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Resumen La memoria humillada necesita un rescate político y epistemológico, no puede ser sustraída en tanto que reflexión crítica del mundo en que vivimos. La racionali- dad moderna se ha construido de muchas formas y hay que conocer sus patologías, únicamente así podremos afrontar sus efectos. No hay otro modo de construir nues- tro futuro y vivir nuestro presente que incorporar y rescatar todas esas tradiciones – con sus luces y sombras – para que podamos convivir sin odio. Palabras clave: Historia, memoria, olvido, razón anamnética, exilio, Holocausto, justicia, verdad, testigo, escritura, muerte, dignidad, Ricoeur, Benjamín, Levi, Semprún, Améry, Steinberg. Abstract The humiliated memory needs a political and epistemologycal rescue; it cannot be eliminated as part of the critic reflection of the world where we live. Modern rationality has been built in many ways and one must know their pathologies, only in that way we will be able to confront its effects. There is no other way of build- ing our future and live our present than to incorporate and rescue all those traditions –with their pros and cons– so that we can live without hate. Revista de Filosofía Vol. 39 Núm. 1 (2014): 47-71 ISSN: 0034-8244 http://dx.doi.org/10.5209/rev_RESF.2014.v39.n1.45626 47 El envés de la historia. Memoria, exilio, holocausto 1 (The Hidden Side of History. Memory, exile, holocaust) Jorge NOVELLA SUAREZ Recibido: 18 de marzo de 2013 Aceptado: 26 de enero de 2014 1 Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación “El pensamiento del exilio español de 1939 y la construcción de una racionalidad política” (FFI2012-30822), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad.

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Resumen

La memoria humillada necesita un rescate político y epistemológico, no puedeser sustraída en tanto que reflexión crítica del mundo en que vivimos. La racionali-dad moderna se ha construido de muchas formas y hay que conocer sus patologías,únicamente así podremos afrontar sus efectos. No hay otro modo de construir nues-tro futuro y vivir nuestro presente que incorporar y rescatar todas esas tradiciones –con sus luces y sombras – para que podamos convivir sin odio.

Palabras clave: Historia, memoria, olvido, razón anamnética, exilio,Holocausto, justicia, verdad, testigo, escritura, muerte, dignidad, Ricoeur,Benjamín, Levi, Semprún, Améry, Steinberg.

Abstract

The humiliated memory needs a political and epistemologycal rescue; it cannotbe eliminated as part of the critic reflection of the world where we live. Modernrationality has been built in many ways and one must know their pathologies, onlyin that way we will be able to confront its effects. There is no other way of build-ing our future and live our present than to incorporate and rescue all those traditions–with their pros and cons– so that we can live without hate.

Revista de FilosofíaVol. 39 Núm. 1 (2014): 47-71

ISSN: 0034-8244http://dx.doi.org/10.5209/rev_RESF.2014.v39.n1.45626

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El envés de la historia. Memoria, exilio, holocausto1

(The Hidden Side of History. Memory, exile, holocaust)

Jorge NOVELLA SUAREZ

Recibido: 18 de marzo de 2013Aceptado: 26 de enero de 2014

1 Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación “El pensamiento del exilio español de 1939y la construcción de una racionalidad política” (FFI2012-30822), financiado por el Ministerio deEconomía y Competitividad.

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Keywords: History, memory, oblivion, associative anamnesis, exile, Holocaust,justice, truth, witness, dignity, Ricoeur, Benjamin, Levi, Semprún, Améry,Steinberg.

1. Historia y memoria

El narrar, el escribir es uno de los modos más antiguos para entender la expe-riencia que es nuestra vida. Lo que somos, aquello que fuimos o que nos gustaríaser y hacer. Nuestras vivencias conforman nuestra identidad y es así como nos rela-cionamos con los demás, siendo el modo de objetivarlo, la escritura. También esmemoria, sin ella no seríamos nada. Eso sí, hay que adjetivar, la memoria de nues-tros protagonistas es una memoria ejercida, no impedida, obligada o manipulada,como era común en la España del nacionalcatolicismo franquista.

Surge así ante nosotros el ineludible compromiso de reflexionar acerca de larelación de la Historia con los distintos modos de memoria, así como los diferentestipos de olvido (voluntarios, reprimidos, impuestos, etc.) que están presentes y acti-vos en cualquier modo de aproximarse a estas cuestiones. Paul Ricoeur lo ha hechomodélicamente con su fenomenología de la memoria, una descripción exhaustiva delos vericuetos de la evocación; aborda el cómo representarnos los hechos que acon-tecieron, actualizando algo pasado y, por tanto, ausente de nuestro presente. Lamemoria es siempre algo actual y que se constituye – ya lo señaló Locke – en cri-terio de identidad. Ser quien soy tiene una relación directa con la conciencia de loque he sido, es un proceso de constitución progresiva y permanente de coinciden-cia de la memoria.

En la actualidad, asistimos a un acoso de la memoria histórica, a una manipu-lación de la memoria que siempre “provienen de la ideología”2 que quiere imponerun determinado relato, una historia oficial, una tradición que ahogue a las otras. Esaimposición no es otra cosa que un modo de dominación que a unos seduce, a otrostranquiliza, también intimida y muchos nos rebelamos porque se quiere excluir dela Historia aquello que fue una parte sustancial de la misma. Es algo que viene delejos, pues el pasado, demasiadas veces, resulta inoportuno. Es el silencio de lamemoria3, donde la exclusión es la nota dominante, pues

El control de la memoria no es solo propio de los regímenes totalitarios; es patrimoniode todos los celosos de la gloria.4

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2 Ricoeur (2003), p. 112.3 Novella (2008), pp. 429-473.4 Ricoeur (2003), p. 117.

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De este modo la historia se desliza como una narración impecable que entron-ca y surge de una tradición inventada que se postula como única y que pasa por sereso que se denomina “historia oficial”. Es la que se conmemora y glorifica, aquellaque se enseña para reescribir y no contar todo lo que ocurrió; Ricoeur la caracteri-za como “un pacto temible entre rememorización, memorización y conmemora-ción.”5 La memoria obligada. La memoria histórica y colectiva que recoge todas lastradiciones – sin excluir ninguna, sea cual fuere – es el esfuerzo a realizar. Memoriade vencedores y vencidos, donde las víctimas y los supervivientes son los protago-nistas del relato; paradójicamente los verdugos o responsables no han comparecidonunca ante un tribunal y, lo que es más deleznable, no han pedido perdón, para esohan escrito la historia.

Es así que la memoria se convierte en “matriz de la historia”. Pues la relaciónentre memoria y verdad es siempre necesaria, al igual que en el caso de las vícti-mas-verdugos tiene una relación estrecha con la justicia como equidad. Ya que sóloa través de ella las víctimas, los exiliados, son reconocidos como existentes, cons-tatando que su vida no ha sido una patraña o una farsa, más bien han sido el esla-bón preciso para enlazar con las generaciones jóvenes (basta recordar a Améry o aZambrano). Únicamente así salen de ese ostracismo, de esa alienación que les hahecho ser extraños frente a lo que era un elemento clave en su identidad. Frente auna memoria del mal que en aras de lograr la “paz social” deja en las tinieblas a losque fueron protagonistas de parte de la historia.

Nada se olvida, la memoria es siempre algo vivo que se lleva siempre a cuestasy con lo que uno se reconoce; identidad y autoconocimiento dependen de ella. Portodo esto, Ricoeur afirma que “el historiador ha de ser el médico de la memoria”.No se trata de una historia como disciplina, algo que haya que explicar y enseñar, ydonde establecemos periodos, transiciones, esquemas cíclicos, generaciones, efe-mérides, etc. No se trata de eso. Es una memoria que tiene un objetivo: no olvidar.Su lema podía ser: Contra el olvido, ¡recuerda siempre! Ese es el deber de la memo-ria frente a una programación que pivota en la indiferencia y que pretende borrar lashuellas, así como el significado y legado de las víctimas y testigos. Como si nuncahubieran existido, negando su personalización. Es así que nace la misión del super-viviente: contar lo que pasó, no olvidar, vivir para referir lo que sucedió. Es el tiem-po del testigo.

