El cristiano al encuentro de Dios. Clave teologal · 2017. 12. 15. · el hombre realiza su retorno...

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El cristiano al encuentro de Dios. Clave teologal El dinamismo de las virtudes teologales no se reduce a impulsar al cristiano a un trabajo terrenal, sino que imprime también en él un mo- vimiento ascensional. Dios se va posesionando cada vez mas deI hombre, que debe crecer en sus relaciones con Dios a través de las virtudes teo- logales. Y esto tanto en su dimension personal coma en su dimension comunitaria. Si el cristiano y la Iglesia progresan es porque crece su union con Cristo; y si esta union se intensifica es debido al dinamismo insito en las virtudes teologales. El concilio Vaticano II -en el que vamos a cen- trarnos- 10 ve asi 1. Seglin la dinamica interna de las virtudes teologales y la estrechisima union que las relaciona, no puede una crecer 0 actuar independientemente de las otras. Esta ley fundamental y elemental de teologia y vida espiri- tuaI no esta expresamente afirmada en el Concilio, pero si presupuesta. y una vez establecida la simultaneidad en el crecimiento de la fe, espe- ranza y cmidad, podemos pasar al examen de algunos textos en los que aparece la perfeccion cristiana en intima relacion con la caridad. No es preciso decir que la preferencia debe darse siempre a la caridad: la mayar es la caridad. Por eso no debe extranar que la caridad 10 domine todo. En el nu- mero 40 de LG, que describe el "camino y medios de santificacion" 2, después de afirmar que la caridad, "por la que amamos a Dios sobre todas las cos as" , es el primero y mas necesario don, se afirma también 1 Cfr. CD, 30, 2. El texto es importante y en él aparece la triade teologal. Advertimos que citamos los documentos dei Vaticano II con las iniciales de sus dos primeras palabras latinas. 2 Es el titulo dei nfunero en el esquema preparatorio.

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  • El cristiano al encuentro de Dios. Clave teologal

    El dinamismo de las virtudes teologales no se reduce a impulsar al cristiano a un trabajo terrenal, sino que imprime también en él un mo-vimiento ascensional. Dios se va posesionando cada vez mas deI hombre, que debe crecer en sus relaciones con Dios a través de las virtudes teo-logales. Y esto tanto en su dimension personal coma en su dimension comunitaria.

    Si el cristiano y la Iglesia progresan es porque crece su union con Cristo; y si esta union se intensifica es debido al dinamismo insito en las virtudes teologales. El concilio Vaticano II -en el que vamos a cen-trarnos- 10 ve asi 1.

    Seglin la dinamica interna de las virtudes teologales y la estrechisima union que las relaciona, no puede una crecer 0 actuar independientemente de las otras. Esta ley fundamental y elemental de teologia y vida espiri-tuaI no esta expresamente afirmada en el Concilio, pero si presupuesta. y una vez establecida la simultaneidad en el crecimiento de la fe, espe-ranza y cmidad, podemos pasar al examen de algunos textos en los que aparece la perfeccion cristiana en intima relacion con la caridad. No es preciso decir que la preferencia debe darse siempre a la caridad: la mayar es la caridad.

    Por eso no debe extranar que la caridad 10 domine todo. En el nu-mero 40 de LG, que describe el "camino y medios de santificacion" 2, después de afirmar que la caridad, "por la que amamos a Dios sobre todas las cos as" , es el primero y mas necesario don, se afirma también

    1 Cfr. CD, 30, 2. El texto es importante y en él aparece la triade teologal. Advertimos que citamos los documentos dei Vaticano II con las iniciales de sus dos primeras palabras latinas.

    2 Es el titulo dei nfunero en el esquema preparatorio.

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    que "siendo el vinculo de la perfecciôn y plenitud de la ley (cf Col. 3, 14; Rom 13, 10), rige, informa y conduce a fin todos los medios de santifi-caciôn". No es indiferente que esta misma funciôn de informar y regir los medios de santificaciôn sea atribuida a la triada teologal indistinta-mente en el mismo Concilio 3.

    1. VIDA TEOLOGAL PERSONAL: CONTACTO CON EL MUNDO SOBRENATURAL

    La vida teologal como un todo que envuelve al cristiano en su rela-ciôn directa e inmediata a Dios no aparece en el Concilio en su forma triadica, cosa que si aparecerâ al hablar de la Iglesia, comunidad de fe, esperanza y caridad. Por eso, es preciso acudir a las notables referencias y alusiones a cada una de las tres virtudes teologales. El lector debera tener en cuenta 10 que precede sobre las relaciones de las tres virtudes teologales, dado que no podemos detenernos expresamente en ese as-pecto.

