El Cuerpo Del Domus

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El cuerpo del Domus entre dos siglos desde el discurso tecno-psicológico

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    NMADAS 38 | ABRIL DE 2013 | UNIVERSIDAD CENTRAL | COLOMBIA

    Cuerpo posterizado fotografa | daniel fajardo b.

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    Heidi Figueroa Sarriera **

    EL CUERPO DEL DOMUS ENTRE DOS SIGLOS DESDE EL DISCURSO TECNO-PSICOLGICO*

    O CORPO DO DOMUS ENTRE DOIS SCULOS DESDE O DISCURSO TECNO-PSICOLGICO

    THE BODY OF THE DOMUS BETWEEN TWO CENTURIES UNDER THE LIGTH OF THE TECHNO-PSYCHOLOGICAL DISCOURSE

    A travs de la discusin de dos inventos que renen instancias del discurso tecnopsicolgico del siglo XX, se dialoga sobre continuidades e inexiones en la construccin del imaginario corporal en el ambiente domtico entre los siglos XX y XXI. Se argumenta que los aparatos tecnolgicos son ms que meras herramientas, pues participan activa-mente en la construccin de imaginarios epocales sobre el cuerpo y la subjetividad. Se concluye con el vnculo entre

    la produccin de un imaginario de cuerpo transparente junto a una subjetividad de autorregulacin.

    Palabras clave: domstico, gnero, tecnologa, celular, smarthomes, psicologa.

    Atravs da discusso de dois inventos que renem instncias do discurso tecnopsicolgico do sculo XX, feito um dilogo sobre continuidades e inexes na construo do imaginrio corporal no ambiente domtico entre os sculos XX e XXI. Tambm feita uma argumentao que os aparelhos tecnolgicos so mais que meras ferramentas, pois participam ativamente na construo de imaginrios de pocas sobre o corpo e a subjetividade. Concluindo com o vn-culo entre a produo de um imaginrio de corpo transparente junto a uma subjetividade de autorregulamentao.

    Palavras-chave: domstico, gnero, tecnologia, celular, smartphones, psicologia.

    A dialogue on the continuities and inections in the construction of a corporal imagery within the domotic environ-ment between the 20th and 21st centuries rises through the discussion of two inventions that compile some aspects of the 20th centurys techno-psychological discourse. It is stated that the technological devices are more than mere tools, given that they actively take part in the construction of the epochal imagery on body and subjectivity. In

    conclusion, the production of a translucent bodys imagery is linked to a subjectivity of auto-regulation.

    Key words: domestic, gender, technology, cellular, smarthomes, psychology.

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    Pensar el domus como lugar de acogida y reposo es un artilugio que encubre las formas activas en las que este entorno colabora en la produc-cin de cuerpos y subjetividades epocales. El discurso psicolgico y los aparatos de comunicacin y visualiza-cin han venido a formar parte de la construccin del domus, especialmente a mediados del siglo XX. Mien-tras el pasado se nos presenta de forma ms elocuente, el presente parece ms lquido e inasible. No obstan-te, mirar en perspectiva histrica ayuda a establecer interesantes comparaciones entre el presente y el pa-sado. Si bien no obtenemos respuestas contundentes, al menos nos ayuda a formular preguntas interesantes. Cules sern los dispositivos mediante los cuales la es-fera domstica se inserta en el andamiaje global/local y cules son los cuerpos y las subjetividades posibles que este entorno produce en nuestro siglo XXI? Para abor-dar este tema, opto por una estrategia de comparacin de pocas, discuto dos invenciones del siglo pasado des-de la disciplina psicolgica y cmo stas participan de entendidos particulares del domus a mediados del siglo XX, para entonces abordar este mismo entorno en el siglo XXI. Se trata de la air crib (cuna de aire) de Bu-rrhus Frederick Skinner y el laboratorio de Gesell. En ambas invenciones se mezclan tanto el discurso psico-lgico como el discurso tecnolgico, a lo que denomino discurso tecno-psicolgico. A nivel conceptual, empleo las premisas de Foucault sobre aquello que constitu-ye un dispositivo. Segn Deleuze (2012 [1989]), las dos primeras dimensiones de un dispositivo son las curvas de visibilidad y las curvas de enunciacin. Los dispo-sitivos, desde esta perspectiva, son mquinas de ver y de hacer hablar. Pero esta capacidad de hacer visible no se reere a iluminar objetos preexistentes. A cada dispositivo le corresponde su propio rgimen de luz, la manera en que sta le golpea, se difumina y se difunde, distribuyendo visibilidad o invisibilidad, haciendo sur-gir o desaparecer objetos que no pueden existir sin ella (Deleuze, 2012 [1989]: 11). A estos regmenes de luz les acompaan los regmenes de enunciados, sus curvas se denen en determinado momento como ciencia, un gnero literario, un Estado de derecho o un movimien-to social, etctera.

    No se trata de sujetos ni de objetos, sino de regmenes que se denen mediante lo visible y lo enunciable con sus derivaciones, transformaciones y mutaciones. Ade-

    ms, en cada dispositivo las lneas franquean umbrales, en funcin de los cuales se presentan como estticas, cientcas, polticas, etctera (Deleuze, 2012 [1989]: 11-12).

    Esta propuesta sobre lo que constituye un dispositi-vo implica asumir el cuerpo no como sustrato estricta-mente biolgico (como objeto) o como contenedor de voluntad (como sujeto), sino entenderlo en vnculo con el entorno. Contemporneamente podramos decir: de-nir el cuerpo en su dinmica en vnculo con la red de humanos y mquinas.

    La air crib tambin fue conocida con el nombre de ms popular de heirconditioner o ms humorsticamen-te, baby tender. Esta cuna fue diseada por Skinner al nal de la Segunda Guerra Mundial para facilitar el cui-dado del beb bsicamente durante los primeros dos aos de vida. El diseo de esta cuna permita el con-trol de la temperatura y la humedad, reduca el ruido del exterior y sus paredes de cristal transparente per-mitan que el beb fuera observado desde el exterior y viceversa. En contraste con la caja de Skinner, diseada para propsitos de facilitar el aprendizaje por condicio-namiento, la air crib ms bien se orientaba hacia ob-jetivos bsicos de optimizacin de la esfera domstica. En primer lugar, persegua facilitar las labores asocia-das con la crianza y el cuidado del beb, ya que la cuna reduca la cantidad de ropa para lavar. Pero, tambin, provea un ambiente agradable para el/la beb a la hora de dormir y prevena las irritaciones del paal e inclu-so algunos accidentes que ocurren en la cuna y desde sta, como cadas, o mordidas a la cuna en la etapa de denticin y otras. Al no ser necesario utilizar mantas, sbanas y otros tipos de ropa, el/la beb se supone li-bre para explorar este espacio. Debora Skinner Buzan, segunda hija de Skinner, escribe un artculo en The Guardian donde describe su experiencia en la cuna, reaccionando a un libro publicado por Slater (2004). En este libro, Slater seala que Deborah fue utiliza-da por su padre en experimentos con esta cuna y que como resultado, ella termin con problemas de salud mental. En su artculo, Debora Skinner explica que las intenciones de su padre eran simples: remover aquello que su madre y su padre consideraban los peores aspec-tos asociados con el descanso del beb (Skinner, 2004). Estos eran la ropa, las sbanas y las frazadas, ya que no

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    slo deban ser lavadas, sino que tambin restringan el libre movimiento de las manos y las piernas, a la par de que eran mtodos imperfectos de mantener al beb cmodo. Tambin dice que su mam era feliz porque tena que darle menos baos y tena menos ropa que lavar. Agrega que ella tambin era feliz, a pesar de que acepta que por su corta edad (ao y medio) no recuer-da nada. El aire, aunque era ltrado, no estaba libre de grmenes, y cuando se colocaba el cristal en su sitio el ruido del exterior menguaba.

