El Hombre Que Amo a Jane Austen

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Sally Smith O'Rourke

El hombre que am a Jane Austen

Para Jane Austen, Jennifer Ehle y Colin Firth Pero sobre todo para Michael, nuestro Da, mi amor, mi amigo, mi alma gemela. Este es nuestro sueo, el ms gran enamorado, que tal como dijiste, surgi del amor que sentimos el uno por el otro y que vivir siempre en mi corazn...

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NDICEAgradecimientos ...................................................... 4 Prefacio ...................................................................... 6 Prlogo ...................................................................... 7 PRIMER TOMO .................................................................... 13 Captulo 1 ................................................................ 14 Captulo 2 ................................................................ 16 Captulo 3 ................................................................ 21 Captulo 4 ................................................................ 27 Captulo 5 ................................................................ 30 Captulo 6 ................................................................ 36 Captulo 7 ................................................................ 40 Captulo 8 ................................................................ 43 Captulo 9 ................................................................ 46 Captulo 10 .............................................................. 55 SEGUNDO TOMO ................................................................ 59 Captulo 11 .............................................................. 60 Captulo 12 .............................................................. 65 Captulo 13 .............................................................. 70 Captulo 14 .............................................................. 74 Captulo 15 .............................................................. 78 Captulo 16 .............................................................. 84 Captulo 17 .............................................................. 89 Captulo 18 .............................................................. 96 Captulo 19 ............................................................ 103 Captulo 20 ............................................................ 111 Captulo 21 ............................................................ 116 Captulo 22 ............................................................ 123 Captulo 23 ............................................................ 128 Captulo 24 ............................................................ 134 TERCER TOMO .................................................................. 141 Captulo 25 ............................................................ 142 Captulo 26 ............................................................ 151 Captulo 27 ............................................................ 157 Captulo 28 ............................................................ 164 Captulo 29 ............................................................ 169 Captulo 30 ............................................................ 178 Captulo 31 ............................................................ 184 Captulo 32 ............................................................ 189 Captulo 33 ............................................................ 192 Captulo 34 ............................................................ 198 Captulo 35 ............................................................ 202 Captulo 36 ............................................................ 207 RESEA BIBLIOGRFICA .................................................. 211

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Agradecimientos

Deseara dar las gracias a Daphne Maddison y Margaret Royle. Su generoso entusiasmo fue el que nos inspir a finalizar nuestro viaje a travs del tiempo. Agradezco en especial a Andy Stevenson y Mauricio Palacios por la incomparable bondad que me mostraron en una poca muy difcil de mi vida y por ayudarme a escribir este libro. Quiero expresar mi amor y aprecio a la familia Reno: a Kate, Fred, Freddie, Kathleen, Jennifer, Caroline, Shannon, Sarah, Shannon y Mary Beth, que me trataron como un miembro ms de la familia cuando ms lo necesitaba. Y tambin les mando mi amor a los miembros ms jvenes del clan: Chris, Hannah, Jimmy, Larry, Dan, Ryan y Blake. Y, por supuesto, a nuestras hijas, Kyle y Kelly, cuyo amor, apoyo e hijos Nick, Sean, Alicia, Trey y Ryan hacen que mi vida sea muy feliz.

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El tiempo es demasiado lento para los que esperan demasiado rpido para los que temen, demasiado largo para los que lloran, demasiado corto para los que son dichosos, pero para los que aman, el tiempo es una eternidad. Henry Van Dyke

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Prefacio

El hombre que am a Jane Austen personifica un sueo. Es una fantasa vivida a travs de la noche de los tiempos, en la que Darcy, el enigmtico protagonista de Orgullo y prejuicio, es finalmente desenmascarado y Jane, la mujer que lo cre, revela el secreto de su verdadero amor. Pero no te equivoques, no es ms que un sueo. El sueo de Mike y el mo. No el de Jane Austen. Y aunque nos hayamos tomado unas grandes libertades con la vida y la poca de la ilustre autora, nos gustara creer que Jane, de todas las personas, nos entendera. Y que al descubrirse representando el codiciado papel de una protagonista romntica, incluso nos recompensara con una sonrisa. Esta obra agrupa tres volmenes, tal como los libros de Jane Austen se publicaron. Durante la poca de la Regencia los libros se hacan a mano, por eso para que fueran fciles de imprimir, encuadernar y publicar, las obras de esta novelista se publicaron en tres volmenes. En esta novela, El hombre que am a Jane Austen, hemos incluido los tres tomos de nuestra fantasa.

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Prlogo

Chawton, Hampshire 12 de mayo de 1810 A la esbelta joven que recorra apresuradamente el solitario camino del bosque en las lindes del pueblo de Chawton, aquella noche, parecan resultarle indiferentes las gotas de roco que salpicaban su cabellera, y que humedecan los hombros de su ligera capa. Por la tarde haba llovido; en el bosque haba cado un fuerte chaparrn primaveral que no haba durado ms de diez minutos. Y aunque la lluvia haba cesado antes de cubrir el camino de fango, seguan an cayendo de las hojas de los rboles gotitas que brillaban como piedras preciosas bajo la fra luz de la luna. Mientras Jane atravesaba el silencioso bosque, imagin el escndalo que estallara si algn vecino se topaba con ella en aquel solitario paraje. Pues ella era una joven respetable y decente, la hija soltera de un clrigo que tena contactos con familias aristcratas, la hermana menor del propietario de una gran alquera de la que el pueblo dependa. Lo cual haca que aquella incursin a medianoche fuera ms extraa si cabe, porque Jane hasta entonces nunca se haba atrevido a pensar siquiera en tener una aventura como la que acababa de embarcarse. Y, sin embargo, ah estaba ella, deslizndose como un fantasma por el oscuro bosque, para ir a encontrarse a escondidas con un hombre un misterioso y posiblemente peligroso varn al que slo haca cinco das que conoca. Rez para que estuviera en el lugar donde haban quedado, tal como l le haba prometido. Y sinti que el corazn le palpitaba con fuerza slo al recordar lo que le haba prometido compartir con l aquella noche. Ella, que haca tanto tiempo que haba perdido toda esperanza de encontrar un amor algn da. Tena treinta y cuatro aos era una solterona que llevaba una vida de lo ms corriente en la casa que su carioso hermano le haba proporcionado y que comparta con su hermana mayor y con su anciana madre. Y hasta slo veinticuatro horas antes, nunca haba conocido las caricias de un amante. Pero la noche anterior las cosas haban cambiado. Ahora Jane slo quera estar otra vez con aquel hombre. Porque l haba vuelto a despertar sus sueos de adolescente de amor y romanticismo, todos aquellos encantadores sueos que haba conservado cuidadosamente en las incontables hojas de papel de vitela prolijamente escritas que guardaba en el fondo de un arcn. Saba muy bien que ir a reunirse con aquel hombre en medio de la noche era una locura. Pero sin embargo, se record a s misma, la locura haba sido el distintivo-7-

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de su breve aunque intensa relacin, una relacin abocada al fracaso desde el principio. Porque ella no poda irse con l y l no poda quedarse. Y si alguien los descubra, estaba segura de que el escndalo y la desgracia seran su nica recompensa. Pero el amor es ciego. Y a Jane no le importaban las consecuencias que poda traerle. Porque para ella los riesgos que estaba corriendo al irse a encontrar con su reciente amante aquella noche no eran nada comparados con el pavor que senta al ver que iban pasando los aos sin que hubiera saboreado el amor.

Al cabo de algunos minutos lleg al borde del bosque que delimitaba la extensa pradera. El verde prado, cubierto ahora de las volutas de la neblina heladas bajo la luz de una luna casi llena, pareca de otro mundo, era como uno de los paisajes de los cuentos de hadas que ella estaba imaginando siempre en sus sueos. Jane merode al final del camino como un ciervo asustado, oculta en la oscuridad de la noche bajo los goteantes rboles, esperando a que l apareciera. De pronto escuch al otro lado de la pradera el ruido amortiguado de los cascos de un caballo. Intentando calmar su corazn, que palpitaba loco de alegra, Jane se apart audazmente de las sombras que la protegan y sali al claro, ansiosa por no perder un solo instante de aquel breve tiempo en el que estaran juntos. El jinete fue emergiendo lentamente de la neblina. Al descubrir a Jane avanzando por la hierba, cambi el curso de su magnfico semental negro para interceptarla. En cuestin de segundos hizo parar al caballo y se detuvo junto a ella. Su rostro estaba oculto bajo el ala de un alto sombrero y ella fue corriendo a su encuentro mientras l desmontaba. He rezado para que vinieras! exclam Jane riendo, preparada para echarse en sus brazos. Pero en lugar de la alegre respuesta que esperaba or, el jinete se sac nerviosamente el sombrero con un amplio gesto para saludarla. Al quedar su corriente y moreno rostro baado por la luz de la luna, ella descubri mortificada que no era la persona que tanto esperaba ver, sino un torpe y joven sirviente llamado Simmons. Lo siento seorita! tartamude nervioso el mensajero, el caballero ha tenido que irse precipitadamente despus de la llegada del escuadrn. Me pidi que le dijera que no podra venir esta noche. Jane sinti que se ruborizaba al ver la expresin interrogante del sirviente. Su amarga decepcin por la fallida cita se transform en un repentino miedo, porque el joven Simmons era el mozo de cuadra de los establos de su hermano y ella se pregunt cuantas cosas sabra o dira. Oh ya veo! exclam Jane intentando que su voz no delatara su agitacin y preguntndose por qu se estara imaginando el sirviente que ella haba ido a la solitaria pradera a unas horas tan intempestivas. Gracias, Simmons!

