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E. GÜ1LLINY. EL IMPERIO PERSA. 59 llamado el caballero Máximo. Abundan los cuadros de Andrea Vaccaro, de cuyo autor también la Aca- demia y el Museo de la Trinidad poseen algunas obras. Como con muchas inénos de las que hay se- ría bastante, las sobrantes pudieran servir para cambios y dotación de Museos provinciales, pues aunque autor algo amanerado, no son sus lienzos indignos de ser estudiados, y pudieran servir de provecho á los jóvenes que en las provincias se de- dican al cultivo del Arte. Oracio Gentileschi, el caballero de Arpiño, Cigoli, Antonio Rieci, Castiglione, el paisajista Gaspar Du- che I (Pusino), Matías Preti, Procaccino, Sassofer- rato, y otros de menos nombre, ó menos importan- cia figuran, ya en estos Museos, ya en la Academia. Quien, aunque tiene tres cuadros, no sirven para dar idea de sus condiciones, es el famoso Pedro de Cortona, artista muy notable por la gran influencia que ejerció en la marcha que después de él siguió la Pintura en Italia durante una buena parte del siglo siguiente. Increíble parece el número de obras que Jordán dejó en España; oreo que pasarían de tres ó cuatro mil si se reunieran todas las que se le atribuyen; sólo el Museo del Prado encierra sesenta y cinco, algunas de lo mejor del autor, y casi todas autén- ticas; el Museo Nacional tiene una, y la Academia seis ó siete; también tenemos en eslos cuadros un elemento para poder establecer cambios con los Museos provinciales, y aun con algunas iglesias, pues los lienzos de Jordán son eminentemente de- corativos, y podrían sustituir con ventaja á otros de menos efecto, pero más necesarios al Museo. Muy sensible es la falta de pinturas de Miguel Ángel Caravaggio, que, además de su valor real, tuvo gran influencia en su tiempo, sobre lodo en nuestro Ribera. De Salvador Rosa no hay más que una marina, en mediano estado de conservación, y de Anielo Falcone, una batalla, estando mejor re- presentado Benito Castiglione, que tiene algunas obras muy estimables. Dos cuadros de Carlos Ma- ratta no son bastante para dar idea de un artista que contribuyó poderosamente al giro tomado por la Pintura en el siglo siguiente; pero creo no sea difícil proporcionarse algunas otras obras de su mano. SIULO XVUl. Durante este siglo los pintores italianos, con ra- ras excepciones, continuaron dedicados á seguir las tradiciones decorativas de Jordán y de Maratta; Francisco Solimena fue uno de los artistas que más se distinguieron, y aunque el Museo posee algunas obras suyas, son de poca importancia. Tampoco hay más que dos buenos retratos de Pompeyo Bat- loni; pero en la Galería de la Academia m conserva uno de sus mejores cuadros, que représenla el ma- trimonio de Sania Lucia. Santiago Amiconi, Cigna- roli, Corrado, Juan Bautista Tiépolo, y su hijo Do- mingo, Santiago Nani, y Pablo Panini, que son de los principales maestros de esta época, están bien representados, y hay facilidad de completar más las colecciones de estos artistas y otros sus contempo- ráneos, pues abundan en el Escorial y Sitios Reales. Vemos por la ligera descripción que acabo de hacer, que ricos nuestros Museos en pinturas de los primeros maestros del siglo XVI, y no escaso tampoco do trabajos de los siglos siguientes, es muy incomplelo en obras de los primeros tiem- pos de la escuela italiana, y en algunos maestros importantes de primero y segundo orden, necesa- rios para completar la historia del Arte, listo mismo hallaremos en los pintores de los demás países. ARAUJO SAÍXHEZ. (Continuará.) EL IMPERIO PERSA. SUS PRODUCCIONES.— SU INDUSTRIA.—SU COMERCIO. En vista de la estancación general de los nego- cios, que deja improductivas sumas inmensas, adviértese la necesidad de buscar en el exterior nuevas salidas para nuestros productos manufactu- rados, y colocaciones seguras y lucrativas para nuestros capitales, que sufren diariamente pérdidas considerables á causa de la falta de actividad de la industria y del comercio. Aunqu£ poco alejada relativamente de nosotros y pudiendo abrirnos nuevas fuentes de riqueza, nadie se lija en Pci'sia, por no ser bien conocida. Al decir lo que vale este país, todavía sin explotar; al de- mostrar las inmensas riquezas de su territorio, tales y como me las ha dado á conocer un detenido estudio de muchos años, creo prestar un servicio, tanto más grande á nuestros capitalistas é indus- triales, cuanto que este reino está destinado, hága- se lo que se quiera, á ser el lazo de unión entre Europa, la India y la China, y la cosecha más rica en los beneficios de esta Irasformaeion pertenecerá á los primeros que lleguen. Persia está situada entre los 42 y 61 grados de latitud, y entre los '26 y 39 grados de longitud. Su extensión de Norte á Sur, es decir, desde el mar Caspio al golfo Pérsico, es de unos mil trescientos kilómetros, y su anchura de Este á Oeste, desde el Afghanistan hasta la frontera turca, de unos dos mil kilómetros, lo que da una superficie de más de dos millones y medio de kilómetros cuadrados, una

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E. GÜ1LLINY. EL IMPERIO PERSA. 59

llamado el caballero Máximo. Abundan los cuadrosde Andrea Vaccaro, de cuyo autor también la Aca-demia y el Museo de la Trinidad poseen algunasobras. Como con muchas inénos de las que hay se-ría bastante, las sobrantes pudieran servir paracambios y dotación de Museos provinciales, puesaunque autor algo amanerado, no son sus lienzosindignos de ser estudiados, y pudieran servir deprovecho á los jóvenes que en las provincias se de-dican al cultivo del Arte.

Oracio Gentileschi, el caballero de Arpiño, Cigoli,Antonio Rieci, Castiglione, el paisajista Gaspar Du-che I (Pusino), Matías Preti, Procaccino, Sassofer-rato, y otros de menos nombre, ó menos importan-cia figuran, ya en estos Museos, ya en la Academia.

Quien, aunque tiene tres cuadros, no sirven paradar idea de sus condiciones, es el famoso Pedro deCortona, artista muy notable por la gran influenciaque ejerció en la marcha que después de él siguióla Pintura en Italia durante una buena parte delsiglo siguiente.

Increíble parece el número de obras que Jordándejó en España; oreo que pasarían de tres ó cuatromil si se reunieran todas las que se le atribuyen;sólo el Museo del Prado encierra sesenta y cinco,algunas de lo mejor del autor, y casi todas autén-ticas; el Museo Nacional tiene una, y la Academiaseis ó siete; también tenemos en eslos cuadros unelemento para poder establecer cambios con losMuseos provinciales, y aun con algunas iglesias,pues los lienzos de Jordán son eminentemente de-corativos, y podrían sustituir con ventaja á otrosde menos efecto, pero más necesarios al Museo.

Muy sensible es la falta de pinturas de MiguelÁngel Caravaggio, que, además de su valor real,tuvo gran influencia en su tiempo, sobre lodo ennuestro Ribera. De Salvador Rosa no hay más queuna marina, en mediano estado de conservación, yde Anielo Falcone, una batalla, estando mejor re-presentado Benito Castiglione, que tiene algunasobras muy estimables. Dos cuadros de Carlos Ma-ratta no son bastante para dar idea de un artistaque contribuyó poderosamente al giro tomado porla Pintura en el siglo siguiente; pero creo no seadifícil proporcionarse algunas otras obras de sumano.

SIULO XVUl.

Durante este siglo los pintores italianos, con ra-ras excepciones, continuaron dedicados á seguir lastradiciones decorativas de Jordán y de Maratta;Francisco Solimena fue uno de los artistas que másse distinguieron, y aunque el Museo posee algunasobras suyas, son de poca importancia. Tampocohay más que dos buenos retratos de Pompeyo Bat-loni; pero en la Galería de la Academia m conserva

uno de sus mejores cuadros, que représenla el ma-trimonio de Sania Lucia. Santiago Amiconi, Cigna-roli, Corrado, Juan Bautista Tiépolo, y su hijo Do-mingo, Santiago Nani, y Pablo Panini, que son delos principales maestros de esta época, están bienrepresentados, y hay facilidad de completar más lascolecciones de estos artistas y otros sus contempo-ráneos, pues abundan en el Escorial y Sitios Reales.

Vemos por la ligera descripción que acabo dehacer, que ricos nuestros Museos en pinturas delos primeros maestros del siglo XVI, y no escasotampoco do trabajos de los siglos siguientes, esmuy incomplelo en obras de los primeros tiem-pos de la escuela italiana, y en algunos maestrosimportantes de primero y segundo orden, necesa-rios para completar la historia del Arte, listo mismohallaremos en los pintores de los demás países.

ARAUJO SAÍXHEZ.

(Continuará.)

