El Crecimiento de Brasil y Sus Empresas

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El crecimiento de Brasil y sus empresas Roberto Civita es el mayor y más respetado editor de Brasil. Desde hace 37 años, la revista Exame premia a las empresas más destacadas. Su discurso en esa ceremonia es un gran pintura de la economía de nuestro vecino. Infografía Ver Comentarios (10) Por Roberto Civita (*) | 06.08.2011 | 12:27 Crecimiento del PBI brasilero y de las 500 mayores empresas del país. | Foto: Cedoc Ampliar Fotogalería No cabe duda de que 2010 fue un año extraordinario y probablemente inolvidable para Brasil y buena parte de sus empresas. El crecimiento excepcional del PBI y el vigor de nuestro mercado se muestran como un factor decisivo para ubicar al país en una posición destacada, así como para exhortar a los inversores internacionales a vernos de otra manera y poner sus recursos aquí. Brasil avanzó como hacía mucho que no avanzaba. Tuvimos el beneficio de contar con dos poderosos motores para impulsarnos. El primero fue la cumbre de una década de valorización sin precedentes del precio de nuestras commodities. El nuevo mundo en crecimiento (simbolizado por la China potencia) necesita los mineralesy alimentos que producimos, y –hasta ahora– está dispuesto a pagar caro por ellos. El segundo motor fue un escenario demográfico envidiable. Como recientemente publicó Exame, estamos en pleno proceso de crecimiento demográfico. Dentro de diez años, el 70% de los brasileños formará parte de la población económicamente activa. Hasta entonces, produciremos y consumiremos como nunca antes en nuestra historia.

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El crecimiento de Brasil y sus empresasRoberto Civita es el mayor y más respetado editor de Brasil. Desde hace 37 años, la revista Exame premia a las empresas más destacadas. Su discurso en esa ceremonia es un gran pintura de la economía de nuestro vecino. Infografía

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Por Roberto Civita (*) | 06.08.2011 | 12:27

Crecimiento del PBI brasilero y de las 500 mayores empresas del país. | Foto: Cedoc

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No cabe duda de que 2010 fue un año extraordinario y probablemente inolvidable para Brasil y buena parte de sus empresas. El crecimiento excepcional del PBI y el vigor de nuestro mercado se muestran como un factor decisivo para ubicar al país en una posición destacada, así como para exhortar a los inversores internacionales a vernos de otra manera y poner sus recursos aquí. Brasil avanzó como hacía mucho que no avanzaba.

Tuvimos el beneficio de contar con dos poderosos motores para impulsarnos. El primero fue la cumbre de una década de valorización sin precedentes del precio de nuestras commodities. El nuevo mundo en crecimiento (simbolizado por la China potencia) necesita los mineralesy alimentos que producimos, y –hasta ahora– está dispuesto a pagar caro por ellos. El segundo motor fue un escenario demográfico envidiable.

Como recientemente publicó Exame, estamos en pleno proceso de crecimiento demográfico. Dentro de diez años, el 70% de los brasileños formará parte de la población económicamente activa. Hasta entonces, produciremos y consumiremos como nunca antes en nuestra historia.

Tuvimos a la suerte de nuestro lado, y es mucho mejor así.Habiendo dicho esto –y sin querer arruinar una fiesta que tiene todo para ser grandiosa– planteo el siguiente interrogante a la platea de empresarios, ejecutivos y autoridades aquí presentes: ¿nos alcanza con un año 2010 memorable? Sí, porque años como el que acabamos de vivir no se repetirán (o al menos no por mucho tiempo) si optamos por cerrar los ojos ante los urgentes cambios que aun debemos realizar. Las circunstancias nos ayudan, pero es obvio que no durarán para siempre.

Entonces, cuando termine la mejor parte de la fiesta, será evidente que prosperamos no sólo gracias a nuestras virtudes, sino también a pesar de nuestros problemas. Lamentablemente, no fuimos capaces de aprovechar los últimos años de crecimiento para lograr que Brasil se transformara en un país más moderno y menos hostil con quien emprende, invierte y trabaja.

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Por el contrario, preferimos ignorar nuestrasmiserias, como si esa actitud las hiciera desaparecer.

