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  • 1 Gracias a pap. a mam y a Mara Hernndez.

  • 2EL ESQUELETERO QUE ADMIR A GRANTFEATHERSTON.

    Pedro Bonache Meli.

  • 3El esqueletero que admir a Grant Featherston, a HansWegner y a Finn Juhl.

    Mi padre no lleg a or hablar de ellos y cuando yo empec aleer sobre sus vidas, sobre sus diseos y sobre muebles ya erademasiado tarde para contrselo, l ya haba fallecido y en eldormitorio que compartimos durante los ltimos siete aos de suvida, tras sufrir el ictus, ya solo estaba mi cama y desde luegotampoco poda ya contarle todas las cosas que haban ocurrido enel taller de esqueletaje durante el da. Me hubiese gustado contarle que cuando l decidi abrir supropio taller de esqueletaje, con mas mpetu y valor queconocimientos, en Europa ya se diseaban sillas y sofs que seiban a convertir en verdaderos referentes del diseo del siglo XX. Le hubiese contado que all, los diseadores y los ebanistastrabajaban en armona y al unsono, codo con codo y sin olvidarjams que ambos se necesitaban y que juntos sus proyectos seranxitos casi seguros. Cuando Hans Wegner, Grant Featherston o Finn Juhl esbozabansus creaciones, cuando sus lpices trazaban nerviosos y excitadosesos primeros bocetos ya pensaban en el ebanista que deberahacerlos realidad trabajando la madera o el tablero curvado. Lesconsultaban y debatan con ellos, surgan los prototipos, lasmaquetas escala en las que ya se podan apreciar las proporciones,la esttica y la apariencia. Cuando el ebanista elega el primertabln lo hacia con la mirada sera, concentrado y sintindosearropado y acompaado por ese hombre o esa mujer que desde susestudios, dibujaba y creaba, pensando en l, en la persona que sepasaba el da manchado de serrn y mirando las vetas de la madera,deslizando sus dedos sobre esas superficies lijadas miles de veces

  • 4o comprobando los taladros y los mechones, el ajuste, la unin, elencuentro o el ensamble que los diseadores haban concebidopara ese modelo. Imagino que pap habra sonredo cabeceando, pensando que lnunca haba trabajado as. A pap le daban la foto de una revista yle decan.

    - Hazme ese sof. Le daban unas cuantas medidas y l tena que imaginarse elesqueletaje, esa parte que nunca se vea de los sofs y sillonestapizados y que por tanto careca de valor y de merito, aunquedesde luego, segn me cont mi padre, existan tapiceros de lavieja escuela muy exigentes con los esqueletajes y que no lesimportaba pagar un poco mas por un armazn hecho de maneraconcienzuda y digna. Pero los tiempos fueron cambiando, puede que a peor y poco apoco se impuso la idea de que lo importante era el acabado, eldetalle, la presentacin de un tapizado impecable. A partir de esemomento el esqueletaje empez a degradarse, tan solo se exigaque no se rompiese y que fuese barato, no importaba que estuviesehecho a pedazos de aglomerado o de DM, no importaba que elensamblaje a caja y espiga fuese demonizado y odiado por eltiempo de trabajo que supona. Tampoco importaba que los viejosoficiales de toda la vida se fuesen jubilando sin transmitir suconocimiento y as, poco a poco, los esqueleteros fuimosperdiendo esos conocimientos y quedando relegados a lascatacumbas de la fabricacin del mueble tapizado, encerrados enlas carpinteras bajo montaas de serrn y virutas, alejados delcliente, del publico y de las tendencias o de las modas. Los esqueleteros terminaramos viendo el mundo a travs de losojos de los decoradores y de los tapiceros y lentamente iramosperdiendo la creatividad y la iniciativa, hasta que la brutal crisisde mediados del 2008 nos oblig a sacudirnos el serrn y lasvirutas y a asomarnos fuera de los talleres, a la calle y a unapequea pantalla que lentamente se haba instalado en casi todoslos hogares del pas, la del ordenador, la de Internet.

  • 5 Cuando pap empez a creer en sus propias ideas.

    Mi padre dej esa catacumba, la del inmovilismo y la de la faltade imaginacin, ya hace muchas dcadas. Recuerdo cuando mecontaba como decidi establecerse por su cuenta en el patio traserode una vivienda de la calle Pintor Goya de Valencia. Lospropietarios se lo alquilaron y all empez a montar sus primerosmuebles de madera vista, era curioso, que para trabajar tuviese queatravesar toda esa planta baja, saludando a los propietarios que allhabitaban o a las visitas que es esos momentos estuviesenrecibiendo. En aquellos tiempos, imagino que a caballo entre los aos 50 y60, no era habitual que los talleres de ebanistera tuvieranmaquinaria pesada, para eso estaban las serreras, donde aserraban,cepillaban y agujereaban esos muebles que despus se montaban yterminaban en los talleres.

    Pero pap era nervioso e inquieto y cada vez que apareca por laserrera sus dueos temblaban al verlo encaramndose sobre laspiras de madera para escoger los tablones que mejor se adaptabana las medidas de sus mueblecitos.

    Y no deba de ser una invencin, porque, Paquito, un viejorepresentante de maderas, me contaba eso mismo, que paptrepaba como un gato montes ante los ojos divertidos y algonerviosos de los propietarios de aquellas serreras de parroquiano yque despus, cuando ya haba marcado el despiece en los tablonesde haya o de pino, se quedaba observando atentamente a losoficiales que manejaban las sierras de cinta o las temidas tupis,hasta el punto de que uno de aquellos das en los que esperaba aque le cortasen las barras traseras de unas sillas tom la decisinde comprar una de esas sierras de cinta, una universal y una tupi.

    - Estas loco, Pedrito, necesitars un serrador y un tupinero!le advirti el dueo de la serrera.

  • 6- Yo ser el serrador y el tupinero replic pap, saliendo de allcon ese montn de barras de sillas atadas en el silln de su OssaPalillos de 125 cc.

    Me lo puedo imaginar pilotando su moto, sorteando el escasotrafico de aquella poca y cruzando por encima de las vas deltranva, imagino que pensando en esas maquinas que ya habadecidido comprar, imagino que vindose cortar en la sierra de cintay calculando el ahorro en costes de tiempo y pesetas que eso le ibaa suponer, hasta el punto de que gir en la calle sin apenas frenar.La rueda trasera derrap y pap se fue al suelo, pero con la suertede que las barras de silla crearon un puente entre sus rodillas y losadoquines de la calle, aquello fue algo parecido al cuento de la

    lechera, solo que pap compr aquellas maquinas y aprendi amanejarlas, su idea fue exitosa y acab con su dependencia de laserrera. Con aquella maquinaria pap progres, termin comprando laplanta baja, con la ayuda econmica de mi abuela materna y allmismo nacieron varias de mis hermanas, en medio de la universal,de la sierra de cinta y de la tupi, entre serrn y entre esas plantillasde cartn duro que empezaban a llenar las paredes del patiotrasero, ya cubierto y empezando a tomar el aspecto de un taller deesqueletaje bien pertrechado.

  • 7 Unos aos despus mis padres alquilaron un piso en la mismacalle y pap sigui progresando hasta tener a tres operariostrabajando en la planta baja. Recuerdo que de nio tenia queentrar, casi de lado entre los esqueletajes que se alzaban apiladosformando un angosto pasillo.

    Nada mas entrar me encontraba con el banco del to Paco, unhombre de pelo cano y de ceo fruncido, creo que siempre estabade mal humor y yo le tenia algo de miedo, sin embargo con Pepitome llevaba mejor, era mucho mas joven y lucia una melena rizadaa lo afro. Pap tambin lleg a contratar a Miguel, un muchachojoven y apuesto que durante los fines de semana tocaba el saxofnen una banda, recuerdo que conduca un Mini azul plido ytambin que segn mi padre los lunes siempre llegaba tarde porculpa de sus bolos por los pueblos. Pero de la misma forma que pap fue hbil a la hora de tomarciertas decisiones empresariales, no fue capaz de ir adaptndose alos nuevos tiempos y poco a poco fue perdiendo trabajo y a esos

  • 8mismos trabajadores. Termin trabajando solo hasta que yoempec a ayudarle.

  • 9Trabajando sin pasin.

    Hacia finales de los aos ochenta empec a trabajar con mipadre, fue algo que ocurri sin que yo lo decidiese y desde luegosin pasin y sin excesivo inters, de alguna manera era lo que seesperaba de mi, que ayudase a mi padre y yo lo hice sinpreguntarme si ese trabajo me gustaba realmente.

    En el taller de esqueletaje mandaba mi padre y yo aprenda de lsin cuestionar nada y sin aportar ideas, ni siquiera me plante sime gustara aprender a tornear, pero para eso pap ya tena larespuesta, fue su ultima gran idea, su ultima genialidad antes dejubilarse y de empezar a envejecer sin ser capaz de dejar el viejotaller de esqueletajes. Pap termin comprando al torno a Serafn, un tornero artesanalque se jubilaba y que segua amando su trabajo como el primer daque sujeto una gubia an siendo un nio. Y fue el mismo Serafn elque me ense a tornear, me dio las suficientes lecciones para quefuese capaz de hacer las patas para los esqueletajes quefabricbamos. Realmente no supona un gran ahorro pero daba unacmoda independencia al taller. Y as, con escasa pasin yobedeciendo al deseo de mi padre empec a tornear sin serconsciente de la trascendencia que iba a tener aquel aprendizaje,bajo la atenta y satisfecha mirada de pap. Pero los aos pasaban y yo observaba como pap envejeca ycomo se encerraba mas en si mismo, discuta con los clientes, nose fiaba de mi criterio y la convivencia en el taller se tensaba datras da. Mis sentimientos hacia pap se estaban enturbiandopeligrosamente y empezaba a sentirme muy incomodo

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    compartiendo todas las horas del da junto a l y sobretodoteniendo que claudicar ante sus pareceres y ante su forma deenfocar el negocio y el trato con los clientes. El recuerdo de aquellos aos tiene cierto tinte de tristeza, creoque fue la poca en la que estuve mas alejado de mi padre pese aseguir trabajando y viviendo junto a l. Pero pap no soltaba elbocado y desde luego no me consideraba apto para conducir eltaller de esqueletaje y sinceramente, mi carcter retrado y pocovaliente me impeda alzar la voz y hablar a mi padre claramente,puede que la nica vez que tom una determinacin fue cuandocompramos la grapadora neumtica y el compresor, despus devisitar a un esqueletero industrial para el que trabajbamosdesarrollando prototipos. En aquellos momentos no nos dimoscuenta, pero esa mquina iba a salvar al taller de su muerte segura. Pero aquella maana me fij en algo ms, en aquella navetrabajan sobre amplias mesas y no sobre los clsicos bancos decarpintera, estrechos y con un tornillo en los extremos paratrabajar las piezas con los formones y las raspas. All las mesaseran de tablero y se trabajaba de manera cmoda y segura.

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    El ultimo clavo.

    Pese a los aos que han pasado recuerdo perfectamente aquelmomento, pap hablaba con Juan Jimnez sobre el trabajo y yocharlaba con Jos Luis, el hermano de Juan y al tiempo observabacomo ensamblaba unas patas de sofs a noventa grados. Lo haciafcil y rpido, pona cola en las escuadras y pam, pam, pam, lagrapadora embuta las brutales grapas de 4 cm de longitud sinproblemas. Cuando volvimos a nuestro taller esa imagen segua grabada enmis retinas, hasta el punto de que ese mismo da llam a mi amigoy cliente Jos Castillo y le pregunt por quien le venda lasgrapadoras.