La razón anamnética, la rememorización es esa reminiscencia que consiste enla acción mediante la cual representamos y ofrecemos a la memoria el recuerdo deuna cosa que pasó; que a su vez, como indica Homero en La Odisea y Sófocles enEdipo Rey, es anagnorisis, esto es, reconocimiento de algo oculto y desconocidohasta ese momento, como constatación de que lo que se narra existió, “reconocer unrecuerdo es reencontrarlo” nos explica Ricoeur6.

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5 Ricoeur (2003), p. 117.6 Ricoeur (2003), p. 564.

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La toma de conciencia de un hecho traumático es el punto de partida, puede quehayan actuado los mecanismos inconscientes de represión, pero el actualizar, eltraer al presente esas experiencias son – más allá del psicoanálisis – la tarea del tes-tigo y del superviviente. Ellos han sido protagonistas y espectadores del terror y dela destrucción del hombre por el hombre. No ya en una guerra. Es peor. Han sidoexiliados, perseguidos, torturados (“convertidos en carne” como expresivamenterecalca Améry) y ahora les quieren negar que eso aconteciera. De ahí que es menes-ter la resistencia frente a la negación de lo que han sido sus vidas: Kertestz, Levy,Steinberg, Semprún, Améry, Grossman, Déry y tantos otros. El énfasis y el estilo esdiferente en cada uno de ellos pero su imperativo humanitario es narrar al mundo loque pasó, lo que vieron, lo que sucedió según ellos, precisamente para que nuncamás vuelva a ocurrir, siendo la escritura una afirmación de la vida.

Siempre ha existido una organización del olvido, el enfrentamiento entre lamemoria de los vencedores y la de los vencidos que ha diferenciado Benjamin. Hoy,casi ocho décadas después de la guerra civil, hay fuerzas políticas que hacen unaexhortación a olvidar la barbarie de la guerra civil en pro de la concordia y de unaEspaña del futuro. Muchos son herederos de los vencedores de aquella guerra inci-vil, de ahí que nombres de padres, tíos, abuelos, etc., están en lápidas de iglesias oen cruces de caídos ¿y las otras víctimas? Están en cunetas y fosas sin reconoci-miento para sus familiares que quieren darle una sepultura digna. Esta es la cues-tión. El problema es que todavía encontramos personas jóvenes – que no vivieronaquellos años – en los que persiste la semilla del odio. Y los descendientes de losvencidos, que como Electra, no olvidan las ofensas. No es difícil colegir la relaciónentre amnistía y amnesia, la primera (de amnestia) es el olvido de los delitos polí-ticos otorgado por la ley ordinariamente a cuantos reos tengan responsabilidadesanálogas entre sí; la segunda (de amnesia) es la pérdida o debilidad notable de lamemoria, el olvido. Ricoeur resalta esta relación, siendo así como el pasado desa-parece de la problemática presente; pues la amnistía es:

un olvido jurídico limitado, pero de amplio alcance, en la medida en que la suspensiónde los procesos equivale a borrar la memoria en su expresión testificativa y a decir quenada pasó.7

Es una reapropiación del pasado, donde el perdón es mera retórica (pues signi-fica sumisión) y donde la vida cotidiana se fundamenta en un acto violento como esla guerra, una sociedad no puede estar basada en una dialéctica amigo-enemigo. Esuna asimetría permanente, de ahí que siempre exista esa posición-imposición domi-nante, sustanciada en el predominio de esa tradición glorificada y conmemorativaque una y otra vez no recoge otros acontecimientos y que deja a un lado la lógica

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7 Ricoeur (2003), p. 590.

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del disenso. Es un discurso tamizado, pero desde la perspectiva de los victoriosos.Es aquí donde muchos autores (la mayoría de religión judía) plantean la cuestióndel perdón con prioridad respecto de la verdad y de la justicia; necesitan convertira la historia en una escatología y soteriología más que en un espacio donde la ver-dad y la justicia sean los sustentos de una paz cívica. El propio Ricoeur, al final desu libro, lo hace patente:

Si el futuro pudiese salvar del olvido la historia de los vencidos recordándolos, así coin-cidirían revolución y redención.8

Entre la salvación y la redención pensamos que la reconciliación cívica y lanecesidad de hacer justicia es algo prioritario; es así como se desliga la dignidad delas víctimas, monopolizadas por el exclusivismo judío, ellas son los sujetos, inde-pendientemente de la religión que profesen o la etnia y nacionalidad a que pertenez-can. No es un castigo o sacrificio, ni prueba para la salvación. Muchos judíos asi-milados como Améry o Steimberg han coincidido en esta cuestión. Pero ¿y losotros? Gitanos, los que procedían del Este y que eran esclavos para los nazis, losrepublicanos españoles (Rotspanier)9 y otras nacionalidades. A ellos hay que vindi-carlos y rehabilitarlos por ser también víctimas, la mayoría de las veces invisibles yopacos por entender el exterminio únicamente como Shoah10 e instrumentalizarlapara diversos fines. La voz “Holocausto”11 en el DRAE tiene tres acepciones: 1.Entre los israelitas especialmente, sacrificio en que se quemaba toda la víctima. 2Gran matanza de seres humanos. 3 Acto de abnegación total que se lleva a cabo poramor. Evidentemente lo utilizo en su segundo significado, los españoles que murie-ron en Matthausen o Gusen no lo hicieron como una inmolación de carácter religio-so. No. Murieron por haber sido republicanos y defender sus ideas.

Es así como entiendo que esta ecuación entre Historia y Memoria debe tenercomo resultado la Verdad y la Justicia. Sé que es harto difícil; prácticamente impo-sible. Pero el deber de la memoria, como insiste Ricoeur, “es el deber de hacer jus-

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8 Ricoeur (2003), p. 650.9 Serrano Suñer, cuñado de Franco y Ministro de Exteriores dijo a las autoridades nazis: “Hagan loque quieran con ellos. Esos no son españoles.”10 Para lo que ha supuesto la Shoah desde la fundamentación del Estado de Israel y sus efectos,Traverso (2007): pp. 69-75 y Zertal (2010).11 “nunca me ha gustado la palabra “Holocausto... no me parece un término apropiado, es retórico y,sobre todo, erróneo. Representó un punto de no retorno en términos de proporciones, sobre todo derecursos, porque por primera vez en tiempos recientes el antisemitismo se convirtió en un proyectoplanificado, organizado a nivel de Estado, no por influjo de un consenso tácito, como había ocurridoen la Rusia de los zares; esto, en cambio, era un acto de voluntad. No había escapatoria posible, todaEuropa se convirtió en una enorme trampa, esto fue lo novedoso y lo que determinó para los judíos unprofundo cambio, no solamente en Europa sino también para la comunidad judía en Estados Unidos ypara los judíos del mundo entero”, en Levi (2005).

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ticia”; sólo así no se verá fracturada la historia viva, esa memoria vivida, puravivencia que es “matriz de la historia.”12 La negación del pasado es la negación delotro, de ese prójimo que somos y en el que nos reconocemos como seres humanos,al margen de religiones, etnias, ideologías o nacionalidades.

2. El trapero de la historia

Benjamin no llegó a conocer los horrores de los campos de exterminio, pero síel exilio y la deportación, se adelantó a su tiempo y tuvo el triste privilegio de serun pionero de los llamados “avisadores del fuego”. Se suicidó en Port Bou, septiem-bre de 1940, al pensar que la policía franquista lo iba a entregar a la Gestapo, perosu calvario se había iniciado con los estragos del exilio en 1933 tras la victoria delnacionalsocialismo. De ahí que su testimonio y reflexión sobre la memoria y la his-toria, esencialmente sus Tesis de Filosofía de la Historia13 son lúcidas e ineludiblespara transitar y comprender los efectos de la Guerra Civil Española y la SegundaGuerra mundial sobre el individuo, teniendo en cuenta que

Una generación que todavía había ido a la escuela en tranvía tirado por caballos, seencontró súbitamente a la intemperie, en un paisaje en que nada había quedado incam-biado a excepción de las nubes. Entre ellas, rodeado por un campo de fuerza de corrien-tes devastadoras y explosiones, se encontraba el minúsculo y quebradizo cuerpo huma-no.14

Los problemas se inician cuando lo excepcional se convierte en cotidiano, en loque rige el día a día, así deviene la dictadura; sea en la República de Weimar o enel golpe de Estado del 18 de julio. Emerge sobre la derrota el pasado de los vence-dores, “el único que tiene futuro”, hasta el punto que

tampoco los muertos estarán seguros ante el enemigo cuando este venza. Y este enemi-go no ha cesado de vencer.15

Nos descubre el filósofo alemán un nuevo modo de mirar la historia y la vida,es la perspectiva del Ángel de Klee que no presagia nada bueno. El Angelus Novusvuela hacia delante pero tiene el rostro vuelto hacia el pasado, lo que contempla leproduce espanto: sólo tiene ante sí los escombros, las ruinas que es el territorio enel que se desenvuelve el trapero de la historia, todo lo destruido, arrojado a las cune-tas de la vida es donde fija la vista nuestro hombre. Como en el cuadro de Klee

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12 Ricoeur (2003), p. 119.13 Benjamin (1990), pp. 175-191. 14 Benjamin (1991), p. 112.15 Benjamin (1990), p. 181.

