El Lenguaje Moral. Forma y Justificación de Los Juicios Morales

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file:///C|/...L%20LENGUAJE%20MORAL.%20FORMA%20Y%20JUSTIFICACIÓN%20DE%20LOS%20JUICIOS%20MORALES.htm[22/01/2015 11:55:26] EL LENGUAJE MORAL. FORMA Y JUSTIFICACIÓN DE LOS JUICIOS MORALES 1. Introducción En la cultura europea, durante muchos siglos, el fundamento de la moral ha sido, casi de manera exclusiva, de carácter religioso; ahora bien, ¿qué ocurre cuando uno no es creyente?; ¿no necesita ya comportarse de una determinada manera?; ¿son todos los comportamientos valiosos si Dios no existe? ¿tenía razón Dostoyewski al afirmar “si Dios no existe todo está permitido”?; o, por el contrario, ¿se puede fundamentar una moral sin necesidad de recurrir a Dios? A lo largo de la historia de la filosofía se han dado diferentes preguntas a estas respuestas; en primer lugar están las respuestas inspiradas en la filosofía analítica(correspondientes a los primeros cuatro puntos de nuestra exposición). Para esta filosofía, en sus diferentes variantes, sólo son significativos los enunciados de las ciencias de la naturaleza, o experimentales, y los enunciados de las ciencias formales. Los enunciados de las ciencias experimentales son significativos porque pretenden hablar de cómo es la realidad, y tanto los conceptos que componen los juicios que realizan, como la relación que se establece entre ellos, es comprobable empíricamente. Los enunciados de las ciencias experimentales aportan conocimiento al sujeto y su fundamento se encuentra en la comprobación empírica. Los enunciados formales aportan también conocimiento, aunque no son comprobables empíricamente; sin embargo, son significativos porque se derivan necesariamente de otros enunciados que están en la base del sistema al que pertenece el enunciado. Como no pretenden hablar de cómo es la realidad, no es necesario que los conceptos de que constan, y la relación que se establece entre ellos, sean comprobables empíricamente. Sin embargo, ni los juicios filosóficos ni los juicios morales se pueden fundamentar –y, por lo mismo, no proporcionan conocimiento– ya que pretenden hablar de la realidad y lo que afirman no se puede comprobar empíricamente. Según las éticas teleológicas, por otra parte, las acciones que el hombre puede realizar no son buenas o malas en sí mismas, sino que lo son en la medida en que proporcionan felicidad.La bondad de las acciones viene dada, pues, por la felicidad que puedan proporcionar al hombre. Si el hombre es un ser que por naturaleza tiende a la felicidad, la tarea moral no puede consistir en otra cosa que en hallar los medios adecuados para lograr ese fin que, por lo mismo, constituye el bien del hombre. El “dar razón” de una norma consiste en señalar cómo su cumplimiento ayuda a que el hombre sea feliz; y como la felicidad es un objetivo al que el hombre aspira por naturaleza, el fundamento de la moralidad es la naturaleza misma. Las dos objeciones más importantes que se suelen hacer a las éticas teleológicas son: 1. Al poner como objetivo de la vida del hombre el placer, rebajan al hombre al nivel del animal 2. Al reducir la felicidad al placer, como éste es algo individual, convierten al ser humano en un ser egoísta, en un ave de rapiña que no tiene en cuenta para nada a los demás y que no se detiene ante nada cuando se trata de “su” placer. Sin embargo, estas críticas no tienen demasiado sentido, al menos en el hedonismo moderno. En primer lugar, porque, para los hedonistas, el placer no es algo puramente material, no es algo que se obtiene solamente al satisfacer necesidades materiales, sino que el hombre tiene muchas más necesidades, sus fuentes de placer son muchas y muy variadas y los placeres se encuentran, consecuentemente, jerarquizados; los placeres corporales no son ni siquiera los más importantes. Como señala Esperanza Guisán en el Manifiesto Hedonista: Los hedonistas seríamos realmente una peste para la humanidad si afirmásemos que cualquier placer era tan bueno como otro [...] El placer derivado de la rapiña, de la avaricia, de la desposesión de los demás, es en realidad un placer muy pequeño, y no porque existan cosas éticamente mejores sino, simplemente, porque dada la naturaleza compleja del ser humano, su condición, su situación de interacción o interrelación con los demás, sus capacidades asociativas y de comunicación, existen otras cosas que le producen mayor placer. Y, en segundo lugar, porque para los hedonistas modernos, existe en el hombre un sentimiento de

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    EL LENGUAJE MORAL. FORMA Y JUSTIFICACIN DE LOS JUICIOS MORALES

    1. IntroduccinEn la cultura europea, durante muchos siglos, el fundamento de la moral ha sido, casi de manera exclusiva, de carcter religioso; ahora bien, qu ocurre cuando uno no es creyente?; no necesita ya comportarse de una determinada manera?; son todos los comportamientos valiosos si Dios no existe? tena razn Dostoyewski al afirmar si Dios no existe todo est permitido?; o, por el contrario, se puede fundamentar una moral sin necesidad de recurrir a Dios?

    A lo largo de la historia de la filosofa se han dado diferentes preguntas a estas respuestas; en primer lugar estn las respuestas inspiradas en la filosofa analtica(correspondientes a los primeros cuatro puntos de nuestra exposicin). Para esta filosofa, en sus diferentes variantes, slo son significativos los enunciados de las ciencias de la naturaleza, o experimentales, y los enunciados de las ciencias formales. Los enunciados de las ciencias experimentales son significativos porque pretenden hablar de cmo es la realidad, y tanto los conceptos que componen los juicios que realizan, como la relacin que se establece entre ellos, es comprobable empricamente. Los enunciados de las ciencias experimentales aportan conocimiento al sujeto y su fundamento se encuentra en la comprobacin emprica. Los enunciados formales aportan tambin conocimiento, aunque no son comprobables empricamente; sin embargo, son significativos porque se derivan necesariamente de otros enunciados que estn en la base del sistema al que pertenece el enunciado. Como no pretenden hablar de cmo es la realidad, no es necesario que los conceptos de que constan, y la relacin que se establece entre ellos, sean comprobables empricamente. Sin embargo, ni los juicios filosficos ni los juicios morales se pueden fundamentar y, por lo mismo, no proporcionan conocimiento ya que pretenden hablar de la realidad y lo que afirman no se puede comprobar empricamente.

    Segn las ticas teleolgicas, por otra parte, las acciones que el hombre puede realizar no son buenas o malas en s mismas, sino que lo son en la medida en que proporcionan felicidad.La bondad de las acciones viene dada, pues, por la felicidad que puedan proporcionar al hombre. Si el hombre es un ser que por naturaleza tiende a la felicidad, la tarea moral no puede consistir en otra cosa que en hallar los medios adecuados para lograr ese fin que, por lo mismo, constituye el bien del hombre. El dar razn de una norma consiste en sealar cmo su cumplimiento ayuda a que el hombre sea feliz; y como la felicidad es un objetivo al que el hombre aspira por naturaleza, el fundamento de la moralidad es la naturaleza misma.

    Las dos objeciones ms importantes que se suelen hacer a las ticas teleolgicas son:

    1. Al poner como objetivo de la vida del hombre el placer, rebajan al hombre al nivel del animal

    2. Al reducir la felicidad al placer, como ste es algo individual, convierten al ser humano en un ser egosta, en un ave de rapia que no tiene en cuenta para nada a los dems y que no se detiene ante nada cuando se trata de su placer.

    Sin embargo, estas crticas no tienen demasiado sentido, al menos en el hedonismo moderno. En primer lugar, porque, para los hedonistas, el placer no es algo puramente material, no es algo que se obtiene solamente al satisfacer necesidades materiales, sino que el hombre tiene muchas ms necesidades, sus fuentes de placer son muchas y muy variadas y los placeres se encuentran, consecuentemente, jerarquizados; los placeres corporales no son ni siquiera los ms importantes. Como seala Esperanza Guisn en el Manifiesto Hedonista:

    Los hedonistas seramos realmente una peste para la humanidad si afirmsemos que cualquier placer era tan bueno como otro [...] El placer derivado de la rapia, de la avaricia, de la desposesin de los dems, es en realidad un placer muy pequeo, y no porque existan cosas ticamente mejores sino, simplemente, porque dada la naturaleza compleja del ser humano, su condicin, su situacin de interaccin o interrelacin con los dems, sus capacidades asociativas y de comunicacin, existen otras cosas que le producen mayor placer.

    Y, en segundo lugar, porque para los hedonistas modernos, existe en el hombre un sentimiento de

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    sympatheia, de sentir con los dems y por los dems que lleva, al hombre que quiere ser feliz, a tratar de conseguir la felicidad de los dems. Al ser la felicidad un estado de nimo que se refiere al hombre total, el sentimiento de sympatheiaimpide que las personas puedan ser felices mientras a su alrededor haya personas que no lo sean.

    Por su parte, la ticas deontolgicas piensan que es verdad que los seres humanos, por naturaleza, tienden a la felicidad y que, consecuentemente, se interesan por adoptar los medios ms adecuados para alcanzarla. Pero piensan, asimismo, que en esto el hombre no se distingue de los dems seres vivos, que tambin tienden a la felicidad y actan en consecuencia. Por lo mismo, no les parece adecuado fundamentar la moralidad de las acciones en algo que el hombre tiene en comn con los dems seres vivos.

    Adems, hacer vivir al hombre para un fin que no se ha dado l a s mismo, sino que le viene impuesto por la naturaleza, o por un ser creador de esa naturaleza, le convierte en un medio al servicio de una meta ajena a su voluntad y, consecuentemente, atenta contra la dignidad humana. Las ticas teleolgicas son, para estos pensadores, ticas heternomas, incompatibles con la dignidad humana. El hombre slo adquiere dignidad cuando se sustrae al orden natural y es capaz de dictar sus propias leyes, cuando es autolegislador, autnomo. El hombre slo obra bien cuando realiza aquellas acciones que se impone l a s mismo, cuando cumple el deber que l mismo se da. Y es precisamente esa obediencia del hombre al deber que le dicta la razn la que fundamenta, la que explica la moralidad de determinadas acciones. Para estas ticas lo importante a la hora de actuar bien no es tanto lo que el hombre hace, el contenido, la materia de su accin, cuanto la intencin que el hombre posee al realizarla, la forma.

    Las dos objeciones ms frecuentes hechas a estas ticas son:

    1. Tiene un cierto carcter antihumano y heroico, porque al hombre le resulta prcticamente imposible buscar siempre con sus acciones el puro cumplimiento del deber

    2. Son poco concretas e imprecisas; los imperativos categricos, expresin de la razn humana, se pueden reducir, segn Kant, al mandato que dice: obra de tal modo que la mxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como principio de una legislacin universal; pero, qu acciones pueden ser universalizadas?, estaramos todos los hombres de acuerdo al sealar esas acciones?

