El Evangelio Para Cristianos Adultos

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1 EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS La buena noticia de Jesús Mesías, Hijo de Dios, según “Juan-Marcos” A cargo de Josep Rius-Camps Traducción de Carmen Martínez

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EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS

La buena noticia de Jesús Mesías, Hijo de Dios, según “Juan-Marcos”

A cargo de Josep Rius-Camps

Traducción de Carmen Martínez

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Introducción ............................................................................................................................................4 I. PROLEGÓMENOS: JUAN BAUTISTA Y JESÚS MESÍAS Perícopa 1: *[A] 1,1-8 Proclama de Juan Bautista ............................................................................12 Perícopa 2: *[B] 1,9-11 Río Jordán: unción mesiánica de Jesús........................................................16 Perícopa 3: *[A’] 1,12-13 El desierto: la prueba .................................................................................21 II. PROCLAMA DEL REINO DE DIOS POR LAS SINAGOGAS DE GALILEA [4. **1,14-15 Inauguración de la buena noticia del Reino de Dios] [5. **1,16-20 Llamada de Simón y Andrés, Jaime y Juan] Perícopa 6: *[A] 1,21-28 Sinagoga de Cafarnaún: liberación, en sábado, del hombre poseído

por la ideología de los letrados.......................................................................................23 Perícopa 7: *[B] 1,29-31 La comunidad de Simón y Andrés: liberación de la suegra de Simón,

Postrada por la fiebre nacionalista..............................................................................27 Perícopa 8: *[B’] 1,32-34 Curaciones y liberaciones de todo tipo de fanatismos...............................29 Perícopa 9: *[A’] 1,35-39 Éxodo hacia el lugar desierto y proclama por las sinagogas de Galilea ..31 III. LOS REFORMISTAS Y LOS EXCLUIDOS DE ISRAEL: CRÍTICAS DE LOS FARISEOS,

DEFENSORES DE LA LEY Perícopa 10: *[A] 1,40-45 Un leproso se purifica................................................................................33 [11. **2,1-12 Cafarnaún. Congregación de una multitud en la casa de Israel: puesta en pie del

Paralítico postrado por el pecado] Perícopa 12: *[B] 2,13-14 Llamada del recaudador de tributos, Jaime, el de Alfeo ..........................37 [13. **2,15-17La comunidad de Jesús: recaudadores y descreídos comparten mesa con los discípulos:

Críticas de los fariseos y de los letrados] Perícopa 14: *[B’] 2,18-20 (***2,21-22) Cuestión sobre el ayuno......................................................41 Perícopa 15: *[A’] 2,23-28 Los discípulos, en sábado, arrancan las espigas:

Críticas de los fariseos..................................................................................................42 [16. **3,1-7a Sinagoga de Cafarnaún: puesta en pie, en sábado, del hombre discapacitado,

Figura del público asistente] IV. CONFIGURACIÓN DEL ISRAEL MESIÁNICO: REACCIÓN DE LOS LETRADOS Y LOS

FAMILIARES DE JESÚS Perícopa 17: *[A] 3,7b-12 Gran asamblea israelita procedente del país judío y de la diáspora ........46 Perícopa 18: *[B] 3,13-19 Convocatoria del Israel mesiánico: los Doce ............................................49 Perícopa 19: *[B’] 3,20-21 La multitud converge de nuevo en la casa de Israel:

Ataque de los dirigentes ..............................................................................................49 [20. **3,22-30 Requisitoria de los letrados venidos de Jerusalén] Perícopa 21: *[A’] 3,31-35 La verdadera familia de Jesús .................................................................56 V. ENSEÑANZA EN PARÁBOLAS A LA MULTITUD: EXCLUSIVISMO DE LOS DISCÍPULOS Perícopa 22.24:*[A] 4,1-9+26-33 Parábolas de los cuatro terrenos, de la tierra autosuficiente

y del grano de mostaza ..............................................................................................58 [Inclusión 23. ***4,10-25 Explicación de la parábola de los cuatro terrenos a los discípulos] Perícopa 25: *[A’] 4,35-41 Un gran vendaval se abate contra la barca: Jesús conjura a los

Elementos encrespados .................................................................................................64 [26. **5,1-10 Situación límite del paganismo: el geraseno] [27. **5,11-17 Los puercos, los valores de la sociedad pagana] [28. **5,18-20 Misión del hombre liberado en la sociedad pagana] [29. **5,21-24 La hija del Jefe de la sinagoga se está muriendo] [30. **5,25-34 La hemorroisa, figura femenina de los discípulos] [31. **5,35-43 La comunidad del jefe de la sinagoga vuelve a la vida]

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[32. **6,1-6a La patria y los familiares de Jesús] VI. MISIÓN DE LOS DOCE EN ISRAEL: REACCIÓN DEL REY HERODES, DE LOS FARISEOS

Y DE ALGUNOS LETRADOS VENIDOS DE JERUSALÉN Perícopa 33: *[A] 6,6b-13 Misión de los doce discípulos en Israel.....................................................75 Perícopa 34: *[B] 6,14-16 Llegan a oídos de Herodes opiniones contradictorias sobre Jesús ..........79 [35. ***6,17-29 Relato retrospectivo sobre la muerte de Juan Bautista] [36. **6,30-31 Retorno de los apóstoles] [37. **6,32-34 Lugar desierto: compasión por la multitud] [38. **6,35-46 Compartir los panes en territorio judío: la señal del Mesías de Israel] [39. **6,47-52 El viento contrario a los discípulos impide avanzar a la barca: Jesús se pasea sobre el [40. **6,53-56 Genesaret: curaciones] / mar] Perícopa 41: *[A’] 7,1-2.5-16 Requisitoria de los fariseos y de algunos letrados llegados de Jerusalén por no respetar los discípulos la tradición de los ancianos ...............................................82 [Glosa**7,3-4] [42. ***7,17-23 Explicación a los discípulos, en privado, de la parábola sobre los alimentos puros e impuros] VII. RETIRADA AL EXTRANJERO: EL MESÍAS PRESENTA SUS CREDENCIALES EN

TIERRA PAGANA Perícopa 43: *[A] 7,24-30 Tiro. Osadía del paganismo: la greco-fenicia...........................................88 Perícopa 44: *[B] 7,31-37 El sordo y tartamudo, figura de los discípulos..........................................91 Perícopa 45: *[A’] 8,1-9 El compartir de los panes en territorio pagano:

la señal del Mesías universal ........................................................................................97 VIII. RETORNO AL TERRITORIO JUDÍO: LOS FARISEOS EXIGEN UNA SEÑAL ESPECTACULAR; CEGUERA DE LOS DISCÍPULOS Perícopa 46: *[A] 8,10-13 Los fariseos exigen la señal del cielo ......................................................101 [47. **8,14-21 Ceguera y sordera de los discípulos; la señal reiterada del Mesías] Perícopa 48: *[A’] 8,22-26 El ciego de Betania, figura de los discípulos.........................................104 [49. **8,27-9,1 Opiniones discordantes sobre la identidad de Jesús: el Hombre sufriente] [50. **9,2-13 Jesús, el único intérprete del Padre frente al Elías pretendido por los letrados] [51. **9,14-27 El espíritu mudo y sordo: impotencia de los discípulos para expulsarlo] [52. ***9,28-29 Explicación, en privado, a los discípulos] IX. DE INCÓGNITO POR GALILEA: INSTRUCCIÓN A LOS DISCÍPULOS SOBRE EL HOMBRE SUFRIENTE Perícopa 53: *[A] 9,30-32 Predicción de la entrega, ejecución y resurrección del Hombre ..........110 Perícopa 54: *[A’] 9,33-48+10,1a Las ansias de poder, escándalo para los pequeños servidores .113 [***9,49-50] [55. **10,1-9 Cuestión sobre el repudio] [56. ***10,10-12 Explicación, en privado, a los discípulos] [57. **10,13-16 Convocatoria de los pequeños servidores] [58. **10,17-22 El hombre rico declina el seguimiento] [59. **10,23-31 Incompatibilidad entre riqueza y Reino de Dios] [60. **10,32-34 Enésima predicción de la pasión y resurrección] [61. **10,35-45 Luchas de poder entre los Doce] [62. **10,46-52 El ciego de Jericó, figura de los discípulos] X. JERUSALÉN: DENUNCIA DE LA INSTITUCIÓN DEL TEMPLO Y REACCIÓN VIOLENTA

DE LOS SUMOS SACERDOTES Y LOS LETRADOS [63. **11,1-11 Preparativos y entrada en Jerusalén y en el templo]

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Perícopa 64: *[A] 11,1.12-14b Maldición de la higuera, figura del templo ....................................120 Perícopa 65: *[B] 11,15-19 Entrada en Jerusalén y expulsión de los mercaderes del templo: Reacción de los sumos sacerdotes y los letrados .......................................................122

[67. **11,27-12,12 Nueva ida a Jerusalén y al templo: polémica de los sumos sacerdotes, de los letrados y de los senadores del pueblo; parábola de la viña.

[68. **12,13-17 Fariseos y herodianos] [69. **12,18-27 Saduceos] [70. **12,28-34 Reconocimiento de uno de los letrados] [71. **12,35-40 Contraataque de Jesús] [72. **12,41-44 Generosidad de la viuda pobre] [73. **13,1-2 Predicción de la destrucción del templo] [74. ***13,3-37 Explicación, en privado, a los discípulos] Perícopa 75: *[B’] 14,1-2 Intento de los sumos sacerdotes y los letrados de arrestar

y matar a Jesús antes de la Pascua..............................................................................126 [76. **14,3-9 Betania: la comunidad de Simón, el leproso] Perícopa 77: *[A’] 14,10-11 Judas se ofrece a los sumos sacerdotes para traicionar a Jesús ........128 XI. PREPARATIVOS, CELEBRACIÓN DE LA PASCUA E INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA Perícopa 78: *[A] 14,12-16 Preparativos de la Pascua .....................................................................129 [79. **14,17-21 Denuncia del traidor mientras comen el Cordero pascual] Perícopa 80: *[A’] 14,17-18.22-26 Celebración de la Eucaristía.....................................................131 XII. GETSEMANÍ: AGONÍA ANTE LA INMINENCIA DE LA MUERTE, TRAICIÓN DE JUDAS Y ARRESTO DE JESÚS [81. **14,26-31 Predicción de la triple negación de Pedro] Perícopa 82: *[A] 14,32a.27b-28.32b-42 Indiferencia total de los tres líderes de los Doce

ante la angustia terrible que Jesús experimenta .........................................................137 Perícopa 83: *[B] 14,43-46 Judas traiciona a Jesús con un beso .....................................................142 [84. **14,47-50 La violencia estalla en el grupo de los Doce] Perícopa 85: *[A’] 14,51-52 El joven que huyó desnudo ..................................................................144 [86. **14,53-65 Proceso de Jesús ante el sumo sacerdote] [87. **14,66-72 Pedro niega plenamente su condición de discípulo] XIII. RESIDENCIA DE PILATOS: PROCESO POLÍTICO. TRIPLE GRITO CONDENATORIO DE

LA MULTITUD INSTIGADA POR LOS SUMOS SACERDOTES, Y ESCARNIO DE LOS SOLDADOS

Perícopa 88: *[A] 15,1-5Proceso político ante Pilatos: Jesús rehuye ser «el rey de los judíos»....147 Perícopa 89: *[B] 15,6-15 Pilatos, a instancia de la multitud instigada por los sumos sacerdotes,

Indulta a Barrabás y les entrega a Jesús para que sea crucificado como un revolucionario...............................................................................................................150

Perícopa 90: *[A’] 15,16-20 Los soldados se burlan del Mesías destronado....................................155 XIV. CRUCIFIXIÓN, MUERTE, SEPULTURA Y RESURRECCIÓN DE JESÚS Perícopa 91: *[A] 15,21-32 Gran número de crucificados en el «Lugar de la Calavera» ...............156 Perícopa 92: *[B] 15,33-41 Las tinieblas cubren la tierra cuando Jesús expira en la cruz .............160 Perícopa 93: *[B’] 15,42-16,1 José de Arimatea da sepultura al cadáver de Jesús .........................167 Perícopa 94: *[A’] 16,2-8 El vestido resplandeciente del Resucitado…………... ……………....169

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EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (1) Introducción: El texto que tenemos El texto que tenemos hoy de los Evangelios, los comentarios que se hacen, y todos los estudios de la Biblia se basan y trabajan sobre el tipo de texto llamado “alejandrino”. Es el tipo de texto mayoritario. La pluralidad de tipos de texto, por lo que se refiere al Antiguo Testamento, es un hecho suficientemente conocido, que se ha visto incrementado con las aportaciones de las cuevas de Qumran, donde se han encontrado dos, tres, o más formas de texto de un mismo libro. Algo parecido pasa con el texto de los Evangelios. No disponemos de los manuscritos originales, ni de copias directas. Lo que tenemos es un número considerable de documentos que contienen copias de copias del original, siendo muy difícil de precisar cual es la más próxima a la obra original. Referente a los Evangelios, la mayoría de los manuscritos griegos de los cinco primeros siglos contienen una forma de texto similar, con múltiples variantes. Es la forma de texto de los famosos códices del siglo cuarto: el Sinaítico y el Vaticano. Esta forma de texto es compartida por la mayoría de fragmentos de papiros antiguos de los siglos segundo y tercero. Como este texto está asociado con Alejandría de Egipto, se le conoce como el “Texto Alejandríno”. No obstante, hay un manuscrito griego que destaca sobre los demás por las notables variantes o lecciones diferentes que contiene. Se trata del códice Bezae. Este códice conserva un texto que era conocido ya por los primeros Padres griegos y latinos, Ireneo y Tertuliano, del siglo segundo, y que de forma sorprendente está muy próximo a todas las traducciones más antiguas. También se encuentra en algunos fragmentos de papiro. Este tipo de texto, a pesar de no haber tenido tanta profusión de copias, fue utilizado en una amplia zona geográfica de las primitivas comunidades cristianas. Es conocido como “Texto Occidental”, ya que inicialmente se le asociaba a Roma, aunque hay manuscritos orientales que lo comparten. El ‘Codex Bezae Cantabrigiensis’ es de finales del siglo IV; los otros códices importantes o unciales (en mayúsculas) son del mismo siglo. De antes del s. IV, no tenemos ningún códice, sino papiros, algunos de ellos muy antiguos, del año 200. Uno de ellos, del año 125, es del Evangelio de Juan. Los papiros representan un tipo de texto que se ha conservado en lugares muy determinados, generalmente en Egipto, en el desierto. Por tanto, no se puede decir que éste sea el texto original, aunque sea muy antiguo; es un tipo de texto que se copiaba en Egipto, para las comunidades de Egipto, pero podía ser que en otro lugar tuvieran otro tipo de texto, pero que no se ha conservado ningún papiro, porque no hay desierto. ¿Que ha pasado? ¿Porqué tantas diferencias? En textos de más de dos mil años la transmisión ha sido muy defectuosa. En aquellos tiempos no había imprenta, sólo tenían un ejemplar, dos o tres copias. El ejemplar antiguo, si era de papiro, al cabo de los años desaparecía y, por tanto, no se conserva. El nuevo, si, por lo que fuera, modificó algo, aquella modificación pasará a todos cuantos le siguen. Si, además, el texto que se copia no es un texto literario, en este caso sería una reproducción exacta, sino que es un texto vivo que responde a las necesidades de las comunidades que mientras tienen conciencia de ello, varían el texto. Por eso tenemos el Evangelio de Marcos, el de Mateo y el de Lucas que se llaman “sinópticos” porque tienen, todos, la misma pauta. Tomaron el Evangelio de Marcos como punto de referencia y lo fueron modificando hasta llegar a hacer nuevos evangelios. Esto es importante, ya que en esta evolución se advierte que estas comunidades han sido creativas y no se han quedado esclavas de un texto...: “En aquel tiempos Jesús dijo...”, así leemos los domingos. Transmitimos, no lo que Jesús les habló, no lo que dijo, sino lo que nos dice ahora. Por tanto, podemos poner en boca de Jesús nuevas situaciones. Es muy profético el evangelio. Porque no es el Jesús histórico quien está hablando, sino que es Jesús presente quien está hablando ahora a la comunidad. Que hay muchos elementos antiguos del tiempo de Jesús, evidente. Pero los textos no reproducen literalmente lo que dijo Jesús. Esta idea nos la hemos de quitar de la cabeza. Cuando el evangelio dice: “y Jesús les dijo ...”, hay que indagar en qué situación se encuentra esta comunidad y con qué problemas se ha visto enfrentada.

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¡El texto era vivo! ...¿pero hasta cuando? Esto no ha entrado aún en la mentalidad de muchos investigadores, porque quieren un texto seguro. No les pasa por la cabeza que el texto era vivo y que lo podían cambiar. El Evangelio es una composición literaria hecha en un momento determinado, como el de Marcos, de acuerdo. ¿Pero cómo ha llegado a forjarse este evangelio? Es lo que intentaremos de investigar. Siendo un poco generosos, el texto está ‘vivo’ hasta el primer tercio del s. II. Si los evangelios fueron compuestos mediado el siglo I, por ejemplo el evangelio de Marcos, el más primitivo, hacia el año 45 o un poco antes, no han durado ni 100 años. Si el texto no hubiera sido vivo, no tendríamos, como tenemos, cuatro evangelios, hubo otros que ya no existen. Pero llega un momento en que se cierran las puertas, fue en el primer tercio del s. II, por miedo, porque ya se creaban evangelios que no se correspondían con la manera que las comunidades entendían la persona de Jesús y su mensaje, entonces se apoyaron en aquellos que tenían más aceptación en las comunidades de Egipto, en las comunidades griegas, en las comunidades del Asia Menor, etc., y dijeron, éstos son los evangelios que nosotros consideramos normativos o canónicos. Son los cuatro. A partir de aquí se fueron copiando, con pequeñas modificaciones. Otro problema es el de las influencias mutuas entre uno y otro evangelio que inciden en las copias que se fueron haciendo. Como véis, es un tema difícil de aclarar por la multiplicación de factores que pueden jugar. A pesar de esto, han llegado hasta nosotros multitud de códices, a partir del s. IV. Grandes códices como el Vaticano, el Sinaítico, el Alejandríno y el Códice Bezae. Son los códices unciales, porque están escritos con letras mayúsculas. Si los papiros que vamos descubriendo y las versiones diversas en latín, siríaco, copto, etc., apoyan alguno de estos tipos de texto, tenemos más seguridad de que este texto se remonta más lejos. Pero está claro, los papiros son muy fragmentarios, aparte de los papiros Bodmer y Chester Beatty que tienen páginas y páginas y que nos ayudan mucho. Pero son pocos, y se han descubierto tan sólo modernamente. Yo tengo la esperanza de que aún se descubrirán más. Una nueva forma de trabajar Las ediciones críticas, apoyadas por la mayoría de manuscritos que los estudiosos utilizan, no siempre son de fiar. Hoy día se habría de iniciar una nueva forma de trabajar, que casi nadie hace: examinar código por código respetando su particularidad. Esto es posible hacerlo con los más importantes. Como ya es aceptado que el tipo de texto alejandrino está representado por el Códice Vaticano y generalmente también el Sinaítico y que el tipo de texto occidental, que es diferente, está representado por el Códice Bezae, me ha parecido conveniente trabajar sobre estos dos códices, el Vaticano y el Bezae. Mi trabajo de investigación ha tendido siempre a acercarme, cada vez más, a las fuentes: Orígenes, Pseudo-Clemente, Ignacio de Siria, Hechos de los Apóstoles, Lucas y, ahora, Marcos. Y como siempre voy a las fuentes, tengo firmes indicios para asegurar que dentro de Marcos hay un Proto-Marcos, un primer esbozo de evangelio, o sea una primera redacción, que es la que ahora estudiaremos. ¿Cómo nos ha llegado el Evangelio de Marcos? En torno de este hipotético Proto-marcos, el mismo Marcos habría ido buscando nuevas perícopas, según las necesidades de sus comunidades, y a medida que lo iba revisando llegó un momento en que decidió hacer una nueva redacción, para poderla transmitir a otros. Una cosa es tener unos apuntes, para la propia predicación, y otra, ofrecérselos a otros. Entonces, Marcos introduce las nuevas cuestiones que se han ido planteando en las comunidades y redacta el evangelio definitivo. Es el que dará a sus compañeros Lucas y Mateo, casi seguro, discípulos de Marcos. El Evangelio de Marcos nos ha llegado en su última redacción. Pero nos llega después de una larga historia. Como este texto era vivo, cuando Marcos hizo la última redacción, las comunidades aún lo pudieron retocar, sobre todo en la lectura litúrgica, es decir, al leerlo cada domingo y explicarlo. Son textos comunitarios que se han de comentar. Los evangelios han sido escritos para que la comunidad los colocara en un lugar digno, como hacían con la Torá los judíos, en el seno de la sinagoga o en la reunión de la comunidad cristiana, unos el sábado, los otros el domingo. Los cristianos adoptaron toda la

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Escritura hebrea. Somos descendientes de la misma tradición. Poco a poco se fueron adjuntando los evangelios, cartas, etc.; siempre, sin embargo, en torno de este núcleo que sería la Biblia. En este espacio de tiempo, entre el final del siglo primero y la primera mitad del segundo, el texto se fue consolidando, pero aún se iban cambiando pequeñas cosas. La lectura que se hace incide en la manera de leerlo, en la manera de escribirlo y en la manera de copiarlo. Y ésto no sucede en un solo día, sino que son procesos largos. El texto que nos ha llegado ha sido limado, retocado, pulido, en cierta manera mejorado, para hacer una lectura más fácil, y refleja comunidades que ya no tenían evangelistas. Además, este texto ya no se explica. Y, si se explica, se hace tomando pie del texto pero elaborando ya alegorías. Será la gran predicación de todos los Padres de la Iglesia. Se desconoce la fuerza interna de cada relato y, como ya no lo entienden, hacen una transposición, pero ya no es la explicación del mismo relato. Es decir se ha perdido el “libro del maestro”, que es la explicación que daban los evangelistas, comenzando por Marcos, Lucas, Mateo, etc. Si se habla de un leproso o un ciego, y sólo vemos un leproso o un ciego, como lo entendemos hoy, no hemos comprendido nada. Los padres de la Iglesia hicieron transposiciones para que hiciesen impacto en la comunidad, siempre a partir del texto, pero no eran explicaciones que tuvieran una relación directa con el texto. De aquí surgieron las discusiones durante la Reforma y la Contra-reforma. Los protestantes prescindieron totalmente de esta predicación; y por eso tienen tan poca estima por los Padres de la Iglesia. Dejemos, pues, esta época oscura de siglos y siglos. Demos un salto hacia las fuentes, veamos qué dicen los originales. Así aparecieron las ediciones críticas. Pero resulta que, por azar, nos ha llegado este códice, (Códice Beza) contemporáneo de los otros, pero con un tipo de texto diferente. Donde más variaciones aparecen es en ‘Hechos de los Apóstoles’, que tiene un texto mucho más largo que el texto normal. Para justificarlo, dicen que son amplificaciones occidentales. Al leerlo, se encuentran cosas interesantes. Estas modificaciones o amplificaciones aparecen tan sólo en notas a pie de página en los comentarios o en el aparato crítico de las ediciones críticas; que casi nunca se incorporan al texto. Cómo trabajaremos este curso Lo que pretendemos es dar a conocer este tipo de texto diferente, poniendo de manifiesto la diferencia de enfoque que tiene. Si bien el Códice Vaticano y el Bezae son parecidos, los enfoques son bastante diferentes. Uno es más litúrgico, más “historizante”, el otro es más teológico. El Códice ‘D’, Bezae, es más teológico y, por lo tanto, se acerca más al original. Criterios para dividir las perícopas Lo primero que he hecho ha sido identificar cuántas unidades o perícopas tiene este Evangelio, con el fin de despejar cuales son de primera redacción y cuales de segunda o tercera redacción. 1er. criterio: Composición de lugar. Si hay un cambio de lugar, hay cambio de perícopa. Por ejemplo: “Y llegaron a Cafarnaum...” Cambio de decorado, perícopa nueva. 2º. criterio: Determinación temporal. Un cambio de tiempo. Ejemplo: “Por aquellos días Jesús fue ...”, “El sábado fue a la sinagoga...” Cambio de determinación temporal, cambio de perícopa. 3er. criterio: Los personajes. Entra un nuevo personaje, perícopa nueva. En el evangelio de Marcos, he identificado en total 94 perícopas. Criterios que permiten diferenciar dos o más redacciones en el seno del Evangelio de Marcos 1er. criterio: ¿Pronombre o nombre? Después de examinar cada una de las perícopas, resultó que en casi la mitad de las perícopas se mencionaba tan sólo el pronombre: “El...,él dijo...,y les dijo..., y le dijeron…”. En cambio, en otras, una, dos o tres veces aparecía el nombre de Jesús: “Jesús les dijo...”, “Entonces Jesús...” En algunos casos se explicita para que no haya ambigüedad, y por eso se pone el nombre. Pero, en general, no se pone para eludir ambigüedades sino que se repite una o dos veces el nombre de Jesús; en cambio, hay lugares donde casi no se sabe de quién se trata, y aparece sólo el pronombre. Analizando en conjunto las perícopas donde se emplea el pronombre y aquellas donde se explicita el nombre, aparecen como bloques bien diferenciados. Unos con el pronombre, otros con el

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nombre. Hipótesis de trabajo: ¿Serán más primitivas aquellas perícopas en las que se emplea el pronombre? ¿Podría ser indicio de dos redacciones sucesivas de Marcos? La hipótesis de que en el Evangelio de Marcos hay varias redacciones posibles ha sido ya formulada por otros estudiosos, pero sin ofrecer criterios objetivables, que puedan ser verificados en el texto. El punto de partida de mi hipótesis de trabajo radica en la constatación, aparentemente anodina, de que el nombre de ‘Jesús’ no se explicita, ni mucho menos, en todas las perícopas. 2º criterio: Perícopas duplicadas. Una vez separadas las perícopas en las que se emplea exclusivamente el pronombre, pude comprobar que muchas de ellas tenían un duplicado donde sí que se explicitaba el nombre de “Jesús”. Así, hay una multiplicación de panes en el bloque de perícopas que llevan el nombre de Jesús y otra multiplicación en el otro bloque, en el que sólo aparece el pronombre. Un ciego en un bloque y otro ciego en el otro; un sordo-mudo en uno y otro mudo-sordo en el otro. Estos tres duplicados son muy claros. Después de una investigación sistemática he identificado más de treinta. Podría muy bien ser, pues, que Marcos hubiera hecho dos redacciones de su evangelio en dos momentos diferentes. ¿En que momentos? Primer momento: La comunidad de Maria, Juan-Marcos y Rosa En los Hechos de los Apóstoles se presenta, al término de la primera parte, la comunidad de “la” Maria, la madre de Juan, a quien se llama “Marcos”, y Rosa (capítulo 12). Es el punto culminante de la conversión de Pedro, cuando encuentra la verdadera comunidad creyente, después de dejar la comunidad oficial y salir de la prisión que simbolizaba el Templo y toda su religiosidad, cuando llama a la puerta de esta comunidad y le abre la criada, la sirvienta Rosa... Rosa introduce a Pedro en la comunidad, pero antes ha hecho que llamase tres veces, forzándole a superar las tres negaciones. Cuando le ven, se queden todos sorprendidos. En el seno de esta comunidad Pedro pronunciará sus últimas palabras –las últimas son las más importantes–: “Contad a Jaime y a los hermanos...”, –al hermano del Señor que se ha constituido en capitoste de la iglesia de Jerusalén con un golpe de estado, como diríamos hoy–, “... contad a Jaime y a los hermanos ésto...”, es decir todo lo referente a mi liberación de la gran expectación del pueblo judío que ellos aún comparten, “salió y se fue a otro lugar”. Cambio de “lugar”, teniendo en cuenta que el Lugar/“topos” por excelencia es el Templo, equivale a ir al lugar donde está Jesús. Este cambio de lugar representa la conversión definitiva de Pedro. En la casa de Maria, se ha forjado el primer esbozo del Evangelio de Marcos. Este primer esbozo sería la primera redacción del evangelio de Marcos. Lo había predicado en el seno de una comunidad que se encotraba al margen de la iglesia oficial de Jaime, de Pedro, de los apóstoles, de los que no han entendido nada. No solamente en el tiempo de Jesús sino tampoco después de su ascensión. Esto es difícil de aceptar, pero se encuentra en los textos. Pedro, pues, ha intuido que ésta es la verdadera comunidad. Porque ha sido el ángel quien le ha llevado precisamente delante de la puerta de la comunidad, y el ángel es el mismo Jesús. EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (2) Las dos comunidades: la de Jerusalén y la de Jerosólima La primera redacción que vamos a comentar hace referencia precisamente a la predicación de Juan-Marcos a la pequeña comunidad marginada que se encuentra en Jerosólima, no en Jerusalén donde está instalada la comunidad oficial. Una cosa es la iglesia de Jerusalén y otra la iglesia de Jerosólima. Desde los inicios ya comenzaron divididas. Nos han idealizado a la iglesia primitiva. Sin embargo resulta que, de hecho, no era tan ideal como se dice. De buenas a primeras encontramos en Jerusalén dos iglesias que, prácticamente, no se entienden entren sí. Nos fijaremos en la iglesia pequeña, la de Jerosólima. Una comunidad de número muy reducido comparada con la otra, la iglesia de Jerusalén. En el capítulo 21 de los Hechos de los Apóstoles cuando Santiago, el hermano del Señor, ya la preside, después de que Pedro se hubiera ido, Lucas habla de miles y miles de judíos que se han hecho creyentes y que todos son fanáticos de la Ley. Ésta es la iglesia de Jerusalén. Una iglesia que si bien acepta que Jesús es el

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Mesías, olvida que el Mesías ha sido rechazado en nombre de la Ley, continúan siendo, todos ellos, fanáticos observantes de la Ley. Éstas son las contradicciones de la Iglesia primitiva y estas contradicciones continúan dándose en la iglesia de hoy. La iglesia apostólica, la de los apóstoles, de buen principio no entendió el proyecto de Jesús. Hubo de pasar mucho tiempo hasta que lo comprendió. La iglesia de Jerosólima, en cambio, sí que entendió a Jesús. De esta comunidad no hay constancia en las representaciones pictóricas. No encontraréis representada en ningún lugar la comunidad de Marcos; en cambio, la de los apóstoles la encontraréis por todas partes. El evangelio de Marcos es el evangelio de esta comunidad. Es el mismo Lucas quien nos habla en el capítulo 12 de los Hechos de los Apóstoles de “La comunidad de María”, porque es ella quien la preside, “la madre de Juan, a quien se le llama ‘Marcos’”, que no quiere decir que sean madre e hijo, y Rosa, “la sirvienta”. Estas son las tres notas de esta comunidad: la presidencia en el amor, el evangelio, en el centro, y el espíritu de servicio de Rosa, la sirvienta. En el seno de esta comunidad surgió la primera redacción de Marcos. ¿Cuándo se escribe y porqué? Este evangelio no se escribió enseguida. Se predicó durante unos años, a partir seguramente de la resurrección de Jesús. Cuándo se puso por escrito, no lo sabemos, pero debió ser muy pronto. Antes de que Pablo escribiera sus cartas. Las fechas no son seguras, es muy difícil dar datos. Podría ser que este Evangelio se comenzara a predicar al día siguiente de la muerte y resurrección de Jesús y que al cabo de cinco o seis años Marcos ya lo pusiera por escrito. Si se pone por escrito, es porque otras comunidades lo piden, quieren tener una pauta de predicación parecida. Son personas que están acostumbradas a oírlo y que, por tanto, conocen las explicaciones que hace el evangelista. Ellos, a su vez, podrán explicarlo a otras comunidades, y así no hará falta que Marcos se desplace a todas partes. No penséis en una gran difusión, sino en pequeños círculos que también se pueden encontrar en Galilea o Samaría. Más tarde, este esbozo de evangelio dará origen a los evangelios de Lucas y Mateo, que pueden considerarse hijos de la segunda o de la última redacción de Marcos Ésto no quiere decir que no hayan conocido también la primera. Hay indicios, incluso, para afirmar que Lucas ha conocido la primera redacción.

Resonancia de este Evangelio. Misión de Bernabé y Saulo Bernabé y Saulo, que habían sido comisionados por la iglesia cristiana de Antioquía para entregar la colecta a la iglesia de Jerusalén, que lo pasaba mal, se enteran de que en Jerosólima había surgido una forma de anunciar el mensaje de Jesús muy interesante, a cargo de Juan-Marcos. Piensan que puede ser útil a la comunidad de Antioquia, como iglesia que quiere iniciar la misión y se lo llevan con ellos. Juan-Marcos está de acuerdo. En un momento determinado, el Espíritu Santo interviene en una celebración litúrgica de la comunidad, estaban lamentándose sobre el futuro más bien negro de la Iglesia de Jerusalén, trifulcs mesiánicas, insurreccions, etc. Mientras participan en esta clebración litúgica, con ayuno incluido, señal de que la situación era muy delicada, el Espíritu Santo, a quien no le va eso del ayuno, les interrumpe, les dice con un grito: “¡Ea! Separadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los tengo llamados”. Hasta ahora no le habían hecho caso. Bernabé y Saulo, profeta el primero y maestro el segundo, se llevan con ellos a Juan-Marcos pensando que les puede ser muy útil para la misión. Comienza, así, la misión en Chipre. Pero Saulo se pone al frente, pues como maestro quiere llevarla a su gusto. Lo primero que hace es dirigirse a las sinagogas. Pero ¿qué puede decir allí una iglesia cristiana? Saulo sabe que la misión ha de dirigirse a los paganos, pero piensa que si convence a los judíos de una sinagoga importante, eso tendrá un gran impacto y podrán después dirigirse más fácilmente a los paganos. Él no se niega a abrirse a los paganos. Incluso no les exigirá que se hagan judíos. Proviene de la iglesia de Antioquía que tiene unas bases paganas notables. Está convencido de que si hay alguna persona indicada para convencer a los judíos es él, Saulo, el gran perseguidor de la iglesia... Pero no les convence, y cada vez torna a insistir. Juan-Marcos al ver que, en Pamfília, Pablo vuelve otra vez a la sinagoga, cansado de esta estrategia, coge el barco y regresa a Jerosólima, dejándolos plantados.

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Llevan a término la primera fase de la misión, que no tiene nada que ver con los llamados viajes de Pablo. Pero la misión no había sido encomendada a Pablo, sino a Bernabé y Saulo, que es como se llamaba antes de que se cambiara el nombre y adoptara el del procónsul romano Sergio Pablo. Han tenido cierto éxito, buena aceptación. Han fundado, por todas partes, pequeñas comunidades de judíos y paganos, (más bien paganos que judíos). Al término de la misión han vuelto a Antioquía. La comunidad se ha alegrado de la tarea que han llevado a cabo. Bajan unos judíos, fariseos, creyentes, de Jerusalén –no dice quién los envía, pero sabemos que fue Santiago–, alborotan toda la iglesia de Antioquia, diciéndoles: “Si no os circuncidáis y no os comportáis según la tradición de Moisés, no os podéis salvar” (Hc 15,1). Comienza el eslogan “extra ecclesiam nulla salus” (“fuera de la iglesia no hay salvación”). Aún hoy, después del Concilio Vaticano II, hay quien piensa así, incluso en alguna universidad romana. El Tribunal de la fe. La defensa de Pedro La pretensión de estos judíos creyentes provoca un problema muy grave. Exigen a Pablo y Bernabé que se presenten ante el “Tribunal de la fe” en Jerusalén (después le han llamado “el Concilio de Jerusalén”). Es el Tribunal de la fe donde Pablo y Bernabé han de ser juzgados, como dice el Códice Bezae (“para que sean juzgados”) por los responsables de la iglesia de Jerusalén: los apóstoles y los ancianos. Los culpables son Bernabé y Saulo. La iglesia de Antioquía los envía juntamente con unos cuantos más para hacerles compañía. Se presentan allí y los ponen en el banquillo de los acusados. Cuando todos esperaban que se pronunciaría la gran condena, surge una especie de Juan XXIII, Pedro –que ya se había convertido del todo–, y defiende a ultranza la causa de los paganos, de una manera tan clara que ninguno le puede rebatir. El texto occidental dice que “Se levantó Pedro inspirado por el Espíritu” y sostiene que la Ley no se puede imponer a nadie. ¿Cómo podemos imponer –les dice- sobre el cuello de los discípulos, un yugo que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar? Y añade una sentencia que muestra que el don del Espíritu no se puede aprisionar con ningún tipo de ley: “Al contrario, por la gracia del Señor, Jesús Mesías, creemos que hemos sido salvados, de la misma manera que lo han sido también ellos” (15,10-11D). La resolución del Tribunal no exige que los paganos se hagan judíos, pero les impone unos mínimos. Jaime, que es un buen político, reacciona diciendo que al menos se salvaguarden los privilegios ancestrales de Israel por encima de las naciones paganas: “Por tanto, yo sentencio que...” los paganos de Síria y Cilícia que quieran convivir con judíos, compartiendo la mesa, compartiendo la Eucaristía, como mínimo se abstengan de comer sangre y carnes ofrecidas a los ídolos y eviten cuestiones de impureza legal, etc... Con este decreto en la mano, Pablo, (ahora ya se llama Pablo) piensa que tiene las puertas abiertas. Ahora puede mostrar a los judíos de todo el mundo que los cristianos no son anti-judíos, sino que están muy abiertos y por lo tanto, continúa considerando que los judíos tienen la primacía sobre les naciones paganas. Bernabé y Pablo se separan Una vez llegados a Antioquía, Pablo propone a Bernabé visitar, otra vez, las comunidades fundadas durante la primera fase de la misión. Bernabé, que es un profeta, se da cuenta de la jugada y le hace una contraoferta: si quiere visitar las comunidades ha de ser en compañía de Juan-Marcos. Pablo se enfurece, se pone rojo, le saltan los ojos de las órbitas. Aquél individuo que nos dejó plantados en Pamfilia –le recuerda-, ¡de ninguna de las maneras vendrá con nosotros! Se pelean los dos hasta la exacerbación y rompen la comunidad misionera que había previsto el Espíritu Santo, formada por un profeta y un maestro. Pablo se va por un lado Bernabé por otro. Bernabé se lleva a Marcos y comienza la misión en el mismo punto donde la habían iniciado en compañía de Saulo, en Chipre. Pablo, en cambio, escogerá a Silas como segundo,el cual, por simpatía, no le quitará protagonismo, y después de atravesar Síria y Cilícia, promulgando por todas partes la sentencia del Tribunal, visitará las comunidades comenzando por el final de la primera etapa de la misión, evitando encontrase con Bernabé.

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En Chipre se perfila la segunda redacción de Marcos Al irse a Chipre, Marcos lleva consigo la primera redacción del Evangelio. Acompañando a Bernabé, ya no se ve obligado a ir por las sinagogas. Pero han creado comunidades que tienen puntos de contacto. Y estas comunidades cada vez tienen nuevos problemas, van apareciendo nuevas situaciones. Se dan cuenta de que aquel primer esbozo del evangelio se les ha quedado pequeño, y como tienen la experiencia de que el Señor continúa hablando y que continúan surgiendo profetas que iluminan las situaciones nuevas que van surgiendo, ni se les ocurre considerar que el texto es sagrado e intocable. En el propio evangelista se acoplan profecía y magisterio. Es el carisma más importante, más útil para la comunidad. A fuerza de predicarse esta primera redacción y de irle añadiendo respuestas a nuevas situaciones, poco a poco, este primer esbozo de evangelio va creciendo. El hecho es que un día u otro, no sabemos cuando, Marcos se sentará y redactará un nuevo evangelio; el resultado será, más o menos, el Evangelio actual. La primera redacción es más sencilla; en la segunda han cambiado muchos acentos. Se esclarecen mucho más ciertas cuestiones que antes no se explicaban porque no había necesidad. En la segunda redacción se plantean nuevas preguntas: ¿cuál es el papel de Israel?, ¿Israel tiene futuro?... Por ejemplo, el proceso de Jesús, en la primera redacción era puramente un proceso político, ahora se anticipará y se le añadirá un proceso religioso, etc... Son los duplicados que he ido identificando. Marcos, en estos duplicados, ha ido ampliando el texto hasta llegar a la redacción del Evangelio actual. A partir de este momento, pues, nos dedicaremos solamente a la primera redacción. El esqueleto del evangelio ya se encuentra en este primer esbozo. Es el itinenerario que Marcos ha creado desde un buen principio, las otras perícopas se han añadido después por desdoblam,iento, muchas de ellas, de las ya existentes

Itinerario del Evangelio de Marcos Las 94 perícopas que he ido identificando las he distribuido en grandes unidades que llamaremos períodos. Por ejemplo: Jesús se va a Tiro, a Sidón, etc...por la Decápolis: este período lo he intitulado: “Ida al extranjero”, pues está perfectamente delimitado. Otro: Jesús atraviesa el lago, se va a la otra orilla, y después vuelve a la orilla judía, esta ida y vuelta forman también una unidad. En el momento de organizar las perícopas de primera redacción, después de excluir las perícopas de segunda redacción, me he encontrado con que, frecuentemente, las grandes unidades coinciden. Marcos ha respetado las grandes unidades de la primera redacción, si bien las ha ampliado o ha añadido otras nuevas.

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Los XIV períodos de la primera redacción I. PROLEGOMENOS: JUAN BAUTISTA Y JESÚS MESIAS II. PROCLAMA DEL REINO DE DIOS POR LAS SINAGOGAS DE GALILEA III. LOS REFORMISTAS Y LOS EXCLUIDOS DE ISRAEL: CRÍTICAS DE LOS FARISEOS,

DEFENSORES DE LA LEY IV. CONFIGURACIÓN DEL ISRAEL MESIÁNICO: REACCIÓN DE LOS LETRADOS Y LOS

FAMILIARES DE JESÚS V. ENSEÑANZA EN PARABOLAS A LA MULTITUD: EXCLUSIVISMO DE LOS

DISCÍPULOS VI. MISIÓN DE LOS DOCE A ISRAEL: REACCIÓN DEL REY HERODES, DE LOS

FARISEOS Y DE ALGUNOS LETRADOS VENIDOS DE JERUSALEN VII. RETIRADA AL EXTRANJERO: EL MESIAS PRESENTA SUS CREDENCIALES AL

MUNDO PAGANO VIII. RETORNO AL TERRITORIO JUDIO: LOS FARISEOS EXIGEN UNA SEÑAL

ESPECTACULAR; CEGUERA DE LOS DISCÍPULOS IX. DE INCÓGNITO POR GALILEA: INSTRUCCIÓN A LOS DISCIPULOS SOBRE EL

HOMBRE SUFRIENTE X. JERUSALEN: DENUNCIA DE LA INSTITUCIÓN DEL TEMPLO Y REACCIÓN

VIOLENTA DE LOS SUMOS SACERDOTES Y DE LOS LETRADOS XI. PREPARATIVOS, CELEBRACIÓN DE LA PASCUA E INSTITUCION DE LA

EUCARISTIA XII. GETSEMANÍ: ANGUSTIA ANTE LA INMINENCIA DE LA MUERTE, TRAICIÓN DE

JUDAS Y ARRESTO DE JESÚS XIII. RESIDENCIA DE PILATOS: PROCESO POLÍTICO, TRIPLE GRITO CONDENATORIO

DE LA MULTITUD, INSTIGADA POR LOS SUMOS SACERDOTES, Y ESCARNIO DE LOS SOLDADOS

XIV. CRUCIFIXIÓN, MUERTE, SEPULTURA Y RESURRECCIÓN DE JESÚS

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Estructura interna de cada período Los períodos están formados por dos, tres o más perícopas. La estructura depende de las unidades que tenga cada período. Si hay tres, cinco, siete, siempre hay una central. Por ejemplo, en el primer período, las tres perícopas [A]-[B]-[A’], designadas con letras mayúsculas entre corchetes [ ], forman una estructura concéntrica, en el centro de ellas figura la perícopa segunda. En cierto modo, pues, tanto la primera como la tercera han de hacer referencia a esta segunda. Esto puede parecer nuevo. Normalmente leemos de manera lineal y por tanto, para nosotros la más importante sería la tercera. Las historias siempre se leen linealmente; en cambio, el evangelio, puesto que no es una composición histórica, sino que es un relato teológico, toda la temática gira en torno de un centro. En este caso, es la perícopa 2.

Pautas para entender la estructura Comencemos por la primera perícopa. Cuando hay ha un asterisco (*) quiere decir que es de primera redacción. Donde encontréis dos asteriscos o tres, quiere decir que las considero de segunda o tercera redacción. En estos casos, no encontraréis la perícopa, sino solamente el enunciado. Por tanto, todas las perícopas de un solo asterisco son de primera redacción. Como texto básico, tomaremos el Códice Bezae, pues creemos que es el más próximo al original. En la izquierda, en la columna de honor, he trascrito en español el Códice Bezae y en la columna de la derecha, el Códice Vaticano. La primera perícopa tiene cinco elementos, marcados con letras minúsculas: [a-b-c-b’-a’]. Como aquí hay cinco elementos, el tercero, “c”, es el central; si hubiera tres sería el segundo, “b”. La primera perícopa, número 1, tiene asignada la letra [A] porque es la primera del período y, como hemos dicho, tiene cinco elementos. Marcos ha situado en el elemento central el tema más importante: “Acudía a él toda la región de Judea y jerosolimitanos todos y eran bautizados en el Jordán por él a medida que confesaban sus pecados”. En lugar de la Torá, la Ley, que se leía en las sinagogas en tiempos de los evangelistas, se leía el Evangelio, primero una perícopa entera; después se explicaba. I. PROLEGOMENOS: JUAN BAUTISTA Y JESUS MESÍAS

Perícopa número 1.: *[A] 1,1-8 Proclama de Juan Bautista [a] 1 Principio de la buena noticia sobre Jesús Mesías, Hijo de Dios 2 como estaba

escrito en Isaías, el profeta: «Mira, envío mi mensajero delante de ti él preparará tu camino.

3 Voz del que clama: “en el desierto, preparad el camino al Señor enderezad los senderos de vuestro Dios.”»

[b] 4 Se presenta Juan en el desierto, bautizando y proclamando un bautismo en señal de arrepentimiento para perdón de los pecados.

[c] 5 Acudía a él toda la región de Judea y jerosolimitanos todos y eran bautizados en el Jordán por él, a medida que confesaban sus pecados.

[b’] 6 (Iba Juan vestido con una piel de camello y comía langostas y miel silvestre.) [a’] 7ª Les iba diciendo: 8a «Yo, por mi parte, os bautizo con agua; 7b pero viene

detrás de mí el que es más potente que yo, al que yo no soy quien para desatarle la correa de las sandalias; 8b él es quien os bautizará con Espíritu Santo.»

Esta perícopa abarca los versículos 1 al 8 del capítulo I.. Comencemos por el primer elemento, [a]. En los códices más primitivos no figuraba el título del libro. En aquella época no se ponía titulo. En el Códice Vaticano, en cambio, el primer versículo se ha erigido en título. Incluso en las mejores ediciones críticas ponen un punto. Si lo han puesto, quiere decir que han considerado que no constituía el primer elemento, sino el título. Por eso, en la columna de la derecha he puesto [Título] y en la otra, no. También lo he traducido de una manera diferente, porque, al ser un título, ya no podía poner “Principio de la buena noticia...”. No es necesario. Por eso, traduje la palabra griega “arje” por “origen” de la

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buena noticia. Dejaremos de lado el texto del Códice Vaticano. En el Evangelio, la primera palabra que aparece, “principio”, es la más importante de todo el escrito. ¿Por qué en griego, si los oyentes eran judíos? La comunidad de Juan Marcos era una comunidad helenista. Puede ser que hubiera también hebreos, pero básicamente era helenista, de otra manera no hubiera compuesto el evangelio en griego. Esto quiere decir que los miembros de esta comunidad eran judíos venidos de la diáspora que se habían instalado en Jerusalén. La formación teológica de estas comunidades se hacía en griego y la Biblia que leían, lo que nosotros llamamos ‘Antiguo Testamento’, era la versión griega de los Setenta, una traducción griega oficial, canónica diríamos nosotros, aceptada por la sinagoga. La traducción de los LXX presenta un texto tan bueno o mejor que el texto hebreo masorético actual. Es posible que en algunas sinagogas, más ortodoxas, tuvieran el doble texto, hebreo y griego. Que yo sepa, no existe ningún manuscrito. Lo que sí sabemos es que las comunidades cristianas leían en griego y por tanto, como la Escritura empieza por el libro del Génesis y la primera palabra del libro del Génesis es, en griego, “en arje”, “En el comienzo Dios hizo el cielo y la tierra”, esta palabra era la más importante de toda la Biblia, es como la primera letra del alfabeto, la letra “alfa”, podríamos decir, de la Escritura. Así como la omega” es la última letra. Comienza una nueva Escritura Cuando Marcos, en el momento de redactar este pequeño proyecto que tenía entre manos, quería poner una palabra que fuese la que diera el tono a todo el escrito, se lo pensó, y no le costó mucho. Él quería decirnos que aquí comienza una nueva Escritura, y con toda sencillez lo escribía en un solo ejemplar, el suyo. “Aquí comienza la nueva Escritura...” ¿Cómo podía hacer esto? Porque tenía la experiencia de que con Jesús había comenzado algo nuevo. La gran experiencia que tenía Marcos es que había conocido personalmente a Jesús. Había vivido todos los acontecimientos. El impacto de su muerte, de su fracaso. Y lo había experimentado resucitado. Con la fuerza del Espíritu había experimentado que ahí había comenzado algo muy nuevo, pero que se apoyaba en la Antigua Alianza, de otro modo no se hubiera inspirado en la primera palabra de la Escritura. Hubiera hecho una cosa completamente nueva. En cambio, ha ido a buscar aquella palabra que, en cierto modo, ya lo dijera todo: “Aquí comienza”, “principio”. En el libro del Génesis representaba el principio de la Escritura, de la Biblia. Aquí es el principio de la Buena Noticia. Es una noticia que es buena.

El Espíritu es quien da el sentido En la comunidad de Marcos no tiene vigencia la Torá. Fue elaborada por el Espíritu pero el Espíritu no destruye nada. Esto es importante para las comunidades de hoy. Quienes han tenido experiencia del Espíritu han de saber discernir, Y cuando oigan hablar a personas destructoras han de decir “no, no va la cosa por ahí”. Tampoco se trata de asumirlo todo. El Espíritu lo va cambiando a la larga. Por ejemplo, hoy día, se habla mucho de la religiosidad popular, porque a muchos les va bien. Es un hecho. Es un fenómeno que existe. Si la quieres destruir, no lo conseguirás. Si la fomentas, aún será peor. ¿Que hace el Espíritu? la transforma. Para transformarlo, primeramente lo has de asumir. Y si tú estás, por ejemplo, con un misionero que se encuentra en una situación de éstas, has de asumir la situación. Y te has de hacer incluso religioso con esas personas, pero sabiendo que, un día u otro, habrás de ayudarlos a superar todo eso. Primero te has de encarnar, que es lo que hace Marcos. Aprovecha la primera letra de la Torá, “arje”, pero le da la vuelta. Y, de hecho, todo el Evangelio de Marcos tendrá siempre presente este trasfondo de la Torá o de la Escritura. Es lo que dice Jesús: “No he venido a destruir, sino a dar cumplimiento (...) Ni una sola iota (letra) ni un solo acento desaparecerá de la Escritura antes de que se realice todo” (Mt 5,17-18). Quiere decir que no ha venido a destruir nada, pero sí a dar sentido a la Escritura. Dar sentido quiere decir que, a la larga, la Escritura adquiere un tono completamente diferente del que tenía antes. Por eso aquí la palabra “arje” es tan importante. Es el nuevo Génesis. Cada evangelista lo hará a su manera. Por ejemplo, Juan, en su prólogo dirá: “En el principio” - “en arje”, aprovechando incluso la expresión “en arje” del libro del Génesis. Mateo pondrá “Biblos geneseos Iesou Christou”, “Libro de la génesis de Jesús Mesías” y después de una gran parrafada, enumerando todas las generaciones, resultará que en Jesús se ha producido una ruptura: “Jacob engendró a José, el esposo de Maria, de la que nació Jesús, el Mesías” (Mt 1,16). Todos estos equilibrios no los hace para salvar la virginidad de Maria, sino para

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dejar bien claro que hay continuidad y discontinuidad. Una vez hecho esto dirá: “La génesis del Mesías, sin embargo, fue ésta” (1,18D), y entonces describirá otra génesis. O sea que hay dos génesis, según Mateo. Cada evangelista lo expresa a su manera. Lucas tiene otro proyecto.

Evangelio no es historia Después de la palabra “principio”, la segunda también es importante. Todas las palabras son importantes. Los judíos lo tenían muy claro. No sólo es una noticia, atención, es una “buena noticia”, “eu-anguelion”. Prácticamente aquí comienza a forjarse un nuevo género literario. No creo que Marcos fuese consciente de ello, pero de hecho él es el creador, pienso yo. No tenemos evangelios más antiguos que el suyo. Desgraciadamente, el género evangélico se ha convertido hoy prácticamente en un género histórico. Este género literario se nos ha escapado de las manos. Hablamos frecuentemente de evangelizar y de evangelización y no sabemos lo que queremos decir. Para poder decir que queremos evangelizar, habríamos de penetrar a fondo en los evangelios y ver que pretendían. No digo que no se haya hecho nada. Se ha hecho mucho, a nivel bíblico sobre todo, pero no se traduce aún en una enseñanza que transforme y acompañe nuestras comunidades. En algunos lugares ya se hace. Hay personas que están bien preparadas gracias a Dios. Es preciso que haya personas bien preparadas a nivel científico, pero también y sobre todo a nivel pastoral. Esta buena noticia tiene como objeto a Jesús. El personaje se llama “Jesús”. No “Jesucristo”. Con esta palabra compuesta se pueden hacer clónicos, pero no formar personas. “Jesús”, en cambio, es un nombre creativo. “Christos”, “Cristo”, es el Mesías. Si queremos oírlo en griego: “arje tou euangeliou Iesou Christou hiou theou”. “Principio de la buena noticia de Jesús, Mesías (o Cristo) Hijo de Dios”. Jesús es el nombre, Mesías e Hijo de Dios es la función. Visto desde la perspectiva judía es el Mesías; desde una perspectiva pagana es el Hijo de Dios. Porque el Rey, el Ungido, el Mesías, era considerado el Hijo de Dios. Marcos ha utilizado un doble lenguaje. Seguramente el título de Hijo de Dios pertenece a la segunda redacción. “Como estaba escrito en Isaías, el profeta”. Marcos se apoya rápidamente en la Escritura. El verbo griego, que he traducido al español “estaba escrito”, se encuentra en tiempo perfecto, un término técnico para designar la Escritura. Marcos es consciente de que aquello que él escribe empieza a ser Escritura, como Juan. En el rótulo de la cruz, cuando los dirigentes protestan ante Pilatos porqué ha escrito que Jesús es el Rey de los judíos, Pilatos les responde: “Lo que he escrito, está escrito” (Jn 19,22). Pilatos proclama, así, que la nueva Escritura, “gegraptai”, era el rótulo de la cruz. Los evangelistas lo tienen muy claro. La primera Escritura, las primeras palabras de la Escritura son el título de la cruz. O sea que la causa de la condena de Jesús es la nueva Escritura. Los evangelistas están llenos de teología, están plenos de experiencia. Cuando se hace teología sin experiencia del Espíritu, entonces se hace teología intelectual. “Como estaba escrito...” ¿Cómo es que Marcos no cita la Torá, la Ley? Tampoco cita a Moisés, que es quien personifica la Ley, por el hecho de ser su legislador. En el comienzo de esta buena noticia, en lugar de citar la Ley, cita al profeta Isaías. Un judío cuando se refiere a la Escritura piensa siempre en Moisés, ya que todo está supeditado a la Ley de Moisés. En las sinagogas la lectura principal era evidentemente la Torá, y todos los otros libros, incluidos los Profetas, estaban supeditados a la Torá. En el Evangelio de Marcos, en cambio, el referente principal es el profeta Isaías

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EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (3) Perícopa número 1.: *[A] 1,1-8 Proclama de Juan Bautista (continuación) El profeta Isaías, referente principal En el primer elemento [a] de esta primera perícopa Marcos cita a Isaías, ‘el profeta’: «Mira, envío mi mensajero delante de ti; él preparará tu camino. Voz del que clama: en el desierto Preparad el camino al Señor. Enderezad los senderos de vuestro Dios.”» Es muy importante que el Evangelio comience con la palabra ‘principio’, tomada del Génesis, y de inmediato haga referencia al profeta Isaías como «el profeta» por excelencia. La cita de Isaías hace alusión al libro del Éxodo (Ex 23,20.23), es decir a la Ley: «Yo envío un ángel delante de ti para que te guarde por el camino y te haga entrar en el lugar que te he preparado. Respétalo y escucha su voz. No le seas rebelde... Mi ángel irá delante de ti y te conducirá al país de los amorreos, los hititas...» Se refiere al pueblo de Dios, al pueblo de Israel, a quien Dios enviará un ángel –“mensajero delante de ti”–, para que le cuide durante el camino. Marcos interpreta que ahora ya no se trata de un pueblo, el pueblo de Israel, sino de la figura del Mesías, figura que irá precedida del ángel del Señor. Y pone como comienzo de la buena noticia: “Mira, envío mi mensajero delante de ti, él preparará tu camino”. Este camino, en el libro del Éxodo, era un camino de liberación del pueblo de Israel con vistas a entrar en la tierra prometida. En el Evangelio, el camino es el éxodo del Mesías a fin de entrar en una nueva tierra prometida, el Reino de Dios. Es importante recalcar esta superposición de planos. Una vez citado el texto de la Ley, viene propiamente el comentario de Isaías (Is 40,3): «Voz del que clama, en el desierto preparad el camino para el Señor, enderezad los senderos de vuestro Dios.”» Esta cita, justo al comienzo de la buena noticia, deja entender que ahora nuestro Dios es precisamente el Mesías: “enderezad los senderos de vuestro Dios”. Evidentemente, en el texto de Isaías, Dios es Jahvé; aquí, en la actualización de este pasaje, Dios es el Mesías. El texto, pues, toma una fuerza impresionante. Marcos partiendo de la perspectiva del Dios que se comunicaba al pueblo de Israel lo aplica al Mesías, pasando éste a ocupar el lugar de Jahvé. Esta cita, como vemos, es programática. Por eso Marcos la pone al comienzo del Evangelio. Actividad de Juan como bautista En el segundo elemento [b]: “Se presenta, Juan, en el desierto...” –sin ningún tipo de partícula introductoria, dando mucha solemnidad al acontecimiento– “...bautizando y proclamando un bautismo en señal de arrepentimiento para el perdón de los pecados.” Aquí aparece Juan por primera vez, sin artículo, por tratarse de la primera mención. En cambio, seguidamente dice que se presentó en «el desierto», con artículo, indicando así que se trata de un desierto bien conocido de los lectores. Es el desierto de Judá, donde Juan se presentó a bautizar. Marcos inicia el relato del Evangelio haciendo referencia a un movimiento popular de un personaje muy conocido de su tiempo, que se llamaba Juan, y que se puso a bautizar en el desierto, es decir, fuera de las estructuras sociales, políticas y religiosas de Israel. Aquí, ‘desierto’ no sólo tiene una connotación física, geográfica, sino que, como hemos dicho antes, rememora el antiguo éxodo, el de la salida de Egipto. Juan, precursor del Mesías, apunta aquí hacia un nuevo éxodo que, a semejanza del antiguo, es de liberación social. Y desde el desierto se pone a ‘bautizar y proclamar’, dos acciones muy bien marcadas en el texto occidental, con dos verbos: «bautizando y proclamando un bautismo en señal de arrepentimiento, para el perdón de los pecados». Este es el contenido de su mensaje, dicho en pocas palabras.

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¿De qué bautismo se trata? En el judaísmo, y de acuerdo con su cultura, el bautismo era un rito de purificación, de lavatorio ritual. Recordemos, por ejemplo, que la piscina de Siloé servía para purificarse después de una impureza legal. En el mundo profano, sin embargo, ya había adquirido el sentido de inmersión, de hundirse y ahogarse; el agua tenía connotaciones de muerte. Esta es la idea que está en la mente de Juan. El bautismo de Juan no es un bautismo de purificación ritual. Para eso no hacía falta ir al desierto, sino que tiene el sentido de ruptura con las injusticias cometidas por la sociedad, en la cual se encuentra implicado todo el pueblo. Los que escuchan esta proclama se van al desierto, van con el convencimiento de que hacen una cosa muy seria, que han de romper con todas aquellas injusticias de las que ellos son colaboradores. La proclama que da sentido al bautismo Primero hace referencia a la acción de bautizar y después a la proclama. La gente que va al Jordán van atraídos por la proclamación de Juan, pero el evangelista privilegia la acción. La proclamación nos da el sentido de este bautismo: «un bautismo en señal de arrepentimiento, para el perdón de los pecados». Es un bautismo, cuya idea es la marca. Se trata de un cambio de conducta, de romper con el pecado de injusticia que se da en la sociedad. ‘Los pecados’ es una expresión que aparece siempre en plural, y no tiene el sentido que le hemos dado nosotros modernamente al pecado, como algo individual. Es el pueblo mismo quien se siente culpable de la injusticia que se está generando. Y Juan, movido por el Espíritu, comienza esta proclama. Respuesta de todo el país judío En el elemento central de la estructura [c] leemos: «Acudía a él toda la región de Judea y jerosolimitanos todos, y eran bautizados en el Jordán por él, en la medida en que confesaban sus pecados». La región de Judea, es decir todo el país judío. Un éxodo de todos los judíos, incluidos los de la capital, los jerosolimitanos. En Marcos no aparece nunca el término sagrado «Jerusalén», sino siempre el más neutro «Jerosólima», forma profana de designar la ciudad. Es fruto de esta ruptura que ha comenzado Juan y que después Jesús continuará y hará efectiva. La ruptura del Mesías con la institución sacral de Jerusalén Más adelante Marcos dará a entender que los dirigentes no se presentaron (Mc 11,31). Todos los que acudían iban siendo bautizados en el Jordán por Juan, confesando sus pecados. Esta acción de Juan muy bien podría haber durado años. Perfil de Juan Bautista En el penúltimo elemento [b’], correlativo del segundo [b], se define cómo iba vestido: «con una piel de camello y comía langostas y miel silvestre». Marcos traza, en lenguaje figurado, el perfil de Juan, su manera de comportarse. El vestido hace referencia al modo como una persona se comporta. Su manera de vestir indica que ha roto con la sociedad y que vive de lo que hay allí, en el desierto. En el texto alejandrino hay un añadido muy curioso. Dice que Juan iba vestido con piel de camello, «con una correa de cuero ceñida a los lomos». Con esta alusión se hace referencia al Segundo (Cuarto, según la versión griega de los LXX) Libro de los Reyes 1,8, donde se dice que Elías iba vestido con un manto tejido de piel y con una cinta de cuero ceñida en torno de sus lomos. Hace una referencia explícita a la figura de Elías, una figura de la que se esperaba que había de preparar el camino del Mesías. Ahora bien, la figura de Elías era una figura violenta; en cambio, Juan no la asume del todo. En el texto occidental no se menciona este detalle, tan sólo dice que va vestido como uno de los profetas que iban predicando el cambio que se había de producir en el pueblo, si querían ser fieles a la llamada de Dios. Proclama del Baptista En el último elemento [a’], correlativo del primero [a]: «Les iba diciendo:...», Marcos resume la actitud y las grandes líneas de la proclama de Juan, y cómo él veía la situación. Hay una diferencia notable con el texto alejandrino.

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El texto alejandrino comienza con la frase: «Viene detrás de mi el que es más fuerte que yo, ante quien no soy competente para inclinarme y desligarle la correa de las sandalias.» Y acaba diciendo: «Yo os he bautizado con agua; el os bautizará con el Espíritu Santo.» En el texto occidental cambia el orden de los incisos. Comienza diciendo: «Yo, por mi parte, os bautizo con agua»; en el intermedio encontramos el primer inciso del texto alejandrino, y al final: «El es quien os bautiza con Espíritu Santo.» O sea que, entre un bautismo y otro, ha situado la frase –a modo de inclusión- donde se establece una perfecta contraposición entre el bautismo con agua de Juan y la venida del más fuerte. Además, en cuanto al bautismo que Juan administra, lo pone en presente: «Yo os bautizo con agua», es el bautismo que recibía la gente a medida que confesaban sus pecados y se sumergían dentro del agua. Después de referirse a la acción que él hace, bautizar, pone un ‘pero’: «Viene, sin embargo, detrás de mi el que es más fuerte que yo,...» Este ‘detrás de mi’, hace referencia a un posible discipulado de Jesús respecto de su maestro, Juan. Es la misma expresión que Jesús utilizará frecuentemente: “Quien quiera venir conmigo... que venga detrás de mi” (8,34). Parece, pues, que Jesús durante un tiempo habría sido discípulo de Juan. Yo no soy quien... Marcos, pone estas palabras en boca de Juan, lo que intenta decir es: ‘Atención! que este Juan no es el Mesías, que este movimiento social, que tiene mucha fuerza, no es más que una preparación.’ Esta perícopa está pensada para que no se interprete mal el papel de Juan, sobre todo por lo que se refiere a las comunidades de su tiempo. Cuando Marcos empieza a escribir este Evangelio, el movimiento de Juan tenía mucha vigencia. Era muy fuerte. En cambio el movimiento de Jesús tenia poca gente, eran solo unos cuantos. «Viene detrás de mi el que es más potente que yo». Juan reconoce que Jesús tiene más derecho que él. Cuenta con la fuerza del Espíritu Santo. Para expresarlo, utiliza una imagen muy conocida en el mundo semítico: «al que yo no soy quien para desatarle la correa de las sandalias». Se trata de la ley judía del levirato. Cuando una esposa había perdido a su marido, el hermano del difunto tenía el derecho de quedarse la esposa y darle descendencia, si no la había tenido. Ahora bien, si al hermano que le tocaba, por lo que fuera, renunciaba, entonces otro le podía desligar la correa de las sandalias. De esta manera el derecho de tomar a la esposa pasaba a ser del tercero de la familia. Marcos, con esta imagen, presenta a Jesús como el esposo de Israel. Juan considera que no es nadie para desatarle la correa de las sandalias, no quiere usurpar el papel del esposo. El esposo es Jesús. La fuerza de Jesús es el Espíritu El desierto era el lugar donde se preparaban los grandes movimientos mesiánicos. Sabemos de Judas Galileo, de Teudas, y de otros. Era el lugar donde podían reunirse tres, cuatro o cinco mil personas y provocar un alzamiento mesiánico contra el poder romano. Generalmente los masacraban y los eliminaban. Juan se presenta en el desierto, pero evita decir que aquel a quien preparaba el camino sería el Mesías, porque lo habrían entendido en un sentido violento. Lo presenta utilizando la imagen del esposo de Israel que vendrá a tomar a su esposa para darle descendencia. Según Juan, «el que es más potente que yo, al que yo no soy quien para desatarle la correa de las sandalias», tiene más derecho que él sobre la esposa, Israel. Y acaba diciendo: «Él es quien os bautizará con el Espíritu Santo.» Históricamente hablando la proclama de Juan ha de situarse en un momento en que el pueblo no tenía experiencia del Espíritu Santo. En cambio, Marcos al ponerlo en tiempo presente al comienzo del Evangelio nos está diciendo que en la comunidad a la que se dirige ya han hecho experiencia del Espíritu. Por eso Juan puede decir sin tapujos: «Yo os bautizo con agua,... él es quien os bautizará con el Espíritu Santo.» Marcos alude a la experiencia de las personas que, al entrar en la comunidad, han recibido un bautismo con agua, al que ha correspondido una experiencia del Espíritu. Si no hacemos la misma experiencia, no podemos entender este pasaje del Evangelio. Por eso habla en presente. No se trata de un presente histórico, como frecuentemente se interpreta. El texto occidental conserva los dos bautismos en tiempo presente. El alejandrino, en cambio, pone el primero en tiempo pasado y el segundo en futuro. Ha hecho historia del texto, a expensas de su actualización.

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Un sentido diferente de bautismo Tenemos aquí la contraposición de dos bautismos. La palabra es la misma. El nombre ‘bautismo’ aplicado al agua se entiende muy bien. Quiere decir sumergirse dentro del agua y, por tanto, ruptura, muerte. Es la idea básica de ‘bautismo’ de la cual Jesús se servirá precisamente en 10,38-39, cuando dirá a los discípulos: «¿Sois capaces... de ser bautizados con el bautismo con el que yo he de ser bautizado?», haciendo referencia a su muerte. Este es el sentido del bautismo de Juan. A partir de aquí podemos comprender el gesto que hizo Jesús en el Jordán. El bautismo en el Espíritu Santo no puede ser ni de ruptura ni de muerte. Se ha de tomar en un sentido diferente: la inmersión penetración de toda la persona en/por el Espíritu Santo que le infunde la vida. Si no se da la experiencia de la comunidad, todo esto son puras palabras. Éste es uno de los grandes defectos en la predicación de hoy día. No partimos de una experiencia personal del Espíritu, sino más bien de experiencias religiosas, y con experiencias religiosas no podemos avanzar mucho. Podemos ser personas religiosas, pero no unos buenos «cristianos», ungidos con el mismo Espíritu que Jesús, el Mesías/Cristo. Es necesario que, en la base, esté la experiencia del Espíritu. Perícopa número 2.: *[B] 1,9-11 Río Jordán: unción mesiánica de Jesús

[a] 9 Sucedió que, por los días aquellos, llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado en el Jordán por Juan.

[b] 10 Mientras subía del agua, vio abiertos de par en par los cielos y el Espíritu que como una paloma bajaba hacia él.

[a’] 11 Una voz dijo desde los cielos: «Tu eres mi Hijo amado, en ti me he complacido.»

La segunda perícopa tiene tan sólo tres elementos [a // b \\ a’]. Se trata de una estructura concéntrica. En el centro de la perícopa [b] se describe la experiencia de Jesús: «Mientras subía del agua...». Está perfectamente enmarcada. Esta manera de redactar, que en el fondo es un resumen de toda una predicación, invita a leer de una manera diferente estos pasajes. Se han de leer yendo desde los extremos hacia el centro, en forma de espiral. El mensaje se concentra, así, cada vez más y más, porque el Espíritu lo activa y lo actualiza de forma cada vez más incisiva. De Nazaret al desierto, pasando por el Jordán El primer elemento [a], comienza con una determinación temporal clara: «Sucedió que por los días aquellos». El verbo señala el comienzo de una acción. Un hecho que incide dentro de una continuidad, «Por los días aquellos, llegó Jesús desde de Nazaret de Galilea.» Marcos ha aislado completamente a Jesús de la multitud, lo ha separado de ella: «Y fue bautizado en el Jordán por Juan.» Lucas, que se inspira en Marcos, aún lo expresará con más claridad: «Después de bautizarse el pueblo en masa, y habiéndose bautizado también Jesús...» (Lc 3,21). Marcos concreta de dónde viene Jesús; de Juan no nos ha dicho nada, no sabemos de donde venía. La tradición posterior lo presentará como un pariente de Jesús. Jesús proviene de Nazaret, donde nació. Todo el interés en vincular el nacimiento de Jesús con Belén es teológico. Si era el Mesías había de tener, por tanto, una relación con la casa de David, había de nacer en Belén. Mateo lo hará nacer directamente en Belén en la «casa»/comunidad de José y María (Mt 2,1-11); Lucas, en un establo, pues no había lugar para ellos «en la sala de los huéspedes» (Lc 2,7). Según Marcos, de Belén no sabemos nada. Es más, en el Evangelio de Juan alguien se preguntará: «Por ventura el Mesías ha de venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías será descendiente de David y que ha de venir de Belén, el pueblo de donde era David?» (Jn 7,41-42). Es, por tanto, inverosímil que históricamente Jesús naciera en Belén. ¡Vio!... una experiencia personal En el segundo elemento [b] se describe de manera sincrónica la subida de Jesús del agua y la bajada del Espíritu Santo sobre él: «Mientras subía del agua, vio abiertos de par en par los cielos...». Si no hubiera ‘subido’ y salido del río, no habría hecho la experiencia del Espíritu. Precisamente la ha tenido, a partir del momento que ha aceptado la muerte. Ya se ha sumergido en el agua. Aquí, en el Jordán lo ha hecho de una manera virtual; después, en el momento de su muerte se hará realidad este gesto profético.

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Si no tenemos un mínimo de experiencia del Espíritu nunca sabremos que quiere decir ‘subir’. En general, la gente reacciona de forma violenta ante situaciones agresivas, porque permite que la agresividad ‘baje’ hacia abajo, atravesando el diafragma, afectando el sistema parasimpático. Cuando alguien supera toda forma de agresividad, ‘sube’ y todo se torna placido... Y toda persona cuando ‘sube’, mejora su dignidad como persona. (En los grabados e iconos aparece Jesús dentro del agua, no se le suele representar ‘subiendo del agua’. Es una clara deformación del texto evangélico.) La fuerza de esta imagen, en cambio, radica en la precisión ‘mientras subía del agua’. No son propiamente ‘los cielos’ sino Jesús quien se ha abierto de par en par’ al proyecto de Dios. ‘Abrirse de par en par’ quiere decir que en él no hay ninguna resistencia ni fisura. El texto alejandrino ha cambiado el verbo: «vio que se rasgaban los cielos». No hay ninguna referencia en el Antiguo Testamento donde se diga que ‘se rasgan los cielos’. Siempre se dice que ‘se abrieron’. Se trata de una teofanía. Nosotros entendemos las teofanías en el sentido de que es Dios quien se manifiesta. Y en realidad no es así. Es el hombre quien puede ‘cerrarse’ o ‘abrirse’ a la oferta de Dios. No puede haber ningún tipo de teofanía si tu no te abres de par en par’ al proyecto que Dios te propone.

EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (4) Perícopa número 2.: *[B] 1,9-11 Río Jordán: unción mesiánica de Jesús (continuación)

[a] 9 Sucedió que, por los días aquellos, llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado en el Jordán por Juan.

[b] 10 Mientras subía del agua, vio abiertos los cielos de par en par y el Espíritu que como una paloma bajaba hacia él.

[a’] 11 Una voz dijo desde los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido» En la lección anterior hablábamos de la experiencia personal de Jesús. El desierto aparece por todas partes, estos días. Vivimos en un desierto. Y en este desierto se puede hacer una experiencia muy positiva, pero la ha de hacer cada uno, nadie la puede hacer por nosotros. Se trata (recordad la lección anterior) de partir de una experiencia personal. Este es uno de los fallos de las comunidades de hoy día. No partimos de una experiencia personal profunda. Hemos hecho demasiado rápido experiencias religiosas. Pero, con experiencias religiosas no avanzaremos mucho, por no decir nada. Podemos ser unos buenos religiosos pero no unos buenos cristianos, ungidos con el mismo Espíritu de Jesús. Hacia una teología ascendente: ¡de abajo hacia arriba! En el momento en que Jesús sube, el Espíritu Santo baja. Para los evangelistas, los términos subir y bajar, no tienen el mismo sentido que nosotros les damos hoy. “Subir” tiene un sentido fuerte, un impulso interior que proviene de la experiencia del Espíritu y que había pregustado el pueblo de Israel cuando subía al templo de Jerusalén. Esta experiencia religiosa de los peregrinos está muy remarcada en los textos de la TaNaC. Por ejemplo, en los Salmos: ‘¡Subamos a la ciudad santa!’, a la magnificencia del Templo, a la gran ciudad, la ciudad de David, etc. El evangelista cambia la dirección de este ‘subir’. Se trata ahora de ‘subir por dentro’.Cuando Jesús ‘sube del agua’, sale de aquel ambiente de muerte y empieza a respirar con unos pulmones nuevos. Es como un recién nacido que sale de las aguas maternales. (Podríamos decir que rompe aguas, de alguna manera.) Hace una experiencia de Dios que, aunque a buen seguro, ya había hecho otras, como ésta, sin embargo, no la había hecho nunca. Le cambia completamente la vida. La comunidad cristiana así lo entendió al preparar a conciencia la celebración del bautismo, como un acto reflejo, con toda una ambientación que marcase profundamente a la persona..., si bien todo esto, después, se ha diluido. La palabra ‘bajar’ tiene también otro sentido. ‘Bajar’ es abajarse, rebajarse. Es el Espíritu el que baja. Cuando hablamos del ‘Verbo encarnado’, no lo hemos de entender como si hubiera bajado del cielo. Toda nuestra teología está muy condicionada por la teología gnóstica, todo viene de arriba abajo. El verbo de Dios que ha bajado, se ha rebajado, se ha hecho hombre. Ved la carta a los filipenses. Es una manera de hacer teología, pero no la única.

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En la carne se ha manifestado Dios. Carne y Espíritu El evangelista se sirve de otra imagen. Quien se rebaja es el Espíritu Santo. Fijémonos en esta imagen: Es Dios mismo el que se rebaja. Porque, si no se acerca a su criatura, el hombre continuará siendo un homínido por mucho que nos consideremos “homo sapiens sapiens”. El hombre tiene que levantarse por dentro. «Un hombre ha atravesado el Jordán aun no hace dos mil años...» (decía el Villancico antiguo). Carne y Espíritu son las dos dimensiones que se han fusionado en el hombre Jesús. La carne es lo que el hombre Jesús tiene, el resultado de todo el empuje de la evolución; el Espíritu es el que se ha abajado. Si no se hubiera rebajado, no hubiera podido colaborar con esta carne. Y en la medida en que la carne se vaya transformando, el Espíritu irá subiendo. Lo que ha pasado en Jesús es que, por primera vez en toda la historia de la humanidad, Dios ha encontrado un individuo que se ha abierto de par en par a su proyecto: “los cielos abiertos”. Es él, Jesús, el que se ha abierto de par en par, no los cielos. Toda la historia de la humanidad es una preparación constante de este momento histórico. Sobre todo la historia de Israel. En su ‘pequeña’ historia hay un momento en que Jesús toma conciencia... Es lo que nos ha dicho Ignacio, el obispo de Síria, en la su carta a los Efesios 7,2:

«Hay ha un sólo Médico Al mismo tiempo carne y Espíritu,

Engendrado e ingénito: en la carne ha llegado a ser Dios,

en la muerte Vida verdadera; nacido tanto de Maria como de Dios: primero pasible y después impasible,

Jesús Mesías, nuestro Señor» En la carne ha llegado a ser Dios. En la carne... Es decir todos, cada uno de nosotros, podemos realizar esta experiencia. En cambio, cuando hablamos de la segunda persona de la Santísima Trinidad que se ha encarnado en el hombre Jesús, nosotros no nos sentimos interpelados. Entonces nos hemos de sentir hijos adoptivos... Y adoptamos un lenguaje que no es el del evangelio. ¡Somos hijos de Dios! Las dos dimensiones se encuentran Las cosas son mucho más sencillas. La experiencia del Espíritu es concreta. Eres tú quien la irás desarrollando. ¿Porqué nos encontramos bien cuando nos reunimos? ¿Porqué, cuando contribuimos a crear un ambiente celebrando la Eucaristía nos encontramos bien y nos marca?..., porque se va creando este clima en el cual, como en un seno materno, tú puedes comenzar a respirar en esta otra dimensión. El verbo katabaino, “bajar”, Marcos lo pone en masculino: kai to pneuma... katabainon, con una o larga, y no breve como sería si concertase con to pneuma. Siempre que hable del Espíritu, hará concertar en masculino. Porque el Espíritu es personal. Es el Espíritu personal de Dios que se comunica ahora plenamente a una persona que se llama Jesús, o sea que hay total sintonía. Pero el evangelista ha querido remarcar este aspecto: es el mismo Espíritu-persona el que se abaja. Y va hacia Jesús. Por primera vez en la historia, se han unido en el hombre-Jesús la carne y el Espíritu de una manera total. El Espíritu ha bajado hacia él, porque el hombre-Jesús se ha abierto al Espíritu. Cuando él sube, el otro baja. Llega un momento en que se compenetran y se fusionan las dos dimensiones, Jesús toma conciencia de que es el Mesías. La nueva dimensión: “Una voz dijo...” El tercer y último elemento [c’] revela el contenido de la Voz celeste. Una vez el evangelista ha formulado esta experiencia de Jesús, ahora la deletrea, la comunica. Nosotros habríamos comenzado por las palabras. Pero anteriormente ha de existir la experiencia, si no, no podemos hablar. La comunidad de Marcos lo sabe muy bien, antes es el gesto que la palabra. La voz del cielo es Dios que habla. Se repite la misma imagen del comienzo del Génesis: «En el principio Dios hizo el cielo y la tierra... El Espíritu planeaba sobre las aguas». En los targums se presenta la imagen de un gran pájaro que está incubando las aguas primordiales, como si dijéramos el

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huevo del universo. El Espíritu de Dios que baja sobre Jesús está incubando al Hombre que sale del agua. Se necesita un poco de imaginación creativa, para no quererlo explicar todo racionalmente y para meterse dentro. Y después: «Dios dijo...». Ésta es la palabra, pero si no hubiera incubado la palabra, Dios no habría encontrado el medio para poderse comunicar. O sea, que Dios se comunica a través de su propio Espíritu y crea el big-bang. Pero ha de esperar que llegue este hombre, Jesús, para que por primera vez, pueda comunicarse de una manera plena. «Tu eres mi Hijo, el amado». La clave de bóveda: preparar el ambiente La locución: «Tú eres mi Hijo, el amado» presupone e interpreta toda la TaNaC. Toda la historia de la evolución está en función de este momento. Si no hubiera habido catorce mil millones de años de historia, no habría sido posible este momento. Dios hace las cosas orgánicamente, hasta que la misma criatura llegue a abrirse a su proyecto. Nosotros decimos: “Si pudiera transmitir a otros la experiencia que yo tengo...” Tú no la puedes transmitir, pero puedes preparar el ambiente para que otros no hayan de partir desde donde tú has comenzado, sino de un grado más alto en la escala de la evolución. Porque si tú preparas, creas el ambiente. Ésta es la fuerza de transmisión de la comunidad cristiana. No a base de imposiciones o rituales. La Voz del cielo, que viene de arriba, manifiesta que Jesús es el fruto de su amor: «Tú eres mi hijo, el amado». Por primera vez en toda la historia de la creación Dios ha podido pronunciar esta palabra. Aunque el verbo “amar” ya se ha predicado de otras personas, ahora toma su sentido pleno. Si nosotros hubiéramos estado en el Jordán y hubiéramos visto a Jesús entre los discípulos de Juan, haciendo este gesto solidario (el bautismo de Juan) como hicieron todos los otros, puede ser que en la cara le hubiéramos notado alguna cosa, pero poquita cosa. Además, él no nos lo explicaría, porque sabe que no lo entenderíamos. Si no has hecho la misma experiencia, no lo puedes entender. Pues bien, eso es lo que tenemos que hacer nosotros. “Tú eres..., en ti me he complacido” La teología occidental no va por aquí. Aún se habla del alma separada, que si tiene o no ya la visión beatífica..., etc. Si hay continuidad en la otra vida, no es a nivel del alma, es a nivel del don del Espíritu que se integra en mí, y yo le voy dando nombre. Cuanto más se desarrolle en tí, más te realizas. «En tí me he complacido». Personalizado del todo. Nuestra antropología basada en la distinción entre alma y espíritu aquí no funciona. Nuestros conceptos no nos ayudan a expresar bien todo esto. Aquí funciona el esquema carne-espíritu, que es el de la antropología oriental. Cuando nos hablan de la psique, hablan de la vida. El que pone su vida al servicio de los otros..., no su alma. Las categorías empleadas aquí son “carne”, como producto de la evolución, y “espíritu”, el don que Dios da a todos los hombres. En la carne está el alma, está la vida, está todo. En tiempo del evangelista se hablaba del espíritu del hombre y del Espíritu de Dios. El espíritu del hombre es el don que, inicialmente, ha dado Dios a toda persona. Como Dios ha escogido este tipo de economía, este tipo de creación, desde el comienzo el Espíritu está dentro de la creación, forma parte de su proyecto. Ahora bien, sólo se puede desarrollar cuando tú libremente le das entrada. Por tanto, el espíritu que hay en el hombre es esta potencialidad activa de poderse abrir. Porque si no, no te abrirías nunca al proyecto de Dios. Si sólo tuviéramos la animalidad, no lo hubiéramos conseguido nunca. En el momento en que tú eres una persona libre, ya tienes espíritu... Orígenes hablaba mucho del espíritu del hombre. Decía que era la conciencia interior de la persona. La carta de Pablo a los Romanos habla de mi espíritu que sintoniza con el Espíritu Santo: «El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Díos» (8,16) Hay sintonía, porque se encuentra dentro de la misma criatura. Es algo que tengo yo. Es un don de Dios intrínseco en la creación. El Espíritu Santo, en cambio, es el gran don que Dios hace a los que se abren y colaboran con su proyecto. Sintoniza con el espíritu del hombre porque los dos provienen de una misma Fuente y tienden a realizar un único proyecto, el de la creación-salvación del hombre.

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EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (5) Perícopa núm. 3: [A’] *1,12-13 El desierto: la prueba

[a] 12 Inmediatamente el Espíritu Santo lo expulsó hacia el desierto. [b] 13 Estuvo en el desierto una cuarentena de días, y era tentado por Satanás. [a’] Estaba entre las fieras y los ángeles le prestaban servicio.

El primer elemento [a] subraya la inmediatez con que el Espíritu expulsa a Jesús hacia el desierto. Con razón el texto occidental puntualiza que es el Espíritu «Santo» quien le empuja hacia el desierto, porque es el Espíritu el que acaba de consagrar/santificar a Jesús. A partir de ahora, Jesús es el Mesías, el ’Ungido’, consagrado por el Espíritu. Nos encontramos aquí con un término que hace pensar. (Sobre todo si nos queremos sumergir dentro del mundo judío, donde una palabra nos guía hacia atrás hasta identificar una situación del libro de la Ley donde aparecía esta misma palabra.) Es la palabra ‘expulsar’, obviada generalmente por los traductores. Traducen la palabra por ‘impelir, impulsar, empujar’. Si la traducimos por ‘expulsar’, nos podremos trasladar al lugar de la Torá (el Pentatéuco) donde aparece por primera vez: «Entonces el Señor-Dios expulsó al hombre del jardín del Edén, para que trabajase la tierra de donde había sido sacado» (Gènesi 3,23). ¿Qué ha hecho para que le expulsaran? El hecho de que aparezca la misma palabra en la escena del paraíso, no quiere decir que se ha de interpretar en el mismo sentido. Nos sirve como punto de referencia. Lo que sí hemos de tomar seriamente es el significado de la palabra ‘expulsar’: ‘Sacar a alguien de una situación donde se encontraba muy bien. Jesús, con la placidez que le procuraba la experiencia del Espíritu, se hubiera podido quedar toda la vida en esta situación paradisíaca. El Espíritu Santo, en cambio, le fuerza a salir de este estado de bienaventuranza y le conduce ‘al desierto’, donde habrá de poner en práctica la misión para la que ha recibido esta fuerza. Hay personas que han hecho experiencias parecidas del Espíritu, pero después, por falta de discernimiento, no las han utilizado para dinamizar las tareas para las que habían recibido este gran don y se han quedado embobadas intentando recuperar con toda clase de ritos aquella experiencia tan gratuita. Y es que la experiencia del Espíritu languidece e incluso puede desaparecer o quedarse completamente adormecida si no se emplea en la dirección en la que el Espíritu sopla. La experiencia que procura el Espíritu Santo no es para la auto-contemplación, sino para que la persona que ha sido consagrada la traduzca en un compromiso personal hacia los otros. Por eso Marcos precisa que el Espíritu Santo lo expulsó «inmediatamente», evitando así que se quedara extasiado y que se la apropiara poniéndola a prueba en medio de los avatares de la vida. ¿De que desierto se trata? El desierto fue el lugar a donde fueron a parar Adán y Eva. Es como si hubieran vivido en una situación irreal y de golpe se encontrasen con la cruda realidad, concreta. Se trata de un desierto conocido (lleva artículo) Desde antiguo lo relacionaríamos con el desierto de Juan, pero por el contexto que lo envuelve —como veremos enseguida— nos indica que se trata de un desierto bien diferente. El desierto de Juan estaba bien localizado, cerca del río Jordán. Aquí no hay ninguna localización. Además, éste es un desierto habitado. El desierto donde Juan bautizaba era un lugar inhóspito. En el mismo desierto, además de Juan y sus discípulos, entre los que se encontraba Andrés, también se encontraba Simón, hermano de Andrés, pero por otros motivos (ver Jn 1,40-41) En el desierto se reunían a millares cuando planificaban un alzamiento mesiánico... (cf. Lc 8,29; Hch 21,38; 5,36.37). En «el desierto», en sentido metafórico, a donde Jesús ha sido llevado por el Espíritu Santo, hay cuatro personajes: Jesús, Satanás, las fieras, y los ángeles. En el centro se encuentran Satanás y las fieras, porque son los que dominan este desierto. Son la imagen cruda del poder: político, económico, religioso. Con pocos trazos Marcos describe la sociedad de su tiempo (fácilmente aplicable a la sociedad contemporánea) La sociedad moderna es exactamente igual que la del tiempo de Jesús, si bien, hoy, la

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sociedad comienza a reaccionar contra el imperio de la violencia física o moral, política o religiosa, aunque eso no se reconozca oficialmente, pues hay mas ángeles que nunca. Los «ángeles» son precisamente los voluntarios de toda clase que prestan servicio, trabajan por la paz, denuncian las injusticias, se comprometen con los más marginados. Prueba cualificante En el segundo elemento [b] se describe la prueba a la que Satanás, el Adversario por antonomasia, somete a Jesús en el desierto. Fue la reacción normal a la vivencia profunda del Espíritu que Jesús estaba experimentando. «Estuvo en el desierto una cuarentena de días.» Se pone de relieve el número ‘cuarenta’. Este número es paradigmático para un judío. Hace referencia a los cuarenta años que el pueblo de Israel pasó en el desierto. Jesús actualiza lo que hizo el pueblo de Dios en el desierto, cuando salió de Egipto. Pero la tierra opresora ahora no es ya la tierra de Egipto, sino ¡la tierra Prometida! Por eso vuelve al desierto y habrá de superar la prueba a la que le someterá Satanás que durará toda su vida. Marcos sólo lo apunta, no lo especifica. Mateo y Lucas lo explicitarán describiendo las tres situaciones o ‘tentaciones’ a que fue sometido Jesús, por Satanás. La tradición ha tenido buen cuidado de desactivarlas presentándolas como tentaciones interiores y enmarcarlas en un contexto cuaresmal. Satanás intenta disuadir a Jesús de ser consecuente con el proyecto que se ha propuesto llevar a término. Aceptando este proyecto, el Espíritu le ha dado la fuerza para realizarlo. Esta fuerza del Espíritu ‘Santo’, sin embargo, suscita, en cierto modo, que surja como reacción contraria la del espíritu ‘inmundo’, diametralmente opuesta al proyecto de Dios. El estar de Jesús en el ‘desierto-sociedad’ y ‘la prueba’ se encuentran en el mismo nivel. Toda la vida de Jesús estará condicionada por esta prueba constante a la que le someterán toda clase de colectivos, sobre todo religiosos, entre ellos los mismos discípulos. Recordemos, que Jesús dirá a Pedro: «Vete detrás de mí, Satanás» (Mc 8,33). Estaba...con la fuerza del Espíritu «Estaba» en compañía de las fieras que le rodeaban. No dice que le molestasen, pero tampoco dice que Jesús hiciera nada ni que reaccionase con ningún tipo de ataque, sencillamente ‘estaba’ rodeado por las fieras, símbolos de toda clase de poder. Toda la vida de Jesús estará marcada por la presencia de “las fieras”. Intentarán y conseguirán matarle, pero él no reaccionará nunca con violencia. A diferencia de las “fieras”, “los ángeles”, los mensajeros, están activos, al servicio del Mesías. Marcos describe con los trazos imprescindibles la experiencia de Jesús en el Jordán y la puesta a prueba de esta experiencia que abarca toda la vida de Jesús. Nunca más dirá en el Evangelio que Jesús actúe movido por el Espíritu. No lo dirá, porque presupone que está lleno de él y que toda su actuación está conducida por el Espíritu. Forman una sola cosa. Con esta fuerza llevará a término su misión. La experiencia que le ha conferido el Espíritu es que él es el Mesías. No lo sabe nadie más, exceptuando a Juan Baptista, según confiesa el mismo (Jn 1,33-34) Tan sólo lo sabe él. Pero no lo puede hacer público. Provocaría un alzamiento mesiánico, que es lo que intentará Satanás. Mateo y Lucas —como ya hemos apuntado— lo desarrollan reduciendo los sucesivos intentos del diablo de hacerle desistir de su propósito a tres pruebas o ‘tentaciones’: el mesianismo popular, el mesianismo religioso y el mesianismo político. Son las tres formas de mesianismo que en aquella época se hacían presentes: el político era un mesianismo violento, el religioso era el que pretendían los fariseos observantes de la Ley, el popular es el que quería la gente, que les sacara las castañas del fuego, haciendo milagros y convirtiendo las piedras en panes. Marcos, nada de nada. [Saltemos las perícopas cuarta (**1,14-15) y quinta (**1,16-20), pues —según la hipótesis que hemos planteado como punto de partida— corresponden a una segunda redacción. Recordad que en todas ellas se explicita el nombre de Jesús. Las perícopas de segunda redacción son duplicados de otras que figuraban en una primera redacción del Evangelio, mucho más simple.]

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II. PROCLAMA DEL REINO DE DIOS POR LAS SINAGOGAS DE GALILEA Perícopa núm. 6: [A] *1,21-28 Sinagoga de Cafarnaún: liberación, en sábado, del hombre poseído por la ideología de los letrados

[a] 21 Se dirigió a Cafarnaún. [b] Inmediatamente, el sábado, entró en la sinagoga y se puso a enseñarles. [c] 22 Estaban presos de estupor por su enseñanza [d] (Es que les iba enseñando como quien tiene autoridad, no como los letrados.) [e] 23 Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, y se puso a gritar

contra él: 24 «Qué tenemos en común nosotros y tú, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Se quién eres tú: ¡el Ungido de Dios!»

[e’] 25 Le conjuró diciendo: «Calla y sal de este hombre, espíritu inmundo!» [d’] 26 Salió el espíritu inmundo, después de agitarlo convulsivamente. [c’] Y habiendo gritado con voz potente, salió de él. [b’] 27 Se aterrorizaron todos, hasta el punto de discutir entre ellos mismos diciendo: «¿Qué es

esta enseñanza tan nueva?»: «La autoridad personificada, que hasta a los espíritus inmundos conmina, y le obedecen!»

