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El krill antártico: estudio de caso sobre las implicaciones de la pesca en el ecosistema por Virginia Gascón y Rodolfo Werner Antarctic and Southern Ocean Coalition Puerto Madryn (Argentina), octubre de 2005 [email protected] [email protected]

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El krill antártico: estudio de caso sobre las implicaciones

de la pesca en el ecosistema

por Virginia Gascón y Rodolfo Werner

Antarctic and Southern Ocean Coalition

Puerto Madryn (Argentina), octubre de 2005 [email protected] [email protected]

El krill antártico (Euphausia superba) es fundamental en la cadena trófica de la Antártida. Los diferentes elementos de los ecosistemas marinos antárticos se componen de depredadores que dependen, directa o indirectamente, de la salud de las poblaciones de krill. El krill antártico tiene una distribución circumpolar y es muy abundante en el océano Austral.

La pesca de krill antártico ha sido la pesquería más importante en el océano Austral desde finales de la década de 1970 (Croxall y Nicol 2004). En años más recientes, casi todos los barcos de pesca de krill han estado faenando en las zonas costeras de la región sudoccidental del Atlántico, donde históricamente la tasa de capturas ha sido más alta. Ésta es la mayor pesquería de crustáceos del mundo y tiene perspectivas de convertirse en la mayor pesquería a escala global (Nicol y Endo 1997). Hay potencial para una rápida expansión de la actividad pesquera en los próximos años, a medida que se desarrolle la tecnología de procesamiento y aumente la demanda de productos derivados del krill, lo que genera preocupaciones sobre el futuro del vulnerable, y aún poco comprendido, ecosistema marino antártico.

La percepción de unos stocks masivos de krill podría atraer inversiones aún mayores y está ralentizando el progreso de las políticas para controlar la pesca. Esto es especialmente importante teniendo en cuenta el historial de sobreexplotación de las especies marinas en el océano Austral. Este patrón de comportamiento ha incluido las focas en el siglo XIX, las grandes ballenas a mediados del siglo XX, la trama jaspeada (Notothenia rosii) a principios de la década de 1970 y, más recientemente, algunas poblaciones de merluza negra o bacalao de profundidad (Dissostichus eleginoides).

La Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR, por sus siglas en inglés) es el instrumento internacional que regula la ordenación de los stocks de krill antártico en el océano Austral. La CCAMLR fue negociada en el marco del Tratado Antártico, y la conservación de los stocks de krill antártico fue un factor fundamental en su nacimiento. La Convención fue pionera en formular la necesidad de considerar el ecosistema como un todo en la ordenación pesquera.

Aunque las capturas de krill en el océano Austral están actualmente muy por debajo de los límites de capturas de la CCAMLR, hay un riesgo de sobrepesca localizada que podría causar un impacto en las especies que dependen del krill para alimentarse, especialmente durante la época de cría. Existe un considerable solapamiento entre las zonas de pesca de krill y las zonas de cría de pingüinos y focas en el Atlántico Sur (Constable y Nicol 2002).

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Aún se sabe poco de las zonas de alimentación y los índices de consumo de otras focas, ballenas, delfines, peces, calamares o aves marinas voladoras.

La CCAMLR ha hecho progresos significativos en la formulación y el desarrollo del principio precautorio y un enfoque ecosistémico para la ordenación de los recursos marinos, pero la plena implementación de estos principios en el océano Austral aún esta en una fase incipiente. Esta situación se ilustra bien con el caso del krill antártico. Aunque se tienen en consideración las necesidades de las especies dependientes del krill al establecer las cuotas de pesca de krill en grandes áreas del océano Austral, aún es necesario que la CCAMLR subdivida el límite total de capturas en unidades más pequeñas para distribuir geográficamente el esfuerzo, de modo que se tengan en cuenta las relaciones entre el krill y sus depredadores, algo que ocurre a escalas mucho menores.

La CCAMLR también debe emprender reformas que refuercen las medidas de seguimiento y control aplicables a la pesca del krill antártico. A pesar de su magnitud e importancia, esta actividad pesquera aún está exenta de la mayoría de las medidas de seguimiento y control aplicables a otras pesquerías del océano Austral.

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I. Información sobre el krill antártico

“Krill” es un término aplicado para describir más de 80 especies de crustáceos pelágicos, conocidos como eufáusidos, la mayoría de los cuales son planctónicos (Everson 2000a).

Las siguientes especies de crustáceos eufáusidos son comunes en el océano Austral: Euphausia superba, E. vallentini, E. triacantha, E. frigida, E. crystallorophias, Thysanoessa vicina y T. macrura. Sólo dos de ellas forman habitualmente densos bancos y son de especial interés para la pesca comercial: E. superba y E. crystallorophias. Todos los eufáusidos del océano Austral tienen una distribución circumpolar y están presentes en una amplia gama de latitudes (Everson 2000a).

E. superba es la especie denominada normalmente “krill antártico” y es una especie muy extendida, que está sometida a una pesca comercial significativa (Everson 2000a). Por lo general, la convergencia antártica –que es el frente circumpolar donde las frías aguas superficiales antárticas se sumergen bajo las aguas subantárticas más cálidas– define el límite septentrional de su distribución. Existen elevadas concentraciones en el Atlántico Sur (Arco de Scotia) y en algunas regiones cercanas al continente antártico del océano Índico. La superficie total de la zona de distribución del krill antártico es aproximadamente de 36 millones de kilómetros cuadrados, lo que representa, por ejemplo, cuatro veces y media la superficie de Australia.

Fig. 1 - Distribución a gran escala del krill antártico (datos basados en prospecciones y en la pesca comercial). Extraído de Everson 2000c.

El krill antártico es una de las especies más abundantes y de mayor éxito de la Tierra. La biomasa del krill antártico tal vez sea la mayor de cualquier especie animal multicelular del planeta (Nicol 2004). Se considera también que el krill forma la mayor concentración de vida marina (Macauley et al. 1984) y que tiene las enzimas proteolíticas más potentes que se conocen (Anheller et al. 1989).

El krill antártico es principalmente herbívoro. En verano se alimenta de fitoplancton (plantas microscópicas en suspensión, como las flageladas y diatomeas) en el océano Austral, mientras que en invierno se alimenta principalmente de algas del hielo que habitan bajo la superficie del hielo. Se cree que también pueden formar parte de su dieta los animales planctónicos (zooplancton).

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El krill puede vivir entre seis y siete años y alcanza la madurez sexual a los dos años (las hembras) y a los tres años (los machos), respectivamente (Siegel 2000). El apareamiento comienza hasta 1-2 meses antes del desove (en noviembre). A medida que los ejemplares de krill maduran y se hacen adultos, se agrupan en gigantescos bancos, con miles de individuos concentrados en cada metro cúbico de agua, dando un color rojizo o anaranjado a la misma. Estas concentraciones de krill pueden ser densas y compactas a lo largo de extensas capas, agrupaciones o capas profundas desperdigadas, que pueden alcanzar kilómetros de extensión horizontal. Esta conducta gregaria hace que el krill sea una especie

atractiva para su explotación comercial. Sin embargo, la mayoría de los bancos o cardúmenes de krill permanecen en las profundidades, invisibles durante las horas diurnas, y sólo suben a la superficie de noche. Esta migración vertical diurna es una conducta adoptada por una gran variedad de animales acuáticos, pero quizás su manifestación más espectacular sea la del krill antártico. En cuanto llegan a la superficie se convierten en la presa de depredadores que se alimentan en la superficie como aves marinas, focas, calamares, peces o ballenas barbadas (Nicol

Fig. 2 – Vista general de las principales característicasmorfológicas del krill. Extraído de Everson 2000a. 2004).