    - Hombre, por fin os habis decidido..! exclamara Castillocuando le anunci que quera comprar una grapadora de carpintero. Tras hablar con Jos llam al vendedor y un par de das despusnos visit. En unos pocos minutos descargamos el compresor y loentramos en el taller. Pap observaba escptico y creo que negabalevemente con la cabeza, l segua pensando que las grapasdepreciaban el valor de los esqueletajes, pap segua siendo fiel almechn y al clavo incrustado a certeros martillazos, pese a queesos mismos martillazos hubiesen deformado sus maltrechasmuecas.

    - Tendremos que hacer una instalacin por la pared, no? lepregunt algo inquieto.

    - Eso era antes, ahora montamos esto, una manguera extensible,esto es una maravilla, la conectamos al compresor y a trabajar.

    - As de fcil?.

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    - Pues claro, lo que no me explico es como coo an trabajisas, a martillazo limpio, venga, vamos a conectar el compresor y

    enseguida que cargue vers lo que te has estado perdiendo. Y mientras el compresor iba llenando el caldern de 100 litros, elvendedor sac de su caja una flamante pistola grapadora Bostich,fabricada en EE.UU., ligera, fiable y segura.

    - Eso debe pesar mucho -murmur pap, acercndose ytocando la grapadora con cierta curiosidad.

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    - Cjala, y empiece a acostumbrarse, que se la va a quedar,

    ya lo ver anunci el vendedor sonriendo, conectando lamanguera a la pistola y colocando un peine de grapas. De aquella tarde tambin tengo una visin que se repetiramuchas veces mas, la de pap sujetando el pistoln con las dosmanos, el tamao de la Bostich distaba mucho de la ligereza y dela pequeez de las grapadoras de los tapiceros.

    - Esto lo veo un poco peligroso y si se escapa un tiro?

    pregunt pap.- No se puede escapar, para grapar tiene que apoyar la punta y

    hundir el seguro, solo as dispara, venga prubela, que elcompresor ya est lleno. Pap apoy la pistola contra unos retales de madera que yahabamos preparado sobre la mesa y apret el gatillo. En el tallerreson un pam.. seco y acompaado por un soplido de aire quelevant una nubecilla de serrn. Pap y yo dimos un salto, algoasustados y cuando abrimos los ojos descubrimos que la grapahaba atravesado la madera limpiamente.

    - Hala ya estn las maderas clavadas, y sin un martillazo

    anunci el vendedor. Pap esboz una sonrisa, nos mir y reson otro pam! y la

    grapa de 4 centmetros volvi a hundirse impulsada por la lengetade acero, el viejo taller de esqueletaje haba dado uno de susltimos saltos tecnolgicos, estaba salvado, pero realmente tansolo era el principio de una nueva poca. A partir de ese da, laforma de disear y construir los esqueletajes debera de girar entorno a ella, a la pistola grapadora, el modelaje clsico se seguirahaciendo a caja y espiga, pero los nuevos modelos naceranconcebidos para obtener el mximo rendimiento a la pistolaneumtica, aunque con el tiempo descubrira que se podraalcanzar un equilibrio perfecto entre las grapas y las partesmechonadas y cajeadas. Incluso los vecinos se acostumbraran al tiroteo y ms de una vezme diran asomndose entre los portalones.

    - Ayer domingo estuviste trabajando, se oan los tiros de lagrapadora.

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    Entre virutas y serrn.

    La cepilladora expulsaba un geiser de virutas y polvo que mehipnotizaba, de nio me gustaba ver como esa lluvia de maderitassala volando hasta ir creando una verdadera montaa que ibacreciendo hasta casi alcanzar el techo de uralita. Algunas tardesmis amigos y yo jugbamos a ver quien clavaba masprofundamente las pequeas jabalinas que mi padre nos hacia concuatro cortes en la sierra de cinta. Lanzbamos y los estrechos listones de madera se hundan en elmontn de virutas, hacamos una marca con un lpiz de carpinteroy despus mediamos para ver cual haba entrado ms. Otras tardesnos dedicbamos a cargar los recortes de lea en basquets y lollevbamos hasta el horno que coca pan en la misma calle. El toPepe nos daba algunos duros y otras veces cambiaba el dinero poruna bandeja de patatas cocidas con los rescoldos de la nocheanterior. Ese cambio no me gustaba demasiado y tampococomprenda el alborozo que causaba entre los trabajadores de pap,aunque era de las pocas veces que vea sonrer el to Paco.Devoraban aquellas patatas partidas por la mitad y del color delpimentn rojo entre risas y bromas. Pero algunas tardes, entraba dispuesto a jugar con la viruta ydescubra que la montaa haba desaparecido, me quedaba allquieto, algo aturdido y despagado. Aos mas tarde conocera a lapareja de hermanos que se llevaban la viruta. Aparcaban aquelcamin, con la caja pintada de rojo, en la puerta del taller deesqueletaje y descargaban un montn de sacos de arpillera que

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    iban llenando con la viruta, a mano o paleando, pero siemprediscutiendo el uno con el otro.

    Uno era alto y delgado y el otro mas bajo y fornido, recuerdoque tenan los parpados muy vencidos sobre unos plidos ojosazules, puede que la herencia de un gesto reflejo para protegersedel polvillo y de las astillas de la viruta. Sus voces eran apagadas,sin resonancia y discutan en valenciano, de asuntos que soloparecan entender ellos, pero nunca gritaban ni voceaban, creo queera una autentica pantomima que continuaba, incluso cuandoizaban los sacos al camin o cuando se suban a la cabina yarrancaban el ruidoso Barreiros, entonces el motor se sumaba aesa discusin y una nube de gas-oil quemado quedaba flotando enla puerta del taller mientras el camin arrancaba pesadamente y sealejaba dejando un leve rastro de virutas por la calle. Una imagen, la de aquel camin y la de aquellos hermanos deManises que se diluye y que desaparece en el tiempo, como la demuchos oficios y trabajos. Y de la misma forma que la pistolagrapadora lleg al taller para jubilar a los clavos, llegaron los silosporttiles y las turbinas para aspirar la viruta y el serrn. A los pocos das de empezar a usar los aspiradores me preguntporque no los haba puesto antes y empec a abrir los ojos, empeca darme cuenta de que tenia que salir del taller y ver que haba ahfuera, ms all de los lindes de la calle Goya.

    La cepilladora segua escupiendo aquel geiser de virutas que mefascinaba en mi infancia pero ya no formaba aquella montaa yaquella nube de polvo que llenaba de niebla el taller. La turbina loabsorba y lo iba acumulando en el saco, igual que el serrn de lasierra de cinta.

    Poco a poco el taller se iba modernizando, pero pap seguahacindose mayor y adoptando posturas ms inmovilistas anteunos clientes que poco a poco haban empezado a trabajar conotros esqueleteros. A veces pap coincida con alguno de esosotros esqueleteros cuando iba a cobrar a algn cliente. Imagino queaquello deba de ser doloroso para l y an le provocaba msrencor, regresaba al taller ms hosco y sombro, ms callado yabatido.

    Y la facturacin segua hundindose, el taller se iba muriendo yel sistema fiscal por mdulos nos arruinaba. Mi padre viva en un

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    enfado permanente y pese a estar ya jubilado segua sin soltar eltaller, segua vindome incapaz de gestionarlo y la tensin entrelos dos era insoportable. Yo segua siendo incapaz de planterseloseriamente y esperaba, segua esperando a que l cambiase deactitud y quizs l esperaba que yo alzase la voz y lo enviase acasa, que me comportase como un hombre, pero realmente era unhijo y mi carcter apocado me impeda tomar esa decisin. Creo que aquella maana de diciembre discutimos, buenorealmente no se que pas pero Jos Castillo me llam por telfonopreguntndome por mi padre, me dijo que se haba pasado por latapicera y que le haba contado mil barbaridades sobre mi.

    - Pedrn, ten cuidado que tu padre estaba muy alterado y lepuede dar algn ataque lleg a advertirme Castillo.

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    El ictus, cuando la naturaleza decidi por mi.

    El infarto cerebral lleg silenciosamente, casi de manera tmidacon una leve parlisis labial que remiti durante el da y con unligero dolor de cabeza. Pero el ateroma ya se haba quedadoincrustado en la arteria de pap, la sangre dejaba de fluir hacia sucerebro y en la oscuridad craneal las neuronas comenzaban a morirasfixiadas. Las reas que controlaban el movimiento de su pierna ybrazo derecho moran y el caos surga en la mente de pap, losmsculos faciales y la lengua perdan su precisin y la memoria ylo aprendido durante toda su vida se emborronaba ante mis ojos,ante mi madre y ante mis cuatro hermanas. Cuatro das despus el infarto alcanzaba su punto lgido y papquedaba tendido en la cama del hospital, con sus ojos azulesabiertos y con cierta expresin como de miedo o de confusin,aquellos ojos ya no nos reconocan. Creo que ni mis hermanas ni yo ramos conscientes de que apartir de ese momento ya nada sera igual en nuestras vidas ni enla de pap. El no volvera a trabajar en el viejo taller de esqueletajey su mano derecha quedara intil para siempre, la naturaleza

    haba decidido por mi y el viejo taller de esqueletaje me observabaesperando mis movimientos y mis decisiones, yo le devolv lamirada y romp a llorar. La propia vejez del local me desbord, aquella fra soledad y laescasez de luz, aquel entorno me pareci decrepito y moribundo,como mi propio padre. Me pareci el vaco mas absoluto, creo quesent que nadie volvera a acompaarme y que no habra ningunamano a la que cogerme, como cuando era un nio y la alzaba lamano buscando la de mam o pap.

    Me quedaba a solas en el taller y llegaba el momento deempezar a tomar decisiones, algo que nunca haba hecho, algo quenunca me haban exigido y para lo que no me haban educado.

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    Una de aquellas primeras decisiones fue la de visitar a la gestoray pedirle que me sacar de sistema fiscal de mdulos para volver ala estimacin directa. La tributacin por mdulos nos habaasfixiado casi hasta la ruina.

    A partir del ictus los cambios se iban suceder de maneraimparable, algunos forzadamente y otros de forma voluntaria, perono solo seran cambios, tambin ira percibiendo sensacionesnovedosas, como cuando vi que cargaban un pedido sin que losojos de mi padre le hubiesen dado el visto bueno. Aquellossillones y aquellos sofs salan del taller con mi propio visto buenoy fue una extraa sensacin. A la hora de la comida se lo comenta mi padre.

    - Top Chair se acaba de llevar un buen pedido. Recuerdo a pap sentado a mi izquierda, como lo hara durantelos siguientes siete aos, asintiendo y esbozando una tmidasonrisa. Lentamente volva a recuperar expresin en el rostro y yaera capaz de tartamudear alguna frase.

    - Tranquilo Pedrn, que a ti, nunca te, faltar la, faena.

    Y esa frase se convertira en un mantra al que me aferrara comoun naufrago a un barril que flotase en medio el ocano tras elnaufragio.

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    Jaime Fabra, nacido ebanista.

    - Como est tu padre, Pedrito? me pregunt un da Paquito,el viejo representante de maderas- ya habla?, y de la cabezaest bien?

    - Est bastante bien, habla, hay algunas palabras que no recuerdapero se va recuperando bien.