EL IMPERIO PERSA.SUS PRODUCCIONES.— SU INDUSTRIA.—SU COMERCIO.

En vista de la estancación general de los nego-cios, que deja improductivas sumas inmensas,adviértese la necesidad de buscar en el exteriornuevas salidas para nuestros productos manufactu-rados, y colocaciones seguras y lucrativas paranuestros capitales, que sufren diariamente pérdidasconsiderables á causa de la falta de actividad de laindustria y del comercio.

Aunqu£ poco alejada relativamente de nosotros ypudiendo abrirnos nuevas fuentes de riqueza, nadiese lija en Pci'sia, por no ser bien conocida. Al decirlo que vale este país, todavía sin explotar; al de-mostrar las inmensas riquezas de su territorio,tales y como me las ha dado á conocer un detenidoestudio de muchos años, creo prestar un servicio,tanto más grande á nuestros capitalistas é indus-triales, cuanto que este reino está destinado, hága-se lo que se quiera, á ser el lazo de unión entreEuropa, la India y la China, y la cosecha más ricaen los beneficios de esta Irasformaeion perteneceráá los primeros que lleguen.

Persia está situada entre los 42 y 61 grados delatitud, y entre los '26 y 39 grados de longitud. Suextensión de Norte á Sur, es decir, desde el marCaspio al golfo Pérsico, es de unos mil trescientoskilómetros, y su anchura de Este á Oeste, desde elAfghanistan hasta la frontera turca, de unos dos milkilómetros, lo que da una superficie de más de dosmillones y medio de kilómetros cuadrados, una

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gran parte de los cuales la constituyen dilatados de-siertos.

El gobierno de Persia es el despotismo militarpuro;'el Shah dispone á su eaprieho de la vida y delos bienes de sus subditos, y los gobernadores delas provincias gozan, á título do delegados, los ple-nos poderes soberanos en cuanto abarca su juris-dicción. En tal concepto pueden aprisionar, apa-lear y condenar á muerte á quien les parezca: laúnica limitación que tiene su autoridad, como ladel Shah, consiste en las costumbres que reempla-zan á las reglas políticas, y que son barreras impo-tentes contra la arbitrariedad. La mejor salvaguar-dia de los administrados es la avaricia, la continuanecesidad de dinero que atormenta á los goberna-dores. Nombrados por limitado tiempo y por reco-mendación de personas influyentes en la corte,cuyo apoyo compran, costándoles enormes sumas,de que necesitan reembolsarse; impulsados ademáspor el deseo de hacer fortuna, sólo persiguen losdelitos para nacerlos ocasión de multas, más ó me-nos considerables, que aplican á su provecho. Lapena de muerte, impuesta con frecuencia por robospequeños, sólo se aplica á hombres demasiado po-bres para comprar el perdón; por esta causa lassentencias do los gobernadores y de sus subordi-nados carecen siempre de osa sanción moral queacompaña á los fallos de nuestros tribunales.

Se calcula en ocho millones de almas la pobla-ción de este imperio, que se compone de musulma-nes descendientes do los antiguos Güebros, con-vertidos por los árabes; de los Güebros ó Persasque han continuado sábeos y que sólo asciendená algunos miles, que viven bajo el protectoradoinglés; de unos treinta y dos mil armenios, católi-cos ó cismáticos; de unos cíen mil caldeos, católi-cos ó nestorianos, y de otros tantos kurdos, musul-manes ó yezedis, es decir, adoradores de Satanás,ángel igual al mismo Dios, y su rival. El interior delpaís es casi llano y casi completamente desprovistode arbolado. Sólo se encuentran bosques en lasprovincias de Ghilan y Mazenderan, ribereñas delCaspio, y en !as montañas que separan á Persia deTurquía, del centro del Asia y del Afghanistan. Ex-ceptuando estos lejanos parajes, no se encuentranotros árboles de madera de construcción, que cho-pos, plantados expresamente en tierras de riego óalrededor de i as poblaciones. A causa de esta faltade arbolado son rarísimas las lluvias, casi nulas enel verano, los frios más rigurosos, y los calores másintensos que en las comarcas de Europa situadasen iguales latitudes. La grande extensión de Persiaes causa de no escasa variedad de climas. En elNorte, en Tabriz, en Teherán, en Meehched cae lanieve desde íines de Noviembre y cubre la tierrahasta Mayo, mientras las comarcas que rodean el

golfo Pérsico, que los indígenas designan con elcaracterístico nombre de tierras calientes, estánsiempre quemadas por un sol abrasador: por estacausa se encuentran en aquel territorio las plantasy los frutos de Europa y de Asia, desde la manzanahasta el dátil.

El suelo varia de naturaleza y de calidad, segúnlas provincias; es más ó menos compacto, pero entodas partes produce mucho cuando puedo ser ro-gado. Su valor depende, pues, de la cantidad deagua que tiene afecta, y casi siempre la perdida doeste agua por cualquier causa produce el abandonode la propiedad.

El trigo mismo sólo produce cosecha segura enlos terrenos de regadío. Probablemente la nievoque cae todos los años con abundancia en el Nortey en el centro del imperio, bastaría para la vege-tación de los cereales si la tierra estuviese sufi-cientemente preparada, pero las herramientas agrí-colas son defectuosísimas; el arado, de formaprimitiva, arrastrado por varias yuntas de bueyes óde búfalos, apenas araña la tierra; la capa do tierralaborable es tan delgada, que algunos dias de grancalor bastan para despojarla de toda la humedadque adquiere en la primavera. La adopción debuenos arados y de buenos métodos agrícolas pro-duciría en Persia un aumento considerable de rique-za. En el estado actual, la adquisición y la con-servación del agua es la constante y casi únicapreocupación del propietario persa; los riachue-los y los arroyos se quedan completamente secospor los diques con que detienen sus aguas en laproximidad de sus nacimientos, para aprovecharlasen el riego de los campos: su posesión es, entremuchos pueblos, causa de ruinosos pleitos y hastamotivo de sangrientas luchas.

Los abonos, objeto de tan minucioso cuidado enEuropa, son casi desconocidos en Oriente. Los per-sas, salvo los de ispahan, cuyos cultivos son losmás bellos del Imperio, repugnan el empleo deabonos humanos, y los producidos por los establosse trasforman en combustible á causa de la falta demadera, y llegan á la tierra en forma de cenizasdespués de haber perdido la mayor parte de suscualidades fertilizadoras.

Se produce en Persia:Seda, lana, algodón, cáñamo, lino, formiun, índi-

go, rubia, azafrán, safranum, nuez de agalla, man-zanas, peras, pistachos, aceitunas, uva ordinariay sin orujo, todos los frutos de Europa, y dátiles,naranjas, palma-eristi, sésamo, tembeki ó tabaco deNarghili, opio, casia, maná, son, nuez vómica, gomaadraganto y goma amoniácea. Pero de todos estosfrutos solamente se cultivan en cierta escala la seda,la uva, el tembeki y el opio.

La soda cruda, que es el ramo más importante

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de la exportación persa, se cosecha en las provin-cias do (íhilan y del Mazenderan, ribereñas delBáltico, y en el Khorassan, pero principalmente enGhilan. Esta última comarca, formada por terrenosbajos abandonados por el mar, que tiende ú reti-rarse cada dia más, y cubierta de grandes bosques,goza un clima constantemente templado, pero ex-cesivamente húmedo. Las continuas lluvias con-vierten aquellos parajes en un inmenso pantano,practicable sólo para los indígenas. De la necesidadde preservar de la humedad al gusano de seda, hanacido la costumbre do construir los edificios des-tinados á ellos, sobre pilares de piedra de dos me-tros de altura, que los aislan por completo del suelonatural: estos edificios son chozas en forma rec-tangular, sin ventanas ni chimeneas, y cuyas dosextremidades, apenas corradas por tabiques, dejanpenetrar, con la luz, un aire saturado de humedad.

El precioso insecto se encuentra allí como al airelibro, pudiendo apenas librarse de la lluvia, y áesta mala higiene debe atribuirse la lentitud do sudesarrollo y la cualidad inferior de sus productos.Los persas, como los turcos, dan á los gusanosramas de morera cubierta de hojas, sistema que,dejándoles más aire y espacio, les evita los cambiosde cama al pasar de las hojas secas á las verdes,pero que sólo puedo practicarse cuando la cria esen cortas proporciones.