Aún se desconoce cómo sobrevive el krill al invierno antártico. No parece que acumulen grandes reservas de grasa, así que deben de aprovechar la comida disponible bajo el hielo, como algas que crecen debajo de la banquisa, detritos del fondo marino, otros animales acuáticos, o bien utilizar otras reservas internas que no sean grasas. Esto último parece manifestarse en estudios de laboratorio en los que se ha descubierto que el krill antártico es capaz de resistir largos períodos (hasta 200 días) sin alimentarse. Lo consiguen encogiendo, consumiendo el material orgánico de su propio cuerpo para satisfacer sus necesidades metabólicas (Nicol 2004). Este hallazgo ha llevado a asumir que la reducción de su tasa metabólica también puede permitir al krill sobrevivir durante el invierno sin alimentarse (Quetin y Ross 1991). El krill, como todos los crustáceos, crece mediante la muda, es decir, desecha el caparazón antiguo y aumenta de tamaño mientras el caparazón nuevo aún está blando. Lo que parece ser único en el krill es su capacidad de utilizar este proceso a la inversa (en otras palabras, encoger) cuando no hay comida (Nicol 2004).

Las estimaciones sobre la abundancia del krill realizadas en la década de 1960, basadas en la cantidad de krill liberado por la eliminación de las ballenas barbadas del océano Austral, sugería que sería posible una gigantesca recolección sostenible de krill (Ichii 2000).

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Prospecciones acústicas más recientes han estimado la biomasa circumpolar de krill antártico entre 60 y 155 millones de toneladas (Nicol et al. 2000). A causa de su abundancia y posición en la red trófica, entre el fitoplancton microscópico y los grandes depredadores vertebrados, el krill está considerado una especie clave en la zona de banquisa estacional, así como en partes de las zonas libres de hielo y altas latitudes de la Antártida (www.ccamlr.org).

Para poner en perspectiva la abundancia de krill (60-150 millones de toneladas), es importante mencionar que, actualmente, no llega a 100 millones de toneladas la recolección anual de todas las especies de peces y mariscos a escala mundial. De hecho, la biomasa del krill antártico tal vez sea la mayor de cualquier especie animal multicelular del planeta (Nicol 2004).

El petrel gigante antártico (Macronectes giganteus) es una de las principales especies de petreles que depende del krill para alimentarse. Foto: © Claudio Suter.

II. Función del krill en la red trófica antártica

El ecosistema marino antártico depende en gran medida del krill antártico como presa clave. La mayoría de las especies de la Antártida está a uno o dos niveles tróficos de distancia del krill. El krill antártico es uno de los componentes principales de la dieta de una gran variedad de especies y muchas dependen del krill casi completamente (Alonzo et al. 2003).

Para muchas aves y mamíferos marinos, especialmente en el Atlántico Sur, el krill es la fuente de alimento más abundante. Las zonas de mayor concentración de krill a menudo están cerca de las colonias de cría en tierra de las aves y focas que se alimentan de krill (Croxall 2003). Estos depredadores dependen de que el krill esté al alcance de sus colonias para alimentar y criar a su descendencia durante el verano antártico. Por

Fig. 3 - Una representación simplificada de las relaciones de la red trófica del océano Austral, centradas en torno al krill, según se presenta en Everson, 2000b.

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ejemplo, hay vínculos claros entre la abundancia de krill y la reproducción y supervivencia de los pingüinos en la Antártida (Alonzo et al. 2003).

Especies clave que dependen directamente del krill para alimentarse

Aves marinas. En general, las aves marinas son importantes consumidores de krill. Las diferencias en la cantidad anual de krill consumida varían entre especies y ubicaciones específicas.

Las siguientes especies de pingüinos dependen en gran medida del krill antártico (Croxall 1984): el pingüino de Adelia (Pygoscelis adeliae); el pingüino de barbijo (Pygoscelis antarctica); el pingüino macaroni o de penacho anaranjado (Eudyptes chrysolophus); el pingüino papúa o de pico rojo (Pygoscelis papua).

Tres especies de albatros se alimentan de krill, aunque el porcentaje de la contribución del krill a sus dietas varía entre especies. Estas especies son las siguientes: el albatros de ceja negra (Diomedea melanophris); el albatros sombrío o de manto claro (Phoebetria palpebrata); el albatros de cabeza gris (Diomedea chrysostoma).

Los petreles, en general, se alimentan ampliamente de krill antártico. El porcentaje de la contribución del krill a su dieta varía según la especie, pero parece ser muy alto en las especies de petreles de pequeño tamaño (Everson 2000b). Las principales especies de petreles dependientes del krill para alimentarse son: el petrel gigante antártico (Macronectes giganteus); el petrel gigante subantártico (Macronectes halli); el petrel antártico (Thalassoica antarctica); el petrel damero (Daption capense); el petrel blanco o de las nieves (Pagodroma nivea); el petrel buceador o yunco (Pelecanoides spp); el petrel negro (Procellaria aequinoctialis).

De menor tamaño, las golondrinas de mar o petrelepetreles-paloma (Pachyptila spp) se alimentan de unincluido el krill, aunque en su dieta abundan más los co

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Tres especies de albatros se alimentan dekrill, incluido el albatros de ceja negra(Diomedea melanophris). Foto: © ClaudioSuter.

El pingüino papúa o de pico rojo (Pygoscelis papua) es muy vulnerable a los cambios en ladisponibilidad de krill. Foto: © Claudio Suter.

s de Wilson (Oceanites spp) y los a gama más amplia de crustáceos, pépodos (Prince y Morgan 1987).

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Focas. Todas las especies de focas antárticas, además de los elefantes marinos australes (Mirounga leonina), se alimentan en cierta medida de krill (Laws 1984). Estas especies son: la foca cangrejera (Lobodon carcinophagus); la foca leopardo (Hydrurga leptonix); la foca de Weddell (Leptonychotes weddelli); la foca de Ross (Ommatophoca rossi); la foca peletera o lobo fino antártico (Arctocephalus gazella).

Ballenas. Las principales especies de ballenas que se alimentan principalmente de krill son las siguientes (Everson 2000b): la ballena minke o rorcual aliblanco (Balaenoptera acutorostrata); la ballena azul (Balaenoptera musculus); el rorcual común (Balaenoptera physalus); el rorcual boreal (Balaenoptera borealis); la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae).

La foca cangrejera (Lobodon carcinophagus) es una de las focas antárticas para las que el krill forma parte de su dieta. - Foto: © Claudio Suter.

Peces. Se ha demostrado la existencia de varias especies de peces que se alimentan de krill en el océano Austral (Kock 1992). Las elevadas concentraciones de algunas especies de peces en determinadas áreas puede tener un impacto local en las poblaciones de krill. A pesar de ello, es improbable que el consumo total de krill realizado por los peces del océano Austral tenga un impacto significativo en comparación con el consumo realizado por ballenas, focas y aves (Everson 2000b).

