El Chilote Otey

236

Transcript of El Chilote Otey

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 1/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 2/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 3/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 4/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 5/222

A proposzto ne rranczsco Loioane

?

La literatura trae al hombre densos resúmenesde vida, chispazos de la experiencia humana, sín-tesis luminosas de ese proceso interminable que

caracteriza a la especie: desarrollarse en enfrenta-miento con el medio, buscar la subsistencia, en-tenderse y entender la naturaleza, interpretar y do-minar los elementos, aceptar determinado tipo derelaciones con los demás, o rebelarse contra ellas,luchar, sufrir, gozar, morir. ..

Según una célebre frase de Marx, la historia no

es otra cosa que “la producción del hombre por eltrabajo humano”. Es decir, el hombre ha ido for-mándose como- tal, superando su mera condiciónzoológica, adquiriendo sus rasgos específicos, suconciencia, su poder, su destreza, su sensibilidad,a través del incesante trabajo, de la incesante ac-

tividad realizada con el propósito de no caer derro-tado ante las fuerzas naturales y con el propósito,por tanto, de derrotarlas y ponerlas bajo su tui-ción. Es una historia de esfuerzos y decaimientoscolectivos, de triunfos y fracasos, de sueííos y con-trastes, de avances y retrocesos, de alegrías y dolo-res; pero es una historia siempre progresiva, siempreen marcha hacia adelante.La ciencia registra el proceso del conocimiento

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 6/222

resarrollo y del desarrollo de la sociedad yuraleza. El arte, a su vez, lo fija en hitosensan desde un mero gesto o una actitud

devenir de generaciones enteras, desde lajidual hasta la de un pueblo o de variospueblos. Crecen y se hacen mas y más complejoslos conocimientos científicos; se amplía y enrique-ce el campo de la filosofía; la producción artísticaes cada vez mayor y más variada. Todos estos refle-'os de la realidad en la conciencia resultan ya ina-bar cables por un solo individuo. Pasaron los tiem-pos del saber ecuménico, concentrado en una per-sonalidad genial. La práctica colectiva se traduce enuna teoría que va siendo integrada por los sabiosde todo el mundo. El laborar es multitudinario ydividido, y la acumulación científica, filosófica y ar-

tística es reabsorbida también en forma parcial y es-pecializada.Tomemos, por ejemplo, el arte. Mejor: tomemos

solamente la literatura. ¿Acaso bastaría una vida pa-ra conocer toda la literatura universal, toda la lite-ratura acopiada durante siglos y en todos los países?

Largos, largos años de familiaridad de lector con

las obras más dispares vienen a menudo a recordar-nos que estamos sólo en los tramos iniciales del co-nocimiento literario. Largos años igualmente dereflexiones acerca de las teorías de la creación lite-raria advierten a veces que apenas hemos empeza-do a adquirir conciencia de la vastedad demasiado

ambiciosa de nuestros objetivos.. . No es posible

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 7/222

i d i i L I ; IU J u c c i x v u a d i i u a UI, i d auwwcb i i u a u11 UI,-

mento formativo de incalculable poder.No leen todos los adolescentes, claro. En nuestro

medio las cosas ocurren de tal modo que grandesmasas de jóvenes quedan al margen, no ya del arte,sino, inclusive, de la instrucción más primaria. Lagran mayoría de los adolescentes deriva imperativa-mente hacia el temprano deber de ganarse la vida

cle cualquier manera, lo cual los despoja de todaposibilidad de desarrollo integral.E n lo que la adolescencia tiene de transición, de

crítica maduración biológica, afectiva e ideológica,constituye una de las etapas más encontradas delser humano. Sc empieza a dejar de ser niño y se

comienza a ser hombre. En definitiva, no se es louno ni lo otro. Los rezagos de la infancia actúantodavía con gran fuerza y se mezclan a los anticiposde ‘la adultez. El adolescente choca una y mil vecescontra la realidad; se hiere en ella, la desvaloriza,se desconcierta y busca refugio en la amarga refle-xión solitaria, en la amistad, en el arte..

.Es un

nudo complejo y sensible de ansiosas interrogantesque lo mantienen en agudas contradicciones inte-riores. E l arte podrá ampliarle las perspectivas ymostrarle la solución de muchos conflictos, pero, ala vez, se los multiplicará al infinito. Todo esto enun bullir informe, irregular, denso, porque así es

cl aprendizaje de la vida, cruzado por desgarra-mientos y conquistas, por crueles decepciones y fer-vorosas esperanzas.

¿Qué lee un adolescente chileno?Q u é leía hace veinte años un adolescente chi-

leno que ha logrado ingresar en el liceo y que se

vuelca hacia la literatura en esta febril búsqueda delas mil respuestas?

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 8/222

leía lo más posible, como si en los miles de librosfuera a encontrar lenitivo perdurable para las reno-vadas inquietudes que producía vivir. Leía desorde-

nadamente, casi sin guías. Fueron los tiempos dePanait Istrati, Zola, France, Rolland, Esa de Quei-roz, Dostoiewski, Gorki, Andreiev, Chejov, Gogol;los tiempos también de Sinclair Lewis, Steinbeck,Hemingway, Hamsun y tantos otros.. . Leía desor-denadamente, sin guías, y esto tenía sus ventajas.

Podía, así, “descubrir” a los autores y, aunquearriesgaba chascos penosos, estaba en condicionesde recibir virginalmenbe, sin dato previo alguno,sin referencias eruditas, la gran obra de algún granescritor, sentirla, pensarla. hTos hundíamos en lalectura transidos de gozo o transidos de sufrimien-tos

Pasaron algunos años. Vino el contacto obligato-rio con los escritores españoles, no siempre capaces-juzgábamos entonces- de satisfacer nuestra de-sorientación vital. Clandestinamente, hecha la tarea

’ escolar, proseguíamos con Mann, Joyce, Proust,Glaeser, Remarque.. . Leer, leer.

¿Y los escritores chilenos, los escritores hispano-americanos? No imDorta ahora si la culpa era delos profesores o de nuestro limitado entendimiento,pero la verdad es que hace dos decenios los escri-tores chilenos no despertaban grandes resonanciasen nosotros. Si descontamos la poesía -Pezoa Vé-

liz, Huidobro, la Mistral, Neruda, Magallanes Mou-re, De Rokha, Juvencio Valle-, la literatura na-cional nos parecía balbuceante juego descriptivo,

eno, ésa10s algúnBaldome-

r l ~ r r i Á n pnrlphlp T ~ Pmnii;tipn rirn1nn;rmo. Cono-

vida del

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 9/222

Id, Lmocía muy de cerca la existencia proletaria,el duro batallar contra el clima y la Compañía.. .Acumulaba en esa ardorosa época un sinfín de ex-

periencias violentas, inquietantes, amargas o eufó-ricas, fieras, peligrosas muchas veces. Directamen-te, o a través de la literatura predilecta -y predi-lecta tal vez por cso mismo-, la vida se presenta-ba como una sucesión interminable de emociones,de sobresaltos, de angustias, de meditaciones des-

garradas.¿Y qué reflejo de ella ofrecían los prosistas chi-lenos? Q u é ofrecían los pocos prosistas que cono-cía? Aparte de los cuentos de Lillo y Rojas, en lasnarraciones podía encontrarse, por ejemplo, el sen-timentalismo dulzón y pegajoso de un niíio que,entre suspiros, enloquece y muere de amor; la abu-lia invencible de un franciscano que huye de la vi-da; muchos liuasos de mantas multicolores y espue-las restallantes; inacabables descripciones de plan-tas y animales que ignorábamos; conflictos ficticios,de escritorio.. . La literatura chilena me resultabaentonces superficial, casi sin fuerza, acuosa, desma-

yada. -

3

Fue casi al terminar las humanidades cuando re-

cibimos la orden de leer Cabo de Hornos, de Fran-cisco Coloane.Coloane, Coloane.. . Cubo de Hornos. ..El índice: catorce cuentos, un prólogo y un voca-

bulario, ese apéndice ingrato de muchos libros chí-lenos. El prólogo estaba firmado por Mariano Lato-rre, nombre que no significaba mucho entoncespara nosotros y que sólo a la vuelta de algunos añosiba a encarnarse en un maestro querido, escritor

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 10/222

tud las repercusiones emocionales de Cabo de Hor-nos! La sola iniciación de la lectura del primercuento había de provocar en mí efectos singula-

res. Nadie puede olvidar el argumento: en una le-s hombres, Jackie y Peter, posible-s; son los únicos habitantes del:senta Coloane:

z f a z impersonal y vaga de un re-regular estatura, con un chisfieante¡os sumidos en párpados sin pesta-

9 tumefactos, parece a veces unfoca rubia. Peter es más interesan-

DS de zorro, & felino hipócrita y

desasosiego que no traté de inter-era una mezcla de sorpresa, con-

y desconfianza frente a lo que se-la lectura. Ante esos dos hombres

llega, hambriento y débil, un evadido del tenebro-so presidio argentino de Ushuaia. Les pide ayuda y?como se la niegan, ofrece indicar a los hermanosuna caverna donde hay gran abundancia de lobosmarinos y? por tanto, de lobitos recién nacidos,fuente de las valiosas pieles llamadas “popis”. Peter

v Txkie acentan v el DrhfiiPO I n s condiir? a la m-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 11/222

L L I I L U S UWLWIGSJ U G ~ U L U I I L U I W I L L V I L L W . U I C *u. VOLLUU-

miento, a veces se aplastaban unas con otras y , ma-dres al fin, en su desesfleración, se daban empujo-

nes y mordiscos para salvar a sus tiernos hijuelos deser aplastados. Estos, los más grandecitos, se enca-ramaban sobre los lobos maternos como curiososositos de juguete o bajaban dando los primerostumbos de la vida.

El trozo no es bocado de miel para los formalis-tas: hay en él repeticiones, cacofonía, abuso del di-minutivo, deficiente puntuación. Sin embargo, nosería fácil encontrar en la literatura chilena muchosmás que posean tanto vigor expresivo, tanta fuer-za

plástica.N o importa aquí el resto de la historia; importacomprender la manera estremecida con que iniciéla lectura de Francisco Coloane, de este escritor queirrumpió rudamente en la literatura chilena, sinmiramientos de ninguna especie, sin elegancias apa-rentes, más preocupado de contar lo que traía enlos ojos y en el corazón que de garantizar los fuerosde la gramática, la eufonía de las frases o la inge-niosidad de las figuras.

¡Para qué hablar de la codicia que engendró taliniciación! No me dio tregua hasta que no queda-ron leídos todos los cuentos. Continuaron las vio-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 12/222

¿Qué quisiera decir?Por una Darte. los relatos de Francisco Coloane

ICO conocidos, inhóspi-

es modelados de mane-mos habitualmente, SU-

endurecidos y en con-repcionales. Pero, porI las estepas magalláni-estos ovejeros, los cam-

s que luchan contra losambos lados de la Pa-d e s seres humanos; na-seres humanos con loshumanos, con sus ape-

lional.o sólo valen por el exó-

LILV C L U J L I a I , LuLidan~entalmente,or lariqueza infinita de los caracteres que los sustentan.El hombre de Coloane contiene y expresa la com-plejidad física, pasional y razonadora de todos loshombres. Y, como todos, en fin, pertenece a unaclase social, de lo cual puede tener conciencia o no,

pero que a los ojos del espectador ilumina su exis-tencia toda, e inclusive permite comprender el he-cho de que precisamente haya ido a buscar la su-pervivencia donde cs tan difícil supervivir. En losrelatos de Coloane, por lo tanto, se dan los rasgosbásicos del arte perdurable. Allí hay vida, vida quenace, se desenvuelve ásperamente, vida que se ex-tingue y se renueva.

Pero esto no significa que pueda ignorarse la sin-gularidad proporcionada por el ambiente, auncuando todo ambiente lo es sólo en la medida enque se produzca en él incorporación humana. Lavida de Francisco Coloane ha sido una vida aza-

rosa. Su juventud se desenvolvió en medio de durasfaenas y de explosivas relaciones con los demás

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 13/222

Como una tromba que trastorna un orden o unajerarquía, que disloca y subvierte lo que se creyó

juicioso y definitivo, los cuentos de Coloane empe-zaron a demoler el desprecio que sentíamos, mu-chachos iconoclastas, por la literatura chilena. Po-co a poco fui incorporando nuevos nombres a nues-tra estimación. Volvimos la mirada hacia atrás ytuve la sorpresa de Daniel Riquelme, Luis Orrego

LUCO,Edwards Bello, D’Halmar, Diego Muñoz,Romero, Sepúlveda Leyton, González Vera y mu-chos otros.

Pero, sobre todo, fueron los escritores que sc ini-ciaron alrededor de la misma época de Cabo deHornos quienes me hicieron comprender, con ma-yor fuerza, los derroteros que seguía el relato na-cional. El inolvidable impacto de La Sangre y laEsperanza, de Ranquil o de Angurrientos se pro-longó en nosotros con parecidas ondulaciones a lasdel libro de Coloane. Vinieron después NorteGrande, que tanto recoge del épico vivir del nortenatal, los cuentos mineros y campesinos de Gonza-

lo Drago, la poesía y el cuento de Oscar Castro,Coirón, Huipampa, toda esa literatura, en fin, na-cida en el seno de la llamada “generación del 38”.

Aunque enraizada en la literatura conocida como“criolli~ta~’,a obra de los escritores del 38 ha im-plicado e implica una evidente superación de aquelrelato que mucho se detuvo en el pesquisamiento y

descripción de los eicenarios nacionales, en el co-nocimiento de una flora y fauna características, en

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 14/222

legación que “los del 38” hicieron_ del_ CI~O-so, la I

llismo” tiene mucho de la negación del adolescen-te que, ensoberbecido por sueños y ambiciones, des-

valoriza a sus progenitores, aunque, a la vuelta delos años, cuando trata de recontar los frutos parahacer el balance de su propia labor, y comprutbaque muchos sueños quedaron sólo en sueños, re-cuerde, con un poco de arrepentida ternura, quesus padres le desbrozaron el camino que ha recorri-

do tras tanto esfuerzo.Pero la nueva etapa iniciada por Nicomedes Guz-mán y todo ese grupo no se originó en un mayortalento o en un talento distinto. Toda la literaturahispanoamericana comienza por entonces a reflo-jar situaciones insólitas de nuestro continente, en

especial las palpitaciones en sus entrañas de pueblosque crecen en poder, en conciencia, en capacidadcombativa para realizar sus sueños y poner térmi-no a los dolores.

Por eso la “generación del 38” no ha terminadotodavía su labor, no ha completado su ciclo. Auncuando escritores mcís jóvenes la prolonguen y afi-nen, los autores surgidos hace veinticinco años re-plantean posiciones, vigorizan su actitud ante la vi-da y persisten en la tarea creadora.

5

A los cuentos de Cabo de Hornos siguieron losde Golfo de Penas (1945) y los de Tierra del Fuego(1956) todos con escenarios y personajes similares.A nemr r l ~ sta nfinirl2d nn cnnqtitiiven iina sim-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 15/222

Cantos de sirena suman de vez en cuando entrenosotros. Una crítica ideológicamente filiada ha

predicado la desnacionalización literaria, el cosmo-politismo y un supuesto “tra~cendentalismo~~.e hadicho: “Dejémonos ya dc huasos y rotos; seamosuniversales; seamos metafísicos, al igual que losfranceses, rusos y nor teamer ican~s~~.Como si larealidad reflejada por los grandes escritores de esos

países no correspondiera a la realidad humana,in-

dividual y social de Francia, Rusia y Estados Uni-dos! Es indiscutible que el criollismo ostenta clarasdebilidades, pero reconocerlas no significa que susuperación ha de provenir del abandono de nuestrarealidad. Por el contrario, el progreso literario sólopuede originarse justamente en una mayor profun-

dización de lo que es y aspira a ser nuestro pue-blo, dc sus anhelos y siifrimientos, sus victorias ysus derrotas.

Se ha acusado al realismo de quedarse en la su-perficie de los personajes, de no penetrar en lasreconditeces de su vida síquica; de detenerse dema-

siado en los gestos externos sin entender sus móvi-les ocultos.. . Eso es cierto con respecto al natu-ralismo, pero no al realismo. Además, la críticaenvuelve una clara propaganda al sicologismo frau-A . - L - L - A - / -_ ._ __ - ..I_ -1 1 . 1 - - I ’ E

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 16/222

6

Esto Último quizás se vea mejor en el teatro, don-de el conflicto llega al público a través del diálogo

y la acción, básicamente, obligando al artista a rea-lizar una síntesis más rica que la exigida, v. g., porla narrativa. Desde hace tiempo sospecho al respec-to que no ha muerto en Francisco Coloane su inte-rés por el género teatral y que hasta sería posibleencontrar en su escritorio nuevas tentativas parareincidir en sus incursiones escénicas.

He leído La Tierra del Fuego se Apaga (1945)y creo firmemente que es también valiosa expresióndel talento y la personalidad de Coloane. Pero cedomejor la palabra a un crítico del género, a LautaroGarcía, quien en revista Zig-Zag (11-IV-46) escri-bió- lo siguiente: “Francisco Coloane aborda el tea-

tro con las mismas características de reciedumbreen la concepción del tema, de propiedad de am-biente, y de firmeza psicológica en el diseño de sustipos, que ha demostrado en sus cuentos.. .No esque en La Tierra del Fuego se Apaga haya crude-zas de lenguaje. Las que contiene son, podríamos

decir, crudezas interiores : palpitan en la naturalezamisma de las personas que Coloane presenta sinatenuantes de forma.. . Le falta todavía el domi-nio del estilo dramático; pero la concepción mismade la obra, de sobrecogedora fibra pasional; la es-tructura espiritual y sentimental de sus personajes,todos ellos de convincentes rasgos huinanos; la aus-teridad de sus recursos escénicos y el fuerte “clima”dramático que logra mantener a lo largo de toda

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 17/222

en esas cualidades a que alude Lautaro Gar-

una vez insistiré ante Coloane para qu,e meen su casa los nuevos proyectos dramaticosdudo, debe tenerlos.

qué precisamente en su casa? Porque allí,ibitación que le sirve de biblioteca, se respi-atmósfera tan coloanesca que difícilmentetor podría desvirtuarla con una negativa

..”fuera sólo modestia. Estuve una vez, perome prometí volver a fin de detenerme más en eseambiente, examinar las fotografías, los barcos, lasboleadoras, los libros, los dibujos.

En uno de los rincones se divisa la estampa deAlejandro Silva, el último grumete de la Buquedu-

no, estampa trazada por mano estudiantil. Es posi-ble que constituya uno de los obsequios más emo-tivos que ha recibido Coloane, ya que habla de laadmiración que ha provocado en un muchacho conuna obra destinada precisamente a los muchachos.

Por curiosa coincidencia, al día siguiente de ha-ber “conocido” a Alejandro Silva, me tocó observarlos dibujos que un profesor del ramo había enco-mendado a sus alumnos de tercer año de humani-dades. La obligación era que se inspiraran en obrasliterarias famosas. Pues bien, la gran mayoría de lasIáminas ilustraban libros de Coloane. Dos o tresreproducían las escenas culminantes de “La Galli-

na de los Huevos de Luz”; otra, el encuentro de‘‘C11r11ro’~:n de mác all6 12 mntan7n de lnhitni en

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 18/222

por las pruebas que existen, que los muchachos en-cuentran en esos relatos un sensible diapasón parasu ansiedad de aventuras y su amor por la vida re-

cia.CoIoane ha escrito dos novelas dedicadas a la ju-ventud: E l Ultimo Grumete de la baqued dan^^(1941) y Los Conquistadores de la Antártidu (1945),su continuación. Se advierte en ellas una leve in-tención didáctica, y, sobre todo en la primera, elpropósito de inculcar a los lectores nociones acercadel heroísmo de la vida marinera, del temple de lostripulantes de los barcos chilenos y de los valores dela Armada Nacional.

Y esto se explica si se tiene presente que una delas grandes pasiones de Francisco Coloane ha sidoel mar. Por su vida misma. Como lo escribió Raúl

Iturra en El Siglo: “Ese hombre alto y macizo, esegigantón de voz profunda y de amplia barba negraque empieza a encanecer, ese hombre que tieneuna mirada de niño y que sabe narrar historias ma-ravillosas, ese Francisco Coloane, el amigo, el ca-marada Pancho, habría inventado el mar cualquiera

tarde si éste no hubiera existido, si éste no fuerauno de los anchos caminos de su grandiosa y con-tinuada aventura vital”.

Francisco Coloane, “capitán de una barcaza deensueños”, ha conquistado el corazón de nuestrajuventud estudiantil como pocos escritores chilenoshan podido hacerlo.

8

Pero Coloane ha conquistado también el corazónde nuestro pueblo y ésta sí que es una hazaña queI l rnsrh de nroiilln 9 r i i a l n i i i p r intelertii31 Y In ha

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 19/222

aaa a e prerenaer, como ciuaaaano, que en 10s me-dios gobernantes exista un predominio de los lla-mados valores, un predominio por los menos de lahonestidad y la inteligencia. Sé demasiado biencómo toda política de clase en un régimen mercan-

til es una política de expoliación que se disfrazacon nobles y grandes palabras. “Libertad”, “honra-dez”, “austeridad”, son banderas sin manos, jugode adormideras. Sin embargo, haoe poco menos dedos decenios ni la más sutil o elocuente fraseología“grande y noble”, ni los argumentos más especio-

sos habrían podido ocultar o atenuar los crímenesque empezaron a cometerse contra el pueblo chile-no. Bajo el pretexto de que se iniciaba la terceraguerra mundial, los trabajadores de nuestro paísfueron perseguidos, arrinconados, concedrados, en-carcelados. ..Se les hizo víctima de todas las depre-daciones imaginables, se les echaron encima todaslas calumnias, todas las mentiras. Miles de hogaresfueron deshechos, decenas de miles de chilenos so-portaron una encarnizada represión policial.. . Lainfamia provocó miedo en muchos oportunistas, yel miedo provocó silencio, o provocó transformacio-nes inesperadas. Muchos hombres en los cuales se

había creído mostraron una faz desconocida. Sevolvieron canallas y así se exhibieron, y fueron len-tonces ministros, embajadores, directores de La Na-ción.

