El Escapulario marrón: Signo de salvación y protección

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El Vestido de Nuestra Señora

El Escapulario marrón: Signo de salvación

y protección

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El Escapulario Marrón, el Sacramental más poderoso

“Cualquiera que muera usando este Escapulario no sufrirá el fuego eterno”.

– palabras de Nuestra Señora a San Simón Stock (Vea la promesa completa en la página 12)

He aquí la promesa extraordinaria que Nuestra Señora hizo a quien usa Su Escapulario Marrón. Y esta promesa maravillosa hace del Escapulario el sacramental más poderoso que la misericordia del Cielo nos concedió. ¿Quién podría dudar de la promesa de Nuestra Señora, o ser tan loco que no usase, con la gratitud y la reverencia más profundas, esta forma abreviada del Manto Carmelita? Este vestido de gracia – dos simples piezas de lana marrón usadas sobre los hombros – es un signo tangible del amor y de la protección que Nuestra Madre Santísima dedica a Sus devotos. Debemos besar devotamente el Escapulario cuando nos levantamos de mañana, y cada vez que ponemos un Escapulario nuevo a substituir un que esté gastado o dañado. Por este gesto de reverencia, recibimos 500 días de indulgencia y nos acordamos de pedir a Nuestra Señora: “Líbranos hoy del pecado y de las ocasiones de pecar”.

Usar el Escapulario es una forma de consagración Usar el Escapulario de María es una forma de consagrarnos a Su servicio. Una consagración coloca de parte una persona o una cosa para una finalidad sagrada. Todos los católicos deberían consagrarse a María. Nuestra Señora de Fátima, el 13 de octubre de 1917, sostenía en la mano el Escapulario Marrón, haciendo los tres pastorcitos, Lucía, Jacinta y Francisco, comprender que Ella quiere que todos usemos el Escapulario. En una carta de 1936, escrita en Pontevedra, Sor Lucía citó Nuestro Señor, cuando dijo que quería la devoción al Inmaculado Corazón de Su Madre al lado de la devoción a Su Sagrado Corazón. Así, la consagración a María, como medio de darle una mayor honra y amor, es la voluntad de Dios para nosotros, y no disminuye de ningún modo Su gloria.

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“Un día, a través del Rosario y del Escapulario salvaré el mundo”, dijo la Santísima Virgen María a San Domingos. Nuestra Señora de Fátima, durante el Milagro del Sol el 13 de octubre de 1917, sostenía el Escapulario Marrón. Ella quiere que todos nosotros lo usemos siempre y que recemos por lo menos la tercera parte del Santo Rosario todos los días. Todos los Papas, desde el año 1280, usaron el Escapulario Marrón de Nuestra Señora del Carmelo.

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Solamente por usar el Escapulario, decimos a María que La veneramos, que La amamos y que confiamos en Ella en todos los momentos del día. San Alfonso dijo: “Agrada a María Santísima ver que Sus siervos usan Su Escapulario como marca de que se han dedicado a Su servicio y de que son miembros de la Familia de la Madre de Dios”.

Historia del Escapulario Marrón La devoción del Escapulario viene del tiempo del profeta Elías (Tercer Libro de los Reyes). El pueblo en ese entonces adoraba a Baal (el demonio). Para que el pueblo se volviese a Dios, Elías rezó por una sequía, que el pueblo comprendería que era un signo del descontentamiento divino. Después de no haber llovido durante tres años y medio, Elías subió al Monte Carmelo (en Palestina) y pidió a Dios que mandase lluvia. Después de haber pasado un tiempo rezando, envió un compañero para ver si venía lluvia. El compañero descendió el monte, miró al mar y volvió a Elías, diciéndole que no vía lluvia. Entonces Elías rezó nuevamente y después envió a su compañero a ver el mar; pero una vez más, no vio lluvia. Elías rezó seis veces, sin que veniese lluvia, y entonces rezó una séptima vez. Y esa vez, cuando el hombre descendió la montaña, vio una nubecita en forma de pié a salir del mar. Y esta nube creció hasta cubrir toda la tierra. Y de esa nube empezó a cair lluvia. Elías comprendió que esa nube representaba Ella que habría de ser la Madre de Dios, la Santísima Virgen María. La nube tenía la forma de un pié, y él conocía la profecía de Génesis, de que la Mujer aplastaría la cabeza de la serpiente con Su pié. San Buenaventura nos dice que cada página del Antiguo Testamento habla de la Santísima Virgen, de una manera o de otra. Personas santas nos dijeron que hay dos razones más por qué esta nube representa la Santísima Virgen:

1.) Porque el mar era de agua salgada pero la nube era de agua dulce. La nube representaba la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora. La Santísima Virgen nació de la humanidad pecaminosa, pero se distinguió por ser concebida sin pecado;

2.) La nube también representaba la Santísima Virgen como Mediadora de Todas las Gracias. El agua de la lluvia representa la gracia. La lluvia que cayó sobre toda la tierra seca vino de una sola nube. Vino a través de la Mediadora de Todas las Gracias.

Elías, como profeta que era, decidió conmemorar este acontecimiento, fundando una comunidad de eremitas en el Monte Carmelo para preparar la venida del Salvador y de Su Madre, la Santísima Virgen María.

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El Manto de Elías es mencionado en las Sagradas Escrituras

Una vez, cuando Elías quiso atravesar el rio Jordán, tiró su Manto, tocó el rio con el Manto y el rio dejó de fluir para que él pudiese atravesar (4 Reyes 2:8). A la hora en que Elías fue para ser asumido al Cielo, su sucesor Eliseo le pidió el espíritu profético. Elías le dijo: “Si te dejo mi Manto, sabrás que vas a recibir este espíritu profético”. Las Sagradas Escrituras nos cuentan que, cuando el carro de fuego vino para llevar Elías al Cielo, separó Elías de Eliseo. Y entonces, Eliseo recogió el Manto que Elías había dejado (4 Reyes 2:13) En Pentecostés, 10 días después de que Jesús ascendió al Cielo, la posteridad espiritual de Elías y sus seguidores descendieron del Monte Carmelo. Fueron ellos los primeros a aceptar el mensaje del Cristianismo y a ser bautizados por los Apóstoles. Cuando se presentaron, por fin, a Nuestra Señora y oyeron dulces palabras de Sus labios, se dominaron por un sentido de majestad y santidad que nunca más olvidaron. Volvieron a su monte santo, y allí construyeron la primera capilla que se hizo en honor de la Santísima Virgen María. A partir de ese momento, la devoción a la Madre de Dios se hizo el precioso legado espiritual de los eremitas del Monte Carmelo. Fue al sucesor de estos eremitas del Monte Carmelo que Nuestra Señora apareció, siglos más tarde. La comunidad había acabado de ser transferida en 1241 del Monte Carmelo, en la Palestina, a Aylesford, en Inglaterra. San Simón Stock fue elevado en 1245 a Superior General de la Orden masculina. Agobiado por todas las persecuciones externas y las disensiones internas de aquel tiempo, San Simón Stock, que ya tenía 90 años, se retiró a la soledad de su celda. El 16 de julio de 1251 abrió su corazón a la Santísima Virgen María – la Flor de Monte Carmelo – pidiéndole que lo ayudase y a todos los Carmelitas. Nuestra Señora le apareció entonces, acompañada por una multitud de ángeles y sosteniendo en la mano el Escapulario de la Orden. Ella dijo:

