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PALACIO ORTIZ BASUALDO Un TESORO BEAUX ARTS En EL CORAZOn DE BUEnOS AIRES La casa que perteneció al matrimonio Ortiz Basualdo-Zapiola es hoy la sede de la Embajada de Francia. Construido entre 1912 y 1918, está considerado uno de los edificios que mejor representa la arquitectura del academicismo francés. Guarda una gran variedad de estilos que reflejan el valor artístico de Europa El comedor, de estilo barroco inglés (1666-1713), emula el del Palacio Real de Oslo y conserva íntegramente la decoración original. La mesa está lista para recibir veinte comensales. Los cuadros son reproducciones de naturalezas muertas del siglo XVII. Sobre la consola, se observa un busto del rey Enrique IV de Francia (1553-1610).

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PALACIO ORTIZ BASUALDO Un TESORO BEAUX ARTS En EL CORAZOn DE BUEnOS AIRES

La casa que perteneció al matrimonio Ortiz Basualdo-Zapiola es hoy la sede de la Embajada de Francia. Construido entre 1912 y 1918,

está considerado uno de los edificios que mejor representa la arquitectura del academicismo francés. Guarda una gran variedad de estilos

que reflejan el valor artístico de Europa

El comedor, de estilo barroco inglés (1666-1713), emula el del Palacio Real de Oslo y conserva íntegramente la decoración original. La mesa está lista para recibir veinte comensales.

Los cuadros son reproducciones de naturalezas muertas del siglo XVII. Sobre la consola, se observa un busto del rey

Enrique IV de Francia (1553-1610).

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E n 1910, un sólido progreso eco-nómico respaldaba el “milagro argentino” y eso era evidente en

el joie de vivre de la alta sociedad. Los campos y sus cosechas marcaban li-derazgo en los mercados internacio-nales y, con solo un siglo de vida, la joven república se posicionaba como el granero y la primera exportadora de carnes del mundo.

Llevados por ese período de bo-nanza, los Ortiz Basualdo y otras fa-milias patricias edificaban suntuosas casas y adquirían los gustos y el estilo de vida de la Belle Epoque. Así fue que en 1911, Daniel Ortiz Basualdo –quince años después de haberse casado con Mercedes Zapiola East-man– empezó a buscar a la prome-sa del atelier parisino de Edmond Paulin –la prestigiosa escuela de

El estilo inglés se manifiesta con fuerza en la escalera de honor, donde

se destacan formas de los siglos XVII y XVIII. Las barandas en línea

Chippendale –con enormes fruteros tallados en madera que fueron hechos

por la casa inglesa Waring & Gillow– conducen al hall del primer piso.

Arriba: la decoración del imponente vestíbulo circular con sus mármoles policromos, las paredes revestidas en madera tallada y las pilastras corintias. Abajo: la fachada lateral, donde se destaca la torre cilíndrica en el ángulo izquierdo, coronada con una cúpula recubierta de pizarra.

Cuando en 1912 Daniel Ortiz Basualdo contrató a Paul E. Pater para que diseñara su casa, solamente le dio una consigna: la fachada debía ser monumental

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En la otra página: la entrada a la sala de música, epicentro del edificio. El marco de madera tallada es un ejemplo de la lujosa decoración que eligieron los Ortiz Basualdo. Izquierda: el hall circular del

primer piso, con su cielo raso y el meticuloso diseño del parquet, tiene en sus paredes reproducciones de obras del pintor francés Joseph Vernet (1714-1789) que representan puertos de Francia y vistas de Italia. Abajo: la sala de música es de estilo Luis XV. Los motivos chinescos –que completan el salón–

se usaron en la decoración de palacios y castillos franceses de mediados del siglo XVIII.

arquitectura a la que acudían estu-diantes de todo el mundo– para que le construyera su mansión en Bue-nos Aires. Los hijos del matrimonio Ortiz Basualdo-Zapiola –Magdalena, Daniel y Mercedes– ya habían nacido y era necesario tener una residencia a la altura de las circunstancias.

