El Lecho de Procusto

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EL LECHO DE PROCUSTRO

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Un ensayo filosófico sobre Nassim Taleb.

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EL LECHO

DE

PROCUSTRO

Raúl Retana Cenamor

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Introducción o de cómo no tratar a los huéspedes

En la mitología griega Procusto

(que significa literalmente “el

estirador”) era el poseedor de un

pequeño estado, además de un

posadero afincado en el Ática.

Procusto tenía un particular

sentido de la hospitalidad. A los

viajeros solitarios les ofrecía una

cuantiosa cena y un lecho (o

cama de hierro) donde pasar la

noche.

Mientras estos dormían, les

amordazaba y ataba a las cuatro

esquinas de la cama. La idea era que si el cuerpo del viajero era más largo que la

cama, él serraba las extremidades que sobresalieran. Si por el contrario, el cuerpo

del desdichado huésped era más pequeño que el lecho, Procusto lo estiraba a

martillazos hasta amoldarlo a las perfectas dimensiones de la cama de hierro.

Lo fundamental en esta narración es que nadie jamás coincidiría en el tamaño

adecuado. Varía según la versión, pero se cuenta que Procusto tenía dos camas de

diferentes tamaños, por lo tanto nadie iba nunca a encajar. Todo esto fue así hasta

que llegó el héroe griego Teseo, que utilizando su astucia hizo que Procusto

comprobara en sus propias carnes si él encajaba en la cama. Como finalmente no

encajó, Teseo ajustó sus extremidades y finalmente le cortó la cabeza.1

Procusto como metáfora del conocimiento científico

Este mito de El lecho de Procusto es un buen ejemplo de aplicación de aquellos

casos del conocimiento científico en los que se moldean a machamartillo los datos

de la realidad, para que se adapten a una hipótesis previa. Esta es una idea que se

1 “The bed of Procrustes”, Nassim Taleb, Ed. Random House, 2010, p. 1

Grabado Griego en el que Teseo corta la cabeza a Procusto

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ha manejado de que los modelos son exitosos porque están diseñados para ello,

para el éxito.

En los últimos tiempos el caso más bochornoso en el que se aplicado esta manera

de pensar ha sido la economía. Mi interés se ha centrado en esta rama –y no en la

física como hemos hecho a lo largo del curso–, porque por motivos profesionales es

la que mejor conozco y por motivos intelectuales es a la que he dedicado los

últimos tres años de mi vida.

Por otra parte, utilizaré como referencia a mi pensador preferido en este asunto.

Su nombre es Nassim Taleb y no es muy conocido fuera de los círculos económicos.

Pero a lo largo del curso y al ir exponiendo los diferentes problemas que

experimentaba la ciencia, me he dado cuenta de que usted y él han llegado a

conclusiones altamente parecidas. No es de extrañar, ya que la influencia que ha

tenido en Taleb autores como Karl Popper ha sido enormemente importante.

Este ensayo es por lo tanto un canto a no tomarnos el conocimiento tan en serio.

Veremos a lo largo de estas páginas, que no somos ni de lejos, tan inteligentes

como los avances científicos y tecnológicos nos han hecho creer. Pero antes,

haremos un alto en el camino, para comentar brevemente la vida y obra del autor

que ha inspirado estos pensamientos.

¿Pero quién es Nassim Nicholas Taleb?

Sería un falta de respeto y de rigor, abordar un trabajo de estas características, sin

presentar al autor de los pensamientos que se expondrán más adelante. Estoy

encantado además de la oportunidad de poder exponer sus ideas, porque

sinceramente es un autor que a mí me ha cambiado la manera del ver el mundo.

Por los menos, tengo contados tres giros copernicanos en mi reflexionar a raíz de

sus escritos. Ha sido el pensador que más me ha influido y de largo.

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Nassim Nicholas Taleb es un ensayista muy particular. La foto escogida en esta

página no es una casualidad, sino que resume muy bien lo que es su vida. Por un

lado podemos observar en su escritorio unos bustos grecolatinos, que nos dan

muestra de su amor por el mundo clásico y el conocimiento. Taleb es políglota,

habla inglés, francés, árabe, italiano y español. Y además es capaz de leer griego y

latín. Es de la clase de persona que al igual que Borges, piensa que el paraíso debe

de ser alguna especie de biblioteca.2

2 Como curiosidad, su gran amigo el matemático Benoît Mandelbrot (el padre de los Fractales y la Teoría del Caos, le dejo en herencia su biblioteca tras años de profunda amistad).

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A sus espaldas podría parecer que tiene un ordenador convencional, mas no es así.

Se trata de un Bloomberg Terminal3, que son unos ordenadores especiales para los

profesionales que se dedican a invertir en bolsa: con información actualizada,

rapidez a la hora de ordenar operaciones etc.

Aquí está la maravilla de Taleb, que es un filósofo práctico. Es decir, que usa su

visión del mundo para ganarse la vida, con el detalle importante de: si corrobora su

pensamiento gana dinero; si no, pues lo pierde. ¿Cuántos de nuestros compañeros

filósofos podrían seguir pagando las facturas si les aplicáramos la misma regla?

Taleb es originario del Líbano, de una familia de cristianos Ortodoxos. Su

antepasados pertenecían a la burguesía acomodada de Beirut. Habían

desempeñado puestos en cargos políticos y relacionados con el gobierno. También

relacionados con la cultura como: director de la biblioteca nacional etc. Pero en el

año 1975 estalló la Guerra Civil del Líbano y Taleb con quince años se vio obligado

a exiliarse. No es de extrañar que los temas centrales de su manera del ver el

mundo sean: la suerte, la incertidumbre y la probabilidad. Todo gira en torno a la

conclusión que no hay nada seguro.