    a. FE. La palabra fe pue de tener diversos sentidos en el Concilio 4. Es evidente que no pue de faltar su caracter teologal. Este se describe como adhesiôn a Cristo, en el que Dios se comunica e incorporado al cual el hombre realiza su retorno al Padre 5. La vida cristiana, que es toda ella un don gratuito de Dios, se define como fe en Cristo. Cristiano es el que cree en Cristo 6. "Es llÙsiôn de la Iglesia salvar a los hombres por la fe en Cristo y por su gracia (AA 6), Y la predicaciôn apostôlica tiene por finalidad suscitar la fe en Cristo Senor (DV 17). Abrazar el cristianismo es abrazar a Cristo (cf AG 14). "A si los no cristianos, a quienes el Es-piritu Santo abre el corazôn (cf act 16, 14), libremente han de conver-tirse al Senor por la fe" (AG 13). La vida cristiana de los hermanos separados se alimenta de la fe en Cristo y es ésta la que produce en ellos frutos de acciôn de gracias por los beneficios recibidos (cf UR 23). Y esta vida de fe en Cristo produce una uniôn inmediata y estrecha entre el creyente y Cristo 7.

    Mas, sin embargo, que de uniôn debe hablarse de posibilidad: los laicos "son también de Cristo, porque fueron regenerados en la Iglesia

    3 OT 8. Otro de los textos clasicos de la triade teologal. 4 Es digno de nota el sentido plural de las palabras «fe» y «creer». Asi las palabras pueden

    tener sentido objetivo: SC 52; LG 15, 16; UR 6, 9, 13; CD 36; DV 8, 10, 18; AA 14; GE 10; DH 13; AG 5, 22; GS 3, 36 ... ; pueden significar la Iglesia cat6lica: SC 123; LG 17, 23, 28; OE 25; CD 6; AG 17, 20 ... ; credo religioso, creencia: LG 16; UR 20; DH 4; GS 19; creer en una verdad particular: LG 18, 28; NA 4; DH 11...; y, finalmente, el sentido subjetivo de acto de fe, que es el que abora nos interesa.

    5 DV 5 10 diee entre l!neas. El earaeter eristol6gieo de la revelaei6n y, eonsiguientemente, de adhesi6n que se le da por la fe es relevado por todos los eomentaristas.

    6 Cfr. SC 1; LG 2, 9, 13; AA 18; AG 6; GS 92. 7 En el n. 60 de LG se dice que la misi6n materna de Maria en favor de los hombres

    en modo alguno impide

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    por la fe y el bautismo para, en novedad de vida y obras, ser de Cristo (cf 1 Cor 15, 28) (AG 21). Este texto coloca la fe en su contexto amplio y vital, que es el eclesia1 8, y, al mismo tiempo, la asocia al bautismo, que obra por la fe la novedad de vida en el hombre, incorporandolo a Cristo.

    Esta incorporacion a Cristo por la fe introduce al hombre plenamente en el misterio de Dios. Le hace entrar en el itinerario que el mismo Cristo siguio: en el Espîritu al Padre. Una tal fe supera con mucho el estrecho concepto de la fe como mero consentimiento a la verdad revelada. Aquî la fe es adhesion y compromiso de todo el hombre, entendimiento, vo-luntad, sensibilidad, a Cristo, quien no es solamente verdad, sino que se autodefinio "camino, verdad y vida" 9.

    Pero no se puede negar que es, sobre todo, por el aspecto intelectual por el que la fe tiene su peso en la vida cristiana y por el que el hombre se entrega de veras a Dios. Y como es de aquî de donde nacen las ma-yores dificultades para la fe, es también aquî donde se encuentra la mayor fuente de alegrîa y serenidad para el hombre. Las certezas que le da la fe le constituyen en una atmosfera de libertad ampIia precisamente en los problemas para los que la inteligencia humana no propone soluciones satisfactorias. "Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma deI dolor y. de la muerte, que fuera deI Evangelio nos envuelve en absoluta oscuridad" (GS 22). Junto a la certeza liberadora, la fe presenta una solucion vital y existencial a estos problemas desde el momento mismo que el hombre, ya aquî en la tierra, es partîcipe de la vida eterna. TaI es la fe en su integridad, en sus aspectos intelectual y dinamico juntamente.

    y no solo esto. Por la fe el hombre, en la humilde sumision de su inteligencia, penetra los arcanos divinos sobre la suerte deI mundo: "con el don deI Espîritu Santo, el hombre Ilega por la fe a contemplar y sabo-rear el misterio del plan divino" (GS 15). S6lo por la experiencia de la fe se alcanza el "gusto amoroso" de los designios eternos del Creador. y la razon es clara: "estando todo esto escondido con Cristo en Dios, puede percibirse, sobre todo, por la fe" (PO 22). La "percepcion" sig-nifica penetrar en profundidad, existencialmente. Y esto es s610 posible por la fe -luz divina en la inteligencia humana 10.

    b. CARIDAD. La fe y la caridad estan întimamente unidas en la relacion deI hombre con el mundo sobrenatural. Un paso conciliar las asocia justamente en esta perspectiva. Es hablando deI celibato sacerdo-tal: por él "se constituyen en senal viva de aquel mundo futuro, presente

    8 La fe se recibe de la Iglesia: cfr. W 11; AG 14. Sobre este punto tratamos después al hablar deI misterio de la Iglesia.