“Será este el privilegio para ti y para todos los Carmelitas: cualquiera que muera usando este [el Escapulario] no sufrirá el fuego eterno”.1

El Escapulario Carmelita completo se hace de lana marrón, tiene unos 35 centímetros de largura, y se usa hasta las rodillas tanto en frente como detrás. San Simón estableció la Confraternidad del Monte Carmelo poco después de esta aparición, y así la promesa de la salvación eterna se extendió a los miembros de la Confraternidad Carmelita que muriesen usando el Escapulario Carmelita. El Papa Urbano IV, en 1262, confirió bendiciones especiales a estos miembros de la Confraternidad.2

1 Viridarium Ordinis B. Virginis Mariae de Monte Carmelo, Joannem Grossi (1389 AD), Analecta Ord. Carm. VIII, pág. 124 2 Sign of Her Heart, nota 28, página 257.

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La forma abreviada del Escapulario (el tamaño del Escapulario ilustrado en la página 9) ya existía en 1276, como se puede ver por el pequeño Escapulario, aún existente del Papa Gregorio X, que murió en aquel año y se sepultó usando su Escapulario. Quinientos y cincuenta y cuatro años más tarde, en 1830, este se encontró intacto en su sepultura, y se conserva hoy en el museo de Arezzo (Italia). Hay registros históricos de reuniones de legos de la Confraternidad Carmelita en Florencia, Italia, en el año de 1280.

Signo de salvación y de protección Usar el Escapulario Marrón es un signo de predestinación, en la misma forma que rezar el Santo Rosario es un signo de predestinación. El 16 de julio de 1251, Nuestra Señora dio el Escapulario Marrón a San Simón Stock. El 16 de julio de 1858, en la 18ª y última aparición de Nuestra Señora en Lourdes, Ella apareció a Bernadette, vestida como Nuestra Señora de Monte Carmelo.

Imagen de Nuestra Señora de Monte Carmelo, en la Iglesia

de la misma invocación en la Via della Conciliazione en Roma, a pocas centenas de metros de la Plaza de San Pedro.

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El Escapulario representa también la protección de Nuestra Señora y Su cuidado por nosotros. Ella prometió a San Simón Stock: “Será un signo de salvación, una protección contra el peligro y una garantía de paz. Cualquiera que muera usando este Escapulario no sufrirá el fuego eterno”. Como verá por los diversos milagros del Escapulario Marrón, empezando en la página 7, Nuestra Señora cumplió esta promesa a través de los siglos. El Escapulario usado por los legos consiste en dos piezas de lana marrón juntas por cintas, bramantes, cuerdas, o cadenas. Es el vestido de Nuestra Señora. Al usar el Escapulario, nos colocamos bajo Su Manto. Nuestra Señora nos mostró el Escapulario en Fátima, queriendo que nosotros todos lo usásemos y lo ofreciésemos a los otros. San Alfonso nos dijo: “Los herejes modernos se burlan del uso del Escapulario. Lo desvalorizan como si fuese una tontería sin importancia”. Pero nosotros sabemos que muchos Papas lo aprobaron y lo recomendaron. Dos grandes fundadores de Órdenes Religiosas, San Alfonso de los Redentoristas y San Juan Bosco de los Salesianos, eran devotos de Nuestra Señora de Monte Carmelo y ambos usaban Su Escapulario Marrón. Cuando murieron, se sepultaron con sus vestidos sacerdotales y el Escapulario. Cuando, muchos años más tarde, las sepulturas fueron abiertas, los cuerpos y los vestidos sagrados con que habían sido sepultados estaban reducidos a polvo. PERO EL ESCAPULARIO MARRÓN QUE CADA UNO DE ELLOS USABA ESTABA PERFECTAMENTE INTACTO. El Escapulario de San Alfonso está expuesto en su Monasterio en Roma.

Milagros del Escapulario Marrón La devoción al Escapulario Marrón se autorizó por milagros. Dios usa los milagros como testimonio de la verdad de Sus promesas y las de Su Madre. Los milagros son usados por Dios para confirmar los fundamentos sólidos de las devociones que la Iglesia propone a los fieles. Cuanto mayor sea el número de milagros obtenidos por una devoción en particular, tanto más llama nuestra atención a la misma devoción y autentica la verdad en como esa práctica es agradable a Dios. De todas las devociones adoptadas por la Iglesia, ninguna se confirmó por más milagros auténticos de que la del Escapulario Marrón. Vamos a darles unas pequeñas muestras.

Milagros de Gracia

Un sacerdote relata cómo en un pueblo cerca de Chicago fue llamado a la cabecera de un hombre que había estado alejado de los Sacramentos durante muchos años. “El hombre no quería verme; no quería hablar. Le pedí que mirara el pequeño Escapulario que yo sostenía en mis manos. ‘¿Usarías esto si yo te lo pongo? No te pido nada más’. El accedió a usarlo, y en menos de una hora quería confesarse y reconciliarse con Dios. Esto no me sorprendió porque durante más de 700 años Nuestra Señora ha estado trabajando de esta manera por medio de Su Escapulario”.

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El mismo día en que Nuestra Señora entregó el Escapulario a San Simón Stock, él fue llamado apresuradamente por el Lord Pedro de Linton: “¡Venga pronto, Padre, mi hermano está muriendo lleno de desesperación”! San Simón Stock salió inmediatamente hacia la cabecera del moribundo. Al llegar, colocó su gran Escapulario sobre el hombre, pidiéndole a Nuestra Santísima Madre que cumpliera Su Promesa. Inmediatamente el hombre se arrepintió y murió en la gracia y amistad de Dios. Esa noche el muerto se le apareció a su hermano y le dijo, “He sido salvado por medio de la Reina más poderosa y el hábito de ese hombre como escudo”.