    - Y de faena como vas?, el asunto est muy mal, estn

    cerrando muchos confes Paquito.- Mi padre dice que a mi nunca me faltar la faena, pero

    empiezo a dudarlo, no voy muy bien de faena, no.- Pues algo de razn tiene tu padre, acabo de hablar con Jaime

    Fabra, es un ebanista de la Pobla de Vallbona, a Jaime lo parieronentre silloncitos de estilo pero cuando le piden algn modelo todotapizado se desespera, necesita un esqueletero, le he hablado de tiy quiere conocerte.

    - Vale, pues psame su telfono y le llamar murmur algotemeroso, hasta ese momento los clientes siempre haban venido altaller, pero esta vez sera yo el que tendra que salir de la cueva.

    - Con Jaime no vas a tener pegas, es una bellsima persona y sumujer Juana, tambin, ya vers que a gusto trabajas con ellos.

    Sonre algo aliviado, la palabras de Paquito me tranquilizaron y ala hora de comer se lo coment a pap, esos comentarios tambinse iban a convertir en una rutina que se repetira hasta los ltimosdas de su vida.

    - Maana voy a visitar a un nuevo cliente, dice Paquito que esuna buena persona y que me dar trabajo.

    -Pero paga...? pregunt pap con su nueva voz, desde el ictusle haba cambiado la voz, se haba vuelto algo infantil.

    - Dice Paquito que es una bellsima persona, y que paga, claro.- Y Paquito, como est?.

    - Ms viejo respond. Recuerdo que pap cabece sonriendo y solt despus una risa,se rea de sus propias ocurrencias, incluso antes de decirlas.

    - Parecer, una pasa tartamude entre risas, mientras semasajeaba la mano derecha con la izquierda en un intento

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    enconado y obsesivo de darle vida, de darle movimiento. Pero lamano derecha del viejo ebanista permaneca inmvil, formando unplacido cuenco, como reposando tras decenas de aos trabajando,como disfrutando del merecido descanso.

    - He quedado maana con el cliente. Jaime Fabra me esperaba con su ranchera en la rotonda, le lancuna rfaga de luces y arranc, le segu y entramos en el polgonoMas de Tous de la Puebla de Vallbona. Por encima del techo de su coche poda ver los perfiles azules delas cumbres de la Sierra Calderona, aquella visin metranquilizaba mientras las naves industriales comenzaban aprovocarme el habitual desasosiego y la habitual tristeza quesiempre me invada cuando visitaba los polgonos. Paramos frente a una de esas naves y Jaime Fabra sali de sucoche, sonriendo y con la mano extendida hacia mi. Su mirada erafranca y limpia.

    - Hola Pedro, soy Jaime, venga, vamos al despacho En la oficina me present a su mujer, Juana y por lo que puedever, Paquito tena razn, Juana y Jaime trabajaban juntos y seapoyaban entre ellos.

    - Pues mira, Pedro, tenemos unos cuantos modelos anunciJaime dejando un montn de rollos de papel sobre la mesa.Recuerdo la angustia de aquellos primeros momentos, aquellosplanos ya me asustaron y sent cierto ahogo, nunca haba trabajadoas, siempre lo hacia con dibujos sencillos o con garabatos mejor opeor proporcionados, pero aquellos planos de poca Internacional,a escala 1/1 no tenan nada que ver con los garabatos. Jaime despleg el primer rollo y tragu saliva, me concentr todo

    lo que pude y trat de pensar mas rpido que l. Aunque tan solofuesen unas dcimas de segundo antes, yo tena que hablar primeropara demostrarle que era capaz de interpretar lo que estaba viendo.Paquito me haba vendido como un gran esqueletero y yo no eraeso, yo tan solo era un esqueletero al que le daban miedo aquellosplanos.

    - Vale, esto es un silln, pero esta forma de pegar el

    respaldo al brazo dificulta el tapizado, yo dejara un hueco parapoder pasar las telas. suger sintiendo que me faltaba el aire.

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    - Ah vale, eso no se me habra ocurrido a mi admiti Jaime,asintiendo y echando una mirada rpida a Juana.

    - Este lo tengo claro, si quieres pasamos a otro modelo.

    - Ya..? se sorprendi Juana.- Si, es que es bastante sencillo.

    - Vamos a por uno de los sofs coment Jaime, desplegandootro de los planos- este tambin es todo tapizado menos estelarguero de madera vista que va incrustado delante, me tendrs quedejar un hueco.

    - Vale. Y Jaime despleg un tercer plano, y un cuarto y un quintodiseo. Despus, Juana y l, me ensearon la nave y de nuevovolva quedarme boquiabierto ante las maravillas que surgan delas manos de Jaime Fabra. En aquella nave no ola a pino como enmi taller, ola a maderas nobles, a sicomoro y a fresno, a bano, acerezo y a haya. Unos aromas que se desprendan desde las tallas ydesde los torneados que decoraban las sillas y los sillones de estiloque Jaime creaba como lo haba visto hacer a su padre en la viejaebanistera de Burjasot.

    Paquito ya me lo dijo, a Jaime lo parieron entre lijas y moldurasy Jaime llevaba el oficio en la sangre, era un ebanista y un sillerode cuna. Yo no era un esqueletero de cuna ni tena el oficioaprendido desde adolescente o desde nio, como mi padre o comoel propio Jaime, quizs por eso cuando volv a mirar los cincoplanos enrollados en el asiento trasero de mi ranchera, volv atener miedo a no saber interpretarlos correctamente. Regres a mi pequeo taller de esqueletaje y all, en mi cueva,me sent ms a gusto y algo mas tranquilo y al medio da me sub acasa con los cinco planos.

    - Mira pap, el pedido que me ha hecho el cliente nuevo.

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    Trabajando con ilusin, tratando de pensar como un tapicero.

    Aquellos cinco primeros planos tan solo fueron la avanzadilla delo que iba a ocurrir, incluso el propio Jaime ya me lo advertiraunas semanas despus del primer pedido.

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    - Vete buscando sitio en las paredes que Fidel te invadir amodelos y no tendrs sitio donde colgar las plantillas. Jaime no se equivoc con su prediccin y Paquito tampoco,cuando me dijo que Jaime Fabra era una bellsima persona. Apartir del primero pedido empezamos a trabajar con una fluidez yuna armona sorprendente, capaz de asimilar con eficacia losnuevos modelos que llegaban desde Salamanca en forma deplanos, entre piezas de madera vista y otras tapizadas.

    Jaime me enviaba los modelos que iban a ir tapizados y eldesarrollaba los complejos modelos de ebanistera. Aunque enmuchas ocasiones los modelos tapizados iban combinados conmolduras o bases de madera vista, a veces chapadas con bano yotras repletas de molduras y tallas. Jaime las fabricaba en su navey yo montaba los esqueletajes en mi taller, despus se enviaban altapicero y all se tapizaban y ensamblaban. Aquellos modelos eran ostentosos y aparentes, la medida para untres plazas normal no bajaba de los dos metros y medio y laprofundidad siempre por encima de los 95 centmetros. Unosesqueletajes imposibles de montar si an hubiese continuadotrabajando con los tpicos bancos de ebanista, demasiado estrechosy sin apenas superficie sobre los que apoyar y manejar esosenormes sofs.

    Cuando mont aquel primer sof, largo y profundo me quedobservndolo encima del amplio el tablero que haba colocadosobre el centenario banco de ebanista y volv a recordar aquellavisita a Juan en la que descubr la eficacia de la pistola grapadora yde las grandes mesas de montaje. Por aquel entonces ni Jaime ni yo podamos anticipar la crisisque se avecinaba, ni sabamos lo que era una empresa 2.0, pero yade una forma intuitiva estbamos innovando con nuestra manerade colaborar y de desarrollar los nuevos productos, sin saberlo nosacercbamos al comportamiento de una empresa 2.0, faltaba lairrupcin en Internet, pero todo llegara, de momento tenamostrabajo y eso nos mantena dentro de nuestros talleres. Pero para conseguir la armona y la fluidez absoluta en elproceso constructivo faltaba la presencia, la opinin y lasugerencia del tapicero, ante todos esos modelos nuevos que mes ames nos encargaban. Fue algo que jams lleg a producirse y yo

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    asum la responsabilidad de fabricar esos prototipos a solas, sin laayuda del tapicero, muy a mi pesar y lamentando esa falta decooperacin, pero era una situacin que no tena arreglo y cadamodelo nuevo era un autentico reto. Deba de ser capaz deconstruirlo y de pasar el visto bueno del tapicero y creo que loconsegu, el nivel de aciertos fue creciendo y al final consegu laamistad de Vicente, el tapicero. Cuando haba algn problema lesvisitaba, hablaba con Jos Luis, su oficial y se solucionaba elproblema, sin embargo, algunas de aquellas visitas a la nave deVicente en Masanasa, fueron algo dolorosas y amargas. Vicente trabajaba con otro esqueletero, un industrial deVillamarchante, barato y buen profesional y mi aparicin enescena supuso que ese otro esqueletero dejase de hacer losmodelos de Fidel, imagino que aquello no le gust a Vicente, porotra parte una reaccin normal que no me preocupaba, lo que medesbordaba y me hacia sentirme inseguro y dbil, era ver losesqueletajes del industrial de Villamarchante. Vicente losacumulaba en su nave mientras yo apenas si trabajaba, salvo paraJaime. Incluso cuando las crisis estuvo a punto de degollarme mellegara a plantear ir a buscar trabajo a Villamarchante, peroafortunadamente eso no llegara a ocurrir. Pero pese a esas visitas, pese a ese deseo sincero de colaborarcon Vicente y de facilitar las cosas, nunca logramos ni Jaime ni yo,alcanzar con l esa fluidez y esa armona tan anhelada. An as secontinu trabajando y soportando las quejas que llegaban desdeMasanasa, a veces infundadas y hechas a mala fe, me imagino queesperando que echase la toalla para volver a desviar el trabajohacia Villamarchante, pero el efecto fue contrario. Esas exigenciasme hicieron crecer como esqueletero, hicieron que me esforzasems y que pensase como un oficial de tapicera cada vez quefabricaba un esqueletaje nuevo. Jaime lleg a comentarme que losmodelos nuevos salan bien casi la primera y que Fidel estabamuy contento con esa nueva forma de fabricar de uno en uno y sinalmacenar esqueletaje.

    - Pedro, es que eso que haces tu no lo puede hacer todo elmundo -me dira Jaime.

    -El que..?.

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    - Coo, pues fabricar de uno en uno, si te pido un sof el lunesme lo haces y si te pido otro el viernes, tambin, los fabricantes

    solo quieren series, nada de fabricar de uno en uno, pero te digouna cosa Pedro, creo que lo de las series se ha terminado, y creoque para siempre anunciara Jaime cuando la crisis empez aensear los dientes.

    El da en el que pap regreso a su viejo taller de esqueletaje.

    Regres en silla de ruedas y con la mitad derecha de su cuerpoparalizada parra siempre. An recuerdo el brillo de sus ojos, undestello que tan solo se apagara el mismo da de su fallecimiento.

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    Abr los portalones y empuj suavemente la silla.- Mira pap, que sofarracos le hago a Jaime Fabra, son

    grandes eh?.

