El dragón monarca (cuento distópico-apocalíptico)

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El dragón monarca Benjamín Pacheco López Hoy es mi cumpleaños y mi único deseo es ver a los dragones monarca. Mi padre dice que ya no existen, que no me haga ilusiones de verlos cruzar entre las nubes de nuestros cielos negros rumbo a un santuario que ya nadie recuerda. No importa. Es mi cumpleaños y yo puedo desear lo que quiera. 1 Lunes Arriba dice lunes, es decir, el primer día de la semana. Bueno, eso creo. Ya nadie cuenta los días por aquí. Mi padre dice que antes usaban calendarios para llevar la cuenta del tiempo pero era una ilusión. Era una convención que usaba la gente. Como sea, utilizaré los nombres de los días para llevar este diario en lo que llegan los dragones monarca. Domingo agosto 28 2035 Hoy me gusta para que sea domingo. Mi padre dice que hace muchos, muchos, muchos años, era el día en que todos descansaban. Las familias se reunían para comer, reír y contar cómo les había ido durante la semana. Descansaban. Hoy no tuvimos nada que hacer. Mi padre salió desde temprano a 1 El texto siguiente es una recopilación de un par de diarios rescatados durante la pandemia que afectó al país a partir del 2035. Duró décadas y representó un estancamiento en muchas actividades humanas y su mayor característica fue el hecho de que el virus volvió violentos a muchos animales. Los diarios del hijo y del padre –al menos las partes que han sido rescatadas, restauradas en lo posible y editadas –reflejan, en buena medida, lo que ocurrió en aquella época. 1

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Cuento escrito por Benjamín Pacheco López. 15 páginas a doble espacio. Salamanca, Guanajuato. 18 de noviembre de 2012.

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El dragón monarca

Benjamín Pacheco López

Hoy es mi cumpleaños y mi único deseo es ver a los dragones monarca. Mi padre dice que

ya no existen, que no me haga ilusiones de verlos cruzar entre las nubes de nuestros cielos

negros rumbo a un santuario que ya nadie recuerda. No importa. Es mi cumpleaños y yo

puedo desear lo que quiera.1

Lunes

Arriba dice lunes, es decir, el primer día de la semana. Bueno, eso creo. Ya nadie cuenta los

días por aquí. Mi padre dice que antes usaban calendarios para llevar la cuenta del tiempo

pero era una ilusión. Era una convención que usaba la gente. Como sea, utilizaré los

nombres de los días para llevar este diario en lo que llegan los dragones monarca.

Domingo agosto 28 2035

Hoy me gusta para que sea domingo. Mi padre dice que hace muchos, muchos, muchos

años, era el día en que todos descansaban. Las familias se reunían para comer, reír y contar

cómo les había ido durante la semana. Descansaban. Hoy no tuvimos nada que hacer. Mi

padre salió desde temprano a buscar comida enlatada. Yo me quedé encerrado en el –otra

palabra nueva –búnker que encontramos bajo la casa que estamos habitando. Ya llevamos

varios meses aquí, o lo que creo que son meses. Regresó de mal humor. Contó que había

muchos perros en la calle. Los perros son malos. Les brillan los ojos y corren hacia donde

estés. No lo dejaron entrar a una tienda. Mañana lo volverá a intentar. Espero que me deje

ayudarlo.

Ayer vimos correr una lagartija por el cuarto en el que nos escondemos. Brinco entre

algunos muebles y se metió a un agujero. Mi padre dijo que le recordaban a los dragones

monarca. Después dudó un poco y dijo que no existían. Ya no quiso hablar y nos fuimos a

dormir.

1 El texto siguiente es una recopilación de un par de diarios rescatados durante la pandemia que afectó al país a partir del 2035. Duró décadas y representó un estancamiento en muchas actividades humanas y su mayor característica fue el hecho de que el virus volvió violentos a muchos animales. Los diarios del hijo y del padre –al menos las partes que han sido rescatadas, restauradas en lo posible y editadas –reflejan, en buena medida, lo que ocurrió en aquella época.

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¿Qué es un dragón monarca?

Ah. Arriba escribí un año también. Lo copié de un calendario que me encontré en el sótano.

Estaba roto y viejo, pero creo que servirá.

Miércoles 34 24 septiembre 2035

Mi padre me enseñó a contar los días del calendario, pues se dio cuenta que estaba

escribiendo más números de los que se usaban. Le gustó que aprendiera rápido. Sonrió. No

suele hacerlo. Casi no lo veo sonreír. Se la pasa preocupado de que no nos falte comida o

un lugar seguro. Era maestro de Literatura Nacional. Las veces que lo he visto más

tranquilo es cuando se pone a leer algún libro que encuentra en las casas que visitamos.