Los que teníamos veinte afios, los que veníamosde los centros salitreros, los que sabíamos qué era

la clase obrera; cuál su situación, cuál su perspecti-va, cuáles sus métodos, sentimos de pronto que nospesaba demasiado la “independencia” de la que es-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 20/222

G:bU pdld C1 YdbdUU, U C L l U l l l l U : b l l l L C ~ l d l Id 3 i l l d a U G

ia clandestinidad.Hay en ese período una cuota excesivamente

grande de formación vital personal como para rese-ñarla aquí. Hago los recuerdos sólo con el fin deexplicar por qué vivíamos tan alerta con respecto alas actitudes de las personalidades chilenas. Cual-quier gesto de ellas podía darnos, sin discusión si-quiera, todo el alcance de su real dimensión hu-

mana, de su dimensión política, moral, intelec-tual.. .H e ahí por qué una bofetada de Coloane reper-

cutió en nosotros con eco inusitado: la dábamostodos los que nos sentíamos bañados por la ignomi-nia que inundaba el país, y se la dábamos a todos

los culpables y los cómplices. Poco interesaba queno conociéramos personalmente al escritor, ni queno hubiéramos presenciado la escena. Bastaba elmotivo.

Por ese entonces Pablo Neruda había debido sa-lir del país. Su nombre se convirtió en callada ense-ña para los amordazados y en pasto de escarnio pa-ra los amordazadores. Hablar públicamente de Ne-ruda era peligroso. Era convertirse en blanco detodas las injurias, de todas las calumnias, de la des-titución y hasta del encarcelamiento.

Sin embargo, hubo en el país quienes se atrevie-ron a levantar su voz por el gran poeta.

Uno de lellos fu e Francisco Coloane.Corría el aiío 1950. El 6 de junio entré en le1Salón de Honor de la Universidad de Chile. Debítrepar a una de las localidades más altas. Desde allí,tratando de mirar por sobre las cabezas de los apre-rtados espectadores, escuché una charla que se

daba acerca de Pablo Neriida TJnn voz hrnnra r i i -

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 21/222

- . /Y ~ y ' " '"6" ar de é1 desde arriba: lasanchas espaldas, la hirsuta cabellera negra; a ratos,las niefistofélicas guías de sus cejas; algo de su

compacta barba.¿Qué misión cumplía entonces Francisco Coloa-ne? No sólo la áe rescatar a Neruda de las sombrasinfamantes a que se había pretendido relegarlo;cumplía también otra tarea, igualmente hostiliza-da, llcna cle estigmas y peligros: impulsar, desde la

elevada tribuna universitaria, la campaña del mo-vimiento de partidarios de la paz en favor del Lla-mamiento cle Estocolmo. Habló de la poesía, deNeruda y de su significación universal. Dijo enton-ces -¡qué osada afirmación para ese año!- que elgran poeta era la voz del cosmos. Se detuvo en unverso de Barcarola: "Llamaría como un tubo llenode viento o de llanto.. .", y, desde ese verso, fuedeshaciendo el precioso nudo de sus pensamientos,nudo que fundía estrechamente, como pocas veces,anhelos y angustias de nuestro pueblo, homenajéa la poesía acorralada, rebeldía contra los persegui-dores, nuevos ímpetus para la lucha por la paz, con-

tradiccioiies políticas, conflictos sociales.Vale la pena recordar esos momentos, porque du-rante ellos Coloane adquirió una representatividadpopular inmensa, una significación histórica queescasos individuos alcanzan; porque Francisco Co-loane fue también, a su modo y sin saberlo quizás,la voz del pueblo chileno.

9

¡Qué orgullo poder adquirir lesa calidad y mante-nerla siempre y ser, como lo ha sido Coloane, fiela sí mismo, a su gente, a las orientaciones que le

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 22/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 23/222

resa transmitir 10 que con mayor Iuerza DUIK e11 su

agitada vida síquica. Si viaja por Asia, si permane-ce un tiempo en la URSS o si vive de cerca algunasexperiencias de la revolución cubana, siempre lorelatará todo sin buscar adornos falseadores, sinidealizar, inclusive con una crudeza que puede he-rir a quienes piensan que la revolución se realizaen un lecho de rosas. De ahí también que tanta

fuerza persuasiva tenga siempre su honrada palabra.

Los afíos habían de depararme, con sus sorpresasamargas y felices, una oportunidad que mi vieja ysostenida admiración por el escritor no se habíaatrevido siquiera a soííar: convivir con 61. Pero mu-cho más a h : fue una convivencia que se realizóen un medio que, por circunstancias largas y peno-sas de describir, era insólitamente propicio para con-templar a los hombres despojados de todas sus pos-turas convencionales, de los nobles disfraces O,cuando menos, de las buenas apariencias con quese frenan y educan los impulsos íntimos, los apeti-tos entraííables.

T al encuentro fue en Pekín. Allá llegó Coloane

cuando ya yo me sentía herido y defraudado en al-gunas de mis idealizaciones más queridas. Llegó ély me trajo el aliento rudo de su goce de vivir, la ti- =

bieza a chorros de su franqueza sin protocolos nicálculos, su amistad fraterna, generosa y - áspera.i cuán to no podría contar de él, de su actuación en

esos largos y a veces atormentados meses! De lasanécdotas que protagonizó por decir la verdad en-tre quienes preferían ocultarla bajo una exquisita

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 24/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 25/222

ralado ~ - ”-.---,U U l d l l U U , I d p u G I ~ c t UG C W ~ C . momentos enque, sin que nada lo anticipe, agacha un poco la

gran cabeza, apoya la hirsuta barba en el pecho y,mirándonos sombríamente, murmura con voz bron-ca: “ R k voy ya a Chiloé”. Porque ni siquiera dicea Chile. Luego agrega, como disculpándose: “Quie-ro hacer un reportaje, y voy a recorrer las islas”.

Eliana no deja de mirarlo con aire escéptico:“Cuando esté en Cliiioé, querrá ir a Quintero, y deahí a Santiago, y de Santiago a Cliiloé, si no se leocurre regresar a Pekín”, nos dice después.

Parece ser cierto, pues Coloane da siempre la im-presión de que algo lo atrae con violencia haciaotras tierras. Y aun cuando él confiesa que en elfondo es el hombre más sedentario que ha existido,

esta confesión sólo le sirve en los hechos como pre-misa inicial para justificar luego por qué quiere via-jar o por qué ha viajado tanto.r Son justificaciones no muy convincentes: pocasveces es posible ver a un hombre tan intensamentedominado por el deseo de regresar.. .No les e n ver-

dad el deseo de regresar a cualquier parte: funda-mentalmente es el deseo de regresar a sí mismo o,por lo menos, a los primeros y decisivos veinte añosde su vida.

Quizás palpita aquí el soterrado anhelo de juven-tud eterna que, a juicio de Unamuno, acucia a to-dos los seres humanos en un grado mucho mayordel que podría creerse. Quizás. Pero nos parece síevidente que en Coloane predomina el ansia pro-funda de reencontrar lo que durante las etapas for-mativas de su existencia él juzgó íinico y definitivo:el ser humano tal cual lo conoció en las circunstan-cias singulares de las regiones en que se desenvol-

vieron su niñez y su adolescencia.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 26/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 27/222

--lectores. Todo lo contrario, tal vez. Si piensa mu-cho en lo que va a redactar, se le acumulan los re-cuerdos hasta el infinito, se le multiplican las imá-genes y ya no tendrá tiempo ni energías para ob-tener las dosis convencionales de relato. Coloaneno es de los que crem laboriosamente en la sole-dad de su escritorio. AI revés: la laboriosidad laemplea menos para inventar que para frenar lo

que le insurge a raudales.Esto se advierte en todos sus libros. Y quizás sise advierta con mayor claridad en el Último que hapublicado, en El Camino de la Ballena. No habíaintentado antes una tarea de tanto vuelo en el re-lato novelesco. Es su narración más extensa hasta

ahora y, sin embargo, no hay en ella ningún mo-mento de decaimiento, ningún instante en que ellector dé por cerrado un ciclo, ni siquiera al final,donde quedan abiertas varias historias. El Caminode la Ballena constituye la novela de aventuras másapasionante que se haya escrito en Chile. De aven-

turas en el sentido más digno de esta palabra, ensu sentido épico: el del enfrentamiento del hombrecon la naturaleza hostil y con las bestias salvajes,el de la proximidad constante de la muerte, el dela eterna lucha por la plenitud.

Si bien es cierto que en algunas páginas el des-

bordante amor del escritor por los seres y las cosasdel extremo sur lo hace caer en un detallismo di-dáctico que atenta contra la síntesis funcional exi-gida por la literatura, no es menos cierto que preva-lece siempre una pasión avasalladora por la vida de-satada e intensa, por el constante esfuerzo que entorno a la realización de sus ansias despliegan hom-bres recios golpeados una y otra vez por los elemen-tos y los demás hombres. Coloane se yergue como

A . y y .---u.vy de expresión, o desprecio por I(

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 28/222

diseñadas, sin contar, por cierto, a la ballena mis-ma, la gran protagonista de la segunda parte.

“Way cn la primera caza -nos dice Coloane-

la transcripción exacta de una experiencia personalde mi juventud, experiencia que jamás olvidaré.” Yluego nos agrega otros hechos no registrados en lanovela. Los niños y los mayores escuchamos absor-tos durante varias horas al escritor, pues para él laballena ha sido siempre uno de sus tenias predilec-

tos. El propio Coloanejamás

deja de sentirse im-presionado y hasta conmovido por las caractérísti-cas de este inmenso cetáceo que recorre los océanos- -x nterminables caminos más o menos fijos, ca-

inos adecuados a la necesidad que tiene la bestia: subsistir en condiciones favorables. Animal fabu-so, parece también un gigantesco ser en constante

greso, regreso a la tibieza de los primeros años, avida libre y abierta, al rápido deambular por lasnplias y vigorizantes sendas del mar.Francisco Coloane vuelve muy pronto al sur dehile. Allí reencontrará mucho de lo que ha sido yél, y de lo que anhela, pero podrá reencontrar

roan nnrniw alcrn ha r l& i r ln t imhi6n ipn Cgntigion

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 29/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 30/222

aaria, canmriac La aicgria, si no encuerirra coniu-

nicación, se mezquina a sí misma. Y la mía meresultaba inmensa, comprimida por las circunstan-

cias.Ya estoy mucho más sereno y comprendo muchomejor los alcances de esta satisfacción intensa queme invade cuando pienso en Pancho; uno de elloses ver confirmado en la sucesión de éxitos editoria-les y en el Premio el “de~cubrimiento’~ue hace

veinte afios hizo mi adolescencia de un gran escri-tor chileno, el mismo que se me reveló después co-m o tin camarada impagable y como un amigo fra-ternal, tierno y erizado.. .

Y ER KO M O R E T I C

Santiago-Pekín-Bratislava.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 31/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 32/222

El

chi l s te Otey

Alrediedor de novecientos hombres se reunierona deliberalr en la Meseta 'de la Turba; eraln losque quedaban.en pie, de los cinco mil que to-maron parte en el levantamiento obrero del te-rritorio de Santa Cruz, en la Patagonia.

Dejaron ocultos sus caballos en una depresióndel faldeo y se enca ,minaron hacia el centro dela altiplanicie, que se elevaba como una isla so-litaria en medio de un mar estático, llano y gris.La altura de sus cantiles, de unos trescientos me-tros, permitía dominar toda la dilatada pampa

de su derredor, y, sobre todo, las casas de la es-tancia, una bandada de techos rojos, posada aunos cinco kilómetros de distancia hacia el sur.En cambio, ningún ojo humano habría podidodescubrir la reunión de los novecientos hombressobre aquella superficie cubierta de extensos tur-

bales matizados con pequeños claros de pastocoirón. En lontananza, por el oeste, sólo se divi-saban las lejanas cordilleras azules de los AndesPatagónicos, Único accidente que interrumpía loshorizontes de aquella inmensidad.

Los novecientos hombres avanzaron hasta el

centro del turba1 y se sentaron sobre los mogo-tes formando una gruesa rueda humana, casi to-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 33/222

I C l l G J U ~ lG 'LLCIU VG l U G .

-iEstamos todos? -dijo uno.-iTodos! . . . -respondieron varios, mirándo-sz como si se reconocieran.

Muchos habían luchado juntos contra las tro-pas del Diez de Caballería, que comandaba el te-nien te coronel Varela; pero otros se veían por pri-

mera vez, ya que eran los restos de las matanzasdel Río del Perro, Caíiadón Once y otras accio-nes libradas en las riberas del dago Argentino.

Este lago, enclavado en u n portezuelo del lo-m o andiiio, da origen al río Sa nta Cruz, qu e atra-viesa la ancha estepa patagónica hasta desembo-

car en el Atlántico. En época remota, un estre-cho de mar, tal como el de Magallanes hoy díamás al sur, unió por esta parte el océano Pacíficocon e4 Atlántico, burillalndo en 'su lecho los gi-gantescos caíiadones y mesetas q ue desde el cursodel río ascienden, como coIosaIes escalones para-

lelos, hasta la alta pampa. Por estos caiíadonesd e la margen sur, un amansador cle potros, cabe-cillla de la revulelta, apodado Facón Graade porel cuchillo que siempre llevaba a la cintura, ob-tuvo éxito con tácticas de guerrillas, tratando dedividir los tres escuadrones qu e com po nían el

Diez de Caballería. Usando más sus boleadoras,lazos y facones que ias precarias armas de fue-go de que disponían, mantuvieron a raya ensuscomienzos a las fuerzas del coronel Varela. Elrío mismo, cuyo caudal iimpidz su paso a nado,sirvió pa r a que F a c h Grande y sus troperos,

cainpaiiistas y amansadorlcs de potros, se salva-T ~ I I m uchas veces d e las "copals urofesionales

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 34/222

over! -exclamó unamansador arto y espigado.

Los que estaban sentados a su alrededor alza-ron la vista hacia un cielo revuelto y la fijaronen un nubalrrón más idenso que venía abriénidosepaso entre los otros como un grain toro negro.

-¡Ese chubasco no alcanza hasta aquí! -dijoun hombrecito de cara azulada por el frío y d e

ojos claros y aguados, arrebujándose en su pon-cho de loneta blanca.El amansador de potros dio vuelta su angulo-

sa cara m orena , sonriendo bu rlonam ente al ver a1hombrecito que hablaba con tanta seguridad deldestino de una nube.

-¡Que no nos va alcanzar. .. , uego vereirnos!-le replicó.-¡Le apuesto a que no llega! -insistió el otro.-iCuáiito quiere apostar?-iAauí tengo cuarenta nacionales! -respon-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 35/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 36/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 37/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 38/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 39/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 40/222

o mejor le picó aquello dje “chilote telnía

me picó eso; pero yo venía decidido a queran con ustedes. . . iQuelría pelearla tam-’or qué no? Y a propólsito, dígame, ¿por‘an tan en lmenos a los chilotes por estosN ad a más que porque ha n nacido en las

, no es por eso; es que so n bas tantearaLlullados...y se vuelven matreros cuando hayque decidirse por las huelgas, au nque después sonlos primeros en estirar la poruña para recibir loque se ha gan ado . . .A mí también me dolió unpoco eso de “chilote tenía que ser”, porque yo

nací en Chiloé.-¿Ah. .., sí? iEln qué parte?-En Tenaún. .., m e llamo Gabriel Rivera.-Yo soy de la isla de Leimuy.. ., Bernardo

Otey, para servirle.-¿Y siendo lemuyano, cómo se metió tan tie-

rra adentro? ¡Cuando los de Lemuy son no másque lobeiros y nutrieros!-Ya no van quedando lobos ni nutrias.. . Los

gringos las están acabando. Aun qu e un o se arries-gue a este lado del golfo de Penas, ya no sale acuenta, y la mujer y los chicos tienen que co-

mer. . . Por eso uno se larga por estos lados.

7...

Cliiloé? ¿Qué tiene eso?

-¿Cuántos chicos tiene?-Cuatro, dos hombres y dos mujercitas. .. Por

ellos uno no se imete de un tirón en las huelgas. ..¿Qué dirían si me vieran volver con las manos

vacías? iA veces se debe hasta la plata del barco,que se le ha pedido prestada a un pariente o a u nvecino! Y uno no puede andarle contando todo

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 41/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 42/222

1 -i - - - - I - i - -.. -. -

-¡Ya no, ya!. .. ¿Quiere que le diga una cosa?¡M e dio vergüenza que nadie se hub iera quedadod e los q ue cortaron para el Payne!

-Muchos quisileron quledairse, pero Facón losconvenció de que debían marcharse. Cuantosmenos caigamos les mejor, les dijo, y YO le en-

cuentro razón. . . jA1-i. . ., cómo se la habríamosganado con Diez de Caballería y todo si no espor ese lcrurnil-o de M ata Negra!

-¿Por qué habrá empezado todo esto?-¡Hem. . ., quién lo sabe! La mecha se en-

cendió en el hote l de Huaraique, cerca del ríoPelque. . . La tropa atacó a mansalva y asesinó atodos los coinpaííeros que aNí estaban. . . Enton-ces nos bajó pica, y con Facón Grande nos echa-mos a pelear todos los que éramos de campoafuera, campafiistas, amansadores, troperos y al-

gunos ovejeros que eran buenos para el caballo. . .Se la estábamos ganando cuando sucedió la trai-ción del M a ta Negra, hijo de. .., se; se dio vuel-ta y se puso al servicio de los estancieros.

-Más o menos todo eso es sabido -dijo Otey,con voz apagada en tre las sombras-; pero yo m epregunto por qué diablos no se arreglan las cosasantes de qu e eimpiecen los tiirokos, porque des-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 43/222

crisis qu e ha traído la G ra n Guerra. . . Parece qu elos estancieros ganaron mucha plata con la gue-rra, pero la despilfarraron, y ahora que vino la

mala nos hacen pagarla a nosotros.. .Y todo fuepor el pliego de peticiones. , ., edíairnos cien pe-sos al mes para los peones y ciento veinte paralos ovejeros.. . Ni siquiera yo iba en la parada,porque {la doima lde potros se hace a trato . . .T a m -bién se peldíaln velas y yerba mabe paTa los pues-teros, colchonetas !en vez de cueros de oveja enlos camalrotes, y qule se nos permitiera más d e uncaballo en la tropilla particular.. . Pero pareceque había otras cosas todavía.. . En el Cloyle,compañeros con variols años de sueldo impago y

que habían mandaido a guardar el (dinero de siisguanaqueos, fueron fusilados y esa pla ta se la em -buclió el aldministrador. A otros les pagaron concheques sin fondo y se queidaron Idanido vueltasen ;la ciudades. El coronel Varela se dio cuentade todo esto y primero estuvo de nuestra parte;

pero 110s potentados reclamaron a su gobierno,en los diarios le sacaron pica al coronel diciéndo-le que era un incapaz y hasta cobairde. Entoncesel hombre tuvo rabia y pidió carta blanca parasofocar el movimiento; se la dileron, regresó a laPatagonia y empezó la tostadera -dijo el am an-

sador (de potros dando térm ino a su versión de lahuelga.

Con las primeras luces del alba se repartió unpoco de charqui, y, por turnos, se dirigieron a la

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 44/222

d e un ano ausente , v idal i tá . . .e de esta tierra.al encontrarte, vidalitá. . .e has despreciado.‘oes lo qu e l la mo , v idal itá . . .1 desgraciado.

La tonada fue interrump ida de pronto por unavoz de alarma que desde otro lugar del techoanunció la entrada de las tropas del Diez de Ca-ballería por la huella que conducía a las casas dela estancia.

To dos corrieron a sus puestos, mientras dos es-cuadrones de caballería, de más o menos cienhombres cada uno, desmontaron a la distancia,tomando posiciones en línea de tiradores.

No bien entrada la mañana, se dejaron oír losprimeros disparos de una y otra parte. Una ame-tralladora empezó a tartamudear sus ráfagas,destrozando los vidrios de las ventanas, y las tro-

pas empezaron a cercar desde el campo abierto algalpón de esquila.C on un disparo aislado uno de los troperos vol-

teó visiblemente al primer soldado de caballería;rnientras rastrillaba su carabina para dispararle aotro, profirió en voz alta la conocida versaina con

que se tiran las cartas en el juego de naipes lla-mado “ t r ~ c o ’ ~ :

V i n i e n d o d e los corralescon el ñ a to Salvador,¡ay, hijo de la gran siete ,

ahí va otro gajo de mi flor!

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 45/222

tralladoras, fuego de fusilería y grandes ratos desilencio muy tenso. Habían caído ya varios sol-dados, sin que una sola bala hubiera logrado me-terse por entre los sutiles intersticios )de los grue-sos fardos de ilaina, trals los cuales los tropelros es-taban atrinchelrados después de haber cerrado lasgrandes puertas del galpón lde esquila, enorm eedificio de m adera y zinc, construido en forma deT, y sólo circundado por corrales de aguante,mangas y secaderos para el bafio de las ovejas,todo hecho de postes .y tablones.

Pronto almbos bando s se dieron cuenta de queeran difíciles de diezmar. Los unos, dentro (delgalpón, bien atrincherados tras los fardos; y los

otros, soldados profesionales, avanzando lentapero iriexorableinente en línea de tiradores, con laexperiencia técnica del aprovechamiento del te-rreno. El objetivo de éstos era alcanzar los corra-les de madera para resguardarse mejor en suavance. Pero 40s de adentro conocían bien la in-

tención y la hacían pagar muy cara cada vez quealguien se aventuraba a correr desde el campoabierto para ganar ese amparo. Fatalmente caíavolteado de un balazo, y su audacia sólo servíade seria advertencia para los otros.

Falcón Grande había dado la orden de no dis-

parar sino cuand o se tenía com pletamente asegu-rado el blanco, con el objeto de ahorrar balas,causar el mayor número de bajas y demorar almhximo la resiistiencia, a fin de que los fugitivostuvieran tiempo de alcanzar hasta los faldeosocrrdilleraiios Idel Paynle, donde se encontrarían

totalmente a sa~lvo.Otra noche se dejó caer con s u propio fardo

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 46/222

enrrar; luego lanzaron lei1 Cad>lVer por una venta -na para que nadie quisiera hacer lo mismo.Pero la táctica e,mpleada dio al coronel Varela

un indicio: que las balas de los sitiados estabanescasas, si no se habían agotado ya. Era lo queél había previsto y esperaba (ansiosamente dar la

orden del ataque que pusiera término a ese por-fiado duelo, en que había caído ya cerca de untercio de sus escuadrones.

El toque de una corneta se dejó oír como unestridente relinclio, dando la señal de que habíallegado esa hora. Las ametralladoras lanzaron sus

ráfagas protegiendo el avance final. Los de aden-tro ya no tenían una siola bala y no tuvieron másarmas que sus facones y cuchillos descueradorespara hacer frente a esa Ultima refriega. En heroi-ca lucha cuerpo a cuerpo, la muelrte de FalcónGrande, lei cabecilla, puso término al prolongadocombate cuando todavía quedaban más de vein-te troperos vivos, pues muy pocos habían caídocon los tiroteos y la mayoría había peIiecido só-lo en la rehiega final.

