hundiendo progresivamente. Pareca tener un deseo de muerte. Nada le satisfaca. Al final su matrimonio fracas, ya no hablaba con su padre y, aunque lo tena todo, an no haba encontrado lo que estaba buscando. Y eso se le notaba emocional, fsica y espiritualmente. A sus cincuenta y tres aos, Julin tena aspecto de septuagenario. Su rostro era un mar de arrugas, un tributo nada glorioso a su implacable enfoque existencial en general y al tremendo estrs de su vida privada. Las cenas a altas horas de la noche en restaurantes franceses, fumando gruesos habanos y bebiendo un cognac tras otro, le haban dejado ms que obeso. Se quejaba constantemente de que estaba enfermo y cansado de estar enfermo y cansado. Haba perdido el sentido del humor y ya no pareca rerse nunca. Su carcter antao entusiasta se haba vuelto mortalmen- te taciturno. Creo que su vida haba perdido el rumbo. Lo ms triste, quiz, fue que Julin haba perdido tambin su pericia profesional. As como antes asombraba a todos los presentes con sus elocuentes y hermticos alegatos, ahora se demoraba horas hablando, divagando sobre oscuros casos que poco o nada tenan que ver con el que se estaba viendo. As como antes reaccionaba graciosamente a las objeciones del adversario, ahora derrochaba un sarcasmo mordaz que pona a prueba la paciencia de unos jueces que antes le consideraban un genio del derecho penal. En otras palabras, la chispa de Julin haba empezado a fallar. No era slo su frentico ritmo vital lo que le haca candidato a una muerte prematura. La cosa iba ms all, pareca un asunto de cariz es- 7. 7 piritual. Apenas pasaba un da sin que Julin me dijese que ya no se apasionaba por su trabajo, que se senta rodeado de vacuidad. Deca que de joven haba disfrutado con su trabajo, pese a que se haba visto abocado a ello por los intereses de su familia. Las complejidades de la ley y sus retos intelectuales le haban mantenido lleno de vigor. La ca- pacidad de la justicia para influir en los cambios sociales le haba moti- vado e inspirado. En aquel entonces, l era ms que un simple chico ri- co de Connecticut. Se vea a s mismo como un instrumento de la re- forma social, que poda utilizar su talento para ayudar a los dems. Esa visin dio sentido a su vida, le daba un objetivo y estimulaba sus espe- ranzas. En la cada de Julin haba algo ms que una conexin oxidada con su modus vivendi. Antes de que yo empezara a trabajar en el bufete, l haba sufrido una gran tragedia. Algo realmente monstruoso le haba sucedido, segn deca uno de sus socios, pero no consegu que nadie me lo contara. Incluso el viejo Harding, clebre por su locuacidad, que pasaba ms tiempo en el bar del Ritz-Carlton que en su amplio despa- cho, dijo que haba jurado guardar el secreto. Fuera ste cual fuese, yo tena la sospecha de que, en cierto modo, estaba contribuyendo al de- clive de Julin. Senta curiosidad, por supuesto, pero sobre todo quera ayudarle. Julin no slo era mi mentor, sino mi amigo. Y entonces ocurri: el ataque cardaco devolvi a la tierra al divino Ju- lin Mantle y lo asoci de nuevo a su calidad de mortal. Justo en medio de la sala nmero siete, un lunes por la maana, la misma sala de tri- bunal donde l haba ganado el no va ms de los procesos por asesi- nato. DOS El visitante misterioso Era una reunin urgente de todos los miembros del despacho. Mientras nos apretujbamos en la sala de juntas, comprend que el problema era grave. El viejo Harding fue el primero en dirigirse a la asamblea. Me temo que tengo muy malas noticias. Julin Mantle sufri un ata- que ayer mientras presentaba el caso Air Atlantic ante el tribunal. Ahora se encuentra en la unidad de cuidados intensivos, pero los mdicos me han dicho que su estado se ha estabilizado y que se recuperar. Sin embargo, Julin ha tomado una decisin que todos ustedes deben sa- ber. Ha decidido abandonar el bufete y renunciar al ejercicio de su pro- 8. 8 fesin. Ya no volver a trabajar con nosotros. Me qued de una pieza. Saba que Julin tena sus problemas, pero jams pens que pudiera dejarlo. Adems, y despus de todo lo que habamos pasado, pens que hubiera debido tener la cortesa de decr- melo en persona. Ni siquiera dej que fuera a verle al hospital. Cada vez que yo me presentaba all, las enfermeras me decan que estaba durmiendo y que no se le poda molestar. Tampoco acept mis llama- das. Posiblemente yo le recordaba la vida que l deseaba olvidar. En fin. Una cosa s tengo clara: aquello me doli. Todo eso sucedi hace unos tres aos. Lo ltimo que supe de Julin fue que se haba ido a la India en no s qu expedicin. Le dijo a uno de los socios del bufete que deseaba simplificar su vida y que necesi- taba respuestas que confiaba encontrar en ese mstico pas. Haba vendido su residencia, su avin y su isla. Haba vendido incluso el Fe- rrari. Julin Mantle metido a yogui?, me dije. Qu caprichosos son los designios de la ley. En esos tres aos pas de ser un joven leguleyo sobrecargado de tra- bajo a convertirme en un hastiado, y algo cnico, abogado ms mayor. Jenny y yo tenamos una familia. Al final, yo tambin empec a buscar un sentido a mi vida. Creo que todo vino por tener hijos. Fueron ellos quienes cambiaron mi manera de ver el mundo. Mi padre lo expres mejor cuando dijo: John, cuando ests a las puertas de la muerte se- guro que no desears haber pasado ms tiempo en la oficina. As que empec a quedarme ms horas en casa, decidido a iniciar una vida de- cente, si bien ms ordinaria. Me hice socio del Rotary Club e iba a jugar al golf todos los sbados para tener contentos a mis clientes y colegas. Pero debo decir que en mis momentos de tranquilidad pensaba a me- nudo en Julin y me preguntaba qu habra sido de l despus de nues- tra inesperada separacin. Tal vez estara viviendo en la India, un lugar tan grande y diverso que hasta un alma inquieta como la suya poda encontrar all un hogar. O estara haciendo senderismo en Nepal? Buceando en las islas Caimn? Haba una cosa segura: Julin no haba vuelto a ejercer. Nadie haba recibido una postal suya desde que partiera hacia su exilio voluntario. Las primeras respuestas a algunas de mis preguntas llegaron hace co- sa de dos meses. Yo acababa de reunirme con el ltimo cliente de un da espantoso cuando Genevieve, mi talentosa ayudante, se asom a la puerta de mi pequeo y bien amueblado despacho. Tienes una visita, John. Dice que es urgente y que no se ir hasta 9. 9 que hable contigo. Estoy con un pie fuera, Genevieve repliqu con impaciencia. Voy a comer un bocado antes de terminar el informe Hamilton. No me queda tiempo para recibir a nadie ms. Dile que concierte una cita, como todo el mundo, y si te causa problemas llama a los de seguridad. Es que dice que es muy importante. No piensa aceptar una negativa. Por un momento pens en llamar yo mismo a seguridad, pero al com- prender que poda tratarse de alguien en apuros, asum una postura ms tolerante. Est bien, dile que pase. A lo mejor me interesa y todo. La puerta de mi despacho se abri lentamente. Cuando por fin se abri por completo, vi a un hombre risueo de unos treinta y cinco aos. Era alto, delgado y musculoso, e irradiaba vitalidad y energa. Me record a aquellos chicos perfectos con los que yo iba a la facultad, hijos de fami- lias perfectas, con casas perfectas y coches perfectos. Pero el visitante tena algo ms que aspecto saludable y juvenil. Una apacibilidad latente le daba un aire casi divino. Y los ojos: unos ojos penetrantes y azules que me traspasaron. Otro abogado de primera que viene a quitarme el puesto, pens para m. Pero, bueno, por qu se queda ah parado mirndome? Espero que la mujer que defend en el caso de divorcio que gan la semana pasada no fuera su esposa. Tal vez no estara de ms llamar a seguridad. El joven sigui mirndome, tal como Buda habra hecho con su pupilo favorito. Tras un largo momento de incmodo silencio, el sujeto habl con un tono sorprendentemente perentorio. Es as como tratas a tus visitas, John, incluso a quienes te ensea- ron todo cuanto sabes sobre la ciencia del xito en una sala de tribunal? Ojal me hubiera guardado mis secretos profesionales dijo esbozando una sonrisa. Una extraa sensacin me cosquille en el estmago. Inmediatamente reconoc aquella voz como de miel. El corazn me dio un vuelco. Julin? Eres t? No me lo puedo creer! La sonora carcajada del visitante confirm mis sospechas. El hombre que tena ante m no era otro que el aorado yogui de la India: Julin Mantle. Me asombr su increble transformacin. La tez espectral, la tos crnica y los ojos inermes de mi ex colega haban desaparecido. Ya no tena aspecto de viejo ni esa expresin enfermiza que se haba conver- tido en su distintivo. Todo lo contrario, aquel hombre pareca gozar de perfecta salud y su rostro sin arrugas estaba radiante. Tena la mirada clara, una ventana perfecta a su extraordinaria vitalidad. Ms sor- prendente an era la serenidad que rezumaba por todos sus poros. 10. 10 Mirndole desde mi butaca me sent totalmente en paz. Julin ya no era el ansioso abogado de primera categora que trabajaba en un bufe- te de campanillas. No, este hombre era un juvenil, vital y risueo mo- delo de cambio. TRES La milagrosa transformacin de Julin Mantle Yo no sala de mi asombro. Cmo poda alguien que slo unos aos atrs pareca un viejo verse ahora tan enrgico y tan vivo?, me pregunt con callada incredulidad. Alguna droga mgica le haba permitido beber de la fuente de la ju- ventud? Cul era la causa de este extraordinario cambio de personali- dad? Fue Julin quien habl primero. Me dijo que el mundo hiper- competitivo de la abogaca se haba cobrado su precio, no slo fsica y emocionalmente, sino tambin en lo espiritual. El ritmo trepidante y las incesantes exigencias del trabajo le haban agotado por completo. Ad- miti que igual que su cuerpo se vena abajo, su mente haba perdido brillo. El infarto no fue sino un sntoma de un problema ms hondo. La presin constante y el extenuante trabajo de un abogado de primera categora haban destruido asimismo su ms importante y quiz ms humana cualidad: su espritu. Cuando su mdico le plante el ultim- tum de renunciar a la abogaca o renunciar a la vida, Julin crey ver una oportunidad de oro de reavivar el fuego interior que haba conocido de joven, un fuego que haba ido extinguindose a medida que el dere- cho pas de ser un placer a volverse un negocio. Julin se entusiasm visiblemente al explicar cmo haba vendido to- das sus posesiones materiales antes de partir rumbo a la India, un pas cuya cultura ancestral y tradicin mstica le haban fascinado siempre. Viaj de aldea en aldea, a veces a pie, otras en tren, aprendiendo nue- vas costumbres, contemplando paisajes eternos y amando cada vez ms aquel pueblo que irradiaba calidez, bondad y una perspectiva re- frescante sobre el verdadero significado de la vida. Incluso los ms desposedos abran su casa y su corazn a aquel cauteloso visitante de Occidente. A medida que pasaban las semanas en aquel prodigioso entorno, Julin empez a sentirse nuevamente vivo, quiz por primera vez desde que era nio. Pronto recuper su curiosidad innata y su chis- pa creativa, as como su entusiasmo y sus ganas de vivir. Empez a 11. 