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ABSTRACTIt is common to associate almost au-tomatically the technological changewith the social change under the stu-dies of technology, that is, technologi-cal determinism. In contrast, it is thethought that the people in the societyare the ones who determin the roadto be taken of a technology. The latteris consider the social construction ofthe technology. To observe these pola-rized positions and its posibles inter-medias solutions to study the relatio-nship among technology, society andhistory it is the aim of this article toopen a discussion of this type amongthe researches of technology.

KEY WORDSTechnological determinism, socialconstruction of technology, techno-

logical innovations, no specified ex-planations, soft determinism, ideo-logy

RESUMENEn una síntesis de la reflexión actualque se adelanta dentro del campo delas ciencias sociales, especialmenteentre sociólogos e historiadores de latecnología, en torno a las relacionesentre la tecnología y la sociedad, semuestran en el artículo el debate ylos términos en que se ha enfrascadola polémica (determinismo tecnológi-co versus construcción social de latecnología). Dichos postulados sonsometidos a una revisión crítica queda cuenta de sus limitaciones, inclu-yendo los nuevos desarrollos de esasperspectivas, que han sugerido laidea de un «determinismo blando».

El debate sobre el determinismotecnológico: de impacto a influencia mutua

Luis Alfonso Chá[email protected]

Fecha de recepción: 30-06-2004 Fecha de aceptación: 05-10-2004

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Esos mismos términos se examinandesde el ángulo de su precisión se-mántica: tanto la noción de determi-nismo (y la variante de determinis-mo blando) como la de tecnología.Asimismo, se muestran otras vías dela reflexión apuntando hacia el carác-ter bidireccional de las relacionesentre la tecnología y la sociedad y elconcepto de «impulso tecnológico».

Al final se destaca el estudio arqueo-lógico del concepto tecnología ligado

a las representaciones del progreso ensu versión optimista y la del posmo-dernismo en su versión fatalista.

PALABRAS CLAVESDeterminismo tecnológico, construc-ción social de la tecnología, impulsotecnológico, explicaciones no deter-ministas, determinismo blando,ideología del progreso, fatalismo pos-moderno.

Clasificación Colciencias: B

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INTRODUCCIÓNConsiderar la técnica o la tecnologíacomo factor de cambio social ha lle-vado a un debate acerca de qué es loque determina a qué: la tecnología ala sociedad o la sociedad a la tecnolo-gía. Muchos teóricos han sugeridoque esta es una forma incorrecta deplantear el problema, pero el debateha seguido. Los que defienden la in-fluencia de la tecnología en la socie-dad hablan de impacto, como si latecnología impactase a la sociedaddesde afuera, como si se tratase deun meteorito, en fin, como si la tec-nología existiese por fuera de la so-ciedad. Este es el punto de partidapara el determinismo tecnológico, decuyos laberintos es difícil escaparcuando la tecnología se impone condiscursos que generan fascinación yse retroalimentan de las representa-ciones materiales del progreso. Detodas las tecnologías existentes se hahablado de impacto social, en parti-cular, desde los inventos claves parala industrialización como la máqui-na de vapor, el telar mecánico y lue-go el ferrocarril. Los ludditas llega-ron a destruir máquinas al conside-rarlas fuente de desempleo y pobre-za; la literatura y el cine de cienciaficción han continuado alimentandoesas representaciones fatalistas. Alaparecer las nuevas tecnologías deinformación y comunicación, tanto lasasociaciones optimistas de los arte-factos con la idea de progreso comolas consideraciones fatalistas hanresurgido. Y no es fácil escapar a ello.La tendencia contraria al determinis-mo tecnológico es precisamente aque-lla que postula una consideración so-cial de la tecnología. Ya no se hablade efectos o impactos de determina-das tecnologías sino de elaboraciones

y construcciones sociales, las tecno-logías son cristalizaciones de relacio-nes sociales y por tanto, no existennecesariamente determinaciones sinoprocesos de construcción social de lastecnologías. En las ciencias socialesse ha asociado la obra de Karl Marxal determinismo tecnológico por con-siderar la maquinaria dentro de losmedios de producción y la base eco-nómica y el peso de ésta en las rela-ciones sociales y la organización dela sociedad en clases. Gran parte deesta interpretación depende de aspec-tos puntuales que los historiadores dela tecnología han observado minucio-samente, como se observa a continua-ción. Asimismo, ya más en relacióncon las tecnologías de la informacióny la comunicación, el determinismotecnológico se ha asociado a autorescomo Harold Innis, Marshal Mc Lu-han y la escuela canadiense al consi-derar las tecnologías de los medios decomunicación como determinantes deformas de percepción y sensibilidaden la historia humana, de acuerdo conlo cual habríamos superado la era dela escritura con los medios audiovi-suales y estaríamos asistiendo a laera de la imagen. Autores comoWiebe Bijker y Trevor Pynch han de-fendido la idea de que la tecnologíahace parte de las relaciones socialesy en múltiples estudios han mostra-do cómo la tecnología es una construc-ción social. Algunos han llegado aobjetar que no todo es relación social,ironizando con expresiones como¿construcción social de qué?

Lo cierto es que un buen balance deldebate lleva a concluir que tecnolo-gía y sociedad no son categorías ex-cluyentes, que hay influjos bidireccio-nales y que en algunos casos se pue-den mostrar incidencias sociales de

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la tecnología, no necesariamenteimpactos o efectos, y, por otro lado,también puede demostrarse que losusos sociales han terminado deter-minando la misma dirección de latecnología.

En este acápite se presenta una sín-tesis del debate, con base en brevesaportes de los investigadores de latecnología en general, mostrandocómo se ha ido superando la discu-sión bizantina de determinismo tec-nológico y construcción social, los con-ceptos intermedios que se han pro-puesto, la determinación de los enfo-ques, la reelaboración del mismo con-cepto de tecnología y el influjo de losdiscursos optimistas del progreso ylos discursos posmodernos fatalistas.

1. LA FUENTE DEL DEBATEAunque seguramente pueden encon-trarse múltiples fuentes para el de-bate sobre el determinismo tecnoló-gico, los historiadores de la tecnolo-gía coinciden en la obra de Karl Marxcomo la inspiradora de las más en-contradas interpretaciones históricasy sociológicas respecto al papel de latecnología como factor de cambio so-cial. Desde su obra cumbre El capi-tal y particularmente el capítulo «Ma-quinaria y gran industria» hastaobras como La ideología alemana, Lamiseria de la filosofía y La introduc-ción a la crítica de la economía polí-tica suelen ser citadas para corrobo-rar o sustentar tesis a favor o en con-tra del determinismo tecnológico.1

Pasado el tiempo el debate se redi-mensiona y se puede obtener claridadsobre el consenso y la coincidencia demiradas sobre la obra de Marx. En-tre algunos de los elementos de estaconvergencia de perspectivas se pue-den señalar, de manera introducto-ria, el hecho de que Marx nunca uti-lizó el término tecnología y más biense refirió a maquinaria, medios ma-teriales de producción e industria;todos ellos asociados con lo que hoyse entiende por tecnología. Un segun-do elemento a señalar se refiere altratamiento fragmentario y asiste-mático dado al influjo social de la tec-nología existente en la obra de Marx.Para muchos, lo que ha hecho carre-ra es la interpretación de ciertos pa-sajes de la obra de Marx como aforis-mos, muy expresivos pero no desarro-llados sistemáticamente en un plan-teamiento. En consonancia con ello,un extracto de La miseria de la filo-sofía puede tomarse como el factordetonante del debate: «El molinomanual trae la sociedad feudal; elmolino de vapor, la sociedad capita-lista industrial».2

1.1. El motor de la historia«Si partimos del supuesto de que elmolino manual «trae» el feudalismoy el molino de vapor el capitalismo,este supuesto sitúa el cambio tecno-lógico en la posición de principal mo-tor de la historia social». Con estaexpresión, Robert L. Heilbroner3 aco-ge el aforismo de Marx como una te-sis que privilegia el cambio tecnoló-

1. Véase de Marx, Karl. Maquinaria y gran industria. En: El capital. Crítica de la economía política. Méxi-co, FCE, 1977. pp. 302-424.