Esa inisima tarde fue fusilado el resto sobre el

cemento del secadero del baño para ovejas. Lossacaron en grupos de a cinco, y el propio Varela

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 47/222

Gabriel Rivera, el amansador de potros, y Ber-nardo Otey, con otros tres troperos, fueron losÚltimos en ser conducidos al frente del pelotón

dle fusilamiento.Promediaba la tarde, pero un cielo encapotadoy bajo había convertido el día en una madrugadainterminable, cenicienta y fría. AI avanzar haciala losa del secadero, vieron el montón de cadáve-res de sus colmpaííeros ya dispuestos para Tecibir

la rociada de kerosene para quemarlos, la mejortumba que había prescrito Varela para sus vícti-mas, cuando no las dejaba para solaz de zorrosy buitres. Entre aquellos cuerpos se destacaba elde Facón Grande, que el coronel había hecho co-locar enc ima para verlo por sus propios ojos, pueshabía sido el único cabecilla que, si no intervienela traición de Mata Negra, hubiera dado cuentad e él y de todo SLI regimiento.

Un Erío intelnso anunciaba nevazón. Cuandolos cinco últimos fueron colocados fren te al pelo-

tón de fusileros que diebían aoertar una baila encada uno de esos pechos, el sargento que los co-m andab a se acercó y comenzó a prender con al-fileres, en el lugar del corazón, un disco de car-tón blanco para que los soldados pudieran fijarsus pun tos d e mira. U na vez q ue lo hizo, se apar-

tó a un lado y desde un lugar equidistante desen-vainó su curvo sable y lo colocó horizontal a laaltura de SLI cabeza. Iba a bajar la espada dandola señal dle “ifuego!”, cuanido Beirnardo Otey {diouna manotada sobre su corazón, arrancó el discoblanco y arrojándoselo por los ojos a los fusileros

les gritó:

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 48/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 49/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 50/222

z a niuraqueesa

i t r o

J n otra-lbreiros:nu-

nca,iala-lajo,

ilga-

unainos:ho,oji-

aca-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 51/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 52/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 53/222

asesinado en ese mismo camino, cerca del man-chón de matas negras qu e acab aban de cruzar.

¡Cosa curiosa! Ed tormento ldel primer golpede recuerdois poco a poco va dainldo paso ia unaespecie de lentrebeniinilsnto imaginativo, como eldel zorrero. No se aecesitaba -piensa- t m e rmucha habilidad para come’celr el crimen perfec-to en aquetlas lejanas soledades. La policía, más

por procedimiento que poir celo, bulsca iduraiitealgún t iemp o y luego deja ide indagar. ¿ U n hom -bre que desaparlece? ¡Si ldesapairccen tantos! ¡Al-guinlos no tieinten interés en que se les conozca nila partida ni ta ruita ni la alegada! ¡De otiros sesabe algo sólo porquie l a primavera descubre sus

cadáveires debajo de tos hielos!La tos nerviosa del cazador de zorros vuelve ain terru m pir el silencio.

-¿O tro trago? -invita, sacando la botella.El hombre Idel chaquetón de cuero se remueve

com o si por prim era vez se dier’a culenta de que a

s u lado viene alguien. E l zorrero le pasa la bote-Ila, mientras sus ojos parpadean con su tic carac-terístico.

Aquél descorcha la botella, bebe, y esta vez ladlevuelve sin decir siquijera graciias. Una isolmbradie malestar, tristeza o confusión vuelve a cruzar

el rostro del joven, quien a su vez bebe dejandola botella en \la mitad.EJ tranco de los cabaillos continúa Tegiistrán-

dose monótonamente en el crujido de la nieve,y cada uno de los hombres prosigue con sus pen-samilentos, uno al lado del otro.

“Con esta última zorreada completaré la plataque necesibo para dejar la Tierra del Fuego

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 54/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 55/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 56/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 57/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 58/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 59/222

Q ue dar on u n rato e n suspenso. E l tragña le hizo recuperar la calina perdida pur aquel.instante de emoción; mas n o bien se h ub o re-puesto, el comprador, sin perderle de vista unm om en to , espolleó SLI cabalgadura y, apartándoseen un rápido esguince hacia la izquierda, le gri-tó :

-¡Hasta la vista!

-iHasta la vista! -4 e contestó; pero al misinotiempo un golpe de angustia violento cogió todosu ser y vio el cuerpo de su víctima, sus ropas,su cara, sus caballos imismos, en un todo OSCUTOcoimo le1 boquete de un abismo, cual el im án ¡deun vértigo que 110atraía desesperadamente, y sin

poderse contener, casi sin mover la mano quesfirmaba len la cintura, sacó le1 Tlevólver que lleva-ba entre el cinto y el vientre y (disparó casi aquemarropa, alcanzando a su víctima en plenoesguince.

Con el envión que llevaba, el cuerpo del com-

prador de oro se ladeó a la izquierda y cayó pe-sadamente al suelo, mientras sus caballos esca-paban despavoridos por el campo.

Detuvo su caballo. Cerró lois ojos para In0 vera su víctima en el suelo, y se huindió e a ulna a p e -

+ cie ide sopor, del cual fue saliendo con un pro-

fundo suspiro de alivio, cual si acabara de tras-pasar el umbral de un abismo o de terminar lajornada más agotadora de su vida.

Volvió a abrirlos cuando el caballo quiso en-cabritarse a la vista del cadáver, y se desmontó,ya más serenado.

- -

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 60/222

o abismo y otro vértigo, y, sacandoDta un cuchillo descuerador, despe-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 61/222

tas negras, levantó valrios champones y fue ocul-tando los trozos envueltos en las ropas, Cuandovio que s o h e ila turba no quedaba más que la

cabeza, lo asaltó de súbito un pensamiento que10 enloqueció de espanto: ¡El oro! ¡No sie habíaacordado de él!

M iró. Sobre la turba pardusca n o quedab am ás que la cabeza de Bevan, mirando con susajos descuajados. No pudo volver atrás. Ya nodaba más, el turba1 entero empezó a temblar ba-io sus pies; las matas negras, removidas por elviento, parecian huir despavoridas, como si fue-ran seres; la pampa aceró su fuego, y la trizaduraazul y blanca se hendió más en el cielo. Tomó

la cabeza entre sus manos para enterrarla; perono-hallló dhde; todo huía, ltoldo temblaba; latrizadura que veía en 110~sjos cadavéricas y enla comba del cielo lempezó a trizar tam bién los su-yos. Parpadeó, y las trizaduras aumentaron; milagujillas de trizaduras de luz traspasaron su vis-

ta, le cerraron todo el horizonte, y entonces, co-mo una bestia enceguecida, corrió detrás de lasm ata s negras q ue huían , ailcanzó a tirar la cabezaen medio de ellas, y siguió corriendo hasta caerd e bruces sobre la pam pa, trizado él también porel espanto.

-¿Qué tiene? i Está temblando! -interrumpeel joven zorrero al ver que su compaííero d e hue-lla tirita, mientras gruesas gotas de sudor le res-balan por la sien.

-¡Oh!. . . -exclama sobresaltado, y, como re-poniéndose de un susto, se abre en su cara por

primera vez una sonrisa, helada, como la de losmuertos empalados, dejando salir la misma voz

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 62/222

-Si quiere, queda un poco todavía -le dice

La descorcha, bebe y la devuelve.

“¡Pero a éste lo mato como a un “chu”fngo”,d e u11 r e b e n c a ~ o ! ’ ~ ,iensa, sacudiéndose en lamontura, mientras la caña le recorre el cuerpocon la misma y antigua onda maléfica.

-¿Le pasó el frío? -dice el jo ien , tra tando deentablar conversación.

-Ahora sí.-Esta es mi Última zorreada. De aquí me voy

-2Ha he cho plata?-Sí, regular.

“Este se entrega solo, como un cordero”,piensa para sus adentros, templado ya hasta loshuesos por el trago de caña.

-iHace cinco años yo pasaba también POT es-te mismo lugar para irme al norte y perdí ltodam i plata!

e! zorrero, sacando la botella y pasándosela.

a l norte, a casarme.

-iCómo?-No sé. La traía en oro puro.-¿Y no la encontró?-¡No la busqué! ¡Había qule volver paIra atrás

y no pude!El cazador de zorros se lo quedó mirando, sin

comprender.-¡Buena cosa, Idicen que la Tierra del Fuegotiene maleficio! ¡Siempre le pasa algo al que sequ iere ir!

-¡De aquí creo que no sale nadie! -dijo, mi-rando de reojo el cuello de su víctima, y pensando

que era como el de un gudnaquito que estaba alalcance de su mano. “iBah ,. . -continuó pen-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 63/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 64/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 65/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 66/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 67/222

enseres, pob~ladores de las islas y leííadores quela escampa~ía ebía ir dejando por los más apar-tados y solitarios ancones.

M e acodé sobre la baranda en ~ i i iincón de lacubierta y me puse a silbar una melodía que am enu do trae a m i memoria recuerdos agrada-bles, sensacioncs, colores, cosas que son como lasluces de Bengala que se encendían en la noches

deNavidad eln la lejana in h n c ia .El barco avanzaba como un monstruo plomi-

zo, pesado, abriendo una herida blanca en elm ar y L I ~ alo esfumado en la noche; el jadeomonocorde de sus máquinas acompasaba con micanción, y así, unidos, parecía que nos íbamos

hundiendo ent re los oscuros elementos.Alrededor de la medianoche el sueíío empezóa rozarme con su ala de cuervo. A lo mejor nohabía hecho otra cosa q u e esperarlo sobre cu-bierta para evitarme el estar despierto en el desa-gradable recinto de la tercera clase. No lo dejé

pasar y me deslicé por el entrepuente.La tercera clase es igual en todas partes, en latierra como en el mar, y los seres que pertenece-m os a ella también somos iguales. Todos forma-mos una especie de frontera de la humanidad;eso qire es CGIT~O la costra de la tierra, la que se

queda afuera, sobresalida, recibiendo en la super-ficie el roce de la intemperie, el liálito de los as-trcs, mientras !a bo la opaca rueda y rueda parasostenerse en 12 noche de los abismos.

La de la M i c d v i confirmaba la regla. Instala-da en la par te superior de la bodega de proa, pa-recía una sala de cárcel con stis catres de fierroaimados unos sobre otros; tal vez este parecido

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 68/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 69/222

te, y la pronunciación prolongaba las “ s f 7 y lasconvertía en “ch”, como la media lengua de unniíío de pocos aííos. T o d o lo cual daba una im-presión, más que cómica, extrafia.

-¡Casi m e muero; comía veinte porotos cru-dos por día! -continuó-. ¡Por ahí adentro hayindios, pero ni uno solo se asomó!

Y n o dijo más. El grupo no hizo un solo co-

mentario, dejó de mirar las rocas y todos volvie-ron a su actitud hierática.Contrastando con esta sobriedad, un hombre

de mediana estatura, moreno y enjuto, vocifera-bz en el puente discutiendo con un oficial.

-iPuorco, madonna! -gritaba con una mez-

cla de italiano y espaííol-. iA vosotro qué inte-resare, pasaje, cobra chipe! ; lo m e arregla solo, iono más soportare tuto Io que vinilere! iPuorc0,madonna!

El oficial conservaba una calma ilmperturba-ble, mientras su interlocutor gesticulaba como si

fuera a atacado. Este era un conocido cazaldor delobos, Pascualini, de origen napolitano, famosoe n la región por sus correrías v sobre todo porhaber raptado del presidio de Ushuaia a Rado-wisky, el anarquista que “liquidó” al coronelFalcón en Buenos Aires. Protestaba porque no

accedían a desembarcarlo e n el lugar por el quesurcábamos.

M a s convenció al oficial y el barco disminuyósu andair; con las máquinas sobre marcha, Pas-cuallini arrió su chalana d e 110 más d e cuatro me-tros de eslora, embarcó un saquillo con víveres,amarró uno de los remos en el banco del medioa modo de palo mayor, izó de vola una fr---’-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 70/222

t6 junto a él J con un “ d o 9 ’ stentóreo se desa-bracó y enfiló rumbo empujado por la brisa sur-

oeste.-¡Este es un ato rrante de los mares! -dijoU R O de los de a bordo-. Vive un tiem po en trelos indios y otro día cualquiera sale al paso delbuque, lo hace detener colmo aho ra, y embarcasu cosecha de cueros de nutria y de lobo.A través de tres días de navegación la Micalvi

fue regando su cargamento por diferentes rinco-nes. En Lennox quedaron los auríferos y yo fuial Último en desembarcar en Puerto Robalo,cuando el barco ya casi completaba la vuelta a laisla de Navarino.

Puerto Robalo está al pie de una cordillera quecae casi a pique en el mar; de manera que el va-llecillo que corre junto a la costa parece un refu-gio de enanos en una tierra de cíclopes. E lBeagle, próximo a desembocar en el Atlántico,

forma allí una corriente curiosa debido a algúnsolevantamiento rocoso; las aguas se cruzan for-mando una rara trama y huyen formando rerno-linos vertiginosos en las álgidas horas de las ma-reas.

Allí me esperaba Harberton, un anciano alto,de rostro rugoso y oscuro como la corteza de losrobles. Vestía un chaquetón de grueso paño ne-gro reverdecido como los musgos por el tiempo;un sombrero igual, de anchas alas levantadas, ledaba un aspecto de pastor protestmte.

-¡Buenos días! -me dijo en un tono desabri-do y en una forma como si hubiéramos estado

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 71/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 72/222

y cebolla, y partía hacia la montaña, de donderegresaba con el anochecer.

En una ocasión en que se desencadenó unatempestad de nieve y no regresó en toda la no-che al rancho, salí eii la mañana siguiente acampearlo, creyendo que podría haberle sucedi-do algún percance. Lo encontré en una de gascumbres más altas, guarecido en una cueva na-

tiiral hecha en la roca; fumaba su cachimba deoctoroom y contemplaba, fijos lois o os en la le-janía, a la naturaleza circundante: ei Beagle pa-saba abajo, como un verde sendero florecido deespumas; era lo Único diferente, todo lo demásestaba coimpletainente blanco. Los últimos con-

trafuertes andinlos que term ina n con la Tie-rra del Fuego se atravesaban como lunas parti-das, y la isla de Navarino misma semejaba el co-mienzo de otro mundo blanco y ajeno.

La india tam poc o hablaba; después de sus afa-nes domésticos permanecía en un rincón, en cu-clillas, con un niño entre las faldas. El mayorde éstos andaba en los once años y era hijo de laprimera mujer de Harberton; los otros dos, de lasegunda, y el cuarto, lde la tercera. Las dos ante-riores, también yaganas, habían muerto cum-pliendo el sino q ue persigue a las mujeres d e esaraza cuando son hembras de blanco.

Me refugié en los niños. Les hice un piza-rrón y con una tierra parecida a la tiza les ense-ñé a escribir y leer. Los formaba a m en ud o frentezi unos buscavientos q ue les fab riqué e n forma de

aviones, cuyas hélices elngranadas producían unruido semejante al de los motores y les hacía

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 73/222

ellos un pequeño grupo social, sano y alegre, quesuavizaba un poco esa dura monotonía.

-¡Papá no habla nunca! -me dijo un día elmayorcito.

-iSí, habla -le respondí-, hab la con los ár-boles, con [las nubes y con las piedras!

El niño se echó a reír y yo no pude menosque hacer otro tanto, aunque de buena gana hu-

biera hecho lo contrario.“¿Por qué este hombre es así?”, Ime pregunta-ba cada vez con más insistencia. No era curio-sidad por saber lo qu e encerraba aquel individuo,q ue a lo mejor no era otra cosa que estupidez ocansancio de viejo; no era tampoco amor propio

o susceptibilidad herida, sino simplemente elanhelo d e hablar con un ser racional. iY el únicoq ue h abía allí era él, y él m e negaba este precio-so don!

Pero un día puse término a mis obsesiones conesta determinación: ‘‘¡Este hombre no está en

sus cabales -me dije-; éste está loco d e soledad,de silencio, quizás de qué, y si yo sigo aquí mevoy a poner tan loco como él; así es q ue m e voycon la primera cosa que parta!”

Mas a Puerto Robalo no arribaba ni una ma-la canoa de indios. Sólo la escampavía. de la Ar-mada de Chile recalaba por obligao cuatro meses, y jen esta ocasiccinco sin pasar!

La suerte, que al dar a uno un 1un mal, quiso que una goleta avctemporal pasara una tarde a capearda de Puerto Robalo. Iba rumbo ala radioestación de Wulaia supo 1

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 74/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 75/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 76/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 77/222

ilencio del antiguo dueño lo transformaré en bu-llicio alegre; entonces me gustará hasta ila jovenviuda; con los niños, ya mozos, aparejaremos uncúter esbelto com o u n albatros y nos iremos porlas islas arponeando lobos a ;la manera yagana!”

Pero n o he vuelto todavía.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 78/222

Tierra del Fuego

La derrota iba a las ancas de aquellos tres jinetesque atravesaban a trote largo el Páramo.

El últ im o tiroteo con tra las fuerzas de JulioPopper había tenido lugar en las márgenes delrío Beta, y los enemigos del enriquecido busca-dor d e oro, unos seten ta aventureros de todas lasnacionalidades, se habían desbandado, totalmen-te derrotados por las fuertes bajas sufridas.

Unos huyeron hacia los cordones cordilleranosd e Caxmen Sylva, sierra que el mism o Popper así

había bautizado en honor de su reilna rumana.Otros fueron tragados por los vastos coironalesde China Creek, y unos cuantos ascendieron porlos montes del río M ac-Lenan , refugio d e cuatre-r G s y 'de los Últimos indios onas.

Sólo Novak, Schaeffer y Spiro huyeron por la

costa sur de la Tierra del Fuego, con la esperanzade ocultarse tras el sombrío mogo te del cabo SanMartín. Conservaban todavía algunas balas parasus carabinas, y Novak, una cartuchera completade las del calibre 9, para su Colt de caño largo,el único del trío.

Estas escasas municiones era lo Único que to-davía les daba án im o en su desesperada situación,

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 79/222

derrota, debilidad, aniquilación, tanto dentro desus corazones de hombres fugitivos como fuerad e ellos, en el desamparo de la estepa fueguina.

-Tilenes sangre en el panta lón. . . -dijo No-v,[k, con una extraña ternura en la iioz, indicandola pierna derecha de Schaeffer.

-Sí, Io sé -contestó fríam ente Schaeffer, fi-jando sus ojos azulencos en el encapotado cielo,como el pájaro que estira el pescuezo antes de

emprender el ~ u e l o .-¿Bala? -interrogó Spiro.-¡No, bofiigas lde guanaco! -profirió Schaef-

-Vamos a ver -dijo Novak, sofrenando el

-La herida -replicó led ex sargento alemán,con algo todavía del superior que se preocupa porel estado d e su tropa.

-No es n ad a.. ., sigamos -manifestó con le-

VI-' asomo cordial Schaeffer, espoleando su cabal-ga dura.Cosm e Spiro lanzó una mirada cautelosa a sus

espaldas y espoleó aún más su caballo, poniéndo-se a la de lantera del trío.

El viejo Schaeffer, com o un pájaro herido, vol-

vió a levantar la cabeza hacla el cielo. Más quelas punzadas lde la herida, era el fluir de su san-gre lo que lo atorm entaba ; porque cada vez queafirmaba el pie en el estribo para sostener elciierpo en el ritmo del trote, sentía brotar unaonda líquida de la herida, onda que escurría con

escalofriante tibieza por la pierna hacia el pie,humedeciendo cada vez más el interior de la bo-

fer, con rabia .

tro te del caballo.-¿Qué?

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 80/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 81/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 82/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 83/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 84/222

gar coil dureza aún más ejemplar. Así lo hizo, J’

colgó a tres o cua tro individuos e n los postes que

marcaban los linderos de sus pertenencias, po-niéndoles un letrero que decía: “Lasciate ognisperanza voi ch’entrate”, la f rase de Dante queadvertía a los humanos que perdieIran toda espe- -ranza al traspasar los umbrales del Infierno. Nilos onas ni los aventureros del arroyo Beta co-

nocían La Divina Conzgdia, pero más elocuenteque la lengua de Dante fue para ellos el cráneomondo de los esqueletos, soblre los cuales se pa-raban los caranchos ahítos de festín.

Esto era en buenas cuentas lo que les espera-b2 a Novak, el alemán; Spiro, el italiano, y

Schaeffer, el húngaro, por haberse pasado a lapartida de los revoiltosos en vez de defender laspertenencias del que había confiado en ellos. So-bre todo el fiel Novak, el comandante de suguardia personal, quien había capitaneado enpersona la última resistencia de los setcnta com-batientes del arrojo Beta. Esta era también lacdusa de las constantes miradas furtivas de Spirohacia sus espaldas, aunque ya iban bastante pro-tegidas por las de sus compañeros que seguían sutrote.

Schaeffer encogió cuanto pudo 110s dedos delpie dentro de la bota para calcular la sangre quese había escurrido dentro de ella, y como si almismo tiempo tratara lde evadir ese cálculo, esti-ró su cuerpo entumecido, levantando una vezmás su mirada desde el pie al cielo, de u n gris

cruel que aplastaba a la tierra.La cordillera Carmen Sylva disminuye cuan-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 85/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 86/222

de natural colorado y tumefacto, de nariz algorespingada y alcohólica, en cuya punta pendíacasi siempre una gota de sospechosa transparen-cia. Lo mismo que en los ojos, donde siemprehabía un brillo humedecido, como si una Iágri-ma indiferente se hubiera quedado detenida cnellos.

Al recostarse el viejo en la pampa, Novak vioese rostro pálido, de ojos azulencos, con un res-plandor hierático, como si una oculta juventudquisiera asomarse a él. Desató la cantimplora desu montura y le dio algo de agua. Schaeffer, en-treabriendo sus labios, bebió un poco; pero siem-pre manteniendo un pedazo de bigote mordido,

como si quisiera agarrarse a él. Novak le quitóel pañuelo azul y rojo que llevaba a l cuello, y,rasgándolo, taponeó los hoyos que había dejadola bala y con el resto venldó la herida. La palidezde Schaeffer se acentuó y cerró los ojos. Novakvio que la nariz aleteó, el labio superior volvió a

temblar y el resplandor juvenil se acentuó en laajaida cara del viejo. Pero al Tato Scliaeffer entre-abrió los ojos y m irando u n poco asustado en suderredor profirió a Ila sordina:

-Yo creí que m e había jodido.. .-Estás mejor -dijo Novak con un acento d e

frío consuelo-; pero debemos movernos (de aquí,a un lugar más seguro., . Has perdido muchasangre y no sé si puedas moverte.

-Déjenme aquí no más.. . Si me repongo si-go, y si Ino, ya estoy viejo para seguir así con eseb o te largo.

-Los caballos están casi cortados. Creo queno podremos seguir sin darles algún descanso. De-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 87/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 88/222

que en vez de una pierna pudo haber sido algu-n o d e esos tres corazones fugitivas.

