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El Dipló: Un pensamiento convertido en mundo 1/4 21-07-2012 15:26:52 Por Razmig Keucheyan* - 1 - Edición Nro 157 - Julio de 2012 Edición Nro 157 - Julio de 2012 ANTONIO GRAMSCI, EJEMPLO DE INTELECTUAL CRíTICO Un pensamiento convertido en mundo Por Razmig Keucheyan* Llevar adelante la batalla de ideas para liberar a las clases populares de la ideología dominante y conquistar el poder... Los análisis que Antonio Gramsci desarrolló en las cárceles fascistas a principios de los años 1930 viven un resurgimiento. De Europa a India, pasando por Argentina, sus escritos circulan y abonan el pensamiento crítico. Abraham Vigo, Reunión en la fábrica, 1936 (fragmento, gentileza Fundación OSDE) Por qué lo que fue posible en Rusia en 1917 –es decir, una revolución obrera– fracasó en todo el resto del mundo? ¿Cómo es posible que en ese momento, el movimiento fuera derrotado en todos los demás países europeos (en Alemania, en Hungría, pero también en la Italia de los “Consejos de Turín”, en 1919-1920, cuando los trabajadores del norte del país ocuparon sus fábricas durante varios meses)? Esta pregunta es el punto de partida de los famosos Cuadernos de la cárcel de Antonio Gramsci, quien, cuando era un joven revolucionario, había hecho sus primeras armas en la experiencia de Turín. Esta obra de filosofía política fundamental del siglo XX, escrita pocos años después del reflujo de este proceso, ofrece una profunda meditación sobre el fracaso de las revoluciones en Europa, y sobre la manera de superar la derrota del movimiento obrero de los

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Por Razmig Keucheyan* - 1 - Edición Nro 157 - Julio de 2012

Edición Nro 157 - Julio de 2012ANTONIO GRAMSCI, EJEMPLO DE INTELECTUAL CRíTICO

Un pensamiento convertido en mundoPor Razmig Keucheyan*

Llevar adelante la batalla de ideas para liberar a las clases populares de la ideología dominante

y conquistar el poder... Los análisis que Antonio Gramsci desarrolló en las cárceles fascistas a

principios de los años 1930 viven un resurgimiento. De Europa a India, pasando por Argentina,

sus escritos circulan y abonan el pensamiento crítico.

Abraham Vigo, Reunión en la fábrica, 1936 (fragmento, gentilezaFundación OSDE)

Por qué lo que fue posible en Rusia en 1917 –es decir, una revolución obrera– fracasó en todo el resto delmundo? ¿Cómo es posible que en ese momento, el movimiento fuera derrotado en todos los demás paíseseuropeos (en Alemania, en Hungría, pero también en la Italia de los “Consejos de Turín”, en 1919-1920,cuando los trabajadores del norte del país ocuparon sus fábricas durante varios meses)?

Esta pregunta es el punto de partida de los famosos Cuadernos de la cárcel de Antonio Gramsci, quien, cuando era unjoven revolucionario, había hecho sus primeras armas en la experiencia de Turín. Esta obra de filosofía políticafundamental del siglo XX, escrita pocos años después del reflujo de este proceso, ofrece una profunda meditaciónsobre el fracaso de las revoluciones en Europa, y sobre la manera de superar la derrota del movimiento obrero de los

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años 20 y 30. Tres cuartos de siglo después de la muerte de Gramsci, dicha obra sigue interpelando a todos aquellosque no han renunciado a la búsqueda de los caminos de otro mundo posible.

Curiosamente, también interpela a quienes se esfuerzan por evitar que este otro mundo ocurra. “En el fondo, he hechomío el análisis de Gramsci: el poder se gana con las ideas. Es la primera vez que un hombre de derecha asume estabatalla”, declaró Nicolas Sarkozy pocos días antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas de2007 (1). A decir verdad, la recuperación del autor de Cuadernos de la cárcel por parte de la extrema derecha, de la queprovenían algunos colaboradores cercanos de Sarkozy –entre ellos, Patrick Buisson–, es una vieja historia. Ello noimpidió, sin embargo, que durante todo el siglo XX Gramsci fuera objeto de reinterpretaciones muy estimulantes departe de las corrientes revolucionarias en todo el mundo.

Teoría globalizada

Para Gramsci, el hecho de que la revolución fuera posible en Rusia pero no en Europa Occidental se debe a lanaturaleza del Estado y de la sociedad civil. En la Rusia zarista, el poder se concentra en manos del Estado; la sociedadcivil –partidos políticos, sindicatos, empresas, periódicos, asociaciones, etc.– está muy poco desarrollada. Tomar elpoder en esas condiciones –como hicieron los bolcheviques–, implica ante todo apropiarse del aparato estatal: ejército,gobierno, policía, justicia… Con una sociedad civil en estado embrionario, aquel que detente el poder del Estado serácapaz de controlarla. Por supuesto, una vez apropiado el Estado, comienza el problema: guerra civil, reactivación delaparato productivo, relación problemática entre la clase obrera y el campesinado, etc.