2. Marx, Karl. La miseria de la filosofía. Navarra, Folio, 1999.3. Heilbroner, Robert L.¿Son las máquinas el motor de la historia? En: Smith, Merrit Roe, Marx, Leo. (Eds)

Historia y determinismo tecnológico. Madrid, Alianza, 1996. p. 70.

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gico en la historia hasta el punto deconsiderarlo su propulsor, su motor.A partir de allí, Heilbroner expone losproblemas claves que le permitiránafirmar la veracidad del determinis-mo tecnológico, en primer lugar, porqué la tecnología evoluciona siguien-do la secuencia en que lo hace, y, pos-teriormente, cómo afecta el modo deproducción a la superestructura derelaciones sociales.4 Las respuestas atales interrogantes se convierten enargumentos contundentes para losque aporta pruebas sugerentes.

En relación con el primer problema,Heilbroner desarrolla la afirmaciónsegún la cual desde el punto de vistatecnológico existe una secuencia dedesarrollo que permite hablar de evo-lución, es decir, puede encontrarseuna lógica de desarrollo evolutivo enel tiempo al mirar la sucesión de in-novaciones tecnológicas. Señalandosu conocimiento consciente de la di-ferencia entre invención e innovación,en sus propios términos «...no hagocaso omiso de la diferencia entre eldescubrimiento de una máquina y suaplicación como tecnología»,5 presen-ta tres pruebas sugerentes de dichaevolución de la tecnología: la simul-taneidad de la invención, la ausenciade saltos tecnológicos y el carácterpredecible de la tecnología. La prime-ra prueba se refiere a que los descu-brimientos no se dan por sorpresa ode manera aleatoria, sino dentro deuna frontera del conocimiento dado,y siguiendo un rumbo secuencial. Lasegunda prueba, la ausencia de sal-tos tecnológicos, remite a una mira-

da retrospectiva, en la que se descu-bre «un perfil uniforme y continuo»,es decir, la secuencia se hace eviden-te en el mediano y largo plazos. Latercera prueba hace referencia al ca-rácter predecible de la tecnología, alhecho de que hacia el futuro puedeintuirse con alta posibilidad de acier-to los desarrollos evolutivos de la tec-nología.6

El segundo problema tiene que vercon el cambio social. Existe una in-fluencia social de la tecnología y asílo expresa Heilbroner: «...podemosafirmar realmente que la tecnologíade una sociedad impone una deter-minada pauta de relaciones socialesa esa sociedad».7 De dicha influenciase pueden corroborar al menos dostipos, sobre la composición de manode trabajo y sobre la organización je-rárquica del trabajo. El primer tipode influencia se explica por la deter-minación que impone la tecnologíasobre la composición de la mano detrabajo. Cada tecnología crea requi-sitos para una mano de obra especí-fica y apropiada, así la maquinariaindustrial ha creado la necesidad delobrero y sus requisitos de operariosemicalificado. La influencia sobre laorganización jerárquica del trabajo seentiende si se mira cómo de la divi-sión del trabajo resulta la necesidadde más jerarquías de coordinación ysupervisión, que se hacen más com-plejas en la medida en que aumentela división del trabajo. Estas influen-cias resultan evidentes, pero lo queno aparece tan claro son las influen-cias sobre otros factores sociales. Para

4. Véase Ibíd. pp. 70-71.5. .bíd. p. 716. Véase Ibíd. pp. 71-74.7. Ibíd. p. 75.

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estos casos, la influencia unilateralde la tecnología no se sostiene y seprecisa hablar de influencia mutua obidireccional, en otros términos, lamaquinaria refleja y moldea relacio-nes sociales.8

En dirección de la influencia bidirec-cional, Heilbroner destaca los condi-cionamientos sociales de la tecnolo-gía. En primer lugar, el progreso tec-nológico es en sí mismo una activi-dad social, prueba de ello es el hechode que el descubrimiento, la inven-ción y la innovación se presentan másen unas sociedades que en otras. Enotro sentido, el rumbo tecnológico essensible al rumbo social dado que lapolítica social influye en la promocióny avance de la innovación tecnológi-ca, es decir, esta última depende deincentivos sociales. De otra parte, elcambio tecnológico debe ser compati-ble con las condiciones sociales exis-tentes, por ejemplo, no resultaríaaconsejable una técnica de produc-ción en serie en una sociedad que notuviera mercado de masas.9

Tras mostrar esta influencia bidirec-cional entre tecnología y sociedad,Heilbroner opta por devolver a la tec-nología una influencia considerable,susceptible de ser estudiada y expli-citada, sobre todo por su importan-cia para entender la lógica del capi-talismo. En términos precisos, el ca-pitalismo ha constituido un enormeestímulo para el avance de la tecno-logía dados los criterios de producti-vidad que orientan la innovación tec-nológica, pero, asimismo, el sistema

de mercado le ha dado a la tecnologíaun aspecto «automático»: «...tanto laaparición de la tecnología como suproliferación asumieron los atributosde una «fuerza» difusa e impersonalque influía en la vida social y econó-mica, debido sobre todo a que la ideo-logía del laissez faire vigente impe-día el control político necesario paraamortiguar sus consecuencias nega-tivas».10

En el mismo sentido, la aparición yconsolidación de la ciencia le ha dadoun impulso a la tecnología, sobre todoa partir de la segunda mitad del si-glo XIX, y a partir de allí, ha cobradouna fuerza imperiosa, a tal punto quetodo parece estar determinado poruna fuerza autónoma y misteriosaque cobra realidad cuando se le se-ñala como causa o motor de la vidamoderna, en una palabra, se imponede manera determinante, como deter-minismo tecnológico:

«El determinismo tecnológico es,pues, especialmente un problema deuna determinada época histórica-concretamente la de alto capitalis-mo y bajo socialismo- en la que se handesatado las fuerzas del cambio téc-nico, pero en la que aún son rudimen-tarias las agencias para controlar yorientar la tecnología».11

1.2. Determinismo blandoEn un ensayo reciente, Robert Heil-broner12 reconsidera su noción de de-terminismo tecnológico con el inten-to de lograr una reducción sistemáti-ca explicativa a «la complejidad de la

8. Véase Ibíd. p.77.9. Véase Heilbroner, Ibíd. pp. 78-79.10. Ibíd. p. 80.11. Ibíd. p. 81.12. Véase Heilbroner, Robert L. Reconsideración del determinismo tecnológico. En: Smith y Marx, op. cit. Pp.

83-94.

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causa en la simplificación del efecto»,es decir, pasar de afirmar que lasmáquinas son el motor de la historiaa mostrar cómo o de qué modo lo son,a hacer evidente su influencia de talmanera que permita hacer generali-zaciones.

