El Inmaculado Corazón de María

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  • 1. El Inmaculado Corazn de Mara Primera parte DIAkONi.co

2. Por que no son mis pensamientos sus pensamientos, ni los caminos de ustedes son mis caminos -orculo de Yahv-. Porque cuanto aventajan los cielos a la tierra, as aventajan mis caminos a los suyos y mis pensamientos a los de ustedes. Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven all, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que d semiente al sembrador y pan para comer, as ser mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornar a m de vaco, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envi Is 55, 8-11. Junto a la cruz de Jess estaban su madre y la hermana de su madre, Mara, mujer de Clops, y Mara Magdalena. Jess, viendo a su madre y junto a ella al discpulo a quien amaba, dice a su madre: Mujer, ah tienes a tu hijo. Luego dice al discpulo: Ah tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discpulo la acogi en su casa. Despus de esto, sabiendo Jess que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: Tengo sed. Haba all una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada de vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tom Jess el vinagre, dijo: Todo est cumplido. E inclinado la cabeza entreg el espritu Jn 19, 25-28. 3. El Espritu Santo vendr sobre ti y el poder del Altsimo te cubrir con su sombra; por eso el que ha de nacer ser santo y se le llamar Hijo de Dios Lc 1, 35. Aquella Gloria de Dios, es manifiesta en la transfiguracin: cuando se form una nube y los cubri con su sombra; y al entrar en la nube, se llenaron de temor. Y vino una voz desde la nube, que deca: Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchenlo Lc 9, 34-35, misma que cubri el Sina Ex 19, 9ss y acompao al Pueblo de Dios por el desierto Ex 13, 21-22. Esta Gloria de la presencia de Dios, ciertamente aparece como un lugar, como tal es el encuentro entre Dios y Moises en suelo sagrado Ex 3, 5, luego presente en el Arca de la Alianza Ex 25, 10-22; 1S 47; 2S 6; 1R 8, 1-13. Este lugar Santo, aparece en Mara como el Lugar Vivo y Santo en donde Dios se har Hombre. Esta pureza responde a la misma Gracia Plena que ella ha reci- bido Cf. Lc 1, 28, en virtud de ser la Morada de Dios. La Ley de la pureza tal como aparece en el Levtico 11-16, es como lo ensea San Pablo Cf. Gl 3, 23-28, la que precede como pedagoga a la Fe en Cristo, nuevo y definitivo Templo Cf. Jn 2, 19; Ef 2, 19-22; 1 Co 3, 16; 6, 19-20, del que manara confor- me a la Visin de Ezequiel 40-48, el Agua Vivificante Cf. Jn 4, 1-25; 19, 31-37. Jess nos llama a la santidad incorporndonos a l Cf. Lc 22, 19, y par esto, insiste tam- bin en la purificacin, pero esta vez dndole su cumplimiento Mt 5, 17 -como aquella del corazn- Cf. Mt 15, 10-20; 23. 4. De esta pureza, nos habla el Corazn que escucha a Dios, y guardando su Palabra la cumple Cf. St 1, 16-27. Jess mismo alude a su Madre como modelo: Quien cum- pla la voluntad de Dios, se es mi hermano, mi hermana y mi madre Mc 3, 35; siendo en efecto, muchos los hermanos y hermanas que en Cristo, como miembros de su Cuerpo, conformamos en torno a tan gran nube de testigos Hb 12, 1, la Familia Santa de Dios Cf. Ap 7, 9-12; 15, 2-4; 19, 1-10, una sola es la Madre, que formando en su vientre este nico Cuerpo, responde: He aqu la esclava del Seor, hgase en m segn tu Palabra Lc 1, 38. Y la Palabra se hizo carne y puso su Morada entre nosotros Jn 1, 14. Este nico y verdadero Cuerpo de Cristo, es la Iglesia Cf. 1Co 12, 12ss; Ef; Col 1, 15ss, que engendra por el Bautismo a sus hijos Cf. Col 2, 9-15. Puede uno acaso entrar en el seno de su madre y nacer? Jn 3, 4. El Hijo de Dios, al proponernos su misma Carne: si no comen la carne del Hijo del hombre, y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes Jn 6, 53, nos esta participando de su misma naturaleza tomada de Mara y del Espritu que la fecund, logrn- do as para nosotros, la imagen y semejanza divina Cf. Gn 1, 26-27. Esta nueva naturaleza tomada de Cristo, realizada y sustentada por el coloquio con su mismo Padre y su misma Madre, ha de ser iniciada a semejanza de su propio nacimiento, en alcance de la Imagen filial del Hijo al Padre; adopcin que cobra vida, por la nueva condicin bautismal renacinte del agua y del Espritu Cf. Jn 3, 1-21. 