El Escrito Sin Título o Sobre El Origen Del Mundo Es El Tratado Quinto Del Códice II de Los...

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El escrito sin título o Sobre el Origen del Mundo es el tratado quinto del códice II de los manuscritos de Nag Hammadi (NH II,5, 97-127). Se encuentran algunos fragmentos en NH XIII,2: fragmento; y en la Biblioteca Británica Or. 4926. No tiene título, lo que explica su nombre; aunque también se lo llama a veces Del Origen del mundo. Muy próximo a la Hipóstasis de los Arcontes, que es un comentario sobre la antropología bíblica, El Escrito sin título es un verdadero tratado didáctico sobre el origen del mundo, un tratamiento coherente y sistemático sobre el problema del principio y del fin. Contenido[editar] Después de un prólogo en el que se refuta la teoría de la primacía del caos da una exposición larga con respecto a la cosmogonía y la antropología. Para esto, usa una fuente gnóstica común a la Hipóstasis de los Arcontes y, posiblemente, el Apócrifo de Juan. Estas fuentes presentan al creador divino del mundo material, Ialdabaoth, como un dios ignorante y envidioso que blasfema y afirma ser el único dios. Por otra parte, Adán y Eva, de la misma manera que Sabaoth, uno de los hijos del demiurgo Ialdabaoth, se hacen modelos que alcanza el verdadero conocimiento desobedeciendo a su creador. El uso de tres tiempos constituye el marco general del mito dogmático: Un tiempo cosmogónico, en el que las fuerzas combaten por el poder.

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descripcion sobre uno de los libros del movimiento gnostico

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El escrito sin título o Sobre el Origen del Mundo es el tratado quinto del códice II de los manuscritos de Nag Hammadi (NH II,5, 97-127). Se encuentran algunos fragmentos en NH XIII,2: fragmento; y en la Biblioteca Británica Or. 4926.

No tiene título, lo que explica su nombre; aunque también se lo llama a veces Del Origen del mundo. Muy próximo a la Hipóstasis de los Arcontes, que es un comentario sobre la antropología bíblica, El Escrito sin título es un verdadero tratado didáctico sobre el origen del mundo, un tratamiento coherente y sistemático sobre el problema del principio y del fin.

Contenido[editar]

Después de un prólogo en el que se refuta la teoría de la primacía del caos da una exposición larga con respecto a la cosmogonía y la antropología. Para esto, usa una fuente gnóstica común a la Hipóstasis de los Arcontes y, posiblemente, el Apócrifo de Juan. Estas fuentes presentan al creador divino del mundo material, Ialdabaoth, como un dios ignorante y envidioso que blasfema y afirma ser el único dios.

Por otra parte, Adán y Eva, de la misma manera que Sabaoth, uno de los hijos del demiurgo Ialdabaoth, se hacen modelos que alcanza el verdadero conocimiento desobedeciendo a su creador.

El uso de tres tiempos constituye el marco general del mito dogmático:

Un tiempo cosmogónico, en el que las fuerzas combaten por el poder.

Un tiempo intermedio y mezclado, en donde el hombre, separado a la vez de los dioses y de los animales, elabora el sistema de los intercambios y las comunicaciones.

Y, por último, el antitiempo escatológico o metahistoria, en el curso del cual acaba la mezcla del mundo presente. Los hombres vuelven a su origen, en la esfera primordial, recuperados bien por lo divino, bien por la ferocidad infernal (condenación eterna). Advirtamos que en ambos casos nos encontramos en un ámbito no humano.

El problema del tiempo es central en la gnosis y procede de una concepción fundamentalmente mítica, tributaria de la concepción judeocristiana de la tripartición en cosmogonía, soteriología y escatología. De la concepción griega hereda, no los momentos sucesivos y cronológicos, sino los contemporáneos y simultáneos en el eterno retorno de lo mismo. Pero también es la negación de

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estas concepciones: el tiempo de la gnosis es un tiempo incoherente y hecho pedazos por la brusca intervención de un Dios ajeno tanto a la historia como a la creación. De ahí que el tiempo se sitúe radicalmente del lado del mundo: un tiempo ligado a la incoherencia, a la mancha, a la decadencia, a la falta, a la fatalidad, a la angustia y a la mentira; un tiempo que es principio de alienación.

Como consecuencia de todo esto, vemos que al separar al cristianismo de toda perspectiva temporal, al vaciarlo de toda substancia histórica, el gnosticismo se ha dejado invadir e inundar por el mito, contrariamente a lo que hemos constatado a propósito de la Gran Iglesia. Estamos ante una nueva ofensiva del mito en estado puro, ante la constitución de un cristianismo profundamente mítico, donde el tiempo, los sucesos y personajes del tiempo ya no son más que las consecuencias, las repercusiones o las imágenes simbólicas de las aventuras de los Eones - fragmentos hipostasiados de duración o de eternidad - que componen un mundo arquetípico, el Pléroma, él mismo imaginado bajo la especie de un intemporal cambiable y articulado.