    Pap asinti y pas su mano izquierda por el copete delesqueleto, como comprobando que estuviese bien hecho, despusfue observando a su alrededor y con la barbilla me seal haciadelante. La silla avanz dejando un leve rastro paralelo en el polvilloposando en el suelo, maniobr ante el pequeo despacho yentramos. Lo sent sobre su antigua silla y volvi a mirar curioso.

    Yo le observaba, vea su mano derecha inmvil y como lo tocabatodo con la izquierda. Le miraba imaginando la pena o tristeza quedebera estar sintiendo, aquel local formaba parte de su vida, allhaban nacido algunas de mis hermanas y all empez a trabajar,all empez a construir su vida y all pas miles de horas,trabajando y sacando plantillas, llorando y sintindose intilcuando algn encargo le venia demasiado grande o disfrutandosilenciosamente cuando se preparaba sus caas de pescar para ir alPerellonet o al Puchol. Recuerdo que con otro gesto me indic que quera ir al kiosco aechar la lotera primitiva, salimos del taller y creo que tuve lasensacin de que mi padre se iba tranquilo, es posible que en elaquel momento hubiese comprendido que su sitio ya no estaba allo que simplemente lo nico que le interesaba en aquellosmomentos era volver a andar, mas tarde descubr que eso erarealmente lo que le mantena vivo, el obsesivo convencimiento deque en unos meses volvera a andar y a mover su mano derecha. A partir de aquel da pap dej de preguntarme por el taller, perono se olvidaba y a su manera saba como iba de trabajo por miscomentarios.

    - Me acabo de descargar un casi tres metros cbicos de madera comentaba alguna vez, cuando suba a casa a la hora de comer.

    - Pues, o estas tirando madera, o trabajando mucho

    murmuraba desde el sof, al tiempo que extenda la manoizquierda reclamando su paga semanal.

    - Pap, que an no es viernes.- Da igual, -sonrea y me miraba- que estas trabajando

    mucho, y ganando perras.

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    Diciembre, enero y febrero de 2012, meses de agona ymuerte.

    Recuerdo que aquella noche de diciembre la pas abrazado alcuerpo desnudo de ella, tambin recuerdo que no hicimos el amor,realmente tan solo necesitaba pasar una noche tranquila yescuchando la respiracin de ella, oliendo su piel, descansando,relajndome y entregndome a un sueo profundo.

    Ya eran casi 7 aos compartiendo el dormitorio con mi padreinvlido, durmiendo junto a l y estando atento a su respiracin ya sus movimientos en la cama motorizada, atento a su voz cuando

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    me contaba sus vivencias, algunas conocidas y otras nuevas. Aveces las narraba con emocin, gesticulando con su brazoizquierdo y entonando segn la escena que me estuviese contando.Me gustaba orle as en la penumbra de la habitacin, loencontraba lleno de vida y de ilusin, pese a ser una persona que nisiquiera poda tomar un vaso de agua si alguien no se lo acercaba yllenaba, que ni siquiera poda hacer sus necesidades si alguien noestaba junto a l y que permanecera acostado eternamente sialguien no lo levantase todas las maanas o eternamente sentado sialguien no lo condujese a la cama y lo arropase despus.

    Aquella dependencia brutal me conmova y me obligaba avolcarme sobre l, a levantarlo todas las maanas, a vestirlo, aafeitarlo, cuando Miriam no estaba, una argentina de Salta,

    morena, de ojos rasgados y de larga cabellera negra. Lacontratamos para que atendiese a pap y supuso un apoyofundamental, Miriam estara siempre a la altura, estara siemprejunto a pap, incluso durante esos ltimos meses ingresado en elHospital General de Valencia, incluso cuando lleg el momentodel ultimo adis en el mismo dormitorio que compartimos durantetantas noches. Por las maanas suba a casa a eso de las nueve a levantarlo,suba por las escaleras y se que el me escuchaba y que reconoca eltintineo de mis llaves colgando del mosquetn, reconoca mispisadas remontando los tres pisos y a veces los chasquidos queemita por la boca, o incluso el comedido grito de cabrero que lelanzaba por las ventanas que daban al patio de luces. Papresponda desde la cama con otro sonido gutural y yo rea. Pero los aos no pasaron en balde y esas mismas escaleras sefueron haciendo cada vez ms largas y con mayor pendiente, comosi cada ao aumentasen el nmero de escalones, al tiempo que meempezaba a fallar el fondo, la ilusin y la alegra. A esa montaade escalones casi infinitos se sum la crisis que ya haba llegadorepartiendo dentelladas como un perro rabioso y eso termin pordesfondarme, por acabar con toda mi resistencia, imagino que poreso aquella noche fui a refugiarme a casa de ella, pero el destinome esperaba justo al da siguiente, no era consciente, en aquellasprimeras horas del jueves, mientras ella me preparaba el caf y meguardaba unas galletas de chocolate en la bolsa de costado, que era

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    el principio de una agona que durara tres meses y que terminarapor desquiciarme. Al llegar a casa encontr a pap inquieto y tocndose el costado,diciendo que no poda respirar ni orinar. Llam a mi hermanaAlicia y un rato despus lo acercamos al Hospital General, esemismo da quedara ingresado por una infeccin de orina quelentamente se ira complicando hasta provocarle una fiebre que losmdicos no podran contener.

    Unos das despus, le practicaron unos cultivos buscando unposible origen vrico o bacteriolgico de esa temperaturademasiado alta y descubrieron que haba sido infectado por unabacteria hospitalaria que afectaba a personas mayores oinmunodeprimidas, por entonces pap ya tenia problemasrespiratorios, muy poco oxigeno en sangre y una preocupantetendencia de los pulmones a inundarse con mucosidades. Todo secomplicaba lentamente pero yo no lo vea, me negaba a verlo ytodos los das, al terminar de trabajar peregrinaba hacia el hospital,a visitarlo o pasar la noche con l, realmente la mayor de las vecesa pasar la noche con l.

    Fueron casi tres meses all, durmiendo junto a pap, sintiendointensamente los latidos del propio hospital, sintiendo el ir y venirdel personal sanitario, el ir y venir de las cuidadoras y el llanto deaquella hija que descubri que su padre haba muerto demadrugada. Era un llanto lento, no era un llanto histrico, era eldolor de esa hija que no haba visto irse a su padre y creo que paptambin lo oy. A principios de marzo mi hermana Alicia me dijo algo.

    - Le van a dar el alta ya mismo, al pap le queda muy poco devida. No, no poda ser y continu negndolo incluso aquella tarde,unos diez das despus de que pap volviese a casa. Ya pasaban delas cinco de la tarde y yo montaba obsesivamente dos sillonesorejeros.

    Por la maana pap haba sufrido unas diarreas horribles y enlos ltimos das le haba visto totalmente ajeno a todo, ni siquieramostr inters cuando me sent junto a l a ver Que vieneValdes, un western mtico de Burt Lancaster.

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    Cuando sub, pap segua en la cama, Miriam tena sus ojosnegros empapados en lgrimas y me miraba como asustada. Y ahora mismo no recuerdo que ocurri cuando me inclin sobrel, como lo haba hecho cientos de veces durante los ltimos aos,ya no recuerdo si sus ojos azules se movieron reconocindome, yano se que pudo pensar en ese momento, si me presencia le alivi,si senta que se marchaba, si tenia miedo o si simplemente seestaba despidiendo con el ultimo soplo de vida que le quedaba. Recuerdo que en cuatro zancadas llegu al comedor y me trajeuna silla para sentarme junto a la cama y para cogerle su manoizquierda, la nica que tena vida, le busqu el pulso y lo not lentoy espaciado, pap ya no deca nada y mis hermanas cuchicheabancon el medico, me miraban. Volv a buscarle el pulso y lo percib muy dbil, demasiadodbil.

    - Creo que las pulsaciones le han bajado mucho murmur. El medico tom la mueca de papa durante unos instantes ydespus nos mir.

    - Ha fallecido.

    El final de las rutinas, las dentelladas de la crisis.

    La primavera de 2011 fue triste, tan solo los lirios de la sierraCalderona me arrancaron alguna sonrisa cuando pedale por suspistas tratando de asimilar la marcha de pap y el final de lasrutinas que establec en mi vida durante los ltimos siete aos. Esemismo da, ese en el que vi los primeros lirios ya fue distinto, notendra que regresar a Valencia para estar junto a pap, podraquedarme en el chalet con los perros a pasar el fin de semana,dormira solo, convencido de que era Robert Neville en SoyLeyenda y amanecera sin tener que vestir a pap, sin tener queprepararle el desayuno, sin ponerlo a hacer sus necesidades en lasilla de ruedas, era el final de todas aquellas rutinas, el final de

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    una disciplina que en los ltimos meses me desbordaron, pero todohaba terminado ya y me senta extrao, ya era libre y sin embargono era feliz, tampoco poda llorar y deseaba sentir dolor, deseaballorar por mi padre pero no pude, llorara meses despus, lloraraen cualquier momento, tendra su recuerdo casi todos los das ylentamente ira asimilando la nueva situacin personal, la laboralempezaba a ser angustiante.

    A finales de 2012 me qued sin el capital ahorrado durante losaos que trabaj intensamente con Jaime Fabra, en ese momentosent el aliento del lobo en mi nuca y tuve miedo. El propio Jaimese qued tan solo con un oficial y un ayudante, su telfono mvilenmudeci y el cliente de Salamanca se hunda entrando enconcurso de acreedores y dejando un sanguinolento rastro deimpagados. Jaime soportara una dentellada de mas de 30.000euros que jams llegara a cobrar y Juana se vestira con elguardapolvos de ebanista para estar junto a l, junto a su marido.Juana tambin conducira la furgoneta, encolara butacas,manejara la replantilladora y gestionara las cuentas, ira de aqupara all y an tendra tiempo para guiarme por telfono cuandome perda entre los desangelados polgonos industriales. Aquella noche llam a Jaime y le de dije.

    - Jaime.., tienes una mujer de tres pares de cojones, si no es

    por ella an estara vagando perdido por el puto polgonoindustrial.

    - Ya lo se, Pedro.- Algo de eso me imaginaba, pero me gustara que lo dijeras

    en voz alta cuando estis cenando y que Ins y Jaime junior looigan bien alto y claro, taco incluido.

    Pero no solo Jaime se vio obligado a despedir a su gente, yomismo tuve que prescindir de Miriam, ya no poda ms y pagarletodos los meses me supona un esfuerzo brutal. La cuenta delbanco se hunda y se empezaban a devolver algunos recibos, elprimero de ellos fue el de la tarjeta del supermercado, mi madretuvo que dejar la compra en la caja y volverse a casa con lasmanos vacas, sorprendida y confundida. Tambin me llegaran acortar la lnea del mvil, algo que nunca me haba ocurrido y de lamisma forma que nunca me haba costado mayor preocupacinpagar las cuotas de la Seguridad Social, en aquellos momentos

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    sera una autentica tortura. Llegar a fin de mes para poder hacerfrente a los recibos domiciliados, se convirti en una extenuantecarrera de fondo. Durante meses me sent como un galgo cegadotras un matacn.

    Pero por entonces ya haba ocurrido algo, tras mis agnicosmails, mi amiga Mara Hernndez insisti de nuevo en la idea deque abriese un blog sobre mi trabajo, igual que haba hecho en elotro blog, en el que contaba mis correras con la bici de montaapor la Sierra Calderona. Mara sabia que me gustaba escribir y que no me resultarapesado hablar de mi trabajo y finalmente le hice caso, peropidindole que ella continuase ah, siempre atenta y generosadesde las Canarias, tan lejos pero siempre tan prxima y con tantaenerga como los volcanes que crearon la isla en la que naci.

