El Jardin de Gorden

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EL JARDIN DE GORDEN No todas las noches deben ser de luna llena, pero en el jardín de Gorden, las flores brillaban con la inagotable luz de la luna. Se sentían bellas mientras caía la luz sobre sus pétalos tallos y hojas, todo era perfecto hasta que el ruido de una explosión sobresalto a sus habitantes. Lloraban asustadas y con pánico las luciérnagas, apagaron sus luces para no ser vistas en medio de la oscuridad, pero no oscuridad absoluta por que la luna no dejaba de brillar. Algo se movió entre el prado, luego ese movimiento se incremento. Era un movimiento tan fuerte que parecía que el jardín se partiría en dos, pero por suerte eso no ocurrió. Lo que nació fue un árbol negro y sin hojas con un tamaño tan grande que parecía que llegase hasta la luna. Todos los animales corrieron con miedo a refugiarse en escondites secretos, después de un par de horas, tuvieron la valentía de asomar sus pequeñas cabezas para observar con un poco mas de claridad lo que había sucedido. Quedaron pasmados al ver un árbol gigante y tenebroso, al instante dedujeron que ese árbol era una amenaza, y deberían destruirlo. Cada uno estaba por su lado, trabajando fuertemente antes de que llegara el invierno, pero una noche algo muy raro sucedió; desde lo más alto del árbol, un duendecillo bajaba a toda prisa sobre un búho de ojos grandes y saltones. Al estar cerca a la tierra el duende salto y el búho emprendió el vuelo hacia una de las ramas del árbol. La oscuridad permitió que el duendecillo se pudiera escabullir entre las rosas y rociar un poco de de su magia sobre ellas, las consideraba tan hermosas, que pensaba que debían ser muy grandes, para que todos pudieran contemplarlas, luego rápidamente corrió hacia el hormiguero y tomo una gran parte de la comida que para saciar su hambre, la guardo en su bolsa mágica y con pequeño chasqueo en sus dedos desapareció. Era una mañana linda, con un clima muy fresco, los pájaros cantaban y danzaban en el aire, todo marchaba muy bien hasta

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EL JARDIN DE GORDEN

No todas las noches deben ser de  luna llena, pero en el jardín de Gorden, las flores brillaban con la inagotable luz de la luna. Se sentían bellas  mientras caía la luz sobre sus pétalos tallos y hojas, todo era perfecto hasta que el ruido de una explosión sobresalto a sus habitantes.

Lloraban asustadas y con pánico las luciérnagas, apagaron sus luces para no ser vistas en medio de la oscuridad, pero no oscuridad absoluta por que la luna no dejaba de brillar. Algo se movió entre el prado, luego ese movimiento se incremento. Era un movimiento  tan fuerte que parecía que el jardín se partiría en dos, pero por suerte eso no ocurrió. Lo que nació fue un árbol negro y sin hojas con un tamaño tan grande que parecía que llegase hasta la luna.

Todos los animales corrieron con miedo a refugiarse en escondites secretos, después de un par de horas, tuvieron la valentía de asomar sus pequeñas cabezas para observar con un poco mas de claridad lo que había sucedido. Quedaron pasmados al ver un árbol  gigante y tenebroso, al instante dedujeron que ese árbol era una amenaza, y deberían destruirlo. Cada uno estaba por su lado, trabajando fuertemente antes de que llegara el invierno, pero una noche algo muy raro sucedió; desde lo  más alto del árbol, un duendecillo bajaba a toda prisa sobre un búho de ojos grandes y saltones. Al estar cerca a la tierra el duende salto y el búho emprendió el vuelo hacia una de las ramas del árbol. La oscuridad permitió que el duendecillo se pudiera escabullir entre las rosas y rociar un poco de de su magia sobre ellas, las consideraba tan hermosas, que pensaba que debían ser muy grandes, para que todos pudieran contemplarlas, luego rápidamente corrió hacia el hormiguero y tomo una gran parte de la comida que para saciar su hambre, la guardo en su bolsa mágica y con pequeño chasqueo en sus dedos desapareció.

Era una mañana linda, con un clima muy fresco, los pájaros cantaban y danzaban en el aire, todo marchaba muy bien hasta que el saltamontes con insinuante pereza entre abrió los ojos, al instante reventaron al  ver que las flores eran gigantes y también por el sospechoso búho que descansaba en el árbol. El día paso y la noche se acercaba, la luna brillaba más que nunca, era una noche hermosa, las flores regresaron a su tamaño original, entre esto el duende volvió a aparecer, con una sonrisa picara roció  las raíces del gran árbol con su magia y de un momento a otro desapareció.