¡No desaparecieron! Están ahí, día tras día, impidiendo que caminemos a la altura de nuestro potencial, anclándonos, causando que Brasil pierda competitividad rápidamente frente a países que decidieronabrazar la causa de la eficiencia. Es posible mencionar infinidad de ejemplos de este aspecto de Brasil, lo que tal vez constituya el costado más anacrónico del país. Observaré apenas algunos de ellos:

- Nuestro sistema tributario es uno de los más voraces del mundo. Los brasileños pagan 85 impuestos, tasas y contribuciones, sin que eso se traduzca en una mayor calidad de vida. En países como Nueva Zelanda y Australia solamente existen tres tributos.

- También es el más complejo. En promedio, cada seis meses se emiten en Brasil cuatro mil nuevas normas tributarias. Un funcionario tiene que trabajar ininterrumpidamente durante ocho meses para  administrar por su cuenta el manicomio en que se convirtió el departamento tributario de una empresa brasileña. En Suiza, le bastaría con un día.

- Tenemos una de las tarifas de energía más altas del mundo, el doble de la coreana o la francesa. Más de la mitad de su valor se compone de tributos e impuestos.

- Es más fácil contratar a alguien en Azerbaiján, Tonga y Uganda (ninguno de los cuales puede considerarse un país desarrollado) que en Brasil.

- La burocracia es enloquecedora. El proceso para obtener una licencia ambiental en Brasil puede extenderse hasta seis años y exige la aprobación de unos veinte organismos públicos. En Dinamarca y Noruega –países conocidos por su preocupación con el medio ambiente– solamente hacen falta cinco instancias.

- En promedio, las obras de infraestructura en Brasil requieren ocho años para llevarse a cabo. En China, el ferrocarril entre Pekín y Shanghai (la vía para trenes de alta velocidad más extensa del mundo) se terminó de construir en dos años y medio.

- Un detalle revelador de la precariedad de nuestra infraestructura: los aeropuertos brasileños cuentan actualmente con un total de 175 fingers. Tan sólo un aeropuerto norteamericano, el de Atlanta, supera esa cantidad; en los modernos aeropuertos chinos ya hay 2.300.

- Nuestra educación se mantiene en condiciones deficientes a pesar de los intentos de progreso. Tan sólo el 38% de la población entre 25 y 34 años de edad tiene secundario completo. En Chile, la tasa llegaal 64%; en Corea, al 97%.

- Faltarán 150 mil ingenieros en el país para 2012. Anualmente formamos menos de 50 mil de estos profesionaEn India, en el mismo período se forman 750 mil. La lista de desafíos a enfrentar se extiende mucho más allá de estos ejemplos, y deja en claro lo mucho que aún no se hizo (por incompetencia, desinterés o comodidad) y lo mucho que hace falta hacer.

Los gobiernos son responsables por ello, pero no los únicos. Hoy Brasil es una democracia que carece de la saludable institución de una oposición enérgica y activa. ¿Dónde está esa oposición para exigir correcciones de rumbo? Las asociaciones de clase, las entidades representativas y las empresas no cumplieron con su deber de ejercer presión sobre el poder público para que éste realizara reformas imprescindibles e impostergables.

Es necesario reflexionar. ¿No estaremos dejando que la perspectiva de un buen trimestre u otro año de récord nos ciegue respecto del largo plazo? En una típica actitud de los que insisten en vivir una adolescencia eterna, ¿acaso estaremos viviendo fuera del presente e ignorando el futuro? Como representantes de la elite de hombres y mujeres de negocios –y

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sobre todo como ciudadanos brasileños– debemos luchar para que el país no viva sólo un año más de gloria, sino décadas de prosperidad real.

Nuestras virtudes deben ser aun mayores que nuestra fortuna. Ahora, mientras nos favorezcan las circunstancias, es el momento para efectuar los cambios. No podemos esperar otra crisis para despertarnos.Brasil tiene una oportunidad única para llegar a un desarrollo efectivo. No debemos desperdiciarla apelando a la ilusión de que tenemos todo el tiempo del mundo y que Dios, después de todo, es brasileño.

Hace falta tomar el destino con nuestras manos. Solamente las reformas profundas y valientes garantizarán que Brasil no sea un "país de moda", fruto de una coyuntura favorable y de sucesos que escapan a nuestro control, sino una nación realmente competitiva en términos globales, donde la visión de largo plazo prevalezca sobre el inmediatismo, el conformismo y la falta de ambición para construir un país realmente fuerte y desarrollado.

Estoy seguro de que ése es el legado que todos los aquí presentes queremos dejarles a las futuras generaciones de brasileños.

(*)Especial para Perfil.com