El fenómeno Noticias

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Por Por Gonzalo Vásquez

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Nota en Kranear sobre el diario Noticias

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Por Por Gonzalo Vásquez

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foto, a media página y en ocasiones cubriendo toda la portada. Pensadas como afiches que los canillitas desplegaban en los kioscos, el artista plástico Oscar Smoje fue el responsable de la identidad visual, algo que ya había ensayado en el semanario CGT (1968-70) junto a Rodolfo Walsh, antecedente clave de la amalgama entre prensa política y popular de la que Noticias fue el mejor exponente. Al predominio de la imagen y las letras de molde, se sumaba la centralidad de las noticias deportivas y po-liciales: accidentes, incendios y catástrofes eran habitualmente foto de tapa. Los lunes, fútbol.

El tono dramático atravesaba también la información política, mediante un lenguaje simple y coloquial que apelaba a la sensi-bilización y buscaba la complicidad del lector con juegos de pa-labras y frases populares. La diversidad de temas y la organiza-ción por secciones alejaban a Noticias de los periódicos políticos tradicionales. De sus veinticuatro páginas, “policiales” e “infor-mación general” (sobre la cotidianeidad en las villas y barrios populares) ocupaban tres cada una. A deportes se le destinaban otras tres, igual que a las carreras de caballos. Pero los lunes se ampliaban a diez de fútbol y, desde febrero, un suplemento de-portivo pasó a envolver el resto del diario.

Estos temas y el estilo melodramático, habitualmente des-provistos de un marco político en la prensa sensacionalista, en Noticias eran puestos en el contexto de las relaciones de poder, de modo que se politizaban el deporte, los casos policiales y las problemáticas sociales de los sectores más vulnerables, a la vez que se acentuaban aspectos dramáticos de la información dura

oticias constituyó una experiencia política y periodís-tica singular. El diario que la organización revolucio-naria peronista sacó entre noviembre de 1973 y agosto de 1974 llegó a tirar un promedio de 120 mil

ejemplares y a ubicarse entre la prensa más leída durante sus nueve meses de existencia. Si bien dependía de Montoneros, el proyecto no fue pensado como un órgano de difusión partidario -ese lugar lo ocupaba el semanario El Descamisado-, sino como un matutino de información general para los sectores populares. Junto con temas y estilos provenientes de la prensa popular de masas, Noticias recuperó creativamente elementos de la estéti-ca sensacionalista, politizándolos.

El diario mixturó la potencia fotográfica de las revistas con la estridencia tipográfica de los tabloides sensacionalistas. Tapas con un enorme titular que competía en importancia con la única

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y de los cada vez más frecuentes hechos de violencia política.

Noticias nunca reveló su pertenencia a Montoneros. Su ape-lación a un público masivo y no necesariamente militante y el perfil de la redacción, integrada por profesionales que en mu-chos casos no pertenecían a la organización, hubieran hecho inconveniente una explicitación que, por otra parte, la prensa comercial nunca realiza. Más aún cuando no constituía el órga-no oficial de la agrupación.

Era además una estrategia de preservación en el contexto crecientemente hostil hacia la izquierda peronista. Tras la ma-sacre de Ezeiza, la caída de Cámpora y la asunción de Perón e Isabel al frente del Ejecutivo, la Triple A iniciaba su plan de exterminio.

El mismo 21 de noviembre de 1973 en que Noticias salió a la calle, la organización pa-raestatal comandada por José López Rega, atentó contra el senador radical Solari Yri-goyen, causándole graves heridas. Por primera vez las Tres A reconocían la auto-ría de un crimen. En ese marco (que in-cluyó los asesinatos del cura Carlos Mugi-ca y del diputado nacional Rodolfo Ortega Peña, entre otros) y a pesar de su corta exis-tencia, Noticias sobrevivió al cierre de casi

todos los semanarios de la izquierda peronista (El Descamisado y El Peronista, de Montoneros; Militancia y De Frente, del Pero-nismo de Base) y del vespertino El Mundo que por entonces editaba el ya ilegalizado PRT-ERP.