Así se originó el proyecto de uno de los mejores exponentes de la influen-cia francesa en Buenos Aires. En 1912, Daniel contrató al arquitecto francés Paul Eugene Pater (1879-1966) para que desplegara su fantasía y edificara un ejemplar único. Solamente le dio una consigna: la fachada debía ser mo-numental como un palacio, para que evidenciara su fortuna. La ubicación

no podía ser mejor, ya que el dueño logró comprar un terreno frente a la Plaza Carlos Pellegrini, justo en la es-quina de Arroyo y Cerrito.

Como las grandes residencias de la época, siguió el modelo del hôtel par-ticulier francés de cuatro niveles que se popularizó en el siglo XVII, cuyas versiones más grandiosas emulan los castillos del “período de los Luises”, como Vaux-Le-Vicomte y Maisons-Laffitte: sótano, doble planta, piso de dependencias particulares y man-sarda para el servicio.

Fiel a las consignas, Pater logró un equilibrio entre el exterior y los espa-cios interiores, para recrear los ele-mentos arquitectónicos de la tradición

En 1925, los Ortiz Basualdo ofrecieron su palacio como residencia oficial del príncipe de

Gales, Eduardo de Windsor, quien en diciembre de 1936 abdicó para poder casarse con el amor

de su vida, Wallis Simpson

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francesa. Daniel y Mercedes estrena-ron su residencia en 1918.

LOS MEJORES ANFITRIONESComo muchas de las familias de la

época, los Ortiz Basualdo llevaban un sofisticado estilo de vida, marca-do por copiosos gastos en objetos, ropas y viajes. Pasaban los inviernos en Europa y se daban el lujo de llevar una vaca a bordo del barco para te-ner leche fresca durante la travesía. Y en verano, se instalaban en Mar del Plata, ese “Biarritz argentino” que sorprendía por su belleza y sofis-ticación. En Buenos Aires, Mercedes visitaba a sus amigas en una coupé Ford Victoria y era una de las damas que mejor ejercía el arte de recibir. No en vano, las fiestas de los Ortiz Basualdo eran el lugar para ver y ser visto. En 1925, ofrecieron el palacio de Cerrito y Arroyo como residencia oficial del príncipe de Gales, Eduar-do de Windsor, heredero de la coro-na británica, que en diciembre de 1936 abdicó para poder casarse con el amor de su vida, Wallis Simpson. El tío de Isabel II quedó maravilla-do por la hospitalidad de Daniel y Mercedes y por la arquitectura y decoración de la residencia. Tanto, que años después –cuando asumió el trono solamente por 325 días bajo el nombre de Eduardo VIII– encargó la redecoración de varios ambientes del Palacio de Buckingham a las mis-mas casas contratadas por los Ortiz

Izquierda: Jean-Pierre Asvazadourian, embajador de Francia en Argentina desde

noviembre de 2009, posa en la chimenea de mármol del salón de baile a sus espaldas, adornada con bronces cincelados. Allí se

destaca un busto de Luis XVI. Arriba: un detalle de la pintura alegórica que decora el panel

central del techo. En la otra página: la grande salle de bal interpreta una versión más

temprana del estilo Luis XV. En ella resaltan las doradas boiseries, decoradas con instrumentos musicales, las arañas de cristal y los detalles de

hierro forjado de las puertas y ventanas.

Los detalles ornamentales de la sala de baile son un ejemplo destacado del savoir faire de los artesanos parisinos de principios del siglo XX

“En pocos lugares de Argentina puedo sentir

tan cerca a Francia como en este palacio” (Jean-Pierre Asvazadourian)

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–Es realmente una experiencia única, ya que por momentos siento que estoy en Quai d’Orsay. Debo decir que más allá de que esta sea la Embajada de Francia, en pocos lugares de Argentina puedo sentir mi país tan cerca como en este palacio. Es uno de los edificios de la ciudad que guardan la gran tradición francesa de la arquitectura beaux arts. Recuerdo que cuando crucé por primera vez la puer-ta de entrada, quedé maravillado por la suntuosidad del edificio y el refinamien-to de los ambientes. Realmente existen pocas ciudades en el mundo en la que se vivió a imagen y semejanza de París, y Buenos Aires es una de ellas.