Calamares. Se sabe que algunas especies de calamar, también presentes en el océano Austral, se alimentan de krill. Aunque se estima que la cantidad de calamares en el océano Austral podría ser muy grande, no se dispone de datos precisos sobre el tamaño de la población actual de calamares (Everson 2000b), lo que impide cualquier conclusión respecto al impacto de los calamares sobre los stocks de krill.

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III. Efectos de las condiciones medioambientales sobre los stocks de krill antártico El krill antártico ha mostrado tasas de reclutamiento bajas en años recientes y esto es preocupante. Además, posibles cambios a largo plazo, como el calentamiento global o la destrucción de la capa de ozono, podrían tener efectos significativos a nivel de especies individuales o de poblaciones de eufáusidos.

En el caso del krill antártico, el incremento observado en la temperatura del aire en el océano Austral, que afecta a la temperatura superficial del mar y las condiciones del hielo marino, podría influir en el reclutamiento del krill y el tamaño de los stocks de krill a largo plazo. La radiación ultravioleta B es otra variable que podría afectar a las concentraciones de krill próximas a la superficie y aumentar los índices de mortalidad, ocasionando una reducción del reclutamiento y de la biomasa total (Siegel 2000).

Se ha descubierto una relación entre el reclutamiento del krill y las condiciones del hielo marino en el entorno físico. Una extensión prolongada, temporal y espacialmente, de la cubierta de hielo marino durante el invierno es una condición favorable para el inicio precoz de la época de desove. Generalmente, las condiciones favorables del hielo marino permiten una reproducción precoz que conlleva un exitoso desove en el verano.

Probablemente esto se deba a la disponibilidad de algas del hielo como recurso alimenticio para las larvas y los ejemplares juveniles de krill durante finales del invierno y principios de la primavera. Las algas del hielo son comunidades que se encuentran bajo la cubierta de hielo y desempeñan una función importante en la producción primaria. El krill puede rascar el verde césped de las algas del hielo debajo de la banquisa. El recurso de las algas del hielo durante esta época del año podría ser esencial para que los ejemplares adultos de krill obtengan energía suficiente para un inicio precoz del proceso de

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Temporal change of krill and salps above: temporal trends include post-1976 krill data from scientific trawls below: 1926–2003 circumpolar salp data south of the Southern Boundary of the Antarctic Circumpolar Current. Extracted from Atkinson et al. 2004.

Krill density in the SW Atlantic sector (4,948 stations in years with more than 50 stations). Extracted from Atkinson et al. 2004.

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reproducción, lo que favorecería la supervivencia de las larvas (Siegel y Loeb 1995).

Descenso significativo en la densidad de krill

Un estudio reciente llevado a cabo en el Atlántico sudoccidental –que contiene más del 50 % de los stocks de krill del océano Austral– ha descubierto un descenso significativo en la densidad de krill en esta zona desde la década de 1970. Los resultados del estudio demuestran que las densidades de krill en verano se relacionan con la duración y extensión del hielo marino durante el invierno precedente. Se ha descubierto que la presencia de suficiente hielo en la península antártica y el sur del Arco de Scotia, que son las principales zonas de desove y guardería, afecta a la densidad del krill en toda una cuenca oceánica, incluidas áreas al norte de la zona de hielo estacional (Atkinson et al. 2004).

La península antártica occidental es una de las áreas del mundo sometida a un mayor calentamiento y la duración del hielo marino invernal se está acortando en esta zona. Consecuentemente, un hallazgo significativo es que zonas clave de desove y guardería del krill están situadas en una región particularmente sensible al cambio ambiental. Se cree que los cambios en la densidad del krill, que afectan a una amplia extensión del océano Austral, tienen profundas implicaciones para la red trófica del océano Austral y el equilibrio de los depredadores (Atkinson et al. 2004).

Se deben considerar cuidadosamente los impactos acumulativos de cambio climático y extracción de recursos a la hora de desarrollar modelos de ordenación para el krill y defender el mantenimiento de un enfoque firme en las decisiones precautorias en vista del grado de incertidumbre implicado.

IV. Información sobre la pesca de krill antártico

La pesca de krill ha sido la mayor pesquería en el océano Austral desde finales de la década de 1970 y tiene perspectivas de convertirse en la mayor pesquería a escala global (Nicol y Endo 1997); (Croxall & Nicol 2004).

El océano Austral contiene los mayores stocks de krill en el mundo. Este factor, junto con la tendencia del krill antártico a agruparse en grandes concentraciones representadas por los bancos o cardúmenes, hace que la pesquería de krill antártico sea especialmente atractiva. Normalmente, los barcos tienen como objetivo las concentraciones de krill ubicadas en áreas limitadas. Los buenos caladeros se suelen encontrar en áreas de plataformas y taludes continentales e insulares libres de hielo.

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Prácticamente la totalidad de la pesca de krill antártico parece producirse dentro del área de la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR), donde se han identificado tres regiones geográficas principales de recolección del krill: en aguas del territorio de Kemp, de la Tierra de Wilkes y del Atlántico sudoccidental (Ichii 2000). La pesquería se ha concentrado recientemente en el sector atlántico del océano Austral, donde se encuentran las concentraciones más predecibles de krill (Miller & Agnew 2000).

Fig. 5 - Distribución de los caladeros de krill antártico en relación con las plataformas continentales e insulares y los bordes de la banquisa durante el verano austral en la Antártida (extraído de Ichii 2000).

Estrategias de pesca. El krill antártico se captura en aguas de profundidad media con redes de arrastre de malla fina. Se requieren barcos relativamente grandes para permitir la instalación a bordo de al menos tres peladoras y para la producción de unas 10-12 toneladas adicionales (además de las necesitadas habitualmente) de agua fresca por día con fines de procesamiento.

Uno de los principales problemas en la pesca de krill antártico es de tipo logístico, debido a la localización remota de la pesquería –lejos de los puertos importantes– y las poco hospitalarias aguas donde se desarrolla. Por este motivo, a pesar de la distribución circumpolar del krill, la pesquería ha tendido a concentrarse en áreas más próximas a otras pesquerías, principalmente en las aguas de Sudamérica. Esto permite a los barcos de krill capturar otras especies, como calamares y peces, cuando la pesca del krill es menos rentable (Ichii 2000).

Detección de los bancos de krill. Uno de los atractivos más claros de los principales caladeros de krill antártico es que se pueden encontrar allí concentraciones de krill para pescar de modo fiable cada año. Para detectar las concentraciones de krill, los barcos utilizan una serie de informaciones; el registro histórico de buenas zonas de recolección es el indicador más importante. También se supervisan las temperaturas de las aguas superficiales en un esfuerzo por identificar frentes oceánicos donde el krill tienda a agruparse durante períodos prolongados.

En los caladeros se utilizan el sónar y la ecolocalización para detectar las agrupaciones de krill. Aunque un ecolocalizador es especialmente adecuado para detectar bancos situados a

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cualquier profundidad por debajo del barco de pesca, tiene un alcance horizontal muy limitado (normalmente, no superior a la manga del barco). Por otra parte, el sónar tiene un alcance de detección horizontal eficaz y un alcance vertical limitado.

