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Capítulo I El contexto económico, p olítico y .so^cial c^e la Segunc^iz República

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Capítulo I

El contexto económico,p olítico y .so^cial

c^e la Segunc^iz República

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PANORAMICA GENERAL

Como consecuencia de convulsiones políticas o sociales, en res-puesta a los intereses de un Estado y en base a nuevas leyes y a modi-ficadas instituciones jurídicas, la historia de los pueblos pone de relie-ve cambios en la estructura económica y jurídica de la tierra.

Los procedimientos son múltiples y podemos reducirlos a tres: pormedio de colonizaciones en sentido amplio, a través de la Reformaagraria, y por revoluciones violentas.

Las mutaciones profundas de cambio en la titularidad de la pro-piedad agraria, cuando éstas afectan a colectivos numerosos suelenacompañar a un nuevo sistema político'. Dicho fenómeno ha sidoconfumado por la historia de España: La gran Reforma Agraria espa-ñola, consistente en la expulsión de los judíos, mudéjares o moriscosy la sentencia arbitral de Guadalupe, se produce cuando la Monarquíaabsoluta sucede al régimen señorial. Y cuando la monarquía consti-rucional triunfa definitivamente sobre el absolutismo, cimenta su vic-toria en la desamortización, la más discreta, la más extensa de nues-

' En el régimen de democracia pazlamentaria que es el carac[erístico del siglo XXhan renido lugar muchas de las Reformas agrarias contemporáneas. Para un conoci-miento cabal del régimen político son necesarias al menos cuauo condiciones:

.a) EI marco jurídico-formal en que se produjo;b) Las fuerzas políticas que operan en el país y fuera de él.c) EI [ipo de proceder ciudadano.d) Las estructuras sociales y econbmicas.

Y a es[o habría que añadir (aunque está incluído en los condicionan[es ci[ados) ellegado de posibilidades his[óricas que se ofrece q a los habi[ances del país dereferenciaD. (J^nt@vEZ ^E PnRGn, Manuel., LoJ regímenel politicot contemporáneo.r.

Teoría genera! de! régimen, Edi[orial Tecnos, 5' edición, Madrid, 1973, págs. 30-31.Z DÍAZ DEL MORAL, Juan., Ia.r Reforma.r AgrariaJ Europeat de !a po.rguerra 1918-

1929. Editorial Revista de Derecho Privado. Madrid 1967, pág. 4.

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tras Reformas Agrarias. Y al nacer la República, promulga la tercera,en el año 19322.

Igualmente la historia española está jalonada de numerosas colo-nizaciones llevadas a cabo en el interior peninsular y más allá denuestras frontetas naturales. Tal vez ningún pueblo como España ha-ya realizado tantas y tan profundas repoblaciones y colonizaciones acausa de las conquistas y reconquistas a que estuvo sometido nuestrosuelo. Cada día se afirma con más firmeza la idea de que toda nues-tra vida continental en el solar europeo de España y todas nuestrasgestas de ultramar en las tierras de América se resumen y cristalizanen una no interrumpida y magnífica empresa colonizadora3.

La mayoría de las veces la colonización está en absoluta interde-pendencia con la población, aunque no siempre la colonización im-plica aumento o traslado de población, lo que sí acontece en toda co-lonización es una repercusión en la vida económica, en la distribu-ción de la propiedad de la tierra y en las condiciones sociales de loshabitantes que llevan a efecto la colonización. Así pues, existen dostipos de colonización:

a) Tratar de hacer que la tierra produzca con mayor intensidad,para lo cual ha de roturarse álguna parte de la que permaneceinculta y debe dotársela de capital suficiente para que alcancesu máximo réndimiento.

b) Establecimiento de nuevos núcleos de población sobre las tie-rras que se colonizan, attayendo hacia las mismas a quienesvan a sér pobladores.

EI fin de toda colonización es primordialmente económico, puestrata de conseguir el aumento de la producción y de la población4.

Sin embargo, el itinerario de la historia agraria de España desdelos Reyes Católicos hasta la Segunda República5 es un continuum depobreza y de marginación típicas del subdesatrollo que nos distanció

3 SANCHEZ ALBORNOZ, Claudio. , lo reforma agraria ante !a Hi.rtoria, Tipografía de

archivos. Madrid, 1931, pág. 23.4 MART[N-Sí^NCHEZ JuuA, Fernando y ZtnuerA Y ENR[QuEZ, Manuel María, Econo-

míaAgraria. Colección Agrícola Salvat, Salvat Editores, S.A. Bazcelona-Madrid, 1956,

pág. 230.

5 Véase Lóvez LóPEZ, Alejandro. , Coratitución, Reforma agraria y guerra civi! en !a

2.° República (Tesis doctoral) Fac. CC. Políticas y Sociológicas, Univ. Complutense de

Madrid, 1977, págs. 54-192.

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Historiadores y económistas son contundentes en sus valoracionescríticas del proceso de deterioro que es más evidente en la transicióndel Antiguo Régimen al mundo contemporáneo.

No hay duda sobre el nuevo empeoramiento de las condicionesde vida del campesinado^: «Del tono quejumbroso de los economis-tas coetáneos y de los cuadernos de Cortes podemos deducir una con-secuencia: el empóbrecimiento del campo, la decadencia de la agri-culturap^.

Con el nuevo empeoramiento de las condiciones de vida del cam-pesinado la decadencia de la agricultura española durante el sigloXVII se traduce en el interior, por abandono de cultivos y despobla-ción rural. A finales del siglo, la recuperación de la periferia parececontrastar con una España interior aún estancada. En el siglo XVIII seagudiza el contraste entre periferia y centro8.

La opinión elaborada por los arbitristas del XVII en torno a la des-población de España, el ejemplo colonizador realizado por Prusia y laconvicción de que el número de habitantes de un país, era un indica-dor inequívoco para ser catalogado como potencia mundial, orientóla política demográfica de los Borbones hasta conseguir el 0,7 por 100de crecimiento anŭal que era la tasa media en los países europeos.

^ Asumo el concepto de campesinado de Sevilla-Guzmán: .un conjunto de secto-res sociales compuesto por unidades familiares, canro de consumo como de produc-

ción, cŭya organización económica y social se basa en la explotación agrícola de la cie-

rra, con independencia de cuáles sean los diferentes modos de tenencia de ésta. Porconsiguiente, centramos nuestra a[ención sobre el campesinado como unidad de obser-vación sociológica, dentro de la cual coexisten distintos grupos sociales. La naturalezade cada grupo viene dada por relaciones de producción generadas en los diferentes ti-pos de explotaciones agrícolas. Así, los arrendatarios, los aparceros y los pequeños pro-

pietarios de tierras son grupos sociales diferentes en muchos sentidos, pero todos ellosson campesinos en el sen[ido antes mencionado. La definición induye también comocampesinos a los campesinos sin tierra, a pesar de que en determinados círculos acadé-micos se hayan expresado algunas dudas a este respecto. (Sev^^^n Guzn^ñtv, Eduardo.,:The Peasancry and the Franco Régimes. P2esi^ov, Paul., SPa^,v^,viceis^s. The evolution

and Decline of the Franco Régime, The Harvesrer Press, Sussex, 1976, pág. 102.

% Pn^nCio ATneo. Vicente. , Derrota, agotamiento, decadencia, en !a Erpaira del Ji-

glo XI/1/, 2' edición aumentada Biblioteca del Pensamiento actual, Ediciones Rialp,

Madrid, 1956, pág. 88.8 A,ties. Gonzalo., lar Critit agrasiar en !a Erpaira moderna, Taurus Ediciones,

reimpresión, Madrid, 1974, pág. 126.

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A la realización de este empeño respondieron los proyectos de co-lonización interior del Marqués de la Ensenada -en tiempos de Fer-nando VI-., y, sobre todo, de Carlos III. Ia colonixación de SierraMorena vendría a ser uno de los modelos que de tener resultados sa-tisfactorios se constituiría en el primer eslabón de la cadena. BajoOlavide la colonización marchó con cietto éxito: aDurante los seisaños de su gestión se invittieron por el Estado unos. 40.000.000 dereales. En 1775 se habían fundado 15 pueblos y 26 aldeas, con 900familias de labradores y 150 artesanos. En total, 10.300 individuos,más 3.000 jornaleros y sirvientesb^.

La validez de la empresa-tipo se vino abajo, el fracaso se ha atti-buido a cuestiones técnicas, al problema de la financiación, al hechode una poblacióil mayoritariamente extranjera; la tesis que va adqui-riendo mayor consistencia es la que sostiene que la crisis de la coloni-zación se ptodujo pot la matcha de Olavide en 1776 cuando la Inqui-sición logra destituirle primero y procesarle después. La línea del es-pítitu modernista de progreso y justicia social quebró una vez más an-te los intereses creados de los vecinos latifundistas que no se resistie-ron a ver mermados sus privilegios y encomendaron la defensa delstatu quo al Santo Tribunal de la Inquisición.

Excepcionalmente pues durante el teinado de Carlos III la naciónse identificó con el progreso, el proyecto de modernización había sidoimpulsado en cierto modo mirando y admirando a Francia. La muer-te del monarca ilustrado y el impacto de la Revolución Francesa saca-ron a la supe^cie las contradicciones y los enfrentamientos entte es-pañoles: la división entre el grupo de ilustrados, entre los hombrespolíticos, entre el clero, y, entre el centro y la petife^ia, constituíanlos peores ptesagios para el país que estaba en condiciones económi-cas para emprender el camino de adaptación al fenómeno del indus-trialismo.

La España contemporánea entraba en el nuevo siglo con una catgaexplosiva de conflictividad política de la que el constitucionalismo só-lo era el síntoma de una realidad subyacente: aLa revolución ideológi-ca (racionalismo, romanticismo, liberalismo, constitucionalismo) seapoya en una revolución social y económica paralela (decadencia delos estamentos tradicionales, presencia de las clases medias, libertad

^ VICENS VIVES, Jaime., Hittoria económica de Erpaña, Editorial Vicens Vives, 8'

edición, Bazcelona, 1971, pág. 447.

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económica, desamortización, etc.), que a su vez está vinculada a unarevolución técnica (máquina de vapor, ferrocarriles, telégrafo) y a lamisma expansión demogr^ca que dobla la población de España enel transcutso del siglo XIX»10.

Los conttastes y el dualismo de las corrientes ideológico-políticasmarcarían lo.c ratgo.c del peculiar proce.co de indurtrialixación, estosrasgos pueden sintetizarse así:

a) Fuette regionalización de los grupos industriales.b) Dependencia de la expansión de tales grupos -a excepción de

la industria textil- de las iniciativas o de las inversiones extranjeras,por lo menos en sus etapas iniciales;

c) Eliminación de la competencia extranjera gracias al principiode1 mercado reservado y la aplicación de altas tarifas aduaneras;

d) Dependencia del extranjero por lo que se refiere a materiasprimas, utillaje e innovaciones técnicas; y

e) Sumi.rión de la indu.rtria a la.r fluctuacioner de la actividadágraria del paí.r principal fuente de riqueza del mismo, hasta los um-brales de la actualidad. Nos hallamos, por tanto, ante un caso típicode industrialización en un área mediterránea, ,con escasa densidaddemogr^ca, defectuo.co reparto del.ruelo agrícola't débil capacidadde consumo bajo nivel técnico y notoria deficiencia del sentido eco-nómico moderno, en gran parte del pueblo y en las altas e ŭferas de la

administraciónlz.La presión demográfica adquirió un ritmo acelerado como indi-

can las cifras del cuadro 1.El rápido desarrollo de la demografía hunde las estructuras hasta

entonces vigentes y precipita los cambios económicos y políticos enuna atmósfera de gran tensión, a causa de la pobreza de las masas tra-bajadoras: proletarios en las ciudades, y jornaleros, en el campo. Noobstante, antes de entrar en el siglo XX, las tasas españolas de creci-miento fueron bajas, en virtud de una serie de frenos internos (en su-ma, prolongación del antiguo régimen social y económico), obstacu-lizadores del dinamismo demográfico.

10 SÁNCHEZ AGESTA, Luis., Hittoria de! coratrtucionalismo elpañol. Tercera edi-ción revisada, Insti[uto de Es[udios Polí[icos, Madrid, 1974, pág. 23-24.

^^ Los subrayados son míos.1z VICENS VIVES, Jaime., Coyuntusa económia y sefornzirmo burguér, Ariel quin-

cenal, Barcebna, 3.' edición, 1973, pág. 145.

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CUADRO 1. EVOLUCION DEMOGRAFICA EN EL SIGLO XIX.

Habitantes1797 ...................................... 10.541.0001822 ...................................... 11.661.8651833 ...................................... 11,962.7671857 ...................................... 15.454.0001860 ...................................... 16.645.0001877 .........:............................ 16.622.0001887 ...................................... 17.549.6001897 ...................................... 18.108.6101900 ...................................... 18.594.000

Fuente: [Vicens-Vives, J., Hittoria económica de Erpaña, Editorial Vicens-Vives,S? edición, Batcelona 1971, pág. 560].

En 1900 morían en España 29 personas de cada mil, . frentea las 18 en Europa. La enorme desventaja de 11 por 1.000 sólo hubie-se podido ser compensada por una inmigración supletotia o por una

CUADRO 2. LA POBLACION ABSOLUTA DESDE 1900.

Años Habitantes% de incremento

intercensal Densidad

1900 18.616.630 - 36,841910 19.990.909 0,74 39,941920 21.388.551 0,70 42,211930 23.677.095 1,07 46,681940 26.014.278 0,99 51,271950 28.117.873 0,81 55,431960 30.528.539 0,86 60,291970 33.956.047 1,12 67,27

• Elaboración propia.Fueñte: I.N.E., Cenro de la Población y dela.r Viviendar de Erpaña. 1960, tomos I y

III, Madrid, 1962, y 1969. I.N.E., Cen.ro de !a población de Erpaña. Año1970. Poblacionet de derecho y de hecho de lor municipiot; Madtid, 1971.En todos los años se incluye la población de Ceu[a y Melilla.

Fuente: CAMPO, Salustiano del, Análi.ri.c de la población de Erpaña. Ariel quincenal,2? edición, Barcelona, 1975, pág. 12.

^3 La explosión democráfca del XVIII impuso un tirón muy importante haciaarriba de la población española. Los problemas de dicha evolución y despegue son ana-lizados detalladamente por PExez Mo^teDn, Vicente, la.r crúi.r de mostalidad en !a Erpa-ña interior. Siglor XVI-XIX, Siglo XXI editores, Madrid 1980. ^

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natalidad extraordinaria. Luego. veremos que, en vez de recibir laayuda extranjera, la nación se convirtió, precisamente entonces en ungran centro exportador de hombres. Por otra parte, la natalidad espa-ñola superaba a la «europea^ en una medida notable, aunque no sufi-ciente. Así al doblar el cabo de la centuria, por obra de una mortali-dad excesiva, el crecimiento vegetativo era inferior en un 6 por 100 alde los restantes países occidentales14

El conjunto de las variables descritas dan como resultado ellati-fundio cuya estabilidad, es más rechazada socialmente a partir de losplanteamientos de Costa y el regeneracionismo, así como desde la

^ aparición del movimiento obrero en España. Así pues, el latifundis-mo entra intacto en los inicios del Siglo XX, y, constituirá obviamen-te el leit-motiv de los reformistas agrarios, de los sindicatos y de los lí-deres políticos a la hora de proyectar la transformación política, eco-nómica y social de nuestro país.

Latifundio es un término al que el uso ha dotado de innumera-bles connotaciones, que se actualizan cada vez que se utiliza la pala-bra. Si al latifundio se le confiere la mayor antig ŭedad, la palabra esde uso reciente, y a comienzos del XIX aún no figuraba en el Diccio-nario de la Academia. Es un cultismo que incita a pensar en un ori-gen urbano y quienes lo utilizan apenas distinguen si se trata de unagran finca, determinada materialmente por estar bajo una sola linde,o de una gran propiedad que puede ser resultado de la agregación deun número variable de fincas o parcelas, que ni siquiera se especificasi han de tener una cierta proximidad física. En lo que respecta a lautilización que se hace de él, cuando no se considera inculto por defi-nición como se dice en algunas ocasiones, se supone el absentismo delpropietario y como consecuencia necesaria se habla de una gestióninadecuada simultáneamente limita la produccióñ y restringe la de-manda de mano de obra. Como consecuencia lógica de este plantea-miento se adoptan una serie de tomas de posición, tanto teóricas co-mo prácticas's

Desde la descripción del término de latifundio y su localizaciónen nuestra historia socio-económica, es preciso profundizar en las re-

14 NADAL, Jordi., La población eJpañola (siglot X[/1 a XXJ, Ariel quincenal, 3'

edición revisada y aumencada, Barcelona 1973, pág. 149.

15 AxTOLn. Miguel y otros., Ellatifundio. Propiedady ezplotación. tt. X[^II/-XX,

Ministerio de Agricultura. Secretaría General Técnica. ( Serie Esrudios), Madrid, 1978,

pág. 11.

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laciones de producción y en las relaciones sociales. Desde esta nuevaperspectiva, la idea de latifundismo va unida a un gran número dejornaleros o campesinos pobres que trabajan en las tierras de un redu-cido número de propietarios absentistas los cuales utilizan adminis-tradores para explotar sus fincas que poseen un considerable tamañoy están por lo general mal cultivadas. Ello es debido al desinterés(absentismo moral) por la rentabilidad de las mismas en las que sesuele dat un alto grado de monocultivo y su parejo alto paro estacio-nal .

Como consecuencia de ello en las comunidades rurales latifundis-tas existe una estructura social caracterizada por.fuertes desigualdadessociales que llevan a un antagonismo de clases y a una continua con-flictividad potencial.

Sin embargo tales resultados aparecen tanto en el caso hasta aquí,caracterizado como en aquel en el que una comunidad rural se en-cuentra integrada por un reducido número de grandes empresas agra-rias que utilizando técnicas intensivas de producción en capital obtie-nen una alta productividad. La racionalidad económica, la rentabili-dad de los factores productivos, la moderna tecnología agraria y lagestión empresarial pueden igualmenté formar la base económica deuna comunidad en la que el sistema de desigualdades y la estructurasocial de la comunidad posean rasgos anteriormente descritos. Bastapara ello introducir en el esquema nuevas variables: que la agricultu-ra sea prácticamente el único medio de vida de la comunidad y quehaya falta de oportunidades de empleo fuera de la mismal^

Los aspectos cuantificados del concepto de latifundio .son igual-. mente variables según el medio en el que están enclavados en base ala orografía, altitud, pluviosidad, temperatura, composición de lastierras, zona de secano o de regadío, área de monocultivo o de pro-ducciones diversas, etc.

Por la relación con el objeto del presente trabajo y por las circuns-tancias ajustadas al momento histórico de la II República y a la Refor-ma Agraria", transcribo seguidamente la cuantificación del conceptode latifundio propuesta por Carrión. Toda finca de más de 100 hec-

'^ SEVILLA GUZMÁN, Eduardo., «Reflexiones teóticas sobre el concepto sociológicode latifundismo, en A Agricultura latifundiária na Península Ibética, Fundaçao Gul-

benkian, Lisboa, 1980, pág. 29.

'^ La Base 5.' del Proyecto de ley de Bases pata la Reforma Agraria aprobado defi-

nitivamente el 9/9/ 1932, establecía como tales y por ende como expropiables:

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táreas, susceptible de cultivo, situada en el ruedo de un pueblo18 quetenga más de 500 vecinos, debe considerarse como latifundio, a me-nos que se cultive con gran intensidad, muy supetior a la corriente enla comarca.

En el trasruedo, es decir, de tres a seis kilómetros de los pueblos,una finca de más de 200 hectáreas de tierra susceptible de cultivo conbuenas vías de comunicación, también debe considerarse como lati-fundio, y a mayores distancias el límite puede ser de unas 300 hectá-reas en tiertas cultivadas o cultivables, pero tampoco superior a estacifra, ya que en esta extensión puede montarse perfectamente una ex-plotación a gran escala y no debe tebasarse este 1'unite sin perjuicio dela colectividad más que en casos excepcionales. Cuando se trate detiettas sólo aprovechables para pastos o monte, puede llegarse hasta400 ó 500 hectáteas, según las circunstancias, pero más de 500 hectá-reas en un país poblado como España siempre debe considerar ŭe co-mo latifundiot^.

Como consecuencia de los estudios «campesinos^ desde una ópti-ca y una metodología de investigación interdisciplinar, actualmenteestá adquiriendo importancia la definición sociológica del latifundis-mo. Entendiendo por latifundismo: «La estructura socioeconómicagenetada por la acción estructurante de la propiedad de la tierra sobreaquellas comunidades rurales en las que se da •n predominio de ex-plotaciones agtarias de gtan extensión, que conformando ecológica-mente parte de dicha comunidad ctean sobre la misma un sistema lo-cal de dominación de clase ejercido por el grupo de terratenientesque monopoliza los medios de producción agraria con la fiel asisten-cia, a través de unas específicas rélaczones sociales de dependencia, de

1° En secano, como expropiables:

a) Tierras dedicadas al cultivo herbáceo en alterna[iva, de 300 a 600 hec[áreas;

b) Olivares asociados o no a otros cultivos, de 150 a 300 hectáreas;

c) Terrenos dedicados al cultivo de la vid, de 100 a 150 hectáreas;d) Tierras con árboles o arbustos frutales en plantación regular de 100 a 200;e) Dehesas de pas[o y labor, con arbolado o sin él de 400 a 750 hectáreas.

2.° En regadío:

De 10 a 50 hectáreas según circuns[ancias.

18 Un radio de dos o tres kilómetros como máximo de distancia del centro urba-no.

^^ Ce1RR1ÓN, Pascual., Lot latrfundioJ en Erparra, Gr^cas Reunidas Madrid,1932, pág. 45.

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un sector de la comunidad compuesto por unas cla.ce.r locale.r de rervi-cio en cuyas manos se encuentran las instituciones económicas, cultu-rales y políticas que controlan a nivel local la vida de la comunidadcrPando en la misma un específico orden social cuya organizacióneconómica determina la explotación del campesinadop20.

Finalmente, lo más destacable sea tal vez que el latifundismó,con algunos cambios y retoques en las dimensiones de los predios,con algunos cambios y sustituciones entre los propietarios que los de-tentaron, con todo ello sigue siendo al igual que antes, la base sobrela que se sustenta el régimen agrario -especialmente de Andalu-cía-, sobre todo en las áreas central y occidental de la región.

En el cincuentenario de la ley de Reforma Agraria, la estabilidaddel latifundismo21 está ahí, y, lo que es peor, la bolsa de pobreza in-cultura y subdesarrollo en relación con otras poblaciones y regionesde España se circunscribe todavía hoy a Andalucía y Extremadura. EIcuadro que se adjunta es fiel reflejo de lo dicho, quedando comple-mentado por el informe recién publicado del Banco de Bilbao en laRenta Nacional de Erpaña ^.ru di.rtribución provincial, correspon-diente a 1979. (Cuadro 3)

Es necesario matizar, y más aún, después de lo expuesto ante laimportancia que se le da a la España rural de los años 30, el hecho deque: «por primera vez, la población activa empleada en el sector agra-rio llegaba a ser inferior a la mitad de la población activa total22, conun 45 por 100, equivalente a 3 millones novecientas mil personas,mientras ésta aumentaba en unos ochocientos mil individuos én eldecenio 1920-1930. Se estaba confirmando de este modo la evoluciónprovocada por los efectos de la primera guerra mundial sobre la eco-nomía española y reforzada por la Dictadura del general Primo de Ri-vera. A lo ŭual cabe añadir que continuaba a un ritmo sostenido elcrecimiento vegetativo de la población, que, al alcanzar más de 25millones quinientas mil personas, aumentó en más de 2 millones enel decenio indicado. Por tanto, la disminución de la población agrí-

z^ SEVILLA GUZMAN, E., aReflexiones teóricas sobre el concepto sociológico de lati-

fundismom, ob. cit., págs. 31-32.21 MART[NEZ ALIER, Juan., La e.rtabilidad de!latifundirmo, Ruedo Ibérico, París,

1968.2z La incidencia dé la presión demográfica és un factor coadyuvante en la reforma

agraria, aunque unido a la desindustrialización del área rural ; el excedente de mano de

obra y el paro laboral. ^

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cola no sólo no era relativa (hecho ya de por sí importante), sino abso-luta^^3.

Y lo que sería decisivo desde la década de los años 20, la interde-pendencia de los sectores productivos en el sistema del mercado na-cional y en la dependencia cada vez mayor del sistema económico in-ternacional. En este último aspecto reside una de las claves para en-tender la demanda y el fracaso de la Reforma agraria; toda metodolo-gía de investigación que no tiene en cuenta dicha variable está más omenos alejada de la realidad histórica, falseando así la interpretaciónde la II República.

Retomando el texto inicial de la primera página deseo que quedesuficientemente claro que los cambios políticos generalmente coro-nan el éxito de la clase social que ha protagonizado desde un princi-pio la lucha contra el statu quo existente antes del cambio de régimenpolítico. EI armazón del nuevo Estado se efectúa en función de la cla-se triunfante mediante la reforma o la creación de nueva planta de lasinstituciones, este proceso repercute de modo especial sobre la estruc-tura y sobre los detentadores de la propiedad de la tierra (en las socie-dades subdesarrolladas o en vías de desarrollo); cuando la operaciónllega a ser quirúrgica porque se hace en profundidad sobre los mediosde producción agrários nos hallamos ante el fenómeno de la Reformaagratia. La Reforma agraria consiste en trasladar coactivamente deunas manos a otras la propiedad del suelo.

Salta a la vista por lo anteriormente expueseto, que los aspectosque merecen la atención son los de tipo sociológico y político de laReforma Agraria, sin negar importancia ni tratamiento explícito a losaspectos económico y técnico. En definitiva, lo que .re pretende en e.r-ta publicación e.r recuperar el tratamiento político del tema, no .rola-mente por raxoner hi.rtórica.r, .rino también porque ertimo que puede.rer útil en la coyuntura actual para Andalucía y Fxtremadura24, y, re-ferencialr^zente para lot paí.re.r hermano.r del área iberóamericana.

