EL IMPACTO AGRARIO DE LA MIGRACION EN HUECORIO*1 · tados Unidos de Huecorio es muy alta: 80% o...
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EL IMPACTO AGRARIO DE LA MIGRACION EN HUECORIO*1
Ina R. D in erm an
W h ea to n C ollege
V in e por p rim era vez a M ichoacán en 1969, com o es tu d iante graduada de Brand éis University. D e b id o a mi in terés en las un id ades de
prod ucc ión cam pes ina y ante el fe n ó m e n o de sistemas com u nitar ios de
prod ucc ión artesanal especia l izada, o p té por trabajar en tres c o m u n i dades de la zona lacustre. Pasé varios m eses h ab lan do con la gente de
Ihuatzio , Jarácuaro y Quiroga, y observando la d is tr ib uc ión del m erca do en Pátzcuaro. D e ahí salió mi libro Los tarascos: cam pesinos-ar tesa-
nos d e M ich oacán .2 Mi afecto por la zona del lago m e d evolv ió a Pátz cuaro cinco años d esp ués y, de nuevo , en 1977. E n el transcurso de esas visitas veraniegas hab lé con las vendedoras am bulantes , m uchas p roce d en tes de H uecorio . Son m ujeres adm irables — serias, fuertes y trabajad oras— , y m uy humanas. Por ese en tonces m e in teresaban part icu larm e n te las m ujeres com o agentes económ icos . Escribí varios artículos sobre las m ism as .3 Al hablar con ellas, m e di cuenta de q u e muchas ha bían ten id o q ue asumir el papel de cabeza de famil ia dado q u e sus e s p o sos e hijos m ayores se hal laban ausentes en los E s ta d o s lJ n id o s por largos p er iod os de t iem p o . Sobre es te aspecto escrib í un art ículo q u e p re sentaba por pr im era vez una vis ión de la exper ienc ia migratoria d esde
el p u n to d e vista de la famil ia del migrante . A instancia de m uchas p er sonas, in c lu id o W ayne Cornelius, regresé a la zona lacustre para sacar
más datos sobre el proceso de migración in ternaciona l en favor del cual m uchas famil ias hacían tantos sacrificios. Deseaba saber por q u é m ie m bros de algunas famil ias m igraban y los de otras no. A fin de p od e r hacer algunas generalizaciones, trabajé en dos t ipos d iferen tes de c o m u n i dad: H u ecor io , una co m u n id a d ej idal de or ien tac ión nacional , e Ihuat-
* Versión castellana de Pastora Rodríguez Aviñoá.
zio, una com u nid ad tradic ional tarasca de p e q u e ñ o s propietarios . Mis
pesquisas sobre las causas de la m igración d iferencia l , a los Estados U ni dos y a lugares d en tro de México, se en cu en tran en una monograf ía p u blicada el año pasado. A qu í basta decir q u e la tasa de m igración a los E s tados Unidos de H u ecorio es m uy alta: 80% o más entre las 169 famil ias habían ten ido un m igrante en los Estados U nidos d urante el d ecen io
pasado. En contraste, en Ihuatzio , la tasa entre 500 famil ias había s ido
baja: sólo un 20%. En tre las razones q ue he ci tado para explicar estas fi-
ferencias se encuentra el ingreso familiar.En este ensayo abordaré el im pacto q ue ejerce la m igración a Es ta
dos U nidos sobre la com u nid ad de H uecorio . Es fácil o lv idar q u e la m i gración es un p r o c e s o , que im plica el traslado de gente a un n uevo d es t i no, pero en la mayoría de los casos, la vuelta a la c om u n id ad de origen, dado que la mayoría de los m exicanos q ue em igran lo hacen te m p o r a l m en te en calidad de asalariados. Su obje t ivo consis te en perp etu ar la
integridad de sus hogares m a n te n ie n d o el ingreso familiar. Esta m eta
es resu ltado de un valor cultural fu n d a m en ta l en la región tarasca, tal vez en todo México: la unidad famil iar com o fu e n te de seguridad eco nómica, em oc iona l y social. En una época en q ue estos valores están
siendo cues t ionados en los Estados Unidos, el re co n o c im ien to del p ro fundo com p rom iso de los huecorianos a esta u n id ad h u m an a y social fundam enta l debería llevar a replantearnos nuestra vo luntad de ab an donar d icho com prom iso . No p u e d e perderse de vista que las p res iones de la m odern izac ión y la rápida incorporación de las co m u n id a d e s ru rales a nuevas estructuras económ icas están creando p res iones s im ila res en las u nid ades famil iares de Huecorio; el hecho de q ue hasta la fe cha hayan resist ido la pres ión es una prueba de la fuerza de su co m p r o miso. En el presente trabajo centram os nuestra aten c ión en cóm o han
operado tales u n id ades frente a los cam bios al incorporar la migración
en el rég im en famil iar de as ignación laboral, y cóm o este cam bio ha
afectado otros aspectos de la vida — patrones agrícolas, liderazgo y roles
fam il iares— en una com u n id ad michoacana.A fin de mostrar q u é cam bios sí han ocurrido q ue han ocas ionado
la reestructuración del trabajo dentro de la unid ad famil iar, será n e c e sario hablar no sólo sobre lo q ue ha sucedido en H u ecor io d urante los últ im os v e inte años, sino tam b ién sobre los cam bios q u e han ten id o lu gar en los sistemas económ icos regionales y nacionales . H u ecor io no es
una com u nid ad ais lada cuyos m iem b r o s se hayan ais lados de las estruc turas económ icas más am plias q ue están p resen cian do cambios. Como resultado del su rg im iento de una eco n o m ía global y la expansión de
formas capitalis tas de prod ucc ión y d istr ibuc ión , H u ecor io ta m b ién se
halla su m ido en estas es tructuras más amplias. Doy por sentado q ue el “e s t ím u lo ” para algunos de los cam bios q ue describ iré es un proceso
global general . Lo q u e es in teresante es la part icular respuesta de una
com u nid ad rural específ ica de Michoacán.
H u ec or io en 1960En el verano de 1962, un eq u ip o encabezado por el econom ista Mi-
chael Belshaw hizo un es tu d io del uso de la tierra y la econ om ía en H u e corio. B u e n a parte de mi descripción de esa c om u n id ad durante ese p e r iodo p rov ien e de d icho e s tu d io .5 Belsahw y su eq u ip o , apoyados por
CREFAL,6 trataron de señalar algunas nuevas em presas a fin de a u m e n tar la p rod uctiv idad y el ingreso en Huecorio . No fue el de éstos el p r i mero ni el ú l t im o esfuerzo. En el transcurso de los años sesentas, varias
en t idad es federales , in c lu id o el I.N.I. , h ic ieron diversos in tentos en t o da la región del lago (véase, por ejem p lo , M o o n e) .7 Hoy en día, resta
muy poco de cua lq u ier cam bio económ ico favorable resu ltante de esos
esfuerzos. Más b ien , se observa una pres ión económ ica y un retroceso en com parac ión a otras regiones y sectores de la ec on om ía mexicana. Tal vez n ingu na otra d im en s ión refleje tan b ien el fracaso com o la alta
tasa de m igración rural .8 Esta alta tasa migratoria es una respuesta
adaptativa de parte de las famil ias a las pres iones sobre el ingreso resu l tantes de una eco n o m ía regional más o m en os restringida.
