EL EVANGELIO

La Iglesia de Dios de la Fé de Jesús Tomo: II, No. 56 ¿Qué es el evangelio? ¿Qué es evangelizar? ¿Cuál es el mensaje del evangelio? ¿Tiene el evangelio la misma actualidad, mensaje y finalidad originales? ¿son evangélicos “los evangélicos”? ¿cómo se puede distinguir lo que es y lo que no es evangélico? _________________________________________________________________

DISERTACIÓN El verbo evangelizar se ha puesto repentinamente de moda y los medios de comunicación han agotado sus conjugaciones y modos a causa de los acontecimientos religiosos que nos está tocando vivir. Sin embargo, resulta conmovedor comprobar en palabras, actitudes y acciones de los religiosos que hoy se proclaman evangelizantes, una desdichada ignorancia o corrupción del significado del evangelio. Tanto los evangelistas tradicionales como los evangelistas progresistas y las mismas iglesias ostentosamente llamadas cristianas, carecen de la realidad evangélica proclamada por Cristo. En boca de todos hoy día, está la “buena noticia” como forma de traducción moderna de la palabra Evangelio. Este sutil error causado por los nuevos teólogos y escrituristas, tiene “la gracia” de convertir en evangelista a todo reportero o periodista que produzca una buena noticia. No, el evangelio no es simple información o comunicación de cosas o sucesos, aunque estos sean buenos. El significado del evangelio trasciende la mera noción de conocimiento que produce una noticia, o la emoción que pueda producir la publicación de alguna nota informativa. El evangelio habla de novedad, de renovación, de cambio, de reforma, de conversión, porque su verdadero significado es “BUENAS NUEVAS”. Lo nuevo es lo que supera a lo viejo, a lo arcaico, a lo habitual, a lo tradicional, como dijera el Apóstol: “El nuevo pacto dió por viejo al primero y lo que es dado por viejo se envejece y cerca está de desvanecerse” (Hebreos 8:13). Por esto los amantes del tradicionalismo religioso son de hecho antievangélicos. Para que la nueva del evangelio sea buena, es necesario que sea mejor

2

que las novedades humanas. La nueva del evangelio es buena porque es divina y porque supera a todas las reformas y renovaciones planteadas por los humanos. Muchos religiosos ahora, están haciendo uso con abuso del significado del evangelio para predicar una renovación de la cristiandad, para convertirla en cristianismo socialista. Esta evangelización llamada progresista pudiera discutirse que es buena, pero nueva no lo es. El socialismo (denominación eufemística del comunismo) de Carlos Marx, bajo cuya dominación ya han vivido más de medio siglo los países socialistas sin que se haya visto florecer el paraíso de igualdad, justicia y comunidad de bienes que tal doctrina preconiza. Ni Cuba, ni Hungría, ni Polonia, como ejemplos más recientes, ni la Rusia misma como el más añejo y máximo ejemplo han demostrado que sus teorías doctrinarias funcionen en la práctica, no se ha visto que su nivel y calidad de vida superen a las democracias, al grado de preferirse el mal conocido en que vivimos que “lo bueno” que el socialismo ofrece. Cristo el renovador, el innovador, el autor de las buenas nuevas, no ha sido aún escuchado ni comprendido, por los hombres que han tomado su nombre para poder hacer valer sus creencias y no han permitido que el evangelio las supla. Jesús prometió beber el vino nuevo de su doctrina con nosotros en el reino de Dios (Mateo 26:29). Pero él sabía que los tradicionalistas acostumbrados a las viejas creencias no querrían beber la buena nueva aferrados a la falacia de que lo añejo es mejor (Lucas 5:39). El vino añejo sólo embriaga, el nuevo como el de Caná nutre ¿cuál es el mejor? Una vez entronizado en su reino el Señor dijo: “Yo hago nuevas todas las cosas” (Apocalipsis 21:5). Esta renovación fue radical, abarcando desde el corazón del hombre, hasta la forma externa de sus creencias. “Y os daré corazón nuevo y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros...” (Ezequiel 36:26). Al quedar confirmado el nuevo pacto en su sangre (Mateo 26:28), ningún remiendo del viejo pacto podría ponerse en el nuevo, tampoco los cueros viejos de la ley servirían para contener el vino nuevo del evangelio (Marcos 2:21, 22). El nuevo pacto superó al antiguo por ser espiritual y por lo tanto mejor (Hebreos 8:6, 7). “De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Lo viejo llegó a su fin y la revelación nos presenta un mundo nuevo, con una nueva y flamante ciudad, donde las

