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Las nuevas narrativas, en el entorno social
Universidad de La Laguna, diciembre de 2019 DOI: 10.4185/cil2019-103
ISBN-13: 978-84-17314-11-8/ D.L.: TF 996-2019 / DOI del libro: 10.4185/CAC159 Página | 324
Libro colectivo enlínea: http://www.revistalatinacs.org/19SLCS/libro-colectivo-2019.html
El fenómeno de la posverdad: La manipula-ción de la opinión pública en la era del rela-
tivismo y las ciberdemocracias
Berenguela Peleteiro Abeal – Universidad de Vigo– [email protected]
Aurora García González – Universidad de Vigo – [email protected]
Abstract: Este artículo analiza el fenómeno de la ‘posverdad’ a partir de una
investigación cualitativa sobre el significado del término y el contexto en que se
propaga. Se exponen la irrupción de los valores posmodernos en la sociedad y
el ecosistema informativo dominado por internet como los principales factores
que han derivado en un nuevo tratamiento informativo de la verdad, y se estudia
la circulación de noticias falsas como elemento de confusión informativa que ge-
nera una grave crisis de desconfianza hacia los medios de comunicación. Final-
mente, se explica por qué las iniciativas desarrolladas hasta el momento para
luchar contra la desinformación resultan insuficientes y se proponen nuevas me-
didas basadas en el fomento del pensamiento crítico, para evitar así que la
‘posverdad’ se utilice como una herramienta de manipulación de la opinión pú-
blica que pueda poner en riesgo el futuro de la democracia.
Keywords: ‘posverdad’; valores posmodernos; Internet; noticias falsas; pensa-
miento crítico; democracia.
1. Introducción
La mentira en politica no es ninguna novedad. Ya en el siglo XVI Maquiavelo y
otros humanistas europeos elevaron el engano al rango de norma general en la
actividad politica. Un buen gobernante «debe proceder como zorro (...), saber
disfrazar bien su naturaleza y ser un gran simulador y disimulador» expone Ma-
quiavelo (2005: 71), porque el fin real de la practica politica segun el filosofo
florentino es conservarse exitosamente en el poder, asegurar la estabilidad so-
cial, no alcanzar el bien comun, como habia sostenido tres siglos antes Santo
Tomas de Aquino. En esta linea, a principios de los 70 del siglo pasado, la
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filosofa alemana Hannah Arendt (2017) reflexionó acerca de la naturaleza de la
actividad política y su inherente colisión con la voluntad del filósofo, cuyo fin úl-
timo es la persecución de la verdad.
Diversos estudiosos consideran que en los ultimos anos se ha llevado a un nuevo
nivel lo que Arendt denominó «el conflicto entre la verdad y la politica» (2017:19)
porque actualmente la comunicación política no se caracteriza solamente por la
ocultación o la tergiversación de hechos concretos, sino que se dirige a la cons-
trucción de «realidades alternativas» (Bayona, 2017) que facilitan la concordan-
cia de los engaños difundidos con el contexto en que se propagan. Así, para
hacer referencia a este supuesto cambio de paradigma, surge el concepto de
‘posverdad’, un vocablo que, si bien no es nuevo, cobro especial relevancia en
2016 a raiz de determinados acontecimientos políticos, fundamentalmente la vic-
toria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de EE.UU y el triunfo del
Sí en referéndum sobre el Brexit.
Se genera una controversia entre aquellos estudiosos que consideran que los
cambios producidos en el contexto actual justifican la utilización de un nuevo
vocablo (D’Ancona, 2017; Ibáñez, 2017) y aquellos otros que, o bien lo estiman
innecesario por creer que alude a un procedimiento tan antiguo como la retórica
clásica, que ya ha sido calificado en múltiples ocasiones a lo largo de la historia
con otros términos como ‘demagogia’ o ‘propaganda’ (Garrido, 2017; Ramoneda,
2017), o bien infieren que la propia difusión del término responde a ardides
elaborados específicamente para favorecer intereses ideológicos o políticos
(Carrera, 2018; Gallego, 2016).
El presente documento parte del supuesto de que el debate acerca de la nece-
sidad de emplear un concepto diferente para designar la realidad actual ha sur-
gido como consecuencia de una serie de cambios de diversa indole que han
derivado en un nuevo tratamiento informativo de la verdad. Con base en esta
idea, se propone el objetivo general de establecer si realmente estas transfor-
maciones justifican el uso de un nuevo término y si suponen o no un mayor riesgo
para la democracia. Como objetivos especificos habra que identificar los factores
que han derivado en el desarrollo de la ‘posverdad’ para que se pueda compren-
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der el contexto actual, establecer cual es el papel que juegan los medios de co-
municacion en la supuesta modificacion de los discursos politicos y proponer una
nueva forma de afrontar la situación para garantizar un sistema democrático
sano.
2. Metodología de investigación
Para concretar el estudio, se opto por una metodologia de investigacion cualita-
tiva (Garcia, 2005; Hernandez, Fernandez y Baptista, 2010) puesto que la natu-
raleza de la investigacion requeria que asi fuese. La hipotesis planteada surgio
tras una revision inicial de documentos, principalmente periodicos electronicos
que explicaban el origen del termino y articulos de opinion en los cuales diversos
autores se posicionaban a favor o en contra de la necesidad de emplear un vo-
cablo nuevo para hacer referencia a la epoca actual. Sin embargo, no fue hasta
bien avanzada la investigacion, una vez recabados ya suficientes datos acerca
del contexto de la ‘posverdad’, cuando fue posible acabar de determinar el su-
puesto de partida.
Para recopilar la informacion se utilizo un metodo de trabajo inductivo (Garcia,
2005; Hernandez, Fernandez y Baptista, 2010), se investigo sobre el termino
desde todas las perspectivas posibles y fue solamente al final del proceso
cuando la union de todas las piezas permitio completar los objetivos que habian
sido establecidos inicialmente y determinar las conclusiones. Este desorden ini-
cial en las ideas obligo a modificar el indice del trabajo en diversas ocasiones,
puesto que a medida que se obtenian mas datos acerca de las distintas discipli-
nas que podian relacionarse con la ‘posverdad’ se presentaban formas mas
acertadas de estructurar la informacion. Dicha informacion, ademas, tuvo que
ser seleccionada cuidadosamente para poder proporcionar una vision general
del problema, puesto que la ‘posverdad’ constituye un fenomeno multifocal y un
estudio profundo al respecto podria ser interminable.
