El Mismo Cuento Antología

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    LIBROS DE LA ORUGA

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    EUSEBIO BERNAL, EVANGELINA CALDERÓN,MARIATERESA CARRASQUEDO,

    URI DIEGO RODRÍGUEZ, NAYMA FERNÁNDEZ,MILAGROS FERNÁNDEZ MORAL,

    FERNANDO GAITÁN, DANIEL GÓMEZ,ELISA HERNÁNDEZ,

    MARÍA AURORA NAZARIO, YOLANDA OLVERA,ANA MARÍA SALINAS Y TANIA TAMAYO.

    El cuento mismoEl mismo cuento

    EDICIONES SIN NOMBREMÉXICO, 2014

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    El cuento mismo. El mismo cuento

    Este libro se hizo en el Taller de Creación Literaria de la Secretaría Cultura delD. F. impartido por Ana María Jaramillo durante 2012 y 2013.

    Editor: Ediciones Sin Nombre S. A. de C. V.Orizaba 13-2Colonia RomaDelegación CuauhtémocC. P. 06700México, D. [email protected]

    Primera edición, 2014

    DR © Ilustración portada: Elisa Hernández Morales, Paisaje I , dibujo con tintassobre papel, México, D. F. 2013DR © Prólogo: Ana María Jaramillo Mejía

    DR © Eusebio Bernal RodríguezDR © Evangelina Calderón ColmeneroDR © Mariateresa Carrasquedo González

    DR © Uri Diego RodríguezDR © Nayma Fernández PérezDR © Milagros Fernández MoralDR © Fernando Gaitán RodríguezDR © Daniel Votán Gómez NavarroDR © Elisa Hernández MoralesDR © María Aurora NazarioDR © Yolanda Olvera MoralesDR © Ana María Salinas CastroDR © Tania Tamayo CendejasDR © 2014, Ediciones Sin Nombre S. A. de C. V.

    ISBN: 978-607-7955- -

    189 Páginas

    Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción parcial o totalde la obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y

    el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de Ediciones Sin Nombre S. A. de C. V.Impreso y hecho en México

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    PRÓLOGO

    ANA MARÍA JARAMILLO

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    EUSEBIO BERNALBUSCANDO LA SIRENA

    Jacinto, lanchero de Xochimilco, siempre había escuchado asu Abuelo platicar sobre una sirena que le cantaba allá porla laguna de Cuemanco. El nieto pensó que su abuelo debíaestar bien pacheco para escuchar semejante disparatada, pero

    sólo el abuelo contaba ésta historia, los lancheros más viejos

    la conrmaban.

    Él no creía en esas historias pero le atraía la idea de tener un

    encuentro con alguna sirena. Así fue como se aventuró, a altas

    horas de la noche, al lago de Cuemanco, por los canales de las

    chinampas; se iba remando sobre el canal que conecta con el

    lago de los Reyes, allá por Tláhuac.Pero nunca encontró indicio alguno o rastro que lo hiciera

     pensar siquiera en la buscada aparición. Un día lo invitaron a

    una esta al pueblo de Tláhuac, buscó a sus mejores amigos para

    que lo acompañaran y nadie tuvo tiempo ese día. Se fue solo

    con su canoa, hizo como tres horas de Xochimilco a Tláhuac.

    Llegó bien cansado de tanto remar, sus parientes lo invitaron

    a comer, le dieron algunos pulques, se puso a bailar y cuandorecordó que se debía retirar ya eran las dos de la mañana. Se des-

     pidió y caminó hasta el lago de los Reyes acompañado de sus

    familiares que lo detenían para seguir la parranda, pero no lo

    convencieron.

    En el embarcadero desató su lancha y se embarcó, iba

    contento por el alcohol ingerido y como a la mitad del lago

    sintió que algo rosaba en su canoa. Él no le dio importancia, creyó

    que había pegado con algún tronco o que iba muy a la orilla.

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    Enderezó la barcaza para centrarla al lago, cuando volvió a sentir

    otro movimiento más brusco pensó que venía más borracho de

    lo que creía, luego vio una cola como de delfín que chacualeaba

    alrededor de la lancha, sintió un miedo atroz, se quería bajar

    de la chalupa para ganar la orilla nadando.

    Cuando se iba a lanzar al agua, escuchó una voz suave y

    aterciopelada que le decía: —No tengas miedo soy yo, la sirena

    que tanto has buscado.El lanchero no podía creer lo que oía, pero fue más grande

    su sorpresa cuando la sirena sacó su maravilloso busto desnudo

    fuera del agua justo frente a su lancha. La sorpresa lo paralizó

    al ver esa melena rubia con una cara casi angelical. El pescador

    enmudeció de miedo, se le cortó la peda de golpe, pero su cerebro

    no atinaba a saber cómo reaccionar.

    Por n hablo Jacinto. —¿Cómo sabías que te buscaba, o que quería verte?

     —Yo sé mucho de ti, desde que acompañabas a tu abuelo a

     pasear por el lago oí cuando te señalaba el lugar donde había

    escuchado mi canto —le dijo la sirena.

    El pescador se sobrepuso a sus emociones para poder saber

    más de esta aparición.

     —¿Desde cuándo vives aquí?

     —Yo nací aquí, todavía soy joven a pesar de haber espantadoa tu abuelo. Si quieres te acompaño, te ayudo a llegar más rápido.

    Aún no aceptaba la idea cuando la lancha se empezó a mo-

    ver. Al llegar al entronque del canal que viene de Nativitas y el

    que va para el centro de Xochimilco la lancha paró de golpe, la

    sirena salió del agua para mostrarle otra vez su exquisito busto,

    le sonrió y se alejó con rumbo desconocido pero con la promesa

    de volverlo a ver.

    El lanchero se quedó atónito, creyó haber soñado todo ese

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    rollo, pensó que no era real, metió la mano al agua para saber

    si estaba sobre el lago, el frío del agua le conrmó, sí estaba

    dentro de su lancha.

    Consultó su reloj apenas iban a dar las tres de la mañana.

    Entonces era verdad, la sirena lo ayudó a llegar más rápido. Se

    quedó meditando a la luz de las estrellas, el cielo estaba muy

    transparente, con la luna brillando en todo su esplendor, los

    gallos empezaban a cantar.A Jacinto, como le decían sus cuates, le cayó el veinte y aceptó

    el encuentro. Pero… ¿ahora qué sigue?, ¿cómo se lo contará a

    los amigos? Lo van a tachar de mentiroso o de loco, pero ya no

    importa porque él ha logrado ver y platicar con su sirena.

    Otoño del 2012

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    EL DIABLO

    Tomás Mosqueda y su amigo Isidro Rojas eran dos campesinos

    que la hacían de albañiles, vivían del presupuesto en el munici-

     pio, eran tan hábiles para acomodarse con el nuevo presidente

    municipal que siempre continuaban sin ser removidos de su puesto. Pero un día llegó la orden desde arriba para remover al

    grupo que ostentaba el poder y quedaron fuera de la presidencia.

    Tomás le decía a su amigo:

     —¿Y ahora qué vamos a hacer tú?

     —Pos trabajar para comer… Sí, trabajar para comer… — 

    respondió Isidro.

     —Tiene rato que me da vueltas una idea en la cabeza

     — Pos… ¿qué trais tú? —Vamos para la cantina, creo que necesito un trago antes de

    decir lo que quiero.

     —Ya me estás preocupando ¿Tan grave es?

    Se tomaron varios aguardientes hasta que quedaron bien

     borrachos, Tomás entre balbuceos apenas audibles, la soltó:

     —Quiero vender mi alma al Diablo.

    A Isidro se le cortó la borrachera de golpe. No podía creerlo que su amigo le decía y mientras asimilaba la noticia otro

     parroquiano que estaba en la mesa vecina oyendo la charla

    intervino diciéndole:

     —Escuché sin querer la oferta y estoy dispuesto a tomarla. SOY 

    EL DIABLO. Estoy dispuesto a dar lo que pidas a cambio de tu alma.

    A Tomás le brillaron los ojos de codicia: allí estaba la opor-

    tunidad que tanto había buscado, su cerebro se despejó, la voz

    se le aclaró y empezó a enumerar las cosas que quería:

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     — Para empezar quiero dinero, mucho dinero, luego mucho

     poder, mujeres, autos de lujo, aviones, ranchos, ganado.

     —Concedido —le dijo Satanás—, sólo te voy a poner algu-

    nas condiciones: tu alma ya es mía, desde ahora gozarás de

    todas las riquezas que deseas, pero… pide el tiempo que quieras

     para disfrutar de tu dinero.

     —Cien años. Quiero vivir cien años

     —Bien —le dijo Luzbel—- Sólo hay otra condición. —¿Cuál? —preguntó Tomás.

     —Que me hagas una comida el jueves de cada semana

    mientras vivas.

     —Acepto —respondió Tomás.

    Se despidieron. Cuando Tomás llegó a su casa se encontró

    con un barril lleno de monedas de oro. Disfrutó por muchos

    años de su fortuna: compró ranchos, ganado, los mejores autos,aviones para viajar por el mundo; se hospedaba en los mejores

    hoteles, las mejores playas, excelsas comidas, era como un rey.

    Isidro no pudo superar tantas emociones vividas junto a su

    amigo Tomás y al poco tiempo se volvió loco, entre sus delirios

    armaba haber estado frente al Diablo, insistía en que presenció

    la venta de un alma a cambio de mucho dinero.

    Tomás estaba tan entretenido viajando y comprando que se

    había olvidado de la presidencia municipal, su antigua fuentede ingresos, entonces pensó: ¿cómo acceder a ella? Un día du-

    rante la comida de los jueves le preguntó al patrón:

     —¿Qué hago para acceder al poder?

     —Usa la llave.

     —¿Qué llave?

     —La que te di, la que usan todos los políticos lambiscones.

    Primero conoce al Gobernador, tienes que hacerlo compadre,

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    luego rodéate de puros lambiscones, de esos que con un pomo o

    una comida se deshacen en halagos, úsalos para darte a conocer

    que hablen bien de ti en todos los eventos, aporta algunas

    obras estratégicas para ganarte a la población. Luego mándale

    un presente al gobernador, después pregúntale si lo recibió.

    Una vez que estés seguro de que puedes ser el elegido, inví-

    tale una esta en tu casa y cuando esté eufórico por el alcohol

    hazle saber tu deseo de ser el próximo presidente municipal,verás cómo accede.

