El Cielo Está Hecho Un Infierno

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El Cielo Está Hecho un Infierno Comedia en dos Actos Personajes: Narrador Ayudante San Pedro Los amantes: Felicia, Florentino Los soldados: Machuca, Domínguez, Pereda, Matus, Soldado. Los asaltantes: Kimberly, John, Jonathan. Los ángeles. El Cola de Flecha. Demoncitos Primer Acto

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Obra de teatro de unos 15 personajes. San Pedro tiene problemas ya que llegan personas que no están en la lista a las puertas del cielo.

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El Cielo Está Hecho un Infierno

Comedia en dos Actos

Personajes:

Narrador

Ayudante

San Pedro

Los amantes: Felicia, Florentino

Los soldados: Machuca, Domínguez, Pereda, Matus, Soldado.

Los asaltantes: Kimberly, John, Jonathan.

Los ángeles.

El Cola de Flecha.

Demoncitos

Primer Acto

La escena se presenta en el cielo con nubes y gran cantidad de almohadas en un rincón. Al otro lado una mesa con un gran libro, un teléfono y dos sillas “angelicales”. Música suave.

Entra El Narrador con su séquito de ángeles femeninos, quienes toman una silla y la ubican en el centro del escenario (música rápida). Él se sienta y es arreglado, maquillado por las ángeles,

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peinado hasta que él mismo las aleja y se queda solo. (Baja la música).

El Narrador: (Dirigiéndose al público) Bienvenidos simples mortales, a presenciar esta fábula, esta encrucijada entre la vida y la muerte, donde todos alguna vez seremos llamados, llamada:La Muerte. Siempre nos hemos preguntado, ¿qué sucederá una vez que nuestro paso por la vida haya concluido? Pues bien. Poned atención, que aquí quizás hallareis la respuesta. (Se para y hace el gesto de silencio) Chiist. Silencio. Parece que alguien se acerca.

Aparecen en escena San Pedro y su ayudante. Vienen cansados, recién despertándose. Se ubican en la mesa y la silla. Ante la falta de la otra silla, el ayudante va a buscar la que ocupa el Narrador y la saca con violencia. El narrador sale de escena. Se escucha una frenada de auto y un choque.

San Pedro: uff, parece que empezamos temprano.

Ayudante: Necesito vacaciones. Oiga San Pedro, cuando me va a dar los trescientos cincuenta y cinco mil cuatrocientos treinta y seis días con tres horas, cinco minutos y tres segundos de vacaciones que me debe.

San Pedro: Pronto hijo, ten paciencia.

Ayudante: Paciencia, paciencia, con esta pega no hay quien aguante, no hay descanso. Todos los días se muere alguien. (Exaltándose se pone de pie) Y yo he trabajado siempre con prestancia. Trato bien a los que llegan, les indico su nube, los ubico entre los arco iris para que se queden en la eternidad felices y yo ¿Y yo? Me pregunto. ¿Cuándo tendré mi nube?

San Pedro: Pronto hijo, ten paciencia. Y ahora callado que parece que vienen nuevos huéspedes.

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De entre el público aparecen corriendo Felicia y Florentino. Visten trajes formales como saliendo de la oficina. Música. Se ubican en el centro del escenario como buscando algo.

Felicia: Parece que nos equivocamos de edificio. (Observando alrededor)

Florentino: (Mira su reloj) Con tanta congestión, yo sabía que llegaríamos atrasados. Hace un rato ya veníamos tarde. (Sigue mirando el reloj).

Felicia: ¿Qué pasa Florentino?

Florentino: El reloj.

Felicia: ¿Cuál es el problema?

Florentino: Hace como una hora, eran las 8:15.

Felicia: Claro, íbamos tarde a nuestros trabajos, aceleraste a fondo el mercedes, pasaste el semáforo en rojo, ¿cuál es el problema?

Florentino: Es que el reloj sigue marcando las 8:15.

