EL CATARISMO EN CATALUNA

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por JORGE VENTURA SUBIRATS

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EL CATARISMO EN CATALURA por JORGE VENTURA SUBIRATS

INTRODUCCION

Es indudable que el catarismo, irás coiiocido con el impropio nombre de herejía albigeiisc, jugó iin ~ a p e l decisivo en la historia de Cataluña, aun cuando solo liubiera sido por la cruzada que provo- có por parte del papa Tnocencio ITT. Esta crnzada, como es sabido, ocasionó la ruina de la expansión catalana en las tierras occitanas, que pasaron a poder del rey de Francia, lenta pero seguramente, des. pues de la batalla de Muret.

Ha sido la creencia, hasta el día dc hoy, que el, rey Pedro el Ca- tólico y su mesnada dieron su vida en Muret para defender uii ideal de vida social y literaria, coinún a Cataluña y Occitania. Pero en rea- lidad, si csto fue cierto, los motivos que impulsaron al rey fueron mu- clios iiiis. Uno de ellos, y no el menor, fuc que la mayoría de sus va- callos de los Pirineos, occitanos o catalanes, eran edeptos del cataris- mo, religión en la que se liallabaii entrelazadas las inquietudes econó- micas, sociales y religiosas que predominaban en la vida de los hom- bres del siglo xir.

Hasta hoy ha venido siendo la creencia de los historiadores, es- pañoles o extranjeros, quc en las tierras catalanas iel catarismo no llegó a hacer muchos adeptosn. Con el prescnte estudio creemos ha- ber demostrado que no fue así, sino que, al contrario, el catarismo tuvo una difusión importante en Cataluña, cuando menos entre los señores poderosos de las tierras pirenaicas. Su misma difusión condi- cionó la actuación política de Pedro el Católico, así como la de Jai- ine 1, quien desde los primeros años de su reinado hasta el tratado de Corbeil, se vio obligado a contemporizar con el papa y con la casa de Francia. Si la ciiestihii del catarismo no hubiera mediado, si los sc- ñores del Rosellón, de la Cerdaña, y de la diócesis de Urgel, no hu- bieran sido herejes en su mayoría, es seguro que la cuestión de los feudos occitaiios no hubiera sido tratada como lo fue.

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Al propio tiempo, el establerimiento en Tolosa (1229) de la iu- quisición, motivó uiia inmigración importaiite eii tierras catalanas de hombres de oficio, comerciantes y banqueros, améii de soldados, que contribuyeron coii sus esfuerzos, sus talentos y sus capitales, a la conquista, poblacióii y rendimiento de las nuevas tierras cristianas de Valencia y de Mallorca. Y fiiialmeiite, la aureola de tolerancia re- ligiosa que así ganaron los catalaiies provocó, eii más de una forma, nuestra expansión por tierras de Italia e incluso, andando los siglos, debió de contribuir, en un grado que no podemos apreciar, a la polí- tica expansionisra del rey Alfonso el Magnáiiimo. Estas soii, en 1í- iieas generales, las conclusiones a que creemos poder llegar como re- sultado de nuestro estudio.

S u principio director ha sido considerar al catarisnio cataláii co- mo hijo del occitaiio y comprobar si eii las fuentes extranjeras, ma- yormente las occitaiias, no se podíati encoiitrar aquellas referencias que los investigadores iio habíati hallado en las conservadas aquí. Ko se había realizado iiiii.gún trabajo previo para estudiar, de una ma- iiera total, las manifestaciones del catarismo en, o en relación con, Cataluña. La sección que le dedicaba Menéndez y Pelayo en su His- t o r i o de los Heterodoxos Espanoles insistía en la imagen consagra- da de una tierra iiicblume de herejía, y citaba más versos de la Can- son de la Crozada que casos coiicretados de cátaros nacionales.

Los especialistas del tema habían ya lamentado esta auseiicia de interés por parte de iiuestros compatriotas, y si por un lado Charles Molinier laiizaha la idea de la posible existeiicia de manuales inqui- sitoriales en los archivos catalanes, moiiseñor Douais notaba la pre- sencia de herejes de iiuestro país implicados en procesos occitanos. T,as ocasionales referencias de ambos autores nos han sido muy útiles para ir dando forma al mosaico que ahora podemos presentar, y he- mos citado eslas fueiites a mediad que las utilizábamos eii el testo.

De mayor utilidad nos fueron ya los trabajos del profesor Jean Guiraud quien, eii su 13isloir.e de l'lnqz~isilion au Moyelt Age, se propuso dar una visión de coiijuiito de las causas que motivaroii elestablecimieiito de los tribiiiiales inquisitoriales en Europa. E u el capítulo dedicado a Aragón, si bien sigue a menudo a Menéndez v Pelayo, -equivocando algunas fechas importantes - y al anti- clerical Lloreiite, acabó de perfilarnos el camiiio a seguir.

Este lia sido el recurrir priticipalinente a los procesos inquisi- toriales occitanos, y a todo lo que coi1 ellos pudiera tener relación, como eran los registros de los difereates papas que goberiiaroii la Iglesia eii el período que me ocupaba. Digno complemento fue tam-

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biéii el excelente Diplomatario de San Ramón de Penyafort, pre- parado tan a conciencia por J. Rius Serra, y la lectura de los diversos manuales y textos de los inquisidores contenidos en el Thesaur1cs novus anecdotoruni, de MartPne y Durand ', o en la Patrologia La- tina de Migne '. E i.gualmente, en escala mucho menor, las pocas referencias a casos de herejía que hemos podido hallar en los Archi- vos Departamentales de Perpinyá, y en los tres vol6meiies del Diplomatario de Jaiwze 1, publicado por A. Huici, con una compro- bación de uisu cuando el caso lo requería.

En cuanto a los casos inquisitoriales, base principal de iiuestros estudios, aparte de uno publicado por J . Rius Serra en el susodicho Diplon~atario, y otros dos por J . Miret y Sans y Baudon de Mony, nuestras fuentes priiicipales han sido las copias conservadas en la célebre colección Doat, de la Biblioteca Nacional de París ; y en segundo, pero no menor, lugar, los registros de la Inquisición de Carcasona y Tolosa, coiiservados en la Biblioteca Municipal de To- losa, en la Nacional de París, y que en parte han sido publicados

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por Charles Molinier en L'lnquisition dans le Midi de la Francd. y por Monseñor Douais en sus dos tomos de Docun~ents pour servir 2 l'lzistoire de l ' lnqt~isit ion.

Finalmente, han resultado u11 auxilio precioso los manuscritos descubiertos por el mismo Charles Molinier eii algunas bibliotecas italianas, que vinieron a complementar lo que ya nos habían indi- cado, pero coi1 menos detalle, las copias del Liber Sententiarmz 111- qicisitionis Tolosanae del protestante Limborch. Describimos con detalle estos dcscubriinientos en la sección VI1 del presente estudio.

Estas han sido iiuestras fuentes primordiales, que nos han per- mitido llegar a conocer, gracias a los interrogatorios de los inquisi- dores, los movimientos de los cátaros de nuestro país cuarenta y cincuenta aiios antes del establecimiento de la Inquisición. Con este método creemos haber podido contribuir con algunos hechos absolutamente nuevos al estudio ,general de la edad media catalana. Y con ello creemos demostrar también que todavía no se ha sacado todo el partido posible dc las numerosas informaciones que, sobre la vida del horilbre dc Iri calle en Cataluña, pueden proporcionarnos los procesos iiiquisitoriales que se nos han conservadi

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1. K A ~ N E R I U S S'L~CONUS. Sf,wtil~l de Cotlrnrli el Leonislis reti pnrbperlbus de Lugdu- rao,-oy. cit., t. V, col. 1789-1778;

a. Entre ellos, EcKsenr, Scrrnnlies cantrn collioror, r .L. , t . 198. - Alain de l.ille, De fide coli~olica contra hareticos s i i i Ici i ipotii , prnesertif~i Atlilge+rlii. P.I.., t . 205, cal. 806.480. - Box.~-rconsl, Miinifbrfot4o Iiererir Cntliaronlm qwnm fecit Bonocurrizlr, q l i i olim friit viiagislel- eowm .W.rrdiola?il. P.T.., t . 204, col. 175-194.

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PENETRACION DEI, CATARISMO E N CATALURA

El más antiguo documeiito de los cátaros de Occitania que ha llegado a nuestras manos, las actas del concilio celebrado en Satit Féliñ de Caramanh en 1167 ', no meiicioiia todavía la presencia de cdtaros en Cataluña, pero sí nos habla ya de la existencia de un obispo cátaro, y por consiguiente de uiia comunidad, en esta ver- tiente de los Pirineos. El coiicilio de Sant Felis dc Caramanh convo- cado y presidido por el griego Niquinta, obispo de la iglesia citara de Coiistantinopla. La reunión fue importaiite, y en ella el obispo griego iiisistió en que las iglesias occidentales adoptaran las doctri- iias básicas de la fe del catarismo, tal corrio las predicaban las aigle- sias madres de Asia». Se aprovechó la ocasión para que Niquinta consagrara obispos para todas las grandes rcgioiies que poseíaii ig!e- sias ; y se delimitó la línea divisoria entre las diócesis de Tolosa y de Carcassoiia.

Además de Sicard Cellerier, obispo de Albi, de Marcos, obispo de Lombardía, y de Roberto de Sperona, jefe de la iglesia de Francia, los principales cátaros de la región estuvieron presentes. Las sedes c~~iscopales de Carcassona, Tolosa y el valle de Arán, que eiitoiices se hallabati vacaiites, tambitii enviaron sus representantes. No se mencionaba aún el nombre de Cataluña, ni tampoco el de ningfin cátaro catalán l . En cambio, junto a los nombres de Bernat Ramón y de Guirau Mercier, elegidos obispos, respectivamelite, de Tolosa g de Carcassom, encoiitramos el del nuevo obispo del valle de Arán, Ramón de Casals, elegido por los lio~i~incs Aranenses, del concilium ecclesiae Aranensis, que se hallaba allí presente. Quizás nos sea dable suponer que este nuevo obispo de Arán fue el encargado de iniciar la propagación del catarismo en la vecina Cataluña.

Hasta 30 años mis tarde no iios dejarán sospechar los docu- mentos la existencia de cátaros en Cataluña. Pero aún entonces que- darán mencionados de manera muy solapada, bajo !a forma onlios

1. Iiay una copia de las actas de est? concilio. fechada el 19 de agosto de 1222, 3. publica& por BoUqtcet, l!crzici! des H i r l o r i e n r de lo F r n n c e , vol. X I V , p. 448. ISn Misceliinea Giovanni hlercati. touo IV. Ciudad del Vaticano, el padre dominico Antoine Dondaine lia demostrado In autenticidad de estos actas : Les acter du CO+L c i l r ! Izerétlque dc Soint Fd1i.l- & Cora$>tou.

a. Aparte quizás del noml>re, que pudiera ser gentilicio. dc Bel-fiardzir Cotalani. presidente interino del consejo de la iglesia de Carraasona.

