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Valeriano Sánchez Ramos EL II MARQUÉS DE LOS VÉLEZ Y LA GUERRA CONTRA LOS MORISCOS 1568-1571 EL II MARQUÉS DE LOS VÉLEZ Y LA GUERRA CONTRA LOS MORISCOS 1568-1571

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Editan:

Revista Velezana

Colaboran:

I.E.A. Ayuntamiento de Huéscar. Ayuntamiento de Huéscar.

En la Navidad de 1568 los moriscos de las Alpujarras se alzan contra la corona, extendiendo la sublevación a otras tierras granadinas. Las llamadas de socorro del sector oriental hicieron que el marqués de los Vélez movilizase las milicias murcianas para socorrer el territorio. La intromisión en los asuntos granadinos chocaron con la oposición del capitán general del reino, el marqués de Mondéjar, quien vio en esta operación renacer las viejas disputas familiares entre Fajardos y Mendozas.

Durante el transcurso de la contienda el marqués de los Vélez levantó tres cuerpos de ejército, todos ellos marcados por problemas de disciplina y falta de aprovisionamiento. A veces incontrolables y otros provocados por él mismo, lo cierto es que, a finales del año 1569, don Luis Fajardo fue cuestionado como general. Apartado de la guerra en una sibilina conjura en la que no faltó el propio rey, fue relevado del mando por don Juan de Austria en el alcázar de Huéscar en enero de 1570.

La obra relata la intervención de don Luis Fajardo en la guerra de los moriscos, demostrando el enorme esfuerzo que realizó para movilizar a las tropas murcianas. Junto a su largo desplazamiento, tanto espacial como cronológico, el marqués demostró la enorme energía militar que lo movía. Al mismo tiempo, los problemas sediciosos en su señorío demuestran cómo la rebelión morisca no es exclusiva de la Alpujarra, sino que fue un fenómeno territorialmente más amplio. El control efectivo del marqués de los Vélez en el sector oriental del reino de Granada y aún de Murcia, permiten ver en este personaje la figura clave de un hecho histórico fundamental que abre los últimos años del segundo tercio del siglo XVI en el sureste español.

EL II MARQUÉS DE LOS VÉLEZY

LA GUERRA CONTRA LOS MORISCOS1568-1571

EL II MARQUÉS DE LOS VÉLEZY

LA GUERRA CONTRA LOS MORISCOS1568-1571

REVISTA VELEZANA

Ayuntamiento de Vélez Rubio

CENTRO VIRGITANO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS

Ayuntamiento de Berja

2002

Valeriano Sánchez RamosHistoriador

FICHA TÉCNICADerechos de autor

Valeriano Sánchez Ramos.Edita

Revista Velezana (Ayuntamiento de Vélez Rubio) y Centro Virgitano de Estudios Históricos (Ayuntamiento de Berja).

Colaboran en la ediciónServicio de Publicaciones de la Universidad de Almería, Instituto de Estudios Almerienses,

Ayuntamiento de Lorca (Murcia), Ayuntamiento de Huéscar (Granada).Coordinación de la edición

José Domingo Lentisco Puche.Cubierta

Sección del cuadro ˝La Batalla de Tetuán˝ (1863), de M. Fortuny i Marsal.IlustracionesCarmen Cano.

Maqueta de interior y portadaAmando Fuertes Panizo (Almería).

FechaNoviembre, 2002

Tirada750 ejemplaresDepósito Legal

AL-305-2002ISBN

84-922237-5-8Imprenta

Escobar. El Ejido (Almería)

RECONOCIMIENTO DE LOS EDITORES A LOS COLABORADORES DEL LIBRO

Conscientes del amplio territorio que comprenden las campañas de D. Luis Fajardo, las dos

entidades impulsoras de la presente edición (Centro Virgitano de Estudios Históricos y Revista Velezana) nos dirigimos en su día a varios organismos e instituciones culturales de las actuales pro-

vincias de Murcia, Almería y Granada ofreciéndoles colaborar en este proyecto editorial de calidad,

rigor científico e interés para los ciudadanos. A nuestra llamada respondieron de forma generosa y

positiva las siguientes entidades:

Instituto de Estudios Almerienses de la Diputación Provincial de Almería.

Servicio de Publicaciones de la Universidad de Almería.

Ayuntamiento de Lorca (Murcia).

Ayuntamiento de Huéscar (Granada).

A todos ellos les expresamos nuestra gratitud más sincera por su apoyo, al tiempo que confiamos

en que este ejemplo de colaboración institucional, seguramente satisfactoria para todos, cunda en el

futuro y pueda ofrecernos nuevos y valiosos proyectos de investigación, actividad cultural y/o edición

de obras.

RESEÑA BIOGRÁFICA DEL AUTOR

Valeriano Sánchez Ramos nació en Berja (Almería) en 1966 y es licenciado en Historia

Moderna y de América por la Universidad de Granada. En la misma institución cursó estudios

de doctorado, siendo su trabajo de investigación la presente obra, adaptada para la ocasión.

Autor de algunos libros y diferentes trabajos científicos en revistas especializadas, simposios

congresos y jornadas, su actividad se centra básicamente en los siglos XVI-XVII del Reino de

Granada, especialmente en La Alpujarra. Los conflictos moriscos, la repoblación de Felipe II, la

defensa granadina, las estructuras y redes hidráulicas y la configuración social, especialmente el

mundo de las mentalidades, son sus temas más frecuentes.

Profesor de enseñanza secundaria y director del Instituto “Sierra de los Filabres”, de Serón,

actualmente es miembro del Grupo de Investigación “Moriscos y Repobladores en el Reino de

Granada” de la Universidad de Granada, del Instituto de Estudios Almerienses y del Centro Virgi-

tano de Estudios Históricos. Instituciones todas ellas en las que ha realizado distintas actividades

para promover el conocimiento de la historia.

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NOTA INTRODUCTORIA. ...................................................................... 10

CAPÍTULO I.LOS FAJARDO Y EL MARQUESADO DE LOS VÉLEZ. ........ 13El adelantamiento de Murcia y la guerra. ................................................... 16El señorío y la intervención en el Reino de Granada. .................................. 19La guerra como sistema: el primer marqués. .............................................. 21Los marqueses y sus vasallos. ................................................................... 27

La política señorial con los moriscos. ............................................ 27El II marqués y la concordia con los cristianos nuevos. ................... 31

CAPÍTULO IILA SUBLEVACIÓN MORISCA Y LA ENTRADA EN

GUERRA. ......................................................................... 35El problema de la intervención en el Reino de Granada. ............................. 38La primera campaña del marqués (Enero-Marzo de 1569). ......................... 51

CAPÍTULO IIILA SEGUNDA CAMPAÑA: LAS ACCIONES EN LA BAJA

ALPUJARRA (Marzo-Junio de 1569). ................................. 75Las conspiraciones moriscas y viejocristianas. ............................................ 78El traslado a la Baja Alpujarra. .................................................................. 84Las jornadas de Berja y Dalías. ................................................................. 85La batalla de Berja. .................................................................................. 89La larga espera en Adra: los nuevos rumbos de la guerra. ......................... 100La conjura con Enríquez: la guerra llega al señorío. .................................. 108

CAPÍTULO IVLA TERCERA CAMPAÑA DEL MARQUÉS (Julio-Septiembre

de 1569). ...................................................................... 119Las dudas de la salida. ............................................................................ 122Los éxitos iniciales: la victoria de Válor. ................................................... 129La debilidad del ejército: los problemas de abastecimiento. ........................ 133El intento de asalto a las Cuevas del Marqués. .......................................... 140La brevedad de la fama. ......................................................................... 152

ÍNDICE

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CAPÍTULO V.LA OBLIGADA RETIRADA DE LA GUERRA. ..................... 159El señorío en peligro. ............................................................................. 162El marqués parte hacia el cerco de Galera. .............................................. 180El relevo de D. Luis Fajardo. ................................................................... 185El botín de un guerrero. ......................................................................... 198El honor de un general. .......................................................................... 205

ANEXOS .............................................................................................. 211I. PERSONAJES RELACIONADOS CON EL CONFLICTO ..................... 213II. APÉNDICE DOCUMENTAL ............................................................... 224III. BIBLIOGRAFÍA ................................................................................ 240IV. CRONOLOGÍA DE LOS ACONTECIMIENTOS ................................. 247V. ÍNDICES TOPONÍMICO Y ONOMÁSTICO ........................................ 260

ABREVIATURASA.C.Gr.: Archivo de la Catedral de Granada.

A.G.S.: Archivo General de Simancas.

A.M.H.: Archivo Municipal de Huéscar

A.M.L.: Archivo Municipal de Lorca.

A.P.G.: Archivo de Protocolos de Guadix

A.R.Ch.Gr.: Archivo de la Real Chancillería de Granada

B.N.: Biblioteca Nacional.

CODOIN: Colección de documentos para la historia de España.

I.V.D.J.: Instituto Valencia de Don Juan.

R.A.H.: Real Academia de la Historia.

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NOTA INTRODUCTORIALa rebelión de los moriscos es un episodio destacado del reinado de Felipe II y,

sin duda, de los más importantes del reino de Granada. La historiografía, sin embargo, no ha correspondido con su relevancia, entre otras razones porque su complejidad ha alejado a los investigadores; trabajos sobre aspectos concretos nos demuestran su pluralidad dimensional y la ardua tarea de historiar los hechos. La existencia de exce-lentes historias coetáneas explican el relativo retraso de los estudios sobre la guerra, y, particularmente, el que no se haya escrito la gran historia que merece1 .

Tras la conquista de los Reyes Católicos, el reino granadino se enfrentó a una guerra de envergadura; aquélla y ésta, conocida impropiamente como de las Alpuja-rras, marcan el principio y fin de una etapa histórica2 . Este conflicto granadino hay que situarlo dentro del contexto imperial del complejo marco mediterráneo, tal como señaló Fernand Braudel hace varias décadas3 . No obstante, y al margen de la obligada contextualización internacional, el conocimiento profundo del conflicto en su desarrollo interno sigue faltando. Las pautas trazadas por J. Caro Baroja, A. Domínguez Ortiz y B. Vincent sólo son válidas desde perspectivas sociales4 . Análisis más recientes, como el de M. Barrios Aguilera, reflexiona sobre la rebelión morisca desde una óptica plural, en un intento por encuadrarla dentro de un amplio arco cronológico5 .

El objetivo de esta trabajo de investigación está lejos de entender sobre el total de

1 Los tres cronistas más importantes, como se desprenderá de las citas de nuestro estudio, son tres: Diego Hurtado de Mendoza, Ginés Pérez de Hita y Luis del Mármol Carvajal. Los dos primeros tienen estudios preliminares a sus crónicas, nos referimos a los de Manuel Gómez-Moreno y Joa-quín Gil Sanjuán, respectivamente. Sobre el tercer autor, la prometedora investigación de Javier Castillo Fernández zanjará el vacío existente sobre -probablemente- este inmejorable cronista. Sea como fuere, aún restará hacer la valoración global del trío de escritores, así como de otros de menor calado y que conforman la literatura surgida a partir del conflicto. Un análisis sin continuación posterior en COLONGE, Ch. de: “Reflets littéraires de la question morisque entre la guerra des Al-pujarras et l´expulsion (1571-1610)”, Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, 33 (1969). 137-243.

2 Una reflexión teórica sobre el periodo que ciñen ambas contiendas, en BARRIOS AGUILERA, M.: “El fin de la Granada islámica: Una propuesta”, XX Siglos, 1 (1992), p. 70.

3 Al margen de su obra cumbre, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, Méxi-co, 1953, el historiador francés dedicó un estudio específico al tema: “Espagnol et morisques au XVIe siècle”, en la prestigiosa revista Annales, 2 (1947). 397-410. Desde esta óptica, la respuesta vino de la mano de la historiografía valenciana en la figura de otro gran historiador, Joan REGLÁ: “La cuestión morisca y la coyuntura internacional en tiempos de Felipe II”, Estudios de Historia Moderna, III (1953). 217-234.

4 CARO BAROJA, J.: Los moriscos del reino de Granada. Ensayo de historia social, Madrid, 1957 y DOMÍNGUEZ ORTIZ, A. y VINCENT, B.: Historia de los moriscos. Vida y tragedia de una minoría, Madrid, 1978.

5 BARRIOS AGUILERA, M.: Granada morisca, la convivencia negada, Granada, 2002.

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la guerra de los moriscos, es sencillamente documentar una de las campañas más im-portantes de toda la contienda, la del marqués de los Vélez. En efecto, las actuaciones del noble velezano trascienden la limitación espacial de las acciones, por cuanto su pre-sencia a lo largo de todo el desarrollo bélico y su personalidad lo hicieron partícipe de cuestiones de la mayor importancia, aparentemente distantes de su ámbito espacial. Sin duda, poseer el mayor señorío granadino convirtió a don Luis Fajardo de la Cueva en el representante prototípico de participación de la nobleza en las guerras de la monarquía. Levantar lanzas para el rey y recuperar para la Corona las tierras insurrectas son el pri-mero de un conjunto de intereses en el que estaba incluida la pervivencia de su propio estado, por más que en buena medida su territorio quedara fuera, al menos en primera instancia, del epicentro de la guerra, las Alpujarras. Por último, la enorme influencia del noble guerrero en el Reino de Murcia, de donde seguía siendo autoridad principalísima, y su impresionante entramado de intereses familiares que las circunstancias unieron in-disolublemente con el granadino, explican una intervención activa de don Luis Fajardo en éste, que hunde sus raíces en la tradición plurisecular de enfrentamiento fronterizo, la frontera oriental, entre castellanos y nasríes. Mezclando principios, intereses y oportu-nismo político, don Luis Fajardo protagoniza uno de los hechos más sobresalientes de la guerra, pero también de los más apasionantes, por cuanto sirven para explicar algunas de las profundas motivaciones de la misma, a la vez que ilustran sobre su complejidad. Esta investigación quiere ser una modesta aportación a la gran “guerra” que merece la rebelión de los moriscos, a la vez que noticia promisoria de empeños mayores, siendo hecho capital del reinado de Felipe II y de la historia del Reino de Granada en sus tiempos de mayor significación dentro de los de la Monarquía hispana.

La estructura del estudio la hemos fijado en cinco capítulos. Por el primero pa-samos de puntillas, ya que sin ser exhaustivo -no era este éste el momento y el lugar- pretende reflexionar sobre la familia Fajardo. Nuestro propósito es expresar -a modo de introducción- la imposible comprensión de la intervención militar del marqués, sin conocer sus aspiraciones y las de su estirpe. Los tres capítulos siguientes conforman el cuerpo de los hechos bélicos y sus constantes interacciones con el desarrollo general de la guerra morisca, dentro y fuera del Reino de Granada. Gracias a su poder e influencia, el marqués concretó espacialmente el sur del reino de Valencia y los reinos de Murcia y Jaén, con una amplísima área del reino granadino. Poblaciones como Lorca, Mula, el marquesado de Villena o el Adelantamiento de Cazorla, sonaron a otras como Adra, Baza, Berja, Guadix, Huéscar o La Calahorra. Tamaña empresa territorial y humana sólo tenía un nombre: Don Luis Fajardo de la Cueva y, con él, su señorío de Los Vélez, con villas como Vélez-Blanco, Cantoria, Cuevas del Almanzora u Oria. Por último, el

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quinto capítulo se dedica a analizar la salida de la guerra del marqués, retirada compleja y conmocionante que invita a la reflexión. La situación y circunstancias que siguieron a la marcha de don Luis son la conclusión de todo un proyecto familiar o, si se prefiere, la introducción para un libro -no menos interesante- que debería escribirse sobre los años finales del siglo XVI. Invitamos a quienes lean estas líneas a emprender la tarea.

La obra se completa con un listado biográfico de los personajes más señeros y su participación en la contienda; unos apéndices documentales con los textos más sig-nificativos; un resumen cronológico de los hechos, organizado espacialmente en tres ámbitos, el general de los acontecimientos, el desarrollo de las campañas de don Luis Fajardo, y el marquesado de Los Vélez: una pormenorizada bibliografía de referencia y, por último, unos índices topográficos y onomásticos. Hemos acompañado además unos mapas históricos muy pormenorizados que facilitan, territorial y temporalmente, la localización de las operaciones militares. En todos los casos, nuestra pretensión es facilitar a los lectores todos los instrumentos posibles para una comprensión global del fenómeno histórico.

No quisiéramos dejar de agradecer a todos los que han confiado en la publicación de este estudio. En primer lugar a los editores y colaboradores -son muchos, como ates-tiguan los créditos-, por disponer los medios necesarios. A Carmen Cano por ilustrar la obra, también a José Domingo Lentisco -tan fiel a su tierra- por creer desde el inicio, y sin reservas, en el manuscrito que le presenté, recabando ayudas para producir el libro y encargándose con dedicación plena a su cuidado editorial. A los compañeros y amigos, por sufrir la lectura de los primeros borradores y mis reflexiones en voz alta, lejos, en todo caso, a lo que deben dedicarse las horas de amistad. En último lugar, agradecer siempre a mi familia, ya que la paciencia que tiene conmigo es, sin duda, el aporte más silencioso a esta obra.

Valeriano Sánchez Ramos

Berja, Julio, 2002.

I“...cuando entendieron que peleaban contra el campo del

marqués de los Vélez, a quien los moros de aquella tierra solían

llamar Ibiliz Arraez el Hadid, que quiere decir diablo cabeza

de hierro, perdieron esperanza de victoria”

LUIS DEL MÁRMOL CARVAJAL

MURCIA

1

6

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REINO DE GRANADA

ALMERÍA

HUÉSCAR

ORCE

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SERÓN

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BERJA

REINODE

VALENCIAREINO DEMURCIA

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4CARAVACADE LA CRUZ

LORCA

CARTAGENA

3ORIHUELA

POSESIONES DE LOS FAJARDO EN LOS REINOS DE MURCIA Y GRANADA. Siglos XVI-XVIII.

REINO DE MURCIA1. Molina de Segura.2. Mula.3. Albudete.4. Campos del Río.5. Librilla.6. Alhama.

REINO DE GRANADAMarquesado de los Vélez.1. Vélez Blanco-María.

Capital del estado.2. Vélez Rubio-Chirivel.3. Oria.4. Albox.5. Partaloa.6. Zurgena.7. Arboleas.8. Cantoria.9. Albanchez.10. Benitagla.11. Cuevas del Marqués- Portilla.

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Presentación

ILOS FAJARDO Y EL MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

Los Fajardo son un clan de origen gallego que, a partir del s. XII, están en ascenso gracias a las ventajas que proporcionaba la guerra contra los musul-manes. A partir del siglo siguiente comienzan a adquirir protagonismo, a recibir señoríos y a intervenir en los movimientos políticos de la monarquía castellana.

La conquista de Granada a finales del s. XV inició una nueva andadura en el linaje, ya que la posesión de un señorío en el recién incorporado reino será el germen de una larga estrategia territorial por controlar un amplio sector del mismo. El señorío de los Vélez y sus feudos murcianos conformaban un relevan-te estado en el sureste español a comienzos del s. XVI. Diseñaron planes para enriquecerse y sacar provecho de sus vasallos moriscos y aún de los vecinos señoríos, llevándolos a enemistarse con la Casa de Alba y a aproximarse a los Enríquez de Baza.

La compleja red de intereses tejida por los marqueses pronto entró en choque con la familia Mendoza por su intromisión en asuntos granadinos, considerados de su exclusiva influencia. A mediados de siglo los Fajardo estaban en disposición de seguir creciendo y, no cabe duda, que la nueva situación creada por Felipe II con los moriscos era clave. Su enorme capacidad para movilizar hombres y dinero a uno y otro lado de la frontera fue una de sus estrategias más sólidas. El alzamiento de las Alpujarras supuso el argumento idóneo para golpear de nuevo, de tal modo que, a altura de 1568, sólo cabía desarrollar la trama.

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Los Fajardo y el Marquesado de Los Vélez I

EL ADELANTAMIENTO DE MURCIA Y LA GUERRA

Los Fajardo son una prestigiosa familia gallega establecida en tierras murcianas que se ligó muy pronto al Reino de Murcia, desde su nacimiento en el siglo XIII, y cuya promoción se une íntimamente a la guerra y a sus instituciones. El gozne sobre el que gira su ascenso está en el Adelantamiento Mayor, un oficio creado por la Corona castellana para ejercer por delegación la justicia, administración y las competencias militares1 . El poder que otorgaba controlar la máxima institución murciana fue la pieza clave que nos hace comprender la historia de una ambición que encumbró al linaje.

La lucha de los Fajardo por hacerse con el Adelantamiento se centró cla-ramente en la poderosa familia Manuel2 . Dado que el oficio era una regalía, la pugna no pudo sustraerse a la evolución política de la propia Corona, enfrascada por entonces en las guerras trastamaristas3 . Un enfrentamiento que resolvieron ambos linajes con un tupido tejido de apoyos, prestaciones y contraprestaciones, de las villas y poblaciones murcianas, para atraerse el favor real. De aquel comple-jo entramado la familia Fajardo salió victoriosa, lo que se manifestó en la entrega que don Enrique II hizo de la villa de Librilla a don Alonso Yáñez Fajardo I. Desde esta posición, poco tiempo después, en 1378, este personaje consiguió convertirse en alcalde entre moros y cristianos, cargo desde el que pretendía resolver las que-rellas fronterizas4 . Tanto es así que este señor se convirtió en pieza clave, no sólo entre ambos ámbitos religiosos sino también en el mantenimiento del delicado equilibrio territorial murciano. Su poder político se basaba en su capacidad de entendimiento en el norte con la Corona de Aragón, y en el sur con el Emirato de Granada. Su talante, entre la fuerza de la guerra y la delicadeza de los tratos diplomáticos, le permitió crecer en poder. Buena manifestación, por ejemplo, es el doble juego con los aragoneses en su lucha con los granadinos y viceversa. Estos enfrentamientos bélicos no afectaron al territorio murciano, lo que permitió a don

1 CERDÁ RUIZ-FUNES, J.: Adelantados mayores y concejo de Murcia, Murcia, 1961, y TORRES FONTES, J.: “Los adelantados mayores del reino de Murcia en el siglo XIII”, en Documentos de Fernando IV, Murcia, 1980, pp. XIII-XXII.

2 Acerca de esta importante familia, rival de los Fajardo, y de enorme poder en el reino de Murcia y Valencia. Vid. PRETEL MARÍN, A. Y RODRÍGUEZ LLOPIS, M.: El señorío de Villena en el siglo XIV, Albacete, 1998.

3 MARTÍNEZ CARRILLO, M.Ll.: Manueles y Fajardos, Murcia, 1985. 4 TORRES FONTES, J.: “Un alcalde entre los cristianos y los moros en la frontera de Granada”, Al-

Ándalus, 13 (1948), pp. 137-140 y “El alcalde entre moros y cristianos del reino de Murcia”, Hispa-nia,78 (1960), pp. 55-80.

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Los Fajardo y el Marquesado de Los VélezI

Alonso obtener en 1387 la villa de Alhama, verdadero premio a sus servicios5 .

La belicosidad de sus miembros, el alto instinto guerrero y, en fin, sus dotes militares hicieron ganar la partida a esta familia nobiliaria. No cabe duda de que su forma de actuar en torno a la frontera nasrí hacía de ellos el linaje guerrero por antonomasia. Sin ir más lejos, la victoria obtenida en 1392 por Alonso Yáñez Fajardo I contra Muhamad VII en la batalla de Nogalte fue decisiva para lograr ocupar provisionalmente el Adelantamiento Mayor a finales del siglo6 . Prestigio político que vino unido a la ampliación de sus dominios, algo que remató su hijo Alonso Yáñez Fajardo II, cuando compró el señorío de Molina7 a su hermano Juan Alonso Fajardo . Al morir este personaje en 1395, puede decirse que era un muy respetable señor murciano8 .

Aunque el Adelantamiento Mayor del siglo XIV y XV ya no era el mismo, pues los propios derroteros castellanos habían hecho perder gran parte de sus competencias -especialmente judiciales-, y quedó relegado a su papel militar, la cercanía al reino musulmán le hizo mantener su importancia. Ello permitió a los Fajardo continuar ascendiendo, aglutinando el poder de la institución, especial-mente con Alonso Yáñez Fajardo II, un personaje de enorme altura que contuvo a los nasríes y, a la vez, participó de las luchas civiles castellanas9 . En ambos casos, los bríos, astucia y estrategia militar le fortalecieron tanto como para que en 1424 lograra patrimonializar el oficio10 .

Desde esta posición de fuerza, Alonso Fajardo no dudará en intervenir en la guerra de Aragón, que le valdrá la concesión de la villa de Mula, el 12 de septiembre de 1430. Sin embargo todas sus miradas se centraron en el vecino emirato, seguro de que una guerra con el mismo conllevaría nuevos privilegios. De hecho en este mismo año consiguió su nombramiento como capitán general

5 Un trabajo que remite a una abundante bibliografía sobre todas las circunstancias que se dan cita en este fenómeno, en GALÁN TENDERO, V.M.: “Incidencia de una incursión nazarí en el sur del reino de Valencia a finales del siglo XIV”, Actas del Congreso “La frontera oriental nazarí como sujeto histórico (S. XIII-XIV)”, Almería, 1996, pp. 145-154.

6 MARTÍNEZ MARTÍNEZ, M.: “La territorialización del poder: Los adelantados mayores de Murcia (siglos XIII-XV)”, Medievalismo, 5 (1995), pp. 31-88.

7 REYES, A. de los: El señorío de Molina Saca, hoy Molina de Segura, Molina de Segura, 1996. 8 TORRES FONTES, J.: “Los Fajardos en los siglos XIV y XV”, Miscelánea Medieval Murciana, IV (1978),

pp. 107-177. 9 GARCÍA DÍAZ, I.: “La frontera murciano-granadina a fines del siglo XIV”, Murgetana, 79 (1989), pp.23-35. 10 Su desarrollo en MARTÍNEZ CARRILLO, M Ll.: Revolución urbana y autoridad monárquica en Murcia

durante la Baja Edad Media (1395-1429), Murcia, 1980.

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Los Fajardo y el Marquesado de Los Vélez I

de la frontera, cargo que bien puede interpretarse como un aglutinamiento de poderes. Trasladado a Lorca, por ser ciudad más a propósito, don Alonso dirigió una excelente campaña contra los granadinos en la que ocupó a partir de 1433 los ríos Vélez y Almanzora, siendo su efecto más sonado la toma que su sobrino don Pedro Fajardo realizó el 17 de octubre de 1436 de Albox. Estas tierras alme-rienses se mantuvieron entre 1435 y 1445 en manos del adelantado, marcando desde entonces sentimientos especiales en el clan para recuperarlas11 .

La clave del potencial guerrero del adelantado mayor fue la enorme trama de intereses y obligaciones de las villas murcianas hacia él y su magnífica capacidad para organizar el viejo sentido de liderazgo de la hueste. Su caudillaje militar se hizo notar tanto como para servir de ejemplo a otros caballeros, obligados por sangre y honor a su persona, cabiendo destacar por su capacidad a su sobrino don Alonso Fajardo, llamado “el Bravo”, hermano del conquistador de Albox y armado caballero por su tío. A estas ventajosas características unía este miembro del clan su habilidad para pactar con los caudillos moros, la destreza con las armas y, en fin, las dotes castrenses, siendo merecedor de un lugar en la historia de la frontera12 .

La muerte del adelantado en 1444 abrió, sin embargo, una grave crisis en el clan por el liderazgo de la casa, algo que permitirá a los granadinos recuperar los Vélez y el Almanzora. La familia se polarizó hacia dos concepciones distintas de entender la intervención política en el ámbito espacial en el que se desarrollaban: Mientras su hijo don Pedro Fajardo Quesada, el heredero del cargo, prefirió abrir-se a las nuevas formas de la época, basadas en el pacto y las alianzas, su primo don Alonso Fajardo se aferró a los usos medievales de la espada. La guerra entre Fajardos continuará hasta 1457, fecha en la que el maquiavelismo de don Pedro permitió hacer ver al rey Enrique IV que su primo era aliado de los granadinos; de tal modo que en 1460 el adelantado ocupó Lorca y logró expulsar a don Alonso13 . No cabe duda que este año marca el inicio de un paulatino cambio de mentalidad en el linaje y, con él, su actitud en el territorio.

Desde 1461 puede decirse que don Pedro Fajardo controló los resortes polí-

11 TORRES FONTES, J.: “Conquista castellana y pérdida de Albox en el reinado de Juan II (1436-1445)”, Roel, 1 (1980), pp. 35-41y “Alfonso Yáñez y su señorío de Vélez Rubio, Vélez Blanco y Orce, 1439-1444”, Revista Velezana, 19 (2000), pp. 15-22..

12 Para sus hazañas bélicas, así como el resto de sus características biográficas, vid. TORRES FONTES, J.: Fajardo el Bravo, Murcia, 1944.

13 JIMÉNEZ ALCÁZAR, J.F.: “Adelantados y mando militar: Los Fajardo en Murcia (s. XV-XVI)”, Actas de las II Jornadas Nacionales de Historia Militar, Málaga, 1993, pp. 152.

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Los Fajardo y el Marquesado de Los VélezI

ticos del reino murciano, posibilitando que su constancia, habilidad y buen hacer terminaran por encumbrarlo, con triunfos contundentes y brillantes semejantes a los de su padre, cuyo carisma reprodujo. Revalidó su autoridad con la ostentación del Adelantamiento, la Capitanía General y la Alcaidía de los alcázares de Lorca, enclave fronterizo de primer orden14 . Este poder se vio fortalecido al contraer matrimonio con doña Leonor Manrique, hija de don Rodrigo Manrique, conde de Paredes. Desde su cargo de maestre de Santiago este personaje controlaba el sector fronterizo con Huéscar, de tal modo que lo enlazaba con el Adelantamiento del norte, a través de los castillos de Xiquena y Tirieza, a la altura de los Vélez. Con la participación en la conquista de Cartagena y su concesión en señorío en 1466, revalidada en 1477 por los Reyes Católicos, puede decirse que los Fajardo se habían hecho dueños de Murcia15 .

El testigo del clan lo recogió el 6 de enero de 1482 su yerno don Juan Cha-cón, hombre nada beligerante y poco dado al caudillaje, aunque hábil y proclive a las lides cortesanas. No cabe duda de que el personaje fue clave para que la Corona, aprovechándose de su blandura, acercase la familia a los intereses regios16 . Así, cuando comience la guerra de Granada, el papel de Chacón quedaría circuns-crito a los planes estratégicos de los Reyes Católicos, reduciéndose a acciones de poco calado bélico17 . Sus servicios, no obstante, se premiaron con la concesión de Oria, en el Reino de Granada, villa de la que tomó posesión el 29 de noviembre de 1493, por entrega de don Juan de Benavides18 .

EL SEÑORÍO Y LA INTERVENCIÓN EN EL REINO DE GRANADA

El Marquesado de los Vélez es fruto del devenir de la propia conquista del emirato nasrí en el sureste español. Formado en torno a la casa de los Fajardo

14 Sobre los cargos en esta ciudad, el entramado de influencias con la oligarquía y, en fín, el poder de los Fajardos en Lorca, vid. JIMÉNEZ ALCÁZAR, J.F.: Un concejo de Castilla en la frontera de Granada: Lorca 1460-1521, Granada, 1997.

15 TORRES FONTES, J.: Don Pedro Fajardo, adelantado mayor del reino de Murcia, Madrid, 1953. Acerca de la familia Manrique, la encomienda de Santiago y su participación en las guerras fronterizas, vid. del mismo autor Xiquena, castillo de frontera, Murcia, 1979 y también RODRÍGUEZ LLOPIS, M.: Señoríos y feudalismo en el Reino de Murcia, Murcia, 1987.

16 MARAÑÓN, G.: Los tres Vélez. Una historia de todos los tiempos, Madrid, 1962, pp. 24-27. 17 JIMÉNEZ ALCÁZAR, J.F.: “Adelantados y mando militar..., op. cit., p. 153. 18 SORIA MESA, E.: Señores y oligarcas: Los señoríos del Reino de Granada en la Edad Moderna,

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en un largo desarrollo temporal, su base es un conglomerado de señoríos que conformaron un poderoso estado en el sector nororiental del Reino de Granada. Con origen en Oria, villa entregada en 1493 a don Juan Chacón, la ambición familiar permitirá continuar el largo camino iniciado en la Baja Edad Media con sus intervenciones en el reino granadino. Las mediocres dotes negociadoras para conseguir señoríos se contrapusieron a la preclara visión de futuro para diseñar una verdadera estrategia territorial. Sus inclinaciones se resumen en el control de todo el ámbito limítrofe al reino murciano, básicamente hasta la comarca natural del Valle del Almanzora, con base en la ubicación geográfica del señorío, entre las comarcas de los Vélez y el Almanzora. El propósito no era otro que recupe-rar el área conquistada a mediados del siglo XV por su suegro, un territorio que anhelaron desde su pérdida en 1445.

El primer movimiento importante de Chacón se produjo en 1495, cuando negoció con don Pedro Manrique, duque de Nájera, la adquisición de las villas de Albox, Arboleas, Albanchez y Benitagla. El trato se cerró el 11 de mayo con su adquisición por 800.000 maravedíes19 . La sustanciosa ampliación territorial hacia el sur granadino, no obstante, quedó frenada el mismo año por el surgimiento de un importante estado en el norte. En efecto, el 6 de abril, don Luis de Beaumont, conde de Lerín y condestable de Navarra, recibía gran parte del altiplano grana-dino y diversas poblaciones limítrofes al reino murciano: por un lado, la norteña comarca de Los Vélez y, de otro, la villa litoral de Cuevas del Almanzora, de importancia capital. La cesión era temporal y trataba de contentar a un personaje clave en la política navarra, hasta tanto se resolviese la situación en el reino pire-naico, momento en el que se recuperaría este espacio20 .

Las pretensiones territoriales de Chacón sobre las tierras oscenses debieron esperar hasta el 25 de julio de 1501, fecha en la que el conde de Lerín devolvía su señorío granadino, salvo Huéscar, a los reyes21 . Con el nuevo siglo la Corona tenía en sus manos las apetitosas tierras limítrofes a Murcia, elemento clave para

Granada, 1997, p. 296 y FRANCO SILVA, A.: “El patrimonio señorial de los Adelantados de Murcia en la Baja Edad Media”, Gades, 7 (1981), pp. 76-78.

19 FRANCO SILVA, A.: “Los señoríos de los Fajardo entre el reino de Murcia y el obispado de Almería”, Murgetana, 89 (1980), pp. 35-41.

20 PÉREZ BOYERO, E.: “Los señoríos del conde de Lerín en el reino de Granada”, Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su reino, 8 (1995), pp. 44-48.

21 Ibidem.

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negociar con la nobleza fronteriza acuerdos ventajosos. De igual modo el adelan-tado reabrió el sueño de un gran estado granadino hacia el norte. La oportunidad se produjo en 1503, cuando el 11 de julio Chacón cedía a los reyes el puerto de Cartagena a cambio de un juro de 300.000 maravedíes y de las poblaciones recuperadas al condestable22 . El canje se formalizó el 24 de julio, fecha en la que su primogénito tomó posesión del señorío de Vélez Blanco y Vélez Rubio, en el norte del reino, así como Portilla y Las Cuevas, en la desembocadura del río Almanzora. Los Fajardo nuevamente habían saltado la frontera y ponían su pie firmemente en las antiguas tierras nasríes23 .

La muerte del adelantado retrasó durante un tiempo las posibilidades de un gran dominio, fuerte y único. Las posesiones murcianas, junto con los Vélez y Las Cuevas de Almanzora, quedaron en manos de su primogénito, don Pedro Fajardo; el resto del señorío granadino pasó a su segunda esposa, doña Inés Manrique, y a sus dos hijas24 . No fue una operación irreversible, sino que ralentizó el proceso. Pronto el primogénito se dispondría a culminar la obra iniciada por su padre: la formación de un importante estado granadino.

LA GUERRA COMO SISTEMA: EL PRIMER MARQUÉS

Don Pedro Fajardo Chacón responde al perfil de hombre renacentista nacido de la nueva política de los Reyes Católicos. Educado en la Corte por Pedro Mártir de Anglería, muy pronto, emulando a sus antepasados, eligió la carrera de las armas como medio para ascender25 . Las bases de su poder eran sólidas: por una parte, los señoríos adquiridos por su padre en las antiguas tierras nasríes; por otra, las relaciones y control del territorio que ofrecía el Adelantamiento murciano. La guerra, el instrumento.

No tardaría mucho en encontrar la oportunidad esperada, ya que a principios de 1500 los mudéjares granadinos se sublevaron en la Alpujarra por causa de los

22 TORRES FONTES, J.: “La reincorporación de Cartagena a la Corona de Castilla”, A.H.D.E., 50 (1980), p. 347.

23 FRANCO SILVA, A.: “La formación del señorío de los Vélez. Sus rentas y propiedades (1492-1540)”, Actas del I Coloquio de Historia de Andalucía. Andalucía Medieval, Córdoba, 1982, pp. 197-206.

24 LÓPEZ DE COCA CASTAÑER, J.E.: “Los señoríos del reino de Granada (1490-1568)”. Introducción a su estudio”, Señorío y feudalismo en la península ibérica (siglos XII-XIX), Zaragoza, 1993, t. I, p. 134.

25 MARAÑÓN, G.: Los tres Vélez..., op. cit., p. 36.

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continuos incumplimientos de las capitulaciones. Acuciada por los acontecimientos, el 23 de enero Almería solicitaba ayuda urgente a Lorca y Murcia, ante la peligrosa marcha rebelde sobre la fortaleza de Marchena, verdadera antesala de la localidad costera. Sin dudarlo, e ignorando la autoridad del capitán general de Granada, don Pedro Fajardo sale de Murcia con las milicias de la ciudad y otras tropas de Lorca y Cartagena26 . Llegado a la ciudad almeriense se entera del cerco de Marchena y parte en su socorro, aunque ya le esperaban los insurrectos en Alhama. La batalla se desarrolló con éxito para don Pedro, quien tomó la villa y fortaleza, victoria que hizo huir a los enemigos al interior de la comarca. La prudencia aconsejó no introducirse en la Alpujarra por el corto número de hombres que componían su ejército; de tal modo que saqueó la villa y volvió a Almería. Desde aquí regresaría a tierras murcianas, robando sin discriminación cuanto hallaron en el camino27 .

La campaña alpujarreña reveló en don Pedro a todo un guerrero, adorna-do de grandes dotes militares y con una capacidad de caudillaje en la hueste, algo que recordaba el liderazgo natural de la familia Fajardo. No agradaron, sin embargo, las hazañas del murciano al marqués de Mondéjar, máxima au-toridad militar del reino, que entendió la actuación como una intromisión en los asuntos granadinos. No obstante la intervención militar fue meramente esporádica, puesto que, en febrero, Fernando el Católico tomó la iniciativa de la guerra concentrando tropas en Fiñana, desde donde lanzó un ataque en tenaza, dirigiendo un ejército él mismo y otro don Luis de Beaumont, señor de los Vélez. En marzo habían pacificado la tierra28 .

Entre los meses de septiembre y octubre la insurrección mudéjar rebrotó en las sierras de Alhamilla, Filabres y, más tarde, en Cabrera. La cercanía de los terri-torios alzados al reino murciano y la necesidad de aplastarlos rápidamente, obligó a la Corona a tener que recurrir al adelantado. Su actuación fue fundamental para levantar tres ejércitos que aplastaron los movimientos sediciosos en el sector oc-cidental almeriense. Llama la atención que en ninguna de las campañas militares intervino directamente la poderosa familia de los Fajardo. Cabe suponer que fue la forma de granjearse el favor de la celosa familia Mendoza29 .

26 BOSQUE CARCELLER, R.: Murcia y los Reyes Católicos, Murcia, 1953, pp. 94-95. 27 Sobre la rapiña de la hueste y demás vid. MARTÍNEZ MARTÍNEZ, M.: “La cabalgada de Alhama (Al-

mería) en 1500”, Miscelánea Medieval Murciana, XI (1984), pp. 87-102. 28 TRILLO SANJOSÉ, C.: La Alpujarra antes y después de la conquista castellana, Granada, 1994, p. 90.

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Al poco de concluir las campañas contra los mudéjares, en 1503, moría el patriarca del clan. Los reyes vieron en su heredero, don Pedro Fajardo Chacón, a la persona idónea para hacerse cargo del desprotegido flanco oriental de la Co-rona30 . Sin embargo, y en castigo a su desmesurada ambición, sufrió el destierro de Murcia. La muerte de Isabel la Católica, no obstante, le trajo, en diciembre de 1504, el perdón, volviendo a quedar como el mejor garante de los intereses regios31 . Su nombramiento de marqués de los Vélez, el 12 de septiembre de 1507, es muestra de la buena posición de que gozaba en la nueva etapa que experimentaba la monarquía32 .

Los años que siguen a la consecución del título nobiliario son un constan-te esfuerzo por encumbrarse, lo que se observa tanto en la construcción de su elegantes castillos de Vélez Blanco y Mula, como en la erección de su capilla en la catedral de Murcia33 . Su aspiración en el plano material se vio en su afán por conformar un estado fuerte en el ámbito granadino, inspirándose en el sueño territorial paterno de establecer un eje espacial norte-sur. Uno de sus primeros pasos lo dio en 1513, cuando Huéscar fue entregada por el rey al duque de Alba y ésta se levantó, momento que utilizó don Pedro para ayudar a los alzados y desestabilizar al señorío34 . Fundamentaba esta actuación el interés del marqués por los ricos herbajes del estado, los cuales se mantenían desde los tiempos nasríes en mancomunidad con los señoríos del entorno35 . La emancipación de la ciudad, o si era posible su anexión, permitiría al marqués disfrutar de unos inmejorables recursos ganaderos.

29 Desde una perspectiva murciana que resume toda la guerra en la zona filabresa, vid. ABELLÁN PÉREZ, J. y J.: “Aportación de Murcia a la rebelión morisca de la Alpujarra almeriense: El cerco de Velefique (octubre de 1500-enero de 1501)”, Cuadernos de Estudios Medievales, IV-V (1979), pp. 27-39. Sobre el conflicto en el campo de Níjar y las tierras de Vera y Mojácar, vid. GRIMA CERVANTES, J.: “La revuelta mudéjar de 1500-1501 en la Ajarquía almeriense”, Actas del I Coloquio de Historia “V Centenario de la entrada en Guadix de los Reyes Católicos (1489-1989)”, Guadix, 1989, p. 218.

30 OWENS, J.B.: Rebelión, monarquía y oligarquía murciana en la época de Carlos V, Murcia, 1980, p. 141. 31 BOSQUE CARCELLER, R.: Murcia y los Reyes Católicos..., op. cit., pp. 214-215. 32 ATIENZA NAVAJAS, J. de y BARREDO de VALENZUELA, A.: Títulos nobiliarios de Almería, Madrid,

1982, p. 62. 33 Sobre el primero vid. el último estudio con bastante bibliografía, RUÍZ GARCÍA, A.: El castillo de Vélez

Blanco (Almería), 1999. Sobre el segundo, algunas referencias en FRANCO SILVA, A.: “El patrimonio señorial de los…, op. cit., p. 63. En cuanto al espacio religioso, vid. TORRES FONTES, J.: Estampas de la vida murciana en la época de los Reyes Católicos, Murcia, 1984, pp. 21 y ss.

34 TAPIA GARRIDO, J.A.: Almería Mudéjar (1489-1522), en Historia General de Almería y provincia, t. VII, Almería, 1987, p. 307.

35 Acerca de la comunidad pastoril, vid. PÉREZ BOYERO, E.: Moriscos y cristianos en los señoríos...,

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Fracasado en su intento de hacerse con alguna posición ventajosa en tierras os-censes, Fajardo se volcó en acrecentar su estado repoblándolo con cristianos viejos, en su mayoría murcianos, proceso que había iniciado en 1512 y que continuaría durante algo más de una década36 . La política repobladora significaba alterar el sistema social del señorío, ya que la introducción de cristiano-viejos sólo conducía a un enfrentamiento con los moriscos. El choque cultural de ambas comunidades conformará con el tiempo un sutil juego de alianzas entre el señor y sus vasallos que será instrumentalizado al máximo por el marqués para sus propios fines. El repartimiento de tierras a los repobladores, sin ir más lejos, lo hizo recurriendo al saltus, en especial los montes, algo que perjudicaba grandemente a los moriscos. Sin embargo, y al mismo tiempo, el noble velezano dictó duras ordenanzas para la protección forestal, por su interés cinegético37 . Estas reservas de terrazgo años después serán utilizadas para realizar nuevas repoblaciones.

Conforme el señorío se transformaba económicamente, en 1515 aparecía de nuevo una buena oportunidad para acrecentar territorialmente el estado en el Almanzora. En efecto, el 5 de octubre, don Pedro cerraba un trato con don Diego Hurtado de Mendoza, duque del Infantado, para comprarle sus villas de Cantoria y Partaloa. El 2 de noviembre redondeaba la operación adquiriendo por un millón y medio de maravedíes a su madrastra, necesitada de numerario para dotar a sus hermanastras, sus señoríos del valle del Almanzora38 .

Convertido en un gran señor del reino de Granada, en 1516 validaba su enor-me poder político en el Reino de Murcia, cuando realizó un gran despliegue militar para mantener la calma sucesoria con motivo de la muerte del Rey Católico39 . Ello no era óbice para que, paralelamente, don Pedro estuviera presente en los altercados antiseñoriales, de febrero, en el señorío de Huéscar. El adelantado fue

op. cit., p. 211. Sobre los usos abusivos de los pastos dan cuenta denuncias tan tempranas como las que en 1497 realizó la ciudad de Baza sobre los ganados de Oria y Cantoria. Ibidem, p. 220.

36 El proceso no terminaría hasta 1526, vid. FRANCO SILVA, A.: “Datos demográficos y organización municipal de las villas almerienses de los Vélez (1492-1540)”, Gades, 5 (1980), p. 87-89.

37 Con respecto a la caza imitaba la política iniciada en febrero de 1498 por el conde de Lerín cuando era señor de estas tierras. Sobre toda la política señorial llevada a cabo por el marqués de los Vélez, vid. LLADÓ GRANADOS, A.I.: “La conservación de la superficie forestal en los Vélez (siglos XVI y XVII)”, Revista Velezana, 9 (1990), pp. 5-12 y ANDÚJAR CASTILLO, F.: “Los montes de los Vélez en el siglo XVI”, en SÁNCHEZ PICÓN (ed.): Historia y medio ambiente en el territorio almeriense, Almería, 1996, pp. 83-97.

38 Estas tierras las poseía por herencia de don Juan Chacón. FRANCO SILVA, A.: “Los señoríos de los Fajardo..., op. cit., pp. 17-18.

39 OWENS, J.B.: Rebelión, monarquía y oligarquía..., op. cit., p. 148.

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obligado por el cardenal Cisneros a restablecer el orden en las tierras de la Casa de Alba40 . Su intervención militar, por su puesto, fue un paso más en su compleja táctica por hacerse presente, imprescindible, en el sector nororiental granadino.

A pesar del rechazo del regente a su política intervencionista en el altiplano granadino, el marqués de los Vélez no renunció a agregar a su estado este im-portante señorío. Por ello cuando en 1519 surge una nueva rebelión en Huéscar, Fajardo la anima, aunque los disturbios de las germanías de Valencia retrasan su acción. Sin embargo, en agosto de 1520, al alzarse la Comunidad de Murcia, apoya categóricamente al emperador Carlos V, quien para asegurarse su fidelidad le confirma en la grandeza de España41 . La delicada situación política surgida con la guerra de las comunidades, empero, la aprovechará Fajardo para establecer un ambiguo juego estratégico.

Cuando la alzada Huéscar solicita la ayuda de los comuneros murcianos, don Pedro urde un plan para jugar a dos bandas: Por un lado mostrando su fi-delidad formal a la Corona, a la vez que pretende mantener el fuego insurrecto en el altiplano granadino42 . Por lo pronto levantando un ejército de 300 lanzas y 3.000 peones moriscos de sus señoríos del Almanzora y Vélez para actuar contra los agermanados valencianos, y marchando, en compañía de don Bernardino de Cárdenas, recién creado marqués de Elche y II duque de Maqueda -y con un señorío de moriscos en la taha de Marchena, en Almería-, a los que derrota el 29 de agosto de 1520 en Orihuela, que es saqueada. La campaña se saldó con su entrada en Valencia y la reposición del virrey43 .

De vuelta al reino murciano, el marqués no duda en colgar las banderas ga-nadas a los enemigos en su capilla como demostración a sus paisanos murcianos del poderío de los Fajardo. Como afirma muy bien Jiménez Alcázar, “a pesar de perder Cartagena en beneficio de la Corona, no vio mermado su control efectivo, ni en sus señoríos ni en los concejos de realengo, por medio de lazos de clientelismo como por ser forjador del mayor señorío del reino de Granada”44 . Su fina estrategia le lleva a mantener su lealtad con la Corona, manifiesta en la presidencia de la comunidad

40 TAPIA GARRIDO, J.A.: Almería mudéjar..., op. cit., p. 307. 41 RUZ MÁRQUEZ, J.L.: Los escudos de Almería. Estudio heráldico y genealógico de los linajes de

Almería y provincia, Almería, 1986, p. 216. 42 PÉREZ, J.: La revolución de las comunidades de Castilla (1520-1521), Madrid, 1985, pp. 508-509. 43 OWENS, J.B.: Rebelión, monarquía y oligarquía..., op. cit., pp. 128-130. 44 JIMÉNEZ ALCÁZAR, J.F.: “Adelantados y mando militar..., op. cit., p. 154.

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de Murcia en su calidad de justicia mayor de la ciudad, en 1521, aunque no du-dando en continuar fomentando la rebelión comunera de Huéscar.

En el episodio comunero granadino brilló la lealtad sin sombras del capitán general de Granada, quien cortó por lo sano la cuestión: “Salio con exercito año 22 contra los comuneros la buelta del reyno de Murcia. Benziolos en batalla, ganandoles mu-chas banderas y el estandarte que su capitan general traia, y corto la cabeza a un capitan muy señalado de los comuneros, y restituió a Huescar a los duques de Alba”45 . En aquella campaña fue fundamental la participación de los notables moriscos, quienes apo-yaron sin reservas al noble granadino para levantar lanzas. Sin duda las relaciones contractuales de la familia Mendoza con este sector de colaboradores cristianos nuevos fue primordial para aplastar las comunidades de Baza y Huéscar46 .

La intervención de Hurtado de Mendoza con su ejército morisco cercenó las aspiraciones señoriales del Fajardo, el cual no perdonaría jamás a esta familia su intromisión y aún menos sus inmejorables relaciones con la minoría. Su dudosa actuación en los hechos y las denuncias del concejo murciano ante el obispo de Tortosa sobre sus maquiavélicas manipulaciones, sin embargo, costaron al marqués de los Vélez y a su primogénito, don Luis, el destierro. Padre e hijo no volverían hasta el 22 de marzo de 1542. En su ausencia, la capitanía granadina aprovecharía para exigir del Fajardo la obligación de defender su litoral de los ataques piráticos. D. Pedro, como adelantado de Murcia, tenía problemas defensivos: el dispositivo fortificado de Cartagena fue su mayor quebradero de cabeza, solucionado en parte, a partir del desastre de Argel en 1541, con la promesa real de favorecer el puerto mediterráneo. El 22 de marzo del 42 D. Pedro y su primogénito vuelven del destierro y se dedican a defender su tierra. En 1544 tuvieron el primer revés, no tanto por la ofensiva berberisca contra Cartagena, cuando por la oposición del concejo de Mula a levantar lanzas. Dos años después fallecía el marqués, sucediendo en la Casa su hijo Luis Fajardo, hombre avezado en la guerra que, rápidamente, se dedicó a depurar concejos rebeldes a su mando. D. Luis supo engrasar la maquinaria militar para, a su voz, ser obedecido de inmediato*.

45 RODRÍGUEZ DE ARDILA ESCAVIAS, G.: Historia de los Condes de Tendilla, manuscrito publicado por R. Foulché-Delbosc en la Revue Hispanique, 31 (1914), pp. 89-90.

46 Uno de los más importantes capitanes fue don Diego López Abenajara, regidor de Guadix que levantó a su costa nada menos que 1000 lanzas. Vid. SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Los moriscos que ganaron la guerra”, Melanges Louis Cardaillac, Zaghouan, 1995, Tomo I, p. 619.

*ALCAINA FERNÁNDEZ, P. (2002, p. 34-41).

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LOS MARQUESES Y SUS VASALLOS

LA POLÍTICA SEÑORIAL CON LOS MORISCOS

El destierro del primer marqués y su hijo primogénito no impidió descuidar su estado, pues continuaron dirigiendo sus posesiones, es el caso de la búsqueda de rentabilidad de los alumbres en sus tierras murcianas, cuyas importantes rentas se disputaron con los marqueses de Villena. Entre 1530-1540 los Fajardo entra-ron inmeadiatamente en pugna con estos nobles, dando lugar a que desplegasen formidables redes de influencia e intrigas palaciegas para posicionarse mejor ante estas rentas. El gran valor de las extracciones, sin embargo, aconsejará una con-cordia entre ambos aristócratas47 , si bien ello no terminó con el maquiavelismo de usar todos los medios posibles para atraerse a los pobladores de la zona y, así, apropiarse del alumbre. Un caso notable fueros las constantes manipulaciones de los vecinos de Mazarrón para que obtuviesen su independencia de Lorca, convencidos que con su libertad la influencia del concejo sería más maleable a los intereses señoriales48 .

Sin embargo, no sólo en sus señoríos murcianos sus actuaciones económicas resultan más señeras, sino que fue nuevamente en el Reino de Granada donde se dedicaron a repoblar el Marquesado de los Vélez con cristianos viejos, espe-cialmente refugiados de la rebelión de Huéscar49 . Este proceso reportará gran beneficio, no tanto por él mismo sino en su relación con los moriscos. En efecto, la introducción en el estado de una fuerte núcleo cristiano-viejo y las medidas aculturadoras de la Capilla Real hacia la minoría fueron motivo de enfrentamiento continuo entre ambas comunidades en el estado. De ello se aprovechó el marqués al fomentar la rivalidad, imponiendo las prestaciones personales, práctica poco común rechazada por los cristianos viejos, que volcaron su ira contra los moriscos, más sumisos, esgrimiendo argumentos de fe50 . Además, don Pedro Fajardo obs-taculizaba la labor doctrinal del obispado de Almería, con el que entró en fuerte

47 FRANCO SILVA, A.: El alumbre del reino de Murcia. Una historia de ambición, intrigas, riqueza y poder, Murcia, 1996, pp. 102-103.

48 Este concejo murciano nació en 1565, tras una espectacular red de estrategias entre los marqueses de los Vélez y de Villena, en clara contraposición. Sin duda los grandes beneficiarios de todo ello fueron los propios vecinos que, con sus ardices, lograron ganarse el favor de ambos nobles para su objetivo segregacionista. Vid. GUILLÉN RIQUELME, M.C.: Un siglo en la historia de Mazarrón (1462-1572), Murcia, 2001, pp. 63 y ss.

49 PÉREZ BOYERO, E.: Moriscos y cristianos..., op. cit., pp. 139-140. 50 PÉREZ BOYERO, E.: Moriscos y cristianos..., op. cit., p. 324.

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colisión por los diezmos, retrasando o negando la construcción de templos o, simplemente, impidiendo el ministerio de los sacerdotes51 . Sin duda estos cristianos nuevos eran más rentables que los cristianos viejos, no sólo por las favorables con-cesiones papales sobre los diezmos, sino porque la flexibilidad ideológica permitía ciertas libertades en los señoríos. A cambio de hacer caso omiso a las medidas asimiladoras de la Corona, el señor chantajeó a los moriscos con un innumerable número de prestaciones, era el “precio de su fe”52 .

Sobre la voracidad económica del marqués da cuenta su habilidad para apropiarse de gran parte de los diezmos y sus constantes luchas con la diócesis de Almería. Como no podía ser de otra forma, durante todo el primer cuarto del siglo, y en ausencia del obispo todo fue más fácil, si bien en un obispado tan pobre, y con la residencia del primer prelado, vendrían los problemas. El pleito inicial por recuperar tan suculentos ingresos comenzó el 4 de abril de 1526 y duró hasta el 10 de agosto de 1528, el cual terminó en una concordia firmada el 14 de enero de 1531, bajo el episcopado de Fernández de Villalán. Sin embargo la sentencia continuaba siendo demasiado favorable a Fajardo, de modo que el mismo eclesiástico volvió a entrar en pleito el 3 de julio de 1533, el cual se cerró el 12 de diciembre de 1536 con clara ventaja eclesiástica, si bien -como era normal en Fajardo- obtuvo una nueva concordia, firmada entre el 6 y 7 de octubre de 1544, que permitió con una sustancial mejora53 .

Sus constantes enfrentamientos crematísticos no se limitaron a lo divino, sino que en lo terrenal el marqués también tuvo sus problemas con la Corona, especialmente con una renta tan significativa como eran las Tercias. En efecto, en agosto de 1526, y aprovechando la estancia del emperador Carlos V en Granada, el obispo Fernández de Villalán elevó un informe sobre el estado calamitoso de los templos almerienses pertenecientes a los señoríos, exponiéndole la falta de colaboración de los señores. Su quejas fueron rápidamente oídas, ya que el 27 del mismo mes el emperador extendió una real provisión en la que mandaba a Fajardo -junto a otros señores- para que en el plazo de dos meses iniciaran las obras. Sin embargo, el noble, a imitación del resto de estados, respondió con evasivas, de tal

51 FRANCO SILVA, A.: “El obispado de Almería tras su incorporación a la Corona de Castilla”, Cuader-nos de Estudios Medievales, VI-VII (1981), pp. 79-95 y PÉREZ BOYERO, E.: “La construcción de las iglesias en el marquesado de los Vélez”, Actas del VI Simposio Internacional de mudejarismo, Teruel, 1996, pp. 811-831.

52 Una reflexión de boca del propio marqués de los Vélez, contraponiendo su política a la de su mortal enemigo, el duque de Alba, en Huéscar, en SORIA MESA, E.: Señores y oligarcas..., op. cit., p. 111.

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modo que la mitra almeriense volvió a quejarse por el incumplimiento. El 10 de junio de 1529 una real provisión obligaba al marqués para que en el plazo de un año, bajo pena de secuestro de la renta real, obedeciera lo acordado años atrás54 .

Muerto el I marqués en 1548, su hijo don Luis Fajardo de la Cueva continuó con la misma trayectoria. Entre 1551-1568 emprendió una amplia roturación del terrazgo de secano, aumentando sobremanera sus rentas. Para conseguirlo, el de Vélez convirtió a su antojo los baldíos y montes de la jurisdicción en propiedades personales, proveyendo posteriormente de tierras a los moriscos, la única comu-nidad de vasallos que se benefició de los repartos55 .

Clave en la concesión de mercedes fue el modo de diezmar, ya que el señor se reservaba dos tercios del diezmo, mientras que la iglesia tan sólo percibía el tercio restante. Esta cuestión abrió una fuerte oposición en el obispado de Al-mería, el cual estaba frustrado por la caída de sus ingresos. Además de la iglesia, la voracidad del señor fue ampliamente denunciada por los moriscos de Vélez Blanco, quienes lo demandaron en una larga lista de agravios56 . La respuesta del alto tribunal de justicia no se hizo esperar, y en 1558 frenó las apropiaciones de Fajardo, terminando así la ampliación de labrantíos57 .

Para una mentalidad como la del marqués, la paralización judicial de mer-cedes debió interpretarla en clave de fuerza, aunque como buen Fajardo aplicó inmediatamente para sus moriscos la segunda forma que conocía: la estratégica. En efecto, a imagen y semejanza de su padre, aprovechó cualquier resquicio de la política religiosa de la monarquía para el acrecentamiento de su poder, sin excluir el endurecimiento de la política real58 . Una visita inquisitorial, por ejemplo, en 1561 a los Vélez, descubrió la abundancia de prácticas musulmanas existentes, fruto de la permisividad del señor para los conversos59 .

53 LÓPEZ MARTÍN, J.: La Iglesia en Almería y sus Obispos, Almería, 1999, vol. I, p. 207-208 y CABRI-LLANA, N.: Almería morisca, Granada, 1989, pp. 207-208 y TAPIA GARRIDO, J.A.: Los obispos de Almería, Almería, 1968, pp. 22 y ss.

54 CABRILLANA, N.: Almería..., op. cit., p. 213. 55 ANDÚJAR CASTILLO, F. y BARRIOS AGUILERA, M.: “Los moriscos de los secanos. Mercedes de

tierras a moriscos en el marquesado de Los Vélez (1551-1568)”, Actas del VII Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, 1999, pp. 340-341.

56 ÁLVAREZ RIVAS, M. y CASTRO MARTÍNEZ, T.: “El marquesado de los Vélez en el Archivo de la Real Chancillería de Granada. Siglo XVI”, Almería entre culturas (siglos XIII-XVI), Almería, 1989, tomo I, pp. 291-300.

57 ANDÚJAR CASTILLO, F. y BARRIOS AGUILERA, M.: “Los moriscos de los secanos..., op. cit., p. 344. 58 SORIA MESA, E.: Señores y oligarcas..., op. cit., p. 107.

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Los Fajardo y el Marquesado de Los Vélez I

Don Luis Fajardo de la Cueva condensaba en su persona todos los defectos y virtudes del clan. Expulsado del territorio con su padre, su educación se aquilató sobre el rencor hacia los marqueses de Mondéjar, familia a la que consideraba causante de su exilio, y a la Casa de Alba, por obstaculizar sus pretensiones te-rritoriales en el altiplano granadino. Soldado de valor afamado en las guerras de Hungría, Argel y Túnez, su reconocida destreza militar atemorizó a argelinos y turcos, tanto como para tenerlo presente en diferentes óleos que trataban de re-cordar a su mortal enemigo: “que en el palacio de Argel lo tenian pintado armado con una lança en la mano y en la punta de la lança una cabeça de un turco, y assi mismo en Constantinopla lo tienen retratado, y desta misma suerte esta en Cartagena, en una sala de la casa de Nicolás Garri”60 . El II marqués de los Vélez era, pues, un destacado general que asimiló con ventaja las maquiavélicas relaciones de su progenitor con sus vasallos, al tiempo que manejaba el noble arte de la guerra.

Los conocimientos de Fajardo muy pronto pudieron ponerse en práctica, pues en 1548 heredaba el estado de los Vélez. Desde la perspectiva que le daba conocer en buena medida las guerras de religión en las que había participado, el noble no dudó en continuar con una política señorial agresiva, especialmente con los moriscos. A la altura de la primera década de mandato los datos resaltaban notablemente: por un lado, la falta de aculturación, fomentada desde el señorío, de los cristianos nuevos61 ; por otro, el interesado relegamiento de los cristianos viejos en el reparto de tierras a favor los inasimilables moriscos, que condujo a una conflictividad social en el estado muy superior a cualquier otra época. El panorama se completaba con los permanentes pleitos eclesiásticos que reivindicaban los diez-mos, y que eran fallados a favor de la iglesia. Tan complejo panorama sólo tenía un camino para el señor de los Vélez: Aumentar la presión sobre los moriscos, reavivando la espiral de violencia. Sin término de solución sobre el marquesado, el problema llevaría finalmente a los cristianos nuevos a recurrir a la Chancillería. La justicia real falló parcialmente el 23 de septiembre de 1559 a favor de los denunciantes, los cuales consiguieron roturar sus tierras sin pedir permiso al señor.

59 ALCAINA FERNÁNDEZ, P.: “La inquisición en el marquesado de los Vélez. La Visita de 1561”, Revista Velezana, 7 (1988), pp. 24-32.

60 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra de los moriscos, Cuenca, 1619. Edición facsímil de la publicada en Madrid, en 1915 por Paula Blanchard-Demouge, Granada, 1998, con estudio preliminar de J. Gil Sanjuan, p. 44.

61 PÉREZ BOYERO, E.: “La permisividad señorial y el fracaso de la política de asimilación religiosa y cultural de los moriscos granadinos”, Actas del VII Simposio Internacional de…, op. cit., pp. 475-495.

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Los Fajardo y el Marquesado de Los VélezI

A estos pleitos vinieron a unirse nuevos enfrentamientos con la casa Mendo-za: un barco encallado en las costas limítrofes a su señorío fue motivo suficiente para lanzarse acusaciones de intrusismo y afrentas que revalidaron los viejos odios de ambos clanes. En el plano castrense ganaba la partida Fajardo: en 1551 una ofensiva turca obligó a disponer un fuerte sistema defensivo de Cartagena, organizando a la milicia murciana. Pese a los obstáculos iniciales, la movilización fue un nuevo campo de experimentación para observar su capacidad de mando y depurar, en años sucesivos, el sistema. En julio de 1555 una galeota turca da pie a una nueva intervención militar en la costa de Vera, dando nuevos motivos D. Íñigo López de Mendoza para enfrentarse con el Marqués. Sea como fuere el odio entre ambos capitanes se había recrudecido, el campo de enemistad: el intrusismo jurisdiccional.

EL II MARQUÉS Y LA CONCORDIA CON LOS CRISTIA-NOS NUEVOS

La caída de ingresos en el señorío a finales de la década de 1550 llevó al II mar-qués a la búsqueda de un nuevo acuerdo con sus moriscos que le fuera más favora-ble62 . No obstante la experiencia sufrida por los cristianos nuevos era demasiado traumática como para fiarse de él; de tal modo que la década siguiente se abrió con agrias relaciones entre señor y vasallos. Sin embargo un hecho transcendental en la política regía será el pretexto ideal del II marqués, como buen Fajardo, para cambiar la tendencia. En efecto, desde el 12 de septiembre de 1564, y a instancias del inquisidor general don Diego de Espinosa, un consejo de teólogos y juristas comenzó a estudiar la situación de los moriscos desde las medidas asimilatorias de la Capilla Real. En el ámbito granadino se reflejó en el sínodo provincial de Granada, celebrado en septiembre de 1565, el cual anunció el endurecimiento de las leyes aculturadoras, aconsejadas por el arzobispo don Pedro Guerrero en la entrevista que mantuvo con el rey a su vuelta del Concilio de Trento. En la primavera de 1566 la Junta de Madrid concluyó sus trabajos proclamando la im-periosa necesidad de aniquilar cualquier signo de religión y cultura musulmana63 .

62 ANDÚJAR CASTILLO, F. y BARRIOS AGUILERA, M.: “Los moriscos de los secanos..., op. cit., p. 345. 63 MARÍN OCETE, A.: El arzobispo D. Pedro Guerrero y la política conciliar española en el siglo XVI, Ma-

drid, 1970, 2 vols. y HERRERA, I.P. de: “El Concilio Provincial de Granada de 1565. Edición crítica del malogrado concilio del arzobispo don Pedro Guerrero”, Anthologica Annua, 37 (1990), pp. 381-838.

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Los Fajardo y el Marquesado de Los Vélez I

Felipe II no tardó en dar un giro en la perspectiva morisca, en consonancia con el confesionalismo que lideraba el recién nombrado presidente del consejo de Castilla, el cardenal Espinosa. Así, el 25 de mayo de 1566 llegaba a la capital del reino don Pedro Deza, quien como presidente de la Real Chancillería sería el máximo representante de don Diego Espinosa para llevar a buen puerto las medidas asimilatorias64 . Como era de esperar, el agente trataría de granjearse todos los apoyos posibles para ejecutar su plan, entre ellos atrayendo hacia el confesionalismo el mayor número de individuos notables. El 1 de enero de 1567 se promulgó la real pragmática que exigía la conversión total de los moriscos a la cultura castellana en el plazo de un año65 .

Como no podía ser de otra forma, la nueva ley fue la puerta por la que se coló la estrategia del II marqués para salir fortalecido de la situación. En efecto, orientado a extraer el partido máximo de las tribulaciones de los moriscos, la severa legislación regia le permitió abrir negociaciones con estos vasallos un mes después de promulgarse la pragmática real66 . Al mismo tiempo el marqués hacía todo lo contrario cara a la galería, pues el desplazamiento de los albistas del go-bierno, entre los que se encontraba el duque de Alba -enemigo de Fajardo por la cuestión de Huéscar-, también le condujo a acercarse a los ebolistas y a Pedro de Deza, el hombre de la situación. En fin, don Luis tenía una baraja para jugar a ganar y otra para no perder.

Entre tanto, los meses que siguen en el reino son una verdadera movilización de los moriscos para revocar la ley. Primero fueron los intentos de su procurador don Jorge Baeza y, más tarde, los del notable don Francisco Núñez Muley, am-bos sin éxito67 . Estos fracasos llenaban de argumentos a los más extremistas para comenzar a mover sedición; instaurándose una verdadera guerra fría en todo el reino, manifiesta sobre todo en los ataques monfíes, preludio de una convulsión

64 Sobre el confesionalismo vid. MARTÍNEZ MILLÁN, J.: “En busca de la ortodoxia: El inquisidor general Diego de Espinosa”, en La Corte de Felipe II, Madrid, 1994, pp. 188-228. Acerca de la política seguida con los cristianos nuevos, vid. BENÍTEZ SÁNCHEZ-BLANCO, R.: “La política de Felipe II ante la minoría morisca”, en Felipe II y el Mediterráneo, Madrid, 1999, tomo II, p. 516.

65 Sobre el papel de Deza en Granada en relación al ideario del presidente de Castilla, vid, CABRILLANA CIÉZAR, N.: “El problema morisco en la correspondencia del Cardenal Espinosa”, Melanges Louis Cardaillas, Zaghouan, 1995, I, p. 135 y ss.

66 ANDÚJAR CASTILLO, F. y BARRIOS AGUILERA, M.: “El arte de usurpar. Señores, moriscos y cristianos viejos en el marquesado de los Vélez, 1567-1568”, Sharq al-Andalus, 13 (1996), p. 108.

67 Sobre los intentos de diálogo, vid. DOMÍNGUEZ ORTIZ, A. y VINCENT, B.: Historia de los moriscos…, op. cip., pp. 32-33 y CARO BAROJA, J.: Los moriscos…, op. cit., p. 169 y ss.

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Los Fajardo y el Marquesado de Los VélezI

mayor68 . Sorprendentemente, fueron los señoríos los más interesados en dar cobijo a los bandoleros, convencidos los señores de que el amparo a la minoría era el mejor modo de asegurarse nuevos chantajes económicos69 . Desechados los interlocutores moriscos, la nobleza granadina fue la siguiente en tratar de pactar con el rey un aplazamiento de la pragmática. El poderoso grupo fue representado por el mayordomo de la reina, don Juan Enríquez de Guzmán el de Baza, quien acompañado por Hernando el Habaquí, alguacil de Alcudia, y Juan Hernández Mofadal, vecino de Granada, trataron en vano el problema70 .

Don Luis debió estar bien enterado de todas las negociaciones, dadas las buenas relaciones que mantenía con la Casa de Baza, basada en lazos de sangre: el noble enviado a la corte era hermano de don Enrique Enríquez, cuñado de don Luis y señor de Orce y Galera, estado vecino al marquesado71 . El rechazo de la delegación granadina fue utilizada por el marqués para cerrar definitivamente el pacto con sus moriscos, el 8 de junio. Esta concordia permitió el paso de Fajardo de señor jurisdiccional a territorial, pues las posibilidades para usurpar tierras y las enormes ventajas económicas así lo certificaban72 . La situación creada por la inminente aplicación de la real pragmática hacía el resto.

Mientras el marqués reanuda las roturaciones de tierras en su estado y co-mienza una nueva etapa de relaciones económicas con la minoría73 , la situación en el reino sigue empeorando. En efecto, desde principios de 1568 la rigidez de la pragmática hace mella en los moriscos, quienes en su gran mayoría se decantan hacia tesis más agresivas para hacer recapacitar a la Corona. El mes de abril fue clave en el proceso, pues comenzó a circular la idea del alzamiento de los cristianos nuevos para el próximo Jueves Santo. Aunque el conato rebelde fue abortado, la

68 Una valoración general en VINCENT, B.: “El bandolerismo morisco en Andalucía (siglo XVI)”, en Mi-norías y marginados en la España del siglo XVI, Granada, 1987, pp. 173-197 y GIL SANJUAN, J.: “Orígenes del bandolerismo andaluz: Los monfíes”, Actas del II Congreso de Nuevas Poblaciones, Córdoba, 1988, I, pp. 289-299.

69 BENÍTEZ SÁNCHEZ-BLANCO, R.: “Control político y explotación económica de los moriscos: Régimen señorial y “protección””, Chronica Nova, 20 (1992), pp. 9-26.

70 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La guerra dentro de la guerra: Los bandos moriscos en el alzamiento de Las Alpujarras”, Actas del VII Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, 1999, p. 509.

71 SORIA MESA, E.: Señores y oligarcas..., op. cit., p. 265. 72 Como constata ANDÚJAR CASTILLO, F. y BARRIOS AGUILERA, M.: “El arte de usurpar..., op. cit.,

p. 108 y p. 112. 73 A partir de junio las roturaciones de tierras vuelven a ser altas, vid. ANDÚJAR CASTILLO, F. y BARRIOS

AGUILERA, M.: “Los moriscos de los secanos..., op. cit., pp. 344-345.

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Los Fajardo y el Marquesado de Los Vélez I

inquietud se extendió rápidamente por todo el territorio74 .

No fue en ello excepción el señorío velezano. El 4 de mayo, la comunidad viejo cristiana se amotina; molesta porque la concordia del marqués favorecía a los moriscos en el reparto de tierras, los amotinados reclamaron un contrafuero. No arredró el hecho a Fajardo: el mismo día de la asonada cristiano vieja rubricaba su pacto con los moriscos con la concesión de un importante paquete de mercedes. Ocupó septiembre en reprimir a los cabecillas amotinados, sin escatimar armas, imponiendo una singular pax señorial75 .

Entre tanto, el 27 de septiembre, se producía en una casa del Albaicín una confabulación morisca que nombraba a don Hernando de Córdoba y Válor su rey. En la misma conjura se decidía que el alzamiento morisco sería para la Navidad y se establecían acuerdos sobre las circunstancias de la insurrección76 . Sin embargo, dos días antes de lo previsto la Alpujarra se subleva, extendiéndose la rebelión velozmente. Fue entonces cuando se producen los martirios de los cristianos viejos, que hacen la guerra irreversible. Había comenzado la rebelión de los moriscos77 .

Fajardo, forjado en la más pura estrategia renacentista, ve llegada su ocasión. Era tiempo de aprovechar los favores de la guerra. Poniéndose a disposición del rey y ganando su favor podría vengarse de los Mendoza, una gran fijación de agravios pasados relacionados con el tiempo de las comunidades castellanas. Su lado estaba del partido belicista que lideraba Pedro de Deza con la máxima aquiescencia de Madrid. Era muy cierto que su toma de posición implicaba serios riesgos, pues tiraba contra su principal fuente de riquezas, la minoría morisca, base incuestionable de su hacienda señorial.

74 Sobre cómo se descubrió la sedición y de los temores que se extendieron en el reino, da cuenta una carta del jesuita Gaspar de Aranda a San Francisco de Borja. Monumenta Histórica Societatis Iesu, Madrid, 1910, tomo V, p. 32.

75 ANDÚJAR CASTILLO, F. y BARRIOS AGUILERA, M.: “Los moriscos de los secanos..., op. cit., pp. 115-120.

76 HURTADO DE MENDOZA, D.: De la guerra de Granada, Edición de M. Gómez-Moreno, Memorial Histórico Español, Madrid, 1945, XLIX, p. 25.

77 Vid. BARRIOS AGUILERA, M. y SÁNCHEZ RAMOS, V.: Martirios y mentalidad martirial en las Alpuja-rras. De la rebelión de los moriscos a las “Actas de Ugíjar”, Granada, 2001, primera parte.

Vélez Blanco era un hervidero de soldados en los primeros días de enero de 1569.

“La milicia lorquina”. Carmen Cano.

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Presentación

IILA SUBLEVACIÓN DE LOS MORISCOS Y

LA ENTRADA EN LA GUERRA

Entre los días 23 al 26 de diciembre de 1568 los moriscos de la Alpu-jarra se sublevaron, amenazando con extender la rebelión a las ciudades y seño-ríos orientales. Esta situación fue aprovechada por el marqués de los Vélez para intervenir en la guerra. La oposición del capitán general de Granada -cabeza de los Mendoza, enemigos tradicionales de los Fajardo- contrastó con el interesado apoyo del presidente de la Chancillería, agente del cardenal Espinosa.

El levantamiento de lanzas rescató de la memoria, con verdaderas expectativas de botín, las viejas campañas bélicas contra los nasríes. El 4 de enero de 1569 el marqués movilizó su ejército, un día después lo hizo el marqués de Mondéjar, Iñigo López de Mendoza, centrado en el sector occidental del reino. Entre otras cuestiones, este movimiento suponía un nuevo enfrentamiento entre ambos linajes. Durante el tiempo que duró se desvelaron dos modos distintos de actuar. Mientras el adelantado de Murcia era partidario de la dureza castrense, el capitán general de Granada mostraba su interés por pactar con los rebeldes.

La primera campaña del marqués fue exitosa y fulgurante. Las batallas de Huécija, Félix y Ohanes liberaron todo el sector oriental alpujarreño y a la ciudad de Almería. Sin embargo, desde sus inicios Fajardo tuvo problemas con sus sol-dados, quienes volvían a Murcia una vez saqueados y robados los moriscos. La visión que tenía el marqués de un ejército disciplinado y atento a una campaña larga contrastaba con una hueste montaraz que sólo se movía por interés. Las diferencias entre el general y su tropa culminaron el 3 de febrero con un atentado, tras el cual el marqués tuvo que doblegarse a los intereses del vulgo. A partir de estas fechas, y coincidiendo con los pactos de reducción alcanzados por Mondéjar con los moriscos, el impresionante contingente militar del marqués de los Vélez se deshacía en el campo de Terque desde febrero.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

EL PROBLEMA DE LA INTERVENCIÓN EN EL REINO DE GRANADA

Entre el 23 y 26 de diciembre de 1568 la mayoría de los moriscos alpujarre-ños se levantan contra las autoridades, degollando a los cristianos viejos que caen a su alcance, son las “Navidades de Sangre”. Al atardecer del día 26 la situación se agrava con el rumor de la ampliación del conflicto al Marquesado del Cene-te, obligando al licenciado Molina de Mosquera -alcalde de la Chancillería que actuaba contra diferentes monfíes de la zona- a atrincherarse con el gobernador del estado, Juan de la Torre, en la fortaleza de La Calahorra. Desde su refugio, el oficial regio enviaba cartas de socorro a Granada, Guadix y Baza1 . Las inquie-tantes noticias de una posible ampliación del conflicto al altiplano se extendieron como un reguero de pólvora. En aquella noche se leían en el concejo de Baza las alarmantes noticias del licenciado, ciudad que remitió -a su vez- las demandas a los señoríos de Huéscar y los Vélez2 .