Al día siguiente, las flores volvieron a crecer, el sol se convirtió en su principal admirador y seguidamente empezaron a marchitar. El búho continuaba intacto en

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su sitio observando el jardín de Gorden durmiendo de día y vigilante de noche. Los animales al despertar sintieron miedo y no querían salir de sus casas, temían no solo del árbol, sino también del búho que  aparentemente cuidaba de él.

El saltamontes tomo la iniciativa y salió de su escondite saltando  a más no poder, para capturar la atención del búho siniestro que lo miraba de reojo, con una mirada retadora camino hacia el, trepo el gran árbol hasta llegar a la rama donde se encontraba el búho de ojos cerrados.-Buenas días –dijo el saltamontes con un tono valiente.El búho ignorando por completo el saludo del pequeño saltamontes, continúo inmóvil.-Buenos días –insistió el saltamontes, acercándose un poco más al búho.- ¿No ves que estoy durmiendo?, vuelve en la noche –respondió el búho con tono arrogante entreabriendo un ojo.

Al caer la noche las luciérnagas asumieron el papel de investigadoras y volaron curiosas hacia el gran árbol, debido a que el saltamontes no quiso volver.- Buenas noches –con voz chillona saludaron las luciérnagas-.- Buenas noches –respondió el búho con cortesía-.-¿Nos puede decir por que protege un árbol tan misterioso?-Yo no protejo este árbol, yo protejo al jardín de Gorden.Pasmadas las luciérnagas volaron hacia atrás y tartamudeando una de ellas, repuso:-Pe- pero el jardín de Gorden es mi hogar ¿acaso está en peligro?-Tranquila no te alarmes, una parte de la luna está a punto de caer y aplastara el jardín, pero aun existe una solución.-¿Y cuál es esa solución? –pregunto otra de ellas.-Deben atrapar al duendecillo que se esconde en el jardín, con su magia podríamos salvarnos todos.Curiosas las luciérnagas preguntaron en coro:-¿Salvarnos?, ¿Acaso consideras este jardín tu hogar?-Donde haya magia y peligro ahí estaré, pues mi hogar es el mundo y el jardín de Gorden forma parte de él.

Las luciérnagas decisivas vuelan velozmente anunciando a todos sus amigos lo que hablaron con el búho y empiezan la búsqueda, después de muchos días de rastreo se rinden, la esperanza ya estaba perdida para ellos, seguían  creciendo y muriendo más flores, Los ánimos estaban ya por el piso, hasta que las orugas ofuscadas añadieron:-En vez de estar buscando a ese duende para que nos solucione el problema, porque no ideamos una solución nosotros mismos.

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-La luna es muy grande, nosotros pequeños, solo queda aceptar la muerte.- respondió tristemente el saltamontes.-¡Claro que no!  -añadió finalmente en tono decisivo  la señora araña.Con una velocidad tenaz, empezó a tejer una red para atrapar el pedazo de luna que iría a caer, pero en medio de su trabajo recordó que la red de telaraña es muy débil, aun así continuo su trabajo y al terminar pidió a  las mariposas, pájaros, luciérnagas y todo animal que pudiera volar, que tomaran una parte de la red, y la extendieran por encima del jardín. 

La noche llego y con ella la angustia, el pedazo de luna estaba a punto de caer, cuando de pronto  cayó sobre la red, por unos segundos se mantuvo intacta, pero segundos después la red se rompió, todos ya sentían la muerte sobre sus hombros, inesperadamente el pequeño duendecillo aparece y da un gran  salto sobre la red, el árbol se extendió lentamente y con sus ramas abrazo el pedazo de luna,  todos observaron pasmados al duende travieso, por un segundo se creyeron muertos, el duende con una sonrisa de oreja a oreja, hizo una venia y en un dos por tres, desapareció, no solo él, sino también el pedazo de luna, desaparecieron entre la brisa, entre sonrisas agradecidas y corazones contentos.

Desde ese día todos fueron muy felices, el árbol que un día temieron se volvió florido y el adorno más bello de todo el jardín, el búho dichoso con el cambio del árbol decidió permanecer en él viviendo confortablemente feliz. Para las flores su suerte también cambio, sus pétalos renacieron más hermosos y resistentes a las miradas del sol, la magia del duende continuaba, durante el día las flores crecían y por las noche se consumía su poder; la luna les hizo una mueca con su nueva sonrisa, coqueta presumía su apariencia renovada, mientras el sol la observaba justo antes del crepúsculo. -“Cosas así solo suceden en el jardín de Gorden” -dijeron entre risas las orugas, quienes en un salto alegre, salieron de sus capullos convertidas en bellas mariposas, luciendo sus trajes de colores aterciopelados, que hacían resaltar con elegancia su vuelo.

Fin