En general, los arrastreros de krill tienen como objetivo los bancos grandes y densos. Una vez detectados, los bancos son interceptados por los arrastreros que utilizan el sónar para realizar ajustes y optimizar la operación. Además, se realizan ajustes relacionados con la profundidad de la red de arrastre siguiendo la profundidad del banco mediante el ecolocalizador y un localizador de red. Este último indica la profundidad de la red con respecto a la superficie, así como la cantidad de krill que ha entrado en la red (Ichii 2000).

Técnicas de captura. Durante la pesca, los arrastreros suelen navegar a una velocidad de dos nudos. En la mayoría de los casos, las tasas de capturas no están limitadas por la disponibilidad de krill, sino por la capacidad de procesamiento a bordo y por la necesidad de superar problemas de calidad. Durante el arrastre, la duración del remolcado en las redadas generalmente se adapta para reducir el deterioro del producto. También se limitan las capturas de krill en cada redada para evitar que se aplaste el producto y permitir su procesamiento mientras aún está fresco (normalmente 2-3 horas). Las operaciones de remolcado y procesamiento se realizan continuamente a lo largo del día y de la noche (Ichii 2000).

Una captura de krill es izada a bordo de un arrastrero. Photo: CCAMLR

Se ha informado del uso de nuevas tecnologías para capturar y procesar el krill en las últimas reuniones de la CCAMLR (SC-CCAMLR 2004). Con esta nueva tecnología, el krill se captura usando un sistema de bombeo que permite unas mayores tasas de capturas y reduce el deterioro del producto. El órgano científico de la CCAMLR ha reconocido que esto puede ser un indicio de la presencia de nuevos impulsos económicos y tecnológicos que podrían transformar significativamente la pesquería en un futuro próximo. La falta de información detallada sobre las características y el uso de estos métodos de recolección está dificultando la evaluación, por parte de los organismos relevantes de la CCAMLR, de los efectos potenciales de estos desarrollos sobre el ecosistema marino del océano Austral.

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Selección de capturas. Una preocupación importante para los pescadores de krill antártico es la calidad y el valor comercial de la captura vinculado a la misma. En general, los productos de krill antártico se gradúan por talla y color del cuerpo.

Con respecto al color del cuerpo, se aplica el término krill “verde” a los individuos que se han estado alimentando intensivamente de fitoplancton. El krill verde se encuentra normalmente a principios del verano austral (diciembre-enero). Se evita el krill verde cuando se produce krill congelado fresco o cocido ya que baja la calidad de los productos debido a su aspecto más sucio, un olor deficiente y un sabor inferior (Ichii 2000). El término krill “blanco” se utiliza para referirse al krill transparente, de mayor valor comercial debido a su aspecto firme y atractivo. El krill blanco es más frecuente a finales del verano austral. Asimismo, el término krill “rosa” se refiere al krill de color rosa/rojo, flácido y que se aplasta fácilmente, de menor valor que el blanco.

La talla del krill se usa generalmente como criterio de calificación. “LL” hace referencia al krill superior a los 45 mm, más fácil de pelar y de mayor valor, para el consumo humano y cebo en la pesca deportiva. Por otra parte, “L” se aplica a individuos de 35 - 45 mm y “M” se usa para el krill inferior a los 35 mm. Estas dos últimas tallas se demandan también como cebo para la pesca deportiva y pienso en acuicultura (Ichii 2000).

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V. Historia de la pesca de krill

El interés por la pesca de krill comenzó en la década de 1960, cuando se proyectaron unas capturas totales de 150 millones de toneladas, que representaban el denominado “superávit de krill” causado por la reducción de los stocks de ballenas barbadas (Ichii 2000). Otro importante factor en el desarrollo de la pesquería de krill fue la declaración de las zonas económicas exclusivas (ZEE) a finales de la década de 1970, con el resultado de que los países que pescaban en aguas ajenas se dirigieron a aguas internacionales en busca de nuevos caladeros (Nicol y Endo 1999).

Tabla 1: Capturas de krill antártico (en toneladas) por país en el área de la CCAMLR (1993/94-2002/03). Fuente: CCAMLR. 2005. Boletín Estadístico, Vol. 17 (Versión electrónica). www.ccamlr.org

En la década de 1970, el desarrollo de la pesca comercial de krill fue favorecido mediante fuertes subsidios pesqueros por la Unión Soviética, que se convirtió en el principal país pesquero de krill en esa década. Las mayores capturas de krill tuvieron lugar a principios de la década de 1980, alcanzando más de medio millón de toneladas. Los problemas en el procesamiento del krill y el creciente interés en las especies de peces ocasionaron un descenso considerable en las capturas de krill en las temporadas de 1982/83 y 1983/84. De 1986 a 1991, las capturas anuales se estabilizaron en torno a las 350.000 - 400.000 toneladas. En las temporadas siguientes, las capturas volvieron a bajar debido a la descomposición de la Unión Soviética, lo que forzó el cese de operaciones de esta flota (Ichii 2000). Aunque la pesquería de krill antártico se ha mantenido estable durante la última década con capturas en torno a las 100.000 toneladas, se observa una clara tendencia ascendente si se analizan las tendencias plurianuales (tabla 1).

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Durante los últimos tres años, las capturas han rondado las 120.000 toneladas. Basándose en los informes sobre las intenciones de recolección de krill presentados por los países pesqueros, los organismos pertinentes de la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR) han estimado que las capturas proyectadas para la temporada 2004/05 en la región serán de 160.000 toneladas, un aumento significativo respecto a años anteriores. Es importante el hecho de que participe un mayor número de países en la pesquería

Fig. 6 - Evolución de las capturas de krill antártico en el área de laCCAMLR 1993-2004. Fuente: CCAMLR. 2005. BoletínEstadístico, Vol. 17 (Versión electrónica). www.ccamlr.org

(incluidos países que no son miembros de la CCAMLR), lo que se considera una señal de un mayor interés internacional en la recolección de krill (SC-CCAMLR 2004).

Los nuevos desarrollos en la acuicultura y las mejoras en las técnicas de captura y procesamiento están potenciando un renovado interés de la industria pesquera por la explotación de grandes cantidades de krill en el océano Austral. Ahora, el desafío para la CCAMLR es establecer límites de captura precautorios en todo el océano Austral, que permitan evitar el riesgo de impactos relacionados con la pesca sobre las especies marinas antárticas antes de que se expanda la pesquería.

VI. Ordenación del krill antártico: los enfoques precautorio y ecosistémico en la práctica

La Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR), que entró en vigor en 1982 como parte del sistema del Tratado Antártico, fue negociada por las Partes Consultivas del Tratado Antártico con el fin de regular la recolección de especies marinas en el océano Austral, a excepción de las ballenas y las focas. El principal factor que impulsó la negociación de la CCAMLR fue precisamente la necesidad de responder a la rápida expansión de la pesca de krill en la década de 1970 y la correspondiente preocupación sobre los posibles impactos que la pesca de krill podría tener en el medio ambiente marino de la Antártida (www.ccamlr.org). También fue la extensa distribución del krill el motivo de la designación del área de ordenación para la CCAMLR.

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La función clave del krill en el ecosistema fue muy importante para la formulación de los principios básicos de la CCAMLR. Según el artículo II, el objetivo de la Convención es la conservación de los recursos vivos marinos antárticos, incluida su utilización racional. La CCAMLR fue el primer acuerdo internacional sobre pesquerías que incorporó los enfoques ecosistémico y precautorio como principios básicos.