El primer argumento que utiliza Heil-broner para mostrar cómo la tecnolo-gía determina a la sociedad lo encuen-tra en la economía. En el capitalismoprevalece una actitud que orienta laconducta de los agentes sociales y esel modo de pensar adquisitivo, lo quelos economistas denominan principiode maximización. En la sociedad demercado todo es valor de cambio, laracionalidad costo-beneficio involucratodas las actividades. Las innovacio-nes tecnológicas se ofertan al merca-do y, por tanto, se orientan por el cri-terio de maximización llámese efica-cia, progreso técnico o saldo favora-ble de la relación costo-beneficio. Estedeterminismo económico del capita-lismo constituye la mediación con quela tecnología influye socialmente y asílo expresa Heilbroner: «Por lo tanto,el campo de fuerzas de la maximiza-ción nos permite elucidar la maneraen que las máquinas son el motor dela historia mostrando el mecanismomediador por el que los cambios dela tecnología influyen en la organiza-ción del orden social».13

La influencia mediada de tecnologíaa través del principio de maximiza-ción en el capitalismo explica la lógi-ca mediante la cual la tecnología seimpone y adquiere un halo determi-nista, pero esto no niega que en so-ciedades precapitalistas no se pueda

descubrir dicha influencia. Hay in-fluencias importantes en períodoshistóricos del pasado, pero en ellas latecnología no tiene la contundenciaque sí le aporta la lógica de ser unvalor de cambio y estar orientado porla maximización de la ganancia, pro-pias del capitalismo. En sociedadesprecapitalistas, si hay influencia éstano está mediada por la conducta eco-nómica. Ahora bien, el predominio delprincipio de maximización en la con-ducta económica propia del capitalis-mo no excluye un margen de indeter-minación, es decir, las regularidadesde la conducta no anulan motivacio-nes diferentes a la maximización,pero, de hecho, las subsume: «El de-terminismo tecnológico pasa entoncesa postular que el modo de pensar ad-quisitivo es un motivo regular y fia-ble, al menos en sociedades coordina-das por el mercado».14

Desde la perspectiva de una influen-cia de la tecnología mediada por laconducta económica, Heilbroner rela-tiviza dicha influencia y afirma lapresencia de niveles o grados de de-terminismo. No se habla, entonces, deinfluencia de la maquinaria por suscaracterísticas físicas como artefac-tos de producción en serie. La influen-cia «se encuentra en la traducción delas consecuencias técnicas de la pro-ducción en serie en los estímulos eco-nómicos, formados por las grandesvariaciones del coste por unidad deproducción, traducción que hace vi-sible el campo de las fuerzas de lamaximización al que está expuesta laactividad en la esfera del mercado delcapitalismo».15

13. Ibíd. p. 89.14. Ibíd. p. 90.15. Ibíd. p. 91.

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En este sentido, esta determinaciónmediada sigue siendo deterministapero en otro grado. La especificidadde éste se ilustra de manera compa-rativa: maquinaria introducida ensociedades diferentes no produce elmismo resultado, razón que permiteafirmar que no hay determinismo fí-sico de las máquinas, sólo hay deter-minismo dada la mediación de la ló-gica del capital: «...la tecnología es elsirviente, no el amo, de su correspon-diente sistema de directrices sociopo-líticas».16 El caso más palpable es laindustrialización soviética cuyos re-sultados hubieran sido otros de estarmediada por los principios de maxi-mización de la producción en serie delcapitalismo.

Pero, aun así, el carácter de regula-ridad que aporta el principio de maxi-mización a la explicación determinis-ta no constituye una ley. Existe unmargen de indeterminación, en cuyocaso, algunos elementos hacen laxo oblando dicho determinismo, y entreesos elementos «blandos» pueden con-tarse tanto elementos volitivos comolos gajes de la propia maximización.En el primer caso, se trata de deci-siones políticas, actitudes sociales,novedades, modas culturales, y encuanto a los gajes está la aversión alriesgo y juicios similares sobre lasexpectativas racionales.17 Heilbronerenfatiza su conclusión en una pers-pectiva comprensiva del determinis-mo blando: «En la medida en que laeconomía constituye la fuerza moti-vadora más poderosa y presente y la

única a la que puede atribuirse regu-laridades de conducta, me parece quela perspectiva del determinismo blan-do es la que nos permitirá con mayo-res posibilidades comprender los pro-cesos de la historia en los que esta-mos inmersos».18

2. CRITERIOS SEMÁNTICOSEl debate sobre determinismo tecno-lógico se enriquece con nuevos apor-tes, en esta oportunidad, provenien-tes de las tesis de Bruce Bimber.19 Suafirmación inicial se centra en el mis-mo concepto determinismo tecnológi-co ya que, en términos semánticos,dicho término resulta confuso. Paraello, Bimber somete a dicho términoa dos pruebas semánticas: el deter-minismo tecnológico debe ser nomi-nalmente determinista y nominal-mente tecnológico. En el primer casoello supone retomar qué significa de-terminismo y la respuesta está en queesto sucede cuando leyes, condicionesfísicas o biológicas determinan la his-toria. En este sentido, la voluntad delhombre o la acción humana en la con-figuración de la historia tendríanpoca relevancia. De otro lado, nomi-nalmente tecnológico significa que latecnología incide en los acontecimien-tos que determinan el futuro. En sín-tesis, para que pueda hablarse clara-mente de determinismo tecnológico,el término debe cumplir esas dos con-diciones o criterios.20

En esta perspectiva semántica, lastesis de determinismo blando de Heil-broner no pasan la prueba como de-

16. Ibíd. p. 96.17. Véase Ibíd. p. 94.18. Ibíd. p. 94.19. Al respecto véase de Bimber, Bruce. Tres caras del determinismo tecnológico. En: Smith y Marx, op. cit.

pp.95-116.20. Véase Ibíd. pp. 102-103.

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terministas, ya que los elementosblandos, volitivos o propios de la con-ducta económica de maximizaciónson, finalmente, acciones humanas y,por tanto, no tecnológicas.

En dicha indagación semántica, Bim-ber se interroga sobre el significadode tecnología. La primera asociacióncon este término radica en la identi-ficación de la tecnología con artefac-tos, posteriormente se hace inclusivoe involucra procesos, conocimientosy sistemas de organización y control.Esta definición inclusiva de tecnolo-gía resulta útil en algunos contextospero perjudicial cuando se habla dedeterminismo tecnológico, dado que«algunos factores como los conoci-mientos y las formas de organizaciónsocial son importantes rasgos distin-tivos de las sociedades, tratarlas comorasgos de la tecnología es mezclar lascausas con los efectos».21

En este sentido, resulta mejor devol-ver al concepto de tecnología su sig-nificado de artefacto físico, máquinasy elementos materiales, aspectos queen principio no son sociales y cum-plen el requisito excluyente de seruna categoría, para poder ver las re-laciones tecnología y sociedad queestán en el fondo del concepto deter-minismo tecnológico, pues, de otramanera, dichas relaciones se volve-rían indistinguibles y con esto «..sellega a la conclusión de que el cam-bio social depende, en parte, de fac-tores sociales».22 Sobra decirlo, de talmanera no habría determinación dela tecnología sobre la sociedad.

2.1. El determinismo tecnológicocomo explicación nomológica.Entre las múltiples perspectivas a lasque puede asociarse con determinis-mo tecnológico, Bimber distinguetres: la explicación nomológica, laexplicación normativa y la explica-ción por las consecuencias imprevis-tas. La explicación nomológica, deacuerdo con lo planteado en las con-sideraciones semánticas, atribuye ala tecnología un carácter de regulari-dades asimilables a leyes, que deter-minan la sociedad. G. A. Cohen, Ri-chard Miller y Robert Heilbroner co-inciden en esta visión de la tecnolo-gía, tras interpretar de manera de-terminista la obra de Marx. ParaCohen, la maquinaria ejerce una in-fluencia causal; para Miller, las es-tructuras se adaptan al cambio tec-nológico. En el primer ensayo de Heil-broner, Son las máquinas el motor dela historia, hay planteamientos simi-lares, como ya se ha mostrado.