    El ltimo grupo de teoras que han intentado fundamentar la moral se conoce con el nombre de ticas dialgicas. Si para las ticas deontolgicas tradicionales los mandatos que constituyen el deber que el hombre debe cumplir son expresin de la razn humana individual, esta nueva tica, consciente de que los intereses de los diferentes individuos en la vida social no son los mismos, y en muchas ocasiones son antagnicos y opuestos, sita los mandatos, que constituyen el deber que los hombres deben cumplir, en las normas que resulten del acuerdo al que hayan llegado despus de haber argumentado racionalmente cada uno de ellos en defensa de su posicin. Es cierto que todos los hombres estn dotados de razn, pero tambin es cierto que cada hombre nace en una cultura, en una determinada clase, y que, en consecuencia, posee unos intereses diferentes, y a veces hasta opuestos a los de otras personas, por lo que al utilizar la razn no todos los hombres piensan de la misma manera. Esta situacin es la que hace inviable el intentar dotar de universalidad a la razn entendida universalmente.

    En lugar de proponer a todos los dems una mxima como vlida y que quiero que opere como una ley general, tengo que presentarles mi teora al objeto de que quepa hacer la comprobacin discursiva de su aspiracin de universalidad. El peso se traslada, desde aquello que cada uno puede querer sin contradiccin alguna como ley general, a lo que todos, de comn acuerdo, quieren reconocer como norma universal (Habermas, Conciencia moral y accin comunicativa).

    Estas ticas hacen, pues, de la solucin de los conflictos el campo de la moralidad. Solucin de conflictos que exige la realizacin de los hombres como tales exige la autonoma moral y adems en aquella dimensin que es especfica del hombre. En las ticas dialgicas, el hombre moralmente bueno es aquel que se halla dispuesto a resolver las situaciones de conflicto mediante un discurso argumentado, mediante un dilogo encaminado a lograr un consenso y se haya dispuesto, asimismo, a comportarse como se haya decidido en ese consenso.

    Entre las objeciones a estas ticas podemos destacar:

    1. Dejan al hombre sin principios de comportamiento, sin normas vlidas para siempre, o vlidas para todos, ya que exigen que en cada conflicto se realice un dilogo para tratar de llegar a un consenso.

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    2. El consenso no es algo positivo, o por lo menos con valor suficiente como para fundamentar las normas morales

    1.1 Lenguaje moral y metatica

    La metatica no es expresamente una reflexin sobre los contenidos concretos de la moral, sino que es un metalenguaje, en el sentido de que analiza los enunciados lingsticos con los cuales afirmamos de algo que es bueno, justo o correcto. De este modo, examina los problemas que estn explcitos en el lenguaje moral y que no haban sido tomados en serio durante mucho tiempo.

    La tica clsica no ha sido desconocedora de la metatica, ni de la importancia del lenguaje moral, ya que el anlisis de los fundamentos de la moral se realiza a travs del anlisis de los principales conceptos, con el fin de justificar la legitimidad de la tica. As, el concepto de bien es el punto de partida de la tica de Aristteles, como lo es la voluntad buena para Kant. Pues bien, del anlisis de los conceptos morales se seguan los criterios de los juicios ticos, de las formas de vida buena (Aristteles) o de las mximas morales (Kant); respectivamente, la felicidad y el imperativo categrico (en sus cuatro formulaciones). Por esto, la separacin entre una tica normativa y la metatica, y tambin la hiptesis de la neutralidad de los valores de la actual metatica no son incondicionalmente necesarias.

    La metatica o reflexin sobre el lenguaje moral es una reflexin que surgi en Gran Bretaa a principios del siglo XX, en concreto, por la obra Principia Ethicade G. E. Moore. La metatica no acepta que existan enunciados sustantivos, es decir, proferencias lingsticas que remitan al mundo natural; es lo que se denomina tesis de neutralidad, que impide referirnos a la bondad o maldad de las acciones del sujeto humano, ni a sus reglas morales, ni a los criterios con los que esos enunciados estn construidos. De este modo, la metatica, o la filosofa del lenguaje moral, nicamente admite la investigacin sobre los enunciados morales atendiendo exclusivamente a la forma lingstica de su construccin; no admite un discurso moral, sino slo un metadiscurso: discurso sobre el lenguaje moral. De ese modo, la metatica se ha preocupado sobre todo por cuatro aspectos:

    1. El lenguaje moral, y no nicamente por los contenidos; o mejor dicho, el lenguaje moral a travs del cual se expresan los contenidos morales.

    2. Cmo y por qu pueden justificarse los juicios sobre aspectos morales.

    3. La diferencia entre enunciados ticos y enunciados no ticos.

    4. El significado lingstico de los principales conceptos de la tica: bueno, malo, justo, injusto, deber, correcto, felicidad, etc.

    2. La forma lgica de los juicios moralesLos enunciados acerca de la bondad o maldad de actos realizados, as como respecto a la preferibilidad de una accin posible con respecto a otras, o sobre el deber u obligatoriedad de comportarse de cierto modo, ajustando la conducta a determinada norma o regla de accin, se expresan en forma de juicios.

    Estos juicios pueden esquematizarse as:

    1. Enunciativos: x es y. En el juicio Pedro es alto, se enuncia de x (Pedro) una propiedad que le pertenece de por s, sin que el enunciado exprese una actitud hacia x de acuerdo con cierto inters, finalidad o necesidad. De Pedro se dice pura y simplemente que es alto. O sea, la forma lgica es aqu la de un juicio de existencia, o fctico. Se registra una propiedad objetiva; es decir, se nos informa o descubre una propiedad de x (su altura), sin que el juicio implique su valoracin.

    Cuando se formula el juicio Este objeto es til, tambin enuncio de x (este objeto) una propiedad: su utilidad. Pero se trata de una propiedad que slo la posee x en relacin con una finalidad o necesidad nuestra. Del objeto se enuncia algo que tiene valor: una propiedad que slo se da en relacin para el hombre social, y no en s. Por ello, no se trata de un puro juicio fctico, como en el caso anterior, sino

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    de un juicio de valor. Su forma lgica sigue siendo enunciativa, pero lo que ahora se enuncia es una propiedad valiosa, o un valor. Lo mismo cabe decir con respecto al juicio Pedro es justo, en el que se enuncia de Pedro una propiedad que no le pertenece en s, como su altura, sino slo en relacin con una necesidad o finalidad. Ahora bien, por el hecho de enunciarse aqu una propiedad valiosa de x, no slo se informa sobre ella, sino que valoramos o apreciamos el objeto.

    2. Preferenciales: Es preferible x a y. Lo caracterstico de estos juicios de preferencia es su parentesco con los del grupo anterior, que enuncian una propiedad valiosa. En verdad, se trata de una forma especfica del juicio de valor, pero entendido ste como un juicio comparativo en virtud del cual se establece que x es ms valioso que y. La preferibilidad no hace sino mostrar este ser ms valioso de x con respecto a y. Es inseparable del valor, pues en definitiva slo surge entre dos actos o propiedades valiosos, es decir, no considerados en s, sino en relacin con cierta necesidad o finalidad humana, y tomando en cuenta unas condiciones o circunstancias concretas.

    As, por ejemplo, la proposicin Es preferible engaar a un enfermo a decirle la verdad no hace sino mostrar que, entre dos alternativas valiosas, una: engaar a un enfermo, es ms valiosa que la otra: decirle la verdad. Y como la preferencia se funda en una comparacin axiolgica, ha de responder a una necesidad o finalidad; en este caso, la de no causar un sufrimiento intil al enfermo y elevar su nimo. Pero esta preferencia ha de tener presente una serie de circunstancias concretas. Si se trata de un enfermo no grave, y, por otro lado, no aprensivo, sera preferible tal vez que tomara conciencia de su verdadero estado para facilitar su curacin. Pero, en este caso, de acuerdo con la finalidad de curarlo y las circunstancias concretas, el juicio de preferencia tendra tambin por base un juicio de valor. Preferir seguira significando tener a x por ms valioso que a y.

    El juicio preferencial tiene, en los casos anteriores, un contenido moral. No lo tiene, en cambio, el juicio Es preferible este trabajo a aquel otro, si la finalidad que se toma en cuenta es puramente personal: recibir mayor salario, cansarse menos, etc. Pero este mismo juicio preferencial recibir un contenido moral si la finalidad o la necesidad tiene presente a los dems, o a la comunidad. Preferir un trabajo a otro significa entonces que se tiene a x por ms valioso que y ya que x aporta ms bien a la comunidad.

    3. Imperativos: Debes hacer x, o haz x. Esta forma lgica se distingue claramente de la enunciativa y la preferencial. Mientras que en la primera se enuncia una cualidad del objeto que tenemos por valiosa, en la segunda se establece una comparacin o gradacin entre dos actos o cualidades. Los juicios respectivos fcticos, o de valor pueden referirse, por otra parte, tanto a actos ya realizados o a objetos inexistentes como a actos que se realizan u objetos que existen en la actualidad.

    En la forma normativa o imperativa, hay una exigencia de realizacin: algo que no es o no existe debe ser realizado. Por lo tanto, el juicio adopta la forma de un mandato o exhortacin con el fin de que se cumpla algo. La norma o juicio imperativo no es una expresin o registro de un hecho, de algo no cumplido, y la exigencia de realizacin que lleva implcita la norma no pierde fuerza o validez por la circunstancia de que no se realiza lo que se exige o manda. Debes ayudar a x entraa una exigencia de realizacin dirigida a aquel o aquellos que deben cumplirla. La norma no es expresin, registro o representacin de hechos, y, por ello, se diferencia radicalmente de los enunciados fcticos.

    Este tipo de juicios no puede ser separado de los juicios de valor, pues lo que se considera que debe ser realizado es siempre algo que se tiene por valioso. As, por ejemplo, el juicio normativo o imperativo Debes ayudar a x (Ayuda a x) implica el juicio de valor ayudar a x es bueno.

    La forma lgica normativa e imperativa, propia de las normas morales, tiene por base un juicio de valor y como ste, los juicios que poseen dicha forma, responden a una necesidad y finalidad: regular las relaciones entre los hombres en una sociedad dada. Respondiendo a esta necesidad, dichos juicios exigen que los hombres se comporten de cierto modo, y esta exigencia de actuar en determinada direccin los separa como juicios normativos de un puro juicio de valor. Pero la forma imperativa o normativa no es exclusiva de las normas morales: ayuda a tu amigo, sintate en las primeras filas o cierra la puerta, tienen la misma forma lgica (imperativa), pero distingo contenido. Por consiguiente, no podramos distinguir los juicios morales de otros que no lo son slo por su forma lgica.

    En suma, los juicios morales se distinguen de los que no lo son en virtud de su significado, naturaleza o funcin.

