EL MESIAS, EL SEÑOR -...

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Santuario Sagrado Corazón de Jesús de Moca, R. D. Tel. (809) 578-2386 -Mail: [email protected] • www.salesianosmoca.com La confesión de Pedro en el evangelio concentra nuestra atención en este domingo. Pedro menciona dos verdades fundamentales: el mesianismo y la divinidad de Jesucristo. Es decir, Él es el Mesías, el que había de venir para salvar al pueblo, el ungido del Señor; y Él es el Hijo de Dios. Jesús se dirige a sus apóstoles y les pregunta: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Los apóstoles responden, sin demasiado compromiso, lo que la gente pensaba de Jesús: unos decían que era Juan el Bautista, otros que Jeremías o alguno de los profetas. En efecto, Jesús ya había realizado varios milagros y había ofrecido diversas predicaciones, su fama empezaba a extenderse. Sin embargo, Jesús desea saber cuál es el pensamiento de sus hombres: Y ustedes ¿quién dicen que soy yo? La pregunta toca la esencia misma de la relación entre Jesús y sus discípulos. De esta respuesta depende el significado de sus vidas. De esta respuesta depende el sentido del sacrifico que habían hecho al dejar sus bienes y ponerse en seguimiento del maestro. No era, por tanto, una respuesta que se ofrece a la ligera y de modo superficial. Había que meditar antes de hablar. Por ello, debemos agradecer a Pedro su respuesta. Ella orienta todas las respuestas que nosotros ofrecemos a la identidad de Jesús. Debemos agradecer, sobre todo, al Padre del cielo que revela a Pedro la identidad de su Hijo: Tú eres el Mesías el Hijo de Dios vivo. Jesús es el Mesías, es decir, aquel que Dios ha ungido con el Espíritu Santo para realizar la misión de la salvación de los hombres y su reconciliación con Dios. Jesús es quien viene a instaurar el Reino de Dios. El esperado por las naciones. Jesucristo es el Hijo de Dios vivo. También nosotros debemos dar una respuesta a la pregunta que hace Jesús, pero una respuesta -sobre todo- de vida. Que Jesús sea realmente para nosotros el camino del Reino de Dios. Que él sea de verdad nuestro Señor, nuestro criterio, nuestro guía. Que deseemos vivir según su Palabra. IMPREARTE EB, SRL • 809-578-3634 Domingo XXI Tiempo Ordinario Ciclo A • 24 de Agosto de 2014 • 34/52 EL VALOR DE LA PUNTUALIDAD Tomado de; encuentra.com El tiempo es un recurso no renovable, de allí su extremado valor. Por eso la puntualidad es cortesía, educación y respeto. La impuntualidad es una muestra de falta de cultura, es no apreciar el tiempo de los otros ni el propio. El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestros compromisos adquiridos deliberadamente: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por entregar, una cita médica... La puntualidad es necesaria para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza. ¿Por qué no somos puntuales? La falta de puntualidad denota desorden, mal manejo del tiempo, falta de planeación en nuestras actividades, y por supuesto carencia de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo esto? El interés, el deseo y los gustos están muy asociados con la impuntualidad. Es decir, cuando tenemos un total interés en algo, como por ejemplo una cita para aplicar a un empleo, seguramente estaremos antes de la hora acordada y tomaremos todas las medidas para cumplir con este compromiso. Al contrario de la cita donde el odontólogo la cual nos causa molestia y buscamos aplazarla hasta el último minuto. Obviamente hay actividades que nos generan un mayor interés y atracción, por eso para algunas personas, el valor del tiempo varía dependiendo de la situación. El resultado de vivir de acuerdo a nuestros gustos, es la pérdida de formalidad en nuestro actuar y poco a poco se reafirma el vicio de llegar tarde. Hay otro factor que también influye en el valor de la puntualidad y es el orden. Cuando no tenemos claridad de ideas, ni prioridades, tampoco una lista de pendientes, y menos un mapa de actividades que nos guía, lo más coherente es que el tiempo se pierda fácilmente. La pereza, el olvido, la falta de concentración, también son motivos que afectan este valor. Además de lo anterior, la falta de puntualidad tiene un cierto grado de egocentrismo. Es decir, partir de la base de que el tiempo de los otros es menos valioso que el propio, así que no importa llegar tarde porque la otra persona no es tan “importante” como lo soy yo. Además de ser una actitud egoísta es totalmente irrespetuosa. ¿Cómo corregir la falta de puntualida d? No nos volvemos puntuales de la noche a la mañana. P a r a querer corregir este error se necesita voluntad, disciplina, determinación, compromiso y responsabilidad como en todos los propósitos. Antes de empezar a poner alarmas, llenar agendas, programar recordatorios, etc., se tendrá que hacer un cambio de mentalidad. Debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra deberá ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el momento preciso y necesario. Seguido de esto, se tendrá que encontrar la causa que provoca nuestra impuntualidad (mencionadas anteriormente: interés, importancia, orden, egocentrismo, pereza, olvido, falta de concentración…). Allí encontrará muchas respuestas y también las soluciones para desterrar este mal hábito. Establecer un orden y delimitar prioridades es básico. Asimismo, concentrarse en la actividad que estamos realizando, procurando mantener nuestra atención para no divagar y aprovechar mejor el tiempo. Para corregir esto, se tendrá que echar mano de algunas ayudas, como son las alarmas del computador, agenda electrónica, celular, pedirle a un familiar o compañero que nos recuerde la hora (sólo algunas veces para no ser molesto y dependiente). Por último, habrá que hacer algunos ajustes en nuestro nuevo estilo de vida enmarcado en la puntualidad. Quizá levantarse un poco más temprano, adelantar el reloj unos minutos, establecer un horario, entre otros. Vivir el valor de la puntualidad es una forma de hacerle a los demás la vida más agradable, mejora nuestro orden y nos convierte en personas dignas de confianza. EL MESIAS, EL SEÑOR