El clima y costumbres del Mazenderan son casiiguales á los de Ghilan: el Khorassan, al contrario,es un país seco, árido, un verdadero desierto, enmedio del cual, de distancia en distancia, aparecen,como oasis, pueblos y aldeas rodeados de una es-trecha zona de tierra cultivada. Los capullos doesta comarca son preferibles á los de las provinciascaspianas. Los más notables provienen deNichapur,puebleeillo situado á cuatro jornadas de caminomás allá de Meehched, y de Turbet, otro pueblo ácuatro ó cinco jornadas en la dirección de Hcrat.El gusano de Khorassan es muy vigoroso, y tras-portado á Ghilan, en el momento en que la enfer-medad había casi destruido la raza indígena, diobastante buenos resultados, mientras que el gusa-no del Japón sucumbió. La inferioridad de la sedade Persia depende, sobre todo, de la mala organiza-ción de los hilados, y la adopción de los procedi-mientos perfeccionados de Europa duplicaría, por lomenos, el valor: la empresa vale el trabajo de serensayada, pues se trata de un beneficio de muchosmillones de francos, realizable con pocos gastos.

Antes de la invasión de la enfermedad, de los gu-sanos, según los datos directamente dados al autorde este escrito por el ministro de Haeieneia de Per-sia (datos confirmados por los informes del repre-sentante de una gran casa do comercio griega), laproducción general de la seda se elevaba á 43 ó

44 millones de kilogramos, de los que, 800.000, sevendían al precio do 40 francos el kilogramo: elresto se empicaba en hacer una tela grosera peromuy sólida, siendo una parte de ella consumida enel país, y exportado el resto á Caucasia y á Turquía.

El desarrollo de la sericultura bastaría por sísolo para cambiar la situación económica de Persia,porque nada se opone á que el cultivo de la morerase generalice en todas las provincias.

El principe Malek Quassem Mirza, uno de los co-laterales antepasados del Shan reinante, hizo ensa-yos con el mejor éxito en sus propiedades, en lasinmediaciones de Ourmia: por desgracia, murióantes de que se popularizase esto nuevo cultivo, ylos campesinos que no habían sacado de él todavíaningún producto, so apresuraron á abandonarlo.Este ensayo debe considerarse decisivo, y además,la morera se cultiva en aquellos parajes por todaspartes, pero en pequeña escala y como árbol frutal.Las moras se venden en tos mercados y se consu-men frescas ó socas y saladas.

La lana de Persia es generalmente bella, y en elKurdistan persa se encuentran, según se dice, enTabriz, productos que podrían rivalizar con los deEspaña; pero la mayor parte, ó la casi totalidad dela producción de las provincias persas, se consumeen el mismo país, tanto en la fabricación de alfom-bras y tapices, como en la de telas de lana. Las del'Kurdistan, cuya producción es mucho más abun-dante, se envían á Consfantinopla con las nueces deagalla por el camino más inmediato á Alejandría.Sobre poco más ó menos, acontece lo propio con elpelo do cabra que los indígenas llaman tiftik.Encuéntraselo totalmente blanco y gris que es muyinferior al do Cachemira. El más burdo sirve parahacer (¿alectas pintadas de diversos colores, que lospersas llevan casi todo el año.

El cáñamo, el lino y el formium, llamado tambiéndjut, se producen muy bien, pero á causa del exce-sivo precio de los trasportes y de su po_co valor in-trínseco, es imposible explotarlos, y la producciónestá reducida á las necesidades del consumo local.

El algodón fue, en el momento de la guerra civil,en los Estados-Unidos, objeto de un tráfico consi-derable, y su cultivo tomó gran desarrollo. La ex-plotación de este sólo textil, se elevó en 1866 á20.000 balas de á 80 kilogramos, ó sean 1.600 tone-ladas, que representaban más de la cuarta parte dela exportación general. Aunque esta cifra sea pococonsiderable en sí misma, merece indicarse comoprueba de la potencia productora de la agriculturapersa, que, á pesar de todo género de trabas, hallegado á crearse un nuevo ramo de riqueza. Noquiere decir esto que el cultivo del algodón se hayaintroducido recientemente; al contrario, se practi-caba de tiempo inmemorial, y por tanto, era muy

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familiar á los campesinos, pero lo notable de este¡mínenlo es, que ha podido producirse sin auxilioextranjero, y sólo por la demanda del comercio. Laagricultura persa está diezmada por la más desen-frenada usura; el precio del dinero en los campos,es de 40 á 60 por 400 al año, y algunas veces sepresta á la semana: á cada vencimiento, los intere-ses se añaden al capital, que se duplica así en pocotiempo, por lo cual puedo decirse, que el hombroque toma prestado está perdido. Un campesinocristiano de las inmediaciones de Khossrowava,propietario de una hermosa finca y de dos pares debúfalos, de una casa y de un mueblaje acomodado ásu posición, tomó prestados 15 francos, y encon-tróse al poco tiempo tan apremiado que, no pudiendopagar la deuda y ante la amenaza de morir á palos,abandonó su casa y sus bienes, y se refugió enel monasterio católico de Kossrowava, donde sehallaba hace pocos años. La necesidad de hacerfrente á las exigencias de un acreedor implacable,obliga al campesino á vender en el otoño, con 40 ó60 por 100 de rebaja, toda ó parte de su cosechadel año siguiente. No se comprende cómo estoshechos, repetidos diariamente, no matan la agricul-tura. No quiere decir esto que falte el dinero enPersia, pues, al contrario, parece ser muy rica ennumerario, pero las colocaciones son tan inciertas,la legislación tan incompleta y la arbitrariedad tangeneral, que los capitales se ocultan, y los que seatreven á darlos en préstamo, sobre todo en loscampos, exigen una prima enorme, desproporcio-nada con los riesgos que pueden correr. El preciodel dinero para el comercio, según veremos másadelante, es mucho más equitativo y no pasa del 12por 100.

El algodón más apreciado procede de Mazende-ran; el de Chiraz ocupa el segundo puesto, y elmenos estimado de todos es el que se cosecha enAderhidjan, antigua Media Atrópateme. La paz quepermitió á los algodones del Sur de los Estados-línidos reaparecer en nuestros mercados, detuvo laexportación de Persia, pero este país demostró almenos que, aun sin auxilio extranjero, podía pro-ducir en gran-cantidad cuanto reclamaba el comer-cio y podía colocarse en los mercados de Europa.

El cultivo de las plantas tintoriales está muy li-mitado por la falta de salida, por la ruina de la in-dustria de tejidos, y por lo cara que la producciónresulta á causa de la situación deplorable de laagricultura. El precio es tal, que el índigo indígenano puede soportar la concurrencia del de las Indiasque llega á Tabriz por via de Inglaterra. El safra-num parece ser un producto particular á Persia, yda un bello color rosa oscuro, casi pardo. Se hanhecho inútilmente varios ensayos para introducirloen Europa. Las agallas, que en realidad son un pro-

ducto del Kurdestan, se envían á Constantinoplacomo todos los de esta comarca por la vía deAlcxandretta. La palma-cristi, el sésamo, las plan-tas medicinales, se cultivan en corta cantidad ¡taralas necesidades locales.

No sucede lo mismo con el lembeki ó tabaco deNarghili, (pie ocasiona un tráfico importantísimo.Esta planta es un producto particular del suelo dela Persia meridional, y no se encuentra en ningunaotra parte. Diferenciase del tabaco ordinario en quela hoja es un poco más gruesa, y en sus cualidadesquímicas. Se la fuma en una pipa de agua construidacon arreglo al mismo sistema que el narghilé turcoy que se llama kalion. No se la corta como el taba-co, sino que la pliegan groseramente, colocándolamojada en el hornillo del kalion, poniéndole en-cima carbones encendidos. Existen muchas cuali-dades de tembeki; el mejor procede de Chiras; al-gunas personas lo mezclan, cuando lo fuman, opioó hachisch, especie de narcótico que llega de laIndia en forma de bola amarillenta del tamaño delpuño, y que sobrexcita poderosamente todo el sis-tema nervioso.

El opio es una de las principales produccionesdel territorio de Ispahan y llega á las provincias delNorte en forma de barritas del grueso y forma delas del lacre. Es blando y contiene gran cantidadde materias extrañas, entre ellas el azúcar. Lospersas parten con los dedos pedacitos que tragandurante el dia para procurarse una sobrexcitacióncerebral, muy semejante, bajo ciertos puntos de vis-ta, á la embriaguez alcohólica. Gran cantidad de estonarcótico se consume en el mismo país. El resto seenvía, según so cree, á la India, por Bonder-Uuchir.Cuando la enfermedad de los gusanos de seda rom-pió el equilibrio que había existido hasta entoncesentre la importación y la exportación, varias casasde comercio procuraron hacer compras de opio enIspahan, pero no pudieron entenderse con los pro-ductores.