Se exilia a Francia y allí estudia matemáticas financieras en la universidad de París-

Dauphine, dónde acabará su tesis doctoral. Después pega el salto a la City

londinense y continua sus estudios en la London Business School of Economics,

donde otros autores como Karl Popper y sobre todo George Soros habían acudido a

formarse.

Finalmente acabará en Wall Street como operador de opciones cuantitativas

(bróker profesional), carrera que habrá ejercido por más de veinte años. Respecto

a su posición filosófica si hubiera que definirla en alguna tradición esta sería la del

escepticismo de Sexto Empírico, Algazel, Pierre Bayle, Montaigne y David Hume.

Que resumido en una línea afirman que no puede utilizarse el pasado para predecir

el futuro.

En este libro, la probabilidad es, fundamentalmente, una rama del escepticismo

aplicado, y no una disciplina de ingeniería […] La probabilidad no es un mero

3 Para más información sobre los Bloomberg Terminal consultar: http://en.wikipedia.org/wiki/Bloomberg_Terminal

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cálculo de posibilidades en un dado o variantes más complejas; es la aceptación de

la falta de certidumbre en nuestro conocimiento y el desarrollo de métodos para

superar nuestra ignorancia.4

Si te quiero es porque eres práctico

Me gustaría comentar un hecho personal, quizás a modo de desahogo y para que se

entienda mi eterna gratitud a Taleb. Si le tengo tanta admiración a su pensamiento,

es por lo siguiente: mi entrada en la universidad para estudiar filosofía no fue nada

sencilla. Mi familia, se divide en dos carreras: ingenieros y economistas. Por lo

tanto, jamás entendieron ni apoyaron esta decisión. Es más me dijeron que entrar

en la carrera era un error. Y lo ha sido. Pero no porque lo que ellos creían que lo

iba a ser.

Si algo hacía atractiva la filosofía para un bachiller como yo, era la posibilidad de

desarrollar un pensamiento propio y crítico. El tema de ganarme la vida me daba

bastante igual, simplemente porque pensaba que si era capaz de amueblarme la

cabeza de la forma apropiada, podría ser el mejor en campos como el que también

me apasiona: la economía.

Ni que decir tiene que el tortazo fue mayúsculo al pisar las aulas. En este sentido

Taleb se ha convertido en mi oasis en el desierto. Alguien que como hemos

mencionado anteriormente si se equivocaba en su pensamiento, paga su

equivalente en dinero. ¿Puede haber algo más justo?

La diferencia entre Montaigne y Descartes

Otra de las razones del presente ensayo es la de cultivar la inseguridad intelectual.

Dentro del pensamiento, me siento más cómodo cuando muevo los pilares de

aquellos que se toman demasiado en serio la calidad de su conocimiento y por

supuesto a sí mismos. En un inicio, puede parecer una falta de rigor, sin embargo

4 “¿Existe la suerte? Engañados por el azar”, Nassim Taleb, Ed. Thomson, 2006, p. xxii

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me parece que es la función vital de la filosofía: el mostrar las fallas, flaquezas,

sesgos y equívocos de las disciplinas del conocimiento humano.

En su día fue la teología la que se sometió al examen de un crítica hasta sus últimas

consecuencias, era de recibo, puesto que “el estudio de Dios” estaba en el centro de

todo y era el eje sobre el que todos los demás conocimientos pivotaban. Hoy en día,

se trata más bien de otro tipo de disciplinas como buenamente pueden ser la física

y la economía, las cuáles están altamente matematizadas.

“Un lector convertido en amigo epistolar me hizo volver a descubrir al ensayista e

introspector profesional francés del siglo XVI Montaigne. Quedé absorto por las

implicaciones de las diferencias entre Montaigne y Descartes, y cómo nos hemos

extraviado por seguir la búsqueda de las certidumbres de Descartes. Sin duda,

hemos cerrado nuestra mente al seguir el modelo de pensamiento formal de

Descartes en vez de la marca del juicio vago e informal (pero crítico) de Montaigne.

Medio milenio más tarde el gravemente introspectivo e inseguro Montaigne se

yergue como un modelo a seguir para el pensador moderno. Además, el hombre

tenía un valor excepcional: hace falta tener valor, sin duda para seguir siendo un

escéptico; hace falta un valor descomunal para ser introspectivo, ponerse en duda

a uno mismo, aceptar las propias limitaciones: los científicos encuentran cada vez

más pruebas de que estamos diseñados específicamente por la madre naturaleza

para engañarnos a nosotros mismos.” 5

El problema del pavo

El problema del pavo, es una enseñanza que nos legó el filósofo británico Bertrand

Russell acerca del sistema de creencias y cómo conocemos. Dicho de otro modo, de

lo que habla Russell es que el conocimiento inductivo nunca será cien por cien

seguro. A lo que más será probabilístico. El razonamiento inductivo consiste en a

partir de la observación repetida de sucesos establecer una conclusión general

para ese fenómeno dado. Esta es la forma en que por ejemplo avanzan algunas

ciencias.