Las previsiones de la tarde del 26 de diciembre no iban descaminadas, ya que desde Ohanes al día siguiente Hernando El Gorri saltaba a la otra cara de la sierra y levantaba las villas de Abla y Abrucena. Alzadas las poblaciones del río Nacimiento, en esa misma noche los moriscos intentaban tomar Fiñana, tratando de cortar las comunicaciones entre Almería y Guadix. La intervención de las milicias de Baza, llegadas para reforzar La Calahorra, frustraron los planes rebel-des3 . No obstante, y aún cuando se había sorteado el peligro, la presión rebelde en el altiplano era extrema, tanto que ya para estas fechas se veía claro que la situación no se resolvería con una puntual intervención, sino que sería preciso un contingente de mayor envergadura. Sin embargo, y a pesar del cariz que tomaba el conflicto, la actuación militar del capitán general seguía demorándose, pese a las negras noticias que poco a poco llegaban a Granada. No hay duda que el marqués de Mondéjar estaba calibrando la dimensión del conflicto y, por supuesto, organizando un ejército. La posición de don Íñigo López de Mendoza fue mal entendida por granadinos muy nerviosos, los cuales veían en su lenta intervención una posición ambigua con respecto a los sublevados.

1 RUIZ PÉREZ, R.: “El levantamiento morisco en tierras de señorío. El caso del Marquesado del Cenete”, Crónica Nova, 19 (1991), p. 113.

2 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Baza y su tierra en la rebelión de los moriscos”, Péndulo, 2 (2001), p. 19.

3 GARRIDO GARCÍA, C.F.: “La esclavitud morisca en el Reino de Granada. El caso de la villa de Fiñana (1569-1582)”, Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, 50 (2001), p. 114 y SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Baza..., op. cit., p. 19.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

El día 28, conforme llegaban las primeras e inquietantes noticias sobre las atrocidades contra cristianos viejos y el temor a un alzamiento generalizado del altiplano, la voz de ciertas zonas con una alta población morisca, bien señoríos limítrofes -como el marquesado del Cenete y el señorío de Gor/Taha de Albolo-duy- o algunas ciudades -como Almería-, no se hicieron esperar y solicitaron ayuda al marqués de los Vélez.4 . Para presionarlo más, sus demandas las hicieron llegar también al presidente de la Chancillería, para que por su autoridad le pidiese a don Luis Fajardo su inmediata intervención, conforme al peligro que sufrían sus tierras5 .

Las cartas del sector oriental fueron el mejor incentivo para un belicista don Pedro de Deza, cada vez más opuesto a la política pactista del marqués de Mondéjar. A su parecer el levantamiento sólo podía responderse por las armas, y desde luego rápidamente, única forma posible de frenar una amenaza cierta. Apoyándose en las misivas, el mismo 28 de diciembre pedía al marqués de los Vélez su intervención en el reino granadino “que juntase gente del reyno de Murcia y entrase en el rio Almeria, significandole el servicio que haria en ello al rey”6 . En opinión de un cronista murciano de todo crédito, en su calidad de adelantado mayor de Murcia era la persona más indónea para intervenir en el reino, no escatimando halagos y “animandole a juntar gente de aquellas provincias y de sus deudos y amigos”7 . La solicitud fue muy bien recibida por don Luis Fajardo, pues “el marques de los Velez no era muy amigo del de Mondejar y començo a levantar gente con su dinero”8 . Así, “considerando el grande deservicio de Dios y de su Majestad, que de lo dicho se causava y lo que mas se esperava no poniendo remedio con brevedad, ymbio por gente de guerra al reyno de Murzia”9 .

4 El propio marqués escribe que se enteró de la situación “por cartas del licenciado Molina de Moxquera, alcalde de Chancillería que estava en La Calahorra, y de don Diego de Castilla, señor de Gor, de lo particular que en aquella comarca hacía los rebeldes, y asi mismo de las ciudades desde Baça y Almería y de otras personas, y todos los demas pueblos y gobernaciones de aquella tierra, y especialmente de que la çiudad de Almeria se tenia por çercada de los enemigos y estaba con mucha falta de bastimentos y otras cosas, la qual está a XXIII leguas de Veliz, donde el marques residia”. A.M.H. Relación de la campaña del marqués. Felix, 20 de enero de 1569.

5 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión y castigo de los moriscos del reino de Granada, Málaga, 1600, reimpresión de la edición de la B.A.E. (1945) con estudio preliminar de A. Galán Sánchez, Málaga, 1990, p. 130.

6 HERRERA TORDESILLAS, A.: Historia general del mundo de XVI años del tiempo del señor rey don Felipe II el prudente, desde el año MDLIX hasta el de MDLXXIIII, Madrid, 1601. Libro undécimo, capítulo III.

7 HURTADO DE MENDOZA, D.: De la guerra…, op. cit., p. 36.

8 HERRERA TORDESILLAS, A.: Historia general del mundo…, op. cit., libro undécimo, capítulo III.

9 A. M. H., Relación de la campaña del marqués. ¿Felix, 20 de enero de 1569?.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

La petición de socorro del presidente de la Chancillería manifestaba a las claras su total intromisión en las competencias estrictamente militares del capitán general granadino. Sin embargo, aún cuando su medida era estratégicamente lógica por la coyuntura, la solicitud hay que observarla dentro de su sibilina conspiración contra el capitán general granadino. Que don Pedro Deza asumiera indebidamente res-ponsabilidades castrenses iba más allá de un mero nerviosismo por el alzamiento morisco: significaba la materialización misma de otro modo de entender la con-tienda10 . Esta bicefalia de mando fue inmediatamente percibida por Mondéjar, el cual expresó sus más enérgicas quejas a don Pedro por boca del conde de Tendilla, quien “fue muchas vezes a manifestalle estos peligros y protestalle los daños grandes que podian resultar, y pedille amigablemente no estorbasse los desinios que su padre llebaba”11 .

Para tratar de amortiguar el maquiavélico plan del presidente, Mondéjar envió a su hijo a la Corte con el objetivo de informar al monarca del verdadero alcance de la situación. En aquella entrevista el conde de Tendilla trató de evitar la entrada militar de Fajardo, “pues el reyno era lebantado y el don Pedro de Deza y los que le seguian avian de procurar de llevar su malizia al cavo, aunque contra tantos avia de contrastar para abivar lo que mexor se pudiesse”. Por ello le rogó “inviasse a la vanda de Almeria el conde de la Puebla, su cuñado, para que por alli el de los Belez no entrasse, ni los moriscos de las Alpuxarras pudiesen por alli juntarse”12 . Don Alonso de Cárdenas era señor de las villas de Gérgal y Bacares, estado almeriense que se interponía en el trayecto de don Luis Fajardo. Su interés por intervenir estaba sobradamente demostrado, habida cuenta que su señorío se sublevó el 27 de diciembre por mano su propio alcaide morisco, Francisco Puertocarrero13 . El noble, además, reunía condiciones muy interesantes para poder movilizar ayudas de reinos vecinos, dado que era familia de los duques de Maqueda, señores de la taha alpujarreña de Marchena, igualmente sublevada. Estos nobles eran marqueses de Elche y resultaban fundamentales para movilizar a su favor las tropas del sur del reino de Valencia, coartando así el posible granero de hombres para Fajardo14 .

10 Acerca del papel militar, así como otras competencias distintas a las meramente judiciales, esto es, el papel político de la Real Chancillería, es un tema novedoso que comienza a introducirse con fuerza en esta institución bajo el reinado filipino. Vid. GÓMEZ GONZÁLEZ, I.: “La Chancillería de Granada en el reinado de Felipe II”, en Felipe II y el Mediterráneo, Madrid, 1999, vol. III, pp. 608-609.

11 RODRÍGUEZ DE ARDILA ESCAVIAS, G.: Historia de los condes..., op. cit., p. 97.

12 RODRÍGUEZ DE ARDILA ESCAVIAS, G.: Historia de los condes..., op. cit., p. 116.

13 I.V.D.J., Envío 1, p. 20. D. Alonso de Cárdenas al cardenal Espinosa.

14 Sobre la familia Cárdenas y su relación con tierras almerienses, en RUZ MÁRQUEZ, J.L.: Los escudos de Almería…, op. cit., p. 175.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

La propuesta de los Mendoza no fue escuchada. La cercanía al conflicto y su buena predisposición para la guerra, convirtieron al marqués de los Vélez en el mejor instrumento para que el bando de los letrados finalmente se impusiera al de los señores, tanto más siendo él mismo un declarado belicista15 . El ofrecimiento de Deza fue un verdadero premio para don Luis Fajardo, ya que le daba la opor-tunidad de aumentar su gloria guerrera en la campaña contra los moriscos. Pese a su ambición, el riesgo de la enemistad con los Mendoza aún le hizo dudar16 , si bien una segunda carta de la ciudad de Almería y su gobernador, García de Villarroel, al concejo de Lorca resolvía todas sus dudas. Como alcaide de los reales alcázares, volvía a ser reclamado por partida doble, de tal modo que un cronista justifica la elección de Fajardo como la estratégicamente más correcta, por ser la persona idónea para levantar “gente deste fidelisimo reyno, sugetasse los lugares sublevados del Reyno de Granada, y pusiesse temor a las villas de los rios Almanzora, y Almeria, y sierras de Filabres y Bacares, para que no siguiessen el levantamiento; pues por las cercania de estos lugares al mar serian mas facil, y prontamente socorridos de los moros de Argel”17 .

La importancia dada a las tropas murcianas para resolver tamaño conflicto, así como una presentación que las colocaba como el exclusivo recurso castrense, eran todos los argumentos que servía el presidente de la Real Chancillería para iniciar un conflicto. Como afirma Braudel, Deza “contribuye a destacar al marques de Velez, hombre incapaz. Y la ineficacia de la represion hace, naturalmente, que se extienda el incendio, la espantosa guerra que, por lo demas, progresa por si misma”18 .

En los últimos días de 1568 don Luis Fajardo pone en marcha su enorme influencia en el Reino de Murcia, comenzando a reclutar hombres entre “algunos pueblos comarcanos a la raya”19 . En Lorca, su vivero de tropas, la carta del marqués se leyó en cabildo el 29 de diciembre, una misiva en la que comunica levantar guardas y estancias y estar atentos a sus órdenes20 . La respuesta de la ciudad del

15 PÉREZ, J.: “Letrados et seigneurs”, en Les Morisques et leur temps, París, 1983, pp. 237-244.

16 Este movimiento de Deza ya fue apuntado por otro Mendoza, cuando escribre: “el presidente, aliviado ya del peligro presente, començo a pensar con más libertad en el servicio del rey o en la emulación del marques [de Mondejar]: escribio a don Luis Fajardo, marques de los Velez (...). Era el marques tenido por diligente y animoso, y entre el y el de Mondejar ubo siempre diferencias y alongamiento de voluntad desde los padres”. HURTADO DE MENDOZA, D.: De la guerra..., op. cit., p. 36.

17 MOROTE, fray Pedro: Blasones y antigüedades de la ciudad de Lorca, Murcia, 1741, imp. Francisco López Mesnier, reimpreso en Lorca en 1980, p. 377.

18 BRAUDEL, F.: El Mediterráneo y el mundo mediterráneo…, op. cit., p. 321.

19 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 130.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

Guadalentín fue inmediata: “Que se tiendan vanderas y se toquen tanbores y nombre ofiçiales para que luego hagan la jente”; se sitúan guardas en la fortaleza y se ponen ahumadas para comunicarse con el noble en Montebriche21 .

Pese al despliegue militar, aún dudó don Luis en cruzar la frontera, ya que no disponía de la autorización real. El 30 de diciembre el concejo lorquino se re-unió a las diez de la noche con la orden de desplazarse a Vélez-Blanco, partiendo a las tres de la madrugada un contingente de 1.500 infantes y 100 caballos. A mediodía una contraorden hace retornar al ejército a Lorca22 , aunque el mismo día 31 don Luis Fajardo recibía una nueva carta de Almería que anunciaba su inminente cerco. Esta última misiva convenció definitivamente al aristócrata, quien a partir de este instante no devuelve a su lugar de origen las tropas que llegan de las ciudades murcianas. De las primeras en acudir fue su villa de Mula, la cual, por la orden del 29, envió 100 hombres al mando de Alonso Capel, tropas que llegaron el último día del año23 .

Junto a la amenaza de que la ciudad almeriense cayese en manos enemigas, la presión de los moriscos alpujarreños sobre el altiplano granadino culmina el 1 de enero de 1569 con el levantamiento de diferentes villas del Marquesado del Cenete. Con estos alborotos, el peligro en el altiplano se recrudece, poniendo de nuevo en máxima alerta a Fiñana, villa que vio cómo Guadix menoscaba su defensa. Como era de esperar, una nueva oleada de cartas llegaron al mar-qués reclamándole socorro24 . En paralelo, don Luis Fajardo se crecía y hacía lo propio con sus villas deudoras, las cuales respondían poco a poco con el envío de soldados. El 1 de enero ordenaba a Mula que remitiera otro contingente, respondiendo su villa con 50 caballos y 100 infantes, bajo el mando respectivo de Martín Dávila y Diego Fernández Melgarejo, el cual hace de comandante25 . En iguales términos se dirigió a Lorca, a la que pide los soldados que devolvió y le anuncia la próxima llegada de su hermano don Juan Fajardo para explicarles la situación almeriense26 .

20 A.M.L., Actas Capitulares 1567-1569, sesión del 29/XII/1568.

21 Ibidem.

22 A.M.L., Actas Capitulares 1567-1569, sesión del 30/XII/1568.

23 GONZÁLEZ CASTAÑO, J.: Una villa del reino de Murcia en la Edad Moderna (Mula, 1500-1648), Murcia, 1990, p. 133.

24 RUIZ PÉREZ, R.: “El levantamiento..., op. cit., p. 314 y GARRIDO GARCÍA, C.F.: “La esclavitud morisca en el reino de Granada. El caso..., op. cit., p. 114.

25 GONZÁLEZ CASTAÑO, J.: Una villa del reino... op. cit., p. 133.

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Además del reclutamiento murciano, por estas fechas don Luis Fajardo también había contactado con el vecino estado de Huéscar, donde tenía gran predicamento entre sus habitantes desde los tiempos de las comunidades. La pre-sencia de tropas de este señorío era fundamental, ya que unido a los hombres de su propio estado, así como los que pensaba reclutar de su pariente don Enrique Enríquez, en Baza, podría dar un toque granadino al cuerpo militar que pensaba introducir en el Reino de Granada. Sin embargo la duquesa de Alba tenía otros planes para este cuerpo armado, puesto que pretendía que sirviera de protección del territorio en caso de asalto. Según los informes que recibió en Madrid el día 6, la ciudad oscense podía levantar 600 hombres, que “con esos y quatroçientos que me dicen que ay en la Puebla, se podran hazer cuerpo y presa y mas jente. Trabajareis que se baya armando, y ansi se hara”27 . No obstante, y haciendo más caso a Fajardo que a su señora natural, los oscenses comenzaron a levantar el contingente para ir a la campaña alpujarreña.

Frente a la agilidad que mostraban ciertos lugares como Huéscar, pese a sus circunstancias, sorprendentemente otras poblaciones murcianas -más en sintonía con la Casa Fajardo- se demoraban. La ciudad de Murcia, aún habiendo leído su solicitud del 31 de diciembre para el envío de 500 hombres, no respondió hasta el día 2 del mes siguiente. En tal ocasión negaba cualquier apoyo al marqués mientras no recibiera la oportuna autorización real, la cual no llegó hasta el 12 de enero28 . El concejo de Mazarrón, con tantos intereses económicos del marqués y aún con deudas por su reciente independencia, a mediados de enero debate e insiste a uno de sus alcaldes para que no abandone la villa29 . En Lorca ocurrió algo semejante, pues el emisario de don Luis Fajardo encontró escaso ánimo, tan sólo manifiesto en el contingente levantado por el capitán don Alonso del Castillo el mozo30 . Ante estas reticencias, el 2 de enero don Luis mandó a la ciudad lorquina a don Diego Mateo de Guevara, comisario de la milicia del Reino de Murcia, el cual presentó una dura orden que moviliza a los vecinos bajo el mando de Juan

26 A.M.L., Actas Capitulares 1567-1569, sesión del 1/I/1569.

27 A.M.H. La marquesa-duquesa al concejo de Huéscar. Madrid, 13 de enero de 1569.

28 CALDERÓN DORDA, A. y LÓPEZ LÓPEZ, T.: “La ciudad de Murcia ante la sublevación morisca de las Alpujarras”, Actas de las II Jornadas Nacionales…, op. cit., pp. 137-138.

29 Con constantes ataques desde Berbería, esta población tenía presente la información que circulaba de la relación entre los alzados y el Norte de África. Vid. GUILLÉN RIQUELME, M.C.: Un siglo en la historia..., op. cit., p. 170.

30 A.R.Ch.Gr., 303-225-9.

31 A.M.L., Actas Capitulares 1567-1569, sesión del 2/I/1569.

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Navarro de Álava y Juan Felices de Ureta el mozo, que partieron inmediatamente hacia el señorío31 . El mismo día don Luis envió una requisitoria a la ciudad de Albacete solicitándole el levantamiento de lanzas en su distrito y en las tierras del Marqués de Villena32 . Deudo suyo desde la época de las germanías, este noble no se negaría a enviarle socorros al marqués, confiado en que sería el mejor seguro para resguardar sus señoríos granadinos de Serón y Tíjola, también amenazados.

La movilización de la milicia debió despertar las viejas historias fronterizas que tanta fama dieron al concejo lorquino y otras villas murcianas de la frontera. En las mentes de los soldados rondarían las historias de padres y abuelos en las campañas contra mudéjares y nasríes. Sin duda el levantamiento de lanzas se asemejaría a las huestes medievales de antaño, aferradas al botín de guerra, el mejor señuelo para la batalla. Como muy acertadamente apostilló un historiador lorquino, las solicitudes del marqués resonaron con fuerza entre los de Lorca, quienes “creyendo habian tornado aquellos tiempos de gloria de sus padres, acometieron algunas hazañas mas, que hoy solo se conservan en empolvadas ejecutorias”33 .

Conforme la euforia de la guerra crecía y los días pasaban, don Luis Fajardo encontró los argumentos definitivos para justificar su introducción en el reino granadino: “Ateniendose a lo que dice una ley tercera, titulo diez y nueve de la Segunda Partida, que deben hacer los vasallos por sus reyes en caso de rebelion”34 . Si ello respon-día a derecho, la realidad sería que “el por una parte y el marques [de Mondéjar] por otra harian que presto aquellas guerras civiles acabasen”35 . Con urgencia, y acorde al acuartelamiento en Vélez-Blanco, el general nombró su cuadro de mando: como maese de campo designó a su hermano don Juan Fajardo; el sargento mayor sería Andrés de Mora, capitán de Caravaca; para llevar su estandarte quedó su hijo bastardo, Luis Fajardo. El pendón tenía dos puntas y era de damasco rojo en oro

32 SANTAMARÍA CONDE, A.: “Participación de Albacete en la lucha contra la sublevación de los moriscos granadinos”, Al-Basit, 6 (1979), pp. 177-178.

33 CÁCERES PLA, F.: “Los tercios de Lorca”, Revista Contemporánea, 115 (1899), p. 289.

34 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 130. Esta ley se refiere a la sedición y su aplastamiento; comprometía a los vasallos a participar “luego que lo sopieren, a tal hueste (defensiva), no ateniendo mandado del rey”. La glosa del licenciado Gregorio López disipa las po-sibles dudas, refiriéndose al caso de que las comunicaciones no fuesen buenas y el mandamiento se demorase, siendo necesaria una rápida intervención. Partida II, título XIX, ley III. Las Partidas, glosadas por el lcdo. Gregorio López, imprenta de Andrea de Portonaris, Salamanca, 1555 (reimp. Fasc. Madrid, 1985).

35 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra de los moriscos. Cuenca, 1619; ed. facsímil publicada en Madrid en 1915, por Paula Blanchard-Demouge, Granada, 1998, con estudio previo de J. Gil Sanjuán., pp. 40-41.

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Las Partidas fueron el argumento legal que utilizó el marqués para intervenir en el Reino de Granada.

“Caballeros argumentando”. Carmen Cano.

BANDASVanguardia

Batalla de Lorca

El marqués con el resto de las ciudades

Totana

Alhama

RetaguardiaCaravaca

Mula

Cehegín

Cuadro 1. DISPOSICIÓN DEL EJÉRCITO DEL MARQUÉS

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y plata; llevaba orla con unas emes y oes entrelazadas en plata, quedando flan-queadas en ambas partes por dos penachos blancos. No era baladí el gallardete que usaba el marqués, pues “todo queria dezir memoria de mis penas. Por cierto una galana cifra y escura. Y esta cifra uso el marques despues de la muerte de su muger, doña Leonor de Cordova y Silva, hija del conde de Cabra, a quien el marques amo en tan alto grado que jamas se quiso tornar a casar”36 .

A la vez que ordenaba su tropa, don Luis también organizaba su estado, asegurándose antes de salir que los cristianos nuevos no sufrirían en su ausencia. Para ello “tomo todas las moriscas y a sus hijuelos y haziendas por escripto, y los metio en su fortaleza diziendo a los moriscos que alli quedaban vien seguros sus hijos y mugeres. Y a ellos y a sus hijos grandes les mando que llebasen al campo a traer algunas vacas y carneros y los vastimentos neçesarios”37 . Estas medidas pretendían evitar revanchas innecesarias de los cristianos viejos y, en fin, mantener tranquila la retaguardia. Tan convencido estaba de la seguridad de su estado que don Luis Fajardo se permitió el lujo de armar y llevarse algunas compañías de los Vélez, entre ellas dos bajo el mando de los capitanes Bartolomé Martínez Tovillos y Miguel Sánchez Palomera, ambos de la villa de María38 .

El día 3 de enero de 1569 el marqués de Mondéjar partía de Granada para internarse en la Alpujarra y, con una sincronización casi perfecta, al día siguiente levantaba don Luis Fajardo su campo: “y salio con ella de Velez, que es en este reyno de Granada, que eran dos mill infantes y doscientos caballos y seys pieças de artilleria de canpo manuales, a quatro dias del presente mes de henero en la tarde, la buelta de Almeria para socorrella”39 . En la primera jornada el ejército caminó hasta su villa de Oria. En ella sólo se detuvo para dejar a su hijo bastardo a cargo de la fortaleza, siendo sustituido en el estandarte del ejército por el alférez don Rodrigo de Benavides, deudo del señor de Jabalquinto, y hasta ese instante gobernador de la población.

Organizada la defensa de la plaza, continuó hacia la Boca de Oria, punto peligroso por ser la entrada natural del señorío en el río Almanzora. En el tra-yecto don Luis recibió a Jaime Prades con tropas de Orihuela y otras villas del Reino de Valencia, aproximadamente 500 infantes y 100 caballos. Llegados al

42 Ibidem.

43 CABRERA DE CÓRDOBA, L.: Historia de Filipe Segundo, rey de España, Madrid, 1978, p. 643.

44 R.A.H., Colección Salazar, 9/3761, fol. 238.

45 I.V.D.J., Envío 1, p. 157. D. García de Villarroel al cardenal. Almería, 4 de enero de 1569.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

36 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., pp. 77-78.

37 R.A.H, Colección Salazar, 9/3761, fol. 238. Relación de un jesuíta, fechada el 9 de enero de 1569.

38 ALCAINA FERNÁNDEZ, P.: Historia de la villa de María, Almería, 1992, p. 52.

39 A.M.H., Relación de la campaña del marqués. ¿Felix, 20 de enero de 1569?.

40 MOROTE, fray Pedro: Blasones y antigüedades..., op. cit., p. 378; MÁRMOL CARVAJAL, L. del: His-toria del rebelión..., op. cit., p. 130 y HURTADO DE MENDOZA, D.: De la guerra..., op. cit., p. 36.

41 El general que refiere es el marqués de Mondéjar. MOROTE, fray Pedro: Blasones ..., op. cit., p. 378.

lugar estratégico, el ejército acampó. Alojado el marqués en su casa del Margen, esperó que llegase la orden real para intervenir40 . No cabe duda de que la trama conspiratoria contra los Mondéjar se estrechaba, pues en este campo don Luis recibió una segunda carta de Deza avisándole de la inminente autorización regia. Su intención era “rogar si era posible se llegase a Granada para comunicar con el çiertas cosas que deseaban açerca desta fortuna y del general que tenemos”41 .

Fajardo no creyó conveniente desplazarse a la capital del reino a estudiar las propuestas del presidente. Muy al contrario, prefirió continuar en su objetivo, y para ello escribió a don Pedro informándole de su partida el martes 4 de enero y su marcha hasta Oria; anunciándole cómo “otro dia miercoles avia de caminar otras çinco”42 . La misiva pretendía, entre otras razones, asegurarse la complicidad de Deza, ya que todavía no tenía el oportuno permiso real. Aún más, las prisas por entrar en combate eran tremendas, tanto como para no contemplar la oferta del presidente de financiar su ejército a costa de los pueblos, como en Andalucía. En efecto, don Luis Fajardo la rechazó de plano, “pareciendole seria a su costa el sustento della, quiso fuese a la de los enemigos”43 . El noble velezano sabía muy bien que debía acelerar su entrada en lucha, desconfiando de que el monarca desautorizase sus acciones. De sus intenciones no deja duda la frase que se atrevió a manifestar al rígido oficial regio, cuando “escribio que tenia tanto deseo de aprovechar esta jornada que temia por su desgraçia se tornase humo” 44 .

La carta del marqués llegó a Granada el mismo 4 de enero, el día que Alme-ría anunciaba una importante victoria sobre los moriscos y, por tanto, su práctica liberación del cerco que alarmantemente había anunciado una semana antes45 . Sin embargo ello no fue razón para que Vélez se volviese; muy al contrario, el bando beligerante instrumentalizó el correo de don Luis Fajardo para crear un estado de opinión en la capital del reino, pues “a las tres de la tarde entro otra muy buena nueba con que toda la ciudad paresçio estar segura, y es que el marques de los Velez escrivio al presidente y oydores y inquisidores como martes quatro deste salio con

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tres mill infantes y quatroçientos cavallos y que va la buelta de Almeria”46 .

Sin esperar noticias del monarca, Fajardo el 5 de enero salió de Oria y se introdujo en el río Almanzora, alojándose en Olula del Río. En esta villa señorial de la familia Serrano estuvo acampado esperando nuevas, incorporándose 100 hombres de Baza con don Juan Enríquez, pese a las reiteradas órdenes de la ciu-dad para mantenerse en el presidio de Caniles para garantizar la seguridad47 . En aquella fecha “ya llevava çerca de tres mill infantes y mas caballos, y con su pasada se allano todo aquel rio, donde ay muchos pueblos y algunos estaban sospechosos”48 .

Al día siguiente, desde Olula del Río comenzó a cruzar Los Filabres “con muy reçia agua, que le duro sin parar hasta llegar al dicho alojamiento, aviendo pasado muy mal camino y angosto por la dicha sierra”49 . Con harto trabajo atravesó estos mon-tes, liberando sin problemas Tahal, cabeza del señorío de su pariente Enríquez, y Gérgal, estado perteneciente al conde de La Puebla, pariente de Mondéjar. El 7 de enero llegó a Tabernas y las tropas, ávidas por entrar en combate y conseguir botín, intentan saquear la villa, aunque con frustración descubrieron que no había moriscos, pues “los monfis les avian hecho levantar por fuerça, y quando el marques alli llego, no parecia moro a vida, antes el lugar todo estava saqueado y medio quemado”50 . Sin embargo, y a pesar de las ansias de botín, el general acampa en la población para descansar y reparar su campo de la sufrida travesía por la sierra. La medida era acertada ya que el dominio que ejercía la villa en todo el territorio era notable “porque los moros de la comarca mientras alli estuvo no se osaron levantar, como hicieron despues”.

La decisión de acampar unos días en Tabernas encerraba también un objetivo no declarado -pero fundamental-, esto es, aguardar la oportuna carta real para actuar militarmente, toda vez que el tiempo de espera permitiría que llegasen más compañías de Murcia51 . Sea como fuere, el marqués de los Vélez había logrado sus fines: colocarse con un importante grueso militar a una jornada de la ciudad de Almería, o si se prefiere de la misma Alpujarra. La presencia del marqués en esta villa de la jurisdicción almeriense fue vista por el sector pactista como un

46 R.A.H., Colección Salazar, 9/3761, fol. 238.

47 B.N., Mss. 10.475, fol. 250r-266r.

48 A.M.H., Relación de la campaña del marqués. ¿Felix, 20 de enero de 1569?.

49 Ibidem.

50 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., pp. 45.

51 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 131.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

Cuadro 2. EJÉRCITO DEL MARQUÉS A LA ALTURA DEL 5 DE ENERO

CIUDAD TROPAS CAPITANES

Lorca 1.000 infantes Juan Mateos de Guevara, Juan Felices

100 caballos Quiñonero, Juan Felices Duque, Alonso del

Castillo, el mozo, Adrián Leones de Alberca,

Hernán Pérez de Tudela

Caravaca 350 infantes Juan de León, Hernando de Mora, Pedro

20 caballos Martínez y Andrés de Mora

Moratalla 200 infantes Juan López

30 caballos

Hellín 150 infantes Pablo Pinedo

15 caballos

Cehegín 225 infantes Francisco Fajardo y el capitán Carreño

20 caballos

Mula 250 infantes Diego Fernández Melgarejo

Totana 100 infantes Pedro Cayuela

Alhama 100 infantes

Los Vélez y Librilla 125 infantes Hernando de León

115 caballos

Orihuela 500 infantes Jaime de Prades

100 caballos

Baza 100 hombres Don Juan Enríquez de Guzmán

TOTAL 3.100 infantes y 400 caballos

La guerra alpujarreña y la inseguridad de la tierra obligó a disponer un fuerte contingente

militar.

“Militares”. Carmen Cano.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

En la primera semana de 1569 el marqués cruzaba el Valle del Almanzora con un impresionante ejército de algo más de 3.000 hombres.

“Marcha militar”. Carmen Cano.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

atrevimiento desmedido, pues “atribuyeron esto algunos a demasiada ambicion i falta de cortesia por aver escrito al rey queria servir a su costa, i que sin esperar su orden se adelanto para que se hallase dentro”52 .

Con esta presentación, difícil iba a resultar que Felipe II rechazase su oferta militar. Además, aunque los moriscos sitiaron La Calahorra el 7 de enero, al día siguiente las milicias de Guadix lograron expulsar a los rebeldes a las montañas53 . El camino estaba, por tanto, expedito. A ello se unió la cercanía de Tabernas -5 leguas- a Almería, de tal modo que “aquella çiudad estava aliviada del trabajo que antes tenia, y asi binieron a decirlo don Alonso Vanegas y otro regidor con carta della, y vinieron aquella yglesia el dean y un canonigo por parte del Obispo y cabildo, pidiendole todos continuase su camino con brevedad para deshacer los enemigos”54 . Durante los tres días que estuvo allí, recibió vituallas y se le agregaron nuevas tropas de Lorca y otros lugares del reino murciano. El 11 de enero, por fin, recibió el ansiado permiso para intervenir contra los moriscos, partiendo de inmediato. Como apunta muy bien un cronista, “tuvose por buena esta provision, por hallerse ya dentro del reino de Granada con campo formado y recogido a su costa, aunque no dejaba de parecer que se hacia agravio al marques de Mondejar y a la razon de la guerra, habiendo en una pro-vincia dos capitanes generales, que ninguno dellos queria igual”55 . Se había consumado, en suma, la trama conspiratoria contra los Mendoza56 .

LA PRIMERA CAMPAÑA DEL MARQUÉS. Enero-Marzo de 1569.

Cuando el 11 de enero el adelantado mayor de Murcia recibió el visto bueno para presentar batalla a los moriscos, no dudó en partir el mismo día en direc-ción al curso bajo del Andarax. Su objetivo era liberar este territorio para cerrar la entrada de los enemigos a Almería por el curso fluvial y aliviar con este frente la presión que aún ejercían los rebeldes en las sierras cercanas al marquesado del Cenete57 . Le acompañaría don Alonso Avis Granada-Venegas, miembro de la

52 CABRERA DE CÓRDOBA, L.: Historia de Filipe Segundo…, op. cit., p. 552-553.

53 RUIZ PÉREZ, R.: “El levantamiento..., op. cit., pp. 318-319.

54 A.M.H., Relación de la campaña del marqués. ¿Felix, 20 de enero de 1569?.

55 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 136.

56 Como ya apuntó en su día CEPEDA ADÁN, J.: “Los últimos Mendozas granadinos del siglo XVI”, Homenaje al profesor Marín Ocete, Granada, 1974, Tomo I, p. 198.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

alta nobleza morisca y un importante propietario en la zona, sin duda el mejor interlocutor con el enemigo en caso necesario58 . En su marcha desde Tabernas, “paso a dos leguas de Almeria la buelta de Gueçija, a alojarse en un lugar que se llama Santa Fe, una legua de la dicha villa, primer pueblo de los que estaban rebelados, aunque no allo gente en el”59 . En la población se alojaría en la torre-fuerte que allí poseía Don Alonso Avís, razón por la que recibía el sobrenombre de “el de la torre” para diferenciarlo de su primo D. Alonso Granada Venegas. En ésta -antes de entrar a campaña- acordó liberar la taha de Boloduy. Respondía así a las súplicas de socorro que en su día le hizo la familia Castilla.

El día 12 de enero el marqués remontó el río Nacimiento hasta llegar a Santa Cruz, capital del señorío del Boloduy, donde acampó durante todo el día para res-tablecer el orden en el estado. Llegados a la villa “algunos soldados, con la codicia de robar, salieron sin orden a buscar los lugares y robaron algunos dellos y tomaron muchas moras”60 . Esta acción despejó la retaguardia en su avance por el río Andarax, toda vez que le permitió conocer cómo los rebeldes le esperaban en Huécija, capital de la taha de Marchena, estado de los duques de Maqueda. El territorio estaba al mando de Puertocarrero, el morisco que alzó el señorío de Gérgal y luego, tras la entrada del marqués, huyó a la Alpujarra. Para apoyarle en tan dura tarea, Abén Humeya ordenó al general El Gorri que con su gente del Andarax acudiese a la defensa. En total eran unos 10.000 moriscos, los cuales se interponían en la entrada natural a la Alpujarra para impedir el avance de don Luis Fajardo.

A su vuelta de Santa Cruz pernoctó en Santa Fe, y el 13 de enero Vélez reinicia su marcha hacia Huécija con 5.000 infantes y algo más de 700 bestias de bagaje. Su desplazamiento fue lento, pues le informaron que los moriscos se habían hecho fuertes en una peña, en plena sierra de Gádor. Ello le forzó a desestimar el río y avanzar por la ladera del monte. Sin embargo esta estrategia no resultó totalmente positiva, ya que “quando paso por Alhama la Seca le trugeron

57 La inseguridad era tan grande en Fiñana, por ejemplo, que ésta ciudad de la jurisdicción de Guadix pedía medidas excepcionales para fortificarse. Así, el 12 de enero el beneficiado de la villa solicitaba permiso para realizar diferentes obras en la iglesia para su reacondicionamiento castrense. Vid. GARRIDO GARCÍA, C.F.: “La esclavitud morisca en el Reino de Granada. El caso..., op. cit., p. 114.

58 Su fidelidad a Felipe II estaba asegurada, pues días antes había rechazado la corona que le ofrecían sus correligionarios del Bajo Andarax. Sobre su trayectoria, vid. SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Los mo-riscos que ganaron…, op. cit., p. 622.

59 A.M.H., Relación de la campaña del marqués. ¿Felix, 20 de enero de 1569?.

60 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 59.

61 A.M.H., Relación de la campaña del marqués. ¿Felix, 20 de enero de 1569?.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

unos soldados que yban sueltos dos moros que en aquel camino tomaron. Y fue necesario haçer diligencias con ellos y tomar lengua y por ser el camino angosto y de sierra seria la tarde del dicho dia quando paso a vista de la dicha villa de Gueçija, despues que se avia dicho que estaban en la sierra”61 . En estos momentos ya se le habían unido algunos vecinos originarios del señorío de los duques de Maqueda, ávidos por participar en la lucha y en el botín. Cabe destacar entre ellos un Miguel Compán, vecino de Instinción, y por tanto conocedor de la tierra, que sería de gran utilidad en su desplazamiento por el estado62 .

Las informaciones que recibió el general de los espías y vecinos originarios fueron fundamentales para tener claro que Huécija era casi invencible, pues los moriscos pusieron los medios para inutilizar a la caballería e infantería: sobre la primera, rompieron las acequias para que el agua inundase las tierras y situaron troncos de árboles en los caminos, de tal modo que los caballos no pudiesen maniobrar; en cuanto a la segunda, clavaron estacas y faginas en las laderas del monte para retardar el avance de los peones por la sierra.

Reconocida la dificultad del terreno, don Luis Fajardo lanzó su ataque por la fal-da de la sierra de Gádor, por considerarla la mejor ruta para el efecto, a tenor que las equívocas informaciones le habían forzado a avanzar por la montaña. Dirigían la operación de distracción el sargento mayor, Andrés de Mora, con 500 hombres, y su hijo don Diego Fajardo, con 70 caballos. Visto el movimiento, El Gorri inició también su acción: en primer lugar, ordenó el asesinato de los cristianos viejos que retenía en la villa, entre los que había una comunidad de agustinos63 ; en segundo lugar mandó dos escuadrones moriscos que respondieran a los asaltantes desde las cotas más altas. La subida de la ladera fue penosa, hasta que la vanguardia lorquina logró situarse a una altura en donde divisaba la villa. Desde esta posición la humareda que salía de la torre donde se martirizaban a los cristianos aumentó el ánimo combativo de los soldados, los cuales poco a poco comenzaron a subir la cumbre. En el momento más trabajoso de los lorquinos, salieron en su apoyo los de Caravaca y Cehegín, y conjuntamente ganaron posiciones en torno a las huertas y olivares. Fue entonces cuando el resto de las tropas, especialmente las de Totana y Alhama, arremetieron contra el enemigo.

62 A.C.Gr., leg. 15, pieza 6. Información de Miguel Compán, familiar del Santo Oficio de la Inquisición, ante Melchor Medrano, teniente de gobernador del la taha de Marchena. Huécija, 23 de septiembre de 1623.

63 Sobre el martirio de la comunidad agustiniana y los cristianos viejos que la acompañaban, vid. BURÓN, C.: “Los mártires agustinos de Huécija”, Archivo Agustiniano, LXIV (1980), pp. 330-350.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

Con el camino despejado a los caballos, y casi llegando al llano, los rebeldes no tuvieron más remedio que ordenar la retirada hacia Íllar, en cuya sierra tenían escondidas más cristianas viejas y un aprisco donde guardaban sus ganados. Sin embargo, para estas horas las tropas de Caravaca estaban sobre ellos, lo que pro-vocó la huida morisca monte arriba. Con tal ocasión “tomaronseles todos sus bagajes que era buena cantidad y muchos bastimentos y setenta y tantas moras y muchachos, y algunos ombres, que no avian degollado como a todos los demas. Y entre los captivos havia una hermana del dicho don Alonso Vanegas, regidor de Almeria, y su marido e hijos, y los tenian en la dicha sierra”64 . En la cumbre, los alzados huyeron hacia el interior de la Alpujarra, mientras que El Gorri, junto con algunos seguidores, se refugió en la cara opuesta de la sierra, en Félix65 .

Lo primero que hizo el marqués fue enviar los esclavos capturados en la batalla a la fortaleza de Cantoria, donde quedaron depositados, y, para evitar un saqueo de la localidad, acampó en las afueras de Huécija, si bien no consiguió que sus soldados se desmandaran por el señorío de Marchena. En este tiempo llegaron 15 cristianos viejos de la taha de Alboloduy, y que había escondido en su casa el morisco Francisco de Salamanca, quien por caminos y veredas logró ponerlos a salvo en el campo del marqués, el cual volvió a dejar libre al morisco para que volviese y rescatara a tres cautivos más66 . Posiblemente la presencia de los mal-tratados vecinos encolerizó a la tropa que redobló los saqueos en la zona y en el limítrofe estado de Alboloduy, con cuyas presas retornaban al reino de Murcia. Se perdieron de esta forma unos días preciosos que ganaron los rebeldes para preparar sus defensas y aumentar la presión en el altiplano. Estas acciones debió interpretarlas el corregidor de Guadix, Pedro Arias, como el momento idóneo para actuar en su área; de tal modo que envió por esta fecha a La Calahorra al capitán Alonso de Benavides, con la intención de preparar un definitivo golpe contra los alborotados moriscos del Marquesado. El día 14 volvía el enviado a la ciudad accitana con un plan de ataque en el que se contaba con la intervención del ejército del marqués67 .

64 A.M.H., Relación de la campaña del marqués. ¿Felix, 20 de enero de 1569?.

65 La batalla es un resumen de los relatos de los cronistas: HURTADO DE MENDOZA, D.: De la guerra..., op. cit., p. 67-68; MOROTE, fray Pedro: Blasones y antigüedades..., op. cit., p. 380-381; CABRERA DE CÓRDOBA, L.: Historia de Filipe..., op. cit., p. 637; MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia de la rebelión..., op. cit., p. 136; PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., pp. 59-66.

66 A.G.S., Cámara de Castilla, Cédulas, Lib. 260, fol. 56r-v. Felipe II a Deza. Madrid, 14 de diciembre de 1571.

67 RUIZ PÉREZ, R.: “El levantamiento..., op. cit., pp. 319-320.

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A pesar de la urgencia que requería el caso, el marqués gastó cinco días en preparar su estrategia, la cual se basó en la reorganización del ejército, ya que se aguardaban nuevos refuerzos, y en definir su siguiente acción bélica. En este último punto fue donde los debates del consejo de guerra se detuvieron más, ya que D. Luis Fajardo “resçibio alli cartas del obispo y çiudad de Guadix y del licenciado Molina de Moxquera, alcalde de Chancilleria que estava en La Calahorra, pidiendole que fuese la buelta de alla, porque todo el marquesado de Çenete se avia revelado. El marques se detuvo en aquel alojamiento de Gueçija ofreciendosele duda en lo que mas convendria hazer en servisio de Dios y de Su Majestad, yr al dicho marquesado, que era doçe o treçe leguas de alli, o a Andarax, que estaba seys leguas, o volver a Felix, que estava a tres leguas”68 .

Mientras se decidía la dirección que tomaría Vélez, la ciudad de Guadix des-plazaba el 15 de enero a sus milicias a La Calahorra, desde donde al día siguien-te -harta de esperar a Fajardo- entran en Aldeire y el Puerto de la Ragua. Las escaramuzas y saqueos sitemáticos impusieron un estado de terror que permitió que, a partir del día 17, los moriscos huyeran a la Alpujarra y se unieran a Abén Humeya69 . La noticia del rompimiento de la subversión en el Marquesado del Cenete fue acogida muy bien por el marqués, quien ya podía disponer su avance militar. Sería, pues, Félix su objetivo. Ubicado en la solana de la sierra, en este lugar estaba atrincherado El Gorri, amenazando a la cercana Almería y a todo su sector occidental. Además, se sabía que en esta villa de la jurisdicción de la ciudad se concentraban algo más de 3.000 hombres de pelea, apoyados por los generales El Tezi, El Futey y Puertocarrero.

Durante el tiempo que estuvo acampado en Huécija se sumaron algunos re-fuerzos de las ciudades murcianas. Con la llegada de nuevas tropas y la noticia de la liberación de La Calahorra, el marqués tenía las manos libres para marchar sobre Felix. La razón principal la basó en que “Su Magestad le mando por una carta que alli resçivio que tubiese cuenta con las cosas de Almeria, asi por esto como por otras con-sideraciones, determino de bolber la via de Felix por no dexar aquellos enemigos atras”70 . A nuestro modo de ver también pesó el sentido estratégico del marqués, esto es, despejar sus espaldas y poder internarse más cómodamente en la abrupta comar-

68 A.M.H., Relación de la campaña del marqués. ¿Felix, 20 de enero de 1569?.

69 RUIZ PÉREZ, R.: “El levantamiento..., op. cit., pp. 319-320.

70 A.M.H., Relación de la campaña del marqués. ¿Felix, 20 de enero de 1569?.

71 B.N., Mss. 10.475, fol. 250r.-266R. “Memorial importante y deleitoso de los servicios de don Juan, mi señor y padre, que sirvió en la guerra del Reino de Granada”.

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Las primeras batallas iniciaron una larga cadena de capturas que terminarían en fiebre desmedida por la posesión de esclavos.

“Esclavos moriscos”. Carmen Cano.

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ca. En la tarde del 18 de enero levantaba el campo y se situaba en plena sierra, pasando el resto del día -con mal tiempo- preparando la batalla para la próxima jornada. Enterado de los planes de Fajardo, en la tarde anterior el gobernador de Almería dirigió 60 infantes y 24 caballos hacia Félix, confiado en que los moris-cos, al saber de la próxima llegada de don Luis, creerían que era su vanguardia y saldrían huyendo; lo que aprovecharía para intervenir sin alto costo y poder robarles. Sin embargo, la diligente actuación de los rebeldes hizo desistir a don García de Villarroel, quien no sólo se refugió en el campo del marqués sino que pidió una escolta de 50 hombres para marchar a la ciudad. Con la información conseguida por el desbaratado plan de los almerienses en la noche de su llegada, don Luis fijó su acción para el día siguiente.

El 19 de enero inicia la marcha hacia Félix con un ejército dispuesto en forma semejante a la que tenía desde su salida del señorío, salvo en el portador del estandarte, que fue sustituido por Álvaro de Moya, vecino de Caravaca, pues su alférez estaba indispuesto. El ataque prometía ser encarnizado ya que los soldados, resentidos por no permitirles el marqués obtener botín, juraron matar a todos los rebeldes. Por ello, nada más avistarse a los moriscos en el camino de acceso a la población, la batalla se desató sin esperar las órdenes de los superiores.

El conflicto se inició con las arengas de un soldado, quien levantó los ánimos de tal manera que la tropa acabó desmandada, incluso los capitanes, todos enar-decidos por el ataque fulminante de la arcabucería, que dirigía como podía Andrés de Mora. Así fue como comenzó a abrirse paso la línea defensiva. El marqués, preocupado por lo que podría acabar en desastre, ordenó a don Juan Enríquez y a su hijo don Diego Fajardo que lanzasen una carga de la caballería por uno de los costados para romper definitivamente las defensas rebeldes71 . La enorme presión obligó a los moriscos a retirarse en tres direcciones: unos hacia el mar, que perseguidos por la caballería, resultaron muertos todos; otros por unas ramblas hacia la sierra, los cuales en su mayoría se salvaron; y, por último, los que optaron por refugiarse en las casas de la población, donde se reanudó la lucha.

La resistencia rebelde en Félix fue enorme y en ella intervinieron activamente las moriscas, las cuales pelearon como verdaderos soldados profesionales72 . Sin

72 “algunas mugeres por que peleavan como los ombres, aunque ellas no tenian mas armas que piedras y asadores y hasta arremetieron almaradas a matar los caballos y tal braveza mostravan que quando les faltaban piedras arrojavan puñados de tierra”. A.M.H., Relación de la campaña del marqués. ¿Felix, 20 de enero de 1569?.

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embargo, la furia de la infantería logró que salieran los parapetados, produciéndose una nueva y mortal carga de caballería. Tan sólo se libraron de la muerte aquellos que huyeron sierra arriba. La batalla se saldó con 50 cristianos viejos heridos y 700 moriscos muertos, prácticamente las poblaciones de Félix, Enix y Vícar. En el mismo encuentro murieron los generales El Futey y El Tezi y se tomaron bastantes prisioneros, entre ellos un hijo y dos hijas de Puertocarrero, éste último en parade-ro desconocido73 . Este panorama de muerte, saqueo y destrucción de la villa fue la primera visión que tuvieron dos compañías de infantería y una de caballería que la ciudad de Murcia había enviado con los regidores Alonso Lázaro de Monreal y Pedro de Balboa74 . Se trataba de los 50 caballos que dirigía don Juan Pacheco de Arróniz y 500 infantes bajo el mando de Alonso Martínez Galtero y Nofre Ruíz de Quirós, regidor y jurado de la ciudad75 .

Con el aporte murciano vino también una delegación de Huéscar para inte-resarse por sus soldados, aunque la comitiva terminó quedándose. Sin embargo Fajardo requería de esta ciudad granadina un apoyo de provisiones más que de hombres76 . Para asegurarse las provisiones, don Luis se esmeró en recomendar las rutas más fiables, tranquilizándolos por la seguridad que daban los continuos refuerzos que llegaban del reino murciano: “podria venir a Baça y alli se sabria si esta siguro el camino por Xergal y a la ciudad de Almeria, pero guardense de tocar en Gueçija ni en otro lugar de aquella taha de Marchena, ni en la del Buluduy, ni aun del rio de Almeria hasta debaxo de Santa Fe, o de Mondujar, porque de alli arriba tanbien llegan quadrillas de vellacos. Y si en Baça no se tuviere por sigura el dicho camio de Xergal, en tal caso sera forçoso venir a Tahali, en la sierra de Filabres, y de alli a Almeria y tanbien se informen en Tahali de don Alvaro de Luna, gobernador de aquella sierra y estado si esta siguro aquel camino dende Tavernas a Almeria, porque los de la taha de Nixar, que

73 “y Puerto Carrero, aunque no se sabe çierto como lo de estos otros, tomose un caballo en que dicen que yva de donde tambien se colige ser muerto, pero no le an hallado entre los otros hasta ahora, aunque le an buscado ombres que le conosçian. Quedan captibos un hijo suyo y dos hijas y otra mucha cantidad de moras y muchachos”. Ibidem.

74 CASCALES, Francisco: Discursos históricos de la muy noble y muy leal ciudad de Murcia, Murcia, 1775, reimpresión facsímil de la Academia Alfonso X el Sabio, Murcia, 1980, p. 311.

75 Recibida la orden del rey a mediados de mes, las compañías salieron de la capital del reino el 18 de enero. CALDERÓN DORDA, A. y LÓPEZ LÓPEZ, T.: “La ciudad de Murcia…, op. cit., p. 138.

76 Así lo hacía ver en respuesta a una carta que el concejo oscense escribió el día 19: “Quanto a la gente que desa çiudad ha venido, por sólo daros contentamiento hare diligencias aunque la que hasta ahora[no] he visto [es] la harina”. A.M.H., D. Luis Fajardo a la ciudad de Huéscar. Felix, 27 de enero de 1569.

77 Ibidem.

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estan alli a la parte de la mar, estan alterados, aunque no an llegado hasta aora a cortar el dicho camino ni se si seran porque ayer pasaron por alli quinientos tiradores de la çiudad de Murçia y çinquenta de caballo y otros trescientos infantes de la çiudad de Lorca, que todos vienen a este mi canpo y no creo que se cortara el hilo de otra gente que vendra del reino de Murçia y asigurara aquel camino”77 .

Al día siguiente de la batalla de Félix el macabro espectáculo del pillaje prose-guía, pues las tropas desmandadas se afanaron en despojar a los muertos de sus bienes y saquear poco después las alquerías de la taha de Almexíxar. Con el botín conseguido los soldados huyeron rápidamente a sus casas, dejando desamparado el ejército. Las deserciones masivas y la indisciplina obligaron al marqués a vol-ver a detenerse para reorganizar su campo, aprovechando la entrada de nuevos soldados. Llegaron 400 soldados de Lorca, bajo el mando del capitán don Juan Mateos de Rendón, el de la Luna, así como numerosos grupos de aventureros. Entre los contingentes más numerosos de estas tropas irregulares se cuentan los 100 hombres que dirigían don Pedro Fajardo, hijo de don Alonso Fajardo, señor de Polop, y don Diego de Quesada, éste último caído en desgracia del marqués de Mondéjar por su derrota el 11 de enero en Tablate78 .

Junto a la disciplina, el aprovisionamiento era el otro gran problema del mar-qués. Movilizar tamaño número de hombres requería bastante vitualla, razón que retenía a Fajardo. Las súplicas a Huéscar el 27 de enero no dejan duda de la necesidad que tenía este general: “Lo que dezis de la harina os tengo en lo que es razon y os pido muncho que me la envieis que por falta de vituallas no avemos pasado a pelear con el otro canpo que, demas de los dos que avemos ronpido, tienen los enemigos en Andarax el qual hes de mas gente que los que he dicho, sigun se de espias que alla he tenido, e por otras vias”79 . El marqués, preocupado por la escasez de alimentos para semejante tropa, no dudó en despedir la expedición del estado de la Casa de Alba que había llegado días antes, si bien sus ansias de botín y gloria eran demasiado fuertes. No cabe duda que los oscenses -como tantos otros soldados- preferían mantenerse en el campo que volver a la ciudad, a sabiendas del peligro que su-ponía para el señorío desatender su defensa y desobedecer a sus autoridades. Al día siguiente de la entrevista con don Luis, el delegado oscense, un tal Hinojos,

78 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 143.

79 A.M.H., D. Luis Fajardo a la ciudad de Huéscar. Felix, 27 de enero de 1569.

80 A.M.H., Hinojos a la ciudad de Huéscar. Felix, 28 de enero de 1569.

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escribía a su concejo las expectativas que movían a los vecinos: “De la gente que vino con el bastimento, su excelencia mando que se volviesen a Huesca, y mando a mi que se lo dixese. E todos unanimes dixeron que querian servir a su excelencia en esta jornada de Andarax, e asi creo que volveran pocos. Yo determine de quedarme, porque creo sera brebe la jornada e nos yremos todos juntos. Vuestra Señoria nos perdone, que es guerra de bendicion i no ay quien no quiera hallar en ella”80 .

Las previsiones de la hueste contrastaban, sin embargo, con los planes del marqués. En efecto, el 30 de enero, librados tan sólo dos combates y algunos encuentros menores, los problemas del ejército quedaban de manifiesto. La indis-ciplina de los soldados era el mayor dolor de cabeza de don Luis. Sin duda gran parte de los hombres enrolados no buscaban más fin que el botín que pudieran sacar de los moriscos. Las crónicas sobre las batallas y refriegas nos informan, aun sin pretenderlo, del enorme afan de saqueo de la soldadesca. El marqués sabía muy bien que un ejército con tales objetivos se deshacía con la misma facilidad que se armaba. Un jefe, que tanto había empeñado -ahí su intriga para intervenir en le reino granadino-, no podía estar satisfecho con esta realidad. Se imponía, pues, eliminar los obstáculos que impidieran superar el estado de cosas reinante, ya que no bastaba con victorias parciales sin continuidad y progreso decisivo.

Dado que milicia concejil era sinónimo de deserción, el general no dudó en alejar el botín de guerra de las manos de los soldados. Cuando las tropas llega-ron el 12 de enero a Santa Cruz, en Alboloduy, y apresaron las aldeas del río Nacimiento, “les tomo las moras y lo demas que habian robado, y las moras las mando el marques llevar con escolta a la fuerça de Cantoria para que alli las guardasen”81 . La sorpresa de los combatientes fue grande; y se siguió de roces y malestar.

El primer enfrentamiento fuerte con la hueste se produjo el 13 de enero, cuando don Luis ordenó a los soldados que no entrasen en Huécija. La tropa desoyó sus instrucciones y se dio al pillaje a lo largo y ancho del señorío. Luego, lo sabido: consumados los robos los hombres comenzaban a volverse a sus casas. El marqués se mantuvo firme, y les tomó “la presa de moras, muchados, ganados, y otras riquezas”. Pocos lograron su objetivo, pues don Juan Fajardo y el marqués “no les permitieron la pressa, y juntas, moras y muchados, de orden del marques fueron remitidos a sus villas de Cantoria, Velez y Mula para que los guardassen”82 . Don Luis

81 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., capítulo XXII, libro V.

82 MOROTE, P.: Blasones y antigüedades..., op. cit., p. 382.

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Cuadro 3. REFUERZOS MILITARES LLEGADOS A FELIX (finales de enero)

COMPAÑÍA TROPA CAPITANES

Murcia 500 infantes Infantería: Alonso Martínez Galtero, 50 caballos Nofre Ruíz de Quirós. Caballería: don Juan Pacheco de Arróniz.Lorca 400 infantes Juan Mateos Rendón, el de la LunaAventureros 80 arcabuceros Don Pedro Fajardo y don Diego y 20 caballos Quesada

TOTAL 1.180 infantes y 70 caballos

Al calor del botín, muchos hombres se enrolaron como aventureros en el ejército. Su codicia y falta de escrúpulos ocasionaron más problemas que efectos militares.

“Soldado de fortuna”. Carmen Cano.

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Fajardo no concebía un ejército que pudiera desertar tan rápidamente por mucho que fuera el botín obtenido. Por ello no dudó en dar “aviso a la justicia de Lorca y Murcia, haciendoles saber lo que passava, que los soldados que se fuesen que fuesen castigados y les mandase bolver al campo, y assi la justycia tenia gran cuydado desto y assi desta suerte muchos temian dexar las vanderas y estavan en el real”83 .

El rigor del general con sus soldados en Huécija fue muy negativo, pues “causo en ellos tanta colera y enojo que todos juraron que de alli adelante no avian de dexar moro, ni mora, ni muchacho, ni niño a vida, que todo lo avian de llevar a fuego y a sangre”84 . Que el botín fuese requisado y enviado por el noble velezano a su estado, debieron interpretarlo los soldados como una forma de botín de guerra en que sólo participaba el jefe. Además, el hecho de proteger a los insurrectos y sus bienes era mal entendido por una tropa que sentía el conflicto bélico como un enfrentamiento entre el buen y mal cristianismo.

Así, pues, el contingente militar en apenas dos semanas tenía claro que la guerra ya no eran las viejas batallas de sus abuelos y padres contra los nasríes y mudéjares. Obligados a pelear por la organización concejil, en la hueste murciana anidó un sentimiento de rabia, difícilmente contenida contra su general, que se convirtió en irracional odio hacia los moriscos. La furia de la arcabucería en la batalla de Félix, pocos días después de los acontecimientos relatados, es buena prueba de ello. Un asalto dantesco, en él los combatientes cristianos quedaron fanatizados por arengas inflamadas como las de un Francisco Sánchez, hermano de Miguel Sánchez, el sacerdote martirizado en Félix. Este soldado “llevava alli con el mas de veynte primos, hermanos y deudos, y como se acordase como los moros y moras de aquel lugar hizieron alli pedaços a su hermano, lleno de grande dolor dixo a sus deudos: Ahora es tiempo que estos perros nos paguen la muerte de mi querido hermano, pues con tanta crueldad lo hizieron pedaços. Los demas deudos hizieron lo mismo, y saliendo sin orden de las hileras arremetieron con desseo de vengança, diziendo: Santiago, y a ellos”85 .

Terminada la masacre de Félix, de nada valieron los esfuerzos de don Luis Fajardo porque no se robasen las casas de moriscos. El sentido depredatorio de la hueste concejil se manifestó con gran crudeza en el despojo de los cadáveres. El

83 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., pp. 60-61.

84 Ibidem.

85 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 78.

86 CABRILLANA CIÉZAR, N.: “Rebelión, guerra y expulsión de los moriscos de Almería (1568-1571)”, Cuadernos de la Biblioteca Española de Tetuán, 1976, pp. 11-17.

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botín fue cuantioso de bagajes, presas y esclavas; su noticia se expandió como el viento86 . Los efectos de la falta de autoridad suficiente para cortar estas prácticas podían ser mayores en el futuro. Desde la batalla de Félix la insubordinación y deserción de la tropa fue tónica general del campo del marqués. Casi dos semanas estuvo don Luis dedicado a imponer disciplina entre sus soldados. Convocados los capitanes a consejo, las ásperas pesquisas de Fajardo terminaron en el encau-samiento de un arcabucero lorquino llamado Palomares, que fue condenado a la horca. Era un castigo ejemplarizante.

Conocida la sentencia, el malestar entre los lorquinos fue terrible, tanto que se reunieron en el campo y acordaron rebelarse contra la orden. El alto número de hombres y la amenaza de un motín aconsejaron que los capitanes tratasen de levantar la pena impuesta, en atención a la honradez y buen servicio del soldado y, sobre todo, porque estaba “emparentado en Lorca de muy buenos y ricos parientes, y que podia resultar por ello algun crecido escandalo”87 . Don Luis Fajardo no escuchó las súplicas y mandó que se ejecutase la pena, encerrándose en su alojamiento y prohibiendo que se le molestase.

La rigidez del noble provocó un terrible revuelo entre la tropa, ya que el tercio lorquino prácticamente se alzó en armas. Ante el cariz de los acontecimientos, el regidor de Lorca don Diego Mateos de Guevara y el caballero de Santiago don Juan Pacheco, capitán de la caballería de Murcia, decidieron intervenir a favor de Palo-mares. Los secundaron el sargento mayor Andrés de Mora, los capitanes murcianos Alonso Galtero y Nofre Ruiz y el estandarte don Rodrigo de Benavides. En fin, todo un plante de oficiales que consiguió aplacar la ira del general88 . La cuestión finalizó retirando las moras cautivas a la iglesia para un posterior reparto entre capitanes y soldados, “las quales fueron llevadas a los Velez y a Lorca y a otras partes”89 .

Estaba claro que de la práctica militar el general y sus hombres quedaron muy debilitados; pues la solución no gustó a nadie. Al descontento del ejército vino a unirse la afluencia de combatientes que buscaban medrar en el río revuelto de la guerra. En efecto, el botín conseguido en Félix despertó la codicia de centenares

87 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 81.

88 Un buen resumen de los hechos en CÁNOVAS COBEÑO, F.: Historia de la ciudad de Lorca, Lorca, 1890, reimpreso facsímil, Lorca, 1980, pp. 357-359.

89 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 84.

90 CABRILLANA CIÉZAR, N.: “Rebelión, guerra..., op. cit., p. 18.

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de aventureros que, no sólo engrosaban las filas desde lugares lejanos, sino también de las comarcas cercanas, especialmente de Almería y Vera90 . El problema, pues, no había hecho más que empezar.

Entre las actuaciones que, con buen acierto, tomó el marqués fue organizar los cada vez más abundantes aventureros. Para ello encuadró a estos hombres en cuadrillas, imponiendo cierto orden a estos soldados irregulares, a cuyo cargo puso un vecino originario de la zona. El conocimiento del terreno, sumado a la sed de venganza del individuo y la avidez de botín de los componentes convertían a estas unidades en verdaderas tropas de choque. Su peculiaridad resaltaba con el orden y la disciplina castrense, ya que estos hombres, al igual que la milicia concejil, en modo alguno entendían, ni querían entender, de estrategia militar.

Quizás uno de los mejores representantes de esta particular figura de comba-tiente sea Miguel Compán, aquel vecino de Instinción que se unió espontánea-mente al ejército en su entrada por el río Andarax. En un memorial presentado de sus hazañas militares no tiene rubor en apreciar frases tan contundentes como éstas: “e luego se me encargo una cuadrilla de xente de guerra, con la qual andube con ella en esta taha; i en el Alpuxarra; y Serro de Felix, y matança de moros que ubo en el... i ayude a sacar hasta cantidad de moros”91 . En fin, todo lo que el marqués no quería que ocurriera, al menos mientras estaba en plena campaña militar.

Reforzado el ejército en la segunda quincena de enero con nuevos contingen-tes murcianos -entre ellos la expedición al mando del capitán Alonso Fernández Melgarejo, de la villa de Mula92 -, a finales de mes don Luis ya estaba listo para continuar su campaña. Por entonces se debatía entre ir sobre la Alpujarra o des-hacer el camino y dirigirse de nuevo al campo de Tabernas, donde los moriscos se habían alzado -tras la marcha del marqués- y se habían hecho fuertes en la sierra de Inox, bajo la dirección del alguacil de Tabernas, Francisco López. El general velezano era partidario de avanzar hacia el interior alpujarreño, a pesar de las instrucciones que tenía para proveer de hombres a Almería. Se resistía a enviarlos y, muy al contrario, permitió que muchos de los vecinos almerienses se enrolasen como aventureros en sus filas, dando largas a las peticiones de las

91 A.C.Gr., leg. 15, pieza 6. Información de Miguel Compán, familiar del Santo Oficio de la Inquisición, ante Melchor Medrano, teniente de gobernador del la taha de Marchena. Huécija, 23 de septiembre de 1623.

92 Salieron de la localidad el 24 de enero. GONZÁLEZ CASTAÑO, J.: Una villa del reino…, op. cit., p. 133.

93 CABRILLANA CIÉZAR, N.: “Rebelión, guerra..., op. cit., p. 19.

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autoridades. Cansada de sus dilaciones, el 28 de enero la ciudad envió despachos al corregidor de Guadix y al propio rey reclamando tropas para su protección. Afortunadamente para el marqués, al día siguiente recalaron en la costa las galeras de Gil de Andrada, con cuyos soldados se organizaría el ataque a Inox93 .

La venturosa circunstancia del refuerzo de Almería se amplió con la llegada a Tabernas de un centenar de hombres de Mazarrón, dirigidos por su alcalde, Alonso García de Vera el mozo y el alguacil mayor, Andrés Muñoz, tropa que permitirá a Fajardo salvar la situación. Posiblemente por vía del propio marqués el contingente murciano se enteró de la preparación de aquel asalto, de modo que retrasaron su incorporación al campo para participar en el “Negocio de Inox”94 . Sin duda la incorporación de un contingente murciano que iba destinado a Fajardo fue la mejor excusa que pudo tener don Luis para zanjar definitivamente sus disputas con el concejo almeriense. Todo el día 29 pudo dedicarlo tranquilamente a pre-parar su marcha hacia la Alpujarra, “no teniendo aviso, o disimulandolo, de lo que el marques de Mondejar dejaba hecho”, tal como comenta malicioso el cronista95 . Así, el 30 de enero, inició su avance con unos 5.000 soldados hacia la taha de Lúchar, donde los moriscos habían reconstituido sus defensas aprovechando la detención en Félix. La trama urdida con Deza se mantenía, pese a las negociaciones de paz que el capitán general de Granada había iniciado en el sector occidental.

El mismo día de su salida de Félix don Luis Fajardo llegó a Canjáyar, acampan-do en el Barranco Hondo. En la mañana del 31 de enero entraba en la taha de Lúchar y tomaba medidas disciplinarias con el ahorcamiento de algunos soldados “porque sin orden habian salido del campo”96 . En este lugar los espías le informaron de que los moriscos se habían fortificado en Ohanes y que, enterados de la proximi-dad del marqués, degollaron a unas 73 cautivas cristianas97 . Sin dudarlo, Fajardo ordenó dirigirse en la misma jornada al Losar de Canjáyar; donde se le fue todo

94 GUILLÉN RIQUELME, M.C.: Un siglo en la historia..., op. cit., p. 174.

95 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 146.

96 CABRERA DE CÓRDOBA, L.: Historia de Filipe..., op. cit., p 97.

97 Pocos días después, informaba a D. Pedro Deza el propio D. Luis Fajardo: “Donde fue levantamien-to hallamos que havian degollado el dia que nos vieron, antes de nuestra quetion, otras LXXIII mugeres, y entre ellas mozas de gran lastima. Y hombres captivamos pocos, porque la gente de guerra perdio ese cuidado, pasandolos a cuchillo, y aun cone llos algunas mugeres, de que me ha pesado, sin embargo que estas libertadas me dicen que las moras eran las que degollaran las mu-geres christianas”. El marqués a D. Pedro Deza. Ohanes, 5 de febrero de 1569. Vid., editado por R. Foulché-Delbosch: “Documents relatifs a la guerre de Grenade”, Revue Hispanique, 3 (1914), p. 508.

98 En “Documents relatifs a la guerre ..., op. cit., p. 509.

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Con la llegada del ejército del marqués, la ciudad de Almería urdió un plan para atacar a los moriscos en el campo de Níjar. El “negocio de Inox” fue finalmente para los almerienses.

“Preparando el negocio”. Carmen Cano.

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el día en pasar el río. En aquel campo se incorporaron a su ejército 200 hombres más de origen desconocido98 .

El 1 de febrero comenzó a subir Sierra Nevada por pasos difíciles y fragosos para eludir las defensas rebeldes. Así lograron alcanzar una buena posición fren-te a los enemigos, en unos desfiladeros muy peligrosos donde esperaban unos 2.000 hombres con su capitán Tahalí. La inexpugnabilidad del lugar fue resuelta por el marqués con el uso de la artillería, ya que el disparo de 4 cañones fue suficiente para hacer huir a los moriscos. Despejado el paso, la vanguardia inició la subida, la cual contactó con la retaguardia morisca. El avance fue muy penoso, pues flaquearon bastante los tercios de Lorca, que hubieron de ser reforzados por los de Totana y Alhama; incluso tuvo que intervenir la caballería en pleno monte, con el marqués mismo a la cabeza. Con muchísimo esfuerzo las tropas avanzaron lentamente, entrando en las huertas y villa y saqueándolas, forzando a los defensores a huir sierra arriba99 .

La batalla se saldó con la muerte de 1.000 moriscos y unos 1.700 cautivos, básicamente mujeres y niños, pues los hombres fueron ahorcados. Del bando cris-tiano hubo también algunos muertos, y sobre todo bastantes heridos de arcabuz y saetas envenenadas. Se liberaron unas 30 cristianas que estaban cautivas en la iglesia de la localidad100 .

El día de la derrota rebelde era festividad de la Candelaria, de tal modo que se realizó una procesión de gracias, en la que participaron las cristianas liberadas en el centro de la comitiva con sus candelas. Se convirtió, pues, la fiesta en una celebración de la victoria sobre los alzados. La derrota de Ohanes fue muy so-

99 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., pp. 146-147; CABRERA DE CÓRDOBA, L.: Historia de Filipe..., op. cit., pp. 666-667; HURTADO DE MENDOZA, D.: De la guerra..., op. cit., pp. 68-69; PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., pp. 98-99; CASCALES, F.: Discursos históricos..., op. cit., p. 312 y MOROTE, P.: Blasones y antigüedades..., op. cit., pp. 392-393.

100 El 6 de febrero escribía a D. Pedro Deza el propio general: “Quedaron muertos dellos, segun la mas corta opinion, más de 2.200; pero como se alargo y ensancho tanto el alcance, no se puede bien contar, aunque tuvieeramos ociosidad para ello. Tomamosles muchas vanderas, y cada dia se hallan y traen del campo, donde cayeron, de manera que ya creo que faltan pocas dellas que les vimos que tenian. Las mugeres y niños que captivamos son hasta más de 1.700 animas, y muy gran cantidad de bagaje y ganado. Libertamos al pie XXX christianos y niños, que tenían captivos. (...) De los hombres pocos que se han tomado, que casi todos han sido hallados en las cuebas deste risco puesto en defensa, ahorco el juez deste mi campo diez ayer, y creo que havra algunos más. De nuestra gente quedaron muchos heridos de saetas con hierva y sin ella, y de arcabuces y golpes de espadas y alfanges, y murieron pocos, aunque no dejaron de ser algunos, y dos cavallos, y otros estan para ello”. Vid. “Documents relatifs a la guerre..., op. cit., p. 508.

101 CASTILLO, Alonso del: Cartulario del morisco Alonso del Castillo. En Memorial Histórico Español,

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

nada entre los moriscos por la destrucción de gran parte del abastecimiento del territorio. Como reconocería días después Mahomad Hamieaxit el Paterní en carta dirigida a Abén Humeya: “porque vino el enemigo del marques, e ansi verde nos comio el pan e no cogio la gente agosto ninguno y todos estamos en mucho menester”101 . Del lado cristiano la victoria sobre los rebeldes fue conocida en todo el reino.

Enfebrecido por la gloria de la guerra, a Fajardo no le agradaron nada las noticias que llegaban del sector occidental sobre la próxima reducción de los moriscos por obra del capitán general de Granada. Armado del poder que le daban las armas, y totalmente fijo en su ideal belicista, don Luis seguía interviniendo en el reino grana-dino con total deshinibición. De hecho, “desta vitoria concibio luego el marques de los Velez que si el marques de Mondejar, no queriendo gastar mas tiempo en la Alpujarra, se salia della, asi por tener gente y los caballos fatigados del lago y fragoso camino por donde habia andado, como por parecerle que estaba ya todo acabado, podria entrar el con cual-quiera ocasion con su campo, que estaba descansado y brioso con el refresco de Ohanez y hacerse dueño del negocio de aquella guerra para acabarla por su mano”102 .

Sin embargo, serán nuevamente los problemas de disciplina los que acabarían con sus sueños guerreros. En efecto, el 3 de febrero realizó su entrada en Ohanes el capitán Alonso de Leyva Marín con 400 lorquinos103 . Ufano, el general recibió a estos soldados en el balcón de la casa en la que se alojaba, presidiendo un desfile militar. Mientras pasaba revista se produjo un incidente que demuestra el grado de rebeldía de la tropa:

“Estando su excellencia con mucho gusto desde una ventana como pasaba el escuadron, salio de el desmandada una bala y fue a dar en el borde de la venta, y si acertara a llegar un poco mas arriba, alli matara al marques, que se retiro disimulando el susto. Quiso el capitan hacer pesquisa sobre este hecho, pero jamas se supo sacar en claro de donde salio aquella bala, porque habia otras compañias que al transito hicieron salva a la de Leiva”104

¿Fue un atentado? Todo apunta a que sí; el hecho fue que tras el incidente el marqués experimenta un cambio significativo en su forma de actuar. En primer lugar, las trescientas moriscas cautivadas las “tuvieron los soldados que las tomaron a

Madrid, 1888, Tomo III, p. 181.

102 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 147.

103 A.M.L., Actas Capitulares 1567-1569, sesión del 29 de enero de 1569.

104 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 99.

105 Ibidem.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

su voluntad mas de quince dias, al cabo de los cuales mando el marques que las llevasen a la iglesia”105 . Y en segundo lugar, “repartio entre sus soldados la presa que por su parte huvieron quedado todos muy contentos”106 . Había entendido que sin el apoyo de sus hombres un general no era nada.

Con el reparto de los bienes moriscos, el ejército fue deshaciéndose, “porque se fueron la mayor parte de los soldados con los despojos”107 . Al mismo tiempo llegó la no-ticia de la salida de Mondéjar de la Alpujarra, marcha que interpretó la tropa como una retirada por no haber nada más que robar. Los soldados de Vélez hicieron lo mismo. En los meses siguientes los mercados de esclavos de Vélez-Blanco, Vera y Almería se llenaban de las presas de los aventureros108 . Junto a ellos, Huéscar, Baza y Guadix hacían lo propio con los cautivos que traían sus milicias109 .

Abrumado por las deserciones masivas, y tal vez temeroso de males mayores, don Luis Fajardo cesa en su intento de proseguir la guerra. La conspiración belicista que fraguó su entrada en el reino se resentía, y así escribía el 5 de febrero a don Pedro Deza, excusando su retraso en la guerra “por causas que me forzaron a ello, haviendo reformado este campo de gente que me habia faltado con los despojos de aquel sucesso”110 . Las causas que elude citar Vélez por orgullo son la falta de hombres y de vitualla, sin todo lo cual era muy expuesto desenvolverse en territorio tan peligroso. Entre tanto, en su campo continuaron los robos a los bagajeros y trans-portistas, y con ellos surgen nuevos problemas. En todos los puntos de aprovisio-namiento se suceden las quejas por los desmanes de los soldados del marqués. Sirva de ejemplo por todos las de Francisco de Molina, un arriero de Baeza al que le hurtaron en Ohanes todo lo que llevaba de provisiones para el horno111 .

106 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., c pp. 101-102.

107 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 147.

108 CABRILLANA, N.: “Esclavos en la Almería del siglo XVI”, Al-Andalus, 40 (1975), pp. 63-65.

109 Sobre los mercados de esclavos en la retaguardia comenzamos a tener información. Para el caso de Guadix y su tierra, vid. GARRIDO GARCÍA, C.F.: “La esclavitud en el reino de Granada y la rebelión de los moriscos. El caso de la diócesis de Guadix: El papel del estamento eclesiástico”, Miscelánea de estudios árabes y hebraicos, 49 (2000), pp. 45-88. Del mismo autor, referido a Fiñana, “La esclavitud en el reino de Granada y la rebelión de los moriscos. El caso de la villa..., op. cit., pp.107-131. De igual modo, el marquesado del Cenete proporcionó también bastantes esclavos, vid. RUIZ PÉREZ, R.: “El levantamiento morisco...”, op. cit., pp. 191-236. Con respecto al caso de Huéscar, vid. SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Huéscar y el alzamiento de los moriscos (1568-1570)”, Uskar, 3 (1999), pp. 49-82.

110 En “Documents relatifs a la guerre..., op. cit., p. 507.

111 Poder del afectado a Miguel de Piedrabuena, vecino de Fiñana, para reclamar al marqués. Guadix, 16 de marzo de 1569. A.P.G., P-107, notaría Diego de Villanueva, fol. 127V.-128R.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

De la victoria de Ohanes se pasó en pocos días a un debilitamiento impresio-nante, verdaderamente la tropa concejil del marqués era un ejército de humo. Así, “recelando que el reyecillo le acometiese con ventaja en aquella sierra, mando que el campo baxase al Losado de Canjayar, por estar en llano y para que la caballeria pudiera pelear a su salvo con el enemigo si acaso se presentasse”. El desplazamiento no fue exitoso, ya que “de aqui tambien se le fue muncha gente, y de tal forma quedo reducido el exercito del marques, que si entonces los moros le acometieran, sin ninguna dificultad le desvarataran”112 .

En Canjáyar siguió faltando el aprovisionamiento, de tal modo que el orgulloso marqués no tuvo por más que deshacer sus pasos. En efecto, sin remedio tuvo que situar su campo en Terque, villa cercana a Almería donde podría proveerse. Aún así el avituallamiento fue penoso, dando lugar a nuevas deserciones sólo frenadas por un acopio de comida que realizo don Juan Enríquez en una acción desesperada: “Con orden del marques y cinquenta cavallos subi a la sierra, adonde los moros en çierta parte della tenian gran copia de ganados, los quales con muncho peligro recogi y truge al campo, a cuya causa se reparo”113 .

En Terque debieron unirse parte de las tropas de Mazarrón, ávidas de con-tinuar aumentando sus riquezas114 . El ejemplo de batalla de Inox debió ser un revulsivo más para que las tropas del campo del marqués se desmandasen en una verdadera batalla campal contra sus moriscos y de los lugares del entorno115 . Las constantes indisciplinas colman el vaso de la ira de Vélez, que se torna incon-tenible. A mediados de mes escribe a Lorca reclamándole al alcalde mayor que castigue a los desertores. Ante los titubeos de Arriaga de Alarcón, fue la propia Real Chancillería de Granada la que levantó una investigación por los sucesos,

112 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., pp. 102.

113 B.N., Mss. 10.475, fol. 250r.-266R.

114 La batalla de Inox se produjo el 3 de febrero, día de la Candelaria, no volviendo de tierras de Níjar a la ciudad de Almería hasta el día 5, fecha del comienzo del reparto de la presa, el cual prácticamente había concluido el 15 de febrero [CABRILLANA, N.: Almería..., op. cit., p. 245]. Mucha de la gente de Mazarrón obtenido su botín volvieron a la villa murciana, sin embargo otros continuaron la lucha enfebrecidos con la presa. [GUILLÉN RIQUELME, M.C.: Un siglo en la historia..., op. cit., 173-174].

115 Ventas posteriores de esclavos de la taha de Marchena refieren la “batalla de Terque”, como se ejemplifica en la venta en 1579 de una esclava, llamada Brianda, natural del vecino lugar de Ben-tarique. Vid. ANDÚJAR CASTILLO, F.: “Entre la «administración´´ y la esclavitud de niños moriscos. Velez-Blanco (Almería), 1570-1580”, en Melanges Louis Cardaillac, Zaghouan, 1995, Tomo II, p. 741, nota 8.