[a’] 28 Se extendió su fama por todo el territorio circundante de Galilea. El segundo período (II.) consta de cuatro perícopas [A] [B] // \\ [B’] [A’], y cada perícopa tiene su propia estructura. La primera [A] tiene una estructura bipolar [a b c d e // \\ e’d’ c’ b’a’]. Recordemos lo que dijimos en la segunda lección sobre la estructura interna de cada período. Es preciso leer estos relatos de forma concéntrica, buscando siempre el núcleo central que, en este caso, tanto por lo que se refiere al segundo período como a la primera perícopa, es bipolar [B] // [B’] y [e] // [e’]. Enseñanza en la sinagoga. Reacción de los asistentes En el primero y segundo elemento [a]-[b] se comprueba una nueva composición de lugar (Cafarnaún y sinagoga) y una nueva determinación temporal (sábado). El sábado inmediato a su vuelta a Cafarnaún, Jesús entra a la sinagoga y se pone a enseñar. El público de la sinagoga se da cuenta de que el nivel de su enseñanza es superior al de los letrados. Le conocen personalmente, porque convivía con ellos. Por otro lado, Jesús conocía muy bien la liturgia de la sinagoga y la utilizaba. Se levantó, probablemente, para hacer la lectura y se puso a enseñarles. No era normal que uno de los asistentes a la sinagoga se pusiera a enseñar, pues eso era competencia de los letrados. Lucas situará esta primera aparición en público de Jesús, después de la unción mesiánica del Jordán, en la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4,16-17). Marcos la coloca en Cafarnaún, situada en la orilla judía del lago de Galilea, cruce de rutas comerciales y de caravanas de nativos y extranjeros. Tercer elemento [c], y se quedaron «llenos de estupor por su enseñanza». No estaban acostumbrados a aquella manera de enseñar. La enseñanza tradicional les dejaba indiferentes. No les afectaba personalmente. La manera de enseñar de Jesús les sacudía el polvo, les interpelaba directamente. En el cuarto elemento [d], Marcos da una explicación: «es que les enseñaba como quien tiene autoridad, no como los letrados» Jesús interpreta la escritura con la autoridad que le ha conferido el Espíritu Santo. Intencionadamente el evangelista no concreta qué pasaje de la Escritura les comentaba Jesús. De esta manera la enseñanza en la sinagoga de Cafarnaún adquiere fuerza de paradigma. Los letrados no hacían nada más que repetir la enseñanza tradicional, reforzada con citas de todo tipo de autoridades y maestros de la Ley de la antigüedad. Recitaban de memoria e imponían fardos cada vez más pesados sobre la espalda de los oyentes (cf. Mt 23,4; Lc 11,46), hasta el punto de reducir la persona, debilitada y encorvada bajo el peso de sus imposiciones, a una situación de sumisión total, incapacitándola para rehacerse (cf. Lc 13,10-11). Del estupor a la reacción furibunda del espíritu inmundo Entremos en el primer punto del elemento central [e] que nos describe la situación que imperaba en la sinagoga antes de la venida de Jesús: «Había en la sinagoga —formando parte de ella en coexistencia

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pacífica— un hombre poseído (o inspirado) por un espíritu inmundo.» Esta situación no había sido nunca cuestionada por nadie. Jesús dice cosas que producen impacto, y la coexistencia pacífica ahora se ve perturbada por su enseñanza. Por eso el evangelista describe a continuación la reacción airada del espíritu inmundo: «Y se puso a gritar contra él...». Mientras que la enseñanza de Jesús dejaba estupefactos a sus oyentes, una fuerza diabólica residente desde tiempo inmemorial en la sinagoga, pero que ha estado allí imperturbable hasta aquel instante, reacciona violentamente y se pone a gritar contra Jesús: «Qué tenemos en común nosotros y tú, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a perdernos? Sé quién eres tú: ¡el Ungido de Dios!» Habla en plural, en nombre de los dirigentes (los letrados) y de una parte del público asistente. No se ha podido contener, y finalmente ha explotado. A pesar de formar parte integrante de la sinagoga («Había en la sinagoga») —podríamos decir que es el «espíritu» de la sinagoga —, es «inmundo», es decir ‘impuro’ desde el punto de vista del evangelista y, por tanto, de Jesús. La confrontación no podía ser mayor: la doctrina de los letrados, basada fundamentalmente en la Ley de lo puro y lo impuro, vista desde la perspectiva de Jesús es ‘impura’, pues atenta directamente contra el proyecto de Dios creador, que todo «lo declaró puro» (Hch 10,15, repetido en 11,9). Ahora bien, como es ‘espíritu’, goza de la capacidad de penetración que le es propia, pero la utiliza contra Jesús lleno del Espíritu Santo. Él le denuncia delante de todos los oyentes como de ‘Nazaret’, es decir como a un individuo fanático natural de Nazaret e identificado con el espíritu zelota que animaba a los habitantes de aquel lugar. La enseñanza de Jesús en la sinagoga puede significar su perdición. Pero, en lugar de reconocer que es una enseñanza liberadora de los fardos legales, la malinterpreta como si se tratara de la doctrina de un revolucionario zelota que les hará ‘perder’ la privilegiada situación religiosa tolerada por los romanos. Por eso le identifica como si fuese un Mesías violento: «Sé quien eres tú: ¡el Ungido/ Consagrado por Dios!» De esta manera, conociendo su identidad y haciéndola pública, intenta dominarlo y ponerlo en evidencia.

EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (6) Perícopa núm. 6: [A] *1,21-28 Sinagoga de Cafarnaún: liberación, en sábado, del hombre poseído

por la ideología de los letrados (continuación) [a] 21 Se dirigió a Cafarnaún. [b] Inmediatamente, el sábado, entró en la sinagoga y se puso a enseñarles. [c] 22 Estaban presos de estupor por su enseñanza [d] (Es que les iba enseñando como quién tiene autoridad, no como los letrados.) [e] 23 Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, y se puso a gritar

contra él: 24 «Qué tenemos en común nosotros y tú, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Sé quién eres tú: ¡ el Ungido de Dios!»

[e’] 25 Le conjuró diciendo: «Calla y sal de este hombre, espíritu inmundo!» [d’] 26 Salió el espíritu inmundo, después de agitarlo convulsivamente. [c’] Y gritando con voz potente, salió de él. [b’] 27 Se aterrorizaron todos, hasta el punto de discutir entre ellos mismos diciendo: «Qué es

esta enseñanza tan nueva?»: «La autoridad personificada, que hasta a los espíritus inmundos conmina, y le obedecen!»

[a’] 28 Se extendió su fama por todo el territorio circundante de Galilea. La enseñanza con autoridad conjura al espíritu inmundo Nos encontramos en el segundo punto del elemento central [e’] Después de la reacción airada del endemoniado, que tipifica a una parte del público de la sinagoga, sobre todo de los dirigentes que ante la enseñanza de Jesús han reaccionado con mucha violencia, Jesús reacciona también e increpa al espíritu inmundo con un conjuro. Aparece aquí por primera vez un término técnico que significa ‘exorcizar’, ‘reñir fuertemente’. Los evangelistas lo utilizan con referencia a los espíritus inmundos, que son las

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ideologías fanatizantes que cuesta tanto erradicar. Es lo que quiere expresar con el verbo ‘conjurar’, que no se refiere a un hecho puntual sino a una enseñanza continuada de Jesús, una enseñanza que, al final, llega a eliminar la mentalidad que impedía al público de la sinagoga aceptar aquella nueva enseñanza. Hoy pasa lo mismo con la mentalidad ambiental. Hay mentalidades muy fuertes que chocan y reaccionan ante una manera de pensar diferente. En el evangelio no hay situaciones puntuales, que hoy no nos digan nada. Si reconstruimos las situaciones que se van dando en los tiempos de Jesús, nos daremos cuenta de que se repiten las mismas situaciones. Hoy también hay endemoniados, personas poseídas por ideologías fanáticas, la ideología de la violencia, que es la de siempre. Le conjuró diciendo: «Calla y sal de este hombre, espíritu inmundo!». Esta fórmula condensa toda una enseñanza que vete a saber el tiempo que duró, hasta conseguir ‘expulsar’ al mal espíritu. Vuelve a aparecer aquí el verbo ‘expulsar’. Se presentó por primera vez cuando el Espíritu Santo expulsó a Jesús de aquella situación de paraíso y le empujó hacia el desierto. Ahora es Jesús quien expulsa al mal espíritu. ‘Expulsar’ quiere decir sacar de una situación; aquí, de una experiencia negativa vivida por un individuo poseído por una ideología, fanática, capaz de hacer lo imposible. Es preciso notar que este espíritu inmundo se encuentra dentro de la sinagoga, en el lugar de los observantes de la ley, donde los letrados predican una moral basada en la ley de lo puro y lo impuro. Salida airada del espíritu inmundo En el primer elemento del tramo descendente [d’] se describe la salida turbulenta y convulsiva del espíritu inmundo: «salió el espíritu inmundo, después de agitarlo convulsivamente», retorciéndolo. La imagen es la de un espíritu que provoca convulsiones en un individuo, como la de un epiléptico. La resistencia del hombre provoca estas convulsiones. Se repite el verbo‘salir’, término técnico que tiene siempre connotaciones de éxodo, en cualquier contexto que se encuentre. Segundo elemento del tramo descendente [c’]: «Y habiendo gritado con voz potente salió de el.» El evangelista ha elaborado un quiasma, poniendo el verbo ‘salir’ al comienzo y al final del segundo elemento y en medio, las convulsiones y el grito. Es una manera de expresar la resistencia a dejarse liberar: las convulsiones, a nivel físico, y el gran grito, a nivel de la palabra. Primero va siempre el hecho y después la palabra que lo explica. Incluso puede tener capacidad, este individuo o el grupo que él representa, de neutralizar esta enseñanza liberadora, y entonces se produce la involución. Finalmente, el espíritu inmundo que había sido conminado por Jesús a silenciar su identidad ha salido gritando con voz poderosa.. La enseñanza continuada de Jesús le ha liberado. Espanto y desconcierto de los oyentes En el penúltimo elemento [b’] se comprueba una nueva reacción de los asistentes, ahora de espanto y desconcierto por la novedad de la enseñanza impartida por Jesús y por su fuerza liberadora: «Se espantaron todos, hasta el punto de discutir entre ellos mismos diciendo: “¿Qué es esta enseñanza tan nueva?”: “La autoridad personificada, que se dirige a los espíritus inmundos conminándoles, y le obedecen!”» Se distinguen claramente dos coros. Pregunta y respuesta. Un primer coro formula la pregunta: «Qué es esta enseñanza tan nueva?», y un segundo coro le responde: “La autoridad personificada». Es una manera nueva de enseñar, muy diferente de la de los letrados que, en las homilías de los sábados, años y más años siempre decían lo mismo. No habían oído nunca esta manera de enseñar, es nueva. El segundo coro proviene del mismo público que va tomando conciencia. Una nueva manera de enseñar «La autoridad personificada». Aquí vuelve a presentarse un término técnico, un vocablo que aparecerá varias veces, el vocablo ‘exusia’, difícil de traducir, que traducimos por ‘autoridad’. Significa capacidad de actuar, capacidad de hablar, capacidad total que tiene la persona que es libre para poder decir lo que piensa y con fundamento. El texto occidental precisa, con un pronombre, que se trata de ‘la misma autoridad’, que hemos traducido por ‘la autoridad personificada’. En la persona de Jesús se materializa toda la capacidad de liberación, y la comunidad le llamará ‘el Salvador’. Pero esta palabra ya la hemos mal interpretado, la hemos reducido a la salvación del alma. Ha sido necesario que llegara la teología de la liberación para hacernos ver cual es el sentido real que

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tiene esta palabra. Recordemos las resistencias que ha provocado en las altas esferas. Habituados a la enseñanza de los letrados de hoy, nuestro público se ha habituado a unas homilías que ya no significan nada. La enseñanza de los letrados no es que sea mala, consiste en redondear las cosas de tal manera que llega un momento en que ya no dice nada. La teología liberadora es la que Jesús enseña, él es ‘la autoridad personalizada’. ¿De dónde le viene esta capacidad? Esta autoridad le viene de la experiencia del Espíritu Santo. Espíritu Santo y espíritu inmundo son diametralmente opuestos. Todo cristiano habría de tener esta capacidad, una ‘autoridad’ que surge de la experiencia del Espíritu. Si no la despertamos, tendremos siempre comunidades silenciosas. El cristiano reinterpreta constantemente todo lo que ve. Reinterpreta desde dentro todo lo que le rodea. Intenta ver qué significa. Y la experiencia del Espíritu, dado que es una experiencia común, la podemos ir notando cuando la podemos compartir con otros, es la comunión. Uno se siente en seguida en comunión con muchas personas que están haciendo la misma reinterpretación de la realidad, a partir de la experiencia que sale de dentro. No estábamos acostumbrados. Hay que partir de esta experiencia. Es lo que han intentado hacer todas las religiones inicialmente, pero esta experiencia se ha interpretado tan mal que llega un momento en que nos ‘ata’ incapacitándonos para reinterpretarla. Entonces, vamos adormeciendo a las personas a base de reglas, ritos, tabúes. Cada religión tiene las suyas. Pero nadie puede ‘atar’ al Espíritu Santo. La palabra la podemos atar, hacerla callar, al Espíritu no. Si el cristiano se mueve en este nivel, se va situando y toma conciencia de a dónde va el proyecto de Dios. Esta ‘autoridad personificada’ «¡conmina a los espíritus inmundos, y le obedecen!». Se presenta de nuevo un verbo parecido, ‘epitimao’, que si bien no es tan técnico, es el equivalente: ‘conmina’ a los espíritus, y le obedecen, quiere decir que a la larga se liberan los que estaban poseídos. La fama de Jesús se extiende por el territorio circundante de Galilea El último elemento [a’] se corresponde con el primero [a]. El acontecimiento de la sinagoga de Cafarnaún propicia que la fama de Jesús se extienda por toda la región de Galilea: «salió su fama rápidamente por todo el territorio circundante de Galilea». Ahora es la fama de Jesús la que ‘sale’, provocada por la ‘salida’ del espíritu inmundo. Corrió su fama como el fuego por todo el territorio. Describe cómo se proyecta la liberación, que se ha producido en la sinagoga de Cafarnaún, por toda Galilea. Expresa en pocas palabras el resultado de toda la predicación de Jesús, una predicación que puede haber durado meses o años y que ha tenido un gran eco por toda Galilea. De hecho, Jesús ya no se moverá de aquí. Por toda Galilea quiere decir por cuatro o cinco ciudades importantes. Perícopa núm. 7: *[B] 1,29-31 La comunidad de Simón y Andrés: liberación de la suegra de Simón,

postrada por la fiebre nacionalista

[a] 29 Saliendo de la sinagoga, fue a la comunidad de Simón y Andrés en compañía de Santiago y Juan.

[b] 30 (Estaba postrada la suegra de Simón, con fiebre.) [c] Y directamente le informaron a propósito de ella. [b’] 31 Se acercó, extendió la mano, la cogió y la levantó. [a’] Al instante le pasó la fiebre, y se puso a servirles.

La comunidad de Simón y Andrés En el primer elemento [a] se comprueba una nueva composición de lugar (casa/comunidad), en contraste con la anterior (sinagoga). «Saliendo de la sinagoga, fue a la comunidad de Simón y Andrés en compañía de Santiago y Juan.» Al ‘salir’ (él), en singular, según el texto occidental. Es, pues, Jesús quien ha ‘salido’ de la sinagoga. El otro texto, el alejandrino, precisa que ‘salieron ellos de la sinagoga y fueron...’ Se trata de una casa concreta. Pero esta casa está fuera de la sinagoga. Nos está diciendo que

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esta casa está al margen, que sus habitantes no tienen nada que ver con la sinagoga. En el mismo sabat hay quien ha ido a la sinagoga, y quien no ha ido. Esta casa o comunidad tiene su propia vida. Hay dos personajes que la tipifican. Dos personajes marcan una comunidad. Esta comunidad tiene nombre. Los personajes ya se han presentado en la perícopa núm. 5 (que no comentamos). ‘Jesús llamó a Simón y Andrés’. Marcos tendría que haber puesto aquí el articulo: ‘a casa de ‘el’ Simón y de ‘el’Andrés...’, porque ya era un personaje conocido. Se trata de una pequeña incoherencia de la segunda redacción El primer personaje es el que marca. Aquí no sabemos si son hermanos o no; en la segunda redacción nos dirá que son hermanos. El primero siempre es el que preside la comunidad. Va ‘en compañía de Santiago y Juan’. Si dice que es él quien ha salido de la sinagoga y ha ido a casa de Simón y Andrés acompañado de Santiago y Juan, quiere decir que éstos no asistieron a la reunión sinagogal y que se han unido a Jesús cuando éste salió de la sinagoga; en cierto modo, comulgan con Simón y Andrés. Ahora bien, si esta casa-comunidad está al margen de la sinagoga, indica que estos también viven al margen de la sinagoga. Jesús, saliendo, se margina también de la sinagoga y toma contacto con unas comunidades que viven al margen de la institución religiosa. Tenemos, pues, dos comunidades diferentes —Simón y Andrés; Santiago y Juan—, y Jesús que se diferencia de todos ellos. Se reúnen todos juntos en la misma casa, y eso quiere decir que comparten actitudes semejantes. La suegra de Simón, postrada por la fiebre nacionalista En el segundo elemento [b] se describe la agitación de signo nacionalista que afectaba exclusivamente al círculo de Simón. «Estaba postrada la suegra de Simón, con fiebre.» Aunque formen un mismo grupo, la fiebre solo afecta a Simón por parte de su suegra. Es la manera de no implicar a Andrés en lo que significa esta ‘fiebre’. Hay que situar esta fiebre en la línea del fanatismo de la sinagoga, pero fuera de ella. El fanatismo de la sinagoga, en principio, no era violento sino religioso, si bien algún día podría llevar a una guerra santa. Pero, al margen de la sinagoga, hay muchos grupos violentos. Marcos no dice nada de estos personajes. El público de Marcos sabia muy bien quiénes eran estos personajes y de dónde venían. Nosotros lo hemos de adivinar. En el Evangelio de Juan se comprueba que después de que Jesús hizo la experiencia del Espíritu, habiendo pasado el Jordán, dos discípulos de Juan se fueron con Jesús. Uno es innominado, el otro es Andrés. Andrés pertenece al grupo de Juan, un grupo que no es fanático, que no es violento, pero que ha roto con la sociedad. Ha hecho la ruptura con la sociedad y ha ido a vivir al desierto. Andrés, una vez ha encontrado el lugar donde vive Jesús, se ha quedado allí; encuentra a su hermano Simón y le dice: ‘Hemos encontrado al Mesías.’ Simón buscaba al Mesías, pero le buscaba en otra dirección. Andrés lleva a Simón al grupo de Jesús. Simón no era discípulo de Juan. ¿Dónde estaba? Si se encontraba también él en el desierto ¿es que preparaba un alzamiento, como hacían otros grupos que se concentraban en el desierto? Todos ellos estaban ‘postrados’, como la suegra de Simón. Informan a Jesús sobre la nueva situación En el centro de la perícopa [c] aparecen unos personajes anónimos, preocupados por la grave situación que afecta a una parte de la comunidad. Jesús acaba de llegar, e ‘inmediatamente’ le informan sobre la grave situación en que se encuentra esta comunidad, situación que Jesús desconoce. La gravísima situación afecta a Simón, pero no a Andrés. Marcos usa el tiempo presente, actualizante, no debe llamarse presente histórico. Habla de individuos que son capaces de discernir las situaciones. También hoy proyectamos sobre Jesús las situaciones nuevas y actuales. Y las reinterpretamos inspirándonos en el proyecto que él continúa avalando. Es un intercambio de iguales, a nivel de espíritu. Si verdaderamente Dios es un Dios que actúa a través de su creación, nos confiere una responsabilidad semejante a la de quienes informaron sobre el Jesús histórico, a fin de que le proyectemos también nosotros sobre las nuevas situaciones que se van creando a nuestro alrededor. Y estamos reinterpretando situaciones valiéndonos del proyecto que él nos ha enseñado y que continúa avalándo para que se encarne en personas concretas. Jesús endereza la situación

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En el cuarto elemento [a’] Jesús toma conciencia de la situación de postración y la endereza: «Se acercó, extendió la mano, la cogió y la levantó» Todo un proceso. Primero se acerca. Si estás distanciado, no verás nada. Con anterioridad, le han informado, ahora reacciona y se acerca a la situación. Seguidamente extiende la mano, manera de indicar que actúa. A continuación la toca, ‘la cogió’. ¿Se trata del tabú sobre lo puro y lo impuro? Teniendo presente que era sábado (sabat), la impureza que comporta tocar con la mano tendría que ver con el hecho de no observar la ley, porque primero la ha tocado y después la ha levantado, doble trabajo, prohibido en sábado. Con este gesto Jesús pone de manifiesto que no cree en eso. En casa de Simón nadie se espanta, porque ya hace tiempo que han roto con la institución religiosa. Jesús muestra así que la liberación no se hace en nombre de la Ley. Para El no existe el sábado, ya ha salido de la sinagoga. A la vez, los sucesivos verbos –acercar, tocar, coger, levantar– describen un proceso muy lento, muy largo. Se necesitan años para conseguirlo. Las cosas no se hacen sólo en un día. El mismo esfuerzo que ha hecho en la sinagoga para expulsar a aquella mentalidad fanática, ahora, lo ha tenido que hacer aquí, pero de una manera diferente. Aquella era una mentalidad, digamos, de violencia, sobre todo de palabra. Aquí es una violencia más física, que postra a la persona o a la comunidad, y Jesús la levanta, la endereza. El servicio, distintivo de la comunidad de Jesús ‘Al instante’, ‘Inmediatamente’... (¿Inmediatamente?, pero si ha durado mucho este proceso!). ‘Inmediatamente’ quiere decir, que en el punto culminante en que la ha levantado, en el momento en que la suegra ha dejado de estar postrada y ha pasado a ser una persona enderezada, «al instante le remitió la fiebre» La fiebre no puede afectar a personas que están de pie; ahora se ha enderezado y se puso a servirles. Ya puede servirse de sus manos, de su persona, haciendo un servicio a todo el grupo. Marcos ha definido cómo actúa la comunidad de Jesús. Se encuentra al margen de la sinagoga, liberada de toda ideología fanática y poniéndose al servicio de los otros. En los evangelios cada pasaje, cada perícopa, va describiendo nuevas facetas, hasta que al final se ve el proyecto completo. Perícopa núm. 8: *[B’] 1,32-34 Curaciones y liberaciones de toda clase de fanatismos

[a] 32 Al atardecer, cuando declina el sol, traen a presencia de él a todos los que se encontraban mal por enfermedades diversas y los endemoniados.

[b] 33 (La entera ciudad estaba congregada cerca de su puerta.) [a’] 34 Les curó y a los que tenían demonios los expulsó de ellos, si bien no les permitía

hablar, ya que sabían quién era él. Se pone el sol sobre la institución religiosa Pero se ‘hace oscuro‘, se pone el sol. Esta fórmula —‘al atardecer’, ‘cuando se hace oscuro’— en el Evangelio de Marcos se presenta cinco veces: 4,35; 6,47; 11,11; 14,17; 15,42, más o menos la misma expresión. Ésta es la primera vez que aparece. Eso es muy importante. El evangelista nos va dando pautas, utilizado términos técnicos, para que aprendamos a leer. Diciendo ‘al atardecer’ indica que se está acabando el sábado. Hay mucha gente retenida en casa, porque hay una Ley que prohíbe hacer, en sábado, cualquier tipo de esfuerzo o trabajo. Cuando se pone el sol, se acaba el sábado. Al acabarse el sábado, la gente comienza a salir de casa. Comienza el día de trabajo. Al final del evangelio, en la escena del sepulcro se repetirá esta situación. Allí habrá oscurecido, se habrá acabado la vigencia de la institución judía y será el momento en que nos percataremos de que Jesús ha resucitado. Aquí la gente sale de las casas. Allá será Jesús quien saldrá porque ya habrá oscurecido totalmente. Los ‘camilleros’ actúan en el anonimato En el primer elemento [a] se comprueba la reacción de la población, una vez acabado el precepto sabático: «Llevaron a su presencia todos los que se encontraban enfermos por enfermedades diversas y a los endemoniados» Hay muchas formas de enfermedades. Hay muchas ideologías, pero no todas son fanáticas. Prácticas, maneras de pensar, costumbres, etc., que no llegan a ser posesivas. Otras son más

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duras. (Drogas más o menos duras) ¿Pero, quiénes son los que los llevan? Nuevamente unos individuos ‘anónimos’. Es la segunda vez que se presentan, saben que Jesús puede liberar a esta gente, esperan que se acabe el sábado, porque estaba prohibido hacer cualquier trabajo y justo cuando se acaba de poner el sol, van a buscar toda la gente que se encontraba mal y la llevan a Jesús. La puerta de Jesús está siempre abierta El elemento central [b] constituye un paréntesis: «(La entera ciudad estaba congregada al lado de su puerta.)» Hemos salido de la ‘sinagoga’. Y ahora Marcos precisa que la ciudad entera ‘estaba congregada’, usando el mismo verbo, ‘sinago’. Fijémonos en la expresión, que está muy acentuada: ‘Estaba la entera ciudad congregada allí’,... ¿dónde?, ‘en su puerta’. ¿De qué ‘puerta’ se trata? ¿No estábamos en la casa de Simón? Éste ‘su’, ¿a quién hace referencia? ¡Los voluntarios anónimos no llevan la gente a Simón, sino a Jesús! Es la típica ambigüedad de la primera redacción del Evangelio de Marcos. Puesto que no aparece nunca el nombre de Jesús, y siempre el pronombre, hay que leerlo teniendo en cuenta siempre el contexto. Al comienzo decía: ‘habiendo oscurecido… llevaron a la presencia de él’ (aquí tenemos el pronombre)...; ahora precisa que ‘la entera ciudad estaba congregada en su puerta’. A partir del momento en que esta comunidad (la casa de Simón) se ha puesto al servicio de los otros, ya es la casa de Jesús. Además la gente se ‘congrega’ allí como si fuese una sinagoga, pero no entra, no forma parte de la comunidad, sencillamente esta congregada a la puerta de la comunidad. Algunos tal vez entraran. Aquella casa que antes era una casa llena de violencia, donde vivía la suegra postrada por la fiebre nacionalista, ahora resulta que es una casa de servicio; la puerta está abierta y la gente está congregada a la puerta. El texto alejandrino, en cambio, dice: ‘estaba congregada a la puerta’. Ha suprimido ‘de su’ y por tanto, ha eliminado la ambigüedad, pero entonces ya no nos dice nada, de esa manera, a medida que los textos se van redondeando, van perdiendo fuerza. Jesús cura a los enfermos y expulsa los demonios En el último elemento [a’], en perfecta correspondencia con el primero [a] se describen las curaciones y liberaciones obradas por Jesús. «Les curó» No dice si son muchos o pocos, lo que interesa es la cualidad y no tanto la cantidad, tal como ha hecho el texto alejandrino. Aquí las cantidades no cuentan. Lo que cuenta son las personas. «Y a los que tenían demonios, los expulso de ellos, si bien no les permitía hablar, ya que sabían quién era él.» ¿Los demonios sabían quién era? Se repite el grito que lanzó el endemoniado de la sinagoga: ‘Sé quien eres, el Mesías, el consagrado por Dios.’ Y es que el espíritu inmundo es ‘espíritu’. Lo que pasa es que uno es Santo y el otro es inmundo. Uno respeta la persona y el otro se aprovecha de ella y la utiliza. El Espíritu Santo es el espíritu de la creación, pero como reacción a la creación surge un mal espíritu, que es el que todo lo somete, el espíritu del poder. Al nivel que sea, de religión, de política, de sociedad, todo queda dominado por este espíritu; a unos les adormece, a otros los posee, a otros los deja enfermizos. Pero el mensaje de Jesús pretende que las personas sean curadas, que sean libres, que puedan actuar, que tengan autoridad, una capacidad de actuar que les salga de dentro. Es decir, que dejen surgir al Espíritu Santo. Espíritu Santo y espíritu inmundo son incompatibles. Si el Espíritu Santo no puede desarrollarse, el espíritu inmundo llega a dominarlo todo. Estos espíritus inmundos conocen bien las situaciones. Porque son ellos mismos los que han creado esas situaciones de poder. ¿Quién ha creado las diferencias entre los hombres y los ha enfrentado unos contra otros? En eso hemos participado todos, las razas, las religiones; todo aquello que separa no ayuda a tener una mentalidad abierta. Si los cristianos no somos los que proyectamos esta luz, si no somos los que iluminamos estas situaciones, si no somos liberadores... el espíritu inmundo lo domina todo. No puede haber otra teología que no sea la liberadora, para que ayude a desarrollar la fuerza del Espíritu. La teología de Juan Bautista intentó crear un grupo que estuviera liberado de todo aquello que le retenía, y que se expresaba en el pecado. Nosotros, el pecado lo hemos reducido a una cosa muy personal, como si no estuviera en la sociedad. Nosotros somos promotores de este pecado de la sociedad, de la injusticia, donde todo está jerarquizado, Y los que están arriba son los que se lo pasan bien, mientras que los otros permanecen excluidos y pisoteados. La comunidad de Jesús, a medida que va quitando el pecado del mundo, permite que surja el Espíritu de la creación. Sólo él puede evitar que se produzca una

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evolución centrípeta, cerrada sobre sí misma. La creación ha de tender a ser centrífuga, abierta, sin ningún tipo de fronteras. EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (7) Nos encontramos en la última secuencia del segundo período: II PROCLAMA DEL REINO DE DIOS POR LAS SINAGOGAS DE GALILEA.

EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (7) Perícopa núm. 9.: *[A’] 1,35-39 Éxodo hacia el lugar desierto y proclama por las sinagogas de

Galilea

[a] 35 De mañana, muy oscuro aún, salió y partió hacia el lugar desierto, y allí oró. [b] 36 Le alcanzaron e ntonces Simón y sus compañeros. [c] 37 Cuando le encontraron, le dicen: «¡Todos te están buscando!» [b’] 38 Les respondió: «Vayamos a las aldeas cercanas y a las ciudades, a fin de predicar

también allí, que para eso precisamente he salido.» [a’] 39 E iba predicando por las sinagogas de ellos, por la entera Galilea, y expulsando a los

demonios. Cambio de ubicación, de espacio y de tiempo. En el primer elemento [a], ubicado en un ‘lugar desierto’ y en el momento en que despuntaba el día, se narra el éxodo de Jesús hacia el desierto, a fin de pedir discernimiento. Es un elemento muy condensado con una serie de vocablos técnicos. «Salir...», un término técnico Jesús se encontraba en Cafarnaún. Había salido ya de la sinagoga y su fama había salido también por toda Galilea. Marcos subraya este término técnico. Ahora, muy de noche aún, vuelve a salir. No estamos acostumbrados a este lenguaje tan condensado. El mensaje nos ha llegado en términos muy condensados; para descifrarlos hemos de conocer los códigos de los que se servía el evangelista. El evangelista no escribía un libro, para ponerlo en manos de la gente, sino un manual que le sirviera de pauta para la predicación. Nos falta el ‘libro del maestro’ (las explicaciones orales) que nos ayudaría a interpretar los pasajes siguiendo las claves de interpretación que tenía el evangelista. Decimos esto a propósito del verbo ‘salir’. Salir connota siempre un ‘éxodo’. Jesús está haciendo un éxodo constante. Ha ‘salido’ de la sinagoga. Ha ‘salido’ de Cafarnaún. Y ahora ‘sale’ hacia el lugar desierto. Marcos está como martilleando, con este verbo, el éxodo progresivo de Jesús fuera de la institución religiosa. «El lugar desierto...», otro término técnico El texto Alejandrino dice: «Se levantó y salió hacia un lugar desierto», sin artículo, es decir se fue a un lugar indeterminado, sin insistir en el hecho de alejarse (‘partió’, Códice Bezae). En cambio el Códice Bezae, le pone artículo. Al decir ‘al lugar desierto’, nos sitúa en el mismo desierto al que le había expulsado el Espíritu Santo. El evangelista, sin embargo, ha añadido la palabra lugar (en griego ‘topos’), término técnico para designar el Templo. Siempre que se presenta un ‘topos’, hay una referencia al Templo, positiva o negativa. Si se habla de otro ‘topos’, quiere decir que se encuentra en un lugar equidistante y enfrentado al Templo. Por lo tanto, aquí hay una referencia a que el Templo está desierto. Una manera de indicar el vacío que hay dentro de las instituciones religiosas y políticas de Israel. Jesús sale hacia ese lugar.

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Jesús ha hecho una durísima experiencia; primeramente en la sinagoga; después, en la casa de Simón y Andrés. La gente ha ido a su casa. Ha hecho experiencias muy contradictorias, difíciles de digerir. ¿Cómo puede anunciar el mensaje a una sociedad que está desierta, que tiene los oídos cerrados? Cuando te enfrentas a la sociedad, en sentido global, tanto a nivel religioso como político, te encuentras como en un desierto y no sabes cómo te has de mover. Los criterios que funcionan son otros. Esta experiencia de Jesús es la que tendríamos que ir haciendo nosotros, sobre todo en la medida en que vamos tomando conciencia. Pero, si seguimos pensando como todo el mundo, con los parámetros vigentes, entonces no haces ninguna experiencia, te encuentras bien y no te enfrentas. El desierto, lugar de discernimiento «Y allí rezó». No se trata de una oración personal, que seguro que hacía, porque era un hombre de una gran experiencia espiritual. Aquí la oración de Jesús tiene otro sentido. Es la primera vez que sale. Lucas dice que Jesús se puso a orar en el momento que tuvo la experiencia del Espíritu; Marcos, en cambio, pone la oración de Jesús en un momento muy duro. En un momento en que no sabe por dónde tirar. No sabe muy bien cómo ha de llevar a cabo esta misión. Ya hemos visto en qué situación se encontraba la sinagoga, y la casa de Simón, llena de violencia. También la gente está llena de enfermedades y fanatismos. Se da cuenta de cómo está la sociedad de su tiempo, en Galilea, en el territorio por donde él se mueve. Y allí oró. Eso, por cuanto hace referencia a las coordenadas de espacio. Por lo que se refiere al tiempo, lo indica en dos palabras: «de madrugada, muy de noche aún». Por un lado, indica que aún estaba oscuro; por otro, que empieza a salir la luz. La oscuridad hace referencia a la situación que acaba de experimentar al inicio de su misión. Cuando sale, Sin embargo, ya empieza a ver, a pesar de que aún es de noche. La oración le irá clarificando cómo ha de llevar a cabo su misión. Jesús pide luz. No es cuestión de un día ni de unas semanas. Puede haber sido un proceso muy largo. No sabemos con certeza el tiempo que Jesús estuvo predicando. Lo hemos reducido, como todo, a nivel puramente literal, un año, tres años..., no sabemos casi nada. Simón y sus compañeros intentan aprovecharse de la coyuntura En el segundo elemento [b] se describe el intento de Simón y compañeros, de sacar partido de la situación. «Le alcanzaron entonces Simón y sus compañeros». La palabra alcanzar/perseguir quiere expresar ‘ir detrás de las huellas de un individuo’, pero es para acorralarlo y pararle los pies. Le quieren retener. Entonces le salen al encuentro, viendo que se les esfumaba aquella situación tan propicia. Jesús lo tenía todo a favor. Tenía la entera ciudad a las puertas de la casa. Y Él los había curado. Con su enseñanza había intentado crear un clima adecuado, para que pudieran escuchar el mensaje de Dios y actuar en consecuencia. Había predicado una teología liberadora que permitiera edificar el reino de Dios. Pero Jesús ha visto que el ambiente no estaba suficientemente fino. Ha salido, porque no veía claro cómo había de seguir. Entonces Simón, que ya se había constituido líder, y sus compañeros van tras él para decirle: ‘Aprovecha la ocasión; ¡ahora es tu momento!’. No saben muy bien si es el Mesías, pero intuyen que tiene una gran fuerza, por la manera de hablar, por la manera de actuar, por todo lo que sale de sus manos. Todos ellos son violentos, si bien con diferentes grados de violencia. Tienen sus ideas. Pretenden que Jesús comience en Cafarnaún su enfrentamiento con la Institución. Jesús se distancia del entusiasmo de las masas En el elemento central [c] se manifiesta la intención de esta búsqueda. Van tras él para atraparlo: «Todos te están buscando!». ‘¿Porqué te vas?’, le vienen a decir. Marcos utiliza el presente: «le dicen». Con estos presentes pone el acento en situaciones reales que aún se dan en sus comunidades, (como también en las nuestras) Pongamos un ejemplo. Ante una gran manifestación de masas de tipo religioso, nos damos cuenta de que Jesús se va y se hace el distraido. Enseguida le iríamos detrás: ‘Mira, aquí tienes un millón de personas que te escuchan. ¡Aprovéchalo!’ Éste es el sentido del texto. Jesús no se fía de las masas y ve, que pese a haber inaugurado su misión curándolos de diversas enfermedades fanatizadoras, no ha conseguido hacerse entender. Quieren sacar partido de su

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popularidad; pretenden que renuncie a su plan y se integre en su partido político-religioso de reformismo violento. Es la tentación del poder. La misión de Jesús es buscar personas. Y para dialogar de persona a persona se necesita otro clima. Si queremos formar comunidades cristianas que sean clarividentes, habríamos de tener gente preparada. Y, además, pensar que las comunidades han de ser poco numerosas. De personas que sean capaces, cada una, de hablar y de actuar. Hemos de llegar a la persona. Y posiblemente nos encontremos ahora en un momento muy interesante, porque comienzan a despertarse las personas. Jesús apela a la misión que le ha sido encomendada En el primer elemento descendente [b’] se contiene la respuesta enérgica de Jesús a las pretensiones de los discípulos. «Les responde: ‘Vamos a las aldeas cercanas y a las ciudades, a fin de predicar también allí, que para eso precisamente he salido’» Encontramos otra vez el verbo ‘salir’: «He salido precisamente para eso. Es él quien ha salido para ir todas partes, a fin de no quedarse estancado en un lugar donde podía encontrarse bien, pues tenía la gente a la puerta de casa, pero el mensaje ha de ser predicado por todas partes: «en las aldeas cercanas. La palabra ‘cercana’ da idea de qué manera entiende Jesús que se ha de predicar. Quiere el contacto personal. Por eso dice ‘cercanas’. La vida de Jesús se desarrolla a un nivel bastante reducido, prácticamente alrededor del lago y aún, si se quiere, al lado izquierdo, entre Cafanaún, Magdala, Tiberíades, etc... Alguna ida al otro lado, si acaso, para escaparse de la situación. En total, son justamente unos cuantos kilómetros cuadrados, el ámbito donde se mueve Jesús porque es consciente de que no se trata de abarcar grandes masas, sino de formar personas. Pero lo tiene difícil porque aquellos a los que escogerá como colaboradores suyos, los Doce, como dirigentes de grupo, serán los que más se resistirán a aceptar su mensaje. Predicación por las sinagogas de Galilea En el último elemento [a’] Marcos deja constancia de la predicación continuada de Jesús por las sinagogas de Galilea: «Iba predicando por las sinagogas de ellos, por la entera Galilea, y expulsando a los demonios». Fijémonos en una breve precisión. No dice por las sinagogas, sino por las sinagogas de ellos. Marcos nos indica que Jesús ya se ha distanciado de ellos. Al inicio de la perícopa hemos visto que Jesús ‘salió y partió’. El verbo griego no solo significa ‘salir’, sino también ‘distanciarse’, dando a entender que no estaba de acuerdo con aquella situación. Esta distancia, que antes era expresada a nivel físico, ahora lo expresa a otro nivel: «por las sinagogas de ellos». O sea, que ya no tiene a la sinagoga como suya, no se siente integrado en ella. Va a los lugares donde la gente se reúne, pero él ya no comulga con el sentir de la sinagoga. Con mucha delicadeza, el evangelista va narrando la manera de actuar de Jesús, distanciándose progresivamente de las instituciones de Israel. «...por la entera Galilea»: se repite la frase que encontrábamos en la perícopa anterior «Salió su fama rápidamente por todo el territorio circundante de Galilea» (1,28). Allí era la fama; ahora es él quien sale y va predicando por las sinagogas de ellos, por la entera Galilea. No quiere decir que vaya por todas partes, sino que va anunciando esta buena noticia por pueblos y ciudades: «expulsando los demonios». No se trata de simples curaciones. La tarea liberadora de Jesús consiste en expulsar cualquier ideología alienante, contraria al plan de Dios. Si la mentalidad de la gente es contraria al proyecto de Dios, no se puede anunciar el mensaje. La sinagoga de Cafarnaún, hasta que fue Jesús a predicar allí, estaba muy tranquila. Cuando él comenzó a enseñar, reaccionó el endemoniado. Se produce entonces un choque. Estaban habituados a una manera de enseñar y de interpretar la Escritura que les iba la mar de bien. Jesús les despierta del letargo y de la somnolencia causada por las homilías de los letrados.

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III. LOS REFORMISTAS Y LOS EXCLUIDOS DE ISRAEL: CRÍTICAS DE LOS FARISEOS,

DEFENSORES DE LA LEY Perícopa núm. 10 .: *[A] 1,40-45 Un leproso se purifica

[a] 40 Acude a él un leproso pidiéndole con insistencia: «Si quisieras, puedes declararme puro.»

[b] 41 Airado, extendió la mano, le tocó y le dice: «Lo quiero, purifícate» [c] 42 Inmediatamente se alejó de él la lepra, y se purificó. [c’] 43 Se abalanzó sobre él, inmediatamente le expulsó 44 y le dice: «Mira de no decirlo a

nadie; al contrario, ve, preséntate tú mismo al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que prescribió Moisés, para que tengan una prueba.»

[b’] 45 Pero él, al salir, comenzó a pregonar y a divulgar aquel dicho, hasta al punto que ya no podía entrar manifiestamente en ninguna ciudad; Si no que se quedaba a las afueras, en lugares desiertos.

[a’] Igualmente, acudían a él de todos los lugares. Las perícopas están organizadas formando períodos. El anterior acababa diciendo: «E iba predicando por las sinagogas de ellos, por la entera Galilea, y expulsando los demonios». Es el colofón de un ciclo. Ahora comienza otro ciclo y lo hace de una manera abrupta. Un leproso pretende ser readmitido en la institución religiosa En el primer elemento [a], un leproso, expulsado por la Institución religiosa, pretende que Jesús le declare puro. Para conseguirlo, se salta la Ley: «Acude a él», va a encontrarlo. ¡Un leproso no se podía acercar a nadie! Si nos quedamos sólo con un leproso, enfermo de lepra, una enfermedad contagiosa, difícilmente entenderemos este pasaje. Marcos tipifica con este personaje, una manera de pensar y de actuar que se da por toda Galilea. A medida que Jesús ha ido predicando por las sinagogas, su fama se ha extendido y se ha creado una situación que está expresada por el evangelista mediante la figura de un leproso. Primeramente hemos de tener en cuenta quién es este personaje. Para eso será muy comveniente leer el libro del Levítico, y tendremo una idea de lo que la gente entendía entonces por leproso, que no tiene nada que ver con lo que entendemos nosotros hoy día. Dice así el libro del Levítico, capítulo 13: «El Señor habló aún a Moisés y a Aarón y les dijo: — Cuando a alguien le salga una inflamación, una erupción o una mancha blanquinosa en la piel que haga prever un caso de lepra será llevado al sacerdote Aarón o a alguno de sus descendientes sacerdotes. El sacerdote procederá al examen del mal. Si la piel presenta una cavidad y el pelo de la parte afectada toma un tono blanquecino se trata de un caso de lepra. Después de que el sacerdote le haya examinado le declarará impuro». Y a continuación va dando una serie de normas sobre lo que es impuro: «El que está enfermo de lepra irá con la ropa rasgada, la cabellera suelta, un tapabocas en la cara y gritará: “Impuro, impuro!” Mientras le dure el mal, será ritualmente impuro. (Tabú religioso). Como impuro vivirá aislado fuera del campamento», porque no puede tener contacto con nadie. Y acaba diciendo en el capítulo 14: «El Señor habló aún a Moisés. Le dijo: — Ésta es la Ley para el que ha sido declarado leproso, el día que se presente al sacerdote par ser purificado: El sacerdote saldrá fuera del campamento y procederá a examinarlo. Si comprueba que la lepra ha desaparecido ordenará que cojan, para el que se ha de purificar, dos pájaros vivos que sean puros, un tronco de cedro, lana teñida de escarlata e hisopo, etc...». La lectura de este pasaje sirve para ambientar, como una especie de composición de lugar, la interpretación correcta de la perícopa. ¿Qué significa este personaje? Si reducimos el leproso a un enfermo del siglo XXI y nos quedamos puramente en eso, perdemos de vista todo lo que significaba en tiempo de Jesús. Y si, además, lo interpretamos al pie de la letra, como hacemos siempre, ¿qué provecho sacaremos del hecho de que Jesús haya curado un leproso, como curó

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antes a enfermos y endemoniados? Nos quedaremos sin poder identificar las situaciones que se habían creado en torno a él. ¿A quién representa este individuo leproso? El leproso representa a un grupo de individuos que han sido separados, marginados, hoy diríamos ‘excomulgados’. El leproso había de quedar fuera del campamento. En tiempos de Jesús el pueblo de Israel ya era un pueblo constituido por las doce tribus repartidas por la tierra de Israel. Este individuo había de salir fuera de la ciudad, aislado de las comunidades, fuera de la sinagoga. No podía presentarse en ninguna parte hasta que el sacerdote le declarase puro. Era legalmente impuro. ¿Cuál era la causa de esta impureza? Según el libro del Levítico parece que la impureza era una enfermedad. Como tenian miedo de que fuera contagiosa, le aislaban, le ponían en cuarentena. En un momento determinado pasó a designar a aquellos individuos que, desde el punto de vista religioso, no observan la Ley y, por tanto, se les excluye de la comunidad israelita. Se trata de un individuo excomulgado, fuera de la comunidad, pero que se resiente por ello. A un agnóstico, tanto le da que le excomulguen; no cree en la Institución religiosa. No se les ocurrirá excomulgarlo. Hasta que no pase un tiempo y el tenido por leproso dé señales de que se comporta según la Ley, no será reintegrado al grupo. Con su manera de actuar, saltándose la Ley, podría contaminar a otros. Por eso lo consideran leproso. Podría tratarse de un maestro que enseñara ideas contrarias a los letrados, que representaban la interpretación oficial de la Ley, y que lo enseñara públicamente. Entonces, desde dentro de la institución, se le excluye Tendríamos un hecho semejante en el caso de José Tamayo. Desde el punto de vista de Roma, excomulgado por la conferencia Episcopal Española, se le considera como si fuera un leproso; no se debe leer lo que él escribe. Lo que pasa es que a él le da lo mismo, no se considera un leproso. En cambio, este individuo se resiente, pues continúa creyendo en esta estructura y querría ser admitido otra vez. Si él no quisiera ser admitido, pasaría a ser un agnóstico desde el punto de vista religioso. Un individuo puede ser cristiano, sin sentirse plenamente vinculado a ninguna institución. Es una manera de ser, no digo que sea ideal, pero que de hecho se da. En cambio, aquel individuo que quiere ser admitido y reconocido por la institución religiosa, sea la que sea, pero que ha sido excluido de ella, lo siente en su propia piel y se rebela actuando contra la misma. Qué es lo que ha pasado Jesús está enseñando de una manera nueva, que no sintoniza con la mentalidad oficial. La gente ve que no predica como los letrados, que su manera de enseñar no es la tradicional. Ha producido una gran liberación en la gente, eso es notorio. Y este individuo piensa que ha llegado el momento en que Jesús se la juegue y proclame públicamente que él no cree en la institución religiosa que está poniendo una carga muy pesada sobre la gente. Quiere comprometer a Jesús, con tal de liberarse de la excomunión que pesa sobre él. De momento, Jesús ha respetado las instituciones de Israel, ha ido por las sinagogas, ha aprovechado las situaciones que se le presentaban, a pesar de que ya se está distanciando de las sinagogas de ellos. Hasta ahora aún le han dejado enseñar. Intenta liberar a la gente, y piensa que aún es posible cambiar las estructuras. El leproso va hacia Jesús y le pide con insistencia, un día y otro «Si quisieras, puedes declararme puro». La traducción de este pasaje es muy delicada porque el verbo griego –katharitzo– por sí mismo quiere decir ‘purificar’, pero en tiempo aoristo toma el sentido de una declaración. Es un aoristo manifestativo. La traducción normal, ‘me puedes purificar’, no traduce todo lo que contiene esta expresión. Jesús no podía ‘purificar’, tratándose de una impureza ritual o legal; lo único que podía hacer era declarar que esta impureza legal era nula. No se trata de una purificación física. El leproso, le viene a decir: ‘Tú, con la fama que tienes, con el prestigio que tienes y que todos te reconocen, tú puedes declarar que yo soy puro y que éstos que me han excomulgado no tienen razón’. Ésta es su pretensión. Quiere que Jesús se enfrente con la institución religiosa: ‘Tú puedes declararme puro, aunque ellos me hayan declarado impuro’. Evidentemente Jesús, si acepta se la juega, porque a partir de ese momento, desde el punto de vista de las instituciones religiosas, también a él le declararán impuro. Este individuo pertenece probablemente al grupo de Jesús o ha abierto los ojos gracias a su predicación; se ha dado cuenta de la situación en que se encontraba y que Jesús no cree en todo eso y pretende que lo diga oficialmente. Que se entere todo el mundo.

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Jesús desafía la Ley e invita al leproso a que él se considere legalmente puro En el segundo elemento [b], Jesús, «airado», transgrede la Ley con el gesto de tocarlo (recordemos que estaba rigurosamente prohibido) e invita al leproso a que deje de considerarse impuro. La reacción de Jesús es muy dura. Aquí hay una diferencia importante entre el texto alejandrino y el occidental. El alejandrino dice que Jesús «se compadeció»; según el Códice Bezae, en cambio Jesús «se airó». Ciertamente, no dicen lo mismo. El acto de «compadecerse» presupone que sienta pena por la situación de marginación que connotaba la lepra y que estaba dispuesto a curarle; en cambio, la acción de «airarse» indica que Jesús estaba profundamente indignado por la proposición que acababa de hacerle de que le declarase puro, como si fuese él quien ostentaba la autoridad suprema sobre la Ley de lo puro y lo impuro. Jesús no está de acuerdo con la pretensión de este individuo, pero actúa: «extendió la mano —a pesar de que estaba prohibido tocar a un leproso— y le tocó». Primero actúa, dando a entender claramente que él no cree en este tipo de impureza, y le dice: «Lo quiero, purifícate». Es decir: ‘Eres tú mismo quien se ha de considerar libre de la Ley’. Por eso el verbo está en pasivo, que equivale a un reflexivo. Es como si dijera: ‘Quiero, sí, pero no esperes que yo te declare puro; al contrario, tú mismo has de considerarte puro’. Rehabilitación del individuo puro y observante «Inmediatamente se alejó de él la lepra, y quedó purificado». En el primer centro de la estructura bipolar [c] Marcos describe la «lepra» como si se tratara de algo externo al individuo, como se explicita a continuación, exactamente como si, una vez se haya alejado de él la lepra, quedará puro, habiendo tomado conciencia de que no es un impuro. Jesús ha conseguido que este individuo no sienta remordimiento de ser un ilegal, desde un punto de vista religioso. ‘Tú no te consideres impuro — viene a decirle— y, no considerándote así, se aleja de tí la lepra, y te quedas, como antes, en la condición de individuo puro y observante’. En el preciso momento en que el leproso tomó conciencia de ser una persona libre de imposiciones legales, «inmediatamente se alejó de él la lepra». Marcos emplea aquí el mismo verbo que más arriba hemos traducido por «partió —se alejó, se distanció— hacia el lugar desierto». Distanciarse de las situaciones que oprimen es el común denominador de estos dos pasajes. Expulsión, prohibición de decirlo a nadie y orden de presentarse al sacerdote En el complemento del elemento central [c’], Jesús, profundamente indignado, le expulsa de su entorno: «Se abalanzó sobre él...». El texto alejandrino dice que ‘le riñó’, una expresión totalmente insulsa Primero se compadece y después le riñe. El Códice Bezae conserva una expresión muy dura: ‘abalanzarse sobre él’ comporta que ha pasado algo muy importante, en estrecha relación con la acción anterior de «airarse». «..seguidamente le expulsó». Nuevamente vuelve a resonar la palsabra «expulsar». Es un verbo de sentido fuerte. Lo hemos comprobado en la acción del Espíritu Santo «empujar» a Jesús hacia al desierto, ccon una referencia clara a la expulsión de Adan y Eva del paraíso. Y también a la de Jesús de “expulsar” al endemoniado, el espíritu inmundo. Ahora <<expulsa>> a este ex – leproso. No le quiere en su grupo. No está maduro. El adverbio seguidamente connota dirección. <<Mira de no decirlo a nadie…>> Como si le dijera: ‘Tú te has de sentir puro, pero no lo digas a nadie, no lo proclames’ <al contrario, ve, muéstrate tú mismo al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que prescribió Moisés…> tal como se prescribe en el libro del Levítico, o sea: ‘tú ve al sacerdote y haz ver que estás de acuerdo con todo lo que dicen ellos, compórtate como un judío observante’. Lo que le impedía comulgar con la institución religiosa era que él no observaba la Ley. ‘Como tú no quieres ser considerado impuro, observa la Ley, ve, preséntante, haz lo que te manden, quédate con ellos. No quieras jugar conmigo. En nuestro grupo no te quiero’. <<…para que tengan una prueba>>. Para que ellos estén convencidos de que tú continúas creyendo en la validez de la Ley de lo puro y lo impuro, haz una retractación oficial y dí que sí, que tienen razón. Entonces te declararán puro.

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Repercusión negativa de la divulgación del hecho En el primer elemento descendente [b’], el hombre rehabilitado, en lugar de silenciar lo dicho por Jesús, lo divulga por todas partes, impidiéndole entrar en las ciudades y obligándole a moverse por lugares desiertos. Lo que él divulgó no era la frase de «no decirlo a nadie», sino aquella de: «Lo quiero,¡ purifícate!» El ex-leproso, expulsado por Jesús, en lugar de reintegrarse al círculo religioso de donde había sido excluido y con el que continúa identificándose, ha pregonado por todas partes que Jesús no le considera impuro, enfrentándolo así con las autoridades religiosas. Jesús le había devuelto la capacidad para que fuese un individuo autónomo y no dependiera de los que le habían excomulgado por considerar que no era un buen cumplidor de la ley. Resultado: «... ya no podía entrar manifiestamente en ninguna ciudad; sino que permanecía fuera, en lugares desiertos». Jesús ha quedado fuera, como un marginado leproso. Se queda donde estaba, «en lugares desiertos». Ya no puede entrar a las ciudades. Consecuencia inesperada En el último elemento [a’], en respuesta al mensaje proclamado por el ex-leproso, las multitudes «acudían a él de todas partes». Éstos no le piden nada, ni les importa que Jesús no vaya a la sinagoga. Saben que Jesús está con ellos, no se sienten discriminados y le muestran su adhesión. Jesús está creando un nuevo movimiento, a partir de gente marginada, como veremos en la perícopa siguiente.. EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (8) Perícopa 12: *[B] 2,13-14 llamada al recaudador de tributos, Santiago, el de Alfeo

[a] 13 Salió a la orilla del mar, y una multitud compacta acudía a él, y les enseñaba. [b] 14 Pasando vio a Santiago, el de Alfeo, sentado en el teloneo de los tributos, y le dice:

“Sígueme!” [a’] Se levantó y le siguió.

Según la estructura de la primera redacción, esta perícopa sería la segunda de un período de cuatro (A B B’ A’). La primera versa sobre el leproso. Esta perícopa sencilla y breve consta tan sólo de tres elementos: a // b \\ a’. Las perícopas breves acostumbran a ser las más importantes. Nos hemos saltado una perícopa (la undécima: **Mc 2,1-12 Sinagoga de Cafarnaún), porque —según nuestro cómputo — pertenecería a la segunda redacción. Enseñanza en la orilla del mar de Galilea El primer elemento [a] comprende la salida de Jesús, él solo, de la casa de Israel y la enseñanza impartida a una multitud que había acudido a él. Es la tercera vez que aparece el verbo ‘salir’ referido a Jesús. Esta salida tiene un significado especial. A pesar de que ‘salir’ siempre connota ‘éxodo’, la tercera salida viene a ser la definitiva. El texto alejandrino dice que “salió nuevamente”, adverbio que el Códice Bezae omite. Al precisar ‘nuevamente’, hace referencia a una primera salida cerca del mar: “Pasando a la orilla del mar de Galilea vio a Simón y Andrés...” (Mc 1,16). Esta primera llamada de los discípulos, considerada como fundamental por teólogos y exégetas en cuanto a la constitución del primer grupo de discípulos, según la hipótesis de diferentes redacciones en el Evangelio de Marcos pertenecería a la segunda redacción. Esto tiene su importancia, ya que Marcos, en primera redacción, venía a decir que Jesús dio prioridad a la llamada de Santiago el de Alfeo, un recaudador de tributos. El primer grupo, al cual Jesús habría intentado darle una cierta configuración, estaría formado por un círculo de seguidores completamente marginados por la institución judía. Eso dejaría entrever que Jesús es considerado ya en este momento como un marginado por parte de la sociedad política y religiosa.

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El añadido del adverbio ‘nuevamente’, por el texto alejandrino, podría ser meramente una glosa posterior de un copista que, al percatarse de que en la redacción final del Evangelio constaba una llamada de los primeros discípulos ‘a la orilla del mar’, habría precisado: “Salió de nuevo a la orilla del mar.” Lo que pasa es que, de rebote, iguala simplemente las dos llamadas, poniéndolas en el mismo nivel, cuando en la primera no se dice que ‘salió’ sino que ‘pasaba por allí’. Aquí, en cambio, esta muy marcado el verbo ‘salir’. ¿Es ya conocida de los oyentes o no, esta multitud? El Códice Bezae pone simplemente “una multitud compacta”, mientras que el texto alejandrino dice “toda la multitud”, con articulo. El artículo tiene función anafórica. Haría referencia a ‘la multitud’ que ‘estaba congregada cerca de la puerta’ de la casa de Israel donde se encontraba Jesús (cf. 2,2.4). En el Códice Bezae no lleva artículo y, por tanto, no se hace referencia a una multitud mencionada anteriormente. De momento, pues, quedamos que se trata de una ‘multitud compacta’, si bien no sabemos qué tipo de multitud. El punto de referencia es Jesús. Esta multitud tiene un objetivo muy claro, es dirigirse hacia Jesús. Aquí no se habla de ningún tipo de enfermedad ni de poseídos por espíritus inmundos, sólo se constata un gran interés de la multitud por la persona de Jesús, que siempre que encuentra gente que va a él, se pone a enseñarles. Es necesario cambiar la mentalidad de la gente, pero eso no se hace en un día. En nuestras comunidades falta una enseñanza que profundice sobre la persona de Jesús y su proyecto. Nuestra gente no está bien instruida desde el punto de vista cristiano. Ya podemos ir hablando de evangelizar y re-evangelizar... Son palabras vacías. ¿De qué enseñanza se trata? La enseñanza básica que debería dar la Iglesia habría de centrarse en los cuatro Evangelios (incluyendo los mal llamados ‘Hechos de los Apóstoles’, tan ‘evangelio’ como el primer volumen lucano). Todas las teologías deberían partir de aquí. Porque tan sólo los Evangelios nos hablan de Jesús. El cristianismo no es propiamente una religión de libro. Pero sí que tiene libros. El Islam es una religión de libro. No se puede tocar nada. Y el judaísmo actualmente, también lo es. Al comienzo no era una religión de libro, pero a partir del momento en que la Torá (la Ley mosáica) se convirtió en la Constitución de Israel, ya no se puede tocar ni una ‘iota’ ni una coma. Y eso a pesar de que siempre en el mundo judío ha tenido tanto valor la tradición escrita como la oral. En la iglesia católica, esta cuestión causó muchos problemas en el Concilio Vaticano II, ya que se hablaba de dos tradiciones, la escrita y la oral, como si estuviesen en el mismo nivel, pero fueran dos instancias diferentes. Lo que importa no es la letra o el libro, sino el acceso a Jesús que proporciona el texto, pero el Espíritu Santo lo adapta a las nuevas circunstancias y lo interpreta. Jesús se pone a enseñar “Y les enseñaba.” Jesús comienza siempre enseñando, de palabra o con un gesto significativo. Eso es precisamente lo que deberíamos hacer nosotros. La parte que más aprecio como presbítero son las clases, las homilías o estas charlas. Así puedes comprobar el impacto que el texto bíblico produce en las personas. Porque no hablas a una pared sino a una comunidad viva. Y notas como estas palabras van resonando en las personas, y el mensaje de Jesús va cambiando la mentalidad. Es un proceso lento que requiere aceptación y apertura. Porque, si uno tiene las puertas cerradas a cal y canto, la enseñanza rebota. En el texto que tenemos entre manos, la comunidad formada por ‘una multitud compacta que ha acudido a él’ está abierta, está interesada por su persona. No vienen a traerle enfermos o paralíticos. El evangelista describe a esta multitud con una gran simplicidad de palabras. Impresiona la manera tan sencilla con la que expresa las vivencias. Nosotros pasamos por encima, y entonces ya no es enseñanza. Los textos se van convirtiendo poco a poco en estereotipos. La identificación de esta ‘multitud’ con aquella que, en Cafarnaún, impedía la entrada del ‘Homo paralyticus’ en la casa de Israel (ved el texto alejandrino), impide darse cuenta de que Marcos está hablando de una ‘multitud’ completamente diferente, marginada ‘a la orilla del mar’, que ha visto en Jesús, marginado también por la institución religiosa, al hombre que le puede hablar de Dios, al margen de legalismos y ritualismos religiosos que ella se ha quitado de encima.

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¿A quién llama Jesús, a Leví o a Santiago, el de Alfeo? En el segundo elemento [b] se describe el proceso que culminó con la llamada del no israelita ‘Santiago, el de Alfeo’, el recaudador de tributos que tenía su teloneo (su oficina) cerca del mar. Si bien ahora aparece el mismo verbo ‘pasando’ que Marcos emplea en la llamada de los primeros discípulos en segunda redacción (cf.1, 16), aquí no lo vincula al hecho de pasar ‘por la orilla del mar’, sino simplemente: “Pasando vio a Santiago, el de Alfeo”. ¿Iba o no iba a por él? Lo que sí está claro es que no le conocía (‘Santiago’ no lleva articulo, a diferencia de ‘Simón’ de 1,16 Códice Bezae). Si antes ‘estaba enseñando’ (en tiempo imperfecto) y ahora interrumpe la enseñanza (‘al pasar vio’), parece dar a entender que estaba buscando quién era el responsable de aquella ‘multitud compacta’, como si dijera: ‘Al pasar delante de la multitud, a la que había dirigido la enseñanza, vio...’ El texto alejandrino dice que “vio a Leví, el de Alfeo”, mientras que el Códice Bezae pone: “vio a Santiago, el de Alfeo”. El cambio de nombre tiene su importancia. Cuando lleguemos al momento en que Jesús hará la elección de los Doce, encontraremos que uno de los doce elegidos se llama ‘Santiago el de Alfeo’ (Mc 3,18). Si conservamos en el Códice Bezae, el nombre de ‘Santiago, el de Alfeo’, resultará que Jesús habría integrado, en el grupo de los Doce, a uno de los ultra-marginados como es este recaudador de impuestos. Pero si cambiamos el nombre, éste ya no formará parte del grupo. ¿En qué quedamos? Según el evangelista Mateo, el hombre “sentado en el teloneo de los tributos” se llamaba ‘Mateo’ (Mt 9,9), pero le incluirá en el círculo de los Doce: “Mateo, el cobrador del teloneo”, inmediatamente antes de “Santiago el de Alfeo” (Mt 10,3). Propiamente quien ha hecho el cambio es Lucas, porque tiene otras intenciones. Si bien Lucas parte del texto de Marcos y probablemente conoce a Mateo, viendo que éste le ha cambiado el nombre, también él hace un cambio, pero poniéndole el nombre de un personaje que no se reflejará después en la lista de los Doce: “vio un cobrador del ‘teloneo’, de nombre Leví” (texto alejandrino) o bien “vió a Leví, el de Alfeo” (Códice Bezae), sentado en el teloneo (el fielato/oficina) de los tributos” (Lc 5,27). ¿Por qué Lucas no quiere que el recaudador de impuestos forme parte del grupo de los Doce? La respuesta, la reserva para más adelante y sobre todo para el segundo volumen (Hechos). Los evangelistas tienen mucha libertad a la hora de interpretar la composición del grupo de Jesús. No pretenden escribir una historia exacta, sino transmitir en forma de ‘buena noticia’ las experiencias que han hecho. Lucas tiene un proyecto de evangelio donde le interesa separar claramente a los Doce (israelitas) de los Setenta (¡samaritanos!) y de los Siete helenistas (judíos de habla griega) que vendrán después. Esta separación se corresponde con el proyecto global de Lucas. Le pondrá de nombre ‘Leví’, ya que un ‘levita’ no puede formar parte del grupo de los Doce representantes de las doce tribus d’Israel. Volvamos al evangelio de Marcos. Según el texto alejandrino, si se llama ‘Leví, el de Alfeo’, ya no encontraremos ninguna otra mención de este personaje y, por tanto, no será integrado en el grupo de los Doce dirigentes. En cambio, si conservamos el nombre de ‘Santiago, el de Alfeo’, cuando le encontremos en la lista de los Doce diremos: ‘Este es el cobrador de tributos, Santiago, hijo de Alfeo’, el primer discípulo que Jesús había escogido con nombre, siempre según la hipótesis de una primera redacción. Y justamente es un marginado. ¿Cómo sabemos que era un excluido, un marginado de la casa de Israel? Literalmente dice que “estaba sentado sobre el teloneo”. Yo he traducido “en el teloneo de los tributos”. El ‘teloneo’ (fielato) consistía en una mesa donde se cobraban los tributos implantados por los romanos y que gravaban el tránsito y la venta de mercaderías. Está situado en un lugar a la entrada de una ciudad o en la frontera, y allí recauda los impuestos que lo romanos exigen, impuestos de los vencedores, como representante de ellos y se ocupa de cobrar los impuestos de todo el que entra y sale de la ciudad. Estos recaudadores de impuestos, al servicio del ejército de ocupación, al servicio de los invasores, eran muy odiados por la gente. Además, estas personas se enriquecían exigiendo mucho más de lo que estaba establecido. Recordad aquella escena de la predicación del Bautista, según Lucas, donde dice que fueron los recaudadores de impuestos y le dijeron: “¿Maestro, qué hemos de hacer para salvarnos?” Y les respondió “No exijáis más de lo que está establecido” (Lc 3,12-13). Ésta era la mentalidad de Juan. No era un reformista. ‘Sed buenas personas —venía a decirles—, haced justicia dentro de la situación en la que os encontréis’. Juan Bautista no quería cambiar el ‘statu quo’.

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De maestro, excluido, de marginados, a seguidor de Jesús Si el evangelista dice que “estaba sentado sobre el teloneo”, da a entender que era un maestro. Maestro es el que está sentado. Con esta construcción una poco forzada gramaticalmente está diciendo que es un maestro, como los maestros de Israel, pero heterodoxo. Como recaudador de impuestos pertenece a los expulsados. Por tanto, éste es un jefe de expulsados que enseña una doctrina y una manera de hacer contraria a lo que enseñan los letrados. Qué enseña exactamente, no lo sabemos. Pero lo podemos adivinar. Un señor que está totalmente en contra de la mentalidad oficial, enfrentado con las autoridades religiosas, imparte una enseñanza bien diferente. ¿Será un agnóstico? Si enseñaba, quiere decir que tenía un público que escuchaba. ¿Dónde está su público? “Una multitud compacta acudía a él (Jesús)”. La gente que ha ido hacia Jesús, es probablemente la que estaban escuchando a ‘Santiago el de Alfeo’. Se trataría de una comunidad heterodoxa presidida por ‘Santiago, el de Alfeo’. Los dos nombres son judíos, pero se han puesto al servicio de los romanos. Como maestro, estaría impartiendo enseñanzas a una multitud marginada desde el punto de vista religioso. Cuando éstos se dan cuenta que Jesús ha ‘salido’ y que va hacia ‘el mar’, a punto de hacer también él el éxodo fuera de la institución, le vienen a buscar. Jesús pasando ve a su representante, al dirigente de esta comunidad “Y le dice.” Presente actualizante. Marcos está viviendo esta situación en su comunidad. También hoy se está dando en nuestras comunidades. Esta invitación nos la hace, Jesús, directamente ahora. No es un hecho puntual que pasó en aquel tiempo. Nos está invitando a nosotros, y cuanto más al margen te encuentres de las instituciones religiosas y políticas, más fuerte será la llamada. No digo ‘fuera’, digo ‘al margen’. Alguien que no tiene ninguna seguridad. El que está identificado con las estructuras, no podrá percibir esta llamada.“Y le dice: ‘¡Sígueme!’”. Así, por las buenas, en imperativo presente. Nosotros le habríamos echado en cara: ‘Dónde vas tú sinvergüenza, te has de convertir...’ Desde el punto de vista religioso y político de Israel es un sinvergüenza... Pero Jesús le invita: “¡Sígueme!”. Invitarle al seguimiento es la manera más íntima de invitarle a ‘seguir’ a Jesús, ya que se puede ser discípulo, pero a la vez no ser ‘seguidor’ de Jesús. Por ejemplo Pedro, será discípulo, pero no se hará ‘seguidor’ de Jesús hasta el final del capítulo 12 de los hechos de los Apóstoles. El proceso que habrá de seguir Pedro para entender verdaderamente qué pretendía Jesús será muy largo. Ser ‘seguidor’ quiere decir aceptar totalmente el proyecto de Jesús, seguir las huellas de Jesús, que siempre está en movimiento, quiere decir aceptar un proyecto que no es estático. Nunca puedes decir que ya hemos llegado. ‘Sígueme’, le dice. Si no se trata de algo estático, quiere decir que para él no hay ninguna ley que sea definitiva. Lo que hace la ley es fijar, parar las cosas, en el tiempo y en el espacio. Se sacralizan las instituciones, tanto a nivel religioso como político. Jesús nos propone un camino. Quiere decir que siempre está en marcha, siempre está en movimiento. Nunca podremos decir ‘ya hemos llegado’ porque que siempre estaremos en camino. La meta sí que la tenemos clara: ir hacia el Padre. Jesús nos invita, en nuestra manera de vivir, a no decir nunca: ‘ya hemos llegado, ya hemos acabado, ya está todo hecho’. Si sabes que pertenece al ser cristiano esta dinámica de no haber llegado nunca a alcanzar el objetivo, entonces siempre estarás abierto. No tiene nada de extraño que uno vaya cambiando. Siempre puedes ir cambiando. Los que ya lo tienen todo claro, los que dicen que hacen lo que les mandan, éstos no cambiarán nunca. Es imposible que cambien. Tampoco harán ninguna experiencia positiva. Irán siempre bajando la cabeza, como la cheposa del Evangelio (cf. Lc 13,10-16). Es una persona dominada y sometida a la Ley. Invitación sin condiciones En el último elemento [a’] se comprueba de una manera tajante que, sin más, Jaime el de Alfeo, figura de los expulsados de Israel, se pone a seguir a Jesús. “Se levantó...”.Este ‘levantarse’ no connota ningún tipo de postración. ‘Se levantó’, no del suelo sino de su enseñanza. “... y le siguió”. Hubiera podido decir, en imperfecto: ‘se puso a seguirle’. Marcos lo ha querido poner en pretérito, de aspecto complexivo: “y le siguió”. No ha habido, por tanto, ningún momento de duda. Ha habido una invitación directa: “¡Sígueme!”, seguida de una respuesta inmediata:.”Se levantó y le siguió." Hay una total sintonía entre Jesús y este recaudador de impuestos, que evidentemente estaba muy mal visto por todo el mundo judío, la institución judía de la que Jesús está saliendo. Si Jesús no hubiera salido, no se hubiera encontrado con él. Hoy decimos que si la Iglesia

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no sale de sí misma y de sus seguridades, no encontrará nunca a estas personas. ¿Quiénes son estas personas? Las que no pueden orientarse en este difícil camino de seguir a Jesús. En una perícopa tan breve, cuántas lecciones, cuántas pautas de actuación encontramos. Comienza diciendo que Jesús ‘salió’ y acaba afirmando que Jaime de Alfeo le ‘siguió’. Ver, juzgar y actuar En el centro de la estructura Marcos ha situado un personaje sentado en el teloneo (fielato) y la llamada de Jesús, “... le dice”, se encuentra en el centro. Es el gozne, en torno al cual gira toda la perícopa. Jesús ‘sale’ y ‘ve’. Toma conciencia de la situación. Este ‘ve’, no es puntual, equivale a darse cuenta de la situación con la que se ha encontrado en el preciso momento de ‘salir’. ‘Ve’ que Santiago, el Hijo de Alfeo, es el representante de una ‘multitud compacta’, perfectamente definida por la enseñanza que éste le había impartido. Como esta multitud ha ido hacia él, Jesús lo que hace es llamar al Jefe que los representa a todos. Podemos deducir de esta perícopa que aquí se ha creado una primera comunidad de gente marginada, pero que tiene nombre y que ya están ‘siguiendo’ a Jesús. La primera comunidad que ‘seguía’ a Jesús de verdad fue de gente marginada. Que cada uno saque las consecuencias. Mientras estemos tan seguros de lo que tenemos y hacemos, a pesar de estar dentro de la sociedad, no ‘veremos’ nunca esta ‘multitud compacta’ de gente marginada y distante. (Saltemos la perícopa 13. Por considerarla de segunda redacción). Perícopa 14. *[B] 2,18-20 Cuestión sobre el ayuno

[a] 18 Se encontraban los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunando. [b] Vienen y le dicen: “Por qué motivo los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan; en cambio, los que tú tienes por discípulos no ayunan?” [a’] 19 Les dijo: “Por ventura pueden los amigos del novio, mientras el novio está con ellos,

ayunar? 20 Ahora bien, vendrán días en que les arrebatarán al novio, y entonces ayunarán, aquél día.”

Los discípulos de Juan y los de los fariseos están haciendo ayuno El primer elemento [a], contiene una breve descripción de la práctica habitual del ayuno, práctica común para los discípulos de Juan Bautista y para los fariseos. “Estaban... ayunando.” La perícopa comienza de una manera muy abrupta, con una construcción perifrástica que denota una acción continuada, un período muy largo. Los sujetos, “los discípulos de Juan”y “los fariseos”, participan todos ellos de la misma práctica, pero son dos grupos bien diferenciados, ya que los dos llevan artículo. El primero engloba a todos “los discípulos de Juan”; el segundo, el constituido por “los fariseos”. Los fariseos tienen sus propios ayunos, su reglamento, su manera de comportarse. Y los discípulos de Juan también, y en eso coinciden. No coinciden en todo. Pensad que los fariseos y los letrados serán precisamente los que no se dejarán nunca bautizar por Juan, según precisará Lucas (cf. Lc 7,30). La llamada de Juan no iba para ellos, porque habría denunciado su hipocresía, como dirá Mateo. “Cuando Juan vio que muchos de los fariseos y saduceos iban para que les bautizara les dijo: ‘¡Raza de víborass!’ Quién os ha dado pruebas de que os podríais escapar del juicio que se acerca?” (Mt 3,7). En cambio, en la cuestión del ayuno coinciden. Por eso no les ha querido englobar con un solo artículo. Si hubiera dicho ‘estaban los discípulos de Juan y de los fariseos ayunando’, querría decir que formaban un grupo compacto. Ésta es la importancia de los pequeños detalles. Unos recién llegados anónimos interpelan a Jesús sobre el ayuno El segundo elemento [b], en tiempo presente actualizador, contiene la interpelación que unos recién llegados anónimos hacen a Jesús sobre la falta de prácticas de ayuno entre sus discípulos, en contraste con los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos. Este movimiento constituye el centro de la

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perícopa. Los presentes actualizantes indican que en el seno de la comunidad de Marcos no se practica el ayuno religioso. “Llegan y le dicen”: no son obviamente ni los discípulos de Juan ni los de los fariseos que estaban ayunando. Tampoco pertenecen al grupo de Jesús. Es más, vienen a interrogarle. Son unos personajes anónimos, pero negativos. Los anónimos positivos son aquellos que llevan un paralítico, o un enfermo a Jesús para liberarlos. Éstos, en cambio, van a Jesús para interrogarle, para interrogarle y ponerle a prueba. Se acercan a Jesús con actitud despectiva: “¿Por qué motivo los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan; en cambio, los que tú tienes por discípulos no ayunan?” ‘Tú te has rodeado de un grupo de discípulos que, de hecho, no tienen ninguna identidad, porque no ayunan.... Para poder formar un grupo y tener discípulos, para ser un maestro de Israel y ser reconocido, has de ser un buen observante de la Ley, tener unas determinadas costumbres, unas maneras de hacer distintivas y, además, observar el ayuno religioso.’ Los invitados a bodas no pueden ayunar El tercer elemento [a’], contiene la respuesta, propiamente dicha, de Jesús. Las dos analogías que vienen a continuación (vv. 21-22), puestas igualmente en boca de Jesús, constituirán explicaciones ulteriores introducidas por Marcos en la tercera redacción. No las comentaré aquí. “Les dijo: ‘Por ventura pueden los amigos del novio, mientras el novio esta con ellos, ayunar?” El reino de Dios es una fiesta de bodas constante. La expresión griega dice literalmente: “los hijos de la cámara nupcial”, donde está la esposa, la sala del banquete e incluso la cámara nupcial. El “nimfíos”es el joven esposo; la “nimfe”, la joven esposa casada, cubierta de un velo; y el “nimfón” es propiamente el tálamo o cámara nupcial, donde se encuentran el esposo y la esposa. Por otro lado, ‘los hijos...’ son los que acompañan al novio y están al servicio de la fiesta de bodas, los convidados... En la comunidad de Juan, por influencia ambiental, hay una tendencia al ayuno con una intencionalidad religiosa. El ayuno es señal de muerte. En el grupo de Jesús, pues, no hay ayuno. Si alguno quiere ayunar que lo haga, por el motivo que quiera y con la intencionalidad que quiera. Pero no por imposición de ley. “Ahora bien, vendrán días en que les arrebatarán al novio, y entonces ayunarán, aquel día.” La lección es clarísima. Cuando dice ‘aquel día’ hace referencia al día de la muerte del novio, cuando de una manera violenta ‘les arrebatarán al novio’. Pero ‘aquel día’ quiere decir también que hay un momento en que la comunidad ha hecho una experiencia de muerte y la expresa mediante el ayuno. Es como si les dijera: ‘Ya haréis vosotros de manera que un día los amigos íntimos del novio hayan de ayunar, cuando les quitéis violentamente al novio, porque sois incapaces de hacer fiesta y no la podéis sufrir, porque vuestra religión es de muertos, como todas las religiones.’ Las hay’ que son más y las hay que son menos, pero de alguna manera todas son de muertos. Porque celebrar la vida no es fácil. Delante de la muerte estamos todos compungidos. Es nuestro lenguaje de cada día. Cuando nos hablan de cosas positivas, empiezan a surgir celos, porque no estamos acostumbrados. La comunidad cristiana ha de ser aquella comunidad que, en el seno de la sociedad, entone un canto a la vida. No yendo por las calles y plazas cantando “aleluya”, sino por su manera de vivir, o sea trabajando porque haya vida. Hay personas y comunidades que se han apuntado a la fiesta de bodas. Fiesta y ayuno, pues, son incompatibles, viene a decir Marcos. El cristianismo es fruto de una experiencia de vida que ha comenzado después de un gran fracaso. A partir de la muerte de Jesús ha ido surgiendo la nueva vida, nuestra Pascua. Jesús lleva grabadas siempre las señales de la muerte, pero no te invita a ayunar sino a celebrar la vida.

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EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (9) Perícopa 15: *[A’] 2,23-28 Los discípulos, en sábado, arrancan las espigas: críticas de los fariseos

[a] 23 Sucedió nuevamente que él, un sábado, se puso a atravesar por los sembrados. [b] Los discípulos comenzaron a arrancar las espigas. [b’] 24 Pero los fariseos iban diciendo: «¡Mira que tus discípulos hacen en sábado aquello que

no les está permitido!» [a’] 25 Replicó diciéndoles: «¿No habéis leído nunca qué hizo David cuando sintió necesidad y

tuvo hambre, él y los que le acompañaban? 26 Entró en la casa de Dios, comió de los panes de la ofrenda y dio a los que le acompañaban los panes que no está permitido comer sino únicamente a los sacerdotes. 27De la misma manera, os digo: 28 “Señor es el Hijo del hombre también del sábado.”»

En esta última perícopa del tercer período [A B // \\ B’ A’] encontramos una determinación temporal que encabeza la escena en forma de una datación: «un sábado», en el sentido de precepto que obliga al reposo sabático; una determinación local o composición de lugar, «unos sembrados», no estáticos sino que se atraviesan; un personaje sin llamarle por el nombre, «él», sólo con el pronombre como en todas las perícopas que hemos atribuido a la primera redacción. Las traducciones no reflejan, frecuentemente, los códigos de lectura propios de cada evangelista Los traductores, preocupados por hacer un texto bien legible y de fácil compresión, nos esconden frecuentemente los ‘códigos’ de lectura con los que el evangelista había marcado el texto, para que sugiriesen los puntos que precisaba desarrollar, los pasajes de la Escritura (Antiguo Testamento/TaNaC!) en que se había de inspirar, los tonos y el colorido del pasaje a comentar, etc.; estos ‘códigos’, una vez identificados, nos permitirían entender el sentido pleno del texto y desarrollarlo tal como hacía el evangelista en sus comunidades. Si el traductor tuviera conciencia de que tal o cual clave de lectura era imprescindible para la comprensión del texto, se hubiera esmerado en reflejarlas. No se trata de hacer una traducción literal, pero sí de traducir a buen español sirviéndose de expresiones que den razón de las múltiples claves de lectura puestas por el evangelista. Si el traductor las pasa por alto, nos priva de comprender lo que el evangelista nos quería decir. La enseñanza de cada domingo debería consistir en una explicación detallada del contexto, composición de lugar y de tiempo, identificación de las referencias implícitas o explícitas a pasajes-clave de la Escritura, desciframiento de los códigos de lectura, búsqueda de presentes actualizadores del mensaje evangélico, etc. Si durante más y más años se hubiera impartido este tipo de enseñanza, nuestras comunidades estarían perfectamente instruidas y podrían afrontar los nuevos retos que le plantea la sociedad actual. Señorío del Hombre sobre la Ley Nos encontramos al final de un conflicto creciente entre la manera de comportarse de Jesús respecto a las instituciones de Israel (recordamos las perícopas anteriores: pureza-impureza legal, llamada de un recaudador de tributos, ayuno) y los dirigentes judíos. La presente perícopa tiene cuatro movimientos, dos centrales y dos laterales, uno a izquierda y otro a la derecha: a b // \\ b’ a’. En el primer elemento [a] se constata una acción: «Sucedió...» No se trata de una situación estable, como la de la perícopa precedente en que ‘los discípulos de Juan estaban ayunando’, sino de una acción incoativa de una trasgresión: «Sucedió nuevamente que él, en sábado, se puso a atravesar por los sembrados.» Hay que explicar los códigos puestos por el evangelista. El adverbio ‘nuevamente’ no cualifica al verbo inicial, ‘sucedió’, sino a la mención del sábado que viene a continuación: ‘nuevamente, un sábado’. El evangelista o quien explica el evangelio ha de mirar atrás y buscar el otro ‘sábado’ en que había tenido lugar alguna cosa. Esta marca nos hace retroceder hasta Mc 1,21, cuando Jesús, en sábado, entró en la sinagoga de Cafarnaún. Allí se utilizaba la misma expresión griega, ‘tois sabbasin’, un término técnico que, en plural, designa un sábado concreto, el día de la semana que, como nuestro domingo, constituía una rigurosa fiesta de precepto. Este ‘código’ sirve para enlazar una situación con la otra. Nos encontramos, pues, de nuevo con una situación polémica. Esta clave de lectura condiciona toda la escena. Ahora bien, detrás del ‘sabbat’ Está la Ley del ‘reposo sabático’, pues

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el día séptimo de la creación, Dios descansó. Este día es sagrado. Una cosa lleva a la otra. Para un judío, que conoce bien la Escritura, el ‘sabbat’ tiene muchas implicaciones: el día después del de la creación del hombre, el día en que Dios descansó, la donación de la Ley en el Sinaí, la obligación de descansar. Eso es intocable, todo está sacralizado. Pero ahora resulta que, haciendo caso omiso de esta situación estática, tan sagrada, Jesús ‘se pone a atravesar por los sembrados’. Si no tenemos unos conocimientos mínimos de la mentalidad judía, la referencia a los sembrados no tiene ningún sentido. En sábado está prohibido hacer cualquier tipo de trabajo. Pero ‘atravesar unos sembrados’ es un trabajo. Te puedes mover por casa, ir hasta la sinagoga, por ejemplo, pero no se puede sobrepasar la distancia que había de un extremo a otro del antiguo campamento israelita Este ‘atravesar por los sembrados’ constituía un trabajo, inútil si queréis, pero un trabajo que estaba prohibido hacer en sábado. Jesús viola, el primero, el precepto sabático Quien ‘se pone a atravesar por los sembrados’ es él, Jesús. El evangelista no dice ‘se pusieron a atravesar, es él quien toma la iniciativa de atravesar por los sembrados. Como veréis, Marcos no menciona para nada aquí el nombre de Jesús, porque la primera comunidad donde se gesta la primera redacción de su Evangelio, en Jerosólima (designación neutra de la ciudad, contrapuesta a ‘Jerusalén’, nombre sagrado que designa la institución religiosa), estaba muy próxima a la fuente de donde proviene todo, es decir, la persona de Jesús. No era necesario nombrarlo por su nombre; bastaba el pronombre. La expresión griega utilizada por Marcos, según el Códice Bezae, insiste en la idea de ‘atravesar a través de’ (dia-poreuomai dia) y no simplemente en la de ‘pasar a lo largo de’ (para-poreuomai dia) del texto ordinario. O lo que viene a ser lo mismo, Marcos, según el texto occidental (Códice Bezae), remarcaría la intención de Jesús de realizar ostentosamente un trabajo que estaba prohibido en día de precepto, sin ningún motivo que lo justificase. El texto alejandrino, además omite el adverbio ‘nuevamente’ y, por tanto, no relaciona este sábado con el de la sinagoga de Cafarnaún. Los copistas debían pensar que era superfluo. Marcos, en cambio, relaciona íntimamente los dos sábados. Los discípulos también violan el precepto arrancando espigas El segundo elemento[b] describe con gran concisión los primeros pasos que dieron los discípulos al sentirse liberados del precepto sabático. «Los discípulos comenzaron a arrancar las espigas.» Comenzaron a arrancar una a una las espigas. El texto alejandrino, en cambio, dice que ‘Sus discípulos empezaron a hacer el camino arrancando las espigas’, abriéndose camino entre los sembrados. Es uno de los casos en donde se aprecia la tendencia del texto alejandrino. Hacían camino, abrían camino es más narrativo. El acento está puesto en el hecho de ‘hacer camino’; en cambio, en el Códice Bezae, el acento cae en la acción de ‘arrancar’, no sin una cierta fatiga. El tema de la perícopa no es ‘hacer camino’ si no realizar un trabajo. Jesús ‘atravesaba’, pero los discípulos van mas allá. Además no se dice que tengan hambre ni nada que justificase este trabajo. Otro cambio: el texto occidental no dice ‘sus discípulos’, sino sencillamente ‘los discípulos’. La iniciativa de arrancar las espigas’ ha surgido de ellos, a pesar de ser plenamente conscientes de que estaba prohibido hacerlo en sábado. Es la primera vez que se sienten libres de la Ley. Con esto hemos llegado al punto culminante de la perícopa. Estas perícopas son tan breves que, leídas deprisa, se nos escapan de las manos. Las lees en un santiamén, te parece que lo has entendido todo, y se te han escapado la mayoría de ‘códigos’ que te permitirían desenrollarlo más extensamente. Protesta enérgica de los fariseos En el tercer elemento [b’], segundo centro, comienza la otra vertiente de la perícopa. Aparecen nuevos personajes. El Códice Bezae los introduce con una partícula adversativa: «Pero...» Se señala así el cambio de vertiente. El evangelista quiere remarcar una separación, una oposición: «Pero los fariseos iban diciendo» (lit. ‘decían’) uno tras otro: se comprueba la reacción de los fariseos, omnipresentes, recriminando a Jesús la conculcación del precepto sabático por parte de sus discípulos... El texto alejandrino precisa: ‘le decían’, más lógico desde el punto de vista narrativo. Queda, sí, más literario, pero se ha perdido buena parte de la fuerza del texto. Si leemos ‘le decían’, entendemos que ya estaban presentes; si leemos ‘decían’, no sabemos de dónde han salido estos fariseos. Es como una voz en off..., como una especie de ‘Pepito grillo’, la conciencia de los mismos discípulos, ya que la Ley se lo

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prohibía. Simbolizan la experiencia constante del peso de la Ley y de sus controles. Por eso los fariseos decían: «Mira cómo hacen tus discípulos en sábado aquello que no les esta permitido!», culpando a Jesús de haberlos iniciado a transgredir la Ley. (El texto alejandrino lo generaliza: ‘Mira cómo hacen en sábado ¡aquello que no está permitido!’ Omiten las dos referencias a los discípulos.) Como si dijeran: ‘Por culpa de la libertad que tú les has dado, mira cómo se está excediendo esta gente.’ El evangelista quiere remarcar que los discípulos han comenzado a dar los primeros pasos en libertad, pero que tienen mala conciencia al hacerlo. Jesús contraataca recordándoles el caso de David En el cuarto y último elemento [a’], en el más puro estilo rabínico, Jesús responde con una pregunta: «Replicó diciéndoles...» (lit. ‘Y respondiendo les dijo...’) La respuesta, según el Códice Bezae es más solemne que en el texto alejandrino: ‘Y les decía’, o ‘Y les dice’. En el Códice Bezae, más que una respuesta, es una réplica muy solemne. La locución de Jesús empieza con una pregunta retórica: «¿No habéis leído nunca...?» Jesús contraataca recordando a los fariseos un episodio de la vida de David (1Re LXX [1Sa] 21,1-7). Estaría bien que leyéramos primeramente este episodio: «David se puso en camino y Jonatan se volvió a la ciudad. David se fue a Nob, a buscar al sacerdote Abímelec. Abímelec salió a recibirle asustado y le preguntó: “¿Cómo es que vienes solo, sin que ninguno te acompañe?” David respondió al sacerdote: “El rey me ha hecho hoy un encargo y me ha ordenado: ‘No digas a nadie la misión a la cual te he enviado y que yo te he encomendado.’ He citado a mis hombres en el lugar llamado ‘Fe en Dios’. Ahora, pues, si tienes a mano cinco panes, pon en mi mano lo que hayas encontrado.” El sacerdote respondió a David diciendo: “No tengo a mano panes profanos; solo hay panes consagrados. Si tus hombres no han tenido relación con ninguna mujer, pueden comer.” Respondió David y dijo al sacerdote: “Nos hemos abstenido de mujeres ayer y anteayer, cuando salgo a campaña, mis soldados se mantienen puros, a pesar de que mi expedición es profana, pero hoy será sagrada gracias a mi equipamiento.” Entonces el sacerdote Abímelec le dio los panes de la ofrenda, ya que no tenía otro pan que los panes de la ofrenda que acababa de retirar de la presencia del Señor para sustituirlos por pan caliente, tal como era costumbre.” Jesús, como un buen Rabbí o Maestro, responde recurriendo a la Escritura. Si David se saltó la prohibición, él y sus discípulos también lo pueden hacer. Es más, todo hombre puede saltarse la Ley pues ésta le sirve. David tenía un motivo: tenían hambre; los discípulos no tienen nada. Con esto, Jesús va más allá que David, como veremos a continuación. El tenor más bien narrativo del texto alejandrino propicia que una antigua glosa en el margen del pergamino entre a formar parte del texto marquiano, donde algún copista situaba erróneamente la acción de David ‘en tiempos del sumo sacerdote Abiatar’, cuando, de hecho, fue en tiempos del sacerdote Abímelec, padre de Abiatar. Más importante aún es el cambio de orden de los versículos. El texto alejandrino dice que ‘(David) comió los panes de la ofrenda que no está permitido comerlos, sino a los sacerdotes y los dio a los que iban con él’, conservando el orden normal de los incisos; el occidental, en cambio, sitúa al final de la frase la referencia a la prohibición, que los fariseos acababan de recordarle: «Comió los panes de la ofrenda y los dió a los que le acompañaban, panes que no está permitido comer sino a los sacerdotes.» La repetición del inciso ‘a los que le acompañaban, en referencia a David, en el Códice Bezae, se corresponde con la doble mención de ‘los discípulos’, en referencia a Jesús, siempre según este Códice. El señorío del «hombre» sobre cualquier precepto (sea viernes, sábado o domingo) Según el texto Occidental el evangelista Marcos, de una manera muy sencilla pero también muy solemne, formula así el principio teológico por el cual Jesús se rige: «Asímismo, os digo: ‘Señor es el Hijo del hombre también del sábado.’» Este dicho final de Jesús, muy enfatizado en el texto occidental: ‘De la misma manera os digo’ (el texto alejandrino dice simplemente: ‘Y les decía’), en presente actualizador, le confiere un tono muy solemne. El presente sirve para recordar a los oyentes (la comunidad de Marcos / las comunidades que lo leen actualmente) que eso vale también para nosotros: ‘No lo olvidemos, Señor es todo ser humano, incluso del sábado.’ La expresión ‘el Hijo del hombre’, no se refiere meramente a Jesús. Si se refiriese tan sólo a él, sería Jesús el único que tendría señorío sobre

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el sábado. En cambio, aquí lo que está en juego es la actitud de los discípulos en el momento en que han dado los primeros pasos como personas libres. El inciso final, «... también del sábado», tiene conexión con el inciso inicial, ‘un sábado’, pero sobre todo con el que encabeza la perícopa de la sinagoga de Cafarnaún, ‘Inmediatamente, un sábado’ (2,1) haciendo referencia a dos maneras de actuar de Jesús en ‘día de precepto’: con una enseñanza que libera al hombre de las ideologías fanáticas que, en nombre de Dios, habían tomado posesión de él y con una manera de comportarse libremente, sin dejarse doblegar por ninguna ley humana o divina que pretenda dominarlo. En Cafarnaún liberó ‘al’hombre’ del fanatismo religioso del que estaba poseído. Aquí va más allá, ‘el Hombre’ por antonomasia tiene ‘señorío/autoridad’ sobre la misma institución religiosa representada por ‘el sábado’. No hay ninguna ley que se pueda poner sobre el hombre. EL hombre siempre es señor del sábado, que traducido a otro lenguaje viene a decir que no hay nada que pueda imponerse sobre la conciencia de una persona. Tú no puedes actuar en contra de tu conciencia. Aunque estuviera equivocada... se ha de actuar siguiendo el dictamen de la propia conciencia. Así mismo, se ha de procurar enderezarla. El texto alejandrino, en cambio, presenta una sentencia que no se conserva en el Códice Bezae: ‘El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado, de manera que...’ Lo que era un principio solemne, enérgico, muy conciso: ‘Señor es el Hijo del hombre también del sábado’, se ha convertido en una pura secuela de otro principio: ‘El sábado ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado, de manera que Señor es el Hijo del hombre también del sábado.’ El principio que en el Códice Bezae se presenta de manera absoluta: ‘Así mismo, os digo: Señor es el Hijo del hombre también del sábado’, ha quedado supeditada a otro principio, un principio que da la impresión de ser una glosa posterior. De hecho, no hay restos ni en Mateo ni en Lucas. La glosa, además, desvirtúa la sentencia primitiva. Lo que dice es verdad y los comentaristas que parten inexorablemente del texto alejandrino le dan una gran importancia. Yo también se la había dado en tiempos anteriores. Pero ahora me doy cuenta que su inclusión quita fuerza precisamente al otro principio que es mucho más categórico: ‘¡Señor es el hombre también del sábado!’ El hombre es señor de todo. Que el hombre es señor de todo no está contenido en el primer principio enunciado en el texto alejandrino. Lo único que dice es que el sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado, es decir que la Ley del reposo sabático no es una ley absoluta. Pero decir que ‘el hombre es señor de todo, incluso del sábado’ sobrepasa el principio enunciado, y no se puede considerar, por tanto, como una mera secuela. Con este principio formulado de una manera tan absoluta y categórica, Jesús libera la persona y la comunidad de tal manera que ya nadie la podrá someter. EL EVANGELIO PARA CRISTIANO ADULTOS (10) IV. CONFIGURACIÓN DEL ISRAEL MESIÁNICO: REACCIÓN DE LOS LETRADOS Y LOS FAMILIARES DE JESÚS Perícopa 171: *[A] 3,7b-12 Gran asamblea israelita procedente del país judío y de la diáspora

[a] 7b Una numerosa multitud procedente de Galilea y Judea, 8 de Jerosólima e Idumea, así como los residentes a la otra orilla del Jordán, los de los alrededores de Tiro y de Sidón, una asamblea numerosa, al enterarse del las cosas que hacía, fue hacia él.

