El Liberalismo Desquiciado

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El liberalismo desquiciado Angélica Aguado Hernández y José Jaime Paulín Larracoechea entrevista con el doctor Dany-Robert Dufour –Doctor Dufour, usted ha planteado que actualmente el mrcado está ocupando el lugar de Dios, por lo tanto estamos conociendo una nueva religión: la religión liberal. ¿Cuáles son sus características? –Hay que comparar esta religión con las antiguas religiones, que se caracterizaban por tener ciertos mandamientos que eran prohibiciones: “no matarás”, “no robarás”, “no mentirás”, “no desearás a la mujer de tu vecino”, etcétera. Esta nueva religión es absolutamente diferente de las anteriores porque prescribe el goce, así que puedes mentir, puedes hacer valer tus intereses privados y egoístas, puedes ser feliz en la lujuria, puedes llevar un estilo de vida dispendioso, y todo eso ¿por qué? Porque es bueno para el mercado. Todo lo que antes se prohibía o se reprimía ahora tiene que ser liberado. El liberalismo es en primer lugar eso, algo que libera, y libera según la terrible fórmula que fue establecida de una vez por todas por Bernard de Mandeville desde 1704: “ Los vicios privados constituyen la virtud pública .” Y a partir de ahí es necesario que ya nada impida ellaissez-faire, el “dejar hacer” egoísta de los individuos. Ustedes saben que el laissez-faire es el lema principal del liberalismo (“no regulemos ya nada”) y, de hecho, lo que hay que reconocer es que cuando se deja que actúen libremente los egoísmos privados se produce riqueza pública. Pero el problema no está ahí, a nivel de la producción de la riqueza mercantil; este principio funciona ahí perfectamente y funciona bien, incluso funciona demasiado bien. El problema es que cuando se aplica a las otras economías humanas, sólo las puede destruir; entonces la ecuación a través de la cual se afilia el mercado señala que entre mejor funciona la economía mercantil, peor funcionan las otras economías humanas: las economías de los intercambios humanos, las que presiden el bien social y las que presiden los mecanismos de subjetivación, es decir la economía psíquica. Entonces llegamos a esta ecuación extraña y paradójica:

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El liberalismo desquiciadoAnglica Aguado Hernndez y Jos Jaime Pauln Larracoecheaentrevista conel doctor Dany-Robert DufourDoctor Dufour, usted ha planteado que actualmente el mrcado est ocupando el lugar de Dios, por lo tanto estamos conociendo una nueva religin: la religin liberal. Cules son sus caractersticas?Hay que comparar esta religin con las antiguas religiones, que se caracterizaban por tener ciertos mandamientos que eran prohibiciones: no matars, no robars, no mentirs, no desears a la mujer de tu vecino, etctera. Esta nueva religin es absolutamente diferente de las anteriores porque prescribe el goce, as que puedes mentir, puedes hacer valer tus intereses privados y egostas, puedes ser feliz en la lujuria, puedes llevar un estilo de vida dispendioso, y todo eso por qu? Porque es bueno para el mercado. Todo lo que antes se prohiba o se reprima ahora tiene que ser liberado. El liberalismo es en primer lugar eso, algo que libera, y libera segn la terrible frmula que fue establecida de una vez por todas por Bernard de Mandeville desde 1704: Los vicios privados constituyen la virtud pblica . Y a partir de ah es necesario que ya nada impida ellaissez-faire, el dejar hacer egosta de los individuos. Ustedes saben que ellaissez-fairees el lema principal del liberalismo (no regulemos ya nada) y, de hecho, lo que hay que reconocer es que cuando se deja que acten libremente los egosmos privados se produce riqueza pblica. Pero el problema no est ah, a nivel de la produccin de la riqueza mercantil; este principio funciona ah perfectamente y funciona bien, incluso funciona demasiado bien. El problema es que cuando se aplica a las otras economas humanas, slo las puede destruir; entonces la ecuacin a travs de la cual se afilia el mercado seala que entre mejor funciona la economa mercantil, peor funcionan las otras economas humanas: las economas de los intercambios humanos, las que presiden el bien social y las que presiden los mecanismos de subjetivacin, es decir la economa psquica. Entonces llegamos a esta ecuacin extraa y paradjica: la economa mercantil destruye la economa humana. Ese es el problema y la gran contradiccin del liberalismo.Segn su propuesta, toda religin tiene mandamientos y el primero de esta religin liberal dice: Te dejars llevar por el egosmo. Qu implicaciones tiene esto para nuestra sociedad?Bueno, las implicaciones son considerables porque, como lo acabo de explicar, la liberacin del egosmo tiene efectos nocivos sobre la socializacin y la subjetivacin; este primer mandamiento, muy lejos de llevar a la generalizacin del individualismo en nuestras sociedades, conduce a lo contrario, a la constitucin de vastas manadas de consumidores. Nuestras sociedades no son para nada sociedades individualistas (como a veces se dice un poco tontamente), sino sociedades egostas. El individualismo consiste en entrar en un proceso de individualizacin en el cual por fin se logra despus de una larga ascesis y una larga formacin, hablar en nombre propio. Y si eso fueran las sociedades liberales sera formidable, pero no es para nada eso, incluso al contrario. Lo contrario es atrapar a la gente por su egosmo y se les dice: Ustedes quieren esto, muy bien, y tienen razn en quererlo. Miren, los vamos a llevar hacia los bellos objetos manufacturados que hicimos para ustedes, para satisfacer sus deseos ms locos. Y cmo funciona esto? Pues bien, con un catecismo publicitario, que hace que cada vez ms personas se incluyan en estas manadas virtuales, sobre todo a travs de las industrias culturales, como la televisin, que capta la energa psquica de los individuos, la capitaliza, le da un formato y la lleva hacia los buenos objetos que la buena economa del capitalismo hizo para satisfacer a los individuos. Claro que lo que digo es un poco irnico.El sexto mandamiento que usted propone es:Ofenders a todo maestro que est en posicin de educador porque te impide ser t mismo, y el sptimo: Ignorars la gramtica, porque es un lugar comn y slo debe haber lugares individualizados. Ante esto, qu lugar tiene hoy la escuela?La escuela est gravemente amenazada por la extensin del liberalismo. Los primeros que se dieron cuenta de esto fueron, por supuesto, personas que vivan en Estados Unidos en los aos sesenta; pienso sobre todo en Hannah Arendt, quien hablaba de la destruccin de la escuela. Y por qu habra una destruccin? Pues bien, porque aquellos que se presentan en la escuela son jvenes o adolescentes que estn en posicin de esperar de la generacin anterior la transmisin de lo que la humanidad haya acumulado, ideas, pensamientos, valores, etctera. Estn esperando la transmisin de un patrimonio cultural. Esto no quiere decir para nada que los jvenes tienen que aceptar este patrimonio; al contrario, justamente porque les es transmitido lo pueden criticar; es necesario que critiquen lo que la generacin anterior les dio para reinventar el mundo. Ahora bien, todas las renovaciones pedaggicas desde hace ms o menos cincuenta aos han tendido a arruinar esta transmisin. Por qu? Pues porque no hay que oprimir a estas pobrecitas cabezas rubias como se dice en francs, a estos niitos, y hay que dejar que se desarrollen libremente; o sea que, de hecho, ya no se les transmite nada, y cuando no se les transmite nada les retiran toda capacidad crtica. Y entonces llegamos a un fenmeno extrao que es que la escuela de alguna manera ensea la ignorancia. Vean nada ms el camino que se recorri desde cuando la escuela era un lugar de transmisin.Qu lugar ocupan las pasiones y pulsiones en el liberalismo?Un lugar esencial, porque no se ha dicho suficientemente que el liberalismo es en primer lugar una propuesta acerca del tratamiento de la pulsin. El inventor del liberalismo, Bernard de Mandeville, era en primer lugar un mdico, un mdico del alma, y se dio cuenta de que cuando las pulsiones-pasiones eran reprimidas el papel del mdico era quitar las represiones y hacer hablar al paciente, justamente para liberar las pulsiones. Este es la primera etapa de la elaboracin de Bernard de Mandeville como mdico; la segunda es cuando se vuelve el inventor del pensamiento econmico liberal. l contina el trabajo que haba hecho como mdico, pues se da cuenta de que liberando las pulsiones-pasiones, los pacientes que anteriormente sufran se sienten mejor y producen riqueza. As que el liberalismo es la liberacin de las pulsiones-pasiones. La tesis que defiendo es que si el capitalismo fue inventado en Occidente aun cuando el mercado ha existido en todos los pases desde siempre, es porque el liberalismo procedi a la liberacin de las pulsiones-pasiones. stas estn desreguladas; una vez ms estamos ante el dejar hacer de las pulsiones-pasiones y esto origina sociedades donde cada quien defiende a muerte sus intereses privados y la nocin misma de inters pblico o colectivo desaparece, y los espacios se transforman en espacios de guerra, lo que Hobbes llamaba la guerra de todos contra todos.Dany-Robert Dufour. Foto tomada de:schlomoh.blog.lemonde.fr