    La estrategia funcionó y ya tenemos como presidente Municipal

    a Tomás Mosqueda. En otra reunión con el patrón le dio las

    gracias por la ayuda recibida y le volvió a preguntar:

     —Ya gané pero ¿cómo gobernar si soy un simple campesino

    sin estudio? —No te preocupes, para eso están los asesores, tú sólo vas

    armar, ve a ponerte presentable porque mañana tomas posesión.

    Al otro día lo despertaron unos fuertes gritos, eran de don

    Gustavo que le traía la noticia:

     —Ya viene el gober. Levántate.

    Con la tremenda cruda que traía Tomás no atinaba a pensar.

    Su cerebro estaba confundido y sólo dijo:

     —Ya voy.Se puso su traje nuevo, sus sirvientes lo ayudaron, y salió a

    recibir al mandatario estatal. Todo estaba en su lugar, su equipo

    de campaña hizo un buen trabajo de logística, su compadre le

    tomó la protesta de ley y así fue como se convirtió en el amante

     presidente municipal.

    Se organizó una gran esta para celebrar el triunfo junto

    con sus colaboradores más cercanos, desde luego su compadre

    estuvo en primera la.

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    Pasaron los tres años de su mandato, lo hizo bien, se supo

    mover en las altas esferas repartiendo regalos a granel, al grado

    que no faltaron los arrastrados que empezaron a especular sobre

    su nueva candidatura. La bola de aduladores hablaba de su nuevo

     puesto, ahora como gobernador del estado.

    Para esto tuvo que usar otra vez la llave: hizo compadre al

     presidente de la república, le envió su regalito: un BMW para em-

     pezar, luego lo invitó a su palacio, lo recibió con una suculenta barbacoa, con los mejores vinos importados desde Francia, Italia,

    los mejores whiskies traídos desde Escocia, en n, se pulió.

    Cuando el Presidente estaba aturdido por tanto vino, le soltó

    su petición:

     —Quiero ser gobernador de mi estado.

    El Gobernante, corrupto como era, lo nominó como candi-

    dato a gobernador de su natal Estado. Esta vez le salió cara lacontienda porque estuvo más competida. Pero sus compadres

    se movieron bien, le llevaron su campaña y salió electo. Su

    gran equipo de campaña de nuevo lo había sacado adelante y

    le prepararon la esta para después de la toma de protesta.

    Ahora ya volaba alto, sólo lo acompañaron sus compadres, otros

    gobernadores, legisladores, senadores y periodistas.

    La misma tarde de la tomar posesión llegó el patrón:

     —Te felicito por tu nuevo triunfo Tomás, veo que aprendisterápido a usar la llave.

     —Sí patrón, es tan efectiva que nadie se ha resistido hasta

    ahora.

     —Qué bueno Tomás, veo que durante éstos veinticinco años

    aprendiste a vivir bien, a disfrutar de tu vida, a escalar buenos

     puestos pero… tu tiempo se acabó y estoy aquí para cobrar,

    vengo por ti.

     —Pe… pero quedamos que eran cien años patrón.

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     —Y son cien años de los míos, mi tiempo no coincide con

    tu calendario.

    Tomás no tuvo tiempo de responder, desapareció con el

    Diablo por compañía.

    Primavera del 2013

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    EL MORADO

    Cada seis meses exponían sus muebles en el salón Olmeca uno

    del Word Trade Center de la Ciudad de México.

    El sillón morado, como le decían, era especial. Desde el inicio

    de su manufacturación amanecía con alguna tabla de menoso con una de más.

    Al maestro que lo fabricó no sabía si estaba perdiendo la razón

    o tal vez el Alzheimer ya lo había apagado. Creía que el velador,

     por jugarle una broma, lo cambiaba de lugar añadiéndole o le

    quitándole tablas. Borja, como le decían sus compañeros, por

    n terminó el famoso mueble. La expo se acercaba y al jefe le

    urgía venderlo, porque en la ocasión anterior no habían podido

    terminarlo.La fecha de la inauguración llegó y ahora sí pudieron exponer

    al morado. A la gente le atraía mucho ese sillón:

     —Mira, qué mono se ve de morado —decían las amigas—,

     pero… visitemos toda la exposición a ver si encontramos otros

    modelos mejores.

    Karina y Lolita eran buenas amigas, compañeras de trabajo,

    vivían y se divertían juntas: —¿Cómo ves si nos llevamos el morado? Creo que combina

    con el color del departamento —preguntó Lolita entusiasmada.

     —Bueno, me parece bien —le respondió Karina.

    Lo palparon, se sentaron juntas y decidieron llevárselo, convi-

    nieron con el gerente de ventas que al otro día lo entregarían en

    su domicilio, lo pagaron y se fueron satisfechas con su compra.

    Al siguiente día, muy temprano, el gerente llamó a la com-

     pañía de mudanzas y cuando trataron de ubicar el mueble que

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    debía entregarse: ¡oh sorpresa! El sillón ya no estaba en exhibi-

    ción. ¿Quién lo había sustraído durante la noche? Pero ¿por qué

    sólo faltaba éste? Si alguien se hubiera metido a robar, cargaría

    con varios, no sólo con uno. Llamó a la fábrica para enterar al

    dueño, que de inmediato se dirigió a la expo.

    El hombre de la mudanza y el gerente fueron a la delegación

    a reportar el robo, llamaron a las clientas para darles la mala

    noticia, les ofrecieron disculpas por no poder hacer la entregacomo habían quedado, les sugirieron otros modelos pero las

    amigas no aceptaron; ellas querían lo que habían comprado.

    Por la noche, cuando las compañeras regresaron del trabajo, el

    famoso morado ya estaba instalado justo en el lugar donde ellas

    querían ponerlo, iban a llamar al gerente para darle las gracias,

     pero reexionaron:

     —Bueno… pero, ¿cómo llegó? Nosotras no abrimos y el em- pleado nos llamó por la mañana para reportarnos su desaparición.

    La investigación siguió su curso, el dueño fue citado con el

    gerente para tomarles declaración, todos juntos hicieron una

    visita sorpresa a las amigas para que raticaran la existencia del

    morado, pero encontraron al sillón en el domicilio de las chicas.

    El juez trinó de coraje por el engaño: se habían burlado de

    él, ¿cómo pueden denunciar algo que no está desaparecido, que

    no ha sido robado?Todos sostuvieron su versión de nuevo en la delegación.

     —Alguien debe aclararme ésta burla —dijo el funcionario—.

    Han dado falsa declaración ante una autoridad y me han hecho

     perder el tiempo. Los sentencio a todos a pasar una temporada

    en una granja de trabajo voluntario, espero que recapaciten en

    estos seis meses y puedan darme una buena razón para liberarlos.

    El Juez llegó muy contrariado a su casa, pero su esposa

    estaba feliz.

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     —Gracias por el regalo mi amor, hacía mucho tiempo que

    no me dabas una sorpresa.

     —¿De… de qué sorpresa me hablas?

     —¿Cómo de cuál?, de ese precioso sillón morado, no es por

    nada, pero qué buen gusto tienes, viejo.

    El juez Alicio no dijo nada, sólo miró incrédulo el sillón y

    se desmayó.

    Primavera del 2013

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    RAMONCITO Y SU CANICA

    Doña Marina compraba ganado vacuno en los pueblos vecinos

    y lo vendía con el señor Rebollo; cada mes él iba desde el

    D. F. a la vieja hacienda para recoger los animales y surtir así

    sus negocios con carne fresca.Antes de regresar a la capital el carnicero tomaba algunas

    copas en el pueblo y ya borracho le daba por ver a Marina,

    entonces se acercaba sigilosamente a la casona para espiarla.

     —¡Condenada vieja; a pesar de tener tres hijos aún le quedan

     partes buenas!

    La señora le contó al carnicero que había un fantasma en

    la nca, pues al bañarse sentía una presencia que la observaba

    desnuda, a veces veía algunas sombras sobre la pared, peronunca se aparecía.

    Ramoncito, su hijo menor, le comentó a su madre que

    tenía un amiguito con quién jugaba y que le había prometido

    regalarle un tesoro.

    Cuando don Rebollo se enteró de la historia del fantasma,

    aunque un poco incrédulo, se le despertó la codicia. Presionó a

    Marina para que buscaran el tesoro, cavaron afanosamente ras-cando por toda la casa sin éxito. El carnicero, después de años

    de buscar y escarbar ya no regresó al pueblo.

    Un día cualquiera Ramoncito jugaba con su amigo el fantas-

    mita, se le calló una canica dentro de las derruidas duelas del

     piso e hizo un tremendo berrinche, hasta que la madre se acercó

    y le preguntó:

     —¿Por qué lloras? —el niño le respondió que había perdido

    su canica más bonita.

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    La madre levantó las duelas del piso para buscar la canica,

    no la encontró, pero… ¡Allí había algo muy brillante! Levantó

    otras duelas más para ver claramente:

     —¡Dios Santo! —exclamó Marina— ¡Es el tesoro! —y se

     puso a celebrar como loca, eran dos barriles llenos con monedas

    de oro, puro centenario.

    Ya repuesta del tremendo gusto, como pudo fue sacando las

    monedas poco a poco.Cuando tuvo lo suciente se compró la mejor casa del pueblo,

    luego, ayudada por sus hijos, acarrearon el resto de los centena-

    rios a su nueva residencia.

    Cuando años después el carnicero regresó al pueblo ellos ya

    vivían en su amante casa. Doña Marina le dio la sorpresa

    mostrándole un puñado de monedas, todas de oro. —Te las regalo por los años que me ayudaste.

     —Pero son pocas —le respondió Rebollo—. ¿Te piensas

    quedar con todo? Yo también te ayudé a buscar. Pasé por la an-

    tigua hacienda, vi el tremendo boquete, allí había por lo menos

    dos barriles y me sales con un puñado de monedas. No señora,

    ahora mismo vamos a repartir a partes iguales.

    Doña Marina entró en pánico: ella estaba actuando de buena

    fe al compartir algo, pero no le daría la mitad. Agarró un palo para golpear al abusivo, él la sometió. Los jóvenes se asustaron,

    el hijo mayor, Raúl, tomó otro trozo de leña y le dio en la cabeza

    al carnicero, lo desmayó momentáneamente.

    La madre aprovechó este pequeño tiempo para rematarlo;

    cuando el carnicero ya no se movía la señora agarró el diablo

    y, ayudada por los hijos, lo subieron para aventarlo en el corral

    de las vacas.

     —Que otro cargue con el muerto —dijo.

