EL FIN DE LOS VIAJES Claude Lévi-Strauss · FUNDAMENTOS DE ARQUITECTURA Y PATRIMONIO 43 EL FIN DE...

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43 FUNDAMENTOS DE ARQUITECTURA Y PATRIMONIO EL FIN DE LOS VIAJES Claude Lévi-Strauss Quisiera haber vivido en el tiempo de los verdaderos viajes, cuando un espectá- culo aún no malgastado, contaminado y maldito se ofrecía en todo su esplendor; ¡no haber franqueado yo mismo este recinto, pero como Bernier, Tavernier, Manucci...! Una vez entablado, el juego de las conjeturas ya no tiene fin. ¿Cuándo habría que haber visto la India? ¿En qué época el estudio de los salvajes bra- sileños podía proporcionar la satisfacción más pura, hacerlos conocer bajo su forma menos alterada? ¿Hubiera valido más llegar a Río en el siglo XVIII con Bougainville, o en el XVI con Léry y Thevet? Cada lustro hacia atrás me permite preservar un hábito, ganar una fiesta, participar de una creencia suplementaria. Pero conozco demasiado los textos para no saber que al retroceder un siglo re- nuncio al mismo tiempo a informaciones y a curiosidades que enriquecerían mi reflexión. Y he aquí, ante mí, el círculo infranqueable: cuanto menores eran las posibilidades de las culturas humanas para comunicarse entre sí y, por lo tanto, corromperse por mutuo contacto, menos capaces eran sus respectivos emisarios de percibir la riqueza y la significación de esa diversidad. A fin de cuentas soy prisionero de una alternativa: o antiguo viajero, enfrentado a un prodigioso es- pectáculo del que nada o casi nada aprehendería, o que, peor aún, me inspiraría quizá burla o repugnancia; o viajero moderno que corre tras los vestigios de una realidad desaparecida. Ninguna de las dos situaciones me satisface, pues yo, que me lamento frente a sombras, ¿no soy impermeable al verdadero espectáculo que toma cuerpo en este instante, para cuya observación mi formación humana care- ce aún de la madurez requerida? De aquí a unos cientos de años, en este mismo lugar, otro viajero tan desesperado como yo llorará la desaparición de lo que yo hubiera podido ver y no he visto. Víctima de una doble invalidez, todo lo que per- cibo me hiere, y me reprocho sin cesar por no haber sabido mirar lo suficiente. La Casa Tropical se introduce en un avión de carga antes de volar hacia Niamey, Henri Prouvé (arquitecto) y Jean Prouvé (constructor), 1949.

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43FUNDAMENTOS DE ARQUITECTURA Y PATRIMONIO

EL FIN DE LOS VIAJESClaude Lévi-Strauss

Quisiera haber vivido en el tiempo de los verdaderos viajes, cuando un espectá-

culo aún no malgastado, contaminado y maldito se ofrecía en todo su esplendor;

¡no haber franqueado yo mismo este recinto, pero como Bernier, Tavernier,

Manucci...! Una vez entablado, el juego de las conjeturas ya no tiene fin. ¿Cuándo

habría que haber visto la India? ¿En qué época el estudio de los salvajes bra-

sileños podía proporcionar la satisfacción más pura, hacerlos conocer bajo su

forma menos alterada? ¿Hubiera valido más llegar a Río en el siglo XVIII con

Bougainville, o en el XVI con Léry y Thevet? Cada lustro hacia atrás me permite

preservar un hábito, ganar una fiesta, participar de una creencia suplementaria.

Pero conozco demasiado los textos para no saber que al retroceder un siglo re-

nuncio al mismo tiempo a informaciones y a curiosidades que enriquecerían mi

reflexión. Y he aquí, ante mí, el círculo infranqueable: cuanto menores eran las

posibilidades de las culturas humanas para comunicarse entre sí y, por lo tanto,

corromperse por mutuo contacto, menos capaces eran sus respectivos emisarios

de percibir la riqueza y la significación de esa diversidad. A fin de cuentas soy

prisionero de una alternativa: o antiguo viajero, enfrentado a un prodigioso es-

pectáculo del que nada o casi nada aprehendería, o que, peor aún, me inspiraría

quizá burla o repugnancia; o viajero moderno que corre tras los vestigios de una

realidad desaparecida. Ninguna de las dos situaciones me satisface, pues yo, que

me lamento frente a sombras, ¿no soy impermeable al verdadero espectáculo que

toma cuerpo en este instante, para cuya observación mi formación humana care-

ce aún de la madurez requerida? De aquí a unos cientos de años, en este mismo

lugar, otro viajero tan desesperado como yo llorará la desaparición de lo que yo

hubiera podido ver y no he visto. Víctima de una doble invalidez, todo lo que per-

cibo me hiere, y me reprocho sin cesar por no haber sabido mirar lo suficiente.La Casa Tropical se introduce en un avión de carga antes de volar hacia Niamey, Henri Prouvé (arquitecto) y Jean Prouvé (constructor), 1949.

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44 III. ARQUEOLOGÍAS CUATRO CUADERNOS. APUNTES DE ARQUITECTURA Y PATRIMONIO

Largo tiempo paralizado por este dilema me parece, sin embargo, que el remoli-

no comienza a entrar en reposo. Formas evanescentes se precisan, la confusión

se disipa lentamente. ¿Qué ha ocurrido, sino la huida de los años? Arrollando

mis recuerdos en su fluir, el olvido ha hecho algo más que desgastarlos y ente-

rrarlos. El profundo edificio que ha construido con esos fragmentos da a mis

pasos un equilibrio más estable, un trazado más claro a mi vista. Un orden ha

sido sustituido por otro. Entre esas dos escarpas, ahora a distancia, mi mirada

y su objetivo, los años que los desmoronan han comenzado a amontonar sus

despojos. Las aristas se afinan; paneles enteros se desploman; los tiempos y los

lugares se chocan, se yuxtaponen o se invierten, como los sedimentos dislocados

por los temblores de una corteza envejecida. Tal detalle, ínfimo y antiguo, surge

como un pico, en tanto que capas enteras de mi pasado sucumben sin dejar

huella. Acontecimientos sin relación aparente, que provienen de períodos y re-

giones heterogéneos, se deslizan unos sobre otros y súbitamente se inmovilizan

con la apariencia de un castillo cuyos planos parecería haberlos elaborado un

arquitecto más sabio que mi historia. «Cada hombre —escribe Chateaubriand—

lleva en sí un mundo compuesto por todo aquello que ha visto y amado, adonde

continuamente regresa, aun cuando recorra y parezca habitar un mundo extra-

ño»1. Desde entonces, el acceso es posible. De una manera inesperada, entre la

vida y yo, el tiempo ha tendido su istmo; fueron necesarios veinte años de olvido

para encontrarme frente a una experiencia antigua cuyo sentido me había sido

negado y su intimidad arrebatada por una persecución tan larga como la Tierra.

1Voyages en Italie, 11 de diciembre.

«La búsqueda del poder» en Tristes trópicos [1955], traducción de Noelia Bastard, Paidós, Barcelona,

1988.

Montaje de la Casa Tropical, Niamey, 1949.

Antiguo emplazamiento de la Casa Tropical en Niamey, 2007.