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Santuario Sagrado Corazón de Jesús de Moca, R. D. Tel. (809) 578-2386 -Mail: [email protected] • www.salesianosmoca.com

La confesión de Pedro en el evangelio concentra nuestra atención en este domingo. Pedro menciona dos verdades fundamentales: el mesianismo y la divinidad de Jesucristo. Es decir, Él es el Mesías, el que había de venir para salvar al pueblo, el ungido del Señor; y Él es el Hijo de Dios. Jesús se dirige a sus apóstoles y les pregunta: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Los apóstoles responden, sin demasiado compromiso, lo que la gente

pensaba de Jesús: unos decían que era Juan el Bautista, otros que Jeremías o alguno de los profetas. En efecto, Jesús ya había realizado varios milagros y había ofrecido diversas predicaciones, su fama empezaba a extenderse. Sin embargo, Jesús desea saber cuál es el pensamiento de sus hombres: Y ustedes ¿quién dicen que soy yo? La pregunta toca la esencia misma de la relación entre Jesús y sus discípulos. De esta respuesta depende el significado de sus vidas. De esta respuesta depende el sentido del sacrifico que habían hecho al dejar sus bienes y ponerse en seguimiento del maestro. No era, por tanto, una respuesta que se ofrece a la ligera y de modo superficial. Había que meditar antes de hablar. Por ello, debemos agradecer a Pedro su respuesta. Ella orienta todas las respuestas que nosotros ofrecemos a la identidad de Jesús. Debemos agradecer, sobre todo, al Padre del cielo que revela a Pedro la identidad de su Hijo: Tú eres el Mesías el Hijo de Dios vivo. Jesús es el Mesías, es decir, aquel que Dios ha ungido con el Espíritu Santo para realizar la misión de la salvación de los hombres y su reconciliación con Dios. Jesús es quien viene a instaurar el Reino de Dios. El esperado por las naciones. Jesucristo es el Hijo de Dios vivo.También nosotros debemos dar una respuesta a la pregunta que hace Jesús, pero una respuesta -sobre todo- de vida. Que Jesús sea realmente para nosotros el camino del Reino de Dios. Que él sea de verdad nuestro Señor, nuestro criterio, nuestro guía. Que deseemos vivir según su Palabra.

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Domingo XXI Tiempo Ordinario Ciclo A • 24 de Agosto de 2014 • 34/52

EL VALOR DE LA PUNTUALIDADTomado de; encuentra.com

El tiempo es un recurso no renovable, de allí su extremado valor. Por eso la puntualidad es cortesía, educación y respeto. La impuntualidad es una muestra de falta de cultura, es no apreciar el tiempo de los otros ni el propio.El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestros compromisos adquiridos deliberadamente: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por entregar, una cita médica...La puntualidad es necesaria para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza.¿Por qué no somos puntuales?La falta de puntualidad denota desorden, mal manejo del tiempo, falta de planeación en nuestras actividades, y por supuesto carencia de una agenda, pero, ¿qué hay detrás de todo esto?El interés, el deseo y los gustos están muy asociados con la impuntualidad. Es decir, cuando tenemos un total interés en algo, como por ejemplo una cita para