No obstante padeció incontables amenazas y hasta un aten-tado explosivo en el mes de marzo. “El primer diario peronista en 18 años” fue clausurado por decreto de la presidenta María Estela Martínez de Perón el 27 de agosto de 1974. A la semana, La Causa Peronista incluyó una nota al respecto, que tituló “El pueblo sin noticias”. El número dedicado al “Aramburazo” fue también el último: tras la prohibición, Montoneros anunció su pase a la clandestinidad.

Para planificar el proyecto Montoneros convo-có en agosto de 1973 a un prestigioso grupo de

periodistas y escritores que a su talento y tra-yectoria, le sumaban otra cualidad: eran notables cuadros políticos de la organiza-ción. La dirección colegiada quedó a car-go de Rodolfo Walsh, Juan Gelman, Paco Urondo, Horacio Verbitksy y Miguel Bo-nasso. Este último era el único que figura-

ría formalmente a cargo del diario. Los di-rectores además cumplirían funciones más

específicas.

El autor de Operación Masacre y fundador de la cubana Prensa Latina (1959), venía de dirigir el semanario CGT y edita-ría dos secciones antológicas: “policiales” e “información gene-ral”. Para el poeta de El pan duro sería la jefatura de redacción, tras su paso por la de la revista Crisis y la dirección del suple-mento literario del diario La Opinión. Urondo acababa de publi-car La patria fusilada, su entrevista en prisión a los sobrevivien-tes de la masacre de Trelew y en Noticias ocuparía el difícil lugar de enlace político entre la redacción y la Conducción Nacional de Montoneros. Las tensiones entre la línea periodística y parti-daria -que reclamaba mayor presencia de comunicados y artícu-los en un tono panfletario ubicado en las antípodas del proyecto original- culminarían con el reemplazo del santafesino por Nor-berto Habegger. Verbitsky también había integrado el periódico CGT, además de la secretaría de redacción de Confirmado y La Opinión. Ahora sería editor de la sección política en Noticias. Bonasso, otro ex La Opinión, venía de comandar la campaña del FREJULI que tras las elecciones del 11 de marzo llevaría a Cámpora a la presidencia y a Perón al poder. Los demás edito-res fueron: Smoje, de diseño y fotografía (luego a cargo de Car-los Bosch); Eduardo Suárez, de gremiales; Pablo Piacentini, de internacionales; Carlos Tarsitano, de espectáculos; y Luis Ara-na, de turf. La seguridad dependía del histórico militante pero-nista y sobreviviente de los fusilamientos de 1956 en José León Suárez, Julio Troxler.

El diario no consignaba su staff y las notas iban sin firmas, algo que más allá de los recaudos, tenía que ver con que se lo consideraba un proyecto colectivo. Si hasta Héctor Germán

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Oesterheld, maestro de guionistas, creador de El Eternauta y miembro del área de prensa de Montoneros, publicó con seudó-nimo la historieta de ciencia-ficción política “La guerra de los Antartes”, con dibujos de Gustavo Trigo: la historia de una inva-sión extraterrestre apoyada por las potencias imperialistas y re-sistida por una América Latina revolucionada.

Sin embargo Noticias se presentaba como un diario peronis-ta, popular y orientado hacia la liberación nacional. Bonasso re-cupera en Diario de un clandestino la campaña de afiches con que salió a la calle:

”Por fin el 1er diario... El primer diario en 18 años. El primer diario peronista abierto a todos los sectores que quieren la libe-ración. El primer diario que brindará toda la información, y no solamente la que conviene a sus editores. El primer diario para el 80 % del país. El primer diario popular con los materiales y los columnistas que la madurez del pueblo se merece. El primer diario argentino al que le interesa más Tucumán que Roma, Lima que Washington y Argel que Paris. El primer diario sin compromisos ni ataduras. Un diario para acertar a las carreras, con una completa cobertura deportiva, amplios servicios para toda la familia y las mejores historietas. Con las fotos más reve-ladoras y audaces y un tipo de impresión similar al de las bue-nas revistas. Lo hacen periodistas con experiencia y talento;

comprometidos con su país y su tiempo. Pronto en su kiosco. Se llama Noticias, sobre todo lo que pasa en el mundo”.