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herel,icos, cujuscu+mque seclaeu, después de los valdenses o sabntatos, a quienes se concederá mucha mayor importancia. Se trata de la constitución promulgada en Gerona a iinales de febrero de 1198 COII

el fin de ordenar la enérgica persecución y expulsión del reino de todos los herejes que en él se encontraran. El rey Pedro, firmante del docuiueiito, añadía : [[Se hace saber que si alguien, noble O ple- beyo, descubre en nuestros reinos a un hereje, y lo mata o lo mutila, lo despoja de sus bienes, o le causa cualquier otro daño, no será castigado, antes al contrario, merecerá nuestra gracia.^

Estas palabras han sido motivo para que, muchos historiadores, de la época romántica, se deshicieran en protestas sobre los múltiples atropellos a que probablemente darían lugar. E n realidad, poco o nada debió de suceder. E l documento había sido promulgado cuando ya se podían prever los graves problemas que habrían dti surgir al norte de los Pirineos con motivo de la cuestión herética. Y, lo que es mucho más notable, sólo mencionaba nominalmei~te a los valden- ses, relativamente poco numerosos (y desde luego humildes) en Ca- taluña e incluso en los países occitanos. Al paso que, como veremos en las páginas sucesivas, muclios señores del mismo séquito del rey eran ya, si no miembros, cuando menos seguros simpatizantes del catarismo. Se trataba, pues, de una maniobra destinada a evitar los duros golpes que el nuevo papa Inocencio 111 no dejaría de dar hasta el exterminio Lotal de la herejía '.

Por consiguiente, para que podamos fechar la exislericia del ca- tarismo en Cataluña, habremos de tener recurso a documentos pos- teriores, la mayoría de ellos registros de interrogatorios efectuados por la Iiiquisicióii. Es, pues, una especie de historia al retroceso. Pero, cuando menos, nos sirve para afirmar, con sobrado fundamen- to, que en aquella época - dada la necesidad que hubo de enfocar la atencióii sobre los herejes valdenses - los señores que después pasaron al catarismo lo conocían ya.

Si así fue, cabe preguntarnos, en primer lugar, qué !clase de catarismo sería ; y, también, cómo se había difundido por el país.

Respecto a la primera cuestión, no hay duda de que el catarismo de Cataluña, hijo, desde luego, del de Occitania, traído a estas tierras por el clero de una iglesia tan fuertemente jerarquizada como la

-- 3. P,ublicada por P. de Marca, Marca Hispdnica, col. 517. Seguimos la iinicu

croriologla lbgiea para este acontecimiento. la que propugnaba el scüor Miret y Sans en su Ilincmrio de P e d m 1 d e Calnlziña, I I de Aragdn. publicado en cl vol. 111 de este mismo Bolitln, años 1906-1906.

4 Para uu estudio miicli. mhs detnllado de la cueitibn, cf. nuestro libro P e ~ e el Cntdlic i Sirnd de iMo~~ t f0~1 , Editorial Aedoí, Barcelona 1960.

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cátara, como antes vimos ya, no pudo ser en gran maiiera distinto del de aquellas otras tierras. Dicho esto, recordaremos, 1x0 obstante, que nuestro trabajo, mera contribncibn a la reseña del hecho his- tórico, no puede sobrecargarse con la descripcióii de las mhltiples doctrinas que distinguieron al movimieiito catarista medieval. Nos limitaremos, pues, a aclarar las alusiones menos divulgadas que vayan apareciendo en el texto. Y aconsejaremos, para una concepción -más amplia de lo que fue el catarismo, la consulta de los excelentes tra- bajos del Padre Aiitoine Dondaine ', y de Jean Guiraud ' entre los franceses ; de Luciano Sommariva y de R. Morghen ', eii Italia ; y Steven Runcimaii y Soderherg " de las uiiiversidades de Cam- bridge y Upsala, respectivamente lo .

Nos queda así por dilucidar el problema de cómo se introdujeron eii Cataluña las doctrinas cátaras. Aparte de los diversos métodos, siempre empleados por los proselitistas, numerosos contemporáneos del catarisnio nos hablan de u11 método original utilizado por los misioneros cátaros para la captación de fieles ; fue sobre todo me- diante operacioiies industriales y comerciales que los anciar~s (depo- sitarios del Espíritu Santo) ejercieron su apostolado, dedicándose de preferencia al oficio de tejedores. Y llegaron a ser tan iiumerosos en el ramo de los tejidos que textor en Occitania y texemnt en Fran- cia, fueron a menudo sinónimo de hereje 'l.

z a mayoría de los misioneros que, desde los Balcanes, trajeron la herejía a Europa occidental, eran mercaderes de telas, llevaban las sedas de Coiistantinopla y del Oriente a los principales mercados occidentales. Grandes admiradores del.apósto1 San Pablo, quien a menudo en su apostolado se dedicó,a su oficio de tejedor de tiendas

5. L n Itidrarcliie cothare eri Ilalie, Arrli. Prntr. Praedicatorum vols XIX, XX. Un lraitd ndo-nannirlli'rn dtl X l l l c . ri2clc: l ? liber de d*,obus priwcifiiir ... Ronia 1939.

O. Hisloive de l'Inqtiiril(on mi +>%oyen-6ge. París 1933.1958, 11 toiiios. 7. Sludl rerenli stille ererie r+iedlevnli. Riviñta Storica Italia-, 1,XIV. - Mc-

dioevo crlrtioao. I.nter~a, Bari 1951. 8. Ti . riiedieual $izaricl~ee. Univrrsity Press. Caiiibridge. 9. La rellglon des cethires. Uppsala 1949.

lo. Existe igualmente el lihro del señor Amo Borst. Dic Kolborcr. publicado en Stuttgart en 1963. Consiste en una sintesis de todo lo que re iia escrito sobre cata- rist~xo, basada en IR irlea de que areuhiehda los t?stimonios mas o metios insuficien. tes de todos !os observadores e ini~estiga<lares. Ta se ha cosido toda la verdad sobre 10s cátar0sa.

11. Así, terlorer en 1s carta de Jofre d'Atixerra, Bollundistas. Aclo Sonctoiuvii, .agosto, t. IV, p. 349 y SS. Y tambibn el monje Eckhert, <le Scli6nau. Scrnioncs cola- tra catliaror, dice e a uno d e SUS sermones: atexerant~ ... sb USO teneodi ... quia ve- ram fidem Cliristi, verum rultum Christi non slibi esse dicunt nisi ia conventiculis suis quae Iiabent in textrinnis~.

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para ganarse el sustento, aquellos arlesanos cátaros eran los mejores agentes de transmisión de aquellas creencias venidas del este euro- peo. A través de ellos, los mercaderes sedentarios aprendían la doc- trina y la difundían por el mundo de las telas. Sus tiendas se pres- taban a convertirse en centros de herejía, puesto que era muy natural que la población femenina del distrito se congregase en ellas y se entretuviera allí.

Los cátaros iban nde mercado en mercado, de castillo en castillo, hasta Tolosa y Agen. No tardaron en atravesar los Alpes para ini- riar negocios con sus hermanos.de Lombardía, y los Pirineos, para entrar en relaciones con los herejes de Cataluña. Uno de sus más vio- lentos adversarios, Lucas, obispo de 'I'uy, les apostrofó, burlándose : niEs que halláis quizás en el Nuevo Testamento que los Apóstoles iban de feria en feria para traficar y ganar dinero?^ 12.

En realidad, este dinero no era para ellos más que un medio para crearse una clientela en el seno de la cual encontrarían conversos con mayor facilidad. Las mercaderías que llevaban de ciudad en riudad, de pueblo en pueblo, les daban acceso a todas las casas, a todos los medios, y les permitían entrar en relaciones con los que, más tarde, querían ganar a su, causa.

E n los principales pueblos del Leuguadoc los cátaros establecie- ron tiendas y talleres. Encontramos varios de estos ao9eratoria hae- r~ticoru+n : en el Mas Santas Puellas, en 1220 ; en Mirapeix, en 1210; en Fanjaus en los primeros años del siglo XIII y en 1225 1 3 . Ya en 1157, el concilio de Reims observaba que era a menudo por medio de tejedores nómadas, que iban a traliajar de un país a otro, que aquellas doctrinas cátaras se propagaban '".

Efectivamente, por todas partes donde la herejía cátara se pro- pagó, la prosperidad de la industria y del comercio textil fue grande. La industria de la tela y de las sábanas fue muy importante en el Lenguadoc ; el Lauragués y el Rasés se dedicaban a la cría de ovejas y comerciaban coi1 la lana que de todas partes se les venía a comprar, sobre todo de los talleres de Carcassona y de Narbona. Finalmente, los registros que hemos citado nos hablan de iiumerosos talleres he- rejes, de cátaros liilando, tejiendo y haciendo pasar a jóvenes de

la. LuclmiRa, I ~ z ~ b v i e r t l I I I , lo croirode c o n l r c Isr albigeois, p. 12. - 1,ucas Tu. DESSE, De altera %silo fideiqtie co+itvoversiis advcl-sur enorcr, libri I I I .

13. Citado por J. Curnnun, up. ci t . - Bilbl. de Tolosa, mí. GOQ, fol. 190. - Daat, XXI', p . 91 VO.

14. Citado por Du Cange, Glorrorium medioe ot infinzae lotinilatir: oImpuris- sima Maniehearurii sectae ... simplicium aiiimap. perditgiu ire molitur et per abjec- tissimos bextares, qui saepc de loco fugiunt a d l0curri.a

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ambos sexos el aprendizaje simultáneo de su oficio y de las prácticas de su secta.

Si este era el caso en Francia a fines del siglo XII y principios del XIII, nos atrevemos a afirmar que ello había de ser afin más cierto para la difusión del catarismo en Cataluña. Juan Reglá Cam- pisto1 ha demostrado que ocon anterioridad al estallido del con- flicto franco-aragonés en 1283, los comerciantes catalanes importaban tejidos del sur de Francia sin impedimentos de ninguna clase. Desde Marsella a Barcelona y Valencia, por vía marítima, y desde Mont- peller-Besiers-Narbona-Perpiñán-Barcelona por tierra, el tráfico desa. rrollábase normal mente.^

Los trabajos de P. Vila y A. Capmany sobre las antiguas indus- trias catalanas han puesto de relieve que *desde el siglo XII, a fines de la reconquista del país, estableciéronse las primeras industrias. La más importante era la textil lanera, cuyos centros principales fueron Perpiñán, Vilafranca de Conflent, Prats de Mo116, Puigcerdá, La Bisbal, Olot, Ripoll, San Juan de las Abadesas, Berga, Moyá, Granollers, Sabadell, Tarrasa, Tortosa, Banyolas, Valls y Gerona. Sin embargo, la fabricación era escasa, supliéndose el déficit con im- portaciones francesasa ". Ya veremos más adelante que las más septentrionales de estas villas catalanas fueron focos de herejía cátara.