Jugando a la futurologa, cmo se imagina el mundo dentro de cincuenta aos? Cree que hablaremos chino en lugar de ingls?A m no me asusta que hablemos chino en vez de ingls, al contrario, estoy abierto a la multiplicidad de culturas. Lo que me preocupa es que los chinos tambin hayan sido invadidos por elmarket-leninismo en vez de ser adeptos del marxismo-leninismo. Lo que podemos temer en los prximos cincuenta aos es que haya grandes amenazas con respecto a la supervivencia misma de este mundo, dicho as, llanamente. El liberalismo es lo que permite que el capitalismo se desarrolle, y la ley del capitalismo es el desarrollo infinito de la riqueza. Ahora bien, vivimos en un mundo redondo, esto quiere decir que es una tierra finita, con recursos limitados, entonces hay una contradiccin entre este desarrollo infinito de la riqueza y este planeta limitado. El capitalismo est agotando los recursos del mundo y el pobre mundo responde como puede, con desequilibrios demogrficos, ecolgicos, en la variedad de las especies y con el desarrollo de nuevos vectores de enfermedades. Por ejemplo, imagnense qu podra suceder si la gripe aviar finalmente creara una gran epidemia entre los humanos. Y a esto le podramos agregar intervenciones que tienen que ver con la estructura misma de lo vivo; estoy hablando de la creacin de organismos genticamente modificados y las grandes sociedades que los promueven, que no quieren saber absolutamente nada de las consecuencias a nivel de salud pblica y el equilibrio con las especies naturales. Si esto sigue as, sin regulacin durante cincuenta aos ms, lo que est amenazado en definitiva es nuestro mundo. Pero no por ello soy de un pesimismo absoluto. Yo creo que la humanidad se est dando cuenta de los callejones sin salida a los cuales nos est llevando el liberalismo y de que s se puede introducir una regulacin que haga prevalecer los intereses colectivos de la humanidad en detrimento de la libre expresin de los intereses privados.Hay virtudes dentro del liberalismo y del capitalismo? Usted ha dicho que el liberalismo nos liber del nazismo y del estalinismo, y que desde luego esto no fue negativo.S, creo que hay puntos verdaderamente positivos en el liberalismo. Nos liber de las locuras estalinistas y de los horrores nazis. El problema ahora es que el liberalismo puede ser presa de un giro, un vuelco realmente problemtico, donde algunos efectos perversos empiezan a invadir el sistema y pueden hacer que este sistema se vuelva contraproductivo. Pienso que antes haba que ser muy crticos contra el nazismo, haba que ser muy crticos contra el estalinismo, y hoy creo que hay que ser muy crticos contra el liberalismo. La humanidad, cada cincuenta aos, encuentra una nueva frmula que supuestamente nos va a llevar hacia la felicidad, la salvacin, la redencin, y ahora es el liberalismo el que nos est prometiendo la felicidad generalizada, y mucho me temo que, igual que con las ideologas anteriores, vamos a descubrir paulatinamente, poco a poco, un buena cantidad de horrores vinculados con el liberalismo; esto no quiere decir que haya que rechazar al liberalismo, sino que simplemente hay que hacer que vuelva a la razn, que ya no podemos someternos al principio dellaissez faire. Hay que restaurar la funcin poltica, es decir, la salvaguarda de los intereses colectivos contra los intereses privados. Se requiere que de nuevo haya instituciones que instituyan a los individuos. Desgraciadamente, las fuerzas que hubieran podido trabajar en este sentido, por ejemplo las fuerzas de izquierda, a menudo se han dejado seducir por el liberalismo, y entonces nos vemos bastante desamparados con respecto a la necesidad de un pensamiento crtico frente al liberalismo. Por eso ahora aplico todo mi esfuerzo filosfico en torno a esta cuestin.Cul sera su mensaje a la izquierda mexicana?Estamos muy atentos en el mundo a la izquierda mexicana, porque hay una gran experiencia de lucha, y la proximidad con Estados Unidos hace que estemos esperando que suceda algo muy positivo desde este lado.Quiere agregar algo?Quisiera agregar algo que tiene que ver con el hecho de que cada vez ms me invitan en otros pases; en los ltimos meses estuve en varios pases de Europa, en Brasil, Colombia y Mxico, y estoy contento de ver que en todos estos lugares hay un pensamiento crtico buscndose a s mismo, en contra de los efectos nocivos del liberalismo, y lo estn buscando a travs de mltiples medios. Hay gente que est trabajando en el campo clnico, esttico, poltico. Hay un movimiento que est inicindose. Entonces, a pesar de toda mi preocupacin, soy optimista.Sabemos que usted est de acuerdo con una de las tesis de quien fuera su maestro, Jean-Franois Lyotard, acerca de que la humanidad habra entrado en una nueva edad de la historia: la postmodernidad. A grandes rasgos, qu es exactamente lo que caracteriza a esta etapa?La postmodernidad se caracteriza, segn Jean-Franois Lyotard, por el fin de los grandes relatos de emancipacin de la humanidad que fueron elaborados durante la modernidad, la cual funcion en torno a ciertos ideales, por ejemplo el acceso a la razn y al criticismo y la emancipacin social. Tomen como ejemplo el marxismo y la salvacin social prometida de alguna manera con referencia al pueblo, y el acceso a ciertas "fuerzas oscuras" (pienso ahora en Nietzche o en Freud, que decan que en cuanto accediramos a ellas nos bamos a liberar). Entonces, los que sufren frente a la postmodernidad seran esos grandes relatos, ya que sta pondra fin a esas esperanzas y a esos ideales. As que la postmodernidad dice globalmente que ya no seremos salvados ni por Dios, ni por el proletariado, ni por ningn ideal de emancipacin. Esta teora fue enunciada a finales de los setenta por Jean-Franois Lyotard, y la caracterstica histrica interesante es que unos aos ms tarde de manera casi simultnea, lleg la ola neo o ultraliberal. Entonces creo que hay una enorme relacin entre la postmodernidad y el neoliberalismo o el ultraliberalismo, que se ha difundido en el mundo con la globalizacin. Y lo que ha sido anotado desde un punto de vista cultural bajo el nombre de postmodernidad tiene que ser puesto en relacin con lo que sucede a nivel econmico y poltico, y lo que est sucediendo est afectando a todas las grandes economas humanas clsicas, por supuesto la economa mercantil, la economa poltica, la economa simblica y la economa psquica. El hecho de que ya no existan grandes referentes en torno a los cuales organizarnos, modifica considerablemente la situacin de las grandes economas humanas.Cul sera la diferencia entre neoliberal y ultraliberal?Neoliberal quiere decir literalmente "nuevo liberalismo". Ahora bien, creo que no es un "nuevo" liberalismo; slo hay un liberalismo llevado hasta sus ltimas consecuencias, un liberalismo que fue enunciado hacia 1768 por primera vez por Adam Smith, y que se presenta como la posibilidad para los individuos de entregarse a la ganancia mxima y seguir todos sus clculos egostas; que deca que "podan hacer" sin ningn lmite, sin ninguna vergenza, porque de todas maneras exista una Providencia que iba a transfigurar los vicios privados en virtudes pblicas, es decir, en riqueza colectiva. Es este rgimen, simplemente llevado hasta sus ltimas consecuencias, el que vemos aparecer en el mundo, sobre todo a partir de 1980 con Margaret Thatcher, en Inglaterra, y con Ronald Reagan, en Estados Unidos, y que implica la destruccin de todas las formas de regulacin (polticas, simblicas). O sea que es el mismo liberalismo que fue enunciado hace dos siglos el que vemos ahora, pero con una potencia total que ha logardo hacer desaparecer todas las otras caractersticas modernas de las cuales hacamos mencin antes; la posibilidad de una regulacin a travs de lo poltico y la posibilidad de que nuestras acciones estn referidas a cierta cantidad de ideales, esto es lo que desapareci. El lema del ultraliberalismo es "dejar hacer" y "sin lmites", lo cual tiene consecuencias psquicas importantes.Cules seran esas consecuencias psquicas para el que, a todas luces, parece ser un neo sujeto?En la poca moderna tenamos un sujeto doblemente definido: estaba definido por el ideal crtico kantiano que apareci alrededor de 1800, y estaba definido tambin por la condicin subjetiva de este sujeto moderno caracterizada por la neurosis. Y qu es el sujeto freudiano? Es un sujeto que no puede hacer todo, y sobre todo no puede hacer una cosa, lo nico que de hecho quisiera hacer desde que es nio: casarse con su mam. Entonces se ve obligado a renunciar (est marcado por la renuncia), tiene que estar de acuerdo con una substraccin de goce, que se traducir en beneficio de lo colectivo. Esto es lo que Freud llam la "civilizacin" (por cierto que la "marcha de la civilizacin" era un tema que le importaba mucho). Yo creo que el sujeto postmoderno, o lo que ustedes llamaron "nuevo sujeto", es un sujeto que ya no est marcado por la necesidad de esta substraccin; es un sujeto que debe poder obtener todo lo que quiere en funcin de lo que Adam Smith llam la maximizacin de las ganancias. A partir de entonces es un sujeto que se presenta con una nueva caracterstica, la de ser un ser sin lmites, y por lo tanto entra en otra economa psquica distinta a la del ser humano moderno que se ve obligado a renunciar a una parte para que lo dems funcione.En su libro,On achve bien les hommes. De quelques consquences actuelles et futures de la mort de Dieupublicado en Francia, (Denol, 2005), usted analiza algunas consecuencias actuales y futuras de la muerte de Dios. Cul es entonces el lugar de Dios en esta postmodernidad.Me estn haciendo una pregunta muy interesante porque, de hecho, los grandes relatos de salvacin de la modernidad han muerto en la postmodernidad. As que podramos decir que Dios ha muerto, pero este vaco trascendente de Dios fue reemplazado por la nueva Providencia que mencion hace rato, que es la Providencia del mercado. Es el mercado el que se presenta como un nuevo dios: potencia, omnipotencia; podra hacer todo, regular todo. As que estamos ante una especie de nuevo dios. El problema es que este nuevo dios no cumple sus promesas sus promesas divinas, puedo decirlo as. Por qu? Porque el mercado es una simple red de intercambios, un mbito donde se puede intercambiar todo, todo lo que es mercantilizable en el mundo; de hecho todo se vuelve susceptible de ello, incluso el derecho a contaminar. Como ustedes lo saben, uno compra el derecho a contaminar, o puede comprar nios, u rganos, o se pueden adquirir derechos sobre lo vivo. As que en esta red todo es intercambiable. La organizacin trascendente o trascendental de antes, con la presencia de los antiguos dioses, ya no funciona en la postmodernidad. Entonces esto deja a los individuos de la postmodernidad con preguntas muy graves a las cuales este nuevo dios no responde. Por eso me parece que observamos una especie de retorno de lo religioso, pero es algo parareligioso, son nuevas religiones; pienso, por ejemplo, en el neoevangelismo, en el fundamentalismo, en los integrismos (en todo lo que lleg con la nueva eleccin norteamericana), que se presentan como "suplementos de alma" (cuando uno no se siente muy bien, un "suplemento de alma" es lo que aporta una especie de consuelo). Entonces, ante el mercado que deja a los individuos frente al tormento de su origen, si podemos decirlo as, vemos la presencia o la aparicin de nuevas formas religiosas extremas, y entonces parecera que en el mundo actual el lema, la frmula que est apareciendo es la siguiente: mercado para asuntos serios y parareligin para los neurticos, para aquellos que continan y persisten en eso de ser neurtico. Y con respecto a esto, lo que sera interesante considerar tambin son los dioses premodernos. Pienso, por ejemplo, en el islamismo, que se refiere a formas que no aceptan el mercado, por eso no es una casualidad que el 11 de septiembre sea el mismo smbolo del comercio mundial, es decir, que el World Trade Center sea el que haya sido destruido. Aqu estamos ante una lucha entre dioses premodernos y el dios postmoderno del mercado; es una lucha a muerte.Hblenos sobre la teora de la neotenia y la creacin de estos dioses.Bueno, en efecto trabajo desde hace algn tiempo sobre las cuestiones de la neotenia. La neotenia me parece una teora muy importante que nos permite volver a pensar las relaciones naturaleza-cultura y contemplar desde un enfoque nuevo todos los grandes asuntos humanos, es decir, el lenguaje, el pensamiento, el arte, el psiquismo, todos estos grandes asuntos importantes y difciles. La neotenia se presenta como una teora cientfica que dice que el hombre es un animal de nacimiento prematuro, que nace inacabado en su naturaleza, contrariamente a los otros animales que nacen, si no completamente acabados, s muchsimo ms acabados que el hombre. Y las pruebas de esta condicin inacabada, o inmadurez en el momento del nacimiento, son numerosas. Les doy algunas: la ausencia de pulgar oponible en los pies, la ausencia de sistema piloso, el hecho de que el sistema piramidal an no est terminado, que las paredes cardacas no estn cerradas, que el crneo tampoco est cerrado, o la ausencia de dentadura de leche en el momento del nacimiento. Todas estas son pruebas de que el ser humano nace prematuro. Entonces, a partir de esta idea de la naturaleza inacabada del hombre, slo hay algo que nos permite entender que este ser, que prcticamente fue abortado, sobreviva en el mundo: la nica posibilidad es que este ser se complete por fuera de la naturaleza, en lo que hemos llamado Cultura. Ahora bien, en el centro de la Cultura, encontramos algunas grandes figuras en torno a las cuales se organizan todas las culturas en una regin y una poca determinadas, y entonces esta necesidad de terminacin en la Cultura, organizada en torno a esta gran figura que podramos llamar un gran sujeto (la que utilizando una terminologa lacaniana nos remitira a las figuras del Otro), es lo que caracteriza las consecuencias psquicas y fsicas de la neotenia. Hay que hacer notar que la humanidad ha conocido muchas figuras del Otro, aunque el bagaje natural con el que el hombre viene al mundo desde hace doscientos mil aos sigue siendo globalmente el mismo, el pedazo de Cultura que se le agrega a este pedazo natural ha sido diferente a lo largo de distintas pocas. Entonces habra que considerar y eso es lo que trat de hacer en mi ltimo libro, esta estructura que implica no solamente la presencia del Otro, sino que tambin cabra hacer algo as como una historia del Otro, o una historia de las figuras del Otro, y yo creo que si hiciramos esto ltimo estaramos mejor armados para entender qu es lo que nos sucede ahora. Porque perfectamente podra ser que la postmodernidad est caracterizada justamente por la desaparicin de toda figura creble del Otro, lo cual implicara, por lo tanto, algunas preocupaciones para lo que le suceda a la civilizacin en el futuro.Si la teora de la neotenia nos plantea a los seres humanos como inacabados, prematuros, implantados en ficciones, es decir, en creencias de Dios, la pregunta sera: si la postmodernidad presenta la posibilidad de la muerte de Dios y lo que ha venido a ocupar ese lugar es el mercado, entonces, la oferta de las nuevas religiones es la existencia de un dios falso?No, yo creo que es en esta declinacin de las distintas figuras del Otro que la humanidad ha conocido, donde hay que contar formas extraordinariamente diversas de la divinidad, o formas extremadamente diversas de lo que se da en llamar "el soberano", o formas muy diversas de lo que se podra llamar la soberana. Piensen, por ejemplo, en la historia occidental, en la cual pasamos de la physis griega, los dioses de la naturaleza, el politesmo griego, a todas las variedades del monotesmo; pasamos a una forma de la teologa poltica con la monarqua absoluta, luego pasamos a nuevas apariciones del soberano: el pueblo; as, por ejemplo Rousseau, en El contrato social, llama al pueblo "el soberano", y esa es una nueva forma de relacin con un tercero. Tambin conocimos formas de religin del arte, de religin poltica, por ejemplo Marx era alumno de Hegel, y en esta teleologa de la Historia no es la realizacin del espritu absoluto lo que estaba en el orden del da para Marx, sino el advenimiento de una sociedad sin clases, lo cual en el fondo est muy cercano al proyecto teleolgico y lgico de Hegel. Por eso hablo del marxismo como de una teologa poltica. Resulta que todo esto se desmoron, entonces, efectivamente, por el momento, no tenemos nada ms que el mercado que no mantiene sus promesas, y tenemos el regreso de falsos dioses. Entonces, claro, esta poca es una poca contrariada, difcil, decepcionante. Pero yo creo que se estn buscando nuevas formas de soberana, yo creo que la forma que apareci ms o menos hacia 1800 en la poca de la Ilustracin no est completamente obsoleta, sigue estando a la orden del da, permite un verdadero milagro Y cul es el milagro? Que logramos transformar, en el curso de la Ilustracin, las antiguas sumisiones a estas divinidades en nuevas libertades y tambin limitaciones a la imaginacin trascendental. Este lugar del pensamiento era un lugar maravilloso porque era un lugar vaco, no lleno de tal o cual forma divina, sino una forma vaca en la cual la imaginacin y el pensamiento tenan que realizarse. Cmo pensar que esta forma derivada de dos mil aos de filosofa pueda ser simplemente eliminada por algo tan rstico y grotesco como el mercado, a menos que ya no tengamos ninguna esperanza en los neotenos humanos? Yo creo que s podemos conservar cierta esperanza, yo creo que hay muchas seales de la resistencia del sujeto a su destitucin subjetiva.Cules seran esas seales?Son mltiples, no son slo polticas. Por ejemplo, estn en el sujeto que quiere seguir actualizando lo que sucede en l con su deseo, estn en el sujeto que no cree que los objetos manufacturados del mercado van a cumplirle realmente lo que l quiere, contrariamente a lo que dice el mercado. El mercado dice: "Quiera usted lo que sea, nosotros se lo vamos a dar." Sabemos que esto deja completamente insatisfecho y que hay que elaborar algo para saber qu es lo que quiere uno de uno mismo, de los dems y cmo deseamos estar juntos. Entonces, por doquier encontramos resistencia: en donde todava alguien se plantea esas preguntas, escribiendo un poema, elaborando una prctica que no responde simplemente al funcionamiento del mercado, cuando se entrega a una prctica artstica, cuando se entrega a un psicoanlisis, al participar en movimientos colectivos de resistencia contra este orden de las cosas; todas estas son formas de resistencia del sujeto frente a su destitucin subjetiva.Enviar por correo electrnicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con FacebookCompartir en PinterestEtiquetas:Filosofa,Poltica,Psicoanlisis1 comentario:

21/10/11 2:54 p. m.Sociedad civil como espacio pblico polticoLa sociedad civil es, por una parte, la conjuncin de los sujetos econmicos aislados entre s, que buscan optimizar su bienestar sobre la base de un clculo racional en un mercado annimo. El mecanismo que coordina este accionar es el contrato celebrado voluntariamente, protegido por el derecho y el Estado. El contenido de la sociedad como sociedad econmica est garantizado por sus regulaciones legales objetivas, y el Estado conquistado por la sociedad burguesa tiene el deber de garantizar la seguridad interna y externa y proteger los derechos privados de los sujetos econmicos. La igualdad de las partes intervinientes en el contrato es formal, esconde la desigualdad bsica de los ingresos, bienes y poder. La igualdad de las partes es slo apariencia, tal como lo sealaban los primeros tericos del movimiento obrero y representantes del feminismo hacia la misma poca. [v. Donald Sassoon, One Hundred Years of Socialism. The West European Left in the Twentieth Century, London/ New York 1996, pg. 407 ss] En este contexto, los derechos ciudadanos de las mujeres y desposedos se contemplaron en escasa o ninguna medida hasta avanzado el siglo 20.Al mismo tiempo, la sociedad ciudadana como sociedad civil es el espacio pblico en donde los ciudadanos pueden y deben disponer libremente de sus aptitudes. Al espacio pblico le es inherente una dinmica que impide que determinados grupos sociales (varones, propietarios) se reserven los derechos polticos (John Stuart Mills, en su mayor fracaso publicitario, se expres contra la limitacin de los derechos de las mujeres, lo que ningn fundamento racional poda legitimar). [John Stuart Mill, The Subjection on Women, London 1985]. En la esfera poltica, contrariamente a lo que sucede en la sociedad, rige la "igualdad simple": cada voto cuenta por igual. Bsicamente, no hay ninguna prohibicin que fundamente la desigualdad "natural" de la esfera social en la esfera poltica. Incluso quienes estn postergados en la sociedad tienen derecho a conformar asociaciones para luchar por la mejora de su situacin, o bien para obligar al Estado a garantizar mayor igualdad en el seno de la sociedad. En la sociedad civil o poltica los individuos no son mnadas aisladas, sino que estn vinculados a travs de las ms diversas asociaciones; al mismo tiempo, el espacio pblico est atravesado por intereses y sistemas de valores antagnicos, que, en cierta medida, parten de las desigualdades generadas en la esfera social econmica. La guerra ciudadana de las asociaciones o fracciones ya queda neutralizada por la sola convencin (establecida en la Constitucin), que estipula que los miembros de dichas asociaciones les conceden a los dems el principio de igual libertad poltica en cuanto a desenvolverse en el espacio pblico, y desisten de ejercer violencia sobre los otros miembros de la sociedad en la lucha por sus intereses, ideas y valores. La autolimitacin de asociaciones de la sociedad civil excluye per definitionem federaciones secretas, grupos vanguardistas que actan en nombre de un saber superior, fundamentalistas y autodenominados representantes de colectivos sustanciales ficticios como pueblo o raza. [Frankenberg, a.a.O., pg. 54] El pluralismo y la apertura de las decisiones que se toman en el espacio pblico a travs de debates pblicos, tambin excluye que estas decisiones queden cerradas a futuras revisiones en forma irreversible.No hay tema alguno que no pueda y no deba ser objeto de discusiones pblicas. La economa capitalista tampoco se sustrae del debate pblico, del mismo modo que no existe esfera privada alguna que sea considerada tab y quede al margen de su abordaje pblico (precisamente en los ltimos aos, algunos temas como el papel de las mujeres, la violencia sexual, el fracaso de la familia en el contexto de la socializacin, etc. marcaron el debate pblico). El campo de accin de la sociedad civil, por lo tanto, no permite que lo pauten temticamente: toca todas las cuestiones, temas e intereses que las personas y asociaciones toman y traen al debate abierto frente a un pblico para discutirlo e intentar instalarlo. En este marco es por dems posible que los ciudadanos convocados para el activismo acepten una serie de decisiones relevantes -en determinadas circunstancias, la gran mayora- sin pasar por la discusin pblica, y que delegen competencias de decisin a representantes elegidos o representantes de intereses profesionales. Pueden establecerse rutinas en los procesos de toma de decisiones que involucren a la opinin pblica slo parcialmente, o no lo hagan en absoluto. En la compleja realidad de la democracia de masas, la opinin pblica tiende a ser desplazada por un management de decisiones rutinizada, profesional, administrativa y tecnocrtica. No obstante, a esto cabra contraponer que, tambin la delegacin de decisiones en manos de representantes de intereses, estuvo, por una parte, precedida generalmente por debates y decisiones pblicas (el representante del pueblo electo tiene que haberse confrontado con la opinin pblica al menos en la contienda electoral; las rutinas administrativas se fundan en leyes que alguna vez fueron debatidas abiertamente). Por otra parte, las rutinas administrativas, las competencias de decisiones delegadas y los mecanismos de representacin de intereses pueden volver a ser tema de debate en cualquier momento, aun cuando quienes tengan poder de decisin intenten construir reas secretas e impermeabilizar sus rutinas a la accin de la opinin pblica invocando deberes supremos.Considerando que sociedad civil y espacio pblico poltico coinciden, la pregunta inicial en cuanto a qu asociaciones deben atribuirse a la sociedad civil, toma un nuevo matiz. Sin embargo, as como no puede determinarse cul es el campo temtico legtimo para el debate pblico, tampoco se puede responder esta pregunta a partir del alcance cuantitativo, sino solamente desde el punto de vista de la utilizacin de la opinin pblica. Cuando un sindicato negocia un convenio colectivo con una federacin patronal a puertas cerradas, no acta como organizacin de la sociedad civil en el sentido descrito. Sin embargo, en el momento en que demanda comprensin para sus reivindicaciones a travs de los medios de comunicacin -y en realidad recin cuando despliega sus pancartas frente a una empresa- se dirige a un pblico (por supuesto que se trata de un pblico diferenciado y socialmente estratificado), que es convocado a tomar partido, aun cuando la mayora de este pblico no tenga inters directo en lograr un resultado determinado en la negociacin. De esta forma se expone a un riesgo, y es que el pblico rechace las reivindicaciones planteadas y debilite de esta forma la posicin del sindicato en la negociacin. Cuando un partido poltico determina en la trastienda qu candidatos presentar en las prximas elecciones o que frmula de sistema jubilatorio apoyar, negocia fuera de la sociedad civil; en el instante en que impulsa a los votantes a delegar su voto, acciona a nivel pblico y a riesgo. El Automvil Club Alemn acta a nivel de la sociedad civil cuando participa del debate en torno a las ventajas y perjuicios del transporte automovilstico. Tal como el sindicato y el partido poltico, esta organizacin debe presentar los intereses particulares de sus clientes como totalidad o al menos como algo generalizable, y con ello, se expone al riesgo del rechazo por parte del pblico. Algunas personas corren un riesgo aun mayor, cuando se dirigen a la opinin pblica como individuos sin estar cubiertos por el marco institucional de una asociacin.2. Sociedad civil como cooperacin socialPensamiento comn y cooperacin espontneaContra la equiparacin de sociedad civil y espacio pblico poltico -el campo de actividad de la sociedad civil-, se puede objetar que la totalidad de las actividades atinentes a la sociedad civil quedara inadmisiblemente sesgada. Existe una serie de asociaciones voluntarias sin fines de lucro y que no tienen carcter de secta de vanguardia, ni fundamentalista o fantica, y que cumplen tareas sociales sin que sus responsables figuren en las primeras planas de la agenda pblica. Por lo general, estas actividades no corren paralelas a las grandes lneas de conflicto de la sociedad (el conflicto entre trabajo y capital) ni se ubican en sistemas de valores antagnicos (conservadores vs. progresistas), o en posiciones pro o contra (interrupcin del embarazo), sino que intentan tender un puente prctico entre los conflictos sociales. La sociedad civil en la democracia podra situarse, en primer trmino, all en donde los ciudadanos salen de su mbito de intereses privados y de sus actividades lucrativas y se tornan "socialmente" activos, en el sentido de asumir un compromiso social: en un puesto ad-honorem de una organizacin de caridad, cuidando nios o personas que necesitan asistencia en el barrio, protegiendo el medio ambiente o a travs del trabajo comprometido para apoyar a las vctimas de un huracn en Nicaragua. Expresndolo en forma un tanto exagerada: la sociedad civil existe all en donde el concejal demcrata-cristiano, el docente socialdemcrata, el funcionario sindical local, el dueo del hotel, el granjero ecologista y el cristiano comprometido actan conjuntamente y ms all de sus diferencias para realizar proyectos que hacen a los intereses de todos los involucrados -sea que se oponen a la instalacin de una tubera en el Mar del Norte o demandan ms vacantes en un jardn de infantes-.La sociedad civil en este sentido cumple tareas sociales que superan a la familia y que no son defendidas por las organizaciones de representacin de intereses establecidas, o al menos no en la suficiente medida, y que ni el mercado ni el Estado pueden resolver en forma adecuada. El Estado puede intervenir a travs de prestaciones sociales all donde fracasa el mercado, pero su instrumentario tiene un filtro demasiado grueso como para captar los problemas que surgen a nivel local y resolverlos. Una comunidad sensible socialmente, una colectividad religiosa o una asociacin pueden construir respuestas ms ajustadas para los problemas sociales, y hacerlo en forma ms eficiente y efectiva que la burocracia social.Algo similar puede decirse del medio ambiente natural o cultural: para los sujetos de mercado -las empresas- la preservacin del medio ambiente es un factor de costos, y bajo la presin de la competencia intentarn externalizar los costos de la preservacin ambiental. El Estado puede intervenir con leyes y reglamentaciones, que, no obstante, tambin resultarn demasiado generales como para responder a cada problema especfico. La sociedad civil se incorpora aqu tambin como ltimo eslabn de una cadena de fracasos institucionales, hacindose cargo de la distribucin ms afinada de las soluciones a los problemas que se planteen.En este sentido, la sociedad civil es ms efectiva que el Estado, ya que produce un agregado en la solucin de las tareas que ella misma se plante y que la burocracia social no lleva adelante: cumple con sus tareas comunicativamente. El significado del apoyo que una comunidad religiosa le otorga a un miembro no slo radica en los recursos materiales que se le transfieren, sino tambin en la comunicacin ofrecida. Las actividades de la sociedad civil superan el aislamiento y fortalecen la cohesin social. En este contexto, la sociedad civil puede situarse tambin all en donde los ciudadanos se asocian para desarrollar actividades en un mbito social, que desde lo pblico no resultan significativas ya que no se trata de tomar decisiones que afecten algn aspecto comunitario -por ejemplo, cuando realizan conjuntamente actividades relativas a sus intereses culturales, bailan en un grupo o hacen deportes-. Estas actividades, que en un primer momento pueden parecer puramente privadas, constituyen directamente o en forma mediata instancias de solidaridad social, en tanto impiden que la sociedad se divida en mnadas egostas. Esto no lo puede garantizar el Estado, ni tampoco el mercado. Por el contrario: mientras que la competencia en el mercado obliga al aislamiento egosta, la sociedad civil acta teraputicamente brindando un contexto de cooperacin social surgido de los daos y asperezas propios de la competencia. El Estado, por el contrario, el sistema poltico en sentido estricto, est demasiado alejado de los problemas cotidianos de los ciudadanos para poder fundar la cohesin social