EL CONCEPTO de La Madre Celestial

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Page 1: EL CONCEPTO de La Madre Celestial

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EL CONCEPTO MORMÓN DE UNA

M A D R E

EN EL CIELO

LINDA WILCOX Sunstone Magazine, issue 23, September-October 1980

Page 2: EL CONCEPTO de La Madre Celestial

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Nota del Editor

Este artículo y la respuesta fueron entregados en el Simposio

SUNSTONE 1980 de Teología Mormona.

La idea de una Madre en el Cielo es una oscura y

esquiva que flota alrededor de los límites de la

consciencia mormona. Los mormones que crecieron

cantando “Oh Mi Padre” están familiarizados con el

concepto de una Madre Celestial, pero pocos

escuchan algo más acerca de ella. Aparentemente,

existe, pero no ha estado muy evidente en las

reuniones o escritos mormones, y poco o ninguna

“teología ha sido desarrollada para dilucidar su

naturaleza y caracterizar nuestra relación con ella.

Si bien casi todas las religiones del mundo han

tenido divinidades y simbolismo femeninos, el dios

de la cultura y escritura judeo-cristiana occidental ha

sido casi constantemente masculino.1 A pesar de

eso, la idea de una madre celestial o una contraparte

femenina para dios-padre masculino no es

desconocida en el cristianismo. Los textos gnósticos

recientemente descubiertos, del primer siglo después

de Cristo, revelan enseñanzas doctrinales acerca de

una Madre como de un Padre divinos. En algunos

textos Dios es concebido como un dueto, tanto

varón como hembra, también hay un cuerpo de

escritos que identifican a la Madre divina como el

Espíritu Santo, el tercer miembro de la Trinidad, que

entonces llega a ser un grupo familiar, el Padre, la

Madre, y el Hijo.2

La cristiandad tiene también la elevación de

María en el catolicismo. De ser primero la Madre de

Dios, María finalmente llegó a ser la madre de todos

cuando asumió la función de mediadora y se

convirtió en una presencia divina a quien podrían

dirigirse las oraciones. Esta feminización de lo

divino hizo posible algunos desarrollos teológicos

tales como el pensamiento del siglo XIV de la Dama

Juliana de Norwich, que escribió acerca de la

maternidad y paternidad de Dios y desarrolló un

simbolismo de Cristo como Madre.3

El medio americano del siglo XIX, del que

surgió el mormonismo, tenía también algunos

prototipos para una deidad femenina. Ann Lee se

había proclamado como la encarnación femenina del

Mesías, como Cristo había sido la encarnación

masculina, un equilibrio necesario en su sistema, ya

que ella describía a un dios que era a la vez hombre

y mujer, padre y madre. El dios Padre-Madre de los

Shakers y los de la Ciencia Cristiana incluían ambos

sexos en una forma de androginia divina, como en

esta oración de Mary Baker Eddy:

Padre-Madre Dios

Ámame

Protégeme mientras duermo

Guía mis pequeños pies hasta Ti.4

A finales del siglo Elizabeth Cady Stanton en su

Woman’s Bible explicaba Génesis 1:26-28 (“Y Dios

dijo, Hagamos al hombre a nuestra imagen,

conforme a nuestra semejanza…”) como implicando

la “creación simultánea de ambos sexos, en la

imagen de Dios. Es evidente por el lenguaje,”

escribe, “que los elementos masculino y femenino

estaban igualmente representados” en la Divinidad

que planeaba la población de la tierra. Para ella,

como en los textos gnósticos, una trinidad de Padre,

Madre e Hijo era más racional, y ella requería "el

reconocimiento por parte de la nueva generación de

una Madre Celestial ideal, a quien sus oraciones

deben ser dirigidas, así como a un Padre."5

Medio siglo antes de Woman’s Bible de la Sra.

Stanton, la religión mormona había comenzado a

desarrollar una doctrina de tal Madre Celestial, una

diosa glorificada, esposa de un Padre Celestial real,

y por tanto la madre literal de nuestros espíritus.

Mientras que la necesidad de un elemento femenino

divino en la religión es quizás universal, la forma

que tomó en el mormonismo era particularmente

adecuada a otros aspectos de la teología mormona.

El concepto de la Madre en el Cielo era una

extensión lógica y natural de una teología que

postulaba tanto un Dios antropomorfo, que una vez

había sido hombre, como la posibilidad de la

procreación eterna de hijos espirituales.

Orígenes en el Mormonismo

Los orígenes del concepto de la Madre celestial

en el mormonismo son oscuros. La exposición mejor

conocida es, por supuesto, el poema de Eliza R.