aplicar a un empleo, seguramente estaremos antes de la hora acordada y tomaremos todas las medidas para cumplir con este compromiso. Al contrario de la cita donde el odontólogo la cual nos causa molestia y buscamos aplazarla hasta el último minuto.Obviamente hay actividades que nos generan un mayor interés y atracción, por eso para algunas personas, el valor del tiempo varía dependiendo de la situación. El resultado de vivir de acuerdo a nuestros gustos, es la pérdida de formalidad en nuestro actuar y poco a poco se reafirma el vicio de llegar tarde.Hay otro factor que también influye en el valor de la puntualidad y es el orden. Cuando no tenemos claridad de ideas, ni prioridades, tampoco una lista de pendientes, y menos un mapa de actividades que nos guía, lo más coherente es que el tiempo se pierda fácilmente. La pereza, el olvido, la falta de concentración, también son motivos que afectan este valor.Además de lo anterior, la falta de puntualidad tiene un cierto grado de egocentrismo. Es decir, partir de la base de que el tiempo de los otros es menos valioso que el propio, así que no importa llegar tarde porque la otra persona no es tan “importante” como lo soy yo. Además de ser una actitud egoísta es totalmente irrespetuosa.

¿ C ó m o corregir la f a l t a d e puntualidad?N o n o s volvemos puntuales de la noche a l a m a ñ a n a . P a r a q u e r e r

corregir este error se necesita v o l u n t a d , d i s c i p l i n a , determinación, compromiso y responsabilidad como en todos los propósitos.Antes de empezar a poner alarmas, l l ena r agendas , p rogramar recordatorios, etc., se tendrá que hacer un cambio de mentalidad. Debemos ser conscientes que toda persona, evento, reunión, actividad o cita tiene un grado particular de importancia. Nuestra palabra deberá ser el sinónimo de garantía para contar con nuestra presencia en el momento preciso y necesario.Seguido de esto, se tendrá que encontrar la causa que provoca n u e s t r a i m p u n t u a l i d a d (mencionadas anteriormente: interés, importancia, orden, egocentrismo, pereza, olvido, falta d e c o n c e n t r a c i ó n … ) . A l l í encontrará muchas respuestas y también las soluciones para desterrar este mal hábito.Establecer un orden y delimitar prioridades es básico. Asimismo, concentrarse en la actividad que estamos realizando, procurando mantener nuestra atención para no divagar y aprovechar mejor el tiempo. Para corregir esto, se tendrá que echar mano de algunas ayudas, como son las a larmas del computador, agenda electrónica, celular, pedirle a un familiar o compañero que nos recuerde la hora (sólo algunas veces para no ser molesto y dependiente).Por último, habrá que hacer algunos ajustes en nuestro nuevo estilo de vida enmarcado en la puntualidad. Quizá levantarse un poco más temprano, adelantar el reloj unos minutos, establecer un horario, entre otros.Vivir el valor de la puntualidad es una forma de hacerle a los demás la vida más agradable, mejora nuestro orden y nos convierte en personas dignas de confianza.

EL MESIAS, EL SEÑOR

LECTURAS DE LA MISAPrimera Lectura: Isaías 22, 19-23 Así dice e1 Señor a Sobná, mayordomo de palacio: «Te echare de tu puesto, te destituiré de tu cargo. Aquel día, llamaré a mi siervo, a Eliacín, hijo de Elcías: le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de Judá. Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá. Lo hincaré como un clavo en sitio firme, dará un trono glorioso a la casa paterna.» Palabra de Dios.

Salmo Responsorial: 137R. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón: delante de los ángeles tañere para ti, me postraré hacia tu santuario, daré gracias a tu nombre. R.

Por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu fama; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R.

El Señor es sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al soberbio. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R.

Segunda Lectura: Romanos 11,

33-36 ¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y que irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guia y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén. Palabra de Dios.

Lectura del Evangelio: Mateo 16, 13-20 En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ‒«¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: ‒«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.» Él les preguntó: ‒«Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Simón Pedro tomo la palabra y dijo: ‒«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.» Jesús le respondió: ‒«¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! , porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en e1 cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en 1a tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.» Y 1es mando a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías. Palabra del Señor.

LA VOZ DEL PAPACatequesis del Papa, miércoles 20 de Agosto.