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El joven y honesto rostro del mozo no dej traslucir ningn signo de que pensara que aquella situacin era extraa o escandalosa. Se meti la mano en el bolsillo de su sobretodo y sac una carta doblada y sellada con cera. Es para usted, seorita tartamude inclinndose ligeramente y entregndole la carta. De l? pregunt ella dejando de fingir estar calmada. Aceptando ansiosamente la carta, intent leer la direccin bajo la tenue luz. No, seorita. Es la carta que usted le envi repuso Simmons. El caballero se ha ido antes de que yo pudiera entregrsela se apresur a explicar. A Jane le pareci percibir en su voz un dejo de compasin. Simmons hizo una pausa, como si estuviera considerando cuidadosamente las siguientes palabras que iba a decirle. En la casa de su hermano ha habido un gran jaleo prosigui finalmente. Pens que querra recuperar la carta que le envi Jane se la meti en los pliegues de la capa y mir a Simmons, comprendiendo que haba encontrado en aquel joven un aliado que no traicionara su imprudencia. Gracias Simmons dijo ella de nuevo. Ha sido un gesto muy bonito por tu parte. Ella dud, sintindose un poco violenta, saba que aquella clase de lealtad deba recompensarse. Me temo que en este momento no llevo dinero encima empez a decir. Pero antes de sugerirle que al da siguiente podra darle algo, Simmons la interrumpi agitando una de sus grandes y toscas manos. No se preocupe, seorita! la tranquiliz el joven mozo con dignidad. No he venido para ganarme un dinero. El caballero fue muy bueno conmigo mientras estuvo en la mansin de mi patrn. Quiere ahora que la acompae a casa, seorita? le pregunt en un tono ms bajo al tiempo que sus anchas facciones se iluminaban con una gran sonrisa. No, gracias repuso Jane con una voz que reflejaba que pronto se echara a llorar, slo es un corto paseo. Has sido muy amable conmigo. Simmons se inclin de nuevo y, tras dar un paso hacia atrs, se puso el alto sombrero y subi al lomo de su caballo negro. En cuanto estuvo sobre la montura, mir a Jane y acercndose para que slo ella pudiera orle, le dijo: Es una persona increble. El mejor caballero que jams he conocido. Jane asinti con la cabeza en silencio, sintiendo que unas clidas lgrimas afloraban a sus ojos y preguntndose qu poderes mgicos tendra su misterioso amante para causar una impresin tan buena a un simple chico del campo. Porque de pronto se le haba ocurrido que Simmons tambin estaba corriendo un gran peligro, ya que se haba escabullido a altas horas de la noche de las caballerizas de su hermano y se haba permitido convertirse en un instrumento de su romntica conspiracin. No le dio tiempo a seguir reflexionando, porque el caballo negro estaba ya golpeando con los cascos el suelo, impaciente por regresar a su caliente cuadra.

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Cree que el caballero volver algn da, seorita? le pregunt Simmons en un susurro que apenas se oa por encima de los resoplidos del animal. Jane sacudi la cabeza lentamente. Me temo que no, Simmons repuso ella. Ahora es mejor que te vayas, antes de que te echen en falta. El sirviente enderezndose, toc el ala de su sombrero en un gesto de despedida, hizo dar media vuelta al caballo y se alej cruzando la pradera. Jane se lo qued mirando hasta que desapareci en medio de la neblina. Al levantar la cabeza para contemplar la luna descendiendo, una brillante lgrima se desliz por su mejilla. As es cmo ha acabado? le pregunt al cielo cubierto de nubes. Volviendo al bosque, fue corriendo hacia los rboles y sigui de nuevo el mismo camino iluminado por la luz de la luna por el que haba llegado. Al cabo de poco apareci a travs de los rboles el oscuro contorno de una gran casa de piedra. Una de las ventanas del piso de arriba estaba iluminada con una clida luz y Jane supo que Cassandra estaba despierta y que haba descubierto que ella haba salido.

Tras cruzar el amplio prado que haba detrs de la casa, entr silenciosamente por una puerta de madera baja. En el interior la cocina estaba iluminada slo con el resplandor de las brasas de la chimenea. Atravesando lo ms rpido posible el desgastado suelo de piedra, se sac la capa y la colg cerca de la chimenea para que se secara. Despus cogi un candelero de cobre que haba sobre el mantel y encendi la vela con una brizna de la escoba de paja. Jane, detenindose lo justo para limpiarse las lgrimas, se fue de la cocina y recorri un oscuro pasillo que llevaba al centro de la casa. En cuanto lleg al pie de la amplia escalera principal, oy el sonido de unos pasos y vio el brillo de otra vela parpadeando en el rellano de arriba. Jane, eres t? le pregunt Cassandra con sus espesas trenzas doradas cayndole sobre los hombros del camisn, plantada mirndola desde el oscuro hueco de las escaleras, con sus suaves facciones llenas de preocupacin. S, Cass, ahora subo! le repuso Jane. Esforzndose por esbozar una alegre sonrisa, Jane se apresur a subir las escaleras. Al llegar al rellano superior se encontr con su hermana mayor mirndola con una autntica sorpresa. No me digas que has salido a estas horas! exclam Cassandra, es ms de medianoche. Me apeteca dar un paseo bajo la luz de la luna! repuso Jane pasando rpidamente junto a su atnita hermana y dirigindose directamente a su habitacin. Bajo la luz de la luna? exclam Cassandra, que siempre saba cuando Jane le menta, interceptndole el paso y obligndola a mirarle a sus serios ojos grises. Jane, qu has estado haciendo? Jane se encogi de hombros, intentando infundir un tono despreocupado a su

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voz. He odo decir que Lord Bryon alaba mucho la luz de la luna cuando corteja a una musa repuso alegremente. Y yo he odo decir que el perverso y joven lord sale por la noche slo para cortejar a damas de dudosa reputacin replic Cassandra. Qu has estado haciendo, hermana? De nuevo Jane sinti que estaba a punto de echarse a llorar y sacudi la cabeza tercamente. No he estado haciendo nada dudoso ni malo al decirlo entrevi en su mente las atractivas facciones del hombre con el que se haba ido a encontrar. No he tenido la oportunidad murmur con pesar. Cassandra se qued boquiabierta. Pero antes de poder dar con las palabras adecuadas para expresar lo sorprendida que estaba, Jane la bes en la mejilla y la empuj un poco para poder pasar. Buenas noches, Cass! murmur al llegar a la puerta de su habitacin. El rostro surcado de arrugas de Cassandra se suaviz y mir a su hermana pequea con preocupacin. Querida Jane, sabes que puedes confiar en m dijo en voz baja, por favor, dime qu ha ocurrido? Oh, Cass, no estoy segura! respondi Jane sintiendo las saladas lgrimas rodndole por las mejillas. Quizs al final me han roto mi alocado corazn dijo sorbindoselas y logrando esbozar una ligera sonrisa. He de reflexionar en lo que me ha pasado, maana por la maana te lo contar. Sin decirle nada ms, entr en su habitacin y cerr con firmeza la puerta tras ella, dejando a la intrigada Cassandra sola en el pasillo. La espaciosa y alegre habitacin que a Jane tanto le gustaba durante el da, estaba ahora iluminada slo por la luz de la vela y cubierta de sombras. Danzaban pcaramente por el papel floreado y se agazapaban en los rincones de detrs de la cama mientras ella se acercaba al tocador provisto de un espejo que haba al lado de la chimenea. Dejando la vela sobre la mesa, Jane se sent y empez lentamente a deshacerse el elaborado peinado dejando suelta su brillante cabellera de pelo castao rizado. Al terminar, contempl su tenue reflejo en el espejo levantando una plida mano para tocar el plateado cristal con las yemas de los dedos. Slo una de nosotras es real le susurr a la otra Jane que la miraba desde el espejo. La otra no es ms que una ilusin. La pregunta es, cul de las dos soy yo? Sacndose del vestido la carta devuelta, la dej sobre la mesa del tocador frente a ella y se qued mirando la direccin que con tanta pulcritud haba escrito haca toda una vida. Ante las insistentes llamadas de su hermana a la puerta, Jane sali de pronto de sus ensoaciones. Jane, djame entrar! le suplic Cassandra. No podr pegar ojo hasta que sepa qu ha ocurrido. Qu ha ocurrido? se repiti Jane en voz tan baja que slo ella poda or.

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Eso, mi querida hermana, es algo que nunca te contar. Al or que su hermana volva a llamar, Jane cogi la carta. Jane! grit Cassandra para que la dejara entrar. Espera un momento Cass! lanzando un profundo suspiro Jane se alej del tocador, comprendiendo que no le quedaba ms remedio que dejar entrar a su hermana. Desde que eran pequeas Cass haba sido siempre la persona que la haba consolado y animado a seguir adelante. Y eso nunca cambiara, y menos an ahora que l se haba ido. Sosteniendo la carta, ech rpidamente un vistazo por la habitacin tenuemente iluminada buscando un lugar donde esconderla. Y ahora qu voy a hacer con ella? se pregunt en voz alta. Ya que no poda revelar su contenido, ni siquiera a Cass, pero tampoco se atreva a destruirla por el secreto que contena. Mientras Cass volva a llamar con insistencia a la puerta, Jane vio de pronto su preocupado rostro contemplndola desde las brillantes profundidades del espejo.

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PRIMER TOMO

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Captulo 1

Ciudad de Nueva York En la actualidad Oh, como me gusta! exclam Eliza Knight aunque no hubiera nadie cerca que pudiera orla. Limpi la gruesa capa de polvo del espejo del pequeo y rayado tocador y contempl el plateado cristal. Al verse de pronto reflejada en l se sorprendi y se detuvo para observar unos momentos la borrosa imagen. Aunque no poda decirse que el familiar rostro que le devolva la mirada fuera exactamente bello, pens que al menos era ligeramente extico, con sus pronunciados pmulos, su recta, aunque algo estrecha nariz, y sus carnosos labios. Comprob que sus ojos negros seguan siendo el rasgo ms atractivo, pero tambin le gustaba su brillante melena negra, pese al largo y lacio corte de pelo que haba dejado que su peluquera le hiciera un par de semanas atrs. Eliza, contemplndose el pelo con una mueca, dio un paso atrs para observar mejor el antiguo tocador de palisandro. Durante la hora ms o menos que haba estado fisgoneando los artculos que abarrotaban el deteriorado almacn de antigedades de West Side, presuntamente abierto slo para la venta al por mayor, aquel tocador era lo nico que le haba llamado la atencin. Acababa de verlo haca tan slo unos momentos, embutido entre una lmpara de pie art dec y una mesita rosa de estilo Jetsons de formica de los aos cincuenta, y le haba gustado enseguida. Apartando la mirada del opaco espejo, Eliza ech un vistazo a las hileras de mercancas cubiertas de polvo esparcidas por todas partes como una mala pintura cubista. Al final vio a Jerry Shelburn tres pasillos ms lejos. Al parecer estaba evaluando el estado de una antigua bomba de gasolina con el cristal roto. Jerry! lo llam excitada, quiero que me des tu opinin. Acrcate y chale un vistazo a este tocador! Jerry haba conseguido que les dejaran entrar en el almacn de antigedades por medio de uno de sus clientes, que tena un pequeo negocio de transporte de mercancas. Al orla, le sonri afablemente y la salud con la mano. Antes de dirigirse hacia ella con los redondos cristales de sus gafas enmarcadas en metal reluciendo como dos lunitas bajo los fros fluorescentes del techo, volvi a poner con cuidado la boquilla de latn en la bomba. Eliza suspir para sus adentros mientras lo contemplaba avanzando por el laberinto de muebles antiguos, advirtiendo el extraordinario cuidado que pona en no ensuciarse su impecable jersey Old Navy caqui de algodn. Se haban conocido dos aos atrs por medio de un antiguo amigo suyo artista, cuando Eliza buscaba cmo invertir la cartera de acciones que su padre le haba dejado. Jerry haba acabado siendo un excelente asesor que aument el valor del capital de Eliza casi en