5 “¿Existe la suerte? Engañados por el azar”, Nassim Taleb, Ed. Thomson, 2006, p. xxi

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Este pavo descubrió que, en su primera mañana en la granja avícola, comía a las 9

de la mañana. Sin embargo, siendo como era un buen inductivista, no sacó

conclusiones precipitadas. Esperó hasta que recogió una gran cantidad de

observaciones del hecho de que comía a las 9 de la mañana e hizo estas

observaciones en una gran variedad de circunstancias, en miércoles y en jueves, en

días fríos y calurosos, en días lluviosos y en días soleados. Cada día añadía un

nuevo enunciado observacional a su lista. Por último, su conciencia inductivista se

sintió satisfecha y efectuó una inferencia inductiva para concluir: “Siempre como a

las 9 de la mañana”. Pero ¡ay! Se demostró de manera indudable que esta

conclusión era falsa cuando, la víspera de Navidad, en vez de darle la comida, le

cortaron el cuello. Una inferencia inductiva con premisas verdaderas ha llevado a

una conclusión falsa.6

Este es el ejemplo perfecto de los fallos que tiene la epistemología humana. Al

suceso de cortarle el cuello el día de Navidad le denominaremos Cisne Negro. Esto

es, acontecimientos que suceden de manera imprevista y cuyas consecuencias son

brutales. Se denomina así en honor a la anécdota contada por David Hume, en la

que hasta la exploración de Australia se pensaba que todos los cisnes eran blancos.

Cuál fue la sorpresa de los europeos de aquella época al ver, un animal

exactamente igual que un cisne blanco, pero de color negro.

Lo que quiero decir es, por tanto, lo mismo que con el pavo. Nuestro conocimiento

del mundo es tiene una validez temporal, hasta que no haya una instancia que

invalide la tesis propuesta. Por lo que podemos afirmar algo de una manera

probabilística. Por ejemplo: estoy al 99% seguro de que mañana me echarán de

comer, pero siempre hay un porcentaje de un 1% de que mañana sea Acción de

Gracias y sea un pésimo día para ser un pavo.7

Mediocristán y Extremistán no son el mismo país6 Extraído de “¿Qué es esa cosa llamada ciencia?”, Alan F. Chalmers, Ed. Siglo XXI, 19827 Para más información sobre el problema del pavo inductivista consultar: “Antifrágil”, Nassim Taleb, Ed. Paidós, 2013, p.128

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No todo el corpus del conocimiento se ve afectado por los Cisnes Negros y el

problema del pavo inductivista. A partir de ahora vamos a definir dos territorios:

Mediocristán y Extremistán.

Mediocristán es el terreno donde los sucesos raros no existen. Por el contrario hay

pequeñas desviaciones más recurrentes y sostenidas a lo largo del tiempo. Para

ejemplificarlo tomemos un valor de referencia como es el de la altura humana. Si

tuviéramos datos del ser humano más bajito del mundo, que midiera medio metro

por ejemplo. Y luego tuviéramos el dato del ser humano más alto, que se acercara a

los dos metros y medio. No pasaría la muestra, de una diferencia de ser cinco veces

más alto uno respecto del otro. Es decir, que entre seis mil millones de personas

hay un rango de como máximo cinco veces arriba o abajo. El resto de seres

humanos se encontraran en algún punto intermedio de estos dos.

En Extremistán sin embargo los sucesos raros hacen su aparición. Si valoramos las

diferencias entre seres humanos no por su altura, sino por su dinero, podemos dar

cuenta de lo que nos vamos a referir. Imaginemos cuanto es el salario de la persona

más pobre del mundo. Pongamos que un dólar diario, por decir algo –ya que

seguramente sea menos–. En total treinta dólares mensuales. Ahora vayamos al

otro extremo en el que la persona más rica del mundo en estos momentos, el

multimillonario mexicano Carlos Slim, se le calcula en el mismo mes que posee una

riqueza de 73 mil millones dólares.8 Podemos hacernos a la idea, de que si la altura

fuera Extremistán, la diferencia entre la persona más alta respecto a las más baja,

sería una diferencia de kilómetros versus milímetros.

Esto nos hace entender que no toda disciplina se puede cortar por el mismo rasero.

En el caso de las ciencias por ejemplo, cuanto más abstractas son y menos contacto

tienen con la realidad, más cerca se encuentran de Mediocristán. Por el contrario,

cuanto más humanas, más sociales, más peligro de acercarse a la tendencia de

Extremistán.

Cómo no ser un hombre del tiempo

8 http://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Slim/ (20/05/2014)

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Un buen ejemplo de los límites de la ciencia y de nuestro conocimiento en general,

lo encontramos en la predicción meteorológica. Realmente la podemos considerar

una ciencia en tanto en cuanto se le aplica el método científico, pero al basarse en

comprobaciones de un número de factores tan grande que no podemos abarcar, los

resultados son igual de razonables que una escopeta de feria. Es decir, intenta

predecir un volumen muy superior de factores de los que podemos tener en

cuenta, por nuestras capacidades.

El problema del pavo se aplica con toda su fuerza y al igual que los economistas, los

profesionales de esta disciplina son incapaces de predecir el pasado. Suelen acertar

a un día vista, a dos, pero jamás podrán decir cómo será el tiempo de aquí a diez

años. Cuanto más largo es el plazo a analizar más incapaces se vuelven y más

frágiles sus métodos.

¿Cuántas veces habremos oído eso –sobre todo de las abuelas–, de que estos

hombres del tiempo no dan ni una? Y es que es un conocimiento probabilístico en

su sentido más estricto. Somos totalmente incapaces de predecir el

comportamiento, la dirección y la intensidad de un huracán. Incluso la sabiduría

popular y práctica ha superado a la técnica. ¿Cuántos pastores de pueblo hacen

mejores predicciones simplemente observando lo que sucede a su alrededor?

