El Embarazo No Deseado, Impacto En La Sociedad

14
192 Rev Panam Salud Publica/Pan Am J Public Health 11(3), 2002 Temas de actualidad / Current topics El embarazo no deseado: impacto sobre la salud y la sociedad en América Latina y el Caribe Ana Langer 1 1 Population Council, Oficina Regional para América Latina y el Ca- ribe. Escondida # 110, Col. Villa Coyoacán, México, D.F. 04000, Mé- xico. EL EMBARAZO NO DESEADO: CONCEPTOS Y SITUACIÓN REGIONAL La reproducción y su condición necesaria, el ejercicio de la sexualidad, deberían ser siempre actos deseados y planeados. Lamentablemente, no es así. Prueba de ello son los embarazos no desea- dos, definidos como aquellos que ocurren en un momento poco favorable, inoportuno, o que se dan en una persona que ya no quiere reproducirse. ¿Por qué, en una época en la que, al menos en teoría, existen los medios para regular la fecundidad, las mujeres aún siguen teniendo este problema? Porque las mujeres y las parejas de América Latina y el Caribe (ALC) desean menos hijos que los que na- turalmente resultan del ejercicio de una vida se- xual activa. Las encuestas de demografía y salud que se han llevado a cabo en la mayoría de los países de la Región en las últimas décadas mues- tran que, en promedio, el tamaño de la familia se ha reducido de manera importante en los últimos 30 años: de 6 hijos en 1960–1965 a 3,3 en el primer quinquenio de los años noventa (1). Sin embargo, el número de hijos que las mujeres desearían tener es todavía menor. Así, por ejemplo, en Boli- via, en 1998 el tamaño medio de la descendencia era de 4,2 hijos, mientras que el número medio de hijos que las mujeres mencionaban como ideal era de 2,6 (2). En Colombia, en el año 2000, el ta- maño de la familia era en promedio de 2,6 hijos, mientras que el número deseado de hijos era, en promedio, de 2,3 (3). Estos datos, de por sí ilus- trativos, son medias nacionales que ocultan gran- des diferencias según la edad, escolaridad y lugar de residencia. Por ejemplo, en México, en 1997 las mujeres de 15 a 19 años declararon que su nú- mero ideal de hijos era, en promedio, de 2,7, mientras que las del grupo de 45 a 49 años res- pondieron que era de 4; aquellas sin escolaridad dijeron que el número ideal era de 4,3 y las que tenían educación secundaria o superior aspira- ban a 2,7. Finalmente, las de origen rural señala- ron que su tamaño ideal de descendencia era de 3,8 y las de origen urbano, de 3 (4). En todos los países donde se ha recogido este tipo de informa- ción se han observado tendencias similares. Este cambio refleja profundas y complejas transformaciones sociales y culturales a las que con- Palabras clave: embarazo no deseado, aborto inse- guro, mortalidad materna, anticonceptivos, planifi- cación familiar, América Latina y Caribe.

Transcript of El Embarazo No Deseado, Impacto En La Sociedad

192 Rev Panam Salud Publica/Pan Am J Public Health 11(3), 2002

Temas de actualidad / Current topics

El embarazo nodeseado: impacto sobre

la salud y la sociedad en América Latina

y el Caribe

Ana Langer1

1 Population Council, Oficina Regional para América Latina y el Ca-ribe. Escondida # 110, Col. Villa Coyoacán, México, D.F. 04000, Mé-xico.

EL EMBARAZO NO DESEADO: CONCEPTOS Y SITUACIÓN REGIONAL

La reproducción y su condición necesaria, elejercicio de la sexualidad, deberían ser siempreactos deseados y planeados. Lamentablemente, noes así. Prueba de ello son los embarazos no desea-dos, definidos como aquellos que ocurren en unmomento poco favorable, inoportuno, o que se danen una persona que ya no quiere reproducirse. ¿Porqué, en una época en la que, al menos en teoría,existen los medios para regular la fecundidad, lasmujeres aún siguen teniendo este problema?

• Porque las mujeres y las parejas de América Latina yel Caribe (ALC) desean menos hijos que los que na-turalmente resultan del ejercicio de una vida se-xual activa. Las encuestas de demografía y saludque se han llevado a cabo en la mayoría de lospaíses de la Región en las últimas décadas mues-tran que, en promedio, el tamaño de la familia seha reducido de manera importante en los últimos30 años: de 6 hijos en 1960–1965 a 3,3 en el primerquinquenio de los años noventa (1). Sin embargo,el número de hijos que las mujeres desearíantener es todavía menor. Así, por ejemplo, en Boli-via, en 1998 el tamaño medio de la descendenciaera de 4,2 hijos, mientras que el número medio dehijos que las mujeres mencionaban como idealera de 2,6 (2). En Colombia, en el año 2000, el ta-maño de la familia era en promedio de 2,6 hijos,mientras que el número deseado de hijos era, enpromedio, de 2,3 (3). Estos datos, de por sí ilus-trativos, son medias nacionales que ocultan gran-des diferencias según la edad, escolaridad y lugarde residencia. Por ejemplo, en México, en 1997 lasmujeres de 15 a 19 años declararon que su nú-mero ideal de hijos era, en promedio, de 2,7,mientras que las del grupo de 45 a 49 años res-pondieron que era de 4; aquellas sin escolaridaddijeron que el número ideal era de 4,3 y las quetenían educación secundaria o superior aspira-ban a 2,7. Finalmente, las de origen rural señala-ron que su tamaño ideal de descendencia era de3,8 y las de origen urbano, de 3 (4). En todos lospaíses donde se ha recogido este tipo de informa-ción se han observado tendencias similares.

Este cambio refleja profundas y complejastransformaciones sociales y culturales a las que con-

Palabras clave: embarazo no deseado, aborto inse-guro, mortalidad materna, anticonceptivos, planifi-cación familiar, América Latina y Caribe.

Rev Panam Salud Publica/Pan Am J Public Health 11(3), 2002 193

tribuyen un sinnúmero de circunstancias, entreellas el descenso de la mortalidad infantil y mayo-res expectativas de los padres para el desarrollopersonal de los hijos, las crecientes escolaridad yparticipación de la mujer en el mercado laboral, laspolíticas de población y los mensajes oficiales sobreel valor de una familia menos numerosa, así comolas características de la vida urbana.

Las expectativas reproductivas están influen-ciadas por la cultura y la ideología, y difieren segúnel grupo social y el contexto histórico. El papel quese les asigna a las mujeres en la sociedad está ínti-mamente relacionado con las expectativas repro-ductivas y varía dentro de una amplia gama que vadesde el papel exclusivo de madre y cuidadora delos hijos hasta su desempeño pleno como trabaja-dora o profesional.

• Porque aún no todas las personas pueden controlar sufecundidad. En la segunda mitad del siglo XX apa-recieron y se desarrollaron los métodos anticon-ceptivos modernos, que son muy eficaces y segu-ros y que, por primera vez en la historia de lahumanidad, permitieron llevar las expectativasreproductivas a la práctica. En efecto, la anticon-cepción moderna es la herramienta idónea paraque las mujeres y las parejas puedan elegir el mo-mento en que inician la reproducción, el númerode hijos que van a tener y el espaciamiento entrelos embarazos.

En la Región se ha observado una tendenciaconstante al aumento del uso de métodos anticon-ceptivos. Así, por ejemplo, en Bolivia (uno de lospaíses con una prevalencia de uso más baja) la pro-porción de mujeres en edad fértil que utiliza anti-concepción ha aumentado del 30,3% en 1989 (5) al45,3% en 1994 (6) y al 48,3% en 1998 (2), y en Nica-ragua del 49% en 1993 (7) al 60,3% en 1998 (8). En elotro extremo del espectro (países con frecuencias deuso elevadas), Colombia muestra un aumento del72% en 1995 (9) al 77% en 2000 (3) y en México seobserva una tendencia ascendente sin interrupcio-nes: del 63,1% en 1992 al 66,5% en 1996 y al 70,8%en 2000 (4).

Sin embargo, en la práctica, existen mujeresque no desean reproducirse pero siguen expuestasal “riesgo” de quedar embarazadas, por estar enedad reproductiva y llevar una vida sexual activasin usar ningún método anticonceptivo o porqueutilizan métodos “tradicionales” como el ritmo o elcoito interrupto, de escasa eficacia para evitar elembarazo. Demógrafos y especialistas en reproduc-ción se refieren a este grupo de la población comoaquellas personas con una “necesidad no satisfechade planificación familiar o anticoncepción”. La pro-

porción de mujeres que se encuentra en esta situa-ción no es despreciable: en Bolivia, por ejemplo, as-cendía al 26% en 1998 (2), en Nicaragua al 14,7% en1998 (8) y en México al 12,1% en 1997 (10). Según el Instituto Alan Guttmacher, en 1994 existían 8 mi-llones de mujeres con esta necesidad insatisfecha enBrasil, 1,8 millones en Colombia, 6,7 millones enMéxico, 1,9 millones en Perú y 351 000 en la Repú-blica Dominicana (1).

