El Eremita.docx

5
EL AFORTUNADO HAGEN I Hagen regresaba de la montaña para visitar a su madre, verificó el número de su tren y después de abrirse paso por unos pasillos estrechos encontró su aciento el B123, al acomodarse intento bajar la ventanilla, pero estaba totalmente atascada, decidió entonces concentrarse en sus oraciones, minutos después al levantar la cabeza, admiró el hermoso valle atravez de ese vidrio polvoriento y sucio que en su marco exhibia el logo de la compañia de trenes, logo que le recordaba el trabajo de 16 horas de su padre. Aun así todo esto no lograba mermar el sentimiento de felicidad que le embargaba ver este paisaje que lo llevaba de nuevo a su niñez, cuando recorría estos campos en la compañia de su padre, quien siempre le recalcaba con aire de sabiondo que debia matener sus pies secos y tener cuidado del viento frio del oeste. El tren se detuvo en la estación y el gran alboroto de los ayudantes y de las personas que esperaban lo sacó de sus pensamientos y volvió ahí de donde tanto quería escapar, a ese mundo donde todos corren sin saber por qué. Se puso de pie y recojió su ligero equipaje, acomodo sus sandalias de cuero y cuando bajaba del tren se dio cueta que la población de

Transcript of El Eremita.docx

Page 1: El Eremita.docx

EL AFORTUNADO HAGEN

I

Hagen regresaba de la montaña para visitar a su madre, verificó el número de su tren y después de abrirse paso por unos pasillos estrechos encontró su aciento el B123, al acomodarse intento bajar la ventanilla, pero estaba totalmente atascada, decidió entonces concentrarse en sus oraciones, minutos después al levantar la cabeza, admiró el hermoso valle atravez de ese vidrio polvoriento y sucio que en su marco exhibia el logo de la compañia de trenes, logo que le recordaba el trabajo de 16 horas de su padre. 

Aun así todo esto no lograba mermar el sentimiento de felicidad que le embargaba ver este paisaje que lo llevaba de nuevo a su niñez, cuando recorría estos campos en la compañia de su padre, quien siempre le recalcaba con aire de sabiondo que debia matener sus pies secos y tener cuidado del viento frio del oeste.

El tren se detuvo en la estación y el gran alboroto de los ayudantes y de las personas que esperaban lo sacó de sus pensamientos y volvió ahí de donde tanto quería escapar, a ese mundo donde todos corren sin saber por qué. Se puso de pie y recojió su ligero equipaje, acomodo sus sandalias de cuero y cuando bajaba del tren se dio cueta que la población de mendigos habia aumentado considerablemente, recorría el pasillo de abordaje que no era más que una loza de cemento desgastada, mientras escuchaba a un chico vocear el periódico con la novedosa noticia; que gracias al avance de la ciencia el hombre ya había logrado superar la velocidad del sonido.

Page 2: El Eremita.docx

Hagen esquivó la multitud y se dirigió lentamente hacia la salida de la estación, cuando escucho una voz que le decía; /desea comprar incienso,/  miro al chico quien vestía una camiseta a la que no se le notaba ya la publicidad del anterior candidato a la alcaldía del pueblo, una pantaloneta que había pertenecido a su hermano mayor el tercero de ocho hijos y unos zapatos que dejaban asomar un dedo gordo que portaba una uña con una colección de tierra de todo el municipio, tratando de pasar por alto todo esto, le pidió dos bolsitas las cuales pretendió cambiar por una guirnalda de buena suerte hecha por el mismo, a lo que el chico comento que lo único que le servía, era el dinerillo contante y sonante nada más. Recurso totalmente ajeno para el afortunado Hagen, con lo cual devolvió las bolsitas y levanto su mano derecha haciendo un jeroglífico con sus dedos casi imposible de repetir y recito en un idioma inintelegible para el chico, unas frases que a pesar de todo resultaron agradables, terminado esto  siguió su camino, buscando la calle Pedregal que lo llevaría a la casa de su madre.

Camino a casa de su madre habría de pasar por el mercado y se daría cuenta de cuanto había disminuido su deseo por las objetos y cachivache que allí ofrecían, el especial por las víceras rellenas de sangre y los pellejos de animal muerto, todo es cuestión de darse un tiempo sin estímulos distractores, se repetía el afortunado Hagen.

No considero importante detenerse a intercambiar palabras con las personas del mercado, intención que traía desde la montaña, tal vez de comentar algo de lo que había aprendido, muchas cosas que consideraba de real importancia para cualquier ser humano, pero su intuición acrecentada le decía que estas personas en realidad no querían escucharlo, algo que lo llenaba de desilusión y a pesar de sus muchas horas de práctica, también sentía rabia, rabia contra todos ellos a

Page 3: El Eremita.docx

quienes consideraba sus hermanos pero que en realidad le producían algo de desprecio.

Las piedras se le metían entre las sandalias y los dedos de los pies, lo cual le producia una molestia que el sentía que debía soportar, que de alguna manera todo eso le daba fortaleza de espíritu y lo liberaba de sus culpas. Estaba disfrutando realmente del paisaje, cuando divisó la entrada a la casa de sus padres, la casa donde había crecido, donde paso tanto tiempo y donde fue feliz.

Paso el portón de forja, un hermoso portón fabricado por su padre y que parece que el tiempo nunca podrá acabar, El olor del rancho, el fogón prendido todo se mezclaba en su nariz y lo colocaba inmediatamente en otro tiempo pero en el mismo espacio

los perros que no lo conocían no hicieron mayor alboroto .

Nina se disponía a cortar en rodajas los tomates cuando, pudo ver por la ventana la túnica naranja, y se movió rápidamente hacia la puerta y con una gran sonrisa saludo a su hijo a quien no veía hace más de catorce años cuando se marcho a su viaje iniciático

Page 4: El Eremita.docx

Hola, mamá,

II

Siempre que encendia la estufa, se quedaba mirando las serpenteantes brasas que recorrían los troncos de leña hasta consumirlos, solo se quedaba mirándolos y no más nada más.

/ Estatira, estás ahí. Tienes listos los huevos.,/

Oh, cielos, llego mi comadre y yo no tengo listos los tomates, Estatira se dirigió corriendo al granero, y acomodo metódicamente los huevos en una canasta y salio con jumena rumbo al oeste