Fig. 7 - Mapa del área de la

CCAMLR que muestra las áreas,

subáreas y divisiones estadísticas

usadas por la CCAMLR para los

informes sobre datos de capturas

de las pesquerías.

Fuente: CCAMLR. 2005. Boletín

Estadístico, Vol. 17 (Versión

electrónica). www.ccamlr.org

Un enfoque ecosistémico no sólo se concentra en las especies recolectadas, sino que también exige que la ordenación tenga en cuenta las interrelaciones ecológicas entre las especies recolectadas y no recolectadas, a fin de minimizar el impacto de la pesca en las especies dependientes y afines, así como en el ecosistema como un todo.

La versión más ampliamente aceptada y citada del enfoque precautorio en el contexto medioambiental es el Principio 15 de la Declaración de Río (1992) que dice: “cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la degradación del medio ambiente”.

En el contexto de la CCAMLR (firmada en 1980), el enfoque precautorio fue formulado como un mandato para la prevención de cambios o minimización del riesgo de cambios en el ecosistema marino que no sean potencialmente reversibles en el lapso de dos o tres decenios - artículo II (c).

La CCAMLR tiene un órgano ejecutivo, la Comisión, compuesto por sus 24 miembros, que adopta todas las decisiones de ordenación sobre la base del consenso. Las normas de

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ordenación toman la forma de medidas de conservación aplicables a las diferentes pesquerías que tienen lugar en el área de la Convención. La Comisión recibe asesoramiento del Comité Científico que, a su vez, es ayudado por varios grupos de trabajo. El Grupo de trabajo de Seguimiento y Ordenación del Ecosistema (WG-EMM) asume todo el trabajo técnico pertinente en relación con la pesca de krill y se encarga de evaluar los datos relevantes para el denominado “ecosistema en torno al krill”.

El desarrollo de un sistema eficaz

El primer reto afrontado por la CCAMLR cuando entró en vigor en 1982 fue el desarrollo de un sistema eficaz para alcanzar los principios básicos de la Convención, en una época en que se preveía una rápida expansión de los niveles de pesca del krill. Desde los primeros años resultó evidente que los enfoques tradicionales de la ordenación pesquera no eran apropiados para el krill. Consecuentemente, para considerar de forma adecuada las necesidades de las especies dependientes del krill, se adoptaron más puntos de referencia conservadores que los aplicados comúnmente a la ordenación de pesquerías de una sola especie (Miller & Agnew 2000).

El Comité Científico de la CCAMLR dedicó un considerable esfuerzo a determinar los niveles de recolección apropiados para el krill usando un modelo de simulación, denominado KYM (modelo de rendimiento de krill). El KYM se desarrolló basándose en las estimaciones de la biomasa inicial, no explotada, del stock de krill en el área, resultantes de un programa de investigación internacional denominado Investigaciones biológicas de las especies y los sistemas marinos antárticos (BIOMASS, por sus siglas en inglés), llevado a cabo a principios de la década de 1980 para investigar los stocks de krill en la Antártida (Croxall & Nicol 2004).

El avistamiento de una ballena defecando puede ayudar a identificar las áreas de alimentación de los depredadores pelágicos del krill. La ballena azul (Balaenoptera musculus) es uno de los cetáceos que se alimentan predominantemente de krill. Foto: © Elsa Cabrera/Centro de Conservación Cetácea.

La CCAMLR intentó integrar el enfoque ecosistémico en su política de ordenación de la pesca de krill antártico, desarrollando criterios de decisión para determinar la proporción de biomasa de krill que puede recolectarse cada año, teniendo en cuenta la función del krill en

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el ecosistema. Por ejemplo, las necesidades de los depredadores de krill se incorporan estableciendo un nivel de escape de krill del 75 % de la biomasa previa a la explotación, en vez del nivel del 50 % utilizado normalmente en la ordenación de una sola especie.

Aunque la ordenación del krill por la CCAMLR representa una importante innovación en la ordenación pesquera, todavía está lejos de la implementación completa del enfoque ecosistémico (Croxall & Nicol 2004). Para la CCAMLR es esencial desarrollar un procedimiento de control para el krill que incorpore nueva información del ecosistema antártico –conforme esté disponible– especialmente sobre los efectos potenciales de la pesca de krill en las poblaciones de depredadores.

CEMP: Programa de seguimiento del ecosistema de la CCAMLR

Una evaluación del impacto de la pesca de krill en las especies dependientes es una de las principales tareas del Programa de seguimiento del ecosistema de la CCAMLR (CEMP), diseñado para detectar y registrar los cambios significativos en los componentes críticos del ecosistema. Los hallazgos del CEMP deben integrarse en los procedimientos de ordenación a largo plazo, para permitir que las medidas de ordenación pertinentes se ajusten a la nueva información sobre el ecosistema antártico.

Los límites de capturas en el área estadística 48 (Atlántico Sur), donde se lleva a cabo principalmente la pesquería actual, se han establecido en 4 millones de toneladas, divididos en cuatro subáreas: 48.1 (1,008 millones de toneladas), 48.2 (1,104 millones de toneladas), 48.3 (1,056 millones de toneladas) y 48.4 (0,832 millones de toneladas). Aunque la pesquería actual sólo alcanza una pequeña parte de esta cuota –se están recolectando de 100.000 a 160.000 toneladas anuales– es importante tener en cuenta que los límites de capturas se establecen para zonas extensas del océano austral, mientras que la pesquería de krill (y el recurso krill) realmente ocurre a escalas mucho más pequeñas. Por ejemplo, en el Atlántico sudoccidental, esta pesquería opera en menos del 20 % de la zona. Y lo que es más importante, en muchas zonas, los caladeros se solapan con las zonas de alimentación de los

El pingüino de Adelia (Pygoscelis adeliae) depende en gran medida del krill para alimentarse y, actualmente, está siendo observado por el Programa de seguimiento del ecosistema de la CCAMLR. Foto: © Claudio Suter.

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depredadores de krill. Esto supone el riesgo de que la recolección de grandes cantidades de krill en puntos localizados pueda causar un impacto en estos depredadores. Por eso es necesario ordenar la pesca de krill a escalas mucho menores, desarrollando un modelo que tenga en cuenta adecuadamente las relaciones entre los depredadores y su presa (Croxall & Nicol 2004).

En 2002, la CCAMLR inició este proceso mediante la definición de 15 “unidades de ordenación a pequeña escala” (SSMU, por sus siglas en inglés) para la ordenación de la pesca de krill en el Atlántico Sur. El desafío actual es establecer límites de capturas para cada una de estas áreas que tengan en cuenta adecuadamente las necesidades de las especies dependientes del krill. En esta fase, las decisiones de ordenación en dicho sentido deben afrontar una considerable incertidumbre hasta que haya más información disponible que permita: calcular cuánto krill es necesario para la pesca y la alimentación de los depredadores en determinadas áreas y épocas del año; estimar los principales flujos de entrada y salida del krill en dichas áreas; y evaluar la naturaleza de la potencial competencia entre depredadores y pesquerías. Entre tanto, la CCAMLR debe empezar a probar los enfoques de ordenación precautorios destinados a minimizar los riesgos potenciales para el ecosistema (Croxall & Nicol 2004).