Con la economía pasa exactamente lo mismo. Todos los pavos creen que van a

tener comida, hasta que un día quiebra un banco (la quiebra de Lehman Brothers

el 13 de septiembre de 2008 por ejemplo) y acaban con el cuello cortado. ¿Dónde

estaban los analistas? ¿Dónde los matemáticos? Por eso a uno le entra la risa floja

cada vez que lee en la prensa económica y sale algo como: “La economía española

mejorará dentro de diez años”. Lo mejor que se puede hacer con prensa de ese tipo

es tirarla a la basura. Por no hablar de los gurús de las televisiones o los empleados

del banco… Darían para un ensayo entero…

La antibiblioteca de Umberto Eco

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La siguiente anécdota ejemplifica muy bien lo tontos que podemos llegar a ser:

El escritor Umberto Eco pertenece a esa reducida clase de eruditos que son

enciclopédicos, perspicaces y amenos. Posee una extensa biblioteca personal (con

más de treinta mil libros), y divide a los visitantes en dos categorías aquellos que

reaccionan con un “¡Oh! Signore professore dottore Eco, ¡vaya biblioteca tiene usted!

¿Cuántos libros de éstos ha leído?”, y los demás –una minoría muy reducida– que

saben que una biblioteca privada no es un apéndice para estimular el ego, sino una

herramienta para la investigación. Los libros leídos tienen mucho menos valor que

los no leídos.9

Lo importante en el conocimiento no es lo que ya sabemos, sino lo que ignoramos.

Eso es lo que finalmente acaba con nuestras teorías. Siguiendo otra vez el ejemplo

del pavo, lo importante no era que hubiera establecido un conocimiento causal a

propósito de que cada día a las nueve de la mañana le dan de comer, sino lo

importante era que, desconocía que estaba en un entorno de Extremistán. En

entornos así es más importante lo que desconoces que lo que conoces. Bastaba una

sola refutación de la teoría para echarla abajo. Esto se debe fundamentalmente a

que en Extremistán los beneficios eran limitados (comer una vez al día) y las

pérdidas ilimitadas (que te corten el cuello).

De Bacon a Hume

Desde el punto de vista de la filosofía del conocimiento científico existe un

problema que se ha denominado el problema de la inferencia también conocido

como el problema de la inducción. Es un problema que está presente en la ciencia

desde hace mucho tiempo y en el cuál las ciencias puras no se han visto tan

afectadas por él como lo han sido las ciencias sociales, sobre todo la economía.

Entre otras cosas porque los elementos azarosos –como por ejemplo el

impredecible comportamiento humano– hacen que se multipliquen sus efectos.

En su Tratado sobre la naturaleza humana, el filósofo escocés David Hume plantea

de la siguiente manera el problema:

9 “El cisne negro”, Nassim Taleb, Ed. Paidós, 2009, p.98

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“Ningún número de observaciones de cisnes blancos nos permite inferir que todos

los cisnes son blancos, pero la observación de un único cisne negro basta para

refutar dicha conclusión.”10

Hume se encontraba a caballo de dos movimiento filosóficos poderosos. La ciencia

de su época había pasado desde la Escolástica totalmente centrada en el

pensamiento deductivo, hasta la reacción de Francis Bacon con su empirismo

ingenuo y poco estructurado. Sin embargo a pesar de los fallos de Bacon, fue

precisamente gracias a él que se produjo el giro a la observación empírica.

El riesgo de este viraje de la ciencia, es que las observaciones sin el método

adecuado pueden llegar a perdernos. Hume gracias a sus aportes y desarrollos

epistemológicos nos dio la voz de alarma contra este conocimiento, llegando a

puntos de cierta radicalidad negando que la relación entre dos hechos pudiera

considerarse verdaderamente causal.

La falacia del historiador

La falacia del historiador es una falacia que se produce cuando se da por supuesto

que quienes tomaron una decisión en el pasado podían considerar las cosas desde

el punto de vista y con la información que se obtiene tiempo después de haber

tomado la decisión.

Experimentos realizados en el área de la psicología sugieren que la gente tiende a

recordar de modo inexacto que lo que acabó siendo importante fue importante

antes de llegar a serlo y que es difícil descontar la ventaja de saber qué es lo que

acabó sucediendo.11

Por lo tanto si algo nos revela tanto el sesgo de la retrospectiva, como la falacia del

historiador, es que tenemos que empezar a admitir que la mente humana unida a

sus formas de percibir la realidad no están diseñadas para conocer. Sino para

sobrevivir y expandir la especie, poco más.

10 “¿Existe la suerte? Engañados por el azar”, Nassim Taleb, Ed. Thomson, 2006, p.10411 http://es.wikipedia.org/wiki/Falacia_del_historiador (20-05-2014)

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Y la humildad radica en saber que no hay nada de malo en ello. Y admitir el

falibilismo en el conocimiento humano. Exagerar nuestras capacidades cognitivas

y de conocimiento nos lleva otra vez al problema del pavo.

Un ejemplo que ya sufrí en mi época de bachiller, fue darme cuenta de que mi

profesor de historia ignoraba la Primera Guerra Mundial. A modo de ejemplo la

falacia: No se debería haber librado la Primera Guerra Mundial, ya que no sirvió para

nada y sólo dio lugar a la Segunda Guerra Mundial. O La Primera Guerra Mundial se

produjo a raíz de el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, el 28

de junio de 1914.

Una cosa es que el asesinato fuera el detonante, la gota que colmara el vaso y otra

muy distinta que fuera la causa. De haber sido esto último cierto, en Europa

hubiéramos tenido una Guerra Mundial cada vez que alguien de gatillo fácil se

pusiera más nervioso de lo habitual.

Por otra parte tampoco se entiende como algo casual de la Segunda Guerra

Mundial que hubiera habido una Primera. Además después de la Primera Guerra

Mundial se pensaba que ya no podría haber nada peor. Los historiadores echan la

culpa de la Segunda Guerra Mundial por la mala situación dejada en Alemania,

argumentado que se veía venir. Cosa que las gentes de esa época no veían venir ni

de lejos.