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un treinta por ciento el primer ao. Las ganancias acumuladas gracias a la habilidad de Jerry le permitieron a Eliza dar una entrada para comprar el apartamento que tambin utilizaba como estudio. Y de ese modo se ahorr ms de la mitad del dinero que haba estado pagando como arrendataria. Mientras ocurra todo eso, haban empezado a salir y a dormir juntos de vez en cuando. Era una relacin cmoda y fcil de mantener por ambas partes. Pero haca varios meses que Eliza senta que la relacin iba a progresar a algo ms serio o a terminar y tena que admitir que no le importara demasiado si se terminaba. Sintindose un poco materialista, se consol pensando que al menos nunca le haba rendido tanto el dinero que haba invertido. Fijndose de nuevo en el tocador, lo arrastr hasta el pasillo y desliz lentamente sus fuertes manos de artista por la estropeada superficie. Pese a sus numerosas marcas, la vieja madera era clida y agradable al tacto. Su diseo algo formal y cuadrado le recordaba el de los muebles georgianos que haba visto en una de sus guas de antigedades y se pregunt cuntos aos tendra. Qu raro tesoro has descubierto? Eliza alz la vista mirando el espejo y vio a Jerry ajustndose las gafas. Fjate en el mueble! dijo apartndose para que l pudiera ver bien el tocador. No te parece adorable? Crea que buscabas una lmpara de pie se limit a decirle echando un vistazo al tocador. Y as era respondi Eliza irritada, pero este mueble me ha cautivado. Tiene un cierto encanto, no crees? Mmmmm dijo Jerry frunciendo el ceo como si le acabaran de servir un plato de pescado poco fresco mientras se inclinaba para examinar una etiquetita rosa pegada en uno de los lados del tocador que Eliza no haba advertido. Pues los seiscientos dlares que vale no son tan encantadores que digamos aadi desdeosamente. Adems, el mueble est en muy mal estado observ enderezndose y hacindole un guio con una expresin paternalista. Como asesor tuyo en inversiones, te aconsejo que te olvides de l y compres en su lugar la lmpara de pie.

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Captulo 2

Eliza, sintindose como nueva despus de una ducha bien caliente, se envolvi en su desgastado albornoz y tras cubrirse el pelo con una toalla, sali descalza de la baera y contempl el preciado tocador, que haca juego con la desigual coleccin de muebles antiguos que llenaba la habitacin. Quiero que me des tu sincera opinin dijo volvindose para mirar la figura tumbada despreocupadamente sobre el edredn de retazos de vivos colores que cubra su cama decorada con cuatro columnas de la poca victoriana. Crees que he cometido un terrible error? Wickham, un gato atigrado gris con sobrepeso y un grave trastorno de personalidad, abri sus considerables mandbulas de par en par y bostez para demostrar su completa indiferencia a la pregunta. Eliza, sin desistir, cogi el gato en brazos y cruz la habitacin para ir al rincn, junto a la ventana, donde Jerry resentido haba dejado el antiguo tocador dos horas antes. El opaco espejo rectangular descansaba en el suelo apoyado contra la pared, junto al tocador. Despus de admirar durante unos momentos las piezas que acababa de adquirir, se sent frente a ellas con las piernas cruzadas sobre la alfombra sosteniendo al gato en su regazo mientras l intentaba escabullirse de su abrazo. Creo que el problema que tengo con Jerry y con la relacin que mantenemos le explic a Wickham puede resumirse en este tocador. Porque cuando lo contemplo veo algo clido y bello. Pero Jerry slo ve un mueble usado. T que eres un animal con un gusto tan exquisito, qu te parece, Wickham? Eliza sonri y le rasc la cabeza al gato, en un punto especial entre las orejas. El felino puso sus ojos amarillos en blanco y se estir y gimi extasiado. Yo tambin pienso lo mismo! exclam Eliza satisfecha. Porque Jerry, a diferencia de ti y de m, no tiene alma, slo una mente de contable dijo liberando a Wickham, que salt de su regazo y fue a tumbarse cmodamente en la alfombra. Es un mueble encantador aadi alargando el brazo para acariciar el suave acabado de una de las patas sin rayar del tocador. Necesitaba una limpieza a fondo y aplicarle un poco de aceite de linaza, pero estaba segura de que era muy antiguo. Mientras Eliza sacaba el nico cajn del tocador y lo dejaba en el suelo frente a ella, advirti que estaba forrado con un descolorido papel rosa de empapelar que an conservaba su diseo floral. Ignorando el forro, inclin el cajn para examinar las esquinas exteriores, ensambladas sin clavos. Las ensambladuras ligeramente irregulares que mantenan unidas las partes del cajn indicaban que se haban tallado a mano, lo cual respaldaba su idea de que el

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tocador era un mueble antiguo hecho antes de la poca en que se fabricaban industrialmente. Eliza sonri compungida, porque aunque tuviera razn sobre las ensambladuras, haba agotado prcticamente todo el conocimiento que recordaba de las clases nocturnas de la Universidad de Nueva York a las que haba asistido dos aos antes para aprender a valorar los muebles antiguos. Al darle la vuelta al cajn para inspeccionar el fondo, recordando vagamente algo que tena que ver con asegurarse de que los colores de la madera hicieran o no juego o algo por el estilo, el forro rosa cay revoloteando al suelo y qued del revs sobre la alfombra. Wickham, por fin interesado, intent aplastar el papel. Eliza lo ahuyent, pero entonces se qued mirando asombrada el forro al ver que en la parte de abajo haba otra tira pegada de papel amarillento llena de letras impresas negras. Mira, Wickham, un pedazo de peridico antiguo! exclam entrecerrando los ojos para leer las adornadas letras con unas singulares formas. Escucha dijo en voz baja, resiguiendo con el dedo ndice una frase en negrita que apareca en la parte superior de la hoja: THE HAMPSHIRE CHRONICLE, 7 de abril, 1810 Dios mo, es de hace casi doscientos aos! Eliza, concentrada ahora en el pedazo de peridico antiguo, lo dej con cuidado sobre el tocador y se pas varios minutos leyendo con curiosidad varias columnas llenas de anuncios de Pauelos de seda de la mejor calidad para caballeros, extractos de carne de buey con propiedades benficas, alquiler de carros y transporte (fuera lo que fuese lo que eso significara) y un montn de otros misteriosos productos con nombres como Pocin Femenina Gerlich, termmetros de bao calibrados y artculos de caucho de la India. Cuando sus ojos se cansaron de leer las curiosas y antiguas letras impresas, volvi a inspeccionar rpidamente el slido y resistente pequeo tocador. Al arrodillarse junto al espejo e inclinarlo para mantenerlo derecho, advirti de nuevo con una cierta consternacin que la superficie plateada estaba, tal como Jerry haba indicado en la tienda, en muy mal estado. Quitndole importancia alegremente, pens que aumentaba el encanto del mueble, y al inclinar el espejo hacia ella para examinarlo, se sinti contrariada al descubrir que la madera de uno de los bordes estaba despegada del marco. Oh, lo que me faltaba! El refuerzo parece estar un poco suelto le murmur al gato. Dame ahora un poco de apoyo, Wickham, porque odiara tener que admitir que Jerry tuviera razn despus de todo. El felino se estir y maull. Gracias! exclam Eliza sonriendo. Lo necesitaba! Inclinando el espejo hacia ella le dio la vuelta para poder apreciar mejor la parte daada de atrs. Pero se tranquiliz al ver que slo estaba despegada unos quince centmetros como mximo. Bueno, no est en tan mal estado como haba pensado dijo, creo que slo hay que volver a pegarlo. Y con la ua del dedo intent levantar el borde de la

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parte posterior del marco del espejo para averiguar lo despegado que estaba. Al hacerlo algo cay del espejo y fue a parar a la alfombra emitiendo un suave ruido. Wickham, atrado por el sbito movimiento del objeto al caer, se lanz sobre l y se puso a maullar amenazadoramente. Eliza apart al gato empujndolo y se qued mirando sorprendida el objeto. Apoy lentamente el espejo contra la pared, se agach, y recogi el objeto que haba cado al suelo para verlo mejor. Durante varios segundos se qued paralizada de rodillas mirando fijamente su mano mientras intentaba reconstruir lo que acababa de ocurrir: estaba sosteniendo un delgado paquete envuelto con un grueso papel de color sepia atado con una cinta entrecruzada de color verde vivo como un regalo de Navidad. Dios Santo! susurr, lanzando una ojeada al espejo y vislumbrando su desconcertada expresin. Algo le golpe la mano y al mirar hacia abajo vio a Wickham peleando resueltamente con el extremo de la brillante cinta. Apartando rpidamente la mano de l, se puso en pie y examin el paquete con ms detenimiento. Vio que haba dos rectngulos de papel doblados unidos por la ancha cinta. El de encima era ms pequeo que el otro y en l figuraban unas palabras escritas en tinta de color marrn rojizo, pero no pudo leer lo que pona porque la cinta se lo impeda. Son cartas! exclam. Al darle la vuelta al paquete vio que la carta ms grande estaba lacrada con un material rojo y brillante y supuso que era la cera que se utilizaba en los sellos, aunque era la primera vez que vea una cera cuya consistencia se pareca ms bien a la del plstico duro y quebradizo. Intrigada, desat con cuidado la cinta que mantena las cartas juntas para poder leer la direccin que apareca en el sobre. Seorita Jane Austen, Alquera de Chawton Jane Austen! Eliza, desconcertada al leer el nombre de una famosa novelista del siglo diecinueve, tuvo que coger aire antes de seguir leyendo el resto de la direccin de la carta. Jane Austen! De nuevo tuvo que detenerse mientras sus inquietos ojos intentaban leerla a toda velocidad dejando atrs a sus temblorosos labios. Jane Austen, Sr. FitzWilliam Darcy, Gran Mansin de Chawton! chill. Eliza se qued plantada en la alfombra de su dormitorio durante varios segundos ms, leyendo y releyendo en silencio las palabras pulcramente escritas en el dorso del sobre ms pequeo. Es difcil definir el tropel de pensamientos que se le agolparon en la cabeza en esos momentos porque, aunque no se consideraba una voraz lectora, le gustaba leer: sus lecturas preferidas eran desde los libros de Agatha Christie y Damon Runyon, hasta unos pocos poetas importantes y varios novelistas clsicos. Y, como tantas otras mujeres, una de sus novelas preferidas era, de entre la media docena de libros desgastados que haba en el pequeo estante de debajo de la mesita de noche, Orgullo y prejuicio, la intemporal historia que Jane Austen escribi sobre la inquebrantable bsqueda de la seorita Elizabeth Bennet de un amor perfecto. Lo cual equivale a decir que Eliza Knight saba precisamente quin era Jane

