El libro álbum como recurso didáctico para fomentar la ...200.23.113.51/pdf/34166.pdfapropiación...
Transcript of El libro álbum como recurso didáctico para fomentar la ...200.23.113.51/pdf/34166.pdfapropiación...
SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL
UNIDAD AJUSCO LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA
EL LIBRO ÁLBUM COMO RECURSO DIDÁCTICO PARA FOMENTAR LA LECTURA EN NIÑOS DE TERCER GRADO DE PRESCOLAR
PROYECTO DE INTERVENCIÓN PEDAGÓGICA
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADO EN
PEDAGOGÍA
PRESENTA:
JOSÉ MANUEL MONROY ALMANZA
ASESOR
MTRO. RIGOBERTO GONZÁLEZ NICOLÁS
CIUDAD DE MÉXICO, NOVIEMBRE 2017
1
Contenido
PRESENTACIÓN ............................................................................................................................. 1
1.AUTOBIOGRAFÍA ........................................................................................................................ 5
1.1¿Quién soy? ................................................................................................................................ 5
1.2 La primaria.................................................................................................................................. 7
1.3 Mi escuela, mi casa ................................................................................................................. 10
1.4 El internado .............................................................................................................................. 13
1.5 Contando los días .................................................................................................................... 16
1.6 El bachillerato ........................................................................................................................... 18
1.7 La Universidad Pedagógica Nacional .................................................................................... 20
2.¿QUÉ ES LA LECTURA? ......................................................................................................... 23
3.LA CONSTRUCCIÓN DEL PROBLEMA ................................................................................. 31
4. TRABAJOS ANTECEDENTES DEL LIBRO ÁLBUM EN TRES INSTITUCIONES DE
EDUCACIÓN SUPERIOR ............................................................................................................. 36
5.¿QUÉ ES EL LIBRO ÁLBUM? ................................................................................................. 40
5.1Lectura de imágenes ................................................................................................................ 45
5.2 La imagen como forma de comunicación .............................................................................. 47
6.EL LIBRO ÁLBUM COMO RECURSO DIDÁCTICO PARA FOMENTAR LA LECTURA .. 49
7.EL MUNICIPIO DE IXTAPALUCA A TRAVÉS DEL TIEMPO ............................................... 53
7.1 Leer en Santa Bárbara ............................................................................................................ 56
8. EL PREESCOLAR ESTEFANÍA CASTAÑEDA ..................................................................... 59
8.1 Aquí vamos de nuevo .............................................................................................................. 64
8.2 Espacios generadores de lengua escrita en el jardín de niños Estefanía Castañeda ...... 70
9. DESARROLLO DE LA PROPUESTA EL LIBRO ÁLBUM COMO RECURSO DIDÁCTICO
PARA FOMENTAR LA LECTURA ENTRE NIÑOS PRESCOLARES ..................................... 72
9.1 Irupé y Yaguareté un final inesperado ................................................................................... 72
9.2 Yipo una historia de nunca acabar ......................................................................................... 79
9.3 Trucas, juguemos a pintar....................................................................................................... 86
2
9.3.1 Todo se salió de control ....................................................................................................... 89
9.4 Donde viven los monstruos. Convirtámonos en uno de ellos .............................................. 93
9.5 La revancha de los conejos. ¿Qué come mi conejo? ........................................................... 99
9.5.1 El final .................................................................................................................................. 103
10. REFLEXIONES FINALES .................................................................................................... 108
BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................................... 112
Agradecimientos Agradezco a mis padres la Sra. Laura Almanza Díaz y el Sr.
José Manuel Monroy Bumas por el apoyo a lo largo de toda mi
formación academica. Agradezco también a mis abuelos la Sra. Juana
Díaz Arroyo y el Sr. Fidel Almanza Vargas por apoyarme en todos
los aspectos de mi vida y en especial en esta recta final. Agradezco a
mis tíos la Sra. Veronica Almanza Diaz y el Sr. Fabian Argueta
Aguilar por el apoyo incondicional brindadó a lo largo de todo este
tiempo. Nada fue en vano, aquí esta el resultado de todos los esfuerzos.
¡Gracias!
Agradezco a mi prometida y futura esposa Elisa Rubí García Vásquez
por acompañarme también en este camino, por llenar mi vida de amor y
hermosos momentos. Te amo.
Agradezco también al Mtro. Rigoberto González Nicolás. Gracias por
la paciencia, las recomendaciones y la dirección del trabajo. ¡Mil gracias!
Pero por sobre todos los ya mencionados doy gracias a Dios por este
logro tan importante que me permite. Doy gracias a él porque los puso a
cada uno de ustedes en mi camino.
¡¡Gracias, Dios les bendiga!!
1
PRESENTACIÓN
Todas las niñas y los niños dibujan y disfrutan las ilustraciones de los libros. Esto es
una realidad. La imagen para ellos es esencial porque los ayuda a comprender el
mundo. Además de ser una actividad recreativa, desde la perspectiva pedagógica,
también puede ser una vía para que el niño aprenda mejor, es decir, para potenciar
sus habilidades, su destreza imaginativa y de creación, con un primer acercamiento a
la lectura. La imagen y su lectura desarrollan las capacidades de expresión (desarrollo
emocional) e impulsan la creatividad. Simbolizar, expresar y crear forman parte del
desarrollo cognitivo del infante, por lo que impulsar su expresión plástica es
fundamental para un crecimiento integral.
A diferencia de otros tipos de arte, el dibujo es una de las primeras formas artísticas
desarrolladas por el hombre. Además, es comprendido como una de las formas más
estimulantes y útiles para el desarrollo de capacidades tales como la creatividad, la
originalidad, el estilo personal, la formación de la libertad y de una mejor calidad de
vida relacionada con la autoestima.
El dibujo como herramienta de la mente ayuda a la conciencia y al pensamiento.
Dibujar es pensar. En el sujeto equivale a hablar, a la palabra (Ramírez, 1985). Cuando
pensamos estamos activos en la creación: se forman imágenes en la mente para
afirmar nuestros pensamientos, los que luego se convertirán en palabras o serán
esbozados con los delicados trazos del dibujo. De esta manera configuramos nuestra
experiencia cognitiva.
El dibujo debe ser algo más que sólo una actividad recreativa y convertirse en un
recurso creativo de aprendizaje, donde el proceso de educar tenga matices mucho
más amigables con el niño.
En la actualidad se observa a diario en las aulas de nuestro país una educación
marcada por tradiciones: el maestro es visto como la autoridad máxima y fuente de
información; el niño, como un recipiente que tiene que ser llenado con aquella
información. De ahí mi interés por el tema, pues existe un gran vacío en el sistema
educativo de nuevas propuestas de enseñanza y de aprendizaje.
2
Los niños en edad temprana poseen una imaginación y una capacidad de creación
muy amplia y el dibujo es una de las principales formas de expresión, con la cual
comunican, socializan, aprenden y crean.1
El dibujo muy a menudo se considera una práctica lúdica. El planteamiento que
propongo aquí es hacer del dibujo un recurso que pueda ser desarrollado dentro del
aula para fomentar la creatividad y la imaginación del infante y que permita la
apropiación de la lengua escrita en la fase inicial del aprendizaje.
El proyecto “El libro álbum como recurso didáctico para fomentar la lectura en niños
de tercer grado de prescolar” se desarrolló con niños de preescolar del jardín de niños
Estefanía Castañeda, ubicado en avenida Valparaíso esquina con avenida La
Purísima, manzana 16, sin número, de la Ex Hacienda Geovillas de Santa Bárbara,
Ixtapaluca, Estado de México.
Los capítulos de esta propuesta de intervención pedagógica se basan en una
metodología biográfico-narrativa,2 con lo cual pretendo sumergir al lector en la
experiencia de una narración en primera persona. Narraré los aspectos particulares de
lo que significó para mí trabajar con niñas y niños de educación preescolar.
En el capítulo 1, “Autobiografía”, narro mi experiencia con la lectura y también algunos
aspectos que han marcado, de alguna u otra forma, mi vida a lo largo de los años. En
el capítulo 2, “¿Qué es la lectura?”, defino qué es la lectura y su importancia. Cito a
autores como Bourdieu y Freire, quienes hacen énfasis en los procesos de imposición
y reproducción de ciertos conocimientos. En el capítulo 3, “La construcción del
problema” hago evidente la necesidad de trabajar dentro de las aulas infantiles con el
libro álbum para fomentar la lectura y la escritura, aquí planteo la pregunta que
1 El dibujo artístico es un medio de expresión espontáneo, libre de normas y, por ello, pleno de satisfacción y alegría. Para los niños, el dibujo es un acto asociado al juego, por lo cual es el producto de un encuentro agradable entre el lápiz y su mundo interior, es un medio maravilloso para comunicarse con el lenguaje de las líneas. El pequeño sólo necesita de su capacidad lúdica natural para dibujar, de su deseo de querer transmitir un mensaje no verbal, una imagen que refleja su propia capacidad para concebir y estructurar la realidad. Lowenfeld (1958; 1972). 2 El enfoque biográfico-narrativo conforma un modo propio de investigar. Así, se requiere una metodología que sea sensible al carácter polifónico del discurso narrativo, a su complejidad y secuencia temporal, o que privilegie el contexto. Por eso, los criterios tradicionales de investigación social deben ser redefinidos de modo que sean congruentes con las premisas teóricas y con el material objeto de estudio (Clandinin y Connelly, 2000).
3
problematizó Emilia Ferreiro: ¿Se debe o no enseñar a leer y a escribir en el jardín de
niños?
En el capítulo 4, “Trabajos antecedentes del libro álbum en tres instituciones de
educación superior” reviso las tesis producidas cuyos títulos y contenido han tratado
el libro álbum. Hago mención de tres universidades: la Universidad Pedagógica
Nacional (UPN), la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad
de Guadalajara (UdeG).
En el capítulo 5, “¿Qué es el libro álbum?”, describo las peculiaridades de los álbumes
ilustrados, los orígenes de su invención y su difusión, así como de los países de
Latinoamérica donde han encontrado un gran desarrollo: Brasil, México y Venezuela.
En el subtema 5.1 “Lectura de imágenes”, explico cómo identificar los mecanismos
para lograr una lectura de imagen, invitando a la reflexión sobre cómo leemos un libro
comúnmente y cómo centramos nuestra atención y ponemos en práctica ciertas reglas
para alcanzar la comprensión de lo que leemos en el lenguaje formal escrito. Pero,
¿una imagen se puede leer? En el subtema 5.2, “La imagen como forma de
comunicación”, me refiero a la imagen y a su cualidad de encerrar información
encriptada en los colores, las figuras, las formas, las líneas y los contornos. En síntesis
aquí se ofrece respuesta a la pregunta: ¿por qué la imagen es una forma de
comunicación?
En el capítulo número 6, “El libro álbum como recurso didáctico para fomentar la
lectura”, destaco la relevancia de los álbumes ilustrados en los procesos de enseñanza
y aprendizaje, desde una perspectiva que hace al alumno partícipe en la construcción
de su propio conocimiento. Asimismo, hablo de la intervención pedagógica, su objetivo
general y sus objetivos específicos, así como de los pormenores acerca de cómo se
desarrollará la intervención: fechas, sesiones y títulos de los libros.
En el capítulo 7, “El municipio de Ixtapaluca a través del tiempo”, defino la ubicación
del municipio, el número de sus habitantes, su extensión territorial y el origen de sus
grandes complejos habitacionales. En el subtema 7.1, “Leer en la comunidad. Lecturas
de paso”, hablo en específico de la colonia Santa Bárbara y de los espacios
generadores de lengua escrita formal e informal más representativos.
4
En el capítulo número 8, “El preescolar Estefanía Castañeda”, explico por qué decidí
trabajar en ese jardín de niños; describo su ubicación y narro mi primer contacto con
su directora. Asimismo, detallo las sesiones de observación. En el subtema 8.1,
“Espacios generadores de lengua escrita en el jardín de niños Estefanía Castañeda”,
describo las actividades que posibilitaron el fomento de la lectura.
En el capítulo 9, “Desarrollo de la propuesta: el libro álbum como recurso didáctico
para fomentar la lectura entre niños prescolares”, se aborda el desarrollo del proyecto
de intervención, que incluye la experiencia y el trabajo con los niños preescolares.
En la parte final de este documento, planteo algunas reflexiones en torno de mi trabajo
de intervención.
5
1. AUTOBIOGRAFÍA
1.1 ¿Quién soy?
Hoy me encuentro sentado justo enfrente de la computadora. Ha pasado casi una hora
y apenas me atrevo a escribir algo. En mi pensamiento sólo ronda la pregunta que
hace algunos días me hicieron: ¿quién eres? ¡Vaya pregunta! Y es que no me lo van
a creer, pero, en realidad yo jamás me había preguntado eso.
En ese momento sentí un nudo en la garganta y un hueco en el estómago. Experimenté
un gran nerviosismo de tal magnitud que de verdad quería agarrar mis cosas y salir de
aquel lugar. Un salón pequeño y bordeado por vidrios, con un ligero bisel de aluminio
que los une uno tras otro. Una mesa justo enfrente de mí, y el rechinido de la silla azul
en la que me encuentro sentado, zumbando en mis oídos cual sonido de taladro puesto
en marcha. Pero, más aún, el eco de esa pregunta dentro de mi mente. Ya no sabía
qué taladraba más, si el ruido de la silla o aquella pregunta inesperada. ¿Quién eres?
La mirada de los presentes caía sobre mí, y yo, titubeante sólo lograba repetir la
pregunta: ¿quién soy? No sabía qué contestar. Me sentía muy apenado, ruborizado.
Avergonzado por no saber la respuesta a una pregunta que me atañía a mí y sólo a
mí. Por fortuna en ese momento no tuve que contestarla. ¡Y qué bueno! Evidentemente
no sabía la respuesta.
¿Quién soy? Es la única cosa en la que he pensado estos días y no ha sido nada fácil.
Me siento nervioso incluso aquí escribiendo, sentado en la comodidad de mi casa, y
me pregunto si eso es normal. La desesperación es mucha; tanta, que comienza a
dolerme la cabeza. Ya estoy realmente enojado, como cuando uno tiene hambre pero
está en clase. Enojado como cuando mi equipo favorito pierde una final, o, incluso,
como cuando se le acaba la pila al celular. Ustedes me entienden.
De una vez por todas tengo que responder esa pregunta. Me digo a mi mismo: “¡Cómo
es posible, que no puedas hacerlo!” Sé que pareciera una cosa sencilla escribir, y más
aún escribir acerca de uno mismo. Pero no, no es fácil llevar mi vida a un libro y que
6
ese libro sea mi proyecto de titulación. Si esto fuera un ejercicio de clase les juro que
sería más sencillo, ¿Por qué? Porque no tendría que ser necesariamente tan
rebuscado; quizás un par de párrafos acerca de mi vida y no todo lo que aconteció en
ella.
Debo comenzar con las memorias que conservo de mi niñez, las cuales no son
muchas. De niño era alguien solitario, tenía la tendencia a aislarme un poco; a veces
jugaba con compañeros en la escuela, pero era muy raro que interactuara con los
demás. La etapa del kínder permanece vagamente en mis recuerdos. Cambié dos
veces de escuela, eso sí lo recuerdo muy bien.
El primer kínder al que asistí tenía un portón con un dibujo de lápices de colores, muy
vistoso. Pero no estuve mucho tiempo en ese kínder. El espacio de recreación de
aquella escuela era muy pequeño y la verdad no recuerdo algo que ayudara a mi
aprendizaje. El segundo kínder estaba incorporado a una escuela particular, de la cual
les contaré más adelante. Pero digamos que aprendí mucho allí. Me enseñaban las
letras; además, me hacían elaborar la tan famosa “colita de ratón”, cortar papelitos de
colores y pedacitos de serpentina y de confeti para colocárselos a mis letras. Me
enseñaron a deletrear y también mis primeras palabras de inglés.
Cada integrante del salón tenía que pasar al frente de la clase y leer lo que la maestra
escribía en el pizarrón. Ella se llamaba Georgina, una señora que, yo calculo, tenía
unos 40 años de edad, una mujer extremadamente paciente con cada uno de sus
alumnos. Además, nos contaba cuentos y nos preparaba breves obras de teatro con
algunos títeres. Aún recuerdo que nos hacía repetir el sonido de los animales, para
después utilizar esos sonidos con el propósito de desarrollar el fonema de otras
palabras. En esta escuela aprendí mucho. Ahora que lo pienso lo que aprendíamos
allí era muy avanzado, porque siendo un jardín de niños ya cursábamos una materia
de computación, en la que nos enseñaban las partes de la computadora y otras cosas
muy elementales.
7
1.2 La primaria
La primaria donde cursé mi primer año fue el Liceo Emperadores Aztecas. Era una
escuela donde cada salón se proponía metas de limpieza y aprendizaje. Cada uno de
los estudiantes éramos partícipes de los retos que aquello implicaba y como grupo nos
proponíamos siempre ser los mejores. Éramos muy pequeños pero nos esforzarnos
mucho en lograr nuestros objetivos. Durante ese primer año de primaria ya podía leer,
quizás no con tanta fluidez, pero con el tiempo fui alcanzando la práctica necesaria
para hacerlo correctamente. De tarea siempre me dejaban hacer planas para mejorar
mi caligrafía y el dictado.
Para cursar el segundo año me cambié de escuela. Esta vez no era una institución
particular, sino pública, donde nos enseñaban lo más básico de historia, de
matemáticas y de ciencias, puesto que apenas si nos adentrábamos en esas materias.
La escuela se llamaba República de Madagascar. Era un edificio grande, de dos pisos,
y otro más justo enfrente, con prominentes jardineras, de donde salían caracoles que
después eran arrojados contra la pared sin remordimiento por los alumnos del 5° A.
Esa era mi escuela, un lugar amplio donde no existía ni un minuto de tranquilidad. Aún
puedo recordar el rebote de los balones de basquetbol, cuando me preguntaba: “¿A
qué van a jugar? Ni siquiera tenemos cancha para practicar ese deporte.
Asistía a la escuela y lo primero que veía todos los días era la cara gruñona de la
señora que hacía el aseo de los salones. Y su hostilidad no era para menos, pues
había niños que tiraban a propósito la torta o el refresco para molestarla y provocar
que de tanto enojo les gritara: “¡Ay, chamacos, ya me tienen harta! ¡Ahorita me las
pagan!”
Así era el día a día en aquella escuela pintada de color verde aguacate, con muchas
cuarteaduras en sus paredes y su patio semihundido: había resistido el terremoto de
1985. Era una construcción con su historia particular y una institución educativa de
gobierno en la que era evidente la carencia de recursos.
8
Afortunadamente fue derrumbada en 2011. Cada piedra removida estaba impregnada
de recuerdos, de historia. Dije afortunadamente, sí, pues se volvió a edificar, ahora
con instalaciones nuevas, con aulas bien equipadas y sin un rasguño del tiempo sobre
sus muros. Eso ocurrió en 2014.
Pero aboquémonos a aquella escuela viejita de la que les contaba, y no a esta última,
con sus salones y su fachada rimbombante. Justo en las escaleras que subían a la
dirección escolar había un gran árbol frondoso que, cuando pegaba el sol, era el mejor
refugio. Lo malo del asunto es que justamente al lado de la dirección se encontraban
los salones de sexto año, de cuyos ocupantes, cuando bajaban, no faltaba el gracioso
que nos daba un zape o “sin querer” nos pisaba.
En cuanto la maestra Rosalba nos permitía salir al recreo, yo corría para reservar mi
lugar bajo el árbol; no importaban los pisotones ni los zapes. Sabía que si llegaba a
tiempo podía pasar mi recreo tranquilamente bajo la sombra de aquel gran árbol. Las
únicas veces que no podía pasar mi recreo ahí eran los días lluviosos.
La profesora me dijo que yo era muy malo para las matemáticas; pero mi inconveniente
no era que no aprendiera a hacer las sumas y las restas, o las multiplicaciones y las
divisiones. Lo que ocurría era que no comprendía los problemas. Entonces veía los
libros de matemáticas con terror. Y es que nunca me gustaron. Los libros de historia y
de español los enfrentaba con aburrimiento. Me gustaba leer, pero preferentemente
libros de aventuras. ¡Ah! Y con muchas ilustraciones. Ahora mismo me viene a la
mente La isla del tesoro y Robinson Crusoe, mis libros favoritos.
Desde mi primer año de vida hasta que tuve conciencia viví en Iztapalapa, en el Distrito
Federal, actualmente Ciudad de México. En esa delegación había una escuela
particular, muy grande, bonita, y de mucho prestigio académico. Ahí vivía yo; sí, de
verdad.
Mis abuelos eran los conserjes de esa escuela, grande y amplia. Tenía cuatro pisos
con siete salones cada uno. Componían un majestuoso edificio. El jardín de niños se
hallaba en la planta baja. Los siguientes pisos estaban destinados a la educación
9
primaria. En la azotea de ese inmueble vivía yo con mi familia en un cuarto pequeño
con lo suficiente para estar bien.
Yo, un niño de siete años, casi no hablaba. Me gustaba ver películas, pero pensaba
que en realidad no tenía nada interesante qué decir. Mi vida no estaba llena de
aventuras, ni de nada parecido. ¿Qué podía contarles a mis compañeros? Quizás, que
en ocasiones tomaba la grabadora que teníamos en casa y grababa algunos párrafos
que leía de mis libros de ciencias que mi madre me compraba, hasta que después
escuché mi voz y no me gustó, así que no lo hice más. No, ¡qué vergüenza contarles
eso a mis compañeros de clase! Estaba seguro de que ellos me dirían que pasaban
las tardes jugando o haciendo cualquier otra cosa, menos lo que yo hacía.
Me fui acostumbrando a eso, a estar solo, interactuando con mis películas y con mis
libros, y dibujando. Me gustaba mucho el silencio. Y cuando hablo de libros, no me
refiero a los grandes títulos de la literatura, ni tampoco a que leía una gran cantidad de
páginas. No; simplemente tenía un acercamiento sutil con las letras.
Fue tanto el apego al silencio absoluto y a sólo escuchar el ruido al cambiar de página
o el sonido que producía mi lápiz cuando trataba de imitar los dibujos de algún libro,
que ya no podía leer ni dibujar si había alguien en casa, a menos que fuera mi abuelo.
Parecía que no estaba en casa.
En cuanto llegaba alguien más, cerraba mi libro y lo dejaba sobre un librero que mis
papás me habían comprado apenas hacía un año. Tenía un enorme vidrio y grandes
separaciones donde podía acomodar los libros, las agendas y todo cuanto quisiera
poner sobre él. Si mi abuela llegaba a casa, era seguro que querría que la ayudara a
pelar tomates o a hacer cualquier otra cosa para la comida. O que me ordenara barrer
mi habitación, o que me comisionara para llevarle un recado a mi abuelo con la lista
de las cosas que debía comprar en la tienda. Había mucho quehacer y no había tiempo
para nada más.
10
1.3 Mi escuela, mi casa
Cuando llegaba de la escuela subía las escaleras de mi casa contando cada escalón.
Sabía que al llegar al número 14 había arribado a un piso más y así, hasta mi casa. A
veces intentaba subir con los ojos cerrados, pero no, era difícil. Siempre terminaba
resbalando, así que llegó un día en el cual ya mejor no lo intenté. Mi madre trabajaba
desde muy temprano. Desde que tengo memoria, ella siempre ha trabajado y entonces
no compartíamos mucho tiempo juntos. Pero invariablemente estaba ahí, dándome
todo lo que necesitara, y un poco de más. Sí, tengo que reconocer que nunca me faltó
nada; siempre tuve tenis, zapatos, ropa, y todo cuanto me hiciera falta ella me lo
compraba.
¡Ah!, pero aquello sólo era una parte de la escuela, pues también contaba con un
edificio aún más grande donde estaban los salones en los que se impartía la educación
secundaria. El lugar en el que se ubicaba la escuela, mi casa, era una colonia donde
la gente padecía carencias. La pobreza acechaba cada esquina y cada avenida. Era
muy triste ver a muchas personas pidiendo limosna para sobrevivir. Señores y señoras
que vivían en la calle, hijos del mundo arrojados a sufrir la pena más grande que pueda
existir: no tener ni un peso para comprar algo de comer. Para ellos una torta de tamal
era la gloria, y constituía un dilema comerla completa o guardar la mitad para el día
siguiente.
Todos vivíamos al día en busca de lo más barato para comer porque el dinero no
alcanzaba para más. En las mañanas sentíamos desconcierto al despertar con el
sonido de los vochos usados como taxis, dando rienda suelta a toda la potencia de sus
motores. Seguramente, ahora que lo pienso, algún despistado olvidó poner el
despertador y ya iba demorado al trabajo, incitando al taxista a apresurar la marcha, o
simplemente era la loca hazaña de un taxista que intentaba superar su récord de
velocidad; no lo sé, pero era un rugir en mis oídos que, a su vez, también escuchaban
11
el estruendoso ruido una música que parecía provenir del comedor de la casa. Y sí, en
efecto, era la radio, y al fondo la voz de mi madre diciéndome que me vistiera para
irme a la escuela, mientras ella se maquillaba para ir al trabajo. Así era mi vida.
“¿Es en serio?”, me preguntaba, mientras rechinaba mis dientes nerviosamente. Me
sudaban las manos y me temblaba el cuerpo cuando volví a escuchar: “¡Si, tú, el de
hasta atrás! ¡Pasa a leer por favor!”, esta vez con un tono más enérgico y autoritario.
Me puse de pie y antes de leer no miré a nadie.
Aquel salón de reducido espacio, con apenas dos ventanas de cada lado, era algo
asfixiante. Pero sin más, me armé de valor y comencé a leer. Carolina en las
olimpiadas se llamaba el cuento. Recuerdo el gesto burlón de mis compañeros al
equivocarme en repetidas ocasiones. Y no es que no supiera leer: era el nerviosismo
tan grande que me invadía. Con grandes trabajos terminé. Pensé que no habría otra
prueba más difícil que la que acababa de afrontar, pero de repente volvió a sonar la
voz de la maestra: “¿Qué entendió de lo que acaba de leer?”, preguntó sin voltear a
verme.
Sus gritos eran ensordecedores —“¡Niños, guarden silencio!”— mientras se llevaba a
la boca el último pedazo de su dona con chocolate y bebía de su inseparable termo de
aluminio que mantenía a temperatura adecuada, su café predilecto.
¿Qué entendí? ¡No había entendido nada! Sólo había leído, y en mi intento por hacerlo
bien olvidé poner atención a lo que deletreaba. Así que no dije nada. Parecía que a
todos los estudiantes nos habían cosido los labios. Un silencio sepulcral inundaba el
salón, y yo sólo deseaba que alguien dijera algo, cualquier cosa que me salvara, y
dejar de estar parado sin siquiera voltear a ver a la profesora.
El silencio lo rompió el taconeo de las zapatillas de la maestra, quien se acercó a mí y
me quitó el libro que, por cierto, yo ya no sostenía entre mis manos. Lo tomó de mi
banca y ordenó: “Siéntate”.
Se acomodó en su silla acolchonada, que hacía rechinar hasta el más pequeño de sus
tornillos. No sé cuándo hacía más ruido: al caminar con aquellos tacones o al sentarse
en esa silla a calificar las tareas y, en este caso, a leer. Era la primera vez que la
12
maestra leía para nosotros: “Antes de comenzar, por favor cierren sus ojos y escuchen
con atención. ¡Quien no me diga correctamente de qué trata el libro que les voy a leer,
lo repruebo!
En cuanto comenzó la lectura realmente pude imaginarme en aquel bosque lleno de
grandes árboles donde se desarrollaba la historia. Su forma de leer y su entonación
eran verdaderamente impresionantes. Nunca antes había escuchado a alguien leer de
esa manera. Fue una excelente experiencia.
Mi estancia en la escuela fue un ir y venir que —sinceramente les digo— para mí no
significaba nada, pues no sentía que me aportara algo sustancial; era aburrida, tediosa
y terrible, con la voz amenazante de mi maestra que a menudo me gritaba: “¡Así no,
chamaco!”, mientras yo pensaba: “Enséñeme cómo hacerlo”, tolerando la comparación
que la profesora hacía respecto de otros estudiantes que tenían buenas calificaciones
y un futuro prometedor por sacar 10 en matemáticas, mientras yo me dedicaba a
dibujar y a hacer… lo que podía.
En realidad, nunca fui un “matado” en la escuela. Jamás fui el chico de los buenos
promedios. Por el contrario, me sentía con la libertad de equivocarme y de caminar, tal
vez lento, pero, ¿saben?, seguro. Muchas ocasiones recibí regaños y llamadas de
atención. No obstante, era muy bueno para la clase de artes, no así para las otras
materias. Por eso mi día favorito era el viernes, que tocaba artes. Entonces era el
primero en sacarle punta a mi lápiz.
En el dibujo encontré un gran aliado para expresarme. Es muy difícil encajar en el
estereotipo del estudiante ejemplar, aquel que pasa al pizarrón y que participa en
clase. Yo no era así, pues a duras penas hablaba lo indispensable. Me gustaba más
escuchar y escribir, cosas de las cuales más adelante ya no sabía por qué había hecho
anotaciones pero que en su momento tenían un significado importante.
El quinto año lo cursé en Ixtapaluca, Estado de México, pues mi madre había obtenido
un crédito para comprar una casa. En ese municipio cursé mis últimos dos años de
primaria. Yo vivía ansioso acerca de qué pasaría conmigo y de la nueva etapa
educativa que me aguardaba.
