El Enfoque Cognitivo-conductual

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ENFOQUE COGNITIVO CONDUCTUAL Peña, Cañoto y Santalla (2006) sostienen, “de los enfoques e investigaciones del conductismo y de los cognitivos surge el enfoque cognitivo conductual”, que como señala Hollon, “es un esfuerzo intencionado para conservar las eficiencias demostradas de la modificación de conducta, dentro de un contexto menos doctrinario y para incorporar las actividades cognitivas del cliente en los intentos para producir el cambio terapéutico”. (1979, Citado en Hugues, 1988) El modelo cognitivo conductual en principio procuró: (…) mantener la metodología conductista, considerando al aprendizaje como el factor principal en la adquisición y mantenimiento de la conducta, bien sea adaptativa o disfuncional; sin embargo, reconoce que el aprendizaje comprende mucho más que las consecuencias ambientales, aprendizaje implica la forma como el individuo procesa información, interviniendo el pensamiento, el lenguaje, los sentimientos, las imágenes y la motivación. (Peña, Cañoto y Santalla, 2006) “La Terapia Cognitivo-Conductual posee cuatro pilares teóricos básicos. El primero de ellos, surge a fines del siglo pasado a partir de las investigaciones del fisiólogo ruso Iván Pavlov, quien accidentalmente descubre un proceso básico de aprendizaje que luego llamará Condicionamiento Clásico” (Caballero, 2014, p. 44), muy concisamente dicho se trata de un proceso por el cual los organismos aprenden relaciones predictivas entre estímulos del ambiente. En el experimento típico de Pavlov, un perro aprendía a salivar ante el sonido de un metrónomo cuando éste había sido presentado sucesivas veces antes de la administración de la comida. De esta manera, el sonido juega el papel de una señal que anticipa la aparición de un fenómeno relevante para la vida del organismo, el cual responde en consecuencia. Sobre los trabajos de Pavlov es que se inspira uno de los autores más conocidos y relacionados con la terapia Cognitivo- Conductual, justamente es John B. Watson quien aplicando los principios del conocimiento clásico para remitir la fobia de un niño, funda las bases de lo que luego se conoce como el

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ENFOQUE COGNITIVO CONDUCTUAL

Peña, Cañoto y Santalla (2006) sostienen, “de los enfoques e investigaciones del conductismo y de los cognitivos surge el enfoque cognitivo conductual”, que como señala Hollon, “es un esfuerzo intencionado para conservar las eficiencias demostradas de la modificación de conducta, dentro de un contexto menos doctrinario y para incorporar las actividades cognitivas del cliente en los intentos para producir el cambio terapéutico”. (1979, Citado en Hugues, 1988)

El modelo cognitivo conductual en principio procuró:

(…) mantener la metodología conductista, considerando al aprendizaje como el factor principal en la adquisición y mantenimiento de la conducta, bien sea adaptativa o disfuncional; sin embargo, reconoce que el aprendizaje comprende mucho más que las consecuencias ambientales, aprendizaje implica la forma como el individuo procesa información, interviniendo el pensamiento, el lenguaje, los sentimientos, las imágenes y la motivación. (Peña, Cañoto y Santalla, 2006)

“La Terapia Cognitivo-Conductual posee cuatro pilares teóricos básicos. El primero de ellos, surge a fines del siglo pasado a partir de las investigaciones del fisiólogo ruso Iván Pavlov, quien accidentalmente descubre un proceso básico de aprendizaje que luego llamará Condicionamiento Clásico” (Caballero, 2014, p. 44), muy concisamente dicho se trata de un proceso por el cual los organismos aprenden relaciones predictivas entre estímulos del ambiente. En el experimento típico de Pavlov, un perro aprendía a salivar ante el sonido de un metrónomo cuando éste había sido presentado sucesivas veces antes de la administración de la comida. De esta manera, el sonido juega el papel de una señal que anticipa la aparición de un fenómeno relevante para la vida del organismo, el cual responde en consecuencia.

Sobre los trabajos de Pavlov es que se inspira uno de los autores más conocidos y relacionados con la terapia Cognitivo-Conductual, justamente es John B. Watson quien aplicando los principios del conocimiento clásico para remitir la fobia de un niño, funda las bases de lo que luego se conoce como el conductismo. Y con respecto a esto vale la pena realizar algunas aclaraciones.