En 1962 H u ecor io era, al igual q ue ahora, una c om u n id ad mestiza
en el m u n ic ip io de Pátzcuaro, a unos cinco kms. al noroeste , co m u n ic a da por una carretera p av im entad a con un servicio regular de autobuses
que lo u n e n con la cabecera municipal . Por en tonces contaba con una
secundaria anexa a la iglesia, un centro social, una p eq u e ñ a b ib l io teca , un centro de salud y un lavadero com unal , varias t iendas-cantinas y un
p eq u e ñ o a lm acén de telas. Había una “granja” ofic ial y cuatro grandes
gallineros. La p ob lac ión de 844 personas se d istr ibuía en unas 140 fam i lias. La v ivienda, en bu e n a m ed ida , tal com o la había caracterizado B e l shaw, era “p eq u e ñ a , fría e insa lubre”, y añadía q ue “el área p ro m ed io d isp on ib le por persona era de 60 pies cuadrados”, y aun esto es inexacto
pues m uchos cuartos t ie n e n funciones m últ ip les . La casa p ro m ed io t e nía dos o tres cuartos, unos dos tercios contaban con pisos de tierra, y un
tercio carecía de e lectr ic idad o agua p o tab le excepto la p ro v en ie n te de
tomas públicas .E n 1962, la base económ ica de H u ecor io era el cu lt ivo de t em p ora l
de maíz y frijol en p eq u e ñ a s parcelas. Exist ían tres formas de ten en cia
de la tierra. Las tierras privadas, algunas de ellas irrigadas, p od ían ser
compradas o heredadas. Había ta m b ién 6.8 hectáreas de tierra federal
q ue podía tomarse en arriendo. Estas tierras se hallaban en la oril la del
lago y estaban por tanto b ien irrigadas, pero sólo estaban d isp on ib les cuando el nivel del agua bajaba lo su f ic iente para dejarlas al d escub ier to. La mayoría de las tierras las ocupaba el e j ido con 369 hectáreas. El ej ido le fue entregado a H u ecor io en 1922 por la C om is ión N acional
Agraria, que to m ó las tierras de la cercana hacienda lbarra. Ese año, 134 personas recibieron tres parcelas dispersas q u e sum aban tres hectáreas
por ejidatario. Teór icam en te , las parcelas q ue no eran trabajadas por
dos años consecutivos revertían a la com is ión ejidal para ser redistr i buidas a famil ias sin tierras, al igual q ue los ej idos de los ocu p antes or i ginales fallecidos. Para 1962 sólo 56 personas de la lista orig inal conser vaban los t í tu los ej idales y m uchas famil ias trabajaban las tierras ejida-
les il ega lm ente . Por otra parte, las tries hectáreas orig inales por e j idata rio se habían reducido a 1.13 hectáreas d e b id o a la fragm entac ión p or
herencia. Las tierras ej idales se ded icab an sobre tod o al cu lt ivo del maíz, frijoles, calabacitas, lentejas y un poco de trigo. Estos cu lt ivos se
dest inaban b ásicam ente al autoconsum o; em p er o , la mayoría no era
au tosu fic iente en maíz y neces itaba d inero para com prar más. Así esta ba la s ituación a pesar de la p rod uctiv idad re la t ivam en te alta (1995 k i los por hectárea) comparada con el p r o m e d io nacional de 800 ki los
anuales. La agricultura de H u ecor io ya en 1962 era in su f ic ie n te para la
autosubsistencia , y m iem b r o s de la famil ia ten ían q u e buscar un ingre so su p lem en tar io para pagar algunos a l im e n to s y otros gastos d o m é s t i cos (ropa, medicinas , transporte , fiestas). Una parte de la m ano d e obra
se dest inó en tonces a la cría de po l los para venta comercia l, y de ganado
para suminis trar leche a Pátzcuaro. A lgunos h om b res trabajaban t e m pora lm en te en la construcción o de jard ineros en la cabecera m u n ic i pal. Unas 31 personas, en su mayoría mujeres, vend ían verduras y fru tas. La mayor parte asistía al m ercado de Pátzcuaro, pero algunas viajaban hasta Uruapan y la ciudad de México a ven d er sus productos .
Si b ien algunos h om b res p od ían hallar trabajo agrícola asalariado
en Huecorio , el salario era m uy bajo: 40 pesos a la sem ana más una c o m i da diaria. M uchos migraron te m p o r a lm e n te en los años 1950 y 1960 a
Tierra Caliente. Los salarios allá eran más altos (15-18 pesos diarios) y
había q ue com prar las comidas, pero, d eb id o a q u e los ciclos de cu lt ivo
eran d iferentes en las dos zonas, un tercio de los h o m b re s aprovechaba
esta op ortu n id ad todos los años d urante los p er iodos bajos de cu lt ivo
del maíz. M uchos se fueron de braceros a Estados U nidos d urante ese
per iodo de ve in te años. Sesenta y cinco h om b res de H u ecor io lo habían
hecho, un 25% de los 290 varones adultos en tre los 21 y 82 años, todos
el los habían trabajado en la agricultura a u n q u e en una variedad de cu l
tivos y regiones. Sólo dos habían logrado crear nuevas o p ortu n id ad es
de e m p le o con su ingreso de braceros: uno puso una t ienda de abarrotes, el otro, una t ienda de ropa.
M oon e , q ue realizó una muestra de todas las com u n id ad e s del lago en 1967, considera a Huecorio una comunidad “orientada a la nación en
términos de su organización social, sus v ínculos form ales con la e s tructura económ ica nacional y su s is tema de valores”. Según Belshaw, en 1962 exist ían escasas agrupaciones soc iales com unitar ias q ue abarcaran
a las familias. A u n q u e existía una asociación de padres de famil ia, gru pos de barrio involucrados en la organización de las f iestas religiosas, se
contaba con pocos m ed ios de organizar a toda la com unidad. Los asuntos pol ít icos se hallaban en m anos de un j e fe de tenencia e leg ido y de
dos ayudantes, pero las d ec is iones im portantes , las q ue afectan la t e nencia y uso de la tierra, se encontraban bajo control de unos cuantos
indiv iduos p oderosos q u e form aban el comisariado ejidal. Los lazos p o líticos con el m u n ic ip io de Pátzcuaro eran e s en c ia lm en te inexistentes; en los ve in te años anter iores al e s tu d io de Belshaw sólo una persona de
Huecorio había s ido m ie m b r o del consejo m unic ipal . Los vínculos con
el gob ierno federal consis t ían sobre todo en préstam os a unos cuantos
indiv iduos por parte del Banco Nacional de Comercio Exterior y con un
banco agrícola y ganadero localizado en Pátzcuaro, y el (en buena m e d i da no u ti l izado) Banco Ejidal.
En co m u n id a d e s com o H uecorio , la fu e n te norm al de p e q u e ñ o s
préstamos de d inero , semil las o herram ientas es por m e d io de v íncu los sociales preexistentes . Cada famil ia se hal la unida m e d ia n te p aren tes co y compadrazgo a un grupo de otras famil ias dentro de una red de in
tercambios recíprocos. Una famil ia , m e d ia n te la h osp ita l idad , la asistencia a f iestas y préstam os a otras d en tro de su red, crea un “s is tema de
seguridad” q ue la salvaguarda de pérd idas económ icas ca lamitosas en
épocas de crisis presupuestar ias . M a n t ien e su red al p o d e r resp ond er a
otras famil ias en casos de crisis presupuestal . Una crisis p u e d e sobreve nir por una e n fer m e d a d repent ina , la neces idad de encabezar un bau tismo, boda o funeral , o amasar fond os a fin de enviar un m igrante al norte. En tre p arientes ta m b ién se en tercam bia trabajo, tal com ó tareas para construir una casa o “faena”, la ob l igac ión con su etud in aria de
ofrecer trabajo gratis en proyectos com unitarios . Un p ariente p u e d e
sustituir a otro cuando ll egue el turno de su faena.Los lazos ec on óm ic os externos más im portan tes con la econ om ía
regional no se en tab laron m ed ia n te in st i tu c iones form ales s ino más
bien por m ed io del m ercado de Pátzcuaro en el que las m ujeres de H u e corio v en d en sus p rod uctos cu lt ivados o hechos, tales com o tortil las ,
pan y dulces. En otra parte he tratado la manera en q ue este m o d o de
articulación con la econ om ía regional d esem b oca en la p erm an en cia de
niveles bajos de ingreso y de una dep en d e n c ia de las formas dom ést icas
de p rod ucc ión .9 Para nuestro propósito , baste señalar q u e m ientras
q u e el mercado regional representaba una o p o rtu n id a d es tab le para la
asignación de trabajo d om ést ico a las mujeres,a semejanza de la e c o n o mía agrícola extra-regional de Tierra Caliente, en el caso de los h o m bres, la cantidad de d inero o b te n id o era incierta y tan baja q ue sólo ser vía para perpetuar el f lujo de estos centros regionales de bajo costo de
la m ano de obra.La incapacidad de los huecorianos de entrar p e r m a n e n te m e n t e
en la crec iente econom ía mexicana de los años sesentas se vio sin duda
l imitada por el bajo nivel educativo. E n tre las personas de más de 21
años entrevis tadas por Belsahw, el 10% de los varones y el 20% de las m u jeres carecían de educación formal. Belshaw calcula q ue hasta el 20% de
los h om b res y el 36% de las m ujeres no habían rec ib ido educación en ab soluto. Para los q ue sí habían ido a la escuela , el n ú m er o p r o m e d io de
años de escolaridad era entre tres y cuatro años. En 1962 sólo una fa m i lia había logrado m andar a tres hijos a la universidad.
H u ec o r io en 1980En 1980, cuando vis ité H u ecorio se habían p rod u c id o cam bios vi
sibles y suti les en la com u n id ad y su econom ía; el cam bio en el patrón
de migración no era el m en o r de ellos. C onvien e describir los cam bios
ocurridos en las dos décadas subs igu ientes al e s tu d io de Belshaw, dado
q ue sostengo q u e los cam bios locales y el nuevo patrón migratorio se ha
Han interrelacionados.Para 1980, m uchos ed if ic ios of ic ia les q u e se u t i l izaban en Hueco-
rio en 1962 se hallaban en ruinas. Ya no exist ía ni el centro social, ni la
bibl ioteca , ni el lavadero públ ico , ni los gall ineros. La gente ya no l levaba su maíz al m o l in o de nixtamal; más b ien , hacían colas para com prar
tortil las en la tort i l ler ía de la plaza, ahora convert ida en parq ue in fan til con resbaladillas, co lu m p ios y otros juegos p in tad os de colores br i llantes. Todavía no hay calles residenciales pavim entadas , ni s iquiera la q ue lleva a dos u n id ades escolares recién construidas por el gob ierno fe deral al otro lado del p u e b lo , cerca del ferrocarril. A la iglesia le urgían* ciertos arreglos, y la gente se quejaba del aspecto del p ueblo ; las m u j e
res sobre to d o lam en tab an el n ú m er o de nuevas cantinas (s iete) esparcidas por doquier .
