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Foro Interno 2013, 13, 15-32 ISSN: 1578-4576 http://dx.doi.org/10.5209/rev_FOIN.2013.v13.43083 P APELES DE INVESTIGACIÓN El laberinto gnóstico 1 Juan DORADO Creo que lo que llamamos nuestra sombra, aquí, en la tierra, es nuestra sustancia verdadera... Creo que nuestro cuerpo no es sino las heces de nuestra mejor parte. Herman Melville, Moby Dick 2 . Ante la quietud, lo inflexible, lo inmutable, el orden o el cosmos, los gnósticos traerán el desorden como una proyección del desgobierno de sus vidas en sus propias creencias. Su actitud será la de negar radical, violentamente, que el mundo que vemos, palpamos u oímos tenga el sentido que el discurso greco-cris- tiano, dominante en los primeros siglos de nuestra era, imponía desde el presti- gio del pedestal de las estatuas. Derribar esas estatuas, hacerlas añicos y esbozar una sonrisa de satisfacción sobre los destrozos fue su primer objetivo. Los gnós- ticos se plantaron en mitad del laberinto, no quisieron seguir ni a derecha ni a izquierda, solo encontraron muros que obstaculizaban su ansia de hallar la sali- da, así que miraron hacia adentro y después hacia arriba, y en las dos direccio- nes solo vieron el cielo. Y el cielo no tenía muros, ni barreras, ni límites, ni fron- teras. Así que decidieron pasar su vida mirando hacia arriba. Pero sus cuerpos nunca salieron del laberinto. 1 Este trabajo ha sido elaborado a partir de extractos de mi tesis doctoral en curso sobre las fantasías de omnipotencia en el ciudadano y el Estado. 2 Herman MELVILLE, Moby Dick, trad. de Enrique Pezzoni, Random House Mondadori, Barcelona, 2001 (2ª edición de bolsillo, 2012), p. 78.

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  • Foro Interno2013, 13, 15-32

    ISSN: 1578-4576http://dx.doi.org/10.5209/rev_FOIN.2013.v13.43083

    PAPELES DE INVESTIGACIN

    El laberinto gnstico1

    Juan DORADO

    Creo que lo que llamamos nuestra sombra,aqu, en la tierra, es nuestra sustancia verdadera...Creo que nuestro cuerpo no es sino las heces denuestra mejor parte.

    Herman Melville, Moby Dick2.

    Ante la quietud, lo inflexible, lo inmutable, el orden o el cosmos, los gnsticostraern el desorden como una proyeccin del desgobierno de sus vidas en suspropias creencias. Su actitud ser la de negar radical, violentamente, que elmundo que vemos, palpamos u omos tenga el sentido que el discurso greco-cris-tiano, dominante en los primeros siglos de nuestra era, impona desde el presti-gio del pedestal de las estatuas. Derribar esas estatuas, hacerlas aicos y esbozaruna sonrisa de satisfaccin sobre los destrozos fue su primer objetivo. Los gns-ticos se plantaron en mitad del laberinto, no quisieron seguir ni a derecha ni aizquierda, solo encontraron muros que obstaculizaban su ansia de hallar la sali-da, as que miraron hacia adentro y despus hacia arriba, y en las dos direccio-nes solo vieron el cielo. Y el cielo no tena muros, ni barreras, ni lmites, ni fron-teras. As que decidieron pasar su vida mirando hacia arriba. Pero sus cuerposnunca salieron del laberinto.

    1 Este trabajo ha sido elaborado a partir de extractos de mi tesis doctoral en curso sobre lasfantasas de omnipotencia en el ciudadano y el Estado.

    2 Herman MELVILLE, Moby Dick, trad. de Enrique Pezzoni, Random House Mondadori,Barcelona, 2001 (2 edicin de bolsillo, 2012), p. 78.

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  • 3 Hay que tener en cuenta, sin embargo, la existencia de una gnosis judaica que se desarro-ll en el siglo primero, con influencias del platonismo, cuyas primeras muestras se encuentran enlas alegoras de Filn de Alejandra (15/10 a. e. c.45/50 e. c.). Sus miembros ms destacados fue-ron Cerinto, Dositeo y, especialmente, Simn Mago. Vase Jos MONTSERRAT TORRENTS,Introduccin general, en Los Gnsticos, vol. I, Gredos, Madrid, 1983, pp. 21-32.

    4 Hans JONAS, La religin gnstica. El mensaje del Dios extrao y los comienzos delcristianismo, trad. de Menchu Gutirrez, Siruela, Madrid, 2003, p. 70. Vase tambin Henri-Charles PUECH, El problema del gnosticismo, en En torno a la Gnosis I, trad. de Francisco PrezGutirrez, Taurus, Madrid, 1982, pp. 191-192.

    Quizs la primera pregunta que podramos hacernos es en qu mundo, bajoqu premisas o ideas, en qu situacin poltica o social surge el gnosticismo? Losms importantes de los grupos gnsticos aparecieron en los primeros siglos delcristianismo en la parte oriental del Imperio romano, es decir, en ese Oriente tancivilizado al que Alejandro Magno (356-323 a. e. c) y sus generales (los diado-cos) haban enseado a hablar y a pensar o a sentir en griego. Este pupilo deAristteles (384-322 a. e. c.) emprendi campaas victoriosas hasta el ro Indoacabando con la hegemona militar persa, al tiempo que logr asimilar, median-te una inteligente poltica de matrimonios mixtos, a las elites persas, babilonia oegipcia a la cultura de los nuevos conquistadores. Su empresa fue un xito duran-te siglos, dejando a los romanos un terreno abonado para su posterior domina-cin militar y poltica, aunque no cultural: la cultura de las elites, tambin la delos mismos romanos, continu siendo de hecho griega.

    () La expansin supranacional de la cultura griega, a raz de las conquis-tas de Alejandro, dar lugar a lo que se conoce como periodo helenstico. Con laRoma imperial esta realidad cambiar los significados de Oriente y Occidente,siendo propiamente Grecia solo una pequea parte occidental del gran Orientegriego. El gnosticismo ser un movimiento religioso e intelectual que tendr suauge en el siglo dos, cuando este mundo helenstico entre en una profunda crisisde valores por la irrupcin de una nueva religin, el cristianismo, que pasar desecta juda a religin oficial del Imperio romano3. Aunque tambin puede pen-sarse que el cristianismo, incluso el ms ortodoxo, en su labor de sntesis entreel logos helnico y el monotesmo judo, fue, en realidad, el gnosticismo triun-fante que tach de herticos al resto de sistemas gnsticos. Desde Pablo de Tarso(ca. 5-67 e. c.) esta nueva religin estar impregnada de elementos propiamentegnsticos. No deja de resultar sugerente la afirmacin de Adolf von Harnack(1851-1930) sobre la diferencia entre el cristianismo gnstico y el cristianismocatlico: el primero representaba una helenizacin aguda de las creenciasmonotestas, mientras que el segundo consista en la helenizacin crnica delas mismas4.