Snow, “Oh Mi Padre,” o, el título con el que era

conocido al principio, “Invocación, o los Padre y

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Madre Eternos.” Cuando el poema se publicó por

primera vez en el Times and Seasons llevaba la

anotación “Ciudad de José, Oct. 1845,” pero la fecha

real de la composición no se conoce. (No aparece en

el cuaderno/diario de Eliza, para los años 1842-

1844)6

Aunque el Presidente Wilford Woodruff le daba

el crédito a Eliza R. Snow por originar la idea, “Ese

himno es una revelación, aunque nos fue dada por

medio de una mujer,”7 es más probable que José

Smith fuera el primero en exponer la doctrina de una

Madre en el Cielo. José F. Smith afirmó que Dios

reveló ese principio (‘que tenemos una madre como

también un padre en el cielo’) a José Smith; José

Smith lo reveló a Eliza Snow Smith, su esposa; y

Eliza Snow fue inspirada, siendo una poetisa, a

ponerlo en verso.”8

Otros incidentes tienden a confirmar este último

punto de vista. Susa Young Gates del consuelo de

José a Zina Diantha Huntington en la muerte de su

madre en 1839, diciéndole que no solamente

conocería de nuevo a su madre en el otro lado, sino

“Más que eso, te reunirás y te familiarizarás con tu

Madre eterna, la esposa de tu Padre en el Cielo.”

Susa llegó a decir que por este mismo tiempo Eliza

R. Snow “aprendió la misma gloriosa verdad, de los

mismos labios inspirados” y luego fue movida a

poner esta verdad en verso.9 Como Zina Huntington

y Eliza también eran amigas íntimas, era una gran

posibilidad que Zina pudiera haber hablado de esta

idea a Eliza.10

Las mujeres no fueron las únicas en haber tenido

algún conocimiento de la idea de una Madre en el

Cielo durante la vida de José Smith. Hay un relato

de tercera mano de una experiencia relatada por

Zebedee Coltrin:

Un día el Profeta José les pidió a él y Sidney

Rigdon que le acompañaran al bosque a orar.

Cuando llegaron a un punto apartado José se

acostó de espaldas y extendió sus brazos. Les

dijo a los hermanos que se recostaran uno en

cada brazo, y luego cerraran sus ojos. Después

que hubieron orado, les dijo que abrieran sus

ojos. Lo hicieron y vieron una luz brillante

rodeando a un pedestal que parecía descansar

sobre la tierra. Cerraron sus ojos y oraron de

nuevo. Entonces vieron, en una abertura sobre

ellos, al Padre sentado sobre un trono; oraron de

nuevo y al mirar vieron a la Madre también;

después de orar y mirar la cuarta vez, vieron al

Salvador agregado al grupo.11

Los líderes de la Iglesia del siglo XIX, aunque

no hablaron mucho acerca de una Madre en el

Cielo, parecían aceptar la idea como una de sentido

común, que para Dios ser padre implicaba la

existencia de una madre también. Brigham Young

dijo que Dios “creó al hombre, como nosotros

creamos a nuestros hijos; porque no hay otro

proceso de creación en el cielo, sobre la tierra, en la

tierra, o bajo la tierra, o en todas las eternidades, eso

es, eso era, o eso será siempre”12

–una referencia

indirecta a la necesidad de una madre para el

proceso de la creación. También citó el recuerdo de

Heber C. Kimball de José Smith diciendo “que no

adoraría a un Dios que no tuviera un Padre; y no sé

qué haría si no tuviera una madre; lo uno sería tan

absurdo como lo otro.”13

Erastus Snow también usó inferencia indirecta

al explicar la lógica del concepto de la Madre

Celestial. “Ahora, no es dicho en tantas palabras en

las Escrituras, que tenemos una Madre en el Cielo

también como un Padre,” admitió. “Nos deja que

infiramos esto de lo que vemos y sabemos de todos

las cosas vivientes en la tierra, incluido el hombre.

El principio masculino y femenino están unidos y

ambos son necesarios para el cumplimiento del

objeto de su ser, y si este no fuera el caso con

nuestro Padre en el cielo según cuya imagen somos

creados, entonces es una anomalía en la naturaleza.

Pero para nuestras mentes la idea de un Padre

sugiere la de una Madre.”14

Snow era algo diferente de otros líderes

mormones en que describía a Dios como una unidad

de elementos masculino y femenino, muy semejante

al Dios Padre-Madre de los Shakers.

"¿Qué," dice alguien, "quiere decir que debemos

entender que la Deidad consiste de hombre y

mujer?" Sin duda que sí. Si creo todo lo que

Dios ha dicho acerca de sí mismo y todo lo

referente a la creación y organización del

hombre sobre la tierra, debo creer que la Deidad

consiste de hombre y mujer… no puede haber

Dios a menos que esté compuesto del hombre y

la mujer unidos, y no hay en todas las

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4

eternidades que existen, ni nunca habrá, un Dios

de ninguna otra manera... Nunca hubo un Dios,

y nunca habrá en todas las eternidades, a menos

que esté hecho de estos dos componentes, un

hombre y una mujer, el masculino y lo

femenino.15

Para Erastus Snow, Dios no era un personaje

masculino, con una Madre Celestial siendo el

segundo personaje divino; juntos constituían a Dios.

Este desarrollo de la teología por medio de la

inferencia y la extensión del sentido común

ordinario de la experiencia de la vida terrestre

continuó hasta el siglo XX. De hecho, es el enfoque

primario tomado por la mayoría de quienes han

hecho mención de una Madre en el Cielo. Bruce R.

