El encantamiento - Unica Zürn

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  • 7/30/2019 El encantamiento - Unica Zrn

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    a primera luz del amanecer entraba en el taller de sastrerapor las ventanas sin cortinas. Los maniques parecan

    negros bultos sin orma.

    La seorita Milli se sorprendi al encontrarse echada en elso sin el vestido. Al ir a extender la mano hacia la prenda,se asust: no tena brazos.

    Cuando la seorita Milli se mir los hombros y vio luego lasnegras siluetas de los maniques, sinti un hondodesconsuelo: estaba como ellos. Lentamente, a medida quecreca la luz, iban per lndose las siluetas de los maniques.

    El encantamientoUnica Zrn

    L

    El trapecio del destino y otros cuentos .

    Madrid, Siruela, 2004.

    Hans Bellmer,Unica Zrn and La Poupe .

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    VI topos

    Pecho abombado, espalda erguida, caderas rmes y bien torneadas descansansobre el pie.

    Ya se ha dado cuenta susurr el maniqu ms grande, al que se probabanracs y las americanas.

    Mira, est asustada dijo otro.No te desesperes la anim un tercero.No te afijas. Nosotros estamos contigo!

    La seorita Milli escuchaba las voces tenues y amigas que sonaban en el talleque salan de los maniques.

    Tena ro. Le temblaban los hombros. Se qued echada en el so , muy quiemirndose.

    Lo sentimos mucho dijo el maniqu ms grande. Menos mal que le hadejado cabeza. La seorita Milli callaba; todo le pareca borroso, con uso.Ahora que usted se parece a nosotros empez el maniqu grande, con vozms dulce y compasiva, a pesar de que an conserva la cabeza, permite quexpliquemos lo ocurrido?

    La voz esperaba. Entonces, en el interior de un maniqu empez a sonar el levtarareo de una tierna alborada. El cantor se balanceaba suavemente, y la dulcelenta meloda sonaba como un suspiro. As que todos aquellos maniques,inmviles y oscuros, que la seorita Milli conoca desde haca aos, tenan vidEstaban vivos, y ella no lo haba notado hasta ahora, cuando comparta su suLa seorita Milli se levant, ue a la ventana y mir a uera. Sin volverse, pre

    Ha sido el o cial? Ah, ya se acuerda dijo el maniqu ms grande. Ssido l, el canalla ms bestial que hemos visto en nuestra vida, ese gordo pelirQu me ha hecho? a la seorita Milli le temblaba un poco la voz.Ayer el maestro sastre le dijo que se quedara a trabajar hasta ms tarde lerecordaron los maniques.

    Ella asinti.

    S. Tena que coser la cola del vestido azul de madame Sor.

    Ya se haban ido todos prosigui el maniqu ms grande. Usted estabacosiendo. Cantaba una cancin para distraerse. Entonces el o cial volvi.Fue uno de los ms viles atropellos que hemos presenciado terci en laconversacin otro maniqu. Se le acerc por detrs, la agarr por los brazoslanz en ese so y...Y...? pregunt la seorita Milli.Usted se de endi! Lo ara bien. Y me parece que hasta le mordi en unoreja. Usted pele, seorita Milli, pele como una herona, pero...

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    Pero? jade la seorita Milli.l es muy uerte, comprende?, no haba esperanza, nosotros nos volvimosla pared, temblando de vergenza, por no poder hacer nada.Pero mis brazos... solloz la seorita Milli con sbita desesperacin. ha sido de mis brazos?

    l no consigui nada, seorita Milli dijo el maniqu grande con suavidadUsted conserv la cabeza, l luchaba y al n dijo...Qu dijo? Qu dijo, por Dios?Dijo prosigui el maniqu con voz dolorida, dijo: Pues sers como ustos!. Y nos sealaba a nosotros. Sin brazos, sin piernas y sin... cara!.

    La seorita Milli se volvi lentamente.

    Sin... cara susurr. El maniqu grande, turbado, rot el suelo con su patmadera.S murmur. l...Qu? Habla, por lo que ms quieras!

    Del cuerpo de los maniques sala un llanto suave que parta el corazn.

    Nos da usted mucha pena decan entre suspiros.Le ha borrado la cara murmur el maniqu masculino. Ya no tiene cara

    Lentamente, la seorita Milli se apart de la ventana y ue hacia los maniquepiel sonrosada de la mujer haca un bello contraste con aquellos cuerpos negroAl n dijo:

    Entonces soy una de vosotros?Es un gran honor dijo el maniqu masculino y, con movimientos rgidos, de hacer una reverencia.Siempre ser la ms hermosa. An tiene su pelo, su pelo suave de mujer. Ycontorno de su cara es bello y armonioso. Ah seorita Milli, es usted el maniqms bonito que hemos visto en nuestra vida.

    Las mejillas de la seorita Milli se ahuecaron en una sonrisa.

    Me quedar entre vosotros.

    Oh, qu alegra, seorita Milli! exclamaron los maniques. Haremos tque podamos para que sea eliz.

    El encantamiento, en El trapecio del destino y otros cuentos , de Unica Zrn