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  • EL UNIVERSO ORDENADO

    Ahora bien, a qu se oponen estos pensadores gnsticos?, qu es lo que lesresulta tan insoportable como para declararse en rebelda?, cules eran los valo-res o las ideas que se les hacan tan insoportables? Principalmente, se oponancon desesperacin rabiosa a una idea que era mucho ms que una idea, era todauna configuracin intelectual que actuaba como cimiento del mundo helnico.Nos referimos a la idea de ksmos. Los gnsticos van a plantear contra esta fe,contra esa religin del racionalismo grecorromano, un desafo contundente. Unarebelin que, sin embargo, se nos aparece como hurfana pues naci enfrentadaa los prestigiosos padres que inauguraron la filosofa clsica, esos venerablesabuelos del pensamiento occidental que an son objeto de devocin en las acade-mias del mundo occidental.

    Ante una tradicin ideolgica tan avasalladora, reverenciada por sus gran-des resultados intelectuales, que actuaba como un poderoso agente conserva-dor5, el gnosticismo se propuso como una anttesis orgullosa. Los gnsticosestaban, en cierto modo, atentando contra una de las formas de esa piedad fami-liar tan rgida y tan caracterstica de la mentalidad helnica, la misma piedad quems tarde y hasta hoy pasar a ser uno de los estandartes del mundo greco-cristiano. Y, como no poda ser de otra manera, la impiedad mereca el ms seve-ro de los castigos. De ah que quede tan poco de las fuentes originales del gnos-ticismo, y que ese poco que conocemos de sus argumentos filosficos oreligiosos se lo debamos a los que fueron sus pos perseguidores.

    El ksmos era un concepto al que una larga tradicin griega le haba otor-gado la ms alta dignidad religiosa. Todo lo relacionado con l conllevaba elrespeto y la admiracin, se trataba de una idea plena de connotaciones positivasen la cultura helnica. Esto es as porque significaba orden en general, un atribu-to que era aplicado no solo al mundo, sino tambin a una casa, a una ciudad, a ungrupo o a una vida6. En el mundo griego algo se ennobleca, adquira rasgos sagra-dos, cuando estaba ordenado. Debemos tener en cuenta que si se usaba la palabraksmos para hacer referencia al universo, este concepto no denotaba el Todo comosuma cuantitativa de lo existente, sino su cualidad de totalidad ordenada.

    () El universo era considerado como el ejemplo ms sublime del orden, yera, adems, la causa de los diferentes rdenes particulares que deben imitar las

    5 JONAS, La religin gnstica, p. 259. 6 Ibid., p. 261.

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  • 7 Ibid., p. 262. 8 PLATN, Timeo, trad. de Francisco Lisi, Gredos, Madrid, 1992, 30c, p. 173.9 ARISTTELES, tica Nicomaquea, trad. de Julio Pall, Gredos, Madrid, 1989, VI. 7. 10 PLATN, Las Leyes, trad. de Jos Manuel Pabn y Manuel Fernndez-Galiano, Alianza,

    Madrid, 2002, 905e, p. 519. 11 Ibid., 905e, pp. 519-520. 12 En Las Leyes, el protagonista del dilogo no es Scrates, como en los ms famosos

    dilogos platnicos, sino un personaje llamado el Ateniense, que formula las teoras del autor.

    dos caractersticas definitorias del modelo primario: la belleza y la racionalidad7.Es decir, lo bello y lo racional alcanzaban en el universo su manifestacin mspura y elevada. La armona de los movimientos celestes era considerada en elmundo griego clsico como la prueba visible de un orden intrnsecamente divi-no. Este era el motivo por el que Platn (ca. 427-347 a. e. c.), en una de sus habi-tuales proyecciones omnipotentes, consideraba al ksmos como un viviente pro-visto de alma y razn, sin rastro de maldad o mezquindad, algo propio de seresinferiores como los humanos, quienes deben aspirar a esa bondad ordenada engrado sumo8. En esto, como en tantas otras cosas, su discpulo Aristteles man-tuvo las enseanzas de su maestro, despreciando los asuntos humanos al consi-derarlos como una parte degradada de la inagotable y racional belleza del ksmos:

    Sera absurdo considerar la poltica o la prudencia como lo ms excelente, siel hombre no es lo mejor del cosmos...Y nada cambia, si se dice que el hombre esel ms excelente de los animales, porque tambin hay otras cosas mucho ms dig-nas en la naturaleza que el hombre, como es evidente por los objetos que constitu-yen el cosmos9.

    () En su ltimo dilogo, Las leyes, Platn vincula explcitamente ksmosy organizacin poltica. Los gobernantes ideales, aquellos que actan segn elmodelo de los dioses que han de regir perpetuamente el universo entero, seasemejan, de algn modo, a los aurigas de carros que rivalizan entre s o lospilotos de navos10. Pero, quizs sea mejor, como apunta el filsofo, comparar-los con los jefes de un campamento [militar], o en todo caso, con mdicosprevenidos, en relacin con el cuerpo, contra la guerra que promueven las enfer-medades11, lo que nos da una idea de la antigedad de las metforas corporalesen la filosofa poltica occidental.

    Lo que, tras el velo de una argumentacin racional, nos quiere decir el Ate-niense12 es que una ciudad necesita de un jefe, de un fuerte poder ejecutivo, quese comporte como el general de un ejrcito, esto es, que extinga cualquier posi-ble disidencia y extienda la disciplina ante la posibilidad siempre presente de que

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  • haya que enfrentarse con algn peligro que arruine la polis o que la lleve a la tantemida disolucin. El orden de la ciudad debe, ante todo, imitar el orden csmico:

    El que se ocupa del universo tiene todas las cosas ordenadas con miras a lapreservacin y a la virtud del total, mientras que cada una de las partes de este selimita a ser sujeto u objeto, segn sus posibilidades, de lo que le sea propio. Y cadauna de estas cosas, hasta en la ms pequea escala, tiene en cada acto o experien-cia unos regidores13 encargados de realizar un perfecto acabamiento incluso en lams mnima fraccin14.

