El Malestar en La Cultura en La Sociedad Contemporánea

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El Malestar en la cultura en la sociedad contemporánea. Miércoles 20 de febrero de 2013, por Antonio Bello Quiroz Jacques Lacan señaló en algún momento que el psicoanalista tendría que estar a la altura de su época, de esta manera, los cambios sociales y políticos no podrían quedar fuera de las reflexiones del psicoanálisis, de hecho le atañen directamente al presentarle nuevas configuraciones de subjetividad. Sigmund Freud utilizó la expresión “malestar en la cultura” para referirse a la relación que el sujeto mantiene con lo social, con su época, y bien vale acercarse a mirar desde el psicoanálisis los malestares que se producen en las configuraciones sociales contemporáneas. El psicoanálisis nació en una época de ideales, en sentido estricto es hijo de la modernidad. Aunque más exactamente hay que decir que nació en el momento en que los ideales de la modernidad empiezan a tambalearse, en la evidencia de su resquebrajamiento. Su invención

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El Malestar en la cultura en la sociedad contempornea.

Mircoles 20 de febrero de 2013, por Antonio Bello QuirozJacques Lacan seal en algn momento que el psicoanalista tendra que estar a la altura de su poca, de esta manera, los cambios sociales y polticos no podran quedar fuera de las reflexiones del psicoanlisis, de hecho le ataen directamente al presentarle nuevas configuraciones de subjetividad. Sigmund Freud utiliz la expresin malestar en la cultura para referirse a la relacin que el sujeto mantiene con lo social, con su poca, y bien vale acercarse a mirar desde el psicoanlisis los malestares que se producen en las configuraciones sociales contemporneas.El psicoanlisis naci en una poca de ideales, en sentido estricto es hijo de la modernidad. Aunque ms exactamente hay que decir que naci en el momento en que los ideales de la modernidad empiezan a tambalearse, en la evidencia de su resquebrajamiento. Su invencin ocurri en una poca que se conoce como La Viena del fin de siglo, marcada por el surgimiento de diversas voces que desde los matices de la filosofa con Nietzsche, el teatro con Wedekind,Kandinsky y Klimt en la plstica, o la atonalidad de Schnberg en la msica, se muestran discordantes con la hegemona del positivismo que se empieza a revelar como insuficiente para contener el malestar que la modernidad no puede silenciar. La razn de este resquebrajamiento no es casual, como el psicoanlisis mismo ensea, los ideales son organizados y regulado su funcionamiento por la existencia de un Otro; luego entonces, sin ese Otro no hay garante que medie en la relacin del sujeto con los ideales. En este sentido de mediador, el Otro tiene una funcin poltica: es garante de discurso. En este punto es necesario hacerse una pregunta: En nuestro tiempo, en dnde podemos situar a ese Otro que operara como garante y regulador de los ideales y cules son sus consecuencias? Desde el psicoanlisis podramos dividir su ubicacin en dos momentos, por un lado, con la modernidad, el Otro opera segn los principios de El Nombre del Padre. Esa poca es la poca de Freud. Pero, por otro lado, ms cerca de nosotros, para Lacan, la gran neurosis contempornea es la de la inexistencia del Otro, lo que dirige al sujeto a la caza del plus de gozar. Qu se trata de decir con estas afirmaciones? El psicoanlisis nos permite descubrir que hay dos maneras de situar el goce: una, la que privilegia el mito freudiano, la vigencia del agente de la castracin, a saber, el padre; y la otra, que tiene que ver con el tapn a la castracin, lo que Lacan llama el plus de gozar. Lacan dice en 1970 en Psicoanlisis, radiofona y Televisin: ... nuestro goce se sita en el plus de goce,lo que l llama nuestro goce, el goce contemporneo, el goce del tiempo marcado por el Otro que no existe, no se sita ms a partir del agente de la castracin, como ocurre hasta la modernidad, sino que est situado en la vertiente del plus de goce, operando justamente como tapn de la castracin.Una ltima puntuacin de entrada, en la poca contempornea, al haberse agujereado los semblantes (lo que sostiene los ideales) para descubrir y comprobar que no hay nada atrs, se dibuja un fondo de angustia general y generalizada, que es otra forma de llamar al malestar de nuestra poca y el lugar del sujeto en ella. Por otro lado, hay que sealar que lo simblico contemporneo, aquello que posibilita sostener el lazo social, se encuentra consagrado a la imagen. No slo por el dominio del espectculo de la imagen sobre la reflexin (lo que ya ha sealado en el campo de lo social Giovanni Sartori), sino que frente a la cada del Otro hay un refuerzo de lo especular; hay que destacar la evidencia de que, ante la