por s solo; la participacin poltica, como se da, por ejemplo, en las elecciones, se reduce a actos singulares y espordicos que no pueden generar por s solos conciencia de la necesidad de estar integrado a una comunidad.En este sentido teraputico, la sociedad civil no est vinculada a determinadas asociaciones, si bien las ONGs, los grupos de autoayuda, las asociaciones barriales, las comunidades religiosas y las organizaciones de caridad son sealadas una y otra vez como la sustancia misma de las asociaciones de la sociedad civil. Sin embargo, un sindicato tambin puede ser activo en este sentido cvico-social, y no slo porque festeje el Primero de Mayo u ofrezca asistencia a sus miembros en diferentes aspectos, sino porque en tanto acta cooperativamente en el lugar del conflicto entre trabajo y capital, no instala ni agudiza el conflicto, sino que tiende un puente para su superacin. Tambin una empresa es una instancia social "de paso", no slo no separa a los individuos , sino que los vincula. La competencia de las mnadas aisladas y racionalmente calculadoras tambin se ve complementada y atravesada en la esfera laboral por la cooperacin y comunicacin que no se rigen por las leyes del mercado, sino que apuntan primariamente a la solucin de problemas y a la toma colectiva de decisiones. Pese a que las reglamentaciones de la relacin laboral y la jerarqua a nivel d la empresa apuntan a aislar a los trabajadores y a reducir sus espacios, las empresas no podran sostenerse en el mercado si no contaran implcitamente con la comunicacin y cooperacin no remuneradas de sus trabajadores.otencial del espacio pblicoCuando hay una proximidad determinada de la sociedad civil como contexto de cooperacin hacia referentes comunitarios, esto no implica que la sociedad civil deba entenderse como una especie de comunidad popular modernizada. Si el concepto sociedad civil habr de conservar su potencia, la cooperacin social deber poder referirse siempre a los criterios presentados de sociedad civil como espacio pblico. [v.. Frankenberg, pg.. 55]. Esto significa, en primer lugar: las asociaciones de cooperacin social tienen carcter bsicamente abierto, la pertenencia est abierta a todo aquel que acuerde con los fines de la asociacin. Segundo, los miembros de estas asociaciones se reconocen en su condicin de profanos, como libres e iguales. Tercero, las decisiones colectivas se toman como resultado de procesos de entendimiento con final abierto. Cuarto, finalmente las actividades de las asociaciones de la sociedad civil se dirigen al menos potencialmente a la opinin pblica -lo que significa, que los objetivos de la asociacin pueden presentarse como asuntos de inters de toda la comunidad-. La opinin pblica no necesariamente debe ser siempre la "gran" opinin pblica a nivel nacional, como si slo las actividades y asociaciones que salen en el noticiero diario pudieran contar con el sello de dignidad de la sociedad civil. La opinin pblica tambin existe en diferentes niveles: en la empresa, en la comunidad, en el barrio. Lo decisivo no es el alcance cuantitativo, sino los principios de entendimiento y el carcter generalizador. Un club de ftbol no se convierte en una asociacin de la sociedad civil porque sus miembros jueguen ftbol, sino porque -exclusivamente porque- sus miembros toman las decisiones relativas a la asociacin en un proceso de entendimiento abierto, y el partido de ftbol organizado tambin puede transmitirse a quienes no son fanticos de este deporte, como una actividad que tiene un potencial de inters generalizable (en este caso, por ejemplo, la superacin del aislamiento, la socializacin de los jvenes, la promocin de virtudes como juego limpio, el compromiso, la capacidad de actuar en equipo, etc.). Tambin en este contexto no se puede catalogar a las asociaciones de la sociedad civil segn la lgica del alcance (quin pertenece y quin no?), sino que lo que sucede ms bien es que una serie de asociaciones contienen un potencial en trminos de la sociedad civil. Depender del accionar de esas asociaciones si ese potencial se activar y en qu forma.3. Intento de sntesis: Sistema poltico y espacio pblicoLa contradiccin entre una concepcin de la sociedad como mecanismo que escapa al accionar consciente de sus miembros, cuyas regulaciones legales se imponen a espaldas de los individuos, y un concepto poltico esencialmente comunicativo, se manifiesta una vez ms en la oposicin entre la teora de sistema y una comprensin comunicativa de la poltica, que -segn Jrgen Habermas- se orienta al "mundo vital", es decir, a un espacio en donde, sobre la base de valores compartidos, pueden tener lugar procesos de entendimiento, cuyos resultados no se determinan por medio de las exigencias del sistema. [v.. Jrgen Habermas, Theorie des kommunikativen Handelns, Frankfurt 1980]. La vuelta a un concepto comunicativo de la poltica no significa, naturalmente, que la dinmica propia de sistemas autorreferenciados sea negada; no obstante, le fija lmites.Los representantes de las teoras de sistemas o de involucin democrtica, argumentan que el monopolio de una elite administrativa sobre el conocimiento poltico relevante torna los procesos de decisin impenetrables a la opinin pblica, que por su parte, ya slo puede definir quines ocuparn los puestos de conduccin a travs de actos electorales peridicos. Los cuadros de conduccin poltica ya no son definidos por los electores, y por lo tanto, son intercambiables. Pueden o deben decidir segn la perspectiva de la racionalidad del sistema. En este contexto, las elites administrativas y polticas, junto a los grupos socialmente poderosos (las organizaciones ms importantes de la representacin de intereses econmicos) se unen brevemente a circuitos funcionales autnomos y de esta forma eluden tanto al Parlamento -que, en realidad, ya slo tiene la ltima palabra pro forma-, como tambin a la opinin pblica no parlamentaria, a la que el sistema se dirige bsicamente con fines manipuladores. La legitimacin democrtica de la poltica no slo funciona a travs de procesos de entendimiento y convencimiento: como subsistema social autnomo, la poltica ha desarrollado sus propios cdigos, que ya no pueden ser retraducidos al lenguaje cotidiano (y al mundo vital) sin quiebres; la legitimacin no tiene lugar en el contexto de lenguaje cotidiano sino por la conservacin de las reglas de procedimiento. Esta perspectiva del sistema poltico como un sistema cerrado en s e impermeable al accionar poltico se ve reforzado por los efectos manipuladores y despolitizantes de los medios masivos: en lugar de una opinin pblica racional, irrumpe el infotainment de los medios, que no necesita un pblico estimulado para la accin, sino consumidores pasivos. Segn la lgica de la economa de la publicidad, la poltica se escenifica a s misma y produce los resultados que los medios necesitan, en tanto que los medios colocan a la opinin pblica en un nivel que representa las percepciones y prejuicios de los consumidores de medios. En esta lnea argumental, la invocacin de una "exigencia activista", con la que una democracia confronta a sus miembros, es slo un plido recuerdo sobre la fase de formacin del Estado democrtico, un recuerdo que, de todos modos, es til para la construccin de las democracias de masas modernas. La convocatoria a la participacin inherente a a todas las constituciones democrticas es un mandato cuya solucin se traslad inmediatamente al sistema de gobierno.La perspectiva de la teora de sistemas sobre la democracia, que se tradujo en una teora de las obligaciones objetivas de la economa de mercado, no deja ver que los circuitos funcionales no permiten ser aislados de la comunicacin poltica. En la medida en que las decisiones tomadas segn puntos de vista funcionales tambin deban ser fundamentadas como si fueran resultado de procesos de entendimiento, se abren a las objeciones de la opinin pblica. Esto se torna visible cuando el sistema o uno de sus subsistemas deja de funcionar fluidamente, y los ciudadanos "en sus papeles complementarios como trabajadores y consumidores, como asegurados y pacientes, como contribuyentes al sistema tributario y clientes de las burocracias estatales, como estudiantes, turistas, miembros activos del trnsito, etc. se ven confrontados de determinada manera con las exigencias y fallas especficas de los correspondientes sistemas de servicios" [Jrgen Habermas, Faktizitt und Geltung, Frankfurt 1993 pg. 442] Las experiencias de los ciudadanos se debaten en primer trmino en los espacios internos de las comunidades -en el lugar de trabajo, en el barrio, etc.-, si bien siempre pueden trasladarse a la opinin pblica poltica en forma cerrada y compactada. En la opinin pblica se abstrae el trasfondo privado o comunitario concreto de estas experiencias. Sin embargo, al mismo tiempo, "tambin se alcanza la orientacin hacia el entendimiento predominante en la prctica cotidiana, en el marco de una comunicacin entre extraos, que se desarrolla a grandes distancias en espacios pblicos complejamente ramificados" [ibid, pg. 449]. La sociedad civil es el sistema de transporte, que impulsa experiencias elaboradas -en una primera instancia- en lo privado hacia la opinin pblica poltica en condiciones comunicacionales transformadas, aunque no resueltas por la comprensin en el mbito del lenguaje cotidiano. La relacin entre sistema poltico y sociedad civil puede describirse entonces como una relacin entre un centro poltico y la periferia de la sociedad civil, en donde los proced imientos democrticos de la conformacin de opinin y de voluntad actan como compuertas por donde deben pasar los temas y demandas actualizados en la sociedad civil, si es que han de convertirse en decisiones con carcter vinculante [ibid, pg. 449]. Esto significa que el margen de accin de la sociedad civil (en condiciones democrticas) tambin es limitado: los actores de la sociedad civil disponen de influencia, pero no de poder [ibid, pg 449].A travs de Jrgen Habermas pueden distinguirse tres grupos de actores de la sociedad civil: en primer lugar, las organizaciones que pueden identificarse con determinados mbitos funcionales establecidos en la sociedad y que, como partidos polticos o federaciones de intereses, "... impactan sobre la opinin pblica a partir de un sistema de accin especificado funcionalmente" [ibid. pg. 449] Existe la posibilidad de que estas organizaciones ocupen el espacio pblico e instrumentalicen estrategias para el mismo. Sin embargo, slo pueden hacer esto si toman las experiencias de los ciudadanos y organizan procesos de comprensin (o al menos los simulan) y enfrentan el riesgo -como se mencion anteriormente- de ser rechazados por el pblico. Habra que distinguir a un segundo grupo respecto del primero mencionado, que slo toma temas que no se refieren a mbitos funcionales establecidos, y que no disponen de organizaciones reconocidas de representacin de intereses. Este grupo de actores se desenvuelve en dos planos: por un parte actan como organizaciones establecidas, en tanto utilizan el espacio pblico e intentan impactar sobre el sistema poltico; es decir, actan estratgicamente. Por otra parte, toman como temas cuestiones de la sociedad civil y del espacio pblico; no parten de un espacio pblico dado con espectros temticos limitados convencionalmente, sino que buscan la ampliacin de este espacio, sea a travs de temas nuevos, de nuevos grupos de participantes o de derechos de participacin ampliados. [ibid, pg. 449] Este segundo grupo de actores representan en la forma ms clara la "particular autoreferencia del accionar pblico" (Habermas): quien no utiliza el espacio pblico instrumentalmente y en forma rutinaria, tematiza el principio de la opinin pblica mismo y, de esta forma, pone en marcha una dinmica de radicalizacin democrtica.El tercer grupo de actores son los mismos publicistas de los medios, que prestan espacios de resonancia para las iniciativas de la sociedad civil, pero que al mismo tiempo estn sometidos a las particularidades del aparato meditico. Al menos en tiempos de calma poltica, pueden engarzarse los circuitos funcionales mencionados entre elite administrativa y poder social, en tanto seleccionen temas rutinariamente y los elaboren en forma estandarizada. En determinadas circunstancias, sin embargo, tambin los medios debern tomarn impulsos de la sociedad civil y convertirse en foros de debates pblico.

