EL ENTE
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8/8/2019 EL ENTE
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EL ENTE
ll donde la vista humana jams llegar a posar siquiera los ojos de su
imaginacin, existe un lugar donde las estrellas que lo circundan nunca
mostrarn sus brillos al cielo que nosotros podamos observar con los ms
potentes artilugios. Tan alejado, que ni las leyes de la vida o la muerte se asemejan a las
que aqu rigen nuestros destinos. Tan apartado, que la distancia que nos separa de l
slo se cuenta por cifras imposibles e inexistentes y produce vrtigo siquiera llegar a
comprender tales lmites. All se halla flotando en el vaco un asteroide, orbitando
alrededor de un dbil sol anaranjado que lo baa con su tenue luz de eterno atardecer.
Su razn de ser es un misterio tan grande como el nuestro, y sus orgenes tal vez sean
tan remotos como el mismsimo tiempo. Y all plantada habita la criatura que tan
alejada est del cielo o del infierno y de sus cdigos, como la roca que es su hogar est
separada de nuestro mundo.
A
Como una flor de carne gigantesca y horrenda, que agita y enrosca
compulsivamente centenares de tentculos y protuberancias, y los arrastra en
ininterrumpidas contorsiones por la superficie. Otras formas prominentes se retuercen
en el aire escarbando en la ligersima atmsfera que envuelve ste pequeo mundo. Y
en el centro de la colosal masa de tonos fucsia y magenta, un espantoso ojo que mira
esttico al cielo infinito. Tan grande, que su pupila se compone as mismo de millares
de otros pequeos ojos hasta adquirir un dimetro excepcional.
Y ese ojo contempla paciente el espacio y busca las estrellas que lo iluminan,
para descubrir nuevas, cada vez ms lejanas. Reconoce y asimila su ubicacin, y su
inteligencia crece con cada nuevo lucero creando nuevas y desconocidas constelaciones
todava ms lejanas que su diminuta parcela de cosmos.
Y su poder aumenta con su magnificencia, cada ao ms, cada siglo ms
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El afn de la criatura por buscar y aprender, discerniendo la luz de aquella
profunda oscuridad, se afianzaba con su tremendo poder y alcance, digno de una deidad.
Y ello le hizo descubrir pequeos seres, que a grandes distancias de donde ella estaba,
se desplazaban por la negrura de una estrella a otra. Su ansia por averiguar de ellos
aument de tal modo que al fin quiso conocerlos, porque entendi que no exista
solitaria y que el universo no slo estaba concebido para su exclusiva contemplacin.
Con su imponente inteligencia logr crear un lenguaje an a costa de
gigantescos plazos de tiempo, para modelarlo, ajustando hasta perfeccionarlo, y
proyectarlo despus al espacio. Frot sus tentculos susurrando pensamientos y los
envolvi en una burbuja teleptica. Luego los condujo por invisibles rales de
psicoquinesia all donde esperaba encontrar esos seres. Su indescifrable mensaje se
propag hasta alcanzar cotas jams pensadas, y as lleg a entretejerse con los cielos
poblados de ondas, provocando que algunos curiosos volviesen sus atenciones hacia el
origen de la seal.
Como el espacio no contempla las prisas, hubieron de pasar siglos para ver que
su roca era un objetivo por descubrir y descifrar. Pero la criatura tena tiempo y
paciencia de sobra para esperar respuestas mientras continuaba esparciendo su mensaje.
As llegaron los primeros enviados, y la perplejidad de la criatura aument al ver
cun distintos eran de ella y entre s mismos. Sus ansias acrecentaron su afn por saber
cada vez ms cosas de los seres que habitaban los cielos.
Y all donde la vista humana jams llegar a posar ni siquiera los ojos de su
imaginacin, habita una criatura que, con su enorme ojo, busca sin cesar en las
profundidades del cielo. Y entre estrellas y nebulosas encentra a las pequeas y curiosas
formas que navegan entre ellas, y las atrae hacia s para mantenerlas cautivas
eternamente y aprender todo lo que se puede aprender de ellas.
En la agreste superficie se debaten en una huda sin final cientos y cientos de
seres, muy diferentes entre s, procedentes de los ms diversos y remotos lugares,
luchando intilmente por escapar de los enormes y espantosos tentculos que se
retuercen por la superficie buscando atraparlos. Y al final, las gelatinosas extremidades,
cuando ya no alcanzan ms all, se entreabren dejando escapar decenas de miles de
pequeos y feroces arcnidos imitados de otro lejano lugar y que ahora forman una
extensin de s misma. Su tarea es atrapar a los fugitivos para devorarlos. Luego
volvern a introducirse de nuevo por las aberturas para transportar sus pedazos a la base
de la criatura, que absorbe sus jugos y conocimiento con deleite para extraer su esencia
pura. Y una vez concluida la terrible tarea, cuenta con el don heredado de reconstruir la
estructura original de sus capturas regenerndolas en sus entraas, gestndolas dentro de
su tero hasta devolverlos a su estado original. Una vez adultos, los expulsa fuera para
dejarlos de nuevo escapar al horror. Observa con atencin cmo huyen, cmo se
desplazan, luchan y se debaten por los escarpados terrenos. Cmo intentan aliarse
cooperando entre ellos a pesar de sus lenguajes incompatibles, intentando intilmente
llegar a sus naves descompuestas. Y as ao por ao, y por dcadas y por siglos. Y
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cuando siente que de una criatura ya no puede sonsacar nada ms de su inherencia pura
como ser vivo e inteligente, lo hace suyo para siempre; lo absorbe, lo asimila y lo
integra dentro de su estructura vital. As nacen nuevos ojos con que engrosar su gran
pupila, un poco ms sabios, mejor dirigidos y mucho ms ansiosos.
Y a pesar de sus millares de capturas siempre sabe hallar entre los espacios
siderales criaturas nuevas de las que aprender.
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