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Ha vuelto el rostro hacia el pasado. Donde a nosotros se nos manifiesta una cadena dedatos, él ve una catástrofe única que amontona incansablemente ruina sobre ruina, arroján-dolas a sus pies.16

El sujeto de Benjamin es la víctima, el desplazado, “el que sufre y se rebela”,prefigura y proyecta en el tiempo los efectos de la llamada “solución final” y noporque el mal sea algo banal, sino porque el mal radical está presente en los hom-bres de esa Kultur que Europa ha tenido por modelo. Es el huracán “que nosotrosllamamos progreso” y que conduce a la catástrofe. Reyes Mate, en su ineludiblecomentario al texto de Benjamin, apuesta por esa narración anamnética, por esarecordación que tiene como objeto rescatar del pasado “el derecho a la justicia”.Agrega que es preciso

reconocer en el pasado de los vencidos una injusticia todavía vigente, es decir, leer losproyectos frustrados de los que está sembrada la historia no como costos del progresosino como injusticias pendientes.17

Las víctimas de la historia son aquellos que “no han podido argumentar”, tienenque reivindicar que “la memoria es una categoría política, pública y no sólo priva-da; además, la memoria no produce sólo sentimientos sino también conocimien-to.”18 En el recuerdo hay transmisión de conocimiento, aparte de la carga éticacomo exigencia de reparar lo que el olvido, la amnesia, e incluso, la amnistía (comoen el caso de la Transición española) dejó al borde del camino. La razón es que “Noes posible construir el presente, ni el futuro sin la memoria”. Vencidos y víctimasdeben tener su voz en la Historia.

Recordar simboliza el incorporar a las conciencias de las gentes lo despojado,único modo/método de combatir la barbarie. Palabras vacías cuando los gritos delsilencio de testigos que recuerdan las víctimas tienen que abrirse camino entre laindiferencia y el negacionismo. Y aquí Benjamin es capaz de captar “lo que hay devida en lo dado por finiquitado”, recupera entre las ruinas al hombre y a la mujerque han sido excluidos, pues donde existe destrucción y escombros está la miradade Benjamin para rescatar y salvar del pasado e intentar desplazar a la política comovisión e interpretación hegemónica de la historia. Sin ninguna escatología o religiónmediadora para alcanzar la verdad y la justicia. Aunque sea la del pueblo elegido,antes que la redención y la salvación son necesarias la Memoria y la Justicia.Eingedenken, la memoria de los vencidos, de los parias, de los que no tienen naday se les niega hasta el relato de sus vidas. Memoria como “ejercicio de justicia”, de

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16 Benjamin (1990), p. 183.17 Mate (2006), p. 25.18 Arenas (2008).

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traer a la luz aquello que ha permanecido en el ostracismo porque convenía – enlógica del vencedor – negar la existencia, identidad y vida del otro, del prójimo. Enla literatura de los campos de concentración – veremos – como aparece ese impera-tivo de recordar y contar lo que aconteció para que nunca vuelva a repetirse.

En sus últimos libros, La herencia del olvido y Tratado de la injusticia19, vuel-ve sobre las víctimas del terror y del terrorismo que durante demasiado tiempo fue-ron invisibles e insignificantes, advirtiendo que en Occidente durante siglos, “elprestigio lo ha tenido la violencia, no la paz.” Repasa los ajustes y polémicas debi-dos a la memoria política, como denomina a la histórica.

3. Los avisadores del fuego

Benjamin es consciente del momento histórico que le toca vivir, del peligro yde la catástrofe que se cierne sobre Europa, por ello es un avisador del fuego. Alertasobre lo que no llegó a conocer, pero vislumbró con una lucidez que ni el más pesi-mista de los agoreros podía pensar. El autor de El libro de los Pasajes

Supo leer en su tiempo el destino catastrófico al que se encaminaba Europa. No era unvisionario, era un anunciador del fuego que supo leer su tiempo y descifrar claves ocul-tas, gracias a sus investigaciones sobre la memoria.20

Reconstruir, revisar no solo el genocidio realizado por los nazis, así como losefectos para su época; no es una tarea ajena a lo que pasó con los españoles quesufrieron la guerra civil, forzosamente se exiliaron, combatieron con las fuerzasfrancesas libres y colaboraron con los aliados a vencer a Hitler. Pero no a Franco.¡Que paradoja más amarga! Por ellos y por los que perecieron en Mauthausen,Auschwitz o Buchenwald estoy escribiendo este artículo. Reivindicar una políticade la memoria que reconozca lo que hicieron muchos hombres y mujeres españo-les, junto a otros europeos o eslavos, sin importar la procedencia, por la dignidad dela humanidad. La historia escindida, la destrucción de la vieja Europa y el desgarra-miento de sus habitantes, la lucha contra la barbarie del nazismo. Nosotros hemosdisfrutado de una Europa próspera gracias a aquellos que dieron sus vidas, todavíahoy, cuando tenemos la distancia que da el paso de setenta y cuatro años de la gue-rra civil y sesenta y ocho de la segunda contienda internacional, las heridas siguensin cerrar aunque se hablara de reconciliación, ¿la ha habido de verdad? Queda pen-diente el reconocimiento de una parte de las víctimas, auténticos muertos sin sepul-tura, para cerrar definitivamente este episodio que pone en primer plano las caren-

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19 Mate (2008 y 2011).20 Arenas (2008).

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cias de todo proceso de transición a la democracia. Los efectos de la catástrofe, asícomo su auténtica dimensión, los encontramos en las ruinas, en los escombros, puesellos son muestra de nuestra caducidad y decadencia. Pero, como ya he indicado,son testimonio de esa existencia pretérita que ahora se pretende anegar en las con-ciencias. Ya que es el testimonio físico de la razón de los vencidos que resisten fren-te al desahucio de la memoria, sobre ellos se cierne el silencio de exiliados y vícti-mas, pues hablando de Auschwitz, Reyes Mate, parafraseando a Primo Levi, afirmaque lo importante era que

no debía quedar ni rastro para no dar pie a la memoria. Lo que, sin embargo, hace lamemoria es fijarse en la historia posterior a la catástrofe, llamando la atención sobrecómo esta se construye sin rastro de los desaparecidos.21

El testigo siempre trae el peligro de hacer ver las cosas de otro modo, es otraversión no oficial, que tampoco se conmemora… pero está ahí. El hombre que hasufrido cualquiera de estas penalidades no tiene que ser un héroe, cada uno hasucumbido o resistido como ha podido. Tampoco es un hombre pasivo, abandona-do a su suerte, no; a través del recuerdo actualiza el peligro y el sufrimiento resca-tándolo en lo que Benjamin llama “días de recordación.” Esa razón anamnética estambién una razón práctica porque la dimensión moral es ineludible, ya queAuschwitz

no es sólo el campo del tormento, sino sobre todo el lugar de la injusticia del sufrimien-to inflingida al pueblo judío y, a través de él, a la humanidad del hombre.22

Esta experiencia vivida da lugar a otro relato “que se transmite de boca en bocaes la fuente de la que se han servido todos los narradores”23, hay una serie de con-sideraciones que confluyen con la memoria, el recuerdo y la experiencia vivida, detal suerte que:

el narrador toma lo que narra de la experiencia; la suya propia o la transmitida. Y latorna a su vez en experiencia de aquellos que escuchan su historia.24

Para que el narrador-testigo pueda retener los hechos y poder rememorarlos,teniendo en cuenta que

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21 Mate (1991), pp. 118-119.22 Mate, (2003), p. 151. Podemos incluir gitanos, húngaros, polacos, etc. La humanidad trasciende alpueblo judío.23 Benjamin (1991), p. 112.24 Benjamin (1991), p. 115; véase el apartado XIII, pp. 124-125, sobre memoria, rememoración yrecuerdo.