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    3. Significado, naturaleza y funcin del juicio moralLa valoracin de los actos y normas morales que adoptan, respectivamente, la forma de juicios de valor o juicios normativos o imperativos, cumple una funcin cognoscitiva?, responde a hechos objetivos?, puede ser verificada de algn modo? Tal es el problema del significado de los juicios morales, cuya solucin condiciona, a su vez, el de su justificacin; es decir, el de las razones de su validez. La metatica se ocupa de este tipo de problemas, y aunque el contenido de la teora de la moral no se puede reducir al examen de dichas cuestiones, es indudable que stas revisten una gran importancia, pues sin responder a ellas queda en el aire el problema de la justificacin o validez de los juicios morales.

    3.1 La justificacin racional de los juicios morales

    Respecto al problema del significado o naturaleza de los juicios morales, as como de la justificacin de su validez, el emotivismo llega a esta conclusin: los juicios morales no pueden ser explicados, ya que son solamente la expresin de una actitud emocional, o de la tendencia subjetiva a suscitar un efecto emotivo en otros, razn por la cual slo se justifican emocionalmente, es decir, de un modo irracional. Y el intuicionismo concluye que los juicios morales cumplen una funcin cognoscitiva, ya que en ellos se aprehende una propiedad valiosa, pero esta aprehensin es intuitiva (o sea, de modo directo e inmediato), no se pueden dar razones a favor o en contra de ellos y, por tanto, no pueden ser justificados racionalmente.

    Ahora bien, la naturaleza misma de la moral, y tanto ms cuanto ms se eleva y enriquece en el curso de su desenvolvimiento histrico-social, exige una justificacin racional y objetiva de los juicios morales. La moral cumple una funcin necesaria, como medio de regulacin de la conducta de los individuos, del que no puede prescindir ninguna comunidad humana. Los principios morales, los valores y las normas, conforme a los cuales se establece socialmente esa regulacin, han de pasar por la conciencia del individuo, quien de este modo los hace suyos o interioriza, conformando as voluntariamente sus propias acciones, o exhortando a los otros a que se ajusten a ellos, de un modo tambin voluntario y consciente. El verdadero comportamiento moral no se agota en el reconocimiento de determinado cdigo por los individuos, sino que reclama, a su vez, la justificacin racional de las normas que se aceptan y se aplican. Y es aqu donde la tica, como teora, contribuye a despejar el camino de una moral ms elevada, esclareciendo el problema de si cabe una justificacin racional de sus juicios de valor y sus normas, y por otro lado, cules seran si esta justificacin es posible las razones o los criterios justificativos que podran aportarse.

    3.2 Criterios de justificacin de los juicios morales

    3.2.1 La justificacin lgica

    Las normas morales no se dan aisladas, sino que forman parte de un conjunto articulado o sistema de ellas, que constituyen el cdigo moral de una sociedad. Este cdigo ha de caracterizarse por la no contradictoriedad de sus normas, y por su coherencia interna. Pueden caerse en contradicciones entre normas que prescriben determinados comportamientos de los hombres y de su conducta efectiva, o tambin entre normas de cdigos morales distintos, pero, dentro de un mismo cdigo moral, una norma no puede entrar en contradiccin con otra, o con la norma fundamental o los valores en torno a los cuales se articula sistemticamente todo el cdigo.

    El cdigo moral como sistema normativo no se justifica por s mismo, ya que es relativo a determinada comunidad humana. Ahora bien, una norma puede justificarse lgicamente, aunque no se presente en una relacin directa con los intereses y necesidades sociales, en cuanto muestra la coherencia y no contradictoriedad con las normas fundamentales del cdigo moral del que forma parte. Al justificar lgicamente una norma, no la separamos del contexto humano concreto en que surge, sino que la ponemos en relacin con l, pero no directamente, sino a travs de las normas fundamentales de las cuales se deduce lgicamente, o del sistema al que pertenece.

    La justificacin lgica de las normas satisface, en definitiva, la funcin social de toda moral, ya que impide que en una comunidad dada surjan normas arbitrarias o caprichosas que, justamente por no integrarse en el sistema normativo correspondiente, entraran en contradiccin con los intereses y necesidades de la comunidad. As pues,

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    una norma se justifica lgicamente si demuestra su coherencia y no contradictoriedad con las dems normas del cdigo moral del que forma parte.

    3.2.2 La justificacin social

    En cuanto la moral cumple la funcin social de asegurar el comportamiento de las personas en una comunidad en cierta direccin, toda norma responde a intereses y necesidades sociales. Slo la norma que se ajusta a esos intereses y necesidades se justifica o es vlida en la comunidad social correspondiente. Si entra en contradiccin con la necesidad social, ser inoperante y, por tanto, no se justificar en el marco de la comunidad. Es decir, su exigencia de realizacin, o su capacidad de promover ciertas acciones, ser nula, ya que se halla en contradiccin con las necesidades e intereses sociales de la comunidad. La contradiccin entre la norma y el comportamiento efectivo de algunos individuos, que no afecta a su validez, se da justamente con respecto a una norma que lejos de estar en contradiccin con los intereses sociales, responde a ellos. La norma, pues, tiende a regular la conducta de las personas de acuerdo con la necesidad o el inters de la sociedad, y se justifica en cuanto se halla en concordancia con ellos. Toda norma, por tanto, para ser justificable, tiene que ser puesta en un contexto humano concreto, es decir, en el marco de una comunidad histrico-social concreta.

    3.2.3 La justificacin prctica

    Toda norma moral implica una exigencia de realizacin; es por ello la gua de una accin, ya que con ella se aspira a regular la conducta de los individuos o de un grupo social de acuerdo con los intereses de la comunidad. Pero toda norma moral, en cuanto tiende a desembocar en actos concretos, requiere ciertas condiciones reales para su cumplimiento. Si exige determinada accin cuando no se dan las condiciones necesarias para su realizacin, la norma ser irrealizable y, por tanto, no podr justificarse prcticamente. A su vez, la inexistencia de ciertas condiciones reales puede justificar una norma que, una vez dadas aquellas, sera inmoral. Una norma moral slo podr justificarse prcticamente si se dan las condiciones reales para que su aplicacin no se oponga a las necesidades sociales de la comunidad. En definitiva, en una comunidad dada en la que se dan las condiciones necesarias, se justifica la norma que responde a dichas condiciones.

    3.2.4 La justificacin cientfica

    Una norma se justifica cientficamente cuando no slo se ajusta a la lgica, sino tambin a los conocimientos cientficos ya establecidos, o es compatible con las leyes cientficas conocidas. Las normas morales que tienden a regular las relaciones entre los hombres han de contar con los conocimientos que acerca de ellos proporcionan diferentes ciencias (fisiologa, psicologa, biologa, etc.), o, al menos, no han de entrar en contradiccin con los conocimientos cientficos ya comprobados. No se pueden justificar los juicios morales que tienen por base unos supuestos que la ciencia rechaza o que son incompatibles con las leyes cientficas ya descubiertas. Una norma moral slo podr justificarse cientficamente si se basa en conocimientos cientficos o si es compatible con el estado que guardan stos en el momento en que se formula la norma. As, pues, dado el estado de conocimientos alcanzados por la sociedad, una norma moral slo se justifica cientficamente si se basa en esos conocimientos o es compatible con ellos.

    4. El salto ilcito entre el es y el debe4.1 La guillotina de Hume

    Desde hace ya tiempo se proclama que nos est cerrado un camino para justificar racionalmente los juicios morales: deducir lgicamente de algo que es, lo que debe ser; o tambin: derivar de un juicio fctico un juicio normativo. Con este motivo se suele invocar el siguiente pasaje de Hume:

    En todo sistema moral de que haya tenido noticia, hasta ahora, he podido siempre observar que el autor sigue durante cierto tiempo el modo de hablar ordinario, estableciendo la existencia de Dios o realizando observaciones sobre los quehaceres humanos, y, de pronto, me encuentro con la sorpresa de que, en vez de las cpulas habituales de las proposiciones: es y no es, no veo ninguna proposicin que no est conectada con un debe o un no debe. Este cambio es imperceptible pero resulta, sin embargo, de la mayor importancia. En

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    efecto, en cuanto que este debe o no debe expresa alguna nueva relacin o afirmacin, es necesario que sta sea observada y explicada y que, al mismo tiempo, se d razn de algo que parece absolutamente inconcebible, a saber: cmo es posible que esta nueva relacin se deduzca de otras totalmente diferentes.

    Este argumento es considerado tan demoledor que Max Black lo llama la guillotina de Hume. Todo el que intente pasar de un es a un debe ser, como se pasa de una premisa a una conclusin, habr de resignarse a caer bajo esa guillotina. Doscientos aos ms tarde, Moore viene a reforzar el argumento de Hume con su famosa falacia naturalista, de acuerdo con la cual no se puede definir una propiedad no natural como lo bueno a base de propiedades naturales; lo que quiere decir que no se puede pasar lgicamente de lo natural (lo no tico) a lo no natural (lo tico).

    Lo que cae bajo la guillotina de Hume es el intento de deducir una conclusin que contiene un algo (un debe ser) que no estaba contenido en la premisa (un es). Tal trnsito, ciertamente, es ilegtimo desde un punto de vista lgico, pero ello no significa que el reino del deber no tenga ninguna relacin, o incluso no hunda sus races, en el mundo del ser; o que entre el hecho y el valor exista un abismo insalvable.

    Las normas no hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti, o debes poner los intereses de la patria por encima de la amistad, etc., no informan acerca de los hechos y, por tanto, no pueden justificarse a base del comportamiento efectivo de los miembros de la comunidad. Las normas sealan el deber de que los individuos ajusten su conducta a las normas en cuestin. Puede ocurrir que tal comportamiento prescrito no se d efectivamente y que, por el contrario, los individuos acten en contradiccin con ellas. Pero esta contradiccin que implica la inexistencia total o parcial de la conducta debida, no anula la validez de la norma. Ms an, aunque tal contradiccin no se diera, y el comportamiento efectivo de la comunidad respondiera a lo que prescribe la norma, el juicio fctico acerca del comportamiento predominante en la comunidad (todos hacen x) no podra legitimar la norma (todos deben hacer x), porque sta no se deduce lgicamente de l.

    Por otro lado, si los juicios morales pudieran justificarse recurriendo a los hechos, a una situacin efectiva, se carecera de criterios para justificar el comportamiento moral opuesto de dos comunidades distintas, a menos que se adoptara con todas sus consecuencias esta visin relativista: se justifica el comportamiento de diferentes individuos o comunidades humanas por la sencilla razn de que as se comportan efectivamente. No habra, por tanto, razn alguna para condenar moralmente ciertas formas de conducta claramente reprobables.

    Ahora bien, la imposibilidad lgica de que un juicio moral normativo (un deber ser) se deduzca de un juicio fctico (un es), o de que lo fctico se eleve necesariamente a la categora de norma, no quiere decir que el hecho tenga valor de por s, ni tampoco que el valor pueda darse al margen del hecho, o que la norma pueda surgir y valer al margen de la realidad humana efectiva.