La opción de Noticias por visibilizar y representar a los secto-res populares fue coherente con el proyecto de Montoneros de fortalecer e incrementar su principal capital político: la organiza-ción y movilización de las bases en los barrios. Noticias buscó dar voz a las necesidades y demandas de los sectores histórica-

mente excluidos de la política y la comunicación hegemónica, además de reivindicar una identidad popular peronista y villera. En su construcción, los villeros no sólo sufrían padecimientos (como los pobres) sino que estaban organizados (el Movimiento Villero Peronista era una de las ramas de Montoneros), se mo-vilizaban para reclamar por sus derechos (era frecuente la publi-cación y el seguimiento en Noticias de los reclamos para la ob-

tención de chapas) y se reunían con los funcionarios amigos de la Tendencia. O podían hacerlo.

El estilo melodramático de la prensa sensacionalista suele dejar de lado el análisis político de las violencias que se produ-cen en el marco de un sistema basado en la exclusión económi-ca y social de las mayorías. La naturalización y criminalización de la pobreza son moneda corriente. De igual modo, hechos que afectan con mayor frecuencia y gravedad a poblaciones vulne-rables, como inundaciones, incendios, derrumbes o accidentes laborales se encuadran en el terreno del “drama humano” y la fatalidad, sin que se reflexione sobre causas ni responsabilida-des.

¿Cómo los cubría Noticias? En una impactante foto de tapa, cuatro niños sonreían a cámara y hacían la “V” peronista. Esta-ban en una villa de emergencia gravemente afectada por un temporal: “La tormenta de ayer anegó calles, inundó villas, voló frágiles techos de chapa. Como siempre, se embromaron los pobres”. La extensa crónica interior (“Los pobres, afectados como siempre”) describía los padecimientos de los afectados y exigía el involucramiento de las autoridades (“La tormenta pro-dujo serios destrozos en numerosas viviendas precarias. Se pi-den y esperan chapas”), mientras que las fotos, los epígrafes y los testimonios acentuaban los aspectos sensibles: “Los techos quedaron como un ‘colador’. Drama de todos los días. La mira-

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da perdida, las esperanzas presentes, las soluciones...”.

Otro ejemplo: una portada típicamente sensacionalista (“Pa-voroso incendio”) cambió su sentido, politizándose (“Indignación en Pompeya”). La enorme foto del desastre y el titular eran tan impactantes como los de la víspera, el epígrafe tomaba partido: “Ningún vecino piensa que la explosión, el incendio y la desola-ción fueron obra de la fatalidad. El barrio está indignado”. La cobertura de varios días, que culminó con una movilización ve-cinal, combinó el estilo informativo para indagar sobre las razo-nes del siniestro y la responsabilidad (en este caso empresaria), con un relato pleno de sensibilidad y apelaciones al daño perso-nal en la voz de los propios afectados y excelentes fotografías. Una mirada, una escucha y un modo de narrar y de dar voz a los sectores subalternos (en términos de Gramsci) que daba cuenta de un tipo particular de mediación, a la vez profesional y militan-te, que buscó establecer un vínculo político que fuera más allá de la noticia.

La visibilización de lo popular (la irrupción de los cuerpos y las voces populares en primera plana) no era una estrategia de ventas sino que tenía un sentido político: daba cuenta de un reconocimiento y, a la vez, de un conflicto, que se expresaba en situaciones de injusticia de las que había que ocuparse. Interpe-lación a las autoridades y al poder económico y, al mismo tiem-po, una apuesta por la identificación empática de los lectores populares con los problemas, las expectativas y las luchas que

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sus páginas daban a conocer.