Diversas encuestas realizadas en distintos pa-íses proporcionan algunas indicaciones sobre las ra-zones que subyacen a esta situación (1). La falta deconocimientos sobre los anticonceptivos es una deellas, si bien en los últimos años se menciona menosfrecuentemente que antes. En cambio, contribuyemás el conocimiento deficiente de cómo utilizar unmétodo determinado (especialmente los anticon-ceptivos orales), resultado de la ausencia total deasesoramiento (esto sucede, por ejemplo, cuando seadquieren los anticonceptivos en la farmacia y no se accede a una consulta con una persona cualifi-cada) o de un asesoramiento deficiente. Este desco-nocimiento hace que el fracaso de los métodos seafrecuente.

Otras razones que explican la “necesidad nosatisfecha” son el temor (infundado, por cierto) a losefectos secundarios de los métodos, la oposición dela pareja, la postura de algunas iglesias (sobre todola Católica y grupos asociados con ella) y las barre-ras para conseguir los métodos (inexistencia de ser-vicios, costos, diferencias culturales o lingüísticas).Estas barreras, junto con la deficiente calidad de losservicios, representan factores particularmente im-portantes para ciertos grupos de mujeres (rurales eindígenas, sobre todo), los hombres y los adolescen-tes, cuyas necesidades de atención son diferentes delas de la mayoría de la población usuaria.

• Porque existen relaciones sexuales que no son volun-tarias ni deseadas, cuyas expresiones extremas sonla violación y la violencia sexual, o cuando existeuna fuerte presión social para el inicio de la vidasexual, como sucede en algunos grupos de ado-lescentes. Mientras existan relaciones no planea-das y sin el consentimiento de la mujer, existiránlos embarazos no deseados. Muchos países de laRegión permiten la interrupción legal del emba-razo en caso de violación, pero aun en estas cir-cunstancias, muchas mujeres se ven obligadas acontinuar con un embarazo no deseado secunda-rio a violación debido a que desconocen la ley oa que la organización de los servicios de salud nofacilita el acceso a este procedimiento.

• Porque los métodos anticonceptivos fallan y no hayninguno que sea eficaz en un 100%. Se estima quecada año ocurren en el mundo entre 8 y 30 millo-

nes de embarazos debidos al fracaso de los mé-todos anticonceptivos o a su uso incorrecto (11).Si bien una mejor información contribuiría a re-ducir estas cifras, nunca lograrán evitarse total-mente los embarazos no deseados debidos a estacausa.

Los embarazos no deseados que resultan derelaciones sexuales no consensuadas o del fracasode los métodos anticonceptivos son más de los quedeberían, considerando que existe un método se-guro y eficaz para prevenir el embarazo tras una re-lación sexual sin protección: la anticoncepción deemergencia.2 Lamentablemente, este recurso noestá disponible en toda la Región, debido a que losresponsables de políticas y programas de muchospaíses no lo han aprobado oficialmente por confun-dir este método anticonceptivo con un métodoabortivo.

Los embarazos no deseados son especial-mente comunes en adolescentes, mujeres solteras ymayores de 40 años; sin embargo, también se dan enotros grupos de edad. Su frecuencia parece sermayor entre las mujeres de escasos recursos y bajonivel educativo, aunque ocurren en todas las clasessociales. Sus consecuencias no solo afectan a las mu-jeres, sino también a los hombres y a las familias.

CONSECUENCIAS DEL EMBARAZO NO DESEADO

Ante un embarazo no deseado, las mujeres ylas parejas enfrentan decisiones difíciles. Las opcio-nes que se abren son básicamente dos:

194 Temas de actualidad • Current topics

• Intentar interrumpir el embarazo a través de unaborto inducido, con todos los riesgos y conse-cuencias que este procedimiento conlleva en so-ciedades en las que está legalmente restringido.

• Continuar con el embarazo no deseado.

Cualquiera de estas decisiones tiene conse-cuencias sobre la salud y la situación social y eco-nómica de la mujer, su pareja y su familia. Además,también influyen en las condiciones de salud y dedesarrollo de las sociedades.

Las consecuencias sobre la salud de las muje-res son indirectas: las más graves se derivan delaborto inducido al que las mujeres recurren paratratar de evitar el embarazo no deseado, y que serealiza en condiciones de clandestinidad e inseguri-dad. La continuación de los embarazos no deseadostambién tiene consecuencias sobre la salud de lamadre y del hijo, ya que estos ocurren con mayorfrecuencia en mujeres en ambos extremos de laedad reproductiva, períodos durante los cuales losriesgos son mayores. Los dos tipos de implicacionessobre la salud se detallan en las secciones que si-guen. Finalmente, los embarazos no deseados tie-nen consecuencias que van más allá del individuo yafectan a toda la sociedad. Estas situaciones tam-bién se describen en este trabajo.

Consecuencias del embarazo no deseado sobrela salud

Aborto inducido. Las consecuencias más gravesdel embarazo no deseado sobre la salud son losproblemas que resultan de un aborto inseguro. En los Estados Unidos de América (EE.UU.) se sabe que aproximadamente la mitad de los emba-razos no deseados terminan en aborto (12). Algu-nas estimaciones señalan que en ALC el aborto in-ducido es el camino elegido en un 17 a 35% de loscasos (1).

La interrupción voluntaria del embarazo haocurrido en todas las culturas y en todas las épo-cas, a veces legal y culturalmente aceptado, otrasrechazado con violencia. Es un problema complejoque puede abordarse desde la ética y la filosofía, el derecho, la política, la sicología, la sociología, la historia y las ciencias de la salud. Sin embargo,cuando se estudia el aborto inducido desde estaúltima perspectiva, es imprescindible dejar de lado los profundos conflictos que el tema despierta en individuos, parejas y familias y, en general, enla sociedad, para encararlo como uno de los másimportantes problemas de salud pública queenfrentamos en la Región. Esta afirmación se sus-tenta en varias consideraciones que se detallan acontinuación.

2 La anticoncepción de emergencia (ACE) es el único método poscoi-tal disponible hasta ahora que las mujeres pueden utilizar para pre-venir el embarazo después de una relación sexual sin protección, deun accidente anticonceptivo o de una violación. Según demuestranlos estudios sobre el tema, su eficacia es del 75%; en otras palabras,la ACE previene 3 de cada 4 embarazos que ocurrirían después deuna relación sexual sin protección). La ACE consiste en la ingestiónde una dosis especial, más alta, de los anticonceptivos orales que seencuentran en el mercado, en las primeras 72 horas después delcoito, y una segunda dosis 12 horas después. En varios países de laregión ya existe un producto destinado a la ACE y el método está in-cluido en las normas oficiales de planificación familiar. Sin embargo,hay otros países donde este método no ha sido aprobado, a pesar dela existencia de políticas de población y salud reproductiva avanza-das, como en el caso de México.

La ACE actúa interrumpiendo el ciclo reproductivo de la mujer yes un método eficaz y seguro, sin efectos secundarios importantes;no afecta al embrión si la mujer que la ingiere ya estaba embarazada,y no es abortiva ni tampoco se recomienda como anticonceptivo derutina. En cambio, representa una segunda oportunidad para redu-cir en una gran proporción los embarazos no deseados y sus terriblesconsecuencias. Es importante que se difunda ampliamenteinformación sobre este método entre las jóvenes y las víctimas de re-laciones sexuales no consensuadas, y que las usuarias y usuarios deplanificación familiar que se enfrenten a problemas en el uso de losanticonceptivos, como el olvido de la toma de un anticonceptivo hor-monal oral o la ruptura o deslizamiento del condón, conozcan estaalternativa.

Rev Panam Salud Publica/Pan Am J Public Health 11(3), 2002 195

El aborto inducido es una de las principales causasde enfermedad y muerte para las mujeres de AméricaLatina y el Caribe. El aborto que se realiza en con-diciones inseguras se acompaña con frecuencia decomplicaciones secundarias al procedimiento utili-zado. Por ejemplo, cuando se introducen objetos noestériles o punzantes en el útero, los riesgos que en-frenta la mujer son enormes, y se agravan cuandoesta no cuenta con información que le permita iden-tificar los signos de las complicaciones, cuando re-trasa la búsqueda de atención por temor, vergüenzao desconocimiento de adónde acudir, o cuando lacalidad de la atención es deficiente. En un estudiorealizado en Brasil se estimó que el 20% de los abor-tos clandestinos realizados por médicos en clínicas y el 50% de los efectuados en casas particulares porla propia mujer o por personal sin entrenamiento se complican. (13) Estos datos contrastan con losprovenientes de países donde el aborto es legal y serealiza en buenas condiciones, donde solo el 5% de las mujeres que interrumpen su embarazo sufrealgún problema.