5. Esta Novedad es engendrada tambin por una Nueva Madre, ya no en el orden natural del hombre viejo dejado atrs Cf. Ef 4, 17- 5, 20, sino por la ordenacin de la Gracia en la cual reconocemos nuestra Vida, en la nueva naturaleza y condi- cin de hijos. Ah tienes a tu madre Jn 19, 27. Jess, la Palabra eterna del Padre, hacindose Hombre en el seno de Mara, vino a ser el primognito entre muchos hermanos Rm 8, 29, los que, al comer su Carne y beber su Sangre permanecen en l, y vivirn por l Cf. Jn 6, 56-57. Y as, lograda la Encarnacin del Verbo en cada uno como miembro, la Palabra tomar carne en todo el Cuerpo mediante la Eucarista: Tom luego pan, dio gracias, lo parti y se lo dio diciendo: ste es mi cuerpo que se entrega por ustedes Lc 22, 19. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece m y yo en l. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha envia- do y yo vivo por el Padre, tambin el que me coma vivir por m Jn 6, 56-57. Mara pasa al ser la Madre de Jesus, el Dios hecho Hombre, a ser la Madre de to- dos los que participan de la condicin filial del Padre, por la incorporacin en el Cuerpo del Hijo, gracias a la accin santificadora del Espritu. La Cabeza y el Cuerpo, y esto es Cristo y su Iglesia Cf. 1Co 12, 12ss; Ef; Col 1, 15ss, tienen Madre, al haber recibido por la Encarnacin de todo el Cuerpo, a travs de la Carne y la Sangre comunicada por el Primognito a todos sus miembros, la condicin de hijos del Padre Cf. Ga 4, 4-7. 6. En efecto, es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad; y que este ser mortal se revista de inmortalidad 1Co 15, 53, remplazando nuestra carne y nues- tra sangre por la de Aquel que resucit Cf. 1Co 15, 50; Ef 4, 17-23. Con Cristo estoy crucificado; y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi. Esta vida en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me am y se entreg a s mismo por m Ga 2, 19-20. Y del mismo modo que hemos llevado la imagen del hombre terrestre, llevaremos tambin la imagen del celeste 1Co 15, 49: Jess, el que mostrndose y comiendo despus de resucitar entre los muertos Jn 21, 14, le participa al hombre deformado por el pecado, de su Glorioso Cuerpo Cf Jn 20-21, reinante en la tierra como en el cielo, y en el abismo Cf. Fl 2, 5-11; Col 1, 15-20, el cual nos fue dado para la Salvacin Cf. Jn 6. Porque l debe reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El ltimo enemigo en ser destruido ser la Muerte. Porque ha sometido todas las cosas bajo sus pies. Mas cuando dice que todo esta sometido, es evidente que se excluye a Aquel que ha sometido a l todas las cosas. Cuando hayan sido sometidas a l todas las cosas, entonces tambin el Hijo se someter a Aquel que ha sometido a l todas las cosas, para que Dios sea todo en todos 1Co 15, 25-28. Cristo Vence, Cristo Reina, Cristo Impera 7. Todo en l, que es uno con el Padre por el Espritu: Dios es espritu Jn 4, 24a; y uno con nosotros por su Carne y Sangre, y el Espritu del Padre que de suyo nos ha dado. En la Eucarista se obra la Encarnacin del Verbo en la Iglesia, por la Fe al sacra- mento, Signo vivo del Cristo total Cf. 1Co 10, 16-18, unidos a miradas de ngeles, reu- nin solemne, a la asamblea de los primognitos inscritos en los cielos, y a Dios, juez uni- versal, y a los espritus de los justos llagados ya a su perfeccin, y a Jess, mediador de una nueva alianza, y a la aspersin purificadora de una sangre que habla ms fuerte que la de Abel Hb 12, 22-24. As la Iglesia como Cristo, nacen de este nuevo nacimiento, del que Mara es Madre, por la figura sacramental del Bautismo. En verdad, en verdad te digo: El que no nazca de agua y de Espritu no puede entrar en el Reino de Dios Jn 3, 5. El que crea y sea bautizado, se salvar; el que no crea, se condenar Mc 16, 16. 