Cuando, como dice el señor Reglá, el comercio de tejidos quedó paralizado a consecuencia de la guerra de 1283, y el fracaso de las negociaciones de paz entre Francia y el monarca catalán dificultó la obtención de tejidos procedentes de aquellas tierras, como que era preciso aumentar la producción testil catalana para hacer frente a las demandas del interior, se establecieron por toda Cataluña nuevas industrias textiles. Juan Reglá cita en su trabajo una carta intere- santísima que el 13 de abril de 1304 el batlle de Barcelona, Romeu de Marimón, escribía a Jaime 11 :

nSipia, seuyor, la vostra altesa, que en la ciutat de Barchinona se comencen en molts lochs e per moltes e grans companyies a fer draps de lana, la qual cosa nuill temps no y era estada e si axí que per fer aquells draps són ja en molts lochs de la dita ciutat fets alberchs e cases e lochs en aqnest ofici necessaris. Són encara aquí molts maestres, axí hdmens com fembres, d'altres terres vengutsn ".

Estos nmaestres hbmens com femhres, d'altres terres vengutsn,

15. En su trabajo iComercio entre Francia y la Corona de Arag6n. i . 10. 1. E. MARrfaaz FERRAND~, I a i w 11 4e Anigdn, ru vi& familiar. V. 1, p. 65. 17. In MARP~NEZ PERRANDO, ibid. 11, p. 468. Citcdo por J. RBGLI.

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nos demuestran que un siglo y medio después del establecimiento en Cataluña de las primeras industrias textiles, era preciso todavía recu- rrir a la ayuda de oficiales de otras tierras. Seguramente que algunos de éstos eran cátaros, fugitivos de Occitania, donde, como veremos, la persecución era de las más cruentas en aquellos momentos en que el catarismo, confundido con el patriotismo occitánico, luchaba a la vez contra la Iglesia y contra el yugo de la extranjera monarquía francesa, y deseaba el retorno de los catalanes reyes de Aragón lB.

Una vez organizada la Inquisición, las cosas habían cambiado un poco, porque era preciso que los herejes disimularan hasta sus acti- vidades eii el ramo textil, pero el caso del último ancii cátaro conocido en las tierras occitanas, Guillem Belibasta, que estudiaremos, nos lo presentará exilado en Cataluña, donde ejercerá, alternativamente, sus dos oficios de pastor y de fabricante de upeines de tejedorn.

L A HERETICALIDAD D E ARNAU, VIZCONDE D E CASTELLBO

Una vez dado a conocer, el catarismo halló su sostén principal en la protección que le dispensaron los magnates de las tierras donde se establecía, que así traducían el sentir de los estamentos burgueses de sus dominios. E n Cataluña, la herejía encontró a su más impor- tante protector en la persona de Arnau, vizconde de Castellbó.

E n su obra, Rélate'ons politiqebcs des comtes de Foix avec la Cata- logne . ., el investigador francés Baudon de Mony comprendió, con bastante intuicióii, dado que iio dispuso de muchos documentos, que Arnau de Castellbó había sido hereje. Don Joaquín Miret y Sans, autor de un excelente y voluminoso libro sobre El vizcondado de Castellbó, no estuvo de acuerdo con esta hereticalidad del vizconde, ni tampoco con la de su hija Ermessendis, condesa de Foix. Por ello, replicando a las suposiciones de Baudon de Mony, quiso impugnarlas de la manera siguiente :

avarios autores han afirmado que Arnau de Castellhó era hereje, entusiasta por la doctrina o secta albigenses ... Aunque auxilió a los albigenses y dio asilo en sus tierras a los sectarios impidiendo a la justicia eclesiástica ejercer su acción sobre ellos, no parece que el

18. ff. J Guianoo, ap. cit. t. 11. p. I R 5

[SI

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vizconde de Castellbó fuese en realidad un albiigerise convencido, un discípulo de aquellas doctrinas. Y esto lo compmeba ver a Arnau continuar figurando en la corte del rey de Aragón, y alternando con obispos y otros personajes de la Iglesian (pág. 157).

Y el señor Miret y Sans muy justamente citaba diversos docn- mentos del Archivo de la Corona de Aragón, deniostraudo que ano fue momentánea la presencia y valimiento del vizconde que Castellbó en la corte ae Jaime I n ; que adesde 1217 por lo menos, hasta su muerte en 1226, es decir, por espacio de diez años, suena su nombre entre los consejeros y cortesanos, y al lado de los obispos y abadeso.

Cbmo podían, pues, se preguntaba el señor Miret y Sans, aBaudon de Mony y otros autoresn, presentar a este varólt venerablen -así le llamaba Jaime 1 - acomo un hereje furioso, apasionado y violento en extremo ? a aEs verdadn, concedía, nque cuarenta y dos años des- pués de su muerte, fue condenado por el Tribunal de la fe como heré- tico, peron, se lamentaba, #Dios sabe si Ila información pudo hacerse en buenas condicio~ies habiendo transcurrido tan largo p1a.m y si la presidió una estricta mira teo1ógica.n

Para el ilustre historiador, tanto Arnau de Castellbó como su hija Ermessendis, fueron víctimas propiciatorias de la rauón de Estado : iSin pretender nosotros criticar el fallo de los inquisidores, nos pa- rece que las declaraciones de testigos en tales circunstancias no po- dían ofrecer toda la fijeza y exactitud que requerían tan graves asun- tos, ni menos servir como Gnico medio de prueba. Qnizás se necesi- taba entonces un golpe teatral para imponer el terror entre los des- contentos del orden social y los innovadores del orden reli~gioso, que tomando todos un carácter marcadamente anarquista, se habían pro- pagado extraordinariamente en Cataluña y constituido un peligro serio para la pública tranquilida'd ; y se echó mano de los dos per- sonajes cuya vida fue irregular y que las circunstancias pusie- ron en constante contacto con los albigenses, de manera que exage- rando o interpretando forzadamente ciertos actos, pudiesen ser conde- nados como heréticos y permitieseir el dramático espectáculo de la exhumación y dispersión de los restos de tan poderosos seüores.~

E l señor Miret y Sans no se dejó convencer ni por las sentencias inquisitoriales, que él mismo publicó, ni por el hecho, ya sospechoso en sí, de que convocado varias veces por los inquisidores Pere de Ca- direta y Guillem de Calonge, el conde de Foix, hijo 17 nieto de los Castellbó, no presentó prueba alguna en favor de los suyos. E l Gnico documento conocido que vinculara al vizconde Arnau con aloc negocios albigensesn era el acta de sumisión del conde de Foix a los legados pontificios en 1217. E l vizconde ratificó dicha sumisión, bajo

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la garantía de otros tres importantes barones. Y parael señor Miret éste era otro indicio de que el vizconde se sometía y no sentía vivo celo por la herejía l. Ciertamente, si los inquisidores se hubiesen basado únicamente en su participación en las luchas contra los cruza- dos franceses, su sentencia hubiese sido exagerada. Pero, en reali- dad, para, afirmar la hereticalidad de los Castellbó, poseían datos más seguros de los que sospechaba el señor Miret, quien, a pesar de todo, hubiera podido entrever la realidad a base de un documento que él mismo puso de relieve y que Baudoii de Mony desconoció.

Se trata del convenio celebrado entre Nníio San$ y Ramón de Niort, el 3 d e septiembre del año de la Encarnación 1220, y en el que Arnau de Castellbó se constituía fiador de las obligaciones. con- traídas por el último, a quien declaraba sobrino suyo. Para Miret y Sans, según la escritura del Archivo de la Corona de Aragón <Ramón de Niort era hijo de una hermana del vizconde Arnaun. Ahora bien, como ya supuso el mismo historiador, Ramón de Niort, también llamado de Rocafuelh, fue miembro de ia célebre familia de los Niort, compuesta por sus hermanos Guerau, Bertrán Ot y Guillem, señora de todo el país de Sault. Y tanto ellos como su madre Esclaramnnda, fueron declarados herejes en tres diversas oca- siones, llegando hasta el punto de motivar la intervención del papa Gregorio IX quien, el 8 de marzo de 1233, envió al obispo de Tolosa, al paborde del capítulo tolosaiio y al gran arcediano de Carcassona, una bula fechada en hgnani en la que les ordenaba que ahiciesen ejecutar las sentencias dadas contra los Niort por el Concilio de Tolosan. Este concilio, celebrado en 1 2 2 9 y presidido por el cardenal legado Romano de Sant Angelo, había condenado a los hermanos Niort como areceptores haereticoruma y partid'arios irreductibles de la herejía.

Pero no parecía haber tenido ningún efecto ulterior y ahora el Santo Padre recordaba : aya sabéis que ha resultado que B. y G. de ~ i o r t y su madre, de las diócesis de Narbona y de Tolosa, son defen- sores públicos de los herejes. L a opinión pública los acusa de herejía. L a mayoría de sus tierras, siguiendo su ejemplo, se encuentra infes- tada por esta peste. Como que esto no podemos ni debemos consi- terarlo con ninguna especie de connivencia, si es cierto, os orde- namos por las presentes cartas apostólicas que después de una inqui- sición diligente sobre estos hechos, s i encontraseis a dichos hermanos

1. Pese a que dos de los garantes, R. de Qllier y A. de C a s t e l v e r d ~ ~ ~ ~ eran y fueron fieles adeptos del catarismo, en riiya fe miirieron.

a. Pergalniuo 154 de Jaime 1.

[TI]

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86 JORGE VEN~VURA SUBIRATS

y a su madre sospechosos y acusados de herejía, procedáis contra ellos sin retraso y sin apelacionesn 3 .

Para estar seguro de la ayuda del rey de Francia y de la no inter- vención del conde de Tolosa, el Sumo Pontífice les escribió a ambos. A1 primero, el 7 de marzo de 1233 ' ; al segundo, dos meses des- pués, el 26 de mayo, pidiéndole que se piisierw a la disposición de los delegados apostólicos encargados de instrumentar contra los Niort y su madre '.