11 sentirse ms jovial y sereno. Y recuper algo ms: la risa. Aunque Julin haba disfrutado hasta el ltimo minuto de su estancia en aquel extico pas, dijo tambin que su viaje fue algo ms que unas meras vacaciones para despejar una mente sobrecargada. Describi su temporada en la India como una odisea personal del yo, confindome que estaba dispuesto a descubrir quin era realmente y qu sentido te- na su vida antes de que fuera demasiado tarde. Para ello, su mxima prioridad era seguir el ejemplo de la enorme reserva de sabidura apor- tada por aquella cultura y vivir un vida ms plena, esclarecida y gratifi- cante. No quiero pasarme de original, John, pero fue como si hubiera recibi- do una orden interior, algo que me deca que deba iniciar un viaje espi- ritual a fin de reavivar esa chispa que haba perdido dijo Julin. Fue- ron aos muy liberadores. Cuanto ms exploraba, ms oa hablar de unos monjes hindes que haban sobrepasado la centena, monjes que pese a su avanzada edad conservaban toda su energa, vitalidad y ju- ventud. Cuanto ms viajaba, ms cosas saba de yoguis longevos que haban conseguido dominar el arte del control mental y el despertar es- piritual. Y cuantas ms cosas vea, ms ansiaba comprender la dinmi- ca que se esconda tras aquellos milagros humanos, confiando en apli- car su filosofa a su propia vida. Durante las primeras etapas del viaje, Julin busc a conocidos y res- petados profesores. Me dijo que todos sin excepcin le recibieron con los brazos y los corazones abiertos, compartiendo con l todos los co- nocimientos que haban absorbido en sus largas vidas de callada con- templacin sobre los ms sublimes temas relacionados con la existen- cia. Julin trat de describir la belleza de los templos antiguos esparci- dos por el mstico paisaje de la India, edificios que parecan leales guar- dianes de la sabidura de los tiempos. Dijo tambin que le emocion la sacralidad de aquellos lugares. Fue una poca mgica, John. Yo, que era un leguleyo viejo y cansa- do, que lo haba vendido todo, desde mi Rolex hasta mi caballo de ca- rreras, haba metido lo poco que me quedaba en una mochila que se convertira en mi nico acompaante mientras me imbua de las eter- nas tradiciones de Oriente. Te cost dejarlo? pregunt, incapaz de contener mi curiosidad. En realidad fue muy fcil. La decisin de renunciar a la abogaca y a todas mis posesiones terrenas me pareci natural. Albert Camus dijo una vez que la verdadera generosidad para con el futuro consiste en entregarlo todo al presente. Pues bien, eso hice yo. Saba que necesi- 12. 12 taba cambiar, as que decid escuchar a mi corazn y hacerlo por todo lo alto. Mi vida se volvi mucho ms sencilla y plena en cuanto dej atrs el bagaje de mi pasado. Tan pronto prescind de los grandes pla- ceres de la vida, empec a disfrutar de los pequeos, como ver un cielo estrellado al claro de luna o empaparme de sol en una gloriosa maana de verano. Adems, la India es un lugar tan estimulante intelectual- mente que apenas pens en lo que haba dejado atrs. Estos encuentros iniciales con los sabios y eruditos de esa cultura ex- tica no proporcionaron, pese a ser intrigantes, el saber que Julin an- siaba. La enseanzas que l buscaba para cambiar su vida le rehuyeron en esa primera parte de su odisea. El primer paso real no lleg hasta que Julin llevaba siete meses en la India. Fue estando en Cachemira, un mstico estado que parece dormir al pie de la cordillera del Himalaya, cuando tuvo la suerte de conocer al yogui Krishnan. Aquel hombre frgil de cabeza rapada tambin haba sido abogado en su anterior reencarnacin , como sola decir con una son- risa poblada de dientes. Harto del ritmo febril que caracteriza la vida en la moderna Nueva Delhi, tambin l renunci a sus posesiones para re- tirarse a un mundo de extrema sencillez. Convertido en cuidador del templo de la aldea, Krishnan dijo que haba llegado a conocerse a s mismo y a saber cul era su meta en la vida. Estaba cansado de que mi vida fuera como unas maniobras militares le dijo a Julin. Me di cuenta de que mi misin es servir a los dems y contribuir de algn modo a hacer de este mundo un lugar mejor. Aho- ra vivo para dar; paso los das y las noches en el templo, viviendo de forma austera pero gratificante. Comparto mis logros con todo aquel que acude a rezar. No soy ms que un hombre que ha encontrado su alma. Julin cont su historia a aquel ex abogado. Le habl de su vida de privilegios, de su avidez de riquezas y su obsesin por el trabajo. Reve- l, con gran emocin, su lucha interior y la crisis espiritual que haba experimentado cuando la brillante luz de su vida empez a fluctuar al viento de una vida disipada. Yo tambin he recorrido ese camino, amigo mo. Yo tambin he sen- tido ese mismo dolor. Pero he aprendido que todo sucede por alguna razn le dijo el yogui Krishnan. Todo suceso tiene un porqu y toda adversidad nos ensea una leccin. He comprendido que el fracaso, sea personal, profesional o incluso espiritual, es necesario para la expansin de la persona. Aporta un crecimiento interior y un sinfn de recompen- sas psquicas. Nunca lamentes tu pasado. Acptalo como el maestro 13. 13 que es. Tras or estas palabras, Julin sinti un gran alborozo. Quiz haba en- contrado en el yogui Krishnan al mentor que andaba buscando. Quin mejor que otro ex abogado que, gracias a su propia odisea espiritual, haba hallado una vida plena, para ensearle los secretos de una exis- tencia llena de equilibrio y satisfaccin? Necesito tu ayuda, Krishnan. Necesito aprender a construir una vida de plenitud. Ser un honor ayudarte en lo que pueda se ofreci el yogui, pero puedo hacerte una sugerencia? Por supuesto. Desde que estoy al cuidado de este templo, he odo hablar mucho de un grupo de sabios que vive en las cumbres del Himalaya. Dice la le- yenda que han descubierto una especie de sistema para mejorar pro- fundamente la vida de cualquier persona, y no me refiero slo en el plano fsico. Se supone que es un conjunto holstico e integrado de principios y tcnicas imperecederos para liberar el potencial de la men- te, el cuerpo y el alma. Julin estaba fascinado. Aquello pareca perfecto. Y dnde viven esos monjes? Nadie lo sabe, y yo ya soy demasiado viejo para iniciar su bsqueda. Pero te dir una cosa, amigo mo: muchos han tratado de encontrarlos y muchos han fracasado... con trgicas consecuencias. Las cumbres del Himalaya son muy traicioneras. Incluso los escaladores ms avezados son impotentes ante sus estragos naturales. Pero si lo que buscas son las llaves de oro de la salud, la felicidad y la realizacin interior, yo no tengo ese saber; ellos s. Julin, que no se rinde fcilmente, presion al yogui: Ests seguro de que no sabes dnde viven? Lo nico que puedo decirte es que la gente de esta aldea los conoce como los Grandes Sabios de Sivana. En su mitologa, Sivana significa oasis de esclarecimiento. Estos monjes son venerados como si fueran divinos por constitucin e influencia. Si supiera dnde encontrarlos, es- tara obligado a decrtelo. Pero sinceramente, no lo s; de hecho, no lo sabe nadie. A la maana siguiente, cuando los primeros rayos del sol empezaron a bailar en el horizonte, Julin se puso en camino hacia la tierra perdida de Sivana. Al principio pens en contratar a un sherpa para que le ayu- dara en su ascensin, pero, por algn motivo, su instinto le dijo que aquel viaje debera hacerlo solo. Y as, quiz por primera vez en su vi- 14. 14 da, prescindi de los grilletes de la razn y decidi confiar en su intui- cin. Se senta ms seguro as. De alguna manera saba que encontra- ra lo que estaba buscando. As pues, con celo misionero, inici su esca- lada. Los primeros das no presentaron dificultad. A veces encontraba a al- guno de los alegres lugareos del pueblo de ms abajo caminando por un sendero en busca quiz de madera para tallar o del santuario que aquel lugar ofreca a quienes se atrevan a aventurarse tan cerca del cielo. Otras veces caminaba solo, empleando el tiempo para reflexionar sobre dnde haba estado a lo largo de su vida... y hacia dnde se diri- ga ahora. El pueblo no era ya ms que un puntito en aquel maravilloso lienzo de esplendor natural. La majestuosidad de los picos nevados del Himalaya hizo que su corazn latiera ms deprisa, dejndole temporalmente sin aliento. Julin se sinti uno con el entorno, esa clase de relacin que dos viejos amigos pueden disfrutar despus de muchos aos de escu- char los mutuos pensamientos y de rerse los chistes. El aire puro de la montaa despej su mente y dio vigor a su espritu. Despus de haber dado la vuelta al mundo en varias ocasiones, Julin crea haberlo visto todo. Pero jams haba contemplado tanta belleza. Aquel momento m- gico fue como un exquisito tributo a la sinfona de la naturaleza. Se sin- ti a la vez alborozado, jubiloso y despreocupado. Y fue all, con la humanidad a sus pies, cuando Julin se aventur a salir de la cmoda envoltura de lo ordinario para iniciar su exploracin del reino de lo ex- traordinario. Todava recuerdo las palabras que me pasaban por la mente dijo Ju- lin. Pens que, en definitiva, la vida consiste en tomar opciones. El destino de cada uno de nosotros depende de las opciones que toma- mos, y yo estaba seguro de que haba tomado la correcta. Saba que mi vida no volvera a ser igual y que algo fascinante, quiz incluso mila- groso, estaba a punto de sucederme. Fue un despertar sorprendente. Mientras Julin escalaba las enrarecidas regiones del Himalaya, empe- z a sentirse nervioso. Pero fue un nerviosismo positivo, como el que senta en un baile de gala o justo antes de empezar un caso excitante y los fotgrafos me perseguan por la escalinata de los tribunales. Y aunque no contaba con un gua ni con un mapa de la zona, el camino estaba claro y un estre- cho sendero me fue llevando montaa arriba hacia los confines de aquella regin. Fue como si tuviera una especie de brjula interior que me iba empujando hacia mi destino. Creo que no hubiera podido dete- 15. 