En lo relativo a las fuentes utilizadas, precisamente por la multitud de perspecti-
vas del termino, se hizo necesario consultar obras de ambitos y epocas muy
distintas, de ahi que este estudio presente una gran cantidad de referencias bi-
bliograficas, principalmente articulos de periodicos, revistas, documentos
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academicos electronicos y libros extraidos de la Biblioteca de la Facultad de
Ciencias Sociales y de la Comunicacion de la Universidad de Vigo.
3. El concepto de ‘posverdad’
‘Posverdad’ fue la palabra del año escogida por el Diccionario Oxford en 2016.
La editorial británica define el vocablo como un adjetivo «relativo a o que denota
circunstancias en las que los hechos objetivos influyen menos en la formación
de la opinión pública que las apelaciones a las emociones y a las creencias per-
sonales» (Midgley, 2016). En España, la Real Academia Española (RAE) incluyó
el término en su Diccionario de la Lengua Española en diciembre de 2017, dos
meses despues de la victoria del Si en el referendum por la independencia cata-
lana.
Con respecto al prefijo pos-, en este caso no se refiere a un tiempo posterior a
la propia verdad, sino que tiene un significado más acercado a «relativo a una
época en la cual el concepto especificado se ha convertido en irrelevante» (Mid-
gley, 2016). De este modo, el uso del término ‘posverdad’ en la actualidad no
necesariamente presupone un estado previo regido por la objetividad, sino que
más bien se refiere a la actual pérdida de significación de la misma en el debate
público.
Aunque la ‘posverdad’ se considera un neologismo, el vocablo ya había sido uti-
lizado en este mismo sentido con anterioridad al año 2016. La razón de que fuese
elegida como la palabra más representativa de ese periodo fue que se observó
un fuerte incremento en la frecuencia de su utilización. Concretamente, aumentó
en un 2000% con respecto a 2015, alcanzó sus máximos durante los meses que
precedieron al referéndum sobre la permanencia de Gran Bretaña en la Unión
Europea, se mantuvo con las presidenciales de EE.UU e incrementó cuando Do-
nald Trump fue nombrado presidente del país (Ibáñez, 2017: 11).
El uso del término se hace especialmente relevante en el contexto político por-
que hace referencia a una época en la cual los mensajes de los líderes se plagan
de falsedades sin que importe realmente si los hechos transmitidos son verda-
deros o no. La utilización de la frase ‘posverdad política’ aunando ambos con-
ceptos para describir una tendencia creciente en los discursos de las élites se
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registró por primera vez en un artículo que David Roberts (2010) escribió en un
blog para la revista humorística norteamericana Grist. En él, el escritor hizo refe-
rencia a la gestión administrativa de los políticos que negaban el cambio climá-
tico incluso ante las evidencias científicas que han demostrado que realmente
está teniendo lugar.
Pero, ya previamente a esta fecha, diversos estudiosos habían hecho aportacio-
nes fundamentales sobre la ‘posverdad’ en relación con la praxis política. Según
Tesich, la revelación de los múltiples engaños de la administración del presidente
Nixon (1964-1979) ocasionó que el pueblo americano comenzase a asociar la
verdad con las noticias que resultaban perjudiciales, de forma que encomendó
al gobierno la misión de asegurar que el conocimiento de los hechos objetivos
no les afectaba negativamente. Los políticos se percataron entonces de que real-
mente a la ciudadanía no le interesaba tanto la defensa de la verdad como el
amparo de su propia autoestima y de sus intereses. Había «tomado libremente
la decisión de vivir en un mundo posterior a la verdad (post-truth world) a expen-
sas de la democracia» (1992: 13).
Posteriormente, Keyes (2004) describió la ‘era de la posverdad’ como un período
en el que la verdad es modelada al gusto de las audiencias, reemplazando lo
verdadero y auténtico por versiones que son aceptadas como la propia verdad
de los hechos porque generan una sensación más satisfactoria que la realidad.
De esta forma la realidad se modifica, la objetividad se relativiza y se forman
distintos grados o niveles de honestidad que generan que el sujeto que no se
rige enteramente por la verdad pueda eludir el sentimiento de culpa. Esto tiene
una relación directa con la teoría de los marcos, según la cual los individuos
utilizan filtros mentales construidos a partir de influencias biológicas y culturales
para dar sentido al mundo y poder mantener una interpretación compartida de la
realidad que haga posible una comunicación eficaz (Ardèvol-Abreu, 2015).
Por otra parte, Frankfurt (2006) emplea el vocablo ‘charlataneria’ -‘bullshit en la
versión original de 1986- para referirse a un fenómeno con un significado muy
parecido al de la ‘posverdad’. Se trata de una forma de discurso cuyo contenido
no se puede considerar verdadero ni falso puesto que utiliza un lenguaje que no
pretende describir la realidad, sino sencillamente servir a los propios objetivos
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del emisor. Así, la diferencia esencial entre un mentiroso y un ‘charlatan’ es que
el mentiroso conoce la diferencia entre una afirmación verdadera y una falsa y
elige deliberadamente ocultar la verdadera, lo cual demuestra que otorga impor-
tancia a la propia verdad.
En esta misma línea, el periódico The Economist expuso en el artículo Post-Truth
politics: Art of the lie (2016) la diferencia entre la ‘posverdad’ y la clásica mentira.
Según afirma, lo que distingue los discursos políticos actuales de los que propa-
gaban las élites que vivieron en épocas anteriores es que hoy en día la verdad
«no se falsifica ni se impugna», sino que simplemente se le otorga una «impor-
tancia secundaria». Es decir, la mentira se mueve en un entorno en el cual la
verdad es tenida en cuenta, mientras que la ‘posverdad’ constituye en sí misma
un cambio del entorno o régimen de discurso.
4. Contexto sociocultural de la ‘posverdad’: relativismo posmoderno y he-
donismo
En los estudios relativos a la ‘posverdad’, ésta se encuentra frecuentemente li-
gada al desarrollo de la ‘posmodernidad’, esto es, el proceso de transformación
cultural de la ‘modernidad’, que surgió a partir de la segunda mitad del siglo XX.
La Modernidad fue el tiempo de las grandes utopías sociales, una época en la
cual se creía que la razón humana, la ciencia y el progreso iban a hacer posible
que el ser humano alcanzase un bienestar pleno. El proceso de transformación
cultural que dio paso a la época moderna tras el medievo vino determinado por
una serie de acontecimientos históricos que cuestionaron -a partir del principio
kantiano «atrévete a pensar por ti mismo»- la autoridad que los antiguos deposi-
taban en los ideales cristianos. Dichos acontecimientos tuvieron como conse-
cuencia el reemplazamiento del viejo mundo anclado en la metafísica y el abso-
lutismo del poder por uno nuevo regido por la racionalidad y la autonomía del
individuo (Lozada, 2018: 43).