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No solo el saber y la sabiduría del hombre adquieren una forma transmisible, sino sobretodo su vida vivida, y ése es el material del que nacen las historias… sin percatarse deello, se encuentra a sí mismo, así aflora de una vez en sus expresiones y miradas lo inol-vidable, comunicando a todo lo que le concierne, esa autoridad que hasta un pobre dia-blo posee sobre los vivos que lo rodean. En el origen de lo narrado está esa autoridad.25

Se establece así una complicidad entre el narrador y lo que cuenta su relato, seproduce una empatía, Benjamin utiliza el final de La educación sentimental deFlaubert para ejemplificarlo. Lo bello y el espanto subsistirán en todos nosotros porlos efectos de la rememoración y gracias al narrador:

Su talento es de poder narrar su vida y su dignidad; la totalidad de su vida… El narra-dor es la figura en la que el justo se encuentra consigo mismo.26

Hurbinek, el niño de tres años que había nacido en Auschwitz y que murió enlos primeros días de 1945, “libre pero no redimido. Nada queda de él: el testimoniode su existencia son estas palabras mías.”27 Gracias a él, a su testimonio, perviveentre nosotros, cada uno de sus lectores hacemos que Hurbinek no sea algo etéreoe invisible sino una víctima más del genocidio.

4. Exilio, forma de vida

El exilio es algo que comparte España28 con los países invadidos por los nazisy, la Alemania de los años treinta, pero ya es tarde, demasiado tarde. La causa es lamisma y los efectos son idénticos, se produce un destierro político, cultural y moral.El exilio además es pérdida y resistencia, teniendo en cuenta que las señas de iden-tidad del exiliado está, precisamente, en esa errancia. El exiliado es un hombredevorado por la historia. Es el hombre exánime, aniquilado, desfallecido, patitieso,perdido, vencido sin remisión, muerto en vida, sin vigor ni palpitar para arrostrartodo lo que tiene ante sí. Ruina de aquél que fue, sin acmé ni floruit, es más quenunca exsul umbra, una sombra prohibida. Si el holocausto es la memoria de la vio-lencia, el exilio es la memoria del olvido. Son los avisadores del fuego y, a la vez,aquellos que son traperos de la historia, de ahí que María Zambrano se yergue parareivindicar el exilio como forma de vida, y a los exiliados con ella, identificándoloscon la desolación y la destrucción que representan:

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25 Benjamin (1991), p. 121. 26 Benjamin (1991), p. 134.27 Levi (1997), p. 23.28 Novella Suárez (2008) y (2012) sobre el exilio español de 1939 (exterior e interior), así como lacondición del exiliado.

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Las ruinas son lo más viviente de la historia, pues sólo vive históricamente lo que hasobrevivido a su destrucción, lo que ha quedado en ruinas.29

Como la Numancia celtíbera arrasada por Escipión el Africano, esta otraNumancia errante, la España peregrina, resiste entre escombros y despojos de ellamisma, pues ya no pueden causarle más dolor e infligirle más destrucción. Las som-bras prohibidas pero no destruidas están ahí, nadie puede vencer a la voz dormidade la memoria. El exilio se convierte en condición, esto es, un estado en que se hallauna persona, que en este caso se convierte en algo permanente; es una cicatriz queno se cierra. Améry lo refiere como una “voluntad del sentimiento de catástrofe quedomina toda mi existencia”, además uno no se puede sustraer a ello, pues es su iden-tidad ese desarraigo30. Son apátridas, fracasados y marginales, pero ellos son los que

Durante la guerra, los exiliados son los únicos que aprehenden Auschwitz porque sonlos únicos que pueden identificarse con las víctimas del genocidio y estar en condicio-nes de pensar ese desgarro de la historia (los supervivientes necesitarán tiempo paraponer en perspectiva e intentar explicar su experiencia). Su estatuto de parias agudiza,pues, la mirada crítica de los intelectuales exiliados.31

Tengamos en cuenta que los supervivientes de los campos regresaban a sus paí-ses respectivos, en cambio para los exiliados españoles – muchos de ellos entraroncon el General Leclerc en la liberación de Paris – era imposible retornar a España.En Alemania resultaban muy molestos y a partir de la amnistía de 1948 muchosnazis volvieron, en un país destruido verdugos y víctimas, pero éstas eran másmolestas, pues los verdugos vivían todavía, era la presencia de ese mal radical quecomo exigía Thomas Mann les llevara al “horror, la vergüenza y el arrepentimien-to”. Los exiliados españoles tengan que vivir una larga noche de piedra, una esca-lera de horas lentas, donde a veces resultan incómodos, aun siendo pieza clave ensu ejemplo de lucha contra el régimen de Franco. La amnistía conllevó la amnesia,por eso reivindico memoria de la memoria y memoria de los vencidos.

5. Pensar Auschwitz

Nombrar, invocar Auschwitz nos lleva a identificar lo peor de este siglo XX,siglo de horrores, guerras y exterminios. Y seguimos sin aprender la lección, Améry

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29 Zambrano (1973), p. 250-51.30 Jean Amery publica en 1935 un fragmento de su novela Los náufragos, con título premonitorio,“Los desarraigados” (Die Entwurzelten), en el Die Brücke de Hermann Hakel.31 Traverso (2001), p. 49.

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subraya que es “el pasado, presente y futuro de la Humanidad” y Adorno nos aler-tó que suponía “la ruptura de la civilización”. Por eso, hoy, más que nunca esmenester pensar Auschwitz. Conocemos sus efectos en estos tiempos donde vemosque hombres y mujeres no se han vacunado del odio al otro, priman las políticas delolvido, vacunadas con mala conciencia pues todo es pasado y sobre éste qué mejorque el silencio; Kershaw, autor de la mejor biografía de Hitler ofrece un testimonioque no necesita comentarios: “La carretera a Auschwitz la construyó el odio, perola pavimentó la indiferencia.” El “no me atañe, algo habrá hecho, cerrar la puertaaunque se tuvieran que tapar los oídos”. Esta cuestión va enlazada con la responsa-bilidad y culpabilidad del pueblo alemán que luego abordaría Karl Jaspers en susconferencias, en la Universidad de Heidelberg, de enero y febrero del semestre deinvierno, curso 1945-1946 sobre Die Schuldfrage.

Cavilar sobre Auschwitz es una tarea ingrata, dura, pero que cualquier personano debe eludir y, mucho menos, contentarse con que fue producto “del irracionalis-mo”; debe adentrarse hasta el corazón de las tinieblas, para ver la encarnación deese coronel Kurtz planetario, del mal absoluto o radical, pero nunca banal. La refle-xión conduce a que aflore lo peor que tenemos cada uno de nosotros, pues las esfe-ras de lo humano son sustituidas por aquellas que se dedican a reducir al hombre acarne, sometido al sufrimiento. Benjamin no conoció estos campos de exterminiopero sí supo proyectar las cuestiones que en torno al testimonio debe afrontar elnarrador, le había impactado el enmudecimiento de aquellos que volvían del campode batalla en la guerra del 14, eran los efectos de ese “trastorno social y psicológi-camente profundo” que funda el siglo XX, donde el narrador tiene que

Articular históricamente lo pasado… significa… adueñarse de un recuerdo tal y comoeste relampaguea en un instante de peligro (…) tampoco los muertos estarán segurosante el enemigo cuando éste venza. Y este enemigo no ha cesado de vencer.32

Así nace este siglo del horror y de la barbarie, de Auschwitz al Gulag, pasandopor Hiroshima, Vietnam, Camboya, los Balcanes, Ruanda, Uganda, Congo, ConoSur… todo un elenco de crímenes contra la humanidad en el siglo que el hombrepisó la luna. Pocos se acuerdan que en la Gran Guerra, ochocientos mil armeniosfueron asesinados por el Imperio Otomano. Todos nosotros somos testigos de nues-tro tiempo y aquellos que sobrevivieron tienen un valor especial

El testigo bien podría ser, en nuestro tiempo, quien viniera a ocupar el lugar de la resis-tencia, el de la oposición al olvido, es decir, el espacio del narrador que tanto anhelabaBenjamin y que parece haber sucumbido en la Gran Guerra.33

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32 Benjamin (1990), p. 180-181, (1990), pp. 112 y ss. “El narrador es la figura en la que el justo seencuentra consigo mismo.”33 Cohen (2006), p. 58-59.