En Europa Occidental, en cambio, la sociedad civil es densa y autónoma. Bajo los efectos de la revolución industrial,va ubicándose gradualmente a la cabeza de la producción. Detenta una porción importante de la suma total del poder, atal punto que no alcanza con apropiarse del Estado: hay que reinar además en la sociedad civil. El problema radica enque a esta última no se la conquista de la misma manera. Ello implica que el cambio social adquiere formas distintasdel caso ruso. No es que las revoluciones en Europa Occidental se hayan vuelto imposibles, ni mucho menos; perodeben ser parte de una “guerra de posiciones” a largo plazo.

Gramsci quiere ser fiel a la revolución rusa (es un gran admirador de Lenin, a quien no deja de rendir tributos en losCuadernos de la cárcel). Pero también entendió que esa lealtad significa, en la práctica, cambiar la forma de hacer larevolución. Su teoría de la “hegemonía” encuentra su punto de partida en esta observación. La lucha de clases, diceGramsci, ahora debe incluir una dimensión cultural; debe plantearse la cuestión del consentimiento de las clasessubalternas a la revolución. La fuerza y el consentimiento son los dos fundamentos de la conducta de los Estadosmodernos, los dos pilares de una hegemonía. Cuando falta el consentimiento –como por ejemplo en el caso del mundoárabe en 2011–, es cuando están dadas las condiciones para el derrocamiento del poder establecido.

La primera edición de los Cuadernos de la cárcel aparece a fines de los años 1940, bajo la responsabilidad de PalmiroTogliatti, secretario general del Partido Comunista Italiano (PCI), quien hasta principios de los 60 mantuvo el controlsobre la circulación de los escritos de su difunto camarada (ver recuadro). Desde esa época, la obra de Gramsci sirvecomo punto de encuentro para todos aquellos que, en el mundo, quieren combinar la lealtad a la revolución de octubrede 1917 con la voluntad de adaptar el proceso a contextos sociopolíticos a veces muy distintos a la Rusiarevolucionaria. Esto explica la rápida difusión internacional de las tesis de Gramsci, así como la constitución decorrientes gramscianas en todo el mundo. De los Cuadernos de la cárcel puede decirse que es una de las primerasteorías críticas globalizadas.

Tres casos situados en las antípodas el uno del otro ilustran este movimiento. En la segunda mitad del siglo XX,Argentina se convierte en el centro de una importante tradición gramsciana, antes de que otros países del continente–como Brasil, México y Chile– se sumergieran también en el estudio de Cuadernos de la cárcel. La velocidad y lamagnitud de la recepción de Gramsci en Argentina se explican en parte por la importancia de la inmigración italiana.

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También se deben al hecho de que sus conceptos clave –“hegemonía”, pero también “cesarismo” o “revoluciónpasiva”– están llamados a contribuir a la comprensión de ese fenómeno político típicamente argentino que es elperonismo.

En términos más generales, en esa época dichos términos se utilizan para analizar los regímenes militares “progresistas”o “desarrollistas” –además de Juan Domingo Perón en Argentina, Lázaro Cárdenas en México o Getúlio Vargas enBrasil– que aparecen en la región. Estos regímenes ponen en práctica formas de “modernización conservadora” –nirevolución ni restauración–, frecuentes en el siglo XX en los países del Tercer Mundo. La noción de “revoluciónpasiva”, que Gramsci forja en los Cuadernos de la cárcel al considerar la formación del Estado-nación italiano en elsiglo XIX (y el Risorgimento en general), describe con precisión ese tipo de proceso político ambivalente. A veces,estas revoluciones son guiadas por un “César” –de allí la idea de “cesarismo”–, es decir, por un líder carismático queestablece un vínculo directo con las masas (cuyos ejemplos, una vez más, no faltan en América Latina durante el siglopasado y el presente).

Entre otros, pensadores como José Aricó, Juan Carlos Portantiero, Carlos Nelson Coutinho o Ernesto Laclau producenpor entonces lecturas innovadoras de los Cuadernos de la cárcel, cuya influencia se extiende también más allá deAmérica Latina (2). Siguiendo el ejemplo del propio Gramsci, muchos de sus intérpretes más importantes secomprometen en la lucha revolucionaria que se libra en el continente durante los años 60 y 70.

Los “márgenes de la historia”

En el otro extremo del planeta, las ideas del intelectual italiano llegan a India en los años 60. Gramsci es una granreferencia para los estudios poscoloniales (postcolonial studies). El principal fundador de este movimiento, el palestinoEdward Saïd, recurre a él para formular su crítica del orientalismo, es decir, de las representaciones de “Oriente”vigentes en el mundo occidental (3). Bajo la influencia de Saïd, pero también de los historiadores marxistas británicosEric Hobsbawm y E. P. Thompson, en la década de los 70 surge un sector específicamente indio de los estudiosposcoloniales: los estudios “subalternos” (subaltern studies). Esta corriente, representada sobre todo por Ranajit Guha,Partha Chatterjee y Dipesh Chakrabarty, toma su nombre directamente de Gramsci. En efecto, el término “subalternos”aparece en el título del Cuaderno 25, cuyo título exacto es “En los márgenes de la historia (Historia de los grupossociales subalternos)”. Los “márgenes de la historia”, es decir, los grupos sociales ausentes de las historias “oficiales”pero capaces, cuando entran en actividad, de perturbar el orden social.