El caos no es el origen primero de las cosas, pues él es definible (tiniebla) y tiene una raíz, es decir, que es una realidad segunda, derivada. La tiniebla es producida por una sombra que deriva a su vez de una "obra" que existe desde el comienzo, la realidad primera, primitiva, primordial.

A continuación, el acontecimiento cosmogónico se identifica con una salida de la ogdóada: salir de la plenitud original significa entrar en el universo de la deficiencia.

Siempre encontramos el mismo escenario: Sofía emanada de Pístis, dando a luz al Demiurgo, que, por su parte, crea el universo de la deficiencia. Ante la impiedad del Demiurgo, Pístis-Sofía anuncia la disolución de este universo malvado y la condenación de su autor. La réplica del Demiurgo es crear la muerte, que crea a su vez 49 demonios. Pero las fuerzas del bien anuncian finalmente la existencia del hombre inmortal, inaugurándose así la antropogonía.

El tratado concluye con un epílogo que resume la exposición y concluye con una apelación vibrante a la conversión, una promesa de recompensa o castigo eterno.

Fragmento inicial[editar]

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Traducido al castellano por TM a partir de los textos franceses e ingleses de Hans - Gebhard Bethge y Bentley Layton y Louis Painchaud.

(PRÓLOGO)

97 Puesto que todo el mundo, dioses y humanidad, dicen que nada existía antes del caos, yo, a diferencia de ellos, demostraré que todos están equivocados, porque ignoran la naturaleza del caos y su raíz. He aquí la demostración. Es verdad que hay acuerdo entre todos los hombres sobre el hecho de que el caos es tenebroso. Es engendrado, pues, de una sombra, de la llamada oscuridad. Pero la sombra viene de un producto que ha existido desde el principio. Está, además, claro que existía antes de que el caos entrara en la existencia, y que el último es posterior al primer producto. Pero entremos en la verdad, como en el primer producto del que es engendrado el caos. Y de este modo la verdad será demostrada evidentemente.

(EXPOSICIÓN) (Preámbulo narrativo) Cuando fue acabada en el infinito la naturaleza de los inmortales, emanó de Pistis (Fe) una semejanza, que se llama Sofía (Sabiduría). Esta semejanza probó un deseo y se convirtió en un producto que se parecía a la luz primigenia. El deseo se manifestó enseguida en forma de cielo, de un tamaño inimaginable. Estaba entre los inmortales y los que han venido después, como en altura… hay un velo que separa los hombres de las realidades superiores. Sin embargo, el eón eterno de la verdad no produce sombra fuera de él porque la luz inconmensurable está en él dondequiera. Pero su exterior es la sombra, que ha sido llamada con el nombre de "Oscuridad". De él aparece un poder, presidiendo sobre la oscuridad. A esta sombra, los poderes que han venido después la han llamado "el caos sin límite". A partir de este último, toda clase de la divinidad apareció [....] Con el lugar entero, también la sombra es posterior al primer producto. El abismo es engendrado de la Pistis (Fe) de que hemos hablado.

(Un aborto engendrado) Entonces la sombra se percató que había algo más fuerte que ella. Sintió celos y, habiendo concebido únicamente de sí misma, engendró los Celos. Aquel día surgió el principio de los celos en todos los eones y sus mundos. Ahora, en cuanto a esos celos, se encontró que eran un aborto falto de espíritu. Nació como las sombras en una vasta sustancia acuosa… Aquel día apareció una sustancia de agua, y lo que se hundió en ella fue lanzado a una parte del caos. Cuando una mujer da a luz un niño, todo lo superfluo sale, así es la materia engendrada de la sombra, que es expulsada aparte. La materia no se desviaba del caos; sino que estaba en el caos, en una de sus partes. (Formación del gobierno del mundo material y origen de los arcontes) Y cuando eso hubo ocurrido, entonces vino Pistis (Fe). Apareció sobre la materia del caos, como un aborto privado de espíritu. Porque él caos es completa tiniebla ilimitada y agua sin fondo. Ahora, cuando Pistis (Fe) vio qué había engendrado de su deficiencia, se perturbó. Y la agitación apareció, como una obra terrible; (Pistis) se precipitó a ella en el caos. Y ella se volvió hacia Pistis y llegó inesperadamente a su faz en el abismo, que está 100

debajo de todos los cielos.