La Posmodernidad nació como resultado de la frustración que produjo el fracaso
de los postulados de la Modernidad y se manifestó como el agotamiento de la
razón y el rechazo de las ideologías. Ciertos teóricos como Lyotard, Jameson,
Berman, Lyon o Anderson (citados por Montero, 2008: 183) sitúan su inicio al
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final de la década de los cincuenta o principios de los sesenta, momento en el
cual los avances científico-tecnológicos y el desarrollo del capitalismo generó
una transformación en la forma en que se entendía el mundo y la historia. No
obstante, como acontecimientos históricos clave se exponen concretamente el
devenir de la II Guerra Mundial (1939-1945), que conllevó el auge de los totali-
tarismos y la supresión de las libertades individuales y el fin de la Guerra Fría en
la década de los 90, que marcó el inicio de la Globalización y dió paso a una
época caracterizada por la diversidad de culturas y la pluralidad de ideas (Lo-
zada, 2018: 45).
Lyotard (1987), considerado el Padre de la Posmodernidad, explicó cómo la in-
capacidad de hallar una verdad ‘unica’ entre la multiplicidad de perspectivas ge-
neradas tendría como consecuencia la deslegitimidad de los relatos fundamen-
tales de la modernidad que aseguraban que la humanidad podría servirse de la
razón-conocimiento para lograr aproximarse a una verdad absoluta. Frente a los
metarrelatos, que pretendían dotar de sentido a toda la realidad y se erigían
como las verdades supuestamente universales, comenzaron a imperar los mi-
crorrelatos o ‘petit histoires’. De un lenguaje general se pasó a una multiplicidad
de discursos o narraciones que, aún resultando contradictorias entre sí, nunca
se consideraban como tal puesto que no existía ninguna realidad totalizadora a
la que tuvieran que ser fieles.
Esta idea de posmodernidad promovida por Lyotard fue apoyada por Vattimo
(1994), quien reelabora el nihilismo nietzscheano, sintetizado en la famosa frase
«Dios ha muerto» (Nietzsche, 1988: 115) Con esta frase el filósofo alemán no
pretendía reflejar la renuncia de la humanidad a regirse por los valores cristianos,
sino que la palabra ‘Dios’ se utiliza como metáfora para expresar cualquier reali-
dad que se estime absoluta, ya sea la religion, la naturaleza, el progreso...
Para hacer frente al agotamiento intelectual de la humanidad y a la consecuente
decadencia de Occidente que había sido anunciada por Nietzsche, Vattimo
(1992) propone una alternativa de teorización que pretendía combatir la me-
tafísica occidental moderna: el denominado pensamiento débil. Esta corriente de
pensamiento niega la existencia de absolutos y defiende el relativismo, esto es,
la negación de la existencia de una verdad ‘unica’. Así, comienza a otorgarse
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una mayor importancia a las interpretaciones de los hechos frente a los hechos
mismos, idea que es tomada de Heidegger.
El abandono de la idea de que se puede conocer una verdad objetiva y universal
conduce a un individualismo extremo, en el cual tan solo importa la visión que
cada uno tiene de la vida. Esto desemboca en una nueva ética permisiva y he-
donista (Vásquez, 2011:71), potenciada en gran medida por la aparición del con-
sumo de masas en los años 60. En esta década, la oferta de productos y servi-
cios, además de ser mucho más amplia de lo que había sido hasta el momento,
se personaliza e individualiza para responder a los gustos e intereses de cada
ciudadano concreto.
Así, comienza a imperar la cultura del goce individual y la satisfacción personal
entregada a los placeres sensoriales e instantáneos. Irrumpen los tiempos ‘hi-
permodernos’ a los que hizo referencia Lipovetsky (2006), que suceden a la ‘mo-
dernos’ y a la ‘posmodernos’. En ellos, la búsqueda de la felicidad se aleja pau-
latinamente de los ideales tradicionales del sacrificio y el esfuerzo, y el placer
que produce el consumo se identifica con la verdadera felicidad. De los discursos
utópicos inspirados en la búsqueda de un mundo mejor se salta al disfrute del
instante presente.
Este estilo de vida hedonista que comenzó a imperar en los años 60 y que se
extiende hasta la actualidad -momento en el cual se ha visto incluso más poten-
ciado por la aparición de las nuevas tecnologías y las cada vez más amplias
posibilidades de consumo- responde más a la idea de hedonismo que tenían los
cirenaicos que a la de los epicúreos, puesto que se prioriza el disfrute del instante
presente frente a la obtención de una calma duradera (Román y Montero, 2013:
200). Se trata de un hedonismo individualizado y personalizado que, como
apunta Lipovetsky, pone fin a la «esperanza futurista» (2015: 9) que caracterizó
a la época moderna.
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5. Contexto mediático de la ‘posverdad’: la era de Internet y las redes so-
ciales
El fenómeno de la ‘posverdad’ se ubica en un contexto marcado por las múltiples
transformaciones que produjo la irrupción de la Web 2.0 en el panorama mediá-
tico. El cambio más significativo que experimentó el ambiente de los procesos
comunicacionales con la expansión de Internet y las redes sociales fue la apari-
ción del ‘prosumer’ o ‘prosumidor (Giraldo-Davila y Maya-Franco 2016: 760),
esto es, el actor comunicativo que pone fin a la division tradicional entre emisores
y receptores porque es a la vez productor y consumidor del contenido multime-
dia. El internauta ya no es un sujeto pasivo, interactúa en la red y tiene acceso a
una amplia gama de ofertas comunicativas.
Internet irrumpe como un metamedio que reune los generos y formas de comu-
nicacion anteriores en un mismo formato y favorece la industria del entreteni-
miento y de la evasion porque los estimulos se multiplican. Además, el usuario
no solo tiene acceso a una amplia gama de ofertas de entretenimiento, sino que
recibe dichas ofertas de manera personalizada gracias a las herramientas del
Big Data.
La posibilidad de segmentar a la audiencia genera la posibilidad de crear lo que
Viner denomina «burbujas de filtro», esto es, realidades particulares para cada
usuario. Según expone este autor, el termino fue acunado ya en 2011 por el
ciberactivista Eli Pariser, quien explicó como la personalizacion de la informacion
impulsada por los algoritmos de las redes sociales y los motores de busqueda
funciona reforzando las creencias preexistentes de los individuos. Así, se encie-
rra a los mismos en su propia vision del mundo y se impide el acceso a informa-
cion que amplie, contraste o refute sus puntos de vista.