-No se jcdan por mí. . . Sigan adelante nomás -repitió Schaeffer con voz más entera, lperotam bién m ás fría.

Spiro y Novak se miraron d e refilón, e s c r u t h -dose m utuam ente .

-Tendremos que buscar un lugar lo más lejos

de l camino para pasar la noche -volvió a decirNovak.-Si quieren, yo voy a ver por ahí. . . -dijo en

voz baja Spiro.Novak, ,desde su altura, pareció escarbarlo con

sus ojos grises.-No -le objetó-, m i caballo es el que está

en mejores condiciones. T ú te quedas aquí cui-dando a Scliaeffer; yo voy y vuelvo luego.

Spiro hizo parpadear sus dos moscas; miró aNovak, y una sonrisa solapada se arrastró por el

pasto hasta los talones del alemán.-Bueno, anda. . . -le dijo.Novak montó JJ partió, agachándose sobre su

cabalgadura, a trote largo.La len ta penum bra del crepúsculo fueguino

empezó a fluir desde el cielo opaco, empalide-

ciendo aún más {el rostro de Schaeffer y acen-tuando l a blancura de Spiro. Este miró a Novakhasta que se hubo perdido entre los lomajes, yluego volvió los ojos hacia Schaeffer; el viejo con-tinuaba como durmiendo.

-VOY a vigilar al cerro, por si alguien nos si-guielra -profirió con voz aterciopelada, como sino quisiera despertarlo.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 89/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 90/222

samente, y se acomodó, recostándose sobrerna sana.nque cortas, ;las noches fueguinas en no-ire son todavía intensainiente oscuras, so-ido cuando por los cielos se corre ese telónzbes que ensombrece a la t ierra. Como la3, Schaeffer cayó pesadamente dormido.spertó cuando Novak lo remecía por un

)ro preguntándole por Co sm e Spiro. Esteb hallaba por ninguna parte, había huido,:ntras que con una mano había dejado la

cdrauina de caño recortado junto al viejo, conla otra le había llevado su yegua con montura ytodo.

Novak había encontrado un buen refugio en-tre un grupo de rocas volcánicas cerca de la cos-ta, y esa misma noche condujo a Schaeffer has-ta allí. El montón pedregoso había dejaldo unaespecie de cueva, donde las boííigas demostra-ban que los guanacos la usaban de guarida con-tra el mal tiempo.

-iDa lo mismo. . . que se haya quedaldo oarrancado cobardemente! -manifestó Schaeffer,comentando días ldespués con Novak la fuga deSpiro.

-No es l o mismo -replicó &te-; cuan to a a -tes se descubre un traidor, mucho mejor.

-Yo dud ab a de ti -dijo el viejo con parsimo-nia-; pero de Spiro estaba seguro de que se iba

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 91/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 92/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 93/222

los caranchos la carne de los guanacos que detarde en tarde caían bajo la buena puntería deNovak. Juntaba mata negra para hacer fuego y

atendía otros quehaceres lde la cueva mientrasNovak salía para aprovisionair l a despensa, nadadifícil en aquella época, pues la primavera fue-guina estaba en todo su ubérrimo apogeo.

Avutardas y caiquenes, estos últimos tan gran-des como gansos, empezaban a llegar a millaresen sus largos vuelos migratorios desde el norte,para empollar en la Tierra del Fuego, y más tar-de, con la llegada del invierno, regresar con suspolladas a climas más benignos. Rosados fla-mencos y >diferentesvariedades de patos pobla-

ban también las lagunas y riachos que se desli-zaban por las pampas, entre los suaves lomajesde abundalnte y crecido pasto coirón.

Como una mariposa que abandona la inúti lcáscara en que fue crisálida, el espíritu deSchaeffer fue saliendo de su aimargo maltrato y

encontrando que la vida en esos páramos noestaba del todo mal. Ambos hombres hacían li-bremente 10 que les daba la gana, cam bian dosólo las palabras necesarias para vivir en buenacompañía. La Tierra da1 Fuego tam bién se trans-formaba a tono con sus espíritus, saliendo del

invierno, que es igualmente una dura derrotabajo la gruesa costra de nieve y hielo. El pastocoilrón, la gramínea única, cuyo metabolismo lepermite vivir bajo la nieve, había resurgido denuevo para solaz de guanacos, cisnes, avutardas,patos y caiquenes. En la costa, las gaviotas ofre-

cían sus huevos del taimaño del de una gallina,pero jaspeados de café y celeste, como flores (de

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 94/222

arenales con sus cachorros paridos en las loberíasdel cabo de Hornos.

Pero de tarde en tarde, en medio de aquellosdías de placidez y ocio, Novak y Schaeffer le-vantaban de pronto sus cabezas por entre laspiedras de su guarida y miraban en su derredorcomo un par de focas desconfiadas. Siempre te-nían temor del Rey del Páramo.

Además, sabían que aquello no iba a ser eter-no; que el invierno volvería a humillar 3a tierra;que un día caiquenes y avutardas emprenderíansu vuelo de regreso a otras tierras y hasta losgiianacos se harían más elsoasloc. iY ellos!. . . ¿Adónde? LA qué parte? ¿C on qué ailas?

-iCaracol, caracol, saca tus cachos al sol!-decía Schaeffer cada vez que había bu en tiem-po y podía poner su herida ante el eterno curan-dero de la tierra.

E n cuan to pu do caminar, usando de balstónsu carabina, se dirigió a la playa a respiTar a

pullmón lleno las brisas del mar. Una mañanadio un largo paseo hacia el norte, a través de lasdunas que maTginan ;la pampa antes de que seeleve el acantilado (de1 cabo. O tr o prom ontoriose levantaba entre la pampa y el mar, en mediode la ancha playa de dunas y cascajo, como un

castillo medieval solitario, con mata negra sobresu cumbre y arbustos y flores costeras que des-cendían como enredladeras por sus costados. Pa-ra probar la curación de su pierna se dirigió has-ta allí y emprendió su ascensión; 'desde la cum-bre se divisaba ;la lejana escollera del Páraino, yhacia el sur, la playa arenosa que ondula ligera-mente hasta dar con el lejano peñón del cabo

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 95/222

ticas, y la pampa, con llanuras verde-amarillas,hacia los azules colrdones serranos de CarmenSylva; las dunas festoneaban de gris estas dos in-

mensidades, y de bilalnco las espuimas de lias olas,que como rosas iban a deshojarse en la anchaplaya de cascajo.

De pronto, al recoger la vista desde la lllanuraoceánica, sus ojos tropezaron con otra blancuraen medio de la grisácea playa, cual la armazón

de una nave encallada. Le extrañó la forma delcuadernaje y al observarla mejor descubrió quese trataba del esqueleto de una ballena enorme,blanqueado por (la intelmperie.

Volvió a mirar hacia los confines ‘del malr an-tártico, donde estaba el país d e 3a ballena, y Te-

cogió de nuevo la vista, como siguiendo Ja rutadel cetáceo, hasta Ja armazón de huesos empo-trada en medio de la ancha playa de cascajo.Miró luego idos contornos pampeanos, el arcillo-so lparedón con que el cantil de lla pampa se ibaelevanfdo hacia el cabo, gas Idunas como un mar

más quieto y el promontorio bajo sus pies. ‘‘iAsítambién pudieron quedar tirados \mis huesos enesta última orilla del mundo!”, pensó, con cier-ta desazón, y emprendió el camino de regreso.

U na brisa humana en la que hacía muchotiempo no se refrescaban sus corazones fue pocoa poco invadiendo la vida de aquellos dos hom-

bres en ese apartado rincón de la orilla orientald e la Tierra del Fuego.A menudo iban juntos a cazar focas de un pe-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 96/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 97/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 98/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 99/222

a la espalda. Desde lejos parecían verdaderossoldados de caballería, con la ventaja d e que unabala podía atravesarles el corazón sin derribar-

los. , . “Parece que esos soldados estuvieran en-fermos. . ., ipor qué llevan la cara tapada?”, di-jo alguien que los observó desde lejos y llegódespués a trabajar a los yacimientos del Páramo.

Entonces Popper les hizo pintar unas másca-ras y se las puso entre mechones {depasto coi-

rón. Schaeffer se sonrió con am argura al recordarque muchas veces, por orden del “cornandante”,tuvo que cabestrear a los monigotes, haciéndo-las trotar para que parecieran más vivos.

Lo que más fastidiaba a Novak en sus recuer-dos era que los mismos monigotes inventados

por él habían servildo después para derrotar susfuerzas en la refriega del arroyo Beta. Conocien-do ;la treta, había descuidado su frente y refor-zado su retaguardia; pero en vez de monos depaja, Julio Popper en persona y con todos sushombres se había dejado caer por delante, mien-

tras los monos rodeaban a lo lejos los flancos.Sus hoinbres, confundidos, no supieron hacerfreiite en buena forma J’ sobrevinieron el des-bande y la derrota.

Al día siguiente Scliaeffer ensilló el caballoqiie servía a ambos, y se dirigió a la playa paraponer e n prictica la idea del repayo de costillasde ballena para el viento J’ la lluvia.

C ~ i a n d o e :,cercaba a la osamenta, el cciballoempezó a resoplar, desconfiando de aquel extra-50 andarniaje tan blanco, J’ luego, más cerca, serc-tacb del todo. Al espolearlo Schaeffer, dio unbrinco de lado que casi lo I.olte6. Se bajó, le at612s maneas J se dirigió hasta el esqueleto.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 100/222

L

el scost

cafétam

za de aquellos huesos, que todavía conservabaníiitegra la forma del gran cetáceo, que por lo

menos debió haber tenido unos treinta y cincometros de largo. Los huesos de Ila cabeza senie-jaban un gigantesco carro romano, el tórax elcuadernaje de un barco, y las vértebras lde la co-la una serpiente monstruosa que se enterraba enla arena.

Schaeffer se paseó u n rato dentro de la arcade-ría, estirando los brazos hacia arriba, calculandoasombrado las dimeiilsiones del animal, a pesarde que las vértebras estaban a medio enterrarentre el cascajo y la arena. Miró una por una lascostillas, y saliendo de l interior de l esqueletoempezó a remecedas para ob tener lo qu e se pro-ponía. Estaban m u > firmes; pero una lde ellascedió ante los remezones de costado; los bordesafilados fueron abriendo un hoyo hasta que, col-gándose de un extremo, logró zafarla. El viejose secó el sudor después lde la tarea y se sentósobre la misima costilla, poniéndola a manera decurvada banca sobre (la aren a. Pensó e n descan-sar un rato y luego en conducirla hasta donde es-taba maneado el caballo; ila amarraría al pegua’lcon el cabestro, si no podía llevarla sobre el mo-

rrCn de la montura,y

la iarralstraría hasta la cue-Ira. Uix día una y otro día otra, hasta construiren buena forma el reparo.

qon templó su chaquetón lde cuero tirado enuelo. Se do había sacado para trabajar en lailla; estaba raído y había perdido su color

; más parecía UR pedazo de su propia piel,bién descolorida y agrietada por la intempe-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 101/222

gato cuando vislumbra la cola del ratón; se losrestregó, como si tratara de despertar de una s-i-

sión, y, levantándose sigilosamente, coil paso fe-lino tam bién, se acercó cuidadosamente, com ohipnotizado por lo que veía sobre su raído cha-quetón. Era una arena negra que había saltadodesde el fondo {del hoyo al desprenderse de untirón el hueso de la ballena.

La tomó temblorosamente entre sus dedos y1~ escarmenó; casi sin dar crédito a sus ojos,sus dedos reconocieron el fierrilao, la carac-terística arenilla negra en cuya iecindad se en-cuentra generalnientc el oro. Todo el desainip'i-ro de aquel apartaldo paraje se convirtió paraSchaeffer 'en el más hermoso y atrayente lugsd e la tierra.

Acariciando le1 fierrillo en el hueco de la m a n ose acercó al hoyo de donde había salido: la are-na y el cascajo ya 40 habían cubierto de nuevo.Entonces se puso a escarbar con las dos manos,como si quisiera abrirse un camino a trai-és delcorazón $de a tierra.L41 legar al fondo sus nianos se detuvieron co-

m o si hubieran asido ei mundo; sus dedos palpa-ron cuidadosamente bajo tierra, reconociendo

a U la aterciopeilada tersura da1 fierrilllo, el Óxidod e hierro m agnético, las )negras arenas que hicie-ron desorientar las brújulas de l a flota de Nas-sau, $os primeros barcos que anclaran detrás delcabo de Homos.

Schaeffer hundió cuanto pudo la mano, has-

ta tocar el borde de la vértebra de donde se ha-bía zafado la costilla, y como con una poruña

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 102/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 103/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 104/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 105/222

huesos de ballena qu e han recogido el oro tiradopor el mar a la playa!

-Como sea, eso es mío. El esqueleto 10 encon-trk yo !I los huesos Y todo lo que hay debajode los huesos m e pertenecen. El resto de la pla-ya puede ser toda t u p y podemos trabajarla amedias; pero esto no. iBonito sería -continuóSchaeffer con desacostumbrada locuacidad-

que si mafiana tíi tropiezas con una pepa de oroen tu camino y yo voy detrás, tuvieras que corn-partirla conmigo! ¿Lo harías?

-No es lo mismo.-Es.. .N o d o miró dc alto a bajo. Riledía más de

un metro noventa, y s u rostro cuadrado, de men-tón saledizo, con sus ojos oscuros, infantiles, hi-zo una mueca triste, pensativa.

-Sé l o que estás pensando -profirió Schaef-fer con una sonrisa entre pícara y cruel-: iA mí,que te salvé 3a vida, me pagas así! Te la puedo

devo'lver; si quieres, cóbrala; pero el oro se re-pa rte así.-¡La vida n o se cobra, m enos lla de un bribón

como tú! -vocifelró N o d , mis con amarguraque con rabia.

-Sí, es cierto, no se cobra; pero e1 oro sí.

Novak pensó en partir , y lo habría hecho silos reglamentos militares no le hubieran ensefia-do a reflexionar un poco ante tina situación. Nohabía que abandonar nunca todo el campoal enemigo, así. iEra 40 que hubiera queridoSchaeffer, quedarse solo con todo el oro! Se que-

dó; pero aquella brisa no volvió jamás a refres-car sus corazones.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 106/222

paro para el viento y la Iluvia, como lo habíaideado, con las costillas de ballena y cueros de

lobo encima. Como dos fieras desconfiadas,~ o l c a r o n odas sus energías e n el trabajo de la-m r oro de la mafiana a la nochc. Se mirabaii,recelosos, hasta en ;las faenas dc acarrear aguapara sus chayas, y sólo por necesidad cambia-ban algunas palabras bajo la carpa de cuero de

lobo, en tre las piedras.Después de cada jornada, en una balanza quese habían fabricado con dos palitos, hilos de iier-vio de guanaco y dos platillos del mismo cueroreseco, se repartían e1 oro en (las partes propor-cionales acordadas por Schaeffer. Si a leces la

antigua brisa cordial se acercaba a orear a aque-llos hombres, pronto era alejada por el recuentodel oro eri la balanza.

En unas pocas semanas los alrededores fuerontotalmente excavados, removidos, desarticuladavértebra por vértebra la osamenta. No quedaba

ya un puñado de arena ni de cascajo que no hu-biera experimentado los vai\ enes soslayados delas cliayas, cudndo Not& exclamó, al final deun día:

-1’0 m e voy de aquí; esto ja no da para más.-Sí, n o da inás -ratificó Schaeffer.

Ambos se quedaron u11 rato de pie, asombra-dos d e todo el cascajo y arena que habían exca-vado a gran profunlclidad, y la forma como ha-bían desarmado y transportado los pesados hue-sos de la ballena.

--¡Casi dim os vuelta toda la playa!-profirióSchaeffer, com o último comentario, antes d equ e se alejaran.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 107/222

-iHabrá cerca d e un kilo! -exclalmó Schaef-fer, con ojos brillantes de codicia, sopesando su

bolsa de cuero en la mano.-No estuvo del todo mal -dijo Novak, depo-sitand o la suya debajo de sus cobertores de cuerode guanaco y foca.

Scliaeffer, en cambio, metió su bolsa de oroen uno de los grandes bolsillos de su chaquetón

de cuero y, perezosamente, salió por debajo deltoldo de costillas de ballena recubierto con cue-ros de lobo marino.

Cada vez que se repartían el oro después deltrabajo del día, Schaeffer hacía lo mismo. Salíade la cueva, se deimoraba un rato por la pampa

y regresaba, sacando de nuevo la oscura bolsa decuero del bolsillo del chaquetón y dejándola caerostentosamente sobre sus cobertores, alguna demvas puntas se mezclaba con lois de Novak eiiila -estrecha caverna bajo la piedra.

Notoriamenbe, ;los caiquenes y avutardas yahabían empezado a concentrarse en grandesbandadas en Jos terrenos pastosos y llanos. Unamañana ambos hombres contemplaron con cier-ta desazón cómo una de eldas se levantaba depionto, y, formando un gran triángulo, con tresmachos {de guía com o tres pu nto s suspensivos.rl frente, emprendía su vuelo eimigratorio haciaotras lejanas regiones; habían ya criado sus po-lluelos entre los coironales fueguinos y se losIlevaban, anun ciand o con su viejo ins tin to lacercanía de las primeras ventiscas otofiales.

-jHay que irse junto con estos caiquenes!-dijo Novak.

'

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 108/222

-Para el norte, hacia donde van ellos. . . Alláestá la vida.

-Pero la vienen a buscar acá -dijo sonrienldoel viejo por lo bajo.

-Cruzaré el estrecho de Magallanes y en Pun-ta Arenas tomaré el primer barco q u e zarpe;siempre lo haré hacia el norte, por cualquier lad oque sea.

-Yom e voy a ir a

RíoGrande. También tra-

taré de salir de esta isla; ya está bueno aquí-suspiró Schaeffer.

Un pesado silencio embargaba a los dos hom-bres la víspera de la partida. Comieron juntos,como lo liacían anbes, un peldazo de charqui deguanaco asado y unos mates. Hacía mucho tiernpo que ya no había hUevos de caiquén ni de ga-

viota. Algo había entre ellos que no los dejabahablar, pero tam poc o levantarse de jun to a lafogata; ésta era misérrima, más cenizas quebrasas, como es el rescoldo que queda de la ma-ta negra, arbusto inútil, de ramas débiles y hue-cas, con un corazón resecado y poroso como el

corcho, pero que, sin embargo, se mantiene enlos p i r amos fueguinos.C o n ila penu m bra crepuscular penetraron si-

lenciosamente a acostarse, como todas las no-ches, bajo la cueva de piedra. Al rato el viejoroncaba plácidamente; pero. en cambio, Novak110 podía conciliar e9 sueíío.

Oscuros pensamientos empezaron a vagar por

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 109/222

a recordlar los pasos que lo llevaron hasta eseapartado rincón del planeta. Los recordaba co-mo recuerdan todos los hambres e n la sombra,desvelados, pisaildo a grandes zancadas en el pa-sado, sobre pillotes azarosos, ihrninados aqui yallá por la memoria con Ilas ocultas razones quela llevan a {'agar por el espeso mar del olvido.

Se había venido de Europa cam0 sargento ar-

tillero, a cargo de una batería de la casa Krupp,que debín competir coii la Schneider y otras fir-mas armamentistas en las afueras de BuenosAires, para una propuesta del gobilerno argenti-no. Siempre tuvo una imaginación un poco in-fantil, como con a menudo las estratagemas

guerreras, 1-en esa ocasión se le ocurrió una su-perchería para que s u cañón y sus proyectiles su-peraran a los competidores. E n Ba noche se lasingenió para regar coii kerosene los blancos quele correspondían. i l l día siguientc, en la pruebaan te las autoridades militares. sus proyectiles no

sólo destruyeron los objetivos, sino que ademásiiicendiaron los blancos.Un compatriota lo tentó, ofreciéndole el pues-

to d e administrador en una estancia de Las He-ras, en la Patagoiija argentina, y se vi110 al sur,a militarizar la ganadería. La estancia era mu1

inodesta \ no compensó las ambiciones del sar-gento Fritz Novak, que se imaginó vivir comoun rev en sus Idominios, como lo eran en la rea-lidad los administradores de los grandes estable-cimientos de las coniyfi íx inglesas. Pero 61 eraalemán, y siempre 10s alemanes han andado a la

zaga de los ingleses e n sus colonizaciones.Por esa época occiriio un hecho en las costas

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 110/222

y bajo cantil de la costa patagónica, en busca dela boca oriental del estrecho de Magallanes, fuesorprendido por un temporal y arrojado a la pla-va del cabo bautizaido por Hernando de Maga-l l a n a con el nom bre d e On ce M il Vírgenes; losnáufragos, al abrir un pozo en busca de agua, seencon traron con qu e aquel légamo conteníaabundantes part ícuhs de oro PUTO. La desgracia

del naufragio se convirtió en golpe de suerte yla noticia del descubrimiento se expandió porel m undo . D e todos los rincones de la tierra Ile-maron los eternos a:rentureros en busca del pre-ciado metal. La Zanja a Pique, que así se llama-ba el lugar por los altos paredones con que la

pampa se cortaba en la playa del Atlántico, seconvirtib d e la ncch e a la m añana e n un campa-mento improvisado, dondle se toparon individuosd e todas !las nacionalidades. Pero uno, por susconocilmientos y audacias, se destacó d e en treellos; fue el ingeniero ru m an o Julius Popper,‘‘don Julius”, como le empezaron a decir des-de que se toparon con s u personailidad. Popperestaba en las riberas del Yang Tsé cuando supoia noticia dcl oro, J’ como una golondrina de Sa-lang emprendió inmediatamente el vuelo desde!3

milemria China hasta la virgen Patagonh.El sargento Novak también dejó s u estancid7’ enipreiidió s u corto ~ u e l o e Las Heras Iiastcila Zanja a Pique. Esta dio 3astante oro; pero notanto como para que luego n.o empezaran a de-fenderse a b a l u a s l ? , ~ ertenencias.

Tiilio Popper 1e.iTmtó la vista por sobre el es-trecho d e Magallanes y su ojo d e ingeniero le hi-

b.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 111/222

que, eran de !a mislma formación geológica quela Patagonia.

Buscó entre aquellos aventureros a los más au-daces y decididos -por eso tam bién le devolvie-ron después con rebeldía el acierto de su selec-ción- y organizó con ellos una expedición a laTierra del Fuego. Fueron los primeros hombresblancos q ue a sangre y fuego atravesaron el Ona-

sín, como llalmaban (los indios onas a su país,dejando tras de sí, como huella del primer con-tacto con la civilización, los cadáveres de esosaborígenes.

Con la experiencia recogida en la Zanja a Pi-que, Popper organizó, inmediatamente que des-

cubrió al oro del Páramo, una guardia armada, acuyo mando puso al ex sargento Fritz Novak,que había caído predestinado para tan alto car-go.