    De manera que no se trataba de un aparato que se in-sertaba dentro del esquema conductista bsico donde la persona sencillamente asocia refuerzos con formas de comportamiento para promover una conducta deseada, sino que este aparato ms bien era una especie de en-voltura provisional del cuerpo que facilitaba su cuida-do y crianza, especialmente en las horas de reposo. Ms an, la cuna permita menos baos, dado que las con-diciones controladas de temperatura y humedad obs-taculizaban, segn Skinner, la produccin de bacterias. Adems, sealaba que en la medida en que la piel no se maltrataba, estaba expuesta constantemente a la orina y al sudor del/la beb. Vale la pena sealar la valoracin positiva de la libertad de movimiento del neonato den-tro del espacio de la cuna. Skinner explica estas particu-laridades en una carta que dirige a Mary Lea Page el 21 de junio de 19451.

    Skinner no propicia el bao, no necesariamente por-que no se inscriba dentro de los cdigos higienistas de la poca, sino porque disea un aparato tecnolgico para lidiar de otra forma con este tema de las impure-zas. Para Skinner: El beb sufre al tener su propio su-dor y orina ligado a su piel a travs de la ropa2 (citado en Benjamin, 2006: 201). Ntese que en palabras de Skinner, el beb sufre la emanacin de su propia orina y sudor. La air crib pretenda menguar los efectos desa-gradables de la combinacin de estas impurezas cuando quedaban atrapadas en la ropa sobre la piel.

    Pero, ms an, su diseo sentaba las bases para la pro-duccin de un intercambio particular entre el/la beb y su ambiente/envoltura que permita, segn Skinner, un mejor cuidado y desarrollo de la criatura. El bao era concebido como un remedio articial en contrapo-sicin con la air crib que provea un ambiente ms nor-

    mal-natural. Lo que me interesa aqu es sealar que la air crib comprenda una manera de pensar en la que el cuerpo se visualizaba: 1) como algo que deba ser pre-servado de las inclemencias del exterior, 2) cuyo cuida-do deba ser racionalizado tecnolgicamente, 3) como objeto que deba ser mantenido en condiciones pti-mas de higiene (lo que implicaba no slo proteccin del exterior, sino tambin proteccin de las propias impu-rezas del cuerpo) y 4) como objeto en libertad de mo-vimiento. Todos estos supuestos estaban presentes ya al nal del siglo XIX y gran parte del siglo XX.

    Blanco y negro | fotografa | victoria peters r.

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    Benthien (2002) propone la piel como borde cultural entre la persona y el mundo. Nos dice que la piel no slo est codicada en el lenguaje, sino que tambin es una imagen y, como tal, se ubica desde otros par-metros. La piel se ubica simultneamente como con-tenedor de sta y al mismo tiempo como el otro de sta, en la medida en que la aprisiona, guarda o en-mascara. Las metforas que establecen analogas entre el cuerpo y estructuras arquitectnicas (casa, templo, edicios, etctera) no slo tienen una larga trayecto-ria, sino tambin, como nos dice Benthien, remiten a un imaginario de vaco contenido por nuestra piel y dentro de ste la psiquis. Benthien nos traza temas complejos en relacin con la piel como frontera. En su trabajo nos muestra cmo la piel, incluso desde el si-glo XVII y principios del XVIII, an se entenda como porosa como supercie no cerrada, y cmo esta imagen empez a cambiar ya entrado en el siglo XVIII con el ascenso del cuerpo burgus. A partir de enton-ces, la piel comenz a verse como una supercie que proporcionaba identidad y como el lugar donde se pro-

    yectaba el alma. Para la psicologa era una supercie donde discurra la psiquis. Esta trayectoria avanz en-trando en el siglo XX. Ejemplos clsicos de lo anterior son los trabajos de Kretschmer que asignaban ciertas constituciones fsicas a partir del diagnstico mania-co-depresivo o de esquizofrenia (esquizotimia-cicloti-mia), la tipologa de Sheldon que atribua rasgos de personalidad a partir de caractersticas fsicas hasta los diagnsticos psicosomticos y psicognicos, as como innumerables propuestas de psicologa popular a veces con pretensin cientca sobre el rostro o el cuerpo en relacin con la personalidad o la psicologa particular de una persona.

    El desarrollo de la psicologa como disciplina adopta este imaginario sobre el cuerpo, segn el cual la piel se concibe como supercie cerrada, pero al mismo tiem-po, con una inevitable porosidad que permite realizar no slo diagnsticos, sino tambin elaborar toda una tecnologa donde los aparatos son concebidos como ex-teriores en relacin con el sujeto. Desde la prctica psi-

    Recorridos | fotografa | daniel fajardo b.

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    colgica, los aparatos slo son vistos como herramientas que asisten en procesos asociados con el trabajo, el de-sarrollo humano, en las relaciones interpersonales, pero de ninguna forma se conciben como parte integral-or-gnica de la formacin de la subjetividad3. En contraste, en la discusin que sigue, argumento que los aparatos tecnolgicos son ms que meras herramientas, pues participan activamente en la construccin de imagina-rios epocales sobre el cuerpo y la subjetividad.

    En ese sentido, la invencin de Skinner de la air crib es emblemtica de la trayectoria que ha seguido la psi-cologa, incluso hasta nuestros das, especialmente en relacin con el tema de la construccin de la identidad y las subjetividades contemporneas. Es decir, para que a Skinner se le ocurriera la air crib como invento que aliviaba el peso de la crianza y produca una atms-fera idnea para el bienestar del beb muy en espe-cial frente a los aspectos contaminantes a los que est expuesto tanto en su ambiente exterior (ruidos, tem-peratura, humedad), as como frente a las excreciones provenientes de su propio cuerpo (sudor, orina) ha-ba que construir dichos aspectos como problema. Nos dice el historiador Corbin (1986) que el mdico ale-mn del siglo XVIII Ernst Platner insista en que la su-ciedad sobre la piel bloqueaba los poros impidiendo la expulsin de las sustancias nocivas del cuerpo. Sugiere este autor que en las reas rurales la suciedad sobre la piel pareca natural e incluso recomendable. Limpiar los excrementos del cuerpo fue una prctica urbana y de los sectores acomodados del siglo XVIII. En estos sectores se comenz a utilizar papel desechable para limpiarse despus de defecar y comenzaron a vaciarse diariamente los orinales. Tal parece que el fenmeno de la repugnancia de los excrementos humanos era un asunto urbano.