116 A.M.L., Libro de Actas Capitulares 1567-1569, sesión del 23 de febrero de 1569.

117 A.M.L., Carta de Juan Leonés de Guevara a Felipe II. Sin fecha.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

ALMERÍA

BAZA

SERÓN

VERA

VÉLEZ BLANCO

LA CALAHORRA

PURCHENAGUADIX

FONDÓN

OHANES

FÉLIX

TAHALGÉRGAL

TABERNAS

TERQUE

CANJÁYAR

SANTA FE

SIERRADE GÁDOR

CANTORIACUEVAS

OLULA DEL RÍO

ORIA

BOCA DE ORIA

HUÉSCARORCE

ALBOLODUY

STA. CRUZBARRANCOHONDO

MOJÁCAR

NÍJAR

SIERRA DE FILABRES

4-Imañana

4-Itarde

31-I

12-I7-11-I

12-I

19-I

30-Iprincipio feb.

18-I

5-I

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Campamento

Batalla

Marcha del ejército

VÉLEZ RUBIO

BERJA

LORCA

REINO DEMURCIA

ITINERARIO DE LA PRIMERA CAMPAÑA DE D. LUIS FAJARDO, II MARQUÉS DE LOS VÉLEZ, CONTRA LOS MORISCOS. Enero de 1569.

4-I. Salida de V. Blanco, refuerzo de la fortaleza de Oria y acampada en la casa del Margen (Boca de Oria).

5-I. Salida hacia el Almanzora, se aloja en Olula del Río y se incorporan tropas de Baza y Orihuela.

6-I. Cruza Sierra de Filabres.7-I. Acampa en Tabernas y espera permiso

y nuevas tropas murcianas. Se entrevista con autoridades de Almería y se incorpora D. Alonso Granada-Venegas.

12-I. Parte hacia Santa Cruz y acampa en Santa Fe.

13-I. Batalla de Huécija, acampa para recomponer y la tropa se desmanda.

18-I. Sale del campo y se aloja en Sierra de Gádor.

19-I. Batalla de Felix. Problemas disci-plinarios con la tropa y con la ciudad de Almería.

30-I. Sale hacia taha de Lúchar. Acampa en barranco Hondo.

1-II. Batalla de Ohanes. Se celebra la Candelaria y el marqués sufre un atentado.

Primeros días de febrero y marzo. Pasa el campo a Canjáyar, problemas disciplinarios.

II-III. Pasa a Terque donde se deshace el ejército.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

justificando el cabildo lorquino el día 23 de febrero las acciones de sus vecinos por las penalidades sufridas116 . Incluso uno de sus oficiales de mayor confianza, el capitán Juan Leonés de Guevara, se vio obligado a escribir a Felipe II quejándose del maltrato del marqués117 .

A estos problemas se unieron las preocupantes noticias que desde su estado llegaban. Como se esperaba, los moriscos del Almanzora no tardaron mucho tras la salida del marqués para mover la rebelión, hostigados por los sublevados de Gérgal. En efecto, en los primeros días de enero de 1569 algunas villas del valle medio se sublevan a la voz de Gerónimo el Maleh, sometiendo de inmediato a cerco el castillo de Serón. La rebelión se acercaba a las mismas puertas del señorío. El apoyo prestado por don Enrique Enríquez desde Baza a la villa del marqués de Villena despejó en parte el problema en la zona118 . La resistencia de esta fortaleza señorial, no obstante, obligó a El Maleh a cambiar de estrategia hacia el marquesado de Los Vélez, disponiendo en el mismo mes el sitio de Oria, con el ánimo de dividir a las tropas reales. El temor a que la guerra se extendiese al altiplano granadino, y con ella a los reinos de Jaén, Murcia y Valencia, preocupó grandemente a las poblaciones comarcanas. Huéscar fue la ciudad encargada de socorrer a la población señorial, mediante la movilización de las villas jienneses y del concejo de la ciudad de Murcia119 . La agilidad del estado del duque de Alba permitió liberar en la última semana de enero la fortaleza del marqués, presión que se alivió totalmente poco después con el alzamiento del cerco de Serón. El miedo a peores consecuencias aquietó a los moriscos, tal vez porque también por estas fechas las victorias de Mondéjar y Vélez en la Alpujarra forzaron un replegamiento de la minoría, quedando prácticamente apaciguados los ánimos durante unos meses.

No obstante la quietud alcanzada en el Almanzora era ficticia, ya que sólo retenía a los moriscos el miedo al brazo armado de Fajardo. Un temor que los alzados perdían conforme se desvanecía en Terque su ejército, lo que pesaba a don Luis. Un punto más, en definitiva, para que se abriera la crisis en el primer trimestre de 1569.

Desde finales de enero puede decirse que la Alpujarra comenzaba a reducirse,

118 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La rebelión de los moriscos de Serón (1568-1570)”, Al-Cantillo, 9 (1999), pp. 34-35.

119 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Huéscar..., op. cit., p. 52.

120 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La guerra dentro de la guerra…, op. cit., p. 514.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

producto de las negociaciones de paz y buenos oficios de Mondéjar. Con los al-guaciles Miguel Abén Zaba, el viejo, y Andrés Alguacil al frente de la reducción, durante todo el mes de febrero la pacificación de la comarca era un hecho. Las tesis de los moriscos moderados estaban en consonancia con el pactismo de Hur-tado de Mendoza, vencedor de la dura pugna que mantuvo con Vélez120 .

Con la reducción de los moriscos asegurada, el capitán general de Granada podía dedicar el mes de febrero a aplastar el alzamiento de las Guájaras. Mientras, un frustrado don Luis Fajardo retrocedía y paraba su campaña, sin querer admitir que la partida la había ganado su enemigo. El agudo cronista Diego Hurtado de Mendoza da una pincelada muy precisa de la única justificación que podía dar el general de su presencia en Terque: “Estava el marques de los Velez en el rio de Almeria entretenido con parte de la gente del reino de Murcia —y la demas era buelta, como es costumbre, rica de la ganacia— esperando orden del rey si tornaria a tierra de Cartajena [...]. Defendia que los moros del reino de Granada no pasasen por aquella parte a desasosegar los del reino de Valencia”121 .

Fajardo se resistía a perder la iniciativa bélica, y pese a las enormes deficien-cias de su campo, inundó de solicitudes de tropas al rey, a Murcia y a cuantos le podían proveer. Mientras, tejía con don Pedro Deza las finas mimbres de la alianza belicista: continuar con las hostilidades y acabar con el problema morisco, desentendiéndose de la política pactista de Mondéjar. Su determinación era reci-bida con entusiasmo en la ciudad de Granada, y sólo contestada desde fuera de la escena por don Alonso Granada-Venegas122 . Don Íñigo mantendría la tensión un tiempo más, pues a mediados de febrero aplastaba el alzamiento de los Guájares, lo que le permitió retornar a la Alpujarra y crear una estado de opinión favorable a su actuación. “Bolvio el marques a Orgiba, y todos los pueblos vinieron a rendirse y le entregaron gran numero de arcabuzes y ballestas y otras armas, y solos con el reyezillo andaban hasta nobenta personas; despidio el marques gran parte de su exerçito y empezo a tratar del reparo y sosiego de las Alpuxarras, lo qual se hiziera en brevissimo tienpo”123 .

121 HURTADO DE MENDOZA, D.: De la guerra..., op. cit., p. 67.

122 SPIVAKOVSKY, E.: “ Some notes on the relations between D. Diego Hurtado de Mendoza and D. Alonso de Granada Venegas”, Archivum, XIV (1964), pp .212-232.

123 RODRÍGUEZ DE ARDILA ESCAVIAS, G.: Historia de los Condes..., op. cit., p. 108.

124 HURTADO DE MENDOZA, D.: De la guerra..., op. cit., pp. 67-68.

125 A.G.S., Guerra y Marina, Libro 29, fol. 36v. El Escorial, 8 de marzo de 1569.

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La sublevación de los moriscos y la entrada en la guerra II

Sin embargo, Deza aprovechó el golpe de efecto del capitán general para utilizarlo en su contra. La pluma del cronista Hurtado de Mendoza apunta muy bien estas curiosas argumentaciones, pues tras la retirada del ejército de la Al-pujarra “no avia en pie otras armas tan cerca como estas [del marques de los Velez], solicitadas por el presidente de Granada, mas despues con aprobacion del rey. Los que igualmente juzgaban lo bueno que lo malo, aunque atribuyesen a pasion esta diligencia, por escluir compañero al marques de Mondejar”124 . El efecto fue satisfactorio, pues la desarticulación del contingente de Fajardo era dramática en la primera semana de marzo, tanto como para que el día 8 el rey ordenase al marqués de Villena que lo reforzara125 . La inyección de hombres será primordial, ya que alivió a sus deudos murcianos, colapsados por continuas y amenazantes demandas de hombres, así como por la presión que sufrían de una inmediata sublevación de los moriscos de los reinos colindantes. Un caso era Mula, villa en plena movilización militar ante la inminente sublevación de los moriscos levantinos126 . El refuerzo del mar-quesado valenciano mantuvo, pues, el cuerpo militar en la comarca y amortiguará problemas posteriores.

126 GONZÁLEZ CASTAÑO, J.: Una villa del reino…, op. cit., p. 134.

La caballería fue un elemento esencial en la batalla de Berja. Dirigida personalmente por D. Luis Fajardo y sus hombres de confianza, se convirtió en un arma mortífera para los moriscos.

“Caballería”. Carmen Cano.

77

Presentación

IIILA SEGUNDA CAMPAÑA: LAS ACCIONES EN LA

BAJA ALPUJARRA. Marzo-Junio de 1569.

La disolución en Terque del primer ejército no significó la retirada del marqués en la Alpujarra, quien propugnaba continuar la guerra. La fuerte división en el generalato se zanjó con el nombramiento de un nuevo capitán general en el Reino de Granada, don Juan de Austria. La venida de éste fue favorable a las tesis pactistas, recibiendo Vélez órdenes de no intervenir y desplazarse a la Baja Alpujarra para recibir a los moriscos reducidos. Sin embargo el tiempo de paz fue aprovechado por Abén Humeya para comenzar a finales de abril un segundo levantamiento, más extenso y complejo que el anterior. A principios de mayo las tesis belicistas tomaban fuerza y el marqués, ante los ojos del Consejo de Guerra de Granada como el único que podía salvar la situación, ganaba la partida a su rival, el marqués de Mondéjar.

Movilizado el 17 de mayo, su segunda campaña por la Baja Alpujarra fue rápi-da y exitosa: la aplastante victoria en la batalla de Berja contra el mismo rey de los moriscos convirtió al marqués en el hombre del momento. Contra todo pronóstico, don Luis no se introdujo en la tierra, prefiriendo retirarse al cercano puerto de Adra para ser reforzado por los tercios italianos. Obsesionado por el número de hombres y el avituallamiento, el tiempo que siguió en Adra fue un verdadero tira y afloja del marqués con don Juan de Austria para que se movilizase. A finales de julio en el puerto litoral había un fuerte contingente militar.

Ser el único que poseía un ejército fuerte en la Alpujarra permitió al de Vélez ocupar una posición de fuerza ante Granada, tanto como para pactar con su pariente don Enrique Enríquez, que le permitiría controlar el sector oriental del reino grana-dino, ampliar territorialmente su influencia, y proteger su señorío de las revueltas que se iniciaban en el valle del Almanzora. El sitio de Cantoria y su posterior toma, así como el cerco de Oria, no cabe duda que fueron importantes referencias para que Fajardo aplicase una compleja actitud política en todo el conflicto.

III

78

La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)

LAS CONSPIRACIONES MORISCAS Y VIEJOCRISTIANAS

La estabilidad alcanzada por Mondéjar en el territorio era engañosa, ya que, pese a la reducción, Abén Humeya seguía conspirando. A finales de febrero el reyezuelo había logrado con los radicales moriscos una alianza para compartir el poder, pedir refuerzos a África y tener un mayor margen de maniobra en la Alpu-jarra, planeando alzar las tierras malagueñas con la intención de dividir al ejército real en dos frentes127 . El marqués de los Vélez veía clara esta trama y pensaba que era necesario introducirse en la comarca para obstaculizar a los sediciosos. Proseguía, pues, su trama con el presidente de la Chancillería contra las tesis del capitán general de Granada.

La presencia de Fajardo en la Alpujarra le daba la oportunidad de actuar in situ sobre los rebeldes. Haciendo caso omiso del pacto alcanzado por Mondéjar con los notables moriscos, no solamente rechazó las reducciones, sino que mandó apresar a todos los cristianos nuevos que se acercaban a su campo; trasladándolos a sus posesiones murcianas. Uno de sus mejores colaboradores era Miguel Com-pán, un alpujarreño que conocía perfectamente el territorio, razón por la cual mandaba un grupo de cuadrilleros que hostigaba la zona. Una de las acciones más sonadas fue la cabalgada que realizaron sus hombres en Nechite, cerca de Ugíjar, si bien en su huida a Guadix, el botín conseguido, mayormente ganado cabrío, fue requisado por el alguacil mayor de la ciudad128 .

Durante el tiempo que Fajardo estuvo en Terque puede decirse que acabó con la presencia morisca en el señorío del bajo Andarax. Casi un año después así lo expresaba Felipe II a su hermano: “El duque de Maqueda me escribe y hace relaçion que munchos de los vasallos que tenia en la Taha de Marchena y en otros lugares del reino de Granada que estan lebantados, lo hizieron conpelidos de los moros rebelados. I que asi algunos de ellos vinieron luego a ponerse en manos del marques de los Velez para que los recibiese en nuestro nombre, para que hiziesemos de ellos lo que fueremos creido. I que el dicho marques los enbio al reino de Murcia, donde han estado i estan al presente”129 .

Los detractores a Vélez encontraban en sus actitudes el mejor argumento

127 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La guerra dentro de la guerra…, op. cit., p. 515.

128 Los soldados eran Pedro Crespo, Gil Crespo, Francisco Gonzalez, Antonio de Segra, Lorenzo de la Vega y Juan Martínez. La intervención de la presa la realizó por la fuerza el capitán de Úbeda, Juan de Ortega. Guadix, 15 de marzo de 1569. A.P.G., P.-107, notaría de Diego de Villanueva, fol. 25R.-V.

129 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2156, p. 2. Felipe II a D. Juan de Austria. La Atalayuela, 26 de enero de 1570.

79

La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)III

Mientras Mondéjar aplacaba la rebelión por medio de la reducción, Abén Humeya preparaba un segundo alzamiento. Vélez lo sabía y estaba atento a la situación.

“La conspiración”. Carmen Cano.

III

80

La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)

para negar el periodo de paz alcanzado en la comarca, mientras que sus par-tidarios veían en sus impetuosos actos el único modo de cercenar la palpable insubordinación morisca. Sea como fuere, los dos bandos observaban atónitos los actos del contrincante, sin participar más allá de la mera crítica. En unos y otros la sensación fue que la situación se deterioró más. El cronista Herrera ajusta el estado de oposición en estos términos: “como unos soldados se fueron con ganancia y otros acudieron con codicia, se fue todo turbando y empeorando el estado de las cosas. Y los ministros que residian en la ciudad de Granada que querian mal al marques [de Mondejar] le calumniavan cargandole del demasiado amor a los hijos, deudos y criados; que no mirarava por el hazienda real, ni la empleava bien, ni atendia a sus quintos; que los oficiales reales no hacian caso; ni estimava a nadie. Y que no pudiendo sin el ayuda de otros hazer guerra, deberia proceder con mas amor y blandura. Dezian que la guerra no estava acabada y que las armas que avian entregado los enemigos eran inutiles. En suma, acudian tantas quexas pidiendo por general al marques de Velez que aunque se procuro mucho satisfazer a ellos por parte del marques de Mondejar y dio el rey particular cuenta del estado de las cosas y que avia quedado con vitoria no aprovecho nada, porque le cumplira mucho contenido mas cuydado que voluntades con liberarlo”130 .

De hecho, todo quedó en suspenso hasta tanto llegara don Juan de Austria, nombrado por Felipe II capitán general de Granada para poner orden en los dos bandos y acabar con el marasmo reinante. El marqués de Mondéjar quedaría como un general más, si bien fue entonces cuando desplegó toda su influencia escribiendo al rey una carta esclarecedora y sincera en la que rebatía, punto por punto, todos los argumentos esgrimidos por sus enemigos contra él131 . Muy proba-blemente, esta declaración la tendría presente el monarca cuando dio instrucciones privadas a su hermano de cómo debía actuar en Granada.

El 12 de marzo llegaba a la capital del reino don Juan de Austria. En ese momento los belicistas desplegaron toda su publicística, utilizando un cortejo de viudas alpujarreñas para atraerlo a su opinión132 . Sin embargo el príncipe no se sorprendió por el recibimiento, pues escuchó muy atentamente los argumentos de los Mendoza sobre la necesidad de la reducción de los moriscos133 . Preocupado

130 HERRERA TORDESILLAS, A.: Historia general del mundo…, op. cit., pp. 356-357.

131 Un resumen de la misma en FORADADA, J.: “La insurrección de los moriscos de Las Alpujarras y el marqués de Mondéjar”, Revista Contemporánea, XX (1880), pp. 268-272.

132 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Las viudas de La Alpujarra en la repoblación de Felipe II”, Los marginados en el mundo medieval y moderno, Almería, 2000, p. 134.

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por lo que se pudiera decidir finalmente, el marqués de los Vélez envió para de-fender su posición a don Juan Enríquez, quien comentó cómo “estando el marques en Terque, supo la benida del señor don Juan de Austria a Granada, y io por su orden fui a besalle las manos y dalle quenta del estado en que estava la guerra, como pareçe por esta ynstruçion que dello lleve”134 .

Las propuestas del Fajardo no fueron aceptadas por el hermano del rey, el cual por el momento pretendía continuar el proceso de reducción de los moriscos. La Baja Alpujarra había sido elegida para concentrarlos en un futuro cercano: “El primero y principal ponia en que la reduccion pasase adelante, pues los lugares de la Alpujarra todavia lo deseaban y pedian; y que reducidos, le diese orden como recogerlos todos en las taas de Berja y Dalias, porque, segun estaban obedientes, se podria hacer sin dificultad, y el se preferia a ponerlos alli; y puestos en aquella tierra llana, con tomarles la parte de las sierras con la gente de guerra, teniendo, como tenian, la mar del otro cabo, podria ejecutarse en ellos lo que Su Majestad mandase facilmente”135 . Con estos planes sobre el territorio, el propósito de introducirse en el Andarax sólo soliviantaría a los rebeldes y desbarataría la pacificación iniciada.

Sin embargo, un hecho singular, decidirá finalmente la partida hacia el ban-do belicista. El 30 de marzo una expedición a la Alpujarra para capturar a Abén Humeya, enviada por Mondéjar y dirigida por Álvaro Flores y Antonio Ávila, termina en un total fracaso. En efecto, una emboscada de los moriscos asesinó a la expedición -casi 1.000 hombres- y a sus capitanes. Rápidamente los alguaciles moriscos moderados trataron de desvincularse de la matanza, argumentando que el suceso no debía enturbiar la reducción de los alzados. Hurtado de Mendoza “quiso oirlos y admitir su descargo; mas fue tanta la indignacion de todos los del campo, chicos i grandes, que no hubo razon que bastase para aplacarlos, diciendo que cuanto tocaban era engaño y maldad, y que el marques de Mondejar se dejaba engañar de aquellos herejes, que tenia por vasallos; y no faltaron personas particulares que enviaron a Su Magestad con memoriales de quejas tomando por ocasion esta gran perdida”136 .

El malestar por la matanza alpujarreña de marzo fue rápidamente utilizado por los belicistas para cambiar la posición del capitán general de Granada hacia

133 SPIVAKOVSKY, E.: “Un episodio de la guerra contra los moriscos. La pérdida del gobierno de La Alhambra por el quinto conde de Tendilla (1569)”, Hispania, XXXI (1971), p. 406.

134 B.N., Manuscrito 10475, fol. 250r-266r.

135 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 165.

136 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 161.

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El nombramiento de D. Juan de Austria como Capitán General del Reino forzó a redefinir la situación. El marqués de los Vélez envió a D. Juan Enríquez a Granada para hacer valer sus ideas.

“El emisario”. Carmen Cano.

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sus tesis. Muy agudamente, un crítico con el noble velezano, Antonio Herrera, vio en los movimientos del bando su sibilino juego estratégico: “como el suceso de la rota de Antonio Davila se represento al rey mayor de lo que era, aprovechandose de la ocasion los enviados del marques apretaron tanto que se acordo de encargar al marques de Velez lo que tocava a los rios de Almeria y de Almanzora, la tierra de Baza y Guadix; y el resto del reyno al de Mondejar”137 . El reconocimiento de don Luis Fajardo como general de todo el sector oriental sin duda contentó al sector beligerante, si bien todavía quedó frenado, ya que no recibió órdenes para atacar a los moriscos; que era como darle también la razón a don Íñigo López de Mendoza138 . En fin, un juicio salomónico.

A mediados de abril aún comentaba un capitán sevillano destinado en el presidio de Órgiva, por el tiempo que corre “no se haze nada en la guerra hasta que se junte en Granada el señor don Juan y don Luis Quixada, el duque de Sessa, el marques de los Velez, el marques de Mondejar y el presidente de la real chancilleria; los quales se juntaran a las veynte de este. Sigun dizen, a de aver tres campos, no se sabe quien los a de governar”139 . No obstante, el Fajardo no se desplazó a la capital, trampa que impedía su intervención militar.

Tras la reunión del Consejo de Guerra del 20 de abril, seguramente enfadado por la sutil estratagema, don Juan Enríquez retornó a la comarca, informando a don Luis cómo se le confirmaban sus poderes militares, aunque negándole la posibilidad de intervenir. Sin embargo, para estas fechas el impaciente noble ya había avanzado su posición, pues el 4 de abril salió del campo de Terque, en un afán por forzar la situación140 . Su desplazamiento fue hacia la taha de Lúchar, donde esperaba a Enríquez, concretamente en el Losar de Canjáyar. En esta población recibió nuevos hombres de Lorca y las tropas manchegas enviadas por el Marquesado de Villena. Este último refuerzo fue providencial, pues lo constituían unos 1.000 soldados, organizados en una compañía de caballería, al mando de Jorge Cañavate, vecino de Albacete; y cuatro de infantería, comandadas por Andrés Cantos y Francisco

137 HERRERA TORDESILLAS, A.: Historia general del mundo…, op. cit., pp. 358.

138 El marqués de Mondéjar quedó en el consejo de guerra con cargo de instruir a don Juan de Austria. Una posición ambigua que reconocía cierta influencia sobre el príncipe. Aunque perdía poder en el seno de su política, como reconocía el arzobispo en carta del 17 de marzo. Vid. MOREL-FATIÓ, A.: Etudes sur l´Espagne, París, 1925, pp. 312-313 y nota 2.

139 R.A.H., Colección Jesuítas, Tomo 115, fol. 199r-v. D. Alonso de Ochoa a D. Alonso Mexía. Órgiva, 18 de abril de 1569.

140 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 38. El marqués de los Vélez a Juan Vázquez. Terque, 20 de abril de 1569.

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Cañavate, regidores de Albacete; Juan Zapata, vecino de La Gineta, y Juan Barrio-nuevo, vecino de Chinchilla141 . Con estos contingentes, don Luis Fajardo podría entrar en guerra y pacificar a los alborotados moriscos de la zona.

EL TRASLADO A LA BAJA ALPUJARRA

La primera semana de abril la pasó Granada replanteándose la reducción de los alzados e intrigando. Lo que irritó sobremanera al marqués. Por ello, a media-dos de mes se esperaba que pasase a la ciudad para participar en una importante reunión con los generales, nuevamente se negó a asistir. En la última semana de abril don Luis recibió finalmente las órdenes de alejarse del interior y desplazarse a la Baja Alpujarra para atender a las reducciones. Dice don Juan Enríquez: “Bolvi al campo, el qual halle aloxado en el Losar de Canjaiar, esperando la resoluçion que io traia, que fue que el marques no entrase en Andarax, sino que bolviese la buelta de Dalias y Berja, lo qual se hizo”142 . Obedeciendo, don Luis Fajardo a últimos de mes retro-cedió. Era el tiempo en que se ponía en marcha la segunda rebelión morisca; ya que el 23 de abril, por impulso de El Muezzín, se levantaba la localidad malagueña de Alcaucín. Días después, la Sierra de Bentomiz y Tierra de Vélez, con centro en Canillas de Aceituno, se alzaban143 .

A la vez que las tierras malagueñas se sublevaban, en la Alpujarra el único ejército real se retiraba, dando así libertad a la conjura morisca. Sin embargo, y ante un posible ataque a Almería, el marqués, con movimientos lentos, pasó a la otra de la cara de la sierra de Gádor y se situó en la taha de Almexíxar. En el campamento serrano Fajardo comenzó a organizar su marcha a la Baja Alpujarra, fijando su destino en Berja. Para aconsejarle en la reducción le acompañaría don Alonso Aviz Granada-Venegas, miembro de la familia real nasrí y persona de todo crédito para tratar la reducción del pueblo morisco.

La instintiva estrategia de don Luis lo había colocado casualmente en la mejor posición, ya que protegía a la ciudad almeriense por el oeste e impedía el acceso

141 SANTAMARÍA CONDE, A.: “Participación de Albacete en la lucha contra la sublevación de los mo-riscos granadinos”, Al-Basit, 6 (mayo, 1979), pp. 179-180.

142 B.N., Mss. 10475, fol. 250R-266R.

143 BENÍTEZ SÁNCHEZ-BLANCO, R.: “Guerra y sociedad: Málaga y los niños moriscos cautivos. 1569”, Estudis, 3 (1974), pp. 31-54 y NAVAS ACOSTA, A.: “La batalla de Frigiliana o la rebelión de Bentomiz”, Jábega, 9-12 (1975), pp. 21-22.

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insurrecto al litoral. Para Abén Humeya estos elementos eran un serio obstáculo a su plan. Corría la última semana de abril y, no esperando más contratiempos en la comarca y aprovechando el interés por el alzamiento malagueño, los moriscos de esta zona animaron la insurrección alpujarreña144 .

Las artimañas insurgentes del rey morisco eran bien conocidas por el marqués, manifiestamente opuesto a la reducción, tanto más cuanto que veía la creciente osadía cristiano nueva. Por estas razones adelantó su marcha a Berja, pues aunque sus órdenes eran precisas, sabía que muy pronto tendrían que cambiar. Así, ente-rado de la marcha de los tercios hacia las tierras malagueñas rebeladas, el general no dudó en solicitar su concurso: “Siendo, pues avisado el marques de los Velez de la venida desta gente y de la calidad della, tuvo tiempo de escribir a Su Majestad, suplican-dole se la mandase dar, ofreciendose que con ella y con la que tenia en Berja daria fin al negocio del rebelion; y Su Majestad le envio una orden en que mandaba que en llegando el Comendador Mayor a surgir a la villa de Adra, dejase toda aquella infanteria en tierra, para que la juntase con su campo; mas no hubo efeto esto, porque el Comendador Mayor llego a la playa de Adra el primer dia de mayo, y sin detenerse alli mas que una sola hora paso la vuelta de Almuñecar”145 .

Aunque no pudo ser reforzado con los tercios por la falta de sincronización, la autorización real confirmaba las previsiones de Vélez; y con ellas la anulación de las órdenes de reducción. Por tanto, sólo quedaba volver a los planes de principios de marzo sobre la intervención militar.

LAS JORNADAS DE DALÍAS Y BERJA

Mayo comenzó con desórdenes de las tropas del marqués, especialmente las lorquinas. En efecto, aprovechando su ventaja, los soldados se lanzaban contra los moriscos que venían a reducirse, llegando con sus tropelías y robos a todo el territorio146 . En cierto modo se estaba cumpliendo el programa de Abén Humeya, quien conocía por sus espías que el marqués no contaba con los tercios; de tal

144 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La guerra dentro de la guerra…, op. cit., p. 515 y CASTILLO FERNÁNDEZ, J.: “El sacerdote morisco Francisco de Torrijos: un testigo de excepción en la rebelión de las Alpu-jarras”, Chrónica Nova, 23 (1996), pp. 465-492.

145 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 169.

146 Especialmente duros fueron los saqueos de Laroles y Turón, algo que terminó con otro desastre más en el Puerto de la Ragua . Vid. TAPIA GARRIDO, J.A.: “Rebelión y guerra…, op. cit., pp. 156-161.

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modo que, en los primeros días de mayo, asaltó el fuerte del Puerto de la Ragua para aislarlo.

El corte de las comunicaciones con el Marquesado del Cenete no amedrentó a don Luis, confiado en la abundancia de grano de las campos de Berja y Dalías. La segunda mitad del mes de mayo se abrió con la convicción de que el alza-miento de los alpujarreños sólo era cuestión de días. Sin dudarlo más, Fajardo se dispuso a avanzar discretamente hacia la Baja Alpujarra. Para disponer mejor la estrategia, puso su campo en Vícar, villa encaramada en la sierra que dominaba el llano del Campo de Dalías. Desde su nuevo emplazamiento, el noble velezano se veía como el único instrumento para terminar con la farsa morisca. Entró en contacto con el gobernador de la cercana ciudad de Almería para que reforzase su menguado ejército. De sus conversaciones salió definitivamente el proyecto de avanzar; así, “vino una compañia de escuderos de Almeria, que embio don Garcia de Villaroel, general de aquella costa; y con ella, y la demas gente marcho la buelta del enemigo, que estaba fortificado en Dalias, y Berja”147 .

Pese a la cautela, el desplazamiento militar fue seguido muy atentamente por Abén Humeya, preocupado porque sus planes no se consumasen. Bien sabía el rey morisco los inconvenientes que traía la nueva posición del ejército; de tal modo que marchó a Berja para preparar su ofensiva. Ambos contrincantes conocían cuánto se jugaban y, por ello, usaron del máximo sigilo y disimulo.

Vélez comenzó su traslado por tierras del poniente almeriense el 17 de mayo: “Sali de un alojamiento que tuve junto a Bicar, a puesta de sol, con todo el ejercito; y camine toda la noche con intento de llegar a Dalias, que esta cinco leguas de alli, cuando amaneciesse, y asi llegamos sin ser sentidos, yendo tres mil y quinientos hombres de a pie y trescientos y cincuenta de a caballo”148 . El camino por la llanura del Campo de Dalías fue un éxito, ya que el primer obstáculo, la ascensión montañosa a la hoya dalieña, fue superada sin problemas. El propio don Luis explica su avance “hasta una estrechura que llaman el Boqueron, muy cerca de Dalias, donde nos sintieron dos estancias de guardas que alli tenian los enemigos, los cuales luego hicieron lumbres y con ellas fueron avisados los de Dalias, y no hallamos cuando llegamos a Dalias mas de quince hombre, los cuales se mataron alli, y los demas se fueron a la sierra y a esta villa de Verjal, que es una legua mas alla”149 .

147 CASCALES, Francisco: Discursos históricos …, op. cit., p. 312.

148 R.A.H., Colección Salazar, 9/3761, fol. 235. Fragmento de una carta del Marqués de los Vélez. Berja, 4 de junio de 1569.

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Tras muchos titubeos, al marqués se decidió a salir de Adra. Camino de Berja, los moriscos asesinaron a enfermos sin ser sentidos.

“Muerte a traición”. Carmen Cano.

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Noqueado el peligroso paso, y con la huida de los moriscos dalieños, el desplazamiento fue más rápido de lo esperado. Por ello el marqués no dudó en continuar hacia Berja, a la que llegó con el sol salido y observando cómo los alzados emprendían la retirada con sus mujeres y bagajes. Ocupada la villa por la infantería, don Luis Fajardo continuó para atacar a los huidos, a quienes alcanzó en los llanos de El Cid. La batalla que siguió queda plasmada por el mismo noble: “Corri con la caballeria tras los moros hasta que los alcanzamos y rompimos y siguiose el alcance legua y media; murieron quinientos moros, tomamosles las banderas y cuatro cientas y sesenta mujeres y niños y algunos bagajes, y [...] aunque la caballeria fue sola tras lo moros, los que dejabamos atajados en las peñas pelearon con algunos soldados nuestros que iban tras nosotros, los cuales iban acabando los moros que se quedaban escondidos, y con esto nos volvimos aqui a Verjal”150 . Las bajas viejocristias tan sólo fueron cinco soldados.

Don Juan Enríquez, exagerando el número de muertos enemigos, resume muy bien la jornada de aquel día desde su salida de Vícar: “Marchando el canpo de noche y enboscandose de dia, llego una mañana, bispera de la Açension, y se aloxo en Berja, abiendo muerto mas que seis çientos moros, los quales mato la cavalleria, que los alcanço en unos llanos, que se ivan retirando a la sierra como sintieron el canpo”151 . Olvida este jefe bastetano relatar la singular resistencia de una veintena de moris-cos que, atrincherados en uno de los fortines virgitanos, fueron desalojados con harto trabajo por tropas murcianas. La descripción de la batalla seguida por la infantería en Berja, mientras la caballería actuaba en El Cid, quedó recogida años después de esta manera:

“Aqui sucedio, que habiendose recogido en un fuerte mas de veinte moros, Alonso Jaymes, alferez que fue de una compañia de cavallos, persuadiendo para ello a unos amigos suyos, que fueron Juan de Viveros, Antonio Merlos, y Francisco Jaymes, de Murcia, y a Francisco Ruiz, señor de Cox de Origuela, y a Amador de Escamez, regidor de Baza, y a Juan Perez de Tudela, capitan de cavallos de Lorca, apeados de sus cavallos se subio con ellos al fuerte, que era un collado fragoso, y alli embistieron a los veinte moros con espadas, y rodelas, y pelearon con bravo corage a vista de la mayor parte del campo, y un valiente moro se encerbuno de tal manera con Alonso Jaymes, que se abrazo con el para despeñarle, y Alonso Jaymes le trastorno con tanta furia, que vinieron los dos rodando el cerro abaxo,

149 Ibidem.

150 Ibidem.

151 B.N., Mss. 10.475, fol. 250r-266r

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hasta la falda de el, y alli enfadado de la resistencia del moro, saco un puñal, y le mato a puñaladas. Muerto el moro bolvio arriba, donde hallo a sus amigos peleando valerosamente, y junto con ellos no dexaron uno con vida, y con esto baxaron en seguimiento del campo, que habia tocado a recoger para irse a Berja, donde se alojo aquella noche”152 .

La entrada de don Luis en la Baja Alpujarra no podía ser más sonora, pues con ella había desbaratado el sorpresivo segundo alzamiento. Durante la segunda mitad del mes aumentaron las encaradas moriscas contra los soldados con la in-tención de reavivar la rebelión; la tropa lorquina, particularmente activa e inquieta, llenó de temor a los rebeldes. Sin embargo, también comenzó una larga serie de deserciones que, poco a poco, sangró el campo de don Luis Fajardo, quien, alar-mado, escribe al alcalde mayor de Lorca pidiendo se castigue a los desertores153 .

LA BATALLA DE BERJA

En la última semana de mayo aumentó la crisis en la zona, tanto que se es-peraba en cualquier momento el estallido bélico. La tensión se rompió a finales de mes cuando Abén Humeya no pudo esperar más y convocó en Válor a su consejo de guerra, compuesto por su tío, don Hernando de Córdoba el Zaguer, y los generales Miguel el Dalay, Moxaraf y don Hernando el Habaquí. De la reunión salió una decisión clara: atacar a don Luis Fajardo en su campo de Berja, ya que, derrotándole, no sólo eliminarían un obstáculo en la Alpujarra, sino que sería el mejor argumento para que las tierras del Almanzora se levantaran, seguras de haber eliminado al único general que verdaderamente temían.

El ataque morisco sobre Berja fue cuidadosamente preparado: el reclutamien-to de tropas en las tahas, la coordinación de las bandas monfíes que actuaban en el territorio e, incluso, el acuerdo para ser apoyados con armas y hombres desde Argel y Fez. El estado mayor morisco sabía que la situación del marqués no era buena: tenía una tropa indisciplinada, temerosa y huidiza, y no disponía de apro-visionamiento a través del Puerto de la Ragua. Contando con estos elementos favorables, no cabía la demora.

El plan de batalla se fijó con un contingente militar de unos 3.000 arcabu-

152 CASCALES, Francisco: Discursos históricos..., op. cit., p. 312.

153 Las acciones del licenciado Arriaga de Alarcón provocaron una verdadera rebelión en la ciudad; en tal grado que fue preciso que el rey enviase un alcalde de gobierno, don Pedro de Elodio, para poner orden. CÁNOVAS COBEÑO, F.: Historia de la ciudad …, op. cit., p. 364.

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ceros y ballesteros, 2.000 piqueros y unos 400 soldados berberiscos, formados del siguiente modo: dos columnas dirigidas por El Derri y El Habaquí y un tercer cuerpo bajo el control de Abonvayle. El mando conjunto se lo asignó el propio Abén Humeya, bajo el asesoramiento de un consejo de generales formado por don Hernando el Zaguer, Abonbayle, Gerónimo el Maleh, Abén Mequenum y Juan Gironcillo. El grueso del ejército se movilizó finalmente desde Válor en los albores de junio, cruzando las sierras hasta llegar a seis leguas de Berja. Situado el estado mayor en Padules, el rey morisco envió un capitán con exploradores a reconocer el campo y preparar el ataque.

Los movimientos rebeldes eran observados por el marqués muy cautelosa-mente; de tal modo que, sospechando la trama, desplegó su red de espías. Cinco de ellos fueron capturados, que al no regresar alarmaron aún más a Fajardo. Entre los agentes que sí lograron volver a Berja se encontraba un morisco que puso sobreaviso del inminente ataque rebelde154 . La noticia llevó a don Luis a organizar de inmediato una nueva operación de espionaje:

“Sabido esto el marques, quiso certificarse mas bien de esto por todos los caminos que pudiese, y asi mando a su hijo don Diego Faxardo que echase algunos soldados escogidos de noche a buscar, y traer alguna centinela del enemigo, y para ello fueron señalados el capitan Barrientos de Almeria, y Alonso Jaymes, y Francisco Jaymes, y Antonio Merlos, y Juan de Viveros, y Gines de Morales de Murcia, sin cavallos, con otros tantos arcabu-ceros, y en anocheciendo, juntamente con Mesa, que era nuestra espia, salieron la buelta de Uxixar, y llegaron con gran priesa a la Fuente el Alamo. Aqui tenia el enemigo sobre un cerro seis moros de centinela, que los habia reconocido nuestra espia, y los nuestros subieron de dos en dos el cerro arriba, hasta que oido un pito que por señal llevava Mesa, los embistieron, y cautivaron, que solo uno les pudo escapar, y los demas fueron traios ante el marques, y el los entrego a Hernando de Leon, barrachel de campaña, y aunque mato a tormentos a los quatro, no dixeron nada, solo el postrero sin llegar al tormento confeso, y descubrio, que Aben Humeya habia juntado mas de doce mil hombres para venir contra Berja, y que sin duda ninguna el viernes siguiente estaria sobre ella” 155 .

El servicio de espionaje había permitido a principios de junio saber con certeza el inminente ataque de Abén Humeya, algo que se ratificó cuando los rebeldes

154 Dice el propio marqués en una carta: “y quiso Dios que como yo ya sabia su intento de un moro que le tomamos, tuve muy dobladas mis centinelas de a caballo y de a pie”. R.A.H.., Colección Salazar, 9/3761, fol. 235.

155 CASCALES, Francisco: Discursos históricos..., op. cit., p. 314.

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corrieron los campos de Berja y robaron varios bagajes que pastaban en el entorno. Tal atrevimiento no se había producido hasta aquel momento, coligiéndose que los enemigos ensayaban su ataque, tratando de calibrar la capacidad de rebato cristiano. Ante estos hechos, y sin levantar sospechas, don Luis Fajardo ordenó una escaramu-za por la tierra, con ánimo de calcular la coordinación de su caballería e infantería156 , al tiempo que pretendía volver a conseguir más información del enemigo.

Las noticias del inminente ataque eran ratificadas por tres moriscos más que capturó en la noche el capitán de caballería de Adra, Tomás de Herrera157 . En las acciones de contraespionaje sobresalieron los hermanos Diego y Francisco Cervantes, dos cuadrilleros que regresaron con sendos prisioneros moriscos158 . El segundo vería más tarde reconocido su arrojo, “particularmente por haver encon-trado una noche, con cinco moros, que estaban en atalaia, zerca de Berja, y muerto los dos, y prendido a uno, a quien se dio tormento, y descubrio como el que ellos traian por su cabeza y caudillo estaba determinado de benir con mucho numero de moros a dar en nuestro campo”159 .

Con estos datos, esa misma noche llamó el marqués a consejo a don Juan Enríquez, don Diego de Leiva y a don Diego, don Juan y don Francisco Fajardo, así como a otros capitanes, para informarles del inminente asalto al campo160 . El debate del consejo se centró en cómo hacer frente a la ofensiva, pues era tarde para retirarse a Adra y demasiado imprudente anunciar el ataque rebelde por te-mor a la huida de la soldadesca. Tras largas deliberaciones la sensatez aconsejó que los capitanes recogieran muy disimuladamente a los soldados en sus banderas y que esa noche durmieran con sus armas, bajo el pretexto de mudar al día siguiente el alojamiento. Esa misma noche se realizaron otras previsiones: los enfermos se instalaron en la iglesia; las prisioneras moriscas fueron encerradas en las traseras del templo, bajo la custodia de las tropas manchegas de los capitanes Barrionuevo,

156 R.A.H., Colección Salazar, 9/3761, fol. 235.

157 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 176.

158 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., pp.122-124.

159 Esta y otras acciones le valieron en 1576 la nobleza. Vid. ANDRÉS UROZ, M.L.: “De la piedra al papel. Un testimonio documental y heráldico de un señor de la guerra del quinientos”, Axarquía, 3 (1998), p. 108

160 “...y paresciéndome por las consideraciones que tuve aquella mesma noche cuasi a las once, que entendiendo los enemigos el cansancio con que habíamos quedado nos habían de acometer, y hice llamar a aquella hora algunos caballeros con quien suelo comunicar estas cosas, y aunque no creyeron mi sospecha yo me determiné de que luego se echase bando de que se recogiese toda la gente en pie con sus armas”. R.A.H., Colección Salazar, 9/3761, fol. 235.

III

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Cantos y Cañabate, ubicadas en las calles que flaqueaban esta edificaciones (Chi-clana, Picadero, Placeta de la Cruz y Teniente Joya). Esta posición era adecuada, dado que controlaba el barrio de Capileyra (Los Cerrillos) por su camino (calle Marqués de Yniza). Sin duda la posición era estratégicamente idónea, ya que a la altura de la calle Teniente Joya confluían los caminos de Andarax (Calle Humi-lladero), y de Dalías (Calle Alcántara), y ambas vías quedaban controladas161 . En torno a la plaza se plantó el cuartel general, por ser lugar idóneo como antiguo zoco de la localidad y disponer de unas tapias que cerraban todo el espacio. Por último, y para proteger lo dispuesto, el sargento mayor Andrés de Mora, recogió el bagaje en la improvisada plaza de armas y distribuyó a los capitanes de mayor confianza en torno a las calles y caminos que accedían a la misma. Quedaron éstos del siguiente modo:

- En el camino de Dalías (calle Mohaja y Carolinas), los capitanes Fernán Pérez de Tudela, Alonso del Castillo, Juan Mateos de Guevara y Juan Quiño-nero. Éstos organizaron una línea de postas que abarcaba desde Alcaudique hasta la villa de Dalías, donde estaba Quiñonero.

- En el camino de Adra, es decir en la calle del Olivar (actual calle Goya y Fuente Toro), interponiéndose al cercano lugar de Pago, se fijaron las com-pañías de la ciudad de Murcia a cargo del capitán Nofre Ruiz.

- En el camino de Ugíjar, en el barrio de Julbina (Carrera de Granada), por donde se esperaba el ataque, se situó el capitán Alonso Gualtero.

El dispositivo se completó con las compañías lorquinas, las cuales tomaron el resto de las calles que confluían a la plaza. Quedaron al mando de éstas los capi-tanes Luis de Guevara, Juan Mateos Rendón, Juan Navarro de Álava, Juan Felices Duque, Adrián Leonés Ponce y N. Zorita. En los alrededores de la villa, y con la orden de atender en caso necesario los puntos que se mostraran más débiles, se ubicaron las tropas de Caravaca, Cehegín, Mula, Totana y Alhama, dirigidas por los capitanes Fernando Mora, Juan de León Carreño, Juan Melgarejo, Juan de Mora y Pedro Cayeçela.

El marqués, acompañado por don Diego Leiva, quedó en la plaza con la ca-ballería. A su lado, su sargento mayor y el ayudante de éste, el murciano Pinar de Loaisa. El resto de las operaciones estratégicas quedaron pendientes para el alba,

161 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit, p. 176.

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momento en que los tambores anunciarían las oportunas operaciones.

La batalla de Berja, pese a ser una de las más importantes de toda la guerra de los moriscos, no ha logrado fecharse hasta el momento. Por nuestra parte hemos encontrado referencias suficientes como para situarla en el alba del 2 de junio, como el propio general anota dos días después en una carta. Las memorias de don Juan Enríquez, son así mismo explícitas y confirman lo anterior: “Estando en Berja, biernes bispera de la Trinidad, fuimos acometidos de don Hernando de Balor, que truxo consigo mas de beinte y quatro mil onbres, los doze mil dellos tiradores. Acometionos al amancer. Fue Nuestro Señor servido darnos la bitoria, con muerte de dos mil onbres dellos, sin los que murieron en la sierra reventados y de heridas, que segun se supo fueron otros tantos”162 . Aunque intencionado en la exageración del número de enemigos vivos y muertos, la fecha es fiable por su condición de testigo directo.

El asalto se produjo de noche, pretendiendo confundir al ejército: prime-ramente se oyeron movimientos por el sector de Ugíjar; aunque poco después las asonadas apuntaron al sector de Dalías. Quince minutos más tarde llegaban al marqués nuevas de cómo los enemigos irrumpían también por la parte de Andarax. Estaba claro que el asalto podría venir por cualquier punto, razón que le determinó a ordenar el estado de máxima alerta. En esta situación, el general recibió la noticia de uno de sus espías, Pedro Samaniego, sobre el punto exacto del ataque: “Estando el campo del dicho marques, en Berja, se le ordeno una noche saliese por espia y çentinela de los enemigos; y al amaneçer volvio al campo; a dar aviso de una encamisada de mas de quinze mill moros que venian sobre el. Y se aperçivio la gente; y salieron a reçibirlos, y el dicho Pedro de Samaniego con ellos”163 .

El asalto se produjo por la zona de Dalías, dirigiéndose a las casas donde estaban encerradas las moriscas. Marchaban primero los guías, quienes para conocerse en la oscuridad iban con camisas blancas, algo que facilitó a las tropas su localización en la oscuridad. Seguían a la encamisada unos 2.000 hombres, entre los que se encontra-ban muchos berberiscos con guirnaldas de flores en la cabeza, “porque habian jurado de vencer o morir muxehedines, que quiere decir martires por la ley de Mahoma. Estos desventurados, engañados del demonio, que no temen la muerte, con vana esperanza de

162 B.N., Mss. 10475, fol. 250r-266r

163 I.V.D., Envío 62, caja 1, p. 441. Memorial de Pedro de Samaniego. Madrid, 23 de marzo de 1591. En la batalla que siguió; continua relatando el exponente, que “...peleo con mucho cuydado y valor, hiriendo y matando en los enemigos hasta que los hizieron retirar, y que por este aviso no se perdio la gente del dicho campo y se consiguio la victoria aquel dia y que el dicho marques se lo agradecio mucho”.

III

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La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)

gloria eterna, se meten en grandes peligros de la vida, y llegaron tan determinadamente a nuestras centinelas, que no les dieron lugar a retirarse con tiempo, y entraron todos revueltos en el lugar, los unos tocando armas, y los otros dando el asalto con tanta furia de escopeteria y tan grandes voces y alaridos a su usanza, que atronaban todos aquellos campos”164 . El primer golpe vino por las calles Picadero y Chiclana y lo sufrieron las tropas manchegas, que ante la embestida retrocedieron a refugiarse en la iglesia y en las torres de la calle del Agua. En su huida abandonaron a sus capitanes, así como a las moriscas que custodiaban. La retirada fue desastrosa, pues los soldados se enredaron con la arriería resguardada en las calles que confluían a la plaza.

Para contrarrestar el ataque morisco, en ayuda de Barrionuevo, Cantos y Ca-ñavate, acudieron los capitanes Fajardo, Gualtero, Mora y León, con 500 infantes, consiguiendo frenar el avance. En su respuesta, Abén Humeya envió nuevos y constantes refuerzos, lo que recrudeció la lucha. En este punto de la batalla, los moriscos atacaron por Julbina (Carrera de Granada y calle Humilladero) en la creencia que llegarían antes a la plaza y a la calle del Agua. A partir de aquí se desarrolló la última fase de la contienda en la que don Luis Fajardo desplegó una estrategia que finalmente le dio la victoria. En efecto, en el máximo fragor del combate el marqués de los Vélez ordenó el ataque general, el cual se dispuso del siguiente modo:

a) Etapa primera: la defensa en las calles.

- Primero reforzó la arcabucería en las cuatro vías de acceso a la plaza que estaban siendo hostigadas. A la más importante, la calle del Agua (donde estaba parapetado en puertas y ventanas el capitán Alfonso Martínez Gual-tero), se destinaron los capitanes Luis de Guevara y Juan Mateos Rendón. A las otras tres vías pasaron los capitanes Juan Navarro de Álava, Juan Felices Duque y Adrián Leones del Alberca. Cualquier entrada a este espacio se convirtió en una verdadera trampa, especialmente la primera posición, pues “quando vinieron a la boca de la calle, que le toco a Alonso Galtero, les dio una ruciada de arcabuceria tan recia, que mato mucho, y hirio mas, y luego con su espada en la mano se metio en ellos, haciendo gran riza; y a imitacion suya, y de su gran valor, acometio su gente, se retiraron los moros a gran priesa desvaratados, dandose la gloria de esta victoria al gran valor del capitan”165 .

164 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit, p. 177.

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La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)III

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DISPOSICIÓN DE LAS TROPAS CRISTIANAS EN BERJA

1. Cuartel general.2. Capitanes: Cantos, Barrionuevo y Cañavate.3. Capitanes: Pérez de Tudela, Castillo, Mateos de Guevara y Quiñonero.4. Capitanes: Ruiz.5. Capitanes: Gualtero.

CERRO PLOMO

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Tropas cristianas

Ataque morisco

( 1ª fase) ( 2ª fase)

Movimientos cristianos

( 1ª fase) ( 2ª fase)

LA BATALLA DE BERJA

III

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La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)

- Casi frenado el asalto a la plaza, el marqués ordenó a Nofre Ruiz que con sus compañías desalojase su puesto (Pago y Fuente Toro) y reforzase a Galtero. El abandono de la única posición que no había sido atacada, fue interpretada por los asaltantes como una debilidad defensiva a la que, enseguida, se dirigieron.

b) Etapa segunda: el contraataque de la caballería.

El desplazamiento enemigo hacia la parte de Adra permitió cerrar el plan del marqués, pues fue entonces cuando él mismo salió con la caballería, dejando en la posición a don Francisco Fajardo con una compañía de infan-tería. Para salir a la carga tuvo que romper una de las tapias de la plaza, ya que la arriería impedía la movilidad por las calles. La operación la describe el propio marqués de este modo: “Venian gran cantidad de moros, los cuales se venian entrando por las calles y llegaron a la plaza donde yo estaba, en la cual tenia puestos en orden todos los cuarteles, y salime con la caballeria por una puerta y los moros que alli halle se recogieron con los que habian entrado por las calles, en los cuales yo di por un costado habiendo alguna claridad del dia, y al mismo tiempo apretaron los arcabuceros. De manera que fue Nuestro Señor servido que por todas partes los arrinconasemos, y todos cuantos dellos entraron en el pueblo y en las casas quedaron muertos”166 . Esta acción la dirigió don Luis Fajardo, si bien -aconsejado por don Juan Enríquez- inició el ataque don Alonso Aviz Granada-Venegas, en previsión de que sufriera una emboscada.

c) Etapa Tercera: La salida de la infantería.

La carga de caballería provocó la retirada general de los moriscos, momento en el que se dispuso una acción combinada con la infantería: “Don Johan [Fajardo], mi hermano, les dio por el otro costado con quinientos arcabuceros, y asi los llevamos hasta los puntales de sierra de Gador, la via de Dalias, donde los arcabuceros la sierra arriba les mataron muchos”167 . Al atardecer podía decirse que la victoria era del bando cristiano. Los moriscos, que marchaban sierra arriba, hacia la taha de Andarax, no fueron perseguidos por temor a un contraataque de Abén Humeya. La jornada terminó con la reducción de unos 90 rebeldes atrincherados en unos molinos de Los Cerrillos, los cuales murieron abrasados por el auditor Navas Puebla.

165 CASCALES, Francisco: Discursos históricos..., op. cit., p. 414.

166 R.A.H., Colección Salazar, 9/3761, fol. 235.

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La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)III

La derrota morisca se hizo a costa de importantes bajas en las tropas cristianas, sobre todo en el dispositivo defensivo de acceso a la plaza, especialmente para los contingentes que habían quedado en el exterior, pues en su afán por incorporarse al recinto, por la calle del Agua, sufrieron un serio revés:

“Aqui sucedio, que estando alojado don Bernardino de Mendoza, hijo del Conde de la Coruña, y su ayo y criados, y Pedro Pinar Melgarejo, de Murcia, en una casa fuera del lugar, quando se vieron de repente cercados del enemigo, y que no tenian paso para entrar en la villa, se determinaron (cosa temeraria) de pasar por entre los enemigos. Y hicieron esto con tanto valor, que antes que se ganara la victoria, o a lo menos que se acabase el alcance, entraron don Bernardino con el cavallo de la rienda, herido de dos arcabuzazos, y el con la lanza muy ensangrentada, quedando en la escaramuza muerto su ayo y criados; y Pedro Pinar Melgarejo en un cavallo, con una xara atravexada por el arzon delantero y otra en la rienda, y el cavallo con tres cuchilladas, una en el rostro y otra en los pechos y otra en las ancas; muestras harto ciertas del valor y esfuerzo con que pelearon, habiendo muerto muchos moros”168 .

La batalla de Berja se saldó con casi 1.400 atacantes muertos (de los cuales 600 cayeron en la calle del Agua); mientras que del bando cristiano tan sólo hubo una veintena de hombres y bastantes heridos, la mayor parte del contingente del conde de la Coruña. Estas son las cuentas más fiables que ofrecen las diferentes fuentes. Una de las anécdotas más curiosas es la que se refiere a la huida protago-nizada por las tropas manchegas, las cuales se refugiaron en las torres fuertes de la calle del Agua. Enterado el marqués de la cobardía, los mandó reunir y, en vez de entrar en cólera, se rió, advirtiéndoles que “la penitencia que os quiero dar por el descuido que habeis tenido es que recojais todos los cuerpos muertos, y los amontoneis y quemeis, porque de esta manera perdereis el miedo que teneis cobrado”169 . Este mismo día se procedió a dar sepultura a los soldados fallecidos: “Mando el marques que el ayo del hijo del conde de la Coruña se enterrasse en la iglesia honrosamente, y a otros christianos que murieron en la batalla, la qual fue sangrienta, con gloria y honra”170 .

La batalla de Berja fue de las más cruentas de toda la contienda morisca y una de las más honorables para don Luis Fajardo. De ella tuvo cumplida noticia

167 Ibidem.

168 CASCALES, Francisco: Discursos históricos..., op. cit., p. 314.

169 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit, p. 177-178.

170 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra de..., op. cit., p. 133.

III

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La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)

Felipe II, quien felicitó al de los Vélez por medio del secretario Juan Vázquez171 . El malicioso cronista Herrera llama la atención que el general velezano dio cuenta de la batalla al monarca y no a don Juan de Austria, en un afán por granjearse a Felipe II, el único de donde podía recibir más poder172 , como así fue.

Tras la victoria, el marqués vio reforzarse su posición en Madrid. La enorme derrota sobre Abén Humeya le llevó a volver a solicitar los tercios italianos para ejecutar el golpe de gracia al enemigo: “Paresceme que, pues Dios es servido de mos-trar tan a la clara lo poco que vale la fuerza y cautela de estos, pues todo lo trajeron aqui y fue de tan poco efecto; seria bien que ya no se tuviesen en tanto como se tienen, y asi confio en Dios que llegados los soldados viejos si me dejaren hacer, los llegaremos presto al cabo”173 . Con tan aplastante victoria sobre el mismísimo rey morisco era muy difícil que se desatendiera la petición.

A los pocos días de la derrota morisca, el 10 de junio de 1569, el de Vélez pasó a la cercana Adra. El cronista Pérez de Hita, cuya pluma no deja de enaltecer al aristócrata, explica el movimiento por el peligro de epidemia, pues aunque “todos aquellos cuerpos fuessen quemados; mas recelando que de aquella mortandad podia re-sultar algun inficionamiento con que pudiera ser dañado su real”174 . Sin embargo no es creíble que se abandonase un punto tan importante en la zona sólo por esta razón.

Un motivo esencial, silenciado por el complaciente cronista, es el problema de aprovisionamiento, la única debilidad del ejército de Fajardo. Otro cronista justifica la salida de Berja: “porque el campo no estaba ya bien en aquel alojamiento, donde se padecia tanta necesidad de vituallas, se paso a la villa de Adra [...]. Alli se en-tretuvo muchos dias con el trigo que los soldados traian del campo de Dalias”175 . Este sutil desplazamiento no ha escapado a la historiografía, pues un viejo historiador lorquino lo refiere claramente: “Ya se deja conocer que semejante movimiento no pudo ser obligado por Abenumeya, cuya fuerza habia huido ante las del marques, ni Adra era punto estrategico para salvar el ejercito”176 . Fue la necesidad de aprovisionamiento,

171 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 40. Juan Vázquez al marqués de Vélez. Madrid, 3 de agosto de 1569.

172 HERRERA TORDESILLAS, A.: Historia general del mundo…, op. cit., p. 366.

173 R.A.H., Colección Salazar, 9/3761, fol. 235.

174 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra de..., op. cit., p. 151.

175 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit, p. 178.

176 CÁNOVAS COBEÑO, F.: Historia de..., op. cit., p. 376.

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Fray Gil de Andrade

Luis deRequesens

Campo de Abén Humeya

Refuerzos marítimos

DALÍAS

LOSAR

A pesar de vencer a Abén Humeya, el marqués se retiró de este punto estratégico y pasó a acampar a Adra. La Alpujarra quedaba de nuevo a merced de los alzados.

“Paisaje alpujarreño”. Carmen Cano.

II CAMPAÑA DEL MARQUÉS DE LOS VÉLEZ

4-IV. Salida y alojamiento en el Losar de Canjáyar. Allí espera la orden de ataque.Finales de abril. Salida a Sierra de Gádor, donde se aloja.Primeros de mayo. Acampa en Vícar.17-V. Marcha hacia la taha de Berja. Jornadas de Dalías y Berja. Acampa en Berja.

2-VI. Batalla de Berja y victoria sobre Abén Humeya.

10-VI. Retirada a Adra, donde acampa. El ejército se deshace y comienza a reforzarse con las galeras reales al mando de D. Luis de Requesens, fray Gil de Andrade

III

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La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)

en suma, lo que hizo perder la privilegiada posición de Berja, y con ella la de un rotundo aplastamiento de los moriscos.

El movimiento estratégico de don Luis fue acertado, ya que, en fechas próxi-mas a su traslado al litoral, Abén Humeya había lanzado una ofensiva sobre la frontera de Guadix, ciudad clave en su posición alpujarreña por cuanto desde ella se organizaban comboys para abastecer el ejército de Fajardo. El mismo día que el marqués salió de Berja, don Francisco Molina, cabo de guerra de la ciudad accitana, trasladó un formidable cargamento de armas y pólvora a Fiñana, desde donde debía remitirse al campo del marqués. Sin embargo esta ayuda nunca lle-garía a manos del noble velezano, pues en la noche del 10 al 11 de junio el rey morisco atacó el presidio con el ánimo de cortar las comunicaciones a don Luis. No pudiendo acceder a la fortaleza, El Maleh saqueó la ciudad e incendió la iglesia, donde se encontraban depositadas las municiones177 . Al día siguiente, y dentro del plan, el mismo general morisco ponía cerco a Serón, con el ánimo de romper las defensas de Baza y desestabilizar toda la frontera entre Guadix a Huéscar178 .

LA LARGA ESPERA EN ADRA: LOS NUEVOS RUMBOS DE LA GUERRA

La victoria de Berja zanjó por el momento la actividad rebelde en la zona, si bien su traslado a Adra trajo consigo dos problemas que terminarán amargando a don Luis Fajardo. En primer lugar porque el estancamiento de las tropas en el presidio costero condujo irremediablemente a la disolución del ejército, algo que recordaba los tristes días pasados en Terque durante el primer trimestre del año. En segundo lugar porque los rebeldes trasladaron su actividad al Almanzora, comarca más a propósito para su estrategia, lo que dañaba los intereses patrimoniales del marqués. Sea como fuere, aquí se estaba determinando una nueva etapa bélica.

El desplazamiento de la guerra al Almanzora comportó que el ejército del marqués quedase en la retaguardia. La caída de la actividad bélica dio paso a la disolución de un contingente mal pagado y falto de botín, toda vez que el cambio

177 GARRIDO GARCÍA, C.F.: “La esclavitud morisca en el reino de Granada. El caso de..., op. cit., pp. 114-115 y VALDIVIA AYALA, A.: “El incendio de una iglesia que duró en pie diez días”, en Calles y plazas de Almería, Almería, 2001. Voz: Fiñana.

178 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Serón..., op. cit., pp. 36-37.

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La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)III

de escenario implicaba la necesidad de levantar una nueva fuerza. Sin duda, la actuación en la Alpujarra era la estrategia diseñada por el estado mayor granadino para obligar a las tropas moriscas a volver a la comarca.

En el tiempo que sigue a la victoria de Berja se produce una incesante pérdi-da de hombres en las tropas de don Luis, irritándolo grandemente. Mientras que espera a los tercios, el Campo de Dalías se esquilmaba y el ejército se deshacía; su esfuerzo en la guerra había quedado huero.

El colapso de la única fuerza militar importante en la Alpujarra lleva el nervio-sismo y la incertidumbre al estado mayor granadino. La presión del marqués en la comarca obligó a Abén Humeya a abrir un nuevo frente para aliviar las tierras alpujarreñas. Así, durante las dos primeras semanas de junio, el general Gerónimo el Maleh preparó el levantamiento del Valle del Almanzora, que alcanza su cénit el 12 de junio con la toma Purchena. Desde esta villa los rebeldes arremeten contra el altiplano granadino, poniendo sitio a las emblemáticas fortalezas de Serón y Oria179 .

El panorama bélico del Almanzora durante el verano de 1569 convertía al ejército de Vélez en elemento imprescindible que evitaba el desastre. La parada de las tropas en Adra durante la primera quincena de junio era contemplado como un error craso; de tal modo que el estado mayor terminó por estudiar seriamente las peticiones del velezano. El propio Felipe II ordenó a los tercios italianos que recalasen en Adra para reforzar al marqués. La operación la llevaría a cabo don Luis de Requesens, quien rápidamente organizó los bastimentos y tropas para que don Luis Fajardo saliera de nuevo a combatir. Según la previsión real, el nuevo ejército se compondría básicamente de unos 4.000 hombres, divididos en cuatro cuerpos:

1. Parte del contingente italiano, el cual lo incorporaría Requesens al regresar de tierras malagueñas. Se trataba de los tercios más castigados en la batalla malagueña, básicamente las banderas de don Pedro de Padilla.

2. Los soldados reformados del presidio de Órgiva, bajo el mando de don Juan de Mendoza. Esta orden venía directamente del rey, ya que su inten-ción era reforzar el mando de la caballería: “Asi, pues, la gente que trae don Juan de Mendoza se ha de juntar con el marques de los Velez, y por tener ya el

179 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La fortaleza de Oria…, op. cit., pp. 7-26 y “Huéscar ..., op. cit., pp. 49-82.

III

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La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)

cabo con la caballeria no sera menester que le haya con la que llevara don Juan, sino que se junte toda, y asi con este a esa que ya este tiempo podreis revocar a don Luis [Requesens] que desta manera no habra nota en ello”180 . Este ejército esperaría al comendador mayor de Castilla en Motril, donde embarcarían. El cuerpo se componía de cinco 5 compañías de la ciudad de Córdoba, dirigi-das por los capitanes don Francisco de Simancas, don Cosme de Armenta, don Pedro de Acebedo, don Diego de Argote y otra del propio Mendoza.

3. 700 hombres reclutados en Granada y unos 100 hidalgos murcianos; to-dos bajo la dirección del portugués don Lorenzo Téllez de Silva, marqués de la Favara. Éstos debían confluir con las tropas de Órgiva camino de Motril.

4. 1.000 soldados catalanes que, al mando del caballero de Santiago Antic Sarriera, esperaban en Tortosa a las galeras de don Sancho de Leiva181 .

El rearme, sin embargo, no comenzó hasta el 11 de junio, cuando terminó la acción de Frigiliana. Pasados unos días, el comendador mayor inició el com-plejo traslado de los tercios desde Málaga; así como el embarque de las tropas del marqués de la Favara y el desplazamiento de las del presidio de Órgiva182 . A partir del día 14 don Luis de Requesens tuvo en Vélez Málaga las manos libres para preparar el difícil rearme del marqués en Adra. El 17 pasó a Málaga, donde recibió la vitualla de manos del proveedor real, don Pedro Verdugo; de modo que todo quedó dispuesto para el día siguiente. Sin embargo el mal tiempo im-pidió recoger en Motril parte del contingente militar que esperaba, obligándole a proseguir su ruta hasta Adra. De vuelta al puerto malagueño, el comendador mayor terminó de embarcar el resto de los tercios e hizo escala en Motril, si bien el estado del mar impidió cargar todas las tropas. Así, pues, la situación del agua le forzó a realizar una tercera vuelta183 .

Pese a los obstáculos marinos, en la segunda quincena del mes el campo del marqués de los Vélez estaba reconstituido. Sin embargo no se movilizó inmedia-tamente; muy al contrario, se mantuvo en el puerto de Adra esperando un mayor

180 CODOIN, LVIII, p. 45. Felipe II a D. Juan de Austria. Parraces, 25 de junio de 1569.

181 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, Carta de D. Juan de Austria a Felipe II. Granada, 18 de julio de 1569 y carta de D. Luis de Requesens a Felipe II. Málaga, 22 de junio de 1569. También en MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., pp. 189-190 y HURTADO DE MEN-DOZA, D.: Guerra de Granada…, op. cit., p. 113.

182 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 99. D. Luis de Requesens a Felipe II. Vélez-Málaga, 14 de junio de 1569.

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La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)III

aprovisionamiento. El estado mayor pretendía que Fajardo saliese de Adra hacia el Almanzora, si bien el noble se negaba, maliciándose que sus opositores querían retirarlo de la guerra. Sobre el asunto leemos del crítico cronista Herrera: el mar-qués “escribe a don Juan de Austria, aunque lo hacia pocas veces” y, ante la negativa, volvió a intentarlo, aunque no se lo dieron, “quizas por particulares posiciones que avia entre los del consejo”184 .

A ojos del capitán general el inmovilismo era una insensatez, pues este cuerpo debía hacer la guerra a los moriscos y acercarse a otros puntos donde poder ser avituallado; ya que, de no hacerse así, dependía exclusivamente de las galeras, estando rodeado de 15.000 moriscos185 . La opinión del hermano del rey era compartida por el resto de sus generales, quienes entendían que don Luis Fajardo debía salir urgentemente. Tal como se dice en una biografía de Requesens, la situación era muy bien conocida: “El marques de Los Velez era muy valiente cavallero, no tenia ninguna spiriencia de gobierno de gente de guerra y su condiçion era tan aspera que no lo podian sufrir los soldados ni ninguna otra manera de gentes. Lo aviso muy claro a Su Magestad [...] y ansi despues de aver persuadido al marques de Los Velez que començasse la empresa del Alpujarra, pues le avia proveydo de quantas cossas le avia pedido”186 .

Pese a la autorizada opinión del comendador mayor, a principios de julio Fajardo seguía insistiendo en el aprovisionamiento. Su actitud angustiaba al estado mayor, que observaba cómo la inactividad sólo beneficiaba a los rebeldes. Incluso el marqués se atrevió a rechazar una propuesta directa de Requesens de dirigir él mismo la salida de las tropas, algo que alimentó las críticas hacia don Luis Fajardo. Sin duda los generales malidicentes aprovecharon la ocasión para fomentar las diferencias con su enemigo mortal, Hurtado de Mendoza. El cronista Cabrera de Córdoba escribe muy agudamente sobre estas diferencias entre el bando belicista y el pactista:

“no cesaban las embidias i platicas contra los marqueses, i mas contra Mondejar, porque

183 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 101. D. Luis de Requesens a Felipe II. Málaga, 22 de junio de 1569. También en SÁNCHEZ RAMOS, V.: “El mejor cronista de la guerra de los moriscos: D. Luis del Mármol Carvajal”, Sharq al-Andalus, 13 (Alicante, 1996), p. 237.

184 HERRERA TORDESILLAS, A.: Historia general del mundo…, op. cit., p. 366.

185 A.G.S., Estado, leg. 152, p. 41. D. Juan de Austria a Felipe II. Granada, 21 de junio de 1569.

186 “Vida de D. Luis de Requesens y Zúñiga, Comendador Mayor de Castilla”. Manuscrito publicado por Morel-Fatió, en Bulletin Hispanique, 6 (1904), p. 260.

III

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En Adra la espera fue demasiado larga para una tropa deseosa de botín, el mayor enemigo del marqués.

“Soldado desocupado”. Carmen Cano.

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La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)III

aunque sus compañeros eran iguales en la suficiencia, no en el conocimiento de la tierra i de la gente con la que vivio, i en las proviciones por el largo uso de proveer armado, i era su parecer provechoso, pero siempre persguido hasta que Velez subio a favor i tuvo las armas en la mano, que luego cargaron sobre sus efectos con juizios libres, pero no de pasion i emulacion. Mas afloxado en la guerra, temiendo que las armas volviesen al de Mondejar, se escribian de los consejos, se ponian a su parecer, publicamente por una parte las resoluciones”187

La prisa por intervenir en la comarca llevó a Granada a plantearse la posibi-lidad de no trasladar las tropas de Órgiva a Adra, sino articularlas en un segundo ejército que podría actuar en un ataque tenaza. Así se lo hacía saber el licenciado Briviesca al presidente del Consejo de Castilla: “Ilustrissimo señor: lo que entiendo que resta de hazer es que salgan en campaña ansi los de aqui, que es el campo de don Juan de Mendoça, como los del marques de los Belez, y se junten. O cada uno por su parte hagan guerra a los moros, porque asi, toda verdad ha dos meses que en demandas y despues se han passado sin haver resoluçion ninguna, ni hecho effecto en juntarse, sino estarse quedos y comer las vituallas”188 .

La propuesta de dos ejércitos no cuajó, pues supondría un gasto alimenticio extraordinario que la hacienda no podría aguantar. Esta razón finalmente condujo en la primera semana de julio a iniciar la conducción de las tropas de don Juan de Mendoza al puerto abderitano. Para dar mayor confianza al de los Vélez, el primer transporte se acompañó de algo más de 500 bagajes comprados en Granada por la vía de la fuerza. La vitualla pasó por el presidio de Órgiva, desde donde se transportó a Motril, sirviendo de escoltas las propias tropas de Mendoza: “Y ansi se hizo, y se tiene entendido que no solo los llevo consigo, pero que los passo el Comendador Mayor en las galeras al campo del marques, y no se save que ayan buelto. Subieron de a quinientos vagajes arriba; sera justo que se satisfaga a sus dueños del preçio, pues que la nesçesidad urgente forzo a que se hiziese semejante fuerza”189 .

A pesar del nuevo acopio de tropas y vitualla, Fajardo continuó sin dar mues-tras de querer movilizarse. Tamaño ejército estancado sólo podría traer problemas. Un enemigo declarado de don Luis Fajardo, el conde de Tendilla, resumía a finales de semana, mejor que nadie, la peligrosa concentración de tropas en Adra: “Con tres mill ombres queria hundir el mundo, ahora con çinco mil y trezientos caballos, y don

187 CABRERA DE CÓRDOBA, L.: Historia de Filipe Segundo…, op. cit., pp. 609-610.

188 I.V.D.J., Envío 1, p. 136-137. El licenciado Briviesca al Cardenal Espinosa. Granada, 1 de julio de 1569.

III

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Juan con peones menos, veo que se estan quietos y los enemigos los van a buscar”190 .

Los argumentos dados por don Luis eran que quería aumentar más su ejér-cito y disponer el ataque hacia Órgiva, cuya cercanía a la ciudad de la Alhambra permitiría un mejor abastecimiento. El 10 de julio un jesuita bien informado, Pe-dro Navarro, resume en carta al futuro San Francisco de Borja las solicitudes del Fajardo: “El marques de los Belez esta en Adra, lugar bien fuerte. Pide nueve mil hombres para acometer a los enemigos en Orxiva, donde estava el marques de Mondejar. Con su exercito esta don Joan de Mendoça. Pide el marques de los Belez que vaya don Joan de Mendoça con su gente a donde el esta”191 .

Las opiniones del general velezano, sin embargo, se convertían en críticas a todo el generalato granadino, cada vez más preocupado por la tozudez en el asun-to del aprovisionamiento. Era primordial su intervención militar en la Alpujarra, en tal modo que se dictaron nuevas órdenes a Requesens para continuar avituallando Adra: “Aviendo visto aquel exerçito y entendiendo que estava con falta de muniçiones y otras cossas, y que esperava aun mas gente, fue con las galeras a differentes partes para porveer todo lo necessario, y en muy breves dias truxo al marques todo lo que podia dessear”192 . Esta etapa coincide con el arribo de otras galeras que trasladaron a la población más tropas: “Llego don Sancho de Leyva a un tiempo con 1.500 catalanes, de los que llaman delates, que por las montañas andan huidos de las justicias, condenados y haçiendo delitos, que por ser perdonados vinieron los mas dellos a servir a esta guerra. Era cabeça Antique Sarriera, caballero catalan”193 .

Por encargo de Requesens quedó como contador Francisco Osorio, quien debería establecer la complicada organización del avituallamiento. Su tarea fue una penosa carga, puesto que, como él mismo afirmó, “estoy en el [campo] con el mayor trabajo del mundo, por aver de tomar de muy atras el hilo, y no aver avido contador ni ofiçiales de pluma”194 . Sin duda la falta de oficiales para esta labor fue lo que debió generar la situación de marasmo, como reconocía don Luis Fajardo, el más interesado en que todo rodase bien195 .

189 I.V.D.J., Envío 1, p. 139. El licenciado Briviesca al Cardenal Espinosa. Granada, 22 de julio de 1569.

190 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 71. Conde de Tendilla a D. Luis Ballesteros. La Alhambra, 10 de julio de 1569.

191 Monumenta Histórica…, op. cit., p. 128.

192 “Vida de D. Luis de Requesens..., op. cit., p. 259.

193 HURTADO DE MENDOZA, D.: Guerra la de..., op. cit., p. 113.

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En la última quincena de julio el magno ejército seguía sin movilizarse. La causa continuaba siendo el mal aprovisionamiento exterior, ya que su diseño no convencía a Vélez. La vitualla que llegaba de Málaga se realizaba con una lentitud notable y las provisiones desde Granada se trasladaban por el presidio de Órgiva con un recorrido angosto y peligroso, retrasando igualmente las operaciones. El marqués proponía sustituir ambos puntos de abastecimiento a través de La Ca-lahorra. Era una buena idea, pues sin un servicio eficaz en el corredor accitano, resultaría materialmente imposible que el ejército de Vélez pudiera luchar en la Alpujarra. Como resume muy bien un cronista del momento, la propia incapaci-dad militar para hacer frente a algo tan humano como nutrir un ejército, fue causa suficiente para generar un enorme problema:

“La esterilidad del año y el poco dinero y la pobreça de los que en Malaga fabricaban vizcocho, y la poca gana de fabricarlo, por las continuas y escrupulosas reformaciones antes de la guerra; la falta de recuas, por la carestia de vianderos, que suele entretener con refrescos, y con esto las resacas de mar, que en Malaga estorvan a vezes el cargar, y las mesmas el descargar en Adra, fue causa que las galeras no proveyesen de tanto bastimento y tan a la continua. Era a vezes el campo mantenido de solo pescado, que en aquella costa suele ser ordinario; cesaban las ganancias de los soldados con la ociosidad, faltavan las esperanças a los que venian cebados dellas, detenianse las pagas; començo la gente a descontentarse, a tomar libertad y hablar como suelen en sus cabeças. El general, hombre entrado en edad, y por eso mas en colera, mostrado a ser respetado y aun temido, cualquier cosa le ofendia; diose a olvidar a unos y a tener poca cuenta con otros y a tratar a otros con aspereza; oia palabras sin respeto, y oialas de el un exercito grueso, armado, lleno de gente particular, que bastava a la empresa de toda Berberia. Començo a entorpe-cer, nadando en la mar y comiendo pescado fresco, no seguir a los enemigos aviendolos rompido, no conoscer el favor de la victoria, dejar los enemigos engrosar, afirmar romper los pasos, armarse, proveherse, criar guerra en las puertas de España. Fue juntamente el marques avisado y requerido, de personas que veian el daño y temian el inconbeniente, que con la vitualla bastante para ocho dias saliese en busca de Abenumeya”196 .

194 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 156. Francisco Osorio al rey. La Calahorra, 3 de Agosto de 1569.

195 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 40. Marqués de los Vélez a Juan Vázquez. La Calahorra, 3 de Agosto de 1569.

III

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LA CONJURA CON ENRÍQUEZ: LA GUERRA LLEGA AL SEÑORÍO

A mediados de junio de 1569, casi coincidiendo con los primeros preparati-vos de rearme de Vélez, los generales moriscos El Gorri de Andarax, el Peliguí de Gérgal y El Maleh levantan la sierra de los Filabres, dentro de un plan estratégico que pretendía trasladar la revuelta al valle del Almanzora. En la noche del 11 de junio, Purchena conoce de buena mano la intención de ocuparla y situar en ella el cuartel general rebelde. Con presteza los cristianos organizan su huida a las fortalezas más cercanas, dando tiempo a avisar del inminente riesgo de la comar-ca. El día 12 el ejército alpujarreño y seguidores moriscos de la plaza tomaban la ciudad y obligaba a sus correligionarios a secundar el alzamiento. No obstante, surgió entre ellos una significativa oposición que terminó refugiándose en las fortalezas cercanas del Marquesado de los Vélez. En efecto, “hubo tres moriscos de los principales, que por no alzarse dejaron sus mujeres e hijos; los dos dellos se metieron en Oria y el uno en Cantoria”197 . De esta forma tan peculiar comenzaba la guerra en una zona tan cercana a los intereses de Fajardo.