[b] 9 Dijo a sus discípulos que le tuvieran preparada una barquita en razón de la multitud, para que no le oprimiesen muchos de ellos.

[c] 10 (Muchos, en efecto, había curado, hasta al punto de lanzársele encima, a fin de tocarlo los que tenían tormentos 11 y espíritus impuros.)

[b'] A medida, pues, que percibían su presencia, se prosternaban ante él y gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!»

[a'] 12 El les conjuraba una y otra vez, para que dejasen de ponerlo de manifiesto.

1 La perícopa 16: [**3,1-7ª Sinagoga de Cafarnaún: compostura, en sábado, del hombre discapacitado, figura del público asistente], la he saltado, pues insisto que es de segunda redacción.

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La presente perícopa consta de cinco elementos a b // c \\ b’ a’. En la división de la perícopa no hay coincidencia entre los editores. Casi todos la hacen comenzar en el versículo 7a donde se dice: «Pero Jesús, con sus discípulos, se retiró cerca del mar», versículo que yo considero como el último elemento de la perícopa 16, de segunda redacción. Es cierto, que la mayoría de estos datos relativos a la composición de lugar son indicio de que comienza allí una nueva perícopa; pero esta vez que la partícula adversativa liga con otra adversativa igual del versículo anterior (siempre y tan sólo según el Códice Bezae), este dato ha de considerarse como el final de la perícopa anterior. En español diríamos: los fariseos, ‘por un lado’, y Jesús, ‘por el otro’. Es una manera de marcar una oposición: los fariseos, por una lado, le querían ‘matar’; Jesús, del otro, ‘se retiró cerca del mar’, es decir, se fue a la clandestinidad, a punto de hacer su éxodo personal. Ésto, por lo que se refiere a la segunda redacción. En primera redacción no figuraba esta perícopa; Marcos la habría redactado más tarde. La perícopa 17, que ahora comentamos, enlazaba primitivamente con el ‘atravesar los sembrados en sábado’ (Perícopa 15) que examinamos últimamente. Llegada de una gran multitud procedente de siete regiones En el primer elemento [a] se describe la reacción de una multitud enorme frente a aquellos fariseos que aparecían en la perícopa anterior (Perícopa 15; también en la 16, de segunda redacción), omnipresentes en todas partes y que actuaban como si fueran los garantes de la Ley: «Una numerosa multitud procedente de Galilea y de Judea, de Jerosólima y de Idumea, así como de los residentes en la otra orilla del Jordán, los de los alrededores de Tiro y los de los alrededores de Sidón, una multitud numerosa...» En el trasfondo se entreve la escena de David que se encuentra en el Segundo libro de Samuel cap. 24, vv. 1-9. David ordenó hacer un censo contra la voluntad de Dios. Quería saber cuántos hombres armados tenía para hacer la guerra... El censo había de cubrir desde Dan (al norte de Cisjordania) hasta Berseba (al sur). Los oficiales lo iniciaron en Aroer, límite sur de les posesiones israelitas en Transjordania, subieron por Gad, Jazer, Gallad, Cadeix, y llegaron a Dan, desde allí bordearon hacia a Sidón y llegaron a la fortaleza de Tiro, al norte, recorrieron todas las ciudades de los hititas y cananeos y volvieron al sur de Judá, a Berseba. Tenemos, pues, que el evangelista Marcos se vale de un relato que le sirve aquí de decorado de fondo, pero para componer ahora una situación completamente nueva. Con clara referencia al antiguo reino de David, Marcos ha invertido el sentido del recorrido enumerando primero a la gran multitud procedente de Galilea, Judea, Jerosólima e Idumea, de norte a sur, y después los israelitas residentes en Transjordania, en el otro lado del Jordán, y en los alrededores de Tiro y Sidón, de sur a norte. Una numerosa multitud y un gentío numeroso: dos grupos importantes Una asamblea del pueblo, habiendo oído hablar de lo que él estaba haciendo, vinieron hacia él. Como podéis ver, en primera redacción, no aparece nunca el nombre de Jesús, sino el pronombre. Los traductores explicitan frecuentemente el nombre de Jesús, de otra manera no sabríamos de quien estamos hablando, eso quiere decir que este relato nos suena bastante lejano. El primer grupo lo forman dos partes claramente diferenciadas, formando un quiasmo (inversión de los términos): ‘una numerosa multitud’ / ‘un gentío numeroso’. La primera procede «de Galilea y Judea, de Jerosólima e Idumea». Es decir, los cuatro lugares de donde provienen los individuos se coordinan de dos en dos que Marcos enumera de norte a sur. Está muy marcado en el texto con la única señal de la procedencia: ‘de Galilea y Judea, de Jerosólima e Idumea’. En medio de Galilea y Judea está Samaria, de donde no viene ni uno. Es muy curioso. Lucas y Juan serán quienes harán pasar a Jesús por Samaria. Lucas y Juan coinciden frecuentemente. ¿Sabéis por que? Porque Lucas conoce a Juan, no al revés, como se suele decir. Tenemos muchos datos que nos lo confirman, a pesar de que no se puede demostrar fácilmente. Para mi el Evangelio de Juan es mucho mas primitivo de lo que nos pensamos, al menos el primer estrato. Los samaritanos son los enemigos ancestrales de Israel. No los consideran ni israelitas. Marcos solo menciona Galilea, Judea, Jerosólima (nunca utilizará la expresión sagrada ‘Jerusalén’, porque para él el régimen institucional, la religión judía no tiene ningún sentido, queda sólo la ciudad, ‘Jerosólima’), e Idumea. Invierte, pues, el orden del censo davídico para resaltar que hay una relación, pero que ésta es de oposición.

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El segundo grupo lo forman los otros tres lugares, pero ahora de sur a norte. Las del primer grupo eran regiones, ahora se trata de grupos de personas, ‘los residentes de la otra ribera del Jordán, los de las cercanías de Tiro y los de les cercanías de Sidón’. El primer grupo, ‘una numerosa multitud...’, era una multitud indefinida; el segundo grupo, ‘un gentío numeroso’, tiene definición porque son personas: ‘los del otro lado del Jordán’, ‘los de Tiro’ y ‘los de Sidón’ son precisamente los que no se encuentran dentro de los territorios antiguos de Israel. Son judíos de la diáspora, sea en Transjordánia, sea en Fenícia. Estos últimos están más personalizados, llevan artículo plural ‘los’. Los otros forman una multitud considerable. Unos y otros han oído hablar de él, de lo que iba haciendo..., y lo que iba haciendo es que atravesaba por los sembrados. Un detalle ínfimo, en apariencia, pero hay que tener presente todo lo que ha dicho y hecho anteriormente. Toda la población de Israel, los israelitas, al menos ‘una numerosa multitud’, ‘gentío numeroso’, los de dentro y los de fuera, los del país y los de la diáspora, vienen hacia Jesús porque se han enterado «de las cosas que hacía», a saber, que había puesto la Ley al servicio de la persona. No la ha eliminado, pero la ha supeditado a la persona: «Señor es el hombre también del sábado» (2,27). Muy marcado. El texto alejandrino lo ha rebajado, haciéndolo depender de otro principio: «El sábado fue instituido para el hombre, y no el hombre para el sábado. En consecuencia, señor es el hombre también del sábado.» Esta glosa no se presenta ni en Mt 12,8 ni en Lluc 6,5 (6,10 D). El Códice Bezae es más categórico. Principio único: El hombre tiene señorío incluso sobre el sábado. No hay ninguna ley que se pueda poner por encima de la persona. Dicho esto ya os lo podéis imaginar... Vinieron a buscarlo a él, «vinieron hacia él». Jesús amenaza con embarcarse para evitar que le opriman En el segundo elemento [b] nos percatamos de la opresión ejercida por la «multitud» sobre Jesús, hasta el punto que éste pide a los discípulos que le tengan preparada una barquita, para que no le machacaran, le istrumentalizaran (le oprimieran sería seguramente la palabra más indicada). Estas gentes tienen sus problemas, vienen con sus enfermos, con sus endemoniados, y quieren que Jesús les libere de todo eso. Pero llega un momento en que no le dejan vivir. Y entonces Jesús dice a sus discípulos: ‘Preparadme una barquita’, «con el fin de que no le oprimiesen muchos de ellos». No todos, dice ‘muchos’. Este ‘muchos’ sólo lo explicita el texto occidental. Estos ‘muchos’ no esperan conocer su proyecto, pretenden imponer su propio programa. Jesús no se deja manipular. Los atormentados y los poseídos se habían abalanzado sobre Jesús En el centro [c] de la perícopa, Marcos da a posteriori, en forma de paréntesis, una explicación de los hechos que habían motivado la amenaza de Jesús. « (Muchos, en efecto, los había curado, hasta el punto de lanzársele encima, a fin de tocarle los que estaban atormentados y tenían espíritus impuros.)» Fijémonos cómo el evangelista va diferenciando situaciones. Primero ha dicho ‘para que no le oprimieran muchos de ellos’, no todos, por tanto hay gente con más sentido común. Después ha dicho que había curado a muchos de ellos’, o sea que, de estos ‘muchos que le oprimían’, había curado muchos’; puede ser que fueran los que ya no le molestaban, porque estaban curados. Los que no había curado se le echan encima, porque le quieren tocar. Están atormentados y tienen espíritus inmundos. Diferencia entre los que están ya totalmente alienados por una ideología contraria al proyecto de Dios, poseídos por espíritus inmundos, y los que pasan tormentos, que pueden ser ideologías de aquellas que hacen que no se comporten como una persona libre. Acatamiento de los espíritus inmundos y de los atormentados: le ponen una trampa Comienza el cuarto elemento [b’]: «A medida, pues, que percibían su presencia, se prosternaban ante él y gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» ¿Quiénes son estos? Ante la amenaza de Jesús de embarcarse, aquellos ‘que no había curado’, ‘los que tenían tormentos y espíritus inmundos’, han cambiado radicalmente de actitud: en lugar de ‘lanzarse sobre el’, ‘percibían, se prosternaban, gritaban’ diciendo: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Es prácticamente lo mismo que comprobamos en la sinagoga de Cafarnaún: «Sé quien eres tú: ‘¡El Ungido de Dios!’» (1,23), o sea ‘el Mesías consagrado por Dios’. El espíritu inmundo de la sinagoga, con un lenguaje más judío (consagrado = Mesías), lo quería enfrentar con la institución religiosa; aquí, con un lenguaje más pagano (el Rey es el hijo de Dios), lo quieren enfrentar con la institución política.

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Éstos que están atormentados y tienen espíritus inmundos, sobre todo los que tienen espíritus inmundos, son los que tienen más clarividencia. Los que tienen ‘poder’ saben a dónde van, son más clarividentes que los que van de buena fe. ¡Y tanto que saben a donde van! Son los que hacen subir y bajar las bolsas, los que mueven toda la política, y nosotros, como bobos, nos pensamos que la democracia es la solución de todo. No estamos contra la democracia, pero hemos de ser muy críticos. Porque, como siempre, los que están en el poder lo utilizan para sus propios intereses, en lugar de ponerlo al servicio de la comunidad humana, serán siempre mucho más astutos («Los hombres de este mundo son más astutos, en sus trabajos, que los hijos de la luz», Lc 16,8). ¿Por qué? Porque el régimen, el ‘statu quo’ es de ellos, porque el poder es dinero, porque la sociedad está fundamentada en el poder. Si queremos hacer una sociedad diferente, más justa, el trabajo será nuestro. Hemos de contar en principio con lo que tenemos, con lo que nos llega de la evolución basada en la ley del más fuerte, la selección natural. Los poseídos por todas estas ideologías saben muy bien que es el Mesías, pero lo que quieren es comprometerle, que aparezca como el Mesías de Israel revolucionario, intentan que esta multitud que viene de todas partes, lo proclame, lo presente como el Mesías davídico. Presentar a Jesús como el Mesías davídico en el fondo es lo mismo que prepararle una trampa, para que los romanos intervengan y lo liquiden. Los de la sinagoga no eran demasiado diferentes: allí estaba el espíritu de la sinagoga, el mal espíritu de la sinagoga, que lo consideraba como un revolucionario; aquí, en el fondo, vienen a decir lo mismo: si es el Mesías davídico..., si interpretan esta aglomeración de gente como el censo de David para saber con cuántos hombres armados puede contar, partiendo del hecho de que hay unas multitudes enormes venidas de todas partes, gritando ellos, que es el Mesías o el Hijo de David, que viene a ser lo mismo, el rey de Israel, pueden armar un gran revuelo... ¿Cómo reacciona Jesús?: Conjura a los espíritus inmundos para que no le delaten En el último elemento [a’] Jesús va conjurando a los espíritus inmundos, a medida que estos hacen todo lo posible por delatarlo, a fin de que no le pongan en envidencia. Dice: «Él les conjuraba una y otra vez.» ¡Los conjuró repetidamente! Eso quiere decir que con un solo conjuro no lo consiguió. Se desgañitaba hasta perder el aliento, y les iba diciendo que ‘dejasen de ponerlo en evidencia’. ¿Pensáis que lo consiguió? No lo dice. Tan sólo dice que constantemente les iba conjurando: ‘Por favor, ¡callad! que no me hacéis ningún favor, ¡me estáis comprometiendo!’ Vienen a decirle: ‘Nosotros estamos contigo, ha llegado el momento de quitarnos de encima a los fariseos, a los romanos y toda la gresca, haremos nuestra pequeña revolución.’ De hecho, podemos contar con los representantes de todos los territorios davídicos, tenemos mucha gente. ¿Qué hace Jesús?...‘¡Subamos a la montaña!’... y comencemos una nueva pericopa Perícopa 18: *[B] 3,13-19 Convocatoria del Israel mesiánico: los Doce

[a] 13 Sube a la montaña y va convocando a los que él bien quería y vinieron hacia él. [b] 14 Entonces instituyó que fuesen Doce en compañía suya y para enviarlos a proclamar la

buena noticia. [b’] 15 Les dió autoridad para curar las enfermedades y expulsar los demonios. [a’] 16 Impuso a Simón el sobrenombre de «Pedro»; 17 a Jaime de Zebedeo y a Juan, el

hermano de Jaime, les impuso el sobrenombre de «Boanerges» (esto es, «Truenos»); 18 después Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomas, Jaime el de Alfeo, Tadeo, Simón el Fanático 19 y Judas Scariote, el mismo que le entregó..

En esta perícopa Jesús da una respuesta adecuada a la ‘multitud/gentío numeroso’ que se había reunido en torno a él. Consta de cuatro elementos, dispuestos en forma de quiasmo: a b // b’ a’, mejor marcados en el texto occidental que en el alejandrino: convocatoria [a], elección de los Doce [b], otorgamiento de autoridad [b’] y nombramiento personalizado [a’].

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Jesús sube por primera vez a la montaña. ¿De qué montaña se trata? El primer elemento [a] –como de costumbre– contiene la composición de lugar y los personajes que intervendrán: «Sube a la montaña y va convocando a los que él bien quería, y vinieron hacia él.» ‘Subir a la montaña’, en la cultura judía, significa acercarse a Dios. Es Jesús quien sube e inicia el dialogo: ‘¿Padre, que he de hacer?’ ¿Pensáis que lo sabía todo? Se encuentra ante una situación difícil. Los dirigentes religiosos le quieren matar, eliminar. Él ‘sube a la montaña’, con el verbo en presente actualizante, porque la situación se ha vuelto a repetir en la comunidad de Marcos y se repetirá en cada generación. Se cuentan 500 mil generaciones desde la aparición del homo sapiens, y en cada una de ellas se repite la misma historia: silenciar al mensajero de buenas noticias. Jesús no se deja intimidar y ‘convoca’ (de nuevo en presente) a los que él ‘bien quería’, no como hacen frecuentemente nuestros dirigentes políticos y religiosos que eligen a dedo a sus favoritos, sino a los que él consideraba más aptos para la tarea que les quería encomendar, pues apreciaba sus cualidades de liderazgo. Jesús tiene un proyecto, un proyecto que ha ido madurando a medida que ha sido capaz de leer e interpretar las nuevas situaciones que se le iban presentando. Primero, ‘sube a la montaña’, se eleva en su espíritu, dialoga con el Padre sobre la nueva situación, discierne; una vez ya ha contemplado desde la altura por dónde había de conducir su proyecto, ‘convoca’, un término que connota autoridad para hacer comparecer a los convocados, ‘a los que él bien quería’; finalmente, ahora ya en tiempo histórico, se comprueba que ‘fueron hacia él’. Fijaos que la expresión es la misma de la perícopa anterior, ‘vinieron hacia él’ (cf. 3,8). Allí era una multitud más o menos personalizada, que había acudido a él para mostrarle su afecto en aquellas circunstancias tan delicadas y para decirle que podía contar con ellos; aquí están los que acaba de convocar. ¿La montaña, que nos recuerda? Para un judío, la montaña paradigmática es el Sinaí. El ‘Sinaí’ evoca la Ley y los mandamientos... Los cristianos más fácilmente lo relacionarían con la montaña de las bienaventuranzas. Pero, para un judío la montaña de referencia es el Sinaí. Al Sinaí no podía subir nadie, porque los que hubieran subido morirían. El pobre Moisés tuvo que quitarse las sandalias, ya que aquella montaña «era toda ella fuego ardiente, oscuridad, tinieblas y tempestad, toque de cuerno y voz que hablaba... Tan terrible era aquel espectáculo, que Moisés exclamó: “Estoy asustado y tembloroso”» (He 12,18-19.21). Miedo, terremotos, fuego, ruidos... es la manera de espantar a la gente. Si quieres hacer leyes, pon el miedo en el cuerpo. Si no hay coacción, si no hay controles, las leyes no sirven para nada. Jesús sube a la montaña sin estridencias, convoca a los que él bien quería, y estos fueron hacia él. No sube todo el mundo, pero hace subir a los Doce con él. Investidura y funciones del Israel mesiánico En el segundo elemento [b], Jesús configura el grupo de discípulos y asigna las funciones que habrán de cumplir los representantes del Israel mesiánico. «Entonces instituyó que fuesen Doce en compañía suya y para enviarlos...» Aquí hay dos oraciones vinculadas con dos preposiciones que marcan una finalidad (lit.): ‘e hizo de manera que fuesen Doce... y para enviarlos...’ Por tanto hay dos finalidades bien separadas. El Códice Bezae es de una finura impresionante. El texto no habla de constituir Doce, como si se tratara de una nueva constitución para Israel, en sentido estático, sino que ‘hizo/instituir que fuesen Doce, en sentido dinámico, mirando al futuro. Quiere que todos sepan que él configura su grupo con la cifra que caracterizaba las Doce tribus de Israel, pero que este grupo no representaba propiamente a los Doce patriarcas, ya que a las Doce tribus de Israel se pertenecía por línea de sangre. Aquí comienza un grupo que pretende igualmente tener validez sobre todo el territorio davídico, del cual él pretende ser el Mesías, si bien no lo dirá nunca abiertamente, para que no provoquen una insurrección. Los endemoniados constantemente le están denunciando, y él les conjura. Jesús tiene muy claro que, de momento, su misión es para Israel. Pero tiene también muy claro que su pretensión no va en la línea de las Doce tribus, por tanto de la tierra y de la sangre, sino en la de una elección personal. A partir de ahora, las Doce tribus de Israel, desde el punto de vista de Jesús, ya no tienen validez como proyecto de Dios sobre Israel. Jesús ha roto con la institución del Israel oficial. El vinculo que une a los Doce con Jesús es un vinculo de amor y fidelidad: a fin de que ‘fuesen Doce en compañía suya y para a enviarlos...’ La primera finalidad, ‘a fin de que fuesen sus compañeros’, trata de asociarlos a su persona y a su misión. Hay, sin embargo, una segunda finalidad: ‘y a fin de enviarlos’, que aún es más dinámica. La primera servía para que todos vieran y supieran que el nuevo grupo que

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representa al Israel mesiánico no se apoya en las Doce tribus, sino en los Doce que ‘él bien quería’ para que manifestasen el proyecto de Dios. Un proyecto que no está ligado ya a una tribu, por razones étnicas, sino a él, por la adhesión a su persona. Es decir, no pone en relieve puramente el aspecto estático, la constitución de los Doce, sino el dinámico, el acompañamiento y la función misionera. ¿Cuál es el contenido de la misión de los Doce? «Para enviarlos a proclamar la buena noticia.» El texto alejandrino omite el término griego que hemos traducido por ‘el evangelio / la buena noticia’, y lo deja indeterminado; en cambio el Códice Bezae explicita el contenido: la predicación ‘del evangelio’, ‘de la buena noticia’. En Marcos, este término es muy importante. Mirad todas las veces que aparece en los evangelios: en Mateo 4 veces, en Lucas nunca, en los Hechos 3 veces, en Juan nunca; En Marcos se presenta 8 veces: las cuatro primeras son de primera redacción (*) y las cuatro últimas, de segunda (**) (1,1*; 1,14*.15*; 3,14 D*; 8,35**; 10,29**; 13,10**; 14,9**). Marcos siempre habla de ‘to euangelion’, con artículo. Porque, para Marcos, ‘el’ evangelio’ no es puramente una ‘buena noticia’, en sentido abstracto, sino un anuncio muy concreto, que habríamos de traducir por ‘proclamar esta buena noticia’, ‘la buena noticia’ contenida en este primer esbozo que estamos comentando y que después completará en una segunda redacción. El género literario que Marcos crea es un género nuevo, que consiste en una noticia que produce impacto. Ya no es ni la Ley, ni la Torá, ni los Profetas, sino ‘la Buena Noticia de Jesús’, y es así como empieza el Evangelio de Marcos (cf. 1,1). Les envía para que prediquen ‘esta’ buena noticia. En el fondo, los Doce tenían que ser los que la anunciasen a la gente. Así como Moisés, en un momento determinado, eligió a los setenta ancianos para que colaborasen con él, Jesús marca ahora este grupo con el número Doce, no solamente para que sean su propia compañía, sino también para que proclamen esta buena noticia a Israel. Más tarde, Jesús ampliará el término a ‘todas las naciones paganas’ (cf. 13,10** D), a ‘todo el mundo’ (cf. 14,9**) Jesús confiere autoridad a los enviados Una vez configurado el grupo y asignadas sus funciones ¿Cómo las llevarán a término? En el tercer elemento [b’] se enumeran los poderes que Jesús confiere a los enviados a fin de que puedan cumplir su misión. El texto distingue claramente dos movimientos: la investidura para una doble función: ‘que fuesen Doce en su compañía para enviarlos a predicar la buena noticia’ [b], y el correlativo, la asignación de los medios para producir dos formas de liberación: «Les dio autoridad (exousia) para curar las enfermedades y expulsar los demonios» [b’]. Este es el doble centro de la perícopa: misión y capacitación para realizar esta misión. La exousia, más que poder o autoridad, es la capacidad que confiere el Espíritu Santo, por medio de Jesús, a las personas que se presten a realizar una misión concreta, pero una capacidad no pasiva, sino activa, que confiere los medios para poderlo llevar a cabo. Les dió exousia para curar a los enfermos y expulsar los demonios. Recordemos que aquellas multitudes iban con enfermos y muchos endemoniados, gente tarada por ideologías fanáticas, y ahora Jesús quiere que se conviertan en colaboradores suyos. Por tanto, la primera cosa que han de hacer los Doce es liberar a la gente de toda clase de ideologías alienantes, si no, todo aquello que les prediquen lo interpretaran a su manera y no darán ningún paso adelante. Por consiguiente, lo primero que se ha de hacer es discernir, ver cuales son las enfermedades y cuales son las ideologías que atenazan a nuestro público. Un trabajo de liberación de las personas, para que puedan recibir ‘la buena noticia’. Eso no se hace en un día, ni a base de hacer venir al religioso de turno encargado de hacer un exorcismo. Mientras tanto, nuestra sociedad, llena de ideologías que toman posesión de las personas está cada vez más abocada al esoterismo, a toda forma de gurus que le prometen soluciones para todos los problemas. La lista de los Doce En el cuarto elemento [a’] Marcos enumera los nombres y sobrenombres (referente a los tres primeros) de los Doce que Jesús ha querido libremente convocar. Tenemos aquí, entre los vv. 16 y 17, un problema de crítica textual tanto si seguimos el texto occidental como el alejandrino. De un lado, el texto alejandrino, si bien no en todos los manuscritos, intenta solucionar el problema añadiendo al

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comienzo del v. 16: «Así constituyó a los Doce» (repitiendo la frase inicial del v. 14: «Y constituyó Doce») y añade a continuación: «y puso de sobrenombre a Simón ‘Pedro’», como si dijera «Simón, alias el Piedra». El problema, sin embargo, persiste, pues se observa una clara ruptura gramatical con el v. 17: «y Jaime el hijo de Zebedeo, y Juan, el hermano de Jaime, les puso de sobrenombre ‘Boanerges’, esto es ‘Truenos’, Andrés y Felipe...» Por otra parte, el texto occidental comienza el v. 16 de una manera abrupta: «Y puso a Simón el sobrenombre de ‘Pedro’» y continúa en el v. 17 con la misma ruptura gramatical: «y a Jaime, el de Zebedeo, y a Juan, el hermano de Jaime, y les puso de sobrenombre ‘Boanerges’, esto es ‘Truenos’, y Andrés y Felipe...» Es muy probable que muy pronto, ya en el primer tercio del siglo II, los copistas se saltaran un inciso (lo trascrito entre <...>, dependiendo del verbo ‘convocar’ del primer elemento). Pero teniendo en cuenta, lo que conservan Mateo y sobre todo Lucas, pienso que la mejor reconstrucción del original sería la siguiente: «<Primeramente, (convocó) a Simón —y le puso de sobrenombre ‘Pedro’—, a Jaime de Zebedeo y a Juan, el hermano de Jaime —y les puso de sobrenombre ‘Boanerges’, esto es ‘Truenos’—; después Andrés, Felipe...» Como se puede comprobar, los tres primeros, a diferencia de los otros nueve, tienen un sobrenombre, marcado, en primer lugar, por la posición respectiva dentro del grupo de los Doce, que forman una especie de triunvirato, y en segundo lugar, por el respectivo alias, que define a los tres, sea por la obstinación, ‘el Piedra’, sea por la violencia, ‘los Truenos’. En el momento de hacer la lista, Marcos refleja que Jesús sabe muy bien con quien cuenta. Entonces uno se pregunta, si éstos son los que él bien quería, ¿Qué pretendía Jesús hacer con ellos? Tratándose de un grupo de discípulos, no podía prescindir de sus líderes, y líderes son los que hay. Si no hubiera escogido a estos, le hubieran hecho la vida imposible. Espera que, con el tiempo, una vez hayan realizado un cúmulo de experiencias positivas y negativas, vayan cambiando y pongan su liderazgo al servicio de los que han renunciado, desde un comienzo, a toda clase de poder. ‘Andrés’, el hombre maduro, es un nombre griego, igual que ‘Felipe’. ‘Bartolome, Mateo, Tomas’ son nombres hebreos. El nombre revela su origen y posiblemente su idioma. Los nombres griegos representan judíos de la diáspora helenística. ‘Jaime, hijo de ’Alfeo’, se distingue del otro Jaime, ‘Jaime de Zebedeo’. ‘Lebeo’ (texto occidental) o ‘Tadeo’ (texto alejandrino) en el Evangelio de Lucas (y en el de Juan) ocupa el lugar de un primer Judas, ‘Judas de Jaime’, contrapuesto a ‘Judas Scariot’ (texto occid.) o ‘Judas Iscariote’ (texto alej.). Contrapuesto igualmente a ‘Simón Pedro’ se presenta en el penúltimo lugar a ‘Simón el Fanático’ o ‘el Cananeo/Zelota’, otro violento. Finalmente, a propósito de Judas, mencionado en el último lugar, se precisa: ‘el mismo que le entregó’. Judas le traicionará por motivos económicos (treinta monedas) y políticos (Lucas insinuará, según el Códice Bezae [Lc 22,47 D = Gn 27,27 LXX], haciendo una referencia implícita a la traición de Jacob respecto a Esaú, cuando aquél le quitó la primogenitura, que lo que Judas pretendía, era ser él el Mesías. En aquella situación todo era posible). Al primero de la lista, Simón, Jesús le pone el sobrenombre de ‘Petros’ (roca), por su terquedaz, y del último de la lista, Judas Scariot, se dice que fue ‘el mismo que le entregó’. Comenzamos bien... Jesús ha escogido los líderes que se habían significado en el seno de los discípulos. Eran grupos muy definidos, y lo que él pretendía era que, en su compañía, escuchando el mensaje de sus propios labios y viendo como se comprometía a favor de los más pobres y marginados, fuesen aprendiendo poco a poco y lo fueran asimilando. Jaime y Juan, ‘los Truenos’, son violentos, van armados. También Pedro iba armado. En aquella época no se veía ninguna otra solución. Según la forma como Marcos los enumera, coordinándolos todos con la conjunción «y» (equivalente a nuestra coma), Jesús los puso a todos, a los Doce en plan de igualdad, sin diferenciar subgrupos entre ellos, cosa que sucedería más tarde. Jaime el de Alfeo, si hemos seguido el texto occidental, resulta ser el recaudador de impuestos. Por tanto, dentro de este grupo Jesús ya ha puesto —como aquél que dice— una bomba de relojería, un individuo que es tenido como un no-israelita, mal visto por el mundo judío, considerado como un colaboracionista con los romanos. El hecho de haberlo asumido como el líder de uno de los círculos de discípulos quiere decir que había un círculo compuesto de este tipo de “gentuza”. Por otro lado, Simón el Cananeo, un fanático nacionalista, lideraba el círculo de los más violentos anti-romanos. El grupo de los Doce es todo un poema. No una balsa de aceite como hemos pintado nosotros.

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EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (11) Perícopa 19. *[B’] 3,20-21 La multitud converge de nuevo, ahora en la casa del Israel mesiánico: ataque de los dirigentes

[a] 20 Entran en la casa, y se reúne de nuevo la multitud, hasta el punto de no poder ni tan sólo

comer pan. [b] 21 Cuando reciben noticias de él, los letrados y los otros dirigentes salieron para

arrestarlo. [a’] (Decían, en efecto, que les había puesto fuera de si.)

Nos encontramos en el Período IV, que tiene por título: Configuración del Israel mesiánico: reacción de los letrados y de los familiares. Este período constaba, en la primera redacción, de cuatro perícopas: [A] [B] // \\ [B’] [A’]. La primera y la segunda perícopas ya las hemos comentado. Hoy veremos la tercera y la última. Con la expresión ‘Israel mesiánico’ designamos la nueva configuración que Jesús, una vez se ha sentido rechazado por el Israel histórico –configurado por las Doce tribus–, ha propuesto haciendo una corrección en el modo como él quería que fuese entendido su mesianismo. Puesto que las autoridades religiosas de Israel (el Israel oficial) ya le ha rechazado y él no piensa doblegarse de ninguna manera a las exigencias de su política, pero a la vez tiene plena conciencia de ser el Mesías esperado por el pueblo de Israel, configura su grupo de discípulos, compuesto por personas de ideologías muy diversas, con una configuración que fuese comprensible para todos, basada, obviamente, en el número ‘doce’ que caracterizaba a Israel. A partir de ahora, la pertenencia a Israel ya no vendrá dada únicamente por línea de sangre, por la pertenencia a las Doce tribus, sino por la línea de adhesión —lo que nosotros decimos la fe— en la persona de Jesús. Les da esta configuración, para que se vea, a partir de ahora, que su proyecto continúa siendo para Israel. (No piensa aún en un proyecto más abierto; eso vendrá mas adelante.) De momento, pues, se presenta —para quien lo quiera entender— como el Mesías exclusivamente de Israel, esto aparece simbolizado por los Doce discípulos que ha escogido como líderes del Israel mesiánico. En el momento, en que ha presentado su proyecto, se produce una doble reacción, de parte de las autoridades religiosas, sobre todo de la sinagoga, y de parte de los parientes de sangre. La perícopa que examinaremos es muy breve. Por tanto, ya podéis sospechar que es muy importante. Cuanto más breve, más remarcable. El evangelista intenta invertir todos los valores, incluso los que aparentemente tienen menos importancia. A nosotros, en cambio, cuanto más largos son los discursos o los relatos, nos parece que dan mucha más importancia a los hechos reseñados. Con tres trazos, el evangelista tiene bastante para describir una situación completa. La presente perícopa tiene tres elementos, hay uno que es central: a // b \\ a’. Una ‘casa’ que no tiene suficiente cabida para la nueva enseñanza El primer elemento [a] contiene la composición de lugar. Se hace referencia a una nueva reunión de la ‘multitud’ en ‘una casa’ que, por lo que parece, no tiene suficiente cabida y no les permite, en consecuencia, asimilar la enseñanza de Jesús: «Entran a casa, y se reúne de nuevo la multitud, hasta el punto de no poder ni tan sólo comer pan.» En el centro dice: «Cuando recibieron noticias de él, los letrados y los otros dirigentes salieron para arrestarlo.» La reacción, pues, la ha colocado en el centro. Por tanto, se trata de una perícopa centrada en la reacción de los dirigentes de Israel. El tercero y último elemento constituye un paréntesis: «(Decían, en efecto, que les había sacado fuera de sí.)», porque ya no podían dominarse por más tiempo ante los gestos que Jesús iba haciendo, siendo el último la elección de los Doce. El texto alejandrino (el texto normalmente editado y base de las traducciones modernas) dice: «Llega a casa», como si el único que llegara fuese Jesús y dando, por tanto, mucha más importancia a la casa. Seguramente, que quien presuntamente hizo las correcciones, supuso que se trataba de ‘la casa de Jesús’. Como veremos seguidamente, esta casa no es la casa donde Jesús se reúne con los más íntimos, ni tampoco la casa de Israel, en sentido amplio, sino la casa del Israel mesiánico. En efecto, Marcos tiene dos maneras de designar una ‘casa’. Una de forma genérica, ‘oikos’, y otra forma concreta, ‘oikia’.

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‘Oikos’ es la palabra empleada para indicar ‘la casa de Israel’, ‘la casa de Dios’, ‘la casa’ de la tribu, de la familia... En cambio, ‘oikia’ se dice de un lugar concreto, habitable. Cuando el evangelista usa la palabra ‘oikia’, designa la comunidad donde Jesús vive, ya sea en Cafarnaún o en otros lugares. En cambio, cuando usa el término ‘oikos’ —como en el presente pasaje— se refiere generalmente a ‘la casa de Israel’, pero la amplitud de la ‘casa’ puede ir variando según los contextos. Habríamos de convencernos de que, para comentar un Evangelio, se habría de ser evangelista. Esto quiere decir que se habría de tener una formación bíblica notable, con unos conocimientos suficientes de la lengua griega, para poder explicar, con conocimiento de causa, los cuatro Evangelios (Hechos de los Apóstoles incluidos). Si no reconocemos esta limitación, no se crearán las funciones necesarias para asumir este objetivo. En la época de Jesús, la gente tenía una manera de escribir que no se corresponde con la de hoy. El papiro o pergamino era muy caro. La gente no leía. Tenían muy desarrollado el oído, pero no la escritura. Se leía en público, siempre en voz alta. No existía la lectura privada. La lectura de los textos bíblicos, tanto en la sinagoga como en las comunidades cristianas, se hacía primero en el texto original (hebreo, en la sinagoga; griego, en las iglesias), y después se comentaba en la lengua vulgar (arameo, en la sinagoga; griego, latín, siríaco, copto..., en las iglesias cristianas). Por tanto, también hoy estos textos se han de comentar. (Sería loable que las ediciones litúrgicas fuesen bilingües —griego y español—, como en el Códice Bezae que comentamos, pero tal vez es pedir demasiado.) Si no estaban en casa, ¿donde estaban? En el caso concreto que nos ocupa, si leemos, en singular, ‘llegó a casa’ (texto alejandrino), entendemos sin duda que nos habla de una casa concreta, y que Jesús va como si no hubiera pasado nada. En cambio, si leemos ‘entran en casa’ (texto del Códice Bezae), el evangelista nos esta indicando que son Jesús y sus discípulos, representados por los Doce, elegidos no hace mucho, quienes ‘entran’ en la ‘casa del Israel mesiánico’, ha sido constituido y toman posesión. Este detalle ayuda a interpretar la escena. Si ‘entran’, quiere decir que habían ‘salido’. ¿Cuando? Si nos atenemos a las perícopas de primera redacción, Jesús ‘salió a la orilla del mar’ después de la curación del ‘leproso’ (Per. 12: 2,13); más tarde, se nos dice que ‘atravesaba por los sembrados en sábado’ (Per. 15: 2,23); en la primera perícopa del Período IV que estamos comentando, se encuentra obviamente ‘cerca del mar’ (Per. 17: cf. 3,9) y, en la perícopa anterior a la presente, nos constata que ‘sube a la montaña y convoca’ a los Doce (Per. 18: 3,13). Pero, ‘entra’ de nuevo ¿de dónde había ‘salido’? Había ‘salido’, sin duda, del Israel oficial, pero, después de la elección de los Doce, ya no tenía ninguna posibilidad de volver a ‘entrar’. Si nos atenemos a la perícopa siguiente, con la que concluirá este cuarto período, la ‘casa’ donde él ‘ha entrado’ no puede ser otra que ‘la casa del Israel mesiánico’. Jesús ‘había subido a la montaña’. ‘La montaña’ es un lugar privado, donde se ha relacionado con Dios. Precisamente allí es donde ha elegido a los Doce. Por el sólo hecho de haber elegido a los Doce, ha dado un carpetazo definitivo al antiguo Israel. A partir de ahora, ya no cuenta con el Israel de las Doce tribus. Ha constituido uno nuevo, si bien, como no me gusta llamarlo ‘el nuevo Israel’, le llamó ‘el Israel mesiánico’, el Israel que acepta que él es el Mesías. Hay, en efecto, una parte de Israel que no lo acepta como Mesías, y ha quedado desvinculado de Jesús. Pero Jesús no quiere imponer por la fuerza su mesianismo. ¿No le aceptan? Pues bien, continúa visualizando su proyecto con los que quieran realizarlo. ¿De qué multitud se trata y con qué intención entran en la nueva ‘casa’? De Jesús y de sus discípulos (tipificados por los Doce) se ha dicho que ‘entran en casa’, en la casa del Israel mesiánico. En cambio, de ‘la multitud’ (con artículo, Códice Bezae) se dice que ‘se reúne’ con él y sus discípulos. Pero esta ‘casa’ ha asumido ya un papel diferente del que tenía hasta ahora. En esta casa ‘se reúne de nuevo’ el gentío que había venido de todos los territorios del antiguo Israel histórico, calificada de ‘una asamblea considerable’ que, ‘al enterarse de las cosas que hacía, acudieron a él’ (cf. 3,7b-8). Pero él, entonces, ‘dijo a sus discípulos que le tuvieran preparada una barquita por razón de la multitud, a fín de que no le oprimieran muchos de ellos’ (cf. 3,9). Ahora, después de la elección de los

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Doce, se vuelven a reunir con él. Pero ‘esta multitud’ no es demasiado tranquila, porque eran tantos los que se reunieron y hacían tanto alboroto, ‘hasta el punto de no poder ni tan solo comer panes’, que la noticia alarmará a los adversarios. Esta gente no está capacitada aún para escuchar a Jesús, se interesan mucho por él, porque ha curado a muchos, pero aún vienen con una actitud interesada, que no deja ‘comer panes’. La intención de Jesús de entrar en la nueva ‘casa’, después de instituir el Israel mesiánico, se ve frustrada por causa de la multitud que allí se ha reunido. ‘Comer panes’, en sentido metafórico, quiere decir compartir la mesa de la enseñanza, equivale a ‘aprender, asimilar, digerir’ una enseñanza. En el Antiguo Testamento, la ‘comida’ era la Torá, la Ley mosáica; aquí es la enseñanza de Jesús. El ‘pan’ es la enseñanza. En este momento, Jesús no puede enseñar en la casa de Israel, porque esta multitud que se ha reunido no le deja actuar. Hay demasiados intereses encontrados, hacen demasiado ruido. Es una manera de describir que la comunidad con la que Jesús podía contar, aún no está preparada. El hecho de que —como dirá en seguida— eso llegue a los oídos de los letrados y los alarme, tiene todo el aspecto de que la llegada de tanta gente a la nueva ‘casa’ de Israel se podría convertir en un alzamiento mesiánico en toda regla. Los letrados y los otros dirigentes judíos vienen con la intención de llevarse preso a Jesús El segundo elemento [b] constituye el centro de la perícopa: «Cuando reciben noticias de él, los letrados y los otros dirigentes salieron para arrestarlo.» Las noticias alarmantes han llegado a oídos de los letrados y dirigentes de las sinagogas. Nos encontramos en Galilea. A través de espías, han llegado noticias a las autoridades oficiales de que Jesús había constituido un grupo bien caracterizado, en representación del pueblo de Israel y enfrentado a las autoridades centrales que le habían rechazado, y que una gran multitud de partidarios suyos había venido de todas partes para reunirse con él en actitud desafiante. Jesús está considerado ya como un heterodoxo, mal visto por los letrados que dominan la institución de la sinagoga. Al tener noticias, ‘salen’, pero no en el sentido técnico que acostumbra a tener este verbo (indicio de‘éxodo’), sino calificando el infinitivo siguiente, ‘salen para arrestarlo’. Se trata de un idiotismo semítico (una locución popular de las lenguas semíticas, entre ellas el hebreo), traducible por ‘emprender un viaje, partir’. ‘Los letrados’ no van solos, sino acompañados de ‘los otros dirigentes’. Literalmente consta, en el Códice Bezae, que se trata de ‘los letrados y los otros’. No hay duda que se hace referencia, en tono despectivo, a ‘los otros dirigentes’ de la sinagoga. ‘Parten’, pues, los unos y los otros, por separado (doble artículo plural) hacia el lugar donde se encuentra Jesús, aunque obviamente no con la intención de ‘entrar’ en la casa del Israel mesiánico, sino al contrario con la única intención de arrestarlo, de llevarse preso a Jesús o —como se dice coloquialmente— de retirarlo de la circulación. Cómo se puede cambiar el sentido de un pasaje (v. 21) con ligeros cambios y un silencio elocuente Si nos atenemos al texto alejandrino, el sentido del movimiento central que estamos comentando experimenta un giro de ciento ochenta grados. En vez de decir: «Cuando recibieron noticias de él, los letrados y los otros dirigentes...», dice: «Al enterarse sus parientes...» Así lo leemos, en términos más o menos equivalentes, en todas las traducciones del Evangelio de Marcos del Nuevo Testamento. Me quedé sorprendido cuando comprobé que el texto occidental (el Códice Bezae) no hablaba de ‘los parientes’ (en griego: hoi par autou, ‘los de parte de él’, ‘los suyos’ parientes o familiares), sino de noticias ‘referentes a él’ (en griego: peri autou) que habían llegado a oídos de ‘los letrados y los otros dirigentes’ (silenciados éstos en el texto alejandrino). Además, no veía ningún motivo para que ‘los parientes’ fueran a arrestar a Jesús. ‘Los parientes’ son sus familiares más próximos. ¿Es que tal vez tenían poder para hacerlo? ¿Y porqué lo querrían llevar a cabo? Es más lógico, desde el punto de vista del contexto, que sean los dirigentes los que se sienten amenazados por el gesto de Jesús de elegir a los Doce y por la respuesta espectacular de la gente. Los traductores, que siguen el texto alejandrino, suavizan el sentido del verbo griego (krateo) que, en su típica construcción con acusativo, tiene, en la mayoría de los casos, el sentido de ‘detener, arrestar’, y han preferido darle el sentido de ‘retenerlo para llevárselo, connotando obviamente una cierta violencia. ¿Porqué motivo quieren arrestar a Jesús?

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En el último elemento [a’], construido en forma de paréntesis, se da una explicación de las razones aducidas por los letrados y los otros dirigentes judíos, razones que —según ellos—les legitiman para intervenir: «(Decían, en efecto, que les había sacado de sí.)» Las noticias, pues, se habían ido acumulando y había llegado el momento en que los letrados, perplejos por lo que oían, ya no sabían qué hacer. Se ha de acabar con este movimiento y con su líder —se decían—, ya que va tomando una fuerza impresionante y eso puede hacer perder la credibilidad de la gente en la institución religiosa. Por lo que hace referencia al texto mismo, en lugar de la lectura del Códice Bezae: ‘... que (Jesús) les había sacado de sí’, el texto alejandrino lee: ‘... que (Jesús) estaba fuera de sí’. Los parientes, pues, habrían venido a arrestarlo o, al menos, para llevárselo, porque para ellos ‘estaba loco’. Son pequeños cambios, pero que cambian totalmente el sentido. En efecto, el mismo verbo griego (existemi), tomado en sentido transitivo significa ‘poner fuera de sí a alguien’: ‘los había sacado de sí’ (exestatai autous); en sentido intransitivo, en cambio, significa ‘que alguno está fuera de sí’, es decir que ‘está loco’. En el texto alejandrino, al cargar las tintas sobre ‘los parientes’ de Jesús, no hay ruptura con la institución judía respecto de Jesús. En cambio, en el Códice Bezae, esta ruptura se aumentará en la perícopa siguiente, de segunda redacción, al comprobar que «Los letrados que habían bajado de Jerosólima iban diciendo que tenía a Belzebú» (Per. 20: 3,22). En primera redacción eran los letrados y los otros dirigentes’ de Galilea los que ‘salían para arrestarlo’. En segunda redacción, el mismo Marcos, tomando pie de lo que había escrito en la primera redacción, les hará venir de la capital, serán ‘los letrados’ que forman parte del Sanedrín, uno de los tres grupos que lo configuran. Los primeros serían —para entendernos— teólogos enviados por la Comisión de la doctrina de la fe con un mandato de la Conferencia episcopal; los segundos, vendrían con más ínfulas, enviados por el Santo Oficio. En el texto alejandrino no aparece esta escalada que culminará en el arresto definitivo de Jesús y en su muerte.

[20. **3,22-30 Requisitoria de los letrados llegados de Jerusalén] La perícopa 20 la considero de segunda

redacción.

Perícopa 21. *[A’] 3,31-35 La verdadera familia de Jesús

[a] 31 Llega su madre y sus hermanos y, se quedan fuera, le envían a algunos para que le hagan salir.

[b] 32 Estaba sentado cerca de la multitud; pero van y le dicen: «He aquí que tu madre, tus hermanos y tus hermanas, están fuera, y te vienen a buscar.»

[b’] 33 Les respondió: «¿Quién es mi madre o hermanos?» [a’] 34 Entonces, paseando la mirada entre los que estaban sentados en el círculo, dijo: «He

aquí mi madre y mis hermanos, 35 porque cualquiera que realice el designio de Dios,ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.»

El verdadero hermano, hermana y madre de Jesús La última secuencia [A’] del Período IV comprende la visita de la madre de Jesús y de sus hermanos y la toma de posición clara de Jesús a favor de la nueva comunidad de hermanos. Consta de cuatro movimientos dispuestos en forma de quiasmo: a b // b’ a’. La madre de Jesús y sus hermanos se presentan y, permanecen fuera, le hacen llamar [a]; seguidamente, los invitados lo comunican a Jesús que está acompañado de la multitud [b]. Jesús pregunta entonces quién es realmente su madre y hermanos [b’]; son, refiriéndose a los que están sentados a su alrededor, los que realizan el designio de Dios [a’]. Su madre y sus hermanos, desde fuera hacen llamar a Jesús En el primer elemento [a] se presentan en la ‘casa’, donde se encuentra Jesús, su madre y sus hermanos y, mientras están fuera, envían unos mensajeros a llamarlo. El texto alejandrino, pone el verbo en plural: ‘Llegan’, refiriéndolo tanto a ‘su madre’ como a ‘sus hermanos’. El texto del manuscrito que comentamos el Códice Bezae), emplea el singular: ‘Llega’, dando a entender que es ‘su madre’ quien ha tomado la iniciativa. Una de las tendencias del texto alejandrino es la de elaborar un relato que sea bien legible. Un singular con un sujeto plural parece incorrecto. ‘Llegan’ queda mejor. Pero se ha perdido un

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detalle, a saber que es la madre la que arrastra a los hermanos. Decir ‘hermanos’ quiere decir parientes. También dice ‘la madre’, no dice Maria. Ya la nombrará más adelante, en segunda redacción (Per. 32: cf. 6,3). ¿Habrá presionado ella a los hermanos? No lo sabemos, de hecho llegan todos juntos, pero ‘permaneciendo afuera’ (aspecto intensivo del pretérito perfecto griego, según el Códice Bezae) o bien ‘estando afuera’ (texto alejandrino), porque no están de acuerdo con él, le harán venir. Se resisten a entrar, porque la madre y los hermanos pertenecen al Israel oficial y no ven con buenos ojos el Israel mesiánico que Jesús acaba de configurar. En lugar de ir ellos personalmente, ‘le enviaron algunos para que le hiciesen ir.’ Mantienen las distancias con él. ¿Se han enterado de que los letrados ya han salido para arrestarlo? En el caso de los dirigentes judíos, Marcos ha utilizado el aoristo (nuestro perfecto): ‘salieron para arrestarlo’; en el caso de los familiares de Jesús emplea el presente: ‘Llega su madre...’ No hay simultaneidad en los tiempos verbales: el presente es posterior al aoristo. No se dice que haya ninguna relación entre la venida de unos y de los otros, a no ser las noticias sobre el gesto solemne que ha hecho Jesús eligiendo a los Doce, noticia que se ha extendido por toda Galilea. En el texto alejandrino, la relación sí que es evidente: habrían ‘salido los parientes para llevárselo’ o ‘arrestarlo’ y, ahora, ‘llegaría la madre’ con los familiares más cercanos. Los enviados comunican a Jesús la intención de sus familiares En el segundo elemento [b], mientras Jesús está enseñando (‘sentado’), los enviados le comunican el encargo de los familiares para que salga afuera. El gesto de estar ‘sentado’ manifiesta que es el maestro que está enseñando. El hecho de haber dicho que el recaudador de impuestos, Jaime el de Alfeo (2,14, Códice Bezae) / Leví el de Alfeo (2,14, texto alejandrino), que era un descreído, estaba ‘sentado en la mesa de los impuestos’, quería indicar igualmente que era un maestro, pero de la anti-Ley, un maestro heterodoxo. Jesús le ha elegido (cf. 3,18) para que también él forme parte del grupo de los Doce (sólo según el Códice Bezae). De una parte, los dirigentes judíos van propagando que está loco; de otra, sus familiares no quieren que les implique con su manera de actuar. Se quedan fuera. No se explicita qué le quieren decir, pero por el contexto vemos que venían a avisarle, como aquel que dice: ‘Si continúas así, acabarás muy mal.’ Es probable que, además de las noticias que circulaban sobre Jesús, se hayan enterado también de lo que van diciendo los letrados. Le vienen a dar informaciones concretas, para ponerlo sobre aviso. En Galilea todo el mundo habla. La multitud —por lo que parece— ya se ha calmado. Están todos sentados en círculo escuchando a Jesús: «Estaba sentado cerca de la multitud; pero van y le dicen (estos son los enviados de afuera): ‘He aquí que tu madre y tus hermanos y tus hermanas, están afuera, y te vienen a buscar.’» El texto alejandrino, al eliminar ‘y tus hermanas’, ha convertido el tríptico formado por ‘la madre’ (lado izquierdo), ‘los hermanos’ (centro) y ‘las hermanas’ (lado derecho), en un díptico: ‘la madre’ // ‘los hermanos’. Marcos —según el Codex Bezae— habría construido un tríptico indicando que, si bien su madre fué la que tomó la iniciativa, en el fondo son los hermanos los que se encuentran en el centro del debate: situados afuera, evitando de manera inequívoca que se les pueda relacionar con la comunidad de Jesús, le hacen llamar para que salga y se vaya con ellos, renunciando a aquél proyecto descabellado. Una pregunta que vale por una respuesta En el tercer elemento [b’], Jesús responde a la invitación de sus familiares con una pregunta de sorpresa sobre quién es su verdadera familia. «Les respondió: ‘¿Quién es mi madre o hermanos?’» Jesús los menciona todos juntos poniendo el acento en ‘la madre’ (la única que lleva artículo). No acepta el papel de liderazgo que se habían atribuido ‘sus hermanos’ en el centro del tríptico. ‘Quién es mi madre o hermanos...?’ Sabe bien que ha sido ‘su madre’ quien ha tomado la iniciativa; menciona unidos los hermanos y las hermanas y los une al primer miembro con la conjunción ‘o’. No acepta la manera como se han hecho presentar, como grupo de poder. El texto alejandrino, en cambio, no se ha podido contener de poner el artículo delante del segundo miembro: ‘Quién es mi madre y mis hermanos?, como había hecho hace poco elimina ‘y tus hermanas’. El relato resulta así más congruente, pero se han perdido matices teológicos.

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La verdadera familia de Jesús En el último elemento [a’], Jesús da una respuesta adecuada a la pretensión de sus familiares: «Entonces, habiendo paseado la mirada por los que estaban sentados en círculo, dijo: ‘He aquí mi madre y mis hermanos...’» Jesús está sentado en el centro del círculo. ‘Pasear la mirada’ connota que se ha fijado en todos y cada uno en particular. Con un toque de atención: ‘He aquí’, indica, por separado (doble artículo), quien es ‘su madre’ y quienes son ‘sus hermanos’. Poco antes había desmitificado a su familia carnal: ‘¿Quién es mi madre o hermanos?’ La comunidad reunida alrededor de él es su nueva familia. Con un solo trazo ha cambiado el paradigma: «Porque cualquiera que realice el designio de Dios, éste es mi hermano y hermana y madre.» No el que habla, sino el que obra pertenece a la nueva familia. El designio de Dios es el proyecto de Dios sobre la creación y, más en concreto, sobre la humanidad entera. Todo aquel que colabora en la realización de este proyecto, consciente o inconscientemente, es, a la vez, ‘hermano suyo y hermana y madre’. Coordina los tres elementos con la conjunción ‘y’; antes, en cambio, los había coordinado con la conjunción ‘o’, en tono despectivo. Los junta a los tres para que formen una sola familia donde hay ligámenes maternales y de hermanos, masculinos y femeninos. Esta es la verdadera comunidad de Jesús. Y no hay padre. En aquella cultura el padre era figura del poder. Refleja, además, la experiencia personal de Jesús. Él no tiene experiencia de padre. Su padre es el Padre del cielo. En nuestra cultura, el padre ha de ser, el masculino, ha de renunciar a su papel dominante basado en la fuerza y el poder y ha de fomentar la igualdad de los dos sexos respetando la complementariedad; al menos así habría de ser en el seno de la comunidad cristiana. Tristemente aún hay mucho machismo en nuestra institución eclesial. Jesús se nos ha adelantado, poniendo la ‘hermana’ en el centro del nuevo tríptico: ‘mi hermano // ‘y hermana’ \\ ‘y madre’. Todo junto. (Un sólo artículo) EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (12)

V. ENSEÑANZA EN PARABOLAS A LA MULTITUD. EXCLUSIVISMO DE LOS DISCÍPULOS Hasta ahora Jesús se había servido sobre todo de acciones simbólicas: el hombre poseído por la ideología de los letrados en la sinagoga de Cafarnaún (1,23-27); la suegra de Simón postrada y con fiebre (1,30-31); curaciones de enfermedades de todo tipo y de endemoniados (1,32-34); un leproso que es purificado (1,40-44); los discípulos que arrancan las espigas (2,23-28). Y también había utilizado algunas analogías: la cuestión sobre el ayuno (2,18-22); la verdadera familia de Jesús (3,32-35). Ahora, en este quinto período, Marcos comienza a mostrar los contenidos de la enseñanza de Jesús recurriendo al género parabólico. Nos informa de manera sucinta que Jesús «enseñaba usando muchas parábolas». El período consta de dos perícopas [A] // \\ [A’].

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Perícopa 22.24 *[A] 4,1-9+26-33 Parábolas de los cuatro terrenos, de la tierra autosuficiente y del grano de mostaza

[a] 1 Comenzó de nuevo a enseñar de cara al mar. [b] Se congregó en torno de él el pueblo numeroso, hasta el punto de que subió él a la barca y

se sentó al otro lado del mar, mientras que toda la multitud estaba situada a este lado del mar.

[c] 2 Les enseñaba usando muchas parábolas y les iba diciendo con su enseñanza: 3 [AA] «Escuchad! He aquí que salió el sembrador.

[á] 4 Al sembrar, un puñado cayó al margen del camino; vinieron los pájaros del cielo y lo devoraron.

[â] 5 Otros puñados cayeron sobre los pedregales; como no tenían suficiente tierra, en seguida les salieron raíces, por el hecho de no tener profundidad la tierra; 6 pero, cuando salió el sol, se abrasaron y, por el hecho de no tener raíces, se secaron.

[ã] 7 Otro puñado cayó sobre las zarzas: crecieron las zarzas y lo ahogaron, y no dio fruto. [ä] 8 Otro puñado cayó en la tierra buena y dio fruto, a medida que éste subía y crecía,

reportando treinta por uno, sesenta por uno, cien por uno.» 9 Y les iba diciendo: «Quien tenga oídos para oir, que escuche, y cuando sea capaz de

comprender ¡que comprenda!»

[Inclusión: Perícopa 23. ***4,10-25 Explicación de la parábola de los cuatro terrenos a los discípulos]

[c’] 26 Y proseguía diciendo: [AB] «Así se realiza el Reino de Dios: como si un hombre una

simiente echara a la tierra, 27 durmiese y fuese despertado, de noche y de día, y la simiente va germinando y creciendo, sin que sepa él 28 que por sí misma la tierra va dando fruto: primero un tallo, después unas espigas, después el grano apretado dentro de la espiga. 29 Sin embargo, cuando salga el fruto, en seguida envía segadores con la hoz, porque ya ha llegado el momento de la siega.»

[b’] 30 Y continuaba diciendo: [AA’] «Con qué compararemos el Reino de Dios ¿O con qué clase de parábola lo compararemos? 31 Es semejante a un grano de mostaza: esta semilla cuando es sembrada en la tierra es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra, 32 pero el arbusto se hace más alto que todas las hortalizas y saca ramas muy grandes, hasta el punto que pueden, bajo su sombra, anidar los pájaros del cielo.»

[a’] 33 Con numerosas parábolas exponía el mensaje, según eran capaces de escuchar. ***34 Nos encontramos ante una perícopa complicada, no solamente por su amplitud, sino sobre todo por la inclusión de una explicación de la primera parábola a los discípulos, explicación que la separa de las otras dos con las que formaba inicialmente un conjunto armónico de ‘tres’ parábolas, cosa que equivale a decir que les enseñaba “usando parábolas muchas” (v. 2) // “de muchas parábolas” (v. 33 D05), abriendo y cerrando la exposición con la bien conocida inversión quiástica (en forma de ‘x’). Por lo que se desprende de la hipótesis de las tres redacciones sucesivas, Marcos, en una primera redacción (*), habría redactado tan sólo tres parábolas —la de los cuatro terrenos (mal llamada ‘del sembrador’) [AA], la de la semilla autosuficiente [AB] y la del grano de mostaza [AA’]—, una a continuación de otra, sin explicarlas a los discípulos, pues por ellas mismas ya eran suficientemente claras («Quien sea capaz de comprender, que comprenda!», v. 9b, D05 = Códice Bezae solamente). Las parábolas están pensadas precisamente para que cada uno de los oyentes, según cual sea su capacidad de ‘comprender’, pueda llegar a entenderlas en mayor o menor grado. En una parábola, si la lees cuando eres niño o la lees, ahora, cuando eres joven o ya de mayor, cuando tienes mucha más instrucción y dispones de más información, cada vez entras más a fondo y le encuentras más sentido. Esta es la fuerza de la parábola. Además, las parábolas, al presentar la enseñanza en forma de imágenes, evitan que a alguno puedan chocarle determinadas expresiones. En una redacción posterior, probablemente la tercera (***), Marcos habrá incluido la perícopa 23, que contiene la explicación de la parábola a los discípulos. Precisamente

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en la explicación de la primera parábola (la única de les tres que sorprendentemente, en la redacción actual, es explicada a los discípulos), cuando Jesús dice a los discípulos que a ‘los que están afuera’, se les habla en parábolas, pero ‘a vosotros’, la comunidad, ‘os ha sido dado conocer el secreto del Reino de Dios’, nos da motivo para pensar que ahora se ha introducido una reflexión posterior que, cuando Marcos redactó las primeras parábolas, no figuraba aquí. Marcos habría comprobado que la cerrazón de los discípulos era mucho más hermética de lo que parecía en principio, debido a su escasa disposición a escuchar y a acoger, por tanto, la comprensión de la parábola, y habría dado una explicación de tipo alegórico al grupo de discípulos, es decir a las comunidades donde Marcos, acompañando a Bernabé, habría predicado esta buena noticia (cf. Ac 15,39). Serían comunidades formadas mayoritariamente por gente venida del mundo pagano, a las que el género parabólico judío no les sería tan familiar. Explicaciones parecidas de tercera redacción, dirigidas siempre a los discípulos, he identificado seis (4,10-25.34, la presente; 7,17-23; 8,14-21; 9,28-29; 10,10-12; 13,3-36). Nueva enseñanza a base de parábolas a la orilla del mar En el primer elemento [a], Marcos hace referencia a la enseñanza que Jesús impartió ‘de nuevo’ a la orilla del mar. Contiene la composición de lugar y los personajes que intervendrán en la escena: ‘el mar’, la congregación ‘del pueblo numeroso’ y la presencia de ‘la barca’ desde donde Jesús, sentado, imparte la enseñanza. Teniendo presente que todo está entrelazado, cuando dice ‘de nuevo’ hemos de indagar cual fue la última enseñanza que Jesús impartió ‘a la orilla del mar’. Fue cuando «salió a la orilla del mar..., y les enseñaba. Pasando vio a Jaime, el de Alfeo» y llamó al recaudador de tributos: «Sígueme!» (2,13-14). Aquella enseñanza ‘a la orilla del mar’ fue dirigida a unos círculos judíos completamente marginados (‘recaudadores de tributos’, al servicio del ejército invasor) desde del punto de vista de la institución religiosa. Si aquí dice que: «Empezó de nuevo a enseñar de cara al mar», este ‘mar’ continúa teniendo el mismo sentido simbólico de estar a punto de hacer el éxodo fuera de la institución teocrática. La figura de Jesús que nos hemos construido, tan amansado, no es el Jesús que se vislumbre en los Evangelios. Es el principal defecto de los que se han instalado. Incluso obras tan preciosas como la de Teresa de Calcuta tienen el peligro de que queden adulteradas en medio de ceremonias larguísimas y envoltorios sofisticados que la madre Teresa no habría deseado nunca que le hiciesen. Pero es la necesidad que tenemos de hacer cosas grandiosas, porque casi hemos perdido la capacidad de ver y apreciar las cosas pequeñas. Jesús, al enterarse de que los dirigentes judíos de Galilea le querían hacer arrestar (cf. 3,20-21) y que sus familiares más directos se habían distanciado públicamente de él (cf. 3,31-35), optó por situarse de nuevo ‘a la orilla del mar’, a punto de hacer la travesía hacia el otro lado, en territorio pagano. ¿Por qué Jesús quiere irse a la otra orilla? Ir a la otra orilla del llago es tanto como ir al paganismo. Las circunstancias tan desfavorables le están obligando a hacerlo. Ha de pasarse a la clandestinidad. El rechazo de que es objeto es cada vez mayor. Nadie entiende su proyecto. Ni tan siquiera sus discípulos. Al lago de Galilea Marcos le llama ‘mar’. Cada uno de los evangelistas tiene su manera de expresarse. Lucas no llamará nunca ‘mar’ al lago de Genesaret, le dirá siempre ‘lago’. Marcos, en cambio, lo califica de ‘mar’, porque, siendo así que en el judaísmo ‘mar’ tiene siempre connotaciones de éxodo (el Mar Rojo), con este vocablo técnico relaciona el éxodo que Jesús está a punto de emprender con el que hizo el pueblo judío al salir de Egipto. Lucas reserva, en cambio, el éxodo del Mesías al momento de su muerte y es la comunidad cristiana la que ha de hacer la travesía del mar hacia el paganismo. Lucas, en efecto, ha dispuesto los materiales recibidos de la tradición en una obra pensada en dos volúmenes; en el segundo, mal llamado ‘Hechos de los apóstoles’, explicará cómo la comunidad hizo este éxodo, no sin resistirse y cometer notables errores. Los helenistas (judíos de habla griega) y, más en concreto, Juan-Marcos son quienes primeramente lo llevaron a cabo, siguiendo de cerca el camino trazado por Jesús. Es aquí donde nació la segunda redacción del Evangelio de Marcos, escrita precisamente una vez ya se había producido el éxodo hacia el paganismo. Ahora, sin embargo, estamos comentando la primera redacción, en la que Jesús insinúa ya en este momento cuál será su destino.

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Atención a los términos técnicos El segundo elemento [b] contiene palabras y precisiones que nos revelan pautas de interpretación. «Se congregó en torno a él el pueblo numeroso.» El verbo ‘se congregó’ tiene, como siempre, connotaciones con ‘sinagoga’ (= ‘congregación’, y más tarde: ‘lugar donde se congregan los judíos’); por otro lado, queda mucho más subrayado de qué clase de público se trata en el texto occidental, donde se precisa: ‘el pueblo numeroso’, con artículo; y no: ‘una multitud muy numerosa’, como dice el texto alejandrino. ‘El pueblo’, cuando lleva artículo, hace referencia siempre a Israel; por tanto, están reunidos como ‘el pueblo de Israel’, en nuestro caso el Israel mesiánico, que ya no se puede ‘congregar’ en la sinagoga y lo hace ‘a la orilla del mar’. Este ‘pueblo numeroso’ ha de hacer, pues, un cambio radical, atravesando el mar, de lo contrario no entenderán nada. Están atrapados por todo el sistema religioso y político de su tiempo. Han de hacer un éxodo fuera de estos ambientes. Diciendo que ‘se congregó’, deja entrever que aún tienen la mentalidad de la sinagoga, no han renunciado del todo a su pasado religioso, si bien ahora están reunidos como ‘pueblo’, porque están tomando conciencia de que son ellos el Israel mesiánico. Jesús les instruirá en qué consiste el Reino de Dios. «Hasta el punto de que subió él a la barca y se sentó al otro lado del mar.» La expresión revela que se ha producido una gran tensión. La multitud que se ha ‘congregado’ aquí ‘a la orilla del mar’ es la misma de la que antes nos había dicho: «hasta el punto de no poder ni tan sólo comer panes» (3,20). En diferentes situaciones se repite esta expresión, ‘hasta el punto’, indicando siempre que esta multitud se quiere aprovechar de Jesús. Vienen porque tienen interés en que les libere, les cure, pero no piensan en crecer y llegar a ser personas autosuficientes; quieren que se les den las cosas hechas y y a punto, como si se tratase de un Mc Donalds religioso. Por eso Jesús marca distancias. ¿Tiene algo que ver esta ‘barca’con la ‘barquita’ que ya conocemos? Jesús siempre se distancia de la gente cuando le quieren utilizar. Recordemos la perícopa 17: «Dijo a sus discípulos que le tuviesen preparada una barquita por razón de la multitud, por que no le oprimiesen muchos de ellos» (3,9). Hasta ahora no se había servido de ella. Ahora, en cambio, sí que se embarca: «sube él a la barca», la que le tenían preparada ya hacía tiempo. Ahora bien, las barquitas sirven para ir a pescar. El mar en la Biblia, frecuentemente, es figura del mal, y la barca, de ir a captar adeptos. Tanto la barca y el pescador, como el cazador, son maneras de expresar el proselitismo más salvaje, ir a cazar gente en nombre de una ideología fanática, para un movimiento subversivo concreto. Cuando dice de algunos discípulos que tenían una barca, Quiere decir que son líderes de círculos políticos violentos que se preparan para cambiar la situación de opresión y van al ‘mar’ a pescar adeptos para su causa. El diminutivo ‘barquita’, puesto anteriormente, en discurso indirecto, en boca de Jesús, quería ya indicar que no deseaba utilizarla para ir a pescar gente. Como la multitud no ha aprendido a comportarse, Jesús sube ahora a ‘la barca’, con artículo anafórico, según el Códice Bezae, indicando que se trata de la ‘barquita’ mencionada anteriormente. ¿Qué hace Jesús?: «se sienta al otro lado del mar, mientras que toda la multitud estaba situada en este lado del mar». Sencillamente ha hecho retirar la barca tan sólo lo suficiente para que estuviese ‘el mar’ entremedio. La multitud permanecía en la playa, de cara al mar; Jesús estaba sentado al otro lado de la lengua de mar que los separaba. Es una manera de decirnos que, si quieren seguir su proyecto, han de cambiar, han de sumergirse en las aguas. Está en la misma línea del Bautista que invitaba la gente a atravesar el río en señal de conversión. Jesús se ha situado de cara a la gente. ¿Qué ha hecho con la barca? La barca que estaba destinada a cazar gente, ahora se ha convertido en una cátedra de enseñanza. Le ha cambiado la función. Enseguida la utilizará de nuevo para atravesar el mar y hacer el éxodo. «Se sentó», cuando Jesús se sienta, es siempre para enseñar. Comienza la enseñanza en parábolas. La primera es la de los cuatro terrenos [AA] En el tercer elemento [c] se da a entender que, además de la parábola de los cuatro terrenos, seguirán muchas otras. «Les enseñaba usando muchas parábolas y les iba diciendo con su enseñanza...», e insiste en que la enseñanza es el punto central de esta perícopa. Es un elemento muy largo, en el cual se pueden distinguir cuatro sentencias [á â ã ä] correspondientes a los diversos terrenos sobre los que caerá la semilla (la enseñanza).

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«Escuchad!...». Toque de atención, porque lo que dirá es importante. Ante todo, es preciso saber escuchar. Frecuentemente oímos, pero no escuchamos. Estamos tan habituados a oír rumores, conversaciones... Nos resulta muy difícil saber escuchar. En cambio, siempre tenemos necesidad de hablar, y eso quiere decir que estamos muy vacíos interiormente. Somos estrechos de corazón, sin capacidad para acoger la palabra. «He aquí que salió el sembrador.» El texto alejandrino dice: ‘He aquí que salió el sembrador a sembrar’, dando pie, así, al título inexacto de ‘parábola del sembrador’. Diciendo, en efecto, ‘a sembrar’ quiere decir que toda la importancia está en el sembrador que va a ‘sembrar’. O sea que la finalidad es ir a sembrar. Si dice ‘salió el sembrador’ se da importancia, no al hecho de ‘sembrar’, sino al de ‘salir’. Es Jesús quien ‘ha salido’ de estampida de la institución religiosa, porque le han empujado hacia fuera. ‘El sembrador’, Jesús, subiendo a la barca, ya ha dado el paso simbólicamente a la otra orilla del mar. El protagonista, sin embargo, no es el que siembra sino la calidad de los diversos terrenos sobre los cuales caerá la semiente. El texto alejandrino es más narrativo: ‘salió a sembrar’, poniendo el acento, no en la acción de ‘salir’, sino en la de ‘sembrar’. Los relatos evangélicos, a base de pequeños cambios introducidos en la primera mitad del siglo segundo, se han convertido de una manera imperceptible en simples narraciones. Se ha agilizado el relato, pero se ha perdido buena parte de la carga teológica. ‘Al margen del camino’ [α] Primera sentencia: «Al sembrar, un puñado (de semillas), cayó al margen del camino; vinieron los pájaros del cielo y lo devoraron.» El texto alejandrino, con estilo más descriptivo, da más importancia —como hemos dicho— al sembrador: ‘Sucedió que, mientras estaba sembrando...’ En este contexto narrativo ‘el camino’ se presenta como un camino físico. Y normalmente es así como se nos ha explicado. Entonces, esta claro, al caer las semillas en el camino, vienen los pájaros y se las zampan. Además todos recordamos les imágenes del sembrador esparciendo las semillas; de las semillas que caen en el camino; aún vemos a los pájaros picoteando... ¡Ay las estampitas de primera comunión! Pero resulta que las semillas no cayeron en el camino, sino que «un puñado cayó en el margen del camino» (no en el margen, en la orilla de un camino cualquiera) . ¿Cómo podemos saber qué significa este camino? Tomemos unas concordancias del Nuevo Testamento donde están todas las veces que aparece una palabra determinada. Busquemos ‘camino’ en griego (hodos) y contemos las veces que sale en Marcos. Aparece 15 veces. Busquemos varios lugares donde toma claramente el sentido figurado de ‘camino del Señor’ (Mc 1,2.3), ‘camino de Dios’ (12,14). La expresión ‘en el camino’ es frecuente (8,3.27; 9,33.34; 10,32.52). La misma construcción que hemos traducido por ‘al margen del camino’, la encontramos ‘en el camino’ por donde Jesús y sus discípulos suben a Jerusalén, donde hay un ciego sentado ‘al margen del camino’. ¿Tendrá también en estas expresiones sentido figurado? es lo que hay que aclarar. Lucas llega a definir a los cristianos como ‘los del camino’ (Ac 9,2; 22,4; 24,14.22), es decir aquellos que siguen ‘el camino’ marcado por Jesús. Finalmente Juan pondrá en boca del mismo Jesús: «Yo soy el camino» (Jn 14,6). A medida que vamos enfocando cada vez más de cerca este ‘camino’ y centramos el foco en aquello que ha caído ‘al margen del camino’, nos damos cuenta de que estas semillas no germinan, pero no por el hecho de haber caído sobre un camino duro y compacto, sino porque no han caído sobre la tierra buena, ‘marginándose’ del único Camino que verdaderamente da vida: «Yo soy el camino, la verdad y la vida», decía Juan (14,6). Por tanto, ‘el camino’, en sentido figurado, es la tierra buena. ¿Qué le pasa a quien se sitúa ‘al margen’ de este ‘camino’? Como ya hemos insinuado, más adelante volverá a salir esta expresión cuando encontremos un ciego sentado ‘al margen del camino’ por el cual Jesús iba subiendo a Jerusalén. Nosotros lo hemos reducido a un ciego, como los que venden cupones de la Once. Pero, en cambio, designa a aquél que, al ‘marginarse’ así mismo ‘del camino’ que abría Jesús, se ha quedado ciego. Las imágenes de las semillas y del ciego son complementarias. Quien se sitúa ‘al margen del camino’ de Jesús ni da fruto ni da luz... No se trata de los marginados sociales o excomulgados por la religión, sino de los que deliberadamente se colocan ‘al margen del camino’ de Jesús: «vinieron los pájaros del cielo y lo devoraron». El texto alejandrino, más narrativo como siempre, dice simplemente: ‘vino una bandada de pájaros y lo devoró’. Por ‘pájaros del cielo’ se entienden las sectas, sistemas, asociaciones, etc. que, en

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nombre de Dios (‘cielo’), se aprovechan de aquellos que se han parado ‘al margen del camino’ y les ‘devoran’. Se han quedado sin probar siquiera la buena nueva que les traía la semilla, precisamente porque se han automarginado del ‘camino’ que es el ‘camino de Jesús’. Naturalmente los pájaros no ‘devoran’ sino que picotean; el evangelista, en cambio, emplea un verbo inapropiado tratándose de pájaros: ‘devorar, comer con avidez, consumir enteramente’. La mayoría de sistemas, políticos, económicos, religiosos, ‘devoran’ a las personas y se las tragan en nombre de una ideología dominante, donde éstas quedan atrapadas. ¿Y los de los pedregales, a quien representan? [β] La segunda sentencia está formulada en plural: «Otros puñados cayeron sobre los pedregales.» El texto alejandrino lo pone en singular: ‘Otro puñado cayó en el pedregal’, uniformando así las cuatro sentencias. ¿Qué diferencia hay entre un ‘puñado’ y unos ‘puñados’? Pues que el segundo terreno es aquel donde han caído muchas más semillas que en los otros tres. Por tanto, del plural del Códice Bezae se ha de deducir que esta segunda situación es la más abundante de todas. ¿Y quién son ‘los de los pedregales’? «...como no había mucha tierra, enseguida echaron raíces, por el hecho de no tener profundidad la tierra; pero cuando salió el sol, se abrasaron y, no teniendo raíces, se secaron». Jesús no explicará la parábola, ya que por sí misma se entiende. La explicación que dará Marcos, en tercera redacción, será para los discípulos, dando a entender que están más verdes que la propia gente, ya que necesitan que les explique la parábola. Se trata de una situación muy posterior. La parábola, en su origen, era como la estamos leyendo aquí, prescindiendo de la explicación intercalada. Por tanto, la hemos de entender sin recurrir a la interpretación ulterior: ‘los del camino...son...’ Hemos de descubrir nosotros mismos su significado desde dentro de la parábola. La tierra, el suelo que no tiene profundidad, hace referencia a la gente superficial, que se entusiasma fácilmente, pero como no tienen savia, ya que no han cavado ni abonado la propia tierra, ‘el pedregal enseguida les hace sacar raíces’. ‘El suelo’ no es negativo: indica tan sólo que la alegría de haber recibido el mensaje no ha tenido continuidad. La culpa no es del suelo, sino del hecho de ‘no tener raíces’ profundas. Nosotros hemos atribuido toda la fuerza de la parábola al sembrador, porque estamos habituados a dar siempre importancia a nuestros líderes. Y, naturalmente, mientras demos tanta importancia a los líderes, iremos siempre trás ellos como unos bobos Nos sentiremos arropados por una gran multitud que va detrás del líder que marca el paso y lo decide todo, cuando él debería de ser un igual que no hiciera nada más que activar su función de coordinador al servicio de los otros. La función ha de estar presente, pero no de liderazgo. Pero eso supone que la comunidad ya es madura. Nosotros mismos construimos nuestros líderes, y así, cada pueblo tiene los dirigentes que se merece. En la Iglesia pasa lo mismo. Ya en tiempos de Jesús, los Doce líderes del grupo de discípulos pusieron muchos obstáculos e hicieron cometer grandes errores en la difusión del mensaje. Entre las zarzas [γ] En la tercera sentencia retorna el singular: «Otro puñado cayó sobre las zarzas: crecieron las zarzas y lo ahogaron, y no dio fruto.» Esto quiere decir que aún cuando había tierra buena y húmeda, esta tierra trabajada no estaba suficientemente labrada. Si no te das cuenta de esto, siempre hay quien se aprovecha, porque entonces está más abonada que nunca para que puedan crecer las zarzas. Es lo que más abunda: una religiosidad de éstas que, en un momento, te llenan de felicidad, pero que succionan tu savia. Todo sistema religioso tiene estos momentos, pero no duran, no dan fruto, antes bien ahogan con toda clase de reglas, prescripciones, ritos vacíos de sentido. En la tierra buena [δ] La cuarta sentencia, a diferencia de las otras tres, describe una situación positiva: «Otro puñado cayó en tierra buena y dio fruto, a medida que éste subía y crecía, reportando treinta por uno, sesenta por uno, ciento por uno.» El texto alejandrino, nuevamente, ha modificado la sentencia a un estilo más narrativo: «Otros puñados cayó (cayeron) en la tierra buena y fue (fueron) dando fruto, a medida que éstos subían y crecían e iban reportando treinta por uno, sesenta por uno, cien por uno.» La preferencia del texto alejandrino por el plural como sujeto de un verbo en singular reflejaría las tres

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situaciones que se van dando en la tierra buena, en sentido distributivo. En el Códice Bezae, aunque se hable de un solo ‘puñado’, este puñado de semillas ha dado progresivamente fruto abundantísimo de tres maneras, porque cada uno va dando todo lo que tenía en un momento determinado. Allí donde se da fruto es señal que está el Reino de Dios. Cuando veáis un campo de árboles frutales, una comunidad de personas que trabajan y están al servicio de los otros, allí está el Reino de Dios. Será dentro o fuera de la Iglesia. El Reino de Dios no tiene fronteras. Todo aquél que es capaz de escuchar y cultiva su propia tierra, da progresivamente fruto en abundancia: treinta, sesenta, cien por uno. En el Reino de Dios la medida no cuenta. Jesús siembra la semilla, sin preocuparse de que no toda la semilla llegará a dar fruto. No depende de él, sino de la respuesta de la persona. Dios tiene tanta semilla, que puede hacerla sembrar en todos los posibles planetas que pueda haber entre los billones de estrellas que lucen formando millones de galaxias... A pesar de ser tan inmenso el universo que él ha proyectado, su proyecto tan sólo se va realizando persona a persona. Quien se presta es la persona y cada persona puede tener momentos en su vida en que la semilla haya caído ‘al margen del camino’ o ‘entre zarzas’ o ‘en pedregales’, o que haya encontrado ‘la tierra buena’ y dé ora ‘treinta por uno’, ora ‘sesenta por uno’, ora ‘ciento por uno’. El sólo hecho de dar fruto es lo que cuenta. Las situaciones negativas, por muchas que sean, no cuentan nada. Aquí no se pasa lista, calculando cuántas semillas se han perdido. Es más, en determinadas situaciones hay incluso puñados en que el sembrador ha tirado las semillas. Porque lo que interesa en el proyecto de Dios es que su humanidad o su creación dé fruto abundante. Nosotros somos aquellos que hemos sido elegidos para que la creación dé fruto. Sin el hombre o la mujer, sin este ser capaz de libertad, la creación no podría dar frutos para los otros. Engendraría clones, por decirlo de alguna manera, sometidos al determinismo de la evolución, a la selección natural. El Espíritu del Dios Creador tiene mucha más energía que la que haya podido mostrar en la interacción de las partículas, átomos, moléculas, genes... Pero ha de esperar a que la criatura se abra libremente a su proyecto y colabore de una manera igualmente creativa engendrándole hijos e hijas con los cuales pueda dialogar de tú a tú. Exhortación final de la parábola de los terrenos El cuarto elemento [d] contiene una breve exhortación destinada a reforzar el«Escuchad» con que se inicia la parábola: «Y les iba diciendo: “Quien tenga oídos para oir, que escuche, y quien sea capaz de comprender, que comprenda”». El segundo inciso tan sólo se conserva en el Códice Bezae. Una cosa es ‘oir’ y otra ‘comprender’. Primero oyes, pero después has de comprender. Porque por mucho que ‘oigas’ y aún ‘escuches’, si no ‘comprendes’, puedes ‘caer’ fácilmente en ‘los pedregales’ o ‘sobre las zarzas’, ... y no das fruto. Nosotros damos valor al sembrador o a la semilla y dividimos a la gente en cuatro situaciones: los del camino, los del pedregal, los de los matorrales, los de la tierra buena. Hemos dividido el mundo en cuatro partes y nos pensamos que los únicos buenos somos nosotros mismos, los que nos consideramos de la tierra buena. Cuando aquí lo que se nos describe es otra cosa. La parábola describe situaciones que se dan en una misma persona. Es decir que en cada un de nosotros hay una posibilidad de estar ‘al margen del camino’ de Jesús, de estar ‘en los pedregales’, de recibir la semilla ‘sobre las zarzas’ o de recibirla en ‘la tierra buena’. Todo depende de allí donde recibes la semilla... por eso dice enfáticamente al principio: «¡Escuchad!» Porque lo primero que debería haber hecho el sembrador, si es que se refería a diferentes individuos, seria sacar primeramente las piedras, arrancar los matorrales, comprar tierra buena, como cuando queremos arreglar un pequeño huerto, antes de sembrar. Pero aquí no se trata de ir a sembrar. El huertecillo pertenecería al sembrador. Se trata de que quien está a punto de predicar, ha de saber a quien habla. Y le ha de invitar a preparar él mismo el buen terreno: «¡Escuchad!» Toda esta primera perícopa va dirigida a preparar al auditorio, para que sea capaz de ‘escuchar’, primeramente, y sobre todo de ‘comprender’. Y eso necesita un trabajo muy intenso. Al proponer cuatro opciones (de hecho son seis: tres infructuosas y tres fructíferas), uno mismo se siente retratado.

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EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (13) Perícopa 22.24 *[A] 4,1-9+26-33 Parábolas de los cuatro terrenos, de la tierra autosuficiente y del grano de mostaza (Continuación) A continuación de la parábola de los cuatro terrenos viene la explicación de la parábola a los discípulos. Estas explicaciones dirigidas exclusivamente a los discípulos, en privado y en un lugar retirado, configuran una serie de perícopas que he asignado a la tercera redacción. ¿Por qué motivo Marcos la habría intercalado aquí, separando la parábola introductoria de las otras dos restantes donde se explicaba en qué había de consistir el Reino de Dios? Probablemente porque lo exigía la situación que vivían las comunidades cristianas en aquella nueva situación, cuando ya no tenían los oídos tan finos como antes para comprender su alcance. Sin pretenderlo, Marcos ha sacrificado el tríptico inicial, al darse cuenta de que era necesario explicar la parábola, dado que ni tan sólo «los discípulos», es decir los cristianos que en aquel momento configuraban las comunidades creyentes, la habían entendido. Los diferentes terrenos se encuentran en todos y cada uno de nosotros: tenemos puntos oscuros, estamos endurecidos o llenos de zarzas, pero hay quien labra la buena tierra. La parábola de los terrenos es preparatoria. En ella se expone la manera como se han de escuchar las otras dos. La parábola que leeremos ahora se encuentra en el centro del tríptico y por consiguiente, es la más importante. En esta parábola se resume la manera de cómo Jesús concebía que se había de realizar el Reino de Dios.

[c’] 26 Y proseguía diciendo: [AB] «Así se realiza el Reino de Dios: como si un hombre una semilla tirara sobre la tierra, 27 durmiese y se despertase, de noche y de día, y la semilla va germinando y creciendo, sin que sepa él 28 que por sí misma la tierra va dando fruto: primero un tallo, después unas espigas, después el grano apretado dentro de la espiga. 29 Sin embargo, cuando salga el fruto, en seguida envía segadores con la hoz, porque ya ha llegado el momento de la siega.»

[b’] 30 Y continuaba diciendo: [AA’] «Con qué compararemos el Reino de Dios, o con qué clase de parábola lo compararemos? 31 Es semejante a un grano de mostaza: esta semilla cuando es sembrada en la tierra es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra, 32 pero el arbusto se hace más alto que todas las hortalizas y echa ramas muy grandes, hasta el punto que pueden, bajo su sombra, anidar los pájaros del cielo.»

[a’] 33 Con tales numerosas parábolas exponía el mensaje, según eran capaces de escuchar. ***34

Parábola de la semilla autosuficiente. En el quinto elemento, primero del tramo descendente [c’], Jesús continúa dirigiéndose a «al pueblo numeroso» hablando en parábolas al pueblo de Israel reunido a la orilla del mar. Recordemos que en el centro de la perícopa [d] el evangelista había situado precisamente la advertencia donde se resumía el contenido de la parábola introductoria: «¡Quien tenga oídos para oir, que escuche, y quien sea capaz de comprender, que comprenda!» (4,9 D05). La segunda parábola, en cambio, versa sobre la autonomía total de la semilla después de haber sido sembrada; eso sí, hasta el momento de la siega. «Y proseguía diciendo: “Así se realiza el Reino de Dios: como si un hombre una semilla tirara sobre la tierra...”» ¿Cómo y cuando se realiza el Reino de Dios que esperamos? Toda la esperanza de Israel que se había ido afincando en el fondo del alma judía, y los Profetas habían intentado reavivarla en momentos de crisis nacional, la enuncia Jesús en esta parábola: «Así se realiza el Reino de Dios: como si un hombre una semilla tirase sobre la tierra». «Un hombre», un representante de la humanidad, no exclusivamente un judío. «El reino de Dios» es mucho más amplio que la Iglesia y que el judaísmo, pues quiere abrazar a toda la humanidad. Fijémonos en el texto occidental (Códice Bezae): habla de «una semilla» que contiene en si misma todos los ‘genes’ que contribuirán al desarrollo del ‘Reino de Dios’ y dice que es ‘tirada’ sin mas ‘sobre la tierra’; el texto alejandrino invierte el orden de las palabras y le pone artículo, ‘tira la semilla sobre la tierra’, como si eso fuera la cosa más normal del mundo es decir minimiza la acción. Precisamente con la construcción enfática del

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Códice Bezae, Marcos quiere llamar la atención sobre ‘la semilla’, pues será ella, y no el hombre que la tira o siembra (como parece interpretarlo el texto alejandrino), la que constituirá el tema dominante de toda la parábola. En la parábola anterior, introductoria, Marcos se había guardado muy bien de mencionarla por su nombre. En la traducción he puesto el pronombre neutro por ‘un puñado’. Aquí, en cambio, ‘la semilla’ es mencionada de una manera explícita. En esta ‘semilla’ tan enfatizada se contiene virtualmente todo el programa de la enseñanza de Jesús. Tampoco usa el evangelista el término ‘sembrar’, sino «tirar», en el sentido de ‘dejar caer’. El hombre de la parábola no ‘siembra’, sino que actúa ‘como quien deja caer una semilla sobre la tierra’: si la sembrase, indicaría que ha preparado la tierra para recibir la semilla, que ha escogido el lugar más apropiado y que la ha escampado de una manera ordenada. Además, el lugar donde aquí ‘tira la semilla’ es toda ‘la tierra’, no la tierra prometida ni ningún otro territorio particular. Por tanto, ni es suya la semilla ni se la ha de apropiar nadie. Por eso se ha de comportar seguidamente como si «durmiera y se despertara», es decir no se ha de preocupar del proceso que se desarrolla en el seno de la semilla ni se ha de hacer responsable de su crecimiento; «de noche y de día, despreocupándose de la semilla que tiró ‘sobre la tierra’. De la misma manera, «la semilla va germinando y creciendo»: dos procesos paralelos, el del ‘hombre’ que se va a ‘dormir y se despierta’, es decir que durante mucho tiempo se mantiene completamente al margen de lo que pasa con la semilla, y el de ‘la semilla’ que contiene en sí misma la fuerza para llevar a término este proyecto. Así y todo, se realiza «sin que sepa él que por sí misma la tierra va dando fruto». Aquí tenemos la clave: «por sí misma». El término griego utilizado es bien claro: ‘automate’, significa ‘de una manera automática, por sí misma’, excluyendo toda otra intervención externa. Es ‘la buena tierra’ la que, en combinación con ‘la semilla’, tiene la energía suficiente para desarrollar todas sus potencialidades. Además del largo proceso marcado por el inciso temporal, «de noche y de día», un larguísimo período de tiempo, con la expresión doble «duerme y se despierta», que de por sí describe el conjunto de acciones hechas en un día determinado, se hace una velada alusión a la muerte (‘dormir’) y resurrección (‘despertarse, levantarse’, el mismo verbo) de Jesús. La sensación que Jesús experimentó en la cruz fue que él había ‘echado la semilla’ y que, a pesar de la situación límite que vivía en aquel momento, «la semilla iba germinando y creciendo, sin que supiese él que por si misma la tierra iba dando fruto». El mismo Jesús, una vez ‘se despertó/se levantó él mismo, resucitando’, lo inculca a todos los que nos dedicamos a la enseñanza, a la predicación de la Palabra o a la formación de comunidades cristianas: no nos hemos de preocupar de lo que haga ‘la semilla’ una vez la hayamos ‘tirado’, como hacemos demasiado frecuentemente, afanándonos por hacer un prosélito, como ‘los maestros de la Ley y los fariseos que recorrían tierra y mar por ganarse un solo prosélito’ (cf. Mt 23,15). La responsable del proceso es la persona que ha recibido ‘la semilla’. Ni tan sólo nos hemos de preocupar que caiga en ‘tierra buena’ (los cuatro terrenos conviven en cada persona), de otra manera continuaremos fatigando cultivando la tierra del otro e imperceptiblemente nos la apropiaremos o nos haremos responsables. Tu ‘tira la semilla’ —nos dice Jesús en la parábola—, y que cada uno la trabaje personalmente. Se ha de hacer, eso sí, un trabajo previo, que también puede ser simultáneo, como se ha indicado en la primera parábola. Hemos de ayudar a despertar la capacidad de escuchar y de comprender que en la gran mayoría está como alienada (‘margen del camino’), falta de profundidad y endurecida (‘pedregal’) o ahogada (‘zarzal’). La semilla es buena por sí misma y el sembrador la pone a disposición de los oyentes para que la acojan y asimilen. La fuerza que tiene en sí ‘la semilla’ se desarrolla gracias a la colaboración de ‘la tierra’, que es la que ‘va dando fruto’. La tierra es ‘buena’. Esta parábola es de un optimismo impresionante. No aparece ningún terreno negativo, porque lo negativo no cuenta, es la resaca de la creación. Pero tampoco hemos de pasar la vida preparando la tierra pidiendo perdón toda la vida, como si fuésemos unos eternos catecúmenos, sintiéndonos responsables de que se hayan malogrado tantas semillas. Lo que te anima a trabajar no es el sentido de culpabilidad, sino ver el fruto que nace. El sembrador siembra, sin preocuparse de si una parte de la semilla se malogra. El proceso de crecimiento es largo:¡es preciso estar al acecho! Hay tres momentos. El primero ya lo hemos visto, ‘tira la semilla’ del mensaje y se va a dormir. El segundo momento también, el central y más importante, ‘el crecimiento de la semilla por sí misma’. En un tercer momento nos describe este proceso de crecimiento. Para marcar un largo proceso el evangelista utiliza —como de costumbre— tres incisos: «primero un tallo, después unas espigas,

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después el grano apretado dentro de la espiga». De la constante interacción entre la espiga’ y ‘la tierra’ llega un momento en que ‘da fruto’. «Sin embago, cuando se entregue el fruto, en seguida envía (segadores con) la hoz». El ‘hombre’ que ha ‘tirado la semilla’, después de un tiempo muy largo de inactividad, observa que la espiga ya está repleta y que ya se está abriendo. Este hecho de abrirse la espiga, hay que entenderlo como el de entregarse al servicio de los demás. La espiga, en efecto, no sacará ningún provecho, pues da todo lo que tiene, ‘entrega el fruto’. Pero cuando el responsable de la comunidad, que en cierta manera se había desentendido del proceso, si bien observaba atentamente los progresos que se iban produciendo en los terrenos sembrados, ve que ‘los campos ya están dorados, a punto para la siega’ (cf. Jn 4,35), entonces ha de enviar segadores’ con una misión muy concreta, la de recoger los granos de trigo para que no se pierdan, para que se pueda formar una comunidad de personas maduras. La palabra ‘enviar’ es un término técnico, es la ‘misión’. Una misión que tenga tanta riqueza interior que se pueda dar a todos. ¿Cuándo podemos hablar de comunidad? «Tan pronto, como se entregue el fruto...». Una comunidad no se puede constituir mientras las personas no den fruto. En caso contrario, haremos una comunidad de gente inmadura. La espiga, como es normal, absorbe la savia, como la mayoría de gente que no ha llegado a la madurez, y necesita ser regada, necesita el sol, es decir necesita un ambiente apropiado, de otra forma no crece y quedará endeble, raquítica. Cuando empiece a dar el fruto, entonces es el momento en que se puede constituir una comunidad. «... en seguida envía (segadores. con) la hoz». El verbo en tiempo presente, «envía», indica que el tiempo de la siega ya ha llegado para la comunidad de Marcos. Pero, más que los segadores (sobreentendidos), es ‘la hoz’ la que, justamente nos presenta el fruto, es ‘enviada’ por el mismo ‘hombre’ que había ‘tirado la semilla’. En todo momento la parábola evita que los sembradores y los segadores tengan protagonismo... ¡Pues, sí que la hemos hecho buena! Tal vez por eso son tan raquíticos los frutos de nuestras comunidades parroquiales o de grandes masas y congregaciones... «... porque ya ha llegado el momento de la siega». ‘La siega’ señala el momento de constituir la comunidad, reuniendo los miembros que han hecho experiencia del Espíritu produciendo unos frutos que superan sus propias capacidades: ‘treinta, sesenta, ciento por uno’. En la comunidad cristiana no cuentan las estadísticas ni tan siquiera la cantidad de los frutos, porque todos llegan con las manos llenas, según sea su respectiva capacidad. Eso es lo que cuenta: la plena capacidad que el Espíritu Santo confiere a cada uno que se ofrece a colaborar en la construcción del Reino de Dios Esta es la parábola central de la enseñanza de Jesús sobre el Reino de Dios. Con esta parábola habría suficiente para responder a la pregunta sobre cuáles son los trazos esenciales del cristianismo, sobre la manera como se realiza el reinado de Dios. Y pensar que se ha gastado tanta tinta y no digamos papel, ¡para desentrañar la esencia del cristianismo! El lenguaje de Jesús es sencillo y no tiene nada de religioso ni de altisonante. Ha sido tomado de una cultura agrícola, donde la espiga de trigo o de cebada constituía uno de los principales elementos de la nutrición; en la cultura asiática, por ejemplo, el equivalente sería el arroz. Los referentes se han de cambiar para que la gente de diversas culturas pueda entender lo que es esencial del mensaje, de otra forma, si se han de explicar los referentes, pierden buena parte de su plasticidad.