15 nerme aunque lo hubiera querido. Julin estaba entusiasmado, sus pa- labras brotaban como un torrente. Dos das ms sigui la ruta que esperaba poda llevarlo a Sivana, y en ese tiempo pens en su vida pasada. Aunque se senta liberado del es- trs y la tensin que caracterizaran su antiguo mundo, se preguntaba en cambio si podra pasar el resto de su vida sin el reto intelectual que su profesin le haba deparado desde que saliera de la facultad en Har- vard. Sus pensamientos vagaron despus a su suntuoso despacho en un resplandeciente rascacielos del centro y a la idlica casa de veraneo que haba vendido por una miseria. Pens en los viejos amigos con que frecuentaba los mejores restaurantes. Pens tambin en su preciado Ferrari y en la sensacin que le daba poner el motor en marcha y sen- tirse al mando de un poderoso vehculo. Mientras se adentraba ms y ms en aquel mstico paraje, sus re- flexiones sobre el pasado se vieron interrumpidas por las maravillas que vea. Fue mientras meditaba sobre la belleza de la naturaleza cuando algo sorprendente sucedi. Por el rabillo del ojo vio una figura, vestida extraamente con una lar- ga y ondulante tnica roja coronada por una capucha azul oscuro, ca- minando un poco ms adelante. A Julin le sobresalt ver a alguien ms en aquel lugar remoto al que haba llegado tras siete agotadores das. Como se hallaba a muchos kilmetros de toda civilizacin y an no es- taba seguro de que Sivana fuera un destino encontrable, grit a su compaero de escalada. La figura no slo no respondi sino que apret el paso sin siquiera mi- rarlo. Al poco rato el misterioso viajero ech a correr, su tnica roja flameando graciosamente a su espalda. Por favor, amigo, necesito ayuda para llegar a Sivana! grit Julin . Llevo siete das caminando con poca comida y agua. Creo que me he perdido! La figura se detuvo bruscamente. Julin se aproxim con cautela mientras el otro permaneca inmvil y en silencio. Julin no pudo verle el rostro bajo la capucha, pero le impact el contenido de la pequea cesta que sostena. Dentro haba una coleccin de las flores ms delica- das y bellas que Julin haba visto jams. La figura abraz su cesta a medida que Julin se aproximaba, como para demostrar su gran amor por aquellas flores y su desconfianza hacia aquel occidental, tan co- rriente en aquel paraje como el roco en el desierto. Julin mir al viajero con curiosidad. Un rayo de sol le revel que la cara que se ocultaba bajo la amplia capucha era de hombre. Pero Julin 16. 16 jams haba visto un hombre igual. Aunque tena por lo menos la mis- ma edad que l, sus rasgos dejaron a Julin como hechizado y le obli- garon a quedarse mirndolo una eternidad. El hombre tena ojos de ga- to, tan penetrantes que Julin se vio obligado a desviar la vista. Su tez de color olivceo era lisa y flexible. Su cuerpo pareca fuerte y vigoroso. Y aunque sus manos delataban que no era joven, irradiaba tal juventud y vitalidad que Julin se qued hipnotizado, como el nio cuando ve ac- tuar por primera vez a un prestidigitador. Debe de ser uno de los Grandes Sabios de Sivana, pens Julin, casi sin poder contener su alegra. Me llamo Julin Mantle. He venido a aprender de los Sabios de Siva- na. Sabes dnde podra encontrarlos? pregunt. El hombre mir pensativo al cansado visitante de un pas lejano. Su serenidad y su paz le daban un aspecto angelical. Luego habl en voz muy baja, casi susurrando: Para qu buscas a esos sabios, amigo? Presintiendo que, efectivamente, haba dado con uno de los msticos monjes que a tantos haban eludido antes, Julin le abri su corazn y le cont su odisea. Habl al viajero de su vida pasada y de la crisis es- piritual que haba tenido, el precio en salud y energa que haba debido pagar a cambio de las fugaces recompensas que le deparaba la prctica de la abogaca. Habl de que haba cambiado la riqueza del alma por una voluminosa cuenta bancaria y de la ilusoria gratificacin de su esti- lo de vida vive deprisa, muere joven. Y le cont sus viajes por la ms- tica India y su encuentro con el yogui Krishnan, aquel abogado de Nue- va Delhi que tambin haba renunciado a su profesin en la esperanza de hallar la armona interior y una paz duradera. El viajero permaneci quieto y en silencio. No volvi a hablar hasta que Julin mencion su ardoroso y casi obsesivo deseo de adquirir los antiguos principios de la sabidura y el esclarecimiento. Poniendo un brazo sobre el hombro de Julin, dijo suavemente: Si de verdad tienes un deseo sincero de aprender esa sabidura, en- tonces es mi deber ayudarte. Soy, en efecto, uno de esos sabios en busca de los cuales has recorrido tan largo camino. Eres la primera per- sona que nos encuentra desde hace muchos aos. Enhorabuena. Admi- ro tu tenacidad. Como abogado debiste ser muy bueno. Hizo una pausa, como si no estuviera seguro, y luego prosigui: Si quieres, puedes venir como invitado mo a nuestro templo. Se halla en una parte escondida de esta regin montaosa, pero an que- dan varias horas de camino. Mis hermanos te recibirn con los brazos abiertos. Trabajaremos juntos para ensearte los principios y prcticas 17. 17 que nuestros antepasados nos han transmitido a travs de los siglos. Antes de llevarte a nuestro mundo y compartir nuestros conocimien- tos para llenar tu vida de alegra, fuerza y determinacin, debo pedirte que prometas una cosa. Cuando hayas aprendido las verdades eternas debers regresar a tu pas y hacer partcipes de esta sabidura a cuan- tos la necesiten. Aunque aqu, en estas montaas mgicas, estamos aislados, no se nos escapa el trance por el que atraviesa tu mundo. La gente buena est perdiendo el rumbo. Debes darles la esperanza que se merecen. Es ms, debes darles las herramientas para que se cum- plan sus sueos. Es todo lo que pido. Julin acept de inmediato las condiciones del sabio y prometi que llevara el precioso mensaje a Occidente. Mientras los dos seguan ascendiendo hacia el pueblo perdido de Siva- na, el sol indio empez a ponerse, un gran crculo rojo que poco a poco se dejaba vencer por un sueo mgico tras el largo y agotador da. Ju- lin me dijo que nunca ha olvidado la majestuosidad de aquel momen- to, cuando andaba en compaa de un monje por quien senta una es- pecie de amor fraternal, rumbo a un lugar lleno de maravillas y miste- rios. Fue sin duda el momento ms memorable de mi vida me confi. Julin siempre haba credo que la vida se reduca a unos cuantos mo- mentos clave. ste fue uno de ellos. En el fondo de su alma, tuvo la certeza de que era el primer momento del resto de su vida, una vida que pronto iba a ser mucho ms de lo que nunca haba sido. CUATRO Encuentro mgico con los Sabios de Sivana Tras andar durante horas por intrincados caminos y sendas herbosas, los dos viajeros llegaron a un verde y exuberante valle. En uno de sus lados, los picos del Himalaya ofrecan su proteccin como soldados cas- tigados por la intemperie que guardaran el lugar donde descansaban sus generales. Al otro lado haba un espeso bosque de pinos, tributo natural a esta tierra de fantasa. El sabio mir a Julin y sonri. Bienvenido al nirvana de Sivana. Descendieron por otro camino y se adentraron en el bosque que for- maba el lecho del valle. El olor a pino y a sndalo impregnaba el aire 18. 18 fresco y lmpido de la montaa. Julin, que ahora iba descalzo para ali- viar sus doloridos pies, not la caricia del musgo hmedo. Le sorprendi ver vistosas orqudeas y otras flores hermosas bailando entre la arbole- da, como si se deleitaran en el esplendor de aquel retazo diminuto de paraso. Julin oy voces en la distancia, voces suaves y agradables al odo. Se limit a seguir al sabio sin decir nada. Tras quince minutos de caminata llegaron a un claro. Lo que vio entonces fue algo que ni siquiera el mundano y difcilmente impresionable Julin Mantle poda haber imagi- nado: una aldea hecha exclusivamente de lo que parecan rosas. En mi- tad del poblado haba un pequeo templo, como los que Julin haba visto en sus viajes a Tailandia y Nepal, pero ste estaba hecho de flores rojas, blancas y rosas unidas mediante largas tiras de cordel multicolor y ramitas. Las pequeas chozas que punteaban el espacio circundante parecan las austeras casas de los sabios. Tambin estaba hechas de rosas. Julin se qued sin habla. En cuanto a los monjes que vivan en la aldea, Julin vio que se pare- can a su compaero de viaje, quien ahora le dijo que se llamaba yogui Raman. Explic que era el ms viejo de los Sabios de Sivana y el lder del grupo. Los pobladores de aquella colonia de cuento de hadas tenan un aspecto extraordinariamente juvenil y se movan con gracia y aplo- mo. Ninguno de ellos hablaba, prefiriendo respetar la tranquilidad del lugar realizando sus tareas en silencio. Los hombres, que parecan slo una decena, llevaban la misma tnica roja que el yogui Raman, y sonrieron serenamente a Julin cuando hicieron su entrada en la aldea. Todos se vean apacibles, sanos y satis- fechos. Fue como si las tensiones que tantas vctimas se cobran en nuestro mundo no tuviesen acceso a aquella cumbre de serenidad. Aunque haban transcurrido muchos aos desde que vieran una cara nueva por ltima vez, aquellos sabios fueron comedidos en su recibi- miento, ofreciendo una ligera reverencia a modo de saludo. Las mujeres eran igualmente impresionantes. Con sus ondulantes saris de seda rosa y los lotos blancos que adornaban sus negros cabellos, iban de un lado a otro con sorprendente agilidad. Sin embargo, no se trataba del ajetreo frentico que invade nuestra sociedad. Aqu todo pa- reca fcil y alegre. Algunas trabajaban dentro del templo haciendo pre- parativos para lo que pareca una fiesta. Otras acarreaban lea y tapi- ces ricamente bordados. La actividad era general. Todo el mundo pare- ca feliz. En definitiva, las caras de los Sabios de Sivana revelaban el poder de su forma de vida. Aunque eran sin duda adultos y maduros, irradiaban 19. 