    () Esta visin griega contrasta fuertemente con la tradicin juda, no soloporque en ella est presente la creencia en que Yahv, un nico locus de omni-potencia, cre el mundo ex nihilo, lo que supona un autntico tab en el hele-nismo una cultura incapaz de pensar la nada, sino muy especialmente por laalta consideracin del hombre como cima de la creacin. Para el judasmo, loscuerpos celestes no son divinos ni perfectos, sino nicamente materia sin vida y,por lo tanto, inferiores en dignidad a cualquier animal, ya no digamos al serhumano15. La divinizacin del cosmos no poda tener ningn sentido para unhebreo, puesto que el concepto de naturaleza, de una realidad fsica con leyesindependientes a la voluntad del creador, es ajeno a la Tor16.

    En los territorios helenizados de Oriente Medio, y ya en los primeros siglosde la era cristiana, el sentimiento de pertenencia y de identidad que ligaba a laciudadana con sus espacios pblicos ms prximos, y que caracteriz a la polisclsica, haba quedado muy erosionado17. Ahora las autoridades polticas queda-ban muy alejadas, fuera de la vista y del odo del ciudadano corriente, que lo ms

    13 El trmino griego original es rchontes que, ms tarde, servir a los gnsticos para desig-nar a las potencias malvadas con las que el Demiurgo controla nuestro mundo terrenal.

    14 Ibid., 903b, p. 515. 15 The Bible presents the creatures in an ascending order. Heaven is lower than earth. The

    heavenly light-givers lack life; they are lower than the lowliest living beastSun, moon, and starsprecede the living things because they are lifeless: they are not gods. What the heavenly lights lose,mans gains: man is the peak of creation. [La Biblia presenta las criaturas en un orden ascenden-te. El cielo es inferior a la tierra. Las luminarias celestiales carecen de vida; son inferiores a las msinferiores de las bestias vivientesel sol, la luna y las estrellas preceden a los vivientes porque soninertes: no son dioses. Lo que las luminarias celestes pierden, lo gana el hombre: el hombre es lacima de la creacin]. Leo STRAUSS, Jerusalem and Athens: Some Preliminary Reflections, enPeter EMBERLEY, Barry COOPER (eds.), Faith and Political Philosophy, Pennsylvania StateUniversity Press, 1993, p. 116.

    16 Ibid., pp. 113, 126. 17 Ya desde el periodo posterior a las conquistas de Alejandro Magno, [t]he kind of political

    activitywas very different from that of the days when the Greek polis was really independent...for

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  • many reasons, ranging from the search for greater security to the creation of new civic values, thecities of the hellenistic world were compelled to change the pattern of public life. [El tipo de acti-vidad polticaera muy diferente a aquella de los das en que la polis griega era realmente inde-pendientepor muchas razones, desde la bsqueda de mayor seguridad a la creacin de nuevosvalores cvicos, las ciudades del mundo helenstico fueron obligadas a cambiar el modelo de vidapblica]. Frank W. WALBANK, The Hellenistic World, Revised Edition, Harvard University Press,Cambridge, 1992, pp. 141-142.

    18 Homero describe cmo en los enfrentamientos entre aqueos y troyanos, los guerreros decada bando portaban con s unos escudos que, en la traduccin que manejamos, son adjetivadoscomo umbilicados, sugirindonos quiz una relacin muy honda, casi maternal, entre ese instru-mento de proteccin y su portador: Y ellos [aqueos y troyanos], cuando encontrndose a unmismo sitio vinieron, / chocaron junto escudos y junto lanzas y nimos de hombres / de coraza debronce, y los umbilicados escudos / pegaron uno a otro, y se alz mucho el fragor del combate.HOMERO, Ilada, versin de Rubn Bonifaz Nuo, UNAM, Mxico D. F., 2008, libro VIII, vv. 60-63, p. 133.

    19 Para una descripcin del proceso de prdida de compromiso poltico en el cinismo y elepicuresmo puede consultarse Sheldon S. WOLIN, Politics and Vision, Expanded Edition,Princeton University Press, Princeton, 2004, pp. 70ss. Andr Laks y Malcom Schofield abren sulibro sobre este tema sealando que [t]hese intellectual postures have sometimes been seen as

    cerca que estaba del poder poltico era contemplando una estatua, es decir, elcuerpo petrificado de algn emperador o de un monarca local aliado del Imperio.La personificacin del poder se ir consolidando bajo la dominacin romana, altiempo que los emperadores irn adquiriendo una veneracin religiosa.

    () El efecto de las escuelas cnicas y epicreas en la cultura poltica hele-nstica haba sido el de disolver los vnculos estrechos entre el ciudadano y lapolis. El pensamiento postaristotlico haba servido para romper el cordnumbilical18 que una a las personas con la ciudad en la que haban nacido y pasa-ban su vida19. El estoicismo que, a pesar de su origen griego, pasara a conver-tirse en una especie de corriente filosfica oficial del Imperio romano, elabor sudevocin csmica o universalista cuando el sentimiento de extraamiento entrelos ciudadanos y sus gobernantes estaba ya muy asentado.

    La enorme expansin del escenario poltico no alter, sin embargo, la doctri-na clsica de la interrelacin armoniosa entre el todo y las partes. Pero esta s dejinevitablemente de dar cuenta de la situacin cotidiana del ciudadano que habi-taba una nueva polis ampliada hasta casi todo el mundo conocido. Ahora esa granciudad ser nada menos que el cosmos, y ser ciudadano del universo, un cosmo-polita, no solo ser una aspiracin filosfica sino una realidad que poda abrumara unos seres humanos sin referencias ms cercanas.

    () A los hombres y mujeres del Imperio se les propona alegremente quese integraran en el ksmos como partes de un todo omnipotente, teniendo ellos

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  • en su interior un componente tambin divino, un logos que los emparentaba conun universo sabio e infinitamente virtuoso. En el fondo, estas declaracionesdeberan sonar a los ciudadanos del Imperio como las rdenes de un director deescena en un montaje teatral de proporciones gigantescas. Al fin y al cabo, laprincipal misin del ciudadano sera a partir de ahora la representacin lo msfiel posible de su rol en la sociedad, un rol predeterminado por la providenciacsmica.

    () La analoga entre el ksmos y el ciudadano hace que este se encuentreen medio de un desvaro en el que ha perdido por completo el control de su vida.La ascensin vertiginosa de la polis al cosmos en la civilizacin helenstica deja-ba desorientados, y un tanto abandonados, a individuos para los que el gobiernode sus vidas apareca impuesto nada menos que por la fuerza de las estrellas. Elsentimiento de indefensin ante estas energas descomunales, que deban ademssoportarse pasivamente, estaba llamado a producir un terremoto en el plano delas creencias. La protesta se elevar a los cielos, ser un grito desesperado conlos adornos de la filosofa griega y de las nuevas corrientes religiosas orientales,y se llamar gnosticismo.