inexistencia del Otro, como ltimo reducto, se impone el imperio de la imagen, en una frmula podemos resumir esta reaccin del sujeto: si el Otro no existe, existe el doble. Pero la cuestin de la condicin humana, y su actual malestar, no lleg al momento en que se nos hereda de la nada, en una muy apretada sntesis y a grandes saltos, es posible recorrer los momentos y lugares que los ideales han experimentado hasta llegar a esta poca de inexistencia del Otro. Para los griegos el mundo era un cosmos ordenado, una totalidad armoniosa determinada por leyes eternas. En la base del conocimiento griego estn los axiomas de donde se deduce el conocimiento a travs de inferencias, y todo conocimiento permite apropiarse del mundo porque es una representacin exacta de lo conocido. As, el mundo est ordenado por el conocimiento, lo desconocido tiene su lugar, peroen la medida en que hay conocimiento, que vendr a operar como garante, deja de ser amenaza. El conocimiento media en la relacin del sujeto con lo desconocido.Esta idea va a pasar a la tradicin medieval como un mundo dirigido y organizado por Dios, garante de orden; donde la sociedad reproduca la jerarqua monacal y exista el orden celestial.En el occidente cristiano, Lutero y Calvino, promotores de la Reforma, barren con la certeza que garantizaba el dios catlico medieval como regulador de todo orden. S, es dios, pero no el de los catlicos.Es Ren Descartes quien desechando toda la tradicin filosfica jesutica bajo la cual haba sido instruido, decide buscar la certidumbre en las facultades racionales, dejando sentadas las bases de la modernidad, las del cielo casi vaco.Al tiempo que con su Sistema de Duda da inicio al mtodo cientfico, estableciendo reglas de conocimiento racional. Al introducir al mtodo como sistema, y fundamentalmente a partir de introducir su cgito Pienso, luego soy establece a la racionalidad, al pensamiento como garante de orden.Descartes descubre al hombre como ser autnomo, lo que funda el conocimiento como antropocntrico. Pero an as, como se seal en el prrafo anterior con un casi, Descartes sostiene que la nica garanta de que las premisas originales sean vlidas se encuentra en la existencia de Dios.Podemos decir que Descartes fue un incauto, ya que aunque respondi a la crisis de saber, no borr al Otro, en tanto que puso a dios como garanta de lo que regula. Este Dios era un real que no se equivocaba, y por lo tanto funcionaba en la medida en que ubicaba al sujeto al abrigo de los semblantes. Para Descartes, ms all de la racionalidad, haba dios, haba padre, haba Otro. Con las ideas de Descartes como fondo, la Modernidad se constituy a partir de las promesas de progreso ilimitado que se desprendan de los avances tcnicos y cientficos al servicio del desarrollo industrial, que alcanzan su esplendor romntico en el siglo XIX: los nuevos medios de transporte y comunicacin, cada vez ms rpidos; los medios masivos de comunicacin que conjuntan el audio y la imagen, como ocurre con la fotografa y el cinematgrafo de los Lumiere; el uso de nuevos materiales (vidrio pulido, acero, hormign armado, plstico, fibras artificiales) y las nuevas fuentes de energa como la electricidad o la gasolina. Con la modernidad un nuevo orden se establece, ahora el de la tcnica y la ciencia, como garantes de progreso y felicidad.El inicio del siglo XX es convulso, muy pronto las guerras ya no son entre pases sino que adquieren carcter mundial. Al final de la Primera Guerra Mundial quedaron radicalizadas dos grandes posturas: El fascismo de Mussolini, en 1922, con el fondo de la Revolucin Rusa de 1917. Estas posturas se plantearon como alternativa frente a otra, el capitalismo liberal, que atravesaba su peor momento tras el derrumbe de la bolsa de Nueva York en 1929.La tensin entre estas alternativas termin en la Segunda Guerra Mundial, revelndose cada una de ellas, en la ms radical de las paradojas, como fuerzas que prometan progreso al tiempo que producan genocidios: desde elHolocausto[i] a las matanzas de Stalin, pasando por los bombardeos de Hiroshima y Nagazaki.La modernidad dio como hijo[ii] a lo que se considera como el mayor crimen del que la humanidad ha sido testigo. Nos mostr el rostro ms siniestro de lo humano: el exterminio nazi. El ideal de progreso puesto al servicio de la aniquilacin de los seres humanos tal como fue explotado por el Nazismo, no revesta antecedentes: fueron hechos operar todas las tcnicas cadenas de montajes, transportes, burocracia, la electricidad, la organizacin social de los campos de concentracin, la valoracin al trabajo, los principios del orden y la administracin, todo lo que el desarrollo le haba dado a la humanidad era usado en contra de la humanidad. La serpiente humana se empezaba a comer la cola: destruccin por la pura destruccin[iii].