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    Horas más tarde un vecino encontró el cuerpo, creyó que las

    vacas lo habían matado. Las autoridades levantaron el cadáver,

    avisaron a su familia y lo trasladaron al D. F.

    De doña Marina y de sus tres hijos nadie sospechó, siguieron

    su vida normal, pero unos días después el fantasmita reclamó

    también su parte y, temeroso de sufrir la misma suerte del car-

    nicero, se quedó con Ramoncito.

    Primavera del 2013

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    MORGAN

     —¡Atención! Les habla el capitán Morgan, ¡modiquen la posi-

    ción de las velas, rápido, antes de que la tormenta nos arrastre!

    El mensaje se escuchaba claramente en el sonar del moderno

     barco a cargo del capitán Peña, se repitió tres veces en el mis-

    mo tono: una voz rasposa y tronante, hueco, como de ultratumba.El contramaestre del barco grabó el mensaje y le dijo al

    capitán:

     —Escuche esto, parece un mensaje muy real.

    El Capitán escuchó con mucha atención y dijo:

     —Consérvelo, cuando lleguemos al puerto lo revisamos.

    Era una noche obscura, borrascosa, de relámpagos, con un

    viento endemoniado, cargado de lluvia gruesa. La tripulaciónestaba asustada por el tremendo impacto de las olas en el casco

    del barco, saltaban sobre las grandes crestas de la marea, la em-

     barcación parecía una basura sobre el inmenso mar embravecido.

    Cuando venían de Nueva Orleans anunciaron la llegada de

    una tormenta sobre el Golfo de México. Tenían que atracar en

    el puerto de Campeche. El Capitán conaba en su pericia y

    experiencia, no era la primera vez que se topaba con un fenó-

    meno igual. —¡Atención! Les habla el capitán Peña, ¡modiquen la

     posición, rápido, antes de que la tormenta nos arrastre!

    Su sonaba igual a la del mensaje captado por el sonar, donde

    se escuchó claramente al capitán pirata. Había leído mucho

    sobre estos bandoleros, en particular sobre el capitán inglés.

    Desde su niñez el abuelo paterno le contaba sobre la crueldad

    de estos marinos, al grado que tuvieron necesidad de amurallar

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    la ciudad de Campeche para protegerse de sus ataques cuando

    saqueaban la ciudad.

    Sobre la bahía instalaron cañones en las partes más altas

    llamadas puntas para su defensa, incluso en el malecón pusieron

    otros. Cuentan que todavía en la actualidad, cuando las tormen-

    tas están en su apogeo, unos corsarios transparentes rondan las

    costas de Campeche y de Yucatán.

    Perdido en sus recuerdos el jefe del moderno buque no se percató de la llegada de la embarcación del corsario, estaba tan

    cerca que la colisión parecía inminente. Se comunicó con el

    contramaestre encargado de vigilar el radar:

     —¡Por qué no dio la señal de alarma!, estamos a punto de

    chocar con un viejo velero.

    El contramaestre le contestó:

     —¡No hay ninguna señal en el radar mi capitán! —¡Diablos! —dijo Peña mientras cuando esperaba el tremen-

    do impacto sobre su buque— Pero ¿qué clase de nave es ésta?,

    es de velas, sí, pero tan vieja que parece del siglo XVIII.

     No había modo de evitar el tremendo choque, se comunicó

    con su tripulación para que tomaran las medidas de seguridad:

     —No se preocupen —dijo—, saldremos de ésta como hemos

    salido de otras.

    Pero su buque no resintió el golpe, el Galeón lo traspasósuavemente.

    Primavera del 2013

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    EVANGELINA CALDERÓN COLMENEROLA HONDONADA

     El agua levantó el sombrero de la eternidad 

     Miró a su descendencia un momento con silencio

    Y les dijo:

    ¿Acaso quieren que muera?

    MOHAMAD ALAAEDIN ABDUL MOULA

    Siria, 1965

    Don Damián, continuamente, ensanchaba el dominio de suhacienda, pero ahora se le había metido entre ceja y cejacambiar parte del paisaje de su gigantesca mansión con una

    extensa laguna que podrían él y los suyos contemplar desde lasmúltiples terrazas circundadas de ores y arcadas. Este acauda-

    lado provinciano no sólo adquirió muchos ranchos aledaños a su

     propiedad, sino que en la mayoría de los casos simplemente se

    apoderó de tierras de gente vulnerable. Su familia y él pasaban las

     primeras horas de la tarde a la sombra de un corredor anqueado

     por columnas de piedra, sentían la tibia brisa y llenaban sus ojos

    con la belleza de los jardines rebosantes de frondosos árboles;

    en el centro una fuente colonial surtía, sin parar, chorros abun-dantes de agua fresca, limpia. Conversar y fumar puros rodeado

    de damas sonrientes, complacidas, era su placer.

     Nunca faltaban visitantes a este preciado antrión: abogados,

    hacendados, militares, el doctor familiar y, por supuesto, algunos

    sacerdotes bien nutridos. Ese día ya no se resistió:

     — La hondonada es enorme, un cañón, varias barrancas,

    depresiones a granel que no tienen n y un valle central en elque habitan esos desadaptados, arraigados al lugar como bichos;

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    tienen un cura en la pequeña capilla que les construyeron mis

    antepasados, parece que les enseña a escribir, leer y, además,

    los temas cristianos conocidos por todos nosotros; muchos de

    ellos ya se han ido pero los que quedan, tal vez cien o más, no

     piensan salir nunca de ahí. Mi idea es aprovechar el torrente del

    Río Grande y desviar parte de su auencia para crear un paraíso

    aquí en la tierra donde se pueda velear, utilizar lanchas, yates y,

    casi casi, tener el mar en éste nuestro mundo que será visitado por aristócratas ávidos de nuevas experiencias en los hoteles

    de lujo que construiremos.

    Se hizo silencio, el doctor habló:

     —Y si no se llena el espacio lo suciente para crear la laguna

    que usted pretende, el entorno, su ora y su fauna sufrirán altera-

    ciones tales que todo será irreconocible, tal vez feo —  balbuceó.

    Los demás asintieron, era como tentar a Dios y sus designios:los hombres deben considerar que hay límites, decían. Doña

    Manuela, su esposa, tímidamente al principio, y con fuerza

    después, replicó:

     —¿Qué no tienes suciente, Damián? Debemos agradecer

    todas las bendiciones que tenemos y quedarnos en paz. Piensa en

    tus seis hijos. Yo no necesito algo así en mi vida, ni ellos tampoco.

    Los invitados se retiraron lentamente con el corazón apretado.

    Damián siguió fermentando la ambición desmesurada en susentrañas, en su vientre voraz, voluntarioso y déspota.

    En la cuenca central de la hondonada vivía gente tranquila,

    dulcicada quizá por el abrigo de natura; su clima semitropical

    se suavizaba con los riachuelos que descendían desde el cauda-

    loso Río Grande que mantenía su lecho estable, salvo algunos

    auentes benignos que dadivosos se convertían en arroyos para

    alimentar de agua cristalina a la comunidad. Para todos ellos lo

    que de arriba venía era del cielo y el río, pero algo inquietaba

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    EL ESPERPENTO

    Gervacio jamás imaginó que morirse era estar en el mismo brete.

    En el nuevo estado permanecía su indigestión interna, tatuada

    en el alma, solidicada en un sal-si-puedes que le dolía sin pa-

    rar. Repasó su vida una vez más partiendo desde Sonora donde

    creció: un pequeño poblado de gente bronca, entrampada en elorgullo que fortalecía su sobrevivir a tanta aridez.

    Se sentía ligado a recuerdos brumosos plagados de necedades,

     pero también a otros más vívidos, intensos, cargados de pasio-

    nes, odio, malicia, envidia, venganza. Su padre rivalizaba con

    él, nunca lo reconoció como sucesor; su madre, temerosa no lo

    defendía del menosprecio de don Honorato. Las dos hermanas

    escondidas siempre para no ver al padre llegar ni oírlo gritar.Gervacio creció más alto que él y esta situación fue un añadido

    al trato hostil del progenitor.

    Acorralado comenzó a rumiar su liberación, se masturbaba en

    el campo donde tenía escondrijos inaccesibles, vacío de nuevo

    después de sus placeres secretos tenía que regresar al opresivo

    ambiente de la casa familiar. Soñaba con humillar al padre,

    vengarse lentamente con el gotear corrosivo y venenoso de su

    odio sobre la altiva cabeza prepotente. No supo cómo decidió hacer eso que lo marcaría de por

    vida, pero sin pensar demasiado se arrinconó en el corral con

    la guajolota favorita de su padre apresada entre las manos.

    Se aferró a ella y la penetró con ira. Sentía repulsión, la dureza de

    las plumas arañaba su bajo vientre; no pudo parar lleno de odio

    y asco hacia sí mismo. Soltó a la pava. El maldito denso silen-

    cio persecutorio nació en ese instante imborrable; lo grotesco delacto visto desde afuera, desde cerca, desde lejos, desde la impía

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     justicación del irresistible instinto animal de los hombres. Inició

    la huida del esperpento que otaba pegajoso en los linderos del

    río vital de su cuerpo; había que olvidar su caída al inframundo,

    su transgresión indigna.

    Pasaron muchos años, ambicioso logró ser un próspero in-

    geniero industrial y casarse. En la carrera de más logros econó-

    micos, profesionales y sociales, no había tiempo para recordar

     páginas oscuras de su pasado:  Fue una locura de adolescente

     — se repetía — , y la imagen recurrente reaparecía en su psique.

    La carrera evasiva se detuvo y la pareja se miró de nuevo y no

    supieron cómo continuar juntos; el divorcio fue inminente.

    Se casó nuevamente, ahora con “La Pava”, su guapa secreta-

    ria, a quien le crecía la nariz de manera continua.

    7 de noviembre de 2012

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    LA CASA DE LAS PIEDRAS

    Ambos coleccionaban piedras desde niños, su anidad era

    evidente, compartían su interés en sondear los enigmas del

    lapislázuli, el ópalo —blanco, de fuego, de girasol, noble—

    o la calcedonia, cornalina y crisoprasa, éstas últimas considera-

    das piedras sagradas desde la antigüedad por egipcios, chinos,griegos y otros.

    Se unieron por el sencillo experimento de Isaac Newton en

    el Siglo XVII, uno de los mayores genios de la física de todos los

    tiempos; quien hizo incidir un rayo de luz blanca sobre un prisma

    de cristal y lo descompuso en sus colores constituyentes, los

    siete colores del arcoíris, fenómeno luminoso producido además

     por la refracción de la luz en el agua. Todo esto pareciera algocríptico, pero al ser tan conocido, conforme al entendimiento de

    cada uno, hasta se trivializa.