13
1.4 El internado
Un día llegaron mis tíos de visita. Venían de León, Guanajuato. Yo estaba a unos
meses de terminar la primaria. Entonces mi tío me platicó su experiencia de su estancia
en un internado. Me habló maravillas de aquel lugar por lo cual, de verdad, nació en
mí el interés por saber más acerca de él.
El internado del que les contaré se ubica en Guadalajara, Jalisco. Es una secundaria
privada; pero no cualquier secundaria, sino una técnica, dirigida por una congregación
religiosa. Su nombre: La Villa de los Niños, donde gratuitamente, durante tres años,
ayudan a todo aquel que se interese en aprender.
A esa escuela asistían niños de todas partes del país, en especial de los estados con
más carencias económicas, donde un plato de frijoles y un pan son el mejor regalo, un
regalo que muchas veces no llegaba a la mesa todos los días: Oaxaca, Chiapas,
Veracruz, entidades de la República muy golpeadas por la falta de oportunidades
laborales y por la constante explotación del campesino, por un salario miserable y por
agobiantes jornadas laborales sin descanso.
En esas entidades la gente realmente es “luchona”. Muchos quisieran estudiar, pero
las condiciones no se los permiten. Afortunadamente, esta escuela les ofrece la
oportunidad de cambiar su vida, de darles educación sin pagar un solo peso,
esperando que aprovechen esta gran oportunidad y crezcan como personas.
Niños que trabajan en el campo ayudando a sus padres en todo lo que se les pide.
Realmente eso es ganarse un taco con el sudor de la frente, llorando por el dolor de
las manos en las que han salido ampollas por la fricción del mango de un machete o
de un azadón, o por la espalda que se descascara por cargar tantos costales de maíz
durante el día.
Sin duda, esa realidad me cambió la perspectiva. De alguna manera aprendí a dar
gracias por tener un techo y una cama donde dormir y despertar sin desaliento, sin la
incertidumbre de si comería al día siguiente. Si de algo estaba seguro es de que
14
comería algo. ¿Qué? No lo sabía, pero sin duda me esperaba comida caliente en la
mesa. Por eso decidí asistir a estudiar a esa escuela.
Después de rogarle a mi madre y a mi abuela que, dicho sea de paso, estaban en
desacuerdo y hacían todos los esfuerzos para que yo desistiera de mi intento de
marcharme, me acompañaron a pedir informes y, finalmente, el 20 de marzo de 2007
me presenté a hacer mi examen de admisión a aquella escuela, en la Villa de las Niñas,
en Chalco, Estado de México.
Entrar a aquel lugar fue una experiencia extraordinaria: el olor a tierra mojada y respirar
el aire puro y la brisa de los aspersores con que regaban los jardines, así como la sutil
luz del sol sobre cuatro gigantescos edificios de ocho pisos cada uno, me dejaron
atónito. Maravillado. Jamás había estado en un lugar así. A lo lejos podía ver la clase
de educación física de un grupo de chicas y muchas canchas de futbol, basquetbol, lo
mismo que una gran alberca techada. Me acompañaba mi abuela, quien estaba tan
asombrada como yo con aquel lugar.
Muchos chicos estaban haciendo el examen, en rondas de 70. Nos dieron una hora y
media para resolver la prueba. Definitivamente fue el examen más sencillo que he
contestado. Sin embargo, creí que no lo aprobaría.
Exactamente un mes después de esa fecha nos dieron los resultados, por teléfono.
Cuando me llamaron temía que me dijeran que no había aprobado, aunque de verdad
quería entrar a esa escuela. La sorpresa fue que sí me aceptaron, por lo que debía
estar el 8 de agosto a las puertas del colegio en Guadalajara. En ese momento me
sentía muy feliz por haber superado la prueba. Fue una de esas veces que sientes que
no puede haber satisfacción más grande que haber logrado algo que uno creía
imposible.
El tiempo pasó muy de0prisa. La emoción me embargaba de una manera
impresionante. Sabía que me esperaba una nueva aventura y eso me daba felicidad.
La curiosidad por estar en esa escuela era muy grande, pero pronto, muy pronto, llegó
el gran día cuando el sueño se hizo realidad.
15
El 8 de agosto de 2007 llegamos a Guadalajara. Eran las siete de la mañana y hacía
mucho frio. Tomé mi lugar en una fila para la entrega de mis documentos. Cuando me
tocó mi turno, mi madre firmó algunos papeles. Les juro que de pronto todo cambió:
tuve que quitarme la ropa que llevaba puesta y dársela a mi madre. A cambio me
dieron un short y una playera, con un color distintivo que me identificaba como alumno
de primer ingreso. La señorita que me atendía me dijo que me cambiara en el cuarto
destinado para ese propósito.
Al entrar en aquel cuarto, que estaba casi oscuro, me puse a pensar. Muchas cosas
pasaban por mi cabeza; todo me agradaba. Sólo me inquietaba el hecho de tener que
alejarme de mi familia a la que sólo vería durante vacaciones. Eso era tal vez lo que
opacaba mi felicidad en aquel momento. Salí del cuarto y, muy decidido, le entregué
mi ropa a mi madre, de quien ya nos dividía una enorme reja. Yo quería evitar todo
contacto visual con ella, pues sabía que si la miraba a los ojos me derrumbaría. No
quería que me doblegara el sentimiento de tristeza que sentía en aquel momento. Yo
temblaba, y no era por el frio, sino por la tierna despedida sin palabras y por el apretón
de manos con que mi madre me decía: “Cuídate mucho”.
Sin mirar atrás, caminé junto a muchos otros compañeros de nuevo ingreso, guiados
por un hombre. Avanzaba y poco a poco iba descubriendo las instalaciones: una
alberca, muchas canchas y una gran pista para correr. A lo lejos, dos grandes edificios
de ocho pisos iguales a los que había en la escuela del Estado de México.
La primera noche fue muy difícil. ¡Extrañaba todo y a todos! La verdad, ese día por la
noche me derrumbé por completo. Quería salir corriendo, en busca de alguien a quien
pedirle que, por favor, me llevara a mi casa o que le hablara a mi madre. Pero, vaya
cosa, era medianoche y era prácticamente imposible salir de allí. Así que intenté
tranquilizarme y dormir. Traté de pensar que todo estaría bien. Pero de verdad que me
sentía muy mal. Experimentaba unas irresistibles ganas de llorar y una opresión en el
pecho que no me dejaba tranquilo. Me atormentaba yo solo recordando a mi abuela,
a mi abuelo, a mis hermanos, a mi madre… Y es que, ¿saben?, el recuerdo mata.
16
Sí, mata. Me mataba recordar a mis hermanos corriendo por la casa y subiendo las
escaleras a toda prisa, mientras yo los veía angustiado al pensar que pudieran caerse.
Me mataba recordar a mi abuela, mi gran compañera, mi aliada en todo lo que hacía,
quien incluso a veces me ayudaba a hacer la tarea. Sin duda, el hecho de estar tan
lejos de esos seres queridos me hacía padecer tristeza y angustia.
También me mataba recordar a mi madre, y aquella escena en que me despedía de
ella me hacía pedazos el corazón. No podía hacer nada. Intentaba pensar en otra cosa,
pero me encontraba ahí, en el silencio de la noche, recostado en una cama extraña,
mirando hacia arriba. Y sólo podía ver los barrotes de lo que constituía el soporte de
otra cama. Miraba a mi alrededor y veía a todos dormir plácidamente. Yo pensaba:
“¿Soy el único que está así? ¿A ellos no les importa estar lejos de su familia? Pero el
tiempo me dio las respuestas a mis preguntas. Y es que cada uno de los que
estábamos ahí enfrentábamos nuestro duelo de manera distinta.
1.5 Contando los días
Éramos personas de contextos muy diferentes. En un principio yo pensaba: “¿Cuánto
aguantaré estar aquí adentro?” Miraba el paisaje desde el cuarto piso de uno de
aquellos edificios, desde donde podía ver a lo lejos una carretera, un centro
comercial… y nada más. Estaba muy lejos de todo contacto con la gente, de todo ruido
ajeno a donde dormía y estudiaba.
Desde que llegué a aquel internado me dieron mis libretas —eran muy grandes— y
dos plumas de color negro. En cuanto pude, conseguí un calendario. Contaba los días
que me separaban de las vacaciones. Les juro que fue un conteo eterno: 210 días ni
un día más ni un día menos. Era la época en que debía permanecer fuerte como una
roca, descontando cada día de mi calendario, con esa sensación de alivio que da saber
que ya había pasado un mes y que faltaba poco para volver a ver a mi familia.
Sabía que debía permanecer firme en mi convicción de estar ahí y demostrar por
primera vez a todo el mundo que verdaderamente era capaz de salir victorioso de esta
17
aventura y que ni el miedo ni la tristeza me tumbarían. Sabía que había zarpado rumbo
a un mar incierto y desconocido, y que en algún momento alguna tormenta golpearía
mi barco tan fuerte que casi lograría hundirlo. Y que eso me obligaría a permanecer
fuerte para rescatar lo que más me sirviera para seguir mi camino.
Hice una breve comparación con la historia de uno de mis libros favoritos: Robinson
Crusoe.3 Y comparar mi historia con la de ese personaje tal vez fue algo muy
aventurado. Pero de verdad me sentía como él. Al igual que el protagonista de esa
novela yo me enfrentaba al rompimiento de todos mis esquemas: todo lo que conocía
había desaparecido. En mi casa sabían quién era, y ahora nadie me conocía. Era como
ya no existir.
Daba gracias a Dios por estar vivo. Sin embargo, me preguntaba: “¿Ahora qué? ¿Qué
pasará conmigo?” Veía a mí alrededor y realmente no tenía nada, ni a nadie. Con lo
único que contaba era conmigo mismo. Y entonces supe que, al igual que Robinson,
tenía que sobreponerme a esa adversidad; realizar una introspección en mi vida y, de
una vez por todas, idear una estrategia que asegurara mi supervivencia en aquel lugar.
De alguna manera fue como si el pasado ya no existiera. Ahora era un nuevo yo,
alguien renovado con ganas de salir adelante, dispuesto a olvidar las cosas que no me
gustaban y a hacer las cosas que jamás en mi vida había hecho, y que no por eso me
hacían mejor o peor persona.
Entonces comencé a sostener un machete y padecer el brote de las ámpulas en mis
manos o a exigirle a mis piernas que rindieran más cuando corría, cuando en mi casa
no solía hacer ejercicio. Había momentos en que ya no podía más; sentía que la
respiración se me iba. Sólo miraba hacia enfrente y medía el camino que faltaba para
terminar la carrera; volteaba la cabeza hacia un lado tratando de jalar aire para seguir
adelante. Me decía a mí mismo: “¡No te detengas, ya casi llegamos!” Fue mi orgullo el
que me hizo rendir un poco más. No permitiría que nadie se burlara de mí por no
aguantar un desafío. Todos los que vivíamos ahí realizábamos un esfuerzo feroz para
3Daniel Defoe, Robinson Crusoe, 1719.
18
no dejarnos vencer el uno del otro. Aquello parecía una competencia —“A ver quién
puede más”—. Si uno se rendía, los demás no le dejaban de hacer burla un buen rato.
Así era mi vida en ese internado: cada día había un reto por vencer, una nueva
aventura por vivir y una buena experiencia qué contar. Poco tiempo después comencé
a experimentar un gran crecimiento en mí. Ya hablaba con los demás como si los
conociera de años. Y es que estar ahí adentro me hizo una persona mejor. Más
humano.
Sin duda alguna esto me ayudó demasiado. Mi estancia en aquel lugar constituyó una
experiencia de tres años que sin duda marcó mi vida y mi forma de ver las cosas. Me
hizo valorar lo que tengo y lo que no tengo también. A veces uno demerita en gran
medida lo que tiene, porque anhela lo ajeno sin saber lo valioso que podemos
conseguir con nuestras manos.
En el aspecto escolar aquella institución también era excelente. Los maestros eran
muy buenos y siempre organizaban dinámicas de grupo. Lo malo fue que no teníamos
libros propios. Todos eran prestados, así que debíamos hacer apuntes muy rápidos
para tener lo más importante del libro en nuestra libreta. Lo que yo hacía era dibujar
los aspectos de lo que había entendido de una clase con sus respectivas anotaciones.
Así era más fácil que recordara lo que habíamos visto en clase y de esa manera
siempre podía hacer el repaso de mis materias de una manera más fácil. De ese modo
transcurrieron los tres años de mi educación secundaria en aquella escuela.
1.6 El bachillerato
Pero me esperaba otra etapa más: el bachillerato, para lo cual tenía que hacer un
examen de conocimientos generales. Para realizar la preinscripción al Concurso de
Oposición para el Ingreso a la Educación Media Superior (COMIPEMS), me
proporcionaron una guía para mi examen y, pues nada, ¡a estudiar!
19
Todos los días asistía a la biblioteca de mi secundaria para estudiar. Me propuse
contestar la guía y pedir ayuda a mis profesores. Sabía que tenía que estudiar mucho
para aprobar el examen.
El 27 de junio de 2010 me presenté a hacer mi examen para el ingreso a la educación
media superior. No me fue mal. Estaba muy tranquilo, pero podía percibir que muchos
estaban nerviosos y que, inclusive, algunos salían llorando del salón, después de
haber hecho la prueba. Decían que era muy difícil y que muy probablemente no
pasarían. Yo trataba de confiar en que todo saldría bien. Y, bueno, así fue.
Con mi puntuación logré optar por una preparatoria oficial del Estado de México.
Quedaba cerca de mi casa, así que para mí estaba muy bien. Un día de agosto entré
por primera vez a aquella escuela, que por cierto no era muy grande, aunque la sentía
familiar por el color con que estaba pintada: verde aguacate. ¿Otra vez? Bueno, aquel
era un color familiar y yo sentía como si ya hubiera estado en ese lugar.
Lo más importante de aquella escuela no era la pintura ni su arquitectura, sino sus
maestros. Eran muy exigentes, aunque había uno que no lo era tanto. Lo apodaban el
Shoker. Al final de los exámenes parciales, a quienes iba a reprobar por incumplidos,
por faltistas, o por lo que fuera, les pedía unas plantitas y con eso los aprobaba con un
10. Yo condenaba rotundamente esta acción. Para mí era muy injusto “matarme”
haciendo tarea y siempre llegar temprano para pelear mi calificación, como para que
otros, tranquilamente, sin hacer nada lograran lo que yo alcanzaba con tanto ahínco.
Los demás profesores eran estrictos en extremo. Las materias que más se me
dificultaban eran matemáticas, cálculo, álgebra, cálculo integral, cálculo diferencial,
física y geometría analítica. Eran un verdadero suplicio, pero siempre intentaba
estudiar mucho y nunca reprobé ninguna. Todas las pasaba con ocho de calificación.
No obstante, había materias que me fascinaban, entre ellas literatura. Disfrutaba
mucho los poemas que me encargaban leer e interpretar. Cuando leí la Odisea de
Homero fue maravilloso lo mismo que cuando llegó a mí Damon, mi libro favorito. En
la preparatoria leía libros en la pantalla de la computadora, pero después ya no lo hice,
porque me lastimaba mucho los ojos. También leí el libro más grande que hasta la
20
fecha he leído: La columna de hierro, de Taylor Cadwell. Tiene 837 páginas y me tardé
en terminarlo.
1.7 La Universidad Pedagógica Nacional
Después de cursar la prepa llega esa etapa en la vida en la que hay que tomar una
decisión que va ser muy importante en el futuro. ¿Qué estudiar? Esa era la gran
pregunta. En medio de mis sesiones vespertinas de cálculo integral, que aprendía
gracias a los tutoriales de Youtube, me ponía a pensar en qué me convenía estudiar.
Como ya se habrán dado cuenta, me encanta el dibujo y en algún momento pensé
estudiar algo que me permitiera desarrollarme en esa rama. Tenía la firme convicción
de anclarme en una carrera donde la base sustancial fuera el dibujo. Más adelante
todas mis expectativas y metas se transformaron.
Con la llegada de mi último año de preparatoria, también vendría un maestro. El
profesor Roan. Me daba clases de ciencias en la preparatoria. Me gustaban mucho.
Eran muy dinámicas y casi todos participábamos. La razón por la que cambié mis
anhelos respecto del dibujo fue que me enteraré de que el profesor Roan no tenía
preparación de maestro. Él era dentista de profesión; sin embargo, ejercía la docencia.
¿Qué hace que un maestro sea mejor que otro? Por un lado, el profesor de
matemáticas, doctor en analítica aplicada, cuya materia yo no entendía nada, y la
maestra de química, de la cual tampoco. Por otro lado, un dentista que lo que se
proponía enseñarnos, lo aprendíamos.
Queriendo dar respuesta a esa interrogante me adentré al mundo de la educación. Me
fui empapando de todo lo necesario precisamente para llegar a ser un maestro. Así
apareció en mi vida la palabra pedagogía.
Poco a poco quedé atrapado en la idea de ser un profesor como el maestro Roan. Así
que me dediqué a buscar la mejor escuela. En mi pesquisa encontré la Normal de
21
Maestros del Valle de Chalco, la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Pedagógica Nacional (UPN).
Mi decisión era firme: quería ser profesor. Ahora la pregunta era: ¿qué escuela era la
mejor opción? Tenía muchas dudas, pero al final supe que la mejor universidad en
cuanto a pedagogía era la UPN. Así que aposté todo para ser aceptado en la
Pedagógica Nacional. Y gané.
Ya había librado la preparatoria. Ahora me esperaba una nueva excursión.
Literalmente una excursión: hacía tres horas de camino de ida y otras tres de vuelta a
casa todos los días.
Cuando realicé mi inscripción quedé sorprendido por lo grande de aquella escuela. No
sabía qué era todo eso que tenía frente de mí: grandes ventanas, rampas, jardineras,
gente de aquí para allá. Sólo sabía que esa sería mi escuela en adelante. Sentía ese
nerviosismo de quien entra por primera vez a cualquier lugar.
Cuando llegué por primera vez a esta universidad me sentía perdido entre sus paredes
y el olor a tierra mojada de sus áreas verdes. Sentía la ansiedad de conocer todo, pero
también experimentaba cierto miedo. Dicen que a los seres humanos lo nuevo nos
provoca miedo. Y es verdad. Quizás era el miedo a no estar a la altura de lo que
representaba la universidad.
Así fue mi llegada a la Universidad Pedagógica Nacional, que me abrió sus puertas en
2013, y a la que me costó mucho trabajo adaptarme. Realmente es un complejo
arquitectónico imponente. Estudiar en una escuela 20 veces más grande que mi
preparatoria y con más compañeros fue una gran experiencia. Evidentemente, fue un
reto permanecer allí. Concluir la carrera ha representado un logro muy importante para
mí.
22
La Pedagógica Nacional4 es una universidad muy grande, con una gran cantidad de
salones. Así que cuando llegué no sabía ni donde estaba mi salón. La verdad es que
tuve que pedir ayuda. De otra manera nunca lo habría encontrado.
Si hablamos de los maestros, puedo decir que tienen diferentes formas de abordar y
dar sus materias. Realmente me costó trabajo entender las lecturas iniciales. Y a la
fecha, hay lecturas de autores que utilizan un lenguaje muy complejo que se me
dificulta entender.
La elaboración de ensayos, resúmenes y mapas mentales, que necesariamente
involucra la lectura y la escritura, representaron un desafío. No fue fácil para mí
dominar el proceso de la lectura, y mucho menos el de la escritura. Inclusive redactar
documentos aún me cuesta trabajo. Digamos que cuando trato de expresarme por
medio de esos instrumentos encuentro muchas dificultades para dar a entender lo que
quiero decir.
Con el lenguaje oral es más fácil, porque cuando hablamos no sólo utilizamos la
palabra, sino también ademanes, gestos, etcétera. La escritura es difícil y la lectura
tampoco es cosa sencilla. Quizás lo que yo entiendo del mensaje de un autor alguien
más lo aprende de una forma distinta. Y es aquí donde está el dilema.
Así como cuesta trabajo redactar un ensayo, también resulta difícil escribir acerca de
uno mismo. A pesar de que tenemos una vida de la cual se desprenden muchas
vivencias qué contar, hablar de nuestra propia experiencia con la lectura resulta difícil
al principio porque se requiere echar un vistazo al pasado. No sólo tiene que ver con
4 La Universidad Pedagógica Nacional es una institución pública de educación superior, creada por decreto presidencial el 25 de agosto de 1978. Tiene la finalidad de formar profesionales de la educación en licenciatura y posgrado para atender las necesidades del sistema educativo nacional y de la sociedad mexicana en general. Ofrece, además, otros servicios de educación superior, como especializaciones y diplomados; realiza investigación en materia educativa y difunde la cultura pedagógica, la ciencia y las diversas expresiones artísticas y culturales del país. La universidad cumplió su trigesimoquinto aniversario en agosto de 2013. Es la institución pública más importante de México en la formación de cuadros especializados en el campo educativo. La planta académica de la UPN en todo el país genera conocimientos, estrategias y modelos pedagógicos para comprender y transformar la educación. Por eso, el lema que distingue a la Universidad Pedagógica Nacional es: “Educar para transformar”. Sitio web: http://www.upn.mx/index.php/conoce-la-upn/conoce-la-upn).
23
recordar, sino más bien con volver a vivir. Regresar a esos años en que ser niño no
era como ahora, cuando los pequeños juegan con la tableta, con la computadora y con
el celular. En aquellos años era diferente. Entonces no imaginábamos que existirían
esos aparatos y todas las tecnologías que ahora hacen más fáciles las cosas.
Cuando alguien te pregunta: “¿Quién eres?”, inevitablemente debo regresar en el
tiempo y, como si se tratara de una película, verme a mí mismo en la pantalla. “¿Quién
soy?” era una pregunta complicada de responder; no porque no supiera quién era, sino
porque tenía que regresar a mi complicada infancia y recorrer mi vida hasta el
presente.
Ahora puedo decir que soy una persona llena de emociones, sentimientos,
experiencias, recuerdos y muchas ilusiones.
La vida va cambiando; se van abriendo nuevos horizontes, pero hay algo que nunca
se modifica: algo que siempre permanece. Hay una palabra que está arraigada en el
papel y que espera transformar la vida de alguien. Ese algo son los libros que han
logrado que el ser humano trascienda en el tiempo, transformando su forma de pensar
y de actuar. En uno de los programas de la licenciatura en pedagogía encontré una
motivación para trabajar con la lectura, tema que me interesa desarrollar porque es
indispensable para interactuar y evolucionar en todos los ámbitos de nuestra vida.
2. ¿QUÉ ES LA LECTURA?
La lectura es una de las experiencias humanas más importantes de las sociedades.
La palabra escrita nos ha otorgado el título de seres pensantes, con un raciocinio
superior al de todas las formas de vida que existen. Además de lo anterior, el ser
humano es visto como un ser de socialización nato.5
5 “Advertir que el hombre es un ser social constituye el primer apriorismo justificativo de la educación […] Y no se puede entender la educación sin una referencia específica a la socialización, de modo que resulta especialmente importante conocer cómo se adquiere el denominado aprendizaje social” (J. Sarramona, 2000, p. 215).
24
Es importante la lectura y todo el proceso de comunicación que entreteje. La lectura
no sólo debe limitarse al acto de tomar un libro.6 También debe valorarse la
comunicación que existe entre el autor de lo escrito y el receptor que es el sujeto que
lee. El contexto inmediato donde nos desarrollamos nos define como sujetos;
asimismo también define nuestras formas de actuar y de pensar. Como seres humanos
somos imitadores desde la infancia, pues reproducimos todo lo que hacen los otros a
nuestro alrededor. De esta forma aprendemos a hablar, a escribir y a vivir en sociedad.
Desde sus inicios, la escritura pone de manifiesto la importancia de la comunicación,
de la simbolización y de la representación en todos los ámbitos cotidianos del ser
humano. La lectura es entendida ahora desde una perspectiva más amplia. Desde
siempre ha fungido como forma de comunicación, pero antes era mucho más limitada.
Si comparamos los medios de comunicación masiva, en particular la televisión, con un
libro, nos daremos cuenta de que la primera era el medio global de comunicación por
excelencia. Un libro no era global. Ahora sí lo es, pues la revolución digital ha
propiciado un crecimiento impresionante del libro virtual que ha promovido su
globalización en todas las plataformas digitales posibles.
El libro ya no es algo nativo de la hoja de papel, como antes ya no fue sólo simbología
tallada en piedra. El libro representa el símbolo de la comunicación y a su vez también
es el ejemplo más claro de la evolución del ser humano.
Nacemos, crecemos y estamos inmersos en una realidad social primordialmente
compuesta por nuestro contexto inmediato, el cual es el núcleo familiar, que dicta qué
se ha de hacer y qué se ha de aprender. Y esto sigue siempre, de manera que al
insertarnos en un contexto escolar seguimos bajo la misma premisa de que alguien
defina qué debemos aprender.7 Siempre me pregunté: “¿Por qué tengo que leer?”
6 “Universalizar concepciones sobre la lectura, basadas en el acto de decodificación y comprensión, implica reducirla a un solo aspecto y soslayar su complejidad, pues al sustraerla de las condiciones subjetivas, culturales, sociales e históricas contenidas en las representaciones y prácticas sociales de lectura de los diversos objetos escritos, no se favorece el análisis cabal que fundamente y explique el fenómeno” (M. Ramírez, 2007, p. 163). 7 “Tenemos que acudir al archivo de la experiencia de otros que, solo de forma vicaria, podemos hacer nuestra. Las fuentes de aprendizaje en general son, en definitiva, las experiencias humanas. A partir de ellas nos socializamos; las asumimos, las renovamos, las modificamos... las aprendemos” (Gimeno, 2012, p. 116).
25
Pasaron por mi vida muchos profesores y la respuesta a esa interrogante era ambigua
y difusa. No había contestación que saciara mis inquietudes.
Bien, después de mucho tiempo descubrí que la verdadera respuesta a esa pregunta
está en cada uno de nosotros, y que para definir la lectura debemos hacerlo con base
en nuestra experiencia. La lectura puede ser entendida como lo cité en los párrafos
iniciales de este capítulo. Y sí, por supuesto que es algo que nos distingue como seres
humanos: es un medio de comunicación. Lamentablemente a veces nos quedamos
solo con esa definición, pero: ¿qué hay detrás del proceso lector?
¿A quién no le ha pasado? Vas por la calle y hacia donde observes hay letras y más
letras. Tomas un transporte público y encontramos letras. Bueno, ¡hasta en la sopa
hay letras! “Los niños inician su aprendizaje del sistema de escritura en los más
variados contextos porque la escritura forma parte del paisaje urbano, y la vida urbana
solicita continuamente el uso de la lectura” (Ferreiro, 2004:38) Sí, vivimos en un
contexto donde la comunicación y la recepción de información es muy importante: una
constante diaria. Aquel que quiera sobrevivir en un mundo lleno de simbología debe
aprender del contexto que lo rodea; me refiero a la adaptación a todos los escenarios
cotidianos.
Aquí es importante hacer una distinción entre interpretar y leer. La lectura claro que
implica interpretar, pero no sólo involucra ese proceso; también es una actividad, un
modo de apropiación, una toma de conciencia y un proceso de transformación
personal (Ramírez, 2007:163) La lectura interviene en algo más que sólo la
interpretación de la simbología: lo hace en procesos mentales mucho más arraigados
a la conciencia del sujeto.
Desde pequeños hay cosas que nos marcan, sucesos que nos trastocan y modifican
nuestras formas de pensar y actuar. Si lo pensamos con esta lógica, desde niños
deberíamos tener un acercamiento a los procesos lectores, pero con una forma
amigable, no con base en la imposición, pues esta es la principal causa de que la
aversión a la lectura vaya en aumento en los últimos años.
26
Se puede definir la lectura como “la acción y resultado de leer”, “la manera de
interpretar un texto”.8 No obstante, si partimos de estos supuestos estamos limitando
mucho el área de acción de la lectura. Es por esto que aquí me atrevo a mencionar a
Paulo Freire y su perspectiva pedagógica que tiene que ver mucho con lo que llama la
pedagogía del oprimido. De aquí que exista una gran diferencia entre leer por
convicción y leer por imposición.
Paulo Freire define la educación por imposición como aquélla que no está abierta al
diálogo y sí a la opresión del individuo: “En la visión ‘bancaria’ de la educación, el
‘saber’, el conocimiento, es una donación de aquellos que se juzgan sabios a los que
juzgan ignorantes. Donación que se basa en una de las manifestaciones
instrumentales de la ideología de la opresión” (P. Freire, 1970, p. 79).
En cambio, propone una educación mucho más amena que propugna por la liberación
del individuo. ¿Y en qué consiste esa liberación? En el proceso de enseñanza que da
como resultado la palabra. La palabra es la que dota de libertad al sujeto permitiéndole
expresarse con libertad y facilitando el diálogo.9
Por otra parte quiero citar a Pierre Bourdieu y lo que él llamó el capital cultural.
El capital cultural es la suma de todos los saberes de una persona. Y es aquí donde
podemos hacer una comparatición entre lo que mencionaba Freire y lo que nos plantea
Bourdieu. El primero nos habla de un grupo de gente que impone los saberes. Esta
gente él la considera como la clase dominante, algo similar a lo que plantea Freire con
la imposición; pero lo que más me resulta interesante es lo que Bourdieu llama capital
cultural.
El capital cultural,10 como bien mencionaba en el párrafo anterior, es la suma de todos
los saberes de una persona. Y el calificativo “cultural” significa que engloba todos los
saberes, llámense científicos, culinarios, artísticos, experienciales, etcétera.