Esta idea esta intimamente ligada con lo que Ibanez denomina «hedonismo
cognitivo» (2017: 29), que se refiere al consumo exclusivo de aquella informacion
que proporciona al individuo una sensacion de placer o de gusto, ya sea porque
coincide con sus convicciones o porque aporta datos que, siendo contrarios a
las mismas, le permiten gozar «escandalizandose e indignandose» ante unas
afirmaciones que considera aberrantes.
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Entre la amplia oferta de informacion difundida, el usuario escoge unicamente
aquella que quiere consumir porque se ajusta a sus convicciones, de forma que
esta eleccion «no responde ni a una racionalidad solida y contrastada ni a una
forma de empirismo estricto y severo, sino a los deseos -a los mas oscuros y a
los mas obvios- de que las cosas sean de un modo y no de otro» (Ibanez, 2017:
30). Arias, en el mismo libro, menciona a Theodor W. Adorno como precursor
que ya a principios del siglo XX habia apuntado que el ser humano tiende a
«instalarse» en sus propias opiniones, «cargandolas con emociones, blindando-
las ante el exterior: eligiendo aquellas verdades que menos nos perturban»
(2017: 73).
El propio funcionamiento de las redes sociales favorece el hedonismo cognitivo
porque permite a los usuarios formar comunidades virtuales con otros internau-
tas con los que comparten creencias e intereses. Es lo que en el articulo The
post-truth world. Yes, I’d lie to you (2016) de The Economist denominan «clasifi-
cacion homofila» (homophilous sorting), esto es, personas de ideas afines que
forman grupos. Esto contribuye tambien a reforzar los puntos de vista de los
usuarios porque dentro de la comunidad se excluye la informacion contradictoria
y se toman medidas de forma colectiva y no aislada.
No obstante, aunque los medios sociales favorecen la creacion de grupos afines,
la personalizacion de los servicios de informacion se traduce en la desmasifica-
cion de la comunicacion publica. La segmentacion que caracteriza a los nuevos
medios hace que impere una filosofia individualista que termina por producir el
paso «de la audiencia al usuario» (Orihuela, 2002) porque los mensajes se pue-
den dirigir de forma independiente a cada usuario.
La seleccion constante de informacion ‘a la carta’ permite al internauta la cons-
truccion de su propia percepcion del mundo en base a aquellos datos que con-
sume. Pero, además, el usuario también puede seleccionar el contenido que le
interesa exhibir, y esto también modifica la percepción de la realidad.
Zamora hace referencia a Han, Sibilia y Zafra cuando afirma que la irrupcion de
las redes sociales en el panorama mediatico ha favorecido «la hipertrofia, ampli-
ficacion o hipersensibilidad del ‘yo’» (2018: 240) porque producen la transforma-
cion de la identidad de los individuos en imagenes o representaciones que se
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promocionan como si fuesen mercancias. Es la ‘sociedad del espectaculo’ que
ya en 1967 profetizo Debord.
La interconexion global en torno a la red produce una difusion masiva de image-
nes que termina por sustituir a la realidad que representa. Asi, como apunto el
teorico de las redes Luis Navarro en una entrevista para El Pais, la vida social
no esta determinada por las ideas que surgen de la experiencia vital, natural y
directa de cada individuo, sino que más bien se forma a partir de las imagenes
que se derivan del mundo virtual (Fernández-Savater, 2014). Vivimos en la
‘tecnopolis’ de Neil Postman, un «estado de la cultura» (1993: 71) en el cual la
tecnologia detiene el monopolio de los asuntos humanos, de manera que el
mundo simbolico queda en gran medida sometido a ella.
6. La cuarta edad de la comunicación política: efectos de la mediatización
y las ciberdemocracias
La vertiginosa velocidad de los avances tecnológicos en los últimos años condujo
a Blumler (2016) a hablar de una cuarta edad de la comunicación política carac-
terizada por el incremento de la mediatización, esto es, «el desplazamiento de
los medios hacia el centro de los procesos sociales» (Blumler y Kavanagh, 1999:
211). Con la irrupcion de la Web 2.0 comenzaron a utilizarse terminos como ‘ci-
berdemocracia’ o ‘democracia electronica’ para hacer referencia a los cambios
que han experimentado los procesos democraticos en los ultimos anos para
adaptarse a la logica mediatica de Internet y las redes sociales.
Uno de los efectos mas directos que ha experimentado la comunicación politica
como consecuencia del incremento de la mediatizacion es el fenomeno de la
espectacularizacion. El carácter fundamentalmente gratuito de la red obliga a las
empresas mediaticas a ofrecer contenido espectacularizado para poder captar
la atencion de una audiencia masiva en un mercado altamente competitivo y, por
extension, atraer las inversiones publicitarias, que constituyen su fuente de fi-
nanciación básica.
Como consecuencia de este fenomeno, la frontera que separa la informacion del
entretenimiento en los medios de comunicacion se difumina, y surge el fenomeno
periodistico hibrido conocido como ‘infoentretenimiento’, que se caracteriza por
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priorizar temas suaves con enfoques humanos en detrimento de aquellos mas
estrictamente vinculados a las cuestiones de interes publico (Ortells, 2012: 100).
Esto influye de manera directa en la elaboracion de las noticias politicas, que se
ven afectadas por un efecto de trivializacion que incluso llega a ocasionar la di-
fuminacion de la frontera entre noticias duras y noticias blandas (Dader 2007,
citado por Ortells, 2012: 101). Además, la interactividad que caracteriza a la red
-con la figura del ‘prosumer’ como usuario que no solo consume sino que tam-
bien produce contenido- desemboca en la creacion de una ‘macroagenda global’
(Berrocal, Redondo y Campos, 2012: 71). El consumo de noticias pasa a enten-
derse como un proceso colectivo, de manera que la eleccion y jerarquia de los
hechos noticiosos ya no depende unicamente de las empresas mediaticas.
Por otro lado, un fenomeno que tambien afecta a la comunicacion de los partidos
es la personalizacion de la politica (Rebolledo, 2017 :148). Esta tendencia se
refiere al protagonismo que han adquirido los lideres politicos en relacion con
sus partidos como resultado de la lógica impuesta por los medios audiovisuales,
la posibilidad de que los políticos se creen cuentas personales en las redes so-
ciales, y el debilitamiento de las identificaciones del electorado con los partidos.