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Austen y tambin FitzWilliam Darcy, la persona que supuestamente haba escrito la carta que ahora tena en su mano, o al menos quin se supona que era. Cogi las cartas y se dirigi a la cama y se sent en ella. Contemplando su figura reflejada en la ventana rodeada de un halo iluminado por la luz de la luna, dej volar la imaginacin dicindose: Y si y Es posible que Sonri. Jerry se reira de ella y la reprendera por tener semejantes ideas romnticas y, por ms romnticas que fueran, deba reconocer que eran ridculas y del todo absurdas, porque la relacin sentimental que sugera la enigmtica direccin que figuraba en la carta era absolutamente imposible. Despus de todo, Darcy era un personaje ficticio. No era as? Eliza, mirando a Wickham, que la haba seguido hasta la cama, dijo: Bueno, slo hay una forma de averiguarlo: leyendo las cartas! Pese a su bien fundado escepticismo sobre la autenticidad de las cartas, Eliza sinti que el corazn le lata con fuerza y que las manos le temblaban al abrir el sobre ms grande que contena la carta que FitzWilliam Darcy haba escrito a mano a Jane Austen con unos trazos amplios. La ley en voz alta: 12 de mayo de 1810 Querida Jane: El capitn me ha descubierto. He tenido que irme enseguida para poder ocultarme. Pero intentar hacer todo lo posible por acudir esta noche a nuestra cita. Cuando nos veamos te contar todo lo que deseabas saber. F. Darcy Eliza se detuvo para reflexionar en el significado de aquellas breves frases. Y al volverlas a leer la voz le tembl un poco, porque la carta no era como ella haba imaginado. Aunque despus de pensar en ello, se dio cuenta de que no saba exactamente qu era lo que haba esperado encontrar en la carta de Darcy: quiz algn florido homenaje romntico, o la declaracin potica de un eterno amor a una hermosa dama. Qu extrao! A qu se refera al decir que lo haban descubierto y que haba tenido que ocultarse? Quizs en la carta que Austen le escribi encontrara las respuestas. Poniendo la primera carta detrs de la otra en su mano, examin la de Austen con un gran respeto. En el sobre apareca una encantadora escritura femenina y, al darle la vuelta, vio que el lacre segua intacto y que haba una elaborada letra A grabada en l. Esta carta nunca lleg a abrirse y quiz nunca se envi. Por qu? Al reseguir las curvas del sello con la yema del dedo, experiment curiosamente una hormigueante sensacin por todo el cuerpo como una descarga elctrica. Wickham, te imaginas lo que significara si la carta fuera de Jane Austen? dijo mirando al gato, que no le prest la menor atencin porque estaba enfrascado en lamerse con su larga lengua rosada una de sus patas delanteras equipada con unas afiladas garras. No, claro que no, pobrecito! Cmo podras imaginrtelo si no tienes dos dedos de frente aadi Eliza lanzando un suspiro.

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Contemplando la carta le dio la vuelta una y otra vez entre sus manos. Si era autntica y la abra, sera recordada para siempre como la estpida artista que haba estropeado un documento histrico. Antes de quemar las naves, decidi buscar alguna informacin sobre Darcy, el protagonista ficticio de la novela de Jane Austen. Quizs en Internet encontrara las respuestas que estaba buscando.

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Captulo 3

Al contrario del dormitorio de Eliza que al estar decorado con una eclctica coleccin de muebles de madera antiguos, grabados enmarcados y clidos tejidos, poda describirse como un lugar acogedor la sala de estar de su pequeo apartamento (en realidad era el taller y el estudio donde creaba su arte y diriga su galera virtual en Internet) era como una oficina del siglo veintiuno. Delante de la gran ventana que le permita ver directamente las timoneras de los buques de carga que pasaban por el East River, haba colocado una mesa blanca de IKEA para el ordenador y el tablero de dibujo, y junto a ellos unos anchos archivadores de metal, el aergrafo, las pinturas y otros materiales necesarios para su trabajo. Las desnudas paredes estaban decoradas slo con varias meticulosas ilustraciones de unos idlicos paisajes naturales llenos de flores y con otros temas naturales y fantasiosos en los que ella se haba especializado. Sosteniendo los sobres en la mano y calzada con unos calientes mocasines de piel de cordero, cruz el pulido suelo de madera noble del estudio y se sent en el alto taburete de cromo y piel de su tablero de dibujo. Despus de cubrir la pintura de una casita de campo en medio del bosque para protegerla, a la que le haba estado aadiendo con el aergrafo el brumoso fondo de unas frondosas montaas, dej los dos sobres encima del tablero de dibujo, uno al lado de otro, y encendi la luz halgena. Afuera la luna acariciaba la superficie del ro reflejando en l una cinta de luz plateada y mientras su mente racional crea firmemente que las cartas no eran ms que un elaborado engao, no poda impedir imaginarse toda clase de situaciones inspirada por la inverosmil correspondencia. Quitndose de la cabeza sus romnticos pensamientos como si fueran las estpidas fantasas de una colegiala, ech a Wickham de la silla del escritorio y se sent frente al ordenador. Conectndose a Internet, entr en un popular buscador y tecle Jane Austen. El ordenador zumb suavemente durante varios segundos antes de que la pantalla se llenara de la informacin pedida. Eliza se qued mirando la pantalla sin poder crerselo: haba cerca de un milln y medio de pginas web sobre ese tema. Contemplando a su gato, que ahora descansaba sobre el alto taburete, lanz un suspiro pensando crea que iba a ser fcil! Al volver a mirar la pantalla, encontr toda una serie de pginas web que tenan que ver con la autora. Haciendo avanzar la lista, descubri para su sorpresa que haba unas pginas dedicadas a la vida de Jane Austen, a su lugar de nacimiento, a la poca en la que vivi, a cada uno de sus libros

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y a todas las pelculas y series televisivas basadas en sus obras. Haba adems cientos de pginas de fans de Jane Austen, de historia, y de debates realizados por expertos sobre las novelas de Jane Austen y otras pginas dedicadas a las numerosas continuaciones de sus libros, escritas con el estilo de la novelista por unos imitadores modernos. Haba pginas japonesas, australianas y noruegas sobre Jane Austen, y otras pginas en las que se hablaba de las cartas de la novelista, de su familia, sus amigos la lista era interminable. Eliza fue pasando el texto por la pantalla hasta que el dedo empez a dolerle y la vista se le nubl y, sin embargo, comprendi que tan slo haba consultado una diminuta parte de la lista. Por dnde puedo empezar? le pregunt gimiendo a Wickham. Tras pasar el texto por la pantalla varios minutos ms, se puso cmoda, se frot los ojos y parpadeando, volvi a mirar la pantalla. De pronto, le llam la atencin el ttulo y la descripcin de una pgina web en particular. Austenticity.com ley, gustndole el sonido de la palabra. Todo cuanto deseaste saber de Jane Austen. Esto s que suena prometedor! le dijo al gato. Wickham se restreg contra el brazo de Eliza mientras ella entraba en la pgina. De repente, una msica romntica son en los altavoces del ordenador y apareci en la pantalla: AUSTENTICITY.COM PRESENTA ORGULLO Y PREJUICIO de Jane Austen El ttulo desapareci al aparecer en la pantalla del ordenador una escena de las miniseries de la cadena de BBC/A&E de Orgullo y prejuicio. En la escena, Elizabeth Bennet y Darcy estaban solos en una sala de estar. Eliza se descubri moviendo los labios imitando al actor que interpretaba el papel de Darcy, mientras l recitaba una de sus frases favoritas en la miniserie de la P&P: Permtame que le exprese la pasin con la que la admiro y quiero Con el rostro sonrojado, Eliza interrumpi de pronto el monlogo del actor y quit el sonido, sonriendo al pensar en la gran facilidad con la que la escena la haba cautivado. Darcy, qu seductor eres! le dijo sonriendo al actor que ahora recitaba en silencio su dilogo, me encanta la primera propuesta matrimonial que le has hecho a Elizabeth Bennet, pero en este momento lo que necesito es una informacin crucial sobre ti, si es que realmente fuiste una persona de carne y hueso. Eliza detuvo el vdeo cliqueando en el men de informacin de la parte superior de la pantalla. El contenido cambi y apareci un retrato de la autora con una expresin ms bien adusta debajo de un nuevo ttulo:

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AUSTENTICITY.COM LA PGINA MS COMPLETA SOBRE AUSTEN NO ENCUENTRAS TODO CUANTO DESEAS SABER DE JANE AUSTEN? Te mueres de ganas de saber qu coma y qu ropa se pona, qu libros lea y qu canciones cantaba? Enva tus preguntas a nuestra web. Uno de nuestros expertos en Jane Austen seguro que te las responder. Expertos en Jane Austen! Esto ya me gusta ms dijo Eliza leyendo el mensaje. Examin los distintos temas que aparecan en la pantalla y seleccion uno que pona: La vida y la poca de Jane Austen y despus tecle: PREGUNTA: Fue Darcy, de Orgullo y Prejuicio, una persona real? Le ruego que me conteste por e-mail a: [email protected] Sonriendo, envi el mensaje. Ya est! le dijo a Wickham. Con un poco de suerte alguien podr desvelarnos nuestro pequeo misterio. El gato puso los ojos en blanco como si le estuviera diciendo no te hagas ilusiones! Eliza se encogi de hombros y cerr la pgina de Austenticity. De acuerdo! admiti de mala gana, mirando de nuevo con atencin la desalentadora lista de las otras pginas de Internet, consultar algunas ms, pero no pienso pasarme toda la noche hacindolo.

Al cabo de algo ms de una hora Eliza, agotada, se recost apoyndose en las almohadas apiladas contra las elaboradas figuras talladas que decoraban la cabecera de su cama. Mientras ojeaba ociosamente su libro de Orgullo y prejuicio, se puso a imaginar todas las posibilidades que presentaban las dos misteriosas cartas. Por el rabillo del ojo poda ver el pequeo tocador junto a la ventana y se pregunt quin las habra escondido detrs del espejo y por qu motivo. Cuando al fin dej el libro sobre la mesita de noche y apag la luz, el gato ya estaba dormitando cmodamente en las almohadas junto a ella. La luz de la luna inund el dormitorio, proyectando unos suaves reflejos en el opaco espejo del tocador. Eliza contempl medio dormida la esfera dorada por la ventana y se acurruc junto a su gato. Permtame que le diga la pasin con la que la admiro y quiero murmur en tono soador. Dios mo, Wickham, qu romntico! Es posible que existiera un Darcy de carne y hueso que le hubiese dicho esas palabras a Jane Austen antes de que ella las escribiera?