    Esto significa que, si es cierto que la norma no puede derivarse lgicamente de un juicio fctico, no por ello pende en el aire como si no tuviera nada que ver con los hechos. As, por ejemplo, si bien es verdad que la norma no se debe discriminar a nadie por motivos raciales no puede deducirse lgicamente del juicio que informa acerca del estado efectivo en que se encuentra en un pas una raza supuestamente inferior, independientemente de que la discriminacin sea practicada por la mayora de la comunidad o por una minora nfima de ella, la norma misma responde a una serie de hechos que reclaman su formulacin y aplicacin: a) la discriminacin produce humillaciones y sufrimientos; b) la discriminacin encubre, a su vez, una terrible explotacin econmica y es, por ello, fuente de miseria y dolor; c) la ciencia demuestra que no hay razas inferiores, etc. Todos estos hechos reclaman la abolicin de la discriminacin racial, e impulsan a ella, y las normas responden a esta necesidad.

    As, pues, aunque las normas no puedan derivarse lgicamente de los juicios acerca de los hechos citados, hay que recurrir a ellos para comprender su existencia, su necesidad social e incluso su validez, aunque no basta apoyarse en los hechos para justificar su validez.

    Ha sido la filosofa del siglo veinte la que principalmente se ha ocupado de la forma y justificacin de los juicios morales. A continuacin, haremos un repaso por las principales escuelas que han estudiado el tema.

    4.2 Moore y la falacia naturalista

    Afirma Moore que definir es analizar o descomponer un objeto en las distintas partes que contiene. Pero, si tal objeto carece de partes, la definicin es imposible. Eso es lo que ocurre con la propiedad bueno, que es simple,

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    indescomponible y, por tanto, indefinible. Y, adems, no podemos encontrar en el mundo de lo natural algo que nos posibilitara realizar una definicin dectica, que nos permitiera referirnos a algo que fuera bueno con el objeto de comprender su significado. Bueno no remite a nada, es un concepto ltimo, sin referencia, y es no-analizable, por lo que sobre l no tenemos nada que decir.

    Tales premisas, que encabezan el primer captulo de los Principia Ethica, fundamentan la acusacin de Moore a todo intento de analizar lo bueno, intento que incurre afirma Moore en una falacia, la falacia naturalista, puesto que, en lugar de definir tal propiedad, la identifica con una cualidad natural que en modo alguno agota el sentido de bueno. Los utilitaristas han cado segn l en dicho error, pues afirmar, por ejemplo, que bueno es lo placentero, o que bueno es lo deseado, es mantener una actitud psicolgica subjetiva e indemostrable. Y por otro lado, ante parejas definiciones, cabe siempre preguntar: es bueno lo placentero?, o es bueno lo deseado?, preguntas que demuestran que la cualidad en cuestin no es de hecho idntica en significado a bueno; la definicin resulta, pues, incorrecta.

    La expresin naturalistic fallacy la emple por primera vez Moore en su obra Principia Ethica (1903) para referirse a la presuncin de que lo bueno, el concepto fundamental (junto con malo) de toda la tica, puede definirse en trminos de propiedades naturales. Supone, por tanto, que bueno es un concepto simple, no analizable en otros que puedan considerarse sus caractersticas definitorias. Es, por lo mismo, indefinible y es una propiedad slo cognoscible por intuicin de las personas, cosas o acciones, no equiparable a una cualidad natural. Moore cree que las teoras ticas tradicionales sobre todo el naturalismo tico y las ticas basadas en metafsicas se equivocan al querer definir la bondad moral, igual como se define cualquier cosa descomponible en propiedades. As, por ejemplo, cuando se define el tringulo como la figura geomtrica que tiene tres lados y tres ngulos, nada nos impide intercambiar los trminos de la definicin y entender que toda figura geomtrica con tres lados y tres ngulos es un tringulo. En el caso de bueno no existe una tal definicin, e incluso en las habitualmente dadas como, por ejemplo, en la definicin utilitarista de bueno como aquello que produce felicidad al mayor nmero posible de personas, no se da por supuesto, sin ms, que lo que produce la felicidad del mayor nmero de personas sea bueno, porque siempre tiene sentido inquirir si algo es bueno. Si bueno es lo que agrada, no es simplemente evidente que lo que agrada sea tambin bueno. Y si lo fundamental de la tica es el cumplimiento del debermoral, igualmente esta nocin ser analizable y descomponible en otra, atmicamente menores y, en ltimo trmino, remitir a la definicin de bueno, pero de nuevo tenemos el problema: bueno no es reducible ni analizable, ni descomponible en ningn otro concepto menor.

    4.3 La propuesta de Searle: superacin del hiato entre el ser y el deber ser

    Ha habido diversos intentos de saltar el hiato que separa los enunciados descriptivos de los enunciados de valor; uno de los ms conocidos es el de Searle. Se est de acuerdo entre los autores en que no es mediante la lgica deductiva como puede superarse este hiato, y el problema se transforma en el de qu tipos de razones nos inducen a aceptar un razonamiento moral? La respuesta es distinta segn se trate de una tica deontolgico o bien de una tica teleolgica. Segn la primera, los juicios morales se basan en principios o normas morales, o en una cadena de principios morales, cada vez ms generales. Segn la segunda, un juicio moral puede fundamentarse en hechos o en las consecuencias que se producen por obrar de determinada manera.

    Searle aduce que la distincin entre descripciones y valoraciones debe matizare ms: se han realizado descripciones de hechos brutos y descripciones de hechos institucionales, y estas ltimas implican ya de por s unas obligaciones especficas. Por ejemplo:

    1. X ha pronunciado las palabras siguientes: prometo pagar a Z cien pesetas2. X ha prometido pagar a Z cien pesetas3. X se ha obligado a pagar a Z cien pesetas4. X tiene la obligacin de pagar a Z cien pesetas5. X debe pagar a Z cien pesetas

    Como se observa, partiendo de un juicio descriptivo, y con ayuda de algunas premisas intermedias, Searle intenta saltar el abismo entre el es y el debe construyendo un puente con varios muros intermedios con los que apuntalar los tramos argumentales; de esta forma Searle quiere llegar hasta un juicio normativo, donde la conclusin prescriptiva viene impuesta por el uso lingstico de unos trminos (en este caso prometer) que generan unas

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    determinadas obligaciones, compromisos y responsabilidades. La relacin entre el es y el debe queda acuada por el uso del lenguaje y, por tanto, tiene que ser vlida para los usuarios de dicho lenguaje; la norma que se obtiene al desentraar el significado del trmino en cuestin es, en realidad, una tautologa.

    5. La tica analtica5.1 Moore y los Principia Ethica

    La corriente filosfica que ms ha insistido en plantear la necesidad de una fundamentacin lingstica para los problemas derivados de la investigacin filosfica ha sido, sin duda, la analtica. De ah que tal intencin se haya proyectado tambin sobre el asunto de la moral dentro del quehacer filosfico. Los representantes de la tradicin analtica han abordado la tica como una disciplina que requiere una investigacin sobre el lenguaje en el que se manifiestan los valores morales y en que se ha de verter, acaso, la prescripcin moral.

    El primer ejemplo de investigacin analtica de la moral lo encontramos en la figura de Moore desde la aparicin de su obra Principia Ethica. Moore comienza por elaborar su teora tica desprendindose del bagaje previo que, dentro del naturalismo tico, considera la moral como un apndice de la metafsica. Moore encuentra en el naturalismo tico precedente una ineficacia lgica importante que no es otra que la de expresar gran parte de sus afirmaciones como conclusiones derivadas al modo de una falacia naturalista. Esta falacia se manifiesta al deducir proposiciones de carcter moral desde otras proposiciones que no tienen este carcter; es decir, en intentar deducir el deber ser a partir del ser o, lo que es lo mismo, en intentar deducir proposiciones morales de otras que se supone que no son morales. As, la falacia que Moore desvela en el naturalismo tico se muestra en el caso de ofrecer una definicin de, por ejemplo, malo a travs de propiedades naturales tales como aquello que trae dolor, lo que resulta censurable, etc. Moore abomina de tal modelo y exige, en primer lugar, saber qu es malo antes de acudir a estas definiciones. As pues, Moore arguye que tanto bueno como malo no son susceptibles de definicin, sino que son cualidades elementales o simples, no naturales pero s reconocibles de forma directa o por familiaridad. Como dice Moore:

    Sostenemos que amarillo y bueno no son complejos: son nociones de las que se componen las definiciones y con las que surge la posibilidad de nuevas definiciones.

    Veamos la glosa de MacIntyre sobre este asunto:

    As como no podemos identificar el significado de amarillo con las propiedades fsicas de la luz que producen el efecto de ver amarillo, tampoco podemos identificar el significado de bueno con las particulares propiedades naturales que se asocien a bueno. Podra darse el caso de que todo lo bueno fuera agradable, as como toda luz amarilla tiene una cierta longitud de onda; pero as como no se infiere que amarillo significa lo mismo que luz de una cierta longitud de onda, tampoco se infiere que bueno significa lo mismo que agradable.

    Moore contina sus explicaciones estableciendo el cariz paradjico de aceptar la sinonimia entre malo, por ejemplo, y alguna propiedad de carcter natural como puede ser el sufrimiento, puesto que entonces no tendra sentido continuar inquiriendo si el sufrimiento es malo. De esta manera lo bueno, estrella polar de la disciplina tica, no es ni una cualidad de carcter natural ni puede resultar definido en trminos de cualidades no naturales. La va de salida que propone Moore, en tal situacin, es la del conocimiento intuitivo de lo bueno.

    5.2 El emotivismo

    El emotivismo quiere atender a la conexin entre las palabras y los actos morales para convenir que tal conexin se fundamenta en lo emotivo, en las emociones, de tal modo que la relacin entre las palabras y los actos morales no es tan slo de ndole intelectual. Los primeros en defender abiertamente el emotivismo fueron Odgen y Richards:

    ... bueno se usa para simbolizar un concepto nico, inanalizable. Este concepto, se dice, es el objeto de la tica. Este peculiar uso tico de bueno es, sugerimos nosotros, un uso puramente emotivo. Cuando usamos

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    la palabra en este sentido no afirmamos nada, y no tiene funcin simblica. As, cuando lo usamos en la oracin Esto es bueno, simplemente nos referimos a esto, y la adicin de es bueno no introduce ninguna diferencia en nuestra referencia. Cuando, por otro lado, decimos Esto es rojo, la adicin de es rojo a esto simboliza una extensin de nuestra referencia, a saber, a alguna cosa roja. Pero es bueno no tiene una funcin simblica comparable; sirve solo como un signo emotivo que expresa nuestra actitud ante esto y, quizs, evoca similares actitudes en otras personas, o las incita a acciones de una clase u otra (Odgen, C. K., Richards, I. A., The Meaning of Meaning, Londres, 101949)

    5.2.1 Hume: emotivismo versus cognitivismo moral

    Hume pensaba que los conceptos de bien y mal no son racionales, sino que nacen de una preocupacin por la felicidad propia. El supremo bien moral, segn su punto de vista, es la benevolencia, un inters generoso por el bienestar general de la sociedad, que Hume defina como felicidad individual. Su teora moral ha sido caracterizada de emotivismo. El emotivismo es la teora tica segn la cual el fundamento de la experiencia moral no lo encontramos en la razn, sino en el sentimiento que las acciones y cualidades de las personas despiertan en nosotros. Ms tcnicamente, es la teora metatica que sostiene que los enunciados ticos los juicios morales no son informativos, sino que ejercen slo la funcin de expresar o suscitar sentimientos o emociones.