    Esqueletaje y Tapicera., el blog, iniciando el viaje.

    Con las plantillas de Google fue fcil y rpido crear el blog, enapenas unos minutos ya estaba hecho y ya estaba en la red. Porprimera me asomaba de manera comercial a Internet tratando deconseguir algo de trabajo, tratando de darme a conocer, tratando desalvar el viejo taller de esqueletaje. El primer post lo escrib el 18 de enero de 2012, hablaba de mitaller y de Jaime Fabra, era un post titubeante, un post que an notena un estilo definido y que recurra a un sof de corte clsicopara ilustrarlo, pero aada tambin un esqueletaje de lneas rectas,haciendo un guio al abanico de posibilidades que tena defabricacin. Y llegaron las primeras visitas, los primeros comentarios y algoque empez a sorprenderme, el gusto por escribir sobre mi

    trabajo y sobre mis sensaciones. El blog dejaba de ser un fro

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    elemento publicitario para pasar a ser algo mucho mas intimo, casicon alma y con calor, con todo el calor con que yo podatransmitirle. Sin darme cuenta empec a volcarme en l y a estaratento a cualquier acontecimiento que pudiese inspirar un nuevopost.., realmente el blog empez a hacerme compaa, igual que lapresencia de Mara Hernndez dentro del mismo blog comoadministradora autorizada. Recuerdo que yo publicaba los post y a las pocas horas, al volvera conectarme perciba algo distinto en ellos, era la huella de Maratrasteando dentro del blog, arreglando mis fallos, colocando lasetiquetas, recolocando y ajustando las fotografas, colocandocorrectamente los enlaces.

    Cuando descubra su rastro sonrea satisfecho y aliviado, ellaestaba ah y estando ella todo ira bien.

    Por primera vez en mi vida me senta respaldado por alguien enquien confiaba ciegamente, y desde luego, en el momento de

    escribir estas lneas sigo confiando en esa mujer canaria,extraordinaria, honesta e integra.

    Poco a poco el blog iba recibiendo ms visitas y mscomentarios y yo me iba entusiasmando, pero al cabo de unassemanas me di cuenta de que faltaba algo, algo que diese ms viday color a los post.

    El problema era que estaba mostrando unos trabajos a medioacabar, mostraba los esqueletos, el alma de los sofs, mostraba laintimidad, el interior que nadie conoca y que a veces deca pocosobre sus futuras formas y colores, en ese momento me di cuentade que tambin debera hablar de los tapiceros y de sus trabajos, desus tapiceras. Debera mostrar el acabado final, no poda dejar losesqueletajes eternamente desnudos, tena que seguir el rastro a esearmazn y verlo tapizado, verlo vestido y hermoso, bello, por

    eso empec a montar sobre Duna, mi custom y a seguir el rastro deesos esqueletos hasta las tapiceras de mis clientes. A los tapiceros les sorprenda verme aparecer por sus tapicerasencima de mi Virago 535 color camel.

    - Tranquilo que no vengo a cobrar sola bromear- vengo ahaceros fotos, si me dais permiso, claro. Recuerdo la sorpresa en sus rostros, incluso la timidez demuchos de ellos que rehuan el objetivo diminuto de viejo Nokia,

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    porque en aquellos das no usaba ni cmara de fotos, aquel mvil ysus modestos 2 megapxeles era capaz de hacer fotos interesantes,aparte que era cmodo de llevar y los post podan surgir encualquier momento y en cualquier tapicera.

    - A mi no me hagas fotos solan protestar muchos de misclientes, correteando entre los tapizados o escondindose detrs delas maquinas de coser.

    - Que tu no me interesas, me interesan tus trabajos y tus

    manos les sola contestar y eso les confunda an mas. No podan entender que tambin hiciese fotos a sofs que noeran mos, les sorprenda que hiciese fotos a un montn de tela, asus manos claveteando un rosario de chinchetas o a sus dedosmovindose entre la aguja de la maquina de coser o entrelazandoel cordel en una preparada de muelles.

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    No podan entender que el esqueletero saliese de su taller deesqueletaje para alabar sus trabajos y para admirar los acabados desus tapiceras, para apreciar los pliegues de un brazo de voluta opara confesar en voz alta que ver colgando los hilos de un capitonle pareca hermoso. Aquello no era normal y a veces provocabauna desconfianza que a mi me entristeca y que mas de una vez mehizo dudar de lo que estaba haciendo.

    - Si te crees que vas a comer de eso del blog, lo tienes claro,vuelvete al taller y haz esqueletos que de ah si que comers medijo uno de mis mejores clientes, mostrando una media sonrisa queen esos momentos no supe interpretar, no supe si estaba

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    bromeando, solo se que me qued callado y avergonzado de mimismo. Aquella frase me hizo dao y me sent ridculo, con el pequeoNokia an en la mano y con las fotos de una preciosa chaiselongue, tapizada con una tela de motivos ecuestres en su memoria.

    Estaba como noqueado, dolido y durante unos instantes penssobre lo que me acaba de decir, era posible que tuviese razn, noera normal que un esqueletero preguntase por las telas o que lasapreciase, no era normal que un esqueletero montase en moto parahacer fotos a trabajos que no eran suyos, que realmente eran deotros. Sal de la tapicera dudando de todo y preguntndome si estabatomando decisiones errneas, quizs no era la mejor forma debuscar trabajo, quizs debera visitar los polgonos mendigandopedidos a precios humillantes, quizs debera ofrecerme a otrosesqueleteros par trabajar para ellos a 5 euros la hora. En medio de aquel torbellino de dudas decid que no escribira elpost sobre esa chaise longue, puede que mi cliente tuviese razn yque estuviese haciendo el ridculo con mis post y mis reportajes alos tapiceros. Yo no era periodista ni escritor, tan solo era unesqueletero arruinado y que encima se paseaba en moto haciendofotos con un prehistrico mvil.

    Me puse el casco, Duna comenz a ronronear y aquel nio memir desde el asiento trasero del coche. Miraba mi moto fascinado,

    yo le seal los galgos que tena pintados en eldeposito y aquel chiquillo se acerc a la ventanilla y sonri anmas, yo di un poco de gas, le devolv la sonrisa y aceler con Dunapor Marques del Turia,, aquel nio no sabia que yo tan solo eraun esqueletero, pero para l era alguien extraordinario quemontaba en una moto con galgos y que se perda entre los coches,que corra mas que el coche de mam, termin creyendo lo quepensaba aquel chiquillo y escribiendo ese post sobre la chaiselongue que susurraba a los caballos y muchos mas, incluso llegaraa escribir sobre osos y poetas.

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    El mail de Oscar Snchez, un correo conmovedor.

    Cuando vi aquel mail en la bandeja de entrada pens que podraser trabajo, pero Oscar no me iba ha pedir un armazn, Oscar me

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    iba a pedir algo que en un primer momento me descoloc, algo queincluso me gener cierta angustia, algo que me desconcert. Con un texto lleno de respeto y admiracin, Oscar me reconocaque le encantaba mi forma de escribir los post, la visin de mipropio trabajo y la del mundo de la tapicera. En el mismo mail,Oscar me comentaba que acababa de abrir su propio blog, al quehaba bautizado como Tapzame, un titulo que me encant y queya daba pistas de quien era Oscar y de cmo escribira.

    Oscar me dijo que no quera que su blog fuese tan solo algopublicitario, tan solo un lugar donde mostrar sus tapizados sin ms,l quera que tuviese algo especial, algo de vida y coment que esolo encontr en mi blog. Oscar quera escribir acercando su estilo almo, algo as de sincero y sencillo. Ahora mismo no recuerdo que le contest exactamente, pero sique le dije que usase lo que quisiera de mi blog, pero que mecitase, tan solo eso. Unos das despus lea uno de sus primeros post y entendaperfectamente el significado del mail de Oscar Snchez. En Elsilln del artesano, Oscar escriba lo que senta mientras visitabaa un cliente, describa los paisajes que le rodeaban y lo queperciba. En esos primeros prrafos no hablaba de tapicera,confesaba sus sentimientos como una persona que deseabatransmitir algo ms que su experiencia como tapicero. Aplaud aquel post y me sent honrado, sent que no me estabaequivocando, puede que nunca llegase a comer del blog, pero porlo menos exista una persona que haba confiado en mi,obviamente a parte de Mara Hernndez, una persona a la que legustaba lo que estaba haciendo, y esa persona era Oscar Snchez. Y desde luego Oscar sigui escribiendo, madurando su propioestilo y su forma de enfocar los post.

    Estbamos escribiendo sobre nuestros oficios, estbamosinnovando y al mismo tiempo trabajando y dndonos a conocer deuna manera algo original y especial. Pero ni Oscar ni yo ramoslos primeros en pensar que nuestros pequeos talleres podrantener cabida en Internet. Antes que nosotros lo haba empezado a hacer otro tapicero,Tapestry, la persona que estaba detrs de un blog pionero, Sinapsisde un Tapicero. Tapestry escriba con un estilo muy personal,

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    literario y a la vez didctico, escriba sobre el punto escondido,sobre el vivo doble, sobre clavar a la inglesa o sobre el capiton yera capaz de poner msica de fondo, una msica que me era muyconocida, el tap, tap, tap de las grapadoras de tapicera.Pero Tapestry tambin escriba sobre temas sociales, sobre sus

    primeros aos de aprendiz, sobre sus estudios formndose en eloficio o sobre un esqueletero que en un peculiar blog llamadoEntre pedales, homos, ciervas y mamuts, hablaba de sus correrascon su bici de montaa o espordicamente sobre su propio trabajoy sobre su padre, sobre aquel viejo ebanista. A Tapestry le cal uno de aquellos post espordicos, tituladoRetrato de un viejo ebanista y terminaba escribiendo en supropio blog un post titulado Un inciso, en el hablaba delesqueletero que pedaleaba y que contaba parte de la vida de supadre. Tapestry colocaba un enlace a mi post y yo le visitaba porprimera vez, le lea y me emocionaba, volva a llorar. El blog segua sin darme de comer, pero me estaba aportandounas amistades y unos momentos inolvidables.

    Saliendo del barrio a buscar trabajo.

    Cuando descubr aquel montn de sofs hechos con retales detablero aglomerado en aquella nave industrial dese salir corriendode all, montar en Duna y ahogar en el ruido de sus escapes latristeza y agona que volva a estrangularme.

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    Casi siempre ocurra lo mismo, los polgonos industriales measustaban y me hacan sentirme insignificante y fuera de lugar,pero ya no poda salir corriendo, el tapicero estaba frente a mi,esperando mis palabras de presentacin, aunque tambin ech unamirada rpida a aquellos esqueletos, quizs al ver la palidez de mirostro.

    - Esos esqueletos son una porquera, lo se confes el tapicero,que casualmente se llamaba como yo- pero cuando el cliente tepone un precio mas bajo que una alcantarilla, no hay mas

    remedio que buscarse la vida, pero te digo que eso es algo

    puntual, ese tipo de faena no me gusta, pero tenemos que comer ypagar a los empleados, no?.

    - Si claro, pero es que al verlos me he dicho que no tena quehacer nada aqu. Pedro sonri y me hizo una sea para que lesiguiese.

