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Madre Angélica (reflexiones)

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  • l me escogi para ser

    Madre Anglica

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    "Antes de haberte formado yo en el vientre, te conoca." (Jer 1, 5)

    Nuestras mentes no pueden comprender cun especial es cada alma para

    Dios. No entendemos la d ignidad de ser elegidos por su Bondad para vivir, pensar,

    conocer, ver y amar.

    No somos por casualidad hemos sido elegidos por Dios para existir.

    Antes de que el tiempo comenzara, Dios nos escogi a cada uno y esta eleccin fue

    deliberada. Dios vio a todos los posibles seres humanos que podra crear a lo largo

    de la historia del mundo. Sobre los posibles billones de seres humanos que

    pudieran existir en la mente d e Dios su Ojo se fij en cada uno de nosotros y

    entonces se detuvo y d ijo," T sers." Vio a todos los que podran haber sido y

    decid i que no seran. Su providencia nos puso en un tiempo y estado de vida que

    pudiera extraer nuestro mayor potencial.

    Nos d io a cada uno talentos especiales, dones y virtudes naturales,

    destinados todos ellos hacia un conocimiento ms profundo de l mismo. Incluso

    aqullos cuyas circunstancias les impiden conocerlo d irectamente, poseen una

    conviccin profunda de Su existencia y providencia.

    Nos coloc a cada uno un sistema de radar interno que nos advierte del

    peligro y nos garantiza intuitivamente Su cuidado, para que nunca estemos

    alejados de l y no nos privemos del conocimiento de Su existencia.

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    La Mano que nos form a cad a uno dej Su impronta en nuestras mentes y

    almas, porque l nos hizo a Su propia imagen. El alma que l insufl sobre esta

    obra de Sus Manos nuestro cuerpo fue grabado con algo de Su amor Su

    poder creativo Su fuerza.

    Nosotros reflejamos Su eternidad , una vez que Su voluntad nos llam de la

    nada, nos convertimos en inmortales nuestra alma nunca morir.

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    "Yahveh desde el seno materno me llam; desde las entraas de

    mi madre record mi nombre." (Is. 49, 1)

    Leemos en el Evangelio de S. Juan que, cuando Jess se apareci a Mara

    Magdalena, ella pens que era el jard inero. Su mente no estaba lista para la

    Resurreccin y entonces oy su nombre" Mara!" Fue el tono de voz lo que le

    hizo reconocer a Jess o fue porque el Dios-hombre lo pronunci? Quiz tena la

    resonante cualidad del eco lo que lleg a sus odos? Ese nombre fue pronunciado

    por Dios antes de que ella naciera antes que comenzara el tiempo. A su sonido

    despert una criatura, primero sali de la nada, despus sali del pecado y ahora

    sali de la tristeza. La primera vez que fue pronunciado, decret su nacimiento

    la segunda vez ella vino a ser la tercera le llam a su renacimiento, y ahora,

    despus de la Resurreccin, le llam a reconocer a su Dios en Espritu , en ella, en

    su prjimo y en la fe. Cuando un hombre pronuncia un nombre es principalmente

    una llamada para servir, pero cuando Dios lo p ronuncia, da vida, poder, gracia y

    alegra. Cuando Jess d ijo, "Lzaro sal fuera", un hombre muerto resucit; cuando

    l cambi el nombre de Simn a Pedro, le d io una misin especfica y el poder a un

    hombre. Cuando l tron," Sal, Sal, por qu Me persigu es, un hombre fue

    cegado de golpe, transformado y llamado con el nombre de Pablo. Qu estupendo

    y cun afortunados somos; pues Dios nos llama constantemente por nuestro

    nombre y nos da la gracia para cambiar y responder a Su amor.

  • 5

    "Fuiste t quien del vientre me sac, a salvo me tuviste en los

    pechos de mi madre; a ti me confiaron al salir del seno, desde el vientre

    materno t eres mi Dios. (Sal. 22, 9-10)

    El salmista comprende que fue el Seor Dios quien lo sostuvo en Su regazo;

    pero su madre natural lo aliment y lo cuid. Ve a Dios sostener su cuerpo,

    dndole la fuerza y todas las funciones corporales necesarias para crecer. No

    debemos perder nunca de vista esta realidad . Ni por un momento, Dios ha dejado

    de cuidarnos, proveyndonos y amndonos. Incluso en esas ocasiones en que

    pareca que otros se hacan cargo de nuestro crecimiento y cuidado se haca en el

    regazo de Dios el cuidado amoroso de un Padre compasivo, quin nunca dej

    de cuidarnos. l lo haca tan silenciosamente que no ramos conscientes de Su

    preocupacin. Era como que si Su poder pudiera asustarnos o Su fuerza

    aplastarnos, es por ello que se ocup de nuestra formacin y crecimiento con la tal

    ternura y silencio. Es desafortunado que nosotros hayamos confundido silencio

    con ausencia y ternura con abandono.