8. La Fe, que responde con docilidad al Espritu de Dios Cf. Rm 8, 14, nos llama a imitar a quienes nos han precedido en la Fe Cf. Hb 11. Abraham es el padre de la Fe, al creer que Dios lo hara padre pese a su ansiani- dad y la de su esposa Sara, cosa difcil mas no imposible para Dios Lc 1,37; ahora bien, la Fe de Mara esta por encima de aquella del Santo Patriarca Cf. Gn 12-25, 18; Ella crey en ser Madre sin concurso de varn, en su virginidad Cf. Lc 1, 34. Abraham concedi por la Fe, ofrecer a su hijo Isaac en sacrificio; Mara por su parte, vio morir su Hijo, el Unignito del Padre, asumiendo la espada de la Cruz junto a ella, en donde es proclamada Mujer y Madre. Mara se uni, se esposo fecundamente con el Espritu Santo, para ser la Madre del Hijo, por la predileccin del Padre. Es la nica Criatura que contiene en su contemplacin, el Misterio Divino del Dios que enva su Palabra, del Enviado que no vuelve al Padre sin hacer la Volun- tad del que le envi, y del Amor unitivo del Espritu Santo en su Corazn, que desde entonces, medita aquel insondable designio Cf. Lc 2, 51. 9. -Y a ti misma una espada te atravesar el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones Lc 2, 35. Mara revelar el corazn de muchos, que participarn o rechazarn el camino de la Cruz, que conjuntamente la une al Corazn sin reservas de su Hijo. 10. Al llegar la plenitud de los tiempos, envi Dios a sus Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiramos la condicin de hijos Ga 4, 4-5. La Ley da el conocimiento del pecado, pero no otorga en s misma la liberacin del pecado. Son prescripciones de juicio a fuerza de su mismo cumplimento, de quien obra por su capacidad, desconociendo la Gracia como la fuerza que viene de creer, en quien va remplazando nuestra condicin de esclavos a nosotros, por la de hijos herederos de una Esperanza Viva Cf. Ga 4, 4-7; 5; Ef 4, 17-23; 1P 1, 3-5. La condicin de hijos es la que Mara nos revela por su vida en Dios, al ser doble- mente dichosa, reflejando en s al Dios uno y trino. El Corazn de Dios, revelado en las bienaventuranzas, es el rostro de la santidad impresa en quienes buscan su Voluntad. Jesus que vino no para hacer su voluntad, sino la voluntad del que lo envi Jn 6, 38, nos ensea a orar con la misma bsqueda, venga tu Reino, hgase tu voluntad en la tierra como en el cielo Mt 6, 10. Mara abrindose a esta venida del Reino, inaugura toda la obra de la redencin: hgase en mi segn tu palabra Lc 1, 38, pues bienaventurados los limpios de corazn, por que ellos vern a Dios Mt 5, 8, SI! Mara lo proclama como primicia: todas las generaciones me llamarn bienaventurada Lc 1, 48. 11. La invitacin de orar constantemente para no caer en tentacin Cf. Mc 14, 38; Lc 18, 1; Rm 12, 12, responde a la pregunta: Seor, ensanos a orar Lc 11, 1. El principio de toda oracin es acoger en la Fe el llamado de Dios, al encuentro con su Gracia. Esta es la ofrenda y alabanza legtima Cf. Sal 40, 7-9; 50; 51, 18-19; Is 1, 10-20; 29, 13-14; Os 6, 6; Mi 6, 5-8, tal ser el culto espiritual Rm 12, 1. Crea en m, oh Dios, un corazn puro, renueva en mi interior un espritu firme Sal 51, 12. Ese Corazn puro, sin mancha, es decir: Inmaculado, es el Corazn de Mara, que responde a Dios: hgase Lc 1, 38. Mara nos ensea el Santo Rosario: una cuenta de oracin como la circulacin, meditando el Insondable