Las complicaciones inmediatas más frecuen-tes del aborto inseguro son la perforación del útero,la hemorragia y la infección. A medio plazo, la in-fertilidad es una secuela frecuente. Lamentable-mente, no se cuenta con datos sistemáticos y preci-sos para cuantificar la morbilidad que ocurre comoconsecuencia del aborto inducido, excepto en loscasos en los que la mujer acude a un centro hospi-talario. Un estudio realizado en el Instituto Mexi-cano del Seguro Social muestra que el 63% de losinternamientos de pacientes con problemas relacio-nados con el embarazo corresponden a complica-ciones secundarias a un aborto (14). Esta propor-ción es altísima y está muy por encima de la causade internamiento que le sigue en frecuencia, la he-morragia (19%). Todas las mujeres que, bien o mal,resuelven su problema en el hogar o en la comuni-dad (fuera de los hospitales) no quedan registradasen ninguna estadística oficial.

Cuando se acompaña de sentimientos deculpa y se lleva a cabo en condiciones traumáticas,el aborto inducido también tiene consecuencias psi-cológicas como depresión, ansiedad y miedo. Noobstante, es importante señalar que la continuaciónde un embarazo no deseado y la experiencia de sermadre contra voluntad también suele tener conse-cuencias emocionales graves (15). Por ahora noexisten cifras en nuestra Región que permitan esti-mar la frecuencia de las complicaciones emociona-les del aborto inducido. No obstante, es posible afir-mar que la decisión entre continuar un embarazono deseado o interrumpirlo es siempre difícil y do-lorosa para la mujer y quienes la rodean.

El aborto inducido es también una importantecausa de muerte materna (defunciones que ocurren

como consecuencia de problemas del embarazo y elparto o de complicaciones surgidas durante el puer-perio, o que se derivan de una mala atención). Enefecto, cuando un aborto se realiza en condicionesinseguras y la mujer con complicaciones no tieneacceso a atención oportuna y de buena calidad, elriesgo de morir es muy alto.

Conocer el número de muertes que ocurrenen América Latina como consecuencia del abortosería un dato importante para analizar y abordar el problema. Lamentablemente, solo contamos conaproximaciones a la cifra real, debido a la calidaddeficiente de nuestras estadísticas oficiales relativasa la mortalidad materna, así como a la clandestini-dad del procedimiento.

Actualmente, se está realizando en México unproyecto de investigación que aportará informaciónempírica sobre esta cuestión.3 En este proyecto sevan a visitar familiares o vecinos de mujeres falle-cidas por causas maternas confirmadas o “proba-blemente maternas” en dos áreas del país; el obje-tivo es conocer las circunstancias que rodearon lamuerte e identificar aquellos casos en los que po-drían haber participado las complicaciones de unaborto inducido. Para estas entrevistas se utilizarála técnica de la “autopsia verbal”. Dado que el temaes sumamente delicado, las entrevistas se realizaránpor personal entrenado específicamente para estepropósito y se garantizará la confidencialidad delos informantes. Los datos que se obtengan sobre la contribución del aborto inducido a las muertesmaternas permitirán ajustar las cifras nacionales yconocer la verdadera proporción de la mortalidadmaterna que se debe a esta causa.

En nuestros países la calidad de la informa-ción sobre la mortalidad materna es en general de-ficiente, debido a que una importante proporciónde la población aún no accede a instituciones desalud y, en consecuencia, sus muertes no quedanasentadas en ningún registro oficial. Otro factor quecontribuye a la mala calidad de la información es lainadecuada clasificación de las muertes maternascomo resultado de la deficiente cumplimentaciónde los certificados de defunción. Esto sucede por-que a menudo dichos certificados son rellenadospor personas sin entrenamiento o porque los médi-cos prefieren no incluir datos sobre complicacionesdel aborto que podrían atraer nuevas averiguacio-nes e, incluso, enfrentarlos a consecuencias legales.Además, las muertes maternas que ocurren más de42 días después del aborto o el nacimiento (aproxi-madamente el 11% del total (16, 17) generalmenteno se incluyen en la categoría de muerte materna.

3 Este es un proyecto en marcha que está siendo desarrollado por el Population Council y el Instituto Nacional de Salud Pública deMéxico.

196 Temas de actualidad • Current topics

Todas estas circunstancias explican que el 30 a 50%de las muertes maternas no queden registradascomo tal (18, 19). En otras palabras, el número realde muertes maternas es aproximadamente deldoble de lo que reflejan las estadísticas oficiales.

Es razonable suponer que el subregistro seaaún mucho más importante para las muertes que ocurren como consecuencia de un aborto indu-cido en condiciones de clandestinidad. En efecto, eltemor a la censura y a las consecuencias legales quesienten las mujeres, sus familiares y los profesiona-les de la salud determina que muchas de estas de-funciones queden registradas bajo otras causas,como infección o hemorragia. Estudios realizadosen Brasil (20) y Colombia (17) estimaron que alre-dedor del 60% de las muertes maternas clasificadasbajo la categoría de “infección” estaban asociadascon un aborto. Otro factor que contribuye al subre-gistro es que, si el embarazo fue muy reciente, lacondición de gravidez ni siquiera se menciona en elcertificado.

La mala calidad de la información disponibleobliga a recurrir a cálculos indirectos para estimarel número de muertes maternas que ocurren enAmérica Latina como consecuencia del aborto (21).Royston et al. (22) hicieron un ejercicio de este tipo.En primer lugar, tomaron el número de muertesmaternas registradas oficialmente como tales y co-rrigieron estas cifras por el subregistro de la morta-lidad materna en general, calculado en un 50%. Enpocas palabras, multiplicaron por dos el número de muertes maternas registradas oficialmente. En1990, año que tomaron los autores como ejemplo,hubo en la Región 14 000 muertes maternas que,una vez ajustadas por el subregistro del 50%, as-cendieron a 28 000. Según cifras oficiales, aproxi-madamente el 17% de la mortalidad materna sedebe al aborto inducido, lo que nos daría un nú-mero de 4 760 (17% de 28 000) mujeres fallecidas aconsecuencia de la interrupción del embarazo. Estacifra todavía está subestimada, ya que falta corre-girla por el subregistro de las muertes maternas de-bidas específicamente al aborto y mal clasificadasbajo los rubros de hemorragia o infección, que se es-tima en un 50%. Al hacer esta corrección se llega auna cifra de alrededor de 10 000 (4 760 ! 2) muer-tes por aborto por año en América Latina.

El lugar que ocupa el aborto entre las causasde muerte materna varía en los distintos países, conproporciones más elevadas en el Cono Sur. Es evi-dente que las muertes por aborto son menos fre-cuentes cuando el uso de anticonceptivos es másalto (y, por lo tanto, es menor la proporción de em-barazos no deseados), y cuando la calidad de losservicios para la atención de las complicaciones esmejor (23). Tomando en cuenta esta variación, es

posible estimar que ocurren entre 83 y 250 muertespor cada 100 000 abortos. En promedio, en los paí-ses donde el aborto es legal, la cifra es de 0,6 porcada 100 000 interrupciones del embarazo (21).

Las defunciones a consecuencia de un abortomal practicado son muertes de mujeres jóvenes, res-ponsables del cuidado de hijos pequeños y de otrosmiembros de la familia. Además son muertes total-mente prevenibles, ya que se podría evitar el em-barazo no deseado, contar con procedimientos se-guros para la interrupción del mismo y tratar coneficacia las complicaciones del aborto, lo que haceque esta realidad sea verdaderamente inaceptable.

La atención a las complicaciones del aborto con-sume importantes recursos del sector de la salud.De hecho, la atención de estos problemas ocupa elsegundo lugar en uso de recursos hospitalariospara la atención obstétrica, después del parto nor-mal, que es el motivo más común por el que las mu-jeres en edad reproductiva acuden a una instituciónde salud. El costo de la atención a las complicacio-nes del aborto en distintas instituciones y circuns-tancias es muy variable y no se ha estimado de unamanera sistemática. Para aproximarse a una cifrasería necesario considerar los costos hospitalariosdirectos que resultan de la atención de complicacio-nes graves, más las implicaciones financieras de unaborto complicado para la mujer, su familia y la comunidad. En algunos contextos, el costo deun aborto clandestino realizado por un médico en una clínica equivale a los ingresos anuales deuna familia media. Evidentemente, para un análisiscuidadoso de los costos habría que asignar un valormonetario a la muerte materna y a las consecuen-cias de la desaparición de la mujer sobre la familia,la vida de sus hijos y la comunidad. Atribuir costosa estas situaciones es un asunto complejo que loseconomistas de la salud aún no han resuelto.