Milagros que demuestran la Promesa de Protección de Nuestra Señora

Cierto día en 1944 un misionero Carmelita de la Tierra Santa fue llamado a un campo de internación para suministrar la Extremaunción. El conductor árabe del autobús hizo salir al padre del vehículo cuatro millas antes del camposanto porque el camino estaba peligrosamente fangoso. Después de dos millas, el misionero notó que sus pies se hundían cada vez más hondo en el lodo. Al tratar de hallar terreno firme, se deslizó dentro de un pozo fangoso. Hundiéndose hacia su muerte en este lugar desolado pensó en Nuestra Señora y Su Escapulario. El besó su gran Escapulario -porque estaba usando el hábito completo- y miró hacia la Santa montaña del Carmelo, el sitio donde nació la devoción a la Madre de Dios. Gritó: “¡Santa Madre del Carmelo! ¡Ayúdame! ¡Sálvame”! Un momento más tarde se encontró en terreno sólido. Testificó más tarde, “Sé que fui salvado por la Santísima Virgen por medio de Su Escapulario. Mis zapatos desaparecieron en el lodo y yo estaba cubierto de él, pero caminé las dos millas que faltaban, alabando a María”.

Salvados del Poder del Mar Otra historia del Escapulario que merece repetirse sucedió en 1845. A fines del verano de ese año, el barco inglés, Rey del Océano se hallaba en medio de un feroz huracán. Mientras el viento y el mar sin piedad azotaban al barco, un ministro protestante en compañía de su esposa e hijos y otros pasajeros lograron llegar a la cubierta para suplicar misericordia y perdón, ya que el fin parecía inminente. Entre la tripulación se encontraba un irlandés, John McAuliffe. Al mirar la gravedad de la situación, el joven abrió su camisa, se quitó el Escapulario y haciendo con él la Señal de la Cruz sobre las furiosas olas, lo lanzó al océano. En ese precisa momento el viento se calmó. Solamente una ola más lavó la cubierta, trayendo con ella el Escapulario que quedó depositado a los pies del muchacho. Durante el acontecimiento el ministro (un Sr. Fisher) había estado observando cuidadosamente las acciones de McAuliffe y el efecto milagroso de ellas. Al interrogar al joven se informaron acerca de la Santísima Virgen y Su Escapulario. El Sr. Fisher y su familia quedaron tan impresionados que resolvieron ingresar en la Iglesia católica lo más pronto posible y así disfrutar de la gran protección del Escapulario de Nuestra Señora. Y hicieron eso poco tiempo después de su llegada en Australia.

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Un hogar salvado del fuego Más cercano a nuestros tiempos, en mayo de 1957, un sacerdote Carmelita en Alemania publicó una historia extraordinariamente asombrosa de cómo el Escapulario había librado un hogar del fuego. Una hilera completa de casas se había incendiado en Westboden, Alemania. Los piadosos residentes de una casa de dos familias, al ver el fuego, inmediatamente colgaron un Escapulario a la puerta de la entrada principal. Centellas volaron sobre ella y alrededor de ella, pero la casa permaneció intacta. En 5 horas, 22 hogares habían sido reducidos a cenizas. La única construcción que permaneció intacta, en medio de la destrucción, fue aquella que tenía el Escapulario adherido a su puerta. Los cientos de personas que vinieron a ver el lugar que Nuestra Señora había salvado son testigos oculares del poder del Escapulario y de la intercesión de la Santísima Virgen María.

“El Rosario y el Escapulario son inseparables”.

Salvado de una explosión

En 1955 un milagro aconteció en el Medio Oeste de los Estados Unidos. Un niño de tercer grado paró en una gasolinera para poner aire en las llantas de su bicicleta y en ese preciso momento ocurrió una explosión. Las ropas del niño se quemaron pero su Escapulario Carmelita no fue afectado: un símbolo de la protección de María. Hoy día, a pesar de que aún conserva unas pocas cicatrices de la explosión, este joven tiene razón especial para recordar la protección de la Santísima Madre en caso de peligro.

Salvado de un estrello de avión Un misionero Jesuita en Guatemala cuenta un incidente de la protección del Escapulario de Nuestra Señora. En noviembre de 1955 un avión transportando 27 pasajeros se estrelló. Todos murieron excepto una joven. Cuando esta muchacha vio que el avión

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caía, ella tomó su Escapulario y pidió la ayuda de María. Sufrió quemaduras, su ropa fue reducida a cenizas, pero su Escapulario no fue alcanzado por las llamas.

Salvado de una bala Se contó el siguiente en Francia: Cuando la ciudad de Montpellier estaba a ser cercada, en 1622, se dio un milagro ante todo el ejército y bajo la vista del Rey de Francia, Luís XIII. En un ataque general, uno de sus oficiales, Champrond de Beauregard, recibió un disparo en el pecho. La bala debía haber sido fatal, pero, después de penetrar la ropa, se aplanó contra el Escapulario, sin hacer cualquier mal al oficial. Espantado con este milagro, el oficial lo dijo a todos los que estaban reunidos con él. Y ellos, que fueron testigos oculares de esta maravilla, difundieron la noticia por todo el ejército. Finalmente, la noticia del milagro llegó a los oídos del Monarca. Luís XIII fue a ver la maravilla sobre que le habían llamado la atención. Examinó los hechos con gran cuidado, y después de haber sido convencido con sus propios ojos de la realidad de este prodigio, quiso investirse en esta armadura celestial, recibir el Escapulario de las manos de los Carmelitas y ser aceptado como miembro de la Confraternidad.

Santa Teresita de Lisieux, la “Pequeña Flor”, una Monja carmelita que murió en 1897 con 24 años, está aquí representada a usar el Escapulario completo de Monte Carmelo

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Salvado de un relámpago El 27 de agosto de 1602, un soldado español, Bartolomé López, en servicio en el Castillo de Sant’Elmo, en Nápoles, estaba rezando en honra de Nuestra Señora de Monte Carmelo, Cuyo Escapulario usaba, cuando, de repente, cayó un relámpago, mientras el trueno sonó como una explosión. El relámpago le tocó en el hombro y, sin hacerle cualquier mal, le dejó la figura de una cruz – como signo de salvación que demostraba que había sido protegido de los efectos terribles del relámpago debido a una ayuda especial del Cielo.