    LA GRAN NEGACIN

    La actitud gnstica es principalmente negacin20, as de categrico se pronun-ciaba Henri-Charles Puech (1902-1986), historiador francs y especialista en losmovimientos gnsticos. Sin embargo, cuando un lector actual quiere aproximar-se a estas formas de pensamiento y religiosidad de la Antigedad tarda se dacuenta de que tanto los filsofos paganos como los primeros intelectuales delcristianismo se afanaron constantemente en negar radicalmente las explicacionesque sobre la divinidad, el mundo, el tiempo o la situacin del hombre en elmundo ofrecan estos pensadores heterodoxos.

    () No hay que dejar de lado el hecho de que el cristianismo de losprimeros tiempos aspira a convertirse en un sustituto vlido de la religiosidadhelenstica. Por esta razn, ya desde las epstolas de Pablo de Tarso, primero

    appropriate and indeed inevitable responses to the decline of the polis in the age of the Hellenistic kingdoms: no polis, no political philosophy. [Estas posturas intelectuales han sido vistas a vecescomo las respuestas apropiadas y, de hecho, inevitables a la decadencia de la polis en la poca delos reinos helensticos: sin polis, no hay filosofa poltica]. Andr LAKS and Malcolm SCHOFIELD(eds.), Introduction, en Justice and Generosity. Studies in Hellenistic Social and PoliticalPhilosophy, Cambridge University Press, Cambridge, 1995, p. 1.

    20 Henri-Charles PUECH, La gnosis y el tiempo (1952), en En torno a la Gnosis I, p. 268.

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  • 21 Ibid., p. 284. 22 De este modo queda abrogada la ordenacin precedente, por razn de su ineficacia e inu-

    tilidad, ya que la Ley no llev nada a su perfeccin, pues no era ms que introduccin a una espe-ranza mejor, por la cual nos acercamos a Dios. Hebreos 7: 18-19.

    23 Para Pablo, Jesucristo era el mediador de una nueva Alianza; para que interviniendo sumuerte para remisin de las transgresiones de la primera Alianza, los que han sido llamados reci-ban la herencia eterna prometida. Pues donde hay testamento, se requiere que conste la muerte deltestador. Hebreos 9: 15-17.

    24 Vase la exposicin clsica en PLATN, Timeo, trad. de Francisco Lisi, Gredos, Madrid,1992, 37c38c, pp. 181-183.

    judo helenizado y despus converso cristiano, la Redencin que predicaba estanueva religin era vista como una paidaggia, pues relataba la historia sagradade la salvacin como un medio pedaggico del que Dios se sirve para formar yeducar poco a poco a la humanidad y conducirla a una gloriosa madurez21. Laaparicin de Jesucristo se situar en el centro de la historia, y marcar el pasohacia un futuro ms perfecto: el Antiguo Testamento progresa hacia el NuevoTestamento. En este progreso inevitable se haca necesaria la superacin de la yacaduca ley mosaica22.

    () La sangre derramada por Jess de Nazaret en la cruz tambin simboli-za, en la interpretacin paulina, el final de una primera etapa en la historia de lasalvacin de los hombres. Con ella se cumpli el final de la antigua alianza entreYahv y el pueblo judo. Haba llegado la hora de un contrato ms universalista,alejado de deidades tribales, que integrara a todos los ciudadanos del cosmos, loscosmopolitas. Nos referimos a ese mundo helenstico tan ancho y tan avanzadoque Pablo se encargar de recorrer anunciando el final de una poca y el repartode una herencia a quienes estuvieran dispuestos a seguirle23.

    () Los gnsticos, en cambio, harn saltar por los aires tanto la concepcincristiana del tiempo rectilnea y progresiva, con un principio y un final abso-lutos como la helnica, basada en un modelo circular e inmutable sin ningnsentido histrico especfico24. Para ellos, la aparicin de Cristo supone entrar encontacto con una verdad que anula tanto la historia como el ksmos. Ambos sonimposturas que nos encadenan a un mundo cruel y despiadado.

    Al contrario que para Pablo y sus seguidores cristianos ms ortodoxos, losgnsticos pensarn que el Antiguo Testamento ni anuncia ni predispone nada.Con la venida del Salvador, el tiempo se rompe en dos partes que se contradiceny de las que la segunda es la sana y disuelve a la enfermedad que supona laprimera. Los profetas de las escrituras hebreas eran, para el gnosticismo, los alia-dos del Demiurgo, o lo que es lo mismo, de un Dios impostor que ha creado un

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  • cosmos lleno de maldad, suciedad y sufrimiento. La divinidad que trajo Jesssupone una novedad absoluta que rompe para siempre el encantamiento con elque estamos apegados a la materia, una mera ilusin ptica, y al tiempo, un tristesucedneo de la eternidad. Las creencias absolutamente trascendentes del gnos-ticismo no solo sern anticsmicas, tambin sern antihistricas25. Haba llegadoel momento de escapar de esta crcel de los sentidos, de este abismo infernalque llamamos mundo, de esta noche de la carne y despertar a una vida no delos cuerpos sino del espritu26.

    CONOCIMIENTO SALVADOR

    Las persecuciones a las que fueron sometidos por la Iglesia oficial hace que exis-tan muy pocos testimonios y escritos directos de autores gnsticos27. Las fuentescasi exclusivas para el conocimiento del gnosticismo en su poca de esplendorprovienen de los heresilogos eclesisticos, los oponentes de los gnsticos, fun-damentalmente de dos de ellos: Ireneo de Lyon (ca. 130-202 e. c.) e Hiplito deRoma (ca. 170-236 e. c.). Sin embargo, hay que aadir que el primero de ellos, Ire-neo quien, procedente de Esmirna, acabara sus das como obispo en tierrasgalas, escribi su popular Adversus Haereses28 (Contra las herejas) alrededor delao 180 e. c., esto es, contemporneamente al surgimiento de los mismos movi-mientos a los que tan fieramente se opuso. Sobre la enorme variedad de ideas

    25 PUECH, La gnosis y el tiempo, p. 298.26 Ibid., p. 300. 27 Esta situacin cambi un tanto desde el descubrimiento en 1945 de una importante colec-

    cin de manuscritos gnsticos, escritos en diversos dialectos coptos, en la poblacin egipcia de NagHammadi. Estos cdices datan de los siglos tres y cinco, es decir, son posteriores a la poca del gnos-ticismo clsico, al que nos referimos en estas pginas. Dos expertos en este campo, Hans Jonas y JosMontserrat Torrents, consideran que, a pesar de tratarse de un importante hallazgo, estos documen-tos no anulan los escritos de los heresiarcas cristianos. Al contrario, confirman su descripcin de lasdoctrinas gnsticas. Por su parte, Jos Montserrat cree que la biblioteca gnstica de Nag Hammadidespert grandes esperanzas entre los investigadoresAhora bien, a medida que se avanza en elconocimiento de la biblioteca aumentan las perplejidades y aun el desencantoPor ms interesanteque sea su contenido, su problemtica conexin con el resto del mundo antiguo disminuye su valoraclaratorio y comprobatorio respecto al gnosticismo clsico. En resumidas cuentas, resulta ms inte-resante para una tipologa de la gnosis que para una historia del gnosticismo. MONTSERRATTORRENTS, Introduccin general, p. 21. Vase tambin JONAS, La religin gnstica, p. 310.