    En el siglo XIX y XX, los mtodos higienistas se de-puraron en virtud del desarrollo tecnolgico y gracias a una clara especializacin del trabajo domstico y su distribucin por gnero. Se gener un esquema de or-ganizacin del trabajo domstico afn a la Revolucin Industrial, como lo demuestra el clsico trabajo de Cowan (1983). Esta autora analiza desde una perspec-tiva histrica, cmo los aparatos tecnolgicos introdu-cidos en la esfera domstica nos ayudan a entender el proceso de industrializacin del trabajo domstico y la

    aplicacin de los principios de productividad y ecien-cia en esta esfera. Contemporneamente, tenemos la secuela de estas premisas pero desde la perspectiva posfordista. Riccini (2003) nos dice que el modelo de domotics (este trmino ha sido traducido al castellano como domtico; ejemplo de ste es la casa inteligente o smarthouse) produce otro imaginario en el lugar de conceptos como orden, organizacin, ahorro de tiem-po y energa. Las tecnologas contemporneas produ-cen otros valores y favorecen otras identidades. Esta autora nos dice que la ergonoma mecnica es sustitui-da por la ergonoma de la comunicacin. Ms que la relacin entre el usuario y las tecnologas particulares, se observa la relacin con el ambiente generado a par-tir de la integracin de las tecnologas de informacin y comunicacin. Esta integracin permite a las perso-nas operar y comunicarse con mquinas, as como co-municarse mutuamente a travs de mquinas en una red que ensambla humanos con viejos y nuevos apa-ratos. Estos cambios han generado, como es conoci-do, la exibilizacin de la jornada laboral en tiempo y en espacio a travs del teletrabajo que se puede llevar a la casa, pero tambin tareas que estn usualmente asociadas con el hogar pueden ser llevadas al lugar de trabajo. Como ejemplos de ste ltimo caso Riccini menciona actividades de compra, bancarias e incluso el entretenimiento.

    Sin embargo, hay un rea muy poco explorada que a mi entender cae dentro de este mismo rengln. Se trata de las actividades de crianza y supervisin de menores, as como tareas asociadas con la seguridad del hogar y la utilizacin eciente de sus recursos. Las formas en las cuales se tejen estas actividades en prcticas contem-porneas y urbanas desestabilizan las fronteras entre lo pblico y lo privado. El espacio domstico queda atra-vesado por un conjunto de relaciones en red que lo re-signican. En este proceso, las tecnologas digitales de visualizacin juegan un papel importante, especialmen-te porque producen nuevos mecanismos de separacin self/otro, y tambin de espacializacin del propio cuer-po, como se ver ms adelante.

    En esta direccin, Benthien (2002) seala que es es-pecialmente relevante para el desarrollo de la inves-tigacin psicolgica, el hecho de que la semiotizacin de la piel como frontera corporal permita el estableci-

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    miento de nuevas formas de separacin entre el self y el otro. Pero tambin permite la construccin del su-jeto como objeto de estudio donde el cuerpo a dife-rencia del campo de la medicina puede ser estudiado slo desde su exterior, desde una frontera que permitir hacer inferencias psicolgicas, ya sea mediante la ob-servacin-interpretacin directa de su comportamiento o su discurso, o mediante observacin mediada a tra-vs de aparatos tecnolgicos (fotos, grabacin de audio o video, espejos unidireccionales, y otros inventos). En otras palabras, para la psicologa, hacer visible no slo es un ejercicio de la vista, sino un ejercicio mediado por aparatos que pretenden ampliar o magnicar la mirada.

    Un invento que ilustra de manera extraordinaria el tema anterior es el laboratorio de Arnold Gesell en 1948. Gesell cre un instituto de investigacin en la Universidad de Yale para estudiar el crecimiento y desa-rrollo infantil. Lo particular de este escenario es que fue pionero en la utilizacin de tecnologas de visualizacin para estudiar estos temas. Gesell acudi a la tecnologa ms sosticada de su poca para realizar sus experimen-tos (la fotografa y el video). Invent el Gesell dome, se trataba de un espejo unidireccional donde el nio/a era observado sin perturbacin. Muchas de las conclu-siones de sus estudios estuvieron basadas en el anlisis de los videos. La prctica de convertir a los nios en objetos en la investigacin psicolgica est claramente documentada en el discurso psicolgico con implicacio-nes epistemolgicas y ticas. Pero, no slo se trata del legado positivista de la investigacin psicolgica o de las controversias ticas que se han querido atender me-diante cdigos de tica y juntas evaluadoras para la pro-teccin de sujetos en la investigacin. La presencia de los nios como objetos de estudio en la disciplina psico-lgica tambin est asociada con los entendidos de una prctica particular en este caso la utilizacin de tec-nologas para la visualizacin del comportamiento cor-poral y es lo que resulta especialmente relevante para esta discusin. Tambin es relevante el grupo etario en cuestin, los todlers (nios/as en edad preescolar), o sea, nios/as que an se encontraban en un ambiente de cuidado fundamentalmente domstico a mediados del siglo pasado. Luego de la Primera Guerra Mundial, no es de extraar que Gesell (1923) publicara un libro bajo el ttulo The Preschool Child from the Standpoint of Public Hygiene and Education, as como un artculo

    posterior de 1924, cuyo ttulo tambin habla por s mis-mo: The Preschool Child as a Health Problem, donde introduce el tema de la necesidad de volcar la atencin sobre el desarrollo de los nios de edad preescolar con un discurso cargado de metforas militares:

    La Tierra-de-Nadie comienza a aparecer como un asentamiento de frontera. Avanzadas, como un asen-tamiento de frontera. Los puestos de avanzadas se han establecido. Los vigilantes estn en el terreno. Las ca-lles estn constituidas. Hay indicaciones de que la sa-lud y el desarrollo de los nios preescolares estn bajo control social sistemtico (Gesell, 1924: 885)4.

    Qu premisas subyacen en la utilizacin de estos artefactos para el estudio del desarrollo infantil? En primer lugar, est presente la premisa de que el am-biente comn es decir, el ambiente fuera del la-boratorio es contaminante. En segundo lugar, que los artefactos de visualizacin permiten la repeti-cin (en el caso del video) y la jacin (en el caso de la fotografa) del objeto de estudio para garanti-zar conclusiones ms acertadas sobre la naturaleza del fenmeno bajo estudio. Por ende, los artefactos tecnolgicos son vistos desde una perspectiva externa al cuerpo, y, por consiguiente, neutrales. El imagi-nario de la neutralidad axiolgica de la investigacin psicolgica experimental es nutrido por esta premisa de que los aparatos tecnolgicos amplan la capacidad de observacin. El cinemanalysis como le llam Gesell era denido por este autor como el estudio analtico de fotogramas (frames o cronophotographs) de un individuo en el proceso de movimiento de su cuerpo (conducta). Gesell hace una comparacin an ms interesante, porque alude claramente a la imagen que hemos discutido anteriormente del cuerpo como supercie. Este autor establece un contraste entre la diseccin de un cuerpo desde la prctica mdica y la diseccin de la conducta: la primera destruye la integridad del tejido, mientras que el cinemanaly-sis permite el estudio minucioso sin tal prdida. El tejido corporal sufre el escalpelo, pero la integridad y la conformacin del comportamiento no pueden ser destruidos por la observacin repetida (Gesell, 1991:552)5. Por ltimo, el Gesell dome en cierta for-ma es otra manera de plasmar el ideal descontami-nante en el entorno, en este caso, para el estudio del desarrollo infantil en su medio natural, es decir, sin

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    la presencia de investigadores o aparatos que pudie-ran alterar el comportamiento habitual del nio/a en su hbitat natural.