Esto último se presenta como uno de los efectos de la creciente desafeccion
politica observada en la mayoria de los paises occidentales, en los cuales se ha
llegado incluso a hablar de una ‘crisis de la democracia’.
Dicha crisis favorece el auge de los populismos, que se refieren, segun la RAE,
a la «tendencia politica que pretende atraerse las clases populares». Segun
Laclau (citado por Ylarri 2015, p.180), ningun movimiento politico esta exento de
populismo, puesto que la propia politica funciona apelando al ‘pueblo’ y constru-
yendo una frontera social que le separa de un enemigo previamente seleccio-
nado. Sin embargo, es en las epocas de transicion politica cuando aparecen los
movimientos de caracter marcadamente populista, aquellos que «cuestionan el
orden constitucional mediante la construccion de un pueblo como agente
historico, es decir, un agente que es un ‘otro’ en relacion con el orden vigente».
Con la finalidad de identificar a los partidos politicos que se sirven del populismo
para tratar de ascender al poder, este autor propone prestar atencion a cinco
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caracteristicas que son comunes a todos ellos: la presencia de un discurso anti-
politico; un estilo de comunicacion directo; una fuerte voluntad de movilizacion;
una retorica nacionalista utilizada como un vehiculo emocional; la dependencia
sobre la personalidad de lider de gran carisma y la desconfianza hacia las insti-
tuciones. Esta «antirretórica» que defienden los movimientos marcadamente po-
pulistas constituye paradójicamente, según Thompson (2017: 33), «otra forma
de retórica» que se sirve de un lenguaje supuestamente espontáneo con la in-
tención de que la simplicidad expresiva se identifique con un discurso sincero.
7. Las noticias falsas como instrumento de la ‘posverdad’
Las noticias falsas se presentan como la principal herramienta a partir de la cual
se construye el mundo de la ‘posverdad’, puesto que su finalidad radica en crear
confusion en la sociedad para favorecer determinados intereses economicos o
politicos, de tal forma que el concepto de verdad queda debilitado.
Amorós (2018: 35) define las ‘fake news’ como aquellas «informaciones falsas
disenadas para hacerse pasar por noticias con el objetivo de difundir un engano
o una desinformacion deliberada para obtener un fin politico o financiero». El
Diccionario Oxford y el Collins escogieron este término como palabra del 2017
porque su uso se incremento en un 365% durante ese ano con respecto al ante-
rior.
En dicho aumento jugó un papel fundamental Donald Trump, quien comenzó a
emplear la expresión de forma compulsiva para acusar a los medios que difun-
dían información perjudicial para su campaña presidencial. La estrategia del Pre-
sidente de los Estados Unidos se basa en conseguir que los medios de comuni-
cacion no afines pierdan por completo la credibilidad. Así, se crea un panorama
de duda constante en el cual el concepto de verdad se torna irrelevante porque
resulta extremadamente complicado para la ciudadania dirimir que informacion
es cierta y cual no.
La asociacion de la idea de ‘fake’ a toda la informacion contraria a la propia ideo-
logia convierte el concepto de verdad en una una cuestion ideologica (Meneses,
2018). Esto es precisamente lo que distingue a las ‘fake news’ de la clasica pro-
paganda de la que se han servido los totalitarismos a lo largo de toda la historia
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para adoctrinar a sus pueblos. La diferencia fundamental radica en que, aunque
la propaganda puede abarcar informacion falsa o informacion cierta presentada
con un enfoque enganoso, exactamente igual que sucede con las ‘fake news,’
en su caso la comunicacion esta enfocada al intento de convencer a un grupo
determinado sobre la veracidad de una idea o de un hecho concreto. Mientras
tanto, las ‘fake news’ lo que pretenden es alterar el relato objetivo de los hechos
para crear uno alternativo (Amorós, 2018: 102).
Analizando la definicion de ‘fake news’ aportada por Amoros se pueden extraer
dos caracteristicas fundamentales que representan a las noticias falsas: una
apariencia real y una marcada intencionalidad, que puede responder a un obje-
tivo economico o politico. En el primer caso, las ‘fake news’ estan relacionadas
con operaciones comerciales que buscan generar trafico para atraer a inversores
publicitarios e incrementar los ingresos obtenidos, y en el segundo caso estan
asociadas con ardides politicos elaborados con la finalidad de manipular el de-
bate publico a favor de ciertos intereses ideologicos. Ambos objetivos no son
excluyentes, sino que la mayoria de las veces confluyen.
Con base en los objetivos expuestos, puede entenderse que las noticias falsas
proceden de maquinas programadas por empresas, partidos, lobbies, grupos
ideologicos determinados o personas independientes que pretenden lucrarse
economicamente o beneficiarse de la manipulacion de la opinion publica
(Amoros, 2018: 54). Sin embargo, resulta más complejo entender que es lo que
motiva su difusion, quien las comparte y como es posible que en la denominada
‘era de la informacion’, en la cual la gran cantidad de datos disponibles deberia
facilitar la identificacion de los bulos, se produzca una propagacion fugaz de los
mismos por toda la red sin que pueda ponerse freno hasta que ya se han produ-
cido consecuencias de gran calibre para el debate publico.
Con respecto a quien difunde las ‘fake news’, Amoros lo deja claro: «La res-
puesta es simple: somos NOSOTROS» (2018: 53). Es cierto que tambien existen
‘bots’, esto es cuentas fraudulentas automatizadas que imitan el comportamiento
humano con la intencion de enganar o generar confusion. De hecho, «solo en
Twitter hay tantos ‘bots’ como habitantes tiene Espana» (Amoros, 2018: 54). Sin
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embargo, segun un estudio realizado por un equipo de investigadores del Mas-
sachusetts Institute of Technology (MIT) estos perfiles falsos solamente compar-
ten el 20% de las informaciones engañosas, con lo cual puede concluirse que el
mayor peso de los ‘shares’ recae sobre los propios seres humanos (Vosoughi,
Roy y Aral, 2018).
La cuestion es que las ‘fake news’ se difunden mucho mas rapido que las noticias
reales. Concretamente, según el estudio del MIT, las informaciones inventadas
o tergiversadas recibieron un 70% de retuits mas que las veraces y les costo 6
veces menos tiempo alcanzar a 1.500 personas. Entre los bulos, las mentiras
políticas no sólo son las que más se difunden sino que además son capaces de
alcanzar a 20.000 personas tres veces más rápido que el resto de embustes a
10.000.