Parábola del grano de mostaza En el penúltimo elemento [b’], Marcos propone la tercera y definitiva parábola, segunda concerniente al Reino de Dios, la del grano de mostaza. Esta parábola refuerza la central. En un tríptico, las tablas laterales siempre se cierran sobre la central. También aquí: la primera parábola, la de los cuatro /seis terrenos, funciona a manera de introducción; la última, la presente, completa la central. Comienza con una serie de interrogantes: «Y continuaba diciendo: “¿Con qué compararemos al Reino de Dios, o con qué forma de parábola lo compararemos?”» ¿Porqué tanta insistencia? Se trata de un toque de atención semejante al que iniciaba la primera parábola: «¡Escuchad! He aquí que...» (v. 2). El interrogante despierta la atención de los oyentes. Todos están esperando que venga el Mesías y que instaure de una vez para siempre el Reino de Dios. Pero, y nosotros, ¿qué estamos esperando? Todo depende de lo que cada uno tenga en el disco duro de su cerebro (¡Y tanto que es duro!). Si tuviéramos los textos de la Biblia convenientemente explicados, nuestro programa ‘informático’ de búsqueda

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buscaría aquellos pasajes de la Biblia que nos ayudasen a interpretar este pasaje. Pero nuestra formación bíblica es muy floja, literalista y superficial, porque no nos han leído de pequeños la Escritura como lo hacían las madres judías a sus hijos, o cuando menos los responsables de la sinagoga. Cada sábado se leía la Escritura (lo que llamamos ‘Antiguo Testamento’) en hebreo, la traducían al arameo, que era la lengua del pueblo, y se explicaban los pasajes más difíciles, a la vez que se actualizaban los contenidos. ¿Qué pasa con aquella gente que ha tenido un buen conocimiento de la Escritura? Jesús hace esta pregunta a gente que tenia muy buena memoria. La formulación de la pregunta es muy judía. Jesús tenía una formación académica excelente. Era considerado como un rabí, un maestro, en referencia a la Escritura. No era un cualquiera. Nazaret no tenía buena fama («¿De Nazaret puede salir algo bueno?», díjo Natanael a Felipe, (Jn 1,46), pero, sin duda, Jesús había hecho estudios, tal vez en Jerusalén mismo (ved Lc 2,46-47.49), que sería como si hoy hubiera estudiado en Harward.... De otra manera no hubiera podido interpretar la Escritura, como lo hacía, enseñando ya sea en la sinagoga o por las plazas, o a la orilla del mar o en el mismo templo. La conoce a fondo, y no porque hubiera venido con la lección aprendida, por ciencia infusa. En las escuelas de los rabinos se enseñaban estas cosas. En lo referente a estas tres parábolas, yo diría que pertenecen al Jesús histórico. La explicación posterior de la primera parábola a los discípulos, de tercera redacción, representa la que continúa impartiendo Jesús a la comunidad de Marcos. Una experiencia compartida Una vez hice una prueba con un grupo de jóvenes. Les di el texto que leeremos ahora, sin decirles que haría después. Lo leyeron y hablaron largamente enseguida, mirando de situarlo en el contexto del pueblo de Israel. Después les leí la parábola. Entonces les hice la pregunta inicial: «¿Con qué compararemos al Reino de Dios, o con qué forma de parábola lo compararemos?», todos a una exclamaron: «Con el cedro del Líbano...» (Ezequiel 17 ). «El Señor me comunicó su palabra. Me dijo: “Hijo de hombre, propón un enigma, explica una parábola al pueblo de Israel. Diles: Esto os hace saber el Señor: La gran águila, la de alas amplísimas, de plumaje espeso y llamativo, fue al Líbano (Nabucodonosor, en el año 597 aC). Tomó la copa de un cedro, desgarró el brote mas alto y se lo llevó al país de los mercaderes (Canaán), lo dejó en una ciudad de comerciantes (deportó a Jeconias, rey de Judá, a Babilónia). Después tomó una simiente de la tierra (de Israel) (una imagen es la del cedro [Jeconias] y la otra, la de la simiente [Sedecias, sucesor de Jeconias]) y la plantó en tierra de cultivo, como un plantón de sauce a la orilla de una corriente de agua; quería hacer una cepa vistosa, pero de poca altura, que extendiera hacia el águila sus sarmientos y mantuviera bajo ella sus raíces. El brote sacó sarmientos y se extendía su ramaje...”» (vv.1-7). Y más adelante, después de hablar de la deportación a Babilonia (el cedro decapitado, la simiente, el brote arrancado, deportados al país del Norte, a un país muy rico donde hay agua, el Tigris y el Eufrates [actualmente Irak]), continúa: «Esto os anuncia el Señor: “También yo romperé la copa del cedro altivo, desgajaré el brote mas alto y tierno y lo plantaré en la cumbre de una gran montaña (será el Monte Sión, donde está el templo, a la vuelta del exilio), en la excelsa montaña de Israel Lo trasplantare y echará ramas vistosas, dará fruto y llegará ser un cedro majestuoso (la restauración de Israel.). Se tumbarán bajo él todas las fieras y se cobijarán bajo su sombra pájaros de toda especie, le serán restituidos todos sus sarmientos (la restauración de Israel es presentada como el inicio de la era mesiánica, de dominio de Israel sobre todas las naciones). Todos los árboles del bosque sabrán que yo soy el Señor que humillo a los árboles altivos y exalto a los árboles humildes, seco los árboles verdes y hago reverdecer a los árboles secos.” Yo, el Señor, soy el que lo ha dicho y el que lo hará» (vv. 22-24). ¿Restauración de Israel? Jesús cambia totalmente su sentido La gente se sabía de memoria esta profecía.. Podríamos leer otros pasajes donde se utiliza también la comparación, la misma manera de preguntar: ‘¿Con qué compararemos...? ¿Qué comparación utilizaremos...?’ Es el típico paralelismo hebreo. La gente, al ponerles esta comparación, hablándoles del cedro, pensaban todos en la restauración de Israel. Pero Jesús les salió por peteneras: «Es semejante a un grano de mostaza...». Ha cambiado completamente el término de comparación. No hay continuidad entre ‘el grano de mostaza’ y ‘el cedro’, nada de una copa que cortaron, y que volvió a hacerse un cedro muy grande, cuando lo trasplantaron de nuevo al Monte de Sión. Nada de nada. Jesús tiene conciencia

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de que lo que les está proponiendo no es la continuación de la gran historia de Israel. Jesús utiliza sencillamente un elemento de la tierra, menospreciado por todos, un grano de mostaza. «Esta semilla cuando es sembrada en la tierra es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra». Ciertamente es una exageración, él bien lo sabía, pero era considerada una de las semillas más pequeñas; «pero el arbusto se hacel más alto que todas las hortalizas y echa ramas muy grandes, hasta el punto de que pueden, bajo su sombra, acampar los pájaros del cielo». En la antigua imagen de Ezequiel los pájaros hacían nido en las ramas y las fieras reposaban bajo la sombra del cedro; las naciones de la tierra, una vez sometidas a Israel, serían las fieras que descansarían a la sombra del gran cedro. Aquí han desaparecido las fieras, sólo ha retenido a los pájaros, personas libres, que plantan su tienda, ‘acampan’, hacen nido en las ramas de este arbusto, en un huertecillo, acompañados de toda clase de hortalizas. Esta era la idea que propugnaba Jesús sobre como la comunidad cristiana debía proponer y construir el Reino de Dios, en contraste con las situaciones como las que él vivía, de exaltación patriótica y religiosa, culminadas con la majestuosidad del templo, la copa del gran cedro restaurado. Poco debe tener que ver el Vaticano, la Ceca o la Meca... con este grano de mostaza dentro de un pequeño huerto, ¿verdad? No tiene nada que ver. El Vaticano y la Meca son monumentos para la humanidad, pero el huertecillo, lo has de trabajar tú personalmente y dejarte de historias. La comunidad se encuentra dentro del pequeño huerto donde hay muchas hortalizas. Serían las religiones, las sectas... Todo lo que hay en el huerto es bueno, incluso podría ser mejor que el mismo árbol de mostaza. Pero da sombra y permite que los pájaros puedan hacer nido en sus ramas. Es lo que interesa. Es donde hacen nido las persones libres, que no quieren plantarse. Son las comunidades cristianas que sólo pretenden estar presentes en un cierto lugar y que quieren ayudar y servir sin preocuparse de nada más. Las fieras ya se construyen ellas mismas grandes rascacielos donde alojarse. Colofón final Marcos cierra la secuencia con un colofón [a’], donde se informa al lector de manera muy sucinta sobre la modalidad de la enseñanza de Jesús en parábolas: «Con tales numerosas parábolas exponía el mensaje, según eran capaces de escuchar.» Retorna el motivo dominante con el que ha iniciado la explicación. ***El v. 34 «Sin parábolas no les hablaba, pero, en privado, a sus discípulos les resolvía todo» pertenece a la tercera redacción, exactamente como la explicación de la primera parábola a los discípulos, a la que se hace referencia en este breve inciso. EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (14) Nos encontramos en el quinto período de las XIV grandes unidades en que hemos organizado las perícopas de la que consideramos primera redacción del Evangelio de Marcos (cf. página 7 de este esbozo de comentario). Hemos examinado la primera de las dos perícopas de este período [A] 4,1-9 + 26-33: La enseñanza en parábolas a la multitud. Les tres parábolas constituyen el tríptico que Marcos concibió inicialmente para explicarnos en qué ha de consistir el Reino (o reinado) de Dios. Mas tarde, probablemente en tercera redacción, intercaló la explicación en privado de la primera parábola a los discípulos (4,10-25), junto con el consiguiente colofón (4,34). Ahora consideraremos la otra perícopa de este díptico [A’], donde se trata del exclusivismo de los discípulos. Al término de las dos parábolas sobre el Reino de Dios, la segunda de la tierra que por sí misma hace crecer la semilla, sin que intervenga para nada el presunto sembrador, y la del grano de mostaza, los discípulos provocan con su actitud exclusivista una gran tempestad. El gran peligro que tienen las comunidades hoy día son los sembradores y/o también los segadores. Hay que poner toda la atención en que lo más importante son las personas, y no las masas (un millón de seguidores tiene un movimiento moderno, su líder se considera indigno de pintar la Almudena, «pues tan sólo soy un pecador») aún menos importantes son las estadísticas eclesiales. La parábola de la tierra «automática» es todo un poema. Viene a decir que tanto Jesús como Marcos tienen conciencia de que este peligro ya se daba en aquél momento. Cuando

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hay vivencias muy fuertes, surgen inmediatamente personas que tienden a recoger, a enganchar a la gente trás de sí. Son los líderes, en el caso presente los Doce. En cambio, poner al servicio de los otros este carisma, que innegablemente ha de existir, y después desaparecer, es el sentido de la segunda parábola (tenemos ejemplos muy cercanos de personas que, con una gran sencillez, sin aparecer nunca para nada, han dejado un vacío difícil de llenar, pero a la vez han encontrado su plenitud en el servicio, sin sentir ninguna necesidad de ir atando a la gente trás de sí). En la explicación de la tercera parábola, la del grano de mostaza, leemos el texto del profeta Ezequiel como telón de fondo, el del gran cedro del Líbano que fue desgajado, primeramente, y que después fue plantado de nuevo en el Monte Sión, símbolo de la gran esperanza de Israel, de la definitiva restauración del reino davídico. En la exposición de la parábola vemos que el proyecto de Jesús no iba en la línea de la tradición mesiánica davídica, nos cambiaba completamente la imagen de grandeza y poder del gran cedro, bajo el cual se someten las fieras (toda clase de imperialismos), por la del pequeño grano de mostaza, donde se reúnen y hacen nido —en les ramas del arbusto que surgirá en medio del huertecillo— los pájaros del cielo (les persones libres). En el Fórum de las culturas tendremos ocasión de ver como las religiones y las iglesias cristianas, católicas, ortodoxas o protestantes, no hemos hecho otra cosa sino plantar nuestro pequeño cedro, en lugar de encontrarnos todos reunidos en el huertecito, donde no hay competencia de poderes. Para explicar la tempestad descrita por Marcos con toda clase de detalles leeremos por el momento, el primer capítulo del libro de Jonás, ya que Marcos lo utiliza, a manera de paradigma, la tempestad que éste provocó cuando, en lugar de dirigirse a la ciudad pagana de Nínive, rehusó el encargo divino y tomó una nave que zarpaba en dirección contraria, hacia Tarsis (cf. Jo 1,1-16). El relato de Jonás se actualiza en el texto marquiano, si bien invirtiendo los términos. Capítulo primero del libro del profeta Jonás: El Señor comunicó su palabra a Jonás, hijo de Amitai. le dijo: «Ve a la gran ciudad de Nínive y proclámales que ya no soporto más su perversidad.» Pero Jonás decidió salir hacia Tarsis, lejos del Señor. Bajó en Jafa, donde encontró un barco que iba hacia aquellas tierras, pagó el pasaje y se embarcó con los marineros para huir de la presencia del Señor. Entonces el Señor envió sobre el mar un viento tan fuerte y se levantó una tempestad tan grande, que parecía que la nave se había de partir. Los marineros tuvieron miedo y cada uno pedía auxilio a su dios. Y, para aligerar el barco, tiraron la carga al mar. Mientras tanto Jonás, que había bajado al fondo de la nave, yacía profundamente dormido. —O sea que Jonás se desentendió de lo que estaba pasando. En el texto griego de los Setenta no dice «en el fondo de la nave», sino «en el vientre de la nave», estableciendo después un paralelo con «el vientre de la ballena». Nosotros seguiremos el texto griego porque es el que los evangelistas tenían delante de sus ojos. El griego de los Setenta parece que parte de una base hebrea más antigua que el hebreo masorético actual. El texto griego no dice solamente que dormía, sino que «roncaba», cosa que quiere decir que se desentendió del todo. Se le acercó el capitán y le dijo: ¿Que haces tú durmiendo? ¡Levántate y clama a tu dios! Tal vez se acuerde de nosotros y no moriremos. —La palabra griega que hemos traducido por «levántate» es la misma que el evangelista empleará para indicarnos la resurrección de Jesús. Los marineros dijeron entre ellos: «Venid, echaremos a suertes y sabremos quién tiene la culpa de esta desgracia.» Echaron a suertes, y la suerte recayó en Jonás. —La costumbre de «echar a suertes» era la manera que tenían de adivinar el designio de Dios en un caso determinado. Entonces le dijeron: «¡Así tú eres el culpable! ¿Qué es lo que te trae, aquí? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿A qué pueblo perteneces?» Jonás respondió: «Soy hebreo y adoro el Señor, el Dios del cielo, que ha hecho el mar y la tierra.» Y una vez Jonás les explicó que huía de la presencia del Señor, el pánico se apoderó de aquellos hombres, que le dijeron: «¡Cómo es que has hecho eso!» Mientras tanto el mar se embravecía cada vez más, y los marineros le preguntaron: «¿Qué hemos de hacer contigo para que el mar se calme?» Él respondió: «Tiradme al mar, y el mar se calmará. Reconozco que esta gran tempestad se ha levantado contra vosotros por mi culpa.» Con todo, los marineros se pusieron a remar intentando volver a tierra; pero no podían, porque el mar se enfurecía cada vez más. Entonces oraron al Señor: «Ah, Señor, no nos envíes la muerte porque ahora hacemos morir a éste hombre; no nos pidas cuentas de la muerte de un inocente. Todo sucede, Señor, tal como tú quieres.» Los marineros, pues, cogieron a Jonás y le tiraron

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al mar, y el mar calmó su furia. Entonces se apoderó de aquellos hombres un gran respeto por el Señor. Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron promesas. A partir de ahora ya podemos hacer la interpretación de este pasaje. La perícopa presupone el mismo escenario que la precedente, el mar, y tiene lugar «aquel mismo día», si bien «al atardecer». Consta de diez elementos distribuidos formando un quiasmo: a b c d e // \\ e’ d’ c’ b’ a’. Perícopa 25. *[A’] 4,35-41 Un gran vendaval se abate contra la barca: Jesús conjura a los elementos encrespados

[a] 35 Y les dice, aquel mismo día, llegado el atardecer: «Atravesemos a la otra orilla.» [b] 36 Dejan de lado la multitud y se lo llevan, tal como se encontraba a la barca. [c] (Sin embargo, muchas otras barcas estaban en compañía de El.) [d] 37 Se produjo un gran remolino de viento; las olas se lanzaron dentro de la barca, hasta el

punto de que ya se llenaba la barca. [e] 38 Mientras tanto estaba él en la popa, sobre el cabezal, durmiendo. [e’] Lo despertaron y le dicen: «Maestro, no te importa nada que nos perdamos? [d’] 39 Se levantó, conjuró al viento y al mar y dijo: «Calla y enmudece!» [c’] Se calmó el viento y se hizo una gran bonanza. [b’] 40 El les dijo: «¿Por qué sois tan cobardes?¿Aún no tenéis fe?» [a’] 41 Se atemorizaron con un gran miedo y se pusieron a comentar entre ellos: «¿Entonces,

quién es éste, que hasta el mar y los vientos obedecen?» Jesús se propone atravesar a la orilla pagana En el primer elemento [a], Jesús pasa a la acción y les propone atravesar a la otra orilla del mar, al territorio pagano, en compañía de todos sus seguidores. Comenzando con un presente: ‘Y les dice’. Este presente revela que el problema que se plantea en aquella ocasión se está dando en la misma comunidad de Marcos. y si lo leemos hoy nosotros es que se está dando también en nuestras comunidades. Por tanto, habríamos de interpretarlo en el sentido que ‘nos está diciendo’: «Atravesemos a la otra orilla». Nos encontramos dentro de una barca, formando parte de la comunidad de discípulos. Esta es, pues, la composición de lugar. Por lo que hace a la cronología, la escena tiene lugar —como ya hemos dicho— «el mismo día» en que Jesús impartió para «el pueblo numeroso» la enseñanza en parábolas, pero ya «al atardecer», una expresión utilizada frecuentemente por Marcos (cf. 1,32; 6,47; 11,11 D05; 14,17; 15,42) para indicar un cambio radical —generalmente negativo— de la situación anterior (fin del día de precepto, tempestad, resistencia de los discípulos, muerte de Jesús...). Jesús ha dado la vuelta a la función de la barca, utilizándola como una cátedra, una sede para enseñar, en lugar de un instrumento destinado a pescar adeptos. ¿Hacia dónde quiere ir Jesús? ¿Qué pretende con esta travesía? «Atravesemos a la otra orilla.» Justo al acabar de hablar en parábolas a la gente que estaba en la playa, Jesús invita a los discípulos, que se encuentran con él en la barca, a poner rumbo hacia la otra orilla. ¿Qué hay en la otra orilla? Nos encontramos en el ‘mar’ de Galilea —Marcos no lo llama nunca ‘lago’, pues quiere darle el mismo significado que tenía la travesía del mar Rojo. Les está indicando que han de pasar para hacer el éxodo saliendo de una tierra de opresión —que ellos consideraban como la tierra prometida— hacia ‘la otra orilla’, la orilla pagana. Un caso semejante al de Jonás. Ha de ir a Nínive, a predicar a aquella gente malvada, pero él preferirá tomar la dirección contraria e irse a Tarsis. La orden de Jesús es muy clara: ‘¡Atravesemos!’ (imperativo plural), él y los discípulos que están en la barca. De nuevo ha cambiado la función de la barca. La primera función de la barca consistía en ir a pescar, cazar gente, hacer prosélitos o, peor, alistar y preparar hombres para levantarse contra los romanos. Jesús ha utilizado la barca pera enseñar, la ha utilizado como una cátedra de enseñanza. Ahora, una vez ha finalizado la enseñanza, la barca podría dedicarse nuevamente a la pesca. Pues no —les dice imperativamente—, ‘Atravesemos a la otra orilla’. Esta tercera función habría de servir para ir hacia el territorio pagano. Pero los discípulos se le opusieron frontalmente.

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Los discípulos se apoderan de Jesús En el segundo elemento [b] se comprueba la iniciativa de los discípulos de dejar de lado la multitud de seguidores que acompañaban a Jesús y apoderarse de él: «Dejan de lado la multitud y se lo llevan tal como se encontraba en la barca.». ¿Cómo hemos de interpretar el sentido de este verbo? El verbo griego toma frecuentemente el sentido de ‘dejar ir, abandonar’, de donde ‘dejar de lado, perdonar’. La multitud estaba interesada en seguir escuchando a Jesús; ellos la ‘dejan de lado’, en presente. Y en presente aún, se lo llevan’ —a él, Jesús— ‘tal como se encontraba en la barca’, probablemente en la popa, desde donde enseñaba a la gente. Hasta aquí no acabamos de ver aún con suficiente claridad qué es lo que está pasando. Eso sí, la doble acción de los discípulos revela una actitud elitista y una buena dosis de prepotencia. El inciso parentético que viene a continuación nos lo aclarará, sobre todo siguiendo el Códice Bezae. Presencia de otras barcas acompañando a Jesús En el tercer elemento [c] el redactor Marcos puntualiza, en un paréntesis: «(Sin embargo, había muchas otras barcas en compañía de él.)» Introduce el paréntesis con kai... de (Códice Bezae) que adquiere claramente sentido adversativo y que hemos traducido por ‘sin embargo’, equivalente a ‘pese a que...’, ‘a pesar de que...’ Además, el término griego empleado para designar ‘las barcas’, ta ploia (en pl.), es neutro y, por tanto, los dos adjetivos que las califican habrían de concertar en neutro. Pues, no. Marcos se salta —según el Códice Bezae— una de las reglas más elementales de la gramática y nos habla de ‘otras muchas barcas’, allai ploiai pollai, en femenino plural (-ai, tres veces) dejando entrever que no se trata de unas barcas físicas y materiales, sino de comunidades de personas que se le han unido en ellas y que están dispuestas a ir con Jesús a la otra orilla. Son comunidades de seguidores de Jesús, gente muy liberada que ya han asimilado las parábolas, prontas a acompañarlo en esta travesía, saliendo de la tierra prometida para ir precisamente hacia la tierra pagana, porque aquí la situación se ha tornado irrespirable. La tempestad se abate contra la barca En el cuarto elemento [d], Marcos reemprende el hilo del relato, después del paréntesis, narrando la gran tempestad que se abate contra la barca hasta casi hundirla, como consecuencia de la actitud de los discípulos de marginar a las otras comunidades (‘barcas’) que en gran número acompañan a Jesús. No hay duda de que son los Doce los que se han apoderado de Jesús y se lo llevan tal como estaba, sin preguntarle ni tan sólo cuales eran sus intenciones, a pesar de que ya las habían descubierto suficientemente. Así, dejando de lado la multitud y las otras barcas que le hacían compañía, le secuestran para que no vaya a la otra orilla. Y eso provoca la gran tempestad. Aparece aquí el paralelo de Jonás. Los Doce, en lugar de irse a la otra orilla (que seria Nínive), se llevan a Jesús, si bien no se dice a dónde (que equivaldría a ir hacia Társis). Es decir, desvían el proyecto de Jesús. No tiene nada de extraño que hayan levantado una gran tempestad. «Se produjo un gran remolino de viento; las olas se lanzaron dentro de la barca, hasta el punto que ya se llenaba la barca», se estaba llenando de agua, a punto de hundirse. Todo está personificado, la barca, el viento, las olas... La tempestad, pues, es fruto de les tensiones provocadas en el seno de la barca-comunidad de discípulos. Al apoderarse de Jesús y marginar a las otras barcas-comunidades, toman la dirección contraria de la que Jesús les había marcado. Jesús duerme plácidamente en popa, sobre el cabezal En el quinto elemento [e], primero del centro bipolar, Jesús desentendiéndose de la tempestad que han levantado los discípulos, se ha puesto a dormir ostentosamente sobre el cabezal de la popa. «Mientras tanto permanecía él en la popa, sobre el cabezal, dormido». Es la figura de Jonás pero con los términos invertidos. El evangelista con plena libertad ha cambiado algunos detalles. Jonás se encontraba ‘en el vientre de la nave’, Jesús ‘en la popa’, arriba del todo, a la vista de todos, Jonás ‘roncaba’, Jesús ‘duerme’; Jonás era el responsable de la tempestad, aquí lo son los discípulos. ‘Dormir’, en los evangelios, evoca la muerte. Está haciendo referencia a la muerte de Jesús. En la parábola que hemos comentado, del hombre que echa la semilla se dice que ‘duerme y se despierta’, haciendo referencia a la muerte y resurrección de Jesús, pues es él quien ha echado la semilla, duerme y se despierta.

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Naturalmente, cuando la comunidad de discípulos, la iglesia, las iglesias, las comunidades, las sectas o como queráis llamarlas no van en la dirección que deberían de ir, Jesús no puede hacer nada más que dormir. ¡Menudo hartón de dormir que se ha dado durante estos dos mil años de iglesia! Si no vamos en su dirección, duerme. Si actuara —como hacen los discípulos— contrariando nuestros proyectos, nos forzaría; pero, como tiene en plenitud el Espíritu santo y el Espíritu santo respeta siempre la libertad de la persona, no tiene más opción que ‘dormir’. Cuando nosotros vamos a la nuestra, apuntalando estructuras decadentes y restaurando el cedro majestuoso, él duerme, como si muriese. Los discípulos despiertan a Jesús En el sexto elemento [e’], segundo del centro bipolar, los discípulos despiertan a Jesús y le increpan por su actitud insolidaria ante el peligro. En ningún momento toman conciencia de que es su actitud la que ha provocado la tempestad. Igual que Jonás: «Le despertaron y le dicen –en presente–: “Maestro, –está claro, son los discípulos– ¿No te importa nada que nos perdamos?”». ‘No te importa nada...?’, le dicen de una manera enfática. Marcos ha hecho una experiencia parecida. Las iglesias o comunidades que recientemente acaban de constituirse, cuando hace cuatro días que Jesús ha muerto, no van todas en la dirección que el Resucitado les había marcado, ¡y El no tiene ya más remedio que dormir! (El presente, ‘le dicen’, hace referencia a esta situación.) Marcos conoce muy bien lo que está pasando con los Once apóstoles, que son los líderes. Lucas nos describirá el largo proceso de conversión que habrán de seguir, después que por propia iniciativa hayan restablecido el número Doce, el Israel mesiánico, con las gravísimas consecuencias que se seguirán. Lucas no ha conocido personalmente a Jesús, pero se ha formado en la comunidad de Marcos e intenta explicar al sumo sacerdote Teófilo (37-41 dC) la incomprensión total que Jesús experimentó en vida y después de su muerte tanto en relacción a Israel como a sus propios discípulos. Mientras una persona, una institución o una comunidad no esté abierta al diálogo, es inútil que le digas nada, porque aún se afirmará más en sus convicciones. Tenemos una gran experiencia en divisiones producidas por la Reforma y por la Contra-reforma, y pienso que hoy ya somos lo suficientemente maduros como para no hacer más reformas, en lugar de abrirnos al diálogo. Un diálogo serio entre las diferentes religiones y culturas o entre las iglesias es muy deseable. Jesús conjura a los elementos contrarios En el sexto elemento [d’], Jesús lanza un conjuro contra los elementos encrespados. «Se levanta...», ‘egerzeis!’, es la palabra clave que expresa el credo más primitivo de la comunidad: ‘ha resucitado’, en el sentido de ‘se levanta’. Se ha despertado, se ha levantado. ‘Dormir’ es símbolo de muerte; ‘levantarse’, de resucitar. Y continua: «... conjuró al viento y al mar y dijo: “¡Calla y enmudece!”». ‘Conjurar’ es otro término técnico, presupone que los elementos, personificados, están endemoniados, como el hombre poseído por un espíritu inmundo de la sinagoga de Cafarnaún (cf. 1,23-25). Y Jesús lanza dos conjuros, dos imperativos; uno va dirigido al viento y el otro a la mar. Están endemoniados en el sentido de que una ideología contraria al proyecto de Dios ha enfurecido a los elementos. Todo está interrelacionado, a todos los niveles. Cuando tú vas contra el proyecto de Dios, en el fondo estás encrespando a los elementos, es una manera de expresarlo. Aquí son los Doce los que se han opuesto al proyecto de Jesús, que es el proyecto de Dios, de ir hacia la otra orilla, la orilla pagana. No dice que vaya a predicar, no dice qué es lo que quiere ir a hacer, mas adelante ya nos lo dirá Marcos. Se han opuesto, porque ven que éste era el momento propicio para aprovecharse de la situación. Jesús tiene mucho predicamento, hay mucha gente dispuesta a seguirlo; ellos quieren aprovecharse; entre los Doce hay, además, mentalidades muy diversas. Ya lo veremos más adelante. Los conjura diciendo: ‘Calla y enmudece’: el primer conjuro va dirigido al viento; el segundo, a la mar. Son muchos los elementos que se han levantado contra la barca. Los elementos se apaciguan En el octavo elemento [c’], los elementos, obedientes a la orden de Jesús, se apaciguan y se hace una gran bonanza. Pero, ¿qué mal viento, qué mal espíritu ha encrespado los elementos? El nacionalismo judío, que los discípulos comparten, y que es contrario a la apertura a los paganos. Marcos, situándolo en el tiempo del llamado Jesús histórico, está describiendo experiencias post-pascuales. Igual que ha

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habido un golpe de viento, el viento ha callado también de golpe. A veces es bueno que se produzca un fuerte viento que limpie el aire contaminado. Lo importante es saber discernir cuales son los malos vientos. El Espíritu de Jesús es un viento suave que calma y serena. En el caso de Jonás, también se apaciguaron los elementos. Jesús tilda a los discípulos de cobardes En el noveno elemento [b’], Jesús tilda a los discípulos de cobardes, faltos de fe/adhesión a su persona. «Él les dijo: “¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”». Los discípulos, faltos de fe, se llenaron de miedo, como los marineros ante los hechos de Jonás. Fe quiere decir adhesión a su persona. ‘¿Porqué...?...¿aún no?...’, es una queja repetida. Los discípulos discuten sobre la identidad de Jesús En el último elemento [a’], los discípulos, espantados, comentan entre ellos sobre la identidad de Jesús que en ese momento acaban de descubrir. Los evangelistas nos dicen constantemente que los discípulos no le comprendieron. «Se espantaron con gran miedo...», esta muy remarcado. Aun no tenían experiencia del Espíritu. Pero incluso cuando tienen experiencia, los Doce continuaron en sus trece. La historia se va repitiendo. Hemos de ir cambiando de mentalidad e iniciar el éxodo hacia la otra orilla continuamente. «...y se pusieron a comentar entre ellos: “Entonces, quién es éste, que hasta la mar y los vientos le obedecen?”». Es bueno hacerse preguntas.... Tanto tiempo, y aún no le conocían, ‘quien será éste que tanto el mar como los vientos le obedecen?’ El está por encima de los elementos que ellos mismos han encrespado, pero aún no se han dado cuenta. Como podéis ver, la escena de Jonás se encuentra en el telón de fondo, actualizada, cambiando una serie de elementos. No se puede poner a Jesús al mismo nivel que a Jonás. En el fondo, son los discípulos los que levantaron la tempestad, allá era Jonás. La barca es la misma. Los marineros simbolizan a los paganos. Hay toda una serie de contrastes, pero captas que el relato de Jonás está iluminando el presente, aunque con cambios muy significativos. Daremos ahora un salto notable, porque —de acuerdo con nuestra hipótesis de trabajo— hemos de dejar de lado las perícopas de segunda y tercera redacción. Resulta que, en segunda redacción, sí que llegarán a la otra orilla (5,1). Marcos, cuando ha modificado su proyecto ha comprobado que, una vez ha amainado la tempestad, llegan a la otra orilla: «Llegaron a la otra orilla, a la región de los gerasenos y, al salir ellos de la barca...» desaparecen sin dejar rastro. Marcos ha tenido interés que fuese tan solo Jesús quien entrase en contacto con un endemoniado terrible, figura de la revolución del paganismo. Hoy día, ante la protesta de los palestinos, lo describiríamos como un joven enloquecido con una bomba adosada al cuerpo. El geraseno endemoniado representa la revolución del paganismo contra los romanos invasores (‘Tengo por nombre Legión’, 5,9). Jesús entrará en contacto con este personaje, le preguntará cual es su nombre, después de haber fracasado el conjuro que le había lanzado, pues Jesús tiene que aprender también cuales son los problemas que han enfurecido a la sociedad pagana y la han conducido a una situación tan lamentable. Pero todo eso lo explicaremos cuando abordemos la segunda redacción. Una vez que este individuo se libere de sus espíritus cogerán la barca y volverán a la otra orilla, ya volvemos a estar allí. Continúa aún en segunda redacción con otro tríptico que es, el del jefe de la sinagoga que tiene una hija que se ha muerto, tenemos a la mujer que tiene pérdidas de sangre, y volverá a la escena de Jairo.... Una vez acabemos la explicación de la primera redacción, tomaremos la segunda redacción y entonces lo incluiremos en la primera y volveremos a empezar. Repitiendo, repitiendo iremos viendo más y más. Vendrá la escena de la familia que va hacia Jesús..., y nos volveremos a encontrar una escena de primera redacción será en Marcos 6,6b. Ahora enlazaríamos con esta escena que dice... ‘iba recorriendo Galilea enseñando por los alrededores’. Antes enseñaba desde la barca a la gente, ahora ya se mete dentro de las aldeas donde están los rincones de ideologías mucho más concretas. Los que han ido al mar a escucharlo, es gente más preparada, tenían interés. Ahora es Jesús quien va recorriendo y envía a los doce para que tengan la experiencia de liberar a las personas. Ya veremos hasta qué punto lo predican y qué es lo que no predican.

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Enlazando con esta perícopa los rumores que llegan a Herodes que son solamente el eco de lo que han predicado..., viene una escena larga, la muerte del Bautista ... (explicación de las perícopas que no vemos, y anunciar el tríptico del apartado VI que comienza con la perícopa 33)…

[26. **5,1-10 Situación límite del paganismo: el geraseno] [27. **5,11-17 Los cerdos, los valores de la sociedad pagana] )... [28. **5,18-20 Misión del hombre liberado en la sociedad pagana] [29. **5,21-24 La hija del jefe de la sinagoga se está muriendo] [30. **5,25-34 La hemorroísa, figura femenina de los discípulos] [31. **5,35-43 La comunidad del jefe de la sinagoga vuelve a la vida] [32. **6,1-6a La patria y los familiares de Jesús]

EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (15) VI. MISIÓN DE LOS DOCE EN ISRAEL: REACCIÓN DEL REY HERODES, DE LOS FARISEOS Y DE ALGUNOS LETRADOS VENIDOS DE JERUSALÉN Empezamos hoy el sexto período (VI), la ‘misión de los Doce en Israel’. Consta de tres perícopas: en la primera se narra la misión de los doce discípulos por los lugares de Galilea [A]; en la segunda, el desconcierto de Herodes sobre la identidad de Jesús [B]; en la tercera, la requisitoria de los fariseos y algunos letrados de Jerusalén [A’]. Recordemos la digresión final de la exposición anterior. Al término de la perícopa (Per. 25), después de calmar la tempestad, dejaron a Jesús en la barca, en medio de la mar. Si continuamos leyendo el Evangelio de Marcos tal como nos ha llegado a nosotros, una vez amainada la tempestad, llegaron a la otra orilla. Marcos hará actuar a Jesús sólo (sin mencionar para nada a los discípulos en la orilla pagana y, después de un tríptico de perícopas referentes al geraseno endemoniado (Pers. 26-28), le hará volver hacia atrás, atravesará otra vez la mar y le encontraremos de nuevo en territorio de Israel, actuando en favor de la hija de un jefe de la sinagoga (Jairo) y de una mujer que tenia pérdidas de sangre que preside el segundo tríptico (Pers. 29-31), acompañado, ahora sí, de sus discípulos, culminando el periplo en la sinagoga de Nazaret (Per. 32). Si descartamos estas perícopas (de la 26 a la 32) que hacen referencia a la ida y a la vuelta a la otra orilla, por considerarles de segunda redacción, enlazamos la perícopa de la tempestad calmada, donde habíamos dejado la barca en medio de la mar, con la siguiente expresión: «Y se puso a recorrer las aldeas de los alrededores (de Galilea) enseñando» (Per. 33). Entonces podemos entender que Jesús no ha podido llegar a la otra orilla porque los discípulos se le habían opuesto, oposición que había levantado la gran tempestad y que Jesús había desactivado. Esta sería la secuencia que constaba en la primera redacción del Evangelio de Marcos. Jesús habría querido ir al otro lado, a la orilla pagana, pero había fracasado en este intento de capear el alzamiento que los Doce estaban tramando. Recordemos que los Doce se lo llevaron tal como se encontraba en la barca, menospreciando a las otras barcas que le acompañaban y provocando la gran tempestad. Una vez calmada la tempestad, Jesús se volvió con ellos a la casa de Israel. Al verse obligado a cambiar de planes, ¿Cual fue entonces la reacción de Jesús?

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Perícopa 33. *[A] 6,6b-13 Misión de los doce discípulos en Israel

[a] 6b Se puso a recorrer las aldeas de los alrededores enseñando. [b] 7 Entonces convocó a los doce discípulos y les envió en grupos de dos, después de

conferirles autoridad sobre los espíritus inmundos 8 y les ordenó que no cogieran nada para el camino, excepto un bastón tan sólo: ni zurrón, ni pan, ni dinero en la faja; 9 eso sí, bien calzados con sandalias, pero «no os pongáis dos vestidos».

[b’] 10 Continuaba diciéndoles: «Dondequiera que entréis quedaos allí, hasta que no salgáis de allí. 11 Y aquellos que no os reciban ni os escuchen, al iros de allí, sacudíos el polvo de los pies, como prueba contra ellos.»

[a’] 12 Cuando salieron, proclamaron que se arrepintiesen, 13 expulsaron muchos demonios y, habiéndolos untado con aceite, curaban ,muchos postrados.

La perícopa consta de cuatro elementos organizados formando un quiasmo o entrecruzados los movimientos: a b // \\ b’ a’. La primera, enseñanza itinerante de Jesús [a], y la última, predicación estable de los misioneros [a’], se corresponden, como también la segunda, convocatoria, misión e instrucciones impartidas a los misioneros [b], y el tercero, consejos de cara a la convivencia con la gente [b’]. Digresión sobre el Jesús histórico y sobre su presencia en la sociedad Hasta hace bien poco no veía ningún inconveniente en interpretar que Jesús fuera a la otra orilla, a la orilla pagana, y se abriera a los paganos. Ahora, tengo cada vez más reticencias. Pero desde una nueva comprensión. En una reunió del Departamento de Sistemática en la Facultad de Teología se habló del Jesús histórico y de la problemática que suscitan las sucesivas —y por cierto contradictorias— búsquedas que se están haciendo, sobre todo en los Estados Unidos, sobre la persona de Jesús. Se habla de una primera, de una segunda y de una tercera búsqueda, la que actualmente intenta imponerse (Third Quest). La impresión que se tiene es que se actúa precipitadamente. Supongo que no tardará en seguirse una cuarta, etc., contradiciéndose la una a la otra, pero de esta manera se avanza. Todo depende de qué criterios se utilizan para decir que ‘ésto es histórico’ o que ‘ésto refleja la fe de la comunidad cristiana’, dado que todos los evangelios fueron escritos después de la experiencia de la resurrección. Al término de la conferencia, se plantearon un reguero de preguntas: ‘¿La historia de Jesús se acaba con su muerte o continúa viviendo?’ ‘¿Es que se puede hacer una investigación sobre el Jesús histórico prescindiendo totalmente de la experiencia de que el Señor continúa viviendo?’ ‘¿No continúa siendo histórica su presencia en la historia actual?’ Estamos haciendo una investigación sobre el Jesús histórico haciendo abstracción de todo aquello que podría ayudarnos a entender más a fondo cómo pensaba él.. La discusión que se entabló no hacía sino plantear nuevas preguntas: ‘¿Es que durante la vida de Jesús sus intenciones no iban mucho más allá de lo que nosotros podemos captar históricamente?’ ‘¿Su vida, se explica puramente a nivel racional, o hemos de admitir que está informada por el Espíritu Santo?’ Pero, entonces ya no la puedes captar históricamente tal como se estila en las biografías de los personajes. Asímismo, es natural que se hagan estas investigaciones, pues de ellas se van extrayendo datos muy interesantes. Uno de los elementos que hoy día se está subrayando es que Jesús ha de ser considerado en el marco del judaísmo contemporáneo. El hecho de que se le haya abstraído del mundo judío ha sido un error de la Iglesia. Jesús era judío, la religión en la que le educaron era la judía; como Mesías de Israel estaba llamado exclusivamente para las ovejas de Israel. Mateo lo dice sin dificultad (Mt 10,6 y sobre todo 15,24: «Únicamente he sido enviado para las ovejas que estaban perdidas hasta ahora de la casa de Israel»). Marcos viene a decir lo mismo en el episodio de la mujer fenicia (Mc 7,27: «No está bien tomar el pan de los hijos [de Israel] y echarlo a los perrillos [los paganos]»). Su proyecto mesiánico lo ha ido contrastando durante toda su vida con las diversas expectativas que se le presentaban (las tres tentaciones o pruebas de Mt 4,1-11 y Lc 4,1-13: mesianísmo popular, político y religioso). El panorama que divisó desde la atalaya de la cruz (en oposición al ‘pináculo’ del templo), con plena conciencia de su fracaso y de los Doce, que habían de sentarse en los doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel (cf. Lc 22,30), traicionado por Judas, el último de la lista, negado por Pedro, el

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primero, y abandonado por todos, era muy diferente del que hasta aquél momento, por razones históricas, había proyectado. El suicidio de Judas representó la gota de agua que colmó el vaso. Ya no podía contar con los Doce después de resucitar. Se le abría ahora de par en par un mesianismo sin fronteras étnicas (Israel) y religiosas (la Ley y el templo). Hasta entonces Jesús aún confiaba que los Doce, precisamente porque el número ‘doce’ connota el Israel mesiánico, serían los continuadores de su obra. Es muy revelador que, después de su muerte, los evangelistas Mateo y Lucas comiencen a hablar de los ‘once’ (Mt 28,16; Lc 24,9.33; igual que en el apéndice de Mc 16,14). ¿Qué ha pasado? El grupo de los Doce ha saltado por los aires con la muerte por suicidio de Judas (recordad Mt 27,3-10; Hechos 1,16-19). El proyecto mesiánico de Jesús, que estaba destinado a Israel, a partir de ahora ya no tiene ningún tipo de viabilidad. Eso le obligará a replantearse el proyecto. Cuando, después de su muerte, se presentará a los discípulos, ya habrá cambiado totalmente de planes. Cuando el Resucitado se reúne con los ‘once’, ya no puede seguir pensando en el Israel mesiánico. Por muy imprescindibles que sean los líderes, cuando han dejado de significar (la mención de los ‘once’ sirve para recordar que el número ‘doce’ ha perdido toda su significación y ha sido roto), han perdido definitivamente la representatividad que Jesús les había confiado. Al darse cuenta de esto, momentos antes de la ascensión, le lanzan la pregunta crucial: «Señor, es en este preciso momento cuando vas a restaurar, con vistas al Reino de Israel...?» (Ac 1,6 D). No han podido acabar la pregunta: Jesús les ha interrumpido dejando en el aire la frase que acababa sin duda mencionando el número ‘doce’. Como si dijeran: ‘Tú, que elegiste Doce en los inicios, movido por el Espíritu Santo (cf. Ac 1,2), porqué no restableces el número ‘doce’, eligiendo un nuevo dirigente? Jesús los dejará plantados, sin satisfacer su petición. Ellos, sin embargo, lo harán por su cuenta eligiendo a Matías. Un error gravísimo que tendrá consecuencias fatales para el futuro de la Iglesia, retardando la apertura al paganismo. En un principio Dios ofreció su proyecto (la Ley) a toda la humanidad, pero tan sólo Israel lo aceptó. Pero, eso, no le da ningún derecho constitucional e inalienable. Con el sonoro fracaso de su Mesías, también Dios ha tenido que modificar sus planes. Dios, en un principio, quería manifestarse a todas las naciones a través del pueblo de Israel. A partir de la ejecución del Mesías y del suicidio de Judas, Israel ha perdido su primacía sobre los otros pueblos. El liderazgo de los Doce debería haberse acabado en ese momento. De hecho no fue así. Lo que estoy intentando explicar es que las estructuras han de estar al servicio de las personas y no las personas al servicio de las estructuras, o sea, que se pueden cambiar las bases, y no pasa nada. Si queremos perpetuar las estructuras, entonces pasa lo que pasa.. Hoy, por ejemplo, empieza la semana de oración por la Unidad de las Iglesias, una formulación que no me gusta ni poco ni mucho, pero ya es mucho si pensamos una vez al año... Pues bien, no se trata de que todas las iglesias formen ‘un solo rebaño con un solo pastor’ (me suena a totalitarismo), sino que se pongan todas ellas al servicio de los marginados y de los más necesitados. Este ha de ser el punto de encuentro de todas las religiones e iglesias cristianas. Se trata de ver cómo, todos unidos, podemos adivinar por dónde va el proyecto de Dios, cómo este proyecto se ha de ofrecer a toda la humanidad y dónde nos podemos encontrar. No digo que no se entable un diálogo, siempre es bueno, ¡pero de igual a igual, eh! El Vaticano no ha querido formar parte del Consejo Mundial de las Iglesias. Y llegará un día en que el Papa habrá de sentarse al lado de un metropolitano o de un pastor anglicano o evangélico, y el obispo al mismo nivel que el último fiel. Todos estamos al mismo nivel. Que cada uno realice su función, pero sin necesidad de títulos y vestimentas que nos hacen creer que somos quién sabe qué. Nosotros estamos habituados, pero los de fuera nunca lo entenderán. Hemos de experimentar una nueva sintonía que no está al nivel de la razón, una sintonía muy superior, que cada uno la hace suya a medida que se deja llevar por el Espíritu, que le deja hablar y percibe sus gemidos. Tan solo así haremos camino todos juntos y acertaremos a ver cómo se puede llevar a cabo este proyecto universal de Dios. Enseñanza de Jesús por las aldeas de los alrededores En el primer elemento [a] se reseña la enseñanza que Jesús impartió por los alrededores de Galilea de la misma manera que había enseñado a aquella ‘multitud de cara al mar’. «Se puso a recorrer las aldeas del rededor enseñando.» Aquella multitud que había ido cerca del mar estaba mucho más madura. Porque si iban y estaban a la orilla del mar, quiere decir que estaban a punto de asumir el éxodo. Y si están en las aldeas quiere decir que están cerrados en reductos nacionalistas, ultra-nacionalistas,

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religiosos, ideológicos. Jesús sabe como piensan estas ‘aldeas’ que él va recorriendo, y quiere que los discípulos hagan una prueba (una experiencia). Porque una enseñanza es la que ha hecho desde la barca, a personas libres invitándoles a iniciar el éxodo, y otra es la enseñanza que hará (que está haciendo) ahora, en tierra, porque ve que tiene que ir más a fondo. Convocatoria, autorización y misión de los doce discípulos El segundo elemento [b] contiene la convocatoria, la delegación de poderes sobre los espíritus inmundos y la misión en comunidad de los doce discípulos con las instrucciones pertinentes. Jesús se da cuenta, después de la tempestad, que ‘los doce discípulos’ pueden desbaratar su proyecto. «Entonces convocó a los doce discípulos y los envió en grupos de dos, después de conferirles autoridad sobre los espíritus inmundos.» «Entonces convocó a los doce discípulos...» Al acabar la enseñanza itinerante por las aldeas de los alrededores (no se explicita que vaya acompañado de sus discípulos, pero se presupone), Jesús cita a los Doce con el verbo ‘convocar’, un término técnico empleado frecuentemente por Marcos para designar una convocatoria solemne, por parte de Jesús, de los Doce (Mc 3,13; 6,7; 10,42), de los discípulos en general (8,1; 12,43), de los pequeños servidores (10.16 D), de la multitud (7,14) juntamente con los discípulos (8,34), de los letrados (3,23), o bien del centurión, por parte de Pilatos (15,44). Según el Códice Bezae, el número ‘doce’ no constituye aún un término estereotipado, «convocó a los doce discípulos» (cf. 6,14 D: « instituyó que fuesen doce en compañía suya»); en cambio según el texto alejandrino, «convocó a los Doce»; es un término perfectamente estereotipado ya desde el principio (cf. 6,14 B: «constituyó Doce»; 6,16 B: «Así constituyó a los Doce»). El Códice Bezae subraya que «los envió en grupos de dos...» poniendo el acento en el aspecto dinámico. Han de tener experiencia de comunidad. Eso no quiere decir que fueran formando parejas o ternas, como frecuentemente los representamos. El número ‘dos’ es el mínimo indispensable para que se pueda hablar de comunidad de vida. Les inculcaba (en tiempo imperfecto) que no vayan puramente a predicar, sino que primero vivan con la gente, y con su manera de vivir muestren lo que quieren proclamar. «después de conferirles autoridad...». Generalmente el término ‘exousia’ se traduce por ‘poder’. Es difícil encontrar la palabra adecuada, porque ‘autoridad’ también tiene el regusto de poder. Pero de una manera o de otra se ha de traducir. Aquí, sin embargo, se trata de la exousia que proviene del Espíritu Santo, es decir que les da ‘exousia’, mucho antes de que reciban el Espíritu Santo por Pentecostés. Si les da ‘exousia’, quiere decir que les confiere la misma ‘autoridad’ de que él se había servido frente al espíritu inmundo de la sinagoga de Cafarnaún (cf. 1,22-27) o para perdonar los pecados (cf. 2,10). Jesús se mueve siempre inspirado por el Espíritu, porque se ha abierto completamente. Deja que el Espíritu actúe a través de él y él colabora. Él y el Espíritu Santo forman una sola cosa. El Espíritu Santo no es una gracia que te llega de fuera, como un paquete que ahora lo tienes y ahora lo pierdes. El Espíritu Santo está dentro de cada persona, pero si no sigues la dirección que él propone, si no colaboras con él o bien desvías su fuerza para tus propios intereses —evidentemente siempre perfectamente justificados bajo capa de religión—, su —digamos— ausencia deja un vacío muy grande y te quedas solo con tus propias limitaciones. Peor aún, si has comenzado a actuar movido por el Espíritu y después lo aprovechas para escalar posiciones de poder, en el momento que él te abandona porque no puede seguir más allá, te deja un vacío insaciable, que frecuentemente se intenta paliar recurriendo a ritos externos y siguiendo consignas de líderes carismáticos. No olvidemos que el Espíritu Santo tan sólo puede actuar en personas que se ofrecen libremente a colaborar en la construcción del Reino de Dios. «... sobre los espíritus inmundos», poder, obviamente para liberar personas y no para hacer adeptos. Los espíritus inmundos son las ideologías que dominan en las aldeas y lugares cerrados. Los espíritus inmundos representan todas las ideologías que son contrarias al proyecto de Dios. El forjador del proyecto de Dios es la persona libre. Dios no quiere robots ni clónicos —lo tenia muy fácil— sino individuos que libremente se comprometan a colaborar en su proyecto. Trabajar con clónicos o con robots es fácil, así lo han entendido las sectas y movimientos de masas. Cuando se trata de personas libres, has de contar con sus limitaciones y con sus riquezas, y una de las cosas que más nos cuesta es precisamente saber contar con la riqueza y las posibilidades del otro.

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Instrucciones a los misioneros «Les ordenó...»: en el Evangelio encontramos muchas veces órdenes de Jesús. A continuación Marcos enumera siete órdenes taxativas que Jesús impartió en aquella ocasión a los doce discípulos, cinco de ellas negativas: «que no cogieran nada... ni pan, ni zurrón, ni monedas..., ni dos vestidos», y dos positivas: «bastón ..., sandalias». Con un lenguaje muy sencillo, quiere evitar que sean autosuficientes, ‘pan’, o que lo confíen todo a los medios de todo tipo, ‘zurrón’ (hoy diríamos ‘mas media’), ‘calderilla para ponerla en la faja’ (monedas de cobre, como los céntimos de euro, dineros para invertirlos y confiar en ellos), y que no hagan ostentación de tener un estatus social alto, ‘dos vestidos’ (los ricos llevaban dos o más), a fin de que pongan totalmente su confianza en aquellos que les acojan. Jesús lo expresa en el lenguaje de su tiempo, en un lenguaje sencillo y minimalista, pero que tú lo puedes traducir fácilmente y aplicar a todas las situaciones modernas de hoy. Eso no quiere decir que no tengas un dinero para moverte, que no cuentes con algunos medios, sino que no lo confíes todo en ellos. Eso sí, que lleven ‘bastón’ y ‘sandalias’, como para un largo viaje. Jesús puede dar órdenes, de hombre a hombre, el Espíritu no puede jamás mandar nada, pues ‘dar órdenes’ es lo más contrario a su manera de ser. El Espíritu Santo siempre ha de esperar la respuesta libre de la persona. El Espíritu siempre propone, es una oferta constante de colaboración. Pero es una oferta que no se puede formular adecuadamente con palabras, eres tú mismo quien lo ha de intuir. Es una experiencia. Si tú experimentas que aquella actividad que haces viene apoyada por el Espíritu, seguro que lo notas. Por eso es del todo necesario el discernimiento constante. Pues Jesús, además de la ‘exousia’/autoridad procedente del Espíritu, les da órdenes concretas para que la misión tenga amplitud de horizontes y adquiera un aire de sencillez y confianza en los que han de recibirla y acogerla. «... que no cojan nada para el camino». ¿Qué es este ‘camino’? Este ‘camino’ no lleva artículo, ‘eis hodon’, la falta de artículo le da mucho énfasis. No se trata de un camino cualquiera, del camino que harán los Doce, de dos en dos, con su bastón, como nos los representamos nosotros. ¿De qué ‘camino’ se trata, pués? Se trata del Camino de Jesús, del mismo ‘camino’ que Juan Bautista tenía que preparar para el Señor, el Mesías (cf. 1,2-3). Para este Camino, en el que Jesús quiere que los discípulos comiencen a dar los primeros pasos, no quiere que cojan nada que les pueda dar seguridad. Consejos para la convivencia En el tercer elemento [b’], Jesús completa las siete órdenes precedentes añadiendo dos consejos prácticos para facilitar la convivencia: «Continuaba diciéndoles: “Dondequiera que entréis, quedaos allí, hasta que salgais de allí. Y aquellos que no os reciban ni os escuchen, al marcharos de allí sacudíos el polvo de vuestros piés, como prueba contra ellos”.» El tercer elemento completa el segundo. Forman el centro del quiasmo. «Dondequiera que entréis...», indeterminado. El texto alejandrino tiene tendencia a hacerlo más narrativo: «Cuando entréis en una casa...» ¡Pero si aquí aún no se habla de comunidades (oikia/‘casa’) ni nada que se le parezca! «...quedaos allí, hasta que salgais de allí’, conviviendo con las personas durante un tiempo considerable, sin ir de un lugar a otro. «Y aquellos que no os reciban ni os escuchen...», ‘recibir’ y ‘escuchar’son dos cosas diferentes. Resuena el dicho: «Quien tenga oídos para oir, que escuche.» Si no hay buena disposición para acoger el mensaje, la semilla no puede dar fruto. «... al iros de allí sacudíos el polvo de vuestros piés», así hacían los judíos cuando volvían de tierras paganas. Con este gesto, los judíos consideraban que aquellos eran unos impuros y que no querían tener ningún contacto con los que no reconocían al Dios verdadero; los discípulos lo han de hacer también, pero no por imperativo de pureza legal, sino para indicarles que, si bien son ellos quienes han rehusado el mensaje, no les ha quedado adherido a sus pies ni una brizna de venganza, como fue el caso de Jaime y Juan en Samaria, que se quisieron vengar contra los samaritanos porque no les acogieron («Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?», Lc 9,34). No quiere que abriguen sentimientos de venganza, sino que se desprendan totalmente. Es una oferta, no una imposición. No han de hacer ningún tipo de proselitismo.

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«...Como prueba contra ellos», para que les conste como un testimonio contra ellos. La expresión griega, de por sí permite ser interpretada de dos maneras contradictorias (es el llamado dativum commodi o incommodi, favorable o desfavorable). Aquí el testimonio que han de dar les será desfavorable. Será una denuncia palpable (‘se sacudirán el polvo’) de su actitud cerrada. Una misión al estilo del Bautista En el último elemento [a’], se describe a base de tres trazos distintivos la manera como han llevado a término la misión encomendada. «Al salir, proclamaban que se arrepintiesen...». No dice que se fueron, sino que ‘salieron’, connotando distanciamiento de Jesús. Van a la suya, como se comprobará seguidamente. En las instrucciones que Jesús les impartió no constaba que les hubiera dicho que habían de predicar el arrepentimiento de los pecados. Este es el lenguaje propio del Bautista. Se entrevé aquí la mentalidad de Andrés y Felipe y de los que habían sido discípulos de Juan. De inmediato veremos, en la perícopa siguiente, que como resultado de esta misión muchos identificaron a Jesús con Juan Bautista (cf. 6,14), porque les han estado hablando con el lenguaje del Bautista. De momento no han asimilado casi nada del lenguaje de Jesús. Además, han empezado predicando, como tan frecuentemente hacemos nosotros. Van a por las masas. En segundo lugar, el evangelista precisa que «expulsaron muchos demonios». Jesús les había dado autoridad sobre los espíritus inmundos. Algunos, pues, están liberando a las personas de ideologías fanáticas. Este rasgo es positivo. Entre los miembros del grupo de los Doce, los hay más abiertos. Hablan el lenguaje de los Profetas, como constataremos en seguida (cf. 6,15). Finalmente dice que «habiéndolos untado con aceite, curaban muchos postrados». Estos rasgos tratan de animar a los que estaban ‘postrados’ y abatidos por la opresión de las fuerzas de ocupación. En la versión griega de los Setenta el aceite no se asocia nunca con curaciones, sino siempre con la alegría. ‘Untarse con aceite’ tiene el sentido de ‘perfumarse’, indicando el fin del duelo por una desgracia. Jesús no les había dicho nada en este sentido. El evangelista deja entender que una parte de los discípulos han presentado a Jesús comparándolo con Elías (cf. 6,14), como un reformista que pretende curar las heridas de la guerra e infundir ánimos a los postrados por aquella situación insostenible, reavivando las expectativas de la restauración de Israel. De los tres trazos empleados por el evangelista para describir la manera como han llevado a término la misión, tan sólo el trazo que ha puesto en el centro hace relación a lo que Jesús les había dicho, ‘expulsar los demonios’, liberando a las personas de toda clase de fanatismo político o religioso; los otros dos van a cuenta de los Doce. Cada uno ha llevado la misión a su aire. Perícopa 34. *[B] 6,14-16 Llegan a oídos de Herodes opiniones contradictorias sobre Jesús

[a] 14 Se enteró Herodes, el rey, pues había llegado a manifestarse su fama. b] Decían: «Juan, el bautista, ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan las

potencias en él.» [c] 15 Otros, sin embargo, decían: «Es Elías!» [b’] Otros, finalmente, decían: «Uno de los profetas.» [a’] 16 Al oírlo, pues, Herodes dijo: «A quien yo hice decapitar, ¿Éste ha resucitado de entre los

muertos?» En la segunda perícopa [B] de este período, Marcos enumera las diferentes versiones que los Doce habían divulgado entre la gente sobre la identidad de Jesús y que habían llegado a oídos del rey judío, Herodes. Consta de cinco elementos estructurados en torno de un centro: a b // c \\ b’ a’. El primero [a] y el último [a’] tienen como protagonista a Herodes y enmarcan los tres elementos centrales donde se enumeran tres opiniones contradictorias sobre la identidad de Jesús en forma de tríptico: Juan Bautista [b] // Elías [c] \\ uno de los profetas [b’].

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Llegan a oídos de Herodes opiniones contradictorias sobre Jesús En el primer elemento [a] se comprueba la llegada a oídos del rey Herodes de las diversas opiniones que los Doce habían estado difundiendo a lo largo de la misión sobre la persona de Jesús. En principio parece que no tenga ninguna relación con lo que acabamos de explicar. Dice: «Se enteró Herodes, el rey, pues se había hecho manifiesta su fama.» Hasta ahora todo quedaba allí, a la orilla del mar o a donde fuere, pero aún no era notorio..., ahora ya ha llegado a oídos del rey. Por tanto, si ha llegado a oídos de Herodes, el rey’, quiere decir que este movimiento empieza a tener consistencia y a representar un peligro para el poder político. El de Juan Bautista ya era conocido; por eso el mismo Herodes le había hecho decapitar. Pautas de interpretación: el nombre de Jesús y el cambio de orden de las palabras ‘Había llegado a ser manifiesto su nombre’ (lit.). ¿Cómo es que, tratándose del encabezamiento de una nueva perícopa y habiendo mencionado el evangelista el nombre del rey Herodes, no llame de inmediato a Jesús por su nombre? Tan sólo se ha servido del pronombre. Como ya sabemos, las perícopas que pertenecen a la primera redacción no explicitan nunca el nombre de Jesús, a pesar de que, en algunos casos parecería, incluso, necesario. Marcos evita poner el nombre de Jesús. En comunidades marquianas los hechos de Jesús son tan cercanos que todos ‘le’ conocen. Mas adelante, en segunda y en tercera redacción, Marcos creerá conveniente explicitar el nombre de Jesús, al dirigirse a comunidades que no le conocieron personalmente o que estaban muy distanciadas del centro del judaísmo, sobre todo a lo largo de la misión al paganismo. Es posible también que, así como los judíos evitaban por respeto pronunciar el nombre de Jahvé, los primeros cristianos, para quien el nombre de ‘Jesús’ era tan digno de respeto como el de ‘Jahvé’, evitasen mencionarlo y lo supliesen sencillamente con el pronombre. De hecho, aún hoy día en la mayoría de países —si exceptuamos el nuestro— no se pone nunca a nadie el nombre de Jesús, y se asombran cuando oyen que nosotros llamamos a alguien con este nombre. En el Códice Bezae consta ‘Herodes, el rey’, a diferencia del texto alejandrino donde se lee ‘el rey Herodes’, un cambio de orden de las palabras. No es lo mismo ‘Herodes, el rey’ que ‘el rey Herodes’. Esta última es la construcción normal. Para evaluar los cambios de orden, hay que saber cuál es el orden habitual de las palabras que usa el autor en su manera de escribir. Sobre todo en lenguas tan libres como el griego, que permite muchísimas licencias al escritor. El catalán, el inglés o el alemán, y más aún el español, son lenguas muy determinadas, que no permiten según qué cambios de orden. Un cambio de orden sirve para poner énfasis en la palabra que se encuentra en una posición anormal. Normalmente se dice ‘el rey Herodes’; si se invierten los términos, se está acentuando ‘el rey’, como si dijéramos: ‘Herodes, en cuanto es el rey de Israel’. Así pues, Herodes, que es el máximo representante político del pueblo de Israel en Galilea, se inquieta al oír hablar de Jesús, que ya tiene una gran fama. ¿Que es lo que oye decir? Marcos propone tres opiniones, englobando en ellas todas las que circulan entre la gente. Sería de desear que el encargado de hacer la homilía tuviera unos mínimos conocimientos de la lengua griega, para que pudiera contrastar la traducción que está comentando con el texto original de los evangelios. Los dirigentes de la sinagoga leían el texto original de la Escritura (el llamado posteriormente ‘Antiguo Testamento’) en hebreo y lo comentaban en arameo, la lengua del pueblo, o en griego, en la diáspora. No estaba permitido que tuvieran delante ninguna traducción; lo tenía que leer sobre la marcha, a fin de que el público de la sinagoga no confundiera la traducción con el texto sagrado, el texto hebreo. Se podía preparar memorizando la traducción en arameo, traducción parafrástica que nos ha llegado en forma de ‘targums’. Los targums son, pues, traducciones en arameo con notables amplificaciones que servían de pautas de predicación para el jefe de la sinagoga. También los evangelios son pautas de predicación, no simplemente relatos más o menos históricos. La perícopa que estamos comentando está relacionada indirectamente con la misión que llevaron a cabo los Doce, a pesar de que el evangelista no lo dice explícitamente. De aquí que muchos comentaristas no hacen referencia a la predicación de los Doce. Marcos se ha limitado a poner un kai («y») al comienzo de la perícopa: «Y oyó Herodes, el rey...» (lit.), pero no dice qué es lo que oyó. Al traducirlo, nos vemos obligados a explicitar el pronombre neutro y a cambiar el verbo ‘oír’ por ‘enterarse’: «Se enteró Herodes, el rey.» La explicación viene después, «pues había llegado a ser manifiesta su fama», lo que nos permite relacionarlo, simplemente por el hecho de que ha yuxtapuesto las dos perícopas. Vemos,

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pues, ya cuáles son las tres opiniones en que ha condensado las diversas y contradictorias interpretaciones que habían hecho los Doce, cada uno por su cuenta, relativas a la persona de Jesús. Primera opinión: Juan Bautista En el segundo elemento [b] se refiere a la opinión de los que pretendían que Jesús era Juan Bautista resucitado de entre los muertos. «Decían “Juan, el bautista, ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan las potencias en él.”» ‘Decían...’ un imperfecto iterativo, se podría traducir por ‘unos decían.., otros decían...’ La identificación de Jesús con Juan Bautista no crea ningún tipo de dificultad para un oyente judío. No lo entendían, como hacemos nosotros, en sentido literal. De hecho, como nos dice el evangelista Juan, no sin restricciones, Jesús pasó un tiempo bautizando (cf. Jn 3,22), siguiendo las huellas de su maestro. Tan sólo dejó de bautizar cuando se dio cuenta de que «había llegado a oídos de los fariseos que Jesús bautizaba y hacía más discípulos que Juan» (4,1). La restricción que viene a continuación: «De hecho no era Jesús en persona quien bautizaba, sino sus discípulos» (4,2), es probablemente una glosa posterior, para evitar que Jesús ‘bautizase’. No lo necesitaba, según este glosador. Jesús comprendió entonces que no era ésta su misión: «Entonces dejó Judea y se fue hacia Galilea» (4,3). Según esto, Jesús debió pasar una larga temporada bautizando, al estilo del Bautista. Esta es la primera opinión. El evangelista Marcos nos refiere tres: Juan Bautista, Elías, y uno de los profetas. Tres opiniones equivalen a una descripción completa. Además, los tres nombres forman un tríptico. El personaje central es siempre el más importante. Opinión general: Elías En el elemento central [c] aparece Elías reflejando la opinión mayoritaria, pues se encuentra en el centro del tríptico. Eso quiere decir que éstos son los que más han insistido en relacionarlo con este personaje mítico. Elías había sido llevado al cielo en un carro de fuego, y la tradición ha ido admitiendo que momentos antes de venir el Mesías volvería Elías y que lo pondría todo en orden, con sangre y fuego; sólo entonces vendría el Mesías. Esta era la corriente dura, había otras corrientes, no tan duras, como la que le identificaba con Juan Bautista, el que había de ser el precursor del Mesías, sin hacer uso de la violencia, pero amenazando con el castigo; una tercera corriente sostenía que vendría como uno de los Profetas antiguos y que prepararía el pueblo en sentido positivo. Tercera opinión: Uno de los profetas El cuarto elemento [b’] contiene la opinión que completa el conjunto de opiniones que los doce discípulos formularon sobre la persona de Jesús. Según algunos círculos, sería ‘uno de los profetas’. El texto alejandrino tiene una versión más larga: ‘un profeta, como uno de los Profetas’, o sea más enfático. A la izquierda del tríptico encontramos a Juan Bautista; en el centro, Elías; a la derecha, uno de los profetas. No han querido ponerle nombre, pero todos sabían que era Isaías. Los profetas son los que están en la línea del Mesías. Tanto el Bautista como Elías no están en la misma línea que Jesús. Depende de cómo se les interprete, está claro; porque en cuanto actúan como profetas sí que están. Es preciso, pues, distinguir. Según este tríptico, los Doce han estado sembrando todas estas opiniones por los lugares donde han ido. Evidentemente ninguno de ellos ha dicho que Jesús fuera el Mesías. Jesús aún no había dado suficientes señales para que lo pudieran llegar a captar. El relieve de la perícopa Normalmente leemos los textos sin relieve. Nosotros intentamos descubrir este relieve y hacerlo resaltar. Tenemos aquí una pirámide, y Elías se encuentra en el vértice de la pirámide. Los más violentos son los que tienen la voz cantante; son los que proclaman que viene Elías, en la línea de una revolución violenta. Entre ellos podemos poner a Pedro, Jaime y Juan, los de Zebedeo, Simón el zelota.... En la línea de Juan Bautista podemos poner a Andrés, Felipe, etc... Y en la línea de los profetas, aquellos que menos conocemos, los que ya habían captado por donde iba Jesús; Que también debía de haber algunos dentro del grupo de los Doce. Otros no están aquí retratados. Por ejemplo Judas no se refleja. Judas será el que pretenderá suplantarlo. En la elección de los Doce ya se ha apuntado que

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fue el traidor, imaginaos si es importante. En el momento justo que los eligió, ya nos queda dicho que fue el traidor. Todo esto se ha de interpretar en línea política, no en lenguaje religioso. Reacción de Herodes En el último elemento [a’], Herodes se pronuncia por un Juan Bautista redivivo. Este último elemento se corresponde con el primero. Herodes abre y cierra la perícopa, perfectamente construida. Vuelve a repetir: «Al oírlo, pues, Herodes dijo: “A quien yo hice decapitar, éste ha resucitado de entre los muertos!”» Se puede interpretar como una afirmación, pero también como un interrogante: ‘... ¿este ha resucitado de entre los muertos?’ Como entonces los interrogantes no se escribían (no tenían signo para ello), es posible. Pienso que se habría de poner en forma de interrogante. El texto alejandrino es más enfático y parece entenderlo positivamente: «Al oírlo, pues, Herodes (con artículo) iba diciendo: “¡Aquél Juan a quien yo hice decapitar, éste ha resucitado!» Sería muy extraño que Herodes, sabiendo que Juan ha resucitado, (eso no quiere decir que lo interpretase al pie de la letra, sino que pensara que el movimiento del Bautista ha vuelto a resurgir), no actuase más directamente. Porque, es evidente que tenía que darle miedo que este movimiento volviera a tomar fuerza, cuando él ya lo había decapitado. En cambio, si es un interrogante, queda tan sólo apuntado. EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (16)

Perícopa 41. *[A’] 7,1-2.5-16 (**7,3-4) Requisitoria de los fariseos y algunos letrados venidos de Jerusalén por no respetar los discípulos la tradición de los ancianos

[a] 1 Se congregaron en torno de él los fariseos y algunos de los letrados venidos de

Jerosólima. [b] 2 Habiéndose enterado que algunos de sus discípulos con las manos impuras (es decir, sin lavárselas) comían los panes, fulminaron el anatema. **[Glosa] 3 (Es que los fariseos y todos los judíos, si no se han lavado ritualmente las manos, no se ponen a comer pan, aferrándose a la tradición de los ancianos; 4 y cuando vuelven del mercado, si no han hecho las abluciones, no se ponen a comer; y muchas otras son las prácticas que les han transmitido para que las observen, como abluciones de copas, jarros, ollas de cobre e incluso divanes.) [c] 5 Se ponen, pues, a interrogarlo los fariseos y los letrados diciendo: «¿Por qué razón tus

discípulos no se comportan según la tradición de los ancianos, antes bien con las manos impuras comen el pan?»

[c’] 6 El les respondió contundentemente: «Qué bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, y dijo: “El pueblo este con los labios me muestra afecto, pero su corazón está muy alejado de mí. 7 En vano me dan culto enseñando doctrinas que son preceptos de hombres” 8 —abluciones de jarros y copas y otras muchas hacéis semejantes a éstas—. Habéis dejado de lado el mandamiento de Dios, para aferraros a la tradición de los hombres.»

[b’] 9 Y les añadía aún: «¡Qué bien! Anuláis el mandamiento de Dios, a fin de implantar vuestra tradición. 10 Moisés, en efecto, dijo: “Honra a tu padre y a tu madre” y: “Quien maldiga al padre o a la madre, que muera condenado a muerte.” 11 Pero vosotros decís: “Si dijese un hombre a su padre o a su madre: ‘Corban’ (eso es, ‘Ofrenda sagrada’) aquello mío de que sacaríais provecho”, 12 no le permitís hacer nada por el padre o la madre, 13 invalidando el proyecto de Dios con esta tradición vuestra estúpida que os habéis ido transmitiendo. Y semejantes a éstas hacéis muchas..»

[a’] 14 Convocó nuevamente a la multitud y se puso a decirles: «Escuchadme todos y comprended: 15 No hay nada que desde fuera del hombre entre dentro de él que le pueda contaminar; al contrario, las cosas que salen del hombre éstas son las que contaminan al hombre. 16 ¡Si alguno tiene oídos para oir, que escuche!»

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Controversia sobre la ley de lo puro e impuro La tercera perícopa [A’] del sexto período consta de seis elementos—además de la glosa que fue añadida más tarde, después del segundo elemento—con un centro bipolar: a b [glosa] c // \\ c’ b’ a’. La glosa fue intercalada por el mismo Marcos cuando anunciaba el evangelio a un auditorio de origen myoritariamente pagano, diferente del que tenía en Jerosólima, y por tanto desconocedor de las costumbres judías. Ésta es una de las razones, entre muchas otras, que justifican la existencia de una segunda redacción y que señalo con dos **. En los extremos, Marcos refiere el momento en que se confabulan los fariseos y algunos letrados venidos del centro del judaísmo [a] y la convocatoria de la multitud, por parte de Jesús, a fin de denunciar públicamente las prescripciones sobre la pureza legal [a’]; en el segundo y en el penúltimo, la reprobación de la actuación de los discípulos, formulada por los primeros [b], y el ataque frontal pronunciado contra ellos por Jesús [b’]; en el doble centro, el interrogatorio iniciado por los fariseos y los letrados [c] y la durísima réplica pronunciada por Jesús [c’]. La perícopa es interesante por la problemática que denota, que —como veremos seguidamente— comienza ya a aflorar lo que hoy día llaman la Congregación para la doctrina de la fe y antes del Concilio se llamaba el Santo Oficio. Todas las religiones tienen su Santo Oficio, pues allí donde hay ley, ha de haber control. Y donde hay control, ha de haber medios de represión. El tema de la perícopa toca un punto neurálgico de la Ley judía: la Ley de lo puro y lo impuro. Como lo es también en otras religiones, por ejemplo entre los musulmanes. Comidas puras e impuras; han de tener sus propios matarifes, sus propios alimentos, sus propias tiendas... En el fondo, es una manera de retenerlos a todos en determinados guetos. Las religiones forman guetos. Los fariseos y algunos letrados venidos de la capital se confabulan contra Jesús En el primer elemento [a] Marcos deja constancia de la acción de ‘congregarse’ los fariseos con algunos letrados que han venido del centro del judaísmo en actitud inquisitorial: «Se congregaron alrededor de él los fariseos y algunos de los letrados venidos de Jerosólima.» Después de la reacción política de Herodes (Perícopa 34), se produce la reacción religiosa. Los fariseos ya habían aparecido (cf. 2,24), pero ahora, por primera vez, se presentan también, en primera redacción, los letrados. No los letrados itinerantes o que actúan en las grandes ciudades de Galilea, sino algunos letrados venidos de Jerusalén, es decir del centro religioso del judaísmo, desde donde se controla todo. Hoy diríamos que vienen en representación del Santo Oficio. La fama de Jesús se ha extendido, sobre todo después de la predicación de los apóstoles. Y eso ha alarmado no sólo al rey Herodes sino también a los dirigentes religiosos. Vienen de Jerusalén para dar soporte a los fariseos. Comienza la perícopa con un término técnico, el verbo ‘congregarse’ (en griego ‘sinagomai’), de donde deriva ‘sinagoga’ (que podríamos traducir por ‘congregación’), anticipándose al sujeto de la frase, a fin de darle relieve a la acción en sí misma. Se adivina ya cual es la intención de ‘los fariseos’, en bloque, y de ‘algunos letrados’, que han sido enviados con una misión bien determinada: examinar la doctrina y la enseñanza que Jesús imparte para ver si está o no de acuerdo con la doctrina oficial de la ‘sinagoga’ (en sentido amplio). ‘Se congregan’, pero, ‘cerca de él’, es decir que van a por él, como se suele decir. El evangelista los presenta como un círculo constituido —como siempre— por dos componentes: «los fariseos», de un lado, y «algunos de los letrados que han venido de Jerosólima», del otro. Los fariseos son los que han hecho ir a algunos letrados, no todos, del centro mismo del judaísmo (Marcos ha renunciado a emplear el término sagrado ‘Jerusalén’, la institución religiosa responsable de la muerte del Mesías, y lo ha sustituido por ‘Jerosólima’, un término neutro), por cuanto son los máximos representantes de la Ley. Vienen de la capital para dar apoyo moral y doctrinal al partido fariseo de Galilea, porque ven que el movimiento de Jesús se les está escapando de las manos. Hay que prestar atención a un pequeño detalle: el verbo ‘congregarse’ está en presente. Marcos está implicando a su propia comunidad, pero también nos lo dice a nosotros. Es lo que prefiero llamar ‘presente actualizador’ (no ‘presente histórico’, como se le designa en el argot de los biblistas). También hoy, en efecto, ‘se congregan los fariseos y algunos de los letrados ´ pero hoy no ‘vienen de Jerosólima’ ni tal vez personalmente... Hay muchas maneras de controlar la ortodoxia desde los centros de poder.

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Los fariseos condenan la actitud de los discípulos de ponerse a comer con las manos impuras En el segundo elemento[b], los fariseos y los letrados, al comprobar que los discípulos comen con las manos impuras, emiten un juicio desfavorable. En la glosa introducida posteriormente, en segunda redacción, se habla ya, en general, de «todos los judíos». No la habría de considerar aquí, ya que en un principio no formaba parte integrante de la perícopa, pero conviene leerla y releerla, pues nosotros no tenemos ni idea —como tampoco la tenían los paganos— de las costumbres ancestrales del pueblo judío. El texto alejandrino, incomprensiblemente, ha omitido el verbo principal dejando en el aire la conclusión de este segundo elemento: «Habiendo visto algunos de sus discípulos que con las manos impuras (es decir, sin lavárselas) comían los panes...» La frase ha quedado truncada. Los traductores intentan maquillar el anacoluto (la inconsecuencia en la construcción de la frase) cambiando el participio por un tiempo personal, ‘Vieron...’ Algunos Códices pretenden arreglarlo supliendo un verbo equivalente al del Códice Bezae, ‘(los) vituperaban’. De por sí el verbo ‘kataginosko’, en contexto judicial, sin complemento de ninguna clase, como aquí, debería traducirse por ‘dictaron sentencia condenatoria’, de donde ‘fulminaron el anatema’. Es probable que la presencia de la glosa haya contribuido a crear este anacoluto en el texto alejandrino. No se explicita, en efecto, ninguna reacción. La glosa viene a decir que ‘los fariseos y todos los judíos en general, si no se lavan las manos hasta el puño, no se ponen a comer, aferrándose a la tradición de los ancianos; si no aspergen ritualmente aquello que proviene del mercado, no se ponen a comer; son muchas las prácticas que recibieron para que se aferrasen a la tradición con toda clase de abluciones de copas, jarros y ollas’. Según el texto occidental, la glosa suena un poco diferente: “Los fariseos y todos los judíos si no se lavan las manos frecuentemente, no comen pan [= nada], aferrándose a la tradición de los ancianos. Cuando vuelven del mercado, si no hacen sus abluciones, no comen; y muchas otras son las prácticas que les fueron dadas y recibieron para que las guardasen: abluciones de copas, jarros, ollas y camas.» Las ‘camas’ o ‘divanes’ para recostarse en la mesa o dormir no se mencionan en el texto alejandrino. Como podéis ver, se trata de una explicación muy posterior, dirigida a los miembros de una comunidad que ya no saben lo que hacen los judíos. En otro caso, no diría: ‘los fariseos y todos los judíos...’, una generalización que sobrepasa la problemática de la perícopa. Al anunciar el evangelio fuera de Palestina a comunidades donde hay paganos que desconocen totalmente las prácticas judías, el mismo evangelista se ve obligado a aclararles por qué los fariseos reaccionaron de esta manera viendo como los discípulos no se lavaban las manos... Un poco antes ya lo había insinuado cuando precisaba: «Al ver que algunos de sus discípulos con manos impuras, es decir sin lavárselas...» Este ‘es decir’ explica lo que es el comer con las manos impuras. De esta manera podemos identificar los diferentes planos que se han ido sobreponiendo, a medida que el Evangelio se ha ido expandiendo hacia fuera. El texto occidental revela cual fue el motivo real de este ‘congregarse’ con procedimientos inquisitoriales. Habían sido informados sobre la conducta (desde su punto de vista) libertina de Jesús y de sus discípulos y decidieron intervenir fulminando el anatema sobre la conducta de sus discípulos, la parte más débil: «Habiéndose enterado [= habiendo sido informados con anterioridad] que algunos de sus discípulos con manos impuras (es decir, sin lavárselas) comían los panes, fulminaron el anatema.» ‘Fulminar un anatema’ equivale a una excomunión en toda regla. No todos los discípulos, sino ‘algunos’ de ellos han podido liberarse de determinadas prácticas rituales. Quiere decir que ya comienza a haber en el grupo de Jesús personas liberadas de estas leyes y de las imposiciones legales. Interrogatorio de los fariseos y de los letrados En el primer centro [c] se transcribe el interrogatorio formulado por los fariseos y los letrados, por separado (cada grupo lleva artículo): «Le interrogan, pues, los fariseos y los letrados diciendo...» Observamos de nuevo el tiempo presente tanto en el verbo en tiempo personal como en el participio (el texto alejandrino silencia este último). Se trata de un verdadero y propio interrogatorio formulado por los fariseos, primeramente, y por los letrados, después, pero dirigiéndose ahora a Jesús como único responsable de la conducta vituperable de los discípulos: «Por qué razón tus discípulos no se comportan según la tradición de los ancianos, antes bien con las manos impuras comen el pan?» Es como si nos encontrásemos delante de un tribunal, aunque que no se explicite.

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‘Comer el pan’ no significa comer pan físicamente. El pan es la doctrina, el pan es la enseñanza. Es un semitismo que expresa lo que nosotros decimos ‘la enseñanza, la doctrina’. Los rumores que han circulado sobre Jesús, que si es Juan Bautista, Elías o uno de los profetas, les han inquietado, pues ninguna’ de estas líneas coinciden con la línea farisea... (Evidentemente, tampoco la de los violentos; a los fariseos, no les interesa en absoluto la violencia, ya que están muy bien vistos por los Romanos). Se apoyan en la tradición religiosa de los ancianos. Detrás de la tradición está la doctrina, ‘el pan’ o ‘la levadura’ de los fariseos, y la doctrina oficial que propugnan los letrados de Jerusalén. El interrogatorio constituye el primer centro. Fijémonos en el orden de los elementos: en el primero, se presentan los personajes; en el segundo, se plantea el problema y antes de interrogarlo, ya se pronuncia el anatema; en el tercero, se encauza el interrogatorio. Hoy día continúa pasando lo mismo. Se condena antes de escuchar las alegaciones, a pesar de que después se pretenda darle legalidad... Podría ser que alguien se haya dado cuenta de este contrasentido, y por eso se habría eliminado el anatema en el texto alejandrino, debió parecerles incorrecto que se pronunciases antes de interrogarlo. O puede ser que se vieran retratados, que hacían lo mismo que habían hecho los fariseos y hubieran querido silenciarlo. Se ha de ser mal pensado, pero con mucho humor. Durísima réplica de Jesús En el segundo centro [c’] se contiene la respuesta de Jesús al interrogatorio de los fariseos y de los los letrados [c], arguyendo a partir de Isaías (29,13). «El les respondió contundentemente: «Qué bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, y dijo...». El texto alejandrino se limita a decir: ‘El les dijo...’. Según la manera de expresarse los judíos, la frase: ‘El respondió y les dijo...’, quiere decir que responde con mucha autoridad a la acusación fulminante que le habían lanzado. El texto alejandrino continúa: ‘Con razón profetizó Isaías de vosotros los hipócritas...’. Según este Códice, Jesús no solamente califica de ‘hipócritas’ a los fariseos, como el Codex Bezae, sino que les estigmatiza como ‘los hipócritas’ por antonomasia, como si se tratara ya de un estereotipo. De tal modo que aún hoy decimos de alguien que es hipócrita que es ‘fariseo’. «...y decía: “El pueblo este con los labios me muestra afecto, pero su corazón está muy alejado de mí. En vano me dan culto, enseñando doctrinas que son preceptos de hombres —abluciones de jarros y copas y otras muchas hacéis semejantes a éstas—. Habéis dejado de lado el mandamiento de Dios, para aferraros a la tradición de los hombres.”» Como podéis comprobar, la glosa no ha hecho sino inspirarse en esta respuesta. En principio, también se podría suponer que el inciso parentético hubiera estado inserto igualmente en segunda redacción, exactamente como el paréntesis que precedía a la glosa (v. 2b) y la glosa misma (vv. 3-4). Sin embargo, la siguiente comprobación me inclina a asignarlo a la primera redacción: si bien el inciso «abluciones de jarros y copas» figura en la glosa, donde además se incluyen ‘cántaros y camas’ (una descripción mucho más detallada), el otro inciso, «y otros muchos hacéis semejantes a estos» se repite al término del tercer movimiento: «Y parecidos a estos hacéis muchos», formando una especie de quiasmo El texto alejandrino habría suprimido sencillamente el inciso parentético, porque, a su parecer, no añadía nada nuevo. Todos estos preceptos, llamados ‘leyes secundarias’, fueron compilados mucho más tarde en la Mishnah. A nosotros, todo esto nos puede sonar a música celestial: ‘abluciones de jarros y copas, ollas y camas’, y todo lo que queráis. Para los judíos, eso era sagrado. De todos modos, ‘nosotros hemos hecho cosas semejantes a éstas’ (purificación de la mujer después del parto, la mantilla o el velo de las mujeres, las pilas de agua bendita a la entrada, el ‘salpàs’ (costumbre catalana) el lavabo después del ofertorio, la purificación del cáliz...). Pero, además, tenemos ejemplos concretos muy cerca. Tanto por parte de los judíos como por parte de los musulmanes continúan vigentes las leyes de la pureza: los alimentos han de ser ‘casher’, es decir puros. Y hay quien lo controla. Si hay leyes, tiene que haber controles. La evolución de la humanidad es mucho más lenta de lo que nos figuramos. Me impresiona la denuncia que hace Jesús diciendo que enseñan doctrinas que son preceptos de los hombres. Me atrevería a decir que todas las leyes son preceptos de los hombres, sean de orden político o religioso. Lo que pasa es que sin leyes la convivencia se haría imposible. Nosotros somos los primeros en pedir que se promulguen leyes, que haya orden. Sin orden no se puede vivir. Otra cosa es si la comunidad cristiana se ha de comportar como una religión más. En el fondo, todas estas prescripciones generan divisiones y frecuentemente, enfrentamientos.

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El culto legalista a Dios es en vano La presente perícopa es interesantísima. Contiene un mensaje profético, un texto que continúa interpelándonos: «En vano me dan culto enseñando doctrinas que son preceptos de hombres.» Me atrevería a decir que la entera historia de la iglesia está llena de preceptos humanos. En consecuencia, buena parte del culto que se da a Dios es completamente en vano... A Dios no le interesan ni los templos, ni el culto, ni el clero. Son pocos los que lo han visto claro, son pocos ‘los verdaderos adoradores’ que han atinado a ‘adorar al Padre en Espíritu y en Verdad’, como decía Jesús a la samaritana (cf. Jn 4,23-24), y me temo que continuará siendo así. No sé si la humanidad evolucionará de tal manera que sean mayoría los que se den cuenta. De momento no lo veo en parte alguna. Cada día hay más miseria. Cada día hay más ‘sida’. Cada día hay más pobres. Cada día hay más inmigrantes, gente desplazada. Ya podemos ir diciendo que “España va bien”. Es tan insultante para los pobres, que lo pasan mal... Ahora imagínate que, en vez de ser de los que más o menos estamos bien, acabas de llegar en una patera, después de que hayan muerto unos cuantos durante la travesía, que no tengas casa para vivir, ni un camastro, que hayas de trabajar a escondidas, porque no tienes “papeles”. Además, qué derecho tenemos nosotros parar decidir quién tendrá papeles y quien no los tendrá?. ¿Quién ha levantado estas fronteras? ¿Porqué no hay fronteras para los turistas? ¿Porqué las hacemos para los inmigrantes? Los ‘verdaderos adoradores’ los encontrarás en el mundo de la marginación, no en las instituciones oficiales o en las grandes concentraciones. Son aquellos que han abierto los ojos y ven claro que el ‘culto verdadero’ se ha de dar al hombre. Es el momento en que la iglesia debería hacer una reflexión profunda, mas allá del Concilio, pero siguiendo la línea iniciada por él. Habríamos de hacer una gran misión universal, en nombre del hombre. Este sería el verdadero ‘Forum de las culturas’. Invectiva final de Jesús En el penúltimo elemento [b’], Jesús retoma la palabra, con una invectiva aún más dura, basada en la Ley de Moisés. Se corresponde con el reproche del segundo elemento [b]: «Y les añadía aún...». Cuando Jesús ha dicho una cosa y el evangelista pone después ‘y añadía’, quiere decir que lo que sigue es más importante que lo que acaba de decir, y por tanto que se ha de considerar como otro elemento (en el caso presente, el penúltimo [b’]). «¡Qué bien! Anuláis el mandamiento de Dios, a fin de implantar vuestra tradición.» ¡Casi nada, el tono irónico de esta frase de Jesús! El Códice Bezae establece un neto contraste entre el hecho de invalidar, dejar de lado el mandamiento de Dios’ y el de ‘consolidar, dar validez a vuestra tradición’. El evangelista Marcos constata que en sus comunidades se produce una involución, una clara tendencia a volver a las seguridades de la Ley. Ciertamente, no a la seguridad que ofrecía a los judíos la Ley mosáica, cosa imposible después de la resolución tomada en Jerusalén de no imponer la circuncisión a los creyentes venidos del paganismo, pero, sí, un cúmulo de preceptos y obligaciones en la misma línea de les prescripciones ‘noaquitas’ que se impusieron a los paganos creyentes que querían convivir con los judeo-creyentes, a fin de facilitar la convivencia en el seno de la comunidad cristiana, y que no tuvieran problemas, por ejemplo, los judíos creyentes en el momento de compartir la mesa con personas que habían traído carne impura o comieran sangre. Un mínimo de prescripciones. La vuestra tradición estúpida «Moisés, en efecto dijo:... Pero vosotros decís:..., invalidando el proyecto de Dios con esta tradición estúpida que os habéis ido transmitiendo.» Jesús cita a Moisés, ya que está hablando con los letrados. Si Jesús puede responder de esta manera, con autoridad, como deja entrever el texto occidental (‘respondió y dijo’), hasta el punto que así lo reconocen los mismos adversarios, quiere decir que se lo ha ganado a pulso. Es posible que haya hecho estudios superiores sobre la Ley y la interpretación de la Escritura en escuelas regentadas por rabinos o por maestros de la Ley. ‘Moisés dijo...’, o sea que les aduce la Ley, el Decálogo. ¿Qué parte del Decálogo citaríais vosotros si fueseis fariseos o letrados llegados de Jerusalén? ‘Hay un solo Dios... Adorarás a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas tus fuerzas...’ Si fuérais un poco mas avanzados añadiríais: ‘...y al prójimo como a tí mismo’. Pero eso no consta en la primera versión del Decálogo, antes bien: ‘No tomarás el nombre de Dios en vano..., santificarás las fiestas’ –el sabat– (nosotros lo hemos convertido en el domingo). La primera tabla

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contiene los mandamientos que hacen referencia a Dios. Son los que recitan constantemente los fariseos con aquel tipo de rosarios que van desgranando. Y Jesús, ¿Qué les aduce? El primero de la segunda tabla: «Honra a tu padre y a tu madre.» Va directamente a la segunda tabla. No rehúsa en absoluto los de la primera; si es conveniente o se lo piden, los recitará, pero cuando él quiere denunciar el abuso que se hace en nombre de Dios, se circunscribe a los de la segunda tabla. Eso pone siempre nerviosos a sus adversarios, porque no saben qué responder. Y cita además un comentario: «y quien maldiga al padre o a la madre, que muera condenado a muerte.». Eso es lo que se encuentra en la Ley. «Pero vosotros decís: ...», vosotros que sois tan adictos a la Ley hasta echarme en cara que mis discípulos comen con las manos impuras, ahora resulta que «... “si declarase un hombre a su padre o a su madre: ‘Corban’ —esta es la palabra hebrea, pero a continuación da la traducción—, eso es ‘Ofrenda sagrada’ de ’aquello mío de que sacaríaiss provecho”, no le permitís hacer nada por el padre o la madre... Y semejantes a éstas hacéis muchas.» Como podéis suponer, es impensable que Jesús sostuviera este diálogo con los fariseos. El ’evangelista intenta expresar cual era la mente de Jesús y en qué situación se encontraba. Sobre el sentido del término ‘corban’, hay dos teorías. Una primera sostiene que es una forma de voto que se hacía en circunstancias especiales. Un individuo que, por lo que fuera, odiaba a su padre o a su madre o que no les odiaba, pero no les quería ayudar en nada, como estaba obligado por la ley, tenia suficiente con hacer un voto ‘corban’, es decir ‘hago don a Dios de mis bienes’, para que no se viera obligado a subvenir a las necesidades de sus padres. Otra teoría dice que este ‘voto’ consistía en dar aquellos bienes al templo. Esta segunda parece ser más auténtica. Era un voto que se hacía —como hoy ante notario— ante un sacerdote, o letrado que estuviera autorizado, pero que se podía revocar y, por tanto, al revocarlo, se podía quedar con sus bienes, sin compartirlos. Como podéis ver, es de una malicia religiosa impresionante. Ya podías ir recitando ‘honra a tu padre y a tu madre’, si éstos se morían de miseria, como tú habías hecho un voto ‘corban’, ¡no estabas obligado a ayudarlos! Además, desde el punto de vista religioso, estaban muy bien considerados por haber hecho aquel voto. Jesús denuncia esta tradición: «No le permitís hacer nada por el padre o la madre, invalidando el proyecto de Dios con esta tradición vuestra estúpida que os vais transmitiendo.» El texto alejandrino ha eliminado la palabra ‘estúpida’. Tal vez les pareció demasiado dura... «...que os vais trasmitiendo» de generación en generación. Y eso hace que la gente quede atada y bien atada, religiosamente hablando. Ignoro cuántos centenares de años habrán de pasar hasta que los musulmanes o los judíos ortodoxos se liberen de sus leyes, entre las cuales a buen seguro que hay también tradiciones estúpidas, como en toda religión. Pero tampoco nosotros nos hemos liberado del todo, ¡ni mucho menos! Jesús convoca a la multitud y denuncia las prescripciones sobre la impureza legal En el último elemento [a’], en correspondencia por vía de contraste con el primero [a], Jesús convoca a la multitud a fin de desenmascarar la actitud de los fariseos y letrados que se habían confabulado contra él. «Convocó nuevamente a la multitud y se puso a decirles: «Escuchadme todos y comprended: No hay nada que desde fuera del hombre entre entro de él que le pueda contaminar; al contrario, las cosas que salen del hombre éstas son las que contaminan al hombre.¡Si alguno tiene orejas para oir, que escuche!» «Convocó nuevamente a la multitud.» Si la ‘convoca de nuevo’ quiere decir que ya la había convocado anteriormente. Obviamente hemos de buscar la referencia en perícopas de primera redacción. A 6,46, decía: «Él despidió a la multitud y se fue a la otra orilla a orar.» Ahora bien, aquella perícopa era de segunda redacción. La última vez que ha comparecido la multitud en perícopas de primera redacción ha sido en 4,1 y 4,36. En 4,1 dice: «Comenzó de nuevo a enseñar cerca del mar y se congregó (son personas con mentalidad judía) cerca de él el pueblo numeroso (el pueblo de Israel), hasta el punto que él, habiendo subido a la barca, se sentó cerca del mar (no en la orilla del mar), y toda la multitud estaba al otro lado del mar.». En 4,36, cuando finalizó la explicación en parábolas precisaba: «Dejan de lado (se supone que son los doce) a la multitud y se lo llevan (como si secuestraran a Jesús) tal y como se encontraba en la barca.» Entonces se produjo la gran tempestad. Esta es ‘la multitud’ que Jesús ‘convoca de nuevo’ y les dice «Escuchadme todos y comprended:...», exactamente como en el lenguaje de las parábolas. «Si alguno tiene orejas para oir, que escuche» (cf. 4,9.23).