Plan de Dios, por la misma primera aceptacin con la que Mara sin mancha de pecado, respondi al Angel aquel saludo, al llegar la plenitud de los tiempos Ga 4, 4, para la Salvacin del genero humano: Dios te saluda Mara, llena eres de gracia Lc 1, 28. El tiempo se ha cumplido Mc 1, 15. Es el saludo del Seor del cielo y de la tierra, el que siendo eterno, entra en el tiempo para culminar el sentido de la historia, dndonos a conocer el misterio de su voluntad, segn el benvolo designio que en l se propuso de antemano, cuando llegase el momento culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra Ef 1, 9-10. 12. La Iglesia salmodiando en Espritu y verdad Jn 4, 24b, por la realidad de su Salva- cin, exclama: Den gracias al Seor por su amor, por sus prodigios en favor de los hombres! Pues calm la garganta sedienta, y a los hambrientos los colm de bienes Sal 107, 8-9. Mara la esclava del Seor Lc 1, 38. cf. 48 es la Seal, de que en Cristo ha llegado la Salvacin. Pues bien, el Seor mismo va a darles una seal: He aqu que una doncella est encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondr por nombre Emmanuel Is 7,14, que tra- ducido significa Dios con nosotros Mt 1, 23. Este es el clamor de toda la Iglesia, en su Camino hacia el Padre Cf. Jn 14, 6. Vulvete a m, tenme compasin! Da fuerza a tu siervo, salva al hijo de tu esclava. Concdeme una seal propicia, que mis adversarios vean confundidos, porque t Seor, me ayudas y consuelas Sal 86, 16-17. Por eso unidos a la exultacin de Isabel, madre del ltimo de los profetas, espe- rando la Plena Redencin del Pueblo de Dios, y llenos del Espritu de Dios que Mara le comunic, la bendecimos y le pedimos su Gloriosa Intercesin, que la oracin ferviente del justo tiene mucho poder St 5, 16, diciendo: bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre: Jess. Santa Mara, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amn. 13. Con Mara, la Virgen orante nos unimos al si de apertura, al paso de la Gra- cia de Dios para nuestra Salvacin. En Mara nuestro corazn alcanza su Pureza, como Aquel Inmaculado que recibe al Padre, al Hijo y al Espritu Santo, dndole entrada en nuestra historia, a su maravilloso Designio Salvfico de Comunin y Comunidad, en Cristo, por la Iglesia. Slo por Mara acontece, el que las criaturas contemplen el Reino del Padre, camino a l, en el Hijo, por la fuerza vivificante del Espritu que acogi, obr y obra en ella como en todos sus hijos, las maravillas de su Amor. 14. No se llega a la plenitud de Hijos de Dios, por el Espritu de filiacin adoptiva del Padre, sin acoger a la Santsima Virgen Mara como Madre, quien llena del mis- mo Espritu que se nos ha dado, forma en nosotros la Familia Santa en Cristo, Seor nuestro, para la Gloria de Dios Padre. Todas las madres del mundo, a lo largo de los siglos, son un signo en la primera Iglesia de la familia, de la Maternidad de Mara, en la nica y definitiva Familia de Dios. No los dejare hurfanos: volver a ustedes Jn 14, 18. Esta referencia a la venida del Espritu Santo, alude por tanto, la naturaleza familiar del anuncio de un Padre y una Madre. Padre por el Espritu de filiacin adoptiva, y Madre por el mismo Espritu que morando en ella por la filiacin electiva del Padre, reproduce la Imagen de su Hijo Cf. Rm 8, 29, en todos los que insertndonos en l por la Eucarista Cf. Rm 6, 5-11, nos ofrecemos Cf. Rm 12 muer- tos al pecado, como miembros de su Cuerpo crucificado por nuestros pecados, y a la vez glorioso por la Nueva Vida en Cristo segn el Espritu. Vida Nueva y Eterna alcanzada por su resurreccin, de la que participamos, gracias la mem- bresa que corporalmente alcanzamos por la Carne y la Sangre del Seor, para regeneracin de la nuestra, sometida al pecado. Pobre de m! Quin me librar de este cuerpo que me lleva a la muerte? Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Seor! Rm 7, 24-25. 15. Ahora, ya miembros de su Cuerpo vencedor de la muerte, como instrumentos de justicia al servicio de Dios Rm 6, 13 viviremos injertos a la Vid Verdadera Cf. Jn 15, por su Sangre y su Carne. As, esta precisa alusin de no dejarnos hurfanos, la entenderamos cursando el tiempo, en donde la edificacin de todo el Cuerpo asumiera al Padre en Cristo. Pues solo se es hurfano a falta de padre y madre, mas, por la participacin de su Cuerpo Eucarstico nacido de mujer Ga 4, 4, hemos recibido la Salvacin al for- mar parte de la Familia Santa de Dios, cuyo sacramento es el padre, la madre y los hijos, en cualquiera de las familias que han multiplicado la tierra. De manera que, tomando de ella la Imagen Col 1, 15, cual Templo Vivo ofrecido para la Salvacin, se obra en el hombre toda la dinmica redentora, al recibir por la Fe, el Vinculo Familiar de la condicin filial. El Seor, suscitando este alcance proftico, nos dice: Aquel da comprendern que yo estoy en mi Padre y ustedes en m y yo en ustedes Jn 14, 20. Este es el Vinculo que el Espritu, ligndolo al Sacrificio y a la Sangre de Cristo, anuncia ante la purificacin de Mara en el Templo, la cual comparte la misma espada de forma incruenta Cf. Lc 2, 35, y la misma Sangre, que une a Cristo con la que es su Esposa y a la vez su Cuerpo, la Iglesia Cf. Ef 5, 25-32. 16. Sobre el escenario de bodas en Can, no tenan vino, porque se haba acabado el vino de la boda, y le dice a Jess su Madre: No tienen vino. Y Jesus le responde: Qu tengo yo contigo, mujer? Todava no ha llegado mi hora Jn 2, 3-4. Esta boda encuentra su realidad ltima luego de la visin de la Mujer y el Dragn Cf. Ap 12, 1-17, en la alegra de la Perfecta Comunin. Esta misma Comunin es la que existe entre la Santsima Virgen Mara y el Seor uno y trino, la cual, proyectando su Corazn Inmaculado, engendra la Iglesia Triunfante, sin mancha ni arruga, ni cosa parecida, sino santa e inmaculada Ef 5, 27, porque han llegado las bodas del Cordero, y su Esposa se ha engalanado Ap 19, 7. Este mismo Sacrificio Incruento es el que la Santa Madre Iglesia, como Esposa y Cuerpo ofrece a semejanza de Mara junto a la Cruz, cuya figura de Mujer ilu- mina su Resplandor en la Iglesia, actuando como paso imprescindible de la Gracia Sacramental. La Iglesia a imagen de Mara, engendra sacramentalmente la Verdadera Vida en el hombre nuevo. De Ella deviene el triunfo de la Divina Misericordia en cuanto la Gloria del Reino se manifieste plenamente, al tiempo que su Inmaculado Cora- zn ha formado en nosotros la adhesin orante, de quin espera en el Seor con humildad, en una sola Voluntad con l, pues felizmente hemos de creer con Ella, que se cumplirn las cosas que le fueron dichas de parte del Seor Lc 1, 45. 17. Bendita t entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre Lc 1, 42. San Pablo nos recuerda: No hay quien sea justo, ni siquiera uno; para que toda boca enmudezca y el mundo entero se reconozca reo ante Dios; todos pecaron y estn privados de la gloria de Dios, y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redencin realizada en Cristo Jess, a quien exhibi Dios como instrumento de propiciacin por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia, habiendo pasado por alto los pe- cados cometidos anteriormente, en el tiempo de la paciencia de Dios; en orden a mostrar su justicia en el tiempo presente, para ser justo y justificador del que cree en Jess Rm 3, 10. 19. 