^3 MnueiCE. Jacques., Ia reforriza agraria en Erpaña en el riglo XX (1900-1936).Siglo XXI de España editores, S.A., 2? edición, Madrid, 1978, p. 3.

24 EI planteamiento actual se debe formular a partir de esquemas distintos a losque informaron la crítica y los proyectos de los años 30. Y tener en cuema que su solu-ción no viene dada, como antes se pensaba, por un simple problema de <reparto. o poruna :reforma, que trate aisladamente al sector agrario. Véase Nneeoo, José Manuel.,ddeología y realidad en el campo de la Reforma Agraria., en Rev. Agricultura y Socie-dad, n° 7(Abril/Junio) 1978, págs. 199-221.

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Este apartado no podía soslayar la referencia al concepto de «re-forma agraria» y al modelo de análisis de la Reforma Agraria españolade 1932. El concepto de reforma agraria es muy amplio, sobre todoen la utilización que del mismo se ha hecho desde la segunda guerramundial. EI término hace referencia a un contenido que puede inter-pretarse de maneras muy distintas y cuando la reforma agraria se apli-ca sobre la realidad social (en su vertiente de propiedad rústica) de-pende igualmente de la ideología política y de las circunstanciashistórico-sociales de un ámbito territorial concreto.

Todo esto se traduce en un uso generalizante y multívoco de laexpresión «reforma agraria», con la que se suele designar, en las diver-sas ramas de las Ciencias Sociales a todo tipo de transformacionesagrarias. Con ello se oscurece la tealización práctica a nivel político yse diluye el propio concepto.

Continúa siendo exacto hoy lo que ya manifestó en 1957 Warri-ner: «en la discusióñ a nivel mundial, hay algo de confusión en tornoa lo que la teforma agraria significa realmente»25. La confusión sedesplegó sobre todo en la década de los 60 a partir de la revolucióncubana y la reacción de la política exterior económica norteamerica-na. En la Conferencia de Estados americanos de Punta del Este(1961), donde cristalizó la Alianza pata el Progresó se empleó porprimera vez la expresión «Reforma Agraria lntegral».

Esta complejidad se debe a varias causas. Por una parte al ser todareforma agraria un proyecto político, los autores del mismo lo utili-zan de acuerdo con los objetivos que con él quieren alcanzar. Esto eslo que determina la variedad de situaciones que son calificadas, entérminos de subjetividad política como reforma agraria. Por otra par-te, la reforma agraria supone un conjunto de acciones sobre las es-tructuras agrarias en las que se entrecruzan problemas de muy diversanaturaleza. Así, los objetivos de las reformas agtarias suponen, enprincipio, la transformación más o menos acusada del sistema de de-sigualdades de la sociedad rural mediante el trasvase de la tierra.También, suponen la realización de proyectos agronómicos y finan-cietos en los que los problemas técnicos tienen una importancia nadadesdeñable para hacer eficaz dicha transformación. Finalmente losproblemas anteriores se enmarcan, en toda reforma agraria, en el

zs WARRINER, R., Iand Reform and Development in the Midde! Ea.rt, Royal Insti-tue of International Affairs, London, 1957.

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conjunto de objetivos globales de tipo económicoz^, que, tanto a ni-vel nacional como a nivel de la zona específica en que tiene lugar lareforma, han de cumplirse27. •

El proyecto político y social de la reforma agratia ha estado condi-cionado por las circunstancias históricas, y en este sentido suelenagruparse todas las reformas agrarias -especialmente las modernas-en una tipología que comprende tres variedades.

La primera modalidad de reforma agraria se refiere al período his-tórico en que se produce la transición del Antiguo Régimen al libera-lismo capitalista. «Esta modalidad de reforma agraria es de una im-portancia extraordinaria pues a través de ella se liquida definitiva-mente el modo de producción feudal dando paso al modo de produc-ción capitalista^28.

La segunda vía a la reforma agraria se da cuando el desarrollo delprimer capitalismo da lugar a la existencia de un proletariado rural

z^ La definición de Reforma agraria que da el Departamento de Asuntos Econó-micos y Sociales de las Naciones Unidas en el Progrert in Land Rejorm, third report,New York, 1962, pág. 93 es el siguiente:

a) Provisión de oportunidades para la propiedad.

b) Medidas paza promover la colonización de la tierra y seguridad en la tenencia.c) Mejoramiento dé las condiciones de arrendatazios e inquilinos, por reducción en

el exceso de los arrendamientos o de las medierías.

d) Protección de los cultivadores que viven bajo la forma de tenencia tribal, comu-nal y otras formas tradicionales.

e) Mejoramiento de las condiciones de empleo y de oportunidades pára los traba-jadores agrícolas.

f) Organización de granjas de tamaño económicamente rentable y consolidaciónde la tierra.

g) Registrarlos ú[ulos de propiedad.

h) Extensión del crédito agrícola y reducción del endeudamiento.i) Promoción de las organizaciones cooperativas creadas por los agricultores.j) Organización de servicios de maquinazia agrícola. ^k) Política fiscal y financiera en relación con la reforma agraria induyendo medidas

tributarias para promover la mejor utilización y disuibución de la [ierra.

Es triste ver la manera cómo se reduce en el World Economic Survey 1967, ONU,N. York, 1968, las múltiples implicaciones de la política agraria al solo pumo de

aumentar la producción.ZJ P^REZ YRUELA. M^., SEVILLA CrUZMÁn, Eduardo., .La dimensión política de la

Reforma Agraria: Reflexiones en corno al caso andaluz., Rev. Axerquia, n° I, Cqrdo-ba, 1980, págs. 195-196.

28 PéttEZ YRUEU. M.; SEVt1.t.n GuzhtÁN. E., :La dimensión política en la Reformaagrariaa..., Ob. cit. pág. 197.

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numeroso que ser^ fuente constante de inestabilidad política. Esta se-gunda línea de reforma agraria se la ha denominado como social. «Laesencia de esta reforma agraria social se encuentra en la redistribuciónde la propiedad de la tierra por medios políticos en un espacio detiempo relativamente corto». Esta es la reforma agratia clásica cuandouno utiliza el término»z^.

Este segundo modelo que persigue fines básicamente sociales, in-cluye medidas económicas, especialmente en torno al regadío y unaprolija legislación teguladora de sueldos, alquileres y condiciones detrabajo.

Lo que este tipo de reforma agraria intenta resolver: «Es la refot-ma agraria de corte liberal-democrático que se lleva a cabo en los paí-ses de Eutopá centtal en el período de entreguerras y que se intentóllevar a cabo en la Segunda República española. Por esta vía las refor-mas agrarias se practican dentro de la más estricta legalidad sin modi-ficar la naturaleza del Estado. Estas reformas agrarias tienen lugarprecisamente con objeto de evitar el desenlace revolucionario, desac-tivando la protesta campesina a través de la reforma agraria30. Inten-tos similares han tenido lugar en gran número de países de AméricaLatir.a aunque sus resultados no puede decirse que hayan alteradosustantivamente su estructura agraria»3t. '

Z^ MnteFnicis, Edward., aAnálisis de la Reforma Agraria durarite la Segunda Re-públicaD, en Rev. Agricultura y Sociedad, n° 7, abril-junio 1978, pág. 36.

30 La serie de reformas de la tierra no sólo no eran revolucionarias, sino que pre-[endían formar -y lo lograron- hasta la Segunda Guerra Mundial- ur,a barrera an-tirrevolucionaria. EI mismo sentido tiene también en su conjunto la segueda constela-ción de reformas agrarias que aparece en nuestro siglo, tras la Segucda Guetta Mun-dial. La japonesa es impuesta y ejecutada a la sembra del propio ejército norteamerica-no de ocupación; la de Formosa es planeada y financiada por la potencia hegemónica;

la italiana fue :aconsejadaA pot el mando americano :in situ.; las semi o pseudo-reformai agrazias realizadas en América Latina bajo el aliento de aquella célebre Alian-

za para el Progteso, fueron impulsadas por Estados Unidos, tan suavemente que no Ile:garon a ninguna parte, pues se pretendía lesionar al mínimo los intereses oligárquicos.

Pues, bien, al igual que la serie de reformas agrarias europeas del período de entregue-rras Ilegaron én última instancia de[erminadas por la Revolución soviética, la japonesay la de Formosa de la segunda postguerra vienen determinadas por la Revolución chi-na, la italiana por la ocurrida al otro lado del Adriático y las fallidas reformas fomenta-das por la Alianza para el progreso por la revolución cubana. •Acosrn SñNCHez, José. ,

.Reforma agraria y Constítución (Introducción metodológica y de Derecho Constitu-"cional Comparado)D, Rev. Agriculmra y Sociedad n9 21, oct-dic/ 1981, pág. 176.

j^ [email protected], M., Sevtl.^.n GuzMÁN, E., rLa dimensión política en la ReformaAgraria... ob. cit., pág. ?98.

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La tercera modalidad de reforma agraria tiene su base en la «refor-ma de la agriculturap, expresión que la Europa de los seis designabaal conjunto de medidas mediante las cuales se trataba de igualar larenta de los agricultores con la de los otros ciudadanos de las áreas ur-banas. Y ha sido patrocinada por la FAO desde 1951 en que se plan-tea en Naciones Unidas la reforma agraria como una medida de polí-tica social de desárrollo mundial. Está claro que la reforma agraria de-be enmarcarse en una política social de carácter general.

En los programas nacionales formulados en la Conferencia Mtin-dial de la FAO en 1979 se invoca la búsqueda de un nuevo ordeneconómico internacional -asumiendo en parte el III Informe al Clubde Roma- teniendo en cuenta por primera vez al campesinado:

«La finalidad de la Reforma agraria y el desarrollo rural es la trans-formación de la vida y las actividades rurales en todos sus aspectoseconómicos, sociales, culturales, institucionales, ambientales, y hu-manos. Los objetivos y estrategias nacionales para lograr esta transfor-mación deben concentrarse en la mitigación de la pobreza, incluídoel mejotamiento de la nutrición y regirse por políticas destinadas a lo-grar el crecimiento con equidad y con la participación de la pobla-ción. Dichas políticas deben incluir la movilización de recursos conmiras al aumento de la inversión, la ampliación de la producción y elempleo, el fortalecimiento de la base económica de los pequeñosagricultores, la introducción de innovaciones técnicas, la utilizacióneficaz de recursos mediante incentivos y precios adecuados, el desarro-llo equilibrado entre las zonas rurales y urbanas, la equidad y la jus-ticia en la distribución de los recursos productivos y de los beneficiosdel progreso^3^.

Las últimas aportaciones de la Ft10 a esta vía «moderna» de la re-forma agraria constituyen un replanteamiento de su propia línea a te-nor de la escasez de alimentos, de que la brecha entre los países po-bres y ricos es aún mayor, y, de la imperiosa necesidad de abordar lacuestión en base a una estrategia para el desarrollo alimentario y agrí-cola con el horizonte del año 2000.

Los objetivos generales de la estrategia son estimular el estableci-miento de condiciones nacionales e internacionales en materia de ali-

32 ORGANIZACIÓN DE LAS NACIO\ES UMDAS PARA LA AGRICULTURA Y LA ALIMEITA-

clón (FAO)., Conferencia Mundial sobre reforma agraria y desarrollo rural. Declara-ción de principios y programa de acción, Roma 12-20/Julio 1979, pág. 5.

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mentación y.agricultura que permitan al sector hacer una contribu-ción importante al desarrollo económico y al mejoramiento social entodos los países. La abolición del hambre es un objetivo fundamentalde la estrategia que requiere de la economía la adopción de medidasen todos los sectores, no sólo en el agrícola. Dicha estrategia sitúa enlos países en desarrollo una gran parte de las futuras adiciones a laproducción agrícola mundial. Esta es su característica central. La ma-yor prioridad que los países pobres conceden a la agricultura, incluídala distribución mejorada de los recursos de producción alimentaria yde los productos alimenticios mismos, va aŭompañada de un marcode política internacional de comercio y asistencia más sensible a susnecesidades. Los países desarrollados administran sus agriculturas, al-tamente ptoductivas, con flexibilidad suficiente para podet ofrecermercados mayores y escalonados a las importaciones de los países endesarrollo y para aumentar las exportaciones de alimentos básicoscuando sea necesario33.

Coincido con Pérez Yruela y Sevilla-Guzmán que la complejidady el caráctet histótico de la réforma agraria hacen prácticamente im-posible dar una definición general que pueda comprender todas lasmodalidades q•e antes se han descrito. No obstante, y aún a riesgode caer en una generalización excesiva, podemos concluir, en una pri-mera aproximación, que toda reforma agraria puede considerarse co-mo un proyecto político y económico condicionado por una .rituaciónhistórica concreta34.

Mi tesis consiste precisamente en delimitar las vatiables que intet-vienen en la formulación de dicho proyecto y que son precisamentelas que habrán de determinar la naturaleza de la transformación quese pretendía conseguir con la reforma agraria.

En ptimer lugat, la variable más importante a mi juicio lo consti-tuye el.ri.rtema político, su ideología y la correlación de fuerzas exis-tentes. Esta variable es estudiada en el capítulo II de la presente pu-blicación.

En segundo término, se estudia la ertructura .rocia! en la forma enque los gtupos y clases sociales participan en el sistema político y enlos procesos de toma de decisiones, cosa que es abordada en el capítu-lo III.

33 ORGANIZACIóN DE LAS NACIGNES UNIDAS PARA LA AGRICULTURA Y LA ALIMENTA-

C^óN (FAO)., Agricultura: horzzonte 2000, Roma, 1981, pág. 125.

34 PÉREZ YRUELA, M.: SEVILLA GUZMÁN, E., Ob. CI[., pág. 202.

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En tercer lugar, la variable que condiciona el proyecto político dela reforma es !a e.rtructura agraria, que está integrada por la subvaria-bles de la concentración y distribución de la propiedad, formas de te-nencia de la tierra, organización social y económica de la producción,y, modos de interacción entre la agricultura y los otros sectores econó-micos. Dicho análisis se refleja en el apartado 3 de este capítulo y seráprofundizado en el capítulo IV.

AGRICULTURA Y SOCIEDAD: LA HERENCIADEL XIX

Los últimos veinticinco años del Siglo XVIII abrieron en la socie-dad española la polémica cuestión de la tierra, contencioso que luegosería permanente durante 150 años, es decir, hasta el advenimientode la Segunda República. A pesar del reformismo ilustrado, la estruc-tura económica y social antes de la revolución liberal de las Cortes deCádiz tenía rasgos no sólo precapitalistas sino netamente feudales:

EI nivel de vida de los pequeños agricultores, de los colonos y delos braceros estaba condicionada por la.r tierra.r de .reñorío que alcan-zaban un ámbito espacial en gran parte de la supe^cie rústica de An-dalucía, Cataluña, Galicia y Valencia.

Se refuerza la práctica del ab.renti.rmo de los grandes propietariosagrarios que para percibir rentas invierten sus disponibilidades mone-tarias en juros, yéndose a vivir a la ciudad, generalmente a las capita-les de provincia.

Empezó a generalizarse el sistema de .cubamendo.r en las extensaspropiedades de Andalucía y La Mancha. Los grandes arrendatarioseran comerciantes o campesinos ricos en busca de prestigio social quedividían los cortijos y las fincas y las subarrendaban a los labradores.Estos personajes: adominaban la vida local, intimidaban a los oficia-les de los Concejos, descargaban el pago de sus impuestos sobre lospobres y monopolizaban el usufructo de las dehesasb3S.

Lo.r biene.r amortizado.r en manos de la Iglesia y de los Ayunta-mientos apenas se vieron reducidos.

EI proceso de concentración de !a propiedad rú.rtica que posterior-mente dio lugar al concepto de alatifundioD, y que en opinión de Jo-

3S HEttR, Richard., Erpaña y la Revolución del Jiglo XV///, Aguilaz, S.A. de Edicio-nes, 2' reimpresión, Madrid, 1973, pág. 89.

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vellanos te.nía las siguientes causas: «a) La existencia de baldíos, reset-vados al pasto común, b) la existencia de dehesas, propiedad de losayuntamientos, c) los mayotazgos, d) los privilegios de la Mesap3^.

A pesar de las Sociedades Económicas de Amigos del País, la con-dición del campesino aparcero, arrendatario o pequeño propietarioapenas varió ni en su nivel de vida ni en los métodos ttadicionales decultivo, «En España observa el Duque de Catsen en 1782 era un prin-cipio absoluto hacer siempre lo que habían hecho el día anterior, yhacerlo absolutamente de la manera como se había hecho^37.

La transformación de la propiedad agraria del Antiguo al NuevoRégimen tiene lugar a través de un triple proceso: 1° Desvinculaciónde los mayorazgos, 2°) Disolución de los señoríos, 3° Desamortiza-ciones eclesiástica y civil.

En las Cortes de Cádiz a la hora de decidir los nuevos propietariossurge la polémica entre la línea netamente liberal y la corriente social,de la última fue portavoz el cura de Higuera la Real que propondráuna auténtica Reforma Agraria, en que se evitase los males causadospor los anteriores repartos que habían resultado en beneficio exclusi-vo de los poderosos, para lo que reclamaba la presencia de un repre-sentante del rey, intendente o juez togado38.

La tesis liberal saldría triunfante desde los acontecimientos de laGuerra de la Independencia, las Cortes de Cádiz y el trienio constitu-cional 1820-1823. La cuestión dinástica a la muette de Fetnando VIIen 1833 y más tarde la ruptura de relaciones diplomáticas con la San-ta Sede39 vinieron a identificar la Constitución con la Desamortiza-ción.

3G GARCÍA-BADELL, CYdbrlel. , Fl problema de !a modificación de eJtructura.r de latexplotac:óne.c agrícolat e.rpañolar, Miniscerio de Hacienda, Instituto de Estudios Fisca-les, Madrid, 1969, pág. 18.

3^ SARRAILH, Jean., La Erparia ilu.rtrada de !a tegunda mitad delXl/111, F.C.E. Mé-xico, 1957, pág. 37.

38 ARTOtA, Miguel., Orígener de la Erpaña contemporánea, Instituto de EstudiosPolíticos, Madrid 1959, pág. 353.

39 La rup[ura de relaciones diplomáticas con el Vaticano tuvo lugar el 27 octubre

1836, y esta situación perduró hasta el 7 de enero de 1845; el problema sucesorio la lu-cha entre libetalismo y carlismo, la cuestión del reconocimiento de Isabel lI, la Alianzade la Santa Sede con Austria, Prusia y Rusia frente al peligro liberal, la destitución deAn[onio Allué Patriarca de las Indias Occidentalcs en calidad de capellán real, los ase-sinatos de frailes en Alicante-Barcelona-Reus-Tarragona-Zaragoza y Soria (1834), la sa-lida del nuncio Amat hacia Roma en Julio de 1835, la cteación de la aJunta Eclesiática.

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El alumbramiento del régimen liberal duraba varios años. PeroMendizábal gran partero de la España constitucional, aplicó los for-ceps y nació la monarquía nueva, Mendizábal desamottizó los bienesde la Iglesiaao

Los motivos explícitos de la Desamottización eclesiástica según elDecreto de 19 de febrero de 1836 eran: el deseo de crear una copiosafamilia de propietarios disminuyendo la Deuda Pública beneficiandoel cometcio y el enriquecimiento de la nación para restablecer el cré-dito español en el extranjeto; el motivo implícito consolidar el régi-men liberal constitucional.

La Desamortización civil de los bienes municipales que se llevó acabo con la Ley Madoz 1855 estaba destinada a nivelar el presupuestodel Estado, a la amortización de la deuda interior y, sobre todo, a lafinanciación de las obras públicas -especialmente los fertocatriles-.

La operación desamortizadora fue muy impopular, a cuyo cum-plimiento se resistió en ciudades y aldeas de toda España hasta finalesde siglo41, dando lugar a reacciones desesperadas de violencia. Enefecto, «desde que se promulgaron las leyes desamortizadoras, el pro-blema agrario en el Sui y el Oeste de España se fue agravando, apare-ciendo los chispazos revolucionarios que con tanta frecuencia hanpuesto de luto a pueblos y comatcas de Andalucía y Extremadura»4z.

La primera revuelta por e! mito de! repárto de tierra.^3 tuvo lugaren la provincia de Málaga. En 1840, según D. Pedro de Répide, se

(regalista) encargada de la reforma del clero (febrero 1836 fueron los an[ecedentes queprecipitaron sucesivamente la ruptura, que traducía ya el abismo entre las dos Españas.Un estudio plenamente documentado sobre esta coyuntura es la Tesis Doctoral de Vi-cente CnecE^ ORn: Política erpañola derde 1830 halta 1840.

Véase también BECKER. Jerónimo, Relacioner diplomática! entre Erpaña y la Santa

Sede durante e! Jiglo XIX Madrid, Imprensa de Jaime Ratés Martín, 1908.40 $ÁNCHEZ-ALBORNOZ, CIaUd10., Ia Reforma agraria ante !a hi.rtoria, Tipografía

de Archivos, Madrid, 1932, pág. 18.41 BRENAN, Gerald., F!laberinto erpañol. AntecedenteJ locialer y políticor de !a

guena civil, Ediciones Ruedo Ibérico, París 1962, pág. 90.4z'CnRRi6N. Pascual., Lorlatifundior en Etpaña, Madrid, Gráficas Reunidas, S.A.,

1932, pág. 19.43 Sobre las actitudes del campesinado se ha escrito que frente a ta desamortiza-

ción burguesa elas famélicas masas campesinas soñarán con un .repartoD de tierras, tanlejano a la ottodoxia del socialismo científico como expresivo del hambre de tierra deuna numerosísima población de jornaleros miserables, paza los que no representan na-

da las libertades civiles y políticas consignadas en los códigos fundamentales. La con-

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tegistta en varios pueblos de la provincia de Málaga (Casabermeja,Almogia, Alozaina y Petiana) un movimiento campesino pata repar-tirse las tietras, habiendo Ilegado a dividirse y amojonar varios corti-jos, sosteniéndose en esta situación dos meses, hasta que fue una ex-pedición militar mandada por el coronel Feliú de la Peña, que ptoce-dió con gran moderación y sensatez, siil usar lo más mínimo la vio-lencia^.

Cánovas formuló la frase feliz que condensaba una vertiente esen-cial del liberaliŭmo español «la propiedad sin la cual se dan familiassalvajes y mucho menos pueblos civilizadosp, tal filosofía fue asumidapor el campesino del Sur. De ahí, que éste no quisiera saber nada del«pacto^ político de la Restauración, y que conservara las categoríassimplistas de «lo federalp y«lo socialb como equivalentes de la pose-sión de la tierra.

Tal vez por eso, la idea del «reparto de tierras^ fue unida a la his-toria española de las agitaciones campesinas, que como ya se ha di-cho; se inicia con los acontecimientos de 1840 y no concluye hasta lafinalización de la guerra civil de 1936-1939•

En efecto, los campesinos desposeídos reaccionan de una maneradoblé: «bien nutriendo las filas del ejército carlista, o bien montandoun movimiento espartaquista en Andalucía, que al pasar pot filtrosbakuninistas, va a desembocar ya en «la Mano NegraA45, ya en CasasViejas. La bandera del «repattó^ se generaliza y preside la reformaagraria de la II República. Sin embargo, en ella pugnan criterios co-lectivistas, procedentes de la CNT, con otros individualistas de raízparadójicamente comunistap4^

cepción del problema campesino como un mero problema de orden público, antes que

como un apremiante problema de ética social, es sin duda, el aspecto moralmente mássombrío de todo el liberalismo doctrinario español. (Jovee v nn.vv. Introducción a!a

hi.rtoria de &paña, Ed. Teide, 7' edición, Bazcelona, 1970, págs. 626-627).

44 CnxRib[v. Pascual., ob. cit., pág. 20.

45 En el preámbulo del Reglamento de .La Mano Negra. enconttamos la nuevatáctica anarquista: •Habiendo sido la Asociación Internacional de los trabajadores

puesta fuera de la ley por los Gobiernos burgueses, imposibilitándola por este motivopara resolver pacíficamen[e la cuestión social y de cuya resolución no puede prescindir,ha tenido que convertirse en organización revolucionazia secreta y para llevar a cabo la

revolución social violenta se forma un núcleo denominado •Tribunal Populaza, cuyoTribunal será encargado de sentenciar y castigaz Ios cr'unenes de la burguesíaa.

46 VELARDE FUERTES, ^Uan., PCÓIOgO á CARRIóN, PaSCU3I., I1l feforma agra>ia de !a

tegunda república y la.rituación actua! dela agricultura etpañola, Ediciones Ariel, Bar-

celona, 1973, pág. 24.

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La localización de los conflictos agrarios tiene lugar preferente-mente en las regiones de Andalucía y Extremadura, la literatura sobrela violencia campesina ha dado lugar a una numerosa producción bi-bliogr^ca a partir de la década de los 60 continuando las obras cum-bre de Constancio BERNnNDO DE Qu^Rós (Bandoleri.rmo y delincuencia.rubverriva'en la Baja Andalucía, El e.rpartaqui.rmo agrario andalux,Criminología de! campo andalux) y de Juan Dínz DEL MoanL (Hz.rtoriade la.r agitacione.r campe.rina.r andaluza.r)a^'

Regeneracionismo

En un mundo capitalista innovador, agresivo y optimista, Espa-ña seguía siendo una nación atrasada, con conciencia de decadencia,incapacitada para competir con los demás países occidentales. Talconstatación alumbraba en realidad el estado anímico que anidabadetrás del gran pacto económico-político de la Restauración. Sin am-bición y sin aliento para lanzarse hacia la economía internacional, Es-paña se encetraba en sí mismá, política y económicamente, en buscaal menos de su pequeña parcela de tranquilo bienestar o en holgadamodestia de sus propios recursos, que proclamaría en difíciles cir-cunstancias uno de los ministros de Frailco47.

Desde esta situación surge en 1890 el regeneracionismo48 comofenómeno político, social y económico.