8 Larousse. Diccionario de la lengua española, México, Larousse-Planeta. 9 “La educación debe comenzar por la superación de la contradicción educador/educando. Debe fundarse en la conciliación de sus polos, de tal manera que ambos se hagan, simultáneamente, educadores y educandos”. (P. Freire, 1970, p. 79). 10 El término capital cultural se utiliza para poner de manifiesto la desigualdad de los logros escolares en niños de diferentes clases sociales, relacionando el éxito escolar con la distribución de capital cultural entre las clases.
27
Ahora bien, dependiendo del contexto social de una persona se va a determinar el
capital cultural que puede poseer. Y a todo esto ustedes se preguntarán: ¿esto qué
tiene que ver con la lectura? La lectura es parte de un capital cultural, el cual se mide
de manera individual y está determinado por nuestro contexto.
Para Pierre Bourdieu la escuela una posee función cultural e ideológica; es la que rutiniza la
cultura escolar dado que transmite, inculca y conserva la cultura sin aceptar ningún tipo de
opinión. Siguiendo esta lógica, Bourdieu cree que la escuela enseña una cultura de un grupo
social determinado que ocupa una posición de poder en la estructura social (posiciones
divergentes), la que se reproduce a través de una acción pedagógica, que tiende siempre a
reproducir la estructura de la distribución del capital cultural ante esos grupos o clases,
contribuyendo a la reproducción de la estructura social, definida como la reproducción de la
estructura de las relaciones de fuerza entre las clases, lo cual se vería fomentado fuertemente
en la escuela.11
Hay personas que en su contexto familiar tuvieron la posibilidad de estar en contacto
con libros, periódicos, revistas de ciencias, cuentos, novelas, etcétera. Esto determina
en gran medida el gusto por la lectura y la asimilación de contenidos, dado el grado de
aprendizaje empírico adquirido. Hay gente que tuvo su primer libro hasta la escuela
primaria.
Es aquí donde radica la importancia de la lectura a lo largo de nuestra vida y de
encontrar nuevos procesos que posibiliten un acercamiento a los libros desde edades
tempranas, dejando de lado el contexto inmediato y que sea la escuela el pronto
contacto con las letras.
El hecho de abordar el capital cultural y la educación liberadora12 tuvo el firme
propósito de ver cómo es que la lectura ha llegado hasta nuestra aula, hasta nuestra
11 J. Zañartu (2013). Teoría de la reproducción de Pierre Bourdieu, 19 de junio de 2017, en https://www.reeditor.com/columna/11962/27/sociologia/teoria/la/reproduccion/pierre/bourdieu 12 Según Freire, todo individuo está programado, mas no determinado y condicionado, pues a medida que adquiere conciencia de aquello puede volverse apto para luchar por la libertad como proceso y no como meta (M. Ramírez, 2007, p. 169).
28
casa, hasta nuestra vida. Ahora es muy importante que como pedagogos atendamos
las inquietudes de los niños, pues algo que está muy lejos de sus intereses difícilmente
va coadyuvar an un aprendizaje significativo. Hay que darle la palabra al niño, al
adolescente, para que se sienta con la libertad de exponer los saberes que quiere
adquirir, y no imponerle el aprendizaje, lo cual actualmente es una constante en la
escuela. La lectura debe ser entendida como un proceso de interacción entre el lector
y el texto.
Con frecuencia se dice que los grandes problemas de lectura en nuestro país se deben
a la poca comprensión lectora que tienen los estudiantes a la hora de enfrentarse a un
libro. Se hace una crítica severa en cuanto a este proceso, porque se cree que el niño
sólo lee por leer, pero no comprende el contenido de esa lectura.
La palabra comprensión alude al entendimiento, no sólo de un texto sino de todo lo
que nos es posible asimilar e interiorizar. Pero en especial, la comprensión del lenguaje
escrito es sumamente difícil hablando del proceso mental de asimilar determinados
contenidos.
Sin duda alguna, para una persona que ha comprendido el mecanismo del lenguaje escrito, la
letra es más simple que la sílaba y la sílaba más simple que la palabra. Pero no ocurre lo
mismo con el niño que ve por vez primera un texto escrito. Para el niño, la palabra y aun la
frase constituyen un dibujo cuya fisonomía general lo atrae mucho más que el dibujo de las
letras aisladas a las que no distingue en el conjunto [Decroly, citado en Dottresns, 1933: 94].
Una vez que podemos ver la comprensión como un proceso mental y un entramado
lleno de significantes, podemos explicar que la decodificación de la información
constituye un número específico de fases hasta llegar a la asimilación-comprensión.
Un niño desde que nace está en constante exploración de lo que lo rodea. Logra
valerse del lenguaje corporal para comunicarse. Todo el proceso alcanza un estado
de adaptación a las condiciones contextuales del niño; sin embargo, este proceso no
29
es definitivo. Más bien es cambiante y lo preceden el proceso de desequilibrio,
asimilación y acomodación.13
Para explicar estos procedimientos es necesario asumir que cada uno de nosotros
como seres humanos tenemos esquemas de conocimientos que nos permiten tener
en cuenta los procesos para resolver algún problema determinado. Pero, como
sabemos, para resolver un problema hay múltiples soluciones; de esta manera
decidimos adoptar la más fácil o la más viable. Es en este proceso donde se halla la
etapa del desequilibrio.
El desequilibrio es la etapa en la que ninguno de nuestros esquemas logra dar solución
a un nuevo problema que se nos presenta. Como seres humanos es necesario
enfrentarnos a este proceso de desequilibrio, o a diversos factores que evidentemente
nos pongan en dificultades, y logremos adquirir nuevas herramientas con las que
logremos regresar a la zona de adaptación, interiorizando un nuevo esquema de
conocimiento o ampliando los que ya tenemos.
¿Por qué es importante hablar de este proceso? Cobra importancia hablar de este
procedimiento cognitivo porque el niño se enfrenta al rompimiento de su lenguaje
corporal, a algo desconocido que evidentemente no le es familiar.
La lengua escrita no está dentro de los esquemas cognitivos de un infante desde el
nacimiento. Las primeras manifestaciones de la comunicación en el niño empiezan con
los balbuceos y con el llanto. De esta manera las personas a su alrededor pueden
entender lo que el niño necesita.
13 Los organismos son seres activos que están actuando en su medio y modificándolo. Pero en su actividad el organismo tiene que adaptarse al medio, lo que supone tanto que el medio es modificado como que el organismo se transforma. Así pues, en un proceso adaptativo podemos distinguir dos aspectos que, de hecho, son indisociables, es decir, que los distinguimos para clarificar las cosas, pero teniendo presente que no pueden darse el uno sin el otro. Por un lado, tenemos que hablar de asimilación, es decir, de la incorporación del organismo hacia el medio, o de acomodación, es decir, de la modificación del organismo por efecto de la influencia del medio. Véase http://pisicodesarrolloaprendizaje83solano.blogspot.mx/2011/04/el-mecanismos-del-desarrollo.html.
30
La función pedagógica es la más importante en el nivel inicial, pues se ocupa de optimizar el
desarrollo integral del infante, ya que considera los aspectos socioafectivo, psicomotor,
cognoscitivo y nutricional, tomando como punto de partida la familia, primer agente educativo
del contexto sociocultural que rodea al niño [Chaves, 2002:4].
Teniendo en consideración lo anterior, ¿cómo esperamos que el infante comprenda la
lengua escrita? Se tiene que lograr un acercamiento amigable del infante a ese
proceso. Que él mismo explore el texto, en especial el libro álbum que es muy amigable
dado su peculiar diseño, donde la imagen es fundamental.
Hablar entonces de comprensión lectora es hablar de una asimilación no sólo de la
lengua escrita sino de todo el proceso que involucra el acto de leer. La comprensión
lectora no se ha de lograr si la lectura es impositiva y memorística; si es un acto tedioso
carente de sentido.
Para que exista una comprensión plena de un texto es indispensable que los niños en
edades tempranas logren familiarizarse con los libros; de esta manera, ellos van
asimilando progresivamente qué es un libro y en un futuro no será ajeno a él. Por el
contrario, se estaría afianzando en su mente el gusto por la lectura, incentivándolo en
edades tempranas para que logre reconocer el libro como un importante recurso que
puede proveerle conocimiento.
La falta de comprensión lectora es un problema en el seno de las aulas y en cierta
manera es determinada por esta ausencia de familiaridad del niño con los libros.
Dentro del salón de clase no hay propuestas que involucren al infante activamente en
el reconocimiento de los libros y esto es una causal de que en años posteriores el niño
tenga problemas con los recursos lectores, de escritura y de comprensión.
La comprensión y todo el proceso que involucra leer deben trabajarse desde un inicio
de la labor docente con el niño. En los años escolares que preceden al nivel preescolar
se puede observar que las prácticas para medir qué tanta comprensión lectora tiene
un niño hacen del docente un participe importante de este proceso. El docente es quien
escoge los textos y a su vez fija las actividades de aprendizaje y decide cuál es el
31
significado que los alumnos deben adquirir acerca de determinados temas. El profesor
tiene en sus manos el poder y el control para decidir si hay o no un proceso de
comprensión. Este tipo de prácticas son determinantes y, como ya se he venido
diciendo en párrafos anteriores, cuando la lectura es impositiva difícilmente va ser
comprendida.
3.LA CONSTRUCCIÓN DEL PROBLEMA
“El dibujo como complemento de la mente ayuda a la conciencia y al pensamiento.
Dibujar es pensar” (Varela, 2010). De esta manera hago evidente la gran necesidad
de hacer del niño preescolar un creador, aprovechando su gran creatividad y su
facilidad de inventiva, para así lograr conocimientos más significativos al leer apoyados
por el libro álbum. La imagen, al ser sujeta a la interpretación, abre un gran panorama
experiencial a la imaginación y a la creación del niño.
El libro álbum se diferencia de otro tipo de obras que utilizan imágenes, como, por ejemplo, el
libro ilustrado, que utiliza la imagen sólo para “reflejar” lo que el texto dice. En otras palabras,
en el libro álbum la imagen no está supeditada al texto ni el texto lo está a la imagen [Unidad
de Currículum y Evaluación, Ver para aprender, 2009: 7].
Cuando pensamos, estamos activos en la creación. Se forman imágenes en nuestra
mente para afirmar nuestros pensamientos, que luego se convertirán en palabras o
serán esbozadas con el dibujo. De esta manera configuramos nuestros pensamientos.
La imagen debe ser algo más que sólo una actividad recreativa dentro del aula, para
convertirse en ese recurso creativo de aprendizaje, donde el proceso de educar tenga
matices mucho más amigables con el niño y el proceso de adquisición del
conocimiento sea más fácil, en este caso en particular, con miras a un primer
acercamiento a la lectura.
32
La lectura y la escritura en el nivel preescolar mexicano se ha caracterizado por una
aparente búsqueda de procesos que permitan una mejor adquisición de
conocimientos. Es pertinente reflexionar sobre las estrategias de intervención y las
formas en que se busca que la lectura tenga un significado en niños preescolares y no
que sea algo monótono carente de sentido con procesos únicamente
pedagogizantes.14
Lamentablemente, en nuestro sistema educativo no se cuenta con propuestas claras
con respecto a la lectura y menos en estos niveles educativos. Es aquí donde cobra
importancia la lectura en las aulas de educación inicial. “La educación inicial es el
primer nivel educativo al que ingresan los niños y niñas menores de seis años. De
acuerdo con los ‘fines de la educación preescolar’, éstos se dirigen a promover el
desarrollo integral de la niñez durante los primeros seis años de vida” (Chaves, 2002:
2).
Existe una gran polémica en torno a la enseñanza de la lectura y en qué momento es
pertinente. Emilia Ferreiro asevera que la pregunta: “¿Se debe o no enseñar a leer y
escribir en jardín de niños?” Es una pregunta que debería no responderse de tajo,
(Ferreiro, 2004:37).
Al final del día el hecho mismo de responder es dotar de autoridad a los adultos, a los
maestros, que son quienes deciden cuándo y cómo se va a iniciar ese aprendizaje,
más allá de los planes y los programas de estudio
Bourdieu entiende que la acción pedagógica se refiere a la autoridad del profesor, el cual
posee una función inculcadora, pues éste es el encargado de transmitir la cultura actuando de
esta manera como un mediador visto además como autoridad institucional, por lo que ostenta
poder; por ende, es él quien transmite los conocimientos y/o conceptos correctos; es él quien
tiene la legítima razón.15
14 M. Remedios, La lectura y la escritura en la escuela preescolar mexicana. Dimensión historiográfica, México, INED, 2007, p. 47. 15 J. Zañartu, Teoría de la reproducción de Pierre Bourdieu, 19 de junio de 2017, en https://www.reeditor.com/columna/11962/27/sociologia/teoria/la/reproduccion/pierre/bourdieu.
33
Cuando la respuesta a la pregunta: “¿Se debe enseñar a leer y escribir a los niños
prescolares?” es negativa, Emilia Ferreiro afirma que se va dejando de lado el proceso
de la lectura y escritura, se le limita al niño dentro del aula. En muchas prácticas de
enseñanza se utiliza la imagen, excluyendo las formas escritas.16
Si la respuesta es afirmativa se ve un cambio dentro del aula; se asemeja al primer
año de primaria donde se enfatiza el proceso de enseñanza de lectoescritura, a
menudo con actividades de memorización.
Vemos al salón de jardín de niños asemejarse notablemente al de primer año, y a la práctica
docente modelarse sobre las más tradicionales prácticas de la primaria: ejercicios de control
motriz y discriminación perceptiva, reconocimiento y copia de letras, sílabas o palabras,
repeticiones a coro... Y ningún uso funcional de la lengua escrita [Ferreiro, 2004:37].
Entonces se pone de manifiesto que la pregunta: “¿Se debe o no enseñar a leer y
escribir en el jardín de niños?” está mal planteada. La respuesta negativa arroja que
en su infancia17 el niño no se vería inmerso en el proceso de lectoescritura. Como lo
dice Emilia Ferreiro, se le negaría al niño todo contacto con el proceso de la
lectoescritura.
Cuando se responde a esa pregunta por la negativa, y se decide que sólo en la primaria se
debe enseñar a leer y escribir, vemos a los salones de preescolar sufrir un meticuloso proceso
de limpieza, hasta hacer desaparecer toda traza de lengua escrita. La identificación de los
lugares destinados a cada niño se hace mediante dibujos, para no dejar ver al niño la forma
de su nombre escrito [Ferreiro, 2004:37].
16 “Los lápices se usan sólo para dibujar, pero nunca para escribir. Puede ser que –por descuido– quede un calendario suspendido en la pared y que –también por descuido– la maestra escriba sus reportes delante de los niños en lugar de hacerlo durante el recreo, casi a escondidas” (Ferreiro, 2004, p. 37). 17 En el hombre ese periodo es particularmente largo y esto le da la posibilidad de aprender una gran cantidad de cosas. Naturalmente, también tiene inconvenientes, como es el que el periodo durante el cual el niño depende de los adultos sea muy prolongado (J. Delval, 1983).
34
La respuesta afirmativa alude a un proceso riguroso, donde el actuar del docente y el
constante uso de la memorización y la evaluación terminan por no otorgar nada en
favor del proceso de enseñanza de la lectura y la escritura, aunque se esté llevando a
cabo un proceso de acercamiento a esta actividad.
Emilia Ferreiro también hace la distinción entre los niños que están en un medio urbano
y los que están en un medio rural. Las distinciones contextuales son evidentes y es
que un niño cuyo desarrollo se ha gestado dentro de un contexto urbano tiene más
acercamiento a las letras, no solamente dentro de las aulas sino de todo su entorno y,
desde luego, el contacto con gente adulta que ya está alfabetizada. Ahora, si hablamos
de los niños rurales, Ferreiro menciona que hay una gran desventaja porque la
escritura no tiene la misma presencia que en el medio urbano. “La tan mentada
‘madurez para la lectoescritura’ depende mucho más de las ocasiones sociales de
estar en contacto con la lengua escrita que de cualquier otro factor que se invoque. No
tiene ningún sentido dejar al niño al margen de la lengua escrita, ‘esperando que
madure’” (Ferreiro, 2004: 39).
Las ocasiones experienciales de los niños son mucho más significativas. En algunos
casos el docente prefiere esperar antes de iniciar prácticas lectoras con el niño. Como
sabemos, los niños en una edad temprana no tienen un desarrollo completo de sus
esquemas. Los esquemas de conocimiento están en construcción y por esta misma
razón es importante que las prácticas lectoras figuren dentro de su esquema inicial.
Si esperamos a que los niños logren una madurez, estamos perdiendo el tiempo y el
niño no va a desarrollar el gusto e interés por la lectura.
Los niños rurales constituyen un caso particularmente especial, dado que como he
venido diciendo en capítulos anteriores, dentro de la gran metrópoli nos encontramos
con grandes conglomerados de información: espectaculares y publicidad en todos
lados que involucran el proceso lector. Y si bien en esa edad de escolares no se
alcanza a comprender del todo qué tenemos frente a nosotros, siempre va a haber
35
alguien que trate de explicarnos lo que no podemos comprender y es aquí que el
conocimiento empírico18 hace su aparición.
Los niños rurales no están muy familiarizados con la vida urbana. Por eso es
importante hacer énfasis en lo que Emilia Ferreiro menciona: “El jardín de niños
debería cumplir la función primordial de permitir a los niños que no tuvieron adultos
alfabetizados a su alrededor, o que pertenecen a medios rurales aislados, obtener esa
información de base sobre la cual la enseñanza cobra un sentido social (y no
meramente escolar)” (Ferreiro, 2004: 39). El jardín de niños debería estar totalmente
preparado para afrontar esta gran tarea, la cual consiste en dotar al niño del
conocimiento más básico que le permita ir entendiendo el proceso lector. El fomento a
la lectura en esta etapa preescolar entonces es primordial.
Ferreiro asevera que el jardín de niños debería permitir a todos los pequeños la
experimentación libre sobre las marcas escritas, que el niño cree su propia forma, que
tenga sus propios procedimientos, en un ambiente rico en escrituras diversas, o sea,
escuchar leer en voz alta y ver escribir a los adultos, e intentar escribir (sin estar
necesariamente copiando un modelo) (Ferreiro, 2004: 39).
En lugar de preguntarnos si debemos o no debemos enseñar a leer, hay que
preocuparse por dar a los niños ocasiones de aprender. La lengua escrita es mucho
más que un conjunto de formas gráficas; Es un modo de existencia de la lengua, es
un objeto social, es parte de nuestro patrimonio cultural
18 El conocimiento empírico es aquel que se adquiere con la experiencia. Este conocimiento plantea que todas las características que estructuran el pensamiento están dadas por los elementos que el paso del tiempo y de las situaciones vividas van aportando.
36
4. TRABAJOS ANTECEDENTES DEL LIBRO ÁLBUM EN
TRES INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR
Para el desarrollo de este proyecto de intervención pedagógica se consultaron las
investigaciones desarrolladas en tres instituciones de educación superior de nuestro
país: la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Universidad Pedagógica
Nacional (UPN) y la Universidad de Guadalajara (UdeG), de las cuales las únicas
instituciones en las que se encontraron trabajos que hablen sobre dicho tema de
estudio fue en la UNAM y la UPN.
En la UNAM se encontraron tres tesis: una para obtener el grado de licenciatura en
historia, la segunda para obtener el grado de licenciatura en diseño y comunicación
visual, y la tercera para obtener el grado de licenciatura en artes visuales. También se
encontró un ensayo académico para obtener el grado de maestría en historia del arte
y se encontró una tesina para obtener el grado de licenciatura en diseño y
comunicación visual.
En la UPN se encontraron tres tesis de las cuales todas son para obtener el grado de
licenciatura en pedagogía. Además, se hallaron dos proyectos de intervención para
obtener el grado de licenciatura en pedagogía y un proyecto de desarrollo educativo
UPN
UNAM
UdeG
INSTITUCIONES
37
para obtener el grado de licenciatura en pedagogía, así como dos propuestas
pedagógicas para obtener el grado de licenciatura en pedagogía.
Los años de publicación son diversos, pero todas las publicaciones fueron realizadas
en este siglo. El trabajo más antiguo lo tiene la UNAM, en 2003, y el más actual también
le pertenece a la UNAM, en 2017.
Licenciatura
Maestría
GRADO ACADÉMICO
Tesis
Tesina
Ensayo
Proyecto de innovación
Proyecto de desarrollo educativo
Propuesta pedagógica
TIPO DE DOCUMENTO RECEPCIONAL
38
Todos estos trabajos recepcionales tienen como fundamento el libro álbum. Algunos,
en especial los de la UPN, que fueron realizados como proyectos de intervención son
los más cercanos a mi trabajo, ya que también fueron dirigidos por el maestro
Rigoberto González Nicolás. El primero de ellos lleva por título El fomento de la lectura
y la escritura a través del libro álbum. Una experiencia con niños de primer grado de
educación primaria del pueblo de Santa Lucía Zantepec, D. F., elaborado por
Guadalupe Argueta González y Carolina Lizeth González Muñoz, quienes trabajaron
con niños de primaria desde el enfoque DIME.
El segundo trabajo lleva por título El libro álbum. Mi experiencia en el aula con niños
del 5° B de la escuela primaria Profesor Pedro Loredo Ortega. Tlalpan, D. F., elaborado
por Eduarda Martínez Viloria. Este trabajo en particular es muy similar a mi proyecto.
Pero la diferencia es que ese proyecto fue para niños de nivel primaria, mientras que
mi proyecto está dirigido a niños preescolares.
El tercer trabajo lleva por título Formar lectores con un enfoque integral a partir del libro
álbum, elaborado por Beatriz Epifanía Pérez Ahuejote, una propuesta pedagógica que
también aborda a niños de educación básica en compañía del libro álbum. La distinción
de mi trabajo y el que comento es que éste no hace una narración biográfica, perdiendo
muchos detalles de la actividad. Los espacios generadores de lengua escrita dentro y
20032008
2010
20122013
2014
20162017
AÑOS DE PUBLICACIONES
39
fuera de la escuela no están presentes, pero ambos trabajos coinciden en la
integración del libro álbum a las aulas preescolares.
De los trabajos encontrados en la UNAM el primero que lleva por título Una
aproximación para los niños a la historia del arte, elaborado por María Cristina Paredes
Ocampo para obtener el grado de licenciada en historia. Este trabajo obedece a una
tesis en la que se resalta la aceptación de la capacidad del niño como un lector y un
apreciador nato de las imágenes. Se hace énfasis en el arte como promotor del
desarrollo de capacidades visuales y de la percepción. Al ser una tesis hecha por una
historiadora, el trabajo es llevado a un terreno historiográfico sobre la relación del arte
y las producciones literarias del libro álbum. Pero se deja en claro desde las primeras
páginas que el trabajo obedece más a una investigación sobre la historia del arte y que
si se habla de fomento de la lectura es porque es una herramienta que no se
implementará en el trabajo actual, sino en posteriores, que acrediten un grado de
maestría o doctorado. Es muy rescatable también la información que brinda con
respecto a las prácticas lectoras en los niños, aquellas antes de la enseñanza formal.
Esta tesis centra su atención en la población infantil, aunque después hace más
énfasis en los procedimientos y los programas utilizados en la educación básica; por
ejemplo, el Programa Nacional de Lectura y Escritura en la Educación Básica, o cómo
se da el proceso de lectura específicamente en México, la importancia de la lectura y
los proyectos propuestos por la Secretaría de Educación Pública y el Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes.
El segundo trabajo lleva por título Museos de papel: el libro álbum como primer
acercamiento al arte en la infancia, elaborado por Graciela Sánchez Silva. En este
trabajo encontramos también al libro álbum como un primer acercamiento; aborda la
historia del libro álbum y de la imagen como comunicadora de un mensaje. La
distinción con mi trabajo y éste es que no se lleva en ningún momento a la práctica lo
40
planteado y tampoco se hace un plan de acción con miras a una aplicación posterior
en un ambiente real de población infantil.
El tercer trabajo Diseño de un libro-álbum para las comunidades judías de la zona
metropolitana del Valle de México a partir del análisis de las cajas topográficas del
Talmud Babili, fue elaborado por Lorena Fajardo Corkidi. En esta tesis se realiza toda
una investigación de la religión judía y se hace una propuesta para elaborar un libro
álbum a partir de lo que se conoce como el Talmud Babili, donde también la
investigación aborda el tipo de papel que se utiliza en la imprenta, las técnicas de
impresión y los modelos de fotografía. Es una investigación muy distinta a mi proyecto,
porque se habla de hacer un libro álbum y lo que se necesita para ese propósito.
El libro álbum en mi trabajo representa una herramienta para acercar a los niños a la
cultura escrita. Lo más relevante en mi trabajo es resaltar la importancia de nuevos
recursos que, en este caso el libro álbum, fungen como herramientas para el fomento
de la lectura en niños preescolares.
5. ¿QUÉ ES EL LIBRO ÁLBUM?
¿Qué es el libro álbum? Tenía algunas ideas con respecto a este libro. La palabra
álbum me recordaba al álbum de fotografías que conservaba en casa, donde las fotos
daban vida a las hojas color blanco en espera de ser tapizadas de retratos familiares
y momentos que perdurarían hasta nuestros días. Al escuchar la palabra álbum es en
lo único que pensaba. Poco tiempo después mi asesor, el maestro Rigoberto, en una
sesión de trabajo, nos llevó uno de los muchos libros álbum que existen. El libro se
llamaba Donde viven los monstruos.19 Conocer ese libro fue una experiencia sin igual.
Después de pasar el libro por todos los integrantes de aquella clase lo observé con
19 M. Sendak M. (2016), Donde viven los monstruos, Kalandraka, Pontevedra España.
41
detenimiento y, ¡claro!, ahí recordé los otros libros que había tenido en mi infancia,
pero que no sabía que se les denominaba libro álbum.
Entonces todo cobró sentido. Había identificado el libro álbum; pero, ¿qué pasa con el
libro álbum?, ¿por qué se le llama libro álbum? y ¿por qué es una herramienta para
acercar a los niños a la lectura? Eran muchas las preguntas las que habitaban en mi
mente. En un principio pensaba cómo darle cauce a mi tema en este rubro del libro
álbum. Me sentía perdido, pero más adelante todo cobraría sentido.
El libro álbum es un libro donde convergen dos tipos de lenguaje; el primer lenguaje
es el que otorga la imagen y el segundo lenguaje es el texto escrito. El texto y la imagen
van sujetos y es necesaria esa interlocución para comprender al libro álbum. Y aunque
esto parecería una regla, la verdad es que no es así. El niño entiende el libro álbum
como una interpretación completa.
“En el libro álbum confluyen dos lenguajes: el del texto y el de la imagen. Esta es,
probablemente, su característica principal, el que ambos lenguajes sean
complementarios. Esto significa que tanto el texto como la imagen participan en la
generación del sentido de la obra” (Unidad de Currículum y Evaluación, Ver para
aprender, 2006: 7).
Entender que el libro álbum está hecho con una estructura diferente que el resto, y que
tiene rasgos que lo caracterizan, fue el primer paso para empezar a verlo como una
de las herramientas más atractivas a los ojos del niño, para motivarlo en su interés por
la lengua escrita.
¿Qué pasa con el libro álbum?20 Lo que pasa es algo muy peculiar: este libro no está
hecho con propósitos memorísticos ni mucho menos de corte conceptual. En el
lenguaje del libro álbum podemos dimensionar la imaginación humana, la expresión
20 “El texto suele ser breve o en algunos casos inexistente. El diálogo entre dos códigos simultáneos (imagen y texto) para la producción del sentido se origina quizás en la necesidad de acceder a un lector recién iniciado en el manejo del código escrito” (C. Bajour y M. Carranza).
42
artística, así como la espontaneidad. Todo esto es posible gracias a la imagen. Aquello
que vemos y entendemos, no será lo mismo para otro sujeto. Así que la interpretación
de una imagen puede tener muchos vértices, muchas caras, y de cada una se tendrá
una interpretación.
Lo que pasa dentro de la mente de un niño al ver las imágenes de un libro álbum es
toda una explosión de recuerdos, sensaciones, colores, formas y emociones. Todo eso
puede despertar en nosotros una imagen, que puede ser capaz de evocar recuerdos
y propiciar una interpretación a partir de esas experiencias.
¿Por qué se le llama libro álbum? Los libros álbum son libros en los que el texto y la
imagen construyen una historia. Por este motivo se considera al ilustrador como autor.
Los lectores de estos libros buscan dar sentido a las historias teniendo en cuenta dos
códigos articulados: el lenguaje visual y lenguaje el escrito. Todos sus elementos
cuentan: la diagramación, el formato, la tipografía, la selección de los colores, las
guardas, asíc omo el relato, ya que todos esos elementos contribuyen a dar sentido a
la historia.21
El término libro álbum deriva del francés, lengua y mercado que impuso el predominio
de este término. También son conocidos como picture books en países anglosajones
y simplemente álbum en España (Orozco, 2009: 1). Cuando tenemos un libro álbum
en nuestras manos nos vemos sorprendidos por la presencia notable de las
ilustraciones. En algunos casos las ilustraciones ocupan la mayor parte de la superficie
del libro: la imagen domina visualmente el espacio del libro, pero siempre debe haber
interdependencia en esa imagen y el texto escrito.
