EL LADRÓN DESVERGONZADO

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El evangelio de San Mateo declara que todos injuriaban a Jesús. Lo injuriaban los escribas los fariseos y los ancianos. Lo injuriaban el común del pueblo, y también lo injuriaban los ladrones. Los ladrones comenzaron a· injuriar desde temprano cuando se les anunció que su condena a muerte bajo crucifixión se llevaría a cabo ese viernes. Maldijeron al emperador, maldijeron a Piloto, maldijeron a sus verdugos, maldijeron a medio mundo, procaces y burlones maldijeron a todos; pero, ¿ por qué tenían que maldecir a Jesús?; tal vez al emperador romano, a Poncio Pilato y a los soldados probablemente habría razones, excusas o pretextos para maldecirlos, después de todo; ¿que más podía perder un condenado a muerte?, y había razones para injuriar a sus verdugos, al fin y al cabo ellos los habían condenado. Con justicia o sin ella, ellos. habían firmado la sentencia de muerte la muerte más atroz y vergonzosa, pero 16 Predicación O/nómica ¿por qué injuriaban a Jesús?; 1 os dos ladrones habían escuchado en el :ribunal decir a Pilato "ningún mal ha hecho éste'', si habían oído tales palabras del juez ¿por qué injuriaban a Jesls? Los dos ladrones habían visto el digno de Jesús que con mansedumbre se sometió a un juicio falso, cruel e inhumano. Los dos ladrones habí m visto a Jesús enmudecer, ante los test monios más falsos que pudieron haber in ventado hombres paganos, ¿por q Jé lo injuriaban? ¿por qué se burlaban de él?. Mientras un ladrón iba delante, y el otro atrás de Jesús, al patíbulo habían oído a Jesús compadecerse de las mujeres diciendo: ¡mujeres de Jerusalén no lloréis por mí; llorad por v sotros!. Entonces ¿por qué lo injuiaban? . Mientras ellos en forma tica y blasfema imprecaban a sus verdugos, mientras les extendían sus brazos para crucificarlos; vieron que Jesús; mansamente colaboró para que lo

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Sermón del Dr. Antonio Estrada. Este sermón fue publicada en una revista que ya no circula llamada: "Predicación dinámica".

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El evangelio de San Mateo declara que todos injuriaban a Jesús. Lo injuriaban los escribas los fariseos y los ancianos. Lo injuriaban el común del pueblo, y también lo injuriaban los ladrones. Los ladrones comenzaron a· injuriar desde temprano cuando se les anunció que su condena a muerte bajo crucifixión se llevaría a cabo ese viernes. Maldijeron al emperador, maldijeron a Piloto, maldijeron a sus verdugos, maldijeron a medio mundo, procaces y burlones maldijeron a todos; pero, ¿ por qué tenían que maldecir a Jesús?; tal vez al emperador romano, a Poncio Pilato y a los soldados probablemente habría razones, excusas o pretextos para maldecirlos, después de todo; ¿que más podía perder un condenado a muerte?, y había razones para injuriar a sus verdugos, al fin y al cabo ellos los habían condenado. Con justicia o sin ella, ellos. habían firmado la sentencia de muerte la muerte más atroz y vergonzosa, pero

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¿por qué injuriaban a Jesús?; 1 os dos ladrones habían escuchado en el :ribunal decir a Pilato "ningún mal ha hecho éste'', si habían oído tales palabras del juez ¿por qué injuriaban a Jesls? Los dos ladrones habían visto el port ~ digno de Jesús que con mansedumbre se sometió a un juicio falso, cruel e inhumano. Los dos ladrones habí m visto a Jesús enmudecer, ante los test monios más falsos que pudieron haber in ventado hombres paganos, ¿por q Jé lo injuriaban? ¿por qué se burlaban de él?. Mientras un ladrón iba delante, y el otro atrás de Jesús, rum~o al patíbulo habían oído a Jesús compadecerse de las mujeres diciendo: ¡mujeres de Jerusalén no lloréis por mí; llorad por v sotros!. Entonces ¿por qué lo injuiaban?. Mientras ellos en forma cí tica y blasfema imprecaban a sus verdugos, mientras les extendían sus brazos para crucificarlos; vieron que Jesús; mansamente colaboró para que lo

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crucificaran. Es más, escucharon las palabras débiles de Jesús que decía ¡Padre, perdónalos no saben lo que hacen!. Entonces; ¿por qué injuriaban a Jesús? Vieron cómo en su momento de intensa agonía, todavía dirigía una mirada de cariño a su anciana madre, todavía en los últimos momentos de su vida, sabiendo que su anciana madre quedaría en desamparo buscó quién cuidara de ella, buscó a su amado discípulo y le confió a su amado tesoro. He allí vuestra madre. Entonces, ¿por qué lo injuriaban?. Lo vieron, lo oyeron clamar por la intensidad del dolor y la intensidad de la sed, y aún así lo injuriaban ¿por qué?.