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VII. Preocupaciones ecológicas La función crucial del krill en el ecosistema marino antártico plantea algunas cuestiones clave en relación con el potencial impacto de la recolección de krill, especialmente en aquellas especies para las que el krill es un componente esencial de su dieta. Según la información disponible actualmente, la pesca de krill antártico se produce casi en su totalidad en las zonas de alimentación de los depredadores terrestres de krill, como los pingüinos y las focas (Constable & Nicol 2002).

Está demostrado que ya existe competencia por el krill entre barcos de pesca y depredadores en algunas zonas. La evidencia se basa especialmente en los índices de consumo en zonas locales y en épocas del año especialmente críticas para los depredadores (SC-CCAMLR WG-EMM 2003).

Además, investigaciones recientes han demostrado que la demanda de krill ha comenzado a superar la oferta en algunas zonas del Atlántico sudoccidental. Como resultado, se cree que pingüinos y albatros podrían estar teniendo dificultades para criar a su descendencia con éxito. Veinte años de seguimiento a largo plazo de las aves marinas y focas en Georgia del Sur ha revelado un incremento en la frecuencia de los años en que no hay suficiente krill para alimentar a las crías de foca ni a las nidadas de aves marinas. Este descubrimiento cuestiona la aparente superabundancia de krill en todo el océano Austral y refuerza la necesidad de ordenar la pesca de krill de forma que tenga en cuenta las necesidades de los depredadores en las diferentes áreas de la Antártida (British Antarctic Survey

El impacto de las elevadas capturas de krill en un área pequeña, cerca de las colonias de depredadores terrestres, como esta colonia de pingüinos papúa (Pygoscelis papua), se debe tener muy en cuenta para la ordenación de la pesquería de krill Foto: © Claudio Suter

2002).

También debe considerarse el impacto de las elevadas capturas de krill en un área pequeña, cercana a las colonias de los depredadores terrestres, en relación con las épocas de cría. La pesca concentrada puede tener su impacto máximo sobre el éxito en la cría de los depredadores cuando la pesca tiene lugar en las zonas de alimentación durante la crítica época de cría. Por ejemplo, en la península antártica, la pesca de verano tiene lugar al

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mismo tiempo y en las mismas zonas en que pingüinos y focas se alimentan para criar a sus retoños.

La CCAMLR ha intentado considerar las necesidades de los depredadores de krill a la hora de establecer criterios de decisión para definir límites de capturas para la pesca de krill. Estos criterios permiten establecer las cuotas de pesca a niveles más bajos, para asegurar que queden cantidades mayores de krill para los depredadores que si se aplicaran los principios de ordenación de stocks individuales. A pesar de este innovador enfoque, la ordenación actual del krill antártico aún se realiza basándose en extensas secciones del océano Austral. Estas secciones se han denominado “unidades de explotación” y se han descrito como áreas a gran escala que circunscriben la población ordenada de la especie recolectada; por ejemplo, el krill antártico se suele evaluar a la escala del océano Austral. Las unidades de explotación pueden incluir una serie de caladeros y suelen ser adecuadas para la ordenación de stocks objetivo cuando se considera la ordenación de una sola especie. Este tipo de ordenación no tiene en cuenta las complejas interacciones depredador-presa-pesca que ocurren a escalas mucho menores (Constable & Nicol 2002).

Fig. 8 - Situación de las SSMU. Parte inferior izquierda, subárea 48.1: península antártica; parte inferior derecha, subárea 48.2: islas Orkney del Sur; parte superior derecha, subárea 48.3: islas Georgia del Sur. Extraído de WG-EMM 2003.

Al nivel de unidades de explotación, la CCAMLR ha estado aplicando las subáreas estadísticas definidas por la FAO, del mismo modo que se hace con otras pesquerías antárticas. En el 2000, la CCAMLR adoptó una subdivisión del límite de capturas de krill en el área 48, pendiente de una posterior revisión de las cuotas de capturas en áreas localizadas. En el caso del krill, hay una necesidad especialmente imperativa de identificar un tipo diferente de unidad de ordenación, ya que una unidad de explotación incluirá inevitablemente una serie de zonas de alimentación de depredadores de krill. Para garantizar la aplicación de una ordenación ecosistémica, es importante identificar los

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sistemas depredador-presa-pesca, que son relativamente independientes unos de otros. Éstas se han denominado “unidades de depredadores” (Constable & Nicol 2002).

Se ha reconocido que la actual ordenación que establece límites para las unidades de explotación implica un gran potencial de impactos localizados sobre los depredadores dependientes del krill (Constable & Nicol 2002). Es más probable que se produzca este impacto si se capturan grandes porciones de la cuota actual en una pequeña porción de la subárea. Es importante destacar que una porción significativa de la recolección histórica de krill se ha capturado en un reducido número de áreas que, casualmente, concentran también un alto porcentaje de la demanda estimada de los depredadores de krill en el océano Austral (Hewitt et al. 2004).

La CCAMLR ha respondido al riesgo de competencia entre las pesquerías de krill y los depredadores mediante la división de las subáreas del Atlántico Sur en 15 SSMU (“unidades de ordenación a pequeña escala”) que responden al concepto de unidades de depredadores. La delimitación de estas SSMU fue el resultado de un proceso en el que se consideraron las zonas de alimentación de los depredadores terrestres, la distribución del krill y el comportamiento de la pesquería (Hewitt et al. 2004). El siguiente reto para la CCAMLR es dividir los actuales limites de capturas aplicables al área 48 entre las SSMU para evitar un sobreesfuerzo de pesca localizado que pudiera afectar a la disponibilidad de krill en las zonas de alimentación de los depredadores. Otra medida adoptada por la CCAMLR para evitar este tipo de impacto localizado es la exigencia de que las capturas totales en el Atlántico Sur no superen las 620.000 toneladas hasta que la citada subdivisión haya concluido.

VIII. Vigilancia, control y seguimiento: la necesidad de una regulación más estricta de la pesca de krill antártico

Aunque se reconoce la importancia del krill como un recurso clave en el océano Austral, la pesca de krill antártico todavía constituye una excepción con respecto a la mayoría de los requisitos de regulación básicos aplicables a otras pesquerías del océano Austral. Esto se aplica a varios aspectos de la pesquería, como los requisitos de información, la notificación de planes de pesca y las medidas de seguimiento y vigilancia.

Antes del 2002, la pesca de krill era la única pesquería de la CCAMLR que no requería la presentación obligatoria de datos detallados sobre capturas y esfuerzo. En el 2002, la CCAMLR adoptó las reglas que establecieron un sistema de recopilación de datos por el que se deben comunicar las capturas de krill mensualmente a la Comisión (CCAMLR 2002). A pesar de estos nuevos requisitos de información, aún es necesaria información

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más detallada sobre la pesca del krill. Los órganos científicos de la CCAMLR han destacado repetidamente la necesidad de recibir datos de cada redada de la pesquería para examinar las tendencias en la abundancia de distribución del krill y para estimar el grado de solapamiento entre las flotas pesqueras y las zonas de alimentación de los depredadores del krill, algo esencial para la correcta ordenación de la pesquería (CCAMLR 1992; 1998). Actualmente, la comunicación de datos a escala fina de cada redada es obligatoria para la mayoría de las pesquerías de la CCAMLR, pero no para el krill.

