El don de sabiduria en Maria.docx

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No se puede dudar sobre que la Bienaventurada Virgen Maria haya recibido de modo excelente el don de sabiduría, la gracia de las virtudes y la de profecía, pero no recibio el uso de todas estas y otras gracias como las tuvo Cristo, sino de un modo acomodado a su condicion. Tuvo el uso de la sabiduría en la contemplacion, segun dice San Lucas: Y Maria conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazon (Le 2,19). Pero no tuvo el don de la sabiduría para enseñar (publicamente, se entiende) porque esto no era propio del sexo femenino, conforme a lo que dice San Pablo (cf. 1 Tim 2,12). El uso del don de milagros no le competia a Ella mientras viviera, porque entonces la doctrina de Cristo necesitaba ser confirmada con milagros, y asi solo a Cristo y a sus discipulos, que eran los portadores de su doctrina, convenia el hacer milagros. Por lo cual, del mismo San Juan Bautista se escribe que no hizo ningun milagro (Jn 10,41), para que asi todos prestasen atención a Cristo. Pero la Bienaventurada Virgen tuvo el don de profecí'a, como consta por el cantico: Engrandece mi alma al Senor (Lc 1,48)

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No se puede dudar sobre que la Bienaventurada Virgen Maria haya recibido de modo excelente el don de sabidura, la gracia de las virtudes y la de profeca, pero no recibio el uso de todas estas yotras gracias como las tuvo Cristo, sino de un modo acomodado a su condicion. Tuvo el uso de la sabidura en la contemplacion, segun dice San Lucas: Y Maria conservaba todas estas cosas, meditndolas en su corazon (Le 2,19). Pero no tuvo el don de la sabidura para ensear (publicamente, se entiende) porque esto no era propio del sexo femenino, conforme a lo que dice San Pablo (cf. 1 Tim 2,12). El uso del don de milagros no le competia a Ella mientras viviera, porque entonces la doctrina de Cristo necesitaba ser confirmada con milagros, y asi solo a Cristo y a sus discipulos, que eran los portadores de su doctrina, convenia el hacer milagros. Por lo cual, del mismo San Juan Bautista se escribe que no hizo ningun milagro (Jn 10,41), para que asi todos prestasen atencin a Cristo. Pero la Bienaventurada Virgen tuvo el don de profec'a, como consta por el cantico: Engrandece mi alma al Senor (Lc 1,48)