Felicia: Estará fallando la pila. Ya, apúrate, que debemos llegar a la hora.

Florentino: No, la pila anda perfecta. Mira las nubes. (Música celestial)

Ayudante: ¡Bienvenidos! Los estábamos esperando. Pasen por aqui (Les indica a San Pedro. Ambos estupefactos se acercan a la mesa. Se toman de la mano).

San Pedro: Sean ustedes bienvenidos al Cielo. Pero Ayudante ¡Ayudante! Ofrézcale un asientito a los huéspedes. (El Ayudante toma dos cojines y se los pasa a cada uno, solo lo toman no se sientan)

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Felicia: ¿Quién es usted?

San Pedro: Esa es la pregunta que debo hacerle yo a usted. ¿Cuál es su nombre?

Felicia: Felicia Matamala.

San Pedro: (buscando en su listado) Felicia, Falacia, Felicidad, Felipe, Fantasma. No está ¿y el suyo? (dirigiéndose a Florentino)

Florentino: Florentino Flores.

San Pedro: (nuevamente busca) Florentino, Florero, Flandes, Filántropo, Filipo. No, tampoco está en la lista. Debe haber un error.

Florentino: La verdad es que yo no he hecho ninguna reserva. Menos en este motel, ¿cómo se llama? ¿El “Cielo”?

San Pedro: (se levanta exaltado) ¡¿Cómo que Motel!? Éste no es ningún motel. Éste es el Cielo. ¡Ayudante! ¡Ayudante! Explíquele a los señores que este es un lugar santo donde esas palabrotas no se pueden decir. (Se deja caer sobre su asiento indignado).

Ayudante: (Se ubica entre ambos y aparte los lleva al centro del escenario, explicándoles con paciencia). A ver a ver mis amigos, lo que pasa es que parece que hoy San Pedro se levantó con el pie izquierdo. Lo que sucede es que no aparecen en la lista de hoy. Ustedes están muertos. De alguna forma hoy murieron y vinieron a parar al Cielo.

Felicia: Está un poco estresado el caballero.

Ayudante: Sí lo que pasa es que el ha estado desde siempre en ese puesto y pensaba que iba a jubilarse a los 1000, luego a los 2000 y ahora recién ha sido renovado hasta el 3000.

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Florentino: ¿Cómo me dijo que se llamaba este motel? ¿”El Cielo”? Buen decorado. Mira las nubes. ¿Cómo hacen ese efecto? Qué bueno, pero yo no recuerdo haber hecho reserva. ¡Ah! (dirigiéndose a Felicia) Fuiste tú, picarona, querías darme una sorpresa.

Ayudante: Parece que ustedes no entienden el lugar dónde se encuentran.

Felicia: Sí, es un lugar donde no se pueden decir malas palabras o palabras subidas de tono. Dijimos “motel” y el caballero se enojo.

Florentino: O sea no se puede decir por ejemplo: “Poto”. (Se ríe burlonamente)

Felicia: O “Caca”.

Florentino: O mejor ni siquiera digo Con…(el ayudante le tapa la boca)

Ayudante: No, no es eso. Ustedes están muertos. Parece que todavía no se dan cuenta.

Florentino: Yo ¿muerto? Está loco. Estoy más vivo que nunca. Siento el aire en mis narices, hoy me siento muy bien.

Ayudante: Es porque está muerto, y está en el Cielo.

San Pedro: ¡Ayudante! (lo llama insistentemente)

Ayudante: Ya voy, ya voy.

San Pedro: Debe haber un error, ninguno de los dos aparece en la lista de hoy.

Ayudante: Y parece que ellos todavía no se dan cuenta que han muerto. ¿No será un error?

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San Pedro: Desde los años 80 que vengo diciendo que nos cambien este sistema de papiros a uno computarizado. En la Edad Media pedí que utilizarán la famosa imprenta que había descubierto ese tal.

Ayudante: Gutemberg.

San Pedro: Sí, el alemán ese. Luego, pedimos radio, televisor, y cuando inventaron esos aparatitos.