    9 Jn 14, 6, citado en AG 13. 10 Es este uno de los puntos fijos en la teologia de la fe: «La foi représente une conjunctio

    de l'esprit deI l'homme avec celui de Dieu, elle est la forme qui prend la communication que Dieu nous fait de Sa connaissance, dans la situation d'exil et d'itinérance» (Y. CONGAR, La foi et la théologie, Paris 1962, p. 89).

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    ya por la fe y por la caridad" (PO 16). La comuniôn con los bienes escatolôgicos -de donde dimana la esperanza y todo su poderoso dina-mismo- se actua en el tiempo presente por la fe -adhesion a Dios en Cristo- y por la caridad, que pone a Dios en el centro de la afectividad humana y de su accion correspondiente.

    El canicter teologal de la caridad radica en el hecho de ser partici-pacion real deI "amor fontal" (AG 2), subsistente: "Dios es caridad y el que permanece en la caridad permanece en Dios y Dios en El (1 Jn 4, 16). Y Dios difundio su caridad en nuestros corazones por el Espiritu Santo que se nos ha dado (cf Rom 5, 5). Por consiguiente, el don principal y mas necesario es la caridad con la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al projimo por El" (LG 42).

    La necesidad deI don de la caridad deriva no solamente de tratarse deI "vînculo de la perfeccion y de la plenitud de la ley (cf Col 3, 14"; Rom 13, 10), que l'ige y conduce al fin propio todos los medios de san-tificacion", sino, sobre todo, de que funda en el hombre la posibilidad de correspondeI', en un pIano de igualdad, al amor con que Dios le ama. En otras palabras, la caridad es necesaria porque gracias a ella la res-puesta humana al don divino alcanza toda la extension y profundidad que se halla en DV 5, de singular importancia. En efecto, si el hombre se adhiere integralmente a la salvacion que le viene de Dios por Cristo, es porque el Selior, derramando su amor en el corazon humano, hace po-sible una respuesta "connatuI'al", en el mismo pIano en el que Dios se da: en el amor. El hombre ama a Dios con la misma caridad de Dios.

    La realidad primordial es el amor de Dios para con el hombre, mani-festado en Cristo 11. De esta manera la Iglesia puede considerarse aSl: "enviada por Cristo para manifestar y comunicar la caridad de Dios a todos los hombres" (AG 10). La fe sera, por 10 tanto adhesion a este amor y debera por ello mismo prolongarse necesariamente en caridad. Adherirse a Cristo significa hacerse participe de su caridad (PO 13). Puede hablarse deI modo de proceder deI cristiano, todo informado por la caridad que tiene en si, coma de una manifestacion deI amor de Cristo (cf. CD 16).

    Por la inmediatez con que se presenta, parece innecesario insistir en el aspecto teologal de la caridad en el Vaticano II 12. Es la unica de las virtudes teologales que se apoya en la autoridad de un mandamiento ex-preso deI Sefior: "amad a Dios de todo corazon ... " 13. Y con el manda-miento nos ha dado los medios necesarios para poder cumplirlo: "envio a todos el Espiritu Santo, que los moviera interiormente, para que amen a

    11 Esta es una verdad que no podra oscurecerse nunca: LG 6; UR 2; AG 2; GS 32 ... 12 Amor a Dios: DV 23; amor a Cristo: LG 17; amor a Dios y a los hombres: LG 23; PC 6;

    AG 7, 25; GS 16, 24 ... 13 Cfr. LG 9; UR 2; GS 16 ...

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    Dios con todo el corazon, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas (cf. Mc 12, 30) Y para que se amen unos a otros como Cristo nos amo (cf. jn 13, 34; 15, 12)" (LG 40). Amar a Dios porque El nos concede poder amarlo, y vivir en intima comunion con El ya aqui en la tierra, tal es la funcion especificamente teologal de la caridad.

    c. ESPERANZA. La fe y la caridad, en cuanto virtudes que hacen al cristiano dueno y senor de unos bienes que todavia estan por venir (PO 16), constituyen a la esperanza en su cualidad misma de virtud teologal. El cristiano esta ya salvo, pero esta misma salvacion debera aun manifestarse. Esta tension dialéctica entre el "ya", pero "todavia no" determina la es-tructura y funcion de la esperanza en la vida cristiana. Es la esperanza la que, enraizandose en la fe y la caridad, alimenta la vida del cristiano en su peregrinacion a 10 largo de la historia hasta que el Senor vuelva.