19 un aura como infantil, el centelleo de sus ojos trasluca una lozana vita- lidad. Ninguno tena arrugas ni canas. Ninguno pareca viejo. A Julin, que apenas poda creer lo que estaba viendo, le ofrecieron un festn de fruta fresca y hortalizas exticas, dieta que, como supo ms adelante, constitua una de las claves de la salud ideal que disfrutaban los sabios. Tras la comida, el yogui Raman acompa a Julin hasta sus aposen- tos: una cabaa cubierta de flores donde haba una pequea cama con un bloc vaco a modo de diario. Aqulla sera su casa. Aunque para Julin aquel mundo mgico de Sivana era una absoluta novedad, tena sin embargo la sensacin de que era un poco como vol- ver a casa, un regreso a un paraso que hubiera conocido mucho tiempo atrs. Aquella aldea de rosas no le resultaba del todo extraa. Su intui- cin le deca que su sitio estaba all, aunque fuera durante un corto pe- rodo. se iba a ser el lugar donde l reavivara el fuego que haba co- nocido antes de que la abogaca le privara del alma, un santuario donde su maltrecho espritu podra empezar a sanar. Y as empez la vida de Julin entre los Sabios de Sivana, una vida de sencillez, serenidad y armona. Lo mejor estaba an por venir. CINCO El alumno espiritual de los sabios Los sueos de los grandes soadores jams llegan a cumplirse, siem- pre son superados. ALFRED LORD WHITEHEAD Eran las ocho de la tarde y yo an no haba preparado mi alegato para el da siguiente. Estaba fascinado por la experiencia de aquel antiguo guerrero de la abogaca que haba cambiado radicalmente de vida des- pus de convivir y estudiar con aquellos sabios maravillosos del Hima- laya. Qu extraordinaria transformacin! Me pregunt si los secretos aprendidos por Julin en aquel remoto rincn de la India podran tam- bin elevar la calidad de mi vida y colmar mi propia sensacin de estu- por ante el mundo en que vivimos. Cuanto ms escuchaba a Julin, ms me daba cuenta de que mi alma se haba ido oxidando. Qu haba sido de aquel increble apasionamiento con que yo lo abordaba todo cuando era ms joven? Entonces hasta la cosa ms sencilla me llenaba 20. 20 de alegra. Tal vez haba llegado la hora de reinventar mi destino. Notando mi fascinacin por su odisea y mi ansia de aprender el mto- do de la vida esclarecida que los sabios le haban transmitido, Julin aceler el ritmo de su relato. Me explic que su deseo de saber, suma- do a su inteligencia (pulida en muchos aos de batallas en los tribuna- les), le haba ganado el respeto de la comunidad de Sivana. Como muestra de su afecto hacia Julin, los monjes le haban hecho miembro honorario de su grupo y le trataban como parte integrante de la exten- sa familia. Ansioso de ampliar sus conocimientos sobre los mecanismos de la mente, el cuerpo y el alma, Julin pas literalmente todos sus momen- tos de vigilia bajo la tutela del yogui Raman. El sabio se convirti ms en padre que en maestro, pese a que slo le separaban unos aos de Julin. No haba duda de que aquel hombre haba acumulado la sabidu- ra de muchas vidas y, an mejor, estaba dispuesto a compartirla con Julin. Las sesiones empezaban antes del alba. El yogui Raman se sentaba con su entusiasmado alumno y llenaba su mente de ideas sobre el sig- nificado de la vida y de tcnicas poco conocidas para vivir con mayor vi- talidad, creatividad y satisfaccin. Le enseaba viejos principios que, segn deca, cualquiera poda utilizar para conservarse joven y ser ms feliz. Julin aprendi tambin que las disciplinas gemelas del dominio personal y la autorresponsabilidad impediran que volviera al caos de la crisis que haba caracterizado su vida en Occidente. A medida que las semanas se convertan en meses, Julin acab sien- do consciente del gran tesoro que dorma dentro de su mente, a la es- pera de ser empleado para ms elevados objetivos. A veces el maestro y su alumno se quedaban sentados viendo surgir el sol de la India sobre los verdes prados inferiores. A veces descansaban en callada medita- cin, saboreando el silencio. Otras paseaban entre los pinos hablando de temas filosficos y disfrutando del placer de la compaa mutua. Julin dijo que los primeros indicios de su expansin personal llegaron a las tres semanas de estar con los sabios. Empez a fijarse en la belle- za de las cosas ms comunes. Tanto si era la maravilla de una noche estrellada como el hechizo de una telaraa despus de la lluvia, Julin lo absorba. Dijo tambin que su nueva vida y las nuevas costumbres empezaron a tener un efecto grande en su mundo interior. Al mes de estar aplicando los principios y tcnicas de Sivana, Julin haba empe- zado a cultivar una profunda sensacin de paz y serenidad interior que jams haba alcanzado en Occidente. Se volvi ms alegre y es- pontneo, ms enrgico y creativo a medida que pasaban los das. 21. 21 La vitalidad fsica y la fortaleza espiritual fueron los siguientes cambios en su actitud. Su cuerpo antao obeso se volvi recio y delgado, mien- tras que la enfermiza palidez que siempre le devolva el espejo era sus- tituida por un rostro donde brillaba la salud. Se senta realmente capaz de cualquier cosa y de abrir el potencial infinito que existe dentro de cada uno de nosotros. Empez a apreciar la vida y a ver la divinidad en todos sus aspectos. El viejo mtodo de aquel grupo de msticos haba empezado a obrar milagros. Tras hacer una pausa como para expresar incredulidad ante su propia narracin, Julin se puso filosfico: Me he dado cuenta de algo muy importante, John. El mundo, y en eso incluyo mi mundo interior, es un lugar muy especial. Tambin he visto que el xito externo no significa nada a no ser que tengas xito interno. Hay una enorme diferencia entre el beneficio y el bienestar. Cuando yo era un importante abogado, sola mofarme de todas las per- sonas que trabajaban para mejorar su vida interior y exterior. Vive la vida!, sola pensar. Pero he aprendido que el autocontrol y el cuidado de la propia mente, cuerpo y alma son esenciales para encontrar el yo elevado de cada uno y para vivir la vida de nuestros sueos. Cmo ocuparse de los dems si uno no se ocupa de s mismo? Cmo hacer el bien si ni siquiera te sientes bien? No puedo amar si no s amarme a m mismo. De pronto, Julin pareci intranquilo. Nunca haba abierto a nadie mi corazn como lo hago ahora. Te pido disculpas, John. Es que en esas montaas he experimentado tal catar- sis, tal despertar espiritual a los poderes del universo, que veo que otros necesitan saber lo que yo he aprendido. Viendo que se haca tarde, me dijo que se marchaba y se despidi. No puedes irte ahora, Julin le dije. Estoy en ascuas por saber todo lo que aprendiste en el Himalaya y el mensaje que prometiste traer a Occidente. No puedes dejarme intrigado, sabes que no lo soporto. Volver, pierde cuidado. Ya me conoces, en cuanto empiezo a contar algo ya no puedo parar. Pero t tienes cosas que hacer, y a m me es- peran ciertos asuntos privados. Bien, pero dime una cosa. Me servirn los mtodos que aprendiste en Sivana? Cuando el alumno est listo, aparecen los maestros respondi. T, y muchas otras personas de nuestra sociedad, estis preparados para conocer la sabidura de la que me honro en ser portador. Todos noso- tros deberamos conocer la filosofa de los sabios. Todos podemos bene- 22. 22 ficiarnos de ella. Todos hemos de conocer esa perfeccin que es nuestro estado natural. Te prometo que compartir ese saber contigo. Ten pa- ciencia. Nos veremos maana por la noche, esta vez en tu casa. Enton- ces te dir lo que necesitas saber para mejorar tu vida. Te parece bien? De acuerdo. Supongo que si he pasado sin ello todos estos aos, es- perar veinticuatro horas ms no me har ningn dao respond. Dicho esto, el gran abogado convertido en yogui desapareci, dejn- dome con la cabeza llena de preguntas sin respuesta y de pensamien- tos inconclusos. Sentado a solas en mi despacho, comprend lo pequeo que es en rea- lidad nuestro mundo. Pens en los amplsimos conocimientos que ape- nas empezaba a vislumbrar. Pens en lo que sera recuperar mis ganas de vivir, y en la curiosidad que yo haba sentido de joven. Quera sen- tirme ms vivo y aportar energa desbordante a mi vida cotidiana. Tal vez yo tambin abandonara mi profesin. Estara llamado a una voca- cin ms elevada? Con estas cosas en la cabeza, apagu las luces, ce- rr mi despacho y sal al pegajoso calor de otra noche de verano. SEIS La sabidura del cambio personal Soy un artista del vivir; mi obra de arte es mi vida. SUZUKI Fiel a su palabra, Julin se present en mi casa al da siguiente, a las siete, y llam con cuatro golpes rpidos en la puerta. Mi casa es un edi- ficio a la moda con espantosas persianas rosas que, segn mi mujer, recordaban las casas que salan en Architectural Design. Julin tena un aspecto radicalmente distinto al del da anterior. Todava se le vea ra- diante de salud y exudando una increble sensacin de calma interior. Pero lo que llevaba me inquiet un poco. Iba enfundado en una larga tnica roja provista de una capucha azul con bordados. Y aunque estbamos en julio y haca un calor sofocante, l llevaba puesta la capucha. Saludos, amigo dijo Julin con entusiasmo. Hola. No pongas esa cara, qu esperabas, que llevara un traje de Armani? 