Más allá de la variabilidad que seguramenteexiste entre países y grupos sociales, se puede afir-mar sin temor a equivocarse que los costos deriva-dos de incrementar la cobertura y calidad de la pla-nificación familiar, de ofrecer educación sexual y deestablecer servicios para adolescentes, entre otrasmedidas destinadas a disminuir los embarazos nodeseados, son menores que el costo de la atenciónde las complicaciones inmediatas y a largo plazodel aborto, más las repercusiones financieras quepara la familia y la sociedad implican las muertesmaternas. En nuestros países, donde la proporcióndel producto interno bruto dedicado a la atenciónde la salud está aún muy por debajo de las reco-mendaciones internacionales, resulta particular-mente grave que estos recursos limitados se dedi-

Rev Panam Salud Publica/Pan Am J Public Health 11(3), 2002 197

quen a problemas que pueden ser prevenidos conmedidas sencillas y de bajo costo.

El aborto inducido es frecuente. El aborto indu-cido es, sin lugar a dudas, frecuente en ALC. Sinembargo, dada la naturaleza ilegal del mismo, no secuenta con datos confiables sobre su incidencia. Dehecho, los números varían en un intervalo muy am-plio en función de la postura que frente al aborto in-ducido sustenta quien genera y difunde la informa-ción correspondiente.

Las únicas estadísticas nacionales con las quese cuenta se refieren al número de hospitalizacionespor aborto. Ciertas técnicas estadísticas permiten es-timar, a partir de este dato, la frecuencia del abortoinducido. Según los resultados de un ejercicio lle-vado a cabo por el Instituto Alan Guttmacher, enseis países que reúnen al 70% de la población deAmérica Latina (Brasil, Chile, Colombia, México,Perú y la República Dominicana) se realizan por añoaproximadamente 2,8 millones de abortos inducidos(1). Si estos resultados se extrapolaran a toda la Re-gión, el número de abortos inducidos por año alcan-zaría unos 4 millones. Un fenómeno de esta magni-tud, con las graves repercusiones ya mencionadas,constituye, sin lugar a dudas, un grave problema desalud pública.

El nivel socioeconómico de la mujer determina susriesgos ante un aborto inducido. Los riesgos queuna mujer enfrenta ante un aborto inducido son unreflejo de la desigualdad social que prevalece enALC. Así, las mujeres con recursos que viven enáreas urbanas tienen la opción de interrumpir unembarazo no deseado en condiciones mucho másseguras que las que habitan en zonas rurales y sonde bajo nivel socioeconómico. Las primeras suelentener acceso a profesionales de la salud capacitadospara hacer un aborto, mientras que las segundassuelen provocárselo ellas mismas o con la asistenciade una persona sin entrenamiento ni la infraestruc-tura necesaria. Los métodos que las mujeres llegana utilizar en el intento por resolver su problemasolo pueden ser vistos como un reflejo de su deses-peración: introducción de sondas o alambres, caí-das por las escaleras, golpes que se dan ellas mis-mas o sus parejas. Por su parte, las mujeres coninformación y recursos acuden a profesionales queutilizan técnicas seguras, mitigan el dolor con anes-tésicos o analgésicos y suelen indicar antibióticosprofilácticos para evitar infecciones (1). La inequi-dad es brutal, tal vez la más sobresaliente en elcampo de la salud reproductiva. Baste recordar queun aborto inducido en condiciones óptimas repre-

senta para la mujer menor riesgo que una inyecciónde penicilina o un parto normal.

En ALC, la mayoría de las constituciones na-cionales establecen el derecho universal a la protec-ción de la salud (24). Es, por lo tanto, una responsa-bilidad social ineludible responder a las necesidadesde todas las mujeres por igual, sin distinción declase social. Una sociedad que admita que algunasde sus mujeres accedan a un aborto inducido sinriesgos ni dificultades mientras que otras experi-mentan los peligros arriba mencionados, no es unasociedad democrática.

La calidad de la atención tras el aborto adolece deimportantes limitaciones. Es común que las mu-jeres que padecen complicaciones derivadas de unaborto inducido acudan a servicios públicos enbusca de un tratamiento para sus problemas. Desa-fortunadamente, la atención tras un aborto suele serde baja calidad técnica y humana. En primer lugar,en la mayoría de los servicios se utiliza el legradoinstrumental para evacuar la cavidad uterina, mé-todo peligroso en manos no entrenadas. Esta téc-nica sigue siendo la más común a pesar de que ac-tualmente se cuenta con la aspiración endouterina,que es más sencilla, segura y barata. En segundolugar, es importante recordar que las mujeres queinterrumpen un embarazo no deseado están en altoriesgo de repetir la experiencia; no obstante, solouna muy baja proporción de las que acuden a unservicio para la atención de un aborto incompleto ode sus complicaciones son dadas de alta con la in-formación necesaria o con un método anticoncep-tivo que las proteja de un nuevo embarazo no dese-ado. Finalmente, el trato que reciben las mujeres enestas circunstancias se caracteriza con demasiadafrecuencia por la rudeza, la crítica abierta o sola-pada, las largas esperas y la falta de respeto a supudor (25).

Son varias las circunstancias que contribuyena esta situación: a la falta de recursos que aqueja anuestros servicios de salud se agrega una actitudpunitiva del personal o, por lo menos, de indife-rencia ante las difíciles circunstancias físicas y emo-cionales que padecen las mujeres en estas circuns-tancias. En todo país, independientemente de lapostura oficial ante el aborto inducido, es impres-cindible reconocer que las complicaciones deriva-das de este son un problema de salud pública de lamás alta prioridad y que todos los esfuerzos por lo-grar una mejoría de la calidad de la atención estánplenamente justificados.

Otras consecuencias del embarazo no de-seado sobre la salud se derivan de que es más fre-cuente en los extremos de la edad reproductiva:

durante la adolescencia y en la edad madura. Enambos períodos, los riesgos durante el embarazo,parto y puerperio son mayores que entre los 20 ylos 40 años, según se describe en la próxima sección.

Embarazo en adolescentes

El embarazo en mujeres de menos de 19 añoses común en la región. Encuestas recientes señalanque el 14% de las gestaciones en Bolivia en 1998 fue-ron de adolescentes (2), el 19% en Colombia en 2000(3), el 27% en Nicaragua en 1998 (8) y el 17% en Pa-raguay en 1990 (26). Otra manera de apreciar lamagnitud del problema es calcular la proporción demenores de 19 años que están embarazadas o yahan tenido por lo menos un hijo cuando se realizauna encuesta. Esta categoría (adolescentes embara-zadas o con un hijo o más) representó un 44% enBolivia en 1994 (6), un 39% en Colombia en 1995 (9)y un 41% en Paraguay en 1996 (27). En México, el15,2% de las menores de 20 años ya tuvo su primerhijo (4). Esta alta frecuencia de embarazos en ado-lescentes se asocia, obviamente, con un inicio tem-prano de la vida sexual. En México, por ejemplo, el11% de las adolescentes de la cohorte 1965–1969 ini-ció su vida sexual activa antes de los 16 años. Estafracción era de casi el doble entre las jóvenes deáreas rurales y cinco veces mayor en las mujeres sininstrucción, en comparación con las que concluye-ron la primaria. Finalmente, otro dato interesantepara ilustrar el problema del embarazo en adoles-centes es que las parejas jóvenes utilizan anticon-ceptivos con menor frecuencia que los adultos pararetrasar el primer embarazo (en México, solo el 17,5% de las parejas sin hijos lo hace). Esta bajautilización de anticonceptivos determina un altoriesgo de embarazo en las jóvenes (4).

En ALC no sabemos cuántos de los embara-zos en adolescentes son deseados. Sin embargo, esde suponer que una buena proporción de estas ma-dres jóvenes hubieran preferido evitarlos, de habercontado con los recursos para ello. La prevenciónde un embarazo no deseado en este grupo de edades aún más trascendente que en otros momentos dela vida, debido a las consecuencias biológicas y so-ciales, tanto para la madre como para el niño, de losembarazos a edades tempranas:

• Las madres muy jóvenes (especialmente las me-nores de 15 años) tienen una mortalidad materna2,5 veces mayor que las de 20 a 24 años (28–30).

• Las adolescentes corren mayor riesgo de ganarpoco peso durante el embarazo, sufrir hiperten-sión inducida por el embarazo, anemia, infeccio-nes de transmisión sexual y desproporción cefa-lopélvica (29).