–¿Qué es lo más atractivo de esta casa?–Me encanta caminar por ella y, en el

recorrido, ir sintiendo que estoy viajando por toda Europa. La mezcla de estilos es fantástica y la maestría con la que fueron combinados es extraordinaria.

–¿Y de Argentina?–Este es un país maravilloso por el que

viajo todo el tiempo. Tengo mucho afec-to por Argentina y su diversidad me ena-moró desde el primer día. Su riqueza, su geografía y su naturaleza es algo que realmente cautiva. El día que tenga que irme voy a extrañar muchas cosas, pero sobre todo a la gran cantidad de amigos que he hecho aquí, porque en estos cua-

tro años he generado vínculos muy fuer-tes. Como diplomático, mi profesión me ha dado muchas cosas, pero creo que el haber sido designado embajador en Ar-gentina fue una de las más gratificantes.

–¿Cómo es ser embajador de Francia en un país tan francófilo como este?

–Creo que en pocos lugares me he sentido tan cómodo. El recibimiento por parte de los porteños fue realmente muy cálido, porque los argentinos valoran enormemente la cultura de mi país.

–Tengo entendido que la embajada se abre una vez al año para que pueda ser visitada.

–Así es. Lo hacemos a mediados de

Derecha: el jardin d’hiver –devenido en un living– sobresale por la luminosidad y el piso damero de

mármol. Este salón de grandes ventanales

estilo Tudor era el lugar en el que Mercedes

Zapiola de Ortiz Basualdo (izquierda) tomaba el té con sus

amigas. Arriba: la gran chimenea de la sala

de billar. El arquitecto Pater se inspiró en el

Renacimiento francés para diseñarla.

Basualdo: Jansen de París y Waring & Gillow deLondres.

L’AMBASSADE EN ARGENTINAEn 1929, Daniel –el único hijo varón

de los Ortiz Basualdo– murió a los 28 años, y eso hundió a Mercedes en una profunda depresión. Desde entonces, ella decidió pasar más tiempo en sus estancias que en Buenos Aires, por lo que en 1939 el matrimonio vendió la residencia al gobierno de Francia para que la convirtiera en sede de su emba-jada. Allí, Jean-Pierre Asvazadourian, el actual embajador, recibió a ¡Hola!

–¿Cómo es vivir en semejante palacio?

Como muchas familias ricas de la época, los Ortiz Basualdo llevaban un tren de vida de elite. En Buenos Aires, Mercedes visitaba a sus amigas a bordo de una

coupé Ford Victoria y era conocida por cómo ejercía el arte de recibir

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septiembre, el mismo día que en Francia se celebran las Jornadas del Patrimonio, cuando se abren todos los edificios históricos que son propiedad del Estado. Es muy grato ver que cada año aumenta la cantidad de visitantes. Este año, por ejemplo, hubo cuatro mil personas. Se organizan recorridos con guías especializados para que

la gente pueda conocer la historia del edificio y los distintos estilos de decoración. Estoy convencido de que es muy importante que los argentinos valoren su patrimonio y se sientan orgullosos. •

Texto y producción: Rodolfo Vera Calderón Fotos: Tadeo Jones y Matías Salgado

La biblioteca combina revestimientos de madera y los cielos rasos de estilo Tudor, con una importante chimenea

sobre la que se ve un retrato del mariscal Ferdinand Foch (1851-1929),

comandante en jefe de los ejércitos aliados durante la Primera Guerra

Mundial. Abajo: este ambiente, decorado con cómodos chesters ingleses

de cuero, es uno de los favoritos del embajador Asvazadourian.

“Me encanta caminar por la casa y sentir que estoy viajando por toda Europa. La mezcla

de estilos es fantástica y la maestría con la que fueron combinados es extraordinaria”