23. 23 Los dos nos echamos a rer. Julin no haba perdido un pice de su agudo sentido del humor que antao me haba entretenido tanto. Mientras nos relajbamos en mi atestada pero confortable sala de es- tar, no pude evitar fijarme en el complicado collar de cuentas de made- ra que llevaba al cuello. De qu son las cuentas? Son muy bonitas. Te lo contar despus dijo Julin. Tenemos mucho de que hablar esta noche. Pues al grano. Hoy apenas he dado golpe de lo nervioso que estaba por nuestro encuentro. Inmediatamente, Julin empez a revelarme ms cosas sobre su transformacin personal y la facilidad con que se produjo. Me habl de las antiguas tcnicas que haba aprendido para controlar la mente y pa- ra borrar el hbito de preocuparse que a tantos afecta en nuestra com- pleja sociedad. Habl de las enseanzas de los monjes para vivir una vida ms plena y gratificante. Y habl tambin de una serie de mtodos para liberar el manantial de juventud y energa que, dijo, todos lleva- mos dentro en estado latente. Aunque se expresaba con conviccin, yo empec a mostrarme escpti- co. Estara siendo vctima de una broma? Al fin y al cabo, este jurista salido de Harvard haba sido clebre en el bufete por sus bromas pesa- das. Adems, su historia era absolutamente fantstica. Imagnese: uno de los mejores abogados del pas arroja la toalla, vende todas sus po- sesiones terrenales y emprende una odisea a pie por el norte de la In- dia, para regresar convertido en profeta del Himalaya. No poda ser verdad. Venga, Julin. No me tomes ms el pelo. Todo esto empieza a pare- cerse a una de tus bromas. Apuesto que has alquilado la tnica en la tienda de disfraces que hay en frente de mi oficina. Julin reaccion al punto, como si ya hubiera esperado que no le cre- yera. Cmo argumentas un caso cuando ests ante el tribunal? Aportando pruebas persuasivas. Bien. Mira las pruebas que yo aporto. Mira mi cara, sin una sola arru- ga. Mira mi fsico. Notas la abundancia de energa que hay en m? Mira mi tranquilidad. Seguro que notas que he cambiado. No le faltaba razn. Este hombre, apenas unos aos atrs, pareca dos dcadas ms viejo. No habrs ido a un cirujano plstico, verdad? No. Sonri. Ellos slo piensan en la persona exterior. Yo necesitaba curarme por dentro. Mi vida desequilibrada y catica me dej en una si- 24. 24 tuacin lmite. Lo que sufr fue mucho ms que un ataque al corazn. Fue una ruptura de mi ncleo interno. Pero es que todo suena tan... misterioso e inslito. Julin mantuvo la calma ante mi insistencia. Al ver la tetera que yo haba dejado sobre la mesa, l mismo empez a servirme. Verti el t hasta llenar la taza... y sigui hacindolo! El t empez a caer sobre el platillo y luego sobre la querida alfombra persa de mi mujer. Al princi- pio me qued perplejo. Pero luego chill: Qu ests haciendo? Mi taza ya est llena. Por ms que lo intentes no admitir ms t! Julin me mir largamente. No me interpretes mal. Yo te respeto, John. Siempre lo he hecho. Sin embargo, igual que esta taza, t pareces estar lleno de ideas propias. Cmo van a entrar ms, si no vacas primero tu taza? Me impact la verdad de sus palabras. Julin tena razn. Mis aos en el conservador mundo de la abogaca, haciendo siempre las mismas co- sas con la misma gente que pensaba las mismas cosas cada da, haban llenado mi taza hasta el borde. Jenny siempre me estaba diciendo que deberamos conocer gente nueva y explorar nuevas cosas. Ojal fue- ras un poco ms aventurero, John, sola decirme. Ya no recordaba cundo fue la ltima vez que le un libro que no tuvie- ra que ver con leyes. Mi profesin era toda mi vida. Empec a com- prender que el mundo al que estaba acostumbrado haba embotado mi creatividad y limitado mi visin del mundo. De acuerdo. Entiendo lo que dices admit. Es posible que todos es- tos aos me hayan convertido en un escptico. Desde que te vi ayer en mi despacho, algo me dijo que tu transformacin era genuina, y que yo poda aprender algo de todo ello. Tal vez no quera creerlo. John, sta es la primera noche de tu nueva vida. Slo te pido que pienses en los conocimientos que voy a compartir contigo y que los apliques durante un mes con total conviccin. Toma estos mtodos con- fiando en su efectividad. Hay una razn para que hayan sobrevivido mi- llares de aos: es que funcionan. Un mes me parece mucho tiempo. Invertir 672 horas de trabajo interior para mejorar profundamente tus momentos de vigilia para el resto de tu vida es una ganga, no te parece? Invertir en ti mismo es lo mejor que puedes hacer. No slo conseguirs mejorar tu vida sino tambin las de quienes te rodean. Y eso? Slo cuando domines el arte de amarte a ti mismo podrs amar de verdad a los dems. Slo abriendo tu corazn podrs llegar al corazn 25. 25 de los dems. Cuando te sientas centrado y vivo de verdad, estars en buena posicin para ser una persona mejor. Qu puedo esperar que ocurra en esas 672 horas de que se compo- ne un mes? pregunt. Experimentars cambios en tu mente, tu cuerpo e incluso tu alma que te sorprendern. Tendrs ms energa, entusiasmo y armona in- terna de las que has tenido en toda tu vida. La gente empezar por de- cirte que pareces ms joven y ms feliz. Recuperars la sensacin de bienestar y equilibrio. stos son slo algunos de los beneficios del M- todo de Sivana. Caramba. Todo lo que vas a or esta noche est pensado para mejorar tu vida, no slo personal y profesional sino tambin espiritual. El consejo de los sabios es tan vlido hoy como lo era hace cinco mil aos. No slo enri- quecer tu mundo interior, tambin reforzar tu mundo exterior y te har ms eficaz en todo lo que hagas. Esta sabidura es la fuerza ms poderosa que he conocido jams. Es prctica y directa y ha sido proba- da durante siglos en el laboratorio de la vida. Es ms, funciona para to- do el mundo. Pero antes de que comparta contigo este saber, has de prometerme una cosa. Imaginaba que tena que haber algn compromiso. Nadie come gra- tis, sola decir mi madre. Una vez hayas comprobado el poder de las estrategias y tcticas que me ensearon los Sabios de Sivana y observes los radicales resultados que producirn en tu vida, debers aceptar la misin de transmitir estos conocimientos a otros para que puedan beneficiarse de ellos. Accedien- do, me ayudars a cumplir la promesa que hice al yogui Raman. Acced sin reservas, y Julin empez a ensearme el mtodo que haba llegado a considerar sagrado. Si bien las tcnicas que haba llegado a dominar eran variadas, en el fondo del Mtodo de Sivana haba siete virtudes bsicas, siete principios fundamentales que encarnaban las claves del autodominio, la responsabilidad personal y el esclarecimiento espiritual. Julin me dijo que el yogui Raman fue el primero en ensearle las sie- te virtudes tras unos meses en Sivana. Una noche despejada, cuando todos los dems estaban durmiendo, Raman llam suavemente a la choza de Julin. Con la voz de un gua amable, dijo: Te he venido observando durante muchos das, Julin. Creo que eres un hombre honesto que desea con fervor llenar su vida de todo lo que es bueno. Desde que llegaste has abierto tu mente a nuestras tradicio- 26. 26 nes y las has abrazado como propias. Has aprendido algunos de nues- tros hbitos cotidianos y has visto sus muchos y saludables efectos. Has sido respetuoso con nuestra forma de vivir. La gente de aqu ha vivido con sencillez desde tiempo inmemorial y nuestros mtodos son cono- cidos por muy pocos. El mundo necesita or nuestra filosofa. Esta no- che, en la vspera de tu tercer mes en Sivana, voy a empezar a ense- arte las claves de nuestro sistema, no slo en beneficio tuyo sino tam- bin en el de todos los que habitan en tu mundo. Me sentar contigo a diario como lo hice con mi hijo cuando era pequeo. Por desgracia, mi hijo falleci hace unos aos. Haba llegado su hora, y yo no pongo en duda su partida. Lo pasamos bien juntos y su recuerdo me acompaar siempre. Yo te veo a ti como un hijo y me siento agradecido de que to- do cuanto aprend en mis aos de contemplacin pueda vivir ahora en tu interior. Mir a Julin y repar en que tena los ojos cerrados, como si se hubie- ra transportado a aquel pas de ensueo en el que haba recibido la bendicin de sus conocimientos. El yogui Raman me dijo que las siete virtudes para una vida rebosan- te de paz, alegra y riqueza interiores estaban contenidas en una fbula mstica. Esta fbula era la esencia de todo. Me pidi que cerrara los ojos como he hecho ahora aqu mismo, en tu sala de estar. Luego me dijo que imaginase la siguiente escena con los ojos de mi mente: Ests sentado en mitad de un esplndido y exuberante jardn. Este jardn est lleno de las flores ms espectaculares que has visto nunca. El entorno es extraordinariamente tranquilo y callado. Saborea los sen- suales placeres de este jardn y piensa que tienes todo el tiempo del mundo para disfrutar de este oasis. Al mirar alrededor ves que en mitad del jardn mgico hay un imponente faro rojo de seis pisos de alto. De repente, el silencio del jardn se ve interrumpido por un chirrido fuerte cuando la puerta del faro se abre. Aparece entonces un luchador de sumo japons mide casi tres metros y pesa cuatrocientos kilos, que avanza indiferente hacia el centro del jardn. La cosa se pone bien. Ri Julin. El luchador de sumo est desnu- do! Bueno, en realidad no del todo. Un cable de alambre color de rosa cubre sus partes. Cuando el luchador de sumo empieza a moverse por el jardn, encuen- tra un reluciente crongrafo de oro que alguien olvid muchos aos atrs. Resbala y al momento cae con un golpe sordo. El luchador de sumo queda inconsciente en el suelo, inmvil. Cuando ya parece que ha exhalado su ltimo aliento el luchador despierta, quin sabe si movido por la fragancia de unas rosas amarillas que florecen cerca de all. Con 27. 