    "Mientras la Iglesia peregrina en esta tierra lejos deI Senor (cf. 2 Cor 5, 6), se considera como desterrada, de forma que busca y piensa las cosas de arriba, donde esta Cristo sentado a la diestra de Dios, donde la vida de la Iglesia esta escondida con Cristo en Dios, hasta que se manifieste gloriosa con su Esposo (cf. Col 3, 1-4)" (LG 6). La teologia de la espe-ranza esta toda aqlû: en ser busqueda, expectacion; y al mismo tiempo: ser fruicion de 10 que se busc a y se espera. Es una consecuencia de la dimension historica de la obra de salvacion que Dios realiza constante-mente en el hombre. Por su historicidad el hombre vive su presente en relacion con el pasado y con el futuro; Dios mismo se adapto a este carac-ter de "espiritu historico" deI hombre 14. Haciéndole participe de su natu-raleza divina y de la vida eterna, no le arranco de su contexto historico, sino que deposito en él una fuente de dinamismo "regenerandole para una esperanza viva (1 Pe 1, 3)" (SC 106): esperanza de que la vida eterna que lleva en si (cf. LG 10; GE 2) se abrira un dia en toda su manifesta-cion gloriosa.

    Bien mirado, y si queremos penetrar las riquezas de las referencias que preceden, hemos de concluir que en el dinamismo deI hombre regenerado en Cristo -dinamismo que deriva de las virtudes teologales- se Ven reintegradas ante todo las relaciones deI hombre con Dios, relaciones des-truidas por el pecado.

    II. LA IGLESIA: COMUNIDAD DE FE, ESPERANZA y CARIDAD

    Las virtudes teologales son partes esenciales de la configuracion de! cristiano. Pero el cristiano es ante todo miembro de la Iglesia. Por eso mis-mo, las virtudes teologales deben configurar la vida de la Iglesia. Esta

    14 La expresiôn es de K. RAHNER. El capitulo XI de su libro: Oyente de la palabra !leva como tftulo: El hombre como espiritu hist6rico (la ediciôn refundida se publicô en 1963, traducida al espafiol en 1967, Herder).

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    figura teologal de la Iglesia no puede quedar en su misma constituciôn y vida intima, sino que se manifiesta en sus relaciones profundas con el mundo. Pero es la primera parte la que aqui nos toc a examinar.

    a. EL MJSTERJO DE LA JGLESJA. Cuando el Vaticano II ha querido resumir los elementos fundamentales de la constitucion de la Iglesia en une de sus lugares estratégicos ha escrito: "Cristo, mediador uni co, establecio su Iglesia santa, comunidad de fe, esperanza y caridad en este mundo coma trabazon visible y la mantiene constantemente, por la cual comunica a todos la verdad y la gracia" (LG 8) 15. Esta descripcion considera a la Iglesia coma un todo indisoluble, que se compone de un aspecto visible y otro invisible. No deja de ser significativo que el aspecto invisible y espiritual de la Iglesia se vea condensado en esta sentencia: "comunidad de fe, esperanza y caridad". Las virtudes teologales bastan para caracterizar la faz espiritual de la Iglesia.

    lOué significa definir la Iglesia coma comunidad de fe, esperanza y caridad? Significa que la Iglesia cree, espera y ama. Es una respuesta con-creta que acoge plenamente los designios de su Sefior y Esposo y que, peregrina aun en la tierra hacia la Patria, se une a él desde ahora con los mâs solidos vinculos de caridad. Es una respuesta que, por ser don de Cristo resucitado, se convierte en una de sus componentes esenciales, haciendo de ella una comunidad creyente y amante, que espera la venida de su Sefior.

    Los comentarios llaman la atenciôn sobre el tono personalista de la ex-presion "comunidad de fe, esperanza y caridad", en contraposicion a "or-ganismo visible" 0 "sociedad". "Comunidad" tiene una tonalidad propia: vida intima y personal en relaciones profundas y entrafiables; "sociedad", por el contrario, sugiere una idea mâs fria e impersonal, ca si impuesto desde el exterior. Y no es de maravillar, si se tienen en cuenta las fun-ciones de las virtudes teologales coma respuesta a una donacion de Dios real y amorosa, aunque escondida aun. La Iglesia que estâ en continua y personalisima comunicacion con el Padre en Cristo por el Espiritu, debe necesariamente ser una comunidad de fe, esperanza y caridad. Como comu-nidad, la Iglesia es el punto de encuentro, lugar vital y personal, de mu-chas personas. Encuentro en profundidad.

    Por eso, el progreso dei Reino de Dios es progreso en fe, esperanza y caridad. Lo es en las personas particulares, y 10 es en la comunidad de la Iglesia.

    Insistimos ahora en otro punto, complementario deI anterior. La Igle-sia es el sacramento primordial de salvacion para todos los hombres, y en

    15 Para la historia de este capitulo y el sentido de la afirmacl6n que citamos es interesante conocer su historia. Cfr. G. CAPRlLE, Il Vaticano II. Cronache deI Vaticano II. III, Roma, La Civiltà cattolica 1966, p. 36. Los autores admiten su caracter de resumen.