Por otra parte después de la Segunda Guerra Mundial y habituados a un conflicto

bélico permanente, la gentes esperaban una inminente Tercera Guerra Mundial,

esta vez con EEUU y la URSS al frente. Cosa que no se produjo. La moraleja de toda

esta historia es que no damos ni una.

La respuesta de Popper

Es muy probable que Popper sea el pensador que más haya influido en la manera

en la que los científicos hacen ciencia y también es bastante que haya encontrado

la respuesta al problema de la inducción. Si tuviéramos que resumir en una idea

simple y llana la aportación de Popper esta sería la de que no hay nada más

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científico que no tomarse la ciencia en serio. Para el pensador austríaco sólo habría

dos tipos de teorías:

1. Las teorías que se sabe que son incorrectas, ya que fueron adecuadamente

falseadas (refutadas).

2. Las teorías que todavía no se sabe que son falsas, porque todavía no se han

falseado, aunque tiene la predisposición a ser incorrectas.

Sir Karl toma prestada la idea que ya Kant tenía de los fallos en nuestros

mecanismos de percepción. Una teoría nunca será correcta en sensu stricto porque

nunca sabremos si todos los cisnes son blancos y por lo tanto una afirmación de

esta índole carecería de sentido. Lo que no carecería de sentido sería afirmar que

existe un cisne negro.

Por lo tanto, una teoría que no pertenezca a una de estas dos categorías no es una

teoría, será casi una cuestión puramente metafísica, ya que no será imposible

refutarla. Esto nos lleva a establecer unos límites que son mejor conocidos como el

problema de la demarcación.

La diferencia que existiría entre la física de Newton y la astrología, sería que

mientras la primera pudo ser refutada –recordemos la teoría de la relatividad de

Einstein–, la astrología por el contrario no es científica porque no tenemos manera

de falsearla, ya que ni siquiera deja pie a que eso pueda ocurrir. Algo similar vimos

en clase que pasaba con la teoría de cuerdas.

Karl Popper es un importante pensador porque es de los primeros que se da

cuenta de que en el ámbito del conocimiento y el descubrimiento, el problema no

esta con lo que sabemos, sino precisamente con lo que no sabemos. Tiene una

famosa cita al respecto:

“Estos hombres tienen ideas atrevidas, pero son muy críticos con sus propias

ideas; intentan averiguar si sus ideas son incorrectas intentado averiguar primero

si, tal vez, no son erróneas. Trabajan con conjeturas atrevidas y serios intentos de

refutar sus propias conjeturas.”

Por supuesto se está refiriendo a los científicos y de lo que se está aquí intentando

zafar es del crecimiento desmesurado de la ciencia. En la época intelectual que le

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tocó vivir se había llevado la revolución industrial a las humanidades. El

positivismo surgido de la mano de Auguste Comte en Francia en el siglo XIX había

intentado alejar la filosofía del verbo y la palabra para acercarla más al rigor que

podrían aportar una lógica o una ciencia abstracta y formal.

Popper será la gran reacción a este movimiento y en cierta manera el antídoto,

negará la posibilidad efectiva de la verificación, esta es más peligrosa que ninguna

otra cosa para el avance del conocimiento. Incluso sus enemigos más furibundos le

consideraban un falseador ingenuo. Esto es debido a que consideraban sus teorías

como ingenuas y primitivas. Lo único que pone en evidencia es la superficialidad

de sus detractores.

“Yo soy un extremado falseador ingenuo. ¿Por qué? Por que puedo sobrevivir

siéndolo. Mi extremado y obsesivo poperismo se manifiesta de la siguiente manera.

Especulo en todas mis actividades sobre teorías que representan cierta visión del

mundo, pero con la siguiente estipulación: ningún suceso raro me debe perjudicar.

De hecho, quisiera que todos los posibles sucesos raros me ayudasen. Mi idea de la

ciencia diverge de la que tiene la gente que me rodea y que se autodenomina

científica. La ciencia es mera especulación, mera formulación de conjeturas.”12

Un discípulo aventajado de Sir Karl

Taleb nos cuenta como vuelve a descubrir la filosofía de Karl Popper a través de

Geroge Soros:

A continuación voy a ver cómo descubrí a Karl Popper a través de otro operador,

tal vez el único al que he respetado realmente jamás. No sé si se puede aplicar a

otras personas pero, a pesar de ser un lector voraz, pocas veces mi

comportamiento se ha visto realmente afectado (de forma duradera) por algo que

haya leído […]

Una excepción de las ideas que se han quedado conmigo son las de Sir Karl, a quien

descubrí (o, tal vez, redescubrí) a través de la obra del operador y del filósofo de

estilo personal George Soros, que parece haber organizado su vida convirtiéndose

en promotor de las ideas de Karl Popper. Lo que aprendía de George Soros no fue

12 ¿Existe la suerte? Engañados por el azar”, Nassim Taleb, Ed. Thomson, 2006, p.214

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exactamente lo que pretendía que aprendiéramos de él. No estaba de acuerdo con

sus afirmaciones en cuanto a la economía y la filosofía. […]

El hecho de que la cartera especulativa de Soros obtuviera un beneficio demuestra

muy poco. No se puede inferir gran cosa de un único experimento en un entorno

aleatorio: un experimento tiene que poder repetirse y mostrar un cierto

componente causal. […]

Pero, a pesar de algunos sinsentidos en su obra, probablemente con el fin de

convencerse a sí mismo de que no era un mero operador, o tal vez debido a ello,

sucumbí al encanto de este húngaro que, al igual que yo, se avergüenza de ser un

operador y prefiere que sus transacciones sean una extensión menor de su vida

intelectual incluso si no hay mucho de académico en sus ensayos. […] Soros parecía

ser el único que compartía mis valores. Quería que se le tomara en serio, como un

catedrático de Europa central que se había enriquecido debido a la validez de sus

ideas (sólo porque no había logrado la aceptación de otros intelectuales intentaba

ganar el estatus máximo con su dinero, como un seductor que, tras intentarlo todo,

termina utilizando un acercamiento como el Ferrari rojo para seducir a la chica).