Durante el curso de esta inquisición, cuyo resultado fue afirma- tivo, desfilaron más de cuarenta testigos de cargo y de descargo, pero el principal fue el arzobispo de Narbona, Pere Amell, enemigo de los Niort, que no quiso ser uno de los jueces para poder mejor testi- ficar. E1 fue quien proporcionó las pruebas de que la 'madre de l@ Niort fue siempre cátara, tan estimada por los de su iglesia que sus jerarcas, para facilitar su defensa, le habían mandado a un ancid para que, en el caso de que tuviera que mentir o comer carne, pudiese volverla a consolar y engañara así íb los inquisidores haciéndose pasar por católica 6.

Si la aseveración del señor Miret fuera cierta, tendríamos, pues, una hermana del vizconde de Castellbó profundamente cátara. Pero de los registros inquisitoriales se desprende que, en realidad, la madre de los Niort era hija de la también ardiente cátara Blanca de Laurac, madre de otros herejes, como fueron Eimeric de Montreal, ahorcado por orden de Simóti de Montfort, y de Guirauda de Lavaur, lapidada por su soldadesca. Claro está que esto no excluiría la posibi- lidad de que Ramón, llamado también de Rocafuelh para distinguirlo de sus hermanos, fuese hijo de una segunda esposa del señor de Niort ...

El problema, que no hemos podido resolver, se complica a causa de la diversidad de nombres que usaban los personajes de la época, según los feudos que poseían en determinados momentos. Empero, aigo nos ayuda esta costumbre también, incluso en este caso, ya que, en el postrer proceso que siguió la Inquisición contra Ramón de Niort, en 1251 ', se menciona a una Blanca de Paracols, avia Rnd i . de Niorto.

a. Registres, n. 1166. 4 . Registres de Grdgohe IX, AuvnAY, n. 1165. 5. POTTHAST, Regerto P a t i i i c u ~ R o m n n o r u m , 9204. 6. Doat 21, fols. 3452. El arzobispo Pere Amell ariadi6 que, a tiaves de sus

esplas, nosfros e*-plorntoíes, había sabido qiie e n la plaza de Donilics, que poaelaii los Niort, liabitaban dos ancianas y treinta herejes máa.

7. Este proceso, incoado años después de que San Luis concediera a los Niort el perdún que el sefiar Miret y Sans. siguiendo a loe autores de la Hisloire dc Lon- gi~edoc, citaba eq una nota, jnvalida los alegatwi ea favor de su inocencia. En rea

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Y luego, Blancam de Paracols, auiar~t suam, hereticam, que Ramón frecuentaba veinticinco años antes de su deposición, es decir, hacia 1225. Se trata seguramente de Blanca de Laurac ... Pues bien, el 17 de diciembre de 1218, cuando el conde Nuño Sans se querellaba con los de Moutcada, Arnau de Castellbó le prometió su apoyo contra todos, exceptuando al rey de Aragón, a Elvira, condesa de Urgel, al conde de Foix, y a G. B. de Paracols '.

Dejando aparte estos hechos, poco probantes en sí, veamos si es cierto, como dicen las sentencias de los Castellbó, que éstos fueron tfautores, defensores y receptoresa de los ancians cátaros, con los cuales celebraron el melhorament, rito de adoración del Espíritu Santo aposent'ado en los cátaros, o 'puros, mediante la imposicibn de manos, o consolam8nt.

Por las declaraciones que el 19 de mayo de 1244 hizo ante fray Ferrer el catalán Arnau de Bretós, de Berga, conocemos la frecuencia con que se celebraban reuniones cátaras en Castellbó, y el grado de difusión del catarismo por aquellas tierras lo.

E n 1244 vio en Castellbó al diácono cátaro Guillem Clergue y a su compañero Ramón, in dar178 eorunt quam tenebant ibi publice. A sus predicaciones, llevadas a cabo con toda libertad, asistían el señor del país, Arnau, vizconde de Castellbó, Ramón de Castellarnau y su hermano Galcerá, y Berenguer de Pi, caballeros. Cuando Pere de Bretós, herm'auo del testigo, cayó enfermo en Castellbó, su her- mano fue a Josa del Cadí a suplicar a los cátaros que allí: se encon- traban que fueran a imponerle las manos. E l mismo guardián del castillo de Josa los condujo a Castellbó, y el consolament se celebró con toda solemnidad, en presencia " de Arnau de Castellbó, del so- brino de los Bretós, Albiol, y la esposa del enfermo, Bernada Oliva. Pere de Bretós curó de su enfermedad, y siguió viviendo en Castellbb ; a su muerte, legó a los cátaros cien sueldos de Barcelona, que en- cargó a su esposa para que se los entregara.

lidad. el perdón fue consecuencia de un acto politieo : a cambio de. los servicios de Gtierau de Niort, Luis IX le devalvi6 aui tierras y las de sus. hermanos, y prometi6 interceder ante e l Papa para que les levantara la excomuni6n. De nada le servid a Ramón de Niort invocar este perdón; la inquisición le detuvo igualmente. E1 proceso. que consta en los registros notariales de la inquisieibn de Carcassona. fue publicado por Monseñor Donais en el tomo 11 de su3 ~Documents pour servir $ l'histuire de 1'Inquisitions.

8. Areliivos Nacionales de Francia, J 819. 40. In Baudon de 3lony. op. cit. 9. Para estos tPrminos y el establecimiento de la Inquisicibn en Cataluña, vease

el tamo 111 de las obras completas de M. MENtWnEz Y PECAYO, Hlslorfa de los Hete . rodoroi EspatIoler.

10. Qoat XXIV, 182 a 198. 11. Hecho altamente inerimitiatoiio para los inquisidares.

[131

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88 JORGE 'VENWRA SUBIRATS

La dama de Montaut, el 18 de diciembre de 1243, declaraba al inquisidor Ferrer que si bien Ermessendis de Castellbó no fue du- rante su vida, anciana como su cufiada Esclarmoiida de Foix, sí que fue creyente, y adoraba a los ancians. Recordaba que, en una predi- cación cátara efectuada eii Castellbó, en casa del caballero Arnau de Faris, la había visto hacer el ~ n e l h o r a m m t ante los e~zcians, junto con Berenguera de Cornellá y la esposa de Ramón de Josa del Cadí, Tibors 12.

E n las declaraciones que Pere Guillem dlArvinbá hizo ante los' inquisidores en 1 2 4 6 , dio detalles sobre un congreso cátaro que se celebró en Mirapeis en 1221, en casa del prior de Mausas. A él asis; tieroii varios señores cátaros de importancia, entre ellos el tío del testigo, Ramón d'Arvinhá, el conde Roger de Comenge y Arnau de Castellbó la.

No tan sólo, como vimos, las reuniones cátaras se celebraban con toda libertad en Castellbó, donde, según declaraciones hechas por el defensor de la última ciudadela cátara, Montsegur, se celebraron gran número de consolanzcnts, sino que muchos herejes de otras tierras fueron allí para refugiarse. Así lo declaraba Arnau Roger de Mirapeix ante los inquisidores fray Ferrer y su compañero Durán. Castellbó poseía, cuando menos un diácono titular y sus moradores tenían el derecho de testar para hacer donacioiies importantes a la iglesia cátara como, adeinás de la que ya hemos citado, los casos de Batalla, de Castellbó '", y el más curioso de Isarn de Castelló (de Far- fanya?) quien al morir en Castellb4 en 1234, después de haber reci- bido el consolanze?~t, legó a los cátaros su propio caballo. Sólo que cuando sus herederos, o sea los ancians, lo reclamaron al hermano del difunto, Guiu, éste se negó a cederlo y se lo quedó, pese a las repetidas demandas por parte de aquéllos. Esto por lo menos es lo que más tarde declaró a fray Ferrer lS.

L a Iglesia no ignoraba aquella situación, y menos que nadie los obispos de Urgel, que siempre fueroii enemigos declarados del viz- conde de Castellbó. Pero después d e su muerte, todas las medidas intentadas cintra los herejes fracasaron debido a la protección que el conde de Foix, su heredero, continuó dispensándoles. Sabemos que por fin, en mayo de 1 2 3 7 , Pons de Vilamur, obispo de Urgel, hizo celebrar un concilio en Lérida que determinó obligar al conde de Foix

1%. Doat XXIII, 71. la. Doat xx~v , zao. al?, 14. Daat XXII, 114. 1 . Ibid, 221.

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a permitir la inquisición en el vizcondado. Mientras durara ésta, el vizcondado quedó bajo la custodia de Ramón Folc de Cardona, y los inquisidores, compuestos por frailes dominicos y franciscanos, y varios prelados, se trasladaron a las tierras de Castellbó. Las pes- quisas, dirigidas por el procurador de Tarrrigona, se llevaron a cabo en toda la región, para recoger directamente informaciones 37 testi- monios. Y acabaron con el proceso de todos aquellos, quibus plene conslit'lt, quod essent heretice ve1 credentes hereticormnz.

El tribunal pronunció 45 condenas por herejía, que las actas no precisan, indicando únicamente que los condenados fueron llevados a la prísión arzobispal de Tarragona. Se entabló proceso contra 18 per- sonas difuntas, que fueron condenadas y , como dice el procurador de Tarragona, fecimus exhumari et earum ossa comburi. Y se conde- naron quince otras personas que, al saber la decisión del concilio de Lérida habían huido, metu. itzquisitionis le.

Quedaron aún diversos procesos por hacer, entre ellos los de Joaii de la Val1 dlAndorra que, encontrándose en tratos con el obispo de Urgel, había desaparecido, y de Pere del Mas, que el Santo Oficio reclamó al conde de Foix, pero sin resultado. Finalmente, los inqui- sidores ordenaron la destruccióti de dos casas en Castellbó, segnra- mente porque pertenecían a receptores herelicorum, o fueron quizás el lugar de las reuniones.

Las capturas habían sido realizadas, pero quedaba la parte más . . ., interesante - tanto para nosotros, como para la inquisicion -, que eran los interragatorios de los detenidos, aun condenados. La inqui- sición, que se liallaba en sus comienzos, vacilaba aún sobre los méto- dos a seguir, y por ello conocemos el nombre de otro hereje capturado entonces por el obispo de Urgel Pons de Vilamnr : R. de Vernigol, que debía de ser importante, ya que motivó un intercambio de corres- pondencia entre el prelado y el penitenciario del Papa, (San) Ramón de Penyafort. Este aconsejó al obispo que no se precipitara, se atu- viera a los estatutos adomini Papae noviter promulgatan, y fuera con cuidado en no causar la desesperación de los que pudieran arrepen- tirse ".

Los interrogatorios debieroii dar como resultado, es indudable, la incriminación de los señores de Castellbó, tal como dicen explíci- famente sus sentencias condenatorias : riCum in pluribus inquisitio- num processibus, tam per ordinarios diversos quam etiam auctoritate

1G. Castillo de Foix, caja 31. - Doat CLXX, f . 76. - I n H. de Lnnguedoc, VIII, col. 1010-1011.