La Shoah planeada y ejecutada por los nazis no slo fue un acto criminal, sino que produjo un efecto indito en la historia de la humanidad: se invent un modo de producir el vaco. Se borraron nombres de hombres y mujeres de la lista de los vivos y se suprimieron tambin de la lista de los muertos. Como si pareciera que no hubieran existido nunca. La vida, la historia de cada uno de ellos fue reducida a cenizas, y las cenizas tambin esparcidas.

Con el extermino nazi, con el uso del progreso en el exterminio, el mundo se qued sin palabras, sin referencias al horror. El objetivo era la desaparicin absoluta y total de cualquier rastro que hiciera posible suponer que alguna vez un grupo humano de origen judo haba existido. Podemos constatar este ideal de borramiento en las palabras de Primo Levi que recuerda lo que los soldados de las SS le comentaron a Simn Wiesanthal:

De cualquier manera que termine esta guerra, la guerra contra vosotros la hemos ganado; ninguno de vosotros quedar para contarlo, pero incluso si alguno lograra escapar el mundo no lo creera. Tal vez haya sospechas, discusiones, investigaciones de los historiadores, pero no podr haber ninguna certidumbre, porque con vosotros sern destruidas las pruebas. Aunque alguna prueba llegase a subsistir, y aunque alguno de vosotros llegara a sobrevivir, la gente que dir que los hechos que contis son demasiado monstruosos para ser credos: dir que son exageraciones de la propaganda aliada, y no creer a nosotros que lo negaremos todo, no a vosotros. La historia del Lager, seremos nosotros quien la escriba[iv]