198 Temas de actualidad • Current topics

• Las adolescentes corren mayor riesgo de sufrirviolencia y abuso sexual.

• Ante un embarazo que la adolescente no está encondiciones de llevar a término, la joven suelecarecer de conocimientos, recursos y orientaciónpara resolver su situación. Sola y vulnerable, re-curre a los métodos más peligrosos con el fin deinterrumpir el embarazo. Asimismo, el miedo ala censura la lleva a retrasar la asistencia a los ser-vicios de salud para buscar ayuda frente a lascomplicaciones derivadas de un aborto incom-pleto. Esta cadena de acontecimientos coloca a lajoven en alto riesgo de enfermedad y muerte.

• Los hijos de madres menores de 15 años correnun riesgo dos veces mayor de tener bajo peso alnacer (< 2 500 g) y tres veces mayor de morir enlos primeros 28 días de vida que los niños de ma-dres de mayor edad (30).

• La incidencia de muerte súbita es mayor entre loshijos de adolescentes y, más adelante, estos niñostambién sufren con mayor frecuencia enfermeda-des y accidentes (28).

• Los hijos de madres adolescentes corren mayorriesgo de morir durante sus primeros 5 años devida. Un estudio comparativo para el que se usa-ron datos de encuestas de demografía y salud de 20 países muestra que este riesgo es un 28%mayor para los hijos de adolescentes que para losde madres de 20–29 años (31). Esta mayor morta-lidad es consecuencia de las condiciones en lasque se crían estos niños, caracterizadas por la po-breza, los cuidados deficientes y una utilizaciónmenor y más tardía de los servicios de salud.

En general, este conjunto de problemas re-sulta de una combinación de factores: el bajo nivelsocioeconómico, la inmadurez física de la madre, lafalta de atención prenatal, los hábitos inadecuadosrelacionados con la salud (nutrición y tabaquismo,por ejemplo) y la inmadurez emocional.

El embarazo también tiene consecuenciassobre las oportunidades de desarrollo de las jóve-nes. Así, se ha observado repetidamente que lasadolescentes embarazadas abandonan la escuelacon mayor frecuencia que el resto, tienen mayorprobabilidad de ser madres solteras o solas, van atener un número mayor de hijos al final de su vidareproductiva y sus oportunidades de alcanzar untrabajo remunerado son menores (12).

¿Cuántos embarazos no deseados y sus con-secuencias se evitarían si las jóvenes y sus parejasrecibieran una adecuada y oportuna educación se-xual y tuvieran acceso a programas y servicios deplanificación familiar? Aún cuando no se tiene unarespuesta concluyente, es posible suponer que mu-chos. Sin lugar a dudas, las adolescentes y las pa-rejas jóvenes deben ser un objetivo prioritario de

Rev Panam Salud Publica/Pan Am J Public Health 11(3), 2002 199

todos los esfuerzos por prevenir embarazos no de-seados, ya que estos se concentran en este grupo deedad y sus consecuencias son aun más graves queen otras etapas de la vida.

Embarazo en mujeres mayores

Hacia el final de la vida reproductiva las mu-jeres generalmente ya han tenido los hijos que de-seaban o aun más de los que habían previsto en sujuventud. Sin embargo, todavía son fértiles y pue-den quedar embarazadas sin desearlo. Si una mujerde esta edad decide llevar adelante su gestación, losriesgos que enfrenta son mayores que en etapasmás tempranas de la vida. Así, por ejemplo, la mor-talidad y morbilidad maternas en madres mayoresde 40 años son varias veces mayores que entre lasmás jóvenes (32, 33). Además, en esta etapa de lavida los problemas crónicos, tales como la diabe-tes y la hipertensión, son más comunes y puedenagravarse como resultado del embarazo. Los ries-gos para el feto (defectos cromosómicos como elsíndrome de Down, malformaciones congénitas,sufrimiento fetal y bajo peso al nacer) también sonmayores que cuando la embarazada es más joven.

Esta mayor vulnerabilidad añade dramatismoa las alternativas que una mujer en esta etapa de lavida debe considerar ante un embarazo no deseado:la interrupción de la gestación y sus consecuencias,o su continuación, con los riesgos que conlleva. Ellosin mencionar los problemas que representa agre-gar un hijo más a una familia que a esas alturas pro-bablemente ya sea numerosa.

Suicidios y homicidios

Ante un embarazo no deseado, una mujerpuede recurrir al suicidio o ser víctima de un homi-cidio. Que una mujer acabe con su propia vidacomo respuesta a un embarazo no deseado es, se-guramente, una de las consecuencias más trágicasde este problema. De igual forma, es inadmisibleque la mujer pague con su vida el desacuerdo de su pareja o de otros miembros de la familia con elembarazo.

Diversos autores han expresado su preocupa-ción sobre estas consecuencias del embarazo no de-seado y se han referido a ellas como “el tema au-sente” en los estudios sobre la mortalidad materna(34–36). En la mayoría de los países desarrolladosya prácticamente no existen el suicidio y el homici-dio relacionados con un embarazo no deseado (34),probablemente porque en estos lugares las legisla-ciones y los sistemas de salud ofrecen mejores op-ciones y más protección a las mujeres que enfrentan

este problema. Unos pocos estudios en países endesarrollo y, en particular, en América Latina, per-miten apreciar la magnitud de este problema. EnMatlab, Bangladesh, en el período 1976–1986 se de-mostró que de 409 muertes maternas, 17 (4%) fue-ron suicidios y 8 (2%) homicidios (37). En una re-gión de Zimbabwe, en el período 1989–1990, sedemostró que de 175 muertes maternas, 4 mujeresse suicidaron porque no deseaban el embarazo,cifra correspondiente al 2% de las muertes mater-nas en esa región (38). En un estudio realizado enuna provincia de Argentina se registraron seis casosde embarazadas que fallecieron de muerte violentaentre 1992 y 1996: dos se suicidaron, una fue asesi-nada y tres murieron en accidentes (35). Algunosautores sugieren que este podría ser un problemacreciente en países en desarrollo (34–36). La difícilsituación económica y el temor a la crítica familiar ysocial, combinados con la ausencia de leyes y de unsistema social que proteja a las mujeres con emba-razos no deseados, contribuyen seguramente a laelección del suicidio e incrementan la probabilidadde que las mujeres sean víctimas de la violencia dequienes se oponen a dicho embarazo. Esta es unárea poco explorada que merece ser investigada enprofundidad en la Región. En el estudio de autop-sias verbales que se está llevando a cabo en Méxicose van a analizar los casos de muerte violenta demujeres en edad fértil, con la esperanza de docu-mentar la proporción de mujeres embarazadas quefallecieron en tales circunstancias.

Consecuencias del embarazo no deseado sobrela sociedad

Impacto demográfico. La reproducción ha sidoreconocida como un asunto de derechos humanos yde salud, y sus efectos sobre el crecimiento pobla-cional ya no se enfatizan, ni tampoco se utilizanmetas demográficas como guía para políticas y pro-gramas (39). Sin embargo, es indudable que la fe-cundidad4 afecta el perfil demográfico de una po-blación. De hecho, los tres determinantes másimportantes del crecimiento poblacional observadoen el último siglo5 han sido la mortalidad, que dis-minuyó drásticamente como consecuencia de lasmejores condiciones sanitarias, las vacunas, los anti-bióticos y otras intervenciones altamente eficaces; la

4 Número de hijos que las mujeres tienen durante su período repro-ductivo.

5 La población mundial ha aumentado de 1 600 millones en 1900 a 2 500 millones en 1950 y a 6 000 millones en 2000 (40). Si no cambianlos factores que contribuyen al crecimiento poblacional, se estimaque en el mundo habrá 10 400 millones de habitantes hacia el año2100, y este incremento se deberá casi totalmente al aumento de lapoblación en las regiones en desarrollo (41).

fecundidad, que se mantuvo alta mientras la morta-lidad disminuía, y la alta proporción de jóvenes enla estructura demográfica, que determina un ele-vado número de hijos en la siguiente generación, in-cluso cuando la fecundidad individual de cada unode estos jóvenes es relativamente baja.6

En la mayoría de los países de la Región existepreocupación por el ritmo acelerado de crecimientode la población. Sin embargo, existen excepciones,como Argentina, Chile y Uruguay, cuyas pirámidespoblacionales corresponden más a las de países quehan completado la transición demográfica. Un aná-lisis detallado de estas diferencias excede los objeti-vos de este trabajo. Lo que sigue es relevante, sobretodo, para los países con un crecimiento poblacio-nal todavía acelerado.