     No fue así para Julián y Estefanía —jóvenes caminantes en

    esta era de tiempo, siglo XX para ser precisos— quienes reexivos

    se miraron a los ojos para repetir los comentarios del profesor;

     si el objeto reeja luz, ésta será de color blanco y si la absorbe

    toda, será de color negro. Por tanto el color o su ausencia son

     parte importantísima de la percepción humana, los ojos o el tacto —en algunos casos— perciben lo rojo, azul, verde y demás, con

    sus receptores cromáticos que reaccionan a las varias longitudes

    de onda en conjunto con el cerebro.

    Julián, de veinticinco años, consideró casarse con Estefanía

    de treinta. Ella era blanca chapeteada, un poco llenita, con unos

    ojos curiosos, chispeantes, de mediana estatura; en cambio él

    era largo y aco, un poco gris, ensimismado en su exhaustiva búsqueda. En la comunidad provinciana donde vivían los padres

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    de ambos, que eran muy conservadores y poco importantes,

    aceptaron a la pareja con algunos comentarios sobre la diferencia

    de edad, pero aun así todo se consumó.

    Su proyecto era expansivo: fundar La Casa de las Piedras,

    cuyo n era la recolección, estudio y compra-venta; avizoraba

    un innito horizonte. Edith, la hermana de la madre de Julián,

    solterona adinerada, colaboró con una buena suma de dinero de

    regalo de boda, con lo cual reinó más alegría en la esta. No hubo tiempo para descifrarse. ¿El amor? ¿El deseo? ¿La

    intimidad? Descubrir todas las imperfecciones de uno y otro,

    en un solo espacio de comunión, era aterrador.  Las piedras lo

     sanan todo, decía Julián, y con los años de ventas exiguas muchas

    veces —por incomprensión del entorno— se fueron encogiendo

    los sueños, los afanes hasta comenzar a escarabajear en los es-

    condrijos oscuros de sí mismos. Espejearse no serviría de nada,el ideal estaba casi al alcance, cuánto conocimiento en cada joya

    creada por la naturaleza o por Dios. ¿Qué extraño poder inma-

    nente en la existencia nos asecha irrefrenable en cada resquicio

    no alumbrado por nosotros? Lo no habitado-confrontado toma

    ventaja y crece con sus poderes subterráneos. Descubrir el alma y

    sus complejos aventurándonos en el centro de sí, con prudencia,

    es generar una fuerza constante de expiación y liberación de los

    miedos, de cara al sol que canta y nos remite a la propia luz, paraasí recuperar nuestro universo individual.

    6 de septiembre de 2012

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    LOA A RAVEL

    Apreciar irreexivamente a un autor, desde la cortedad del

    entendimiento del ego enseñoreado en la estupidez, es una

    falla imperdonable, pero sí, en el pasado consideré al músico y

    compositor francés Maurice Ravel (1875-1937) un autor poco

    revolucionario, hasta aburrido, decía yo, en mi limitado desa-rrollo personal.

    Ahora, después de ser contratada para danzar como solista

    de su célebre  Bolero me siento perpleja. Evadí acercármele

    íntimamente, empatizar hasta hacernos uno, pero no existe otro

    camino para interpretarlo, debo sentirlo y entenderlo al máximo

    de mis posibilidades de artista y ser humano.

    Hoy fue la primera función. Antes de iniciarla mi cuerpo secongeló y paralizó de miedo, al tener que improvisar de principio

    a n y recordarlo sin que se mecanicen los movimientos o altere

    la intensidad expresiva, lo espontáneo debe nacer y adaptarse al

    amplio espacio del escenario hasta llegar a poseerlo, inundando

    el vacío de vida que se debe mantener vibrante para que los ojos

    se llenen y desde sus butacas los espectadores se vinculen a mí,

    que me sostengo en el centro y desde allí proyecto la energía

    al exterior, sin nunca dejarla escapar entera, sino ser como unafuente inagotable que se renueva a sí misma en cada evocación

    de violencia crispada, ternura inaudita, deseos irreconocibles,

     pasiones tortuosas o de inusitada vehemencia arrolladora.

    Esta danza es un exorcismo a Ravel, un anhelo de mitigar el

    sufrimiento de su historia, no concibo a este ser tan sensible de

    chofer en un camión en la Primera Guerra Mundial o sin memoria

    o control de sus brazos y piernas, mucho menos morir de unaoperación del cerebro en el amado Paris, pero hoy que danzo

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     para ti sé que siempre estarás vivo y feliz cada vez que resuene

    la música que te ha hecho inmortal.

      Aprehender tu Bolero en la reiteración,

      es contener en un cesto de mimbre

      entramado por manos humanas

      …el Agua.

      Agua que uye y resuena en el mar,

      o en el río y su torrente,

      incesante discurrir que retumba con fuerza

      o dulce canturrea.

      Hombre-Mujer, Mujer-Hombre,

      que están aquí para ser,  danzar y morir.

      Ravel, Ravel, prometes algo

      que no llega nunca en la repetición,

      un combinatorio de instrumentos musicales

    sin n,

      que no apaciguan,

      inquietan diría yo,  bombean,

      palpitan de continuo

      en nuestro corazón.

    12 de mayo de 2013

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    MARIATERESA CARRASQUEDOEL LOCO

    Era casi diciembre y ese día al sol se le había olvidado salir.El condominio, construido con una arquitectura tipo inglesaantigua, le daba a la escena un aspecto totalmente londinense.

    Luzmaría había logrado hacerse de muchos amigos en el

    vecindario. Era comal y metate de la mayoría de los vecinos:

    si alguien quería saber algo de algún otro no había más que

     preguntarle a Luzmaría y ella sabía vida y obra.

    Esa mañana todo fue muy extraño afuera de la casa No. 6,

    donde ella habitaba junto a su esposo Julio y sus dos hijos: Julián

    y Julio chico. Luzmaría apareció medio dormida y tapada con

    una cobija, descalza y en pijama. —¿Qué te pasó? —le pregunté al salir a las 6:30 am de la

    mañana, cuando salí para hacer ejercicio.

     —Todo —me dijo— 

    Julio había decidido que ese era su castigo por haberse que-

    dado dormida antes de que él llegara del hospital, lugar donde

    trabajaba y ganaba mucho dinero como cirujano plástico.

     —Me dijo que me sacaba para que yo aprendiera lo que no

    se tenía qué hacer y, además, que todos los vecinos, a los queyo conocía perfectamente, debían verme y se enterarse de mis

    faltas como esposa.

    Los demás vecinos empezaron a salir de sus casas para realizar

    sus actividades y cada uno de ellos se iba deteniendo al ver a la

    famosa Luzmaría en pijama y sin zapatos.

     —¿Qué te ha ocurrido? —le preguntaban todos y ella muy

    simpática y sonriente, como era su costumbre, les contaba que

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    Julio la había sacado de su casa por no haberlo esperado des-

     pierta para darle su pijama y su cena.

     —No llegaba y me venció el sueño —decía a cada uno de los

    vecinos que se detenían a su paso— pero le dejé su cena lista

    en la mesita de la recámara y su pijama y pantuas listos —y

    se reía entre nerviosa y divertida de tener una la inmensa a la

    que le contaba su aventura.

    Dieron las 7:30a de la mañana y la la seguía, Julio salió dela casa con los niños casi dormidos, en pijama y con mochilas.

     —Me los llevo a su escuela —se oyó que gritaba Julio— eres

    una madre desobligada, ya es la hora de salir de casa y no pudiste

    ni si quiera arreglar a tus hijos para ir a la escuela.

    Al momento de cerrar la puerta Julio se dio cuenta que un

    montón de vecinos lo observaban boquiabiertos y lo único que

    atino a decir, después de esa sorpresa fue: —¿Y crees que alguien te va a creer que estoy loco?

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    EL ÚLTIMO DOMINGO

    El domingo, día que en otra época signicaba paz, sosiego y la

    más pura felicidad al lado de Mateo hoy sólo representa para

    Sofía un día triste y lleno de soledad, de esas soledades que due-

    len, que calan en lo más profundo cuando estás tan falta de amor.

    Qué lejos habían quedado para Sofía aquellos domingos en losque la despertaba la ilusión por compartir el mundo con su Mateo.

    ¿Qué sería de aquellas viejitas amigas y compañeras de la

    misa dominical de las 9 de la mañana? ¿Vivirían aún? ¿Por qué

    se había alejado tanto del mundo?

    Hacía tiempo que había abandonado esa vida, su vida, para

    entregársela a él.

    Qué extraña sensación la invadía, ahora estaba libre y sesentía más sola que nunca.

    ¿Qué poder tiene el amor que en un segundo te pone sin que te

    des cuenta unos anteojos que todo lo transforman? ¿Qué encierra

    el amor que cuando se ausenta, cuando se lleva de la mano tu

    vida entera?, se preguntaba Sofía sentada frente a su ventana.

    Afuera parecía detenerse el tiempo, nada se movía, no se oía

    el canto de las aves, los niños no jugaban, reinaba el silencio y

    Sofía poco a poco cayó en un letargo, con la mirada puestaen esos sus lejanos recuerdos de un domingo con su Mateo, de

    un domingo sin ese dolor que hoy le apretaba el pecho y

    le desgarraba el alma.

    ¿Por qué se había ido? ¿Qué había hecho mal? ¿Qué había

    dejado de hacer para que él la dejara?

    Se sentía tan vacía de amor y tan llena de promesas incum-

     plidas, de ilusiones destrozadas.

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    Sonaron las campanadas que llamaban a la misa de 12 m.

    Sofía, con una mano en el corazón y en la otra un frasco de píl-

    doras vacío, le pidió perdón a Dios y cerró sus ojos para siempre.

    Afuera continuaba el silencio.

    21 de junio de 2013

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    LOS ENARGOLLADOS

    María había sufrido una traición de amor, de esas traiciones que

    sientes que te matan. Era el inicio del verano y al n decidió

    recuperar la vida que por ese gran amor, ahora extinto, ella

    había dejado.Gabriela, su mejor amiga de la infancia, había estado insis-

    tiéndole en que la acompañara a su natal Cielo Azul, un pequeño

     pueblo enclavado en la costa norte de Veracruz, a disfrutar de

    los días de feria y del verano. No habría mejor ocasión que ésta,

    había pensado María al aceptar la invitación: disfrutarían un aire

    nuevo, un aire de libertad.