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Los graves y sonoros ronroneos que salan de alguna parte del cuerpo del felino le indicaron que ste se haba dormido rpidamente. Las consultas de Eliza en Internet, al contrario que las cartas, no le haban dado ninguna pista de que FitzWilliam Darcy hubiera sido una persona real. Sin embargo, haba descubierto que la mayora de los expertos crean que los personajes que salan en las novelas de Jane Austen procedan de su propia vida. Lanzando un profundo suspiro se pregunt cmo sera el hombre que haba inspirado uno de los personajes ms romnticos sobre los que se ha escrito. Si Darcy haba sido una persona real, se pregunt, se haban enamorado? Cmo se haban conocido? Por qu no se haban casado? Al recordar que la nota de Darcy no era una carta de amor, se pregunt quin sera aquel capitn y qu era lo que haba descubierto de Darcy. Eliza meti sus dedos medio dormida entre la calentita mata de pelo del cuello de Wickham. Intent imaginarse en los brazos de un apasionado y ardiente amante. Su fantasa se esfum al pensar en la imagen tan poco placentera de Jerry, sentado a la mesa frente a ella en un Deli, un local de comida para llevar, comiendo una simple ensalada y recitando de un tirn las cotizaciones de la bolsa entre bocado y bocado. Al echarse inquieta a rer, se acord de las fronteras que con tanto cuidado y precisin haba construido y levantado alrededor de sus pasiones y como consecuencia, la vida que llevaba: Jerry era sin duda una de las fronteras. Ahora se preguntaba por qu se limitaba de ese modo. Aunque era lo ms fcil, seguro y sin riesgos. Quedndose dormida, so con un hombre que la admiraba y la amaba apasionadamente.

En medio de un brumoso valle, lejos de la ciudad, una gran finca disfrutaba serenamente de la misma luz de la luna que la que entraba por la ventana del dormitorio de Eliza Knight. La suave luz de la luna que iluminaba las columnas y que daba un color plateado a los esbeltos balcones, embelleciendo su majestuosa fachada, realzaba la elegante arquitectura de la enorme casa que era tanto la joya como el centro de la finca, situada en un dulce paisaje de onduladas colinas rodeadas de profundos y silenciosos bosques. A esas altas horas de la noche la idlica estructura antigua se alzaba casi totalmente a oscuras por dentro, los cristales de sus numerosas ventanas divididos por parteluces relucan silenciosamente bajo la brillante luz del cielo. Todas las ventanas estaban a oscuras, salvo una. De una de las ventanas del primer piso, en la fachada de la casa solariega ningn otro nombre poda describir adecuadamente la Gran Mansin sala el parpadeo de una constante luz artificial azul demasiado fuerte como para confundirla con la luz exterior de las estrellas o de la luna. Era una de las varias ventanas que se alzaban desde el suelo exquisitamente

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alfombrado hasta casi el alto y elaborado techo de un gran estudio lujosamente diseado, con las paredes revestidas con paneles de color oscuro, cubiertas de estanteras llenas de inestimables libros encuadernados en piel y de peridicos histricos, y en las que colgaban retratos ancestrales y estandartes antiguos. El fulgor azul de la ventana vena de la pantalla de un ordenador que haba en un escritorio tallado de al menos un siglo de antigedad, hecho de madera maciza procedente de los extensos bosques que rodeaban la casa. Detrs del escritorio del estudio tenuemente iluminado se vea una figura sentada en una desgastada silla de cuero, absorta en la pantalla del ordenador. Llevaba ya un rato sentada all, contemplando la sencilla pregunta que Eliza Knight haba enviado a Austenticity.com. MENSAJE: Fue Darcy, de Orgullo y Prejuicio, una persona real? Le ruego que me conteste por e-mail a: [email protected] Mientras lea y relea aquellas breves lneas aparentemente insustanciales, sinti que el pulso se le aceleraba. Porque haba estado durante miles de noches pasando el texto que apareca en las pginas Internet buscando mensajes precisamente como aquel. Haba estado consultando aquellas pginas porque necesitaba encontrar ciertas respuestas, descubrir unas verdades. Y la inmensa red electrnica de Internet era una de las numerosas posibles vas que se vea obligado a explorar. Aunque su agotadora bsqueda apenas le haba ofrecido nada que valiera la pena: en una ocasin, dos aos atrs, sus consultas en Internet haban sido recompensadas. Por eso haba ampliado su bsqueda nocturna a una docena o ms de pginas con la esperanza de hacer otro descubrimiento. La mayor parte del tiempo se limitaba a consultar pginas web dedicadas a la literatura y a la historia, y otras de especial inters que tenan que ver con la compraventa de documentos poco corrientes. Pero tambin consultaba con regularidad pginas web populares ms amenas, como de vez en cuando algunas de puro entretenimiento como Austenticity.com, cuyos fans estaban en general ms interesados por las producciones cinematogrficas y televisivas de las novelas de Jane Austen que en la misma autora o en sus libros. Tanto si eran serias como frvolas, visitaba estas pginas con una singular dedicacin que tema a veces lindara con la obsesin. Pero entonces, como a menudo se recordaba, simplemente estaba obsesionado por el tema, aunque quiz fascinado fuera la palabra ms adecuada. Ley de nuevo el breve mensaje: Fue Darcy, de Orgullo y Prejuicio, una persona real? Aunque tanto los bigrafos como los especialistas haban estado debatiendo sobre aquella misma pregunta durante casi doscientos aos, la experiencia le haba enseado que no era la clase de pregunta que uno esperara encontrar en una

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popular pgina web. El texto era demasiado preciso, la persona que la haba escrito no estaba especulando ni formulando una pregunta, como sola ocurrir en los mensajes que la gente enviaba sobre algn pasaje de O&P, sino que era una pregunta muy directa Una pregunta que l crea poda estar motivada por algn descubrimiento. Aunque no poda definir por qu tena aquella vaga sensacin, descubri que el extrao mensaje constitua una posible pista para la respuesta que l andaba buscando. Y era importante averiguar la procedencia de cualquier pista, por ms vaga o insustancial que fuera. Estuvo sentado mirando fijamente la pregunta de Eliza en la pantalla durante un buen rato ms, hasta que decidi acercarse el teclado y tecle una meditada respuesta.

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Captulo 4

A la maana siguiente Eliza se levant temprano. Ech rpidamente a Wickham del calentito nido que se haba creado entre las almohadas e hizo la cama, pensando con ilusin en el da que tena por delante. Como no tena ninguna reunin programada, pens que poda ocuparse de algunos asuntos rutinarios relacionados con su trabajo y despus ahondar en serio en los posibles orgenes de las dos misteriosas cartas. La perspectiva de descubrir la verdad sobre aquellas antiguas cartas era muy estimulante y apenas poda esperar a hacerlo. Sonriendo al verse reflejada en el espejo que la noche anterior haba colocado sobre el antiguo tocador, se cepill su larga melena negra, dejando que los sueltos rizos le cayeran grcilmente sobre los hombros y luego se puso unos pantalones de sport y una blusa de seda y se fue a la cocina. Al cruzar la sala de estar ech un vistazo a la pantalla del ordenador y advirti satisfecha que el poderoso aparato estaba ya zumbando afanosamente, enviando de manera automtica dos nuevas pinturas a la galera virtual en la que exhiba y venda sus obras. Eliza se senta especialmente orgullosa de la galera que haba creado en Internet haca menos de un ao. Galleri.com la haba liberado casi por completo del tedioso y costoso trato con los marchantes que se haban quedado en el pasado con unos elevados porcentajes que tenan que ver tanto con su tiempo como con sus ingresos. Con la nueva galera virtual en funcionamiento, los clientes podan ahora contemplar sus fantasiosas creaciones en su ordenador y comprarle directamente las reproducciones, el papel de escribir o las pinturas originales suyas que prefirieran con un sistema muy seguro a travs de la tarjeta de crdito. Y siempre que Eliza venda una de sus pinturas la semana anterior acababa de vender dos colgaba ms en la galera para reemplazarlas, que era precisamente lo que ahora estaba haciendo. Al entrar en la cocina llen el bol de Wickham, que siempre estaba vaco, y luego se prepar dos tostadas de pan integral y una taza de caf. Pensaba desayunar mientras consultaba la pgina de la galera, para asegurarse de que las pinturas estuvieran en la pgina web sin ningn problema, y despus consultara el e-mail por si algn cliente haba hecho algn pedido o pregunta. Cuando se diriga a la sala de estar llevando una pequea bandeja con el desayuno, son el ordenador, indicando que las pinturas ya estaban colgadas.

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Antes de que Eliza llegara al escritorio, el ordenador volvi a sonar y entonces retumb por los altavoces Please Mr. Postman, una versin electrnica de una famosa cancin pop de los aos cincuenta, indicndole que la noche anterior haba recibido un e-mail que an no haba ledo. Ansiosa por leerlo cuanto antes para poder empezar a investigar sobre las antiguas cartas, se sent ante el ordenador, cubri con mantequilla la punta de una de las tostadas, le dio un bocado y despus abri la bandeja de entrada. Aunque no se haba olvidado de la pregunta que haba enviado la noche anterior, Eliza esperaba encontrar slo la habitual lista matinal de mensajes electrnicos y actualizaciones. Por eso al ver el remitente del primer e-mail de la lista enviado la noche anterior, se le cort la respiracin. Se lo qued mirando fijamente varios segundos antes de abrirlo haciendo clic con el ratn. El e-mail apareci al instante en la pantalla: Estimada SMARTIST: Fue Darcy, de Orgullo y Prejuicio, una persona real? me parece una pregunta de lo ms extraa. Yo estoy seguro de que lo fue. Aunque por otro lado, tengo un ligero prejuicio. Por qu le interesa saberlo? [email protected] Eliza ley el extrao mensaje con una creciente consternacin. Haba esperado encontrar en la pgina de Austenticity alguien que se tomara en serio su pregunta sobre Darcy, dndole alguna indicacin de que las cartas eran autnticas o al menos la direccin que deba tomar para averiguarlo. Pero ahora, mientras se llevaba la humeante taza de caf a los labios, pensaba que haba cometido un gran error al enviar el mensaje. Adems estaba convencida de que haba conectado sin querer con algn insospechado y marginal luntico fan de Jane Austen. El gato salt de repente en su regazo, volcando casi la taza de caf que sostena en la mano y empeorando ms an la mala impresin que le haba causado el absurdo mensaje. Ten cuidado, Wickham! le grit agarrando al rebelde felino por su regordete pescuezo y haciendo que se fijara en el e-mail. No es ni ms ni menos que un mono e-mail que el propio Darcy me ha mandado desde Pemberley. El gato maull y forceje intentando liberarse de ella, pero Eliza lo sostuvo con firmeza. Pemberley era el nombre ficticio de la fabulosa finca en la que Darcy viva en Orgullo y prejuicio le cont al rollizo animal. No te parece ridculo? observ mirando a la peluda cabeza que tena en el regazo, y despus de frotarle las orejas, lo dej ir. El gato salt de su regazo produciendo un fuerte ruido al chocar contra el suelo con su pesado cuerpo, mientras ella se inclinaba sobre el teclado y escriba: Querido Darcy:

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He enviado mi pregunta por una razn y no para que te entregues a tus fantasas. Por favor, gurdate tus chifladas opiniones para ti. [email protected] Eliza, sonriendo satisfecha por haber mandado a aquel idiota a hacer puetas, puls la tecla de enviar, apag el ordenador y se reclin para acabar de tomarse la tostada y el caf en paz. Mientras tecleaba el mensaje, Wickham se haba subido al tablero de dibujo y ahora disfrutaba despatarrado del sol matinal. Juntos contemplaron por la ventana un oxidado buque portacontenedores japons que navegaba por el East River. No puedo sacarme de la cabeza ese bicho raro de Internet dijo ella respondiendo con la mano a la media docena de sonrientes miembros de la tripulacin sentados en la barandilla del puente de mando del barco que la saludaban. Pero supongo que el mundo est lleno de bichos raros aadi alargando el brazo para acariciar el pelo del gato y sonri sacudiendo la cabeza. Darcy de Pemberley! exclam lanzando un suspiro. Seguro que va por ah llevando un bastn y un sombrero de copa. Agachndose, recogi la bandeja del desayuno y la llev a la cocina. Todo cuanto puedo decirte, Wickham le solt desde la cocina es que tuviste mucha razn al insistir la otra noche en que siguiera buscando hasta dar con una pgina en la que pudiera investigar en serio.