McConkie en Doctrina Mormona, por ejemplo, dice

que “Un Hombre de Santidad exaltado y glorificado

(Moisés 6:57) no podía ser Padre a menos que una

Mujer de gloria semejante, perfección, y santidad

estuviera asociada con él como Madre. La

generación de los hijos hace a un hombre padre y

una mujer, madre, ya sea que estemos tratando con

el hombre en su estado mortal o inmortal''.16

Una razón del porqué tan poca teología se

desarrolló sobre una Madre Celestial es que la base

bíblica para la doctrina era muy exigua. Pero José

Fielding Smith señaló que "el hecho de que no hay

ninguna referencia a una madre en el cielo ni en la

Biblia, el Libro de Mormón o Doctrina y

Convenios, no es prueba suficiente de que no hay

tal cosa como que sí existe una madre allí.”17

Una

posible razón por esta laguna en las escrituras es

ofrecida por un maestro de Seminario del siglo XX:

"Teniendo en cuenta la manera que el hombre ha

profanado el nombre de Dios, el Padre, y Su Hijo,

Jesucristo, ¿es de extrañar que el nombre de nuestra

Madre en el Cielo ha sido retenido, por no

mencionar el hecho de que la mención de Ella es

prácticamente nulo en las Escrituras?"18

El Siglo Veinte

Al mirar ahora las declaraciones de los líderes

de la Iglesia en el siglo XX, debería cuadrar en

breve a cero en tres períodos de tiempo. (Los

ejemplos que aquí se presentan no son exhaustivos,

y sospecho que ideas similares sobre el tema

aparecen en otras ocasiones a lo largo de este siglo.)

Los tres periodos son: la primera década del siglo,

la de 1920 y 1930, y finalmente el periodo más

reciente de las décadas de 1960 y 1970, y me

gustaría tomar nota de algunos temas que pueden

ser ilustrativos también de la evolución de la

sociedad en general.

Por ejemplo, justo después del cambio de siglo

un notable hilo que corría a través de varios

comentarios acerca de la Madre en el Cielo era una

asociación de esa doctrina con el movimiento por

los derechos de las mujeres, un problema

importante en últimos años del siglo XIX,

especialmente en Utah. James E. Talmage, al

discutir la situación y misión de la mujer, habló de

la temprana concesión del derecho al voto de las

mujeres en Utah y la reivindicación de la Iglesia

Mormona que la mujer es igual al hombre. En este

contexto, luego llegó a decir:

La Iglesia se atreve a ir tan lejos como para

declarar que el hombre tiene una Madre Eterna

en el Cielo, así como un Padre Eterno y en el

mismo sentido que "buscamos a la mujer como

un ser esencial en todos los detalles para

realización de los propósitos de Dios respecto a

la humanidad."19

Un artículo en el Deseret News hacía notar que

la veracidad de la doctrina de una Madre en el Cielo

finalmente sería aceptada por el mundo, que "es una

verdad de la cual, cuando alcance su vigencia plena,

resultará en la ‘emancipación’ perfecta y

ennoblecedora de la mujer."20

Para muchos, el

concepto de una Madre en el Cielo era una

expresión apropiada de un movimiento más amplio,

cuyo objetivo era mejorar la condición de la mujer y

la expansión de sus derechos y oportunidades.

Otro tema, evidente en otras partes del

pensamiento de América, así como en el

mormonismo, era el anhelo de una divinidad

femenina –la necesidad de fomentar una presencia

nutricia en el universo. Una Madre en el Cielo así

ejemplifica y encarna todas las cualidades

maternales que los hombres habían experimentado,

como muy cálido y que inunda el alma, en sus

propias madres (o que tal vez no había

experimentado y que ahora querían tan

desesperadamente) y que estaban por lo general

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ausentes en un dios masculino que tal vez refleja

una severa, cerrada imagen de la masculinidad

victoriana. Un artículo de circulación nacional

sacado en el Deseret News dijo que el mundo estaba

llegando a aceptar la idea de una Madre en el Cielo.

Se habló de la tendencia de los seres humanos a

anhelar, sobre todo en los momentos de aflicción y

la angustia, la ternura, la dulzura y simpatía de una

figura materna que debe, de alguna manera, "residir

en el Ser Divino.''21

Y en el Millennial Star un

artículo hacía notar cómo no solamente los niños

pequeños sino también los adultos necesitan y

quieren una figura materna como un personaje

divino.” El corazón del hombre anhela esta fe y

desde tiempo inmemorial ha demandado la

divinización de la mujer.”22

Pero también en esa primera década la

enseñanza de la iglesia mormona sobre la doctrina

de la Madre en el Cielo fue criticada y cuestionada

por la Asociación Ministerial de Salt Lake en 1907

por no ser cristiana.23

B. H. Roberts respondió

afirmando que los ministros eran inconsistentes.

Objetan la idea de Jesús teniendo un Padre Celestial

literal, dijo, pero entonces también se lamentaban

porque “¡creemos que tenemos para nuestro espíritu

una madre celestial como también un padre

celestial!”

Ahora observe la posición peculiar de estos

críticos: Está bien que Jesús tenga una madre,

pero todo está mal para que él tenga un padre.