46.1 Enve las publicaciones sobre la conflic[ividad agraria española en general y del$uroes[e en particulaz son dignas de mención BALCELLS. Albert., Fl problema agranó aCatalunya 1890-1936. la cuertió rabarraire., Edi[orial Nova Terra, primer edició, Bar-celona, 1968; BRENAN. Gerald., F!laberinto erparr0l. Antecedenter Jocialer y p0líticoJde !a guerra civil, Ediciones Ruedo Ibérico, París, 1962; TUÑON DE LARA.. LIIG{laJ Obre-raJ y camperinar en !a Andalucía delJiglo XX; BERNAL, An[OnlO M., La propiedad de!a ttefT,a y!aJlucbaJ agrar[ar andOlrlZaJ; ManuCl PÉREZ YRUELA.. COn^!lcttvidad CampeJl-

na y eJtructura IOCial: e! car0 de CÓrdOba durante !a // Repúb!lca; ETxEZARRE'i'A.Miren. , la evolución de! camperinado: !a ag>icultura en e! deravro!!O capitalirta,, SEVI.LLA GUZMÁN, Eduardo., Ia evolución de! camperinado en E.rparia.

LoJ capítulor /// y IV de! prerente trabajo conrtituyen amplia muertra robre erte te-ma durante e! primer bienio de !a República.

47 VI[^AS. A.; VIÑUELA, J.; EGUIDAZU. P.; PULGAR. C.F.; FLORENSA, $., ob. d[. To-mo I, pág. 33. .

48 En cietto modo, el movimien[o regeneracionista agrario había empezádo mu-cho an[es en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas con los Concursos y Me-moriaz sobre la Agricul[ura española.

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Y: «apenas se comienza a hablar de regeneración se empieza a ha-blar de europeización. Uniendo fuertemente ambas palabras, donJoaquín Costa labró para siempre el escudo de aquellas esperanzaspeninsulares en su libto Reconstitución y Europeización deEspañap49.

Sin embargo, el impulso modernizador que para la sociedad es-pañola busca el regeneracionismo de Costa y los hombres que pilota-ron dicho proyecto50 va a originar patadójicamente -en especial através de los escritos de Costa- e! intervencioni.rmo económico de!E.ctado por medio de aranceles que nos conducirán al régimen deautarquía.

Partiendo de la imagen que ofrece gran parte del agro español eltribuno aragonés hace este diagnóstico:

«Con una agriŭultura del siglo XV no son posibles Estados de si-glo XX con esos cuerpos demacrados, macilentos, cubiertos de hara-pos y de inmundicia, procesiones de espectros que desfilan tristemen-te por los encendidos campos de la Península, manadas de ciervos delfisco y del terruño, que arrastran una vida peor que la de las bestias51

Los principios generales y las metas colectivas que obligan a la ac-ción estatal, Costa los fundamenta de este modo: RElpoderpúblico,como tutor de las clases desvalidas, como regulador de-la vida sócial,y como obligado e interesado en el aumento de la población, en la re-generación dé la raza, en los progresos de la riqueza pública, fuentede tributación, en el mantenimiento del orden interior, en la resis-tencia a las agresiones de fuera, en la europeización de los nacionales,el poder público repito, tiene derecho a interUenir en el régimenagrario de! paí.c, exigiendo que los que legalmente monopolizan eluso del suelo saquen de él todo el partido posible en cada tiempo, yexpropiándolos en otro caso^5z.

Así Fermín CABALLERO vio premiada su Memoria robre e! fomento de !a población

rura! (Madrid 1863), en ella propone: .Una !ey agraria o código rural, en que se fijen

los puntos cardinales del problema. (Ob. cit., pág. 6).49 ORTEGA Y GASSET, JOSé., Obrat Completat, I, Ed. Revista de occidente, Ma-

drid, 1957, pág. 520.so Entre otros, los hermanos Gamazo, Basilio PazáLSO, Muro, Salamero, Santiago

Alba, Almirall, Joarí Maragall y Prat de la Riba y el mismo Cambó.

SI COSTA, JoaqUlrl, BOLET[N DE LA INSTITUCION LIBRE DE ENSE(^ANZA, N.° 84, 16

agosto, 1880, págs. 113-114).sz CosTA, Joaquín., La Tiena y !a cue.rtión .rocial, Biblioteca Costa, Vol. IV de la

Biblioteca Económica, Madrid, 1912, pág. 18.

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Liberalismo económico

Frente a esta concepción estaba la ideología liberal que considera-ba las intervenciones del Estado como inútiles y como fomentadorasde reivindicaciones y de agitaciones sociales. En efecto, «la ideólogíaliberal había dejado profundas huellas en las conciencias, modifican-do las ideas sobre el carácter de la intervención del Estádo. Persistíaun profundo recelo respecto del «Estado-Providencia» de ŭosta, comolo prueban diversas opiniones: la del ingeniero agrónomo José Que-vedo (1904), que aconseja «hacer uso prudente... del derecho inma-nente de expropiación que le corresponde al Estado por causa de uti--lidad pública»53; la de Blas Infante (1915), que considera el «inter-vencionismo agrario» del Estado como «solución embarazosa, incom-pleta e ineficaz»; la. de otro georgista, Baldomero Argente (1924),que desconfía del Poder público; incluso la del socialista catalán Serray Moret54 (1932), que precisamente pone en guardia a los diputadosde las Constituyentes contra el Estado-Providencia. Es probable quela vitalidad de las corrientes regionalistas entre las capas de la peque-ña burguesía haya fortalecido ese recelo. Otro factor a tener en cuentafue el fracaso completo de la política de colonización, iniciada en1907 con la ley Besada, presentada como un «ensayo» que sólo seaplicaba a las tierras comunales cedidas gratuitamente al Estado porlos municipiosss

Movimiento obrero

Al hilo de la industrialización en el área de Europa occidental sevan fraguando las grandes corrientes del movimiento obrero, que-dando en la práctica tal como sigue. «Hay una dirección estrictamcn-te sindicalista, que no quiere intervenir en problemas políticos y queforma grandes asociaciones nacionales; hay una dirección ma^xista,

53 Hay que prestaz atención a la sucesión cronológica de las figuras jurídicas del.interés generala, de autilidad pública. y de la ^función social de la propiedads.

54 Aunque tanto los industriales norteños como los catalanes, según Perpiñá Grau:^han elaborado y han tenido interés en toda política de protección del Estado a la

agricultura, y aGn a otras ramas industrialesD (Véase su obra De economía hiJpana).ss MnuxiCE. Jacques., ob. ci[., pág. 17.

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escindida entre intran.rigente.r que se atienen al dogma de la lucha declases, y reformistas que no tienen inconveniente en concurrir al jue-go de la democracia patlamentaria mediante la constitución de parti-dos .rociali.rta.r; hay una dirección anarqui.rta, de fuerte sabor federal,que viene de Proudhon y que encontrará su teórico, durante la etapafinal del siglo XIX, en Bakunin; hay una dirección cri.rtiana que va alograt considerables efectivos en Francia, Bélgica y Alemania, y queva a tenet su carta magna en la encíclica papal Rerum Novarum(1891)msó •

Por lo que a España se refiere, el movimiento obtero español noaparece con entidad clata hasta la Restauración, si bien es cierto, queen la etapa de formación se conocen las asociaciones obretas, la vincu-lación a los partidos de base social análoga (progresistas, demócratas,republicanos) y las acciones violentas del campesinado en el Sur.

No es extraño que exista un patalelismo (aunque con retraso tem-poral) entre el esquema del movimiento obrero europeo y del movi-miento obrero español una vez que se produce en Zaragoza (1872) laescisión del internacionalismo español en dos tendencias: la .rociali.rtaque sigue la doctrina de Marx y la anarquiata que sigue la orientaciónde Bakunin. Igualmente aparece el movimiento obrero católico e im-pulsado por el jesuíta Antonio Vicent y que dará lugar en la primeradécada del siglo XX a la organización católica agraria.

Socialismo

Las ideas del socialismo francés (llamado gsocialismo utópico^)penetran en España por Cádiz y Barcelona. Desde Andalucía, elfourierismo llegará a Madrid, donde encontrará un incansable após-tol en la persona de Fernando Gatrido, cuya Hz.ctoria de la.r a.rociacio-ner obrera.r en Europa (1864) constituye una obra capital para el estu-dio del socialismo utópico espaHols^. Ptueba de la difusión y delarraigo del primer socialismo son los doce periódicos de Madrid y loscinco de Barcelona, que a finales del reinado de Isabel II son de matizsocialista.

s^ Uatero, A.; REGLÁ, J.; Jovee. J.M.; Seco, C., Introducción a!a hirto^za de

Etpaira, Editorial Teide, S.A. - Batcelona, 2' ed., 1965, pág. 609.

57 Uste^ro y otros, ob. cit., pág. 611.

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Con la tuptura del Congreso de Zaragoza entre bakunistas y so-cialistas, el grueso del movimiento obrero español optará por la ten-dencia bakunista, en tanto que los socialistas disidentes, acaudilladospor Pablo Iglesias (ferrolailo, 1850-1925), fundan (1879) el aPartidoSocialista Obrero EspañolSB. Más tárde apareció su órgano de expre-sión el Diario aEl Socialista^ (1886), y en 1910 Pablo Iglesias obteníael acta de diputado del Congreso.

^ La vertebración ideológica del socialismo y su otganización cen-tralista hicieron que encontrara más receptividad en^ Castilla -y másen concreto en el proletariado industrial madrileño- y en los centrosmineros e industriales de Vizcaya, Asturias y Andalucía.

Por todo ello la trayectotia del Socialismo español está vinculadaen gran medida al movimiento sindical urbano-industrial. Esto expli-ca que hasta el XI Congreso del Partido Socialista Obrero Español(PSOE) celebrado en 1918 no se plantease en profundidad la proble-mática del campesinado en el contexto global de la economía y de lasociedad, en dicho Congreso se aprobó el primer programa agrariodel Partido, en él se contienen importantes medidas de política eco-nómica.

EI ingteso del socialdemóctaia Fernando de los Ríos en el PSOEen 1919 supuso la asunción por parte de los socialistas dé la ReformaAgrarias^. En esta línea hay que entender el ptoyecto de ley ptesenta-do en el Congreso de los diputados el año 1920, los ejes básicos delproyecto eran los siguientes: a) Expropiación de los latifundios, b)Explotación cooperativa de las tierras expropiadas, c) Estabilidad delos arrendamientos y congelación de las rentas durante un período dediez años, d) Creación de un patrimonio comunal, de al menos el 10por ciento de la supe^cie de cada municipio, e) Se considerarían co-mo expropiables las propiedades latifundistas, es decir, las fincas demás de 250 hectáreas cultivadas, o de más de 500 hectáreas entre lasparcelas de cultivo, de pastos y de monte.

A partir de 1924 E! Socialirta (Diario del Partido y de la UniónGeneral de Trabajadores) inserta todos los días una página analizan-do la cuestión agraria y promoviendo medidas de reforma y de justi-

S$ Ibidem, pág. 612.S^ Sin olvidar las ac[ividades y organizaciones del PSOE que con[aba con

qumerosu Federaciones de Sociedades obreraz agrariaz, especialmente en Andalucía.

Véase D(nz oe^ Moen^. Juan., Hittoria de !ar agitacioner campetinar andaluzat,

Alianza Edi[orial, madrid, 1973, págs. 309-310.

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cia social. La alternativa socialista ftente al intervencionismo liberal seconcreta en propuestas y medidas de cambio todas ellas conducentesa la reforma agraria: incremento de la producción, abolición del des-tajo, igualdad de salarios para el hombre y la mujer, seguro obligato-rio de enfermedad, accidentes y vejez, abolición de foros, censos y to-do tipo de contratos de supervivencia feudal.

En 1925, Fernando de los Ríos publicó un attículo en la RevistaIntetnacional del Trabajo sobre «El ptoblema agrario en Españam quehabría de suscitar ya de forma inequívoca la necesidad de la Reformaagraria para el Partido Socialista y pata la Unión General de Ttabaja-dores. Las líneas maestras de política agraria propuestas por De losRíos se concretaban de este modó: 1) Adquisición obligatoria de tie-rras por parte del Éstado:

a) De señorío cuando la extensión exceda el 50 por ciento de untétmino mŭnicipal en manos de un sólo propietario.

b) De las tierras cultivables de secano de más de 2.000 hectáreas.c) De las de regadío con extensión de más de 500 hectáreas.d) De cualquier finca sin cultivar o insuficientemente •ultivada.e) De toda finca arrendada (no haciendo más excepción que

cuando razones patticulates lo justifiquen)

2. Encuesta sobre lá propiedad de los linderos de bienes comuna-les y sobre los títulos de origen dudoso, todo ello con vistas a la re-constitución de los bienes comunales.

3. Organización agrícola basada en el cooperativismo y la enfi-téusis. ^

4. Enseñanza agraria y desarrollo de la agtoindustria.5. Cteación de un Banco Agrícola para financiar la política agra-

ria anteriormente expresada.

A1 año siguiente, a través de Largo Caballero la UGT presentabaun Informe a la Real Orden de 1 de junio de 1926 sobre los contratosde arriendo, subarriendo y aparcetía. La respuesta era taxativa: asien-do la tierra para la economía nacional ún valor insttumental, debe serobligación del propietario darle el cultivo adecuado pata su máximorendimiento. Si no lo hiciese, la tierra deberá ser entregada a las Aso-ciaciones obrerasD. Con ello se trataba evitar la crisis de trabajo en elcampo y aumentar la producción.

Durante la II República los socialistas en calidad de pattido obre-ro más influyente y presente en la esfera del poder con varios minis-

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tros, defenderá soluciones muy parecidas a las de los técnicos -lamayor parte de ellos herederos del regeneracionismo- ofreciendo co-mo única salida el problema de la reforma agraria tanto tiempo apla-zada bajo la Monarquía.

Como se verá más adelante, Ilama la atención el gran contrasteentre la rapidez con que, desde los Ministerios de Trabajo y de Justi-cia, los socialistas dictan medidas destinadas a remediar Qel abandonoabsoluto en que ha vivido la inmensa masa campesina española^ (se-gún palabras del Gobierno Provisional) y la lentitud con que se ela-bota y se Ileva a la práctica la reforma agraria, o sea, la redistribuciónde la tierra^o

Anarquismo

Se ha dicho que el anarquismo en España ha estado fuera de larealidad económica y social, que ha ido contra la organización políti-ca y administrativa del Estado y que esperaba la gran revolución delgolpé de. mano de la huelga general con el instrumento de los sin-dicatos cenetistas. Tal vez haya sido así, pero también es cierto el in-flujo ideológico -dominante en muchas ocasiones- y la presenciaactiva en la sociedad española desde la Revolución de 1869 en quellega a España el italiano Giuseppe Fanelli, discípulo de Bakuninque llevará a cabo una labor intensa de proselitismo y de coordina-ción.

Fue tan rápido como evidente el impacto del anarquismo ya antesde la Restauración, que provocó el nerviosismo del Gobierno dictan-do la disolución en España de la Asociación Internacional de Trabaja-dores en sendos Decretos: (uno de Sagasta (17 / 1/ 1872) y otro delGobierno Provisional entre la fracasada I República y la restauradaMonarquía (10/ 1/ 1874). La liquidación oficial dio lugar a la creación .de un sinnúmero de Sociedades secretas, y, las medidas gubernamen-tales consiguieron el efecto contrario, es decir, saqueos de cortijos,cambios de lindes en las fincas rústicas, destrucción de varios Regis-tros de la propiedad y algún que otro asesinato.

La vuelta a la legalidad se produjo también por dos disposiciones:Iá7.ey de Asociaciones de 1887 que permitía la constitución de sindi-

60 Mnua^cE. Jacques., ob. ci[., págs. 26-27.

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catos obreros, y, la ley de 1890 estableciendo el sufragio universal enlas elecciones políticas.

El área de influencia del anarquismo se corresponde casi exacta-mente, con la del movimiento cantonalista: litoral mediterráneo, consus dos núcleos fuertes en la zona industrial de Cataluña y en la zonaagraria de la Baja Andalucía... El anarcosindicalismo, por su parte,propugnazá una «organización federalistaA, que recuerda simultánea-mente con la del movimiento cantonalista: litoral mediterráneo, contravés de Pi y Matgall) y la solera ibérica a que siempre gustó acogetseel movimiento libertario; un «apoliticismo^, abierto a los trabajado-res y a todas las ideologías, y poco propicio a la intervención en el jue-go político vigente^l un recurso pteferente a la «acción directa», en-tendiendo por tal la tendencia a resolver los conflictos laborales me-diante acuerdo directo entre patronos y obreros, sin intervención delEstado ni de nadie ajeno al conflicto6z.

A esto hay que añadir el ansia de aprender descrita por Díaz delMoral: «de noche en los caseríos, de día en la besana; durante los dés-cansos (cigarros) se obse-rvaba siempre el mismo espectáculó: un obre-ro leyendo y los demás escuchando con gran atención. Más aún, eldespliegue de propaganda con la lectura de los libros La conqui.rta delpan de Kropotki; EI abogado del obrero, de Sánchez Rosa, EI doloruniverral, de Sebastián Faure; E! botón de fuego de López Montene-gro; Novelitar corta.r de A. Lorenzo; los periódicos «Tierra yLibertadp, «El rebeldeg, «La Anarquía^; y«La Revista Blancam.

Esas lecturas contribuyeron a reavivar las esperanzas de una próxi-ma regeneración de la sociedad. Para los campesinos sin tierras y paralos propietarios de minifundios ruinosos, dicha regeneración no po-día alcanzatse sino era mediante el «repartop, palabra mágica que

^^ «Los resultados de las elecciones de 1918 como pun[o crucial de referencia en elproceso de las crisis españolas de reforma polí[ica del siglo XX, sobre todo porqueaumenta el nivel abstencionis[a: 34 por 100 de media nacional. La localización del abs-[encionismo es la más significativa, pot cuan[o se centra en las regiones predominante-mente anazquistas (Andalucía, Cataluña, Galicia)a MARTÍNEZ CUADRADO, M1gUCl.,Fleccione.r y Partidot Político.r de Erpaña, 1868-1931. Ob. ci[., Vol. 2, págs. 799-804.La abstención electotal de lós anazquistas favoreció el triunfo de la C.E.D.A. en 1933.Unicamente en febtero de 1936 la CNT dio orden de votar, ptopiciando de este modoel triunfo del Frente Populat.

6z Us^ETO y otros, ob. cit., págs. 612 y 613.

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electtizaba a las masas y que muchas veces desembocaba en inciden-tes de orden público.

Sin embargo, el trabajo de los propagandistas y de los periodistasno hubiera sido fructífero sin contar con el papel desempeñado porlos «obteros conscientes», dedicados con fervor a la causa anarquista,que no probaban el alcohol, que no fumaban ni jugaban juegos deazar, que llevaban un régimen dietético vegetariano, que eran natu-ristas, y, en fin, que fueron la infantería de penetración del idealanarquista y también los que soportaron heróicamente, las más de lasveces, las represalias.

La época dorada del anarcosindicalismo agrario antes de la II Re-pública hay que situarla entre 1890 y 1910, y entre 1917 y 1920, al-canzando renovado y crecido protagonismo durante la II República yla Guerra Civil.

La presencia tradicional del anarquismo entre los campesinos-especialmente en Andalucía y Extremadura- quedó plasmada du-rante el primer bienio de la República, en el periódico La Tierra (me-dio de expresión de la CNT agraria) y en el Congreso de la CNT cele-btado en junio de 1931 en el que se incluyó una Ponencia sobre elproblema agrario.

En síntesis, la postura cenetista ante la cuestión agraria quedó .matetializada en las siguientes proposiciones:

1 a Expropiación sin indemnización de todos los latifundios, de-hesas, cotos de caza y propiedades roturables, declarándolos propie-dad social.

2a Abolición de las contribuciones, impuestos territoriales y car-gas hipotecarias que pesan sobre las propiedades que constituyen elmedio de vida de sus dueños y son cultivadas directamente por ellos.

3.' Supresión de la renta en dinero o en especie que los pequeñosarrendatarios se ven obligados a satisfacer a los grandes terratenientesy a los intermediarios del subarriendo.

EI congreso reconoce que la lucha por esas reivindicaciones, nopuede ser más que una especie de guerra de guerrillas preparatoriapara la batalla decisiva en que la acción conjunta del proletariadocampesino e industrial dé al traste con el sistema capitalista y sus ins-tituciones opresoras y explotadoras.

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Los sindicatos católicos obreros

EI Concordato entre el Estado español y la Santa Sede (1853), pu-so fin al enfrentamiento enfre las esferas políticas del liberalismo y laspretensiones eclesiásticas del carlismo, cerrándose el contencioso conel modus vivendi en 1861. ,

EI movimiento obreto católico da sus primeros pasos en 1864 fe-cha de creación del Círculo Católico Obrero de Manresa. Sin embar-go, la encíclica social de León XIII (Rerum Novarum, 15 / 5/ 1891) re-sultó ser el auténtico revulsivo para que la jerarquía se comprometieracon el mundo obrero.

EI sindicalismo católico se orientó básicamente hacia los Sindica-tos agrícolas interclasistas, su mayot implantación se dió en Castilla laVieja, León, Navarra y Valencia. La filosofía que orientará la consti-tución, el funcionamiento y los objetivos de los Sindicatos AgrícolasCatólicos, será de una parte contrarrestar adeptos e influencia a lo ŭsocialistas y anazquistas, y, de otra, subsanar las consecuencias del de-sarrollo capitalista en la agricultura española que dió lugar a una cre-ciente proletatización de los pequeños propietatios y de los arrenda-tarios.

Aunque, por supuesto, acciones de los católicos sé habían dirigi-do ya hacia el campo, cabe señalar, como fecha de arranque del movi-miento de fundación de Sindicatos Agrícolas 28 de enero de 1906(Gaceta del 30 / 1/ 1906). La Ley de 1906 fue recibida por los católicoscon entusiasmo hasta el punto de que La Pax Social (1907, pág. 26)podía afirmat, apenas iniciado 1907, que la propagación de los sindi-catos agrarios «es debida casi exclusivamente a los esfuerzos de los ca-tólicos. Aún no tenemos información completa, pero podemos afir- -mat que casi todos los que hay en España a estas horas son sindicatoscatólicosA63.

Las actividades de los sindicatos católicos eran de diversa índole,ya que además de crear espítitu asociativo y fomentar la práctica delos deberes religiosos y morales, aquellos sindicatos comenzaron a de-sarrollar las siguientes actividades: compras colectivas de semillas,

G3 CnsT^uo, Juan)osé., Propietarior muy pobrer. Sobrela tubordinación política

del pequeño campetinado; (La Confedetación Nacional Católica Agtazia, 1917-1942).

Ministerio de Agricultura (Secretazía Genetal Técnica), Serie Estudios, Madrid, 1979,

págs. 75 y 76.

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abonos minerales, instrumentos de trabajo, venta de productos, esta-blecimiento de seguros de enfermedad y vejez, organización de bol-sas de trabajo, bibliotecas populares, conferencias de instrucciónagropecuatia, hojas de información y boletines, creación de coopera-tivas de consumo y Cajas Rurales de ahorro y préstamos^a

EI movimiento católico-agrario es dominado a partir de 1912 porAntonio Monedero empresario modélico de Dueñas (Palencia), quecon la ayuda del padre Nevares conducirá a los sindicatos católico-agrarios hacia su unificación definitiva, primero a los sindicatos deCastilla y después a los de toda Eŭpaña.

Durante la primera quincena del mes de abril de 1917, los repre-sentantes de al menos 21 Federaciones, se reunieron en Madrid parala constitución de la Confedetación Nacional Católico-Agraria. El ac-ta de la reunión constitutiva es recogida por J.J. Castillo^s

Los principios básicos de la CNCA a los que Monedero dedicó unopúsculo de casi cien páginas^^ eran de índole económica y de morali-zación y cristianización de la sociedad, esta última como auténtica co-lumna vertebral de la organización católica-agraria servida con unapropaganda metódica y eficaz.

Las notas más características de la CNCA se articularán en tornoa los ejes de la exaltación de la propiedad privada de la tierra y de esadefensa del «campo» contra la «ciudad^ que va a encerrar notas muyparticulares a la ideología campesina, vinculando con ella la idea an-tisocialista^^ y la cteación de muchos pequeños propietarios siguien-do el llamamiento de León XIII.

Tal extremo queda corroborado por Gil Robles en vísperas del de-bate parlamentario sobre el Proyecto de ley de Bases para la ReformaAgraria en la primavera de 1932, «en su triple condición de secretariogeneral de la CNCA, diputado agrario y presidente de Acción Nacio-nal, recogerá el diario ABC sus «juiciosn y actitudes ante el proyectode reforma agrariaa: sómos «los católicos-sociales -asegura el líder

^ Véue HERRERO HERRERO. AngCI., Se^dicalirmo católico-agrario en Erpaña:1900-1940, Madrid, Artes Gráficas Iberoamericanas, 1975.

65 Cnsr^uo.J.J., ob. cit., pág. 101-103.66 MONEDERO, AntOniO., LoJ principio.r bá.ricot de !a Confederación Naciona! Ca-

tólico Agraria, Madrid, 1920.67 P^REZ Dinz,^Víctor, resume la ideología campesina en las siguien[es no[as: cen-

tralismo, an[i•apitalismo, antiobrerismo, anciurbanismo, autoritazismo, dericalismo ydisposición a plantear aconflictos de interés en términos religiosos y dramáticosa. VéaseRev. Agricultura y Sociedad, n° 2, Madrid, 1977.

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demócratacristiano- los importadores de la frase «reforma agraria»en España; nuestro fin es convertit al ptoletario en propietario»68.

El «proyecto» de Reforma agraria de la CNCA entraba de lleno enla estructura de las reformas agrarias de otientacióti técnico-económica. En ptincipio se articula hacia la modernización de las es-tructuras agrarias en base a una mayor racionalidad que busque latentabilidad.

Esta línea abarca, entre muchas otras cosas la creación de organis-mos de crédito, el fomento, la cooperación, la ampliación de ense-ñanza agrícola, la intervención del Estado en el mercado pata asegu-rar precios estables y la cteación de nuevos regadíos. Estas formas es-pecíficas de reforma agraria económica comparten dos caractetísticascomunes: el largo período de tiempo que genetalmente necesitan pa-ra hacerse eficaces, y su tendencia de reforzar en vez de transformarlas estructuras de la propiedad y las relaciones sociales^^.