La fecundidad de una población resulta de lasexpectativas reproductivas (los hijos que las muje-res y las parejas desean tener) y de su acceso a losmedios que les permiten cumplir con estas expecta-tivas (especialmente los métodos anticonceptivos).Para que la fecundidad y, en consecuencia, el creci-miento demográfico de un grupo social, un país ouna región disminuyan, es esencial que su pobla-ción aspire a un menor número de hijos y tenga ac-ceso a los medios para lograrlo. De esta manera, losembarazos no deseados se reducirían al mínimo.

La fecundidad ya no contribuye al aumentopoblacional cuando se acerca a los llamados “valoresde reemplazo”. Esto sucede cuando cada pareja tienesolamente dos hijos, que sustituyen, demográfica-mente hablando, a sus padres en la siguiente genera-ción. La fecundidad media en ALC fue de 2,7 en el año 2000 (41), es decir, mayor que la fecundidadde reemplazo.7 Este valor medio abarca países y gru-pos con una fecundidad mucho más alta aún, quecrecen a ritmos acelerados. Según los datos que arro-jan las encuestas, el número de hijos al que las muje-res aspiran es menor que el que realmente tienen. La diferencia representa a los embarazos no desea-dos. Por ello, para lograr un crecimiento poblacionalmenor en la región es esencial, en primer lugar, quelas personas logren concretar sus expectativas repro-ductivas y evitar los embarazos no deseados y, en se-gundo término, que deseen un número aún menorde hijos que los que quieren actualmente.

Si las expectativas reproductivas se cumplie-ran, las mujeres, parejas y familias no enfrentaríanlas situaciones y decisiones difíciles que se asociancon embarazos o hijos no deseados; además, la so-

200 Temas de actualidad • Current topics

ciedad en general se beneficiaría, ya que el creci-miento poblacional y las demandas que se derivande él serían menores. El impacto demográfico deldescenso de la fecundidad a valores más cercanos alos de reemplazo no sería despreciable: para el año2100 se estima que, si la fecundidad continúa comoestá actualmente, habrá una población de 8 900millones en las regiones subdesarrolladas y que lacifra sería de 7 800 millones si la fecundidad dismi-nuyera a 2 (42).

Se ha comprobado que el inicio tardío de lareproducción y el deseo de menos hijos se asociancon un mayor desarrollo social y, en especial, con elnivel de escolaridad de la madre. Por ello, los es-fuerzos por influir en las expectativas reproducti-vas deben concentrarse en los jóvenes (hombres ymujeres), ya que ellos representan el mayor grupoen la estructura demográfica actual, son los que vana reproducirse en las próximas décadas y, sobretodo, son los más abiertos a cambiar la visión tradi-cional del papel de la mujer en la sociedad. Cuantasmás oportunidades e incentivos existan para quelas mujeres reciban educación y se desarrollen comotrabajadoras o profesionales, más se retrasará laedad al nacer el primer hijo y más bajo será el nú-mero de descendientes que la mujer y su pareja de-seen. Si, al mismo tiempo, se garantizara el accesoefectivo a la anticoncepción para toda la población,el crecimiento de la población sería menor.

Hijos no deseados y criminalidad. Diversos in-vestigadores han intentado identificar las circuns-tancias de la vida o los factores que contribuyen a ladelincuencia juvenil. Dos importantes estudios handemostrado que el rechazo materno, el trato rudo oerrático y la falta de supervisión por parte de los pa-dres son factores que contribuyen a que los hijosparticipen en actividades delictivas durante la ju-ventud (43, 44). En el mismo sentido, autores fin-landeses encontraron que, en orden decreciente, elbajo nivel educativo de la madre, el hecho de sermadre adolescente, la crianza por solo uno de lospadres, el que la madre no haya deseado el emba-razo y el tabaquismo durante el mismo son factoresque incrementan el riesgo de que el hijo sea un de-lincuente juvenil (45). Estas y otras investigacionesofrecen pruebas sólidas para sustentar que los hijosque no fueron deseados y que crecieron en un am-biente desfavorable (bajo el cuidado de madresinexpertas, solas, con problemas que probable-mente les impedían dar una atención adecuada asus hijos) son más susceptibles de involucrarse enactividades criminales durante la juventud. Otrosproblemas sociales gravísimos, como la violenciadoméstica y los niños de la calle, también estánfuertemente asociados con la maternidad no dese-

6 El cuarto factor es la migración, que no se abordará en este docu-mento porque su efecto es menos importante y porque no existe unarelación clara con el tema del embarazo no deseado.

7 La fecundidad en ALC es mucho menor que en otras regiones en de-sarrollo: se estima una fecundidad de 5,1 en Africa y de 3,4 en el surde Asia.

Rev Panam Salud Publica/Pan Am J Public Health 11(3), 2002 201

ada. Recientemente, una investigación realizada

por dos prestigiosos economistas de los EE. UU. en-contró una asociación entre la legalización delaborto y el descenso de la criminalidad 15 a 20 añosdespués de aprobada la ley correspondiente en esepaís (46). Sus cálculos les permiten afirmar que lalegalización del aborto es la primera causa del im-portante descenso de la tasa de asesinatos, daños ala propiedad y crimen violento en general que se haobservado en ese país durante la última década. Dehecho, el 50% del descenso de la delincuencia po-dría atribuirse a la legalización del aborto.

En un esfuerzo por comprender esta asocia-ción, los autores sugieren que tal vez las mujeres re-curran al aborto como una manera de elegir el mejormomento de su vida para tener hijos. Ellos sostie-nen que la capacidad de una madre para ofrecer unambiente favorable para el crecimiento de un niñovaría según su edad, educación, ingresos, presenciadel padre, el deseo de quedar embarazar y el con-sumo de alcohol, tabaco y otras drogas durante elembarazo. En consecuencia, el aborto legal le da a lamujer la oportunidad de retrasar el nacimiento deun hijo hasta que las condiciones sean favorables.

Conscientes de la controversia que sus hallaz-gos despertarían, los autores se ocupan de aclararenfáticamente que ellos no tienen una posición es-pecialmente favorable ante el aborto ni están pro-poniéndolo como una solución a ningún problemasocial. De hecho, dicen que efectos similares se po-drían lograr con otras medidas, como una anticon-cepción más eficaz o programas que aseguren elcrecimiento en un ambiente favorable para todoslos niños con riesgo de involucrarse en actividadescriminales más adelante en sus vidas.

CONCLUSIONES

En este documento se ofrece información y sediscuten argumentos que permiten afirmar que elembarazo no deseado es un problema común en laRegión, con consecuencias graves sobre la salud yla situación social de las mujeres, sus hijos y fami-lias, así como sobre la población en general. Ade-más, también se ha dejado claro que el embarazo nodeseado no es solo una responsabilidad individualy de la pareja, sino de toda la sociedad. A continua-ción se describen las medidas más importantes quedeberían promoverse para reducir este problema ysu impacto.

Prevención del embarazo no deseado

• En países en los que las mujeres acceden a nive-les más altos de educación formal y su inserciónen el mercado laboral es creciente, las expecta-tivas reproductivas cambian y ellas retrasan laedad de unión, el inicio de la vida sexual y el na-cimiento del primer hijo, al mismo tiempo queaspiran a formar una familia más pequeña. Paraque la mujer no sufra las consecuencias de la con-tradicción entre lo que quiere y necesita y lo quese espera de ella, es fundamental amortiguar laspresiones de la pareja, la familia y la sociedad enfavor de una unión y maternidad tempranas yuna progenie numerosa. Para lograrlo, es necesa-rio que se establezcan programas amplios de co-municación social en los que se resalten el dere-cho de las mujeres a un desarrollo personal plenoy los beneficios que para ellas mismas, la familiay la sociedad resultan de su mejor educación e in-serción en el trabajo. Al mismo tiempo, es esen-cial introducir en los sectores educativo, de saludy laboral una perspectiva de género que asegureque las mujeres reciban un trato justo, tenganoportunidades especiales que les permitan avan-zar hacia una situación equitativa y cuenten conprogramas y servicios que hagan compatibles lavida familiar con las exigencias de los estudios oel trabajo.

• Para que las expectativas reproductivas puedanconcretarse es fundamental poner al alcance detodos, pero en especial de los jóvenes, programasy servicios de educación sexual y reproductiva,condición fundamental para que los adolescentesse hagan responsables de su sexualidad y noenfrenten riesgos derivados de esta. Sin acceso ainformación oportuna y de buena calidad, losjóvenes motivados no podrán concretar sus aspi-raciones. Esta información deberá ser veraz yobjetiva, sin prejuicios ni barreras morales. Lossectores de la educación y la salud tienen la res-ponsabilidad fundamental de ofrecerla en todaslas oportunidades, adaptando los mensajes a lascaracterísticas culturales de aquellos a quienesvan dirigidos.