Por otra parte, está bien que los espíritus de los

hombres tengan un Padre en el cielo, pero

nuestros revisores se oponen a nuestra doctrina

de que tengan una madre allí.24

Dos años después la Primera Presidencia emitió

una declaración titulada “El Origen del Hombre.”

Aunque gran parte de este mensaje tenía que ver

con un punto de vista mormón de los orígenes

terrenales del hombre (y de la mujer), la declaración

también abordó también la cuestión de los inicios

espirituales del hombre (y de la mujer). Si bien la

doctrina se asienta parcialmente en generalidades

abstractas tales como que "el hombre, como

espíritu, fue engendrado y nació de padres

celestiales," la declaración también hacía una

referencia clara y explícita a una Madre en el Cielo.

“Todos los hombres y las mujeres son a semejanza

del Padre y la Madre universales,” decía, “y

literalmente son los hijos e hijas de la Deidad.”25

Por 1909, entonces, si no es que antes, la Madre en

el Cielo era una parte oficial de la creencia

mormona. José Fielding Smith describió esta como

una de (presuntamente varias) “las declaraciones

oficiales y autorizadas” acerca de esta doctrina.26

Maternidad Sempiterna

En las décadas de 1920 y 1930 parecía haber un

énfasis sobre la idea de la maternidad “eterna” o

maternidad “sempiterna,” con varios sermones o

artículos teniendo títulos de este tipo o tratando

sobre este tema. En cierta forma parecía importante

enfatizar que la maternidad era tan continua y eterna

como era la divinidad. Joseph A. Widtsoe, por

ejemplo, encontraba una “calidez radiante” en el

Pensamiento que entre los seres exaltados en el

mundo por venir encontraremos una madre que

posee los atributos de la Divinidad.

Tales conceptos elevan la maternidad a una

posición elevada. Explican la provisión generosa

hecha para las mujeres en la Iglesia de cristo.

Ser una madre es comprometerse en la obra

eterna de Dios.27

Melvin J. Ballard perseveró sobre el tema de la

maternidad eterna cuando señaló que "la maternidad

es eterna con la Divinidad, y no hay tal cosa como

la vida eterna o sin fin, sin la continuación eterna e

infinita de la maternidad." Con más fervor que

exactitud, Ballard afirmó que no había una sola

forma de vida sobre la tierra sin una madre –así

pues “no hay vida en los reinos que están por

encima y más allá de nosotros, a menos que también

esté una madre.” Tal vez ignorante de otras

tendencias del pensamiento cristiano –por no hablar

de otras culturas y religiones que adoraban a

deidades femeninas –Ballard llamaba al concepto de

la Madre en el Cielo una “doctrina asombrosa” que

“hasta donde sé, nunca fue enseñada antes en la

historia del mundo.” También enfatizó los aspectos

nobles, como de diosa, de la Madre Celestial. Ella

está de pie, lado a lado con el Padre Celestial “en

toda su gloria, una gloria semejantes a él... un

compañero, la Madre de sus hijos.” Es “una Madre

ennoblecida, exaltada, glorificada.”28

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6

German Ellsworth, quien sirvió como presidente

de misión de Northern States, también destacaba el

tema de la “Maternidad Eterna” y hacía notar que

finalmente, después de ochenta años, el mundo

llegaba a aceptar la doctrina que si teníamos un

padre celestial debemos haber tenido también una

madre celestial. Ellsworth vinculaba esta doctrina

específicamente a la “misión verdadera de las

mujeres” sobre la tierra, que era ser madres. En

particular, “las mujeres de Sión pueden regocijarse

y armarse de valor en el gran llamamiento dado a

ellas, al ser privilegiadas para ser las madres

terrenales de los hijos elegidos de nuestro Padre

Celestial.” El concepto de la Madre en el Cielo

parece importante para Ellsworth principalmente

como modelo para las mujeres, que iban a ayudar a

lograr el ideal (por entonces moribundo) Progresivo

por querer ser madres y buscar "construir una mejor

raza –para hacer con éxito su parte en poblar la

tierra con una clase noble e inteligente de

ciudadanos.”29

Estos ejemplos comparten una

intención de elevar el estatus del papel maternal, o

de las mujeres específicamente como madres, al

señalar que el papel de la Madre en el Cielo es tan

importante y eterno como el de Dios.

En tiempos más recientes podemos ver una

ampliación, con un número mayor de imágenes

presentadas por Autoridades Generales que hablan

sobre una Madre en el Cielo. José Fielding Smith, al

igual que Elizabeth Cady Stanton, cita Génesis

1:26, “Hagamos al hombre a nuestra imagen,

conforme a nuestra semejanza” (las cursivas son de

él), y sugiere, "¿No es factible pensar que los

espíritus femeninos fueron creados a la imagen de

una 'Madre en el Cielo'?"30

Su énfasis implica que

una diosa femenina estaba involucrada en la

planeación y toma de decisiones, era parte de

cualquier grupo de seres exaltados que decidió crear

a los hombres y mujeres terrenales.