    28 Eric Voegelin consideraba a esta obra un tratado sobre el tema [el gnosticismo] que debeseguir consultando el estudiante que quiera entender las ideas y los movimientos polticos moder-nos. Eric VOEGELIN, La nueva ciencia de la poltica, Katz, Buenos Aires, 2006, p. 155.

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  • 29 IRENEO DE LYON, Contra las herejas, trad. de Jos Montserrat Torrents, en Los Gnsti-cos, vol. I, I 18, 1, p. 185.

    30 PUECH, La gnosis y el tiempo, p. 289. 31 En la clsica argumentacin de Platn, de este modo, el ser humano, encarcelado en un

    mundo de apariencias, conseguira con ayuda de la razn y sin intervencin de ningn sentidollegar a liberarse de las cadenas y volverse de las sombras hacia las imgenes y el fuego y ascen-der desde la caverna hasta el lugar iluminado por el sol. PLATN, La Repblica, trad. de JosManuel Pabn y Manuel Fernndez-Galiano, Alianza, Madrid, 2002, 532a-b, p. 439.

    32 JONAS, La religin gnstica, p. 69.

    entre los gnsticos, Ireneo comentar burlonamente que estos pasaban su vidadando a luz, cada da, en la medida que pueden, alguna cosa nueva: ya que nadiees perfecto entre ellos, si no ha dado frutos en enormes mentiras29.

    () La palabra gnosticismo, que se ha usado para agrupar a estas sectasconsideradas herticas por los primeros padres de la Iglesia, deriva de gnosis, tr-mino griego que designa el conocimiento. Pero no es un conocimiento cual-quiera, de un mbito concreto de la sociedad o del mundo natural, sino el cono-cimiento de Dios, es decir, la forma ms elevada posible de sabidura que un serhumano pueda alcanzar. Su fin explcito se diriga a alcanzar la salvacin a par-tir de unas doctrinas solo conocidas por los miembros de estas corrientes espiri-tuales. En palabras de Puech, diramos que la gnosis es un conocimiento abso-luto que salva por s mismoel gnosticismo es la teora de la obtencin de lasalvacin por el conocimiento30.

    El objeto ltimo de la gnosis, como decimos, es Dios. Pero los efectos de talconocimiento son la transformacin completa del alma del conocedor. Conocimien-to y salvacin se implican mutuamente, guardan una relacin de identidad, objeto ysujeto se funden en una fantasa omnipotente proyectada desde el mundo interno delseguidor de estas doctrinas. Esto guarda cierta relacin con la theoria griega, si bienesta mantiene ms distancia con el objeto de sus desvelos. En la theoria, la relacincognitiva entre sujeto y objeto es ptica, es decir, se establece una relacin visualpero la forma o modelos ideales no se ven alterados por la visin31. El conocimientognstico, en cambio, supone una entrega activa del conocedor a la divinidad y en esteproceso de unin mstica, el alma (psych) saldr depurada, purgada de mezclasimpuras con la materia corporal, y convertida en espritu (pneuma)32.

    Dejemos que sea Ireneo quien nos cuente cmo entendan los valentinianos,una de las principales escuelas gnsticas, esta experiencia de reciprocidad entreconocimiento y salvacin espiritual:

    La perfecta redencin consiste para ellos en el mismo conocimiento de lagrandeza indecible. Puesto que la deficiencia y la pasin han existido por la igno-

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  • rancia, por medio del conocimiento es destruida toda substancia proveniente deaquella, de tal modo que es la gnosis redencin del hombre interior. Pero no la con-ciben corporal, pues el cuerpo es corruptible, ni psquicamente, puesto que el almaprocede de la deficiencia y es como la casa del espritu; por tanto, tambin la reden-cin tiene que ser espiritual. El hombre interior, el espiritual, es redimido por mediodel conocimiento, y a los tales les basta con el conocimiento de todas las cosas. Estaes la verdadera redencin33.

    LA RAZ SIN PRINCIPIO

    Si hay un rasgo que sobresale en el gnosticismo en todas sus variantes es la opo-sicin que se establece entre el cosmos (la Creacin) y Dios. Al Dios de los gns-ticos no se le puede en modo alguno responsabilizar del mal que existe en nues-tro mundo, un mundo que, en definitiva, no es otra cosa que una manifestacinmaterial de ese mal. Dios no ha creado el cosmos, ni lo dirige. De hecho, cual-quier relacin que se estableciera entre esta divinidad y el mundo material soloservira para manchar la extrema pureza del Dios de los gnsticos. Su trascen-dencia es absoluta: se sita ms all del cosmos y sin ningn contacto con elmismo. Adems, el mundo no lo conoce, permanece en la ignorancia completade la existencia de este Dios, el nico digno de tal nombre.

    Su nico compromiso con el mundo y compromiso es un trmino quizsinadecuado es la salvacin de los espritus encerrados en l, para procurar suhuida de esta prisin de los sentidos. Esta salvacin se lograra, como hemosapuntado antes, por medio del conocimiento de este Dios extranjero, desco-nocido, inefable, oculto, extrao, ajeno tanto a la cotidianidad como a lahistoria de los humanos y de la cosas que nos rodean34. Puesto que la Deficien-cia naci porque ellos [los hombres] no conocan al Padre, por eso, cuando lle-garon a conocer al Padre, la Deficiencia vuelve a la no existencia de forma ins-tantnea35. Entonces, la salvacin, nuestra posibilidad de alcanzar la verdad quenos permita escapar de la esclavitud del tiempo y el espacio, est en nuestrasmanos, siempre que sigamos sus doctrinas para iniciados, esas que nos quitarnlas telaraas de los ojos.