La presencia en las fortalezas del Almanzora de notables moriscos opuestos a la rebelión permitió que sus correligionarios del señorío se mantuvieron al margen de la sublevación que en los días siguientes experimentó la comarca. Ayudaba a esta actitud el miedo a un futuro incierto, puesto que los cristianos nuevos de Cantoria debían tener muy presente el recuerdo de los esclavos ganados por el marqués en su campaña por la Alpujarra y que había depositado meses antes a su fortaleza198 . Sea como fuere, los moriscos cantorianos permanecieron fieles a don Luis Fajardo, probablemente dentro del amplio pacto o concordia que firmó el marqués con sus vasallos.

A mediados de junio, la mayoría de las localidades del Almanzora alto y medio se habían unido a la rebelión. La excepción eran las fortalezas señoriales limítrofes, que, no obstante, se consideraban objetivo inmediato. Por lo pronto las guarniciones velezanas se vieron libres de la revuelta, pues el estado mayor

196 HURTADO DE MENDOZA, D.: De la guerra..., op. cit., p. 116-117.

197 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión…, op. cit., p. 182.

198 Las presas fueron remitidas desde su campo de Terque. Vid. JIMÉNEZ ALCÁZAR, J.F. y SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La 1ª campaña del Marqués de Los Vélez contra los moriscos en el levantamiento de Las Alpujarras (enero, 1569)”, Revista Velezana, 16 (1997), pp. 29-30.

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morisco estaba más interesado en ocupar Serón, puerta del altiplano granadino. Sin embargo la resistencia de la fortaleza del Marqués de Villena cambiará los planes del general El Maleh, quien diseñó una nueva estrategia militar para abrir por todos los medios una brecha en el norte para extender la revuelta en aquel territorio200 . Frustrado este plan, al comienzo de la segunda quincena de junio los alzados vuelven sus ojos a las fortalezas marquesales. Éstas estaban, sin embargo, preparadas para una situación de emergencia, merced a la fuerzas dirigidas por el hijo bastardo del marqués, don Luis Fajardo, quien desde Oria supo articular su defensa en coordinación con los propios moriscos de las plazas.

En la mañana del 17 de junio, el capitán general morisco del Almanzora se presentó en Cantoria, que ya estaba preparada, pues nada más avistar al enemigo co-menzaron a hacer los avisos pertinentes a la fortaleza de Oria para que los apoyase201 . El encuentro entre el general rebelde y los sitiados lo describe así Pérez de Hita:

“Los de Cantoria, siendo avisados de la venida del Maleh, cerraron bien las puertas de la villa, estando bien apercibidos con designio de ser firmes y leales al rey y a su señor, el marques. El Maleh llego con todo su campo, y alojado muy cerca de la villa, el y otros quinze soldados se llegaron a la muralla, junto de la puerta de la villa, llevando en la punta de la lança una bandera blanca en señal de paz. Dos hombres principales de Cantoria, que estavan por su valor elegidos por capitanes, puestos de pechos encima de la muralla, con otra vandera blanca, le preguntaron al Maleh, que muy bien le conocian, que buscava o que queria de Cantoria. El Maleh, conociendo a los dos capitanes muy bien, que el uno se dezia Avanays y el otro Almoçavan, varones de mucho valor y cuerdos, les hablo”202 .

La conminación del general insurrecto para que los capitanes moriscos se su-blevasen no tuvo efecto, de tal modo que se dispuso a tomar la villa. Entre tanto el socorro del hijo del marqués se retrasaba, pues “los que estavan en la fuerça de Oria, como viessen las humadas que los de Cantoria hechavan pidiendo socorro, no sabian que se hazer sobre el caso, si yria el socorro o no; temianse de no perder la fuerça, y esto los detenia; ponianles ansia de yr a Cantoria acordandose de los amigos alli cercados”203 . Sin embargo, la resistencia de los cantorianos fue tan feroz que los asaltantes práctica-mente no pudieron hacerse nada, de tal modo que El Maleh hubo de conformarse con solicitar las esclavas moriscas alpujarreñas que tenía depositadas en la fortaleza.

200 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La rebelión…, op. cit., pp. 34-35.

201 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La fortaleza de Oria..., op. cit., p. 10.

202 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra …, op. cit., p. 52.

III

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Los sitiados aceptaron esta proposición, conscientes que la prolongación del cerco y el retraso del socorro de Oria jugaban en su contra. Como anunciaba muy bien la ciudad de Vera dos días después, “los moros del rio de Purchena vinieron a Cantoria a los diez e siete del presente, e la tomaron e ganaron los presos de la carcel, e tomaron çiertas cabtibas que alli estavan por mandado del señor marques”204 .

Entre tanto, don Luis Fajardo organizaba la defensa de Oria y decidía ayudar a Cantoria en la noche del 17 de junio. Los socorros “salieron con los medios que le quedavan y con ellos llevaron muchos moriscos del lugar, todos moços y armados lo mejor que pudieron, y marcharon aquella noche y no pararon hasta llegar a la villa de Cantoria al amanecer, pensando hallar alli al enemigo”205 . Durante todo el día 18 las tropas esperaron un ataque de El Maleh, si bien éste se dedicó a sublevar las villas del marqués río abajo, en un ardid orientado a distraer la atención sobre su verdadera intención, la toma de Oria. Don Luis retornó a su fortaleza, llegando a tiempo para ocuparse del sitio al que iba a ser sometida.

Tenía razón el hijo del marqués en volver de Cantoria la noche del 18, pues El Maleh al poco puso nuevo sitio a la fortaleza señorial, “ciñendola, hasta quitarles las aguas, cercando la fuente, junto al mismo lugar”206 . Durante unos días los moris-cos trataron de ocupar la población; su resistencia era notable, pues “tenia Oria gran remedio con unas pieças de campo que estavan en la fortaleza, que con ellas le hazian mucho mal al Maleh y su gente”207 . Ayudaron a resistir los socorros pedidos a Huéscar, ciudad que terminó por levantar el campo enemigo208 . También fue muy importante el apoyo lorquino, compuesto por 90 soldados que el sacerdote Martín Falces Ategui, a cuyo cargo por orden del marqués estaba la defensa de Vélez, se apresuró a traer, con bastimentos, a la fortaleza. Sacó, asimismo, 100 esclavas -posiblemente las que pudieron remitir de Cantoria- que llevó a Vélez Blanco para que no gastasen alimentos209 .

La enorme resistencia encontrada en las fortalezas de Los Vélez convenció a El Maleh de la necesidad de reunir un mayor grueso militar. De vuelta a Purche-na comenzó a plantear una nueva estrategia pertinente para dividir los posibles

203 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 56.

204 A.M.L., El concejo de Vera a Lorca. Vera, 19 de junio de 1569.

205 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 56.

206 MOROTE, fray P.: Blasones y antigüedades…, op. cit., p. 389.

207 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 57.

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La trama entre Enríquez y Fajardo permitió al marqués controlar todo el sector oriental del reino a través de Baza.

“Detalle del palacio de los Enríquez en Baza”. Carmen Cano.

III

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refuerzos de Serón y Cantoria210 . El tiempo que se daba el general morisco fue aprovechado por don Luis Fajardo y su cuñado don Enrique Enríquez, gobernador de la frontera de Baza, para solventar “entre familia” las ofensivas moriscas que se esperaban sobre la zona. El éxito obtenido en sus respectivas zonas durante las ofensivas pasadas, sin duda, les convenció de tal capacidad militar, seguros que con ello obtendrían mayores ventajas. El rearme del campo en Adra con tropas reales permitió al marqués aliviar la exigencia de hombres que ejercía en las poblaciones de su influencia. Ello no quiere decir que no se aprovechase del potencial bélico de estos territorios, sino que, muy al contrario, buscó el modo de utilizar sus contingentes para un plan maquiavélico.

El aliciente del pacto alcanzado por ambos nobles no era otro que sus viejas aspiraciones por controlar el territorio. En efecto, a imitación de los Fajardo, los Enríquez ejercían su influencia en todo el sector, no en balde poseían Orce y Galera -en el altiplano- y la Sierra de los Filabres. Su pretensión, en definitiva, era arreglar sus asuntos a su modo, seguros que el control militar del área les traería la gloria sin intervención de “extraños”. La conjura se basó en movilizar sus fuerzas de los contornos para defenderse de las agresiones nacientes. Según su acuerdo, el reparto de fuerzas quedó como sigue: Enríquez se ocuparía de defender la entrada del Almanzora por Serón con el manejo de tropas de todo el altiplano, mientras que Fajardo tendría que repeler el ataque morisco en el resto del río con tropas de su propio señorío y villas aledañas. Para asegurarse el éxito, el marqués recurrió a su valedor en Granada, don Pedro Deza, quien consiguió de don Juan de Austria una orden para ordenar militarmente las ayudas al señorío velezano. De lo adoptado destaca el reforzamiento de los Vélez, ya que se dio órden a don Juan de Haro, capitán de caballos del marqués del Carpio, para que suspendiese su marcha a Granada y quedase en Vélez Blanco211 . Otra medida fue enviar de visita a Lorca a don Pedro de Elodio, alcalde de corte, para que, a la vez que castigaba a los desertores del campo del marqués, orientase la defensa de la ciudad en toda la línea fronteriza. La segunda quincena del mes de junio se fue en el rearme del señorío. Entre las primeras órdenes dadas por Elodio estuvo el envío a Oria de 40 soldados bajo el mando de don Diego Ramírez de Rojas, alcaide del señorío de Armuña, tropa

208 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Huéscar..., op. cit., p. 52.

209 TAPIA GARRIDO, J.A.: Rebelión y guerra…, op. cit., p. 227.

210 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La fortaleza de..., op. cit., pp. 11-12.

211 CÁNOVAS COBEÑO, F.: Historia de la ciudad…, op. cit., p. 372.

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que, unida a otros 60 enviados por Murcia, aumentó la guarnición señorial212 .

La nueva ofensiva de El Maleh se inició a finales de mes con otro sitio a la fortaleza de Serón. Conforme a lo acordado con el marqués, don Enrique Enríquez dio el primer paso defensivo, solicitando a Huéscar, el 2 de julio, la ayuda para in-tervenir en el Almanzora. Bajo todo pronóstico, la capital del estado -posiblemente obedeciendo instrucciones de la duquesa- negó el apoyo, obligándole -pese a sus pocas dotes militares- a sostener el socorro de la plaza con sus propios medios213 . Terminando la semana el estado mayor granadino vio claro que el problema de la fortaleza del marqués de Villena no podría resolverse con las fuerzas basteta-nas, aconsejando a don Juan de Austria que enviase al altiplano a don Alonso de Carvajal, señor de Jódar, con tropas del Adelantamiento de Cazorla y de varias ciudades del reino de Jaén214 .

Las previsiones no sentaron bien a los dos cuñados, celosos de las intromi-siones en su particular lucha contra los moriscos. Así, ambos desplegaban toda la disuasión posible a su negocio: conforme llegaron las primeras compañías gien-nenses a Baza, don Enrique las desdeñaba diciendo que eran “como las que aca Nos tenemos”215 . Mientras tanto don Luis consiguió de Felipe II que le asignase el socorro de Serón, bajo el argumento que su ejército estaba prácticamente arma-do en Adra. Don Juan de Austria se enteró de la designación real una vez que don Alonso de Carvajal se encontraba en las cercanías de la ciudad de la dama con 1.500 arcabuceros. Para no contravenir al monarca, el príncipe no tuvo más remedio que ordenar al señor de Jódar su retirada.

A pesar de no entrar en combate, el efecto de don Alonso de Carvajal fue bueno, ya que la sola noticia de su presencia en las cercanías de Baza hizo que el 9 de julio los moriscos se retirasen de Serón. La retirada de las tropas jiennenses del escenario bélico permitió al noble velezano completar su estratagema, informando al hermano del rey que aún no estaba totalmente armado para salir a campaña, delegando sus competencias en don Enrique Enríquez. Ello le permitiría al marqués mantenerse en la Alpujarra, toda vez que protegía el sector oriental granadino de la entrada generales intrusos por mano del señor de Orce. Lo que no sabía don Luis Fajardo

212 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit. p. 186.

213 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Huéscar..., op. cit., p. 54.

214 I.V.D.J., Envío 1, p. 138. El licenciado Briviesca al cardenal Espinosa. Granada, 9 de julio de 1569.

215 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 14. D. Enrique Enríquez a D. Juan de Austria. Baza, 12 de julio de 1569.

III

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era que El Maleh el día 10 volvía con ánimos renovados a poner sitio a Serón216 .

La conjura sin embargo no fue todo lo bien que desearon, ya que se veían en evidencia a finales de la semana, cuando aún soportaba Serón un durísimo cerco. Un avispado miembro del consejo de guerra no pudo contener su bochorno ante tanta avaricia de gloria, pues ambos señores estaban cometiendo una de las mayores imprudencias de toda la guerra. Como advertía al presidente del consejo de Castilla, el 9 de julio, el formidable ejército de Jaén desgraciadamente “se tuvo una legua de Vaça, y segun se entiende yba con gente de a pie y de cavallo, y amigos bien acompañado”217 . Escandalizado, el consejero informaba que don Enrique Enríquez era imposible que pudiera actuar contra los moriscos porque “esta muy enfermo e ympedido. Y que ha dias que no se lebanta de una cama, tornandose a entender que la neçesidad y el remedio de Vaça y rio Almançora da cada ora vigia”218 . A estas alturas don Juan de Austria sólo podía volver a pedir el mismo día la vuelta de las tropas del Adelantamiento de Cazorla.

Mientras llegaban de nuevo los socorros de don Alonso de Carvajal, Grana-da envió al capitán don Antonio Moreno para asesorar a don Enrique Enríquez. Llegado a Baza el 10 de julio, el noble bastetano se levantó de la cama y muy animosamente escribía a Huéscar al día siguiente solicitando su apoyo para liberar Serón e intervenir en el Almanzora y Sierra de Filabres. El día 12 Moreno cayó enfermo y, en paralelo, el gobernador bastetano también se metía en la cama, rechazaba cualquier posibilidad de entrar en campaña y reconocía la necesidad de esperar a las tropas giennenses. Pese a todo, el orgulloso noble siguió sin dar cuenta al capitán general del reino de la verdadera situación del territorio219 .

La segunda semana de julio se abrió en la más absoluta incertidumbre, pues sabido era que tras Serón el golpe morisco se dirigiría al señorío velezano. La primera medida de las fortalezas de Oria y Cantoria fue pedir ayuda a Vélez-Blanco, Vera y Lorca, aunque ninguna acudió a su llamada220 . Cantoria era la más desguarnecida, no sólo por su situación geográfica sino porque ya no poseía esclavos con los que negociar su cerco. Ante las perspectivas que se avecinaban,

216 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La rebelión..., op. cit., pp. 36-37.

217 I.V.D.J., Envío 1, p. 138. El licenciado Briviesca al cardenal Espinosa. Granada, 9 de julio de 1569.

218 Ibidem.

219 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La rebelión de los moriscos..., op. cit., pp. 34-35 y 39-40.

220 La combinación de razones para denegar el socorro muestra la aguda estrategia morisca sobre los cristianos: La gente de Lorca estaba en su mayoría en la guerra y era imposible sacar más hom-

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se optó por desalojarla, debilidad que no era conocida por el Maleh, factor que la beneficiaba. Así, ante el negro, “les convino a los christianos de Cantoria no dexar la tierra y yrse a tierra de christianos, quedando los moriscos de Oria puestos en manos de la fortuna, aguardando lo que venir les pudiesse” 221 . Dirigió la operación don Diego Ramírez de Arellano, quien “pareciendole no estar alli muy seguro, saco cantidad de municion de polvora, cuerda y plomo, y muchas esclavas moras, que el marques de los Velez tenia dentro, y lo llevo todo a Velez el Blanco. Y con esta gente y con la que don Juan de Haro llevo, se aseguraron aquellas villas por entonces”222 . Entre los desalojados se encontraba Gerónimo de la Costana, alcalde mayor de Purchena, el cual llego a Baza el 16 de julio, encontrando “alborotada la çiudad, porque acabaron de tomar los moriscos la fortaleza de Seron”223 .

La caída de Serón se produjo el 16 julio y puso en alerta máxima la zona, puesto que se sabía que pronto actuarían los rebeldes. En efecto, tras ocuparse dos o tres días en organizar la defensa la plaza recién tomada, los moriscos entraron en Cantoria, que “fue ganada por los moros, de que peso mucho al marques de los Velez y a las tierras mas cercanas de los christianos, sabiendo el daño que de alli le podia venir”224 . A partir de este instante el señorío velezano estaba en el máximo peligro, sin que su titular, varado en Adra, pudiera hacer nada por remediarlo. Jugaba a su favor el desconocimiento que tenía El Maleh de la debilidad del señorío.

Ante la inminente ofensiva de El Maleh, desde la capital del señorío se organizó la evacuación de las mujeres, niños y esclavos hacia el reino de Murcia, siendo Mula la que, en un esfuerzo sobrehumano, no sólo aceptó a los refugiados sino que envió 20 hombres a los Vélez225 . De todo ello se dio cuenta al rey, quien el 20 de julio insistía a Lorca en que fuera la tutora de la zona, pues “por causa de haverse levantado los lugares del rio de Almançora y los otros que escrivis y la voluntad con que dezis enviastes gente a socorrer la villa de Velez el Blanco y socorreriades los demas lugares que tuviesen necesidad con lo que pudiesedes, lo agradeçemos y tenemos en serviçio que es conforme a lo que siempre esa çiudad ha acostunbrado y a lo que confiamos de vuestra fidelidad”226 .

bres; Vera se encontraba en plena alerta máxima con su posible asedio y la capital del señorío no contaba con soldados suficientes ni para defenderse ella misma.

221 PÉREZ DE HITA, G.: La Guerra..., op. cit., p. 57.

222 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit. p. 186.

223 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 145. Gerónimo de la Costana a Juan Vázquez. Baza, 24 de junio de 1569.

224 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 57.

225 GONZÁLEZ CASTAÑO, J.: Una villa del reino…, op. cit., p. 134.

226 A.M.L., Felipe II al concejo de Lorca. Madrid, 20 de Julio de 1569.

III

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Hecho el efecto, no tardó mucho tiempo en presentarse el impresionante ejército morisco en Cantoria, villa que, como queda dicho, no se defendió. El temor a que la próxima fuera Oria puso en vilo a todo el territorio. Contra pro-nóstico, los rebeldes volvían a parar la ofensiva y orientaban la insurrección río abajo, dirigiendo sus miradas hacia Zurgena227 . Sin embargo sólo era cuestión de tiempo para que se presentase el general morisco sobre la fortaleza y, tras ella, ante la capital del estado.

La tensión aumentó el 24 de julio cuando varios espías informaban al gober-nador de Baza que sería el propio castillo del marqués -en la capital del estado- el próximo objetivo: “Llegaron hombres de Velez Rubio y dicen que han descubierto que querian atacar la fortaleza con el Maleh, bajo el pretexto de llevar al reyecico como regalo las hijas del marques”228 . De inmediato la ciudad de la dama envió a Oria 60 caballos con algunos arcabuceros229 . Este refuerzo fue providencial, pues con Cantoria en su poder, y a un paso de Vera, el plan de Abén Humeya se aplicaba de forma imparable: el día de Santiago Apóstol se lanzaba una fuerte ofensiva en el norte con una acción en tenaza contra Caniles y Oria, ambas llaves de la Hoya de Baza y de la capital del estado de los Vélez.

El 24 de julio Oria veía a sus puertas un ejército de 3.000 rebeldes que alzan a los moriscos de la villa. Estaba clara la intención de invadir Vélez Blanco230 . Fueron las ciudades del altiplano las que salvaron la situación; Baza y Huéscar no dudaron en apoyar a Caniles y Oria, respectivamente231 . Desde el sur, y a pesar del enorme peligro en el que se encontraba Vera, la ciudad de Lorca hizo un esfuerzo muy notable y envió a los capitanes Juan Felices Duque, Juan Navarro de Álava y Juan Fernández Menchirón.

La presencia de los socorros impidió que la fortaleza señorial sufriese un cerco demasiado largo, pues los rebeldes sólo “llegaron a la villa de Oria y la alçaron, y a ellos salieron algunos soldados y mataron algunos christianos, porque no se entendiese

227 GARCÍA GALLEGO, J., VARELA TUDELA, J. y SEGURA CANO, P.: Historia de Zurgena. A la historia desde la historia, Almería, 1994, p. 99.

228 A.G.S., Cámara de Castilla, 2152, p. 145. Gerónimo de la Costana a Juan Vázquez. Baza, 24 de junio de 1569.

229 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 144. D. Gerónimo de la Costana a Felipe II. Baza, 24 de Julio de 1569.

230 CÁNOVAS COBEÑO, F.: Historia de la ciudad..., op. cit., p. 373.

231 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La rebelión..., op. cit., pp. 41-42 y “Huéscar..., op. cit., p. 56.

117

La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)III

BACARES

BAZA

SERÓN

ORIA

CANTORIA

ALBOX

ORCE

HUÉSCAR

REINO DE MURCIA

V. BLANCO

25-VII8-VII

SIERRA DE FILABRES

SIERRA DE LAS ESTANCIAS LORCA

CANILES

TÍJOLA

LÚCAR

ARMUÑA

PURCHENA

ARBOLEASZURGENA

Partaloa

24-VII

1-15-VII

15-VII

24-VII

25-VII

GÉRGAL

V. RUBIO

CUEVAS

VERA

BAZA

Río Almanzora

CHIRIVELCÚLLAR

CANILES

TAHAL

Estado Mayor morisco

Moriscos

Cristianos

Cerco

Villas alzadas entreel 15-20 de julio

15-VII. Tras un largo asedio cae Serón

20-VII. Los habitantes de Cantoria se refugian en Oria.

16-24-VII. se alzan las poblaciones del Almanzora hasta Zurgena. Mientras, Oria es reforzada por Baza.

24-VII. Oria queda sitiada por El Maleh.

25-VII. Ofensiva morisca que fracasa en Caniles. Tropas lorquinas refuerzan Oria y los moriscos se retiran.

LA INESTABILIDAD DEL SEÑORÍO. LA TOMA DE CANTORIA Y EL CERCO DE ORIA. 15-25 de Julio

EL ALZAMIENTO DEL ALMANZORA Y LOS INTENTOS POR TOMAR CANTORIA Y ORIA (11-19, Junio, 1569).

CUEVAS

VERA

16-VII

12-VI

BAZA

SERÓN

ORIA

Río AlmanzoraCANTORIA

ALBOX

ORCE

HUÉSCARREINO DE MURCIA

CHIRIVEL

V. BLANCO

8-VII

SIERRA DE FILABRES

SIERRA DE LAS ESTANCIASCÚLLAR

CANILES

LÚCARPARTALOA

17-VI

GÉRGAL

18-VI24-VII

BACARESTAHAL

SIERRO

SUFLÍ

LAROYA

MACAEL 11-VI11-VI

PURCHENA

LORCA

V. RUBIO

ZURGENA

HUERCAL

D. Luis Fajardo

Movimientos cristianos

Tropas bastetanas

Villas alzadas

Movimientos deEl Maleh

1ª semana de junio. Alza-mientos de los lugares de Sierra de Filabres.

12-VI. Cae Purchena en manos de El Maleh y el resto de po-blaciones del medio y alto Al-manzora.

17-VI. Intentan tomar Cantoria.18-VI. Cantoria es reforzada por

tropas de Oria que esperan un asalto. A su vuelta El Maleh co-menzaba el sitio de Oria, aunque la resistencia le hace desistir.

III

118

La segunda campaña: Las acciones en la Baja Alpujarra. (Marzo y Junio de 1569)

que los avian muerto, los enterravan dentro de las casas, y esto an hecho siempre que an podido esconder los suyos por que no parezcan, dexando los christianos para que sean visto, y de aquella fuerça se salieron como mejor pudieron y se vinieron a esta çiudad y a otras partes”232 . La salida de tropas bastetanas para atender al partido, la obligó a continuar solicitando ayudas, puesto que el peligro podía volver en cualquier momento. En esta ocasión las ayudas se pidieron a Murcia, ciudad que recibió la petición el 28 de julio233 , pero, tal como había actuado desde el inicio de la contienda, no movilizó a sus milicias234 . Eludió el compromiso enviando una carta a Albacete (leída el 3 de agosto) para que levantase las tropas del Marquesado de Villena. La ciudad manchega respondió de igual manera235 .

A pesar de la descoordinación, los apoyos lorquinos fueron suficientes para que Oria diese sensación de fuerza, consiguiendo que los moriscos se retirasen y desestimasen el asalto a Vélez Blanco. Acompañaron a El Maleh en su huida los moriscos de la villa, con quienes creó una cuadrilla de 150 hombres, que bajo el mando del lugareño Sebastián Elquagaci, levantaron distintos lugares del Almanzora. De entre sus efectos más sonados fue el ataque a localidad señorial de Albox, donde mataron 40 cristianos viejos y apresaron 13 mujeres y dos mu-chachos; quemaron las casas y secuestraron al sacerdote Antonio Oliver, a quien luego vendieron en Purchena como esclavo para Argel236 .

En estos momentos el deterioro del territorio era tan grande que mantener a don Enrique Enríquez en la gobernación de la frontera de Baza y río Almanzora era descabellado. El 4 de agosto don Juan de Austria tomó la decisión final, or-denando la partida hacia la ciudad de la dama de don Antonio de Luna, quien que debía poner orden en la zona. Este personaje llegó el día 10, sustituyendo interinamente a Enríquez y ocupando el mando militar237 . Con la intervención de este general se acababa el pacto Enríquez/Fajardo y, con él, las aspiraciones del marqués de mantener el control absoluto del sector oriental.

232 I.V.D.J., Envío 1, p. 125. Documento sin fecha dirigido al Cardenal Espinosa.

233 CHACÓN JIMÉNEZ, F.: Murcia en la centuria del quinientos, Murcia, 1979, p. 170.

234 CALDERON DORDA, A. y LÓPEZ LÓPEZ, T.: “La ciudad de Murcia…, op. cit., pp. 123-135.

235 SANTAMARIA CONDE, A.: “Participación de Albacete…, op. cit., p. 188.

236 TAPIA GARRIDO, J.A.: “El cura de Albox cautivo en Argel”, Roel, 2, p. 43-48 y Rebelión..., op. cit., p. 218.

237 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Baza..., op. cit., pp. 24-25.

120

El ímpetu de D. Luis no se contuvo en la batalla de Válor, sino que arremetió sierra arriba hasta llegar a La Calahorra.

“El marqués a caballo”. Carmen Cano.

121

IVLA TERCERA CAMPAÑA DEL MARQUÉS.

Julio-Septiembre de 1569

Tras un largo y complicado proceso de buenas maneras, el estado mayor de Granada logró que el 27 de julio don Luis Fajardo saliera nuevamente a cam-paña, condicionado por los inicios sediciosos del Almanzora, motivo suficiente para debilitar a los rebeldes en la Alpujarra y así aliviar la presión sobre su señorío. La tercera campaña del marqués se inició positivamente con la batalla de Lucainena y la victoria sobre Válor, una segunda derrota directa sobre Abén Humeya que nuevamente lo encumbró. Sin embargo, su preocupación por el aprovisionamiento de tamaña tropa llevó al militar a retirarse muy pronto de la Alpujarra, acampando en La Calahorra. En esta población nuevamente surgió la sombra de las desercio-nes, enfermedades y rebeldías, tanto que el hijo del marqués sufrió un atentando y el propio don Luis debió refugiarse en la fortaleza para evitar males mayores.

Desecho su ejército a principios de septiembre, don Luis Fajardo aparecía ante el generalato granadino como un incompetente militar. Caído en desgracia, durante este mes vería cómo los moriscos intentaban asaltar su castillo de las Cuevas, en el flanco sur de su estado, y, en el norte, sitiaban su fortaleza de Oria, poniendo en peligro la capital del estado y a sus propias hijas.

A pesar de las órdenes de Granada y de la gravedad de la situación en su estado, el marqués se resistió a salir de La Calahorra, en un intento por perma-necer en el escenario bélico. Sin embargo, a finales de septiembre podía decirse que había caído en desgracia y, desde la propia Corona, se urdía la trama para retirarlo de la guerra.

IV

122

La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)

LAS DUDAS DE SALIDA

A mediados de julio el ejército del marqués de los Vélez estaba suficientemen-te armado para salir a su tercera campaña. Sin embargo, la falta de intendencia de las dos campañas anteriores aconsejó frenar la movilización, prudencia que contrastaba con las malas noticias que llegaban de su señorío.

Mientras el marqués debatía entre introducirse en la Alpujarra y así aflojar la actividad morisca en el río Almanzora, o esperar la total organización del avi-tuallamiento para mejorar la logística, el flamante ejército volvía a entrar en la problemática de sus campañas anteriores: huida de soldados, escasez de alimentos, falta de disciplina.... Conforme se agrandaban estas cuestiones, la irritabilidad de don Luis crecía por momentos, aumentando su rigor disciplinario. Estaban servidos todos los componentes para un nuevo motín, razón suficiente para pensarse su salida a una nueva campaña.

El escandaloso estado del ejército en Adra, un auténtico polvorín, era cono-cido en todo el reino y aún por el propio rey. Las presiones para que don Luis Fajardo combatiese eran cada vez más abundantes y angustiosas. Es entonces cuando don Luis de Requesens encontró un ardid para convencer al Fajardo, pues “entendio que era necesario mucho al servicio de Vuestra Magestad que cerca del marques de Los Vélez quedase persona de calidad y muy amigo del marques, para que en libremente le pudiese hablar y el le creyese [....]. Y para esto acordo con don Álvaro de Baçán que quedase con el”. El noble marino arribó a Adra el 17 de julio y enseguida se notaron cambios positivos, puesto que el ejército intensificó sus acciones en la zona. El estado mayor granadino se aprestó a informar de los buenos efectos y de los progresos en la Baja Alpujarra. La muerte de hasta 1.500 moriscos desde la reorganización del contingente era una buena razón para que el de los Vélez se decidiese a salir a campaña1 . Pese a los datos, el noble velezano no se decidía, sacando de sus casillas a los generales. Un ácido Herrera y Tordesillas critica abier-tamente esta actitud calificándola poco menos que de cobardía2 .

La decisión final para que movilizara su campo vino motivada por la ofensiva morisca lanzada el día de Santiago Apóstol sobre el sector norte granadino. La exasperación por ver su señorío en peligro y la influencia amistosa del marqués de Santa Cruz, fueron las mejores motivaciones para que el noble velezano se

1 A.G.S., Estado, leg. 151, p. 55.

2 HERRERA TORDESILLAS, A.: Historia general del mundo…, op. cit., p. 366.

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)IV

decidiese: “mediante su quedada, i la diligenzia y termino que ha tenido con el marques se abrevio la partida de Adra en busca de este morillo”3 . La partida se fijó para el día 26.

La salida de tamaño cuerpo militar en modo alguno tranquilizaba al estado mayor, su andadura se entendía tan sólo como un modo de distraer al enemigo. Incluso hubo algunos generales que pronosticaron un mal futuro, como su ene-migo el conde de Tendilla quien, sin contemplaciones, expresaba a la princesa de Portugal, al día siguiente de la marcha, cómo, “aunque de el dizen que es muy bravo, no creo que este acostumbrado a tanto trabajo [...] y quando en buena hora salga y vença a los enemigos, hara con XI mill ombres y DC mil ducados de gasto lo que el marques [de Mondéjar], mi señor padre, hizo con III mil ombres y menos de XIIII mil ducados”4 . Las comparaciones son odiosas, pero la primera campaña contra los moriscos en enero de 1569, cuando ambos marqueses entraron en la tierra, daba un resultado negativo para Fajardo. Más considerando que la actuación del marqués sirvió sobre todo para soliviantar a los moriscos.

La ruta estaba determinada por el estado mayor en Granada, el cual trazó una vía de avance lento pero seguro. La intención era eludir el peligroso paso de Peñarrodada (en Berja). El movimiento se organizó con una impresionante forma-ción en dos cuerpos: en el primero iba el marqués de la Favara con la infantería, con una vanguardia dispuesta en tres secciones de batalla dirigidas por don Pedro Padilla, don Juan de Mendoza y el hijo del marqués, don Juan Fajardo; en la re-taguardia se encontraba Antic Sarriera con las tropas mallorquinas; en medio, el bagaje y los heridos. El segundo cuerpo, compuesto por la caballería, marchaba detrás bajo la dirección del propio marqués de los Vélez.

A pesar de tan importante ejército, por el camino del Río Chico los moriscos no dudaron en atacar la retaguardia donde se encontraban los enfermos. Siguieron la técnica de guerra de guerrillas, asaltando por sorpresa y escondiéndose entre animales de carga para huir más tarde amparados en la fragosidad del terreno5 .

Llegada la infantería a Berja se conoció el sabotaje. Mas nadie se dejó arrastrar por la cólera, como era costumbre, y no se cometieron desmanes, a excepción del

3 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 156. Francisco Osorio a Felipe II. La Calahorra, 3 de Agosto de 1569.

4 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 73. Conde de Tendilla a la Princesa de Portugal. La Alhambra, 27 de Julio de 1569.

5 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 54. Declaración de Pero López de Mesa. Guadix, 30 de Agosto de 1569.

IV

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)

Mientras D. Luis Fajardo seguía dudando en Adra, Abén Humeya preparaba el alzamiento de la sierra de los Filabres.

“Abén Humeya”. Carmen Cano.

El enorme acantonamiento de tropas en Adra sólo maleó los ánimos de las tropas.

“Charla entre soldados”. Carmen Cano.

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)IV

marqués, quien mostró una inquietud desproporcionada. Enfadado en extremo, ese mismo día el general ordenó retroceder y volver al punto de partida. En su puerto de Adra, don Luis manifestaba a don Juan de Austria su preocupación por el avituallamiento, a la vez que le recordaba la necesidad de más hombres por causa de las deserciones sufridas. Ambos requisitos eran primordiales para alcanzar el éxito en la comarca. Los espías informaban cómo Abén Humeya había pasado por Terque de camino para rebelar los Filabres. Eran noticias alarmantes, pues la extensión del conflicto al sector oriental complicaría más la situación6 .

Los repentinos cambios de don Luis Fajardo habían desquiciado al estado mayor, cansado de sus titubeos para salir en su estancia en Adra, hasta el punto de que algunos miembros comenzaron a dudar de su verdadero efecto en la contienda7 . Sin embargo sus peticiones, aun cuando eran descabelladas, fueron tenidas en cuenta. Así se explica la orden de libramiento de don Juan de Austria de una importante partida de 11.000 ducados para que el provisor malagueño, Pedro Verdugo, dispusiera lo necesario para aprovisionar a don Luis8 .

Al mismo tiempo que preparaba el avituallamiento, don Álvaro Bazán volvió a usar de los buenos modales, que tan buenos resultados dieron en el largo periodo de Adra, para convencer a Fajardo de su salida. La intervención del marqués de Santa Cruz fue providencial para tal efecto, pues en la misma tarde que don Luis regresó a Adra ya estaba en disposición de avanzar de nuevo. La conversación entre ambos aristócratas la describe el contador Osorio en estos términos: “Asy se metio por medio don Álvaro y lo apaçiguo, y propuso luego que al serviçio de Vuestra Magestad convenia venir a deshazer estos moros reveldes y no dilatar el negoçio, ni esperar a enfermedades en el campo. Y tambien, porque entendio los que eran i la deshorden suya, no avia de que dubdar con un campo como este. Fue nesçesario para la resoluçion desto la amistad de don Álvaro y el marques, porque es de su condiçion ser muy desconfiado y dificultoso, y yo se bien que para esto le hablo muy claro don Álvaro”9 .

Terminado el crucial consejo de guerra abderitano, el Fajardo manifestaba a don Juan su propósito de estar en Ugíjar en un par de días, aunque su actitud

6 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 18. Marqués de Vélez a D. Juan de Austria. Berja, 26 de julio de 1569.

7 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 116. Carta de Juan Quiroga a Juan Vázquez. Granada, 27 de Julio de 1559.

8 I.V.D.J., Envío 1, p. 140. El licenciado Briviesca al Cardenal Espinosa. Granada, 28 de julio de 1569.

9 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 156. Francisco Osorio a Felipe II. La Calahorra, 3 de Agosto de 1569.

IV

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)

apuntaba a lo contrario. La excusa para la parálisis era el problemático abasteci-miento, tanto de vitualla como de tropas. La realidad no quedaba lejos de la ex-cusa: aunque disponía de algo más de 9.000 hombres, éstos estaban mal pagados y comidos, y la gran mayoría eran “bisoños”10 .

Pese a todo, a última hora de la tarde del 27 de julio se reanudaba el avance militar hacia Berja por el camino del Río Chico. Primero marchó la infantería durante la noche y, por la mañana, la caballería, quedando así completado el campo al día siguiente. Durante los dos días que estuvo el ejército en esta villa se produjeron las primeras bajas a causa del mal estado de los alimentos. La culpa de la descomposición fue, sin duda, la continua dilación de don Luis, tal como advertía el licenciado Briviesca, pues “tiempo se ha perdido en estos diez o doze dias por no haver salido, aunque no fuera para mas que para mudar el alojamiento y tomar ayre”11 .

La necesidad de eludir el foco epidémico que se formaba en Berja hizo mo-vilizarse a Vélez, quien con una formación distinta se encaminó, el 30 de julio, por el río Grande. A las 8 de la mañana las tropas dejaban el lugar de Benínar. A pocos kilómetros, a la altura de Darrícal, le espera Diego de Mendoza el Hoscein con 5.000 hombres. Las órdenes del general morisco eran impedir a toda costa la entrada del ejército real.

En el tortuoso paso entre Darrícal y Alcolea fue donde en la tarde del día 30 se produjo la primera refriega de alcance, concretamente en los difíciles y estre-chos barrancos previos al lugar de Lucainena. Para seguir progresando y evitar el peligrosísimo punto, el marqués dispuso que don Juan de Mendoza quedase en retaguardia y que su hijo atacase a los moriscos con 2.000 hombres. Mientras se producía la batalla, don Juan Enríquez debía adelantarse con la caballería y pre-parar el paso. Sin embargo no hizo falta desarrollar del todo el plan, pues bastó el despliegue militar y la muerte de unos 50 moriscos para que éstos se retirasen a Ugíjar y permitieran alojarse en Lucainena12 . Fue proverbial situar el campo en este lugar, pues El Hoscein lo había habilitado como punto de aprovisionamiento de su ejército. Así, cuando entraron en esta población las tropas de Vélez se en-

10 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 19. Marqués de Vélez a D. Juan de Austria. Adra, 27 de julio de 1569.

11 I.V.D.J., Envío 1, p. 140. El licenciado Briviesca al Cardenal Espinosa. Granada, 30 de julio de 1569.

12 Descripción del encuentro en HURTADO DE MENDOZA, L.: De la guerra …, op. cit., p. 121 y PÉREZ DE HITA, G.: La guerra…, op. cit., pp. 192-193. También en CÁNOVAS COBEÑO, F.: Historia de la ciudad…, op. cit., p. 376-377, si bien exagera el ejército del marqués en la formidable cifra de 20.000, el doble de lo que en realidad tenía.

127

La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)IV

contraron “muchos quartos de vaca i cabras muertas colgadas de arboles y ollas de carne al fuego i frutillas, que fueron gran refrigerio para los soldados que llegaron primero, que fueron los del marques de la Favara, que iba el primero en este seguimiento. Y allí algunos cavallos i sus soldados mataron algunos moros i tomaron tres o quatro azémilas cargadas con la fruta”13 . La inesperada comida calmó al desconfiado marqués, siempre pre-ocupado por el aprovisionamiento en tan abrupta región.

El 30 de julio, don Juan de Austria informada cumplidamente al rey del pro-greso de Vélez en la tierra. Según el hermano del rey, la batalla de Lucainena “fue buena para nosotros y mala para los moros [...] [aunque] no tubimos tiempo para hacer lo que solemos, pero con todo eso murieron mas de tres mil moros y de nuestra parte mas de ciento y ochenta, pero nos mataron la gente que más animo tenia”14 . La realidad de los hechos, pese a alguna exageración, coincidía con la apreciación del capitán general: el ejército estaba perdiendo sus mejores hombres y, con ello, parte de su efectividad. Lo que desconocía don Juan era que la batalla de Lucainena fue una victoria a medias, pues la refriega retrasó bastante la marcha, de tal modo que al terminar el día sólo había pasado el angosto y complejo paso montañoso el primer cuerpo del campo. Ello sin duda añadió una nueva dificultad, como comenta el encargado de la operación, don Juan Enríquez: “Servi ansi mismo en Lucaynena de los Negros, quando yvamos a Balor, adonde salieron seis mil onbres a estorvar el paso de un barranco, porque el canpo no se aloxase en el dicho lugar que estava de la otra parte. Peleose con ellos y fueron ronpidos, pero tan tarde que vino la noche, quedando desta parte el bagage y la retaguardia, que era el tercio de Napoles y de catalanes, con orden de socorrer a su hijo don Diego Fajardo, que avia ydo a reconoçer unas banderas de moros que avian pareçido aquella tarde a nuestras espaldas”15 .

Anochecía, pues, y todavía los bagajes no habían salvado el barranco. Las prisas por pasar provocaron que gran parte de los bagajes se despeñaran con bastantes hombres y acémilas. En fin, un percance que retrasó el paso hasta anochecer, pues hubo que rescatar los bagajes para evitar que cayesen en manos moriscas. La noche de aquel día fue larga para don Juan Enríquez, quien debió desplegar un dispositivo defensivo en la abrupta zona y una fuerte escolta hasta el campo de Lucainena.

13 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 154. Francisco Osorio a Felipe II. La Calahorra, 3 de Agosto de 1569.

14 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 15 y p. 16. D. Juan de Austria a Felipe II. Granada, 30 de julio de 1569.

15 B.N., Mss. 10475, fol. 250r.-266r.

IV

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)

El abandono de la comida morisca fue proverbial para el ejército del marqués.

“Almuerzo de los soldados”. Carmen Cano.

Alimentar a un ejército de las proporciones que tenía el de Vélez forzó a una constante ir y venir de bagajeros transportando vitualla.

“Arriero”. Carmen Cano.

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)IV

Al amanecer del día siguiente, “los capitanes hicieron cargar los bagajes, y los aviaron lo mejor que pudieron, no con pequeño trabajo, haciendo que los escuderos llevasen la polvora, plomo y cuerda y pelotas de los bagajes que quedaban muertos delante, en los arzones de los caballos, porque no se quedase alli aquella municion”16 .

Las palabras del secretario Juan Quiroga -muy bien informado de la batalla- al secretario del rey Juan Vázquez, explican su afirmación sobre el “poco arte” del marqués17 . En efecto, el día 31 se ocupó en la recomposición del ejército; la esca-ramuza de Lucainena volvió a provocar problemas por la pérdida de los bagajes. La operación es comentada por el propio Enríquez en estos términos: “Otro dia hize marchar la retaguardia y el bagage, hallando munchos que se avian aquella noche despeñado y munchas muniçiones de plomo y polvora y mecha caido, lo qual recogi y hize llevar, gastando en ello muncha parte del dia”18 . Mal empezaba, pues, la tercera campaña del marqués.

LOS ÉXITOS INICIALES: LA VICTORIA DE VÁLOR

Remediados en lo posible los efectos del episodio de Lucainena, el marqués de los Vélez no dudó en avanzar hacia la capital de las Alpujarras, tratando de alejarse rápidamente del difícil paso del río Lucainena. Sorprendentemente, El Hoscein no atacó, dando ocasión a que don Luis Fajardo entrase sin problemas en Ugíjar. Sin embargo, lo que no hacía el enemigo lo provocaba el general vele-zano, pues en esta villa frenó otra vez su avance. Dos días estuvo en la población alpujarreña sin decidirse a ir sobre Válor, a tan sólo una legua, desde donde Abén Humeya observaba sus movimientos sin perder detalle.

Las razones de la nueva parada fue la obsesión por el aprovisionamiento. El 1 y 2 de agosto se consumieron en un continuado debate entre el marqués y su estado mayor, ante la exasperación de los oficiales. Así describe la situación el contador Osorio: “El lunes en la noche se començo un consejo y a todos los de el amaneçio, y duro hasta una ora salido el sol del dia martes, en medio del exerçito, sin tiendas. Este martes, antes de çenar, se començo otro consejo y duro hasta oy miercoles despues de amaneçido,

16 El más ajustado a la realidad es MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión…, op. cit., p. 191. Esta cuestión la elude Pérez de Hita y Hurtado de Mendoza.

17 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 117. Carta de Juan Quiroga a Juan Vázquez. Granada, 30 de Julio de 1559.

18 B.N., Mss 10475, 250r.-266r.

IV

130

La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)

y a esta ora fue la çena. Y asy, aviendo estado dos noches assi sin dormir, que tambien me conprehende a mi, por esperar lo que se me ha de mandar de la resulta del consejo”19 .

Los puntos tratados en consejo eran los mismos que se repetían desde la salida: la necesidad de una importante vanguardia que apoyase a tamaño ejér-cito. El capitán general de Granada escribía a su hermano a primeros de agosto mostrando su preocupación: “Con muy gran deseo estoy de saber buenas nuevas del marques de los Velez, y esperandolas de una hora para otra he detenido este correo mas de lo que quisiera; y porque en las cartas que lleva de mano ajena doy cuenta de lo que me ocurre, y particularmente del cuidado con que se atiende a proveer al marques, que es lo que agora mas importa. No tendre que decir aqui sino que el mismo habra siempre de mi parte para que estos negocios tengan el suceso que al servicio de Vuestra Magestad conviene”20 . El nerviosismo de don Juan de Austria se justifica por el lento des-plazamiento del Fajardo, ya que deshacía todos sus planes por infringir el mayor daño posible a los moriscos en el corazón de la Alpujarra. El retraso del marqués favorecía al enemigo en su avanzada sublevación en el Almanzora, peligroso frente que a finales de mes tenía tomada Serón y Cantoria, asediada Oria y amenazadas las débiles villas del altiplano granadino. Como siempre, fue el consejo de don Álvaro de Bazán el que convenció a don Luis Fajardo para atacar Válor.

La marcha hacia la cuna de los valoríes se realizó el 3 de agosto por el río Válor, con las máximas medidas de seguridad, mediante la custodia de mangas de arcabuceros en las laderas del curso fluvial y en cumbres circundantes. La vanguardia, como era de esperar, quedó a cargo de don Pedro de Padilla y sus experimentados tercios, con la colaboración de la aguerrida tropa lorquina de “los pardillos”. A éstos últimos les cupo el primer gran choque con los moriscos que, bien parapetados bajo la villa alpujarreña, les hostigaron sobremanera21 . El golpe sobre los tercios obligó a actuar al marqués de La Favara, si bien fue la ca-ballería, al mando de don Diego Fajardo, la que de inmediato reforzó la posición. Acompañaban al hijo del marqués don Jerónimo de Guzmán, con la caballería de Córdoba, y don Martín de Ávila, con la de Jérez.

El ataque se realizó por la ladera del monte, punto nada esperado por los

19 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 156. Francisco Osorio a Felipe II. La Calahorra, 3 de Agosto de 1569.

20 CODOIN, p. 18. D. Juan de Austria a Felipe II. Sin fecha.

21 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 41. Juan de Aguilar a D. Juan de Austria. Granada, 5 de Agosto de 1569.

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)IV

rebeldes, quienes, al ver los caballos en semejante posición, se retiraron. Viendo huir al reyezuelo con su general El Gironcillo, don Diego Fajardo no dudó en seguirle a la cumbre, donde logró capturar su caballo22 .

El marqués de los Vélez, en pleno fragor de la batalla, también arremetió sierra arriba. Acompañado de don Álvaro de Bazán y don Jorge de Vique, pasó el Puerto de Loh con 300 caballos, llegando, tal era el ímpetu de su salida, a La Calahorra. Eran las cinco de la tarde y no entendió conveniente volver de noche al campo23 . Dejar solo al ejércto fue juzgado imprudencia por el estado mayor de Granada. El de los Vélez justificaba su permanencia en la fortaleza del Cenete como medida necesaria para inspeccionar personalmente su aprovisionamiento; sin embargo a nadie con-vencía, pues una persona tan fiel al marqués como Ginés Pérez de Hita, cronista que no tiene inconveniente en omitir cualquier noticia que pudiera ensombrecer su figura, no dudó en criticar la acción: “A mi parecer inconsideradamente y no digno de hazer, se fue a Calahorra, quedando el campo huerfano de su cabeza”24 . El siempre crítico Herrera tacha la acción de refugiarse en la fortaleza como simple cobardía25 .

En La Calahorra, el marqués descubrió que en el lugar había comida sólo para un día. Muy irritado, escribió esa misma noche al capitán general informándole de la victoria de Válor y recordándole la necesidad de bastimento26 . Las autori-dades calahorranas se excusaban diciendo que “el de Austria los proveyo, mas por falta de vagageros no los avia embiado y porque los tiempos eran trabajosos de lluvias y la distancia del camino larga; y assi el marques se hallo burlado de lo que pensava”27 . El enfado del noble velezano era tremendo, y de inmediato “despachó luego a la hora a Guadix y a Baza y a Granada, para que con brevedad le proveyesen de algunos. Otro día de mañana fueron el obispo de Guadix y don Rodrigo de Benavides a visitarle, y le llevaron mas de doscientos bagajes cargados de pan y de bizcocho, con que aquel mesmo dia volvio al campo”28 .

22 El soldado que capturó el caballo fue Pedro de Bustamante, de las guardias viejas de Castilla, según relata en sus méritos militares. I.V.D.J., Envío 62, caja 1, p. 441. Bustamante a D. Pedro Deza. Ma-drid, 23 de marzo de 1591. Un relato pormenorizado en MOROTE, Fr. Pedro: Blasones y antigüeda-des…, op. cit., pp. 397-399 y MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión...., op. cit., p. 192.

23 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 156. Francisco Osorio a Felipe II. La Calahorra, 3 de Agosto de 1569.

24 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 195.

25 HERRERA TORDESILLAS, A.: Historia general del mundo…, op. cit., p. 366.

26 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 41. Marqués de Vélez a D. Juan de Austria. La Calahorra, 3 de Agosto de 1569.

27 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 195.

IV

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)

Don Luis Fajardo, aunque satisfecho con la victoria en Válor, la patria chica de Abén Humeya, no pudo contener su rabia y escribió al secretario del rey para comunicarle lo que ya repetía desde Adra29 . Acto seguido envió otra misiva a Felipe II llena de quejas por las penalidades padecidas, sólo salvadas con elogios a don Álvaro de Bazán30 . A estas alturas de la campaña militar, el cronista Moro-te observa la situación en un ajustadísimo apunte que imagina al “zeloso general, sentido de hallarse sin socorros, y con tropas que ocupaban lo mas peligroso de las Al-pujarras, alojadas en el mismo lugar de Abenhumeya, bolvio a su campo, para tomar la mas conveniente providencia”31 .

Al día siguiente, 4 de agosto, el estado mayor de Granada reconocía a Ma-drid su falta de previsión, informándole que tenía al licenciado Mesa en Guadix destacado exclusivamente para coordinar el aprovisionamiento32 . La asunción de culpas sin embargo no salvaba al Fajardo, puesto que sus cartas igualmente eran leídas en los despachos regios con cierta cautela, habida cuenta de las constantes quejas llegadas de sus obsesiones. El marqués de Mondéjar no dudó en quitarle mérito a la victoria de Válor en una carta al secretario del rey, advirtiéndole que los 3.000 muertos moriscos no debían sobrepasar los 100, apostillando que tuvo suerte en “no romper ellos al marques, porque el desalojallos de Bálor fue el desazilles”33 . Ya se sabe que quien estas palabras escribe no es otro que su más enemigo mortal, algo que no escapa al rey. El marqués de Santa Cruz, por su parte, consciente de la importancia del momento, animaba a culminar lo iniciado; en carta a Felipe II elogiaba a don Luis Fajardo, a su hijo y a su hermano, así como al tercio de Nápoles mandado por don Pedro de Padilla, eludiendo en todo momento referirse a las quejas que conocía mejor que nadie34 .

Desde su llegada a La Calahorra, don Luis Fajardo conocía las noticias de su señorío, especialmente del cerco a la fortaleza de Oria, y del verdadero alcance

28 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia de la rebelión...., op. cit., p. 192.

29 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 40. Carta del Marqués de Vélez a Juan Vázquez. La Calaho-rra, 3 de Agosto de 1569.

30 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 42. Carta del Marqués de Vélez a Felipe II. La Calahorra, 3 de Agosto de 1569.

31 MOROTE, Fr. Pedro: Blasones y antigüedades..., op. cit., p. 400.

32 I.V.D.J., Envío 1, p. 141. El licenciado Briviesca al Cardenal Espinosa. Granada, 4 de agosto de 1569.

33 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 64. Marqués de Mondéjar a Juan Vázquez. La Alhambra, 11 de Agosto de 1569.

34 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 154. D. Álvaro de Bazán a Felipe II. La Calahorra, 3 de Agosto de 1569.

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)IV

del peligro de su estado. En efecto, terminado el asedio el 28 de julio, el alcalde de la villa había escrito al marqués informándole de que la victoria sólo era mo-mentánea, pues la tierra seguía siendo muy peligrosa. Un conocedor excepcional de la zona, el alcalde de Purchena, desde el mismo comienzo del asedio estimaba como solución provisional el refuerzo de Oria por Baza, ya que todas las plazas fronterizas estaban en la misma situación de colapso. Pero, tal como exponía al rey, el único remedio estable era movilizar el Reino de Jaén mediante el envío de las tropas de don Alonso de Carvajal “para que no se pierda la tierra”35 .

Aunque no da nombres concretos, don Luis Fajardo, preocupado por la suerte de su estado, escribe al rey el mismo día 3, en tono subido, le ruega que guarnezca su fortaleza, acompañando su carta de una copia de la petición de auxilio de su alcaide36 . Sin embargo nada se hizo por corregir la situación, algo que no irritó demasiado al noble velezano, pues la tregua rebelde alcanzada tras la retirada de Oria alivió la cuestión. La estrategia morisca no era otra que recoger sus cosechas y abastecer a su ejército. Ello no quiere decir que durante todo el verano no se sufriera un constante hostigamiento insurrecto, el cual afectó a una línea desde las villas de la Hoya de Baza y Huéscar hasta términos tan lejanos como Quesada, en el Reino de Jaén37 .

LA DEBILIDAD DEL EJÉRCITO: LOS PROBLEMAS DE ABASTECIMIENTO

Cuando el 4 de agosto don Luis Fajardo regresa de La Calahorra con su ejér-cito, encuentra a éste acampado en Válor Alto y Válor Bajo. Su furia por la falta de vitualla es incontenible, manifestando a su consejo de guerra su intención de volver a parar. En la población el aristócrata no cuenta con los consejos de don Alvaro de Bazán, quien se había quedado en el Cenete, de tal modo que faltó su poder moderador ante el resto de la oficialidad.

35 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 144. D. Gerónimo de la Costana a Felipe II. Baza, 24 de Julio de 1569.

36 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 42. Carta del Marqués de Vélez a Felipe II. La Calahorra, 3 de Agosto de 1569.

37 CARRIAZO, J. de M.: “La guerra de los moriscos vista desde una plaza fronteriza. Extractos de las actas capitulares de Quesada”, Revista de Estudios de la Vida Local, 33 (1947), pp. 560-561; CAS-TILLO FERNÁNDEZ, J.: “Los que se fueron y los que se quedaron: Destino de los moriscos del norte del Reino de Granada”, Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, núm. 12 (1998), p. 122 y SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Huéscar..., op. cit., p. 83.

IV

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)

Un hecho fortuito contentará al marqués por un instante, ya que en el mo-mento en que se alojaba en la villa alpujarreña, el alcalde de la Chancillería, Pero López de Mesa, llegaba a La Calahorra con abundante bagajes, los cuales fueron enviados con una fuerte escolta a Válor el 5 de agosto38 . A partir de esta fecha el abastecimiento del ejército lo centralizó en Guadix el oficial regio y su secretario, Gaspar de Padilla. Desde la ciudad éstos recabarán provisiones de Jaén, Úbeda, Baeza y Cazorla, al tiempo que ordenaron a todas las panaderías de la ciudad, con la consiguiente queja del corregidor y alcaldes, que trabajasen las 24 horas del día para el ejército de don Luis39 . Pese al alivio de López de Mesa, la comida continuó escaseando, lo que generó nuevas deserciones y enfermedades. La más sonada recaída la padeció su fiel colaborador Enríquez, quien escribía: “llegado a Balor, como dicho es, se me recrecio una enfermedad, que ve fue necesario curar, con licencia del marques, y fui a curar a Guadix”40

Don Juan de Austria tenía cumplida noticia de cuanto acontecía gracias a su espía Juan de Aguilar, quien el 5 de agosto le entregó un informe completo de la batalla de Válor y los problemas de abastecimiento41 . No le sorprendió, pues, la enérgica carta que el 8 de agosto le dirigió don Luis Fajardo, recalcando su negati-va a avanzar si no son atendidas sus demandas: “Si me hallara con vituallas para poder pasar adelante, pero como por falta de bagajes no se ha podido traer de Adra sino hasta el viernes, y aun para esto la truxeron a cuestas los soldados, y los caballos como menos prácticos dexaron perder la que les reparti. Y quando aqui llegamos padecimos hambre, y del viernes aca la padesçen ellos y todos los demas, por no haber de donde venir, y no pude ni puedo pasar adelante”42 . El rey, agobiado por los inconvenientes que entra-ñaba paralizar la guerra, insistía a su hermano en la necesidad de contentar como fuera a Vélez: “Yo os encargo cuanto puedo que proveais y hagais proveer en todo al marques, como en otra carta se dice, y que hagais que se use en esto de la diligencia que conviene; y aunque yo se de la que vos usais en todo esto, y cuan a cargo tendreis esto, todavia va tanto en ello que no he podido dejar dencargaroslo muy encarecidamente”43 .

38 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 54. Encuesta a Pero López de Mesa. Guadix, 30 de Agosto de 1569.

39 Ibidem.

40 B.N., Mss. 10475m fol. 250r-266r.

41 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 44 y 45. Informe duplicado de Juan Aguilar a D. Juan de Austria. Granada, 5 de Agosto de 1569.

42 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 43. Marqués de Vélez a D. Juan de Austria. Válor, 8 de Agosto de 1569.

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)IV

Mientras la Corte y Granada resolvía este problema, el marqués intentaba evitar las deserciones que por centenares se producen. El ejército debió quedar muy mermado ya que al hambre se sumaban la debilidad de los heridos y las deserciones que terminaban siempre en muerte. Las bajas forzaron al marqués a desplazar el campo al Puerto de Loh, punto más seguro donde poder defenderse de un posible ataque. En aquel campo el recuento de las tropas dio una cifra baja, 3.000 hombres44 . Para estas fechas don Juan de Austria sabía perfectamente que el marqués de los Vélez no podía ser la salvación de la guerra, lo que manifestó al rey45 .

Agobiado por el aprovisionamiento, el marqués de los Vélez se traslada defi-nitivamente, en la segunda semana de agosto, a la fortaleza del Marquesado del Cenete, donde reagrupa a muchos fugados. Según informó el auditor Navas de Puebla, la tropa acampó el 13 de agosto, entre las cinco y las seis de la tarde. El contador López de Mesa juzgó la retirada de la Alpujarra como una verdadera “desverguenza”46 . Sin embargo, para una persona tan cualificada como el licencia-do Briviesca de Muñatones, destacado miembro del estado mayor de Granada, el desplazamiento se justificaba “por la poca mulienda y pocos hornos que en aquella çiudad ay, y no mas por la dificultad que a avido de escolta para guarda y seguridad de los bastimentos que se lleban de La Calahorra a Bálor”47 . La mejora en los suministros permitiría mantener a este valioso ejército que, aunque retirado del escenario bélico, siempre podía volver a campaña.

Las previsiones de Granada, no obstante, eran erróneas, ya que la nueva ubica-ción de la tropa no remedió el aprovisionamiento. Lo resumió muy bien un cronista: “Puesto el campo en La Calahorra, comenzaron a irse los soldados mas de veras, pudiendolo hacer mejor; y aunque don Juan de Austria envio luego al licenciado Pero Lopez de Mesa, alcalde de la chancilleria de la ciudad de Granada, a que le proveyese de bastimentos con diligencia desde la ciudad de Guadix, no se pudo enviar tanta cantidad junta, que bastase a suplir la necesidad presente; y así se estuvo en aquel alojamiento muchos dias consumiento

43 CODOIN, p. 19. Felipe II a D. Juan de Austria. Madrid, 9 de agosto de 1569.

44 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 54. Encuesta realizada en Guadix a 30 de agosto de 1569.

45 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 20. Carta de D. Juan de Austria a Felipe II. Granada, 11 de Agosto de 1569.

46 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 174. Carta de Pedro López de Mesa a D. Juan de Austria. Guadix, 13 de Agosto de 1569.

47 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 180. Carta de Briviesca de Muñatones a Felipe II. Granada, 17 de Agosto de 1569.

IV

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)

26-VII-69

BERJA

26 y 28-VII

30-VIILUCAINENA

LA CONTRAVIESA

UGIJARVÁLOR3-VIII

CANJÁYAR

LA CALAHORRA13-VIII a 23-XI

GUADIX

ALMERÍA

Río Andrarax

Río Nacimiento

BAZA

SERÓN

ORIA

Río AlmanzoraCANTORIA

ALBOX

GALERAORCE

HUÉSCAR

REINO DEMURCIA

MARÍA

V. BLANCO19-I-70

1-XII-69a

18-I-70

ADRA

PUERTO DE LARAGUA

23-XI a 1-XII

��� ������������

SIERRA

NEVADA

SIERRA DE GÁDOR

SIERRA DE FILABRES

SIERRA DE MARÍA

SIERRA DE LAS ESTANCIASV. RUBIO

PUERTO DE LOH3-13-VIII

GÉRGAL

NÍJAR

Batalla

Campamento

ITINERARIO SEGUIDO EN LA 3ª CAMPAÑA DEL MARQUÉS DE LOS VÉLEZ, D. LUIS FAJARDO, CONTRA LOS MORISCOS REBELADOS DEL REINO

DE GRANADA. De Julio de 1569 a Enero de 1570.

26-VII. 1ª salida de Adra hacia Berja y vuelta.27 y 28-VII. 2ª salida de Adra hacia Berja.30-VII. Salida de Berja, por el Río, y batalla de

Lucainena.3-VIII. Batalla de Válor y marcha del Marqués

hacia La Calahorra.3 al 13-VIII. Acampada en Válor y Puerto de

Loth.13-VIII a 23-XI. Acampada del ejército en La

Calahorra.23-XI. Salida de La Calahorra hacia Baza.23-XI a 1-XII. Estancia en Baza.1-XII. Marcha hacia Huéscar e inicio del cerco

de Galera.2ª semana de enero. Llegada de D. Juan de

Austria a Huéscar.18-I. Entrevista entre D. Juan de Austria y D.

Luis Fajardo.19-I. Llegada del Marqués a sus posesiones

de Vélez Blanco.

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)IV

La irritabilidad del marqués por la falta de vitualla obligó a que todas las panaderías de Guadix trabajasen día y noche para alimentar a tamaño ejército.

“El horno”. Carmen Cano.

La desesperación de las tropas en La Calahorra les hacía huir a la sierra, cayendo asesinados en emboscadas.

“La guerrilla morisca”. Carmen Cano.

IV

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)

poco a poco los bastimentos de aquella comarca, sin hacer efecto”48 . El 15 de agosto el marqués informaba a don Juan de Austria que disponía de tan sólo 3.000 hombres y 400 caballos, la mitad con los que había comenzado en la costa49 . La aparatosa movilización al Cenete no sirvió de nada, pues a mitad de agosto un oficial del es-tado mayor de Granada reconocía claramente al presidente del Consejo de Castilla el fracaso de la campaña del Fajardo: “Digo que esto esta mal y ba de mal en peor, y en tal estado que conbiene mirar en ello y abrir los ojos. Y no tengo por tan façil acavar la guerra en este reyno, como por alla muchos lo siente. Y esto se a bisto a lo claro, y antes se tenia prebisto en este subçeso del marques de los Vélez, porque con aver ronpido los moros, el hefecto segun se entiende no a sido grande, y ansi se quedan con poco daño. Aunque dibisos, se an tornado a juntar en tres o quatro partes, por lo qual entiendo que esto va muy a lo largo, que es el mayor daño que en este caso puede aver”50 .

¿Cómo en tiempo tan corto había llegado a una situación tan penosa el for-midable ejército que pretendía acabar con los moriscos en la Alpujarra? La lluvia de acusaciones y reproches en todas direcciones terminó de degradar la situación. Sin duda uno de los problemas de abastecimiento fue la falta de medios de transporte para ir a La Calahorra, como aceptaba el propio Juan de Austria51 . Es igualmente cierto que el marqués de los Vélez se negaba a desplazar sus bagajes a Guadix, algo que también reconocía el 18 de agosto: “Oy en todo el dia no a abido vitualla que dar a los soldados, ni ayer. Se les dio media racion, estando tan cerca la vitualla”52 . La muerte por hambre del ejército de don Luis Fajardo era una noticia que corría escandalosamente, sorprendiendo a propios y extraños. El provisor real Francisco Solís dejaba clara al secretario del rey la causa de la falta de provisiones, al informarle que en un principio Vélez era esperado en Órgiva, presidio que fue preparado para recibirlo en su avance por la comarca, y que el cambio de rumbo sólo era achacable a una decisión arbitraria del marqués; es más, acusaba al noble de disponer de 3.000 bagajes para transportar las provisiones, pues las acémilas

48 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión...., op. cit., p. 192.

49 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 48. Marqués de Vélez a D. Juan de Austria. La Calahorra, 15 de Agosto de 1569.

50 I.V.D.J., Envío 1, p. 143. El licenciado Briviesca al cardenal Espinosa. Granada, 17 de Agosto de 1569.

51 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 21. D. Juan de Austria a Juan Vázquez. Granada, 15 de Agosto de 1569.

52 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 50. Marqués de Vélez a D. Juan de Austria. La Calahorra, 18 de Agosto de 1569.

53 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 181. Francisco Solís a Juan Vázquez. Granada, 17 de Agosto de 1569.

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)IV

que le enviaban no las devolvía53 . Sea como fuere, la falta de organización en la intendencia hizo que los soldados del general velezano se desmandaran hacia Guadix y robasen el pan. Este episodio tan lamentable obligó a Pedro López de Mesa a realizar una memoria especial54 .

Para estas fechas el comportamiento extraño del Fajardo indignaba sobrema-nera a don Juan de Austria, quien denunciaba al rey, el 21 de agosto, las rarezas del marqués55 . Este mismo día fallecía en Baza don Enrique Enríquez y, aunque estaba relevado del mando y había sido sustituido por don Antonio de Luna, el marqués intentó reactivar su plan para controlar el sector oriental. Para ello usó a su fiel don Juan Enríquez, el cual estaba en Guadix recuperándose de una en-fermedad, “donde aviendome curado, queriendo volverme al canpo, supe la muerte de mi ermano don Enrique, por lo qual obe de ir a Baça a dar orden en munchas cosas que por su muerte quedavan sin ella, especialmente de guerra”56 .

Aunque don Luis Fajardo recobraba las esperanzas de renacer, la realidad en su campo era otra bien distinta, ya que ésta seguía agudizándose, pues a los pro-blemas con los vitualleros (corrupción, desidia, escasez de operarios,...) se sumaba el deterioro de los alimentos que, almacenados y sin salida, se corrompían en la ciudad. El mal estado de la comida trajo aparejada la merma de la tropa leal, pues “en el campo dio una mortandad y enfermedad grande, de suerte que mas pobla-dos estavan los hospitales de soldados enfermos que las vanderas de soldados dispuestos para la guerra”57 . Esta cuestión suscitó nuevas diferencias entre el Fajardo y don Juan: el marqués prefería curar a la tropa en su campo para así evitar las fugas; el capitán general quería que los enfermos fuesen al hospital de Guadix58 . Mientras se llegaba a un acuerdo, las deserciones continuaban, al igual que los desacatos y altercados, un verdadero caos. Según notificaba el capitán Quesada al contador López de Mesa, en estos momentos había en La Calahorra unos 5.000 hombres, sumidos en el desorden, hasta tal punto que “muchos entienden que si el marques quisiese bolber al Alpuxarra le faltaria mucha gente que no pasaria con el”59 .

54 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 53. Pedro López de Mesa al rey. Guadix, 19 de Agosto de 1559.

55 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 24. D. Juan de Austria a Felipe II. Granada, 21 de Agosto de 1569.

56 B.N., Mss. 10475m fol. 250r-2rr

57 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 195.

58 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 48. Marqués de Vélez a D. Juan de Austria. La Calahorra, 15 de Agosto de 1569.

IV

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)

En los albores del mes de septiembre puede decirse que el marqués de los Vélez pasó de ser el general que derrotó a Abén Humeya en el corazón de su tierra, a un incapaz militar que había abandonado la Alpujarra en la coyuntura estratégica más delicada60 . Las quejas reiteradas del Fajardo llevaron a don Juan de Austria a ordenar a la Chancillería una humillante investigación sobre el suministro desde su salida en Adra hasta su llegada a La Calahorra. La comisión del alcalde López de Mesa realizó, entre el 30 de agosto y el 2 de septiembre, un amplio interrogatorio que demostró, pese a los problemas de administración, organización y suministro, la culpabilidad del noble.

EL INTENTO DE ASALTO A LAS CUEVAS DEL MARQUÉS

Finalizado el verano la tregua morisca terminó, y con ella se reanudaban desde Purchena las hostilidades. La estrategia rebelde se basó en un ataque pendular en ambos extremos del valle del Almanzora, con el objetivo de tomar Vera, punto en el que pretendía desembarcar los apoyos de Berbería61 . El marqués de los Vélez, aún cuando no conocía el objetivo militar, sus espías le informaron del próximo recrudecimiento de la guerra en la frontera norte, lo que preocupaba tremenda-mente. Así, el 4 de septiembre solicitó al gobernador de Baza el refuerzo de Oria con 60 soldados bajo el mando del capitán Pedro Serrano. El apoyo prestado por don Antonio de Luna no se redujo a la entrega de tropas, sino que personalmente visitó Vélez Blanco y a las hijas de don Luis para tranquilizarlas62 .

El marqués era consciente de que se avecinaba un complicado mes, sobre todo en la frontera norte. Sin embargo estaba lejos de conocer la estrategia morisca de golpear el altiplano granadino para distraer la atención del verdadero objetivo: ocupar un lugar en la costa que sirviera de cabeza de puente para introducir los refuerzos turcos y berberiscos. La extensión del marquesado hasta prácticamente el litoral y la sed de revancha del rey morisco, favorecerán que el señorío de los Vélez sufra en ambos extremos los ataques rebeldes.

59 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 184. Pedro López de Mesa a D. Juan de Austria. Guadix, 18 de Agosto de 1569.

60 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 192. Carta de Briviesca a Felipe II. Granada, 27 de Agosto de 1569.

61 Todo el desarrollo de las hostilidades hasta el intento de tomar la ciudad litoral, en SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Vera y la estrategia de Abén Humeya”, Axerquia, 6 (2001), pp.36-51.

62 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 55. Carta del Marqués de los Vélez a D. Antonio de Luna. La Calahorra, 4 de septiembre de 1569.

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Septiembre fue un incesante trasiego de información en las tierras del levante almeriense a causa del proyecto de Abén Humeya de ocupar la costa para que las ayudas berberíscas pudieran desembarcar con comodidad. La villa de Las Cuevas no era ajena a lo que se organizaba en Mojácar, Vera y Lorca. Al igual que sus vecinos, el alcaide de la villa señorial no dudó a mediados de septiembre en tomar medidas cautelares: en primer lugar, ordenó que los moriscos lugareños pasasen la noche dentro del castillo, ya que “en el tiempo que los moriscos de las Cuevas es-tuvieron por se alçar con el reyeçuelo, los moriscos, mujeres e hijos de ellos, cada mañana salian de la fortaleza e llevavan a la villa e traian consigo las ropas i seda e paño e lienço e joyas de oro i los menos que tenian”63 ; en segundo lugar, Diego de Teruel empezó el acopio de provisiones para aguantar un posible asedio, aunque de forma irregular: “Estando los dichos moriscos de la susodicha villa de Quevas y Portilla, quietos e paçificos, dias antes que viniese el relleçillo moro a levantallos, el dicho Diego de Teruel y Lorenço Sánchez e Gonzalo Çervantes e Miguel García compraron de los moriscos trezientas vacas fiadas i llegado el plazo no las pagaron”64 . Algo semejante se procedió con los forasteros que acudían al lugar, ya que el alcaide “hiço pregonar que todos recogiesen sus bienes en la fortaleza i lo entregaran todo a el dicho Diego de Teruel y se quedo con todo de ellos”65 . No contento con ello, el alcaide se dedicó a conseguir alimento de forma fraudulenta; tal es el caso de la compra de “trezientas cabezas de ganado cabrio fiado de Diego el Vaxari, morisco vecino de Portilla, i se quedó con el dinero y no lo a pagado”66 . En las alegaciones del alcaide conocemos algo más sobre el negocio: la importante manada de cabras del morisco fueron a parar a “Françisco de Leçana, veçino de las Cuevas, por él i para el dicho alcaide Diego de Teruel, en la de Vera obo e compro hasta tresçientas caveças de ganado cabrio y de vecinos e personas particulares e con ello embió unas doçientas y çinquenta cavezas de ganado que hizo quitar a los dichos Lucas Martínez e Vurrueço e llevandolo todo ello a tierra de Lorca, estando en el campo de Lorca los moros rebelados salieron e se tomaron e llevaron el ganado y el otro todo ellos sin que al dicho alcayde le quedase una sólo res de todo ello e mataron el pastor que lo guardava”67 . Estaba claro que el ganado de El Vajarí no era sino una mera operación especulativa de Teruel y algunos otros vecinos de la villa de Las Cuevas.

63 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, interrogatorio en defensa del alcaide Diego Teruel.

64 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 46 v.

65 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 45 r.

66 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 47 r.

67 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 30 r.

IV

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La tercera campaña del Marqués. (Julio-Septiembre de 1569)

Mas los abusos contra la minoría no sólo provenían del alcaide sino también de su sobrino don Alonso del Castillo. En efecto, este capitán se encontraba en Las Cuevas desde finales de agosto, fecha en la que dejó al marqués de los Vélez en La Calahorra, en cuya campaña había participado desde el inicio de su entrada en la guerra. De aquel periodo había conseguido un rico botín que traía para su tierra, si bien “a la entrada del Voqueron de Dalías perdio una acemila la carga con los adereços de su persona e con munchas preseas e joyas ricas que valian más de quinientos ducados, los quales tomaron los enemigos en una çelada”68 . La pérdida de tan ricos bie-nes era algo que el capitán Castillo no iba a consentir, de tal modo que, habiendo tanto donde tomar, no dudó en recuperar lo hurtado a su vuelta, cogiendo todo cuanto estuviera en sus manos. Concretamente, en su camino a casa pasó por Gérgal, donde capturó una esclava, una acémila y un arca con ropa69 , pequeño botín que pensaba redondear con el amparo de su tío el alcaide. Ya en esta villa, Castillo compró 60 arrobas de aceite que, imitando a su tío, no pagó; luego, con todo lo conseguido se marchó a Lorca70 .

Las acciones de Castillo no eran aisladas, sino que por las mimas fechas, el trasiego de murcianos para reforzar las guarniciones costeras causaba estragos sin cuento en los moriscos de Cuevas. Quizás el más sonado fue el robo de unas 2.000 cabezas de cabrío por parte de unos soldados de Almazarrón71 . Este enorme abuso forzó al alcaide a enviar “requisitoria en seguimiento de ellos y fueron con ella Alonso del Castillo e Lorenzio Sanchez, los quales recobraron a çierto ganado y trayendolo por el camino y termino de Lorca, el alcalde mayor de aquella çibdad se los tuvo y quito, diçiendo ser vienes de Su Magestad. Por manera que el dicho alcayde hizo lo que ansi fue e las diligencias posibles e nesçesarias para que se cobrar, e de todo ello el dicho alcayde no vió ni resçibio un sólo real ni quedo en su poder”72 . El hato de ganado se robó en la segunda quincena de septiembre, fechas en la que ya se encontraba Alonso del Castillo en Lorca. Desde allí el sobrino del alcaide de Las Cuevas marchó a Mazarrón, donde trató de recobrar las reses “con carta de justicia, entregando a Ro-drigo Adalid, vecino de Cartagena, y a Pedro de la Rosa, soldado”73 . En cualquier caso,

68 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, interrogatorio al capitán D. Alonso del Castillo.

69 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 39 r.

70 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 23 r.

71 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 46 r.

72 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 26 r.

73 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, interrogatorio al capitán D. Alonso del Castillo.

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pasará el ganado a manos de Castillo o a los soldados anteriores, a ojos de los cristianos nuevos se trataba un abuso más de entre muchos. Era evidente que la sensación de esquilmo impune que tenían los moriscos en el mes de septiembre erosionaba la ya de por sí mala convivencia.

Pese al malestar creciente, los moriscos del señorío no se sublevaron, ni siquiera cuando el 25 de septiembre de 1569 Abén Humeya asedió Vera74 . Era sólo cuestión de tiempo, teniendo cerca Cuevas del Almanzora y sabiendo de la venganza que buscaba el rey morisco con el marqués de los Vélez por las derrotas que les infringió en Berja y Válor75 . El cerco de la ciudad costera llevó a los cris-tianos viejos de la zona a dar la alarma a Lorca, desde donde se corrió la noticia a Murcia y Cartagena. En este último puerto se encontraba el capitán Alonso del Castillo tratando de incautar a varios soldados algunos bienes robados a los moris-cos de Las Cuevas; allí “se entero de la revelion de los moriscos y llego a tiempo a Lorca para la salida de la infanteria y la caballeria”76 . Por supuesto, los bienes requisados en Cartagena volvieron a ser secuestrados en Lorca bajo custodia de Miguel Sicilia.

La movilización de tropas murcianas no era desconocida por el rey morisco, quien ante el inminente refuerzo de Vera ordenó pasado el medio día levantar su cerco. A partir de las siete de la tarde, de vuelta al Almanzora, Abén Humeya intentó ocupar la fortaleza de Las Cuevas, en un esfuerzo supremo por consumar su objetivo de controlar un punto cercano a la costa. Como declara el capitán Alonso del Castillo, era esta “villa e fortaleza muy importante y si entrara en poder del reyezuelo en el la hiziera gran daño por estar a la legua del agua, e sin recuperaçion costaría mas que la recuperacion de Galera”77 .

El rey morisco comenzó por intentar alzar a los cristianos nuevos de Las Cue-vas, quienes, pese a los agobios y humillaciones constantes de que eran objeto, se resistieron a unirse a la rebelión, llegando incluso a huir a la sierra antes que entrar en el juego de la guerra. Tras los primeros momentos del alzamiento, se dispuso el cerco del castillo y la tala de los campos; mientras, la vanguardia de los refuerzos de Lorca comenzaba a llegar a Vera: “mas como la gente de Lorca supo

74 GRIMA CERVANTES, J.: “Abén Humeya y el cerco de Vera de 1569”, Axarquía, 1 (1996), pp. 10-15.

75 El odio de Abén Humeya a don Luis Fajardo lo citan varias fuentes como el elemento primordial que atrajo la atención sobre esta población del señorío. SÁNCHEZ RAMOS, V.: ”Cuevas, los moriscos y Abén Humeya. Historia de una tragedia”, Axarquía, 5 (2000), pp. 39-50.