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Captulo 5

Cuando Eliza tena doce aos, su maestra de ingls de sptimo curso haba llevado a toda la clase, desde Long Island, en las afueras, a la ciudad, para visitar la Biblioteca Pblica de Nueva York situada en la Quinta Avenida, en Manhattan. Desde ese da no haba vuelto a entrar en aquel maravilloso y antiguo edificio. Ahora al apearse de un taxi, contempl los famosos leones de piedra que guardaban la entrada principal. Por encima de las enormes puertas una pancarta de seda azul con un borde dorado ondeaba alegremente con la brisa. En ella apareca impresa con elegantes letras estampadas de treinta centmetros de alto la leyenda: EL MUNDO DE JANE AUSTEN, UNA MUJER DE DOS SIGLOS. Eliza sonri. La noche anterior haba visto por casualidad en la pgina de Internet una noticia sobre esta exposicin especial. Y aunque no estaba totalmente segura de que una exposicin de los libros de la famosa escritora inglesa pudiera ayudarle en su investigacin, concluy que al menos le ofrecera un buen punto de partida. Pegndose el bolso de bandolera en el costado, subi las anchas escalinatas y entr en la biblioteca, sin saber exactamente lo que encontrara en ella. Desde el resonante vestbulo sigui una serie de letreros azules y dorados pulcramente rotulados, cruz la bveda de la sala de lectura principal parecida a la de una catedral y atraves un pasillo con el suelo revestido de mrmol en el que sonaba el eco de sus pasos y por el que no haba pasado cuando haba visitado la biblioteca de nia. Para su gran sorpresa, mientras se acercaba al otro extremo del largo pasillo, oy el sonido de una alegre msica que vena de la gran sala de exposiciones decorada con un alto techo, que acab siendo su destino. Pero se sorprendi ms an al mirar el enorme espacio y descubrir que estaba lleno de visitantes. La sala de exposiciones de la biblioteca, siguiendo la moda de los fastuosos espectculos de los museos modernos, se haba transformado en un espectculo meditico que exhiba los libros de Jane Austen y otros objetos suyos rodeados de caleidoscopios de luz, color y sonido. Eliza, al entrar en la espaciosa y bien ventilada sala, se descubri aprobando artsticamente la atmsfera que creaba la proyeccin emitida a lo largo de la alta pared del recinto. El vdeo al parecer se haba filmado desde un carruaje que haba seguido el frondoso camino que llevaba a la gran casa solariega inglesa que la autora haba empleado como escenario de su novela Mansfield Park. La banda sonora en la que intervena un cuarteto de cuerda que sonaba en sonido envolvente, acompaada

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por el sonido de fondo de los cascos y los resoplidos de los caballos y el crujido de las llantas de las ruedas del carruaje al rodar sobre la grava del camino, aumentaba el encantador efecto buclico creado por las escenas que se desarrollaban en la pared. Apartando la vista de la cautivadora temtica, Eliza vio que la sala estaba llena de pantallas planas de magnfica calidad en las que aparecan versiones poco usuales o notables de las novelas de Jane Austen con escenas de las pelculas o de las adaptaciones televisivas de las obras de la novelista. En otra parte, otros vdeos, comentados por algunos distinguidos escritores y actores britnicos, mostraban algunos objetos personales que se crea haban pertenecido a la famosa autora. Estoy totalmente maravillada! murmur Eliza sonriendo a nadie en particular. Fue recorriendo lentamente la sala de exposiciones, observndolo todo, advirtiendo con una creciente decepcin que nada pareca ayudarle en especial a decidir si las cartas eran autnticas. Pero de pronto vio una pequea vitrina que contena una carta original que Jane Austen haba escrito en 1801 a su hermana Cassandra. Fabuloso! exclam, sintiendo que por fin estaba yendo a alguna parte. Abriendo unos centmetros su bolso en bandolera, compar con cuidado la direccin escrita a mano de la carta sellada que haba encontrado en el espejo del tocador con la carta de Austen exhibida detrs de la vitrina de plstico de algo ms de un centmetro de grosor a prueba de balas. Aunque la carta de la biblioteca era ms grande que la que llevaba en el bolso y el papel era totalmente diferente, la pulcra y corriente letra de ambas le pareci similar bajo su inexperta mirada. Sin embargo, tambin vio enseguida que incluso un torpe falsificador habra alcanzado probablemente el superficial parecido entre los dos documentos. Al menos hasta el punto de engaarla. Qu frustrante! En ese momento le golpe la dolorosa y evidente idea de que slo un experto sera capaz de autentificar las cartas que haba encontrado. Y aunque pudiera parecer extrao que al encontrarlas no se le hubiera ocurrido enseguida que era necesario analizarlas en un laboratorio y compararlas a travs de un examen forense con los otros documentos antiguos, la simple verdad era que la mente de Eliza no funcionaba de ese modo. Porque era una soadora y una fantaseadora, y aquello que le haba hecho volar la imaginacin no era la caracterstica material de las cartas, sino la historia romntica que apareca en ellas. No obstante, admita que haber ido a la biblioteca y haber visto las cartas exhibidas rodeadas de tantas medidas de seguridad le haba servido de algo, porque de pronto haba comprendido que ni siquiera sera capaz de investigar en serio si las cartas eran autnticas. Muy bien! exclam en un tono un poco demasiado alto, incluso para la

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ruidosa sala de exposiciones. Y ahora dnde puedo encontrar un experto en este maldito lugar? Frustrada, cerr de un manotazo el bolso. El fuerte ruido que produjo el cierre de metal reson por la espaciosa sala como un disparo, y Eliza levant la vista con aire de culpabilidad justo a tiempo para ver un guarda de seguridad de mediana edad con una prominente barriga girndose hacia ella para averiguar de dnde haba venido el repentino ruido. Uy!, otro error dijo Eliza alejndose enseguida de la vitrina para ir a la otra punta de la sala, obligndose a caminar tranquilamente como si nada, a pesar de su acelerado pulso. Porque se le acababa de ocurrir que haber trado una carta de Jane Austen en una exposicin rodeada de tantas medidas de seguridad en la que se exhiban invalorables objetos de esta famosa escritora probablemente no era lo ms inteligente que haba hecho en su vida. Estpida! se reprendi en voz baja. Estpida, estpida, estpida! Al llegar a la otra punta de la sala, fue a refugiarse por el momento en medio de unos maniqus vestidos con trajes que representaban las modas populares de la poca en que se publicaron los libros de Jane Austen. Escondindose en un sinuoso recorrido lleno de maniqus colocados ingeniosamente entre distintos accesorios y escenas pintadas, para sugerir que se encontraban en un parque, en un saln o en algn otro lugar, ech un vistazo a su alrededor y suspir aliviada al comprobar que el guarda de seguridad no la haba seguido. Su momentneo miedo a que la pillaran en la ridcula situacin de haber entrado en la biblioteca con una carta de Jane Austen desapareci rpidamente y se puso a contemplar con un inters de diseadora la ropa exhibida, siguiendo lentamente el recorrido de los maniqus y observndolos uno a uno. Reprimiendo una sonrisa porque estaba casi segura de haber reconocido algunos de los trajes de la poca de la Regencia al haberlos visto en las versiones cinematogrficas recientes de Orgullo y prejuicio y en Emma, se acerc a un maniqu para examinar un vestido de terciopelo de color teja con un elaborado bordado y un gran escote. Junto al maniqu haba un letrero descriptivo sobre un pequeo soporte metlico. Eliza ley en voz alta el contenido del letrero: Una joven de la poca de la Regencia inglesa se habra sentido cmoda y moderna llevando este exquisito traje en un importante baile de invierno. Ja! dijo burlonamente. Quiz sea moderno pero de cmodo no tiene nada! Ah, s? Y por qu? Eliza, desconcertada, se gir en redondo y vio a un hombre con un traje oscuro hecho a la medida mirndola con una patente curiosidad. Entrecerrando sus brillantes ojos oscuros con el recelo tpico de una neoyorquina, evalu rpidamente

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al alto desconocido. Era atltico, pero no de ir al gimnasio. Por su moreno rostro concluy que era la clase de persona a la que le gusta estar al aire libre, quizs un ciclista, o un escalador, y adems no estaba mal, pens. En realidad, era un hombre atractivo. El desconocido arque las cejas, esperando que ella respondiera a la pregunta. Fjate en este ridculo traje! dijo ella intentando ocultar su embarazo por haber sido descubierta evalundolo girndose hacia el horrendo vestido anaranjado. En primer lugar es fesimo declar. Y en segundo, es tan escotado que la pobre mujer se arriesgaba a coger una pulmona cada vez que se lo pona, al menos si lo que he odo de los inviernos ingleses es cierto. Es cierto asinti su atractivo interrogador en voz baja con un ligero acento sureo. Y no slo los inviernos ingleses eran fros, sino que adems no haba calefaccin central a principios del siglo diecinueve. Frunciendo el ceo reflexivamente, rode el terrible vestido para observarlo desde otra perspectiva. Por otro lado observ mirando directamente el revelador corpio, hace veinte aos las mujeres aristcratas francesas llevaban unos vestidos tan escotados que mostraban sus senos casi por completo. Todo en nombre de la moda aadi rpidamente sonrindole. Eliza se descubri devolvindole la sonrisa y al mismo tiempo advirti que los ojos de aquel hombre eran de color verde mar y que le brillaban al sonrer. Bueno, eran francesas! dijo ella riendo. Qu puedo decir? Su cristalina risa le record a l el entrechocar de las copas en un brindis. Sin embargo prosigui Eliza, rechazando el ofensivo vestido con el pulgar con un gesto impropio de una dama, no me puedo imaginar a Jane Austen llevando algo como esto. Eliza hizo una pausa, pensando una buena comparacin para ilustrar su opinin. Este vestido me recuerda a uno de aquellos modelitos que las celebridades se ponen siempre en la gala de los Oscars explic despus de reflexionar unos momentos. Ya sabes a lo que me refiero, a un vestido de lo ms fashion, pero absolutamente poco prctico y absurdo. El desconocido reflexion sobre ello y Eliza vio en sus ojos que estaba de acuerdo con ella incluso antes de abrir la boca para responderle. Estoy de acuerdo contigo admiti al fin. Jane Austen no era una mujer estpida. Nunca se habra puesto un vestido como ste. Entonces se dio la vuelta para sealar un maniqu masculino que haba frente a ellos, al otro lado del pasillo. Vesta un esplndido uniforme azul marino adornado con unos galones dorados y en un costado llevaba colgado del cinturn un reluciente sable de plata. Este uniforme de un oficial naval de la poca es probablemente mucho ms fiel en relacin a la ropa que habra llevado alguien que conociera a Jane Austen observ. Su hermano, Sir Francis Austen, fue un almirante de la Flota Britnica, como ya sabrs. Eliza cruz el estrecho pasillo para observar el uniforme.