Entre los frutos de Persia, la uva sin orujo apa-rente, conocida vulgarmente con el nombre de uvade Corinto, sólo se cultiva en grande escala en losterritorios próximos á la ciudad de Ourmia, al Oestedel lago de este nombre. La única particularidadinteresante del cultivo de la viña en esta localidad,es la costumbre de plantar las cepas en surcos muyprofundos, cuyas orillas las ocultan á los rayos delsol saliente: dicen que, por este medio, so retardala vegetación y se preservan las plantas de las hela-das de la primavera. Se valúa en 20 ó 30.000 cargasde 150 kilogramos, ó de 3.000 á 4.500 toneladas, laproducción de este excelente fruto que se vendecon dos distintos nombres, según la manera comoestá preparado. El que se llama kichemiche y seemplea habitualmente en la fabricación del aguar-

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diente, está sólo secado al sol; el nombrado sebzé,se baña en una lejía caliente bien decantada, hechacon una cuarta parte de cenizas Uc sarmiento y t\'escuartas partes de agua. Conforme se le va sacandode la lejía, se le pone á escurrir en unas banastasy después se le acaba de secar sobro una plata-forma de tierra bien batida, bajo la cual hay unacapa de estiércol. Este es el mismo procedimientoque se emplea en Grecia. El Mchemiche es oscuro,casi negro, y so consume en gran cantidad en elmismo país: lo restante se exporta por la vía deErivan á Caucasia. El sebzé tiene hermoso coloramarillo claro, y casi lodo él se envía á Europa,•principalmente á Inglaterra, por la vía de Esmirna.

Los pistachos de Persia son muy bellos, pero laproducción es tan pequeíia, que no puede tenerseen cuenta bajo el punto de vista comercial: son, conlas almendras de cascara tierna y algunos meloco-tones secos, objeto de una exportación sin im-portancia.

La Persia, tan favorecida bajo el punto de vistaagrícola, no lo es menos bajo el mineralógico. Po-see minas de antimonio, de cobre, do estaño, dehierro, de hulla, do nafta, de níkel, do petróleo, desal, de salitre, do azufre, de turquesa y de mármo-les de diversos colores (1).

Sólo las minas de cobre, hulla, turquesas, azufrey salitre han sido hasta ahora objeto de un princi-pio de explotación.

El cobre se encuentra on el Mazenderan, cercade la ciudad de Sary y on el Aderbidjan, cerca delAraxe. Esta última mina la explotan los campesinos,y prueba su riqueza el producto que sacan de ella, ápesar de la falta de dirección y de lo imperfecto delas herramientas. Á algunos miriámetros de distan-cia, en la orilla izquierda del Araxe, que perteneceá Rusia, se encuentran minas de cobre explotadastambién por los campesinos, y que clan igualmentebuenos resultados. Si, como se presume, estas dosexplotaciones son extremidades de la misma mina,no hay en el mundo yacimiento metálico más impor-tante. El consumo del cobre en Persia es conside-rable. Todos los instrumentos caseros que se hacenen Europa de hierro batido ó fundido, hoja de lata ózinc, los hacen los persas de cobre.

Las minas de carbón son numerosas; encuén-transe en Aderbidjan, en las provincias del Caspio y

(1) Hablase lamhíen de minas de plata y aun de minas de oro, des-cubiertas por un mineralogista alemán que murió a su vuelta á r.uropa,cuando esperaba aprovechar su descubrimiento consignado en sus pape -les úe un modu bastante ambiguo á fin du que nadie si no él lo enten •diese. Sea el hecho real ó sea un rumor sin fundamento, !a verdad es,que los persas están convencidos de que poseen minas de metales precio -sos: hablase de minerales presentados a! Shah, conteniendo oro, y cuyoanálisis sólo ha dado cobre ó productos de inferior valor; peso estosdesengaños no quitan las ilusiones á los buscadores dj oro, que siguentrabajando con entusiasmo.

en las inmediaciones de Teherán. La única minaexplotada hasta ahora, está situada en las monta-ñas próximas á la capital: el carbón que so saca osgraso, ligero, arde bien, da mucho calor y producemuy buen cok. Al pié de la mina cuesta un franco75 céntimos la tonelada, pero como se trasporta enmulo, la tonelada, puesta en Teherán, cuesta unos60 francos.

Hay minas de sal gemina en muchos puntos dePersia, como en el Aderbidjan y en Irak-Adjemi.Las minas de Aderbidjan son muy extensas y se pa-recen á cerros de forma irregular cubiertos detierra rojiza. Aunque desde hace siglos, las lluvias,y, sobre todo, el derretimiento de las nieves hayanarrastrado incalculables cantidades de sal, no seadvierte ningún cambio en su forma y su extensión.Los arroyos y los rios que nacen en la pequeña me-seta situada al Norte de Tabriz y que corren haciael lago de Ourmia, son excesivamente salados; elmismo lago es una de las más ricas salinas delmundo: la saturación de sus aguas es tan grande,que cualquier cuerpo sumergido en ellas durantealgunos instantes, sale cubierto de sal, y ningúnanimal puede vivir dentro de ellas.

Nada positivo se sabe acerca de la explotacióndel hierro. Díecse que sacan del monte Damavend,situado cerca de la capital, un hierro nativo suma-mente dulce. Lo comprobado es que las minas decobre, de carbón y de sal pueden ofrecer recursos,beneücios considerables.

Las minas de turquesas están situadas en el Kho-rassau: su explotación está mal dirigida, comotodas las operaciones de esta clase en Oriente, ylos beneficios muy inciertos. El azufre se recoge enel Damavend, antiguo volcan apagado, y se empleaen la fabricación del ácido sulfúrico, cuyo monopo-lio peleen los israelitas de Teherán. El salitre seconsume principalmente en las fábricas de pólvorade! Estado. En cuanto al petróleo, á la nafta, al an-timonio, al nikel, aunque su existencia esté com-probada, inspira tan poco interés, que llevan deBakou, en Caucasia, el petróleo refinado necesariopara el alumbrado del palacio imperial.

La industria persa, tan decaida, tan nula hoy, hatenido su época de grandeza, y lo prueban los no-tables restos de porcelana, do alfarería y de esmal-tes que se sacan de vez en cuando de las ruinas delas antiguas ciudades, y las armaduras y armasantiguas que los obreros de Ispahan imitan conbastante buen éxito, pero sin poder darles la finuraque resalta en las obras de sus antecesores. La in-dustria de los tejidos estaba tan adelantada comolas de la cerámica y de la herrería. Las fábricas deCachan producían tela de oro que valía á 3.000francos el metro, y las indianas que llevan aún elnombre de Persia y que tienen el honor de ser imi-

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tadas en Europa, atestiguan el talento y GI buengusto de las antiguas manufacturas persas. Los pro-ductos de la industria persa se reducen hoy á algunosterciopelos de inferior calidad que sólo son buenospara las poblaciones musulmanas de Caucasia y delimperio otomano, á algunas telas de algodón de di-versos colores, comparables por el grano y la soli-dez á nuestros nankines, y que por su elevado pre-cio de fabricación se consideran artículos de lujo,que no pueden gozar las clases medias. Lo mismosucede con los tejidos de lana, de pelo de cabra, depelo de camello, que tienen el inconveniente decostar muy caros, algunas veces más que nues-tros paños, sin que puedan compararse á ellos nipor la vista, ni por la duración, ni por la flexibilidad.Además, exceptuando las fábricas de chales de Ker-man, que pertenecen á la Corona, no hay en Persianinguna fábrica propiamente dicha. Las groserastelas de seda que se consumen en el país, ó se lle-van á las comarcas musulmanas, son obra de loscampesinos del Ghilan y del Mazenderan. Las muje-res del Aderbidjan tejen gruesas telas de algodón,muy parecidas á nuestras servilletas, y los nankinesprovienen, según se asegura, de la provincia deIspahan, donde se encuentran algunos restos de lasuperioridad intelectual y artística que distinguía áesta ciudad en la época de su esplendor.

Los tapices que se fabrican en nuestros dias,aunque excelentes y de larga duración, no valen loque valían los de épocas anteriores: encuéntrensediariamente tapices, de más de cien años de fe-cha, que conservan los colores tan frescos y vivoscomo cuando se hicieron, y que se prefieren á losnuevos. La costumbre persa de andar descalzopor el interior de las casas, influye mucho en la du-ración y conservación de las alfombras, pero ladecadencia de la industria actual es manifiesta.Los productos actuales son inferiores á los anti-guos, no sólo como tejido, sino también comocolor y dibujo. Los tapices más brillantes procedende Faravan, pequeña comarca situada al Mediodíade la provincia de Ispahan. Fabrícanse también enel Khorassan. en el Kurdistan y en el Karabag, enCaucasia. Su forma y su dimensión les impiden, áfalta de otra causa, ser utilizados en Europa; gene-ralmente son largos y estrechos, y lo habitual esponer cuatro en cada habitación. El más grande secoloca en medio, otro á la cabeza, es decir, en laparte de la habitación opuesta á las ventanas, yotros dos á los lados. Fabrícanse también tapicesde una sola pieza, pero cuestan una tercera partemás, por lo menos.

Existen, además, tapices de pié y cortinas de seda,pero son rarezas cuyo uso parece reservada de he-cho al soberano y á los príncipes de su familia.