Para el sociólogo Guillermo Sunkel, el desinterés de los sec-tores populares por la prensa tradicional de izquierda se relacio-na con la representación reduccionista del pueblo que producen estos medios. Los periódicos partidarios suelen restringir las diversas dimensiones y acto-res del mundo popular al contexto de las relaciones laborales: se ocupan de la clase obrera (organi-zada, politizada) y de sus lu-chas. Así dejan afuera aspec-tos muy importantes de la vida cotidiana popular como el uso del tiempo libre, la familia, el barrio, a la vez que ex-cluyen sectores no encuadrados políticamente, o integrantes de minorías sociales y culturales, pobla-ciones marginales, presos, enfermos mentales, entre otros. Esta característica de la prensa popular de izquierda no es nue-va. Se remonta a comienzos del siglo XX (precisamente cuando surge la prensa popular de masas) y tiene muchas similitudes con la concepción restringida de lo popular de muchos periódi-cos partidarios actuales, que por lo general interpelan más a sus propios militantes que a un público masivo.

Si bien las luchas de los nuevos movimientos sociales forza-ron una construcción más amplia del actor popular por parte de

los medios de comunicación (con la irrupción de la figura del “piquetero”), las representaciones discriminatorias y excluyen-tes predominan en buena parte de la prensa comercial, los infor-mativos y canales de noticias, los programas como Policías en acción o aquellos que publican imágenes de las cámaras de vi-gilancia: se estigmatiza la pobreza como delincuencia y las mo-

vilizaciones populares como caos vehicular.

Por su parte, el discurso preconcebido sobre el pueblo, que se asume como su vocero y ob-

tura las voces subalternas, y la subestimación de los modos de

decir de la cultura popular, ha-bituales en los diarios partida-rios de izquierda, merecerían

más atención por parte de todo proyecto comunicacional que pretenda ser leído

(visto, escuchado) por los sectores populares y es-tablecer con ellos una mediación militante.

Sunkel plantea que la construcción de “relaciones de cerca-nía con el mundo cultural de sus lectores/as” resulta central en el éxito de la prensa sensacionalista. Esa cercanía tiene que ver con la “captura de las experiencias de violencia urbano-marginal y la conexión que a través de ellas se hace con el sentimiento del miedo. Porque la violencia intrafamiliar, sexual, crímenes pa-sionales, u otros, son todas formas de violencia que el lector

popular conoce de cerca. No es un informarse de lo que ocurre en la actualidad nacional e internacional. Es un informarse de lo que nos está ocurriendo a nosotros”.

Los medios sensacionalistas y sus formas de narrar la vida cotidiana de los sectores populares activan un reconocimiento, una identificación de su público con situaciones y estilos que les son familiares. Contra lo que puede pensarse desde cierto lugar común extraño al gusto popular, las investigaciones sobre la re-cepción de la prensa “amarilla” revelan que sus propios lectores la encuentran realista y no consideran que exagere los hechos.

Noticias desechó ciertas áreas éticamente cuestionables del sensacionalismo: nunca apeló a la exacerbación del morbo y fue atípica la exhibición de cadáveres y de sangre, por lo general vinculada con la denuncia del crimen político. Tampoco empleó términos groseros, discriminatorios ni agraviantes. Y evitó el cul-to acrítico a las celebridades y éxitos televisivos y la cosificación sexista de la mujer, muy presente en los periódicos “amarillos” y hasta en las tapas de El Argentino.

Noticias no sólo amplió el campo de actores populares y con-textos representados en sus páginas, sino que además visibilizó sus necesidades, conflictos, sentimientos, demandas y opinio-nes. Además del mundo sindical, el diario jerarquizó de modo notable las problemáticas cotidianas de los habitantes de las villas y poblaciones vulnerables: de la violencia política a los

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los resonaban los ecos de un estilo típicamente sensacionalista que hacía difícil distinguir entre crímenes políticos y delitos co-munes (algo que sí quedaba claro en el cuerpo de las notas): “Pidió un sandwich en la Unión Obrera Metalúrgica y lo mata-ron”, “Un ejecutivo fue asesinado en la bañadera”, “Investigan el caso de la joven mujer descuartizada”. Eran frecuentes las fotos que retrataban los daños materiales producidos por atentados explosivos y las que señalaban las marcas o “pruebas” de algún delito. La sección recuperaba el lugar del cronista investigador, en la tradición del periodista-detecti-ve que popularizó el diario Crítica en los años ‘20, aunque con la perspec-tiva política de Rodolfo Walsh. Era habitual la puesta en duda y el cues-tionamiento de la información policial, al igual que el registro del número de delincuentes muertos en supuestos enfrentamientos con la policía. Tam-bién se destacaban las investigacio-nes serializadas sobre la persecución a militantes políticos o crímenes como el del reportero gráfico Julio César Fumarola, masacrado con 60 balazos en los bosques de Ezeiza en febrero de 1974 (“El caso del fusilado” a tapa completa), una investiga-ción que el diario asumió como propia desde un comienzo pero que no llegó a esclarecer.