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    primer lugar para los cristianos. Es senal de la gracia salvadora de Cristo y, al mismo tiempo, instrumento que realiza la salvacion. Aunque esté com-pues ta par la comunion de quienes creen en Cristo, la Iglesia es, en la intencion divina, anterior a la union material de esos fieles. El plan divino es salvar a los hombres en comunidad y par la comunidad 16. Es par la Iglesia y en la Iglesia, consiguientemente, donde los hombres reciben los dones de salvacion. Esta afirmacion, aun sin matizar, implica que el cris-tiano recibe de la Iglesia los dones de la fe, esperanza y caridad. El conci-lio es prodigo en estas consideraciones, que remueven todo el dinamismo misionero y comunitario deI misterio de la Iglesia 17.

    y no es esto todo. La Iglesia no solo comunica la fe, esperanza y cari-dad, sino que la alimenta. La vida teologal deI cristiano estâ asi en depen-cia intima de todas aquellas realidades constitutivas que permiten configu-rar el rnisterio de la Iglesia en la tierra. Primera, con la Palabra de Dias, que ha de ser escuchada en la 1 glesia para que sea Palabra de Dias en Cristo, cabeza de la misma Iglesia: "con la palabra de salvacion se suscita la fe en el carazon de los no creyentes y se robustece en el de los creyentes, y con la fe empieza y se desarrolla la congregacion de los fieles" (PO 4). Después, par los sacramentos, que "no solo suponen la fe, sino que, a la vez, la alimentan, la robustecen y la expresan" (SC 59).

    Las virtudes teologales aparecen, asi, coma forma constitutiva de la vida intima de la Iglesia en la que nacen, de la que viven y a la que ma-nifiestan en una dimension que par externa no deja de ser menas inme-diata con la Trinidad que se abaja a la tierra y suscita, al mismo tiempo, la elevacion personal -comunion intima- con el cielo.

    b. LA UNIDAD DE LA IGLESIA. Los rniembros de la Iglesia estân unidos a Dias par Cristo en el Espiritu. Esta union se realiza median-te las virtudes teologales. Porque si la Iglesia es una comunidad de indivi-duos, de personas determinadas, con su especil.ll constitucion fisica, histo-rica y sociologica, la union no puede buscarse en elementos externos, que monopolicen la variedad mâs rica y empobrezcan el circula vital de la convivencia historica. Son los dones de la gracia y de la salvacion los que actuan fundamentalmente de una misma manera y los que unen a todos en una comunidad profunda. Y, segun el concilia Vaticano II, la fe, esperanza y caridad son elementos de primerîsima importancia para funda-mentar esta unidad de la Iglesia.

    Definir la Iglesia coma comunidad de fe, esperanza y caridad es ya relevar esta verdad: pertenecen a ella los que se unen a Cristo y se unen

    16 Cfr. LG 9 a-b. Ningûn lugar mas adecuado para hacer resaltar este aspecta coma el n. 9, al estudiar el entronque deI Nuevo puebla de Dias con el Antigua, en el que tanto se exalta. Casi las primeras palabras van ya en esa direcci6n: «Quiso, sin embargo, el Senor santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados entre si..,»

    17 Para las diversas virtudes puede verse: LG 5, 11, 17; AG 10, 14 .. ,

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    entre si por las tres virtudes teologales, y en la medida en que las poseen. Pero no basta esta definici6n general. El Concilio es bastante mas explî-cito. Hablando precisamente de la unidad y unicidad de la Iglesia, dice: "una vez que el Senor J esûs fue exaItado en la cruz y glorificado, derram6 el Espiritu que habia prometido, par el cual llam6 y congreg6 en unidad de fe, esperanza y caridad al pueblo deI Nuevo Testamento, que es la Iglesia" (UR 2). Este puede ser el texto lapidario, que manifiesta la uni-dad de la Iglesia en y par las virtudes teologales. Las virtudes teologales garantizan la unidad por encima de cualquier otra diferencia social, racial y hasta vocacional 18• S610 asi podra comprenderse la actitud de los Padres con relaci6n a los catecûmenos: "exp6ngase c1aramente en el nuevo C6-digo el estado juridico de los catecumenos. Porque ya estan vinculados a la Iglesia, ya son de la casa de Cristo, y con frecuencia viven ya una vida de fe, esperanza y caridad" (AG 14). Llevar vida de fe, esperanza y cari-dad aparece coma el ultimo grado posible con la Iglesia por parte de los catecumenos. La uni6n con la Iglesia se realiza inicialmente por el deseo de incorporaci6n (LG 14). La uni6n no deja de ser leal des de el primer momento, de manera que "con amor y desvelo la Madre Iglesia los abraza coma suyos" (L G14). Y cuando, par obra deI Espiritu, se les juntan las virtudes teologales, entonces estamos ya ante una auténtica vida cristiana, aunque les falte la plena incorporaci6n por el bautismo.