En petfecta cohetencia con lo anteriormente expuesto, la CNCA,propone escasas peto suficientes medidas para convertir al proletariocampesino en propietatio: «la sindicación de los agricultores seguidade la parcelación y colonización consciente»^^. Además del acceso a lapropiedad se postulaba el incremento del trabajo intelectual, la me-jora en las condiciones del trabajo, y, la participación del trabajadoren el fruto de su trabajo.

La otta organización católiŭa de sindicátos agrarios, fue la LIGANACIONAL DE CAMPESINOS (1923-1940) fundada por Monedero-había sido expulsado de CNCA en 1921-, dos meses después de laDictadura de Primo de Rivera, es decir, en noviembre de 1923.

Las características de sus afiliados y la similitud ideológica con laCNCA son evidentes: «Desde la adquisición de fincas para difundirla propiedad, creando muchos pequeños propietarios, hasta su posi-ción al lado del orden establecido, siempre que ese orden tenga undeterminado carácter de clase, pasando por la defensa de la familia yla autoridad»71.

Con la llegada de la Segunda República, en base a la accidentali-dad de las formas políticas, acata al nuevo régimen y visita al Presi-

va CASraLO. J J., ob. cit., pág. 357.^^ MALEFAKIS, EdWa[d., ^Análisis de la Refotma.Agrazia durante la Segunda Re-

públicaD en Rev. Agricultura y Sociedad; n°. 7,. abríl-junio, 1978, Madrid, pág. 35.

70 Revista Social Agraria, junio 1931, pág. 228.

>> (,ASTILLO, ob. Cl[., pág.; 483.

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dente del Gobierno provisional a los diez días de ptoclamatse la Re-pública.

aUno de los aciertos de Monedero -aunque no en su solución-será, a mi juicio, el plantear como «el gran probleman ,(a ttavés de supetiódico El Campesino, en el número cottespondiente a septiembrede 1931) en la II República, «el más importante ptoblema de la pa-tria^, ael de arreglat la situación de los vatios millones de pequeños ymedianos ptopietarios campesinosn, pues si no es así, se les alienta aasalirse de la legalidadn. Más tarde formaríail patte del bloque de in-surrectos contra la legalidad republicana^^.

Dentro de estas circunstancias vino inesperadamente la Repúblicaen las elecciones municipales del 12 de abril de 193173, siendo procla-mada a las cuarenta y ocho horas, el 14 del mismo mes. EI veredictoelectoral supuso el rechazo de la organización política, social y admi-nisttativa de la Restauración y de la Dictadura. Por el contrario, la Re-pública tuvo un gran recibimiento popular y un apoyo total de los in-telectuales..

EI nuevo proyecto político tenía que abordar los ptoblemas es-tructurales para ensamblar la España oficial con la España real. aEstaconformación de la España oficial a la real, era la que había de permi-tir una transformación de la estructura económica y social aŭorde conlos distintos sectores productivos del país, en una economía modetni-zada, transformada en sus aparatos de producción y de distribución,permitiendo el surgimiento de una demanda que, junto a la activi-dad de fomento del Estado, tirara de los sectores productivosp74.

Ahora bien, no se necesitaba únicamente la transformación mo-dernizadora de las fuerzas económicas, sino que también era impres-cindible la sintonía de la Administración con las fuerzas sociales, y demodo prevalente la de los representantes de los estratos populareshasta entonces excluídos del juego político.

Al Gobierno Provisional y a los gobiernos posteriores una vez

^Z Ibidem., pág. 485.^j En gtan medida potque el manejo caciquil quedó en suspenso, y por una vez el

Gobierno cumplió con su palabra: ^Aseguro que en cincuenta años de participaciónactiva mía en cuantas elecciones se efectuaron en España, y sobre todo en Madtid, ja-más, como entonces cumplió el Gobierno lo ofrecidoD (RoMnhoNes. Conde de., Ytu-

cedió aJí. Aportación paralahi.rtoria, Espasa-Calpe, S.A., Madrid, 1947, págs. 22-23.74 Fl.oeENSn Pn[.nu. Senén V., .Economía y política económica de la II República.

Una no[a de síntesisD, en Rev. Arbor, Tomo CIX, núms. 426-427/junio-julio 1981,Madrid, pág. 111.

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aprobada la Constitución, les esperaba una ingente labor puesto que:«era preciso tehacer toda la vetusta estructura de España. Paza que laRepública pudieta marchaz en ftanquía se precisaba poner atenciónen cuatro problemas ptevios: la cuestión militar, la religiosa, la agra-ria y la regionalp75.

La agenda de la República no era ni menguada ni coyuntural. Enlo estrictaznente económico,^ se partía de un rechazo absoluto de laspolíticas económicas seguidas bajo el régimen dictatorial, enfrentán-dose a las transformaciones estructurales necesatias y en especial en elterreno agrario y en la legislación laboral. Sin embargo, algunos delos mitos del régimen anterior, como el de la defensa a ultranza delvalor de la peseta, habían de seguir influyendo profundamente en lanu^va gestión económica de la República. En ottos terrenos, la Repú-blica había de enfrentarse a las reivindicaciones históricas de algunasregiones diferenciadas estableciendo un régimen de autonomías. Lamodernización del Estado y de la sociedad apuntaba asimismo a laconfiguración de un Estado y de una sociedad laicos, dando fin a unainfluencia de la Iglesia qué se juzgaba excesiva a lo largo de todanuestra historia y reformando, én fin, la enseñanza y las leyes de fa-milia. Por último, tal ptoyecto de modernización implicaba asimis-mo terminar con el papel político que tradicionalmente^había desem-peñado el Ejército, aspecto agudizado tras la experiencia de Primo deRivera y por la conciencia de que los cuadros de nuestras Fuerzas Ar-madas se habían hipertrofiado al compás de las guerras coloniales.

Paza llevaz a cabo tales proyectos de cambio y modernización, contan abultada como decisiva agenda, se contaba ciertamente con unapoyo popular que había quedado bién patente el 14 de abtil^^. Sinembargo, no es menos cierto que se iba a chocar con intereses fuerte-mente enraizados, y además, el cambio de régimen tras el viraje dadopor los votantes, no era tan absoluto, tan territorialmente ajustado atodos los ámbitos geográficos, ni tan inequívocamente significativo.En efecto, el hecho más chocante, que representaba una pesada hipo-teca para el naciente régimen republicano-socialista venía expresadoen la cifra de concejales socialistas elegidos en las capitales catalanas,con porcentajes del 7 por 100.

EI mayor problema, a mi entender, de cara a la futura Refotma

75 JIMÉNEZ DE ASŭA, LUIS., la Conrtitución de !a democracia etpañola y e! proble-

ma regional, Editorial Losada, S.A., Buenos Aires, 1946, pág. 75.76 FcoeeNSn Pn^nu, Senén V., ob. cit., págs. 112-113.

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agraria, fue que los monárquicos se atrincheraron en dos regiones deprovincias extensas, Extremadura y Andalucía (39,4 y 42,4 por 100),y que las zonas rurales de Castilla la Vieja y León, que darían más tar-de (en noviembre de 1933) una parte de sus votos.al centro derechade la C.E.D.A. y a los agrarios, apoyaron muy débilmente a la Mo-narquía con un 19,6 por 100^^.

IMPACTO DE LA CRISIS DEL 29 EN LA ECONOMIAESPAÑOLA

Interdependencia entre el sector agrícola y el industrial,entre la economía nacional y la internacional en la crisiseconómica de 1929

A finales de la década de los años veinte y principios de la de lostreinta coincidieron un conjŭnto de circunstancias del máximo inte-rés que incidieron eñ la económía interior, en el comercio exterior, enlas relaciones económicas internacionales de España y en la puesta enpráctica de la Refotma agraria.

Me refiero al problema que ha Ilamado siempre la atención, peroque en cambio ha recibido hasta ahora exiguo estudio, ha sido el dela coincidencia de la experiencia histórica de nuestra II República conla depresión económica mundial iniciada en 1929. Se ha señalado,que la principal debilidad de la economía internacional durante eldecenio de mil novecientos veinte fue el persistente déficit en los pa-gos internacionáles. Y también que este desequilibrio era el resultadode los cambios esttucturales de la economía internacional sobreveni-dos como consecuencia de la guerra del 14: sobreoferta de productosprimarios, sobre todo alimenticios; establecimiento de grandes repa-raciones y deudas de guerra, y creación de nuevas barreras aduanerasque obstaculizaban el comercio mundial.

Estados Unidos, el mayor acreedor del mundo y la nación que te-nía el mayor superávit en el comercio internacional, ha sido tachadode máximo responsable del desequilibrio económico internacionalque produjo la crisis del 29. No obstante, es pteciso situat las cosas enel lugaz más exacto: Hubo culpa por patte de todos los países en losorígenes, dimensiones y generalización de la denominada crisis del

^^ Véase LNZ. Juan, J., Fl.ri.rtema de partido.r en Erpaña, Nazcea, S.A., Edicio-nes, Madrid, 1974, págs. 99-101.

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29, aquélla, evidentemente, sería más vinculante pata las gtandes po-tencias del sistema; con todo, prescindiecido de protagonismos nacio-nales, la razón explicativa inmediata del proceso depresivo fue la ca-rencia de cooperación económica entre las comunidades políticas y.consiguiente falta de entendimiento en el consorcio económico mun-dial.

Sobre el patticular, había predominado la opinión de que Españaestuvo aislada de las fuerzas depresivas exteriores por su situacióngeográiica de país mediterráneo, pot su peculiat estructura económi-ca, con matcadas diferencias regionales, la exigiiidad de sus activida-des industriales, el proteccionismo vigente y el carácter limitado de suestructura financiera, de pequeños negocios entre otras tazones. Estainterpretación generalizada arranca de las opiniones de Cambó, Ven-tosa, Ma^l y Fábtegas.

No obstante, dicha opinión ya en su día no fue admitida unáni-memente, Olegario Fernández Baños y el Servicio de Estudios delBanco de España elaboraron un impottantísimo trabajo científico,con base cifrada y estadística cuyos resultados han venido entendién-dose como una postura no absoluta y matizada sobre 1a inexistenciade repercusiones del declive mundial en la economía española. Auto-res coritempotáneos como Luis Olatiaga y Román Petpiñá ádvittieronla conexión de la economía española con la mundial, pero la falta deun análisis cuantitativo en el ptimero y que Perpiñá se limitara a unestudio muy patticular del tema, como fue, el análisis de la correla- ,ción existente entte los índices de ptecios oro españoles e ingleses pa-ra rebatit la tesis de autarqúía de Higinio Paris, todo ello hizo que eltema quedara a la espera de un estudio global78.

De cualquier forma, aunque la incidencia de la depresión del 29no hubiera sido profunda y decisiva, hay que dejar algunas incógnitasdespejadas. En este sentido, es ciertamerite necesario subrayar hastala saciedad que simplemente un estancamiento de nuestros índicesde coyuntura, por no decir una caída de los mismos de la magnitudque fuere, habría de resultar determinante en España en un momen-to en el que se deseaba emprender tan profundos planes de transfor-mación. Si transformar en crecimiento hubiera sido ya difícil, por el

78 HERNÁNDEZ ANDREU, JUan., DepreJión económica en Erpaña, 1925-1934, Ins-

tituto de Fstudios Fiscales, Ministerio de Hacienda, Madtid, 1980, págs. 17, 18 y 19.

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juego de las fuerzas sociales y políticas enfrentadas, transformat en elestancamiento o en la recesión, pot moderada que fiiera, había deavivar las tensiones en nuestro país hasta lo difícilmente superablepor la fragilidad de todo régimen. Si las tensiones enfrentadas for-man, como desgraciadamente fue en tantos casos bajo la II Repúbli-ca, una oposición cetril, el ptoblema aparece ya como prácticamenteinsoluble.

Esto explica que las opiniones «políticas^ expresadas durante ellatgo período del franquismo, sobre la posible incidencia de la depre-sión internacional en nuestra economía y sobre la suerte de la mismaRepública sean sorprendentemente variadas y hasta opuestas. Funda-mentalmente se mantiene desde la derecha, que la gran depresiónnada significó para una España tradicionalmente autárquica; y desdela izquierda, se dice que el aciago curso de la economía internacionalfue la causa de nuestras propias desventuras, al margen, pues, de lastesponsabilidades qúe a la propia República incumbiera en ello^^.

Conocer la política económica de la Repúblicá, sus conexiones pa-' ra bien o para mal con la depresión del 29, y, sus posibilidades en ge-

netal para el conjunto de los sectotes productivos y en patticular patalas tefotmas a establecet en la agricultura española es fundamental. Atal efecto reproduzco el esquema de conjunto de la economía españo-la tealizado por Román Perpiñá Grau en 1935 en lo que concierne alequilibrio de los distintos mercados, que la publicación sobre Políticacomercia! exterior de Erpaña (1931-197SJ del Banco Exterior de Espa-ña recoge en las páginas 46-48 del Volumen I.

EI equilibrio de los distintos mercados se conjugaba del siguientemodo:

La zona interior vendía sus excedentes agrícolas y mineros en laperiferia, donde se formaban sus precios, y éompraba productos ma-nufacturados de consumo (ropa, por ejemplo), servicios (ferrocarriles,electricidad), maquinaria y abonos, cuyos precios se fijaban tambiénen la periferia por los fabricantes que competían entre sí por los com-pradores del interior. Estos no exportaban directamente sino quevendían sus productos exportables (vinos, aceites) a los exportadoresde la periferia.

La periferia agrícola Norte compraba algo al interior, se surtía de

79 FtoReNSn Pni.nu. Senén V., ob. cit., págs. 113 y I15.

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manufacturas en la misma periferia y vendía sus ptoductos ganaderosy sus capturas pesqueras. Su comercio interior se reducía a la pesca.

La periferia industrial Norte vendía al intetior y á la periferia susproductos industriales, carbón dentro de su zona y a la mediterránea,exportando hierro.

La periferia industrial mediterránea, sobre todo Cataluña y Va-lencia, consumía del interior, vendía sus productos en éste y en la pe-rifetia y compraba materias primas en el extranjero. ,

Estas cinco grandes corrientes constituían la constelación de fuer-zas dominantes del equilibrio comercial del país y se resumían en ttesmercados ptincipales como síntesis general de equilibrio espacial:

- El interiot agrícola- EI periférico industrial- EI perifético agrícola

Así, pues, la industria española como sectoi tendría tres merca-dos: el de España iriterior, el de su propio sector industrial y el de laperiferia expottadora. La agticultura interior también colocaba una 'parte de sus ventas en esta última. EI mercado exterior, al condicionarla capacidad de comprá de dicha zona, imponía una dependencia vi-tal al resto de la economía española. La importancia estratégica de es-ta capacidad de compra de la periferia exportadora provenía del he-cho de que era la única cuyos incrementos podían seguir el ritmo dela producción industrial, dado el menor crecimiento de la absorcióninterior y, por lo tanto, al absorbet o no los excedentes industriales,determinaba los auges o depresiones del sector industrial. Natural-mente la salud económica de la periferia exportadora dependía de lacapacidad de consumo extranjera que eran los grandes países indus- .

triales.De tal mecanismo se colegía evidentemente que la periferia ex-

portadora era el único elemento dinámico del sistema. Con una Espa-ña interior estancada tras la progresiva marginalización de su agricul-tura protegida por la barrera arancelaria, la periferia expórtadora, alritmo de sus mercados exteriores, era el sector que ofrecía una cre-ciente demanda a una producción industrial que no podía tener otromercado que el nacional. De ésto se derivaba que, a pesar de la im-portancia del consumo de productos industriales por parte del inte-rior, fluctuando únicamente al ritmo de sus cosechas, de preservarseel esquema, el crecimiento de la industria en el plazo medio y largo

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sólo podía venir dado por la expansión de la agricultura de exporta-ción y, con sus rentas, de su mercado. La ruptura de este círculo vicio-so no se produciría, en realidad, hasta décadas más tarde.

Perpiñá Grau interpretaba el funcionamiento a largo plazo delsistema en equilibrio dinámico del modo siguiente:

Cuando se contraía la demanda de un producto de exportaciónespañol, las importaciones no podían seguir tal contracción, ya quebuena parte de ellas eran rígidas e imprescindibles (por ejemplo, ma-terias primas industriales). EI déficit comercial impulsaba el cambio ala baja y la. depreciación de la peseta estimulaba nuevos.cultivos yproductos ŭon destino a la exportación, que ahora era más rentable.Así se producía un relevo secular en las listas de mercancías exporta-bles, que permitían financiar la rigidez de las importaciones, pero losnuevos equilibrios exteriores podían lograrse con ganancias o pérdi-das de riqueza y bienestar. Y se trataba de saber la influencia de lapolítica autárquica en esta dinámica para vet si podía hacer algo porconducirla hacia el progreso económico.

^Cuál era la significación del comercio exterior en este conjunto?A primera vista el autarquismo español debería relegar a segundo or-den la importancia de las transacciones exteriores. Esta era la opiniónde algunas figuras prestigiosas, pero Perpiñá Grau demostraría locontrario en la parte más aguda de su estudio, subrayando cómo laevolución histórica había conducido a la eliminación de España en losmercados mundiales de muchos productos, al prosperar los de otrospaíses con costes más bajos.

En todo ello, el papel decisivo de la demanda exterior era eviden-te: «E! de.rarrollo de la economía e.rpañola no ha rido efecto de la.rmedida.c de autarquíu .rino a pe.rar de la.r medida.r de autarquía. Ha si-do efecto de los sucesivos nuevos equilibrios posirivos conseguidospor sustanciales demandas del mercado extranjero que a su vez hanpermitido el desarrollo y ampliación del mercado periférico de la in-dustria españolaA.

La aautarquíaA no había hecho sino provocar un nivel alto de cos-tes que iba eliminando o reduciendo los productos españoles de losmercados mundiales (lanas, pasas, vinos, minerales diversos, aceite,naranjas, etc.). Afortunadamente los incrementos en cantidad y valorde la demanda extranjera habían bastado para solucionar el proble-ma.

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Bien consciente de los problemas planteados por la distribuciónde ptoductos y países que catactetizaba la composición y estructurageográfica del comercio extetior de España (con cuya exposición ce-rraremos este capítulo) Petpiñá Grau haría gtan hincapié en que «elcomercio español para los principales países era insignificante respec-to a su volumen, mientras que para España, al tenet concenttados susmercados de exportación, su comercio con los principales países es vi-tal y corrobora de nuevo su gran dependencia de los países industria-lesp.

La «autarquíap -estimaba Perpiñá Grau- había hecho dismi-nuir la adquisición de productos terminados, aumentando en cambiola importación de materias primas: un caso típico, pues, de creci-miento hacia dentro a través de la sustitución de importaciones:

Las desventajas de tal situación general las resumía Petpiñá afit-mando que España tenía que negociat con países: a) que eran máspotentes en organización comercial exteriot y en volumen de comer-cio; b) cuyas concesiones o represalias al comercio eran vitales para Es-paña; c) para quienes las.concesiones o tepresalias españolas teníanescasa repercusión en su comercio total y d) que podían ofrecer y reci-bir más ventajas de otros países que de España.

Esta percepción -que pata la ŭatacterización de la práctica de lapolítica cometcial española quizá resultase demasiado esquemática-desembocaba en la exposición de las ^aracterísticas profundas quePerpiñá Gtau divisaba en las importaciones (las de materias primasestaban «destinadas 'todas a la industria nacional y sólo con ratísimasexcepciones algunas especialidades de tejidos para ser transformadasy exportadas en forma de artículos fabricados. Son, pues, importacio-nes de complemento las de las materias primas que la industria espa-ñola no halla en el mercado nacional en cantidades o ŭalidad suficien-te y a precio económicop y lo mismo cabría decir de los productos ali-menticios y fabricados) y en las exportaciones («fácil de observar sucarácter de excedentes no consumidos por la industria o por la ali-.mentación nacional. Ya se ha visto..que su exportación es determina-da por la demanda del extranjero^). En consecuencia, las importacio-nes de materias primas eran menos elásticas -excepto las manufactu-ras que consumía la periferia exportadora- que las exportaciones. Eneste sentido ha de entenderse el resumen final del autor:

«EI comercio exterior español está determinado ^por sus exporta-ciones y éstas por la situación de los mercados extranjeros^.

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EI ensayo de Perpiñá Grau constituye un trabajo excelente desdediversos puntos de vista y como tal ha sido reconocido durante mu-chos años incluso por economistas que discrepan grandemente encuanto a formación y postura ideológica.

Sin ptetendet tealizar un aptecio exhaustivo del mismo sí merecela pena destacar al menos: la síntesis conseguida entre un esquemateórico y unos datos empúicos; la selección y pertinencia de éstos; larelativa originalidad de las distintas tesis que contiene; la relevanteerudición acerca del ptoteccionismo español; la integración coherentede áreas explicativas vatias tales como la económica, demográfica,geográfica, histórica, legislativa y sociopolítica; la pulcritud metodo-lógica que permite reconocer los supuestos, las inferencias y las con-clusiones; el ensayo de auténtica dinámica (como es la sustitución se-clilar de productos de exportación); los intentos de contrastación esta-dística de algunas hipótesis y, por último, el objetivo práctico de ins-pirar una política económica racional y de contribuir a la evitación delos errores y egoísmos de su pasado reciente80. _

En resumen, este era el bagaje de ideas del sistema proteccionistaespañol puesto en tela de juicio por Perpiñá: 1° Creencia en la posi-ble explotación de todas las fuerzas económicas del país; 2° creenciaen una ilimitada capacidad de consumo del mercado interior unifica-do, solidarizado; 3.° creencia en la posibilidad de una exportacióncuando se hubiera llegado a la saturación del mercado interior.

Desde el otro lado de los Pirineos, Pierre Lefaucheux, igualmenteen 1935, entiende que en el declive económico español tienen espe-cial importancia los aspectos estructurales del país y que la deflaciónmonetaria es ineludible. En el estudio de los sectores económicos rea-les distingue: a) aspectos reveladores del carácter joven de la econo-mía en España respecto a los países industrializados, refiriéndoseprincipalmente al sector industrial; b) señala el atraso económico dela agricultura española, advirtiendó que la pretendida autonomía deeste sector no puede aceptarse a nivel de nación, sólo en ámbitos mu-cho más estrechos, y c) muestra que el carácter cerrado de la economía

80 VIÑAS. A.; VII^fUELA, J. ; EGUIDAZU, F.; PULGAR. C.P.;• I'i:ORENSA. $., PO^ítlca c0-

mercia! exteños en Erpaña (1931-1975), Banco Excerior de España - Servicio de Estu-

dios, Madrid, 1979, Tomo I, págs. 46-48.

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española, debido al proteccionismo arancelario, requiere una prontaliberalización para que el país pueda salir de la crisis81.

La importancia de las interconexiones entre la agricultura, la in-dustria y el sector financiero en el origen y desenvolvimiento de la de-presión, ha sido subrayada por Kindleberger. ^rma el autor citadoque era imposible activat el sector agrario, pretendiendo el aumentode los precios agrícolas, por sí mismo; se trataba de incrementar elgasto mundial, de modo que activara el sistema y facilitara la redistri-bución de recursos. Siendo de casi dos quintos del comercio mundialde productos agrícolas y otro quinto de materias primas micierales,desde 1925 a 1929 se dio un proceso de deflación estructural en losproductos primarios de la economía mundial. En lugar de exceso dedemanda existía exceso de oferta. EI exceso de oferta impuso una cla-se de deflación estructural en el sistema, que se extendió de produc-ción a producción, entre las explotaciones agrarias y de éstas a otrasactividades económicas y, por tanto también incidió en los centrosurbanos82 .

Reforzando los argumentos de interdependencia entre el sectoragrícola y el industrial, entre la economía nacional y la internacional,no está de más recotdar el proceso productivo y de distribución de losproductos de la agricultura. Desde el condicionamiento a los facto-res de índole geográfica y a la estructura del propio mercado nacionaly, en muchos casos, internacional, siendo determinante la evolucióndel mercado exterior y, por tanto, la coyuntura económica mundial.En la determinación del precio de un bien agrícóla intervendrán, porel lado de la oferta, el volumen de la cosecha, como elemento mássignificativo; la competencia, en su caso, de los contingentes de im-portación, que arrastra la importancia del tipo de cambio de la valutanacional y del régimen aduanero para estas compras al exterior; yotros extremos como el rendimiento de la supe^cie cultivada, la exis-tencia o no de excedentes, la rentabilidad económica de unos cultivosfrente a otros, el costo de la mano de obra, el importe de los fertili-zantes, el tipo de interés de los créditos al agricultor, entre otros. Porparte de la demanda intervendrán en la configuracióti del precio los

^^ LEFnucHeux, Pierre., Ia peteta et !'Economie Erpagnole depuir 1928, ed. Li-btaitie Technique et Economique, París, 1935,

82 KINDLEBERGER, The IY/orld in Depre.r.rion 1929-1939, University of CaliforniaPress, Berkeley, 1973, págs. 83-107.!

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gustos de los compradores, los movimientos demográficos, los trans-portes y, fundamentalmente, la capacidad adquisitiva de los consu-midores, determinada por los salarios y sueldos industriales y por to-dos los ingresos que sean resultado, como contraprestación, de todaslas actividades económicas productivas dentro del ámbito interiorg2.1;asimismo, para los artículos de exportación será condicionante lamarcha de la economía, en general, de los países compradores, así co-mo el precio de la valuta nacional. De ello se desprénde la interde-pendencia existente entre las diversas actividades económicas, en elinterior de un país, como entre las fuentes de riqueza de una nacióncon el resto de la economía mundial83.

Dentro de^este contexto, y con las aclaraciones realizadas, siguien-do al autor anteriormente citado, puede afirmarse que la agriculturaespañola experimentó el declive económico en términos análogos acomo se manifestó en el exterior por razones explicativas similares y,salvando las peculiaridades nacionales, con manifestaciones coetáneasanteriores a 1929, dentro de un proceso depresivo general, amplia-mente apreciable desde aquel año.