Además, aunque Soros no reveló nada significativo en sus escritos, sabía cómo

actuar en un entorno de azar, manteniendo una mentalidad crítica abierta y

cambiando de opinión sin vergüenza alguna. […] Andaba por ahí llamándose

falible, pero era tan potente porque lo sabía, mientras que los demás tenían ideas

más altivas sobre sí mismos. Comprendía a Popper. No hay que juzgarle por su

obra: vivía una vida poperiana.13

La filosofía de Karl Popper ha resultado ser exactamente lo contrario a la filosofía

tradicional, muchas veces enfrascada en la Metafísica y el sinsentido –son célebres

los debates sobre el sexo de los ángeles; sustituye ángeles, por sujeto

transcendental, dasein etc–. Sin embargo Popper encontró respuestas muy

adecuadas, por ejemplo al problema de la inducción.

Una crítica a Karl Popper

Ahora vamos a criticar la epistemología evolutiva de Karl Popper. La teoría de

Popper es que las revoluciones científicas avanzan porque son una suerte

13 “¿Existe la suerte? Engañados por el azar”, Nassim Taleb, Ed. Thomson, 2006, p.108 y 109

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competición en la cuál sólo sobreviven las ideas mejores. Pero esto no es verdad, si

hay una competición esta sería entre los seres humanos y los sistemas basados en

ellas. Una idea no sobrevive porque sea mejor que otras, sino porque ha

sobrevivido la persona que ha creído en ella. Cabe aquí citar una frase de Yogi

Berra:

En teoría no hay diferencia entre teoría y práctica. Pero en la práctica sí que la hay.

Monos con máquinas de escribir

Veamos un ejemplo propuesto por el propio Taleb, sobre nuestra manera de

entender la supervivencia:

“Si se pone a un número infinito de monos delante de (fuertes y sólidas) máquinas

de escribir y se les deja aporrearlas, existe la certeza de que uno de ellos redactará

una versión exacta de la Iliada. Tras analizarlo, puede ser un concepto mucho

menos interesante de lo que parece en principio: esa probabilidad es muy

reducida. Pero llevemos el razonamiento un paso más allá. Ahora que hemos

encontrado a ese héroe entre los monos, ¿algún lector invertiría los ahorros de

toda su vida para apostar que 89el mono escribirá la Odisea a continuación?

En este experimento de reflexión, es el segundo paso el que resulta interesante.

¿Qué parte del rendimiento pasado (aquí, la redacción de la Iliada) puede ser

relevante para predecir el rendimiento futuro? Lo mismo se puede decir de

cualquier decisión que dependa del rendimiento anterior, si depende meramente

de los atributos de las series temporales sobre el pasado. Piense en el mono

presentándose en su casa con su impresionante rendimiento anterior. ¡Hombre! Ha

escrito la Iliada.

El principal problema de la inferencia en general es que los que tienen como

profesión la obtención de conclusiones a partir de datos suelen caer en la trampa

más deprisa y más confiados que otros. Cuantos más datos tenemos más probable

es que nos ahoguemos en los datos.”

Lo que quiero dejar claro aquí es de donde provienen las conclusiones que

sacamos de los denominados “casos de éxito”. Por supuesto con esto no queremos

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negar que alguien con cierto rendimiento alto en el pasado, no consiga tenerlo

igual de alto en el futuro. Lo que quiero decir más bien es que depende de dos

factores: el contenido de azar de la profesión y el número de monos activos. Para

ejemplificar: si de una muestra de cinco monos uno de ellos nos escribiera la Ilíada

podríamos estar altamente impresionados y llegar a decir que en el futuro

podemos esperar grandes cosas del mono en cuestión. Sin embargo, si hay mil

millones elevado a la potencia de mil millones de monos no quedaríamos tan

impresionados por este hecho. Puede que incluso estuviéramos más tentados de

inclinarnos por el azar…

La última idea acerca de este singular ejemplo radica en que la vida real no

podemos ver los monos no supervivientes que han tecleado de manera aleatoria.

Están ocultos, únicamente podemos ver a los vencedores, los que han fracasado

han desaparecido para siempre. Por lo tanto, no damos una respuesta lógica a la

probabilidad, sino a la valoración que hace la sociedad de la probabilidad.

Una ración de locura o falacia narrativa

Llegados a este punto vamos a desarrollar una serie de ideas del lógico W. V. Quine.

El caso es que con el avance de la psicología y la medicina hemos caído en la cuenta

de un montón de sesgos y rasgos de personas que tiene diferentes taras o

trastornos de personalidad, pongamos el caso de los paranoicos. Es más si se da el

caso de este tipo de enfermedad en personas altamente inteligentes podemos

quedar totalmente asombrados como encuentran una explicación totalmente

racional y sin fisura ninguna a un acontecimiento vivido. E incluso si pisáramos un

manicomio y preguntáramos a un grupo de paranoicos cada cuál nos daría un

versión distinta pero perfectamente verosímil del suceso.