27 nuevas energas, el luchador se pone rpidamente en pie y mira intui- tivamente hacia su izquierda. Lo que ve le sorprende mucho. A travs de las matas que hay al borde mismo del jardn observa un largo y serpenteante camino cubierto por millones de hermosos dia- mantes. Algo parece impulsar al luchador a tomar esa senda y, dicho sea en su honor, as lo hace. Ese camino le lleva por la senda de la ale- gra perdurable y la felicidad eterna. Tras or aquel extrao cuento all en las cumbres del Himalaya y sen- tado junto a un monje que haba visto de primera mano la antorcha de la verdadera luz, Julin me dijo que se desilusion. Sencillamente, dijo que pens que iba a or algo definitivo, un esclarecimiento que le hara pasar a la accin o, por qu no, le arrancara lgrimas. En cambio, slo haba escuchado una tontera sobre un luchador y un faro. El yogui Raman detect su desaliento: Nunca descuides el poder de la sencillez le dijo a Julin. Puede que esta historia no sea el discurso sofisticado que esperabas, pero su men- saje contiene un mundo de sensibilidad y su objeto es puro. Desde el da en que llegaste, he pensado mucho en cmo iba a compartir nues- tro saber contigo. Al principio pens darte una serie de lecciones a lo largo de varios meses, pero comprend que este enfoque tradicional no se adaptaba a la naturaleza mgica del saber que ests a punto de re- cibir. Luego pens en pedir a mis hermanos y hermanas que invirtieran un poco de tiempo contigo para introducirte en nuestra filosofa. Pero tampoco era ste el sistema ms efectivo para que aprendieras lo que tenemos que decirte. Tras reflexionar largamente, llegu a lo que me parece un modo muy creativo y a la vez extremadamente eficaz de en- sear el mtodo de Sivana al completo, con sus siete virtudes... y es esta fbula. El sabio hizo una pausa y luego aadi: Al principio puede que te parezca frvolo e incluso infantil. Pero te aseguro que cada elemento de la fbula encarna un principio imperece- dero y contiene un profundo significado. El jardn, el faro, el luchador de sumo, el cable de color rosa, el crongrafo, las flores y el sinuoso sendero de los diamantes son smbolos de las siete virtudes para con- seguir una vida de esclarecimiento. Te puedo asegurar tambin que si recuerdas esta historia y las verdades fundamentales que entraa, po- drs llevar en tu interior todo cuanto necesitas saber para elevar tu vi- da al mximo nivel. Tendrs toda la informacin y las estrategias que necesitars para modificar la calidad de tu vida y de las de cuantos te rodean. Y cuando apliques a diario este saber, podrs cambiar mental, 28. 28 fsica, emocional y espiritualmente. Te pido que escribas esta pequea historia en tu mente y que la lleves en tu corazn. Si la abrazas sin re- servas te aseguro que notars la diferencia. Julin medit un momento y luego me dijo: Por suerte, John, as lo hice. Carl Jung escribi que la visin slo llega a ser clara cuando uno puede mirarse el corazn. El que mira hacia afuera, suea; el que mira hacia dentro, despierta. Aquella noche tan especial, yo mir a mi cora- zn y despert a los secretos seculares para enriquecer la mente, cul- tivar el cuerpo y nutrir el alma. Ahora me toca a m compartir estos se- cretos contigo. SIETE Un jardn extraordinario La mayora de la gente vive ya sea fsica, intelectual o moralmente en un crculo muy restringido de sus posibilidades. Todos nosotros te- nemos reservas de vida en las que ni siquiera soamos. WILLIAM JAMES En la fbula, el jardn es un smbolo de la mente explic Julin. Si cuidas de tu mente, si la nutres y la cultivas como si fuera un frtil jar- dn, florecer ms all de tus expectativas. Pero si dejas que la maleza arraigue, nunca podrs alcanzar la paz de espritu y la armona inter- na... Deja que te haga una pregunta, John. Si yo fuera al patio donde tienes ese jardn del que tanto hablabas antes y echara residuos txicos sobre tus queridas petunias, no te hara ninguna ilusin, verdad? Cierto. En realidad, los buenos jardineros guardan sus posesiones como sol- dados orgullosos, y procuran que nada pueda contaminar sus planta- ciones. Pero fjate en los residuos txicos que la mayora de la gente mete en el frtil jardn de su mente, y eso un da tras otro: preocupa- ciones, ansiedades, la nostalgia del pasado, los clculos sobre el futuro y los miedos que ellos mismos alimentan y que pueden destrozar el mundo interior de cualquier persona. En la lengua nativa de los Sabios de Sivana, que existe desde hace cuatro mil aos, el smbolo que repre- senta por escrito la preocupacin es muy similar al que simboliza una pira funeraria. El yogui Raman me dijo que no era una simple coinci- dencia. La preocupacin priva a la mente de gran parte de su poder y, antes o despus, acaba daando el alma. Para vivir una vida de mxima plenitud hay que montar guardia y de- 29. 29 jar que entre en tu jardn slo la informacin ms selecta. No puedes permitirte el lujo de un pensamiento negativo, ni uno solo. Las perso- nas ms alegres, dinmicas y satisfechas de este mundo no difieren mucho de ti o de m. Todos estamos hechos de carne y hueso. Todos venimos de la misma fuente universal. Sin embargo, los que hacen algo ms que existir, los que azuzan las llamas de su potencial humano y saborean la danza mgica de la vida s hacen cosas distintas de los que viven una vida corriente. Y la ms destacada de ellas es que adoptan un paradigma positivo acerca de su mundo y cuanto hay en l. Los sabios me ensearon que en un da normal la persona normal tiene unos sesenta mil pensamientos. Lo que a m me choc, sin em- bargo, fue que el 99 por ciento de los mismos era exactamente igual que el da anterior. Lo dices en serio? pregunt. Por supuesto. Es la tirana del pensamiento empobrecido. La gente que piensa lo mismo todos los das, cosas negativas en su mayora, han cado en malos hbitos mentales. En vez de concentrarse en las cosas buenas y pensar en cmo hacer que todo sea mejor, son cautivos de sus respectivos pasados. Unos se preocupan de fracasos sociales o pro- blemas financieros. Otros se lamentan de sus infancias. Otros, en fin, se preocupan de asuntos ms insignificantes: el modo en que un de- pendiente los ha tratado o el comentario malicioso de un compaero de trabajo. De ese modo permiten que las preocupaciones priven a su mente de su fuerza vital; estn bloqueando el enorme potencial de la mente para aportar todo lo que ellos quieran, emocional, fsica y espiri- tualmente. Estas personas no se dan cuenta de que administrar la men- te es administrar la vida. La manera de pensar depende del hbito, as de simple prosigui Julin con conviccin. En general la gente no se percata del enorme poder de la mente. He aprendido que incluso los ms dotados pensado- res utilizan slo una centsima parte de sus reservas mentales. En Si- vana, los sabios se atrevieron a explorar diariamente ese potencial. Y los resultados fueron asombrosos. El yogui Raman, a travs de una prctica muy disciplinada, ha condicionado su mente hasta el punto de ser capaz de ralentizar su corazn a voluntad. Incluso haba conseguido entrenarse para no dormir durante semanas. Aunque yo nunca te suge- rira que empezaras marcndote objetivos como sos, s te sugiero que empieces por considerar tu mente como lo que es: el mayor don de la naturaleza. Existen ejercicios para desbloquear el poder de la mente? pregunt. Y aad con frescura: Si pudiera ralentizar mi corazn sera 30. 30 la sensacin de la fiesta. De momento no te preocupes por eso. Te ensear unas tcnicas que podrs practicar ms adelante y que te mostrarn el poder de esta an- tigua tecnologa. Por ahora, lo ms importante es que entiendas que el dominio mental se logra con entrenamiento, ni ms ni menos. Casi to- dos tenemos las mismas materias primas desde que respiramos nuestra primera bocanada de aire; lo que separa a los que consiguen ms cosas o a los que son ms felices es el modo en que emplean y refinan esos materiales. Cuando te dedicas a transformar tu mundo interior, tu vida pasa rpidamente del reino de lo ordinario al de lo extraordinario. Mi maestro estaba cada vez ms entusiasmado. Sus ojos parecan cen- tellear mientras hablaba de la magia de la mente y de la abundancia de cosas buenas que eso traa consigo. Sabes, John, cuando baja el teln slo hay una cosa sobre la que te- nemos dominio absoluto. Nuestros hijos? dije sonriendo. No; nuestras mentes. Quiz no podamos controlar el tiempo atmosf- rico, el trfico o el humor de quienes nos rodean, pero ten por seguro que podemos controlar nuestra actitud hacia esos hechos. Todos tene- mos el poder de determinar en qu cosa vamos a pensar en un mo- mento dado. Esta capacidad es parte de lo que nos define como huma- nos. Sabes, una de las joyas de la sabidura terrenal que he aprendido en mis viajes a Oriente es tambin una de las ms sencillas. Julin hizo una pausa como para invocar un don precioso. De qu se trata? pregunt. No existe lo que llamamos realidad objetiva o mundo real. No exis- ten los absolutos. El rostro de tu peor enemigo puede ser el de mi me- jor amigo. Algo que parece una tragedia para alguien puede contener la semilla de una magnfica oportunidad para otro. Lo que separa de veras a las personas alegres u optimistas de las que estn sumidas en la des- dicha es la forma de interpretar y procesar las circunstancias de la vida. Pero, Julin, una tragedia es siempre una tragedia. Te pondr un ejemplo. Estando en Calcuta conoc a una maestra de escuela llamada Malika Chand. Adoraba ensear y trataba a sus alum- nos como si fueran hijos suyos, alimentando su mente con enorme bondad. Su lema era Vale tanto tu determinacin como tu inteligen- cia. Toda la comunidad la conoca como una persona que viva volcada hacia los dems, que serva desinteresadamente a quienes lo necesita- ban. Por desgracia, su escuela, que haba sido testigo silencioso del pa- so de generaciones de colegiales, sucumbi a las llamas de un incendio 31. 