Hacia la liberalización de la economía española

Las corrientes liberalizadoras en economía se hicieron sentir, enlas esferas de los gobiernos de transición que desde febrero del año 30se dedican tanto a proponer medidas de liberalización económica co-mo adoptando las primeras decisiones en pro de la estabilización. Enel área de los técnicos, y más aún de los reformistas agrarios, es evi-dente también la nueva política económica, «haciendo producir in-tensamente al campo, se hará aumentar la riqueza sin necesidad deprotecciones arancelarias que encarecen las mercancías, sino todo locontrario, con una agricultura próspera se aumentará la capacidad ad-quisitva de los campesinos respecto de los productos industriales; seelevará el nivel económico y cultural de la mayor parte de los ciuda-danos, finalmente, consiguiendo la transformación y la venta de esosproductos, impulsando la industria y el comercio verdaderamente na-cionalesD^.

Bz•1 HERNÁNDEZ ANDREU,^., ob. ci[., págs. 45-46.83 Ibidem, pág. 105. '^ Cn2ttló^. Pascual., Ia Reforrrta Agraria. Problema.r fundamentale.r, Sociedad

de Fstudios Eolí[icos, Sociales y&onómicos, Madrid, 1931, págs. 119-120.

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En definitiva sc propugnaba como tatea fundamental del nuevorégimen: «La coordinación de los esfuerzos de los agricultores, indus-ttiales, comerciantes y banquetos para obtener el máximo provechode nuestro suelo, hacer una economía verdaderamente nacional, uti-lizar nuesttas riquezas íntegtamente y evitar que se pietdan capitales,inteligencias y esfuerzosA85.

Con la proclamación de la segunda República el 14 de abril de1931 llegaban al poder los auténticos representantes de la oposiciónal antiguo sistema, ttayendo consigo, por consiguiente, un nuevoplanteamiento económico de los problemas del país. Se deseaba ha-cer de España un país moderno y democtático. Se quería una econo-mía acorde con tal aire de renovación modernizador de la joven Re-pública, y esto imponía un serio empeño racionalizadot para sustituirprogresivamente el sistema económico autatquizante estudiado porFlores de Lemús y Perpiñá Grau (de éste ya quedó reflejado suesquema-síntesis explicativo del funcionamiento de la economía es-pañóla en las etapas anteriores a la segunda República).

«Valorado convenientemente tal esquema y siendo así que el cre-cimiento del intervencionismo proteccionista y su consecuencia autár-quica habían sido una de las bases de toda la involución económicabajo la monarquía, es fácil comprender que algunos representantesdel nuevo régimen republicano pensaran que la modernización denuestra economía implicaba rompet tales cotsés, libetalizando86 en lamedida de lo posible, para forzar la productividad y la competitivi-dad de nuestras industrias y de nuestra producción interior^87.

Es más, el mejor ministro de Hacienda de los primeros gobiernosde la República, Jaume Carner había de indicar que: «España se haencontrado con una economía endeble, producida, en gran parte,por sus condiciones naturales, y en parte, por la política económicaqlie se ha venido haciendo en España en los últimos cincuenta años.Para defendernos de nuestras deficiencias y de nuestros errores y con-vivir en el mundo hemos visto reducido el poder adquisitivo de nues-

85 Ibidem, pág. 121.86 EI problema radicaba en que los gobiernos de la República aspiraban, en un

momento de euforia nacional, a liberalizar la economía quizás en el peor momento detoda la moderna historia comercial in[ernacional, cuando la recesión económica nor-teamericana hacía sentir en cadena sus efectos directos e indirectos en la escena mun-dial. A. VWns y otros, ob. cit., tomo I, pág. 54.

g^ FLottE[vsn Pncnu, Serién V., ob. cit., pág. 116.

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tro signo monetatio. No es posible modificar radicalmente nuestrosistema económico porque, al hacerló, desttuitíamos nuestra riqueza:sin provecho. Pero es inevitable dirigir nuestra economía y orieratarlahacia la disminución de nuestro coste de producción. La frase simple,«la disminución del coste' de producciónp encierra todo el contenidoeconómico de la política que debe desarrollar la RepúblicanBS.

Recientemente, como puede apreciatse en este apartado se estánproduciendo una serie de publicaciones y de reflexiones en torno altema que nos ocupa aquí. En ese intento de conocimiento más exactode nuestra historia económica anterior se encuentra el artículo delptofesor Velarde sobre el contenido económico del Pacto de San Se-bastián. Según Velarde, éstas etan las líneas principales: 1? Políticade pan barato favorecedora sobre todo de grupos proletarios y de laszonas urbano-industriales; 2') política continuista del mito del re-parto de tietras para los campesinos, por ello se articulará la Reformaagraria; 3 a política de estabilización económica, que conlléva una po-lítica de aumento de los impuestos y de restricción de ciertas partidasdel gasto público; 4a política de alza de salarios, y 5) política de recu-peración de la actividad económica frente al parog^.

La política monetaria

Tales medidas no resultaban conciliables entre sí, sobre todo en loreferente a la política de defensa de nuestra moneda nacional, en estepunto se entraba en abierta colisión con las cinco medidas, lo cual,como se ha dicho: «había de ser profundamente perturbador paranuestra producción y para nuestros intercambios: el mantenimientodel mito heredado del régimen anterior respecto a la defensa de nues-tra moneda nacional. Ello constituye al mismo tiempo una razón adi-cional (la defensa de la paridad de la peseta implicaba un menor gra-do de deflación en España que el agudamente vivido en el exterior)para la imposibilidad de cualesquiera propósitos liberalizadores denuestros interŭambios y de nuestros pagos^°.

88 CnRhER. Jaume., •Ia Economía de la RepúblicaD, en Rev. Economía E.rparrola,eq 1933, pág. 7.

$^ VéaSe VELARDE I'iIERTES. Juan., rla tsagedia de Gi! Robler., Diario .YA., Ma-drid, 17 / 10/ 1950.

90 F[.oREnsn Pn^nu. Senén, ob. ci[., pág. 117.

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Las implicaciones valutarias del cambio de régimen no puedenecharse en saco roto en el análisis y en la interpretación de los aspectoseconómicos, sociales y políticos de la República. Por lo tanto, unatransformación tan profunda como la que se presentó en la vida polí-tica española al ser proclamada la República, y con tantas incógnitasrespecto al porvenir económico y soŭial de la náción, es lógico quemodificara también fundamentalmente las circunstancias en que ha-bía de basatse la política monetaria futura. El primer lugar, el inmo-tivado pánico que en los ptimeros momentos se produjo en las clasesprivilegiadas de la sociedad española, y especialmente en la clase aris-tocrática, trajo por consecuencia una expottación de capitales que re-presentaba seria amenaza para la cotización de la peseta^t que obliga-ba a imponer las máximas restricciones a la salida de dinero español ya las operaciones de cambio con el extranjero, y que hacía desde lue-go imposible todo intento de controlar los cambios con recursos nor-males.

^^ A paztir de mediados de 1927 la marcha ascepdente de la peseta se imirtió.Fuese en parte porque no se esperaban ya nuevas apreciaciones de la misma, lo que in-ducía a los especuladores a realizar sus beneficios, fuese porque los primeros nubarro-

nes de la crisis internacional, vía elevación de los tipos de interés en mu ŭhos países, for-

zaran a la cancelación de los créditos con que se habían alimentado las compras de pe-seta, lo cierto es que los capitales exteriores iniciaron el reflujo. A su filo la peseta co-menzó a perder posiciones con alarmante rapidez. La cotización, por dólar, pasó a 5,91en agosto y, tras algunas fluctuaciones, a 6,02 en diciembre. Paza 1928 las previsionessobre repatriaciones masivas de capital extranjero eran sombrías, y en ello estribabanlos peores temores del ministro de Hacienda, José Calvo Sotelo: no el retroceso de lapeseta -que no era excesivamente grave- sino la posibilidad de que ^ales salidas ma-sivas catapultaran un hundimien[o incontenible de la moneda que sépultase la obra

económica de la dictadura.Después del 14 de abril, el ex[ranjero se mostraba indeciso y a la expectativa ante la

transformación operada en España, lo que fue causa de una nueva baja del cambio. La

peseta se hallaba el 11 de abril a un nivel de 9,09 ptas. por dólar; pasó a finales de ju-

q io, a 10,35; en septiembre caía a 11,07 y en diciembre a 11,90 (V^['vns, Angel y otros,

ob. cit., págs. 28 y 55).Comparando los cambios en España con respecto, a lá media de veinte países y e q

particulaz con el ritmo del tipo de cambio con el Reino Unido, Escados Unidos y Fran-cia, entre mazzo de 1928 y marzo de 1934 efectivamente, se puede hablar de cierta re-valorización de la pese[a con respecto a la libra desde la segunda mitad de 1931 y con eldólaz desde mediados de 1933, pero dentro del contexto mundial y teniendo en cuentala gran devaluación experimentada por la valuta española desde 1928, me indino por

calificar de posición estable a la de la peseta desde 1932. (HERNÁNDEZ AI^DREU, Juan.,

ob. cit., págs. 125-127).

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En segundo lugar, la desorientación que fuera de España teníaque producirse ante un fenómeno de tal trascendencia, cegaba portiempo indefinido las fuentes de crédito exteriores, y no había quepensar, mientras el nuevo régimen no quedara consolidado, en apo-yos financieros internacionales para resolvet el problema monetatio.EI crédito Morgan, contra el cual los liombres representativos de laRepública se habían pronunciado antes del 14 de abril, arrastradospor_ concepciones vehementes y poco informados, se pudo anular congran facilidad antes de comenzar a hacerse efectivo9z.

En tercer lugar, la política monetaria española no era previsiblequé rumbos podría adoptat en tanto no se viera cómo se acoplaban laeconomía y, las finanzas nacionales a la acción de las nuevas fuerzaspolíticas y sociales que se aprestaban a dirigir España93. ^

No obstante, el ciclo de la exportación de capital no se atuvo a ra-zones estrictamente económicas, sino que respondió más a la evolu-ción político-social de la República. Siguiendo el ciclo de dicho fenó-meno se observa un reflujo de capitales- especialmente procedentesde los círculos internacionales- que abandonan sus reparos frente alnuevo régimen a partir de 193294, con una fuerte entrada en 1933.

9z En su interés por sostener la cocización de la peseta, pensando en la estabiliza-ción y en el crédito in[emacional de España, Prieto Ilegó a la convicción de que era pre-ciso negociar los préscamos a los que acababa de renunciar. Entre abril y mayo (de1931) se establecieron nuevos contactos con las Bancas Morgan y Mendelssohn, pero losdesafor[unados sucesos de la quema de conventos del 11 de mayo (fecha precisamenceen que se encontraban en Madrid los representantes de dichos Bancos) dieron al trastecon la negociación.

.A raíz de aquellos desórdenes -escribe Carabias- creció en actividad y volumenel fenómeno de la fuga de capitales (...) Para colmo de conuariedades, los giros de lascolonias españolas en América (se refiere por supuesto a las colonias de emigrantes)que de ordinario ejercían un fuerte influjo en la balanza de cuentas, habían descendi-do en un 50 por cienco, a causa de dificultades internas y, también, todo hay que de-cirlo, del recelo con que se contemplaba el problema social de la madre patria.. VéaseV^tins, Angel y otros autores, Política comercial exterior en Erparra (1931-197SJ, ob.cit., págs. 28 y 57 respectivamente.

^3 OLARIAGA, LUIS., La politica monetaria en Erpaña, Biblioteca de Ciencias Jurí-dicas, 1' edición, Madrid, 1933, págs. 128-129.

94 EI Servicio de Estudios del Banco de España en su ./nforme robre .rignificado einterpretación de! raldo que prerenta !a Balanza de Pagoc /nternacionalet conetpon-

diente a 1932 expresaba: .Según informes particulares obtenidos en algunos importan-ces Bancos, durante el año 1932 se acen[uó a partir del mes de abril una corriente deinmigración de capi[al (...).

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La evolución del paro y los problemas sociales

Otro problema fundamental que quiero destacar sucintamente esel del paro obrero.

EI paro en España durante la depresión económica fue menosacusado que en los países industrializados de Europa y América, sinembargo, fue más alto que en Francia y parecido al de Italia, entre lospaíses europeos. Por otra parte hay que tener en cuenta que la situa-ción social de los obretos sin ttabajo en España era peor que en aque-llos países, dadó el carácter incipiente de la Seguridad Social en Espa-ña dúrante el decenio de 193095, puestó que no existía ningún segurode enfermedad, ni pluses familiares ni seguro de paro^^. Desde la car-tera del Ministerio de Trabajo durante el Gobierno Provisional, la po-lítica labotal de Largo Caballero aprobó una setie de disposicionesque vinieron a satisfacer demandas ciertamente esperadas por la po-blación activa.

EI volumen de paro engendrado fue de una importancia vital. Se-gún las estadísticas oficiales disponibles y los datos aportados porBalcells^^ desde enero de 1932 (390.000 parados) se pasa antes de laGuerta Civil (julio 1936) a unos 80Ó.000. Recientemente Julio Alcai-de ha calculado la población activa^g española entre 1901 y 1972 esta-bleciendo:

(...) EI movimiento está juscificado:I° Pocla gran depreciación que sufrió la peseta en eI úlcimo trimestre del último

año.2° Por la inestabilidad que se observa en la situación política de algunos países

americanos.3° Por el temor de que en algunas naciones europeas se viera su moneda obligada

a perder la paridad oro. Además, durante el año a que nos referimos se ha exigido unamayor eficacia en el reembolso de haberes atrasados procedences de nuestras exporta-

cionesD. ViÑns y otros en Política co^nercial exterior de Erpaña (1931-1975), ob. cit.

Tomo I, pág. 95.

95 Es absolutamente imprescindible recordar además -para el caso de España-que el paro agrícola, especialmente en las zonas del Sur, no obedecía'simplemente amecanismos puramente económicos, sino en gran medida al comportamiento de lospropietarios y de las organizaciones de los sindicatos agrarios, mocivados por razona-

mientos de claro matiz político.^^ HERNÁNDEZ ANDREU, J., Ob. Ctt., pág. 177.

^^ Bn^CECU, Alberto., `Les mouvements ouvriers en Espagne en temps de dépres-sion économique (1929-1939)s Comisión lnternacional de los Movimien[o ŭ Sociales,

Coloquio de Estocolmo, agosco 1960.

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para 1932: 8.933.000 trabajadorespara 1933: 8.985.000 trabajadorespara 1934: 9.058.000 trabajadores

CUADRO N" 5

EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN ACI'IVA ESPAÑOLA POR SEC'I^ORE511R(,Ui1^750):

total

Años

Poblaci^n activa

primarias ( *)

Ci(r. absol.

En actividades

secundarias ( **)

Cifr. absol. %

En actividades

terciarias (***)

Cifr. absol. °^

En actividades

1860 6.500.000 4.250.000 65.00 I.000.000 15.00 1.250.000 20,00

1877 (c) 7.158.274 5.045.154 989.353 I.214.767

1887 (d) 6.225.315 4.112.195 6G,1 898.353 14,4 1.214.767 19,3

1887 (d) 6.462.430 4.033.391 G2,4 L067.177 I6.5 1.36 L882 21.0

1900 (b) 7.546.8 4.558,3 60,40

1900 (a) 6.620.858 4.392.330 GG,33 L058.996 15.99 I.IG9.532 17.66

1910(b) 7.581,5 4.220.5 55,67

1910(a) 7.09 L321 4.689.985 66 1.121.777 15.82 1.289.569 18,18

1920(b) 7.962,4 4.555.G 57.21

t920 (a) 7.S16.232 4.302.340 57.30 1.649.134 2I,90 1.564.758 20.81

1930(b) 8.772,5

1930 (a) 8.408.375 3.826.5I0 45.51 2.229.343 25.51 2.352.522 27.98

1940 (b) 9.219,7 4.781,0 51,86

1940 (a) 8.957.607 4.525.022 50.52 1.982.911 22,13 2.449.G74 27.35

1950(b) ]0.793,1 5.271,0 48,84

1950 (a) 1 0. 3 7 5. 1 8 0 4.935.639 47.57 2.754.162 22,65 2.G85.397 25.88

Fuentes:

a) Estimación basada en los cálculos sobre censos de población, realizada por el Instituro de

Cultnra Hispánica: I^r población actrva erpairola de ]960 a 1957. Madrid, 1957': Mon. N. I.

Esta cstimación exduye la población activa femenina agraria.

b) Estimaciones del Instituto Nacional de Estadística. (En miles).

c) Es[imación propia basada en análisis directos de los censos de 1877 y 1887, induyendo la po-

blación femenina agraria.

d) Estimación propia, exduyendo la población femenina agraria.

') Comprcnde actividadcs agrarias y pesca.

••) Comprcnde aaividadcs induscriales y artesanas.• •') Comprende los scrvicios.

Fuente: MARTtNEZ CUADRADO. Miguel., La burguería conrervadora (1874-19i11. Editorial

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Teniendo en cuenta estas cifras el porcentaje de desempleo sobrela población activa representa el 5 pot 100 para junio de 1932; el 7por 100 en diciembre 1933 y el 7,5 por 100 en dicienbre de 1934.

«El sector agrario parece haber sido el más afectado por el desem-pleo, así, tomando la distribución de la cifra total de paro en diciem-bre de 1933, por actividades económicas, se observa que los trabaja-dores agrícolas sin trabajo etan 414.640, es decit, un 66 por 100 delos obreros en paro a finales de 1933. Si tenemos en cuenta que la po-blación activa atribuída por Alcaide a«Agricultura y pescab es de4.100.000 pata 1933 y consideramos, para la agricultuta solo alrede-dor de cuatro millones, resulta que el desempleo afectaba al 10,3 por100 al término de 1933. Ahora bien, los obreros agrícolas etan algomenos de 2 millones; por lo tanto, él paro alcanzaba el 20 por 100.Los estragos sociales de la depresión agrícola fueron más acentuadosque los provenientes de la depresión industrial; con todo, el deteriorosocial ocasionado por el desempleo en el sector secundario no es nadadesdeñableb^^.

CUADRO 6. RENTA PER CAPITA

Años

Población Renta Renta

en 1 de julio nacional per capitaMiles Millones de Pesetas

de personas pesetas corr. corrientes

1925 ............... 22.292 31.350 1.4061926 ............... 22.518 31.102 1.3811927 ............... 22.747 31.244 1.3741928 ............... 22.977. 31.002 1.3491929 ............... 23.210 31.844 1.3721930 ............... 23.445 31.503 1.3441931" ............... 23.699 31.922 1.3471932 ............... 23.960 32.921 1.3741933 ............... 24.237 32.324 1.3341934 ............... 24.498 34.892 1.424

Fuente: Julio A[.CA^DE, :Una tevisión urgente de la serie de Renta Nacional españoladel siglo XXs. •

^g La significación de la población ac[iva queda expresada con mayor precisiónmediante la comparación por sectores productivos, en el cuadro n° 5.

» HERNANDEZ ANDREU. J., Ob. Cn., págs. 176-177.

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A la recesión económica y al desfase de nuestras estructuras pro-ductivas se le sumó un acentuado crecimiento vegetativo de la pobla-ción y un saldo positivo de los movimientos migratorios, por todoello, nuestro sistema económico se ve imposibilitado de absorber amás de medio millón adicional de trabajadores.

Otro indicador del malestar social que existía en España duranteel períódo viene expresado por la tendencia a la baja de la renta percapita entre 1925 y 1933, sobre la que actuaba el saldo positivo mi-gratorio cifrado en poco más de 100.000 individuos en edad de traba-jar, entre 1931 y 1935.

Por todo lo dicho queda claro que el deterioro económico del sec-tor agrario no respondía únicamente al declive de los mercados de ex-portación sino, que la agricultura española padecía deficiencias es-tructurales internas que estaban interrelacionadas con la deflación es-tructural de la siderometalurgia española y las limitaciones del merca-do interior10°.

Todos estos aspectos quedan expresados en la balanza y en los ín-dices de precios del Comercio exterior de España según los cuadros n° 7y n° 8.

CUADRO 7. BALANZA DE COMERCIO E)C7ERIOR, 1930-1935 (pesetaroro)

Porcentajede importación

Años Importación Exportación Saldo sobre exportación

1930 2.447.502.518 2.305.434.112 -142.068.406 106,1G

1931 1.175.790.619 964.975.G98 -210.814.921. 121,84

1932 975.G40.828 742.085.797 -235.555.031 131,47

1933 836.633.209 671.76G.190 -164.867.019 124,541934 855.043.552 611.879.593 -243.163.959 139,741935 875.892.934 585.668.221 -290.224.713 149,55

1940 620.530.182 394.335.325 -22G.194.857 157,36

Fuente: INE, Comercio Fxte>ior de Erpaña, op. cit.

Recogido en A. V^Ñns y otros, ob. cit., pág. 66.

^^ HERNÁNDEZ A,IDREU. J., Ob. cit_, págs. 177-178.

^i

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CUADRO 8. INDICES DE PRECIOS DEL COMERCIO EXTERIOR DEESPAÑA CON BASE 1935

Años Importación Exportación

1926 268,7 207,31927 278,4 256,11928 284,1 250,21929 242,4 263,71930 249,4 262,91931 149,3 141,91932 119,3 120,61933 111,2 113,31934 101,7 100,41935 100,0 100,01940 128,6 138,1

Fuente: INE, Comercio ezte>ior de Erpaña, op. cit.Tomado de A. VIÑAS y otror, ob. cit. pág. G7.

El ga.rto público

Entre 1931 y 1935 aumentaton los gastos civiles en Instrucción yObras Públicas, sobre todo, y los gastos de la Deuda y Clases Pasivas;descendieron, en proporción, los gastos de Defensa.

EI paso de Indalecio Prieto pot el Ministerio de Obras Públicas sehizo sentir mediante la creación y mejora de la infraestructuta detransportes, en los programas agtícolas de tegadíos y colonización y,de acuerdo con los planes en materia educativa, en la construcción denuevas escuelaslol. Cabe señalat que tal actividad resultó ser la parte

101 Según Ramos Oliveira el ritmo de construcciones escolares durante el primerbienio evolucionó como sigue en número de aulas:

1931 ........ ................ 7.000

1932 ........................ 2.580

1933 ....... ................. 3.990

TOTAL ...... ............. 13.570.Es decir, duran[e el período cubier[o por los gobiemos de Azaña se construyeron

más escuelas que las pues[as en marcha por la Monazquía en casi un [ercio de siglo.Véase TnMnntES, Ramón., La República. Ia Era de Franco, Alianza Universidad, Ma-drid, 1973, pág. 114.

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más aceptada de la política económica de la República, pues no teníani los inconvenientes de la política monetaria ni enfrentó al rechazoimposibilitador de la política de reforma agraria. Por este conceptono se dañó al menos la coyuntura económica'°z en el período republi-cano ni se dañó, como pretendieron aducir muchas veces las dere-chas, la actividad de los agentes económicos privados103

Hay que tener presente que el nuevo régimen heredó graves pro-blemas financieros, así los créditos pendientes de pago, que a finalesde 1930 se elevaban a 465,6 millones de pesetas; las obras iniciadasen tiempos de la Dictadura, que suponían una elevada car^a para elpresupuesto (todos los ejercicios del período dictatorial liquidaron elpresupuesto ordinario con déficit); el empréstito de los Bonos oro; ylas «doblesD en moneda extranjera que pesaban sobre el cambio inter-nacional y la balanza de pagos.

La mala reputación económico-laboral que se le colgó a este pe-ríodo coincidente con la crisis deflacionista de los años 30 y que des-graciadamente desembocó en la guerra civil, carece de fundamentomás por la relación no estadística con que se comparaba tanto con laDictadura como con la última etapa de la Restauración. En tal senti-do, los Cuadros N° 9 y N° 10 permiten que hagamos una relecturarespecto a la productividad agraria y a la pérdida de jornadas labora-les.

Se puede concluir que en España la crisis económica del mundodenominada del 29 y siguiente depresión, al igual que en otros paísesobedeció a un proceso de deflacióñ económica estructural, en el queconvergieron de modo insoslayable factores internos y exteriores, ob-servable ya en la agricultura durante,la segunda mitad del decenio de1920 y en las demás actividades económicas alrededor de 1930; y amediados de 1932 sobrevino a este proceso de deterioro económico laestabilidad monetaria, medida que tuvo carácter deflacionista.

La depresión económica afectó a España con todas sus manifesta-ciones y consecuencias, siendo admisible que condicionara el desen-volvimiento político del período que condujo a la guerra civil en1936104.

t02 Sin embargo los depósitos de la Banca privada comenzaron a decrecer de modoacenmado a paztir de la proclamación de la República. Asimismo este descenso se ob-serva en el movimiento conjumo de Cajas de Ahorro e imposiciones a plazo fijo de laBanca privada.

^ ^^j FLORENSA PALAU. $., Ob. ciL, págs. 120 y 121.

^^ HERNÁNDEZ ANDREU. J., Ob. C^t., pág. 214.

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LA CUESTION CAMPESINA EN LA TRANSICIONDE LA DICTADURA A LA REPUBLICA

Este apartado pretende ser la muestra reducida pero significativade la cuestión agratia antes de la República, de esta manera quien sa-be si cambiazá el criterio infundado de los qŭe aún piensan que el pro-blema fue imaginario y no real, ^puro pretexto revolucionazio de losmovimientos subvérsivos.

Latifundismo y minifundismo:las dos caras de la misma moneda

Se tiene por aceptado que el desarrollo y el subdesarrollo son lasdos caras de la misma moneda, lo que nó suele afirmarse con mŭchafrecuencia es que la estructura agraria de concentración de la propie-dad nística conduce a la hegemonía y dominación de los grandes pro-pietatios, a la multipazcelación de las tierras restantes, y, en definiti-va, ambas cosás- sobre todo en la época histórica de la IIRepública- a la situación genetal de subdesazollo cuando los demássectores de la producción no actúan de locomotoras del crecimientoeconómico. .

Aquí no voy a entrar de nuevo sobre el concepto de latifundio cosaque ya hice en el apartado 1° de este capítulo, únicamente se explici-ta el estado de cosas del latifundismo (y en pazte del minifundismo)en la fase de transición a la República (1929-1931) a través de la pten-sa y de la publicación de Carrión sobre, Lo.c ^atifundio.r en E.rpaña.