Entre sus páginas el libro esconde un gran número de imágenes, así como comentaba
al principio: cuando tienes un álbum en casa lleno de fotografías que son una copia
fidedigna de la realidad, un momento en el tiempo que mucho después te hace evocar
ese recuerdo, quizás el olor de algún perfume en aquel momento, el olor a comida
deliciosa, quizás las palabras de las personas, las risas, etc., las imágenes evocan los
21 P. Cassano, (2011), ¿Qué son los libros álbum?, 3 de febrero de 2017, en http://integrar.bue.edu.ar/integrar/blog/articulo/que-son-los-libros-album/.
43
recuerdos y es por esto que el libro álbum y su gran acervo de imágenes y lenguaje es
objeto de interpretación.
A pesar de que el libro álbum es un fenómeno editorial relativamente reciente, sus
orígenes se remontan a mediados del siglo XVII y se confunden con los ámbitos
comunes de la educación y la literatura infantil. En 1650 el pedagogo Comenius publicó
un libro llamado Orbis sensualium pictus, que utilizaba la imagen como un medio para
atraer a los niños hacia el mundo del aprendizaje (Orozco, 2009: 1).
La asociación de la palabra y de la imagen es uno de los rasgos geniales de Comenius, y
constituye la base de su Orbis sensualium pictus, obra revolucionaria y verdadera enciclopedia
original e ilustrada de los conocimientos humanos de principios del siglo XVII […] De éstos se
desprenden también los materiales modernos que hoy se disponen en la enseñanza [UNESCO,
1957: 8].
Ya en la edad contemporánea, el siglo XIX, se da pie al verdadero desarrollo del libro
ilustrado en Inglaterra. Gracias a la industrialización y las nuevas técnicas en la
impresión, para entonces los libros ilustrados se convierten en artículos accesibles y
se van dando nuevas mejoras a las impresiones que ahora serían en color, al cual se
le llamaría el picture book, que de manera general incluía imágenes en su contenido.
A partir de este momento, en función de las posibilidades de las técnicas de impresión,
se fueron explorando las distintas maneras de conjugar el texto con la imagen:
mientras más desarrollada estaba la técnica de impresión, más se incorporaba la
imagen a los textos. Ya en la primera mitad del siglo XIX en los libros dirigidos a niños
y jóvenes predominaba el libro con ilustraciones elaboradas en función del texto a
manera de eco, de repetición de lo ya dicho por el texto escrito.22
22 M. Orozco (2009), El libro álbum: definición y peculiaridades, 13 de febrero de 2017, Universidad de Guadalajara, en http://sincronia.cucsh.udg.mx/orozcofall09.htm .
44
A partir de los años sesenta el libro álbum se desarrolló explosivamente, especialmente en
Europa. Eso ha permitido que el género se mantenga, hasta hoy en día, en un estado de
permanente innovación, donde las experimentaciones son estimuladas por editoriales que han
descubierto sorprendidas que el libro álbum no sólo atrae a los más jóvenes, sino que también
a un público adulto [Unidad de Currículum y Evaluación, Ver para aprender, 2006: 11].
En Latinoamérica el libro álbum no ha tenido el mismo grado de desarrollo que en
Europa, pero ha venido creciendo su demanda en países como Brasil, México y
Venezuela, donde ha logrado instalarse como un género independiente.
¿Por qué el libro álbum es una herramienta para acercar a los niños a la lectura? El
libro álbum tiene múltiples cosas que hacen de la lectura toda una experiencia visual.
Es por esto que la gran expresión artística que posee es su principal motor para llegar
a los niños. Los pequeños se familiarizan rápidamente con este tipo de imágenes
coloridas.
El lector infantil entra así en conexión con diversas formas del acervo cultural actual y de la
tradición, como parte del contenido de una historia, pero también en la exploración de sus
recursos y posibilidades formales. El libro álbum es concebido como la propuesta de lectura
actual, acorde con los intereses y diferentes capacidades de los nuevos lectores. Una muestra
de la cultura global y de masas en donde confluyen distintos lenguajes, referentes y contextos
[Orozco, 2009: 5].
El libro álbum es, sin duda, como lo menciona Orozco una propuesta actual acorde
con todo lo que estamos viviendo como sociedad. En la actualidad estamos inmersos
en una ajetreada vida llena de lenguaje visual. El internet, las redes sociales, el mundo
físico que nos rodea está completamente lleno de lenguaje no verbal, pleno de
significantes visuales. Es por esto que el libro álbum es la mejor herramienta que
podemos utilizar hoy en día para aprovechar su valor pictórico, porque a los niños los
atrapa entre los colores y la temática. De hecho, se están haciendo nuevas pruebas
con libros impresos que, con las nuevas tecnologías, se puede hacer del libro impreso
un libro vivo. Me explico: los libros impresos tienen ilustraciones que evidentemente
son inanimadas: las imágenes son solo tinta impresa en papel. Pero con las nuevas
tecnologías está siendo posible que con ayuda de un celular conectado a internet y
45
una aplicación, las imágenes se muevan haciendo mucho más interactivo al libro y
agregando contenido digital que antes era impensable.
5.1 Lectura de imágenes
Es claro que a la hora de tomar un libro y comenzar a leer, necesariamente tenemos
que leer de izquierda a derecha. Debemos identificar plenamente al personaje
principal, el tipo de narrador y, por supuesto, la trama del libro y su género. Al paso del
tiempo las hojas se acumularán y con éstas también la información que estamos
recibiendo. Una vez acabado de leer el texto tenemos claro todos los pormenores de
la lectura. Ahora somos unos expertos en el tema. Y sin duda, si alguien nos
preguntara el detalle más mínimo responderíamos a la brevedad. Esto es porque
poseemos ya el proceso de lectura arraigado a nosotros. Pero, ¿una imagen se puede
leer? Y si se puede leer, ¿cómo se lee?
“Estamos tan inmersos en un mundo visual, y el acto de ver nos parece tan cotidiano
y evidente, que pocas veces nos detenemos a analizar ‘cómo vemos lo que vemos’.
Tampoco solemos preguntarnos de qué manera está estructurado lo que vemos y
cómo ese orden nos permite comprender lo que está ante nuestros ojos” (Unidad de
Currículum y Evaluación, Ver para aprender, 2006: 17).
La lectura de imágenes es mucho más que sólo ver dibujos. Cuando los niños están
frente a una imagen comienza el proceso mental de identificación y procesamiento de
esa imagen. Aquí es donde se pone de manifiesto que ver una imagen requiere una
actividad mental que involucra algo más que sólo observar.
Mientras miramos, tenemos que pensar, “recordar”. Esta también es una tarea ardua: nuestro
cerebro integra el nuevo conocimiento al previo. Pero al mismo tiempo pueden suceder otros
procesos más involuntarios: se agolpan recuerdos de nuestra experiencia personal al tiempo
46
que la obra interseca nuestras vidas en un momento texto-vida; las ideas bullen y se insinúan
destellos de saberes más profundos [Arizpe, 2004:82].
Leer una imagen implica relacionar figuras, formas, palabras, colores y texturas que
aparecen en esa imagen, de manera que al ser unidas nos ayudan a comprender y a
distinguir los mensajes visuales que el autor quiere transmitir, es decir, entenderemos
el significado. Leer un texto escrito va por la misma lógica de relacionar las palabras y
los conceptos de manera que, al ser unidos, nos den la idea que el texto quiere
transmitir. “En el fondo, la imagen debe ser considerada como un texto. En tanto que
texto, la imagen debe entenderse como un conjunto de signos que interactúan entre
sí” (Unidad de Currículum y Evaluación, Ver para aprender, 2006: 17).
La imagen es toda una construcción del autor y nuestra tarea como observadores es
tratar de interpretar la composición del autor. Todas las formas de interpretación
necesariamente nos van a remitir a nuestras experiencias personales. Si un color nos
es familiar con algo entonces es aquí donde se va a manifestar nuestra interpretación.
De modo que cada lectura de imagen es totalmente diferente e individual. Un ejemplo
claro de esto son las exposiciones de arte, donde la interpretación de una obra es
totalmente individual: mientras que a unos la obra les refleja tristeza, a otros les
transmite alegría, por ejemplo.
En un libro álbum la imagen es portadora de significación en sí misma y en diálogo con
la palabra. Ilustración, texto, diseño y edición se conjugan en una unidad estética y de
sentido. Nada es dejado de lado; el libro es un objeto artístico cuidadosamente
elaborado en todos sus elementos. Toda imagen es polisémica y sus distintos sentidos
se encuentran de manera subyacente entre sus significantes, en calidad de una
‘cadena flotante’ de significados.
Esta especial postura y aporte del libro álbum nos lleva a reflexionar sobre su función
y su clasificación dentro de la literatura en general y de la literatura infantil en
específico. Al respecto, se ha especulado hipotéticamente sobre su no pertenencia al
género literario, sino que inaugura una nueva frontera entre literatura e imagen visual.
47
Se puede poner a debate si el libro álbum es literatura infantil. Quizás no sea
específicamente literatura; tal vez sea otro género. Ni el texto ni la ilustración funcionan
solos. Hay una secuenciación que tampoco son la del libro para niños. Hay una serie
de códigos que son muy específicos del libro álbum: cosas dichas en el diseño editorial,
en la tipografía, en el uso del espacio.
5.2 La imagen como forma de comunicación
Como en todo lenguaje hay un emisor, que es el dibujante o el ilustrador; un receptor,
que es el que contempla la obra; un mensaje, que es el contenido, lo dibujado, y un
código, que se compone de una serie de leyes sobre la forma, el color, los símbolos
gráficos, etcétera (Ramírez, 1985).
El dibujante o iustrador que es el autor de la obra pretende hacer llegar al espectador
un concepto que involucra un elemento virtual sobre un soporte o un elemento tangible
en el espacio, e incluso plantea un concepto. “Todo aquello que se ofrece a la vista o
a la contemplación intelectual llega a nuestros ojos por medio de la imagen. Ella
distingue formas, fija contornos y significa cada una de las circunstancias o
características, naturales o adquiridas, que la distinguen” (Villegas, 2011: 2).
Ahora es necesario hacer una pregunta obligada: ¿Qué es la comunicación? ¿Por qué
la imagen es considerada una forma de comunicación en el libro álbum?
Los seres humanos somos comunicadores natos; aunque ya tenemos un sistema base
de comunicación, nosotros intentamos construir nuevos sistemas. Un ejemplo son las
plataformas digitales actuales. Los seres humanos construimos una realidad social a
través del intercambio ilimitado de signos en la comunicación cotidiana: “La
comunicación es el intercambio de ideas, pensamientos y sentimientos entre dos o
más personas. Es un proceso bilateral, un circuito en el cual interactúan y se
interrelacionan dos o más personas a través de un conjunto de signos o símbolos
convencionales, por ambos conocidos” (Monje, 2010).
48
La comunicación es, entonces, un proceso de intercambio. Cuando hablamos de
comunicación, casi siempre es lógico que nos remitamos al tipo de comunicación
verbal o escrito. Y este tipo de comunicación es el que se utiliza dentro de las aulas.
El único lenguaje de comunicación pareciera que solo es verbal. Y dentro de los
procesos de enseñanza aprendizaje se camina bajo esta misma lógica; no se ve un
poco más allá con respecto a los tipos de lenguaje, que necesariamente se tendrían
que reformular.
Es aquí donde llegamos al desarrollo de una segunda pregunta: ¿por qué la imagen
es considerada una forma de comunicación no verbal? La imagen es una forma de
comunicación porque los trazos y la imagen en sí mismos son capaces de transmitir
emociones, que son entendidas más estrictamente como un mensaje: como
información.
En sociedad nos movemos por esquemas de simbología y en algunos casos esta
simbología es universal. Por ejemplo, el triángulo rojo con un símbolo de exclamación
en la parte media se entiende como “peligro”, No necesitamos algún tipo de mensaje
escrito para poder entender, porque la sola imagen refleja lo que se quiere transmitir.
Es por esto que la imagen como representación es una forma de comunicación. La
imagen que se genera es provista de un sentido y de una representación de lo
observado por el sujeto.
49
6. EL LIBRO ÁLBUM COMO RECURSO DIDÁCTICO PARA
FOMENTAR LA LECTURA
Actualmente se observa en las aulas de nuestro país una educación muy marcada por
la pedagogía tradicional.23 “En ella, el educador aparece como su agente indiscutible,
como su sujeto real, cuya tarea indeclinable es ‘llenar’ a los educandos con los
contenidos de su narración” (Freire, 1975:77).
Pongo de manifiesto la gran necesidad de construir nuevas propuestas de
acercamiento a la cultura escrita, ya que con las prácticas pedagógicas tradicionales
el maestro ha negado la posibilidad al niño de que comunique lo que piensa y esto ha
causado que éste pierda el interés por aprender. El libro álbum bien implementado
puede ayudar a enriquecer las prácticas de acercamiento inicial a la lectura.24
Es por esto que la utilización del libro álbum en el aula es de vital importancia. Los
niños preescolares tienen esa incipiente necesidad de dar un orden al mundo a través
de sus interpretaciones. Y el acercamiento de la lectura por medio de imágenes es
muy ameno y significativo para ellos (Walters y Gardner, 1986). Cuando tienen lugar
estas experiencias, a menudo en los primeros años de la niñez, el individuo reacciona
abiertamente a una característica atractiva de una cierta especialidad (Gardner, 1998:
12). De aquí que sea evidente la gran necesidad de que el fomento de la lectura se
realice con prontitud, con miras a que ellos desarrollen actividades que despierten su
gusto por la lectura.
23 La pedagogía tradicional comienza a gestarse en el siglo XVIII con el surgimiento de la escuela como institución y alcanza su apogeo con el advenimiento de la pedagogía como ciencia en el siglo XIX. Los contenidos de enseñanza constituyen los conocimientos y valores acumulados por la humanidad y transmitidos por el maestro como verdades absolutas desvinculadas del contexto social e histórico en el que vive el alumno. 24 “El desarrollo de la pedagogía ha dado nuevas finalidades al dibujo, al cual coloca como una actividad específica para la adquisición de medios de expresión y de educación artística, con el propósito de lograr aprendizajes relevantes, entendiendo a éstos como la formulación clara y precisa de los cambios que se esperan en los estudiantes, por lo que se puede decir que la educación tiene un lugar muy importante dentro de la formación de las cualidades sensibles del individuo” (C. Villegas, 2011, p. 3).
50
Los niños en edades tempranas tienen una imaginación y una actividad de creación
muy amplia y el dibujo es una de las principales formas de expresión en estas edades,
con las cuales comunican, socializan, aprenden y crean.25
Las prácticas lectoras e interpretativas con el libro álbum han de fomentar en los niños
ese acompañamiento de sus semejantes, y han de servir como promotoras de la
socialización dentro del aula. Y, por ende, han de significar un reconocimiento del
contexto áulico completo donde el niño pueda expresarse sin temor.
El planteamiento que propongo es hacer de la lectura de imágenes una práctica que
realmente apoye el trabajo en el aula, con miras a que el alumno logre explotar su
creatividad, su imaginación y todo lo que puede fomentar el dibujo y la lectura en la
adquisición del aprendizaje.
El proyecto “El libro álbum como recurso didáctico para fomentar la lectura en niños
de tercer grado de prescolar” está dirigido a los niños de tercer año de preescolar del
jardín de niños “Estefanía Castañeda”, ubicado en avenida Valparaíso esquina la
Purísima, s. n., manzana 16, claustro Alemania, Geovillas de Santa Bárbara,
Ixtapaluca, Estado de México. El proyecto de intervención pedagógica plantea
sesiones de fomento a la lectura con ayuda del libro álbum y creaciones propias de los
infantes a partir de sus interpretaciones de las imágenes.
La lectura del libro álbum con los niños prescolares constituye un acercamiento
amigable. La imagen es la principal forma visual con la cual se busca atrapar la
atención del infante para que de esta manera el proceso lector sea mucho más
significativo. El niño tiene que ir comprendiendo un mensaje desde su particular punto
de vista, para lo cual es esencial que comience a interpretar. Una cosa que no hay que
olvidar es que la interpretación es muy semejante al acto de leer. El niño, desde su
nacimiento, es un ser de interpretación, que se encuentra en una búsqueda de asimilar
todo lo que lo rodea. Fomentar la lectura en esta etapa es fundamental.
25 Adquieran confianza para expresarse, dialogar y conversar en su lengua materna; mejoren su capacidad de escucha y enriquezcan su lenguaje oral al comunicarse en situaciones variadas (PEP, 2011: 17).
51
La imagen es, entonces, un recurso amigable con el cual el niño puede dar a conocer
su interpretación de lo que ve, de lo que escucha, de lo que siente. Por esta razón el
libro álbum ha de ser la herramienta principal para acercar a los niños a la cultura
escrita.
Objetivo general
• Fomentar la lectura del libro álbum entre niños de tercer grado de prescolar del jardín
de niños Estefanía Castañeda, con el fin de propiciar las condiciones para la
producción de nuevas historias y creaciones plásticas.
Objetivos específicos
• Acercar a los niños a la lectura de imágenes, para despertar en ellos el interés y el
gusto por la lectura.
• Que el niño imagine y que se exprese de una manera natural y sin presiones con
ayuda de las ilustraciones de los libros álbum.
Metodología
El proyecto de intervención pedagógica es de carácter cualitativo: específicamente la
observación y, posteriormente, con el proyecto de intervención, la incidencia directa
en el fomento de la lectura.
Las sesiones de observación me permitirán conocer el contexto áulico,
específicamente familiarizarme con la práctica del docente y también detectar el
contexto extraescolar con el fin de detectar espacios generadores de lectura; lo
anterior, para conocer si los niños ya han tenido un acercamiento inicial a la lectura y
cómo ha sido dicho acercamiento.
52
Número de sesiones y
fechas
Nombre de los libros Actividad inicial y
central
Actividades
complementarias
Sesión 1 y 2. Miércoles
6 y viernes 8 de junio
Irupé y yaguareté un final
inesperado.
Iluminemos a un personaje.
Lectura de imágenes.
Creación de historias.
Sesión 3 y 4. Martes 20
y jueves 22 de junio
Yipo una historia de nunca
acabar.
Dibujemos un monstruo.
Lectura de imágenes.
Dibujos de monstruos.
Creación de historias.
Sesión 5 y 6. Lunes 26 y
miércoles 28 de junio
Trucas, juguemos a pintar.
Lectura de imágenes.
Creación de pinturas
“Pintemos como Trucas”.
Sesión 7 y 8. Martes 11
y jueves 13 de julio
Donde viven los monstruos.
Convirtámonos en uno de
ellos.
Iluminemos a un personaje.
Lectura de imágenes y
palabras.
Actividad grupal: creación de
máscaras. “Convirtámonos
en uno de ellos”.
Sesión 9 y 10. Jueves
20 y viernes 21 de julio
La revancha de los conejos
Lectura de imágenes.
Dibujos: ¿qué come mi
conejo?
Creación de historias.
53
7. EL MUNICIPIO DE IXTAPALUCA A TRAVÉS DEL
TIEMPO
Ixtapaluca es uno de los 125 municipios del Estado de México. Se encuentra ubicado
en la parte centro-sur de la cuenca de México; fisiográficamente está localizado en el
eje neovolcánico, en la zona oriente del Estado de México. Dista a 7.5 kilómetros de
la capital de la República Mexicana y a 110 kilómetros de la capital del Estado de
México, Toluca de Lerdo. Tiene una extensión de 318.27 kilómetros cuadrados, que
representan 1.46% del territorio estatal. En él están situadas las carreteras nacionales
de México-Puebla y México-Cuautla que se bifurcan precisamente dentro de su
territorio.26
Sus límites territoriales con otros municipios y estados son los siguientes: al norte con
Texcoco y Chicoloapan; al noroeste con La Paz; al este con Valle de Chalco
Solidaridad; al sur con Chalco; al sureste con Tlalmanalco, y al oeste con Puebla.27
Ixtapaluca cuenta con una población de 495 563 habitantes, según datos del INEGI de
2015.28 Al comparar esta cifra con la del Censo de Población y Vivienda 2010 su
incremento es de 28 202 habitantes. Para 2015, era de 242 723 hombres y 252 840
mujeres, lo que equivale a 48.97 y 51.03, respectivamente. Hay una relación de 95
hombres por cada 100 mujeres. “El uso de suelo habitacional es predominante en la
periferia de la Ciudad de México; en ella, como en el resto de los países de América
Latina, el aumento de población urbana sigue siendo una de las principales presiones.
La dotación de vivienda sigue sin poder resolverse a ritmos adecuados” (Soto, 2013:
34).
Se desconoce el lugar de los primeros hombres que llegaron a Ixtapaluca. Los
primeros asentamientos de este municipio se registran entre los años 1100 a.C. y 100
d.C., cuando Xólotl inicia su reinado en Tenayuca Techotlala. Tuvo un hijo llamado
26 Estado de México (2016), Enciclopedia de los municipios y delegaciones de México, 29 de junio de 2017, Ayuntamiento de Ixtapaluca, en http://siglo.inafed.gob.mx/enciclopedia/EMM15mexico/municipios/15039a.html. 27 Idem. 28 Idem.
54
Ixtlixóchitl a quien nombró su sucesor, donándole 11 pueblos, entre ellos, Ixtapaluca y
Coatepec. El señor que reinaba en Ixtapaluca se llamaba Izcotzin, y el gobernador
Cuahuitzilotzin, quien tuvo una participación valerosa, ya que los tepanecas tomaron
el lugar como entrada para llegar al reinado de Texcoco, apoderarse de él y derrotar a
Ixtlixóchitl.
Hasta 1570 el corregimiento comprendía Coatepec, Chimalhuacán, Atenco y
Chicoloapan, Acuautla e Ixtapaluca. Los gobernadores indígenas apoyaron la
congregación para fortalecer el control sobre sus comunidades. La primera
congregación se realizó en Coatepec en 1593.
Los primeros religiosos llegaron a la región en 1527. Pertenecían a la orden seráfica.
Durante la evangelización, 1570, Coatepec había sido cuidadosamente distribuido,
administrado en un principio por los franciscanos, y más tarde entregado a los
dominicos. Posiblemente su congregación se inició en 1550. Ixtapaluca fue elegido en
1553 para realizar la reducción de los naturales localizados en los bordes de la zona
lacustre, hacia la parte norte. Ayotla se congregó en San Juan Bautista Tlalpizahuac,
en 1554. En 1531 fue fundada la parroquia de Ixtapaluca; el templo parroquial de
Coatepec se construyó en 1775.29
Durante el gobierno de Porfirio Díaz los productos de las haciendas de Ixtapaluca30 se
comercializaban en la Ciudad de México. Esas mercancías eran conducidas por el lago
de Chalco utilizando los embarcaderos, que, de acuerdo con un plano de Peñafiel, de
1884, se localizaban en Ixtapaluca y en la hacienda de Acozac.
La importancia que tuvieron las haciendas en el municipio durante el Porfiriato se debió
a su gran producción de maíz, frijol, haba, alfalfa, calabaza y maguey.
29 A. Vargas e I. Barrios (2010), Enciclopedia de los municipios y delegaciones de México, 15 de junio de 2017, INAFED, en http://siglo.inafed.gob.mx/enciclopedia/EMM15mexico/municipios/15039a.html. 30 E. Mondragón (2015), Historias de haciendas en Ixtapaluca, 29 de junio de 2017, en https://www.pochtecas.com.mx/2015/07/28/haciendas-de-ixtapaluca/.
55
Después de la Revolución31, Ixtapaluca quedó abandonada. Cinco años más tarde y
una vez calmados los ánimos sus habitantes regresaron a poblarla. La construcción
de la carretera federal ocurrió en 1924, hizo que el municipio progresara.
La noche del 9 de abril de 1936, veinte militares y ocho policías armados entraron a la
hacienda de Santa Bárbara de este municipio, residencia del ex presidente Plutarco
Elías Calles, quien se encontraba reposando en su cama leyendo Mi lucha, de Adolfo
Hitler; le comunicaron que el presidente Lázaro Cárdenas del Río le ordenaba
prepararse para salir del país a las siete de la mañana. El 10 de abril fue conducido al
puerto aéreo, donde en compañía de otros activos callistas: Luis L. León, Luis N.
Morones y Melchor Ortega, abordó un aeroplano que lo llevó al exilio en San Diego,
California, en Estados Unidos.32
Los últimos 20 años han marcado un proceso de transformación profunda en
Ixtapaluca, que comenzó con la construcción de conjuntos habitacionales, al principio
pequeños, como San José de La Palma y Geovillas de Ayotla, y después, a finales de
1995, con el proyecto de la unidad habitacional Los Héroes, que constituiría en su
momento el conjunto más grande de América Latina, con alrededor de 18 000 casas.
Este desarrollo habitacional fue acrcentado más tarde por el conjunto habitacional San
Buenaventura,33 que llegó a albergar 23 000 hogares, siendo así el más grande de
México. Aparte de estos dos megaproyectos, también existieron otros no mucho
menores, como Geovillas de Santa Bárbara, asentada en la ex Hacienda de Santa
Bárbara, otrora propiedad del general Plutarco Elías Calles, y Ciudad Cuatro Vientos,
con cerca de 15 000 casas. “En Ixtapaluca surgieron los primeros megaproyectos que
impactaron por su dimensión y por las consecuencias para las familias que apostaron
31 Una de las demandas generalizadas de la Revolución mexicana fue la expropiación de las grandes extensiones de tierra para que los trabajadores agrícolas fueran dueños de sus terrenos y de su trabajo. 32 Esta etapa abarca desde la salida de Plutarco Elías Calles hasta el ascenso de Lázaro Cárdenas. Se le conoce comoe Maximato porque durante estos años quien estuvo al mando del país por medio de otros tres presidentes fue: Plutarco Elías Calles, quien hacía llamarse el Jefe Máximo. 33 E. Fernández (2004), San Buenaventura: el más grande en tamaño y rezagos, 29 de junio de 2017, El Universal, en http://archivo.eluniversal.com.mx/ciudad/57995.html.
56
al sueño de la casa propia. Este tipo de urbanización marca una nueva era urbana en
México.”34
Esto ha llevado a una gran población que ha ocasionado muchos estragos, sobre todo
ante la escasa infraestructura, ya que la mayoría trabaja o estudia fuera del municipio,
principalmente en la Ciudad de México, provocando así grandes desplazamientos de
su población.
7.1 Leer en Santa Bárbara
La colonia Santa Bárbara es una zona habitacional. La gran mayoría de sus habitantes
son personas de bajos recursos. Realmente son pocos los que gozan de una
estabilidad económica importante. La mayoría de la gente de esta comunidad viaja a
la Ciudad de México, donde encuentran el sustento laboral y económico.
Dentro de esta comunidad hay una
biblioteca que se llama Profesor Rafael
Ramírez, justo enfrente de la
secundaria Heriberto Enríquez. Es
pequeña pero tiene algunos espacios
con sillas y mesas, para hacer la tarea
y para consultar tranquilamente un
libro. Tiene una fachada en color
blanco y rojo, pues estos son los colores que identifican al municipio. Alrededor de la
biblioteca está la primaria Rufino Tamayo, el jardín de niños Rubén Darío y dos
parques recreativos un poco abandonados. Las bancas viejitas de aquellos parques
fueron cambiadas en 2011. Las bancas de concreto, con las varillas a la vista, fueron
desplazadas por unas modernas de metal en color rojo, con orificios circulares. Pero
34 E. Soto y H. Padilla (2013), Congreso Nacional de Vivienda. Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad, vol. 1, pp. 1-58.
57
las inclemencias del tiempo y los malos tratos de la gente terminarían por corromper
el ambiente de aquellos parques. Bolsas negras de basura aguardan debajo de los
botes gris y verde.
La biblioteca Profesor Rafael Ramírez es la única de la colonia Santa Bárbara. El único
espacio generador de lengua escrita formal que existe. Algo preocupante dado que en
su entorno hay tres escuelas. Datos del ayuntamiento afirman que la biblioteca
beneficia a más de 23 000 personas, residentes de la unidad habitacional.
Gerardo Mejía, responsable de bibliotecas, dijo que Ixtapaluca se posiciona en el
primer lugar con mayor número de visitantes, a diferencia de otros municipios del
Estado de México. Por su parte, la alcaldesa, Maricela Serrano, aseguró que en ese
año (2014) serán destinados los recursos necesarios para que sean creadas nuevas
bibliotecas. Expresó que “de esta forma seremos un pueblo culto, educado y libre que
busque obtener mejores condiciones de vida”.35 Supuestamente en la biblioteca se
registró el medio millón de visitas y la entonces presidenta municipal prometió construir
más. Cosa que no ha sucedido.
Hice cinco visitas de una hora dentro de las instalaciones de la biblioteca, en diferentes
días y un fin de semana. Los alumnos que asistían en su mayoría eran de secundaria
y niños de primaria. En el tiempo que estuve observando las prácticas dentro de la
biblioteca me percaté de que muchos niños de secundaria iban por instrucciones de
su profesora de biología, por asuntos de una investigación que les dejó hacer y les
pidió fuentes bibliográficas. Los niños de primaria asistían argumentando que en sus
casas no había internet y que para sus tareas lo necesitaban. Con la tableta que les
otorgó el gobierno llegaban a las instalaciones, estaban cerca de 15 minutos algunos
y se retiraban. Otros sí demoraban más tiempo.
35 F. Martínez (2014), Ixtapaluca registra medio millón de visitas a bibliotecas públicas, 29 de junio de 2017, AC. Noticias. Periodismo Independiente, en http://www.radiocolibri.com.mx/?q=Noticia/ixtapaluca-registra-medio-millon-de-visitas-bibliotecas-publicas-157.