76 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, interrogatorio al capitán D. Alonso del Castillo.

77 Ibidem.

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RANCHOSDE PULPÍ

R í oA l m

a z o r a

Río Aguas

TERREROS

OVERA

VERA

CUEVAS

GARRUCHA

MOJÁCAR

ANTAS

���

���

����

�����

LORCA

PUERTO DEÁGUILAS

BÉDAR

LUBRÍN

SORBAS

ZURGENA LOSMOLINOS

ATALAYADE

BALLABONA

a

b

HUÉRCAL

29-IX

REINO DE MURCIA

REINO DE GRANADA

Ejército morisco

Tropas de Lorca

Batalla

Estado Mayor morisco (Lubrín)

Cerco

a Capitanes Pedro Felices de Ureta

y Juan Navarro de Álava

b Capitán Juan Fernández Manchirón

y alférez mayor Martín de Irurita

Campo del ejército de Murcia

Socorro de la ciudad de Murcia

Presidio morisco

26-IX

LOS CERCOS DE VERA Y CUEVAS (25-26 de septiembre de 1569)

25-IX. 8 de la mañana. Abén Humeya cerca Vera. La ciudad pide socorro a Lorca.

12 de la mañana. Lorca recibe la noticia del cerco.

3 de la tarde. Parte el ejército de socorro.

26-IX. El socorro llega en la madrugada y se divide en dos cuerpos para avanzar por las dos orillas del río. Abén Humeya levanta el cerco de Vera y pone sitio a Cuevas. En la tarde los moriscos levantan el sitio, mientras huyen se produce una refriega en los Molinos de Cuevas.

29-IX. Llega el socorro de Murcia. Acampan en Pulpí.

30-IX . Tras deliberaciones, los murcianos se retiran.

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por cierta nueva que el reyecillo no avia aun dos horas que se avia partido de alli, acordo de seguirle [...], cuya vanguardia passava de Vera y la retaguardia aun se quedava en el rio de las Cuevas”78 . Así, “juntandose, pues, la gente de Lorca con la de Vera, fueron en su seguimiento hasta el rio de las Cuevas”79 .

El único peligro que revestía la operación era que Abén Humeya se revolviese y tratase de atacar a los lorquinos por su retaguardia, todavía sin haber cruzado el río, ya que podían quedar rodeados. Para evitar este riesgo las tropas lorquinas que aún no habían pasado el curso fluvial, en vez de avanzar hacia Vera iniciaron, bajo el mando de los capitanes Pedro Felices de Ureta y Juan Navarro de Álava, su marcha hacia Las Cuevas por la orilla contraria a la vanguardia. Enterado de esta estrategia, el rey morisco ordenó de inmediato levantar el cerco del castillo y salir hacia Purchena, “e llevo consigo todos los moriscos que estavan en la villa de las Quevas, vecinos de la propia villa e de otros pueblos que alli se avian allegado”80 . La marcha de Abén Humeya fue interceptada por los lorquinos, que alcanzaron a la retaguardia morisca en las cercanías de Las Cuevas, “en los molinos de la dicha villa, donde se alcanço un moro y a los demas no pudieron alcançar”81 . De inmediato se volvieron los moriscos, si bien en aquel lugar los lorquinos “les dieron un bravo alcançe, travando pelea con ellos; mas como los moros yvan caminando a toda priessa no pararon a la escaramuza sino marchando y tirando”82 .

Entre tanto se producía la batalla en los molinos cercanos, en Cuevas “luego que el relleçillo moro llevo los moriscos de la villa de Quevas, el dicho Diego de Teruel hiço recoger el açeite de las casas de los dichos moriscos i toda el açeituna de los lugares, dando a medias de que junta mucha cantidad de açeite e se quedó con todo ello”83 . Al mismo tiempo, “recojio muncha cantidad de trigo y çevada y panizo en la fortaleza de la dicha villa y se aprovecho de ello”84 .

Mientras el alcaide consumaba el robo del aceite y el grano de la villa, los lorqui-nos decidieron no luchar más contra los moriscos, pues “recelando que la vanguardia

78 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 142.

79 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión…, op. cit., p. 196.

80 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, interrogatorio en defensa del alcaide Diego Teruel.

81 A.M.L., interrogatorio del 9 de enero de 1595 sobre el cerco de Vera. Testimonio de Bartolomé Soler García, vecino de Lorca.

82 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 142.

83 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 47 r.

84 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 45 r.

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Los ataques de bandoleros moriscos fue el primer referente que tuvo Baza sobre la inquietud de la zona.

“El monfí”. Carmen Cano.

La dura vida de los moriscos de Cuevas se puso a prueba con las proclamas de Abén Humeya para que se alzasen.

“Campesino y campesina morisca”. Carmen Cano.

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no rodeasse por la parte de arriba del rio y los cogiessen en medio, acordaron de bolber a las Cuevas”85 . Esta decisión la tomaban los lorquinos ufanos del buen efecto militar al ver “tan apresurada fuga al reyecillo, y todo su numeroso campo, aviendo logrado el fin de su destino, en la libertad de la ciudad de Vera, con tan vergonzosa fuga de tan poderoso enemigo, determinaron dexar el alcance”86 . La realidad era que “no convenia ir mas adelante con tan poca gente, siendo tan grande el numero de los enemigos”87 .

Cuando los moriscos de las Cuevas se marcharon con el reyezuelo, los soldados del castillo no dudaron en saquear las casas, algo que continuó con la vuelta de las tropas que luchaban en las afueras. Un cronista lorquino describe como lo más nor-mal del mundo la acción depredadora de la hueste nada más ver la huida: “Determi-naron dexar el alcance, y bolviendo a las Cuevas las acabaron de saquear, aviendose ido los moradores en seguimiento del reyecillo”88 . La batalla entre los soldados del castillo y los salvadores fue terrible en la consecución del despojo. El propio inductor de los robos, el alcaide Diego de Teruel, trató de impedir la vorágine que se había adueñado de los cristianos viejos: “Acudieron de Vera e Lorca y otras partes munchas jenges e soldados de a pie e de a cavallo a la dicha villa e tierras de las Cuevas e Portilla y de dentro de los propias casas a de los silos de los moriscos que estavan en el campo, sin poder ello en ninguna manera resistirlo ni ympedirseles. Aunque desde la fortaleza se tiraron tiros e hicieron otras diligencias sacaron e llevaron los que ansi vinieron de fuera muncho trigo e cevada e lo vendieron unos a otros e ansi mesmo tomaron e llevaron el aceyte e ropa e trastos que hallavan de moriscos e los vendían unos a otros e los llevaban a sus tierras”89 . Al poco llegaron nuevos refuerzos murcianos, que se unieron también al saqueo...

Un testigo excepcional de estas miserias humanas fue el capitán Alonso del Castillo, quien “llego a las Cuevas a tiempo que los soldados que avian llegado primero estaban en pelea campal con los soldados que guardavan la villa e fortaleza, e con otros de la çiudad de Murçia e Cartajena sobre sacar el trigo i zevada que avia en los dichos silos, porque cada una de las partes lo pretendia y desçia que hera suyo, por aver llegado primero e tomado parte de ello. Sobre lo qual avia muertos y heridos, disparando artilleria e arcabuzados de una parte e otra [...] los apaçiguo y acordo con el alcayde pagar tres reales el trigo y dos la cebada, por la necesidad que tenia la fortaleza de sustento”90 . Una

85 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra..., op. cit., p. 142.

86 MOROTE, fray P.: Blasones y antigüedades…, op. cit., p. 405.

87 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 196.

88 MOROTE, fray P.: Blasones y antigüedades..., op. cit., p. 405.

89 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 20R.

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vez que los lorquinos se marcharon y la calma volvió a las Cuevas, en los meses siguientes Diego de Teruel se enfrentó a la cruda realidad de una villa desolada. Los moriscos que marcharon con Abén Humeya se “llevaron lo mexor que tenian y dexaron sus casas sin vienes ningunos sino heran trastos e cosas de poco balor, porque lo mas y mexor avian vendido”91 .

Volviendo al hilo del relato en las Cuevas, tras la marcha de los moriscos y una vez que terminó el saqueo, el alcaide trató de imponer justicia en nombre del marqués, si bien más parecía una continuación de la injusticia antecedente. En primer lugar, intentó recoger a los moriscos que no se rebelaron y estaban escondidos en las montañas. La orden venía del propio don Juan de Austria, quien “envio a mandar que procurase reduçir e que se rindiesen e reduciese a los mas moros que pudiese, e que le diese aviso de los moriscos que se reduçieron, e haziendas de ellos. E por raçon que treynta casas de moros que estavan en la Sierra de Lubrín, por buena horden que tuvo el dicho alcayde enviaron a llevar que en la sierra donde estavan se rindieron e reduçieron treynta casas de ellos, e que ynbiasen por ellos soldados e gente de guarniçion que les asegurase la tierra, e los truxeron. E quedarían para los dichos soldados e gente que por ellos fuesen seis ducados de cada casa, y el dicho alcayde se quedó en la fortaleza y envio por ellos con seis cavalleros e veinte e çinco alcavuçeros, e los soldados truxeron de la dicha sierra a la villa e fortaleza de las Quevas los dichos treynta moros”92 .

La máxima autoridad de Cuevas no se resistió en continuar con el abuso de los asustados cristianos nuevos, pues cuando “benian les quito y tomo todos sus bienes .... y que aviendo dado los moriscos a Gonzalo de Zervantes, por industria del dicho Diego de Teruel, mas de treynta arrobas de seda joyante para la traer a vender a esta ciudad de Granada, a el dicho Gonzalo de Zervantes no lo truxo, el qual la entrego a el dicho Diego de Teruel i entre ellos se lo partieron i se quedaron con ello”93 . Estaba claro que dar refugio en el castillo a los moriscos de paces tenía su precio. Más tarde se supo que el soldado que debía vender la seda en la alcaicería de Granada se negó, presionando al alcaide para que la devolviese a sus dueños. Tras lo cual “cesaron las querellas, de manera que ningun morisco de aya adelante se quexo que le faltase seda”94 . De todas formas tampoco debemos ver a Gonzalo Cervantes como

90 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, interrogatorio al capitán D. Alonso del Castillo.

91 Ibidem.

92 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 32 r.

93 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 45 r.

94 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, interrogatorio al capitán D. Alonso del Castillo.

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un adalid de la justicia morisca, ya que él mismo fue encarcelado en Vera el 13 de mayo de 1570 por traficar con esclavos95 .

Un segundo punto de la supuesta justicia del alcaide eran las quejas de los moriscos por el robo lorquino de su ganado. El alcaide, tras consultar con su so-brino don Alonso del Castillo, ordenó “que Juan Gómez fuese en seguimiento de ellos a recobrar el dicho ganado con poder de los dichos moriscos e veçinos [...] e asi el dicho Juan Gómez con poder e con mandado e horden de los propios veçinos fue en seguimiento de las personas que avian e llevado las dichas vacas e a los recobrar y del ganado vacuno que recobro e ovo e presçio e valor de ello el dicho alcayde no ubo ni resçibio ynteres ni aprovechamiento alguno”96 . La medida de Teruel era más un intento de apaciguar su alma y el nerviosísmo de los moriscos, pues “solamente hizo quitar e tomar a Lucas Martínez y Vurrueço, veçino de Lorca, hasta dosçientos e çinquenta cavezas de ganado cabrio e lanar que llevavan hurtado e sin horden de Tierra de Mojácar e Teresa e Cavrera. E los dichos Lucas Martínez y Vurrueço no heran soldados alistados e a ellos e otra ninguna persona el dicho alcayde no les quitó ni tomó ganado alguno otro de ningún género en ninguna cantidad”97 . Todo quedó en fin impune: Gaspar de Hazana siguió en posesión de la gran fortuna obtenida en la guerra98 , los 30 ducados robados al morisco Mohadín se los repartieron el soldado Blasco Pina y el propio alcaide99 ... Nadie escapó al abuso, ni los clérigos refugiados en Las Cuevas -Pedro de Menguía y Diego Marín, beneficiados de Lubrín y Bédar, respectivamente-, ni los soldados de la villa Martín Ruiz Cabeza de Vaca y Lorenzo Sánchez, etcétera. Ninguno fue castigado por los abusos100 .

Sin embargo, poco era lo referido comparado con el mercado de esclavos que nacía en la zona. En la capital del señorío, Vélez-Blanco, se situaba el centro del gran negocio101 , que corría pareja con Vera, convertida en destacadísimo punto de trata. En esta villa recalaban importantes vendedores peninsulares, especialmente murcianos, mallorquines y, sobre todo, valencianos, venidos de la mano de don

95 CABRILLANA CIÉZAR, N.: “Almería en el siglo XVI: moriscos encomendados”, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1977, p. 44.

96 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 27 r.

97 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 29 v.

98 CABRILLANA CIÉZAR, N.: “Rebelión, guerra y expulsión…, op. cit., pp. 28-29.

99 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 38 r.

100 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 43 r.

101 ANDÚJAR CASTILLO F.: “La continuidad de la obra de los moriscos: La esclavitud en Los Vélez (1570-1590)”, Actas del VII Simposio Internacional de Mudejarismo, Teruel, 1999, pp. 351-367.

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Si la rebelión de las Alpujarras era un mal ejemplo para los moriscos cuevanos, no menos lo fueron los abusos del alcaide del castillo, Diego Teruel.

“El alcaide”. Carmen Cano.

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Miguel de Moncada, alcaide de la villa102 , sujeto de singular desvergüenza, quien no tenía pudor de pasear por ella 6 esclavos que compró días después del asalto103 .

Ilustra bien la situación el hecho de que “çiertos moriscos de Portilla quitaron a unos mercaderes que yvan camino de Valençia dos esclavas e un niño e una niña que llevaban comprando. E por mandado del señor don Juan de Austria se les volvieron las dos esclavas e la niña se dio a las Ruyzas, veçinas de las Cuevas, por mandado y horden del dicho marques de los Vélez, y el dicho alcayde solo quedo con el niño y demas de que el dicho alcayde no fue en quitar ni quito a soldados ni a otra persona que fuesen a Valençia los dichos esclavos”104 .

El cierto desahogo que gozaban los moriscos de Portilla, unido al abrigo que permitía ser vasallos del marqués de los Vélez, les protegió de las provocaciones de la gente de Vera. Libertad que aprovecharon para rescatar a muchos familiares y conocidos esclavizados durante los meses que duró la guerra. Junto a éstos, otro rescatador solidario fue el beneficiado de Bédar, quien aparecía frecuentemente en la escrituras de compra-venta105 .

Paralelamente al hecho esclavista, el acopio de grano morisco continuaba a buen ritmo. Durante octubre y noviembre de 1569 los silos del castillo de Las Cuevas siguieron llenándose con la rapiña de los soldados fugados de las com-pañías de don Luis Fajardo. Eran los meses en los que el campo del marqués se deshacía en La Calahorra y éste “dio horden e mando que a los soldados, y gente de el mandada que se volviesen e les quitasen lo que llevasen sin paga por tener horden e contravando”106 . En la opinión del alcaide de la fortaleza cuevana, se trataban de menudencias: “solamente quito a un soldado una azemila que llevava hurtada e a unos quito los alcabuzes e un yunque e aparejos de herrar e los aparejos e yunque los volvio a los dueños por mandado del señor don Juan de Austria e la açemila se la urtaron e llevaron los moriscos”107 . La excusa es inaceptable, ya que el propio marqués tenía constancia de la infinidad de esclavos recluidos en las mazmorras y requisados a los desertores de su ejército.

102 CABRILLANA CIÉZAR, N.: “Esclavos moriscos en la Almería del siglo XVI”, Al-Andalus, 40 (1975), p. 78.

103 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 40r.

104 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 36r.

105 CABRILLANA CIÉZAR, N.: “Esclavos..., p. 114 y 111, respectivamente.

106 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 28r-29r.

107 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 35r.

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LA BREVEDAD DE LA FAMA

Conforme el problema en el señorío de Los Vélez se agudizaba, el marqués en La Calahorra veía deshacerse sus planes militares. Su marcha a mediados de agosto dejaba sin control a la Alpujarra desde su interior hasta la misma costa, de tal modo que aún los soldados fugados acababan asesinados por las traiciones de los mismos cristianos nuevos enrolados en el ejército: “y como en las compañias avia muchos moriscos que no se conocian por saber bien la lengua castellana, tenia tantas espias que de todo eran avisados y los mismos christianos viejos los avisaban y los vendian sus armas y sus vestidos, desesperados de los malos tratos del general”108 . La falta de pagas terminó por destruir los nervios. Así fue cómo los hombres comenzaron a revolverse contra don Luis Fajardo, tal como él mismo anunciaba a don Juan en la segunda quincena de septiembre. En aquellos instantes los escuderos de Jérez y otras ciudades le hicieron un plante, sólo resuelto a última hora por la llegada de Francisco Prado con el dinero109 .

El caos llegó al extremo de perderse el respeto a los oficiales: don Diego Fa-jardo sufrió un arcabuzado en la mano y costado cuando pretendía abortar una fuga masiva. La situación era tal que la preocupación llegó arriba, ya que el licen-ciado Briviesca lo comunicó al presidente del Consejo de Castilla que enviaba los oportunos alcaldes de la audiencia “para que hagan diligencias averiguen y prendan los soldados que fueron en herir a don Diego, hijo del marques de los Velez, y tambien en que ahora últimamente de tres o quatro dias a esta parte resistieron al marques buen numero de la gente de su exercito, de la que le quedava, que le yvan y se bolvio no lo pudiendo resistir ni remediar”110 . Las pesquisas no impidieron que continuasen las deserciones, sólo cortadas por la información levantada en Lorca por el licenciado Arriaga de Alarcón, alcalde mayor, para castigar a los tránsfugas111 . Como resume perfectamente Hurtado de Mendoza, la terrible situación llevó a don Luis a que, “llegado y alojado en el lugar, temiendo de su persona, paso a posar en la fortaleza; la gente se aposento en el campo”112 . El miedo a un nuevo atentado, como el sufrido tiempo atrás en Ohanes, fue el motivo de que Vélez se refugiase en el castillo marquesal.

108 HERRERA TORDESILLAS, A.: Historia general del mundo…, op. cit., p. 367.

109 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 49. El Marqués de Vélez a D. Juan de Austria. La Calahorra, 18 de agosto de 1569.

110 I.V.D.J., Envío 1, Caja 1, p. 145. El licenciado Briviesca al cardenal Espinosa. Granada, 14 de sep-tiembre de 1569.

111 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 51.

112 HURTADO DE MENDOZA, L.: De la guerra..., op. cit., p. 123-124.

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Si la falta de liderazgo fue un aldabonazo en la fuerte personalidad del mar-qués, no menos debieron serlo las críticas del consejo de guerra de Granada, precisamente cuando más falta hacía su ejército en la zona. Como expresaba el alcalde López de Mesa al licenciado Briviesca, la mala situación tenía un impacto estratégico terrible, pues “estando el marques de los Vélez en medio tan çerca con su campo, tener estos atrevimentos los moros, los quales estan mui sobervios viendo que el canpo del marques se le va deshaziendo poco a poco, que es çierto está muy desecho y los que en él están, estan de tan mala gana y tan desgustados que temo mucho el suçeso. Y si el marques se ba de donde está y no buelve luego alli, tengo por çierto que a de aver grandes nobedades por toda esta tierra”113 . En definitiva, y como refiere un historia coetánea, la victoria de Vélez en Válor fue amarga, dado que “la mala orden que avia havido en su exercito se le deshizo todo de manera que el se huvo de retirar a la Ca-lahorra y los enemigos quedaron señores de todo lo que tenian, y no pudiendose remediar esto con las galeras, por aver sido este sucesso en la tierra dentro, proseguio la orden que tenia en guardar la costa”114 .

La debilidad del ejército fue suficiente como para que a finales de septiem-bre los moriscos reactivaron la guerra en el Almanzora, primero con el asedio a Vera115 y, luego, con una nueva ofensiva a mediados de septiembre contra Caniles, Huéscar y Oria116 . La única solución, como venía reclamándose, pasaba por que Vélez se internase en la Alpujarra y castigase a los rebeldes. Su eterno enemigo, el marqués de Mondéjar, era el mayor defensor de esta teoría, advirtiendo que de no hacerse “se podrian resultar grandes inconvenientes y es nesçesario que Su Ma-gestad escriva con mucho calor al señor don Juan. Sobre ello vuestra merçed haga en ello el ofiçio que tiene costumbre como en negoçio que tanto va”117 . Sin embargo, un nuevo internamiento del ejército en la Alpujarra significaba organizar un complicado aprovisionamiento en el presidio de Adra, el cual se estimaba en casi tres millones y medio de maravedíes118 .

Los movimientos del Fajardo, en suma, se concretaron en dos opciones: la

113 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 186. López de Mesa a Briviesca. Guadix, 22 de agosto de 1569.

114 “Vida de D. Luis de Requesens..., op. cit., p. 260.

115 GRIMA CERVANTES, J.: “Abén Humeya .....”, op. cit. , p. 13 y 14.

116 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Huéscar..., op. cit., p. 90.

117 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 68. Marqués de Mondéjar a Juan Vázquez de Salazar. La Alhambra, últimos de Agosto de 1569.

118 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 56.

IV

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del estado mayor de Granada, que instaba a don Luis a atacar Güéjar Sierra, donde se acabaría con un incómodo presidio morisco y sería un punto cercano a la capital y de fácil aprovisionamiento; la otra, la defendida por Vélez, quien proponía una intervención rápida sobre su señorío del Almanzora, eligiendo Vera como lugar de avituallamiento119 . La peligrosa posición del altiplano era lo que realmente preocupaba al noble velezano, como así lo expresaba a principios de septiembre a don Antonio de Luna: “se a puesto lo del rio en estado que me parece que vuesa merced sin numero de gente no debe emprender lo de alli, porque estan algo cebadizos en fuerça que an tomado”120 .

Receloso por lo ocurrido en su campaña, el marqués no confiaba en el acopio de gente de Baza, pues estimaba que la avidez de los soldados era muy peligrosa. Su intención era entrar en sus tierras y allanarlas, como comunicaba el 4 de septiembre su gobernador, quien visitó su estado para comprobar el sistema defensivo121 . El mismo día Luna informaba a don Juan de Austria sobre las inten-ciones del Fajardo y su poca disposición a intervenir en la zona122 .

La puesta en común entre Vélez y el estado mayor finalmente terminó en nada, por la falta de sinceridad; las partes ocultaban sus verdaderos objetivos. Tanto es así que un día después Vélez expresaba a don Juan la intención de marchar sobre el Almanzora, solicitándole el envío de las galeras a Vera para aprovisionar-se123 . Esta noticia exasperaba a los más pacientes, ya que las ciudades del altiplano demandaban urgentemente la intervención sobre Galera. Entre tanto, el marqués de la Favara, un general que había servido al lado de don Luis, camino de la Corte no ocultó la desastrosa merma de efectivos e informó al consejo de guerra de Granada sobre la preocupante actitud del marqués124 .

La falta de entendimiento del generalato granadino puede resumirse en una

119 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 48. El Marqués de Vélez a D. Juan de Austria. La Calahorra, 15 de agosto de 1569.

120 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 213. El Marqués de Vélez a D. Antonio de Luna. La Ca-lahorra, 3 de septiembre de 1569.

121 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 55. El Marqués de Vélez a D. Antonio de Luna. La Calahorra, 4 de septiembre de 1569.

122 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 212. D. Antonio de Luna a D. Juan de Austria. Baza, 4 de septiembre de 1569.

123 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 48. El Marqués de Vélez a D. Juan de Austria. La Calahorra, 5 de septiembre de 1569.

124 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 90. D. Luis Quijada a Vázquez. Granada, 6 de septiembre de 1569.

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sola idea: El marqués de los Vélez había caído en desgracia y su descrédito au-mentaba aceleradamante. Un botón de muestra es la investigación que realizaba la chancillería sobre el aprovisionamiento de su ejército. El informe lo esperaba impacientemente el rey y el capitán general, según lo reconocía éste último a Fe-lipe II a primeros de septiembre: “A este correo he detenido esperando de hora a otra mas particulares de las que tenia para escribir a Vuestra Magestad, las cuales aguardaba de Pero López de Mesa, alcalde desta audiencia, a quien yo escribi que con la mia fuese al marques de Vélez y tratase con el lo que por su carta Vuestra Magestad siendo servido podra mandar ver, a que me remito”125 .

El expediente de López de Mesa no dejaba lugar a la duda: la culpa del desastroso fin del ejército de Adra era el marqués. Contra ello se revolvía don Luis Fajardo, acusando de negligente al mismísimo hermano del rey y a todo su estado mayor. Don Juan de Austria respondió al monarca con durísimas palabras hacia Vélez: “Cierto espantado me tiene de haber levantado el polvo que por ventura le podria cegar, porque cuando sea Vuestra Magestad servido, podra muy en particular examinar la causa de todos”126 . Harto de las quejas y trabas del noble velezano, el capitán general de Granada aconsejaba sutilmente su destitución bajo la acusación de desacato al rey. En efecto, refiriéndose a las quejas de los oficiales enviados por el propio Felipe II para proveerlo, el príncipe afirmaba taxativamente: “Sin no recibe y admite los que de aqui le van, como Vuestra Magestad lo tiene mandado, ¿a quien sera la culpa?. Al fin, Señor, si dado me fuese, yo quedaria para siempre libre della”127 .

Pese a su desgracia, todavía el monarca entendía que el marqués era necesario, hasta tanto hubiera disposición de sustituirle. Es entonces cuando en los planes regios se urde una complicada trama que pasa por quitar hierro al enfado de don Juan de Austria y favorecer los caprichos del Fajardo. La estrategia del rey es ganar tiempo para la contraofensiva que planeaba acabar con el problema morisco de Granada. Por ello, Felipe II no duda en comunicar el 7 de septiembre a su her-mano estas líneas: “Aunque creo lo que decis del marques de los Vélez por su condicion que, aunque ha años que le he tratado y visto, mas todavia creo que os dicen mas de lo que haya, principalmente en lo que os han dicho que me avisaba y se descargaba, que con mucho no ha sido tanto, ni con echaros a vos ninguna culpa. En fin, entretanto que se emplea en lo que agora, no conviene que se os sienta tener ningun desgusto de el, sino

125 CODOIN, p. 21. D. Juan de Austria a Felipe II. Sin fecha.

126 Ibidem.

127 Ibidem..

IV

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Uno de los grandes males del ejército del Fajardo fue la falta de aprovisionamiento.

“El bagaje”. Carmen Cano.

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que le favorezcais y honreis, para que por este respecto sea mas obedecido y respetado, para que pueda mejor servirme y ejecutar lo que tiene agora a cargo”128 .

Lo que pretendía el rey era que Vélez marchase cuanto antes al altiplano granadino, en peligro de muerte desde las nuevas ofensivas del Almanzora. Ciu-dades como Baza y, especialmente Huéscar, estaban amenazadas de muerte, lo que implicaba la posible extensión de la rebelión a los reinos limítrofes. El ejército de don Luis Fajardo era el único que podía detenerla con rapidez, aun recono-ciendo su escasa eficacia129 , éste contendría a los rebeldes hasta tanto llegara una verdadera fuerza militar130 .

Para calmar la situación momentáneamente y poner un poco de orden, el rey purgó al generalato granadino que atacaba a Vélez y distorsionaba la realidad a don Juan de Austria. El 13 de septiembre mandó llamar a la corte al marqués de Mondéjar, señalado como el principal hostigador del Fajardo. Hurtado de Mendoza anotó con su proverbial agudeza el movimiento regio, pues en la salida de don Iñigo López de Mendoza “algunos dizen, que en conformidad de sus compañeros, el suceso se mostro que la intencion del rey era partallo de los negocios”131 . En igual sentido escribió Mármol sobre Mondéjar, que “satisfizo al negocio para que habia sido llamado; y Su Majestad le mando ir con él a la ciudad de Córdoba, donde habia llamado a cortes; y ansi no volvio mas al reino de Granada, porque le proveyo por visorey de Valencia, y despues le envio por visorey de Nápoles”132 . No cabe duda que con la marcha de Mondéjar todo apuntaba a que las tesis belicistas habían triunfado finalmente, o al menos así quiso la Corona que se entendiese.

Al día siguiente de la orden dada a Mondéjar, don Juan de Austria mandaba a su hermano estas líneas: “Creo sera servido de Vuestra Magestad que se sepa y en-tienda la occasion de haversele deshecho al marques de los Bélez el campo, que todavia aprovechara para que no suceda otra vez la desorden passada, y reçibire yo mucha me-

128 CODOIN, p. 24. Felipe II a D. Juan de Austria. Madrid, 7 de septiembre de 1569.

129 A mediados de septiembre el marqués no disponía ni de 2.000 hombres, según informó López de Mesa al gobernador de Baza, quien de inmediato lo comunicó al Capitán General de Granada. A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 215. Carta de D. Antonio de Luna a D. Juan de Austria. Baza, 12 de septiembre de 1569.

130 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Huéscar..., op. cit., p. 63.

131 El cronista reproduce incluso la carta del rey. Vid. HURTADO DE MENDOZA, L.: De la guerra..., op. cit., p. 126.

132 El cronista equivoca las fechas: Primero sobre la carta del rey, que anuncia para el 3 de septiem-bre, y, segundo, la salida del antiguo capitán general de Granada, que la hace para el día 12. Vid. septiembre, MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión...., op. cit., p. 195.

IV

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rçed que se entienda esta verdad”133 . La trama en torno al noble se estaba cerrando: Aprovechando los movimientos subversivos en la altiplanicie entre Baza y Gale-ra134 , algunos oficiales regios comunicaban con don Luis Fajardo la necesidad de marchar a Galera para interponerse a un desplazamiento rebeldes sobre los reinos cercanos de Murcia, Jaén y Valencia. Tal es el caso del contador Salablanca, entre otros afamados burócratas135 . El marqués, el 23 de septiembre, se excusaba por la falta de tropas. Ello irritaba a don Luis Quijada, quien entendía que con 8.000 hombres y 400 caballos tenía suficiente136 . Sin embargo las evasivas de Vélez eran consentidas en el estado mayor, ya que las prisas para preparar la salida de don Juan de Austria desde Granada pasaban por condescender con las exigencias del noble velezano.

133 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 24. D. Juan de Austria a Felipe II. Granada, 14 de sep-tiembre de 1569.

134 En Baza, el 8 de septiembre -festividad de la patrona de la ciudad- los moriscos se acercaron e incendiaron los molinos. El 10 de septiembre Freila se alzó y el día 13 intentaron tomar Cúllar. SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Baza..., op. cit., p. 34y CASTILLO FERNÁNDEZ, J: “Los que se fueron...”, op. cit., p. 467.

135 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2150, p. 216 y 217. Salablanca al Marqués de los Vélez. Granada, 13 de septiembre de 1569 y Carta de Juan Cano a Juan Vázquez. La Calahorra, 17 de septiembre de 1569, respectivamente.

136 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 96. D. Luis Quijada a D. Juan Vázquez de Salazar. Granada,

Cuando D. Luis de Requesens le comunicó al marqués la retirada de la guerra, el mundo se le vino encima.

“La amarga entrevista”. Carmen Cano.

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Presentación

VLA OBLIGADA RETIRADA DE LA GUERRA

Con la toma de Galera por parte de los moriscos y el fracasado intento de Huéscar por recuperarla, se abre el peligro en el noroeste del reino y en el vecino de Murcia. A principios de noviembre se descubría una conjura para levantar el seño-río de los Vélez resuelta por una expedición de Lorca que lanzó una operación de castigo por todo el río Almanzora. A pesar de esto, el Marqués seguía inmovilizado. A partir de la segunda quincena de noviembre la conspiración del rey y don Juan de Austria para sacar al marqués prácticamente estaba trenzada, sólo a la espera del mejor momento. La sublevación de Orce y el intento rebelde de tomar Huéscar fue el detonante para que don Luis Fajardo finalmente levantase su campo en La Calahorra. El Consejo de Guerra de Granada vio el momento de actuar.

En diciembre de 1569 el marqués ponía sitio a Galera, aunque los distintos intentos de tomarla se cerraron con estruendosos fracasos. La entrevista para co-municarle el relevo por D. Juan de Austria (enero del 70) se realizó en el alcázar de Huéscar y puede considerarse uno de los hechos históricos más relevantes por el cariz que adoptaron los personajes. Deshonrado, don Luis Fajardo llegó a Vélez-Blanco el 19 de enero. Sin embargo, aún tuvo esperanzas de volver a la guerra, en la pretensión de intervenir en la campaña del Almanzora a través de los límites de su señorío. Todo fue inútil, el plan real le negaba los laureles de la gloria.

En marzo de aquel año se cerró el proceso de reducción de los rebeldes, ini-ciándose a partir de entonces la entrega. Poco tiempo después, en octubre de 1570, se ordenó la expulsión de los moriscos. Pese a la oposición del marqués, sus vasallos moriscos fueron sacados y expatriados en diciembre. La riqueza señorial comenza-ba a ser atacada. A partir de 1571 se decreta la expropiación de los bienes de los moriscos y su reparto a nuevos pobladores cristianos. Don Luis Fajardo, que veía en el proceso repoblador un movimiento para cercenar los cimientos de su poder, puso obstáculos a los oficiales regios, si bien finalmente el poder real se impuso.

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La obligada retirada de la guerra V

EL SEÑORÍO EN PELIGRO

La derrota de Abén Humeya en Vera el 26 de septiembre fue el punto de inflexión en su reinado. Su asesinato a finales de mes daba paso a los radicales moriscos bajo el reinado de Abén Aboo, quien retoma la estrategia ofensiva en el Valle del Almanzora. A diferencia de la etapa anterior, los alzados rescataban el viejo proyecto de extender la revuelta a los vecinos reinos de Jaén, Murcia y Valencia, con la intención de colapsar al ejército real. Entre las actuaciones más importantes del marqués, estuvo la de organizar una red de espionaje en el entorno de entrada a Los Vélez, sistema que quedó a cargo del beneficiado Martín Falces Ategui, quien quedó en Oria. Desde allí “salia de noche a la sierra con gente por tomar lengua y saber si estaban cercados”137 . Persuadido por sus espías de la ofensiva sobre el noreste del reino, desde su alojamiento en La Calahorra, don Luis Fajardo escribía al alcalde mayor de Vélez Blanco y al gobernador de Baza para que reforzasen la fortaleza de Oria, “ordenandoles que cada uno de su parte procurasen bastecer con toda brevedad aquella fortaleza, y que sacasen las mujeres y gente inutil que habia dentro, y los llevasen a los Vélez y a otros lugares apartados del peligro, y que si el capitan Valentín de Quirós, cabo del presidio, hubiese menester mas gente de la que tenia, se la dejasen”138 .

La llamada del marqués fue respondida diligentemente. Entre finales de sep-tiembre y la segunda quincena de octubre el alcalde mayor del señorío comenzó a introducir soldados en la fortaleza. La villa de Moratalla reconocía en la primera semana de noviembre que “podra aver hasta treze o catorze dias, que fueron a la villa de los Vélez por mandato del liçençiado Juan Molina de Mosquera, y desde alli fueron por mandato de Don Juan de Haro a ponerse en el castillo de Oria, donde al presente estan. Que fueron dozientos onbres, estos sin los que estan en el campo y exerçito del marques de los Vélez”139 . Será en este tiempo cuando entre en la fortaleza un pequeño refuerzo de la ciudad de Murcia al mando del doctor Parra, a quien el corregidor enviaba por orden del licenciado para resolver algunos pleitos140 .

Los contingentes introducidos en la fortaleza velezana llegaron en un momento justo, pues a finales de octubre El Maleh ponía en marcha el ataque casi simultáneo

137 A.G.S., Cámara de Castilla, Cédulas, Lib. 261, fol. 160r. Felipe II a Deza. El Escorial, 12 de abril de 1574.

138 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 207.

139 A.M.L., Carta del concejo de Moratalla al concejo de Lorca. Moratalla, 6 de noviembre de 1569.

140 A. M. L., Copia realizada en Lorca el 2 de noviembre de 1569 de la requisitoria enviada por el doctor Parra a Lorca para socorrer la fortaleza. Oria, 1 de noviembre de 1569.

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La obligada retirada de la guerraV

a tres puntos concretos: Caniles, con la intención de soliviantar a Baza; Galera, para descontrolar a Huéscar; y Oria, en la pretensión de dislocar el señorío de los Vélez. La ofensiva rebelde comenzó en Caniles a finales de octubre, abriendo los ojos al generalato real sobre el plan morisco. En pleno asalto al presidio bastetano, mientras que don Juan Enríquez entretenía a los enemigos, su hermano don An-tonio aprovechaba para reforzar Oria “con ciento veinte soldados, y otros tantos costales de harina en las ancas de los caballos”141 . Esta fuerza no era otra que la enviada por el marqués de los Vélez desde La Calahorra bajo el mando del capitán Gonzalo Fernández. Don Antonio Enríquez introdujo la ayuda con mucho sigilo rodeando Cúllar, ya que “los moros los sentirian y no se tuviera el secreto que convenia; que como el pueblo esta levantado y la gente de el se avia ydo al rio Almançora, siempre acudian alli algunos desmandados; que si los cavallos alli llegaran, no podian dexar de ser sentidos y no se pudiera hazer el dicho socorro”142 . La introducción de tropas en el señorío no era una solución suficiente, sino que, como era su costumbre, la única tranquilidad del marqués vendría con el control absoluto del territorio. No es descabellado conectar estos movimientos con la revuelta popular sufrida por Baza, posiblemente hostigada por don Juan Enríquez, ya que desde su llegada a la ciudad no tenía otro objetivo que desacreditar al gobernador de la frontera143 .

El malestar en toda la zona era palpable, tanto que, pese a las buenas maneras de su agente para desbancar a don Antonio de Luna, con las tropas introducidas en Oria y el abortado asalto a Caniles, don Luis Fajardo no logró relajarse. Muy al contrario, ordenó a don Juan de Haro que continuase organizando la defensa del estado. Obedeciendo sus órdenes, el 29 de octubre envió caballos al capitán Valentín de Quirós con una escolta de 200 infantes y 25 caballos, “los cien ynfantes para que se quedasen en aquella fuerça y los demas para que sacasen de alli mugeres e niños y otras gentes ynpertinentes”144 . Cumplida la misión, el día 1 de noviembre, “cuando quisieron retirarse a Vélez, segun el orden que tenian, ya el capitan Malech, con dos mil moros escogidos, les avia tomado la retirada, en un puesto muy peligroso, por donde les era precisso passar. En estas circunstancias un beneficiado de Vélez-Blanco, llamado Martín de Falces [...] paso a reconocer la tierras antes que los del Blanco saliessen de Oria, y conociendo la emboscada, le dio luego aviso para que se detuviesse la gente,

141 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 207.

142 B.N., Mss. 10.475.

143 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Baza..., op. cit., p. 28.

144 A.M.L., D. Juan de Haro a Lorca. Vélez-Blanco, 2 de noviembre de 1569.

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La obligada retirada de la guerra V

La inquietud del beneficiado Martín de Falces permitió salvar a los velezanos de una muerte segura.

“El beneficiado de Vélez”. Carmen Cano.

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La obligada retirada de la guerraV

que introduxo el socorro, hasta dar aviso a Vélez”145 . El descubrimiento del clérigo de la emboscada en la Boca de Oria no era casual sino que éste revisó la noche antes el camino que realizaría para sacar de la fortaleza 250 personas que debía llevar a Vélez-Blanco146 .

Desde Oria el capitán Quirós envió varios cuadrillas a reconocer el terreno; todas volvían atemorizadas por la cantidad de moriscos que encontraban. Como pudo, remitió una carta a don Juan de Haro comunicándole que la presencia in-surrecta inquietaba sobremanera toda la zona; incluía una requisitoria del doctor Parra. Esa misma mañana salió Quirós a correr la tierra hasta Partaloa, donde capturó varios moros que le confirmaron su intención de cercar la fortaleza. De vuelta a Oria, el capitán fue atacado y perseguido por la vanguardia de El Maleh, produciéndose en las mismas puertas de la fortaleza una refriega de la que logró escapar, con lo cual “nosotros nos retiramos i ellos sentaron su real media legua de esta fuerça, a donde agora quedan refrescándose para bolverse a los pasos esta noche, por que a lo que trayan me digeron antes que los matase fue que tienen juntado que no a de bolber a ver de nosotros alla”147 .

La carta de Parra sentó como un mazazo en Vélez Blanco, pues confirmaba que El Maleh traía 2.000 moriscos para cercar la fortaleza. Las observaciones del doctor advertían igualmente del calamitoso estado de la fortificación, viniendo en advertir la poca fuerza de resistencia que podía realizarse, ya que la confesión de unos moriscos era: “que dentro de una ora estarían los dichos moros sobre esta dicha fortaleza sin duda alguna. Y por aver tan poca jente en hella como ay, y no estar por algunas partes tanbién fortificada como convenía, fácilmente el enemigo podría tomarla. De que de estos reinos de Su Magestad vendrían yrreparables daños, por ser esta forta-leza como es frontera, y tan ynportante a estos sus reynos”148 . Al día siguiente llegaba a Vélez Blanco la carta de Quirós anunciando su refugio en Oria y su fracasado intento de evacuar a la población. El panorama que tenía ante sí don Juan de Haro era verdaderamente alarmante. Siguiendo las instrucciones del marqués, el alcalde mayor solicitó con energía el 2 de noviembre a Lorca que le socorriese149 . Acom-

145 MOROTE, fray P.: Blasones y antigüedades..., op. cit., p. 408.

146 TAPIA GARRIDO, J. A.: Rebelión y guerra..., op. cit., p. 227.

147 A.M.L., Copia hecha en Lorca el 4 de noviembre de 1569 de una carta enviada por el capitán Valentín de Quirós al D. Juan de Haro, comunicándole el sitio de la fortaleza. Oria, 2 de noviembre de 1569.

148 A.M.L., Copia realizada en Lorca el 2 de noviembre de 1569 de la requisitoria enviada por el doctor Parra a Lorca para socorrer la fortaleza. Oria, 1 de noviembre de 1569.

149 A.M.L., D. Juan de Haro a Lorca. Vélez-Blanco, 2 de noviembre de 1569.

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La obligada retirada de la guerra V

pañaba la misiva una copia de la carta de Quirós, “juntamente con una requisitoria e carta de justicia del doctor Parra, pidiéndole favor e socorro”150 . Había comenzado el cerco de la fortaleza señorial.

La resistencia de Oria era fundamental para aguantar el avance rebelde en el territorio, justificándose que don Juan de Haro insistiera el 3 de noviembre a Lorca en la alarmante situación que sufrían: “conviene muncho al servicio de Su Magestad que vuestras señorias den orden como sean socorridos los christianos que estan en aquella fuerça, porque avra quatroçientos onbres y tienen mui poco bastimento”151 .

Llegadas las solicitudes a Lorca, el concejo indignado por el tono de la requi-sitoria de Parra, eludía sus responsabilidades. Se excusaba en el argumento de la sangría de tropas que padecía y la vieja estrategia morisca de entretener al ejército en el norte mientras atacaba el litoral: “por las confisiones que se tomaron los moros de Velez e el Rubio, paresçe que el reyeçico moro nuevo tiene propuesto de yr a la çiudad de Vera y de alli a la de Almería y no querríamos que se cumpliese porque hiziese la muestra a la parte de la villa de Oria y corriese peligro la dicha çiudad de Vera, porque desto nos podría venir mui gran daño por tenernos Su Magestad mandado por muchas çedulas que tengamos gran cuenta de las çibdades de Vera y Moxacar”152 .

Don Juan de Haro había enviado misivas asimismo a Alhama, Librilla, Totana, Mula y a la propia ciudad de Murcia. A Lorca le informaba de la necesidad de que, una vez que los contingentes llegasen a la ciudad, todos juntos marcharían a Vélez Blanco, y le rogaba que preparase bastimentos necesarios para alojar la fuerza153 . Sin embargo los proyectos quedaron en papel mojado, ya que la ciudad de Murcia se negó a enviar milicias, toda vez que la inseguridad que vivía la propia región murciana impediría movilizar sus tropas de la zona...

Las evasivas lorquinas elevaron el nerviosismo de don Juan de Haro, dado que a su cargo estaba la custodia de las hijas del marqués y el temor de un ataque a la capital del estado se palpaba, en especial por una confesión practicada a los cristianos nuevos de la villa en que se aseguraba que los moriscos de los Vélez esperaban el momento para alzarse, lejos de la concordia alcanzada en su momento con don Luis Fajardo. El 4 de noviembre hay una nueva petición a Lorca con resultado negativo.

150 A.M.L., Copia de los escribanos lorquinos Pedro Moreno Benavente y D. Silberio Pérez Menduiña, del “Libro de las Batallas”. Lorca, 24 de Abril de 1790. En Adelante: “Libro de las Batallas”.

151 A.M.L., D. Juan de Haro a Lorca. Vélez-Blanco, 3 de noviembre de 1569.

152 A.M.L., el concejo de Lorca a D. Juan de Haro. Lorca, 4 de noviembre de 1569.

153 Ibidem.

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La obligada retirada de la guerraV

Las reticencias de Lorca para levantar un ejército que socorriera el maltrecho señorío se disiparon cuando las hijas del marqués enviaron a Pedro Oliver con una carta personal rogando ayuda.

“El emisario”. Carmen Cano.

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La obligada retirada de la guerra V

La solución quedaba pasaba por prender a los moriscos de Vélez Blanco y Vélez Rubio y expulsarlos fuera del señorío. Para suavizar la evasiva, el concejo lorquino reiteraba su intención de socorrer al señorío en caso de revuelta, proponiendo que “se pongan guardas en la parte del Cabeço de Montebriche, para que correspondan con la fortaleza desta çiudad. Para que si subçediere algo nos puedan avisar con ahumadas de dia, y almenaras de noche, porque avisada que sea esta çibdad el dia, con toda diligençia posible embiando demas de las alhumadas, correo de a pie o de a cavallo”154 .

El gobernador militar de los Vélez, agobiado por la desidia lorquina, pedía el día 5 socorros a Caravaca y Cehegín, al tiempo que las propias hijas del marqués enviaban a Pedro Oliver a Lorca con una carta personal para que de inmediato fuesen en su ayuda155 . Doña Francisca y doña Mencía Fajardo “sinificavan la forta-leza de Oria estar en gran peligro e la villa de Velez el Blanco, para revelarse e conforme a las confesiones de los moros e que si esta ziudad no socorría con diligencia se perderia la dicha fortaleza de Oria e se levantaria la villa de Velez el Blanco”156 .

Ante tan alarmantes noticias, el alcalde mayor de Lorca, el doctor Huerta Sarmiento, convocó cabildo y forzó a una decisión positiva: “Aunque de doce re-gidores fueron los ocho de parecer que todavia se dilatase el negocio hasta que la gente de Murcia y de Caravaca viniese, [mas] el Alcalde Mayor no quiso arrimarse a los mas votos, sino acudir a la necesidad presente”157 .

Tras la decisión de Huerta de Sarmiento se movilizó la ciudad muy rápida-mente. En efecto, el 5 de noviembre pidió ayudas a Murcia, Alhama, Totana, Librilla, Caravaca y Cehegín, haciéndoles ver el peligro que podía ocasionarse si el problema de Oria y Vélez se extendía a la propia Lorca “i como sea cosa tan yn-portante al serviçio de Su Magestad y seguridad desta çibdad e su comarca de sustentarla e socorrer, a más de que los cristianos que estan dentro, y para este efecto esta çibdad sin que acuda la gente de la comarca”158 .

Mientras llegaban los refuerzos, Lorca organizó sus cuadros militares: “Por su

154 A.M.L., el concejo de Lorca a D. Juan de Haro. Lorca, 4 de noviembre de 1569 (una segunda carta).

155 Vid. Apéndice.

156 A.M.L., “Libro de las Batallas”.

157 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 207.

158 A.M.L., Modelo de misiva del concejo de Lorca a las villas aludidas. Lorca, 5 de noviembre de 1569.

169

La obligada retirada de la guerraV

General al Alcalde Mayor; por maestre de Campo a Diego Matheos de Guevara; por capitanes de infanteria a Juan Felices Duque, y a Juan Navarro de Alaba, regidores; y para la cavalleria a Juan Fernández Menchirón. Tocaron rebato, y se aprestaron quinientos y treinta infantes, y sesenta y seis cavallos. Sargentos Mayores fueron Ginés de Teruel y Martín de Molina. Alfereces de cavallos Diego Matheo de Aguilar, y de infantería Juan Felices de Ureta y Antón de Mula”159 .

El ejército previsto, no obstante, se redujo, puesto que la mayoría de las villas se desvincularon y no enviaron tropas. Una de las primeras fue Librilla, la cual el mismo día de su requisitoria contestaba por boca de su alcalde ordinario, Alonso de Teruel, que el concejo “estudiaría la cuestión”. De vuelta a Lorca el correo Juan de Bas notificaba a las cuatro de la tarde al escribano concejil la noticia160 . Lorca no se amedrentó y consiguió reunir este día un contingente de “quinientos e treinta ynfantes e sesenta e seis de cavallo e fueron a la villa de Velez el Blanco que está siete leguas de esta ziudad de Lorca”161 .

Al día siguiente otras villas murcianas expresaban los problemas que padecían y las razones para no unirse al socorro. En efecto, Caravaca contestó que el día antes de la solicitud de Lorca los moriscos habían hecho un efecto en sus salinas y temían un ataque que “se aguarda cada ora y a esta causa esta villa no se determina que el socorro que podra enviar a Oria”162 . Lo mismo respondió Moratalla, reconociendo la inseguridad que vivía toda la zona, pues “esta noche pasada a las doze de la noche vino un testimonio y mandamiento del dicho governador (Molina de Mosquera) para que luego saliese toda la gente y se juntasen con las de las villas de Caravaca y Çehegin para yr, e an sydo doçientos e tantos onbres, que quedavan arrestar a muy gran numero de moros que vinieron ayer sabado, al termino de Caravaca, donde mataron çiertos veçinos della. De cuya cavsa no quedan ni ay en esta villa onbre con armas que pueda regir ni las asy, ni quedan sino son viejos e ynpedidos”163 .

Contestaron positivamente a la llamada Totana, Alhama y Mazarrón, con cuyo compromiso el licenciado Huerta levantó el 6 de noviembre un ejército en los que se encontraba el cronista Ginés Pérez de Hita. Casi a la hora de salir, a las 11 de la

159 MOROTE, fray P.: Blasones y antigüedades..., op. cit., p. 408.

160 A.M.L. Certificado notarial de recepción de la misiva. Lorca, 5 de noviembre de 1569.

161 A.M.L., “Libro de las Batallas”.

162 A.M.L. Carta del concejo de Caravaca al concejo de Lorca. Caravaca, 6 de noviembre de 1569.

163 A.M.L. Carta del concejo de Moratalla al concejo de Lorca. Moratalla, 6 de noviembre de 1569.

170

La obligada retirada de la guerra V

noche, llegó el atajador Alonso García de Azuar anunciando las correrías de una cuadrilla morisca en el camino, lo que puso en alerta a la ciudad que temió una emboscada a su ejército. Con toda rapidez se ordenó atacar a los rebeldes con una compañía al mando de “Martín de Lorita, alferez maior, con una dozena de onbres de a cavallo, vezinos desta çibdad, con otros doze de la villa de Aledo, que iban a el socorro de la fortaleza de Oria”164 . Asegurándose de que las noticias no fuesen otras que el ataque que las ciudades de Moratalla y Caravaca esperaban, Lorca informó inmediatamen-te a la ciudad de Murcia del peligro, y acordó salir a Oria no sin antes tomar sus precauciones; mandó “que fuesen sesenta onbres de a pie y una dozena de cavallo, e Juan Leonés de Guevara por capitan dellos, al frente para que localiçe las atalayas y veredas mas encubiertas por donde los dichos moros acostumbraban a hazer los mas daños e con toda presteza de lo que suçediere den aviso a esta çibdad”165 . Con las avanzadas del capitán Leonés de Guevara, el contingente partió a la una de la madrugada del día 7 de noviembre. Por delante se envió una misiva a Vélez Blanco comunicándole los im-previstos y proponiendo alojar a las hijas de don Luis Fajardo en Lorca, entre tanto pasaba el peligro en el señorío166 . Dado que no recibió noticia de don Juan de Haro, el ejército avanzó durante toda la noche; a lo largo de la mañana de aquel día fue llegando a la villa una tropa de 700 infantes y 90 caballos167 .

El refuerzo introducido en la capital del señorío fue de gran alivio, pues el mismo día varias villas del altiplano se sublevan ante la impotencia de Huéscar168 . Esta circunstancia corroboraba el alto grado de coordinación del plan de El Maleh y cómo toda la zona era un polvorín, pues al alojarse Huerta Sarmiento con su tropa en el barrio del Arrabal de Vélez-Blanco, éste descubrió una conjura que pretendía sublevar la capital del estado con la ayuda de los moriscos del señorío. Francisco Chelen, un cristiano nuevo de la localidad, dirigía a los sediciosos y a todos extrañó, dado que un año antes había participado como traductor en la concordia de los moriscos del señorío. Las declaraciones de 3 espías moriscos que llegaron a la vez que Huerta Sarmiento, confirmaban la conspiración, pues “tenian la ropa liada para revelarse e hirse con el enemigo, mas como en esta sazon llegase el dicho señor general e capitanes e fuesen los moros avisados, mudando el distino que trahian

164 A.M.L. Carta del concejo de Lorca a Murcia. Lorca, 6 de noviembre de 1569.

165 Ibidem.

166 Ibidem.

167 ESPÍN RAEL, J.: De la vecindad de Pérez de Hita en Lorca desde 1568 a 1577, Lorca, 1922, p. 19.

168 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Huéscar..., op. cit., p. 59.

171

La obligada retirada de la guerraV

Con la llegada del ejército lorquino a Vélez Blanco se descubrió una conspiración morisca para alzar la villa, ocasionando un enorme alboroto en la población.

“Cristianos viejos”. Carmen Cano.

172

La obligada retirada de la guerra V

fueron a alzar a Orze y Galera”169 . Era lógica la disposición de los moriscos velezanos al alzamiento, ya que a lo largo de los meses habían visto deteriorarse sus formas de vida a causa de los tremendos abusos que sufrían, doblados y humillados por las tropas murcianas que habían ido llegando al estado sedientas de botín... Bien es cierto que las autoridades velezanas se esforzaron por condenar cualquier delito contra ellos, llevando a juicio y castigando a los cristianos viejos y soldados170 . Sea como fuere, al desbaratar la sublevación, muchos de los moriscos velezanos huyeron, bien con Francisco Chelen al campo de El Habaquí, en el Almanzora171 , o con Diego Abicali, cabecilla de los sediciosos de Vélez-Rubio, quien se situó en las ramblas que comunicaban la comarca con Lorca para continuar la guerra.

Desde su llegada el 7 de noviembre, las tropas lorquinas no se movieron de Vélez Blanco, allí se organizaron y esperaron los refuerzos de las demás villas murcianas. Mientras, arreciaba el cerco de El Maleh a Oria. Tanto era el afán combativo de los rebeldes que en un golpe de audacia tomaban el mismo día la villa de Galera con la dirección de un capitán turco172 . En esta jornada la villa de Huéscar fracasaba en su intento de recuperar la fortaleza, poniendo en grave aprieto a toda la zona. El recrudecimiento de la conflictividad en el territorio fue ampliamente aprovechado por la familia Enríquez para presentar al gobernador de Baza como un incompetente para resolver la situación. No cabe duda que éstos, junto con Fajardo, urdían su sustitución y, con ella, revitalizar su posición territorial.

Mientras, el desarrollo de los acontecimiento se aliviaba algo, ya que el día 9 se reforzaba el contingente militar que debía socorrerla, pues “llegaron a la villa de Vélez nueve de cavallo de Totana, ziento e zinquenta ynfantes, e ocho de cavallo de la villa del Almazarron, e quarenta ynfantes de Alama, para el dicho socorro”173 . Pese a la ayuda llegada, Huerta Sarmiento aún esperó algunos días para recibir más tropas;

169 A.M.L., “Libro de las Batallas”.

170 ALVÁREZ DE TOLEDO, Mª Luisa, transcribe un curioso documento señorial de 1570 en el que se representan los numerosísimos pleitos llevados a cabo contra los cristianos viejos y tropas murcia-nas por sus abusos con los moriscos velezanos. Vid. “Los Moriscos en la Guerra de Las Alpujarras. I”, Voces de la Historia, 1 (1994), pp. 16-20.

171 Poco después de abortada la rebelión, Chelen fue destinado por el general Hernando el Habaquí como defensor de Tíjola, aunque el posterior asalto de don Juan de Austria le condujo a huir a las sierras del señorío. Más tarde capturado por el beneficiado velezano Martín de Falces Ategui. MOROTE, fray P.: Blasones y antigüedades..., p. 408; TAPIA GARRIDO, J.A.: Rebelión y guerra…, op. cit., p. 227 y MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 207.

172 CARAYOL GOR, R.: Galera. Moriscos y Cristianos, Baza, 1999, p. 57.

173 A.M.L., “Libro de las Batallas”.

173

La obligada retirada de la guerraV

aunque, viendo las calamidades que padecía la fortaleza señorial, decidió salir, “y a 10 dias del mes de noviembre partieron con toda la gente en ordenanza, y fueron a dormir aquella noche a Chiribel, llevando cantidad de bagajes cargados de bastimen-tos y municiones para dejar en Oria”174 . Llegados a este lugar “los dichos cavalleros corrieron el campo de los moros y en el Chirivel cautivaron veinte, los quales trageron a esta ziudad atados todos juntos en una cuerda”175 . Era importante no dejar en la retaguardia problemas, pues en este lugar hacía tiempo que Luis Axanque, junto con moriscos de Vélez Rubio, hostigaba aquella zona. De hecho habían apresado a varios viandantes, destruían las cosechas e incluso habían asesinado en Topares a dos hijos del regidor de Vélez Blanco Ginés Franco. Con posterioridad, el capitán morisco sería apresado por una cuadrilla de Vélez Blanco capitaneada por un tal Fajardo y Martín Beica176 .

Tras rozar la tierra en la cabalgada de Chirivel, el ejército acampó en este lugar, reanudando al día siguiente la marcha hacia Oria. Al amanecer del 11 de noviembre, el alcalde mayor lorquino envió desde la población dos hombres para reconocer el camino, si bien pasaron tan adelante que no pudieron volver al ama-necer porque los moriscos ocuparon este punto. Sin poder esperar más las noticias, Huerta Sarmiento se arriesgó a avanzar con sus descubridores por delante: el “dia onze marcho este campo para la villa de Oria, lo que conocido y notificado por los espias de El Maleh, levanto este su campo de mas de dos mil moros, y no esperando el tercio de los de Lorca, se retiro azia la parte de Cantoria, para reforzar y mantener a aquella fortaleza, en caso de ser acometida por los de Lorca. Éstos liberaron a Oria, socorrieron la villa, y asseguraron los camino; medio con que pudieron bolver con toda seguridad los de Vélez a sus casas”177 . En la batalla participaron habitantes del señorío que, envalentonados con la expedición lorquina, no quisieron perderse la oportunidad de sacar botín. Este es el caso de cuatro vecinos de María, lo cuales intervinieron en la cabalgada de la rambla de Asnares, en donde consiguieron diferentes esclavos178 .

Gracias a la huida de El Maleh en la noche del día 10, la fortaleza señorial

174 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 207.

175 A.M.L., “Libro de las Batallas”.

176 TAPIA GARRIDO, J.A.: Rebelión y guerra.., op. cit., p. 226.

177 MOROTE, fray P.: Blasones y antigüedades..., op. cit., p. 409.

178 Nueve años después, en 1579, se registraba la venta de una morisca, Luisa Topar, de 13 años, cap-turada en esta rambla. El comprador fue D. Pedro Enríquez de Guzmán. Vid. ANDÚJAR CASTILLO, F.: “Entre la..., op. cit., pp. 743-744.

174

La obligada retirada de la guerra V

quedó liberada al día siguiente por Huerta Sarmiento, quien “entrado pacificamente en Oria, metio los bastimentos y municiones que llevaba, y saco toda la gente inutil que alli habia, y la envio a los Vélez y a otros lugares; y dejando la plaza proveida, fue de vuelta sobre Cantoria”179 . La operación militar, si bien alivió la presión rebelde en la zona, no la eliminó del todo, ya que el mantenimiento de las fortalezas de Galera y Serón en manos moriscas hipotecaba cualquier cuestión en el territorio. La liberación de Oria permitiría, no obstante, diseñar con Baza una jornada de castigo en el curso bajo del río Almanzora abajo. De igual modo, el alejamiento del peligro del señorío fue la mejor noticia que podía tener el marqués para mantenerse en el campo de La Calahorra, dando al traste con las expectativas del estado mayor granadino.

Socorrida la fortaleza señorial, Huerta de Sarmiento y el gobernador de Baza trazaron una ofensiva en la zona para dividir la fuerzas insurrectas por medio de un ataque a dos bandas sobre Cantoria y Urrácal, respectivamente. El 11 de noviembre comenzó la acción en la forma siguiente: por un lado “salio don Juan Enríquez de Baza, hermano de don Enrique, señor de Galera y Orze, en compañia de mucha gente de guerra, y aviendo entrado por la boca del rio Almançora en un lugar llamado Urraca, fue desvaratado y obligado a retirarse con grande menoscabo de la tropa que llevava”. Paralelamente, “el mismo dia salieron del castillo de Oria ciento y cincuenta soldados y catorze caballos; dieron en el lugar de Cantoria y sacaron de alli por fuerza de armas mucho ganado vacuno y cabrio, durando la pelea desde la mañana hasta la noche, en que los christianos se recogieron a Oria con la presa, aunque el Maleh vino al socorro de los moros de Cantoria”180 .

La refriega de Urrácal ocupó a los refuerzos moriscos del Alto Almanzora, de tal modo que Cantoria sólo contó con sus propios medios de defensa. El fracaso de la primera acción en modo alguno restó eficacia al plan, pues permitió a los cristianos advertir que la fortaleza señorial no era tan fuerte como parecía. La restauración del equilibrio estratégico en la zona levantó la moral en el señorío velezano. En este momento se plantea repetir la estrategia en el altiplano.

En el consejo de guerra lorquino del 11 de noviembre hubo quien apostó por atacar Galera, tratando de eliminar definitivamente el peligro en el norte. Mas su orgullo les impedía someterse al mando de la ciudad de Baza, cabeza de esta zona de la frontera. Se repetía la experiencia que, a finales de septiembre, con

179 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 207.

180 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra...,op. cit., p. 263.

175

La obligada retirada de la guerraV

En noviembre de 1569 Oria sufría un nuevo asedio de los moriscos, que tampoco lograrían romper.

“El asedio de Oria”. Carmen Cano.

S I E R R AD

EL

A

SE

ST A N C I A S

MAHIMÓN

SIERRA DE MARÍA

SIERRA DE

ORCE

RAMBLA DE CHIRIVEL

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EL

AS

RíoCorneros

BOCA DEORIA

Río de OriaORIA

VÉLEZBLANCO

CHIRIVEL

VÉLEZRUBIO

El MARGEN

10-XI

11-XI

10-XI

Tropas moriscas

Tropas lorquinas

Posiciones moriscas

Batalla

EL SOCORRO A ORIA. 10-11, Noviembre, 1569

10-XI. Parte el ejército de socorro al mando de Huerta Sarmiento. Batalla de Chirivel en la mañana. Cabalgada por la tarde en la zona y acampada. Los moriscos toman posiciones en la Boca de Oria.

11-XI. Se inicia la marcha por la mañana. El Maleh levanta el sitio de Oria. En la mañana llegan los socorros a Oria.

176

La obligada retirada de la guerra V

motivo del cerco de Vera, discutieron en Pulpí por decisión semejante respecto de la ciudad de Murcia181 . Cuando se pensó en desplazarse al altiplano se tuvo muy en cuenta las necesidades propias y el honor de sus tropas, ya que “no vinieron en ello, diciendo que no habian salido por aquel efeto, ni era bien poner el estandarte de su ciudad debajo del de don Antonio de Luna sin orden de Su Magestad”182 . Quedaba claro que Galera era un problema de Baza, mientras que Cantoria corría a cargo de Lorca. Atacar esta fortaleza era especialmente meritorio pues se situaba “en lo mas fuerte de todo el rio de Almanzora donde estan los moros muy fortificados con artilleria e grandes pertrechos e ynstrumentos de guerra”183 . Con la decisión lorquina -posiblemente inducida por agentes de Fajardo- el prestigio de don Antonio de Luna vuelve a caer en picado.

El 11 de noviembre se pasó en deliberaciones, de tal modo que cuando los lorquinos deciden avanzar hacia Cantoria el día prácticamente se había ido: “Mas es tan aspero el camino, que no pudieron llegar hasta que ya era alto el dia, porque les amanecio en Partaloba, y hallado los moros apercebidos, pasaron con la gente en ordenan-za por las huertas, y caminando por el rio abajo, descubrieron la fortaleza de Cantoria, y vieron estar en la muralla y sobre los terrados mucha gente haciendo algazaras con instrumentos y voces que atronaban aquella tierra, y muchas banderas tendidas por las almenas; los cuales comenzaron luego a tirar con dos tirillos de artilleria que tenian”184 .

La lucha iniciada el 12 de noviembre fue feroz y se mostró favorable a los cris-tianos viejos, los cuales “les ganaron la primera puerta, e un fuerte que tenían los moros, e mataron muchos de ellos”185 . El avance permitió ocupar una roca desde donde do-minaban la fortaleza. Sin embargo, la resistencia de Cantoria era muy notable, tanto como para hacer decir a los propios asaltantes lo siguiente: “Vien se defendian, e los dichos señor general e capitanes con su gente por todas partes les convatieron, haziendoles grande extrago. E si se llevara artilleria y escalas y otros peltrechos, la ganaran”186 .

La lentitud corría en contra de los atacantes, puesto que los moriscos “echavan humadas para que les viniese socorro de la ziudad de Purchena e Sierra de Filabres e otras partes”187 . Bien sabían que la llegada de refuerzos moriscos significaría la derrota,

181 SÁNCHEZ RAMOS,V.: “Vera...”, op. cit., pp. 36-51.

182 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 207.

183 A.M.L., Copia del “Libro de las Batatallas“.

184 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 208.

185 A.M.L., Copia del “Libro de las Batatallas“.

186 Ibidem.

177

La obligada retirada de la guerraV

ya que “los moros se defendian tanvien, e que el pueblo hera muy fuerte, sitiado en altas peñas que por la parte del rio hera inespunable”188 . Así fue como Huerta Sarmiento de-terminó retirarse de la localidad, no sin antes lanzar un último asalto para destruir el polvorín rebelde: “Y el dicho señor general e capitanes entraron entre los dos muros de Cantoria a fuerza de armas, e tomaron la casa donde los enemigos hazian la polvora. E se hallo en ella mucha cantidad de salitre, calderas e tinajones, y otros ynstrumentos que para hazer la dicha pólvora tenian. E por horden e mandado del general destruieron e quebraron los tinajones e calderas, e derramaron la pólvora y salibre; de tal manera que los enemigos no se pueden de ello aprovechar. Y ésto fue una cosa importantísima al servicio de Su Magestad” 189 .

Inutilizada la fortaleza señorial, Huerta Sarmiento mandó marchar río abajo, arrastrando su hueste un cuantioso botín, pues “sacaron de dentro de la zerca donde recojían sus ganados grande cavalgada, asi de ganado maior como de menor; e con ella marcharon haviendo recivido muy poco daño, por que no huvo mas de dos muertos e treze feridos” 190 . En su avance, se esperaba una respuesta inmediata de los moris-cos, dado que los avisos de Cantoria habían llegado a Purchena, lugar del estado mayor rebelde. Por ello, el alcalde mayor lorquino arbitró una rápida retirada que pasaba por dividir la expedición en dos cuerpos: en vanguardia, y a paso rápido, iría Martín de Molina con el ganado y demás presas; le acompañarían “treinta caballos y trecientos peones, que se alargase con la cabalgada y procurase llegar aquella noche al lugar de Güércal de Lorca, porque se tuvo entendido que acudirian muchos mo-ros, segun las grandes ahumadas que hacían, llamandose unos a otros por todo el rio de Almanzora”191 . En retaguardia quedaría con el resto del ejército el doctor Huerta Sarmiento y todos los regidores de la localidad.

Como queda dicho, el asalto lorquino no pasó desapercibido para el estado mayor morisco, “que con el artilleria e piedras desde lo alto, los enemigos hizieron unas aumadas que Cantoria echava, vinieron muy grande numero de moros siguiendo los christianos, escopeteandolos hasta una legua”192 . Huerta Sarmiento sabía que pronto los rebeldes caerían sobre ellos; en consecuencia, detuvo su tropa en la villa de

187 Ibidem.

188 Ibidem.

189 Ibidem.

190 Ibidem.

191 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 208.

192 A.M.L., Copia del “Libro de las Batallas“.

178

La obligada retirada de la guerra V

Arboleas para dar tiempo a Martín de Molina a refugiarse con el ganado en Huér-cal Overa. La disposición de batalla del alcalde mayor era muy ventajosa, pues vio cuatro banderas moriscas “que caminaban a meterse en las huertas de Alboreas, donde habia un paso peligroso por la espesura de las arboledas y de las acequias que cruzaban de una parte a otra sin puentes. Y temiendo que si los moros tomaban aquel paso podrian hacerle daño, porque de necesidad habian de ir las hileras desbaratadas, hizo muestra de aguardarlos para pelear a la entrada de las huertas”193 . Sin embargo, el enemigo no cayó en la trampa, sino que, “dejando el camino del rio, que llavaban, subieron a tan priesa por encima de una venta que dicen de Bena Romana, y desde alli comenzaron a arcabucear”194 .

No se respondió al hostigamiento insurrecto en la venta de Benaromana, sino que “fue acordado por el general e capitanes que no se diese el Santiago hasta sacallos a lo llano, porque obiese mejor efecto”195 . La intención era poder utilizar la caballería en sitio idóneo, la peor arma de guerra para los moriscos; de tal modo que “ha-biendo pasado la venta y atravesado el rio y un lodazar grande que se hacía par della, llegando como media legua adelante cerca de donde dicen El Corral, puso toda la gente en orden de batalla. Los enemigos llegaron hechos una grande ala, y como practicos en la tierra, enviaron tres turcos de a caballo y cinco moros de a pie que descubriesen nuestras ordenanzas y viesen la orden que llevaban y sitio y disposicion en que estaban puestos”196 .

La celada de los cristianos viejos se había consumado, “e, como experimentados e diestros en la guerra, el dicho general e capitanes hizieron una envocada a los enemigos con quatrocientos alcabuzeros e sesenta de a cavallo, dejando la demas gente en guarda del vagaxe. E se dio Santiago en los enemigos con tanto animo, dejando soltar primero a los enemigos la primera carga; e saliendo la envoscada los rompieron e mataron mucha cantidad de los moros”197 . La batalla duró toda la tarde, saldándose con bastantes muertos moriscos, entre ellos un hijo de El Maleh. Terminando la jornada, los cristianos persiguieron a los huidos por unas ramblas, “e si no fuera por que se hizo de noche, no quedara moro con vida, para que llevara la nueva a la villa de Cantoria y los que se escaparon espantados en ver que tan gran numero de moros fuesen muertos e desvaratados de tan pocos christianos”198 . Del lado cristiano viejo, el número de

193 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 208.

194 Ibidem.

195 A.M.L., Copia del “Libro de las Batallas”.

196 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 208.

197 A.M.L., Copia del “Libro de las Batallas”.

198 Ibidem.

179

La obligada retirada de la guerraV

SIERRA DE LAS

ESTANCIAS

ORIA

Partaloa

Armuña

Sierro

Albox

CANTORIA

ARBOLEAS

ZURGENA

HUERCAL

VÉLEZ RUBIO7-XI

MARÍA

FinesOlula delRío

Macael

URRACAL

Somontín

Lúcar

Purchena

Sulfí

Tíjola

BayarqueSerón

Alcóntar

Montalviche

ELCORRAL

BAZA

7-XI

5-XI

5-XI

11-XI

GALERA

ORCE

PUEBLADE DON

FADRIQUE(LA VOLTERUELA)

CARAVACA DELA CRUZ

MORATALLA

LORCA13-XI

VÉLEZ BLANCO

CHIRIVEL10-XI

Río Véle

z

Río Luchena

CÚLLAR

Río Almanzora

REINODE

MURCIA

REINO DE GRANADA

Poblaciones y lugareshostigados por ataques moriscos

Tropas oscenses

Tropas lorquinas

Cerco

Villas alzadas

Batalla

SEÑORÍODE LOSVÉLEZ

12-XI

Señorío de los Vélez

BOCA DE ORIA

Tropas bastetanas

CASTRIL

HUÉSCAR21-XI

20-XI

TOPARES

12-13-XI

12-XI12-XI

Laroya

11-XI

8-XI

CANILES

ZÚJAR

BENAMAUREL

13-XI

LIBERACIÓN DEL CERCO DE ORIA Y CAMPAÑA LORQUINA EN EL ALMANZORA (6-13 de Noviembre, 1569)

1-XI. Se inicia el cerco a Oria.5-XI. Lorca levanta un ejército, pero se retrasa por el ataque morisco a Moratalla.6-XI. A las 11 de la noche partidas de morisco atacan los caminos lorquinos y retrasan la salida.7-XI. A la 1 de la mañana parte el ejército lorquino y llega a Vélez Blanco. Ese día se alza Galera

y Huéscar fracasa en su intento de liberarla.11-XI. Se inicia la marcha y los moriscos se retiran de sus posiciones en la boca de Oria. En la

mañana se libera Oria, concertándose los lorquinos con la ciudad de Baza para lanzar un ataque al Almanzora. D. Enrique Enríquez fracasa en la batalla de Urrácal, pero permite el avance lorquino a Partaloa.

12-XI. Batalla de Cantoria y retirada hacia Arboleas. En esta villa Martín Molina avanza hacia Huércal con el botín. Huerta Sarmiento da batalla a sus perseguidores moriscos en la venta de Benamocarra (Arboleas). En la tarde ofrecen batalla en El Corral de Zurgena, donde los vence. Pernoctan en Huércal.

13-XI. Marcha desde Huércal a Lorca.

times

180

La obligada retirada de la guerra V

muertos y heridos fue mínimo. La victoria fue total, pues “en la dicha vatalla les qui-taron zinco vanderas muy antiguas, e una que por ganalla se hizo pedazos, e los alférezes e gente que estava en guarda de las dichas vanderas murieron por defendellas con otros muchos”199 . “Estas banderas eran de los lugares de Códbar, Líjar, Albanchez, Purchena, Serón, Tavernas y Benitabla”200 . Con la campaña lorquina por el Almanzora los límites del señorío de los Vélez quedaban libres del peligro morisco.

Tras la acción de Zurgena, las tropas “con toda su gente se volvieron con grande vitoria traiendo su cavalgada sin perder cosa ninguna con muchas escopetas, vallestas, espadas, alfanges e otros despojos de los moros muertos” 201 . Pernoctaron en Huércal Overa y al día siguiente pasaron a Lorca. Limpio el territorio de enemigos por un tiempo, el marqués deshacía cualquier posible argumento para movilizar su ejército de La Calahorra.

EL MARQUÉS PARTE HACIA EL CERCO DE GALERA

A finales de la primera semana de noviembre todo parecía indicar que el mar-qués de los Vélez había conseguido eludir el acoso del estado mayor de Granada. El levantamiento del cerco a Oria y la expedición lorquina por el río significaban haber salvado a sus hijas y al señorío, argumentos de peso para no movilizarse. Sin embargo, y casi a la vez que llegaban estas noticias, el rey movilizaba el gran vivero de soldados del marqués, la ciudad de Lorca. Para ello anunciaba la próxi-ma llegada de su gentil hombre de cámara, don Luis de Ayala, para levantar 400 hombres y llevarlos a Baza en dos campañías desde donde hacer frente a Galera202 . No hay duda que si bien el flanco sur de su señorío lo defendían los lorquinos, el sector norte quedaba seriamente amenazado con la toma de esta villa. Las excusas para no marchar al altiplano ya no eran posibles.

La incapacidad de las ciudades cercanas para expulsar a los rebeldes de Galera determinó finalmente al rey a preparar en la segunda semana de noviembre a don Luis para su movilización en la frontera de Baza203 . Bien sabía el Fajardo, por la presión que el monarca sometía a Lorca, el rechazo real a su negativa a levantar

199 Ibidem.

200 MÁRMOL CARVAJAL, L. del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 208.

201 A.M.L., Copia del “Libro de las Batallas”.

202 A.M.L. Felipe II a la ciudad de Lorca. El Escorial, 6 de noviembre de 1570.

203 Todo el desarrollo en SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La fortaleza de Oria..., op. cit., pp. 20-21 y “Huéscar..., op. cit., pp. 58-59.

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más tropas204 . La ofensiva en el altiplano fue utilizada por Granada para destituir al gobernador militar el 15 de noviembre. Su sustituto, don Juan Enríquez, un personaje que desde el primer momento había estado al lado del general veleza-no, debió alegrar al marqués, quien veía un punto de fuga a la presión que sufría. Sin embargo, todo era una cortina de humo para continuar la conjura contra don Luis. En realidad el nombramiento del nuevo gobernador de la frontera tan sólo era un puente para preparar la próxima salida del marqués205 .

La sublevación de Orce el 20 de noviembre y el intento de tomar Huéscar al día siguiente convencieron definitivamente al noble velezano de la necesidad impe-riosa de actuar en la zona206 . Sin embargo, el 21 de noviembre amaneció con una tempestad de agua y nieve que impidió su salida de La Calahorra207 . Amainada la tormenta, partió definitivamente el día 23 con 1.000 infantes y 200 caballos; llegó a Baza esa misma jornada208 . Tres días después de la partida de Fajardo de La Calahorra, el rey ya podía ordenar a don Juan de Austria la salida hacia esa ciudad; allí se constituiría el ejército que debía introducirse en el Almanzora; como segundo quedaría don Luis Fajardo. Felipe II, sabedor del carácter del no-ble, expresaba exactamente a su hermano lo siguiente: “Y porque podria ser que ordenase al marques de los Vélez que quedase con vos y os aconsejase, convendra en este caso que vos le mostreis muy buena cara y le trateis muy bien y le deis a entender que tomais su parecer, mas que en efecto tomeis el de los que he dicho cuando fuesen diferentes del suyo”209 .

Llegado a Baza, don Luis Fajardo no se apresuró en trasladarse a Galera, sino que acampó en ella, para poner en orden en la ciudad, esto es, restablecer todo el poder de sus parientes, los Enríquez. A don Pedro Enríquez de Guzmán, de la Orden de San Juan, se le encomendó la delicada tarea de controlar el presidio de Caniles para cerrar el paso a un posible asalto morisco desde Serón210 . Desde esa

204 A.M.L. Felipe II a la ciudad de Lorca. Madrid, 16 de noviembre de 1569.

205 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Huéscar..., op. cit., p. 62 y “Baza..., op. cit., p. 28.