    La air crib ubicada en el ambiente domstico se en-cargaba de producir un ambiente ms o menos im-poluto liberando al beb (y a la madre) de aspectos desagradables de la vida infantil de los primeros dos aos de vida. El Gesell dome es un paso diferente pero igualmente inscrito en el entendido de la necesidad de producir un ambiente impoluto. En este caso, se tra-ta de un ambiente de descontaminacin comunicacio-nal y, al mismo tiempo, una valoracin de la libertad de movimiento de un cuerpo que equivocadamente se presume libre de la mirada del otro. El Gesell dome suprime del ambiente infantil aquello que pudiera perturbar su comportamiento habitual. Se trata, en-tonces, de un querer llevar a condiciones experimen-tales el desarrollo infantil que de otra forma estara llevndose a cabo en condiciones domsticas y bajo el cuidado de otras personas, especialmente la madre. La invencin de ubicar un cristal de visin unidireccio-nal en combinacin con cmaras de fotografa y video participa de una manera de estar en el mundo que va a tomar auge a partir de los aos cincuenta en Esta-dos Unidos, y se trasladada a otros escenarios como el contexto de la investigacin policial y el mbito educa-tivo. El Gesell dome es un buen ejemplo de cmo un invento fundamentalmente utilizado en el contexto de la investigacin cientca psicolgica es trasladado a otras reas de intercambios sociales, llevando con ste entendidos particulares sobre la relacin identitaria entre las personas, las cosas y lo que se entiende es el ambiente natural del comportamiento social.

    La posibilidad de acceder a otros espacios sin ser vis-to est especialmente vinculada con la proteccin de la propiedad privada en capas medias, con el desarrollo tecnolgico de alarmas electromagnticas y, eventual-mente, con el desarrollo de las telecomunicaciones en el siglo XX. Aunque la primera patente de alarma elec-tromagntica para propiedad fue otorgada a Augusts Poepe en Massachusetts en 1853, no fue hasta entra-do el siglo XX que se desarroll este mercado. Poste-riormente, el desarrollo de los servicios telefnicos fue favorable para esta industria, ya que el sistema de co-municacin ahora permita conexin directa con las

    autoridades locales. Otro factor favorable a esta indus-tria fue la invencin de la cmara de seguridad. Pero el gran mpetu en esta tecnologa se remite a nales del siglo pasado (dcadas de los aos ochenta y noventa) cuando igualmente se desarrolla la industria de las te-lecomunicaciones. Una mirada rpida a los websites de compaas de alarmas de seguridad que aportan algu-nos datos histricos remiten invariablemente al hecho de que si bien en sus comienzos fueron los negocios y las familias ricas en grandes ciudades los que empeza-ron a incorporar estas formas de seguridad en su hogar, el desarrollo de la tecnologa en reas de telemtica, video y redes permiti ampliar el mercado para aten-der la demanda creciente de familias del sector medio de la sociedad norteamericana y de otros pases. Por qu este dato es importante? El desarrollo tecnolgico acompaado por el miedo a intrusiones no deseadas en el domus abri las puertas del escenario domstico a una transformacin importante donde se desestabiliza-ron las fronteras pblico/privado y emergi una diver-sidad de formas de construir subjetividades y vivir las identidades. El domus aparece no slo como un lugar de inters y control bajo la rbrica ideolgica de un ambiente de riesgo en el contexto de la vida urbana.

    Despus de la Segunda Guerra Mundial ya no te-nemos una sociedad disciplinaria sino que ms bien estamos dice Deleuze (1990) en una relacin ge-neralizada de crisis relativa a con todos los espacios de encierro; estas crisis no paran a pesar de los intermina-bles intentos de reforma. A estas sociedades Deleuze las ha denomiado sociedades de control y estn en el proceso de suplantar las llamadas sociedades discipli-narias de las que nos hablaba Foucault. Mientras el encierro estaba constituido a partir de moldes, los controles son modulaciones donde lo nico perma-nente es el cambio. Estar expuesto en la sociedad de control exige una identidad digital, una identidad que nos protege y al mismo tiempo nos hace vulnerables de formas complejas.

    Deleuze (1990) propone que en las sociedades de control lo que aparece como importante no es tanto la rma o el nmero, sino el cdigo como password o con-trasea. El sujeto resurge como una ondulacin, en un network continuo (ujo de banco de datos y estadsticas de todo tipo). Aado que la identidad digital es una que

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    nunca existe en singular y su alto nivel de abstraccin permite dicultades a la hora de establecer equivalen-cias entre esta identidad y la persona concreta de carne y hueso. Esto genera un horizonte de ambivalencia. Por un lado, el concepto de password (contrasea) aparece como el cdigo de seguridad por excelencia; por otro, el vnculo identitario es difcil de establecer de manera inequvoca, ya que padece de una gran vulnerabilidad. Es tan precaria la seguridad del password que cuando la persona la quiere establecer hay plataformas que in-dican su nivel de seguridad seleccionado, lo cual no es otra cosa que sealar el riesgo permanente del robo de identidad.

    Se vive igual la experiencia de inseguridad en toda la poblacin y contexto? Tomando como punto de refe-rencia la situacin de las mujeres en Puerto Rico, tene-mos que, a pesar de toda la invisibilizacin de la que ha sido objeto la contribucin de las mujeres en el mbito social general y familiar, la literatura que las ubica como piedra angular del desarrollo social es vasta. Los datos censales indican un aumento en la cantidad de jefas de familia (mujeres que viven solas) y una disminucin del hombre como jefe del hogar para el 2006, cuando se compara con aos anteriores6. En este mismo ao reali-zamos una investigacin sobre el uso del telfono celu-lar dentro de la poblacin estudiantil en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Ro Piedras; el total de par-ticipacin en la encuesta fue de 628 personas cuya gran mayora eran mujeres (484). Esta encuesta revel que tanto hombres como mujeres expresan una preocupa-cin por los niveles de criminalidad y riesgo a los que la persona teme estar expuesta mientras est en la ca-lle. El telfono celular aparece como un medio que se inserta en la tensin riesgo/seguridad como un instru-mento de proteccin en caso de peligro. Sin embargo, es interesante notar que slo las mujeres expresaron el mismo temor estando en el interior de la casa. Tal pa-rece que el hecho de vivir solas o con sus hijos/as aade temor y un sentido particular de estar en riesgo. Una de las entrevistadas lo expresa de la siguiente forma: Yo misma por ejemplo, duermo con el celular al lado de la almohada y no es lo mismo si pasara algo, Dios no lo quiera levantarse y coger el telfono, no es lo mismo que tenerlo ah al ladito o quizs hasta me ofrezca segu-ridad el tener eso ah []. El telfono celular aparece casi como un arma de defensa que brinda seguridad

    a la mujer en el entorno domstico, que ya no es tan familiar.