    Las estas de la feria iniciaban en Cielo Azul con un baile y

    a María le encantaba bailar, así que este viaje prometía diver-sión. Por n llegaron después de un camino lleno de historias

    y remembranzas de amigas, de esas amigas que no importa si

    las ves o no, siempre están ahí.

    María, al paso de cada kilómetro recorrido, se había sentido

    más y más ligera y al llegar al baile se sentía, no sólo como

    nueva, sino como una adolescente lista para disfrutar de aquella

    verdadera y maravillosa aventura.El salón donde se efectuaba el baile era el mismo que ella

    ya conocía: el famoso salón de Fiestas del Casino, un lugar ro-

    deado de jardines con pasto verde y árboles muy coloridos que

    cuando eran iluminados por la luna llena hacía de aquel lugar

    una escena de las mejores películas.

    La música sonaba fuerte a ritmo de salsa, Cielo Azul siempre

    se había distinguido por llevar a los mejores grupos salseros que

    tocaban alegremente toda la noche y gran parte de la madrugada.

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    A María le pareció que no había dejado de asistir ni un solo

    año a los bailes del pueblo, porque de inmediato se sintió fami-

    liarizada: allí estaban los amigos que en su adolescencia la habían

    hecho sentirse bella, importante; ahí estaba José, aquel guapo

    costeño que la había cortejado tanto tiempo en todos aquellos

    regresos a Cielo Azul en su juventud.

    Ahí estaba José, su José, tan guapo, limpio y bien vestido

    como siempre, pero ésta vez no estaba sólo, no estaba con susamigos, había una mujer a su lado, una mujer a la que no alcan-

    zaba a reconocer.

    María la observó de abajo arriba y como un detector de meta-

    les posó sus ojos en la mano izquierda de aquella mujer, portaba

    una argolla, siguió observándola como un escáner y detuvo su

    vista en su cara, era una mujer madura, con una expresión triste,

    no parecía feliz.Empezó la música y como en aquellos bailes de máscaras de

    la antigua Venecia, las parejas empezaron a bailar por todo el

    salón intercambiando pareja cada que la música se detenía. Un

    escalofrío recorrió el cuerpo de María cuando en aquellos inter-

    cambios sintió unas manos que la acercaban, estaba muy pegada

    a ese cuerpo que ella conocía tan bien. Era José, su memoria lo

    no había olvidado, recordaba esas manos como si hubiese sido

    ayer cuando las tuvo por última vez entre las suyas. —¿Por qué tardaste tanto en volver? —le susurró suavemente

    José, y como un remolino otras manos los volvieron a separar.

    Más noche, ya en su cama, María hizo un recuento de aquella

    escena y, de pronto, como un balde de agua helada, recordó las

     palabras que José le había dicho la última vez que platicaron: “El

    día que vuelvas será para amarte sólo a ti”. Eso le había repetido

    una y otra vez aquella noche que ella se había ido de sus brazos

     para casarse con aquel novio de la infancia.

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    Los días transcurrieron y María no podía borrar de su pensa-

    miento ni de su cuerpo la embelesadora sensación que aquellas

    manos, como un tatuaje, le habían dejado. No se habían besado,

     pero ella sentía que los labios de José la quemaban.

    ¿Qué era esa sensación?, ¿qué era toda esa confusión que de

     pronto la hacía sentir tan feliz y viva?

    Era, sí, eso era, sólo el nuevo principio de un amor imposible.

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     princesas y hoy, por n, iniciaba su sueño. Enrique representaba

    aquel príncipe azul que ella tanto había soñado.

    Dejaba atrás una familia, un empleo, una vida, pero esta pa-

    sión que ahora sentía valía la pena, la vida es una y hay que vivirla

    se había repetido tantas veces en aquellas noches de insomnio.

    Enrique no le había dicho hacia donde se dirigirían, sólo

    le había prometido que irían al mar. En unos cuantos minutos

    tomaron la carretera listos para comenzar la aventura, a ella sólole importaba estar con él. Nunca nadie, ni siquiera su esposo, la

    habían hecho sentir lo que ahora sentía, era otra, era una Sofía

    nueva, llena de luz en la mirada.

    Para Enrique, trece años mayor que ella, este amor era una

    renovación, se sentía un hombre diferente, joven, lleno de

    energía. Sofía era la mujer con la que le hubiera gustado hacer

    su vida, aunque llevaban poco tiempo de conocerse se habíadado cuenta lo diferente que era de otras mujeres que en sus 10

    años de viudez había conocido. Coincidían en tantas cosas que

     parecían conocerse de toda la vida.

    La carretera les ofrecía un paisaje maravilloso, era la Costa

    Dorada, el sol brillaba, las nubes blancas y el cielo azul le abrían

     paso al sol anunciando un nuevo día.

    El paisaje como de un cuadro pintado al óleo, estaba lleno de

    árboles de palo de rosa que oreaban majestuosamente entre-mezclados con la hierba verde del camino, el paisaje no podía

    ser mejor y para Sofía era un verdadero sueño hecho realidad.

    Ahí estaba al lado de ese hombre escuchando como le cantaba

    su canción favorita, con esa voz tan seductora que apenas unos

    meses atrás la había atraído tanto.

    El aire que corría al ir en el convertible la refrescaba de aquel

    calor interno que toda esa magia le producía, se acercó a Enrique

    y lo abrazo sin siquiera pensar en la vida que dejaba atrás, él le

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    correspondió con un beso, la música seguía y Sofía llena de esas

    ganas reprimidas se trepó sobre él sin dejar de besarlo, él seguía

    manejando, el auto como un corcel que conoce su camino seguía

    su marcha como en automático, como si comprendiera lo que

    estaba ocurriendo, el sudor hacía que se mezclaran los uidos

     producidos por los amantes Sin dejar de mecerse, enganchada

    con los pies a sus espaldas, se estremecía mientras él no paraba

    de amarla.Fue en aquel momento justo, cuando el mar azul turquesa

    imponente apareció de frente a ellos como testigo el de aquel

    acto de amor, que en un grito fundido le avisaban al mundo que

    se amaban.

    En casa de Sofía, Miguel y Brenda, sus hijos, apenas se

    levantaban de la cama, para ellos aquel domingo también cam-

     biaría sus vidas.

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    MI VESTIDO BLANCO

    Habían llegado a Tlacotalpan porque ella quería un traje

    de jarocha y le habían dicho que ahí era el único lugar donde

    todavía los hacían a mano, a la antigüita.

    Caminaron por ese hermoso pueblo mágico, disfrutando desu belleza, parecía un lugar de cuento, pintado todo de colores

     pastel y con sus calles empedradas, enmarcado por dos ríos que

    hacían que no tuviera rival.

    Julián y Carmen sabían que los días 2 de febrero festejan a

    la Virgen de la Candelaria, los pobladores del lugar acostumbra

     pasearla por los cauces de ambos ataviada con un majestuoso

    traje blanco bordado a mano por las mejores costureras del lugar.

    Desla colmada de ores de colores y acompañada de docenasde lanchas de madera recién pintadas, que en forma de procesión

    la escoltan rezando y cantando, agradeciendo y pidiendo por un

    año más de bonanza.

    Aquel día era un 10 de marzo, un día común y corriente, así

    que el pueblo estaba muerto, eran las doce del día y parecía que

    Carmen y Julián eran los únicos en el lugar, caminaron de un lado

    a otro hasta que ella quedó enamorada de un vestido de Jarocha blanco como la nieve, con bordados de encaje, blusa deshilada

    y un delantal negro con ores de colores bordadas a mano:

     —Ese —dijo Carmelita—, ese quiero.

     —Pero señora —le respondió la vendedora—, ese es sólo un

    modelo que no está a la venta, es muy antiguo.

    Como caída del cielo entró aquella señora guapa que, por

    su apariencia, pensó Julián, tendría unos 70 años de edad; era

    la dueña:

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     —Doña Lola —la llamó su nombre la vendedora que atendía

    a Carmen.

    Doña Lola miró a la hermosa joven de cuerpo curvilíneo,

    negra cabellera, labios rojos y ojos grandes de mirada profunda

    y supo de inmediato que había llegado el día de vender su tan

    amado vestido de novia.

    Carmen y Julián salieron felices de la tienda con el vestido

     blanco lleno de historia. Comieron en un lugar a la orilla delrío y ahí se enteraron, por los meseros, de la existencia de una

    cantina muy cercana, lugar que había servido de inspiración

    a Agustín Lara al componer sus famosas canciones. Incrédulos

    se dirigieron hacia allá, les había parecido que Tlacotalpan

    más bien era un pueblo fantasma y decidieron comprobarlo.

    Pero cuál sería su sorpresa que al terminar de comer y dejar el

    restaurante, la gente empezó a salir de sus casas como hormigasy juntos sacaban mesas y sillas a la calle dando vida al escenario

    que serviría de marco a una gran noche de esta.

    Recorrieron todos los lugares que a su paso se abrían hasta

    llegar a la famosa cantina que mostraba, con un archivo secuen-

    cial de fotografías, la vida del famoso Flaco de Oro.

    La música y la algarabía se habían hecho sentir, los dos me-

    seros que atendían el concurrido lugar corrían de un lado a otro

    sin darse abasto para satisfacer la sed, que un calor de 40 gradoscentígrados a la sombra, les provocaba a los visitantes del lugar.

    Los músicos no paraban de tocar y después de un rato era

    tanta la emoción que aquello se convirtió en un gran baile que

    unía a turistas y lugareños en una majestuosa pista de baile

    enmarcada por las casas estilo colonial pintadas de color pastel

    y, en el fondo, los dos ríos.

    Carmen y Julián se dejaron llevar por la euforia, el alcohol

    seguía provocando el ambiente de esta que los oriundos de

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    Veracruz siempre transmiten. La tarde llegó, el sol se ocultó para

    dar paso a una luna hermosa que alumbraba como un faro en la

    obscuridad, haciendo el papel de musa para aquellos que al calor

    del ambiente empezaron a inspirarse y a componer canciones y

     poemas dedicados al amor.

    En unas mesas se oían las rimas, en otras las declamaban. Fue

    entonces cuando Julián, sin preámbulo alguno, le pidió a Carmen

    que se casara con él, ahí, en ese momento, en aquella parroquiade Nuestra Señora de la Candelaria. Era el instante ideal para

    que Carmelita estrenara el hermoso vestido blanco de jarocha.