H. Burke Peterson en 1974 enfatizó el papel de

la Madre Celestial como productora de la progenie

espiritual. Al pedir a los miembros de la Iglesia que

valores el costo del trabajo de una madre fuera del

hogar, advertía sobre el peligro de llegar a ser “una

madre cuya energía está tan debilitada que algunas

veces descuida su llamamiento del Señor, un

llamamiento que un día le preparará para llegar a

ser una madre eterna, una co-creadora de progenie

espiritual.”31

Uno supone que por “su llamamiento”

el Hermano Peterson quiere decir el cuidado de sus

hijos y sugiere que la compleja responsabilidad de

nutrir y guiar a los hijos de uno es la más valiosa

preparación para finalmente llegar a ser una diosa-

madre exaltada.

Hace dos años el Presidente Spencer W.

Kimball expresó un punto de vista de la Madre en el

Cielo como “"lo mejor en modestia materna" y

"sobria, elegancia de reina." También destacó su

gran influencia en nosotros: "Sabiendo cuán

profundamente nuestras madres mortales nos han

formado aquí", dijo, "¿suponemos que su influencia

sobre nosotros como individuos sean menor si

vivimos de manera que volvamos allí?”32

Aquí

tenemos atributos de crianza maternal y también un

reconocimiento de calidad de diosa exaltada en la

Madre en el Cielo.

En la misma conferencia Neal A. Maxwell

presentó esta versión del papel y actividades de

nuestra Madre Celestial:

Cuando regresemos a nuestro hogar real, será

con la “aprobación mutua” de los que reinan en

las “cortes reales en lo alto.” Allí encontraremos

belleza que “ojos mortales no han visto;”

escucharemos sonidos que sobrepasan la música

que el “oído mortal no ha escuchado.” ¿Podría

ser posible que tan regio regreso a casa sin los

arreglos anticipados de una Madre Celestial?”33

Uno de los deberes de una Madre Celestial,

parece, podría ser proporcionar un ambiente

estéticamente placentero con vistas y sonidos de

gloria inimaginable para darles la bienvenida a casa

a sus hijos.

"Honramos mujer cuando reconocemos la

Divinidad en su prototipo eterno," dice un artículo

en el Millennial Star.34

Este breve repaso de algunas

de las imágenes que se han expresado sobre una

entidad menos-que-bien definida, sugieren que el

concepto de una Madre en el Cielo pueden reflejar

los propios puntos de vista sobre mujeres reales y

sus roles. Los que ven a las mujeres como fábricas

de bebé, básicamente, podría tender a enfatizar el

papel de la deidad femenina como productora de

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7

hijos espirituales. Aquellos que consideran que las

mujeres sean más refinadas y espirituales que los

hombres (en un pedestal, por así decirlo) pueden

hacer hincapié en la nobleza de la Madre Celestial y

los atributos de reina, etc.

Atención de las Bases

Lo que parece estar sucediendo en la actualidad

en cuanto al desarrollo del concepto de la Madre en

el Cielo se refiere, es que hay una creciente

conciencia y atención de la idea en el nivel de las

bases de la Iglesia, en particular entre las mujeres, y

de maneras informales. Una muestra de los poemas

enviados al último Concurso de Poesía Eliza R.

Snow, patrocinado por la Sociedad de Socorro,

ilustra un esfuerzo de tal pensamiento.

En la memoria de uno de los jueces, este año fue

el primero en el que hubo varios poemas enviados

que tratan el tema de una Madre Celestial.

Colectivamente, estos poemas representan una

Madre en el Cielo que es la quintaesencia de la

femineidad y la maternidad nutricia. Tiene un

"rostro radiante," una "firme voz suave." Sonríe

mucho, aunque a menudo sus "dulces ojos se llenan

de lágrimas." Sus hijos espirituales aprenden

sabiduría en su rodilla. Ella da tiernos besos de

despedida a sus hijas cuando salen a sus misiones

terrenales. Ella se reparte consejos para establecer

metas, vencer el desánimo, tomar el tiempo para

apreciar la belleza –y en tiempos de desesperación

para recurrir al Padre Celestial y al Hermano Mayor

por ayuda y consuelo.

Ella es "la mitad del Padre querido" que

"seguramente debe merecer su amor eterno." Ella es

descrita como una "diosa, una sacerdotisa y una

compañera amorosa" y cantidad suficiente de una

presencia noble en los reinos celestiales que tal vez

"las flores celestiales se inclinan con adoración" y

"los animales esperan su caricia."

Se especula en estos poemas acerca del papel de

la Madre en el Cielo al enviar a los hijos espirituales

a la tierra. Un poema tiene su anuncio y

justificación de las horas de salida para varios

espíritus. Otro, en cambio, tiene una hija corriendo

a contar a la madre la noticia de su inminente

partida. También se especula sobre cómo fue la

experiencia previa de la vida terrenal de la Madre

en el Cielo, y la suposición que fue muy parecida a

la nuestra.