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    Porque t has formado mis riones, me has tejido en el vientre

    de mi madre;... Mi aliento conocas cabalmente, mis huesos no se te

    ocultaban, cuando era formado en lo secreto, tejido en las honduras de

    la tierra." (Sal. 139, 14-15)

    Slo Dios nos conoce como somos. Cuando el Salmista d ice que Dios nos

    conoce cabalmente, l quiere decir cada aspecto de nuestra creacin, vida, talentos,

    temperamento y caractersticas. l sabe las cruces que vendran a nuestro camino y

    como cada una nos ayudara a cambiar, moldear y conformar nuestra alma a Su

    Imagen. Como todos los padres, espera el d a en que ver claramente Su reflej en

    nosotros. l nos anticip el elegirle sobre todas las cosas y ve la gloria maravillosa

    que esa eleccin nos proporciona. l vio la santidad que podramos obtener, la

    humildad de corazn que sera como un escud o a nuestro alrededor. l vio las

    lgrimas que Su amor enjugara suavemente y las veces que se inclinara para

    tomar y sostener nuestra mano cuando cayramos en desgracia. l vio nuestras

    malas elecciones y se apen por nuestro dolor y entonces busc maner as de sacar

    lo bueno de todo. S, nos conoci entonces, profundamente y profundamente nos

    conoce ahora y todava l nos ama.

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    ".. en tu libro estn inscritos los d as que me has fijado, sin que

    an exista el primero." (Sal. 139, 16)

    Tenemos una baja opinin sobre nosotros mismos nuestro sentido de la

    justicia de Dios es muy severo nuestro concepto de Su misericord ia, pobre

    nuestro gozo en Su amor, efmero. Reservamos nuestras expresiones de amor a

    Dios como un acto de gratitud despus de algn favor recibido. Cun a menudo

    pensamos en el amor de Dios por nosotros antes que comenzara el primer d a de

    nuestra existencia? Con qu amor y cuidado l nos d io a luz y determin la

    longitud de nuestros d as! Nosotros no somos por casualidad . Tenemos una misin

    que cumplir, un lugar que ocupar en Su Reino, un deber que realizar y un trabajo

    que llevar a cabo. Somos importantes para Dios y una parte integral de la historia

    de la salvacin. Cada ser humano ejerce una influencia, cambia a las personas para

    el bien o el mal, construye o destruye, se sirve o crea oportunidades. Podemos

    decir ciertamente que cada ser humano cambia el mundo para el bien o el mal y el

    mundo no es el mism o porque cada uno de nosotros ha vivido en l. No importa

    cun insignificante sea nuestro papel, la humildad de nuestra posicin, o lo

    desconocido de nuestra contribucin, cada uno de nosotros deja una marca en

    alguna parte de este mundo. Sin portentos l nos elige con gran cuidado y

    determina nuestro curso con amor infinito. Qu don es la vida!

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    "El Espritu santo te vendr sobre ti," el ngel respondi a Mara,

    "y el poder del Altsimo te cubrir con su sombra." "He aqu la esclava

    del Seor..., hgase en m segn tu palabra." (Lc 1, 35-38)

    Qu maravillas y misterios de Dios envuelve este corto prrafo. El mundo

    entero esperaba, estudiaba, d iscerna, ayunaba y oraba por la venida del Santo. El

    relato de Su Encarnacin es corto, pero lleno de alimento para el pensamiento.

    Dios envi a un ngel a pedirle a Mara que consintiera ser la Madre del Redentor.

    l respeta el poderoso regalo que nos ha dado. l no realizar esta mara villa de

    maravillas sin su consentimiento. El ngel le d ijo que no temiera su virginidad

    quedara asegurada fue el Espritu Santo, envolviendo este precioso Templo del

    Seor, el que d ijo "Permite que la Palabra se haga Carne." La misma Voz que

    cubri con sus alas la nada y d ijo, "haya luz", dara a luz a la Palabra Eterna y lo

    pondra en la cuna del tero de Mara. En el instante en que su voluntad concurri

    con la Voluntad del Padre, la Palabra se hizo Carne y habit entre nosotros.

    Hay muchas opiniones hoy acerca de cuando un embrin se convierte en

    persona un ser humano una especie con poderes para decid ir y realizar.

    Cundo se implanta el alma en el cuerpo de un ser humano en vas de desarrollo?

    Algunos d icen que cuando el corazn empieza a latir , otros cuando las ondas

    cerebrales comienzan a funcionar. Qu d ice la Escritura? Qu prueba visible

    poseemos para resolver este misterio?