    El párroco del pueblo oció la ceremonia, el pueblo entero

    los acompañó, la banda no dejó de tocar y Carmen y Julián,

    que habían ido en busca de aquel vestido terminaron no sólo

    comprometidos sino casados.

    La esta siguió toda la noche, la luna de miel fue ahí mismo,en una de las lanchas que en otras ocasiones había paseado a

    “otra virgen”, la de la Candelaria y que ahora paseaba a Carmen,

    virgen que a la luz de la luna llena reejada en aquel espejo de

    agua se entregaba a Julián envuelta en su hermoso vestido blanco.

    Desde la orilla del río se veía a una pareja de ancianos que

    abrazados atestiguaban aquella apasionada escena.

     —Ahí está otra vez la magia del hermoso vestido blanco que

    hace ya 50 años compráramos aquí mismo —dijo doña Lolacon voz suave.

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    URI DIEGO RODRÍGUEZTURBULENCIA

    ¡Esta crisis está de la chingada, vamos a perder todo! —dice Sebastián mirando a José, contador de la com- pañía y agrega:

     —Lo que podemos hacer es pedir un préstamo bancario, pero

    necesitamos un aval —responde José.

     —Inge, ya le he metido mucho dinero a la compañía. ¿Se

    acuerda la última vez que le pedí a mi suegro un préstamo el

    cual usted no pudo pagar y yo tuve que ir amortizando poco

    a poco de mi bolsillo y a la fecha usted no ha terminado de pa-

    garme? ¿Se acuerda del departamento que tuve que vender para

     poder inyectarle más dinero a esta compañía que parece no tenerllenadero? Prometió pagar, pero sólo me ha dado una parte.

     —Mira José, esta empresa al nal de cuentas va ser tuya

    ninguno de mis hijos se quiere hacer cargo, te hago socio,

    además ya estamos viejos, dime. ¿Dónde vas a poder encontrar

    otro trabajo? Acuérdate que tienes un hijo sordo que requiere

    terapia de lenguaje así que ¿para qué le piensas? Mira, siendo

    el representante legal a nada te arriesgas —palmeándole el

    hombro agrega:  Ya ves, te he pagado poco a poco, no podrás quejarte.

    José se queda pensativo, se mira al espejo, ve una cara enveje-

    cida acompañada de canas que asoman a su frente y piensa para

    sí: “Tiene razón el inge, ya estoy muy viejo, no tengo otra salida”.

      ¿Dónde rmo?Otoño de 2013

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    SOBREVIVIR 

    Tadeo recorrió por última vez su casa, ahí estaban todos sus

    recuerdos, la cama donde tantas veces hizo el amor con Sara,

    los libros, el jardín donde las nochebuenas orecían mostrando

    sus pétalos en un rojo intenso, los juguetes de los niños espar-

    cidos por el suelo. Una voz autoritaria lo saca de sus pensa-mientos:

     —Señor, es hora de partir.

    Sara lo toma de la mano, lo conduce a la salida:

     —Vámonos. ¿Qué esperas?

    Juntos observan el sol transformado en una enorme bola de

    fuego en el horizonte, les anuncia el n de su planeta.

    Tadeo toma en brazos a sus hijos, rápidamente se dirigen a lanave espacial que les espera, despegan dejando atrás un mundo

    agonizante.

    Sara se dirige a la cabina principal de la nave, en la consola

    de mando busca las coordenadas y suavemente sus dedos las

    seleccionan, dirigiendo el bajel al agujero negro localiza-

    do en el centro de la Vía Láctea. Ella confía en que al otro

    lado encontrarán otra Tierra donde su estrella brille con la misma

    luminosidad que disfrutó en su niñez.Verano 2013

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     NYMA FERNÁNDEZCAMPOSANTO

    A brió los ojos e incrédulo se sofocaba en el cajón, temíamorir de asxia (cuando estás muerto para alguien, no puedes morir de asxia) golpeaba con fuerza la caoba y su aliento

    chocaba con ésta. Agotado, se detuvo a escuchar lo que ocurría

    tres metros arriba, percibía el sonido de la tierra al caer, sabía que

    todos estaban por encima de él, lo miraban encerrado, asxiado,

     pero no escuchaba llantos, ni uno solo capaz de humedecer la

    tierra seca que caía en su ataúd. Recordaba su júbilo y algarabía

    cuando entró en la política. En su entierro nadie le lloraba, sus

    gritos ahora eran los ignorados, la tierra lo cubría. La desespera-

    ción llegó cuando el escaso aire se agotó. Suena el despertador.

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    EL CIRCO

    Cuando llegó a trabajar al Circo del Olvido, no sabía exactamente

    qué papel desempeñaría. Caminó hacia el remolque ubicado

    a un costado de la carpa bicolor. Ahí se encontraba el dueño,

    quien la entrevistó:

     —Dime, ¿por qué quieres estar aquí? —le preguntó el hom- bre—. Mi circo es especial, nos reímos de los recuerdos, de los

    amores perdidos. Me imagino que sabes algo de malabarismo,

    mímica, acrobacia —añadió.

    Ella no supo qué responder, había escuchado hablar del es-

     pectáculo que ofrecían: los asistentes miraban cómo los actores

    lidiaban con los recuerdos; por eso ella estaba ahí y sólo sabía

    que no quería reírse de su desamor y mucho menos esperabahacer acrobacias con su tristeza. Así que de manera contundente

    dijo al dueño:

     —Quiero olvidar.

    El dueño miró jamente a la mujer, soltó una carcajada y

    enseguida le dijo:

     —¡Bienvenida! El olvido es un circo, nos gusta entretenernos

     pensando que algún día los amores pasados desaparecerán, nos

    reímos de ellos.Cuando la mujer estaba a punto de comenzar su andanza

    itinerante descubrió que no podría olvidar si antes no controlaba

    el deseo ese deseo que la llevaba a buscar una y otra vez el mal

    amor que la había abandonado.

    El dueño del Circo del Olvido no dudo en hacerla parte del

    espectáculo. Desde entonces es conocida como La Domadora

    de Ansiedades.

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    EL CRIMEN

     —Hazlo parecer un accidente —susurró la mujer desconocida

    al tiempo que le entregaba con discreción un sobre amarillo.

    Al día siguiente él se dirigió con determinación hacia la

    misteriosa joven, sin quitarle la mirada de encima recordaba sus

     palabras: “Hazlo parecer un accidente”.A los pocos segundos el hombre tropezó con ella y, ante los

    ojos de extraños, accidentalmente, la besó.

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    FANTASÍA

    “Dejar de ser una princesa” era su sueño recurrente cada día y

    noche a lo largo de cien años en los que, como todos los del reino,

     permanecía dormida. En compañía de Morfeo se idealizaba lejos

    de prototipos y de sus hadas madrinas, que le concedían todo

    sin esperar a que ella buscara su propio camino; “qué manera desubestimarme”, pensaba. Cierto día, en un segundo, Morfeo fue

    liquidado por el beso de un príncipe, y ella, al igual que todos,

    despertó. Según cuentan “vivieron felices para siempre”, pero

    desde entonces no puede dejar los somníferos.

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    HUÉSPEDES

    ¿Es que hacemos las cosas sólo para recordarlas?

    ¿Es que vivimos sólo para tener memoria de nuestra vida?

     Porque sucede que hasta la esperanza es memoria

     y que el deseo es el recuerdo de lo que ha de venir.

    JAIME SABINES

    Como cada mañana la joven miraba frente al espejo la llave

     prendida a su cuello, siempre le había parecido un objeto bastante

    común, pero le resultaba incómoda, raspante, lastimosa. Ese día

     por primera se detuvo ante la puerta y comenzó a tocar con su

    mano derecha aquella llave que la abría.Ella misma construyó la casa en donde habitaba desde hace

     poco más de cinco años. Era un hogar pequeño como lo es el

     pasado, cimentado en la fragilidad del hubiera. En su interior los

    muebles forjaban el recuerdo: la sala apenas amoblada con un

    sillón desgastado y una mesita de centro y el comedor que tenía

    sólo una silla. Los altos ventanales con sus cristales permeados

     por el sol llamaban la atención. Al fondo estaban las dos habi-

    taciones, construidas cronológicamente.La primera contaba con una cama incómoda, en la cual era

    imposible permanecer después del amanecer, sus paredes eran

    asediadas por fotos de París, Barcelona y Venecia, mismas que

    admiraba con cierta nostalgia por las noches en las que decidía

    dormir allí. Aquel cuarto era habitado por su primer fantasma:

    el piloto.

    Cuando lo conoció llamó su atención la madurez y el portedel aviador. Pensaba en lo inmadura que se veía a su lado, de

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    al ventanal y miraba al joven que seguía ahí, sonriente. Al día

    siguiente comenzaron las desapariciones, al inicio fueron nota-

     bles. La primera ocurrió en la habitación número uno, se tratabade la foto de la Torre Eiffel, la joven juraba haberla visto durante

    la noche, la buscó desesperada por toda la casa, nunca la halló.Aquella tarde mientras comía miró por el ventanal y el jo-

    ven, ahora sentado en una banca, decidió acompañarla desde la

    lejanía. Después de probar el último bocado, la muchacha escu-chó que algo caía en la segunda habitación, corrió hacia ésta,miró el clavo solitario en la pared, el suelo no mostraba ras-

    tro del cuadro. Esa noche no pudo dormir. Tenía miedo de perderlo todo, era su vida, su pasado. A la mañana siguiente se

    acercó sigilosamente al ventanal con la esperanza de no volver

    a ver a aquel extraño, pero ahí estaba, con su traje gris. Ahoraél dirigía sus pasos en dirección a su casa. Asustada sólo podía

    creer que se trataba de un ladrón, su mente le sugirió enfrentar-lo, pero era arriesgado. Lo siguiente que hizo fue acercarse al

    ventanal, de pronto quedaron frente a frente apenas separados por el cristal. Él la miraba, ella leía sus labios:

     —Me llamó Cristóbal, ¿y tú?Consternada la joven corrió hacia la primera habitación, ya

    no había una sola foto. En ese momento la llave colgada de su

    cuello pareció tener vida, deseaba ser utilizada. Su pecho pal- pitaba con fuerza ante la incertidumbre de no saber quién era

    aquel joven, quería descubrir el misterio. Vino a su mente por primera vez la idea de salir.

    Ese día, por primera vez, se detuvo ante la puerta y comenzóa tocar con su mano derecha aquella llave que la abría. La casa

     parecía temblar, escuchaba cómo los cuadros caían. Con ciertotemblor en sus manos decidió girar la perilla y salió. Comen-

    zó a caminar en dirección de aquel joven, reconoció el presente.A sus espaldas sólo quedaba una casa destruida.