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Testigo que guarda, a través de la escritura, la descripción minuciosa del día adía, como hacen Levi o Solzhenitsyn. Para esta literatura el proceso de Eichmann,en 1961, es desencadenante, en pocos años aparecen los primeros testimonios34 quehabían estado corroyendo la memoria de los supervivientes. El significado queencierran es necesario para una vuelta a la normalidad en una Europa que asiste alllamado “milagro alemán” y que va a toparse de bruces con el pasado reciente. Unpasado inoportuno e inconveniente que recordaba cosas nimias como la sustitucióndel nombre por el número, la tecnificación de la barbarie y del odio como instru-mentos de destrucción de la persona. No pudieron matarlos a todos, la frase de losSS en los campos: “Ninguno quedará para contarlo” y “Aquí no hay porqué” quedía tras día, cuenta en Los hundidos y los salvados, es donde se afirmaban los pre-sos de los campos; el resistir a que fueran los verdugos quienes escribieran la his-toria del Lager. Las víctimas, los hundidos, muertos, los llamados Muselmänner35

viven en el recuerdo y memoria de aquellos que nos cuentan la otra historia, la queestá en las cunetas o hibernada. Lo anticipa Levi:

Nos quitarán hasta el nombre: y si queremos conservarlo, deberemos encontrar en noso-tros la fuerza de obrar de tal manera que detrás del nombre, algo nuestro, algo de lo quehemos sido permanezca.36

El caso de Hurbineck, citado anteriormente, lo conocemos hoy por la narracióndel autor italiano. Ese niño vive cada vez que recordamos su existencia pues el obje-tivo del nazismo era transmitir que nunca hubiera existido, la finalidad no era otraque “erradicar el concepto de ser humano”, como apunta H. Arendt. Así comproba-mos que la escritura tiene ese poder de hacer presente la vida, el narrador es aquífedatario de los hundidos y Hurbineck es todos los niños que murieron de hambreo en la cámara de gas.

Hay que contar lo que sucedió, la escritura, la lengua se convierte en un elemen-to de la verdad y la justicia, “hay que narrar ante el enmudecimiento de la lengua”37,pues de ésta también se apropiaron y mutaron los nazis, en un intento más de expro-piar y apropiarse el modo de describir la realidad. Klemperer en su famoso texto

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34 Levi (1956), Semprún (1963).35 Muselmann (pl. Muselmänner) término alemán despectivo, literalmente, “musulmán”; utilizadoampliamente entre los prisioneros de los campos de concentración para referirse a presos que seencontraban cerca de la muerte por agotamiento, inanición o desesperanza, se originó a partir de lasimilitud entre el borde de la muerte y la imagen de un musulmán postrándose en el suelo en la ora-ción. Viktor Frankl, El hombre en la encrucijada, (1979) escribe:” ¿Sabéis a quién llamamos aquí un“musulmán”? Al que tiene un aspecto miserable, por dentro y por fuera, enfermo y demacrado y esincapaz de realizar trabajos duros por más tiempo: ése es un <musulmán>. Más pronto o más tarde,por regla general más pronto, el “musulmán” acaba en la cámara de gas.”36 Levi (1997), p. 42.37 Cohen (2006), pp. 55-70.

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LTI. La lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo38 estudia el proceso de cosi-ficación – parejo al del ser humano – que se produce en la lengua alemana, ya que“por ciertas palabras” uno podía ir a la cárcel, sometido a tortura, etc. Si esas pala-bras eran pronunciadas en contra de quien ostentaba el poder político, léase Hitler(como es el caso), Stalin, Franco, Videla o Pinochet.

6. Escritura, memoria de la muerte

“Hay tantos recorridos de la memoria como itinerarios vitales” indica EnzoTraverso. Si encontramos constantes en muchos escritos, que coinciden conmuchos del exilio español: la Gran Guerra no acabó con la Paz de Versalles, elascenso de los fascismos y la explosión del comunismo, los intentos de sobreviviren este tiempo de la democracia liberal y el parlamentarismo, todos los ismos ven-cen, se han acabado para siempre las falsas promesas de felicidad basadas en el pro-greso... es la constatación de la catástrofe, y lo que hay que hacer, subrayaBenjamin, es “organizar el pesimismo”. El nido de la serpiente estaba en los últi-mos años de la Guerra del 14 y el nuevo hombre es Hitler, a quien Traverso carac-teriza como un individuo de:

esperanzas apocalípticas, de impulsos vitalistas e irracionales, como el triunfo simultá-neo de la naturaleza y la técnica, de la fuerza y el mito, elementos que les seducen anteel cataclismo de la guerra y el hundimiento del antiguo orden europeo.39

Deliberar sobre Treblinka, Auschwitz o Mauthausen (donde murieron más decinco mil españoles de los siete mil que llegaron), me lleva a pensar en ese exiliopermanente, parecido al de Ovidio, invisibles, negados, “malos españoles”, son lageneración del toro40, en palabras de María Zambrano. Encontramos un espíritu desacrificio cívico y político, alejado de cualquier connotación religiosa, por la causade la II República y sus emblemas. Podemos entrelazar, tanto en España como en laEuropa invadida, derroteros y direcciones vitales similares en las que prisioneros delmismo Lager, dan lugar a testimonios aparentemente similares pero muy distintosen el modo de afrontarlos, al igual que son diferentes sus vivencias. Esther Cohense ha ocupado de lo que significa ese acto de contar, donde en la mayoría de lasveces subyace la necesidad de comprender hechos que habían sido totalmente aje-nos hasta ese momento. El narrar lo acontecido es parte de la cura, al objetivar elpasado se proyecta el futuro y se aprehende el presente, de ahí que las confesiones

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38 Klemperer (2001). 39 Traverso (2001), p. 24. 40 Lo asocio a una generación joven que encarnó la II República y a los versos de Miguel Hernández:Como el toro he nacido/para el luto y el dolor/Como el toro me crezco/en el castigo.

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tardaron en salir a la luz para la mayoría de ellos, Levi escribe Si esto es un hombreen 1947, se publicará en 1956, La tregua en 1963 y Los hundidos y los salvados en1986, un año antes de suicidarse. Acabada la contienda nadie quería saber nada deellos ni de sus declaraciones, la indiferencia, el silencio y el ostracismo formabanparte del imaginario colectivo de su tiempo. Después de tanto sufrimiento la razóncínica exclamaría: ¡ahora vienen estos a remover heridas que están cerrándose!

Muchos judíos experimentaron culpa por haberse salvado, la eterna pregunta:¿por qué él y no yo? Desde luego los jóvenes Kestestz (14 años), Semprún (18 años)o Steinberg (17) no sintieron en absoluto ese sentimiento de culpa o de mala con-ciencia. En tanto que jóvenes lucharon con denodado esfuerzo por la supervivencia,incluso a modo de juego como encontramos en Sin destino:

En mi interior identifiqué un ligero deseo que acepté con vergüenza – porque aun sien-do absurdo, era muy persistente–, el deseo de seguir viviendo, por otro ratito más, eneste campo de concentración tan hermoso.41

La escritura y la muerte es el título provisional que Jorge Semprún puso a la obraque hoy conocemos como La escritura o la vida42, el suicidio de Levi, el 11 de abrilde 1987, fue el motivo que le llevó a escribir este texto clave en torno a la memoria,dedicado al recuerdo del horror en tanto que homenaje a las víctimas y a los super-vivientes, a lo que él llama: los efectos del mal absoluto. Cinco años más joven queLevi, comparte con él las condiciones mínimas para la supervivencia: un buen esta-do de salud, saber alemán, cierta curiosidad43 y suerte. “Mis ojos son un espejo dedesolación”, eso es lo que refleja el rostro de un Semprún de 22 años que recibe alos liberadores de Buchenwald, la vanguardia del III ejército del General Patton, enla primavera de 1945. Paisaje de espanto y pavor, rodeado de desolación pues

La muerte… nos concernía a todos era la sustancia de nuestras relaciones. No éramosotra cosa más que eso, nada más que esa muerte que crecía.44

¿Esto se puede contar? La experiencia vivida “no es indecible”, el supervivien-te, muchos años después, como testigo convierte su

testimonio en un espacio de creación. O de recreación. Únicamente el artificio de unrelato dominado conseguirá transmitir parcialmente la verdad del testimonio.45

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41 Kerstestz (2001). 42 Semprún (1998), (1ª 1995).43 Entendida, habla Primo Levi, como el “deseo intenso de comprender”, Semprún (1998), p. 320.44 Semprún (1998), p. 30.45 Semprún (1998), p. 25.