    Si bien el imaginario del miedo en el interior del do-mus en la experiencia de las mujeres no es nada nue-vo, aparece con ms visibilidad dado el aumento en la cantidad7 de mujeres que viven solas y el aumento de las estadsticas de crmenes contra las mujeres y su des-pliegue meditico en el contexto de Puerto Rico. El ambiente domtico ha devenido un tipo particular de hbitat donde la persona se asla y protege slo para quedar expuesta a travs de sistemas computarizados: sistemas de alarmas, cmaras de seguridad, webcams, sistemas computarizados de asistencia en el hogar, ce-lulares, etctera. Todos estos aparatos son funcionales en la medida en que estn ligados a una identidad di-gital distintos niveles de cdigo de acceso a partir de la cual se gesta la red y su sentido. El trmino sen-tido lo empleo en su doble acepcin como signicado, pero tambin en tanto vnculo sensorial con el cuerpo. Se promueve no slo una experiencia corporal particu-lar, sino que adems sta se encuentra mediada por la produccin de los imaginarios que tal vnculo permite.

    Lpez (1992), en su ensayo sobre el imaginario de la inseguridad y la militarizacin de la vida cotidiana en Puerto Rico, ejemplica los sistemas de vigilancia de la siguiente forma: la popularizacin del uso de diver-sos sistemas de seguridad, el aumento en las brigadas de proteccin pblicas y privadas, el auge en los cursos de artes marciales y defensa personal, as como la por-tacin de armas y la existencia de diversos programas cvicos de vigilancia vecinal para control del crimen. Es-tas prcticas del siglo pasado que han proliferado en nuestra cotidianidad constituyen sistemas visibles y presuponen una relacin didica entre el vigilado y el que vigila; vistos stos como roles donde, segn Lpez, cada uno de nosotros puede convertirse no slo en vcti-ma, sino tambin en polica. Sin embargo, aunque estas prcticas todava pueden ser constatables, el control de los sistemas del siglo XXI aludidos en el prrafo ante-rior, tiene cierta ubicuidad, lo que hace no tan visibles sus mecanismos y formas de funcionamiento. En este sentido, es importante sealar que nunca estuvo ms presente que ahora el cuerpo y la tcnica, o mejor an, el cuerpo/tcnica como eje fundamental para el anlisis tecnolgico. Las dinmicas entre control/riesgo/seguri-

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    dad habra que enmarcarlas en una red de relaciones donde aspectos tcnicos, de gnero, de etnia, sector so-cial, y otras particularidades de la existencia, tendran que tomarse en consideracin.

    La identidad de la mujer que vive sola queda trans-formada en tanto los aparatos tecnolgicos le asisten en la construccin de otras formas de ser/estar (nuevas for-mas de agencia en y fuera del domus). El 86,2% de las mujeres encuestadas online en el 2006 informan man-tener su celular encendido de 21 a 24 horas, en con-traste con un 78% en el caso de los varones. El uso del telfono celular dentro de la casa es notable: 78% de las mujeres y 70% de los hombres. El 40% de las mujeres informan sentirse preocupadas sin su telfono celular

    y el 15,9% desamparadas, en contraste con un 22,7% y 9,7% en el caso de los hombres, respectivamente. Una entrevistada seala que: El celular es como parte de m. Se ha vuelto parte de uno como quien dice. Es algo que uno trata de no salir de la casa sin el celular. Pu-diramos decir que ha venido a formar parte del sis-tema de comunicacin del propio cuerpo, al punto de que se enuncia no como herramienta sino como parte de la corporalidad, como prtesis tecnolgica8. Igual-mente, la comunicacin digital sugiere entonces que el sujeto se relaciona de forma multirreferencial con su entorno ahora mediado por redes digitales. Este ltimo se ha convertido en un espacio pluridimensional donde el sujeto se representa con diversas identidades posi-bles. Aqu el sujeto debate su propia signicacin y la

    Serie blanco y negro | fotografa | victoria peters r.

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    del otro. Partiendo de esta premisa, cmo se construye el domus en el siglo XXI?

    Sennett ([1994] 2010) en su extraordinario libro sobre el cuerpo y la ciudad en la civilizacin occidental nos dice que ya a partir del siglo XIX, cuanto ms cmodo se encontraba el cuerpo en movimiento tanto ms se aislaba socialmente viajando solo y en silencio. La bs-queda de la comodidad, nos dice este autor, tena senti-do en el marco del tiempo del trabajo, como condicin necesaria para la restauracin de la fuerza de trabajo y recomponer los estragos causados por la fatiga. Sin embargo, nos advierte que la comodidad tambin tom desde el principio otro rumbo en el cual se convirti en sinnimo de individualidad, como forma de aislamien-to social. No obstante, contemporneamente, si indaga-mos sobre las formas de consumo de la comodidad en el interior del domus, nos veramos rpidamente con-frontados con la tecnologa digital y la desestabilizacin de algunas dicotomas como afuera/adentro, comunica-cin/transportacin.

    Si en el siglo pasado el domus adviene como el lugar de restauracin, acogida y socializacin, vale la pena preguntarnos cules son las propuestas que aparecen ahora de relieve, cules son las continuidades o dis-continuidades en las sociedades contemporneas que viven galopando en el marco neoliberal del capitalismo globalizado? Las tecnologas digitales de visualizacin permiten una hibridacin interesante entre los princi-pios de optimizacin de las tareas domsticas implica-das, como hemos visto en la air crib y la produccin de un ambiente de asepsia comunicacional ya previsto en el Gesell dome del siglo pasado. El concepto de smar-thome cuya clave radica en la red de aparatos que de forma coordinada median para la produccin de servi-cios y funciones coloca el cuerpo/subjetividad en una posicin ambivalente, como centro y al mismo tiempo como desplazamiento, una especie de materia transpa-rente. La casa del futuro nos dicen Anne Holoham et l. (2011) ser un lugar complejo con cientos de servicios generados por redes, algunos de stos pro-ducidos por aparatos dentro de la casa, mientras otros mediante proveedores externos. Aaden que estos ser-vicios variarn desde simples como actividades de entretenimiento hasta ms complejos como servicios de cuidado en el hogar o paquetes de conservacin de

    energa. Aunque hay muchos modelos sobre cmo sera un smarthome, lo cierto es que el cuerpo adviene como consumidor en un estilo de vida donde la identidad asu-me cada vez mayor abstraccin. Es decir, la realidad se congura como datos que van a parar a bancos desde donde los centros administrativos del capital y el Estado van pautando las normativas que corresponderan a ese mismo estilo de vida.

    Sin embargo, a partir del estudio de iSPACE (un am-biente de smarthome que toma la forma de un apar-tamento de dos cuartos donde se pueden realizar las actividades cotidianas de dormir, comer, trabajar, estu-diar, etctera) en la Universidad de Essex (Holoham et l., 2011) proponen una va alterna. En el iSPACE se prueban aparatos tecnolgicos que permitiran a los re-sidentes generar microservicios y gobierno dentro de la casa. En este trabajo los autores argumentan en torno a las formas en las que esto puede ser posible y

    Retiro superior e inferior | fotografa | daniel fajardo b.