Por ser los tres autores menciona-dos intérpretes de la obra de Marx,conviene retomar la fuente del de-bate. Bimber examina el materialis-mo histórico de Marx y le plantea untest de dos condiciones que debecumplir para que las interpretacio-nes deterministas resulten ciertas:el cambio social debe ser determina-do causalmente por fenómenos o le-yes anteriores y, como segundo cri-terio, «...que la lógica de estas leyesdependa necesariamente de caracte-rísticas de la tecnología o que éstossean su vehículo».23

21. Ibíd. pp. 103-104.22. Ibíd. p. 104.23. Bimber, op. cit. p. 106.

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A partir de esto, surgen varios pro-blemas de interpretación, entre ellos,si el determinismo tecnológico devie-nen de un determinismo económico yel lugar que ocupa la tecnología enlas tesis de Marx. Algunas interpre-taciones de Marx conducen al deter-minismo económico dado el énfasispuesto en la infraestructura económi-ca como determinista de la base so-cial y la superestructura política ycultural. A diferencia del determinis-mo tecnológico, en este determinismopesan más los recursos naturales, laorganización económica, el trabajoproductivo y la lógica del valor decambio, no solamente los medios deproducción, entre los que se incluiríala tecnología. Apoyado en múltiplescríticas de este enfoque, Bimber re-futa las interpretaciones que ven de-terminismo económico en Marx yaque el poder de clase o las decisionespolíticas pueden cambiar el curso deldesarrollo social.24

Respecto del lugar que ocupa la tec-nología en las fuerzas productivas, serequiere una revisión de los concep-tos claves en la obra de Marx. En Elcapital se mencionan como fuerzasproductivas la actividad de las per-sonas, los sujetos de trabajo y los ins-trumentos de trabajo. En términosmás claros, las fuerzas productivasinvolucran medios de producción yfuerza de trabajo. En esta última seincluyen las facultades humanas pre-sentes en el esfuerzo productivo: fuer-za, conocimientos, inventiva, etc.Entre los medios de producción, las

materias primas, los espacios y losinstrumentos. La tecnología se inclui-ría en estos últimos como maquina-ria.25 Desde la perspectiva determi-nista, esta última sería autónoma eindependiente de los procesos socia-les, pero Bimber subraya todo lo con-trario. La introducción de la maqui-naria depende de procesos socialesprevios, de la organización social, laespecialización y la acumulación dela riqueza.26 El adjetivo que Marx daa la tecnología no es el de autónomasino instrumental, la tecnología es uninstrumento usado estratégicamentepor un agente social: «Este uso ins-trumental por parte de la burguesíapara sus propios fines hace que latecnología sea importante en la fasecapitalista de la historia. La propiatecnología no causa la lucha de cla-ses resultante ni la necesita».27

Tras este balance, las interpretacio-nes de la obra de Marx no satisfacenlos criterios que permitirían hablarde determinismo tecnológico. El cam-bio tecnológico no es necesariamenteel factor principal en el capitalismo,la tecnología es más un factor instru-mental en la economía capitalista yresultan más importantes factoresasociados con el trabajo: división deltrabajo, jornada laboral y alienación.La tecnología resulta importante «de-bido a la manera en que facilita elaumento del proceso de acumulaciónde capital que ya tiene lugar».28 Esmás, un ejemplo de su escaso peso sepuede ver al hacer pruebas de refe-rencia empírica a afirmaciones deter-

24. Véase Ibíd. pp.107-108.25. Véase Marx, Karl. Maquinaria y gran industria. En: El capital. op. cit.26. Véase Bimber, op. cit. pp. 111.27. Ibíd.28. Ibíd. p. 114.

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ministas como la disminución de lajornada laboral resultante de la in-troducción de innovaciones tecnológi-cas. En realidad, el efecto de la auto-matización del proceso productivo hasido el alargamiento de la jornadalaboral, dado que los propietarios tra-tan de compensar el aumento deltiempo para aumentar aún más lacapacidad productiva. En resumidascuentas, el materialismo histórico nocumple los requisitos de una explica-ción nomológica determinista.

2.2. Otras explicaciones nodeterministasOtras perspectivas sobre la influen-cia de la tecnología en la sociedadmoderna suelen asociarse con posicio-nes de determinismo tecnológico. Lamás radical es la de Jacques Ellulpara quien la tecnología va más alláde la técnica y constituye la domina-ción de la vida por los criterios de lalógica y la eficiencia: «La eficiencia yla técnica como sustitutos de las nor-mas y juicios cargados de valor, con-ducen a la sociedad tecnológica».29 Lanoción de tecnología de Ellul aparecedotada de un inmenso poder de de-terminación hasta convertirse enfuente autónoma, sin embargo, ha-bría que recordar que la lógica y laeficiencia son procedimientos y valo-raciones humanos, y no hacen partedirecta de los artefactos tecnológi-cos.30

En un sentido similar, las tesis deautores como Jurgen Habermas y

Herbert Marcuse parecieran ser de-terministas, en el caso de Marcusecuando éste destaca la vida unidi-mensional del hombre contemporá-neo fruto de la racionalidad tecnoló-gica, y en el caso de Habermas, dadasu afirmación sobre la dependenciaexcesiva de criterios de eficiencia yproductividad en la vida modernacapitalista.31 Los argumentos de Ha-bermas son el reduccionismo éticoque funciona de manera independien-te de los contextos generales de laética y la política, una racionalidadinstrumental impulsada por el sub-sistema social de los tecnólogos y unasensación de aquiescencia total dadoque pareciera que la sociedad enteraasume como propios los criterios delos tecnólogos. Al respecto Bimbersubraya que la dependencia señala-da por Habermas es de normas, crea-ciones humanas, y no de la propiatecnología: «Habermas sugiere que latecnología puede considerarse autó-noma y determinista cuando las nor-mas mediante las cuales progresa seeliminan del discurso político y éticoy cuando los objetivos de la eficienciay la productividad se convierten ensustitutos de los debates sobre losmétodos, las alternativas, los mediosy los fines basados en valores».32

Tanto las orientaciones radicales deEllul, como las consideraciones deMarcuse y Habermas sobre la ideolo-gía y la racionalidad tecnológica sonexplicaciones no deterministas. Sesustentan en argumentos de normas,

29. Bimber, op. cit. p. 98.30. Véase Ellul, Jacques. El siglo XX y la técnica. Barcelona, Labor, 1960.31. Para ver el debate sobre la racionalidad tecnológica en autores como Weber, Marcuse y Habermas y su

contextualización a las nuevas tecnologías de la información y comunicación véase de Chávarro, LuisAlfonso. La racionalidad tecnológica o la lógica de la velocidad. Ponencia presentada en la I Jornadasobre las Humanidades en la Universidad, su presente y su futuro.Cali, Memorias CUAO, 2002.

32. Bimber, op. cit.

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valores, en la disociación de la racio-nalidad instrumental respecto de laracionalidad normativa y por ello sepueden denominar explicaciones nor-mativas.

Otra perspectiva que puede dar lu-gar a determinismo tecnológico es laplanteada por Langdom Winner en suobra Tecnología autónoma. SegúnWinner,33 la tecnología parece haberdesarrollado mecanismos propios queescapan al control humano y generansensaciones de incertidumbre y ries-go. Bimber denomina esta perspecti-va como explicación por consecuen-cias imprevistas, ya que su funda-mento radica en la incapacidad deprever y controlar los resultados deldesarrollo tecnológico. Para ello acu-de al ejemplo de Winner sobre la con-taminación, resultado inesperado dela introducción y uso generalizado delautomóvil.34

3. EL IMPULSO TECNOLÓGICOEl debate sobre el determinismo tec-nológico se enriquece aún más con elensayo El impulso tecnológico de Tho-mas Hughes.35 Este autor propone unconcepto que zanje la polaridad en-tre determinismo tecnológico y cons-trucción social y dé cuenta de la rela-ción bidireccional entre tecnología ysociedad, es decir, que muestre cómoel desarrollo social configura y es con-figurado por la tecnología. Hughesdescarta la reducción del término tec-nología a artefactos físicos y prefierehablar de tecnología como sistemastecnológicos o sociotécnicos. Entre lo

social incluye instituciones, valores,grupos de intereses, clases sociales yfuerzas políticas y económicas, y acla-ra que en un sistema tecnológico estáinvolucrado tanto lo técnico como losocial. Allende estaría el entorno, elmundo situado fuera de los sistemastecnológicos «que los configura o esconfigurado por ellas».36

Su ensayo involucra los resultados desus trabajos empíricos sobre el siste-ma eléctrico Ebasco, al que conside-ra un tipo de sistema tecnológico, esdecir, un sistema social con un núcleotécnico.