58
Caminando por toda la unidad habitacional encontré que la venta de periódicos es muy
escasa. En toda la unidad sólo hay dos puestos de revistas y periódicos. Uno de ellos
sólo vende revistas de moda y el periódico que predomina es el Metro, donde
sobresale la nota roja y contenido para adultos. El segundo puesto de periódicos está
ubicado en la avenida Alemania junto a un Oxxo. Este puesto de periódicos sí cuenta
con revistas de divulgación científica: ¿Cómo Ves?, Quo, Muy Interesante, etcétera.
En cuanto a periódicos se venden: Excélsior, El Universal, La Jornada, Milenio y el
Metro.
Cabe mencionar que para ingresar a la unidad Santa Bárbara hay tres entradas: una
por la carretera México-Puebla, donde abunda más gente, porque es el acceso
principal a la unidad. La segunda entrada es por Los Arcos, ubicada a un costado de
la carretera federal que conecta Ixtapaluca con la Ciudad de México y con Chalco.
Aquí hay un centro comercial donde también se expenden revistas y periódicos. La
tercera entrada también es por la carretera federal, pero es aún más importante,
porque en sus alrededores hay dos grandes plazas comerciales: El Cortijo Ixtapaluca”
y Sendero Ixtapaluca, en cuyas inmediaciones también hay puestos de periódicos,
aunque no los cuento como propios de la unidad habitacional porque ya no están en
su seno. Estos puestos de periódicos cuentan con revistas de divulgación científica,
de modas, sociales, decontenido para adultos, etcétera. Y periódicos como El
Excélsior, El Universal, La Jornada, Milenio, El Heraldo, Esto y el Metro.
En Sendero Ixtapaluca se encuentra una librería Porrúa y una de Fernández Editores.
En El Cortijo Ixtapaluca, específicamente en el supermercado Wal-Mart, hay
exclusivamente títulos de la librería Gandhi.
Más textos de divulgación que predominan al interior de la unidad son folletos de
ofertas de los supermercados, folletos de comercio como pizzerías y pequeños
negocios de comida corrida. En realidad no hay tantos impresos de lectura.
En las paredes de la unidad habitacional se pueden observar anuncios de proselitismo
político, y de alquiler de mesas y sonido para fiestas, así como anuncios de escuelas
59
de paga como el colegio Williams, de reciente creación. Hay publicidad de ellos por
todos lados. También hay anuncios de la reciente fábrica de Price Shoes, que es una
distribuidora de ropa y calzado. Asimismo, anuncios de negocios. Pero lo que sí
abunda mucho son los postes con números telefónicos de plomeros, carpinteros,
albañiles y destapacaños que ofrecen sus servicios.
8. EL PREESCOLAR ESTEFANÍA CASTAÑEDA
El preescolar Estefanía Castañeda se ubica en el municipio de Ixtapaluca. Mis dos
hermanos asistieron a este jardín de niños, así que me pareció una buena idea asistir
y pedir una oportunidad para realizar la intervención en la escuela.
Este jardín de niños es una escuela de
gobierno que cuenta con nueve aulas, un
salón de usos múltiples y una biblioteca.
Cada aula destinada a la enseñanza
preescolar está equipada con lo básico:
un pizarrón y algunos muebles para
guardar el material didáctico.
El primer día de visita al jardín de niños
Estefanía Castañeda me abrí paso entre padres de familia y niños, hasta llegar a la
entrada. Voces de niños y niñas, madres de familia y vendedoras ambulantes rodean
la escuela. Había mucho ruido, pero tenía que esperar hasta que todos los niños
entraran. Era un miércoles frío, a mitad de semana. Los padres de familia se notaban
desesperados por dejar a sus hijos.
La mayoría de ellos habita en el municipio, y en especial en la colonia de Santa
Bárbara, son personas que trabajan, a diferencia de algunas generaciones cuando la
mamá se quedaba en casa. El contexto familiar en el cual se vive hoy en día es
inclusive el de muchas madres solteras que buscan dar lo mejor a sus hijos.
60
La maestra Edith, directora del jardín de niños, muy amable me permitió el acceso a la
institución. Es una señora que a mi parecer tendrá entre 50 y 55 años de edad. Vestida
con un elegante traje azul y blusa blanca, el pelo castaño, unos lentes con contorno
oro y unos zapatos perfectamente boleados color negro, todas las mañanas les da la
bienvenida a los niños. Esta mañana me ha recibido a mí.
“¿Cómo te llamas?”, me preguntó, mientras entrábamos a la dirección, un salón de
pequeñas dimensiones, con seis ventanas que dan una buena iluminación natural, dos
sillas negras frente al escritorio y nada más. Le di mi nombre y me presenté como
estudiante de la Universidad Pedagógica Nacional. Le platiqué la razón de mi visita a
su escuela y le dije: “Me gustaría impartir un pequeño curso de fomento a la lectura.
Ahora mismo me encuentro en el último año de formación como pedagogo y se me ha
encomendado la tarea de hacer una intervención pedagógica con ese fin. Serían
sesiones de trabajo con los niños y los libros álbum. Considero necesario el uso de la
imagen para este fomento e introducción a las letras”.
La directora mostró una gran disposición: “El trabajo con la lectura nos hace mucha
falta. Necesitamos más programas que apoyen el fomento y el gusto por la lectura.
Aquí en mi escuela no tenemos un programa bien definido, pero regularmente
realizamos campañas de lectura en las que los padres vienen a contar un cuento a los
niños”, comentó.
La directora me invitó a realizar un recorrido por el jardín de niños, presentándome a
las maestras educadoras que laboran en el plantel. Los pasillos eran grandes. Cada
uno tenía macetas de color café, que daban vida a las desteñidas paredes de aquel
lugar. Quizás hace ya unos años que no se pintan, porque en verdad lucían muy
deslucidas. No había ningún niño afuera; todos estaban en sus salones.
La construcción de los salones fue hecha con esos ladrillos grandes, con un espacio
muy amplio, y puedo ver que cada salón cuenta con seis ventanas que dan hacia el
pasillo y otras seis que dan a la parte de atrás, donde hay un área verde. Son salones
61
muy grandes, porque la población estudiantil es grande. En promedio cada aula
alberga de 25 a 30 niños.
Este jardín de niños se construyó en 2001. Tiene 16 años. Originalmente sólo era un
salón, así de grande como los actuales, pero después, con el paso de los años, desde
2001 hasta 2007 fueron construyéndose las demás aulas, hasta conformar nueve
salones destinados a la enseñanza preescolar, así como un cuarto de conserjería, una
cocina, un salón de usos múltiples y una biblioteca que se edificó en 2013.
Nervios. Sí, eso es lo que siento. Estoy a punto de entrar al aula. Los gritos de los
niños se escuchan hasta afuera y supongo que es normal sentir nervios. Trato de
tranquilizarme, pero no puedo hacerlo. Veo que la directora entra al salón y yo atrás
de ella. Siento que la cara me arde: son los nervios.
Aunque en mi mente está que primero realizaré observaciones, no puedo quitarme los
nervios. Quizás porque nunca he trabajado con niños preescolares. Me armé de valor.
Entré al salón de clases de 3°B grupo que estaba a cargo de la Maestra Rocio; donde
la directora muy amablemente me presenta con todo el grupo.
Poco a poco el nerviosismo fue pasando y me sentí más tranquilo. Así que me situé
en la parte de atrás del salón, justo en medio para tener visibilidad de todo. Desde ese
lugar observé que el salón contaba con nueve mesas en las que se sentaban de tres
a cuatro niños. Las mesas son verdes, pero de un verde pasto o, también, verde
brócoli. Un color bastante estridente.
El salón es amplio y muy colorido, está pintado de dos colores: morado y verde. Hay
muchas imágenes que ilustran el abecedario. Y también algunos carteles de palabras
en inglés, lo cual me parece muy raro, pero me da alegría que en los preescolares de
educación pública se esté tomando en cuenta el habla de un idioma. Gran paradoja
entre la apariencia del interior y la de afuera. A diferencia de las desteñidas paredes
por fuera, adentro sí que hay mucha vida. Hay un gran árbol de papel en una de las
paredes que tiene los nombres de los niños.
62
El salón cuenta con dos libreros grandes de madera, donde los alumnos guardan un
cuaderno. Me doy cuenta de lo anterior porque la maestra les ha dado la instrucción
de ir por él. Todos los niños se apresuran; ninguno quiere quedarse atrás. Los libros
tienen un color especial, están forrados con papel amarillo. La maestra les pide a los
niños que saquen colores, crayolas. Les reparte una hoja donde viene impreso un
corazón (sí, hoy es 14 de febrero) pues la actividad consiste en rellenar esa figura con
bolitas de papel en color rojo.
Todos los niños están concentrados en hacer sus bolitas de papel, aunque siguen igual
de inquietos como cuando llegué. El estar así supongo es el estado natural de los
niños: están en busca de conocer todo lo que puedan; para eso están aquí.
Inmerso en mis pensamientos, una voz me regresá al salón de clases: “¿Cómo te
llamas?” Era una niña. Le respondí y después de charlar un poco con ella me invitó a
jugar. Para ella hacer bolitas de papel y pegarlas en el corazón era un juego. Me dijo
que una vez le puso papel a un gran elefante que la maestra Rocío les había regalado,
y que si quería después me lo enseñaría. Me contó sobre los juguetes que
clandestinamente guarda dentro del casillero de madera. En secreto me dijo que tenía
guardada una estufa y un sartén. Yo le dije: “¡Oh, vaya! Te guardaré el secreto”.
Miriam fue por sus juguetes, aprovechando que la maestra ayudaba a otros
compañeros: era una estufa y un sartén miniatura de una cocinita. Me mostré
agradecido con ella por revelarme tan grande secreto, pero le advertí que ahora debía
ir a guardarlo; si no, la maestra la descubriría. Así que fue y con mucho sigilo guardó
sus juguetes y regresó para seguir trabajando con el corazón, no sin antes pedirme
ayuda para rellenar su corazón que, por cierto, no tenía ni la mitad lleno.
Entonces me apresuré a hacer bolitas de papel mientras ella las pegaba. De repente
se mostró interesada en lo que yo escribía en mis hojas de notas; las tomó y me dijo
que no entendía qué decía. Intenté explicarle, aunque la verdad no sé si me entendió.
Ella estaba concentrada en las bolitas de papel de nueva cuenta. En ese momento se
acercó la maestra y le pidió a Miriam que no me estuviera molestando, que nadie sabía,
pero que yo estaba observando a los niños que se portaban mal para llevarlos con la
63
directora. Comencé a reírme junto con la maestra Roció y afirmé lo que antes había
dicho con un tono más enérgico: “¡Sí, estoy viendo quién se porta mal! Pero tú no te
preocupes que tú te estás portando muy bien”, le dije.
Después la maestra pasó a cada mesa para verificar que todos hubieran terminado la
actividad y les indicó dónde dejar sus trabajos para que se secaran. Posteriormente la
maestra les preguntó si se acordaban qué harían ese día. Un niño levantó la mano y
le dijo: “¡Nos van a dar dulces!” Y la maestra le dijo que sí. Efectivamente ese día iban
a tener un pequeño convivio con motivo del 14 de febrero. Entonces la maestra les dijo
que iba a venir un papá a contarles un cuento.
No pasó mucho tiempo y el padre de familia al que se refería la maestra llegó al salón.
Cuando se encontraba afuera, se le notaba un poco intranquilo. De hecho, antes de
pararse en el salón, pasó de largo como si no lo encontrara. La maestra Rocío tuvo
que salir y hacerle señas. El señor se acercó adonde la maestra ya estaba
esperándolo. Yo me encontraba un poco lejos de ellos y no pude escuchar lo que
platicaban. Ambos hacían algunos ademanes con las manos, pero no entendí la
conversación que estaban estableciendo. Sin más, el señor pasó al aula y se sentó en
una silla. Mientras lo hacía, aprovechó para saludar a los niños y de una mochila color
azul marino sacó un libro. Por mi visión algo estropeada no me fue posible ver el libro
del que se trataba hasta que él mencionó que era Gustavo va a la escuela.
Entonces la maestra les pedía a los niños que acomodaran sus sillas de frente y que
se calmaran. Estaban en extremo inquietos. Cuando el señor comenzó a leer, algunos
niños ponían atención y se les veía interesados en la lectura. El señor contaba el
cuento aunque en ocasiones tartamudeaba un poco. Su lectura era pausada y en
algunas partes su voz era débil. Parecía que al principio su tono era muy fuerte y
gradualmente fue bajando de intensidad hasta casi apagarse. La maestra Rocío
trataba de controlar a los niños que no querían estar quietos ni poner atención; se
acercaba a ellos y les decía que se calmaran. Los más inquietos eran Rodrigo y
Arizbeth a quienes, en aquel momento, aún no conocía.
64
Al término de la lectura del cuento, la maestra Rocío dijo: “Bueno, vamos a darle las
gracias al señor. ¿Cómo le decimos al señor?” Y todos los niños gritaron “¡Gracias!” El
señor se fue y, junto con él, yo también. Pero antes de hacerlo me acerqué a la maestra
para agradecerle este primer día de observación y para despedirme de los niños.
8.1 Aquí vamos de nuevo
Otra vez estoy frente al salón. Han pasado dos días desde mi primera observación y
el ruido es similar al de la primera vez: los niños gritan, están algo descontrolados, tal
vez un poco de lo normal. Entro al salón y se quedan callados. Quizás creyeron aquella
broma de que estoy vigilando a los niños que se porten mal para llevarlos con la
directora. No sé, pero, el ruido cesó. Sin embargo, ese silencio lo interrumpió la voz de
la maestra Rocío: “¡Buenos días!” Tomé mi lugar en la parte trasera del salón y me
dispuse a observar cada cosa que hicieran los niños durante la práctica de lectura.
Esta vez le tocaba el turno a otro papá, que debía ir a leer un cuento a los niños, pero
no pudo asistir. “¿Qué se hace en estos casos?”, me pregunté, mientras veía a la
maestra que buscaba algo dentro de un pequeño estante con materiales que tiene
justo al lado izquierdo de su escritorio. Un escritorio de madera muy grande, cubierto
con un mantel verde y un vidrio que cubre la parte superior. En sus manos la maestra
trajo un pequeño libro del que a simple vista no me fue posible ver el título. Después
de algunos minutos les dijo a los niños que ella les leería un cuento, a falta del padre
de familia. Así que se dispuso a contarlo.
La maestra contó el cuento Caperucita roja. Durante la narración los niños prestaban
atención, al parecer este cuento les gustó más que el del día anterior. Hacían menos
ruidos y no estaban tan distraídos en comparación con la experiencia de la lectura de
Gustavo va a la escuela. Se notó que les atrapó la historia, aparte de que la maestra
los invitaba a participar reproduciendo algunos sonidos. Ella preguntaba: “A ver,
¿cómo hace el lobo?” Y los niños hacían los ruidos que caracterizan a los lobos, así
que fue una lectura con un dinamismo diferente. El cuento Gustavo va a la escuela tal
vez no propiciaba esta dinámica de lectura participativa. Los niños al final se notaban
65
tranquilos, aunque después de algunos minutos de nueva cuenta volvían a platicar, a
gritar, a jugar. Son niños.
La maestra Rocío trató de hacer una lectura muy dinámica y los niños disfrutaban al
participar cuando ella les hacía preguntas, y aunque un poco desordenados,
respondían casi al unísono. La profesora mostraba algunas de las imágenes del cuento
extendiendo por completo el libro, que no era muy grande en dimensiones, (15 cm x
15 cm aproximadamente) y los niños trataban de verlas; algunos incluso pasaban al
frente. Bueno, ahí se hacía un poco el desorden, pero la maestra les decía que se
hicieran para atrás y que tuvieran orden si querían que ella siguiera leyendo.
Durante la lectura en voz alta, los niños hacían muchos comentarios con respecto a
las imágenes. Recuerdo que Damián dijo al mirar una de las ilustraciones del cuento
que estaba mejor la película que se llamaba Buza caperuza. En aquel momento
algunos compañeros lo escucharon y afirmaron, junto con él, que sí, que la película
estaba mejor y comentaban otras cosas. Yo desconocía esa película, y ese mismo día
busqué si era verdad que existía. Y sí, efectivamente, era una película.
En total realicé siete sesiones de observación en este grupo de la maestra Rocío.
Encontré que no hay un plan para fomentar la lectura, no obstante que la maestra les
lee a los niños muy de vez en cuando.
Aparte de las siete ocasiones que observé las prácticas lectoras, sólo la primera vez
se presentó el padre de familia. Y sólo una vez la maestra les leyó un cuento. En
realidad, no se lleva a la práctica el fomento a la lectura. La maestra sí les
proporcionaba a los niños material para trabajar; les repartía copias fotostáticas donde
los niños tenían que escribir su nombre y colorear las letras. En el transcurso de mis
observaciones los niños ya estaban aprendiendo a leer por repetición de fonemas, a
separar las letras, luego a formar sílabas y, por último, a estructurar palabras. Algunos
ya podían escribir su nombre, aunque lo hacían un poco de lado. Les emocionaba
mucho aprender a escribir y repetir las palabras que la maestra trazaba en el pizarrón.
Cuando uno de los niños corría en el salón de clases, la profesora le pedía que leyera
66
el reglamento que estaba pegado en la pared: una hoja ilustrada donde estaba un niño
corriendo y decía que no se debía correr en el salón. Entonces el niño le respondía:
“No correr”. Y la maestra le decía: “No, pero dime bien, así como está escrito allí”. Los
demás pequeños lo ayudaban y entre todos encontraban la respuesta. Algunos niños
ya tenían nociones claras de lo que decía el reglamento y jalaban de la bata azul a la
maestra diciéndole: “¡Yo le digo, yo le digo!” Y en realidad sí le decían exactamente lo
que estaba escrito. Pero la maestra sabía quiénes ya estaban entendidos en el
proceso lector así que esperaba a que el otro niño a quien le había preguntado primero,
le respondiera, aunque con ayuda, pero que respondiera.
Por supuesto que las clases de la maestra eran muy enriquecidas por todos los
materiales didácticos que utilizaba: crayones, hojas blancas y copias fotostáticas,
nunca podían faltar en la gran mesa café que tenía por escritorio la profesora Rocío.
Los niños entendían muy bien a la maestra cuando daba alguna instrucción. Les
hablaba con autoridad, pero siempre era muy cariñosa. Aunque había unos chicos
difíciles a la hora de trabajar o de colaborar con el grupo. Es el caso de Alejandro, al
que no le gusta mucho participar en las actividades propuestas por la maestra.
Ella está muy familiarizada con las prácticas de escritura y alienta a los niños más a
escribir que a leer. En una ocasión le pregunté cuál era su forma de enseñar a leer y
me dijo que no forza a ningún niño a hacerlo, que el niño, cuando ve a otro que ya
sabe leer, le nace el ímpetu por aprender y por saber qué dice lo que está escrito en
el pizarrón o en cualquier parte. “A veces el trabajo más complicado es el que nos
pueden brindar los padres de familia. Aquí dentro del aula se le puede enseñar al niño.
Pero el trabajo más arduo es el que se realiza en su entorno familiar, cuando el papá
o la mamá apoyan al niño; entonces el niño tiene una confianza mucho mayor y puede
leer mucho más rápido, pero el apoyo es de los padres y de nosotros como facilitadoras
dentro de la institución. En ocasiones los padres quieren que nosotros hagamos todo
y no se dan cuenta de que aquí contamos todos”, me dijo.
67
La maestra no forzaba a los niños. Trataba de que comenzaran a reconocer las
palabras, las letras, los fonemas y así promover que, en su mente, se fuera articulando
el lenguaje. La profesora no ponía en práctica el método global de Decroly, por medio
del cual se le da el significado de un “todo” al niño, para después desmenuzar sus
partes particulares. Porque, aseguraba, ese método bloqueaba la mente del niño, al
tratar de meter mucha información en su cerebro cuando no la puede comprender del
todo. “Hay maestros que lo hacen, sí, pero al ver que no funciona regresan a las
antiguas prácticas de enseñanza. Las letras y las teorías se ven muy bien cuando
están escritas; pero, mira Manuel, cuando estás en la práctica todas las cosas cambian
y a veces tienes que hacer una mescolanza de lo que sabes con el fin de sacar buen
provecho de todos los recursos que tienes a tu alcance”.
Mientras la maestra hablaba, yo mirada a cada uno de los niños. Los iba conociendo
y ellos a mí. Podía estar en su salón y los ayudaba cuando lo necesitaban con algunas
dinámicas, al colorear con acuarelas, al sacarle punta a sus lápices, etcétera. Ya no
nada más era un observador; me convertí en un ayudante de los pequeños y de la
maestra.
En esta etapa, los niños están en constante aprendizaje. De ahí que sea vital
importancia acercarlos activamente a la lectura. Ayudarlos y estar de cerca de ellos,
me permitió conocer un poco más de las cosas que les gustaban, y también, ser
aceptado en el grupo.
Cuando tuve la oportunidad de platicar con la maestra y preguntarle sobre los
procedimientos que utilizaba durante sus clases me di cuenta de que efectivamente a
veces la teoría es muy buena y bonita en el papel, pero en la práctica es totalmente
diferente. Los niños son un mundo por descubrir, pues cada uno de ellos tiene
intereses particulares, y formas determinadas de aprender. La labor docente no es
nada sencilla, puesto que se tienen que implementar las mejores decisiones con el fin
de que el trabajo con el grupo se vea reflejado.
68
Durante las siete visitas que hice al jardín de niños, hay algo que merece una mención
especial. Los niños de la escuela secundaria Heriberto Enríquez, que se encuentra a
escasos 10 minutos de allí, llegaron a contarles un cuento a los niños preescolares.
¿Por qué? No lo sé, pero fue algo muy divertido para los pequeños. Aquí les cuento.
Viernes 28 de abril. Son las 9:30 de la mañana. Noto que la maestra sale y entra al
salón de clases. Me pide que cuide el grupo un momento, pero la veo inquieta. De
repente veo pasar a la directora y a todas las maestras del preescolar tras ella. “Que
cosa más rara”, me digo. Hago conjeturas en mi mente, pero sinceramente estoy algo
cansado y con sueño. Veo a los niños y están bastante inquietos, pero se les ve bien.
Observo que Diego, al notar la ausencia de la maestra, saca de su lonchera un jugo,
bebe un poco y lo guarda. Creo que me ha visto y por eso lo ha guardado. Me acerco
a él y le digo que tome un poco más, que no hay problema. De repente, un grito
impresionante me sacude por dentro. Un escalofrío recorre mi cuerpo pues lo que
ocurre a continuación me ha tomado tan de sorpresa que salto. “Quiero una fila junto
al pizarrón. ¡Ahora!” Es la maestra Rocío que ha entrado muy alebrestada. De repente
comienzo a escuchar voces de niños más grandes. Descubro a un jovencito de suéter
blanco y pantalón azul marino que entra por la puerta del jardín de niños seguido de
otros de su misma edad. ¿Pero qué está pasando? “Esto está muy raro”, pienso.
Mientras la maestra Rocío sale con el grupo al patio de la escuela, en un santiamén
aquel espacio abierto se llena de estudiantes de secundaria mezclados con alumnos
del jardín de niños. Hasta ese momento no sabía qué hacían allí los niños de
secundaria. Pero poco después un maestro de la misma secundaria me lo explicó.
Mientras lo hacía repartía pelotas a sus alumnos y les daba una paleta payaso. La
directora del jardín de niños, la maestra Edith, llevaba las llaves de la biblioteca a
donde cada alumno de secundaria pasó, tomó un libro y eligió a algún pequeño al azar
y se dirigió a algún lugar del patio para contarle el cuento que había elegido de la
biblioteca.
Me sorprendió sobremanera semejante actividad. Me acerqué lo más rápido que pude
a la directora para preguntarle si ella había planeado esa dinámica y su respuesta fue
69
negativa. Todo había sido orquestado por la secundaria de la que provenían los chicos.
Y bueno, qué bonita experiencia lectora aquella de esa mañana. Cada niño se quedó
con una gran sonrisa, por su pelota, por su paleta y por escuchar un cuento. Aquella
actividad había tenido como resultado el rompimiento de la monotonía de la escuela y
la implementación de esa dinámica de fomento a la lectura tan especial.
Para mí en lo personal, fue un gran regalo el tiempo que se tomó cada alumno de
secundaria para acudir a leerles un cuento a estos niños de preescolar. No sé quién
fue el responsable de semejante idea, pero se lo aplaudo. Ese día para mí fue el mejor
de mi proceso de observación: disfruté mucho cómo los niños mayores leyeron una
historia a los más pequeños y estuve seguro de que los pequeños nunca iban a olvidar
esa experiencia.
Ahora seguramente entienden por qué hago mención de esta experiencia. Y es que,
sin duda, fue algo sin igual. No exagero cuando les digo que fue maravilloso ver a los
alumnos de secundaria tan entusiasmados contando cuentos a los pequeños. Algunos
venían preparados con títeres para apoyar su narración, como si de una obra de teatro
en miniatura se tratara. Qué cosa tan más reconfortante descubrir que los alumnos
más grandes también pueden ayudar a encauzar a los más pequeños en su encuentro
con la lectura. Sin duda jamás podré olvidar aquel día y seguramente los niños
tampoco.
70
8.2 Espacios generadores de lengua escrita en el jardín de
niños Estefanía Castañeda
El jardín de niños Estefanía Castañeda cuenta
con una biblioteca. Es un aula de grandes
dimensiones con cuatro ventanas que permiten
una buena entrada de luz natural, la cual puede
aprovecharse al máximo gracias a que las
paredes están pintadas de blanco y azul.
Cuando uno entra a aquel salón puede percibir un
olor a plástico nuevo, aroma que proviene de las
bancas recién estrenadas y que sólo se utilizan en ocasiones especiales, pues en
general perfectamente apiladas y limpias.
La mayoría del acervo bibliográfico es de la colección Libros del Rincón, la cual fue
donada por el municipio de Ixtapaluca en 2013, además de otros libros que han sido
cedidos por los padres de familia de diversos ciclos escolares. Las aulas poseen un
espacio destinado a los libros de la misma colección, los cuales están divididos en
categorías: a) género informativo (“Los números y las formas”, “Las personas” y “Los
lugares, la Tierra y el espacio”) y b) género literario (“Cuentos de misterio y de terror”,
“Cuentos históricos” y “Cuentos clásicos”).
La escuela cuenta con un plan estratégico que se inscribe en una ruta de mejora, en
la que se hace énfasis específico en el uso de la biblioteca y en los recursos para
fomentar la lectura desde primero hasta tercer grado de preescolar. El objetivo es que
el niño se familiarice con la lengua escrita y se acerquen a los libros.
71
“En la biblioteca escolar padres e hijos”
fue una de las primeras actividades
realizadas por el jardín de niños para
fomentar la lectura. Padres de familia se
dieron cita en la biblioteca escolar y
caracterizaron a los niños como
protagonistas de un cuento con ayuda de diversas pinturas. Esto propició una buena
y sana convivencia de padres y alumnos.
El acompañamiento consiste en este tipo de actividades, donde el niño y el docente se
sienten apoyados por los padres de familia. La ruta de mejora escolar es una
herramienta para que el colectivo docente organice las acciones que fortalezcan las
capacidades de la escuela con el objetivo de mejorar los aprendizajes de los alumnos
y el desarrollo profesional de los maestros, en lo individual y en equipo, además de
establecer una visión compartida de lo que hace falta o conviene modificar en la
escuela mediante la generación de compromisos y acciones concretas y verificables.
(Consejos Técnicos Escolares, 2014: 7).
72
9. DESARROLLO DE LA PROPUESTA EL LIBRO ÁLBUM
COMO RECURSO DIDÁCTICO PARA FOMENTAR LA
LECTURA ENTRE NIÑOS PRESCOLARES
9.1 Irupé y Yaguareté un final inesperado
Ahí está, de vestido blanco y zapatitos negros, en medio de la selva, donde muchos
animales esperan cazar a su presa. ¿Será acaso ella presa de algún animal? No lo
sabemos por ahora; lo que sabemos es que ella es presa de una sed que le quema la
garganta. Los labios secos y la lengua tibia piden a gritos agua. Irupé camina sin temor
alguno en medio de aquella selva llena de árboles, hojas aquí y allá, y más hojas acá.
Donde quiera hay hojas y como la sed es mucha, decide tomar agua del gran cántaro que
lleva a la cabeza. Con su sed saciada Irupé camina, se encuentra feliz, y sigue bebiendo
agua.
Irupé camina entre ramas, entre hojas, entre serpientes, pájaros y demás animales, logra
saltar cada obstáculo en su camino; pero, esperen un momento, alguien la observa. ¿Seré
un animal? La mira fijamente mientras se lame los bigotes, su hambre es mucha y se
escucha el gruñir de su estómago deseoso de una presa a quien devorar.
Aquel que la observa es Yaguareté, con paso sigiloso y los colmillos afilados por fuera. No
hace ruido, sólo observa, como el gran cazador que es justo atrás de unos arbustos. Irupé
sigue su camino y se distrae con cada cosa que tiene alrededor. En este momento tiene
una mariposa radiante en color azul turquesa y en las alas detalles en color blanco que la
hacen la mariposa más hermosa de aquella selva; la observa y juega con ella, pero no sabe
lo que le avecina.