17. Rayinundiana, ap. n. XLI. - Diplomatarlo Rius S&.

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90 JORGE VENTURA SUBIRATS

Sedis apostolicae, factis in Catalonia, super crimine heretice pra- vitatis, reperiretur quod ... fuit valde culpabilis in predicto crimine.~ Pero la Inquisición, que no estuvo sólidamente establecida en Cata- luña hasta 1245, probablemente vaciló, siguiendo el consejo del futuro santo de Penyafort, antes de involucrar a los Castellbó con los 63 con- denados de 1237. E n el intervalo de tiempo que va de esta fecha a la de 1269, los Papas habían ya creado una Inquisición suprema que, pasando por encima de la jurisdicción de las inquisiciones diocesanas o regionales, era universal como la Iglesia, internacional como las grandes órdenes dominicana y franciscana a quienes había estado confiada. La Inquisición catalana debía de haber aprovechado, cuando menos, los registros de la Inquisición occitana, que ya hemos visto poseía las pruebas de la hereticalidad de los Castellbó. Aparte de que los inquisidores tenían la costumbre de pasarse las informaciones que poseían sobre los herejes de sus tierras respectivas, nos confirma en esta opinión el hecho de que la mayoría de los documentos iuqui- sitoriales referentes a los Castellbó provienen de interrogatorios efec- tuados por el inquisidor Ferrer, que era catalán 18, natural de Vila- llonga de la Salanca, en el Rosellón, y que como catalán1 había de estar interesado por los herejes de su tierra.

Teniendo en cuenta la gran cantidad de documentos de la Inqui- sición que pueden hacer referencia a nuestras tierras, conservados principalmente en Carcassona, Tolosa y París, que no liemos podido consultar, estamos seguros de que las alusiones a los Castellbó han de ser más numerosas. Y que los testimonios en contra de su catolicidad debían de ser tan aplastante?. que su hijo y nieto no quiso ni defen- derlos. Lo cual queda demostrado por el hecho de que se apresurara a hacer un convenio con Jaime 1, tan pronto como fueron inculpados, para que, cuando se les condenara, el rey, usando de la facultad que le otorgaban las leyes, le devolviera el vizcondado que seguramente habría de confiscar. Seis meses antes de la condenación de ambos Castellbó, el rey Jaime firmó, el cinco de las idus de mayo de 1269 (10 de mayo), la cesión de todos los derechos que le pudiesen pertene- rer por la posible condenación de la madre y el abuelo del conde de Foix. E l 2 de noviembre siguiente, en el capítulo de los frailes pre- dicadores de Barcelona, los inquisidores Pere de Cadireta y Guillem de Calonge pronunciaron las sentencias '* que condenaban como here- jes a Arnau y a su hija Ermessendis.

18. Mgr. Doubrs, L'olbifdirmc eC les FrArer PvPchewr d No~bonne. 10. Extraetamos dichas senteneiaa, que Baudon de Mony (ap. cit. t. 11, doc. 66)

y el seüor Miret y Sans publicaron. Ambas se hallan en el sol. 11 del Cartoral de la Catedral de Urgel, baja los números 69 y 70.

[161

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E l rey Jaime había actuado con la generosidad que, en todas estas causas de herejía, le veremos ejercer. Claro que, para obtener la renuncia real, el conde de Foix hubo de darle al monarca la cantidad de cuarenta mil sueldos barceloneses de terno 'O . Señal indiscutible, pese a los buenos deseos de los historiadores catalanes, de que Arnau de Castellbó y su hija eran cátaros firmes y convencidos ; de que, bajo el punto de "ista inpisitorial, su condenación había sido jus-ta ; y de que su hijo y nieto lo sabía perfectamente.

111

L A HEREJIA E N BERGA Y JOSA D E L CADf

Ya vimos, al hablar del consolament en Castellbó de Pere de Rretós, de Berga, que el guardián del castillo de Josa trajo él mismo a los annans cátaros que se encontraban allí. La razón es fácil de comprender : el señor de Josa del Cadí era también un adepto del catarismo.

Una deposición muy curiosa, recibida en 1238 por los inquisidores occitanos, nos revela las ramificaciones de la herejía cátara en aque- llas montañas, desde el condado de Tolosa hasta allí. E s la relación

Arnau de Castellbb: rIri super qriod in iofirmilate qua decessit fuit per diversos hereticos visitatus nc denium apud Costovarn mortuus hereticlis. Ipsuni quandanl "ice coinilem Castribatii avctoritate sedis apostolice qua futigimur in hac parte Lere- ticum fuisse pentencialiter iudicamus et aicut hereticuni condemnamiis, pronunciando in super ut ossa ipsius si discerni poterunt exliumeiitur e t procul de cimiteno fidelium eiciantur.~

Ermessendis : 'Cum in plitribus inquisitionum processibus, tam per ordinarios di. verso3 quam etiam auctoritate Sedis apostolice. faetis in Catalonia, super crimine hcretice piavitafis, repetiretur quod Ermesrendis. filia quaiidam Anisldi, vicecomitis Castriboui. eoniitissa Fuxensis fuit valde culpabilis in predicto crimine et de Iioc etiam validus clamor esbet, nos frater Petrus de Caderita et frater Guillelmus de Colonice, inquisitares auetoritate Sedis predicte duti super preffato crimine. ... ... ..., examinatis diligentes predietis testibus e t processibua e t habito eonsilio e t delibera- cione cum diversis sapientibus et ieligiosis "iris, requisito etiam consilio domino Aprilis, Dei giatia episcopi Urgellenris, quis eonsrat nobis per multas testes predic- tam Ermeesendem. comitissam, fautricem. defensatricem ac receptatricem hcreticorum fuissc et etiam pluries hereticas adorasse et diversa beneficia eis fecisse ac multos errores hereticos aeminasse et in super in infirmitate qua decessit per diversas here- ticos visitatsm fuisse, prabatur etiam, per plures testes. quod plures peñecti heretici suis credeutibus retulerunt quod eadem comitissa in manibus perfectorum hereti- corum decessit. Ermessendam, ... ..., hereticam fvisse et decessisse sententialiter iu- dicamiis et sieut hereticam candempnamus, pronunciando in super ut assa ipsius, si diseernit poterunt, exhumentur et procul de cimiterio fidelium eiiciantur..

m. A.C.A., núm. 1816, de Jaime 1. - In Baudon de Mony, ay. cit.. lleg. 16. f . 163.

[VI

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de Ramon Joan de Abia sobre un viaje de dos años que realizaron varios herejes con el fin de visitar a sus correligionarios.

E l testigo declaró que, después de haber asistido al concilio cátaro de Pieussa, donde más de cien personas se congregaron para decidir la creación de un obispado en el Rasés, se unió al catalán Pere de Corona, a quien califica de diachonus Cethaloniae, para realizar un viaje de inspección de los cátaros catalanes. Juntos fueron en primer lugar a Mirapeis, a casa de los hermanos Barba ; después pasaron a Quier, donde fueron recibidos en una casa muy grande en la que Arnau de Quier les presentó a Roger de Comenge. E l hijo de éste habló largo rato a solas con Pere de Coiona.

De allí pasaron a (La Tor de) Querol, y después a Josa del Cadí, donde, i n capite castri, fueron acogidos por el sefior del país, Ramón de Joca, quien les presentó a otros caballeros, también creyentes l. La relación nos proporciona un detalle curioso : durante la corta estancia del testigo allí, la esposa de Ramon de Josa, Timbors, dio a luz un hijo. Los herejes siguieron su camino, pasaron por Cervera y por Berga, y de allí se trasladaron a las montañas de Cerdaña, donde durante un año se aposentaron en casa de Arimu de Lagenlis. De su casa, iban a menudo a Terrida, donde los herejes obtenían abundantes recursos '. Entonces. se enteró el testigo de que el rey de 'rancia y el conde de Tolosa acababan de firmar la paz, y abandonó aquellas tierras para volver a su país

Desde hacía mucho tiempo Ramon de Josa era conocido en Cata- luña como adepto del catarismo. Documentación muy posterior, ya después de su muerte ", nos hace saber que el caballero Ramón de Josa, quod dicebatur recepta~tor, ocultator, defensor, fautor et credens haereticorunz, fue ya reconciliado por el cardenal P. de Benevento cuando vino a estas tierras en 1214.

Pero por lo que vimos su abjuración no fue sino otra medida polí- tica más de las efectuidas en Catalufia en aquella época difícil. Y así, en 1238, tanto Ramon de Josa como su esposa Timbors y hasta su hi- jo Guillem Ramon hubieron de abjurar nuevamente la herejía ante el obispo de Urge1 de Vilamur, y prometerle que no ayudarían más a los ancians cátaros o a sus creyentes, y que incluso les perseguirían. Así constó, por lo menos, en la. confesión que hizo Ramon de Josa, y en un documento público que estableció ante el inquisidor Pons de Pla-

1. aIbi viderunt eos Raymundua de Josn et alii milites sui c t familia qui adora- veriint ipsos hereticos..

a. -Unde habebant multa boua praefati haeretici.2 3. Doat XXIII, 260. v.* 973. 4. Archivo Capittilar de Urgel. Cartulario. vol. 11. fol. 21. doc. ndm. 68.

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EI, CATARTSMO EN C A T A I , U ~ A 93

nedis. Esto debió de suce'der poco antes del mes de junio de 1238,

época de la carta de San Ramón de Peiiyafort al obispo de Urgel, ci- tada en el párrafo anterior, en la que el santo barcelonés menciona a R. de Josa, qui pro negocio fidei molesti4as patitur.

Debió de seguir una época de disturbios por todas aquellas mon- faEas en las que, según una declaración prestada ante los inquisido- res de Tolosa 5 , contaban con bastantes herejes diseminados para ofre- cer un abrigo seguro a los misioneros cátaros. Han llegado hasta nos- otros ecos confusos de estos disturbios que Llorente nos ha trans- mitido, seguido, con ciertas discrepancias, por el historiador H. C. Lea '. Según Llore~ite, tenía nculto aprobado eii Urgel de Cataluña fray Poncio de Espira, matado con veneno en 1242.o Lea confirmaba este relato de un inquisidor asesinado, pero lo llamaba fray Pon5 de Espira o de Blanes, y lo identificaba al Pons de PlanedG, inquisidor, antes citado.

Siempre según Lea, siguió una violenta reacción por parte del ar- zobispo Guillem de Montgrí, y sus tropas tomaron las plazas fuertes de los señores que prote,gían a los citaros. Eti cuanto a fray Pons de Blanes, al que Lea le añade otro compañero de martirio, Bernat Tra- vesser, fue según el mismo autor " objeto de culto no sólo en ~ r g e l , siiio en Montpeller, adonde fue trasladado su cuerpo en 1262.