3.1. Perspectiva deterministaAnalizar un sistema tecnológico comoel sistema eléctrico, en la perspecti-va determinista, implicaría mirarcambios sociales como resultado o fru-to de las innovaciones propias del sec-tor eléctrico. En este sentido, se ha-blaría de la transformación de la ca-lle por la iluminación nocturna, de loscambios del hogar por la luz domés-tica y el uso de electrodomésticos. Lomismo en la empresa, cambios indi-viduales por el uso de motores eléc-tricos, o en la ciudad y el campo, porlos tendidos de las redes eléctricas.Los cambios atribuidos al sistemaeléctrico se suelen denominar reorga-nización fordista de la fábrica, la so-ciedad del ocio nocturno, la indepen-dencia de la mujer y su reducción deltrabajo doméstico, etc.37 Ante esto,¿cabe admitir que las transformacio-nes mencionadas son resultado delimpacto de la energía eléctrica? Ad-

33. Véase Winner, Langdom. Tecnología autónoma. Barcelona, Gustavo Gili, 1979.34. Véase Bimber, op. cit. p. 101.35. Hughes, Thomas P. El impulso tecnológico. En: Smith y Marx, op. cit. pp. 117-130.36. Véase Ibíd. p. 122.37. Véase Ibíd. p. 122.

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mitirlo sería adoptar una perspecti-va determinista.

3.2. La perspectiva de la construcciónsocial y el marco tecnológicoUna orientación contraria a la pers-pectiva determinista la han desarro-llado Wiebe Bijker y Trevor Pinch, yla denominan construcción social.Esta supone que las fuerzas socialesy culturales determinan el cambiotécnico. En un trabajo bastante es-pecializado, Bijker desarrolla el con-cepto marco tecnológico para fun-damentar la visión de la construcciónsocial.38 Este concepto se centra en lossignificados que los grupos socialesatribuyen a un artefacto y la gramá-tica que se desarrolla alrededor dedicho artefacto, y puede utilizarsepara explicar cómo el ambiente socialestructura el diseño de un artefacto.El ejemplo utilizado por Bijker es labicicleta, artefacto cuyo diseño finaldependió de las prácticas de uso desus posibles consumidores, los jóve-nes, y en ese sentido, se desarrolló labicicleta resistente «para machos», adiferencia de la «máquina insegura»,determinada por los consumidoresmujeres y ancianos.39

La fuerte convicción que se deriva delos trabajos de los constructivistassociales es puesta en duda por Hug-hes, para el caso del sistema eléctri-co Ebasco. Según él, los constructi-vistas explicarían el desarrollo de lasempresas eléctricas por factores ex-ternos, fuerzas económicas, regla-mentaciones municipales, los preciosde propiedad inmobiliaria urbana.

Como efecto de estas fuerzas socia-les, el sector eléctrico tendría quehaberse desplazado de los centrosurbanos y desarrollado sistemas deinterconexión flexibles, en esencia, elsector eléctrico estaría determinadopor lo social. Hughes admite que ellopuede ser cierto pero sólo parcialmen-te, y para ello acude a un conceptointermedio: el impulso tecnológico.

3.3. Perspectiva sistémicadel impulso tecnológicoHabiendo advertido que el impulsotecnológico trata de mostrar cómo latecnología configura la sociedad y, asu vez, es configurada por ésta, y queel sistema tecnológico involucra losocial con un núcleo técnico, Hughesmuestra, en consonancia, que el sis-tema eléctrico Ebasco configuró lasociedad y fue configurado por ella.Lo que marca la diferencia es un in-dicador clave, el tiempo: a menortiempo, mayor determinación delmedio social sobre el sistema tecno-lógico, a mayor tiempo, el sistematecnológico determina el medio social:«A medida que el sistema de Ebascofue siendo mayor y más complejo y,por tanto, cobrando impulso, el siste-ma fue siendo cada vez menos confi-gurado por su entorno y convirtién-dose en el elemento que más configu-raba el entorno».40

En definitiva, ¿qué es el impulso tec-nológico? Es la durabilidad y la pro-pensión al crecimiento que aporta elsistema tecnológico. El crecimiento,resultado de la maduración en eltiempo, muestra que los sistemas, a

38. Véase Bijker, Wiebe. La construcción social de la baquelita. Hacia una teoría de la invención. En: LópezCerezo, José A. Et al. Ciencia, tecnología y sociedad. Barcelona, Ariel, 1997.pp.101-129.

39. Véase Bijker, op. cit. pp. 114-115.40. Hughes, Op.cit. p. 124.

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medida que son mayores y desarro-llan complejidad, tienden a configu-rar la sociedad y a ser menos confi-gurados por ella. Aciertan los cons-tructivistas sociales cuando el siste-ma tecnológico es pequeño y recien-te, éste será determinado por la so-ciedad; también aciertan los determi-nistas, cuando un sistema tecnológi-co es enorme y complejo, éste deter-mina a la sociedad. El concepto im-pulso tecnológico aporta un elemen-to muy importante para la compren-sión de la historia de la tecnología enla perspectiva de los grandes siste-mas.41

4. EL DETERMINISMODETERMINADO POR EL ENFOQUEOtro aporte de gran importancia so-bre el debate referente al determinis-mo tecnológico es el de Thomas Misa42

y radica fundamentalmente en el tipode enfoque. De acuerdo con las pers-pectivas que se adoptan para inves-tigar la influencia de la tecnología enla sociedad, se está expuesto a serdeterminista o no y, por el contrario,si se adopta la perspectiva micro eldeterminismo desaparece. Misa pre-tende superar los límites de los dosenfoques en aras de no renunciar ala inteligibilidad de los procesos: «Ladicotomía micro/macro ha servido, deuna manera casi invisible, para pre-sentar de una forma sesgada las in-terpretaciones que han hecho los his-toriadores de muchos períodos signi-ficativos».43

4.1. El enfoque macroLas miradas estructurales globales ya largo plazo constituyen el enfoquemacro. En estas visiones de conjuntolos cúmulos de detalles se desvane-cen para mostrar un perfil definidode los eventos, los agentes y los fac-tores de cambio. En este sentido, elenfoque macro no depende sólo deltamaño de la unidad de análisis, losactores involucrados como agentesparecen más racionales44 y las rela-ciones que dan lugar a los factoresparecen articularse mejor. El lentetelescópico induce a hacer inferenciasdeterministas y un ejemplo de elloestá en el mismo Marx. Cuando haceafirmaciones gruesas en los aforismosde La miseria de la filosofía resultadeterminista, la maquinaria se vuel-ve factor de transformación, pero enel análisis micro de otras obras lamaquinaria deviene en transforma-dora por el uso instrumental de unosagentes o actores específicos, es de-cir, no lleva necesariamente al deter-minismo tecnológico. De acuerdo conesto, Misa se refiere a la interpreta-ción determinista que hace Heilbro-ner de la obra de Marx: «Las máqui-nas son el motor de la historia cuan-do los analistas adoptan perspectivasmacro, mientras que los procesos his-tóricos son el motor de las máquinassiempre que los analistas adoptenperspectivas micro y despojen a lasmáquinas de su capacidad para apa-recer como la causa del cambio so-cial».45

41. Véase Ibid. pp. 127-129.42. Véase Misa, Thomas J. Rescatar el cambio sociotécnico del determinismo tecnológico. En Smith y Marx,

op. cit. pp. 131-157.43. Ibíd. 137.44. Véase Ibíd. p. 134-235.45. Ibíd. p. 140.