Dice que nadie leía y que nada más hojeaban revistas, que por eso es difícil encontrar

buenos libros. Me contó que antes había bibliotecas pero que las quemaron. No acabo la

historia porque unos puercos intentaron meterse a la casa donde estábamos. Escapamos por

una ventana mientras los animales hacían un tiradero. Dan miedo los ojos de los puercos

cuando están enojados.

Jueves 18 de abril de 2102

Mi hijo comenzó a escribir un diario. Me da gusto. Será una forma de mantenerlo distraído

mientras tratamos de sobrevivir en estas ciudades desiertas y carentes de sentido. Al menos

del sentido que uno solía darle ¿Por dónde empezar? ¿Alguien leerá esto? No lo sé pero

trataré de que sea un divague, un texto caótico, de buena fe. Supongo que también me

servirá de terapia para enfrentar la soledad y la tristeza del abandono.

Éramos millones. Había días en que odiabas caminar por la calle para evitar el

enfadoso roce entre tanta gente, tanto ruido de vehículos, tanto de todo elaborado por la

mano del hombre. Nuestra ilusión de ser dioses creadores nos desbordó y, al final, se lo

cobró el planeta. ¿Qué fue? La última gran amenaza recurrente: una epidemia, una

pandemia, un virus sin nombre. Así de simple, así de breve como la enunciación de estas

palabras. Apenas dejó un puñado de personas y muchos animales enloquecidos. En la

literatura y cinematografía de corte apocalíptico no pasaba esto. Al contrario: en la

conciencia colectiva estaba latente la idea de que, en algún laboratorio europeo o en las

entrañas de los Estados Unidos, habría una cura lista para ser comercializada y entregada “a

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tiempo”. Esto fue distinto: como entrar de repente a un banco de niebla donde todos los

equipos del barco fallan y el instinto no basta para tratar de avanzar sin temor de estrellarse

con algo. Al principio hubo algunos reportes aislados y se creyó que era un rebrote de gripe

A (H1N1) o alguna mutación derivada. Al paso de los meses las clínicas se saturaron de

tantos enfermos. La gente hacía filas durante días para tener siquiera una consulta. La

situación comenzó realmente a causar pánico cuando en las calles amanecían personas

muertas. Gente que no alcanzaba a llegar a algún centro de salud mientras sufría intensos

dolores de huesos y músculos, convulsiones, delirios y múltiples irritaciones. Gente que no

alcanzaba a despedirse mientras se repetían las sucesivas oleadas de muerte. A la par que

las personas caían, que el ritmo de las ciudades se estancaba porque los trabajadores

estaban enfermos o muriendo, fueron enloqueciendo los animales y atacando a sus dueños.

Pocas respuestas, muchos anuncios de cierre, de vacantes, de prohibido el paso, de no hay

medicinas, de vuelva mañana, de falta de servicio por falta de personal. Llegó la inevitable

huída del Estado, el saqueo sistemático de comercios y farmacias, la desinformación o la

información velada, la falsa esperanza. Las naciones se convirtieron en cementerios. Cada

casa, cada cuerpo, llegó a ser una tumba en potencia hasta que se instaló definitivamente el

silencio. Y una mañana éramos un puñado tratando de sobrevivir.

No sé si sea la fecha correcta. No la borraré. Creo que es abril por el calor. En adelante

únicamente escribiré fechas que me importen.

Sábado 30 28 febrero 2035

Febrero únicamente llega hasta 28 días a menos que sea año bisiesto y llega a 29, me dijo

mi padre. Lo dejaré así para que no se me olvide. Cuánto mide un dragón monarca? Qué

tan lejos vuelan? Mi padre se resiste a darme detalles. Insiste en que son fantasías.

Viernes 14 junio 2035

Ya entendí el sistema de calendario pero no importa. Me gusta revolver los días. El búnker

ha sido de gran utilidad: encontré algunos libros en un armario lleno de ropa y algunos

juguetes. Entre ellos hay uno que se llama Diario de Ana Frank. Es el que me inspiró para

escribir el mío (los títulos va en cursivas, según me explicó mi padre). Era de una niña que

vivió en unos cuartos secretos durante lo que se llamó la Segunda Guerra Mundial (clase de

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historia), hasta que fueron delatados y luego llevados a campos de concentración. Ahí se

murió de algo llamado tifoidea. Dice mi padre que fue algo espantoso. ¿Más espantoso que

te persigan animales enloquecidos? No sabría decirlo. He visto hombres ser devorados por

una jauría de perros. Sus gritos se mezclan con los ladridos y se agitan bastante tratando de

zafarse de ellos. Luego se quedan quietos y únicamente se escucha cuando mastican. He

visto moribundos tendidos en sus camas y apretando la mano de quien esté cerca. No me

gusta estar cerca de ellos.