Ayudante: Los ordenadores.

San Pedro: Si, esas pantallitas con colores. Le dije a este caballero (mira hacia arriba) que nos implantara un ordenador, pero no, no, dale con los papiros.

Ayudante: Puede ser un error. Los pasaré a una nube provisional.

San Pedro: Sí, pero trata de convencerlos que este no es un…

Ayudante: Motel.

San Pedro: Sí, eso. Y diles que no pueden, no pueden, tú sabes…

Ayudante: Conversar.

San Pedro: No, no, eso.

Ayudante: ¿Esperar?

San Pedro: Ellos creen que es un motel, ¿qué crees que hacen en un motel?

Ayudante: Ah, eso. Se los diré. (se dirige a ellos). Queridos amigos tengo que pedirles que se dirijan a una nube.

Felicia: Sabe que estábamos mirando desde aquí y tienen una vista espectacular. ¿Tendrán camas de agua también?

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Ayudante: Parece que todavía no entienden. ¡Ustedes están muertos! Los llevaré a su nube.

Florentino: Ah, es un motel temático. ¡Qué original!

Felicia: Y usted es un muy buen actor. Deben pagarle muy bien.

Ayudante: Sí, si, acompáñenme. (Los lleva tras el escenario, se queda fuera de escena un momento. Música)

San Pedro: Ayayayay, (suspira) estos mortales (dirigiéndose al público) Siempre pensando terrenalmente. No saben que aquí en el Cielo los aguarda la eternidad que es tan… (Se escucha una balacera muy estruendosa. Desde distintos lugares del teatro aparecen cinco soldados en posición de ataque, intimidan al público y llegan al escenario. Una vez allí siguen en su actitud intimidatoria. San Pedro que estaba escondido tras su escritorio se levanta.)

Machuca: Parece que el enemigo se ha replegado. Confirme Domínguez.

Domínguez: Sí. Los matamos a todos. Confirme Pereda.

Pereda: Sí, fueron efectivas las granadas a las mil doscientas. Confirme Cabo Matus.

Matus: Sí, pero el terreno se ha vuelto hostil, ¿Dónde estamos? Explore soldado.

Soldado: (Hace una inspección por todos los rincones del escenario, maniobrando como comando). No hay enemigos a la vista.

San Pedro: ¡Bienvenidos! (Todos gritan y comienzan a disparar a San Pedro, quien se protege tras su escritorio. Luego de un rato se levanta y grita) ¡Basta! (Se quedan estáticos, las armas no funcionan) ¡¿Qué significa esto?! ¿Cómo es posible que lleguen disparando hasta el Cielo? (Indignado va hacia el centro

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del escenario) No hay ni siquiera un poquito de respeto por la eternidad. Nunca había sucedido algo así. ¡Ayudante! ¡Ayudante! (Aparece el ayudante corriendo rápidamente)

Ayudante: ¡Mande, mande San Pedro!

San Pedro: ¡Quíteles las armas! Y explíqueles dónde están para que se dejen de ser tan violentos.

Ayudante: Enseguida San Pedro. (Les quita las armas y los ubica al centro del escenario bien juntos)

San Pedro: Y bien, díganme sus nombres.

Machuca: Machuca.

Domínguez: Domínguez

Pereda: Pereda.

Matus: Matus.

Soldado: No me acuerdo.

San Pedro: Les pedí sus nombres, no solo su apellido. Díganme sus nombres completos.

Machuca: Juan Rubicundo Machuca Machuca.

Domínguez: Ernestino Torcuato Domínguez Alvarado.

Pereda: Manuela Manola Pereda Pérez.

Matus: Matusalen Matico Matus Matus.

Soldado: No me acuerdo.

San Pedro: A ver, revisemos la lista (en tono nervioso, casi gritando, revisa la lista) No están.