Los ideales modernos colapsados, el mundo atnito, pero entonces Qu vino a suplir la cada del Otro? Justamente la constitucin de un imperio, un imperio moderno, un imperio con basamento en la razn, en la ciencia, en la tcnica y sus productos, que desde luego, con el capitalismo salvaje, vino a imponer un nuevo ideal de orden: el del consumo.En 1992, Francis Fukuyama publica El fin de la historia y el ltimo hombre, un ensayo teleolgico que celebra la historia postmoderna y considera a la sociedad consumista, la democracia liberal y la economa de libre mercado como la finalidad de la evolucin social, meras proyecciones del ideal, ya que representan el logro de un sistema que satisface los anhelos y necesidades fundamentales; los lugares donde no se ha conseguido este ideal son considerados en proceso de conseguirlo.De este modo, Fukuyama anuncia el fin de las ideologas ya que la pugna de la guerra fra termin en la universalizacin del liberalismo y la instalacin del capitalismo salvaje en casi todas las democracias, sin otros enemigos que la oposicin que representan los fundamentalismos religiosos y las culturas tradicionales que no se cien a los postulados de la vida en occidente. Slo deviene enemigo quien no se pliega, no slo al progreso sino al consumismo.En El Imperio, libro de Anthony Negri y Michael Hardt, los autores proponen la tesis del fin del imperialismo, en tanto ste sostena un centro regionalizado como centro de poder, en cambio la globalizacin supone la liberalizacin de la lgica de los mercados respecto a los controles estatales, del mismo modo que la desaparicin de las categoras entre primer y tercer mundo, puesto que existe un primer mundo dentro del tercero y viceversa. De este modo el Imperio postmoderno globalizado carece de fronteras definidas y se arroja a s mismo la tesis de Fukuyama proclamndose como el fin de la historia.An as, Negri y Hardt aclaran que la globalizacin se da a todos los niveles, no genera slo la apertura de los mercados, sino tambin impone los lmites a la vida privada: cualquiera de nosotros figura en bancos de datos que intercambian su informacin entre s, la nuestra, a travs de redes cada vez ms amplias. Michel Foucault ya nos hizo pensar en las sociedades disciplinarias, y en particular en el biopoder; ms tarde se nos ha llevado a pensar en las sociedades de control que sustituyen a las disciplinarias como estas a su vez sustituyeron a las soberanas. Control es el nombre propuesto por Bourroughs para designar al nuevo monstruo que Foucault reconoci como nuestro futuro inmediato. Las sociedades de control han sido analizadas de manera ejemplar por Deleuze en un ensayo que lleva por nombre justamente Post-escritum sobre las sociedades de control. De este modo la tesis ms actual y polmica en sociopoltica apoya definitivamente lo que en psicoanlisis se ha denominado La poca del Otro que no existe en tanto que, lo que no est definido en este nuevo orden es quin es el conductor, dnde est el garante, cul es el referente, dnde est el enemigo. El hecho que los sujetos estn atravesados por esta realidad, que todos formemos parte del imperio sin darnos cuenta, que la inexistencia del Otro genere sus efectos y que cueste determinarlos sin una distancia prudente para el anlisis, es lo que se pone en jaque ante determinados sucesos, momentos traumticos entendidos como el encuentro del sujeto con un Real, con lo inefable y ahora sin lugar. Podemos decir que hay hechos sociales traumticos que se producen cada tanto como cortes, sobresaltos de lo que subyace a la lgica del Imperio y que invitan a pensar sobre las condiciones en las que producimos nuestra vida cotidiana. Momentos donde hay una conmocin social, pero donde la subjetividad se encuentra involucrada.En la poca contempornea acudimos a la cada de lo que representaba el ltimo reducto de orden, el centro financiero del imperio se vio vulnerado, derruido: el 11 de Septiembre de 2011, con la cada de las torres gemelas en New York, el mundo asistiatnito al derrumbe de un signo internacional, un signo de la ciudad, un signo de forma de vida, pero est la otra lectura, el horror de asistir a la cada del mito. Nueva convulsin al inicio de un siglo.Cado el mito, el sueo americano, el pequeo narcisismo que cobijaba el sueo de occidente (al menos hay un lugar donde el sueo es posible de alcanzar), qu queda?, desorientacin, una ausencia difcil de explicar, representada en el nombre de la zona devastada: zona cero. La angustia a travs de sus sntomas se hizo sentir desde el 11 de septiembre, no es la inseguridad real, es el encuentro traumtico con una ausencia: la garanta del Otro.En 2002, un ao despus del suceso traumtico de occidente, Jacques Alain-Miller en el seminario El desencanto del psicoanlisis, explica que el padre, al ser el al menos uno dotado de un elemento suplementario y antinmico, sostena una estructura del todo, que representaba justamente una barrera, un lmite, que estableca una prohibicin posibilitadora de la organizacin del deseo y de cierta estabilidad. Actualmente, dice Miller, la estructura del todo cedi ante el no-todo: la globalizacin, entendida como la explica Negri, se desarrolla sin encontrar lmites.La fragmentacin del discurso, que hace que el significante llegue de un modo como bombardeos de informacin, como una desorientacin generalizada, lo que se puede apreciar en las vaivenes que la economa mundial da, bandazos de los que ya no se escapan tampoco las economas de los pases desarrollados o del primer mundo. Desde hace ya algunos aos, los socilogos notaron que existen replegamientos a zonas limitadas de certezas: las llamadas tribus urbanas son un ejemplo. Pequeas y diversas formas de micro-discursos del amo pululan e intentan operar una simplificacin de la realidad, difundir modelos de coherencia bajo autoridades reglamentarias, a costa de una especializacin extrema de los sujetos all atrapados. Por terribles y contrastantes que nos parezcan sus expresiones, no resultan ser sino intentos desesperados por restablecer el al menos uno que organice. La mayor identificacin que est propuesta puede sostener en la sociedades contemporneas es la identificacin al consumidor, consumir como una forma de poner lmite a la angustia.Razn por la que la toxicomana es el mejor ejemplo del sueo capitalista; no se trata de sujetos, ni hombres ni mujeres, ni chicos ni grandes, no hay diferencias que importen, todos son consumidores. La toxicomana es una nueva forma del sntoma en la medida en que define al sujeto por una prctica, en absoluto por su sntoma.Esto, traducido al campo de las ciencias psic inaugura una nomenclatura y clasificacin sostenida por los especialistas en sntomas: desrdenes alimentarios, trastornos de ansiedad, etc., suponiendo que esos sujetos son diferentes a los otros, que esos sntomas traducen una personalidad definida, proponiendo un modelo-receta: YaChesterton deca que el especialista es aquel personaje que sabe cada vez ms de cada vez menos, a tal punto que conoce tanto de tan poco, que sabe casi todo de casi nada. Una etiqueta que opera como lmite, la que sea antes que el vaco.Esto, por supuesto, est sostenido por el mercado, porque a quin le convienen ms los especialistas en trastornos de ansiedad que a los fabricantes de ansiolticos y antidepresivos. Primer laboratorio en ventas de ansiolticos, su ultimo boom comercial Rivotril se expende como vitaminas por doquier. Primero fue Prozac, luego Alplax, ahora Rivotril. Roche hace fortunas, los sujetos se encapsulan en una cifra diagnstica que no dice nada. Miller dice en El desencanto... que Lacan intentaba, al final de su enseanza, hacer una clnica acorde a los tiempos. De este modo, hace el pasaje de la vieja clnica estructural de los aos 50 a la del RSI; los registros introducen una clnica discontinua, poniendo el acento en la relacin del sujeto con el corazn de goce del sntoma que colma la falta constitutiva. La propuesta clnica a que el psicoanlisisdesde Lacan apela es la afirmacin es pensar en la tica. Por eso es desde la tica del psicoanlisis como un principio fundamental que orienta la prctica analtica a pesar de los tiempos, desde donde pretendo hacer las ltimas puntualizaciones.