P.D. (esto se llama post data y es para agregar información que no se escribió en el cuerpo

de la carta. Es latín. Las curvas se llaman paréntesis y son para escribir otras ideas. Clases,

clases) Encontré un libro sobre las especies del planeta. Ahí viene información acerca del

dragón monarca. La escribiré luego. Traté de que mi padre no viera el libro. Insiste en que

los dragones monarca están extinguidos.

Viernes 16 de septiembre

Samuel tiene, creo, 13 ó 14 años. Es triste no saber la edad de tu hijo pero tan solo de verlo

y escucharlo te das cuenta de que es un adolescente. Este Éste es el único mundo que

conoce. Él nació unos años antes de que la civilización se fuera al diablo a la chingada. Es

la palabra que le va en realidad. Octavio Paz la usó en el Laberinto de la soledad ¿Por qué

habría de evitarla? ¿Por qué persiste esa manía de ser académicamente correcto si nadie va

a leer esto? Lo único que me queda es que sea un texto de buena fe. “Son las malas

palabras, único lenguaje vivo en un mundo de vocablos anémicos. La poesía al alcance de

todos”. Por lo visto el sistema académico sigue latiendo en mí. Daba clases de Literatura

Nacional en una universidad pública. Pasaba las mañanas tratando de que mis alumnos

entendieran las aportaciones literarias en Latinoamérica y en México. Leía en voz alta

poesía y textos diversos de José Emilio Pacheco, de Paz, de Manuel Maples Arce, de Sor

Juana Inés de la Cruz, José Revueltas, Reinaldo Arenas, así como las crónicas de Carlos

Monsiváis, Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo, las Memorias de Fray Servando Teresa

de Mier, y toda una serie de nombres que se han perdido. Mi última clase fue sobre

Libertad bajo palabra:

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Allá, donde terminan las fronteras, los caminos se borran. Donde empieza el silencio. Avanzo

lentamente y pueblo la noche de estrellas, de palabras, de la respiración de un agua remota que me

espera donde comienza el alba.

Más adelante, en el texto poético, hay una parte que choca contra esta simulación de vida:

“No hay puertas, hay espejos. Inútil cerrar los ojos o volver entre los hombres: esta lucidez

ya no me abandona”. ¿Cuáles hombres? ¿Cuál lucidez? Aquí ya no hay nadie: sólo

animales rabiosos y algunos sobrevivientes. En las noticias se habló de un repentino brote

“al parecer asiático”. Ya se esperaban las reacciones tardías pero no se esperaba la muerte

tan violenta, tan de repente. Después la caída de la civilización, un gigante ciego que se

desploma con lentitud mientras el observador aprecia una enorme sombra que crece sin

control, que le resta espacio para esconderse hasta que aquel enorme cuerpo se estrella

contra la tierra. Luego el polvo que ensombrece todo, que lo cubre todo. Antes de que

fallaran por completo las comunicaciones, se habló del cierre de fronteras. Ni la posibilidad

de despedirse de tus amigos y familiares. A los doctores y epidemiólogos se los cargó la

chingada. No dieron con la cura a tiempo. Al Ejército, a la Marina, a los cuerpos de rescate,

también se los cargó la chingada. Después la acumulación de cadáveres en las calles. El

olor a muerte, la muerte olorosa, el canto callado de la muerte, en contraste con la

estridencia de la jauría, de la violenta caída en picada de la parvada sobre cabeza y espalda,

de gatos desgarrando cuellos y abdómenes, caballos desbocados mordiendo gente, bestias

de corral incontrolables ¿De dónde salieron tantos animales y cómo se apoderaron de las

calles? Le siguió la muerte del tiempo, de los días, las fechas, las horas, solamente el sol

recordándote quien es en verdad el jefe. Y la gente defendiéndose o muriendo. Al principio

éramos tres: yo, mi esposa y nuestro hijo. Nos juntamos con otros sobrevivientes y tratamos

de mantenernos unidos. Lo difícil era encontrar alimento; aprender el oficio de sobrevivir,

malvivir, malcomer. Cuidarse de cada sombra y descubrir el fuego, reinventar el fuego,

domar de nueva cuenta la llama milenaria que nos entregó Prometeo. Estábamos con los

sobrevivientes un tiempo y después cada quien se iba por su lado. Morían y con ellos se

apagaba su fuego interno. Había que volver a empezar. Una y otra vez a repasar la memoria

flamígera. Un día a la vez.