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    cmo estas prcticas le devuelven cierta agencia al su-jeto, a la par que pueden servir para informar tipos de gobierno en el nivel macro y polticas estatales.

    Para que esta alternativa sea factible, el diseo tec-nolgico debe maximizar la capacidad de control y seleccin de la persona. Cmo es esto posible? Las llamadas tecnologas emergentes en el contexto de la casa digital auguran una transformacin de la estruc-tura y las prcticas sociales. A travs de las redes de aparatos dentro de la casa, e incluso fuera de sta a travs de Internet, se pueden generar datos sobre los habitantes de la casa y sus prcticas. Los sistemas de informacin pueden aportar datos directamente a par-tir del consumo sin mediar un rendimiento de cuentas de la persona a travs, por ejemplo, de una encuesta que depende de la subjetividad del encuestado o en-cuestada y de factores tales como memoria, motiva-cin y otros.

    Un entorno para el estudio del habitante en una casa digital son los llamados living laboratories, como el mencionado iSPACE y otros existentes en otras insti-tuciones como el Aware Home de Georgia Tech o el Mav Home Project de la Universidad de Texas. En es-tos espacios se recrean las condiciones de la casa inte-ligente y se estudia directamente la forma en la cual la persona la habita registrando los usos, costumbres y, en denitiva, las formas de consumo del espacio, sus re-cursos y servicios. A pesar de los asuntos ticos asocia-dos con el tema de la privacidad, Holoham et l. (2011) insisten en que estos datos directos tienen el poder de facilitar la innovacin de las prcticas de toma de deci-siones y las relaciones entre proveedores, consumido-res, gobierno y ciudadana. Agregan que las soluciones actualmente existentes para la administracin y el ma-nejo de la deliberacin electrnica pueden proveer los medios a travs de los cuales se pueden formar grupos para la reexin y el debate electrnico sobre las formas ms adecuadas de utilizar los recursos en los ambien-tes inteligentes para servir a sus propias necesidades y a las necesidades de la comunidad mayor. A travs de herramientas digitales de fcil uso para navegar y ma-nipular los modelos, las comunidades pueden decidir en torno a cmo recoger sus datos, supervisar, procesar y distribuirlos. A estos procesos se les ha llamado mi-crogobiernos (Callagham et l. citados en Holoham et l., 2011). Una vez el/la jefe del hogar delibera sobre cmo utilizar los recursos domsticos, puede entablar discusiones online ms amplias entre los tres niveles de intercambio de informacin: entre los habitantes del domus, entre estos ciudadanos y otros (por ejem-plo, con personas de la vecindad y otros grupos de in-ters) y el gobierno. Los autores se reeren al traslado de las discusiones en entornos online como go online (ir online) que es una forma lingstica ampliamente utili-zada en diversos idiomas. La misma denota la compre-sin comunicacin-transportacin que igualmente est implicada en otros vocablos como mobility (movilidad) cuando se habla de las capacidades y aplicaciones de la tecnologa mvil. Asimismo, las formas de nombrar centran la atencin en la agencia o control de la per-sona en relacin con su entorno. De acuerdo con estos autores, un benecio en favor de la agencia ciudadana es que la/el jefe de familia podr tener la informacin o los datos que las compaas o el Estado requieren para ser ecientes, y esto propiciar poder de negociacin

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    para consumidores que de otra forma estaran pasivos y a merced de las polticas pblicas.

    Est por verse si el panorama que auguran los defen-sores de los ambientes inteligentes para el espacio do-mstico redunda en mayor empoderamiento para la ciudadana. Lo que parece evidente es que los ambien-tes digitales reconstruyen las fronteras identitarias con un nivel de abstraccin cada vez mayor, provocando en contrapartida un mayor cuestionamiento sobre las fron-teras identitarias y sobre la construccin de las subjeti-vidades contemporneas. Sobre este particular, resulta interesante el dilogo que estas propuestas de recon-guracin del domus mantienen con conguraciones ya establecidas del siglo XIX. Riley (1988) nos recuerda cmo desde el siglo XVIII se intensica la concepcin de familia atada a una forma particular de administra-cin. En este proceso nos dice esta autora a las mu-jeres se les atribuye el proceso de humanizacin de lo social con una doble insercin. Por un lado, lo social ad-quiere estndares familiares salud, educacin, higie-ne, fertilidad, demografa, etctera y, de otro lado, en el centro de la organizacin familiar se ubica a la mujer. Por consiguiente, decamos que la mujer se convierte

    en categora sociolgica y psicolgica en un doble sen-tido: en tanto agente de lo social se ubica como inter-ventora en distintos niveles en los proyectos de reforma social, y, al mismo tiempo, dada su centralidad en la or-ganizacin familiar, es objeto de tales reformas (Correa et l., 1994). Tal parecera, entonces, que se facilita un disloque entre el terreno de lo social (feminizado) y el terreno de lo poltico (masculinizado).

    Sin embargo, propuestas como las de Holoham et l. (2011) sugieren un escenario diferente. Dicen estos au-tores que manejar los asuntos del hogar es en muchos sentidos anlogo a los procesos gubernamentales, pues versa sobre recopilacin de datos referentes a recursos existentes, deliberacin de necesidades en relacin con los recursos existentes y el establecimiento de reglas, usos y consumo. Se tratara entonces de un imaginario que acepta de una vez y por todas la desestabilizacin de las fronteras pblico/privado, interior/exterior, don-de el cuerpo se recongura ms que de forma porosa, transparente. El cuerpo transparente es una inexin que permite que el cuerpo sea construido como objeto de escrutinio por el propio sujeto en interaccin con los aparatos en red. El sujeto ya no requiere ser encuestado

    Soslayo

    fotografa | daniel fajardo b.Alone in the park

    fotografa | javier prazzk, creative common / flickr

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    sobre las prcticas privadas de administracin/gobierno del domus, sino que el cuerpo a travs de su compor-tamiento (comportamiento que se da dentro del net-work de comunicaciones) va produciendo sus propios datos. En un primer nivel se trata de un cuerpo como ujo de datos, cuyo valor se adquiere en un segundo momento, en el proceso interpretativo que se teje en el mbito de la negociacin privada/pblica, es decir, en el momento en el cual el sujeto decide utilizar esta informacin para negociar aspectos de consumo de re-cursos (por ejemplo, energa elctrica) o servicios (por ejemplo, cuidado de la salud en el hogar), o aspectos de seguridad (por ejemplo, sistemas de vigilancia com-putarizada en el hogar).En el prximo nivel habra que aludir a la subjetividad que acompaa estos cuerpos como una autorregulacin o un automonitoreo.