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Ayudante: (Hacia los soldados) Bienvenidos al Cielo. Les explico: ustedes acaban de llegar al lugar donde todos quieren llegar, porque aquí encontrarán todo lo que en la vida terrenal no pudieron. Se lo han ganado (dirigiéndose a San Pedro) ¿No habrá un error? Porque la mayoría de los soldados se van “donde usted sabe”. Y estos se ven tan violentos y poco arrepentidos como la mayoría.

San Pedro: Diles que se murieron y que están en el Cielo.

Ayudante: Bueno, ustedes están muertos. Sí muertos, kabum, se finite, mortus ad humanum. Y ahora han llegado al Cielo. No sé por qué, pero están en el cielo, así que se van a tener que ir calmando, porque aquí están prohibidas las balas, las malas palabras y en general el mal comportamiento, que parece que ustedes traen.

Soldado: Mi Teniente. Pido permiso para eliminar al bocazas.

Machuca: No todavía, pidamos explicación primero.

Domínguez: Parece que nos ha capturado el enemigo y no alcanzamos a matarlos a todos. Parece que no fueron suficientes las balas.

San Pedro: (con autoridad y muy enojado) Creo que todavía no entienden. Están muertos y han llegado al cielo. Ayudante, llévelos a alguna nube porque parece que vienen nuevos huéspedes. (Música, se escuchan sirenas. El ayudante se lleva a los soldados fuera de escena. Desde el público se levanta un grupo de delincuentes. Se abre paso entre la multitud y llegan al escenario.)

Kimberly: (hablando con mucha autoridad, pero deficientemente) Esto es un asalto. Para que nadie salga lastimado, les vamos a pedirles cooperacion. Ya John agarra al viejo de la barba larga.

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John: No pos Kimberly, no ves que estoy cuiando a estos rehenes (apunta al público)

Kimberly: Ya Jonathan tu cuida al viejo.

Jonathan: No vaciles Kimberly no carai que estoy contemplando el paisaje.

Kimberly: Ya viejo, suelta todo lo que tengas. (San Pedro sale tras el escritorio asustado.)

San Pedro: ¡Ayudante! ¡Ayudante! (grita desesperado)

Kimberly: Y a este, ¿qué le pasa? Ya pasa paca con todo lo que tengais: monedas, moviles, relojes, mp3 y toda la cuestion.

San Pedro: Señorita (calmándose) parece que usted no entiende dónde se encuentra (aparte) ¡Ayudante!

Kimberly: Parece que no sabes quién soy yo (dirigiéndose a John). Oye John, ¿quién soy yo?

John: La Kimberly.

Kimberly: No amermelao. ¿Cómo me dicen?

John: La mujer metralleta.

Kimberly: (dirigiéndose a Jonathan, camina alrededor de San Pedro) Oye Jonathan y ¿por qué me dicen así?

Jonathan: Porque eres terrible mala.

Kimberly: No amermelao.

Jonathan: Ah, porque siempre andas cargada de balas.

Kimberly: Así que me vas a entregar todo o te voy a hacer unos cuantos hoyos en la cara, ¿Te quedó claro? (Aparece el ayudante corriendo. Observa impávido la escena. Se queda

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pegado mirando a Kimberly). Oye, par de tontos, cojan a este otro y lo amarran. (John y Jonathan toman a San Pedro y al Ayudante y los amarran a las sillas. Una vez amarrados entra a escena el Narrador seguido por un séquito de ángeles. Todos se quedan estáticos)

Narrador: (se pasea por el escenario mirando con curiosidad. Se dirige al público) Parece que algo no anda bien en el Cielo. Ustedes han visto cómo han venido algunos personajes que no encajan en este lugar tan celestial. Tal parece que hay alguien que está haciendo algunas jugadas para que todo se revolucione aquí arriba. Bien veremos cómo se soluciona. (Toman asiento entre el público. Música. Vuelve la escena, pero solo San Pedro y el Ayudante se mueven)

San Pedro: Ya basta (indignado, se libra fácilmente de las amarras) esto es demasiado, algo anda mal, voy a llamar al jefe. (Se dirige al teléfono, pero observa al Ayudante que está estático observando a Kimberly) ¿Y a ti qué te pasa? Parece que hubieras visto un…

Ayudante: Un ángel.