Milagro de Gracia En 1834, un viejo soldado que vivía en Angoulême, en Francia, sintiéndose ya incapaz de aguantar ciertos dolores, resolvió suicidarse. Decidió matarse con veneno, pensando que así podría esconder más fácilmente del público su crimen. Después de ingerir el veneno, no tuvo que esperar mucho para sentir los efectos. Fui inmediatamente al hospital y pidió para pasar allá la noche, pensado que la causa de su muerte no sería descubierta y que su nombre no sería manchado por la cobardía de haber cometido el pecado de suicidio. Pero el responsable por el hospital no dejó que le diesen acceso sin tener una ficha de administración – lo que significaba que irían a descubrir que su muerte, que se aproximaba, había sido por su mano. El infeliz soldado tuvo que desistir de la idea de pasar la noche en el hospital. Cuando estaba a pensar en lo que debía hacer, oyó de repente una voz a decirle que fuese a la iglesia de San Pedro a confesarse al Padre ***. El soldado fue a la iglesia designada y pidió el Padre *** que lo confesase. El Padre ***, que estaba completamente exhausto, le dijo que esperase – estaba en la Cuaresma, eran las tres horas de la tarde y aún no había comido nada. El infeliz soldado repitió su pedido y aseguró el sacerdote que no había tiempo a perder. El Padre entró en el confesionario, donde el penitente le dijo que se había envenenado. El Confesor le explicó su obligación ante Dios, que incluía divulgar el secreto del penitente. El soldado, tocado por esta gracia, dio permiso al sacerdote, y tal como el fuego que le quemaba las entrañas, el sufrimiento que sentía lo llevó a un estado de desánimo completo. El bondadoso sacerdote lo sacó del confesionario y lo llevó al hospital. Pidió inmediatamente un antídoto, pero, mientras lo preparaban, tomó el pulso del enfermo y no sintió ningún; un aspecto de palidez mortal, ojos vidriosos – todo indicaba la proximidad de la muerte.

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Con el corazón traspasado de tristeza, pero lleno de confianza en la Misericordia Divina, el piadoso sacerdote se arrodilló y rezó la Letanía de Nuestra Señora. A la primera invocación, sintió que el pulso del moribundo volvía, y poco después oyó el soldado decir algunas palabras. ‘Oh mi buen Padre’, dijo en una voz débil, ‘¡mi Padre, rece, rece más”! Respiró fundo y dijo: ‘¡Santa María, ora por mí’! Y volvió rápidamente a estar consciente. El Padre***, entusiasmado por un cambio tan maravilloso, preguntó al soldado si no hacia algunas prácticas piadosas – ‘No, mi Padre, ya hace mucho tiempo que no rezo’. Pero, después de pensar por un instante, mostró un Escapulario: ‘Aquí está el único signo piadoso que guardé. – ‘¡Ah! Mi amigo’, dijo el sacerdote, ‘ya no me sorprende el milagro que acabó de darse; fue María Quien lo protegió, es a Ella que debe el hecho de estar vivo’. Mientras tanto llegó el médico y, habiendo oído los detalles necesarios sobre el estado del enfermo, les aseguró que sólo un poder superior podía haberle prolongado la vida más de dos horas después de haber ingerido el veneno, que era uno de los más activos que se conocían, y ¡ya había pasado cinco horas desde ese momento fatal! … El antídoto ya no fue necesario. El médico propuso recoger una declaración para testiguar la verdad del milagro, pero el sacerdote, en su humildad, temiendo que tal vez lo atribuyesen al fervor de sus oraciones, no quiso que el milagro viese a público. Me fue contado por otros, para que tengan una nueva confianza en María.* La promesa completa de Nuestra Señora del Monte Carmelo a San Simón Stock

El 16 de julio de 1251

“Acepta este Escapulario. Será un signo de salvación, una protección contra el peligro y una garantía de paz. Cualquiera que muera usando este Escapulario no sufrirá el fuego eterno.”

Alimentos obtenidos en tiempo de hambre gracias al Escapulario

En el siglo XIV, España enfrentaba una hambruna terrible, debido a la falta de todo género de cereales. Se organizó una procesión general, y en la parte de España en que el Santo Escapulario fue llevado en triunfo, volvió inmediatamente la abundancia, lo que trajo la consolación a todos los corazones.3 En el siglo XVI, en Sicilia, hubo una sequía que recordaba lo que ocurría en los días del profeta Elías. El pueblo se volvió a Nuestra Señora, y el Escapulario Marrón se expuso en las calles a la veneración del pueblo, por todo lado. Inmediatamente el cielo se abrió, vino la lluvia, y rápidamente el pueblo pudo llenar los graneros con abundancia.4 * Contado por el Padre Michaud en The Month of Mary y registrado en el libro Vertu Miraculeuse du Scapulaire, 1869, págs. 30-32.

3 Vertu Miraculeuse Du Scapulaire por R.P. Huget, Paris, 1869, página 5. 4 Ibid.

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Milagros en combate En el año de 1618, Maximiliano, Duque de Baviera y General del ejército imperial en la guerra con Praga, queriendo adquirir la bendición de Dios para sus tropas, se colocó bajo la protección de la Santísima Virgen, recibiendo el Santo Escapulario con todo su ejército. Lleno de confianza en este escudo precioso de la Reina del Cielo, dio batalla contra el Príncipe Palatino, que había usurpado la corona a Fernando II, y el Duque alcanzó una victoria completa con muy pocas pérdidas. El Imperador Fernando II, deseando dar testimonio público de la protección que Nuestra Señora le había concedido, recibió el Santo Escapulario de las manos de un Carmelita Descalzo, el Padre Dominique, juntamente con la Reina y los Príncipes. Eduardo II, Rey de Inglaterra, oyendo hablar de algunos milagros que habían sucedido en varias partes de su reino por virtud del Sagrado Hábito, fue uno de los primeros Príncipes a usar de nuevo el Escapulario, y recibió con devoción esta prueba preciosa del amor de María. Poco tiempo después, experimentó el efecto de la protección de la Santísima Virgen, de Quien era devoto. Su ejército, que ya había sufrido dos derrotas, estaba en los umbrales de la rendición total. Él invocó a María y le prometió que fundaría un monasterio de la Orden de Monte Carmelo. Inmediatamente, por asistencia milagrosa, alcanzó una victoria completa sobre sus enemigos, que en aquel momento pensaban que ya habían ganado la batalla. Eduardo II, queriendo perpetuar la memoria de esta protección poderosa y cumplir su promesa, ofreció a los Carmelitas su palacio en Oxford para establecer allá un monasterio.