No hemos podido comprobar la veracidad de estas afirmaciones. E n todo caso es cierto que hubo disturbios, como nos consta por l;a demanda que, el 9 de agosto de aquel mismo año 1242, el abad' de San Juan de las Abadesas, Ramón de la Bisbal, transmitió al obispo de Elna, Bernat de Berga. Esta demanda, a la que accedió el obispo elnense, era al efecto de que reconciliase la iglesia de San Juan, po- luida por asesinatos cometidos por los herejes ',

No debió de estar ajeno a todo ello Ramoti de Josa, quien, una vez salvado el peligro, siiguió como antes, protegiendo en todas sus tie- rras la difusión o, cuando menos, la conservación de la herejía. Por aquella misma época el rey Jaime 1, el arcediano de Tarragona, y G. Vidal, representante del arzobispo Guillem de Montgrí, obligaron

j Doat XXIV. 189. 6. Historio de ia Inquisicidn, 111, art. 1, niims. 7, 8. 19. 7. H i r t d n de In Inqulrlcidw ex la Edad Mcdio. T . 11, pp. 197 a 2úO. Edici6n fran.

cesa de Salomon Reiaaeh. 8 Que cita s Ludavicus Paraino, Dc orlgllte et Progressu oficii Sanctiie ZFiquisi.

tionir, pp. llij y 177. 9. Ardiivo de la Catedral de Vich, caja 6, vol. 2014. - Archiva de San Juan, Ca.

ualars, 1 fol. 69. Citado por Pablo Parassols y Pi, Sav Juan d e lar Abndejnr , parte primera, cap. VI, pp. 83.84; g por blansalvatje, Coleccidn dipiomdtica' $el condado do B e s ~ l f i .

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a Ramón de Josa a presentarse ante ellos, en la catedral de Tarrago- na, donde, en vista de las pruebas que poseían, confesó alguna de las cosas de que se le acusaba. Acabó suplicando, con muchas lágrimas e insistencia, que se le perdonase ; puso su tierra en manos de la Igle- sia y del rey ; y volvió a prometer, a riesgo de verlos confiscados, que no permitiría la Iierejía en sus dominios lo.

Como se vio más tarde, estas abjuraciones y promesas no eran siii- ceras y se trataba bnicamente de subterfugios para salvarse. Los in- quisidores debían de poseer las declaraciones que conocemos y, como es natural, no le perdieron de vista. Cuando murió, corrió el rumor de que había muerto consolado por los cátaros. Su hijo y heredero, Guillem Ramon de Josa, segu$a sus pasos, protegiendo, ocultando, de- fendiendo y favoreciendo a los adeptos del catarismo.

Hacia el año 1256 se llevó a cabo una inquisición por tierras de Beriga, motivada por la enemistad creciente entre el obispo de Urgel y el conde de Foix Roger IV. Las pesquisas pusieron de manifiesto la gran difusión del catarismai allí, y de la protección que algunos no- hles de Berga daban a sus ministros. El inquisidor Pere de Tenes y el obispo de Urgel, con fuerzas armadas,eiitraroii por las villas d e Puigcerdá y de Benga, y la baronía de Josa, para proceder a diversas deten~ciones. Pero poco después el obispo de Urgel fué destituido por el papa, a consecuencia de diversas acusaciones, bastante graves, que contra él había formulado el capítulo de la Seo.

Entonces Benet de Rocabertí, arzobispo de Tarragona, se dirigió a (San) Ramón de Penyafort y a Pere de Santpoiis, prior de los domi- cos de Barcelona, para saber qué era preciso hacer con los herejes de Berga, dado que la sede de IJrgel continuaba vacante. E l santo con- test6 aconsejando que Pere de Tenes y su compañero en la inquisición, fray Ferrer de Vilarroja, fuesen personalmente a Berga y consiguie- ran de los nobles el abandono de la protección a la herejía. Lo restan- te, el santo lo dejaba al arbitrio de los inquisidores, recomendanao tan sólo que evitaran la evasión de los herejes y el peligro para el ne- gocio de la fe 'l. - Guillem Ramon de Josa debió de salir muy malparado de estas

pesquisas de la inquisición, ya que no tardó en ser citado ante el tri- bunal de Pere de Tenes y de Pere de Cadireta, para responder de su adhesión a la herejía, así como de la hereticalidad de su padre. Gui- llem Ramon no compareció, y envió en su lugar al oaballero A. de

10. Seguimos citando el docurncnto de1 Arch. Capitular de Urgel, in Dipiomntoria de San Ramón de Penyafort, publicado por Rius Serra.

11. Diplomatar<o Rius Serra, XIX y XX.

Lzol

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Joval, para que le defendiera. Por fin, el 11 de enero de 1258, los in- quisidores pudieron dictar su sentencia definitiva en el convento de dominicos de Barcelona, con la debida solemnidad que prestaba al ac- to la presencia del rey Jaime 1, del obispo de Barcelona y de Pedro de Montcada, Bernat de Santa Eugenia, Galcerá de Piuós, A. de Lers, Eiximén Peris de Arenós, y otros caballeros del séquito real. Los Josa debían de haber conseguido algún arreglo con los inquisidores ya que éstos, si bien condenaron a Ramon de Josa, como hereje y relap- so l2 a tener sus huesos desenterrados y quemados, Guillem Ra- mon '' y su madre Timbors recibieron la reconciliación y el rey no confiscó sus tierras '4

HEREJES E N EL ROSELLON Y LA CERDARA E N TIEMPOS DE JAIME 1

E l llano del Rosellón, tan cercano a los reductos cátaros de la ca- dena montañosa de las Corbiéres, pronto se vio invadido por la here- jía. La mayor parte de las familias rosellonesas se hallaban empa- rentadas con sus vecinas occitanas y la fusión de los feudos, las re- laciones comerciales y militares, habían establecido una comunidad tal de intereses económicos y espirituales, que era imposible distiguir entre una y otra de aquellas regiones.

El contagio debió de ser tan fácil que no es de extrañar, pues, que buena parte de los señores de la corte de Nuño San$, conde de Rose- Ilón, fuesen adeptos del catarismo, y participasen con doble ardor en la lucha contra Simón de Montfort y sus cruzados. Pero, en tiempos

12. s...Quia per famam. per propiam confesionem, per iristmmenta et testes suf- ficienter probatur quod dictus Raimundtts de Jasa fuit credena hereticorum. recep. tator. ocultator, fautor atque defensor, et in hiis pluries. ante mortem et in mortia articulo, relapsus. et in suis confessionibus fietus atque periurus, eundem Raimun. dum mortuum et indefeasum, seatentiando condempnamus fautorem, reeeptatorern, ocultatorern et cred'cntem hereticorum, fictum et periurum in suis confeesianihus. et in fautoriam e t heresim pluries relapallm, prapter que sententialiter dicimua et Sta. tuimus quod ossa eius de cimilerio fidelium erhvmentur et procul ab eeclesiastica sepultura iactentur..

la. De quien dice el mismo documenta : xquia. Iiabita deliberatione eum advoca- tis sibi coneessis. abtulit quaddam ipsius defensiones in scriptis, et eonfiten86nichil- ominus veritatem in hiis in quibus sibe idem, Guillelmus Raimundi deliquisse vide- hatur, pro eo absaliitionem et veniam poatu1avit.i

14. Archivo Capitular de Urgel, Cartulario, val. 11, fol. 21, documento antes citado.

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o6 JORGE VEN'IWRA SUBIRATS

de Jaime 1, coi1 las nuevas tendencias político.religiosas, todos estos señores fueron víctimas de sus ideas, y se llevó a cabo una represión tal de la herejía que turbó profundamente o incluso &esarrai:gó a mu- chas de las familias más importantes de aquellas tierras. Seguidameii- te estudiaremos las diferentes condenaciones de que hemos podido te- ner conocimiento, sin escluir, al contrario, la posibilidad de que, real- mente, hubieran sido muchas más.

El caso más sobresaliei~te de la época de Nuño San$ debió de ser Guillem de Xiort, su propio veguer, para la Cerdañ,a y el Coiiflent pribnero, y de la Cerdaña únicamente después. El z de marzo de 1236 Guillem de Niort fué condenado a la pena ae cárcel perpetua por el delito de herejía. I J ~ sentencia, pronuiiciada en Tolosa por el inqui- sidor Guillem ,'irriaud, era la culminación del proceso iniciado en 1233 por el arzobispo de Narbona Pere Amell, y contiiiuado por maii- dato, varias veces reiterado, del mismo Papa Gregorio IX l.

Su culpa había consistido, no tan sólo en ser cátaro -cosa que Cuillem de Niort reconoció, declarándose dispuesto a sufrir por ello la penitencia debida -, sino además en haber consentido que sus tie- rras se viesen infestadas por aquella herejía. Esta fué sin duda la ra- zón de que figurasen coino testigos de su: condena el abad de Sant Mi- que1 de Cuixá ; uncanónigo de Elna llamado Guillem ; y V., el pre- ceptor de la Casa de los Templarios en el Mas Déu '.

Hasta una fecha relativamente cercana a la de su condenación, Guillem de Niort figuró en las cartas otorgadas por el conde Nuño San$, como testigo de la mayoría de ellas. Así, por ejemplo, encon- tramos su nombre en la carta de privilegios de Vilafranca del Con- flent, otorgada en Vincá en 1218 ; o en la carta de diezmos otorgada al monasterio de Sant Martí del Canigó en el año 1219. Posición en- cumbrada que se explica -no se justifica- por el hecho de que, en 1218, Guillem de Niort se hubiera casado con Sanca, la hermana del conde Nuño. Y así resulta que, por las mismas fechas en que el con- de Nuño era excomulgado por el papa Honorio 111 (24 de noviembre de 1218) 3 , se convertía eii cuñado de un decidido partidario de la herejía cátara.

1. Potthast. 9204. -Xegirlrcs de Cre'goire IX, Ed. A u v n ~ ~ , Nos. 1284, 1165. 1166 y 1170. - Vease la 11.2 sección de este trabaja, dcdicada a 10s Castellbú.