Lo que se quiere poner de manifiesto es que contamos con muchas formas de

interpretar los sucesos pasados de manera favorable. Las argumentaciones de

Quine van dirigidas a negar la existencia de familias de interpretaciones y teorías

coherentes como siempre adecuadas por el mero hecho de que carezcan de un

sinsentido. Llegó a esta conclusión con los problemas a los que se deben de

18

Page 19: El Lecho de Procusto

enfrentar los traductores en el lenguaje, y es que un determinado enunciado puede

tener tal variedad de significados como personas que lo interpreten. Ahora bien, lo

que no sabemos si ha caído en la cuenta Quine es que de este mismo enunciado

suyo tiene también el mismo problema que está planteado. ¿Por qué precisamente

lo que no dice podemos comprenderlo de maneras no infinitas?

Esta es la que se denomina falacia narrativa, y es la capacidad que tenemos los

seres humanos de unir causalmente dos sucesos aunque no exista conexión

ninguna entre ellos. Lo que se muestra es que nos es muy difícil vivir en un mundo

que pueda carecer de sentido, a todo le tenemos que encontrar una explicación. Y

si no la encontramos pues recurrimos a la inventiva. En esta línea necesitamos por

lo tanto hacer predicciones que se puedan comprobar recurrentemente.

“Ahora bien, si el lector piensa que la ciencia es una materia abstracta y libre de

sensacionalismo y de distorsiones, tengo para él noticias aleccionadoras. Los

investigadores empíricos han hallado pruebas de que los científicos también son

vulnerables a las narraciones, y de que, en vez de dedicarse a asuntos más

sustanciales, utilizan títulos y desenlaces <<sexy>> que llaman la atención. Ellos

también son humanos y, para atraer la atención, recurren a temas sensacionalistas.

La forma de remediar todo esto es mediante los metaanálisis de los estudios

científicos, en los que un superinvestigador examina toda la bibliografía, que

incluye los artículos menos publicitados, y elabora una síntesis.”14

Una aclaración…

Popularmente cuando de este tipo de temas a mis amigos y conocidos,

automáticamente soy tachado de una suerte de escepticismo y relativismo radical,

poco menos que contagioso y virulento. Entre todos los problemas que hemos ido

abordando a lo largo del trabajo incluyendo el de la inducción podemos decir lo

siguiente. De nuestras conclusiones las ramas del conocimiento que más se han

visto afectadas son las ciencias sociales (en especial la economía) no así tanto las

ciencias puras aunque también en algunos casos. Parece en este sentido que se da

una cierta relación.

14 “El cisne negro”, Nassim Taleb, Ed. Paidós, 2009, p.98

19

Page 20: El Lecho de Procusto

Un ciencia abstracta (en el vacío intelectual) goza de prestigio y sentido, por

ejemplo: las matemáticas. Pero cuando estas se bajan a tierra y se aplican al mundo

real los resultados son cada vez menos claros y el conocimiento generado cada vez

más oscuro… Sea resultado de las matemáticas o de nuestras limitadas

capacidades para percibir el mundo lo último que podemos hacer es ignorar que la

ciencia se adentra en mundos que se nos escapan…

Descubrimientos inesperados

Nuestra natural arrogancia epistémica nos invita a pensar que los descubrimientos

normalmente llevan una planificación de pirámide, es decir, una relación de arriba

hacía abajo. Se piensa que los inventos y avances que experimentamos en ciencia

provienen de alguien sentado en un laboratorio mezclando diversos elementos de

manera que nunca antes se hubieran mezclado y siguiendo un estricto horario

laboral.

Nada más lejos de la realidad. El modelo clásico de descubrimiento lo podemos

resumir en este ejemplo: tendemos a buscar lo que ya conocemos (una manera

más eficiente para viajar a las Indias en busca de materias con las que comerciar) y

repentinamente nos topamos con algo que jamás nos hubiéramos imaginado

(América). Nadie hubiera sido capaz de pronosticar un descubrimiento así. Y sin

embargo ocurrió.

[…] casi todo lo actual es fruto de la serendipidad, un hallazgo fortuito ocurrido

mientras se ibaen busca de otra cosa. El término «serendipidad» [serendipity] lo

acuñó en una carta el escritor Hugh Walpole, quien a su vez lo tomó de un cuento

de hadas, «Los tres príncipes de Serendip». Estos príncipes «no dejaban de hacer

descubrimientos, por azar o por su sagacidad, de cosas que no estaban buscando».

En otras palabras, encontramos algo que no estábamos buscando y que cambia el

mundo; y una vez descubierto, nos preguntamos por qué «se tardó tanto» en llegar

a algo tan evidente. Cuando se inventó la rueda no había ningún periodista

presente, pero apuesto cualquier cosa a que las personas implicadas no se

embarcaron en el proyecto de inventarla (ese gran motor del crecimiento) y luego

fabricarla siguiendo un calendario. Y lo mismo ocurre con la mayoría de los

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Page 21: El Lecho de Procusto

inventos. Sir Francis Bacon decía que los avances más importantes son los menos

predecibles, aquellos que se sitúan «fuera del sendero de la imaginación». Bacon

no fue el último intelectual en señalar tal idea, que sigue apareciendo, aunque para

desvanecerse enseguida. […]

Creemos que la importancia de los descubrimientos de Copérnico sobre los

movimientos de los planetas era evidente para él y sus contemporáneos; pero

llevaba muerto setenta y cinco años cuando las autoridades empezaron a sentirse

molestas. Asimismo, pensamos que Galileo fue víctima de la misma ciencia; sin

embargo, la Iglesia nunca lo tomó demasiado enserio. Al parecer fue el propio

Galileo quien organizó el alboroto al levantar la perdiz. A finales del año en que

Darwin y Wallace expusieron sus artículos sobre la evolución por selección natural

que cambiaron nuestra visión del mundo, el presidente de la sociedad linneana,

donde se presentaron los artículos, anunciaba que la sociedad no veía en ellos

«ningún descubrimiento asombroso», nada concreto que pudiera revolucionar la

ciencia.