La circulación de los conceptos gramscianos de la Italia de principios del siglo XX a la India de la década de 1970 seexplica por la proximidad de las estructuras sociales de ambos países, y en particular por la presencia en ambos casosde un campesinado importante. En el texto que escribe en 1926, justo antes de su encarcelamiento, “Algunos temas dela cuestión meridional”, Gramsci aboga por una alianza entre la clase obrera del norte de Italia, numéricamenteminoritaria pero económica y políticamente ascendente, y los campesinos del Sur, todavía numerosos en ese momento.Los “subalternistas” indios promoverán el mismo tipo de estrategia en su país.

Hay una tercera corriente que se dedicó a pensar la geopolítica con ayuda de los conceptos propuestos por el autor delos Cuadernos de la cárcel. Se presenta con el nombre de teoría “neogramsciana” de las relaciones internacionales. Sufundador es el canadiense Robert Cox, un marxista innovador que también ha ocupado cargos directivos en laOrganización Internacional del Trabajo (OIT) en Ginebra. Kees van der Pijl, Henk Overbeek y Gill Stephen, entreotros, son parte de este movimiento. Estos autores analizaron sobre todo la construcción europea, cuya crisis actualintentan comprender (4). En parte, piensan ellos, dicha crisis se explicaría por la incapacidad del proyecto europeo paraobtener el consentimiento activo de las poblaciones del continente. Y para que una hegemonía se establezca de maneraduradera, a una escala de país o continente, los dominantes deben convencer a los dominados de que esa hegemoníasirve al menos en parte a sus intereses. Por otra parte, desde principios del siglo XX se ve una interpenetracióncreciente de las elites europeas y estadounidenses. Ello implica que a menudo la construcción europea haya estado

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subordinada a los intereses del imperio estadounidense, y que no haya logrado adoptar una política autónoma.

Antonio Gramsci, uno de los intelectuales más importantes del siglo pasado, trabajó incesantemente en la construccióndel “partido de los oprimidos”, a escala tanto italiana como internacional, a través de sus actividades en la TerceraInternacional. Así, vinculó la teoría y la práctica, algo que lamentablemente no suele verse en los intelectuales críticosde hoy en día.

1. Le Figaro, París, 17-4-07.

2. Raúl Burgos, Los gramscianos argentinos, Siglo XXI, Buenos Aires, 2004.

3. Edward Saïd, Orientalismo, Debolsillo, Barcelona, 2003 (1ª edición, 1978).

4. Véase por ejemplo Henk Overbeek y Bastiaan van Apeldoorn (dirs.), Neoliberalism in Crisis, Palgrave MacMillan,Londres, 2012.

Una vida en la revolución

Antonio Gramsci nace en Cerdeña en 1891, en una familia relativamente pobre. Después de obtener, en 1911, una becaque le permite ir a cursar estudios de Filología en Turín, conoce a Palmiro Togliatti, Angelo Tasca y UmbertoTerraccini. Juntos militan primero dentro del Partido Socialista Italiano (PSI), luego en el Partido Comunista Italiano(PCI), y en 1919 crean el legendario periódico obrero L’Ordine Nuovo. Al fundarse el PCI, en 1921, Gramsci seconvierte en miembro del Comité Central y en 1924 es nombrado secretario general. En abril de 1924 resulta electocomo miembro de la Asamblea Nacional de Italia. Se dice que cuando el intelectual tomaba la palabra en la Cámaracon su voz aflautada, Benito Mussolini aguzaba el oído para no perderse nada de lo que pudiera decir ese rivalirreductible.

Detenido en noviembre de 1926 en Roma, en 1928 Gramsci es condenado a veinte años de prisión. “Debemos impedirque este cerebro funcione durante veinte años”, dirá el fiscal fascista al dictar sentencia, consciente de la amenaza querepresenta semejante adversario para el régimen gobernante. En 1929, Gramsci obtiene el derecho a escribir en lacárcel, derecho que ejerce hasta 1935, cuando su salud se deteriora irremediablemente. Muere el 27 de abril de 1937 deuna hemorragia cerebral, después de diez años de calvario en las cárceles de Mussolini, dejando tras de sí un conjuntode cuadernos inacabado que transformarían el marxismo de la segunda mitad del siglo XX.

* Profesor titular de Sociología en la Universidad París IV-Sorbonne; editor de la antología de escritos de AntonioGramsci, Guerre de mouvement et guerre de position, La Fabrique, París, 2012.

Traducción: Mariana Saúl