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4.2. El enfoque microLa perspectiva micro, más utilizadapor los historiadores sociales, tiendea favorecer la continuidad sobre elcambio. Como en una pintura punti-llista, la mirada precisa y cercanareúne datos pero no aparecen claroslos perfiles de los agentes, sus accio-nes involucran lo racional y lo afecti-vo. Estos perfiles sólo se intuirán altomar distancia y aventurar una mi-rada de conjunto. Ante la multiplici-dad de datos, esa sensación de difi-cultad para hacer mínimas generali-zaciones y propia de los estudios mi-cro lleva a eludir afirmaciones grue-sas y más cuando tienen que ver coninfluencias desestructurantes ytransformadoras. Esta actitud resul-tante de los estudios especializadoses saludable en muchos casos ya quelos cambios no se dan tan frecuente-mente en la historia, pero puede con-ducir a una renuncia cómoda a la in-teligibilidad y a la necesidad de com-prensión: «La precisión y la veraci-dad no aumentan necesariamenteconforme disminuye la escala. Lasgrandes verdades y pautas puedenser tan precisas como las pequeñasobservaciones y verdades».46

4.3. El enfoque mezoPara zanjar la dicotomía entre lomacro y lo micro, Misas propone unnivel intermedio, el enfoque mezo. Siel enfoque micro privilegia los agen-tes y el enfoque macro la sociedad, elenfoque mezo debe abordar las insti-tuciones que «median entre los agen-tes y la sociedad», son instituciones

intermedias entre la empresa y elmercado o entre el individuo y el Es-tado.47 En el mismo sentido, el con-cepto de tecnología como maquinariase debe ampliar hasta abarcar lasredes sociotécnicas o grupos socialesvinculados a la tecnología y que pue-de incluir organizaciones de fabrican-tes, organismos encargados de fijarestándares, ingenieros, organismospúblicos, consultores, exportadores oimportadores, inversores, etc; todosellos portadores de una opinión pú-blica influyente, activadora o desac-tivadora del cambio, especialmente,en relación con costos, eficiencia yexpectativas de crecimiento.48 En sín-tesis, el nivel messo de Misa se cen-tra en redes sociotécnicas, y recuer-da el componente social del sistematecnológico de Hughes, pero, asimis-mo, logra el cometido de un conceptoque permite mayor comprensión quela dicotomía macro-micro: «En lamedida en que los individuos son par-te necesaria de las redes, decir que la«tecnología» es la causa del cambiosocial es decir en realidad que los in-dividuos son la causa del cambio so-cial a través de las redes sociotécni-cas que crean y mantienen. Explicar,comprender y gestionar estas redeses la tarea que tenemos ante noso-tros».49

5. ¿QUÉ ES LA TECNOLOGÍA?Hasta aquí se ha observado la varie-dad de orientaciones teóricas que con-vergen en la relación tecnología y so-ciedad y que pretenden indagar so-bre la posibilidad de hacer afirmacio-

46. William Mc Neill, citado en la nota 21 en Ibíd, p. 154.47. Véase Misa, op. cit. pp. 155-157.48. Véase Ibíd. pp. 155-15749. Ibíd. p. 157.

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nes válidas sobre la veracidad deldeterminismo tecnológico, de la cons-trucción social o de matices bidirec-cionales. Asimismo, se han mostradolas diversas concepciones y transfor-maciones del significado de tecnolo-gía, de acuerdo con el enfoque teóri-co. Sobre esto último se puede enfa-tizar que de dicho debate resaltan lasdefiniciones de tecnología como ar-tefactos físicos o maquinaria,50 la detecnología como procesos, conoci-mientos y sistemas de organizacióny control51 y la tecnología como siste-ma52 o redes.53 Sin embargo, tras todoesto queda el interrogante sobre laconstrucción social del significado detecnología, cómo llegó el concepto asignificar lo que hoy se entiende porél. Responder este interrogante es elcometido de este acápite.

5.1. Orígenes y comienzosdel concepto tecnologíaTras realizar una pesquisa documen-tal por diferentes períodos de la his-toria acerca del término tecnología,Leo Marx54 refiere que dicho términose utilizó por primera vez hacia 1615con un significado asociado a discur-sos sobre las artes prácticas, tal comoconsta en el Oxford English Dictio-nary.55 La palabra se deriva del grie-go techné que significa arte y oficio.Transcurrido el siglo XVII el términotecnología apunta a discursos o tra-tados técnicos, sin embargo, hasta fi-nales del siglo XIX es raras veces uti-

lizado. En 1859 R.F. Burton lo usacomo equivalente de artes prácticascolectivas. Es necesario resaltar quepensadores influyentes como KarlMarx y Arnold Toynbee jamás utili-zaron el término. Marx utiliza el con-cepto maquinaria y Toynbee lo hacecon sistema fabril. Entre los pensa-dores sociales sería Thorstein Veblenel primero en emplear el concepto tec-nología hacia 1904.56

En el siglo XX, el término tecnologíase usa de manera corriente luego dela Segunda Guerra Mundial, y talvez, desde un poco antes, luego de laGran Depresión de 1929.57 Tras es-tas pistas, Leo Marx indaga sobre lasrazones históricas de la aparición deltérmino tecnología. Sus comienzosestán ligados con el auge de la ideade progreso, en un comienzo referen-tes, como ya se ha mostrado, a lasartes mecánicas. Ligadas a las repre-sentaciones sociales de hostilidad altrabajo manual, las artes mecánicasevocaban una asociación con lo sucioe impuro. Por ello, había que buscarun concepto abstracto y neutral apro-piado para mostrar los avances de lahistoria, es decir, un término en con-sonancia con los ideales del progre-so: «El término artes mecánicas evo-ca la imagen de hombres con las ma-nos sucias chapuceando con máqui-nas en los bancos de trabajo, mien-tras que la tecnología evoca imáge-nes de técnicos limpios, mirando fi-

50. Véase Bimber, op. cit. pp. 103-104.51. Véase Ibíd.52. Véase Hughes, op. cit. pp. 118-119.53. Véase Misa, pp. 155-157.54. Véase Marx, Leo. La idea de la «tecnología» y el pesimismo postmoderno. En: Smith y Marx, op. cit. pp.

253-273.55. Véase Ibíd. nota 12, p. 263.56. Véase Ibíd. p. 263.57. Véase Ibíd. p. 264.

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jamente diales, paneles de instru-mentos o monitores de ordenador».58

De acuerdo con lo anterior, la tesis deLeo Marx se refiere al surgimiento deltérmino tecnología como una depura-ción de las asociaciones con el trabajomanual propias de las artes prácticas.En el primer siglo de la industrializa-ción proliferan discursos donde se atri-buye a las máquinas el cambio socialy algunos artefactos se convierten enla imagen de la época: la máquina devapor, la locomotora, el telégrafo. Tho-mas Carlyle es el primero en hablarde la «era de la maquinaria» en suensayo testimonial El signo de lostiempos.59

En la segunda mitad del siglo XIX seimponen grandes y complejos sistemastecnológicos como el ferrocarril, y lue-go, la electricidad y el teléfono, quedesvirtúan el uso del concepto «artesmecánicas» y facilitan el uso del tér-mino abstracto tecnología: «En la épo-ca en que se introdujo la energía eléc-trica y la química y en que estos enor-mes sistemas fueron sustituyendo alos artefactos discretos, a las herra-mientas simples o a algunos artilugioscomo forma material característica delas «artes mecánicas», este último tér-mino también fue sustituido por unanueva concepción: la «tecnología»».60