Alandete (citado por Montañés, 2018) expone que la principal razon del triunfo
de las noticias falsas es la propia psicologia humana. Segun el periodista, el 70%
de la desinformacion se debe a dos factores: la novedad y el estatus. Con res-
pecto al primero de ellos, el MIT comparo las respuestas emocionales de varios
usuarios ante el contenido de determinadas noticias falsas y verdaderas en Twit-
ter y comprobó que cualquier información novedosa es más compartida, sea real
o no. La razón de que las noticias falsas se vuelvan virales es que habitualmente
provocan reacciones asociadas a la sorpresa y la repugnancia, sentimientos que
a su vez están estrechamente relacionados con la novedad, puesto que resulta
mas impactante aquello que no se conoce (Vosoughi et al. 2018).
Por otro lado, en lo relativo al estatus, Alandete se refiere a la necesidad que el
ser humano tiene de que su punto de vista sea compartido por los demas, esto
es, de que sea reconocido como verdadero, para asi elevar su autoestima. Esto
esta estrechamente relacionado con la «disonancia cognitiva» a la que hace re-
ferencia Amoros (2018: 96), que se refiere a la tension que producen nuestras
creencias cuando chocan con la realidad, y al denominado «sesgo de confirma-
cion», que basicamente consiste en la capacidad que tiene el cerebro de todo
ser humano de rechazar aquella informacion que es contraria a lo que uno
piensa. Es por esto que cuando un usuario ve o lee una noticia, independiente-
mente de que sea verdadera o falsa, la comparte simplemente porque apoya su
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discurso, un discurso que ademas seguramente tendra exito entre sus contactos
porque estos se ubican en la misma ‘burbuja informativa’.
Por último, Amoros (2018: 97) anade otro factor psicologico que tambien contri-
buye a la difusion de las noticias falsas: el denominado «efecto de la verdad
ilusoria». Dicho fenomeno se refiere a la tendencia que presenta el cerebro a
asociar con la verdad aquello que le resulta familiar, esto es, aquella informacion
que ha visto o ha escuchado mas veces porque ha sido repetida hasta la sacie-
dad. Este fenomeno favorece de igual forma la difusion de las noticias falsas
porque basta con conseguir hacer llegar repetidamente a un usuario un embuste
para que este lo asimile como verdadero. Ademas, incluso aunque una noticia
se identifique como falsa, pasado un tiempo es muy probable que el individuo no
recuerde su procedencia, de tal forma que tiende a asociarla con fuentes fiables.
Por otra parte, obviando estos factores psicologicos que contribuyen al exito de
las ‘fake news’, en la era del periodismo digital las noticias falsas proliferan con
una rapidez abrumadora porque Internet abre la posibilidad a los usuarios de
emitir mensajes libremente, de manera que se comienza a difundir informacion
que no ha sido sometida a controles y validaciones que garanticen su calidad y
su relevancia para la ciudadania. Ademas, hoy en dia las ‘fake news’ son autenti-
cas «obras de ingenieria social» (Aznar, 2018: 58) que, en ocasiones, incluso se
basan parcialmente en la realidad y se cinen a una estetica muy similar a la de
los portales de informacion verdaderos.
No obstante, la cuestion es que los usuarios tampoco dedican tiempo a intentar
descubrir de donde proviene la informacion que ven o leen, porque la sociedad
actual es la sociedad de la inmediatez, en la cual la velocidad a la que fluyen las
noticias exige una aceleracion en la asimilacion de la informacion para poder
estar al dia de la actualidad constantemente.
Esta aceleracion del ritmo informativo afecta tambien a los medios tradicionales,
puesto que para poder perdurar en el mercado se ven obligados a competir con
la amplia gama de canales comunicativos. La difusion de informacion se con-
vierte en una carrera entre los distintos medios, ya no es suficiente simplemente
con publicar una noticia, sino que para poder mantener la audiencia es necesario
ser el primero en hacerlo, y esto pasa necesariamente por relajar los controles
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de calidad. Los medios comienzan entonces a ofrecer contenido que pueda re-
sultar interesante para los usuarios, independientemente de que sea relevante o
no y se convierten en «auténticos coladeros de noticias falsas» , según las pala-
bras de Amorós (Meneses, 2018).
8. La crisis de credibilidad de los medios y el auge de la verificación de
datos
La necesidad financiera de los medios de comunicacion, sumada a los intereses
ideologicos que presentan en muchas ocasiones, genera una desconfianza cada
vez mayor por parte de la ciudadania. Concretamente, segun el ultimo informe
del Digital Report (2019) apenas un 43% de los internautas espanoles confia en
los medios de comunicacion (Vara, 2019).
Esta perdida de credibilidad en los medios es precisamente lo que alimenta la
‘posverdad’ porque ante la imposibilidad de conocer la verdad se tiende al rela-
tivismo y se otorga una mayor importancia a las creencias personales frente a
los hechos, de tal forma que los politicos no tienen siquiera que esmerarse en
intentar otorgar sentido a sus discursos, sino que basta con que dirigan su co-
municación a la reafirmación de las creencias preconcebidas de su audiencia.
Esto pone gravemente en riesgo al sistema democratico, que se sustenta
basicamente sobre la informacion que la ciudadania recibe a partir de los me-
dios. Por eso resulta imprescindible poner fin o, al menos, reducir la circulacion
de bulos que fluyen por la red y apostar por un periodismo de calidad tanto en
los medios tradicionales como en Internet.
Segun apunta Zarzalejos (2017: 13), la labor del nuevo periodismo no se centra
solamente en transmitir informacion a la ciudadania, sino que mas bien consiste
en verificar que los datos que la poblacion recibe a traves de los distintos canales
de comunicacion son veridicos, para de este modo descontaminar el entorno de
la ‘posverdad’. Es asi como, con la finalidad de desenmascarar los errores, am-
biguedades, mentiras, falta de rigor o inexactitudes de algunos contenidos publi-
cados en los medios de comunicacion, surgen las iniciativas de verificacion de
datos o ‘fact-checking’.
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En Espana, el boom del ‘fact-checking’ llego en 2013, cuando la periodista Ana
Pastor lanzo El Objetivo, el primer formato espanol de television basado en la
verificacion de hechos. En 2015 el equipo apoyo la creacion de la International
Fact-checking Network (IFCN), una organización creada por el Instituto Poynter
en EE.UU con la finalidad de fomentar mejores practicas periodisticas y unir las
experiencias entre paises; y en 2018 creó Newtral como soporte digital que
complementa al formato televisivo con nuevas narrativas en Internet (Ortega,
2019).