    La gura un tanto extrema de esta subjetividad la en-contramos en el caso de Larry Smarr que ha cobrado cierta notoriedad a partir del despliegue meditico de su prcticas en las redes de CNN en septiembre del 2012. Larry Smarr es el director del California Institute for Telecommunications and Information Technology, un centro de investigacin en la Universidad de Cali-fornia. Smarr utiliza una variedad de aparatos tecnol-gicos y tcnicas para recoger sus propios datos sobre el estado de su cuerpo. Smarr recoge sus muestras de orina y excreta en su hogar y las enva a los laboratorios. Utiliza una serie de aparatos para recoger directamente de su cuerpo otro tipo de datos. Algunos ejemplos son FitBit, un aparato que mide su ingesta calrica y la can-tidad de pasos y distancia recorrida, entre otros datos; InstantHeartRate que utiliza el ash de la cmara de su telfono para medir el pulso y Stress Check para me-dir los intervalos entre los latidos del corazn; las irre-gularidades implican presencia de estrs. Para Smarr, este conocimiento lo coloca en una mejor posicin a la hora de visitar a su mdico, pues puede conversar en un plano de mayor simetra en cuanto a conocimiento sobre su estado de salud, medicamentos, formas de se-guimiento y tratamientos alternos. Aunque ste parezca un caso extremo, ya existen organizaciones que agru-pan personas con estas prcticas. El website Quantifed Self rene diseadores y personas que utilizan distintos aparatos para generar conocimiento del propio cuerpo a travs del registro sistemtico de datos sobre el estado corporal. Han proliferado los apps para telefona m-

    vil que permiten monitorear varias funciones tanto en relacin con el cuerpo en vigilia y movimiento, como en reposo y sueo, tanto dentro como fuera del hogar (Landau, 2012).

    El discurso psicolgico sus teoras y prcticas ha tenido una funcin crucial en la formacin de la subjetividad en la contemporaneidad. La disciplina psicolgica ha pretendido responder a las preguntas asociadas con qu signica ser un sujeto, una perso-na. En general, su acercamiento tradicionalmente ha sido enmarcar preguntas especcas en escenarios de laboratorio o en registros de transcripciones en con-textos de interaccin (Brown y Stenner, 2009). Pero, ms an, la psicologa en estas prcticas ha provisto las condiciones necesarias para recongurar el domus y el cuerpo mismo como mbito privilegiado de signica-cin a travs de aparatos tecnolgicos, como he sea-lado a partir de dos casos: la air crib y el laboratorio de Gesell. La combinacin de estas dos invenciones cu-riosamente rene dos prctica esenciales para el dise-o del ambiente domtico. Mientras la primera es una invencin cuyo proceso se parece ms a los living labs, donde se recrean condiciones de vida cotidiana con el propsito de evaluar prototipos e innovaciones, el se-gundo pertenece ms a la tradicin de investigacin con propsitos descriptivos y exploratorios en torno al comportamiento corporal mediado por tecnologas de visualizacin. En otras palabras, las propuestas de smarthomes, e incluso las formas en las cuales actual-mente se conguran los espacios domsticos a travs de la utilizacin de tecnologas digitales de informa-cin y telecomunicaciones, han convertido el espacio domstico en un lugar ms que de acogida, de trnsito de informacin, es decir, un espacio mvil. En ste la identidad digital tiene un rol fundamental y el cuer-po, tal cual, adquiere su valor en tanto puede generar datos que slo adquieren sentido en el contexto de la produccin y consumo de bienes y servicios. Si estas nuevas conguraciones apuntan hacia un mayor con-trol o agencia del sujeto est por verse.

    De otro lado, si el cuerpo deja de ser visto como sus-trato estrictamente siolgico, se abren nuevas formas para conceptualizar la relacin cuerpo y tecnologa de maneras ms dinmicas para entender su devenir en el ser-en-el-mundo (el Dasein heideggeriano). Las dicoto-

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    mas como dominacin/resistencia pierden su centrali-dad para abrir paso al estudio de las formas en las que se construyen los sistemas cuerpos-aparatos como un cam-po de posibilidades donde coexisten en tensin prc-ticas de dominacin y de resistencia simultneamente. En este sentido, los aparatos tecnolgicos se ubican en ese lugar privilegiado que viabiliza la produccin del self como gura que slo puede existir en relacin con un cuerpo y su tcnica.

    Por lo pronto, lo que parece vislumbrarse es un ima-ginario de cuerpo transparente cuya mayor produc-tividad radica en producir con la ayuda de diversos aparatos (in)corporados, una multiplicidad de datos tiles que se producen y diseminan en el cruce de lo local y lo global. Desde esta perspectiva, entonces, la persona mantiene con su entorno una relacin con-ictiva y tensa. Por un lado, tiene una percepcin de control individual de las formas de produccin y uti-lizacin de los datos personales, de estilos de vida, de formas de consumo y utilizacin espacial, entre otras. Pero, por otro, participar en estas prcticas supone igualmente un nivel mayor de exposicin, incertidum-bre y ansiedad entorno a esa misma forma de vida. Por ejemplo, no sabemos si la programacin de la alarma de seguridad funcionar adecuadamente o si utilizar nuestra tarjeta de crdito online resulte en un robo de identidad. Las formas especcas y plurales en las que diversos sectores habitan y reconstruyen estos escena-rios ameritan un lugar destacado en las agendas inves-tigativas de la contemporaneidad.

    En el presente escrito he querido vincular el ima-ginario del cuerpo en la contemporaneidad desde el contexto domstico de las llamadas sociedades posin-dustriales. Investigaciones histricas han dado cuenta de las formas de racionalizacin de la esfera domsti-ca, si entendemos por racionalizacin la organizacin del trabajo a partir de principios que se nutren de la observacin y la medicin de las actividades en rela-cin con parmetros de eciencia. La propuesta bajo discusin es que en este proceso el discurso tecnop-sicolgico ha jugado un papel fundamental desde el siglo XX. Algunas teoras sobre el desarrollo, aprendi-zaje y cuidado infantil fueron generadas en el cruce de aparatos tecnolgicos (como casos especcos, he dis-cutido la air crib y el Gesell dome) y conceptos psico-

    lgicos, a esto he llamado el discurso tecnopsicolgico. La propia teora de Gesell sobre el desarrollo infantil en forma de etapas fue un referente obligado en Esta-dos Unidos entre 1930 y 1950. Este cruce ha facilitado la penetracin de tcnicas de visualizacin dentro del mundo domstico y cotidiano, acopladas con sus parti-culares propeduticas y programas operativos o siste-mas de actuacin histricamente situados.

    Sin embargo, este proceso no es lineal. Como nos dice Golec (2010), el apogeo del movimiento de ingeniera domstica en los Estados Unidos (y que fue transporta-do a Europa desde 1920) aspiraba alcanzar una fantasa modernista donde el control paradjicamente asegura-ra libertad. El hogar, en tanto objeto desde el cual se establecen relaciones identitarias, se va construyendo como un hbitat de conicto entre el pretendido auto-perfeccionamiento y la eciencia, y, al mismo tiempo, la imposibilidad de tales pretensiones. La racionalizacin del espacio domstico no ha redundado necesariamen-te en mayor tiempo libre, como sealan investigaciones en este tema como la de Cowan (1983), como tampoco se ha encontrado un vnculo entre la organizacin do-mstica y el perfeccionamiento de la sociedad en una escala mayor9. El ltimo reducto de cuestionamiento ante tal contradiccin sera el cuerpo mismo.