3

lágrimas son enjugadas, donde no existe la muerte ni el dolor, porque las cosas anteriores al evangelio dejaron de ser (Apocalipsis 21:1-5). Ahora se nos ha dado el ministerio del espíritu para ejercer el nuevo pacto (2 Corintios 3:6), a fin de que sirvamos en novedad de espíritu superando el viejo y ahora letal ministerio de la letra de la ley (Romanos 7:6). El evangelio define entonces lo que es cristiano y lo que no es. Para que una doctrina sea evangélica debe ser posterior al viejo pacto y ser espiritual. Entonces doctrinas como “La resurrección de la carne” (que es judía y que ya era vieja al venir el evangelio) El bautismo de agua, el sábado, el milenio, la ley, el reino venidero, el juicio final, la tierra como herencia, los templos como sitio de adoración, la restauración de Jerusalem y el recogimiento de Israel, el culto ceremonial, la venida visible de Cristo, comer y beber según la ley etc. No son evangélicos sino contrarias al espíritu de Cristo y pertenecen a los viejos odres en que muchos echan aún el vino de Jesús. El hombre necesita cambiar muriendo a la vida vieja y naciendo otra vez porque el que no naciere otra vez, no puede entrar en el reino de Dios. (Juan 3:3, 5 y Romanos 6:4). Debe también renovar el espíritu de su mente (Efesios 4:23), con las buenas nuevas del Señor que enseñan un bautismo espiritual, una resurrección sin muerte física, un reposo divino, una ley de amor, un reino vigente, un juicio actual, una patria celestial, un templo que es el mismo Dios, un Israel que no desciende de Jacob, una adoración en espíritu, un Cristo ya venido como juez y como rey, una cena del Señor con pan vivo y una esperanza que no avergüenza. Todo lo cual sólo puede lograrse en la renovación del entendimiento, para poder experimentar la voluntad de Dios agradable y perfecta (Romanos 12:2). Propugnar y enseñar esto con la voz y el ejemplo, es evangelizar. Este es el evangelio que Jesús trajo a los pobres como el medio de dignificación, liberación y superación del hombre, sin lo cual, jamás saldrá de la pobreza espiritual y material. Creer que “primero es comer que ser cristiano”, predicando un mejor nivel de vida sin el cambio necesario en el interior del hombre, no es evangelizar, es demagogia (Lucas 4:18 y 7:23).

4

CONSIDERACIONES +) Ahora usted sabe que no es lo mismo “Buenas nuevas” que “Buena noticia” y que, aunque parezca lo mismo, la diferencia es significativa.

+) Las noticias envejecen pronto, el evangelio es eterno y fresco cada mañana.

+) Las noticias humanas nos podrán traer información, quizá nos produzcan alegría, o tristeza, o nos depriman, pero no podrán darnos nunca la salvación y la vida eterna que el evangelio ofrece.

+) El evangelio es novedad salvítica, pero los hombres prefieren aferrarse a sus prácticas y tradiciones y así rechazan sin darse cuenta la gracia y la redención que Jesús concede en el evangelio.

+) Jesús encontró a los hombres igual que hoy, envueltos y fanatizados con sus creencias y tradiciones, y hasta los que le aceptaban se resistían a dejar sus creencias añejas por eso condenó tal actitud con las muy ilustrativas parábolas del vino nuevo y los odres viejos, y la ropa vieja y el remiendo nuevo.

+) Las buenas nuevas de gracia, salvación y vida eterna del evangelio, producen en el cristiano una vida nueva que se manifiesta en conversión y cambio transformando y renovando la vida de los hombres en el bien. Esto no lo produce ninguna noticia de los medios, por buena que sea.

+) Hay también diferencia entre saber y comprender, y ahora usted puede comprender más que saber, que la transformación del hombre empieza por la renovación de su mente que el poder del evangelio transmite.

El evangelio es fuente del poder divino, por eso Pablo dijo: “No me avergüenzo del evangelio porque es potencia de Dios para salvación de todo aquel que cree”. (Romanos 1:16) Porque para los que se salvan es potencia de Dios. (1 Corintios 1:18) Y este poder está a disposición de quien pueda creer al evangelio.