¿Qué liabia obtenido él d e todo eso? jSólo unavid? de peripecias y peligros por guardarle las es- .

paldas al amo! Porque apenas tuvo su fuerza ar-inada, Popper se lia3ía convcrtido, como él mis-mo se llamaba, en el Rey del Páramo. ;El, quefue d g o así como s u segundo, ahora escondidoentre las piedras, coino un ratón!

En su mente surgió nítida la imagen del rii-

m a n o : ancha la frente, de un blanco azuladoel rostro, con bigote y barba rojos, nariz recta,algo rornci, ojos verdes, culebrinos ji de una ace-rada indiferencia al mirar. U na voz imperiosacompletaba la imponencia de su figura elevadaJ. robusta.

Le parecía escuchar t o d a v í ~ que;Illa voz, acom-pañada de los ojos centelleantes, cuando arenga-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 112/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 113/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 114/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 115/222

J’ niños regresaban de las playas del cabo, car-gados con cormoranes y pingüinos, cuando losatacaron desde el peñón del cabo, a mansalvay sin misericordia. Habían caído cuatro o cincobajo las balas de su carabina. Uno de elJos erauna nifia; recordaba su hermoso cuerpo desnu-do, porque en 13 huida se le había caído la capade guanaco; psro no así su rostro, que no se atre-

1-ió a mirar cuando le cortó las oreja s.. . Nueva-mente se maldijo por ese acto, el más negro des u Tida, que ocultaba en el fonldo de su concien-cia y por el cual tuvo que emborracharse con lasmismas libras esterlinas durante varios días.

Schaeffer dejó de roncar y un resoplido agita-

do siggió ritinando su tranquilo sueño. N o m kdio vuelta la cara para tratar de ver la del viejoen ;la oscuridad, pero sólo atisbó su sombra bajola piedra. Así también habían quedado los in-dios onas después de aquella matanza, como pe-sadas sombras volcadas sobre el pasto coirón. . .Tembiló otra vea al recordarlo, (pero más tem-bló cuando se d io cuenta de que su mente se-guía atisbando de soslayo la sombra de Schaef-fer, que respiraba htigosamente, dormido. . .iAcaso aquel viejo avaro no era más qu e una som-

bra d e hom bre? jTal vez valía menos que unindio! Seguramenbe, porque los i I id ios tambiheran seres humanos.. . “Después de los indiosveníamos nosotros en 13s negros designios dePopper”, había dicho en una ocasión Schaeffer.¡El muy bribón le había racionado el oro igual

que un Popper!. . . El oro que estaba dlí , ahora,al alcance de SLI mano.. . Podía quitárselo. El

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 116/222

que un om, apenas una sombra respirando ba-jo las piedras!. .

N o ia k buscó el cucliillo, que había Ipuesto de-

bajo de su cabecera, y lo desenvainó.. . No ha-bía para q ué verle el rostro; mejor q ue cuand o lecortó las orejas a ;la rnucliacha india.. . Se que-dó pensativo, con la cacha en la mano; era algomolesto tener que decidirse así, fríamente. . .Había oído decir que los criminales natos asesi-naban con angustia. .., con una especie de vir-t igo inevitabk. . . Pero él no; estaba sereno,tranquilo, no era un criminal nato. Levantó lex-tamente la cacha. . .

El viento volvió a sacudir la piel de lobo so-

bre las costiillas de ia ballena, como un parchede tambor desvencijado, y a salmodiar su silbidoen tre las pied ras.. . Novak detuvo su puñal e n loalto; no veía al viejo, pero escuchaba su respira-ción fztigosa de vez en c m n d o . No, no era unasombra, sino un ser vivo, dormido y suspirante,

tal como lo encontrara esa noche, tendido en lapampa, cuando le encargara su vida al malvado

ro. . . Su vida, quv él salvara, conduciéndolosu propio caballo y taponeándole la herida.. .vida que ahora le iba a quitar por culpa del. . . Fue bajando lentamente la cacha del cu-110 en las sombras, hasta tocar su frente; secon ellla dos o tres veces como golpeando so-un dintel, Ilaimando o buscando algo perdi-. . Luego se restregó 110s ojos e n la oscuridad,no desprendiecdo una telaraíía para recono-

lo que acababa de encontrar, y apartó el pu-de su frente, dando un tajo desmayado en

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 117/222

rándose súbitamente-, medio dormido, sobre uncodo.

Nomk permaneció eii silencio y respiró cornosi durmiera Sólo contestó 01 retumbar del cuerode lobo adosado a las costillas de la ballena, queera Io que había despertado a Schxffer, y elviento coli XI cixina s&iiodici entre las oqueda-des pétreas. El viejo sc dio otra inedia vuelta T

continuó roncando como antes; ai rato, otro ron-quido se dejó oír a s u lado, plácido 11 estirado,coino el ruido que liacen los remos acompasas2csde dos bogadores sobre una tersa superficic.

Ambos se levantaron temprano all día siguien-te a ensillar sus cabalgaduras; se repartieron ami-gablemente los enseres T. emprendieron d earni-n o liacia las serranías de Carmen Sylva.

-Yo co rto para el pu erto -dijo Schaeffer,cuando estuvieron en la huella que conduce alsur, hacia Río Granclc.

-Yo m e voy para Kío del O ro -dijo Noi&,señalando con amplio gesto del brazo hacia €1

noroeste, y agregó, mientras se estrechaban lasmanos en sefial d e despe~dida-: ¡Cuida la bolsa,es todo lo que tienes en la vida!

-Es la vida . . . -repuso Schaeffer con su par-simoniosa frialdad .

Ambos se separaron al tranco de sus caballos;

a las ancas, ya no iba montada la derrota.Poco antes de perderse en las primeras estri-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 118/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 119/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 120/222

U n dia iie pi-iiicipios de invierno arribó a PuntaArenas un barco tan deslastrado que llevabamás de media paleta de la liélicc fuera del agua;e l casco, plomizo, algo descascarado por la in-temperie o por las faenas d e pintura en a lta mar,estdLa surcado de grandes manchas de azarcónrojo que sernei,:ban l i e~ ldascuya sangre a ú n nosc lograba restaííar.

En sils prolongadas sicgladuras, generalmen-te estos vagabundos pasan de largo por el estre-cho de Magallanes, J’ si se detienen en el puerto

10 hacen sólo para arreglar algún desperfecto desus máquinas o alguna avería vital.Est2 pidi6 ser recibido por la capitanía de

p’clerto; pero junto con el gallardete de la solici-tud in5 en el mástil dc trinquete una bandcra degrandes paños negros y amarillos que quería de-

cir “m uerto a bordo”.Efectivamente, después de que la lancha deia autoridnd marítima se hubo desprendido desu costado, una chalupa fue arriada de los pes-caiitcs del barco, J’, tripuldda por cuatro remerosv un patrón, se dirigió a toda boga hacia el mue-

lle del puerto.La embarcación atracó cerca del malecón, que

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 121/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 122/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 123/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 124/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 125/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 126/222

cle s u llegada. Gente de mar, pescadores, bebíancon bulllicio, y el f u e rk hum o d e sus cachimbasy toscanos llenaba el ambiente del bar con una

pesada atmósfera. De vez eii cuando alguien po-

caja de música apernada en la pared, y saltabana! aire los acordes de allguna vieja marcha, pol-ca o \&, con gran estridencia de bombos y pla-tillos.

U no de los marineros miró por una ientaiiahacia 12 noche y se detu\,o un rato contemplaii-do niclancólico cómo jugueteaban en los vidrioslos copos de nileve, ~emejaiidouiia bandada demariposas que pugnaban por atra\=esarel cristal

hacia la luz, cscurriéiidose luego en grandes 1á-grirnas que rasguñaban el vidrio em pa vonadopor la evaporación. La música, el bailoteo de losalados pies d e la nie\-e e n los vidrios a su destem-plado ritmo.. . , quizás qué, trajeron a la mentedel marinero una obsesión, J ' se llevantó para

conlersar al oído con uno de los imesoiieros delbar. Después se quedó un rato pensativo, aco-dado junto al mostrador y mirando hacia suscuatro compafieeios; el viejo Foster dormitaba ylos otros trcs bebían pausadamente, anegadosya por el alcohol. Laiizó un solapado silbido que

s6 ' h fue percibido por ell pelirrojo de cara acu-cliillada, que se acercó al instante al mesón.- iVamos a divertirnos por ahí? -propuso.-All r i g l z t ! -contestó el peclirrojo, haciendo

restallar la lengua; pero, du dand o de pron to,ngregb-: i Y R h t í n ?

- Q u e lo entierren ellos. . . , si pueden! -re-plicb el otro, hacicndo un gesto despectivo hacia

nía ulia moneda de níquel en la reiiura d- UllZ'

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 127/222

g.5. Sólo después d e un largo rato los d e adentrose percataron de la ausencia; pero la borrachera

había sido tan súbita, que poca cuenta se dabande la hora v de las circunstancias en que y i sehallaban.

-Vamos. I . a enterrar a hiart ín -balbuceóuno d e ellos.

- iCuando los otros vuelsan! -profirió d. otro.

Fos ter continuaba d o r m i t a d o pesadamente J'despertaba d e tarde u n tarde sólo para estirar lamano y ;Ilevarse, vacilante, la copa a los labiosmarchitos, que íei.ivim por algunos moirnmtocal ardiente contacto del allcohol.

-\Pobre hlartíii! -gimote6 el uno.

-iPobre! -repitió en letanía el otro.-2Te acuerdas cuando nos dio a tomar 3 to-

dos en Tocopilla?-iSí, me acuerdo; a todos nos coste6 el trago

con sus gracias!

-Tocaba mejor que esta end iablada iiiúsica,con su armónica. . .Por ~ i n o smomentos pasó por la mente de los

borrachos la i n i a g ~ i ~nolvidable del iamparerode1 Gastelu, el mejor camarada de a bordo: lavisión de cuando los alegraba con s u armónica

de boca, o de a q d l a s ocasiones en que, sin uncentavo en el bolsi!lo, en u n bclr de un puertocualquiera, salía a b a i l x coil alguno 6e sus coni-pañeros, tocando I J a r m h i c a y acompciíiándosecon u m 1 erdadera batería de cueliaras antepues-tas entre loc cledoc, que tamborileaban al corn-

pás dcl baile por 1,i cabez'i, la frente17

el !o:no,en una grotesca 17 extraña daiiza. Despuis del

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 128/222

las mesas; pero en ellas no poldía beber sin susestiniados comparieros. . .

-¿Te acuerdas del naufragio del María Cris-tina?-C uando se sacó el chadeco salvavidas v se

lo pasó a Foster. . .-Para que se salvara, po rque era más viejo

-Y él casi la entregó, braiceando (desdie masafuera sin salvavidas. . .-Y ahora el viejo bribón lduerme y ni siquiera

entierra al que le salvó la \Tida. . .-Nosotros tampoco.. .-Ni esos traidores que se fueron y que toda-

vía no vuelireii. . .-Ni nadie. . . Hip. . . , hip. . . Este mundo esm uy perro. . . Apenas uno se da vuelta 11 ya na-die se acuerda -ginioteó el in& borrdcho,llenándosele el rostro de gruesos Iagrimones, yagregó entre hipidos v llantos-: ¡Pobre M ar -

tín!. . . “Si da el i de con el 1,erde y el coloiradocon s u igual, entonces iiada se pierde, siga elrumbo cada cuall. . .,’

Ln sirem de u11 barco coiiieiizó a horaldar aii-gustiosa e interniiteiiteiiieiite la alta noche; sedejó oir en el interior del bar, traspasando el bu-

Ilicio Y la ini’sica. Era uii aullido que tenía al-go de 1 . o ~iuinaiin que Iiiiilera de la irmiensidaid;m a Y O Z Lihlante, enternecedora. Era el pitodel Gnstelu, que claiiiaba por sus cinco t r i p l a n -tes desembmxlos ei i misión de piedad. . .

-iA ver. . . , iiiarineros.. . , hace media horaquy uii barco está llainiaiido a su gente! -exda-ino ell patrón dcl bar, sacudiendo a los dos que

qu c él. . .

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 129/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 130/222

-$do lo enterramos!. .. -exclamó el otro , co-mo un eco de esa lctanía de borracho.

-Czllados entonces.. ., y pongámonos deacuerdo con los demás en la chalupa.

-iAlguien lo sepultará mañana cuando lo en-cuentren! -replicó el otro , y se perdieron comodos sombras más densas qu e la noche misma, ca-mino del muelle.

Pero al día siguiente nadie encontró ataúd al-guno en el puerto, porque la nieve había caídodurante toda la noche formando una capa decerca de un metro de espesor y cubriendo consu allbura todas las cosas, y conitinuaba nevan-do, pausada pero tan copiosamente, que nadieiba a andar buscando ataúdes en las soleras delas calles aquel día. Ni en ése ni en los otros quefueron solidificando la gruesa costra de hielo. . .

Era como si el lamparero Martin hubiese re-gresado de nuevo al mar, después de muerto, co-1x0 las a'lmas de aquellos náufraga que siguen

la estela de 110s que fueron sus barcos o el ras-tro de 105 que los atormentaron en vida o en lahora de la muerte.

C o m o a la media niafiaiia de aquel día, donErico, el duefio del Bar Hamburgo, empezó aasear SLI estabiecimiento, J' cuál n o sería su

asombro a l encontrar detris de ~ m o s arriles, enima pieza contigua a los serTTirios higiénicosdel bar, que servía de bodega, 2 un marinero vie-10, entrecano, que aú n dormía la mona.

-¿Y usted? -le dijo, despertándolo con lapuiita del pie.

-¿Yo?. . . §oy del Gastelzi. . . -mascull6 Fos-ter, mientras be ponía de pie restregándose los

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 131/222

-¿Del barco qu e llamó toda la noche a su

-¡Sí!. . . ¿Se fueron m is compañeros. . . y

-iAhora que m e acuerdo, preguntaron por un

-¡Sí, yo soy Foster!-iY yo que les dije que se había ido con $ o s ,

-¿Y el barco?-¡Ya estará lejos! ¡Por u n marinero ningún

barco espera!-;Déme, por fa\.or, una ginebra! -musitÓ

Foster, tentándose los bolsilllos en busca de dine-ro.Pasaron a l bar, donde don Erico le s i n "10 un

17aso grande de ginebra.-¡Yo también fu i marinero! -le dijo-. Por

muchos aiíos navegué en la Hapag ¡y (más de

una vez me dejó el barco y t-olví a encontrarembarque en otro!Con la ginebra, a Foster dejaron de castaiie-

tearle los dientes, tail aterido estaba por el fríode la noche pasada; y después de afirmarse conotra copa se dirigió hacia el puerto.

-¡No salga, que está nevando fuerte! -le ad-virtió don Erico.- jNo importa, puede que esté ell barco todd-

l.ía! -responidió.-¡Ya habría tocado la bocina de nuevo!- re

plicó el dueiio.

Sin embargo, Foster bajó hasta el muelle paraescrutar la bahía envuelta en la bruma de la ne-

gen te?

m e dejaron? -agregó balbuceante.

ta3 Foster! ¿Es usted Foster?

otros. . , detrás de las mujeres! -dijo don Ericocon una indiferente y bestial carcajada.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 132/222

laii~ero ardío de alto bordo. E l Gastelu no lestabapor ninguna parte; a esas horas, seguramente,ya estaría saliendo por la boca oriental del estre-cho, rumbo a Africa, ! luego a Europa, al Medi-terráneo, a través de sus largas siiigladurac. Portodo lo que había oído, ése era SLI Último viaje;estaba demasiado viejo y le habían prohibido na-vegar. Seguramente algún armador lo iba a ad-quirir para desguazarlo y aprovechar algo d e él. . .

Su apefiascado corazón su hendió como conuna pufialada. . . Si no \-olvía a encontrarsecon el Gasteíu ein algún otro puerto del inundo,o 10 desguazaban como era 10 más probable,ia dónde iba a ir a parar le1 ldiiiero que Martínhabía escondido en lo alto del palo trinquete, de-

bajo dv un farol, junto a la cofa? iQuién iba aser el afortunado lduefio d-. ese pequeíío tesoropor el cual él hab ía cometido el acto más ~ i lesu vida, al no pasarle ell vaso de agua con el re-medio a su compaííero, en los instantes de suagonía?

Fue poco dlespués de haber cruzcido ell Pasodel Abismo, en los canales, cuando Martín sesintió mal v lo l~lamópara revelarle el lugar endonde había escondido sus ahorros de ilos aííosde navegación len el carguero Gastelu: dinero

con el cual pensaba retirarse a la aldca de dondeera oriundo, en el interior de Poiitevedra, en laque aún vivía su vieja madre, para quilen seríanahora esos ahorros. En la Capitanía de 17igo laconocían ya por ;las mesadas que solía enviarle;allí podría Foster dejarle los ahorros; pero si dis-

ponía de algún tiempo, era preferible clue fueraa entregárselos personalm ente a la aldea. ¡Era

-

-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 133/222

él una lenta pero inexorable sombra. “ i Q u k se-rá? -se dijo-. ¿Podré yo ser así, tan malo?”Había cuidado solícitamente a Mart ín en su en-fermedad; pero después de Ja revelación, algo du-doso em pezó a entorpecer toclos sus actos coil elenfermo. Lo rehuía y hasta surgio, pleno, el de-seo de que murierd cuanío antes para que de-jara de “embromar” tanto. . . 2Por qué queríaque falileciera luego? ¿Por el dinero de la cofa?

¡No! ¡El E O podía ser tan malvaldo para quedar-se con eso, que el otro había ahorrado para sí ypara una pobre vieja!

En f i n , . . Ya vería lo que iba a suceder conese dinero. . . Algo IleI-aría a las manos d e la vie-j a . . ., porque era bastante T alcanzaba para losdos.

¡Se estremeció al descubrirse, por segunda 1-ez,ese pensam iento (maligno! ¿ T a n malo era? Ybien, si 61 era así en realidad, tail malo, y sóloahora se descubría ante esa circunstzncia, anteesa prueba del destino, ¿por qué n o quedarsecon toda la plata Y retirarse de una vez de esosbarcos viejos, cle dudosas rutas y más dudososcargamentos, adonde iba a parar l a escoria delos puertos? ¡El dinero lo era todo en la vida yallí estaba su oportunidad!

iY eso fue lo que le hizo vacilar tanto, en laagonía de Martín, al querer pasarle el \Taso dcagua con el remedio que tan desesperadamentele pidió! ¡Ese vaso de agua que le podía signi-ficar un poco más de vida! Quién sabe si ;la vidaentera. . . , po rque ¿qu ién conocía los desig-nios de Dios?

S in embargo, se demoró en pasarle el vaso deagua con 01 remedio, como si un grillete invisi-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 134/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 135/222

del ataúd que tail afanosamente buscaba. . . Lascircunstancias se habían concitado también pa-

ra que ignorara completamente el lugar en don-de sus compañeros 10 habían dejado. Y después,la borrachera. , . , bueno , lCi borrachera hab íasido la culpa de todo lo demás. . .

;Dónde estaba el cadáver de Martíii? ¿Se ha-bía resbailado misteriosamente por las pendim-

tes nevadas, regresando dc nuevo al mar, parano dejarlo vivir en paz? ¿Se había incorporadoya s u alma a ila suya partiéndola en dos J- atoir-nientándola, mientras s u cuerpo permaneciera a$lor de tierra o deambulara por Lis profuiidida-des marinas?

Inldagó sigilosamente por el cementerio; peronadie le dio indicio alguno. D o n Erico, el dueííodel bar, tampoco sabía nada. T o d o el mundo ig-noraba el imisterioso suceso.

La vida se l e hizo angustiosa, insoportable.Vagó com o un mendigo d e puerta en puerta, en-

cenldiéndoles el fuego en ilas inafianas a las Cali-tinas j 7 a los bares por un pedazo de pan o unacopa d e aguardiente. Después, ya ni siquiera pu-do seguir realizando estos iiiiriírsculos trabajosdomésticos y ;le faltó el alcohol que lo sostenía.

Una madrugada lo encontraron helado den-tro de una pequeña cueva que la erosión habíahiecho en los acantijados que qu edan en las afue-ras da1 puerbo, por le1 lado del oriente. Tenía lacaracterística mueca de los escarchados, J’ susojos abiertos, fijos, miraban intensamente lia-

cia el este, hacia la desembocadura del estrecho,en cuyo horizonte se pierlden (los mástiles de

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 136/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 137/222

o a P u e r t o Eden

- QLiizás qué barbaridades cometería el hoin-bre si no se ie dominara! -exclamó DáinasoRamírez, patrón de la goleta Huambl ín , mien-tras pasaba de una m a n o a otra las cabillas delt imón.

-No es t2n malo . . . -le replicó el marinero

Ruperto Alvarez, y agregó, sin dme bien cuentade 10 qu e hablaba el patrón-: ¡Ya ve usted loque sucedió en el naufragio de la Saitao: un solohombre nos salvó a todos los tripulantes!. ..

-No -rectificó el patrón-; si vo estov ha-blando de este Villegas. . .

-Cuan do dijo “el hom bre”, 5 0 creí que ha-blaba de todos . . .

-No, de este cocinero que otia i c z 110s ha de-jado sir, carne. Cuando los hczos se den cuenta,!a que se va a a rmar . . .

-¿No compró !a carne al salir de PuertoM o n t t?

-Nada; dice qu e las carnicerías estaban cerra-das cuando zarpamos.

-De jodido no más lo ha hecho; ya andarácon la mala otra vez.

-Así creo; este liombre es de Iinala entraria,y si no se le dominara, quizás qué barbaridades

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 138/222

dds, navegaba con s u motor auxiliar, pues ha-bía viento en contra, a la cuadra de las Deser-

t o m , un grupo de seis o siete islas que cons-tituyen el último vestigio del circliipi61ago deCliiloX; t2mbiéii son los iíltimos lugarcs habita-dos antes de penetrar por los desolados parajesd e los maics del sur. E s t h situadas precisamen-tr a 13 entrada del golfo de Corcovado, que, co-

n o si1 nombre lo indica, E O deja pasar nave sin’l i a d a corcovear sobre sus tempestuosos lomos.Hacía un día y medio que la goleta había zar-

pado de Puer to h iont t con rumbo n PuertoE d h , per to na tura l enc lamdo a l o t ro l ado dela An;ost-ura Inglesa, j a e n plenos canales rna-

g + m c o c , J‘ por cegligencia o maldad de su co-ciiiero se eiicontrzba a esas alturas sin un peda-z o de carne par:, dar a sus cuatro tripulantes y I

3 los ties biizos que llevaba para la pesca dechoros en Puerto Edén. Promediaba el otoño j

l a goleta debería recorrer durante todo aquel

invierno 10s canales, ancones I‘ fiordos adva-centes 2 ese 1cjf.nc lugar.Su misibil era buscar las chalupas choreras di-

srmiiiadas por esos parajes , ensxar los molus-cos y coiiducii’:os en su bodega hasta los barcosdcl &botaje qm recalabaii en Puerto Edén con

destino c? la z a i a norte.-No nos qucda ni& reinedio que poner rum-

bo a las Desertores -dijo Ramírez al percibirlas primeras ole2das del golfo, y cdlmbiando detenia inquirió al viejo marinerc-: iCuk ntam ecómo fue eco de la ?&O

-Sucedií3 h x e aííitos, patrón. Era una barcade cuatro palos muy bien aparejada. N o una cas-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 139/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 140/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 141/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 142/222

da por delante, ell Corcovado, las Guaikcas, elgolfo de Penas . , . ¿Dónde vamos a enconbarq u é echarle a la olla?