    - Pues no te voy a decir a cuanto los pago porque entonces sique te da un ataque, pero te lo vuelvo a repetir, esa faena me daasco, a mi lo que me gusta es esto admiti sealando un armazna medio tapizar, de mas de dos metros y medio de largo y con unosenormes brazos de voluta, con los centros calados para albergaruna chapera o plafn de talla. Era de madera y estaba muy bienfabricado. El modelo no me era desconocido y saba quien hacia elesqueleto.

    - Esto si que es un buen esqueletaje., -dije, volvindome asentir pequeo e incapaz de competir con ese esqueletero- y unbuen tapizado.

    - Y esto que te parece?

    - Maravilloso volv a admitir contemplando unos sillones demadera vista preciosos, repletos de tallas y de molduras y acabadosen negro o en dorado, junto a otros terminados en plata y caoba,y aquello an me desalent an ms, yo era incapaz de trabajar lamadera vista, eso era faena de Jaime Fabra por eso pens en l y selo coment- yo esto no se hacerlo, pero si alguna vez te hacefalta algo, Jaime Fabra es un ebanista de categora.

    - Si, le conozco, pero estos sillones me los trae el cliente.- Ya, bueno, pues de todas formas te voy a dejar mi tarjeta,

    ya veo que tienes esqueletero, pero eso, te dejo la tarjeta y sialguna vez necesitas algo me puedes dar un toque, yo

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    cantidades no hago, pero cosas fuera de medida y de diseo, deuno en uno y eso, eso si lo hago.

    - Venga, me la quedo que siempre puede salir algo.Duna arranc enseguida, baj la visera del casco vintage y rod

    lentamente entre las parcelas abandonadas del polgono, rod entrenaves cerradas, entre camiones aparcados y con sus remolquesvacos, sent que me ahogaba y gir el puo del gas, trace lasrotondas sintiendo como la moto se inclinaba, sal a la autopista yla custom aceler hacia mi pequeo taller de esqueletaje, hacia mibarrio, hacia la calle donde nac y en la que trabajaba, hacia mi

    universo, hacia esa especie de decorado en el que Truman viva yera feliz repitiendo sus rutinas miles de veces.

    El reto, un silln de diseo.

    Pedro me llam al cabo de unas semanas, Duna volvi a llevarmehasta la nave y yo sonre cabeceando cuando vi fotografa delsilln.

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    - Vaya caramelito -murmur- y no hay mas fotos niplanos?

    - No, ni de este ni del otro.

    Me pas otra fotografa y enseguida reconoc esas lneas tanespeciales, era el Louboutin, uno de los elegantes y genuinosdiseos de Christopher Guy.

    - Bueno, con el sof has tenido suerte, lo hice una vez y tengoplantillas, te puedo dar el precio ya, pero respecto al sillndjame que le eche un vistazo con calma en casa.

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    - Si puedes dame el precio esta tarde, es que me estn apretandocon el tiempo.

    - Vale, esta tarde te llamo y te digo lo que cuesta. Regres al taller y esa misma tarde le llam dndole el precio yPedro no vacil en confirmarme el pedido en la misma llamada,me encarg dos unidades y al da siguiente escriba un posttitulado El reto, un silln de diseo. Con tan solo una fotografa de perfil, tena que hacer ese silln yno era fcil, la base ya era original y de madera vista, una crucetasoportaba las patas afiladas y torneadas desde las que partan unaslneas redondeadas y sinuosas. Era un elegante orejero que nohaba visto en mi vida. Mara Hernndez tampoco lo haba visto en su vida y sinti mimiedo en aquel post en el que admita echar de menos a mi padre,pero estaba ella, Mara y su inmensa capacidad para rastrearcualquier cosa por la red, por eso era documentalista en unatelevisin canaria. Y la mejor documentalista no poda fallar, creoque a los pocos das me envi un mail, llena de alegra yexcitacin.

    - Pedro, ya he encontrado tu silln de diseo, es el R-160, de laserie Contour de un tal Grant Featherston, te paso los enlaces,vas a encontrar todas las fotos que quieras. Y Mara no se equivoc, segu aquellos enlaces y sin serconsciente empec a salir del viejo taller de esqueletaje, empec anavegar. Descubr que aquel silln tena un padre y una historiatras l. Gracias a Mara, reciba mi primera leccin sobre el diseodel mueble tapizado en el siglo XX, empezaba a descubrir, que nosolo el silln que me haban encargado, era un autentico icono deldiseo australiano de los aos 50, si no que realmente existan massillones mticos, mas sofs de autor, mas sillas con el sello dediseadores y ebanistas que dejaron una huella indeleble en eldiseo contemporneo. El padre de mi reto era Grant Featherston, un diseador que en1951 y tras participar en la Segunda Guerra Mundial, regresa a suAustralia natal, all disear la famosa serie Contour, unacoleccin de sillas y sillones de lneas curvas y envolventesinspiradas en la propia Naturaleza. Featherston deseaba que suscreaciones acogiesen dulcemente a la persona que reposase en

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    ellos, que la relajase y que la hiciese sentirse segura y acogidacomo entre los brazos de una madre o dentro del mismo tero,un concepto que tambin fascinara a Eero Saarien y almismsimo Finn Juhl.

    Se amaban las formas cncavas, la ausencia de aristas y derectas, la fluidez, la condicin de ente orgnico transmitida a unmueble inanimado, a un silln, a un pequeo sof. Pero interpretar a Featherston no iba a ser fcil, recuerdo aqueldomingo por la tarde en el taller, con los cartones encima de lamesa y con las medidas bailando y dando problemas, no terminabade ver las proporciones y por mas que miraba las fotografas nosaba como resolver lo que ocurra una vez planteado el frontal delsilln. La curva hacia abajo era fcil, se vea a simple vista pero nosaba como llevarla hacia atrs, como unirla al respaldo, perodesde luego tena que proyectarla hacia all.

    Record las palabras de mi padre cuando hace ya muchasdcadas nos pidieron que hiciramos el asiento para un taburete debar que se haba partido. Aquellos asientos estaban hechos conespuma inyectada pero nosotros tenamos que hacerlos de madera,por lo menos ese que se haba roto. Trat de resolverlo yo, pero alfinal mi padre me vio estrellado contra aquel asiento, entonces seacerc y me dijo.

    - No pienses en los bracitos ni en el respaldo, haz primero elbastidor del asiento y despus vas ajustando los brazos y elrespaldo, todo a la vez no lo vas a poder a hacer, ya sabes,

    primero el bastidor. Y con R-160 hice lo mismo, dise el frontal, proyect loscostados hacia atrs y curv el trasero, ya tena el bastidor delasiento, ya poda ir ajustando los brazos y las barras delrespaldo. El silln iba creciendo ante mis ojos, iba tomando forma,sin embargo me alejaba del modelo original sin darme cuenta,aunque conservaba las lneas orgnicas del autntico R-160. A principios de semana termin los dos prototipos, estaba

    satisfecho con el aspecto de los sillones, pero mientras montaba lacruceta de las patas, descubra algo extrao, me daba la sensacinde que me haban quedado demasiado profundos, pero tuve queesperar a que Pedro se pasara por el taller para confirmar esasospecha.

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    Pedro se qued observando el R-160 posado sobre su cruceta,cabece varias veces y me mir.

    - Vaya, si que ha quedado majo, si, te has roto los cuernos,

    eh?.

    - Pues si, nunca haba hecho algo as.

    - En estos tiempos hay que hacer de todo, esto, tienes un

    metro por ah?, es que me parece que ha quedado demasiadohondo.

    - Eso me pareca a mi tambin. Pedro se agach frente al silln y midi el interior un par deveces, calcul los rellenos mentalmente y neg con la cabeza.

    - Si hay que hacerlo como est en las fotos hay que quitarleprofundidad, si no tendra que ponerle muchsima goma y perderala esttica del modelo.

    - Y cuanto quieres que le quite?.

    - Por lo menos siete centmetros y a parte, me puedes dejar

    un cartn para ver si se acopla al contra, me parece que tienedemasiada curva. Mientras buscaba una hoja de cartn para que Pedro simulase elrelleno trasero, senta que me iba quedando sin aire, el sillnestaba mal y el tapicero pareca ser capaz de ver todos losproblemas con los que se iba a encontrar, se notaba su experienciay profesionalidad, pero yo me senta cada vez mas pequeo,

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    aunque en el fondo estbamos cooperando y yo estabaaprendiendo.

    - A ver -murmur Pedro tratando de adaptar el cartn a laconcavidad trasera del R-160, pero la hoja no ceda- estas costillasde refuerzo tienen demasiada curva, hay que quitarle.

    - Vale, yo tambin lo estoy viendo, espera que coja la

    caladora. Mientras yo preparaba la sierra elctrica Pedro marcaba con lpiztodo lo que sobraba, llev la hoja por esa marca y volvimos aprobar el cartn.

    - Qutale un poco ms. Di otra pasada y las manos de Pedro consiguieron adaptar elcartn a una curva ya mas suavizada.

    - Y ya que estoy con la sierra acorto ya mismo los sillones yas no tienes que volver? suger.

    - Bueno, si no vas a tardar mucho.

    - No creo que tarde mucho, pero no los toques hasta maana paraque la cola est bien seca.

    No recuerdo si tard mucho o poco, pero Pedro se llev losprototipos ya acortados y listos para tapizar. Despus rectifiqu lasplantillas y volv a reflexionar sobre la actitud de Pedro cuando vioel silln. Aquel tapicero haba sido capaz de anticipar todo elproceso de tapizado y de ver las dificultades que iran apareciendo,si yo quera ser un buen esqueletero debera de imitarle, debera sercapaz de pensar como un tapicero aunque yo no supiese tapizar niuna simple banqueta. Haba superado el reto y por supuesto escriba un nuevo post,mostrando mi versin del R-160 de Grant Featherston.

    El silln no iba a dejar indiferente a nadie y a las pocas semanasde publicarlo reciba la llamada de un decorador valenciano quehaba visto las fotos del esqueletaje en el post, me encarg dos,tambin me pregunt por algn tapicero que fuese capaz detapizarlos y le recomend a los hermanos Gmez, tenan latapicera a cinco minutos de mi taller y si surga algn problemapodramos solucionarlo rpido. Aquella llamada me llen de alegra, de momento el blog ya mehaba conseguido dos ventas, desde luego an no poda comer de

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    l, pero ya tena una ayuda para pagar la cuota de autnomo a laSeguridad Social.

    A los pocos das Julin me llam por telfono.- Pedrn, psate a ver que te parece, ya tenemos uno para que lo

    veas. La llamada de Julin me sorprendi, creo que realmente deberande haber llamado al decorador, al fin y al cabo era un pedido de l,pero me llamaron a mi, estaban confiando en mi y en mi criterio,en la opinin de un esqueletero, algo estaba cambiando o el mundose haba puesto del revs.

    Julin me mir algo tenso cuando aparec por la tapicera ynegu con la cabeza.

    - Est guay de rellenos y volmenes, pero no podis volver latela, no se pueden ver juntas entre el asiento, los brazos y elrespaldo, tiene que parecer el hueco de una baera, para eso seponen los botones, para que hagan de tiro y cian el tapizado alcuenco del silln, vamos a ver, as como est podra pasar,

    pero el decorador no lo va a querer as, quiere el acabado deloriginal.

    - Ya, ya-admiti Julin- no pasa nada, como es el primero, serehace y ya est.

    - Pero acurdate de lo que ye he dicho, no puedes entretelar, usalos botones para hacer la baera.