También evidente en estos poemas es una vaga

sensación de no saber muy bien lo suficiente para

sentirse tan cerca, como a uno le gustaría, a la

Madre Celestial –preguntándose sobre su nombre y

cómo íbamos a saber cómo podemos reaccionar

ante ello, transfiriéndole los atributos del Padre, sin

embargo, darse cuenta de que sólo puede ser

comprendida "misteriosamente" –y una sensación

resultante de malestar y carencia.

Aunque el contenido y estilos de estos poemas

es lo que puede considerarse como tradicional o

convencional en lo que respecta al papel de la

Madre en el Cielo, los mismos poemas son

indicativos de un interés más amplio en el concepto

de una Madre Celestial entre los miembros de la

Iglesia, que el que quizás ha sido usual en el curso

de la historia de la iglesia mormona.35

Una caricatura reciente muestra a una esposa

preguntando a su esposo: “Frank, ¿Cuál piensas que

sea la actitud de la Madre Celestial acerca de la

poligamia?” a lo que el esposo responde: “¿Cuál

Madre Celestial?” Una pregunta para la cual todavía

no hay respuesta definitiva, sino mucha

especulación, es si hay más de una Madre en el

Cielo. El compromiso de la Iglesia Mormona

doctrinal del matrimonio plural, así como las

exigencias de producir al menos miles de millones

de hijos espirituales sugiere la probabilidad –

algunos creen necesidad –de más de una Madre en

el Cielo. Un manual del estudiante del

Departamento de Seminarios e Institutos hace

alusión a la posibilidad de múltiples madres

celestiales. En un diagrama titulado “Llegar a ser

Hijo Espiritual de Padres Celestiales,” la persona

individual (masculino) se representa con líneas

ascendentes a sus padres celestiales, un padre

etiquetado "Padre Celestial" (mayúsculas) y el otro

denominado "Una madre celestial" (en

minúsculas).36

Últimamente también se ha incrementado la

discusión y especulación sobre cómo podemos o, de

hecho, nos relacionamos con nuestra Madre

Celestial (o posiblemente ¿madres?). Orson Pratt

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8

enseñó que no debemos adorar a la madre de

nuestros espíritus, aunque adoramos al Padre,

“porque el Padre de nuestro espíritu es la cabeza de

su familia, y Sus esposas e hijos están obligados a

rendir la obediencia más perfecta a su gran Líder.

Es lícito a los niños a adorar al Rey del cielo, pero

no la ‘Reina del cielo’.” Pratt llegó a señalar que

“Jesús oró a su Padre, y enseñó a sus discípulos a

hacer lo mismo, pero en ninguna parte se nos

enseñó que Jesús oró a Su Madre Celestial.”37

Rudger Clawson, sin embargo, señaló que los

hombres como a las mujeres y los niños anhelan

una Madre en el Cielo para adorar y "ansían

adorarla." Dijo: “No se requiere de nuestra

adoración del Padre Eterno, para adorar a la Madre

Eterna, más de lo que disminuye el amor que

tenemos a nuestros padres terrenales, para incluir a

nuestras madres terrenales en nuestros afectos.”38

Actualmente no hay ningún estímulo por parte de

los líderes de la iglesia mormona para orar a la

Madre Celestial, y de hecho incluso desaliento

activo. Si uno puede adorar o la adora sin el

mecanismo de oración y/o meditación es una

pregunta abierta.

Sin embargo, ha habido recientemente un deseo

más evidente de llegar a la Madre en el Cielo de

alguna manera. Una carta al editor de Dialogue

hace unos cinco años dijo de una mujer mormona

pasando el tiempo de preparación en la meditación,

de rodillas para orar en privado, y luego llamando

por primera vez, "Madre en el Cielo. Creo que

puedes existir. ¿Estás ahí? Sabemos del Padre y el

Hijo, pero ¿por qué no te has revelado? "

“Y una voz maravillosa respondió claramente:

‘Hija buena. Hasta este momento, nadie preguntó.

Los hombres no han pensado en preguntar.'”39

Más mujeres se preguntan ahora y preguntan.

Recientemente en Exponent II Lisa Bolin Hawkins

expresó en un poema una súplica piadosa para pedir

a la Madre Celestial que se revele y proporcione a

las mujeres un modelo adecuado de divinidad

femenina:

Otra Oración

¿Por qué callas, Madre? ¿Cómo puedo

llegar a ser diosa cuando los modelos aquí

son los de dioses? Lucho y trato

De moldear mi femineidad a algo así

Como su divinidad. Te necesito, de quien nací

En tu imagen, para revelar tus vías:

Un rico ejemplo del valor de Tus hijas;

Pilar de Femineidad para guiar nuestros días;

Fuego de poder y gracia para mi noche guiar

Cuando estoy perdida.

Mis hermanos me cuestionan,

Y se preguntan por qué busco esta luz aumentar.

Nadie sino Tú puede mi dolor contestar.

Ordéname a mi femineidad, y comparte

La luz que Reina y Sacerdotisas deben portar.40

Este poema expresa la necesidad que una Madre

Celestial puede colmar, que no lo puede hacer una

deidad masculina, y sugiere atributos de poder tanto

educativo como espiritual, como en el concepto de

“ordenar” a sus hijas y compartir luz espiritual

especial con ellas.