Los tapices son de uso general, y forman, con

algunas cajas de madera destinadas á guardar losvestidos y la ropa blanca, todo el mobiliario de lashabitaciones. Entre las personas poco acomodadasse usa con más frecuencia el fieltro, cuyo precio esmás inferior. Los mejores, sin disputa, provienendel Khorassan. Los llamados dn-leh, ó dobles, tienená io menos una pulgada de espesor y un color rosapálido tirando á amarillo. El centro y las orillasestán adornadas- de graciosos arabescos dibujadoscon hilos de color claro y pegados al tejido al tiem-po de la fabricación. Verdad es que estos fieltroscuestan tanto como los tapices, y se preferirían áestos, bajo el punto de vista de la comodidad, si noestuvieran expuestos á ser destruidos por la polilla.

I Véndense en Rech, en el Ghilan, tapices de mesa,hechos con recortes de paño de diferentes colorescolocados sobre un fondo de un solo color. Estostapices son más extraños que bellos: la moda, sinembargo, los ha aceptado en Francia: pero estasimitaciones están desprovistas de la originalidadque constituye todo el mérito del trabajo persa. Loschales que salen de la manufactura real de Kerman,constituyen, sin disputa, el producto más preciosode la industria persa. Su precio varía considerable-mente; los hay que valen 40 francos y otros 1.000y 1.500. El Shah distribuye anualmente gran can-tidad en regalos, sea en su forma natural, sea tras-formados en túnicas ó en pellizas forradas. En elpalacio del Shah hay un almacén de estos chalesy de estos trajes de distinción.

La cualidad principal del chai persa es la solidez:dura muchísimo, pero como finura, dibujo y colores muy inferior á los chales de la India: su formalarga y estrecha, su elevado precio y su pesadez loalejarán siempre de los mercados europeos. Losmusulmanes lo aprecian mucho y lo emplean enhacer túnicas, ó arrollados, como fajas y turbantes.

Los campesinos persas esculpen finamente ele-gantes copitas de madera, que sirven para tomarsorbetes. Encuéntranse también, pero rara vez,lindas tapaderas de caja elegantemente cinceladas.Las mantas de caballo, bordadas de oro y plata, lujoun poco bárbaro, pero que demuestra el orgullo deljinete y el amor al caballo, no carecen de mérito.Las cubiertas de álbum de papel marcado, adorna-das con dibujos barrocos, y las cajas maqueadas,nada tienen de particular, á no ser lo extraño deltrabajo y á veces del asunto. Uno de los más comu-nes es el de José y la esposa de Putifar con unaleyenda bíblica desconocida en Occidente.

Los persas trabajan bien el oro, la plata y el co-bre. Á los objetos de cobre, especialmente, le danelegantes formas. Los utensilios de cocina, tan pesa-dos entre nosotros y de un carácter tan positivo,tienen entre ellos aspecto artístico. En cambio tra-bajan mal la madera, el hierro y el cuero, y no eo-

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nocen la hoja de lata ni el zinc, que ahora empiezaá introducirse en aquellas comarcas y que sólo tra-bajan medianamente los israelitas.

El gobierno persa, justo es reconocerlo, se es-fuerza desde hace algunos años en regenerar laindustria, creando fábricas copiadas de las de Euro-pa. Mehemed-shah, padre del actual soberano, ha-bia hecho construir en Teherán una fábrica ele pa-pel, otra de cristal y otra de bujías y jabón. Lafábrica de papel no tuvo éxito y los ediñcios cons-truidos costosamente están hoy casi arruinados.Las fábricas de cristal y de bujías han sido res-tauradas hace pocos años por orden del Shan rei-nante, pero, por causas que seria largo enumerar,no han realizado las esperanzas que se fundaron enellas. La fabricación del cristal común responde áuna necesidad real, pero no sucede lo mismo conla de velas. Persia no es país de pastos: la leche,la manteca y el sebo son allí poco abundantes. Elsebo proviene únicamente de un carnero que pare-ce especial á aquellas comarcas y difiere de su con-génere europeo, no sólo por la bola de sebo líquidoque lleva en la cola, sino por una gruesa capa de lamisma grasa que le cubre todo el lomo. Este seboloconsumen por completo las clases pobres, en reem-plazo de la manteca, cuyo precio es muy elevado.Tomar una parte de él para convertirlo en velas yjabón sería perjudicar la alimentación pública, yamuy restringida. Rusia proporciona á Persia todaslas velas que consume, posee inmensos pastos éinnumerables rebaños, una parte de los cuales, enlas comarcas alejadas, se emplea para el aprovecha-miento del sebo. No es posible luchar en tales con-diciones y el Gobierno persa hará bien en renunciará ello.

Á estas fábricas debe añadirse la de la moneda,destinada á centralizar y á mejorar la fabricación demonedas que es defectuosísima. Hace algunos añosque dura su construcción, pero la maquinaria esmuy incompleta.

COMERCIO.

Encontrando Persia, como China, en las produc-ciones de su inmenso territorio, cuanto exigen susnecesidades, no tenía, sobre todo después de la in-vasión musulmana, más relaciones con Europa quelas que pudieran llamarse accidentales.

Las manufacturas producían cuanto era necesarioal consumo de un pueblo numeroso y al lujo de unaclase rica y fastuosa. Unida á China por una seriede pueblos inteligentes y laboriosos, sumidos hoyen la barbarie, y locando á la India por el Afghanis-tan, que entonces formaba parte de su territorio,mantenía con ambos imperios relaciones políticasy comerciales constantes.

Lo poco que allí se consumía de las manufacturasTOMO V.

europeas, lo llevaban desde Alepo las caravanas, yaun estas relaciones tan indirectas con Europa eranmuy raras. La necesidad de caminar en grandescaravanas para hacer frente á las partidas armadasque infestaban todas las vías de comunicación, ha-cía que los viajes fueran en corto número, y ademásla lentitud de la marcha de estas grandes aglomera-ciones de hombres y de bestias de carga de todasclases, la prolongación de las paradas, el tiempoempleado en el cambio de las mercaneías en Alepo,convertía un viaje por Siria en una operación labo-riosa que duraba medio año á lo menos.

Los viajes á Oriente eran entonces tan difícilesy peligrosos, que los europeos no se atrevían á em-prenderlos, y tan completo el aislamiento de Persiaen 1807, que el misino Gobierno francés apenastenia una vaga idea de su situación, y á la embajadade Feth-Ali-Shah, antepasado del soberano actual,contestó al pronto con el envío de un empleado su-balterno, hombre de mérito, encargado de infor-marse.

Las relaciones que se establecieron en aquellaépoca entre ambos países no podían tener ni tuvie-ron, en efecto, otro carácter que el político. Lasrelaciones comerciales sólo empezaron cuando seestableció la legación en Teherán, hacia 18'2b2, y losprimeros cambios se hicieron por Alemania, Odessa,Hedut, Kaleh y Caucasia. Este comercio no podía, ácausa de los gastos que lo grababan, pasar de unacifra muy corla. Para formarse idea do las cargasque tenía que soportar, baste saber que sólo latravesía de Caueasia, aunque se hacia en carruaje,costaba 687 francos por tonelada, en una distanciade unos 600 kilómetros, y que á este gasto enormese añadía un o por 100 advalorem que cobraba laaduanaj'usa. En los diez años que duró el paso porCaucasia, el comercio europeo no pasó de dos mi-llones de francos.

Una medida del Gobierno ruso, que parecía deberacabar con dicho comercio, sirvió, porel contrario,para darle la gran extensión que adquirió pocotiempo después.

El tránsito por Caucasia había sido autorizado átitulo de ensayo y por un período de diez años queacababa en 1833. Antes de tomar una resolucióndefinitiva, el gabinete de San Petersburgo mandóhacer en aquella época una información en la loca-lidad. Los armenios de Tiilis que habían hecho gran-des provisiones de mercancías esperando venderlasmuy caras á los persas cuando el camino de Cauca-sia estuviera cerrado, intrigaron tanto que, por unukase imperial, se prohibió el tránsito de las mer-cancías destinadas á Persia. Pero las intrigas de losarmemos les fueron contraproducentes; el comercioperso-europeo escapó á las manos que pretendíanviolentarlo y encontró inmediatamente una vía me-

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jor para sus necesidades que la que acababan decerrarle. Desde tres años antes, el tratado de Andri-nópolis (1828) había abierto el Mar Negro á todos lospabellones, y para llegar á él no encontraban desdeentonces los buques más obstáculos que las cor-rientes de los Dardanelos y del Bosforo. La aplica-ción del vapor á la navegación vencía este últimoobstáculo en el momento en que Rusia se dejabaarrastrar al extremo de tomarla desastrosa medida,cuyos efectos sintió muy pronto, y el comercioeuropeo pudo llegar sin dificultad á Trebisonda, quefue desde entonces el principal punto de depósitode sus mercancías. Este cambio procuró primerouna economía considerable en el precio de lostrasportes que se hicieron por la vía marítima hastaTrebisonda. El Gobierno otomano, por su parte,redujo á dos por ciento y definitivamente a uno porciento el derecho de tránsito. La conducción porcaravana hasta Tabriz, sitio del comercio persa,bajó de 88 á 88 céntimos por tonelada y por kiló-metro, y desde entóneos el comercio empezó á to-mar todo su desarrollo.