    Este ltimo debe hacerse visible, sin que el propio sujeto d cuenta de l. No se trata de un sujeto-cuer-po que informa, pues de entrada la sospecha sobre este cuerpo est instalada, sino de un sujeto-red que reconstruye su cuerpo para hacerse transparente para el otro como medio de informacin codicada digital-mente. Podramos incluso decir que en ese afn de ha-cerse transparente, busca desesperadamente nuevos hbitos y rituales que devuelvan al cuerpo la densidad perdida en este proceso de abstraccin a travs de la autorregulacin. Se trata, entonces, de un sujeto que se construye entre el cuerpo autorregulado y el cuerpo transparente. Aqu las tecnologas digitales juegan un papel cardinal. La subjetividad que aspira al cuerpo re-gulado, busca ms bien a la ilusin del autocontrol, pues los parmetros de ste provienen siempre de afuera. Lo que supone un cuerpo siempre activo en bsqueda de su autoperfeccionamiento, un cuerpo intervenido y, al mismo tiempo, expansivo, pues los datos digitalizados construyen a su vez nuevos espacios de ser-actuar. Se

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    trata de la racionalizacin del cuerpo, que no es otra cosa que un intento de espacializacin de los ritmos vi-tales perdidos. Virilio (2012) dira que los ritmos perdi-dos son el resultado de la aceleracin continua. Ya sea a travs de tecnologas que permiten mayor sincronicidad entre usos de recursos y el cuerpo, o a travs de la auto-rregulacin de la salud, el cuerpo habla por medio de las prtesis tecnolgicas que permiten una visibilidad-espacialidad del estado corporal como proyecto10. Mu-chas de las actividades asociadas con la autorregulacin de la salud, as como las actividades de la autorregu-lacin de la vida domstica en tanto se han recons-truido a partir de la tecnologa digital han mutado, perdiendo su arraigo o sedentarismo y, como tal, pue-den ser transportadas a otros lugares. Por ejemplo, no slo puedo cotejar los niveles de azcar en la sangre en cualquier lugar, puedo enviar los resultados electrni-camente a otros y tambin podra programar a distan-cia la preparacin del caf matutino a cierta hora para

    prevenir un bajn de azcar en la sangre. Igual ocu-rre con las funciones de seguridad que se extienden del cuerpo al hbitat y del habitat al cuerpo por vas de la tecnologa digital. Cuando logremos implantarnos exi-tosamente chips dentro del cuerpo, ser, tal vez, no la ltima frontera, sino la ltima morada con sus propias contradicciones. Virilio lo expresa de la siguiente for-ma: Es el mundo lo que llevamos encima a la espera de que nos lo implanten, me reero al en-s del chip de nano-tecnologa que har que el mundo ya no est ante nosotros sino dentro de nosotros (Virilio, 2012:79). Las prcticas tecnopsicolgicas como las implicadas en la air crib y el Gesell dome se presentan como dispo-sitivos que favorecen el salto hacia un cuerpo hbrido (humano/mquina), permitiendo ms que una mayor visibilidad, una visibilidad performativa, una visibilidad que supone de entrada y salida operaciones concretas de transformacin del cuerpo mismo dentro de un do-mus mutatis mutandis y mvil.

    Quibd | fotografa | daniel fajardo b.

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    NOTAS

    1 Skinner envi un artculo que explicaba con detalle el di-seo, funcionamiento y ventajas de la air crib a una revista titulada Ladies Home Journal. El artculo ocasion gran con-troversia en el grupo editorial, especialmente sobre el funcio-namiento de este invento en relacin con la salud e higiene del beb tanto fsica como psicolgica. Mary Lae Page recoge estas inquietudes y las enva en una carta a Skinner para que ste responda a las interrogantes. La carta tambin aparece reproducida, junto a la respuesta de Skinner, en el libro de Benjamin (2006).

    2 Traduccin ma. Cita original: The baby suffers from ha-ving its own perspiration and urine bound against its skin by clothing (Skinner, citado en Benjamin, 2006: 201).

    3 El trmino subjetividad tiene una larga trayectoria lo-sca y socio-psicolgica que a su vez est asociada con otros trminos y dicotomas como objetivo/subjetivo, o debates epis-temolgicos como los relativos al objetivismo y subjetivismo. En este escrito el trmino se utiliza de una forma ms uida para indicar un proceso ms que una entidad que vincula as-pectos psquicos en relacin con aspectos orgnicos, o somti-cos si se preere, con formas de vida concreta. Estas formas de vida enlazan aspectos culturales (tradicin/cambio), sociales (intersubjetividad y formas de organizacin social tanto ins-titucionales como prcticas que desbordan las instituciones), econmicas (formas de produccin, circulacin y consumo de bienes y servicios unidas a las maneras de reproduccin de estas formas, pero tambin a sus quiebras y suras) y polticas (igualmente, formas de gobernabilidad y suras).

    4 Traduccin ma. Cita original: The No-Mans Land is beginning to look like a frontier settlement. Outposts like a frontier settlement. Outposts have been established. Surve-yors are on the ground. Streets are being laid out. There is every indication that the health and development of preschool children are coming under systematic social control (Gesell, 1924: 885).

    5 Traduccin ma. Cita original: Bodily tissue suffers from the scalpel, but the integrity and conformation of behavior cannot be destroyed by repeated observation. A behavior form can be dissected over and over again in increasing detail without loss of form (Gesell, 1991: 552).

    6 Hay que destacar que esta tendencia contina hasta nues-tros das. El demgrafo Ral Figueroa, presidente del Demo-graphics Assistance Group, ha sealado que el Censo del 2010 reeja que las mujeres jefas de familia sin esposo se ha incre-mentado en 42.921 al comparar con el Censo del 2000 (citado en Acevedo, 2011).

    7 A pesar de los problemas asociados con la recopilacin de datos, ya que estos se encuentran dispersos en varias agencias gubernamentales, la demgrafa Judith Rodrguez informa que en el 2011 se alcanz una cifra rcord en los asesinatos de mujeres por violencia de gnero. El anlisis estadstico indica que entre el 2007 y el 2011, las muertas por violencia doms-tica aumentaron en un 84%, mientras que entre el 2010 y el 2011, aumentaron en un 36% (Lpez, 2012).

    8 En otro escrito elaboro en torno a la utilidad de la feno-menologa de Merleau-Ponty para pensar el cuerpo como es-quema corporal en el contexto de las tecnologas emergentes y los nuevos modos de vida, Imaginarios de sujetos en la era digital: proyectos (post)identitarios (indito).

    9 Sobre este particular, Leavitt (2002) ha investigado cien-tos de manuales de consejos domsticos que han sido popu-lares, demostrando que stos aluden a ideales culturales ms que a realidades. Su lectura revela cmo las mujeres enten-dan la conexin entre la casa y el entorno ms amplio, y la aspiracin fallida de que a travs de la reforma de sus hogares se reformara igualmente la sociedad.

    10 El concepto de cuerpo como proyecto, lo empleo en el mismo sentido en que Bauman (1992) lo menciona en funcin de un reconocimiento no enunciado del miedo a la muerte.

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