Irupé sigue su camino y junto con ella lo hace Yaguareté; atrás de ella va, busca el mejor
momento para atacar. Irupé es tan feliz en aquella selva y de repente los árboles, arbustos
y todas las hojas detrás de ella se mueven de forma inesperada; es Yaguareté que, con
gran salto, está con los colmillos afilados, sus garras listas en un vuelo directo a Irupé.
Todos los animales de aquella selva observan temerosos aquella escena; llenos de miedo
y de angustia huyen lejos de aquel lugar presagiando lo que le pasara a aquella pequeña
niña.
73
Yaguareté por fin se vuelca de una maroma sobre Irupé y muestra sus afilados dientes de
donde sale un tierno lengüetazo directo a la cara de Irupé, quien lo recibe cariñosamente y
ríe. Irupé sabe que su amigo Yaguareté esta hambriento, así que prepara un gran almuerzo.
Mientras Irupé prepara la comida, Yaguareté está lamiéndose los bigotes, ansioso de
probar lo que con tanto cariño su amiga Irupé le ha preparado. Finalmente, muy cansada y
también ya con hambre decide sentarse en una piedra y a su lado su amigo Yaguareté,
para disfrutar de un gran pedazo de carne.
Irupé y Yaguareté es un libro con más imágenes que texto y se presta para interpretarlo
de muchas maneras. Lo escogí para mi proyecto por recomendación de mi asesor de
trabajo de campo. Después de verlo, leerlo e interpretarlo con mis propias
herramientas analíticas me di cuenta de que es un libro muy rico en detalles. Las
imágenes son muy vistosas y claro que a los niños les encanta.
Con esta obra he querido poner de
manifiesto la gran imaginación de los
niños y su capacidad de creación.
Además, también quise que los niños
se divirtieran con esta lectura a pesar
de que yo no soy un cuentacuentos.
Y ahí estaba yo, en medio del patio de
la escuela, con el sol pegando sobre
nuestras cabezas. Sostengo en mi mano un paquete de hojas con algunas impresiones
que utilizaré el día de hoy. La verdad el nerviosismo de hace algunas semanas aún no
logro superarlo. Es como si el tiempo no hubiera pasado y me encontrara de nuevo en
ceros.
Me alienta la idea de saber que estoy contribuyendo con los niños más que con las
maestras. Y también trato de echarme porras a mí mismo.”¡Oye tú, todo saldrá bien!”
Me convenzo de que así será y camino con paso firme en dirección a la biblioteca del
jardín de niños.
74
En la biblioteca ya tenía todo el equipo de cómputo instalado. El libro Irupé y Yaguareté
es muy pequeñito y para trabajar con 25 niños iba a resultar insuficiente, así que me
di a la tarea de escanearlo y presentarlo con un proyector. El proyector permanece
encendido y en la pantalla se proyecta la portada del libro, donde aparece la niña Irupé,
al parecer acorralada por Yaguareté, un gran jaguar amarillo con manchas negras.
Cuando los niños llegaban yo estaba afuera de la biblioteca. Quería ver cómo
reaccionaban al ver aquella imagen. La verdad jamás esperé que se quedaran tan
intrigados. Uno que otro no prestó atención a la imagen; sólo les pareció extraño que
el proyector de la escuela estuviera en la biblioteca y se preguntaban si iban a ver una
película. Se acercaban al equipo de cómputo, pero como me veían que yo estaba del
otro lado de la ventana, no lo tocaban.
Otros niños se quedaban mirando la imagen y hacían muecas de asustados. Llegó
una niña conmigo: Miriam, ¿la recuerdan? Se acercó y me pregunto de qué se trataba
la película y si la íbamos a ver. Yo le dije que no era una película. Que íbamos a leer,
pero leer imágenes. De repente un niño, Diego, se acercó a mí y me dijo que para leer
se necesitaban letras. Que no podíamos leer imágenes.
Le dije que ya veríamos si era verdad aquello de que sólo
podemos leer letras y no imágenes. Para entonces la mayoría
del grupo ya había llegado, así que pasamos al salón y cerré la
puerta, para que la habitación se oscureciera y mejorara la
imagen que proyectaba el cañón.
“Bien, chicos, buenos días. Hoy vamos a realizar una actividad
muy interesante. Quiero que por favor saquen sus colores, sus
crayones, sus lápices, todo lo que tengan para colorear. ¿Les
gusta dibujar?” La respuesta inmediata de los pequeños fue ¡sí!
Casi unánime. Sólo resonaron dos que tres murmullos que
decían ¡no! “Bien, pues, hoy les he traído algunos dibujos para que los coloreen”. Era
un dibujo impreso del libro de Irupé y Yaguareté porque yo parto del supuesto de que
si la imagen les puede trasmitir algo, ellos también pueden esbozar su propia
75
interpretación. Y qué mejor que comenzando por el dibujo. Imágenes impresas de los
personajes fueron el primer contacto con ellos.
Yo creo que el dibujo es una forma muy amigable de abordar la lectura y de atrapar la
atención de los pequeños. Los veía colorear a su manera, mientras yo también hacía
mi dibujo. Fue como volver a ser niño e imaginar los colores, algo de lo que nuestros
niños de etapas escolares más avanzadas ya se han olvidado. El dibujo lo utilizo de
una forma introductoria para que los pequeños se familiaricen con los personajes del
cuento.
Entre murmullos, risas, ruido de lápices y crayones me
dispuse a comenzar con la actividad central. No tengo
preparación de cuentacuentos, no obstante que alguna
vez mi asesor Rigoberto me sugirió que tomara un
taller de cuentacuentos. Y justo en este momento
pensaba de cuánta ayuda me hubiera servido haber
tomado ese curso. Vi algunos videos en internet que
me permitieron darme una idea de cómo narrar un
cuento en público.
“Bien, ahora encenderé el cañón, ¿están listos?”, pregunté mientras hacía muecas
interrogatorias, como las que suelen esbozar los niños. “Hoy vamos a leer, pero vamos
a leer imágenes. Uno de ustedes me ha dicho que las imágenes no se pueden leer,
pero hoy les voy a demostrar que sí se puede”.
Mientras hablaba intentaba colocar el cañón en un lugar más adecuado. Agrandé
aquella imagen que ya habían visto cuando entraron el salón. “¿Alguien sabe cómo se
llama ese animal?”, pregunté. Todos se quedaron callados. De repente, por ahí se
escuchó: “¡Es un perro!”
Los niños pensaron que el jaguar Yaguareté era un perro, porque alguien aseguró que
era un can, por la cola y por la forma de la silueta. Más adelante, conforme fui leyendo
el cuento, los pequeños se fueron dando cuenta que aquellos que habían afirmado
76
que el personaje era un perro estaban equivocados. “¿Entonces qué es?”, pregunté y
otra vez por ahí alguien dijo: “¡Es un león!”
La forma en que narré el cuento fue la misma con la que inicié este capítulo, aunque
le agregué algunas palabras de mi cosecha. Traté de atraparlos y creo que cumplí con
mi objetivo inicial, aunque, como dije con antelación, no contaba con una preparación
de cuentacuentos.
Cuando comencé a leer había un poco de ruido y prevalecía un clima de intranquilidad.
No pasó mucho tiempo para que todos los niños estuvieran en completo silencio. De
repente, durante las escenas de tensión y de miedo de la historia se lograban percibir
algunas expresiones de susto: “¡Ay, se la va a comer!”, dijo alguien, mientras otros
hacían muecas de horror. ¡Vaya cosa! No pensé que narrar así el cuento iba resultar
tan favorable. Y con la ayuda de todos los niños fue mucho mejor. La verdad quisiera
describir con más detalle las caras de los niños y los ruidos que producían.
Lamentablemente los nervios me entumecieron los sentidos y sólo pudo mantenerme
concentrado plenamente para contar bien el cuento.
Después de terminar de leer, les pregunté a los pequeños si les había gustado la
historia y si querían que les volviera a pasar las imágenes. Y, bueno, pidieron que les
leyera nuevamente el cuento. Les gustó mucho y no hay mayor satisfacción para mí
que así haya sido. Preparar esta dinámica fue todo un reto para mí, así como también
lo fue pararme frente a un grupo y ejecutar lo que con tanto tiempo de antelación me
había dispuesto a hacer.
No todo ha terminado. Son las 9:05 horas de mi segundo día de actividades y aún
realizaré otra actividad basada en el libro de Irupé. Les he pedido a los niños que ahora
ellos me cuenten un cuento a mí. ¿Y cómo es eso? Bueno, pues ellos tienen que
imaginar la historia de Irupé y Yaguareté y narrar con las imágenes del cuento todas
las cosas que se les ocurran, todo lo que llegue a su mente. El objetivo último es que
inventen una historia a partir de las imágenes que ven.
Me encuentro ansioso por escuchar tan memorables historias. Y es que no hay nada
mejor que constatar todo el potencial de creación que existe en los niños. Pasaron uno
por uno. Con el libro en sus manos, les pedía que me leyeran las imágenes: que me
77
describieran la historia que imaginaban sin tomar en cuenta la que yo les había
contado.
Uno a uno fueron pasando. Algunos comenzaban a narrar el cuento casi de la misma
forma en que yo lo hice. Pero los invitaba a que hicieran algo diferente. A cada niño
que pasaba al frente le prestaba el libro físico y le pedía que primero lo viera e
imaginara la historia que debería contar.
“Te toca tu turno, Cristian”, le dije, mientras él sonreía con esa cara picara que tiene.
Y es que es un niño muy inquieto: siempre anda de aquí para allá. Anda buscando qué
hacer, que superficie rayar. Tiene mucha energía. Tomo como ejemplo su relato
porque es el que más me ha gustó. Todos los niños inventaron su historia y no demerito
ninguna. Simplemente el de Cristian me ha parecido bueno, por la gracia con la que la
contó.
La historia de Cristian
Estaba allí ella. Pisaba como en lodo; porque yo también juego
con lodo, maestro. Si luego hasta le saco la tierra a los botes de
mi mamá, para jugar. Ella… esta, esta, ¿cómo se llama? Ella. Sí,
ella anda jugando con la tierra y pues tiene un traste en la cabeza,
que tiene mucha comida. Mucha comida, y como allí donde está
hay mucho animal, se le suben las hormigas. Así como a mí un
día se me subieron y me picaron. Pero así bien feo. Dice mi
mamá que por portarme mal. Creo que a ella se la iba a comer el león, porque andaba,
este… portándose mal y tiró la comida. Y como tiró la comida, el león la encontró y se la
comió todita. Y pues por eso después ya no se la comió. Ya estaba muy lleno; si se la
comía iba a estar como ballena y por eso no se la comió. Luego, pues ella le dio más comida
y se hicieron amigos. Así como yo y mi amigo Yahir. Él me dio de su helado ayer, por eso
ahora somos amigos, ¿verdad Yahir que eres mi amigo? Por eso el león y ella se hicieron
amigos. Y ya.
78
Este fue el relato de Cristian. Cuando lo escuchaba no podía evitar reír un poco, porque
en verdad me ha parecido muy gracioso. Cuando terminé la actividad les dije a los
niños que lo habían hecho muy bien. Les llevé un pequeño dulce y me despedí. La
maestra me dijo que la actividad le había gustado mucho y me pidió que le regalara el
libro digital que había utilizado para mi dinámica.
La historia de Angélica
Esos son pajaritos y vuelan. Estan como asustados
porque seguramente su mamá los dejo solos. O no se,
algo los asusto muy feo. Se ven asustados.
Pero, es que ya no se. Pues son pajaritos y vuelan allá
arriba en el cielo.
A manera de conclusión de esta primera actividad rescato que la lectura fue tomada
de buena manera por los niños. El dibujo me ayudó a reducir un poco la tensión y
también a tranquilizar a los niños. Creo que se cumplió el objetivo de que la lectura
entrara a los niños de manera amigable. Las imágenes han venido a llenar ese vacío
que dejaba el hecho de sólo leer, para dejar precisamente eso, “imágenes”, en el
inconsciente de los niños. También les ha dejado ese deseo de aprender cosas
nuevas. Por ejemplo, me han preguntado: “y un jaguar, ¿qué come?” Y les he hablado
un poco acerca de los jaguares.
La creación de sus propios relatos ayudó a que los niños interiorizaran las imágenes y
les dieran su propia interpretación. Cristian no sabe leer formalmente las letras; sin
embargo, nos ha narrado un cuento con base en su interpretación y con ayuda de sus
experiencias personales ha logrado recrear una historia que me ha parecido muy
buena y ocurrente. La imaginación de los niños queda de manifiesto. Y esto es lo más
importante que quiero resaltar: sería muy importante que se les conceda a los
pequeños la libertad de crear y de expresarse sin presiones ni imposiciones. Así que
el propósito de esta primera sesión de intervención se ha cumplido.
79
Por supuesto que no todo fue color de rosa. También hubo algunos casos particulares.
Por ejemplo, el de Alejandro, que no ha querido participar con el grupo en la actividad
de crear una historia. Él prefirió seguir coloreando su dibujo. Pero de igual manera, se
ha respetado su decisión. También está el caso de Kimberly, quien no hacía caso a
las indicaciones. Se portó renuente al principio, pero después se integró con buena
actitud y completó la actividad.
9.2 Yipo una historia de nunca acabar
Les presento al monstruo Ramón que toca el trombón. Junto con él viene el monstruo
Claudio que toca el triángulo, y también los acompaña el monstruo Vicente que toca el
ukelele. Hoy es un día de fiesta y ellos son parte de un gran desfile de monstruos. Sobre
una carroza pequeña se desplazan, tocando música que les agrada a los monstruos.
Delante de ellos va otro monstruo que se llama Harold, el caracol. Todos muy contentos
van desfilando y son jalados por un hilo de color azul. Harold esta agarrado de la cola de
un monstruo que parece de sirena y también tiene alas de murciélago; ¿quién es ese
monstruo? Va sobre lo que parece una patineta, pero es muy grande, enorme. Caminemos
un poco más. ¡Claro! Es Luis, la lombriz; es bastante grande, ¿no creen? Su cuerpo es un
cilindro retorcido y tiene tonalidades blancas y rojas. Miren esos dientes y esos cuernos en
su cara. Se ve que es un gran monstruo, pero hoy no asusta a nadie porque hoy es un día
de fiesta. Luis tiene el hilo azul al cuello y es jalado por alguien más. ¿De quién se trata?
¡Shhhh! Silencio, ¡todos guarden silencio! Ante nuestros ojos está el monstruo Gabriel, el
malabarista; está en pleno acto y donde se caiga se va dar un gran golpe en la cabeza.
Pero él es un experto, aunque esta vez se le ve una cara de angustia y de miedo. Sigamos
recorriendo el desfile. ¡Oh, no! Al parecer Gabriel se va a caer y no por la falta de equilibrio
sino porque delante de él viene Marcos, el comeverduras, quien está saltando por alcanzar
algo y lleva el hilo azul enredado a la cola. Por delante de Marcos el hilo ha tomado una
forma de mano que sostiene una gran zanahoria. Tiene un brillante color anaranjado y unas
hojas verdes color limón. Marcos se ha alzado de un brinco para comerla y está a punto de
alcanzarla; seguramente es un juego de monstruos, ¿no lo creen?
80
Aparece en escena Boris, el devoramonstruos, un monstruo grande de color azul abriendo
la boca, de la que salen más de 50 dientes afilados. Nunca pensé que Boris sería capaz de
comer hoy, justamente hoy, que era el gran día de los monstruos. Les ha tendido una
trampa a todos y el primero en ser devorado va ser el monstruo Marcos, el comeverduras.
Los tiene atrapados a todos con su lengua la cual es el hilo azul que tienen todos los
monstruos: unos en la cabeza otros en la cola. No importa donde lo tengan, Boris los
comerá. ¡No, Boris no devora monstruos! Les he tendido una trampa a ustedes, ¿eh? Boris
es el que surte de hilo a todos los monstruos; cada año él se encarga de amarrarlos para
que todos vayan en orden, aunque este año es diferente; aparte de esta tarea que tiene
nuestro amigo Boris, también le han pedido otra cosa, pero más adelante se los cuento.
Mientras tanto, con la cola de hilo de Boris sus hijos le ayudan. Son Marianita la monstruo
amarilla y pelo pintado de anaranjado; Danielita la monstruo de rojo y Boris Jr. el pequeño
monstruo verde. Los tres juegan a la cuerdita y van jalando el hilo. Esperen, ¿a dónde se
fueron todos? Todos se han ido y sólo están grandes trozos de hilo por todos lados. ¡Oh!
Es la monstruo Georgina, la gran tejedora. Ella es la que le hace trajes al gran rey de los
monstruos; apresurada teje y por lo visto ya lleva algo avanzado su trabajo. ¡Y aquí está!
El gran rey de los monstruos, Federico el Sapo, que está muy complacido por el suéter que
le ha tejido Georgina. Se ve feliz y sin ningún rastro del frio en su gran cuerpo de color
verde. Desde donde está le da las gracias a Boris que le ha dado un poco de su hilo para
que la monstruo Georgina le hiciera el bonito suéter color azul que hoy en su día. El rey va
a estrenar.
El libro Yipo es sin duda con el cual se puede explorar la incalculable imaginación de
los niños. No tiene letras; sólo ilustraciones de monstruos. El libro puede leerse de
muchas formas. Yipo se presta para jugar con el orden de las imágenes e inventar
alguna historia. En lo personal ha significado un reto poder contar este cuento a los
niños, porque implicó pensar en una historia que los atrapara y que también a mí me
gustara. Bien, les contaré como fue la dinámica con el grupo.
Camino de aquí para allá, de allá para acá. Son las 8:20 horas. Sostengo una torta de
tamal verde en mi mano izquierda y un atole de arroz en mi mano derecha. Estoy frente
a la entrada del jardín de niños. Esta vez se demoran un poco en abrirme la puerta.
Creo que la conserje del plantel está un poco ocupada, así que, mientras me abre, me
81
dispongo a desayunar. Casi a punto de terminar mi vasto desayuno la señora Juanita,
la conserje, me permite entrar a la escuela. Una vez adentro me dirijo a la biblioteca.
En cuanto entro en ese recinto percibo un olor fresco a aromatizante para piso. Le
acaban de dar una manita de gato, como dicen coloquialmente. El piso está muy limpio,
y la mesa donde pongo el cañón y la computadora, sin rastro de polvo. Ahora sólo
faltan 10 minutos para la entrada de los niños. En menos que canta un gallo tengo todo
listo. De pronto comienzo a escuchar ruidos de niños que, efectivamente, vienen
entrando.
El primero en llegar es Dante, un niño muy tranquilo y muy callado. Pero hoy, al entrar,
me dijo que estaba muy contento. Le pregunté por qué y me dijo que porque su papá
estaba en su casa. Y, bueno, me contó que su papá maneja un camión muy grande y
que casi no está en su casa. Y que cuando está en casa él es muy feliz. Fue
sorprendente escuchar esas palabras de Dante y más con tal entusiasmo. Después
de algunos minutos llegó la maestra Rocío y me preguntó si ya tenía todo listo. Luego
se retiró dejándome solo con los niños.
“¡Buenos días a todos y todas! ¿Cómo están?”, pregunté muy seguro, pero los niños
al parecer no tenían muchas ganas de interactuar esta mañana. No se les veía mucho
interés en responder. Por ahí unos dos o tres fueron dijeron que estaban bien. Entre
ellos se encontraba Dante. “Venimos dormidos, ¿verdad? A ver pónganse de pie”, les
dije y comenzamos a hacer un poco de estiramientos todos juntos. “Bien, chicos,
vamos a comenzar nuestra actividad de hoy. Leeremos el libro que se llama Yipo”. En
cuanto dije el nombre del cuento puse la imagen en el cañón. No sé qué fue lo que
pensaron, pero rápidamente les cambió el semblante. Al ver la figura de tres monstruos
con distintos instrumentos musicales creyeron que íbamos a aprender a tocar uno de
ellos. Alejandro, uno de los niños que no había querido participar mucho, aseguró que
su papá tocaba la guitarra. Y, bueno, conversamos un poco al respecto.
En ese momento pensé que habría sido una buena idea haber llevado algún
instrumento musical para llamar la atención de los pequeños y también para que lo
conocieran. Mi actividad hoy consistía en leer y como introducción les he repartido una
82
hoja blanca para que ellos dibujen el monstruo que ellos quieran y una cosa que haga
ese monstruo.
A pesar de todo lo anterior, dibujar su propio monstruo también les ha parecido buena
idea. Ellos comenzaron a esbozar su monstruo con ayuda de crayolas y lápices de
colores. Se veían muy entretenidos dibujando. Mientras, yo los observaba. Muchos de
ellos iban conmigo para preguntarme si estaba bien como lo estaban haciendo. Yo les
repondía que lo hicieran como ellos imaginaban a su monstruo. Gabriela que me
preguntó:” ¿Cuántos ojos tienen los monstruos?, ¿cuántas manos?” Las producciones
de los niños fueron muy buenas; si bien no son dibujos profesionales los pequeños
han expresado su creatividad y se sienten partícipes del proceso en todos los
aspectos.
“Bien, chicos, hagamos un circulo en medio del salón y cada uno de ustedes va a pasar
con su dibujo y nos va a decir a todos cómo se llama su monstruo y qué sabe hacer”.
Cada uno de los pequeños pasó al centro de aquel círculo imperfecto, porque algunos
estaban un poco adelante y otros atrás, pero todos estábamos involucrados en la
actividad. Les dije: “¿Saben jugar a la papa caliente?”
“¡Sí!”, contestaron entusiasmados. “Bien, pues vamos a
jugar a la papa caliente y quien se queme va a pasar al
frente. Los que vayamos pasando nos vamos saliendo
del círculo. ¡Comencemos!”
Saqué de mi mochila una pelota blanda y comenzamos
a cantar: “La papa caliente estaba en el sartén; tenía
mucho aceite. ¿Quién se quemó? Una, dos y tres”. En
el juego se ha quemado Carla. “Carla, pasa al frente y
dinos cómo se llama tu monstruo y qué hace”. La pequeña, con una sonrisa tímida y
nerviosa pasó al centro del círculo y nos contó que su monstruo de llamaba “Tito” y
que cuidaba niños. Dibujó un monstruo en su hoja de papel rosa. Le puso algunos
dientes y colocó un niño en el lado izquierdo de la hoja. “¡Muy bien, Carla! Ahora
83
pasa de este lado y pon atención porque tus compañeros nos van a describir sus
monstruos”.
Uno a uno todos los niños pasaron al centro del círculo. Sus creaciones eran desde
monstruos que hacían carros voladores superfuturistas, hasta monstruos que hacían
pasteles superdulces y monstruos que comían basura.
Después de esta actividad les dije que ahora sí les iba
a leer el cuento. Y se los conté como lo consigné al
principio de este capítulo. Mientras leía notaba que los
pequeños estaban tranquilos; después de un ratito se
pusieron algo inquietos, porque supuestamente
estaban reproduciendo los ruidos que imaginaban de
acuerdo con la narración: imitaban a los monstruos de
la historia.
Aunque el ruido que producían era un poquito elevado,
ayudó a que se involucraran en la historia. Cuando
llegué a la parte en la que menciono que los he engañado: “¡No, Boris no devora
monstruos! Les he tendido una trampa a ustedes ¿eh?”, la mayoría comentó que
habría sido mejor si Boris se los hubiera comido, porque estaban feos. Después
Kimberly salió en defensa de los monstruos: “Qué bueno que no se los comió el
monstruo azul”.
Casi todos los niños se pararon a discutir y a gritar. Otros no discutían ni opinaban a
favor o en contra, pero de todos modos gritaban. El colmo de todo fue cuando Damián
se puso de pie, corrió y tiró algunos libros. En ese momento no sabía el motivo por el
cual corría. Los que pensaban que habría sido mejor que Boris se hubiera comido a
los monstruos y los que pensaban lo contrario seguían discutiendo. Para tranquilizarlos
les dije que no había problema, que cada uno de ellos era libre de darle su toque
personal a la historia y que el final lo podía definir cada quien. Pero antes les dije que
les iba a dejar de tarea que con ayuda de sus papás hicieran un animal, el animal que
más les gustara, con figuras geométricas. Esto lo hice para apoyar la actividad de la
maestra Rocío que me estaba cediendo dos horas a la semana de su valioso tiempo.
84
La segunda sesión del libro Yipo tuvo otro cariz respecto de la primera, la cual terminó
un tanto arrebatada. Los niños se habían quedado con las ganas de contar cómo
terminaba el cuento. Bueno, no todos, porque algunos no opinaban ni a favor ni en
contra. Pero esta era la mejor oportunidad para que ellos inventaran un cuento a
propósito de la contienda por cambiar el rumbo del cuento.
Los niños han llegado. Y adivinen quién ha venido a
dejarme su tarea sin haberlo pedido. “¡Dante,
buenos días! ¿Cómo estás? Te veo muy feliz”, le dije
mientras él me entregaba su tarea. “Sí, estoy feliz,
maestro. Es que mi papá me ayudó a hacer la tarea.
Y estoy muy contento”. “Qué bueno, Dante me
alegra mucho”. Todos los demás, al ver que Dante
había dejado su tarea también vinieron a dejarme la
suya.
De nueva cuenta les leí Yipo. De esta manera
recordarían un poco la historia. Los pequeños estaban muy inquietos. No sé qué es lo
que ha pasado, pero me resulta difícil adentrarlos a la dinámica. Todos cuchichean y
hay mucho ruido en el salón, así que no todo ha salido tan bien. Terminé de leer el
cuento. Atribuí su inquietud a que estaban ansiosos por contar su propio cuento y no
deseaban escuchar nuevamente la versión de la sesión anterior. Así que decidí pasar
a la actividad.
Estábamos en la biblioteca escolar y de repente se dejó caer el cielo en una lluvia
abundante. Cerré la puerta porque se estaba metiendo un poco de agua. El ruido de
la tormenta inquietaba a los niños aún más. Y si antes era difícil controlarlos, ahora era
peor. “¡Chicos! Vamos a comenzar con la historia”, grité mientras se acomodaban en
sus cojines. El salón volvió a la calma y entonces realizamos la actividad todos juntos.
Cada uno de los pequeños veía una imagen y tenía que inventar una historia. Las
imágenes del libro Yipo constan de dos páginas cada una, así que de esa imagen
debían contar una historia basada en lo que imaginaran.
85
La historia que cito aquí corresponde a Carolina. Ella vio la imagen en la que están los
tres monstruos saltando la cuerda. Mientras yo sostenía el libro ella lo observaba.
Tardó un poco en pronunciar palabra. Se le notaba pensativa, como si en su mente ya
tuviera una historia, como si estuviera poniendo cada detalle en su lugar en la narración
que estaba a punto de exponer. Yo la miraba y le decía que como ella imaginara la
historia la contara a todo el grupo. Esta es su historia.
La historia de Carolina
“Andan jugando a la cuerda con la cola del
monstruo azul. Después el monstruo se enoja
y se los va a comer, y como se los va a comer
ellos corren, corren, corren, y se escapan.
Pero se cayeron y el monstruo sí se los come, pues ya no pudieron escapar. Ya andan en la
panza de ese monstruo, el azul”.
Es una producción muy breve. En realidad, no esperaba historias muy extensas, pero
es muy buena la forma en que narró la historia. Carolina y todos los demás niños fueron
premiados por su esfuerzo con una gran paleta de
sandía.
La historia de Fanny
Esos Monstruos estan en un carro. Se ve como viejo, pero,
ellos estan felices porque se ve como que se rien poquito.
Pero tiene unos dientes muy grandotes. A mi me dan miedo.
Pero su música es mosntruo. Yo no escucho de esa música.
A manera de conclusión puedo decir que esta actividad resultó muy difícil, porque los
pequeños estaban muy inquietos. Me costó mucho trabajo controlar al grupo. Aunque
después todo ha salido muy bien e incluso mejor de lo que esperaba. Hubo un poco
de timidez de los niños al principio cuando pasaban al centro del círculo para decirnos
el nombre de su monstruo y a lo que se dedicaba. Pude observar que el nerviosismo
86
que mostraban era pasajero, pues en cuanto comenzaban a describir las
características de su creación se veían muy seguros. ¿Por qué? Porque ellos eran
expertos en su monstruo. Me agradó mucho trabajar con este libro a pesar de que
representó un gran reto para mí. Por esta razón las imágenes que los niños utilizaron
para sus producciones las reduje a dos páginas, porque el libro carece de paisaje, su
fondo es completamente blanco y no hay mucho de donde agarrarse en cuanto al
escenario donde se desarrolla la historia. Contemplando esto, limité la imagen. Fueron
dos producciones muy buenas de los niños: el monstruo y la historia. Esta vez todos
los pequeños produjeron una historia, aunque la mayoría fue breve. Sólo las de
Carolina y de Fanny fueron un poco más extensas que las demás.
9.3 Trucas, juguemos a pintar
¿Quién es este individuo verde y peludo? Parece un duende; parece también un marciano,
pero para mí va ser un monstruo. Sí, eso va ser para mí. Pero este monstruo tiene nombre:
se llama Trucas.
¡Oh, vaya! Nuestro amigo Trucas está haciendo un
desastre; hay pintura regada por todos lados. Y al
parecer trae más pintura consigo. ¡Miren! Lleva cuatro
tubos de pintura y parece que le encanta pintar. Está
feliz de pintar y lo mejor es que no utiliza pinceles ni
ninguna otra cosa; sólo sus manos, porque ahí se ven
sus huellas en color azul, amarillo, rojo y verde.