Los h uecorianos se hallan m en os interesados en dar trabajo o parte de su t iem p o libre a proyectos com unitar ios , com o lo prueba la d es
aparición de varios de los escasos grupos sociales existentes en 1962. El grupo f e m e n in o anti-a lcohólico se ha dispersado, m en os de una docena
de hom b res asisten a las reun ion es ejidales, y sólo unos cuantos c u m p len las faenas. La q ue sí cont inúa activa es la asociación de padres , prueba del inveterado y crec iente deseo de los padres de proporcionar una m ejor educación a sus hijos. El nivel educativo de la nueva genera ción se está e levando; todos los padres con q u ie n e s hablé declararon
que sus hijos m en ores de 12 años asistían con regularidad a la escuela. No es raro ver a huecorianos jóven es de cam ino a la preparatoria de
Pátzcuaro, y varios son es tu d iantes en la Univers idad de San Nicolás en Morelia.
En contraste con el aspecto descuidado de los ed if ic ios púb l icos y
las calles, la viv ienda privada ha m ejorado n o tab lem en te . Hay m uchas
casas reform adas así com o algunas nuevas, construidas de b lo q u e y ce mento. Muchas t ien en p isos de cem ento . El esti lo de las v iv iendas tam bién es d i ferente; a lgunas t ien en grandes ventanales y dos pisos. Las an
tenas de televisión se elevan de muchos tejados. No sólo las casas son más grandes, c o n t ie n e n más habitaciones, además gozan de e lectr ic idad y
gas, y a lgunas cuentan con agua corriente . En mi m uestra de 19 hogares, observé que, a excepción de dos, todos ten ían e lectr ic idad y sólo u n o t e nía piso de tierra; d ieciséis contaban con un te levisor y catorce con es tu fa de gas. El p u e b lo tam b ién cuenta ahora con su servicio de taxi (dos
coches), y un in d iv id u o posee un p e q u e ñ o Volkswagen.A pesar de la em igración p erm a n en te de varias familias, se ha p ro
ducido un a u m e n to con s id erab le de la poblac ión . E n 1958 había unos
713 huecorianos , para 1979 se había e levado a 903. A p r ox im ad am en te la
mitad de las famil ias carecen de tierras. Se han p rod u c id o cam bios co n com itantes en la d is tr ib uc ión del ejido. A u n q u e n o m in a lm e n te son t o davía 134 los t itu lares, el n ú m er o de parcelas por famil ia ha d i s m in u i do. Esto se d eb e a la práctica crec iente de rentar ( i legalmente) parcelas
a medias y a la cos tu m b re de entregar parte de la parcela ej idal a hijos
casados. A pesar de la crec iente p oblac ión , diez hectáreas del ej ido se
hallaban sin trabajar, aparte de la tierra q ue se deja n o rm a lm e n te a
barbecho. Unos m eses antes de mi llegada, el ej ido había realizado una depuración o revis ión de t ítu los , la prim era vez q ue se hacía en ve inte
años. S ie te parcelas ej idales q ue habían prescripto por no ser cult ivadas
habían sido d evueltas a la com u n id ad y redistr ibuidas por sorteo a fa milias sin tierras. E m p ero sólo 12 personas habían “puesto sus n om b res
en el som b r er o”, y no todas rec ibieron una parcela com pleta . D e hecho, uno de los “ganadores” m e dijo q ue su cosecha de maíz sería tan p e q u e
ña q ue estaba p en san d o en entregar su parcela al f inal de la estación.
No sólo se ha vuelto más p eq u e ñ o el tamaño de la parcela ej idal, sino que su uso tam b ién ha cambiado: 30% del ej ido, e sp e c ia lm e n te la tierra más fértil y semi-irrigada, se usa para sembrar alfalfa “pastor”. A u n q u e
desconozco el n úm ero de cabezas de ganado de H uecorio , parece obvio , por el poco maíz sembrado, que se ha dado una alza s ignif icativa en la
producción de carne y leche en el transcurso de los años sesenta. Este
patrón de cambio del maíz a la gandería ha sido observado por Verduz-
co en otras áreas.10 No se cult ivaba trigo y m uy poco frijol. Una p e q u e ña parte de las tierras ej idales de riego se dest inaban a huerta. Las h u er tas se encuentran más a m e n u d o en p rop iedad privada q u e en tierras rentadas.
La reestructuración de la agricultura huecoriana ha ido a com p a ñada de varios cam bios cu antitat ivos en la ec on om ía local. El viejo “ta ller” ha desaparecido, pero se abrió en 1979 u no n uevo cuya p rod ucc ión va a dar a Acapuico y otros lugares turíst icos. Sus trabajadores p e r t e n e cen todos a una sola famil ia, la del patrón; por tanto, no o frece una a lternativa nueva a la m ano de obra local. Lo m ism o se aplicaba a una p e q ueña fábrica de m u e b le s “co lon ia les”, q ue cerró p ron to sus puertas y no contrataba trabajadores locales. A dem ás de las nuevas t iendas-canti-
nas y la tort il lería, había pocos negocios nuevos. Q uince personas, m u jeres en su mayoría, han en con trad o trabajo en la p iscifactoría del go b ierno, y H uecorio presum e hoy en día de haber p ro d u c id o cuarenta maestros.
La venta de productos, actividad de inveterada im portancia en
Huecorio , ha cobrado renovada im portancia . Había 37 personas, 29 de
ellas mujeres , q ue vendían en los diversos mercados reg ionales en 1968. En 1980, no sólo había a u m e n tad o el n ú m ero de vend ed ores , s ino q u e
la frecuencia de su act ividad había pasado de tres o cuatro días a la semana a cinco o seis. Además, se había p rod u c id o un cam bio im p o r ta n te
en la estructura mercanti l misma q ue abrió nuevas o p o r tu n id a d e s a a lgunas familias. Se trata de la inauguración de un m ercado m un ic ipa l
q ue se construyó a e fectos de “hacer más sa lubre” el m ercado. Se p u s ie ron a la renta más de 50 puestos de venta de carne, queso y huevo. Una
docena de famil ias q ue ten ían ven d ed ores am b u lan te s con larga e x p e riencia se trasladaron al n uevo ed if ic io . La part ic ipación en esta forma
de mercadeo exigía a los ven d ed ores hacer frente a n uevos gastos, in cluidos los costos de renta y licencias, más el uso del agua y el servicio de
basura. Los ven d ed ores ya no p od ían d ep en d e r de sus prop ias huertas, más bien, debían em p re n d er transacciones com ercia les a crédito con
camioneros mayoristas q ue llegaban dos veces por semana, o con e m presarios locales dentro del ed if ic io del m ercado q ue m an ten ían mer^
eancía extra. A pesar de los obstáculos, 31 de las 12 famil ias que entra ron en el negocio , lo con t inu aban en 1980.
Paralelo al cam bio en el uso de la tierra de maíz a alfalfa, t e n d e n cia q ue se in ic ió en 1975, y los patrones cam biantes de m ercadeo, q ue
em pezaron en 1972, se ha p rod uc ido una intens if icac ión de la d e p e n dencia de H u ecor io de la migración a los Estados Unidos . De las 21 fam ilias q ue entrevisté , 17 (80.9%) habían ten id o un m igrante en los Estados
Unidos d urante el decen io anterior, cinco famil ias habían ten ido dos
migrante« cada una. A d iferencia de los braceros de decenios an ter io res, la gran mayoría habían trabajado en ocupaciones no agrícolas, sobre todo en el área de Los Angeles , d on d e habitan m uchos de ellos. P o ca gente de H u ecor io ha trabajado en los ú lt im os diez años en Tierra
Caliente o en la ciudad de México; de las tres personas en mi muestra
que sí lo habían hecho, dos se d ir ig ieron a los Estados U nidos en los s iguientes viajes.
El alto porcentaje de famil ias que ahora envían m igrantes a los Es tados U nidos representa un a u m e n to sustancia! en com paración al 25%
de los varones adultos señalado por Belshaw. La cifra parece excesiva, más aún, sospechosa . Sin embargo, m e enteré, al margen de la m uestra
familiar, q ue en el verano de 1980 había más de 100 migrantes, la m ayo ría varones, q ue trabajaban t em p o r a lm en te en los Estado^ Unidos . E s to ño sólo m uestra la mayor d ep en d en c ia de H u ecor io respecto al ingre so migratorio , s ino q u e indica adem ás el desarrollo, en el transcurso de
la ú lt ima década, de una e f ic iente red migratoria q u e opera canalizando in form ación , recursos y personas al otro lado de la frontera. En su ma, en los ú l t im os años, los huecorianos se han vuelto “e f ic ientes” en la
migración.