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«No hay nada que desde fuera del hombre entra dentro de él que le pueda contaminar; al contrario, las cosas que salen del hombre éstas son las que contaminan al hombre.» ‘El hombre’ (no Dios) se encuentra en el punto de mira de Jesús. No hay ninguna ley humana o presuntamente divina que pueda ‘contaminar’ al hombre. sí, en cambio, todo aquello que sale del hombre. Jesús no admite excepciones («No hay nada»); nosotros somos los que hemos supeditado el hombre a prescripciones no solo inútiles sino también estúpidas. «¡Si alguno tiene orejas para oir, que escuche!» Hay que acoger con las orejas bien abiertas la semilla del mensaje. De otra manera se malogra, y no da fruto. Quien ‘escucha’, acoge el mensaje y da el ciento por uno. El texto alejandrino ha silenciado este último inciso. Es inútil predicar el mensaje, si el auditorio no está receptivo. Por eso Jesús invita, siempre que habla a la multitud de seguidores en parábolas, para que aplanen el camino y labren la tierra, a fin de que la semilla pueda llegar a dar fruto. EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (17) VII. RETIRADA AL EXTRANJERO: EL MESÍAS PRESENTA SUS CREDENCIALES EN TIERRA PAGANA El período undécimo comprende tres perícopas o secuencias dispuestas concentricamente: A // B \\ A’. En la primera se narra la retirada de Jesús al extranjero [A], sigue la curación de un sordomudo, figura de los discípulos [B], y finaliza con la señal mesiánica por excelencia – el compartir los panes – obrado por Jesús en tierra pagana [A’]. Una vez finalizada la durísima polémica con los fariseos sobre la Ley de lo puro y lo impuro (perícopa 41), con la consiguiente instrucción a los discípulos (perícopa 42***) – que no he comentado por considerarla de tercera redacción –, Jesús se retira al extranjero. El hilo conductor del período son las diferentes señales que Jesús va ofreciendo de cómo entiende él su mesianismo. Jesús no va a presentar las credenciales que le avalen como Mesías de Israel al mundo pagano, pues aún no tiene claro cómo lo ha de llevar a cabo. Mesías e Israel son dos conceptos inseparables. Él tiene plena conciencia de ser el Mesías de Israel. No podemos decir, pues, que el Mesías de Israel ha ido al extranjero a anunciar la buena noticia del Reino de Dios. Pero Marcos deja entrever que el Mesías no es exclusivo de Israel y que se ha de abrir al mundo pagano. Perícopa 43. *[A] 7,24-30 Tiro. Osadía del paganismo: la greco-fenicia

[a] 24 Se levantó de allí y partió hacia los confines de Tiro. Acudió a la comunidad y no quería que nadie lo supiera, pero no podía pasar desapercibido.

[b] 25 Pero una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, en el instante en que oyó hablar de él, fue se prosternó a sus pies 26 – en verdad, la mujer era griega, fenicia de raza –y le pedía que expulsase al demonio de su hija.

[c] 27 El le dice: «Deja primero que se harten los hijos, porque no está bien coger el pan de los hijos y echarlo a los perritos.»

[c’] 28 Sin embargo, ella le replicó diciendo: «Señor, ¡pero si también los perritos, bajo la mesa se comen las migas que dejan caer los pequeños!»

[b’] 29 Le dijo: «Anda, ve, que en virtud de lo que has dicho ha salido definitivamente el demonio de tu hija!»

[a’] 30 Se fue a casa y encontró a la hija echada sobre la cama y que el demonio había salido definitivamente.

La primera secuencia [A] (Per. 43) tiene por escenario la región de Fenicia, en concreto, el territorio de Tiro. Consta de seis elementos dispuestos concéntricamente: a b c || c’ b’ a’. He reducido la estructura de la perícopa a seis elementos, En el primer elemento [a] figura la composición de lugar, mientras que en el último [a’] se comprueba el desenlace de la escena; en el segundo elemento [b] se describe el personaje que representa colectivamente el paganismo (madre – hija) con la súplica de la mujer fenicia a

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favor de su hija y, en el penúltimo [b’], el envío de la mujer a su ámbito familiar; en los dos elementos intermedios, el roce entre la comprensión que tiene Jesús de su mesianismo y la pretensión de la mujer pagana («los hijos – los perrillos» || «los perrillos – los pequeños») [c || c’]. Retirada hacia los confines de Tiro. ¿por qué ha ido allí? En el primer elemento [a] se comprueba la retirada de Jesús al extranjero, después de la durísima discusión sostenida con los fariseos y los letrados a propósito de la ley sobre la pureza ritual, enseñanza que había impartido a la multitud. Los informes de los letrados llegados de Jerusalén han debido de ser demoledores. «Se Levantó de allí y partió hacia los confines de Tiro.» Era la única salida que le quedaba. Jesús, como todo mortal, va haciendo sus experiencias positivas y negativas. Después del enfrentamiento con las autoridades religiosas centrales, no sabe bien qué ha de hacer, y se va a Tiro, ciudad de Fenicia. Esta ida al extranjero no es una ida cualquiera, sino que en estos momentos no ve nada claro; ha discutido anteriormente con los fariseos sobre la Ley y se encuentra acorralado. ‘Se levanta de allí y partió hacia los confines de Tiro y de Sidón’ (en letra redonda, el texto alejandrino). En el texto occidental sólo consta Tiro, señalando tan sólo la dirección tomada por Jesús. En el texto alejandrino podemos constatar – como siempre – la tendencia historicista, al describir aquí un recorrido geográfico. El Códice Bezae subraya (anticipando el verbo) el hecho de ‘levantarse’ que se predica tan sólo de él, en singular, presuponiendo que estaba ‘postrado’, que experimentaba un gran abatimiento después de la durísima controversia en que se había visto implicado. Al darse cuenta de que era imposible llevar a cabo el proyecto que pretendía, ya que las autoridades religiosas no tardarán en denunciarlo, se retira hacia la región de Tiro. Es una retirada forzada, como si se tratase de un paso a la clandestinidad. Ni en la clandestinidad puede pasar desapercibido «Acudió (lit. ‘Habiendo entrado’) a la comunidad y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar desapercibido.» El texto ordinario/alejandrino dice simplemente que ‘entró en una casa...’, una casa indeterminada, sin especificar si se encuentra en Tiro o en Sidón, en una casa cualquiera. En cambio, si nos fijamos en el texto occidental, deducimos que se trata de una ‘casa/comunidad’ concreta, bien conocida de Jesús. Pero eso nos deja perplejos. ¿A qué ‘casa/comunidad’ hace referencia, si hasta ahora no se ha dicho que Jesús haya ido nunca a la región de Fenicia? ¿Qué nos está diciendo el evangelista Marcos? Recordemos que, en la lengua griega, hay dos palabras para designar ‘casa’, oikos y oikia: oikos connota una casa en sentido amplio, genérico, como ‘la casa de Israel’, ‘la casa de Dios’, ‘la casa de Abraham’, etc.; en cambio oikia es un término concreto, la casa/comunidad doméstica, donde habita la gente. En Marcos, ‘la casa’, con artículo, puede designar la casa donde se reúne la comunidad creyente (por ejemplo, 1,29; 9,33; 10,10; 14,3). ¿Nos está diciendo, pues, que hay una comunidad creyente en los alrededores de Tiro? Según el Códice Bezae, Jesús se habría refugiado en una comunidad concreta, conocida de los oyentes: ‘Acudió a la comunidad...’. El texto alejandrino trata de esquivar la dificultad que implica la existencia de una comunidad creyente en el extranjero, sin atreverse, sin embargo, a cambiar oikia por oikos (con lo que se habría obviado del todo la dificultad), suprimiendo el artículo y situando esta casa indeterminada entre Tiro y Sidón, como quien dice ‘entre Pinto y Valdemoro’. Por lo que Marcos ha narrado hasta ahora, parece incoherente que Jesús salga de los confines de Palestina para ir a refugiarse en una comunidad creyente situada en la nación de Fenicia y de la cual no tenían conocimiento. Pero lo afirma con todas les letras, si nos atenemos al Códice Bezae: «Y habiendo entrado en la comunidad, no quería que ninguno lo supiera.» En principio se ha de descartar que se trate de una comunidad constituida por gente venida del paganismo. Sería un anacronismo. Además, el contexto – como veremos seguidamente – lo excluye del todo. Se trataría, pues, de una comunidad judía creyente formada bien por judíos creyentes que viven en la diáspora, bien por discípulos que han tenido que huir y establecerse en el extranjero. «..y no quería que ninguno lo supiera, pero no pudo pasar desapercibido» Es decir, que los que han hablado son los de la comunidad creyente. Jesús pretendía permanecer allí de una manera clandestina. Estarse unos días, sin que nadie se enterase, pero no pudo pasar desapercibido. Si no quería que nadie lo supiera quiere decir que los de la comunidad sabían quién era él y lo podían divulgar. En Fenicia no

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esperaban ningún Mesías, tenían sus ídolos..., sus tradiciones, era en Israel donde esperaban un Mesías que les había de liberar de todos los enemigos. Y Jesús tiene plena conciencia de ser el Mesías, el rey de Israel. Una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu inmundo acude a Jesús En el segundo elemento [b] se presenta a Jesús una mujer pagana que se había enterado de su presencia. «Pero una mujer, en el instante en que oyó hablar de él, ... fue y se prosternó a sus pies.» Nos encontramos ‘en la casa/comunidad’, donde todos saben quién es Jesús. Pero se han ido de la lengua, han hablado. La mujer pagana, habiendo oído rumores sobre la presencia de Jesús, ‘al instante...’ (muy marcado), como si hubiera estado esperando este momento toda la vida, se presentó a Jesús. A base de dos incisos parentéticos, Marcos nos describe la situación del paganismo de Fenicia: «cuya hija tenía un espíritu inmundo», «en verdad, la mujer era griega, fenicia de raza». Madre e hija son personajes representativos. La madre y la hija representan el paganismo, pero no en la vertiente paternal, de poder/sumisión (la relación del Jefe de la sinagoga [Jairo, según el texto alejandrino] con su hijita, 5,22-23), sino en la vertiente maternal, afectiva. La madre es la que se preocupa por su hija. Si bien ella no tiene ningún espíritu inmundo, su hija está poseída. Si tiene un espíritu ‘inmundo’ quiere decir que tiene un espíritu muy peligroso. Por ‘espíritu inmundo’ se entiende una ideología alienante, posesiva, fanática y generalmente destructora, como por ejemplo la de los ‘talibanes’ o de Al-Caeda. Es el mal espíritu del fanatismo a ultranza, de tipo religioso o político. Ahora sabemos que esta mujer era griega – que quiere decir pagana –, de raza fenicia, pero de habla griega. El evangelista nos va dando elementos a medida en que sentimos la necesidad. Jesús sabía griego a buen seguro (en Galilea casi todos eran bilingües, como en Cataluña), de otra manera no hubiera podido dialogar con esta mujer. El texto alejandrino precisa que era ‘sirofenicia’, es decir que pertenecía a la provincia romana de Siria, como contrapuesta a la colonia fenicia del entorno de Cartago (líbico-fenicia), matizando – como siempre los aspectos narrativos. Si la mujer era ‘fenicia’, la ideología que poseía su hija debía ser más bien de tipo político. Fenicia era un país invadido también por los romanos. La madre oye hablar de Jesús en sentido positivo, había oído decir que había liberado a mucha gente y estaba convencida de que también podía liberar al pueblo fenicio de esta ideología que podría llevar a su hija a la autodestrucción. El orden de las palabras en la frase griega, intraducible (‘de la cual tenía la hija un espíritu inmundo’ = ‘cuya hija tenía un espíritu inmundo’) da mucho relieve al verbo ‘tenía’, indicando que ya hacía mucho tiempo que esta situación perduraba. Petición de la mujer a favor de la hija poseída La mujer «llegó, se postró a sus piés ... y le rogaba que expulsase al demonio de su hija». La acción de ‘postrarse’ indica que considera a Jesús como un personaje muy importante, casi un dios. Sabe que Jesús tiene capacidad para liberar a su hija y se pone a rogarle que expulse al demonio de su hija. El redactor judío, Marcos, lo había calificado de ‘espíritu inmundo’ (lit. ‘impuro’ según la Ley) en contraposición al Espíritu santo; la mujer pagana habla de ‘demonio’, el equivalente en la mentalidad greco-pagana; Jesús tomará este vocablo más genérico (v. 29), así como el mismo redactor (v. 30). La mujer pagana tiene plena conciencia de su situación. Si alguien no toma conciencia de la gravedad de una situación no se puede hacer nada. ‘Le rogaba...’, el imperfecto da idea de que insistía; se podría traducir por ‘le pedía con insistencia que expulsase al demonio’. Tiene clarividencia de la situación de su pueblo y le suplica insistentemente, lo que quiere decir que Jesús no le hizo caso enseguida, de otra manera no insistiría. Complejo de superioridad de los judíos hacia los paganos En el tercer elemento [c], Jesús aduce la máxima judía que califica de ‘perros’ (‘perritos’, en boca de Jesús, suavizando la expresión) a los paganos. El texto occidental introduce el elemento con un tiempo verbal en presente que – como sabemos – lo actualiza en el presente de los oyentes, indicando la persistencia del problema: «Él le dice: ‘Deja primero que se harten los hijos, porque no está bien coger el pan de los hijos y echárselo a los perritos.’» Marcos, con este presente verbal, revela que el problema está vivo aún en sus comunidades y, al leerlo, se actualiza igualmente en nuestras comunidades cristianas de hoy. Pensemos en el fenómeno de la inmigración. Ni nuestra sociedad, ni nuestras iglesias

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están preparadas para afrontar estas situaciones y acoger personas de otras religiones o mentalidades. ¿Qué capacidad de liberarnos de ideologías o prácticas esterilizantes, tienen nuestras iglesias? El texto alejandrino lo introduce con un imperfecto, «y le iba diciendo», dando la impresión de que Jesús iba repitiendo el eslogan a medida que ella reiteraba su petición (v. 26). La madre le pedía que expulsara al demonio de su hija, y Jesús le contesta con un eslogan judío, como si la pusiera a prueba. El eslogan judío es muy duro. Hemos de recuperar, claro está, el tono con el que Marcos lo pone en boca de Jesús. El diminutivo ‘perritos’, en lugar de ‘perros’ – como figuraba en el eslogan – revela el tono en el que lo pronuncia Jesús. El tono tierno empleado por Jesús deja una abertura para que la mujer pueda replicarle. También los paganos tienen acceso al «pan de los hijos» En el cuarto elemento [c’], la mujer pagana acepta el diminutivo cariñoso de ‘perritos’, pero recuerda a Jesús que también los paganos tienen acceso a la mesa del Reino. La respuesta de Jesús, en el primer centro de la estructura, parecía cerrar, al menos temporalmente (‘Deja primero...’), las puertas a una actuación suya entre los paganos. El segundo centro, correlativo del primero, nos deja boquiabiertos. ¿Qué hace la mujer? «Sin embargo, ella le replicó.» ¡Que osadía! Sabe más ella que Jesús, en esta oportunidad: ‘Ella le replicó diciendo...’, como quien habla con autoridad (según se desprende de la solemnidad de la fórmula de respuesta). Sabe muy bien lo que se dice, dispuesta a corregirlo. Exprime el diminutivo: «¡Señor, pero si también los perritos, bajo la mesa (del banquete del Reino), se comen las migas que dejan caer los pequeños!» Si le replica, quiere decir que ha entendido que el tono de Jesús no había sido en absoluto despectivo. Si ‘los pequeños’ (judíos) ‘dejan caer migas’ para los ‘perritos’ (paganos), ¿por qué no lo ha de hacer él? ¿Quién son estos ‘pequeños’? Son aquellos que formando parte del pueblo de Israel han ‘dejado caer migas’ conscientemente, para que se aprovechen los paganos que están bajo la mesa, y de quien nadie hacía caso. No les pueden hacer sentar a la mesa. No están invitados todavía a la mesa del Reino. Forman parte de la comunidad judía de la diáspora, clarividente de la situación del paganismo. La mujer sabe muy bien quiénes son, pues se había aprovechado de ‘las migas’ que aquellos habían ‘dejado caer’. Por eso ha llegado ‘enseguida’ y ha podido replicarle usando el plural paides, ‘los pequeños’, una palabra que, en singular, es un término técnico para designar al Mesías-Siervo de Jahvé que los evangelistas identifican con Jesús (cf. Mt 12,18; Ac 3,13.26; 4,25.27.30). Son ‘los pequeños’ de la comunidad de Jesús que se había afincado en Fenicia. El texto alejandrino ha diluido el texto marquiano abusando de los diminutivos, ‘miguitas’, ‘niños’... ‘Señor’ es el título que la comunidad cristiana da a Jesús una vez resucitado. Por tanto, el evangelista resitúa esta perícopa en el tiempo post-pascual, en el seno de una comunidad cristiana. Hoy, para nosotros, la actualiza en la iglesia, en las ‘pequeñas’ comunidades que se abren a la sociedad pagana. La mujer le viene a decir: ‘Hombre, ya sé que has venido para los hijos de Israel, pero déjanos alguna miga, para que también los perritos...’ Es impresionante la fe de esta mujer. El paganismo tiene capacidad para forzar a Jesús a ir más allá de la misión que le había sido confiada. Marcos, el primer evangelista, lo insinúa cuando todavía la expansión de la misión al paganismo era muy reciente, en el momento en que la comunidad cristiana iba adquiriendo cada vez más conciencia de que las fronteras ya se habían abierto. La convicción de la mujer pagana libera a su hija En el penúltimo elemento [b’], el envío de la mujer con la hija ya liberada del mal espíritu a su ámbito familiar, pagano, se relaciona con el propósito inicial de Jesús de pasar desapercibido, frustrado por la mujer pagana [b]. «le dice: ‘Anda, ve, que en virtud de eso que has dicho ha salido definitivamente el demonio de tu hija!’» Jesús no ha hecho nada... ¿Cómo se ha liberado, pues, la hija? ‘Por esta palabra tuya –la de la mujer–, no por lo que yo he dicho, ha salido definitivamente el demonio de tu hija.’ Le viene a decir: ‘No hacía falta que yo viniera personalmente, por que eres tú quien con esta confianza, con la fe-adhesión a mi proyecto, has posibilitado la expulsión del demonio de la tu hija.’ Es un caso semejante al del centurión de Cafarnaun de Mt 8,5-13 y Lc 7,1-10. Marcos emplea un pluscuamperfecto subrayando que ‘ya ha salido definitivamente el demonio de su hija’. No volverá a poseerla. Es decir que el paganismo tiene la capacidad de auto regenerarse. Todos aquellos que se adhieren al proyecto de

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Jesús van abriendo camino allá donde parece que no hay nada que hacer. Es la fuerza de la ‘madre’ la que ha proyectado todo su amor hacia la hija. Cuando los dirigentes de la sociedad o de las iglesias lleguen a ser ‘madres’, podrán ‘salvar’, es decir liberar; cuando se comportan como ‘padres-padroni’, matan a los hijos, dando la razón a los que sostienen que ‘fuera de la iglesia no hay salvación’. Fijémonos ahora en el cambio de orden de las palabras en los dos códices. El texto occidental pone en relación de causa a efecto la convicción de la mujer, expresada en la osadía de su respuesta, con la salida definitiva de su hija del demonio que la atenazaba, «Anda, ve, que en virtud de eso que has dicho...», estableciendo un quiasmo con el versículo siguiente: «...ha salido el demonio definitivamente de tu hija // el demonio había salido definitivamente.». Jesús habría ayudado al paganismo a tomar conciencia de su plena capacidad de auto-liberar-se, pero sin implicarse más («Anda, ve /Vete!»). El texto alejandrino, en cambio, parece poner en relación la respuesta valiente de la mujer con la invitación de Jesús a ‘irse’: «En virtud de eso que has dicho, vete, que ha salido definitivamente de tu hija el demonio», eliminado el quiasmo; la explicación de cómo ‘ha salido definitivamente de su hija el demonio’ quedaría en el aire; Jesús se habría limitado a constatarlo. La hija queda postrada en la cama, pero el demonio ya ha salido definitivamente Finalmente, en el último elemento [a’] se comprueba el desenlace de la escena que había estado ubicada en «los confines de Tiro» [a]. «Se fue a casa y encontró la hija estirada sobre la cama y que el demonio había salido definitivamente.» Una vez ‘en casa’, la mujer encontró a la hija estirada sobre la cama. Aquí el Codex Bezae le confiere sentido metafórico al término ‘casa’ (oikos) –sin artículo – refiriéndolo a la sociedad pagana: ‘en casa’, entre su familia, el mundo pagano. «Y encontró a la hija estirada sobre la cama» ¿Qué nos dice eso? Que aún no está de pié sentada a la mesa. No dice ‘recostada en la mesa’, sino ‘estirada sobre la cama’ (la misma palabra griega kline se podría traducir por ‘mesa’, pero el verbo beblemene, en tiempo perfecto, ‘estirada’, lo impide), pero constata que «el demonio había salido definitivamente.» La ha liberado de la ideología fanática, pero la situación no es normal aun, se ha de hacer alguna cosa más. No puede liberar las manos, no puede trabajar, no puede comer, está estirada, si bien, no dice que esté enferma. En la sociedad pagana hay una gran postración. Jesús no ha arreglado nada, lo único que ha conseguido, indirectamente, lo ha hecho a través de la mujer, a través de los que se preocupan por superar el fanatismo destructor de las personas, y todo gracias a ‘las migas’ que la comunidad creyente ya había ‘dejado caer’. De momento Jesús no quiere ir más allá. La liberación definitiva, la deja en manos de las futuras comunidades cristianas. EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (18) Perícopa 44. *[B] 7,31-37 El sordo y tartamudo, figura de los discípulos

[a] 31 De nuevo, habiendo salido de los confines de Tiro, pasando por Sidón, llegó al mar de Galilea entre los confines de la Decápolis.

[b] 32 Le llevan un sordo y tartamudo y le suplican que le imponga la mano. [c] 33 Le tomó aparte separándolo de la multitud, en privado, escupió y le puso los dedos en las

orejas, le tocó la lengua 34 y, alzando la mirada al cielo, suspiró profundamente y le dijo: «Effetà» (esto es: «¡Ábrete!»).

c’] 35 Se le abrieron los oídos, se soltó la traba de su lengua y se puso a hablar correctamente. [b’] 36 Les ordenó que no dijeran nada a nadie. [a’] Ellos, sin embargo, aún lo iban proclamando más y más 37 y, en grado superlativo llenos de

admiración, decían: «Todo lo ha hecho bien! Hace que los sordos oigan y que los mudos hablen.»

La segunda secuencia [B] (Per. 44) consta de seis elementos, con un centro bipolar, formando la figura: a b c || c’ b’ a’. En el doble centro, Marcos relaciona la curación del sordo y tartamudo efectuada por Jesús [c] con la acción correlativa de abrírsele los oídos y destrabársele la lengua [c’]; a un lado y a otro, el interés manifestado por unos acompañantes anónimos en favor del hombre lisiado [b] y la prohibición

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de no decirlo a nadie dirigida por Jesús a los presentes [b’]; en el primer elemento se contiene la composición de lugar [a] y en el último, la divulgación del hecho contradiciendo la orden de Jesús [a’]. De Tiro, pasando por Sidón, en dirección al mar de Galilea, atravesando la Decápolis En el primer elemento [a] se contiene la composición de lugar. Jesús se encuentra en tierra pagana y emprende una larga travesía desde una comunidad judeo-creyente situada en los alrededores de Tiro, donde se había alojado, pasando por Sidón, hasta llegar al Mar de Galilea, atravesando la Decápolis pagana. El adverbio ‘de nuevo’ (palin) se ha de referir, no al participio que viene a continuación (exelthôn), sino al verbo en tiempo personal (êlthen), indicándose así que Jesús vuelve otra vez al mar de Galilea (ved 2,13, *Per. 12, i 4,1, *Per. 22), si bien ahora en la ribera opuesta. En cuanto al primer hito de los cuatro remarcados, dice que ‘salió de los confines de Tiro’, con connotaciones de éxodo, como siempre que se utiliza este verbo. Ahora bien, como en el encabezamiento de la perícopa anterior (*Per. 43) había indicado que ‘había partido hacia los confines de Tiro’ y ahora precisa que ‘salió’ de allí, parece dar a entender que no esta muy satisfecho de su breve estada en en la casa/comunidad donde se había refugiado, en otro caso no diría que ‘salió’ de allí. La explicación la tenemos en la continuación de este encabezamiento: «Acudió (lit. ‘entró’) a la comunidad y no quería que nadie lo supiera, pero no pudo pasar desapercibido» (7,24). Jesús había ido de incógnito, huyendo de las más que posibles represalias por parte de las autoridades judías. Pero sus seguidores, los miembros de esta comunidad judía que probablemente también había tenido que exiliarse a Fenicia (¿Qué hacen si no en los confines de Tiro?), sabiendo que él era el Mesías de Israel, pero que se había visto obligado a exiliarse, lo divulgaron entre los paganos. De aquí que acudiera a él la mujer fenicia suplicándole que liberase a su hija y que Jesús accediese de mala gana a liberarla de la ideología que la retenía postrada. Hay todavía otro detalle: la perícopa anterior concluía diciendo que ‘el demonio salió definitivamente’ de la niña, y ahora resulta que Jesús ‘salió de los confines de Tiro’, enlazando lo uno y lo otro con el mismo verbo. Jesús prevé que esta liberación puede provocar una reacción en cadena entre los paganos e interpreta que ha de continuar exiliándose en dirección al mar de Galilea. EL segundo hito es Sidón, ‘pasando/de paso por Sidón’, otra ciudad Fenicia (el texto alejandrino ya la había mencionado en el encabezamiento de la perícopa anterior), situada más al norte. O sea que continúa huyendo en dirección norte. EL tercer hito, ‘fue hacia/llegó al mar de Galilea’, tanto puede marcar la dirección emprendida como el punto de llegada. Interpreto que connota ambos sentidos. El cuarto y último hito, ‘entre los confines de la Decápolis’, señala que se dirigíó al mar de Galilea por los límites de la Decápolis, manteniéndose siempre en territorio pagano. Un rodeo impresionante. Si no sabemos un poco de geografía, navegamos. Nos encontramos situados en la parte oriental del mar de Galilea, de mayoría pagana. Decápolis, nombre griego que quiere decir ‘diez ciudades’ libres que tienen su propia organización, es un territorio considerado pagano por los judíos, al sureste del lago, como también el territorio de la tetrarquía de Filipo, al nordeste del mismo lago. Los judíos están al otro lado, al oeste del mar de Galilea. ¿Quién es este sordo y tartamudo y a quien representa? Todo es simbólico Nos encontramos ante una situación nueva, con un ‘sordo y tartamudo’. Más adelante, en la segunda redacción, Marcos hará un duplicado, con otro mudo y sordo (**Per. 51: 7,14-27), describiendo una curación mucho más espectacular. Del presente personaje Marcos comienza diciendo que es ‘sordo’ y ‘tartamudo’, pero al final recalcará que Jesús ‘hace que los sordos oigan y que los mudos hablen’. ¿Qué nos viene a decir Marcos? Pues, que todo es simbólico. Me ha parecido que sería oportuno, antes de abordar la exégesis de este pasaje, leer unos textos del Antiguo Testamento a fin de encuadrar la presente perícopa, a ver si nos sumergimos en ellos. Un primer texto lo encontramos en la vocación de Isaías (Is 6,8-10 LXX): «Después oí la voz del Señor que decía: ‘¿A Quien enviaré?¿Quién irá a encontrar a este pueblo (el pueblo de Israel)?’ Le respondí: ‘Aquí me tienes. Envíame a mí’ Él dijo:‘Vé a decir a este pueblo:“Escucharéis con los oídos, pero no comprenderéis; miraréis con la mirada, pero no veréis!” Se ha endurecido el corazón de este pueblo, son sordas sus orejas y han cargado sus ojos, no fuera que viesen con sus ojos, que oyesen con sus

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orejas, que comprendiesen con su corazón. Que llegasen a convertirse, y yo les tuviera que curar.’» No quiere decir que Dios quiera el endurecimiento del pueblo, sino que entra en sus planes que se endurezca y se ciegue. El castigo se lo inflinge el mismo pueblo negándose a escuchar la voz del profeta y actuar en consecuencia. Estamos hablando del exilio de Babilonia. Otro texto que pertenece al llamado Tercer Isaías (Is 42,18-20 LXX) contiene una interpelación al pueblo de Israel sordo y ciego, una réplica a la misión que el profeta Isaías había recibido en 6,9-10: «Los que sois sordos, ¡escuchad! Los que sois ciegos, volved a ver y ¡veréis! ¿Quién es ciego, sino mis criados?¿Quién es sordo, sino los que los señorean? Se han cegado los siervos de Dios. Habéis visto muchas cosas, pero no habéis prestado atención; teníais las orejas abiertas, pero no escuchabais.» Aquí no se habla de mudos, sino de sordos y ciegos. Aún un tercer texto, del profeta Jeremías (Jer 5,22-23 LXX): «¿Por ventura no teméis? – dice el Señor. ¿Por ventura no temblais delante de mí? Yo he puesto la arena como frontera del mar – es una ley perpetua – y el mar no la traspasa. Se agitará, pero no podrá hacer nada. Sus olas bramarán, pero no pasarán más allá. En cambio, a este pueblo el corazón se le ha vuelto indócil y rebelde: se han vuelto atrás y se han ido.» Con un lenguaje mas optimista, describe así Isaías (Is 35,5-6) el retorno a Sión: «Entonces se abrirán los ojos de los ciegos, y las orejas de los sordos escucharán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y la lengua de los tartamudos será bien clara, porque el agua ha brotado en el desierto, y un torrente en la tierra sedienta.» El gran problema: hablar del Reino de Dios sin deformar el mensaje Estas expresiones de los Profetas nos definen un pueblo, el de Israel, pero se podrían aplicar también a todos los pueblos, desde el punto de vista de un Dios que se quiere comunicar. El gran problema de Dios es el de la comunicación. Hoy tenemos ya una cierta idea de la evolución, sabemos que, desde el Big Bang, ya han transcurrido trece o catorce mil millones de años de evolución, que la humanidad puede tener unos doscientos mil años de existencia. Pero, cuando se ve en qué nivel tan bajo nos encontramos ahora, en el año 2006, viendo lo que pasa en Irak, en Palestina y en otros lugares, el terrorismo a escala mundial, guerras y guerrillas en África y Centroamérica, los narcotraficantes, los reyes de Marruecos nuestro mismo país... Estos últimos días hemos podido respirar un poco, hacía días que no podíamos hacerlo. El tono del Parlamento el otro día era un tono que permitía respirar a todos incluso a los de la oposición. ¡Que la gente pueda hablar sin tartajear! En griego ‘hablar’ se dice ‘lalein’, y quien ‘habla con dificultad, tartajeando’, se expresa con el compuesto ‘mogi-lalos’, que solemos traducir por ‘tartamudo’, pero la imagen empleada aquí por Marcos, más que la de un sordo y tartamudo que casi no oye y tartamudea, es la de un individuo representativo de todo un grupo de personas que se ha hecho el sordo al mensaje y que se enreda hablando, como una madeja. ¿Qué ha pasado aquí? Que la manera como han escuchado el mensaje y lo han estado explicando no es la Jesús quería que escuchasen y hablasen. Prestemos atención: hemos leído los textos de los Profetas que iban dirigidos al pueblo de Israel. El pueblo de Israel estaba basado, simbólicamente, sobre un conjunto de doce tribus. Jesús se está refiriendo a las doce tribus de Israel, pero se ha visto obligado a introducir cambios en su pretensión como Mesías. Ha escogido doce de entre los discípulos para darles una configuración como la del antiguo Israel, pero a partir de ahora ya no sería un Israel por línea de sangre sino por la adhesión a él. Como se ha visto rechazado por los dirigentes de Israel, Jesús prescinde de ellos y en su lugar constituye un grupo de doce líderes. Pero estos doce líderes son, sordos y tartamudos. Lo mismo que se aplicaba a Israel, ahora se aplica a los discípulos. Jesús está en el extranjero, ha tenido que salir por piernas del territorio judío. Con este rodeo tan largo, con este gran recorrido, por territorio extranjero, Marcos nos viene a decir que Jesús ha dedicado mucho tiempo a ello, un período muy largo. Los biblistas hablan de tres años de ministerio público, pero podría ser que fuera mucho más, cinco o más años, quién sabe. Los evangelistas no nos han querido ofrecer una cronología de Jesús. Por tanto, no lo sabremos nunca. Para que los doce apóstoles procedentes del judaísmo puedan transmitir el mensaje de Jesús de una manera inteligible y superar sus resistencias crónicas al mensaje, para que desistan de sus ideales basados en el nacionalismo judío, habrán de cambiar de xip.

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Le llevan un sordo y tartamudo En el segundo elemento [b], unos individuos anónimos llevan a Jesús un hombre sordo y tartamudo y le suplican que le imponga la mano. Vuelven a salir unos personajes que ya tenemos identificados. Tan identificados que son anónimos. A saber quiénes son los que componen este grupo de personas anónimas (¿las mujeres, los incrédulos según la ley, los recaudadores de impuestos?). Ciertamente son los que comprendieron a Jesús y se preocupaban de la triste figura que hacían sus líderes, le comprendieron porque no aspiraban a ningún tipo de poder ni querían saber nada de ello, porque se habían situado al margen de la sociedad y podían, por tanto, sintonizar con aquél que también se había automarginado. No hay manera de ponerles un nombre y, además, en general, Marcos los presenta utilizando verbos en tiempo presente: ‘le llevan... le suplican...’ Es una situación que se va repitiendo y que Marcos actualiza en su comunidad. Cuando hoy lo leemos, se está actualizando también en nosotros. Dentro del grupo de los discípulos, y también en nuestra iglesia, hay personas que son clarividentes, que tienen conciencia de que ciertos dirigentes son sordos y tartamudos. Se puede hablar cuanto se quiera, pero tartajeando. La misa de el 11-M ¡era tan artificial!, estaban tartamudos (Rouco y compañía), porque habían segregado a las otras confesiones y religiones. Se comportaron como los dirigentes de Israel. El poder y sobre todo el poder religioso es muy peligroso y crea adicción. En cambio, los verdaderos seguidores de Jesús se mantienen en el anonimato y al darse cuenta de la cerrazón de sus líderes y de la forma tartajosa con que presentan el mensaje, «le llevan un sordo y tartamudo y le suplican que le imponga la mano». Primero «le llevan», pues ellos no irían por sí mismos, ya que no tienen conciencia de ser sordos y tartamudos, piensan que ellos son, quién sabe hasta qué punto, importantes... Después «le suplican» (Los dos verbos están en presente subrayándose la gravedad de la situación.) «que le imponga la mano», no las manos, en plural (gesto usual en la cultura judía), sino ‘la mano’, en singular (como en 1,41). Saben que Jesús les puede curar, no a base de milagros, sino con un gesto que recuerda la mano del Dios creador. Ahora es Jesús el Creador. Jesús le separa de la multitud y le cura en privado En el primer centro de la estructura bipolar [c] Marcos narra minuciosamente el largo proceso que culminará con la curación del sordomudo. Comienza diciendo: «Lo llevó aparte separándolo de la multitud, en privado.» El sordo tartamudo es figura de la cerrazón total del grupo de discípulos que se han crecido con la multitud. El poderoso se crece siempre con la multitud, por eso es preciso separarlo. No encontraremos ningún líder sin multitud. La última vez que se ha presentado esta multitud ha sido en los versículos 14-16 (de la perícopa 41), precisamente en la discusión entablada por los fariseos sobre la ley de la pureza ritual. Decía entonces: «Habiendo convocado de nuevo la multitud (refiriéndose a otra presencia de la multitud: 4,1.36) les iba diciendo...» Es una multitud bien definida, ‘la’ multitud, que tiene mucho interés en el mensaje, la misma que escuchó las parábolas y a la que Jesús acaba de convocar nuevamente y le ha propuesto una nueva parábola: «¡Si alguno tiene orejas para oir, que escuche!» Es necesario pues, que también la multitud abra los oídos para escuchar, pero no es identificable con los discípulos. Recapitulando, nos encontramos ante tres situaciones bien diferenciadas: 1) ‘los anónimos’, que han comprendido a fondo el mensaje de Jesús; 2) los ‘discípulos’, que no comprenden porque están cerrados completamente; 3) ‘la multitud’ que sigue a Jesús, fácilmente influenciable. Cada vez que aparece la expresión ‘en privado’ siempre está relacionada con los discípulos. Es la privacidad de Jesús con los suyos, con los que le son más cercanos. Muy subrayado en el texto: ‘llevar aparte / separar / en privado’. Marcos nos está diciendo que Jesús ha hecho un gran esfuerzo para abstraerles del loor de multitudes. La multitud es como una droga. Hasta aquí, la parte negativa. Comienza ahora el gesto positivo sanador: «escupió y le puso los dedos en las orejas, le tocó la lengua y levantando la mirada al cielo, suspiró profundamente y le dice: “Effetà” (esto es: “Ábrete!”)». ‘Escupió’: la acción de escupir es negativa en nuestra cultura; en cambio, para un judío la saliva es aliento condensado, y el aliento tiene que ver con el Espíritu. Con este gesto, Jesús transmite con la saliva su aliento /Espíritu. y untando los dedos con la saliva, «le pone los dedos en las orejas» que estaban endurecidas. Vemos aquí un gesto conocido, la saliva hace que la pasta dura se vuelva barro. Jesús asume el papel de Jahvé del principio del Génesis cuando el Señor-Dios modeló al hombre del polvo de la tierra (cf. Gn 2,7). No dice que hiciera el fango con su saliva, pero se puede sobreentender.

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Aquí son los dedos de Jesús los que vuelven a modelar al hombre que se había hecho el sordo y balbuceaba. Jesús es ‘el Señor’, la traducción de Jahvé, ‘el que es’, no el que era o será...y «le tocó la lengua» (las orejas y la lengua son órganos externos). Se pone en marcha, pues, un proceso que va de fuera a dentro. Es como una catequesis que se hace al auditorio. Primero has de cautivar al auditorio, porque si no escucha no hay nada que hacer. Poco a poco este auditorio se irá configurando, si es capaz de escuchar. En español distinguimos claramente entre ‘oír’ y ‘escuchar’. De inmediato pasamos al órgano mas interno. «Alzando la mirada al cielo...» La oración siempre te eleva. Una manera de expresarlo es ‘subiendo a la montaña’, otra ‘levantando la mirada’, o bien decir que ‘se abrieron los cielos de par en par’. Siempre es la persona la que ‘se levanta’, ‘sube’, ‘se abre’... «Suspiró profundamente», el texto del Códice Bezae enfatiza este gemido de Jesús, mostrándose profundamente afectado por la cerrazón de los discípulos; está muy dolido. Cuántos suspiros no habrá lanzado a lo largo de estos casi dos mil años... Le duele, como a todos nosotros nos duelen ciertas actitudes de los responsables de la iglesia. «Y le dice: “Effetá!” (esto es: “Ábrete”)», en presente, porque lo dice tanto para la comunidad de Marcos como para nosotros. Esta palabra aramea deja entrever que el personaje representa un grupo arameo. Apertura de los oídos y desligamiento de la lengua En el segundo centro de la estructura bipolar [c’] Marcos comprueba el efecto de la doble acción de Jesús [c], efecto que culminó en el momento en que «se puso a hablar correctamente»: «Se le abrieron los oídos (a diferencia de ‘las orejas’, ‘los oídos’ hacen referencia a un órgano mas interior) se soltó la traba de su lengua (como si la lengua estuviera trabada y no le permitiese hablar con soltura) y se puso a hablar correctamente» ‘Hablar’ hace referencia aquí a la predicación del Reino de Dios. Los discípulos lo estaban anunciando de una manera incorrecta, porque proclamaban un Mesías victorioso, fuerte, probablemente también un Mesías violento, porque era la única manera de sacarse los enemigos de encima, pero no era éste el proyecto de Jesús. A pesar de estar en territorio extranjero, ha tenido que separarlos de la multitud, a fin de que no continuasen embaucándola. Notemos como se corresponden perfectamente los dos centros de la perícopa: en el primero [c] se narra la acción de Jesús, donde siempre el gesto precede a la palabra (no como hacemos nosotros que primero hablamos y después no hacemos ningún gesto); en el segundo centro [c’] se comprueba el resultado de la acción: «se le abrieron los oídos». Orden terminante de no decirlo a nadie En el penúltimo elemento [b’] se contiene la prohibición de no decirlo a nadie dirigida a los presentes, a los mismos discípulos representados por el sordomudo en lenguaje figurado. Marcos establece un contraste entre el ‘sordo y tartamudo’ inicial [b] y la prohibición de Jesús de decirlo a nadie [b’], considerando que no están preparados aún para divulgar la noticia. Inmediatamente Jesús «les ordenó que no dijeran nada a nadie». El Códice Bezae lo recalca añadiendo ‘nada’ haciendo un juego de palabras (en griego, obviamente: mêdeni mêden, como en español: ‘nada a nadie’). La orden se expresa, así, de una manera más concreta y categórica, se podría traducir también ‘les prohibió que dijeran absolutamente nada a nadie’. No quiere que el hecho se propague, aunque nos encontremos en el extranjero. No quiere que se sepa. Tiene experiencia de esto. Si al que se le ha desatado la lengua se pone a hablar, sin cambiar de mentalidad ni emprender un largo proceso de maduración personal, puede decir disparates. Se necesita mucha serenidad y una temporada larga de silencio para poder asimilar estos cambios. Algo semejante es lo que está pasando con el Concilio. En su momento cayeron muchos muros y se eliminaron muchas trabas; muchas personas se liberaron. Pero, como siempre, hay quienes han llevado de nuevo las aguas a su molino. Lejos de acatar la orden de Jesús, los discípulos lo pregonan y quedan tocados de estupor En el último elemento [a’], los discípulos pregonan por la Decápolis [a] la curación que Jesús ha obrado en ellos, sin esperar a conocer más a fondo las intenciones del Maestro. «Ellos, sin embargo, aún lo iban proclamando más y más...» Se consideran como unos heraldos encargados de hacer las proclamas en la asamblea. ¿Quiénes son estos predicadores? El mudo que habla, la multitud o los anónimos? Por el contexto anterior, son más pronto los ‘anónimos’, ya que dirán: «... y, en grado superlativo llenos de

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admiración, decían: “Todo lo ha hecho bien! Hace que los sordos oigan y que los mudos hablen.”». El texto occidental (Codex Bezae) acentúa la intensidad con que quedaron tocados de estupor. Los personajes anónimos interpretan el hecho a la luz del Dios creador (cf. Gn 1,31; Sir 9,16). Incluso ellos se han dejado llevar por el éxito de la empresa. El éxito es muy goloso. EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (19) . Perícopa 45. *[A’] 8,1-9 El Compartir de los panes en territorio pagano: la señal del Mesías universal

[a] 1 Asímismo, por aquellos días, como otra vez había una numerosa multitud y como no tenían ellos nada para comer, convocó a los discípulos y les dice: 2 «Siento compasión por esta multitud, porque ya han pasado tres días desde que están aquí y no tienen nada para comer. 3 Despedirlos en ayunas a casa no quiero, no sea que desfallezcan en el (seguimiento del) camino. Porque, además, algunos de ellos han venido de muy lejos.»

[b] 4 Le respondieron sus discípulos: «¿Cómo se podrá saciar de panes a todos éstos en un lugar desierto?»

[c] 5 Les iba interrogando: «¿Cuántos panes tenéis?» [d] Ellos dijeron: «Siete.» [e] 6 Entonces ordenó a la multitud recostarse sobre la tierra. Tomó los siete panes y, habiendo

pronunciado la acción de gracias, los partió y los iba dando a sus discípulos para que los sirvieran, y ellos sirvieron a la multitud.

[d’] 7 Además tenían unos pocos pececillos. Pronunció la acción de gracias y mandó que también los sirvieran.

[c’] 8 Comieron y quedaron satisfechos; después recogieron las sobras de los pedazos, siete paneras.

[b’] 9 (Eran los que habían comido precisamente cuatro mil.) [a’] Y les despidió.

La última secuencia [A’] (Per. 45) contiene la llamada ‘multiplicación de los panes’. Nos encontramos en territorio pagano (cf. 7,31: «entre los confines de la Decápolis», ubicación de la perícopa precedente, y 8,1: «Asímismo, por aquellos días», inicio de la presente). Conviene advertir que en el texto actual de Marcos, que consideramos fue fruto de varias redacciones, encontramos otra perícopa que hace referencia a los panes (cf. 6,35-46), con una estructura y un contenido parecidos, pero en territorio judío. Es un ejemplo de los duplicados que se encuentran, en la segunda redacción, con los mismos motivos que en la primera, pero en situaciones diferentes. Consta de nueve elementos con un centro muy claro: a b c d // e \\ c’ b’ a’. En el centro se contiene la orden dada por Jesús a la multitud de recostarse sobre la tierra, la acción de gracias, la partición de los panes y el gesto de irlos dando a los discípulos para que ellos sirviesen a la multitud [e]; a un lado y a otro, el hecho de tener que reconocer los discípulos que tenían siete panes [d] y también unos pocos pececillos [d’], la pregunta de Jesús sobre cuántos panes tenían [c] y la comprobación de que sobraron siete paneras de trozos [c’], la designación despectiva hacia la multitud (‘éstos’), por parte de los discípulos [b], y la constatación muy ponderada del redactor (‘precisamente cuatro mil’) [b’]; en los extremos, Marcos describe la compasión que Jesús siente por la multitud de seguidores que le han acompañado día tras día en el desierto y que no quiere despedirlos en ayunas, haciéndolo saber a los discípulos [a], y su despedida, una vez ya saciados [a’]. Jesús siente compasión por la multitud de seguidores y lo hace saber a los discípulos En el primer elemento [a] Marcos describe la situación precaria de la multitud de seguidores y la convocatoria de los discípulos por parte de Jesús manifestándoles la compasión que siente por ellos temiendo que desfallezcan en el seguimiento del Camino. Observemos como el Códice Bezae encabeza la perícopa con la partícula ‘asímismo / por aquellos días’, religándola estrechamente a la anterior. Nos

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encontramos, pues, en la misma situación de tiempo y de espacio, en un lugar bien precisado en la perícopa anterior: ‘cerca del mar de Galilea entre los confines de la Decapolis’, por tanto, en territorio pagano. ¿De que multitud se trata? «...y como, otra vez, había una numerosa multitud», el redactor hace referencia a una situación anterior. Hemos de preguntarnos, pues, de dónde proviene esta multitud. La expresión ‘una numerosa multitud’ es la misma de la perícopa 37 (6,32-34), antecámara de la 38 (6,35-46), perícopa que a su vez no es sino un duplicado de la presente. Hay dos perícopas donde se hace referencia al compartir de los panes. Como siempre, la primera redacción y la segunda contienen los mismos motivos, si bien duplicados en la segunda. En este caso el duplicado ha sido anticipado. No tiene nada que ver con ‘la multitud’ –con artículo– de la perícopa anterior. Aquí nos encontramos con ‘una multitud’ indefinida, sin artículo. Se trata, pues, de otra multitud. En la perícopa precedente comprobábamos que Jesús separó ‘un sordo y tartamudo de la multitud’. Si hubiera querido decir que era la misma habría dicho: ‘habiéndose presentado de nuevo aquella multitud’ (con artículo). La ‘numerosa multitud’ de la presente perícopa no está supeditada a los líderes, pues dice: ‘como no tenían ellos nada para comer, convocó a los discípulos’, ateniéndonos al Códice Bezae. El texto alejandrino no explicita el pronombre y puntualiza que se trata de ‘sus discípulos’, mientras que el texto occidental precisa que los que no tenían nada para comer eran ‘ellos’, los componentes de la ‘numerosa multitud’ por la cual Jesús sentía compasión porque eran personas necesitadas, y que lo hace saber a ‘los discípulos’, sin más. Primero ha presentado una multitud numerosa e inmediatamente personaliza a los miembros que la constituyen. ¿Por quién y porqué siente compasión Jesús? Jesús «convocó a los discípulos y les dice...». La palabra ‘convocar’, que ya se ha presentado muchas veces, es una expresión muy solemne. ‘Convocó a los discípulos’ como contrapunto de esta ‘numerosa multitud’. Evitando decir ‘sus discípulos’ marca un cierto distanciamiento de Jesús. Los discípulos son los que hasta ahora eran sordomudos. Ahora, pues, una vez curados, ya les puede convocar. Mientras se hacían el sordo, no les podía convocar. «Y les dice:...», en presente: de nuevo Marcos recalca que este problema sigue presente también en sus comunidades. Por extensión, al leerlo ahora nos está diciendo que este problema lo tenemos también en nuestra Iglesia de hoy. No es necesario hacer referencia a la tripartición de la diócesis (de Barcelona). El problema es mucho más hondo. Jesús continúa ‘compadeciéndose’ de la multitud de seguidores, de fieles creyentes, que no tienen nada para comer, y que, por falta de alimento espiritual, podrían desfallecer. Si el traductor o el predicador no se han interesado por saberlo, las lecturas van quedando diluidas y los textos se van redondeando. El uso mismo que se hace en la liturgia los ha ido redondeando a lo largo de los siglos y nos han llegado sin aristas; ya no nos incomodan. Nos van – como quien dice – a la medida, porque nos los hemos fabricado a imagen y semejanza nuestra. Como el pueblo de Israel que, como Moisés tardaba mucho en bajar de la montaña, se hicieron un becerro de oro, a su propia imagen. «Siento compasión por esta multitud». La compasión que siente Jesús es por la multitud y, según el Códice Bezae, llama la atención de los discípulos sobre ella, ‘por esta multitud’. Jesús concreta mucho, personaliza mucho: «porque ya han pasado tres días desde que están aquí y no tienen nada para comer». El texto alejandrino dice ‘porque hace tres días que permanecen a mi lado’. No es lo mismo, son expresiones diferentes. Tres días es un período completo de tiempo. Marca una totalidad de tiempo. Muy largo. Hace mucho tiempo que están aquí y no tienen nada para comer. ‘Comer’ es equivalente a enseñanza. Esta identificación para un judío era muy normal. Cuando ellos se referían al ‘maná’ no hacían como nosotros que buscamos en el desierto dónde se encuentra esta planta. Para ellos era una imagen bien comprensible. La enseñanza diaria con la que Dios va instruyendo a su pueblo. La Torá, la Ley, es el pan de cada día de la comunidad judía. ¿Lo es para nosotros el Evangelio? Cada vez que se habla de evangelizar o de re-evangelizar me siento estremecer, porque – pienso – ¿Cómo podemos ir a evangelizar si no conocemos el evangelio? O bien, lo conocemos ya muy redondeado. Nos lo hemos fabricado a nuestra imagen. Primero hemos de redescubrir el texto evangélico, para poder después ir a evangelizar. Además ‘evangelizar’ no quiere decir ir a proclamar desde un púlpito, la palabra. Siempre vamos a proclamar. Se trata de ‘pan’. Por eso toma la imagen del pan. Primero se ha de digerir, después si te gusta, querrás probar cada vez más. No es una enseñanza que llega al cerebro, si es que la has

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entendido. Involucra orgánicamente toda la persona. En este sentido las imágenes de los judíos son mucho más ricas. Para ellos la Ley era el pan de cada día para la comunidad. La que le identificaba como israelita. Es como si hiciésemos constantemente exégesis de la Constitución. De momento se dice que no tienen nada para comer, si bien no sabemos aún si estas multitudes son judías o paganas; si son judías, la responsabilidad será de los dirigentes religiosos judíos, si paganas, de los políticos. Lo que sí está claro es que hace tiempo que no han recibido ninguna clase de enseñanza. Es preciso comer el pan de la enseñanza para poder seguir el Camino «Despedirlos en ayunas a casa no quiero, no fuere que desfallecieran en el (seguimiento del) camino». Jesús no quiere, de ninguna manera, despedirlos en ayunas ‘a casa’. Viniendo como viene de Tiro y Sidón pasando por la Decapolis, esta ‘casa’ no parece que se pueda referir a la casa de Israel, sino a la casa del paganismo. Aquí nos da ya una señal. Si dice ‘no fuera el caso que desfallecieran en el (seguimiento del) camino’, en sentido figurado, quiere decir que, en cierto modo, están ya ‘en el Camino’ de Jesús. Son, por tanto, gente que ha oído su predicación sobre ‘el camino’ que lleva a la vida. ‘El camino’ es el que identifica a su grupo y su mensaje. Dice que «algunos de entre ellos han venido de bien lejos». Este ‘venir de lejos’ insinúa que hay también paganos en el seno de esta ‘numerosa multitud’, pues en la mentalidad judía las naciones o las islas lejanas siempre designaban las naciones paganas, si bien, respecto a los judíos procedentes de comunidades de la diáspora, son más bien pocos, ‘algunos’. Se trata de personas que tienen interés en oír y escuchar a Jesús y que, de momento, no tienen nada para comer porque nadie les ha dado nada… ¿Porqué hoy la gente busca más y más fuera de la Iglesia? Démonos nosotros mismos la respuesta. Si no les ofrecemos buen alimento, lo buscarán en otro lugar. Mientras iban a misa los domingos, para cumplir el precepto, todo era muy fácil. La iglesia en el centro del pueblo y el párroco, una especie de ‘cacique’. Pero, en el momento en que eso ha dejado de ser así, incluso la Constitución es laica, a pesar de que mantiene todavía unos privilegios para la Iglesia católica, en verdad inapropiados, la comida que antes se nos daba, basada en leyes y preceptos, se ha demostrado que era del todo insuficiente. Muchas de nuestras comunidades son anoréxicas. Jesús se da cuenta que ‘no tienen nada para comer’. Que en la sinagoga, los sábados, todo son leyes y preceptos que no alimentan, cosas que no han podido digerir, que las comunidades no han crecido. Recordad el caso de la hija del jefe de la sinagoga, llamado Jairo en el texto alejandrino. Después de resucitar a la niña que tenía doce años, el doce es Israel, Jesús dice a sus padres que le den de comer (cf. Mc 5,43), de otra forma volverá a morirse de inanición. Cuando veo gente tan fanatizada, chiitas o sunitas, me pregunto ¿Qué comida les dan en sus mezquitas? Yen las sinagogas o en nuestras iglesias, qué alimento les damos?. Si no se da buen alimento, una comunidad puede llegar incluso a morir. En cambio, donde hay comunidades adultas y bien formadas es porque tienen personas que les dan bien de comer. Respuesta evasiva de los discípulos En el segundo elemento [b], los discípulos que habían sido convocados expresamente por Jesús para que tomaran conciencia de la situación, se excusan aludiendo la imposibilidad de saciar a aquella gentuza (toútous es despectivo) en un lugar desierto. «Le respondieron sus discípulos: “¿Cómo se podrá saciar de panes a todos éstos en un lugar desierto?”». Se encuentran en un desierto, y este desierto no es puramente físico. Es un desierto donde no hay vida, ni posibilidad de encontrar ningún tipo de alimento. ¿Podría ser esta la descripción de la iglesia de hoy? Ojalá que no sea un desierto donde no hay pan. Todo va junto. Como veis el evangelista nos está describiendo una situación. «Y les interrogó», visto que ellos no eran los responsables. Pregunta directa y reiterada de Jesús En el tercer elemento [c], ante la evasiva de los discípulos, Jesús les pregunta de manera reiterada e inquisitoria, como si se lo preguntara de uno en uno: «Les iba interrogando: “Cuántos panes tenéis?”». O sea que tienen panes. Borrad del todo el xip del milagro de los panes. Si no, no entenderéis nada. Todas las preguntas que tengáis sobre eso, borradlas, y todas les soluciones que os hayan dado, ignoradlas. Si tienen panes, quiere decir que no los han puesto a disposición de la gente. La multitud tiene hambre, pero ellos no han hecho nada para saciarlos. Tienen algunas enseñanzas, pero no las comunican.

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Respuesta escueta de los discípulos El cuarto elemento [d] contiene la respuesta de los discípulos, formulada de la manera más breve posible: una sola palabra consistente en una sola letra griega (la ‘zeta’), una respuesta seca, contrariada. «Ellos dijeron: “Siete.”» El número siete connota la universalidad. Siete, setenta..., es el número de las naciones paganas. Según la concepción judía, el pueblo de Israel era el centro del universo y las ‘setenta naciones’ giraban en torno a Israel. y el pueblo de Israel estaba constituido por 12 tribus. Cuando Jesús hablaba de 12 cestos, quería decir que había para Israel. Cuando hablará ahora de 7 cestos, querrá decir que hay para las naciones paganas. De momento tienen siete panes. Partición de los panes y reparto En el centro de la estructura [e] se comprueba la orden que Jesús dirige, en presente, a la multitud para que se reclinen sobre el suelo, la acción de gracias, la partición de los siete panes y el reparto entre la gente por medio de los discípulos. «Tomó los siete panes y, habiendo pronunciado la acción de gracias, los partió y se los iba dando a sus discípulos para que los sirviesen.» Hace dos gestos, toma los panes y después de dar gracias, los parte. Toma pan de los discípulos. No entiendo cómo se ha hecho un milagro de esto. Los milagros los exige el diablo (ved las tentaciones según Mt i Lluc), Jesús toma de lo nuestro. De lo que nosotros retenemos. De aquella enseñanza que no habíamos puesto a disposición de los otros. Pero que la tenemos. Tienen siete panes y tienen para muchos si quisieran, pero los tienen retenidos. Mientras retengamos para nosotros, sirviéndonos de ello para acceder al poder, aquellos dones que habíamos de poner sencillamente al servicio de los demás, no se multiplican. Jesús los parte, indicando con el gesto de ‘partir’ que han de compartir. Si hubiera querido hacer un milagro, hubiera cogido unas piedras y las hubiera convertidos en panes; después él mismo los hubiera servido a la gente, a fin que proclamasen su liderazgo. ¿Por qué se los ha dado a los discípulos? ‘Los iba dando’. Los ha partido, ha hecho muchos trozos y los iba dando a los discípulos, para que sean ellos quienes los den a la gente, para que vayan aprendiendo. Sólo se aprende en la medida en que uno se pone a hacerlo. Si te lo hacen todo los demás, no aprenderás nunca. Hemos de responsabilizarnos todos de la comunidad cristiana. Hay diferentes maneras de responsabilizarse, pero cada uno ha de ejercer su propia responsabilidad. Se ha de compartir, que es lo que Jesús enseña a ‘sus discípulos’. Les ha confiado una función y les dice: ‘Id, actuad como discípulos míos.’ Pone los panes en sus manos. Fijémonos en la diferencia que hay entre los panes que tenían antes y los que ahora sirven a la gente. ¿Qué cambio ha obrado Jesús en los panes? Ha enseñado a los discípulos a compartirlos. Los discípulos se habían reservado unos pocos pececillos En el sexto elemento [d’], dispuesto en correlación con el cuarto [d], Marcos comprueba que, en la respuesta evasiva de los mismos discípulos preguntando de donde se podrían sacar ‘panes’ para saciar a un gentío semejante en un lugar desierto [b], pregunta que obtuvo por respuesta una repregunta inquisitoria de Jesús: ‘¿Cuantos panes tenéis? (en presente)’ [c] y que les obligó a confesar escuetamente: ‘Siete’ [d], se callaron a propósito: «Aún tenían unos pocos pececillos.» Cuando supo que tenían, Jesús les ordenó que los sirvieran también a la gente. La función de los pececillos es para que se celebre un banquete, que no sea puramente pan. Es decir hay algo más. Pensad que en la situación de esta gente, cuando podían comer pan y pescado era mucho. A nosotros, como estamos hartos, no nos dice nada todo eso. Pero pan y pescado era una buena comida. Quiere que tengan no sólo aquello que necesitaban para vivir, que sería pan, sino que tuviesen también algo más. Siete cestos de sobras En el séptimo elemento [c’] se establece un contraste con su correlativo: Jesús les había preguntado: ‘¿Cuántos panes tenéis?’ [c]; ahora se comprueba que, al compartir con la multitud los siete panes que tenían, no solamente han quedado todos saciados, sino que han sobrado «siete cestos de trozos». Primero quedaron satisfechos, indicando que la enseñanza, ahora, ha calado a fondo. ¿Quién ha impartido esta enseñanza? Todo el grupo, Jesús y los discípulos. Jesús ha enseñado a los discípulos a compartir, y ellos lo han servido a la gente. Por tanto son ellos, en el fondo, los que han hecho – si queréis decirlo así – el milagro de multiplicar los panes y los peces. Ellos han notado que en sus manos

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los panes se iban multiplicando – utilizo la imagen solamente ¿eh? –, que pasando por sus manos la acción de compartir se hacía evidente y que, además, satisfacía a la gente. Pero Jesús no quiere que se pierda nada. Que se piense también en los otros. Por eso recogieron las sobras y llenaron siete cestas de pedazos. Es como decir que hay para las 70 naciones. Esta es la señal del comienzo del Reino de Dios. Es la primera eucaristía que tenemos reseñada en la primera redacción del Evangelio. Sí, es una verdadera eucaristía. No tiene la motivación que dará mas tarde a los Doce, ”este es mi cuerpo”, porque nos encontramos en otro contexto. Antes de morir, antes de que le entreguen sus propios discípulos, se entregará el mismo. Pero es tan eucaristía la una como la otra. Porque la eucaristía quiere decir compartir. Si cuando nos reunimos, no hemos compartido, no hay eucaristía. Si no enseñamos a compartir a nuestras comunidades, vale más que no hablemos de eucaristía. Podemos continuar hablando de ‘ir a misa’. Cuatro mil comensales En el penúltimo elemento [b’] se crea un nuevo contraste con la respuesta de los discípulos del elemento correlativo [b]: a la mención despectiva de la multitud con el pronombre griego toutous = ‘a todos éstos’, corresponde la cifra exacta «cuatro mil». Utiliza el número cuatro que es el número que expresa siempre los cuatro puntos cardinales. Norte Sur, Levante y Poniente. ‘Cuatro mil’ hombres. Pensad que para hacer una revolución se necesitaban muchos hombres. Y aquí nos encontramos en un lugar desierto, que es el lugar donde solían reunirse. Pero aquí no se produce ningún movimiento revolucionario ni se dice que le quieran proclamar rey. No se dice nada. Señal de que la ‘numerosa multitud’ de seguidores, judíos y paganos, han comprendido el alcance del gesto de Jesús. No así los discípulos, como indicará Marcos más adelante, si bien en perícopas de segunda redacción. Despedida de los comensales En el último elemento [a’], brevísimo, Jesús despide, bien satisfechos, a los seguidores que no había querido ‘despedir en ayunas a casa’, según consta en el elemento correlativo [a]. «Y les despidió». EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (20)

VIII. RETORNO AL TERRITORIO JUDÍO: LOS FARISEOS EXIGEN UNA SEÑAL ESPECTACULAR; CEGUERA DE LOS DISCÍPULOS El período octavo comprende dos perícopas A \\ A’. Comienza con una breve estancia en territorio pagano [A] y finaliza en Betania, donde Juan bautizaba, en la otra ribera del Jordán, con la curación de un ciego, nueva figura de los discípulos [A’]. Perícopa 46. *[A] 8,10-13 Los fariseos exigen a Jesús la señal del cielo que le acredite como Mesías de Israel

a] 10 Él subió a la barca con sus discípulos y fue hacia los confines de Melegadá. [b] 11 Salieron los fariseos y se pusieron a discutir con él exigiéndole la señal dimanante del

cielo, para ponerlo a prueba. [b’] 12 Gimiendo en el espíritu les dice: «Porqué la gente de esta generación exige una señal?

Os lo aseguro:¡ No le será dada a esta generación ninguna señal!» [a’] 13 Habiéndolos dejado, de nuevo, una vez hubo montado en la barca, se fue a la otra orilla.

Esta primera secuencia [A] (Per. 46) es muy breve, por tanto es importante. Está estructurada en cuatro elementos distribuidos formando un quiasmo: a b // \\ b’ a’, es decir dos centros y dos elementos laterales. En el primero y el último elemento se narra el amarre de la barca en Dalmanuta, según el texto Alejandrino, o Melegadá (¿Magdala?), según el Códice Bezae, al sur de Genesaret [a], partida de allí en

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barca hacia la otra orilla [a’]; en los dos centrales, la exigencia de los fariseos de una señal divina [b] y la negativa de Jesús a darles ningún tipo de señal que le avalase como el Mesías [b’]. Retorno a la ribera judía En el primer elemento [a], Jesús y sus discípulos pasan hacia la ribera judía, cerca de Magdala. Es la composición de lugar. La perícopa comienza diciendo que «él (Jesús) subió a la barca con sus discípulos y fue hacia los confines de Melegadá». Éste “él”, anticipado por el Códice Bezae, subraya que es Jesús quien ha tomado la iniciativa de subir a la barca, los discípulos hacen de comparsa. En cambio, el texto alejandrino, puntualiza con un adverbio que «inmediatamente se embarcó él en la barca con sus discípulos...», como si Jesús tuviese prisa para que sus discípulos no se aprovechasen de la situación creada después de haber compartido los panes con la multitud, sin duda por influjo de la primera partición de los panes (ved 6,45). El texto alejandrino, en lugar de ‘subir a la barca’, utiliza un verbo parecido, ‘ascender a la barca’, ‘embarcarse’, el mismo verbo empleado en 6,45. asímismo, a diferencia de la primera ‘multiplicación’ que tuvo lugar en territorio judío, en la segunda Jesús no corre ningún riesgo de que le proclamen rey-Mesías de Israel. Por tanto, no tiene ningún sentido que Jesús haga ‘embarcar inmediatamente’ a los discípulos hacia la otra orilla, como lo había hecho la primera vez, para evitar que los discípulos se aprovechasen de la coyuntura. ¿Dónde estaba pues, hasta ahora? En la perícopa anterior (Per. 45) hemos asistido a la llamada ‘segunda multiplicación de los panes’. Ésta ha tenido lugar «por aquellos mismos días» (8,1) y en la misma ubicación que la perícopa anterior, y acababa diciendo que Jesús «despidió» aquella multitud de seguidores (8,9). Para descubrir dónde estaban, hemos de ir más atrás, a la perícopa del sordo y tartamudo (Per. 44), donde se precisa que Jesús salió de los límites de Tiro y fue a través de Sidón hacia al mar de Galilea por los confines de la Decápolis. Nos encontrábamos, por tanto, hasta ahora en territorio pagano. Si ahora dice que «él subió a la barca», la travesía del lago nos lleva a territorio judío. ¿Dónde podemos, entonces, situar «Melegadá»? Pues no lo sabemos. Reina una gran confusión entre los Códices sobre el nombre y la situación de esta localidad. Los manuscritos dan muchas versiones. En todo caso, se ha de ubicar en la orilla occidental del mar de Galilea. Nos encontramos, pues, en la orilla judía, al oeste, más o menos en el territorio donde acostumbraba a moverse Jesús. Melegadá podría ser, por metátesis (inversión de las dos radicales -lg- < -gl-), Magdala, la patria de María Magdalena. Los fariseos exigen la señal del cielo En el segundo elemento [b] aparecen de repente los fariseos y se ponen a discutir con él. «Salieron los fariseos...» ‘Salir’ no tiene aquí connotaciones de éxodo, sino que, como si salieran de la ‘guarida’, estaban esperando que Jesús llegara para exigirle que se definiera. En el presente contexto toma la acepción de ‘venir a’, con la intención premeditada de «ponerlo a prueba», van a por él. ¿Qué ha pasado, pues? ¿Porqué ‘salen’ precisamente ahora? Dice ‘los fariseos’, no ‘unos fariseos’. Es la manera que tienen de redactar los evangelistas cuando quieren dar a entender que se trata de unos personajes representativos: aunque sólo sean unos cuantos, representan al círculo fariseo y su manera de pensar. En la perícopa anterior Jesús había dado la señal mesiánica por excelencia que consistía en compartir ‘los panes’, los bienes, pero la había dado en territorio pagano y, si se confirma la hipótesis de las dos redacciones del evangelio de Marcos, ésta sería la primera señal que da Jesús, mostrando de esta manera que era el Mesías universal («siete cestas» para «cuatro mil», 8,8-9). En cambio, según la redacción final del evangelio de Marcos que ha llegado hasta nosotros, Jesús ya había hecho una primera partición de los panes en territorio judío (en la hipótesis de las dos redacciones, ésta primera ‘multiplicación’ Marcos la habría anticipado en la segunda redacción). Los «cuatro mil» eran un grupo mixto, constituido mayoritariamente por judíos desterrados que vivían en la diáspora. Recordemos que «la comunidad» (con artículo, según el Códice Bezae) donde Jesús se cobijó cuando fue a Tiro (ved 7,24 D) era una comunidad judía. Así pues, los componentes de la ‘multitud numerosa’ que se habían reunido en torno a él no todos eran judíos, pues precisaba que «algunos de ellos han venido de bien lejos» (8,3, típica expresión para designar a los paganos), lo que equivalía a decir que una minoría eran paganos, pero que la mayoría ‘de ellos’ eran judíos. Jesús ha querido dar la primera ‘señal’ en territorio pagano delante de gente muy liberada, sabiendo que éstos no lo interpretarían mal. Por eso no se observa ninguna reacción. En cambio, cuando la da en territorio judío (según consta en la segunda

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redacción) hubo un intento de hacerlo rey (implícito en Mc 6,45 D: «Al instante actuó con rapidez y urgió a los discípulos a embarcarse»; explícito en Jn 6,15). Si nos atenemos ahora a la primera redacción —la que estamos comentando—, Jesús ha dado ya la señal mesiánica por excelencia, sin que se haya producido ninguna reacción por parte de la multitud, que es lo que él quería. La señal había de valer, tanto para la comunidad de discípulos, como para la de los seguidores que iban más a fondo que los discípulos y para los que habían venido ‘de bien lejos’, es decir para los paganos, en un futuro. Los fariseos, sin embargo, sabían muy bien que el Mesías se presentaría con una señal espectacular que había de desencadenar la lucha por la liberación del pueblo de Israel del yugo de los romanos. Por eso salen de improviso y le exigen porfiadamente que es aquí, en la tierra de Israel, donde la ha de dar, y no allí, en territorio pagano. Saben perfectamente que, si lo hace, tendrán motivos para acusarlo y eliminarlo. Por eso «se pusieron a discutir con él», muy acentuado en el Códice Bezae (un detalle intraducible consistente en repetir en el complemento la preposición del verbo compuesto). Los fariseos «exigían de él la señal dimanante del cielo» que había de avalarlo como el Mesías enviado de Dios (ved Ex 3,12, la señal que había de dar Moisés al pueblo de Israel para que creyeran que era él el enviado de Jahvé), pero lo hacen con mala intención, sabiendo que así le comprometerían ante de los romanos. ‘La señal’, en efecto, se interpretaría como el comienzo de una revolución. El texto alejandrino ha omitido el artículo: ‘le exigían una señal dimanante del cielo’. Eliminando el artículo, el texto pierde toda su fuerza: ‘una señal’ a penas si le comprometería... Jesús se niega en redondo En el tercer elemento [b’], correlativo al segundo [b], Marcos narra cómo Jesús se niega en redondo a darles la señal que le exigen. Acción/reacción figuran en el centro de la perícopa. «Gimiendo en el espíritu les dice...», se trata de un ‘gemido’ que proviene de la parte más profunda de la persona, designada en el lenguaje semítico como ‘el espíritu del hombre’. El texto alejandrino lo explicita aún más para los lectores griegos que desconocen esta terminología, hablan de ‘en su espíritu’. No se trata de ‘los gemidos inenarrables’ del Espíritu Santo de que habla Pablo en la carta a los Romanos (Rm 8,26) para que la creación llegue a manifestarse en los hijos de Dios, sino de un ‘gemido’ emitido por el espíritu personal de Jesús, un ‘gemido’ de indignación por las malas intenciones de sus adversarios. Este ‘gemir en el’espíritu’ está, ciertamente, en plena sintonía con el Espíritu Santo. «Les dice», (en presente), ya que no responde tan sólo a una exigencia histórica de los fariseos, sino que tiene validez hoy y aquí también para nosotros que lo estamos leyendo. En Marcos son frecuentes estos presentes actualizantes. En Lucas hay muy pocos, pues Lucas no pretendía originariamente escribir una obra destinada a la predicación y a ser proclamada en las celebraciones. Dice: «¿por qué la generación ésta exige un señal? Os lo bien aseguro:¡ No le será dada a la generación esa, ninguna señal!» La expresión ‘la generación esa’, con este orden de las palabras es muy despectiva, porque está refiriéndose a los fariseos. Notad como los diversos estratos se van implicando uno con otro. La exigencia de los fariseos es de tipo histórico, pero, a la vez, se actualiza en nuestro presente. Históricamente hacía referencia a una generación bien conocida, la manera de pensar de los fariseos; el presente indica que continúa teniendo validez en la actualidad. ¡Y tanto que continúa teniendola! Si bien la respuesta de Jesús se circunscribe al pasado, afecta también al presente de la comunidad. Los fariseos exigen ‘la señal dimanante del cielo’, siempre exigen señales espectaculares. Muchos de nosotros quisiéramos que la iglesia diera también señales parecidas. La quisiéramos perfecta, espectacular..., incluso en el sentido bueno de la palabra. ¡Pues, no! Está claro que aquí se trata del Mesías de Israel, y Jesús tiene muy claro que no puede ir en esta línea, en la que están esperando todos. Por tanto, tampoco hemos de exigir señales hoy. Una iglesia muy reformada, como querían en el Concilio Vaticano II, no es posible, no vendrá de lo alto, es iluso pensar que los que están bien instalados renuncien de golpe a las posiciones de poder adquiridas. Exigir señales, en el fondo, quiere decir esperanza en un Mesías que nos arregle toda la situación. No, la cosa no va por ahí. Mientras vayamos en esta dirección, quedaremos siempre decepcionados.... Otra cosa es exigirlo políticamente, pero sin poner en ello el corazón. «Os lo bien aseguro»: el pronombre ‘os’ no consta en el texto alejandrino. Al silenciar el pronombre, da la impresión de que esta generación no se identifica con los fariseos, como si hablase en abstracto. Pero si dice ‘os lo bien aseguro’ se refiere tanto a los fariseos presentes en la escena como a los de todos los tiempos, pues el verbo ‘decir’ está en presente. Con estas correcciones que va sufriendo el texto, ya muy

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pronto (en el siglo II) pierde éste buena parte de su fuerza. Literalmente el texto dice: «En Ningún caso le será dada a la generación esa ninguna señal!» Nuevamente una designación despectiva de ‘la generación’ representada por los fariseos. Se trata de una locución semítica, conocida como ‘el pasivo divino’ (ved 1Sa 3,17; Sl 130,2 LXX), equivalente a decir ‘en ningún caso le dará Dios...’ Exigiendo que proviniese ‘del cielo’, y Jesús responde que Dios no está dispuesto a dar señales espectaculares interviniendo en el curso de la historia. Jesús se embarca de nuevo hacia la ribera pagana En el último elemento [a’], correlativo del primero [a], Jesús se refugia en la ribera pagana. «Habiéndolos dejado...», este verbo ‘dejar’ tiene mucha fuerza. ‘Dejar’ y ‘perdonar los pecados’ se expresa con el mismo verbo, ‘dejar de lado’. Es un verbo que, en griego, tiene muchas connotaciones. otra vez...», este ‘otra vez/ de nuevo’ ¿a que verbo cualifica? Hay tres verbos en la misma frase a los que se puede referir: ‘dejar’, ‘embarcarse’ e ‘irse’. Los dos primeros están en participio pasado, el tercero es el verbo principal. En principio parecería que ha ‘dejado nuevamente’ a los fariseos. De hecho en el Códice Bezae el adverbio ‘otra vez’ o ‘nuevamente’ figura al final del versículo. Si se encuentra al final del versículo, eso sólo ya indica que no va con la palabra siguiente, ‘habiéndose embarcado’ (la habría trascrito al inicio del siguiente inciso), al menos desde el punto de vista del compilador de este Códice o del primero que lo organizó en columnas. Por otra parte, si dice ‘habiéndolos dejado de nuevo...’, no liga, pues propiamente no los ha dejado otra vez, siendo así que sería la primera vez que los dejaba plantados. Este ‘de nuevo’ queda colgado. ¿Con quién va? La respuesta más convincente es que califica al verbo principal: «Habiéndolos dejado, otra vez —una vez hubo montado en la barca— se fue hacia la otra ribera.» Ésta es la fuerza del adverbio, justamente acaba de venir y ya se vuelve. Venía para quedarse, pero ya ve que vienen mal dadas, pues le exigen ‘la señal’ que le podría comprometer. Los fariseos tienen muy buen predicamento entre la gente, pues son los que imponen una determinada ideología, el pensamiento único. Jesús no tiene más remedio que coger la barca «y partir hacia la otra ribera». O sea que su estancia en territorio judío no ha durado ni cinco minutos. El primero y el último elemento comienzan y acaban casi de la misma manera: «Habiendo subido a la barca...» // «Habiéndose embarcado ...», pero cambiando el verbo: ‘subir a la barca’ siempre tiene una connotación positiva, ‘subir’ siempre es positivo; en cambio, ‘embarcarse’ tiene más bien una connotación de éxodo, otra vez va hacia la otra orilla. Había ido a su país para proclamar su proyecto de un Mesías universal que enseñaba a compartir con todos, pero resulta que no era el Mesías que ellos esperaban. Cuando todos esperan que las soluciones vengan por las armas llegas tú y les dices que lo que han de hacer es compartir, es muy difícil sino imposible creérselo, ¿quién se compromete a eso? ¿Cómo puedes ir por el mundo con esta filosofía, cuando todos intentan armarse para quitarse de encima al enemigo? EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (21) Perícopa 48. *[A’] 8,22-26 El ciego de Betania, figura de los discípulos

[a] 22 Llegan a Betania. [b] Le llevan un ciego y le suplican que le toque. [c] 23 Cogiendo la mano del ciego le llevó fuera de la aldea; después de escupir-le en la órbita

de los ojos y de imponer-le las manos, le pregunta: «¿Ves alguna cosa?» [c’] 24 Habiendo recuperado parte de la vista, dice: «Distingo a los hombres como si fueran

árboles, que caminan.» [b’] 25 Después de imponerle nuevamente las manos, ahora sobre los ojos, comenzó a recuperar

la visión plena y quedó restablecido, hasta el punto de recuperar la visión nítida de todas las cosas.

[a’] 26 Entonces le envió a su casa y le dijo: «Vete a tu casa y no lo digas a nadie en la aldea»

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El periodo octavo comprende dos perícopas A \\ A’. Comenzaba con una breve estancia en territorio judío, donde los fariseos habían reclamado a Jesús ‘la señal del cielo’ que le legitimara como el Mesías de Israel, pero Jesús se negó en redondo [A] (Per. 46)2. Ahora nos encontramos en la segunda secuencia [A’], en la ribera opuesta’, en territorio pagano (Per. 48), donde Marcos presenta la figura de un ciego que, en representación del grupo de los discípulos, recupera la vista después de un largo proceso. Consta de seis elementos3, con un doble centro: a b c // \\ c’ b’ a’. El primero [a] contiene la composición de lugar; en el segundo [b], unos individuos anónimos llevan a un ciego a Jesús para que le toque; en el doble centro, Jesús le saca fuera de la aldea, le pone saliva en los ojos y le pregunta si ve [c]; de resultas de este gesto, el ciego empieza a ver [c’]; en el quinto elemento [b’], Jesús le impone las manos por segunda vez y le cura; el último [a’] contiene el desenlace de la escena. Llegada a ¿Betania o a Betsaida? El primer elemento [a] contiene la nueva composición de lugar. Como la perícopa anterior acababa diciendo «se embarcó de nuevo y partió hacia la otra orilla» (8,13), por pura lógica el texto alejandrino sitúa la escena en Betsaida, a medio camino entre Cesarea de Filipo, donde se ubicará la perícopa siguiente (8,27). Pero he aquí que el Codex Bezae nos sorprende con una lección difícil al explicar que «Llegan a Betania.» Evidentemente no puede ser Betania, la aldea de Lázaro, Marta y María (cf. Jn 11,1), porque está tocando a Jerusalén (11,18), y en este momento nos encontramos en la otra orilla del lago. Resulta, pues, que el evangelio de Juan nos habla de una Betania situada al otro lado del Jordán (cf. Jn 1,28), de localización muy dudosa (Orígenes propuso identificarla con Bethabara, al nordeste del Mar Muerto). Tanto Betsaida como la Betania a la que aquí se hace referencia se encuentran asimismo en la orilla oriental del Jordán: Betsaida, al noreste del Mar de Galilea, fuera de los límites de Israel; Betania, en el lugar donde Juan bautizaba, al sudeste, pero siempre en la otra orilla del Jordán. ¿Qué significado puede tener Betania? La Betania donde Juan bautizaba se encontraba probablemete en Judea. Jesús, pues, habría atravesado el lago y se habría dirigido hacia Judea hasta llegar a la Betania de transjordania. Betania sugiere bautismo, ruptura con las instituciones judías, cambio profundo de mentalidad. Buena parte de los discípulos de Jesús lo fueron también de Juan. Marcos parece indicar, pues, que Jesús los lleva de nuevo a sus inicios, a ver si verdaderamente cambian de mentalidad. Para describir la ceguera que afectaba al grupo de discípulos, en aquel momento histórico, Marcos utilizará la figura de un ciego. Pero como ya de buen principio quiere implicar a los miembros de su propia comunidad usa el presente actualitzante: «llegan a Betania.» La composición de lugar presidirá todo el desarrollo de la perícopa. Tiene la misma función que el decorado que preside una escena en el teatro. Además de la composición de lugar, con una sola palabra apunta a los actores que aparecen en escena: Jesús y sus discípulos («Llegan»), a saber los tripulantes de la barca. Unos individuos anónimos llevan un ciego a Jesús En el segundo elemento [b] se presentan de nuevo unos individuos anónimos que ya han aparecido otras veces (cf. 1,32; 6,55.56; 7,32). Generalmente son introducidos en presente: «le llevan... le suplican», presentes que actualizan la escena en les comunidades de Marcos y en las nuestras. Éstos son los que han entendido perfectamente el proyecto de Jesús y se mantienen en el anonimato pues no tienen aspiraciones de poder. «Le llevan un ciego y le suplican que le toque.» Si ‘le llevan’, quiere decir que no sólo conocen personalmente a Jesús sino que le estaban esperando, precisamente al otro lado del Jordán, fuera del territorio judío; son muy conscientes de que Jesús es el único que puede devolver la vista a uno que había visto, pero que se ha vuelto ‘ciego’. Se preocupan, pues, de este ciego que no quiere ver, que ‘tiene ojos y no ve’, porque tiene el entendimiento endurecido. «le suplican que le toque», dejando entrever con el término técnico ‘tocar’ que la ceguera había sido provocada por algún tipo de impureza legal, pero que Jesús le puede liberar de este tabú religioso precisamente ‘tocándole’, es decir haciendo caso omiso de las leyes de la pureza ritual. Estos individuos anónimos le han entendido a fondo. 2 La perícopa 47 (8,22-26) Ceguera y sordera de los discípulos ante la señal reiterada del Mesías, no la comentamos por considerarla de segunda redacción.

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¿A quien representa el ‘ciego’? ¿Quiénes son estos ‘portadores’? Como podremos comprobar más adelante, resulta que no se trata de un ciego de nacimiento, sino de un ciego que había visto y ha dejado de ver. No se explicitan los motivos. La total incomprensión de los discípulos ante la señal mesiánica por excelencia que Jesús les había dado en la perícopa de la partición de los panes (Per. 45) y que el mismo Marcos, en tercera redacción, recalcará en una perícopa de tipo reasuntivo (Per. 46) fue la que les cegó el entendimiento. Están tan cerrados en sus ideas, encasillados en sus seguridades y ansias de poder que son incapaces de ‘ver’ y de interpretar las señales que Jesús va dando. El ciego aparece como una figura representativa del Israel mesiánico, es decir, de los discípulos que habían de representar al Israel que había aceptado a Jesús como Mesías. Estamos hablando de los discípulos en cuanto son los responsables de la comunidad. En concreto, Marcos tiene el punto de mira puesto en la iglesia de Jerusalén. Los que «le llevan» son aquellas personas que conocen las situaciones de una comunidad concreta, creyente o no creyente, que con su espíritu de servicio son capaces de liberar, de devolver la vista, de orientar a las comunidades. Estos vienen a Jesús convencidos de que si él ‘toca’ el corazón del ciego para que se abra plenamente a su enseñaza liberadora, éste volverá a ver. «le suplican», (en presente), le piden insistentemente que «le toque». No se trata de un mero ‘tocar’, como podríamos hacer nosotros tocando a un ciego por la calle. Por un lado, es preciso que Jesús «le toque», cosa que hará enseguida cogiendo primero la mano del ciego e imponiéndole después las manos, acciones que connotan proximidad, interés por la persona y sobre todo transmisión de energía espiritual por el contacto físico. Somos un todo orgánico que se relaciona con los otros de mil maneras. Por otro lado, es preciso que el ciego haga personalmente la experiencia de que la Ley está superada, que lo ‘vea’ con sus propios ojos que obstinadamente había cerrado. Se trata de una ‘ceguera’ culpable, por su obstinación de no querer ‘ver’ más allá de sus estrechos horizontes, limitados por acciones de poder con las que ha ido marcando su territorio. Los portadores del ciego son conscientes de que la acción ha de preceder a la palabra. Es tan sencillo el lenguaje de Marcos que corremos el peligro de resbalar por encima, sin captar el sentido profundo. Para identificar a estos ‘portadores’ es preciso detenerse a mirar el entorno, a fin de descubrir todos estos pequeños personajes que están al servicio de los otros, sin esperar nada. No tienen necesidad porque están llenos interiormente. El mismo hecho de servir, de colaborar en el proyecto de Dios les hace sentirse útiles, ayuda a desarrollar en ellos —por así decirlo— la porción del Espíritu que Dios ha puesto en todo ser humano para que crezca en él y le configure como hijo de Dios. Comienza un largo proceso de curación/liberación En el primer centro [c] se comprueba, en primer lugar, que Jesús «habiendo cogido la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea». Jesús demuestra así de una manera palpable que él no cree en absoluto en la Ley de la pureza ritual, pero va mas allá, «le sacó fuera de la aldea». Con la palabra ‘aldea’ Marcos designa un lugar cerrado, un lugarcillo, donde impera un pensamiento único, gobernado por el caciquismo. Despectivamente, y no sin ironía, pone en un mismo plano la institución religiosa judía que impedía al ciego ‘ver’ y la esclavitud de Egipto que impedía a los israelitas ser libres. El trasfondo de este gesto de Jesús recuerda lo que hizo Dios cuando sacó a su pueblo de Egipto, según la profecía de Jeremías: «He aquí que vienen días, dice el Señor, que pactaré una alianza nueva con la casa de Israel y con la casa de Judá. No será como la alianza que pacté con sus padres el día que los cogí de la mano para sacarlos del país de Egipto, pues ellos no perseveraron en mi alianza, y yo los abandoné» (Jr 38,31-32 versión de los LXX, o bien Jr 31,31 texto masorético). El texto alejandrino ha cambiado el verbo, en lugar de verbo exagein, ‘sacar de, hacer salir’, adopta el verbo ekferein, ‘llevar fuera de, llevarse’. No solamente no es lo mismo ‘llevar’ que ‘sacar’, sino que el primer verbo constituye un término muy técnico en el lenguaje judío, un término que recuerda por si sólo la acción de Dios cuando ‘sacó’ al pueblo de Israel de la tierra de Egipto (cf. Ex 32,1.23; Hch 7,40). En el Códice Bezae, esta clave de lectura hace referencia siempre al éxodo, es una marca que nos ayuda a interpretarlo. El texto alejandrino nos ha privado aquí de esta marca. Si bien en el verbo ex–agein ya esta incluida la idea de ‘sacar’ algo o a alguien de un lugar o sitio determinado, Marcos lo recalca con el adverbio exo, ‘fuera’, que como se puede comprobar, incluso por un lector que no sepa griego, está compuesto de la misma preposición ex, como el verbo español ‘ex-traer’ y similares. De

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esta manera, confiere aún más fuerza a la acción de sacar de la aldea. Como veis la Teología de la liberación viene de lejos. Jesús, con su acción, lo que quiere es liberar al (los) ciego(s) /discípulos de la influencia de ‘la aldea’. Es decir, que si no le saca de la aldea, no le puede hacer recuperar la vista. En la aldea todos lo ven muy claro, ven poder, tienen por ojos dólares, euros, títulos, escalafones, órdenes jerarquizadas, toda clase de símbolos del poder. Las instituciones, tanto políticas como religiosas, si no permanecen vigilantes, pueden adormecerlo todo. A las grandes cúpulas y jerarquías se les escapa la realidad. Por eso es muy importante que haya cada vez más personas que sepan liberarse, con el fin de tomar conciencia de la situación en que se encuentran. La ideología mesiánica triunfalista que dominaba en ‘la aldea’ impedía a los discípulos hacer suyo el mensaje universal de Jesús que no conoce ningún tipo de exclusión. Escupir, un gesto difícil de entender en nuestra cultura, un trabajo de recereación del hombre «Después de escupirle en la órbita de los ojos e imponerle las manos, le pregunta: “¿Ves alguna cosa?”». ‘Escupir’ para nosotros es negativo, pero, según la concepción judía de aquél tiempo, la saliva era portadora de espíritu, de fuerza vital, de aliento condensado. Por tanto, ‘escupir’ quería decir transmitir algo muy personal. Jesús se implica de una manera muy comprometida con este gesto. Como podremos comprobar enseguida, Marcos distingue entre «la órbita de los ojos», la cavidad externa, y «los ojos» propiamente dichos. Jesús ‘escupe’ en sus manos, como si quisiera amasar algo, e impone las manos sobre la órbita de los ojos del ciego untadas con su saliva. Unas manos que ‘tocan’, que amasan con ‘saliva’... ¿Qué es lo que está haciendo Jesús? He aquí otro referente que nos recuerda las manos de Dios creando al hombre del barro de la tierra (Jb 10,9: «Recuerda que has sido modelado como arcilla»; Is 64,7: «Nosotros somos la arcilla, y tú, el alfarero; todos somos la obra de tus manos»). Las manos de Jesús están ‘re-creando’ al hombre porque se había endurecido y se había quedado ciego. Es preciso reblandecer la tierra para que vuelva a ser manejable. El evangelista Juan nos ha explicado muy bien este código/gesto de Jesús: «Entonces (Jesús) escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, le untó los ojos con el barro y le dijo: “Ve a lavarte...” El ciego fue a lavarse y volvió viendo» (Jn 9,6-7) En Marcos, en cambio, sólo se hace referencia a la acción inicial y a la final de este trabajo. Con este gesto Jesús está indicando al ciego cuál es el proyecto que Dios tenía inicialmente para el hombre (ved Gn 2,7: «Entonces Dios modeló al hombre, cogió arcilla de la tierra e insufló en su rostro un aliento de vida»), pero se quedó en un mero proyecto, ya que el hombre, yendo a la búsqueda del poder, se dejó seducir por un proyecto diametralmente opuesto al suyo, un proyecto que le ha cegado totalmente, no permitiéndole ver cual es el verdadero proyecto que él puede realizar como persona y como hijo de Dios. Jesús, al «escupirle en la órbita de los ojos», le pone delante de los ojos su proyecto liberador.. «... le pregunta. (eperôta): “¿Ves (blepeis) alguna cosa?”» El texto occidental ha conservado la forma verbal del presente actualitzante y en segunda persona, como si nos dijera: ‘A ti te lo pregunto ahora, ¿ves?’. En cambio el texto alejandrino emplea el imperfecto, en tercera persona: «le preguntaba (epêrôta) si veía (blepei) alguna cosa». Si dice que ‘le pregunta’, en presente, presupone que se trata de una pregunta puntual dirigida al ciego, pero que de rebote nos interpela en nuestro presente. Si dice, en cambio, ‘le preguntaba’, connota una interacción de la pregunta en el pasado, como si no tuviera bastante con preguntarle una sola vez, y no contiene ninguna referencia para nosotros. Los pequeños cambios introducidos por los copistas tienden siempre a hacer más legible el texto, pero le quitan mucha fuerza. Si aplicamos esta lección a nuestras instituciones, eclesiales, políticas y sociales, veremos que sordos y ciegos hay muchos y que nosotros mismos hemos sido ciegos y sordos y aun ahora lo somos, en algunos momentos determinados. Vamos abriendo los ojos a medida que encontramos alguien que nos ayuda a abrirlos. En el fondo aquí lo único que hacemos es ayudarnos entre todos para que vayamos abriendo los ojos y los oídos, a fin de que podamos captar estas pequeñas maravillas, la supresión de una sigma, de una ese, o el cambio de una epsilon, e corta, por una eta, ê larga, puede cambiar la interpretación de la frase. Y cuando estos cambios se van analizando en todo el evangelio, se adquiere una visión muy diferente de la que se tenía antes siguiendo el texto ordinario. El Códice Bezae nos puede ayudar a recuperar los colores originales del relato evangélico. Primera fase de la recuperación e la visión En el segundo centro [c’], correlativo al primero [c] («¿Ves alguna cosa?» // «Veo los hombres»), el ciego recupera parte de la vista, si bien aún muy deficientemente. «Habiendo recuperado parte de la

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vista, dice: “Distingo (lit. Veo) a los hombres como si fueran árboles, pero caminan.”» No es un ciego de nacimiento; alguna cosa había visto, de otra manera no emplearía el verbo anablepein, ‘ver de nuevo, recuperar la vista’. La mayoría de cristianos nos movemos en este primer estadio. La realidad que vemos, no es, propiamente, la realidad de Jesús. No hemos acabado de ver claramente cuál es su proyecto. Jesús ha puesto en marcha un proceso. Para recuperar una parte de la visión, el ciego responde en presente actualitzante, «dice», cosa que nuevamente nos implica a nosotros, siempre que sigamos el Códice Bezae (el texto alejandrino lo ha cambiado por un imperfecto, «decía»): «... Distingo los hombres como si fueran árboles, pero caminan». De momento ve a los hombres (la humanidad) como si fuesen árboles, es decir seres vivos que se mueven hieráticamente, ‘hombres que caminan’ insensibles a les realidades de su entorno, atrapados en sus tradiciones, que ‘no escuchan ni ven’. Nueva imposición de las manos; recuperación total de la visión En el quinto elemento [b’], correlativo al segundo [b], Jesús, ante la fuerte resistencia del ciego, le vuelve a imponer las manos, ahora «encima de sus ojos». «Después de imponerle nuevamente las manos, ahora sobre los ojos, comienza a recuperar la visión plena y queda restablecido...». Es el segundo paso de un largo proceso. Eso quiere decir que a Jesús le costó mucho hacer entender a los discípulos quién era. En la segunda redacción, Marcos volverá a insistir y nos hablará de otro ciego (Per. 62: Mc 10,46-52). La visión idealista del Génesis, de aquél fango primordial perfectamente manejable en las manos de Dios, topa con la cruda realidad del proceso evolutivo que avanza muy lentamente, con constantes involuciones y frenazos. Jesús se da cuenta de que esta visión inicial no es correcta, que no ha recuperado la vista del todo, y le vuelve a imponer las manos. Pero ahora no le pone las manos sobre la órbita de los ojos, sino «sobre sus ojos», va más a fondo. Se tata de los ojos interiores evidentemente. Jesús va penetrando dentro de la persona para hacerle ver la amplitud de su proyecto. Marcos, con estas dos frases, nos indica que se trata de un proceso largo. Si lo leemos a todo correr, no nos podemos percatar de que ha habido un proceso que podría haber durado años y que se está repitiendo en el presente, en la comunidad de Marcos y en las nuestras, por eso el evangelista lo pone todo en presente. Sigue aún una tercera fase. El Códice Bezae usa el mismo verbo anablepein, ‘recuperar la vista’, en cada una de las tres frases con que Marcos describe este larguísimo proceso. En la traducción ha sido preciso matizar convenientemente el verbo: ‘Habiendo recuperado parte de la vista’ (primera fase), ‘empezó a recuperar la visión plena’ (segunda fase) y hasta el punto de recuperar la visión nítida de todas las cosas’ (tercera y definitiva fase). El texto alejandrino ha pretendido arreglarlo empleando tres verbos diferentes: anablebein, ‘recuperar la vista’ (primera fase), diablepein, ‘ver distintamente’ (segunda fase), y emblepein, ‘fijar los ojos sobre, mirar’ (tercera fase). A primera vista puede parecer más preciso, pero perdemos de vista que el objetivo del proceso es ‘recuperar la vista’ (repetido por triplicado), después de haber cerrado los ojos al proyecto de Jesús. En este momento «queda restablecido, hasta el punto de recuperar la visión nítida de todas las cosas». El verbo empleado por ambos textos, ‘volver al estado anterior, restablecer’, indica aquí la ‘restauración’ de la condición primigenia del hombre gracias a la acción liberadora de Jesús. Despedida del ciego curado En el último elemento [a’], correlativo al primero [a], Jesús envía al ciego curado a una misión concreta. «Entonces le envió...» El verbo apostello, ‘enviar’, es un término técnico para referirse al envío de un ‘apóstol’; tradicionalmente lo hemos restringido a los doce apóstoles. «... a su casa (eis oikon autou)», otro término técnico que en general designa ‘la casa de Israel’; pero aquí, su significado queda circunscrito al pronombre posesivo, ‘a su casa’, a la comunidad de discípulos israelitas que él mismo representa. Jesús lo ‘sacó de la aldea’ para liberarlo de la ideología que imperaba en ella (Betània/Betsaida) y que cegaba. Ahora le envía a su casa’, para que anuncie la buena noticia de su liberación personal al resto de discípulos, si bien con una clara restricción: «Vé a tu casa y no lo digas a nadie en la aldea.» A pesar de haber ‘recuperado la vista’, aun no está maduro para anunciarlo a nadie más que a los de su propio circulo. El texto alejandrino lee: «Le envió a su casa diciéndole: “Ni tan sólo entres en la aldea!», entendiendo que esta ‘casa’ no formaba parte de la aldea’ (!), como siempre en sentido literal.