    Idéntica meditaci6n sugiere la consideraci6n de los que permanecen fuera de la visibilidad de la Iglesia en otras confesiones. Todo 10 que en estas confesiones se encuentra de cristiano es un lazo de union fuerte y en modo alguno olvidable. Entre estas realidades no podian olvidarse las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad 19. Tanto colectivamente, como singularmente, las virtudes teologales, coma lazo de uni6n vital, conservan un lugar de importancia 20.

    c. TENSION ESCATOLOGICA DE LA IGLESIA. La escatolo-gia no es propiamente un capitulo aislado de un documento deI Concilio. Es mas bien una luz que envuelve todos los temas tocados por ella. Esto se verifica en toda su plenitud si consideramos la Constitucion sobre la Iglesia, cuyo capitulo séptimo lleva el titulo de Indole escatol6gica de la Iglesia peregrinante JI su uni6n con la Iglesia celestial. Los comentaristas han analizado el resto de la constituci6n desde este punto de vista y han

    18 La teologia y espiritualidad deberan acudir con frecuencia a este texto de importancia primordial: «cada uno seglin los propios dones y las gracias recibidas debe caminar sin vaci-laci6n por el camino de la fe viva, que excita la esperanza y obra pOl' la caridad» (LG 41).

    19 UR 3. Es otro de los textos claves. Se ha dicho que se trata de mentalidad atrevida. y no cabe duda de que pocos afios antes hubiera extrafiado esta afirmaci6n.

    20 Bastara con citaI' unos textos que refiejen la presencia de las virtudes teologales en esta interrelaci6n eclesial: UR 3 a (como contradistinto deI punto b, al que pertenece la cita anterior); UR 23; UR 14; UR 22. A estos textos sobre el ecumenismo podrian afiadirse otros muchos en diversos documentos, que hacen referencia al problema menos directamente.

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    puesto de manifiesto los innumerables textos en que el tema se hace pre-sente 21.

    El enfoque deI presente trabajo impone restricciones también en este momento. No interesa todo el problema de la escatologia de la Iglesia. Unicamente se tocaran aquellos puntos que arrojen luz sobre la vida teolo-gal de la Iglesia.

    La tensiôn escatolôgica de la Iglesia tiene su lugar de descanso y de acciôn en la esperanza teologal. La esperanza tiene su raz6n de ser y su nacimiento en la tensi6n de una Iglesia que se encamina hacia el futuro plenificante de la consumaciôn en Cristo. La dimensi6n escatol6gica de la Iglesia no debe simplemente confundirse con la esperanza: estan relacio-nad as entre si como causa y efecto. Por poseer bien es celestiales e impe-recederos y, al mismo tiempo, no poseerlos en plenitud, la Iglesia se ve envuelta totalmente en la expectativa comunitaria de una realizaci6n plena. Esa expectativa imprime en ella un dinamismo interior que se manifiesta en todas sus actitudes. Es la esperanza de la Iglesia, suscitada y alimenta-da ininterrumpidamente por el Espiritu de Cristo, ya que constantemente repite las liltimas palabras de la revelaciôn, a las puertas mismas de la con-sumaciôn: "Ven" (cf. Apoc 22, 17) (LG 4).

    Y esta tensiôn la comunica la Iglesia a todos sus miembros. "Si expe-rimentamos en nosotros mismos el ansia de la plenitud de vida en Cristo para estar con El; si, por consiguiente, nos sentimos impelidos a trabajar, a prodigarnos "para obtener una corona eterna" (cf 1 Cor 9, 25), se debe al hecho de que participamos de la vida, de las aspiraciones, deI dinamismo de la propia Iglesia; si constatamos en nosotros aquella tensiôn dialéctica antes descrita, es porque somos participes deI destino de la Iglesia que "sôlo se consumara en la gloria celeste". Acontece entonces con la espe-ranza 10 mismo que antes hemos constatado con la fe y la caridad: es un principio dinamico que unifica la Iglesia, empleando todas las fuerzas y actividades de sus miembros en preparar la venida del Reino de Dios en plenitud.

    Pero es claro que la indole escatol6gica de la Iglesia, concretizada en la esperanza, no deja de tener peso también sobre la fe y la caridad. Po-tencia su dinamismo interior. Les da una dimensiôn de historicidad con referencia de futuro e intimidad, sin el cual la fe y la caridad quedarîan bloqueadas en un drculo pobre y estrecho: "teniendo, pues, por cierto, que los padecimientos de esta vida presente son nada en comparaciôn con la gloria futura que se ha de revelar en nosotros (Rom 8, 18; cf. 2 Tim 2, 11-12), con fe firme esperamos el cumplimiento de la esperanza bienaven-

    21 Pueden verse los comentarios generales al cap. VII de W, por ejemplo, P. MOLINARI, Indo-le escatol6gica de la Iglesia peregrinante y sus relaciones con la Iglesia deI cielo, en Barauna, II, 1143·1162; R. GABAS, Indole escatol6gica de la Iglesia peregrinante y su union con la Iglesia celestial, en Comentarios de BAC, 882·923.