El evangelio de San Lucas 23 : 39 dice: "Y uno de los malhechores, que estaban colgados le injuriaba diciendo si tú eres el Cristo sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros ¿por qué injuriaba este ladrón? ¿por qué injuriaba este malhechor? ¡Y a que te dices el Cristo!, ¡ya que te dices el Mesías!, ¡ya que has obrado tantos milagros!, ya que las multitudes te han aclamado hijo de David, ya que has resucitado muertos y has devuelto la vista a los ciegos, ¿por qué no haces algo por ti mismo y por qué no haces algo por nosotros, compañeros d .. ? e martmo ..

Eso dijo uno de los ladrones, un ladrón cínico. Y decía el otro: (Lucas 23 : 40) "Señor acuérdate de mí cuando vengas en tu reino" ¡qué diferencia entre la petición de un ladrón y la del otro! Uno decía: "Si eres hijo de Dios, haz algo por ti mismo y también por nosotros, que padecemos igual que tú.

¿Quién de los dos era el ladrón desvergonzado? Ambos habían injur ado a Jesús, dice San Mateo, ambos lo habían cubierto de vileza en forma blasfema y con cinismo se ha ~ían burlado de Jesús que mansamente colaboraba, con sus verdugos; porqu~ en lugar de maldecir perdonaba. Ambo' se habían burlado de Jesús, ¿quién de los dos era el ladrón desvergonzado? Uno le pide que haga por él mismo y por e los, otro le pide que haga algo sólo para él ¿quién de los dos era el ladrón desvergonzado? Señor: dice mo, "acuérdate de mí cuando vengas en tu reino". ¿Qué le hubiera contestado usted a este ladrón?. El reconocía que su castigo estaba en proporción a sus fechorías que había cometido. Su condenación después de todo, es aba justa; él dijo: "tú y yo recibimos lo que nuestros hechos merecen", ¿qué le hubiera contestado usted, a un mah ado ladrón que todavía un momento atrás lo llenó de injurias, blasfemó contra usted y ahora le pide salvación?. Uno le Jide salvación y el otro le pide un lugar e 1 su reino ¿qué le hubiera contestado us ed? ¿No le parece que es una actitud nuy cínica, que después de maldecir pida nos un favor?. Los dos maldijeron y los dos imploran un favor, ¿no será mt cho atrevimiento? ¿no será <lemas ado cinismo?. El señor oyó las dos peticiones. La de un ladrón diciendJ si eres el hijo de Dios, haz algo por ti y también haz algo por nosotros. Y oyó la petición del otro ladrón, curiosamente la única petición que llamó la atención del vulgo que estaba, fue la del segundo

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ladrón, y es que la angustia se mezcló con la esperanza y con un tono patético implora a Jesús, "Acuérdate de mí" todos guardaron silencio era una petición especial que brotaba de un ladrón que hacía unos momentos había maldecido a Jesús y ahora le pedía un favor, ¿ qué le iba a contestar Jesús?. Así que todos guardaron silencio, inclusive los que echaban suertes_ para ver a quien le tocaba la ropa de Jesús pusieron atención, y todos los que alcanzaron a oír la petición; ven a Jesús en agonía de muerte. Estos labios moribtmdos ¿qué iban a contestar a tm ladrón malvado?. Tú ¿qué habrías contestado a un ladrón que ha vituperado tu nombre? Jesús le contestó: "Te prometo hoy, que estarás conmigo en el paraíso".

Es en este momento donde se alcanza a contemplar, a comprender la grandeza del amor de Dios, Pablo define a esto la anchura, la profundidad, la altura del amor de Dios que excede a todo conocimiento humano. Y en ningún otro momento se puede vislumbrar que la grandeza del amor de Dios, excede a todo conocimiento humano. ¿Cómo es posible prometer un lugar a un ladrón que hace un momento vituperaba e insultaba y que había malgastado su vida en infamias en fechorías y en delinquir? ¿Cómo era posible, es más; este ladrón en su juventud había conocido a Jesús, lo había visto, · había visto sus milagros había oído su doctrina y hasta se sintió atraído por el redentor; pero, consultó a los escribas y a los sacerdotes en cuanto a la posibilidad de convertirse en un discípulo de Jesús y lo desanimaron, y