- Q u ié n Serb el hombre?-Yo, pues, patrón. . El tal Villegas me ayu-

da a traerlas. No es la primera vez que lo hagoen un caso así. . . E n la Patagonia un o debe de-jar el cuero no imás sobre el alambrado y no esun ladrón. . . Es un derecho que tiene el viajeroe n la pampa.

-Aquí no estamos e n la Patag onia.. .-Claro que no. Sería tonto si m e pusiera a

Gescuerar una oveja en tierra.. . Hay que traér-sela con cuero y todo -dijo el viejo marinero

con una sonrisa pícara bajo sus bigotes negros.Ramírez se quedó unos instantes pensando enel acto de piratería qu e le proponía su mari-nero. . . E n realidad, aquellos isleños se lo te-~ i í m ien merecido por no haber querido venderm a ovej.1 en caso de emergencia. . . Pero IIO era

!o mismo cchar un anzuelo a popa para sacaruna sierra que dcsembarcar en despob!ado paraczzar uiia oveja. . . El mar t iene sus leyes.. . ,que no son las mismas que las de la tierra.

Pero sus cavilaciones fueron cotaventadascuando aparecieron por el cubichete de la pe-

qF,eTia c5mara los tres buzos que ya sabían tam-bien de ia falta dc carne. Le plantearon qu eellos no podian seguir así, pidiéndole q ue regre-sara hasta Sonde pudiera abastecerse de carne.El buzo cs UE técnico respetablle, base de la ex-~~lo í ac i c ínhorera, y Ranirez leg respondió He-

vándose dos dedos a la boca para lanzar u n es-triden te silbido. ‘41 instante dejó de frincionar el

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 143/222

-iRlarialna tendrán asado y cazutala! -les di-jo, y ordenó al marinero y al motorista izar velas.

Al rato se oyó el chirrido dell cordaje en losinotones; luego el batir Idel foque y la trinqueti-lla, y por fin la mayor 5' la cangreja surgieroncomo dos gralndes aiias en la sombra. La Huarn-blin viró con la surestada, y, silenciosamente,puso proa de nuevo hacia las Desertores, prote-gida por 'la complicidad de la noche, cada vezmás cerrada con la tupida llovizna.

Bordeó la isla por fuera, lsin lentrar por e l es-tero, y fue a echar ' s ~ncla d e repulesto, t a mbién silenciosamente, con u n simple cailablrlote,al borde lde unos bajíos cubierbos por la plea-lmar.

-¡Yo no soy un ~ladlróii! contestó el cocine-TO Villegas cuando e patrón lo llamó para or-denarle acompañar al marinero.

-¡Es lo que tenemos que hacer por cujpa su-ya! -brainió Rain írez.

-¿Por q d no se conforinaii con los mariscossecos v el cochayujo que llevamos a bordo?-alegó el cocinero, agregando-: ¿Se creen quevan en un transatlántico?

-Dígame, r'illegas -le dijo el patrón con unacalma preííada de peligro-, ¿ p o i qué diablos

usted se porta alsí?-¿Cómo quicrcn que me porte? jhhr 7

me manda a robar \i porque n o soy un 17

si' enoja!-Qué le pasa a usted que se vuelve tan ma-

lo d e adentro? ¿Por qué 1105 ha dejado sin carne

a todos?-¿No le dije va? No encontré carne antes del

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 144/222

-Usted llegó borracho y n o sacaba nada condecírselo.

-Entonces 1.a a tener que ir a buscarme car-ne inmediatamente. . .-¡No ioy, y no ~ o y ! . . -exclamó, taimado,

golpeazido con el pie en el empaletado de la ca-bina.

El patrón se lo quedó mirando con una pa-

ciencia aún más cargada de peligro. El cocineroera un hombre menudo, flaco, de cara angulosa1' phslida; con unos ojos pequefiísimos, agualdos,v con un bigote rucio desleído que le dabau n aire de ratón molinero.

-¿Que no me 1m a ir, carajo? -vociferó de

súbito Ramírez, y de un manotazo lo cogió delcuello atrayéndolo hacia sí.El cocinero se bamboleó como un muñeco y

sus ojos queddroii parpadeando cuando se leclavaron los del patrón. Dámaso Ramkez estu-1 0 a p ~ i n t o e descargar e l purietazo; p r o la ma-

no n o abaiidonó la cafia del timón, retorcién-dose sus gruesos dedos en la cabilla, como sila fuerri a despedazar.

-iEmbárc'ite luego -ordenó- y 110 ime aso-mes a bordo sin L I ~te ja a l hombro!

-¡Iré -dijo el cocinero, desprendiéndose de

la niaiiaz;-; pero cuando i-olvamos a PuertoXlontt denuncixé el robo, porque no soy nin-gún ladrón!

-jDenúnciame a t u abuela, si quieres, perome traes luego una oieja a bordo!

Mientras triilto el niarinero ya había desliza-

do la clialana de la cubierta al mar, y con unasonrisa disimulada bajo los recorkados bigotes

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 145/222

popa de la clialana; Alvarez tornó ambos remos\. con vigorosa boga la endilsó hacia la costa

herdida en la noche y la llovizna.

-Tuve qu e correr com o un condenado para

poder agarrar la oveja -comentaba días despuésel marinero en la pequefia cámara, y agregaba,dirigiéndose al cocinero-: ¡En cambio, este dia-blo encontró la suya recién parida y hasta elcordrro vino siguiéndolo!

La Hnam5Zin se encontraba ya al final del ar-

chipiélago de los Chonos, m á s conocido fuerade las cartas por las Guaitecas; haciendo nochehabía fondeado en el abrigaido Puerto Ballada-res.

La nalqegación nocturna se hace en esa parteimposible para cualquier embarcación, y sobretodo para un patrón com o Dám aso Ramírez.que, como ex ballenero acostumbrado a los ma-res abiertos, se encontraba muv receloso entreesa tupida marafía de islas J.’ caiiales que sonlas Guciitec,is, ca~iailrs m enudo obstruidos porrodales le islotes, d onde la vegetación es ta n exu-berante que la cabellera del bosque cae sobre elmar, ensombrecikndolo.

Entre estos canalles, Puerto Baliladares ofre-ce in buen fond eade ro de fango, qu e aprovecha-b3 la Huambíin, guarecida allí de todos los vien-tos, siempre sorpresii os Y nrremolineados en l a

región.No bien hubo echado el ancla entre 13s fron-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 146/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 147/222

te. Lo había observado a bravés dle los cinco díasque J’A llevabaln de navegación y no se explica-

ba la causa de la trantsformación de tan malha-da do genio.Villlegas reía ahora oyendo cómo Alvarez con-

taba sus peripecias en las Desertores, en mediod e l a oscuridad v la ;11ovizna, para dar caza a unaoveja. A pesair de sus sesenta y tres años corrió

como u n chiquillo hasta acorralar el animal en-tre unas matas de quila y apresarlo.E n cambio, él a poco de caminar, casi habíd

tropezado con la oveja parida. Se abrazó a ellay a empujones la llevó hasta la playa. El corderi-to, balando, empezó a seguir a la imadre. En-

tonces, Iieririoso por aquellos balidos que PO-drían delatarlo, estuvo a punto lde lanzarlle unpuntapié. Se c o n t m o y algo lo impulsó ‘a tomar-lo en brazas, J amai-mido ila oveja c011i una sogacontinu6 t iroi~e~íiidolaasta que la tuvo juntoa la cha lam .

E n la eniba-cación maneú de las cuatro patasa la oiTeja, qule se rnantuso quieta sobre el em -paletado. El se sentó a popa con el cordero enbrazos, a la espera de Aivarez. La noche estabaoscura como boca de lobo, con una oscwidadhúmeda, que se hacía pallpar por la dlovizna. El

fragor de los rompientes dejaba a ratos brevessilencios, donde lengueteaban las olas, como side las imprecaciones pasaran a los lamentoscontra las desampandas escolileras. El corderitotrató de encontrar J s u madre estirando la cabe-za en Ias sombras, y como -no la viera empezó a

tiritar y balar de nuevo; pero sus bailidos ya nosc poclíaii oír a la distaiicila, ahogados como los

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 148/222

cho, envolviéiidolo con el halda de la manta delana. El cordero acomodó el hociquillo en ;la ti-bia axila del hombre y se quedó más tranquilo.De vez en cuando Este pasaba su mano por SO-

h e a rizada piel del recién nacido y u11 contac-to tierno se producia entre cl liolinbre v el pe-queíío animal. Sintió como si eii medio de aque-l ! ~scura noche llo\iznalixte, en el desamparode esa íiltima orilla del archipiélago de las De-

sertores, su mano diera de pronto con algo suavey tembloroso, débil y tierno, que hacía muchotiempo no percibiera.

Recordó que cuando niíío su madre 10 acurru-caba así junto a su seno, y apiletando al an im a-lito sintió su respiración, palpitando suavemente

como un tibio corazón.U na vez a bordo de la goleta, continuó prodi-

gándole sus cuidados. Pri;nlero lo alimentó conla lleche de la misma madre, y cuando tuvo quematada para que n o se enflaqueciera con laf d t a de pasto J’ poner a orear s u carne en el cor-

daje, ralló papas y cctrujó el cliuño con que re-emplazó a la ileche materna. Luego el corderocomenzó a comer otras cosas, como puré o pailremojado. En las recaladas, lo primero que ha-cia Villegas era ir en la chalana en busca dealgunas hierbas, sobrc todo al apio silvestre de

las islas, con que variaba la alimentación de“su guacho”, como él cariíiosamente 10 lla~maba.El resto de Ia gente empezó a ver al pequeño

anim al tam bién com o una especie (de mascotade la Huamblin. Una mascota origina’l, porquemientras las otras goletas y lanchas acostumbra-

baln llevar siempre u n perro, la Huarnblín ibaa aparecer en Puerto Edén con u n cordero reto-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 149/222

Pero )lo más riotablc d e todo esto era el cam-bio de carácter del cocinero, que 5-a no sc pasabarefunfuñando en la estrecha cocina, instaladacasi en lia misma roda; ni tiraba los platos defierro enlozado, como acostumbraba hacerlocuaiiido iba a slervir; ni lanzaba lla ccmida so-brante al agua e n ~ e ze guardarla para alguien;&ora la ofrecía a deshoras, ccmo lo hidcia consu propio “guacho”.

Porque, eso sí, le1 “guacho” era solamente su-jo. Con ell cuchillo había degollado a su madre,pero la había reemplazado, alimentándolo. Eraalgo m u y suyo el cordero y no dujaba de ponerseccloso cuando ieía a alguien darle de comer y a1

cordero lamerle las manois, como hacía con lassuva s.

El animalito también se había dado casi ex-olusimmente a 61, y le devolvía sus de s~ elo s , is-tinguiéndolo lde los otros donde cstuviera y co-rriendo detrás como un perrillo faldero.

Por eso apareció en s u rostro la sombra desu antiguo aire torvo cuando esla noche, enPuerto Ballladaires, ell marinero Allmez había di-cho, medio en broma, al terminar su relato delrobo de las ovejas:

-Sería mejor cambia: este cordero por un

buen perro nutriero leintre los alacallufes d e Pucr-to E d é n . . . ¡No sería conveniente dejar este ras-tro a bordo de la go;leta!. . .

-¿Y si lo hubiéramos comprado? -replicópresto Villegas.

-iCualquiera te vende una oveja así!. . .

--profirió Alvarez con cara maliciosa.-¿Por qué no lo comemos? -intervino Almo-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 150/222

-Para mí, este cordero vale más que todos 10sperros J’ los cueros de nutria esos.

-Creo que la carne q ue se fue a buscar es pa-

ra el corllsuino de a bordo -rezongó u n buzogordo.

-¡Ovejas pidió el patrón J- 5 0 traje este ccr-derito por mi cuenta! ¡Lesalvé la vida, y no espara dárselo a ustedes!

-¡Paralo

que sirve..., n o alcanza ni parauna mascada! -exclamó otro buzo, y agregó rna-

liciosamente-: ¡Pero estoy de acuerdo en quen o conviene dejar mstros de esta clase de nego-cios! iVak {másun perro nutriero!

Al calor de la chicha, la conversación fue deri-

l a r i d o e n t o h o a l I d o r d e u n p e r r o y d e u ncordero.-Cuanido traba jé en una escampavía -dijo

uno de los buzos- tuvimos una vez que ir enbusca de un poblador del que no se tenían noti-cias, a la isla Dawson, en pleno estrecho de Ma-

gallanes. ¡No era nada lo que ple había pasado alhombre!. . . Primero, se )le había muerto la m u-jer de un parto. . . Luego, se le quemaron lostres hijos pequeíios con rancho y t o d o . . . jY no-sotros 110 encontramos muerto sobre la nieve,escarchado! ¿Y saben quiénes estaban a su lado?i sus dos pcrros! isus dos perros, estirados al la-do del cadavcr! ¿Qué animal1 muere así junto asu amo? iSólo el perro rnuerc con s u amo! -ter-minó sentenciosamente el buzo.

-En cierta ocasión, a l a salida del canal Tri-

iiidad -intervino el patrón-, encontramois ulnbarco encallado sobre las rocas que quedan

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 151/222

do, a u l ~ h c l o n la proa como si llamara a lagente.

Afuera, und ráfaga pasó errdildo por las aguasde Puerto Bailladares, v la goleta i4rÓ en tolrnod e su ancla, haciendo crujir loc eslaboina en elescobén.

-Un perro ayuda al hombre a cazar otrosanimales -dijo Alvarez-, y, por íiltimo, si hacefalta, talmbién el perro va a p a r x al asador.

-Yo no setría capaz de comer carne de perro-profirió un buzo .

-Cómo lse nota que no h a pasado hambre,compañero. . . -rcplicó el marinero .

- lus ted h a probado?

-Sí, y die 10 m ás rica que es. . . ¡Es tan buenacomo la de este chiporro cuando tenga un parde meses más! -coimentó, mirando de soslayoa Villegas.

El marinero Rupert0 Alvarez era el hombrede mils edad que iba a bordo, y sin embalrgo el

más juvenil y dicharachero de todos. Alto, for-nido, con la nariz quebrada de un pufietazo; deojos vivaces y con una sonrisa permanente ba-jo 30s negros mostachos recortados, n o represlen-taba su edad y era lo que se dice u n típico “rotochoro”. A pesar de sus sesenta y tres aííos, eraél el que trepaba por el palo inavor cuando elpique se atascaba arriba en medió de un teni-porlal. Nunca 5e le 1-eía enojado o triste; cualndomás parecía un niíio p a n d e , algo envejecido,jugando rudaimente con la T iida.

-Hace algunos arios -empezb a contar-, yoiba en busca de trabajo más allá de la frontera. . .Recuerido que asa vez me demoré Idos meses en

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 152/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 153/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 154/222

do que se refugie allí una raza también primi-kiLa> los alacdufcs.

2De dónde vinieron estos hoiiibres primige-n i o ~ ? Nadie !o sabe! Después de atravesar losdes6rticos T.’ tem p ~ stu os o s muiidos dc agua delPacífico Sur, ellos son los primeros seres hurna-R O S qu e llegaron a refugiarse eii ese oasis heladociitre !os paredories alndinos horadados por el

mar. Diferentcs de los otros aborígenes maga-llánicos, recibieron de los yaganes de la Tierradel F m g o la curiosa denomiiiacióii de “hombreso c c i d e i i t a h con cuchillos de concha”, que es loque significa “alaealufes”. E l hom bre bilancGlie16 a ese m u n d o virgen el alcohol y l a sífilis,T .

auiiquc degenerados. toda1 ía conservan e ri-to dc cortar el cordón umbilical del recién naci-do con uiia concha de clioro.

Otros “hombres occide~ntales” retrogradaneii esos parajes a un estado muy inferior al delas mislmds bcstias. . . Aquella tarde, cuando la

Huaniblín echó el ancla bien adentro de PuertoEdén. en !a caleta IIIdacca, quedaba a h lotan-do en el aire la vergüenza de una d e las fechoríasqu c coinetcn alguiioc pescadores y camdores colilos infelices alxalufes: cual forajidos se a b d a n -z m sobre sus chozas, ataca11 3 los hombrcs y les

violan SES mujeres e hijas.-Ka son sólo los choreros los que hacen eso

-dijo uno d e los buzos, defendiondc a los des u profesión, cuando esa noche se comentaba enla Huclnzblin el hecho.

-hpro i echaion que 110 taba el sargento de

la a . x c i ó n para tirarse cob::: las indias -dijono de los que 17iniero:i de tierra en ~ i n a halupa

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 155/222

iiiujeres coni0 si estuviera ocurriendo en ese mis-mo ins tante ante sus ojos, qu e 5e agrandabanimpresionados, con una gesticulación morbosa.

-¿Quiénes fueron? -inquirió uno de los de aborclo.

-Nadie lo sabe . . . -replicó el muchacho-.De repen te en la noche se escuchó u n rumor en-trc las carpas de cuero de lobo d e los indios. . .Algunos insultos J’ como peleas.. .Después unos

gritos de mujeres y de nifiitac.. . Pasó el ruidov todo volvió a quedar en calma.

-iY d ó nd e estaba cl sargento?-Había iclo a cazar nutrias con los hombres

jóvenes. . . Les pone un uniforme como de mari-nero, los hace marchar y los forma para izar ;la

bandera. Después los lleia a la caza de nutriasy se queda con todos los cueros.. .

-Los hom bres están solos m uc ho tiempo porestos l ados . . . , ven las indias, y7 b u e n o . . . ,siempre es preferible una mala india a otras co-sas -comentó otro chorero, qu e había llegadoen visita desde tierra.

- ¿Qué cosa? -intervino Dám aso Ramírez-.¿Lo q ue pudieran hacer en tre ellos los sucios?

-Peor que eso. . . U n a ]Tez yo 14 a unos lobe-ros que amarraron una foca en la playa de unaisla para sus necesidades. . .- Y tú entre ellos, seguramente!-Sí, andaba con ellos; pero no me dio el cue-

r o . . . U no de ellos se volvió loco después. . . Sedespertaba de noche gritando y delcía que unafoca descuerada l o perseguía.. .

-iCómo, descuerada?-Eslos bárbaros descueraroln la foca medio vi-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 156/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 157/222

campalinento de pescadores de clioros daban misanimación al salvaje lugar.

El patrón sintió que bajo sus pies, eri la cá-mara de la goleta, la conversación seguía con unr u n o r d e agua qu e escurre soterrada. Percibióal cocinero qcie trajinaba en la proa, eii su coci-na, y le escuchó una vez más s u largo bostezo,fastidiosa mezcla de lamento y suspiro. Sinembargo, peiisó que zlgo había hecho cambiars u genio en el último tiempo; 171 no estaba t a nmafioso ni ta n díscolo.

Dámaso Ramírez cra un hombre de unos ciii-cceiita arios, mediano de estatura, pero fornido,de anchas espaldas Y poderosa musculatura, co-

m o son gericralniente los balleneros. Había des-cendido a gobernar esa goletd chorera debido alcierre de $a factoría ballcnera en que trabajaba.Un a c o m p fí ía chileno-noruega se liabía atrevidoa instalarse en la región del golfo de Penas contin buque-fábrica y cuatro cazadcres, uiio dc los

cuales, el Chile, capitaneaba él. Po ro aun cuan-do los pioneros de 13 caza de bdlenzs en esosniares del sur habían pucsto nombres c o x 0 éstea sus barcos, las esferas gubrrnc,ti.,as habían de-jado caer ~ i i i c ~ ! r ~ e maldicióii contra 13 inci-piente industria, pues le es ;,iba h c i m d o C G I ~ I I C -

teiicia a otra coinpaiíh ballenera iiiskalada enel norte. c u j o propietario, hoiiibrc de gran in-flucncia social v económica, era amigo del Pre-sidente dv la Xepúblici,. Todo es to tenía amar-gado a D áiiiaso R a n i í r c ~ ~a que u n o d e los due-fios de la Compafiía Uallleiiera Chile-Noruega

I C había mostrado la copia del radiotelegramacon que la I r e s i d e i i c i ~ordeiiabd al intendente

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 158/222

qrie liqu idar y vender su buque-f$brica y los cua-tro cazadores a la misma podcrosa competido-ra del norte. Y así Dámaso Ramírez había per-dido s u trabajo, su categoría de capitán baille-nero v algo más, la fe en !os hom bres, sobre todocuando eran gobernantes. . . Como buen bal le-nero acostumbrado a vencer la gran bestia delmar, pensaba que, aunque el hombre había llc-

g ~ c l o dominar la naturaleza, n o había logradoa h ominar su propia naturalcia. . .

Eii su ~7a arga vida de hombre de mar habíavisto J’ oído muchas cosas; pero ninguna qrie l odejara taxi confundido como esa barbaridad queacababa de escuchar bajo cubierta, de labios del

chorero que había ido a sisi ta la goleta. Miróal mar; sus aguas se volvían aú n más negras cada~ z zue una turbonada bnjaba de los cerros deloeste v pasCiba revol~~iÉ.ndolacor entre las islashacia la anchura del cmdl. Miró a 110s cerros; es-taban cubiertos de niwe h x t a la imitad. Era loúnico b l m c o en aquella noche: !a nieve eternad e las cmibres , aunque también con una clari-clxl confusa v laceraiite perdi&ndose en la altascmbrci. ELISCÓn el ciclo, como hacía 2 menu-clo, SLI constelación ani igi , la q y i e muchas veces

en sus noches de ballenero en mar abierto ;le in-dic,rba su posición en el planeta y hasta leseiialaba el iumbo eii SLI navegación; pero nodivisó una sola estrel la; como toda, lci Cruz delSur txiibiéii est ab^ oculta dctrás dc aquella baj3ccniba rencgrida y confusa, como si una mano

danioní3ca hubicra borrmeado el cielo por do-q!Jier con in tizne mds negro qiíe el mismo car-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 159/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 160/222

una trinquetilla, la que !le daba u n aspecto dcpequeño velero de alta proa y puntiagudo codas-

te. A su lado iban el buzo y dos ayudantes quedebían darle aire desde la bomba accionada poruno de ellos por medio de En Yolante. Otro le-vantaba el canasto de alambre o “chiiigu2llo”,cuando el buzo e n el fond o del m a r lo tenía lle-no de choros, para cuyo efecto daba dos tirones

en el cordel q u e como un telégrafo comunicabacon las irnianos del ayudante.Las grandes iievadas de junio empezaron a di-

ficultar y hacer más duras aquellas faenas. Conellas, todo se había vuelto Manlco en esos para-jes; el grueso manto de nieve descendía peinado

suavemente polr el viento Idesde las altas cum-bres hasta el nivel del mar, do nde la pleamarlo chaflanaba com o una perfecta coimisa d ecristal.