    Nosotros sabemos que "Jess fue como nosotros en todo excepto en el

    pecado." Debemos ver si la Palabra Encarnada en el tero del Templo Inmaculado

    de Dios Marafructific, fue poderosa viva una Persona Divina Dios

    hombre. La escritura nos d ice que el ngel Gabriel haba informado a Mara que su

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    prima Isabel haba concebido un hijo en su vejez. Inmediatamente despus del

    anuncio de su propia Maternidad , " En aquellos d as, se puso en camino Mara y se

    fue con prontitud a la regin montaosa, a una ciudad de Jud. Estamos hablando

    aqu de un viaje de unos ocho kilmetros un viaje hecho por una mujer que

    acababa de decir su "Amn a Dios. No haba ninguna duda en su mente de que

    ella inmediatamente posey y llev en su tero al Hijo de Dios.

    Tan evidente era la Presencia Divina dentro del ella tan poderosa y fuerte

    esa d iminuta semilla que, en cuanto ella salud a su prima Isabel, el nio que

    Isabel llevaba experiment la fuerza de la Palabra hecha Carne. Isabel y su hijo de

    seis meses sintieron la Presencia de Aquel que los sac de la nada. El Dios-hombre

    que haba sido puesto justo un d a antes en la oscurid ad del seno de Mara

    Inmaculada, d io la luz de la santidad y la gracia santificante a Su viviente, pero

    an no nato, Precursor. La madre y el nio sintieron una Presencia y sus almas

    sintieron, humildes y jubilosas. "Isabel exclam a gritos: Bendita t en tre las

    mujeres y bendito el fruto de tu seno; y de dnde a m que venga a verme la

    madre de mi Seor?" Era ciertamente un misterio para Isabel. El Hijo Encarnado de

    Dios empez la redencin de la humanidad y la propagacin de la Buena Nueva

    tan pronto como l fue hecho Carne.

    En el momento de la Encarnacin, Isabel estaba en su sexto mes y Lucas nos

    informa que Mara se qued con ella tres meses hasta el nacimiento y

    circuncisin de Juan el Bautista. No hay ninguna duda de que Mara realiz esa

    visita inmediatamente despus de que la Palabra se hiciera Carne. No puede haber

    pues ninguna duda en nuestras mentes acerca de cuando se unen alma y cuerpo

    para formar un ser hecho a imagen y semejanza de Dios. Es en la concepcin.

    Si slo hubiera habido en Mara el principio de un cuerpo, sin un alma

    humana unida a la Divinidad , no habra habido ninguna reaccin por parte de

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    Isabel y su hijo nonato ninguna exclamacin de sorpresa por el honor de ser

    visitados y cuidados por la propia Madre de Dios. La maternidad empieza

    ciertamente cuando hay un ser completo dentro de una mujer, un ser con un

    cuerpo y un alma, unidos para formar juntos una persona humana. Isabel atestigu

    la verdad de esta realidad llamando a Mara la Madre de su Seor. Ella vio dos

    misterios en una mirada intuitiva la Encarnacin del Mesas y la realidad de una

    persona totalmente humana en la concepcin.

    Cundo Dios d ice, "haya vida" nos atreveremos a decir "no ser?

  • 11

    "O no sabis que vuestros cuerpo es templo del Espritu Santo,

    que est vosotros y habis recibido de Dios, y que no os pertenecis?

    Habis sido bien comprados! Glorificad , por tanto, a Dios en vuestro

    cuerpo. (1 Cor 6, 19)

    Tenemos tendencia a pensar que nuestro cuerpo es nuestro y que podemos

    hacer con l lo que nos gusta. Pero esto no es as. Hemos sido creados por Dios

    creados como dbiles seres humanos una parte humana otra espiritual. Nuestra

    d ignidad como seres humanos fue degradada en el p rincipio, por el orgullo y la

    rebelin de nuestros primeros padres, Adn y Eva, y despus por nuestras propias

    malas decisiones. El amor de Dios por nosotros invent un modo de levantarnos

    sobre nuestra degradacin sobre nuestra propia naturaleza, y nos escogi como

    seres a los que l podra llamar legtimamente "hijos". Envi a Su propio Hijo a

    tomar nuestra carne sobre s vivir y morirse como uno de nosotros y despus

    resucitarlo de la muerte para que furamos liberados de la esclavitud del pecado.

    Qu precio se pag por alguien de naturaleza tan frgil, tan vacilante en su

    voluntad y tan inclinada al mal! El Gran Rey busca un campesino para elevarlo a la

    d ignidad de un Prncipe. Cada uno de nosotros es un tipo de Cenicienta que es

    atrado por el Rey para vivir una nueva vida. La eleccin es nuestra, pero el premio

    es Suyo l tiene ya derecho sobre todo lo que somos, todo lo que poseemos. l

    slo tiene el bien para darnos. Por qu preferimos tan a menudo lo que nos daa?