Los perros son insaciables. Lo mejor para describirlos es que les da una especie de

rabia pero más duradera; contrario a dicha enfermedad, pueden tomar agua y lo que

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encuentren al paso. En todo caso, de lo que se mueren es de una indigestión o de viejos. Es

una contradicción, lo sé. Pero no hay nadie que nos explique. También duermen durante

prolongados periodos, situación que dificulta saber si estarán activos por los días o por las

noches. En ocasiones los encontramos aparentemente sanos pero el semblante delata la

sintomatología. Es mejor huir o matarlos.

Sólo queda vagar por las ciudades buscando comida y cuidándote de las jaurías y las

parvadas. Es la pesadilla de Hitchcock y King la que nos envuelve.

Los animales viscosos, los animales viscosos, los animales viscosos, los…

28 JUEVES diciembre 2 0 3 5

No hace frío pero me gusta para que sea diciembre. Mi padre dice que madre nació en

diciembre. No la recuerdo. Guardaba una fotografía de ella pero se me perdió y me dolió

mucho. Estábamos en lo que era un centro comercial. Seguimos las reglas pero los perros

nos agarraron desprevenidos. La primera regla es guardar silencio. Siempre, siempre,

siempre. La segunda es andar en grupos pequeños. Siempre, siempre, siempre. La tercera es

preservar la vida a toda costa aunque estemos en posibilidad de perder una gran cantidad de

alimento. Siempre, siempre, siempre. La cuarta es recordar que un perro nunca anda solo.

Nunca, nunca, nunca. Todo iba bien pero un señor del grupo tiró por descuido una lata. Los

perros oyen todo. Los ladridos se escucharon distantes pero tuvimos que salir corriendo y

esto generó más ruido. A mí se me quedó la mochila donde tenía la fotografía. Uno de los

hombres fue alcanzado por los perros. Su esposa lloró mucho. Mi padre prometió volver

por la mochila. Lo hizo. Pero me dijo que había sido despedazada por los animales. Me

puse a llorar.

14 de febrero; 1 de diciembre

La extraño mucho. Logramos sobrevivir juntos un par de años. Dio la vida por Samuel. En

una de nuestras huídas se lastimó una pierna tratando de distraer una jauría que nos

persiguió al interior de una casa. Mientras ella desviaba a las bestias, yo protegía al niño.

Logró salir por una ventana y dejamos encerrados a los animales. Le prendimos fuego y los

vimos arder. Ella me enseñó la herida una vez que encontramos refugio. Había sangrado

mucho y al parecer el corte había sido con el borde al momento de escaparse y cerrarla para

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que no la siguieran. No teníamos medicinas. Nuestras precauciones se resumían en hervir el

agua y tratar de mantenernos limpios y bien abrigados. Comenzó con fiebres y delirios cada

vez más violentos. La abrazaba todas las noches y le contaba historias de un mundo ya

perdido. Me ayudaron a cuidarla otros sobrevivientes con los que compartíamos la

búsqueda y el fuego en aquellos días. A riesgo de ser devorado por los perros, me metí en

cada casa que me salía al paso en búsqueda de alguna medicina, algún suero, alguna

inyección. No encontré algo de utilidad y regresaba angustiado pensando que había muerto

en mi ausencia. Un día ya no despertó. La enterré en el patio de una casa. Se llamaba llama

Dulce María y cumplía años el primero de diciembre. La extraño mucho.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces sobre bajo el cielo infinito.

P.N.

