Reseña del capitulo uno de: Todo lo sólido se desvanece en el aire

Gabriel Alberto Franco Mena

El Fausto de Goethe: la tragedia del des arrollo

El dolor de avanzar

“El fin justifica los medios”, una paráfrasis al conocimiento que Nicolas Maquiavelo

compartió al mundo con su obra “El príncipe”, sirve como pauta para que podamos

entender la historia – y más que nada, el trasfondo y la ideología de esta – que

Marshall Berman intenta comunicarnos en el primer capítulo de su libro “Todo lo

solido se desvanece en el aire”.

Al inicio del capítulo, Marshall nos introduce una figura central – que además de

ser un personaje, resulta ser otra obra de otro autor – con la cual intenta darnos un

panorama de las ideas que él tiene sobre el desarrollo, de cómo este influyo en el

con contexto de la década de los 70’s y, finalmente, una verdad a la que nadie

quiere enfrentarse: Fausto de Goethe.

El autor nos introduce a Fausto, un intelectual de mediana edad que ha pasado

toda su vida recluido en sus aposentos, enajenado del mundo exterior, del cual se

siente desconectado, en busca de un conocimiento absoluto, este, al no poder

conseguir más conocimiento de los libros, recurre a la hechicería. Invoca un ente

más allá de la comprensión humana, al “Espíritu de la Tierra”. Fausto cree haber

conocido a su igual, pero tal como dice Marshall, la realidad fue distinta, el ente se

ríe de Fausto y sus deseos, y le dice que mejor busque a sus “iguales”, con esto

Berman introduce una comparativa hacia el deseo de Fausto de la búsqueda de

ser mejor, de ser un “übermensch”, y que estaba errado, ya que su angustia está

compuesta por problemas mayores a él. Ante este acontecimiento. Fausto se ve

inmerso en la desesperación, por lo cual intenta acabar con su vida, pero no sin

antes ser “salvado”, por sus propios recuerdos de humanidad.

Luego de su salvación, Fausto decide salir de su cuarto y regresar al mundo

exterior del cual se había ido hace mucho tiempo. Poco después se introduce a

dos nuevos personajes claves de la historia: al diablo y Mefisto.

Marshall ve, a lo largo de la obra de Fausto, el desarrollo de Fausto como una

serie de metamorfosis que sufre el personaje antes de llegar a un modo de

pensamiento que él denomina “fausismo”.

Durante la primera parte, cuando Fausto está en su cuarto buscando su

conocimiento, Berman lo llama “El soñador”, en este estado, Fausto esta tan

metido en su mundo interior, en su búsqueda por el conocimiento absoluto, que

obvia lo que ocurre en su entorno cercano, en esta etapa Fausto es incapaz de ver

más allá de sus propias necesidades y deseos por lo cual es un prisionero. Esto

es claro, hasta que es salvado por las campanas, sus recuerdos, y Mefisto y el

Diablo.

Seguidamente, la metamorfosis por la pasa Fausto a continuación la describe

Marshal como “El amante”.

En la historia, Fausto conoce a una mujer de la cual se enamora y con la que tiene

un hijo. Fausto ve en ella la inocencia y pureza que tanto el cómo el mundo creía

perdido, por lo cual la idolatra, pero sus propios deseos terminan por destruirla. Al

presentarle las relaciones sexuales y la libido, ella empieza a ver el mundo de otra

manera, comienza a verse más como mujer y pierde esa inocencia que Fausto

tanto quería. Su encuentro culmina con la tragedia de la muerte tanto de la esposa

de Fausto como de su hijo.

Esta, junto con la parte final –tanto de la obra de Goethe como del capítulo –

culminan el camino de la metamorfosis de Fausto, que deja a un lado su

romanticismo, ya no cree que el mundo pueda cambiar sin hacerse sacrificios y

pasa a la etapa de “El desarrollista”, donde no solo tiene la actitud para actuar y

realizar cambios, si no que busca activamente como hacerlo.

Finalmente Marshall invita a la reflexión en el epilogo del capítulo, mostrando

ejemplos del fausismo, y de cómo las personas siguen esos mismos pasos y vías

del desarrollo en donde están dispuestos a destruir para poder crear algo mejor,

que ayude a las personas.

Opinión Crítica:

La lectura es bastante interesante, la manera en la que Marshall interpreta la obra

de Goethe le da un giro bastante interesante a la lectura, invitando al lector a

reflexionar y, a su vez, a querer saber más sobre la obra de la cual está hablando.

De igual manera, las analogías que hay en Fausto, sobre el desarrollo tanto

personal como económico y social, son hechas de una manera excelente, ya que

se dan naturalmente y no se sienten forzadas, o al menos así lo parece en la

narración que Marshall nos da de ella.