31 provocado por un pirmano. La comunidad entera sinti su prdida. Pe- ro a medida que pasaba el tiempo, la clera dio paso a la apata y la gente se conform con el hecho de que sus hijos no tuvieran una es- cuela adonde ir. Qu fue de Malika? Ella era diferente, una optimista a ultranza. Supo ver una oportuni- dad en lo que haba sucedido. Malika explic a los padres que todo re- vs aporta un beneficio igual si uno sabe buscarlo. El incendio ocultaba un regalo. La escuela que haba perecido era vieja y decrpita. El techo tena goteras y el piso se haba pandeado bajo los millares de pies que haban pasado por all. Ahora tenan la ocasin que haban estado espe- rando para sumar sus fuerzas y construir una escuela mucho mejor, una escuela que sirviera a muchos otros nios en el futuro. Y as, im- pulsados por aquella mujer de sesenta y cuatro aos, aunaron sus re- cursos colectivos y reunieron fondos para edificar una nueva escuela, como ejemplo palpable del poder de la gente frente a la adversidad. Entonces es como el viejo adagio, aquel que dice lo de la copa medio llena en vez de medio vaca. Es una buena manera de verlo. No importa lo que te ocurra en la vi- da, porque tienes la capacidad de elegir tu reaccin. Cuando consigas arraigar el hbito de buscar lo positivo en cada circunstancia, tu vida pasar a sus dimensiones superiores. Es una de las ms importantes leyes naturales. Y todo empieza sabiendo utilizar tu mente con eficacia? Exacto, John. Todo xito, ya sea material o espiritual, empieza en esa masa de cinco kilos que tenemos sobre los hombros. O, ms concreta- mente, en los pensamientos que cada uno introduce en su mente cada segundo de cada minuto de cada da de la vida. El mundo exterior refle- ja el estado del mundo interior. Controlando los pensamientos y la ma- nera de reaccionar a los acontecimientos de la vida, uno empieza a con- trolar su destino. Lo que dices tiene sentido, Julin. Supongo que mi vida se ha vuelto tan ajetreada que nunca tengo tiempo de pensar en estas cosas. Cuan- do estaba en la facultad, mi mejor amigo, Alex, sola leer libros de au- toayuda. Deca que le motivaban y que le daban energa para afrontar nuestro agobiante trabajo. Me cont que uno de esos libros explicaba que el carcter chino para expresar el concepto crisis se comprende de dos subcaracteres: uno significa peligro y el otro oportunidad. Creo que hasta los chinos de antao saban que toda circunstancia amarga tiene su lado positivo, siempre que uno tenga el valor de bus- carlo. 32. 32 El yogui Raman lo explicaba en estos trminos: No hay errores en la vida, slo lecciones. No existe una experiencia negativa, sino slo opor- tunidades que hay que aprovechar para avanzar por el camino del au- todominio. De la lucha surge la fuerza. Incluso el dolor puede ser muy buen maestro. El dolor? objet. Desde luego. Para superar el dolor, primero hay que experimentarlo. Dicho de otro modo, no puedes saber lo que se siente en la cumbre de la montaa si antes no has visitado el ms hondo de los valles. En- tiendes? Para degustar el bien primero hay que conocer el mal? S. Pero te sugiero que no juzgues los hechos como positivos o nega- tivos. Limtate a experimentarlos, festejarlos y aprender de ellos. En todo hay una leccin que aprender. Estas pequeas lecciones estimulan tu mundo interior y exterior. Sin ellas no podras avanzar. Aplcalo a tu vida actual. La mayora de la gente ha sacado lo mejor de s misma a travs de las experiencias ms sugestivas y difciles. Si te encuentras con un resultado que no esperabas y te sientes decepcionado, recuerda que las leyes de la naturaleza especifican que cuando una puerta se cie- rra otra se abre. Julin empez a levantar los brazos con el entusiasmo de un pastor protestante arengando a su congregacin. Cuando hayas aplicado este principio a tu vida diaria y empieces a acondicionar tu mente para traducir cada acontecimiento en uno positi- vo, podrs desterrar para siempre las preocupaciones. Te convertirs en el arquitecto de tu propio futuro. Comprendo la idea. Cada experiencia, incluso la peor, me brinda una leccin. Por consiguiente, debo abrir mi mente para aprender de cada experiencia. As ser cada vez ms fuerte y ms feliz. Qu ms puede hacer un humilde abogado de clase media para mejorar las cosas? En primer lugar, empieza a vivir de tu imaginacin, no de tus recuer- dos. Para liberar todo el potencial de tu mente, tu cuerpo y tu alma, primero debes expandir tu imaginacin. Vers, las cosas son creadas dos veces: primero en el taller de la mente y despus en la realidad. Yo llamo a este proceso el cianotipo porque todo lo que creas en tu mundo exterior empieza como una simple cianocopia en tu mundo in- terior, en la exuberante pantalla de tu mente. Cuando aprendas a con- trolar tus pensamientos y sepas imaginar grficamente todo lo que de- seas de esta vida terrenal en un estado de absoluta expectativa, las fuerzas dormidas empezarn a despertar en ti. Lo primero que hars 33. 33 ser abrir el potencial de tu mente para crear la vida mgica que yo creo que mereces. De hoy en adelante, olvida el pasado. Atrvete a so- ar que eres ms que la suma de tus actuales circunstancias. Excepto de las mejores. Te sorprendern los resultados. Sabes, John, en mi larga etapa como abogado yo pensaba que saba muchas cosas. Pas aos estudiando en las mejores universidades, le- yendo todos los libros de leyes que caan en mis manos y trabajando con los mejores modelos a imitar. Por supuesto, fui un ganador en ese juego. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que en el juego de la vida iba perdiendo. Estaba tan ocupado persiguiendo los grandes placeres terrenales que pas por alto los pequeos. Nunca le los grandes libros que mi padre me sugera. No he conseguido tener grandes amigos. No he sabido apreciar la buena msica. Aparte de esto, debo decir que me considero entre los afortunados. Mi ataque fue mi momento decisivo, mi despertar personal, si lo quieres as. Lo creas o no, John, aquello me dio una segunda oportunidad de vivir una vida ms inspirada y plena. Como Malika Chand, vi las semillas de la oportunidad en mi dolorosa experiencia. Y tuve el valor de alimentarlas. Vi que Julin no slo era joven por fuera, por dentro era mucho ms sabio. Aquello era algo ms que una fascinante conversacin con un viejo amigo. Me di cuenta de que hoy poda ser mi momento decisivo, una clara oportunidad para empezar otra vez. Mi mente empez a re- flexionar sobre todo lo que estaba mal en mi vida. Por supuesto, tena una gran familia y un trabajo estable como abogado bien considerado. Pero haba momentos en que saba que deba haber algo ms. Tena que llenar ese vaco que empezaba a inundar mi existencia. De muchacho yo tena sueos importantes. Sola imaginarme como un hroe del deporte o un magnate de los negocios. Crea realmente que poda llegar a ser lo que yo quisiera. Record tambin cmo me senta de joven creciendo al sol de la costa Oeste. Lo pasaba muy bien con placeres sencillos, como baarme desnudo o montar en bicicleta por el bosque. Senta una gran curiosidad. Era un aventurero. No haba lmites respecto a lo que el futuro poda depararme. Creo que no he vuelto a sentir esa alegra ni esa libertad en ms de quince aos. Qu fue lo que pas? Tal vez perd de vista mis sueos cuando me hice adulto y me resign a actuar como se supone que han de hacerlo los adultos. Tal vez los perd de vista cuando entr en la facultad y empec a hablar como se supone que han de hacerlo los abogados. En cualquier caso, aquella no- che con Julin me decid a no pasar ms tiempo ganndome la vida y a 34. 34 invertir mucho ms tiempo en crear una vida. Parece que te he hecho pensar en tu propia vida coment Julin. Piensa en tus sueos, en cmo eras de pequeo. Jonas Salk lo dijo me- jor cuando escribi: He tenido sueos y he tenido pesadillas. Super mis pesadillas gracias a mis sueos. Atrvete a desempolvar tus sue- os, John. Empieza a amar otra vez la vida y a gozar de sus maravillas. Despierta al poder que tu propia mente tiene para hacer que las cosas sean como quieres. Todo el universo cooperar contigo para que esa vida sea mgica. Meti la mano en su tnica y extrajo una cartulina del tamao de una tarjeta de visita, con los cantos rasgados, al parecer debido al uso. Un da, mientras el yogui Raman y yo caminbamos por un tranquilo sendero de montaa, le pregunt quin era su filsofo favorito. Me dijo que haba tenido muchas influencias en su vida y que le resultaba difcil destacar una como su fuente de inspiracin. Haba una cita, no obstan- te, que siempre llevaba en su corazn, una cita que integraba todos los valores que ms apreciaba tras una vida dedicada a la contemplacin. Y en aquel lugar bellsimo, un lugar perdido en las montaas, aquel sabio de Oriente la comparti conmigo. Yo tambin grab sus palabras en mi corazn. Me sirven para recordar cada da aquello que somos y aquello que podemos ser. Eran palabras del gran filsofo indio Patanjali. Repe- tirlas en voz alta cada maana antes de sentarme a meditar ha influido poderosamente en m. Recuerda, John, que las palabras son la encar- nacin verbal del poder. Julin me ense la tarjeta. La cita del filsofo deca as: Cuando te inspira un objetivo importante, un proyecto extraordinario, todos tus pensamientos rompen sus ataduras: tu mente supera los lmi- tes, tu conciencia se expande en todas direcciones y t te ves en un mundo nuevo y maravilloso. Las fuerzas, facultades y talentos ocultos cobran vida, y descubres que eres una persona mejor de lo que habas soado ser. Fue en ese instante cuando vi la conexin entre vitalidad fsica y agili- dad mental. Julin gozaba de una salud perfecta y se vea mucho ms joven que cuando nos conocimos. Estaba lleno de dinamismo, y su vi- gor, entusiasmo y optimismo parecan ilimitados. Haba cambiado mu- chas cosas en su estilo de vida, pero era obvio que el punto de partida de su transformacin no era otro que su buena salud mental. El xito por fuera comienza sin duda con el xito por dentro: cambiando su ma- nera de pensar, Julin Mantle haba cambiado su vida. 35. 