    El intelectualismo moral afirma que la condicin necesaria y suficiente para la conducta moral es el conocimiento. Por ejemplo, Scrates defenda que para ser moralmente bueno, es condicin necesaria y suficiente conocer la bondad. Esta teora parece contraria a las ideas comunes, ya que la mayora de los hombres parecen admitir que las personas pueden ser malas pese a saber lo que se debe hacer o lo que es lo bueno. El emotivismo moral se acerca ms a la concepcin corriente o del sentido comn, al destacar la importancia de los sentimientos y las emociones en la vida moral. Hume es el ms claro representante de esta corriente de pensamiento tico en la filosofa moderna. Desde el punto de vista de la epistemologa se defiende que el emotivismo tico se fundamenta en la teora tica de Hume, quien sostiene que la moralidad se determina mediante el sentimiento. Pero, en Hume, esto quiere decir que en todo hombre hay una misma naturaleza emotiva, igual a la de cualquier otro hombre, que le permite sentir la moralidad del mismo modo. Esto permite poder hablar de una moralidad universal; el emotivismo, en cambio, que se remite a las emociones particulares de cada cual, no permite hablar de una moralidad universal.

    En efecto, Hume representa con claridad las tesis bsicas del emotivismo moral, as como de la crtica al relativismo moral. Comienza planteando el problema: cules son los principios generales de la moral?, en qu medida la razn o el sentimiento entran en las decisiones de alabanza o censura? E inmediatamente seala que la razn tiene una aportacin notable en la alabanza moral: las cualidades o las acciones que alabamos son aquellas que guardan relacin con la utilidad, con las consecuencias beneficiosas que traen consigo para la sociedad y para su poseedor. Seala tambin que, excepto casos sencillos y claros, es muy difcil dar con las leyes ms justas, leyes que respeten los intereses contrapuestos de las personas y las peculiaridades y circunstancias de cada accin. La razn puede ayudarnos a decidir cules son las consecuencias de cada accin, tiles o perniciosas y, por tanto, debe tener cierto papel en la experiencia moral. Sin embargo, Hume intentar mostrar que la razn es insuficiente para dar cuenta de lo propio de la moral.

    5.2.2 Wittgenstein

    El emotivismo tiene un antecedente en el Tractatus de Wittgenstein. En 4.21 leemos:

    Es claro que la tica no se puede expresar. La tica es trascendental. (tica y esttica son lo mismo).

    Es decir, las proposiciones sobre el mundo no nos permiten hablar sobre la tica puesto que no son valorativas sino fcticas. La tica, adems, atae al sujeto y no a los objetos del mundo. La tica, finalmente, incluye todo lo valorativo y de manera muy especial la esttica.

    Sentir el mundo como un todo limitado es lo mstico (Tractatus, 6.45). Para poder contemplar el mundo como un todo limitado, tendramos que salirnos de los lmites del mundo, pero los lmites trazados por la lgica son infranqueables, ya que yo soy mi mundo. Ahora bien, si el lenguaje y la razn no pueden salirse de los lmites de la lgica, existe una dimensin del sentimiento, de la esttica, que puede mostrar ms all del lenguaje de los hechos, ms all de la miseria de la razn, el enigma de la vida. El Tractatuscimenta tericamente la diferencia de Schopenhauer entre el mbito racional y el mbito volitivo. Los hechos pertenecen al mundo de la

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    representacin; el lenguaje que le corresponde dice cmo son esos hechos, pero qu es el mundo como totalidad no pertenece al mundo de la representacin, sino al de la voluntad, a la tica y la esttica. Los hechos carecen de valor en s mismo, es la voluntad quien los juzga. La tica no es un hecho, sino un modo de vida.

    En el lenguaje del mundo todo puede ser expresado con claridad; donde hay una pregunta cabe una respuesta, donde expresamos una proposicin puede haber un hecho que la confirme o deniegue. La tica, al no pertenecer al mundo, no puede ser refutada ni confirmada por ningn hecho; por lo tanto, no cabe en el lenguaje de los hechos, de la ciencia, ni la pregunta ni la respuesta. Desde este punto de vista, la mayora de los sistemas filosficos o ticos y su lmite, el escepticismo, carecen de sentido, ya que no expresan nada.

    El escepticismo no es irrefutable, sino claramente sin sentido, si pretende dudar all donde no se puede plantear una pregunta. Pues la duda slo se puede plantear cuando hay una pregunta; una pregunta, slo cuando hay una respuesta, y sta nicamente cuando se puede decir algo (6.51)

    Todas las proposiciones de la metafsica o de la tica clsica, que trataban de alcanzar el statu del saber cientfico, aparecen en el Tractatusno como proposiciones falsas, sino como falsas proposiciones, son pseudoproposiciones carentes de sentido, sinsentidos. Respecto a estas cuestiones Wittgenstein concluir: De lo que no se puede hablar, mejor es callarse (7). Con esta frase concluye el Tractatus, dejndonos el mbito de la vida ms all de los lmites del lenguaje, en el espacio de la tica y la esttica, hasta el punto que ambos se confunden. Sin embargo, cabra preguntarse, qu silencio artstico permite mostrar lo mstico? La poesa, el arte, se alejan del lenguaje lgico, para mostrar en metforas y paradojas, en el mbito de la intuicin y del sentimiento, aquello que no se deja atrapar en el lenguaje. La poesa y el arte muestran en la belleza creada, dejan adivinar a travs de ella el sentido de la vida. En este sentido, la filosofa no puede ser una ciencia de hechos, y tampoco es un lenguaje sobre los valores ticos o estticos. Para Wittgenstein

    El verdadero mtodo de la filosofa sera propiamente ste: no decir nada, sino aquello que se puede decir; es decir, las proposiciones de la ciencia natural algo, pues, que no tiene nada que ver con la filosofa; y siempre que alguien quisiera decir algo de carcter metafsico, mostrarle que no ha dado significado a ciertos signos de sus proposiciones (6.53)

    La filosofa debe convertirse en crtica del lenguaje, es decir, debe fijar los lmites dentro de los cuales podemos hablar con sentido: el resultado de la filosofa no son proposiciones filosficas, sino el esclarecerse de las proposiciones (4.112). La filosofa es una actividad cuyo contenido es el lenguaje y sus lmites. Fuera de esta labor a la filosofa slo le queda el silencio.

    Los ltimos epgrafes del Tractatus los dedica Wittgenstein a tratar, adems, de los juicios de valor, es decir, de la posibilidad del lenguaje moral. Sabemos que una proposicin es una figura (Bild) de un posible estado de cosas; y dicha proposicin es verdadera si lo que nos figuramos es un hecho, y es falsa si no lo es. Ahora bien, los enunciados donde se expresan juicios de valor no son de esta forma. Cuando decimos no matars, el enunciado no es falso si se hace, y tampoco si no se hace, por lo que no se trata de un enunciado de lo que es el caso, es decir, una proposicin de valor no es una proposicin acerca de los hechos, por lo que, estrictamente, no pueden darse enunciados de valor (si se quiere ser riguroso y atenerse a lo dado y a lo que puede ser dicho slo sobre lo dado). As debe entenderse lo que dice Wittgenstein: Todas las proposiciones tienen igual valor (6.4), de donde se deduce que no es posible que existan proposiciones en tica (6.42). Sin embargo, esto no significa que no haya valoraciones, sino que lo que es el caso y lo que es valorable son cosas distintas; el mundo es como es, y sucede lo que sucede; en el mundo no existe ningn valor y si existiera, no tendra ningn valor (6.41). Por valor entiende Wittgenstein tanto la tica, como la esttica y lo religioso. Para Wittgenstein un valor es un absoluto, algo de lo que no puede darse cuenta referencial al mundo, pero que puede ser mostrado. Si decimos a alguien que tiene que estudiar para conseguir aprobar la oposicin, l podr decirnos no quiero estudiar ms; entonces no podramos decirle: pero debes hacerlo, sino que slo podramos decirle: t sabrs lo que haces. Pero si le decimos. deberas tratar con respeto a tus semejantes, y l nos dijera: no me da la gana, entonces podramos decirle: pero t deberas hacerlo. La validez o la importancia de tratar con respeto a los otros no depende de que algo sea as, de que sea el caso, sino que debe tratrseles as suceda lo que suceda. Por eso en su Conferencia sobre tica Wittgenstein afirmaba que esos valores eran absolutos, aunque no pueden ser expresados en una proposicin con sentido (con referencia al mundo).

    Esto explica que las personas expresan de alguna forma lo que valoran o rechazan moralmente; y eso pese a que tales expresiones son intentos (legtimos personalmente) de decir lo que no puede ser dicho con sentido. Los

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    problemas ticos no pueden ser solucionados por un anlisis lgico; la tica es, como la lgica, una condicin del mundo; la tica y la lgica pertenecen a lo que se muestra, pero no a lo que es enunciado por el lenguaje; a un juicio tico no podemos catalogarlo, como tal, de verdadero o falso. La buena voluntad (la moral) no puede cambiar los hechos, pero s puede alterar los lmites del mundo, por lo que el mundo del hombre feliz es distinto del mundo del hombre infeliz. Es decir, la buena o la mala voluntad no es visible en los hechos, pero el mundo, en la peculiar valoracin de cada cual, puede cambiar como un todo. Los mundos del hombre feliz y del hombre infeliz no coinciden; ante un vaso lleno a la mitad, uno lo ve medio lleno, y el otro medio vaco; pero la cantidad de agua del vaso no se altera, sino slo la distinta valoracin de la cantidad de la misma. La tica (como la lgica o la religin) no es una cuestin de los hechos, sino de la significacin que otorgamos a los hechos. Pero Wittgenstein no est afirmando que los temperamentos sean identificables con los juicios de valor; el temperamento es diferente de los hechos respecto de los que una persona tiene que emitir sus juicios de valor; la voluntad buena tica no es una simple tendencia psicolgica. Pero los hechos no establecen la solucin al problema, sino slo el problema; y los hechos no solucionan los problemas, sino que los originan. Sobre los problemas ticos, pues, slo puede hablarse en primera persona, podemos mostrar el problema y nuestra actitud hacia l, pero no se refiere al mundo, sino slo a la valoracin del mismo, por lo cual, lo que constituye un problema para uno puede no serlo para otro.