    - Que si, que si. No tardaron mucho en volver a llamarme y creo que ya me vieronsonrer nada mas asomarme a la tapicera. Me acerqu, roc la tela gris con los dedos y sonre abiertamente.

    - Ahora si, ahora est de puta madre., ya podis llamar aldecorador por si quiere echarle un vistazo, que se va a quedarencantado.

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    Algo estaba cambiando dentro de mi, ese algo creca, era comouna motivacin, como un deseo, como un instinto quecondicionaba mis impulsos., un algo que me estaba sacandofuera del taller de esqueletaje, que me estaba empujando a hacercosas que jams me haba planteado y que me estabansumergiendo en el mundo de Internet de la mano del blog, graciasa mi aficin por escribir y por contar las cosas que me sucedan,por contar pblicamente mis propias ocurrencias.

    Segua sin salir de la crisis, pero estaba disfrutando escribiendoy publicando esos post, segua llegando con muchos apuros a finde mes y ya le haba confiscado la mitad de la pensin a mi madre,al fin y al cabo vivamos juntos y yo ya no poda afrontar todos losgastos con mi trabajo.

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    Aquellos dos R-160 se entregaron, an consegu vender otrogracias al blog, aquel se tapiz en un precioso azul elctrico quelleg a robar el azul del mismsimo cielo pero que desde luego nofue suficiente para sanear mis finanzas.

    La crisis segua mordiendo, hundindome sus colmillos hasta elpunto de abatirme y de desangrarme. Recuerdo que tan solo elvuelo de mis adorados vencejos me arrancaba alguna sonrisa, sustrinos y sus vuelos de amanecida me alegraban, aunque despus seelevaban y la calle volva a sumirse en un silencio que me aterrabay que me hacia vagar de aqu para all, sin rumbo y sin nimos,mientras en el taller las maquinas permanecan paradas y el viejosuelo hidrulico, limpio de serrn y virutas.

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    Un plato de caliente gracias al blog.

    Los vencejos continuaban descendiendo desde las alturascuando el da clareaba, les oa desde la cama, sus voces llegabandesde el patio de luces y solo ellos conseguan arrancarme unasonrisa, despus el caf torrefacto levemente edulcorado con unacucharadita de leche condensada, me aliviaba y me daba fuerzaspara bajar al taller de esqueletaje, aunque de camino me parabapara ver a los vencejos como anidaban en las juntas de dilatacinde los edificios. Aquel da sus afiladas siluetas se recortaroncontra el cielo azul como todos esos agradables amaneceres de la

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    primavera, yo continu observndoles como un nio que fuesecapaz de reconocerlos, como un nio que viviese sus propiasfantasas, aunque algo de verdad haba.

    Todas las maanas un vencejo descenda del sueo en vuelo conuna de sus alas casi rota, le bautic como Ala Quebrada porque asimple vista se le poda reconocer. Todas las maanas bajabaesquivando el cable de acero que posiblemente le quebr el ala ydaba a su polluelo su toma, en aquella junta de dilatacin.

    Los vencejos, igual que las golondrinas, volvan todos los aos asus mismos nidos, hechos en las grietas o entre los ladrillos rotosde las fachadas. Y esa primavera regresaron, a ellos no les afectabala crisis, tan solo entendan del viento y de la atmosfera, con esopodan vivir y volar casi eternamente, pero yo necesitaba trabajar,necesitaba que sonase el telfono, y son.

    - Si.., si, soy yo, si de Esqueletaje y Tapicera, si, si, hagoarmazones por encargo, el vintage, claro, es lo que estpegando ahora, ya, ya, bueno, hacemos una cosa, envame

    esas fotos por mail, si, si, con las fotos me apao, no se, buscaen Google modelos tipo vintage y envamelas, vale y a eso delas diez, cuando suba a casa a tomarme el caf le echo un vistazo yte digo algo, a Juanma,yo Pedro, venga, adis, adis, lo

    dicho, luego te llamo, el de la portada del blog..?, claro, ese esun icono del diseo, es mi versin del R-160 de Grant

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    Featherston., o sea, que ese ya lo puedo apuntar en elpedido? normal., vale, vale, venga, hablamos dentro de un

    rato. Nadie me vio sonrer, nadie me vio nervioso y excitado, acababade hablar con un joven tapicero sevillano, hijo de tapiceros y quequera una coleccin vintage para renovar su catalogo, haba vistolas fotos del blog y desde luego se haba fijado en el R-160 querob el azul del cielo.

    El mail de Juanma no tard en llegar y cuando lo abr y empec aver los modelos volvi a invadirme el tpico miedo y la tpicaangustia que me invada ante un modelo nuevo, aunque en estecaso eran media docena de fotografas, tres sillones orejeros, unsof, otro silln sin orejas, una butaca muy al estilo del R-160 y laversin en sof de dos plazas del R-160. En el mismo da le pas los precios y apenas una hora despusJuanma me daba luz verde, volva a trabajar y no para alguno de

    los clientes que haba heredado de pap, si no para un cliente moque me haba encontrado por Internet, el blog me daba de comerpor fin, aunque fuese tan solo un plato de caliente y para otra cuotade la Seguridad Social. Volva a sentirme til y los vencejos me despertaron todos losdas bien pronto, era como si me llamasen para que bajase al tallery continuase sacando esas plantillas que despus colocaba sobrelos tablones.

    Poco a poco fui sacando todos los modelos, centrando toda miatencin en ellos y consumiendo horas y das, llegu a calcular queentre disear las plantillas y fabricar el modelo tardada dos das,pero mientras trabajaba me olvidaba de la crisis y de susdentelladas, incluso las heridas parecan cicatrizar mientras ibaterminando los modelos nuevos, tan excitado estaba que nisiquiera era consciente de que el telfono no haba sonado en todaesa semana, ninguno de mis clientes me haba llamado, no entrabatrabajo, salvo ese pedido desde tierras andaluzas. Dej el sof y el silln R-160 para el final y cuando llam aJuanma para anunciarle que ya tena su coleccin vintagecompletada me hizo un ltimo pedido.

    - Que tal Juanma?, tengo ante mis ojos parte de tu coleccinvintage, es que no me caben todos en el foco del mvil, je, je, je.

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    - Cojonudo Pedro, pero tambin quiero un Papa Bear con supuff a juego.

    - Joder Juanma, de ese no tengo plantillas y no es un modelofcil, no se si me dar tiempo a hacrtelo para que te los llevestodos a la vez.

    - No te preocupes, enviar a por los que ya tienes y cuandotengas el otro me avisas.

    - Vale. Juanma no me dejaba respirar y de nuevo volva a enfrentarme ami segundo icono del diseo contemporneo, el Papa Bear deHans Wegner. Por aquellos das ya haba aprendido algo sobre el diseo dansy sobre Hans Wegner, uno de los diseadores de sillas masprolfico de los ltimos 50 aos, lleg a disear ms de 500modelos y en todos y en cada uno de ellos se entreg a fondo. Sola fabricar primero una miniatura con la que obtena unaprimera impresin de lo que imaginaba en su mente y con laexquisita pieza visitaba a sus ebanistas, intercambiaban pareceres ypuntos de vista. Los ebanistas comentaban las posibles dificultadestcnicas y entre ambos alcanzaban las soluciones, aunquenormalmente los diseos de Wegner estaban basados en mtodosconstructivos tradicionales, sobre todo en el plano de los

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    ensambles y de las uniones. Despus empezaba su produccin aescala real, incluso el Papa Bear tuvo su propia miniatura.

    A Wegner no le atraan los tapizados excesivos y muchas de sussillas y butacas eran completamente de madera vista, sin tallas nimolduras, su estilo era muy limpio y orgnico, muy dans, muynrdico. Prefera los torneados sencillos, las aristas suavizadas ylos asientos trenzados con fibra vegetal, sin embargo, con el PapaBear hizo una excepcin y lo concibi completamente tapizado,tan solo los remates de los brazos y las patas cnicas quedaron a lavista. Pero Wegner era un hombre de mente creativa y abierta ytambin explor el extremo ms distante entre la cuerda y la

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    madera vista, en sus modelos Bfalo y CH445, retomaba lostapizados absolutos y las patas cromadas.

    El Papa Bear y yo., el oso.

    La mujer nacida de entre montaas de lava, la mujer quehabitaba en esas islas que brotaron del ocano volvi asocorrerme. Mara, mi musa, mentora y amiga, apenas si tardunas horas en rastrear la red en busca de informacin sobre HansWegner y su, casi desconocido en Espaa, Papa Bear.

    Los correos que me envi contenan un torrente de informacinme impact emocionalmente, en ellos descubr una forma tandistinta de trabajar a la que yo conoca, que me sent ridculo y casicomo un patn.

    Mara me envi enlaces a videos donde se poda ver comotrabajaban en algunas de las sillas mas conocidas de Wegner,como las mticas, The Chair, ellas protagonizaron el debatetelevisivo entre Nixon y Kennedy, o como Wegner hablaba de sus

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    creaciones, como se sentaba en ellas y miraba al objetivo con lacalma y serenidad de quien confiaba plenamente en lo que haca.

    Wegner present al Papa Bear como el silln ms cmodo jamsfabricado, como si fuese un oso con el que poder jugar o como unoso contra el que cobijarse para pasar los dursimos fros del granNorte. Afortunadamente Mara consigui fotografas del esqueletaje delsilln y gracias a esas imgenes descubr la solucin tcnica queWegner haba usado para poder tumbar tanto la pata trasera delsilln.

    Decidi proyectar esa misma pata hacia arriba hasta encontrarlacon el reposabrazos que parta de la barra trasera del respaldo, noera algo nuevo, Wegner usaba esa misma tcnica el multitud desus modelos de madera vista, se aseguraba la solidez y aada unabelleza estructural, algo muy distinto al concepto esttico de losestilos ingleses o franceses. Con toda esa informacin empec a sacar las plantillas, dibuj elperfil del silln en el cartn, fui cortando las piezas, quizsdemasiado confiado, quizs demasiado envalentonado, ese osopareca de peluche y se dej hacer hasta que empec a montarlo y

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    descubr que el oso no era de peluche, tena zarpas y una deaquellas garras me cruz la cara.

    Aquel armazn tena las formas del Papa Bear pero no tena suaire, ni su alma, no tena su esttica, la herida se qued abierta ydio para una serie de post, cortos pero muy sinceros. El oso no seiba a dejar cazar tan fcilmente como haba pensado. Durante dos semanas el oso me acos por todo el taller, lomiraba y era incapaz de ver que es lo que fallaba, recuerdo que lorecort de ancho por lo menos tres veces, tambin rectifiqu laposicin de las orejas, pero segua sin tener esos peculiares

    volmenes, casi desproporcionados, del silln de Wegner.

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    Peculiares volmenes?, deb de preguntarme, quizs unasiento pequeo comparado con el enorme copete curvo?,

    quizs unas medidas que se estrechaban de arriba abajo dando,protagonismo a la parte alta y restndoselo al asiento?.

    Cuando volv a enfrentarme a los ojos del oso, se alz sobre suspatas traseras y sus garras volvieron a rasgar la atmosfera del viejotaller de esqueletaje, pero esta vez le estaba esperando con lasierra de sable preparada y en vez de sangre, brot una nube deserrn cuando empec a desguazar al oso. Le cort las barrastraseras para poder tumbarlas mas hacia atrs y despus el mismocopete y los traseros, los estrech de abajo para que el copetecreciese, como tratando de engullir al asiento. Un par de horas despus, el oso me miraba tranquilo, con susgarras retradas, incluso trotaba hacia mi y terminbamossentamos juntos en el suelo hidrulico del taller.