• Además de la información sobre sexualidad y re-producción, la prevención de embarazos no de-seados solo podrá lograrse si los gobiernos y lasociedad civil ofrecen programas y servicios deanticoncepción accesibles y de buena calidad. Estaes, obviamente, condición esencial para prevenirlos embarazos no deseados. Para aumentar la co-bertura se deben establecer servicios para la po-blación más difícil de alcanzar, con necesidadesespeciales: los jóvenes, los hombres, las mujeres degrupos étnicos y comunidades rurales dispersas.

Para mejorar la calidad de los servicios, esesencial dar más y mejor información, adaptada a la

202 Temas de actualidad • Current topics

cultura y nivel educativo del paciente, asegurar queel trato humano sea cálido y respetuoso, y reforzarla capacidad técnica de los profesionales de la saludque ofrecen los métodos. Asimismo, debe am-pliarse la gama de anticonceptivos disponibles pararesponder a la diversidad de necesidades y prefe-rencias de los potenciales usuarios. Finalmente,también es recomendable que se aproveche todocontacto con las personas que acuden a los serviciosde salud para promover la anticoncepción y ofrecerservicios. Es importante recordar que el mal uso ola falta de uso de anticonceptivos es muchas vecesel resultado de la pobreza de la información que seproporciona a los pacientes, de la falta de discusiónsobre sus necesidades y de las limitadas opcionesanticonceptivas disponibles.

Además de los métodos que regularmente seofrecen en la región (esterilización, anticonceptivosorales, dispositivo intrauterino, condón e inyecta-bles), en los últimos años se han hecho enormes es-fuerzos por informar y poner la anticoncepción deemergencia al alcance de todos, pero especialmentede las víctimas de la violencia sexual y de los jóve-nes. Si la cobertura de planificación familiar fueramás amplia, la información y comunicación entreprestadores y usuarios de mejor calidad y la gama demétodos disponibles más amplia, el número de em-barazos no deseados sería sustancialmente menor.

Atención a las consecuencias del embarazo no deseado

Cuando una mujer queda embarazada sin de-searlo, sus alternativas son básicamente dos: inten-tar interrumpir el embarazo mediante un aborto in-ducido, o continuar con el mismo y dar a luz a unhijo que, probablemente, tampoco será deseado. Esun compromiso de todos responder ante ambas si-tuaciones, ya que los embarazos no deseados son,en gran medida, una responsabilidad social.

Para mitigar las consecuencias del aborto in-ducido es esencial:

• Revisar la legislación vigente sobre interrupciónvoluntaria del embarazo y asegurar que, cuandose cumplan las causales para acceder a un abortolegal, las mujeres no encuentren barreras para re-cibir el servicio ni sufran un trato discriminatorioy de calidad deficiente. Es intolerable observarcomo ni siquiera las niñas violadas por sus pa-dres o las mujeres con retraso mental que sufrenabuso sexual tienen acceso a un aborto legal enmuchos países de nuestra Región, aunque losinstrumentos legales establezcan claramente suderecho al aborto en estas circunstancias.

Las causales que permiten un aborto legal va-rían en los distintos países de la región (24). Los ex-tremos están representados por Chile y El Salvador,donde el aborto está prohibido en toda circunstan-cia, y Cuba y Guyana, países que lo autorizan sinninguna restricción. Entre estos dos extremos, la le-gislación varía, aunque en la mayoría de los paísesel aborto está permitido cuando el embarazo fue re-sultado de una violación o cuando está en peligro lavida de la madre. Existen algunos intentos recientesen lugares específicos (como la ciudad de México)para ampliar la legislación y agregar otras circuns-tancias como el peligro para la salud de la mujerembarazada.

• Garantizar todas las mujeres el acceso a serviciospara la atención del aborto incompleto o compli-cado, según se establece en el programa de ac-ción de El Cairo y en la mayoría de las constitu-ciones de la Región (derecho a la protección de la salud) (24, 39). La atención tras el aborto debeincluir la evacuación uterina completa con técni-cas eficaces y seguras, la atención a las complica-ciones y asesoramiento y servicios de planifica-ción familiar de calidad. Es lamentable que losservicios de salud no cuenten con personal adies-trado para la interrupción legal del embarazo. Dehecho, en la actualidad existen métodos instru-mentales y farmacológicos que son muy segurosy eficaces. Los sistemas de salud deberían procu-rar poner estas nuevas tecnologías al alcance dequienes las necesitan.

Los buenos servicios de atención a las compli-caciones del aborto contribuyen a evitar embarazosno deseados, ya que las mujeres que han tenido unaborto inducido corren mayor riesgo de tener otrosubsecuente, como resultado de la persistencia delas mismas circunstancias que contribuyeron al pri-mero (falta de información o de acceso a serviciosde anticoncepción, entre otros). Si durante la aten-ción tras el aborto se establece una buena relacióncon la paciente, se le da información sobre la repro-ducción y la anticoncepción y se le ofrecen métodosadecuados, se habrá contribuido a romper este cicloy se ayudará a miles de mujeres.

Tan esencial como ayudar a las mujeres querecurren al aborto para evitar un hijo no deseado, esapoyar a aquellas que continúan con el embarazomediante:

• Programas de apoyo especial para madres solte-ras y jefas de hogar, para ayudarles a hacer com-patibles sus tareas fuera y dentro del hogar.

• Revisión de la legislación laboral vigente paraeliminar la importante discriminación que aúnsufren las mujeres, caracterizada por la “doble

Rev Panam Salud Publica/Pan Am J Public Health 11(3), 2002 203

jornada” (trabajo remunerado fuera del hogar,sumado a las actividades domésticas), la jefaturade hogar femenina y los menores salarios a igual-dad de responsabilidades en comparación conlos hombres.

• Oportunidades especiales para que las mujeresadquieran autonomía económica, como sub-sidios y préstamos para el establecimiento demicroempresas.

• Apoyo a las adolescentes para que emprendanproyectos productivos.

• Becas de estudios para contribuir al desarrollo de las jóvenes y al cambio consecuente en sus ex-pectativas reproductivas.

• Campañas para evitar la discriminación de lasadolescentes embarazadas en las escuelas, situa-ción que las lleva a abandonar sus estudios.

• Revisión de la legislación y de los procedimien-tos para la adopción, con el fin de facilitarla.

• Promoción del compromiso del hombre en lapráctica anticonceptiva y en la salud reproduc-tiva, en general.

• Esfuerzos multisectoriales constantes para avan-zar hacia una mayor igualdad entre los génerosen todos los ámbitos.

Los programas oficiales, la opinión mundial ylos mensajes que reciben las parejas por distintos ca-nales promueven una familia poco numerosa. Sinembargo, los mismos que sustentan esta postura noparecen reconocer la responsabilidad social ante elembarazo no deseado. Mientras la mujer sufre lasgraves consecuencias del aborto clandestino sobresu salud, seguridad y dignidad, la sociedad cierralos ojos ante el hecho de que los programas de anti-concepción tienen una cobertura y calidad deficien-tes, y de que los limitados recursos para la atenciónde la salud se están gastando en tratar, con una cali-dad limitada por cierto, las complicaciones de abor-tos que podrían evitarse. Si los abortos y sus com-plicaciones se previnieran, los recursos podríanorientarse hacia otros problemas de salud reproduc-tiva, para los que las soluciones no están al alcancetodavía. Además de estas responsabilidades que lasociedad no debería soslayar, es importante agregar

una más: millones de embarazos no deseados cul-minan en el nacimiento de niños cuyas necesidadesbásicas no pueden ser satisfechas por sus madres yfamilias. Enfrentar y encontrar soluciones para losniños y jóvenes abandonados, que viven en condi-ciones de carencia física, emocional y social, es tam-bién una responsabilidad ante la que ningún miem-bro responsable de la sociedad puede cerrar los ojos.

SYNOPSIS

Unwanted pregnancy: impact on health andsociety in Latin America and the Caribbean

Engaging in sexuality and reproduction should always besomething that is wanted and planned. Unfortunately, whenthat is not the case, one result can be unwanted pregnancy.Unwanted pregnancies have consequences for women, theirfamilies, and their countries.

This document reviews the causes and results of unwan-ted pregnancy, emphasizing the impact that this problemhas on Latin America and the Caribbean (LAC). Four rea-sons why unwanted pregnancy is a continuing problem inLAC are: 1) people’s growing desire to have smaller families,2) the unmet need for family planning, 3) the fact that con-traceptive methods are not 100% effective, and 4) unwantedsexual relations. Unwanted pregnancies especially affectadolescent women, single women, and women over 40 yearsof age. Given their desperate situation with an unwantedpregnancy, some women opt for an unsafe abortion, whichcan lead to their death. Other women can go so far as to commit suicide, or be murdered by a family member or other person who is unhappy that the pregnancy has oc-curred. It has been found that women who decide to conti-nue with the pregnancy have higher risks of suffering an ill-ness, and the same is true for the child.