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queriendo ahogar la convicción que había en su corazón y en su mente, se hundió más y más en el pecado, cometió toda clase de fechorías y maldades hasta el día que lo cogieron y lo condenaron. Es más, cuando vio a Jesús en e tribunal de Pilato sintió ira, hasta se alegró de no haber seguido a Jesús, porque si castigan a uno que hace bienes y castigé' n a otro que hace males, ¿qué más da vivir bien o vivir mal? Se congratuló de 1 o haber sido engañado por Jesús". Ahora implora un lugar en el paraíso, y ante todas las evidencias que tuvo, ) a pesar de haber desperdiciado toda su vida, y a pesar de que fue blasfemo, el Señor le dice: "Hoy te prometo que me acordaré de ti cuando venga" "Hoy te prometo que tendrás un lugar en el reino' . ¿No es eso la grandeza del amor y de la misericordia de Dios que alcanza a salvar a lo sumo? ¿No es ese lo que Pablo define como la profun idad, la anchura y la grandeza del amor de Dios, que el entendimiento humano más aguzado, más penetrante, ne puede alcanzar a comprender esa ca idad de amor?. Este ladrón, desde pequelio había

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sido enseñado por su madre a orar por la venida del Mesías, es más, . hasta recordó, mientras sufría las agonías de la crucifixión, aquellas primeras oraciones que de niño pronunciaba pidiendo, que Dios enviara al Mesías de Israel. ¿Por qué el Señor escuchó la petición de uno y no hizo caso a la petición del otro ladrón, que también imploraba salvación, que también imploraba misericordia? ¿Por qué el Señor solamente escuchó a uno, y por qué el Señor solamente salvó· a uno?. Cuando los dos habían sido cínicos ladrones, malvados, procaces. El amor de Dios se alcanza a ver en este momento, antes que sus labios se cerraran por la muerte, alcanza a ofrecer perdón, alcanza a otorgar salvación y vida eterna a un malvado que con palabras viles ofendió al maestro.

Esto es amor en acción, esto es el amor más grande que las inteligencias finitas no alcanzan a percibir. La Biblia a· esto le llama justificación por la fe. Dios solamente pudo salvar a uno aunque quería y podía salvar a los dos, es más el podía salvar a la turba que estaba allí, pero solamente uno alcanzó salvación. · Solamente a uno se le aseguró un lugar en el paraíso, el otro se aseguró un lugar en el seol. ¿Por qué? Porque miéntras uno imprecaba el otro imploraba, mientras uno se arrepentía el otro se volvía más vil. Es verdad que por la intensidad del sufrimiento el otro se volvió más vil y blasfemo, pero lo mismo sufría el otro. Uno continuó imprecando, en la hora undécima en la presencia del salvador del mundo siguió siendo vil y blasfemo; en cambio el otro sabiendo

que su vida muy pronto iba a terrr inar hizo un repaso rápido de su vida, pocos años y todos mal vividos. Las evidercias de lo que oyó y de lo que vio de Jesús desde el tribunal y hacia el gól~,ota,

fueron haciendo impresiones poder sas por el Espíritu en su mente, de que ese reo callado y macilento era por quie l él, de niño había orado. Las evidencias se fueron eslabonando una tras otn al recordar cómo su padre y su madre le enseñaban a leer la Tora que profeti. ~aba del 1'v1esías, el redentor de Israel. U1 a a otra las evidencias, impresionar01 su mente y en el repaso rápido de su vida concluyó que este reo, era el Mesías por quien él de niño había orado. Y p01 eso cuando su amigo en tono vil se diri!,ió a Jesús, éste, que en otro tiempo se hubiera unido en su vileza, le dijo a su compañero de fechorías "¿Ni siquiera temes tú a Dios, viendo que estás bajo la misma sentencia de condenac ón?. Nosotros a la verdad justamente porque estamos recibiendo lo que merecieron nuestros hechos, pero éste no ha h~cho nada impropio." Sin querer repitié las palabras que le oyó a Pilato, e i el tribunal; " No hallo ningún mal en éste hombre". Fue esto lo que le pennitió arrancar de su pecho, entre la agonía y la esperanza "¡Señor: acuérdate de mí cuando vengas en tu reino!" mientras uno maldecía, el otro imploraba. Mie itras uno aseguraba un lugar en el "seol", otro se aseguraba un lugar en el paraíso.