Tabriz, capital del Aderbidjan, antigua MediaAtropatene, es, comprendiendo los arrabales, unacuidad de setenta á ochenta mil habitantes, y estásituada á 800 kilómetros de Trebisonda, á igual dis-tancia próximamente de Redutkalé, á -100 kilóme-tros de la frontera de Caucasia, á 600 de Tifusy de Teherán y á 300 del Caspio, en línea recta.Forman esta ciudad el Kaleh, ciudad fortificada,rodeada de una muralla de tierra de -4 kilómetrosde circunferencia, una parte de la cual está com-pletamente arrumada, y muchos grandes arraba-les. En el recinto amurallado está el gobierno deprovincia, las administraciones y el comercio. Losedificios de la ciudad cercada, lo mismo que los delos arrabales, son de tierra, y sólo los caravan-serails, donde están los almacenes y los despachosde los comerciantes, son de ladrillo cocido y mor-tero. Como hay en olios encerrados grandes valo-res, los guardan de noche los mozos de carga quesirven en ellos durante el dia; se cierran las puer-tas al ponerse el sol para no abrirlas hasta por lamañana después que sale. Los negociantes no vivenallí, sino que van por la mañana y se retiran porla noche. El tratado de Turkman Tehai (1828), queha llegado á ser base del derecho de los extranje-ros en Persia, los autoriza á adquirir en plena pro-piedad una casa, un jardín y un almacén para susmercancías; pero los comerciantes europeos no hanaprovechado estas ventajas y prefieren alquilar áelevados precios casas armenias, en las inmediacio-nes del consulado de Inglaterra, que, para hacerlashabitables, tienen que reconstruirlas casi por com-pleto.

Los derechos de aduanas, tanto de importación

como de exportación, varían según la nacionalidaddel comerciante: son del 5 por 100 advaloren paralos europeos, y sólo de 4 por 100 para los indíge-nas y los subditos otomanos: el importador puedepagar en efectos ó en numerario, y como las adua-nas están arrendadas, la percepción de los derechoses muy rígida. La importación europea comprende:indianas, percales, paños, sederías, té, azúcar, co-chinilla, índigo, quincallería, armas, mercería, por-celanas, cristales, vidrios, virios, licores, etc.

De estas mercancías, las telas de algodón, losazúcares, los tés y los índigos, vendidos por ricascasas greco-inglesas, son objeto de un comercioimportante: los demás artículos, aunque represen-tando en conjunto una cantidad bastante elevada,sólo constituyen, propiamente hablando, un acce-sorio.

El comercio de telas de algodón es el más impor-tante de todos. Es el único cuya cifra se conocebien, y asciende anualmente á unos cuarenta millo-nes de francos, siendo regular y fácil. El comer-ciante importador, llamado en Persia tadjir, seaeuropeo ó indígena, vende por medio de su corre-dor al binektar ó comerciante al por mayor indíge-na, que á su vez vende á los besas ó comerciantesal por menor. Las ventas se hacen á seis meses;pero este plazo se reduce á tres meses, medianteun descuento de 4 por 100 mensual, y el binektar,antes de llevarse la mercancía, salda su cuenta pormedio de un pagaré que el vendedor tiene que le-galizar ó timbrar en la oficina del comercio; forma-lidad importantísima, cuya omisión pudiera tenerdesastrosas consecuencias. Estas obligaciones sopagan rara voz á dia fijo, y lo ordinario es que seabonen por fracciones antes ó después del venci-miento, de modo que el resultado venga á serigual. El interés legal para el comercio es, segúnse ha visto, 1 por 100 al mes: para el que no escomerciante so eleva algunas veces á 2 por 100 almes, con lianza de valores sólidos, como oro, dia-mantes, ele.

El MneJUar ó comerciante que no atiende su fir-ma, puede ser declarado en quiebra, despojado dosus bienes, de su libertad y hasta apaleado. En ge-neral, los que se encuentran en tal situación se re-fugian, si tienen tiempo para ello, en algunos edifi-cios religiosos, que gozan el derecho do asilo, y nosalen de él hasta'que obtienen un arreglo. Estosasilos están también abiertos á los ladrones, á losasesinos y hasta á los acusados por causas políticas.Estos asilos son reminiscencias de nuestra legisla-ción de la Edad Media, trasportada á Asia, y un cor-rectivo, algunas veces útil, contra la arbitrariedadlegislativa, que juega con demasiada facilidad conla vida humana. Al ministro de Negocios extranje-ros corresponden las cuestiones entre comerciantes,

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y las juzga, no con arreglo á las leyes del Koran,sino conforme al derecho común, por uno de susempleados, que al efecto reside de un modo perma-nente en la ciudad de Tabriz, con el título de ndibvizaret, ó teniente del Ministerio (de Negocios ex-tranjeros). Uno de estos empleados, cen el sueldoanual de 30.000 francos, que acaso no cobraba, en-contró el secreto de gastar 100.000 cada año, yahorrar todavía un millón en seis años. Verdad esque, á su vuelta á Teherán, fue preso y obligado áentregar estos ahorros, hecho lo cual se le nombrógobernador de un distrito del Kurdestan.

El büieklar no tiene, por decirlo así, mercancíasalmacenadas, y sólo compra á medida de las nece-sidades de su clientela, sobre la cual exige rigurosavigilancia; semanalmente cobra á ésta el importede lo que le da, y entrega la cantidad cobrada á sutadjir, á cuenta de sus obligaciones. El hineUar es,más bien que un comerciante, un vigilante intere-sado y responsable, sin el cual el comercio de telasde algodón en Persia seria, si no imposible, al me-nos dificilísimo. Los comerciantes europeos en Ta-briz aseguran que lo que ganan estos comisionistasal año es el 3 por 100, cifra que parece exagerada.

Las telas de algodón llevadas á Persia procedende Inglaterra, y ninguna fábrica francesa podríaproducir tejidos tan baratos y tan inferiores. Estastelas las usan todos los habitantes para sus vesti-dos. El percal sirve particularmente en trajes demujeres y de niños; los hombres emplean, por reglageneral, una lela gruesa de algodón, llamada ame-ricana, que llega blanca de Europa y la tifien deazul en Tabriz mismo. Probablemente el bajo preciode las telas de algodón inglesas ha contribuido mu-cho á las ruinas de las fábricas que sobrevivieron ála invasión de los afghanes.

Se aprecia en tres millones de francos el valor delos azúcares, y en dos el de los tés importados áTabriz; el valor del índigo y el de la cochinilla,nunca se ha establecido de un modo casi cierto, locual es difícil porque también llega por Bender-Buchir y por Bagdad.

El azúcar la llevan en caja de 75 á 80 kilogramos,y se vende á 1 franco 70 céntimos próximamente elkilogramo en Tabriz, y á 1 francos en Teherán. Engeneral, la llevan con preferencia á principios delverano, porque en esta estación las bestias de car-ga comen la yerba de los campos, y no costandonada el pienso, las caravanas hacen los trasportesmás baratos. Los azúcares vendidos en Tabriz pro-vienen de todas las comarcas occidentales de Euro-pa, de Inglaterra, de Bélgica, de Francia y deHolanda. Los azúcares franceses forman una parteconsiderable de la importación, y, como los belgasy holandeses, los compran en Constaruinopla losmercaderes persas que les llevanáTalriz. Los azú

ares ingleses los venden generalmente las casas;reco-inglesas que tienen su principal residencia enLondres.

El té llega en cipos, cuatro de los cuales, formanla carga de un caballo; el precio de la venta enTabriz es de 20 francos el kilogramo para el queprocede de Inglaterra. El té de Java, del cual Per-sia consume ó exporta á Caueasia 600 ó 700 cipos,vale, á lo más, la cuarta parte de aquel precio.

Las sederías, los paños, la quincalla, la mercería,as porcelanas, la alfarería y la cristalería, consti-

tuyen un comercio de lujo; las ganancias son con-siderables, pero las mercancías salen con granlentitud. Por esta causa se ha abandonado dichocomercio á los indígenas que generalmente seproveen en Constantinopla. Sólo los paños pro-ceden directamente de Leipsick; están hechos conuna mezcla de lana y algodón, siendo en la aparien-cia blandos y suaves, pero duran poco. Los her-mosos paños franceses ó ingleses son demasiadoclaros para aquel país, y las tentativas hechas paraaclimatar su comercio, á pesar de reducirse á cortascantidades, han sido infructuosas. Las telas de sedavendidas en Tabriz, en gran parte son de origenfrancés, pero generalmente de calidad inferior; laimportación, se compone sobre todo de tafetanesde todos colores, entre los cuales se encuentranpequeñas cantidades de telas bordadas de oro yplata, paños de oro, etc. Estas mercancías, las com-pran los persas y los armenios en Constantinopla,donde también adquieren satenes hechos con unamezcla de lana ó de algodón, producto groserísimo,probablemente de fabricación alemana, que por subajo precio está al alcance de los indígenas.