E xpl icac ión d e los ca m b io sAlgunas cosas no han cambiado. La esctructura econ om ic é local si
gue arraigada en las unid ades de producción dom ést ica y lc\s v ínculos
con Pátzcuaro con t inú an s iendo fuertes. E m p ero , la tasa de migración
ha a u m e n tad o y, junto con ella, la d ep en d en c ia del ingreso migratorio. Huecorio ha presenciado un crec im iento d em ográf ico considerable , y
el au m e n to con s igu ien te en el n úm ero de famil ias sin tierra y de a q u e llos con parcelas m uy pequeñas. Pero no se p u e d e explicar el a u m e n to
de la m igración sólo en térm inos de pres ión dem ográfica y la razón
“h o m b r e / t i e r r a ”, dado q ue otras com u n id ad es com o Ihuatzio , con con d ic iones similares, m ostraban un descenso de la tasa migratoria en el transcurso de esa d éc a d a 11
Las decis iones migratorias hechas por las famil ias de H u ecor io re flejan el m o d o en q ue sus m iem b r os p erc iben las d i ferentes op c ion es
sobre cóm o d ivid ir m ejor la m ano de obra famil iar. Pero sus p erc ep c io nes reflejan pres iones reales. Las dec is iones pol ít icas a nivel regional y
nacional sobre el uso de recursos (tierras, m ano de obra y capital) han
reestructurado la econom ía regional en q ue se halla inserto H uecorio . Conviene observar esas dec is iones a fin de en te n d e r la respuesta de
H uecorio ante el cambio .Las polí t icas m acroeconóm icas a nivel de la eco n o m ía nacional
q ue afectaron a las áreas agrícolas tem poraleras com o las de Michoacán han sido tratadas su c in tam ente por A rizp e .12 Me baso en su trabajo pa ra una buena parte de mis ideas sobre los procesos generales del cam bio
agrario y sus con s igu ientes efectos sobre la v iabi l idad dom ést ica en la región lacustre.
La migración rural de México a los Estados Unidos, sobre to d o tra bajo asalariado, se volv ió m uy es tructurada en los años 1940 (véase B u s tamante , ci tado en Arizpe). Para los años sesentas, sin em bargo , había
alcanzado nuevos niveles. Este éxodo era una respuesta a una baja del crec im iento agrícola en los años sesenta en las zonas de tem poral . C omo
señala acertadam ente Arizpe . . la p rod ucc ión de a l im e n to s se con v ir tió en prod ucción de m igrantes (p. 11)”. E n los años cuarentas y c incuentas, los in tentos por reducir las im portac ion es agrícolas llevaron a una
inversión reducida en esas áreas, en favor de la inversión g u b e rn a m e n tal en una agricultura de irrigación en gran escala. Para los años 1960, la proporción de inversión federal en la agricultura de riego había alcanzado el d ob le q ue en las áreas de tem poral . Esta pol ít ica resu ltó en
una baja fuerte en el porcentaje de recuperación de la inversión en p ro ducción agrícola. A f ines del d ecenio , los once estados del centro-norte
de México, inc lu ido Michoacán, sufrían las consecuencias de 30 años de
ab andono de la agricultura m ini fundis ta . E l resu ltado era una pres ión
seria en el eq u i l ib r io entre el costo de la p rod ucc ión de maíz y el ingreso
rural en esas áreas. Este d esequ i l ib r io alcanzó p rop orciones de crisis
por las mismas fechas en q u e el gob ierno norteam er ican o daba por ter m inado el programa bracero. E n 1974, dos m i l lo n es de hectáreas de
tem poral que se cu lt ivaban todavía en 1965 habían s ido to ta lm e n te
abandonadas. Un factor en la a lteración de las decis iones productivas
de m uchos p eq u e ñ o s agricultores com o los de H u ecor io fue la pol ít ica
oficial de regular el precio del maíz. E n tre 1957 y 1973 fijó los prec ios a
fin de garantizar a l im en tos a la crec iente p ob lac ión urbana p o bre, así com o para fom entar el uso del ingreso agrícola en el con su m o
de b ienes producidos en el sector industrial . Los p eq u e ñ o s p ro d u c to
res, tales com o los agricultores no autosufic ientes de la región lacustre, encontraban más factib le comprar maíz a precios controlados q ue in - ‘ vertir m ucho en producirlo para sus familias.
Las polí t icas of ic ia les de precios no p odían garantizar un ingreso
adecuado a los trabajadores rurales. Según un in form e del Banco M u n dial, un n ú m er o crec iente de personas (más de la mitad) q ue trabajaba
en la agricultura eran asalariadas y no propietarias. Además, un 40% era clasificado por el Banco M undia l com o “p o b r e”, es decir, ten ía un
ingreso anual in ferior a 350 dólares.Un resu ltado im portan te de los patrones de inversión en una agri
cultura de riego en gran escala fue un cam bio gradual a m en os cult ivos , más rem unerativos , en Tierra Caliente. E n áreas d o n d e p od ían ju n tar se ejidos, los in tereses com erciales adquir ieron derechos por m ed io de
subsidios o com pra abierta. A lo largo de la década, se d io u n cam bio
gradual en favor de la fruta para exportación y cult ivos de verduras; y
tras la baja de los precios m u n d ia les del a lgodón en 1965 se redujo el n ú mero de hectáreas dedicadas al mism o. En los lugares d o n d e se s iguió
cult ivando algodón* una buena parte se cosechaba a m áquina. El resu l tado para los m igrantes tem pora les de H uecorio e Ihuatzio fue una severa reducción en la d em and a de trabajo.
Las pres iones p resupuésta les sobre las famil ias rurales ya no se al igeraban fác i lm ente com o antes m ed ian te el trabajo asalariado ocas io nal en el sector urbano. E n el periodo de rápida urbanización, entre los
años cuarenta y los sesenta, hubo muchas oportunidades de em p leo en las
ciudades. Los escasos requisitos laborales sumados a un auge de la construcción, permit ieron a gran núm ero de trabajadores rurales semi-em-
pleados conseguir trabajo temporal que complem entaba el ciclo agrícola. Estas oportunidades se redujeron drásticamente en los años sesenta, al
mismo t iem po que la atención médica en el México rural se tradujo en una
población más num erosa y en una mayor fragm entación del ejido. En com unidades del área lacustre com o Ihuatzio, la crec iente p ob lac ión ha
sido in veteradam en te absorbida en la p roducción d om ést ica de art ícu los, tales com o blusas y delanta les bordados a m ano, c inturones tej idos , m obil iario de m adera sencil lo , aperos para caballo, sandalias, a l im e n tos preparados, rec ip ientes de paja, petates y loza .13 Pero la p o l í t ica gubernam enta l de crear con su m idores rurales para las mercancías in d u s triales, con ayuda de la pub l ic idad , resultó en una d em an d a d ecrec ien te de tales productos . Ropa, m uebles , cazuelas de metal , pla tos finos , alimentos en latados y refrescos em b ote l lad os , pan de caja, cajas de cartón y bolsas de plástico af luyeron a los m ercados regionales.
T od os estos cam bios afectaron p ro fu n d a m e n te el carácter de la
ec on om ía regional de la meseta central. Al igual que muc has econom ías
regionales en el México pre-revolucionario , la econom ía regional se había c entrado en un p eq u e ñ o núm ero de c iudades comerc iales, cada una
c on un mercado q ue operaba para absorber la producc ión rural y d istr i buirla dentro de la región misma. En el área del lago, la in tegración gradual de la econom ía regional, que se había centrado en Pátzcuaro y
Uruapan, se hallaba marcada por la llegada del ferrocarril q ue unía a
estas c iudades con la c iudad de México a fines de los años 1920. En los
años 1930, la elec trificación llegó al área, al igual q ue otros programas
federales para la mejoría económ ica de las com u n id ad es locales. A lo largo de los años 40, las com u n id ad es del lago eran objeto de atención
de una gran variedad de programas de mejoría agrícola. E n tre 1951 y
1967 se llevaron a cabo programas in tensivos de electr if icac ión, cons trucción de carreteras e in troducción de agua potable; el INI m antuvo
un centro en Pátzcuaro a fin de apoyar las artesanías “indígenas”, can tos, danzas y otras formas de la c ultura tarasca. En 1966-67 se in ició un
programa federal a fin de regular el uso de los rec ursos forestales, para
proteger los productos de madera para la producción artesanal e im p e dir la sobretala para uso doméstico .
Los programas sociales y económ icos de los años cincuentas y se sentas que tenían la mira puesta en “mejorar la su er te” de las c o m u n i dades rurales, tuvieron efectos poco duraderos. E m p ero , la infraestructura proporcionada por el gob ierno en forma de escuelas, carreteras, electr ic idad y agua p otab le hizo p os ib le el crec im iento de la p o blación y la entrada en la región de muchas de las pertenenc ias de la
vida m oderna — m áquinas de coser eléctricas, tort il lerías automáticas, estufas de gas, v transporte en autobús confiable desde y hacia Pátzcuaro.
Pátzcuaro tam bién sufr ió c iertos cam bios en los años sesentas y se tentas, algunos de los cuales le dan el aspecto de m odern izac ión . Existe
un am plio s is tema de escuelas públicas y privadas, inc lu ido un s is tema
de secundaria; hay una of ic ina de telégrafos, una de te lé fon os , un a lm acén de la Conasupo, e incluso una b ib l ioteca infantil . Se han constru ido
m uchos nuevos hote les , m ote les y restaurantes , y los m u e l le s dan cobijo
a lanchas de m otor para transportar turistas y res identes a las islas del lago. T od o esto da la apariencia de un centro regional próspero y p ro gresista. Sin em bargo , no se ha p rod uc ido cam bio a lguno d urante este
periodo en la estructura económ ica de la c iudad, ni en su rol de art icu lar las com u n id ad es de su h in te r lo n d con el de la ec on om ía nacional. No hay una sola industria en Pátzcuaro que d é em p le o a más de una d o cena de personas. Los in tentos de introducir em presas q ue absorban
más fuerza de trabajo se han visto co n s is te n tem en te b o icotead os por la
él ite comercial. La polí t ica gu bern am enta l en pro del desarrollo e c o n ó mico de la región ha ref lejado los intereses de la él ite.