    Ireneo comienza su exposicin sobre los valentinianos la principal corrientedel gnosticismo cristiano helenista36 con estas palabras sobre el Dios trascendente:

    33 IRENEO DE LYON, Contra las herejas, I 21, 4, p. 195. 34 PUECH, La gnosis y el tiempo, p. 291-292. 35 Evangelio de la Verdad, 24: 28-32. Citado en JONAS, La religin gnstica, p. 328. 36 El valentinismo es, con mucho, la ms importante de las corrientes gnsticas. Para Ire-

    neo, era la gnosis tout court. Sus ramificaciones se extendieron por Oriente y Occidente, alcan-

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  • zando el valle del Rdano y el Norte de frica. MONTSERRAT TORRENTS, Introduccin general, p.56. Valentn, el fundador de esta corriente, era originario de Egipto y pasara de Alejandra a Romaalrededor del 140 e. c. En Alejandra habra tenido contacto tanto con la filosofa y mitologa paga-nas como con las doctrinas cristianas y judas. Se consideraba parte de la Iglesia romana, aunquemantena un doble lenguaje en sus enseanzas: uno para el pblico general y otro, esotrico, para losiniciados en su escuela. Su doctrina exotrica se adaptaba a la regla de fe de la Iglesia episcopal. FueIreneo quien puso mano en los escritos internos de la escuela y denunci su heterodoxia. Ibid., p. 58.

    37 IRENEO DE LYON, Contra las herejas, I 1, p. 91. La actividad de los creadores del mundoantes de la creacin ya haba sido planteada antes por los estoicos, vase por ejemplo CICERN, Sobre lanaturaleza de los dioses, trad. de ngel Escobar, Gredos, Madrid, 1999, libro I, cap. 9, pp. 87-89.

    38 JONAS, La religin gnstica, p. 307. 39 IRENEO DE LYON, Contra las herejas, I 1, pp. 91ss. Vase tambin otra descripcin de la

    formacin del Pleroma, fundamentalmente coincidente, en HIPLITO DE ROMA, Refutacin detodas las herejas, VI, 29: 2-8, pp. 141-144. El trmino Pleroma evoca a la plenitud de la que hablaPablo de Tarso en sus epstolas, ver Efesios 1: 23 y Colosenses 1: 19 y 2: 9.

    40 JONAS, La religin gnstica, p. 207.

    Haba, segn dicen, un En perfecto, supraexistente, que viva en alturas invi-sibles e innominables. Llmanle Pre-Principio, Pre-Padre y Abismo, y es para ellosinabarcable, es su manera de ser e invisible, sempiterno e ingnito.

    Vivi infinitos siglos en magna paz y soledad. Con l viva tambin Pensa-miento, a quien denominan asimismo Gracia y Silencio37.

    Podemos observar cmo en la descripcin de Ireneo sobresalen los rasgosnegativos respecto a esta sustancia primordial: no se le puede ver, ni nombrar niabarcar. Tampoco tiene edad ni es generada por nada. Su nica compaera esnnoia, el pensamiento sin palabras, silencioso, cuyo nico contenido es la divi-nidad misma y sus potencialidades infinitas. Es decir, nos encontraramos ante unDios sin ninguna necesidad externa, autosuficiente y anterior a cualquier moda-lidad de comunicacin. El Dios gnstico exista antes de la palabra, del logos,que es un instrumento humano, no divino. La nica teologa posible ante tal divi-nidad es una teologa negativa38: cualquier atributo positivo sacado del mbito delos sentidos equivaldra a manchar la perfeccin de esta deidad.

    () Lo nico que podemos conocer, en realidad, es que primordialmentesolo existan Abismo y Silencio. De hecho, ser el Silencio la matriz del pri-mer conyugio (syzyga): Intelecto (Nos), elemento masculino, y Verdad (Al-theia), elemento femenino, de los que surgirn el total de treinta emanaciones(tambin llamados eones) que formarn el resto del Pleroma39 o plenitud de ladivinidad, una regin superior del universo separada radicalmente del cosmos enel que nos movemos y vivimos los mortales.

    El Pleroma, al que tambin se le conoce como Totalidad o Todo40, incluiralos diferentes aspectos o caractersticas de la divinidad, en un orden jerrquico y

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  • descendente, siendo el Intelecto, el primero en ser emitido, el nico con la capa-cidad de contemplar el Abismo, la raz sin principio41, mientras que los demseones aspiran y desean acceder a esa contemplacin. Algo que, no obstante, lesest vedado.

    LOS ESPRITUS ELEGIDOS

    () Cuando alguien acceda al conocimiento o gnosis del Dios verdadero, elOtro inefable, encontraba una puerta oculta al resto de los mortales deficientes ensu ignorancia, entrara en un recinto iluminado de acceso exclusivo para losgnostikoi. Esta presuncin les permita estar y no estar a la vez en el cosmos com-partido con los dems seres humanos. Aunque vivan entre los condenados, ellosya estaban salvados: el mismo conocimiento de las realidades superiores y autn-ticas los haba salvado de la tirana csmica de los arcontes, los ngeles quedominaban el mundo y controlaban la heimarmne, el destino universal. Esdecir, la gnosis por s misma nos liberaba de unas leyes csmicas que actuabancomo las cadenas que nos sujetaban a esta vida estril, inautntica42, que ence-rraban el espritu (pneuma) en un gigantesco recinto sin barrotes. Un espejismoque produca una falsa sensacin de libertad, cuando, en realidad, el ser humanoviva encerrado para cumplir una cadena perpetua por el mero hecho de habernacido.

    Para la doctrina valentiniana, los hombres estn compuestos de las mismastres sustancias que componen a Sophia Achamot, la sabidura inferior arrojadadel Pleroma. Por una parte, fueron creados a imagen y semejanza del Demiur-go, el Dios adorado por judos y cristianos, y que no es otra cosa que un engen-dro de Sophia, pues fue creado sin contacto con las realidades espirituales. Aimagen de su parte material, a semejanza de su parte psquica43, pero el Demiurgono poda insuflar a sus criaturas ninguna parte espiritual, ya que l mismo careca deella. Finalmente, tanto los hombres psquicos como los materiales siendo estosltimos la especie ms degradada fueron revestidos con una tnica de piel ala que conocemos como carne sensible44.

    Sin embargo, al Demiurgo le pas desapercibido el retoo espiritual quesu desconocida Madre haba introducido en alguno de los hombres. Este ele-

    41 IRENEO DE LYON, Contra las herejas, I 2, 2, p. 98. 42 JONAS, La religin gnstica, pp. 77-78. 43 IRENEO DE LYON, Contra las herejas, I 5, 5, p. 122. Se trata de un exgesis libre de

    Gnesis 1: 26. 44 Ibidem.