Marzo 37 dos mil treinta y cinco

“Zool. Volador. Reptil del o. escamosos, fam. agámidos (Draco volans ignis). Conocido

popularmente como Dragón Monarca. Es propio de Sumatra, Java y Borneo. Traído a

América en el Siglo XV por diversos grupos de viajeros aunque se cree que una especie

emparentada pudo haber llegado desde el siglo V, según algunas osamentas similares

encontradas en zonas de baja temperatura. Se distingue por unas expansiones cutáneas

laterales, sostenidas por costillas, similares a las alas de los pájaros. Mide alrededor de 20

cm, 12 de los cuales corresponden a la cola. Son reptiles homeotérmicos, es decir, de

sangre caliente porque su temperatura corporal es regulada internamente. Esto lo ayuda a

adaptarse a diferentes climas y mantenerse activo tanto de día como de noche durante todo

el año. Los dragones, al igual que otros reptiles y pájaros, ponen huevos, mismos que están

protegidos por un cascarón muy duro que durante la gestación se suaviza para permitir que

los dragones recién nacidos sean capaces de romper la cáscara con mayor facilidad. Su

cuerpo está recubierto de escamas fuertes y brillantes. Su principal mecanismo de defensa,

además de contar con pequeñas garras, es una glándula que segrega un gel con altas

concentraciones de sodio –Na(s)- que al mezclarse con saliva y ser expulsado por el reptil,

genera una flama de color naranja intenso”.

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La enciclopedia está muy dañada pero después copiaré más información. Hay una

fotografía pero está muy borrosa.

Nota: tengo que preguntarle muchas cosas a mi papá. Todo lo que tiene marcas.

12 de octubre

¿Cómo hemos sobrevivido? Viviendo en techos de casas abandonadas, en coladeras, en lo

que eran áreas deportivas, en bodegas, en departamentos donde atrancamos las puertas y

ventanas, y lo que eran oficinas de gobierno. Evitamos todo lo que tenga cortinas de acero

(ruidosas) y dentro de automóviles (te pueden rodear los animales y pueden ser pacientes,

muy pacientes). También creo que somos inmunes al virus. Eso explica, en parte, nuestra

duración. Pero no estamos exentos de otras enfermedades, por lo que hay que tener cuidado

con lo que se come, donde se pisa y cuestiones como la humedad y el polvo, o los llamados

cambios bruscos de temperatura. Cuando estamos cerca de centros de salud trato de obtener

las medicinas que puedo. Pero en muchas de las ocasiones han sido saqueadas o los

fármacos ya caducaron. Por suerte están las farmacias de los centros comerciales, aunque al

final es lo mismo. Recuerdo con nostalgia aquello de “servicio a domicilio” y el poder de

solicitar lo que fuera vía celular o Internet. De la nostalgia por el dominio de la distancia o

de cómo aprendimos a engordar y soportar las cadenas invisibles de una pantalla de plasma.

De la vida organizada en un complejo sistema de consumo ordenado en quincenas, ahorro y

aguinaldo. Ante todo sobrevivir a la desesperanza, des –esperanza, ése otro virus que te

corroe las ideas y la seguridad, el sentido de estar vivos. La palabra mañana tiene un sabor

a olvido.

Recuerdo la rabia de los pájaros. De niño los veía realizar complicadas maniobras

en parvada y su vuelo en forma de /v/. Una tarde observé aquel despliegue de armonía y

coordinación durante una hora, los giros violentos y el sonido del aire cortado ante las

cambiantes decisiones del líder. La imagen era tinta aérea que formaba y deconstruía su

plumaje arquitectónico, un cuerpo bellamente distorsionado y enmarcado en un lienzo azul

me hizo llegar tarde a casa. Aquella formación, un enorme párrafo de comas alegres, de

repente se desvaneció en el horizonte.

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Recuerdo los primeros ataques de aquella /v/ que partía las multitudes y les

exprimía sus gritos de pánico mientras intentaban correr o esconderse. Hitchcock, te

hubiera encantado, te hubieras lanzado ante aquella garra alada sin importar las agresiones

para grabar cada detalle e incorporarlo en tu obra maestra armada en la que se alcanzan a

entrever algunos pajarracos de cartón. Ellos murieron rápido pero su ataque a los hombres

fue despiadado. Ya no he visto aves. La falta de su función polinizadora ya también afectó

el paisaje. Luce casi muerto.

Jueves 7 mayo 2035

“Este reptil, además de su gran belleza, se caracteriza por su resistencia y longevidad pues

puede llegar a vivir hasta nueve meses. Es capaz de viajar más de 4 mil kilómetros desde

Canadá y Estados Unidos hasta los bosques oyameles de los estados de Michoacán de

Ocampo y México. Cada año, entre octubre y marzo, los dragones monarca encuentran en

los bosques mexicanos las condiciones ideales para desarrollarse y aparearse: altitud ( 2 mil

300 -3 mil 500 metros sobre el nivel del mar), temperatura, humedad y exposición a los

rayos solares, entre otros. Recorren alrededor de 120 kilómetros por día y realizan su viaje

en 33 días, aproximadamente. A finales de marzo, cuando alcanzan su madurez, emprenden

su viaje de retorno a los países del norte por medio de varias rutas migratorias. Las que

llegan a México vienen de la zona ubicada entre las Rocallosas y los Grandes Lagos, bajan

por la Sierra Madre Oriental, entran al Altiplano por las montañas más bajas y llegan a los

estados de México y Michoacán de Ocampo. Los santuarios del dragón monarca se

encuentran en los cerros de Altamirano, Pelón y Picacho, así como las sierras Chincua y

Campanario. Se estima que cada santuario tiene entre 7 y 20 millones de dragones”.