La vegetación lde las islas tanibien amanecíaa veces envuelta en blanco ropaje, lo que ldabaa los robles aparragados, laureles y cipreses ca-prichosas formas suavemente esculpidas y man-tenidas milagrosamente sobre le1 claro azul delas aguas.

En ocasiones, una capa de hielo cubría el mar

en los canales, y los buzos tenían que romperel débil cristal antes de penetrar en la espaciosavildriera submarina. Con sus trajes de goma blan-ca y el gran globo de la escafandra, de cobrereluciente o veteado de moho verde, atornilla-do en el cuello, sobre los hoimbros, por la esca-

lerilla de hierro enganchada en la borda de lachalupa, descendían como lentos fantasmas al

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 161/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 162/222

El piso del iiiar no es otro tan diferente delde la tierra; a veces soil sus mismos cal'lejones,

sus mismas praderas, sólo que más tranquilo ysilencioso, pues abajo no alcanzan a Uegar ni elvaivén ni el rumor de las olas. Por los grandesojos cuadrados de cristal asoman de vez en cuan-d o cardúm enes de peces curiosos, navegan u nmomento en ronda tranquila junto a la cabeza

metálica, y, Ide pronto, se dispersan como unarosa deshojada por súbito viento. A veces es undelfín, cuyo cerebro, en proporción, es el máspesado entre los imaniíferos despuks del hombre,el que se acerca a atisbar al blanco congénereque nada en esa extraiía forma vertical.

Alguaos de esos buzos son supersticiosos, JJtitenen !más f e en sus amuletos, que llevan ama-rrados a la cintura como la botella para la orina,que en los ayudantes a los cuales han dejadoconfiada s u vida, a pesar de la clásica ley delmar que dice que en un caso de peligro primero

está la vida del ho m bre de aba jo que #la de losde arriba.Uno de los buzos de la flotilla de chalupas,

por ejemplo, no podía trabajar sin llevar SLI~Sdosquetrcvs que él había amaestrado para que lo si-guieran hasta debajo del mar. El quetro es un

pa to m arino azul grisáceo, del tam añ o d e un gan-so, que no puede volar. Es tan pesado que lasalas apenas le~anta i i l cuerpo sobre la superfi-cie; pero aletean vertiginosamente y las anchasmembranas nakatorias patdean sobre las aguasdejan do una rumorosa esteila como la d e una lan-cha a vapor; de allí proviene tmibién s u otronombre de "pato a lapor".

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 163/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 164/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 165/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 166/222

clas, pues cuando subió a cubierta éstas ya es-taban garreando en medio del desatado tempo-ral, con el inminente peligro de encallar la em-

barcación sobre la costa rocosa.Rápidamente estu1.o toda la gente en cubier-ta, pero aun cuando el motorista hizo dar elmáximo a su máquina, la goleta no respondióa la fuerza del midaval y siguió garreando consus anclas hacia los roqueríos que se divisaban

apenas entre la negrura y la nevisca.El marincro trató de izar la triinquctilla para

ayudar a la maniobra; pero la pequefia vela scrasgó como un trapo ceniciento. Con audaz de-cisión, y jugándose ila suerte de la goleta y d e susvidas, el patrón viró en redondo y atisbando unestirecho canalizo entre las lrocas, dio ila popa alviento y se lanzó por 61 a la buena de Dios. Notocó fondo, y alcanzó a sortear el peligro salien-do milagrosamente hacia el canal abierto. Libredel peligro, runibeó por entre las islas hasta

encontrar otro fondeadero.En la noche sólo se habían dejado oír cl fra-gor de la tormenta y las voces de imanclo del pa-trón, dominando la situación; pero no bien hubofondeado la Huarnblin en lugar seguro, se dejóoír otro grito desesperado bajo cubierta:

-iMi corderooo! -vociferaba Villegas, reco-rriendo la embarcación de proa a popa.Todos se preocuparon de la pérdida del ani-

mal; pero dadas las pocas dimensiones de la em-barcación, p ro n to se )dieron cuenta, en la búsque-da; de que seguramente se lo había llevado el

mar, sin que nadie se percatara, en medio delbarullo por salvar la goleta y coin ella sus vidas.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 167/222

pondía a su nombre bíblico; ni una gota de vien-to corría por los nevados y estáticos picachos;el mar, con la inefable inocencia que siempre

sucede a sus depredaciones, jugaba como un ni-60 entre las islas, escurriindose silenciosamentepor ila angostura del Paso del Indio hacia otrosmundos.

El día entero estuvo Villegas tendido en sulitera sin hablar con nadie. El motorista y el

marinero tuvieron que hacerse su comida y l adel patrón. El cocinero no quiso recibir nadad e sus manos y continuó así esa inoclie y el (díasiguiente, en su litera, con la cara dada vueltahacia las oscuras cuadernas.

No bien entrada la segunda noche, se dejó oír

un sordo grito bajo ila cubierta. El patrón des-pertó sobresaltado, y con un farol de bote corrióa \Ter lo que había pasado en el estrecho com-partimiento donde estaban las literas.

-iFüé él quien me botó el cordero al agua!-profirió el cocincro con voz extraña, cuando el

patrón alumbró el estrecho recinto apegado alcodaste.Alvarez, el marinero, ldaba ilas últimas boquea-

das de la vida entre borbotones de sangre. Uncuchillo ‘de cocina estabz clavado en {medio deSLI pecho. El motorista Almonacid, lmedio senta-

do en su litera adosada a las cuadernas, mirabacomo un sonámbulo el cuadlro de da trageldia.-iAyúdame a am arrar a este ho m bre ! -le or-

dcnó el patrón, mientras le pasaba ei farol ytomaba a Villegas de ambas manos, por detrás.

El cocinero no se resistió cuando el patrón,

con un buen nudo marinero, le ató las manos1 manera de esposas. Penmaneció con la cabeza

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 168/222

cerrado en su cocina, a cuyo cubichete el patrónle puso candado, se le oyó gemir sordamen te enuna crisis de llanto.

Dos días después pasó un barco a cargarclioros, y junto con el cargamento el patrón pusoa disposición del capitán al cocinero Villegaspor haber idaldo muerte al marinero Ruperto Al-varez mientras dormía.

-¡No sé si está loco este hombre o es malod e adentro! -dijo Dám aso Ram írez a l informaral capitán del barco sobre aquel insólito hechode sangre, y agregó-: ¡Parece que tod o fue porculpa de un cordero que cayó al agua!

Por cdpa del cordero, asimisimo, al ventilar el

crimen, las autoridades \de Pu erto M o n t t saca-ron a relucir el robo de ovejas en las islas Deser-tores, y mientras el cocinero fue a dar con sushuesos a la cárcel por asesino, Dámaso Ramírez,c l ex ballenero que había perdido la fe en loshombres, perdió también su postrera categoda

de patrón de la Huamblin.E n u no d e los islotes que existen frente al re-doso de Puerto Edén, cual una baliza que ad-vierte a los navegantes de ;los peligros de los ba-jíos, manos pialdosas clavaron una tosca cruz, quefue el último rastro de las andanzas del viejo

marinero Ruperto Alvarez. Fueron simplemen-te das estacas de roble aparragaldo amarradaseon un nuldo marinero que el t iempo habrá des-hecho o que alllgulna turbonada habrá arran-cado de cuajo.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 169/222

Golfo de Penas

X través 'de grandes mares arboladas, llevábamosdos días en medio del golfo de Penas luchandocontra un temporal del noroeste. Era esa margruesa, pesaida, que como montañas de aguaqueda bailando después de la tempestad; lamar de ese golfo que poco tiempo atrás habíahecho registrar a la escuadra norteamericanael temporal más grande soportado en sus Últi-irnos cuarenta años de navegación por todas lash t i tudes del globo.

Entre ola y ola nuestro barco se recostaba co-m o un animal herido en busca 'de una salida at.ravi.s de ese horizonte cerrhdo de lomos move-dizos y sombríos.

-¡Agárrate, viejo! -dijo un marinero, hacien-do rechinar sus dientes y contrayendo la caracomo si un doloroso atoro le anudara las entra-

íías. El barco, cual si lo hubiera escuchado, cru-jió al borde de una rolada de cuarenta y cincogrados, y fue subiendo quejosamente sobre el 10-m o lde otra ola, semirrecosltado, pero ya libre dela vuelta de campana o de l a ida por ojo.

La cerrazón de agua era completa. Arriba, el

cielo no era más que otra ola suspendida sobrenuestras cabezas, de cuya comba se descargaba

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 170/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 171/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 172/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 173/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 174/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 175/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 176/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 177/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 178/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 179/222

risa, y continuó-: Yo coiiozco una caverna, unaenorme lobería donde abundan más “popis” d elo que se puede cazar.

La cara !de Peter se ensaiichó, y e n los labiosapareció una sonrisa, como el oscuro pantanoque en alguna noche plateada se ilumina igualque la fuente.

-iPero, antes, un poco de comer!. . . ¡Estoyque me caigo de hambre! -siguió el prófugo.

-Primero dinos: ¿dónd e está la lobería? -ex-claimó uno.

-¿Han oído ustedes hab lar de La Pajarera?. . .-¡Sí! Vaya una novedad, ya sabemos que en

su interior hay una lobería y que nadie ha podi-

do entrar en esa isla endiablada, porque la bocade la caverna está en pleno océano, llena de pe-fiascos y rompientes.

-¡Eso es!. .. -dijo satisfecho el prófugo-.]N ad ie ha entrado por ahí, pero do nd e hay pá-jaros hay lobos, y donde hay lobos, pescados!. ..

[Antes de salir mar afuera, en el recodo que tienela isla en la mitad, allí donde nadan y jugueteanlas manadas de focas, hay m a entrada oculta!. . .

-iVam os, quédese aqu í! -sonrió Peter consu cara iindigna.

El hombre comió un poco de pescado seco,

restos de carne asada, y se acom odó para dorm irsobre unos cueros, detrás de la mohosa y des-tartalada cocina.

Los gringos se echaron sobre sus camastros detoscas tablas de roble, apegados a la pared, queen esta parte estaba calahteada de estiopa y pe-

dazos de cueros podridos, para guarecerse delviento J’ de la niei.e.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 180/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 181/222

inos recovecos estiirm escondido uiia lrez, cuaii-do en Ushuaia los malditos reflectores de losguardacostas le pescaron el contrabando deaguardiente. . ; hubo tiros 17 necesidad deacertar . Qui& sabe cuántos! . . . ‘Todo quedóatrás.

La alta roca se cortaba en una línea parejainclinada hacia el mar. La sombra de s u c~i i i i -bre saliente rodaba una zona de claridad en lasaguas.

Hubiera semejado un trozo de un inundo es -traiio, muerto, si en las pequeiiísimas grietas, co-nio escalones formados por capricho na tural ,millares de pájaros no estuvieran constantemeii-

t e apiiíados; balconeaban, cual hab itante s !de uncurioso ~ascacielos,cuervos de mar, patos Mes,caiquenes blancos, triles, albatros, gaviotas y pa-lomas del cabo.

Un orden admirable guardaba esa “pajarera”,que ie había dado el nombre a la isla. En h

parte de abajo, los pingüinos se aglomerabancon sus pechos de nieve y icon su estúpida gra-vedad; seguían arriba ilos icuervos y patos lilescon sus pazguaterías de miroiies, escandalizán-dose por todo. En la parte alta, saliendo y lle-gando como a determinaidas expediciones, las

gaviotas y albatros ponían sus notas d e loiitaiian-D e VEZ e n cuando, un picotazo en la riíía lan-

zaba al espacio a un cuervo que sostenía l a caí-da con las alas; otro llegaba e n vuelo recto dis-puesto a abrirse u11 lugar; y se armaba un t u -

multo d e alas, picos y graznidos.‘‘Donde hay gaviotas hay lobos, y donde hay

za ,

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 182/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 183/222

Poco a poco la scmidaridad disniiiiuyó, se hi-L O miis pareja. Las paredes se adivinaban corta-

das a pique y hacia el techo de la caverna no seveían más que negruras espesas y aplaEl prófugo tomó la singa de ;la chalana, ha-

ciéndola avalnzar con mil precauciones. El re-mo, aleteando suavemente en forma de hélice,apenas producía un ruido cupo eco se tragaban

las oquedades.Los tres hombres se agachaban instintivameii-te oteando hacia adelante, donde parecía estarpoblado de pavuras.

De pronto un extraño olor a sangre de pesca-do putrefacta llegó a atosigar a los tres hombres,

en ondas tibias y nauseabundas.El oflor se fue intensificando; las ondas tibiassc hicieron oleadas sofocantes y pesadas, y unrumor blando y apagado fue percibiéndose.

De síibito, la galería de la caverna se ensan-chó y en el fondo de una poza enorme se divi-saran Iinontoiieras de cuerpos grandes, pardos yredondos, que se movían con pesadez y lentitud.

-jEsa es ;la lobería! -dijo el prófugo, y su vozenronquecida continuó-: H ay qu e tener cuida-do con los machos viejos, esos grandes y barbu-dos, que son los Únicos que se quedain acompa-

ñando a las hembras en la parición. Preparenel rifile, y, cuando estemos cerca, disparen unosbalazos para que las lobas se abran y podamosbajar en las toscas de la pequeña playa.

A los disparos se agitaron !os cuerpcs y enun breve claro de playa los hombres atracaronla chalana; cada uno desembarcó llevando en lamano un grueso palo en forma de maza.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 184/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 185/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 186/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 187/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 188/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 189/222

la cruz en alguna vera polvorienta, y volveremosa ser lo que fuiinoc.

Pero cuando no hay caminos de regreso, el

alma queda sobre un filo, oscilando en el límite,en constante caída. El filo puede ser un hilo deluz lacerante o una sima.

El prófugo avanzó hasta cl borde del agua. Sesentó en la arena y lanzó una especie de miraddpor sobre el lomaje pardo de las bestias, por so-

bre las paredes sombrías, por sobre las aguastranquilas y siniestras de la negra caverna. . .

Afuera, la chailana ya salía al canal, sonrientede luz y d e pájaros. . .

Un calor sofocante. . ., u n olor que viene enrollos. .., en ,madejas de estopa blanda como elalgodón. Y se mete por las narices. . ., por la

boca, atascando.Un lobo grande y negro. . . , u n lobo, sí, conlos bigotes tiesos en {la pulpa asquerosa de losbelfos hediondos, con hedor espeso, que viene aaplastarle el pecho con sus aletas enormes, blan-das, pegajosas y pesadas como los tablones de

la mu erte.iPero si no es un lobo! Es Luciano, el bachi-cha, que, borracho, viene a echa14e su corpulen-cia encima. i luciano no mueve sus gruesos la-bios olorosos a toscano, pero sus ojos le pregun-tan por !os cueros!. . .

¡Los cueros por los cuales peleciroii y él 10 dejótendido en la arena d e m a pufialada en el sien-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 190/222

t i tud en el mar; junto a él se sumergen lobosconocidos en las aguas glaucas y cristaliiias; las

aguas se vuelven oscuras.. . Pero si n o sonaguas. . . Es sangre espesa y revuelta, y a su ladove dos lobos largos y rubios. . . No; son mons-truos, mitad honibrcs, mitad lobos. . . Pero no;son Jackie y Peter qu e muestran sus dientes apre-tados y están sonrientes. . . .

i Q u é es eso, Dios mío? Una loba está abrieii-do sus entrañas sobre su faz. Su lobezno va sa-liendo del vientre como una babosa negra.. . Ylo ahoga . . . iAh. . . , pasó!. . . iQüé alivio! Perolas entraiías se recogen, lo absorben, son enor-mes y lo arrastran hacia el interior.. . Las en-

trañas lo aprietan horriblemente. . .iLa loba lo va a parir y no puede! Las vísce-ras lo empujan, lo atraen, hacen de 61 un nu-do. . ., y todo es negro, es sangre negra, es babaespesa.

iDescailso! Lentamente 'se levanta un cliainor

a lo lejos. El clamor se convierte en un cánticoarmonioso de miles de voces infantiles. Y porlas paredes, ahora celestes, de la caverna vanapareciendo bandadas de niños. . . No, son p.'-jaros. . . ; no, son lobeznos con sus alletas trans-formadas en ala s . . . Y can tan . . . Y vuelan. . .

iY 61, qué hace?. . Ha asestado una puñala-da al lobo qu e nada a su lado, y este lobo es LU-ciano y lo ha enterrado e n (la arena, . . Pero, Diosmío, él es bueno, ¿y cómo ha hecho eso?, i ypor qué embiste contra los Iobitos que vienen acantarle a su l ado con voces de ángeles? Y losva m ata nd o con el ,mango del p u ñ a l . , . Y nopuede despegarse de su crueldad. . . , y los lobi-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 191/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 192/222

E l ternpano de Kanasaka

Las primeras noticias las supimos de un cúterlobero que encontralmos fondealdo Idetrás deunas rocas en Bahía Desolada, esa abertura de

- la ruta más austral del muntdo, el canal Beagle,adonde van a reventar las gruesas das que vie-

nen rodanldo desde le1 cabo de Hornos.-Es el caso más extraño de dos que he oídohab lar en mi larga vida de cazador -dijo elviejo lobero Pascualini, desde la borda de su em -barcalción, y continuó-: Yo no lo he visto;pero los tripulantes de una goleta que encon-

tramos ayer, de amanecida, en el canal Ocasión,estaban aterrados por la aparición de un tárnpa-no muy raro en medio 'del temporal que los sor-plreadió a l atravesar el paso Brecknock; májs quela tempestad, fu e la persecución de aquella enor-me masa 'de hielo, dirigida por un fantasma,

un aparecido o qué sé yo, pues no creo ein pa-trañas, lo que obligó a esa goleta a refugiarseeri e l canal.

El paso Brecknock, tan formidable como l adura trabazón de sus consonantes, es inuy corto;pero

susd a s

sontan grandes, se empinan como

cráteres que van a estallar junto a los peñonessombríos que se levantan a gran altura y caen

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 193/222

-Y esto no es nada -continuó el viejo Pas-cua!ini, mientras cambiaba unos cueros poraguardiente con el patrón de nuestro cúter-; elaustriaco M ateo, que m e an da haciendo 1acompetencia con su desmantelado Brafza, m econtó haber visto al témpano fantasma detrásde la Isla del Diablo, esa maldita Toca negra quemairca la entrada de los brazos noroeste y sur-oeste del canal Beagle. Iniciaban una bordadasobre este último, cuando detrás de la roca apa-reció la visión terrorífica que pasó rozando laobra muerta del Bratza.

NQSdespedimos del i-iejo Pascucllini y iiúes-tro Orión tomó rumbo hacia el paso Brecknoclí.

Todos los noimbres de esas regiones recuerdanalgo trágico y duro: La Piedra del Finado Juan,Isla del Diablo, Bahía Desolada, El Muerto,etc., y sólo se atenúan con la sobriedad de losnom bres que pusieron Fitz-Roy y los marinos delvelero francés Romanche, que fueron los prime-

ros en levantar las cartas de esas regiones estre-mecidas por los vendavales de la conjunción delos océanos Pacífico y Atlántico.

Nuestro Orión era u n c h x de cuatro tonela-das, capitanecido por su dueño, Manuel Fernán-dez, un marinero espaííol como tantos que sehan quedado enredaldos entre los pefiascoc, in-dios y lobos de las costas magallánicas y de laTierra del Fuego; él y u n niucliaclio aprendiz demarinero, de padres italianos, formaban toda latripulación; y no necesitaban más: con vueltas

de cabo manil2 amarraba al grumete al palo pa-ra que no se lo lilevaran las olas y maniobrara

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 194/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 195/222

su pequefia bodega iba otro cargamento extra-oficial: un conitrabalndo de aguardiente y ~lecliecondensada para el presijdio argentino de Ushu-aia, donde e1 primer lartículo está prohibido y elsegundo tiene un impuesto subido.

Iban dos pasajeros niás: una mujer que se di-ri&i a hacer el comercio del amor en la pobla-ción penal y un individuo oscuro, die apcllido Ji-i d n e z , que disimulaba su baja profesión de ex-plotador de la mujer con unos cuantos tamboresde películas y una vieja máquina de proyeccióncinlematográfica, con lo que idecía iba a lentrete-nelr a los pobres presidiarios y a ganarse unos pe-sos. Este tipo era un histérico: cuando so4ltamoslas amarras del inue lle $de Punta Arenas, voci-feraba alardeando de ser imuy marino y de ha-ber corrido grandes temporales. Al enfrentarsecon 3as primeras borrascas, a la altura del caboSan Isidro, ya gritaba como un energúmeno,clamando al cielo que se apiadara de su diestino;en e l primer temporal serio q ue tuvimos fue pre-sa del pánico y, mareado como estaba en la caladel cúter, tuvo fuerzas para salir a cubierta gri-tando enloquecido. Una herejía y un puntap iéque el patrón Fernández le dio en el trasero Ioarrojaron de nuevo a Id camaritci, terminandocon su odiosa gritería. La prostituta, m is vale-rosa, lloraba resignadamente apretando su caramorena contra una almohada sebosa.

Pero salía el sol y Jiiménez era otro; con sucara repugnante, de nariz chata, emergía delfondo de la bodega como una rata , se ohdaba

de las patadas del capitán:r

hablaba de nuevofeliz y estúpido.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 196/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 197/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 198/222

d e la cordillera de los Andes o que la cordilleraandina se ha hundido al l í en e4 mar.

Despues de millas y millas entre la hostilr-dad de la costa de paredes rocosas, Kanasaka,con sus plaj.as de arena blanca, es un oasis desuavidad en esa naturaleza agreste; siguen a laplaya verdes juncalcs que cubren un dilatado va-lle y Juego los bosques de roble ascienden has-

ta aparragarse en la aridez de las cumbres. U naflora poco común en esa zona se ha refugiadoaUí, el mar entra zigzagueando itierra aldentro yforma pequeíías y inisterioses laguiias donde 40speces salltan a besar ;la 'luz, j1 detrás, len los lin-des del robledal, está la casa d e itlartínez, único

Manco que, solitario y desterraido polr su volun-tad o quizás por qué razonies, vive rodeado delos indios yagancs. En medio de esa tierra salva-je, mi buen amigo Martínez dlescubrió ese refu-gio de paz y belleza y, iah romántico irreducti-ble!, muchas noches lo encontiré paseando altranco de su corcel junto al 'mar, acompañadosólo de la luna , tan cercana, que parecía k v a l - -la al anca de su caballo.