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    turada y la llegada de la gloria deI gran Dios y salvador nuestro Jesucris-to (Tit 2, 13), quien transfigurarâ nuestro pobre cuerpo en un cuerpo glo-rioso semejante al Suyo (Fil 3, 21) Y vendrâ para ser glorificado en sus santos y para ser la admiraciôn de todos los que han tenido fe" (LG 48). "Por tanto, mientras habitamos en este cuerpo, vivimos en el destierro lejos del Senor (2 Cor 5, 6) Y aunque poseemos las primicias deI Espiritu, gemimos en nuestro interior (cf. Rom 8, 23) Y ansiamos estar con Cristo (cf. Fil 1, 23). Ese mismo amor nos apremia a vivir mâs y mâs para aquel que muriô y resucitô por nosotros (cf. 2 Cor 5, 15) (LG 48).

    En el movimiento y dinamismo de la Iglesia hacia su glorificaciôn total, sustentadas por la esperanza se fortifica la fe y se empena la caridad a gastarse prôdigamente por Cristo 22. Es una vida teologal en pleno desarrollo.

    III. MARiA, ESPEJO DE VIDA TEOLOGAL

    Son conocidas las peripecias sufridas por las pâginas dedicadas a la Virgen en el Concilio hasta lograr convertirse en el capîtulo VIII de la Lumen Gentium 23.

    Ni el cristiano ni la Iglesia puede encontrar un lugar personal de vida teologal tan adecuado como la Virgen Marîa. El Concilio hace ciertas in-dicaciones que debieran tenerse como preciosas, sobre todo cuando puede decirse que ca si extranô la insistencia en la vida teologal de la Virgen 24.

    La cooperaciôn de Marîa a la redenciôn viene presenta da asî: "coope-rô en forma deI todo singular por la obediencia, la fe, la esperanza y la en-cendida caridad, en la restauraciôn de la vida sobrenatural de las aImas"

    Marîa viviô una vida de fe, esperanza y caridad, y con ella cooperô con Cristo a la obra redentora, también a la fundaciôn de la Iglesia, que asî aparece como fruto de la vida teologal de Marîa.

    El concilio desarrolla después en particular esta vida teologal de Ma-rîa. Marîa "sobresale entre los humildes y pobres deI Senor, que de El esperan con confianza la salvaciôn" (LG 55). "Con razôn, pues, los Santos Padres estiman a Marîa no un mero instrumento pasivo, sino como una cooperadora a la salvaciôn humana por la libre fe y obediencia" (LG 56).

    22 Cfr. 2 Cor 12, 15, citado en AG 25 Y PO 15. 23 Baste citar aqui: R. LAURENTIN, La Vierge au Concile, Paris, Lethielleux 1965; ENRIQUE DEL

    SAGRADO CORAZ6N, El capitulo: «De Beata M. Virgine ... » en la Constltuci6n «Lumen Gentium» , Salmanticensis, 12 (1965) 685·734. Como comentarlo citamos: Mariologla conciliar, en Estudios Marianos, vv. XXX-XXXI, Madrid, edit. Coculsa 1968.

    24 Para la vida teologal de Maria en la Constituci6n, ENRIQUE DEL SAGRADO CORAZ6N, Vida teologal de la Virgen Maria, en la linea dei Vaticano II, en Revista Espaiiola de Teologia, 26 (1966) 195-231; J. CASCANTE, Singularidad y ejemplaridad de la te en Maria, en Estudios Ma-rianos, 29 (1967) 13-41; 1. RIUDOR, Singularidad y ejemplaridad de Maria en la esperanza dei mundo, en ib., 45-64; J. A. DEL ALDAMA, Singularidad y ejemplaridad dei amor de la Virgen, en ib., 67-89.

  • EL CRISTIANO AL ENCUENTRO DE DIOS 497

    "El nudo de la desobediencia de Eva fue desatado por la obediencia de Maria; 10 que at6 la virgen Eva por la incredulidad, la Virgen Maria 10 desat6 por la fe" 25.

    Debe aîiadirse min que esta maternidad de Maria en el orden de la gracia, que durante su vida terrena se concretiza en su vida teologal no se redujo a un momento fugaz, sino que "perdura sin cesar en la economia de la gracia, des de el momento en que prest6 fiel asentimiento en la Anun-ciaci6n ... hasta la consumaci6n perfecta de todos los elegidos" (LG 62). Actualmente la vida teologal de Maria no conlleva ya la figura deI tiempo presente, sino que es participaci6n plena de todo su ser, alma y cuerpo, en la gloria de Cristo (cf. LG 59). Actualmente, una vez posefdo el objeto de la fe y de la esperanza, esta vida teologal se centra en la caridad: "por su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo que peregrinan y se deba-ten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz" (LG 62).