Protección contra el demonio En 2005, un padre estaba haciendo una conferencia sobre el aumento del culto satánico en el mundo, y sobre cómo adultos y jóvenes están siendo poseídos por el demonio a causa del uso de cosas como el tablero Ouija, decir los encantamientos para abrir la puerta al demonio en “libros para niños” como la serie de Harry Potter, y yendo a adivinas. Cuando alguien preguntó al padre como se había de proteger del demoniaco, además del camino obvio de evitar cosas que se refieren a satanás, el padre respondió: “Use el Escapulario Marrón de Nuestra Señora del Monte Carmelo como protección contra las maldiciones y el demonio”. Podemos comprender porque el demonio acciona contra quien difunde el Escapulario al oír la historia del Venerable Francisco Ypes. Un día, su Escapulario se desprendió. Cuando lo tomó a poner, el demonio aulló: “¡Quita ese hábito, que aleja tantas almas de nosotros”! Y allí mismo Francisco hizo el demonio admitir que hay tres cosas de que los demonios tienen tanto miedo: el Santo Nombre de Jesús, el Santo Nombre de María, y el Santo Escapulario del Monte Carmelo. Podíamos añadir a esta lista el Santo Rosario. Un día una joven, antes de entrar en la vida religiosa, fue a ver el Santo Cura de Ars, que, durante la conversación, le preguntó: “¿Recuérdate, hija mía, de un cierto baile, una noche, en que estuviste? Estaba allá un joven desconocido, muy bien parecido, distinto,

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admirado, y todas las jóvenes querían bailar con él”. “Sí, me recuerdo que cuando él no me pidió para bailar, quedé triste, porque todas las otras jóvenes había tenido el privilegio de bailar con él”. ¿Te habría gustado bailar con él, verdad? “Sí”. “¿Te recuerdas que, cuando ese joven salió del salón de baile, viste debajo de los pies dos llamas azules? ¿Y qué pensaste que era una ilusión de tus ojos? ¡Cuando viste ese joven dejar el salón de baile, viste fuego debajo de sus pies! No era una ilusión de tus ojos, hija mía. Aquel hombre era un demonio, y si no fue a ti para pedirle a bailar, fue por una razón: estaba usando el vestido de Nuestra Señora de Monte Carmelo.

San Juan Vianney, el Santo Cura de Ars

Milagros de conversión Debemos dar Escapularios a personas que no son católicas porque Nuestra Señora obtendrá conversiones para aquellos que lo usen y recen un Ave María diariamente, como lo demuestra la siguiente historia. Un anciano fue llevado al hospital en la ciudad de Nueva York, inconsciente y moribundo. La enfermera al ver al paciente con el Escapulario Carmelita llamó a un sacerdote. Mientras rezaba las oraciones por el moribundo, éste recobró el conocimiento y dijo: “Padre, yo no soy católico”. “Entonces, ¿por qué está usando el Escapulario Carmelita”?, preguntó el clérigo. “He prometido a mis amigos usarlo”, explicó el paciente. “Además rezo un Ave María diariamente”. “Usted se está muriendo”, replicó el sacerdote. “¿Quiere hacerse Católico”? “Toda mi vida lo he deseado”, contestó el moribundo. El fue bautizado, recibió la Extremaunción y murió en paz. ¡Nuestra Señora tomó otra alma bajo Su Manto por medio de Su Escapulario!

Algunos Milagros de los tiempos modernos

Un sacerdote contó los dos episodios siguientes:

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El primero tuvo lugar alrededor de 1980 en Ontario, Canadá, en un pueblo cerca de Toronto. “Una mujer, cuyo hijo yo había hace poco investido en el Escapulario Marrón, me dijo que estaba muy grata por yo habiendo puesto el Escapulario al hijo. Ese mismo día, después de la investidura, salió con el hijo. “Ella lo colocó en el asiento trasero, cerró la puerta y fue con el coche a la autopista. Pero no había cerrado bien la puerta, y al hacer una curva la puerta se abrió y el hijo cayó en la autopista. Ella se horrorizó, y cuando se detuvo para levantarlo, descubrió que tenía ni siquiera un rasguño. Estaba, por supuesto, usando el Escapulario”. “Un hombre de Baltimore me contó esto alrededor de 1990. Cuando estaba guiando el coche, alguien tiró una piedra a través del cristal, no sabía de dónde. Golpeó sus gafas que tenía en el bolsillo de la camisa, y ellas cayeron en el asiento al lado. Como no necesitaba las gafas, las dejó donde habían caído. Al llegar a casa, se recordó de sus gafas. Fue a buscarlas, pero tuvo dificultad en ponerselas de nuevo en el bolsillo. Pensó que sería porque aún tenía la piedra en el bolsillo, y por eso, fue a sacar la piedra del bolsillo. Pero no era una piedra, sino una bala. Alguien le había disparado, pero no lo hirió. Estaba usando el Escapulario”.

Necesidad de usar el Escapulario

Durante la Guerra Civil Española por los años 1930, siete comunistas fueron sentenciados a muerte por sus crímenes. Un sacerdote Carmelita trató de prepararlos para la muerte; pero ellos se negaron. Como último recurso, trajo a los hombres cigarrillos, comida y vino, asegurándoles que no hablaría de religión. Al poco tiempo todos se manifestaban amigables, así que él les pidió un pequeño favor: “¿Me permiten colocar un Escapulario en cada uno de ustedes”? Seis accedieron; uno se negó. Pronto los que usaban el Escapulario se confesaron. El séptimo continuó negándose. Únicamente para complacer a los otros, se puso un Escapulario, pero dijo que no haría nada más. Al amanecer, al aproximarse el momento de la ejecución, el séptimo hombre claramente demostró que no iba a pedir un sacerdote. A pesar de usar el Escapulario, había decidido ir a su muerte como enemigo de Dios. Finalmente la orden fue dada, el pelotón de fusilamiento realizó su labor mortal y siete cadáveres yacían esparcidos por el polvo. Misteriosamente, un Escapulario fue encontrado a aproximadamente 50 pies de los cadáveres. Seis hombres murieron CON el Escapulario de María; el séptimo murió SIN el Escapulario. San Claudio nos da la solución al misterio del Escapulario perdido. Usted se pregunta, “¿qué sucede si decido morir sin arrepentirme”? Respondo, “Entonces usted morirá pecador, pero NO MORIRÁ CON SU ESCAPULARIO”. San Claudio narra la historia de un hombre que intentó ahogarse tres veces. Cada vez era rescatado contra su voluntad. Finalmente cayó en cuenta de que estaba usando su Escapulario. Decidido a quitarse la vida, se quitó el Escapulario del cuello y saltó al agua. Sin la vestidura protectora de María, logró su deseo y murió sin arrepentimiento.