Agotado. Siguen saliendo marcas.

Miércoles 18 agosto 2035

¿Cómo será tener un dragón monarca en la palma de la mano? Mi padre me platicó que de

niño solía sostener un insecto llamado “mariposa”. Luego las veía partir, desplegar sus alas

y volar en un “aleteo nervioso y fascinante” (las comillas, según me explicó, son para

cuando usamos palabras que no son nuestras. Le tuve que preguntar cómo se escribe

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fascinante). Quiero ver sus alas, que camine en mi mano y dejarlo volar. También quiero

decir que el aleteo del dragón es nervioso y facinante fascinante.

Lunes domingo Sábado junio 81 dos y mil y treinta y cinco

Estábamos en el último piso de unos edificios abandonados. Buscábamos comida ¿qué

más? De repente, vi a una niña que iba corriendo por la calle. Estaba asustada pero evitaba

llorar. Creo que pensaba que su familia estaba cerca. Del otro extremo de la calle salió una

señora gritando y se movía en dirección hacia ella. Venían muchos perros detrás de la niña.

Su mirada era espantosa. Babeaban mucho. Cada vez estaban más cerca. Ella se resbaló y la

mujer gritó.

Mi padre me quitó de la ventana.

Ya no quiero escribir hoy.

20 de noviembre

Corman La mirada de un hombre me recordó un libro de Cormac McCarthy. Creo que se

llamaba La carretera y creo que hasta hicieron una película. Eran un padre y un hijo que

luchaban por sobrevivir, luego de que se les había acabado el alimento en casa y la mujer

había salido para tratar de encontrar más. No volvieron a saber de ella. No recuerdo muchos

detalles. El mundo, para variar, se había ido a la chingada aunque era ambiguo sobre las

causas. Algo atómico, alguna guerra. El punto es que la trama enfatizaba sobre el recurso

(¿?) del canibalismo como adaptación a condiciones de precariedad. (que elegante). Había

una escena impactante: los protagonistas entraban a una casa y descendían a un sótano. Ahí,

con horror, descubrían que había otras personas desnudas y que poco a poco habían sido

mutiladas para alimentar a los habitantes de esa casa. Todavía estaban vivos. Algunos, sin

pies ni manos, intentaban escapar y pedían ayuda. En esta confusión, y al mismo tiempo

revelación de la maldad del hombre disfrazada de justificación para sobrevivir, llegaban los

depredadores humanos. La pareja alcanzaba a escapar. Todo esto me llegó de golpe cuando

estábamos revisando unos departamentos. Ahí había otros sobrevivientes y acordamos

repartirnos los cuartos, siempre con la promesa de no hacer ruido para no atraer a las

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posibles jaurías que anduvieran por el área. Entre ellos había un hombre. No reparé mucho

en él hasta que me di cuenta que nos miraba de tiempo en tiempo. Llevaba un machete y

hasta juraría que había rastros de sangre en el filo. Traté de convencerme de que

posiblemente se debía a uno que otro perro que hubiera matado. Cada vez nos rondaba más

cerca hasta que nos quedamos viendo de frente, unos metros de separación únicamente. En

su mirada había una mezcla de hambre, perdón por anticipado y resolución a lo que

pensaba hacer. Yo traía un bat que había encontrado en una zona deportiva. De repente

escuchamos ladridos en la calle y el volteó hacia una ventana. Su error fue haberse

distraído. Le pegué varias veces. Sonó hueco. No recuerdo cuantas pero creo que fueron

pocas. El ruido de la calle distrajo a los demás. Fui por Samuel que estaba mirando por una

ventana y nos marchamos por otra salida de los edificios. Había muchos gritos y ladridos.

Para mí, la muerte suena hueco.