Otras expresiones actuales extienden la imagen

de una Madre Celestial aún más allá. El reciente

poema de Linda Sillitoe es un buen ejemplo:

Canción de la Creación

¿Quién hizo este mundo, mi niño?

El Padre hizo la lluvia

plateada y perenne.

La mano de la Madre

dibujó el lecho de los ríos y el hueco de los mares,

dibujó el lecho de los ríos y el hueco de los mares

para traer la lluvia a casa.

El Padre refrena los vientos, hijo mío,

para mantener el nuevo mundo.

La Madre enfrentó

el fuego libre de las piedras

y sopló fuerte y bailarín,

y sopló fuerte y bailarín

el color de su cabello.

Él armó las nubes de tormenta

que se extendieron de los cielos;

Los dedos de ella titilaron

colibríes

tejiendo la nieve blanca y delicada,

tejiendo la nieve blanca y delicada;

una cascada de flores.

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9

Y si vives, hija mía,

verás ráfaga de nieve

desde las nubes de tormenta

y el relámpago en la nieve;

escucha a la Madre y al Padre reír,

escucha a la Madre y al Padre reír

detrás de la puerta cerrada.41

Aquí está una Madre Celestial que es una

compañera plena y co-creadora con el Padre (de

algo más que bebés), haciendo lechos de ríos y

mares para que la lluvia que él hace, haciendo fuego

y otros elementos, sobre la base de igualdad con él,

figura femenina competente, productiva, que

también es un ser sexual, incluso fuera del contexto

de tener hijos espirituales. Imágenes como esta de

una Madre Celestial, que refleja la fuerza, la

competencia, la sexualidad y la reciprocidad, son

todavía escasas.

Así que, ¿qué se puede decir de la teología

mormona acerca de una Madre Celestial? En la

actualidad, la imagen generalizada del siglo XIX, de

una contraparte femenina para un Dios Padre varón

literal, recibe cada vez más atención y expansión y

se está volviendo más personalizada e

individualizada. La “teología” ampliada que se

desarrolla es más de “folclor” o por lo menos

teología especulativa, más que un desarrollo

sistemático de los teólogos o pronunciamientos

definitivos que vienen de líderes eclesiásticos de la

Iglesia. Por el momento, la Madre en el Cielo puede

ser casi cualquier cosa que el mormón individual

imagine que sea. Tal vez irónicamente, de este

modo la creamos, a pesar de ella misma, para

cumplir el papel maternal más básico de todos –el

de satisfacer las necesidades más profundas de sus

hijos, sean las que sean.

Notas 1 Hay algunos ejemplos de imágenes femeninas de Dios en las

escrituras cristianas, como la de Isaías &&:12-13, “Porque así dice Jehová: He aquí que yo extiendo sobre ella paz como un río y la gloria de las naciones como un arroyo que desborda; y seréis amamantados, y en los brazos seréis traídos y sobre las rodillas seréis mecidos. Como aquel a quien su madre consuela, así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén recibiréis consuelo.” Y Mateo 23:37, “… ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de

las alas, y no quisiste!” Vea también Números 11:10-15, y Salmos 91:4. Estos me fueron señalados por Melodie Moench Charles. 2 Vea Elaine H. Pagels, "What Became of God the Mother?

Conflicting Images of God in Early Christianity," Signs (Winter 1976), pp. 293-303. 3 Vea "Dame Julian of Norwich and Margery Kempe: Divine

Motherhood and Human Sisterhood," in Elizabeth Clark and Herbert Richardson, Women and Religion: A Feminist Sourcebook of Christian Thought (New York: Harper & Row, 1977), pp. 102-112. 4 Clark and Richardson, p. 164.

5 Elizabeth Cady Stanton, The Woman’s Bible, pt. 1, 1895-98;

reprinted by Arno Press, New York, 1972, in Clark and Richardson, p. 218. 6 Maureen Ursenbach Beecher, "The Eliza Enigma: The Life

and Legend of Eliza R. Snow," Charles Redd Monographs on Western History 6, (Provo, Utah: Brigham Young University Press, 1976), p. 34; Times and Seasons 6 (Nov. 15, 1845), p. 1039. 7 Wilford Woodruff, "Discourse," Millennial Star 56 (April

1894), p. 229 - delivered Oct. 8, 1893. 8 Joseph F. Smith, "Discourse," Deseret Evening News, Feb. 9,