Mientras uno en la hora undécima era condenado, el otro en la hora undécima era justificado. Mientras uno moría para siempre, otro alcanzaba

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salvación. Esto nos dice que bastante peligroso es jugar con la salvación, en todo momento, pero en forma especial en la hora undécima. Es bastante peligroso desdeñar las enseñanzas de Cristo, aún en la hora undécima; porque mientras uno se salva en el momento final de su· vida, el otro ratifica su condenación en los momentos finales. El amor de Dios los quería salvar a los dos, su amor aún en el sufrimiento y en la angustia de la cruz, intercedía por estos dos jóvenes ladrones y solamente pudo salvar a uno, pero así es el amor de Dios el amor salva hasta lo sumo, todo aquel que se acerca a Cristo Jesús alcanza salvación aún en la hora undécima. Este ladrón como su compañero no tenía méritos, este ladrón había sido malhechor y había injuriado a Jesús y éste también, por lo tanto, ninguno tenía méritos para implorar un lugar en el reino, ninguno tenía méritos para implorar salvación. Después de todo no se pueden acumular méritos para ser salvos. No los tenían, no los podían haber tenido, uno se acogió a la gracia perdonadora del cielo, el otro no tenía a nada que acogerse humanamente y tampoco quiso acogerse a lo que el cielo había provisto para él, y se condenó para siempre. Curiosamente, éste que blasfemaba a Jesús y estos otros que también lo blasfemaban, también se condenaron, éstos venían cubiertos de mantos de justicia propia, con exaltación de obras humanas, piadosos y enriquecidos espiritualmente por sus largos ayunos, por sus largas filatelias, por sus abundantes ofrendas, por los. ritos y ceremonias que tenían y hacían;

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venían llenos de suficiencia propia y desdeñaban al Cordero de Dios. Ante la presencia del único que podía salvar, uño siguió siendo irreverente y blasfemo. Ante la presencia de uno que puede salvar, otros siguieron satisfechc s en su orgullo espiritual; llenos de vanagloria satisfechos por su vida religiosa, tampoco alcanzaron salvació l. Sólo uno, contrito y humillado no teniendo méritos que ofrecer, porque no hay méritos. No teniendo nada de lo cual sentirse orgulloso, puesto que de todo se sentía apenado y humillado, no teniendo nada que ofrecer, porque no se puede ofrecer nada para la salvación. Solamente reconoció al maestro. Solamente reconoció a aquel reo macilento, lo reconoció co no su salvador y alcanzó misericordia. Este, sí fue cubierto con el manto de justicia, la gracia perdonadora de Cristo. L1 gracia santificadora de Cristo lo cobijó y cuando quedó cobijado por ese tranto de justicia, murió en paz. Mientras el otro murió en su terrible agonía.

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Todavía hay gente que ante la presencia de Dios siguen siendo irreverentes y blasfemos aún en la hora undécima. Qué triste que en la hora undécima, todavía haya gente que juegue con la salvación.

Todavía hay gente, que en la hora undécima están llenos de vanagloria espiritual, están llenos de obras, de ritos, de ceremonias, y así se acercan al salvador esperando la justicia y la salvación. Pero, gracias a Dios que todavía hay personas, que en la hora undécima, vienen desprotegidos, buscando la gracia perdonadora, implorando la gracia santificadora. En la hora undécima, vienen todavía para alcanzar salvación en Cristo Jesús. todavía en la hora undécima hay quienes maldicen, pero también hay quienes se arrepienten hay quienes imploran, hay quienes necesitan salvación en la hora undécima de su vida. Y lo hermoso es aún en la hora undécima Cristo alcanza a salvar a todos los que solicitan su gracia, su perdón, a todos los que se cobijan bajo su amor, el Señor los alcanza a salvar. Hoy tú y yo estamos frente al

santuario, nos hemos presentado, del mte de aquél que salva. ¿Cómo he nos venido, cómo nos hemos present ido, cómo nos hemos dirigido ante aquel que puede salvar?. Uno fue insolent ! e irreverente, otros vanagloriosos, y uno humilde y contrito, y alcanzó salvación. El Señor te quiere salvar también a i, y me quiere salvar a mí; la gracia de c isto puede derramarse sobre nosotros ho r, si contritos y humillados le volvem s a entregar nuestro corazón. La gracia santificadora de Cristo qt iere prometemos otra vez hoy, un lugar e i su paraíso, si contritos y humilladm le volvemos a entregar nuestro cora lón. Cristo estuvo esperando en larga ag~nía el arrepentimiento de los dos, solo uno se arrepintió, y solo a uno salvó. Es la 10ra undécima del mundo y el Señor está esperando el arrepentimiento, la humillación de todos y cada uno de sus hijos, porque también nos quiere salvar.

Que nosotros recibamos ho / la misma promesa de tener un lugar en el reino de Dios. Acerquémonos a Dios con corazón humilde, y entreguémosle otra vez nuestro corazón.

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