San Pedro: Sí, no ¿qué?

Ayudante: La mujer más hermosa de todo el universo.

San Pedro: No puede ser, ahora este se nos enamoró. (Toma el teléfono y marca muy exaltado) Hola? sí con el jefe por favor. No, no puedo esperar, tengo un problema muy grave aquí en la entrada. Sí, en la puerta del cielo. Está bien, espero. (Música en espera. Luego de unos instantes le contestan, cambia el tono) Hola? sí, jefe, (cuelga el teléfono y se escucha una voz en off)

Voz: ¿Qué sucede Pedro?

San Pedro: Tenemos un pequeño problema de nombres aqui. Tal parece que la lista que usted nos dio está equivocada.

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Voz: Mira Pedro, estoy muy ocupado en estos momentos solucionando los problemas de medio oriente, las guerras civiles de África, las disputas de los coreanos, la guerrilla colombiana, y los problemas con ese señor de Texas, ¿cómo se llama? Ah, Bush. Además de los rusos, los chinos y el Transantiago. ¿Te parecen pocos mis problemas? ¿Y tú me traes otro más?

San Pedro: Disculpe, lo que pasa es que han llegado algunas personas que no estaban en la lista.

Voz: La lista no se equivoca.

San Pedro: Lo sé, por eso creo que tal vez, quizás, puede ser que alguien esté metiendo mano en esto.

Voz: ¿Quién?

San Pedro: Bueno usted sabe quien. Ese mismo, ése, el de los cuernos, de la cola en flecha, el pata de cabra, el cornudo, mandinga, lucifer, Satanás, malo, negro, Satán. (Se escucha música relacionada con el demonio) (Luces fuera)

Telón

Segundo Acto

Luces apagadas. Se escucha en el escenario un desorden, la mesa, las sillas y los cojines han sido desordenados por el tumulto. El narrador sentado en el público ha escapado tras el escenario. Al encenderse las luces puede verse el desmadre. Aparece el ayudante.

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Ayudante: (también desordenado) Uff, parece que se formo una grande. Y el olor a azufre es casi insoportable. (Entra el Cola de Flecha. Se pasea por todo el escenario al ritmo de la música. Los siguen los Demoncitos)

Cola de Flecha: Quiero hablar con su jefe.

Ayudante: No está (asustado).

Cola de Flecha: ¿Y su otro jefe?

Ayudante: (apunta hacia arriba)

Cola de Flecha: Quizás tú me puedas ayudar. Mira… ¿Cuál es tu nombre?

Ayudante: Ayudante.

Cola de Flecha: Extraño nombre. Mira lo que pasa es que alli abajo está pasando algo bastante raro. Te cuento: Desde que tuvimos esa pelea tan grande con tu jefe (apunta hacia arriba) hace siglos atrás llegamos a un acuerdo. Yo influiría sobre los hombres y mujeres de la tierra para que les fuera más sencillo irse derechito para el infierno sin que tuviesen que pasar ni por el purgatorio ni menos que vinieran a este lugar. He tenido grandes aliados: Nerón, Napoleón, Hitler, Bush. Ellos me han proveído de muchos esclavos en mi reino. Pero últimamente todo se ha vuelto tan aburrido.

Ayudante: Sí, muy aburrido (irónico)

Cola de Flecha: Sí, por eso se me ha ocurrido una genial idea.

Ayudante. ¿Otra más?

Cola de Flecha: Sí, educar a una mujer para que se transforme en mi mujer. Imagínate: Una mujer Cola de Flecha. Ella debe haber llegado aquí hace un rato. Ve a buscarla.

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Ayudante: ¿Quién? ¿Yo?

Cola de Flecha: Por supuesto, ve a buscarla.