    Es el derecho de escoger el bien y el mal ms precioso para nosotros que la paz, la

    felicidad y la alegra? Preferiramos ser miserables y emplear mal nuestra libertad

    para elegir, en lugar de ser humildes y admitir que Dios Sabe lo que es mejor para

    nosotros? Qu precio pag para salvarnos y qu precio pagamos cundo hacemos

    nuestra voluntad? No, nosotros no tenemos derecho a hacer cuanto deseamos con

    nuestra vida o con la de otros. Nuestra vida pertenece a Dios y ese Dios es bastante

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    poderoso para mantenerla, suficientemente buen o para sostenerla y lo bastante

    prudente para atender todas sus necesidades.

    Nuestro cuerpo, d ice S. Pablo, es casa del Espritu del Seor. Es un Templo.

    Profanarlo por el pecado o quitarle la vida que da el espritu , es cometer una

    injusticia con Dios, los hombres y uno mismo con Dios porque lo cre y Le

    pertenece, con nuestro prjimo porque necesita ver a Dios irradiar en nuestras

    vidas y a nosotros porque fuimos creados para ser hijos de Dios y herederos de Su

    Reino.

    Nos olvidamos que todo lo que Dios cre es bueno. En el Libro de Gnesis,

    para asegurrnoslo, despus del relato de cada d a, d ice Dios "vio que era bueno."

    Si esto es verdad en la creacin de los seres inanimados y los animales, cunto ms

    verdadero en la del ser humano hecho a imagen y semejanza de Dios. Aquellas

    cosas que no convienen a nuestras vidas es lo que hacemos la mayor parte del

    tiempo, pero, incluso en estas circunstancias, Dios saca lo bueno de ellas para

    nosotros. El nico mal en el mundo es el pecado, por el pecado se dest ruye y se

    mata, pero la gracia de Dios resucita las almas muertas y las hace nuevas por el

    arrepentimiento, la confesin y la absolucin. Una vez ms Dios puede decir, "es

    bueno es muy bueno."

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    "Escuchadme.... los que habis sido transportados desde el seno,

    llevados desde el vientre materno, Hasta vuestra vejez. Yo ser el

    mismo, hasta que se os vuelva el pelo blanco, yo os llevar, (Is. 46, 3)

    "Sers como un hijo del Altsimo, y l te amar ms que tu madre,

    (Eclo 4, 10). Como aquel a quien su madre consuela, as yo os

    consolar. (Is. 66, 13). "Yo, yo soy tu consolador. Quin eres t que

    tienes miedo del mortal y del hijo del hombre, al heno equiparado? (Is

    51, 12).

    S, nosotros no apreciamos el don de la vida. Hemos olvidado la realidad

    del cuidado y del amor de Dios por nosotros desde la Concepcin a la muerte.

    Contemplamos la naturaleza como si esta obra irr acional, hecha por la mano de

    Dios, decid iera nuestro destino el destino de unos seres inteligentes. Buscamos

    en el mundo d irectrices para pensar y actuar. Miramos a nuestro vecino e

    intentamos medir sus conceptos e ideales. Buscamos gua y ayuda por tod as partes

    y en cualquier parte, pero no nos d irigimos al Origen de nuestra vida, la Causa de

    nuestro ser, el Dispensador de nuestra inteligencia y la Vida de nuestro espritu .

    Algunos contemplan su nacimiento como un accidente, la vida como un mal

    necesario y la muerte como una resignacin a lo inevitable. La visin puede

    nublarse tanto, por el egosmo, las estad sticas y el orgullo, que un tero que da la

    vida se ha convertido en una tumba de muerte. Hay otros cuyos conceptos de la

    vida se estrechan, su fu turo es tan desesperado y su presente tan insufrible, que la

    nica solucin a su problema es la extincin completa de esta vida. Y hay muchos

    que viven en un tipo de oscuro mundo la oscuridad de lo inferior de

    desesperacin, sin un pensamiento sobre Dios, el amor o lo que pueda venir. Viven

    dentro del crculo de sus propios pensamientos, deseos egostas y odio a s

    mismos. Si aquellos que viven en estas actitudes dolorosas y frustrantes,

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    comprendieran solo cunto les ama Dios, cmo tienen un lugar en Su s planes,

    cmo cuida de ellos y desea que estn con l en Su Reino. Ciertamente la

    comprensin de ser creados, sostenidos, amados y cuidados desde la concepcin,

    en la vida y en la muerte, asegurara la libertad a los nonatos, dara fuerza a los

    desamparados y confianza a los desesperados.

    Dios tiene toda nuestra vida en la palma de Sus Manos podemos

    descansar seguros en nuestro pasado, presente y futuro porque l nos ama.

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    Cortesa de:

    Eternal Word Television Network

    5817 Old Leeds Road

    Irondale, AL 35210

    EWTN Espaol

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