El tur ism o com enzó a ser una fuente im p ortan te de ingresos para
la é l i te urbana de Pátzcuaro ya por los años 1930, cuando un hote l de propiedad norteam ericana fue constru ido para atraer a turistas am er i canos al p intoresco lago de Pátzcuaro, en parte d eb id o a su t ran q u i l i dad y en parte a su “in d ian id ad ” y a la presencia del alegre m ercado al aire libre. Pátzcuaro se volv ió en los años cuarentas y c incuentas un ce n tro turíst ico para norteam ericanos y europeos . El valor de la tierra para
construir las instalaciones turíst icas com enzó a elevarse. En 1965, el go bierno m exicano se m ovió para conservar la arquitectura colonial y el aspecto general de Pátzcuaro, a fin de asegurar su atractivo, la des ignó
“ciudad p a tr im on ia l”, la única de México. Esto signif icaba q u e no p o dían erigirse en la zona central ed if ic ios que no fueran de esti lo co lo nial; ni se podían reconstruir los ed if ic ios ex istentes excepto en esti lo
colonial. La elección del tur ism o com o la meta para la econom ía de
Pátzcuaro por parte del gob ierno convenía a la exc lus ión de la industria
favorecida por el sector comercial. T am b ién co inc ide con el deseo de
los em presarios de servicios de usar m ano de obra rural ab u n d an te y barata en la construcción de nuevas instalaciones y en los servicios de m o teles y restaurantes . D urante los años setentas , la inversión turíst ica de
los com erc iantes locales se disparó. Al m ism o t iem po, el gob ierno m ex i cano em p r e n d ió una campaña para suplir el tur ismo extranjero es tac io nal con turistas m exicanos de clase media . Los turistas mexicanos en
Pátzcuaro ahora sobrepasan a los extranjeros, q u ien es suelen venir sólo
en los meses de verano. Las famil ias mexicanas van durante los f ines de
semana largos, y tam b ién para el “Día de M uertos”. B uena parte del ím petu turíst ico de Pátzcuaro p roviene del apoyo gu bern am enta l a la in dustria turística. In form es recientes sobre polí t icas para el estado de
Michoacán m en cion an q ue el Banco de Comercio recomienda un au m en to del tur ism o com o d irecc ión futura para un estado de econom ía agrícola. Esta polí t ica se hizo efect iva en 1979 m ed iante el lema de “El ru m bo es M ichoacán”.
Conviene señalar, antes de tratar otro cam bio im portante ocurri do en Pátzcuaro, q ue el turismo ofrece escasas o p or tu n id ad es de trabajo regular a la gente del cam po circ undante. A las mujeres , el an a lfab e tismo, el español rud im entario , o las pautas culturales de m oralidad, les im piden a m e n u d o su entrada a trabajar en m ote les y restaurantes. Algunos h om b res han encontrado trabajo de jardineros, cu idadores o
cocineros, pero son escasos.Si la polí t ica de desarrollo federal en la región del lago p u e d e ver
se com o prom otora de los intereses de la él ite, lo m ism o p u e d e decirse
de su papel en la transformación de la inst itución más antigua y más tradicional de Pátzcuaro: el mercado. Hasta 1969, el mercado regional de Pátzcuaro había operado del m ism o m od o q ue lo venía h aciendo desde el siglo X V I .14 D urante siglos, los vendedores , sobre todo m u j e res, llevaban productos locales (verduras, artesanías, trabajos a m ano, a lim entos transformados) al mercado en los días tradicionales (jueves, viernes y domingo) . Cualquiera que p udiese pagar la p eq u e ñ a tarifa de
“plaza” podía rentar un lugar para el día. Por décadas, el mercado tenía
lugar en la plaza en cuyo centro se encuentra una estatua en bronce de
Don Vasco de Quiroga. A f ines de los años sesentas, intereses privados
de Morelia d ec id ieron q ue deseaban construir en la plaza un hote l m o derno, de esti lo colonial, y q ue el t ianguis era un in con ven iente . Con la
cooperación de los funcionarios m unic ipales , p u d ier on conseguir ayu da federal para el traslado de los vendedores , y para la construcción de
un mercado cubierto a cierta distancia de la otra plaza. D urante la cons trucción del nuevo ed if ic io , los ven d ed ores se am on ton aron en la otra
plaza m ucho más pequeña . En 1972, se t er m in ó el edif ic io; ofrecía 52
puestos de cem en to en renta y a los ven d ed ores se les ob l igó l i te ra lm en te a salir de la plaza. A u n q u e se p laneaba q ue todos los ven d ed ores de
verdura se instalaran dentro del cem en to , no sucedió así. M uchos no
podían darse el lujo de una renta regular o las cuotas de licencia, y continuaron ven d ien d o sus mercancías fuera del ed if ic io , en las calles adyacentes. A ctualm ente , au n q u e existe cierta hosti l idad en tre los v e n d e d o res “ocasionales” y diarios, am bos ven d en sus mercancías codo con codo.
La reestructuración del proceso de m ercadeo en Pátzcuaro ha resultado en la b ifuración económ ica de los vendedores . Algunas m u j e res, muchas de Huecorio , han p o d id o pasar del com erc io ocasional al comercio de t iem p o com p leto . D e p e n d e n para su su m inistro de los acaparadores locales y de cam ioneros foráneos. T ien en q ue hacer frente a
pagos regulares de renta y tarifas, de las compras a los mayoristas y de
los arreglos creditic ios. En suma, se han “racionalizado”. Y au n q u e su
ingreso es más alto que el de las vendedoras am bu lantes , tam b ién lo es
el riesgo. No obstante , la mayoría está con ten ta del traslado; sost ienen
que los productos perecederos duran más t ie m p o adentro. Para las m u jeres más pobres q ue v en d en verdura no hay este t ipo de opciones . Corren el m áxim o riesgo y o b t ie n e n la tasa más baja de ganancia, hasta tal p u n to q ue los p roductos más perecederos com o son la fruta y la verdura
no se ven d en en las t iendas de la localidad sino q u e se deja su venta a es tas campesinas .
Los dos cam bios más im portantes ocurridos en Pátzcuaro —el tu rismo y el m ercado ab ier to— han dejado in tocada la articulación co lo nial entre la ciudad y las com u n id ad es de su h in te r la n d . Su rol p r im ario con t inú a s iendo, al igual q ue durante la colonia, asegurar el f lujo de bienes y servicios baratos a la p oblac ión urbana. La polít ica g u bern a mental nada ha hecho por alterar esta estructura en favor de un ingreso
rural más alto. Esta ten denc ia general de un decrec iente ingreso rural durante los años 1960 se refleja en datos publicados sobre la m eseta
tarasca.En 1965, a fin de relacionar los salarios m ism os con las variaciones
en el índice de costo de la vida para regiones particulares de México, el gobierno creó un con jun to de zonas q ue podría rastrear a fin de o b t e ner datos econ óm icos regionales . El área del lago co m p re n d e la mayor parte de la zona 63, la “Meseta Tarasca”. Los datos revelan su bajo nivel de productiv idad así com o la escasez de alternativas ec o n ó m ic a s .15 Sólo
el .1% de los b ie n e s c r e a d o s e n México p rov ienen de la zona 63. La inversión de capital en salarios, em presas y fuerza de trabajo em p lead a re presenta m en os del 1% de la nacional. M enos del 17% de los q ue p od ían
trabajar en 1969 tuvieron e m p le o durante más de dos meses. El salario
p rom ed io anual de la zona en ese año (12 000 pesos) fue m u ch o m en or
que el p ro m ed io nacional (19 320 pesos). Existen m en os trabajadores
asalariados o urbanos q u e el p r o m ed io nacional, y el 92% gana m en os de
1 000 pesos mensuales . (El p r o m ed io nacional es de 71%). Un 65% de t o das las personas ec o n ó m ic a m e n te activas en la zona son p e q u e ñ o s agri cultores, y sólo 24 de cada 1 000 son profes ionales , m uy por debajo de los
54 por 1 000 a n ivel nacional. La mitad de las personas de 15 (en 1969) carecían de educación formal. La viv ienda, tam b ién , se hallaba m uy por
debajo del p ro m ed io nacional, y la densidad por cuarto era mayor (16).A u n q u e la zona ha arrostrado un crec im iento de la pob lac ión co n
siderable en el ú l t im o d ecen io , es m en or q ue el p ro m ed io nacional
(1.8% vs. 3.3%), en parte d eb id o a q ue ha h abido poca inmigración. El tamaño de la famil ia es más o m en os el del pro m ed io nacional , y la p irá m ide de edad revela la m ism a ten denc ia hacia abajo. Sin em bargo , por
cada trabajador hay más d e p e n d ie n te s (3.1) q ue a nivel nacional (2.7), resultado de q ue un 39% más de los trabajadores de la zona trabajan en
la agricultura de p e q u e ñ a escala q ue a nivel nacional. Más de 10 000 familias, q ue abarcan 61 648 personas, trabajan en p eq u e ñ a s parcelas,
96% de las cuales son exc lus ivam ente de tem poral .