206 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La fortaleza de Oria..., op. cit., pp. 21-22 y “Huéscar..., op. cit., pp. 60-61.

207 I.V.D.J., Envío 1, Caja 1, p. 114 y Caja 2, p. 1. D. Rodrigo de Benavides al Cardenal Espinosa. Guadix, 21 de noviembre de 1569 y Pedro López de Mesa al Cardenal Espinosa. Guadix, 21 de noviembre de 1569, respectivamente.

208 I.V.D.J., Envío 1, Caja 2, p. 68. D. Juan Enríquez a don Juan de Austria, 23 de noviembre de 1569.

209 CODOIN, p. 38. Felipe II a D. Juan de Austria. El Escorial, 26 de noviembre de 1569.

210 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2174, Memorial de D. Pedro Enríquez de Guzmán al rey. Granada, 30 de abril de 1574.

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plaza podría controlar los movimientos rebeldes en el Almanzora, el verdadero gran objetivo de la guerra en estos momentos.

El nuevo frenazo del marqués angustió sobremanera a Huéscar, población que aguantaba el cerco rebelde a duras penas. El 26 de noviembre, Cehegín, Ca-ravaca y Moratalla reforzaron la capital del estado de la Casa de Alba; el auxilio solicitado por alcalde mayor oscense al marqués fue denegado con la excusa de esperar alguna artillería del reino de Jaén. Don Luis se mantenía a la expectativa. La presión le obligará a movilizarse, en fin, el 1 de diciembre, con 4.000 hombres y 200 caballos. Los oscenses comenzaron a preparar el alcázar para que sirviera de residencia y estado mayor del general. Ilusionados con las expectativas que se abrían, este mismo día se aprestaban a solicitar a Lorca socorros. Para presionarlos, agudizaron la situación y les informó del intento de asalto que sufrieron en la última semana de noviembre; toda vez que recordaron las ayudas que recibían del marqués de Camarasa, artillería que desde Cazorla estaba prevista que llegase el día 3 de diciembre. La victoria, pues, estaba en las manos, si bien era necesario el esfuerzo lorquino, puesto que “si Vuestra Señoria no manda hacer este socorro que nos sera el mas necesario e principal, por la gran necesidad en que esta çiudad e comarca esta puesta si el enemigo con presteza no se echa de alli”211 .

Las dificultades oscenses no eran conocidas -o no quería saberlas- Fajardo, quien creía que la operación militar sobre Galera sería mínima. Estaba convenci-do de que tan sólo su paso junto a esta villa, camino de Huéscar, asustaría a los moriscos. Sin embargo ello no ocurrió, ya que, pese a establecer una guarnición con el capitán Diego Álvarez de León frente a los sublevados, éstos se mantuvie-ron en su posición. Sólo quedaba, pues, proceder al cerco de la plaza212 . Así, el marqués “fue a media noche a Güéscar a dar orden en las cosas que le parecio convenir. Y dende a tres dias, viendo que se estaban quedos los moros, salio con todo el campo y cerco aquella villa, y la batio con seis piezas de bronce y dos lombardas de hierro, aunque con poco efecto, porque salian los moros fuera cada dia, y hacian daño sin recibirlo, y no hubo asalto ni cosa memorable”213 . Estaban lejos los días -casi un año antes- cuando sólo pronunciar el nombre del marqués infundía terror entre los moriscos.

Corrían los últimos días de noviembre de 1569 y el marqués de los Vélez

211 A.M.H. El concejo de Huéscar a la ciudad de Lorca. Huéscar, 1 de diciembre de 1569.

212 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “Huéscar..., op. cit., pp. 63 y MAGAÑA BISBAL, M.: Baza Histórica, Granada, 1978, pp. 443-444.

213 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión...., op. cit., p. 211.

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iniciaba el sitio de Galera. Lo primero que hizo el Fajardo fue ordenar a Diego de Teruel, alcaide de su castillo de Las Cuevas, que distribuyese nuevas remesas de grano, no sólo para su campo sino para el aprovisionamiento de su campo. Como muy bien señala el criado, en este tiempo, “por mandado y horden del dicho marques se sacaron e dieron quinientas hanegas de trigo a veçinos de las Cuevas, vasallos del marques”214 . Don Luis Fajardo tenía algunas esperanzas de poder salir victorio-so, confiado en los refuerzos murcianos. Aún por entonces corría el rumor entre el ejército real que todavía se contaba con el marqués para la guerra contra los moriscos. Así, y a pesar de que en Granada se concentraban tropas para la salida de don Juan de Austria, Martín González escribía desde Flandes a su amigo Lope de Avellaneda, anunciándole que parte de estos soldados eran para el noble vele-zano, pues “el de Vélez esta atrincherado en La Calahorra, y acometera con uno de los tres cuerpos que se piensan hazer del exército”215

Por ello días antes -el 23 de noviembre- había escrito a Lorca solicitándole 400 hombres, bajo la noticia de que las comunicaciones del norte de Granada estaban en grave peligro. El concejo lorquino recibió la carta del adelantado mayor el día 29 y, tras largos titubeos, acató sus órdenes. Para la expedición se solicitaron a Cartagena 200 picas y 300 arcabuces, y nombraron por capitanes a Gómez García de Guevara y a Martín de Irurita. A ellos se uniría el capitán Alonso del Castillo, quien llevaría el grano de Cuevas. La marcha se haría hacia Caravaca, desde donde escoltarían bastimentos y municiones hasta Huéscar. Las tropas murcianas llegaron a Huéscar el 6 de diciembre: Eran unos 600 hombres de a pie y 80 de a caballo216 . El día 18 llegaba a Lorca Juan de Zufre con la artillería enviada desde Cartagena por el proveedor de las galeras217 . Sin embargo los cañones no saldrían de la ciudad murciana, según las instrucciones de don Luis de Requesens.

Con los refuerzos llegados a Huéscar, y aún sin conocer que había artillería en Lorca, el de Vélez intentó varios ataques que tuvieron estruendosos fracasos, amplificados por una propaganda muy desfavorable. La brava resistencia de los

214 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 14 r.

215 R.A.H., Salazar, A-67. Martín González a Lope Avellaneda. Bruselas, 9 de diciembre de 1569. No cabe duda de que la lejanía de los Países Bajos aún hace ver a Fajardo en el marquesado, si bien la información sobre la futura reestructuración militar es muy significativa.

216 GUERRERO ARJONA, M.: “Los Irurita: Notas para la historia de una familia”, Clavis, 1 (1999), p. 100-101.

217 Tenemos constancia de las órdenes dadas para el aprovisionamiento de artillería para el sitio de Galera. TORNEL CORBACHO, C., GRANDAL LAPEZ, A. Y RIVAS JULADE, A.: Textos para la historia de Cartagena (s. XV-XX), Cartagena, 1985, pp. 38-39.

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moriscos y la falta de cañones para batir la plaza fueron las características del sitio de Galera. En las tres primeras semanas perdió el marqués, bien por muerte o de-serción, la mitad de sus tropas. Entre tanto don Juan de Austria salía a campaña el 23 de diciembre y tomaba el presidio de Güéjar, pues, eliminando este incómodo presido, el camino a Baza quedaba expedito. El plan para retirar a don Luis estaba cerrándose. Don Luis de Requesens será el siguiente eslabón. En efecto, mientras que el príncipe se desplazaba por el altiplano, el comendador mayor de Castilla preparaba desde Cartagena su aprovisionamiento con el traslado de provisiones desde Lorca a Baza218 . Casi finalizando el año, Felipe II podía encargarle que in-formarse al noble velezano de su próxima sustitución en el cerco219 .

El momento para expresarle a Fajardo su sustitución vino casi de inmediato a la orden real. Partido Requesens de Caravaca, la notificación se realizó en Huéscar en la última semana del año. El desenlace fue el previsible, conocido el tempera-mento colérico del noble velezano y su irascibilidad. Un biógrafo del comendador describe la entrevista en estos términos:

“Estava el marques con grandes zelos de que el comendador mayor venia a descom-ponelle, y procuro quanto pudo de quietalle, mostrandole que su comission era de venir con aquellas muniçiones hasta Vaça y esperar ally al señor don Juan. Apretole mucho el marques que se las diesse para su campo, todo con fin de desbaratar el que se juntava para el señor don Juan. Diole las que le pareçio que avia menester, porque ymportava mucho tomar aquel lugar, y passo con las demás a Baça, y por no desdeñar al marques hasta que acabasse aquella empressa, hizo que toda la gente y todo lo demas que traya estuviesse a dispussiçion de don Juan Enrríquez, que era cabeça en aquel lugar, para lo de la guerra por el marques, teniendo muy gran quenta con que no se dexasse de hazer cossa de las que conviniesse para el efecto que avia ydo, y ayudo todo quanto desde ally pudo a lo de la empressa de Galera, porque donde se atravesava el servicio del rey siempre pospuso todo lo demas que fue bien menester en esta ocassion, por las que el marques dio con la terribilidad de su condiçion y con los çelos que avia cobrado”220 .

La noticia oficial de su sustitución fue un mazado para don Luis Fajardo, quien desesperadamente intentó asaltar Galera con el ánimo de evitar su retirada. Sin embargo

218 MONTOJO MONTOJO, V.: “Configuración del sistema defensivo de la Cartagena moderna”, en Mas García, J. (dir.): Historia de Cartagena, 1986, p. 509.

219 I.V.D.J., Envío 1, caja 1, p. 43. Felipe II a D. Luis de Requesens. El Escorial, 26 de diciembre de 1569.

220 “Vida de D. Luis..., op. cit., pp. 261-262.

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ya era tarde, pues el 29 de diciembre don Juan de Austria partía de Granada. Un día después de la salida del príncipe, el marqués realizó un desesperado asalto a la plaza para, con la información del levantamiento del cerco, frenar la marcha del hermano del rey. El ataque del día 30 de diciembre se saldó con la muerte de los destacados capitanes lorquinos don Adrián Leonés el de La Alberca y del alférez mayor Martín de Lorita. Fue un descalabro que llegó a Lorca el 31 de diciembre, el mismo día en que se conocía en la ciudad la solicitud de don Luis de la artillería221 . Los dos cañones no se enviaron, según instrucciones de Requesens; el 4 de enero Fajardo los solicita nuevamente222 . Las armas no saldrían hasta dos días después, y sólo por expresa orden del capitán general de Granada, quien deseaba utilizarlas en sus acciones. Estaba claro que en estos momentos ni siquiera interesaba que Vélez hiciera algo más que mantener el cerco de Galera. El 1 de enero de 1570 don Juan de Austria llegaba a Baza, a un paso de Huéscar, y enviaba una carta al marqués anunciándole su próxima visita. Por supuesto, Felipe II tuvo copia de esta carta223 .

EL RELEVO DE DON LUIS FAJARDO

Don Luis Fajardo sabía desde finales de la primera semana de enero que cual-quier resistencia a su exoneración era nula. Sólo cabía esperar el día. Su carácter se agrió hasta el punto de tomar pluma y papel, algo que no le gustaba. Sabemos que el 9 de enero escribió al rey solicitándole que reforzase su fortaleza de Oria, posi-blemente en un intento por retirarse del sitio de Galera y continuar la guerra en el Almanzora desde esta posición señorial. El rey ni tan siquiera contestó a la misiva; el viejo marqués sabía muy bien lo que significaba ese silencio224 . Mientras, el monarca si que comunicaba con su hermano en Baza para decirle que estaba de acuerdo con la carta que escribió al marqués y para darle prisa al negocio de Galera. Por lo pronto ordenaba, pasada la primera semana del mes, que aligerase la marcha de la artillería de Lorca y Sabiote y le informaba que había comunicado con Hernán Velázquez y con los proveedores de Úbeda y Baeza para que enviaran rápidamente vitualla, lo mismo que había hecho con Málaga y Cartagena225 . El marqués, cada

221 Tenemos constancia de las órdenes dadas para el aprovisionamiento de artillería para el sitio de Galera. TORNEL CORBACHO, C., GRANDAL LAPEZ, A. Y RIVAS JULADE, A.: Textos..., op. cit., pp. 38-39.

222 GUERRERO ARJONA, M.: “Los Irurita..., op. cit., p. 101.

223 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2156, p. 3. Felipe II a D. Juan de Austria. Madrid, 9 de enero de 1570.

224 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2156, p. 7. Borradores de cartas enviadas por Felipe II.

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vez más precavido con los movimientos reales, veía con ojos preocupados cómo se sacaban los moriscos del altiplano y escribía nuevamente al rey el 9 de enero, rogándole que no expulsase a los moriscos de su señorío226 . El rey callaba.

En la segunda semana de enero don Juan de Austria pasó a Huéscar a reco-nocer el terreno y establecer su campo. El capitán general se aloja en el alcázar oscense y observa atento. Para un crítico del marqués como fue el cronista Herrera, la conversación entre ambos fue solamente un relevo de mando necesario227 . Otros mejor informados procuraron buscar las palabras que allí se digeron. Así algunos hablan que en la entrevista mantenida en ese lugar don Juan de Austria le ofreció al marqués un puesto en su estado mayor; fue rechazado. Su biógrafo más caracterizado explica la negativa del Fajardo: “porque con la venida de Vuessa Alteza me podre yo yr a descansar a mi casa, que sera muy gran razon, atento que mi edad ya no requiere arder en el trabajoso oficio de la guerra; baste lo que hasta aqui se ha pasado”228 . Para un historiador crítico como Hurtado de Mendoza, “fue la respuesta muy notable, asi de sentenciosa y grave cuanto aguda; y asi el marques fue breve en su jornada, porque tarde o nunca mudo de consejo”229 . Sea como fuere, todos coinciden en advertir que el fuerte carácter movio sus palabras y, puesto que “su condiçión no sufria superior, no quiso sino yrse a su casa”230 .

Conociendo el genio de don Luis Fajardo, sólo se explica que reprimiese su cólera el hecho de estar ante un miembro de la familia real. Su enojo contenido explotaría luego, cuando comenzaron las operaciones de traslado del nuevo ejér-cito, pues los generales sabían que “toda esta diligencia se hacía con recelo del marques de los Vélez, agraviado de la idea de don Juan de Austria, en sabiendo que partia de Baza, alzaria el cerco de Galera”231 . En la noche del 18 de enero, una vez terminada su entrevista con don Juan en el alcázar de Huéscar, el marqués levantó sus tropas, dejando a los moriscos libres y poniendo en grave aprieto a Luis del Mármol en el transporte de bagajes entre Baza y Huéscar232 . La abrupta venganza del general sin embargo tiene otra versión edulcorada en la pluma de Pérez de Hita:

225 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2156, p. 3. Felipe II a D. Juan de Austria. Madrid, 9 de enero de 1570.

226 TAPIA GARRIDO, J.A.: “Expulsión de los moriscos de los Vélez”, Revista Velezana, 8 (1989), p. 7.

227 HERRERA TORDESILLAS, A.: Historia general del mundo…, op. cit., p. 396.

228 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra...., op. cit., p. 240.

229 HURTADO DE MENDOZA, L.: De la guerra..., op. cit., p. 336.

230 “Vida de D. Luis..., op. cit., pp. 262.

231 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión...., op. cit., p. 215.

232 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “El mejor cronista de la guerra…, op. cit., pp. 239-240.

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La polémica reunión en Huéscar supuso para el marqués la retirada de la guerra. A partir de entonces el héroe de la guerra sería D. Juan de Austria.

“D. Juan de Austria”. Carmen Cano.

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“El marques, aviendose despedido de Su Alteza, assi a cavallo como estava se salio de la ciudad tomando el camino de Vélez acompañado de sus criados y de algunos cavalleros de Murcia y Lorca, ya que por su orden, su recamara yva delante. Desta suerte el marques se fue a Vélez, dexando la guerra en el estado que aveys oydo. No se passaron muchas horas que el señor don Juan no preguntasse por el marques, y siendole respondido que ya se era partido del real, no pudo dexar de sentir la falta de un tan valeroso capitan y buen soldado como el marques lo era”233 .

Defraudado por la guerra, el 19 de enero de 1570 llegó don Luis a Vélez Blanco; como escolta iba Martín Dávila con la caballería de Jerez. Su estado de ánimo era muy distinto al de su salida un año antes. Eliminado literalmente de la escena bélica, la toma de Galera y la campaña del Almanzora era un regalo para don Juan de Austria. Corría la segunda quincena de 1570 y el hermano del rey se encontraba en el altiplano y la humillación del general velezano ya era conocida en todos los rincones del imperio. Desde Madrid, Ocáriz escribía a un amigo, describiendo la vergonzosa situación vivida en el alcázar oscense:

“A diez o a honze de este, vino a Huesca, donde les salio a resçebir el de los Vélez, que enreyno de su venida alli dos dias antes de la gente que tenia en Galera. Su Excelencia le dio una carta del rey, y aviendole hecho muchos cumplimientos le pidio licencia para ir a ver a una hija suya, y con pocas palabras se la dio. Bien en graçia dexo la gente militar y se fue a su casa con solo sus criados y alguna escolta, con tantas maldiciones generales. El señor don Juan queria sitiar dentro de los dias despues que en llego a Galera y batila con çierta artilleria que le avian traido”234 .

Deshonrrado en su ego, la ocupación del marqués quedaba reducida a sufrir la humillación de su retirada y a gobernar de su estado. Vería ahora cómo otros señores comenzaron a quejarse de sus actuaciones de guerra, como es el caso del duque de Maqueda, quien reclamaba al rey los moriscos que Fajardo le retiró de la taha de Marchena y tenía presos en Murcia235 . La marquesa del Cenete, indignada por la situación en que había quedado su estado durante la estancia del general en La Calahorra, escribía cómo los soldados del marqués “le avian talado e cortado de raiz muy gran cantidad de castaños e morales e otros arboles de provecho, que era todo esquilmo y aprovechamiento de aquella tierra, para quemar. Y asi mismo,

233 PÉREZ DE HITA, G.: La guerra...., op. cit., p. 240.

234 R.A.H., Salazar, A-33, p. 27. Ocariz a Lope de Acuña. Madrid, 12 de marzo de 1570.

235 A.G.S., Cámara de Castilla, Leg. 2156, p. 2. Felipe II a D. Juan de Austria. La Atalayuela, 26 de enero de 1570.

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avian derribado por el suelo gran cantidad de casas para sacar y quemar la madera que alli avia, no aviendo necesidad por tener la leña asi junto a las casas. Lo cual se avia hecho solo el efeto de hacer mal y daño”236 . . Igualmente es imaginable lo que podía decir la duquesa de Alba por las manipulaciones de Fajardo en Huéscar...

La campaña de don Juan de Austria sobre el altiplano abrió nuevas críticas sobre don Luis, si bien el monarca fue el primero en encargarle a su hermano que las evitase: “a lo que toca al marques de los Vélez y a todo lo demas que me escribis, se responde tan particularmente, que no tendre yo que decir aqui mas de remitirme a ello, sino encargaros que no consintais que se hable ni trate de las cosas del marques, que yo creo que habreis hecho con el todo lo que decis, y en lo demas hareis lo que digo”237 .

Pese a todo, don Luis Fajardo no había perdido todavía su ardor guerrero, procurando participar en la guerra desde su señorío en la medida de lo posible. Éstas y otras acciones presentan la imagen de un marqués belicoso que no se resigna al exilio. Pero su posición había quedado muy dañada. En efecto, una vez tomada Galera, y a tan sólo dos días de entrar don Juan en el Almanzora, el príncipe tenía muy clara la actitud a tomar respecto del noble general. Empieza por intentar congraciarse con él a través de su hijo: “al marques de los Vélez no soliçitare su buelta, como Vuestra Magestad lo manda, y en lo que toca al cargo de la cavalleria hare lo mesmo en quanto a esperar si viene su hijo o no, que para encomendarla de prestado no sabria a quien la encargar. Y Vuestra Magestad crea çierto que tiene neçe-sidad de cabeça que la govierne y a quien acudan y obedezcan los otros miembros della, pero Vuestra Magestad proveera y mandara lo que mas sera servido, que es lo quehe de obedeçer”238 . Sin embargo los agravios a la Casa Fajardo disuadieron a don Diego para hacerse cargo de la caballería; a punto de iniciarse la campaña del Almanzora, no dio señales de vida. El propio monarca sospechaba ya una reacción tal como se lo hizo ver a hermanastro: “yo bien pienso que no vendra el hijo del marques”239 .

Cuando don Luis regresó al señorío debió encontrarlo en un estado cala-mitoso, pues las correrías de los rebeldes tenían en jaque a los cristianos viejos. Sin duda la plaza de Galera repercutía negativamente en todo el territorio. Un informe del licenciado Hernán Velázquez, alcalde de casa y corte, comunicaba al rey a finales del mes de cómo los moriscos de Vélez Blanco y Vélez Rubio y de

236 La misiva se escribió en marzo de 1570. Vid. RUIZ PÉREZ, R.: “El levantamiento..., op. cit., p. 327.

237 CODOIN, p. 46. Felipe II a D. Juan de Austria. La Atalayuela, 26 de enero de 1570.

238 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2153, p. 4. D. Juan de Austria a Felipe II. Baza, 16 de febrero de 1570

239 CODOIN, p. 52. Felipe II a D. Juan de Austria. Córdoba, 24 de febrero de 1570.

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otros lugares del estado realizaban hurtos y robos en los caminos, desasosegando sobremanera la vida del territorio240 . Los hostigamientos moriscos no eran otros que una verdadera guerra de guerrillas dirigida por un tal Ponce en la zona de Huércal-Overa, con la ayuda de los moriscos huidos de Vélez-Rubio y dirigidos por Diego Abendali. Estas acciones trastocaban todas las comunicaciones del señorío con el reino de Murcia.

Mientras se resolvía la situación viaria, don Luis Fajardo seguía con sumo interés el intento de ataque de la plaza de Galera, del 24 de enero, no sólo por observar las dotes militares de don Juan de Austria sino porque su éxito elimi-naría los problemas que causaban los insurrectos en el señorío. Sin embargo, el asalto a Galera se saldó con un estrepitoso fracaso. La fallida operación aumentó el ansia del marqués por intervenir en la campaña del Almanzora. El 30 de enero de 1570 no dudó en permitir que salieran “del castillo de Oria ciento y cincuenta soldados y catorze caballos; dieron en el lugar de Cantoria y sacaron de alli por fuerza de armas mucho ganado vacuno y cabrio, durante la pelea desde la mañana hasta la noche, en que los christianos se recogieron a Oria con la presa” 241 . La expedición de castigo la dirigió el beneficiado Martín Falces Ategui con 90 hombres del castillo de Vélez-Blanco, quien “con caxa y bandera, yendo como caudillo y metió bastimento en la fortaleça y sacó çien esclavos porque gastaban el bastimento y con esta fuerza fue a Cantoria y peleando con los moriscos les quitó trecientos cinco bueyes y mucho ganado cabrío y de lavor”242 .

El golpe de efecto sobre Cantoria mantuvo la paz en el estado durante un tiempo. Fajardo demostraba su capacidad de acción. Entre tanto don Juan no recibió hasta el 3 de febrero la orden real para que enviase al alcalde mayor de Lorca y castigase a los moriscos que alteraban los caminos señoriales243 . Es entonces cuando se coordina Vélez-Blanco y la ciudad del Guadalentín para organizar una expedición de castigo sobre todo el entorno limítrofe a los reinos de Granada y Murcia. El contingente velezano estuvo al mando del aguerrido beneficiado Falces Ategui, quien dio “en el rio Lorca [donde] corto la cabeza a Fulano Ponçe, que hera capitan de moriscos de Huercal,

240 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2172, sin foliar. Felipe II a D. Juan de Austria. El Escorial, 3 de febrero de 1570.

241 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La fortaleza de Oria..., op. cit., p. 23.

242 A.G.S., Cámara de Castilla, Cédulas, Lib. 261, fol. 160r. Felipe II a Deza. El Escorial, 12 de abril de 1574.

243 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2172, sin foliar. Felipe II a D. Juan de Austria. El Escorial, 3 de febrero de 1570.

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que fue la primera que se metio en Velez, y que ese dia a las once salió de Velez con gente y mato once moriscos y cautivo uno. Que todos eran adalides de aquella tierra, entre ellos al capitan Diego Abicali, caudillo de los moriscos de Velez-Rubio, y quito una bandera, la qual está en poder del adjudicatario por auto de justiçia, (...) y el moro se hizo justicia por el licen-ciado Hernán Velázquez”244 . Sin embargo, y a pesar de la euforia por estas victorias, la campaña del Almanzora todavía estaba pendiente.

El cerco de Galera terminó el 7 de febrero. La salvaguardaba del altiplano granadino estaba parcialmente asegurada245 . La liberación de la plaza en modo alguno disipó la amenaza en el señorío, dado que Serón continuaba en manos moriscas. Por entonces, don Luis Fajardo creía que el hermano del rey recurría a él; consecuentemente, el 11 de febrero por segunda vez volvía a solicitar al mo-narca refuerzos para su fortaleza de Oria y nuevamente rogaba clemencia para que no expulsasen a sus vasallos moriscos246 . Felipe II siguió sin contestar a su carta. Estaba claro que la campaña del Almanzora no sería para el viejo general247 .

Las operaciones sobre Serón se iniciaron el 18 de febrero, si bien el descala-bro sufrido ante esta fortaleza señorial atrasó los movimientos248 . Nervioso por la lentitud de la jornada, el 23 de febrero don Pedro Deza escribía a Felipe II aconsejándole que expulsase a los moriscos de la zona, en un intento por elimi-nar problemas en la retaguardia249 . Muy sensibilizado por la cuestión, Felipe II ordenaba el día 24 la expulsión de los cristianos nuevos de las hoyas de Baza y Guadix250 . Sin embargo, la deportación de los velezanos quedó en suspenso, pese a estar en la misma posición estratégica...

El 28 de febrero don Juan de Austria tomaba Serón. Sus tercios quedaron acampados en la zona hasta la primera semana del mes siguiente, tiempo que

244 A.G.S., Cámara de Castilla, Cédulas, Lib. 261, fol. 161v. Felipe II a Deza. El Escorial, 11 de abril de 1574.

245 CARAYOL GOR, R.: Galera..., op. cit., p. 57

246 TAPIA GARRIDO, J.A.: “Expulsión..., op. cit., p. 7.

247 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2156, p. 7. Borrador de cartas de Felipe II.

248 El primer encuentro serio con los moriscos se produjo el 19 de febrero, dando lugar a la muerte de buen número de soldados entre ellos el ayo de don Juan de Austria, don Luis Quijada, que lo hizo el día 25. Este fallecimiento conmocionó no sólo al príncipe sino también al rey, quien ordenó extremar las precauciones militares en la toma de Serón. SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La campaña de D. Juan de Austria contra los moriscos y la toma de Serón”, Al-Cantillo, 8 (1998), pp. 48-49.

249 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2156, p. 7. Borradores de cartas de Felipe II.

250 VINCENT, B.: “La expulsión de los moriscos del Reino de Granada y su reparto por Castilla”, en Andalucía en la Edad Moderna: Economía y sociedad, Granada, 1985, p. 222.

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La obligada retirada de la guerra V

dedicaron a garantizar la estabilidad en el territorio. La caída de la primera plaza del Almanzora inauguraba de hecho la campaña251 . El avance río abajo sería un paseo militar de no existir una fuerte bolsa de moriscos sobre el territorio señorial. Tal evidencia ralentizó el movimiento de don Juan, quien permaneció en Serón hasta el 9 de marzo. Con una sincronía sorprendente, este mismo día Felipe II contestaba por primera vez al marqués a sus cartas del 9 de enero y 11 de febrero: Después de un mes de mutismo le anunciaba que había ordenado a su hermano reforzar su fortaleza de Oria. Lo que no sabía don Luis Fajardo era que con la misma fecha había escrito a don Pedro de Deza dándole vía libre en la expulsión de los moriscos velezanos, aunque advirtiéndole que extremara el cuidado252 .

La misiva regia a Fajardo era un tanto maquiavélica. Aún más, ese mismo día, preocupado por el proceso de expulsión de los moriscos de la hoya, el rey, orde-naba al marqués de Camarasa que reforzase militarmente la zona, pues “pudria ser que de apretados los enemigos rebentasen a la parte de Baza o Guadis, o quisiesen yntentar hazer algun daño en aquella ziudad, en algunos de los presidios que el dicho don Juan ha puesto”253 . En modo alguno se preocupó por recurrir al cercano don Luis Fajardo.

Ajeno a la correspondencia real, el marqués debió interpretar el anuncio regio del próximo reforzamiento de Oria como una confirmación de que todavía se esperaba algo de él en la contienda. Así, cuando poco tiempo después cayó Tíjola, y el ejército rebelde se batía en retirada, las villas del señorío se reforzaron. En efecto, el 12 de marzo se introdujeron bastimentos para 3 meses en Oria254 . Sin duda las expectativas del noble velezano debían ir encaminadas a pensar en la próxima sustitución del hermano del rey; en tal convicción empezó a moverse.

El pertrechamiento de la fortaleza fue aprovechado por Oria para avisar a las villas de su señorío, seguramente con la connivencia del marqués, y hacer todo aquello que en la contienda no pudieron: robar y esclavizar a los moriscos. El intento de revancha, sin embargo, no surtió efecto, ya que el 26 de marzo don Juan de Austria, retirándose de Tíjola en dirección a Purchena, supo de los atropellos. No flaqueó en castigar estos abusos que perjudicaban sensiblemente sus contactos con el general Hernando el Habaquí para la rendición el ejército

251 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La campaña..., op. cit., pp. 50-51.

252 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2156, p. 7. Borrador de cartas enviadas por Felipe II. Córdoba, 9 de marzo de 1570.

253 Ibidem.

254 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2153, p. 73. D. Juan a Felipe II. Tíjola, 12 de marzo de 1570.

193

La obligada retirada de la guerraV

morisco255 . Hechos como los de Oria obstaculizaban las negociaciones.

El día de su salida de Tíjola don Juan enviaba hacia la fortaleza señorial a don Francisco de Córdoba con 1.000 hombres para recibir a los reducidos. Al llegar a la villa, el militar constató personalmente los abusos256 : “En una rambla junto al castillo algunos moros, que se le dieron luego llanamente a merced de Su Majestad con sus mujeres e hijos; y queriendo saber del alcaide con qué orden trataba de reducir moros, y como no habia dado aviso a don Juan de Austria, dio por descargo que ellos mesmos se le habian ofrecido, y que entendiendo que no le decian verdad, no había dado noticia. Luego entendio don Francisco de Córdoba la malicia, y llevando el negocio cuerdamente admitio aquellos moros, y dejo orden al alcaide que los recogiese alli hasta que se le enviase a mandar lo que habia de hacer dello, y que admitiese todos los que viniesen a reducirse, y les hiciese todo buen tratamiento”257 . Corrida la voz de las buenas medidas de don Francisco, el 28 de marzo se presentaron para reducirse 300 familias moriscas más258 .

La ocupación de Purchena y el avance de don Juan de Austria río abajo obligó a los rebeldes a desalojar Cantoria, permitiéndole situarse en su fortale-za a finales de marzo, donde quedó maravillado por su dispositivo defensivo. El real se ubicó en las afueras de la villa, de tal modo que se impedía que la tropa pudiera saquear las huertas y hacer más daño a la población señorial. Sin embargo no pudo evitar algunos desmanes de los soldados y maltratos a los moriscos que venían a reducirse.

El marqués debió ver con cierta complacencia cómo el hermano del rey padecía en sus propias carnes los mismos problemas de indisciplina que le aquejaron a él. La insubordinación de la tropa era castigada duramente por don Juan de Austria; la respuesta de la soldadesca fue la deserción masiva, sobre todo por la falta de comida. Estos inconvenientes retrasaron el avance por la comarca. La ineficacia de los correc-tivos desesperaba al capitán general, quien el 30 de marzo escribía a su hermano una carta muy expresiva: “estan los unos y los otros inhabilitados de hacer su oficio; y a esta causa yo reparando en Cantoria, esperando vitualla con que pasar adelante, y para comer

255 SÁNCHEZ RAMOS, V.: “La guerra dentro de la guerra..., op. cit., pp. 507-522.

256 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2153, p. 118. D. Francisco de Córdoba a D. Juan de Austria. Oria, 26 de marzo de 1569.

257 MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 233.

258 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2153, p. 120. D. Francisco de Córdoba a D. Juan de Austria. Oria, 28 de marzo de 1569.

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aqui, a donde no la ha sino mucha hambre”259 . Pensó don Juan resolver su problema pasando, el primero de abril, a otro punto que le ofreciera seguridad y comida: “Con el hambre que agora pasan, con muchos los idos; pero bien creo que al arrancar de aqui, que sera si pudiere mañana o esotro día, volveran la mayor parte dellos”260 .

En la fortaleza de Cantoria, y antes de proseguir su avance por el río, el general dispuso la expulsión de los moriscos del señorío velezano -incluyendo los de Mula y otras villas murcianas- y encargó la operación al alcalde mayor de Lorca, Huerta de Sarmiento. Para ello dio órdenes precisas al oficial real de cómo debía realizarse la expatriación, comenzaba así el censo de moriscos, unos 784 concentrados en la iglesia de Santiago261 . Entre tanto, D. Juan de Austria resolvía el problema de organización, pues el comendador mayor se encargaba de la logística, solicitando el 30 de marzo al rey el reforzamiento de la cercana fortaleza de Oria, para que ésta sirviese de punto de apoyo militar a Cantoria en el proceso de reducción262 .

Los saqueos de los soldados y su indisciplina eran uno de los problemas que aparecían como más difíciles de resolver para que los moriscos se redujesen con todas las garantías. Por ello, y de sintonía con el plan trazado, el 3 de abril don Juan de Austria levantaba su campamento y continuaba su avance por el río. Ajeno a los planes militares, un cronista resume la estancia del general en esta población como sigue: “Paso la vuelta de Cantoria, y dejando de presido en aquella fortaleza, que hallo despoblada, al capitan Bernardino de Quesada con una compañia de infanteria y otra de caballos, partio de aquel alojamiento a tres de abril, y se fue a Surgena”263 . Sin embargo lo que no sabía era que el rey desautorizaba a su hermano el 6 de abril, ordenando al alcalde de Lorca que paralizase cualquier intento de expulsar a los moriscos de los Vélez264 .

Desde la marcha de don Juan, puede decirse que Cantoria quedaba en la

259 CODOIN, pp. 83-84. D. Juan de Austria a Felipe II. Cantoria, 30 de marzo de 1570. Reproducimos la carta en el apéndice documental.

260 CODOIN, p. 84. Reproducimos la carta en el apéndice documental.

261 TAPIA GARRIDO, J.A.: “Expulsión..., op. cit., p. 7-8.

262 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2156, p. 24.

263 MARMOL CARVAJAL, Luis del: Historia del rebelión..., op. cit., p. 236.

264 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2156, p. 28. Felipe II al Alcalde Mayor de Lorca. Córdoba, 23 de abril de 1570.

265 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2156, p. 24. Felipe II a D. Luis de Requesens. Córdoba, 8 de abril de 1570.

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La obligada retirada de la guerraV

retaguardia. En efecto, el 8 de abril el rey, aconsejado por Requesens, mandaba nuevamente reforzar la fortaleza de Oria ante posibles necesidades bélicas265 . El primer paso para el futuro uso de los castillos señoriales se había dado. El bando decretado el 23 de abril en Santa Fe de Mondújar declaró a Cantoria punto de concentración de los moriscos266 . Don Bernardino de Quesada, capitán a cargo del presidio, fue la persona encargada de atender a los que se entregaban. Más tarde sería sustituido por dos personajes de prestigio, don Diego de Leiva y don Gaspar de Mendoza, los cuales se ocuparían de un territorio extenso comprendido entre Purchena y el mar. Una vez terminadas las tareas de reducción, se procedió a la deportación por Castilla. Se entraba inmediatamente en el proceso de repoblación con cristianos viejos venidos de todos los lugares de la Corona. La guerra de los moriscos había terminado y se abría una nueva etapa para la villa.

El grano morisco incautado en Las Cuevas sirvió para proveer al ejército que tantos sinsabores había dado al marqués. Según testimonios del propio alcaide del castillo, lugar donde se depositó el cereal confiscado, éste gastó unas 2.000 fanegas de trigo en dar de comer a los soldados y a los esclavos moriscos presos en el cas-tillo267 . Y añadía: “mas de sesenta hanegas de trigo que vendió a un vecino de Almería para con el precio de el proveher los soldados e gente de la fortaleza, para que estavan muy alcanzados en necesitadas e no tenia de que sustentar y estavan a mucho riesgo e peligro a causa que el marques no les preveian ni previo de vastimentos ni lo demas nesçesario para que se pudiese conservar”268 . Durante el primer mes de 1570, cuando don Juan de Austria comenzaba el sitio de Galera desde Cuevas “se cogio e obo por mandado del señor D. Juan de Austria e del Señor Comendador Mayor e otros ofiçiales de Su Magestad se llevó e gasto en la çibdad de Vera i en el campo de Su Magestad. I para la provision y fue renta de la gente de la guerra mas de hasta mil hanegas de trigo y hasta la paja”269 .

Acabado el cerco de Galera, el grano morisco seguía saliendo de los silos del castillo de Las Cuevas; nada más llegar don Luis Fajardo a Vélez Blanco ordenaba nuevas partidas. En efecto, en los primeros meses de 1570, Diego de Teruel ex-plica los destinos del cereal: “Se mandaron quinientas hanegas de cevada a los Vélez, y por su mandado y horden los resçibio Juan de Vitoria, y el propio marques cobro y

266 A.G.S., Estado, leg. 152, p. 18.

267 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 15 r.

268 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 19 r.

269 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 14 r.

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hizo dar dibersas cantidades de pan a dibersas personas, espeçialmente al cavildo de la çiubdad de Almería y al cabildo de la yglesia de alli, e a otras munchas personas e partes que resçibieron e llevaron por çedulas de livranzas del propio marques. Por manera que el dicho marques [...] dispuso de ello e le mandaron e mandó e hizo destribuzion como pan propio suyo de el”270 .

Ayudaba al alcaide en estas labores su sobrino Alonso del Castillo, quien para el mes de marzo había dejado el campo de don Juan de Austria, una vez que su avance por el Almanzora había terminado. En estos momentos poco grano debía quedar en la fortificación, lo que no encajaba con los cálculos de don Luis Fajardo. Irritado, envió a Pedro de la Torre para que llevase a su presencia al alcaide de Cuevas. El trigo y la fortaleza quedaron a cargo del licenciado Felipe de Pierres, beneficiado de Portilla, que sería ayudado por Tomás de Segura y Lorenzo Sán-chez. Por supuesto, los nuevos gobernantes de la fortaleza “hecharon de ella al dicho Alonso del Castillo, veçino de Lorca, y a la mas gente que alli tenia el dicho alcayde”271 .

EL BOTÍN DE UN GUERRERO

La llegada del marqués a Vélez Blanco en la segunda quincena de enero de 1570 se caracterizó por su afán por impartir justicia en el señorío y castigar a los soldados y cristianos viejos que con avidez abusaban de sus moriscos, unos vasa-llos ahora imprescindibles para el sostenimiento de su estado272 . De igual modo, y como queda dicho, la campaña del Almanzora fue observada en silencio y con expectación por don Luis. Conforme se procedía a expulsar a los moriscos de los territorios ya ocupados, el rey todavía advertía a don Juan de la necesidad de andarse con prudencia con los vasallos del marqués273 . Atendiendo a los consejos, el capitán general retrasó el asunto, para así continuar su marcha por el valle. El marqués, por su parte, siguió buscando el momento de hacerse oír.

Cuando en el mes de marzo se materializaron las conversaciones de paz con los generales moriscos y se inició el proceso de pacificación de la zona con la

270 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 16 r.

271 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 17 r.

272 Entre enero y febrero de 1570 se produjeron diferentes juicios contra hurtos y maltratos a moriscos ante los escribanos Pedro Caicedo y Antonio Quesada. Vid. ÁLVAREZ DE TOLEDO, Mª L.: “Los Moriscos…, op. cit., pp. 14 y 20.

273 A.G.S., Cámara de Castilla, Leg. 2156, p. 7. Felipe II a D. Juan de Austria. Córdoba, 9 de marzo de 1570.

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entrega de las armas rebeldes, don Luis Fajardo volverá a intervenir. En Oria, uno de los puntos designados para la reducción de los moriscos de paces, las tropas de la fortaleza marquesal actuaron contra los reducidos. La intromisión, seguramente orientada a romper el buen curso de las negociaciones, fue cortada de cuajo -como queda sabido- por don Juan de Austria, el 26 de marzo, con la intervención del capitán don Francisco de Córdoba. Quedaba claramente establecido con este gesto quién gobernaba el territorio.

Poco después vendrían los problemas, cuando los moriscos del señorío vele-zano ya estaban listos para expulsarse. Don Luis Fajardo se levantará abiertamente contra la autoridad real. Pero también infringirá duros castigos a los que no le sirvieron según su gusto. El gobernador de la fortaleza de Cuevas fue uno de ellos, al ser llamado ante la presencia de don Luis: “Quando el dicho alcayde por mandado del marques de Vélez fue a la villa de Vélez el Blanco, do el marques estava, que avía venido del çerco de Galera, y entonzes el dicho alcayde dexo las llaves de la dicha fortaleza a Felipe de Pierres, beneficiado de Portilla, que quedo en su lugar, el qual dicho veneficiado Felipe de Pierres quedo con las llaves de la dicha fortaleza e aposentos, do estavan e quedaron toda la ropa e vienes de los dichos moriscos, puestos e declarados en el dicho ynventario, sin que de ellos faltase cosa alguna, mas que los vienes de Diego de Guevara y de Veltrán Motarri”274 . Era abril de 1570. Bien cierto es que durante la guerra Fajardo se había preocupado por evitar los abusos contra los robos a moriscos imponiendo su justicia275 , pero era insólito que fuera su propio alcaide quien se sentara en el banquillo. El marqués pidió cuentas a su servidor sobre el gobierno que ejerció durante la guerra. Diego Teruel se defendió como pudo, pero sin muchas posibilidades. Se supo que lo incautado no sólo era grano sino algo tan preciado por entonces como el aceite: “Hiço [Teruel] un molino de açeyte a su costa en que se hiziese, porque los moros avian quemado el molino de açeyte que avia en la dicha villa. Y el açeyte que de el proçeda, el dicho marques dio libranças a Marchirán de treynta arrobas de açeyte para el, y los demas vendio el dicho marques y gasto en su despensa, que servian hasta quinientas arrovas, y dispuso de todo el açeyte el dicho señor marques”276 .

No valieron de nada los servicios prestados, don Luis Fajardo estaba conven-cido de que parte de la ruina que asolaba a su estado se debía al enriquecimiento

274 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, interrogatorio en defensa del alcaide Diego Teruel.

275 ÁLVAREZ DE TOLEDO, Mª L.: “Los Moriscos..., op. cit., pp. 3-36.

276 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 41r.

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que, al amparo de la guerra, habían obtenido algunos de sus servidores cristianos viejos. Recuérdese lo ocurrido unos años antes en su villa de Vélez Blanco cuando firmó, el 7 de junio de 1567, una concordia con los moriscos para entregar tierras a cambio de prestaciones económicas, y el resultado fue una revuelta (el 3 de mayo de 1568) de los cristianos viejos agraviados por la pérdida de favores277 . Don Luis Fajardo decretó el encarcelamiento de Teruel, una sentencia ejemplar, cuando aún permanecían los moriscos en la tierra señorial. ¿A quién se dirigía la lección?

Realmente no fue el abuso del alcaide de Las Cuevas lo que castigaba el señor, sino que el botín incautado no se destinó a su casa. Es curioso que el gra-no continuaba saliendo del castillo, “ya muncho tiempo despues de ser preso el dicho alcayde, por mandado y horden del dicho marques se gasto, saco y llevo el pan que estava e quedava en la dicha fortaleza y lo vieron llevar y entregar los dichos Felipe de Pierres y Tomás de Segura”278 . Poco importaba la situación de los hogares de la minoría morisca, y mucho menos su defensa; lo que importaba verdaderamente eran las rentas señoriales que estos vasallos generaban. Entre tanto, seguía el calvario de la minoría, pues el 3 de mayo sale de Lorca la primera expedición de moriscos con destino a Albacete, a la que llegaron el día 11. Algunos quedaron en Chinchilla279 .

En octubre de 1570 el rey ordenó la expulsión de los moriscos del Reino de Granada, con ella se abre la puerta a la salida generalizada de todo el estado. Es el momento en que se inicia la oposición más encarnizada del marqués de los Vélez. La saca comenzó en la primera quincena de noviembre por tierra, siendo concentrados en Lorca por el alcalde Huerta de Sarmiento, quien debía remitirlos a Albacete, desde donde serían repartidos definitivamente. Allí llegaron el 13 de noviembre, quedando mezclados con miles de moriscos de otros lugares del reino hasta que el rey encontrase un lugar para situarlos280 . Cuando estuvieron prepara-dos, el encargado de toda la operación, el licenciado Molina de Mosquera, envió a su comisario especial para los moriscos de los Vélez, Jerónimo Fuentes. Según los informes, cuando llegó este oficial el día 1 de diciembre deberían ser 3.000 almas281 . Luego se vería que del señorío eran menos. Sin duda la acumulación

277 ANDÚJAR CASTILLO, F.: “El arte de usurpar..., op. cit., pp. 85-121.

278 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 18 r.

279 SANTAMARÍA CONTE, A: “Albacete y los moriscos en el siglo XVI”, Al Basit, 9 (1981), pp. 41-42.

280 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2157, p. 71. Jerónimo Fuentes a Vázquez de Salazar. Belmonte, 8 de diciembre de 1570.

281 SANTAMARÍA CONTE, A: “Albacete y la deportación general de los moriscos granadinos”, Actas del Congreso de Historia de Albacete, Albacete, 1984, Tomo III, p. 38.

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desproporcionada de moriscos dio lugar a verdaderos problemas para ubicarlos, si bien la minoría velezana no quedó en tierras demasiados extrañas, pues a finales de mes el monarca decidió que quedasen en el marquesado de Villena282 . Así, la comitiva se componía de unas 1.300 almas y podía continuar su marcha, llegando el 8 de diciembre a Belmonte, desde donde el oficial real tenía pensado remitirlos en los próximos dos días a la zona de Quintanar283 . Esto es, los moriscos quedaron ubicados en el sur oeste de Cuenca y sur este de Toledo.

El resto de los moriscos del señorío velezano que no salieron hacia Lorca se desterraron más tarde a través de Vera, si bien no comenzaron las expulsiones hasta la llegada de las galeras de Sancho de Leyva, el 21 de diciembre, siendo su destino Sevilla284 . Sin embargo, don Luis Fajardo ya había introducido muchos de sus cristianos nuevos en sus posesiones de Mula y otras partes murcianas285 . No era desde luego una defensa del vasallo morisco sino una protección de su propia hacienda; ya lo había demostrado sobradamente en los primeros meses del año con su oposición al destierro de la minoría en la comarca de los Vé-lez286 . Tampoco lo fue cuando el rey decretó la expropiación de los bienes de los moriscos; el señor se adelantó tomando la iniciativa en Las Cuevas: “envio la Semana Santa de este año de setenta e dos, como supo que iva por juez el liçençiado Medrano a listar las tierras y heredades de los moriscos, a çiertos criados e açemilas, los quales de la dicha fortaleza de las Cuevas, por mandado y orden de dicho marques, a cargar e tomaron e sacaron e llevaron toda la ropa e vienes de moriscos que avian quedado en la dicha fortaleza de las Cuevas; ynventariados, para que la hiciera el escrivano Juan López de Peralta, siendo alcaide el veneficiado Felipe de Pierres”287 . No podía aceptar que el rey se aprovecharse de un patrimonio que consideraba suyo, en tanto que lo consideraba habido en buena guerra. La reacción señorial contra el licenciado Antonio Medrano no era una cuestión particular sino todo un programa de oposición señorial que comenzó en diciembre de 1571, cuando

282 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2157, p. 3. D. Francisco Zapata a Vázquez de Salazar. Albacete, 27 de noviembre de 1570.

283 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2157, p. 71. Jerónimo Fuentes a Vázquez de Salazar. Belmonte, 8 de diciembre de 1570.

284 VINCENT, B.: “La expulsión de los moriscos..., op. cit., p. 234.

285 CÁNOVAS COBEÑO, F.: Historia de la ciudad ..., op. cit., p. 406.

286 TAPIA GARRIDO, J.A.: “Destrucción de un pueblo”, tomo XI de la Historia General de Almería y su provincia, Almería, 1990, pp. 179-183.

287 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 1r-13r.

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este oficial regio inició sus actuaciones en el estado288 .

Felipe II no estaba dispuesto a aceptar el abuso de Vélez. En efecto, la ma-quinaria judicial se puso en marcha con presteza y desde la Real Chancillería de Granada se requirió al alcaide del castillo de Las Cuevas, verdadero responsable en primera instancia de la incautación de los bienes de los moriscos durante la guerra: “por principio del mes de abril del año de setenta, el dicho marques prendio e le hizo prender al dicho Diego Teruel, alcayde. Y desde entonzes estubo preso hasta que por el mes de agosto de este año de setenta e dos un alguaçil de corte, e por man-dado e con provision de los señores del Consejo de Guerra de Justiçia que en Granada residen, fue a sacar y saco e le llevo preso al dicho alcayde Diego de Teruel desde la fortaleza de la villa de Vélez el Blanco, do estava preso, a la cárzel de la Chancilleria de la ciudad de Granada”289 . El rey exigía cuentas. La sustitución del licenciado Medrano por Hernando Ibáñez de Zafra en las labores de investigación de los bienes de los moriscos era un paso en el endurecimiento de su actitud ante el intento de abuso señorial.

Mientras el nuevo juez trataba infructuosamente de investigar en el seño-río290 , en Granada, Fajardo practicaba una segunda vía. En los interrogatorios al alcaide Teruel se comenzaba a saber que, antes que el licenciado Huerta de Sarmiento sacara a los moriscos de Portilla custodiados en el castillo, el mar-qués terminó de esquilmar sus bienes291 . En su defensa recordaba el antiguo alcaide de Las Cuevas que en marzo de 1570 la salida se hizo por mandato de don Juan de Austria292 . Cumpliendo las ordenes, “el doctor Huerta se lo llevo todo quando saco de los moriscos, e los dichos vienes de los dichos moriscos todos juntos los puso y se tenian en la fortaleza. E teniendolos alli, estando ya preso en Vélez el dicho alcayde, el liçençiado Guerta, Alcayde Mayor de Lorca, vino a la villa de las Cuevas e fortaleza de ella a sacar e llevar los moriscos, y el propio alcayde sacó todo e llevo todos los vienes que avian traydo e se avian tomado a los dichos treynta moriscos que se avían rendido de la Sierra de Lubrín, sin que de todos ellos el dicho alcayde oviese

288 ANDÚJAR CASTILLO, F.: “Señores y estado en la repoblación de Felipe II. El caso del marquesado de Los Vélez”, Chronica Nova, 25 (1998), pp. 146-147.

289 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, interrogatorio en defensa del alcaide Diego Teruel.

290 ANDÚJAR CASTILLO, F.: “Señores..., op. cit., p. 148.

291 Por entonces este oficial era Alcalde Mayor de Lorca, con toda seguridad muchos debieron recalar en esta ciudad, como los documentos atestiguan que llegaron huyendo de la guerra desde el mismo momento del alzamiento de la tierra. Vid. JIMÉNEZ ALCÁZAR, J.F.: “Moriscos en Lorca. Del asentamiento a la expulsión (1571-1610)”, Áreas, 14 (1992), pp. 118-119.

292 TAPIA GARRIDO, J.A.: “Expulsión de los moriscos de Los Vélez”, Revista Velezana, 8 (1989), p. 7.

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tomado ni llevado cosa alguna”293 .

Estas noticias ponían sobre la mesa algo más que el mero robo a unos moris-cos, manifestaba el engaño señorial a Felipe II. Se trataba, pues, de una cuestión política que requería una mayor contundencia, algo que se observó cuando el 11 de enero de 1573 el juez Ibáñez era relevado por una persona de confianza del rey, el enérgico licenciado Bonifaz, miembro del Consejo Real y alcalde de corte de la Chancillería. El mismo día de su llegada, el comisario regio envió jueces ejecutores a Lorca y Molina, así como a las demás villas murcianas donde Vélez tenía bienes de moriscos, para que tomaran cuentas claras sobre la recaudación. Días después la acción de Bonifaz se extendió a las poblaciones del Almanzora294 .

Las actuaciones del oficial regio no sentaron bien a Vélez, que veía cómo se disponía de modo totalmente arbitrario de las que consideraba sus tierras. Contrariado y enfurecido, dejó rienda suelta a sus moriscos que, en un alarde de amparo de justicia señorial, el 9 de noviembre de 1573 comenzaron a saltear el camino de Lorca, soliviantando a los grupos de repobladores que se acercaban a Las Cuevas. Bonifaz, aún desconocedor de las artimañas de Fajardo, ordenaba a la cuadrilla de Francisco Cervantes que custodiara el importante camino hacia el Reino de Murcia295. Mientras, don Luis Fajardo encargaba a su fiel clérigo Falces que organizase una red de espionaje en todo el entorno296 .

La estrategia del marqués era asustar a cualquier cristiano viejo que quisiera acercarse a las tierras de su señorío. Terminada la guerra aún quedaban importantes intereses que incorporar, lo que chocaba con la intención real. Cabe recordar el episodio del secuestro de los repobladores de Las Cuevas por el corsario magrebí El Dogalí, el 28 de noviembre de 1573. La carta que el 11 de diciembre escribió Bonifaz al rey no deja duda hasta qué punto podía llegar don Luis Fajardo: “Se en-tiende que el marques supo y entendio la venida de los turcos al Almaçarrón y a la Cuevas, por aviso de Alicante, y tuvo en Almaçarrón, donde tiene los alumbres, muy prevenido y armado. Y a mi, que estava en las Cuevas siendo ministro de Vuestra Magestad, no me dio noticia dello, y lo que mas advertencia me pone es que dos o tres dias antes que yo llegase a las Cuevas quito el alcalde de la fortaleza della y la truxo a Vélez el Blanco, donde el reside.

293 A.R.Ch.Gr., 301-158-88, fol. 33r.

294 ANDÚJAR CASTILLO, F.: “Señores..., op. cit., p. 149.

295 A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2173. D. Pedro Deza al rey. Granada, 12 de noviembre de 1573.

296 A.G.S., Cámara de Castilla, Cédulas, Lib. 261, fol. 162v. Felipe II a Deza. El Escorial, 11 de abril de 1574.

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Y lo tuvo consigo hasta que los turcos se llevaron las Cuevas, aviendo dexado por alcalde en esta ausencia a un clerigo y tres mugeres y tres viejos que sirven de guardas”297 .

Junto a las quejas, el oficial Bonifaz demostraba cómo el noble velezano continuaba esquilmando bienes, incluso a los repobladores. Para ello descubría un plan señorial que aplicaba varios sistemas de repartimiento según las tierras, de tal modo que se ocultaban distintos bienes para usos particulares del marqués. Don Luis Fajardo reaccionó atacando al comisario Bonifaz, al que acusaba de ser el culpable del saqueo de Cuevas298 .

No obstante, ni las denuncias del tenaz alcalde Bonifaz, ni las declaraciones del alcaide Teruel y su sobrino el capitán Castillo pudieron descabezar al señor de Las Cuevas. Era un maestro en el arte de usurpar, tal como se había probado en su villa de Vélez Blanco un poco antes de la rebelión, bien a moriscos, bien a cristianos viejos originarios; ahora a los repobladores299 . Muestra evidente de los nuevos tiempos fue un soldado llamado Miguel Compán, cristiano-viejo originario de Instinción, en la Alpujarra, y capitán de cuadrillas desde que se incorporó al ejército en enero de 1569. Sin duda este aguerrido soldado que saqueó y ate-rrorizó con su fiereza las zonas que le encomendó el marqués, era el mismo que “quando fue amansada la tierra i sacados los moros de ella truxe para poblar las villas de Beles el Blanco i Vélez el Rubio”300 .

La repoblación de Los Vélez, pese a la intensidad del juez Bonifaz, se saldó con la entrada de criados y servidores del marqués, sobre todo del reino murciano301 . En igual sentido don Luis Fajardo logró proteger de la expulsión a bastantes, tantos como para ser su estado uno de los más poblados tras 1570, con 222 cristianos nuevos. Estaba claro que eran una riqueza que no podía perder302 . En cuanto al asunto Teruel, la Real Chancillería de Granada absolvió al marqués de los Vélez; el antiguo alcaide fue sentenciado, en 1577, a pena de cárcel. Respondía a la lógica

297 VINCENT, B.: “Un ejemplo de corso berberisco-morisco: El ataque de Cuevas de Almanzora (1573)”, Andalucía en la Edad Moderna: Economía y sociedad, Granada, 1985, p. 289-290.

298 ANDÚJAR CASTILLO, F.: “Señores..., op. cit., p. 153 y 157-158.

299 ANDÚJAR CASTILLO, F.: “El arte de usurpar..., op. cit., pp. 85-121 y “Señores..., op. cit., p. 158 y ss.

300 A.C.Gr., leg. 15, pieza 6. Información de Miguel Compán, familiar del Santo Oficio de la Inquisición, ante Melchor Medrano, teniente de gobernador del la taha de Marchena. Huécija, 23 de septiembre de 1623.

301 BARRIOS AGUILERA, M.: “Repoblación del valle del Almanzora después de la expulsión de los moriscos: Las Cuevas del Marquesado”, Roel, 3 (1986), pp. 67-92.

302 VINCENT, B.: “Los moriscos que permanecieron en el Reino de Granada después de la expulsión de 1570”, en Andalucía en la Edad Moderna..., op. cit., p. 270.

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dominante: por mucho que fuera el enfrentamiento del señor con la Corona, era un Grande de España que había prestado sobresalientes servicios en la guerra, aun a costa de su propia hacienda, por más que nunca pudo acreditar su valía militar.

Pese a la aparente victoria de Fajardo en todos los campos, la guerra se cerró para él con un estruendoso fracaso por el inicio de la repoblación. Se trataba de un proceso que cercenaba todas sus fuentes de riqueza y, en consecuencia, su declinar económi-co303 . Un estado de cuentas que se sumaba al enorme coste que le había supuesto levantar tropas, o cuando menos una red de favores en las ciudades murcianas difícil de calcular sin un pormenorizado análisis del poder y sus relaciones.

Sin duda el endeudamiento que sufrió la aristocracia durante el reinado de Felipe II es un tema poco conocido que comienza a dar sus primeros resultados, estimándose claramente en declive a partir del último tercio del siglo304 . Un estudio detallado de la posición económica de la nobleza granadina nos permitiría ver cómo su caída de rentas es anterior a la experimentada por el estamento a nivel peninsular, especialmente por la pérdida de vasallos moriscos y la ruina de sus estados por el asentamiento de ejércitos en sus tierras. No obstante, poco o nada se ha dicho de aquellos señores que levantaron lanzas y participaron de forma activa en una guerra, costo de su intervención que está lejos de conocerse.

EL HONOR DE UN GENERAL

Más preocupante que las pérdidas económicas fue para el marqués de los Vélez la caída de su prestigio. Educado en el más rancio honor nobiliario, don Luis Fajardo justificó así mismo su campaña como un acto de desagravio contra los marqueses de Mondéjar. La intervención en la guerra, no obstante, era algo más que un ajuste de cuentas entre bandos aristocráticos, sino la plasmación de las viejas aspiraciones familiares de situarse en una posición de fuerza en el reino de Granada. Sin embargo en ambos casos sus acciones no tuvieron una conclusión satisfactoria.

Peor que no consumar los objetivos de la familia -tantas veces había ocurri-do en la historia del linaje- la salida de la guerra fue para el noble velezano un

303 Una ajustada valoración en SORIA MESA, E.: “Señores y repobladores. Nuevas perspectivas en el estudio del régimen señorial”, en BARRIOS AGUILERA, M. y ANDÚJAR CASTILLO, F. (eds.): Hombre y territorio en el reino de Granada (1570-1630), Granada, 1995, pp. 133-156.

304 YUN CASALILLA, B.: “Felipe II y el endeudamiento de la aristocracia. Un avance”, en Las sociedades ibéricas y el mar a finales del siglo XVI, Madrid, 1998, Tomo II, pp. 59-80.

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verdadero deshonor. Herido en lo más profundo de su honra, don Luis Fajardo fue desprestigiado por sus mismos compañeros generales y aún por algunos que en su día constituyeron el bando belicista, al que pertenecía. A pesar de sus desa- venencias particulares, en un plano mayor, a nivel político, el marqués de los Vé-lez se adhirió al partido ebolista, aunque no lo pareciera. Este bando agrupaba a buena parte de la alta nobleza y de la élite portuguesa305 ; de ahí la presencia en su ejército del general luso, marqués de la Favara, y de miembros de la aristrocracia, como el hijo del conde de La Coruña, etc. Para un hombre que basaba su perso-nalidad -como buen Fajardo- en el ascenso por medio de las armas o de la fina política, ver caer ambos puntales significaba un fuerte aldabonazo. Eran tiempos para una nobleza más vinculada a la pluma que a la espada306 .

El desajuste de los valores aprendidos se hizo notar sobre todo en el menos-cabo de su liderazgo, ya que ello atacaba directamente a su poder: el caudillaje. Durante el reinado de Felipe II la nobleza en general respondió tibiamente a las llamadas del monarca para apoyarle militarmente con hombres. Sólo aquellos con aspiraciones en pleitos o a la propia Corte respondían a los llamamientos regios, algo que ya se preocupó de fomentar el rey307. Don Luis Fajardo, con sus más que probadas inquietudes -su participación en la guerra de los moriscos es buena prueba-, fue de los más participativos en las empresas bélicas. No cabe duda, pues, que desacreditar al marqués de los Vélez ante sus vasallos y obstaculizar sus propias aspiraciones era mal ejemplo a seguir. Sin duda, levantar lanzas en las villas murcianas sería otra cosa a partir de la contienda morisca.

Dentro del cúmulo de fatalidades que supuso la guerra para el marqués, no hay duda que la peor de ellas fue perder el favor real. Criado por su padre en la corte del emperador y con una esmerada educación, don Luis Fajardo se percató perfectamente que la caída de su influencia era bien distinta a la que pudieron tener en su momento sus antepasados en épocas concretas. La causa de tan tajante caída venía de la mano de la propia familia real, la única con la que no

305 MARTÍNEZ MILLÁN, J.: “Grupos de poder en la monarquía hispana durante el reinado de Felipe II: La facción ebolista, 1554-1573”, en Martínez Millán, J.: Instituciones y élites de poder en la monarquía hispana durante el siglo XVI, Madrid, 1992, p. 144.

306 CARRASCO MARTÍNEZ, A.: “Herencia y virtud. Interpretaciones e imágenes de lo nobiliario en la segunda mitad del siglo XVI”, Las sociedades ibéricas y el mar a finales del siglo XVI, Madrid, 1998, vol. IV, pp. 242-250.

307 GARCÍA HERNÁN, D.: “Felipe II y el levantamiento de tropas señoriales”, en Europa divida. La monarquía católica de Felipe II, Madrid, 1999.

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podía luchar. Bien sabía el noble velezano que las desavenencias con don Juan de Austria y su consejo de guerra no tenían otra explicación sin el apoyo directo del propio Felipe II. Años después, su hijo, don Pedro Fajardo, III marqués de los Vélez, resarciría todos los entuertos de su padre, cuando se alzó con el liderazgo del bando ebolista. Más intrigador que de inclinación sincera, este noble fue el instrumento de Antonio Pérez y aún de Felipe II contra don Juan de Austria308 .

Puesto en cuestión por el propio monarca, la libertad de acción de los ejér-citos nobiliarios había terminado. La época de las viejas glorias medievales, de las lides caballerescas y, en fin, de las cabalgadas de las huestes señoriales, se había extinguido. Con ella se habría una dura etapa en la que los modos de la guerra cambian y con ella las críticas a esta forma de actuar. No es extraño que el cronista real Antonio de Herrera fuera muy duro en sus comentarios sobre las campañas del marqués contra los moriscos. Los laureles de la guerra, en suma, tampoco fueron un botín para el marqués.

Agraviado y criticado por algunas historias, don Luis Fajardo de la Cueva fallecía en 1575 sin resplandecer su prestigio. Un cronista murciano años después saldría en su defensa, siendo sus líneas perfectamente claras de los últimos pen-samientos que rondaron la mente de este guerrero:

“De los recuentros y escaramuzas que pasaron en el Andalucia, que corria por cuenta de don Juan de Austria, no tratare mas, por estar ya tratado por el coronista Antonio de Herrera, mal informado contra el marques de los Vélez; pues no le toma en la boca, que no sea para decir mal de el. Y esto sin causa, pues aun en los buenos sucesos, y victorias le desdora, ¿que hiciera en los defectos, y vicios?.

Dice, que fue muy terrible, y que por su mucho rigor, y mala condicion, se le deshizo su exercito. Dice, que los soldados no le tenian respeto. Dice, que tubo descuidos, y negligencias, en ocasiones de guerra. Dice, que dandole el comendador mayor de Castilla vituallas, y requiriendole con ellas, no las quiso, por no seguir al enemigo, y otras cosas más menudas, pero que cada una de ellas desacredita.

Yo he procurado verificar esto, y hallo que Antonio de Herrera fue informado con

308 Incluso hay algunos historiadores que apuntan la posibilidad que fuera éste el inspirador de la muerte del secretario del príncipe, Escobedo. Acerca de este personaje y su influencia política, la cual llegó a desbancar al propio príncipe de Éboli, vid. GARCÍA HERNÁN, D.: La aristocracia en la encrucijada. La alta nobleza y la monarquía de Felipe II, Córdoba, 2000, pp. 191-192.

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La obligada retirada de la guerra V

mucha malicia, porque aunque es verdad que el marques era terrible, por ser de su na-turaleza belicosos, membrudo, corpulento, y de rostro feroz, que mirado ponía terror, y ayudaba a esto ser cotumbre suya, salir armado de todas piezas en forma, y figura del mismo Marte. Pero como estaba él en su centro quando manejaba las armas, y estaba con gusto en ellas, era muy apacible para todos los que con la misma inclinación, y animo las seguian. Mas con la gente cobarde, afeminada y flaca no era apacible, antes a tal genero de hombre los despreciaba. Y estos solamente podían tener quexa de el, que a los buenos y valerosos soldados los honraba, y engrandecia.

Siendo, pues, de esta condicion feroz, ¿cómo era posible que los soldados no le tuviesen respeto?. Pues quien quiera que viera, no digo su rostro, pero su retrato (como yo lo he visto) era imposible dexar de respetarle. ¿Que descuidos tubo el marques, pues en todas sus facciones de guerra alcanzo victoria, como el mismo Herrera cuenta? Con los descuidos se pierden batallas, y pues el marques no perdio ninguna (como lo hicieron otros, cuyas perdidas el cuenta), siguese que no le falto la vigilancia necesaria jamas. ¿Y que descuido se puede presumir de un general, que toda su gloria era tratar las armas y buscar las ocasiones? Tanto que nunca Abenhumeya, ni ninguno de sus capitanes (segun era grande el mido, que le tenían cobrado) fue a buscar el campo del marqués de los Vélez, antes el marques todas las ocasiones que tubo fueron buscando al enemigo (...).

En lo que toca a las vituallas, es menos creible, que todo lo demas, porque el las habia pedido a don Juan de Austria muchas veces, y no se las habia podido embiar, que la falta de bastimentos era general, y los soldados, asi de esta parte de Almería como de sotra de Granada, se sustentaban mas de pecorea que de otra cosa, y si la gente perecia de hambre, ¿Que causa pudo tener el marques para no recebir las vituallas que el pedia, y tanto habia menester?. Y si don Juan de Austria no se las podia dar, ¿Como las pudo ofrecer su teniente, el comendador mayor, el cual escribe Herrera que le dixo al marques que si no salia le tomaria el exercito y saldria con el en campaña?. ¡Gracioso disparate por cierto¡ Quien creera que el marques de los Vélez, hombre tan feroz, y tan terrible, y general del exercito (quien no lo era, y con menos dignidad, y preeminencia, pues ni era título, ni general, ni mas valiente que el marques) se habia de atrever a decir tal libertad, que quando se la hubiera dicho, era necesario haber sucedido alguna discordia entre los dos, o particular desafia, lo qual ni lo hubo, ni hay quien lo presuma.

Pudiera apretar mas en este punto, y hacer presentacian de cartas del rey don Filipe, escritas al marques en su favor y alabanza, y en agradecimiento de sus insignes servicios; mas como cosa que no tiene necesidad de testimonios, por ser tan notoria, lo dexo. Pero no de advertir, que en conciencia debe Antonio Herrera restituirle su honor al marques,

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La obligada retirada de la guerraV

Desde el primer tercio de 1570, refugiado en su castillo de Vélez Blanco, D. Luis Fajardo veía consternado cómo el descrédito caía sobre su persona. En declive desde entonces, el honor de un general se venía abajo.

“El general retirado”. Carmen Cano.

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La obligada retirada de la guerra V

309 CASCALES, F.: Discursos históricos ..., op. cit., pp. 315-316.

310 TAPIA GARRIDO, J.A.: Vélez Blanco. La villa señorial de los Fajardo, Madrid, 1959, pp. 205-206.

311 BRISSET, D.: Fiestas de moros y cristianos en Granada. Granada, 1988. CALA Y LÓPEZ, R. De y FLORES GONZÁLEZ GRANO DE ORO, M.: La fiesta de moros y cristianos en la villa de Carbo-neras. Cuevas, 1919. Ed. facsímil con estudio preliminar de J. Grima Cervantes; Almería, 1994.

pues tiene todavia la pluma en la mano, y le ha dado Dios tiempo para ello”309 .

La extensa cita demuestra hasta qué punto la polémica intervención de este general tuvo detractores y defensores entre los propios historiadores.

De aquellos acontecimientos, gloriosos y maravillosos, el pueblo supo situarlos en su justa medida. En Vélez Blanco, por ejemplo, quedó para devoción el Cristo de la Yedra, patrón de Válor y de la Alpujarra, que el marqués ordenó copiar en talla y situar en la capital de su estado. No cabe duda que su victoria, sonada y honrosa, contra el mismo rey de los moriscos y en su propia villa natal, era mérito suficiente para que Dios estuviera de parte de don Luis Fajardo310 . En las tierras que combatió, especialmente en La Alpujarra, no se olvidaron de sus campañas, las fiestas de moros y cristianos son una su evidencia. Las relaciones no escatiman en presentar entre sus principales actores al marqués de los Vélez, altivo e inteligente militar que doblega al poder musulmán.

Negadas las mieles de la victoria sobre los moriscos, criticado por el generalato en la gloria de la guerra, cuestionado en el mando por la milicia murciana y aún molestado en sus propias tierras, el marqués de los Vélez veía cómo era el último eslabón una etapa. Las viejas historias del linaje Fajardo, curtidas en el liderazgo de la hueste, serían otra cosa a partir de entonces.

Sin más comentarios a la memoria colectiva, éste es el epílogo que cierra el honor de un general311 .

I. PERSONAJES RELACIONADOS CON EL CONFLICTO

II. APÉNDICE DOCUMENTAL

III. CRONOLOGÍA DE LOS ACONTECIMIENTOS

IV. BIBLIOGRAFÍA

V. ÍNDICES TOPONÍMICO Y ONOMÁSTICO

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APéndice i: Personajes relacionados con el conflicto

I. PERSONAJES RELACIONADOS CON EL CONFLICTO

ABÉN HUMEYA: Rey de los moriscos, se enfrentó al marqués en la batalla de Berja y en Válor. Con tal fin fue asesorado por su tío y los generales Jerónimo el Maleh, Abén Mequenum y Juan Gironcillo. Fracasado en su intento, en septiembre de 1569 trató de ocupar las Cuevas del Marqués, aunque sin éxito. Tras este fallido asalto caerá en desgracia, siendo asesinado por la facción radical morisca. Sucedió en el trono su primo Aben Aboo.

ABÉN MEQUENUM (vid. Francisco Puertocarrero)

ABENZABA el viejo, Miguel: Alguacil de Válor que, junto a Andrés Alguacil, fue clave en la reducción de los moriscos moderados alpujarreños en enero de 1569.

ABICALI, Diego: Morisco de Vélez-Rubio que preparó el alzamiento de la villa, si bien el descubrimiento de la conjura el día 7 de noviembre de 1569 lo abortó. Huido junto con Francisco Chelen, capitaneó diferentes partidas monfíes en los caminos que unían Los Vélez y Lorca. A finales de enero de 1570 una expedición militar de Vélez-Blanco dirigida por el beneficiado Falces Ategui lo capturó en el “río Lorca”, cortándole la cabeza, la cual quedó expuesta en la villa para ejemplo público.

ABONVAYLE: Uno de los generales moriscos que se enfrentó al marqués en la batalla de Berja.

ACEBEDO, Pedro de: Capitán cordobés asignado al presidio de Órgiva que en el verano de 1569 se incorporó en Adra al ejército del marqués.

ALMOÇAVAN: Capitán morisco colaborador del marqués a cuyo cargo quedó la defensa de la fortaleza de Cantoria cuando El Maleh intentó tomarla.

ALGUACIL, Andrés: Notable de Ugíjar que, al lado del alguacil Miguel Abenzaba el viejo, pactó con el marqués de Mondéjar la reducción de los moriscos en enero de 1569.

ÁLVAREZ DE LEÓN, Diego: Capitán de infantería del ejército del marqués que desde el primer momento sometió a cerco a Galera.

ARGOTE, Diego de: Capitán cordobés asignado al presidio de Órgiva que en el verano de 1569 se incorporó en Adra al ejército del marqués.

ARMENTA, Cosme de: Capitán cordobés que desde el presidio de Órgiva pasó en julio de 1569 al ejército del marqués.

AUSTRIA, don Juan: Capitán General de Granada, desde el primer momento trató de re-cortar los poderes del marqués de los Vélez, impidiéndole su política militar agresiva y tendiendo a alejarlo del conflicto.

AVANAYS: Capitán morisco fiel al marqués que defendió la fortaleza de Cantoria cuando el Maleh intentó tomarla.

ÁVILA, Martín de (vid. Martín Dávila)

AVIZ GRANADA-VENEGAS, Alonso: Miembro de la familia real nasrí y regidor de Almería. Representó al concejo de esta ciudad en su entrevista con el marqués del día 8 de enero de 1569 en Tabernas, villa desde la que lo acompañó durante su primera campaña de internamiento en el río Andarax. Posteriormente participaría en la segunda campaña con el objetivo de asesorar al general en la reducción morisca que debía realizarse en la Baja Alpujarra. En la batalla de Berja entró en combate dirigiendo con enorme éxito la caballería.

BALBOA, Pedro de: Regidor de la ciudad de Murcia designado como comisario de la milicia que se incorporó al ejército del marqués en Félix.

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APéndice i: Personajes relacionados con el conflicto

BARRIENTOS: Capitán de una compañía de soldados de Almería que se agregó en Vícar al ejército del marqués en la segunda campaña. Sus tropas actuaron en la batalla de Berja.

BARRIONUEVO, Juan: Vecino de Chinchilla a cuya responsabilidad correspondía una capita-nía de infantería del marquesado de Villena. Se unió al ejército del marqués en la taha de Lúchar en abril de 1569. Destacó sobremanera en la batalla de Berja.

BAZÁN, don Álvaro de: Marqués de Santa Cruz, desembarcó en el verano de 1569 en Adra, uniéndose al ejército. Amigo de don Luis Fajardo, fue un verdadero elemento de estabilidad en el estado de ánimo del marqués y personaje clave para la movilización de la tercera campaña. Participó activamente en la batalla de Válor.

BENAVIDES, Rodrigo de: Deudo del señor de Jabalquinto, fue alférez de la milicia de Vélez-Blanco, participando desde el primer momento de la guerra en el ejército del marqués. Su prestigio le hizo ser desde el 3 de enero de 1569 el portaestandarte de don Luis Fajardo.

BONIFAZ, licenciado: Alcalde del crimen de la Real Chancillería de Granada, que en la repoblación se enfrentó duramente con el marqués de los Vélez, al que hizo levantar la repoblación señorial iniciada al margen del mandato regio.

BRIVIESCA DE MUÑATONES, licenciado: Miembro del consejo de guerra de Granada, fue uno de los oficiales más preocupados por el abastecimiento del ejército del marqués. En un primer momento era partidario del general; si bien en el verano de 1569 pasó a ser uno de sus mayores detractores.

CANTOS, Andrés: Regidor de Albacete que tenía encomendada una capitanía de infantería del marquesado de Villena, la cual se incorporó al ejército del marqués en la taha de Lúchar en abril de 1569. Sobresalió en la batalla de Berja contra Abén Humeya.

CAÑAVATE, Jorge: Vecino de Albacete a cuyo cargo estaba la caballería enviada por el marquesado de Villena, la cual se agregó al ejército del marqués en la taha de Lúchar en abril de 1569.

CAÑAVATE, Francisco: Regidor de Albacete y capitán de infantería del marquesado de Vi-llena, el cual se sumó a la tropa del marqués en la taha de Lúchar. Su acción de guerra más importante fue en la decisiva batalla de Berja.

CAPEL, Alonso: Capitán de Mula que el 29 de diciembre de 1568 salió con 100 hombres para incorporarse al ejército del marqués en su primera campaña.

CARREÑO, ?: Capitán de Cehegín que salió el 2 de enero con el marqués en su primera campaña dirigiendo las tropas de esta villa murciana.

CARVAJAL, Alonso de: Señor de Jódar, que dirigió un fuerte ejército del Adelantamiento de Cazorla y otras ciudades de Jaén para levantar el sitio de Serón. Las conjuras del mar-qués y su cuñado don Enrique Enríquez impidieron que culminara con éxito el socorro.

CASTILLO el mozo, Alonso del: Regidor lorquino, uno los primeros capitanes que se alistó en el ejército del marqués, pues ya el 2 de enero de 1569 se encontraba en Vélez-Blanco. Su acción más sonada no llegaría hasta la batalla de Berja; pasó en agosto a su tierra; sufrió un ataque morisco en el Boquerón de Dalías. De regreso a Cuevas de Almanzora, durante el verano, extorsionó a los moriscos de la localidad con la ayuda de su tío, el alcaide del castillo. Poco después pasó a Lorca, de la que salió a finales de septiembre para socorrer a Las Cuevas del Almanzora, amenazada por Abén Humeya. No entró de nuevo en batalla hasta finales de año, cuando escoltó hasta Huéscar los bastimentos enviados por la ciudad lorquina al marqués para el sitio de Galera, donde se quedó.

CAYUELA, Pedro: Capitán de la milicia de Totana y Alhama. Su valor se demostró en la importante batalla de Berja.

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APéndice i: Personajes relacionados con el conflicto

CERVANTES, Diego: Enrolado como cuadrillero, junto con su hermano Francisco con el marqués. Sirvieron de espías en el campo de Berja.