. Democracia deliberativa: propuesta de Habermas[2]

En la democracia consensual-discursiva (deliberativa) la soberana reside en la opinin pblica y en el poder comunicativo de la sociedad civil. Esta propuesta permite un esquema centrado en el dilogo que incluye a la opinin pblica como inspiradora de un consenso mnimo normativo que alimente los contenidos jurdico-polticos, buscando fortalecer la democracia participativa, que comprometa las diversas culturas, clases y movimientos sociales. Habermas plantea la democracia bajo el consenso mnimo normativo -no por el de la mayora- proviniendo del poder comunicativo de la opinin pblica, con lo cual se pone en duda el tratamiento de la democracia liberal.

Con la teora del discurso, los procedimientos y presupuestos comunicativos de la formacin democrtica de la opinin y la voluntad, funcionan como esclusa para la racionalizacin discursiva de las decisiones de una administracin y un gobierno ligados al derecho y a la ley. Las estructuras comunicativas de la opinin pblica constituyen una vasta red de sensores que reaccionan a la presin de problemas o situaciones problemticas que afectan la sociedad global, y estimulan opiniones influyentes. La opinin pblica, as elaborada y transformada en poder comunicativo, no puede "mandar" sino dirigir el uso del poder administrativo en una determinada direccin.

Las caractersticas de los grupos pequeos alcanzan a todo el cuerpo social en la democracia deliberativa donde es necesario saber y conocer, de lo contrario se desemboca en un demos debilitado y se pierde el sentido de comunidad. Frente a esto, Habermas plantea un seguimiento de la opinin pblica a travs de las diferentes corrientes que han trabajado el trmino para demostrar los elementos faltantes de una democracia deliberativa.

En conclusin, la democracia deliberativa logra esclarecer el papel de la opinin pblica como conductora de un consenso mnimo para servir como esclusa entre el sistema poltico y sistema administrativo, presentndose como poder comunicativo para reaccionar frente a diferentes problemas sociales. Los modelos de democracia liberal y republicana toman el papel de la opinin y la voluntad como competencia entre actores (poder a nivel electoral) y como la voluntad colectiva de los ciudadanos "contra" el aparato estatal (autodeterminacin descentralizada) respectivamente.

2. Concepto de opinin pblica y poder comunicativo

Los procesos comunicativo-discursivos de la opinin pblica contienen la dinmica de la soberana popular, donde las influencias de las opiniones que compiten en el espacio pblico poltico y el poder comunicativo, formado conforme a los procedimientos democrticos en ese espacio pblico, slo son efectivos si operan sobre el poder administrativo para programarlo y controlarlo. n Factidad y Validez, Habermas desarrolla especficamente este punto, donde articula la accin comunicativa y la tica del discurso con la democracia y el derecho. Aqu es necesario aclarar el concepto de poder comunicativo para que sea posible ubicar el papel de la opinin pblica, ya que se relaciona con las intenciones del poder comunicativo como se ver mas adelante.

El poder comunicativo es la expresin de la dinmica discursiva de formacin de la opinin pblica a nivel de las diferentes formas y sujetos colectivos que conforman el mundo de la vida. El poder poltico es la manifestacin institucional de ese poder comunicativo por medio de procedimientos legislativos que garantizan su autonoma discursiva, as la voluntad pblica se convierte a travs de leyes y polticas pblicas en poder administrativo. El poder comunicativo se funda en el sistema de derechos que garantiza la deliberacin autnoma y la simetra discursiva, individual y colectiva de la ciudadana[3], este poder comunicativo de la ciudadana se dispersa en la esfera pblica, penetra los procesos institucionales de gestin y razn pblica, donde el poder legislativo debe traductor el poder comunicativo de la sociedad a leyes y polticas pblicas. El poder comunicativo que se genera en la sociedad civil, cuya caja de resonancia es la opinin pblica, dinamiza la participacin poltica, la cual busca acuerdos frente a los conflictos de la sociedad. As, para la democracia es indispensable una sociedad civil compleja y multicultural en relacin crtica a lo pblico. El poder comunicativo es la expresin institucional y no institucional de hacer poltica articulado a procesos de participacin: plebiscito, consultas populares, democratizacin de partidos, constitucionalizacin de los medios para que aseguren la libertad de los ciudadanos para la formacin de la Opinin Pblica, etc.[4] El poder comunicativo solo se forma en espacios pblicos que establecen relaciones comunicativas sobre la base de un reconocimiento recproco y que posibilitan el uso de libertades comunicativas o posiciones frente a temas, razones e informaciones.