Ahora aparecen frente a nuestros ojos los tubos sin
un poco de pintura en su interior. Trucas se la ha terminado; ha pintado tanto con sus manos
y sus patas que ahora ya no tiene con qué pintar. Decide irse así que ni el polvo se le logra
ver; sólo se ve una pata de aquel nuestro amigo Trucas que ha decidido marcharse dejando
atrás todas las paredes pintadas.
Al llegar a casa, su mamá se da cuenta de que está sucio y lleno de pintura: manos, patas
y todo el cuerpo los tiene con gotas y manchas de pintura. Le reclama que está sucio y que
87
ella en la mañana, al levantarlo para ir al colegio, lo ha dejado limpio. Así que su mamá lo
regaña: él sólo agacha la cabeza y escucha. De repente su mamá lo agarra de la cabeza y
lo mete en un balde con agua. El agua está fría. Su mamá lo sumerge una y otra vez hasta
que la pintura se quita de su cuerpo, dejándolo completamente limpio.
Lo ha dejado en una parte donde seguramente con los rayos del sol se secará; pero él está
molesto. Le ha parecido mal que su madre lo bañara y que el agua estuviera fría. Inclusive,
que lo dejara ahí todo mojado sin siquiera secarlo. Toda aquella felicidad de estar pintando
de repente se ha quitado de su mente y ahora Trucas está enojado. Así que se va y rompe
todas las cosas que tiene a su paso. Mientras se halla rompiendo cosas por todos lados,
se da cuenta de que hay una cortina enorme. ¿De dónde salió? ¿Qué hay detrás de la
cortina? Nuestro amigo Trucas no se ha quedado con la duda, así que va de a poco
acercándose a aquella cortina. En cuanto pone una mano en aquella tela logra ver cómo
se humedece con el agua que trae consigo después de ese baño inesperado. Ahora logra
asomarse tras la gran cortina blanca que tiene frente a él. Lo que ve le da curiosidad. ¡Es
un lápiz! Lo observa con gran emoción porque tiene punta, y seguro con él podrá pintar
tantas cosas. Así que no lo piensa dos veces y decide tomarlo. Para su sorpresa, aquel
lápiz no era tal sino la cola de un dragón horripilante color café, con grandes escamas y
unas gigantescas alas amarillas.
El dragón duerme; descansa tranquilamente cuando de repente siente que alguien ha
tomado su cola. Se despierta furioso y muestra sus colmillos afilados y su mirada de enojo.
Colgando de la cola está Trucas, que lo mira con miedo. El dragón abre su gran boca,
sacando sus dientes afilados y aventando una gran llama de fuego, mientras nuestro amigo
Trucas corre rápidamente para ponerse a salvo detrás de la cortina.
Ahí está Trucas detrás de la cortina y se encuentra bien, aunque muy asustado y sucio de
nuevo. Con las manos y todo el cuerpo negro por el fuego, Trucas se da cuenta de que
puede pintar. La cortina donde se ha recargado ha quedado manchada con sus manos, así
que se decide a pintar. Su cara, sus manos y sus pies quedan grabados en toda la gran
cortina blanca. Trucas pintaba aquí y allá y en todos lados. Por ultimo, él nos presenta su
gran pintura, su gran creación, y decide irse para buscar a su mamá, quien seguramente,
cuando lo vea todo sucio, le dará otro baño con agua fría.
88
El libro de Trucas es extraordinario. Es un libro pequeño y muy atractivo por sus
ilustraciones. También ha sido recomendación de mi asesor. Ahora pasemos a lo que
hicieron los niños aprovechando el libro.
Era temprano, la primera hora de clase. Algunos niños, e inclusive yo, bostezábamos.
Una niña, Claudia, parecía que todavía traía la almohada en la cabeza: un mechón
regordete se levantaba en la parte superior de su cabeza. La pequeña miraba a todos
con la somnolencia de quien acaba de despertar. La comprendo: cuando somos niños
y cuando ya no lo somos tanto muchas veces uno anhela sólo dormir.
Siempre y a todas horas un sueñito nos viene bien. Pero por ahora ninguno de los que
nos encontrábamos allí podíamos dormir. Eran horas de escuela y ellos y yo teníamos
mucho que aprender en esta corta hora de sesión. Además, el tiempo se va volando.
A veces no puedo entender cómo es que la hora de la sesión pase tan rápido. Pero
bueno, qué le vamos a hacer.
Cuando iba a comenzar la actividad, tomé mi lugar justo detrás del equipo de cómputo
y el proyector. Esta vez fue diferente a la primera vez. Ahora no puse primero la imagen
ni nada al inicio de la clase. Algunos niños preguntaron si no íbamos a leer hoy. Si el
cañón no servía o qué pasaba. La mayoría hacía preguntas sobre el particular. Y eso
era una buena señal para mí, pues sabía que esa inquietud la había propiciado gracias
a las actividades realizadas los días anteriores. Los tranquilicé y les dije que todo
estaba bien, que lo único que pasaba era que no había luz. Que por eso estaba
apagado todo el equipo de cómputo.
Después de 15 minutos llegó la luz. La directora de la escuela fue avisarnos a la
biblioteca y pequeños se pusieron muy contentos. A lo largo de esos 15 minutos
platiqué con ellos. Quería saber qué les gustaba y cuáles eran sus intereses. Les
pregunté si sus papás les leían y la mayoría contestó que no. Quienes me contestaron
que sí, les preguntaba si les gustaba que sus papás les leyeran y qué libros les habían
leído. No obstante, también me di cuenta de que algunos que dijeron que sí, mentían.
Encendí rápidamente la computadora y el cañón. Conecté la memoria en la que tenía
las carpetas de los libros. Tenía un poco de miedo de que se fuera la luz. Después,
89
¿con que trabajaría? Entonces me dispuse a contar el cuento y a pasar las imágenes
en el proyector.
Cuando proyecté la carátula del libro les impresionó ver a ese individuo verde. Algunos
reían. Otros no hacían ningún gesto. Parecía cono si no hubieran visto nada.
Comencé a leer. Al principio había algunos ruidos, pero pronto los niños lograron
concentrarse e involucrarse en la actividad: en escuchar. Yo seguí con la lectura hasta
terminarla sin ninguna interrupción.
La historia la conté como está narrada al principio de este apartado. Les gustó mucho
a los niños. Me encontraba concentrado en la lectura para no equivocarme, pero de
vez en cuando hacía pequeñas pausas para observar las reacciones de los niños. Ellos
se encontraban un poco inquietos al principio. Realicé la lectura de un modo un poco
más rápido que en ocasiones anteriores porque tenía temor de que se fuera la luz.
La primera actividad la realicé en un día. Para cada actividad tenía previstas dos
sesiones, cada una con duración de una hora. Pero, particularmente con este libro
álbum, resultó algo diferente. Mientras me encontraba con los niños llegó la maestra
Rocío y me dijo que ella tenía que salir a dar una clase de educación física con todo el
grupo, así que aquella sesión no duró más de 35 minutos. Pareció que apenas puse
un zapato en ese salón y de repente todo el tiempo con el que contaba para realizar
mi dinámica se había esfumado. La maestra se me acercó y me dijo: “¿Terminaste tu
actividad?” “Sí, me faltó leer por segunda vez el libro, pero, sí, creo que ha sido
suficiente. Así que por hoy he terminado”.
9.3.1 Todo se salió de control
Llegué como siempre antes de la entrada de los chicos. Me encuentro justo enfrente
de la biblioteca y, ¡oh sorpresa!, está cerrada. Así que me dirijo a pedir a la conserje
de la escuela que me abriera la puerta. Asimismo fui a la dirección para pedir a la
directora los recursos electrónicos que requiero para trabajar e instalarlos a tiempo.
90
Ella me comentó que me había visto entrar y que había visto que llevaba conmigo unos
botes de pintura. Entonces me comentó que dentro de la biblioteca no se iba a poder
hacer nada con pintura, pues las instalaciones eran relativamente recientes y había
que cuidarlas.
Rápidamente le dije que había planeado una actividad e la que íbamos a pintar, pero
que, entonces, mejor me permitiera sacar a los niños al patio. Ella me dijo que sí, que
no había ningún problema.
Ya en la biblioteca y con la computadora y
cañón encendidos, fui recibiendo a los
pequeños que iban llegando. Cada uno de
ellos iban por su pequeño cojín para
sentarse. Y a diferencia de otros días, ahora
se veían muy despiertos. Fui rápidamente a
la dirección para informarle a la directora
que uno de los niños del grupo no había asistido. Se trataba de Ricardo. No me llevó
más de dos minutos ir y venir a la dirección escolar, y al entrar a la biblioteca un cojín
logra pegarme a la altura del estómago. No me ha dolido porque son cojines pequeños,
pero vaya sorpresa que me he llevado cuando veo que todos los presentes se
encuentran en una batalla de cojinazos de todos contra otros. Rápidamente resguardo
el cañón y la computadora, que en este momento ya tenía un cojín encima y de milagro
no se ha venido abajo. De repente la maestra del grupo llega y nos pone tremenda
regañada. Y sí, dije nos puso, porque a mí también me regaño, pues pensó que yo
estaba jugando con ellos. Pero lo que ella no sabía era que yo había salido un
momento y en mi ausencia todo se había salido de control.
Imagínense ustedes, pagar un cañón carísimo y una computadora. ¡Vaya gastito que
se me hubiera venido encima! Sin embargo, no pasó nadamás que el regaño que nos
han dado: a ellos por jugar y a mí por distraerme.
Después de un respiro me dispuse a leerles el cuento a los niños. Ellos estaban
quietecitos, muy quietecitos, mientras yo leía. Al terminar la lectura les dije que les
91
tenía una sorpresa: que íbamos a salir al patio de la escuela. Entonces les mostré las
cartulinas y los botes de pintura. “¡Vamos a pintar!” Uy, no hubiera dicho eso, porque
se pusieron como locos: Algunos empezaban a correr y ya querían volver a arrojar los
cojines por la euforia, pero con voz firme, que, la verdad, no sé de dónde saqué, les
dije: “¡Silencio o no salimos a ningún lado!” Así que todo el grupo se quedó en silencio.
“Nos vamos a formar en una fila para salir bien ordenados al patio”. Como si se tratase
de soldaditos, salieron muy quietos avanzando uno atrás del otro sin perder el orden.
Me pareció bastante peculiar que ninguno hiciera ruido. Supuse que su obediencia se
debía a que deseaban realizar la actividad o simplemente salir un rato de la rutina del
salón de clase. El cielo estaba un poco nublado y eso también ayudaba un poco a la
actividad, así no tendríamos mucho calor mientras estuviéramos en el patio.
La maestra Rocío esta vez me ayudó a controlar un poco a los pequeños, para que no
fueran a batir de pintura alguna pared de la escuela; también me ayudó a partir las
cartulinas para darles un pedazo a cada niño. Originalmente había planeado la
actividad para ocho equipos de cuatro niños y que en equipo pintaran lo que quisieran.
Cada integrante tendría un color de pintura y entre los cuatro debían elaborar un dibujo
donde dieran forma a algo de su invención. La maestra Rocío me dijo que aquella no
era una buena idea, porque los niños se iban a pelear por la hoja de cartulina; que lo
mejor sería partir las cartulinas y darles un poco de pintura en tapitas, para que cada
uno pintara en su hoja. Y así lo hicimos. Doy gracias a la profesora, su experiencia me
advirtió de un inminente problema y me orientó para que la actividad se desarrollara
de buena manera.
La actividad consistía en que los niños pintaran lo que quisieran, como lo hacía nuestro
personaje Trucas, para que después nos explicaran lo que habían pintado. Los
pequeños disfrutaron mucho esta actividad. A algunos les bastaron sus manos; otros
querían quitarse los zapatos para pintar con sus pies. “Porque Trucas pintaba con sus
pies”, me decían. Pero no era posible hacerlo de esa manera. La actividad sólo
contemplaba el uso de las manos. Les destiné 20 minutos para que pintaran
tranquilamente.
92
Después de que hubieron transcurrido esos 20 minutos sólo me
quedaban 15 para llevar a todos los pequeños a lavarse las manos.
El jardín de niños tiene cinco lavaderos pequeños. Ahí fuimos a
lavarnos las manos. ¡Vaya caos para que todos quedaran bien
limpios de manos, brazos y codos!
Fue necesario utilizar media hora más que la maestra amablemente
me cedió para que cada uno de los niños nos contara qué había
dibujado y no dejar a medias la actividad. Eso me tranquilizó mucho,
porque justo en esos momentos estaba pensando en dedicar una sesión más para
terminar con la dinámica.
Ya en el interior de la biblioteca escolar cada niño pasaba al centro del clásico círculo
que hacíamos para escuchar lo que describía el
compañero: árboles, casas, perros rojos, jirafas y
pelotas gigantes desfilaron ante nuestros ojos. Al
concluir la actividad les obsequié una paleta y me
despedí de ellos muy contento. Al ir saliendo de la
biblioteca me percaté de que el patio estaba muy
sucio de pintura, así que no abandoné las
instalaciones de la escuela hasta dejar el área de
trabajo como la había encontrado. Y de esta
manera acabó una sesión más con los niños, que terminaron la actividad muy felices
con sus dibujos.
A manera de conclusión del trabajo realizado con el libro de Trucas me parece que la
dinámica fue buena, salvo los pequeños incidentes y los regaños. Evidentemente, no
pensé que sería peligroso abandonar un solo momento el aula, pero el suceso me ha
servido de experiencia. Respecto al desarrollo de las actividades se cumplieron los
objetivos trazados con antelación. Los niños lograron producir un dibujo y lograron
exponer a todo el grupo lo que habían dibujado. La lectura les ha gustado y con el
93
personaje Trucas sin duda que se han identificado. Esa forma en que su madre lo
regaña ha servido de hilo conductor para que los pequeños lograran percibir una
semejanza entre ellos y Trucas.
En la actividad hubo un problema, pero nada serio. A Juan se le rompió la cartulina,
porque le puso mucha pintura. Justo cuando la levantó del suelo para enseñármela se
partió por la mitad. El niño se puso a llorar, y me sorprendió que los demás chicos se
acercaron para tranquilizarlo, yo le di otra hoja para que volviera a pintar. Entonces
Juan recuperó la tranquilidad.
En esta actividad todo el grupo ha colaborado muy bien. La profesora me ayudó sin
que yo se lo pidiera y me auxilió en la resolución de algunos problemillas.
9.4 Donde viven los monstruos. Convirtámonos en uno de ellos
Este libro también me lo sugirió mi asesor de tesis. Es un libro muy ameno con
ilustraciones fabulosas. Así que contarlo ha sido una experiencia sinigual.
Eran 10 minutos para las nueve de la mañana y se me hacía muy tarde para llegar a
la escuela. Rápidamente me desplacé de mi casa al jardín de niños y siendo las nueve
en punto llegué. Afortunadamente la maestra del grupo me ayudó a llevar los
materiales digitales de la dirección a la biblioteca escolar. Cuando llegué allí, los
pequeños ya me esperaban. Antes de conectar los aparatos, les repartí unas
ilustraciones del libro con las que íbamos a trabajar A cada uno le di una ilustración de
los personajes del libro y les dije que comenzaran a colorearlos. Mientras repartía los
dibujos se me acercaban. Se hizo un poco de desorden, pero ya que tenían su dibujo
se iban tranquilos a su cojín.
Mientras coloreaban su dibujo, que por cierto les gustó mucho, yo me apresuré a
conectar el equipo de cómputo y el cañón. Una vez instalados les pedí que pusieran
atención. Les dije que íbamos a comenzar con la actividad de la lectura, que dejaran
94
a un lado sus dibujos y que prestaran atención. La imagen inicial del cuento apareció
en la gran pared blanco y azul de la biblioteca escolar.
Es muy noche, se escuchan ruidos en el
cuarto de Max. Está haciendo muchas
travesuras porque está aburrido. Se le
ocurrió hacer una casa con la cobija que
habitualmente utiliza cuando duerme,
pero por ahora será la casa donde él y
sus juguetes pasarán grandes horas de
diversión. A Max se le ha ocurrido sacar
de su armario su disfraz de conejo. Con las orejas levantadas, los bigotes puntiagudos y
una gran cola arrastrando, sale de su cuarto. De un gran brinco baja las escaleras, se
encuentra con el perro de la casa, que huye temeroso de aquel conejo que con gran rugido
lo ha espantado. Max esta descontrolado, va a la cocina y toma los cubiertos y corre de
aquí para allá. Hasta que de repente escucha que su madre le grita: “¡MONSTRUO!” Max con
un gran rugido, le dice: “¡TE VOY A COMER!” Y su mamá lo manda a la cama sin cenar.
Max estaba muy enojado; veía la puerta cerrada de su cuarto y no alcanzaba a comprender
por qué su madre lo había mandado a la cama sin cenar. Cerró sus ojos y caminó alrededor
de su cuarto. De su cama comenzaron a crecer árboles, de la puerta de su cuarto
comenzaron a salir arbustos. Árboles y más arboles comenzaron a salir de la alfombra.
Había nacido un gran bosque en la habitación. Aquel bosque creció hasta que había lianas
colgando del techo y las paredes se convirtieron en el mundo entero.
Cuando Max abrió los ojos se dio cuenta de que su cuarto había desaparecido, así que se
puso contento de estar en aquel bosque, que era sólo suyo. Caminó hasta que encontró un
gran océano donde lo esperaba un gran barco con su nombre. Era un barco particular para
él y Max se marchó navegando a través del día y de la noche. Entrando y saliendo por las
semanas, saltándose casi un año, hasta llegar a donde viven los monstruos.
Max se sorprendió cuando vio a un gran monstruo soplando sobre las velas de su barco.
Con asombro lo observó y cuando por fin llegó hasta el lugar donde viven los monstruos
ellos rugieron. Sus rugidos eran terribles y crujieron sus dientes terribles, y movieron sus
95
ojos terribles, y mostraron sus garras terribles. Hasta que Max les dijo: “¡Quietos!” Y los
amansó con el truco mágico de mirar fijamente a los ojos amarillos de todos ellos sin
pestañear una sola vez. Y los monstruos se asustaron y dijeron que era el más monstruo
de todos. Los monstruos lo hicieron rey de todos los monstruos; le dieron una corona
brillante de monstruo. “Y ahora —dijo Max— ¡que empiece la fiesta monstruo!” Y todos los
monstruos pegaban saltos tratando de alcanzar la luna y las estrellas. Saltaban muy alto
dando rugidos terribles. Max junto con ellos brincaba y rugía como el gran rey de los
monstruos. La fiesta siguió hasta la mañana del otro día, cuando colgados de los arboles
seguían rugiendo y enseñando sus dientes terribles. Al llegar la noche, Max ordenó que lo
cargaran, porque él ya estaba muy cansado. Y como rey, él ordenaba que lo cargaran para
descansar un poco. Todos los monstruos seguían saltando y rugiendo.
“¡Se acabó!”, dijo Max y envió a todos los monstruos a la cama sin cenar. Y Max, el rey de
todos los monstruos, se sintió solo. Y quería estar donde alguien lo quisiera más que a
nadie. Entonces desde el otro lado del mundo lo envolvió un olor a comida rica y ya no quiso
más ser rey de todos los monstruos. Los monstruos le gritaban que no se fuera, que se lo
comerían, que lo querían tanto. Y Max les dijo: “¡No!” Así que navegó de vuelta hasta llegar
a la noche misma de su habitación donde su cena lo estaba esperando y todavía estaba
caliente.
Cuando terminé de leer el libro, les juro que los niños tenían una cara de asombro
impresionante. Me sorprendí y me espanté a la vez, porque no sabía cómo interpretar
ese silencio y tampoco cómo definir sus rostros. No sabía si el cuento les había
gustado o no. Les juro que estaban petrificados. Parecía que estuviéramos jugando a
los encantados. “¿Les gustó el cuento?”, pregunté. Aunque hice la pregunta un tanto
temeroso, pero de todas formas era una pregunta obligada. “¡Sí!”, se escuchó un coro.
Los pequeños estaban muy felices y por lo mismo se salieron un poco de control:
estaban eufóricos e imitaban ruidosos rugidos. Alguno decía que él era el rey. Otros
más se asumían como otros personajes.
Los niños me pedían que volviera a leer aquella historia. Pero ya casi estábamos sobre
el tiempo. Así que les dije que no, pero que de tarea, nos íbamos a convertir en
monstruos. Les pedí que a la siguiente clase trajeran una máscara. La mejor máscara
96
sería el rey de todos los monstruos. Los niños salieron de la biblioteca muy
entusiasmados. Al finalizar la jornada escolar algunos padres de familia se acercaron
a la maestra de grupo para preguntarle cómo debía ser la máscara. Y ella les sugirió
que me preguntaran a mí. De repente, ver a las mamás viniendo hacia mí, me dio un
poco de susto, pero tenía que controlarme. Así que les dije que la máscara debía
confeccionarse con materiales muy sencillos; si se podía que consiguieran una
máscara de algún animal y que ellos modificaran los colmillos, las orejas, la nariz…
Algo que se viera diferente y pareciera una bestia, estaría perfecto. Les mostré el libro
y les expliqué la dinámica. Entonces se fueron con una idea clara de la actividad.
¿Quién será el rey de los monstruos? ¡Vamos a averiguarlo!
Al día siguiente, con la máscara en mano me
dirigí al jardín de niños muy entusiasmado. En
cuanto llegué, la señora Juanita me permitió la
entrada a la escuela. Se percibía un olor a tierra
mojada, porque la noche anterior había llovido
muy fuerte. El inclemente tiempo causó
estragos en la escuela: algunas tejas rotas por
el granizo y dos salones ligeramente
inundados.
Después de dar un vistazo a las zonas de desgracia, me enfilé directamente a la
dirección. Esta mañana el plan consistiría en volver a contarles el cuento y, por
supuesto, en convertirnos todos en monstruos.
A lo lejos veía a los niños dirigiéndose a la entrada de la biblioteca. Veía que se hacían
preguntas; no obstante, la verdad no entendía qué se preguntaban. Pero hacían gestos
de asombro y soltaban algunas risas eufóricas. La gran mayoría traía su máscara en
bolsas de plástico. Era raro el que la traía a la vista. “¡Bien! ¿Estamos listos para
convertirnos en monstruos?”, pregunté mientras yo sacaba mi máscara. Una máscara,
no muy elaborada, de un pato con unos colmillos que salían de su pico y unas orejas
de conejo grandes. Les pedí que sacaran su máscara y se convirtieran en monstruos.
97
Posteriormente volví a leer el cuento y les dije que cuando los monstruos hicieran ruido,
ellos debían imitarlos. Porque ahora cada quien era un monstruo terrible como los que
habitan en el libro. Comencé a leer, y justo como les había indicado, cuando llegué a
las partes del libro donde los monstruos hacen su aparición, ellos gritaban y gruñían.
Había mucho ruido en el salón. De repente, al voltear la vista hasta la parte de atrás
del aula me percaté de que Miriam, la niña con la que hablé por primera vez, estaba
llorando. Así que pedí silencio, me acerqué a ella y le dije: “¿Por qué lloras, Miriam?
¿Qué pasó?” Ella me dijo que Diego la había asustado con su máscara y que también
la había empujado. Así que por un momento pensé que la actividad se había salido de
control por este incidente. Junto con ellos salí de la biblioteca y afuera platiqué con los
dos. Les pregunté con lujo de detalles lo que había ocurrido y terminamos la pequeña
plática con un saludo de amistad entre ellos, luego de lo cual volvimos a la actividad.
Cuando terminé de leer el cuento los
“monstruos” estaban bastante inquietos. Ahora
nadie tenía un nombre: todos éramos
monstruos, incluido yo, claro. “Ahora es
momento de elegir a quien será nuestro rey, el
rey de los monstruos”. De una bolsa que traía
conmigo saqué una corona amarilla, con
algunas piedras rojas, fabricada toda en foamy.
Era una gran corona digna de un rey monstruo.
Dejé a la vista de los presentes aquella corona. Los niños se entusiasmaron. Y la
pedían prestada para analizarla de cerca, pero yo no dejé que la tocaran. Porque sólo
uno sería el poseedor de aquella pieza. Así que la puse en el mueble más alto de la
biblioteca, donde nadie pudiera alcanzarla. Les dije que la maestra Rocío elegiría la
máscara más bonita. Ella muy amablemente se acercó y vio a cada uno de los niños
con sus máscaras puestas y dijo que le gustaba más la de Angélica: una ardilla con
los dientes afilados y los ojos grandes. También dijo que le gustó la máscara de Yahir:
un pollito al que le había puesto plumas artificiales con unos grandes dientes. Entonces
98
les entregué la corona a los ganadores y fueron los reyes durante un tiempo. Asimismo,
ellos decretaron que se hiciera la fiesta monstruo.
La fiesta monstruo fue un deleite para cada uno de nosotros, porque llevé galletas de
animalitos y comimos algunas mientras rugíamos con grandes voces fingiendo ser
unas fieras temibles.
Al final aún había algunas galletas en la bolsa que había puesto en medio del salón
para que quien quisiera pudiera tomarlas. Así que fui por ellas y a cada niño les repartí
para que siguieran comiendo un poco más o para que las guardaran y se las llevaran
a casa. Cada uno de los pequeños fue rey de los monstruos por un periodo de dos
minutos durante los cuales proponía la actividad que íbamos a hacer. Algunos nos
ponían a hacer sentadillas; otros a cantar. En realidad, eran actividades muy sencillas.
A veces querían que hiciéramos actividades que demandaban más tiempo, lo cual no
era posible dentro de la dinámica; por ejemplo, salir de la biblioteca y jugar a las
escondidillas. O que Damián quería que Edith lo cargara. Este tipo de actividades
debían ser sustituidas.
Me despedí de ellos y de la maestra. Antes de irme, los pequeños me preguntaron:
“¿Ahora no nos vas a dar paleta?” Y por esta ocasión les tuve que decir que no. En
esta ocasión no fue posible traer paletas, porque les había traído galletas. Así que
salieron de la biblioteca sin paleta. Antes de irme fui a pedir una escoba para dejar
limpia la zona de guerra en la que se había convertido la biblioteca. Una sesión más
había llegado a su fin.
A manera de conclusión del libro Donde viven los monstruos, puedo decir que éste es,
sin duda, uno de los libros con los que la dinámica nos permitió interactuar más Donde
el papel de estudiante no está muy marcado. El libro permitió ampliar nuestro
panorama con respecto a la lectura, porque es muy divertido que los niños interioricen
la información con actividades que los hacen cien por ciento partícipes de la lectura.
Sin duda, Donde viven los monstruos fue el libro con el que mejor trabajé. Los niños
se divirtieron. No fue una sesión más de lectura, sino una lectura mucho más amena
y participativa. La lectura puede alcanzar las emociones y las conexiones cerebrales
que dan origen a la fantasía, a la inventiva y a la propia felicidad.
99
Así como nuestro amigo Max, el personaje principal de la historia, nosotros nos
sumergimos en un mundo extraño lleno de fieras y monstruos. La imagen es un código
maestro y nos lleva por infinidad de experiencias sensoriales. Esta lectura y las
imágenes que utiliza son extremadamente perceptivas. Y asimismo, los niños son
extremadamente receptivos de esa información y pueden transformar a su vez la
imagen en otras imágenes que den origen a nuevas historias, todas las imágenes y
las historias que ellos quieran construir gracias a su gran imaginación y a su capacidad
de creación.
9.5 La revancha de los conejos. ¿Qué come mi conejo?
Estoy parado justo afuera del portón del jardín de niños. ¿Por qué llegué tan temprano?
Estoy seguro que quizás en algún momento se lo han preguntado. Para no abrirme
paso en aquel mar de gente que se arremolina a la entrada de la escuela. Como el
primer día que vine a la institución que pasé entre gritos y empujones de madres y
padres de familia que anhelaban ver las puertas del colegio abiertas para dejar a sus
hijos. Además, también tengo que llegar temprano para estar listo en espera de que
arriben los niños y con el cañón y la computadora preparados para la sesión.
Una vez que instalé los aparatos sólo me queda esperar a que los niños hagan su
aparición. En la biblioteca, la directora me informa que la maestra Rocío no asistirá y
que sus niños no van a entrar a la escuela. Entonces le digo que no hay problema, que
la actividad la dejaríamos para la siguiente sesión. Cabe señalar que ahora la escuela
luce vacía. Lo único que les da vida a las desteñidas paredes del patio son los
pequeños corriendo de aquí para allá. Y ahora ese patio está desierto y tendré que
marcharme sin haber trabajado con los niños, con la esperanza de que al día siguiente
podamos llevar a cabo con la penúltima sesión.
Al otro día también llegué temprano. Eran las 8:30 de la mañana. Detrás de mí llegó la
maestra Rocío, quien me dijo que no había podido asistir porque se sentía un poco
mal de salud, pero que hoy sí estaría con nosotros. Después de charlar un momento
100
con ella fui por la computadora y el cañón. Una vez instalados seguimos charlando en
espera del arribo de los niños.
Son los últimos días de clases del ciclo escolar. La mayoría de los padres de familia
ya no llevan a los niños a la escuela. Por eso luce tan sola. Cuando la puerta se cierra
descubro que sólo han asistido 15 de los 25 con los que había venido trabajando
normalmente.
“Bueno, niños vamos a comenzar”, les dije. Mientras le quitaba la tapa al cañón, los
pequeños permanecían muy quietos. Se les veía la cara de sueño y yo no sabía cómo
animarlos. El clima era frío, porque había llovido durante la madrugada, así que el
tiempo está cerrado, como dirían en los pueblos. No había rastro del sol y yo creo que
los niños querían estar en su cama y que su mamá o su papá les prepararan una gran
taza de chocolate. Tengo que ser honesto y también me agrada esa idea. Pero por
ahora es imposible.