N os hal lam os, pues, frente a una zona q u e se caracteriza por un al to su b-em pleo rural, bajo ingreso y ausencia de op o rtu n id a d es para au m entar el ingreso. E m p ero , de 1973 a 1975, los prec ios de las mercancías
básicas, incluidos los a l im entos , se e levaron 37.7%, sólo en 1975 su b ie ron 15%. El 5% ó m en os de la poblac ión q ue trabajaba en la industria , algún alivio hallaba en cobrar el salario m ínim o; pero, para más del 68% de los trabajadores manuales , que p rom ed iaban 9 000 pesos al año de ingreso durante este per iodo, y cuyos salarios se hallaban lega lm en te
regulados según los precios, pero q ue de hecho es taban infrapagados, escaso alivio existía. E n tre el 27% q ue trabajaba ú n ic a m e n te en la agricultura sin salario, no había alivio posib le.
Para la g ente de H uecorio , las tendenc ias características de las tres
últ imas décadas, dentro de la econom ía nacional y regional, se expresan
en térm inos de pres iones para m anten er el con su m o d om ést ico . Y, si bien se p u e d e aducir q ue los patrones de con su m o se hallan co n d ic io n a dos por expectativas culturales, se p u e d e añadir igu a lm en te q u e aun las
más modestas expectativas se han visto se r iam en te cuestionadas. Las fa milias q u e se dedican al cult ivo del maíz han sent id o la pres ión de !os costos crecientes del fertil izante, la semil la , los insecticidas y la m ano
de obra contratada, así com o el costo de las com idas servidas a los p e o nes com o parte de sus salarios. En H u ecorio , com o hem os visto, la so lu ción es en favor de la alfalfa, o dejar de cult ivar en ter am e n te . Un resu l tado de la reducción en el m o n to del trabajo asignado por los hom b res a
la agricultura ha sido una crec iente presión sobre el uso del trabajo fe m en in o e infanti l. Se d irige cada vez más a la cría de animales y al comercio am bulante . Se rec on oce q ue para la nueva generación, ¡a salida ele la agricultura y el bajo ingreso radica en la educación. Sin em bargo, el costo de los libros y otros materia les educativos , transporte y ropa, es p ec ia lm en te los uniform es , tam b ién ha subido. El resu ltado es q u e se
hace el mayor es fuerzo en favor de los hijos varones mayores, u otros h i jos varones, m ientras q ue el trabajo fem en in o se dir ige cada vez más al comercio y a la producción artesanal.
Estos patrones cam biantes de asignación del trabajo maxim izan el potencia l generador de ingresos de los m iem b r o s de la famil ia , pero a
m edida q ue las famil ias luchan por reducir la pérdida de ingreso, se
com p rom eten más con un m odo de articulación con la ec on om ía nacio nal y regional q ue perpetúa bajos n iveles de ingreso. El com erc io en un
mercado regional representa la in tens if icac ión de un m o d o “co lon ia l” de articulación a una econom ía más amplia , q u e logre extraer b ien es y
serv icios valiosos a bajo costo para los consum idores . Y, com o hem os
visto, las op cion es otrora ex istentes para los hom b res d en tro de la eco nomía extra-regional no sólo no han aumentado, sino que se han reducido.
A m edida que se eleva !a pres ión presupuesta! en las famil ias, se
prpduce un efecto “o n d u la to r io ” en términos de las re laciones sociales
comunitarias . La red social de intercambio recíproco interfamil iar , que se halla arraigado en el parentesco y el compadrazgo, ha servido in veteradam ente para asegurar la v iabil idad doméstica de cara a las crisis
económicas . Pero la capacidad de muchas famil ias para responder p osi t ivam ente a sus ob ligac iones con otras de su red se ha visto en peligro. La m onetización del trabajo hace difícil para las famil ias apartar m ano
de obra para asignarla a trabajos sociales com o las faenas, el in tercam bio en la construcción de casas, act ividades festivas u obras públicas. Los precios y costos famil iares crec ientes recortan la posibi l idad de
contribuir a la “cap itac ión” (recaudación de fondos especia les para actos com unitarios) o p eq u e ñ o s préstamos a parientes y compadres. Es
cada vez más dif íci l para m uchas famil ias m anten er su posic ión dentro
de la red de in tercam bio y su v iabil idad económica. Para las famil ias que p u ed en , la migración asalariada a los Estados Unidos es la solución
para volver a eq u il ibrar el presupuesto doméstico.
El im p a c to so c io -econ óm ico d e la m igración asalariada
t e m p o ra l s o b r e H u e c o r ioUna vez q u e un in d iv id u o se integra al flujo migratorio , otros
m iem bros de* la famil ia in tens if ican sus es fuerzos para proveer el ingreso asignado a la migración , y asumir la falta presupuesta l dejada por el migrante hasta q u e lleguen sus giros. En H uecorio , un m o d o con ven c io nal de hacerlo es mediante el comercio ambulante en Pátzcuaro. Las mujeres que no cultivan verdura, las compran a las que sí tienen o a mayoristas
de Pátzcuaro. A cambio de una pequeña retribución, se puede rentar espacio diariamente en el tianguis. Algunas familias han utilizado el dinero proveniente de la migración para rentar o comprar una huerta para este tipo de contingencias. Aunque aún en 1962 un número considerable de mujeres
se dedicaban al comercio, según Belshaw,17 es obvio que hoy en día existe
una alta correlación entre el comercio y la migración, como puede verse en
el siguiente cuadro.
CUADRO 1
M IGRAC ION Y COMERCIO S E G U N LA M U E ST R A D E FA M IL IAS
N úm ero de famil ias con marchante(s) y un m igrante 11*
N úm ero de famil ias con marchante(s) sin m igran te 1
N úm ero de famil ias sin m archantes ni m igrantes 3
N úm ero de famil ias sin m archante y sin m igrante 6
Incluye 3 familias con dos migrantes cada una.
El trabajo infantil en H uecorio se usa para el cu idado y a l im e n ta ción de puercos y gallinas, para traer y llevar ganado a pastar, y para lavar y dar de com er a los puercos. Los hijos de los abarroteros ayudan asim ism o a atender la t ienda, y tres niñas cosen blusas en el tal ler de su padre. Dos niñas bordan regularm ente m ante le s q ue su padre m igrante lleva a vender a los Estados Unidos. Estas act iv idades se com b in an con
la asistencia a la escuela, pues la educación es muy apreciada en Huecorio.
Ya he señalado más arriba que la migración tiende no sólo a mantener
sino a crear una preferencia por una forma particular de organización doméstica: la famil ia extensa. A u n q u e m e in cl ino a pensar q ue esta forma de organización famil iar ha sido la preferida en H uecorio , m e atrevería a af irmar q ue la migración neutraliza la form ación de famil ias n u cleares.18
La ausencia cada vez más prolongada de los cabeza de famil ia ha
ten ido un efecto negativo sobre los roles y re laciones familiares. Entre
marido y mujer existe una tensión notoria . Las mujeres expresan sus sospechas respecto a sus esposos ausentes, y su tem or de q u e el esposo
“tom e otra m ujer” en los Estados Unidos. Les p reocupa que se es tab lez can lazos afectivos q ue im pidan el retorno del esposo, e s p ec ia lm en te si inicia otra familia. Es sabido q ue a lgunos migrantes han go lpeado a sus esposas por sospechas de in f ide l id ad y hay ch ism es sobre los q u e no han
migrado y pers iguen a las mujeres cuyos esposos se hal lan ausentes. Las
madres confiesan sus ansiedad de perder la ayuda de hijas solteras pero
casaderas que p u ed en dejar la famil ia, com o es cos tu m b re en Huecorio ;
estos sent im ien tos parecían ser esp ec ia lm en te agudos en las famil ias
migrantes, en las q ue la pérdida del trabajo d om ést ico de una joven era
particu larmente dura. Las nueras han sido s iem pre un b ien económ ico
en Huecorio , y su lugar en una famil ia m igrante , en la q u e se libera el trabajo de las mujeres más viejas para q ue se d ed iq u e n al com ercio , es especia lm ente estratégico. Conocí un caso en q ue un joven se casó con la
in tención explícita de dejar a su esposa con su m adre a fin de migrar. Las nueras reconocen su papel vital en las famil ias migrantes; algunas
han sacado partido de el lo para fortalecer el pod er de su papel tradicio
n a lm e n te im p o r ta n te .19 Las relaciones padres-hijos son as im ism o más dif íciles cuando el padre está fuera por un p er iodo prolongado. M u chas mujeres com entaban la d if icu ltad de educar a los hijos varones
adolescentes sin sus esposos presentes para disciplinarlos . E n Hueco-
rio la ausencia de hom bres m igrantes se com plica a m e n u d o a su vuelta por el a lcohol ism o y su incapacidad para re integrarse a la u n id ad fam iliar. Los hijos adolescentes entran a m e n u d o en conf l ic to con sus padres y emigran a fin de conservar su libertad de acción.