Desde la teora de la democracia no solamente el espacio pblico-poltico percibe e identifica los problemas sino que los tematiza de forma convincente y de modo influyente, los provee de contribuciones, comentarios e interpretaciones, y dramatizarlos de forma que puedan ser asumidos y elaborados por las instituciones polticas y administrativas. La esfera o espacio de la opinin pblica no puede entenderse como una institucin ni organizacin, ni como entramado de normas con diferenciacin de papeles, ni como representante de un sistema. Es una red para la comunicacin de contenidos y tomas de postura, de opiniones, y en l los flujos de comunicacin quedan filtrados y sintetizados de tal forma que se condensan en opiniones pblicas en torno a temas especficos. Se reproduce a travs de la accin comunicativa, dominando un lenguaje natural y se ajusta a la inteligibilidad general de la prctica comunicativa cotidiana, se extiende a cuestiones polticamente relevantes y deja la elaboracin especializada al sistema poltico, igualmente se refiere a una estructura de comunicacin orientada al entendimiento: al espacio social generado en la accin comunicativa. Las manifestaciones quedan clasificadas conforme a temas y segn tomas de postura; las informaciones y razones son objeto de elaboracin y se convierten en opiniones focalizadas. Lo que convierte a esas opiniones en opinin pblica es la forma como se producen y el amplio asentimiento por el vienen sustentadas.

Los actores que actan comunicativamente se topan con una situacin que ellos constituyen con sus interpretaciones cooperativamente negociadas, de tal forma que todo encuentro que se nutre de la mutua atribucin y suposicin de libertad comunicativa se mueve en un espacio pblico constituido lingsticamente. A este espacio se le pueden sumar participantes, puede generalizarse para un pblico mas grande de sujetos presentes (asambleas, foros, escenas, ruedos).

Una opinin pblica no es representativa en el sentido estadstico del trmino. No es un agregado de opiniones individuales que se hayan manifestado privadamente o sobre las que se haya encuestado privadamente a los individuos. Las encuestas de opinin poltica slo proporcionan un cierto reflejo o imagen de la "opinin pblica" cuando a la encuesta la ha precedido ya en un espacio pblico movilizado, la formacin de una opinin especficamente ligada a un tema.

En los procesos pblicos de comunicacin no se trata slo de la difusin de contenidos y tomas de postura mediante efectivos de transmisin.

Es la circulacin de mensajes, estimuladores de la atencin, la que empieza asegurando una suficiente inclusin de los implicados. Pero para la estructuracin de una opinin pblica son de mayor importancia las reglas de una prctica de comunicacin pblica mantenida y seguida en comn. El asentimiento a temas y contribuciones slo se forma como resultado de una controversia mas o menos exhaustiva en la que las propuestas, las informaciones y las razones puedan elaborarse de forma mas o menos racional. Estas varan en general el nivel discursivo de la formacin de la opinin y la calidad del resultado obtenido, "de ah que el logro de la comunicacin pblica tampoco se mida por la "produccin de generalidad", sino por criterios formales concernientes a la produccin de una opinin pblica cualificada"[5].

Las opiniones pblicas que no pueden ser lanzadas sino gracias a un empleo no declarado de dinero o de poder organizativo, pierden su credibilidad en cuanto se hacen pblicas estas fuentes de poder social. Las opiniones pblicas pueden manipularse, pero no pueden comprarse pblicamente mediante un evidente ejercicio de presin pblica. Porque un espacio de opinin pblica no puede "fabricarse a voluntad". Ese espacio de opinin pblica tiene que haberse formado como una estructura autnoma y reproducirse a travs de s mismo. El espacio pblico poltico solo puede cumplir su funcin de percibir problemas concernientes a la sociedad global y de tematizarlos, en la medida en que est compuesto de los contextos de comunicacin de los potencialmente Entre los ciudadanos como portadores del espacio pblico-poltico y los miembros de la sociedad se da una unin personal, porque estos ltimos, en los papeles complementarios estn expuestos de forma especial a las exigencias y fallos especficos de los correspondientes sistemas funcionales. Los canales de comunicacin del espacio de la opinin pblica estn conectados con los mbitos de la vida privada, con las densas redes de comunicacin en la familia y los amigos, los contactos con vecinos, los colegas del trabajo, conocidos, etc.

En conclusin, la ciudadana es considerada como actor colectivo capaz de participar en procesos deliberativos sobre temas de cierta importancia. Por su parte, el concepto discursivo de democracia responde la imagen de una sociedad descentrada, con la diferenciacin de que en ella se produce un espacio para la opinin pblica poltica :un espacio para la percepcin, identificacin y tratamiento de problemas concernientes a la sociedad global. Esa soberana popular no ha hecho sino replegarse sobre los procedimientos democrticos y la implementacin jurdica de los presupuestos comunicativos, a fin de hacerse valer como poder comunicativo. Este ltimo solo brota de las interacciones entre la "formacin de la voluntad" institucionalizada en trminos de Estado de derecho y los espacios pblicos movilizados culturalmente tienen su base en la sociedad civil.

3. La opinin pblica mediadora entre la facticidad y la validez

La paradoja existente entre la facticidad (los hechos producidos por el mundo vivido) y la validez (aquello que acaba siendo materializado en el discurso normativo, aquel que legitima al sistema poltico administrativo) posibilita un instrumento de anlisis capaz de profundizar en la reflexin sobre en el campo de la poltica y la percepcin del valor del ciudadano comn frente al discurso de la democracia nstrumentalizado por el sistema poltico. Por lo tanto, lo que busca Habermas es el concepto que permita conciliar el hecho y la norma , siendo el concepto de opinin pblica el mediador entre estos dos puntos.

En Facticidad y Validez desarrolla un modelo de esclusas, donde el sistema poltico estructurado en trminos de Estado de derecho consta de un centro y de una periferia ; donde los ciudadanos para ejercer influencia sobre el centro (parlamento, tribunales y administracin) los flujos de comunicacin provenientes de la periferia han de pasar las esclusas de los procedimientos democrticos y de los procedimientos que el Estado de derecho comporta. En la circulacin del poder poltico el derecho es el medio a travs del cual el poder comunicativo se transforma en poder administrativo.[6]

La formacin de la opinin desligada de la toma de acuerdos o decisiones, se efecta en una red abierta e inclusiva de espacios pblicos subculturales que se solapan unos con otros, con lmites temporales, sociales y objetivos fluidos. Las estructuras de tal espacio pblico se forman de manera espontnea dentro de un marco de derechos fundamentales y las corrientes de comunicacin fluyen a travs de los espacios pblicos organizados en el interior de las distintas asociaciones, los cuales constituyen ingredientes informales del espacio pblico general. Y la totalidad de ellos constituye un complejo salvaje que no se deja organizar en conjunto.

A causa de esa estructura anrquica el espacio pblico general resulta mucho mas desprotegidamente expuesto a los efectos de represin y exclusin provenientes de la desigual distribucin del poder social , el poder estructural y la comunicacin sistemticamente distorsionada. Tiene la ventaja de ser un medio de comunicacin no restringida, donde los problemas pueden percibirse de manera mas sensible, los discursos de autoentendiemiento se pueden efectuar de forma mas extensa y expresiva y las identidades colectivas pueden articularse de forma mas espontnea. La formacin de la opinin y de la voluntad, estructurada en trminos democrticos, dependen del flujo de opiniones pblicas informales, que en el caso ideal se forman en las estructuras de un espacio pblico no perjudicado en su espontaneidad -afirma Habermas-.

El espacio pblico tiene que poder apoyarse en una base social en la que los iguales derechos de ciudadana hayan cobrado eficacia social ya que sobre una base que haya escapado de las barreras de clase puede desarrollarse plenamente el potencial del pluralismo cultural capaz de funcionar conforme a su propia lgica conflictos y formas de vida generadoras de significado y sentido. Estos conflictos constituyen una sociedad secularizada consciente de su propia complejidad y que al regular cooperativamente su convivencia, se conceden mutuamente el derecho de permanecer extraos los unos a los otros.

[*] Politloga Universidad Nacional de Colombia. Volver[1] J. Habermas, Factiddad y Validez, (Captulo Vil, Poltica deliberativa : un concepto procedimental de democracia). Madrid : Editorial Trotta, 1998. (1992). Volver[2] La Revista Metapoltica No. 14 presenta una edicin especial sobre democracia de liberativa : las propuestas, los conceptos y las crticas de este modelo de democracia. Ver, Ibid. Igualmente, Gargarella presenta las caractersticas orincipales de este tipo de democracia. Roberto Gargarella, "El ideal de la democracia deliberativa en el anlisis del sistema representativo. Algunas notas tericas y una mirada sobre el caso de la Argentina", en Revista Sociedad, Facultad de Ciencias Sociales , Universidad de Buenos Aires, 1995. Volver[3] Osear Meja Quintana y Jos Antonio Rivas Campo, op.c/f. p. 103. Volver[4] Guillermo Hoyos Vzquez, "Debate y derecho. El debate entre Habermas y Rawls" en Pensamiento Jurdico, No 8. 1997, Universidad Nacional de Colombia. Bogot, p. 120. Volver[5] Ver J.Gerhards y F. Neidhardt, Strukturen und Funktionen moderner ffentlichkeit, Berln, 1990, p. 19. Citado por Habermas en Facticidad y Validez, 1998 (1992). Volver[6] Ver J. Habermas, Mas all del Estado Nacional, (V Parte : Facticidad y Validez), Vladrid, Editorial Trotta, 1998 (1995), p.148. Volver