CERVANTES, Francisco: Cuadrillero en el campo de Berja, junto con su hermano Diego, desplegó una intensa actividad de espionaje. A él se debe la captura de un morisco que dio noticia cierta de cómo atacaría Abén Humeya al marqués en Berja. Posteriormente trabajaría en 1573 custodiando con una cuadrilla el camino del señorío de Vélez con el Reino de Murcia para proteger el paso de los repobladores del estado.

COMPÁN, Miguel: Vecino de Instinción que se unió al campo del marqués a su paso por Terque. Fue capitán de una cuadrilla de aventureros, permaneciendo al lado de don Luis Fajardo hasta su retiro a Los Vélez. Por su fidelidad se le encomendaron labores de expulsión de moriscos e incluso la traída de repobladores al señorío.

CÓRDOBA, Francisco: Capitán enviado desde Tíjola por don Juan de Austria para poner orden en Oria y formalizar la reducción de los moriscos, gravemente maltratados por los vasallos del marqués.

CHELEN, Francisco: Morisco que hizo de traductor en la concordia de 1568 en Vélez-Blanco. Un año después preparó una insurrección de los cristianos nuevos. Descubierta y abor-tada, pasó al valle del Almanzora donde El Habaquí le encargó la defensa de Tíjola. Tomada la villa por don Juan de Austria, se refugió como monfí en las sierras velezanas; allí fue capturado por el sacerdote Martín Falces Ategui.

DÁVILA, Martín: Capitán de Mula que el 29 de diciembre de 1568 salió con 50 caballos para incorporarse al ejército del marqués en su primera campaña. Posteriormente dirigió la caballería de Jerez, destacando en la batalla de Válor. Fue uno de los que acompañó al marqués en su retirada de la guerra.

DEZA, Pedro de: Presidente de la Real Chancillería y máximo representante en Granada del bando belicista, a la vez que opositor acérrimo del capitán general, don Íñigo López de Mendoza. A él se debe la conspiración para que don Luis Fajardo entrase en el reino y reprimiese a los moriscos. Durante todas las campañas del marqués fue su represen-tante en Granada, siendo su máximo defensor ante el generalato regio.

EL DERRI: General morisco que atacó al marqués en la batalla de Berja.

El DOGALÍ: Corsario magrebí que en 1573 secuestró una población de casi 300 personas que habían venido a poblar Las Cuevas.

EL FUTEY: Natural de Lanteira (Marquesado del Cenete), fue uno de los generales moriscos que se enfrentaron a don Luis Fajardo en Félix. En esta batalla murió.

EL GORRI (vid. Diego Pérez).

EL GORRI, Hernando: Vecino de Laujar, fue el general morisco encargado de defender la taha de Lúchar contra el avance del marqués. Se enfrentó a don Luis en Ohanes sin éxito. Tiempo después se encargó con El Peleguí de Gérgal y El Maleh de levantar el Almanzora.

EL HOSCEIN: Capitán turco que en el verano de 1569 recaló en la Alpujarra con la embaja-da de Hernando el Habaquí. Una de sus primeras acciones bélicas fue enfrentarse al marqués en la batalla de Lucainena, aunque no tuvo éxito. A él se debe la conjura de los radicales moriscos contra Abén Humeya, fruto de la cual se produjo el magnicidio que dio paso a la subida al trono de Abén Aboo.

EL PELEGUÍ DE GÉRGAL (Ver pag. 179)

EL TEZI: General morisco que se enfrentó al marqués en Felix, donde murió.

ELODIO, Pedro de: Alcalde de corte que visitó Lorca para castigar a los soldados huidos del campo del marqués. Con posterioridad se encargó de reorganizar la defensa del señorío velezano.

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APéndice i: Personajes relacionados con el conflicto

ELQUAGACI, Sebastián: Morisco de Oria que levantó la villa, pasando al Almanzora como capitán de una numerosa cuadrilla que saqueó gran parte de las villas de la comarca.

ENRÍQUEZ, Enrique: Señor de la Sierra de los Filabres y noble bastetano, fue nombrado por don Juan de Austria gobernador de la frontera de Baza. Sus sueños de gloria le hicieron conjurar con su cuñado el marqués para controlar la guerra en el sector oriental del reino granadino. Acusado de ineptitud militar, sus críticos le culparon de la pérdida de Serón; falleció en agosto de 1569.

ENRÍQUEZ de GUZMÁN, Juan: Señor de Galera y Orce y hermano de don Enrique Enríquez, fue capitán de una compañía bastetana defendía el presidio de Caniles, desde donde se incorporó el 5 de enero en Olula del Río al ejército del marqués. Durante la primera campaña destacó en las batallas de Huécija, Félix y Ohanes, manteniéndose al lado de don Luis Fajardo en el campo de Terque. Su capacidad fue decisiva para que el ejército no se deshiciese del todo, participando con gran decisión en una acción contra Canjáyar para recoger bagajes suficientes y mantener el ejército. Personaje de total confianza del marqués, en marzo de 1569 se desplazó a Granada para entrevistarse con el recién llegado don Juan de Austria y defender la tesis de una acción armada inmediata. Fra-casado en su intento, se incorporó al ejército, participando activamente en la segunda campaña, especialmente con la caballería en las batallas de Dalías y Berja. Durante la tercera campaña volvió a ser un militar clave, sobre todo en los primeros momentos, si bien la muerte de su hermano en agosto le hizo volver a Baza para hacerse cargo de los negocios familiares. Desde esta posición realizó una labor esencial, pues el 15 de noviembre sustituyó a don Antonio de Luna en la gobernación de la frontera, facilitando en todo lo que pudo la llegada del marqués hacia el cerco de Galera. Con posterioridad se ocuparía de los moriscos reducidos de todo el sector oriental del reino, incluidos los cristianos nuevos del señorío de Los Vélez, facilitando en parte su ocultamiento.

ESCÁMEZ, Amador de: Regidor de Baza que se incorporó al ejército del marqués en la segunda campaña, entrando en acción en el primer asalto a Berja.

FABARA, marqués de la (vid. Téllez de Silva, Lorenzo).

FAJARDO, Diego: Hijo del marqués, desde el inicio de la campaña militar dirigió la caballería, sobresaliendo en las acciones de Huécija y Válor. En el campo de La Calahorra trató de evitar una fuga masiva de soldados, sufriendo un arcabuzazo en el brazo. De vuelta al señorío rehusó dirigir la caballería de don Juan de Austria para la campaña del Almamzora.

FAJARDO, Francisco: Capitán de Cehegín que salió el 2 de enero con el ejército del mar-qués. Destacó en la segunda campaña del marqués, concretamente en la decisiva batalla de Berja.

FAJARDO, Juan: Hermano del marqués de los Vélez, fue el Maese de Campo de su ejército durante todo el tiempo que don Luis estuvo en campaña.

FAJARDO, Luis: Hijo bastardo del marqués, recibió el honor de ser el estandarte de su ejér-cito en la partida de Vélez-Blanco. El 3 de enero quedó a cargo de la fortaleza de Oria, desde donde tuvo que enfrentarse en el verano de 1569 a la ofensiva de El Maleh. No pudo evitar la pérdida de Cantoria, aunque sí el primer sitio de Oria. Fue sustituido por el capitán Valentín de Quirós.

FAJARDO, Pedro: Hijo de don Alonso Fajardo, señor de Polop, se incorporó como capitán de aventureros en el ejército del marqués a mediados de enero, en Felix. Participó en la guerra durante la primera campaña, aunque sin éxito.

FALCES ATEGUI, Martín de: Sacerdote de Vélez-Blanco que gobernó el señorío en la pri-mera mitad de 1569. A finales de año organizó un contingente militar de Murcia para

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APéndice i: Personajes relacionados con el conflicto

reforzar la fortaleza de Oria, a la vez que desplegó una red de espionaje que permitió conocer a principios de noviembre el intento de asalto de El Maleh a la fortaleza. En los primeros días de febrero de 1570 dirigió una expedición al río Lorca para aniquilar a los moriscos que asaltaban los caminos de la zona. En la refriega capturó a su capi-tán, Ponce, a quien le cortó la cabeza y llevó al señorío, al igual que a Diego Abicali, cabecilla de los moriscos de Vélez-Rubio huidos en noviembre de 1569. Hombre de enormes dotes militares, más tarde se incorporó al ejército de don Juan de Austria en el Almanzora, algo que le permitió capturar a Francisco Chelen, cerebro del intento de alzamiento de Vélez-Blanco. Con posterioridad, en 1573, el marqués le encargó la or-ganización de una red de espionaje en el entorno de Cuevas del Almanzora, hallándose el 28 de noviembre en el asalto turco-berberisco.

FELICES DE URETA el mozo, Juan: Fue comisario de las tropas lorquinas en la primera cam-paña del marqués. De vuelta a Lorca, a finales de septiembre de 1569, mandó una de las compañías lorquinas que socorrieron a Las Cuevas del Almanzora. Con posterioridad fue alférez de infantería del cuerpo militar lorquino que socorrió el segundo cerco de Oria.

FELICES DUQUE, Juan: Fue capitán de una compañía lorquina que partió el 2 de enero con el marqués para la primera campaña. Durante la segunda campaña tuvo un importante papel en la batalla de Berja. Tras ésta regresó a Lorca; luego, a finales de julio, salió con una compañía de soldados a reforzar la fortaleza de Oria, encontrándose en su cerco. Tras esta acción volvió a Lorca, desde donde volvería como capitán de infantería para socorrer a Oria en su segundo cerco.

FELICES QUIÑONERO, Juan: Capitán de una de las compañías lorquinas que partieron el 2 de enero; actuó sin demasiado éxito en la primera campaña del marqués. Sin embargo tuvo un papel destacado en la batalla de Berja.

FERNÁNDEZ MELGAREJO, Alonso (vid. Alonso Melgarejo).

FERNÁNDEZ MELGAREJO, Diego (vid. Diego Melgarejo).

FERNÁNDEZ MENCHIRÓN Juan: Capitán lorquino que a finales de julio reforzó la fortaleza de Oria, encontrándose en su cerco. A finales de septiembre dirigió la caballería en el socorro a Vera y Las Cuevas del Almanzora. Con posterioridad mandaría una compañía de caballería en el levantamiento del segundo cerco de Oria.

FUENTES, Gerónimo: Comisario de la expatriación de los moriscos de los Vélez por encargo del licenciado Molina de Mosquera. Su misión consistió en repartir a los desterrados por las tierras manchegas del marquesado de Villena.

GALTERO, Alonso(vid. Martínez Gualtero, Alonso).

GARCÍA DE GUEVARA, Gómez: Capitán lorquino que reforzó al marqués en el cerco de Galera.

GARCÍA DE VERA el mozo, Alonso: Alcalde de Mazarrón que, junto al alguacil mayor de la villa, Andrés Muñoz, salió de la población en los primeros días de la segunda quincena de enero de 1569 con un centenar de hombres, bajo la oposición del concejo. Participó en la batalla de Inox y a mediados de febrero se incorporó al campo del marqués en Terque, donde finalmente se deshizo el campo. De vuelta a la población a mediados de año, debió sufrir un juicio por su falta de inconsciencia, quedando requisado el botín conseguido en el reino de Granada.

GIRONCILLO, Juan el: Natural de Las Albuñuelas, era general de Los Guájares cuando lo reclamó Abén Humeya para formar parte de su estado mayor. Fue uno de los generales que dirigió con el rey morisco el ataque al marqués en Berja. Con posterioridad se hizo cargo de la defensa de Válor, aunque sin éxito.

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APéndice i: Personajes relacionados con el conflicto

GRANADA-VENEGAS, Alonso: Miembro de la familia real nasrí, destacó como uno de los principales defensores de las tesis pacifistas y, por tanto, contrario a las teorías belicis-tas del marqués. Partidario de los Mondéjar, fue uno de los pocos allegados al capitán general saliente que se mantuvo en Granada como asesor de don Juan de Austria.

GUEVARA, Luis de: Capitán lorquino que participó en la segunda campaña del marqués, destacando en la batalla de Berja.

GUZMÁN, Jerónimo de: Capitán de la caballería de Córdoba, se incorporó al ejército del marqués en el verano de 1569 actuando en la tercera campaña. Tuvo un papel desta-cado en la batalla de Válor.

HABAQUÍ, Hernando el: Cristiano nuevo de Alcudia, en Guadix, era miembro del consejo de guerra de Abén Humeya y uno de los generales que atacó al marqués en Berja. A la muerte del rey morisco, se opuso a los radicales, pasando al Almanzora donde sustituyó a Gerónimo el Maleh como general del territorio. Posteriormente negoció la reducción de los moriscos con D. Juan de Austria, aunque murió asesinado.

HARO, Juan: Capitán de caballos del marqués del Carpio a quien se le encargó la defensa del señorío de los Vélez en el verano de 1569. Su papel más destacado fue arbitrar los medios necesarios para defender, con éxito, la fortaleza de Oria, entrada natural del estado.

HERRERA, Tomás de: Capitán de caballería de Adra que desplegó un amplio servicio de espionaje que permitió informar al marqués a tiempo del ataque sorpresa de Abén Humeya contra Berja.

HINOJOS: Representante del contingente militar que el concejo de Huéscar envió a la pri-mera campaña.

HUERTA DE SARMIENTO, doctor Matías de: Alcalde mayor de Lorca, se hizo cargo de la defensa del sector fronterizo, siendo su papel más destacado las ayudas militares al marquesado de los Vélez y el socorro a Vera y Las Cuevas. En noviembre de 1569 organizó un cuerpo militar para levantar el segundo cerco de Oria, siendo él mismo el general de ese cuerpo. Levantado el sitio, desde esta fortaleza señorial inició una expe-dición de castigo por el Almanzora, recuperando Cantoria y destruyendo a los moriscos en las acciones de Arboleas y Zurgena. Terminada la guerra se ocuparía de sacar a los moriscos granadinos del sector fronterizo de Lorca, entre ellos los vasallos del marqués.

HURTADO DE MENDOZA, Íñigo: El marqués de Mondéjar era capitán general de Granada cuando se produjo el levantamiento. Enemigo mortal de don Luis Fajardo, se opuso tenazmente a su entrada en el reino y a sus tesis belicistas. Nunca le perdonó al mar-qués de los Vélez su intervención bélica, acusándole de ser el principal causante de su fracasado intento de pacificación de la revuelta morisca.

IBÁNEZ DE ZAFRA, Hernando: Oficial regio que en 1572 sustituyó al licenciado Medrano en las labores de organización de la repoblación del señorío de Los Vélez. Como su antecesor sufrió la oposición de don Luis Fajardo, de tal modo que su trabajo práctica-mente se ralentizó hasta casi ser nulo. Fue sustituido en 1573 por el licenciado Bonifaz.

IRURITA, Martín de: Alférez mayor de Lorca, fue uno de los capitanes que reforzó al marqués durante el cerco de Galera. Murió en uno de los intentos de asalto a la fortaleza morisca.

JAYMES, Alonso: Alférez de la caballería de Murcia, se incorporó al ejército del marqués finalizando su primera campaña. Sobresalió en el primer ataque a Berja.

JAYMES, Francisco: Noble murciano que integraba la caballería de la ciudad de Murcia que se agregó al marqués en la segunda campaña. Su acción más importante fue el primer asalto a Berja.

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APéndice i: Personajes relacionados con el conflicto

LÁZARO de MONREAL, Alonso: Regidor de la ciudad de Murcia, fue designado como comisario de la milicia que se incorporó al ejército del marqués en Félix el 19 de enero.

LEÓN, Hernando de: Capitán de la milicia de Librilla y señorío de los Vélez que participó en la primera campaña de don Luis Fajardo. Participó en la segunda como barranchel de campaña, destacando en la batalla de Berja.

LEÓN CARREÑO, Juan de: Capitán de Caravaca que partió el 2 de enero con el marqués de los Vélez. Durante la segunda campaña tuvo un papel destacado en la batalla de Berja.

LEONÉS DE GUEVARA, Juan: Capitán de una compañía de caballería lorquina que partió en socorro del segundo cerco de Oria.

LEONÉS DE GUEVARA PONCE, el de la Alberca, Adrián: Capitán de una de las compañías lorquinas que partieron el 2 de enero con el marqués. Durante la segunda campaña so-bresalió en la batalla de Berja, tras la cual regresó a Lorca. Con posterioridad se incorporó al cerco que sometía el don Luis Fajardo a Galera, donde murió en un fracasado asalto.

LEIVA, Diego: Este noble acompañó al marqués en su segunda campaña, distinguiéndose con la caballería en la batalla de Berja. Tras la retirada del don Luis de la guerra, se agregó al ejército de don Juan de Austria en la campaña del Almanzora, siendo una de las personas de confianza; a su cargo quedó la reducción los moriscos en Cantoria.

LEYVA MARÍN, Alonso de: Regidor de Lorca, se incorporó al campo del marqués el 3 de febrero de 1569, en Ohanes, como capitán de 400 hombres.

LÓPEZ, Juan: Capitán de Moratalla que partió el 2 de enero con el ejército de don Luis en la primera campaña contra los moriscos.

LÓPEZ DE MESA, licenciado Pero: Oidor de la Chancillería, fue el encargado de aprovisionar desde Guadix al ejército del marqués en su campo de la Alpujarra, y más tarde en La Calahorra. Debido a la lamentable situación de los bagajes del marqués, realizó una profunda investigación que descubrió la catastrófica organización del ejército de don Luis Fajardo. Su informe sirvió a los enemigos del general para desacreditarlo.

LUNA, Antonio de: Señor de Fuentidueña y Huétor-Tájar, fue enviado por don Juan de Austria a Baza para estar cerca de don Enrique Enríquez, a quien sustituyó como gobernador de la frontera de Baza. Su labor consistió en ser un obstáculo a las finas políticas de la familia Enríquez y, por ende, del marqués. Desde agosto de 1569 socorrió el señorío de los Vélez, siendo depuesto de su cargo el 15 de noviembre.

MALEH, Gerónimo el: Alguacil de Ferreira, fue nombrado por Abén Humeya general del Cenete, Almanzora y fronteras de Guadix y Baza. A él se debe una sabia estrategia militar que puso en jaque a las tropas reales en el río Almanzora; destacó en las tomas de Serón y Cantoria y la conjura para levantar el señorío de los Vélez; participó en los fallidos sitios de Oria.

MAQUEDA, duque: Señor de la taha de Marchena, estado que quedó gravemente saqueado por el marqués en los primeros meses de la guerra. Fue uno de los mayores críticos a las actuaciones de don Luis Fajardo, reclamando ante el rey sus moriscos.

MARTÍNEZ, Pedro: Capitán de Caravaca que partió el 2 de enero con el marqués.

MARTÍNEZ GUALTERO, Alonso: Capitán de infantería de una de las dos compañías que envió la ciudad de Murcia, agregándose al campo del marqués el 19 de enero en Félix. Su valor fue reconocido en la batalla de Berja.

MARTÍNEZ TOVILLOS, Bartolomé: Natural de la villa de María, fue uno de los capitanes que dirigió las compañías del señorío de Los Vélez en la primera campaña del marqués.

MATEOS DE AGUILAR, Diego: Fue el sargento mayor de la caballería en el cuerpo militar lorquino que socorrió el segundo cerco de Oria.

220

APéndice i: Personajes relacionados con el conflicto

MATEOS DE GUEVARA, Diego: Regidor lorquino, era comisario de la milicia del Reino de Murcia, siendo enviado por el marqués el 2 de enero a Lorca para levantar las milicias. Hombre de enorme prestigio entre los lorquinos, intervino en Félix para apaciguar el intento de motín que sufrió el marqués. De vuelta a Lorca, no intervino más en la guerra hasta el socorro que realizó la ciudad al segundo cerco de Oria, donde ocupó el cargo de maese de campo.

MATEOS DE GUEVARA, Juan: Hijo del regidor don Diego Mateo de Guevara, fue uno de los capitanes de la milicia de Lorca que partieron el 2 de enero con el marqués. Sobresalió en la batalla de Berja.

MATEOS RENDÓN, el de la Luna, Juan: Capitán lorquino que se incorporó a mediados de enero con 400 hombres al ejército del marqués en el campo de Félix. Durante la segunda campaña destacó en la batalla de Berja.

MEDRANO, Antonio: Oficial regio que en diciembre de 1571 comenzó a organizar el proceso de repoblación del señorío de Los Vélez. Su labor fue prácticamente infructuosa por la constantes intromisiones del marqués, quien se oponía a la intervención real. En 1572 fue sustituido por el licenciado Ibáñez de Zafra.

MELGAREJO, Alonso: capitán de Mula que se incorporó a mediados del mes de enero en Félix al ejército del marqués.

MELGAREJO, Diego: Regidor de Mula, fue capitán de la milicia de su villa durante la primera campaña del marqués.

MELGAREJO, Juan: Capitán de infantería que sobresalió en la batalla de Berja.

MENDOZA, Bernardino de: Hijo del conde de la Coruña que se incorporó al ejército del mar-qués en la segunda campaña. Su acción más señera tuvo lugar en la batalla de Berja.

MENDOZA, Gaspar de: Persona de confianza de don Juan de Austria, quedó a cargo de reducir los moriscos en la fortaleza señorial de Cantoria.

MENDOZA, Juan de: Comandante del presidio de Órgiva, en el verano de 1569 se incorporó al campo del marqués en Adra. Su acción más destacada tuvo lugar en la batalla de Válor.

MERLOS, Antonio: Noble murciano que integraba la caballería de la ciudad de Murcia, siendo su acción más señera el primer asalto a Berja.

MOLINA, Martín de: Sargento mayor del cuerpo militar lorquino que socorrió el segundo cerco de Oria. Durante la campaña posterior por el Almanzora tuvo un papel destacado en la toma de Cantoria.

MOLINA DE MOSQUERA, licenciado Juan: Alcalde de la Chancillería y juez provisor para perseguir a los monfíes, el levantamiento le sorprendió en La Calahorra, desde donde avisó del peligro al marqués. Terminada la guerra, tuvo un papel destacado en el des-tierro de los moriscos del señorío velezano, actuando desde Lorca.

MONDÉJAR, marqués de (vid. Hurtado de Mendoza, Íñigo).

MORA, Andrés de: Capitán de Caravaca que partió el 2 de enero con el ejército del marqués como sargento mayor. Especialmente célebres fueron sus acciones en Huécija con la infantería y en la batalla de Berja contra Abén Humeya.

MORA, Hernando de: Capitán de Caravaca que partió el 2 de enero con el ejército de don Luis Fajardo. Sobresalió en la batalla de Berja.

MORA, Juan de: Capitán de infantería que tuvo un papel destacado en la batalla de Berja.

MOYA, Álvaro de: Alférez de Caravaca, fue el portaestandarte del marqués en la batalla de Félix.

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APéndice i: Personajes relacionados con el conflicto

MULA Antón de: Alférez de infantería del cuerpo militar lorquino que socorrió el segundo cerco de Oria.

NAVARRO DE ÁLAVA, Juan: Regidor de Lorca y comisario de las tropas lorquinas durante la primera campaña militar del marqués. Fue capitán de una compañía de infantería en la batalla de Berja, donde sobresalió, y tras la cual regresó a Lorca. A finales de julio marchó con una compañía de soldados a reforzar la fortaleza de Oria, encontrándose en su cerco. Tras levantar el sitio retornó a la ciudad murciana, no volviendo a actuar hasta finales de septiembre de 1569. En esta fecha dirigió una de las compañías lorquinas que socorrieron las Cuevas del Almanzora, amenazada por Abén Humeya. Con posterioridad capitanearía una de las compañías de infantería para el socorro al segundo cerco de Oria.

NAVAS PUEBLA, licenciado: Alcaide del castillo de La Calahorra por nombramiento de don Juan de Austria, se incorporó al ejército del marqués en la segunda campaña; participó en la batalla de Berja. Acompañó a don Luis Fajardo hasta el sitio de Galera.

OSORIO, Francisco: Veedor de las galeras de Andrea Doria, se incorporó en el verano de 1569 como contador al campo del marqués, en Adra. Sin embargo, el enorme desorden de la contabilidad de don Luis Fajardo impidieron que pudiera resolver sus problemáticas cuentas. Solicitó su relevó en el campo de La Calahorra; le fue concedido.

PACHECO DE ARRÓNIZ, Juan: Caballero de Santiago, era el capitán de la compañía de ca-ballería que envió la ciudad de Murcia; se incorporó el 19 de enero en Félix. Fue uno de los personajes que trató de evitar un conato de rebelión contra el marqués en este campo.

PADILLA, Pedro: Llegado al reino con las galeras de don Luis de Requesens, dirigía los tercios de Nápoles. Desembarcó en Adra al ejército del marqués en el verano de 1569 y actuó en la batalla de Válor.

PALOMARES: Soldado de Lorca acusado de insubordinación en la batalla de Félix y con-denado por el marqués a la horca. Su pena provocó la insurrección de gran parte del ejército, salvando finalmente la vida por intervención de los capitanes lorquinos.

PARRA, doctor: Oficial regio de inspección en Oria, donde le sorprendió su segundo cerco. A él se debe el dictamen de una provisión que permitió el inmediato socorro de la fortaleza.

EL PELEGUÍ DE GÉRGAL: Hijo de Puertocarrero de Gérgal, fue uno de los generales mo-riscos que, junto a El Maleh y El Gorri de Andarax, levantaron el Almanzora.

PÉREZ DE TUDELA, Hernán: Capitán de una de las compañías lorquinas que partieron el 2 de enero y participaron en la primera campaña del marqués.

PÉREZ DE TUDELA, Juan: Capitán de la caballería lorquina que destacó en el primer asalto a Berja.

PÉREZ el GORRI, Diego: General morisco encargado de la defensa de Marchena, entró en guerra con el marqués en Huécija. Derrotado, se refugió en Félix, donde volvió a enfrentársele infructuosamente.

PIERRES, Felipe de: Alcaide del castillo de Las Cuevas que sustituyó al polémico don Diego de Teruel.

PINAR DE LOAISA: Ayudante del sargento mayor del marqués, sobresalió en la batalla de Berja.

PINAR MELGAREJO, Pedro: Noble de la ciudad de Murcia que participó activamente en la batalla de Berja.

PINEDO, Pablo: Capitán de Hellín que partió el 2 de enero en la primera campaña del marqués.

PONCE: Morisco de Huércal-Overa que se alzó y se unió al cabecilla de Vélez-Rubio Diego Abicali, para actuar, en forma de guerra de guerrillas, en las cabeceras del río Guada-

222

APéndice i: Personajes relacionados con el conflicto

lentín, alterando las comunicaciones entre Los Vélez y Lorca. A principios de febrero de 1570 una expedición de Vélez-Blanco lo capturó y le cortó la cabeza, la cual quedó expuesta en Vélez-Rubio.

PRADES, Jaime: Capitán de las tropas de Orihuela, se incorporó en Oria al ejército del marqués el 3 de enero, luchando en la primera campaña del marqués.

PUEBLA, Conde de la: Señor de Gérgal, era cuñado del marqués de Mondéjar y fue uno de los personajes a los que recurrió el capitán general de Granada para que se hiciera cargo del sector oriental granadino, evitando así la entrada del marqués de los Vélez en el reino.

PUERTOCARRERO, Francisco: Alcaide morisco de la fortaleza de Gérgal, se alzó contra el Conde de la Puebla, bautizándose con el nombre de Abén Mequenum. Fue el general morisco que se enfrentó al marqués en Félix, donde el don Luis le capturó dos hijas. En paradero desconocido, volvió a aparecer en la batalla de Berja.

QUESADA, Bernardino de: Capitán a cuyo cargo quedó el presidio de Cantoria por orden de don Juan de Austria.

QUESADA, Diego de: Participó desde el primer momento en la guerra como capitán de aventureros en el ejército del marqués de Mondéjar, si bien cayó en desgracia tras la derrota el 11 de enero en Tablate. Poco después se incorporó al ejército del marqués de los Vélez, en Félix.

QUIÑONERO, Juan (vid. Juan Felices Quiñonero).

QUIRÓS, Valentín de: Capitán que sustituyó en septiembre de 1569 a don Luis Fajardo en la fortaleza de Oria. A este militar se debe la defensa del segundo sitio del castillo.

RAMÍREZ DE ROJAS, Diego: Alcaide del señorío de Armuña, en el verano de 1569 partió de Lorca con 40 soldados para reforzar la fortaleza de Oria.

REQUESENS, Luis de: Comendador mayor Castilla, fue el encargado de abastecer y refor-zar al marqués en Adra. De vuelta a Cartagena, desde esta fortaleza organizará los socorros. A él le cupo la delicada tarea de anunciar al marqués su próxima sustitución por don Juan de Austria en el cerco de Galera.

RUIZ, Francisco: Señor de Cox de Orihuela, se incorporó al ejército del marqués en su segunda campaña, destacando en el primer asalto a Berja.

RUIZ de QUIRÓS, Nofre: Capitán de infantería de una de las dos compañías que envió la ciudad de Murcia para la primera campaña del marqués, se incorporó el 19 de enero en Félix. Durante la segunda campaña sobresalió en la batalla de Berja.

SAMANIEGO, Pedro: Soldado del marqués que sirvió de espía en el campo de Berja; su in-formación permitió conocer con tiempo suficiente los planes de ataque de Abén Humeya.

SÁNCHEZ, Francisco: Soldado lorquino enrolado, junto con una veintena de parientes, en la primera campaña del marqués. Ansioso de venganza por el martirio morisco de su hermano sacerdote, Miguel Sánchez, fue el hostigador de la infantería en el encarnizado asalto a esta villa almeriense.

SÁNCHEZ PALOMERA, Miguel: Natural de la villa de María, fue uno de los capitanes que dirigió las compañías del señorío de Los Vélez en la primera campaña del marqués.

SARRIERA, Antic: Caballero de Santiago que capitaneaba un ejército de 1.000 soldados; se agregó al campo del marqués en Adra en el verano de 1569.

SERRANO, Pedro: Capitán de Baza que con 60 hombres reforzó la fortaleza de Oria a finales del verano de 1569.

SIMANCAS, Francisco de: Capitán cordobés asignado al presidio de Órgiva que en el verano de 1569 se incorporó en Adra al ejército del marqués.

223

APéndice i: Personajes relacionados con el conflicto

TAHALÍ: Capitán morisco que se enfrentó al marqués en Canjáyar.

TÉLLEZ DE SILVA, Lorenzo, marqués de la Favara: comandó una tropa de 700 hombres reclutados en Granada que se agregaron en el verano de 1569 al campo del marqués de los Vélez en Adra. Destacó en las batallas de Lucainena y Válor. Posteriormente sería uno de los detractores del marqués.

TERUEL, Diego de: Alcaide del castillo de Cuevas del Almanzora a quien le cupo defenderlo del intento de cerco que sufrió por parte de Abén Humeya. Su avidez de riquezas le llevó a robar a los moriscos cuevanos en compañía de su sobrino, el capitán don Alonso del Castillo. Acusado de robos y malversación, el marqués lo encarceló.

TERUEL, Ginés de: Sargento mayor del cuerpo militar lorquino que socorrió el segundo cerco de Oria.

VÉLAZQUEZ, Licenciado Hernán: Alcalde de la casa y corte que trabajó en Vélez Blanco y Vélez Rubio en labores de repoblación. Fue el juez que ajustició a los moriscos Diego Abi y Ponce, cabecillas de Vélez Rubio y Huércal Overa, respectivamente.

VERDUGO, Pedro: Proveedor real que desde Málaga aprovisionó al campo del marqués en Adra a través de las galeras de don Luis de Requesens.

VILLARROEL, García de: Gobernador de Almería que solicitó el socorro del marqués en los primeros momentos del alzamiento. En enero de 1569 trató de atacar Félix antes de la llegada del marqués, si bien las defensas moriscas terminaron por hacerle huir y refugiarse en el campo de don Luis Fajardo. Ayudó a éste en su segunda campaña, entregándole una compañía de soldados en su desplazamiento a la Baja Alpujarra.

VIVEROS, Juan de: Noble murciano que integraba la caballería de la ciudad de Murcia. Sobresalió en el primer asalto a Berja.

VIQUE, Jorge de: Noble que acompañó al marqués en la batalla de Válor.

ZAPATA, Juan: Vecino de La Gineta al que se le encomendó una capitanía de infantería del marquesado de Villena, incorporándose al ejército del marqués en la taha de Lúchar en abril de 1569.

ZORITA, N.: Capitán de una compañía lorquina que destacó en la batalla de Berja.

224

APéndice ii: Apéndice documental

APÉNDICE DOCUMENTALDocumento 1

1569, enero, ¿20. Alojamiento de Felix?

Relación de la campaña del marqués desde su salida

Archivo Municipal de HuéscarAviendo el marques tenido avisos por orden del señor presidente de Granada del levantamiento

deste dicho reyno, y por cartas del licenciado Molina de Moxquera, alcalde de Chancillería que estava en La Calahorra, y de don Diego de Castilla, señor de Gor, de lo particular que en aquella comarca hacian los rebeldes, y asi mismo de las ciudades desde Baça y Almeria y de otras personas, y todos los demas pueblos y gobernaciones de aquella tierra, y especialmente de que la çiudad de Almeria se tenia por çercada de los enemigos y estaba con mucha falta de bastimentos y otras cosas, la qual esta a XXIII leguas de Veliz, donde el marques residia. Considerando el grande deservicio de Dios y de su Majestad, que de lo dicho se causava y lo que mas se esperava no poniendo remedio con brevedad, ymbio por gente de guerra al reyno de Murzia y salio con ella de Vélez, que es en este reyno de Granada, que eran dos mill infantes y doscientos caballos y seys pieças de artilleria de canpo manuales, a quatro dias del presente mes de henero en la tarde, la buelta de Almeria para socorrella. Y quando llego al rio de Almançora, nueve leguas de la dicha villa, ya llevava çerca de tres mill infantes y mas caballos, y con su pasada se allano todo aquel rio, donde ay muchos pueblos y algunos estaban sospechosos.

Dende alli subio la sierra de Filabres y la atraveso todo aquel dia por lo alto y vino a tener noche, siete leguas a la villa de Tabernas, con muy reçia agua, que le duro sin parar hasta llegar al dicho alo-jamiento, aviendo pasado muy mal camino y angosto por la dicha sierra, de tal manera que fue bien menester parar en Tabernas tres dias, asi para el descanso y reparo de la gente y caballos como para dar orden en los bastimentos del campo que llevava. Que lo provee ya todo a su costa y tambien porque supo que con su con su llegada alli, que es a çinco leguas de Almeria, aquella çiudad estava aliviada del trabajo que antes tenia, y asi binieron a decirlo don Alonso Vanegas y otro regidor con carta della, y vinieron de aquella yglesia el dean y un canonigo por parte del Obispo y cabildo, pidiendole todos conti-nuase su camino con brevedad para deshacer los enemigos que tenian tres campos o terçios de gente de guerra: Uno en Felix, tres leguas a poniente de Almeria, y otro en Gueçija, otras tres leguas y media a la mano derecha, y otro en Andarax, seys leguas adelante. Y asi, aviendo el marques recogido las dichas vituallas que esperava salio de Tavernas y paso a dos leguas de Almeria la buelta de Gueçija, a alojarse en un lugar que se llama Santa Fe, una legua de la dicha villa, primer pueblo de los que estaban rebelados, aunque no allo gente en el.

Del dicho alojamiento de Sancta Fe salio el marques con su campo jueves treçe del dicho mes con yntento de yrse a aloxar aquella noche en una agua[sic], en lo alto de la sierra de Gador, para el dia siguiente dar en los enemigos que tenia aviso que estavan en un fuerte de aquella sierra de una muela de peñas que tenia deficultosa entrada por otra parte. Y asi, porque ya aquel dia tenia de la gente que le yva alcançando numero de çinco mill infantes, o poco menos, y trescientos caballos, y por causa de llevar consigo los bastimentos mas de seteçientas bestias de bagaje que no las pudo escusar como porque quando paso por Alhama la Seca le trugeron unos soldados que yban sueltos dos moros. Que en aquel camino tomaron y fue necesario haçer diligencias con ellos y tomar lengua y por ser el camino angosto y de sierra seria la tarde del dicho dia quando paso a vista de la dicha villa de Gueçija, despues que se avia dicho que estaban en la sierra, llegando su vanguardia donde descubrio a la villa salieron della ocho vanderas con mucha cantidad de moros y el capitan al Gorri, que era el principal de los dichos tres terçios, y avia venido alli de Andarax, donde residia con gente para ayudar a los de Gueçija, quando supo que el marques se acercava, y Puertocarrero, que es el capitan que governava la gente de Gueçija, y con su grito acostumbrado y vanderas tendidas se pusieron çerca de la dicha vanguardia y alli degollaron a vista della algunos cristianos de los que los que tenian captibos dende su primer movimiento.

Y luego el marques hecholes quinientos arcabuceros con el sargento mayor Andres de Mora, y tras ellos sesenta caballos que les fuesen haçiendo espaldas con don Diego Fajardo, su hijo, y asi los dichos arcabuçeros començaron a pelear con los moros. Y aunque al prinçipio hiçieron rostro, dieronles tal carga que se subieron huyendo por la sierra de Yllar, que es parte de la dicha sierra de Gador, y les ganaron el fuerte que alli tenian, y si la noche no sobreviniera, escarparan pocos moros. Tomaronseles todos sus bagajes que era buena cantidad y muchos bastimentos y setenta y tantas moras y mucha-

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APéndice ii: Apéndice documental

chos, y algunos ombres, que no avian degollado como a todos los demas. Y entre los captivos havia una hermana del dicho don Alonso Vanegas, regidor de Almeria, y su marido e hijos, y los tenian en la dicha sierra y de los nuestros hubo pocos heridos. Fue cosa de gran lastima ver quinçe frayles de Sant Agus-tin, del monesterio de Gueçija, quemados y hechados en una balsa de azeyte y otros tres degollados, demas del licenciado Gibaja, gobernador de aquella taha, que tanbien quemaron quando se levantaron, y otros cristianos degollados y hechos pedaços, y la iglesia de la villa y del menesterio qual se puede considerar segun los dicho.

La gente de guerra saqueo los lugares de aquella taha y de la taha del Buluduy, en que se derrama-ron demasiadamente sin podello el marques escusar, y asi por recogellos, como para poner remedio en los que se le volvian con el dicho robo al reyno de Murçia y a otras partes, y porque resçibio alli cartas del obispo y çiudad de Guadix y del licenciado Molina de Moxquera, alcalde de Chancilleria que estava en La Calahorra, pidiendole que fuese la buelta de alla, porque todo el marquesado de Çenete se avia revelado. El marques se detuvo en aquel alojamiento de Gueçija ofreciendosele duda en lo que mas convendria hazer en servisio de Dios y de Su Majestad, yr al dicho marquesado, que era doçe o treçe leguas de alli, o a Andarax, que estaba seys leguas, o volver a Felix, que estava a tres leguas. Y como Su Magestad le mando por una carta que alli resçivio que tubiese cuenta con las cosas de Almeria, asi por esto como por otras consideraciones, determino de bolber la via de Felix por no dexar aquellos enemigos atras.

Martes en la tarde, XVIII de henero, salio el marques del alojamiento de Gueçixa con su campo para yr a Felix y fue a tener una noche en lo alto de la sierra de Gador, a mitad del camino donde se paso travaxo de lluvia y nieblas, viento. Y luego miercoles en amaneciendo movio el campo ya si por ser malo el camino como por mala orden de ombres de la tierra que guiavan e raya casi medio dia, quando llego a vista de Felix, donde el dicho capitan Puerto Carrero que se avia escapado de la de Gueçixa y otro capitan que se llamava Al Futay, que era principal en el canpo que alli tenian aloxado, de mas de otros capitanes particulares, estavan esperando al marques con todas sus vanderas y tres mill ombres fuera del pueblo en buena orden, porque aunque tenian el pueblo barreado y fortificado y una fortaleza en el tubieron loçania para salir a reçivir al canpo especialmente porque el dia antes haviendo salido de Almeria don Garçia de Villarroel, capitan de las conpañias de caballo y de pie que en aquella çiudad estan, para venir adonde el marques estava llego a vista de Felix para solamente reconocer lo que alli avia y decirselo al marques. Y asi lo hiço, y se bolbio aquella noche a Almeria y como por ser para solo este efecto fue de paso sin reparar entendieron de los de Felix que era cosa del marques y que le avian hecho volver sin cometellos, y ansi el dicho miercoles llegando con los terçios de su campo de vanguardia, batalla y retaguardia en buena orden, porque el camino dio lugar a poder llevar los bagages por el un costado para que no ympiesen, llego con mas de mill tiradores que yban sueltos delante la vanguardia en que avia hasta setecientos arcabuçeros y con ellos el sagento mayor Andres de Mora, que es muy buen soldado, y el marques por el un costado con toda la caballeria, porque fue bien menester hacello asi. Y desta manera començo a pelear con los enemigos y ellos con toda la buena determinacion que gente de guerra podra tener hiçieron lo que pudie-ron como gente desesperada y al cabo fue Dios servido que se vençiesen y volviesen huyendo la via del pueblo, donde no les balieron sus reparos. Y aviendolos arrancado de alli huyendo se subieron a una muela de peñas harto fuerte que estava en una montañuela y alli volvieron a pelear de nuevo como si tal no les hubiera acontecido, y la arcabuceria la hiço tambien que se le gano y como salieron della por razonable tierra huyendo, la caballeria hiço su ofiçio, con que quedaron muertos mas de mill y quinientos de los dichos enemigos y la mas gente dize que pasan de dos mill y entre ellos algunas mugeres por que peleavan como los ombres, aunque ellas no tenian mas armas que piedras y asadores y hasta arremetieron almaradas a matar los caballos y tal braveza mostravan que quando les faltaban piedras arrojavan puñados de tierra. Duraria como dos oras el seguir la victoria y alcançe y no fue mas largo por que los que fueron por tierra que se pudieron executar se entiende que se remataron todos y los pocos que se arrimaron la sierra la espereza della no dio lugar a que los caballos hiziesen por aquella parte mas lo que hiçieron. Y ansi con mucho travaxo se escaparon por alli algunos deseando caer las armas por poder huyr.

Uno de los muertos fue el dicho capitan Al Futay y otro capitan llamado El Tezi y Puerto Carrero, aunque no se sabe çierto como lo de estos otros, tomose un caballo en que dicen que yva de donde tambien se colige ser muerto, pero no le an hallado entre los otros hasta ahora, aunque le an buscado ombres que le conosçian. Quedan captibos un hijo suyo y dos hijas y otra mucha cantidad de moras y muchachos. Y anseles tomado muchas vanderas y todos los bagajes y bastiments y ganados que tenian buena cantidad y de los nuestros quedaron de la caballeria y infanteria heridos mas de quarenta y muertos quatro. Y esto es lo que a pasado hasta ayer miercoles XIX de henero de 1569 años.

226

APéndice ii: Apéndice documental

Y el marques esta en este aloxamiento de Felix, por repartir la presa en la gente de guerra y dar orden en otras cosas necesarias para pasar contra el campo que los dichos enemigos tienen aloxado en la dicha villa de Andarax y Canjayar y contra los del marquesado de Çenete, siendo Dios servido.

Despues de escripta esta relacion se sabe que los heridos pasan de sesenta y que los moros eran hartos mas que tres mill porque sabidos los muchos lugares de donde se avian recogido gente aqui se entiende ser muchos mas.

Documento 2

1569, enero, 27, Real de Felix

El marqués informa al concejo de Huéscar de la actuaciones que debería seguir

Archivo Municipal de HuéscarMagnificos y muy nobles señores:

Vuestra carta resçebi del diez e nueve de presente y quanto a la admiracion que dezis tener esa ciudad de no aver buelto alla. Un mensajero me truxo otra carta vuestra, creo que quando escrivistes esta harian pocas oras hasta resçebir respuesta de aquella i si por aca se detuvo no fue por descuydo sino porque concurrieron entonces cartas de Su Majestad y de la çiudad y obispo de Guadix y villa de Fiñana y çiudad de Almeria y de Granada y de otras partes que me dieron bien en que entender e por la mesma cabsa y ocupacion no he podido responder antes a vuestra ultima carta.

Bien creo que toda esa çiudad holgariades tanto como en ella dezis del favor que Dios a sido servido hazernos, dandonos Vitoria contra los enemigos y porque ya abreys sabido por via de Vélez, la segunda que tuvimos aqui en Flix, que fue muy mayor que la primera, en que murieron mas de dos mill e quinientos o dos mill de los enemigos. Avemos repartido ochocientas anmas e pocas menos de captivos, sin muncha cantidad de ganadas y vestias de vagajes, no lo digo mas particularmente en esta.

Lo que dezis de la harina os tengo en lo que es razon y os pido muncho que me la envieis que por falta de vituallas no avemos pasado a pelear con el otro canpo que, demas de los dos que avemos ronpido, tienen los enemigos en Andarax el qual hes de mas gente que los que he dicho, sigun se de espias que alla he tenido, e por otras vias. Y que estan en fuerte dispusiçion de tierra, Dios sea servido de encaminarnos, de manera que açertemos.

Quanto a la gente que desa çiudad ha venido, por solo daros contentamiento hare diligencias aunque la que hasta ahora[no] he visto [es] la harina, podria venir a Baça y alli se sabria si esta siguro el camino por Xergal y a la ciudad de Almeria, pero guardense de tocar en Gueçija ni en otro lugar de aquella taha de Marchena, ni en la del Buluduy, ni aun del rio de Almeria hasta debaxo de Santa Fe, o de Mondujar, porque de alli arriba tanbien llegan quadrillas de vellacos. Y si en Baça no se tuviere por sigura el dicho camio de Xergal, en tal caso sera forçoso venir a Tahali, en la sierra de Filabres, y de alli a Almeria y tanbien se informen en Tahali de don Alvaro de luna, gobernador de aquella sierra y estado si esta siguro aquel camino dende Tavernas a Almeria, porque los de la taha de Nixar, que estan alli a la parte de la mar, estan alterados, aunque no an llegado hasta aora a cortar el dicho camino ni se si seran porque ayer pasaron por alli quinientos tiradores de la çiudad de Murçia y çinquenta de caballo y otros trescientos infantes de la çiudad de Lorca, que todos vienen a este mi canpo y no creo que se cortara el hilo de otra gente que vendra del reino de Murçia y asigurara aquel camino.

Guarde nuestro señor vuestras magnificas y muy nobles personas. Fecha en este alojamiento de Felix a XXVII de henero 1569.

El marques de los Vélez

Documento 3

1569, junio, 4, Berja

El marqués relata sus encuentros con los moriscos desde que llegó al municipio

Real Academia de la Historia, Colección Salazar, 9/3791, p. 235Aunque sabeis alla el buen suceso que Dios nos dio cuando vine aqui a Berjal, digo que lo que

227

APéndice ii: Apéndice documental

despues ha sucedido es a de ssiete de mayo; sali de un alojamiento que tuve junto a Bicar a puesta del sol con todo el ejercito y camine toda la noche con intento de llegar a Dalias, que esta cinco leguas de alli, cuando amaneciesse, y asi llegamos sin ser sentidos, yendo tres mil y quinientos hombres de a pie y trescientos y cincuenta de a caballo, hasta una estrechura que llaman El Boqueron, muy cerca de Dalias, donde nos sintieron dos estancias de guardas que alli tenian los enemigos, los cuales luego hicieron lumbres y con ellas fueron avisados los de Dalias, y no hallamos cuando llegamos a Dalias mas de quince hombres, los cuales se mataron alli, y los demas se fueron a la sierra y a esta villa de Verjal, que es una legua mas alla, y como pase sin detenerme alli, cuando llegue aqui a Vergal era ya salido el sol y fui avisado que salian de esta villa muchos moros con banderas tendidas y mujeres y bagajes, y habiendo dejado orden de lo que habia de hacer la infanteria corri con la caballeria tras los moros hasta que los alcanzamos y rompimos y siguiose el alcance legua y media; muriendo quinientos moros, tomamosles las banderas y cuatrocientas y sesenta mujeres y niños y algunos bagajes, y de los nuestros murieron hasta cinco soldados, que aunque la caballeria fue sola tras los moros, los que dejabamos atajados en las peñas pelearon con algunos soldados nuestros que iban tras nosotros, los cuales iban acabando los moros que se quedaban escondidos, y con esto nos volvimos aqui a Verjal andadas seis leguas sin parar cuasi en veinte y cuatro horas con que quedaron los caballos hechos pedazos y algunos reventados.

El reyezuelo que ellos llaman, habia estado aqui la noche antes, y como supo en Ugijar lo que pasaba retrajose a la sierra Nevada y junto sus consejeros y trato del remedio que podrian tener contra mi y hizo dos reseñas, la una de hasta dieciseis mil hombres con armas y otra de catorce mil con intento de venir a dar en nosotros, y asi vino a dos del presente, antes del amanecer, con mas de once mil hom-bre, y quiso Dios que como yo ya sabia su intento de un moro que le tomamos, tuve muy dobladas mis centinelas de a caballo y de a pie, y paresciome por las consideraciones que tuvo aquella mesma noche cuasi a las once, que entendiendo los enemigos el cansancio con que habiamos quedado nos habian de acometer, y hice llamara a auquella hora algunos caballeros con quien suelo comunicar estas cosas, y aunque no creyeron mi sospecha yo me determine de que luego se echase bando que toda la gente se recogiese a sus banderas diciendo, por no ponerles el trabajo delante, que en amaneciendo queria mudar el campo a otro alojamiento cerca de aqui, y con esto muy en breve se puso toda la gente en pie con sus armas, y estando asi ya que queria amanecer vinieron centinelas de a caballo diciendo que venia gran cantidad de moros, los cuales se venian entrando por las calles y llegaron a la plaza donde yo estaba, en la cual tenia puestos en orden todos los cuarteles, y salime con la caballeria por una puerta y los moros que alli halle se recogieron con los que habian entrado por las calles, en los cuales yo di por un costado habiendo ya alguna claridad de dia, y al mismo tiempo apretaron los arcabuceros de manera que fue nuestro señor servido que por todas partes los arrinconasemos, y todos cuando dellos entraron en el pueblo y en las casas quedaron muertos; fuimos peleando con ellos por todas estas huertas, y en ellas don Joham, mi hermano, y asi los llevamos hasta los puntales de la sierra de Gador, la via de Dalias, donde los arcabuceros la sierra arriba les mataron muchos, y se entiende por los que habemos enviado a reconocer la tierra que pasan los que en este reencuentro murieron de mil y quinientos, y a lo que se entiende son la flor de Las Alpujarras y toda la braveza de alli, y asi se han armado muchos de los nuestros muy bien de sus escopetas y ballestas, porque se les tomaron mas de seiscientas; escaposeme el dicho reyezuelo y su hermano y don Fernando Zaguer Abenzagar, su tio, que todos se hallaron en esta batalla, aunque se quedaron algo lejos segun he sabido y no se muy cierto si se escaparon hasta agora, porque les tomamos caballos y yeguas ensillados y se entiende que serian de ellos. Tengo por muy cierto que si Nuestro Señor no me alumbrara el entendimiento para tener esta gente en pie y con las armas en la mano cuando estos nos acometieron, que ellos salian con su negocio como lo habian pensado, y aunque con toda la prevencion que fue Nuestro Señor servido que yo hiciese, fue este dia el mas peligroso que se puede imaginar. Mataronme doce peones, dos de a caballo, cuatro caballos; tomamosles diez banderas, muchos bagajes y vituallas, y, en fin, fue, a Dios gracias, buena mañana; paresceme que pues Dios es servido de mostrar tan a la clara lo poco que vale la fuerza y cautela de estos, pues todo lo trajeron aqui y fue de tan poco efecto, seria bien que ya no se tuviesen en tanto como se tienen, y asi confio en Dios que llegados los soldados viejos si me dejaren hacer los llegaremos presto al cabo. Nuestro Señor etc.

De Verjal, a cuatro de junio de 69.

228

APéndice ii: Apéndice documental

Documento 4

1569, julio, 7, Málaga

Informe de Pedro Verdugo sobre la provisión al marqués en Adra

Archivo General de Simancas, Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 37

Relación del dinero enviado a Málaga para la provision del Marques de Vélez hasta 7 de junio de 1569.

1.903.022 marv. Que a 27 de junio envio de Granada D. Francisco de Solís, proveedor y comisa rio general del ejercito. Se pago el 7 de junio y los trayo Juan de la Arena

1.120. 007 marv. 81.978 maravedies que trajo Juan de la Arena, de Granada, a 2 de Julio con otros 2.000 ducados.

1.270.007 marv. 3.000 ducados que trajo el mismo (Juan de la Arena) y entrego a Juan Bautista de Caçalla el 2 de julio con otros 2.000 ducados.

400.120 marv. 11 ducados en reales, más 6.000 maravedies a 3 de agosto, entregado a Caza-lla por Alonso Soria, que los envio Francisco Solís

Los bastimentos

2.857.688 marv. 4.932 quintales y 80 libras

1.165 quintales y 92 libras, a 16 de junio, y 815 quintales y 10 libras, el 22 del mismo

935.524 marv. 6.330 arrobas y 16 libras de harina

70.470 marv. 4.129 arrobas de vino

327.913 marv. 145 quintales de tocino

162.000 marv. 230 quintales de atun. No se a enviado

67.800 marv. 80 arrobas de aceite. Estan compradas otras 100

302.300 marv. 1.504 fanegas de cebada. Enviadas en un barco de Françisco Sánchez

330.868 marv. 3.786 pares de zapatos

87.720 marv. 1720 pares de alpargatas

281.574 marv. 361 cueros y 900 botillas para agua y vino

11.900 marv. 100 baules para agua

278.256 marv. Dineros para comprar carne fresca en el campo. Llevo Hernando de Orvaneja. Que se gastaron parte en comprar cebada en Motril

200 ducados En dineros que llevo para botica Antonio Mendoza

3.303 marv. En mediçinas

425.000 marv. 125 quintales de mecha

19.125 marv. 250 palos de hierro

6.545 marv. 35 açadones

3.000 marv. 500 espuertas

49.300 marv. 150 doçenas de herrajes caballar y asnar

33.350 marv. 45 botas de madera

54.760 marv. En bizcocho que se encargo en Granada

12.771 marv. A los soldados que an venido de Granada en guarda de los dineros que se lleva ron en tres veces

334.359 marv. 87 bagajes

394.088 marv. 237 gastadores y bagajeros en comida y salario

74.805 marv. Socorridos los peones del bergantin y 2 lanzas que se an entregado al marqués

12.240 marv. 20 quintales de vizcocho para provision de la gente del bergantin y lanzas

50 ducados Por el flete del barco de un viaje de 985 fanegas de cebada

229

APéndice ii: Apéndice documental

637.500 marv. Dados a los comisarios del trigo que se a començado a acarrerar

127.500 marv. Para la molienda del trigo

350.000 marv. Hechuras del vizcocho que se está haciendo de las 7.500 fanegas. Se a entre-ga do 197.500 maravedíes

57.300 marv. Salario de las personas del despacho del negoçio

200 ducados Andas de campo

37.119 marv. 136 arrobas de vino

Total: 11.245.000 marv.

Pedro Verdugo

(firma y rubrica)

Abreviatura: marv.= maravedíes.

Documento 5

1569, julio, 22, Granada

Informe sobre el difícil aprovisionamiento del campo de Fajardo

Instituto Valencia de Don Juan, Envío 1, p. 139

(...)El excelentisimo señor don Joan recibio una carta del marques de los Belez por la qual pedia se

le probeyesen desde aqui de mill vagajes. Y vista la dificultad que para enviarlos avia, ansi porque para comprallos hera menester buena cantidad de dineros como tanbien por via de alquile, porque entiendo que avian de yr al campo, y que no avia otro camino mas seguro que envarcallos para este hefecto, no fuera posible hallar aquella cantidad, porque ninguno querria huir.

Y aviendolo comunicado con el excelentisimo señor don Joan y con el Comisario General, don Françisco de Solis, paresçio que ningund medio podria hallarse mejor que tomar grand numero de vagajes con calor y voz, que se llebavan con bastimento para que don Joan de Mendoça llevase consigo y dexase tambien de respecto en Órgiba. Y ansi se hizo y se tiene entendido que no sólo los llevó consigo, pero que los passo el Comendador Mayor en las galeras al campo del marques, y no se save que ayan buelto. Subieron de a quinientos vagajes arriba; sera justo que se satisfaga a sus dueños del preçio, pues que la nesçesidad urgente forzo a que se hiziese semejante fuerza. Verdad es que dexa de venir bastimento a esta çibdad, que es de harta consideraçion. Plegue a Dios ayan pasado esto otro remediar sea brebe.

Asi se ha hecho la diligenzia posible para probeerse siempre el campo de don Joan de Mendoça con bestiame, sin se aver comprado, y se a hecho mas de lo posible a mi paresçer, porque comprarse el bestiame para este hefecto y a cargo de Su Magestad, se entendera que esto hera lo que conbenia, ya se obiera hecho por que no paresçio ser de tanto probecho que en breves dias no se acavaria, y hubieramos ya hecho dos o tres compras y no bastara.

Documento 6

Sin fecha

Lorca se queja al rey de los agravios sufridos por sus capitanes por parte del marqués

Archivo Municipal de LorcaEl marques de los Vélez, Capitan General deste Reyno de Murcia, al tiempo del levantamiento del

Reyno de Granada, a petiçion de la çibdad de Almeria, que escrivio al dicho marques que la socorriese, significandole que estava en gran peligro de perderse por que los moros levantados la venian a cercar y por ser plaça tan ymportante al servicio de Vuestra Magestad, pedian socorro con gran importancia, dando muchas razones que aqui no significamos a Vuestra Magestad por evitar proligidad, mas de que el dicho marques nos embio traslado de las cartas que la cibdad de Almeria le serviria pidiendo el dicho socorro y nos ordeno y mando de parte de Vuestra Magestad le embiasemos desta cibdad para hazer el dicho

230

APéndice ii: Apéndice documental

socorro mill y quinientos hombres de pie y çiento de a cavallo y luego en contiente viendo y entendiendo esta cibdad quanto convenia y importava al servicio de Vuestra Magesta socorrer a la dicha cibdad de Almeria dentro de dos dias hizimos salir desta cibdad y le enbiamos al dicho marques de Vélez mas de dos mill hombres de pie y ciento de a cavallo, los quales con gran diligencia llegaron a la villa de Vélez, do el dicho marques los esperava y con ellos y con la gente de su casa el dicho marques se partio luego a socorrer a la dicha cibdad de Almeria, y aunque el dicho marques de los Veles pidio gente para el dicho socorro a la cibdad de Murcia y otras partes de ninguna otra le acudio gente sino desta cibdad. Y asi en la dicha gente socorrio a la dicha cibdad de Almeria y vencio dos batallas contra los dichos moros en las villas de Gueçija y Felix, donde con sola la gente desta cibdad fue Vuesta Magestad mucho servido por que mataron muchas moros y se tomaron munchos desposos y preseas como a Vuestra Magestad es notorio y despues destas dos batallas la gente desta cibdad tambien sirvio muncho a Vuestra Magestad en la batalla y vencimiento que el dicho marques de Vélez tuvo en la villa de Ohanez, puesto que en la dicha batalla la gente de Murcia y otras partes por mandado de Vuestra Magestad. Y al tiempo que esta cibdad embio la dicha gente para el dicho effecto como era muncha la gente fue necesario embiar con ella muchos capitanes y asi esta cibdad embio siete cavalleros regidores, los seis por capitanes de ynfanteria y el uno con la gente de cavallo, y pasadas las dichas tres batallas, aviendo mas de dos meses que servian a Vuestra Magestad la maior parte de la gente se bolvio a esta cibdad por que todos dexaron sus casas desprovenidas por salir con la presteza que salieron y tanbien por que no eran pagados y no podian ni tenian con que servir tanto tiempo a Vuestra Magestad a su costa y les era forçoso venir a proveer sus casas y haziendas y tambien por que con el zelo grande que siempre tiene de servir a Vuestra Magestad salio toda la gente della creyendo que costaria vuestra [sic] poco la dicha guerra, pues para mucho tiempo no era justo ni convenia al servicio de Vuesta Magestad que saliese tanta gente ni quedase despoblada esta cibdad por el peligro grande que tiene por ser costa y ser necesario estar aprecebida de gente y armas para los efectos y segun Vuesta Magestad tiene mandado y asi aviendose venido como dicho es que la mayor parte de la gente se vinieron tanbien algunos de los dichos capitanes aviendo algunos dellos pedido licencia primero al dicho marques y siendo llamados por esta cibdad para cosas y an por tanto al servicio de Vuesta Magestad y quando los dichos capitanes se vinieron de mas de las dichas causas fue por quedarse sin gente y para la que quedo en el campo del dicho marques quedaron tambien suficiente numero de capitanes de los que fueron desta cibdad para governar la dicha gente y aunque despues de averse venido la dicha gente y capitanes por mandamiento del dicho marques de los Vélez en nombre de Vuestra Magestad esta cibdad a embiado a la dicha guerra muncha gente con sus capitanes por manera que al presente estan en el campo del dicho marques de Vélez mas de seiscientos hombres de a pie y mas de treinta de a cavallo desta cibdad en servicio de Vuestra Magestad con quatro capitanes que son suficientes y bastan para la dicha gente. El dicho marques de Vélez sin causa ni razon alguna que justa sea molesta a los dichos capitanes que se vinieron procurando hazerlos prender enbiando alguaziles para ello con cedulas y provisiones que a ganado de vuestra magestad asi en el su muy alto consejo de la guerra como en su corte y chancilleria que reside en la cibdad de Granada, de quel an recebido y reciben mucho daño en sus haziendas por lo qual humildemente suplicamos a Vuestra Magestad atentas justas causas que a Vuestra Magestad avemos referido, y a la voluntad y selo con que siempre emos servido y avemos de servir a Vuestra Magestad sea servido de mandar no sean molestados los dichos nuestros capitanes, mandando dar para ello su cedula y provision para el dicho efecto y para que el dicho marques de Vélez y las justicias de Vuestra Magestad no proçedan contra ellos y siendo necesario de todo lo dicho se dara a Vuestra Magestad bastante ynformacion. Nuestro Señor guarde y ensalçe a vuestra magestad por muy largos años con augmento de maiores reynos y señorios. De Lorca.

Juan Leonés de Guevara.

Documento 7

1569, julio, 28 y 30, Granada

Informe sobre el problemático aprovisionamiento del ejército del marqués

Instituto de Valencia de Don Juan, Envío 1, p. 140Ilustrisimo y Revenidisimo Señor

Con el correo ultimo que partio escrevi a Vuestra Señoria Yllustrisima y Reverendisima lo que hasta entonzes avia que escrevir y desir. Lo que nuevamente ay se entendera mas particularmente por lo que

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APéndice ii: Apéndice documental

escribe el serenisimo señor don Joan, y como don Juan de Mendoza avia llegado con su jente, que serian hasta quatro mill honbres, poco mas o menos, y con muchos vagajes, segun se escribe en la carta pasada. Despues aca, segun por cartas del provehedor Pero Verdugo, se entiende el marques de los Vélez pide vituallas y otras muniçiones de nuevo, convinientes a la expediçion de su exerçito, y como quiera que se le a proveydo y enviado en vezes cantidades de dineros para esta provisión, visto un memorial de cossas que pide el serenisimo señor don Joan, ha hecho esfuerço en enbiarle honze mill ducados. Y porque la cantidad que pide es mayor, y pareçe que en semejante ocurrencia urge mucho ser proveydo, el señor don Joan me mostro un capitulo de una carta de Su Magestad por la qual manda que de lo que proçede de la hazienda que perteneze a Su Magestad de los revelados del lugar de Ystan se prevaliese y provey a Pero Verdugo de otros seis mill ducados, porque en esta coyuntura no faltase provision. Aunque ay terçeros opositores y algunas villas que se oponen a esto, son por todos diez y siete mill ducado los que se an proveydo a Pero Verdugo. Despues sin otros seis mill que en esta semana pasada se le proeyeron.

Los Alcaldes de Corte son ya partidos de la gente que se sacó del Alvayzin y se sacó fuera deste reygno a diversas partes, como Vuestra Señoria Yllustrisima y Reverendisima lo terna entendido. Pareçe que se an presso tres o quatro que se bolvian a este reyno contra la horden y vando; de los quales se a mandado hazer justiçia en los lugares donde se tomaron. Y para que estos que se bolviesen fuesen cas-tigados, paresze que se podrian dar por esclavos a las personas que los prendiesen. Y con esta cobdiçia podria tener cumplido efecto lo que esta proveydo y horneado, porque para executar la pena de muerte que les esta ynpuesta habia pocos que los puedan prender con esta declaraçion y editamento. Que si Su Magestad los quisiere tiniendo hedad y dispusiçion para ello, para el servicio de sus galeras u otro efeto, quedando treynta o quarenta ducados por el se le den. Y esto aun tanbien se podria estender a otros christianos nuebos captivos, porque las galeras de Su Magestad fuesen proveydas de esclavos. Vuestra Señoria Yllustrisima y Reverendisima lo mandara proveher y tratar como mejor parezca que conviene.

No se teme tanto la provisión de bastimentos para el exercito del marques quanto la falta de ves-tiamen y vagaje, porque a ssido grande la copia dello que se a sacado de este reyno por soldados y otros mercaderes por todas las vias y modos que les ha sido posible. Pareze que los alcaldes que se an proveydo deberian tanbien de llevar comisión para que se proveyesse esta falta, mandando apercevir y tener a punto, siendo nesçessario mucho bastiamen de carga. Paresze ser provision neçesaria por todos fines y respetos, Vuestra Señoria mandara se haga lo que mas convenga.

Por quatro vezes he advertido a Vuestra Señoria Yllustrisima como es muy neçesario señalar salarios en las personas que estan yntentando en recoxer y benefiçiar el hazienda de Su Magestad, y no tengo resuluçion hasta agora. A Vuestra Señoria suplico me la mande enviar.

En este punto acavo de resçebir un despacho del Consejo con cartas para los corregidores deste reygno y de Murçia para que provean que las çibdades enbien dinero para pagar la gente de guerra que esta a sueldo dellas y provisiones para que hagan volver a los soldados que se an ydo sin horden y mi-litando devaxo de vandera. Su Magestad, antes de esto a escripto al señor don Joan y a mi, juntamente, sobre que se proveyesen alcaldes que fuessen a esto mesmo, y a cómo arriva escrivo son partidos y esto es lo que pareze que conviene para que aya efecto lo que se pretende.

Y porque el señor don Joan escribe mas largo sobre este particular, y lo demas que se an ofesçi-do remitiendome a su relación no digo mas de que Nuestro Señor la Yllustrisima. persona de Vuestra Señoria guarde y su estado prospere con la feliçidad que sus servidores deseamos. En Granada veynte y ocho de jullio de 1569.

A me paresçido adveryr a Vuestra Señoria Yllustrisia como de mas de los seis mill ducados que hize proveher de lo que proçedio de la hazienda que se va bendiendo de los revelados del lugar de Ystan, estan aqui como a quinze a diez y seis mill ducados, y aun diez y siete mill. Vase proçediendo blandamente, pretendiendo mas de presente la aclaraçion del derecho que Su Magestad pertenesçe que no apretarlo mucho con la execuçion, porque la gente esta fatigada y oppressa con la guerra y no paresçe que se sufre a pretarlo mas. Todo se considera y mira como conviene.

Las cartas y proviçiones para las çiudades deste reyno y de Murçia vinieron a buen tiempo y se han embiado porque ayudara y esforçara mucho esta diligençia tan açertada que Vuestra Señoria Yllustrisima ha mandado hazer con la que haran los alcaldes en este particular los dias pasados, aviendo entendido que el marques de los Vélez de las cavalgadas que a echo tenia cantidad de esclavas que se avian aplicado por quinto a Su Magestad enbie una persona de confiança para que las recoxiesse con horden del marques, dandole ynstruçion que las siguiese en todo. Ahora me escribe aquella persona que, como quiera que le de

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APéndice ii: Apéndice documental

mi carta y a hecho con el cumplimiento y diligençia nesçessaria, el marques no a respondido sino trayendole en largas, significando que queire acudir a Su Magestad para que le haga merçed del quinto. Adbierto a Vuestra Señoria Yllustrisia de esto para que mande se haga lo que mas convenga, porque el quinto sera a mi parezer de ynportançia del marques de los Vélez y su campo, no se ha savido si ha salido o no, mas de lo que su merçed ha entendido por las del Comendador Mayor, temese, segun los muchos que caen malos aca y alla se adolezca su campo. Tiempo se ha perdido en estos diez o doze dias por no haver salido, aunque no fuera para mas de para mudar el alojamiento y tomar ayre. De crezes que como pasada que tiene las cosas, por antes avra tenido causa para no salir antes de ser proveydo de las cosas que pedia. Quiera Dios que proveydas aquellas nos ofrezcan otras mayores que ympidan y hagan falta. Dios lo remedie, como a su servicio convenga. Çerrada en 30 de julio de 1569. Vesa las manos de Vuestra Señoria Yllustrisia su servidor.

Liçençiado Briviesca de Muñatones

Documento 8

1569, Agosto, 3, La Calahorra

El contador del marqués relata su dificultoso trabajo desde su llegada a Adra

Archivo General de Simancas, Cámara de Castilla, leg. 2152, p. 156

El martes de la Semana Santa llegue a Palamós con Juan Andrea para llevar al Archiduque y por averme dado una modorra que no llego al cabo no pude bolver, y despues aca he andado çerca del Comendador Mayor con algunas galeras de mi cargo.

El Comendador Mayor me mando que entre tanto que Vuestra Magestad mandava y ovi ese pasaje de galeras a Ytalia me encargase de ser Contador de este exerçito que tiene a cargo el marques de los Vélez. Y estoy en el con el mayor trabajo del mundo, porque aver de tomar de muy otras que el hilo y no aver avido contador ni ofiçiales de pluma en el.

De lo que en este exerçito ha pasado oy miercoles tres de agosto y de antes deste tiempo que estoy en el dare en esta quenta a Vuestra Magestad por pareçerme muy necesario que lo sepa.

El Comendador Mayor entendio que era necesario mucho al servicio de Vuestra Magestad que cerca del marques de los Vélez quedase alguna persona de calidad y muy amigo del marques, para que libremente le pudiese hablar y el le creyese, porque destas dos cosas tiene estremo. Y para esto acordo con Don Alvaro de Baçan que quedase con el y a sido tan necesario que sin dezir causas a Vuestra Magestad, que son para dezirlas por palabras bivas, entiendo y entiende todo este exerçito y campo que mediante su quedada i la diligenzia y termino que ha tenido con el marques se abrevio la partida de Adra en busca deste morillo.

A los XVII de jullio quedo don Alvaro en este exerçito i este dia me mando quedar en el el Comen-dador Mayor y el mismo dia bolvio con las galeras a Malaga por algunas cosas necesarias, asi vituallas como muniçiones y bolvio a Adra a XXIIII de jullio. Entre tanto se hizieron memoriales y despachos y se compraron vituallas que avia en la playa en navios y se acordo y proveyo la forma de la partida en busca deste morillo i de los que estavan con el (...)

Documento 9

1569, agosto, 4, Granada

El licenciado Briviesca relata los problemas de abastecimiento de las tropas

Instituto Valencia de Don Juan, Envío 1, p. 141Yllustrisimo Señor:

Con este correo ultimo resçevi una carta de Su Magestad por la qual me manda que tenga todo cuydado çerca de la provision de las vituallas y provission del canpo del marques de los Vélez, para lo qual no es tanto la falta de vituallas quanto la dificultad del bastiamen de cargo para llevarlos, porque en este reygno ay gran falta porque no biene cassi ninguno de fuera parte por la vejaçion grande que los dueños resçiven. Y anssi por esta caussa se encomendo muy particularmente a los alcaldes y dandoles provisiones para que registrasen todo el bastiamen de cargo que pudiese servir para basteçer el exerçito en las çibdades y tierras comarcanas a este reygno.

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APéndice ii: Apéndice documental

Assi mismo porque por la carta que escribe el marques de los Vélez apunta que por la parte de Guadix, Cazorla y Fiñana pretende ser vasteçido y aunque el averlo de ser por aquella parte tiene difi-cultades, anssi de bastimentos como de moliendas para pan, y ser nesçesarria mucha jente que sirva de escolta para llevarlo a todo se provehera con la diligençia y cuydado possible. Y para que esto tenga mas cumplido efecto, el señor Don Joan hordeno que el alcalde Messa fuese a Guadix y su comarca con personas y alguaçiles para que en esto aya toda diligençia y cuydado, y anssi espero se ara lo que posible sea. Tanbien me escrivio desde Malaga el provehedor Pedro Verdugo convenia mucho fuese otro alcalde a aquella çibdad y tierra, para hazer traer trigo y bastimento, porque el año hera falto de pan y los dueños que lo recojian lo querian retener y guardar, esperando mayor presçio e ynteresse adelante, y asi por lo que acasso podria ser menester, el marques de los Vélez ha proveydo por mar como para la provision de lugar es y fronteras maritimas y por todos buenos fines y respectos, paresçio tanbien al señor don Joan se proveyesse otro alcalde para este efecto, que fue el alcalde Sotomayor. Estos se an proveydo sin otros dos alcades primeros y cassi en una misma sustançia llevan todos provisiones e ynstruçiones de lo que deven y pueden hazer todo enderezado a que aya abasto de bastimentos, plazera a Dios que aunque en todo se representan no pqeueñas dificultades lo provehera como mas convenga.

Por un capitulo de una carta que Su Magestad me mando enviar que hera traslado de otro que el Comendador Mayor de Castilla le avia escripto entendido lo que escribe çerca de las vexaçiones que Motril y otros lugares maritimos de frontera dizen se les hazer, y como no avia oydo mas de ella, una parte paresçia le tenian caussa y razon como quiera que no sse puede negar que no esten travajados respecto de la guerra, timiniendo conssideraçion en esto, provey como a Su Magestad y a su real hazienda pudiese pertenesçer en aquellas partes maritimas, dando ynstruçion que no se hiziese execuzion sino solamente aclaraçion del derecho que a Su magestad pudiese pertenesçer, porque no se obscureçiere, poniendo tiempo en medio. Y en esta conformidad esta hordenado, pero entienda Vuestra Señoria que muchos christianos viejos de este reygno, capitanes y otros soldados y gente de guerra, pretenden ymmunidad de sus delitos y rovos, s color de la guerra. Y los capitanes alegan que porque se castigan las ynsulençias de sus soldados se uyen y ban y espeçialmente los vezinos y moradores de Alama an hecho grandes ynsultos y levantado y halzado muchos lugares de christianos nuebos, que estan en su contorno. Todo a fin de robar sus haziendas con ynsaçiable cobdicias, que todos desde mayor al menor tienen dexado a parte que mataron a algunos dellos con alcabuzes y otras harmas, estando quietos y paçificos y este es el mayor daño que este reygno a resçevido y quieren alegar que si se castigan se huyran los vesinos y se perdera la tierra. Y esta esta fuerza que traen en todas partes en este reygno en todas ocassiones y ocurrençias y pudiera alargarme mas en este particular, pero por no enfadar a Vuestra Señoria con carta larga no lohago.

Y porque el señor don Joan escribe largo a quien es todo me remito no digo mas syno que nuestro señor la Yllustrisia y Reverendisima Persona de Vuestra Señoria guarde y su estado prospere con la filiçidad que sus servidores deseamos. En Granada a quatro de agosto de 1569. Besa las manos de vuestra Yllustrisima su servidor.

Documento 10

1569, noviembre, 2, Oria

El capitán Valentín de Quiros relata a don Juan de Haro el sitio de la fortaleza de Oria

Archivo Municipal de LorcaIlustrisimo señor:

Ayer primero de noviembre, quando amanesçio tenia yo entregado todo el bagaje i mugeres para caminar parra esa villa y a la ora que salio el sol salimos desta fuerça y en lo baxo me llego aviso de la gente que avia enviado a atalayarla e tenerla atajalla, de como avian hallado la vereda mui entrecada, por donde avian pasado mucha cantidad de moros a tomarnos los pasos. Visto esto mande bolber toda la gente dentro e descargar los bagajes i luego enbie gente de cavallo a reconosçer los pasos y Diego de Quirós que fue con una quadrilla hallo el rastro de los de Purchena i çiertos moros que se entiende que devian venir de llevarles vitualla y los corrio i mas tres de ellos e les quito siete bestias y por no traer ninguno bibo e deziame el alferez que fue con otra quadrilla a el camino de Cantoria que por el avian pasado a tomarnos el paso enzima sin menos muncha cantidad de moros y con esto se despacho luego a vuestra mercedes una requisitoria para la comarca para que luego nos socorran.

234

APéndice ii: Apéndice documental

E oi miercoles, con deseo de tomar lengua i descubrir esta enboscada, cavalgue con una dozena de cavallos e fui a Pataloba i tome dos moros vivos i las atalaias dello que ay tantas que nos quentan los enboscados nos vieron yr aunque fuimos siempre por una ranbla e avisaron a los moros y luego yncontiennti se descendieron a lo llano a tomarnos el paso dos mill moros y convatirles desta fuerça nos avisaron i bolbiendo salieron a nosotros a ataxarnos i la mucha arcabuzeria e fuerça que tienen usavan tanbien de ella, que mataron a Françisco de Castro, e fue milagro no matar muchos, espeçialente de los que salieron de la fuerça a socorrernos.

Al fyn los dos que yo traia y otros tres o quatro, dichos moros quedaron muertos dellos, y nosotros nos retiramos i ellos sentaron su real media legua de esta fuerça, a donde agora quedan refrescandose para bolverse a los pasos esta noche, por que a lo que trayan me digeron antes que los matase fue que tienen juntado que no a de bolber a ver de nosotros alla y que los de Cantoria avian salido para este efecto mill onbres por esta syn los de Purchena e demas lugares.

Atento desto suplico a vuestra merced me haga merced de dar orden que seamos socorridos e me mande lo que tenga de hazer con esta gente e lugares porque corresponda como merecemos que el castillo lo que asta aqui estan si viene esta gente una compañia de turcos mui bien de arcabuceros e flecheros no se ofreçe otra cosa sino que el señor doctor besa las manos a vuestra merced y suplica tenga esta por suya.

A esta ora llegava un soldado que fue a reconoçer a la parte de la Boca y dize que vio en una gran copia de moros que se avian quedado en lo alto y le corrieron en seis enemigos. Nuestro Señor guarde. En Oria, 2 de noviembre de 1569 años.

Documento 11

1569, noviembre, 1, Oria

Requisitoria del doctor Parra para socorrer la fortaleza señorial

Archivo Municipal de LorcaIlustre señor:

El Correxidor de la çibdad de Murçia, don Juan de Varela, y su lugarteniente en la çibdad de ella, el dotor Françisco Guerta de ella, para juez de comision por el muy ilustre señor, el licenciado Molina de Mosquera, del consejo de Su Magestad, su alcalde en la real chancilleria que reside en la real çibdad de Granada, juez por espeçial provision para los negoçios tocantes a la guerra, e hago saber a vuestra merced:

Vine por orden y comision del dicho señor alcalde i tome a esta fortaleza de la villa de Oria a me-ter çierta gente de guarniçion para defensa de la dicha fortaleza y a hazer çiertos negoçios tocantes al serviçio de Su Magestad y guardas de esta fortaleza, y aviendo concluydo los dichos negoçios querien-dome bolver de la dicha fortaleza vinieron las çentinelas a darme y dieron aviso como los pasos estavan tomados por los moros rebelados, y que entendian que seria hasta dos mill moros, poco mas o menos, y esta fortaleza, espeçialmente lo susodicho y confision declaro como el tirano venia sobre esta fortaleza con los dichos moros para conbatirla y tomarla.