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El Escapulario es una oración María, nuestra Santa Madre, nos enseñó el valor del Escapulario. Cuando lo usamos como una oración, Nuestra Señora nos atrae al Sagrado Corazón de Su Divino Hijo. Es bien, por lo tanto, sostener el Escapulario en la mano cuando nos dirigimos a Nuestra Señora. Una oración dicha así, teniendo en la mano el Escapulario místico, es una oración tan perfecta como puede ser. Es especialmente en momentos de tentación que necesitamos la intercesión poderosa de la madre de Dios. El espíritu maligno no tiene poder cuando una persona que enfrenta la tentación usa el Escapulario y, además de su devoción silenciosa, clama por María. “Si te hubieses recomendado a Mí más temprano, no tendrías enfrentado tanto peligro”, fue la gentil reprehensión que Nuestra Señora dirigió al Beato Alan. San Claudio de la Colombière dijo: “Como todas las formas de nuestro amor por la Santísima Virgen y todos sus variados modos de expresión no pueden agradarle igualmente, y por lo tanto no nos ayudan en el mismo grado a llegar al Cielo, digo, sin vacilar por un momento, que ¡El ESCAPULARIO MARRÓN ES EL MÁS FAVORECIDO DE TODOS”! Y también añadió: “Ninguna devoción ha sido confirmada por un mayor número de milagros auténticos que el Escapulario Marrón”.

La Medalla del Escapulario Ha sido centenas de milagros a favor del Escapulario de tela, pero ni uno a favor de la Medalla del Escapulario. La Medalla del Escapulario se introdujo como un indulto por San Pio X para personas que vivían en lugares como el Amazonas, donde la humidad y el calor hacen con que el Escapulario se estropea rápidamente, y también para quien no pudiese usar el Escapulario por motivos de salud. Pero no hubo ni un milagro a favor de la Medalla del Escapulario. Es mejor usar la Medalla del Escapulario de que no usar nada, pero Nuestra Señora quiere que usemos el Escapulario Marrón de tela, si podamos.

Atajo al Cielo Por el Padre Jerry Urbik

Misionero del Verbo Divino “¡Hasta el fin del mundo”! balbuceó la pequeña Jacinta. “¡Ella quedará en el purgatorio hasta el fin del mundo”! Y la hermosa Señora volvió al Cielo, dejando los pastorcitos de Fátima pensativos. ¿Cómo puede ser que la joven, que había sido vecina y amiga, podría estar sufriendo en el purgatorio hasta el fin del mundo? Sólo tenía 18 años cuando falleció. ¿Qué podría haber hecho ella? No parecía haber tenido una vida mala. “¡Hasta el fin del mundo… en el purgatorio”! Esta revelación chocó los pequeños videntes de Fátima. Las ideas de Dios, los caminos de Dios no son como los nuestros. Por eso, no admira que nadie parezca concordar con Él sobre la manera como dirige Su mundo. ¿Por qué hay tanto sufrimiento? ¿Por qué las guerras horribles y las bombas atómicas? ¿Y por qué Él colocó una pastora, que apenas había empezado a vivir, en el purgatorio hasta el fin de los tiempos?

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He aquí un punto curioso. Con tantos crímenes y pecados espectaculares que vemos por todos los lados, difícilmente un chaval o una muchacha pensarían que vale la pena perder el sueño a causa de sus “pequeños” pecados. Después de todo, ¿por qué cualquier persona se preocuparía sobre una palabra fea, alguna desobediencia atrevida, o hasta una miradita o dos a algunas fotos poco modestas? Los verdaderos pecadores son los comunistas ateos, los asesinos malvados, las personas que hacen de la impureza su pasatiempo. Pero esto es como NOSOTROS vemos las cosas; y a lo mejor fue así que la pastora lo consideró. ¡Y permanecerá en el purgatorio durante muchísimo tiempo! Sin embargo, por más esfuerzos que hagamos, difícilmente podemos evitar todos los pecados veniales. Y con un poco de inteligencia, el tiempo en purgatorio puede ser reducido a casi nada. Todo lo que es necesario es un billete con las palabras “Atajo al Cielo”. Es también fácil de conseguir. Naturalmente devoción a la “hermosa Señora” de Fátima, María, nuestra Madre, es cómo lo hacemos. Hace setecientos años, Nuestra Señora dio Su Escapulario a San Simón Stock, prometiendo que quien lo usase a la hora de la muerte tendría asegurado el Cielo. Algunos años más tarde, Ella volvió una vez más, con una promesa más sorprendente: “Yo, la Madre de las Gracias, desceré al purgatorio el Sábado siguiendo la muerte de quien había usado Mi Escapulario y cumplido Mis dos condiciones, los llevaré al Cielo”. No son sus palabras exactas, pero es la sustancia de ellas. He aquí su billete: ¡el Escapulario de la Santísima Virgen María! Un anciano que conocí fue toda la vida muy devoto de María. En su lista de devociones amorosas para con María se dieron un lugar preeminente a su fe en el Escapulario. Durante años, pidió a Nuestra Señora que lo dejase morir en un Sábado, Su día especial. Un día, estaba sentado solo, en su apartamento del tercer piso, bañando su píes cansados y rezando el Rosario. Quince minutos más tarde, estaba muerto con el Rosario en la mano. ¡El reloj tocó las ocho horas aquella tarde de Sábado!

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Sor Lucía dijo al Padre Howard Rafferty en 1950: “Nuestra Señora

sostenía el Escapulario en las manos [refiriéndose a la última aparición en Fátima, el 13 de octubre de 1917] porque quiere que todos nosotros lo usemos”.

Para conseguir ese billete para usted mismo… Además del Escapulario, hay tres condiciones:

1.) Ser investido en la Confraternidad del Escapulario, y usar siempre el Escapulario;

2.) Ser puro, observando los 6º y 9º Mandamientos;

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3.) Rezar todos los días el Pequeño Oficio en honra de la Santísima Virgen María. (Un sacerdote autorizado puede alterar esto para la reza cotidiana del Rosario.**)

En una de Sus apariciones, Nuestra Señora se quejó tristemente: “Pocas personas alcanzan el privilegio que Yo ofrezco, porque no consiguen cumplir las condiciones”. Por lo tanto, vamos a clarificar desde ya estos tres pequeños puntos, para no decepcionar la Santísima Virgen María. La primera condición, usar siempre el Escapulario, es fácil. El Escapulario de tela marrón es el preferido de María (ver la página 16). Cuanto a ser investido en el Escapulario, esto podrá ya haber sido hecho en su Primera Comunión. Si no fue, prácticamente cualquier sacerdote lo puede hacer. La segunda condición que tiene que observar ya, en caso de algún pecado de impureza, es arrepentirse de haberlo cometido y confesarlo (recibiendo la absolución), lo que lo hará nuevamente digno de la promesa del Escapulario de la Santísima Virgen María. En tercer lugar, un sacerdote autorizado debe imponerle un deber cotidiano en honra de María.** (esto es, rezar el Rosario).