Hay vigentes reglas de la CCAMLR que exigen la notificación de la intención de entrar en una serie de pesquerías del océano Austral, pero no son aplicables al krill (Croxall & Nicol 2004). La ausencia de una información completa y fiable sobre los futuros planes de pesca de krill impide a los organismos de la CCAMLR una previsión de tendencias en la pesquería de krill, algo que sería clave para las decisiones de ordenación (SC-CCAMLR WG-EMM 2003).

Quizás las principales lagunas regulatorias con respecto a la pesquería del krill antártico sean la ausencia dispositivos obligatorios para el seguimiento de los barcos y de observadores científicos a bordo. En relación

La ordenación de la pesquería de krill debe tener encuenta los potenciales impactos sobre las especiesdependientes del krill, como el pingüino macaroni o depenacho anaranjado (Eudyptes chrysolophus) - Foto: ©Claudio Suter.

con el seguimiento de los barcos, la CCAMLR exige que los estados efectúen un seguimiento de todos sus barcos de pesca con licencia para faenar en el área de la Convención mediante un sistema automático conectado vía satélite: el VMS (sistema de seguimiento de barcos). Este requisito se aplica a todos los barcos de pesca de la CCAMLR excepto para el krill

El VMS es una herramienta de regulación básica que permite a los estados verificar que las operaciones de pesca cumplen las condiciones de la licencia de pesca y que no se faena en áreas no autorizadas. El VMS también es importante para una evaluación precisa de la operación de la pesquería. En su reunión del 2004, la CCAMLR reforzó el sistema estableciendo un VMS centralizado por el que los estados del pabellón deben transmitir la posición de los barcos a la Secretaría de la CCAMLR para permitir la verificación independiente de los datos de posición de los barcos. El hecho de que los barcos de krill no estén sujetos al sistema VMS hace que la regulación de esta pesquería sea poco eficaz y de seguimiento difícil.

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Se pueden hacer comentarios similares respecto al requisito de los observadores a bordo. Es un hecho ampliamente reconocido que es necesaria la presencia de observadores científicos a bordo de todos los barcos de pesca para recopilar datos relevantes sobre diferentes aspectos de la pesquería, lo que resulta clave para una ordenación adecuada. Sorprendentemente, la CCAMLR no exige en la actualidad la presencia de observadores científicos a bordo de los barcos que pescan krill en el área de la Convención. Aunque la CCAMLR ha diseñado un “Plan de Observación Científica Internacional”, no existe una medida de conservación que lo haga obligatorio para la pesca de krill. Las medidas de conservación de la CCAMLR requieren la presencia de observadores científicos a bordo de los barcos que participan en otras pesquerías, pero la pesca de krill constituye una excepción a esta regla.

IX. Mercado para los productos del krill antártico

No hay estudios recientes sobre los aspectos económicos de las pesquerías de krill, aunque se sabe que generalmente se asocian unos altos costes de explotación con la pesca de krill. Es necesario obtener más información sobre los mercados actuales y potenciales para los productos del krill a fin de poder comprender mejor las tendencias futuras en la pesquería de krill (CCAMLR 2002).

Un análisis reciente de la pesquería y del mercado para los productos del krill ha detectado indicios de que podría estar a punto de iniciarse una expansión de la pesca de krill antártico. El principal factor impulsor de esta expansión es el incremento esperado en la demanda de productos del krill, especialmente en forma de piensos para la acuicultura, pero también para usos farmacéuticos (Nicol & Foster 2003).

El desarrollo de productos del krill para la acuicultura y usos médicos presenta los mayores aumentos en estos últimos años, una indicación de que la demanda de estos productos está aumentando. Por ejemplo, el 87,5 % de las patentes para productos médicos relacionados con el krill se han solicitado después de 1988 (Nicol & Foster 2003).

Existe una creciente demanda de krill antártico como pienso parala acuicultura, especialmente para los criaderos de salmón, comoel de Loch Eriboll, en North Sutherland. Foto: © The SalmonFarm Protest Group. (www.salmonfarmmonitor.org)

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El krill antártico se usa también en la producción de alimentos para consumo humano, aunque se observa que no hay información disponible sobre este tipo de productos procedente de otros países que no sean Japón. Aproximadamente el 40 % de las capturas japonesas de krill antártico se procesa para el consumo humano en forma de krill cocido congelado o colas peladas de krill congeladas en bloques a bordo. En el pasado también se producía carne de cola de krill enlatada con las capturas japonesas, pero ahora ya no (Nicol et al. 2000).

El principal producto del krill para el consumo humano es la carne de cola de krill congelada, que consiste en la carne de cola de krill pelada y cocida, congelada a bordo. Se ha comercializado como un producto de marisco orgánico muy nutritivo con un sabor suave, similar a la langosta, rico en ácidos grasos Omega 3, vitaminas, minerales y antioxidantes. Se puede utilizar en pizzas, ensaladas de marisco, sopas y aperitivos de restaurantes (Sclabos 2003). También existen informes sobre la comercialización de un “concentrado de krill antártico” como un suplemento dietético saludable preparado con carne de cola pelada liofilizada (Nicol et al. 2000).

Se ha documentado un desarrollo constante de productos del krill para usos no alimenticios, como los usos farmacéuticos o

industriales. Las principales aplicaciones son la producción de quitina y quitosán a partir de las conchas del krill y enzimas de krill con fines farmacéuticos y otros usos. La quitina y el quitosán, una sustancia derivada de la primera, tienen una amplia variedad de usos actuales y potenciales, desde la fabricación de membranas para altavoces hasta productos para reducir el colesterol. Los aceites extraídos del krill también se han descrito como un mercado en expansión en los lucrativos sectores de productos dietéticos, cosméticos y farmacéuticos.

El krill antártico se usa también en la producción de alimentos para consumo humano.

Las potentes enzimas hidrolíticas del krill tienen un interés potencial para usos farmacéuticos, como la producción de agentes para quimionucleosis o agentes desbridantes para el tratamiento de heridas necróticas. Los programas de investigación han conseguido identificar una enzima simple del krill que puede sentar las bases para el desarrollo de fármacos para el tratamiento de varios tipos de infecciones. Además, las enzimas del krill

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se pueden usar también en la restauración de obras de arte, lo que aumenta los potenciales productos derivados del krill con un alto valor (Nicol et al. 2000).

Existe la opinión de que la demanda de estos productos no llegue a desarrollarse hasta el punto de convertirse en una justificación económica decisiva para la pesca de krill aunque se obtuvieran productos derivados de alto valor que contribuyeran a la rentabilidad de la pesquería (Nicol et al. 2000).

El uso del krill como pienso para la acuicultura parece ser el desarrollo de mercado más importante que está disparando las inversiones en la explotación del krill. La acuicultura, especialmente el cultivo del salmón, carece de una oferta de piensos suficiente. La industria de la acuicultura consume ya un 75 % de la producción mundial de aceite de pescado y un 40 % de la harina de pescado. Para el 2010, estas cifras podría subir hasta el 90 % y el 56 %, respectivamente, según las predicciones de la Asociación Internacional de Productores de Harina y Aceite de Pescado (IFOMA). La FAO ha indicado que para el 2010, sólo el cultivo de salmones y truchas podría consumir 620.000 toneladas de aceite de pescado (Staniford 2002). Con una demanda que supera la oferta y precios en aumento, el aceite de pescado ha sido bautizado como “el nuevo oro azul” (Staniford 2001).