B. Doat XXI, fols. 162.167, - Archivos Nacionales de Francia, J. 1. 19. f. 64. 3. Historiens dci Gouler, IX. 613.

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Otros varios secores occitanos, conocidos por su fidelidad al cata- rismo, poseían bienes en las tierras del Rosellón y la Cerdaña, ya fuese por herencia o por los usufructos que sus alianzas matrimonia- les les habían procuna'do. Sabemos que, antes de embarcarse para la expedición de Mallorca, el conde de Rosellón quiso estar seguro de que sus dominios permanecerían tranquilos durante su ausencia, y por ello firmó la paz con Pere de Fenollet. Es te señor había perdido sus dominios en Occitaiiia a causa de su fidelidad a la iglesia cátara ; dominios que Nuño San$, de acuerdo con el rey de. Francia, se había apropiado '. No obstante, Pere de Fenollet poseía aún diversas tierras yn el Rosellón, el Vallespir, el Conflent y e1 Capcir, desde donde,'pa- ra desquitarse de sus pérdidas en Occitania, había atacado y arra- sado algunas tierras del conde. Empero finalmente, ante la imposi- bilidad de recuperar su patrimonio, y con tal de conservar lo que le quedaba, renunció, en favor de Nuño San$, a sus derechos al viz- condado 'de Fenollet. Esto, por lo menos, es lo que podemos deducir del acta del I de junio de rzzq en la que Pere de Fenollet, para indem- nizar al conde Nuño de los perjuicios que le había causado, le cede, con la aprobación de su madre Ava, todos sus derechos en el señorío del Fenolledés 5 .

El señor de Termes, de quien la Historia Albigense, del monje Pierre de Vaus Cernai, nos dice que era un aviejo de mente deprava- da y hereje demostradoo ', se había casado con Ermessendis de Cor- saví, hija de uno de los principales señores del Rosellbn. D.e este ma- trimonio nació iin hijo, Oliver de Termes ', que durante largos arios fue compañero ae Jaime el Conqiístador '. Cuando Ramón de Termes cayó en poder de Simón de Montfort, y murió víctima de los malw tratos que le infligieron los franceses en los calabozos de C'arcassona, Ermessendis de Corsaví se volvió a casar, esta vez con Bernat Hug de Serrallonga, uno de los señores que en 1242 serían excomulgados

. 4. Histoire de Langucdoc, inf.0 111. 166. 5. Ibid. ; t. 111, prueba 189, p. 838, Ed. folio. 6. Hirtoria Albigensis, Ed. Guebin-Makonneuve, Vrin, París 1951. phrrafo n. 119. l. Archivos de la Abadia de Fontfreda. Manuscritos de Colbert, n. 2276. 8. Vd. sitio de hlallorca-en el Libre delr Feyts y . sobre cuarenta anos m8s tarde,

en el momento decisivo de la muerte de loa Últimos condes de Talosa, Anoles de Zu- rita, Libro 111. Cp. LXXIX. . ~

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g8 JORGE VENTURA CUBIRATS

por el inquisidor fray Ferrer, como enemigos de la Iglesia y parti- darios del catarismo '. Por cierto que el obispo que, de 1223 a 1224, tuvo la diócesis de Elna fue Arnau de Serrallonga, tío del menciona- do Bernat Hug, hecho que demuestra, cuando menos, la complicada trabazón de los hombres y las ideas en aquellos difíciles, tiempos.

Oliver de Termes, igual que los restantes señores faidits -despo- seídos de sus tierras por la cruzada - iba a menudo a Perpinyá. Los archivos del hospital de esta villa ' O contienen la carta dada por Oli- ver a este hospital el 4 de las nonas de marzo de 1225, por la cual, mediante un aureum por año, este señor se comprometía a no moles- tarles a ellos, o a sus valedores, sino a tomarlos, al contrario, &jo su protección. La carta indica, naturalmente, que Oliver de Termes se encuentra en guerra acontra otro señora, que el documenta no tie- ne necesidad de especificar.

La inquisición contra Bernat Ot de Niort, que ya hemos comen- fado, nos da un detalle curioso sobre una de las visitas efectuadas por este magnate cátaro a tierras rosellonesas. P. Grand, archidiácono de Narbona, declaró que un día, estando Bernat Ot de Niort sentado en la plaza de Perpinyá, vio pasar a un sacerdote llevando el Santo Sacramento, pero a pesar de que se le avisó, no se arrodilló ni' tan s61o se puso en pie, o hizo demostración alguna de respeto.

L a actitud de estos señores respecto a la Iglesia había de ser uii mal ejemplo para los barones del Rosellón y sus súbditos catalanes. Por ello la Inquisición, ya desde sus comienzos, hubo de desplegar allí inusitada, actividad. Como nos lo demuestra el título de Inquisi- dor de las diócesis de Narbona y de Elua que tenia fray Ferrer, y las varias intervenciones que tuvo el papa Gregorio I X en la inquisición de aquellas tierras.

En una carta fechada en Terni el 8 de~febrero de 1237, el Papa encargó ia su penitenciario, (San) Ramón de Penyafort, que absol- viese, bajo ciertas condiciones, y después de haberle impuesto una pe- nitencia, a Robert de Castell-Rosselló quien, habiendo sido condena- do por la 4glesia como hereje, quería volver al seno de ésta. E l caso de este señor era bastante grave ya que, además de ser hereje, se ha-

9 Hfst & Languedoc, 11, col. 411, inf.o 10. Pliego 11, pergamrno !U. En su madurez, Oliver de Termes, despues de haber

participado eficazmente en la revuelta de liencsvel y del conde Ram6n VI1 contra los franceses. se alib con el rey (san) Luis, a quien acampati6 eii la cruzada de Túnes y ayudó en la lucha contra sus antiguos a m i ~ o s citaros.

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bici escapado de la cárcel en que la Inquisición le detenía, y se había hecho fuerte en su castillo. Pero el rey Jaime 1 había intervenido en su favor y le había hecho prometer que, por el espacio de tres años, iría a servir con la hueste catalana que luchaba contra los moros de Valencia, cunz militibus quos, juxta facultales suas, habere potemt. Las condiciones eran que, si volvía a recaer en sus errores, perdería todos sus bienes, los cuales pasarían a pertenecer al rey 'l.

Esta reconciliación, conseguida de una manera relativamente fá- cil, si la comparamos con lo que sucedía más allá de los dominios del rey, no se realizó sin protestas por parte del obispo que entonces te- nía Elna, el enérgico Bernat de Berga. Otra carta que el papa Gre- gono IX escribió a Ramón de Penyafort el 2 de abril de 1237, cuan- do aquél se encontraba en Viterbo, nos hace saber que el obispo se presentó ante el Santo Padre para protestar del perdón concedido a Rohert de Castell-Rosselló, «ya que, dijo, había sido el cabecilla prin- cipal de los herejes de la diócesis de Elna y en su castillo habían te- nido su domicilio, por esta razón, todos los enemígos de la feo. Ade. más, había añadido el obispo de Elna, si el señor de Castell-Rosselló volvía a poseer sus tierras, tanta él, el obispo, como los testigos que habían declarado. contra el señor catalán se encontrarían en peligro de muerte. Por ello suplicaba que providere super hoc de' bita diligen- tia curarentus, y el papa, en consecuencia, anulaba sus órdenes de reconcíliación.

Cinco días más tarde, sin embargo, parece ser que había cambia- do ya de opinión, puesto que mandó nuevamente a su penitenciario que procediese a la reconciliación de Robert de Castell-Rossellb, aiia- diendo, eso sí, la condición de que ab eo, auctoritate nostra, exigas idoneam cautionem ne in posteru~n episcopum ve1 ecclesiam Elenen- rem nlolestet super decinzis el possessiaibug szrpradictis, es decir, unos bienes que aquel señor tenia en feido del obispo 'l.

- 11. Seshn la carta de Creporio IX dirigida al rey Jaime. Reg. Vat. 18. f. 226, a. X,

núm. 343. - Auvray, Registres, n. 3482. - Rayrn»lrdiana VI, 2, m. XXXIII. - Diplod motorlo Rius Serra.

Una carta concebida en terminos semeinntes fue dirigida también a (San) Rambn de Penyafort,.Bulloriun~ U.P. 1. y I<nymundiom, VI, 11, ap. XXXlV.

1 2 Cf., para la primera carta. Arch. Vat. Res. 18, f . ala, a. X, nhm. 6. Barcelona. Bib. Uuiv. Lumen domus, mss. A. 8. 1-16, fol. 9 bis. - Potthast, n. 10311. - Auvrag, REgirkes, n. 3584. - Roymundfona, 2, n. XXXVI.

Para la segunda, cf. Pottliast. 1037. - Raymuirdfona, VI, 2, XXXVII. - Azivray. Rs@rtres 2589. - Uicllarit<ri, O.P. 1, Di. Y ambas, tiaturilnlente, en Di#lo>nnt~rio Rius Sena. n<ims. X X X V y XXXVI.

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100 JORGE VENTURA SUBIRATS

El día 5 de marzo de 124.1 el mismo! Gregario IX tuvo que inter- venir en favor de un matrimonio rosellonés encarcelado por la inqui- sición. E l obispo de Elna, Bernat, y fray Fcrrer, el inquisidor de las diócesis de Narbona y de Elna, habían condenado a Ramon de Mallo- les y a su esposa por eI delito de la aherética pravidadn. Pero éstos habian alegado ante la corte papa1 que su condenación había sido ob- tenida a base de falsos testimonios. E l obispo de Sora, delegado apos- tólico en aquella región, cncargó una investigación a Pere d'ortafá, archidiácono del Rosellón, y a B. de Asterio, camarero del monaste- r iode Sant Miquel de Cuixá. Estos transmitieron sus resultados al cardenal diácono de San Eustaquio, juez de apelación designado por la Santa Sede, pero no pudo pronunciar su fallo, dado que no iposeia los datos de la inquisición ni el texto de la sentencia de los primeros jueces. As í las cosas, Gregorio IX enviaba al archidiácono de Besa- 16 y al sacrista de Gerona los registros del archidiácono del Rosellón y del camarero de Sant Miquel de Cuixá, con la orden de que obtu- vieran del obispo y fraile inquisidor las actas del primer proceso, y pusieran término a la cuestión. Como que los dos condenados ya ha- bian tenido sus bienes expoliados, el Papa. ordenaba que sc les propor- cionara de sus antiguas rentas los reciirsos necesarios para sufragar el proceso 13.

'Ramón de Malloles y su esposa Elena tuvieron suertc esta vez, ya que e1 archidiácono d e Besalii y el sacrista de Geroii,a los pusieron en libertad, p les devolvieron sus bienes. Pero su suerte no duró de- masiado. Unos tres años después, el 13 de diciemhre de 1244, el pa- pa Inocencio I V ordenaba desde Lyoii al abad: de San Juan de las Aba- desas que tomase las disposiciones necesarias para que el matrimonio de Malloles fuese de nuevo conilenado. E l Sumo Pontíficeañadía que había tomado esta decisión en vista de nuevos datos proporcionados por el obispo de Eltia ".