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EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (22) Consecuentes con la hipótesis que distingue diversas redacciones en el Evangelio de Marcos, hoy hemos de dar un salto notable. Dejaremos de lado las perícopas que consideremos de segunda y tercera redacción que se encuentran tan sólo anunciadas y señaladas con dos o tres asteriscos (**/***) que explicaremos más adelante, una vez que hayamos explicado las que consideremos de primera redacción. De momento sería bueno que, por vuestra cuenta, las leyeseis. Son las siguientes:

[49. **8,27-9,1 Opiniones contradictorias sobre la identidad de Jesús: el Hombre sufriente] [50. **9,2-13 Jesús, el único intérprete del Padre, enfrentamiento con Elías pretendido por los letrados] [51. **9,14-27 El espíritu mudo y sordo: impotencia de los discípulos para expulsarlo] [52. ***9,28-29 Explicación, en privado, a los discípulos]

¿Qué hacen estas cuatro perícopas entremedio? Recordemos lo que ya explicamos en las lecciones del principio (páginas 5 y siguientes). Marcos —según nuestra hipótesis— habría hecho una primera redacción del evangelio mucho más breve que la actual. Abarcaría la predicación llevada a cabo durante un largo tiempo, tal vez años, en una determinada comunidad. Este primer esbozo lo habría entregado por escrito a otros futuros evangelistas para que lo utilizasen. Pero, en el momento en que salió de Jerosolima en compañía de Bernabé y Saulo (ved Hechos 12,25) y se fue a la misión a tierras paganas, aquél primer librito que había compuesto ya no respondía plenamente a la nueva situación. Los evangelios no son una biografía de Jesús, ni relatos de hechos y milagros, ni dichos de Jesús que alguno recordaba de memoria y los transcribió..., ¡no! ¡Son composiciones literarias! Todo lo que Marcos nos relata refleja la vida de su propia comunidad. Es decir, que en cada perícopa se puede encontrar retratado algún aspecto de la situación que vivían las comunidades de Marcos y de la sociedad donde estaban inmersos. A fin de responder a sus nuevas situaciones, con libertad de espíritu y una gran creatividad, Juan Marcos intercaló nuevas perícopas que se caracterizarán por el hecho de ser ‘contrafiguras’, escenas duplicadas. El resultado de esta remodelación es lo que llamamos la ‘segunda redacción’. En un tercer momento, al darse cuenta de que los discípulos que representaban la institución eclesial estaban cada vez más cerrados y que continuaban sin entender casi nada, intercala una serie de perícopas que tienen en común el hecho de que Jesús separa a sus discípulos de la multitud, tomándolos ‘aparte’, y se los lleva a un lugar retirado, donde les repite los temas que acababa de explicar a la gente. Estas explicaciones puntuales habrían dado origen a una ‘tercera redacción’. Digresión sobre las cuatro perícopas que no comentamos Estas cuatro secuencias están ubicadas en la ribera pagana del Mar de Galilea, y constituyen todo un período que, cuando lo comentemos, lo llamaremos‘El Mesías sufriente frente al espíritu violento de Elias’. El tema dominante, pues, es la incomprensión de los discípulos, después de haber reconocido que Jesús era el Mesías de Israel. En la perícopa 49 (**Mc 8,27-9,1: Opiniones contradictorias sobre la identidad de Jesús: el’Hombre sufriente), por primera vez, en el evangelio de Marcos, se dice que Jesús predijo que su misión como Mesías de Israel sería un fracaso rotundo. Esta perícopa la compuso Marcos más tarde, en segunda redacción, haciendo un duplicado precisamente de la perícopa que hoy comentaremos (Per. 53). En la perícopa 50 (**Mc 9,2-13: Jesús, el único interprete del Padre, frente a Elías pretendido por los letrados), al chocar con las reticencias de los discípulos, cegados por el poder así como el ciego de Betania, Jesús intenta aclarar cómo entiende él su función mesiánica a los tres discípulos más recalcitrantes, Pedro, Santiago y Juan. Se los lleva aparte, a la montaña, y se transfigura delante de ellos. Lucas tendrá cuidado de situar esta perícopa en uno de los momentos centrales de su obra, poniendo letra a la conversación que Moisés y Elías habrían mantenido sobre el éxodo que el Mesías iba a realizar en Jerusalén (Lc 9,31). En Marcos no hay constancia de esta conversación, pero se puede entrever. Lo que ha hecho Lucas es explicitarla.

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En la perícopa 51 (**Mc 9,14-27: El espíritu mudo y sordo: impotencia de los discípulos para expulsarlo), aparece en escena un hombre mudo y sordo. Se trata de una nueva descripción de la situación en que se encuentran muchos de los discípulos. En primera redacción, los había descrito a base de un ciego; en segunda redacción, lo hará a través de un sordo-mudo. Como vemos, las perícopas de segunda redacción son amplificaciones de las de la primera. La perícopa 52 (***Mc 9,28-29: Explicación, en privado, a los discípulos) forma parte de una serie de secuencias que tienen en común una instrucción impartida por Jesús a los discípulos en privado, en un lugar apartado de la multitud (perícopas 23, 42, 47). Es de las perícopas que consideramos de tercera redacción. Jesús les explica por qué no han sido capaces de liberar a la multitud de la ideología destructiva de la que habían sido poseídos. Hecha esta digresión, nos centramos ahora en el período noveno de la primera redacción, la que estamos comentando. IX. DE INCÓGNITO POR GALILEA: INSTRUCCIÓN A LOS DISCÍPULOS SOBRE EL HOMBRE SUFRIENTE El período noveno consta tan sólo de dos perícopas: A // \\ A’. En la primera figura la llamada predicción de la Pasión de Jesús [A] y, en la segunda, el contraste entre las ansias de poder de los Doce y los pequeños servidores [A’]. Perícopa 53. *[A] 9,30-32 Predicción de la entrega, ejecución y resurrección del Hombre

[a] 30 Saliendo de allí, se pusieron a atravesar la región de Galilea, pero no quería que nadie lo supiera.

[b] 31 Iba instruyendo a sus discípulos y les decía: «Un Hijo del hombre es entregado a manos de un hombre, y lo ejecutan; pero, al cabo de tres días, resucitará.»

[a’] 32 Sin embargo, ellos hacían como si ignorasen este dicho y tenían miedo de interrogarle. La perícopa es muy breve, indicio de su importancia. Se pueden distinguir aquí tres elementos formando un tríptico, de los que el más importante es el central. Éste se podría dividir en dos, pero, después de examinarlo de nuevo, prefiero considerarlos como uno solo. Salida y viaje a través de Galilea En el primer elemento [a] aparece otra vez la idea del éxodo: «Habiendo salido de allí, se pusieron a atravesar la región de Galilea.» Recordemos que, en la precedente perícopa de primera redacción (Per. 48), nos encontrábamos en Betania, la que estaba situada al otro lado del Jordán; enlazamos, por tanto, con la escena del ciego de Betania, la aldea que cegaba y de la cual había que salirse. Jesús intentó que los discípulos viesen; cuando comenzaron a ver, los envió a su casa, en misión doméstica, pero prohibiéndoles predicar en la aldea. En efecto, el ciego que, una vez restablecido, envió a su casa representaba a los discípulos. Son los mismos que ahora, «habiendo salido de allí», acompañan a Jesús por Galilea. El lenguaje del evangelista Marcos es muy denso, lleno de códigos de lectura. Cada palabra, cada expresión tiene sentido simbólico. Utilizando símbolos e imágenes, exterioriza el proceso interior pero, no siempre en línea recta, sino más bien con continuos rodeos y retrocesos, como van haciendo los discípulos respecto al camino que hacía Jesús. No tiene nada de extraño que, en nuestras situaciones eclesiales, haya momentos positivos como el Concilio, donde muchos pudieron ‘recuperar la vista’, y situaciones involutivas, como las que estamos viviendo en estos momentos en las diócesis catalanas. Para evitar que se vuelvan a ‘cegar’ participando de la ideología cerrada y monolítica de ‘la aldea’, Jesús les ’ha hecho ‘salir’ y se dispone a ‘atravesar la región de Galilea’ para poder hablar tranquilamente con ellos e instruirlos sobre cómo él entiende el Reino de Dios. Entre la ida a ‘su casa’ por parte del ciego/discípulos, de la perícopa 48 y el ‘salir de allí’ de la presente perícopa 53, Marcos intercaló, en sucesivas redacciones, las cuatro perícopas que hemos nombrado más arriba, enmarcándolas todas, a manera de un gran paréntesis, entre el hecho <<salió Jesús>> y sus discípulos hacia Cesarea de Filipo (Mc 8,27: inicio de la **Per. 49) y el correlativo <<entró él en

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casa>>, donde se encontraban <<sus discípulos>>(9,28:***Per. 52) Los mismos que ‘envió a su casa’ son los que ahora salen de ella con Jesús. ‘Salen de allí’ muy marcado, es decir, viven un enésimo éxodo y se ponen caminar ‘atravesando Galilea’. Galilea, a diferencia de Judea o incluso de la Betania de Transjordania, es una región muy paganizada. La Judea representaba un lugar, religiosamente hablando, más ortodoxo. La Galilea era más pagana. En cambio la Transjordania, donde estaba situada Betania, era un lugar de bautismo, un lugar de encuentro para los círculos joaneos, un mundo muy diferente. Por lo que se ve, Jesús ya no participa de esta mentalidad reformista. Por eso ‘se sale’, en compañía de los discípulos. El evangelista Juan no tiene ningún escrúpulo en conservar datos históricos sobre la actuación de Jesús, que los otros evangelistas han silenciado. Según él, Jesús ‘bautizaba’, al estilo de Juan, pero cuando se da cuenta de que hacía más discípulos que Juan, ‘se fue otra vez a Galilea’ (ved Jn 3,22-26 y 4,1 [4,2 representa una corrección posterior]).

La fuerza del lenguaje simbólico «... pero no quería que nadie lo supiera.» El objetivo es la instrucción de sus discípulos. Si quiere ir con ellos y ‘no quiere que nadie lo sepa’, es que no tiene ningún interés, en este momento, en que proclamen nada a nadie. Ha intentado que lo hiciesen ‘en su casa’, pero aún les falta mucha enseñanza. Un tiempo de silencio acompañado de enseñanza sobre el Reino de Dios se hecha de menos también en nuestras comunidades. Ya sería hora de que dejásemos de hacer manifestaciones públicas y callásemos, y lo aprovechásemos para instruir a las comunidades que están constituidas por personas y no por números. ¿Cuál es el núcleo de la enseñanza de Jesús? El segundo elemento [b], comienza con un inciso que nos muestra el interés de Jesús: «Iba instruyendo a sus discípulos.» Es una perícopa dedicada a la enseñanza del círculo más cercano, «y les decía». Fijémonos en el tiempo de los verbos, emplea dos imperfectos, es decir que presupone una continuidad, un período muy largo que podría haber durado meses. No lo sabemos. Nos gustaría tener una biografía de Jesús, unas memorias escritas por él, pero seguramente las habríamos reducido a anécdotas, como hemos hecho con los Evangelios. Jesús quiere clarificarles cómo han de entender su mesianismo. Los discípulos, como la mayoría de los judíos, no esperaban un Mesías sufriente. «Y les decía: “Un Hijo del hombre es entregado a manos de un hombre, y le ejecutan; pero, al cabo de tres días, resucitará”.» Observemos que el Códice Bezae no emplea el artículo ‘el’ en la expresión ‘Hijo’ del hombre. Al no explicitar el artículo, la expresión es valida para todo hombre. En cambio, el Códice Vaticano y la gran mayoría de códices anteponen el artículo, convirtiendo la expresión en un título mesiánico, ‘el Hijo del hombre’. Una vez más constatamos cómo estos pequeños detalles, la supresión de un solo artículo, pueden cambiar el sentido del texto: ‘un Hijo del hombre’, un representante de la humanidad, ‘es entregado a manos de un hombre’, nuevamente sin artículo y en singular. Los otros códices lo leen en plural, ‘en manos de los hombres’. Es evidente que Jesús es el representante, pero la frase es aplicable a todo hijo de hombre. Jesús representa toda la humanidad. Lo que se nos narra de Jesús se repite en cada hijo de hombre que es entregado y puesto en a manos de otro hombre. «... es entregado....,y le ejecutan». El evangelista cuando lo pone en presente da a entender que lo está diciendo para su comunidad perseguida y marginada. En lenguaje narrativo, el Códice Vaticano y sus congéneres lo transcribirán en futuro: ‘... es entregado..., y le ejecutarán’. De una lectura teológica hemos pasado a una lectura historicista. Recordemos que la comunidad en el seno de la cual Marcos proclama su Evangelio es una iglesia distanciada de la iglesia oficial (la constituida por los Doce, después de la elección de Matías). Por eso Pedro, una vez se ha convertido, cuando ‘salga’ de la prisión (el templo), irá a llamar a la puerta de la comunidad de Maria, la madre de Juan-Marcos (ved Hechos 12,12) y, finalmente, cuando ‘salga’ por tercera vez, la definitiva (vec Hechos 12,9.10.17), ‘se irá a otro lugar’ (12,17), un ‘lugar’ contrapuesto al Lugar por excelencia, el templo de Jerusalén y, en el fondo, a todo ‘templo’ hecho por manos de hombre. «... es entregado a manos de un hombre» o también: «a manos del hombre», siempre en sentido genérico. Jesús representa la humanidad que es pisoteada. En el evangelio que hemos leído hoy tenemos un ejemplo muy claro en la perícopa de la viuda y el juez (Lc 18,2-8). Eso se va repitiendo y se vuelve a

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actualizar en nuestra sociedad y en la misma iglesia: hay quien pisotea y quien es pisoteado. Marcos lo pone en tiempo presente: ‘es entregado’. Presentes típicos del evangelista. La expresión ‘a manos de’, siendo la ‘mano’ el símbolo del poder, indica que no se trata de un hombre cualquiera, sino de los poderosos. La comunidad de Marcos se siente perseguida por las sinagogas helenistas, marginada por la comunidad de los Doce. El texto del Códice Bezae no dice ‘a manos de los hombres’, como dice el texto mayoritario, que reduce la amplitud de la expresión a las autoridades políticas y religiosas del tiempo de Jesús, sino a manos de cualquier hombre poderoso’. Podríamos repetir con Jesús: «¡Quien tenga oídos para oir, que escuche!» (Mc 4,9.23; 7,16). «...y le ejecutan», como a un vulgar revolucionario. Pero no dice le ejecutarán’, en futuro, como hace el texto alejandrino. Si lo queréis comprender, repasad las largas listas de gente desaparecida por motivos políticos y religiosos, las víctimas indefensas de las guerras preventivas, los genocidios de todo tipo, y muchos puntos suspensivos. Cambiando por un futuro, el texto mayoritario nos impide ver retratada nuestra sociedad, con sus guerras de religión, cruzadas, sionismos, yihads islámicas, y más etcéteras. Entre la muerte y la resurrección hay un tiempo «... pero al cabo de tres días resucitará.» La expresión ‘tres días’ connota un período largo. Entre la muerte y la resurrección siempre hay un tiempo. La resurrección es tan real como la muerte (han pasado ‘tres días’) y sigue aún la incorrupción (no hace ‘cuatro días’, como en el caso de Lázaro). Que el hombre es entregado, dado, ejecutado..., es lo que está sucediendo en el tiempo de Jesús, en la comunidad de Marcos y en nuestro tiempo. Este es el núcleo de la enseñanza de Jesús. Pero Jesús continua vivo, hablando, identificándose con el hombre. Se ha ‘re-suscitado’ él mismo porque antes había confiado plenamente su espíritu en manos del Padre. Tradicionalmente se nos ha dicho que el núcleo de los evangelios, la fe de las primeras comunidades, lo constituye la palabra griega ‘egerthe’ = «¡ha resucitado!» Tendemos a reducirlo a un sólo aspecto, la resurrección. Está bien, pero de hecho el núcleo integral de las primeras comunidades fue que: ‘un hombre es entregado a manos del hombre, le ejecutan y, al tercer, día resucita’. La mayoría de los grupos religiosos espiritualistas de hoy..., que hay de todas clases, pecan en este punto, en no tocar de pies al suelo al no preocuparse por el hombre pisoteado. Puede estar ya en esta línea, el Códice Vaticano y la mayoría de códices que avalan el texto mayoritario, traducido a todas las lenguas, no tiene suficiente con los cambios que ha hecho, sino que después de transcribir, en futuro, ‘y lo ejecutarán’, añade: ‘y, una vez ejecutado, resucitará’. Todo el acento está puesto en el verbo ‘resucitar’: la ejecución forma parte de la historia, la resurrección funda nuestra fe. Los primeros grupos cristianos que se separaron de la gran iglesia, llamados ‘docetas’, negaban la realidad humana de Jesús; afirmaban que «sólo en apariencia ha sufrido la pasión», una afirmación que Ignacio, el obispo de Siria, echa frecuentemente en cara a estos grupos herejes. No se puede hacer la experiencia del Resucitado, si no se ha hecho nunca la experiencia de la muerte, no tanto física como la de sentir el peso de tanta injusticia, de tantos abusos, incluso dentro de la misma iglesia, y de preocuparte por poner remedio. Todo el contenido de la enseñanza de Jesús está resumido en esta breve perícopa utilizando un lenguaje que no podía ser más sencillo. Un representante de la naturaleza humana, que es él mismo, pero que se puede aplicar a cualquiera que se encuentre en estas circunstancias, es entregado, en presente, por los mismos discípulos, Judas y los otros que también participan, ‘a manos del hombre’. En el caso de Jesús, serán los sumos sacerdotes quienes le entregaran en nombre de la Ley a Pilatos, pero aquí va más lejos, engloba toda persona que es entregada a manos de hombre, de hombre a hombre. Tenemos una capacidad que no tienen los animales. Podemos ser muy creativos, pero también podemos ser más destructivos que cualquier otra especie animal.

Total ignorancia (crasa o querida) y miedo de los discípulos En el tercer elemento [a’], «Así mismo, ellos hacían como si ignorasen esta frase y tenían miedo de interrogarlo», correlativo del primer [a] (notad: «no quería que se supiese/se conociese» || «ignoraban»), se adivina el choque (contraste) que provoca Jesús en sus discípulos ansiosos de un Mesías triunfal (victorioso) y de poderse encumbrar, por tanto, a lugares de poder. ‘Ignorar’ quiere decir que no ha habido recepción. Se han hecho los sordos. Curiosamente es lo que Lucas describirá en la perícopa del sordomudo. O sea que ceguera, sordera, mudez, no son sino elementos descriptivos, pero no de un

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sordo, de un mudo o de un ciego que vende cupones de la Once, sino del grupo de discípulos, y quien dice de los discípulos lo puede aplicar a nuestras mismas comunidades ciegas, atontadas, sordas... No les entraba en la cabeza lo que Jesús les enseñaba. Y siguen los imperfectos: ‘ignoraban ... temían...’,y seguimos ignorando y seguimos teniendo miedo de la enseñanza central de Jesús: ‘esta frase’, que es todo un oráculo, como en la TaNaC ‘ los oráculos de Jahvé’. Pero ‘Jahvé, el Señor’, ahora es Jesús, ‘el Señor’. Ignorándola, ignoramos todo el proyecto de Dios que ha tomado carne en Jesús. Dios se ha hecho tan cercano, que le podemos hablar en la persona de Jesús de Nazaret. Tal vez demasiado cercano... «... y tenían miedo de preguntarle». Lo que faltaba. Saben muy bien que, si ‘preguntaban’, se verían implicados. Los Doce no quieren renunciar de ningún modo a sus ambiciones de poder dentro de la comunidad. Era mejor callar, y seguir a lo suyo. En Cafarnaún, a donde irán seguidamente, será Jesús quien les ‘preguntará’ sobre qué discutían por el camino. Pero no anticipemos acontecimientos. Y como todo está en tiempo imperfecto, la perícopa no se deja cerrar: continúa implicándonos hoy a todos nosotros. Jesús nos está diciendo, nos está revelando su fracaso que también es el nuestro... Pero nos dice también que este fracaso no logrará su objetivo, no es el final, sino el principio de una nueva humanidad, de una nueva existencia, donde no haya dominio del hombre sobre el hombre. Aún está muy lejos todo eso. Pero si sólo llevamos trece millones de años de humanización, comenzando por el ¡Pierolapithecus hispánicus! EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (23)

Períopa 54. *[A'] 9,33-48 (***9,49-50) Las ansias de poder, escándalo para los pequeños servidores

[a] 33 Llegaron a Cafarnaún. [b] Llegado a la comunidad, les iba preguntando: «¿Qué discutíais por camino?» (I) [c] 34 Pero ellos callaban, porque entre ellos habían discutido cual de ellos llegaría a ser el más

importante. [c'] 35 Entonces se sentó y llamó a los Doce. 36 Cogió al criadito, lo puso en medio de ellos, le

hizo recostarse a la mesa y les dijo: 37 «Quien a uno de estos criaditos acoge en mi nombre, me acoge a mi; y quien me haya acogido a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.»

[b'] 38 Pero Juan le replicó diciendo: «Maestro hemos visto a uno que en tu nombre expulsaba demonios, uno que no viene siguiendo con nosotros, y hemos intentado impedírselo.» (II)

[a'] 39 El, sin embargo, en respuesta dijo: «¡Dejad de impedir! No hay nadie, en efecto, que haga un portento invocando mi nombre y que, a continuación, pueda hablar mal de mí. (II-) 40 Porque quien no está contra vosotros, está a favor vuestro. (II+) 41 Eso sí, quien os dé de beber un vaso de agua en mi nombre porque sois del Mesías, os aseguro que no perderá su recompensa. (I+) 42 Pero quien escandalice a uno de estos pequeños que tienen fe, más le valdría que le ciñeran una muela de molino sobre el cuello y que al mar le lanzasen. (I-) 43 y si para ti la ocasión de escándalo fuera tu mano, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que teniendo dos manos ser lanzado a la Gehena, donde está el fuego inextinguible, 44 donde el gusano de sus remordimientos no muere y el fuego no se apaga. 45 Y si fuese tu pie ocasión de escándalo para ti, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida definitiva, que conservando los dos pies ser lanzado a la Gehena, al fuego inextinguible, 46 donde el gusano de sus remordimientos no muere y el fuego no se apaga. 47 Y tu ojo, si te es ocasión de escándalo, expúlsalo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que teniendo dos ojos irte a la Gehena, 48 donde el gusano de sus remordimientos no muere y el fuego no se apaga.» ***{49 «Todo sacrificio, en efecto, será salado con sal. 50 La sal es buena, pero si la sal perdiese el salazón,¿con qué la salaríais? Tened sal entre vosotros y haced las paces los unos con los otros.»}

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Después de un largo viaje a través de Galilea, instrucción itinerante de Jesús (Per. 53), ahora hace ‘parada y fonda’ en Cafarnaún (Per. 54), instrucción reposada en la casa-comunidad y alrededor de la mesa. ¿Qué nos evoca Cafarnaún? El primer elemento [a], brevísimo, contiene la composición de lugar. Como en las sucesivas escenas de una pieza de teatro, el evangelista nos muestra el nuevo decorado: «Llegaron a Cafarnaún.» Es importante conocer el entorno que nos rodea. Cafarnaún es posiblemente la ciudad más importante de la región del norte de Galilea que está tocando al mar (el lago). A nosotros, tal vez, no nos diga gran cosa, pero para Marcos y la gente que conocía la ciudad, la mera mención de ‘Cafarnaún’ servía para situarles y recordarles que era un cruce de culturas, de negocios, de caravanas... Por tanto, una ciudad cosmopolita, con mucha vida y gente de culturas y costumbres muy diferentes, de lenguas muy diversas, judíos procedentes, la mayoría, de las diversas regiones de Israel, pero también paganos venidos de los lugares más remotos. En una ciudad tan importante no podía faltar la sinagoga. (Las ruinas que visitan los turistas son del siglo cuarto o principios del quinto de nuestra era, pero hay indicios de una edificación anterior que podría remontarse a la sinagoga que les había construido el centurión romano que mandaba la guarnición de la ciudad: ved (Lc 7,1-5.) Cuando visitamos Cafarnaún, y más aún Nazaret, descubrimos la cara de Jesús por todas partes. Tanto da si eran judíos o palestinos, porque es la tierra la que forma y marca los rostros. Probablemente la mayoría de la gente sabía griego, porque las transacciones habían de hacerse en griego, la lengua comercial, como hoy día es el inglés. Todo esto quiere decir ‘Cafarnaún’. Ya estamos, pues, situados. Se alojan en la ‘casa-comunidad’ En el segundo elemento [b], Marcos precisa de Jesús, en singular, que, «una vez ya estaba en la comunidad, les iba preguntando». ¿De qué casa o comunidad se trata? En griego hay dos palabras para designar ‘la casa’. Un término más genérico, ‘oikos’, que sirve para designar, por ejemplo, ‘la casa de Israel’, ‘la casa real’, el templo como la ‘casa de Dios’, ‘la familia’, entre otros, y otro más específico, ‘oikia’, que designa la casa concreta en la que habita la gente. En Marcos hay que diferenciar convenientemente esta doble terminología. Casi siempre que usa ‘oikos’, lo podemos traducir por casa, en el sentido de local público o bien como la designación de una familia desde un punto de vista genealógico, de un linaje, de una dinastía, etcétera, en cambio, cuando usa ‘oikia’, frecuentemente lo podemos traducir por casa-comunidad, en el sentido de lugar donde se reúnen personas de una determinada ideología. Si dice que llegaron a la ‘oikia’, al margen de la ‘oikos’=‘sinagoga’, quiere decir que en Cafarnaún había también una pequeña comunidad, donde Jesús se reunía con los suyos, donde conversaba y comía con ellos y, puede ser que también donde residía. ¿Era su casa? ¿La había construido él mismo? (Según Mc 6,3, Jesús era «artesano», un operario que trabajaba con madera y otros materiales.) No lo sabemos seguro, los evangelistas no tuvieron ningún interés en hacer una biografía de Jesús. Sabemos, eso sí, que Cafarnaún era su lugar habitual de estar. En Nazaret vivió de pequeño, probablemente nació allí, más tarde se habría trasladado a Cafarnaún por motivos de trabajo y se quedó hasta que tuvo la experiencia del Espíritu, cuando debía de tener ‘treinta años’, una cifra más simbólica que histórica, es decir a una edad madura. Fue el momento en que abandonó la actividad habitual, el trabajo de constructor, e inició una actividad más bien itinerante. Dos conversaciones, dos proyectos opuestos «Un vez ya estaba en la comunidad, les iba preguntado: “¿Qué discutíais por el camino?”» Jesús ha estado observado y escuchando, mientras caminaban. Recordemos la instrucción que les había inculcado anteriormente (Per. 53), cuando les iba instruyendo sobre ‘su camino’, pero ellos hacían como si le ignorasen. Hablaban de otro proyecto, iban a lo suyo. Precisamente acabamos la perícopa anterior comprobando que tenían miedo de preguntarle. Y ahora les provoca: ¿Qué ibais discutiendo por el camino?» No contestan: «Pero ellos callaban.» Seguidamente veremos por qué motivo callaban; nos lo dirá el narrador, el evangelista. Ellos continuaban fomentando las ansias de poder, ‘el camino del éxito’; no les interesaba, en absoluto, seguir ‘el camino de fracaso’ que Jesús les había recalcado.

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Dos proyectos, dos caminos. Los discípulos pretendían seguir un camino muy diferente. Generalmente, estas expresiones las leemos a un nivel puramente positivista: el camino, iban de camino, iban caminando, iban discutiendo... Para el evangelista, en cambio, ‘el camino’ es ‘el camino de Jesús’. O sea que, mientras Jesús va abriendo ‘camino’ e intenta hacerles ver por dónde han de ir, ellos por detrás van hablando y discutiendo... Este sentido simbólico casi se ha eliminado del texto, y la exégesis actual apenas quiere oír hablar de él. La lectura que hacemos actualmente es de una pobreza impresionante. Yo comprendo a los exegetas. Gracias a los protestantes hemos despojado a los textos de los alegorismos que se les habían adherido durante siglos y tenemos las herramientas adecuadas para descubrir su sentido original. Los católicos vivían de rentas durante siglos, por eso en el momento de la Reforma los protestantes se remitieron a la Escritura, pero hasta el punto de sostener que ‘la sola Escritura’ era la única fuente de donde se habían de inspirar, mientras que nosotros invocábamos nuestras ‘tradiciones’, hasta el punto de sostener que la tradición era más importante que la Escritura. Tradición y Escritura eran consideradas como dos fuentes complementarias. Hoy día, eso ya no es así. El Vaticano II afirma con contundencia que hay una sola fuente. El retorno a la Escritura es hoy día un hecho, tanto entre los católicos como entre los protestantes. La cuestión que se plantea es si la Escritura es comprensible por sí misma o si tenemos necesidad de un guía o intérprete, como afirma Lucas con una claridad meridiana cuando el eunuco etíope, a la pregunta del evangelista Felipe: «¿Por ventura entiendes lo que estás leyendo?», responde: «Y cómo lo puedo entender, si no tengo nadie que me guíe?» (Ac 8,30-31). Los judíos tenían muy claro que el texto de la Escritura se había de interpretar. Eso sí, toda interpretación ha de ser adherente al texto. Tildar de hacer marcha atrás, cualquier intento serio de interpretación simbólica, nos impide entrar en el sentido pretendido por el evangelista. Una cosa es que se hayan eliminado las numerosas interpretaciones alegóricas que, por falta de utensilios de interpretación, se habían ido soldando al texto como la ganga que se adhiere a los minerales de metal y otra que nos tengamos que quedar con el texto desnudo, como si ya por sí sólo fuera comprensible. Los Doce continúan callando... En el tercer elemento [c], primero de los dos centros de una perícopa bifocal, el evangelista nos explica por qué motivo callaban: «Porque entre ellos habían discutido cuál de ellos llegaría a ser el más importante.» Callaban porque se sentían interpelados. El silencio de los discípulos delata que son conscientes de que Jesús no aprobaba sus pretensiones. Quieren conseguir el poder político y trazan sus propios planes, son los líderes. Se están organizando para el momento en que el Mesías, el rey de Israel, tome el poder. Sus puntos de mira, pues, no coinciden con el proyecto/camino de Jesús, que incorpora tanto a los que forman parte de Israel como a los excluidos del pueblo. Pensemos en las situaciones que se repiten en la iglesia actual; no es cosa de hoy, ha sido siempre así. En el camino de Jesús, tanto ahora como desde los inicios, se han instalado todas las ambiciones imaginables. Y seguimos haciendo nuestro ‘camino’ particular, marcando el territorio, como nuestro pariente, el Pierolapithecus! A ver quién es el más importante. Incluso el texto que sirve de base a todas las traducciones modernas ha diluido notablemente el sentido del texto original, limando las asperezas y subrayando el sentido narrativo: en lugar de decir «que entre ellos habían discutido cuál de ellos llegaría a ser el más importante», dice simplemente que «entre ellos habían discutido por el camino quién era el más importante». El Camino de Jesús se ha convertido en un camino rural y las ambiciones de poder de cara a la inminente manifestación del Mesías ya se han materializado. ... pero Jesús se sienta y llama a los Doce En el segundo centro [c’] podemos observar cómo actúa Jesús: «Entonces se sentó y llamó a los Doce.» Cuado Jesús se sienta, frecuentemente lo hace como maestro. No les riñe, llama aparte a los Doce, a ellos solos, porque en la ‘casa-comunidad’ hay muchas más personas, discípulos de muchos lugares que hacen ‘camino’ sin pretensiones de ser importantes, tal vez porque no han tenido la oportunidad. Llama a los Doce a quienes él mismo había constituido como representantes del Israel mesiánico (ved Mc 3,13-19). Jesús quería edificar un Israel abierto, al servicio de todas las naciones... Estaba convencido de que era el Mesías de Israel. Era la misión que Dios le había confiado. La experiencia que ha hecho en el Jordán es que él es el Mesías de Israel.

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Jesús tuvo una formación muy buena. Probablemente recibió de manos de los maestros de la Ley conocimientos superiores para interpretar la Escritura. La manera cómo la interpreta es propia de un maestro de la Ley. Lucas, escribiendo una obra para el sumo sacerdote Teófilo, hijo de Anás, lo da a entender: Sus padres «lo encontraron sentado (como un maestro más) en el templo (donde se impartían les clases) en medio de los maestros (los interpretes de la Torá y de los Profetas), escuchándoles y haciéndoles preguntas» (Lc 2,46). En un momento dado, sin embargo, se siente rechazado por la sinagoga. Recordemos la primera estancia en Cafarnaún después de la unción mesiánica: la primera cosa que hace fue asistir a la reunión que tenía lugar el sábado en la sinagoga y ponerse a enseñarles (Mc 1,21). Aquí, en cambio, ya no se habla de ir a la sinagoga. Después de que todos cuestionasen su autoridad y su enseñanza (1,27), ya no le dejan entrar. Como no puede ir, el lugar de reunión de Jesús será ahora ‘la casa-comunidad’, al margen de la sinagoga. Al sentirse rechazado por el Israel oficial, por el estamento de poder tanto político como religioso, se da cuenta de que el proyecto que él tenia para todo Israel no era viable. Entonces, entre la gente que le rodeaba escogió ‘doce’, los que eran líderes naturales de grupos, para que simbolizasen en cierto modo a las doce tribus de Israel. Les dio la misma configuración, pero les mostró cómo habría de ser el Reino de Dios, muy diferente de como lo esperaban todos. Son líderes, cabezas de grupo, pero de una gran diversidad de tendencias. Jesús llamó, pues, solamente a los Doce, los que estaban discutiendo entre ellos cuál llegaría a ser el más importante. Un gesto que vale por mil palabras Sin duda que había también, en aquella comunidad, muchos que habían entendido su proyecto liberador y universal. Jesús se sienta y con un gesto inequívoco, antes de hablarles les muestra cual habría de ser su actitud en el banquete del Reino: «Cogió al criadito, lo puso en medio de ellos, lo hizo recostar a la mesa y les dijo...» El Códice Bezae precisa que «Cogió al criadito». En el texto alejandrino (el habitual de nuestras traducciones) no figura el artículo. Además, y eso ya es responsabilidad de los traductores, frecuentemente traducen el diminutivo ‘paidion’ por ‘un niño’ o ‘un infante’. El término griego ‘paidion’’ es un diminutivo de ‘pais’ que quiere decir ‘sirviente, criado, rapaz’, aunque en principio también se puede traducir por ‘hijo, niño, jovencito’. Depende del contexto. En aquella cultura, un ‘paidion’ era considerado el último de todos, no contaba para nada, sólo para servir. Si el evangelista, siempre según el Códice Bezae, antepone el artículo, ‘él’, nos está diciendo que no se trata de un criado cualquiera, sino de aquel pequeño servidor (bien conocido por los miembros de la comunidad marquiana) que representa a todos los que, sin pretensiones, se ponen al servicio de los otros. «Cogió a ‘el’ criadito, lo puso en medio de ellos, lo hizo recostar a la mesa...» Los primeros seguidores de Jesús no debieron de tenerlo nada fácil. Acostumbrados como estaban a que los intérpretes de la Escritura les hablasen continuamente del futuro Mesías de Israel que les había de conducir a la victoria sobre todos los enemigos (y en concreto, sobre los romanos) y ahora, de golpe han de prescindir de todo eso, ya que Jesús se presenta con un proyecto mesiánico de servicio y entrega que le abocará a un fracaso estrepitoso. Está claro, no lo podían entender. Después del fracaso humano de Jesús, releyeron las Escrituras buscando encontrar una explicación. En el libro del profeta Isaías y, más en concreto, en el que hoy denominamos ‘el Segundo Isaías’ o ‘Libro de la Consolación’, encontraron descrita la figura del Siervo de Jahve, donde Isaías habla del Siervo sufriente. Eso les dio pié para entender que el profeta ya hablaba de Jesús. No tiene nada de extraño que el libro del profeta Isaías se convirtiese en el libro de texto de las comunidades cristianas. Es el único profeta, siempre según el Códice Bezae, que los evangelistas citan por su nombre. Lucas, una vez más, lo explicitará en la escena del eunuco etíope que, sentado en la carroza, decepcionado por los acontecimientos que habían ocurrido en Jerusalén, estaba de vuelta leyendo al profeta Isaías y, en concreto, la perícopa que hace referencia a la oveja que es conducida al matadero, sin abrir la boca, figura del Mesías sufriente, como le explicará Felipe al momento (Ac 8,32-35). El evangelista Marcos se le había anticipado con este gesto de Jesús: el Siervo de Jahve está tipificado por este ‘criadito’ que se pone al servicio de todos. Al ponerlo en medio de ellos «el criadito», los ha dejado en evidencia. Es, como si dijéramos, la imagen de Jesús mismo que está siempre al servicio de los otros.

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Primero el gesto, después la palabra Observemos otra diferencia importante. El Códice Bezae, después de decir que «cogió al criadito y lo puso en medio de ellos», precisa que «lo hizo recostar (sentar) a la mesa», en griego ‘anaklisamenos’; en cambio, el texto alejandrino cambiando solo tres letras, ‘enagkalisamenos’, dice tan sólo que «lo abrazó». El sentido ha cambiado totalmente. ¿Y cómo se hace eso? Pues, se coge el estilete, se borran unas letras y se ponen otras sobre ellas, y lo que significaba ‘sentarse a la mesa’ ha pasado a significar ‘abrazar’; en la copia siguiente ya se pierde todo rastro. El texto alejandrino hará lo mismo más adelante en Mc 10,16, donde en lugar de decir que Jesús «convocó» a los pequeños esclavos, dice que les «abrazó». Es muy tierno decir que Jesús abrazaba a los niños, sobretodo para hacer estampitas de primera comunión... Decir que convocaba a los pequeños criados y les hacía sentar en la mesa nos obligaría a cambiar nuestra mentalidad. Los criados siempre están fuera de la mesa. ‘Sentar a la mesa’, por otro lado, conserva toda la fuerza del gesto de Jesús y está más acorde con las palabras que lo iluminarán acto seguido. «... y les dijo: “Quien a uno de esto criaditos acoge en mi nombre, me acoge a mí y quien me haya acogido a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.”» El gesto siempre ha de ir por delante. Por pequeños que sean, son los hechos los que dan credibilidad a las palabras. En la medida que los Doce aprendan de este ejemplo, dejarán de discutir sobre quién será el más importante y se pondrán al servicio de los otros. La manera de actuar de Jesús está muy distanciada de la de los Doce. En nuestra sociedad tanto civil como religiosa estamos hartos de palabras. ¿No es ésta nuestra gran equivocación? El loguion o dicho de Jesús que Marcos nos transcribe generaliza ya lo que había apuntado con el gesto de hacer sentar a la mesa al criadito: «Quien a uno de estos criaditos...» Jesús le ha ‘acogido’ con el simple gesto de hacerlo ‘sentar a la mesa’, poniéndolo en plano de igualdad con él. Quien haga lo mismo haciendo referencia a su persona y a su gesto, no solamente le acoge a él, sino también al Padre que le envió. En la mesa del Israel mesiánico todos han de sentarse en plano de igualdad, sin jerarquías de ningún tipo. ¡Cuan lejos estamos aún! Continuamos haciéndonos el sordo y fijando límites En el quinto elemento [b’] encontramos la réplica, muy solemne por cierto: «Empero le replicó Juan diciendo...» Es Juan quien, en nombre de los Doce, interrumpe la respuesta de Jesús a sus pretensiones, prescindiendo olímpicamente de lo que Jesús acaba de hacer y afirmar, y replica amparándose en la jerarquía del grupo. A pesar de que Jesús los eligió en régimen de igualdad (los doce nombres, en Mc 3,16-19, están coordinados con un kai, es decir con una coma), ellos ya se han ido jerarquizando: Pedro, Jaime y Juan son los más prepotentes. El que protesta es el tercero: «Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre expulsaba demonios, uno que no viene siguiendo con nosotros, y hemos intentado impedírselo.» Continúan igual, fijando límites: “¡Éste no es de los nuestros!, no sigue ‘nuestras’ normas.” Ya se han situado ellos por delante con sus leyes, con sus reglas: “Éste individuo actúa sin nuestro permiso —vienen a decir—, pero hemos de confesar que libera, y además, ‘en nombre tuyo’, haciendo referencia a tu persona. Esta teología liberadora, sin embargo, no está de acuerdo con nuestro derecho canónico y, por tanto le hemos de impedir que continúe liberando personas de ideologías fanáticas («demonios»)...” ¿No continuamos nosotros, haciendo lo mismo? Una comunidad cristiana no puede poner impedimentos cuando se trata de liberar personas. Las reglas de convivencia habrían de ser mínimas, y nunca escritas (pues, mira, la Regla de Qumran, la Didajé, la Didascalia de los apóstoles, las Constituciones apostólicas, las reglas de san...). No hacemos nada más que lo que hacen todos los animales, fijar límites, poner mojones, cercar el rebaño... ¡Dejad de poner obstáculos a quien libera! En el último elemento [a’] Marcos describe una larga y matizada respuesta de Jesús. A lo largo de esta perícopa se han planteado dos problemas. El primero (I) hacía referencia al poder con que, según ellos, habían de ser investidos por el Mesías el día de su coronación: era preciso ventilar por adelantado quién llegaría a ser el más importante dentro del grupo. El segundo (II) no es sino la consecuencia de la ambición: la discriminación del otro, la exclusión de quien no forma parte del grupo. Al instante Jesús responde al segundo problema, el que ha suscitado Juan con su réplica. Y lo hace tanto en negativo: «Dejad de impedir!...» (II-), como en positivo: «Quien no está contra vosotros está a favor vuestro»

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(II+). A continuación reemprenderá la respuesta al problema inicial que justamente había iniciado: «Quien a uno de estos criaditos acoge en mi nombre...», interrumpida por la réplica de Juan, y lo hará primero, invirtiendo los términos, en positivo: «Quien os dé de beber un vaso de agua en mi nombre porque sois del Mesías...» (I+) y después en negativo: «Quien escandalice a uno de estos pequeños que tienen fe...» (I-). La respuesta de Jesús al segundo problema es muy contundente: «¡Dejad de impedir!». A continuación lo razona: «No hay nadie, en efecto, que haga un portento invocando mi nombre y que, a continuación, pueda hablar mal de mí» (II-). Se trata de gente que libera y que, si bien no pertenecen al grupo de discípulos, actúan haciendo referencia a la persona de Jesús y a la liberación que él consigue en el pueblo de Israel. Hoy diríamos ‘cristianos anónimos’; en el tiempo de Jesús eran ‘judíos creyentes anónimos’. Suerte tiene la humanidad de estos ‘pequeños servidores anónimos’ que consigue impactos positivos entre las personas más desamparadas. Al instante añade un segundo motivo, de alcance universal: «Porque quien no está contra vosotros está a favor vuestro» (II+). El texto alejandrino lo lee en primera persona plural, implicándose también Jesús: «Quien no está contra nosotros está a favor nuestro.» Según el Códice Bezae y otros numerosos manuscritos y versiones, Jesús no se implica porque no tiene enemigos ni se los crea; en cambio, los discípulos no hacen otra cosa que crearse enemigos, a fin de repartirse entre ellos el pastel del poder. El dicho de Jesús se adapta a la mentalidad segregacionista de los discípulos y es, en cierta manera, restrictivo. Los importantes actúan en nombre propio..., los servidores en nombre de Jesús «Quien os dé de beber, efectivamente, un vaso de agua en mi nombre porque sois del Mesías os aseguro que no perderá su recompensa.» ¿Quiénes son estos? ¿Qué quiere decir ‘ser del Mesías?’ Lo ha dejado bien claro el gesto de Jesús poniendo en el medio ‘al criadito-servidor’. Son, pues, los que hacen ‘camino’ sin identificarse con ningún cuerpo, corporación o asociación, los que no necesitan pagar ninguna cuota o diezmo de pertenencia a pueblo, religión, grupo o ideología. Son los que se han liberado de toda clase de espíritu discriminador, que se han hecho seguidores del camino de Jesús, que siguen de cerca sus pisadas. ‘Dar de beber’ quiere decir acoger, quiere decir sentar a la mesa a todos los que, vengan de donde vengan por pequeños que sean, y se ponen como Jesús al servicio de los otros. Éstos no ‘perderán su recompensa’ porque ya han experimentado en su interior el sabor agradable que emana de su gesto. Es la repuesta positiva (II+) de Jesús al debate inicial de los Doce sobre ‘quien llegará a ser el más importante’. De inmediato sigue la respuesta negativa (II-). Los ambiciosos de poder que no han querido confesar públicamente cuando les ha interpelado, pueden causar un gran escándalo entre los pequeños servidores personificados en ‘el criadito’: «Y quien escandalice a uno de estos pequeños que tienen fe, más le valdría que le ciñeran una muela de molino sobre el cuello y que al mar le lanzasen.» El texto alejandrino pone los verbos en tiempo presente: «... mas le vale que le ciñan una muela de molino al cuello y lo lancen al mar», confiriéndole más realismo. Ser ‘pequeño’ contrasta con ser ‘el más importante’. Es la gran lección. Tener fe, adherirse al proyecto de Jesús, seguir su camino, que no tiene límites ni fronteras, presupone personas y comunidades que se disponen a servir con total igualdad, sin ninguna clase de dominio de los unos sobre los otros. Este principio general, lo aplicará a continuación a las tres partes más sobresalientes del cuerpo: ‘la mano’, símbolo de poder; ‘el pié’, que simboliza la conducta y el ’ojo’, las aspiraciones humanas. Deja para el final la respuesta concreta a sus ambiciones y, a diferencia de las dos sentencias precedentes, la construye en tiempo presente: «Y tu ojo, si te es ocasión de’escándalo...», ya que Jesús considera que esta situación se está dando realmente entre los Doce. Las tres sentencias están construidas en paralelo. Al final de cada una de ellas Marcos, según el Códice Bezae, va repitiendo el mismo refrán: «... a la Gehena ...donde el gusano de sus remordimientos no muere y el fuego no se apaga». Después de la primera y la segunda sentencia explica que en ‘la Gehena’ «hay fuego inextinguible». La referencia es clara al valle de Hinnón, al sur de Jerusalén, donde en tiempos de Acáz y Manases, estos reyes quemaron en sacrificio a sus propios hijos (2Reis 16,3; 21,6). Esta práctica abominable convirtió el valle de Hinnón en un lugar impuro, donde se quemaban las basuras.

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EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (24) Acotaciones a la perícopa anterior (Per. 54) La perícopa 54 finalizaba sin que se observase ningún tipo de reacción por parte de los discípulos. Jesús les había advertido severamente sobre el escándalo que estaban causando entre los seguidores que habían renunciado a todo tipo de poder y se habían puesto al servicio de los otros, representados por ‘el criadito’: «Pero a quién escandalice a uno de estos pequeños que tienen fe más le valdría que le ataran una rueda de molino al cuello ¡y lanzaran al mar!» La perícopa siguiente (**Per. 55), de segunda redacción, comienza con la siguiente comprobación: «Habiéndose levantado de allí, se fue a los confines de Judea, por la otra ribera del Jordán» (10,1a). Ahora bien, aunque no la comentaremos en este curso, ya que pertenece a la segunda redacción del Evangelio de Marcos, en la primera redacción el actual encabezamiento constituía el elemento final [a’] de la perícopa 54. Generalmente la composición de lugar indica el comienzo de una perícopa. Pero aquí no se trata de una composición de lugar, sino de un final de etapa: ‘Habiéndose levantado de allí’, de Cafarnaún, donde estaban hasta ahora (cf. 9,33), ‘se va hacia...’: notad la diferencia de los tiempos verbales, tiempo pasado, uno, y presente, el otro. Se trata de un final de trayecto iniciado en 9,30 («se pusieron a atravesar la región de Galilea») y de una transición a una etapa completamente nueva («se va hacia los confines de Judea»), pero no a través de Samaria, sino «por la otra ribera del Jordán». Las seis perícopas que vienen a continuación son todas ellas de segunda redacción (**Pers. 55-63). Para enlazar esta nueva redacción con los materiales primitivos, Marcos ha utilizado el comienzo primitivo de la perícopa 64 a fin de intercalar, siempre en segunda redacción, el envío de dos discípulos a Jerosólima, desde las proximidades de Betania, para que fuesen a desatar el burro con el que pretendía hacer la entrada en la ciudad. Actualmente este comienzo forma parte de la perícopa 63, donde se narra la entrada ‘triumfal’ en Jerosólima (**Per. 63), pero de hecho pertenecía a la perícopa 64: «Cuando se acercaba a Jerosólima y a Betánia, cerca de la montaña de las Oliveras» (11,1a), y enlazaba con la acción verbal: «tuvo hambre» (11,13b). Notad que después de la entrada triunfal a Jerosólima, dice que, al hacerse oscuro, «salió hacia Betánia en compañía de los doce discípulos» (11,12b) y que, «al dia siguiente, habiendo salido de Betánia, tuvo hambre» (11,13). Nos encontramos, por tanto, en el mismo lugar donde estaba Jesús: «cerca de la montaña de los Olivos». Repasemos lo que nos ha querido decir Marcos a propósito de esta segunda estancia en Cafarnaún. Prácticamente ha resumido toda la actividad de Jesús, pero, este final de etapa, lo ha hecho de cara a los discípulos y, más en concreto, de cara a los Doce. Les ha impartido la gran lección. Fijémonos en la brevedad de la primera redacción, tan sólo apunta..., desarrolla muy poco los temas. Y, está claro, aquello que tan sólo ha sido apuntado tiene necesidad de personas avezadas en captar lo que se dice en pocas palabras. Las masas se mueven a base de muchas palabras, de grandes discursos, que al final cansan y no interpelan. Otro gran salto. Un largo camino Pasemos ahora de la perícopa 54 a la 64, o sea saltemos 9 perícopas, todas ellas de segunda redacción. A partir de ahora esto nos pasará con frecuencia. La hipótesis de las distintas redacciones del evangelio de Marcos me parece que funciona bastante bien, el único problema puede venir de parte de los colegas. Las cosas nuevas, sobre todo si no vienen de fuera, no se aceptan fácilmente. Pero no anticipemos acontecimientos. Tenemos aquí un reguero de perícopas añadidas en redacciones posteriores. Marcos nos acaba de hablar de un itinerario que va desde Cafarnaún hasta los confines de Judea, pero que pasa ‘por la otra ribera del Jordán’ (es el final de la Per. 54). O sea que Jesús ha de atravesar o bordear el lago para ir hacia los confines de Judea bajando por el otro lado del Jordán...; es un camino muy largo. En primera redacción no dice nada más de este itinerario, ya que de golpe nos sitúa a la vista de Jerosolima: «Cuando se acercaba a Jerosólima y a Betania, cerca de la montaña de los Olivos» (11,1a). En cambio, en la segunda redacción ha sembrado de señales este camino intercalando diferentes perícopas con los temas que le interesaba desarrollar: • Per. 55. **10,1-9 Cuestión sobre el repudio, donde se plantea la cuestión del divorcio

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• Per. 56. ***10,10-12 Explicación, en privado, a los discípulos, de la misma temática: las perícopas de tercera redacción contienen explicaciones respuestas a preguntas (o dudas) de los discípulos sobre la cuestión tratada en la perícopa anterior

• Per. 57. **10,13-16 Convocatoria de los pequeños servidores: es un duplicado de la que comentamos sobre ‘el criadito’ que representaba a todos los pequeños servidores (no a los niños que Jesús abraza, si no a los criados ¡que hace sentar a la mesa!). En todas las traducciones encontraremos que ‘Jesús abrazaba a los niños...’. ¿Qué texto han seguido? Pues, el mayoritario, el texto alejandrino representado sobre todo por el Códice Vaticano. El Códice Bezae, que nosotros seguimos, conserva un texto más primitivo, un texto que aún interpela, siempre que te dejes interpelar. A continuación, haciendo camino, encontramos:

• Per. 58. **10,17-22 El hombre rico declina el seguimiento: en este camino el evangelista ha ido incorporando nuevos temas, a fin de responder a los nuevos problemas que se le planteaban

• Per. 59. **10,23-31 Incompatibilidad entre riqueza y Reino de Dios, a propósito del joven rico, pero dirigiéndose, ahora, a los discípulos que, por lo que se ve, tienen los mismos problemas ante la riqueza

• Per. 60. **10,32-34 Enésima predicción de la pasión y resurrección, la tercera predicción, otro duplicado de la primera: el evangelista nos va recordando en esta perícopa que estamos subiendo por el camino que conduce a Jerosólima

• Per. 61. **10,35-45 Luchas de poder entre los Doce: ‘Se le acercaron Jaime, Juan y Zebedeo... ’Cuando éstos se acercan a Jesús, ¡malo!. Dineros, poder, honores, todo es lo mismo: ‘Sentarse a tu derecha y a tu izquierda....’ Marcos estigmatizará de nuevo la ambición de los Doce. Insistirá en ello porque éste es el gran problema de las comunidades, tanto del tiempo de Jesús, y de las comunidades de Marcos como de las nuestras de hoy

• Per. 62. **10,46-52 El ciego de Jericó, figura de los discípulos. Jesús atraviesa el Jordán y llega finalmente a Jericó, como su homónimo Josuè (= Jesús, en griego). Marcos, en segunda redacción, ha ampliado el sentido del camino confiriéndole un tono parecido al de la entrada del primer Josué que venía del desierto, pasó el río y entró en la tierra prometida por Jericó. (Lucas lo desarrollará aún mucho más). El ciego de Jericó es figura de los discípulos, que habían quedado ciegos porque se habían quedado ‘al margen’ del camino de Jesús

• Per. 63. **11,1-11 Preparativos, entrada en Jerusalén y purificación del templo. Nos encontramos ya en las puertas de Jerusalén: «Cuando se acercaba a Jerosólima y a Betania, cerca de la montaña de los Olivos...» Estamos muy cerca del objetivo que Jesús perseguía: quería llegar al templo. Éste era primitivamente el inicio de la perícopa 64 que vamos a comentar. Pero el evangelista Marcos quiso intercalar, más tarde, una nueva amplificación, la perícopa 63. La segunda redacción explicita mucho más, aún siendo del mismo Marcos. Lucas y Mateo utilizan la última redacción. Para mí, la primera redacción no circuló, tal vez no se hizo nunca ninguna copia; Cuando Marcos se fue con Bernabé reiniciando la misión al paganismo, después de que éste hubiera roto con Pablo (cf. Ac 15,39), se dio cuenta de que el primer esbozo de evangelio necesitaba ser ampliado porque habían surgido nuevos problemas, se habían planteado nuevas cuestiones. Con la experiencia que tenia de Jesús, Marcos intentó reflejar por escrito las nuevas respuestas que Jesús, el Señor, continuaba dando a las comunidades cristianas.

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X. JERUSALÉN: DENUNCIA DE LA INSTITUCIÓN DEL TEMPLO Y REACCIÓN VIOLENTA DE LOS SUMOS SACERDOTES Y LOS LETRADOS Perícopa 64. *[A] 11,1a.12-14a Maldición de la higuera, figura del templo

[a] 1a Cuando se acercaba a Jerosólima y a Betania, cerca de la montaña de los Olivos [Per. 63

**11,1b-11] , 12 tuvo hambre. [b] 13a Al ver de lejos una higuera que tenia hojas, fue a ver si había algo. [a’] 13b No habiendo encontrado nada, sino hojas —porque no había sido favorable la ocasión

para los higos—, 14a reaccionó diciéndole: «¡Que ya nunca más nadie coma fruto de ti!» [**14b]

Una ligera incongruencia En primera redacción, la primera parte del inicio (en cursiva) que actualmente figura en la perícopa 63, de segunda redacción: «Cuando se acercaba a Jerosólima y a Betania, cerca de la montaña de los Olivos, envió a dos de sus discípulos y les dijo: “Id a la aldea que está frente a vosotros...”» (11,1), enlazaba con la segunda parte (también en cursiva) del inicio de la presente perícopa 64: «Al día siguiente, habiendo salido él de Betania, sintió hambre» (11,12). De hecho la perícopa 63 finalizaba diciendo: «Habiendo entrado en Jerosólima y, en concreto, en el templo, después de lanzar una mirada a todo su alrededor, –atendido que ya había atardecido–, salió hacia Betania acompañado de los doce discípulos» (11,11). Si nos fijamos bien, notaremos aquí una ligera incongruencia. ¿Porqué ha de decir que ‘salió hacia Betania en compañía de los doce discípulos’ y acto seguido que ‘al día siguiente salió él de Betania’, ¿él solo? Porque en primera redacción el comienzo de la perícopa tan sólo hacía referencia a Jesús, como único protagonista de la perícopa: «Cuando se acercó a Jerosólima y a Betania cerca de la montaña de los olivos, tuvo hambre.» Este entrar y salir de Betania es debido a la amplificación de segunda redacción. En primera redacción, los discípulos no intervienen para nada en la breve perícopa que vamos a comentar. ¿De qué hambre se trata? ¿Cómo hemos de interpretar esta ‘hambre’? Sin darnos cuenta, enseguida pensamos en una necesidad física. Aquí, en cambio, tiene sentido figurado: Jesús ‘cuando se acercaba a Jerosólima’ y llegó a la vista de la ciudad desde ‘la montaña de los Olivos’, viendo aquella gran tramoya (montaje extravagante, desmesuradamente rico, imponente) del templo, «sintió hambre». A muchos de nosotros frecuentemente nos pasa que sentimos ‘hambre’. Muchos teníamos ganas de que algún día cambiara, aunque solo fuera un poco, la actual situación de iglesia (¡y del mundo!). Pero después de la decepción del post-concilio, muchos de nosotros tal vez ya no la sentimos... y nos pasamos todo el día lamentándonos. Jesús tenía ‘hambre’ de que cambiasen las cosas, porque aquél templo formaba parte de su iglesia, era el centro de su institución religiosa y lo tenía delante, mejor dicho, enfrente, pues divisaba desde allí la entera ciudad de Jerusalén, las murallas. Aquél templo debía de ser tan magnífico como es hoy la mezquita de Omar. Todas las religiones construyen sus templos. ¿Qué día habrá personas que sean capaces de entender que el Reino de Dios no tiene ninguna necesidad de templos? ¡Y mira que hemos construido templos y templos! Pero Dios no habita en templos hechos por mano de hombres ni quiere habitar en ellos, como nos recuerda Esteban en el libro de los Hechos de los Apóstoles: «EL Altísimo no habita en edificios hechos por mano de hombres; como dice el Profeta: “el cielo es mi trono, y la tierra el escabel de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis —dice el Señor— o cuál es el lugar de mi reposo? ¿No es mi mano la que ha hecho todo esto?”» (Ac 7,48-50). La creación es su ‘casa’, ¡no el templo! Todo templo tiene sentido sagrado, y todo lo que tenga sentido sagrado da miedo y produce respecto. Es un lenguaje que no esta nada d acuerdo con el Evangelio. La higuera, todo un símbolo En el segundo elemento [b], en el centro de esta breve y, por tanto, importantísima perícopa, Marcos describe la situación religiosa del judaísmo usando una de las metáforas que tradicionalmente se

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aplicaban a Israel, la higuera. Delante de tanta magnificencia y esplendor, Jesús, que lo ‘veía de lejos’, se acercó para indagar si se trataba de una pura tramoya o bien era verdadero: «Al ver de lejos una higuera que tenia hojas, fue a ver si tenía algo.» Aún tiene la esperanza de que, detrás de toda aquella tramoya, pudiera encontrar algún fruto. Pues, mira si hay ‘higueras’ en nuestro mundo. Y Jesús las va visitando... La alianza de Dios con Israel ha sido un fracaso En el último elemento [a’], Jesús, consciente de ser el Mesías de Israel, viene a buscar en la higuera de Israel los frutos que esperaba que habría dado su pueblo: «No habiendo encontrado nada, sino hojas —porque no había sido favorable la ocasión para los higos...» El término griego kairós (literalmente ‘tiempo’) aquí no hace referencia a la estación de la primavera, del verano o del otoño, sino al período de tiempo en que Israel debería haber dado frutos, preparando así la venida del Mesías. Jesús, al llegar, comprueba que se ha acabado el tiempo (‘se ha cumplido el plazo’) sin que Israel haya producido ningún fruto. Israel debería haber sido un pueblo abierto que produjera frutos tan abundantes que los pudiera ofrecer a todas las otras naciones de la tierra. Pero Jesús, en la higuera que Dios había plantado en su jardín, sólo ha encontrado hojarasca, ningún higo. Si lo aplicamos nuestra situación de hoy, ¡Casi nada!... Toda la historia de la Iglesia está marcada por esta higuera con mucha hojarasca. Frutos ha habido, pero bien pocos en comparación con la hojarasca, y aún no todos se dan en la higuera... Es un gran misterio. «No habiendo encontrado nada, sino hojas (...), reacciona diciéndole: “¡Que ya nunca más nadie coma fruto de ti!”» Se ha acabado el tiempo de espera. Ya no sirve. Detrás de esta frase de Jesús hay toda la experiencia del fracaso del Mesías. Eso, evidentemente, ha sido escrito después de su muerte. Todo aquél proyecto que Dios tenía sobre Israel ya no sirve. El proyecto que Dios había pensado desde Abraham, Isaac, Jacob, los Patriarcas, los Profetas, el rey David sobre el papel pionero que Israel había de jugar, abriéndose a todas las naciones del mundo..., no ha producido frutos y, por tanto, ya no sirve: ‘¡Que ya nunca más nadie...!’. ¡Se ha acabado este proyecto! Hasta el último momento Jesús aún confiaba que los Doce, que había elegido para que representasen a Israel, recapacitasen y recondujeran la situación que Judas con su traición, Pedro con las negaciones y los otros con su huída, habían puesto en peligro de hacer abortar definitivamente el proyecto del Israel mesiánico. La muerte de Judas, por desesperación, comportó el fracaso definitivo de aquél viejo proyecto. Los Once intentaran, por su cuenta, reconstituir el número Doce con la elección de otro, pero en vano. No es el momento ahora de entrar en detalles. El fracaso de Jesús con los Doce fue un fracaso muy sonado. Pero nos enseña que Dios, por encima de los fracasos humanos, puede continuar entrando en nuestra historia. Última acotación Notaréis que no he trascrito el último inciso del v. 14: «Y lo oyeron sus discípulos.» Lo he eliminado porque fue añadido por Marcos, en segunda redacción, a fin de intercalar, después de la expulsión de los mercaderes, que comentaremos seguidamente, la perícopa de la maldición de la higuera, un desdoblamiento de la frase que acabemos de comentar. En segunda redacción, los discípulos le preguntarán por la higuera; por tanto, el evangelista había de mencionarlos en último lugar, en otro caso, si no estuvieran presentes, Pedro no se hubiera podido acordar y no le hubiera podido formular la pregunta. De hecho, Jesús, en la perícopa que hemos comentado, no ha maldecido la higuera, aquí, sí, al menos por lo que dice Pedro: «Maestro, mira la higuera que maldijiste, se ha secado» (11,21). Es un paso más. Jesús en primera redacción no la había maldecido, solo decía ‘que ya nunca mas nadie coma fruto de ti’. En segunda redacción Marcos perfilará mucho más poniendo este detalle. El evangelista tiene suficiente libertad para hacer lo que le parezca adecuado. Por eso nosotros lo hemos eliminado.

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Perícopa 65. *[B] 11,15-19 Entrada en Jerusalén y expulsión de los mercaderes del templo: reacción de los sumos sacerdotes y los letrados

[a] 15 Entró en Jerosólima y, mientras se encontraba en el templo, comenzó a expulsar de allí a

los que vendían y compraban en el templo, así como las mesas de los cambistas y las sedes de los que vendían las palomas; 16 y no consentía que nadie transportase objetos a través del templo.

[b] 17 Y, enseñando, les decía: «Está escrito: “Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones paganas.” Pero vosotros la habéis hecho “una cueva de bandidos”.»

[c] 18 Al oírlo, los sumos sacerdotes y los letrados se pusieron a buscar la manera de perderlo. [b’] (Le tenían miedo, dado que toda la multitud estaba llena de estupor por su enseñanza.) [a’] 19 Así que se hizo la tarde, salió de la ciudad.

¿De donde venimos? Jesús ha salido de Cafarnaún, ha pasado el río y siguiendo por la otra ribera del Jordán, se ha dirigido hacia Judea; una vez ha llegado a las puertas de Jerosólima ya cerca de Betania, en la montaña de los Olivos, ha divisado desde allí ‘la higuera’ y ha sentido ‘ganas’, pero no ha encontrado nada sino ‘follaje’, sin ningún ‘higo’ —todo es simbólico. Entonces le ha dicho solemnemente: «¡Que ya nunca más nadie coma fruto de ti!», es decir: ¡Ya se ha esperado demasiado! La higuera, Israel, es estéril. Entonces entra a Jerosólima y se va directamente al templo, causa de la esterilidad de la ‘higuera’. No se hace ninguna mención, en primera redacción, de una entrada triunfal. Una primera entrada diferente En el primer elemento [a] Marcos narra como Jesús entra por primera vez en Jerosólima y se va directamente al templo. Recordemos que antes, en la perícopa 63, de segunda redacción, habíamos leído: «Habiendo entrado en Jerosólima y, en concreto, en el templo, después de lanzar una mirada alrededor —y como ya atardecía—, salió hacia Betania acompañado de los doce discípulos.» Esta perícopa era un duplicado de la que ahora comentaremos. La segunda redacción siempre retoma temas anteriores, si bien a veces los anticipa y otras los coloca después. Ésta es, pues, la primera vez que Jesús entra en el templo: «Entra en Jerosólima y, mientras se encontraba en el templo, comenzó a expulsar de allí a los que vendían y compraban...» Mirad qué sencilla es la primera redacción. En la segunda redacción, en cambio, estos datos se ampliarán notablemente: encontraremos la preparación de la entrada en Jerusalén, el burro que habrán de ir a buscar los discípulos, los mantos que le echarán encima o con los que alfombrarán el camino, las aclamaciones de la multitud..., todo eso es de segunda redacción. Es decir, que el gesto mesiánico por excelencia no consistió en la entrada del día de Ramos en Jerusalén, que no figura en la primera redacción, sino en el hecho de ir Jesús directamente al templo donde quería denunciar a la institución religiosa por haber convertido la ‘casa de Dios’, que había de estar abierta a todas las naciones, en una ‘cueva de bandidos’, como veremos seguidamente. Es la única vez que lo hace. Marcos distingue claramente entre ‘la entrada en Jerosólima’ (no emplea nunca el término sagrado ‘Jerusalén’, que designaba la institución religiosa judía) y ‘la ida al templo’, el centro neurálgico del judaísmo. El templo convertido en un mercado «... mientras se encontraba en el templo, comenzó a expulsar de allí a los que vendían y compraban en el templo, así como a las mesas de los cambistas y las sedes de los que vendían las palomas; y no consentía que nadie transportase objetos a través del templo.» El tema dominante esta marcado por la repetición, tres veces, de la palabra ‘el templo’. Los dirigentes lo han convertido en un instrumento de explotación económica. Jesús expulsa tanto a los vendedores como a los compradores, aludiendo a Zacarías 14,21: «Aquél día no habrá ningún negociante en el templo del Señor del universo.» Los cambistas cambiaban el dinero romano, impuro, por el dinero acuñado por el templo para pagar los tributos religiosos y las ofrendas o para hacer donativos al tesoro del templo. Las palomas mencionadas en particular, eran los animales que habían de comprar los más pobres para los sacrificios (Lv 5,7; 14,22.30ss: ved Lc 2,24). El templo explotaba también a los pobres. Además, la gente utilizaba el

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templo irrespetuosamente para transportar mercancías o otros objetos por la explanada del mismo, convirtiéndolo en una vía pública. Jesús, además de expulsar a los negociantes, no tolera la profanación irreverente de ‘la casa de Dios’. Jesús denuncia la institución religiosa desde dentro En el segundo elemento [b], después del gesto vienen, como siempre, las palabras: « Y, enseñando, les decía: Está escrito... » Juan bautista había intentado marginarse de la institución, yendo al desierto, al otro lado del Jordán. Era una manera de distanciarse. Jesús, lo ha querido hacer desde dentro, a pesar de que no salió nada airoso. Su gesto es más teológico que material. Lo que no quiere decir que la enseñanza de Jesús no llevara a esta tensa situación por su continuada denuncia del precepto sabático y de la Ley de lo puro y lo impuro. Este gesto, el Evangelio de Juan lo hará más teatral, Jesús cogerá unos azotes... Son gestos proféticos que nadie interpretaba puramente al pie de la letra, pues podían captar fácilmente el sentido simbólico. Por ejemplo, cuando Dios le dice a Amós que se vaya con una prostituta..., se trata de un gesto profético expresado en un lenguaje que hoy diríamos realista dando a entender que Israel, el pueblo de Dios, se había prostituido con otros dioses. Nosotros nos hemos quedado con el lenguaje que aflora a la superficie y no hemos sido capaces de captar el lenguaje de fondo que es lo que Dios pretende comunicarnos. Dios habla en un lenguaje más profundo, pero utiliza nuestro lenguaje humano, lleno de símbolos y figuras. Si no hacemos caso, nos quedaremos ciegos, sordos, mudos, cojos, paralíticos..., figuras que aparecen en los evangelios para designar precisamente a los discípulos. Si lo entendemos al pie de la letra, continuaremos convirtiendo las escenas en relatos de milagros. ¿Cómo es posible que lo hayamos podido leer de esta manera? «... “Mi casa será llamada casa de oración por todas las naciones paganas.” Pero vosotros la habéis hecho “una cueva de bandidos”.» Marcos ha fusionado dos dichos proféticos: uno de Isaías 56,7, y el otro de Jeremías 7,11. En aquél tiempo no citaban, como hacemos nosotros, precisando los versículos concretos (la división en capítulos y versículos es relativamente moderna). Ni tan solo citaban el libro o el profeta concreto. Iban directamente al núcleo de la cosa: ‘Esta escrito’, en boca de Jesús, quiere decir que su gesto es conforme al designio de Dios. Jesús evita hablar del templo, pues Dios no quiere habitar en templos hechos por mano de hombre, sino que designa aquel lugar como ‘la casa de Dios’, una ‘casa’ que había de estar abierta a todas las naciones paganas porque, gracias a Israel, siempre que hubiera hecho un uso correcto construyendo una sociedad libre y justa, hubiera atraído a los paganos al conocimiento del Dios verdadero. Por desgracia, los dirigentes de Israel la han convertido en ‘una cueva de bandidos’. Los dirigentes religiosos se vengarán de él y de este gesto y le detendrán ‘como si fuese un bandido’ (14,48), un revolucionario que se había alzado contra el estado de derecho propugnado por los romanos, y será crucificado entre ‘dos bandidos’ (15,27). Reacción de los sumos sacerdotes y los letrados En el centro [c] encontramos la reacción de los que se sienten aludidos: «Al oírlo, los sumos sacerdotes y los letrados se pusieron a buscar la manera de perderlo.». Si les tira por tierra todo el negocio, es lógico que le quieran eliminar. Los sumos sacerdotes pertenecen a grandes familias riquísimas, pero eran mal vistos por el pueblo. En aquél momento ya no lo eran por ‘casta’, sino que eran nombrados por los gobernadores romanos. Su poder pasaba de padres a hijos y de una familia a otra. Este hombre se ha de eliminar —se decían entre ellos— porque sus gestos y sus ideas nos destruyen el templo, todo nuestro poder y modo de vida. Hasta ahora, los que se habían alzado contra el Imperio eran pretendidos mesias de tipo político, y eran aplastados por el ejército romano (cf. Lc 13,1; Ac 5,36 y 5,37). Ahora, en cambio, los que se han sentido aludidos son los sumos sacerdotes (la aristocracia sacerdotal) y los letrados (los maestros de la Ley). Con esta reacción podemos intuir por dónde iba Jesús. Después ya se cuidarán muy bien de presentarlo ante de Pilatos como un vulgar revolucionario. Eso no quiere decir que en el grupo de Jesús no hubiera personas muy significadas que pensaban en un Mesías político y que pretendían expulsar a los romanos usando métodos violentos. Una parte considerable de los Doce o eran violentos o pensaban que era la única manera de liberarse del poder invasor.

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¿Porqué tenían miedo? En el siguiente elemento [b’] hay un paréntesis explicativo del narrador: «Le tenían miedo, dado que toda la multitud estaba llena de estupor por su enseñanza.» Estaban convencidos de que la enseñanza que impartía Jesús conllevaría a la larga la destrucción del templo y acabaría con sus privilegios ancestrales, ya que liberaba a la gente y les socavaba su poder religioso. Hoy día la enseñanza de Jesús continúa provocando miedo. ¿Porqué, si no, acusaron de marxista a la teología de la liberación? Tuvieron miedo. Y tenían razón de tener miedo. A pesar de que no han podido acallarla, sí que la frenaron. Los tiempos, sin embargo, están cambiando rápidamente. Ojalá que, de entre las masas, surjan personas que no obedezcan consignas. ¿Qué se podía esperar, por ejemplo, hace poco, del testimonio de la señora Pilar Manjón, en aquella comisión de seguimiento del 11-M? Es fruto de esta paulatina toma de conciencia que se está manifestando por todas partes. Hemos de aprender a identificar y valorar estos signos. A nuestros dirigentes tanto políticos como religiosos les hemos de pedir que dejen de hablar autoritariamente y que cambien el modo de hablar y de discutir, que no aporta ningún ‘fruto’. Que se pongan, todos a una, al servicio de aquellos a los que la propia sociedad civil y religiosa ha marginado. Pero es, sobre todo, a los dirigentes religiosos a quienes van dirigidas las palabras de Jesús. Si continuamos construyendo templos hechos por mano de hombres, lugares sagrados que discriminan de algún modo a los que no son ‘puros’, a nivel ético, social, étnico o religioso, continuaremos convirtiendo la casa de Dios en una cueva de bandidos. Se ha hecho de noche El último elemento [a’], de un modo muy simple, nos dice que Jesús continúa, como siempre, haciendo su éxodo: «Así que se hizo tarde, salió de la ciudad.» Se acerca la hora de la oscuridad y las tinieblas. A Jesús le iba la vida y no quiere que lo capturen sin más, antes de entregarse él mismo, como veremos más adelante. Otra vez, saltaremos 9 perícopas, ya que las consideramos de segunda o tercera redacción englobando la gran discusión entablada en el templo con los letrados, los sumos sacerdotes, los saduceos, los fariseos... Marcos nos ofrecerá una construcción literaria teológica preciosa, haciendo que Jesús se encare a las diferentes facciones y retratándo a cada una por separado. EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (25) Perícopas que no comentamos Saltaremos nueve perícopas por considerarlas de segunda redacción. Recordad lo que ya dijimos en la lección 22 (pag. 110). Son las siguientes:

[66. **11,20-24 (***11,25-26) La higuera seca] [67. **11,27-12,12 Nueva ida a Jerusalén y al Templo: polémica con los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores del pueblo; parábola de la viña] [68. **12,13-17 Fariseos y herodianos] [69. **12,18-27 Saduceos] [70. **12,28-34 Reconocimiento de uno de los letrados] [71. **12,35-40 Contraataque de Jesús] [72. **12,41-44 Generosidad de la viuda pobre] [73. **13,1-2 Predicción de la destrucción del Templo] [74. ***13,3-37 Explicación, en privado, a los discípulos]

(Per. 66) En segunda redacción Marcos añadió una serie de perícopas. Por lo que se ve, el mensaje de la higuera, figura de Israel (Per. 64), no había calado a fondo en el grupo de los discípulos (las comunidades de Marcos de la diáspora o de Jerusalén). La segunda redacción, en efecto, parece que fue compuesta cuando Marcos, acompañando a Bernabé, vuelve al punto de partida de la misión, Chipre, y se comienza a exponer la buena noticia que ya había escrito en primera redacción, pero que no había

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podido predicar, porque Saulo, después Pablo, estaba obcecado en convencer a los judíos predicando en las sinagogas. Marcos no hace sino retomar el tema de la higuera: «Al pasar de buena mañana, viendo la higuera seca de raíz», Pedro se acordó de las palabras del Maestro y le dijo: «Mira, la higuera que maldijiste se ha secado.» Pedro interpreta que Jesús la ‘maldijo’, cosa que Jesús no había hecho ni tenia pensamiento de hacer. Para poder introducirla, Marcos ha añadido, en segunda redacción, al final de la perícopa 64: «Y lo oyeron sus discípulos.» (Per. 67) En la perícopa siguiente se dice que Jesús «entra de nuevo en Jerosólima». En segunda redacción, Marcos le hará entrar tres veces, según las conveniencias de su reelaboración. En primera redacción sólo se comprueba que entró una vez; fue al Templo, expulsó a los mercaderes y salió de la ciudad (Per. 65). Es muy escueta la primera redacción. En segunda redacción, Jesús entra de nuevo en el Templo, pero en lugar de expulsar a los mercaderes, los cambistas, etc., se pone a enseñar. Todos los estamentos de Israel irán desfilando ante de él. Primero vienen los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores, o sea los dirigentes que configuran el sanedrín o parlamento. A bocajarro le formulan la pregunta fatídica: «¿Con qué autoridad actúas?» Jesús ha prescindido totalmente de las autoridades religiosas y políticas, convencido de que hay dos maneras de tener ‘autoridad’. Una es la que nos da poder sobre los otros, ya sea la fuerza física, la fuerza moral, el cargo, la inteligencia, el dinero..., todo eso son poderes. La otra es el poder que emana del Espíritu, es la fuerza del Espíritu que nosotros interpretamos frecuentemente en línea de poder, la fuerza de Dios tan inmensa que pronuncia una palabra y crea un universo. Es tan accesible que todos y cada uno de nosotros podemos personalizarla, pero en la mayoría permanece dormida. Los dirigentes de Israel están aquí representados por los sumos sacerdotes a nivel religioso, los letrados a nivel intelectual, y los senadores a nivel político. Por la pregunta que le formulan, se ve claramente que interpretan la autoridad en línea de poder, como continuamos haciendo frecuentemente hoy día tanto a nivel civil como eclesiástico. (Per. 68) Seguidamente llegan los fariseos y los herodianos, o sea los estamentos más religiosos, más puros, de un lado, y los más politizados, los partidarios de Herodes, del otro. Como siempre, van del brazo. Éstos le preguntan por los tributos que se habían de pagar al Cesar. Si le atrapan, está bien perdido. Una de las principales reivindicaciones de todos los alzamientos mesiánicos consistía en no reconocer el poder romano que en buena parte se ejercía obligando a pagar los impuestos de guerra con la moneda acuñada por el propio Cesar. (Per. 69) A continuación llegan los saduceos. Son las grandes familias de terratenientes a las cuales pertenecen todos los sumos sacerdotes, al menos en esa época. Los romanos los promueven precisamente a partir de las familias acaudaladas. Los saduceos plantean temas de moral y de sexo, como se continúa haciendo hoy, si bien en parte ya hemos superado la casuística retorcida y opresora de conciencias de los moralistas de ayer. (Per. 70) Después toman el relevo los letrados, la intelectualidad. Uno de ellos le pregunta: «¿Maestro, cuál es el primer mandamiento?» Como era de esperar, le plantea la cuestión de la Ley, la Constitución de Israel. Puesto que ninguno de los estamentos dirigentes le puede atrapar, desisten de hacerle más preguntas. (Per. 71) Entonces Jesús pasa al ataque, dirigiéndose a la gente: «¿Cómo es que los letrados dicen que “el Mesías ha de ser hijo de David”?». Vaya una pregunta... Si David mismo, considerado como el autor del libro de los Salmos, dijo inspirado por el Espíritu Santo: «Dice el Señor a mi Señor: “Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos bajo tus pies” ... ¿De dónde sacan que ha de ser hijo/sucesor de David?» Marcos ha condensado en el marco del Templo las principales cuestiones que la enseñanza de Jesús al pueblo, planteaba a los dirigentes políticos y religiosos de Israel, dejando para el final la cuestión más candente sobre el mesianismo de Jesús y dejando bien claro que no es un continuador de la línea dinástica de David, como oficialmente se esperaba. Todo esto es una construcción teológica. Pensad ¿Habría sido posible que los dirigentes soportasen discutir con Jesús uno trás otro... en el lugar más emblemático de Israel como era el Templo?. ¡Pero si lo que querían era matarlo! Marcos, en segunda redacción, ha reinterpretado los hechos de Jesús. Notad que no hay ningún nombre propio y que el único marco donde se podía discutir con todos los estamentos dirigentes era precisamente el Templo. Los otros sinópticos (Mateo y Lucas) lo irán repitiendo. Juan ignora esta discusión. Históricamente es impensable.

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(Per. 72) Finalizada la polémica, Marcos pone la guinda. Presenta a Jesús sentado frente al tesoro del Templo. El dinero es el punto neurálgico de todos los sistemas religiosos, y continúa siéndolo hoy. Jesús contempla cómo la multitud va echando mucho dinero al tesoro..., pero se fija en una viuda, figura de la marginación social de aquél tiempo, y saca una lección para los discípulos: «...esta pobre viuda ha echado mucho más que todos...» (Per. 73) Al abandonar el Templo, los discípulos le quieren hacer desistir: «Maestro, ¡mira qué piedras y qué edificaciones las del Templo!», como hacen los turistas, los peregrinos que van a Jerusalén, a la Meca o al Vaticano... El templo es el cordón umbilical de toda religión. Si no lo cortas, ¡no podrás ser completamente libre nunca! «Os aseguro que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derruida.» (Per. 74) Entonces Jesús se sienta en la montaña de los Olivos. Marcos presenta a Jesús sentado nuevamente, pero no frente al tesoro del Templo (Per. 72), sino enfrente del Templo mismo. Sentado como Maestro, imparte a los discípulos la gran lección. Es muy larga, como en general las de tercera redacción. Pero cuanto más largas, más insulsas. Al término de esta perícopa, volvemos a enlazar con la primera redacción. Perícopa 75.* [B’] 14, 1-2 Los sumos sacerdotes y los letrados intentan arrestar a Jesús antes de la Pascua.

[a] 1 Se celebraba, pues, la Pascua dos días después. [b] Iban buscando los sumos sacerdotes y los letrados la manera de detenerlo y matarlo. [a’] 2 (Decían, en efecto: «No fuese el caso que durante la fiesta se produjera un alboroto del

pueblo.») Es preciso situarnos y recordar de donde venimos El primer elemento [a] contiene de una manera muy concisa la composición de lugar y de tiempo. La Pascua judía está cerca, «... dos días después». Por tanto, nos encontramos en puertas de la gran fiesta nacional de Israel que tenía lugar en Jerusalén. La fiesta de su liberación de la esclavitud de Egipto. Ya estamos, pues, situados. La última perícopa de primera redacción que hemos comentado (Per. 65) finalizaba diciendo que «Así que cayó la tarde, salió de la ciudad». Jesús acababa de denunciar la institución religiosa con un gesto profético: la expulsión de los mercaderes del Templo ‘purificándolo’ de todo el negocio religioso que había generado el culto y los sacrificios. Como medida de precaución ‘sale de noche’ (trazos típicos del éxodo) de la capital religiosa de la Tierra prometida que se había convertido pera él en tierra de opresión. La perícopa que ahora comentaremos, al principio (antes de intercalar las perícopas de segunda y tercera redacción) estaba estrechamente enlazada con la perícopa de la purificación del Templo, como lo atestigua la conjunción adversativa («pero») que Marcos usa con cuentagotas. Es también muy breve, indicio de su importancia: sólo tiene tres movimientos. Como es tan breve, se corre el peligro de pasarla por alto. Nosotros hoy tenemos necesidad, cada vez más, de muchas palabras y explicaciones. El lenguaje, las informaciones de toda clase son como drogo dependencia. ¡Que día sabremos leer sólo con cuatro letras! Marcos sintió la necesidad de ampliar la primera redacción, dos veces como mínimo, pero —sin quererlo— nos ha privado del frescor de la primera redacción. Pienso que no se publicó nunca. Mateo y Lucas, que dependen de Marcos, ya parten de la redacción actual. La he podido reconstruir usando criterios internos. Se puede separar fácilmente. Eso nos ayuda a ver cómo se construye un evangelio, que no es como dicen los expertos. Marcos no redactó el evangelio a base de dichos y datos recopilados a partir de testimonios oculares o escritos. No quiere decir que no se sirviera de ellos en absoluto, pero todos los materiales han sido muy elaborados. La primera redacción es de una cohesión interna impresionante

Un gesto profético muy arriesgado ante la inminencia de la gran fiesta nacional En el segundo elemento [b], se nos informa que «Iban buscando los sumos sacerdotes y los letrados la manera de detenerle y matarle». La gran fiesta nacional, la Pascua, era muy peligrosa desde el punto de vista de las autoridades romanas. Todos los movimientos de revuelta aprovechaban siempre los

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momentos críticos, y los días señalados eran los más críticos. Aún pasa hoy día: el 11 de septiembre, por ejemplo. La decisión ya estaba tomada «...los sumos sacerdotes y los letrados buscaban la manera...» Recordad que cuando Jesús expulsó a los mercaderes del Templo y denunció que ‘habían hecho una cueva de bandidos’: “al oírlo, los sumos sacerdotes y los letrados se pusieron a buscar la manera de perderle» (11,18). Son los mismos que aparecen aquí. Prácticamente las dos frases son idénticas, tanto es así, que en principio había pensado si no sería una un duplicado de la otra. Un examen atento, sin embargo, muestra que Marcos había construido deliberadamente un ‘crescendo’. Allí nos decía que «iban buscando la manera de perderle», después de precisar que «oyeron los sumos sacerdotes...» No dice que lo ‘vieron’. No fueron testimonios presenciales del gesto de Jesús de expulsar a los vendedores. Los sumos sacerdotes y los letrados no estaban presentes en aquella escena. Suponiendo que esta escena fue histórica. Su gesto les ha irritado, porque siendo ellos los máximos representantes de Dios, era inaudito que Jesús se hubiera atrevido a decirles en su propia casa que el Templo se había convertido en una ‘cueva de bandidos’ Imaginaos que se presenta un individuo en la explanada de la Meca y les diga que han convertido la casa de Alá en una ‘cueva de bandidos’... ¡Le linchan! Se han enterado por haberlo oído, pero no estaban presentes. Marcos añade que «le tenían miedo, pues toda la multitud estaba llena de estupor por su enseñanza», y por miedo no actúan. Se ha producido, sin embargo, un hecho nuevo: ‘Se celebraba la Pascua dentro de dos días.’ Los sumos sacerdotes, evidentemente, tienen aún más miedo ahora porque ven que la gente está de parte de Jesús, les interesa su enseñanza, y saben bien que a Jerusalén, en esta fiesta, vienen caravanas de todas partes. Y eso es muy peligroso, porque Jesús les ha descalificado delante del pueblo, y temen que se desencadene una revuelta. Es preciso, pues, «detenerle y matarle». La gente estaba harta también de los letrados o maestros de la Ley, porque en todo momento les recordaban las prohibiciones de la Ley. Nosotros, los mayores, aún tenemos experiencia. Hoy Día, ya no te pueden atrapar de esta manera. Demos gracias a Dios de haber nacido en esta época. Es una época preciosa. Evidentemente que hay muchas cosas negativas..., pero hay una toma de conciencia personal que no se había dado hasta ahora. No eran los tiempos de la Inquisición, pero había inquisición, te mataban moralmente. Aún hoy día tenemos compañeros moralmente muertos, el trabajo ha sido suyo para rehacerse. Hay que prevenir el motín

En el tercer elemento [a’] se explica qué es lo que está en juego. Hay que evitar por todos los medios que se rompa la buena armonía que los sumos sacerdotes y los letrados mantenían con el poder romano, para no poner en peligro su ‘status’. «Decían, en efecto: “No fuera el caso que durante la fiesta es produjera un motín del pueblo.”». O sea que preveían un motín y quieren evitarlo. Los principales responsables de todo el proceso de Jesús fueron, evidentemente, los sumos sacerdotes. Pero actuaron, como siempre, a través de intermediarios. Son ellos los que consiguieron que Jesús compareciera ante la autoridad romana y acabase como un mesías revolucionario. Ellos, directamente, no se mancharon las manos. Cosa muy típica de las jerarquías políticas o religiosas. Marcos no cita ningún nombre. Juan y Lucas hablan de Anás y Caifás. Mientras está en Jerosólima, Marcos, por prudencia, se autocensura. Por lo que se desprende de la primera redacción, los sumos sacerdotes tan sólo tendrán un cara a cara con Jesús en presencia de Pilatos. Un proceso estrictamente político. En segunda redacción lo hará preceder de un proceso religioso ante el sanedrín. Aquél constituía el núcleo histórico. El segundo es de aspecto teológico.

[Perícopa 76. **14,3-9 Betania: la comunidad de Simón, el leproso] Esta perícopa preciosa es de segunda redacción. A diferencia de la Betania que se encuentra al otro lado del Jordán (ved Mc 8,22, Codex Bezae = Jn 1,28), mencionada en primera redacción, Marcos, en segunda redacción, manifiesta una cierta predilección por la Betania que está cerca de Jerosólima (vide 11,1.11.12; 14,3), donde una mujer (María, según Jn 12,1) ungió la cabeza de Jesús. Al final de esta perícopa hay un loguion muy revelador: «Os aseguro: Donde sea proclamada esta buena noticia por el mundo entero, también se hablará de lo que ella ha hecho, en recuerdo de ella». En segunda redacción Marcos introduce una clara referencia a la primera redacción: cuando ‘la buena noticia’ (el artículo sugiere que to euaggelion = ‘esta buena noticia’ es conocida por los oyentes), esbozada en la primera

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redacción, ya se está proclamando ‘por el mundo entero’, ámbito de la segunda redacción, Marcos ‘habla de lo que hizo’ esta mujer ‘en recuerdo de ella’. Perícopa 77. *[A’] 14,10-11 Judas se ofrece a los sumos sacerdotes para traicionar a Jesús

[a] 10 Entonces Judas Scariote, miembro de los Doce, fue a presentarse a los sumos sacerdotes para traicionarlo.

[b] 11 Ellos se alegraron y le prometieron darle dinero. [a’] E iba buscando la manera más adecuada de entregarle.

Judas asume el liderazgo En el primer elemento [a] aparece Judas como protagonista: «Entonces Judas Scariote, miembro de los Doce...» no dice ‘uno de los doce’, sino ‘miembro de los Doce’, un partitivo que sirve para designar a uno que forma parte de este grupo. Marcos da a entender que también los otros, de alguna manera, están implicados, como si Judas fuera quien habla en nombre de los demás. «Se fue —por tanto se aparta del grupo— a presentarse a los sumos sacerdotes para traicionarle.» El Códice Beza no dice ‘para entregarle’, sino «para traicionarle», que es más explícito. Va directamente al grano. La primera vez que los sumos sacerdotes entraron en contacto con el círculo de Jesús, según la primera redacción, será a través de Judas, uno de sus discípulos más destacados. Las instituciones humanas se mueven a nivel de liderazgo. Jesús ha aceptado líderes en el seno del grupo de discípulos, los Doce, pero relega a Judas al último lugar, probablemente porque era el más ambicioso..., Aunque en la constelación (círculo) ‘zodiacal’ formada por los Doce se une al primero. Judas será quien decidirá la suerte de Jesús. ¿Habla en nombre del grupo? Yo me atrevería a afirmarlo, si bien no tenemos suficientes elementos que puedan demostrarlo de una manera palpable. El problema del gentilicio ‘Scariote’, ‘Iscariote’, ‘el de Cariot’, es, de momento, insoluble. Ellos lo sabían bastante bien, pero la tradición oral —lo que yo llamo ‘el libro del maestro’— se detiene/desaparece ya a comienzos del siglo II. El nombre de ‘Judas’ (en griego ioudas: 6x Mt; 4x Mc, 6x Lc + 9x Ac, 9x Jn) casa con ‘judío’ (en grec iudaios: 5x Mt, 5x Mc, 7x Lc + 80v Ac, 71x Jn) y hace referencia siempre al patriarca Judá, unos de los hijos de Jacob, que dará nombre a Judea y al pueblo de Israel; también uno de los 4 hermanos de Jesús se llamaba Judas (Mc 6,3). En el círculo de los Doce, sólo según Juan (Jn 14,22) y Lucas (Lc 6,16 i Ac 1,13), se diferencian dos Judas, el Escariote y el de Jaime, como si Juan y Lucas quisieran prevenir a los oyentes para no atribuir a la prevaricación de Judes/‘judío’ el fracaso del Mesías de Israel, ya que en el grupo de los Doce había dos representantes, recordando que había dos que tenían el mismo nombre. La frecuencia de la palabra ‘judío’ en el libro de los Hechos es lógica, una vez que la comunidad ‘cristiana’ ya se ha independizado del mundo ‘judío’. En cambio, la extraordinaria frecuencia en la obra atribuida a Juan denota que el autor de esta obra era muy probablemente un samaritano, como expresa muy bien la glosa: «Es que los judíos no se tratan con los samaritanos», introducida posteriormente en el texto, ya que no figura en el Códice Beza. Un pacto de conveniencias El segundo elemento [b] nos relata cómo el contacto de Judas con los sumos sacerdotes ha tenido éxito y se cierra el pacto: «Ellos se alegraron y le prometieron darle dinero.» Detrás del dinero no había sólo monedas sino también poder. Todos sabían que Jesús era el Mesías, pero la línea que llevaba no era la que todos esperaban. Ven que no confía en la fuerza, ni en las armas, ni en la violencia. (No había forma de que alguno se imaginase al Mesías de otra manera.) El Mesías era quien había de liberar al pueblo. La traición se iba forjando dentro del grupo. Los otros ya habían calculado quién sería el más importante, el primero y el segundo, quién se sentaría a la derecha o a la izquierda. Pero Judas se anticipó a todos ellos. Pretende ser él el Mesías. Él quiere la traición para hacerse con el poder. La ocasión se le presenta en bandeja. Eliminando a Jesús —piensa— ‘me aclamarán a mí como Mesías’. A los otros Once, les hace una mala jugada: todos miraban de colocarse, pero él ha sido el más listo. Judas —según el Códice Beza— traicionará a Jesús con un beso, como hizo Jacob con Esaú, para apoderarse de la herencia.