“El conductismo watsoniano representa actualmente más las bases metodológicas del modelo que un cuerpo teórico de principios explicativos de los cuales deriven técnicas de intervención. En efecto, comúnmente se realiza una distinción entre el conductismo watsoniano o radical y el conductismo metodológico” (Urías, 2012, p. 25)

“Hacia el año 1930, las investigaciones de F.B. Skinner plantean la existencia de otro tipo de aprendizaje, el condicionamiento instrumental u operante, proceso por el cual los comportamientos se adquieren, mantienen o extinguen en función de las consecuencias que le siguen” (Caballero, 2014, p. 45),

La gran cantidad de investigaciones desarrolladas a la luz de estos dos paradigmas mencionados pasaron a formar lo que se conoce como Teoría del Aprendizaje, la cual históricamente ha nutrido con hipótesis a la Terapia Cognitivo Conductual.

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Hacia la década de 1960 los trabajos encabezados por Albert Bandura comienzan a conformar un nuevo conjunto de hipótesis, cuyo énfasis recae en el papel que la imitación juega en el aprendizaje. Las investigaciones llevadas a cabo en esta línea cobran cuerpo en la “Teoría del aprendizaje social”, desde la cual se afirma que el aprendizaje no sólo se produce por medio de la experiencia directa y personal sino que, fundamentalmente en los seres humanos, la observación de otras personas así como la información recibida por medio de símbolos verbales o visuales constituyen variables críticas. Y sólo a manera de comentario, agreguemos que Bandura se halla también muy involucrado en la formulación de modelos cognitivos.

Hacia la misma época, un movimiento quizás algo reaccionario al conductismo radical, comienza a estudiar los inicialmente denominados “eventos privados”, vale decir, pensamientos, diálogos e imágenes internas, creencias, supuestos, por sólo nombrar algunos de los tópicos cubiertos por los así llamados “modelos cognoscitivos”.

Mencionemos a “Aaron Beck y Albert Ellis como dos de los representantes principales en lo que a la clínica se refiere” (Salinas, 2010, p. 4). Aunque desarrollados de manera relativamente independiente, sus dos modelos de intervención terapéutica denominados, respectivamente, Terapia Cognitiva y Terapia Racional Emotiva; en lo esencial, coinciden. En efecto, ambos hacen hincapié en las influencias que el pensamiento ejerce sobre las emociones, aunque, desde el inicio, admiten que no toda la vida emocional puede explicarse por el pensamiento.

Por otra parte, el pensamiento de un individuo refleja su sistema de interpretación del mundo, vale decir, un conjunto de creencias, supuestos y reglas subyacentes, que por lo general no son plenamente conocidas por las personas.

Estos son, en breve, los cuatro pilares básicos de la Terapia Cognitivo Conductual: aprendizaje clásico, aprendizaje operante, aprendizaje social y aprendizaje cognitivo. De ellos se han desprendido múltiples líneas de investigación. En efecto, a fin de explicar la complejidad del comportamiento humano es preciso poner en conjunción no sólo los principios derivados de los paradigmas mencionados, sino considerar otros desarrollos de la investigación contemporánea que no se oponen ni excluyen a los aspectos aquí tratados.

Particularmente, en lo que se refiere a la práctica de la Terapia Cognitivo Conductual, las técnicas utilizadas combinan en diversos grados principios provenientes de múltiples líneas de investigación.

En suma, dado el carácter científico de la Terapia Cognitivo-Conductual, ella se nutre, sencillamente, de la investigación psicológica contemporánea. En este sentido, no es una teoría ni una escuela psicológica, sino que se caracteriza mejor como un marco metodológico. No importa tanto el origen de las hipótesis sino el que ellas hayan pasado por la prueba empírica que exigen los criterios metodológicos (Navarro, 1994).

TERAPIA REACIONAL EMOTIVA DE ELLIS

Ellis (1987) cuenta que fundó la terapia racional-emotiva (RET) en 1955 cuando ejercía de psicólogo clínico en Nueva York, aunque había comenzado su carrera en el terreno de la terapia a principios de los años 40. El resultado de las investigaciones que realizó por aquella época fue un amplio trabajo que se tituló: W., Case for Sexual Liberty, con el que ganó una reputación en el tema de las relaciones sexuales y maritales. Sus amigos le consultaban de sus

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problemas sexuales y de relación, y descubrió que podía ayudarles en muy poco tiempo. Decidió dedicarse a realizar un entrenamiento serio en psicología clínica después de descubrir que no existía ninguna oferta de entrenamiento formal para problemas sexuales y maritales.