La superficie total catastrada hasta el 31 de dic^iembre de 1930 su-ma 22.435.090 hectáreas útiles, que equivalen a unos 25.000.000 entotal, sumando a la supe^cie rústica la de las poblaciones, vías de co-municación y demás que en el Catastro se descuentan; y como la totalde España es de 50.307.533, representan pues la mitad aproximada-mente dé ésta'os

La distribución de la superficíe catastrada entre las fincas de dife-rente magniiud se realiza según estratos de extensióñ de las fincas

^os El Avance Cacasttal, se tealiza de acuetdo con la ley de 23 de mazzo de 1906, elreglamento de 23/10/1913, y la ley de 3 de abril de 1925, y la ttansformación delAvance Catasttal de la riqueza rústica y pecuazia en Ca[a •tro Agtícola en 1926.

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1° de 1 a ^ 5 hectáreas2° de 2 a 10 hectáreas3° de 10 a 50 hectáteas4° de 50 a 100 hectáreas5° de 100 a 250 hectáreas6° de 250 a 500 hectáreas7° de 500 a 1.000 hectáreas8° de 1.000 a 2.500 hectáreas9° de 2.500 a 5.000 hectáreas

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10° de más de 10.000 hectáreasDe la lectura de los cuadros elaborados107 se deduce que de las

22.435•090 hectáteas catasttadas, existen 10.214.359 fincas, de lascuales, 10.016.094 (e198 por 100) tienen menos de 10 hectáteas, peroéstas sólo ocupan 8.014.715 hectáreas, es decir, el 36 por 100 de lasuperficie total. Dentro de esas fincas pequeñas, la mayor parte tie-nen menos. de una hectárea, pero sólo reúnen unos tres millones dehectáreas de los veintidós y medio catastrados; y las de una a cincohectáreas, que son también muy pequeñas, suman 3.665.457 hectá-reas. Es decir, que dentro de las fincas menores de 10 hectáteas, la in-mensa mayoría no pasan de cinco hectáreas, resultando francamenteinsuficientes, en secano para ocupar la actividad de un agricultor.

Las fincas medianas, de 10 a 100 hectáreas, sólo representan el1,66 por 100 del número total y el 20 por 100 de la supe^cie; las de100 a 250, el 0,16 por 100 del número y el 10 por 100 de la superfi-cie. Las grandes fincas, mayores de 250 hectáreas, son en total12.488, y ocupan 7.468.629 hectáreas, o sea, más de la tercera partede la supe^cie total. De ellas, las mayores de 500 hectáreas, casi ennúmero de 4.527, teúnen 4.916.590 hectáreas, casi la cuarta parte dela extensión total. Sólo entre 1.444 fincas.mayores de 1.000 hectá-reas, ocupan 2.849.101 hectáreas, es decir, la extensión media de tresprovincias españolas, y casi tanta como reúnen los 8 millones de fin-cas menotes de una hectárea que existen en la superficiecatastradalos

Los latifundios eran pues un problema tangible y de gran impor-tancia en España, geográfcamente localizados en la mitad Sur de la

106 Cnxx^óN. Pascual., LoJlatefundior en Erpa^ea, ob. cit., pág. 48.107 Estado n° 1, n° 2, n.° 3, Ibidem, págs. 47-62.^oe CnxR^ó^, P., ob. cit., págs. SZ-53.

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Península. A continuación se incorpotan cuatro Cuadros que repre-sentan las fincas de más de 500 hectáreas, los latifundios localizadosen la superficie catastrada, la distribución espacial de todas las fincasy sus magnitudes de menos a más en la zona catastrada, gráfico de lasde más de 250 hectáreas, y, finalmente los latifundios propiedades delos grandes de España que tras el intento de golpe de Estado el 10 deagosto de 1932, conocido como la usanjurjadab109: fueron incluidasen el decreto de 24/08/1932 del Gobierno de Azaña por el que seprocedía a la incautación de las fncas que se detallan en el Cuadro 13.

109 La intentona de 1932 es, al mismo tiempo, la respues[a activa a dos problemasimportantes que, en aquella época, se debatían en las Cortes y que el gobierno Azaña

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^ Fuente: CARRIÓN, Pascual., l,or la[ifundio.r en Erpaña, ob. ci[. páR. 61.U

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^ Fuente: CARRIÓN, Pascual., [.or Latijundior en E.r/^aña, ob. cit. pág. 63.v

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CUADRO IS. PROPIEDADES DE LOS GRANDES DE ESPAÑA CONMAS DE 1.000 HA. DE SUPERFICIE

SuperficieTitular en heaáreas

Duque de Medinaceli ........................... 79.147Duque de Peñazanda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51.016Duque de Villahermosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47.203Duque de Alba ................................ 34.455Mazqués de la Romana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29.095Mazqués de Comillas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23.720Duque de Fernán Núñez ......................... 17.733Duque de Atión ................................ 17.667Duque de Infantado ............................ 17.171Conde de Romanones ........................... 15.132Conde de Torres Arias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13.644Conde de Sástago ............................... 12.629Mazqués de Mirabel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12.570Duque de Lerma ............................... 11.879Suma parcial de !or mayore.r de 10. 000 ha. . . . . . . . . . . . 383.061Marqués de Riscal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . 9.310Duque de Alburquerque ......................... 9.077Conde de Elda ...................:............. 8.324Duque de Tamames . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7.921Mazqués de Viana ..^ ............................ 7.167Conde de Toteno .....................:......... 7.100Marquésde Nazros .............................. 6.737Conde de Mora ................................. 6.504Duque de Sotomayor ............................ 5.835Duquesa de Plasencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5.243Conde de Real ................................. 5.142Duque de Alcudia y Sueca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5.080Matquésde Arienzo ............................. 5.065Conde de Campo Alage . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.883Marqués de Camarasa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.788Mazqués de Santa Cruz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.642Conde delos Andes ............................. 3.594Duque de San Fetnández ........................ 3.582Conde de Floridablanca . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.531Duquesa de Monteleón de Castiblanco . . . . . . . . . . . . . 3.292Marquesa de Atqueso ........................... 3.109Mazqués de Hoyos .............................. 3.051Conde de Bornos ............................... 2.953Duquesa de San Carlos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.946Duque de Almenara Alta ........................ 2.924Marquesa de Canillejas . . . . . . ... . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.822

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Superficie

Titular en hectáreas

Duquesa de Terranova ........................... 2.806Conde de Viñana ................................ 2.781Marqués de Guadalcázar ......................... 2.770Duque de Béjar ................................ 2.731Matqués de las Torres de la Presa . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.557Matqués de Castelar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.404Marquesa de Castellbell . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.275Conde de Villagonzalo .......:.................. 2.150Duquesa de la Conquista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.052Duque de Castro Enríquez . . . . . . . . . . . ... . . . . . . . . . . 2.014Marqués de Bosch de Ares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.781Duque de Santo Mauro ...:...................... 1.690Duque de Medina de tas Torres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.684Duque de Aveyro ............................... 1.644Matqués de Nervión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.534Duque de Híjar ................................ 1.510Duque de T'Serclaes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.298Duque de San Pedro de Calatín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.261^Duqúe de Valencia ............................. 1.249Duquesa de Abrantes ........................... 1.183Marquesa de los Soidos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.182Duquesa de Medina de Rioseco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.092Marquésde Quintanar ........................... 1.091Conde de Guandalaín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.054Marquésde Albuydere ........................... 1.052Suma parcia! de lo.r mayore.r de 1.000 ha.rta 10. 000 ha,

S1 propietarior ............................... 179.467

Total de los 65 propietarios de esta relación ......... 562.528

Fuente: Cn2ei6N. Pascual, La Reforma agraria de !a 2.° República y!a rituación actua!

de !a agricultura erpañola, Ariel, Barcelona, 1973, págs. 121-123.

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El latifundismo: sus consecuencias y sus remedios

Lá subordinación de las relaciones de producción está motivadafúndamentalmente por la apropiación de los medios de producción: «Lacuestión de la tierra es, sencillamente, la más importante de todas. Alapoderarse unos pocos individuos de este elemento de vida, base detoda riqueza y de todo progreso, queda la mayoría obligada a trabajarpara esa minoría, con lo cual nunca percibe quien labra la tierra elproducto íntegro de su trabajo, sino la ración de esclavo, que Ileva alcampo al pauperismo y la misetianto

La situación miserable del campesino trabajador exige la expro-piación forzosa de los latifundios: «Millares de obreros se encuentranen paro foizoso, llenando las plazas en espera del jornal que no Ilega,mientras tantos y tantos latifundios, enclavado.r en xona.r regable.cgracias al sacrificio colectivo, permanecen incultos, dedicados a vecesa reses bravas o a cotos de caza^"' Las tierras de latifundio en secanodeben correr la misma suerte: «Pero la medida más eficaz es la expro-piación de los latifundios: las dehesas susceptibles de hacerlas tierrasde labor, las tierras fértiles dedicadas a reses btavas o a cotos de caza,

intentaba sacaz adelante: la reforma agtaria y el Esta[uto de Cataluña. A esto habríaque sumar, como condicionamiento y hábil utilización, las agitaciones sociales y lasprotestas de los medios dericales por la reducción de sus viejos privilegios. Sainz Rodrí-guez reitera, en este sentido, el dato del Estatuto Catalán como causa del movimientoy como exigencia de la ^presión militaz que se hicieta antes de octubre, mes en queiban a aprobazse el Estatutoa, señalando o[ros dos datos importantes: uno, el no-compromiso de Franco en el mismo, y, otro, la no prepazación suficiente. EI hecho es ^que el Gobierno Azaña concitaba, de esta manera, un extenso frence hostil, principal-mente, de los sectores terratenientes y aristócratas, nacionalistas y militares derechistasy por tazones de marginación política, de sectores de la derecha libetal. La heteroge-neidad de todos estos componentes, la confusión en los fines -paza unos, cambiaz elGobietno, paza otros, instaurar la Monazquía o preparar a su instauración- Ilevó, ob-viamente, al fracaso. EI propio manifiesto expresaba esta ambig ŭedad, en su justifica-ción y objetivos, incluyendo, incluso párrafos idénticos al elaborado por el Comité Re-volucionazio de 1931. MoeoDO. Raúl., Acció,v FsvnNOU, Orígenet ideológico.r de!franqui.rmo., Tucar Ediciones, Madrid, 1980, pág. 101.

^ to A.R.O. , Fl Socialitmo y elproblema de !a tiena: la tiena elemento fundamen-ta! de producción, EL SOCIALISTA, N° 6210, 4 enero 1929, pág. 4.

^^^ RoMA Rus^ES. Antonio., F1 SocialiJmo en lo.r campor: Fl patriotirmo legítimoaconJeja !a ezpropiación forzoJa de lo.r latifundiot, F1 SoanusrA, n° 6.222, 18 enero1929, pág. 4.

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cuando dos o más cortijos formen un todo, que por su situación y pordisponer de aguas potables, puede constituir el asiento de un nuevopueblo. Todos estos latifundios deben ser expropiados por el Estado,pagando el justo precio a los propietarios, con título de la Deudaagraria que deberá emitirse con la garantía de las mismas fincas. To-do esto si queremos realizar los fines de la Ley de Colonización (30-VIII-1907) y si aspiramos a que el retorno al campo sea una realidad,hay que ir a una amplísima reforma agraria, con la mirada fija en losintereses generales del paísnllz

Las propuestas no eran reformas de laboratorio o improvisacio-nes de oportunismo político sino que afectaban a la estructura econó-mica y social del agro español, algunos ejemplos hablaban por sí so-los: «16.000 habitantes, el pueblo es rico, pero el 90% de los habi-tantes son inmensamente pobres, de 36.000 hectáreas más de 16.000pertenecen a un solo propietario. Tiene 23 dehesas en monte cúandola tierra es de buena calidad^113. En Villanueva del Arzobispo aconte-cía otro tanto: «16.000 habitantes, explotaciones olivareras, la pro-piedad en manos de cinco o .rei.r señore.r, uno murió y dejó 7 millonesde ptas. a cada uño de los seis hijosp. Baeza con una población de22.000 habitantes y muy pocos ptopietarios tienen un contingentedel 60 % de braceros"a «Ibros con 1.000 vecinos en donde hay algu-na pequeña ptopiedad, pero el resto está concentrado en pocas ma-nos^lls y Mancha Real: «Con 16.000 habitantes con unos pocos in-mensamente ricos y el resto inmensamente pobrespll^, en el pueblode Arjona: «tienen extensas própiedades Muñoz Cobos, barón de Ve-lasco y el general Aizpuru, con 12.000 habitantes la propiedad estáen mano de 12 señorespll^. Antequera que alcanza: «Los 35.000 ha-bitantes y con un término de los más ricos de la comarca. Tiene untérmino jurisdiccional tan grande como Jerez de la Frontera, pero en

1z RoMA Rue^ES, Antonio., FL Socialirmo en !or campor: La exprop:irción forzora

de lat:fundior de recano, ib. 6234, 1 febrero 1929, pág. 4.

13 CAxoeeo, Manuel., Imprerioner de viaje: [/i!lanueva delArzobirpo, EL SociA-

usTA, n° 6245, 9 febrero 1929, pág. 3.14 EI. SOQALISTA, n.° 6249, 19 febrero, pág. 2.

15 Coa^eao. Manuel, IsROS. E[. SoCiAUSTA, n° 6255, 26 febrero 1929, pág. 2.

"^ Coe^Eao. Manuel., Mancha Real, EL ŭOCIALI$TA. n.° 6267, 12 marzo 1929, pág.

2.

"^ Coe^eao. Manuel., Arjona, EL SoCiAUSTA. n9 6274, 20 marzo 1929, pág. 2.

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poder de cinco familias. Hay propietarios que poseen 30 fincas; deellas, 19 tienen una extensión supe^cial de más de 1.000 fanegasarrojando un porcentaje del 80% de analfabetos^18. Las repercusio-nes del fenómeno que estamos describiendo tenía caracteres de cruel-dad en aCañete la Real, con 6.000 habitantes sin vías de comunica-ción, una tietta de campiña riquísima y amplia peto en ptopiedad decuatro o cinco familias, en donde los pequeños propietarios y arren-datarios acuden al ptéstamo del 12% al trimestre, donde los salariosson de 2 y de 2,10 ptas. , donde no se dan los sellos del Retiro obrero yestos terratenientes son crueles puesto que a todo el hombre que de-fiende sus derechos le castigan no llamándole a trabajar^ll^. Similarpanorama ofrecía Arcos de la Frontera en donde: «La mayoría de estoslatifundios son dehesas donde pastan las reses del Marqués de Villa-marta, los gañanes disponen de algunos chozos, no hay escuelas, loque abundan son las crisis de trabajo, el analfabetismo y los abusosen las fábricas de harinas donde ttabajan 12 horas diariasD12°.

EI área del latifundio no quedaba circunscrita a Andalucía: «Ex-tremaduta es la tierra del latifundio, del caciquismo: ante él no que-dan más que dos caminos: la emigración o el sometimiento, 83.000hectáreas de la provincia de Cácerés pertenecen a 12 propietarios,87.000 de la ptovincia de Badajoz a 37^12'. En la agonía rural españo-la influían muchas ŭircunstanciás: «Incultura, falta de comilnicacio-nes, destrucción de los bosques, éxodo rural, pero sobre todo: el régi-men de propiedad... Flores de Lemús ha manifestado que existen: 21millones de hectáreas de suelo agtícola, 24 de suelo forestal y 5 de im-productivon122. La incidencia de la propiedad agraria sobre el nivel devida fruto de los ingresos era insultante: «845.000 propietarios cuyoproducto no Ilega a 1 peseta diaria, 160.000 propietarios que vivenpenosamente, 9.700 ptopietarios que viven holgadamente, 9.000propietarios como grandes terratenientes con tentas superiores a30.000 ptas. anuales en La Mancha, Extremadura y Andalucía... Re-

118 Coe^Eeo, Manuel., Antequera, Et. SoGnuSTn, n° 6300, 19 abril 1929, pág. 4.

^^^ Coa^eeo. Manuel., Carrete la Real, Et Soc^nusTn, n° 6306, 26 abril 1929, pág.

4120 CAxoeao, Manuel., En Arcor de la Finntera, Fr. SoCIALI$TA, n° 6319, 11 mayo

1929, pág. 1.1z^ Atene, Manuel., El Socialirmo en lor campor: Extremadura doliente, Et Socu-

usTn, n° 6324, 17 mayo 1929, pág. 2.^zz M.A. Hacia una Etpaña nueva: El gran problema agraño, F1 Socinusrn, n°

G372, 12 julio 1929, pág. 4.

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cuetden los lectores casos de pueblos cuyo término, comprendidas lasviviendas, pertenece íntegro a un solo propietario, que en un día .cualquiera, cuando se lo dicta la conveniencia, arroja de su dominioal vecindario en masa. Hágase memoria sobre el ejemplo de Boada(Salamanca), Abertura (Cáceres), Membrillo (Toledo), Calcena (Za-ragoza)»123

Asociando el pato al latifundismo andaluz en la campiña de Jerezun artículo enviado desde Trebujena (Cádiz) denunciaba: «Es ungtan absurdo que pugna con la razón y con todas las leyes humanas ydivinas el creer que pueda subsistir indefinidamente un estado socialen el cual se da el caso de que mientras el 10% de los hombres acapa- ^ran para sí el lujo y las riquezas y las satisfacciones de la vida, el 90%restante carece de lo más preciso para vivit»lza

Con posterioridad a la caída de la Dictadura, Antonio Roma Ru-bíes sintetizaba: «Mientras la tierta, los bosques, las ŭanteias y hasta

' las minas sean patrimonio de una oligarquía parasitaria, no habrá li-bertad ni país»1z5. Y Sánchez Rivera iba más lejos: «Sin resolver elproblema de la tierra no es posible que los parados encuentren ocu-pación. Hay que acabar con el minifundio gallego y con el latifundiocastellano, andaluz y extremeño. Mientras lo dicho se consigue, surgeuna medida inaplazable: la de obligar a poner en cultivo todos los la-tifundios y todas las tierras que no hallándose destinadas a la cría deganado de carne o de leche estén incultas»1z6. En 1931 antes de la Ile-gada de la República las aspiraciones populares las tecogía Calvo So-telo: «El país anhela que se continúe a fondo -gastando 200, 300millones, los que sean- la parcelación de latifundios»127, y el Condede Romanones no silenciaba que: «Tenemos el problema agrario yagrícola, cuya solución representaría la del 80 % de losproblemas»lza

'z3 M.A. Hacia una Erparea nueva: EI gran problema agrario, EL SOCIALISI'A, n.°

6384, 26 julio 1929, pág. 4.Iz4 BRIANTE CARO, An[OIllO., A.rpecto.r del pmblema agrario en Andalucía, EL So-

CIALISTA, N° 6408, 23 agosto 1929, pág. 4.'zs RoMA RUBIES. Antonio., F1 problema agrario, EL SOCIALIS'I'A, N° 6636, 16 mayo

1930, pág. 4.l26 •ÁNCHEZ RIVERA, J., I[1 tTerla y!OI Jtn traba)O, EL SOCIALISTA, n.° 670$, 8 agosto

1939, pág. 1.lz^ CALVO SOTELO, JOSé., Ante e! momento político, ABC, Madrid, n° 8745, 4

enero 1931, pa‚ . 31.128 CONDE DE ROMANONES.. Un DZIGnrJO de! Conde de Romanoner en Sev:7la,

ABC, Madrid, n° 8747, 7 enero 1931, págs. 17-18.

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Haciendo predicciones sobre la democracia de la futura España seestablecía la dependencia democracia-libertad-reforma de la propie-dad agraria: «Ha dicho Henry George que "mientras no esté resueltoel problema de la tierra, la democracia, en el campo, será una ficción.Para que un hombre sea libre, independiente y feliz; para que la de-mocracia y la justicia social imperen, no basta con disponerlo así enuna ley, por solemne que sea -aunque se trate de la Constitucióndel Estado-. Es preciso dictar leyes complementarias y concretar queestatuyan en lo económico y en lo social preceptos humanos y justosque permitan de hecho la democracia y la libertad.

Pot no habetse realizado ésto en España es por lo que el sufragiouniversal ha podido ser confiscado a doce millones de campesinos porunos cuantos centenares de grandes terratenientes, usureros y caci-ques... Es pues, necesario y urgente resolver el problema de la tierra.La tragedia del agro español no es «invención de cuatrointelectualesp, como cínicamente declaraba hace diez años en el Se-nado un gran propietario. ^iene uña. realidad dolorosa que llega almáximo en Andalucía y Extremadura, donde entre unas docenas degrandes terratenientes se reparten toda la tierra, viéndose en cortijos ydehesas.miles de jornaleros, hambrientos y andrajosos, que carecende tierra y de trabajo.

Hay que resolver el pioblema de la tierra. Nuestro ideal sería lasocialización del campo, entregándose a grandes Sindicatos de labra-dores, a cuyo frente figuraban trabajadores técnicos y manuales. Peroséría insensato intentar de repente tal solución sin un previo cambiode la conciencia colectiva.. Lo que sí debe hacerse desde luego es ex-propiar los grandes latifundios, parcelándolos en milloñes de fincas yentregándoselos, mediante su pago garantizado con hipoteca de lamisma tierra, a los jornaleros rutales, que hoy toman el sol envueltosen harapos por no poder emplear su actividad, o abarrotan barcos deemigrantesblz^.

1^9 SÁNCHEZ-RIVERA, J., Ia tie^ra y!a democracia, Fl SOCIALISTA, n.° Gó42, 23 mayo1930, pág. 4.

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Arrendamientos rústicos, subarriendos y rentasde absentistas

EI contacto con la realidad económica y social fue llevada a cabopor miembros destacados del Partido Socialista, la publicación sencillapero detallada sobre la situación de los agricultores consolida la tesisgeneral de los agraristas. Los abusos estaban a la orden del día: «Tra-bajo de la tierra en arriendo a precio elevadísimo. Los dueños de larenta no sólo exigieron el pago de las mismas, a pesar de la mala cose-cha, sino que, como el trigo no daba el peso normal, obligaron al co-lono a completarlo aumentando la fanega en cliatro kilos que falta-ban^i30

Los problemas del subarrendado, que era el que únicamente tra-bajaba la tierra se multiplicaban no solo por el precio alto de la renta,sino también, por los abonos, siempre caros, el alto interés por eldiilero que ha de tomar a ptéstamo, la simiente y los aperos; todo es-to le hacen la vida imposible, y si viene.un mal año se arruina131.

Las ofertas de venta de tierras quedaban anuladas si medianteellas se quebrantaba el sistema tradicional: «Estuvo en venta una fin-ca de 4.000 h^ectáreas, 350 de labrantío y el resto de pastizal y alame-da. En principio se convino que la comprase el Sindicato par repartir-la entre los más necesitados; pero luego se han reunido los ricos y hanhecho que quedase sin efecto la compra ^Por qué? Porque si los po-bres tienen tierra suya para trabajar, no necesitan la ajena en arrien-do. Y esta finca pasó a manos de un particulara132.

Veamos alguna de las modalidades de los contratos de arrenda-miento: «a) A medias, el propietario solo pone la tierra siendo el dis-frute de los ganados para el señorito; b) Pago de tres fanegas de ceba-da, 100 Kgs. de trigo y 15 pesetas por fanega de tierra y el disfrute delganado para el señorito; c) Pago adelantado de 90 ó 100 pesetas porfanega de tierra. Todo esto teniendo en cuenta que la ptoducción esde 8 fanegas por cada fanega de tiertap133.

'3^ CoRDeso, Manuel., Impre.rionet de !a vida rura! (Cirnero.r), EL Soc^AUSrA, añoXLIV, núm. 6208, 2 enero 1929, pág. 2.

13' MORALEDA, MaIlO., LoJ afriendoJ y JubarliendoJ de tierfa, EL $OCIALISTA, n.°

6216, 1 enero 1929, pág. 4: NlleS[ra5 Campa[laS: ŭI. $OCIALISMO EN LOS CAMPOS.

132 CoRDERO. Manuel., Por la Fspaña rura!-Boadi!!a de Rioreco, Palencia, EL So-CIALISTA, n.° 6228, 25 enero.1929, pág. 4.

133 CARD^RO, Manuel., E! canzpe.rino y el teñorito (Belalcazar), EL SoCIALISTA, n°6240, 8 felireto, pág. 2.

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En ocasiones, la calidad de las tierras arrendadas era baja: «Los te-rratenientes arriendan la tierra de peor calidadn134 y alta la renta queen un solo pueblo emigra año tras año: «La renta de los herederos dela Casa de Medinaceli ascienden a 300.000 ptas. , siendo el total de lasrentas que paga el pueblo de 700.000 ptas.m135, haciendo posible porejemplo que: «Eŭija da la impresión de ser un pueblo soberbiamenterico, en cuanto de elld son testimonio los ^monumentales palacios ylos lujosísimos automóviles Buick que en la alameda vi desfilar conti-nuamente, rompiendo a bocinazos la armonía orquestal de laBandam136

La crítica al sistema de attendamientos rústicos no se hizo esperarcuando apareció el proyecto de real-decreto ley regulando los arren-damientos de fincas rústicas: «El proyecto de decreto-ley regulandolos arrendamientos de fincas rústicas presentado por la dictadura nopuede satisfacernos... El sistema de atrendamientos para la explota-ción de la tierra es un gravísimo mal que padece, no ya la agriculturaespañola, sino la de todos los países, y las medidas que tiendan a re-tocarlo y pulirlo pueden quizás contribuir a hacerlo perdurar cuandoa lo que hay que aspirar es a su total desaparición... Contra este siste-ma, manifestación inequívoca de la apropiación capitalista de la tie-rra, hay que laborar si queremos de veras ir hacia la implantación delcultivo racional y científico del. suelo^137.

Las injusticias de los subarriendos teilían lugar por múltiples con-ductos: «La condesa viuda de Campo-Giro tiene arrendado una ex-tensa finca a los señores Felipe y José Torres y éstos subarrendada aunos veinte agricultores que se han visto dolorosamente sorprendidoscon el embargo de la cosecha en virtud de la demanda judicial hechapor la propietaria contra los que labran la finca, porque los arrendata-rios, señores Torres, no han satisfecho el importe del arriendob138.

134 Coa^E2o, Manuel., De Baeza a Jimena, EL SOCIALISTA, n°6253, 23 febrero

1929, pág. 2.135 En un pueblecito andaluz (Espera), EL SoCIALISTA, n° 6322, 15 mayo 1929,

pág. 1.136 ReooNOO. Cayetano., La vida en Andalucía, Arpector delp^blema agrario en

Ecija, F^. Soc^nusrn, n9 G334, 29 mayo 1929, pág. 4.