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No hay que perder la oportunidad En el último elemento [a’] se nos informa de modo muy sucinto que Judas, a partir de este momento, estaba en máxima alerta, examina la situación y busca el momento más oportuno para comenzar a actuar: «E iba buscando la manera más adecuada de entregarle» Se ha de actuar con mucho cuidado, pero deprisa. Es preciso eliminarle antes de que llegue la Pascua. Temen que Jesús haga una jugada magistral, que tenga el arma secreta, que aproveche el día de Pascua para hacer la gran declaración de su mesianismo. Estas dos perícopas (75 i 77) tan breves, son decisivas para la suerte de Jesús. Si dejamos de lado la escena de Betania (Per. 76), de segunda redacción, veremos que se corresponden perfectamente: «Se acercaba la Pascua al cabo de dos días.» Precisión temporal común a las dos perícopas. De un lado, «los sumos sacerdotes y los letrados iban buscando la manera de detenerle y matarle» (Per. 75); de otro, «Judas... se fue a presentarse a los sumos sacerdotes para traicionarle» (Per. 77). No se podía decir de una manera más escueta que la suerte del Mesías de Israel estaba a las manos de uno de los Doce, representantes del Israel mesiánico y, en concreto, de ‘Judes/Judá’, que en un principio había dado nombre al pueblo de Israel. Todo el proyecto de Dios, pensado para que el pueblo escogido, en el momento de la llegada del Mesías, inaugurase la era mesiánica, en la cual tendrían cabida todas las naciones, está a punto de hacer aguas. XI. PREPARATIVOS, CELEBRACIÓN DE LA PASCUA E INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA Perícopa 78. *[A] 14,12-16 Preparativos de la Pascua

[a] 12 El primer día de los Acimos, cuando sacrificaban el Cordero pascual, le dicen los discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a preparártelo, a fin de que comas la Pascua?»

[b] 13 Entonces envió a dos de entre sus discípulos diciendo: «Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidlo, 14 y allá donde entre, decid al amo de la casa: “El Maestro dice: ‘Dónde esta mi estancia donde en compañía de mis discípulos he de comer la Pascua?’” 15 El mismo os mostrará una sala grande en el piso de arriba arreglada con grandes divanes, bien dispuesta. Preparadlo allí para nosotros.»

[a’] 16 Salieron sus discípulos, llegaron a la ciudad, hicieron como les había dicho y prepararon la Pascua.

La nueva sección (XIª.) que ahora iniciamos consta tan sólo de dos perícopas (A || A’). En la primera ([A] Per. 78) se narran los preparativos de la Pascua que Jesús quería celebrar con los Doce. En principio, la Pascua judía se había de celebrar compartiendo un cordero sacrificado previamente en el Templo. Así mismo, después que Jesús ‘hubo entrado en Jerosolima y, mientras estaba en el Templo, después de haber expulsado a los que vendían y compraban’ (Per. 65), los discípulos sabían bien que Jesús no acudiría allí. La perícopa que vamos a examinar consta de tres elementos. Una matanza impresionante En el primer elemento [a] el evangelista nos informa de que ya ha llegado la Pascua: «El primer día de los Ázimos, cuando sacrificaban el Cordero pascual...» En el Templo estaban sacrificando los corderos, a miles. Cada cabeza de familia había de sacrificar un cordero y compartirlo con todos los miembros de la familia, todos los corderos debían ser sacrificados en el Templo. Una matanza impresionante. Pero la Pascua de Jesús no podía celebrarse en este Templo que acababa de denunciar diciendo que ‘se había convertido en una cueva de bandidos’. Los discípulos lo sabían bien. Por eso se distancian de él diciéndole: «¿Dónde quieres que vayamos a preparártela, a fin de que comas la Pascua?». La ‘tuya’ tu pascua, le vienen a decir, ya que ellos no piensan comer. Marcos revela de este modo cuál era la mentalidad de los discípulos, de los Doce, muy diferente de la de Jesús. ¿Dónde quieres tu celebrar la Pascua?

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El segundo elemento [b] contiene la respuesta de Jesús confiando una misión a «dos de entre sus discípulos diciendo: “Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidle...”» Estos ‘dos’ representan a todo el grupo. ‘Dos de entre los suyos’, ‘uno de los doce’, ‘un miembro de los doce’... Todos, más o menos, comparten la misma mentalidad. Están pensando en el Reino davídico: el Mesías reinará sobre todo el mundo con gran poder..., y ellos han de ser los más favorecidos. Jesús les invita a dar un paso muy serio. «Id a la ciudad...» Eso quiere decir que no están en ella. ¿Dónde esta Jesús? Hay que ir hacia atrás. Dos días antes de Pascua los dirigentes de Israel le querían matar, pero no sabían dónde estaba Jesús (cf. 14,1). Si vamos más atrás, saltando las nueve perícopas intercaladas, encontraremos que Jesús se fue a Jerosólima y expulsó a los mercaderes del Templo, y la perícopa finalizaba diciendo: «Así que cayó la noche, salió de la ciudad» (11,19). Jesús, en su éxodo, se refugia fuera de Jerusalén. Los Doce conocen el escondite; además, Judas teme que Jesús aproveche el día de Pascua para hacer la gran revelación que, obviamente, había de tener lugar en el Templo. Imaginemos que Jesús se presenta en aquél momento diciendo: ‘Yo soy el Mesías’, con el renombre que tenia. La información que le piden los discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte, a fin que comas la pascua?» podría ser utilizada por Judas. Las indicaciones que Jesús les dará son las típicas de un individuo que se mueve en la clandestinidad... Un personaje simbólico en momentos muy tensos «Id a la ciudad, y os saldrá al’encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidle...». Un hombre que lleva un cántaro de agua no era nada normal en aquella época. Su descripción responde a una figura del Baptista: el hecho de ‘salirles al ’encuentro’, el ‘cántaro de agua’, la invitación a ‘seguirlo’, la repetición de los términos ‘preparado’, ‘preparad’ (vide Mc 1,2-3: «él [Juan Baptista] preparará tu camino ... Preparad el camino al Señor»). Se podría tratar de un discípulo de Juan que se dirigiese a una comunidad determinada, conocida de Jesús, pero no de los Doce. Dentro del grupo de los Doce había discípulos de Juan. «... seguidle, y allí donde entre, decidle al amo de la casa: “El Maestro dice: ‘¿Dónde esta mi estancia donde en compañía de mis discípulos he de comer la Pascua?’” El mismo os mostrará un salón en el piso de arriba arreglado con grandes divanes, bien preparado.» ‘El amo de la casa’ es el presidente de la comunidad de discípulos, probablemente de origen bautista. Para unos y otros Jesús es ‘el Maestro’ indiscutible, sobre todo después de la decapitación de Juan. Jesús califica ‘la estancia’ de ‘mía’, no en el sentido de que se hubiera reunido otras veces (no hubiera sido necesario que les diera una consigna cifrada), sino porque pensaba hacerla ‘suya’ para celebrar ‘su’ Pascua, pero no solo, sino ‘en compañía de mis discípulos’, excluidos los posibles discípulos de Juan. Es curioso que esta ‘estancia’ lleve artículo (en griego, to kataluma mou), si bien es indiscutible que los Doce no saben donde está. Es la misma ‘estancia’ que, según Lucas, le fue negada a Jesús en el momento de su nacimiento («No había lugar para ellos en la estancia [de arriba, en to katalumati]), Lc 2,7], pero que después el mismo Lucas, siguiendo a Marcos, dirá que Jesús utilizó para celebrar la Pascua (Lc 22,11). Son les tres únicas frecuencias de esta palabra en todo el Nuevo Testamento. No tiene nada que ver con ‘la sala superior’ (en griego, to huperoon) donde tuvo lugar la venida del Espíritu Santo por Pentecostés (Hechos 1,13), una dependencia del Templo. Según mandaba la Ley, el cordero sacrificado se comía en casa, pero Jesús no tiene casa; busca una, situada en una comunidad bautista, porque no piensa comer la Pascua él solo. Ha escogido una sala grande (‘un salón’), situado ‘en el piso de arriba’, donde vivía y se reunía la comunidad, festiva (‘arreglada con divanes’), donde todo estuviera ‘bien dispuesto’ para la celebración de todos los ritos pascuales. La última orden que les imparte coincide con el núcleo central de la predicación de Juan (vide supra): «Disponedlo allí para nosotros», en primera persona plural, para él y para los Doce. Si Judas lo hubiera sabido por adelantado, hubiese podido ir a encontrar a los sumos sacerdotes y decirles: ‘¡Ya sé dónde celebrará la Pascua!’. Pero no dispone de esta información. Habrá de esperar otra oportunidad. En el grupo debía de haber una crispación impresionante. Las representaciones de la última Cena desfiguran lo que pasó realmente. Todos tienen caras de ángeles, excepto la de Judas. Una lectura atenta de los relatos evangélicos nos ayudaría a reconstruir la escena.

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Se acerca el final del fracaso de Jesús El último elemento [a’] contiene la realización punto por punto de todas las consignas que Jesús acaba de dar a los dos representantes del círculo de los Doce: «Salieron sus discípulos, llegaron a la ciudad, hicieron como les había dicho y prepararon la Pascua.» Son los típicos preparativos de la Pascua judía. EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (26) Perícopa 80. *[A’] 14, 17-18ª. 22-26 Celebración de la Eucaristía [a] 17 Llegado, sin embargo, el anochecer, llega en compañía de los doce. [b] 18a Estando ellos recostados en la mesa [22ª] y mientras comían ellos,

habiendo tomado un pan, bendijo a Dios, lo partió, se lo dio y dijo: “¡Tomad!, éste es mi cuerpo.” [b’] 23 Habiendo tomado una copa, después de dar gracias, se la dio, bebieron todos de ella [24] y les dijo: “Esta es mi sangre, la de la alianza, la que por todos se está derramando [25]. En verdad os digo que no volveré a beber más del fruto de la viña hasta aquel día que lo beba, si bien nuevo, en el Reino de Dios.” [a’] 26 Después de cantar los salmos, salieron hacia la montaña de los olivos.

Los versículos 17 y 18a que contienen la composición de lugar y de tiempo forman parte, actualmente, de la perícopa precedente (Per. 79.** 14,[17-18a]. 18b-21 Predicción de la traición de Judas), de segunda redacción. De hecho, sin embargo, en la primera redacción del Evangelio, constituían el encabezamiento de la perícopa que ahora vamos a examinar (Per. 80). Marcos, al intercalar, en segunda redacción, un nuevo tema, lo que hizo fue desmembrar el encabezamiento y donde decía “y mientras comían ellos….” Suprimió el pronombre (ellos) y añadió <les dijo Jesús: “Os aseguro que uno de vosotros me entregará, el que está comiendo conmigo…” El tema de “comer” le sirvió para intercalar la denuncia de la traición inminente de “el que está comiendo conmigo” La predicción de la traición de uno de los Doce es de segunda redacción. Con tal de enlazarla de nuevo con el resto de la perícopa primitiva repite “y mientras comían ellos” y, a continuación, “tomó un pan…” Estos empalmes, por medio de la repetición de unas mismas palabras, son característicos de un trabajo redaccional. Un momento de mucha oscuridad. En el primer elemento [a] Marcos nos informa de la situación: “Llegado, sin embargo, el anochecer viene en compañía de los Doce…” El anochecer evoca oscuridad, indica que se está apagando la poca luz que había. Es la quinta vez que se alude a la oscuridad en el Evangelio de Marcos. La primera vez sirvió para indicar el final del descanso sabático, “a la puesta del sol” el crepúsculo de la institución sinagogal (1,32); la segunda, precedió a la gran tempestad (4,35); la tercera enmarcó la segunda tempestad (6,47); la cuarta sirvió para remarcar la salida de Jesús del templo hacia Betania (11,11 D). Son maneras de colorear una escena. En todos estos pasajes lo hace con tintas muy negras. Nos encontramos en el momento más bajo de las relaciones de Jesús con los Doce. Marcos se expresa de esta manera, nosotros, hoy, lo expresaríamos quién sabe con cuantas palabras. Literalmente el texto griego lo subraya diciendo que “ya se ha hecho oscuro” como cuando decimos en sentido figurado que “caminábamos en la oscuridad”. “llega en compañía de los Doce” Una vez se ha hecho oscuro, lo más lógico sería decir que se fueron cada uno a su casa. Pues no, Marcos dice que Jesús “llega”, en presente, consiguiendo así que la escena se actualice en su comunidad y en las nuestras. Con este presente, nos coloca aquí a todos. Nosotros, bien acomodados, nos lo miramos como si no formásemos parte de los Doce…Una “buena noticia” ha de incidir por fuerza en los lectores u oyentes. Todos nosotros, tanto los dirigentes eclesiales y los que tienen cargos de responsabilidad como los que los hacemos responsables podemos caer en el gravísimo peligro de creer que la cosa no va con nosotros. También los doce estaban bien instalados en el poder.

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Pero Jesús intenta hasta el último momento hacerlos reflexionar. Siempre abriga la esperanza de que un día cambiarán porque cree en el hombre, si no, no lo hubiera podido aguantar. Un gesto que nadie esperaba. En el segundo elemento [b] se narra como actúa Jesús en medio de aquella fiesta pascual, como si se distanciase de ella, con un gesto propio inesperado, y se anticipase a los acontecimientos:”Estando ellos recostados en la mesa y mientras comían ellos…” Por lo tanto, son ellos los que están comiendo la Pascua, es su fiesta central: “era el primer día de los Ázimos (cf.14,12). Marcos no lo explicita porque no quiere dar más importancia a la que era para ellos la fiesta principal. Por eso no dice ‘mientras comían todos…’, sino “mientras comían ellos” el cordero pascual. Si no prestamos la suficiente atención podríamos incluir fácilmente a Jesús en este “ellos”. En cambio Marcos ha separado convenientemente la primera frase “llega en compañía de los Doce” indicando que es Jesús quien ha tomado la iniciativa (el verbo está en primera persona del singular) de la segunda frase “estando ellos recostados en la mesa y mientras comían ellos…”, los Doce, y de la tercera “habiendo tomado un pan…”. Son finos detalles de un buen teólogo. “…y mientras comían ellos, habiendo tomado un pan, bendijo a Dios, lo partió, se lo dio y dijo…”. La redacción del texto da a entender -como acabamos de comprobar- que Jesús no come con ellos. Mientras ellos celebraban la Pascua, Jesús <tomó un pan> cualquiera que había sobre la mesa. Como se puede ver, el texto prescinde de todos los elementos rituales de tipo sagrado que posteriormente hemos ido incorporando a esta cena. La bendición no consiste en trazar una cruz como lo entendemos nosotros hoy. Para los judíos una ‘bene-dicción’ no comportaba una ‘bene-acción’. Nosotros hemos de bendecirlo todo, entendiéndolo todo en categorías de puro e impuro, de sagrado y profano, como, por ejemplo, el “salpás” (antigua ceremonia catalana) asperjándolo todo con agua bendita y sal… Bendecir a Dios quiere decir hablar bien de Dios. Es más pronto una alabanza que no una acción; son dos aspectos que ayudan a uno a abrirse al proyecto de Dios. Pedir más bien nos cierra y siempre estamos pidiendo. Jesús pronunció una bendición, pero no precisamente sobre el pan sino a modo de una alabanza, partió el pan, lo dio a los Doce diciendo…Primero el gesto y sólo después viene la palabra que lo ilumina. La acción de <partir> el pan invita a com-partir, la de dárselo comporta la entrega de sí mismo a ellos como explicitará a continuación. Con un imperativo presente Jesús se entrega a los le iban a entregar. “…y dijo: “tomad, éste es mi cuerpo” Esta es la forma más primitiva de la institución de la Eucaristía. La primera redacción del Evangelio de Marcos es anterior a la conversión de Saulo y por tanto, a las cartas de Pablo, Bien pronto, sin embargo, la tradición incorporará a ella un memorial y Pablo dejará constancia de ello en la Primera carta a los Corintios. En Marcos no hay todavía ninguna clase de memorial. Pablo, como buen judío, consciente de que este gesto se actualiza en sus comunidades, insistirá en el memorial tanto respecto del pan como de la copa (I Co 11, 23-25). Más tarde se convertirá en un rito litúrgico. Se trata del acto más decisivo de la vida de Jesús:”tomad” (imperativo categórico) un presente imperativo que llega hasta nosotros. El presente del encabezamiento, “viene en compañía de los Doce” hacía referencia al momento concreto en que los Doce estaban a punto de entregarle valiéndose de Judas. Jesús viene a decirles ahora: ‘antes de que vosotros me entreguéis soy yo quien me entrego a vosotros.’ Es como si les dijera ‘a mí no me atraparéis, ya sé que os habéis propuesto deshaceros de mí a traición, por eso, antes de que se consume la traición, yo me entrego voluntariamente’. Dicho así, tal vez suena demasiado fuerte, ¿no?. Nosotros hemos cargado todas las sombras (culpas) sobre las espaldas de Judas, pero entonces nos resulta imposible entender por qué, en la escena anterior donde se denunciaba al traidor, los Doce (muy subrayado en el Codex Bezae –en cursiva-) <comenzaron a entristecerse y a decirle uno tras otro: “ por ventura soy yo? Y otro “por ventura soy yo”> Si se excusan uno a uno es que todos estaban implicados.. Jesús, en su respuesta, les implica a todos: <uno de entre los Doce> (14, 19-20) donde el partitivo tiene el valor de uno que representa a todos; a los Doce. Así se explica por qué desaparecieron todos en vez de dar la cara a la hora de la verdad, porque, de hecho, no estaban en absoluto de acuerdo con él. No olvidemos que son doce líderes y que Jesús para ellos es un compañero más (en compañía de los Doce). Tienen ideas contrapuestas sobre el mesianismo, por eso no lo aceptan. Así pues, Judas no representa un caso aislado

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como lo hemos presentado nosotros. Es uno que ha ido un poco más allá que los otros. Si hubiera sido solo él el traidor los otros se le hubieran echado encima, o bien, Jesús le habría expulsado del grupo, pero Jesús ha de contar con ellos en otro caso se habría quedado solo. Pues bien, en plena fiesta pascual Jesús anuncia su éxodo definitivo, ya no hay tiempo, ve que en este momento no pueden cambiar de parecer. Y lo hace precisamente el día de Pascua en el que conmemoraban el éxodo del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. Todo estaba preparado y decidido. Es por todo esto que tomo un pan, como una última enseñanza (<pan> es sinónimo de enseñanza, como el maná en el Antiguo Testamento, en contraste con <el pan bajado del cielo>; releed el capítulo 6 de Juan) a ver si a la larga este <pan> les hacía repensar y cambiar de mentalidad.. Y así fue, a la larga les hizo pensar y cambiar. A ellos… y también a nosotros. Un pan que es enseñanza y se mastica, no sólo se hace memoria de él. <…habiendo tomado un pan…dijo: “tomad, éste es mi cuerpo“> El soma, en griego, es el cuerpo, sinónimo aquí de la persona en cuanto tiene capacidad de relación y hasta de contacto con los demás. Él se entrega personalmente…’¡tomad! Haced la experiencia de ésto (el memorial viene de aquí…) cada vez que lo comáis profundizaréis en la experiencia de este gesto mío.’ Tomar conciencia comporta adquirir una manera de pensar y de actuar en consecuencia, pero una experiencia comunitaria que, a la larga, si se imparte una buena enseñanza, ayuda a crear una mentalidad común. Eso sí, ¡siempre que sea a base de una buena enseñanza, de buen pan! ¿Recordáis la escena de la hija de Jairó? Jesús después de resucitarla (lo que hemos interpretado como un simple milagro) es decir, devolver a la vida a una comunidad que <estaba en las últimas> y que finalmente <se había muerto>, les dijo <que diesen de comer a la jovencita> (Mc 5,43). Si lo interpretamos, como siempre, al pie de la letra, resulta ridículo que después de resucitarla se preocupe de que le den comer. Pero situados en el marco de la sinagoga, Jesús viene a decir al Jefe de la sinagoga que se había atragantado de leyes y preceptos pero no le había dado a su hija buen alimento y por eso se había muerto. Es lo que está pasando con muchas de nuestras parroquias, se están muriendo por falta de buen alimento. Todo lo diluimos. Traducimos de una manera formularia: <tomad, esto es mi cuerpo>, como si Jesús les diese una explicación del gesto precedente (<esto>) y les dijese señalando que ahora se ha transformado (<es>) en su propio cuerpo (<mi cuerpo>). Y hemos subrayado la fuerza del imperativo <tomad>, ahora nos hemos de fijar en la forma asindética (sin ninguna clase de nexo) con que une este imperativo con el pronombre que encabeza la frase siguiente. El pronombre griego touto es neutro, sin duda, pero también es neutro el vocablo soma que traducimos por cuerpo y que en español es masculino, si lo traducimos por ‘esto’ desvinculamos el pronombre del substantivo correspondiente y lo interpretamos como quien señala algo, en cambio si vinculamos estrechamente los dos neutros (en negrita) <este es el cuerpo mío> (literalmente) les está diciendo que ‘su cuerpo, que les ha invitado a tomar’ no es simplemente su cuerpo mortal que ellos están a punto de entregar a las autoridades religiosas, sino el que les acaba de describir, mediante la figura del pan, sirviéndose para ello de cuatro verbos en tiempo personal (según el Códice Bezae, en cursiva) perfectamente coordinados (cuatro kai = <y>, en negrita.) que inciden en el pan que acaba de tomar. He aquí la traducción literal: <habiendo tomado un pan, bendijo (a Dios) y (lo) partió y (lo) dio a ellos y dijo…> Primeramente él ha ‘tomado’ un pan, después les invita a ellos a ‘tomarlo’ a su vez, pero no como él lo ha tomado de sobre la mesa sino una vez ya cualificado con los cuatro verbos. En este caso el gesto es muy claro; se entrega a ellos como un pan que no solamente se mastica (<bendijo>), sino que se comparte (<partió>) con los demás al mismo tiempo que se entrega libremente (<dió>). Nótense las correspondencias <tomó/tomad>, <bendijo-partió-dio-dijo>/<éste es>, <un pan>/<mi cuerpo>. Con la expresión <este es mi cuerpo> les viene a decir que ‘este pan’ es Él mismo en tanto que, sujeto que alaba, comparte su vida con ellos y se entrega antes de que ellos lo hagan materialmente. También hoy, pues, la Eucaristía ha de ser una experiencia de la presencia activa de Jesús que nos invita a alabar a Dios, a compartir con los hermanos, y a entregarnos gratuitamente al servicio de la comunidad humana. Si nos transfigura –es un decir- detrás del rito, si nos paramos a discutir sobre la transubstanciación (un vocablo que ya ha entrado en los diccionarios) iremos repitiendo mil veces el memorial del Señor, multiplicaremos las misas privadas o parroquiales y nos quedaremos más o menos como antes…

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La copa de la cual todos hemos de beber pero no con cara triste sino como el vino de la alegría. El tercer elemento [b’] constituye un brindis de acción de gracias:<habiendo tomado una copa, después de dar gracias a Dios, se la dio y bebieron todos …> Dice <una copa> (no un ¡‘cáliz’!; ya lo hemos sacralizado). Es como si hiciera un brindis. Probablemente era la última copa de la celebración de la Pascua. En la celebración de la Pascual judía eran cuatro las copas rituales. Precisa que “dio gracias”: Jesús acaba de realizar un gesto importante, acaba de entregarse a sí mismo a los suyos y ahora da gracias por ello. Primeramente, cuando hubo tomado el pan, Marcos dice que “bendijo a Dios”, un acto de alabanza muy común entre los judíos. Ahora, en cambio, precisa que “dio gracias”, un verbo griego. eucharisteo que ha dado nombre a nuestra eucaristía. A continuación dice que “les dio” la copa para que la fuesen pasando unos a otros e hiciesen la misma experiencia. No se explicita que fuese de vino, pero se presupone ya que formaba parte de la celebración pascual. Lo aclarará más adelante. Finalmente añade que “bebieron todos de la copa”, o sea que antes de decirles qué sentido tenía su gesto quiere que beban de ella todos y cada uno y experimenten la alegría que produce desbordar el vino en medio de una fiesta. ¿Quién de nosotros habría pronunciado un brindis en una situación semejante?. Después de haberse entregado él personalmente, Jesús desborda de alegría interior y quiere que los doce la compartan. Alianza sólo hay una. Mientras viven la experiencia, Jesús les imparte la última enseñanza: “…les dijo: “ésta es mi sangre, la de la alianza, que por todos (muchos) se está derramando…” Es la acción la que conduce a la experiencia. Si comenzamos por la palabra, ésta queda insulsa y no tiene fuerza por sí misma. Estamos inundados de encíclicas, documentos y proclamaciones…pero nos faltan gestos proféticos que sean comprensibles por sí mismos. Si continuamente has de dar explicaciones quiere decir que tu gesto no era profético, no era inteligible por sí mismo. La diferencia que hay entre la profecía y la apologética radica en que cuando hacemos apologética es porque tenemos necesidad de demostrar y tratar de convencer a la gente sobre algo que de entrada no había entendido. En cambio el gesto profético habla por sí mismo. La comunidad cristiana habría de actuar siempre proféticamente. <Ésta es mi sangre, la de la alianza…> El Códice Bezae conserva el artículo (en negrita) que determina cual es la verdadera sangre que había de sellar la alianza que Dios había resuelto pactar desde el momento de la creación –desde el <Big Bang> -con la criatura, cuando ésta tuviese capacidad de concluir un pacto y de mantenerlo. No dice simplemente: ‘ésto/ésta es la sangre de mi alianza’ sino <ésta es mi sangre la de la alianza.> Quiere decir que todas aquellas víctimas, con cuya sangre se había sellado la alianza del Sinaí y que cada año, por Pascua, eran inmoladas como un recuerdo perenne de la alianza -antiguamente se pactaba con sangre- se han revelado inútiles. Con un simple artículo, Marcos (Códice Bezae) ha quitado toda fuerza a los sacrificios del Templo y a toda clase de sacrificios e inmolaciones. Recordemos que nos encontramos al anochecer del primer día de los Azimos en el cual se sacrificaban miles y miles de corderos. Los doce acaban de comerse o se están comiendo un cordero sacrificado en el Templo. Si dice que “esta es la sangre de la alianza”, quiere decir que con las otras sangres no se había sellado ninguna alianza seria. Los doce estaban convencidos, como buenos judíos, de que los corderos sacrificados en el Templo rememoraban la alianza de Dios con el pueblo de Israel. Pero ahora Jesús les dice: “ésta es la sangre de la alianza …¡la mía!”. Alianza, por tanto, sólo hay una, la que Dios pactó con su creación y que ahora sella con la sangre de Jesús (Juan le pondrá el nombre de “cordero pascual”) Y puntualiza: “…que se derrama por todos”. Ésta es la traducción habitual de la palabra griega polloi que propiamente significa “muchos”, pero que es considerada aquí como parte de una fórmula semítica (propia de las lenguas semíticas, hebreo, arameo, árabe) que equivale a “por toda la humanidad”. No obstante de entre las 23 veces que aparece en el Evangelio de Marcos este adjetivo sustantivado, tan sólo aquí, en 14,24 se considera que ha de traducirse por “todos”. Sin negar la existencia de este semitismo, siempre me queda la duda de si no estamos interpretando estos textos a partir de una fórmula teológica posterior como la de ‘Salvador universal’ o ¡Redentor de toda la humanidad’. Podría traducirse pues, también por “la que por muchos se derrama/se está derramando” (el Códice Bezae anticipa el complemento) a saber por todos aquellos que, a lo largo de la historia, se han ido abriendo a

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la experiencia e Dios. Muchos interpretan el participio griego ekkunnomenon por “que será derramada”, entendiendo que se trata de un presente por un futuro. Es posible, pero de esa forma se pasa sin solución de continuidad del sentido figurado, del vino que se está derramando a medida que van bebiéndolo, al realismo de la cruz. Jesús excluido de Israel. “En verdad os digo que no volveré a beber más del fruto de la vid hasta aquel día en que lo beba, pero nuevo, en el Reino de Dios>. El texto alejandrino dice que <ya no beberé más”, mientras que el Códice Bezae precisa que <no volveré a beber más> una expresión que ha pasado a la traducción griega de los Setenta. Aunque vienen a decir casi lo mismo, la segunda tiene una coloración más semítica, en el sentido de que no piensa repetir esta acción “hasta el día aquel en que…”. ‘Volver a beber’ presupone, en efecto, que acaba de beber pero que ya no beberá más hasta aquel día. Por tanto, hace una clara referencia a la situación que está viviendo en este momento, la celebración de la Pascua judía, probablemente la última copa, (en la celebración de la Pascua judía se beben 4 copas rituales). “El fruto de la vid”, siendo la “viña” un símbolo de Israel, indica que no volverá a participar nunca más en este rito judío.. Estos símbolos están todos aquí muy concentrados. Es claro que si le matan ya ‘no volverá a beber más del fruto de la viña’, pero está convencido de que su fracaso no será definitivo. Está a punto de hacer su éxodo personal fuera de la ‘viña’ fuera de la institución religiosa y política de Israel, precisamente durante la celebración de la Pascua judía en la que se actualizaba el éxodo de Egipto. Todo un contrasentido. El reino de Dios se inaugurará a partir de un fracaso estrepitoso. “…hasta aquel día en que lo beba, pero nuevo, en el Reino de Dios”.¿De qué ‘Reino de Dios’ se trata? En eso radica el malentendido de los Doce. Según ellos el Reino de Dios había de instaurarse por la fuerza, tal vez con la violencia de un movimiento subversivo, o bien mediante pactos. Pero Jesús no ha pactado con nadie. Tiene a todas las Instituciones en contra. Quieren quitarlo de en medio, ¿Cómo explicar si no que Judas haya ido a encontrarse con los sumos sacerdotes?. En el grupo de los Doce hay un revoltijo de ideologías impresionante. Nunca sabremos con certeza cuál era la mentalidad de cada uno ellos. Podemos vislumbrar la de Pedro, de Santiago y de Juan los hijos de Zebedeo, de Andrés un poco, de Simón el fanático, porque el evangelista lo da a entender con el sobrenombre o calificativos; de los demás no sabemos cómo pensaban, a quién representaban, de qué partido político o religioso formaban parte. La viña tendrá continuidad, pero será una viña nueva, sin fronteras políticas ni barreras religiosas. “…no volveré a beber más…hasta el día en que lo beba, pero nuevo, en el Reino e Dios”. Solo hay una alianza, la de Dios con su creación. La alianza forma parte del proyecto de Dios. Jesús nos está diciendo que Israel ha dejado de producir fruto pero que la viña continuará dándolo. El Reino de Dios, su proyecto, no se acaba en este momento de su fracaso humano. Jesús ha tenido que orar mucho y cuestionarse a menudo cómo había de llevar a cabo su misión. Contínuamente puesto a prueba por las circunstancias que le rodean, por las pretensiones de los discípulos liderados por los Doce con su ambición de poder, Jesús sabe que es posible, que hay personas, a las que conoce personalmente, que le han entendido del todo sin poner ninguna clase de obstáculos. Tiene la experiencia de que a pesar de su fracaso el proyecto de Dios tendrá continuidad.. De hecho, los evangelios no nacieron a partir de los recuerdos de los apóstoles sino a partir de estas pequeñas comunidades que fueron capaces de expresar su experiencia. Son los testimonios oculares que consultará Lucas: Marcos, María Magdalena, Juana, Susana, Leví, Zaqueo y muchos otros. “…pero nuevo”, será un nuevo fruto de la viña. La distinción entre Antigua Alianza/Testamento y Nueva Alianza, que hoy en día muchos se resisten a aceptar, no explica el hecho de que Dios ha hecho una sola alianza con su creación. Es muy probable que haya mil humanidades posibles en este universo tan inmenso: la alianza es válida para todos. Si hubiera tan sólo una, en este pequeño planeta azul, quedarían excluidas de ella millones de humanidades. Allí donde haya seres capaces de escoger, de ser libres, de independizarse de las masas, de no pensar como la mayoría, se realiza, ya desde ahora, el Reino de Dios. Las masas pueden ser teledirigidas, pero Dios se comunica a través de personas, no de

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mayorías. Allí donde haya seres humanos que hayan evolucionado al menos hasta el punto en que se encuentra nuestra humanidad, Dios se les comunica plenamente, como lo ha hecho con nosotros por medio de Jesús, sin excluir las numerosas tentativas que había hecho a través de los profetas, sean judíos o no. Dios se quiere comunicar de tú a tú, pero necesita que tú te abras a El plenamente. El está siempre abierto eres tú quien estás cerrado. Nosotros decimos: ‘cielos, ¡abrios!’, en vez de decir : ‘abrete tú, tu cielo’ para que te pueda hablar. El Mesías inaugurará, sí, el Reino de Dios, pero a partir de un gran fracaso. Lo más lógico hubiera sido que Israel hubiese aceptado al Mesías. De hecho ni siquiera sabemos con certeza cuando comenzó a constituirse este pueblo. De la protohistoria de Israel, de Abraham, de los Patriarcas, anterior a la salida de Egipto apenas existen rastros arqueológicos. Pero es igual. El hecho es que su historia está sembrada de constantes éxodos; el éxodo de Abraham saliendo de Haran para dirigirse al país de Canaán, el éxodo del pueblo de Israel que se libera de la esclavitud de Egipto, el éxodo de Jesús que sale de su tierra, de su pueblo, de su religión, de todas las estructuras religiosas y políticas, el éxodo de los creyentes helenistas fuera de Jerusalén, el éxodo de Pedro dejando la presidencia de la iglesia oficial de Jerusalén…Hay pues, una sucesión de éxodos pero siempre a partir de posiciones seguras. Es la única manera de poder comprender el Proyecto de un Dios que quiere comunicarse con su humanidad para decirle que la ha creado. Dios quiere tener hijos e hijas con los que hablar, comunicarse a nivel de tú a tú, de igual a igual. Jesús después de la experiencia de ser el Mesías ha tenido que modificar varias veces su proyecto, hasta que la muerte inminente le ha hecho abrir los ojos. Ahora ya ve que es posible porque conoce personas que, al margen de los grandes líderes ya están plantando las cepas de la nueva Viña del Reino. Por eso está tan seguro de que beberá de este vino nuevo y que lo compartirá con esta gente y con todos lo que quieran adherirse. La condición previa es ‘salir’ abandonando las propias seguridades que impiden la apertura a lo desconocido, a la gratuidad de la oferta creadora y libertadora de Dios. Se consuma el éxodo. El último elemento [a’] constituye en el Evangelio de Marcos, tal como lo tenemos hoy, el encabezamiento de una perícopa de segunda redacción. Toda la perícopa 81, salvo este versículo, es claramente de segunda redacción: aquí aparece dos veces el nombre de Jesús (14,vv. 27 y 30) y constituye una repetición del tema del escándalo (véase la perícopa 54, de primera redacción). Marcos, en circunstancias ya muy alejadas de los hechos de Jesús, en el seno de comunidades de mayoría pagana sintió la necesidad de desarrollar temas que tan sólo había esbozado en primera redacción. Este es el caso de las negaciones de Pedro. De una manera muy breve Marcos narra los últimos pasos que Jesús pudo dar en libertad: “después de cantar los salmos salieron hacia el monte de los olivos.” Hace ya tiempo que Jesús no puede quedarse de noche en la ciudad porque le están buscando para matarle. Jesús ‘sale’ por última vez (ya no se predicará más de él este verbo que tiene el sentido técnico de éxodo) acompañado de los Doce. Pero antes, como colofón solemne de la cena pascual, cantan los salmos 115-118.. En el monte de los olivos tiene un lugar seguro donde Jesús se refugia con los suyos en plena clandestinidad. Pascua quiere decir precisamente éxodo. La comunidad cristiana habría de ser la que fuese capaz de retornar al sentido primigenio de esta fiesta.. La fiesta de Pascua habría de servir para comprender todas las situaciones de éxodo que se han dado en la historia de la humanidad y que se continúan dando también en miles de personas sin tierra, de refugiados, de perseguidos.

[81.**14,27-31 predicción el escándalo de los Doce y de las negaciones de Pedro] Acabamos de ver que el colofón de la Per. 80, de primera redacción se convirtió en el encabezamiento de la Per. 81, de segunda redacción pese a que le cuadraba más ser un epílogo que no un encabezamiento de perícopa. Marcos lo aprovechará para hacer dos predicciones (la gran mayoría de las predicciones se encuentran en perícopas de segunda redacción) la del escándalo de todos los integrantes del grupo de los Doce dirigentes (14,27-28) y la de las negaciones de Pedro (14, 29-31). Hay, sin embargo, en la primera parte de la perícopa, un dicho de Jesús que reencontraremos al final del Evangelio: “mirad, os precedo a Galilea: allí me veréis tal como os tengo dicho” (16,6).El dicho de Jesús al que El mismo (según el Códice Bezae) ha hecho aquí referencia se encuentra, de hecho, en esta

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perícopa de segunda redacción porque forma parte de un dicho de Jesús donde se mencionaba expresamente su nombre: “entonces les dijo Jesús: ”todos vosotros os escandalizaréis, como está escrito: ‘heriré al pastor y se dispersarán las ovejas’. Pero después que yo haya resucitado os precederé a Galilea” (14,27-28)El problema está en que el dicho primitivo consta en una perícopa de segunda redacción mientras que la referencia se encuentra en una de primera redacción. Estamos, pues, frente a una incongruencia grave. Después de pensarlo mucho he optado por una salida del atasco diferente de la que había mantenido antes. El dicho de Jesús “Todos vosotros os escandalizaréis…” hasta “…os precederé en Galilea” habría sido añadido por Marcos en este lugar en segunda redacción, pero al propio tiempo habría introducido en el dicho que había puesto en primera redacción, en labios del joven vestido de blanco y que representaba a Jesús resucitado, la frase “tal como os tengo dicho”. Es la solución más sencilla- Por otro lado es típico de las perícopas de segunda redacción contener repeticiones de temas enunciados en la primera, sea anticipándolos (como sería en este caso), sea comentándolos después. EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (27) XII. GESAMANÍ: ANGUSTIA ANTE LA INMINENCIA DE LA MUERTE TRAICIÓN DE JUDAS Y ARRESTO DE JESÚS La sección (XIIª consta de tres perícopas: la primera narra la poca sintonía de los tres líderes ante la angustia y soledad de Jesús [A]; la segunda el beso traidor de Judas [B]; la tercera, muy breve, el testimonio de un joven que iba siguiendo el arresto de Jesús [A’]. Perícopa 82. *[A] 14,32-42 Indiferencia total de los tres líderes de los Doce ante la congoja terrible que Jesús experimenta

[a] 32 Llegan a una finca que tenia por nombre Gesamaní, y les dice: «Sentaos aquí, mientras

yo oro.» [b] 33 Entonces se lleva aparte a Pedro y Santiago y Juan en su compañía y comenzó a sentir

desconcierto y abatimiento. [c] 34 Entonces les dice: «Mi ánimo se entristece hasta morir. Quedaos aquí y velad.» [d] 35 Se adelantó un poco, se postró rostro en tierra y comenzó a rogar que, si era posible,

pasase pronto de él aquella hora. [e] 36 Y añadía: «Abba, ¡Padre!, todo es posible para Ti…; aparta esta copa de mí. Pero que

no se haga lo que yo quiero, sino lo que tu quieres» [e’] 37 Viene y les encuentra durmiendo. Entonces dice a Pedro: «¿Simón, duermes? ¿No

habéis sido capaces de velar una sola hora? 38 Velad y orad, no entréis en tentación. El espíritu del hombre está pronto pero la carne es débil. »

[d’] 39 Nuevamente se apartó y oró. [c’] 40a Vino y los encontró durmiendo. [b’] 40b (Es que sus ojos estaban cargados de sueño, y no sabían qué contestarle.) [a’] 41 Viene por tercera vez y les dice: «¡Dormid ya y reposad! Por fin se ha ido a hurtadillas

también la hora. Mirad, el Hijo del hombre es entregado en manos de los descreídos. 42 “¡Levantaos, vamos! Mirad, ya está aquí el que me está entregando»

Unos presentes que nos implican a todos El primer elemento [a]: «Llegan a una finca (región, lugar...) que tenía por nombre Gesamaní....» (Getsemaní, los otros códices), en presente y en plural; por tanto, Jesús no va solo, sino que va acompañado, «...y les dice: sentaos aquí, mientras yo oro», nuevamente en presente. Esta escena está plagada de presentes, como todo el Evangelio de Marcos. En Lucas hay muy pocos. Estos presentes, que los técnicos llaman ‘presentes históricos’, de hecho son presentes actualizadores, actualizan la situación en el seno de la comunidad que lo está leyendo, y a nosotros que lo estamos escuchando. Si se

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dice ‘llegan...’, somos todos nosotros los que vamos con Jesús a éste lugar, ‘...y les dice...’, nos lo dice también a nosotros. (Se les ha llamado, también, presentes dramáticos). Para un judío es la cosa más normal. Tienen una gran capacidad para actualizar hechos del pasado en el momento presente del pueblo de Israel. Por ejemplo, en referencia a los nombres, cuando Lucas dice del esposo de María que «tenía por nombre José», el hecho de ponerle un nombre que no es el suyo sino un alias (si hubiese querido nombrarle por su nombre real, habría dicho «de nombre José»), lo hace porque Teófilo, un sumo sacerdote que se ha quedado sin templo (después de su destrucción en los años 70) le relacione con la historia del patriarca José. Es decir que este personaje del que no quiere revelarle el nombre, está relacionado de alguna manera con el patriarca José, el patriarca que fue vendido por sus hermanos, etc., con todo lo que eso comporta. No quiere decir que se repita exactamente la escena, pero sí que hay una serie de detalles de aquel personaje que se repetirán en este otro. Otro ejemplo, el nombre de Jesús que, antes de nacer, le puso el ángel, es en griego el mismo nombre de «Jesús, hijo de Nun y ayudante de Moisés» (Js 1,1, según la Biblia griega de los LXX; en hebreo, Jehoixua, ‘el Señor salva’; que ha pasado al español como «Josuè», de donde procede el nombre con el que se conoce ese libro). ¿Qué hay detrás de todo ésto? Josué fue quien guió al pueblo de Israel, le hizo atravesar el Jordán (Moisés se quedó a las puertas de la tierra prometida) y conquistó la tierra de Israel, salvándolo de sus enemigos (para nosotros sería como Jaime I el Conquistador). Esto no quiere decir que Jesús sea el nuevo Josué, como con frecuencia se interpreta, pero sí que en cierto modo, asumió el papel de Josué, aunque de una manera muy diferente. Jesús, según Lucas, lo tenía muy claro cuando después de atravesar el Jordán, llegó a Jericó, lo atravesó (cf. Lc 19,1) y subió a Jerusalén (19,28), siguiendo el mismo recorrido que había hecho Josué, pero de una manera muy diferente: Josué conquistó la tierra, en cambio Jesús experimentará el gran fracaso del Mesías haciendo su éxodo a partir de Jerusalén (cf. 9, 31). Jesús adopta la forma del mismo personaje, pero ha cambiado completamente la historia, la ha dado la vuelta totalmente. En lugar de conquistarla, de apoderarse del poder, se puso al servicio de los marginados de Israel y los dirigentes religiosos le liquidaron. Lucas nos viene a decir que ésta es la historia tal como la ve Dios; la otra es la historia tal como la hemos interpretado nosotros, los hombres. Los hombres, cuando Dios interviene a favor de un pueblo, lo interpretamos a nuestra manera al estilo de Bush, por ejemplo, o de nuestra «cruzada». Nos lo hemos hecho a nuestra medida. Bush o cualquiera que se sirva del nombre de Dios para hacer su propia guerra para conquistar y dominar a los otros, tergiversa del todo el plan de Dios. Así lo hacemos siempre. Un buen teólogo, como Jesús, que conoce y sabe interpretar la Escritura y además es muy fiel al proyecto de Dios, está trastornando todas las interpretaciones partidistas de la Escritura; no la niega, pero le da el sentido que debería tener. Por eso quiere entrar en Jerusalén pasando por Jericó.

Aquí nos encontramos en otra situación, pero estos presentes nos actualizan los hechos de Jesús. (He hecho esta digresión para que nos demos cuenta de la fuerza de estos presentes.) «Sentaos aquí —les dice—, mientras yo oro.» Se da cuenta de que los discípulos no están capacitados para orar. El triste papel de los líderes . El segundo elemento [b], «Entonces se llevó aparte ‘al’ Pedro y Santiago y Juan en compañía de él...». Con un único artículo Marcos los traba a los tres. Es la tercera vez que se presentan estos tres personajes. Han aparecido en la escena de la hija de Jairo (Mc 5,37, los tres sin art.) y en la de la transfiguración (9,2, los tres con art.). Qué nos viene a decir con esta repetición? Pues que estos personajes, según el punto de vista de Marcos, son los que marcan el talante del grupo de los doce. Tres líderes diferentes, pero que comparten la misma mentalidad en la presente escena (un solo art.). Pedro, precedido del artículo y ocupando el primer lugar, es quien arrastra a los otros dos: «’el’ Pedro y Santiago y Juan». Hoy diríamos los jefes de partido más significados, liderados por Pedro. «...y comenzó a sentir desconcierto y abatimiento». Jesús está aturdido y desconcertado en un estado de dejadez como quien no tiene cuidado de su persona. (Del verbo griego akedemonein, empleado por el Códex Bezae, no hay constancia por eso se hace difícil su traducción.) Jesús se ha llevado consigo a los tres más difíciles, pera ver si podía hacerles repensar i sentirse acompañado. Pero ellos se han desentendido totalmente del asunto, porque no estaban dispuestos a morir por la causa. Jesús, pues, se encuentra solo y abandonado.

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...porque no han asimilado el proyecto de Jesús El tercer elemento [c], «Entonces les dice: “Mi ánimo se entristece hasta morir. Quedaos aquí y velad”», describe en primer lugar la situación extrema que está viviendo Jesús sirviéndose de las palabras del salmo 42,6.12; 43,5. Tiene plena consciencia de ser el Mesías de Israel, pero también que sus dirigentes políticos y religiosos le han rechazado, han colgado los carteles de ‘Wanted, se busca’ y están registrando el paraje para detenerlo. Seguidamente no les dice que oren porque no están preparados para hacer esta experiencia, sino que velen, que muestren interés por su situación, porque se han despreocupado completamente del asunto. En el fondo debían de pensar: ‘El se lo ha buscado..., debía haber plantado cara a la situación, y no escabullirse. Situación límite de Jesús En el cuarto elemento [d] Marcos nos introduce en la foma en que Jesús solía orar en situaciones semejantes: «Se adelantó un poco, se postró rostro en tierra y comenzó a rogar…» Tendido en tierra, como hacen los ordenandos mientras se cantan las letanías de los santos antes de la ordenación de los presbíteros o como hacen aún hoy los musulmanes. Las primeras palabras de Jesús nos las refiere el evangelista en discurso indirecto: «… y comenzó a rogar que, si era posible, pasase pronto de él aquella hora». El evangelista resume así cuál sería en aquel momento extremo el tono de la plegaria de Jesús, qué seria lo que el humanamente pediría. Ruega que pase pronto aquella hora, que se aleje muy pronto de él aquel trago, porque se le hace difícil soportar aquella situación de profunda angustia y abatimiento. No se trata de una hora cualquiera, sino de ‘esta hora’ que no acaba nunca de pasar, que se eterniza. Es posible que alguno de nosotros haya pasado por situaciones semejantes, por momentos tan duros que alguno querría que no fuesen reales, que nunca hubiesen pasado. Conflicto entre el hombre, Jesús, y Dios, Padre Hemos llegado al primer centro de la perícopa [e]: «y añadía...», de nuevo en tiempo imperfecto, subrayándose que se trata de una plegaria larga e insistente. Siempre que el evangelista hace referencia a dichos de Jesús en discurso indirecto, primeramente, y en discurso directo, lo hace para dar relieve a las ultimas palabras: «Abbá, Padre!...» ‘Abbá’ es uno de los pocos términos arameos que se conservan en el Evangelio de Marcos. Por un lado, muestra la ternura, plena de confianza filial, de la plegaria de Jesús (son las primeras palabras que balbucean los nenes, ‘bababá’ o ‘mamamá’), pero seguidamente lo traduce: «¡Padre!» con dos vocativos, uno en arameo y el otro en la forma griega clásica que emplea el nominativo con artículo en lugar del vocativo (literalmente seria ‘Abba, el Padre’) Marcos nos está diciendo que, en su comunidad, donde se ha forjado este evangelio, una parte habla arameo y otra habla griego, es decir que predica en el seno de una comunidad compuesta de autóctonos y de inmigrantes. «... todo es posible para tí...» El orden de las palabras del codex Bezae subraya la mayor del silogismo (la menor no se explicita: ‘Tú puedes hacer que yo no pase este trago’), no la omnipotencia de Dios, como le atribuimos nosotros (y después nos quedamos decepcionados, si no actúa como querríamos), sino la ‘potencia’ omnímoda de un padre que ama y quiere lo mejor para sus hijos: «Posible lo es todo para ti…», una plegaria llena de confianza, «…¡ aparta esta copa de mi!» ‘Aparta, ¡haz que pase de largo esta prueba, de mí!’ es un imperativo muy duro. En ‘esta copa’ se contiene todo este sufrimiento, este miedo, toda la situación límite en que se encuentra. Es la tentación de Jesús, el deseo de una intervención divina de poder que invierta la situación y le desligue como sea de las manos de sus enemigos que se han armado hasta los dientes. Pero enseguida reacciona. «Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres.» Se da cuenta plenamente de que su deseo y el del Padre no coinciden en este momento tan crítico, y cede aceptando desde el principio lo que el Padre decida. Desde su perspectiva humana y personal ‘querría’ zafarse de aquella situación, como lo había hecho otras veces, pero toma conciencia de que ha llegado la hora de la verdad, que humanamente no hay escapatoria, y a la vez respeta plenamente el ‘querer’ de Dios, sin exigirle que haga milagros, sino sencillamente aceptando que Dios es tan impotente como él ante situaciones humanas tan degradadas, aceptando la flaqueza y debilidad de Dios: su amor por el hombre está a merced de la libertad humana. Si Dios en su proyecto ha dado cabida a la libertad humana, si no quiere un ejército de robots o multitud de tribus movidas por la sensiblería y que obedezcan consignas de los líderes, sino hijos e hijas con nombre y apellido que conscientemente

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colaboren en la realización de su proyecto, ha de aceptar que, por muy bonito que sea, el proyecto de Dios pueda fracasar y que sea por la libertad del hombre. Los discípulos, como si no estuvieran allí, a la hora de la verdad duermen Nos encontramos ahora en el segundo centro de la perícopa [e’]. Jesús se encuentra muy solo, desprotegido, sin la vigilancia que había encomendado a los tres discípulos para que velasen. «Viene y les encuentra durmiendo. Entonces dice a Pedro: “Simón, duermes?» El evangelista nos lo ha puesto todo en presente. Jesús se dirige primero a Pedro que es el responsable de los tres representantes de todo el grupo de discípulos y encuentra que ‘están durmiendo’, en el sentido de que se han desentendido totalmente de lo que está pasando. El evangelista le introduce con su sobrenombre: «dice a Pedro...», pero Jesús le habla por su nombre «Simón». Si le dijera ‘Pedro’, comportaría un reproche o una advertencia durísima, como cuando le dijo: «Te digo Pedro...» (Lc 22,34; cf. Mc 16,17 ; Ac 10,5.13.32; 11,7.13), aquí le llama Simón que es más dulce: «¿Simón, duermes?», en tono amistoso. Viene a decirle: ‘¿Es posible que, en la situación en que yo me encuentro, tu estés durmiendo?’ Ya hemos dicho que ‘dormir’ quiere decir desinteresarse totalmente de la situación de otro. Cuando la iglesia o la comunidad cristiana no está presente en los problemas de la vida, ‘duerme’! Del singular, «Simón, duermes?», Jesús pasa acto seguido a hablarles en plural, siguiendo el Códice Bezae: «¿No habéis sido capaces de velar una sola hora?...» ¡Vaya con qué vigilantes y con qué clase de escolta cuenta este Mesías-Rey! Una hora es un mínimo espacio de tiempo. Se trata de una ‘hora’ simbólica que abarca tota esta situación de congoja y abatimiento durante la cual Jesús se queda orando y ellos durmiendo. «Velad y orad ...» Es la tercera vez que se repite esta palabra, uno de los tres temas centrales de esta perícopa: ‘velar’ (vv. 35.37.38), contrario de ‘dormir’ (vv. 37a.37c.40.41), y el complementario ‘orar’ (vv. 32.35.38.39). Un arco semántico de palabras que tienen un significado correlacionado. «… ¡no caigáis en tentación!», la ‘tentación’ del poder en que ya ha caído Judas y caerán ellos en seguida. Están siendo puestos a prueba en este momento, porque, en vez de hacer guardia, se han dormido. Para poder afrontar esta situación, la única solución es velar y orar, como recomienda Jesús al final del Padrenuestro. No se trata de ‘tentaciones del demonio’, sino de pruebas o trampas que nos tiende la sociedad; cambiando el sentido de las palabras, lo hemos diluido todo. La experiencia del Espíritu ayuda a superar la flaqueza humana Fijémonos en la experiencia que hace Jesús en este momento. Les dice: «El espíritu del hombre está pronto, pero la carne es débil.» Esta es la definición del hombre-Jesús, no la del homo-sapiens que actúa solo a nivel de ‘la carne’, que se mueve por emociones, sensaciones o a nivel solo de la razón, que piensa que conoce la fuerza que tiene, como el King Kong! Jesús tiene plena conciencia de su debilidad y de la extrema gravedad de la situación, pero su espíritu ‘está pronto’, pleno de ardor, de disponibilidad. El espíritu es la capacidad que Dios ha insuflado en toda persona humana para que llegue a ser hijo o hija de Dios. Cuando el hombre comienza a desvelar esta capacidad, entonces comienza a ser ‘homo’, no antes, por mucho ‘sapiens’ que sea o se lo crea. Jesús es el proyecto de Dios hecho realidad, el punto culminante de la evolución en quien se han unido tierra (polvo de estrellas) y cielo (el aliento de Dios que provocó el Big Bang), carne (flaqueza que se ha erigido en poder) y espíritu (fuerza de Dios que se ha puesto al servicio de los otros), Mientras Jesús ora los discípulos continúan durmiendo…,¿ hasta cuando? Los elementos que siguen [d’], [c’], [b’] muestran, por un lado, la persistencia de Jesús en la plegaria y por otro, su fracaso con los tres líderes: «Nuevamente se apartó y oró. Vino y los encontró durmiendo.» El evangelista acentúa la indiferencia de los discípulos ante la situación de congoja de Jesús. A Jesús, la plegaria, tan recalcada por el evangelista, le ha servido para verlo todo más claro, para discernir cuál de las opciones que se le presentaban estaba más de acuerdo con el proyecto de Dios. El evangelista explica en un paréntesis porqué, en vez de ‘velar y vigilar’, continuaban ‘durmiendo y desinteresándose de lo que se estaba gestando a su alrededor: «Es que sus ojos estaban cargados y no sabían qué contestarle.» Pero, cuidado, no son en absoluto los ojos exteriores, sino los interiores los que están abrumados por la situación que se ha ido tejiendo alrededor de Jesús. La situación les sobrepasa, no les

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interesa qué le pueda pasar a Jesús. Ellos tienen otro proyecto, no pueden aceptar un Mesías paciente que les lleva al fracaso. En lugar de afrontar la situación, han preferido cerrar los ojos. Jesús, él solo, ora insistentemente durante la prueba Ultimo elemento [a’]: «Viene por tercera vez y les dice...».Estamos llegando al desenlace. Marcos insiste de nuevo en los tiempos en presente y, por cierto aquí, por duplicado. (He contado 9 en esta perícopa; posiblemente es la perícopa donde hay más.) Estas técnicas tienen su importancia, porque todo esto está hecho deliberadamente. Si fuera un relato puramente narrativo, se habría servido del pasado. El presente actualiza la situación hasta nosotros cuando lo leemos y comentamos. «Dormid ya y reposad!», ya no hay nada que hacer, ‘dormid y reposad’ (reposo sabático!) en vuestro mundo. Me estremezco cuando lo leo. ¡Si no hemos hecho otra cosa que ‘dormir i reposar’ en nuestras instituciones, en las seguridades que ofrecen a cambio de no comprometernos en nada! «Por fin se ha ido, a hurtadillas, también la hora.» Al principio había pedido que «pasara pronto de él esta hora». Ahora comprueba él mismo que ya ha pasado lo peor. Ha sido el momento más crítico de la vida de Jesús. De pronto todo se ha precipitado. Había pedido al Padre que pasase pronto de él ‘esta hora’ tan terrible, y finalmente ya ha pasado. En la mayoría de códices griegos y, por tanto en el texto mayoritariamente seguido por los exegetas y traductores, esta ‘hora’ toma totalmente otro sentido: «¡Dormid ya y reposad! ¡Todo se ha acabado! Ha llegado la hora» (o bien: «¡Basta ya! ha llegado la hora»). Ya no se habla de «esta hora» de congoja y abatimiento que, finalmente, ya ha pasado, sino de «la hora» que justamente comienza ahora. Sea como sea, todo está decidido. No hay posibilidad de volverse atrás. Gracias a la plegaria incesante, a permanecer continuamente en contacto con el Padre, Jesús ha podido superar la tentación más dura desde que hizo la experiencia de ser el Mesías de Israel.

Mirad, el hijo del hombre es entregado... —presente de la voz pasiva: ‘está siendo entregado’– en las manos de los descreídos (lit. de los pecadores)», refiriéndose aquí evidentemente a los paganos, al ejército de ocupación. «¡Levantaos, vamos!...» No quiere dejarlos allí durmiendo, como si no hubiese pasado nada. Quiere que se impliquen en el caso: «Mirad, ya está aquí cerca el que me está entregando.» Judas está a punto de consumar su traición. La ambición y el desinterés de los líderes están a punto de tirar por tierra el proyecto que Dios tenía pensado para Israel como pueblo que le sirviera de enlace en su intento de comunicarse de tú a tú a su creación. EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (28) Perícopa 83. *[B] 14,43-46 Judas traiciona a Jesús con un beso

[a] 43 Mientras él aún hablaba, se presenta Judas Iscariote, uno de los Doce, acompañado de una gran multitud con espadas y garrotes, que venía de parte de los sumos sacerdotes, y con el aval de los letrados y de los senadores.

[b] 44 (El que le iba a entregar había dado una señal diciendo: «Al que yo besaré, es él. Detenedlo y lleváoslo bien custodiado.»)

[c] 45 Se acercó y le dice: «¡Rabbí!» [b’] Y le besó efusivamente. [a’] 46 Ellos le echaron mano y le detuvieron.

La incomprensión de los Doce llega al límite La perícopa consta de cinco elementos, con un centro muy claro [c]. A uno y otro lado, el beso como una señal [b] y el beso como halago [b’]. El primero y el último también se corresponden: Judas acompañado de una gran multitud armada [a] y detención de Jesús [a’]. En el primer elemento [a] se describe la tensa situación: «Mientras el aún hablaba se presenta Judas Iscariote...» Una manera de diferenciar, con el sobrenombre, dos personajes que tienen el mismo nombre (de hecho, según Juan y Lucas, en la lista de los Doce constan dos Judas, pero no en Marcos y Mateo). El evangelista remarca,

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al repetir «uno de los doce» (cf. 14,10.20), que Judas participa de la mentalidad que impera en el grupo. La idea que se habían hecho del Mesías no coincidía en absoluto con la de Jesús. Abrigaban grandes ambiciones y estas continúan aflorando. Mientas los otros duermen desinteresándose de la terrible congoja que Jesús está experimentando, un de ellos «se presenta ...acompañado de una gran multitud con espadas y garrotes...» Esta ‘gran’ multitud viene armada. Judas, pues, temía que hubiese resistencia por parte de sus compañeros, o que Jesús se escabullera como había hecho otras veces. De hecho, en el grupo de Jesús hay gente que lleva armas. Estos detalles se han ido silenciando y ya no se repara en ello, cuando de hecho los evangelistas no lo silencian en absoluto. Lo tocan de manera incidental, porque no hacen crónica. Marcos tan sólo lo apunta. En segunda redacción dirá que «un tal sacó una espada» (cf. 14,47). Juan precisará que era Simón Pedro (cf. Jn 18,10). Ningún evangelista pretende escribir una historia, pero no se cansan de señalar que en el grupo de Jesús había gente de toda clase, había también gente subversiva. En aquella situación no se podía pensar de otra manera.¿Cómo podrían si no librarse de los romanos que estaban armados hasta los dientes? Cada perícopa del evangelio es una enseñanza, en cambio nosotros lo hemos reducido todo a nivel puramente histórico, sin demasiados miramientos. La mayoría de las acciones de Jesús las presentamos como hechos extraordinarios, milagros que hace por todas partes, las sacamos completamente de su contexto, y sus mismas palabras las hemos ido endulzando hasta hacerlas irreconocibles. La importancia de los detalles Marcos puntualiza que venían «...que venía de parte de los sumos sacerdotes y con el aval de los letrados y de los senadores». Por tanto, tenemos por un lado a los sumos sacerdotes y por otro a los letrados y a los senadores, perfectamente diferenciados los unos de los otros. Este matiz no consta en el texto normal. En el texto ordinario los tres grupos son presentados con una sola preposición, la preposición griega para + genitivo que quiere decir de parte de...’. El texto normal dice, pues ‘de parte de los sumos sacerdotes y de los letrados y de los senadores’, como si formasen un bloque indiferenciado. El Códice Bezae, en cambio, utiliza dos preposiciones: para + genitivo para calificar al primer grupo, constituido por los sumos sacerdotes, los principales responsables de la detención de Jesús, y apo + genitivo para designar a los otros dos grupos que han avalado las órdenes emanadas de la autoridad superior. Según eso, los primeros son los importantes, los otros lo corroboran y lo confirman, están de acuerdo. De hecho los tres, como veremos mas adelante, constituyen el Sanedrín (cf. 15,1). Eran los tres grandes partidos del Parlamento judío, los sumos sacerdotes constituían el partido religioso, los letrados pertenecían, en general, al partido fariseo y eran los defensores de la ortodoxia de la Ley, los senadores representaban al partido laical. Tanto los sumos sacerdotes como los senadores pertenecían al partido saduceo. En el fondo, los dos partidos preponderantes eran el de los fariseos y el de los saduceos, que estaban enemistados entre ellos. La contraseña de Judas y sus precauciones En el segundo elemento [b], a manera de paréntesis, Marcos reproduce por primera vez una expresión del traidor: «(El que iba a entregarle había dado una señal diciendo: «Al que yo besaré, es él. Detenedlo y lleváoslo bien custodiado.»). Estas palabras fueron pronunciadas por Judas en el momento en que asumió acaudillar a la multitud armada. El beso como ‘señal’ tenía para un judío un precedente muy claro en el beso que Jacob dio a Isaac traicionando a su hermano Esaú, como veremos seguidamente. Si Judas les había dicho «lleváoslo bien custodiado», se deduce que es él quien había comentado a los sumos sacerdotes que se trataba de una situación muy delicada, que los compañeros de Jesús tenían armas y que corrían peligro, si no iban bien armados, de que se les escapase de las manos. Jesús se movía en la clandestinidad, nadie sabía donde dormía, donde se escondía. Han tenido que valerse de uno de los suyos, de otra forma no le habrían cogido. De día, le defendía la gente a quien él enseñaba en el Templo, de noche se esfumaba y se retiraba a un lugar seguro. Cuando celebró la Pascua con los Doce, les había dado señas típicas de un individuo que se movía en la clandestinidad y que buscaba un lugar convenido, un lugar que los Doce (y entre ellos Judas) no conocían en aquel momento: «Id a la ciudad, y os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidle, y allí donde entre, decid al amo de la casa: … Dónde está mi estancia…» (14,13).

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Mientras Judas estaba con él, no podía pasar nada. En el momento en que Judas salió (nos lo recuerda Jn 13,30), ya no estaba seguro. Por eso dijo a los once restantes que se había llevado a la montaña de los Olivos y que no habían estado velando: «Se ha presentado el fin y la hora. Mirad, el Hijo del hombre es entregado (¡por Judas!) en manos de los descreídos. ¡Levantaos, vamos! Mirad, ya está aquí el que me está entregando» (14,41-42). Ya no puede continuar escondiéndose. Si Judas había dado una señal a la ‘gran multitud’ armada por el Sanedrín, quiere decir que no sabían exactamente quién era Jesús. Esta multitud es muy curiosa. No son los que seguían a Jesús y le escuchaban en el Templo ni tampoco los que le aclamaron cuando hizo la entrada en Jerusalén. Es otra multitud, bien armada por los sumos sacerdotes. De momento no pueden precisar más. Eso sí, saben que se trata de un individuo muy peligroso. Una palabra muy familiar, pero que esconde el motivo de la traición de Judas El centro [c] de la perícopa es muy breve: «Se acercó y le dice: “¡Rabbí!”».Cuántas veces no se habría dirigido Judas a Jesús diciéndole ‘rabbí’, una palabra aramea que significa ‘maestro’. Judas era discípulo de Jesús, pero con una ideología diametralmente opuesta a la suya. El tono en que ahora lo pronuncia deja entrever el motivo de su traición. No puede soportar un Mesías que predica la no violencia, que se presenta en la capital del reino montado en un asno que ningún rey de Israel había montado nunca (cf. 11,1-11), que no acepta la doctrina de los letrados según la cual el Mesías había de ser un descendiente directo de David (cf. 12,35-37). Su ideología se ampara en el poder institucional, en el lenguaje de las armas, en la manipulación de las multitudes. Se ha decidido eliminarlo porque no comulga en absoluto con su manera de comportarse. Un ‘beso’ que vale por una investidura… El penúltimo elemento [b’] nos remite al histórico beso de Jacob a su padre Isaac para apropiarse de la primogenitura de su hermano Esaú: “Acércate, hijo mío y bésame” (Gn 27,27). Marcos, aquí, sólo lo apunta: «Y le besó efusivamente», empleando un verbo compuesto de filein, ‘besar’, y la preposición kata, que le confiere sentido perfectivo: ‘besar calurosamente, efusivamente’ (véase, e.g., Lc 7,38.45; 15,20; Hch 20,37). Será Lucas precisamente quien, citando las mismas palabras que en el libro del Génesis hacían referencia al momento en que Jacob suplantó a Esaú: “Se acercó (a Jacob) y le besó” (Gn 27,27 LXX), lo remarcará diciendo que «Judas Iscariote, uno de los Doce (…), se acercó y besó a Jesús» (Lc 22,47). Judas (Ioudas, en griego) pretendía suplantar a Jesús, convencido de que era él quien mejor podía representar el papel de Mesías-rey del pueblo judío, por cuanto él tenía el mismo nombre que Judà (Ioudas, en griego), uno de los doce hijos de Jacob que dio nombre al pueblo de los judíos (Ioudaioi, en griego). No olvidemos que David y los reyes que le sucedieron salieron todos de la tribu de Judá, como preanunciaba la bendición de Jacob a Judá: «Judá, te enaltecerán tus hermanos (…) se prosternarán delante de ti los hijos de tu padre (…); eres un cachorro de león, Judá (…) el cetro no saldrá nunca de Judá ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que le lleven los tributos, y sea él la expectación de les naciones» (Gn 49,8-10 LXX), profecía que tanto los judíos como los cristianos entendieron en sentido mesiánico. Por eso Judas, cuando se dio cuenta del cariz que tomaban las cosas después de que Jesús hubiese expulsado a los mercaderes del Templo de Jerusalén, denunciando a las autoridades religiosas por haber convertido ‘la casa de Dios’ en una ‘cueva de bandidos’ (Mc 11,15-19), y del complot tramado contra él por las autoridades judías (cf. 14,1-2), resolvió traicionarlo. Fue a encontrar a las autoridades religiosas y a pactar en secreto con ellos promocionar su candidatura para un mesianismo que evitase provocar alzamientos que comportarían inexorablemente la intervención de los romanos. A los sumos sacerdotes no les interesaban los movimientos subversivos, aunque los toleraban. En nuestra tradición cristiana ‘el beso de Judas’ o ‘es un judas’ ha devenido proverbial para designar una traición o al traidor mismo. El motivo de la traición ha quedado relegado a un segundo plano o sencillamente ha sido trivializado. … y quitar del medio al contrincante En el último elemento [a’] Marcos narra sucintamente la detención de Jesús: «Ellos le echaron mano y le detuvieron.» Para los sumos sacerdotes era el enemigo número uno. Le han hecho coger no sin

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hacerle violencia. A partir de su detención, Jesús quedó a merced del poder institucional. Mientras Judas entregaba al hombre Jesús, los otros discípulos se desentendieron totalmente del caso. La perícopa siguiente (84. ** 14,47-50: La violencia estalla en el grupo de los Doce), es de segunda redacción; es un calco de la breve perícopa que actualmente se encuentra a continuación, la del joven que huyó desnudo del todo. Más tarde, ante un auditorio que no conocía de cerca los hechos de Jesús, Marcos revelará aspectos que tan sólo había dejado apuntadas en la primera redacción. Una de las cosas que le interesará dejar bien claras será mostrar que en el grupo de discípulos había gente violenta. Se suponía, pero lo dirá sin tapujos sirviéndose, como siempre, de un personaje representativo de buena parte de los miembros del grupo. Nosotros nos hemos quedado con ‘uno’ que llevaba una ‘espada’, que ‘cortó el lóbulo de la oreja de un criado del sumo sacerdote’..., y nos hemos quedado tan tranquilos. Perícopa 85. *[A’] 14,51-52 El joven que huyó enteramente desnudo

[a] 51 Sin embargo, cierto joven les iba siguiendo, revestido con una sábana sobre el cuerpo desnudo.

[b] Van y le detienen. [a’] 52 Pero él, soltando la sábana, huyó de ellos desnudo.

Esta perícopa tiene sólo tres elementos [a // b \\ a’], es una joya. Como siempre, en Marcos, las perícopas más breves son las más importantes. Esta escena ha sido dejada de lado por los otros tres evangelistas, quizás porque la gente ya no la entendía, o bien no les convenía expresarlo de esta manera. En el centro del tríptico se repite el último elemento de la perícopa que acabamos de comentar, la detención del joven, en paralelo con la detención de Jesús. Allí la narraba en tiempo histórico, «y le detuvieron»; ahora lo expresará en el tiempo presente de los oyentes. ¡Quién es este personaje tan enigmático? En el primer elemento [a] nos presenta un personaje enigmático, representativo (cierto), ¿pero de quién?: «Sin embargo cierto joven les iba siguiendo, revestido con una sábana sobre el cuerpo desnudo.» Jesús ya ha sido detenido y sus discípulos no han reaccionado (dejemos de lado la segunda redacción), sino que ¡han huido vergonzosamente! «Sin embargo, cierto joven...» Es la manera como el evangelista presenta un personaje representativo. No se trata, por tanto, de un detalle biográfico del mismo autor del evangelio o de un personaje conocido de los oyentes, como se suele interpretar. En griego neaniskos es un diminutivo de neanias, ‘joven’, un ‘jovencito’, que podríamos traducir por ‘adolescente’, si no fuera porque no concuerda con el sentido que hoy damos a los adolescentes. Aquí tiene el sentido de un chico que justo se acaba de asomar a la vida. Pequeñas diferencias en la transmisión del texto cambian totalmente su sentido En el texto normal leemos que «iba siguiendo juntamente con él», en singular, como si se tratase de un acompañante. El Códice Bezae, en cambio precisa que «les iba siguiendo…», obviamente a la multitud de gente armada hasta los dientes, sin que se precise con qué intención. El verbo ‘seguir’ (akoloutheo) es un termino técnico que se utiliza generalmente para indicar el ‘seguimiento’ de Jesús por parte de un discípulo, y se construye con un complemento en dativo. El Códice Bezae utiliza aquí una construcción insólita poniendo el complemento en acusativo, y además en plural, dando a entender que se trata de un seguimiento material, de uno que iba siguiendo a Judas y a los numerosos fanáticos que acababan de detener a Jesús. Este cambio de régimen lo ha hecho el evangelista de manera deliberada, forzando la norma, para indicarnos que se trata de un personaje simbólico que, a diferencia de los discípulos, daba la cara identificándose con la suerte de Jesús. Un escriba posterior habría corregido el texto, cambiando el verbo simple (ekolouthei, ‘iba siguiendo’) por uno compuesto (syn-ekolouthei, ‘seguía juntamente con,

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acompañaba’) y el acusativo plural (autous, ‘ellos’) por un dativo singular (auto, ‘a el’). De esta manera nos impide identificar a este personaje. El sentido simbólico de la escena ha quedado totalmente diluido. EL enigma nos lo resolverá Marcos en la última escena del Evangelio Para identificar a este personaje tan enigmático, «cierto joven (neaniskos) ... revestido (peribeblemenos) con una sábana (sindona) sobre el cuerpo desnudo», hemos de recurrir al contexto posterior donde Marcos nos proporcionará indicios suficientes que nos permitirán una identificación segura. Cuando las mujeres, María Magdalena y María la madre de Santiago y José (cf. 15,40.47), fueron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús, al entrar «verán un joven (neaniskos) revestido (peribeblemenos) con una vestidura (stolen) blanca» (Mc 16,5), y poco antes, cuando José de Arimatea bajó a Jesús de la cruz «le envolvió con la sábana (sindona)» que había comprado (Mc 15,46). En Turín dicen que aún guardan ‘la santa síndone’... Pero no es esta la ‘sábana’ que aquí nos interesa, la mortaja con la que José amortajó su cadáver. Lo que interesa es la ‘vestidura blanca’ que lleva este joven, ‘los vestidos resplandecientes, extraordinariamente blanco como la nieve, que nadie puede blanquear sobre la tierra’ que lucía Jesús en la escena de la transfiguración (cf. Mc 9,3), es decir el vestido propio de la divinidad. El ‘joven’ de la escena de la detención de Jesús y el de la escena de la resurrección es el mismo y va ‘revestido’ de la misma manera, si bien ha intercambiado ‘la sábana’ que, como veremos enseguida, la abandonó en las manos de los que le querían detener, por una ‘vestidura blanca’. Intentan de detener al joven como han detenido a Jesús En el centro [b] de la perícopa solo aparecen tres palabras: «Van y le detienen.» ¡Quiénes son estos y porqué le detienen? Marcos repite la misma expresión que ha predicado de Jesús en la anterior perícopa: «Ellos le pusieron las manos encima y le detuvieron» (15,46), si bien ahora en tiempo presente. Una nueva pista que nos ayudará a identificar a este personaje como una figura de Jesús. El evangelista nos quiere explicar que han agarrado la parte mortal, pero que la plenitud de vida de aquel ‘joven’, Jesús, se les ha escapado de las manos. Se sirve de esta imagen. Lucas prescindirá de ella, como había hecho también Mateo, porque habrán de afrontar problemas que no tenía Marcos. Y es que en tiempo de Lucas ya había gente que propugnaba que Jesús no era verdaderamente hombre. Eran los nombrados ‘docetas’ (partidarios de una encarnación ficticia del Salvador), círculos muy espirituales (y, como siempre, muy numerosos) que todo lo cifraban en la experiencia del espíritu y que dejaban de lado cualquier compromiso humano. Es claro, este texto les hubiese ido como anillo al dedo: el Salvador superior se les habría escapado de las manos, habrían cogido su mortaja, el hombre mortal que le habría servido de instrumento. De hecho, estos círculos negaban la humanidad de Jesús, ya que el Salvador superior no podía sufrir realmente y, por tanto, como que no habría muerto realmente (propugnaban, en efecto, que «sólo en apariencia ha sufrido él pasión», expresión textual conservada por Ignacio, el obispo de Siria: Ign Esm 1,2), ya no era necesario que resucitase. Había venido a salvar las chispas de luz que habían quedado atrapadas en la materia, sin contaminarse… Marcos cuando escribió esta escena desconocía la existencia de estos grupos que habrían podido interpretarla para sus fines sectarios. De momento quedémonos en Marcos. Es necesario hacer el éxodo final para seguir vivo En el último elemento [a’] Marcos narra como este ‘cierto joven’ se desembaraza de todo para poder huir: «Sin embargo, él, habiendo dejado ir la sábana huyó de ellos todo desnudo.» Aquí queda sólo apuntado. Una perícopa muy breve, con unos trazos tan sencillos que apenas si se percibe nada. Sin embargo, cuando lleguemos a la escena de la resurrección, encontraremos otra vez a este ‘joven’, si bien solo en la descripción que de ello hace Marcos. Las mujeres, entrando en el sepulcro «vieron un joven sentado a la derecha revestido con una vestidura blanca» (Mc 16,5). Las palabras serán exactamente las mismas – neaniskos, peribeblemenos. En la escena presente lleva tan solo una sábana, y nada más debajo. Es una manera de describir la parte humana de Jesús. Pero ‘el joven, todo desnudo’, se les escapó de les manos. En la escena de la resurrección, el mismo ‘joven’ ya no irá ‘envuelto con la sábana’ que había comprado José, sino que «iba revestido con una vestidura blanca». La ‘vestidura blanca’ representa la vida divina, la vida interior. La mortaja es externa. Se han quedado con la mortaja, pero se les ha escapado la persona. El joven del vestido blanco representará a Jesús ascendido a la

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derecha de Dios, es decir compartiendo la condición divina. El Códice Bezae le identifica totalmente con Jesús resucitado, como podremos comprobar cuando comentemos esta escena final. Vienen a continuación dos perícopas de segunda redacción: Per. 86. ** 14,53-65 Proceso de Jesús ante el sumo sacerdote y Per. 87. ** 14,66-72 Pedro reniega del todo de su condición de discípulo. Remarquemos que el proceso de Jesús ante el sumo sacerdote anticipa el proceso ante Pilatos (Per. 88 * 15,1-5, de primera redacción), es un calco anticipado, y que la triple negación de Pedro es un duplicado de las tres veces que Jesús encontró durmiendo a Pedro, Santiago y Juan en la escena de Getsemaní (Per. 82*, también de primera redacción). Las dos perícopas de segunda redacción presentan la misma estructura que las correspondientes de primera redacción. Resulta que, en primera redacción, como ahora veremos, después que detuvieron a Jesús, de noche, en Getsemaní, y ya de madrugada los sumos sacerdotes juntamente con los senadores y los letrados, los miembros del Sanedrín, después de deliberar (cf. 3,6), ataron a Jesús y le llevaron a la residencia de Pilatos. No se trata, pues, de una reunión oficial del Consejo judío, como añadirá en segunda redacción, sino de una confabulación de todos ellos, para deliberar qué han de hacer con el preso. El verdadero proceso a Jesús se desarrollará ante Pilatos. Lo cual quiere decir que, en un principio, el proceso abierto contra Jesús fue puramente político. Esta seria la historia real. A los sumos sacerdotes y al resto del Sanedrín, no les interesaba de ninguna manera mancharse las manos. Habrían podido declararle blasfemo y, en nombre de la Ley, lapidarlo, como harán más tarde con Esteban y como habían intentado ya varias veces con Jesús, si nos atenemos al Evangelio de Juan (cf. Jn 8,59; 10,31-39; 11,8). Eso sí que estaba en sus manos, porque los romanos no se inmiscuían en cuestiones religiosas. Si los sumos sacerdotes declaraban en el Sanedrín que un individuo era un blasfemo público, le sacaban fuera de la ciudad y le lapidaban. Los romanos respetaban este derecho. Pero no tenían bastante con eso. Querían que se abriese contra él un proceso judicial que le declarase oficialmente, según la ley romana, como un subversivo que se había alzado contra el estado de derecho y le condenasen al suplicio de la cruz. Era el suplicio que aplicaban los romanos precisamente a los revolucionarios. Era la manera de apaciguar la situación y borrar definitivamente su nombre como si se tratase de un vulgar criminal. Bien, pues, según resulta de la primera redacción, todo el proceso de Jesús habría sido un proceso puramente político. Eso sí, atizado por los sumos sacerdotes. La responsabilidad última de todo lo que pasó la asumieron los sumos sacerdotes. Notemos un detalle que fácilmente podría pasar desapercibido, si no diferenciamos entre la primera y la segunda redacción. En primera redacción Marcos habla siempre de ‘los sumos sacerdotes’, en plural, mientras que en el proceso del Sanedrín (Per. 86 ** 14,53-65), en la escena de las negaciones de Pedro (Per. 87 ** 14,66-72) y ya antes en la escena de la violencia desencadenada contra el criado del sumo sacerdote (Per. 84 ** 14,47-50), todas ellas de segunda redacción, Marcos se referirá siempre a ‘el sumo sacerdote’, en singular, un personaje que no será mencionado en el proceso ante Pilatos. De alguna manera está motivado, claro está, por el hecho de que al Sanedrín lo convocaba ‘el’ sumo sacerdote y no ‘los’ sumos sacerdotes. Pequeñas incongruencias delatan el trabajo redaccional de Marcos. � EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (29) XIII. RESIDENCIA DE PILATOS: PROCESO POLÍTICO, TRIPLE GRITO CONDENATORIO DE LA MULTITUD INSTIGADA POR LOS SUMOS SACERDOTES Y ESCARNIO DE LOS SOLDADOS Esta sección (XIII a), como la anterior, consta igualmente de tres perícopas: el proceso político de Jesús seguido ante Pilatos (el único proceso que constaba en la primera redacción) [A]; el indulto de Barrabás, a petición de la multitud, y la entrega de Jesús para que fuese crucificado [B]; el escarnio de los soldados [A’].

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Perícopa 88. *[A] 15,1-5 Proceso político ante Pilatos: Jesús rehúsa ser «el rey de los judíos»

[a] 1 Seguidamente, de buena mañana, se reunieron a deliberar los sumos sacerdotes, juntamente con los ancianos y los letrados –esto es, el entero sanedrín– y, después de hacer atar a Jesús, le condujeron a la residencia y le entregaron a Pilatos.

[b] 2a Le interrogó Pilatos: «¿Tú eres el rey de los judíos?» [c] 2b Le contestó: «Tú lo dices.» [c’] 3 Entonces le acusaron los sumos sacerdotes de muchas cosas. [b’] 4 Pilatos le interrogó otra vez: «¿No tienes nada que responder? ¡Mira de cuantas cosas te

acusan!» [a’] 5 Pero Jesús ya no respondió nada, hasta el punto de extrañarse Pilatos.

De acuerdo con la hipótesis de las diferentes redacciones de Marcos —tal como os expliqué al final de la lección anterior—, no comentamos las perícopas 86 y 87, por considerarlas de segunda redacción. Por tanto, la presente enlazaría con la perícopa 84, donde se decía que «le pusieron las manos encima y le detuvieron» (14,46), después que Judas les hubo ordenado: «Detenedlo y lleváoslo bien custodiado» (14,45), y con la siguiente, la perícopa 85 (14,51-52), donde Marcos, con la descripción del adolescente que huyó desnudo, nos hacía saber que, si bien le cogieron materialmente, en realidad se les escapó de las manos. La perícopa que comentaremos seguidamente, el proceso de Jesús ante Pilatos, tiene un sorprendente duplicado: (generalmente las perícopas de segunda redacción son duplicados o reelaboraciones) el proceso religioso seguido por el Sanedrín a presencia del sumo sacerdote. Marcos, en la redacción final del Evangelio, lo habría anticipado lógicamente al proceso civil que históricamente promovieron los sumos sacerdotes contra Jesús ante el gobernador romano. El proceso religioso forzosamente habría tenido lugar aún de noche (ved 14,68.72: «cantó un gallo»), justo antes del proceso propiamente dicho ante Pilatos (15,1: «Rápidamente, muy de mañana»), en una reunión nocturna (!) del Sanedrín (14,53.55: «se reunieron todos los sumos sacerdotes, letrados y senadores … los sumos sacerdotes y el entero sanedrín»), presidido por «el sumo sacerdote» (tan sólo en esta perícopa se le menciona en singular y por cierto, reiteradamente: 14,53.54.60.61b.63). Cuando sea oportuno, haremos notar el paralelismo entre uno y otro proceso, el que sirvió a Marcos de paradigma y el que después duplicó mas tarde. La perícopa consta de seis elementos, con un doble centro: la respuesta de Jesús al primer interrogatorio de Pilatos constituye el primer centro [c]; la insistencia de los sumos sacerdotes en aducir cargos de acusación, el segundo [c’]. A un lado y a otro, figura el primer interrogatorio de Pilatos [b] y el segundo interrogatorio [b’]. En el primer elemento se describe la entrega de Jesús a Pilatos por parte de los sumos sacerdotes, precisándose el lugar y el tiempo [a]; en el último, la sorpresa de Pilatos ante el mutismo de Jesús [a’]. Era negra noche cuando cogieron a Jesús El primer elemento [a] comprende la composición de lugar y los personajes que intervendrán en la escena: «Seguidamente, de buena mañana, se reunieron a deliberar los sumos sacerdotes, juntamente con los ancianos y los letrados —esto es, el entero sanedrín— y, después de hacer atar a Jesús, se lo llevaron a la residencia y lo entregaron a Pilatos.» Habían celebrado la Pascua. Era, pues, de noche cuando detuvieron a Jesús. Se supone que le debieron tener preso y bien custodiado en algún lugar. El evangelista nos proporciona datos históricos, pero no quiere ser exhaustivo, ya que no piensa hacer ninguna crónica del proceso de Jesús. El inicio, «Seguidamente, de buena mañana», enlaza con la acción de «detenerlo» y de retenerlo «bien custodiado». Cuando se hizo de día, se reunieron los responsables religiosos. La convocatoria del Sanedrín que se presupone en la perícopa 86, de segunda redacción, continúa creando muchos dolores de cabeza a los exegetas, ya que no hay constancia que éste se reuniera nunca de noche. En cambio, en primera redacción Marcos precisaba que «de buena mañana los sumos sacerdotes se reunieron a deliberar» (lit. «hicieron un conciliábulo», en griego symboulion). Es la misma expresión que se presenta casi al comienzo del evangelio de Marcos, cuando los fariseos juntamente con los partidarios de Herodes hicieron un ‘conciliábulo’ para eliminar a Jesús (cf. 3,6: son

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las dos únicas veces en que emplea este término). Es muy coherente que, después de la detención de Jesús, a primera hora del día se reuniesen enseguida los responsables religiosos preparando un complot, conjurándose contra él. Aquí no se trata de una reunión del Sanedrín, a pesar de que diga que hicieron un ‘conciliábulo’ los sumos sacerdotes juntamente con los senadores y los letrados y el entero sanedrín. ‘Sanedrín’, aquí, no se refiere al local ni a la reunión oficial que tenía lugar en este sitio, sino que designa a todos los componentes de los tres grandes partidos que lo constituyen, «los sumos sacerdotes», como a máximos responsables de las decisiones que allí se tomaban, flanqueados por los «letrados», de filiación farisea, y los «senadores», de filiación saducea. En el proceso religioso, que considero un duplicado de éste, se reunieron también los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores (14,53). El poder siempre está jerarquizado: es la pirámide que da seguridad a los sumisos Se confabularon «los sumos sacerdotes —que es el poder religioso—, juntamente con los senadores y los letrados». Tres grupos describen una totalidad. Los senadores y los letrados están supeditados a los sumos sacerdotes, y los tres forman un conjunto. Por eso añade: «...y el entero sanedrín». Se trata de una frase independiente, pero coordinada con la anterior. Aquí la conjunción ‘y’ (en griego, kai) se ha de traducir por «es decir», o «esto es, el entero sanedrín». Como ya hemos dicho, se trata de los tres componentes del Parlamento judío. A esta hora no se reunía nunca el Sanedrín. Pero Marcos no decía en primera redacción que se hubiera reunido el Sanedrín, sino que «de buena mañana hicieron un conciliábulo», es decir una reunió secreta, entre los miembros del Sanedrín. En cambio, en segunda redacción sí que hablará de una reunión del Sanedrín bajo la presidencia del sumo sacerdote (cf. 14,53.55). Atado como un preso peligroso «...y, después de hacer atar a Jesús, le llevaron a la residencia y le entregaron a Pilatos». Jesús ha pasado la noche detenido en una prisión, pero no estaba atado con cadenas a dos soldados, como dirá más tarde Lucas a propósito de Pedro (cf. Hch 12,6) o de Pablo (cf. Hch 21,33; 22,29; 24,27). ¿Le ataron cuando le ‘detuvieron? Es probable. Pero ahora le ‘atan’ con cadenas, ya que le consideran un preso peligroso (recordad la gran turba armada de espadas y garrotes de la escena de la detención, 14,43 [duplicado: 14,45]). En el ‘conciliábulo’ han decidido llevarlo a Pilatos como un revolucionario que pretendía atentar contra los romanos. Marcos precisa que lo llevaron «a la residencia» (en griego, eis ten aulen, con artículo, expresión conservada tan solo por el Códice Bezae). El término griego aule (de donde proviene ‘aula’) tiene muchas acepciones, como la palabra ‘corte’ que tanto se puede predicar de una corte de puercos como de una corte real; se puede traducir también por ‘atrio’: el atrio tanto puede ser el atrio de una casa como el atrio del templo o el atrio de les ovejas (ved Jn 10,1.16), dentro del recinto del templo, donde retenían las ovejas para ser ofrecidas en sacrificio y del cual Jesús se constituyó en ‘puerta’ e iba sacando afuera las ovejas que conocían su voz (Jn 10,2-3.7-9). Marcos no dice que le llevaron ‘a la residencia de Pilatos’, sino «a la residencia», sin más, y continúa: «y lo entregaron a Pilatos». Según esto, «la residencia» por antonomasia era la del gobernador romano. En segunda redacción, cuando intercala las perícopas 85 y 86, dirá que «Pedro, desde lejos, le siguió hasta la residencia del sumo sacerdote» (14,54) y que «encontrándose Pedro en la residencia…» (14,66), sin darse cuenta de que incurría en una ligera contradicción, dado que no modificará la expresión que ya constaba en la primera redacción, donde hablaba de «la residencia», sin más. En el duplicado ha tenido necesidad de precisar que se trataba de «la residencia del sumo sacerdote», pero no ha corregido, en consecuencia, que lo llevaron «a la residencia de Pilatos» Ante de Pilatos, como si fuese un sedicioso En el segundo elemento [b] Marcos nos revelará la causa por la cual le llevaron al gobernador: «Le interrogó Pilatos: “¿Tú eres el rey de los judíos?”». Esposado delante de Pilatos, el interrogatorio hace referencia a los cargos que le habían imputado (no demostrado): ‘Se quiere hacer Rey de los judíos, prepara una revuelta contra Roma.’ Ahora sabemos qué han deliberado en el ‘conciliábulo’ los sumos sacerdotes y compañía. El gobernador romano no debía de saber gran cosa sobre Jesús, y menos que se hubiera alzado contra los romanos constituyéndose en ‘el rey de los judíos’. Por eso le interroga. Los

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sumos sacerdotes tienen mucho interés en que sea el gobernador romano quien pronuncie la pena capital que se dictaba contra los insurrectos. En principio, para Pilatos ésta debía de ser una más de tantas causas criminales como se le habían presentado en una época cargada de conflictos nacionalistas. O sea que, en primera redacción, según Marcos, no hubo ninguna reunión del Sanedrín ni se abrió contra Jesús un proceso religioso. Si se llega alguna vez a aceptar la hipótesis de las diversas redacciones en Marcos, este punto podría proyectar mucha luz sobre el proceso de Jesús, porque provendría de un testimonio ocular, de un evangelista que, en un principio, hablaba de un proceso puramente político, promovido, eso sí, por los sumos sacerdotes, máximos representantes de la institución religiosa. Pero éstos no querían ensuciarse las manos. Además, ahora ya no les interesaba que apareciera como un simple ‘blasfemo’, cosa que les hubiera permitidos hacerle lapidar, como consta en el Evangelio de Juan, donde se dice que varias veces habían intentado apedrearle (cf. Jn 10.31.32.33; 11,8). Pero ahora que le tenían en sus manos y les era más fácil reunir al Sanedrín y condenarlo como blasfemo, prefirieron que se abriera contra él un proceso penal ante la autoridad civil. Para hacerle lapidar no les habría hecho falta pedir permiso a nadie: con una condena firme del Sanedrín, le habrían sacado fuera de la ciudad y le habrían llevado al sitio donde tenían lugar las ejecuciones, los testigos le habrían tirado encima un par de bloques de piedra y habrían acabado definitivamente con él, como harán mas tarde con Esteban (cf. Hch 7,58). Pero este tipo de muerte no les interesa. Quieren que quede bien claro que la causa de su condena es política. Es decir, que se ha alzado contra los invasores con la pretensión de ser el Mesías/Rey de Israel, en una palabra, que se ha vuelto contra los romanos. Proclamarse ‘el Mesías’ implicaba levantarse en armas, si no, no tendría ningún sentido. No hay alzamiento mesiánico alguno que se haya hecho de una manera pacífica. Los romanos ya han sofocado un montón (cf. Lc 13,1; Hch 5,36.37; 8,9; 21,38). y los que sofocarán después, hasta llegar al año 70, con la destrucción de Jerusalén y del templo, y con el destrozo definitivo del 130. Esta es la triste historia de los pueblos que quieren liberarse de los conquistadores que les imponen a la fuerza la ‘pax romana’. La respuesta evasiva de Jesús y un silencio que no concuerda con un caudillo revolucionario Los cuatro elementos restantes [c c’ b’ a’] muestran la frialdad, sequedad y forma sumaria del interrogatorio de Pilatos. A la pregunta de Pilatos: ‘¿Tú eres el rey de los judíos?’, Jesús «le contestó; “Tú lo dices.” (Como si le dijera: ‘Eso lo dices tú, no yo.’). Entonces le acusan los sumos sacerdotes de muchas cosas. Pilatos le interroga otra vez: “¿No tienes nada que responder?¡Mira de cuántas cosas te acusan!” Pero Jesús ya no respondió nada más, hasta el punto de extrañarse Pilatos.» Esta es una de las particularidades de la primera redacción, que es muy sencilla. EL interrogatorio acaba así. Nosotros quisiéramos saber muchas más cosas. Además, no se ha pronunciado ninguna sentencia, de momento. El proceso queda en suspenso. Pilatos se maravilla de que no responda, pero no se dice que haya tomado ninguna decisión. Marcos lo deja abierto expresamente. Lo primero que hizo Pilatos fue preguntarle: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» Quería saber si Jesús confirmaba la acusación que habían lanzado contra él. Jesús le responde con una evasiva: «Tú lo dices», o puede ser con una repregunta: ‘¿Lo dices tú?, porque tienes otra información, o bien porque te lo han dicho los sumos sacerdotes’. Sea como sea, Jesús no acepta que le identifiquen con «el rey de los judíos». Los sumos sacerdotes reaccionan inculpándole de muchas cosas. Pilatos le interroga de nuevo: «¿No tienes nada que responder?», remarcando los numerosos cargos que le están imputando: «¡Mira de cuántas cosas te acusan!» Jesús no le dará ninguna otra respuesta, hasta el punto de que el gobernador se extrañará. Si lo comparáis con el proceso religioso ante «del sumo sacerdote», intercalado por Marcos en segunda redacción, veréis que allí también habrá un interrogatorio y que Jesús no responderá a las acusaciones formuladas contra él (cf. 14,60-61a) Ante acusaciones infundadas, el silencio es la mejor respuesta.