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  • 45 Ibid., I 5, 6, pp. 122-123. 46 Ibidem. 47 PUECH, La gnosis y el tiempo, p. 287. Vase tambin JONAS, La religin gnstica, p. 78. 48 Valentn era originario de Alejandra, una ciudad en la que, como en otras tantas de la parte

    oriental del Imperio romano, convivan cristianos, judos y paganos. Esta antropologa parece res-ponder a la situacin social y a las afinidades religiosas de las corrientes gnsticas.

    49 [N]inguna condenacin pesa ya sobre los que estn en Cristo Jess. Porque la ley delespritu que da la vida en Cristo Jess te liber de la ley del pecado y la muerte. Pues lo que eraimposible a la ley, reducida a la impotencia por la carne, Dios, habiendo enviado a su propio Hijoen una carne semejante a la del pecado, y en orden al pecado, conden el pecado en la carne, a finde que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros que seguimos una conducta, no segn la carne,sino segn el espritulas tendencias de la carne llevan al odio a Dios: no se someten a la ley deDios, ni siquiera pueden; as, los que estn en la carne, no pueden agradar a Dios. Mas vosotros noestis en la carne, sino en el espritu, ya que el Espritu de Dios habita en vosotros. Romanos 8:1-4, 7-9. Vase tambin, por ejemplo, 1 Corintios 15: 44, 46-49.

    50 JONAS, La religin gnstica, p. 156.

    mento divino procedente del parto de Sophia ante la contemplacin de los ngelesque acompaaban al Salvador, fue ocultamente colocado en algunas criaturas,sin que el Demiurgo se diera cuenta, con el fin de que, sembrado a travs de l [elDemiurgo] en el alma, que de l procede, y en este cuerpo material, siendo gestado yhabiendo crecido en ellos, se halle dispuesto a la recepcin del perfecto Logos45.

    El Demiurgo no poda conocer de ningn modo a este hombre espiritual:puesto que desconoca a la Madre, desconoca tambin su descendencia46. Estehombre espiritual es el hombre que habitaba en el interior del alma de los gns-ticos. Se trataba, por tanto, de una chispa divina que, aunque encerrada bajo lacarne y el alma, proceda del Pleroma superior y extrao o ajeno al mundo. Poresa razn, los gnsticos se denominaban a s mismos pneumatikoi, es decir, losque poseen el espritu. Se constituirn en un grupo de hombres superior por natu-raleza a las otras dos clases de humanidad: los psquicos, esto es, los judos ylos cristianos ordinarios, los simples creyentes, que aunque tienen alma, nocuentan con espritu; y, ms inferiores an, los hlicos, encadenados y someti-dos al cuerpo y la materia47, es decir, los paganos48.

    () Hemos de aadir, sin embargo, que la utilizacin del trmino pneumapara designar esta chispa divina y trascendente escondida y recubierta tanto porel soma como por la psych no es una creacin exclusivamente gnstica. Tam-bin es de uso comn en el Nuevo Testamento, especialmente en las epstolas dePablo de Tarso49. Como seala Hans Jonas (1903-1993), el significado griegode psych, con toda su dignidad, no era suficiente para expresar la nueva con-cepcin de un principio que trascenda todas las asociaciones naturales y csmi-cas unidas al concepto griego50.

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  • () Los gnsticos seguirn a Pablo en la creencia de que los hombres mate-riales no pueden de ningn modo recibir la salvacin, no estn preparados paraello al carecer de pneuma: Lo materialperece por necesidad, por cuanto nopuede recibir ningn soplo de incorruptibilidadla materia no es capaz de sal-vacin51. Pero, adems, en las doctrinas valentinianas, la salvacin no se derivade la conducta, sino de la esencia. Ya hemos dicho cmo los hombres materialesla tienen absolutamente vetada; en cambio, los psquicos, aunque no puedenalcanzar la gnosis perfecta, pueden, siempre que observen una buena conducta52,alcanzar una beatitud psquica, es decir, en la Mediedad, entre el cosmos y el Ple-roma. Solo el hombre espiritual se salvar absolutamente, gracias a la simienteespiritual que porta en su interior.

    Del mismo modo que lo terreno no puede participar en la salvacin, porqueno es capaz de recibirla, as tambin lo espiritual...no puede recibir la corrupcin,cualesquiera que sean las obras a las que se entregue. El oro arrojado en el barro nopierde su belleza, sino que conserva su propia naturaleza, puesto que el barro ennada puede perjudicar al oro; as afirman acerca de s mismos que, aunque se entre-guen a cualquier tipo de obras materiales, no pueden recibir ningn dao ni perderla subsistencia espiritual53.

    Como no poda ser de otra forma, esta creencia fundamental del gnosticis-mo tendr fuertes implicaciones en su visin de la moralidad y la virtud cvica.

    MS ALL DEL BIEN Y DEL MAL

    () El gnstico solo est comprometido con una realidad absolutamente tras-cendente, con un Dios desconocido, inefable, apartado tanto de los cuerpos(soma) como de las almas (psych) de los seres humanos. l no las ha creado niderivan de su existencia. Solo el pneuma es una propiedad divina. Por lo tanto,los nomoi, las leyes y normas que rigen la ciudad y la moralidad pblica no cuen-tan para los conocedores del reino del espritu. Al contrario, respetarlas supon-dra la sumisin al Demiurgo, a un creador ignorante de su posicin subordina-da. Una posicin inaceptable cuando uno se encuentra entre el limitado nmero

    51 IRENEO DE LYON, Contra las herejas, I 6, 1, pp. 124-125. 52 Ibid., I 6, 2, p. 126. 53 Ibidem.

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  • 54 JONAS, La religin gnstica, p. 291. 55 PUECH, La gnosis y el tiempo, p. 316.56 El otro fundador ser Orgenes (185-254). Vase Werner JAEGER, Cristianismo primitivo y

    paideia griega, Fondo de Cultura Econmica, Madrid, 1995, pp. 71ss. 57 CLEMENTE DEALEJANDRA, Stromata, III, 4, 30, trad. de Jos Montserrat Torrents, en Los

    Gnsticos, vol. II, Gredos, Madrid, 1983, p. 392. nfasis aadido. 58 IRENEO DE LYON, Contra las herejas, I 23, 3, p. 203. 59 No se conocen las fechas exactas de la vida de estos pensadores, aunque se sabe que desa-

    rrollaron su actividad en la primera mitad del siglo dos.

    de los elegidos, las normas del reino no espiritual no pueden obligar a aquel quepertenece al espritu54.