23-26. Mara es justificada por el don de la Gracia recibida, antes de que se exhibiera su Hijo en la Cruz, en virtud del Plan Salvfico de Dios, que ha de contar con su Sangre, la que biolgicamente comunicar a Jess, para la Salvacin del mundo. Antes de haberte formado yo en el vientre, te conoca, y antes que nacieras, te consagre. Jr 1, 5 18. Algrate, llena de gracia, el Seor est contigo Lc 1, 28. El saludo del ngel Gabriel, da por hecho esta concesin de la Gracia, que ahora Mara reconoce como portadora del Verbo Divino. Mara es Inmaculada desde su concepcin, participando de su Hijo desde el designio del Padre, para as participarnos del Dios hecho Hombre a cuantos creemos en l, por la misma Fe acogida por Ella, y la misma Gracia que Dios da para sus Designios Salvficos, porque mis pensamientos, no son vuestros pensamientos Is 55, 8. Por que soy Dios, no hombre; el Santo en medio de ti, y no vendr con ira Os 11, 9. 19. Todo intento para conocer a Mara pasa por una interpretacin del Corazn, de la letra al Camino de una nueva alianza, no de la letra, sino del Espritu, pues la letra mata mas el Espritu da vida 2Co 3, 6. Alianza sellada por la Sangre emanada del Corazn de Dios Cf. Jn 19, 34, encarnado en el Seno de su excelsa Madre, en el mo- mento en que la Palabra eterna entr en el tiempo, consiguiendo una liberacin de- finitiva Hb 9, 12. l, que en el Seno de la Virgen se construy un Templo, enten- dindolo como su Cuerpo, lo hizo su propio instrumento de propiciacin por su pro- pia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia, habiendo pasado por alto los pecados cometidos anteriormente Rm 3, 25, de aquellos que han sido llamados segn su designio. Pues a los que de antemano conoci, tambin los predestin a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera l el primognito entre muchos hermanos Rm 8, 28-29; en efecto dice el Seor: Nadie puede venir a m, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitar el ltimo da Jn 6, 44, pues el que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitar el ltimo da Jn 6, 54. El ltimo da, el ms solemne de la fiesta, Jess, ponindose de pie, exclam: El que tenga sed, que venga a m, y beber Jn 7, 37. Tu hermano resucitar. Le respondi Marta: Ya s que resucitar en la resurreccin, el ltimo da. Jess le respondi: Yo soy la resurreccin. El que cree en m, aunque muera, vivir; y todo el que vive y cree en m, no morir jams. Crees esto? Jn 11, 23-26. 20. Creemos en el Corazn Eucarstico de Jess y Mara, el que iba a venir al mundo Jn 11, 27 para ensearnos el Amor, como lo haba dicho: pondr mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribir, y yo ser su Dios y ellos sern mi pueblo Jr 31, 33. Esta senda, por el lazo mariano de la unin con Cristo, se encamina en la firme devocin consagrada del Amor Esponsal y Divino, entre Cristo y su Esposa la Iglesia, cuya figura en Mara, Madre del todo el Cuerpo, configura como Vaso (Molde) espiritual, la participacin en Cristo de los hijos de Dios, los cuales han sido engendrados por la Maternidad de su Fe. Ello no destruye la nica mediacin de Cristo, porque hay un solo Dios, y tambin un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jess, hombre tambin 1Tm 2, 5, nacido de mujer Ga 4, 4, hecho hombre por la accin del Espritu Santo y la mediacin hu- mana de Mara; cooperacin que participa de la misma y nica mediacin entre el Padre y los hombres, en Cristo Jess, quin siendo de la misma naturaleza del Padre en el Espritu, participa tambin de la misma naturaleza del hombre, por su Cuerpo y por su Sangre, que (al ser) participados para nuestra Salvacin, se constituyen en nuestro fundamento y primicia de resurreccin, desplazando y remplazando nuestra corrupcin por su Incorrupcin Cf. 1Co 15; y ya movidos por su Divinidad en el mismo Espritu, Cuerpo y Sangre, verdaderamente alcan- cemos a profesar con nuestros labios Cf. Rm 10, 6-17 junto a San Pablo y todos los Santos de Dios, y en Mara en su grado mas excelso: con Cristo estoy crucificado; y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi Ga 2, 19-20. 