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Perícopa 89. *[B] 15,6-15 Pilatos, a instancias de la multitud instigada por los sumos sacerdotes, indulta a Barrabás y les entrega a Jesús para que sea crucificado como un revolucionario

[a] 6 Por la fiesta pascual acostumbraba a dejar ir en libertad a un preso, el que le pidieran. [b] 7 (El llamado Barrabás estaba preso en compañía de los revolucionarios que en la revuelta

habían cometido una masacre.) [c] 8 Subió la entera multitud y comenzó a pedirle a éste, como siempre solía hacer. d] 9 Pilatos, les contestó: «¿Queréis que deje suelto al rey de los judíos?» [e] 10 (Sabia, en efecto, que por envidia le habían entregado los sumos sacerdotes.) [f] 11 Pero los sumos sacerdotes persuadieron a la multitud para que les dejara suelto a

Barrabás. [f’] 12 Pilatos replicó diciéndoles: «¿Qué queréis, pues, que haga al rey de los judíos?» [e’] 13 Ellos, gritaron de nuevo: «¡Crucifícalo!» [d’] 14a Pilatos les insistía: «¿Que ha hecho, pues, de malo?» [c’] 14b Ellos aun gritaban más fuerte: «¡Crucifícalo!» [b’] 15a Pilatos, pues, les dejó suelto a Barrabás. [a’] 15b A Jesús, en cambio, después de hacerle azotar, le entregó para que fuese crucificado.

Esta perícopa es más larga y más complicada que la anterior: tiene 12 elementos, 6 y 6, con un doble centro igualmente: en el primer centro, los sumos sacerdotes tratarán de convencer a la multitud para que pidan el indulto de Barrabás [f]; en el segundo, Pilatos les preguntará qué ha de hacer del Rey de los judíos [f’]. En el primer elemento se nos informa de la costumbre que tenía el gobernador de liberar un preso por las fiestas de Pascua [a] y en el último, de la entrega de Jesús para que fuese crucificado [a’]. En el segundo, a manera de paréntesis, Marcos nos comunica la existencia de un preso, llamado ‘Barrabás’, que habría promovido una revuelta [b]; en el penúltimo, de su indulto, a instancias de la multitud [b’]. En el tercer elemento —según el Codex Bezae— se puntualizaría que la entera multitud había subido a la residencia del gobernador para pedirle el indulto de Barrabás [c], mientras que en el correlativo, la misma multitud insistiría en que Jesús fuese crucificado [c’]. Pilatos habría tratado de indultar a Jesús, en vez de a Barrabás, a quien la multitud le pedía que indultase [d], mientras que, en el correlativo, Pilatos insistiría en la inocencia de Jesús [d’]. Pilatos era consciente de que le habían entregado a Jesús por envidia [e], pero la multitud, instigada por los sumos sacerdotes, persistiría pidiendo que le crucificasen [e’]. Una costumbre cuestionada por muchos historiadores El primer elemento [a] contiene una fecha temporal: «Por la fiesta pascual...» El Códice Bezae especifica con el artículo, ‘la fiesta’, esta no puede ser otra que la Pascua. La expresión griega es muy precisa: «Cada fiesta, la de Pascua.» Hay, según parece, una costumbre del gobernador de soltar un preso durante las fiestas de Pascua, «... el que le pidieran». La gente lo sabe y lo pone en práctica. Los historiadores discuten sobre la fiabilidad de este dato. Los cuatro evangelistas coinciden en la existencia de esta costumbre (Vide, Mt 26,15; Lc 23,19 D [17, el Códice Sinaítico; la omite el Códice Vaticano]; Jn 18,39). Un paréntesis explicativo de un hecho histórico El segundo elemento [b] contiene una información del redactor: «El llamado Barrabás estaba prisionero en compañía de los revolucionarios que en la revuelta habían cometido una masacre.» Barrabás no es un cualquiera el ‘llamado’es un preso ‘famoso’ (cf. Mt 27,16) que está preso con otros revolucionarios. Ha habido una revuelta, ésta lleva artículo, ‘la revuelta’; por tanto, es bien conocida. Ha habido, pues, un alzamiento mesiánico muy violento. No era el primero ni sería el último. Ahora adquiere sentido aquel ‘ataron a Jesús’ como a un revolucionario. ¿Qué pasó? Tal como lo presenta Marcos, «en la revuelta habían hecho una masacre», el verbo griego se presenta en tiempo pluscuamperfecto y en plural indicando que se trata de una acción colectiva que tuvo lugar en el pasado, si bien perdura en la memoria. La palabra griega empleada por Marcos, phonos, es ambiguo: si se refiere a una sola persona, se ha de traducir por ‘homicidio, asesinato’; pero si se refiere a varias

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personas, ha de traducirse por ‘masacre, carnicería’. El Códex Bezae anticipa el pluscuamperfecto, dando a entender que lo ocurrido fué una verdadera carnicería cometida por ‘muchos’, que estaban encarcelados por haberla cometido durante la revuelta. La interpretación minimalista, que se refugia en la primera acepción, no permite entender que se había producido un alzamiento en el que hubo muchas víctimas. Barrabás está bien encadenado «juntamente con los (otros) revolucionarios» (en la expresión griega meta ton stasionton se utiliza el mismo término stasis que hemos traducido por ‘revuelta’). La información que Marcos nos ofrece es muy interesante. Sabemos que hay un preso muy importante que se llama Barrabás, probablemente un ‘alias’ en lugar de su nombre real, que está atado, condenado a muerte y en una prisión de seguridad, juntamente con otros revolucionarios, que se ha producido una revuelta mesiánica (¡‘la’ revuelta!) y que los revolucionarios cometieron una masacre, es decir que ha habido una carnicería. La entera multitud sube al Pretorio para pedir el indulto de Barrabás En el tercer elemento [c], el Códex Bezae precisa (rotundamente) que «Sube la entera multitud.» El texto alejandrino habla simplemente de «la multitud». ¿De qué ‘multitud’ se trata? Si hubiera querido hablar de una multitud innominada, Marcos no habría antepuesto el artículo ‘la’. El artículo se encuentra tanto en un texto como en otro. Pero si, además de decir «la entera multitud», precisa a continuación —siempre y sólo según el Códex Bezae— que «comenzó a pedirle éste (referido a Barrabás), como siempre les solía hacer», no hay duda de que subió con la intención de obtener el indulto para Barrabás. De eso se desprende que ‘la’entera multitud’ que subió al Pretorio simpatizaba con la revuelta (desde el punto de vista de ¡Marcos-Bezae!). Los romanos habrían metido en la prisión sólo a los promotores de la revuelta, como a responsables de los asesinatos, pero una gran multitud habría participado o, al menos, compartiría su ideología fanática. Los romanos habrían encarcelado a los cabecillas, entre ellos al líder de la revuelta, que sería sin duda Barrabás. Además precisa «como siempre les hacía», el adverbio ‘siempre’ no figura en el texto normal. Ya nos ha dicho en el comienzo que era una ‘costumbre’, pero ahora recalca que lo hacía ‘siempre’. Por tanto, la multitud sube al Pretorio con una intención bien determinada, para recordarle a Pilatos que ‘acostumbraba’ a dejar libre a un preso por las fiestas de Pascua y que esta ‘costumbre’ no se la ha saltado nunca y segundo, que el preso que les ha de liberar ha de ser precisamente Barrabás. De esta manera pone a Pilatos en un compromiso muy serio. En este punto, a Pilatos, se le congela la sangre. Barrabás es el máximo responsable del levantamiento. Se le presenta la multitud en peso y se pone a pedirle a gritos el indulto que por la Pascua tenía por costumbre hacerles y que, en concreto, les libere al caudillo de la revuelta. Por si acaso, le recuerdan que ‘siempre’ lo había hecho hasta ahora y, por tanto, que no se vuelva atrás. El texto alejandrino elimina el pronombre ‘este’ y el adverbio ‘siempre’ cambiando, así, completamente el sentido de la frase: «empezó a pedir aquello que les solía hacer», es decir el indulto de costumbre. Todo queda diluido. Pilatos mueve ficha y les propone dejar en libertad a ‘el rey de los judíos’ En el cuarto elemento [d], Pilatos, para salir del aprieto, propone, a cambio, «dejar suelto al rey de los judíos». Se trata de una jugada magistral. Por un lado, respeta, aunque sólo sea materialmente, la ‘voluntad’ de la multitud, sabiendo perfectamente que no es éste el preso que han venido a pedirle: «Queréis que suelte…» El texto alejandrino, añadiendo el pronombre, «que os deje suelto», es consecuente, pues antes había eliminado el pronombre ‘éste’ que hacía referencia a Barrabás. Según el texto normal, pues, la multitud habría ido a pedirle el indulto de un preso, y Pilatos les propondría indultar a Jesús… Así se transcriben los textos… El Codex Bezae es muy preciso: «¿Queréis que deje ir suelto...?» —en lugar del preso que le están pidiendo— «… al rey de los judíos?. Es consciente que si les libera a Barrabás, podría ser que hubiera de rendir cuentas. Por otro lado, duda seriamente que Jesús sea «el rey de los judíos», es decir ‘el rey’, el Mesías, que había de liberar a ‘los judíos’ de sus opresores, pues no ha respondido a las muchas acusaciones que han formulado contra él. Por eso hace una maniobra política: ‘Si queréis, en lugar del preso que me pedís, dejaré en libertad a otro mucho más importante para el pueblo judío, el que vuestros dirigentes religiosos me han traído maniatado acusándolo de ser el rey de los judíos...’ Con esta transacción, la pelota pasa al otro campo. La envidia, el gran motor silencioso de toda clase de acciones humanas

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En el quinto elemento [e] el redactor nos continúa informando, con un nuevo inciso parentético, sobre la situación y, más en concreto, de cómo Pilatos la iba trampeando: «Sabía, en efecto, que por envidia se lo habían entregado los sumos sacerdotes.» Notad el orden de las palabras, enfatizando «por envidia» y explicitando al final que, en último término, fueron «los sumos sacerdotes» los que le habían entregado a Jesús. El Códice Vaticano lima asperezas silenciando el sujeto: «los sumos sacerdotes», y cambiando «sabía» por «conocía», una información más distante. Según la información que Marcos nos facilita (cómo sucedió históricamente es otra cuestión), Pilatos ya tiene una idea clara de quién es este prisionero que los sumos sacerdotes le han llevado maniatado. A Barrabás le habían cogido en medio de una revuelta, a éste se lo han llevado atado. A raíz del interrogatorio ha podido darse cuenta de que, tras la acción punitiva que había llevado a termino contra los responsables de la revolución y el encarcelamiento de los cabecillas, no era normal que los sumos sacerdotes le llevasen ahora a Jesús maniatado con la acusación de ser él «el rey de los judíos», como si fuese él el principal responsable del alzamiento. No olvidemos que los sumos sacerdotes en esta época eran nombrados por los romanos. Los sumos sacerdotes vuelven a la carga En el primer centro [f], los sumos sacerdotes, temiendo que la maniobra puesta en marcha por Pilatos puede acabar con la liberación de Jesús, tratan de convencer a la multitud fanática que había subido a pedir el indulto de Barrabás para que insista en su propósito y les deje suelto al Jefe real de la revolución. Aunque de mala gana, (los dirigentes religiosos no habían hecho causa común con los revoltosos ni aprobaban la revuelta), sólo hacen el juego a la multitud. Utilizan a la multitud, como buenos políticos, y la incitan a persistir a pedir la liberación de Barrabás. Sorprendentemente el texto ordinario, en lugar de decir que «persuadieron a la multitud», dice que «soliviantaron a la multitud», con un término emparentado con la forma de actuar de los revolucionarios. Pilatos se encuentra contra las cuerdas A Pilatos no le hace demasiada gracia la situación que los sumos sacerdotes le están creando. Por eso, en el segundo centro [f’], correlativo al primero, se dirige nuevamente a la multitud y replica con una pregunta: «¿Qué queréis, pues, que haga al rey de los judíos?» Esta es la versión que ofrece el Códex Bezae. La pregunta es más bien retórica y servirá para introducir el clamor consiguiente de la multitud. Asímismo, sirve para mostrar la situación embarazosa en que le colocado los dirigentes religiosos. Por una parte, preferiría mil veces soltar a Jesús antes que al Jefe rebelde Barrabás, pues le consta que aquél es inocente de los cargos que le imputan; por otra, no ve ninguna salida airosa a la acusación presentada por los sumos sacerdotes contra Jesús. ¿Qué esperar de la multitud fanática que tiene enfrente? Ya antes la ha preguntado si ‘quieren’ que deje suelto ‘al rey de los judíos’, pero los sumos sacerdotes han vuelto en contra la voluntad de la multitud. Ahora pregunta de nuevo qué ‘quieren’, pues, que le haga al ‘rey de los judíos’, esperando tal vez que le pidan clemencia, después de que ya le han manifestado a gritos (sobreentendiendo, como veremos de inmediato) que indulte a Barrabás por Pascua. El texto ordinario, en cambio, presenta a Pilatos como si titubease: «¿Qué he de hacer, pues, de éste al que llamáis ‘el rey de los judíos’», falseando la información anterior, dado que fueron los sumos sacerdotes los que le entregaron a Jesús con el cargo de ser ‘el rey de los judíos’, y no la multitud. El Códice Vaticano lo formula de otra manera, evitando esta contradicción: «¿Qué he de hacer, pues? ¡Decid (que suelte) ‘al rey de los judíos’!», intentando contrarrestar, así, la intervención de los sumos sacerdotes. A ver quién tiene más fuerza. Por un lado, los sumos sacerdotes quieren que suelte a Barrabás y por otro a Pilatos le interesa digan que al rey del judíos. El grito ensordecedor de les masas: «¡Suelta a Barrabás! ¡Crucifica a Jesús!» Aunque no lo había explicitado hasta ahora, Marcos nos informa en el octavo elemento [e’] que la multitud ya se había decantado gritando a favor de Barrabás: Ellos, pues, gritaron de nuevo diciendo ahora: «¡Crucifícalo!» La multitud fanática lo tiene muy claro: si pide clemencia para el ‘rey de los judíos’, Pilatos acabará soltandole, y castigará a Barrabás con el suplicio de la cruz, reservado para los revolucionarios. Pidiendo la pena capital para Jesús, la multitud hace causa común con la acusación presentada por los sumos sacerdotes: «¡Crucifícalo!», «¡A la cruz el rey de los judíos!» Entre Jesús y Barrabás no hay color. A las masas fanatizadas por los jefes violentos no les interesa en absoluto que

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Pilatos suelte «al rey de los judíos», un título que Jesús nunca se ha atribuido, pero que se corresponde con el de Mesías de Israel. Este ‘rey’ que no ha optado por la violencia, sino que pretende transformar la sociedad liberando a las personas de todo ligamen de poder, político, económico o religioso, no les liberará nunca del auténtico enemigo para el que ahora piden el indulto. Barrabás, una vez liberado, llegará a ser—esperan— el líder indiscutible que promoverá una insurrección de mayor alcance. Pilatos no tira aún la toalla En el noveno elemento [d’] se narra el tercer y definitivo intento de Pilatos de salvar in extremis a Jesús: «¿Qué ha hecho, pues, de malo?» Busca que aduzcan razones que avalen la petición de la cruz para Jesús. ‘¿Porqué —les viene a decir— pedís a gritos que le crucifique? Yo estoy convencido que no ha hecho nada malo. ¿Tenéis pruebas contra él?’ Por tercera vez la multitud grita aún más fuerte: «¡Crucifícalo!» En el décimo elemento [c’] se enumera el tercer grito de la multitud, una escenificación que a Marcos le servirá de paradigma para componer, en segunda redacción, la triple negación de Pedro (Per. 87: 14,66-72). Las masas fanatizadas no se avienen a razones. La mejor respuesta a una pregunta razonable es la violencia del grito inhumano. Jesús será el chivo expiatorio que se ha de sacrificar con el suplicio que le esperaba a Barrabás en el corredor de la muerte. ¿Y si, en el fondo, la multitud fanática tuviera una brizna de capacidad de razonar? Si los sumos sacerdotes les han convencido de que Jesús es ‘el rey de los judíos’, el Mesías que el pueblo de Israel esperaba que se manifestase para liberarles del poder opresor, sería él y no Barrabás, el responsable moral del alzamiento que ha fracasado. Si lo hubiera secundado, no estarían aquí pidiéndole el indulto para su líder carismático. Que le crucifiquen, pues, y así Barrabás quedará libre para planificar mejor la definitiva liberación del pueblo. Pilatos, como los líderes marionetas, cede a la presión de las masas fanatizadas El penúltimo elemento [b’] es muy escueto según el Códex Bezae. Según el texto ordinario (en cursiva), «Pilatos, pues, queriendo satisfacer a la gente, les dejó libre a Barrabás.» El Códex Bezae no contiene esta expresión que, en griego, no es sino una retroversión literal del latín satisfacere, ‘satisfacer’, y que no era necesario explicitar. Se podría tratar de una glosa que se introdujo posteriormente en el texto alejandrino. (Hay muchas variantes.) Además, no se trata de ‘dar satisfacción’, sino de conceder, por un lado, el indulto que solía conceder por las fiestas de Pascua, liberándole a Barrabás, y por otro, ceder a la presión de la multitud que pedía a gritos la crucifixión de Jesús. A Pilatos le ha salido el tiro por la culata El último elemento [a’] contiene el desenlace de la escena. Pilatos sabía muy bien que Jesús era inocente y que los sumos sacerdotes le habían puesto en sus manos por envidia. Pero no esperaba que, probablemente ignorando la detención de Jesús, se presentase en el Pretorio una multitud fanática que le pedía que aplicase el indulto de costumbre al jefe de un alzamiento mesiánico que acababa de sofocar. Podría ser muy bien que él ya tuviera pensado indultar a Jesús, y ahora se ve forzado a liberar a un preso muy peligroso. Pero, como no tiene escrúpulos, de momento cede a la presión. En cuanto a la flagelación, era usual que el condenado sufriese este castigo antes de ser crucificado.

EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (30) Apéndice sobre ‘la entera multitud’ de Mc 15,8) Antes de comenzar la perícopa 90 querría hacer algunas puntualizaciones sobre la perícopa 89 (pag.152). En Mc 15,8 el Codex Bezae precisaba (en cursiva): <<Subió la entera multitud y comenzó a pedirlo, como siempre les solía conceder>>. Acaba de mencionar a Barrabás, preso juntamente con otros sediciosos. Por lo tanto, según el Codex Bezae, la multitud que ha subido a la residencia de Pilatos, y por cierto en masa, no ha venido a pedirle un preso cualquiera de los que les acostumbraba a

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liberar por la Pascua, sino un preso concreto, Barrabás. Convencidos de que esta vez les soltaría a Barrabás, si venían a pedirselo en masa. ¿De qué multitud se trata? Como lleva artículo, esta multitud ha de ser ya conocida de los lectores. Evidentemente, no puede tratarse de las multitudes que iban con Jesús. La última multitud que Marcos ha mencionado ha sido en 14,43 (en cursiva en el Codex Bezae): <<Se presentó Judas Scariote, uno de los doce, y con él una multitud numerosa, con espadas y garrotes, que venía de parte de los sumos sacerdotes, y con el aval de los letrados y de los senadores>>Les habían enviado las atoridades religiosas y políticas de Israel e iban bien armados porque temían – según les había informado Judas - que los que acompañaban a Jesús ofrecerían fuerte resistencia. ¿Qué había pasado en Jerusalén, aquellos días? Si atamos cabos, relacionaremos la revuelta contra los romanos, provocada por Barrabás, con las prisas de las autoridades judías para coger a Jesús y presentarlo a Pilatos como responsable último de la revuelta. Los romanos habían reprimido militarmente la algarada y en la represesión fueron detenidos Barrabás y sus secuaces los cuales, a buen seguro, habrían sido condenados con el castigo reservado a los que se alzaban contra Roma, con la cruz. Los sumos sacerdotes, aunque no comulgaban con estos fanáticos, querían aprovechar la ocasión para eliminar a Jesús. La misma multitud que le había detenido en Getsemaní ha subido ahora a la residencia de Pilatos para pedirle que indultara a Barrabás, un preso muy peligroso, que sin duda era su lider. Nos encontramos en el Pretorio, en la residencia oficial del gobernador romano. La multitud que ha acudido allí en masa, no ha pasado al interior, como es obvio, sino que se ha quedado fuera, en el atrio, desde donde les hablará Pilatos. En esta ocasión han dejado las armas para ir al palacio de Pilatos. Tenemos, pues, dos presos, por motivos bien diferentes, Jesús y Barrabás. La multitud ha sido instigada, en las dos ocasiones, por los sumos sacerdotes. Han hecho un pacto: ‘Pedid la liberación de Barrabás por las fiestas de Pascua y nosotros lo apoyaremos’ A la multitud, Jesús no les interesaba para nada, pero a instigación de los sumos sacerdotes les han hecho el trabajo sucio con tal de liberar a su lider político. Pilatos ha de celebrar ante todo un juicio. Preguntó a Jesús si la acusación de los sumos sacerdotes de ser él, el rey de los judíos, era verdad o no. Era suficiente que Jesús dijese que sí, para que pronunciara contra él la sentencia de muerte. Pilatos pregunta y Jesús no ha negado del todo, pero ha dejado bien claro que no estaba de acuerdo con el tono de la acusación:<<Tú lo dices>>. (15,4) Entonces los sumos sacerdotes le acusaron más y más, pero Jesús no le dio ya ninguna respuesta. Pilatos se extrañó de que no respondiera, y buscaba la manera de liberarlo. <<Por la fiesta pascual tenía costumbre de dejarles ir un preso, el que le pidieran>> (15,6) Tenía otros mucho presos en la cárcel, entre los cuales un tal Barrabás. El redactor informa de que <<habían cometido (en plural) una matanza>> (no un asesinato, como se suele traducir). Pilatos se encontraba entre la espada y la pared. De un lado, sabía que Jesús era inocente, y de otro que Barrabás era el cabecilla de una sedición violenta. Los sumos sacerdotes temiendo que Pilatos pusiera en libertad a Jesús instigaron a la mujltitud para que pidiese la liberación de Barrabás. Pilatos no podía hacer nada porque era una marioneta. Y les entregó a Jesús para que fuese crucificado, juntamente con otros que habían atrapado y les dejó ir libre a Barrabás. Los sumos sacerdotes se han salido con la suya y la multitud fanática también. Perícopa 90. *[A’] 15,16-20 Los soldados se burlan del Mesías destronado

[a] 16 Los soldados se lo llevaron dentro, a la residencia (esto es, al pretorio),y llaman a la entera cohorte.

[b] 17 Le visten de púrpura y le ciñen en la cabeza una corona de espinas. [c] 18 Entonces comenzaron a saludarle: «¡Salud, rey de los judíos!» [c’] 19 Con una caña le daban golpes en la cabeza y le escupían. [b’] 20 Cuando le desvistieron de la púrpura le vistieron con sus vestidos. [a’] Y lo sacaron para crucificarlo. Esta pericona consta de seis elementos : [a b c c’ b’ a’] Los dos primeros, [a] <<se le llevaron>> y

[b]<<le revisten>>, se corresponden con los dos últimos [b’] ‘cuando le hubieron desvestido>> y [a’] ‘le sacaron...’, y todos estos elementos encuadran el doble centro [c] y [c’] donde el evangelista nos remarca la acción de los soldados: la burla insolente de un Mesías destronado

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Preparación de la escena El primer elemento [a] nos presenta siempre la composición de lugar, de tiempo, o de personajes... Antes hablaba de una multitud fanática con espadas y garrotes, ahora son soldados, soldados a sueldo del ejército imperial que normalmente no eran romanos. Según el Codex Bezae: «Los soldados se lo llevaron al interior, a la residencia (esto es, al pretorio». El evangelista utiliza el mismo verbo <<se lo llevaron>>que en la escena en la que los sumos sacerdotes <<se lo llevaron a la residencia y le entregaron a Pilatos>> (15,1b). Pero aquí este códice precisa que <<se lo llevaron al interior, a la residencia >>. Los soldados han cogido a Jesús y le han introducido en el interior del pretorio, puesto que, hasta ahora, nos encontrábamos en el atrio del palacio desde donde Pilatos se había dirigido a la multitud fanática. El texto normal, en cambio, dice simplemente que <<se lo llevaron al interior de la residencia>> o del palacio (en genitivo) como si se tatara de las dependencias donde se encontraba el destacamento de soldados, estacionados allí, en el pretorio y que custodiaban al gobernador. ¿Perqué le llevan al palacio? El segundo elemento [b], describe con detalle que, una vez los soldados hubieron introducido a Jesús en el Palacio, «Llaman a la entera cohorte, le revisten de púrpura y le ciñen en la cabeza una corona de espinas.» Siguiendo la costumbre romana le visten de púrpura real, le coronan y le saludan como a rey de los judíos. Le entronizan, pero, como un rey de mofa. Como las autoridades religiosas y políticas le han condenado como rey, ahora ellos hacen mofa con ello. Esta escena evidentemente es histórica, pero es, a la vez, muy teológica. En el primer elemento [a] el verbo estaba en tiempo histórico (aoristo), en este segundo elemento los tres verbos están en presente. La escena se está actualizando en el seno de la comunidad que lo está leyendo o mejor, oyendo. Un rey sin el poder de la fuerza ni del prestigio En el doble centro [c] y [c’] se describe brevemente y de forma muy dura, en qué consistió la mofa de los soldados: «Entonces comenzaron a saludarle: “¡Salud, rey de los judíos! Con una caña le daban golpes en la cabeza y le escupían.» Mal vestido, y peor coronado, se burlaban de él dándole golpes en la cabeza con su propio cetro real… de caña y le escupían. Es una parodia de la investidura real que se hacía en los campamentos romanos. Se mezclan las ceremonias de burla (púrpura, corona, salutación, cetro real) con los ultrajes propiamente dichos (espinas, caña, golpes en la cabeza, salivazos). Los soldados de la guarnición romana (una cohorte constaba de 600 hombres, recordemos que habían convocado a <<la entera cohorte>> descargan todo el odio que sentían contra los jueces burlándose de su rey. Jesús no ha respondido ni a las acusaciones de los sumos sacerdotes ni a la burla de la soldadesca. El texto ordinario añade al final: <<y arrodillándose, le rendían homenaje>>. En el Codex Bezae no consta este homenaje. Se ha acabado el espectáculo En los dos últimos elementos [b’] y [a’] se desmonta la escena burlesca: «Cuando le desvistieron la púrpura le vistieron con sus vestidos. Y seguidamente le sacaron para la crucifixión. El texto ordinario ha estimado demasiado dura la construcción griega del Codex Bezae en la que se pone mucho énfasis en el verbo principal (aquí le vistieron) y cambia la construcción (en cursiva): <<Cuando acabaron la burla, le desvistieron de la púrpura y le vistieron con sus vestidos.>> Ha sido una noche de mofa, Pilatos les ha dejado hacer. Al menos eso parece deducirse del Codex Bezae, atendido que los soldados lo hicieron en el mismo palacio del gobernador. Ya hemos visto que estos dos últimos elementos se corresponden en forma de quiasmo o cruz con los dos elementos primeros. La acción de “sacarle” tiene claras connotaciobnes de éxodo. El Codex Bezae no dice que <<le sacaron para crucificarle>> sino “para crucificar” sin mencionar a quien, es decir <<para la crucifixión>> dejando entrever que Jesús no será el único que será crucificado y que los soldados ya estaban entrenados para tales espectáculos públicos de represalia.

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EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (31) XIV. CRUCIFIXIÓN, MUERTE, SEPULTURA Y RESURRECCIÓN DE JESÚS Empezamos hoy la última Sección (XIV) que consta de cuatro perícopas. Como la anterior, todas son de primera redacción: [A] la crucifixión en masa en el ‘Lugar de la Calavera’; [B] las tinieblas que invadieron la tierra en el momento en que Jesús expiraba; [B’] José de Arimatea da sepultura a Jesús; [A’] el vestido resplandeciente del Resucitado. Muerte y sepultura, en el centro [B || B’], se entrecruzan en forma de quiasmo con el Lugar de la Calavera [A] y el lugar donde le habían enterrado y donde ha resucitado [A’] Perícopa 91. *[A] 15,21-32 Gran numero de crucificados en el «Lugar de la Calavera» (continuación)

[a] 21 Constriñeron entonces a Simón que pasaba por allí, el de Cirene, que venía del campo, el padre de Alejandro y Rufo, para que cargase la cruz.

[b] 22 Le llevan a un lugar llamado Gólgota», que interpretado significa «Lugar de la Calavera».

[c] 23 Probaron a darle a beber vino mezclado con mirra, pero no bebió. [d] 24 Una vez que le hubieron crucificado, se repartieron sus vestidos echándolos a suertes. [e] 25 Era la hora tercia; mientrastanto le custodiaban. [e’] 26 Había, además, una inscripción con su causa inscrita en el rótulo «Este es el rey de los

judíos.» [d’] 27 Con el son crucificados dos bandidos ,uno a la derecha y otro a la izquierda. (28) [c’] 29 Los que pasaban por allí proferían blasfemias moviendo la cabeza con aires de mofa y

diciendo: «Mira, el que había de destruir el santuario y edificarlo en tres días!», 30 «Sálvate a ti mismo bajando de la cruz!»

[b’] 31 También los sumos sacerdotes se burlaban de él entre ellos ,junto con los letrados, diciendo: «A otros salvó, y a sí mismo no se puede salvar!», 32 «El Mesías, el rey de Israel, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos en él»

[a’] También los que estaban crucificados con él le llenaban de improperios. Esta perícopa es más complicada que la anterior. Teológicamente es muy densa. El tema central es la crucifixión. Se aprecian aquí cinco movimientos de subida [a b c d e] y cinco de bajada [e’ d’ c’ b’ a’]. Como casi todas las últimas perícopas, ésta tiene dos centros. Cuando se utiliza un único centro, todo gira en derredor de este único centro; cuando hay dos, el arsis sube hasta un punto álgido formando unidad con la tesis o descenso y tiempo fuerte. Uno y otro centro se complementan. Por ejemplo, en la perícopa anterior: «Alégrate, rey de los judíos!» [c] || «Le daban golpes en la cabeza con una caña y le escupían» [c’] constituyen el tema central de la befa a un rey destronado. Aquí, el arsis culmina con un dato temporal: la hora tercia son las nueve de la mañana, la hora en que, una vez perpetrada la crucifixión, se impone la custodia de los crucificados [e] || la tesis contiene la inscripción puesta en el rótulo de la cruz [e’], rotulo que desencadenará una serie de insultos y de improperios. El personaje del primer movimiento, Simón, que carga con la cruz de Jesús [a], contrasta con los del último movimiento, los crucificados con él que le llenaban de improperios [a’]. El Gólgota o Lugar de la Calavera [b] se corresponde con el insulto de los sumos sacerdotes del templo, el Lugar por excelencia, y de los letrados, los intérpretes de la Ley [b’]. El intento de aliviar los sufrimientos con vino mezclado con miel [c] está en contraste con el insulto y la mofa de los mirones [c’]. Finalmente, el reparto de los vestidos del crucificado [d] es suplida con la compañía de los dos bandidos crucificados con él [d’]. ¿Quién era Simón de Cirene? En el primer movimiento [a], de camino hacia la crucifixión, hacen intervenir un personaje nuevo: «Constriñeron entonces a Simón que pasaba por allí, el de Cirene, que venía del campo, el padre de Alejandro y Rufo, para que cargase su cruz.» No sabemos mucho de Simón, pero si lleva artículo, «el

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Simón» y «el cireneo/de Cirene», quiere decir que la comunidad a que Marcos se dirige le conoce. Simón es un nombre judío, pero grieguizado (el nombre arameo sería Simeón). Desde el punto de vista de Jerusalén, Cirene es el país más alejado del centro religioso del judaísmo. La lejanía es inversamente proporcional, en la mentalidad judía, a la observancia de la Ley por parte de los judíos hebreos más ortodoxos. A la inversa, cuando Lucas querrá mostrar a Teófilo que los judíos helenistas fueron los que mejor comprendieron el mensaje del Crucificado, condenado en nombre de la Ley, mencionará a «algunos procedentes de Chipre y de Cirene» (Ac 11,20). El texto normal, en cambio, antepone el indefinido «cierto Simón», confiriéndole representatividad, pero dando a entender que la comunidad que se sirve de este texto ya no debía de conocerle. De este Simón, además, se dice que es «el padre de Alejandro y Rufo». Estos detalles son muy significativos. El nombre Alejandro es griego, Rufo es latín y Simón hebreo, pero grieguizado Simón, además, es «el padre de Alejandro y Rufo». Se trata, por tanto, de una comunidad (tres) jerarquizada, «el padre» y dos hijos, bien conocida por la comunidad de Marcos, en la cual están representadas las tres lenguas como en el título de la cruz (según consta en Jn 19,20 y Lc 23,38 D05). El «campo», a diferencia de la «ciudad» (cf. Mc 5,14; 6,36.56), parece indicar su procedencia de la diáspora. Le «constriñeron para que cargase su cruz», la de Jesús. Fijémonos en cómo Marcos, en primera redacción, casi nunca explicita el nombre de Jesús. Les era tan familiar que lo substituye casi siempre con el pronombre. No aquí cabe confusión. La cruz tan sólo puede ser la de Jesús. Simón es el responsable de esta comunidad que en este momento tan difícil, aunque no lo hace de buena gana, se ve obligado a llevar el palo horizontal de la cruz (el vertical ya estaba plantado en el Gólgota, con muchos otros palos preparados para las ejecuciones) Este es el primer movimiento.. Cruces, había muchas allí. Hoy día leemos los evangelios de manera lineal, pero las comunidades judías lo leían de otra manera. Por eso me ha parecido oportuno leerlo circularmente, esta vez. Continuemos pues, con el último movimiento [a’], en donde se nos dice claramente que había más cruces: «También los que estaban crucificados le llenaban de improperios.» Es el contrapunto del primer movimiento. Allí, Simón el cireneo, más o menos forzado, colaboró llevando la cruz de Jesús, ahora, los otros crucificados le increpan. En la perícopa siguiente, el Códice Bezae cambiará el Salmo 22, «Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado» por «Dios mío, Dios mío, por qué me has llenado de improperios», tomando pié precisamente del improperio que le lanzaron los crucificados con él. Hemos leído el comienzo y el final de la perícopa, ahora saltaremos al centro. Siempre se ha de leer así. ¿Qué hay en el centro? ¡Ni aún después de crucificado se fían! El primer centro [e] dice: «Era, la hora tercia, entre tanto le custodiaban.». Solamente son las 9 de la mañana, según el horario romano. En cambio, el texto normal dice: «Era, pues, la hora tercia; y lo crucificaron», cuando ya se había dicho en el versículo anterior que «le estaban crucificando» (en presente). El cambio es sutil: han querido eludir el problema que planteaba el hecho de que <le custodiasen», porque eso presupone que contaban con una posible reacción de sus discípulos. Según el Códex Bezae, una vez le hubieron crucificado, se dispusieron a hacer guardias para que no se les escapase, indicando así que era un preso muy importante y que había quien podría liberarle, si no vigilaban. De la misma manera que había allí una multitud fanática que se salió con la suya llevándose consigo a Barrabás, un verdadero terrorista porque les interesaba para la lucha contra los invasores, también había allí otros afectos a Jesús que le hubiesen podido liberar. Por eso le están custodiando, no fuera que se le llevasen. He aquí el primer centro. Este y no otro es el rey de los judíos. En el segundo centro [e’] está la descripción de la causa: «había, además, una inscripción con la causa inscrita en el rótulo: “Este es el rey de los judíos”» Era corriente poner en lugar bien visible el agravio por que había sido condenado cada uno a la crucifixión. El texto normal dice simplemente: <Estaba la inscripción con la causa inscrita en el rótulo: "El rey de los judíos."» El Códex Bezae es más incisivo: «Este es el Rey de los judíos.» El pronombre colocado con énfasis en el primer lugar del rótulo elimina

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cualquier ambigüedad sobre cual de los condenados era el principal responsable de la revuelta, por haberse alzado contra los romanos con la pretensión de ser «el rey de los judíos» Barrabás se había levantado contra los romanos pretendiendo ser el Mesías liberador de Israel, pero Pilatos acababa de indultarle, después de haberle condenado a muerte. Judas había traicionado a Jesús con la pretensión de ser él el verdadero Mesías que —según la tradición— había de pertenecer a la tribu de Judá (Judas/Judá designan al mismo personaje, en hebreo (el hijo de Jacob), de donde habían de proceder -y de hecho, procedieron— todos los reyes de Israel (cf. Gn 49,10), pero ya se había suicidado (cf. Mt 27,3-5). Los sumo sacerdotes, apoyados por los letrados o maestros de la Ley (cf. v. 31), tenían un especial interés en que figurase como «el rey de los judíos» que se había levantado contra el orden establecido (cf. 15,1-3). Una vez que hemos considerado el comienzo y el final de la secuencia, así como el doble centro, podemos pasar ya a comentar los movimientos intermedios. Lo haremos igualmente por parejas correlativas. El lugar por excelencia ya no es el templo, es el Gólgota, ¡el lugar de la calavera! A continuación del segundo movimiento [b], «Le llevan hasta el lugar (nombrado) “Gólgota”, que interpretado significa “Lugar de la Calavera"», examinaremos el penúltimo movimiento [b’]. El Lugar (topos), con artículo, es el templo. Sin embargo, aquí, es el ‘topos’ de la muerte, por eso Marcos traduce Gólgota por «Lugar de la Calavera». El contrasentido es intencionado: el templo, la casa de Dios, considerado por los judíos como el lugar de la Vida, se ha convertido en el Lugar de la Muerte. El Códex Bezae lo expresa muy bien entrecruzando las palabras, epi topon Golgotha|| Kraniou topos, colocando en el centro el nombre propio en arameo (Golgotha) y en griego (Kranion) y repitiendo topos/lugar en los extremos: «le llevan [los sumos sacerdotes] hasta el Lugar [el templo] "Gólgota", que interpretado [por los letrados] significa "de la Calavera el Lugar" ». Los sumos sacerdotes y los letrados ofician y enseñan en el Gólgota. En el penúltimo movimiento [b’], correlativo del segundo, Marcos, sirviéndose de un quiasmo, diferencia entre la burla de los sumos sacerdotes y la de los letrados. De una parte, «los sumos sacerdotes se burlaban de él entre ellos … diciendo: "El mesias, el rey de Israel, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos en él"». Con qué sorna se burlaban: Si es el mesias/rey de Israel, ¡que lo demuestre con un golpe de efecto espectacular! Fueron ellos, principalmente, los que le entregaron a Pilatos para que fuese crucificado acusándole de haber pretendido ser <rey de los judíos». Tan sólo ante un milagro sensacional, como el que proponía Satanás que hiciese Jesús tirándose abajo desde el pináculo del templo, estarían dispuestos a ‘creer’ (?, ¡si es que creían en algo!). Confirman que «el lugar» de donde «ahora» ha de «bajar» ya no es el templo sino la cruz. En el fondo, sancionan, sin pretenderlo, que la institución del templo, convertida en un templo de muerte (o cueva de bandidos), está a punto de ser abandonada por el Mesías, Rey universal. Además, el Códex Bezae añade, al final de la frase, un pronombre en dativo, «para que lo veamos y creamos en él», no en el sentido de que le ofrecerían su adhesión (completamente impensable), sino en el de que es verían forzados, entonces, a aceptar que realmente era el Mesías de Israel. Por otra parte, los letrados decían con ironía: «A otros salvó y a sí mismo no se puede salvar"». Los letrados, como maestros de la Ley que son, hablan otro lenguaje, más teológico, hablan sarcásticamente de ‘salvación’, sin que se les revuelvan las entrañas ante aquel pobre desgraciado que se asfixia colgado de una madero. Cómo se ha de estar de instalado y obcecado para poder hablar de salvación y no tener la más mínima conmiseración por el que ellos consideraban ¡un terrorista! Con todo, si echáis un vistazo a las traducciones tradicionales de este pasaje notaréis que no distinguen entre lo que dicen los primeros y lo que añaden los segundos, sino que lo ponen todo junto, como si se tratase de una burla mancomunada. Según la norma del quiasmo, en cambio, si Marcos ha mencionado primero a los sumo-sacerdotes y después a los letrados, la primera frase ha de asignarse a los letrados y la segunda, a los sumo-sacerdotes. ¿A ver si cuadra? ¿Qué es más lógico que los sumo-sacerdotes pronuncien la primera o la segunda? La primera burla es más propia de los letrados que conocen la Ley; la segunda corresponde más bien a los sumos sacerdotes que entregaron a Jesús a Pilatos precisamente porque se

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hacía —decían— «rey de los judíos». Pueden parecer pequeños detalles, pero todo ayuda a sumergirse en el texto. Probaron a darle vino adobado con mirra.… El tercer movimiento [c] —como ya hemos dicho— está dispuesto en correlación con el antepenúltimo [c’]. Marcos comprueba —como lo harán igualmente los otros dos sinópticos, Mateo y Lucas; no así Juan— que «Probaron a darle de beber vino mezclado con mirra, pero no lo tomó.» Era costumbre dar a los condenados una mezcla de vino con mirra para aliviar sus sufrimientos. Mateo cambiará la mirra por «hiel», haciendo así una alusión al Sl 69,22; Juan mencionará que Jesús tuvo sed, y que le acercaron a los labios una esponja empapada en vinagre, haciendo una doble alusión a los salmos 22,16 i 69,22. Como quiera que sea, se trataba de una bebida muy agria y desagradable, pero que tenía efectos narcotizantes. Jesús no lo tomó, porque quería tener plena conciencia de lo que estaba pasando. Según Juan, en cambio, «cuando hubo tomado el vinagre, dijo: "Todo se ha cumplido!"» (Jn 19,29). Lo considera desde una perspectiva más teológica. … mientras los que pasaban le insultaban En el antepenúltimo movimiento [c’], correlativo del tercero [c], el Códice Bezae emplea exactamente la misma expresión que había utilizado al comienzo para decir que «pasaba por allí el Simón…», pero ahora en plural: «los que pasaban por allí proferían blasfemias moviendo la cabeza con aires de mofa y diciendo…» Continúan las alusiones al Sl 22,8 y también al Sl 109,25. Nuevamente han de distinguirse dos insultos diferentes procedentes de dos grupos diferenciados. Dos, tipifica siempre una comunidad, un grupo, un círculo. Según la norma del quiasmo, los primeros son los que proferían blasfemias diciéndole: «¡Sálvate a ti mismo bajando de la cruz!»; los segundos, los que movían la cabeza en señal de desaprobación, recordándose de una frase dicha por Jesús (cf. 13,2, en presencia de los discípulos; 14,58, recordada en forma de acusación por unos testigos falsos ante el Sanedrín), pero mal interpretada (véase Jn 2,22,19-21): «¡Mira! el que había de destruir el santuario y edificarlo en tres días!» En las traducciones no se distinguen los dos insultos. Una pregunta parece imponerse, entre los que pasaban ¿habría antiguos discípulos de Jesús? Los dos insultos constituirán la mofa de los sumos sacerdotes y de los letrados. Los soldados se repartieron sus vestidos Nos quedan por comentar dos movimientos, también correlativos. El cuarto movimiento [d] es descriptivo: «Una vez le hubieron crucificado, se repartieron sus vestidos echándolos a suertes». Los soldados que le habían crucificado, se reparten a suertes sus vestidos. Los soldados tenían por costumbre repartirse los vestidos de los crucificados, que pendían desnudos en la cruz. Una nueva alusión al Sl 22,19. Juan lo explicita como cumplimiento de la Escritura: «Se han repartido entre ellos mis vestidos; se han jugado a los dados mi ropa.» Jesús crucificado entre bandidos En el sétimo movimiento [d’] nos damos cuenta de que Jesús no estaba solo en el Gólgota: «Con él son crucificados dos bandidos uno a la derecha y el otro a la izquierda.» El número ‘dos’ puede indicar una multitud de crucificados. El Códex Bezae utiliza ahora el presente, cuando antes había empleado el pasado (v. 24), indicando que primeramente crucificaron a Jesús como máximo responsable de la sublevación, y después a los que, de hecho, la habían perpetrado. No se puede ignorar que hubo un alzamiento contra los romanos. Otra cosa es que los sumos sacerdotes hayan aprovechado la ocasión para presentar a Jesús ante el Gobernador romano como caudillo de la revuelta. Estos bandidos o revoltosos podrían ser muy bien, al menos alguno de ellos, discípulos de Jesús, de los más fanáticos. La mención de la «derecha» y de «la izquierda» ya la hemos encontrado antes cuando Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, le pidieron que les concediese sentarse, el día de su entronización como Mesías, uno a la derecha y otro a la izquierda (cf. 10,37, sobre todo según el Códex Bezae; el texto ordinario ha cambiado «izquierda» por «siniestra», con la intención de evitar la referencia). La escena es calcada pero con los términos invertidos. El rey de los judíos ha sido crucificado; los revoltosos también, a

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derecha y a izquierda. Ninguno se ha salvado de la crucifixión. Pero las motivaciones fueron bien distintas. EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (32) 92. *[B] 15,33-41 La tiniebla cubre la tierra cuando Jesús expira en la cruz

[a] 33 Llegada la hora sexta, se hizo la oscuridad sobre la entera tierra hasta la hora novena. [b] 34 A la novena hora, gritó con voz potente: «Elí, Elí, ¿lamà zaphthani?» (que significa:

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has llenado de improperios?»). [c] 35 Algunos de los que estaban presentes al oírlo decían: «¡Este individuo llama a Elías!» [d] 36 Entonces uno corrió, mojó una esponja en vinagre, la puso sobre una caña <y probó de

darle a beber diciendo>: «Deja, veamos si viene Elías a bajarlo.» [e] 37 Jesús, pero, dejando salir una voz potente, expiró. [d’] 38 Entonces la cortina del santuario se rasgó en dos partes, de arriba a abajo. [c’] 39 Habiendo visto, pues, el centurión que estaba presente allí que había lanzado aquel grito

estentóreo, respiró a fondo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.» [b’] 40 Había también unas mujeres que desde lejos lo contemplaban; [a’] entre las cuales estaba allí María Magdalena, María madre de Jaime el Menor y de José, y

Salomé, 41 las que le siguieron también cuando él estaba en Galilea, y muchas otras que habían subido con él a Jerosolima.

La presente perícopa consta de nueve elementos, con uno en el centro. Veamos que elementos se adivinan, y como se corresponden. El centro es muy claro [e], v.37: «pero Jesús, dejó salir una voz potente y expiró.» A un lado y otro encontramos, primeramente [d], un individuo que va corriendo con una esponja mojada en vinagre: «Deja, veamos si viene Elías a bajarlo» y, del otro lado [d’], que el velo del santuario «se rasga en dos partes de arriba a abajo.» Fijémonos en la correlación, «bajar» / «de arriba a abajo» – «Elías» / «santuario». Más allá, en un lado [c], hace referencia a «algunos de los que estaban presentes» que dicen: «Este individuo ¡llama a Elías!» y, al otro lado [c’], el centurión que también «estaba allí presente», usando el mismo verbo (según el códex Bezae, si bien en participio aoristo, los primeros, y en participio perfecto, el segundo) indicando que tanto el uno como el otro se encuentran al pie del crucificado, si bien en actitudes bien diversas. A continuación, mientras que por un lado precisa que era «la novena hora» [b], muy subrayada, la hora del sacrificio vespertino, cuando Jesús «gritó con voz potente: “Elí, Elí...”», en el otro ’lado [b’] puntualiza que las mujeres «lo contemplaban de lejos». La «lejanía» tanto física como moral de las mujeres y el grito de Jesús al sentirse desamparado se corresponden, motivado este por la «lejanía» de Dios en aquél momento. Finalmente, en el primer elemento [a] se describe que por un espacio de tres horas (desde la hora sexta hasta la hora novena) la oscuridad cubrió toda la tierra y en el último [a’] que había allí tres mujeres, «María Magdalena, María madre de Jaime..., y Salomé», así como muchas otras que habían subido con él desde Galilea a Jerosolima. ¿De dónde venimos? ¿Dónde estamos? Es muy importante la composición de lugar. Nos encontramos en el ‘lugar’ llamado ‘Gólgota’, que traducido significa ‘el Lugar de la Calavera’ (ved la hoja anterior, p. 176), en hebreo, la lengua de la Torah, la lengua de Dios, y en griego, la interpretación que hacen los letrados teólogos. La perícopa anterior se desarrollaba a la hora tercera (Per. 91, v. 25). Ahora, en el primer elemento [a] se precisa que ya ha llegado «la hora sexta»; por tanto han pasado tres horas. Los evangelistas computan las horas siguiendo el horario romano, si bien hacen empezar el día, según la costumbre judía, a la puesta del sol. La hora tercera de la segunda parte del día que comenzaba a las seis de la mañana nos sitúa a las nueve de la mañana.

«Llegada la hora sexta, cayó la oscuridad sobre la entera tierra hasta la hora novena.» Han pasado, pues, tres horas entre el momento de la crucifixión y la hora en que la oscuridad se ha extendido sobre

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toda la tierra. Durante aquellas primeras tres horas Jesús ha podido oír de todo, burlas, ofensas, blasfemias, improperios. Durante aquellas tres horas no ha oído nada positivo. De ahí que la oscuridad se haya apoderado de la tierra entera. ¡A plena luz esta oscuro! Es la hora de las tinieblas Han pasado tres horas interminables. Las ‘tinieblas’ durarán otras tres horas (desde el medio día, «hora sexta», hasta media tarde, «la novena hora»), una totalidad de tiempo. Precisamente a «la hora sexta», que es el medio día, la hora de plena luz, «la oscuridad cubrió la tierra entera». El evangelista no se ciñe al género histórico, sino que lo traspasa con el lenguaje metafórico. No se trata aquí de la tierra de Israel, sino de «la entera tierra». A diferencia del primer día de la creación en que Dios separó la luz de las tinieblas (Gn 1,3), «la tiniebla» se ha vuelto a apoderar de toda la tierra, precisamente en el momento de la máxima luz. Todo el proyecto de Dios creador esta a punto de hundirse. La tiniebla/oscuridad durara tres horas, una eternidad. Es el momento de mayor oscuridad en la vida de Jesús. También él se ha visto implicado. No ve ni una chispa de luz. Es la oscuridad interior, la noche oscura, que le ha invadido también a él de pleno. El grito de la humanidad… ¿Dónde está Dios? En el segundo elemento [b] Marcos puntualiza: «A la novena hora, gritó con voz potente: «¡Elí, Elí, lama zaphthani!» El códex Bezae, mas que ‘lanzar un grito’ (texto normal), precisa que emitió un grito estentóreo que retumbó por la tierra entera en medio de la oscuridad total. Jesús habla en arameo. El evangelista Marcos conserva unas cuantas palabras en arameo. Eso nos indica que este Evangelio es muy primitivo; la primera redacción se habría hecho entre los años 40 o 45, si no antes. Refleja muy bien la vivencia de los hechos de Jesús, bien presentes aún, pues le han conocido personalmente y lo han experimentado en su propia carne. En la comunidad de Marcos, el juego de palabras entre el arameo y el griego nos revela que se trata de una comunidad mixta en la cual hay gente de las dos lenguas, y por eso lo traducen interpretándolo. En lugar de «“Eloí, Eloí, ¿lama sabactani?”» (que significa: “Dios mio, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”)» del texto normal, el Códex Bezae lee: «“Elí, Elí, ¿lamá zaphthani?” (que significa: “Dios mío, Dios mío,¿por qué me has llenado de improperios?”)». «Elí/Eloí» quiere decir «Dios mío». «El» es Dios, en arameo, e «i» es «mío». «Lamà» quiere decir «¿porqué?». Y «sabactani», «me has abandonado», que es la traducción que encontraremos en el Salmo 22 (21 según los LXX),2. Marcos, según el Códex Bezae, modifica el griego de los LXX, el que utilizaba su comunidad en Jerosolima. Exactamente igual que en las sinagogas, la Bíblia se leía en hebreo y la interpretaban en arameo, si era una comunidad judía, o bien en griego, si era una comunidad mixta, como la de Juan-Marcos. Pero, el Códex Bezae nos conserva una transliteración e interpretación del texto del salmo diferente de las del texto normal. Una variante importante: ¡otra vez los improperios! El Salmo dice claramente: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Ante todo cabe precisar que en el códice Vaticano, en solitario, en la traducción al griego sólo figura una vez «Dios mío», cabe suponer que se debe a una error del copista.) Pero, la variante más importante se encuentra tanto en la citación aramea, «lamá zaphthani», como en la traducción (o interpretación) que presenta el Códex Bezae, «¿Por qué me has llemado de improperios?». Es el mismo verbo griego que el evangelista ha puesto en boca de los dos bandidos/sediciosos que fueron crucificados a la derecha y a la izquierda de Jesús: «También los que con él estaban crucificados le llenaban de improperios» (15,32b). Eso nos da motivo para decir que estos dos formaban parte del grupo de discípulos, uno de los muchos y diversificados cenáculos que constituían el discipulado y cuyos líderes integraban el círculo de los Doce. Jesús interpreta que los «improperios» que le lanzan éstos provienen del mismo Dios que habla por boca de sus mismos discípulos, en este momento tan terrible. Es muy indicativo que esta palabra la hayan cambiado los copistas, adoptando sencillamente el texto del Salmo. A nivel de crítica textual es una bomba. Todos los críticos suelen repetir que «lectio difficilior, lectio potior», «la lección difícil es la lección preferible». Evidentemente aquí la lección difícil es la del Códex Bezae: «¿por qué me has llenado de improperios?», no la del Salmo que todos sabían de memoria.

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Este cambio, respecto al texto del Salmo, tan sólo podía introducirlo Marcos. Yo no digo que Jesús lo hubiera dicho así textualmente, ¿me entendéis? Es Marcos que pretende describir el estado de ánimo de Jesús. Tal vez Jesús se limitó a recitar el Salmo..., como consta en Mt 27,46 (arameo [con la misma variante que presenta el Códex Bezae] y griego); Lucas no hace referencia, Juan tampoco. O puede que sí, que Jesús, viendo todo aquél espectáculo lo pronunció, ¡vete a saber! No interesa tanto lo que pasó exactamente en aquél momento histórico, sino cómo lo presenta el evangelista Marcos en primera redacción. Si sólo tuviésemos el Códex Bezae como texto normalizado, todo el mundo con un mínimo de formación judía habría de aceptar que los improperios que le lanzaban los bandidos, los dos que estaban a su derecha e izquierda, son los mismos de los que Jesús se queja: ‘¡Dios me está llenando de improperios!’, viene a decir. El evangelista los relaciona de una manera evidente, ya que estas dos formulaciones están demasiado cerca, utilizan el mismo verbo oneidizo, «injuriar, blasfemar, reprochar, lanzar improperios», en dos situaciones relacionadas por el tiempo verbal, imperfecto durativo, la primera, marcando la reiteración de los reproches, y aoristo complexivo, la segunda, englobándolos todos e imputándolos a Dios mismo. En cierto modo, Jesús responsabiliza a Dios de los improperios que le están diciendo. Son gente que se consideraban discípulos suyos, pero que viendo cómo habían ido las cosas, ahora le hacen responsable del gran fracaso que todos juntos están experimentando, pues se sienten traicionados por él. Ellos esperaban que se presentaría como el Mesías de forma espectacular. Se esperaba, en efecto, un Mesías / rey contra el cual nadie podría resultar vencedor. Estaban convencidos de que cuando llegara el Mesías se cambiarían las tornas. Todos los pueblos sometidos esperan siempre un mesías. Se habían fabricado esta idea, a pesar de que Jesús no se la había inculcado nunca, al contrario, les advertía repetidamente del fracaso del «hijo del hombre». Los letrados sí que les habían inculcado que había de venir Elías a ponerlo todo en orden y sacudirlo todo, con una fuerza sobrenatural, y que vencería a todos los enemigos. Y ahora resulta que el Mesías / Rey de los judíos está colgado de un madero (ellos estaban plenamente convencidos que era el Mesías), lo tienen a su lado en la cruz; es normal, pues, que le llenen de improperios... Bien, ya sabemos todos lo que paso con Judas, ¿no? ... y lo que ha pasado con Pedro… Verdaderamente, delante de la manera como se comportan con él los Doce, tomando como referencia el primero y el último del círculo, hay para quedarse pasmado. Aún hay quien espera un milagro… En el tercer elemento [c], «Algunos de los que allí estaban presentes al oírlo decían: “Ëste individuo llama a Elías!”» El texto normal dirá sencillamente ‘los presentes’ y silenciará el pronombre ‘este’, mientras que el Códex Bezae precisa que ‘estaban presentes’, al lado de la cruz, y sitúa el pronombre al final de la frase. El orden de las palabras, en griego, es el siguiente: ‘¡A Elías llama este!’ El pronombre «este», puesto al final, es muy despectivo. En catalán (castellano) decimos: «Este individuo llama a Elías», tal como he traducido. El griego permite este cambio de orden, anteponiendo Elías, que es donde reposa toda la fuerza de la frase. Estos individuos han oído que Jesús decía con grandes gritos «Elí, Elí...» y han confundido Heli con Elías. ¿Lo han hecho porque no sabían hebreo o arameo? Habían de ser judíos, de otra forma no lo habrían relacionado con la venida de Elías. ¿Será que, a pesar de haberlo entendido, quiere provocar, en el último momento, un cambio brusco de la situación? Israel y el trasfondo de Elías...,¡ el exterminio! Lo que sí es cierto es que esta idea de que Elías había de venir se encuentra en el Evangelio y formaba parte de la expectación judía. Elías era quien lo había de restaurar todo, haciendo —como quien dice— el trabajo sucio. Así como Juan bautista asumió la función de ser el precursor del Mesías, si bien desde fuera de la institución, desde el desierto, exigiendo a la gente un cambio radical (por eso no acudieron los dirigentes), Elías tenia reservado un papel institucional, ser el portaestandarte del Mesías, que a sangre y fuego, lo limpiaría todo, derrotaría a los enemigos, y entonces se presentaría el Mesías victorioso... Es lo que los letrados propugnaban, como dice el mismo Marcos: «Entonces le preguntaban [Pedro, Jaime y Juan]: “¿Cómo es que los letrados [los teólogos] dicen: ‘Primero ha de venir Elías’?” Él

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les respondió diciendo: “¿Es que cuando venga primero, Elias lo restaurará todo? Entonces, ¿cómo es que está escrito sobre el Hijo del hombre que ha de sufrir mucho y ser menospreciado? Pues bien, os digo que no sólo Elías ya ha venido, sino también que han hecho con él lo que querían, tal con estaba escrito de él”» (Mc 9, 11-13). Este pasaje lo encontraréis en el profeta Malaquias: «Antes que llegue el día del Señor; dia grande y temible, yo os enviaré al profeta Elías.» Eso es exactamente lo que reflejaba la mentalidad judía. «El hará que los padres se reconcilien de corazón con los hijos, y los hijos con los padres. Así, cuando yo llegue, no habré de entregar el país al exterminio» (Ml 3,23-24). Esta es una idea básica del pueblo de Israel: el exterminio de los infieles, pero lo es también de toda religión o política que usa el nombre de Dios en vano, para exterminar al adversario. Por segunda vez, intentan darle de beber El cuarto elemento [d] dice: «Entonces uno corrió, empapó una esponja en vinagre, la puso en la punta de una caña <y probó darle de beber diciendo>: “Deja, veamos si viene Eías a bajarlo!”». Marcos presenta un nuevo personaje. Éste ha oido lo que decían reiteradamente los que estaban presentes y ha corrido a coger una esponja mojada en vinagre y a ofrecérsela a Jesús. A diferencia de los soldados de la perícopa anterior, que le ofrecieron vino mezclado con mirra, que tenia propiedades narcotizantes, este individuo le da a beber «vinagre». Este individuo podría representar al grupo de discípulos más fanáticos que hasta el último momento esperaban que se girase la situación. Sorprende el uso en segunda persona singular del imperativo por parte del códex Bezae, «Deja/Permite» (el texto normal lee ‘Dejemos’, en plural), seguido del conjuntivo, ‘veamos’, en el sentido de ‘Veamos a ver si viene Elías a bajarlo de la cruz’, que se ha de entender como un último intento de provocar una algarada. El agua con vinagre era la bebida refrescante de los campesinos y de los soldados. En Marcos parece que retiene este sentido positivo respecto a la situación del crucificado, a la espera de que se presente Elías y libere a Jesús ostentosamente haciéndolo bajar de la cruz. Un centro capital, con muy pocas palabras En el centro [e] Jesús reacciona a las falsas esperanzas de unos y de otros: «Jesús, dejando salir una voz potente, expiró.» Jesús corta en seco el último intento de liberarlo empleando el mismo verbo ‘dejar’ que había empleado el individuo representativo: «Deja, veamos…» / «habiendo dejado salir…» Sencillamente ha ‘expirado’, y no dirá nada más. Este es Marcos. Lucas, en cambio, le hará preceder de una última frase de Jesús: «“Padre, en tus manos deposito mi espíritu.” Y dicho esto, expiró...» (Lc 23,46). Jesús «expira» después de «dejar salir una voz potente». La misma gran voz con la que gritó «Elí, Elí...» ¿Qué es lo que se ha rasgado? La de-función del Templo El sexto elemento [d’] nos viene a decir que una vez que Jesús, con un gran grito, ha expirado, el Templo ha perdido ya definitivamente su función: «Entonces la cortina del santuario se rasgó en dos partes, de arriba a abajo.» El santuario es la parte interior del Templo. Había dos cortinas, la que separaba el santuario del vestíbulo, y la que separaba el lugar ‘santo’ del lugar santísimo, el ‘santo de los santos’. Se ha discutido mucho de qué cortina se trata. En general se interpreta de la primera cortina. Opino que, por el contexto, ha de referirse a la cortina más interior, la del ‘santo de los santos’. Aunque también tiene sentido si se interpreta que era la que separaba el santuario del exterior. Hay argumentos a favor y en contra. De momento dice que «se rasgó en dos partes». ‘Rasgarse’ quiere decir que no se puede volver a coser. Es lo que Marcos, según el texto normal, ha dicho a propósito de los cielos que se rasgaron cuando, en el bautismo de Jesús, se oyó la voz que venía del cielo y decía: «Tú eres mi hijo amado...» (Mc 1,10-11). En cambio, el códex Bezae no decía que ‘se rasgaron’, sino que «se abrieron de par en par». Allí no tenía sentido que ‘se rasgase el cielo’ y, sí, que ‘se abriera de par en par’, pues simbolizaba la apertura total de Jesús al proyecto de Dios. ¿Qué significado tiene? Entre otros, puede tener dos. Si se trata del velo exterior, el sentido sería que aquello que era sagrado deja de serlo; se ha rasgado, y por tanto todos pueden tener acceso. Hasta ahora el acceso estaba reservado a los judíos. Si se trata de la cortina más íntima, tiene un significado aún más

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fuerte, porque aquella era la cortina que separaba el lugar sagrado y reconsagrado, adonde sólo el sumo sacerdote podía entrar una vez al año. Ahora todos tendrían acceso. Por otro lado, si se trata de la cortina interior, el hecho de rasgarse comporta el fin de toda aquella tramoya que carece ya de sentido; el exterior, en cambio, no lo deja tan claro. El texto no nos da mas pistas. Sea como sea, es el signo del fin del culto antiguo, ¡y de todo culto! ¡Qué ha visto el centurión? Una puerta abierta al paganismo

El septimo elemento [c’] nos describe la reacción del centurión romano que comandaba a a los soldados que estaban vigilando la crucifixión. Dice: «Habiendo visto el centurión que estaba presente allí que había lanzado aquel grito estentóreo, expiró a fondo: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.”» ¿Qué ha visto? ¿Ha visto realmente como se rasgaba el velo del santuario? Entonces, puestos a hacer geografía barata, se trataría de la cortina exterior. Este ver, no quiere decir que lo vió con los ojos. Además, este centurión no tiene nombre. Pero es un centurión romano que de alguna manera representa a los paganos que estaban presentes allí. El texto normal dice: ‘Al ver el centurión que estaba frente a él que así había expirado, dijo...’ En cambio, según el códex Bezae, el centurión no esta ‘enfrente de’ Jesús sinó que «estaba presente allí» y usa el mismo verbo que Jesús, si bien en otro sentido: «… expiró». Además, Marcos utiliza una construcción que sólo se encuentra en el códex Bezae, y que es muy primitiva.Cuando después de una oración participial («Habiendo visto…») se quiere dar fuerza al verbo principal («expiró»), éste se introduce con un ‘kai’ adverbial que no puede ser considerado como una simple conjunción copulativa («y»), sino que advierte que se quiere acentuar el verbo principal. He encontrado un buen número de casos en el códex Bezae. Los otros códices han eliminado todos estos ‘kai’ adverbiales. A fin de expresar este matiz lo he traducido por «expiró a fondo», de la misma manera que había «expirado» Jesús. Sin embargo, Jesús «expiró» exhalando el último aliento, muriendo; el centurión «expiró», por oposición a ‘aspirar’, exhalando un suspiro desde lo más hondo de sí mismo: «Realmente este hombre era Hijo de Dios». «Hijo de Dios» equivale a Mesías, pero es más inteligible para un pagano. (No tiene nada que ver con la segunada persona de la Trinidad.) Precisamente es así como ha comenzado Marcos su Evangelio: «Principio de la buena notícia sobre Jesús Mesías, Hijo de Dios.» Ya en el encabezamiento ha hecho una doble referéncia: al «Mesías», para los judíos y al «Hijo de Dios», para los paganos. El centurión, pues, representa el paganismo que reconoce que Jesús es realmente el Mesías, Hijo de Dios, el Mesías rechazado por las autoridades judías que como «Hijo de Dios» adquiere representatividad universal.

EL EVANGELIO PARA CRISTIANOS ADULTOS (33) 92. *[B] 15,33-41 Las tinieblas invaden la tierra cuando Jesús expira en la cruz (Continuación) Nuevos matices, detalles tan sólo insinuados Al retomar la perícopa, advierto que quedaron dos cosas pendientes que ahora estudiaremos. Lo primero es la esponja llena de vinagre que casi siempre se interpreta negativamente. He consultado un diccionario de costumbres judías y parece que no, que vinagre con agua era una bebida refrescante. Entonces, está claro, comencé a dudar si la frase: «Deja, veamos si viene Elías a bajarlo», no debería entenderse —ya que han interpretado que Jesús llamaba a Elías— en el sentido de: ‘A ver, si ha cambiado de repente la situación, a ver si ahora es el momento en que vendrá Elías y le bajará de la cruz...’ Estarían esperando que se hiciera realidad la tercera tentación del Mesías: ‘Que se tire desde lo más alto del pináculo del Templo’, si bien con el escenario cambiado. Hasta el último momento había aún quien esperaba que cambiasen las cosas y que el Mesías se manifestase con un golpe de efecto. La venganza sería terrible. Con una intervención divina espectacular se invertiría totalmente aquella situación tan desesperada.

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Lo segundo es más curioso. La palabra que estos individuos pronuncian: «¡Deja!…» es un modismo griego equivalente a ‘Vamos a ver /Veamos si… viene Elías a descolgarlo’. Este mismo verbo ‘dejar’, lo encontramos inmediatamente después en el siguiente elemento, cuando dice: «Habiendo dejado salir una voz potente, Jesús expiró.» Eso no es casual. Las composiciones de los evangelistas son una filigrana. La repetición del mismo verbo relaciona las dos citas, la de los que esperan que se presente Elías y enderece violentamente la situación y la de Jesús que, antes que se arme un nuev motín —no olvidemos que hay gente que está a punto de coger las armas— un motín que, a buen seguro, será sofocado con nuevas crucifixiones, «deja salir una voz potente y expiró», como quien dice: ‘¡Ya basta!’ Es lo que dirá Juan: ‘¡Se ha acabado!’ (Jn 19,30). Estas cosas están aquí sencillamente apuntadas. Aparte del centurión..., ¿Había cerca de la acruz alguien más, favorable a Jesús ? En el penúltimo elemento [b’], «Estaban también unas mujeres que desde lejos lo contemplaban...», después de una figura masculina positiva, el centurión romano, Marcos presenta una figura femenina, igualmente positiva, las mujeres. Acostumbrados como estamos a representarnos pictóricamente a las mujeres al pié de la cruz, al decirnos el evangelista que las mujeres «lo contemplaban de lejos» deja entrever la crudeza de lo que estaba sucediendo. La situación era muy delicada. Una crucifixión de este tipo, en represalia por un levantamiento sofocado con armas, con numerosos crucificados, un centenar de soldados bien armados y atentos para que no se les escapara la situación de las manos (recordad la precisión del códex Bezae en el v. 25: «Era, pues, la hora tercera; mientras tanto le custodiaban»), era un espectáculo escalofriante. ¡Cualquiera se acercaba...! Las mujeres, pues, no es normal que se acerquen... Habrá que ver ahora cuál es el sentido que toma aquí el verbo ‘contemplar’. Ciertamente no tiene el sentido de ‘contemplar’ un espectáculo, como si fuesen meras espectadoras. Más bien tiene el matiz de observar atentamente, a pesar de la lejanía lo que estaba pasando. La construcción perifrástica griega con el auxiliar al inicio de la frase y el verbo ‘contemplar’ al final confiere mucho énfasis a esta contemplación persistente de la situación compartiendo los sufrimientos de los crucificados. Teniendo en cuenta que estas mujeres son discípulas, como precisará en el último elemento, su mención plantea una pregunta: ¿dónde están los otros discípulos, los hombres, representados institucionalmente por los Doce? De Judas, no hablamos; Pedro ha negado rotundamente serlo. ¿Y los otros? Talvez sí que estaban los más violentos, los que en última instancia intentaron promover la revuelta diciendo: «Éste llama a Elías!» O bien aquél que fue corriendo, mostrando así el interés que tenía, a coger una caña e intentar darle de beber una bebida refrescante, intuyendo que estaba a punto de invertirse la situación: «Deja, veamos si viene Elías a bajarlo.» O incluso algunos de los que habían provocado aquél desastre... Tres nombres, el círculo femenino al completo En el último elemento [a’] Marcos describe con detalle (nombres propios) el círculo femenino: «... entre las cuales estaba María Magdalena, María, madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé,...y muchas otras que habían subido con él a Jerosolima.» Hay dos Marías, por tanto, ha de diferenciarlas. Pero, en el centro del grupo no ha situado a María Magdalena, sino «Maria, madre de Santiago el Menor y de Joset». En un tríptico la figura central es la más importante. ¿Quién es esta María? Fijémonos en un pequeño detalle del códex Bezae: «Estaban también unas mujeres que desde lejos lo contemplaban, entre las cuales —y aquí comienza la diferencia— estaba María Magdalena…» Los otros códices dicen: «entre las cuales también estaba Mariam, la Magdalena...», como si estas mujeres fuesen diferentes de las que acababa de nombrar. Alguien ha tenido interés en separarlas, mediante el añadido del adverbio «también». El tríptico ha perdido toda su fuerza significativa, convirtiéndose en una mera enumeración de nombres; han quitado el protagonismo a las mujeres. Un enredo de Marías y Santiagos... Siguiendo el códex Bezae, la primera mujer del tríptico se llamaría «María», nombre hebreo grieguizado, y no «Mariam» (como consta en los otros códices), el mismo nombre hebreo que Lucas-códex Bezae asigna a «Mariam», antes del anuncio del ángel (Lc 1,27), y que inmediatamente cambia por el de «María» (1,30). En el mundo semita, el cambio de nombre presupone un cambio profundo de la persona. Es suficiente con cambiar una letra, sobre todo una consonante de la radical de un nombre,

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para que se cambie todo el sentido. Más aún: no dice «Mariam, la Magdalena», con un artículo que remite a una mención anterior, sino «Maria Magdalena», sin artículo, como tampoco lo llevan las otra dos mujeres. La falta de artículo les confiere mucho énfasis. La del centro es presentada literalmente como «María de Santiago el Menor y de Joset, madre» (los otros códices añaden un doble artículo: «María, la de Santiago el Menor, y la de Joset madre», como si fuesen dos mujeres diferentes). Marcos no la menciona, como sería más lógico, por el nombre de su marido (una especie de apellido), sino como ‘madre’ de dos hijos, «de Santiago el Menor y de Joset», formando una inclusión entre la mención del nombre de «Maria» y el de «madre». Todos los detalles son importantes. Estos dos nombres masculinos, y con el mismo orden, se han presentado en Mc 6,3: «¿No es éste (Jesús) el artesano, el hijo de María y el hermano de Santiago y Joset y Judas y Simón…?» Los autores se inclinan por identificar este «Santiago el Menor/el Joven» con «Santiago el de Alfeo», perteneciente al grupo de los Doce (Mc 2,14 códex Bezae), para diferenciarlo de «Santiago el hijo de Zebedeo», en contra de toda lógica, ya que precisamente (y únicamente) en el Evangelio de Marcos, los dos hermanos ya habían sido mencionados como hijos de Maria. Ahora bien, si se trata, como parecen apuntar todos los indicios, de María, la madre de Jesús, ¿porqué no dice sencillamente ‘su madre’ y se habría ahorrado todo este circunloquio? Marcos se había referido ya dos veces a los hermanos y hermanas de Jesús y a su madre, sin mencionar nunca a José, el marido de María (cf. Mc 34,31-35 y 6,3). Un detalle parece que podría impedir identificar esta Maria con la madre de Jesús. En efecto, a continuación dice de estas mujeres que «cuando él estaba en Galilea le siguieron», o sea que las tres habrían sido discípulas de Jesús. La idea que nos hemos hecho de los familiares de Jesús es maá bien de gran distanciamiento respecto de él, hasta el punto que «habiendo oído sus familiares (lo que pasaba), salieron para retenerle, porque decían: “¡Se ha vuelto loco!”» (Mc 3,21). Pero no es ésta la versión del códex Bezae, que considero de todas todas como la más primitiva, sino: «Cuando recibieron noticias de él, los letrados y el resto (de dirigentes) salieron para cogerlo, porque decían que les tenía enloquecidos» (3,21 códex Bezae). Como podéis comprobar, la cosa es muy complicada, y más si tenemos en cuenta las dos versiones contradictorias de un mismo hecho. Me inclino por la presencia de Maria, la madre de Jesús, a una distancia prudencial de la cruz, cosa que me lleva a admitir que Maria, antes o después, formó parte del grupo de mujeres que seguían a Jesús desde Galilea. El hecho de que Jesús ya haya expirado y la intención del evangelista de dar a entender que Santiago el Menor, en el momento de morir Jesús, ya empieza a tener protagonismo explicaría esta singular construcción. Mt 27,56 presenta una construcción parecida, con ligeras variantes, si bien en lugar de a «Salomé» nombra a «la madre de los hijos de Zebedeo». Lucas se limita a decir que «todos sus conocidos se mantenían a distancia, así como las mujeres que le habían seguido desde Galilea mirándoselo» (Lc 23,49). Juan, finalmente, precisa que «estaban al lado de la cruz de Jesús su madre y la hermana de la su madre, Maria de Cleofás, y Maria Magdalena» (Jn 19,25). Lo que si está claro es que hay tres mujeres concretas, que están realmente y que muy bien pudiera ser que la del centro fuera María, la madre de Jesús. Nos muestra el interés y el amor que manifiestan por Jesús estas mujeres en una situación tan dura y tan cruda. 93. *[B’] 15,42-16,1 José de Arimatea da sepultura al cadáver de Jesús

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[a] 42 Llegado ya el atardecer —como era día de preparación (esto es, vigilia del sábado)—, 43 llegó José de Arimatea, un senador distinguido;

[b] éste estaba, también él, esperando el Reino de Dios. [c] Con atrevimiento se presentó a Pilatos y le pidió el cadáver de Jesús. [d] 44 Pero Pilatos, se extrañaba de que ya hubiera muerto. [d’] Entonces, llamó al centurión y le interrogó si ya estaba realmente muerto. [c’] 45 Informado por el centurión, concedió su cadáver a José. [b’] 46 José compró una sábana, lo cogió, lo envolvió con la sábana, lo puso en el sepulcro que

había sido excavado en la roca, hizo rodar una losa delante de la puerta del sepulcro y se fue de allí.

[a’] 47 Así mismo, María Magdalena y María (madre) de Santiago observaron el lugar donde había sido puesto 16,1 y seguidamente fueron a comprar aceites aromáticos, para ungirlo.

Esta perícopa consta de ocho elementos, a b c d // \\ d’ c’ b’ a’, con un doble centro. Oscurece..., y hay que evitar una sepultura vergonzosa En el primero y segundo elemento [a-b] encontramos un cambio de tiempo y un nuevo personaje. El día ya decae y oscurece. A las seis de la tarde empieza un nuevo día, el sábado. Jesús expiró en la hora novena, les tres de la tarde. Los crucificados no podían quedar en la cruz durante la fiesta del sabat (vide Jn 19,31). Los cadáveres irían todos a una fosa común. Un malhechor no podía ser enterrado como los santos de Israel. Aparece entonces José de Arimatea, miembro del Sanedrín, hombre respetado, que simpatizaba con Jesús. ¿Era un discípulo clandestino? Discípulo o no, fue el único que se atrevió en público a ponerse de parte de Jesús. «Llegado ya el atardecer —como era día de preparación (esto es, vigilia del sábado) — llegó José de Arimatea, un senador distinguido; éste estaba, también él, esperando el Reino de Dios.» José de Arimatea negocia con Pilatos sobre el cadáver de Jesús En el tercer elemento [c] José de Arimatea, con un considerable atrevimiento, se decide a ir en busca del gobernador romano: «Con osadía se presentó a Pilatos y le pidió el cadáver de Jesús.» El texto normal habla de «el cuerpo de Jesús»; el códex Bezae precisa que se trata de «el cadáver de Jesús». Según recordará Lucas al sumo sacerdote Teófilo, José de Arimatea «no había dado su consentimiento a la decisión y a la actuación» de los restantes miembros del Sanedrín» (Lc 23,51). Pilatos, sorprendido, indaga sobre la muerte de Jesús En el doble centro [d-d’] de forma esquemática Marcos refiere cómo Pilatos, extrañado por la rapidez con que se habían desarrollado los acontecimientos, indagó sobre la muerte de Jesús: «Pero Pilatos, se extrañaba de que ya hubiera muerto. Entonces llamó al centurión y le preguntó si ya estaba realmente muerto.» Tanto en la información aportada por José como en el interrogatorio de Pilatos al centurión para que la confirmase, el códex Bezae utiliza el mismo verbo en tiempo perfecto, «si ya había muerto realmente». La llamada al centurión, por parte de Pilatos, es muy solemne. El centurión era el comandante del pelotón de soldados que custodiaban a los crucificados, vigilaban que la situación no se les fuera de las manos y era quien había de certificar que todos estaban realmente muertos. El centurión confirma la noticia de la muerte de Jesús En el sexto elemento [c’], correlativo del tercero [c], Pilatos, una vez «informado por el centurión, concedió su cadáver a José». Confirmada la noticia, José de Arimatea se hace cargo del cadáver de Jesús. Habría suficiente con decir que le concedió «el cadáver», como leemos en la mayoría de manuscritos. ¿Por qué precisa el códex Bezae que le concedió «el cadáver de él»? ‘Cadáver’ es neutro en griego. José ha pedido a Pilatos «el cadáver de Jesús» y este se lo ha concedido. Hasta aquí todo es correcto. Seguidamente veremos porque ha hecho esta precisión.

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Al menos el enterramiento fue digno...,a pesar de ausencias muy significativas En el séptimo elemento [b’], José hace la única cosa que se podía hacer en aquella situación tan terrible, darle sepultura y evitar la fosa común. Los cuerpos colgados eran devorados por los buitres. Aquí lo importante es el personaje José, nombrado por tercera vez: «José fue a comprar una sábana, lo tomó y lo envolvió con la sábana, lo puso en el sepulcro que había sido excavado en la roca, hizo rodar una losa delante de la puerta del sepulcro y se fue.» No se menciona para nada a ningún discípulo. Jesús es enterrado por José de Arimatea, el cual a buen seguro que se ha jugado su prestigio. La «sábana» que ha ido a comprar tiene relación, atendiendo al lenguaje simbólico de los evangelios, con la «sábana» que llevaba sobre el cuerpo desnudo el joven que, en el momento del arresto de Jesús, cuando le iban a detener también a él, abandonó «la sábana» y se escapó de ellos desnudo (Mc 14,51-52). Hablaremos de esto en la próxima y última perícopa. La «sábana» simboliza la parte mortal de la persona. Al joven le quitaron la mortaja, pero no la vida, igual que a Jesús, de quien era figura. José, ahora, para amortajar su cadáver, tiene necesidad de comprar una «sábana», una mortaja. Seguidamente el códex Bezae dice que «lo tomó», mientras que el texto normal dice que «lo bajó» de la cruz. Todos los manuscritos, sin embargo, toman el pronombre masculino, «él», refiriéndose a Jesús, y no el neutro, que haría referencia al cadáver. En los tratos con Pilatos, José hablaba del ‘cadáver’, que era el único lenguaje que aquél podía entender y sobre el cual tenia poder. Ahora, una vez ya se lo ha concedido, no envuelve propiamente ‘el cadáver’, neutro, sino ‘él’, Jesús, con la mortaja/ sábana. De esta manera muestra su gran afecto por la persona de Jesús. A continuación «lo pone en el sepulcro», empleando otra vez el pronombre neutro. Según Mateo y Juan, el sepulcro era «nuevo» (Mt 27,60a; Jn 19,41); Mateo precisará más aún diciendo que era « su sepulcro que se había hecho tallar en la roca» (Mt 27,60b). Lucas y Juan añadirán que «aún no habían puesto nunca a nadie» (Lc 23,53; Jn 19,41). Marcos se limitó a decir que «el sepulcro había sido excavado en la roca», cosa que repetirán los otros Sinópticos. Seguidamente «hizo rodar una losa delante de la puerta del sepulcro», simbolizando el carácter definitivo de la muerte para él y el barrado del acceso a su reino. La ‘losa’ y la ‘puerta’ adquirirán gran importancia en la última perícopa. Finalmente, «se fué». Este hecho recuerda muy de cerca el caso de Esteban, donde tampoco encontraremos ni a los apóstoles ni a ningún miembro de la iglesia de Jerusalén y ni siquiera a los creyentes helenistas, ya que «todos se dispersaron» perseguidos a muerte por Saulo: «Habiendo inhumado a Esteban unos hombres piadosos, hicieron gran duelo por él» (Ac 8,1b-2). Allí, después que habrán lapidado a Esteban, ‘unos hombres piadosos’, anónimos, le darán sepultura. Aquí es un hombre que tiene un nombre concreto, ‘José’, un nombre que siempre hace referencia al patriarca José. Y, como sabéis muy bien, el patriarca José, A pesar de pertenecer a la familia de los doce patriarcas (los caudillos de las doce tribus), fue vendido a Egipto por sus germanos, y no será considerado por Lucas como formando parte de los ‘doce patriarcas’ (cf. Ac 7,8-9). Todo esto está implicado en la asignación de este nombre a José de Arimatea quien, en cierto modo, restaura la situación creada por Judas al venderse a Jesús a traición (Mc 14,10-11), yendo a comprarle la mortaja. Otra vez la comunidad de las mujeres En el último elemento [a’] vuelven a aparecer las mujeres, ahora en actitud de observadoras: «Así mismo María Magdalena y María (madre) de Jaime observaban el lugar donde había sido puesto.» Es el contrapunto femenino. Dos mujeres describen toda una comunidad. María Magdalena lleva artículo. Es la manera de señalar que quien lleva la iniciativa del grupo es María Magdalena y que ambas forman un grupo compacto. «María de Santiago», siempre según el Codees Bezae, hace referencia a la misma María de la cual acaba de decir que era la madre de Santiago el Menor (el hermano de Jesús) y de Joset; en cambio, de José no dice nada; es la manera de destacar el papel que Santiago, el hermano del Señor, irá tomando hasta el punto de que, según Lucas, desbancará la figura de Pedro y se erigirá en el máximo responsable de la iglesia de Jerusalén (vide Ac 12,17 y sobre todo 15,13-21 y 21,18-25). Los otros códices, o bien repiten los dos nombres, «Maria (madre) de Santiago y José» o cambian el de ‘Santiago’ por el de ‘Josét’, «Maria la (madre) de Joset/José/Josep», es el texto que generalmente encontraréis en les traducciones. En el texto ordinario reaparece el verbo ‘contemplar’, «contemplaron dónde había sido puesto». El Códex Bezae emplea otro verbo, ‘observar’, de significado emparentado con el anterior, pero que, hablando de cosas como aquí, toma el matiz de observar cuidadosamente. El mismo códice

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precisa que «observaban el lugar donde había sido puesto». Aquí «el lugar es una referencia clara al Templo, el Lugar por antonomasia. El lenguaje metafórico nos da pistas para identificar «el lugar» donde había sido puesto… el cadáver (no se explicita el sujeto del verbo en voz pasiva) con el Templo de Jerusalén que se ha convertido en un monumento funerario. ¿Qué más se podía hacer? Sin solución de continuidad, a diferencia del texto ordinario, el Códex Bezae continua: «Seguidamente fueron a comprar aceites aromáticos, para ungirlo.» El texto ordinario retoma los tres nombres que ya hemos encontrado al final de la perícopa precedente (15,40): «Pasado el reposo del sábado, María, la Magdalena, Maria, la (madre) de Santiago y Salomé fueron a comprar aceites aromáticos para ungirlo.» Nos encontramos en la vigilia del gran sábat. El grupo de mujeres creen que hay que embalsamarlo, a fin de perdurar de alguna manera su memoria, y van a comprar aromas para ungirlo. Podría ser que aquí no tuviera sentido de embalsamarlo sino de ungirlo con mucho respecto y manifestar todo su amor y afecto que profesaban hacia la persona de Jesús. José de Arimatea lo ha puesto en un sepulcro excavado en la roca; las mujeres van a ungirlo. Son manifestaciones tiernas del amor humano. Y, después, todo se habrá acabado. Llega la noche, y comienza la gran fiesta de Pascua. Vacío. No hay nada que celebrar. 94. *[A’] 16,2-8 El vestido resplandeciente del Resucitado

[a] 2 Llegan de madrugada, el primer día de la semana, al sepulcro cuando salía el sol. [b] 3 Se decían entre ellos: «¿Quién nos hará rodar la losa de la puerta del sepulcro?» [c] (En efecto, era muy grande.) [d] 4 llegan y encuentran que la losa ya había sido rodada. [e] 5 Habiendo entrado en el sepulcro, vieron un joven sentado a la derecha envuelto con una a

vestidura blanca, y se llenaron de estupor. [e’] 6 Les dice el ángel: «No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el crucificado? Ha resucitado, no

esta aquí. Mirad allí el lugar donde le pusieron. 7 Al contrario, id y decid a sus discípulos y a Pedro: «Mirad, os precedo a Galilea: allí me veréis, tal como os tengo dicho.»

[d’] 8 Al instante salieron, huyeron del sepulcro. [c’] (Efectivamente, se había apoderado de ellas el temor y la alienación.) [b’] Y no dijeron nada a nadie. [a’] (Es que tenían miedo.)

Entramos en la última perícopa de este primer esbozo de evangelio que Juan-Marcos compuso en Jerosólima. Consta de diez elementos, con un doble centro: a b c d e // \\ e’ d’ c’ b’ a’. Después de todo lo que había pasado, ya nadie esperaba nada. Frustrada su ambición, desengañados, los discípulos no están. Resta tan solo la última mirada al sepulcro de unas mujeres con los óleos aromáticos en las manos. Se han acabado los sábados…. Comienza el primer día de una nueva época Desde el primer elemento [a] hasta el final se nos narra la experiencia de unas mujeres que ya conocemos: «Llegan de madrugada, el primer día de la semana, al sepulcro cuando salía el sol.» Han esperado que pasase el sábat que, en este caso, era la gran fiesta de Pascua. Estas mujeres que se han resistido a huir, han visto nacer la esperanza de un nuevo día. El texto normal, en cambio, dice: «...cuando ya había salido el sol». De golpe se ha esfumado el sentido simbólico conservado por el códex Bezae que identifica la salida del sol con el momento en que Jesús resucita. Han pasado las fiestezas. Estamos en un día de trabajo. Pero ya sale el Sol… Una variante curiosa y repetida En el segundo elemento [b] yendo hacia el sepulcro, las mujeres van hablando, mientras ‘iba saliendo el sol’: «Se decían entre ellos: “¿Quién nos hará rodar la losa de la puerta del sepulcro?”» Fijémonos en esta singular variante: «se decían entre ellos» —en masculino—, a pesar de ser todas mujeres. El texto

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normal dice «entre ellas» evidentemente. ¿Se trata de un error de copista? Más adelante se repetirá el mismo fenómeno, cuando el ángel se dirigió «a ellos» en masculino, y no en femenino (v. 6: intraducible). No puede ser, por tanto, un error de copista. Un copista raramente se equivoca dos veces seguidas. Mejor dicho, este cambio de género es deliberado. Marcos emplea aquí el masculino precisamente porque considera que estas mujeres han alcanzado la condición de personas maduras, ya no son el sexo débil..., por eso utiliza el masculino. La pregunta que se van repitiendo las unas a las otras hace referencia a la losa que José de Arimatea había hecho rodar en la puerta del sepulcro. No son conscientes aún de la fuerza que se está desplegando en su interior y que a los ojos del redactor Marcos, aquí, y del ángel, después, en cierta manera las masculiniza. Se sienten aún dependientes: «¿Quién nos hará rodar…?» Una losa especial que tan pronto está como deja de estar En los dos elementos siguientes [c-d] nos informa primeramente, en un paréntesis, que la losa «realmente era muy grande» y acto seguido que «encuentran que la losa ya había sido quitada». Se esperaban encontrar una gran losa, una losa que había llegado a ser cada vez más grande a medida que se acercaban al sepulcro. Y ahora resulta que ya ha sido definitivamente apartada. Esta es la fuerza del lenguaje simbólico. Una losa grande —como la viga en el ojo— que no nos deja ver lo que hay dentro. La losa a la entrada del sepulcro nos impide entrar en una nueva dimensión; la losa es el hecho definitivo de la muerte que pesa sobre los mortales. Pero aquí no, ya no hay ninguna losa, la muerte ha dejado de ser definitiva. Juan lo expresará en aquella maravillosa secuencia, que hemos mal interpretado como la resurrección de Lázaro, poniendo en boca de Jesús, después que hubieron ‘quitado la losa’ del sepulcro, tal como les había ordenado (Jn 11,39.41), y que saliera Lázaro, ‘el-bien-muerto’, religado de pies y manos con vendas y con el sudario en la cabeza: «Desatadle y dejad que se vaya» (11,44), mostrando así que, a pesar de las apariencias de muerte, la vida continúa. Un joven sentado a la derecha de Dios En el doble centro [e-e’] confluyen la descripción de un mensajero singular y la revelación que condensa todo el mensaje de la buena noticia de Marcos. En el primer centro [e] Marcos presenta un nuevo personaje que —como veremos— ya es un viejo conocido: «Habiendo entrado en el sepulcro, vieron un joven sentado a la derecha envuelto con una vestidura blanca, y quedaron llenas de estupor.» Se trata del mismo «joven» que, en la escena de Getsemaní, seguía detrás de los que habían detenido a Jesús «envuelto con una sábana». Allí le quitaron la sábana, pero se escapó desnudo. Ahora se presenta de nuevo, pero «envuelto con una vestidura blanca». La «sábana» —como ya hemos visto— representaba la mortaja; la «vestidura blanca» describe la condición divina del personaje, una vez definitivamente transfigurado. Allí «huyó desnudo», pues nadie le podía quitar la vida que libremente había puesto al servicio de los otros; ahora está «sentado». Siempre que encontramos algún personaje «sentado», indica que está enseñando. Dice «a la derecha», no del sepulcro, sino de Dios, como veremos seguidamente. De momento las mujeres han quedado «llenas de estupor». No han podido asimilar aún aquella excepcional experiencia. Aún no les ha impartido la enseñanza nuclear de todo el Evangelio. EL ángel, el mensajero divino, ¡es Jesús resucitado! En el segundo centro [e’] el «joven vestido de blanco» abre la boca y se pone a enseñar: «Les dice el ángel: “No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el crucificado? Ha resucitado, no está aquí.”» El texto normal le cualifica de «el Nazaret!»’, un verdadero disparate: ¿Cómo puede tildarlo el ángel de terrorista? («Nazaret» es un término despectivo acuñado por los adversarios de Jesús, a diferencia de «Natzoreo», que él mismo se aplica: ved Hch 22,8). El códice Bezae lo identifica simplemente con «el crucificado» y les revela que «ha resucitado». La palabra griega utilizada por Marcos, en voz pasiva, significa normalmente «se ha levantado»; en el presente contexto, aplicado a un «crucificado», toma el sentido figurado de «ha resucitado». Constituirá el primer núcleo de la buena noticia anunciada por Marcos en su Evangelio. Tanto se puede entender como un pasivo divino, «Dios le ha hecho levantarse /le ha resucitado», como una forma reflexiva, «Se ha levantado él mismo /ha resucitado». La enseñanza prosigue: «Mirad allí el lugar donde le pusieron.» Con el adverbio local, «allí», empleado por el ángel mientras está sentado a la derecha de Dios, este señala a las mujeres «el lugar» de la muerte, el Templo

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/sepulcro, donde José de Arimatea había puesto el cuerpo de Jesús pensando que la muerte era definitiva. Y continúa la revelación: «Al contrario, id y decid a sus discípulos y a Pedro: “Mirad, os precedo en Galilea: allí me veréis, tal como os tengo dicho.”». Según el códex Bezae, a quien sigo al pie de la letra, es Jesús mismo quién habla a las mujeres. «Pedro», a diferencia de sus discípulos», no es discípulo desde el punto de vista del ángel. No le llama por su nombre de pila, «Simón», sino por el sobrenombre que él mismo le puso (cf. Mc 3,16), aludiendo a su tozudez y obstinación. Con el artículo referencial, « el Pedro», indica que le conoce a fondo. Sabe muy bien que Pedro ha renegado de ser discípulo suyo. El proceso de la conversión de Pedro será muy largo, como nos describirá Lucas con pelos y señales en los Hechos de los Apóstoles. Las mujeres les habían de comunicar que «les precede en Galilea», o sea que han de hacer su éxodo personal fuera de Jerusalén y que «le verán allí, tal como ya les havia dicho» (cf. 14,28). Las mujeres no se han atrevido a comunicar esta buena noticia Los cuatro últimos elementos [d’-a’] son brevísimos. Las mujeres, que han sido las primeras testigos de la resurrección de Jesús, no lo dirán a nadie, «porque tenían miedo». Por un lado, porque eran mujeres. Por el otro, porque habían sido ellas y no los discípulos masculinos los primeros testigos del Resucitado. Finalmente, porque la invitación de Jesús hecha a los discípulos y a Pedro en particular chocaba frontalmente con la pretensión de ser ellos los verdaderos representantes del Israel mesiánico ante la institución judía de Jerusalén. Era en Jerusalén, y no en Galilea, donde se esperaba aún que el Mesías resucitado se manifestase con todo su esplendor, gloria y potencia. Pero, si no dijeron nada a nadie, si el Evangelio se acaba sin ningún tipo de comunicación, ¿Cómo se entiende que haya llegado hasta nosotros esta buena noticia? Las mujeres ya han hecho la experiencia del Resucitado y serán ellas, y los que, como ellas, se automarginan de la institución religiosa, los que la comunicaran a aquellos que, a su vez, hagan el mismo éxodo que el Mesías, excomulgado por la institución religiosa, se vio forzado a hacer fuera de Jerusalén.