La verdad extraño a los niños inquietos de hace cinco semanas, aquellos pequeños
que llegaban y corrían por toda la biblioteca, saltando sobre los cables de la
computadora y el cañón. La verdad pasa por mi mente la idea de que las actividades
que realizo con ellos esta vez no son de su agrado y que quizás están aburridos. Así
que decido no comenzar con la lectura del libro, aunque ese era el plan. Ahora me
salgo un poco del guión original y me propongo improvisar. “¡Chicos!”, les grité
mientras ellos luchaban por no quedarse dormidos sobre sus cojines. “¿Saben que es
esto?”, les pregunté mientras ponía la foto de un conejo en el proyector. Cada rostro
de los 15 niños la podía ver con detalle. Fue una de las ventajas de trabajar con la
mitad del grupo.
“A ver tú, Dante, dime cómo se llama este animal”. “¡Es un conejo!”, me dijo. Le
pregunté qué características tienen los conejos. “¿Qué comen los conejos?” Casi la
mayoría respondió que zanahorias, mientras algunos otros dijeron que pasto. “Oh, muy
bien”, les dije. “Pero, ¿qué creen? Yo tengo un conejo en casa y a él le encantan las
hamburguesas”. Los niños se quedaron desconcertados. Me dijeron que lo llevara a la
escuela para ver si era cierto. Les dije que sí, aunque simplemente estaba tratando de
que se involucraran en la sesión. “Come hamburguesas y también come papas”.
101
Daniela dijo que seguramente estaba muy gordo, que porque su mamá le dijo que si
come muchas cosas engorda. “¡Efectivamente!”, le dije, mientras asentía con la
cabeza y le aseguraba que mi conejo estaba muy gordo y que por esta razón no podía
llevarlo a la escuela para que lo conocieran. Lupita me preguntó cómo se llamaba. Y
como yo estaba improvisando, la verdad no se me vino un nombre a la cabeza, así
que le dije que el nombre era secreto. Pero le dije también: “Si tú tuvieras un conejo,
¿cómo lo llamarías? Ella me dijo que lo llamaría Pokemon. “Órale, qué nombre tan
raro”, le dije.
“Ahora les voy a presentar a unos conejos a los que les encanta el helado. ¿Se
imaginan a unos conejos comiendo helado?”, les pregunté mientras les ponía otra
imagen del libro en el proyector. Y ellos me dijeron que ese conejo se veía muy feo. Al
pasar a la siguiente imagen había alrededor de cuatro conejos. A los niños no les dio
ternura verlos; al contrario, demostraron miedo. Pero les digo que ellos son buenos
conejos, que no hay nada que temer.
Y aquí comienza la historia.
Vemos a un conejo tendido en el suelo. Marcas de llantas que no han podido esquivar al
pobre conejo que ahora está acostado sin moverse en medio de la carretera. La camioneta
se aleja velozmente y el conejo continúa tirado sin nadie que lo ayude. La camioneta llega
a un camino sin salida. Sólo hay árboles y una hermosa puesta de sol, que hace del cielo
un mar de colores donde se mezcla el azul y el gris que anuncian el final del día y el
comienzo de la noche.
En el interior de la camioneta se encuentra Frank. Él va de regreso, porque no ha podido
pasar por donde iba, así que necesariamente tiene que regresar y encontrar un nuevo
camino que lo lleve a su destino. Ya es de noche. La luz del sol se ha esfumado y ahora
todo es oscuridad. Las luces de la camioneta alumbran sólo una parte de aquella carretera
a cuyos lados tiene muchos pastos, árboles y arbustos de los que sobresalen unas grandes
orejas. Frank va atento al camino cuando de repente cruzan dos conejos. Uno salta hacia
el lado derecho y el otro hacia el izquierdo. Frank logra detener la camioneta y se queda
asombrado viendo a aquellos animales. De los arbustos salen más y más conejos, que
saltan de un lado al otro. Miles de conejos están rodeando ahora la camioneta y Frank ve
102
delante de él donde hay muchos más. Atrás de la camioneta también hay más conejos que
lo miran fijamente. Todos los conejos se trepan al parabrisas de la camioneta. Ahora lo
único que ve Frank son esos cuerpos peludos a su alrededor. Cae desmayado en el interior
de su camioneta porque no puede creer lo que está pasando. Un brillo bastante intenso
despierta a Frank, quien se encuentra justo en medio de la carretera y la camioneta, su
camioneta, le ha pasado por encima. Frank se para muy impresionado y no deja de
contemplar una señal que indica “Atención”, porque aquella es una zona de conejos. Frank
se sube a su camioneta y se va rápidamente, mientras nuestros amigos los conejos
disfrutan unos deliciosos helados que han robado a Frank de su camioneta. Buenas
lecciones le han dado los conejos a Frank.
Este libro lo sugirió la maestra Rocío. Es de la colección Libros del Rincón y es una
obra excelente. La trama es corta y tiene grandes ilustraciones. No tiene palabras que
nos den una idea clara acerca de adónde va la trama de la historia, aunque es muy
bueno porque discrecionalmente podemos poner nombres a los personajes y cambiar
toda la historia.
La primera actividad con los niños consistió en pedirles que reconocieran a los conejos.
Ellos han visto con buenos ojos el libro y hallar a los conejos que al principio les ha
dado un poco de miedo, por la manera en que están dibujados en la portada, pero al
verlos comer un helado les han parecido bastante graciosos. Esta actividad fue
improvisada, pero resultó una buena idea para introducir el libro.
Los niños estaban un poco inquietos. Pero la verdad los prefiero así a cómo estaban
al principio. Ahora les he pedido que en una hoja blanca dibujen un conejo y lo que
come. Yo realizó la actividad de manera paralela.
El tiempo transcurre muy rápido. La actividad del dibujo debemos acabarla hoy. No
obstante no los quiero presionar. Hay muchas cosas que tenemos que comentar. Así
que habiendo pasado diez minutos más les pido que pasen al centro de nuestro
habitual círculo de exposiciones, que hoy es muy pequeño, y muestren su dibujo
explicándonos que nombre le han puesto a su conejo y qué come.
103
El primero en pasar al centro fue Kevin a cuyo conejo
llamó “Fuchi” porque era un conejo muy cochino no
obstante que comía zanahorias como todos los
conejos. Yo le pregunté por qué era muy cochino y él
respondió que porque no se bañaba. El siguiente en
participar fue Alejandro, por quien estoy gratamente
sorprendido ya que, en las dinámicas anteriores, y en
especial en la primera, no había querido colaborar.
Pero hoy es uno de los que más se ha involucrado
en la actividad. Él afirma que su conejo se llama
“Lucas” y come zanahorias, salchichas y huevo. Le
digo que el suyo es un conejo muy sano. La última en participar fue Esperanza, quien
dijo que su conejo se llamaba “Taz” y comía pizzas. Justo cuando terminó su
exposición se agotó el tiempo de la sesión. Nos despedimos, no sin antes darles una
paletita a cada alumno. Esta vez son paletitas con forma de pollito rostizado. Los
pequeños se retiran contentos a su salón de clases donde pasarán el resto de la
jornada escolar.
9.5.1 El final
Estoy parado por última vez a las afueras del
jardín de niños. Volteo de un lado y al otro, veo
a las señoras que ponen sus puestos de tortas,
cuernitos y golosinas a la entrada de la escuela.
No sé si esta será la última vez que veré aquellas
escenas. De lo sí estoy seguro es que pasará
mucho tiempo antes de que las vuelva a ver.
Todo en este día, desde que me levanté, me ha
parecido nostálgico. Como siempre, espero a
El dibujo de Alejandro.
Dibujo de esperanza y su pizza gigante.
104
que la señora Juanita me abra las puertas de la escuela. Esta vez le llevo una paleta
a ella y le digo que aunque es un pequeño detalle, se lo doy con mucho respeto. Como
todos los días me dispongo ir a la dirección escolar por la computadora y el cañón.
Camino de la dirección a la biblioteca con un paso lento y me detuve un momento en
el centro del patio mojado. Contemplo desde ahí todos los puntos cardinales de la
escuela. Podía ver mi reflejo en las ventanas más próximas. Y en las más alejadas,
semeja una hormiga en medio de la explanada.
Avanzo. Veo pasar a las maestras que corren presurosas a sus grupos después de
firmar su asistencia en la dirección. Antes no había visto con detenimiento esa rutina,
pues siempre pasaba presuroso a instalar mi equipo de trabajo en la biblioteca. Hoy
no es un día cualquiera: sé que mañana ya no volveré.
Todo lo que hago esta mañana pareciera ir a un ritmo muy lento, como si
inconscientemente quisiera grabar en mi mente el más mínimo detalle de esos últimos
momentos de aquella experiencia. La memoria no es como la de un celular, que se
agota. Los seres humanos tenemos la capacidad de retener texturas, sentimientos y
lugares, como si fuera una fotografía. Una fotografía muy especial. Hoy me quiero
llevar todo eso en la memoria, porque es el fruto de un trabajo muy gratificante para
mí.
Observo todo a mi alrededor. Estoy justo en medio de la biblioteca contemplando su
pálido piso de concreto. Veo las pisadas de mis zapatos que parecen impresas en
aquel suelo desteñido. No puedo evitar pensar que ojalá como esa huella está
plasmada en el piso, asimismo yo quede grabado en la memoria de aquellos niños a
los que he tratado de transmitir el gusto por la lectura.
No sé si lo logré. De lo que sí estoy seguro es
que con todo mi esfuerzo intenté cumplir los
objetivos que me propuse. Veo los libros
acomodados y, entre ellos, descubro una
galleta de animalito que sobrevivió a las tareas
de limpieza cotidiana. A lo lejos, tras la ventana Los amigos inseparables Yahir y Cristian
105
de la biblioteca, veo a Jocelyn, que viene saltando sobre los charcos del patio. Atrás
de ella aparecen Cristian y Yahir. Los amigos inseparables. Para donde quiera que va
uno ahí va el otro. La sesión pasada no asistió ninguno de los dos.
Ahora sólo se presentan 13 de los 24 niños del grupo. La mayoría de los que
participaron con mucho entuasiasmo el día anterior, hoy no vinieron. Sólo hay cuatro
pequeños de los que asistieron a la sesión pasada. Por lo tanto, los demás no están
familiarizados con la dinámica. Afortunadamente, el libro La revancha de los conejos
que leí durante la primera sesión, también lo leí en esta ocasión. Ricardo no asistió a
la primera sesión, pero en la segunda no se perdió el mínimo detalle de la actividad.
Esta sería la última sesión y debía salir muy bien.
Comencé a leer nuevamente el libro La revancha de los conejos para los 11 chicos
que no vivieron el día anterior pero también para los cuatro que sí lo hicieron. A los
cuatro que ya habían escuchado la historia les conseguí el libro físico y les pedí que lo
vieran y que me contaran una historia con base en las imágenes.
Con los otros chicos repito la dinámica previa: que dibujen un conejo y lo que comen.
Les he dado el ejemplo de mi conejo que come hamburguesas. Sólo dispongo de una
hora para ponerlos al día, con el fin de que abordemos juntos la dinámica.
Formamos el círculo habitual de exposición y los pequeños expusieron sus dibujos.
Posteriormente les daba un libro físico para que vieran más de cerca las imágenes e
inventaran su historia sobre el tema.
Mientras unos nos exponían, otros ya estaban viendo las imágenes, cada uno con su
libro. De esta manera, al finalizar la exposición, ya estaban listos para iniciar la fase de
creación de historias.
Primero comencé con los cuatro niños que sí asistieron a la clase pasada, porque ellos
ya tenían más tiempo viendo las imágenes y construyendo mentalmente su historia.
106
La historia de Andrea
El conejo estaba acostado en el pasto. Se quedó
dormido y pues le pasó el carro encima y lo aplastó. Ya
después fueron a levantarlo; estaba herido. Y pues
como lo lastimaron, fue toda su familia a sacarle helados
al señor. Porque a esos conejos les gustaban los
helados y se los comieron. Al señor lo aventaron afuera,
pero no le hicieron nada porque ellos eran buenos. Ya
después se fue el señor bien asustado como gallina: ‘¡Cua, cua, cua!’, porque les tuvo miedo
a los conejos 36
Cada niño relató una historia salida de su imaginación. A veces noté que repetían un
poco la que yo les he narrado, pero después lograron producir su propia historia.
Después de compartir sus historias, que en algunos casos son muy breves y en otros
un poco más extensas, realizaron un gran esfuerzo para cumplir con las tareas que les
propuse. Asimismo, reconozco el apoyo de la maestra Rocío, que me ha permitido
llevar a cabo estas sesiones con sus alumnos. La de hoy, a pesar de que eran menos
niños, ocupó una hora.
Al finalizar, me despido de cada uno de ellos y les obsequio una última paleta por su
apoyo y su esfuerzo. Me acerco a Diego, el niño que me decía que no era posible leer
las imágenes y le digo: “¿Ya ves que sí se pudo?” Él sonrió y tímidamente pero muy
contento me dijo: “Sí”.
36 Las historias producidas por los niños fueron experiencias verbales que yo recopilé. Escribía cada palabra que pronunciaban. Y sí, efectivamente, muchas veces sus compañeros los ayudaban a completar sus ideas; porque muchos pequeños se quedaban callados por instante, dubitativos, pero después, con las ideas que los demás aportaban, lograban articular lo que querían decir. A veces ellos mismos me decían que no sabían una respuesta, pero los invitaba a concentrarse en las imágenes y después de un rato lograban producir su historia, aunque fuera muy breve. El trabajo con los niños fue muy productivo.
107
Los niños son muy expresivos y los
sentimientos que expresan en un
determinado momento frente a diversas
situaciones son reales y sinceros. Así que
esta vez los veo irse a su salón y
experimento nostalgia, pero a la vez
alegría, porque siento que hice las cosas
lo mejor que pude.
Cuando desconectaba los cables de la computadora y el cañón llegó la maestra en
compañía de otras proesoras del jardín de niños. (No había señalado que trabajé
simultáneamente con los grupos 3° A, 3° B y 3° C y que en este documento sólo
describo el trabajo que realicé con el grupo de 3° B.) Ellas y la directora me dieron las
gracias por el trabajo realizado y me invitaron a una sencilla comida que habían
preparado con motivo del fin de cursos. Después
de comer y platicar un poco sobre las
experiencias vividas, me despedí.
A manera de conclusión del trabajo realizado con
el libro La revancha de los conejos puedo decir
que al principio no me convencía pues cuando lo
abrí pensé que era un cuento de terror o algo así,
mientras que los demás libros tenían en su interior muchos colores muy relajantes.
Más tarde mi percepción cambió, al darme cuenta de que el libro era excelente y que,
al contrario de lo que pensaba al inicio, los colores propiciaban una gran expectación
con respecto a la lectura. Originalmente tenía planeado trabajar con el libro Zoológico
de Anthony Browne, pero la maestra Rocío me recomendó La revancha de los conejos.
Y con él abordé mi dinámica.
El trabajo con los niños fue difícil al principio dadas las circunstancias y los pocos
participantes durante la primera y la segunda sesiones, pero creo que el objetivo que
me propuse se cumplió.
Grupo de 3°B en medio la maestra Rocio
108
10. REFLEXIONES FINALES
El fomento de la lectura en los ciclos de escolaridad inicial es escaso. Los niños no
tienen un acercamiento temprano a la lectura ni en su casa ni en la escuela. El contexto
escolar inicial debe brindar un acercamiento al niño al mundo lector.
Las prácticas de lectura con el libro álbum sirvieron en buena medida para ayudar a
que el niño reconociera el proceso lector, pero no de manera rigurosa, sino que este
acercamiento promoviera el acompañamiento de sus semejantes en un ambiente de
libertad. Procuré dar la palabra a los niños, que éstos interiorizaran la lectura de
imagen y que se sintieran partícipes de la lectura y no entes excluidos de la misma.
El hecho de comenzar con el dibujo en las sesiones y hablar de lo que representa la
imagen como forma de comunicación, ayuda a entender un poco su importancia en el
libro álbum, donde la imagen es el sustento de la historia.
Como docentes debemos apropiarnos del lenguaje corporal del niño, de su expresión
artística, de sus intereses. Y también debemos apropiarnos de nuevas herramientas
con las cuales dar un mejor sentido a nuestro quehacer pedagógico en el aula.
Si partimos de que todo está hecho y de que ya no hay nada por hacer, estamos
negando muchas experiencias de aprendizaje a los infantes. Tenemos que darnos
cuenta de que todo cambia, de que la forma tradicional de la educación fue importante,
pues dio origen a diversos procesos pedagógicos que en su momento fueron exitoso,
pero ahora esos procesos resultan obsoletos en una sociedad que está en constante
transformación. En una sociedad que ahora se rige por medio de las nuevas
tecnologías de la comunicación, como internet y los medios de información masiva, los
cuales utilizan el lenguaje visual en un porcentaje mayor respecto del lenguaje escrito,
lo que tiene un impacto aún mayor en el subconsciente humano que el hecho de
memorizar la página completa de un libro.
El libro álbum, basado en el dibujo y la creación de historias, permitió que el niño
participara en las sesiones. La lectura no fue la parte central del aprendizaje sino el
niño, que se constituyó en el protagonista de la historia. El dibujo permitió que el
pequeño esbozara lo que pensaba y aprendió a no poner límites a su imaginación. La
109
creación de imágenes permite al niño discernir si algo le gusta o le disgusta. Cada
texto es diferente y genuino. El niño hace suya la lectura, se apropia de la imagen para
dotarla de un texto y allí es donde radica la importancia de la ilustración dentro del libro
álbum.
La imagen ha estado presente en cada página de los libros que han existido en la
historia y es la materia prima esencial del libro álbum. Asimismo, la imagen también
estuvo presente en las creaciones de los niños. Al principio mostraban timidez al
exponer sus dibujos, pero después ese acto se convirtió en una actividad de
socialización en el aula.
El trabajo en las sesiones y las actividades planeadas, así como los títulos que
abordamos aquí se siguieron casi al pie de la letra. Digo “casi” porque en algunos
casos hubo pequeños cambios, dadas las circunstancias. Por ejemplo, el libro que no
encontré, por lo cual me vi en la necesidad de cambiar el titulo original por otro. Los
libros que me recomendó mi asesor, son obras con ilustraciones fantásticas y fueron
bien vistos por los niños, en especial Donde viven los monstruos. Las texturas y la
representación gráfica de estos personajes, fueron claves para que los pequeños lo
adoptaran como su libro favorito.
La lectura del libro La revancha de los conejos fue bien recibida no obstante que sus
ilustraciones no llamaron tanto su atención como en otros casos. Una de las imágenes
que les causó mucha gracia es aquella en la que los conejos, cada uno con un helado,
miran al horizonte. Algunos la catalogaron como bonita y tierna. Si al principio el libro
parecía tétrico y terrorífico, terminó por despertar sentimientos de ternura en los
pequeños.
Otro de los libros que les gustó mucho, sin duda es Trucas, el cual tiene hermosas
ilustraciones. Las texturas, las formas y los colores que posee han transmitido a los
niños la complicidad de Trucas.
Por su parte, Irupé y Yaguareté, el libro con el que comenzó la intervención, les ha
transmitido a los pequeños una emoción contradictoria, pues en la portada aparece
Yaguareté, quien aparentemente se va a comer a Irupé. Pero en realidad esa imagen
110
es un gancho para atrapar al lector, para sumergirlo en la experiencia de una lectura
de imágenes y texto con un alto grado de detalles.
El último libro, pero no menos importante, Yipo, tiene un mundo por descubrir entre
sus páginas de cartón, impresas con extraordinaria calidad. Tiene un hilo conductor
que guía la historia; sin embargo, se puede leer de todas las formas posibles, de atrás
hacia adelante, de la mitad hacia la izquierda o de la mitad hacia derecha. Es decir, no
hay una sola forma correcta o incorrecta de leerlo. Los personajes y los nombres que
pudieron percibir en la lectura que hice con los chicos, son inventados por mí. El libro
también les ha gustado a los niños, pero no tanto como los otros. De hecho, yo pensé
que el libro La revancha de los conejos iba tener ese privilegio.
En lo que respecta al trabajo en general, con base en mi experiencia personal y
alejándome un poco de la experiencia académica, puedo afirmar que fue difícil
aventurarme en un proyecto que involucraba leer a los niños, dada mi nula experiencia
frente a los niños de preescolar. Esto implicó un gran reto.
Las lecturas que yo hice a los niños las ensayé con mucho tiempo de antelación,
porque de esta manera podía indicar en qué momento debía cambiar a la siguiente
imagen en el proyector. En las historias agregué algunas cosas y puse nombres a los
personajes. Al final resultó una buena experiencia creadora y también de aplicación.
Pero como ocurre en todo, no siempre lo que se planea sale al pie de la letra. Algunas
cosas se modificaron por causas ajenas a los niños y a mí. En algunas ocasiones había
que considerar el factor tiempo, el clima y otros aspectos que evidentemente hacían
que los planes originales variaran. Por ejemplo, cuando la maestra no se presentó,
provocó un cambio de planes, pero al final todo salió bien.
En cuanto a la experiencia frente a grupo, la maestra del preescolar me metía al redil
cuando algo no me estaba funcionando, por ejemplo, en relación a la conducta de los
niños. Mi falta de autoridad se veía reflejada en ellos. Porque a veces hacían cosas
que yo no les pedía. Todo esto me ha servido de experiencia. La verdad es que yo no
les hablaba con firmeza, porque en el jardín de niños algunas profesoras ya habían
tenido algunos conflictos con los padres de familia con respecto al trato con sus hijos.
Yo había llegado a la escuela a tratar de ayudar en el fomento a la lectura y no a
111
cosechar disgustos y sinsabores con los padres de familia. Por eso actué con la mayor
imparcialiad que pude. Y si había algo que arreglar la maestra estaba ahí para
apoyarme.
Este trabajo me ayudó a valorar el quehacer docente, pues estar frente a un grupo no
es fácil, a pesar de que pareciera que cualquier persona sería capaz de hacerlo. Por
eso admiro a las maestras de preescolar, por su trabajo y por empeño, y también a los
docentes que participan en la educación primaria, porque los retos que enfrentan de
manera cotidiana son muy grandes; porque a veces los problemas más graves no son
dentro del aula sino afuera y con todos esos factores que implica la educación el
docente tiene que salir avante a como dé lugar.
La práctica lectora de la que fui partícipe gracias a los niños preescolares me ha
permitido arraigar a mi conciencia y a mi vida una nueva experiencia que sin duda no
es cualquier vivencia. La que me llevó de esta intervención es muy amplia en cuanto
a procedimientos pedagógicos y a conocimientos aplicados para el adecuado
desarrollo de la intervención.
La lectura y el mundo de los libros es aún un mundo por conocer. Estamos frente a
una explosión de conocimiento infinito expuesto a la interpretación constante. Fue
extraordinario participar en esta intervención con los niños de preescolar y puedo
afirmar que no hay una edad adecuada para que los niños se embarquen en el mundo
de los libros. Los años y las formas las imponemos los adultos, pero los niños están
plenamente capacitados para interpretar e interiorizar todo lo que los rodea.
Yo espero que esta intervención quede en su memoria y que perdure para que
aprendan que leer no sólo involucra a la letra en sí misma, sino también a las
imágenes, a las que podemos leer para interpretar el mundo y darle sentido. Y que
estén conscientes de que ellos son libres de interpretar, imaginar y crear, y de que
pueden producir sus propias historias a partir de lo que ven.
Espero haber logrado mover algo dentro de ellos a favor de las prácticas lectoras y
que el gusto por los libros sea el principal motor que los estimule a seguir adelante.
112
BIBLIOGRAFÍA
Arizpe, E. Styles (2004). Lectura de imágenes. Los niños interpretan textos visuales, Fondo de
Cultura Económica, México.
Bajour, C., y M. Carranza (2002). “El libro álbum en Argentina”, en Imaginaria. Revista
quincenal sobre literatura infantil y juvenil, núm. 107, Buenos Aires.
Brites de V., G., y J. L. de Almoño (2004). Inteligencias múltiples: juegos y dinámicas para
multiplicar las formas de aprender utilizando al máximo las capacidades de la mente, Bonum,
Buenos Aires.
Chávez, A. (2002). Los procesos iniciales de lecto-escritura en el nivel de educación inicial,
Instituto de Investigación para el Mejoramiento de la Educación Costarricense, Costar Rica.
Delval, J. (1983). El desarrollo humano, Siglo XXI, Madrid, España.
Ferreiro, M. (2004). Módulo III Aproximación de los niños al lenguaje escrito. Guía de estudio,
SEP, México.
Freire P. (1975). Pedagogía del oprimido, Siglo XXI Editores, México.
Gardner, H. (1994). Estructura de la mente: la teoría de las múltiples inteligencias, Fondo de
Cultura Económica, México.
Gardner, H. (1995). Inteligencias múltiples, Paidós, España.
Gedovius, J. (2014). Yipo, Fondo de Cultura Económica, México.
Gedovius, J. (2016).Trucas, Fondo de Cultura Económica, México.
113
Larousse Planeta (2002). Larousse, diccionario de la lengua española, Larousse Planeta,
México.
Lee, S. (2005). La revancha de los conejos, Ediciones la Vasija, México.
Lowenfeld, V. (1958). El niño y su arte, Kapelusz, Buenos Aires, Argentina.
Lowenfeld, V., y W. Brittain (1972), Desarrollo de la capacidad creadora, Kapelusz, Buenos
Aires, Argentina (trabajo original publicado en 1961).
Maris, C. (1994). Diseño visual. Curso de apreciación artística, Trillas, México.
Martin, G. (2004). Las bases del dibujo. Serie Academia de Dibujo, Grupo Editorial Norma,
Venezuela.
Ministerio de Educación, República de Chile. (2006). Ver para leer. Acercándonos al libro
álbum, Centro de Recursos para el Aprendizaje, Santiago de Chile.
Mujica, J. (2012). “Estrategias para estimular el dibujo en los estudiantes de educación inicial”,
Revista de Investigación, vol. 36, núm. 17.
Ramírez, P. (1985). Dibujo técnico y diseño, tomo 1, Santillana, España.
Remedios, M. (2007). La lectura y la escritura en la escuela preescolar mexicana. Dimensión
historiográfica, INED, vol. 1, núm. 47.
Rivas. M. (2007). La lectura y la escritura en la escuela preescolar mexicana. Dimensión
historiográfica, INED, vol. 1, núm. 47.
Ruiz, M. (2016). Irupé y Yaguareté, Fondo de Cultura Económica, México.
Sendak, M. (2016). Donde viven los monstruos, Kalandraka, España.
114
Sarramona, J. (2000). El modelo pedagógico de imitación, Ariel, Barcelona.
Secretaría de Educación Pública (2011). Programa de estudio 2011. Guía para la educadora,
SEP, México.
Soto, E., y H. Padilla (2013). Desarrollo urbano y grandes conjuntos habitacionales, Congreso
Nacional de Vivienda 2013, vol. 1, núm. 58.
UNESCO (1957). “Juan Amos Comenius, apóstol de la educación moderna y de la
comprensión internacional”, El Correo. Una ventana abierta sobre el mundo, vol. 1, p. 34.
Villegas, C. (2011). Introducción al dibujo artístico, UNAM, México.
Referencias electrónicas
http://integrar.bue.edu.ar/integrar/blog/articulo/que-son-los-libros-album/.
Cassano, P. (2011), ¿Qué son los libros álbum? 13 de febrero de 2017, Buenos Aires.
http://archivo.eluniversal.com.mx/ciudad/57995.html.
Fernández, E. (2004), “San Buenaventura: el más grande en tamaño y rezagos”, 29 de junio
de 2017, El Universal.
http://www.radiocolibri.com.mx/?q=Noticia/ixtapaluca-registra-medio-millon-de-visitas-
bibliotecas-publicas-157.
Martínez, F. (2014), “Ixtapaluca registra medio millón de visitas a bibliotecas públicas”, 29 de
junio de 2017, AC. Noticias. Periodismo independiente.
https://www.pochtecas.com.mx/2015/07/28/haciendas-de-ixtapaluca/.
Mondragó, E. (2015), “Historias de haciendas en Ixtapaluca”, 29 de junio de 2017, Pochtecas.
https://carmonje.wikispaces.com/file/view/U4.1-01+Qu%C3%A9+es+Comunicaci%C3%B3n.pdf.
115
Monje. C. (2010), ¿Qué es comunicación?, 15 de junio de 2017, Universidad Surcolombiana,
Programa de Comunicación Social y Periodismo.
http://www.importancia.org/dibujo.php.
Nicuesa, M., C. Bembibre y F. Ucha (2002), “Importancia del dibujo”, 6 de abrilde 2015,
Importancia.
http://sincronia.cucsh.udg.mx/orozcofall09.htm.
Orozco. M. (2009), “El libro álbum: definición y peculiaridades”, 7 de agosto de 2017,
Universidad de Guadalajara.
http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/todaslasartes/dibujo/dibujo0.htm.
Várela, M. (2010), “La importancia del dibujo”, 10 de marzo de 2010, Biblioteca Luis Ángel
Arango.
https://www.reeditor.com/columna/11962/27/sociologia/teoria/la/reproduccion/pierre/bourdieu.
Zañartu, J. (2013), “Teoría de la reproducción de Pierre Bourdieu”, 19 de junio de 2017,
Reeditor.