    Por la profundidad y plenitud con que Maria vivi6 la fe, la esperanza y la caridad se convirti6 en ejemplar unico de la Iglesia. Maria es tipo coma Virgen y coma Madre. Y 10 es precisamente por su vida teologal. El concilio, al delinear esta doctrina, acude a san Ambrosio 26, quien ense-Daba que Maria "es tipo de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta uni6n con Cristo" (LG) 63). Maria, "creyendo y obedecien-do, engendr6 en la tierra al mismo Hijo deI Padre, y esto sin conocer var6n, cubierta con la sombra deI Espiritu Santo, coma nueva Eva, prestan-do fe, no adulterada por duda alguna, no a la antigua serpiente, sino al mensaje de Dios. Dio a luz al Hijo, a quien Dios constituy6 coma primo-génito entre muchos hermanos (Rom 8, 29), a saber: los fieles a cuya generaci6n y educaci6n coopera con materno amor" (LG 63). Y la Iglesia, "contemplando su arcana santidad e iInitando su caridad, y cumpliendo fielmente la voluntad deI Padre, también ella es hecha Madre, por la pa-labra de Dios fielmente recibida; en efecto, por la predicaci6n y el bau-tismo engendra para la vida nueva e inmortal a los hijos concebidos por el Espiritu Santo y nacidos de Dios. Y también ella es virgen que custodia pura e integramente la fe prometidaa1 Esposo e imitando a la Madre de su Seîior, por la virtud deI Espiritu Santo conserva virginalmente la fe Integra, la s6lida esperanza, la sincera caridad" (LG 64).

    La relaci6n tipo16gica entre Maria y la Iglesia estâ, pues, en su mater-nidad y virginidad. En Maria estas prerrogativas fueron aceptadas y vivi-das en la fe, esperanza y caridad. La Iglesia copia su modelo engendrando

    25 LG 56, cita de San IRENEO, Adv. Haer. III, 22, 4; PG 7, 954 A. 26 Expos. Le II, 7: PL 15, 1555. Este recurso a los PP. puede haber estado motivado por

    la acusaci6n hecha a los Padres conciliares contra la inserci6n dei de Beata en la Constituci6n sobre la Iglesia (cfr. G. CAPRlLE, en La Civiltà eattoliea 114 (1963, IV) 531.

  • 498 MAURO DE CASTRO AZEVEDO

    a los fieles para Cristo por la palabra de Dios recibida en la fe, por la imitaciôn de la caridad mariana, y, al mismo tiempo, conservando virginal-mente una fe Integra, una sôlida esperanza y una sincera caridad. La vida teologal de la Iglesia refleja asi la de Maria, aunque sin alcanzar su per-fecciôn.

    Bajo esta luz de una Iglesia virgen y madre como Maria por la intensi-dad con que vive la fe, esperanza y caridad debe ser examinado cuanto el Concilio di ce de las virtudes de Maria que debe imitar la Iglesia. La Virgen ha alcanzado ya la plenitud de su salvavciôn en Cristo. Por eso, es ejemplo de virtudes para toda la comunidad de los elegidos. La Iglesia, a su vez, buscando la gloria de Cristo, se hace mas seme jante a su excelso modelo, progresando continuamente en la fe, la esperanza y la caridad, buscando y obedeciendo en todas las cosas la divina voluntad" (LG 65). Las virtudes que la Iglesia debe imitar en Maria se resumen, en ù1tima instancia, en las tres fundamentales: fe, esperanza y caridad. En ellas esta dicho todo 10 que se podrîa decir, pues condensan la actitud fundamental de la Iglesia y, consiguientemente, de los cristianos 27. La misma bùsqueda y cumplimiento de la voluntad divina estan ciertamente bajo su control, influjo y direcciôn.

    En Maria la Iglesia alcanza su maxima perfecciôn ya aqui en la tierra y por ella existe, al menos en unD de sus miembros, sin mancha ni arruga. En la existencia temporal de la Madre de Dios, la Iglesia vivi ô 10 mas in-tensamente posible la vida teologal de fe, esperanza y caridad. Esa expe-riencia vivida y gustada -en el dolor y el gozo- se convierte asi en el ideal de la Iglesia y de los cristianos. Porque el hombre, como individuo y como comunidad, esta Hamado a caminar -que es un poseer y un es-perar- en la fe, la esperanza y la caridad.

    MAURO DE CASTRO AZEVEDO

    27 «La Iglesia sigue las huellas de Maria en otras virtudes ademas de la fe. El texto de la Constituci6n habla de la esperanza, de la caridad, de la busqueda y cumplimiento de la voluntad divina en todas las cosas (n. 65). En una redacci6n anterior, la enumeraci6n era algo diferente; mencionaba la obediencia y la paciencia. Euen numero de Padres han pedido que se anadiesen la castidad y la fortaleza, pero la Comisi6n doctrinal ha estimado que no se podia hacer una enumeraci6n completa. Se ha limitado, pues, a las tres virtudes teologales y a la obedienciall (J. GALOT, Maria, tipo y modela de la Iglesia, en Barauna, II, p. 1197).