Después de conseguir su Doctorado en Psicología Clínica, optó por aprender psicoanálisis, ya que entonces le parecía la forma de psicoterapia más profunda y eficaz de las que existían. Estaba decidido a seguir ese camino, porque su experiencia como consejero informal en problemas sexuales y maritales le había enseñado que unas relaciones perturbadas en realidad son producto de personas perturbadas, «y que si la gente quiere que se le ayude a vivir feliz con los demás, lo primero que tendrían que aprender es cómo vivir en paz consigo mismos.» (Ellis, 1962; p. 3)

Al principio le gustaba trabajar de psicoanalista, en parte porque le permitía exteriorizar sus intereses en el terreno de la ayuda y solución de problemas. Sin embargo, el psicoanálisis poco a poco le fue decepcionando como forma de tratamiento efectiva y eficiente. A principios de la década de los 50 comenzó a experimentar con diferentes formas de terapia, incluida la psicoterapia orientada psicoanalíticamente y la terapia analítica-ecléctica. Pero a pesar de que era más hábil con sus clientes, no estaba satisfecho de la eficacia de esos métodos.

Durante ese período de experimentación volvió a dedicarse a su mayor hobby que era leer filosofía, con el fin de que le ayudara a encontrar una forma de terapia eficaz y eficiente. Una de las principales influencias que recibió provino de los filósofos estoicos griegos y romanos (e.g., Epicteto, Marco Aurelio). Ellos apuntaban que las alteraciones psicológicas tenían una causa filosófica (un punto de vista que no era popular en América en los años 50) y restaban importancia a los factores psicoanalíticos y psicodinámicos. En esencia, desde el punto de vista estoico, que mantenía que las personas se alteran no por las cosas en sí, sino por su visión de las cosas, se creó la Terapia Racional Emotiva, y esta perspectiva es el núcleo de las aproximaciones cognitivo-conductuales de hoy en día a la psicoterapia.

LA REESTRUCTURACIÓN COGNITIVA

La Reestructuración Cognitiva, fue desarrollada e introducida en la literatura psicológica en el año 1958, por Albert Ellis. A través de las décadas fue ampliado y profundizado por los practicantes de la TREC (Terapia Racional Emotiva Conductual) y posteriormente por la escuela de Aaron Beck. Actualmente se aplica a una gran variedad de poblaciones, entre ellas, adolescentes, niñas y niños de edad escolar y poblaciones esquizofrénicas, con modificaciones técnicas importantes, aún en desarrollo (Guano y Llerena, 2014)

Según Rivadeneira, Dahab y Minici (2012) La Reestructuración Cognitiva constituye sin duda uno de los pilares del trabajo del terapeuta cognitivo conductual en la actualidad. Hace ya más de 30 años que los aportes realizados desde las Terapias Racionales, principalmente los modelos de Albert Ellis y Aaron Beck, se han integrado perfectamente bien con las tradiciones conductuales como la Terapia del Comportamiento o el Análisis Conductual Aplicado.

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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Caballero, A. (2014). Modelo de intervención en mujeres con depresión. (Tesis de Licenciatura). Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca, México.

Ellis, A. y Dryden, W. (1987). Práctica de la Terapia Racional Emotiva. New York, EEUU: Desclée de brouwer

Guano, R. y Llerena, R. (2014). Intervención cognitiva-conductual en el estrés de los estudiantes de la unidad educativa "capitán Edmundo chiriboga" Riobamba, período febrero-julio 2014. (Tesis de Licenciatura). Universidad Nacional de Chimborazo, Riobamba, Perú.

Navarro, R. (1994). Del condicionamiento clásico a la terapia conductual cognitiva: hacia un modelo de integración, en aprendizaje y comportamiento. Lima, Perú: ALAMOC.

Peña, G., Cañoto, Y., & Santalla, Z. (2006). Una introducción a la Psicología. Caracas, Venezuela: Editores.

Rivadeneira, C. Dahab, J. y Minici (2012). Reestructuración cognitiva: Ventajas de su integración con procedimientos conductuales. Revista de Terapia Cognitivo Conductual, 21(3), Recuperado de http://cetecic.com.ar/revista/reestructuracion-cognitiva-ventajas-de-su-integracion-con-procedimientos-conductuales/#more-464

Salinas, A. (2010). Introducción a la Terapia Cognitivo-Conductual. Instituto Cognitivo-Conductual de Salud Mental de México.

Urías, B. (2012). Efectos de una intervención cognitivo – conductual en la calidad de vida de pacientes con cáncer de mama y cuidador primario. (Tesis de Maestría). Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, México.