Los demás ramos de la importación europea sontodavía de salida más difícil; el coste de los tras-porlesfy sobre todo la fragilidad, elevan conside-rablemente el valor de la cristalería, de la porce-lana y de la alfarería, limitando su uso á los ricos.El persa aprecia nuestros vinos, nuestros licores,y todos los productos de nuestra industria, pero setiene que privar de ellos por no poderlos pagar. Elcomercio de relojería ha sido, durante algún tiem-po, muy lucrativo, pero hoy ha decaido como todoel comercio de lujo, viéndose obligada á liquidaruna casa suiza establecida en Teherán.

Persia recibe de Uusia hierro en barras, cobreen láminas y en lingotes, pieles curtidas, hilos do-rados y plateados, velas, quincalla muy inferior,y paños extraordinariamente bastos. El único pro-ducto realmente interesante de la industria rusa, esel samo-vard ó cocinilla de cobre con hogar interiorpara hacer el té y, caso de necesidad, el cafó. Estees un utensilio muy conocido, y de uso general enOriente.

Los comerciantes güebros, establecidos en Teht-

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ran, hacen llegar por la vía de Bonder-Buchir y deBagdad el índigo, un excelente cogucho que sevende al precio del azúcar, té negro de Java, café,estaño, sal de amoniaco, alcanfor, pimienta, cane-la, nuez moscada y algunas mercancías inglesas.

EXPORTACIÓN.

El artículo más importante de la exportación per-sa, es la seda cruda; de todos los productos deaquel país, este es el único que por su gran valorintrínseco puede soportar los más caros precios detrasporte. Antes de la enfermedad de los gusanos,la venta de seda en Persia ascendía á la suma de35 á 40 millones por año, sin contar la que salía decontrabando. La enfermedad disminuyó la cosechaen tres cuartas partes. Teniendo en cuenta la subidadel precio de las sedas, Persia debió tomar de susahorros de 15 á 18 millones de francos al año paraliquidar sus cuentas con el comercio de Europa, ysobre todo, con el de Inglaterra. El golpe fue rudí-simo; el gobierno de Teherán creyó con fundamentoque habría una crisis monetaria, y prohibió la ex-portación del oro; pero como esta medida era unaviolación de los tratados de comercio, tuvo quederogarla en vista de las observaciones de los re-presentantes europeos. El primer ministro MirzaAgha Mustoíi Memalek, intentó entonces orillarla dificultad: no pudiendo impedir que los comer-ciantes europeos importasen mercancías, prohibió álos comerciantes persas comprarlas, y hasta fijó unplazo para que se deshicieran de las que tenían al-macenadas, con lo cual creyó obligar á sus admi-nistrados á usar tan sólo los objetos fabricados ensu país; pero como Persia no tiene ninguna fabrica-ción, su deseo era imposible, la orden no se tomónunca en serio, y el primer ministro acabó deperder la poca consideración que le quedaba y elnumerario continuó dirigiéndose á Europa.

Poco á poco se restableció el equilibrio por unadisminución de la importación europea que afectóprincipalmente, como debía esperarse, á los objetosde lujo, pero la miseria fue grande, y el comerciosufrió sus consecuencias.

La exportación del Tembekii hace entrar anual-mente sumas considerables en el país, pero no seconoce la cifra ni aun aproximadamente, porque lospersas que ejercen este monopolio ocultan cuida-dosamente estas operaciones. El consumo de estaplanta no traspasa, sin embargo, los límites de losEstados musulmanes de Caueasia, de Turcia y deEgipto; el Kalion ó el narghilé, bien preparado, esmucho más agradable que la pipa europea, peropara fumarlo, es preciso aprovechar un momentode reposó completo; este instrumento es el másapropiado a\far niente de los musulmanes, pero noes compatible con la actividad europea; además, su

uso prolongado, es más pernicioso á los pulmonesque el de la pipa.

Las pasas de Ourniia forman la base de un grancomercio; el Mchemiche no pasa de Caueasia y sirvepara hacer aguardiente que sería muy bueno si es-tuviera bien hecho, pero que conserva siempre ungusto empireumático que le estropea. El Mchemi-che cuesta en Ourmia mismo, en el momento de lacosecha, de 18 á 20 francos los cien kilogramos; y elsebze de 20 á 25; pero este precio se eleva rápida-mente á una tercera parte más. Arabos productospueden ser embalados desde el 20 de Setiembre;los gastos de trasportes hasta Smirna, compren-diendo los derechos de aduanas, triplican por lomenos el valor primitivo del sebze.

La lana, aunque muy bella, no puede clasificarsecomo valor comercial á causa de su pequeña canti-dad y de la dificultad de adquirirla. En Oriente haymuy pocas reuniones ó ferias donde acudan gentesde diversos paises ó cantones á cambiar sus produc-tos, y no existe aún la costumbre de llevar á ellaslas lanas, de modo que los compradores se ven obli-gados á ir por ollas de aldea en aldea, y á comprarlasen pequeñísimas cantidades, lo cual ocasiona gas-tos que absorben las ganancias y que á veces sonsuperiores á éstas. Cuando la invasión de la enfer-medad de los gusanos de seda, se intentó suplirla insuficiencia de la exportación de sedas con la delopio, la lana y todo cuanto se creyó poder enviar ánuestros mercados. Los esfuerzos para procurarseel opio fracasaron completamente, lo mismo suce-dió con la lana, y las casas europeas abandonaronla empresa.

Se calcula en 100 balas la cantidad de chales ex-portada á Caueasia y á Constantinopla; en este nú-mero figuran los productos de la India, conducidos áPersia por las caravanas, de suerte que es imposi-ble formarse una idea, ni aun aproximada, del valorde este ramo de exportación. Lo mismo sucede conlos tapices y los fieltros que son enviados en parteá Caueasia y en parte á Constantinopla.

En la Rusia propiamente dicha, Persia no exportamás que sedas crudas del Ghilan, pieles sin curtirde zorro, de marta y de garduña. La parte del Ader-bidjan, en esto comercio de peletería, es de 180 á200 cargas de mulo ó de cerca de 100.000 pielesvendidas, por término medio, en Nidjini-Novogorodpor los armenios persas, por valor de tres ó cuatromil francos; la cantidad de peletería enviada por lasotras provincias no se conoce en Tabriz, ni siquierade un modo aproximado.

Es casi imposible saber la verdad cuando se pre-gunta á los orientales, desconfiados por instinto ypor temor; los arrendatarios de las aduanas espe-cialmente, á quienes interesa por razones fáciles decomprender ocultar sus ganancias, responden con

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excusas muy finas á los informes que se les piden.El comercio de Persia con la Europa occidental,comprendiendo la importación y la exportación, re-presenta en la opinión general la suma de 180 mi-llones de francos, y con Rusia y Caucasia de 50 á60 millones. Hecho notable es la cantidad de ororuso que llega anualmente á Persia, la cual pruebaque por aquella parte la exportación es superior ála importación; un comerciante armenio sostenía, yme parece cierto, que los rusos saldan las dos ter-ceras partes de sus compras en numerario y unatercera parte en mercancías; con oro ruso saldanlas casas greco-inglesas de Persia las diferenciasque existen entre sus ventas y sus compras conEuropa. En Tabriz es este oro generalmente másabundante después de la feria de Nidjini-Novogorod.

El conjunto del comercio de Persia con la Europaentera y la Transeaueasia es, pues, de 200 millonesde francos por año. Esta cantidad es pequeña aten-diendo á la grande extensión del país, habitado porunos ocho millones de almas, población notable porsu inteligencia y por su aptitud para toda clase detrabajos.