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La muerte y el mal están presentes a lo largo de toda la obra, tras la liberación,de vuelta a lo cotidiano, comprende que el Lager no es un hecho aislado, formaparte de la vida y ésta es la que genera el mal absoluto. Esta experiencia le ayuda-rá al clandestino Federico Sánchez, en el Madrid de los años cincuenta, pues tras lopasado “nada podía sucederme. Ya había pagado el precio”. El joven Semprúnnunca se abandonó, pues la mirada de odio de los SS “le remitía a la vida. Al deseoinsensato de durar, de sobrevivir: de sobrevivirle. Al propósito firme de conseguir-lo.” Levi mantiene cómo el peligro sigue ahí, pues

Hay indicios que permiten pensar que quieren olvidar o algo peor: negar. Es muy signi-ficativo: quien niega Auschwitz es precisamente quien estaría dispuesto a volver ahacerlo.46

El silencio de supervivencia es el tiempo de incubación que se ha necesitadopara poder narrar las vivencias en los campos de exterminio. Muchos no pudieronhacerlo inmediatamente, ni siquiera hablar de ello, lo cual como catarsis era conve-niente y necesario. En 1956 se publica Si esto es un hombre que marca el canon delos que consideraron que dar testimonio de lo vivido era una tarea moral para quesus semejantes supieran la verdad y, ya que justicia era difícil de obtener, al menosno olvidaran; sentía una necesidad física pues “las cosas que había vivido, padeci-do, me quemaban por dentro.” El mismo año de su liberación intenta escribir, enAscona en 1945, pero tras meses de esfuerzo abandona ese proyecto, pues

las dos cosas que pensé me atarían a la vida – la escritura, el placer – me alejaron porel contrario de ella, me remitieron sin cesar, día tras día, a la memoria de la muerte, medevolvieron a la asfixia de esta memoria.47

No podía volver a su patria, nunca fue de los que decían estar dispuestos a morirpor su patria; por otras cosas si, la lucha por la libertad contra el nazismo. Pero laexperiencia vivida está ahí, él propio Semprún indica como una noche

Hablé por primera y última vez, por lo menos en lo que a los dieciséis años siguientesse refiere. Por lo menos con tanta precisión en los detalles. Hablé hasta el alba, hastaque se me puso la voz ronca y se quebró, hasta quedarme sin voz. Conté la desesperan-za a grandes rasgos, la muerte en todos sus recovecos.

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46 Levi (2005). 47 Semprún (1998), p. 125. Semprún lee en 1963 La tregua, año de su aparición, que relata el trayec-to inverso de El largo viaje (publicados ambos con un mes de separación), el regreso desde la libera-ción de Auschwitz por las tropas soviéticas hasta su llegada a Turin en octubre de 1945). Los hundi-dos y los salvados, el último volumen de su trilogía aparecerá en 1983, cuatro años antes de que PrimoLevi se suicide en su casa de Turín a los 66 años. Destaca que 1963 es el año que aparece Un día enla vida de Ivan Denisovich de A. Alexander Solzhenitsyn.

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Han transcurrido dieciséis años desde aquella noche y ahora empieza a hablaren nombre de los amigos que habían muerto,

en nombre de su silencio, de todos los silencios: miles de gritos ahogados. Quizá por-que los aparecidos tienen que hablar en el lugar de los desaparecidos, a veces, los sal-vados en el lugar de los hundidos.48

En el último capítulo de su novela encontramos las claves que se han ido entre-tejiendo, esa estancia en Buchenwald, es como el último bucle de Semprún: “Supeque volvía a casa”, sus palabras brotan de “una memoria carnal y no de una recons-trucción teórica”, así ha sido la experiencia del hombre que es “el recuerdo vivo,nauseabundo, del olor del horno crematorio.”49 La escritura ha colaborado a reali-zar esa labor de reconocimiento de sí mismo a través de los otros, la libertad y lafraternidad, la generosidad y camaradería de los hundidos, víctimas, salvados ysupervivientes (como él) le han llevado de ser un aparecido a ser un bienaventura-do. Había elegido la vida, atrás quedaba la escritura, pues “había escogido una pro-longada cura de afasia, de amnesia deliberada, para sobrevivir”50, una y otra vez lamemoria se atasca y detiene, por otro lado se acuerda perfectamente de hechos quesucedieron en el campo. Él mismo cuenta cómo sus intentos de escribir se sitúanantes o después de llegar a Buchenwald pero nunca arrancan en él, hay algo que loimpide: “Sólo el olvido podría salvarme.”51

La memoria de la muerte implica el silencio de supervivencia, el regreso nopuede tener una catarsis a través de la literatura o de la narración a otros, antes ten-drán que pasar “años de glaciación parcial y partidista de mi pensamiento”. Todo unproceso que han pasado los internos en los campos de exterminio, un largo desva-necimiento hasta que pasados muchos años, en este caso casi dieciséis, uno puedehablar, escribir de la muerte como elemento cotidiano. Y la necesidad de encontraruna lengua para expresarlo destacando cómo “La lengua de mi infancia fuera la dela libertad, no sólo la del exilio y del recuerdo angustiado, resultaba perturbador.”La escritura o la muerte era una opción, algo que se experimentaba día a día, gen-tes que ya no querían vivir y que afrontaban su fin como el término del sufrimien-to sin más, otros lo vivían como una inmolación, un sacrificio más frente a su diospara su salvación o redención. Muchos de los supervivientes de los campos deexterminio se suicidaron años después, la pregunta que surge inmediatamente es:¿cómo es posible que estos hombres y mujeres que padecieron tanto, han puesto fina su vida? La muerte voluntaria es saber que ya no le infringirán ni un ultraje ni una

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48 Semprún (1998), p. 154.49 Semprún (1998), p. 312.50 Semprún (1998), p. 212.51 Semprún (1998), p. 177.

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indignidad nunca más. Un triunfo final sobre los verdugos y el mal, así ellos admi-nistran su vida, saben que esa decisión final es suya y que nadie se la puede apro-piar, incluso muchos de ellos lamentaban no haberse matado antes de sufrir losniveles de degradación que sufrieron en los campos.

Saber por qué se muere es importante, en esas circunstancias, resistir sabiendopor qué estaban allí y por qué podían morir. Es la entereza que tiene a la libertadcomo motor, unido al instinto de supervivencia que abandonaba a muchos, los lla-mados Muselmänner. Améry describe las torturas a que fue sometido, manteniendoque a los que habían padecido estos suplicios no se les podían exigir responsabili-dades, aunque delataran a sus compañeros o inventaran falsos culpables pues eldolor es distinto en cada persona. No todos eran héroes, no todos fueron JeanMoulin. La muerte por agotamiento o “Sólo la muerte voluntaria podría distraermey librarme de mi dolor”, esa muerte “no sea más que una especie de vértigo, nadamás.”52

La cartografía de la memoria histórica está en cada una de las obras deSemprún. No puede ser de otro modo, como he indicado, forma parte de su expe-riencia vivida, su existencia, al fin y al cabo. Sus novelas son cestos de cerezasdonde siempre aparece la muerte con la peor de sus caras, la que el semejante llevaa cabo. Los verdugos son distintos, no prima lo humano, sino la etnia, la raza, lavoluntad de exterminio, etc. Esa geografía del horror y del sufrimiento está en Ellargo viaje, Aquel domingo, Viviré con su nombre, morirá con el mío, La escriturao la vida, La montaña blanca o El desvanecimiento entre otras novelas. Toda suobra tiene como finalidad que

el silencio de los humillados y vencidos no triunfe, la palabra ha de hacerse con un espa-cio en forma de relato. Una historia.53

Glosa a Levi, siente la necesidad de traer al presente, de hacer visibles a losdesaparecidos, a los Muselmänner, lo relata así:

Sabía cómo escribir el libro que había tenido que abandonar hace quince años antes.Mejor dicho: sabía que podía escribirlo: me había faltado valor para hacerlo. Valor paraafrontar la muerte a través de la escritura. Pero ya no tenía necesidad de este valor.54

Había desaparecido “la nieve de la memoria, la nieve de antaño”, ahora podíadevolverles su palabra y que emergieran de las sombras en el que la historia de losvencedores los había puesto. No hay ningún sentimiento de culpabilidad por haber

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52 Semprún (1998), pp. 172, 181 y 227.53 Semprún (2001).54 Semprún (1998), p. 260.