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Pues no lo saba admiti. En realidad, siempre me dio la impresin de que su familia era relativamente pobre. Los Austen no eran ricos explic l, pero tenan buenos contactos, se relacionaban con muchos amigos acaudalados y aristcratas. Y con el tiempo prosigui la familia acab volvindose prspera. Otro de los hermanos de Jane fue adoptado por unos parientes ricos y hered una gran finca, y Henry, el ms joven, se convirti en un banquero importante. El desconocido hizo una pausa mientras Eliza asimilaba toda la informacin, y luego seal el final de un serpenteante recorrido. Si quieres ver cmo vivan los Austen le ofreci ven conmigo a la siguiente sala. El alto desconocido, sin esperar a ver si ella lo segua, dio media vuelta y se dirigi hacia la direccin que le haba indicado. Eliza se qued plantada en el lugar un instante, observando cmo l se iba. Por un instante consider quedarse all, para que no pensara que ella se le pegaba como una lapa, pero despus se encogi de hombros y se apresur a darle alcance. Al salir de la sala de los maniqus, lo encontr plantado frente a la entrada abierta acordonada de modo que los visitantes pudieran contemplar el interior de la habitacin pero sin acceder a ella. Eliza lo sigui y contempl la sala tenuemente iluminada. Oh! exclam extasiada, es preciosa! La sala estaba decorada como una cmoda habitacin de una casa de campo inglesa de la poca de la Regencia. Los muebles y la decoracin eran exquisitamente atractivos, desde el sof bordado sobre caamazo con lujosos colores, hasta el magnfico piano y la chimenea en la que brillaba un ardiente fuego. Es una reproduccin de la sala de msica de Jane en Hampshire, tal como la describe una biografa escrita por uno de sus hermanos le cont el annimo gua a Eliza. Se dice que escribi en ella los manuscritos finales de varias de sus novelas prosigui. Eliza, plantada junto al cordn de terciopelo, con la cabeza ladeada admirando con aoranza el acogedor espacio, slo era semiconsciente de la descriptiva explicacin que estaba recibiendo. El alto desconocido dio un paso hacia atrs para dejarle disfrutar en privado del momento. l contempl cmo la melena le caa sobre los hombros ocultando su rostro, la parpadeante luz de las velas artificiales resaltando los reflejos de su oscuro cabello. Una belleza de cabellos negros como el azabache!, pero al ser consciente de su pensamiento, se sonroj y apart sus ojos de ella. Me siento como si fuese mi propia casa dijo suspirando Eliza con una expresin soadora. Crees que me dejaran ir a vivir en ella? le pregunt medio en broma. l se ech a rer sacudiendo la cabeza. Dudo mucho que a la doctora Klein le gustase la idea respondi. He ledo en alguna parte que le pidi al Museo Britnico que le prestaran estos muebles.

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Elisa dej por un momento de contemplar maravillada el exquisito mobiliario de la habitacin. La doctora Klein? le pregunt con gran inters. l asinti. Thelma Klein, la jefa del Departamento de documentos singulares de la Biblioteca Pblica de Nueva York. Ella ha sido la que ha organizado la exposicin. Tiene fama de ser una experta en Jane Austen aadi con un cierto sarcasmo. Esa pequea informacin le atrajo tanto que se olvid de la encantadora exposicin. Conoces por casualidad a la doctora Klein? le pregunt mirndolo fijamente, aunque al ver su expresin, pens extraada que la pregunta pareca haberle incomodado. No no la conozco personalmente confes l levantando de repente el brazo para consultar su reloj de oro. Es que como pareces saber tantas cosas de Jane insisti ella. No sers t tambin un experto en el tema? inquiri esperanzada. Un experto? Repiti el desconocido frunciendo el ceo y mirando por encima del hombro de Eliza la sala de msica, y luego sacudi lentamente la cabeza. No, no soy ms que un incondicional fan observ. Pero como he ledo varios artculos de la doctora Klein, al venir hoy a la ciudad no he podido evitar ir a la exposicin. He de admitir que est muy bien organizada, no crees? aadi sonriendo de nuevo y sealando la abarrotada sala que haba detrs de ellos. Eliza sonri tmidamente. Es verdad admiti salvo por el vestido para el baile S asinti l riendo salvo por el vestido. Volvi a consultar su reloj. Bueno, he de irme, si no llegar tarde a una reunin y sin ms prembulos, dio la vuelta y se fue. Ha sido un placer hablar contigo le grit Eliza. S, disfruta del resto de la exposicin le respondi l sin volverse y levantando la mano a modo de despedida. Eliza se qued plantada contemplando la derecha y atltica figura del desconocido desapareciendo en medio de la multitud en la otra punta de la sala. Le habra gustado que se hubiera quedado ms tiempo. Por qu no le haba dicho algo para hacerle cambiar de opinin? Lanzando un profundo suspiro, se rega a s misma: haba esperado que l le pidiera su nmero de telfono o algo parecido y al ver que no era as no haba hecho nada. Qu poco atrevida haba sido! Sacudi la cabeza, echando una ltima mirada a la pequea y acogedora sala de msica de Jane y decidi ir a ver a Thelma Klein.

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Captulo 6

Me gustara ver a la doctora Klein del Departamento de documentos singulares dijo Eliza plantada ante la mesa circular de informacin del vestbulo principal, dirigindose a un guarda de seguridad de pelo largo que mascaba un chicle y que pareca estar sordo aunque estuviera sentado a menos de un metro de distancia de ella. Hola? Estoy hablando contigo insisti ella, he dicho que me gustara ver a la doctora Thelma Klein. El guarda de seguridad apart al fin la vista de su cmic Spawn con una evidente irritacin por la interrupcin. La he odo! respondi. Pero la doctora Klein no atiende a nadie sin concertar una cita. Tiene usted una? pregunt a Eliza sonrindole desdeosamente. Pues no repuso ella intentando mantener la calma. Quisiera concertar una. La doctora Klein nunca concede ninguna entrevista respondi el guarda de seguridad alegremente. Y luego pasando de ella olmpicamente, volvi a concentrarse en la imagen que ocupaba toda la pgina de una inverosmil criatura con aspecto de bicho intentando violar a una igualmente inverosmil y atractiva amazona con el bikini destrozado en las zonas ms sugerentes. Al cabo de unos momentos advirti que Eliza segua plantada ante la mesa de informacin examinando el vestbulo. Puedo hacer alguna otra cosa por usted? pregunt el guarda levantando la vista por encima del cmic. Eliza, mordindose la lengua para no decirle a ese imbcil precisamente lo que poda hacer son su cmic, neg con la cabeza. No gracias dijo amablemente mientras se iba. Me has sido de gran ayuda. Rodeando lentamente el vestbulo, se detuvo para consultar el tabln informativo de la pared, cerca de la entrada principal, y averigu que el Departamento de documentos singulares se encontraba en el tercer piso. Vio una escalera cerca y se dirigi con aire despreocupado a ella, pero descubri que estaba cerrada por un grueso cordn de terciopelo. En un lado de la escalera un pequeo letrero de plstico indicaba que estaba reservada exclusivamente a la administracin y al personal investigador de la biblioteca. Echando un rpido vistazo a la mesa de informacin y viendo que el guarda de seguridad volva a estar absorto en su chabacana historia ilustrada de la violacin de

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un bicho, desenganch el cordn que bloqueaba el paso del gancho metlico que lo mantena sujeto a la pared, entr en la zona prohibida y desapareci subiendo por las escaleras. Al abrir la puerta metlica contra incendios del tercer piso, vio un pasillo revestido con paneles de color oscuro con una serie de despachos decorados con anticuadas puertas de cristal esmerilado y altos montantes. En cada puerta figuraba pulcramente en negrita el nombre del departamento y el de la persona que lo diriga. Eliza recorri el solitario pasillo leyendo los letreros de las puertas: ESTUDIOS ANTROPOLGICOS, POESA, LITERATURA MEDIEVAL, LITERATURA AMERICANA, ADMINISTRACIN, PERSONAL, LENGUAS EXTRANJERAS, COLECCIONES ESPECIALES Y LITERATURA Y POESA ANTIGUA DEL ORIENTE PRXIMO. Cuando empezaba a preocuparle la idea de tener que irse antes de encontrar lo que buscaba, vio en un hueco del pasillo una puerta doble en la que apareca impreso con una plantilla: Departamento de documentos singulares. Laboratorio forense. Directora: Dra. T. Klein. Respirando hondo, Eliza levant y dio dos golpecitos en el marco de madera con fingida confianza. Nadie le respondi. Tras esperar varios segundos, llam de nuevo. Al no obtener ninguna respuesta mir a su alrededor para asegurarse de que no hubiera nadie en el pasillo. Y luego peg la oreja a la puerta. Crey or procedente del otro lado el tenue murmullo de unas voces. Enderezndose, puso la mano sobre el desgastado pomo de metal y lo gir. Como la puerta no estaba cerrada con llave, la empuj un poco y al echar una rpida mirada al interior, vio una larga y estrecha sala llena de ordenadores, mesas de trabajo repletas de un complejo laberinto de material de laboratorio burbujeante, tpico de las pelculas de terror, y varios aparatos electrnicos grandes que no tena idea de para qu servan. En la otra punta de la sala tres o cuatro ayudantes de laboratorio con una bata blanca estaban inclinados sobre su equipo o mirando por el microscopio, sin advertir su presencia. Despus de considerar las opciones que tena por un momento, decidi que entrar en el laboratorio sin haber concertado una cita no era probablemente una buena idea. Quiz si esperaba en el pasillo llegara alguien que podra ayudarla a encontrar a la doctora Klein. Decidida a seguir ese plan de accin, volvi sobre sus pasos empujando a hurtadillas la puerta por la que acababa de entrar. Mientras sala de espaldas por ella, se top con algo duro e inamovible y oy una retumbante voz que le record extraamente las ruedas de un carruaje rodando por la grava aplastada. Qu demonios est haciendo aqu? Es una zona restringida. Los visitantes no pueden entrar en ella! Eliza, sonrojndose, se dio la vuelta y se encontr cara a cara con una imponente mujer de mediana edad de pelo entrecano, cuadrada como un bidn de aceite, que le bloqueaba el paso con su corpulento cuerpo y la miraba como un gato