Otra vez en Psicoanlisis, radiofona & Televisin, Lacan define la tica del psicoanlisis como "tica del bien-decir". Qu quiere decir "tica del bien-decir"?, El bien decir no es el decir elegante, logrado, literario, ilustrado. Se trata del bien decir que condice que es el saber inconsciente del analizante, un bien decir cuya norma est en el analizante, que no es un a priori universalizable. Lacan deca La tica del bien decir debe ser sustrada de una prctica. La forma del bien decir tendr que cercar en un dicho un inconmensurable propio de cada sujeto, imposible de generalizar, de universalizar".

Desde esta posicin, podemos decir que el psicoanlisis puede permitirse intervenciones sociales frente al malestar actual, lo que no implica ceder en eso que se ha dado en llamar como psicoanlisis aplicado. El psicoanlisis entonces tiene algo diferente para ofrecer frente al Imperio, frente al reino del Otro que no existe, mientras sostenga los principios que rigen su prctica y los fundamente en su tica.Frente al deseo de cada sujeto no hay coyunturas posibles que justifiquen la universalizacin, no es posible hacer masa bajo ningn pretexto para un psicoanalista, porque an en las peores condiciones externas se conserva la subjetividad y esto es lo que intenta rescatar por sobre todo el psicoanlisis. La singularidad apuesta a un rasgo distinto, en cada enunciacin se muestra un sujeto diferente frente a situaciones lmite, eso lo que reitera es la inexistencia de un otro universal. En ltima instancia, se trata de aceptar que slo existe la pura diferencia, lo que buscamos los analistas cuando nos encontramos con cada sujeto en una consulta, eso que lo hace nico, singular.

[i] Trmino introducido por Elie Wiesel, pero la expresin no da el sentido ltimo de la guerra total de exterminio del nazismo, existe otra expresinmucha ms exacta: soha.

[ii] Tres hijos propios de la modernidad podemos sealar: el cine, cuyo nacimiento ocurre en 1895 con las proyecciones en los cafs de los hermanos Lumiere; el psicoanlisis con su invencin datada en 1900 y el exterminio nazi. Se habla de hijos en tanto que estos eventos tienen el sello de unicum, de singularidad

[iii] Para una referencia mayor de las implicaciones de la Soha nazi en la modernidad y su extensin a lassociedades contemporneas ver Homo SacerI y II; Lo que queda de Auschwitz de Giorgio Agamben editadas por Pre-textos.

[iv] Cf. Primo Levi. Los hundidos y los salvados. Muchnik Editores, Espaa 2000. Pg. 11