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sido un superviviente, nunca lo comprendió, no podía experimentar amargura porlo que había vivido. Vive el desasosiego y la incertidumbre de la vuelta a España en1953, ante la que había sido su casa

Jamás, en todos esos años vividos en el extranjero, había tenido una sensación tan des-garradora de exilio, de extrañamiento como en aquel momento privilegiado del regresoal paisaje originario.55

Constata que sus raíces “siempre estarían en ninguna parte, o en cualquiera: enel desarraigo en todo caso”. Semprún hace del exilio una patria en que el lenguajematerno ha sido sepultado. La escritura y la dicha que proporciona no pueden apar-tar y borrar una memoria como la suya, memoria de lo finito. Reconstruye haciaatrás en una “espiral verbal” donde la muerte siempre está ahí, la frase deWittgenstein: “La muerte no es un acontecimiento de la vida. La muerte no puedeser vivida” aparece una y otra vez en el relato, así como el “No se puede vivir sinla muerte” de estirpe heideggeriana.

La escritura no le apaciguaba, pero “me sumergía en ella”. Es la idea de solida-ridad, la de su propia historia al llegar al Lager, la de aquel que le puso como pro-fesión “Estucador” y no “Estudiante de filosofía”, así le salvó la vida un descono-cido. ¿Por qué? Por una idea generosa de lo que es el hombre y la ayuda entre losque estaban allí, Semprún añade el internacionalismo y el que ese hombre eracomunista. Destaca el sentimiento de fraternidad y solidaridad con los otros que élexperimentó con aquellos que le salvaron la vida. Esas ideas son las grandes espe-ranzas. La de una fraternidad que dignamente se opone al Mal absoluto, humanidad,libertad, tolerancia, dignidad, solidaridad, esas son las ideas por las que luchar,resistir y vivir.

Tampoco le preocupa el silencio de Dios, sí le preocupa el de los hombres y laimpotencia frente al mal: “El nazismo. Mal absoluto. Demasiado largo, demasiadotemeroso silencio de los hombres”, ahí radica su caracterización del mal absoluto(Das radikal Böse) es el ser humano el que ha de enfrentarse junto a los otros, puesel mal es humano no inhumano. Son los hombres de las SS los que encarnan la mal-dad y perversidad, la tortura y el horror, hombres cultos que leen a Heine y escu-chan – entre las sesiones de cámara de gas – los cuartetos de Schubert y Beethovenpara relajarse y descansar. El nazismo creó unas condiciones de vida donde todaperversión era “normal”, es el que convierte al mal que perpetra en banal, entreotras cosas porque es ejercido por gente normal que lo que hacían era ‘cumplir sudeber’ como Eichmann.

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55 Semprún (1998), p. 167.

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Un año en Buchenwald me enseñó que el Mal no es lo inhumano, sino, más bien al con-trario, una expresión radical de la humana libertad.56

Para narrar las geografías y nuevos territorios donde el mal se manifiesta “nece-sitaríamos un Dostoievski”, no obstante afirma en su vuelta a Buchenwald: “Europaempieza a construirse en este lugar”.

Paul Steinberg, en Croniques d´ailleurs (1996), literalmente “Crónicas de aque-llo o de aquél lugar”, traducida al castellano como Crónicas del mundo oscuro, esel Henry que describe Primo Lévi en Si esto es un hombre, donde lo relata como“un joven sin compasión” y que “tiene una teoría orgánica y completa sobre las for-mas de sobrevivir”. Su perfil es el de un joven de 17 años que ha vivido en cuatropaíses, domina cuatro idiomas y no tiene vínculos familiares, eso “eran ventajaspara afrontar el cautiverio.” Cada día la vida está en juego, no le tienta el escapar,el fugarse, quiere agotar el curso de su vida. No hay ideas religiosas que sustentenesa actitud, solo cabe resistir. Steinberg no sabe nada de la religión judía a pesar deser judío, en el reconocimiento médico a su llegada al campo causa extrañeza puesno está circuncidado; es igual no hay razón en la vida cotidiana. Él mismo planteacomo el término <muerte> no describe lo vivido en el Lager, y manifiesta quehabría que inventar otra palabra para describir la

Descomposición, putrescencia, ¿qué término describe la aniquilación física, psíquica ymoral, vivida con frecuencia en la ignominia?57

Le inquieta que otros testimonios literarios interfieran en su relato, muy tardío,escrito en 1996, apremiado por estar enfermo de cáncer, evita conscientemente loque denomina “el museo de los horrores, la letanía de las atrocidades”. Su intenciónla encontramos de un modo diáfano: Dar cuenta de la angustia, recorrer la degrada-ción de los seres humanos, todo esto teniendo la muerte del hombre, entendidacomo la muerte de los sentimientos y del pensamiento. Ese es el deber del PaulSteinberg que no se recrea en las enfermedades padecidas (erisipela, disentería,hepatitis, úlceras, etc.). Su lógica, como destacó Levi, es la de un “ser frío y calcu-lador”, la del superviviente nato, consciente de que en el campo rige una ética dis-tinta que en la vida normal; se siente agradecido a los médicos que lo salvaron,consciente de que para que él se salvara otros murieron. Pero eso forma parte de lalógica en ese momento, cincuenta años más tarde reflexionará sobre ello, pero enaquel tiempo era ajeno a consideraciones de tipo moral.

Comparado con Levi tiene pocas similitudes, pues éste lleva el estigma delhaberse salvado y que para eso muchos otros tuvieron que morir; son dos persona-

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56 Semprún (2001).57 Steinberg (2004), p. 45.

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lidades muy diferentes, Steinberg tiene más cosas en común con Améry o Semprún,que con el autor de La llave estrella. Nos relata que la cuestión que se plantea al lle-gar al campo es: ¿cómo mantenerse vivo en un campo de exterminio?Posteriormente pensará acerca de si es posible conservar una actitud ética ante lamuerte, la tortura y el horror. Cumple con algunos requisitos ya dichos: habla ale-mán e inglés, pero no pertenece a los rebeldes que son víctimas inmediatas, o a lossentimentales que son consumidos “por la angustia, no resistían”, ni a los desespe-rados, no hay héroes, hay que dormir, comer y no tener malas condiciones de traba-jo en esa existencia de la indignidad que implica no tener sentimientos ni amistad,un proceso creciente de deshumanización, lo resume en una frase brutal:

Yo, por mi parte, hacía tiempo que había resuelto el problema de la dignidad, que matóa tantos.58

Es en su vida donde encontramos esa formación para poder afrontar las penali-dades y miserias del Lager, en su infancia encuentra una preparación intensiva ycompleta para el campo; madre muerta al nacer él, hasta los quince años cumplidosno supo que la madrastra, a la que odiaba, no era su madre; ni familia, ni padre, nihermana, “nada de caricias ni de felicidad”, y una capacidad inmensa de “desprecioa la humillación y a los que la proferían”. Ese desapego le acompañará siempre, noel “odio que es cálido, pasional; el desprecio, polar.” Sorprende cuando resalta sudesdén y displicencia a los demás y así mismo, es la lucha por su vida, no hay fuer-zas para hacerlo por el otro, no cabe esta posibilidad. Steinberg es una muestra delsuperviviente, del hombre de los campos, no es el homo sapiens, ni el faber, no. Esmás el homo patiens de Viktor Frankl que el homo sacer59 del que más tarde hablóAgamben, ese “hombre carne”, que no tiene derecho a vivir y que aquél que lo mateestará libre de cualquier tipo de castigo; es un hombre reducido a no ser ni poder sernada, pues “éramos las bestias que habían hecho de nosotros”; la pregunta retorna:¿Sé es culpable por sobrevivir? No hay ningún atisbo de mala conciencia, eso sí,proclama su “rencor eterno” hacia los verdugos y le preocupa

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58 Steinberg (2004), p. 134.59 Homo sacer (del latín, “el hombre sagrado” o “el hombre maldito” ) es una figura del derecho roma-no: una persona que está prohibida, puede morir por nadie, pero no puede ser sacrificado en un ritualreligioso. En el antiguo derecho romano la figura del homo sacer, criatura desprovista de todo dere-cho que designaba al hombre cuya vida quedaba separada de la vida del resto de los ciudadanos de lapolis. Había sido juzgado por un delito y declarado “hombre sagrado”. Pero, paradójicamente, segúnla primera ley tribunicia, “si alguien matara a aquel que es sagrado por plebiscito, no será considera-do homicida”. Por tanto, puede asesinarse sin que el asesino pueda ser juzgado ya que la misma leycrea las condiciones de su exculpación. Resumiendo, Homo Sacer significa literalmente “hombrecarne”, al que cualquiera podía exterminar sin incurrir en un delito.