Además de Newtral, en España destacan también otras iniciativas digitales que
dependen de medios como La Chistera de El Confidencial, El Cazabulos de El-
diario.es o Hechos y Verne de El País y también iniciativas independientes como
Miniver.org o Maldita.es, un portal impulsado por un equipo de jóvenes periodis-
tas que también forma parte de la IFCN y que se anuncia como «el periodismo
para que no te la cuelen».
Estos son algunos ejemplos de iniciativas desarrolladas en Espana, pero la ve-
rificación de datos es tendencia en muchos paises. Actualmente, segun un es-
tudio realizado por el Laboratorio de Reporteros de la Universidad de Duke en
2019, a nivel mundial el numero de proyectos dedicados al ‘fact-checking’ ha
ascendido hasta llegar a 188 en mas de 60 paises, esto es, cuatro veces mas si
se compara con las iniciativas existentes en 2014 (44 iniciativas), ano en que
realizaron el primer analisis (Stencel, 2019).
Por otro lado, además de las iniciativas de los medios tradicionales y las organi-
zaciones independientes, destacan los múltiples proyectos desarrollados por las
grandes empresas tecnológicas. Estas se han visto incluso más afectadas en la
crisis general de desconfianza porque constituyen el principal medio a traves del
cual se informa la ciudadania y, consecuentemente, el foco de las estrategias de
desinformacion.
Google, Facebook y Twitter han desarrollado medidas en varias direcciones. Por
un lado, han establecido colaboraciones con distintas organizaciones indepen-
dientes de verificación de hechos que se encargan de analizar el contenido que
fluye por sus plataformas y han realizado modificaciones técnicas que impactan
en los contenidos que reciben los usuarios. Por otro lado, han puesto en marcha
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proyectos para promover la alfabetización mediática y han financiado cientos de
proyectos europeos para ayudar a generar confianza y combatir la desinforma-
ción (Cortés e Isaza, 2017).
En el caso de WhatsApp, el control de la información falsa resulta más compli-
cado porque constituye un servicio de mensajeria entre particulares cuyos con-
tenidos estan cifrados para garantizar la privacidad de los usuarios. No obstante,
la empresa de Zuckerberg ha implementado medidas para impedir la rápida pro-
pagación de información confusa o engañosa en su plataforma y ha desarrollado
también iniciativas relacionadas con el fomento del buen uso del servicio (Ro-
mero, 2019).
En 2018, la UE modifico el Reglamento General de Proteccion de Datos (RGPD)
con el objetivo de aumentar la responsabilidad de las empresas tecnologicas en
este ambito y, un ano despues, en las fechas previas a las elecciones europeas
del 26 de mayo, emitio un comunicado felicitando a las plataformas digitales por
los progresos realizados en la lucha contra la desinformacion, aunque considera
que «aun queda mucho por hacer para reforzar la integridad de sus servicios,
incluidos los de publicidad» (European Commission, 2019).
9. La democracia en riesgo
A pesar de los esfuerzos realizados tanto por las grandes empresas tecnológicas
como por los medios tradicionales y las organizaciones independientes para re-
ducir la circulación de información falsa en los medios de comunicación, la au-
diencia cada vez adopta una postura más escéptica con respecto al trabajo de
los periodistas.
Amoros, aunque considera que todas estas iniciativas tienen su lado positivo en
el sentido de que rescata los valores periodisticos tradicionales, opina que «solo
sirve para que el periodismo reconozca su vulnerabilidad» (2018: 154). Segun el
periodista y creativo audiovisual, el ‘fact-checking’ como metodo de control no es
efectivo porque no es lo suficientemente rapido. Cuando se descubre una men-
tira, la mayor parte de las veces ya ha alcanzado a un porcentaje muy alto de la
ciudadania y una vez que un individuo ha asimilado una noticia falsa como ver-
dadera resulta complicado que tiempo después recuerde que fue desmentida.
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Por otro lado, hay usuarios que comparten noticias falsas siendo conscientes de
que lo son, ya sea por mera diversion o porque quieren reforzar su punto de vista
ante sus contactos. Además, aunque esa no sea su intencion, en ocasiones, por
mucho que se aporten datos contrastados que demuestran que una noticia es
falsa, el individuo tiende a ignorarlos o a tergiversarlos para reafirmar sus propias
creencias porque, como afirma Parrilla (2019), excepto en los casos mas eviden-
tes, resulta discutible para los individuos que es un hecho probado y que no.
Sobre esto, Miguel (2019) expone:
“La informacion son solo datos que cogemos para construir nuestra
vision del mundo. Si a alguien le dices que su informacion es falsa,
puede intentar retorcer esa nueva informacion corregida para que siga
manteniendo indeleble su vision sobre la economia, la integridad
de tal o cual partido o las bonanzas de usar este o aquel sistema ope-
rativo” (parr. 7).
Según esta idea, las iniciativas de ‘fact-checking’ sirven basicamente para au-
mentar las audiencias de los medios de comunicacion que se han visto afectados
por la crisis de desconfianza hacia el periodismo. La ciudadanía es consciente
de que tanto en los medios tradicionales como en la red circula informacion
enganosa y exigen a los periodistas que la desmientan. En este sentido, podrían
entenderse algunos de los nuevos proyectos de verificación de datos como un
elemento mas de entretenimiento, una respuesta a la demanda del mercado, que
exige datos contrastados.
Segun apunta la Declaracion de Principios de Conducta de la Federacion Inter-
nacional de Periodistas (1986), «el respeto a la verdad y al derecho del publico
a la informacion veraz es el primer deber de todo periodista». Si los medios de
comunicacion no valoran la verdad, el propio concepto de ‘democracia’ pierde
todo su sentido porque no existe ningun contrapeso del poder. En la Antiguedad
la comunicacion era directa entre lider y la ciudadania, pero el actual mundo
globalizado obliga a que los medios de comunicacion actuen como intermedia-
rios entre el lider y el pueblo, de manera que la posibilidad de que exista un
regimen democratico sano depende fundamentalmente de ellos.
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Sin embargo, el tipo de comunicaciones difundidas por las empresas mediáticas
responde en cierta medida a la demanda de la propia ciudadanía. La sociedad
civil exige que se adopten medidas enfocadas a la erradicación de la información
falsa que circula por los medios y manifiesta su desconfianza tanto en las calles
como a través de las distintas plataformas digitales, pero la expresión de su des-
contento lejos de conseguir poner fin al problema está favoreciendo el éxito de
discursos radicales y está conduciendo a una mayor polarización ideológica.