1895. Estoy en deuda con Maureen Ursenbach Beecher por mucha información concerniente a Eliza R. Snow y la doctrina de la Madre en el Cielo. 9 Susa Young Gates, History of the Young Ladies’ Mutual

improvement Association (Salt Lake City: Deseret News, 1911), pp. 15-16. 10

Sin embargo el debate ha continuado, B. H. Roberts habló de “ese espléndido himno nuestro sobre la maternidad celestial, la gran palpitación de hambre del alma de la mujer, y que se dio a este mundo a través de la mente inspirada de Eliza R. Snow.” (Quizás, sin embargo, se refería solamente al poema, ¿no a la doctrina?) [“Answer to Ministerial Association Review," delivered at two meetings of M.I.A. Conference, June 9, 1907 (Salt Lake City, 1907), p. 18.] Sin embargo, Melvin J. Ballard consideró al concepto de la Madre en el Cielo una revelación dada por Jesucristo a través de José Smith. [Mother’s Day address in Tabernacle, May 8, 1921, Journal History, same date, pp. 1-3.] Milton R. Hunter en 1945 afirmó que la doctrina de una Madre en el Cielo originado con José Smith, atribuyéndole revelaciones por las que " se recibió una comprensión más completa del hombre, en espacial en lo concerniente a su relación personal con la Deidad, de la que podía encontrarse en todas las santas escrituras combinadas.” Entre tales nuevas comprensiones estaba la “verdad estupenda de la existencia de una Madre Celestial” y la “comprensión plena que somos progenie de Padres Celestiales.” Hunter dijo que estas ideas llegaron a ser “hechos establecidos en la teología mormona” y una “parte

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10

integral de la filosofía mormona.” [Milton R. Hunter, The Gospel Through the Ages (Salt Lake City: Stevens and Wallis, Inc. 1945), pp. 98-99] 11

Abraham H. Cannon Journal, Aug. 25, 1980, LDS Church Archives. 12

Journal of Discourses 11:122, June 18, 1865. 13

Journal of Discourses 9:286, Feb. 23, 1862. 14

Journal of Discourses 26:214, May 31, 1885. 15

Journal of Discourses 19:269-270, March 3, 1878. 16

Bruce R. McConkie, Mormon Doctrine (Salt Lake City: Bookcraft, 1966), p. 516. 17

Joseph Fielding Smith, Answers to Gospel Questions, vol. 3 (Salt Lake City: Deseret Book, 1960), p. 142. 18

Melvin R. Brooks, LDS Reference Encyclopedia (Salt Lake City: Bookcraft, 1960), pp. 309-310. 19

James E. Talmage, speech in Tabernacle, Sunday. April 27, 1902, in Deseret News, April 28, 1902. 20

"The Divine Feminine," Deseret News, Feb. 4, 1905. 21

George Barlow, "On the Dual Nature of Deity," Contemporary Review 87 (January 1905), p. 83, excerpted in "The Divine Feminine," Deseret News, Feb. 4, 1905. 22

"Our Mother in Heaven," Millennial Star 72 (September 29, 1910), p. 619. 23

"Ministerial Association’s Review of Mormon Address to the World," from text in the Salt Lake Herald, June 4, 1907 (Salt Lake City, 1907), p. 8. 24

B.H. Roberts, "Answer to Ministerial Association Review," delivered at two meetings of M.I.A. Conference, June 9, 1907 (Salt Lake City, 1907), pp. 18-19. 25

First Presidency (Joseph F. Smith, John R. Winder, Anthon H. Lund), "The Origin of Man," Improvement Era 13 (November 1909), p. 80. 26

Joseph Fielding Smith, "Mothers in Israel," address delivered at general session of Relief Society Annual Conference, Sept. 30, 1970, Relief Society Magazine 57 (December 1970), p. 884 27

John A. Widtsoe, "Everlasting Motherhood," Millenial Star 90 (May 10, 1928), p. 298. 28

Melvin J. Ballard, address in Tabernacle, May 8, 1921, Journal History, same date, pp. 1-3. 29

German E. Ellsworth, "Eternal Motherhood," Deseret News, May 7, 1932, Journal History, same date p. 5. 30

Joseph Fielding Smith, Answers to Gospel Questions, vol. 3 (Salt Lake City: Deseret Book, 1960), p. 144. 31

H. Burke Peterson, General Conference address, April 5, 1974, Ensign (May 1974), p. 32. 32

Spencer W. Kimball, General Conference address, April 1, 1978, Ensign (May 1978), p. 11. 33

Neal A. Maxwell, General Conference address, April 1, 1978, Ensign (May 1978), p. 11.

34

"Our Mother in Heaven," Millennial Star 72 (September 29, 1910), p. 620. 35

Las citas directas son de los poemas siguientes, Sydney Lee Harmer, Harmer, "My Heavenly Mother;" Nancy Anderson, "Heavenly Mother;" Janet E. Nichols, "The Farewell." Los comentarios generales están basados en los poemas anteriores, más otros dos: Lynda Jacobs Gardner, "My Heavenly Mother," and Patricia Michell Sylvestre, "My Mother in Heaven." 36

LDS Church Department of Seminaries and Institutes, Book of Mormon Student Manual (college level), vol. 1, p. 218. 37

Orson Pratt, The Seer 1 (October 1853), p. 159. 38

Rudger Clawson era el jefe de redacción y editor en ese momento y, por lo tanto, probablemente responsable del artículo anónimo, "Our Mother in Heaven," Millennial Star 72 (September 29, 1910), pp. 619-620. 39

Dialogue 7 (Autumn 1974), p. 7. 40

Exponent II 6 (Winter 1980), p. 16. 41

Dialogue 12 (Winter 1979), p. 95.

LINDA WILCOX recibió su MA en historia, de Stanford.

Traducción: Max Ruiz M.

Enero 2013