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Hacer comprensible aquel mundo, reconstruirlo, es la dificultad a la que nos enfrenta-mos todos, P. Levi, Frances, Semprún y los demás (...) para ello hay que “navegar entreislotes emergentes de memoria”.60

El símbolo del odio es Rakasch, el Hauptscharführer, personaje perverso que

No inspira un miedo simple, elemental. Hace reinar un horror metafísico (...) El horrorconvertido en rutina.61

Es significativo que en ese paralelismo permanente con Levi y el cuestionarsepor qué éste puso fin a su vida, Steinberg da la palabra a Kahn, traductor al alemándel autor italiano, quien le recomienda que hable con sus hijos, mujer, con quiensea, pero hable siempre que pueda, “que evite a toda costa encerrarme en mi con-cha. Según él, Primo Levi murió por “no tener ninguna puerta de salida ni oídoscomplacientes.”62

Jean Améry, (Hans Maier, Viena 1912), va a ser nuestro tercer hombre en esteviaje por “los hermeneutas de la noche” que llama Forster63, una narrativa de lamuerte y el horror humano, para destacar esas categorías existenciales que confor-maban su día a día. Aunque judío, es ajeno a la tradición religiosa y se enterará delo que es yiddish a los diecinueve años, no hay en su testimonio el sentido religio-so que el judaísmo da al Holocausto. Lo que le lleva a escribir es el exterminio deseres humanos sea cual sea su credo, etnia o ideología, de ahí el título de su obra:Más allá de la culpa y la expiación. Tentativas de superación de una víctima de laviolencia64, incluso pensó en titularlo “Resentimiento”, ese rencor reactivo quetambién ayuda a poder ir tirando, que da energías por la humillación y vejaciónsufrida. No nos cuenta sus penurias en el campo, hace un ejercicio de fenomenolo-gía de su experiencia, de lo que él llama “experiencia subjetiva de la víctima.”

Su personaje vive un “desarraigo sin patria”, pues la pérdida de la patria es laprimera percepción de ese modo de estar en el mundo y en el que uno siente la nece-sidad de ser otro, de cambiar de nombre (que no de identidad) para sepultar un pasa-do que es incorporado a ese nuevo yo. A esa pérdida seguirán otras: nación, digni-dad, se prescribe de golpe el derecho a la vida e incluso, último refugio, debe serabandonada. Al igual que sus compañeros que han descrito ese archipiélago delinfierno que son los campos, experimenta con la supervivencia tras la liberación deAuschwitz un sentimiento de culpa. La visión de los Muselmänner conllevan la des-trucción de ese sujeto, desarrolla una fenomenología existencial del yo donde incor-

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60 Steinberg (2004), pp. 27 y 29.61 Steinberg (2004), p. 136 y 143.62 Steinberg (2004), p. 152.63 Forster (2009).64 Améry (2001).

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pora las torturas que sufrió (Semprún jamás pudo narrarlas) y donde no hay justifi-cación posible para el exterminio, ni siquiera para aquellos que se inmolaban ymorían en un holocausto purificador, como indica Ocaña:

Su renuencia a toda teleología de la historia de carácter religioso o secular que preten-da dotar de sentido al mal padecido en los campos de concentración mediante compen-saciones trascendentes o inmanentes.65

Améry nos alerta contra una visión o praxis de entender la muerte y el sufri-miento en un sentido religioso, en consecuencia no hay ni existe justificación paraese dolor infligido a las víctimas y que sólo aspira a lograr un mayor sufrimiento enlos que la padecen. Para los verdugos no debe haber ni perdón ni olvido y el super-viviente jamás podrá superar lo que es injustificable (de ahí que llame a Levi “per-donador”). Améry, vencido, derrotado, al igual que sus compañeros de los Lagerestará veinte años sin publicar, dos intentos de suicidio quedan atrás, hasta el últi-mo en 1978 en Salzburgo. Los problemas acerca de su propia identidad y la expe-riencia vivida le llevaron a ello, no supo o no pudo gestionar – como él afirma deCanetti “un compañero de infortunio que, sin duda, ha dominado (gemeistert) mejortodo el pasado que yo”–, esa condición e identidad de víctima de la barbarie nazi.El subtítulo de su libro es ilustrativo de ello, “la tentativa de superación de una víc-tima de la violencia”, él mismo confiesa: “Quien ha sufrido la tortura, ya no puedesentir el mundo como su hogar”. Algo más que desconfianza en el mundo y en elhombre. Es herida no cicatrizada, el resentimiento, el rencor de Amery como aque-llo a lo que también se ha aferrado para poder vivir, recordar, narrar y no olvidar.

6. Nuestra tarea

Hemos visto los vericuetos y meandros de la evocación, toda una fenomenolo-gía de la recordación donde asistimos a vivencias comunes de exiliados y víctimassean del país que sea en esta sangrienta y cainita segunda mitad del siglo veinte. Yen el que hemos entrado no va a la zaga, los testimonios de aquellos que han sufri-do el mal en primera persona tienen un mismo propósito: la emergencia de esamemoria vencida, sometida y doblegada sea cual sea el espacio y cartografía en quese manifieste.

He intentado que esta memoria humillada aflore por ser un acto de justicia yporque hay un derecho a la memoria, además de ser un deber, más allá de la retóri-ca y de las conmemoraciones o intereses políticos circunstanciales y efímeros.Puede parecer que nuestra perspectiva sea otra, pero en realidad ese pasado insatis-

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65 Ocaña (2001), p. 29.

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fecho forma parte de la racionalidad moderna y de su tradición; por tanto no puedequedar al margen de ésta, de ahí que tiene y debe ser incorporada, pues es plural yafecta a muchos, yendo más allá de la mera reparación historiográfica. Hay queponer en primer plano las zonas invisibles, las zonas grises y opacas de nuestropasado común.

La memoria es un rescate, político y epistemológico, que no puede ser sustraí-do en tanto que reflexión crítica del mundo en que vivimos. Esa memoria es clavepara entender muchos de los acontecimientos de nuestro tiempo: exilios, barbarie,migraciones que son clave para la gestación de nuestro pensamiento. Por eso, esmenester, traer a nuestro presente autores olvidados, propuestas arrinconadas con elargumento de que están superadas o de que no sirven para solventar los problemasa que esta crisis sistémica nos ha llevado. Vuelven a oírse viejos slogans naciona-listas, estereotipos del Norte y del Sur, conflictos étnicos como el de la guerra delos Balcanes ha hecho que el genocidio esté muy próximo a nosotros... con nulareacción, no se ha superado nada y los viejos fantasmas vuelven. Al menos ya nadieosa hablar de tiempos de progreso, éste se ha convertido en un salvaje desarrolloque hace del hombre un consumidor satisfecho y la humanidad se siente cada másreducida.

La racionalidad moderna se ha construido de muchos modos y si algo hay queconocer a fondo de ella son sus patologías, únicamente así podremos afrontar susefectos. No hay otro modo de construir nuestro futuro y vivir nuestro presente queincorporar y rescatar definitivamente todas esas tradiciones con sus horrores, ver-dugos, humillados, vencidos, desaparecidos, etc. Para que dejen de estar alojados enla memoria histórica y formen parte de una memoria colectiva, con sus luces y som-bras, pero común a nuestra historia, para que podamos convivir sin odio.

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