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hambriento que acaba de descubrir a un periquito en su caja de arena. Las comisuras de su boca, fina como una hoja de afeitar, estaban tan arqueadas que casi le llegaban a los carrillos, y haba levantado el mvil que sostena en una de sus manazas para llamar al personal de seguridad. Comprendiendo que la haban pillado in fraganti, Eliza examin rpidamente a la mujer, evaluando la posibilidad de derribarla como un bolo y huir corriendo. Pero entonces sus ojos se posaron en la tarjeta identificadora de plstico sujeta en la solapa del informe traje gris de aquella mujer y lanz un suspiro aliviada. Doctora Klein dijo sonriendo de la manera ms encantadora posible en esa embarazosa situacin. Me llamo Eliza Knight y usted es la persona que precisamente deseaba ver Thelma Klein baj lentamente la mano con la que sostena el mvil y puso en blanco sus ojos azules un poco saltones. Oh, no! Otra ms! gimi apartndose del hueco del pasillo y sealndole con el dedo la escalera. Ha de concertar una cita. Usted no da citas replic Eliza mantenindose firme. Lo cual significa que no me recibir. La corpulenta investigadora sonri siniestramente al or el comentario. Muy bien! exclam de mal humor. Qu inteligente! Y ahora, adis aadi dando unos pasos para intentar entrar en el laboratorio, pero ahora era Eliza la que le bloqueaba el paso. Tengo algunos documentos que creo le interesar{n mucho empez a decir Eliza. Thelma Klein levant su rechoncha mano para interrumpirla. Espere, no siga, deje que lo adivine observ sarcsticamente. Fue a una subasta y compr una copia autntica de la Declaracin de Independencia. Y ahora quiere que mi laboratorio la autentifique para poder venderla por un milln de dlares. No es as? No! No es as respondi Eliza inyectando el mismo venenoso tono en su voz. Rebusc en su bolso las cartas para entregrselas a la fuerza. La noche anterior descubr estas cartas y creo que pueden ser importantes. Acabo de ir a la exposicin de Jane Austen para informarme y he venido aqu esperando que usted me diera algn consejo. He buscado en Internet, pero no he encontrado nada aadi suavizando un poco el tono de su voz. Thelma Klein hizo una mueca y agit su gran cabeza con desaprobacin. Internet! gru. Qu le hizo pensar que podra aprender algo de esa desalmada monstruosidad que se dedica a reducir el poder y la majestuosidad de las palabras escritas a una estpida chchara? Odio el maldito Internet! La enorme mujer inclinndose hacia ella y pegando casi su nariz con la suya, baj el grave tono de su voz una octava ms. Quiere que le d un consejo? retumb. Vyase a casa y machaque su ordenador con un mazo mientras an le queda un poco de seso en la cabeza. Antes de que a Eliza le diera tiempo a pensar una aguda respuesta, Thelma

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lanz un profundo suspiro de derrota. De acuerdo! dijo levantando la mano. Mustreme las cartas! Eliza se las entreg en silencio. La investigadora sac de algn oculto recoveco de la enorme pechera de su chaqueta unas delicadas gafas de lectura con una montura de color rosa langosta y entrecerr los ojos para leer las cartas. Al principio cre que quiz se trataba de una broma explic Eliza entrecortadamente, pero entonces se me ocurri que era muy poco probable que alguien se hubiera tomado todas esas molestias. Haba tambin un trozo de peridico de 1810 Thelma Klein, sin apartar los ojos de las cartas, dio un manotazo en el aire como si espantara un molesto mosquito. Peridicos! bram. Es el truco ms antiguo que existe, cario. Cualquier vendedor de poca monta de antigedades falsas sabe que los peridicos antiguos sirven para embaucar a los pardillos. Ahora cierre el pico y djeme leerlas. Eliza permaneci en silencio mientras la investigadora pasaba junto a ella y entraba en el laboratorio leyndolas. Eliza intent seguirla, pero Thelma se gir de repente y le impidi entrar. Vuelva maana a ltima hora de la tarde le orden. Cuando Eliza iba a protestar, Thelma la interrumpi con una tranquilizadora sonrisa que transform por completo el rostro adusto de aquella madura mujer. No se preocupe! dijo efusivamente. Sus cartas estarn seguras conmigo. He de analizarlas detenidamente explic y eso lleva tiempo. Pero le doy mi palabra de que no les voy a quitar el ojo de encima. Thelma Klein esboz una sonrisa incluso ms grande an. Y ahora, si se espera un minuto dijo le pedir a mi secretario que haga unas copias en color de las cartas para usted y yo le firmar un recibo confirmando que le pertenecen y que las ha confiado a la biblioteca para que se las autentifique. Gra gracias tartamude Eliza impresionada por el repentino cambio de aquella mujer. Se lo agradezco muchsimo, doctora Klein. Llmeme Thelma repuso Klein. Y no me lo agradezca an aadi sonriendo al tiempo que mantena en alto aquellas cartas antiguas como si se tratara de un montn de papel intil. Si fuera a las Vegas los inversores inteligentes le diran que estas cartas son probablemente tan falsas como las pestaas de Madonna.

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Captulo 7

Creo que tendras que olvidarte del asunto de Jane Austen y concentrarte en tu trabajo. Hasta ahora lo has estado haciendo muy bien en la galera virtual, pero pronto tendrs que pagar los impuestos sobre bienes inmuebles y adems me gustara verte ingresar varios miles de dlares en tu cuenta personal de jubilacin antes de acabar el ao. Eliza, tal como haba soado la noche anterior, estaba sentada ante la rayada mesa de formica de un Deli del barrio y Jerry se encontraba frente a ella. En lugar de una ensalada l estaba comiendo una plida pechuga de pollo, pero le estaba ofreciendo, como en el sueo, unos ridos consejos econmicos sin entender la historia romntica de las cartas. Despus de ir a la biblioteca por la maana, Eliza le haba llamado por telfono entusiasmada para quedar aquella noche con l para cenar. Estaba ansiosa por compartir las noticias de la inesperada decisin de Thelma Klein de examinar las cartas. La reaccin de Jerry ante la noticia no poda definirse sin embargo como entusiasta y durante los ltimos veinte minutos haba estado aprovechando la menor oportunidad para echarle un jarro de agua fra a las esperanzas y los sueos que con tanto cuidado Eliza haba ido alimentando, refirindose burlonamente a ello como el asunto de Jane Austen. Jerry, investigar si las cartas son autnticas no va a influir en mis negocios en un sentido ni en otro le interrumpi Eliza ponindose a la defensiva. En realidad, ahora que Thelma se ocupa de ello, yo no puedo hacer gran cosa ms que esperar, o sea que no veo dnde est el problema. Jerry adopt su ms ceuda expresin de contable y la mir con los ojos entrecerrados a travs de los cristales de sus relucientes gafas redondas. El problema no es, a mi modo de ver, el tiempo que llevar la investigacin, sino toda la energa emocional que ests poniendo en este asunto que a ti te parece de lo ms romntico. Pero no te das cuenta de que no es ms que un montn de y si, que no es real. Eliza asinti irritada. Y si las cartas acaban siendo autnticas? replic ella intentando que su voz no delatara el agitado estado emocional y fracasando de forma pattica. Ya s que la doctora Klein ha dicho que las cartas son probablemente falsas. Pero si hubieras visto la expresin de su mirada, Jerry creo que piensa que son reales. Y si lo son concluy ella con una actitud prctica supongo que valdrn un montn de dinero.

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Jerry se puso a limpiar sus gafas con una servilleta, una seal inconfundible de que iba a soltarle otro sermn. No vas a engaarme, Eliza! Si esas cartas llegasen a ser autnticas, aunque por lo que me has dicho dudo mucho que lo sean, admito que puedan tener un cierto valor hizo una pausa para lanzarle su versin de una penetrante mirada, pero a ti el dinero no es lo que te interesa, no es as? Pues claro que me interesa empez a decir ella. Lo que a ti de verdad te interesa le interrumpi l agitando la mano para negrselo, es si ese como se llame, el tipo del libro Te ests refiriendo a Darcy? puntualiz ella framente. Jerry asinti con la cabeza, cortando un trozo de la poco hecha pechuga de pollo y metindoselo en la boca. S, a Darcy repiti tragndoselo, lo nico que te interesa es si Darcy se acostaba o no con Jane Austen. Quin ha afirmado que se acostase con ella? replic Eliza enojada. Lo nico que he dicho es que se mandaban cartas el uno al otro. Da lo mismo lo que hayas dicho! repuso Jerry encogindose de hombros para mostrar que a l le daba lo mismo si Darcy y Jane Austen mantenan una relacin platnica o una depravada relacin sexual. Lo que cuenta es observ con una falsa paciencia que ocurri hace doscientos aos, si es que ocurri. O sea que a quin le importa! Me importa a m respondi Eliza. S, tienes toda la razn, Jerry. Me importa. Lo ves? replic l sealndola con el tenedor con un gesto de triunfo. Puedo leer en ti como si fueras un libro abierto, Eliza aadi con una insufrible presuncin. Y lo nico que te estoy diciendo es que debes tener mucho cuidado con el tiempo y la energa emocional que ests invirtiendo en este asunto sentimental. Jerry hizo una pausa para pinchar con el tenedor otro trozo de pollo. Tienes que administrar tu tiempo sensatamente y dar prioridad a las cosas ms importantes que necesitas hacer. Eliza dej de repente la servilleta sobre la mesa y se puso en pie. Sabes, Jerry?, creo que ests en lo cierto dijo dndole la razn, y ahora he de irme. Irte? Adnde? pregunt Jerry desconcertado. Si ni siquiera te has terminado el salmn ahumado. Ella sonri y cogi el bolso. Me has hecho acordarme de algo importante que he de hacer respondi. Y como me acabas de sealar, las cosas importantes tienen prioridad. Jerry la mir confundido, con los ojos entrecerrados. Pero yo crea que despus de cenar ira a tu casa y Ya sabes, que pasaramos una romntica noche gimi como un cachorrito que ha recibido un azote.