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    LEGADO

    Ya sentada ante el ministerio público, Rita Carrasco, de dieciocho

    años, comenzaba su declaración:

     —Mi único pecado ha sido ser una Carrasco, si tan sólo la

    vida me hubiera dejado pertenecer a otra familia yo no me veríadestinada a tener seco el corazón.

     —Mira Rita, tu caso es complicado, así que déjate de tonte-

    rías —le decía el licenciado, mientras una mujer escribía con

    velocidad en la Olivetti—. Fuiste hallada en la escena del crimen,

     peor aún, con el arma homicida en tu mano.

     —¿Qué quiere que le diga? ¿Que soy culpable? Pus sí ,  lo

    soy. Clavé diez veces ese cuchillo en el pobre del Juan. ¿Qué

    quería que hiciera? ¿Conformarme con el destino de tener secoel corazón, ah? Cuando el Juan me habló por primera vez de

    amor se alejaron de mí los espantos con los que había vivido

    toda mi rejodida vida.

    Y comenzó la declaración:

     —Mi abuela, Guadalupe Carrasco tuvo dos maridos, la Lupe

    era guapa, pero ser malquerida ya era su destino. Los dos hom-

     bres de su vida la dejaron, uno por la Cleotilde, y el otro, por laCeferina. Tres chamacas fueron las que la Lupe tuvo que sacar

    adelante, y usted se preguntará cómo. Pus cómo va a ser, a la

    Lupe se le secó el corazón de la tristeza “los hombres no dejan

    vivir a una Carrasco en su corazón, la terminan cambiando a

    una por mejores piernas”.

     —Por eso la Lupe mejor se resignó a no tener un compañero

    de vida, y vendía sus caricias, eso sí con toda la discreción que

    se podía, naiden se cuestionaba la tardanza de los hombres en

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    la casa de la Lupe cuando deseaban que les confeccionara un

    traje. Lupe le hacía a todo menos a la costura. Así Lupe crio a

    sus hijas: Carmela Carrasco, Pilar Carrasco y Alfonsina Carrasco,

    mi madre. La cantaleta de la abuela siempre fue la misma “los

    hombres no dejan vivir a una Carrasco en su corazón, la terminan

    cambiando a una por mejores piernas”; y no me lo va a creer

     pero era la puritita verdad. Pa’muestra, la vida de la tía Carmela

    Carrasco, hágame el favor que se enamoró de Fulgencio, elcapataz de los Herrera, sí, Fulgencio.

     —Usted le conoce a la mujer y los cinco chamacos, pero la

     pobre tía Carmela tuvo a mal enamorarse de un hombre rejun-

    tado. El día que el Fulgencio le propuso la huida, la tía Carmela

    volvió a escuchar la sentencia de su madre pero ni así se detuvo.

    Cuál va siendo su sorpresa que en el monte donde dizque la iba

    a esperar Fulgencio, le llegó el amanecer solita, el Fulgencio prerió a su mujer. La tía Carmela nunca se casó, dejó de ir a

    misa, pues a la salida se topaba al enamorado con todo y esposa

    y chamacos.

     —Pilar no tuvo mejor suerte para eso del amor. Ante los

    arrebatos y desaires del Jaime prerió robar de la botánica de

    don José un frasquito de arsénico, y se lo tomó toditito. Pilar

    Carrasco no murió, al contrario, en medio del lavado de panza

    encontró, según me contaba la Lupe, el milagro de Dios, se hizomonja, de vez en cuando la visito en el convento.

     —La más pequeña de las tres, Alfonsina Carrasco, conaba

    en que su destino sería distinto. Un día conoció a Patrick Rogers,

    un inglés que llegó de la comitiva para la empresa uvial. Según

    me contaba la Lupe, nunca se cansó de decirle a Alfonsina que

    “los hombres no dejan vivir a una Carrasco en su corazón, la

    terminan cambiando a una por mejores piernas” pero parecía

    que la cosa ahora sí iba enserio.

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     —La Lupe pensaba que su pequeña Alfonsina se había libra-

    do de ser una malquerida, hasta yerno güerito le iba a tocar. Todo

    era perfecto, en el pueblo se hablaba de la mala suerte de las

    Carrasco, pero ante los ojos de todos, el tal Patrick rompía

    los rumores. Y pus mi mamá le creyó, un día la empresa uvial

    había partido, con ella también se fue el yerno güerito de la Lupe.

    Pero le dejó un souvenir  a mi mamá: yo; así se burlaba ella de

    su suerte, el Patrick le enseñaba palabras graciosas. —Por eso cuando el Juan me habló por primera vez de amor

    se alejaron de mí los espantos con los que había vivido toda

    mi rejodida vida, qué tal que él sí me amaba. Me ilusioné, y

    Alfonsina sólo se reía de mí. “Ay, Rita”. Pero el Juan se veía

    que sí me quería.

     —Entonces, ¿por qué lo mataste? —le preguntó el licenciado

     —Todos los días a su lado eran requetebonitos, pero micabezota no se olvidaba de que era una Carrasco. Por eso vi-

    vía aterrada de que otro amor lo invadiera, y pese a todo nos

    casamos, pero yo contaba cada día y sabía que tanta felicidad

    era de mentiritas, que un día yo iba a ser una malquerida. Ayer

    ya no pude con tantas ideas, por eso clavé diez veces ese cuchillo

    en mi Juan.

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    EL NÁUFRAGO

    Después de tres meses de permanecer en aquella isla perdida,

    la realidad le era confusa. Esperar era el verbo de su condena,

     pues debía “esperar” a que alguien lo rescatara. Recordaba

    cuando el barco “Ulises” lo escupió hacia el océano Pacíco al

    momento de hundirse. La desesperación de estar a la deriva lodejó inconsciente, supo que estaba en tierra rme cuando el sol

    y la arena comenzaron a quemar su piel.

    Desde entonces su hogar ha sido esta isla desierta donde lo-

    gró edicar un pequeño refugio con troncos y hojas de árboles.

    Aplicó su conocimiento para producir fuego, y así consiguió

    hacer algunas señales de humo para emplearlas en el momen-

    to justo, cuando sus ojos vislumbraran un barco en el horizonte.Era notoria su baja de peso, al igual que las heridas y quemaduras

     producidas por la sal del mar y el sol.

    Una tarde, antes de dormir, miró a lo lejos unas luces que pa-

    recían otar en el mar. Supo que era un barco, así que corriendo

    se dirigió hacia la hierba seca que había preparado y comenzó a

     prenderle fuego, de manera inconsciente gritaba creyendo que

    los tripulantes podían escucharlo.

    Pasaron unos minutos y, al n, hubo respuesta. El barco sedirigía a su rescate. Emocionado, con lágrimas en los ojos y

    con la esperanza cobijándolo, corrió hacia el navío. Se adentró

    al mar hasta que un pequeño bote proveniente del buque salió a

    su encuentro. Fue recibido por dos hombres a quienes no pudo

    evitar abrazar.

    En cuanto el pequeño bote llegó al barco, el náufrago reco-

    rrió con la mirada la majestuosidad metálica de su salvador;sin embargo, aquél navío le parecía familiar. De pronto tuvo el

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    MILAGROS FERNÁNDEZ MORALEL BARCO LLENO DE LUZ

    Un joven pescador se pasaba las noches contemplando elmar desde la orilla. De pronto vio entre la bruma que sedispersaba, una luz muy brillante, no lo podía creer, era un barco

    transparente, se veían los camarotes, el comedor, los pasillos en

    la parte de estribor. Sintió algo de miedo y prerió irse a casa. La

    imagen no se barraba de su mente, ¿sería una ilusión? ¡No! segu-

    ro que lo vi pero, mañana iré con Luis su compañero de faenas.

    Hugo rerió a Luis su experiencia pidiéndole que lo acom-

     pañara.

     —Con gusto iré contigo, me parece fantástico lo que me

    dijiste.Sin más ni más se situaron en el mismo lugar de la noche

    anterior, no se veía nada, el mar estaba tranquilo.

     —¿No habrás visto visiones? —le interpeló el amigo, cuando

    es ese momento apareció la bruma y después el barco lleno de luz.

     —¿Me crees ahora?

     —Sí, qué belleza, pero mira algo se mueve, ¿Te jas?

     —¡No puede ser! Los platos se colocan solos sobre las me-

    sas del comedor, los cubiertos, las copas, las servilletas, todoel equipo.

     —¡Mira, las sillas se recorren! No hay gente, ¡Haz visto una

    sopera volando de lugar a lugar! como si sirviera la sopa a los

    comensales.

    Los platos volaban juntándose formando una pila que se

    evadía.

    Después aparecieron unos platones vacíos, como sirviendolas viandas, y pasó lo mismo los platos se iban solos, y los ternos

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    del café, se identicaban las jarras, pero no había un ser humano.

    Parece que la cena concluyó, pues las mesas quedaron vacías, las

    sillas volvieron a su lugar y la luz de ese sitio se apagó.

    Los amigos tenían las manos unidas, sus corazones palpi-

    taban el temor se acrecentaba cuando vieron en los camarotes

    las sabanas elevándose y volviendo a su lugar, pero dejando la

    gura de un bulto, esto ya era demasiado.

     —¿Qué o quienes habitaban ese barco transparente? ¿Quémensaje traería? ¿Para quién?

    En ese momento Hugo reconoció el barco, en lo que sería la

    quilla, se alcanzaba a leer algo borroso: “El Sultán de los Mares”

    Hacía dos años que naufragó. Su padre trabajaba ahí como

    camarero y no lo volvió a ver. Sintió un gran alivio trató de poder

    identicarlo y para su sorpresa notó que en uno de los camarotes

    una servilleta se movía haciendo señales. Hugo no pudo más laslágrimas rodaban por sus mejillas, su padre seguía trabajando en

    el más allá. Luis, su amigo, le pasó un brazo sobre el hombro,

    Ciudad de México, 4 de abril de 2013

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    VAYA DESTINO

    Héctor, estudiante universitario, no tenía problemas. Hijo defamilia con buena posición disfrutaba de paseos y comodidades.

    El día que cumplió veinte años empezó a sentir que alguien loseguía, pero al darse vuelta nada estaba detrás de él. Los días

     pasaron y la angustia era peor, la sensación de esa presencia sehacía insoportable. Casi ni dormía, sentado o caminando aquello

    lo estaba volviendo loco.Acudió a brujos pues le decían que era un hechizo. Le dieron

    unas limpias con yerbas, con huevo, hasta gallina negra, sin

    ningún resultado. Sus padres aigidos lo llevaron con parapsi-cólogos, con terapeutas que no entendían su caso, no le veían

    solución, le decían que su destino era cargar con esa presencia.