Cuando nos llega el turno de predecir, nos olvidamos de la impredecibilidad. Por

eso las personas que leen estas líneas e ideas semejantes, aunque estén

completamente de acuerdo con ellas, son incapaces de tenerlas en cuenta cuando

piensan sobre el futuro.

Tomemos un ejemplo espectacular de descubrimiento por serendipidad. Alexander

Fleming estaba limpiando su laboratorio cuando observó que el moho de penicilio

había contaminado uno de sus viejos experimentos. De ahí dedujo las propiedades

antibacterianas de la penicilina, la razón de que muchos de nosotros sigamos vivos

[…]

Es verdad que Fleming buscaba «algo», pero el descubrimiento en sí fue fruto de la

serendipidad. Además, aunque desde la perspectiva que da la distancia su

descubrimiento parece trascendental, pasó mucho tiempo hasta que los

responsables de la sanidad se dieran cuenta de la importancia de lo que tenían

entre manos. Hasta el propio Fleming perdió la fe en su idea antes de que fuera

considerada de nuevo.15

15 “El cisne negro”, Nassim Taleb, Ed. Paidós, 2009, p.243 y 244

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Page 22: El Lecho de Procusto

La verdadera importancia de Sir Karl

La filosofía de Karl Popper es conocida en líneas generales por la falsación

popperiana, que resumida en una línea nos habla de la verificación o no

verificación de un enunciado afirmativo, sin embargo no es esta ni de lejos su idea

más importante, dónde el pensamiento de Popper es verdaderamente fecundo es

en su crítica al historicismo. Sobre todo fue una crítica a Karl Marx y su libro La

miseria de la filosofía, que era una crítica a la interpretación científica de la historia

y a la filosofía paniaguada que se estaba haciendo en la época en que él vivía.

Popper centraba su pensamiento en mostrar las limitaciones e inconsistencias a la

hora de prevenir acontecimientos históricos, y por su puesto la obligación de situar

disciplinas como las ciencias sociales y la historia al nivel de materias más propias

del entretenimiento –nos estamos refiriendo a la estética por ejemplo–. Digamos

que este tipo de conocimiento es muy dependiente de la narración que le demos o

dejemos de dar.

Los puntos en los que Popper se mueve es que para poder producir sucesos

históricos, necesariamente tendremos que saber con anterioridad a dónde nos

conducirán las innovaciones tecnológicas, algo que jamás podremos saber.

Lógicamente, si queremos entender el futuro hasta ser capaces de poder predecirlo

completamente y con rigor, necesitaríamos tener elementos de ese futuro.

Auguste Comte, fundador de la escuela positivista, a la que (injustamente) se acusa

de pretender convertir en ciencia todo lo que está a la vista, declaró que la

humanidad ignoraría siempre la composición química delas estrellas fijas. Pero

como señala Charles Sanders Pierce «apenas se había secado la tinta en el papel

impreso cuando se descubrió el espectroscopio, y ocurrió que aquello que él

consideraba absolutamente imposible de conocer estaba a punto de formularse

con certeza». Paradójicamente, otras proyecciones de Comte referentes a lo que

llegaríamos a descubrir sobre el funcionamiento de la sociedad eran burda, y

peligrosamente, exageradas. Suponía que la sociedad era como un reloj que nos

desvelaría sus secretos. Resumiré mis ideas en este punto: la predicción exige

saber delas tecnologías que se descubrirán en el futuro. Pero este mismo

conocimiento nos permitiría, casi de forma automática, empezar a desarrollar

directamente esas tecnologías. Ergo, no sabemos lo que sabremos.

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Page 23: El Lecho de Procusto

Algunos podrían decir que, tal como está formulada, la argumentación parece

obvia, que siempre pensamos que hemos alcanzado el conocimiento definitivo;

pero no nos damos cuenta de que esas sociedades pasadas de las que nos reímos

pensaban lo mismo. Mi razonamiento es trivial, entonces ¿por qué no lo tenemos

en cuenta? La respuesta está en una patología de la naturaleza humana. ¿Recuerda

el lector los debates psicológicos sobre las asimetrías en la percepción de las

destrezas que expuse en el capítulo anterior? Vemos los fallos en los demás, pero

no los nuestros. Una vez más parece que funcionamos a la perfección como

máquinas del autoengaño.16

Lo que nos enseña Popper es que del escepticismo se puede hacer un método, del

escéptico podemos hacer siempre algo constructivo.

Conclusión

Termino este trabajo con unas palabras geniales de Taleb sobre la ciencia y cómo

la esta avanza de funeral en funeral:

Concluyo con la siguiente triste observación sobre los científicos en las

humanidades. La gente confunde la ciencia con los científicos. La ciencia es genial,

pero los científicos individuales son peligrosos. Son humanos; están abrumados

por los sesgos que tienen los humanos. Tal vez incluso más. Porque la mayoría de

los científicos son testarudos, de lo contrario no tendrían paciencia y la energía

para realizar las tareas hercúleas que se les exigen, como pasar 18 horas al día

perfeccionando sus tesis doctorales.

Un científico puede verse forzado a actuar como un barato abogado defensor en

vez de cómo un mero buscador de la verdad. Las tesis doctorales son

<<defendidas>> por el doctorando; sería una situación muy rara ver a un

estudiante cambiando de opinión cuando se le da un argumento convincente. Pero

la ciencia es mejor que los científicos. Se ha dicho que la ciencia evoluciona de

funeral en funeral.17

16 “El cisne negro”, Nassim Taleb, Ed. Paidós, 2009, p.25117 “¿Existe la suerte? Engañados por el azar”, Nassim Taleb, Ed. Thomson, 2006, p.214

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