21. Y si somos uno en Cristo, una tambin es nuestra Madre: el Dios con nosotros Mt 1, 23, es el Dios dentro de nosotros Cf. Lc 17, 20-21 a semejanza de Mara; pues Ella, siendo la Madre Sobrenatural de la Cabeza(de la Iglesia), es gestora de la Vida Sobrenatural de la Gracia dada a los hombres, como Madre tambin del Cuerpo(de la Iglesia) nutrido por su Hijo. As entonces la Iglesia, se edifica por el Resplandor de Mara, Madre en efecto, del Cristo total, nico mediador entre Dios y los hombres, Fuente y Vinculo de la Gracia Renovadora para quienes han de re-nacer, pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre de los cielos, se es mi hermano, mi hermana y mi madre Mt 12, 50. Este Resplandor Mstico de la transmisin de la Fe como la transmisin de la Vida, comprensible por los Sacramentos, ha de justificarse por la Fe de la Tradi- cin Apostlica y Catlica, desde el manantial del Agua Viva que brota de Cristo Cf Jn 4, 5-14; 19, 34; Fe transmisora del Vinculo Corporal del que es Seor del uni- verso, Hijo del Padre Omnipotente y de Mara, la Humilde Esclava del Seor,Ver- dadero Dios y Verdadero Hombre Cf. 1Jn 4. La Iglesia, Madre en la Fe por el reflejo de Mara, aparece como la Alianza Nueva, con un nuevo Adn Cf. Rm 5, 12-19; 1Co 15, 21ss y una nueva Eva, Alianza escrita en los corazones, conocida y leda por todos los hombres... escrita no con tinta, sino con el Espritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, en los corazones 2Co 3, 2-3. 22. En el episodio de las bodas de Cana se entiende como la Iglesia, trasmite exten- diendo su asistencia -en su Persona excelsa-, la Palabra que la Madre concibi, y que ha de engendrar la Santa Iglesia desde el Seno Inmaculado del deposito de su Fe, igualmente revelando: Hagan lo que l les diga Jn 2, 5. Ahora pues, la invitacin para hacernos uno con el Padre en el Hijo, solo se realiza al hacernos uno con el Padre y la Madre en el Hijo, nutridos plenamente en la Comunin de la Familia de Dios, en relacin al Padre, la participacin de Comunin del Hijo y por este medio, la fecunda dinmica del Espritu Santo, con la que el Seor hace renacer al hombre en la Iglesia del Dios vivo, columna y funda- mento de la Verdad 1Tm 3, 15, cuya perfecta primicia en la Plena Gracia de Mara, le permite gozar de su Glorioso Resplandor, mediando como Espejo Inmaculado que es, de la Santsima Trinidad. Santa Mara, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amn. Pues en l han sido enriquecidos en todo, en toda palabra y conocimiento, en la medida en que se ha consolidado en ustedes el testimonio de Cristo. As, ya no les falta ningn don de gracia a los que esperan la Revelacin de nuestro Seor Jesucristo. l los confir- mar hasta el fin, irreprensibles en el Da de nuestro Seor Jesucristo. Pues fiel es Dios, por quien han sido llamados a la comunin con su hijo Jesucristo, Seor nuestro 1Co 1, 5-9. 23. La venida del Reino de Dios no se producir aparatosamente, ni se dir: Vanlo aqu o all, porque, miren, el Reino de Dios ya est entre ustedes Lc 17, 20-21. 24. No se pude conocer a Mara a travs de las Sagradas Escrituras, siguiendo una interpretacin bblica, bajo el alcance inmediato de las letras seguidas. Hace falta ver a Mara en relacin al conjunto dinmico de las Escrituras, sir- vindose de la Visin Sacramental, de continuo manifiesta en toda la Obra de Dios junto a la vida del hombre, con la que Dios ha proyectado sus Insondables Designios, los cuales en clave eclesiolgica por su claro y fuerte rasgo de Comu- nin, son comprendidos a la luz de la Fe: la Fe del Inmaculado Corazn de Mara, con la cual Dios ha revelado sus cosas a los humildes y pequeos Cf. Lc, 10, 21-24. 25. No teman, pues les anuncio una gran alegra, que lo ser para todo el pueblo: les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Seor; y esto les servir de seal: encontrarn un nio envuelto en paales y acostado en un pesebre Lc 2, 10-12.