El riesgo para la democracia es cada vez mayor porque la ‘posverdad’ constituye
la herramienta mas efectiva de la que se pueden servir los poderes para controlar
a la ciudadania en un regimen democratico. En un sistema dictatorial las medi-
das se imponen por la fuerza y la poblacion es consciente de la represion que se
ejerce sobre ella. Sin embargo, si bien en las actuales democracias de Occidente
la ciudadania advierte que existe una represion que no habria de tener cabida
en un regimen libre, no esta claro que se entienda por completo todo el engranaje
que se encuentra detras de este mecanismo de dominacion.
10. Responsabilidad civil en la lucha contra la ‘posverdad’: propuesta para
un cambio cultural
Podría entenderse que la crisis de desconfianza que afecta al periodismo y a la
política denota que la sociedad actual sí muestra preocupación por la defensa
de la verdad. Sin embargo, habría que estudiar si la constante expresión de su
descontento por la falta de objetividad de los medios no sirve solamente para
distraerle del trasfondo de la situación.
Como afirmaba Ibáñez (2017: 29) regocijarse con los escándalos es una carac-
terística que se encuentra en la propia naturaleza humana, pero la revelación de
las mentiras o la denuncia por la censura que frecuentemente realizan los pro-
pios usuarios a través de las redes sociales realmente tampoco está fundamen-
tada en hechos que hayan sido probados, sino que en la mayor parte de los
casos se sustenta sobre la propia desconfianza hacia los medios. Esto conduce
a la reafirmación de creencias preexistentes porque la audiencia no se ha esfor-
zado en interpretar la información recibida desde un punto de vista racional.
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En un mundo globalizado resulta muy complicado que la ciudadanía pueda com-
probar la veracidad de las noticias y además, la asimilacion de la informacion por
parte de los individuos responde a una serie de factores psicologicos muy com-
plejos que le definen como especie y que son dificilmente controlables. Sin em-
bargo, adoptar medidas para fomentar una actitud reflexiva en la ciudadania
resultaria incluso mas provechoso que cualquier iniciativa de instruccion en me-
dios digitales, porque si el ser humano sustenta todo el proceso de construccion
de sus opiniones sobre elementos irracionales, sigue siendo facilmente manipu-
lable.
Las emociones, el terror, la ira, el humor...se han utilizado para manejar al pueblo
a lo largo de toda la historia, pero ahora el desarrollo tecnologico, sumado a la
corriente relativista y hedonista que impera en la sociedad, facilita la manipula-
ción de la opinión pública. Así, para garantizar un sistema democrático sano lo
fundamental es que el ser humano desarrolle un pensamiento crítico, no de cara
simplemente a la identificacion de datos falsos en la red sino hacia todo el fun-
cionamiento del sistema que propicia su difusion. Como senala D’Ancona «de-
bemos afirmar la verdad de una manera dominante, en lugar de simplemente
repetir la mentira negandola» (2017: 145-146).
No se trata sencillamente de denunciar la tergiversación de los hechos en los
medios de comunicación, sino que tiene que percibirse un cambio en la demanda
del tipo de información difundida para que verdaderamente haya una modifica-
ción en la oferta. No por ello van erradicarse los diversos intereses que se en-
cuentran detrás de la circulación de información engañosa en los medios, pero
al menos se pondría fin al tipo de control que se ejerce en la actualidad sobre la
población y se facilitaría la concordancia de los intereses políticos y económicos
con la defensa de la verdad.
11. Conclusiones
La utilización de un nuevo término para hacer referencia al panorama actual po-
dría entenderse como necesaria dado que se observa una diferencia fundamen-
tal en la actitud que adoptan los líderes políticos hacia el concepto de ‘verdad’
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con respecto a tiempos pasados. Así, aunque es posible que, como afirma Ca-
rrera (2018), la difusión del término se utilice en algunos casos como una estra-
tagema para manipular a la opinión pública en favor de discursos ideológicos
determinados, lo importante es incidir en la explicación del significado del prefijo
pos- como un adjetivo que señala la pérdida de relevancia de la objetividad en
el debate público, para que el uso del vocablo no se entienda como la suposición
de un estado previo regido por la verdad.
Según Arendt (2017), la verdad nunca ha sido norma general en política. En
tiempos pasados, los líderes políticos se servían de la mentira para convencer a
la ciudadanía de la validez de sus discursos, y no propagaban embustes aisla-
dos, sino que basaban sus estrategias en la difusión continua de información
engañosa y manipulada. En este sentido, la intención de los altos cargos del
poder sigue siendo exactamente la misma, se sirven del contexto para alcanzar
sus fines. Lo que ha variado es, precisamente, el contexto.
En la actualidad, la audiencia se siente incapaz de hallar la información verda-
dera entre la multiplicidad de discursos a los que tiene acceso. Así, la propia
desconfianza hacia los medios de comunicación impide que los datos recibidos
puedan ser analizados con objetividad, y la pereza mental se utiliza como arma
para manipular a la opinión pública en favor de determinados intereses ideológi-
cos y/o económicos.
Además, la utilización de sistemas basados en algoritmos para brindar contenido
personalizado distorsiona el espacio público porque facilita la reafirmación de
creencias preexistentes. Algunos autores, como Amorós (2018), exponen que el
retorno a la información de pago podría solventar en parte el problema, puesto
que de esta forma las compañías no tendrían acceso a tantos datos sobre su
público. Sin embargo, previamente a la irrupción de Internet la información tam-
bién se encontraba en ocasiones mercantilizada, la diferencia es que actual-
mente las herramientas de Big data facilitan el conocimiento exacto del tipo de
información que es demandada por cada público.
Así, aunque la posverdad constituye un fenómeno complejo que implica a todos
los actores comunicativos (los políticos, los medios de comunicación y la opinión
pública), es importante incidir en la importancia del rol de la sociedad civil en la
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reivindicación del derecho a una información objetiva y la defensa de la verdad
en el debate público. Resulta complicado porque existe un conflicto entre la ne-
cesidad de justicia y el anhelo de placer en una sociedad que en general aspira
a un bienestar individualista como fin supremo de la vida. Sin embargo, el primer
paso para garantizar un sistema democrático sano es que la opinión pública
pueda ser consciente del trasfondo que subyace al conflicto entre la verdad y la
política, porque solamente su respuesta ante esta realidad puede hacer posible
que la actividad del gobierno concuerde con el propósito de proteger los dere-
chos de la ciudadanía que deberían perseguir las instituciones científicas,
jurídicas, educativas y mediáticas, en las que el pueblo ha dejado de confiar.
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