-¡Vamos a tener viento en contra y el ca-nal va a florecer con el este! -habló Ferná nd ez

interrumpiendo mis buenos recuerdos. Y, efec-tivamente, el lomo del canal Beagle empezabaa florecer de jardines blancos; las rachas deleste jaspeaban de negro y Manco al mar, y depronto e l cúter t w o que izar su velamen y vol-tear de costa a costa.

El viejo marino espaííol miró el cielo y frun-ció el ceño. Empezaba el lento anochecer y el

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 199/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 200/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 201/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 202/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 203/222

lix, un indio imozo, siguiendo $as huellas d eun animal de piel fina, atrai-esó el ventisquero

Italia; no se supomás

[de 41y

nadie se atrevióa buscarlo en la iiilmensidad helada.Y aqulejlo quedó explilcado sencikmeiite: el

joven iadio, en su ambición lde cazar a ila bels-tia, se internó por el ventisquero y la baja tem-peratura detuvo su cairrrera, escarchá~ndolo; lega-

ron las nieves de l invierno y cubrieron su cuerpo,hasta que le1 verano hizo retumbar 10s hielosdespedazándolos, y el yagán, adosado a un tíim-pano, salió a vagar como uln extraíío fantasmade esos mares.

Todo (se explicaba fácilmente así; pero e n m i

recuerdo pelrduraba como un símbolo la figurahierática y siniestra diel cadáver del ya& d eKanasaka, persiguiendo en el m ar a 30s profana-dores de esas soledades, a los blancos “civilliza-dos7’ que han ido a turbar la paz de su Taza ya idegenerarla ‘con ell ailcohol y icus calamidades.

Y como diciéndoles con la mano estirada: “iFue-ra de aquí!”

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 204/222

Tierra de Q ! V ¡ ~ Q

A imediida que penetrábamos tierra adentro, elpaisaje se iba haciendo cada vez más sombríoe inqaietante. La sordidez de algunos pasos des-templaba el ánimo y hasita los lcabadilos parabanlas orejas, atemorizados de algo que no se veía,pero que estaba allí tan vivo como la roca des-nuda.

Nuestro sendero bordeaba a veces el abismo,y ante la visión del río, fragoroso, corriendo alláabajo en lo profundo, hom bre y bestia quedába-mos suspendidos unos instantes, (tratando d e re-

costarnos contra la pared de piedra que nos em-pujaba con s u grávida fuerza hacia al vértigo.Entonces no éramos nalda; sblo nos parábamosun poco más en los estribos, nos aferrábaimos alas riendals, y el caballo, por sí solo, s d í a b a n -queando con iinpávilda firmeza sobre 11a Aripda

roca.En un recodo en que se hinchó el pecho delmonte, viincs por úiltima vez le1 mar. Y fue comosi hubiéramos perdido ailgo. . ., algo que nuncamás voilveríamos a recuperar.

Ahora comprendíamos la desapalcible inquie-tuld que nos embargaba a medida que nos in-ternábaimos en ese desolado paisaje. El mar,

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 205/222

inmenso, un maiiso Illlano de paz, cuya vista in-fundía quietud, y, sobre todo, esa vaga e iiidefi-

nible sensación de la esperanza.Hay paisajes, como instalntes de la vida, queno se borran jamás lde la mente; vuelven siem-pre a traspasarnos desde adentro, cada vez conmayor intensidaid. Este en que dimos la últiman i rada al mar es uno de ellos; all í vohimos la

cabeza para no perder l a postrera visión de esaesperanza y entrar de illeno en aquella tierra deolvido.

Nuestra ruta, paralela al Baker, se interrum-pió de pronto por u n corte a pique, y a nuestraasombrada vista se extendió un grandioso TralJe,

cuyos pastizales, partidos por el viento encajona-do, semejaban la fina felpa Ide una nutria hen-dida por el sop'lo del experto. Era un tajo in-menso dejado por un ventisquero en el corazónd e ila montaña, uno de esos ríos de hielo mile-nario, desaparecido, CUJJO lecho de4 égam o hacía

la fertilidad de esa pradera.Tuvimos que abandonar ila dirección paralelaal rio y doblar hacia al sur, bordeando este otrorio seco, en busca de una bajada. § d o al cabode algunas horas ell espinazo cordidlerano einpe-zó a. inclinarse y pudimos avistar el fondo delvalle que se perdía coino una garganta profundaen ;la montaíía. Un cielo sin iluz nos permitiócolumbrar apenas dos cosas qu e aum enta ronnuestra curiosidad: el vallle terminaba y dabacomienzo a un paredón 'de hido que se enlcaja-ba coano una cufia montaíía adentro; y abajo,a nuestros pies, jufito a u n boscaje de robles ena-nos y aparragados en la cumbre Idel primer pro-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 206/222

algo aventado y detenido ins&litanieiite en lamás olvidada grieta d e la tierra.

Bajamos, y empezamos a penetrar en el llano,cuj70 alto pastizal1 nos Negaba hasta los estribos.M as volvió a sobrecogernos ;la torva soledad deaquel lugar, cuya visión desde las cumbres habíasido por algunos momentos un oasis de descansopara nuestros ojos. El pasto crecía abundante y

tvpido como una sementera; pero ni un pájaro,ni un huemu{, ni un bicho en la tierra, interrum -pía ese sillencio, a través del cual sólo vagaba devez en cuando el zumbido de l a brisa encajona-da.

Recordábamos haber visto algo semejante en

el hueco dejado por un ventisquero gigantescoe n la bahía de Yenldegaia, en eil canal Beagle;pero ahí el ho m bre había llevado el rumor de lavida y doce mil ovejas apacentaban en las llana-das que illegaban también hasta los vestigios delhielo milenario.

Anduvimos eii dirección a la casucha. E4 si-lencio se hacía cclda ~ e z ás letal1 y sólo de tardeen tarde la serpentina ulLiilante del viento serasgaba en las oquedades 621 d e ; después, nue-vdmcnte ese si’lencio. . ., hasta que. . .

U n aullido plaííidero nos partió como un rayo

los nervios y los cabaillos saltaron despavoridos.Casi perdimcs los estribos; a fuerza de rienda yespuela los doblegamos, pero siendo, como es,e! animal que inás ss espanta con lo desconoci-do, sus narices ilatían, sus ojos relainpagueabany sus patas se estremecían con un temblor quejamás tuiieron frente a la incertidumbre delabismo.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 207/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 208/222

perdimos en el valllle el aullido escaqofriante delperro se dejó de nuevo oír, pero el extraño ani-inal Negó sólo haslta !las cercanías de nosotros,

pues en el m om en to en qu e parecía alcanzarnosotro aullido gutural brotó del hombre, y e3 pe-rro? Ievaliitánldose en dos patas, dio un amena-zante rodeo junto a las ancas de los caballos,levantó el hocico, emitió su balido uilulante yvolvió hacia donde estaba su am o.

Al cabo lde un rato, cuanldo eimpezábamos aascender por el contrafuerte, se dejó oír otro ulu-lar menos agudo pero imás profundo; así tam-bi6n nos estremecimos, hondamente, pero elhombre y la bestia habían quedado muy abrás;

era ell viento el que bajaba sillban*doporel

som-brío ca íiadón.Luego, detrás de nosotros, empezaron a repe-

char las primeras sombrais de la noche, y pocoa poco todo se fue Iponienldo obscuro y apretadocolnio un soil0 corazón; como w pétreo corazón

de esa naturaleza desintegrando hasta l a íiltimabrizna h um an a e n su milenaria desolación.

Glifton, a cuya pequeña estancia en dl inte-rior del Baker nos dirigíairnos, nunca se adelan-taba a explicar o señallar nalda. Dejaba que lascosas se expikaran por sí solas, y sblo cuando noocurría así, intervenía enseñando 30 que sabíadel lago, del animal, 'del monte que ya había-

nios dejado atrás. No sé si esto 110 hacía por sa-biduría o temperamento; e l caco es que, de esa

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 209/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 210/222

del lago Fagnaiio. Fue ailgo así como si hubieradejado d e ser yo mismo. Comencé por perder el

hábito de leer; los asuntos de los libros me pa-recían iranos, insigníficmtes, v preferi:: a í pensa-miento más profundo de Platón el rumor de uncihoja. En seguida dejé de reflexionar Y c3si depensar. Estaba aiionalclado. Era cruel. Luegom e di cuenta de q u c los pensamientos q ue se ha-

bían alejado de mi lmente estaban siendo reem-plazados por otros, si empecé a resurgir, pero através de u n a transformación fundamental deesas facultades. Con d l o , las cosas empezaon aadquirir cierto Yalor misterioso; por ejemplo, u nmusgo ya no era para mí sólo u na h i e r h ;erdi-

negra que crecía sobre la corteza teriestre, sinoalgo de inás valor que me acompafiaba en la i-i-da, como mi perro y mi caballo. Desde cl \'agoterror que empezaron a producirme las sombrasde la noche, hasta la alegría de la alborada, quesólo liahía presentido en el canto de los pájaros,

todo estaba allí, e n la naturaleza, an te la cualme faltaban ojos, scntidos, merite, para I'er, cs-cuchar y reilexionar.

Tuve que irme de aquel lugar y hacer unesfuerzo supremo para volver a abrir un libro vencender dentro de mí esa luz que sólo surge en

el interior de las cuatro paredes i',c la casa. iCb-

in0 pudiéramos 1Ilemr la cii i l k x ió i i a la natura-leza 17 la naturaleza a [la civilización! ¡Ah. , . ,no sabe uctcd lo quc significa encontrarse iconuna estufa caliente dentro de cuatro paredes enmedio de estas soledades!

Nos conocíamos con Clif ton clede nuestra

> 7

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 211/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 212/222

Li isla inhospitalaria d d l \ loralcda en u11 cajóiiparafinero arrojado desde el Corcovado poi ai-

gún naufragio! Por lo demás, hay hombres deciencia que atestiguan que el lobo, el elefante,el leopardo, el dungungo o ~ . a c a marinos sondescendientes de sus congéneres de tierra aden-tro, que se desintegraioii” y “reintegraron” almar. No es raro que por ese olvidado valile galo-

pen también los cabdos mar inos , que más dealguno dice haber l isto entre la espuma de lasd a s . No se olvide usted, además, que en estatierra puede haber de todo, ya que más de t inaexpedición alemana ha pasado Baker adentro enbusca del plesiosauro que pudiera existir aquí

aún .Vi que Clifton había olvidado completamente

el tema de la conversación, y que en el vastocaimpo de su mente habían surgido innumera-bles senderos por los cuales parecía lanzarse go-zoso en busca de otros y otros más, que brotaban

de un tallo inagotable como las raimas en ell bos-que. De ese bosque en que estaba a punto de su-mergirse 10 hice sailir de nuevo con otro einpellónesta vez u n ta n to imperltinenlte.

-¡Está m uy bien - 4 e ldije-, pero usted seha ohidado de explicarme el caso del hombreque enlcontramos en el valle!

-¡Ah!. . ., el viejo Vidal. .. -prosiguió Clif-ten-, fue un hom bre que trabajó du ran te m u-clios años ‘en la Patagonia, icon la ambición dellegar a ser a~lguna ‘ez libre y poblar tierras pro-pias; pero, como usted bien 110 sabe, no hay entodo el eMtremo austral !de Chile una lonja d etierra buena que no esté ocupada por las grandes

11

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 213/222

Lmos cortadores de cipreses en el iiiicrior del ríogaker, y, despuCs cie reconocerlo, iiivirtib los

aliorros gaiiados en esosalios

d e esfu-rzo en o le -¡,is c initalaciones para una pequelia estancia d eccho a diczd niinales.

on grandes sacrificios logró traer la primeramajada para iniciar la euplotacióii. El pasto eraa b u n d m t e . Lc fue bien. Trajo a s u m u j a , a sus

cuatro hijos y, con los scis o sicte peones J. O T Y -jeros, form6 una p e q x í í a c o l ~ n i a u y a c a sa detecho rojo p i r e c im cajas de f6sfo:os nadand o enmedio del pasto del extenso valle.

"Fue 20 quc se ilaiiia ia "tierra d e proiiiisibii".Sacaba la l ana a lomo de iiiuLi por el iiitcrior

del Baker, 1y de allí la l l c ~ a b a ll *%yséno a Co-inodoro RivadaTia. Entre sus proyectos estabae l de apro~ecl ia r l ciprés de l a orillla nor te delrío para coi i shui r grandes lanchi~escon losque sacaría sus productos ail canal hlessier, pordonde surcan 10s barcos que p a s m desde cl es-

tIecho de Ríagaillanes haci,i el golfo de Penas.No alcaiizó a construir sus landiones de ci-prés. Si los hubiera coiistruido, tail vez no esta-ría ahora allí coiivertido en lo que está.

"Lo q u e sucedió fue que un aíio el soil r e j a -beró coino nunca ocurre en estas regiones, a tal

punto que 12s nieles se derritieron hasta las coc-tras eternas de la edad glaciad."J'idal rcgrcsaba del interior dol Baker, adoii-

d e había ido a dejar u n 3 parte de su cosecha dclana, cuando illleg6 al bcrde del valle J' encontróel espec tku lo más desolador: ¡Todo había sido

arrasado! Eil pasto estaba tccdido, y sobre él ya-cían tirados por aquí y por aillá los cadáveres de

I > ci

7 7

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 214/222

baiidada dc córidorcs que se liabír, enseiioreadoeii cl vaile. Lss casas habían sido arrancadas

desde sus ciinientos y desgajadas igual que sihubieran sido las cajas de fósforos que semeja-ban desde la distancia. La i inaior parte & 125

ovejas habían desaparccido, y las restantes, jun-to con !os pcrros y caballares, estaban tambiintendidas allí atestiguando la rnagiiitud de l a ca-

táist rofe.Cliftoii avivó la fogata coil un t i z h y se que-d6 un rato mirando en siícncio los aleteos delfuego, que con su danza de luces y de sombrasencogía y agrandaba el corazón del robledal.

-Los arrieros que l o aconipaííaban dicen que

perdió iiiniediatamcnte al habla -prosiguió Clif-ton-; pero yo pude hablar con él algún tiempodespués, y, aunque tartamudeaba, logré enten-dede alarameiite 10 q:ie m e relató . Ahora pare-ce haber perdido totalmente el leiiguaje, ?, cano

usted vio, hasta ;la memoria, lpues hoy n o m e h areconocido. Turbada s u razbii o no, el caso csque ha sido imposible sacado d d die, ldondecon los restos de a!guiias plaliclias de zinc cons-truyó ese rancho oxidado que se divisa desde laalltura, y vive, n o se sabe cóiiio iii de qué, ron-dando como una sombra los contornos, acompz-Cado sólo d e ese extraiio perro de aguas.

" Q u e d ó este hombre clavado ailií por el pu-Gal d e la Idesgracia e n espera dc sus últimosdías? iEs el amor de su mujer mmrta , de sushijos, o de su liacienda ldcsaparecida, 110 que io

h a amarrado definitiv2nierite en el v21lle?"¡Nada sabemos de lo que ocurre a veces en

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 215/222

des su comida a4 niar 1 arrolxla cntre 1 1 ~ s l a .en el mismo lugar en qu e un día de fuera arreba-tada su mujer! ¡Todas las tardes aquel hombreesperaba un rato antes lde ]echar la comPda alagua, como si tuviera la esperanza lde irerllaaparecer aún; luego, con renovalda ilusión, tirabalos trozos de pan al m ar y vertía el tiesto, a cu-charadas, cual1 si reallmeiite estuviera dándole de

comer a la boca amada! se quedóabstraído. El rcflejo de las llamas subía por susojos verdes como una corriente de aguas encen-didas, que a veces se ~ o l v í a n bscuras, ampaíía-das por el lpaso [de allguna som bra . Respe té SLI

silencio, pero se hizo t a n [largo qu e tem í hubieradado término a l a iiarracióii. ¿Creería Clifton,en su peculiar manera de ser, que yo daba porsabida da causa de l a destrucción de la estanciad e Vidal? N o aguanté i d s e interrumpí su abs-tracción.

-¿Y cuál fue ;la causa \de lo ocurrildo en elantiguo lecho diel ventisquero? -le pregunté.

-¡Ah!. .. -ex&mó Clifton.Y como viera que no volvía de4 todo en sí,

agregué:-¿Una salida d e niar, acaso?

-No. El m ar está m uy lejos de aquí.-No se oilvide >le dije- que eii U lt im a Es-peranza el mar horada da cordilllera de ;los Andeshasta la cercanía ]de a pampa patagónica.

-Sí -me Tesponldió-, pero el seno Ide UiltiimaEsperanza es \de una formación muy ldilstinta,t a l vez del mismo origen que l a que hizo queel estrecho d e M agallanes tajeara la cola de

ClliPtoii vodvió a atizar ila hoguera

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 216/222

Baker es un hecho insignificante Comparado coilesos colosalles fenómenos prehistóricos.

"Lo que aconteció en el lecho de este ventis-quero fue debido a una inundalción que, de tar-d e eii tarde, en forma extraíia y caprichosa, azotael vallle. Pueden pasar !cuatro aííos o más s i n q u enaida olcurra; ipero el día menos penssdo una ollade agua sube por 41 Y 10 cubre hasta varios me-

tros de altura; !luego desciende, y si en la subidan o logró arrasarlo 'todo, l o hace en l a bajada,pues la corriente vertiginosa se va, icon 01 niilsmoímpetu con que Negó por la boca del vallle, ydesciende cas i al mismo nivel1 de las aguas delrío.

"Yo me he expllicado el fenómeno observan-do 10 que ocurre en algunos afluentes del ladonozte !del Baker. Allí, icuando $os inviernos sonmalos y los veranos benignos, se producen alu-viones y rodados, con desprendirmientos de ár-

boles gigantescos, aobles y cipreses que se atas-can en llas gargantas por idonde corren esos ríos,formando de esta manera grandes represas que~ i i i uen (día rompen el taco que las contienen yse desbordan furiosamente, haciendo subir elnivel de las aguas. Como u1 Baker también corre

entre gargantas y acantilados profundos, estasaguas van a inundar con gran violencia todos losvalles y boquetes que encuentran debajo (de sunivel.

"Esto fue lo que suceldió con al lecho del an-tiguo ventisquero. El afluente que baja all Bakeren sus cercanías acumuiló duran te m uch o t i m p od malterial palra sus Tepresas; algún deshielo ex-

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 217/222

-;Nadie ha vuelto a i i i tei i tx 4a ocupaci6n del.id le ? -pregun tí..’

-Nadie--recpoiidió

Clifton.y conulu>G-:

Desde e1 estrccho cle I~fagailianesh 5 t a dl golfolde Penas, entre los innunierables canales y fior-dos, hay muchas Iierrnosas praderas como ésta,y nadie sabe por qué estin abandonadas. ¡Sontierras de olvido!

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 218/222

\

A P A D R I N A D O R : la1 que aicompafia ail doma-dor con un caballo manso Icon el objeto deresguarda~llo de peligros.

A P A R C E R O : ccnmpañero.BELLAQUEAR: montar potros chíicaros, o

cuando un caballo manso corcovea.

BOLEADO: anilmall que ha sido akanzado porlas boleadoras y queda tímido (Isentido fi-gurado: hombre prudente o cobarde, gol-peado {por la v ida ) .

BOTADO: porfiado, mañoso.C A C H A N D O : intuyendo.

CINCHAR: l iacer t i rar ail caballlo desde 01 lazoamarraido aU pegual. (Cinchador: caballoamaestrado ipara esta faena.)

C O I R O N : pasto de la T ierra del Fuego y fde l aPatagonia, cuyas hojas resisiten a la nieve.

CH A M PA LL A : pata aplanada, deforimada c o

m o una aleta natatoria.CHARA: avestruz ipatagónica o ñandú.C R A R Q U I A R : agarrarlse de !a imontura cuan-

C H A S Q U E : correo, recadero.C H O Q U E R O : itarro d e hojala ta en que se

prepara le1 té o café.C H U L E N G O : guanaco )recién nacido.

ido el caba3lo salta.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 219/222

DESABAR: excitar a una persona a hablar.EMPALETADO: deformación chi lo ta de enz-

palletado; illamail así a un enrejado de ma-

dera ldispuesto en l a parte posterior delbote.

E S K I L T U N A : falmosa marca de cucliillo.ESPIANTAR: escapar, ilrse, cambiar de resi-

GARREAR: halcer los cortes en las coyunturas

JACKE RUS E : mnchacho aprendiz que hace to-

L L O R O N A S : elspudas.MACANEADOR: lment i roso, bromista .M A T R E R O : r e b e l d e , m d o .

PAREJERO: cabal lo de carrera.PAREJO: ecuán ime . ~

PEGUAL: amarra de cuero que va en la argolhde l a cincha y ‘donde se coloca el ilazo paratirar y arrastrar aniimales con eil caballo.

PIAL: pequeña y traicionera lazada que se echae n las patas dalantel-as Idel an i’m al ‘paravoltearlo en plena carrera.

PRENDIDO: caball lo congestionado por Batu-lencias y que corcovea a3 montado (sent idof igurado: enojado, de mal humor) .

RECADO: montura Ide basltos.R U M B I A R : sailir de viaje con secreta ruta.TIRADOR: cini turón de cuero con carteras

para llevar do cumen tos y dinero.TRASMALLO: red de tres rnalilas.TUMBERO: de “tuinba” o trozo de carne en

la ~cazueila; or ex tensión: haragán.ZEPELIN: con t rabando de licores que se in-

trodiice e n estancias donde existe ley seca.

Idencia.

para ,descuerar aJ anijmall.

ido otrabajo.

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 220/222

Próllogo: A propósito de Francisco Coloa-ne. por Yerko Moretic ........................ 5

Ell chillote Otey .............................................. 33

La botella de caña ..................................... 51

Témpano sumergido ...................................... 66Tierra del ..+.c.. .....e ..............:.. 79

Cinco marineros y un.a?áud verde ............ 121. . .

. . . * 4. . .,.Rambo a Puertp Edén ...... .........:.......... 138

Golfo de Penas - c . c . >.............................................. 170

Cabo de Hornos .......................................... 175

El témpano lde Kaiiasaka ............................ 193

Tierra de olvido ............................................ 205

Vocabulario regional .................................... 220

Indice ............................................................. 222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 221/222

7/29/2019 El Chilote Otey

http://slidepdf.com/reader/full/el-chilote-otey 222/222