Ayudante: Es que no lo puedo dejar solo aquí. Puede llegar alguien.

Cola de Flecha: (indignado) ¡No me lo hagas repetir un vez más!

Ayudante: Está bien (sumiso) Iré. (Sale de escena, aparece San Pedro)

San Pedro: Parece que tenemos visitas.

Cola de Flecha: Ah Pedro.

San Pedro: Señor Cola de Flecha, hace cuánto que no lo veíamos por aqui, ¿tres siglos?

Cola de Flecha: No tanto, desde el 11 de septiembre no más.

San Pedro: Tremenda embarrada que dejó esa vez, Y ¿qué trama ahora?

Cola de Flecha: Vengo a buscar a mi mujer. Lo que pasa es que he estado un poco aburrido últimamente y necesito compañía. Ya me está hartando tener que provocar tanta miseria, hambre y destrucción. Alli abajo todo es siempre lo mismo. (Aparece el Ayudante con Felicia de la mano corriendo, San Pedro comienza a ordenar el desorden)

Ayudante: Muy bien señor Cola de Flecha, aquí está su mujer.

Cola de Flecha: (Se escucha música romántica) Mi amada, perdón ¿cómo te llamas?

Felicia: Felicia.

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Cola de Flecha: Felicia, que nombre tan satánico, ¿quieres tú, Felicia, convertirte en la señora Cola de Flecha?

Felicia: (gritando) ¡Florentino! ¡Florentino! (aparece Florentino)

Florentino: ¿Qué pasa, mi amor, encontraste la habitación que nos corresponde?

Felicia: No, Floren, lo que pasa es que este fresco se me está tirando los trastos.

Cola de Flecha: Ah, un contrincante. Aquí mismo despedazo a este mortal (levanta las manos como que va a lanzar un rayo) (En ese momento se escucha un ruido muy fuerte)

Voz: ¡No! En el cielo no se permite ese tipo de actitudes. (Todos se asustan. Los demoncitos huyen despavoridos)

Cola de Flecha: Perdón jefe. No era mi intención molestarlo (mirando hacia arriba) Lo que pasa es que ha habido una equivocación.

Voz: Sí, seguro otra de tus triquiñuelas bribón.

Cola de Flecha: Se supone que debería encontrarme aquí con mi mujer. Y eso he venido a buscar.

Voz: Si quieres llevártela, deberás disputarla con Florentino.

Cola de Flecha: ¿Cómo?

Voz: En un duelo.

Cola de Flecha: Genial, bien tú, ayudante tráenos pistolas.

San Pedro: No, nada de violencia aquí. Si el jefe quiere que se disputen por la dama, deberá hacerse sin violencia.

Cola de Flecha: ¿Y cómo? Yo no conozco otra forma.

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Ayudante: Piedra, papel o tijera

San Pedro: Excelente, se hará por piedra, papel o tijera

(Toman posiciones el Cola de Flecha y Florentino y comienza la brega. Todos vitorean a Florentino, quien impávido se somete al juego)

Cola de Flecha: (asumido) Está bien, pero necesito animos (alienta al público a que diga su nombre) (Comienza al mejor de tres hasta que pierde el Cola de Flecha) (Felicia corre feliz a los brazos de su amado, se van) Maldita sea, Yo, o sea, diablos, demonios, rayos y centellas.

San Pedro: Así es la vida: a veces se gana, otras veces se pierde.

Cola de Flecha: Pero la mía es muy injusta, llevo milenios encerrado en las profundidades. Muerto de calor, con todo oliendo a azufre y castigando a los que en vida se portaron mal. Ya me sé de memoria los pecados de cada uno de los condenados en el infierno. ¡Quiero algo nuevo! ¡Una compañía! Y ella se veía tan linda con la pistola en las manos.

Ayudante: ¿Pistola?

Cola de Flecha: Sí, cuando le disparaba a sus enemigos.

Ayudante: Parece que nos equivocamos. Debe estar hablando de la soldado.