El abordaje del mundo del delito era diverso: robos, asesina-tos, abusos policiales, condiciones de detención en cárceles e institutos de menores, motines, ataques sexuales, estafas, crí-

menes pasionales, riñas, ejercicio ilegal de la medicina por parte de curanderos, además de accidentes y siniestros. Se combina-ban elementos clásicos de la dramatización sensacionalista, la personalización y el relato de historias de interés humano, con una lectura política de los hechos, que atendía a las condiciones de vulnerabilidad social en la que se producían ciertos crímenes y ponía en contexto el hecho dramático, además de indagar pro-fundamente en el análisis de las causas y responsabilidades, sobre todo cuando recaían en agentes de las fuerzas de seguri-

dad, funcionarios o miembros de pa-totas sindicales y paraestatales. La interpelación sensible y a la vez politi-zada se utilizaba tanto en las notas sobre vida cotidiana popular (“El dolor de un padre” por la violación y asesi-nato de su hija pequeña, con el ancla-je político de su propio testimonio en el epígrafe: “Esto nos pasa por ser pobres”) como en las que daban

cuenta de la violencia política (foto de tapa a media página, con el retrato de una hermosa niña titulado “Hablan los padres de la nena desaparecida” y el epígrafe “Norma Beatriz Lara tiene once años y desapareció el lunes. El padrastro es delegado de la JTP. ¿Otro secuestro?”). A medida que los ataques contra la militancia de izquierda recrudecieron, se incrementó la presen-cia de fotos vinculadas con estos crímenes en las tapas. La acentuación de la denuncia sensacionalista de los últimos me-ses del diario acompañó la ruptura de los límites de la lucha política producida por la represión ilegal.

crímenes domésticos, pasando por el drama del hambre y la pobreza, los abusos policiales y las condiciones de vida en las cárceles. Pero también el carnaval, las vacaciones y “escapa-das” de fin de semana, los juegos de azar, junto con secciones fijas como “rebusques y otras yerbas”, que incluía recetas e ideas para ahorrar dinero, además de las de deportes, espectá-culos, historietas, juegos y el horóscopo.

Las fotografías de tapa priorizaban ciertos temas “no serios” que la prensa partidaria y muchos diarios comerciales desesti-man. Si bien las fotos de temática política eran frecuentes, más lo eran las de deportes y accidentes o el retrato de hechos “in-sólitos” como el nacimiento de un niño durante un viaje en tren (“Fue sobre ruedas”). O la imagen de un elefante marino varado en el Tigre (“Se equivocó la paloma”). El humor, la crítica, los juegos de palabras y el lunfardo se usaban en títulos y epígrafes cómplices, que podían acompañar la foto de un kiosco durante el desabastecimiento de tabaco (“Se hicieron humo”) o el mos-trador vacío de una carnicería (“Nada de bifes”). Entre las notas de color, otra foto imperdible retrataba a un grupo de obreras de una fábrica de pelucas (“Sacaron la grande y la repartieron”) y destacaba el gesto solidario. Los nacimientos inusuales eran siempre tema de tapa: “Allí están los trillizos que tuvo Venancia Lezcano, paraguaya, peronista y villera”.

El lector de policiales nada tenía que envidiarle a Crónica. Noticias dedicaba tres páginas diarias a la sección y en sus títu-

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las cámaras del diario, que publicó la prueba del delito. En este caso, una impactante secuencia fotográfica, titulada en letras de molde: “Matan a villero en Plaza Mayo”.