    As pues, los problemas ms importantes de la vida, los referentes al sentido de la vida, no pueden ser planteados cientficamente, por lo que tampoco pueden ser resueltos por la ciencia:

    Nosotros sentimos que incluso cuando todas las posibles cuestiones cientficas hayan sido resueltas, los problemas ms importantes de la vida permanecen completamente intactos (6.52)

    es ms, ni siquiera son rozados (ibid.) La solucin de la vida del hombre, incluida la pervivencia tras la muerte, no se encuentra en el mundo, sino fuera del espacio y el tiempo. Lo mstico, pues, no versa sobre cmo son las cosas en el mundo, sino sobre que el mundo existe. Nos admiramos ante el mundo, pero no ante cmo es el mundo, sino simplemente de que el mundo es; es una admiracin por algo que es absoluto, que no puede ser dicho en el lenguaje. Y las cuestiones corolarias a esta admiracin no son cuestiones cientficas, por lo que no son, estrictamente, cuestiones ni problemas. La solucin al problema de la vida significara la desaparicin del mismo. El sentido de la vida puede aclararse, puede mostrarse a s mismo, pero no puede ser enunciado, de la misma forma que la lgica se muestra a s misma, no en lo que dice acerca de s misma, sino en lo que dice acerca del mundo.

    5.2.3 Ayer

    Su dilema se puede exponer as: los juicios aparentes de valor si son significativos (cognoscitivos) son proposiciones reales y si no son proposiciones cientficas son expresiones de sentimientos o emociones que, en cuanto tales, no son susceptibles de verdad o falsedad. Desde esta perspectiva analiza Ayer los trminos ticos de los que constan los juicios ticos. El resultado consistir en afirmar que existen, en verdad, tales juicios o proposiciones. Slo son tales en su envoltorio pero, en realidad, se trata de pseudoproposiciones.

    Tras refutar las teoras ticas habituales llega a la conclusin de que las pretendidas proposiciones normativas de la moral consisten en pura emotividad. Ayer considera que el modo en que nuestro juicio moral puede afectar o convencer a otros no es importante en la concepcin de lo sustantivo en la moral.

    Si digo, por ejemplo, que usted es un violador y aado que eso es malo, no estar ampliando en modo alguno la proposicin primera. Estar manifestando o expresando, simplemente, una desaprobacin moral. Eso es malo es como gritar, cambiar de tono o cosas semejantes. El contenido no ha variado. Ms an, en la forma en la que se suele presentar decir que violar es malo es un sin sentido ya que malo no es un predicado que pueda aplicarse a una proposicin como se aplican aquellos otros que hacen de stas enunciados verdaderos o falsos. No existe, por tanto, contradiccin entre Patricia y Mauricio si Mauricio dice que violar es malo y Patricia dice que violar no es malo. El nico desacuerdo consistir en sus respectivas emociones y stas no son contradictorias, sino simplemente diferentes.

    El emotivismo, no obstante, no es subjetivismo pues un enunciado que afirme algo de mi estado anmico es, en tanto que descripcin del mundo, verdadero o falso. Cuando digo, por ejemplo, que me siento muy feliz, puedo estar dando una informacin sobre mi estado interno. En cuanto tal, la afirmacin ser un aserto verdadero o falso en funcin de que el estado interno sea el de felicidad o no. Pero si puede ser verdadero o falso, entonces no puede ser moral. Lo moral, por el contrario, es expresivo. Esa es su caracterstica principal. Que se mezcle con otras funciones, que pase inadvertido, etc., no quita un pice a esta ecuacin: lo moral es emotivo y no es algo fctico.

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    Las proposiciones significativas son o analticas o empricas. Como las evaluaciones morales no caen en ninguno de los dos campos son, literalmente, carentes de significado cognoscitivo. Las llamadas proposiciones ticas son, por un lado, autoexpresivas y, por otro, persuasivas en el sentido de influenciar la conducta de los dems.

    MacIntyre resume del siguiente modo la teora de Ayer:

    Ayer retom algunas de las posiciones de Hume, pero lo hizo en el contexto de la teora positivista lgica del conocimiento. As, los juicios morales se comprenden en trminos de una clasificacin tripartita de los juicios en lgicos, fcticos y emotivos. En la primera clase entran las verdades de la lgica y la matemtica, considerados como analticos, y en la segunda entran las verdades empricamente verificables y falsificables de las ciencias y del conocimiento de los hechos propio del sentido comn. La tercera clase aparece necesariamente como una categora residual, una bolsa en la que cae todo lo que no es ni lgica ni ciencia.

    Tanto la tica como la teologa se encuentran en esta categora, y este hecho basta por s solo para hacernos sospechar de la clasificacin. Pues segn lo que se ve, los enunciados sobre las intenciones y los actos de un ser omnipotente y los juicios sobre el deber o lo que es bueno evidentemente no pertenecen a una misma clase. Sin embargo, podemos separar fcilmente la teora emotiva del juicio moral de esta dudosa clasificacin. Todo lo que necesitamos conservar de ella es el contraste entre lo fctico y lo emotivo.

    A la teora de Ayer se le han planteado dos objeciones fundamentales:

    1. El emotivismo choca con los estndares ms elementales de nuestro lenguaje y con las intuiciones bien establecidas que le estn asociadas. As, cuando alguien dice violar es malo y se contesta que eso es verdad, suena ciertamente extrao que se quiera decir algo as como Oh!

    2. Cuando alguien dice que no se puede violar est, de una u otra manera, implicando que tiene y puede dar razones de por qu eso ha de ser as. Difcilmente quedara alguien de acuerdo si a la pregunta de por qu el violar no debe hacerse se respondiera sin ms que porque s.

    La respuesta a las objeciones es la siguiente: el punto firme en que se apoya la teora es que ni los hechos ni las razones sobre tales hechos pueden dar como consecuencia un juicio moral. Supongamos que nos encontramos ante una violacin. La descripcin de la violacin con todos sus detalles, incluidos los mviles psicolgicos del agente, y las consecuencias desastrosas de tal acto, sigue siendo una descripcin de hechos, por lo que la moral sigue sin ser contemplada. Ahora bien, las muchas o muchsimas razones que se pueden aducir sobre lo desastroso que para el violador, la persona violada y los dems miembros de la sociedad resulta tal acto no apoya, lgicamente, el juicio moral violar es malo. No hay inferencia lgica posible, sera falaz. Sera, ms concretamente, una versin de la falacia naturalista. Tampoco hay induccin posible puesto que para ello tendramos que contar, desde el principio, con algn hecho moral, cosa que, precisamente, no se da, por hiptesis. Qu es lo que ocurre, entonces? Que las razones determinanactitudes. Dicho de otra manera, que se influye en otras personas para que ellas se comporten moralmente. De ah que se pueda hablar de persuasin, influencia, de poder en situacin, reclamar la atencin o lo que se quiera. Pero ah acaba la cuestin.

    Por otro lado, Ayer da una interpretacin rgida de la tica como metatica. Supongamos que yo soy la persona Alfred Ayer. Como talpuedo estar de acuerdo con que violar es malo. De ah que lo condene, trate de que se evite o desee que se persiga a los culpables. Se sigue tambin, en consecuencia, que algn principio moral he de tener del cual se infiera la maldad, para m, de las violaciones. Pero en cuanto terico, mi teora es neutraen lo que atae a cualquier principio moral. Me limito a describir el comportamiento moral de los hombres incluido mi comportamiento moral. En modo alguno se infiere de mi teora y en cuanto terico un enunciado semejante a violar es malo. Todo el asunto est en que, al margen de las razones, circunstancias o, en ltimo trmino, al margen de cmo estemos constituidos los hombres, no hay forma de establecer una conexin lgica entre cualquier hecho y la bondad o la maldad. La teora, simplemente, se limita a constatar lo que el anlisis le permite. As, la distincin entre tica y metatica es total.

    5.2.4 Stevenson

    La nocin fundamental de Stevenson es que la valoracin no se reduce a las creencias o conocimiento. Que no hay, en suma, hilacin lgica entre las emociones o actitudes ticas y las creencias cognoscitivas. Su insistencia en los

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    aspectos causales de los trminos ticos le conduce si no a negar, s a minimizar el razonamiento moral. Finalmente, la delimitacin cuidadosa entre la tica y la metatica es determinante. Al igual que Ayer, la neutralidad del anlisis ha de ser salvaguardada contra toda interferencia subjetiva.

    Segn Stevenson, tres son los rasgos principales que toda teora tica debe satisfacer si quiere ser interesante:

    1. Debe poder dar cuenta de los desacuerdos en la moral. La disensin moral es una caracterstica de los juicios y comportamientos morales, luego hay que dar cuenta de dicho desacuerdo o disentimiento. En tica, obviamente, hay desacuerdos en las creencias que ataen, naturalmente, al carcter cognoscitivo y, por tanto, argumentativo de la tica, pero adems est el desacuerdo en las actitudes que es lo propio, lo irreductible, o caracterstico de los juicios morales. Stevenson llegar a decir textualmente que el desacuerdo que tiene lugar en la tica es de intereses. Supongamos que alguien dice que X es bueno mientras que su contradictor afirma que X no es bueno. Habr un momento, ms all de toda posible argumentacin y contra argumentacin en trminos de creencias en que el desacuerdo o disentimiento no es en modo alguno resoluble y depende solamente del juego de influencias, persuasiones, sugestiones o emociones. De ah que la teora moral que reserva a la emocin o al dinamismo la causa de tales desajustes podr explicar con satisfaccin lo que no era posible dentro de las distintas versiones tradicionales.

    2. Debe poder dar cuenta del significado que tiene el trmino fundamental bueno y que Stevenson denominar magnetismo. El magnetismo evidente de los trminos morales queda explicado cuando se tiene en cuenta el inters de quien usa tales trminos. Y dado que tal inters encuentra el vehculo apropiado en el significado emotivo del vocabulario moral, no hay dificultad alguna en dar satisfaccin al requerimiento en cuestin.

    3. Ha de explicar por qu el que algo sea bueno no puede ser resuelto mediante los mtodos de verificacin de las teoras cientficas. Ante un hecho como es la conducta moral que no se reduce a una disputa sobre las creencias (al menos, en lo que tiene de caracterstico) no es lcito recurrir a una teora que no puede cubrir este campo. Supongamos que dos personas discrepan sobre si X es bueno o es malo. Supongamos que se han agotado todos los medios racionales para resolver el desacuerdo. Ser posible, entonces, alguna otra medida que lleve a que ambas acaben pronunciando al unsono que X es bueno? La respuesta no puede ser otra que sta: tal vez, quizs o depende. Y depender de que las influencias y persuasiones, que van ms all de la verdad de los hechos y la correccin de los razonamientos, obtengan la deseada concordia. Pero no lo sabremos si no es a posteriori. Y esto puede que muchas veces no ocurra. Lo que aqu est haciendo Stevenson es tomar en toda su fuerza el conocido argumento de Moore sobre la open question: por muy conocida que nos sea una cosa desde el punto de vista emprico, siempre podremos preguntarnos, in infinitum, si es buena o no. Como la solucin no puede ser emprica, ser, en el caso de que lo sea, de otra ndole. Y la nica ndole que nos queda es la que pertenece a los intereses de los individuos que pueden ser modificados o no a travs de otros recursos que no son, precisamente, lo que se utilizan para dirimir cuestiones fcticas o cientficas.