Otro, asi mismo prisionero, confeso que dentro de una ora estarian los dichos moros sobre esta dicha fortaleza sin duda alguna y por aver tan poca jente en hella como ay y no estar por algunas partes tanbien fortificada como convenia facilmente el enemigo podria tomarla de que de estos reinos de Su Magestad vendria yrreparables daños por ser esta fortaleza como es frontera y tan ynportante a estos sus reynos por tanta de parte. Demas a vuestra merced ordeno y de la mia suplico y pido por merçed que luego que esta fuere requerido con de cevador mande juntar e junte toda la jente de pie y de a cavallo que oviere en esa çiudad con toda presteza y dilijençia que un caso semejante a este requiere i enbie hasta la villa de Oria para que con ella y la demas jente se socorra e remedie esta fortaleza, so pena que si asi vuestra merced luego no lo hiciere y cumpliere de quinientas mil maravedies para los gastos de la guerra y que si la dicha fortaleza se perdiere los daños y culpa y cargo de todo. Fecha en la forta-leza de la villa de Oria a primero dia del mes de novienbre de mill y quinientos y sesenta y nuebe años.

El doctor Parra

Por mandado del dicho señor juez, Salvador de Baeça, escribano publico.

El mismo requirimiento y mandamiento e protestaçiones se entienda con todas e qualesquier

235

APéndice ii: Apéndice documental

justicia de las çiudades villas e lugares de los reinos e señorios de Su Magestad o a quien el llevador desta requiriere el que la tome.

Documento 12

1569, noviembre, 2, Vélez-Blanco

Informe del gobernador de los Vélez del sitio de Oria y la necesidad de socorro

Archivo Municipal de LorcaEl sabado pasado que se contaron veynte e nueve del pasado enbie a la fortaleza de Oria basti-

mentos e municiones y por escolta dozientos ynfantes y veynte e çinco cavallos, los cien ynfantes para que se quedasen en aquella fuerça y los demas para que sacasen de alli mugeres e niños y otras gentes ynpertinentes. E oy miercoles dia de la fecha de esta e tenido aviso del doctor Parra y del capitan Valentin de Quiros, a cuyo cargo yva esta gente, que El Maleq, que es capitan de la gente de los moros del rio de Almançora, les tiene tomados los pasos con hasta mill moros y tanbien tienen aviso de çierto moro que se tomo en çierta atalaya como tratan entre ellos de venir a sitiar la fortaleza de Oria. Conviene al serviçio de Su Magestad que vuestra señoria de orden que esta fortaleza sea socorrida y ansi de su parte le requiero, y de la mia suplico, que con toda la mas gente de pie e de cavallo vayan al socorro desta fortaleza, atento a lo que ynporta al serviçio de Dios y de Su Magestad, que no se pierdan aquellos christianos por no socorrellos.

Nuestro señor las ylustres personas de vuestras mercedes guarde y con estados acresçiente. De Vélez el Blanco dos de noviembre de 1569. Besa las manos de vuestras señorias.

Juan de Haro.

Documento 13

1569, noviembre, 4, Lorca.

El concejo de Lorca excusa socorrer a Oria

Archivo Municipal de LorcaMui ilustres señores:

Por carta de Don Juan de Haro avemos entendido la neçesidad que ay de socorrer a la fortaleza de Oria, y es çierto que obieramos ydo con mas brevedad al socorro que se nos pide sy no fuera por muchos ynconvinientes que se nos an representado a causa que yr los socorros van solamente con la gente de esta çiudad no convenia por ser los enemigos muchos y ansi para que se haga el dicho socorro avemos con correos propios despachado nuestras cartas a las villas de la comarca, las quales enbiando gente esta çiudad saldra luego a servir a su señoria al dicho socorro, y esto se hara con el amor e voluntad que siempre esta ciudad a tenido al serviçio de su excelençia.

Y a nos paresçido que para seguridad, guarda de la fortaleza, que convendria que se quitasen los enemigos de casa, que son los que nos venden en que todos los moros desa villa de Vélez el Blanco y el Rubio se prendiesen, y presos se llevasen a la parte donde mejor a vuestra señoria les paresçiere, y de esta manera no seran verdaderas las confisiones que muchos moros an fecho en que conluyen que para la primera luna an de yr a çercar esa fortaleza. Y esto todo es traça y conçierto que los moros tienen con los de la villa de Vélez Blanco i el Rubio y sera bien hazerlo conforme como el señor don Juan de Aubstria lo hizo con los moros de Granada y se quitaran muchos ynconvinientes que podrian subçeder.

Y para que vuestra señoria entienda como esta çiudad desea servir de mas de como tenemos dicho que yremos al dicho socorro nos paresçe que se pongan guardas en la parte del cabeço de Montebriche para que correspondan con la fortaleza desta çiudad, para que si subçediere algo nos puedan avisar con ahumadas de dia y almenaras de noche porque avisada que sea esta çibdad el dia con toda diligençia posible embiando demas dellas alhumadas, correo de a pie o de a cavallo, y porque sobre este negoçio asi mesmo escrivimos a don Juan de Haro mas largo. Nuestro Señor guarde las mui ilustres personas de vuestra señoria con acresçentamiento de grandes estados. De Lorca e de noviembre 4 de 1569.

Besa las manos de Vuestra Señoria

236

APéndice ii: Apéndice documental

Documento 14

1569, noviembre, 5, Vélez

Las hijas del marqués solicitan el socorro inmediato del marquesado

Cánovas Cobeño, F., opus cit., p. 396Muy ilustres señores:

Mis señoras hijas de mi excelencia nos mandaron escribiesemos a vuestra señoria, y que por ella las tenga vuestra señoria por desculpadas el no escrevir de su mano que no lo dejan por falta de boluntad, sino por no tener licencia de su escelencia.

Por otras cartas de don Juan de Haro ha escrito a vuestra señoria se terna entendida la gran necesidad que ay del socorro de vuestra señoria y hagora lo hay muy mayor por las causas que Pedro Oliver dira a vuestra señoria, a quien nos remitimos y suplicamos se de entero credito: a las villas de Caravaca y Cehegin se ha despachado pidiendo socorro con toda la brevedad y entendemos se dara conforme a la necesidad con que se pide.

Mis señoras suplican a vuestra señoria se de este socorro con toda brevedad que en ello Su Ma-gestad sera muy servida, y ellas recibiran muy gran merced y confiando vuestra señoria lo hara como siempre lo ha hecho con esta casa.

De esta fortaleza de Vélez y de noviembre 5 de Nuestro Señor 1569 años.

Muy Ilustres Señoras besan a vuestra señoria las manos.

Francisca. Mencía (firmas)

Documento 15

1569, diciembre, 1, Huéscar

La ciudad solicita ayuda a Lorca para acabar con los moriscos atrincherados en Gale-ra y eliminar el peligro en la zona

Archivo Municipal de HuéscarMuy Ilustres Señores

Entendido tendra Vuestra Señoria la necesidad y aprieto en que nos puso El Male con mas de cuatro mill moros el domingo 20 del pasado, el cual sin ser sentido por nuestro centinelas entre las seis e siete d ela mañana con mas de mil e quinientos entro por los arrabales de esta ciudad con seis o siete banderas y comenzaron a hazer daño en las casas, poniendoles fuego y haciendose fuerte. Y fue Dios servido dar victoria a los nuestros con gran daño e perdida del enemigo, porque murieron mas de quatroçientos moros y de los heridos que fueron se tiene noticia de un cautivo que se solto que pasan de ochocientos. Y ansi se retraxeron a la villa de Galera de do salieron al socorro de esta ciudad han venido y estan en ella los pueblos comarcanos y todos esperan el de Vuestra Señoria, a quien suplicamos sean servidos mandar se nos haga merced de favor e socorro con la mas gente de pie e caballo que sea posible con el que mediante el favor de Dios esta muy cierta la victoria. El artilleria de la villa de Caçorla viene camino por orden del señor marques de Camaras[a] llegara aqui para el sabado tres del presente. Luego, como hacen grandes preparaciones para el dicho efecto, y este tenemos por dudoso, si Vuestra Señoria no manda hacer este socorro que nos sera el mas necesario e principal por la gran necesidad en que esta ciudad e comarca esta puesta si el enemigo con presteza no se echa de alli. Y a no venir estos caballeros e gente que hay esta de acuerdo de se ir sin hacer el efecto y esta ciudad quedaria a mayor peligro tanto que nos convendria desamparalla.

De parte de Dios Nuestro Señor e de Su Majestad, pedidos a Vuestra Señoria lo dicho e de la nuestra lo suplicamos, encargando la brevedad como esta ciudad lo confia de Vuestra Señora, cuyas ilustres personas Nuestro Señor guarde y acreciente. De Huesca y de diciembre primero de 1569 años.

Muy ilustres señores

Besan las manos a Vuestra Señoria

237

APéndice ii: Apéndice documental

Documento 16

1591, marzo, 23, Madrid

Méritos presentados a don Pedro Deza por un soldado del marqués

Instituto Valencia de Don Juan, Envío 62 Caja 1., p. 441Pedro Samaniego, vezino de Granada, suplica a vuestra merced:

Que lleva veinte y cinco años que sirve en la compañia de guardias viejas de Castilla, en la com-pañia del Conde de Chinchón; de que fue capitan Pedro Samaniego, su padre, y lo continuo hasta la rebelion de aquel reyno, y despues aca lo ha hecho en otras ocasiones de importancia en que ha gastado la poca hacienda que tenia.

Su padre sirvio en la Costa de Almeria y la continuo hasta la rebelion de los moriscos y paso al campo del marques y lo hizo con mucho cuidado y diligencia. Y particularmente en los de Gueçija, Felix, Ohanez y dos vezes en Berja, procurando aventajarse y que estando el campo del dicho marques en Berja, se le ordeno una noche saliese por espia y çentinela de los enemigos y al amaneçer volvio al campo a dar aviso de una encamisada de mas de 15.000 moros que venian sobre el y se a perçibio la gente y salieron a reçibirlos y el dicho Pedro de Samaniego con ellos donde peleo con mucho cuydado y valor hiriendo y matando en los enemigos hasta que los hizieron retirar y que por este aviso no se perdio la gente del dicho campo y se consiguio la victoria aquel dia y que el dicho marques se lo agradecio mucho y quede pues haviendose tenido notiçia que don Fernando de Valor con los moros rebelados que ayava consigo estava en Valor el alto fue en su seguimiento el campo del dicho marques y los encontraron en el camino y tuvieron un gran recuento y refriega en que murieron muchos de los enemigos hasta que los desbarataron y fueron huyendo y la gente del dicho campo en seguimiento y que el dicho Pedro de Samaniego procuro aventajarse como se aventajo a otros escuderos en tanto en los enemigos hiriendo y matando y el y otros sus compañeros dieron hazia la parte donde estava el don Fernando de Valer (sic) y le fueron siguiendo hasta que viendo que le yvan en los alcançes se apeo del cavallo y dexo la lança y adarga que llevava y se fue huyendo por unas peñas y tierra aspera por donde no le pudieron seguir a cavallo y que el dicho Pedro de Samaniego y sus compañeros se volvieron al campo con el dicho cavallo lança y adarga donde estuvo por muy buen serviçio y que haviendo ydo el capo sobre galera el dicho marques por tener mucha satisfaçion y con fiança del dicho Pedro de Samaniego y ser muy aravigo y platico en la tierra se sirvio desde espia y çentinela y que por su causa avisos.

Luego paso a Almeria donde fue alguacil en tiempo de Arevalo de Zuazo y Garci Xuarez de Car-vaxal, corregidores.

Su padre sirvio en Italia, en la compañia de guardias viejas de Castilla, y en la dicha rebelion con muy cuidado. Pide la casa de Hernan López el Vayri.

Documento 17

Versión sobre la entrevista entre de Juan de Austria y don Luis Fajardo

Luis del Mármol Carvajal, Op. cit., p. 216Partio don Juan de Austria con todo el campo, y en una jornada fue a Guescar, que son siete leguas

por el camino derecho, y nueve por el carril (...) salio el marques de los Vélez a reçebir a don Juan de Austria como un cuarto de legua con algunos caballeros, dejando mandado a sus criados que mientras iba y volvia cargasen su recamara para irse a su casa, porque aun no habia desocupado los aposentos del castillo, donde habia de aposentarse don Juan de Austria, y habia entretenido al licenciado Simón de Salazar, alcalde de casa y corte, que tres dias antes habia ido a hacer el alojamiento. No podia el marques de los Vélez disimular el sentimiento que tenia de la ida de don Juan de Austria; y aunque se habia visto con el comendador mayor de Castilla y dandose buenas palabras de ofrecimientos, sabia muy bien que le hacia poca amistad, y que habia escrito a Su Magestad que no le parecia a proposito para dar fin a aquella empresa; y por ventura habian venido a su noticia las cartas primero que a las de Su Magestad, y lo habia disimulado; y por esta causa huia de hallarse en un consejo con el y con Luis Quijada, y solamente quiso hacer el cumplimiento de salir a recebir a don Juan de Austria, y sin apearse tomar el camino para su casa, como en efecto lo hizo; porque habiendo llegado a besarle las manos y a darle el parabien de su venida, volvio con el hasta la puerta de la fortaleza, dandole cuenta del estado

238

APéndice ii: Apéndice documental

de las cosas de la guerra; y sin apearse se despidio de el y de todos aquellos caballeros que le acom-pañaban, y se fue de camino a la villa de Vélez el Blanco con la gente de su casa y una compañia de caballos de Jerez de la Frontera, cuyo capitan era don Martin de Ávila.

Documento 18

Otra versión sobre la entrevista del marqués

Del manuscrito de la Biblioteca Nacional, editado como apéndice documental por Gómez-Moreno, M., Op. cit., pp. 203-204

(...) Y de alli a Guéscar, donde el marques de los Vélez estava con su gente, la cual, junto con la de la ciudad y tierra, hicieron gran recibimiento y salva, mostrando mucha alegria con la venida del señor don Juan; solo el marques de los Vélez salio descontento a recibille por ver que avia de obedecer, siendo poco antes obedecido y temido. Mas don Juan le recibio con alegre y blando acoximiento; y aunque sintio su disgusto, le saludo y abraço y le dijo: Vuestra fama con raçon os engrandece de manera que atribuyo a buena suerte el averse ofrecido ocasion de conoceros; estad cierto que mi autoridad no acortara la vuestra, pues quiero que os entretengais conmigo y que seais obedecidos de toda mi gente, haciendolo yo ansi mismo como hijo vuestro, acatando vuestro valor y canas y amparandome en todas ocasiones de vuestros consejos. A que respondio el marques por los terminos extraños que siempre uso, aunque medido con su grandeza, diciendo: Yo soy el que mas a deseado conocer de mi rey un tal hermano, y quien mas ganara de ser soldado de tan alto principe; mas si respondo a lo que siempre professe, irme quiero a mi casa, pues no conviene a mi edad anciana aver de ser cabo de escuadra. Fue la respuesta muy notada, assi de sentenciossa y grave cuanto aguda; y asi el marques fue breve su jornada, porque tarde o nunca mudo de consejo. Entro don Juan en el sobre lo de Galera, y despues de aver enviado a reconcerla se determino ir sobre ella.

Documento 19

1570, diciembre, 8. Belmonte

Gerónimo Fuentes relata la penosa expatriación de los moriscos Vélezanos

A.G.S., Cámara de Castilla, leg. 2157, p. 71Los otros dias escrevi a vuestra merçed, el miedo que tenia de lo que agora traygo al cargo de esta

gente y segun es mucha mas de la que por mi orden traygo. No creo se estaran (y) vuestra merced de que dubde lo que tengo de hacer sin dar aviso a vuestra merced. Yo llevo muy cerca de tres mill personas a mi cargo y de comission traxe mill y çiento, y voy ya caminando con ellas. No querria herrar en nada, y ansi suplico a vuestra merced si le parece que ay de que me avisar lo haga para que yo no yerre. Llevo a cargo la gente de los Vélez el Blanco y Rubio y las Cuebas, y no teniendo nueva orden repartire esta gente en los partidos que vuestra merced me dio por memorial.

La causa de traer yo tanta gente a sido el aver sido despachado postrer oy la noticia que ay de la gente que viene atras, porque sin los pasados son mas de diez mill los que el alcalde tiene por nueva que llegaran a Albacete, y en este marquesado algunos desean su bibienda de estos moriscos. Y a mi parecer al servicio de Su Magestad no conbiene tenerlos tan cerca del reyno de balencia y no se yo si la gana que todos muestran de quedarse por aqui, es gana de descansar o de quedarse mas cerca de su tierra y de su nacion. Yo creo que esto postrero es lo que mas los lleva, avisso a vuestra merced que en Albacete agora ay muchos morisco de bibienda de los que an benido por mandado de Su Magestad para que de esto, si conbiene vuestra merced, de noticia a Su Magestad.

En lo que a mi toca, hago oy el ayuda de Dios lo que devo, por la orden que ya tengo avisado, y mi repartimiento se vera en aquellos partidos a respecto del que vuestra merced me dio, si no me manda otra cosa. Que, como se camina con tanta gente y toda tan desbenturada, no se puede andar casi nada, y abia lugar para que si Su Magestad ordenares otra cosa, yo sea avisado. Primero que partiese de Albacete, ymbie asta mill y quinientos y pocas menos personas, por la orden que ya e escripto a vuestra merced, con sus capitanes y yo llevo conmigo hasta mill y treçientas y mas. Que por su jente mas de cobdicia para el hurtarles lo que llevan, e determinado yrme con ellos. El trabajo que se passa, ansi con ellos como con los pueblos que les an de proveer, Dios lo save, porque no ay sino con pura fuerza

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APéndice ii: Apéndice documental

sacallles lo que es menester para tanto pobre. Que a los que razonablemente tienen dispusiçion, como pasarse disimula, i parti primero de diciembre, tras aver estado detenido en Alvacete mas de diez y siete dias esperando a ser despachado.

Estoy satifecho de la merced que vuestra merced me a hecho, tendra quenta de acordar si Su Magestad el travjo que esto que nos ocupamos se pasa, y con esta confianza quedo. E determinado, por que no me puedo sosegar de lo que are con tanta gente, de ymbiar un criado mio para que vuestra merced me haga merced de avisarme si tengo de hacer desto algo mas de lo que se me esta mandado en lo que toca a los mil y cient moriscos que taje de comision. Suplico a vuestra merced, con lo que ubiere ser, mande avisar luego porque llegare a repartir al Quintanar el Vado, que se contaran diez dias de este mes, y si se me ordenare otra cosa abia lugar en el entretanto que comienzo a entregar. Y aunque este entregado algo de ello, aunque sea con trabajo hare lo que se me mandare. Y Nuestro Señor guarde la ilustre persona de vuestra merced con la accion que yo deseo. De Belmonte y diziembre, 8 de 1570 años.

Al ilustre señor vesa las manos a vuestra merced. Su servidor.

DON GERONIMO DE FUENTES.

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247

APéndice iV: cronología de los acontecimientos

CRONOLOGÍA DE LOS ACONTECIMIENTOS

FECHA

23-26 dic. 1568

26-27 dic.

28 dic.

29 dic.

30 dic.

31 dic.

1 ene. 1569

2 ene.

3 ene.

4 ene.

5 ene.

6 ene.

ACONTECIMIENTOS GE-NERALES Las Alpujarras se suble-van.

La revuelta se extiende a Los Filabres y Marquesado del Cenete.Algunas villas del sector oriental piden la interven-ción del marqués.

La Calahorra y otros lugares piden a la Chancillería soco-rro.

Almería comunica su inme-diato cerco por los moris-cos.

Sale a campaña el marqués de Mondéjar.

Deza pide al marqués que se entreviste con él en GranadaAlmería anuncia el fin del cerco.

CAMPAÑAS DE FAJAR-DO

En la noche llega orden de D. Pedro Deza para que Fajardo intervenga.

Fajardo solicita a Lorca y Mula tropas.

Los lorquinos responden, pero retornan el mismo día. Llega a Velez-Blanco la milicia de Mula.El marqués moviliza el Reino de Murcia.

Comienzan a llegar al señorío las tropas mur-cianas, valencianas y de Huéscar.

Juan Mateos de Guevara llega a Lorca para organi-zar su milicia.

El marqués sale a cam-paña. En la Boca de Oria se agregan tropas de Orihuela y del Reino de Valencia.

Fajardo se aloja en Olula del Río y acampa. Allí se une D. Juan Enríquez con soldados de Baza.

Cruza la Sierra de Filabres y libera los señoríos de Tahal y Gérgal.

MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

El ejército del marqués se aloja en Oria. La fortaleza queda a cargo de su hijo, D. Luis Fajardo.

FECHA ACONTECIMIENTOS GE-NERALES

CAMPAÑAS DE FAJAR- MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

248

APéndice iV: cronología de los acontecimientos

7 ene.

8 ene.

9 ene.

11 ene.

12 ene.

13 ene.

14 ene.

15-17 ene.

18 ene.

La Calahorra queda sitia-da.

Guadix levanta el cerco de La Calahorra.

Las tropas de Mondéjar sufren una derrota en Tabla-te.

Fiñana y el marquesado del Cenete solicitan socorro ante el temor a los hostiga-mientos rebeldes alpujarre-ños.

Molina Mosquera solicita al marqués su intervención en La Calahorra.

Guadix lanza una ofensiva contra el marquesado del Cenete.

El marqués llega a Taber-nas y acampa.

Entrevista con el obispo y concejo de la ciudad de Almería. Recibe el permiso real para intervenir militar-mente en el reino de Granada.Sale hacia el Andarax y le acompaña D. Alonso Avis Granada-Venegas.Acampa en Santa Fe de Mondújar.

Remonta el río Nacimien-to y libera el estado de Boloduy.Acampó todo el día en Santa Cruz, desde donde saqueó el señorío. El botín quedó requisado.De vuelta, se aloja en Santa Fe.

Batalla de Huécija. El Gorri y Puerto Carrero huyen.Saqueo de la tierra. El botín se requisa.Se liberan cristianos.El marqués acampa en Huécija.

El marqués recibe nuevos refuerzos de las ciudades y villas del Reino de Mur-cia, así como de Hués-car.

Acampa en la Sierra de Gádor.Fracasado asalto a Felix del gobernador de Almería. Se refugia con el marqués.

FECHA ACONTECIMIENTOS GE-NERALES

CAMPAÑAS DE FAJAR- MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

249

APéndice iV: cronología de los acontecimientos

19 ene.

20 ene.

23 ene.

24 ene.

27 ene.

28 ene.

29 ene.

30 ene.

31 ene.

1 feb.

La ciudad de Almería reclama ayuda al mar-qués para intervenir sobre Inox.

Almería escribe a Granada para que presione al mar-qués.

Llegan a Almería las galeras de Gil de Andradre.

El Tahalí asesina en Ohanes a 73 cautivas.

Se inicia la reducción moris-ca en el sector de Mondé-jar.

Batalla de Felix. Muere El Futey y El Tezi. Saqueo de la tierra. El botín se requisa.Llega la milicia de la ciudad de Murcia y nuevos aportes de Huéscar.El marqués acampa en Felix.

El campo recibe refuerzos de Lorca.Se agregan grupos de aventureros.Consejo de guerra contra Palomares.

Descontento generalizado.Continua el pillaje de la tierra.Deserciones en el campo.Refuerzo de Mula y otros lugares.

Fajardo solicita a Huéscar vituallas.

El marqués prepara en Fe-lix su salida hacia la taha de Lúchar.

El marqués sale hacia Canjáyar. Acampa en Barranco Hondo.Se prohibe el saqueo. Hay ejecuciones de solda-dos.

Batalla de Ohanes. No hay saqueo y se liberan cristianos.

Alejado el marqués, ciertas villas del Almanzora se alzan e intentan tomar Serón y Oria.

FECHA ACONTECIMIENTOS GE-NERALES

CAMPAÑAS DE FAJAR- MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

250

APéndice iV: cronología de los acontecimientos

3 feb.

4 feb.

5 feb.

12 feb.

13-19 feb.

20 feb.

23 feb.

10 mar.

12 mar.

30 mar.

31 mar.-3 abr.

4 abr.

Lorca se queja a la Chancillería de los abusos del marqués sobre sus soldados.

El rey ordena al marqués de Villena reforzar a Fajardo.

D. Juan de Austria llega a Granada como nuevo Capi-tán General.

Los moriscos derrotan a 1.000 soldados en el Puerto de la Ragua.

Se celebra la Candela-ria como un día de gran victoria.El marqués acampa en Ohanes. Llegan nuevos aportes de Lorca.El marqués sufre un atentado.Se autoriza el reparto de botín.

Comienzan las deserciones en el campo.

El marqués informa a Deza que frena su cam-paña. La falta de comida y las de-serciones obligan a acam-par en Canjáyar.

Siguen las deserciones e indisciplina.

El campo pasa a Terque.

D. Juan Enríquez llega a Granada para saber las órdenes del mar-qués.

El campo recibe 1.000 soldados del marquesado de Villena. El marqués sale de Terque y avanza hasta Canjáyar, donde acampa.

FECHA ACONTECIMIENTOS GE-NERALES

CAMPAÑAS DE FAJAR- MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

251

APéndice iV: cronología de los acontecimientos

20 abr.

23 abr.

30 abr.

1 may.

2-15 may.

17 may.

18 may-1 jun.

2 jun.

10 jun.

11 jun.

12 jun.

14 jun.

D. Juan de Austria ratifica la política de reducción de los moriscos.

El Muezzín alza la Sierra de Bentomiz y Tierra de Vélez-Málaga.

Requesens pasa de largo por Adra y trasla-da los tercios a Torre del Mar.

Abén Humeya prepara el ataque a Vélez. Su campo queda en Padules.

Victoria real en Frigiliana. El Maleh ataca Fiñana y destruye los abaste-cimientos que desde Guadix se envían a Adra.

Requesens desde Vélez-Málaga inicia el rearme del marqués.

D. Juan Enríquez regresa al campo del marqués con órdenes de reducir a los moriscos de Berja.

El marqués sale de Canjáyar y acampa en Vícar. Solicita los ter-cios.

Tropelías del ejército en el Campo de Dalías y Sierra de Gádor.

Salida de Vícar y marcha por el Campo de Dalías.Batallas de Dalías y pri-mera de Berja.El marqués acampa en Berja.

El marqués despliega su red de espionaje en todo el territorio.

2ª Batalla de Berja. El marqués derrota a Abén Humeya. Traslado del campo a Adra.

Los Filabres se alzan y preparan la revuelta del Almanzora.

Los moriscos toman Purchena y sitian a Se-rón.

El Alto y Medio Almanzo-ra comienza a levantar-se.

FECHA ACONTECIMIENTOS GE-NERALES

CAMPAÑAS DE FAJAR- MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

252

APéndice iV: cronología de los acontecimientos

Llegan al campo de Adra los primeros tercios para el marquésSe agrega el primer ofi-cial de pluma para llevar la contabilidad.

D. Álvaro de Bazán se agrega al ejército del marqués.

Continúa avituallándose el campo.

17 jun.

18 jun.

2 jul.

9 jul.

10 jul.

12 jul.

16 jul.

17 jul.

19 jul.

20 Jul.

24 jul.

25 jul.

Requesens pasa a Málaga para recoger provisiones de Fajardo.

El aprovisionamiento del marqués comienza a reali-zarse.

El Maleh sitia Cantoria y recupera a las esclavas moriscas.

El Maleh cerca la fortaleza de Oria.

Huéscar niega su colabo-ración en la defensa del Almanzora.

Se levanta el cerco de Serón.Las tropas del señor de Jó-dar se vuelven a una legua de Baza. Nuevo cerco a Serón.Llega a Baza Antonio Moreno para sustituir a Enríquez. Antonio Moreno cae enfer-mo. Los moriscos toman Se-rón.

El Maleh toma Cantoria.

Velez-Blanco remite los esclavos de Cantoria a Mula y pide ayuda a Lorca para defender Oria. El Maleh pone cerco a Oria.Velez-Blanco pide ayuda al Reino de Murcia. Se inicia una gran ofensiva morisca en todo el Alman-zora.

FECHA ACONTECIMIENTOS GE-NERALES

CAMPAÑAS DE FAJAR- MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

253

APéndice iV: cronología de los acontecimientos

Murcia renuncia a reforzar el señorío de Los Vé-lez.

Albacete recibe la solicitud del marquesado de Vélez para socorrerlo.

D. Juan de Austria envía a D. Antonio de Luna a Baza para sustituir a Enríquez en la frontera.Granada asume su falta de previsión con el campo de Vélez. Para resolver-lo destaca a López de Mesa.

El rey ordena a D. Juan de Austria que favorezca al marqués de Vélez.

El marqués sale hacia Berja. Esa misma noche retorna a Adra.

Fajardo vuelve a salir hacia Berja, donde acampa.

El marqués sale en direc-ción al río Benínar.Batalla de Lucainena. Desastre del transporte en el paso del río Lucainena.La tropa se detiene para reorganizarse. El marqués llega a Ugíjar y acampa. Victoria de Válor contra Abén Humeya.En plena batalla el mar-qués cruza la sierra y se traslada a La Calahorra.Se queja formalmente al rey por falta de vitualla. El obispo y el gobernador de Guadix visitan al mar-qués en La Calahorra y le entregan 200 bagajes.Vélez regresa a Válor y solicita a Baza el refuerzo de su señorío.

López de Mesa envía a Válor los primeros ali-mentos al campo. El marqués se niega a salir a campaña. Fajardo acampa en el Puerto de Loh.

Se levanta el sitio de Oria.

D. Antonio de Luna llega a Baza y asume interinamen-te el gobierno.

26 jul.

27 jul.

28 jul.

30 jul.

31 jul.

1 ago.

3 ago.

4 ago.

5 ago.

8 ago.

9 ago.

10 ago.

FECHA ACONTECIMIENTOS GE-NERALES

CAMPAÑAS DE FAJAR- MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

254

APéndice iV: cronología de los acontecimientos

D. Juan de Austria mani-fiesta al rey fuertes críti-cas contra el marqués.

La justicia investiga la provisión de Vélez y le in-forma de su culpa.

D. Juan de Austria solicita al rey la destitución del marqués.

El Felipe II ordena a D. Juan de Austria que favo-rezca a Fajardo.

El rey llama a la Corte al marqués de Mondé-jar.

D. Juan escribe al rey aceptando participar en el engaño a Vélez. Diversos oficiales recla-man a Vélez su marcha a Galera.

Muere D. Enrique Enríquez y Luna asume el gobierno.D. Juan Enríquez marcha de Guadix a Baza.

El D. Antonio de Luna visita las defensas de Vélez-Blanco.

Movimientos subversivos sobre la Tierra de Baza y Huéscar.

Ataques constantes al Bajo Almanzora.

Aben Humeya sitia Vera y Cuevas.Los lorquinos liberan la fortaleza.Lorca, Vera y Cuevas esta-

El marqués traslada su campo a La Calaho-rra.

Fajardo se queja a D. Juan de Austria de la falta de avituallamiento.

El marqués propone a D. Juan de Austria intervenir en el Almanzora.

El marqués excusa a D. Juan de Austria su salida al altiplano.Oficiales del Consejo de Guerra de Granada critican a Fajardo en la Corte.

13 ago.

18 ago.

21 ago.

30 ago.-2 sep.

4 sep.

5 sep.

7 sep.

8-13 sep.

13 sep.

14 sep.

14-17 sep.

23 sep.

25 sep.

FECHA ACONTECIMIENTOS GE-NERALES

CAMPAÑAS DE FAJAR- MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

255

APéndice iV: cronología de los acontecimientos

26 sep./ fin oct.

29 oct.

1 nov.

2 nov.

4 nov.

6 nov.

7 nov.

9 nov.

10 nov.

11 nov.

12 nov.

Abén Humeya es asesina-do y sustituido por Abén Aboo.

El marqués envía tropas para socorrer el seño-río.

llan en batalla campal por el botín.

Nueva ofensiva rebelde en el Almanzora.Revuelta popular en Baza. La fortaleza de Oria es reforzada por el capitán Quirós.

Nuevo cerco a Oria. Vélez-Blanco pide socorros a varias villas murcianas.

Lorca organiza las comuni-caciones con el marquesado.

El alcalde mayor de Lorca levanta un fuerte cuerpo militar. La milicia lorquina llega a Vélez-Blanco y se alojan en la villa.Los moriscos se apode-ran de Galera y Huéscar fracasa en su intento de recuperarla. El marquesado se refuer-za con diferentes tropas murcianas. Marcha del ejército lorqui-no a Oria y cabalgada en Chirivel.El campo se sitúa en Chirivel. Las tropas del marquesa-do avanzan hacia Oria. El Maleh pasa a Cantoria.Operación conjunta entre Lorca y Baza para atacar el Almanzora. Las tropas de Lorca ata-can Cantoria y avanzan río abajo.Victorias cristianas en las batallas de Arboles y Zurgena.

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CAMPAÑAS DE FAJAR- MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

256

APéndice iV: cronología de los acontecimientos

El marqués decide salir hacia Galera.

Una tormenta retra-sa la salida del mar-qués.

D. Luis Fajardo se dirige a Baza para levantar el cerco de Galera. Ese día acampa en Baza.El marqués solicita soco-rros a Lorca.

El marqués pone sitio a Galera y acampa en Huéscar.Huéscar solicita socorros a Lorca. Fajardo es reforzado en Huéscar por tropas del reino de Murcia.

Los moriscos de Orce se alzan. Intento rebelde de tomar Huéscar Huéscar cerca Galera y pide ayuda a los reinos de Murcia y Jaén.

Diversas villas del reino de Murcia refuerzan a Hués-car.

Se destituye a D. Antonio de Luna en la gobernación de la frontera de Baza. Es sustituido por D. Juan Enríquez.

Felipe II ordena a su herma-no que marche a Baza para la campaña del Almanzo-ra.

Requesens envía a Lorca desde Cartagena varios cañones con la orden de no sacarlos de la ciudad. D. Juan de Austria asalta Güéjar y vuelve a Grana-da. Felipe II ordena a D. Juan de Austria que marche a Baza y sustituya a Vélez en Galera. D. Juan de Austria sale de

15 nov.

20 nov.

21 nov.

22 nov.

23 nov.

26 nov.

1 dic.

6 dic.

18 dic.

23 dic.

26 dic.

29 dic.

FECHA ACONTECIMIENTOS GE-NERALES

CAMPAÑAS DE FAJAR- MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

257

APéndice iV: cronología de los acontecimientos

30 dic.

31 dic.

1 ene. 1570

2 ene.

9 ene.

18 ene.

19 ene.

24 ene.

26 ene.

30 ene.

3 feb.

Fallido asalto del mar-qués a Galera. Lorca conoce la muerte de varios capitanes en el descalabro de Galera.Fajardo solicita a Lorca la artilleria. Ésta se niega.

El marqués solicita al rey tropas para acuartelar en Oria. Polémica entrevista del marqués con el capitán general.Fajardo levanta el cerco de Galera y sale de la guerra.

Fajardo llega a Vélez-Blanco.

Cabalgada de la gente de Oria sobre Canto-ria.

Granada.Requesens en Cartagena preparaba los apoyos al príncipe.

D. Juan de Austria llega a Baza.

D. Juan de Austria ordena a Lorca que envíe la artillería que tiene.

D. Juan de Austria pasa a Huéscar.

Fracasa el intento de asalto a Galera. El duque de Maqueda se queja al rey de los daños realizados por Vélez en su señorío de la Taha de Mar-chena.

El rey ordena que libere de salteadores los caminos del marquesado en su flanco sur.

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CAMPAÑAS DE FAJAR- MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

258

APéndice iV: cronología de los acontecimientos

D. Juan de Austria levanta el cerco de Galera.

D. Juan de Austria inicia las operaciones para asaltar Serón.

Deza pide al rey la expul-sión de los moriscos del territorio donde opera D. Juan de Austria.

Felipe II ordena la expulsión de los moriscos de Guadix y Baza. D. Juan de Austria toma Serón.

Felipe II ordena a D. Juan de Austria la expulsión de los moriscos del marque-sado.El rey ordena al marqués de Camarasa que controle todo el territorio, en previsión de altercados.D. Juan de Austria toma Tíjola. Se formalizan los contactos para negociar la reducción morisca.

D. Juan de Austria parte de Tíjola hacia Purchena.

D. Juan de Austria entra en Purchena.

4-6 feb.

7 feb.

11 feb.

18 feb.

23 feb.

24 feb.

28 feb.

9 mar.

9-12 mar.

12 mar.

26 mar.

27 mar.

Expedición velezana al río Lorca para eliminar a los monfíes. Se capturaron a los cabecillas Ponce y Diego Abicali.

El marqués solicita al rey refuerzos para Oria.

El rey responde al mar-qués a sus cartas del 8 de enero y 11 de febrero y le informa del próximo refuerzo de la fortaleza de Oria.

Oria es reforzada para 3 meses.

D. Francisco de Córdoba lle-ga a Oria para salvaguardar la reducción de los moriscos. Los moriscos desalojan Cantoria.

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CAMPAÑAS DE FAJAR- MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

259

APéndice iV: cronología de los acontecimientos

28 mar.

30 mar.

3 abr.

6 abr.

8 abr.

23 abr.

Oct.-dic.

21 dic.

D. Juan de Austria ocupa Cantoria y acam-pa.

El príncipe se queja de la falta de provisiones en Cantoria.

D. Juan de Austria sale de Cantoria.

Felipe II paraliza la expul-sión de los moriscos del marquesado.

Bando de Santa Fe de Mondújar para la re-ducción de los moris-cos.

Se reducen 300 familias en Oria.

El ejército de D. Juan de Austria se desmanda por la tierra.Desde Cuevas se remite harina al ejército real. D. Bernardino de Quesada queda a cargo de Canto-ria.

Nuevo refuerzo real a Oria. Cantoria se designa pun-to concentración para la reducción. El marqués envía a todos los moriscos del marque-sado que puede a su villa de Mula. Comienzan a expulsarse los moriscos del marque-sado.

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CAMPAÑAS DE FAJAR- MARQUESADO DE LOS VÉLEZ

260

APéndice V: Índices toponímico y onomástico

AABLA: 26ADRA, camino de: 92ADRA, villa de: 11, 77, 81, 85, 91, 96, 98,

101-103, 105-107, 113, 115, 122-123, 125, 132, 134, 140, 153, 155, 228, 232

ÁFRICA: 78AGUA, calle (en Berja): 94, 97ALBACETE: 44, 84, 118, 200, 238-239ALBAICÍN: 34, 231ALBANCHEZ: 180ALBOLODUY, señorío de la: 39, 52, 54, 58,

60, 225-226ALBOX: 18, 20, 118ALCAUCÍN: 84ALCÁNTARA, calle (en Berja): 92ALCAUDIQUE (barrio de Berja): 92ALCOLEA: 126ALCUDIA: 33ALDEIRE: 55ALEDO: 170ALHAMA (Almería): 22, 52, 224ALHAMA (Murcia): 17, 49, 53, 67, 92, 166,

168-169, 172, 233ALHAMBRA: 106ALHAMILLA, sierra de: 22ALICANTE: 203ALMANZORA, comarca: 18, 20, 24, 26, 121,

157, 182 ALMANZORA, río: 18, 21, 41, 46, 48, 73, 83,

114-115, 118, 122, 130, 163, 174, 176, 177, 181, 188, 190-192, 198, 224, 226, 235

ALMANZORA, valle: 12, 20, 24, 72, 77, 89, 100-101, 103, 107, 109, 112-114, 118, 140, 143, 154, 161-162, 172, 180, 189, 203

ALMERÍA, ciudad: 22, 37, 38, 39 n. 4, 41-42, 46-48, 51-52, 54-55, 57-59, 64-65, 69-70 y

n. 114, 84, 86, 166, 197, 198, 208, 224-226, 229-230, 237

ÍNDICE TOPONÍMICO

ALMERÍA, obispado: 27-29ALMERÍA, provincia: 26ALMERÍA, río: 41, 58, 83ALMEXÍXAR: 59, 84ALMUÑÉCAR: 85ALPUJARRA/S, comarca de la/s: 10-11, 15,

21-22, 34, 37, 46, 48, 52, 54, 55, 64-65, 68-69, 72-73, 77-78, 81, 84, 86, 89, 101, 103, 106-108, 113, 121-122, 129-130, 135, 138-140, 152-153, 204, 210

ANDALUCÍA: 47, 207ANDARAX, camino de: 92ANDARAX, taha de: 55, 59-60, 84, 93, 96,

224-226ANDARAX, río: 51-52, 64, 81,ANDARAX, señorío del bajo: 78ARAGÓN, Corona de: 16ARAGÓN, Guerra de: 17ARBOLEAS: 20, 178ARGEL: 17, 26, 30, 41, 89, 118ARMUÑA, señorío de: 112ARRABAL, El (barrio de Vélez-Blanco): 170ASNARES, rambla: 173

BBACARES, villa de: 40BACARES, sierra de: 41BAEZA: 69, 134, 185BAZA, ciudad de: 11, 15, 26, 33, 38-39 n.4, 43,

48-49, 58, 69, 72, 83, 88, 100, 113-116, 118, 131, 133, 139-140, 154, 157 y n. 129, 158 y n. 134, 162-163, 174, 176, 180-181, 184-186, 192, 224, 226

BAZA, frontera de: 112BAZA, hoya de: 116, 133, 191BÉDAR:149, 151BELMONTE: 201, 238-239BENAROMARRA (entre Arboleas y Zurgena):

178

NOTA ACLARATORIALa numeración entre guiones indica que los términos están referidos en todas las páginas del

intervalo. Los subíndices están referidos a las notas a pie de página.En índice onomástico los nombres moriscos o de cristianos viejos, especialmente aquellos con

título nobiliario, se han ajustado a los más frecuentes y usuales. La referencia en cursiva permite al lector buscarlos adecuadamente. La página marcada en negrita señala la biografía del personaje.

261

APéndice V: Índices toponímico y onomástico

BENÍNAR: 126BENITAGLA: 20, 180BENTARIQUE: 70 n. 114,

BENTOMIZ, sierra de: 84BERBERÍA: 107, 140BERJA: 11, 77, 81, 84- 86, 88-93, 97-98,

100-101, 123, 125, 126, 143, 226-227, 237BOLODUY: vid. AlboloduyBOQUERÓN, El (cerca de Dalías): 86, 227BOQUEDÓN DE DALÍAS. vid. Boquerón de

Dalías BULUDUY: vid. Alboloduy

cCABRERA, sierra de: 22, 149 CALLILLAS DE ACEITUNO: 84CANILES: 48, 116, 153, 163, 181CANJÁYAR, losar de: 65, 70, 83, 84CANJÁYAR, villa de: 65, 70, 226CANTORIA, villa: 11, 24, 54, 60, 77, 108-110,

112, 114-116, 130, 173-174, 176-178, 190, 193-194, 197, 233, 234

CAPILEYRA, barrio de (en Berja): 92CARAVACA: 44, 49, 53-54, 57, 92, 168-170,

182-184, 236CAROLINAS, calle (en Berja): 92CARRERA DE GRANADA (calle de Berja):

vid. barrio de JulbinaCARTAGENA, ciudad: 19, 22, 26, 30-31, 142-

143, 147, 183-185CARTAGENA, señorío de: 19, 21, 73CASTILLA: 32, 105, 114, 131 n. 22, 138, 152,

197, 237CAZORLA, adelantamiento de: 11, 113-114,

134, 182, 233, 236CEHEGÍN: 49, 53, 92, 168-169, 182, 236CENETE, marquesado del: 38-39, 42, 51, 54-

55, 86, 131, 133, 135, 138, 226CERRILLOS, Los (barrio de Berja): 91, 96CID, El (cerca de Berja): 88CÓBDAR: 180CONSTANTINOPLA: 30CÓRDOBA: 102, 130, 157CORRAL, El (entre Arboleas y Zurgena):178COX de ORIHUELA: 88CRUZ, placeta de la (en Berja): 92CUENCA: 201CUEVAS, río de las: 145

CUEVAS DE ALMANZORA, villa: 11, 20,-21, 121, 141-143, 145, 147-149, 151, 183, 197-204, 238

CÚLLAR: 158 n. 134, 163

chCHICLANA, calle (en Berja): 92, 94CHINCHILLA: 84, 200CHIRIVEL: 173

dDALÍAS, boquerón de: 142DALÍAS, camino de: 92DALÍAS, campo de: 86, 98, 101DALÍAS, villa de: 81, 84, 86, 92-93, 96, 227DARRÍCAL: 126

EENIX: 58ESPAÑA: 25, 107, 205

FFÉLIX, cerro de: 64FÉLIX, villa de: 37, 54-55, 57-59, 62-63, 65,

224-226, 230, 237FEZ: 89FILABRES, sierra de: 22, 41, 48, 58, 108, 112,

125, 176, 224, 226FIÑANA: 22, 38, 42, 52 n.57, 69 n.111, 100, 226,

233FLANDES: 183FREILA: 158 n. 134

FRIGILIANA: 102FUENTE el ÁLAMO (cerca de Berja): 90FUENTE TORO: vid. calle del Olivar

gGÁDOR, sierra de: 52-53, 84, 96, 224-225,

227GALERA: 33, 112, 143, 154, 158, 161, 163,

172, 174, 176, 180-186 (n. 215 y n. 221), 188, 190-191, 197, 199, 236, 238

GÉRGAL, villa y señorío de: 40, 48, 52, 58, 72, 108, 142, 226

GOR, señorío de: 39 y n. 4, 224

262

APéndice V: Índices toponímico y onomástico

GOYA, calle del: vid. calle del OlivarGRANADA, ciudad de: 15-16, 19, 20, 26, 28,

31, 33, 38, 47, 51, 70, 73-74, 80-81, 84, 105, 107, 112, 114, 121, 123, 131, 135, 138, 148, 153-155, 158, 161, 180-181, 183, 185, 202, 204, 208, 224, 226, 228-230, 232, 234-235, 237

GRANADA, emirato: 16, 17GRANADA, guerra de: 19GRANADA, reino de: 10, 19-20, 22, 24, 26-27,

37-38, 41-42, 46, 65, 68, 73, 77-78, 80-81, 102, 130, 157 y n. 129, 185, 190-200, 202, 205, 224, 229

GUADALENTÍN: 42, 190GUADIX, ciudad: 11, 38, 42, 51-52 n. 57, 54-55,

65, 69, 78, 83, 100, 131-132, 134-135, 139, 192, 225-226, 233

GUADIX, hoya: 191GUÁJARES, Los: 73GÜEJAR-SIERRA: 154, 184

hHELLÍN: 49HONDO, barranco (entre Canjáyar y Oha-

nes): 65HUÉCIJA: 37, 52- 55, 58, 60, 62, 224-226,

230, 237HUÉRCAL-OVERA: 177-178, 180, 190-191HUÉSCAR, alcázar de: 186, 188HUÉSCAR, ciudad: 11, 19-20, 23, 26-27, 32,

58, 59-60, 69, 72, 100, 110, 113-114, 116, 153, 157, 161, 163, 170, 172, 181-186, 189, 224-226, 236-237, 238

HUÉSCAR, señorío: 23, 24, 26, 32, 38, 43, 133

HUMILLADERO, calle (en Berja): 92, 94HUNGRÍA: 30

iÍLLAR: 54INOX: 65, 70INSTINCIÓN: 53, 204

jJABALQUINTO: 46JAÉN, ciudad de: 134JAÉN, reino de: 72, 113, 133, 158, 162, 182

JEREZ DE LA FRONTERA: 130, 152, 188, 238

JÓDAR, señorío de: 113JULBINA (barrio de Berja): 92, 94

lLA CALAHORRA: 11, 38-39 n. 4, 51, 54-55,107,

121, 131, 132-135, 138-140, 151-153, 161-163, 174, 180-181, 183, 188, 225, 232

LA GINETA: 84LA RAGUA: vid. Puerto de la RaguaLAROLES: 85 n. 146

LIBRILLA: 16, 49, 166, 168-169LÍJAR: 180LOH, Puerto de: 131, 135LORCA, alcázares de: 15 LORCA, ciudad de: 11, 15, 18, 19, 22, 27, 41,

42, 43, 44, 49, 51, 59, 61-63, 67, 83, 88, 112, 114 y n. 220, 116, 141-145, 149, 166, 168-170, 172-173, 176, 180, 182-185, 188, 194, 198, 200-203, 230, 235

LORCA, río: 190LOS CERRILLOS (barrio de Berja): 92LUBRÍN, sierra de:148, 202LUBRÍN, villa:149LUCAINENA, lugar: 121, 125-127, 129LUCAINENA, río: 129LÚCHAR, taha de: 65, 83

mMADRID: 31, 34, 42, 98, 188, 237MÁLAGA: 102, 107, 185, 228, 232-233MARCHENA, fortaleza de: 22MARCHENA, señorío de la taha: 26, 40, 52-

54, 58, 70 n. 114, 78, 188, 226MARGEN, Casa del (Oria): 47MARÍA: 46, 173MARQUÉS DE YNIZA, calle (en Berja): 92 MARQUESADO DEL CENETE: vid marque-

sado del CeneteMAZARRÓN: 27, 43, 65, 70 y n. 114, 142, 169,

172, 203MOHAJA, calle (en Berja): 92MOJÁCAR: 141, 149, 166MOLINA, ciudad de: 203MOLINA, señorío de: 17MONDÚJAR (Almería): 58MONTEBRICHE, atalaya y/o cabezo: 42,

263

APéndice V: Índices toponímico y onomástico

168, 235MORATALLA: 49, 162, 169-170, 182MOTRIL: 102, 105, 228MULA: 11, 17, 23, 26, 42, 49, 60, 64, 74, 92,

115, 166, 194, 201MURCIA, catedral: 23MURCIA, ciudad: 22-23, 25-26, 37, 43, 48,

58-59, 61-63, 72-73, 88, 90, 92, 97, 113, 118, 143, 147, 162, 166, 168, 170, 176, 188, 226, 230, 234

MURCIA, reino de: 11, 16, 19-20, 24, 26, 37, 39, 41, 43, 51, 54, 59, 72-73, 78, 115, 158, 161-162, 190, 203, 225-226, 229, 231

nNACIMIENTO, río: 38, 52, 60NÁPOLES: 127, 132, 157NAZARÍ, Emirato: 3NECHITE: 78NEVADA, sierra: 67, 227NÍJAR, villa y taha de: 59, 70 n. 114, 226NOGALTE, batalla: 17

oOHANES: 37, 38, 65, 67-70, 152, 230, 237OLIVAR, calle del (calle antigua de Berja):

92, 96OLULA DEL RÍO: 48ORCE: 33, 112-113, 161, 172, 174, 181ÓRGIVA: 73, 83, 101-102, 105-107, 138, 229ORIA, Boca de: 46, 165, 234ORIA, villa: 11, 19-20, 46, 47, 48, 72, 77, 101,

108-110, 112, 114-116, 118, 121, 130, 132-133, 140, 153, 162-163, 165-166, 168-170, 172-174, 180, 185, 190-194, 197, 199, 233- 235

ORIA, señorío: 19ORIHUELA: 26, 46, 49, 88

pPADULES: 90PAGO (barrio de Berja): 91, 96PAÍSES BAJOS: 183 n. 215

PALAMÓS: 232PARTALOA: 24, 165, 176, 234PEÑARRODADA (en Berja): 123PICADERO, calle (en Berja): 92, 94POLOP, señor de: 59

PORTILLA: 21, 141, 147, 151, 198-199, 202,PUEBLA DE DON FABRIQUE: 43PULPÍ: 176,PURCHENA, río: 110PURCHENA, villa: 101, 107, 110, 115, 140,

145, 176-177, 180, 192-193, 197, 233-234QUESADA: 133

qQUINTANAR: 201, 239

rRAGUA, puerto de la: 55, 85 n. 146, 86, 89RÍO CHICO (en Berja): 123, 126RÍO GRANDE (entre Berja y Benínar): 126

sSABIOTE: 185SANTA CRUZ: 52, 60SANTA FE DE MONDÚJAR: 52, 58, 197,

224, 226SANTIAGO, iglesia de (Lorca): 194SEVILLA: 201SERÓN: 44, 72, 101, 109, 112-115, 130, 174,

180-181, 191 y n. 248

tTABERNAS: 48, 51-52, 59, 64-65, 180, 224,

226TABLATE: 59TAHAL, villa y señorío de: 48, 58, 226TAHALÍ: vid. TahalTENIENTE JOYA, calle (en Berja): 92TERESA: 149TERQUE: 37, 70 y n. 114, 72, 73, 77-78, 81,

83, 100, 125TÍJOLA: 44, 172 n. 171, 192-193TIRIEZA, castillo de: 19TOLEDO: 201TOPARES: 173TORTOSA, ciudad: 102TORTOSA, obispo de: 14TOTANA: 49, 53, 67, 92, 166, 168, 172TRENTO, concilio de: 31TÚNEZ: 30TURÓN: 85 n. 146

264

APéndice V: Índices toponímico y onomástico

uÚBEDA: 78 n. 128,134, 185UGÍJAR, camino de: 92UGÍJAR, villa de: 78, 90, 93, 125, 129, 227URRÁCAL: 174

vVALENCIA, ciudad: 25, 151VALENCIA, reino de: 11, 40, 46, 72-73, 157,

158, 162,VÁLOR, río: 130VÁLOR, villa: 89, 121, 127, 129-135, 143,

153, 210VÉLEZ, comarca de los: 18-21, 26, 29, 201VÉLEZ, marquesado de los: 12, 19, 27, 72,

108VÉLEZ, río: 18VÉLEZ, señorío de los: 11, 15, 25, 29-30, 38,

46, 49, 60, 63, 116, 140, 152, 161, 163, 174, 180, 226

VÉLEZ, tierra de (Málaga): 84

VÉLEZ-BLANCO: 11, 21, 23, 29, 39 n. 4, 42, 44, 46, 69, 110, 112, 114-116, 118, 140, 149, 161-163, 165-166, 168-170, 172-173, 188-191, 197-200, 202-204, 210, 224, 235-236, 238,

VÉLEZ-MÁLAGA: 102VÉLEZ-RUBIO: 21, 116, 166, 168, 172-173,

189-191, 204, 235VERA: 31, 64, 69, 114 y n. 220, 116, 140-141,

143, 145, 147, 149, 151, 153-154, 161, 166, 176, 197, 201

VÍCAR: 58, 86, 88, 227VILLENA, marquesado de: 43, 83, 118, 201

xXIQUENA, castillo de: 19

zZURGENA: 116, 180, 194

265

APéndice V: Índices toponímico y onomástico

ÍNDICE ONOMÁSTICO

AABÉN ABOO: 162ABÉN HUMEYA: 34, 52, 55, 68, 77-78, 81,

85-86, 89, 90, 93-94, 96, 98, 100-101, 107, 116, 121, 125, 129, 132, 140-141, 143, 145, 148, 162, 208, 213, 237

ABÉN MEQUENUM: vid. Francisco Puerto-carrero

ABENDALI, Diego: vid. Diego AbicaliABENZABA el viejo, Miguel: 72, 213ABICALI, Diego: 172, 190-191, 213ABONVAYLE: 90, 213ABOO, Abén: vid. Abén AbooACEBEDO, don Pedro de: 102, 213ADALID, Rodrigo: 142AGUILAR, Juan:134ALBA, Casa de: 25, 30, 58, 182ALBA, duque/sa de: 23, 26, 32, 43, 72, 189ALMERÍA, Obispo de: 51ALMOÇAVAN: 109, 213ALGUACIL, Andrés: 73, 213ÁLVAREZ DE LEÓN, Diego: 182, 213ANDRADA, fray Gil de: 65ANDREA DORIA: 232ARENA, Juan de la: 228ARÉVALO DE ZUAZO, Francisco: 237ARGOTE, Diego de: 102, 213ARIAS, Pedro: 54ARMENTA, Cosme de: 102, 213ARRIAGA DE ALARCÓN, licenciado: 70, 89

n. 153, 152ASCENSIÓN, festividad de la (Virgen): 88AUSTRIA, don Juan: 77, 80-81, 83, 98, 103,

113-114, 125, 127, 130-131, 134-135, 138-139, 140, 148, 151, 153-155, 157-158, 161, 172 n. 171, 181,183-186, 189-190 y n. 248, 192-194, 197-199, 202, 207-208, 213, 229, 231, 233, 235, 237-238

AVANAYS: 109, 213AVELLANEDA, Lope de: 183ÁVILA, Antonio: 81, 83ÁVILA, Martín de: 42, 188, 215, 238AVIZ GRANADA-VENEGAS, Alonso: 51, 52,

54, 84, 96, 224, 213AXANQUE, Luis: 173AYALA, don Luis de: 180

BBAEZA, Jorge: 32BAEZA, Salvador: 234BALBOA, Pedro de: 58, 213BARRIENTOS: 90, 214BARRIONUEVO, Juan: 84, 91, 94, 214BARRIOS AGUILERA, Manuel: 10BAS, Juan: 169BAZA, Casa de: 32BAZÁN, don Álvaro de: 122, 125, 130-133,

214, 232BEAUMONT, don Luis de: 20, 22BEICA, Martín: 173BENAVIDES, Alonso: 54BENAVIDES, don Juan: 19BENAVIDES, Rodrigo de: 46, 63, 131, 214BONIFAZ, licenciado: 203-204, 214BRAUDEL, Ferdinand: 10, 41BRIVIESCA DE MUÑATONES, licenciado:

105, 126, 135, 153, 214, 232, BURRUEZO: 141, 149,BUSTAMANTE, Pedro de: 131 n. 22

cCABRA, condes de: 46CABRERA DE CÓRDOBA, Luis: 103CAICEDO, Pedro: 198 n. 272

CAMARASA, marqués de:182, 192, 236CANDELARIA, festividad de la [Vírgen]: 67,

70 y n. 114

CANTOS, Andrés: 84, 92, 94, 214CAÑAVATE, Jorge: 83, 92, 94, 214CAÑAVATE, Francisco: 84CAPEL, Alonso: 42, 214CÁRDENAS, don Alonso: vid. conde de la

PueblaCÁRDENAS, don Bernardino de: 26CÁRDENAS, familia: 28CARLOS V: 26, 28CARO BAROJA, J.: 10CARPIO, marqués del: 87, 112CARREÑO, ?: 49, 214CARVAJAL, Alonso de: 113-114, 133, 214CASTILLA, familia: 37, 52CASTILLA, don Diego de: 39 n. 4, 224

266

APéndice V: Índices toponímico y onomástico

CASTILLO el mozo, Alonso del: 43, 49, 92, 142, 143, 147, 149, 183, 198, 204, 214

CASTRO, Francisco de: 234CAYUELA, Pedro: 49, 92, 214CAZALLA, Juan Bautista de: 228CENETE, marquesa del: 188CERVANTES, Diego: 91, 215CERVANTES, Francisco: 91, 203, 215CERVANTES, Gonzalo: 141, 148CHINCHÓN, conde de: 237CISNEROS, cardenal: 25COMENDADOR MAYOR DE CASTILLA:

vid. Luis de RequesensCOMPÁN, Miguel: 53, 64, 78, 204, 215CÓRDOBA, Francisco: 193, 199, 215CÓRDOBA y SILVA, doña Leonor: 46CÓRDOBA el ZAGUER, Hernando de: 89,

90, 227CÓRDOBA y VÁLOR, Hernando de: Vid.

Abén HumeyaCORUÑA, conde de La: 97, 206COSTANA, Jerónimo de la: 115 COX DE ORIHUELA, señor: vid. Francisco

RuizCRESPO, Gil: 78 n. 128

CRESPO, Pedro: 78 n. 128

CRISTO DE LA YEDRA: 210

chCHACÓN, don Juan: 19-21CHELÉN, Francisco: 170, 172 y n. 171, 215

dDALAY, Miguel el: 89DÁVILA, Antonio: vid. Antonio ÁvilaDÁVILA, Martín: vid. Martín de ÁvilaDERRI, el : 90, 215DEZA, Pedro: 32, 34, 39, 40, 41, 47, 65, 69,

73-74, 83, 112, 191-192, 215, 237DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: 10ÉBOLI, príncipe de: 207 n. 308

EEL DALAY : vid. Miguel el DalayEL DERRI : vid. el DerriEL DOGALÍ: 203, 215EL FUTEY: vid. el Futey

EL GORRI: vid. Diego Pérez el GorriEL GORRI, Hernando: 38, 67-68, 108, 215EL GORRI DE ANDARAX: vid. Hernando el

GorriEL HABAQUÍ: vid. Hernando el Habaquí EL HOSCEIN: vid. Diego de Mendoza el

HosceinEL MALEH: vid. Jerónimo el MalehEL MUEZZÍN: 84EL TEZI: vid. el Tezi EL GIRONCILLO: vid. Juan el GironcilloEL PELIGUÍ: vid. Peliguí de GérgalEL VAXARÍ: vid. Diego el VaxaríEL ZAGUER: vid. Hernando de Córdoba el

ZaguerELCHE, marqués de: vid. II duque de Ma-

quedaELODIO, Pedro de: 89 n. 153, 112, 215ELQUAGACI, Sebastián: 118, 216ENRIQUE II: 16ENRIQUE IV: 18ENRÍQUEZ, familia: 15, 172ENRÍQUEZ DE GUZMÁN, don Antonio:

163,ENRÍQUEZ DE GUZMÁN, don Enrique: 33,

43, 72, 77, 112-114, 118, 139, 174, 216ENRÍQUEZ DE GUZMÁN, don Juan: 33,

48-49, 57, 70, 83-84, 88, 91, 93, 96, 126-127, 129, 139, 163, 174, 181, 184, 216

ENRÍQUEZ DE GUZMÁN, don Pedro: 173

n. 178, 181ESCAMEZ, Amador de: 88, 216ESCOBEDO, Pedro de :207 n. 308

ESPINOSA, cardenal: Vid. don Diego de Espinosa

ESPINOSA, don Diego de: 31-32, 37

FFABARA, marqués de la: vid. Lorenzo Téllez

de SilvaFAJARDO, familia: 11, 15-19, 21, 22, 27, 37,

43, 189, 210FAJARDO, Alonso (señor de Polop): 59FAJARDO el Bravo, Alonso: 18FAJARDO, Diego: 53, 57, 90-91, 94, 127,

130-132, 152, 189, 216, 224FAJARDO, Francisca: 140, 168, 236FAJARDO, Francisco: 49, 91, 94, 96, 216FAJARDO, Juan: 42, 44, 60, 91, 94, 96, 123,

267

APéndice V: Índices toponímico y onomástico

132, 216, 227FAJARDO, Juan Alonso: 17FAJARDO, Luis: 44, 46, 109-110, 216FAJARDO, Mencía: 140, 168, 236FAJARDO, Pedro (De la casa de los Vélez):

18FAJARDO, Pedro (De la Casa de Polop): 59,

61, 216FAJARDO, Pedro (III marqués de los Vélez):

207FAJARDO DE LA CUEVA, Luis: 11, 12, 26 y

29 en adelante.FAJARDO CHACÓN, Pedro: 21-28FAJARDO QUESADA, Pedro: 18FALCES ATEQUI, Martín de: 110, 162-163,

172 n. 171, 190, 203, 216-217FELICES DE URETA el mozo, Juan: 43,

145, 169, 217FELICES DUQUE, Juan: 92, 94, 116, 169,

217FELICES QUIÑONERO, Juan: 49, 217FELIPE II: 10-11, 15, 32, 51, 72, 78, 80, 98,

101, 113, 132, 155, 181, 184-185, 191-192, 202-203, 205-208

FERNÁNDEZ, Gonzalo:163FERNÁNDEZ MELGAREJO, Alonso: vid.

Alonso MelgarejoFERNÁNDEZ MELGAREJO, Diego: vid.

Diego MelgarejoFERNÁNDEZ MENCHIRÓN Juan: 91, 116,

169, 217FERNÁNDEZ DE VILLALÁN, Obispo: 28FERNANDO el Católico: 22, 24FLÓRES, Álvaro: 81FRANCISCO DE BORJA, San: 106FRANCO, Ginés: 173FUENTES, Jerónimo de: 200, 217, 238-239FUTEY, el: 55, 58, 215, 225

gGALTERO, Alonso: vid. Alonso Martínez

GualteroGARCÍA Miguel: 141GARCÍA de AZUAR, Alonso: 170GARCÍA de GUEVARA, Gómez: 183, 217GARCÍA de VERA el mozo, García: 65, 217GARRI, Nicolás: 30GIBAJA, licenciado: 225GIRONCILLO, Juan el: 90, 131, 217

GÓMEZ, Juan: 149GONZÁLEZ, Francisco: 78 n. 128

GONZÁLEZ, Martín: 183GORRI: vid. Diego Pérez el GorriGRANADA-VENEGAS, don Alonso de: 52,

73, 218GRANADA-VENEGAS el de la torre, Alon-

so: Vid. Alonso Aviz Granada-Venegas.GUADIX, obispo de: 55, 131, 226GUAGACI, Sebastián: 118GUERRERO, don Pedro: 31GUEVARA, Diego de: 199GUEVARA, Luis de: 92, 94, 218GUZMÁN, Jerónimo de: 130, 218

hHABAQUÍ, Hernando el: 33, 89-90, 172 y n.

171, 192, 218HAMIEAXIT el PATERNÍ, Mahomad: 68HARO, don Juan de: 112, 115, 162, 163,

165-166, 170, 218, 235-236HAZANA, Gaspar: 149HERNÁNDEZ MOFADAL, Juan: 33HERRERA, Tomás de: 91, 218HERRERA y TORDESILLAS, Antonio: 80,

83, 98, 103, 122, 131, 186, 207-208HINOJOS: 59, 218HUMEYA, Aben: vid. Aben HumeyaHUERTA DE SARMIENTO, doctor Matías

de: 168, 170, 172-174, 177, 194, 200, 202, 218, 234

HURTADO DE MENDOZA, Diego (marqués de Mondéjar): 24

HURTADO DE MENDOZA, Diego (cronista): 72, 74, 103, 152, 157, 186

HURTADO DE MENDOZA, Íñigo: vid. Íñigo López de Mendoza

iIBÁÑEZ DE ZAFRA, licenciado Hernando:

202-203, 218INFANTADO, duque del: 24IRURITA, Martín de: 170, 183, 185, 218ISABEL la Católica: 23

268

APéndice V: Índices toponímico y onomástico

jJABALQUINTO, señor/es: 46JAYMES, Alonso: 88, 90, 218JAYMES, Francisco: 88, 90, 218JÓDAR, Señor de: vid. don Alonso de Car-

vajal

lLA CORUÑA, conde de: vid. conde de la

CoruñaLÁZARO de MONREAL, Alonso: 58, 219,

219LEÇANA, Francisco de: 141LEIVA, don Diego de: 197LEÓN, Hernando de: 49, 90, 219LEÓN CARREÑO, Juan de: 49, 92, 94, 219LEONÉS DE GUEVARA, Juan: 72, 170,

219, 230LEONÉS DE GUEVARA PONCE, el de la

Alberca, Adrián: 49, 92, 94, 185, 219LEIVA, Diego de: 92, 219LEIVA, don Sancho de: 201LERÍN, conde de: vid. don Luis de Beau-

montLEYVA, don Sancho de: 102LEYVA MARÍN, Alonso de: 68, 219LÓPEZ, Francisco: 64LÓPEZ, Juan: 49, 219LÓPEZ DE MENDOZA, Íñigo (marqués de

Mondéjar): 26, 31, 38-41n. 16, 44, 46, 48, 51, 59, 65, 69, 72-74, 77-78, 80-81, 83, 103, 105-106, 123, 132, 153, 157, 205, 219

LÓPEZ DE MESA, licenciado Pero: 132, 134, 135, 139-140, 153, 155, 157 n. 129, 219, 233

LÓPEZ DE PERALTA, Juan: 201LÓPEZ EL VAYRI, Hernán: 237LORITA, Martín: vid. Martín de IruritaLUNA, Álvaro de: 58, 226LUNA, don Antonio de: 118, 140, 154, 163,

176, 219

mMACHIRÁN: 199MAHOMA: 72, 93MALEH, Jerónimo el: 72, 90, 100-101, 108-

110, 113-116, 118, 162, 165, 170, 172-174, 178, 219, 235-236

MARÍN, Diego: 149MANRIQUE, doña Inés: 21MANRIQUE, doña Leonor: 18MANRIQUE, don Pedro: 20MANRIQUE, don Rodrigo: 18MANUEL, familia: 16 MAQUEDA, I duque: vid. don Bernardino de

CárdenasMAQUEDA, II duque: 40, 53, 78, 188, 219MÁRMOL CARVAJAL, Luis del: 157, 186MARTE (dios): 208MARTÍNEZ, Juan: 78 n. 128

MARTÍNEZ, Lucas: 141,149MARTÍNEZ, Pedro: 49, 219MARTÍNEZ GUALTERO, Alonso: 58, 61, 63,

92, 94, 96, 219MARTÍNEZ TOVILLOS, Bartolomé: 46, 219MÁRTIR de ANGLERÍA, Pedro: 21MATEO DE AGUILAR, Diego: 169, 219MATEOS DE GUEVARA, Diego: 43, 63,

169, 220MATEOS DE GUEVARA, Juan: 49, 92, 220MATEOS RENDÓN el de la Luna, Juan: 59,

61, 92, 94, 220MEDRANO, licenciado Antonio: 201-202,

220MELGAREJO, Alonso: 64, 220MELGAREJO, Diego: 42, 49, 220MELGAREJO, Juan: 92, 220MENDOZA, familia: 15, 22, 26, 31, 34, 37,

41, 47, 51MENDOZA, Antonio: 228MENDOZA, don Bernardino de: 97, 220MENDOZA, Gaspar de: 197, 220MENDOZA, don Juan de: 101, 105-106,

123, 126, 220, 229, 231MENDOZA el HOSCEIN, Diego de: 126,

215MENGUÍA, Pedro de: 149MERLOS, Antonio: 88, 90, 220MESA: 90MOLINA, Francisco: 69MOLINA, don Francisco de: 100MOLINA, Martín de: 169, 177-178, 220MOLINA DE MOSQUERA, licenciado Juan:

39 n. 4, 55, 162, 169, 200, 220, 224-225, 234

MONCADA, Miguel: 151

269

APéndice V: Índices toponímico y onomástico

MONDÉJAR, familia: vid. familia MendozaMONDÉJAR, marqués de: 22, 30 (vid. tam-

bién don Íñigo López de Mendoza)MORA, Andrés de: 44, 49, 53, 57, 63, 92,

220, 224-225MORA, Hernando de: 49, 92, 220MORA, Juan de: 92, 94, 220MORALES, Ginés de: 90MORENO, don Antonio: 114MOROTE, fray Pedro: 132MOTARRI, Beltrán: 199MOXARAF: 89MOYA, Álvaro de: 57, 220MUHAMAD VII: 17MULA Antón de: 169, 221MUÑOZ, Andrés: 65

nNÁJERA, duque de: vid. don Pedro Manri-

queNAVARRA, condestable de: vid. don Luis de

BeaumontNAVARRO, Pedro: 106NAVARRO DE ÁLAVA, Juan: 44, 92, 94,

116, 145, 169, 221NAVAS PUEBLA, licenciado: 96, 135, 220NÚÑEZ MULEY, don Francisco: 32

oOCÁRIZ, Rodrigo de: 188OLIVER, Antonio: 118OLIVER, Pedro: 168, 236ORBANEJA, Hernando de: 228ORCE, señor de: vid. don Enrique EnríquezORTEGA, Juan de: 78 n. 128

OSORIO, Francisco: 106, 125, 129, 221

pPACHECO DE ARRÓNIZ, Juan: 58, 60, 63,

221PADILLA, Gaspar de: 134PADILLA, Pedro: 101, 123, 130, 132, 221PALOMARES: 63, 221PAREDES, conde de: vid. don Rodrigo Man-

riquePARRA, doctor: 162, 165-166, 221, 234-235PELEGUÍ DE GÉRGAL: 108, 221

PÉREZ, Antonio: 207PÉREZ DE HITA, Ginés: 98, 109, 131, 169,

186,PÉREZ DE TUDELA, Hernán: 49, 221PÉREZ DE TUDELA, Juan: 88, 92, 221PÉREZ el GORRI, Diego: 52-55, 221, 224PIEDRABUENA, Miguel: 69 n. 111

PIERRES, Felipe de: 198, 199-201, 221PINA, Blasco: 149PINAR DE LOAISA: 92, 221PINAR MELGAREJO, Pedro: 97, 221PINEDO, Pablo: 49, 221POLOP, señor de: vid. Alonso FajardoPONCE: 190, 221-222PRADES, Jaime: 46, 49, 222PRADO, Francisco:152PUEBLA, Conde de la: 40, 48, 222PUERTOCARRERO, Francisco: 40, 52, 55,

58 y n. 73, 90, 213, 224-225

qQUESADA, Antonio: 198 n. 272

QUESADA, Bernardino de: 139, 194, 197QUESADA, Diego de: 59, 61, 222QUIJADA, don Luis: 83, 158, 191 n. 248, 237QUIÑONERO, Juan: 92, 217QUIROGA, Juan: 129QUIRÓS, Valentín de: 162-163, 165-166,

222, 233-235

rRAMÍREZ DE ROJAS, Diego: 112, 115, 222REQUESENS, Luis de: 85,101-103, 106,

122, 183-185, 197, 207, 222, 229, 232-233, 237

REY CATÓLICO: Vid. Fernando el CatólicoREYES CATÓLICOS: 10, 19, 21ROSA, Pedro de la: 142RUIZ, Francisco (señor de Cox de Orihuela):

88, 222RUIZ CABEZA DE VACA, Martín:149RUIZ de QUIRÓS, Nofre: 58, 61, 63, 92, 96,

222RUYZAS, Las:151

sSALABLANCA, Francisco:158

270

APéndice V: Índices toponímico y onomástico

SALAMANCA, Francisco: 54SALAZAR, licenciado Simón: 237SAMANIEGO, Pedro: 93, 222, 237SAN AGUSTÍN, frailes de: 225SAN JUAN, Orden de:181SÁNCHEZ, Francisco (patrón de barco):

228SÁNCHEZ, Francisco (soldado): 62, 222SÁNCHEZ, Lorenzo: 141-142, 149, 198,SÁNCHEZ, Miguel: 62SÁNCHEZ PALOMERA, Miguel: 46, 222SANTA CRUZ, marqués: vid. don Álvaro de

BazánSANTIAGO APÓSTOL: 116, 122SARRIERA, Antic: 102, 106, 123, 222SEGRA, Pedro: 78 n. 128

SEGURA, Tomás: 198, 200SERRANO, familia: 48SERRANO, Pedro: 140, 222SESSA, duque de: 83SICILIA, Miguel: 143SIMANCAS, Francisco de: 102, 222SOLÍS, don Francisco: 138, 228-229SORIA, Alonso: 228SOTOMAYOR, alcalde: 233

tTAHALÍ, capitán: 67, 223TELLEZ DE SILVA, Lorenzo: 102, 123, 127,

130, 154, 206, 223TENDILLA, conde de: 40, 105, 123 TERUEL, Alonso de: 169TERUEL, Diego de: 141, 145, 147-149, 183,

197, 199-200, 202, 204TERUEL, Ginés de: 169, 223TEZI, el: 55, 58, 215, 225TOPAR, Luisa: 173 n. 178

TORRE, Juan de la: 38TORRE, Pedro de la: 198TRINIDAD, víspera de la: 93

vVALERA, don Juan de: 234VÁLOR, Hernando de: vid. Abén HumeyaVALORÍES: 130VAXARÍ, Diego el: 141VÁZQUEZ, Juan: 76, 98, 129VEGA, Lorenzo de la: 78 n. 128

VELAZQUEZ, licenciado Hernán: 185,189, 191, 223

VÉLEZ, I marqués de los: 23, 25, 27VÉLEZ, II marqués de los: 11, 18, 21, 27,

29 en adelante VERDUGO, don Pedro: 79, 102, 125, 223,

228-229, 231, 233VILLANUEVA, Diego: 60 y n. 128VILLARROEL, García de: 41, 57, 86, 223,

225VILLENA, marqués de: 27 y n. 48, 44, 72, 74,

109, 113VINCENT, B.: 10VIQUE, Jorge de: 131, 223VITORIA, Juan de: 197VIVEROS, Juan de: 88, 90, 223

xXUÁREZ DE CARVAJAL, Garci: 237

YYÁÑEZ FAJARDO, Alonso I: 16-17 YÁÑEZ FAJARDO, Alonso II: 17-18

zZABA el viejo, Miguel Aben: vid. Miguel

Abenzaba el viejoZAPATA, Juan: 84, 223ZORITA, N.: 92, 223ZUFRE, Juan de:183

Este libro, fruto de la colaboración institucional, el entusiasmo de los editores y el esfuerzo personal de su autor, se acabó de componer e imprimir en la ciudad de Almería, en noviembre de 2002, cuatro-

cientos treinta y un años después de los hechos relatados.

LAUS DEO

Valeriano Sánchez RamosVa

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EL II MARQUÉS DE LOS VÉLEZY

LA GUERRA CONTRA LOS MORISCOS1568-1571

EL II MARQUÉS DE LOS VÉLEZY

LA GUERRA CONTRA LOS MORISCOS1568-1571

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ISCO

S 15

68-1

571

Editan:

Revista Velezana

Colaboran:

I.E.A. Ayuntamiento de Huéscar. Ayuntamiento de Huéscar.

En la Navidad de 1568 los moriscos de las Alpujarras se alzan contra la corona, extendiendo la sublevación a otras tierras granadinas. Las llamadas de socorro del sector oriental hicieron que el marqués de los Vélez movilizase las milicias murcianas para socorrer el territorio. La intromisión en los asuntos granadinos chocaron con la oposición del capitán general del reino, el marqués de Mondéjar, quien vio en esta operación renacer las viejas disputas familiares entre Fajardos y Mendozas.

Durante el transcurso de la contienda el marqués de los Vélez levantó tres cuerpos de ejército, todos ellos marcados por problemas de disciplina y falta de aprovisionamiento. A veces incontrolables y otros provocados por él mismo, lo cierto es que, a finales del año 1569, don Luis Fajardo fue cuestionado como general. Apartado de la guerra en una sibilina conjura en la que no faltó el propio rey, fue relevado del mando por don Juan de Austria en el alcázar de Huéscar en enero de 1570.

La obra relata la intervención de don Luis Fajardo en la guerra de los moriscos, demostrando el enorme esfuerzo que realizó para movilizar a las tropas murcianas. Junto a su largo desplazamiento, tanto espacial como cronológico, el marqués demostró la enorme energía militar que lo movía. Al mismo tiempo, los problemas sediciosos en su señorío demuestran cómo la rebelión morisca no es exclusiva de la Alpujarra, sino que fue un fenómeno territorialmente más amplio. El control efectivo del marqués de los Vélez en el sector oriental del reino de Granada y aún de Murcia, permiten ver en este personaje la figura clave de un hecho histórico fundamental que abre los últimos años del segundo tercio del siglo XVI en el sureste español.