35 Y cmo puedo yo desarrollar esta actitud positiva, serena e inspira- da, Julin? Despus de tantos aos de rutina, mis msculos mentales han perdido elasticidad. Si lo pienso bien, tengo muy poco control sobre los pensamientos que flotan en el jardn de mi mente dije con sinceri- dad. La mente es un magnfico criado pero un amo terrible. Si piensas slo cosas negativas, es porque no has cuidado tu mente y no has dedicado el tiempo necesario para entrenarla a pensar en lo bueno. Winston Churchill dijo que el precio de la grandeza es la responsabilidad sobre cada uno de tus pensamientos. A partir de ah podrs conseguir esa disposicin mental que persigues. Recuerda, John, la mente es como cualquier otro msculo de tu cuerpo. Si no lo usas, se atrofia. Quieres decir que si no la ejercito mi mente acabar debilitndose? S. Mralo de esta manera. Si quieres fortalecer los msculos del bra- zo, debes ejercitarlos. Si quieres endurecer los de tus piernas, primero debes entrenarlos. De la misma manera, tu mente podr hacer cosas maravillosas si le facilitas las cosas. Debes aprender a hacerla funcionar de manera efectiva. La salud ideal llegar si sabes cuidar de tu mente. Y el estado natural de tranquilidad y serenidad llegar por s solo... si tienes la capacidad de reclamarlo. Los Sabios de Sivana tienen un di- cho: Las fronteras de la vida son slo creaciones del yo. No s si entiendo esto ltimo, Julin. Los pensadores ms ilustres saben que sus pensamientos conforman su mundo y que la calidad de la vida se reduce a la riqueza de los pen- samientos. Si quieres vivir una vida ms serena y con ms significado, debes producir pensamientos ms serenos y con ms significado. Una receta rpida, por favor, Julin. A qu te refieres? pregunt l, pasando sus dedos bronceados por la tnica de brillante textura. Lo que me dices me entusiasma, pero yo soy un tipo impaciente. No hay alguna tcnica que pueda utilizar ahora mismo, en mi propia sala de estar, para cambiar mi funcionamiento mental? Las recetas rpidas no funcionan. Todo cambio duradero requiere tiempo y esfuerzo. La perseverancia es la madre del cambio personal. Eso no quiere decir que necesites aos para producir cambios profundos en tu vida. Si aplicas diariamente y con diligencia estas estrategias du- rante un mes, los resultados te sorprendern. Empezars a aprovechar los niveles ms altos de tu propia capacidad y a entrar en el reino de lo milagroso. Pero para llegar hasta ah no tienes que obsesionarte por los resultados. Disfruta del proceso del crecimiento personal. Parece irni- co, pero cuanto menos pienses en el resultado final, ms rpido se pro- 36. 36 ducir ste. Explcate. Es como la clsica historia del chico que se fue de su casa para estu- diar con un reputado maestro. Cuando conoci al viejo sabio, le pregun- t: Cunto tardar en ser tan sabio como t? La respuesta no se hizo esperar: Cinco aos. Eso es mucho tiempo, replic el mucha- cho. Y si trabajo el doble? Entonces tardars diez, contest el maestro, a lo que el muchacho protest: Eso es demasiado tiempo. Y si estudio tambin por las noches? Quince aos, dijo el sabio. No lo comprendo, replic el chico. Cada vez que prometo dedicar ms energas, t me dices que tardar ms en lograr mi objetivo. Por qu? La respuesta es muy sencilla. Si tienes un ojo puesto en el des- tino que esperas alcanzar, slo te queda otro para que te gue en el via- je. Muy agudo, seor abogado conced. Parece la historia de mi vida. Ten paciencia y vive en la conciencia de que todo lo que buscas llega- r tarde o temprano si te preparas debidamente. Mira, Julin, yo nunca he sido un tipo con suerte. Siempre he tenido que echar mano de la pura y dura insistencia. Qu es la suerte, John? replic l afablemente. Nada ms que la suma de preparacin y oportunidad. Y agreg en voz baja: Antes de darte los mtodos que me ensearon los Sabios de Sivana, debo hacer- te partcipe de un par de principios bsicos. Primero, recuerda que la concentracin es la base del dominio de la mente. En serio? A m tambin me sorprendi, pero es verdad. La mente puede hacer cosas extraordinarias, eso ya lo sabes. El hecho de que tengas un deseo o un sueo significa que posees la capacidad de llevarlo a cabo. sta es una de las grandes verdades universales que los Sabios de Sivana co- nocen bien. Pero a fin de liberar el poder de la mente, primero tienes que ser capaz de domarla y hacer que se concentre en la tarea que tie- nes entre manos. En cuanto dirijas el foco de tu mente hacia un solo propsito, tu vida se iluminar con regalos extraordinarios. Por qu es tan importante tener una mente centrada? Te pondr un acertijo que responder muy bien a tu pregunta. Ima- gina que te has perdido en el bosque. Es invierno y necesitas desespe- radamente conservar el calor. Lo nico que llevas en la mochila es una carta de tu mejor amigo, una lata de atn y una pequea lupa que lle- vas siempre encima para compensar tu progresiva prdida de visin. Por fortuna, has conseguido encontrar un poco de lea seca, pero no tienes cerillas. Cmo encenderas el fuego? 37. 37 Julin me haba dejado perplejo. No se me ocurra ninguna respuesta. Me rindo. Es muy fcil. Pones la carta entre la lea seca y sostienes encima la lupa. Los rayos del sol se concentran de modo que en un par de segun- dos ya tienes llama. Y la lata de atn? Bueno, eso lo he aadido para despistarte replic Julin con una sonrisa. Pero lo esencial es esto: poner la carta encima de la lea no dara ningn resultado. Pero en cuanto empleas la lupa para concentrar los rayos del sol sobre el papel, ste prende al momento. La analoga puede aplicarse a la mente. Cuando concentres tu poder en objetivos definidos y vlidos, prenders rpidamente las llamas de tu potenciali- dad para producir resultados sorprendentes. Por ejemplo? pregunt. Eso slo puedes contestarlo t. Qu es exactamente lo que buscas? Quieres ser un padre mejor o vivir una vida ms equilibrada y gratifi- cante? Deseas mayores satisfacciones espirituales? Sientes que lo que te falta es aventura y diversin? Piensa un poco. Qu tal la felicidad eterna? Vaya ri Julin, no hay nada como empezar con poco. Bien, eso tambin lo tendrs. Cmo? Los Sabios de Sivana conocen el secreto de la felicidad desde hace cinco mil aos. Por fortuna, se dignaron compartirlo conmigo. Quieres que te lo cuente? No; creo que primero ir a empapelar de nuevo el garaje. Qu? Pues claro que quiero saber el secreto de la felicidad eterna, Julin. No es eso lo que todo el mundo busca en el fondo? Cierto. Pues ah va... puedo pedirte otra taza de t? Vamos, djate de evasivas. De acuerdo. El secreto de la felicidad es simple: averigua qu es lo que te gusta hacer y dirige todas tus energas en esa direccin. Si ana- lizas a las personas ms felices, saludables y satisfechas de tu mundo, vers que todas han encontrado cul era su pasin y luego se han dedi- cado a perseguirla. Esta vocacin suele ser casi siempre la de servir a los dems. En cuanto concentres tu poder mental en conseguir lo que amas, la abundancia inundar tu vida y todos tus deseos sern satisfe- chos sin esfuerzo. O sea que se trata de averiguar lo que te gusta y luego hacerlo. Es eso? 38. 38 Si merece la pena replic Julin. Cmo defines lo que merece la pena? Ya he dicho, John, que tu pasin debe mejorar la vida de los dems o servirla de alguna manera. Victor Frankl lo dijo mucho mejor que yo cuando escribi: El xito, como la felicidad, no debe perseguirse, sino seguirse. Y eso slo es posible como efecto secundario de la dedicacin personal a una causa mayor que uno mismo. Primero descubre cul es la misin de tu vida, as despertars cada maana con una reserva ili- mitada de energa y entusiasmo. Todos tus pensamientos estarn con- centrados en tu objetivo. No tendrs tiempo para perder el tiempo. El poder de la mente, por tanto, no se malgastar en pensamientos insig- nificantes. Automticamente, borrars el hbito de preocuparte y te volvers mucho ms eficaz y productivo. An ms, tendrs un profundo sentido de la armona interna, como si algo te guiara para realizar tu misin en la vida. Es una sensacin maravillosa. A m me encanta. Fascinante. Me gusta eso de despertar sintindome bien. Para serte franco, Julin, yo casi siempre me quedara en la cama. Sera mejor que meterse en el trfico, tratar con clientes enfadados o agresivos, en- frentarse a tantas influencias negativas. Eso me produce un enorme cansancio. Sabes por qu la gente suele dormir tanto? Por qu? Pues porque no tienen nada mejor que hacer. Los que se levantan con el sol tienen una cosa en comn. La locura? Muy gracioso. No; todos tienen un objetivo que aviva las llamas de su potencial interior. Sus prioridades los impulsan, pero no de un modo obsesivo ni enfermizo. Y dado su entusiasmo y su amor por cuanto hacen en la vida, esa gente sabe vivir el presente. Su atencin est centrada en la tarea que se han marcado. De ese modo no hay fugas de energa. Esas personas son los individuos ms vitales que hayas tenido la suerte de conocer. Fugas de energa? Me suena un poco a New Age, Julin. Seguro que eso no lo has aprendido en Harvard. Es cierto. Ese concepto me viene de los Sabios de Sivana. Aunque tiene siglos de antigedad, su aplicacin es tan interesante hoy como lo fue cuando se invent. A muchos de nosotros nos consume una innece- saria e interminable preocupacin por todo, lo cual nos priva de la vita- lidad natural. Alguna vez has visto una rueda de bicicleta? Pues claro. Cuando est hinchada del todo, esa rueda puede llevarte sin proble- 39. 39 mas a tu destino. Pero si hay alguna fuga de aire, el neumtico acaba desinflndose y tu viaje termina bruscamente. As funciona tambin la mente. Las preocupaciones hacen que tu preciosa energa mental tenga fugas, igual que el aire al escaparse de un neumtico. Al final te quedas sin energa. Toda tu creatividad, tu optimismo y tu motivacin han des- aparecido, dejndote exhausto. S de qu hablas. Paso muchos das sumido en el caos de la crisis. He de estar en todas partes al mismo tiempo y parece que no puedo complacer a todo el mundo. Cuando eso pasa, noto que aunque he hecho muy poco trabajo fsico, al final del da las preocupaciones me han dejado sin fuerzas. La nica cosa que soy capaz de hacer cuando llego a casa es servirme un whisky y juguetear con el mando a distan- cia. Exacto. Eso es por el exceso de estrs. Pero cuando encuentras tu verdadero objetivo, la