La a lienación q ue s ie nten m uchos de los que regresan ha afectado
su voluntad de volver al trabajo agrícola. Como ya lo señalamos, m u chos trabajan en ocupaciones urbanas y son responsables ante los su
pervisores. Los h om b res no sólo son más consc ientes de los riesgos del trabajo agrícola, sino q ue lo consideran poco satisfactorio. A u n q u e algunos in form antes hablaban de la “flojera” de los migrantes retornados, y su tendenc ia a descuidar sus parcelas ejidales, esto p ro b a b le m e n te se d eb e más a la insatisfacción con el trabajo agrícola que a la in d i fe rencia. Sin em bargo, con v iene señalar q ue los ej idos y el ganado no es tán bien cu idados y que , según un agrónom o, la producción de leche es
mucho más baja de lo esperable .El im pacto de la migración sobre los patrones agrícolas a nivel de
la com u nid ad ha sido p rofun do . B uena parte de la tierra q ueda sin trabajar o es rentada. La mayoría de la gente, ante la opción , pref iere in vertir en la migración más bien q ue en el cult ivo de maíz, e sp e c ia lm e n te si requiere reemplazar el trabajo prop io con el de peones contrata dos. El trigo ya no se cult iva en Huecorio ; ha sido susti tu ido por alfalfa. La tierra irrigada se dedica cada vez más al cult ivo de hortalizas para la
venta en lugar de cult ivos para el consum o doméstico . Irónicam ente , los b enef ic ios de estas em presas se uti l izan para financiar la migración.
La migración de m uchos varones en sus años más productivos ha
ejercido un efecto p ro fu n d o en los patrones laborales comunales . La
faena, o trabajo gratis o frec ido por todos los varones adultos a proyectos com unitar ios , ha s ido desde época inm em oria l una costum bre entre
las com u n id ad es tarascas. No es accidental el que el aspecto general de
los ed if ic ios y áreas públicas sea descuidado y ab and onad o .20 No hay actua lm en te un n ú m er o su f ic iente de hom bres que presten esos servicios
comunitarios . En 1980, un programa federal de reforestación de las laderas de H u ecorio iba muy lento d eb id o al escaso n úm ero de personas dispon ib les para plantar árboles. Otro proyecto de b enef ic io potencia l “dejó de hacerse” por falta de trabajo voluntario. Un terraten iente con espíritu com u nitar io y otras fuentes de ingreso ofreció donar una b u e na parcela de riego para q u e fuera uti l izada en b en ef ic io de la c o m u n i dad. Al ver q u e había un n ú m ero in suf ic iente de h om bres para trabajarla, retiró la oferta.
El trabajo recíproco entre parientes v com padres tam b ién va reduc ién dose a m ed ida q ue m uchos hom bres emigran. El e fecto se deja
sentir sobre todo en la construcción de casas, para las que , aparte del costo creciente de los materia les , la gente t ien e q ue contratar peones
que ayuden en la construcción.Los patrones de liderazgo tam b ién m uestran los efectos del in te
rés creciente en H uecorio para la migración. Los hom bres e leg idos para
cargos públicos prov ienen a m en u d o de un grupo más p e q u e ñ o de p er sonas q ue no t ien en in tenc ión de migrar. Con frecuencia se trata de los
m iem bros de la com unidad m en os hábiles , m en os com p eten tes , m en os
ambic iosos q ue t ienen m enos experiencia o capacidad para vérselas con la burocracia fuera de la com unidad. Los no m igrantes d om in aron asim ism o la organización ejidal durante 1980, lo q ue m e lleva a pensar q ue los migrantes ya no ven intereses tan centrados en el control de la tierra
al grado q ue sí lo hacían antaño.El f inanciam iento de la migración extrae una cantidad considera
ble de d inero de la com u nid ad , q ue termina en las m anos de los coy otes
de las c iudades fronterizas. Casi todos los migrantes q ue entrev is té usaron un coyote para cada entrada q ue hic ieron. A 250/300 dólares por
viaje, la cantidad de d inero q ue sale de H u ecor io es im presionante . La
pérdida general de m il lon es de pesos no sólo ha hecho tensas las re lac io
nes sociales tradicionales que descansan en la reciprocidad, sino que ha afectado la calidad de una vida social que se halla arraigada en la hospitalidad y la partic ipación en fiestas cívicas y religiosas, y las ob l igac iones de
compadrazgo; en suma, las activ idades q u e im b u yen en la gente un sen
t im ien to de com unidad.Por ú lt im o, con v iene m encionar un “no e fe c to ” de la migración
sobre Huecorio, que se menciona a m enudo en la literatura sobre migración, a saber, la inversión del ingreso migratorio de m o d o tal q ue sirva
para reestructurar y mejorar la econom ía local. Este tal vez fuera el caso
en decenios anteriores cuando los costos de m an ten er la v iabil idad famil iar se hal laban más en consonancia con los ingresos; no fue el caso en
los años 1970. El cuadro 2 muestra cóm o fue u t i l izado el ingreso p rove n ien te del salario n orteam ericano de los migrantes huecorianos.
Un solo m igrante ha in vert ido en una nueva em presa . Ha ab ier to
un taller con cinco m áquinas de coser eléctricas. En este caso no se abrió
ninguna op ortu n id ad laboral para los m iem b r o s d e la com u n id ad ; la
nueva em presa uti l iza ú n icam ente el trabajo de los cuatro hijos de la familia. Varias personas com praron huertas; en estos casos, el d in ero se
invirtió en crear un ingreso más conf iable , no nuevas form as de ingreso. El área de inversión más im portan te ha sido la construcc ión de v iv ien da. No es sorprendente . D ado q ue el costo del c e m en to en México se tr i plicó en los ú l t im os cinco años, es práct icam ente im p o s ib le para fa m i lias en au m e n to p erm an ecer juntas y a la vez p roporcionar su f ic iente
espacio habitable para todos sus m iem bros . In e v i ta b le m e n te , la p re sión para quedarse en familias extensas, que se \ e reforzada por la migra
c ión, tam b ién im pulsa a migrar a fin de o b te n e r d in ero para am pliar la
USO D EL INGR ESO M IG RAT O R IO
(expresado en proporción del ingreso de todos los viajes de 17 migrantes)
1, M a n ten im ien to familiar 1.002. Vivienda 5.333. Tierras 3.504. Animales 0.505. Puestos religiosos 0.006. Ahorros _____ 0.337. Inversión de capital 2.008. Gastos médicos 2.339. Educación 1.00
10. Deudas LOO11. Sin datos 6.00
vivienda y comprar las neces idades de
ropa, m edic inas y educación.con su m o doméstico; a l imentos ,
Im migración y el f u t u r o d e la p o l í t i c a agrariaEn este es tu dio de caso, he exam inado el impacto de los cam bios
en la econom ía regional y nacional que han creado cam bios locales en
Huecorio. He tratado de mostrar que una respuesta im portante ha sido
una tasa crec iente de migración a Estados Unidos que ha vuelto a H u e corio d ep e n d ie n te de la migración. Esta d ependenc ia , a su vez, ha g e n e rado alteraciones en la esc lm ctu ra social y, lo que es más im portante , cambios en los patrones de asignación de trabajo y uso de la tierra d e n tro de la econom ía local. Em pero , la creciente li teratura sobre migración de Michoacán y de otros estados indica que el caso de Hu ecorio no
es único.21 Más bien, la dependencia de la migración promete convertirse en un fen ó m e n o más generalizado en el futuro prev isible. Si esto es así, debem os exam inar las im plicac iones de una d ep en d e n c ia tan e x te n d i da y los consigu ientes cam bios económ icos locales q ue lo acom pañan, respecto al futuro de los in tentos más recientes de cam bio agrario.
Los programas agrarios recientes han n o rm alm en te tratado de lo grar dos objetivos: aum entar la producción para equ il ibrar la d e p e n dencia de las im portac iones , y au m entar el ingreso rural. Ambos objeti-
\ os no son idénticos; de hecho, a veces son contradictorios. Por una parle, la producción agrícola para exportación util iza capital y tecnología intensivas. El desp lazam iento resultante de una agricultura mixta d o n de la producc ión en gran escala es factible desem boca en un au m en to
del d esem p leo rural y, por tanto, en un ingreso rural decrec iente . A c o r to plazo, esta forma de cambio agrario producirá una mayor necesidad de migrar y una mayor d ependenc ia de la migración. Los programas d i rigidos a aum entar la autosuficiencia de los agricultores en p eq ueña escala en la agric ultura ejidal suelen dar el m ism o resultado. En las c o m u nidades en que la tierra ya está s iendo uti lizada con f ines ajenos a la autosufic iencia a l im ent ic ia , sería difíc il atraer a los ej ida lar ios a la pro ducción de a l im entos básicos, aun c*on apoyos del gob ierno para reducir
riesgos. Los huccorianos ya no consideran las tierras com o la base de la
econom ía familiar. El cult ivo de la tierra es una actividad adjunta que hace posib le otras formas de actividad laboral en la que participan
otros m iem bros de la familia. El nuevo papel de la tierra en la generación de un ingreso más alto p o s ib lem en te esté en la ganadería y no en la producción de a l im entos de subsistenc ia. Sin em bargo , en c o m u n id a des como Huecorio , el futuro de la ganadería no es fác i lm ente expandi- ble sin la migrac ión, que proporciona el capital para los animales . Un cambio “exitoso” (desde el p un to de vista de la familia) se traducirá en el retiro cié más hectáreas de la producción al imentic ia a m ed ida que
los ganaderos obtengan mayores benef ic ios m ed ian te la venta de productos ganaderos.