La situación deplorable de Persia es consecuen-cia de la falta de caminos. Este país puede producirinmensamente, pero la imposibilidad de exportardetiene la producción. Ha probado, cuando la guerracivil anglo-americana, que podía organizarse por símisino, sin auxilio extraño, para producir y exportartan pronto como uno de sus productos encontrasendemanda en nuestros mercados. En aquella épocaalgunos comerciantes de Ko'í, pueblo importante delas inmediaciones de Tabriz, formaron, bajo la di-rección de un tal Molían Sadik, una sociedad de ex-portación, que tuvo buen éxito durante la guerra.La materia exportable, no falta; el suelo persa sepresta á todos los cultivos apropiados á las indus-trias; la población es laboriosa y pacífica, y sólofaltan á este pais, para llegar al más alto grado deprosperidad, medios de trasporte en armonía consus necesidades, pero desgraciadamente continúareducido al medio lento, costoso é inseguro de lascaravanas. El precio medio de 5S céntimos por to-nelada y por kilómetro impide la salida de todos losobjetos de poco valor, es decir, de la generalidad delos productos agrícolas. Los 150 millones de francosque forman la cifra de su comercio con el occidentede Europa, están representados por 11.700 toneladasde mercancías, de las cuales 5.700 corresponden ála exportación. Las gastos de trasporte de Trebi-sonda á Tabriz, unidos á los de comisión, se elevaná 6 millones de francos por año, y á 7 millones porlo menos, si se añade el derecho de 1 por 100 quecobra la aduana turca. Además, debe añadirse que elviaje de Londres á Tabriz dura por lo '.nénos tresmeses, lo cual obliga al comercio á pro'-'isiouarse de

antemano. Se ha intentado volver por el camino deCaucasia, por Poli y Tiflis; el comercio ruso pre-ocupado constantemente de arbitrar medios paramejorar la suerte de sus provincias musulmanas, hadecretado la franquicia plena y completa del trán-sito, y el comercio de Tabriz ha contestado á su lla-mamiento con laudable solicitud, pero este acuerdono ha producido los resultados que se esperaban;los lardos enviados por la vía de Caucasia, ó se hanperdido, ó han permanecido cerca de un año en elcamino. Verdad es que se ha indemnizado á los co-merciantes, pero el tránsito caucasiano, aun des-pués de la apertura del ferro-carril de Poti á Tiflis,'no ha podido destronar la caravana turca y persa,porque la distancia de Tabriz á Tifus es todavía de500 á 600 kilómetros. El camino atraviesa monta-ñas difíciles. Los artículos indispensables á la vidason en ellas caros, y á pesar del empleo de car-ruajes, á causa de este precio excesivo, el trasportees más costoso que por el camino de Turquía.

La construcción de un ferro-carril desde el marNegro al Indo, sería una operación tanto más lucra-tiva, cuanto que, en casi toda la extensión del territo-rio persa, atravesaría terrenos muy fértile.s, casi to-dos de regadío, y susceptibles de producir inmensascantidades de algodón, granos oleaginosos, mate-rias tintoriales y frutas, sin contar el producto delas minas, que sería considerable. Por desgracia,la imposibilidad de conciliar de un modo equitativolos intereses de las dos grandes potencias que in-fluyen en Oriente, no ha permitido dar una soluciónfavorable á los proyectos presentados hasta el dia.

También sería beneficiosa la construcción de unramal de ferro-carril desde el mar Negro á Hassan-Kaleh, á orillas del Araxe, á corta distancia del Erze-roum, J*el abrir un canal desde este rio de Hassan-Kaleh á Djoulfa, punto de la frontera rusa, que seencuentra á unos cien kilómetros de Tabriz. Esta em-presa es tanto más factible, cuanto que sólo habríaque tratar con Turquía y Kusia, los dos gobiernosmás dispuestos hoy á favorecer las construccionesdo todas clases en su territorio. La construcción deun ferro-carril desde el mar Negro á Hassan-Kalehno presenta ninguna gran dificultad, y en cuanto alcanal, el valle por el cual corre el Araxe, esr llano entoda su longitud; la única dificultad que puede pre-verse es la del paso del rio Kars, su principal afluen-te, por la izquierda. El rio Kars llevaría al canal elsobrante de las aguas del lago Sabanga, situado porencima y al Norte de Erivan. Este lago, que tienevarios miriámelros de largo, parece situado allí ex-presamente para servir de depósito y para utilizarsus aguas, y bastaría agrandar el conducto naturalque le pone en comunicación con el rio Kars. El canalpodría continuarse de una parte hasta el marCaspio,y de otra hasta el lago de Ourmia, vasta sabana de

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agua de 450 á 200 kilómetros de longitud, que seconvertiría en el centro de todo el movimiento co-mercial de Porsia. Acaso fuera posible unir el lago al.Chat-el-Arab por medio de un canal que alimentasenlos rios ó corrientes de agua que proceden de lavertiente oriental del monte Zagros, en cuya ver-tiente opuesta nace, segun se sabe, el rio Tigris.Las tierras que forman las orillas del Araxe y dellago de Ourmia son de una fecundidad extraordina-ria, y las poblaciones Armenias, Kurdas y Persasque envían todos los años multitud de jóvenes áConstantinopla, proporcionarían trabajadores ba-ratos.

No debe olvidarse que Persia es un país esencial-mente agrícola, y que necesita, sobre todo, tras-portes baratos más que medios rápidos de comuni-cación*, que desde el mes de Setiembre sus productosestán ya dispuestos para la exportación; que losfrios empiezan en Navidad y acaban en el mes deMayo, y que se tendrían, por lo menos, siete mesesde navegación, tiempo sobrado para hacer todoslos trasportes. La construcción de un canal prepa-raría la de un ferro-carril, sin que se perjudicaranambas empresas, á causa del alejamiento de los dostrazados, que sólo se cortarían en dos puntos, Has-san-Kaleh y cerca del lago de Ourmia.

A la industria y al comercio europeo interesa quese extienda la producción en el vasto territorio dela Persia, puesto que cada bala de algodón ó de sé-samo que salga de aquellas comarcas, hará entraren ellas un valor igual de productos manufactura-dos de Europa. Los 40 millones de telas de algodónque llegan anualmente de Inglaterra, no bastanpara las necesidades del país. La población, sobretodo la del campo, va, la mayor parte del tiempo,vestida con asquerosos harapos, pero el dia en quela exportación sea fácil, las condiciones económi-cas del país cambiarán completamente: no sóloPersia consumirá más, sino que pedirá mercancíasde mejor calidad que los percales que hoy le envíaInglaterra. Los productos de la industria francesa,que tanto le gustan, pero que no. puede pagar hoydia, encontrarán entonces puesto en sus mercados.

Bajo el punto de vista del rendimiento, el canalsería una obra excepcional, y la compañía conce-sionaria no tendría que establecer tarü'as diferencia-les para favorecer la exportación, encontrando enla explotación de las minas, sobre todo de las decobre y de sal, flete dispuesto para cuando, (ermi-nado el trasporte de los productos persas, se encon-trara el canal desocupado. La exportación de lasminas sería tanto más ventajosa cuanto que la com-pañía tendría á su disposición obreros inteligentesiniciados ya en esta clase de trabajos. Habituado elpersa desde hace siglos á buscar en las entrañas dola tierra el agua, sin la cual el cultivo es inútil, es

hábil constructor de pozos y llegaría á ser exce-lente minero.

Relativamente á la población, Persia presentamás ventajas que la China, porque, refiriéndonos tansólo á un producto que les es común, Persia, consus ocho millones de habitantes, produce cerca demillón y medio de kilogramos de seda, mientrasque la China, con una población sesenta veces másnumerosa, sólo produce de 7 á 8 millones.

En lo porvenir, sobre todo, es donde Persia laaventaja, puesto que presenta á los trabajadores in-mensos campos por roturar. Sus producciones pue-den lo menos centuplicarse, mientras que en China,cultivada, oradada la tierra por todas partes, apenasbasta á las necesidades de una población super-abundante.

En una palabra, para sacar inmensas riquezas dePersia, basta darle vias de comunicación.

E. GUILLINY.Encargado de una misión en Orienle.

(Journal des Ecotiomistes.)

EL TOCADO DE LAS DAMAS ISRAELITAS.

He tenido la suerte de escuchar, durante algúntiempo, las lecciones de un profesor cuya erudiciónera tan variada como profunda. Hombre originalí-simo, nos autorizaba á los discípulos', entre otrascosas, á escribir en la pizarra cada quince dias elasunto de una conferencia que debía dar sin pre-paración alguna. Jamás olvidaré el dia en que unbromista tomó el clarión y escribió la palabra ca-misa. Sonó la hora y entró el profesor, tan gravecomo Atlas, que, segun sabe el lector, llevaba elmundo sobre sus hombros. Cuál sería nuestra ad-miración cuando con aire impasible comenzó á ex-plicar la historia de la citada prenda de vestir, conuna elocuencia que no decayó un momento duranteel tiempo reglamentario de la lección.

El profesor Schneider ha muerto, pero sobrevivosu espíritu, y al encontrarnos algunos de sus discí-pulos, nos confesamos mutuamente que nos inspiravivo interés el estudio de los trajes—viejos ó nue-vos—por la filosofía que encierran. A nuestros ojos,Le Follet ó cualquier otro periódico de modas, nosólo es una gaceta de la frivolidad, sino que evocapensamientos de orden más grave.

Me propongo hacer aquí algunas observacionesacerca del tocado de las damas israelitas. Una delas preguntas más interesantes que en la actualidadpueden hacerse es la de ¿Quién es vuestro sastre?¿Quién es vuestra modista? Al querer contestar áellas he averiguado que los hebreos no los tenían.