** Originalmente, para ganar el Privilegio Sabatino, era necesario rezar todos los días el Pequeño Oficio de la Santísima Virgen. La Iglesia autorizó los sacerdotes a substituir el Pequeño Oficio por el Rosario cotidiano. El Pequeño Oficio de la Santísima Virgen María es una oración antigua de la Iglesia, que consiste sobre todo de salmos e himnos que conmemoran el papel de María en los grandes misterios de nuestra Fe. Se compone según las ocho horas del oficio litúrgico, y lleva de 45 minutos a una hora. Se reza diariamente en muchas Órdenes religiosas, tanto masculinas como femeninas.

— • — • — • — • — • — • — • — Autorización para el Privilegio Sabatino

El gran recompensa personal que se puede recibir es “El Privilegio Sabatino (o sea, de SÁBADO)”, que se basa en una Bula Papal, emitida el 3 de marzo de 1322 por el Papa Juan XXII. Este privilegio es frecuentemente comprendido como significando que quien usa el Escapulario y satisface dos otras condiciones (que, según la única copia existente de la Bula, fueron dadas por la Santísima Virgen María en una aparición al Papa Juan XXII), será LIBERADO DEL PURGATORIO EN EL PRIMER SÁBADO SIGUIENDO LA MUERTE. Sin embargo, todo lo que la Iglesia dijo oficialmente para explicar esto, en varias ocasiones, fue que quien satisface las condiciones del Privilegio Sabatino será liberado del

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purgatorio, por intercesión de Nuestra Señora, TEMPRANO después de la muerte, y ESPECIALMENTE EN UN SÁBADO. Esta declaración oficial fue hecha por el Papa Pablo V. En una época cuando la origen y la naturaleza del Privilegio Sabatino estaban a ser muy contestadas, el Papa dijo:

“Es permitido predicar…que la Santísima Virgen ayudará las almas de los Hermanos y Hermanas de la Confraternidad de la Santísima Virgen del Monte Carmelo después de la muerte, por Su intercesión continua, por Sus sufragios y méritos y por Su protección especial, particularmente en el Sábado, que es el día especialmente dedicado por la Iglesia a la dicha Santísima Virgen María…”

Después de la gracia de la perseverancia final, esta “protección especial para después de la muerte” es el mayor de todos los beneficios de la devoción del Escapulario, con la excepción del beneficio esencial de la ligación estricta que la devoción del Escapulario crea entre nuestros corazones y el Inmaculado Corazón de María. Recordamos nuevamente las palabras dirigidas por el Papa Benedicto XV a los Seminaristas de Roma: “…El Escapulario de la Santísima Virgen María… goza del PRIVILEGIO SINGULAR de la protección, aun después de la muerte”. En su carta del 18 de marzo de 1922, conmemorando el sexto centenario del Privilegio Sabatino, el Papa Pio XI dijo:

“Ciertamente, debía ser suficiente sólo exhortar todos los miembros de la Confraternidad para que perseveren en los santos ejercicios que se prescribieron para ganar las indulgencias a que tienen derecho, y en especial para ganar la indulgencia que es la principal y LA MEJOR DE TODAS, o sea, la que se llama Sabatina”.

En vista de esto, es bien recordar que, para ganar cualquier recompensa, es necesario un esfuerzo de nuestra parte. Así acontece con el Privilegio Sabatino. Nuestra Señora prometió una recompensa muy generosa para quien persevera como Sus hijos especiales bajo el manto protector de Su Escapulario.

“Haga saber nuestra voluntad y nuestra exhortación… “Que se guarden siempre y con gran estima las prácticas y ejercicios de devoción a la Santísima Virgen María que han sido recomendados a través de los siglos por el Magisterio de la Iglesia. Y entre ellas, pensamos provechoso recordar especialmente el Rosario Mariano y el uso religioso del Escapulario de Monte Carmelo”.

…Papa Pablo VI

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Hechos sobre el Escapulario

Sólo un sacerdote (o un diácono ordenado con autorización para tal) puede investirlo en la Confraternidad del Escapulario Marrón. El Escapulario Marrón consiste en dos piezas de lana marrón, unidas por dos cintas, bramantes, cuerdas, o cadenas. El color de las cintas, bramantes o cuerdas no es importante. Lo que es importante es que haya dos piezas de lana marrón (o negro) (100% lana). La mayoría de los Escapularios Marrones tienen imágenes en las dos piezas de lana marrón. Pero las imágenes no son necesarias. Bastan las dos piezas de lana marrón. Para obtener la promesa del Escapulario, un católico debe ser investido en la Confraternidad del Escapulario Marrón, y debe usar el Escapulario Marrón a la hora de la muerte. Para usar el Escapulario Marrón, es necesario que una pieza de tela de lana marrón colga sobre el pecho y la otra sobre la espalda. El Escapulario es colocado por la cabeza, de modo que quedan las cintas sobre los hombros, una cinta para cada hombro. Si el Escapulario Marrón este gastado o si rasga, debe ser tratado con reverencia, quemándose o enterrándose en el suelo.

San José

Si una cinta se corta o se separa del Escapulario, debe ser substituido lo más rápidamente posible. Cada cinta o bramante debe ser una pieza continua ligando las dos piezas de lana marrón, sin interrupción en la tela o en la cinta.

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Sólo el primero Escapulario usado para la investidura debe ser bendito por el sacerdote realizando la ceremonia. Después de la investidura, los Escapularios de substitución no necesitan de ser benditos, porque tanto la bendición como la investidura benefician quien las recibe para toda la vida. Sin embargo, no hay mal en pedir a un sacerdote que bendiga un Escapulario nuevo. Cuando el Papa Juan Pablo II recibió un disparo y se operó en 1981, dijo a los médicos que no le tirasen el Escapulario Marrón que usaba. Debemos hacer igual, caso seamos heridos o si enfermamos. Debemos avisar el personal de asistencia médica para no sacar el Escapulario Marrón, sea lo que sea la razón. [El Escapulario Marrón es] Una de las devociones “más recomendadas” de la Iglesia… (Inside the Vatican, 10 de julio de 2001).