Reducing unwanted pregnancies and treating post-abortion complications are key to lowering maternal morta-lity and morbidity. This necessitates developing mass com-munication programs that address gender issues, educationprograms for girls, and sex education programs. It is alsovital to make available to all persons reproductive health ser-vices that include family planning methods. In the countriesof LAC with laws that specify grounds for legally ending apregnancy, it is necessary that health care be organized toactually provide this service, and that health care programsobtain the safest, most effective technologies now available

1. The Alan Guttmacher Institute. Elaborto clandestino: una realidad latino-americana. Nueva York: The Alan Gutt-macher Institute; 1994.

2. Demographic and Health Survey. En-cuesta Nacional de Demografía y Salud,Bolivia. Calverton, MD: Macro Interna-tional; 1998.

3. Demographic and Health Survey. En-cuesta Nacional de Demografía y Salud,Colombia. Calverton, MD: Macro Inter-national; 2000.

4. Consejo Nacional de Población. Cuader-nos de Salud Reproductiva. México, DF: Consejo Nacional de Población;2000.

5. Demographic and Health Survey. En-cuesta Nacional de Demografía y Salud,Bolivia. Calverton, MD: Macro Interna-tional; 1989.

6. Demographic and Health Survey. En-cuesta Nacional de Demografía y Salud,Bolivia. Calverton, MD: Macro Interna-tional; 1994.

REFERENCIAS

204 Temas de actualidad • Current topics

7. World Fertility Survey. Encuesta sobreSalud Familiar. Nicaragua. Atlanta, GA:Centers for Disease Control; 1993.

8. Demographic and Health Survey. En-cuesta Nacional de Demografía y Salud,Nicaragua. Calverton, MD: Macro Inter-national; 1998.

9. Demographic and Health Survey. En-cuesta Nacional de Demografía y Salud,Colombia. Calverton, MD: Macro Inter-national; 1995.

10. Encuesta Nacional de la Dinámica De-mográfica, ENADID. México, DF: Insti-tuto Nacional de Estadística Geografía eInformática; 1997.

11. Langer A. Hacia una maternidad sinriesgos: acciones para México en el con-texto internacional. En Elu M y SantosPruneda E (eds.). Una nueva mirada a lamortalidad materna. México: ComitéPromotor por una Maternidad sin Ries-gos en México; 1999. Pp. 29–39.

12. Brown S, Eisenberg L (eds.). The bestintentions: unintended pregnancy andthe well-being of children and families/Committee on Unintended Pregnancy.Washington, DC: Institute of Medicine,National Academy of Sciences; 1995.

13. Hardy E, Costa G. Abortion experienceamong female employees of a Brazilianuniversity. Campinas, SP: CEMICAMP;1993.

14. Hernández D, Mojarro O, Fuentes J,Martínez-Manatou J. Consideracionessobre las muertes maternas en el IMSS ysus causas. México, DF: Instituto Mexi-cano del Seguro Social; 1991.

15. Dagg P. The psychological sequelae oftherapeutic abortion-denied and comple-ted. Am J Psychiatry 1991;148:578–585.

16. Koonin L. Maternal mortality survei-llance, United States. MMWR 1991;37(supl 5):19–29.

17. Muñoz L, Ñañez H, Becerra E, Klevens J.Mortalidad materna en el Instituto Ma-terno-Infantil de Bogotá (1976–1980).Revista de la Facultad de Medicina 1985;39:331–351.

18. Reyes S. Mortalidad materna en México.México, DF: Instituto Mexicano del Se-guro Social; 1994.

19. Hernández B, Langer A, Romero M,Chirino J. Factores asociados a la muertematerna hospitalaria en el estado deMorelos, México. Salud Publica Mex1994;36:521–528.

20. La Guardia K, Rothoz M, Belfort P. A 10-year review of maternal mortality in a

municipal hospital in Rio de Janeiro: acause for concern. Obstet Gynecol 1990;75:27–32.

21. World Health Organization, Division ofReproductive Health. Unsafe abortion.Global and regional estimates of inci-dence of and mortality due to unsafeabortion, with a listing of availablecountry data. Geneva: WHO; 1998.(WHO/RHT/MSM/97).

22. Royston E. Estimating the number ofabortion deaths. Methodological issuesin abortion research. Nueva York: Popu-lation Council, IPAS, WHO; 1991.

23. Rajs D. Maternal Mortality. En TimaeusI, Chackiel J, Ruzicka L. (Eds) AdultMortality in Latin America. Oxford: Cla-rendon Press; 1996. pp. 276–294.

24. The world’s abortion laws, February1999. [Sitio en Internet The Center forReproductive Law and Policy. Disponi-ble en: http://www.crlp.org/pub_fac_abor1icpd.html. Acceso el 10 de agostode 2001.

25. Langer A, García C, Heimburger A,Stein K, Winikoff B. Assessing the qua-lity of post-abortion care in a public hos-pital of Oaxaca, Mexico. ReproductiveHealth Matters 1997;9:20–28.

26. Demographic and Health Survey. En-cuesta Nacional de Demografia y Salud,Paraguay. Calverton, MD: Macro Inter-national; 1990.

27. World Fertility Survey. Encuesta Nacio-nal de Demografía y Salud Reproduc-tiva, Paraguay. Atlanta, GA: Centers forDisease Control; 1996.

28. Morris L, Warren C, Aral S. Measuringadolescent sexual behaviors and relatedhealth outcomes. Public Health Rep1993;108(supl 1):31–36.

29. Stevens-Simon C, White M. Adolescentpregnancy. Pediatr Ann 1991;20:322–331.

30. McAnarney E, Hendee W. Adolescentpregnancy and its consequences. JAMA1989;262:74–77.

31. Bicego G, Ahmad OB. Infant and ChildMortality, DHS Comparative StudiesNo. 20. Calverton, MD: Macro Interna-tional; 1996.

32. Koonin L, Atrash H, Lawson H, Smith J.Maternal mortality surveillance, UnitedStates. MMWR 1991;40:1–13.

33. Prysak M, Lorenz R, Kisly A. Pregnancyoutcome in nulliparus women 35 yearsand older. Obstet Gynecol 1995;85:65–70.

34. Frautschi S, Cerulli A, Maine D. Suicideduring pregnancy and its neglect as a

component of maternal mortality. Int JGynaecol Obstet 1994;47:275–284.

35. Rizzi R, Cordoba R, Maguna J. Maternalmortality due to violence. Int J GynaecolObstet 1998;63(supl 1):19–24.

36. Ronsmans C, Khlat M. Adolescence andrisk of violent death during pregnancyin Matlab, Bangladesh. Lancet 1999;354(9188):1448.

37. Fauveau V, Blanchet T. Deaths from in-juries and induced abortion among ruralBangladeshi women. Soc Sci Med 1989;29:1121–1127.

38. Mbizvo M, Fawcus S, Nystrom L. Ma-ternal mortality in rural and urban Zim-bawe: social and reproductive factors inan incident case-referent study. Soc SciMed 1993;36:1197–1205.

39. Family Care International. Meeting theCairo Challenge. A Summary Report,1999. New York: Family Care Internatio-nal; 1999.

40. World Bank. World Development Indi-cators. New York: World Bank; 1998.

41. World Population Prospects: The 1998Revision. Annex I: Demographic indica-tors. Nueva York: United Nations De-partment for Economic and Social Infor-mation and Policy Analysis, PopulationDivision; 1998.

42. Bongaarts J, Bulatao R. Completing thedemographic transition. New York: Po-pulation Council; 1999. Working PaperNo. 125.

43. Loeber R, Stouthamer-Loeber M. Familyfactors as correlates and predictors ofjuvenile conduct problems and deli-quency. En: Tonry M, Morris N. (Eds)Crime and justice, VII. Chicago: Univer-sity of Chicago Press; 1986.

44. Sampson R, Laub J. Crime in the making:pathways and turning points throughlife. Cambridge, MA: Harvard Univer-sity Press; 1993.

45. Rasanen P, Hakko H, Isohanni M, Hod-gins S, Jarvelin M, Tiihonen J. Maternalsmoking during pregnancy and risk ofcriminal behavior among adult male offspring in the Northern Finland 1966Birth Cohort. Am J Psychiatry 1999;156:857–862.

46. Donohue J, Levitt S. The impact of lega-lized abortion on crime. Cambridge,MA: National Bureau of Economic Rese-arch; 2000. Working Paper 8004.

for ending a pregnancy.

Rev Panam Salud Publica/Pan Am J Public Health 11(3), 2002 205