    La salvacin que el gnstico tiene asegurada comporta una autntica libera-cin de las cadenas que le unen al tiempo y al espacio mundano. Es una liberacinen un doble sentido: una libertad negativa, eleuthria, desprendimiento o eman-cipacin de la tirana del Destino y de la esclavitud del cuerpo y la Materia; y unalibertad de signo positivo, exousa, poder absoluto o licencia de hacer cuanto nosplazca55. Clemente de Alejandra (ca. 150215 e. c.), uno de los fundadores de lafilosofa cristiana56, se mostrar escandalizado con la prepotencia moral de losseguidores de las corrientes gnsticas:

    Dicen que son por naturaleza hijos del primer Dios. Luego sacan ventaja desu noble abolengo y de su libertad y viven como les apetece. Su voluntad es que-dar libres de todo dominio, y en su deseo de placer se consideran seores del sba-do y superiores a todas las razas de hombres a fuer de hijos del rey57.

    Como unos prncipes caprichosos, henchidos de arrogancia, se sentan contodo el derecho de renunciar a acatar el nomos que sujetaba a los mortales. Suargumento antinmico era tanto una superacin del platonismo que s acepta-ba las enseanzas mundanas como un paso previo para dirigir la mirada al estra-to superior de las ideas eternas, como una superacin asimismo de la creenciajuda en un Dios creador del mundo. Los ngeles que crearon el mundo58someten a los cuerpos a las leyes fsicas y a las almas a las normas morales ypolticas, esclavizando de esta manera tanto a nuestra parte material como ps-quica. Para maestros gnsticos como Baslides o Carpcrates59, o grupos comolos cainitas, las leyes de la ciudad no seran otra cosa que la vertiente psquicadel dominio de los arcontes, los aliados del Demiurgo, identificando a este conYahv, creador y legislador, el Dios de los judos, en el que siguen creyendo porignorancia el resto de los cristianos.

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  • () Mezclando la filosofa pagana con las creencias judas, los gnsticosrechazarn en bloque los preceptos que emanan de los cdigos legales de ambasperspectivas. Su pneuma, su yo autntico, no puede someterse a unas normashechas para seres ignorantes y deficientes, en suma, indignos por no haber acce-dido a la gnosis de Dios. Ellos no pertenecen a la naturaleza, por lo tanto, seencuentran liberados de la heimarmen, de la tirana csmica. La violacin de laley es, en este sentido, un signo de virtud gnstica. O dicho de otra manera, elvicio emancipa al espritu, la virtud nos esclaviza. Al atribuir recompensas o cas-tigos, elogios o rechazos a determinadas acciones, la virtud niega la libertad delespritu, expone al gnstico al rechazo o la aprobacin de la ignorante mayorasocial y le dicta reglas de conducta que no le pertenecen60.

    CONTRA YAHV

    () El desprecio al Dios de la Tor hebrea es uno de los temas ms recurrentesen las muy diversas corrientes del gnosticismo cristiano. En realidad, no se lereconoce su papel como divinidad por derecho propio y, en prcticamente todaslas escuelas y autores solo se le considera como una deidad subalterna o el prn-cipe de los ngeles que crearon este mundo material, cuya existencia es en smisma una tortura para los seres espirituales. El Dios judo es, en pocas palabras,el alcaide de la prisin csmica. Un carcelero soberbio que tiene la arrogancia deautoproclamarse como el nico Dios, a pesar de no disponer de ningn atisbo degnosis divina.

    Con ese platonismo tan incrustado en las enseanzas valentinianas, que leshaca ver la tierra como un criatura degradada de un ms all de modelos per-fectos, los gnsticos defendan que la ignorancia del Demiurgo hebreo le llev ahacer el cielo, sin conocer Cielo alguno, y form el hombre sin saber del Hom-bre, e hizo aparecer la tierra desconociendo la Tierraas en todo ignoraba losmodelos de las cosas que haca61. Era, en definitiva, un Demiurgo insensato ynecio, que no sabe lo que hace ni lo que elabora62. Es decir, un ser que nomerece adoracin porque se trata nada ms que de una Potencia muy separaday muy distante de la Potestad suprema que est sobre todas las cosas, e ignoran-te del Dios que est por encima del universo63. En el gnosticismo cristiano apre-

    60 Vase JONAS, La religin gnstica, p. 291-292. 61 IRENEO DE LYON, Contra las herejas, I 5, 3, p. 119. 62 HIPLITO DE ROMA, Refutacin de todas las herejas, VI, 33, p. 151.63 IRENEO DE LYON, Contra las herejas, I 26, 1, pp. 218-219. Vase tambin HIPLITO DE ROMA,

    Refutacin de todas las herejas, VII, 33, p. 218. Esta descripcin es atribuida al gnstico Cerinto.

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  • 64 Ibid., I 24, 2, p. 208. 65 Gershom SCHOLEM, La redencin a travs del pecado, en El misticismo extraviado, trad.

    de Mnica Sifrim, Lilmod, Buenos Aires, 2005, p. 107. 66 Ibidem.

    ciamos, por tanto, una pronunciada animadversin hacia Yahv hasta el punto deque algunos autores como Satornilo llegarn a decir que Cristo, el Salvador, vinoal mundo para destruir al Dios de los judos y a todos los dems arcontes64.

    (...) Con Marcin de Snope (ca. 85-160 e. c.) el dualismo entre los dos dio-ses alcanza la que quizs sea su expresin ms acabada. Por un lado habra undios desconocido, extracsmico, amoroso y bueno, que se apiada de unas criatu-ras que no son suyas, a las que no le liga nada, ni siquiera una chispa divinaextraviada en tiempos inmemoriales. Por otro lado, estara Yahveh, el dios judo,un creador que somete al universo y a sus criaturas a una legislacin inflexible,causante, en ltimo trmino, de la maldad y el sufrimiento humano. El marcio-nismo dinamita cualquier puente entre estas dos divinidades y deja al judasmocomo una religin opresiva y atrasada. Una creencia que necesita ser superada side verdad el ser humano quiere salvarse y encontrar felicidad fuera del mundo.

    El gnosticismo cristiano, con su recurrente desprecio a la religin juda a suDios, a sus leyes, a sus profetas o a su concepcin de la vida social y poltica abrela puerta de par en par al antisemitismo metafsico65, algo que, sin embargo, nose diluy con la desaparicin de los pensadores y grupos gnsticos. Si hacemoscaso a Gershom Scholem (1897-1982) quien vivi las consecuencias de esafobia en su pas natal, esta variante intelectual del odio a los judos continureafirmndose dentro de la Iglesia Catlica y de sus descendientes herticos a lolargo de toda la Edad Media66.

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