137 En !a A.ramblea conrultiva: Sobre arrendamientor de fmcar rúrtica.r, lb. 6366,

pág. 1, 5 julio.138 De la Erpaña agricola: Un caro de injurticia (Zorita, Cáceres). F^. SocinusTn, n9

6396, 9 agosro 1929, pág. 2. '

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Del concepto liberal de la propiedad al de la función social

Arriendos y subarriendos, latifundismo, paro, analfabetismo, po-breza y caciquismo favorecían el cambio de la institución que consa-gró con el liberalismo la propiedad privada como derecho sagrado einviolable; la propiedad colectiva y la mixta, eran las únicas alternati-vas válidas al caos agrario: «No, la tierra no puede pertenecer a nadie,así como.nadie puede ser dueño del aire. Nosotros los socialistas, pro-pugnamos la socialización de los medios de producción y cambio. Unmedio de producción: la tierra. Un medio de cambio: la Banca^139.

La correlación entre el aumento demogr^co y la subida de lasrentas da como resultado la plusvalía: «Claro está que si la tierra estu-viera socializada, toda riqueza no creada pasaría a ser legítimamentepropiedad colectiva. Este aumento ño ganado de la tierra es una delas razones que aduce el socialismo para la socialización del suelop14oyendo más allá de las mejoras económicas:

«Ni con trigo ni trabajoni con jornal no a destajonos podemos conformar.Cada cual labre su tierraY hasta entonces arda en guerracorho un infierno el lugariQué desgracia es trabajar!Trabajar para los "amos"sin que nosotros podamosesperar la redención...!Como los bueyes uncidos,vamos los hombres nacidosbajo la inicua opresión...iMaldición para los "amos"!i Maldición !'41

EI dilema entre catolicismo y socialismo se ponía al rojo vivocuando de la propiedad se trataba: «No hay duda de que son buenos

139 A.R.O., La tiena no debe rer propiedad privada, EL SOCIALISTA. n.° 4222, 18enero 1929, pág. 4.

140 A.R.O., La plurvalía, EL SOCIAUSTA, n° 6240, 8 febrero 1929, pág. 4.14^ HERNt1NDEZ, AIe)O., Lo.r garrane.r de Robliza, EL SOCIALISTA, $ febrer0 1929,

pág. 4.

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patriotas y mejores católicos; quieren el orden, el progreso económicoy la felicidad eterna, pero un orden que conserve siempre en sus ma-nos el predominio de los elementos de producción; un progreso eco-nómico insaciable para llenar sus arcas y poder emplear sumas en lo-grar esa felicidad de ultratumba que a los trabajadores les será difícilobtenerp142. La falta de tierra exigía la distribución de los bienes co-munales y la aplicación de la Ley de Expropiación forzosa: «no estatáde más decit que en aquellos pueblos que posean bienes comunales,éstos deberán ser parcelados entre los vecinos que carezcan de bienesamillarados o en posesión, reservando una parte a la Sociedad o Sin-dicato agrícola que reina dentro de la localidad en condiciones pre-viamente determinada; que donde no las haya y sea posible crearlas,se debe aplicar la ley de Expropiación forzosa por causa de utilidadsocialn143. Los procedimientos para la socialización de la tierra nuncadeben ser violentos: «Y para ésto no son necesarios procedimientos deviolencia. Ni revoluciones a plazo fijo. Basta con llevar al campo airesde emancipación y culturar,t^. ^

Un medio eficaz para la asimilación cultural es la cooperaciónagraria: «Para vencer la resistencia de los intereses creados, para llegara la unión íntima y formal de los trabajadores, hemos de organizar lossistemas administrativos de todos los pueblos para qúe las fuentes deriqueza abándonadas sirvan de medio único que nos permita llegar ala potenciálidad de la producción por el sistema cooperativo, piedrafundamental de una buena civilización proletariap14s

Un alto porcentaje de los problemas sociales que aquejan a losagricultores encontrarán vías de solución en la reforma de la propie-dad: «La situación patética de los obreros reclama como solución unanueva organización jurídico-administrativa de la propiedad, de esteptoblema depende una modificación radical en la estructura políticay social de Españaa146. Sin embargo, la emptesa de la regeneraciónagraria no puede ni debe esperarse del Gobierno, los campesinos tie-

14Z 1.ÓPEZ c^sUZMÁN, JOSé., 1.OJ obferOJ agrlGO^aS de (Ia^^CCQJ, Fl ŭOCIALISTA, n.° G241,

9 febrero 1929, pág. 2.

14; I-IEeñcuro eL^oven., De la tragedia rural: Urge e! remedio, EL SoCIALISTA, n°

6246, 15 febrero 1929, pág. 4.144 A.R.O., F1 Jocialirmo y e! problema de la tierra, EL SoclAUSrA. n9 6282, 29

mazzo 1929, pág. 4.145 Iaborisca. Cooperación agraria, EL soclAUSrn. n° 6288, 5 abril 1929, pág. 4.146 Rtos. Fernando de., Sobre !ot problemaJ actualet 6293, 11 abril 1929, pág. 1.

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nen el deber imperioso de organizarse: «Mientras en España existanesos 8 ó 10 millones de campesinos desorganizados, con uno u otrorégimen político, la gran masa rural será víctima del cacique, del te-rrateniente, del usurerop147.

Cambiar el régimen de propiedad significaba abordar el proble-ma, urgente de alguna reforma agraria: «Las Reformas parciales noatenúan ni resuelven el problema, las soluciones han de ser más decarácter general y más rápidas:

1°) Punto básico: La reconstitución de. los patrimonios comuna-les para restituir a los Ayuntamientos todos los montes, de-hesas y tierras de labor detentadas por particulares.

2°) Donde no haya que se constituya con el 10% como mínimodel término municipal por medio de la Ley de Expropiaciónforzosa.

3°) Deberían declararse expropiables las fincas superiores a 250hectáreas de tierra de sembradura, o de 500 de sembradura,pasto y monte. ^

4°) Obligar -y si no se cumple expropiar- el dar un cultivoadecuado para su mayor rendimiento.

5°) Extender la legislación vigente de los obreros industriales alcampo.

6°) Reforma del régimen de arriendoslas

Todo este conjunto de iniciativas constituían una verdadera revo-lución que denunciaba el fracaso del sistema capitalista: «Abolió elrégimen territorial de los terrenos comunales y los bienes de propios,las inmensas propiedades de las iglesias y conventos que representa-ban unos y otras el refugio y la posibilidad del vivir, suprimió los gre-mios, introdujo la trata de negros, convirtió el trabajo en una mer-cancía. Lo que hay que hacer, es tarea -y árdua tarea- que incum-be al régimen de lo porvenir^l4^

Otro de los caminos por lo que el campesino puede llegar a latransformación de la propiedad es el de la política electoral para que

147 SANCHEZ-RIVERA., J., Nuertrar campañar: De !a Erparra trág: ŭa, lo.r camperinory ru deber, EL SoanL^srA, n° 6294, 12 abril 1929, pág. 4.

148 LARGO CABALLERO. FrancISCO., •‚ SOCSa11Sr110 Cft !OI GampOl: PPOhlema urgefZLe,

EL SOCIALISTA, n° 6306, 26 abril 1929, pág. 4.149 MoRÁN, Juan., La revolución agraria: Fraca.ro de! capitalirmo en !a agricultura.

El. ƒOCIALISTA, n.° 6396, 9 agosto 1929, pág. 4.

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sus representantes sean decididos defensores de la función social de lapropiedad: «Por tanto, el deber del obrero del campo es votat poraquellos hombres que luchan en el campo social cón honradez y en-tusiasmo, porque mientras la cuestión social no se enfoque desde unpunto de vista de transformación de la propiedad, cuantas libertadesse consigan serán falsas. Dando todos su voto al candidato socialistase invadiría los organismos oficiales, promoviendo una legislación so-cial desde el Gobierno. Desde el Poder se establecería el impuesto di-recto, confiscando la renta y prohibiendo la transmisión del suelo porventa o herencia^'so «Por tanto el obrero agrícola víctima del escarnioy del despotismo, ha de estar alerta para ŭuando cese el régimen deanormalidad en que hoy se halla nuestro país e ir como una flecha alas urnas y Ilevar a los comicios públicos una representación genuina-mente obrera y democrática^'sl

^Todo el empeño .cociali.rta se encaminaba a la pulverización o ala universalización de la propiedad? La respuesta consiste en la colec-tivización de lo que ya es colectivo y en el respeto a la pequeña pro-piedad: ^Por qué hablamos de propiedad colectiva? Unicamente por-que existe.

«^Acaso los ferrocarriles, las minas, los grandes almacenes, losBancos, las Compañías navieras, las metalurgias, las fundiciones etcé-tera, etc., no son propiedades colectivas?

Los detentadores de las acciones o de las obligaciones de esas Em-presas propietarios en común?

^Por qué aceptar o reconocer esas propiedades colectivas como«formas normales de posesión^ impuestas pot los descubrimientoscientíficos y combatir al Socialismo, que no hace sino extender «esasformas normales de posesiónp a la totalidad de los elementos huma-nos?

^En nombre de qué derecho superior y divino reservan la propie-dad colectiva a los capitalistas ociosos que la detentan y negar que seaprovechen de ella asalariados del músculo y del cerebro, que la po-nen en valor y la hacen producir? Pero cuando la propiedad colectiva,común, no existe, no tenemos la pretensión de implantarla pór lafuetza e imponerla por la violencia. Tal es la razón de nuestra actitudfrente a la pequeña propiedad industrial o agrícola.

^so A.R.O., F1 asma del campe.rino, EI $OCIALISTA, n.° 6414, 30 agosto 1929, pág.

4.'s' A.R.O., Ia verdadera libertad, EL SoC^nusrn, n° 6426, 13 sepciembre 1929, p.

4.

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No tenemos por qué expropiat al pequeño propietario que explo-ta su posesión ayudado por los suyos y a veces acudiendo a asalaria-dos, como no tenemos por qué expropiar al hetrador, ni al carretero,ni al carpintero del pueblo, que viven también de su propio esfuerzo.

'La socialización que perseguimos no afecta a los productores, sinoa los parásitos. No lesionará el interés legítimo de los laboriosos, perohará soltar la presa a los inútiles.

Si el Socialismo tiende a reemplazar la minúscula propiedad delos millones de campesinos asalariados: los pequeños arrendatarios oaparceros, por un verdadero derecho de posesión efectivo y real, quie-re dejar independientes y libres en sus dominios a los numerosos pro-pietarios, a quienes no hay que devolver la tierra porque ya la poseen.

Lo que el Socialismo podrá hacer en favor de esos millares de pe-queños propietarios será facilitarles el desenvolvimiento de sus me-dios de trabajo y acrecentar el rendimiento de sus explotaciones.

Será para ellos la ayuda preciosa, el consejero ptudente, que lesdemostrará, no con palabras, sino con actos, toda su solicitud y su de-seo de que intensifiquen la producción.

Y si algún día el cultivo se hace en común en una tierra transfor-mada en común, será porque la totalidad de los pequeños propieta-rios, conociendo la imperiosa necesidad de hacerlo, lo habrá decididoIibrementeb152

Hemos reflejado casi en su totalidad el artículo precedenteen cuanto que este punto será crucial para los destinos del mo-vimiento campesino, para la seŭunda República y para el inicio y eldesenlace de la guerra civil; la opción no socialista de los pequeñospropietarios, especialmente de las dos Castillas y de Aragón incidiódecisivamente en las cuestiones mencionadas.

La •ocialización de la tierra era apreciada como un problema vitalpor algo más que por la detentación de la propiedad: «EI problemamás interesante para la clase trabajadora es el de la socialización de latierra. Unos cuantos señores, dotados de uri extraordinario poder ad-quisitivo, o herederos de los que ayer lo tuvieron, ason los amos^ detodas las actividades y energías. Su organización les permite odiarseentre sí fraternalmente para expoliar mejor al resto de los humanos.Dueños de la tierra, acaparan fatalmente las industrias, la cultura cos-

ISZ C,OMPERE-MOREL.. Queremot univerJalizar !a propiedad, EL SOCIALISTA. n°

4.683, 18 de noviembre 1929, pág. 4.

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tosa, la higiene de privilegio, la política de emboscada, en fin lo ab-sorben todo. Destruyen la rebeldía en su nacimiento. Matan en ger-men las aspiraciones de los humildes. Hay pueblos en que llegan aacapatar la religiónlss

Frente al progtama socialista, un sector de la derecha comprendióla necesidad de transformaciones que hiciesen evolucionat el derechode propiedad privada hacia aspiraciones más justas y sociales, el sectorintransigente no se andaba con contemplaciones y su respuesta fuedecididamente violenta para no ceder un ápice en la situación favora-ble que disfrutaba.

Las manifestaciones del ala moderada fueron en estos términos:«Vamos a invitar al patriciado agrícola andaluz a que reflexione. Pormuy atrasada de cultura que esté nuestra burguesía rural, no puedeignorar la orientación actual de las ideas sobre la propiedad. EI geor-gismo ha dejado de ser una utopía y anda disuelto en toda la literatu-ra política de nuestro tiempo.

Dé, pues, el Gobietno el primer paso y que el gran terratenienteandaluz le siga...ni54 La renovación de la agricultura era también in-dispensable: aPreconiza la intervención directa del Estado en la reso-lución de los latifundios, rentas y colonias, en unión de colaboradorestécnicos que cooperan en esta gran labor patriótica. Trata también elSr. Massó del absentismo... Termina su interesante conferencia acon-sejando una política nueva libte de trabas tradicionales^'ss. Ante laperspectiva de elecciones: aLos viejos partidos monárquicos giran delestrecho y enteco consetvatismo montado sobre privilegios de claseoponiendo un orden de justicia social distributiva en el que -comoanuncia repetidas veces el mismo Romano Pontlfice ,- las clases ricastendrán que padecer y ceder en prepondetancia. La alternativa es cla-ra o evolución o revolución. Pero esta evolución es ya revolución tre-menda para los inenesA's^ La propaganda del Partido NacionalAgrario abogó: aPara sacar a la agricultura del actual marasmo hay dos

's3 Lóaez Cnznu.n. San[iago., Temat vitale.r: I^t rocializac:^ón dela tierra, F^t. Socin-usTn, n° 6588, 21 marzo 1930, pág. 4.

^s4 BuENO, Manuel., Fl problema agrario andaluz, ABC n° 8752, 11 enero 1931,

P^• 3.^ss Mnsso S^n+o. Luis, Renovación de !a política agropecuaria en Etpaña, Conferen-

cia en la Real Sociedad de Amigos del País, ABC, n° 8765, 8 febrero 1931, pág. 41.'ss SñNCHEZ Mnzns, Rafael., NuevoJ^anoramar, en España empiezan a regis[rarse

nuevos fenómenos políticos, ABC n° 8794, mazzo 1931, pág. 3. ^

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caminos: la tevolución y la legalidad, y hay que agotar ésta para nodar lugar a aquéllap's^

Y, al menos, como dique de contención del bolchevismo, se pe-dían reformas en el sistema de la propiedad: «En esta Patria nuestra,tan pródiga de bienes cual ninguna otra. ^No hay nada que hacer enevitación de que la chispa roja, prenda y haga hogueras en el rescoldodel desengaño y de la ignorancia? EI desenfado político inspirado enun subjetivismo intransigente ^ha de continuar? La tierra que da pana todos los hombres, ^ha de ser regateada a quienes en una parcela deella ansían vida y hogar? La propiedad no es un robo, como aún vo-cean los nihilistas pero cuando es usuraria y negrera sirve de piedra pa-ra afilar la piqueta de la destrucciónblss

A los «durosp de la derecha no les importaba ser motejados de«conservaduros^ y en funciones de ataque y defensa su irritabilidadfácilmente se traducía en violencia. Reproduciendo y comentando unartículo de La Nación en torno al folleto de los revolucionarios de JacaRNueva Creación^+ redactado por el capitán Galán: «Los delitos llama-dos contra !a propiedad son de una calificación absurda terminánte.Que todos tengan la misma parte de propiedad de la riqueza general,y los delitos de este género serán desconocidos. Toda la riqueza serápropiedad del Estado, como poder representativo de la colectividad.El Estado, para datle autonomía y la independencia necesaria a todoslos factores vitales de la economía, otorgará en, u.cufructo la propiedadde la riqueza a los que la hacen producir. Todos los fundamentosmorales y sociales de la civilización cristiana y moderna pugnan con-tra los anarquizantes propósitos que se destacan en las líneas reprodu-cidasA's^.

El antisocialismo se manifestaba insólitamente por medio de unagrarista: «Urge pot tanto, demostrar a los numerosos ausentes de laciudadanía las consecuencias de todo intento de cambio de régimenpolítico a la hora actual. Para ello no tenemos sino transcribir los pá-rráfos rebosantes de claridad que escribe Paúl Louis en su libro de es-tos días: Les idées essentielle du Socialisme, París, Riviere, 1931^1^0

29.157 Propaganda delPartido NacionalAgrario, ABC n° 8978, 7 marzo 1931, pág.

158 CASANOVA, SOEÍo-, De noste a Sur, ABC n° 8819, 1 abril 1931, pág. 4.

159 La República que nor erperaba, ABC n° 8751, 11 abril 1931, pág. 25.

^^o VIZCONDE DE EZA, AYtIO a IOJ tndtferentec, ABC n° 8764, 24 enero 1931, paŭ .

10-11.

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Volviendo sobre el opúsculo de Galán: «Y con este antecedenteno es de admirat que Galán atribuyese a la República española engestación -en la que nos iban a traer los neorrepublicanos escapadosde la butguesía monárquica- el único ptopietario sería la República.Repitámoslo para que nos oigan los distraídos. La República quenunca existió en España, que ninguna patticipación tuvo en la crea-ción de la tiqueza española, que ninguna participación tendría -aúr.instaurada- en la producción de la futura, concentraría en sus ma-nos toda la propiedad españolan'^'

Ahora, la acusación se extendía a toda la izquierda: «Esas llama-das izquierdas españolas, constituyen, por su carencia de ansia y desentido jurídico, el obstáculo perpetuamente alzado en el caminoque ha de seguir todo propósito transformadorm1Gz

El botón de muestra de un terrateniente cierra el bloque de mani-festaciones antirreformistas, el gran propietario rural en cuestión lan-za la idea de constituir una Federación patronal agraria. Primeramen-te ataca a los socialistas: «Y dice que Primo de Rivera fue un dictadorde merengue por no haber acabado con todos los cabecillas intelec=tuales y analfabetos del motín y la algarada... Propugna que hayaSindicatos patronales en todos los pueblos de Jaén, los que se regitánpor unas bases de lo más reaccionarias y autocráticas que conocemos.

Véase las que tienen relación con la clase ttabajadora.

I' Intransigencia absoluta en acceder a todo lo que sea desarticu-lar la prestación de trabajo, y, por tanto, mantenimiento a todo tran-ce de los usos y costumbres, destajos y admisión de forasteros.

2' Jornal suficiente para mantener un obrero sobrio (que comapoco) y honrado (además), y escala automática de alza y baja con re-lación a las alzas y bajas de aceites y cereales.

4' Traer obreros sindicalistas libres que saquen de la vergonzosaesclavitud a que les tienen condenados las Agrupaciones Socialistas,invitando para ello a Puyuelo y además directores que acabaron conla dictadura socialista en Barcelona. Pero ob§ervese bien lo que el se-ñor Contreras descubre. Como patrono, como gran terrateniente an-daluz, quiere llevar a Andalucía a los sindicalistas libres para que se

^^^ PRADERA. Víc[OL, Meditacioner teológicar: FL D:ór de !a r^epública, ABC n°8774, 7 febrero 1931, pág. 3. ^

'6z DE tn Mnzn. T.G., Unat palabraJ profética.r de CaJtelar, ABC n9 8792, 28 fe-brero 1931, págs. 3-4.

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peleen con los socialistas. Si alguien dudaba de que los sindicalistaslibtes son esclavos de los pattonos a quienes sirven, el señor Contrerasaporta la prueba de esa desgraciada verdad.

7a Boicotaje a todos los elementos contrarios.8 a Junta federal patronal en Jaén en el otoño y primavera pata

convenir las líneas generales de la conttatación y presentar unido ycompacto el bloque patronal frente al bloque socialista.

No queremos hacer comentatios contra esta actitud imprudentede los patronos; nos llevaría muy lejos; pero tomamos nota y espera-mos, no para acometer, sino para defendernos, y la responsabilidadcaerá sobre los promotoresp163

Así pues, los ejes básicos sobre los que debía girar la agricultura es-pañola en el nuevo régimen eran la reforma en profundo del sistemade arrendamientos rústicos, la expropiación forzosa de los latifundios su-periores a 250 hectáreas de labor y la revisión jurídica del concepto depropiedad, en definitiva, en el horizonte de los partidos políticosaparecía un nexo común sobre la necesidad de una reforma agraria.

No olvidemos que el hecho innovador de los partidos prestandoatención al mundo rural, estaba en función de ganarse adeptos y sim-patías y de adelantarse a los acontecimientos que en un clima de li-bertad podían ser la segunda edición agravada del trienio bolchevis-ta. La pauta de la nueva política fue dada por el PSOE: «Durante elcongreso de 1927, una representación local resumió de modo elo-cuente las razones del prolongado interés del movimiento socialistaen los asuntos del campo con estas frases:

Mientras no se siembre en los campos, las ciudades no darán fru-to. Mientras no llevemos ideas a los pueblos, la ciudad y el campo se-rán enemigos. Vosotros, el Congreso, ya sabeis lo que esto significa.Políticamente, supone una fuerza enorme que pudo ser amiga y no loes, porque la dejamos a merced de cualquier caciquillo. Revoluciona-riamente supone una constante amenaza de fracaso. El campesino esel peso muerto que inclina la balanza^tG4

Existían pues, el consenso en la izquierda y en la derecha para ela-borar la plataforma común, pero veremos más adelante en los próxi-

163 Gentel de orden. La noble a.rpirac:^ón de un tenateniente, Et Soc^n^isrn n°

6678, 6 julio 1930, pág. 3.^^ Véase Mn^eFnKis. E., ob. cit., págs. 193-194.

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mos capítulos, que los extremistas del maximalismo revolucionario ydel inmovilismo cerril no cejaron en su proyecto desestabilizador has-ta conseguir enjaular al país en la lucha armada.

LA MINORIA PARLAMENTARIA AGRARIA

EI número de partidos políticos durante la Segunda Repúblicafue tan abultado, que a este período democrático se le ubicó en el es-pacio de los regímenes clatamente multipartidistas. La explicaciónque el politólogo Maurice DuvExGER da del fenómeno en general ayu-da a conocer el caso particular español. «EI individualismo profundode sus ciudadanos, su gusto por la otiginalidad personal, cieno carác-ter anárquico de su temperamento, introducen una inclinación bas-tante clara al polipartidismo en los países latinos. EI ejemplo de lossocialistas italianos podría ser objeto de meditación a propósito de es-to, con su propensión clásica a dividirse en gtupos tivales. Más claratodavía es la de la Repúbliŭa Española (siendo España mucho más anár-quica que los demás pueblos latinos): encontramos 17 partidos en lasCones Constituyentes, 20 en la Cámara elegida en 1936n1^s

La manifestación más abultada del multipartidismo que facilitódos bloques o frentes electorales antagónicos hasta provocar el en-frentamiento de la guerra civil, queda bien manifiesta. (Cuadro 16).

Dentro de este multipartidismo, y, a tenor de la dicotomía izquier-das-derechas al que el primero dio lugar por la inexistencia de un parti-do de Centro al estilo de los países europeos de Occidente, los pattidosque componían el esquema de la detecha española en el primer bieniorepublicano (1931-1933) eran los siguientes: (Cuadro 17).

La referencia resultaría incompleta, de ahí que necesariamentehaya que incluir a la MiNO>tín Vnscorrnvnxxn, «Minoría parlamentariaintegrada por los diputados nacionalistas, tradicionalistas e indepen-dientes de derecha de las provincias de Alava, Guipúzcoa, Navarra yVizcayaD166

Como puede observatse, en los dos cuadtos anteriores aparece elPartido Agrario, lo cual resulta novedoso en la historia española de

ibs Duveecex. Maurice, Lot pastidot político.r. Fondo de Cultura Económica, Mé-

xico, Quinta reimpresión, 1974, págs. 265-26G. ,^^ Gtt RoetFS. José María., Ds}cur.roJ parlamenta^io.r, Taurus Eiciones, Madrid,

1971, pág. 789.

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CUADRO 16. MULTIPARTTDISMO

Sindicalista ................... ....Bloque Unificación Marxista.. . . . . . . . .Partido Comunista . . . . . . . . . . . . . . . . .PSOE .....:.....................

maximalistas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .otros ..........................

Esquerra ( izquierda catalana) . . . . . . . .Acción Republicana (Azaña) . . . . . . . . .Izquierda Republicana ( I.R.) . . . . . . . . .Organización Regional Gallega Autó-

noma (ORGA) . . . . . . . . . . . . . . . . . .Radical Socialista Indépendiente . . . . . .Radical Socialista . . .. . .. . . .. :. . . . ..Unión Republicana .. . .. .. . .. . . . . ..Republicanos de diferentes coaliciones .Partido Federal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Progresistas .... . . .. . ... . . . . .. . . . ..Intelectuales al Servicio de la República

(Onega y Gasset) . . . . . . . . . . . . . . . .Derecha Republicana . . . . . . . . . . . . . . .Republicano Liberal Demócrata . . . . . .Derecha Libetal Republicana . . •. . . . . . .Republicanos Conservadores . . . . . . . . .Pattido Radical (Lerroux) . . . . . . . . . . . .Centro ...........................Lliga Regionalista (derecha catalana) . .Pattido Nacionalista Vasco, etc. . . . . .Independientes del centro-derechá y de

la derecha ......................Agrarios .........................Acción Nacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . .Acción Popular, CEDA, Derecha Regio-

nal Valenciana (Gil Robles) . . . . . . . .Renóvación Española ( C. Sotelo) . . . . . .Bloque Nacional (el mismo) . . . . . . . . .Tradicionalistas (Carlistas) . . . . . . . . . . .Nacionalista (Fascistas) . . . .. .. . . . . ..Falange ..........................No identificado . .. . . . . . . .. . .. . . . ..