Nuestra recuperación de la experiencia de Noticias (que reto-ma los trabajos de Gabriela Esquivada) está motivada por una inquietud política sobre lo popular y sobre los modos en que la comunicación y el periodismo pueden estar al servicio de un proceso de transformación social. Nos desvela pensar las co-nexiones posibles entre aquella apuesta y el presente: la reapro-piación del proyecto político-periodístico del diario, la revisión y puesta a punto de sus invenciones, la reflexión sobre la repre-sentación del pueblo y lo popular hoy.

Las altas cifras de ventas durante su corta vida, nos hacen preguntarnos qué hubiera sido de este exitoso proyecto de ha-berse sostenido en el tiempo, del mismo modo que nos inquieta pensar qué sería del periodismo, la literatura y la política actua-les si Walsh, Urondo y Oesterheld estuvieran aquí, entre noso-tros. Los pasos previos que nos negó el genocidio y que, obsti-nadamente, nos interpelan desde sus biografías, sus compromi-sos y sus obras. Invitamos a releer Noticias (una gran obra), para que cada lucha no deba “empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores”, ya lo decía Walsh.

Cada vez más medios públicos, radios comunitarias, revistas autogestionadas, documentalistas y publicaciones digitales visi-

bilizan realidades y lenguajes que disputan el espacio y la cons-trucción de sentido de los medios hegemónicos. Combate des-igual en el que el Estado debe tallar (y la nueva ley de servicios audiovisuales es una señal fuerte en esa dirección) en la planifi-cación e implementación de políticas comunicacionales que, con la participación de los más diversos sectores sociales, abor-den el problema de lo popular (en definitiva, el problema del conflicto, del poder, de la política) y sus modos de representa-ción. Algo imprescindible para la consolidación de un proyecto de país cada vez más democrático e igualitario. Para de una vez por todas hacer realidad el sueño de Paco y de Rodolfo (que es el de Gelman: “¿alguna vez los pedacitos se van a juntar? ¿va a haber la fiesta de los pedacitos que se reúnen?”), enganchados al tejido del sueño general.

www.ruinasdigitales.com

Colección completa digitalizada en el Archivo Nacional de la Memoria, Secretaría de Derechos Humanos

Este artículo forma parte de una investigación más am-plia: Donde hubo fuego. Sensacionalismo, política y repre-sentación de lo popular en el diario Noticias de Montoneros (1973-1974), tesina de licenciatura en Ciencias de la Comu-nicación (UBA). El texto completo, próximamente disponi-ble en internet, puede solicitarse por correo al autor: [email protected]

Otro ejemplo de fuerte visibilización del drama popular fueron los rostros del pueblo que irrumpía en las portadas de Noticias. Durante la primera semana en la calle, además de un gigantes-co retrato de Perón, el primer plano fue reutilizado para presen-tar a una mujer hasta entonces desconocida, Jorgelina de Mars, compañera de un colectivero secuestrado por su militancia gre-mial. El título fue “Angustia de una esposa”.

La muerte de Perón el 1° de julio de 1974 produjo una serie de tapas históricas, empezando por la pieza perfecta que escri-bió Walsh para la portada tipográfica del 2 de julio, en la que compartió con los lectores la conmoción y el “dolor” por la muer-te de Perón, con palabras precisas, sensibles y -nuevamente- políticas. Al día siguiente una foto a tapa completa retrató el momento íntimo en que una familia homenajeaba al líder muerto en el altar erigido en su vivienda de una villa de emergencia. No sólo hizo que el nombre del diario y el único titular fueran cala-dos dentro de la imagen (recurso habitual en Noticias pero inédi-to en otros periódicos) sino que toda la portada se imprimió en sentido horizontal para acompañar la imagen apaisada (“Perón vive en el corazón de su pueblo”).

Tal vez la tapa más extrema de esta representación política de lo popular y que de algún modo simbolizaba los compromisos pero también las tensiones puestas en juego entre el proyecto de Noticias y el recrudecimiento de la represión ilegal, fue la del asesinato del militante Alberto Chejolán por la policía, frente a