La perspectiva desde la que ha sido abordada la modernidad junto con tres de sus productos ms notables, es decir, la opinin pblica, la sociedad civil y la democracia, est ntimamente relacionada con las interpretaciones de Antonio Gramsci y Jrgen Habermas. La novedad introducida por Gramsci, dentro del pensamiento marxista, consisti en ubicar a la sociedad civil en la superestructura, o sea, fuera del marco econmico. En un fragmento de losCuadernos de la crcel, Gramsci afirma: Por ahora, se pueden fijar dos grandes planos superestructurales, el que se puede llamar de la sociedad civil, o sea, el conjunto de los organismos vulgarmente llamados privados, y el de la sociedad poltica o Estado y que corresponde a la funcin de hegemona que el grupo dominante ejerce en toda la sociedad y al de dominio directo o de mando que se manifiesta en el Estado y en el gobierno jurdico.1En el rango de la superestructura utiliza la distincin entre la sociedad civil y la sociedad poltica, que responden, respectivamente, a la hegemona cultural y a la coaccin. Eso no quiere decir que Gramsci se mueva slo en ese eje y que haya dejado a un lado el binomio compuesto por la estructura y la superestructura. Ms bien, trabaja con dos dicotomas: por una parte, sociedad civil-sociedad poltica; por otra, estructura-superestructura.Esta peculiaridad es constatable en una serie de parejas derivadas: cuando hace referencia al antagonismo entre la sociedad civil y la sociedad poltica, echa mano de las diferencias entre consenso y fuerza, persuasin y coercin, hegemona y dictadura, direccin y dominio; mientras que, cuando aborda la diferencia entre la estructura y la superestructura, distingue el momento econmico del momento tico-poltico, as como las dicotomas necesidad-libertad y objetividad-subjetividad.2De hecho, la poca contempornea en la que ha renacido el inters por la sociedad civil, a nuestro parecer, se caracteriza por la recuperacin del pensamiento de Gramsci pues para l, el punto de cohesin de la sociedad civil se encuentra en la transmisin de creencias y en la formacin de la organizacin y la voluntad colectivas. Desde este mirador observ que hay periodos histricos en los cuales los grupos en el poder logran establecer una hegemona cultural; pero hay otros periodos en los cuales esa hegemona viene a menos. De esta manera, se inicia una crisis que puede dar pie a un proceso de transformacin ascendente o a un proceso degenerativo. La clave es que all, en la sociedad civil, es donde se define el destino de los cambios de poca.Para el fundador del Partido Comunista Italiano, la organizacin autnoma de la sociedad y la conquista de las conciencias constitua el punto de arranque de las mutaciones polticas y econmicas. La sociedad civil es la esfera en la que tienen lugar la identidad, la integracin social y la reproduccin cultural, y aunque las relaciones econmicas y el Estado desempean un cierto rol en este contexto, su funcin es, o debe ser, de apoyo, no de factor determinante.3Jrgen Habermas retom la perspectiva gramsciana en torno al estudio de la sociedad mediante dos conceptos bsicos, la esfera pblica (tambin llamada espacio pblico) y la accin comunicativa. Dgalo si no la siguiente definicin de sociedad civil proporcionada por Stephen K. White que muestra una indudable influencia habermasiana: La sociedad civil es ese espacio multifactico de instituciones y prcticas que se reproduce primeramente mediante la accin comunicativa, para decirlo con Habermas. La sociedad civil se distingue del Estado y la economa que, por otro lado, estn asociados con ella por interconexiones recprocas. El Estado y la economa se mueven a travs de losmediadel poder administrativo y el dinero.4Esta definicin de White capta lo que hoy sucede con el estudio de la sociedad civil. Todos los especialistas en la materia han puesto nfasis en la distincin de esferas, es decir, entre la poltica, la sociedad civil y la economa. ste, se puede decir, es el comn denominador del anlisis contemporneo de la democracia, la sociedad civil y la opinin pblica.Ciertamente no todos los tratadistas de la sociedad civil se adhieren a la posicin terica adoptada por el autor del libroTeora de la accin comunicativa; no obstante, al polemizar con su propuesta necesariamente tienen que hacer las cuentas con los conceptos que l emplea. Por eso es conveniente conocer el origen del proyecto terico de Habermas, quien comenz su vida intelectual en la Escuela de Frankfurt. Pero, mientras algunos miembros de esa escuela como Max Horkheimer y Teodoro Adorno crean, siguiendo a Marx, que las instituciones liberal-democrticas eran un instrumento de dominacin de clase, Habermas, por el contrario, sostuvo que esas instituciones, cuando funcionan correctamente, se convierten en un factor de primer orden para la emancipacin. De all que Habermas bautizara a la rebelin de los pases del Este europeo, verificada a finales de los aos ochenta, como Revolucin recuperante(Die Nachholende Revolution) en virtud de que sta haba retomado los valores y las instituciones propias de la democracia liberal para deshacerse del dominio autocrtico impuesto por los sistemas comunistas. Parafraseando a Engels, podramos decir que a veces la historia lo pone todo de cabeza: lo que se propuso como una opcin para emancipar a los desheredados termin en la ms cruel de las antiutopas, mientras que, lo que fue condenado como un instrumento de opresin, se convirti en una alternativa frente a la dictadura burocrtica.Los componentes bsicos del liberalismo crtico de este autor son dos: (1) la sociedad civil es el lugar del pluralismo y la creacin de fuerzas sociales que, mediante la formacin democrtica de la opinin pblica, presionan a las instancias gubernamentales y econmicas; (2) el terreno civil en el que se forma esa opinin pblica es llamado esfera pblica(brgerliche ffentlichkeit).En su libroLa transformacin estructural de la esfera pblica(1962), Habermas deja establecida la fuente histrica del concepto: Aqu estamos tratando con una categora griega transmitida a nosotros por Roma. Al llegar al ms alto desarrollo de las ciudades-Estado en Grecia, la esfera de la polis, que fue lo comn (koin) para los ciudadanos libres, fue separada claramente de la esfera de la oikos; en esta esfera cada individuo se remite a su propia intimidad (idia) []. La esfera pblica se configur en la discusin (lexis), que pudo asumir, por ejemplo, la forma de consulta o plasmada en la formacin de la ley as como en el terreno de las acciones comunes (praxis) la guerra o las competencias atlticas.5 Aunque el origen remoto de la esfera pblica est all, o sea, en la distincin entreidia(lo que es privado) ykoin(lo que es comn), y tal distincin se hizo explcita en el mundo moderno cuando apareci la diferencia entre las garantas de libertad de cuo liberal y la garanta de participacin de hechura democrtica (que corresponden a la separacin entrestatus negativusystatus activusdel individuo en el campo privado, por una parte, y el ciudadano en el campo poltico, por otra), siglos ms adelante, con el nacimiento de la modernidad, la esfera pblica ya no se plantea como participacin directa en el poder, sino como vigilancia y crtica desde la sociedadfrenteal poder. Es all donde aparece la distincin, que ya hemos comentado, entre lo pblico (como espacio de accin y reflexin civil) y lo poltico (como rea de accin y decisin del poder).