Los p lanif icadores de la polít ica agraria prestan muc ha atención a la disc usión sobre el tamaño ideal de la parc ela, la c alidad del suelo , los
c ostos de más ferti l izantes y riego y la capacidad admin is trat iva. Lo que
falta en estas d iscusiones de p laneación es la unidad de producc ión: la
familia. Aun si todos los prob lem as menc ionados fueran resuel los , sería d il íc il persuadir a muc has lamil las de que asignaran m ano de obra
regular a la producción agrícola; la agricultura en p eq ueña escala de
México 110 se halla sujeta al l ipo de racionalizac ión económ ica que caracteriza al sec tor m oderno. Más bien , se halla inserta en la organización social de la com unidad de una manera dist intiva. Uti liza no sólo la
mano de obra masculina sino tam bién la fem en ina y la infantil . Sin programas que provean asim ism o op ortu n id ad es para el uso de estos trabajadores también , no es probable que las nuevas reformas puedan lograr un au m ento ele la producción rural y del ingreso cam pesino.
El patrón que está surgiendo en c o m u n id a d e se j id a le s c om o Hjueco- i io es com binar agricultura y migrac ión a í in de p erm it ir la diversi f icación de la mano de obra íamiliar. Para los pobres del cam po, esta estra
tegia crea la f lexibil idad necesaria para d efen derse contra la disoluc ión
de la unidad bajo la pres ión de procesos inflacionarios en la macro-eco-
nomía. La necesidad, así com o la capacidad de estas unidades de maxi-
mizar todos los recursos d ispon ib les , no so lam ente la tierra, deben to marse más en cuenta en un nuevo programa de reforma agraria. Los
fondos gu bern am enta les ú n icam ente para la agricultura no serán un
incent ivo su f ic iente para los trabajadores rurales de perm anecer en la
agricultura de subsistencia o regresar a ella.
NOTAS
1. Agradezco a Nancy Shcpardson la sugerencia de esle t í tu lo y muchas otras cosas.
2. Edic iones Sepsetentas, M éx ico 1974.
3. “P at terns o í A da p ta t ion am ong H ouseholds of U.S. hound M ig ra n ts f ro m M ic h o a
cán, M é x ic o ”, I n t e r n a l i o n a l M i g r a t i o n R e v i e n \ \o l . 12, 4 ( in v ierno); “R i tu a l y re a l i
dad: a u lo im ag c n de las m u jeres tarascas sohre su papel eco nóm ic o”, A m é r i c a I n d í
gena* \o l . X X X V 1 1 1 , 3, ju l-sep l., 1978.
4. M ig r a n ts a n d S t a y - at - H o m e s : A c o m p a r a t i v e S t u d y f r o m M i g r a t i o n f r o m T w o
C o m m u n i t ies in M ic h o a c a n . C en te r for U.S. M ex ican Studies, M o n o g ra p h No. 5,
11 n i \ t ‘rsit \ o f C a l i fo rn ia , San D iego, 1982.
5. M ichae l Belshaw, A Vi l lage E c o n o m y : L a n d a n d P e o p l e in H u e c o r i o , C o lu m b ia
I In i\ ersi ty Press.
6. C R E K A L es un centro de capacitac ión apocado por la O N U para trabajadores de
c o m un ida d de A m ér ica La t in a . T ie n e su sede en Pátzcuaro.
7. Janet M o o re , D e s a r r o l l o T a r a s c o , In s t i tu to Indig en is ta 1 n te ram er ican o , E d ic io
nes Especiales No. 67, M éx ico , 1973.
8. T i m Dagodag, “Source Regions and C om pos it ion of I l le ga l M ex ican M ig ra t io n to
C a l i fo r n ia ” , I n t e r n a t i o n a l M i g r a t i o n Review* \o l . 9. 4. 1975.
9. “E conom ic All iances in a M ex ican Regional E c o n o m y ”. E t h n o l o g y , vol. X I 11. I.
enero 1978.
10. G u s la \o V erduzco , C a m /t e s i n o s I t i n e r a n te s . C o lo n iz a c ió n , g a n a d e r í a y u r b a n i z a
c ión en e l t r ó p i c o p e t r o l e r o d e M éx ic o . E l Colegio de M ic hoacán, 1982.
11. La tasa de migración de Ihuatz io para esle periodo era sólo de 2(V/r de entre los 50 ho
gares de la muestra . Pero ta m b ié n era una c o m un ida d m uy “c xpu lsadora” en los
años 1960. Para una exp licación de por qué la em igrac ión a los Estados Unidos de
Ih u a tz io ha bajado, \éasc D in c r m a n . nota 4.
12. Lourdes A r izpe , “T h e R u ra l Exodus in M exico and M exican M ig ra t io n to the U n i
ted States” , en: P e ter G. R ro w n and Henry Shire (eds.) T h e B o r d e r Th a t Jo ins . M a
in la nd Studies in P u b l ic Phi losophy. R o w m a n and L i t t le f ie ld . T o to w a . New J er
sey, 1981.
13. La producción doméstica dt petates para el consumo por parte de la población rural en
la región lacustre ha cesado en'l huatz io debido al uso creciente de camas comerciales.
Los ihuatzcí ios se ha llan ahora \ in cu la dosa l mercado nacional e in ternac iona l me-
( l iante la producción domestica de objetos de tule para turistas. Para mayores de
talles. véase D in e r m a n 1982 (nota 4).
I I. D a \ id K ap la n , “T h e M exican M a rk e tp la c e T h e n and N o w ”, b'ssays in E c o n o m i c
A n t h r o p o l o g y , A .E.S. proceedings lo r 1965.
15. Tos dalos prov ie nen del Indi co d e P i e r i o s . 1980. C om is ión Nac ional de Salarios
M ín im os , vol. 6. No. 2. abr i l 1980.
16. Sólo 40% de las casas ten ía n pisos de m adera o cem ento en I960, comparadas con
62% de p ro m e d io nacional . Sólo un 41% tenía n e le c tr ic id a d ,c o m p a ra d o con el 59%
a nivel nac ional. Kl 64% de todas las casas eran de adohe.
17. Belshaw registra 29 mujeres \ 8 ho m b res como vendedores regulares (semanales)
v otras 31 personas que son \e n d ed o res ocasionales. Kn 1976. conté 48 m uje res de
Hu eco r io que eran vendedoras a m b u lan tes y I I que vend ía n d e n t ro del mercado.
18. Kl t 'studio de Belsahw no nos av uda en este punto. Al contar tamaño de la ‘"’fa m i l ia”,
Belshaw incluyó solamente dos generaciones, y añad ió una generación de abuelos
por separado. Si túa el '"número p ro m e d io por fa m i l ia ” en 4.35, el tam año p r o m e
dio de la fa m i l ia en 5.93; un 43.8% de todas las fami lias tienen ent re 5 v I I personas.
Kl n ú m e ro — por f a m i l ia — es d i f íc il de calcular.
19. Las nueras t rad ic io n a lm en te son serv iciales no sólo con los padres del esposo, sino
ta m b ié n con todos sus hermanos v hermanas que residan en la casa. No hay al te rna*
l iva, pues los padres n o rm a lm e n te rehúsan aceptar a una h ija casada que q u ie ra
v iv ir en su casa.
20. Ks in teresante no tar , sin em bargo , que la acostum brada faena es cobrada de un
m odo d i fe re n te a los huecor ianos que viven en Los Angeles. Los ho mbres apo r tan
10 dólares al mes para un londo de mejoras de la co m u n id a d . De este m o do se han
reu n id o varios miles de dólares.
21. Y case, po r e je m p lo . Josh Rcinchcrt v Douglas Masscv " I l is torv and T re n d s in I .S.-
Bound M ig ra t io n I rom a ( ’cu t ra l Mexican T o w n ” . M im c o . O f f ice of P o p u la t io n
Research, P r in ce ton I nivers itv . 1979*. Richard M in es . D e v e l o p i n g a C o m m u n i t y
/ r a d i l i o n o j M i g r a t i o n to t l iv I .S.: A F ie ld S t u d y in R u r al Zacatecas . C e n te r for
I 1.S. M exican Studies, I 'n ivcrs i lv of C a l i fo rn ia . San D iego. M o n o g ra p h No. 3. 1981:
James Stuart y M ic h a e l K earney . Causes a n d b l f f e c t s o j A g r i c u l t u r a l L a b o r M i g r a
t ion in t h e M i x t e c a o j Oaxaca. C en te r fo r l .S. M exican Stud ies. I niversitv of C a l i
fo rn ia , San Diego, W o r k in g Paper, 28.