Fuente: (LNZ.J.J. Ob. cit., págs. 168-169).

Asamblea Legislatura Legislatura

constituyente elegida elegida

elegida en en noviembre en febrero

junio de 1931 de 19i3 de 1936

- - 1- - 1- 1 17105 61 99

4950

34 22 3624 5 -- - 87

14 6 en I.R.- 2 -50 2 -- - 3962 - -10 1 -8 3 6

10 - -13 - -2 9 16 - -- 17 370 100 4- - 16

2 24 1213 12 10

13 10 424 49 12

3 - -

- 105 882 13 -- - 13

2 25 9- 1 -- 1 -

3 5 5

470 474 474

116

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CUADRO 17. PARTTDOS DE DERECHAS DURANTE EL PRIMERBIENIO DE LA SEGUNDA REPUBLICA

Católicos liberales.- Alcalá Zamora y Miguel Maura.- Solución negociada

Tradicionalistas

Autoritatios Grupo de derechas anterior a laRepública dando a este términoun sentido muy amplio. Eranlos civiles que habían apoyadoa la Dictadura de Primo de Ri-vera, pot ejemplo el joven y ca-paz ministro de Finanzas JoséCalvo Sotelo, eran partidarios

. del viejo líder conservador An-tonio Maura.

Agrarios

y armoniosa de lacuestión teligiosa.

Los herederos y loscontinuadores delcarlismo de reaccióncatólica más recalci-trante en las pto-vincias del Norte yEste de España,contrario a las ideassantiespañolass dela Ilustración, la to-lerancia religiosa yel gobietño centra-lizado y burocráti-co.

Queríari hacer lascosas de forma tec-nocrática y eficien-te, pero tampoco .ecan antiparlamen-tarios dogmáticos.Acudiendo a untérmino contem-poráneo, diríamosque eran agaullis-tas más bien queafascistasa.

EI grupo agrario era una amalgama parlamentaria im-provisada a partir de fuerzas políticas dispares. La mi-tad de sus diputados eran ex-monárquicos liberalescatólicos agrupados para defender la Igleria, lo.r dere-cho.r de !a propiedady los intereses de los cultivadorescastellanos. Dos eran tradicionalistas y el resto parti-dario de una nueva organización fundada por el so-cialcatólico Herrera en abril de 1931 con el nombrede ACCION NACIONAL.

Fuente: Elaboración personal a partir de Cn2a. R., Ob. cit., págs. 69-75.

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los .pattidos políticos existentes desde el XIX. Más aún, denominarpattido político en sentido estticto a la Minoría Agraria conlleva unadificultad permanente. Tal es el patecer de Duverger para quien noexiste una clase campesina, ^Sino una oposición entre el proletariadoagrícola y los poseedores y, más aún, entre el pequeño y el gran cam-pesinado. De ahí la dificultad natural para creat partidos campesinos,los 1'unites inevitables de su extensión y Su tendencia bastante genetalhacia la derecha y el conservatismo; prefiriendo los pequeños campe-sinos y el proletáriado agrícola agruparse en los partidos socialistas ocomunistas. Los partidos campesinos son, pues, relativamenterarosb'^^

En tal sentido, la balanza de la política española no podía incli-narse por el peso de la Minoría Agraria en favor del mundo rural porrazones obvias.

Por si esto fuera poco, desde la misma izquierda tampoco se habíapotenciado y mucho menos robustecido, el movimiento agrario. Eneste sentido el intento anarcosindicalista de construir una organiza-ción corporativa autónoma -la Federación Nacional de Agricultoresde 1913-1918- aparece un tanto prematuro. Y el acuerdo tomadoen 1928 por la U.G.T. (Unión General de Trabajadores) de fundaruna Federación de Trabajadores de la Tierra sólo se aplicará en abrilde 1930. Por tanto, el movimiento sindical en el campo seguía siendominotitatio y sólo cobró cierto vigor en aquellas regiones donde habíagran número de pequeños arrendatarios: Galicia (movimiento deMonforte: 1918) y Gataluña (Unió de Rabassaires: 1922)r^s

En última instancia aunque España era eminentemente ag'raria,el doble proceso de la industrialización y de la urbanización ya habíainclinado el peso a favor de las ciudades.

La envergadura de este proceso queda claramente puesta de ma-nifiesto al observarse que el crecimiento de la población urbana-entendida ésta como los residentes en aquellos municipios mayoresde 10.000 habitantes- ha sido superior al 2% anual medio entre1900 y 1970; lo cual ha significado que del 32 % de la población totalconsiderada como urbana en 1920 se pase al 42%, en 1930, el 56%en 1960 y el 66% en 1970^^^.

^^^ DUVERGER. M., Ob. Ci[_, pág. 263.1G8 MnURicE, Jacques, ob. cit., pág. 18.

^^^ ESreanN. Alfonso de., Lat árear metropolitanar en Erpaña: un análirir ecológi-

co, Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid, 1981, pág. 15.

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El significado de la urbanización de la sociedad española en la dé-cada de los años 30, clarificaba y corregía las tendencias de coyunturasanteriores. Como ha señalado J J. Lu^rz: «En España, las ciudades erandemasiado importantes, los lazos entre la estructura urbana de podery la propiedad de la tierra demasiado estrechos, y la religión comoproblema nacional demasiado ostensible para hacer el conflicto rural-urbano más importante que los conflictos de clase y religión»170.

Dentro de estas estructuras más industriales y urbanas la MinoríaAgraria estuvo dentro de la órbita de la derecha o de las derechas em-pleando la terminología de Raymond Carrt^l, para el profesor del St.Antony's College de Oxford.la derecha (o las derechas) significabael conjunto cle partidos y de individuos que vieron en la defensa de lareligión o de los intereses religiosos su tatéa política fundamental17z;así es, por cierto, como se def nieron en general los españoles de dere-chas en los años 30... Hacia 1931, las ideas del catolicismo social ha-bían empezado a difundirse entre algunos jóvenes intelectuales cató-licos gtacias al esfuerzo de un enérgico y emprendedot seglar, AngelHerrera, director influyente del Diario EI Debate173.

La primera organización de signo católico tras la caída de Primode Rivera, fue Acción Ca.rtellana fundada en junio del año 1930 porLamamié de Clairac con el fin de presentar candidatos a elecciones.

Proclamada la Segunda República y como fruto de unas reunio-nes celebradas en EI Debate, se fundó Acción Nacional, cuyo objeti-vo consistía en establecer un fuerte núcleo de resistencia agrupando alas fuerzas de derechas no republicanas para preparar las eleccionesconstituyentes anunciadas. Su reglamento fue presentado en la Di-rección General de Seguridad el 29 de abril de 1931.

El 11 de junio en el mitin de Ledesma nació la opinión agraria delmovimiento católico.

EI 14 de junio en la Asamblea celebrada en la plaza de toros de

Para un análisis del proceso de urbanización de la sociedad española véase Diez Ni-co^ñs. Juan., Erpecicrlización funcioria!y dominación en !a Erpaña usbana, Publicacio-na de la Fundación Juan March, Guadazrama, Madrid, 1972.

^^^ 1,NZ, J.J., ob. ci[., págs. 144-145.^^^ Su valiosa obta ESVAn7n 1808-1939, Ediciones Ariel, 2? ediŭ ión, Barcelona,

1970, contiene impottante bibliografía sobre ta Segunda República y la guerra civil enlas páginas 578-663. •

^JZ Cn2x. Raymond y A.A.W., Ertudiot robre !a República y la ^uena civileJpa-ñola. Ariel, Bazcelona, 1973, Pág- 67.

^^j Ob. ci[., págs. 68-69.

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Salamanca en donde reunidos propietarios, colonos y obreros se apro-baron 12 conclusiones, y se acordó la presentación de candidatos paralas elecciones.

Quiero destacar las conclusiqnes más relevantes:

...Sexta. Partiendo del fecundo principio de considerar la propie-dad de la tierra como función social, ha de estimularse el buen culti-vo, llegando hasta decretar la expropiación indemnizada de las fincasno explotadas.

...Séptima. EI partido declara su oposición a la creación de asen-tados pero admite tlna legislación que tienda a la división de los lati-fundios con destino a la creación de pequeños propietarios siempremediante la justa indemnización a los dueños y por motivos de mejo-ra de explotación económica174

Era la creación del Bloque Agrario Salmantino que representabalos intereses de la clase rural.

La constitución de la Minoría Agtaria se efectuó al abtirse lasCortes Constituyentes el 14 de julio de 1931. La minoría agraria esta-ba formada por los diputados elegidos sobre todo por las dos Castillasy León, se constituyó formalmente el 15 de julio en Burgos bajo la pre-sidencia de Martínez de Velasco.

Es relevante para nuestro estudio el análisis de la Minoría Agrariaen cuanto que el grupo se constituyó en baluarte defensor con posicio-nes ultras de la propiedad privada y de la cuestión religiosa que pasio-nalmente defendió también la minoría vasconavarra. También porŭontat entre sus miembtos con antiguos Ministros, Diputados y Sena-dores, porque algunos de sus componentes estaban afiliados a Ac-c^brr Nnc •otvnr. (luego Acctórr PoPULnx) -entre ellos José María GilRobles. Pór la interrelación de la Minoría con el citado partido de Ac-ción Nacional, con el Partido Tradicionalista y con numerosísimas or-ganizaciones de derechas que vinieron a ser distintas caras de la mis-ma moneda. Por cuanto que algunos miembros serían después de laC.E.D.A. y del Movimiento Nacional. Finalmente estimé necesarioprestar atención a la agrupación agraria porque representaban en lasCortes Constituyentes a provincias cuya estructura de la propiedadrústica no erá latifundista (a excepción de Salamanca).

'^4 AxTO^n, Miguel., Partidor y Progranzar político.r 1808-1936, Aguilar, Madrid1974-75, Vol. II, págs. 401-403.

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Según el Vizconde de Eza: «Es curioso de señalat la trayectoria se-guida por no pocos que en tiernpos fueron libetales, después conser-vadores, luego de la Unión Patriótica o del Somatén, tomaron ense-guida posiciones en la República y por cubrir un poco las formas yque no se descubriera demasiado la tosca hilación con su pasado, hancreído, que les iba bien el llamatse conservadores en la República yfaciliYar aún más el calificativo con el aditamento de «agrariob. Loseternos caciques que se adaptan al momento, a la oportunidad, alambiente, buscando el mando en sus respectivas ptovinciasDt^S.

Un integrante del gtupo de la Minoría agraria la define a ésta co-mo: «Minóría parlamentaria integrada por los diputados de centro yderecha, reptesentantes en su mayoría de las provincias leonesas y cas-tellanas>,176

El noble adjetivo de «centristasA con el que Gil Robles etiqueta asus antiguos corteligionarios no es válido para una minoría que hizouso de sus actas de parlamentarios únicamente para practicar el obs-truccionismo y descalificar sistemáticamente a la coalición guberna-mental. Sobre todo, porque habiendo levantado la bandera de «agra-riosp fueron los que se opusieron con énmiendas en el Congreso-ptesentando más de 100 enmiendas sobre un total de 340- y contoda clase de aŭtos públicos en la calle, a cualquier intento de modifi-cación de la estructura agraria del país y en definitiva a la implanta-ción de una sociedad más justa y más equiparadat^^^, con ello se afir-maban en las posiciones adoptadas en la Comisión que dictaminó elproyecto antes de ser debatido178.

t^s VizCONDe oe Ezn, Agrarirmo. C. Bermejo Impresor, Madrid, 1936.

176 Git RostES. José María., Di.rcur.ro.r parlamentario.r, ob. cit., pág. 792.

t^^ <En pocos casos como en este -él planteamiento del problema del régimen depropiedad, abordado en torno al proyecto de Ley de Reforma Agraria-, se hace tannécesario paza Gil Robles convencer a sus propios seguidores antes que a sus antagonis-tas. En la conferencia pronunciada en el domicilio de Acción Popular (15 de junio de1932), queda bien definida una postura que no se integra exactamente en la vettientede la revolución liberal, pero tampoco en la de la revolución socialista; que busca untérmino medio -el justo medio de que hablaban los doctrinarios del siglo XIX- en-tre individualismo y colec[ivismo. Resuenan, en las doctrinas de Acción Popular, losecos de una entrañable tradición española que preconiza <la armonía de las dases socia-

les por una inteligencia de justicia. ib. prólogo de Carlos Seco Serrano, pág. 25.178 En la reunión del proyecto, los Diputados de la minoría agraria y la extrema

derecha acumulaban los votos particulares y las enmiendas. AtvnREZ Mt=.t•rotzñant pre-sentó al proyecto 15 votos particulares que hubieron de ser discutidos pausadamente,11 presentó Dinz oet Moent. 7 el agrario Mnttrí^EZ ^E VEtnsco. EI señor Cnsnt.ut:vn

se desquitó a la hora de presentar enmiendas al proyecto, presentando 24; le

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Con anterioridad, es decir en el otoño de 1931, durante la discu-sión del artículo 26 del Proyecto de Constitución, que como es sabidotuvo lugar en la sesión nocturna del Congreso del día 13 de octubre,al presentar -mediante disŭursos- Azaña la propuesta del Gobier-no sobre la conveniencia de que el Estado fuera no confesional, losdiputados agrarios dieron el portazo a la sala del Congreso. A conti-nuación orquestaron la campaña revisionista de la Constitución cuyoproyecto seguiría debatiéndose hasta el 9 de diciembre del mismoaño de 1931, contribuyendo así al enfrentamiento primero y a la gue-rra civil después, e imposibilitando -al decir de Salvador de Mada-riaga- cualquier semilla de una política de centro.

Y, finalmente emprendieron una táctica de contiarreforma y deboicot a todo lo que supusiera cambio económico y transformaciónsocial, la herencia del Siglo XIX español iba a presentatse enseguidacon una virulencia inusitada entre las dos Españas'^^.

Los Cuadros que se insertan a continuación vienen a resumir concierta cuantificación al grupo patlamentario de la Minoría Agraria encuanto a su número, profesión, circunscripción electoral, vinculaciónen algunos casos a la Confederación Nacional Católica Agraria o mo-vimiento sindical católico-agrario (José María Gil Robles Ilegó a serSecretario General de la misma, y, José María Lamamié de Clairac suPtesidente en 1938), la atomización del grupo que poseyendo sola-mente 26 diputados tenía cuatro líderes influídos por otras tantasideologías (o matices de la misma ideología) y tendencias políticas, lavinculación y la inserción en las derechas españolas y, finalmente, suconexión con las organizaciones patronales de la Agricultura españo-la.

siguieron el agrario CID, con 22 enmiendas, REINO CAAMANO COn 12, FERNe1NDEZ CAS-

TILLEJO COn 11, •IMAMIE DE CCAIRAC COn ^ y OROZCO COn Sa. ^RAMÍREZJIMÉNEZ. ManUCL,

Lor grupo.r de pse.r:ón., Ob. eit., pág. 174).

'^^ La actitud de Azaña en la discusión del artículo 26 de la Constimción y la reac-ción de los diputados católicos abrió la sima entre las dos Españas y tuvo consecuenciasincalculables: aQuien contempló impasible la retirada de la minoría agraria -el cam-po castellano- y la minoría vasconavarra -la montaña del Norte-, carecía de sensi-bilidad política. Quien tuvo en poco las dimisiones de Alcalá Zamora y de Maura, pa-deció un grueso error. Alcalá Zamora ascendería a la Presidencia de la República paraguardar una Constitucióa con la que estaba disconforme y por muy buenas razones.Miguel Maura no volvería a ocupar puesto alguno de gobierno; y esto sería... pésimopara la Repúblicas, PAS6N. Jesús., Cambó. Tomo I[, 2' parte, Alpha, Barcelona,1968, pág. 204.

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CUADRO 18. COMPOSICION DE LA MINORIA AGRARIA

Provincia Diputados Profesión

Burgos 1. Tomás Alonso de Armino y Calleja Catedrático2. Ramón de la Cuesta y Cobo de la Torre Abog. y Cat.3. Aurelio Gómez González Abogado4. Ricardo Gómez Rojí Sacerdote5. Francisco Estévanes Rodríguez Abogado6. José Martínez de Velasco Abogado

Cuenca 7. Joaquín Fanjul Goñi Militar8. Modesto Gosálvez Fuentes y Manresa Ingeniero

Logroño 9. Tomás Ortiz de Solórzano y Ortizde la Pŭente Ingeniero

Oviedo 10. Angel Menéndez11. Angel Satmiento

Palencia 12. Abilio Calderón Rojo Abogado13. Ricardo Cortés Villasana Abogado

Salamanca 14. Cándido Casanueva y Gorjón Notario15. José Matía Gil Robles y Quiñones Catedrático16. José Lamamié de Clairac y de la Colina Abogado

Sta. CruzTenerife 17. Andrés Arroyo y González Chaves AbogadoSantander 18. I.auro Fernández y González Sacerdote

19. Pedto Sainz Rodtíguez CatedtáticoSegovia 20. Rufino Cano de Rueda AbogadoToledo 21. Dimas Madariaga y Almendros Empleado

22. Ramón Molina Nieto SacerdoteValladolid 23. Pedro Martín y Martín Ingeniero

24. Antonio Royo Villanueva CatedráticoZamora 25. José María Cid y Ruiz Zorrilla Abogado7aragoza 26. Santiago Guallar Poza Sacerdote

Fuente: República Erpañola. Cottes Constituyentes 1931, Editorial Rivas, Cuesta de

Santo Domingo, 15. Mad[id. BIBLIOTECA DE LAS CORTES FSPAÑOLAS.

Este grupo patlamentario que suscitó en algún momento la espe-ranza de que climpliría con decoro el rol de la aderecha civilizadan,sin embargo, se situó y se comportó más allá de la derecha tradicionalconstituyéndose en baluarte de la reacción a todo reformismo, y, enúltima instancia como la dereclia dura que en más de un caso repre-sentaba la hostigación a la guerra civiltso

's^ Con la implantación de la República y la marcha del Rey, la ya escasa integra-ción monárquica se disuelve y, precisamente, con la excepción del grupo reducido que

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CUADRO 19. NUMERO DE DIPUTADOS DE LA MINORIA AGRARIAELEGIDOS POR LAS CONSTITUYENTES (JUNIO 1931)DE LA II REPUBLICA, DISTRIBUIDOS POR PRO hINCIASY COMPARACION CON EL RESTO DE LAS FORMACIO-NES POLITICAS

ProvinciaTotal

Diputados Paztidos Agrarios

Burgos 8 Radical: 2 6Cuenca 6 Radical: 1

Socialista: 12Derecha liberal republicana: 1Acción Republicana: 1

Logroño 4 Socialistas: 1 1Radical-socialistas: 2

Oviedo 16 Socialistas: 4Agrupación al s R: 2Radical-socialistas: 4Republicano federal: 122Radical : 1Derecha Liberal Republicana: 1 •

Palencia 4 Acción Republicana: 1 2Derecha liberal republicana: 1

Salamanca 7 Socialista: 1Sin clasificar: 1 3Liberal demócrata independiente: 1Derecha liberal republicana: 1

Sta. Cruz 6 Radicales: 4 1de Tenerife Socialistas: 1

más tarde constituirá Acción Española (AE), la .desbandada fue generab. En estosdías, surge otra vez, la idea de relanzar un movimiento ideológico contrarrevoluciona-rio monárquico en donde los supuestos liberales, que defendieron a la Monarquía caí-da, fueran sustituidos por esquemas tradicionales y autoritarios corporativos. Quinta-nat, Maeztu, Vegas Latapié reiniciarán esca labor.

Ia derecha, ca[ólica y monárquica, responderá ante la nueva situación, fragmen-tando su actuación en un doble sentido: los partidarios de la defensa propietaria delordea social y del catolicismo, influidos por el Vaticano con Angel Herrera, constitui-rán Acción Nacional, es decir, la organización política de la :Acción Católica.; y lospaztidarios ptioritarios de la defensa de la monarquía, sin concesiones accidentalistas,crearán el Círculo Monárquico Independienre, la derecha católica y monár-

quica se aglutinó en la Ilamada :minoría agrariaD. Moeono. Raúl., ACCióN ESPA-t^otn.. Orígenet ideológicor de! franquitmo, Tucar, Ed. Madtid, 1980, p. 95-96.

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ProvinciaTotal

Diputados Partidos Agrarios

Santander 7 Radicalsocialistas: 2Republicano federal: 2 2Socialistas: 1

Segovia 4 Accibn Republicana: 1Socialista: 1 1Sin clasificar: 1

Toledo 10 Socialista: 4Radical: 2 2Radicalsocialistas: 2

Valladolid 6 Socialista: 2Acción Republicana: 1 2Radicalsocialistas: 1

Zamora 6 Republicano independiente: 2Agrupación al servicio de laRepública: 1 1Radicalsocialistas: 1Socialistas: 1

Zaragozacapital 4 Radical: 3 1

Fuente: De elaboración personal a partir de los datos del folleto República Erpañola,Ob. cit., y del Apéndice VI: I7iputa.dos de las [res legislaturas de la Repúblicaen G^[. Roaus, José María, Ditcucrot Parlámentarior, Taurus Ediciones, Fstu-dio preliminar por Catlos Seco Serrano y Fsquema históri¢o y edición de Pa-blo Beltrán de Heredia, 1971, págs. 789-804.

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CUADRO 21. GRUPOS Y TENDENCIAS DE LA MINORIA AGRARIA(1931-1933)

Matiz político

DemocráticosCatlistas-Integristas

Demócrata-ctistianos

Agrazios de Castilla

Líderes Ideólogos

Santiago Guallaz Severino AznazCándido Casanueva . Cazderial. Segura yLalamié de Clairac Acción Española

P. Nevares y la CNCAJosé María Gil Robles Angel Herrera

Doctor CarrerasVidal i Barraquer

José Mattínez de VelascoExistían desde la Dicta-durá, admitían la divi-sión y pazcelación de loslatifundios, pero con res-peto a la pequeña pro-piedad.

Euente: [Información documental de M. Batllori].

CUADRO 22. LA MINORIA AGRARIA Y LAS ORGANIZACIONES DEDERECHAS

Partidos políticos Asociaciones y Entidades Prensa

Acción Nacional. Asociación Católica EI Debate (Madrid)Acción Populaz: JAP Nal. de Propagandis- EI Noite de Castilla

Sección Femenina. tas. (Valladolid).Tradicionalistas. Asociación de Estu- La Libertad (Palencia).Nacionalistas vascos. diantes Catblicos. La Verdad (Ferrol).Unión de derechas: Asociación de Padres Semanario da ciudad yPalma Mallorca de Familia. los camposD (Segovia).Sollet Junta Castellana de Revista Social Agraria.Agrupación Regional: Actuación Hispánica. Revista Acción Españo-Santander Asociación de Ingenie- la.Derecha Regional: ros Civiles (I.C.A.I.).Valenciana Solidatidad CatólicaGallega Catalana:Villacazrillo Acción FemeninaArenys de Maz. Propaganda CulturalUnión Gral. de Dere- Cívica Femeninachas: Cúculos Católico-

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Partidos políticos

PontevedraOrense.iJnión Ciudadana:ArévaloAcción Ciudadana:Cádiz

Asociaciones y Entidades Prensa

Obreros.

AGRARIAS:

Acción Agraria Leone-sa.Acción Agracia Ciuda-dana ( Cuenca).Acción Agraria Man-chega.Acción Regional Agra-ria (Atienza).Acción Regional Agra-ria y Ciudadana (Gua-dalajara).Acción Popular Agraria(Tenerife).Agrupación Agraria(7alamea Serena).Agrupación de Propie-tarios de Fincas Rústi-cas.Asociación de PatronosAgricultores de Medinadel Campo.Círculo de EstudiosAgrarios (A.C.N.deP. ).Derecha RegionalAgraria:Alicantina-ValencianaCacereña fusionadacon el Partido Agrariode Plasencia.Instituto Agrícola dela Propiedad de todaEspaña.Sindicato dc Payeses(Lérida).Unibn Agraria Serrana(Aracena y 17 pueblosmás).

Fuente: [Elaboración personal desde la información diazia expresada en EL DEBATE].

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CUADRO 23. ORGANIZACIONES PATRONALES DE LAAGRICULTURA EN CONEXCION CON LA MINORIAAGRARIA

Confederación Nacional Católico-Agraria: Vlene funcionando desde 1917fecha en que contaba con 1$ Fe-deraciones. Su finalidad es in-tensificar la defensa de los inte-reses agrícolas, económicos ymorales de sus afiliados frente alSocialismo. 'En su vertiente económica tienecomo ideal las Cajas Rurales de

• responsabilidad ilimitada y soli-daria, y en la agrícola, la indus-trialización de los productos dela tierra y división de la propie-dad para difundirla hasta quetodos los labtadores tengan unpedazo de tierra. Se muestrapartidaria del Sindicato Mixto.

Asociación de agricultores de España: Reúne a patronos agtícolas y so-ciedades de patronos agrícolas.Con domicilio en Madrid, Esta-tutos de 15 de marzo de 1912.

Unión de Exportación Agrícola: Grupo domiciliado en Madrid.

O.L.S.A.: Grupo que nació en conexióncon Acción Española. Eta unaoficina jurídica que, bajo el pre-texto de estudios legales sobre laley agraria, fue otro centro degrandes terratenientes.

Bloque Agratio Nacional: En general, estos bloques desta-Bloque Agrario Salmantino: caron en sus presiones en favor

de los agricultores. Gozaban enlas Cortes de una minoría agra-ria que defendía sus intereses yque combatió las reformas de lacierta en el primer bienio.

Instituto Agrícola Catalán de San Isidro: Nacido en 1851, agrupó prontoa un crecido número de personaspreocupadas por los problemasdel campo en Cataluña. A lo lar-go de los años republicanos, des-

^ tacó por su postura en defensade los propietarios catalanes.

Fuente: Elaboración personal desde laz págs. 118-124 de Rnntíxez JiMENEZ, Manuel,

Iat grapot de preJión en !a II República erparrola, Ed. Tecnos, Madrid, 1969,

págs. 118-124.

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