EL Ideal

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Primer cuento de Andrés Caicedo.

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EL Ideal*De todos modos, nadie sonrea. Se paraban innumerables veces y movan lentamente las piernas en un punto fijo. Era una marcha triste, vaca. La lluvia les recordaba que tenan que continuar, que haba que seguir adelante, que era un pecado detenerse. Le obedecan a la lluvia. Volteaban a mirar a aquel lugar por ltima vez y seguan con su marcha. Recuerdas el silencio que se originaba en torno a sus cuerpos? Cmo todo se marchitaba mientras ellos pasaban? Porque nadie sonrea. Saban que tenan un enorme peso en las espaldas, pero ni siquiera le prestaban atencin, no, no era resignacin, era costumbre, falta de otros hbitos, cercana de otro destino. S, saban que haban nacido para llevarlo, saban que vivan sin derecho a una esperanza. As estaban cuando saliste a su encuentro por primera vez. Te miraron desinteresadamente. No, no era desinters lo que llevaba esa mirada. Haba bsqueda en aquellos ojos, eran ojos cansados de buscar la felicidad perdida, pero no vencidos como para no encontrarla.Y te apiadaste de ellos, Ideal.Pensaste que necesitaban una gua para aquella penosa bsqueda; que ya haban tenido bastante con su marcha, les dijiste que le daras a su vista una esperanza.Y te aceparon, Ideal.Lloraron de alegra al comprender cabalmente el significado del punto que t le sealabas. Recuerdas la bella luz que les ilumin sus caras al obtener de la vida el sentido que les estabas inculcando? Comprendieron que t eras aquella salvacin buscada. Tomaron fuerza sobre las espaldas para llevar aquella carga, y mirando siempre hacia todo lo que se pierde mientras ms se aleja, continuaron su marcha.Y te amaron Ideal.Te siguieron por todos los caminos para encontrarte algn da en toda la magnitud de tus palabras. Y cuando llova cantaba oraciones en torno a t, slo para celebrar el agua que caa, y que ya nos le recordaba que deban continuar con una penosa marcha, que se haban detenido de su destino. Y cuando les hablabas no despegaban la vista de ti, y corran a tocarte, a palparte, a olerte, a sentirte, a no perderte.Te idolatraban, Ideal.Tal vez fue por eso, para responder a aquel amor, que no te conformaste con lo que les habas prometido, y cada da les asegurabas ms felicidad, se la ponas al alcance de la mano. Y eso era como tirar dulces al aire entre un grupo de nios, recuerdas? Slo bastaba que pronunciaras la palabra, para que los tuvieras all junto a ti, averigundote, buscndote.Les prometiste demasiado, Ideal.Tenan que comprender tarde o temprano la falsa realidad de tus palabras. Se sentan dichosos de luchar por ti, pero llego la hora en que se dieron cuenta que no era posible alcanzarte totalmente. Que solamente eras un smbolo ficticio, no para seres humanos sino para dioses, que aunque no lo pareciera, estabas demasiado lejos de ellos, y esa altura jamas se podra franquear. Y nuevamente, poco a poco, sus ojos empezaron a revelar aquel cansancio de antes. Recuerdas como se dieron cuenta del engao, como llegaron a conocer las falsas esperanzas y como se adentraron en el sentimiento de impotencia?Y lloraste, Ideal.S, te compadeciste ante lo que tu falsedad haba producido en ellos. Estabas frente a su total desesperacin y ante sus bsquedas vanamente perdidas, y todo por culpa tuya. Entonces en ese momento les volviste la espalda y te alejaste cobardemente de su presencia, de aquellos seres cansados, inmensamente desengaados de ti y de todo lo que fuera vida.Y los dejaste solos, Ideal.Aquello fue un error, comprende. Ellos ya no te queran, pero a pesar de todo necesitaban de tu compaa, y no se volvieron a encontrar, se perdieron entre sus mismos fracasos y cerraron los ojos a la claridad para hundirlos en una oscuridad sin limites y sin salida alguna.Y supieron lo que es la soledad, Ideal.Porque, a pesar de todo, ellos no haban llegado a conocer aquel estado de la vida, y sabes? Fue demasiado duro encontrarse de frente con semejante realidad, con el sentimiento de estar murindose lentamente sin tener esperanzas de pedirle ayuda a una de las miles de personas que pasan sonrientes por el lado.Y te odiaron, Ideal.En ellos empez a nacer un rencor sin limites ante todo lo que fuera tuyo, ante lo que recordara tu presencia. Pero era un renacer estril, porque ni siquiera podan desahogarse en tu cara. Odiaban tu presencia, pero sin embargo necesitaban que vinieras para vomitar su odio.Y empezaron a llamarte a gritos, Ideal.Te suplicaban que aparecieras, que vinieras a ponerle fin a ese rencor destructor, que no permitieras que el odio manejara sus malditas existencias. Pero no, aquellas suplicas se ahogaban en tu cruel humanidad.Y no les respondas, Ideal.Se cansaron de aquella bsqueda suplicante y se dieron a la tarea de perseguirte, de hallarte por la fuerza, de acabar contigo para de una vez desahogar su odio y eliminar tu presencia para siempre, para que no volvieras a encontrarte nuevamente en medio de ellos, para que pudieran alcanzar la paz necesitaban matarte, era necesario.Y te encontraron, Ideal.Lo comprendiste, no es verdad? Te seguan necesitando pero por eso mismo, por ese absurdo deseo de ti, fue que acabaron contigo. Sus cerebros, su alma, sus huesos, sus pelos y sus uas estaban rebosantes de odio y de necesidad por ti. Y maldita sea, fuiste testigo de lo que digo, y pudiste comprobar mi veracidad. Tu eras promesas, odio, falsedad, amor, mal camino, miseria. Contigo todo eso se perdi.Pero cuando dejaste de existir, lloraron, Ideal.No debes preocuparte ms por ellos, ahora no tienen problemas, toman lo que se les presente y dejan lo que les quiten, viven indiferentes, todo les da lo mismo. Se puede decir que viven felices?. Estn mejor ahora, y ni siquiera te recuerdan, tu presencia era un estorbo, ya no le haces falta a nadie. Te has perdido para siempre.Pero, maldito, Ideal, puedes decirme porque no respondiste a sus llamados?ANDRES CAICEDO.