Investidura en la Confraternidad del Escapulario Marrón

Puede recibir la promesa del Escapulario de Nuestra Señora: “Cualquiera que muera usando este Escapulario no sufrirá el fuego eterno”, la Santa Madre Iglesia enseña que un católico debe investirse en la Confraternidad del Escapulario Marrón por un padre católico. Cuando un católico entra en la Confraternidad, es miembro para toda la vida. Si una persona, después de entrar, deja de llevar el Escapulario durante muchos años, puede volver a usarlo sin necesidad de ser re-investido en la Confraternidad. Aunque cualquier persona pueda usar el Escapulario Marrón, sólo los católicos pueden ser aceptados oficialmente en la Confraternidad. Los no-católicos pueden usar el Escapulario Marrón, que debe ser previamente bendecido, por lo cual recibirán gracias, incluyendo gracias por su conversión. Como es evidente, necesitarán colaborar con esas gracias para obtener los respectivos beneficios. Se debe explicar a los no-católicos que un Escapulario debe tratarse con reverencia y no debe ser tirado a la basura. Los Escapularios gastados o dañados deben ser quemados o enterrados. Cuando una persona es investida en el Escapulario Marrón, el sacerdote empieza por bendecir el Escapulario. En seguida, coloca el Escapulario sobre los hombros de la persona, de modo a quedar una pieza de lana marrón sobre el pecho y la otra sobre la espalda. Al colocar el Escapulario, el sacerdote dice el siguiente: “Reciba este santo hábito; rogando a la Santísima Virgen…” (ver la página 24 para las restantes palabras.) Use siempre el Escapulario Marrón, aun cuando Usted toma una ducha.

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Ceremonia de la Bendición y Investidura del Escapulario de

Nuestra Señora del Monte Carmelo Para la investidura correcta del Escapulario de Nuestra Señora del Monte Carmelo, lleve alguna agua bendita y este folleto a un sacerdote, y pídale que siga los procedimientos de la ceremonia aquí citados.

Las oraciones latinas en esta página provienen del Rituale Romanum***

En Latín

Sacerdote: Osténde nobis, Dómine, misericórdiam tuam. Antifona: Et salutáre tuum da nobis. Sacerdote: Dómine, exáudi oratiónem meam. Antifona: El clamor meus ad te véniat. Sacerdote: Dóminus vobíscum. Antifona: Et cum spíritu tuo. Sacerdote: Orémus. Dómine Jesu Christe, humáni géneris Salvátor, hunc hábitum, quem propter tuum tuæque Genitrícis Virginis Mariæ de Monte Carmélo amórem servus tuus (ancílla tua) devóte est delatúrus (-a) déxtera tua santí fica, ut eádem Gentríce tua intercedénte, ab hoste malígno defénsus (-a) in tua grátia usque ad mortem persevéret: Qui vivis et regnas in sæcula sæculórum. Amen Deinde aspergat Habitum aqua benedicta, et postea illum imponat personæ, vel personis (cuilibet separatim) dicens: Accipe (Accípite) hunc hábitum benedíctum precans (precántes) sanctíssimam Virginem, ut ejus méritis illum pérferas (perferátis) sine mácula, et te (vos) ab omni adversitáte deféndat, atque ad vitam perdúcat ætérnam. Amen Postea, subjungat: Ego, ex potestáte mihi concéssa, recípio te (vos) ad participatiónem ómnium bonórum spirituálium, quæ, cooperante misercórida Jesu Christi, a Religiósis de Monte Carmeloo peragúntur. In nómine Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti. Amen. Bene dícat te (vos) Cónditor cæli et terræ, Deus omnípotens, qui te (vos) cooptáre dignátus est in Confraternitátem beátæ Maríæ Virginis de Monte Carmélo: quam exorámus, ut in hora óbitus tui (vestri) cónterat caput serpéntis antíqui, atque palmam et corónam sempitérnæ hereditátis tándem consequáris (consequámini). Per Christum Dóminum nostrum. Amen.

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Aspergatur persona aqua benedicta. Si plures simul recipiendi sint, mutetur numerus. Si Habitus solummodo benedicendus sit, tunc benedictio íncipit a V. Osténde, et concluditur cum oratione Dómine Jesu Christe. *** Ritual Romanum, publicado bajo la autoridad del Papa Pio XI, 1926, pág. 589.

En español Sacerdote: Señor, mostradnos Vuestra misericordia Respondiente: Y dadnos Vuestra salvación. Sacerdote: Señor, oíd mi oración Respondiente: Y que mi clamor llegue a Vos Sacerdote: El Señor esté con vosotros Respondiente: Y con vuestro espíritu. Sacerdote: Oremos: Señor Jesucristo, Salvador de la humanidad, santi ficad por Vuestra mano derecho este (estos) Escapulario(s), que Vuestro(s) siervo(s) usará(n) devotamente, por Vuestro amor y de Vuestra Madre Santísima, Nuestra Señora del Monte Carmelo, para que, por Su intercesión, sea (sean) protegido(s) de los espíritus malignos, y persevere(n) en Vuestra gracia hasta la muerte: Vosotros Que vivís y reináis por todos los siglos de los siglos. Amén. El sacerdote entonces asperge los Escapularios con Agua Bendita y en seguida lo coloca sobre los hombros del respondiente – una pieza en frente, otra detrás, diciendo: Recibid este santo hábito; rogando a la Santísima Virgen que por Sus méritos podáis usarlo sin mancha; y que Ella pueda resguardaros de todo mal y conduciros a la vida eterna. Amén. Después de investir cada Escapulario Marrón, sigue con las oraciones siguientes: Por el poder que se me ha otorgado, os admito a participar de todos los buenos trabajos espirituales, mediante la ayuda benigna de Cristo Jesús, que son realizados por los religiosos del Monte Carmelo. En el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espiritu Santo. Amén. Que el Creador del cielo y la tierra, Dios Todopoderoso, os bendiga: Quien se ha dignado uniros a la Confraternidad de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo. Imploramos a Ella, que a la hora de vuestra muerte, aplaste la cabeza de la vieja serpiente; para que podáis al final ganar la palma y corona imperecederas de la herencia celestial. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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El sacerdote asperge la persona que recibe el Escapulario con Agua Bendita. Si haya más de que una persona recibiéndolo, usa la fórmula en el plural. Si el sacerdote bendice sólo el Escapulario, entonces la bendición empieza con “Señor, oíd” y termina con la oración “Señor Jesucristo, Salvador de la humanidad”.

Algunas de las descripciones de milagros citadas, bien como otra información fueron extraídas del libro Stories of the Brown Scapular por el Padre Howard Rafferty, O. Carm.

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“Qué sea [el Escapulario Marrón] vuestro signo de consagración al Inmaculado Corazón de María, que Nosotros recomendamos en particular en estos tiempos peligrosos” … Papa Pio XII

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