Cristo no anula las culturasQueridos hermanos y hermanas,en los días pasados he realizado un viaje apostólico a Corea y hoy, junto a vosotros, doy gracias al Señor por este gran don. He podido visitar una Iglesia joven y dinámica, fundada en el testimonio de los mártires y animada por el espíritu misionero, en un país donde se encuentran antiguas culturas asiáticas y la perenne novedad del Evangelio, se encuentran a las dos.Deseo nuevamente expresar mi gratitud a los queridos hermanos obispos de Corea, a la señora presidenta de la República, a las otras autoridades y a todos a q u e l l o s q u e h a n colaborado con mi visita. El significado de este viaje a p o s t ó l i c o s e p u e d e condensar en tres palabras: m e m o r i a , e s p e r a n z a , testimonio.La República de Corea es un país que ha tenido un notable y rápido desarrollo económico. Sus habitantes son grandes trabajadores, disciplinados, ordenados, y deben mantener la fuerza h e r e d i t a r i a d e s u s antepasados.En esta situación, la Iglesia es custodia de la memoria y de la esperanza: es una familia espiritual en la que los adultos transmiten a los jóvenes la antorcha de la fe recibida por los ancianos; la memoria de los testigos del pasado se convierte en nuevo testimonio en el presente y esperanza de futuro. En esta perspectiva se pueden leer los dos eventos principales de este viaje: la beatificación de 124 mártires coreanos, que se añaden a los que ya canonizó hace 30 años san Juan Pablo II; y el encuentro con los jóvenes, en ocasión de la Sexta Jornada Asiática de la Juventud.El joven es siempre una persona buscando algo por lo que valga la pena vivir, y el mártir da testimonio de algo. Es más, de Alguno por el que vale la pena dar la vida. Esta realidad es el amor, es Dios que ha tomado carne en Jesús, el Testigo del Padre. En los dos momentos del viaje dedicados a los jóvenes, el Espíritu del Señor Resucitado nos ha llenado de alegría y de esperanza, ¡que los jóvenes llevarán en sus diferentes países y que harán tanto bien!La Iglesia en Corea custodia también la memoria del rol primario que tuvieron los laicos ya sean en los albores de la fe, como en la obra de

evangelización. En esta tierra, de hecho, la comunidad cristiana no ha sido fundada por misioneros, sino de un grupo de jóvenes coreanos de la segunda mitad del 1700, quienes quedaron fascinados por algunos textos cristianos, los estudiaron a fondo y lo eligieron como regla de vida. Uno de ellos fue enviado a Pekín para recibir el Bautismo y después, este laico, bautizó a su vez a sus compañeros. De ese primer núcleo se desarrolló una gran comunidad, que desde el inicio y durante casi un siglo sufrió violentas persecuciones, con miles de mártires. Por tanto, la Iglesia en Corea está fundada en la fe, en el compromiso misionero y el martirio de los fieles laicos.

Los primeros cristianos coreanos tomaron como modelo a la comunidad apostólica de Jerusalén, practicando el amor fraterno que supera cualquier diferencia social. Por eso he animado a los cristianos de hoy a que sean generosos en el compartir con los más pobres y los excluidos, según el Evangelio de Mateo en el capítulo 25: "Todo lo que habéis hecho a uno de estos mis hermanos pequeños, me lo habéis hecho a mí". Queridos hermanos, en la historia de la fe que se desarrolla en Corea se ve como Cristo no anula las culturas, Cristo no anula las culturas, no suprime el camino de los pueblos que atraviesan los siglos y los milenios buscando la verdad y practican el amor por Dios al prójimo. Cristo no elimina lo que es bueno, sino que lo lleva adelante, a cumplimiento.Lo que sin embargo combate Cristo y derrota es al maligno, que siembra cizaña entre hombre y hombre, entre

pueblo y pueblo; que genera exclusión a causa de la idolatría del dinero; que siembra el veneno de la nada en los corazones de los jóvenes. Esto sí, Jesucristo lo ha combatido y lo ha vencido con su sacrificio de amor. Y si permanecemos en Él, en su amor, también nosotros, como mártires, podemos vivir y dar testimonio de su victoria. Con esta fe hemos rezado, y también ahora rezamos para que todos los hijos de la tierra coreana, que sufren las consecuencias de guerras y divisiones, puedan cumplir un camino de fraternidad y reconciliación.Este viaje ha sido iluminado por la fiesta de la Asunción de María. Desde lo alto, donde reina con Cristo, la Madre de la Iglesia acompaña el camino del pueblo de Dios, sostiene en los momentos de mayor cansancio, conforta a cuantos están en la prueba y tiene abierto el horizonte de la esperanza. Por su materna intercesión, el Señor bendiga siempre al pueblo coreano, les done paz y prosperidad; y bendiga la Iglesia que vive en esa tierra, para que sea siempre fecunda y llena de la alegría del Evangelio. Gracias.