El hijo de nadie - misperlitas.files.wordpress.com · Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y...

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Así, ese niño se integró a la gran familia del tío Bernardo. Recibió un hogar, ropa limpia, comida, y mucho cariño. COMO EL HIJO DE NADIE Ante Dios, tú y yo somos como aquel huerfanito. Dios tiene un hermoso hogar para cada uno de nosotros, pero no podemos entrar vestidos de trapos sucios. Ese hogar es el CIELO y nuestros trapos sucios son el PECADO. Si pedimos a Jesús que perdone nuestros pecados, Él nos viste de ropa limpia que se llama JUSTICIA. UN CORAZÓN LIMPIO ¿Quisieras pedirle a Jesús que te vista de esa hermosa ropa? Por supuesto, no es una ropa que pue- des ver con tus ojos o sentir con tus manos, pero Dios la ve, y eso es lo importante. Una vez, el rey David se portó muy mal y ensució las lindas ropas de su corazón; pero pidió a Dios que lo perdonara. Tú puedes hacer la misma oración que él hizo. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me alejes de tu presencia, ni me quites tu santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, que un espíritu obediente me sostenga. Salmo 51:10-12, NVI n día en que el tío Bernardo y uno de sus amigos se hallaban a la puerta de uno de sus grandes orfanatos, se pre- sentó un niñito vestido con unos harapos miserables. Tímidamente, el niño levantó la cabeza y preguntó: –¿Es usted el tío Bernardo? –Sí, hijo –fue la respuesta. –¿Podría usted recibir a un niño y darle alojamiento? ¿Podría también darle algo de comer y alguna ropa para ponerse? El tío Bernardo lo miró de pies a cabeza y le preguntó: –¿De quién eres hijo? –De nadie –respondió el niño. –¿Quién te recomienda? Los niños que vienen aquí tienen reco- mendación, A veces los recomienda un amigo o un pastor. NO TENÍA A NADIE –No tengo a nadie que me reco- miende –dijo el niño. El tío Bernardo lo miró de pies a cabeza. –¿No conoces a alguien que te pudiera recomendar? –le preguntó. –No, no hay nadie que se interesa en mí y que hable a favor mío –dijo el niño con voz triste. Mirando al suelo y arrastrando los pies se alejó del tío Bernardo. SÓLO TRAPOS VIEJOS A los pocos minutos, el niño volvió corriendo, agi- tando los brazos, y casi a gritos, dijo: –¡Si estos trapos no me pueden servir para entrar en su casa, qué otra recomendación puedo tener! –Muy bien, hijo –dijo el tío Bernardo–. Te voy a recibir en mi hogar. U El hijo de nadie “La Perlita” con Tía Margarita — 52 11/2010 http://misperlitas.wordpress.com. No para uso comercial. El tío Bernardo, de Londres, Inglaterra, tenía un gran corazón. Durante cincuenta años de labor se preocupó por niños vagabundos y abandonados. Recogió a 80.000 huérfanos; les dio un hogar y les enseñó el camino al cielo.

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Así, ese niño se integró a la gran familia del tío Bernardo. Recibió un hogar, ropa limpia, comida, y mucho cariño.

COMO EL HIJO DE NADIEAnte Dios, tú y yo somos como

aquel huerfanito. Dios tiene un hermoso hogar para cada uno de nosotros, pero no podemos entrar vestidos de trapos sucios. Ese hogar es el CIELO y nuestros trapos sucios son el PECADO.

Si pedimos a Jesús que perdone nuestros pecados, Él nos viste de ropa limpia que se llama JUSTICIA.

UN CORAZÓN LIMPIO¿Quisieras pedirle a Jesús que

te vista de esa hermosa ropa? Por supuesto, no es una ropa que pue-des ver con tus ojos o sentir con tus manos, pero Dios la ve, y eso es lo importante.

Una vez, el rey David se portó muy mal y ensució las lindas ropas de su corazón; pero pidió a Dios que lo perdonara. Tú puedes hacer la misma oración que él hizo.

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,

y renueva la firmeza de mi espíritu.

No me alejes de tu presencia,

ni me quites tu santo Espíritu.

Devuélveme la alegría de tu salvación,

que un espíritu obediente me sostenga.

Salmo 51:10-12, NVI

n día en que el tío Bernardo y uno de sus amigos se hallaban a la puerta de uno de sus grandes orfanatos, se pre-sentó un niñito vestido con unos harapos miserables.

Tímidamente, el niño levantó la cabeza y preguntó:

–¿Es usted el tío Bernardo?–Sí, hijo –fue la respuesta.–¿Podría usted recibir a un niño y

darle alojamiento? ¿Podría también darle algo de comer y alguna ropa para ponerse?

El tío Bernardo lo miró de pies a cabeza y le preguntó:

–¿De quién eres hijo?–De nadie –respondió el niño.–¿Quién te recomienda? Los

niños que vienen aquí tienen reco-mendación, A veces los recomienda un amigo o un pastor.

NO TENÍA A NADIE–No tengo a nadie que me reco-

miende –dijo el niño.El tío Bernardo lo miró de pies a

cabeza.–¿No conoces a alguien que te

pudiera recomendar? –le preguntó.–No, no hay nadie que se interesa en mí y que

hable a favor mío –dijo el niño con voz triste.Mirando al suelo y arrastrando los pies se alejó del

tío Bernardo.

SÓLO TRAPOS VIEJOSA los pocos minutos, el niño volvió corriendo, agi-

tando los brazos, y casi a gritos, dijo:–¡Si estos trapos no me pueden servir para entrar

en su casa, qué otra recomendación puedo tener!–Muy bien, hijo –dijo el tío Bernardo–. Te voy a

recibir en mi hogar.

U

El hijo de nadie

“La Perlita” con Tía Margarita — 52 11/2010 http://misperlitas.wordpress.com. No para uso comercial.

El tío Bernardo, de Londres, Inglaterra, tenía un gran corazón. Durante cincuenta años de labor se preocupó por niños vagabundos

y abandonados. Recogió a 80.000 huérfanos; les dio un hogar y les enseñó el camino al cielo.