    Observndolo me di cuenta de lo que haba ocurrido, en sumomento no fui capaz de captar la esencia del modelo y esaesencia estaba precisamente en sus volmenes y en sus lneasvisuales.

    El Papa Bear no era un silln armonioso, no tena una bellezanatural, no era un ejercicio de diseo previsible. El silln dansescapaba hacia los lados y hacia arriba, sus brazos proyectados enel aire le restaban cuerpo a la base y la reducan a algo casisecundario, el cojn emergera tmido y cabizbajo, se le privaba de

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    importancia y de voz, para que las formas creciesen y se elevasenfusionando las orejas con el contra y con el copete en arco. Allarriba alcanzaba su mxima anchura y desde esa atalayamanipulara el aspecto de un silln hasta convertirlo en una piezaextraa, como deforme, diferente e irrepetible. Casi tres semanas despus de salir a cazar al oso, llam aJuanma, jadeando y con el olor del plantgrado pegado a mi piel.

    - Ya tengo a tu oso.

    .

    Carpintero, escritor y motero.

    Cuando cargaron al oso en el camin me sent orgulloso por dosrazones, una por haber conseguido replicar esa pieza clave deldiseo dans y la otra por ver que la idea del blog estaba dando susfrutos, an escasos econmicamente, pero inmensosemocionalmente. Estaba disfrutando escribiendo en el blog, visitando a lostapiceros y hablando de ellos y de sus trabajos, poco a poco todosiba cambiando de actitud y ya no desconfiaban, empezaban a creerque mi pequeo taller de esqueletaje poda tener un diminuto sitioen el universo infinito de Internet, empezaban a creer que sustrabajos eran hermosos y que cuando me dejaba caer por sustapiceras a lomos de Duna, no era para comportarme como un

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    hipcrita que fuese a regalarles los odos con palabras bonitas yhalagos falsos.

    - Quiero que la gente vea las cosas que hacisy las cosas que

    podis hacer, necesito que la gente sepa que an hay tapiceroscapaces de atar los muelles a mano o que hay tapiceros capaces detapizarte el sof que has visto en AD o en Nuevo Estilo, quieroque tengis trabajo porque yo como gracias a vosotros, as desimple, si vosotros no tenis trabajo yo morir. Las visitas iban aumentando y tambin los mails de consulta,desde America latina me llegaban bastantes pidindome consejosobre como fabricar esqueletajes, trataba de responder a todos y deorientarles, pero tambin llegaban correos de personas quepensaban que yo era tapicero, me pedan presupuestos deretapizados y yo sola contestarles que consultasen el apartado deProfesionales del Sector del blog, en el podan encontrar el listadode tapiceros que Mara haba ido componiendo a partir de misreportajes a las tapiceras, podan encontrar sus direcciones, sustelfonos, sus correos electrnicos e incluso ver sus propiostapizados. Mis ventas seguan siendo escasas y tras la alegra de aquelpedido de Juanma haba regresado el silencio al taller, pero por lomenos sabia que desde el blog les estaba llegando algo de trabajo alos tapiceros, esa certeza me reconfortaba, me aportaba ciertacalma y me empujaba a seguir escribiendo, a buscar temas paramas post y por eso decid que aquella visita relmpago a TheAntiquer mereca un escrito, aunque fuese corto.

    Carpintero, escritor y motero, as titul aquel post. El mismodecorador que me compr aquellos primeros R-160, queterminaramos llamando entre nosotros, modelo Paterson, por ladificultad de pronunciar su verdadero nombre, Featherston, volvia llamarme y me pidi por favor que si poda acercarme por sutienda en ese mismo momento, tena all a un amigo que querahacer una cama muy especial y necesitaban que le echase unvistazo. Recuerdo aquella tarde, realmente era como la mayora de lastardes, con poco trabajo y con pocos nimos, pero esa llamada fuela excusa perfecta para rodar con Duna, para atravesar los tnelesexcavados junto al viejo cauce del Turia y para aparcar frente al

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    escaparate de The Antiquer, me esperaban y el decorador mepresent con cierto bombo y platillo.

    - Este es Pedro, mi carpintero, bueno esqueletero, aunque

    tambin es escritor y motero. Aquella tarde estaba ocurriendo algo muy especial, haba vueltoa salir del taller de esqueletaje, estaba montando sobre una custom,cuando en mi vida me haba subido ni siquiera a una Vespino yestrechaba la mano de un nuevo cliente que terminarapresentndome a un poeta dans.

    - Este es David y quiere saber si podemos hacer esta cama. Recuerdo la imagen de la cama en la pantalla del Mac, eraespectacular y original, aunque realmente era un somier colocadodentro de un sof tapizado con una tela gris aterciopelada encapiton.

    - Si, claro que se puede hacer. A David le pareci bien el precio y finalmente la cama ocupgran parte del dormitorio de su hijo pequeo, aunque la habitacinera grande y destilaba estilo, incluso tena una de las RAR de losEames. La casa de David no era una casa vulgar desde luego y susgustos tampoco, lo descubrira cuando una tarde se dej caer por eltaller.

    - Te acuerdas de mi..?.- Coo claro, eres David.- Es que quiero ensearte algunas cosas a ver si las podemos

    hacer. David tena la memoria de su mvil repleta de imgenes bajadasde Internet, iba pasndolas y preguntndome.

    - Este se puede hacer..?, y este otro?.

    Por esa pequea pantalla desfilaron varios de los iconos deldiseo contemporneo y otros modelos que no haba visto en mivida, como el de una butaca tapizada en terciopelo amarillo queterminamos haciendo. Aquella butaca qued espectacular y semereci un post titulado Una butaca para soar.

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    Las apariciones de David por el taller de esqueletaje seconvirtieron en algo habitual y cada vez que me deca, mira estoa ver que te parece, me echaba a temblar, pero aquella vez

    sonre ante la imagen de un pequeo sof, de lneas agradables ycon la parte alta del respaldo abotonada.

    - Vaya, este lo conozco, es el Poeten de Finn Juhl, hacetiempo que quiero hacerlo. David tambin sonri.

    - Pues tranquilo que vamos a hacerlo y adems esta vez te lovoy a poner fcil, podemos ver uno y tomar medidas, pero

    tendr que ser rapidito y sin armar mucha bulla., podemos

    quedar est tarde?.- Si, claro.- Vale, pues quedamos en el mercado de Colon, tenemos que ir a

    una tienda de moda donde lo tienen.Duna volvi a sacarme del taller y juntos volvimos a rodar por

    las calles ms cntricas de Valencia y por barrios que eran muydistintos al mo, calles donde sus vecinos vestan ropas con clase yelegancia, a la moda actual o al estilo clsico. Gentes que paseabancon calma, parando y deleitndose ante los escaparates de las carastiendas de la calle Jorge Juan. Pero yo no tuve tiempo de pasear nide asomarme a los escaparates, entramos en aquella tienda demoda y el Poeten apareci ante mis ojos, era la primera vez quecontemplaba un modelo fabricado bajo licencia de Finn Juhl y el

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    modelo que el arquitecto dans dise para su propio hogar, semostr sumiso, respetuoso e incluso tmido, quizs abrumado porsu propio prestigio y fama, realmente l tan solo era un poeta queme fascin con sus poemas.

    - Venga Pedro, date prisa, que me estn haciendo un favor meapremi David. Tan solo pude medir sus cotas, el ancho, la profundidad y lospuntos mas altos del brazo y del respaldo, sus curvas tendra querecrearlas, trazarlas a ojo, inspirndome en los poemas ms dulcesy agradables que pudiese recordar.

    - Tranquilo que no soy un oso -dijo mi propia imaginacin,deseosa de que Duna nos llevase de vuelta al barrio para escribirotro post, Mi cita con el poeta dans

    Mi cita con el poeta dans.

    Recuerdo que empec a disear el Poeten an con la sorpresa deesa cita, el tamao del sof me haba desconcertado, apenas sipasaba de 1,35 cm, pero era capaz de albergar en su interior a dosadultos holgadamente, con la espalda baja bien recogida y con unapostura elegante y cmoda, ideal para esperar en una salita,perfecta para tomar el caf de media tarde y para mantener unacharla relajada, como la que estaba teniendo aquella tarde dedomingo, con el Poeten, mientras las plantillas iban surgiendosobre el cartn. Me senta a gusto trabajando en ese proyecto, me senta dignotratando de imitar a otros de los maestros del diseo nrdico, no

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    era la primera vez que oa hablar de Finn Juhl, unos meses antes,una vecina me pregunt si poda bajarme al taller un silloncito parallevarlo a restaurar, me cont que lo haba encontrado en la basurapero que algo le haba hecho recogerlo, no saba el que, pero cargcon el silln hasta su casa, despus llam a un amigo que sabiaalgo de diseo y le envi una foto. Mi vecina tena la carrera deBellas Artes, quizs por eso las formas de aquel silln le llamaronla atencin y result que no se haba equivocado. Haba salvado dela trituradora una replica muy bien hecha del modelo de sillnnmero 45 de Finn Juhl, un arquitecto y diseador dans que fuecapaz de dotar a toda su obra de un personalsimo estilo. Era la primera vez que tena en mi taller una de esas replicas, laprimera vez que poda tocarlas y percibir su fluidez y su atractivasencillez. Juhl rebajaba el ensamble del delantero con las patastorneadas y consegua as que el bastidor del asiento flotase,aumentaba la ligereza de un diseo de por si liviano y atractivo,pero aada unos fascinantes tirantes que descendan comoantenas, formando una V que se ensamblaba a los costados,afianzndolos y aportando an mas solidez. La numero 45 eraacogedora y calida, orgnica y nada fra, nada impersonal.

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    Pero en el Poeten predominaba el tapizado, aunque tambinatesoraba un par de secretos, sus rellenos se cean celosamente alarmazn, marcando sus curvas y aprovechando as al mximo sucapacidad, el otro secreto formaba parte intima del arquitectodans, Juhl concibi aquel sofacito para su propio hogar en 1942,no fue un diseo para vender, no fue un encargo comercial, fue unacreacin para compartir en su propia morada, en su propiaintimidad, puede que por eso el Poeten siempre est envuelto enun aire de sosiego y calma.

    Un sosiego y una calma que hicieron posible que mi versin delPoeten creciese ante mis ojos de manera armoniosa, casi sinproblemas, sin zarpazos, todo fue un susurro y un poema.

    Mi Poeten ya era una realidad.- Lo has clavado, cabrn murmurara David cuando lo vio en el

    taller. Yo sonre tranquilo, haba disfrutado desarrollando ese modelo ylo que vean mis ojos tambin me gustaba.

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    David carg el Poeten y se lo llev y yo me pregunt si volvera ahacer alguno ms, su esttica era muy especial y no encajaba conel gusto de los espaoles, mas querenciosos a tapicerasvoluminosas, a cojines orondos y a reposabrazos gruesos yaparentes, a sofs profundos y masivos. El Poeten no era nada deeso, recuperaba el aire delicado y grcil de aquellasMariantonietas que decoraron zaguanes y dormitorios de casitodos los hogares de Espaa, pero tena algo a su favor, eradiferente, era distinto, tan solo era cuestin de encontrar a unapersona valiente y con gusto que confiase en l y esa persona fueEstefania.