    Él no se resignaba.Angustiado se veía en el espejo cuando la chica del servicio

    entró a limpiar la habitación. Héctor le preguntó:

     —¿Jesusa? Dime, ¿no ves la sombra que me sigue?Ella contestó:

     —¡No! No la veo. Pero, ¿por qué no le da usted un susto? —¿Qué? —dijo asombrado.

     —Sí, sorpréndala y grítele que lo deje en paz.

    Se sonrió de tal ocurrencia y se fue a correr como todas lasmañanas. Las palabras de la chica resonaban en su cabeza, de-

    cidió ponerlas en práctica.Iba corriendo, de pronto se volteó rápido gritando con todas

    sus fuerzas: —¡Basta ya! ¡Déjame en paz!

    Agotado regresó a su casa, con alivio notó que la presencia

    no lo seguía.Ciudad de México, 28 de febrero de 2013

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    VÍSPERA DE BODA

    Leonor y Rafael eran novios desde la adolescencia, su amor era

    sano, rme, vivían el uno para el otro. Paseaban por el parque

    haciendo planes para el futuro y uno de ellos era viajar juntos a

    Europa, visitar las principales capitales. Se prometieron que su

    hogar sería un remanso de paz y armonía que se alegraría conla llegada de los hijos.

    Pasó el tiempo, terminaron sus carreras, era el plazo conve-

    nido para formalizar el matrimonio.

    Ambas familias estaban felices con esa unión, ayudándoles

    con los preparativos, pero siempre respetando la opinión de la

     pareja.

    Aunque estaban pagado el banquete, el menú y los adornos delas mesas fueron al gusto de ellos. Se enviaron invitaciones y los

    regalos no se hicieron esperar. Reinaba la alegría, el optimismo

    y la dicha otaban en la casa.

    La víspera de la boda Leonor se sentía en las nubes, era tal

    su abstracción, que sin darse cuenta, se tropezó y rodó por la

    regia escalinata de maderas de Ceilán. Sus padres acudieron de

    inmediato a auxiliarla, estaba inconsciente.

     —¡Pronto! ¡Pronto! Una ambulancia.La trasladaron al Hospital de La Rosa. De ahí llamaron a

    Rafael que acudió de inmediato. La angustia era muy grande.

    El tiempo parecía eterno lo mismo que el pasillo por donde

    caminaban. Después de varias horas. El médico salió diciéndoles:

     —Se ha salvado, pero no podrá caminar.

    El desplome fue total. Silencio, abrazos, llanto. La boda se

    suspendió. Cancelaron el restaurante, devolvieron lo regalos.Sólo tristeza se sentía en la casa.

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    DIANA

    Felipe, un joven soltero no mal parecido trabajaba en un despa-cho en las calles de Reforma. Todos los días pasaba cerca de la

    fuente de la Diana Cazadora. No se cansaba de admirarla. Eratal su obsesión que acudió a un escultor amigo suyo para que le

    hiciera una réplica.Por n llagó el día en que la escultura estaba en su habitación.

    Se pasaba todas las noches contemplándola, la recorría lenta-mente con la mirada, deteniéndose en cada parte. Todo de ella lo

    excitaba: sus labios carnosos, la espléndida cabellera, el cuello

    tenso por la posición, los brazos, su pecho erguido, la cintura pequeña, la curvatura de su espalda, las caderas delineadas, el

    monte de Venus, sus muslos y piernas tan bien torneadas, hasta

    los dedos de los pies le parecían adorables. Se tiraba extasiadosobre la cama, su mayor ilusión era poseerla.

    Un día que pasaba cerca del taller de su amigo aprovechó para

    visitarlo. Al entrar vio a una modelo posando para una escultura,en seguida pensó:

     —¡Es mi Diana!Esperó a que saliera proponiéndole que posara una noche en

    su casa. La chica accedió. Llegó puntual a la cita. Felipe le pidió

    que imitara a la cazadora. Lo hizo muy bien, sólo le movió un poco el rostro.

    Comenzó a contemplarla de cabeza a pies recorriendo suclásica rutina varias veces. Era una escultura de carne y hueso

    muy bella. Pasados unos momentos Felipe pagó sus servicios,después la acompañó hasta la puerta.

    Al volver a la habitación y contemplar la estatua dijo:

     —Preero a mi DIANA.29 de noviembre de 2013

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    LA MEMORIA SIN MEMORIA

    Rodolfo se creía Valentino y, como tal, conquistador. Se paseaba

     por las grandes avenidas en busca de nuevas aventuras. Los

    lugares más propicios eran los restaurantes y las cafeterías muy

    típicas sobre las banquetas, las mesas cubiertas con manteles de

    colores y no podían faltar las ores y las velas.Esa tarde vio a una joven muy atractiva, pero distraída parecía

    ausente. El enseguida la abordó preguntándole:

     —¿Me puedo sentar?

    Ella alzó los hombros en señal de me da igual, ni lo miró, su

    estado de ánimo era pésimo.

    Rodolfo con aire seductor le dijo:

     —¿Cómo te llamas? —Jimena —contestó volteando al n el rostro para mirarlo;

    en ese momento reconoció al hombre que años atrás había des-

    trozado su vida: su novio la había rechazado cuando supo que

    fue seducida y engañada por otro hombre, su sinceridad le había

    costado el abandono.

    Fue tan fuerte el impacto de ese recuerdo que, después de

    abofetearlo, llena de rabia salto hacía la acera y se arrojó entre

    los automóviles, murió al instante.Rodolfo, estupefacto no comprendió el porqué de ese suceso.

    Con su falta de memoria y su cinismo comentó:

     —¡Habrá sido alguna de las mías! —y se marchó como si

    nada.

    24 de mayo 2012

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    LA MUERTE COMO TRANSICIÓN

     No la temo en mí, no la quiero para mis seres queridos, la au-

    sencia de ellos me duele. Sé que seguirán vivos mientras los

    recuerde.

     No quiero la muerte de ninguna persona. Sólo mato arañas,

    cucarachas y espero en este taller matar el ocio.

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    TE CONOCÍ SOLTERO

    Eran ejemplo de una familia unida y si ocurrían problemas los

     padres se iban a tratarlos dentro del auto que quedaba por

    las noches estacionado en la calle. No involucraban a sus

    hijos, los protegían de cualquier discusión.

    Jacinto, hombre trabajador dedicado a su hogar, pendiente deque nada les faltara tanto a su mujer como a sus hijos: el mayor

    de 14 años, la niña 11 y el pequeño 6. Tenían todo: escuelas,

    ropa, paseos, diversiones, etc. La armonía era evidente. Un día

    Jacinto pidió hablar con Luisa a solas, como era su costumbre

    se dirigieron al automóvil. Él no sabía por dónde empezar, de

     pronto le dijo que quería el divorcio, ella sorprendida le preguntó:

     —¿Por qué? —Estoy enamorado de otra mujer.

     —¿La conozco?

     —Sí, es mi secretaria. No te preocupes, nada les faltará.

    Piénsalo, después hablamos.

    Luisa quedó impactada con la noticia. Contuvo su reacción

    de llorar o de gritar, tristemente y sin reproche dijo:

     —Lo pensaré.

    ¡Vaya sorpresa! Tengo que salvar mi matrimonio, reexiona- ba, y su cabeza llena de ideas la confundían, ¿no será un arrebato

     por la edad que tiene, 45 años? Tal vez deseaba dejar responsa-

     bilidades para vivir un idilio. Ahí encontró la clave. Pasó una

    semana y al n decidió hablar con él, ya se sabe, en el coche.

    Sin más preámbulos Luisa le dijo que le daba el divorcio.

    Jacinto no cabía del asombro, sus ojos se agrandaron como

     platos. —¿Sí me lo das?

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    Pero el gusto se aplacó cuando ella le dijo:

     —Claro, pero te llevas a tus hijos.

     —¿Qué? ¿Cómo?

     —Cuando yo te conocí estabas soltero y sin hijos, acepté

    unirme a ti como estabas. Tú secretaria te conoció casado y con

    hijos, igual debe aceptarte, ¿no te parece?

     —Es que… ¿no quieres a tus hijos?

     —Sí, pero estarán mejor contigo.Jacinto propuso a su novia las condiciones para unirse, ella

    no aceptó como era lógico, y renunció de inmediato al empleo.

    Contrató a otra secretaria algo mayor y casada. La lección valió

    la pena pues había cariño, volvieron a ser una familia unida. Él

    se dejó de tonterías y tuvieron otro niño.

    Luisa no se cansaba de repetirse:

     —Si la secretaria hubiera dicho que sí, yo me muero, perotenía que arriesgarlos.

    29 de agosto de 2013

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    HERNANDO GAITÁN RODRÍGUEZMI CAMAROTE

    Mi camarote es donde verdaderamente habito y dondeocasionalmente duermo toda la noche. En mi recamarasólo seco todo mi cuerpo, me visto o desvisto y, generalmente,

    duermo. En mí camarote nada más cabe una cama y el librero

    atarragado de libros, el radio y las cámaras fotográcas. La luz

    se proyecta desde la pared de la cabecera, es movible, cuando la

    dirijo al techo obtengo una iluminación indirecta, relajante. En mi

    camarote escribo con la “Cheyen” como llamo a la laptop, leo,

    escucho música, pienso, sueño y en ocasiones, como ya dije, me

    quedo dormido toda la noche oyendo la radio.

    Cada que entro en mi “camarote” es como si regresara a laentraña de mi madre; es mi pequeño huevo. Sólo le falta una

    claraboya; pero, como no tiene caso perforar la pared, mejor le

    dibujé una playa imaginaria y las peñas de la bahía de Puerto

    Escondido, Oaxaca.

    Cuando me visitan mis nietos gustan de estar en él, el otro

    día me encontré un papelito en el que se leía: Hoy estuve, muy

     feliz en el “camarote” del abuelo, donde tiene muchas cámaras

     fotográcas. Emilio ¡Ah! Y allí sueño mucho. Bueno, con el deseo de enseñarlos

    a soñar, les dije el otro día:

     —Cuando me vean quieto, en silencio y con una sonrisa en

    la cara; es que estoy soñando.

    Pasó el tiempo y me sorprendió Emilio con: ¿En qué sueñas