5.2. La tecnología en los discursosy la ideología del progresoUna de las asociaciones más frecuen-tes con el término tecnología es la idea

de progreso, hasta el grado de ser unarepresentación social en las mentali-dades colectivas. El origen de estarepresentación social hay que buscar-lo en los discursos que empezaron acircular a finales del siglo XVIII y du-rante todo el siglo XIX, de acuerdo conlo señalado por Merrit Roe Smith.61

La idea de progreso se sustenta enque la historia avanza hacia fases demayor desarrollo productivo y bien-estar y la causa de ese avance es laintroducción creciente de maquinariao tecnología. Como se observa, en laidea de progreso está implícito el de-terminismo tecnológico. La celebra-ción de la ciencia y la consideraciónde la tecnología como fuerza libera-dora hacen parte de la herencia inte-lectual de la Ilustración. La mismaEnciclopedia de Diderot, como lomuestra Leo Marx, «...es casi un ma-nual de tecnología, la mayoría de ellasde origen moderno».62

Los discursos del progreso empiezana circular en Europa, pero al llegar aEstados Unidos encuentran el terre-no más fértil hasta el punto de con-vertirse en ingrediente fundamentalde la cultura americana. Las fuentesintelectuales de estos discursos delprogreso en Estados Unidos están enla visión republicana de B. Frankliny T. Jefferson, y un poco más tarde,en la visión tecnocrática de A. Hamil-ton y T. Coxe.63 En la visión republi-cana, las tecnologías mecánicas im-plicaban satisfacción de las necesida-

58. Ibíd. p. 259.59. Véase Ibíd. p. 260.60. Ibíd. p. 261.61. Véase Smith, Merrit Roe. El determinismo tecnológico en la cultura de Estados Unidos. En: Smith y

Marx, op. cit. pp. 19-52.62. Marx, Leo. Op, cit. Nota 3 p. 256.63. Véase Smith, Merrit Roe. Op. cit. pp. 22-23.

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des espirituales de los ciudadanos,mientras que en la visión de Coxe eldesarrollo tecnológico está ligado alestablecimiento de la ley y el ordenante la inestabilidad de la economíapolítica.64

En el siglo XIX se produce una enor-me oleada de socialización de la ideade progreso, impulsada por la acele-ración del ritmo del cambio técnicoexpresado en el uso generalizado delferrocarril, el barco de vapor, y mástarde, la telegrafía y la electricidad.Los principales difusores de los dis-cursos del progreso son los periodis-tas, los oradores populares y los polí-ticos. Posteriormente, el mundo edi-torial registra la proliferación deobras de escritores que hacen de lastecnologías el símbolo del progreso,en títulos tan dicientes como Loshombres del progreso, Triunfos y ma-ravillas del siglo XIX, Nuestro mara-villoso progreso, Las eras progresivaso triunfos de la ciencia o Las maravi-llas del mecanismo moderno, entreotros. Hacia finales del siglo XIX, lacreencia en los avances tecnológicosy su determinación en el bienestarhumano ya es un dogma.65

Otros circuitos de circulación de es-tos discursos son las ilustraciones enartes populares, las imágenes de lapublicidad profesional y la propagan-da, a través de los impresos, la radioy, finalmente, la televisión: «Utilizan-do los conceptos psicológicos de aso-ciación y sugestión, convenientemen-te presentados en coloridos y conci-sos reclamos que suscitaban imáge-

nes mentales, los publicistas alenta-ban a la población a creer que la tec-nología interpretada en un sentidoamplio configuraba la sociedad, y noal revés».66

Mediante esta utilización estratégi-ca de los enclaves de la opinión, lo quese promovía era la ideología del pro-greso o propaganda tecnocrática. Latecnología ya no era sólo la causa delbienestar del hombre sino que se ha-bía convertido en una panacea paralos problemas de la vida diaria, ha-ciendo parte de la cultura popular ydel estilo de vida americano.67 A pe-sar de ello, en la literatura america-na afloró la crítica del pensamientotecnocrático centrado en la visiónunilineal de la historia y determina-do por la tecnología. El mismo Tho-mas Jefferson había expresado suscuestionamientos a la introduccióndel sistema fabril. Escritores comoEmerson, Hawthorne y Melville tam-bién expresaron su distancia, lo mis-mo que Mark Twain en Un yankee enla corte del rey Arturo. A Emerson sedeben expresiones como «Qué hanhecho estas artes por la valía de lahumanidad». También Thoreau ex-presaba en su obra Walden: «Loshombres se han convertido en herra-mientas de las herramientas».68

5.3. La tecnología y las imágenesdel progresoEl determinismo tecnológico presen-te en los discursos del progreso sepuede auscultar aún más en algunaspremisas de dichos discursos y en las

64. Ibíd.65. Véase Ibíd. pp. 23-24.66. Ibíd. pp. 29-30.67. Véase Ibíd. pp. 36-42.68. Véase Ibíd. pp. 42-43.

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imágenes puestas a circular en lossiglos XIX y XX. Esto es lo que haceevidente Michel L. Smith en El recur-so del imperio.69 La idea de que la in-novación tecnológica traza un rumbode avance «inevitable» de bienestares una de las premisas del progresoque, una vez socializada, se ha con-vertido en creencia, derivándose deello un culto exacerbado a las máqui-nas y los artefactos tecnológicos quebien puede considerarse fetichismocultural, similar al que tenían joyasy accesorios en sociedades premoder-nas: Tal vez en las sociedades indus-trializadas las tecnologías sean visi-bles principalmente en los ropajes conlos que las viste cada cultura».70

En otras palabras, los discursos delprogreso han calado como cosmovi-sión y una vez apropiados han toma-do la fuerza de dogmas, creencias,usos fetichistas de las máquinas y, porsupuesto, como siguiendo el guión deun evangelio tecnológico, han desple-gado una iconografía, unas imágenesde culto.

La iconografía de la tecnología comosímbolo de progreso se devela trasidentificar los circuitos de difusión delas imágenes en el siglo XIX, básica-mente predicadores callejeros, feriasmecánicas, litografías, composicionespublicitarias y, finalmente, revistasde divulgación, el cine y la televisión.

De entre las ilustraciones en artespopulares, Merrit Roe Smith destacalos grabados de Currier and Ives que

representan la importancia de lamáquina de vapor. Igualmente, elóleo de John Gast de 1972, tituladoWestward-ho. En la primera imagenaparece un tren de vapor como fuer-za fundamental de la colonización delOeste americano y portador de losvalores y la civilización anglosajo-nes.71 En la imagen de Gast una mu-jer flota en el aire mirando al Oeste yllevando en la frente la «Estrella delimperio». En la mano izquierda llevaun libro-testimonio de la Ilustraciónnacional- y con la mano izquierda«...estira los finos alambres del telé-grafo, que van a transmitir la inteli-gencia por toda la tierra...Huyendodel «progreso» se encuentran los in-dios, los búfalos...corriendo hacia elOeste...Los indios...vuelven la cabe-za desesperados mirando al sol quese está poniendo...»72 Por su parte,Michel L. Smith desarrolla una am-plia interpretación del grabado deCurrier and Ives en que aparece eltren, poniendo énfasis en la fronteratecnológica: «A falta de una fronterageográfica, la cultura americana do-minante puso el acento en otro terre-no iconográfico: la frontera tecnoló-gica, en la que el veloz tren aparecía,no como el nuevo transmisor del pro-greso, sino como el progreso mismo».73

Un circuito de difusión de imágenes,fundamental para el estudio de la ico-nografía de la tecnología como sím-bolo de progreso, lo constituyen lasrevistas de divulgación, particular-mente, la revista Popular Mechanist.

69. Véase Smith, Michel L. El recurso del imperio: pasajes del progreso en la América tecnológica. En: Smithy Marx, op. cit. pp. 52-68.