A Habermas le importa poner de relieve las condiciones para el desarrollo de un debate sobre tpicos de inters comn conducido por personas interesadas en que sus argumentos influyan en la formacin de la opinin pblica. En las sociedades moldeadas bajo las pautas de la modernidad, la nocinpublicumen cuanto opinin pblica realizada en un espacio (esfera) pblico se presenta como opuesta a la autoridad poltica: La esfera pblica, en pocas palabras, no es el Estado; ms bien es un cuerpo informalmente movilizado de una opinin discursiva no gubernamental que puede servir como contrapeso al Estado. En efecto, es precisamente esta ndole extragubernamental de la esfera pblica la que le confiere un aura de independencia, autonoma y legitimidad a la opinin pblica generada en esa esfera pblica.6La esfera pblica es el lugar en el que se forma la opinin pblica, o sea, la expresin verbal o literaria de la sociedad civil. En esa esfera se moldean las ideas y los ideales, los valores y las manifestaciones culturales de la sociedad civil. Una de las definiciones ms completas sobre la esfera pblica habermasiana es la que proporciona Nancy Fraser:La idea de la esfera pblica en sentido habermasiano se refiere al foro de las sociedades modernas en el que es posible la participacin poltica gracias almediumde la palabra. Es el espacio en el que los ciudadanos deliberan acerca de asuntos comunes y, por tanto, en ella se institucionaliza la arena de la interaccin discursiva. Esta arena es conceptualmente distinta del Estado; es un sitio donde se producen y circulan discursos que pueden, en principio, ser crticos del Estado. De igual manera, la esfera pblica es conceptualmente distinta de la economa oficial; no es un espacio donde se lleven a cabo relaciones de mercado, ms bien es un terreno en el que se registran las relaciones discursivas, un campo para debatir y deliberar en lugar de comprar y vender. Luego entonces, este concepto de la esfera pblica nos permite tomar en cuenta la distincin entre el aparato estatal, los mercados econmicos y las asociaciones democrticas. Esta diferencia es esencial para la teora de la democracia.7La sociedad civil est compuesta por asociaciones, organizaciones y movimientos que manifiestan sus posiciones, necesidades e intereses a travs de la expresin oral o escrita; en todo caso, como dice Nancy Fraser, por medios lingsticos. Este hecho, en trminos polticos y sociales, es de la mayor importancia porque se privilegia el entendimiento a travs del dilogo en lugar de la confrontacin violenta. No se niega la existencia de conflictos y diferencias, lo que se resalta es el mtodo de la convergencia dialgica como frmula para resolverlos.La sociedad civil y la esfera pblica se influyen mutuamente: mientras ms variada es la sociedad civil ms crtica ser la esfera pblica. Como lo seala Mark Warren:La esfera pblica (o con ms precisin, las esferas pblicas) es el terreno donde se lleva a cabo el juicio pblico que tiene como soporte la estructura asociativa de la sociedad civil y que es distinta del mercado y del Estado []. El significado democrtico de las esferas pblicas es que ellas proporcionan el sentido para la formacin de opiniones y el establecimiento de una agenda de prioridades fuera del Estado as como fuera de las estructuras econmicas de los mercados.8El espacio pblico es el lugar fsico en el que la sociedad civil se rene democrticamente y manifiesta su parecer.Dado que en ella se produce la opinin pblica, la esfera pblica se convierte en un mecanismo que le transmite al sistema poltico lo que est ocurriendo en la sociedad. Esto es relevante para cualquier rgimen democrtico en el que debe haber una comunicacin fluida entre la sociedad civil y las instituciones pblicas. La esfera pblica sirve tanto para detectar problemas como para influir en el gobierno y en el congreso con el objeto de que las opiniones civiles sean consideradas al momento de tomar decisiones sobre los asuntos que interesan a la nacin.Desde la esfera pblica se lleva a cabo otra funcin sustancial, la de presionar para que el gobierno haga del conocimiento pblico sus acciones; para que sus actividades sean transparentes, es decir, visibles ante los ojos de los ciudadanos, y con ello puedan ser sometidas a escrutinio pblico. ste es el sentido de la publicidad en trminos no comerciales sino como un ejercicio de transparencia de las labores del gobierno ante la sociedad. sta es la forma en que desde la esfera pblica se puede vigilar al Estado y pedirle cuentas de su actividad: La idea de la esfera pblica adquiere fuerza y realidad al inicio de la poca moderna en Europa en la formacin de las esferas pblicas burguesas como contrapeso a los Estados absolutistas. Estas esferas tienen el propsito de mediar entre la sociedad y el Estado obligando a ste ltimo a rendir cuentas por medio de la publicidad.9El motivo de este proceso de visibilidad y vigilancia reside en que la fuente del poder poltico ya no se localiza en la tradicin (autoridad del eterno ayer) o en alguna deidad (el origen divino de los reyes), sino en la voluntad popular, o sea en la libre y voluntaria aceptacin del mandato poltico por parte de los ciudadanos. En las sociedades democrticas, por tanto, el papel del ciudadano no es solamente el de votar como lo cree una miope y reduccionista visin politolgica; por el contrario, el rol de los ciudadanos, adems de ejercer el derecho al voto, es, ante todo, discutir acerca de los asuntos pblicos y observar la actuacin de los gobernantes.Desde este mirador, la funcin de las esferas pblicas, como espacios de deliberacin, no es la de resolver problemas; es, ms bien, la de advertir a los gobernantes acerca de las posibles dificultades que encontrar la operacin de la administracin pblica. Dar opiniones desde la base civil para que stas sean procesadas en el sistema poltico y en las instituciones pblicas. sta es la manera en que se pueden construir, genuinamente, consensos y una administracin pblica de cuo democrtico.Idealmente, afirma Mark Warren, la legitimidad democrtica surge de las esferas pblicas. Las instituciones estatales encuentran su justificacin si las acciones que llevan a cabo gozan del respaldo de la ciudadana; si el discurso pblico se ve reflejado en las instituciones polticas y las actividades que stas llevan a efecto. Por consiguiente, la forma en que las asociaciones civiles pueden contribuir a la legitimidad democrtica es a travs de la generacin de un poder comunicativo, de entrada por medio de la presentacin de demandas y de salida a travs de la revisin de las acciones de gobierno, es decir que haya una rendicin de cuentas.En sntesis, las esferas pblicas proporcionan la legitimidad democrtica con la que necesitan contar las acciones de gobierno. Una va para reforzar el poder comunicativo de las esferas pblicas es dotar a los individuos de informacin veraz sobre asuntos que para ellos son relevantes: La informacin faculta a los ciudadanos para demandar transparencia y rendicin de cuentas a las instituciones pblicas.10El reto para los rganos del Estado, en especial cuando stos vienen de una tradicin autoritaria y se desea que transiten a la democracia, es reformarse para que las voces que no eran odas o eran menospreciadas ahora sean tomadas realmente en cuenta. Esto implica abrir canales de comunicacin entre el gobierno y la sociedad que antes estaban ocupados por el clientelismo, la corrupcin y el corporativismo. El reto es reducir las lacras mencionadas: slo as la esfera pblica se convierte, efectivamente, en la clave de la legitimidad democrtica y en el puente que facilita el paso de la gobernabilidad autoritaria a la gobernabilidad democrtica.La gobernabilidad democrtica, vista desde la posicin de Habermas, tiene como uno de sus elementos fundamentales la influencia de la opinin pblica en la formacin de las decisiones estatales. Un sistema poltico que procede de esta manera se acerca al ideal de la autodeterminacin del sujeto que se traduce en autodeterminacin colectiva:Slo cuando los arreglos de poder permiten y protegen al mismo tiempo que los argumentos, la persuasin y la inclusividad se hagan presentes, la poltica puede ser guiada por la fuerza de la palabra en lugar de otro tipo de fuerzas. Esta forma de justificacin del poder es la nica va para que los individuos no sientan como una forma externa el autogobierno, sino ms bien (tal como Rousseau lo comprendi antes que nadie) como una extensin de ese autogobierno en la colectividad. De aqu que el ideal de la autonoma poltica conlleve el ms alto sentido normativo para la democracia. Esto es as porque en la democracia las autonomas individual y poltica se determinan mutuamente. La codeterminacin est inscrita en ambos conceptos (autonoma individual-autonoma poltica): democracia significa decidir en conjunto.11Aqu encontramos, de nueva cuenta, la simbiosis entre las libertades individuales de cepa liberal (status negativus) y la libertad poltica de matriz democrtica (status activus). Los juicios individuales no inciden realmente en la sociedad a menos que se transformen en razonamientos pblicos gracias a la discusin con los dems. En correspondencia, la autonoma del juicio individual est salvaguardada por las leyes emanadas de la soberana poltica. Esta correspondencia entre la libertad individual y la supremaca popular es una de las claves de la democracia moderna. Es, a fin de cuentas, la frmula que proporciona legitimidad desde la esfera civil a la esfera poltica.La originalidad del planteamiento radica en que la participacin de los individuos ya no se restringe a su papel como ciudadanos en el mbito poltico, al votar por un candidato o un partido determinado; esa participacin se extiende al terreno civil y las correspondientes esferas pblicas, en donde los individuos pueden desempearse en los mltiples papeles que les confieren las organizaciones en las que actan.No obstante, con tantos intereses y presiones que vienen del mercado y del Estado y que quieren inducir y construir consensos a modo, una pregunta bsica es: cmo plantear las esferas o espacios pblicos como un lugar en el que se pueda desarrollar un debate crtico autnomo? Un primer requerimiento tiene que ver con la salvaguarda legal y constitucional de las garantas individuales porque sin ellas es imposible que la esfera pblica funcione. La teora crtica agrega la idea de que, para un ejercicio efectivo de esos derechos, no basta su estipulacin formal para tomar a los individuos como simples emisores de votos; es an ms importante que la sociedad asuma esos derechos en forma de valores compartidos, practicados en las distintas organizaciones inscritas en la red de dependencias mltiples: No es el Estado sino los miembros de la sociedad civil quienes tienen la responsabilidad de sostener una efectiva esfera pblica democrtica. nicamente cuando los actores conscientemente traten de acrecentar, expandir y transformar la esfera pblica por conducto de la participacin, alcanzarn la proteccin crtica contra las deformaciones.12Ciertamente, las deformaciones existen: la legitimidad democrtica construida mediante el convencimiento de los ciudadanosconvencimiento que se debera alcanzar mediante la discusin en la esfera pblica de los asuntos de inters comn y a travs del escrutinio crtico de las acciones de gobierno trata de ser alcanzada con base en la persuasin producida por los medios de comunicacin con sus respectivos escaparates publicitarios (en sentido comercial) y la manipulacin mercadotcnica de la opinin pblica. El peligro es real. Dice Habermas al respecto: La publicidad pierde su funcin crtica a favor del escaparate. Incluso los argumentos se transforman en smbolos ante los cuales, una vez ms, uno no puede responder con base en argumentos sino slo identificndose con ellos.13El esfuerzo en favor de la democracia debe orientarse, por consiguiente, a descolonizar las esferas o espacios pblicos de la injerencia del poder y el dinero que tratan de distorsionar, con base en la manipulacin mercadotcnica, la opinin y la voluntad de los ciudadanos. Por ese motivo, la sociedad civil requiere una actitud crtica que busque continuamente denunciar la manera en que el mercado, el Estado y algunas asociaciones civiles de carcter no democrtico tratan de minar los valores de la civilidad, la justicia, la tolerancia y la racionalidad.1. Antonio Gramsci,Quaderni del carcere, vol. III, 2 edicin, Einaudi, Torino, 1975, p. 1518.2. Norberto Bobbio, Sulla nozione di societ civile, enDe homine, 1968, n 24-25, Istituto di filosofia dellUniversit di Roma, p. 26.3. Simone Chambers, A Critical Theory of Civil Society, en Simone Chambers and Will Kymlicka, Alternative Conceptions of Civil Society, Princeton University Press, New Jersey, 2002, p. 91.4. Stephen K. White, Skeptics at the Celebration: Civil Society and the Early Frankfurt School, en Nancy L. Rosenblum and Robert C. Post (ed.),Civil Society and Government, Princeton University Press, New Jersey, 2002, p. 146.5. Jrgen Habermas,The Structural Trans-formation of the Public Sphere (An Inquiry into a Category of Bourgeois Society), The MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 1998, p. 3.6. Nancy Fraser, Rethinking the Public Sphere: A Contribution to the Critique of Actually Existing Democracy, in Craig Calhoun (ed.),Habermas and the Public Sphere,The MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 1997, p. 134.7. Ibdem, pp. 110-111.8. Mark Warren,Democracy and Association, Princeton University Press, New Jersey, 2001, p. 77.9. Nancy Fraser, Rethinking the Public Sphere, p. cit., p. 112.10. Mark Warren,p. cit., p. 71.11. Ibdem, p. 67.12. Simone Chambers,p. cit., p. 98.13. 13 Jrgen Habermas, p. cit., p. 206.* Este ensayo forma parte del libroPoltica, gobierno y sociedad civilque est por ver la luz bajo los auspicios de Fontamara. Agradecemos la autorizacin de la editorial para publicar este adelanto en exclusiva paraEste Pas.______________________________JOS FERNNDEZ SANTILLNes doctor en Filosofa Poltica por la Universidad de Turn y en Ciencias Polticas por la UNAM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, es profesor e investigador en el ITESM. Su ms reciente libro esFilosofa poltica de la democracia(Fontamara, Mxico, 2011).Etiquetas:Antonio Gramsci,ciencias polticas,democracia,esfera privada,esfera pblica,Filosofa poltica de la democracia,gobierno y sociedad civil,Jos Fernndez Santilln,Jurgen Habermas,Max Warren,modernidad,Nancy Fraser,Opinin Pblica,Poltica,posmodernidad,sociedad civil- See more at: http://estepais.com/site/2011/opinion-publica-sociedad-civil-y-democracia/#sthash.FESMXKSF.dpuf

La opinin pblica poltica, sobre el papel de la sociedad civilLas investigaciones sociolgicas sobre la democracia condujeron a principios del perodo de posguerra a la teora del pluralismo, la cual supuso todava un puente entre los modelos normativos de la democracia y los llamados planteamientos realistas de la teora econmica, por un lado, y de la teora de sistemas, por otro. Si por el momento dejamos de lado la revitalizacin de planteamientos institucionalistas que se vienen observando en los ltimos aos, se impone la impresin de que en el curso de la evolucin terica el contenido idealista de las teoras normativas, entre las cuales slo el modelo liberal, y por tanto el normativamente menos pretencioso, haba ofrecido a la sociologa un punto de contacto, de que ese contenido idealista de las teoras normativas, digo, se funde bajo el sol de los conocimientos sociolgicos. La ilustracin sociolgica parece sugerir una consideracin desencantada, si no ya puramente cnica, del proceso poltico. Dirige la atencin sobre todo a los puntos en los que el poder ilegtimo (ilegtimo miradas las cosas normativamente) irrumpe en la circulacin del poder regulado en trminos de Estado social. Si se elige como punto de referencia el sistema de accin administrativo o aparato estatal, el espacio pblico-poltico y el complejo parlamentario constituyen el lado de input por el que el poder social de los intereses organizados penetra en el proceso de produccin legislativa. Por su lado de output la Administracin choca a su vez con la resistencia de los sistemas funcionales sociales y hacen valer su poder en el proceso de implementacin. Esta autonomizacin del poder social frente al proceso democrtico fomenta y promueve, a su vez, las tendencias endgenas hacia una autonomizacin del complejo de poder administrativo.

As, el poder administrativo que tendencialmente proprende a autonomizarse, forma bloque con un poder social, eficaz tanto por el lado de input como por el lado de output de la circulacin democrtica del poder, dando lugar a una contracirculacin que se cruza, estorbndola, con la circulacin de los procesos democrticos de decisin regulados y controlados por el poder comunicativo. Pero la mayora de las descripciones de este movimiento en sentido inverso al de la circulacin de los procesos democrticos de decisin regulados y controlados por