Viernes…

Ayer vi un hombre dispararse así mismo. Fue horrible. Perdió el control cuando se dio

cuenta que ya estaba caducada toda la comida enlatada que había encontrado en una

alacena. Dice mi padre que esta comida dura alrededor de dos años, pero otros productos

pueden durar más de una década. Todo depende de lo que encuentres. El hombre gritó

mucho. Formaba parte de un grupo que encontramos vagando por las calles. Sus amigos

trataron de calmarlo para no atraer la atención de los perros. Sacó una pistola, los amenazó

a todos. Mi padre intentó hablar con él pero no quería entender nada. Creo que dijo “no hay

mañana”, puso el arma en su frente y se disparó. Estábamos a media calle. No hubo tiempo

de llorarlo. Cada quien se fue por distintas partes. Mi padre me tomó del brazo y corrimos

hacia una casa cercana. Los perros llegaron después. No hablamos esta noche.

Sábado 19 91 2035 3025

“La era de los dragones terminó en los primeros siglos de la cristiandad, cuando los

profetas y misioneros errantes empezaron a presentar a estas criaturas, relativamente

inofensivas y útiles, como emisarios del mal. Tuvieron pocas dificultades para convencer a

los supersticiosos caballeros y campesinos que los monstruos que respiraban fuego, con sus

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cuernos escamosos y sus terribles garras y dientes, eran encarnaciones del pecado y debían

ser destruidos. Por añadidura, algunos hechiceros contribuyeron a reformar la creencia,

utilizando dragones para vigilar a vírgenes raptadas o para protegerse a sí mismos de las

investigaciones”.

Tantas dudas. Tantas dudas.

(Madrugada)

¡Soñé con el dragón monarca!

Al principio creí que era una pesadilla. Un sueño malo. Mucho silencio. Estaba parado

sobre un campo y había sol. En eso vi un perro que se acercaba corriendo. Tenía unos

colmillos tan grandes que dejaba rastros en la tierra. Era enorme. Empecé a correr y me

caía. Me di la vuelta y una sombra se vino sobre mí. Creí que moriría. Entonces lo vi en el

cielo con sus grandes alas que me protegieron de la bestia. Lanzó fuego y volvió cenizas al

animal. Me subí a su lomo y nos fuimos volando.

2 de noviembre

Adiós a Dios

Dios a Dios, diosa a dios

Adiosado dio adiós, soy dios

Preámbulo a dios, ante dios, con dios y contra dios

Muralla de dios, soledad de dios, disparo de dios, jauría de dios

Protodios para formar a dios, sodio de dios, subdios

Irá con dios, ira contra dios, mira a dios en la pira de dios

Ausencia de dios, dios en las ausencias, austeridad de dios, microdios

Sangre de dios en el cuerpo de dios, idos por olvido de dios, errores de dios

Aullido de dios durante el sueño acelerado de dios, lluvia de odio a dios desempleado

Disfraz de dios para encarnar el papel de dios, salga por esta puerta de dios

Creación de dios para administrar la obra de dios, desobrar de dios, sordera de dios

Días contados de dios, fronteras y límites para dios, un réquiem para dios, adiós a dios

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P. 5 de febrero

Hoy fue un día excitante. Encontré un grupo de sobrevivientes tras salir de esta ciudad.

Siempre resulta difícil la salida. Casi no hay manera de planearla, pues el sueño inconstante

de las jaurías dificulta los planes. Me arriesgué ¿qué podía hacer? No planeo morirme de

hambre en una bodega y, en lo personal, prefiero enfrentarme a las bestias que ver morir a

Samuel. Aunque he matado muchos perros, de todos modos me resulta difícil hacerlo.

Desde niño siempre tuve mascotas. Mi hijo desconoce la caricia sobre el lomo peludo, el

movimiento de cola que refleja alegría, la lengua de fuera ante el calor, las orejas gachas si

sienten pena, el verlos rodar o arrastrar la ropa por el patio. Él únicamente sabe que son

bestias malditas de las que tiene que mantenerse apartado. Los otros sobrevivientes viven

en unos cerros, en una especie de fuerte cercano a un río. No nos querían dejar entrar. Les

dijimos que no traíamos armas de fuego y que tampoco estábamos enfermos (esa es una de

las preocupaciones más importantes cuando la gente se encuentra). Se encerraron para

consultarlo y, tras unas horas y más revisiones, nos permitieron el paso. Les conté mi

historia. Tienen muchas parecidas. A todos nos ha alcanzado a quemar este pedazo de

infierno. Ellos han logrado sobrevivir: pescan y siembran sus verduras. El líder, o

encargado o responsable o lo que sea, tiene una hija y creo que es de la misma edad que

Samuel. Espero que se lleven bien.