    En la teora de Stevenson es fundamental la distincin que hace, al analizar los trminos morales, entre el significado descriptivo y el significado emotivo. Supongamos que alguien dice X es bueno. Lo que significa tal expresin es que alguien est diciendo que aprueba X y que desea que su interlocutor lo apruebe tambin. Lo primero, el que alguien lo apruebe, es el significado descriptivo. Lo segundo, el deseo de que el interlocutor lo apruebe tambin, constituira el significado emotivo. Cmo se diferencian y complementan ambos tipos de significado?

    El significado emotivo de una palabra es el poder que la palabra adquiere, a causa de su historia en las situaciones emocionales, para expresar directamente o evocar actitudes, a diferencia de describirlas o designarlas.

    Los propsitos en el uso del lenguaje pueden tender a ser descriptivos o a ser emotivos. De donde habr que concluir que hay dos especies de significado: el descriptivo y el emotivo. Hay una propiedad causal, una propiedad propensional, propensiones o tendencias que hacen de un signo algo apto para usarse descriptiva o emotivamente. El uso descriptivo es el apto para expresar creencias y afecta, en consecuencia, al conocimiento, mientras que el uso emotivo del lenguaje afectar a las actitudes.

    El significado emotivo de una palabra es una tendencia de la palabra, que surge de la historia de su uso; una tendencia que produce reacciones afectivas en las personas.

    Cuando A dice que X es bueno est combinando los dos usos mentados. En cuanto que, a travs de esa expresin, se

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    afirma que X es bueno se hace presente el significado descriptivo. En cuanto que, a travs de la expresin en cuestin, se afirma tambin que el interlocutor a quien va dirigida la expresin apruebe X, se hace presente el uso dinmico. Como bueno es un trmino que la depuracin histrica y condicional ha llevado a ser portador de una gran fuerza emotiva y dinmica, bueno es apto para influir en el comportamiento de las personas a las que se dirija la expresin. Todo esto implica que una palabra puede conjuntar los dos significados. Implica igualmente que las palabras morales son especialmente cualificadas para juntarlos, pero no implica que toda expresin emotiva ha de tener tambin un significado descriptivo. O que no puedan modificarse los usos descriptivos y emotivos a lo largo de la historia. Ni implica, en fin, que la dependencia del significado emotivo del descriptivo sea total.

    La palabra bueno se destaca de otras porque estimula o dinamiza el inters de los oyentes hacindoles ver algo importante en el objeto que se dice que es bueno. Facilita, por otro lado, que el oyente responda y se establezca a s un dilogo que no har sino ir aumentando las influencias y los intereses.

    Los trminos morales llevan a, conducen a que la respuesta apetecida sea la que quiere ser inducida por los propsitos del hablante. Lo consigue porque la palabra est cargada con un significado que permite obtener tales resultados. La combinacin o relacin entre ambos significados puede variar tanto como vara el lenguaje y no ms. Ni est al arbitrio de quien usa las palabras pues, por fundamental que sea el propsito de quien usa el lenguaje, ste tiene unas reglas que han de ser respetadas por todos los usuarios.

    En la definicin persuasiva, por su parte, de lo que se trata es de combinar hbilmente el significado descriptivo con el emotivo. Y, as, cuando nos encontramos con palabras que poseen un significado descriptivo vago y una enorme fuerza emotiva la definicin persuasiva est servida.

    Cmo acta la definicin persuasiva? Alterando el significado descriptivo, cosa que le posibilita la apertura o vaguedad del trmino, pero dejando intacta la fuerza que contiene el significado emotivo. De esta manera, lo que se intenta es modificar la actitud del oyente. Se intenta reorientar su conducta, hacer que cambie de opinin, que vea el objeto bajo otras caractersticas de manera que acabe variando su postura.

    5.2.4.1 La teora del significado de Stevenson

    Esta teora tica tiene es la consecuencia directa de una teora del lenguaje que podramos resumir as:

    El significado emotivo de las palabras se entiende y comprende mejor si se contrasta, mediante algunas comparaciones, con el carcter expresivo de otras manifestaciones de los sentimientos humanos como pueden ser la risa, los gritos o el llanto. Tales manifestaciones testimonian de manera natural y directa los estados de nimo de una persona, aunque no formen ni constituyan partes del lenguaje hablado. En ste existe, sin embargo, una categora la interjeccin que se utiliza, en determinadas ocasiones, con idnticos fines. As, por ejemplo, la interjeccin hurra permite el desahogo y liberacin del entusiasmo a uno, de manera anloga a como puede hacerlo un grito. Esto muestra que las palabras emotivas son similares a la risa, a los gritos o al llanto y deben ser analizadas al modo como lo hacemos con las interjecciones que funcionan con las mismas intenciones expresivas. Ahora bien, las interjecciones, en su dimensin lingstica, son convencionales y dependen, en gran parte, de los hbitos de las personas que las emplean y que las escuchan. La gente grita por decirlo as en momentos de euforia, pero slo dice helas! En francs, y ay!en espaol.

    Est claro, pues, que las palabras emotivas son aptas igual que las interjecciones para expresar los sentimientos de las personas que hablan como para provocar sentimientos en las personas que escuchan. Y esa aptitud se funda en los hbitos que se han desarrollado al emplearlas en situaciones de tipo emocional (tica y lenguaje, p. 49)

    Despus de rechazar por insuficientes las teoras del significado referenciales, Stevenson profundiza en las de ndole conductista, sealando la propiedad disposicional que poseen las palabras para provocar una reaccin en el que las escucha. Tal propiedad disposicional desembocara bien en el significado emotivo, bien en el significado descriptivo. A este respecto, el trmino disposicin (o aptitud latente o propiedad causal) le es til para encarar el anlisis de situaciones causales complicadas en las que determinado tipo de evento es resultado de muchas variables. Por ejemplo, no cabe duda de que el caf es sustancia estimulante. El grado de estmulo, sin embargo, que ejerce sobre quien lo toma depende tambin de oros factores: estado de cansancio, capacidad de absorcin de las paredes del estmago, constitucin del sistema nervioso. Esquemticamente:

    De estas consideraciones se infiere que el significado es una clase de signo que posee la propiedad de ser estmulo y

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    que, en consecuencia, dispone para una determinada reaccin. Significado ser

    La disposicin de un signo (oral) para afectar a quienes lo escuchan, cuando tal disposicin ha sido causada slo por un complicado proceso de condicionamientos que han acompaado al uso del signo en el proceso de comunicacin (p. 61)

    Elucidado el concepto de significado, en cuanto gnero, se concluye que el significado emotivo y el descriptivo configuran sus dos grandes clases o especies. Se tiene, pues, un significado emotivo cuando la respuesta de quien recibe el estmulo, constituido por el signo oral, o cuando la produccin de tal signo por parte de quien lo usa, dan como resultado un conjunto de emociones. Y se tiene un significado descriptivo cuando el estmulo, constituido tambin por el signo oral correspondiente, origina procesos mentales cognitivos.

    Ambos tipos de significado se hacen presentes en los juicios de ndole moral. Sin embargo, esta presencia slo se descubre si las expresiones ticas son sometidas a anlisis, segn modelos de trabajo que adopten las formas siguientes:

    Esto est mal significa Yo desapruebo esto; desaprubalo tambin t.

    Deb hacer esto significa desapruebo no haber hecho esto; desaprubalo t

    Esto est bien significa yo apruebo esto; aprubalo tambin t

    En estos modelos de trabajo nos encontramos con tres expresiones ticas, cada una de las cuales viene analizada en ora expresin que abarca dos partes: la primera (en cursiva) evidencia el significado descriptivo de la proposicin y la segunda, el significado emotivo (o imperativo). Con todo, este ltimo no debe confundirse con el que entraa una mera orden, ya que sta tiende a provocar un esfuerzo consciente de obediencia, mientras que aqul simplemente induce o sugiere cierto modo de comportamiento.

    As, el significado emotivo cobra estabilidad en el tiempo en virtud de las reglas lingsticas, mediante las cuales se conservan habitualmente las disposiciones cognitivas de una lengua. El emotivo, en cambio, adquiere dicha estabilidad por obra de un conjunto de circunstancias que lo unen a las convenciones o costumbres del uso. Por ello, la evolucin del lenguaje sufre ms variaciones en el mbito descriptivo que en el emotivo.

    Si recordamos que el significado emotivo raramente depende slo de la referencia descriptiva, sino que depende tambin de los gestos, de la entonacin o de los contenidos emocionalmente vigorosos, con los que el trmino ha estado precedentemente asociado, es fcil observar por qu el significado emotivo puede con frecuencia sobrevivir a los cambios que sufre el significado descriptivo (p. 74).

    Por otro lado, un signo oral puede tener una disposicin a afectar sentimientos o actitudes y, al mismo tiempo, una disposicin a afectar la cognicin. Es decir, un signo oral goza, a veces, de capacidad para significar emotiva y descriptivamente.

    La parte descriptiva del significado de una expresin tica cobra relevancia muy importante. De hecho, merced al significado descriptivo las expresiones ticas se unen a concepciones y principios morales de ndole general. En conformidad con tal visin,

    Esto es bueno significa esto posee las cualidades o relaciones X, Y, Z y, por tanto, bueno logra un significado emotivo laudatorio, que expresa la aprobacin de quien habla y tiende a provocar idntica aprobacin en quien escucha (p. 194).

    Al acrecentarse, aqu, el significado descriptivo, los juicios ticos estn sujetos al uso ms directo de mtodos empricos y lgicos y, por ello, parecen caer tambin dentro de consideraciones acerca de la prueba y de la validez en la argumentacin. En definitiva, la tica nunca ser normativa. En ambos esquemas siempre queda al descubierto su carcter sugeridor o, si se prefiere, inductor de conductas morales.

    5.2.5 Crticas al emotivismo

    MacIntyre equipara el emotivismo con el existencialismo en cuanto que ambas doctrinas filosficas no seran sino la derivacin histrica de un largo proceso. Ese proceso sera el siguiente: hubo una teora tica bien establecida en la

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    que las virtudes tenan su lugar y su articulacin porque se insertaban dentro de una concepcin del hombre y de la comunidad que ofreca un modelo adecuado para obtener unos fines apropiados. De esta manera, la moral fijaba unos fines y mostraba unos medios. De ah que no tuviera sentido plantear lo que luego se conocer como falacia naturalista: si se puede o no pasar de lo que se es a lo que se debe ser. Y no se plantea porque el esquema es funcional: para lograr tales fines se necesitan tales medios. Todo, de alguna manera, es fctico. Ese esquema moral no sera otro que el de Aristteles.