Cola de Flecha: ¿Cuál soldado? Me engañaron, aún tengo una oportunidad ¡Vaya a buscarla!

Ayudante: ¿Yo? (antes que le contesten ya parte despavorido) (Luego de un rato vuelve con Matus de la mano corriendo, tras ellos el resto de los soldados)

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Cola de Flecha: Me encantan los uniformes. Dama, ¿no habrá acaso recibido usted en sueños una invitación mía para morirse e irse al cielo donde yo la recogería para llevarla a mi palacio en las profundidades?

Matus: Sí señor (en tono marcial) Yo antes era de las fuerzas de paz de la ONU, pero de un tiempo a esta parte he estado teniendo sueños raros que me llevaron a actuar malamente. Ahora me doy cuenta por qué no estaba ni yo ni mis compañeros en la lista. Antes éramos buenos y debíamos venir al cielo, pero un extraño influjo me hizo ser una mala persona.

Cola de Flecha: Ése era yo, ahora ¿te quieres casar conmigo?

Voz: (se escucha el mismo ruido estruendoso) Deberás hacer lo mismo. Duelo.

Ayudante: Piedra, papel o tijera, ahora ya no sirve son muchos.

San Pedro: Será entonces a los chinos.

Cola de Flecha: Qué indigno, pero está bien, acepto. (Realizan el juego, todos piden apoyo del público) (Ganan los soldados) Otra vez demonios he perdido. (Se van los soldados felices con Matus)

Ayudante: Bueno señor Cola de Flecha al menos lo intentó. Así aprenderá que no todo en la vida es maldad, existe justicia.

Cola de Flecha: Pero si yo no soy malo, es mi trabajo. (Se escucha a lo lejos una música “popular”) (Entra Kimberly, John y Jonathan, Cola de Flecha mira estupefacto. El ayudante también, ambos han caído enamorados)

Kimberly: Ya, me aburrí de tanta nube, por qué no organizamos mejor un baile.

John: Toi muy cansao.

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Jonathan: Toi terrible cansao.

Kimberly: Son super aburridos los tontos. (Mirando al Cola de Flecha) Y tú, hombre misterioso ¿No querrías bailar un ratito?

Cola de Flecha: Parece que ahora sí el amor tocó a mi puerta. (se disponen a bailar)

Ayudante: No, no, no puedo permitirlo. Yo la vi primero.

John y Jonathan: Nosotros la vimos primero. Ah, pero pensándolo bien ¡Quédate con ella!

Ayudante: Entonces tendrán que disputarla conmigo.

Voz: (ruidos nuevamente) Recuerden: justicia.

San Pedro: Ya sé: piedra, papel o tijera. (él mismo lleva las mesas y las sillas) (Mismo ritual comienzan los gritos) (Cuando están a punto de terminar Kimberly los interrumpe:

Kimberly: Ya me cansé. Yo no quiero estar con ninguno de los dos.

Ayudante, Cola de Flecha: ¿Por qué?

Kimberly: Porque no. Así no es el amor. Es algo más romántico.

Voz: Tiene razón. Además si fue una triquiñuela de este señor Cola de Flecha, ninguno de estos recién llegados debería estar muerto. Los devolveré a la vida y esto será nada más que un mal sueño. (Salen todos los personajes a escena, incluido el narrador y los ángeles, y se apaga la luz) (Cuando vuelve la escena San Pedro se encuentra solo en su silla, estira el pergamino y llama al Ayudante)

San Pedro: ¡Ayudante! ¡Ayudante! (entra ayudante)

Ayudante: Sí jefe.

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San Pedro: Te tengo una buena noticia.

Ayudante: Dígame (desanimado)

San Pedro: Quedan exactamente 2366 días para que vuelva Kimberly al cielo, bueno claro, si se porta bien.

Ayudante: Qué bueno, entonces la esperaré, la esperaré total para eso tengo… toda la eternidad. (truenos apagón)

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