Nadie está mal mucho tiempo más que por su propia voluntad. Quien no tiene valor para padecer ni

la muerte ni la vida, quien no quiere ni resistir ni huir ¿qué hará?

Montaigne

Ella se llama Soledad. Tiene los ojos verdes. Me siento raro cuando estoy junto a ella. Mi

padre y los demás hombres nos mandan a jugar cuando tienen que hablar de sus cosas. Es

muy callada pero a veces sonríe. Me gustan sus dientes y su risa. Creo que le hablaré sobre

el dragón monarca.

Eso sí se porta bien conmigo.

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En estos hombres hay una teoría: creen que hay sobrevivientes en las islas y creen que es

necesario ir a buscarlos. Son un grupo fuerte: son alrededor de treinta personas (mujeres,

niños, algunos ancianos) e incluso han acondicionado una pequeña escuela. Hasta tienen un

nicho y algunas personas rezan por la noche. Hay turnos de vigilancia. La zona es fría pero

en esta parte del año resulta aceptable. Hay cuevas en la cercanía con algunos murciélagos.

Samuel se ha adaptado. Sonríe más. Juega con los demás niños. Se lleva bien con Soledad.

Un anciano me mostró una mordida de perro que tiene en un brazo. Asegura que se lavó y

cubrió con vendas únicamente. También se cree inmune.

¿Habrá esperanza?

Se me ha perdido el mundo

y no sé cuando

comienza el tiempo

de empezar de nuevo

Vamos a ciegas en la oscuridad

Caminamos a oscuras

en el fuego

José Emilio Pacheco

Un hombre llegó espantado. Vio un perro por las cercanías. Lo mató pero cree que

posiblemente lleguen más. Fue un día triste. Soledad me tomó de la mano. Tiene miedo.

Cree que tendrán que moverse de ahí.

Las discusiones se han recrudecido al interior del grupo. Hay dos bandos: los que se

quieren quedar y los que están resueltos a viajar hasta las islas más cercanas. Hay un mapa

y se barajan las posibilidades. Desde donde estamos son cientos de kilómetros ¿Cómo

vamos a mover a toda esta gente? ¿Cuántos van a sobrevivir?

Soledad me besó en la oscuridad

¡Ella también cree en el dragón monarca!

Su abuela le contó que solía jugar con ellos de niña pero (ILEGIBLE).

Los vi. Me da gusto que se acompañen. Quizás haya esperanza.

Un mundo nace cuando dos se besan. Octavio Paz

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No se ha llegado a un acuerdo. Pero creo que la historia del día definirá en breve lo que

tendremos que hacer (ILEGIBLE) llegó atemorizado: vio unos murciélagos atacar a unos

cinco perros. Las bestias huyeron pero no descarta un contagio. Hasta el momento no

habían registrado ataques de murciélagos. Raro (ILEGIBLE) según ella no hay peligro. La

historia se mantiene en secreto. Antes temían a los pájaros (ILEGIBLE) ahora no saben qué

hacer.

Ella me toma de la mano. Siento su temblor.

Mañana saldremos. Un hombre llegó herido. Lo atacaron los murciélagos cerca del río

durante una guardia nocturna. Escuchó un aleteo y se le fueron encima. Los ahuyentó con

fuego pero lo mordieron en el rostro, espalda y cuello. La fiebre avanzó muy rápido y ha

estado gritando que le duelen los huesos. La gente está (ILEGIBLE) por lo que

(ILEGIBLE) antes de que ocurra algo peor. No hay tiempo para (ILEGIBLE).

Temo por Samuel.

Hoy es mi cumpleaños y mi único deseo es ver a los dragones monarca. Mi padre dice que

ya no existen, que no me haga ilusiones de verlos cruzar entre las nubes de nuestros cielos

negros rumbo a un santuario que ya nadie recuerda. No importa. Es mi cumpleaños y yo

puedo desear lo que quiera.

Todos están corriendo y recogiendo sus cosas. Mi padre me ha pedido que me apure. No sé

en cuanto tiempo pueda escribir otra vez. Los viajes son largos y en las noches estoy tan

cansado que no quiero escribir.

Amo a Soledad.

Escucho aleteos en la ventana. Podría jurar que es el dragón monarca. Iré a ver y después

se lo mostraré a Soledad. Con suerte, un dragón volará de nuestras manos. Los veremos

cubrir el horizonte.

FIN DE LOS DIARIOS

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