Esta escasez de oferta, junto con la creciente preocupación sobre los contaminantes en los piensos para acuicultura, está llevando a la industria a buscar urgentemente alternativas para la alimentación. Es probable que aumente la demanda de krill debido a sus excelentes propiedades nutritivas para los peces y crustáceos cultivados (proteínas, energía, aminoácidos esenciales). Otras destacadas propiedades del krill son su contenido en pigmentos naturales (especialmente adecuados para el cultivo del salmón), su palatabilidad, su bajo contenido en contaminantes y su probable mejora de la supervivencia de los peces en estado larvario. Estos atributos convierten al krill en un pienso más atractivo que sus potenciales competidores como la harina de calamares, la harina de almejas, la artemia soluble y el pescado soluble (Sclabos 2003).

Otro atributo que puede aumentar el potencial del krill es su alta concentración de ácidos grasos Omega 3, que incrementa el contenido natural de Omega 3 de los peces cultivados alimentados con dietas que contienen krill (Sclabos y Toro 2003).

En resumen, la demanda de piensos de alta calidad para la acuicultura y, especialmente, como fuente de proteínas para los criaderos de salmones, podría aumentar considerablemente la rentabilidad de la pesca de krill. Además, es muy probable que las crecientes restricciones para el acceso a las pesquerías de krill en el hemisferio norte –impulsadas por la oposición a la expansión de la pesca de krill por parte de las industrias pesqueras locales, las administraciones pesqueras y los grupos conservacionistas– intensifiquen la presión sobre los stocks de krill en el océano Austral. Las aguas antárticas son la fuente de krill más obvia (Nicol & Foster 2003). A la luz de estos desarrollos, una expansión de la pesquería de krill antártico parece inevitable.

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X. Nuevos desarrollos en la pesquería de krill: perspectivas de expansión Hay indicaciones claras de que está aumentando rápidamente el interés en la pesquería de krill antártico conforme se expande el mercado para los productos del krill. La percepción de una abundancia masiva de los stocks de krill en el océano Austral y las crecientes restricciones para el acceso a las pesquerías de krill en el hemisferio norte, son elementos que pueden intensificar la presión sobre los stocks de krill en el océano Austral a corto plazo (Nicol y Foster 2003).

Después de un período de pesca de krill con elevados subsidios, especialmente por parte de la antigua Unión Soviética, cuando las capturas de krill alcanzaron sus valores máximos (en torno a las 500.000 toneladas a principios de la década de 1980), las capturas de krill bajaron debido a la falta de incentivos económicos y a los problemas encontrados en el procesamiento del krill (Ichii 2000). En los años 90 se reanudó la pesca de krill con una “nueva generación”, con un mayor interés del sector pesquero de varios países industrializados debido al surgimiento de un mercado potencialmente rentable de productos del krill como pienso para la acuicultura. Aunque las capturas de krill documentadas se han estabilizado en torno a las 100.000 toneladas durante la última década –alrededor de 120.000 en años más recientes– los informes sobre planes de pesca de los países pesqueros, presentados a la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR), indican que las capturas podrían subir hasta las 160.000 toneladas en la temporada 2004/05 (SC-CCAMLR 2004).

Se observa un nuevo interés a escala internacional por la pesca de krill como una actividad prometedora y rentable. La industria pesquera noruega podría convertirse en un actor importante en esta nueva generación de pescadores de krill mediante el despliegue de modernos y eficientes buques-factoría de gran tamaño en las aguas remotas del océano Austral para explotar lo que se percibe como un “recurso enorme” (NRK 2005). Por ejemplo, la multinacional noruega Aker Seafood comenzó la extracción de krill en el océano Austral durante la temporada 2003/04 utilizando el Atlantic Navigator, un buque-factoría de arrastre, bajo la bandera de Vanuatu (AKER ASA 2004).

En la XXIII reunión de la CCAMLR (2004), se manifestó que el Atlantic Navigator había incumplido medidas de conservación relevantes de la CCAMLR, presentando de forma tardía e incompleta los datos de capturas (CCAMLR 2004). A pesar de ello, Vanuatu notificó sus planes de capturar 60.000 toneladas de krill en la temporada 2004/05. La pesca de krill de Vanuatu levantó serias preocupaciones en la Comisión debido al alto nivel de captura proyectado, dudas sobre la capacidad de este estado para ejercer la jurisdicción eficaz sobre los barcos de su pabellón, así como informes de que el barco con bandera de Vanuatu estaba utilizando nuevas tecnologías sobre las que los organismos de la CCAMLR no disponían de conocimientos detallados.

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El Atlantic Navigator, un buque-factoría de arrastre, moderno y de gran tamaño –construido en 1996– está considerado el barco más avanzado de su clase y uno de los buques más polémicos del mundo. Provocó una notable controversia a mediados de los 90 mientras pescaba en Alaska con el nombre de American Monarch, volvió a despertar la oposición de los grupos ecologistas cuando fue desplegado en los ya sobreexplotados caladeros del sur de Chile para pescar bacaladilla austral y hoki o merluza azul. En esa época, se informó que este barco era capaz de pescar y procesar hasta 1.200 toneladas de peces al día, más que cualquier otro barco pesquero del mundo (Greenpeace 1997).

Probablemente, estas operaciones de pesca de krill noruegas se realizarán bajo bandera noruega en el futuro. Las inversiones se combinan con el uso de nuevas tecnologías para capturar y procesar el krill que podrían aumentar la rentabilidad de las operaciones de forma significativa. Como se informó en la reunión de la CCAMLR del 2004, la nueva tecnología implica el bombeo constante del krill desde la red de arrastre (CCAMLR 2004). Esto evita el deterioro rápido del krill, uno de los principales factores que han limitado la capacidad de captura de los arrastreros de krill hasta la fecha. Como resultado, la capacidad de captura y procesamiento de las flotas de extracción de krill podría aumentar drásticamente a corto plazo. Esto podría estimular un rápido crecimiento de la pesquería de krill antártico con impactos irreversibles en las especies dependientes del krill en el océano Austral, a menos que se desarrollen a tiempo los oportunos procedimientos precautorios de ordenación.

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The Authors Virginia Gascón González is ASOC's Marine Coordinator. She holds a Degree in Law from Universidad Autonoma (Madrid) and two Masters in International Law from the Free University (Brussels) and Georgetown University (Washington, DC). From 1997 to 2002, she consulted for the World Wildlife Fund International and US, as well as other environmental groups, on various environmental policy and fisheries issues. She also has experience as a lawyer and University teacher. She now coordinates ASOC's marine campaign work from Puerto Madryn, Argentina. Dr. Rodolfo Werner Kinkelin was born in Argentina and devoted many years of his career as a biologist to the study and conservation of marine Patagonian wildlife. He graduated as a biologist at the University of Buenos Aires (Argentina), obtained a Ph.D. in Biology from the University of Munich (Germany) and conducted postdoctoral work in marine zoology at the University of Guelph (Ontario, Canada). From 1997 to 2004, he consulted for the World Wildlife Fund International and US, and other international organizations on marine conservation issues such as marine protected areas, fisheries, policy, and marine mammals. Besides of contributing to ASOC's work, he is currently the Coordinator of the Forum for the Conservation of the Patagonian Sea and Areas of Influence, an initiative that includes regional and international organizations devoted to the conservation of this geographic area.