70. Ibíd. p. 55.71. Véase Smith, Merrit Roe, op. cit. p.26.72. Ibíd. p.27.73. Smith, Michael L., op. cit. p. 59.

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Fundada en 1902, hacia 1952 celebrasus cincuenta años con imágenes deantología, y en ellas se detiene laatención de Michael L. Smith. Allídestaca la imagen elaborada por elilustrador A. Leydenfrost Science onthe March, una ilustración que mues-tra la síntesis de los cambios tecnoló-gicos en cincuenta años, producien-do una sensación de dinamismo: «Lalocomotora y demás artefactos delprogreso corren hacia el especta-dor»,74 es decir, la tecnología es unafuerza que tiende a devorar a quienla mira.

Para finalizar, esta imagen nos re-cuerda a los hermanos Lumiere, in-ventores del cine, quienes hacia 1898registraron por primera vez en el ce-luloide el tren en movimiento.75 Sonmuchas las imágenes que podríanhacer parte de una lista rigurosa dela iconografía de la tecnología, y ellomismo resulta un campo tentador deinvestigación, ya en referencia a losdiscursos y las imágenes de tecnolo-gías actuales.

6. LA TECNOLOGÍA Y LOS DISCURSOSDEL PESIMISMO CULTURALAunque a primera vista no lo parez-ca, el determinismo tecnológico nosólo está presente en los discursosoptimistas del progreso, como ya seha mostrado, sino también, y muyfrecuentemente en los discursos crí-ticos del progreso. Ello es así dado queen el siglo XX, eventos como las bom-bas sobre Hiroshima y Nagasaki, loocurrido en Vietnam, y después, eldesastre de Chernobyl, para no men-cionar el efecto invernadero, han sus-citado fuertes cuestionamientos a la

direccionalidad del progreso basadoen la tecnología. Estos hechos y mu-chos otros han constituido una fuen-te de escepticismo y de pesimismocultural, que tiende a prevalecer des-de los años sesenta en el mundo. Lavalidez e importancia de la crítica alprogreso está fuera de toda duda. Sinembargo, lo que sí se destaca en es-tos discursos, en muchos casos termi-na magnificando el supuesto poder detransformación de la tecnología ca-yendo en un determinismo tecnológi-co igual o mayor que el dado por losevangelizadores del progreso.

6.1. La reificación de la tecnologíaDesde la aparición del término tec-nología, como aquí se ha menciona-do, la atribución a ésta de un signifi-cado limpio, depurado y abstracto hapermitido no sólo la legitimación dediscursos tecnológicos como la tecno-cracia, sino también el recubrimien-to de los ingenieros y tecnólogos conuna aureola de expertos investidospor las universidades, verdaderostemplos de formación tecnológica. Enlos lenguajes puestos a circular porlos expertos, la tecnología ha llegadoa significarlo todo en la vida moder-na, difuminándose las fronteras en-tre los componentes materiales y con-ceptuales de la tecnología y produ-ciéndose así, como lo expresa LeoMarx, una reificación de la tecnolo-gía:

«El concepto no se refiere a ningunaasociación clara de lugares o de per-sonas que pertenezcan a un determi-nado país, grupo étnico, raza, clase ogénero. Por consiguiente, una tenden-cia habitual del discurso contempo-

74. Ibíd. p. 62-63.75. Véase al respecto el documental audiovisual de la CNN Milenium: El siglo de la máquina, 1999.

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ráneo es investir la «tecnología» detoda una multitud de propiedades ypotencias metafísicas, haciendo asíque parezca una entidad determina-da, un agente causal autónomo incor-póreo del cambio social, de la histo-ria».76

Ante ello, los discursos de los detrac-tores del progreso tecnológico, en lu-gar de invertir la consideración de latecnología como ente autónomo, hanterminado sobredimensionando elconcepto y dotándolo de un poderantes inimaginado.

6.2. El pesimismo cultural y sureenvío al determinismo tecnológicoEl desencanto por el proyecto del pro-greso, en realidad, no sería tanto sino se compartiera implícitamente elímpetu que generó la difusión de losideales ilustrados utilizados hábil-mente por las élites de tecnócratas.En los años sesenta esta forma dedesaliento se convirtió, por la vía dealgunos filósofos, en el pesimismoposmoderno. Tras el romance histó-rico del progreso, se produce un des-encanto que cobra ribetes de tragico-media posmoderna. En el posmoder-nismo hay una crítica fuerte del re-lato moderno del progreso y ello re-dunda en cierto fatalismo. Sin embar-go, ello coincide con el surgimiento detesis sobre la sociedad del conoci-miento, la sociedad de los micropode-res y el fin de las ideologías. En todosestos discursos de carácter posmoder-no, la tecnología sigue siendo abstrac-ta, indescifrable y elusiva al controlhumano, similar a la figura del GranHermano en la novela 1984 de Geor-ges Orwell o en la obra literaria de

Aldous Huxley sobre la distopía Unmundo feliz.

¿Hasta qué punto la crítica de la tec-nología tiene un efecto bumerán? Enautores como Jacques Ellul yLangdom Winner, de acuerdo con loplanteado por Merrit Roe Smith, pa-rece haber un retorno al determinis-mo tecnológico en el sentido en quedotan a la tecnología de un poder au-tónomo e incontrolable: «...al denun-ciar el omnipresente poder de los sis-temas tecnológicos y las graves ame-nazas que plantean tanto a la huma-nidad como a la naturaleza, esos crí-ticos han dotado a la técnica moder-na de un grado de poder causal e in-fluencia que a menudo va más alláincluso de lo que sostienen sus defen-sores más entusiastas».77

Sin embargo, en la perspectiva deLeo Marx, ello es más evidente en-tre los autores considerados posmo-dernos como Michel Foucault o Jac-ques Derrida. La noción de poder enFoucault es la ubicuidad, el poder esdinámico y fluido y está en todaspartes, característica que antes sólose atribuía a Dios. Las redes que fun-cionan mediante los conceptos inter-medios como el de impulso tecnoló-gico ayudan a precisar la real dimen-sión de las mutuas determinaciones,pero, asimismo, es bueno desnudar,antes que nada, el trasfondo narra-tivo sobre el que se utilizan dichosconceptos, es decir, el lugar en losdiscursos optimistas o fatalistas,pero igualmente deterministas, yaque suele adjudicarse a los artefac-tos la proyección de los temores ymiedos cuya real explicación está enlas mismas relaciones y formas de

76. Marx, Leo., op. cit. p. 65.77. Smith, Merrit Roe, op. cit. p. 50.

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organización social, como sucedíacon los ludditas.

Respecto a las TIC, particularmentelos ordenadores e internet, estas aso-ciaciones deterministas se han actua-lizado. Se habla de los impactos delas tecnologías de información desco-nociendo los factores económicos, po-líticos y culturales que los orientan yconfiguran. Se suele desconocer queson construcciones sociales. Sin em-bargo, David Lyon nos recuerda: «Noobstante, tampoco son únicamenterelaciones sociales, como si fuera dealgún modo posible reducirlos a «re-laciones sociales». Tales relacionesestán sin duda presentes, pero nodescriben, comprensiva o esencial-mente, qué son esas tecnologías. Lospropios artefactos tienen capacidadesque parecen invitar a su uso para fi-nes de vigilancia. Enfatizar lo sociala expensas de lo técnico es tan miopecomo lo contrario.»78

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CURRÍCULOLuis Alfonso Chávarro es Sociólo-

go y Licenciado en Literaturade la Universidad del Valle,Especialista en Teorías y Mé-todos de Investigación, Magis-ter en Sociología de la Univer-sidad del Valle. Se ha desem-

peñado como catedrático de laUniversidad del Valle y la Uni-versidad Autónoma de Occi-dente. Actualmente trabaja enla cátedra de Ciencia, Tecnolo-gía y Sociedad en la Universi-dad ICESI.