    El esquema aristotlico fue fraccionado y slo nos quedan retazos o fragmentos fuera de su armazn. La modernidad trae a la escena una nocin de individuo que poco tiene que ver ya con lo que aqul fue para Aristteles. De esta forma, el emotivismo sera el ltimo estadio en el que un sujeto, solo y desamparado, se ve obligado a elegir. La idea de preferencia se le ofrece como una gran conquista cuando no sera sino la ms clara muestra de una soledad tica en la que se ha hecho virtud de la necesidad. De esta forma, el emotivismo es todo un sntoma, un sntoma excepcional de la prdida moral, del engao tico en el que vive una poca sin los medios apropiados para adecuar la virtud a la felicidad.

    Frankena ha respondido a esta crtica de MacIntyre afirmando que el emotivismo, independientemente de su historia y de los procesos por los que ha pasado, contendra como todo lo que afirma o niega su verdad o falsedad. Dicho de otra manera: al margen del emotivismo como valor sintomtico o heurstico, est el posible valor de verdad del emotivismo. ste no se despacha histricamente. Ms an, por lo difcil que sea sustraerse a la historia de un trmino, no hay modo de reconocer esa misma historia si, de alguna manera, no podemos conceptualizar el trmino en cuestin. A la hora de fijar filosficamente una palabra, de lo que se trata no es de sealar los usos fcticos de esa palabra (en el caso de que la hubiera, pues bien pudo ocurrir que se dieran pocas en las que no existan trminos morales y no por eso se podra llamar a esa gente inmoral) sino de captar las diferencias relevantes para nuestra idea de hombre. Que pocas distintas usen palabras distintas no obsta para que debamos investigar aquello que hace de una conducta algo moral. Es as, precisamente, como se posibilita el dilogo con otros tiempos y otras culturas.

    5.3 El lenguaje prescriptivo de la moral: Hare

    Hare marcar una nueva poca ms all del emotivismo. Con ste comparte la idea de que hay que rechazar el descriptivismo como insuficiente para explicar el comportamiento moral. Pero retendr dos objeciones al emotivismo que le haran incapaz tambin de dar cuenta de la conducta moral humana:

    1. La supuesta confusin emotivista entre razones y causas

    2. El desconocimiento, a nivel lingstico, entre los efectos y el significado de las palabras

    La nocin central de Hare es que el lenguaje de la moral es una especie del lenguaje prescriptivo (y en modo alguno persuasivo simplemente) y que mientras que el emotivismo hace que X cambie, lo que est en juego y hay que sealar es que la moral dice que X ha de cambiar a travs de un lenguaje de prescripciones. El prescriptivismo de Hare se sita entre el emotivismo no hay algo as como hechos morales sino que los juiciosmorales guan la conducta y el intuicionismo no hay algo as como hechos morales pero s hay razonamiento moral.

    Segn Hare los juicios de valor implican imperativos y son universales. Y, por otra, parte, son racionales en cuanto hay principios que proveen una razn al juicio moral en cuestin. La moral es autnoma, puesto que no se derivan conclusiones morales desde premisas fcticas. Los imperativos no se derivan de premisas fcticas sino que la naturaleza prescriptiva de los juicios de valor es la que hace que los imperativos estn ya implicados. As, esto es bueno contendra un imperativo que es el que va a actuar como premisa. Debo hacer X es un juicio de valor slo si implica haga yo X. Lo cual quiere decir que quien afirmara Debo hacer X pero no tengo la intencin de realizarlo o bien se estara contradiciendo o no se tratara de un real juicio de valor.

    Los supuestos del sistema de Hare son:

    1. Los juicios morales son una especie de un gnero mayor y que no es otro sino el de los juicios prescriptivos. Un juicio valorativo siempre nos conducira, si es realmente moral, a una prescripcin. Y es que a quien profiere una valoracin siempre se le puede preguntar por qu. La respuesta habitual a quien nos pregunta por qu llamamos buena la accin X consiste en una descripcin. As, a quien nos preguntara, por ejemplo, por la bondad de ayudar a los etopes hambrientos le podramos contestar sealando que en caso contrario se moriran de hambre. Ahora bien, la respuesta es una descripcin, por lo que alguno podra objetar diciendo

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    que hemos cado en el naturalismo. Todo lo contrario, es que cuando se dice que una accin es buena, la expresin se est usando para guiar la conducta. De ah que cuando se da la razn del por qu, lo que se est poniendo de manifiesto es que, a travs de juicios valorativos, llegamos hasta unos principios o criterios generales que, en cuanto aceptados por nosotros, son prescriptivos

    Para Hare, un juicio moral, en su aspecto primordial, consiste en prescribir o guiar las acciones.

    Si a los juicios de valor (bondad, justicia, deber) siempre se les puede aadir una pregunta y la respuesta lleva en cadena hasta unos principios ltimos, entonces un esquema sencillo que los subyace constara de dos frmulas. La primera sera sta: en un nivel primero X es bueno parece descriptivo. Pero si en un segundo nivel se capta su gramtica, nos encontraramos con que su significado es prescribo hacer X. Es aqu donde entra en funcionamiento la segunda frmula. Porque se puede preguntar siempre por qu X es bueno o debe de hacerse. La respuesta ser una descripcin determinada. Y esta respuesta se basa en un principio que, en cuanto aceptado por parte de quien lo emite, es una prescripcin.

    En la relacin que existe en el juicio moral entre lo descriptivo y lo prescriptivo, lo prescriptivo es lgicamente anterior. Lo descriptivo depende de lo prescriptivo. Hare se esfuerza en hacernos ver la constancia de lo prescriptivo respecto a la variabilidad de lo descriptivo y cmo, en ltimo trmino, cuando apelamos a un principio superior es porque, efectivamente, ste es usado para imperar o mandar. La cadena de los por qu es una cadena directiva que encuentra su ltimo fundamento en un mandato. Y esto mismo muestra igualmente cmo no cualquier mandato es un juicio de valor. El juicio moral es universal y no se limita a un caso concreto o limitado.

    2. La caracterstica que diferenciar a los juicios morales del resto de los juicios prescriptivos es que lo morales son universalizables de una singular manera. Los juicios morales tienen universalidad. No son generales sino universales. A diferencia de Kant, para Hare, cualquier regla moral, por muy concreta que sea, ha de ser universal y eso quiere decir que lo que se dice en un caso concreto (que se ha de actuar de una determinada manera) implica que valdra en cualquier otro caso si todos los aspectos relevantes son iguales. Esta universalidad de los juicios morales se distingue de la que se da en los juicios sobre hechos (a todo lo que llamo lapicero, por ejemplo, he de seguir llamndolo lapicero en todas las circunstancias que sean iguales). Y es que en el lenguaje valorativo no podemos decir que algo es bueno porque se es su significado. Lo ser porque apelamos a criterios o principios. Pero entonces, tal criterio o principio es sinttico. Imaginemos una discusin de un defensor de la pena de muerte y un defensor del punto de vista contrario. El desacuerdo, obviamente, no es sobre el significado de pena de muerte. Es de suponer que, dados sus conocimientos de la lengua y los conocimientos habituales, ambos estarn de acuerdo en lo que significa pena de muerte. El desacuerdo, por el contrario, proviene de que los dos aceptan criterios distintos, recurren a principios que se oponen entre s. Por eso mientras que X es un lapicero puede obtenerse, en cuanto principio universal, subsumiendo X en la categora de lapicero segn una regla de significado vlida para todos, la pena de muerte no es buena es, por el contrario, la eleccin de un principio que ha de dirigir la accin.

    Hare defiende, como caracterstica esencial de los juicios morales, la universalizabilidad. sta es distinta de la que se da en los juicios de hecho. De ah que quien dijera, por ejemplo, que la pena de muerte no es buena porque no favorece los intereses del Estado que la aplique no estara haciendo un juicio moral con la universalizabilidad que le es propia. Y la que le es propia es la que dice que sera contradictorio afirmar que A debe de hacer X mientras que yo podra, sin embargo, no hacerlo. Ahora bien, este principio es analtico y en cuanto tal estrictamente lgico. Cmo se compagina entonces el que el principio de universalizabilidad sea analtico con que sea sinttico? La respuesta es sta: independientemente de la confusin a la que pueda dar lugar la manera de expresarse de Hare, la cuestin es que slo una universalizabilidad como la defendida es la que puede tener relevancia moral. El principio es, sin duda, lgico, pero slo nos interesa cuando se aplica a la moral. O, inversamente, slo si adquiere un cierto grado de universalizabilidad un principio puede llamarse moral. Que en una ocasin determinada A diga que no se debe hacer X, mientras que, en circunstancias similares, dice de B que s lo debe hacer, es ya un juicio concreto moral y la caracterstica formal que lo hace moral no es su aplicacin concreta sino su carcter lgico.

    El mero dar una razn a una pregunta de por qu la pensa de muerte no es buena no es suficiente para hablar del grado de universalizabilidad requerido por Hare. La pregunta muestra que estamos ante una cuestin abierta, pero no habremos llegado hasta la universalizabilidad exigida, si el juicio no es

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    concreto y limitado, sino cuando se aplica sin restricciones. En algn momento se ha llamado a tal universalizabilidad U: los juicios morales nos afectaran a los hombres en cuanto hombres y no por pertenecer a este pas, a esta comunidad o a aquella circunstancia. En este sentido los juicios morales adquieren esa caracterstica fundamental que no es otra que la imparcialidad frente a todo lo parcial que tiene un juicio particular y limitado. Y si se vuelve a objetar que la imparcialidad es ya un principio moral y no lgico, la respuesta debera de ser que o bien un juicio moral slo es tal si es lgicamente universalizable o bien que una vez descubierto el carcter lgico del principio lo aplicamos a la moral.

    3. Es posible el razonamiento o argumentacin moral dado que es posible la relacin lgica en los juicios prescriptivos. Los juicios del tipo llamado U se atribuiran a los juicios valorativos y normativos, pero en modo alguno a los imperativos y a los deseos. Aplicarlos a los imperativos parece un sin sentido, y aplicarlos a los deseos parece una arbitrariedad. Que yo, en determinadas circunstancias, quiera o desee X en manera alguna implica que Mauricio, en las mismas circunstancias, haya de querer o desear tambin X. Y a la hora de seguir especificando el valor moral de los juicios en cuestin, Hare nos sealar cmo la apelacin a los hechos es propia del razonamiento moral o cmo la inclinacin o el inters determina el valor moral de los juicios: si digo que todos los alemanes son unos nazis y deben estar encerrados, y descubro que soy alemn he de mantener que soy tambin un nazi o retirar el principio. Ninguna demostracin mejor para poner a prueba mi moral que confrontarla con mis inclinaciones. No menos importante es el papel que Hare otorga a la imaginacin en lo que atae al juicio moral. En ltimo trmino, se trata de la capacidad para colocarse en el lugar de los otros. Y era esto lo que exiga el principio lgico, base de la argumentacin moral. Porque pedir de otro que haga todo lo que yo debo hacer en una situacin determinada, no es slo imaginarse al otro en esa situacin, sino imaginarme a m mismo en aquella que, por hiptesis, contradice mis inclinaciones.

    5.3.1 Crticas a Hare

    Hare, como filsofo semikantiano, acepta que la accin moral lo es porque se bas