El testamento de Nuño San$, fechado el 17 de diciembre de 1241, un mes antes de su muerte 15, nqs proporciona el nombre de ot ro he- reje rosellonés condenado por la Inquisición en los primeros años de

13. Auvmy, Registres, 5406. 14. Berger, Regis t~es , 799. 16. Arcliivos Departamentales Piririeos Orientales (B 9)

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EL CATARISMO EN CATALUNA IOI

su actividad. Se t ra tade Bernat Guillem de Clairá, que parece ha- ber sido uno de los baroiies que juraron la paz y tregua de 1238. '' E31 testamento dice lo siguiente : l tem mando quod totum illum quod teneo et mnparazii uxor3 Rernardi Guillermi de Clairam, qui fuiti con- demnatus pro heretico, sit ilu arbitrio ecclesiae et si injuste empara- vi reddalur sibi: cunz fructibus quos ande percepi. 17.

Aproximadamente de la misma época, conocemos la sentencia con- denatoria contra A. de Mudahons, un personaje de las tierras de Nu. üo San$, cuyo nombre figura entre las subscripciones de la paz de 1217. A. de Mudahons fue también condenado por su compatriota Ferrer, el rosellonés de quien Bernat Guiu, el teorizador de la iilqui- sición tolosana, decía que había sido cual virga ferrea naalldans et confringuens '' contra los herejes cátarcs. Mudahons fue condenado póstumamente, y su cadáver lo exhumaron de la tierra bendita y lo quemaron después la .

E n la segunda mitad del siglo XIII la ,actividad de los inquisidores dominicos aumentó. Una inquisición masiva, efectuada en el Len- g u a d o ~ durante los aiios 1245 y 1246 por los franceses Bernard de Caux y Jean de Saint-Pierre, Iiabía revelado que la villa de Perpinyá se encontraba entonces llena de herejes autóctonos, quienes a menu- do sc encargaban de satisfacer las necesidades espirituales de sus hermanos de raza y religión de las tierras occitanas 'O.

16. G. de Clarinlto, D'AcliCry, Spicilegium, t . 111, p. 600. 17. Hrcordemos nquí que. en la terminología inquisitarial, ya desde el principio,

la denominacion de herético se reservó exclusivamentr a los adeptos del catarisino. Lo cual nada tiene de extraño para nquella epoca en que el rnitximo peligro lo coiis. tituiir este grupo religioso, la berejiir pur excelencia. Cuando se trataba de un val- dense, los registros ponen siempre buen cuidado en aüadir, adembs. la nclarncióu de valdenre, o culpable de vnldesla. Cf. J . GuIRADu, op. cit., 1, SU).

18. D o u u s , L'albigéisme al les Frdres Pdcheurs ii Nnrbonnc. 19. D'Ac~ltny, op. cit., t . 111, p. 588. - A.C.A. Pergaminos Jaime 1, n. 910. Ex-

tractamos, eii parte, el documento : Noturii sit ... .. quod czim. ego, pater Feneriur, ordilte izsretice praoifatir in tola provi+icia Narboltcnsi ... ... faccrcmr inquisitionem in dioceri Elnenri contra infectar tole criiiiinlr m e m o ~ a t i , iibacni A . de Mzit~cionibus pu- blicc do hererl diffamotum ipsumqz~e, daim viuereL hereticoi Pltrrics adcrasie, dicelido berisdictc ter flezir geltibus tinte iprer eisdem nirliilotni~tus rogando «t Deum 970 ipro pecolora orarent. ct ecinrn nb. aisdem hereticis paces urculum plt+rier accepirse et t rec ium equi S Z * ~ in fine uite suo eiurdcm Oro elenosinii reliquise ... Las ceremq. nias aquí descritas son todas típicas del eatadsmo.

20. Folio 1 0 , del manuscrito GO<J de la Biblioteca de Tolosa. Conferrlones @ Vo libro Louvagas;; fvakis Bornordi dr: Cnndo, tronrrripts in hoc libro urque ad C L X X I I folium; i tem n dicto folio et deincepr de yunrlo libro dicti frob'is Remordl. U n estudio profitndo de este msnuscrito habría de resultar precioso para la liistoria de la herejia en Cataluña.

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1 0 2 JORGE VENTURA SUBLRATS

E s posible incluso que est'a investigación, basada en parte en las inquisiciones anteriormente efectuadas por el catalán fray Ferrer, re- ~quiriese la presencia de testigos catalanes en los interrogatorios que se celebraban en Tolosa. Sabemos, por lo menos, que los interrogato- rios de Bernard de Caux provocaron una firme queja por parte de Jaime 1, quien protestó de que se obligara a sus súbditos a compare- ~ c e r ante tribunales situados fuera de las tierras catalanas. Esta pr* "testta del rey no debió de surtir efecto alguno, ya que el papa Iiiocen- 40 IV hubo de prescribir que se pusiera término a aquel abuso juris- diccional. E l 19 de marzo de 1248 el Santo Padre envió una bula a los inquisidores Peire Durand y Bernard de Caux, prohibiéndoles que citaran ante ellos a los súbditos del rey de Aragón 'l.

Se ve que sus disposiciones iio fueron puntualmente obedecidas por los inquisidores, y el rey se volvió a quejar, ya que el 6 de octu- bre del mismo izño el papa repetía al inquisidor o inquisidores del condado de Tolosa que no debían ni podían, en ningún caso y bajo ningún pretexto, citar, perseguir o conden,ar a los súbditos del rey

Y para remediar los problemas de orden eclesiástico que pudieran surgir, el 20 de octubre siguiente ordenaba al provincial dominica- no del reino de Aragón y a fray Ramón de Penyafort que, de acuer- do con el rey Jaime, enviaran dos frailes al distrito; de la provincia narbonesa sujeto al rey de Aragón, para actuar como inquisidores 23. E l mismo día, el arzobispo y los inquisidores de Narbona quedaban advertidos de esta disposición por medio de otra bula papa1 '".

La gran cantidad de declaraciones reco,gidas durante la vasta encuesta de Caux y Saint Pierrc sirvió de base para la multitud de procesos que, desde 1246 hasta 1258, pudieron efectuar los inquisi- dores del Lenguadoc. Y si bien la firme actitud del Conquistador li- bró a sus súbditos de los juicios en tierras de dominio francés, es se- guro que la evidencia incriminatoria que contra ellos se había acu- mulado pasó a poder de la inquisición catalana, de la que les sería más difícil escapar.

E n 1253, dos dominicos, B. de Tricallis Y P. de Puigserguier, qui dicebatur inquisitores haereticae prnvitumtis $70 rege Arago- num, hicieron arrestar y encarcelar a varios habitantes de Feno- llet, entonces todavía feudo del rcy Jaime. Sus inmediatos sucesores,

al . Doat XXXI, f . 94, v.0 95. Inbdita. 32. Pottliast, 13040. 33. Pottliast, 13057. - Ksglslres, Berger, 4156. - Diplo+nolnvio Rius Serra. 24. Registres. Berger. 4167. 28. El manriscrito 609 de la Biblioteca de Tolosa contiene unas 5.600. 56. Doat XXXIII. f . 93.

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FF. Pere de Tenes, P. de Rató y Pere Sedier, continuaron con las detenciones. E n 1256 , por orden de Tenes el veguer del rey Jaime se trasladó ad castrum d'Os, para arrestar a Bertran, primo de B. de Santon quien, en lugar de oiiedecer a la citación del inquisidor, había huído ; al no hallarlo, el veguer se apoderó del castillo que pertene- cía, por lo menos en parte, a este Bertrsu E n la misma acta, re- dactada por Pere Ripoll,. de Puigcerdá, notario del inqui<dor Pere de Tenes, habían sido convocados en Arbonel, en el Fenolledés, Ber- tran de Santon y su esposa Miracula ''.

Entre 1257 y 1258 , el mismo inq&idor Pere de Tenes dio la or- den de arresto contra algulen llamado Mir, taniquanu suspectum. et cuL&abilenz multum de Itaeresi, orden que fue llevada a cabo por el señor de Vivers ". E n 1258, P. de Serrabona, monje de Clairá, ayu- dó, durante cinco semanas, al inquisidor de Tenes : en su nombre hizo arrestar en Escolobra, localidad del Fenolle'dés, a un tal P. Au- ra, al que llevó a Vilafranca del Conflent, donde se encontraba el in- quisidor, que le hizo confesar su herejía 'O.

Varias otras personas fueron citadas a comparecer ante el inqui- sidor de Tenes, entre ellas el propio seüor de Escolobra, B. Bertran ; G. Mir y su esposa, ausente ; B. Faure del Mur, in vilfa seu castro de Fontcoberta, en el Fenolledés. E n Vivers y en Montfort, el mon- je iie Serrabona requirió de los respectivos señores que arrestasen a Joan y Arnau de Valertier, a G. Mir, y a muchos otros, que hasta entonces no habían podido ser hallados. E n el castillo de Fullá, el mismo religioso pidió a Ramon de Camp-Os, qui tanebat t z ~ m cas- trum pro Hugowe da Smiaco, que arrestase a cierto número de per- sonas que le designó oralmente, y que condujo después ante el iuquí- sidor en Vilafranca del Conflent 31.

Pero las capturas más importantes que hizo entonces el inquic- dor fueron, sin lugar a dudas, las de tres grandes personajes, R. San- ton, B. d'Alió y el señor del Vilar, llevadas a cabo, nos dice el regis- tro, cum magna turba ".

Del señor del Vilar no nos ha sido posible, hasta ahora, descubrir con exactitud cuál fue su identidad, y cuáles eran sus posesiones. Sa-

27. Dnat XXXIII, f. 91. 28. Doat XXXIII, f. 98. 29. Doat XXXIII, f . 89, v. 30. Doat XXXIII, f. 101. 31. Doat XXXIII, f. 108. 3'2. Doat. XXXIII.

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1°4 JORGE VENTURA SUBIKATS

bemos únicamente, por unas declaraciones posteriores al hecho rela- tado, que había sido muy po'deroso ya que, en tiempos de las luchas con -el rey de Francia, había ofrecido 500 hombres a Hug de Saissac para ayudarle a defender su vizcondado de Fenollet. E l nombre de Vilar era bastante corriente en aquellas regiones. Como posible indi- cio que ayude a descubrir la solución de dos problemas de la historia de aquella época, avanzamos la idea de que quizás fuera un descen- diente del Arnau del Vilar que Guilhem de Bergue'dá menciona en su poesía Eu non cujava.

Basándonos en el excelente trabajo del profesor Martín de Riquer, publicado en este mismo Boletín 33, nos ha parecido ver en dicha poesía. una semivelada aluslón al catarismo en la supuesta tacañería de Pere de Berga, nal esconder el pescado que había en su casa, cuan- de Arnau del Vilar fue a comer con élo. En primer lugar, no olvide- mos que Guilhem de Berguedá fue un adversario declarado del obispo de Urgel, y que el único amigo con. que finalmente pudo contar, fue el ya estudiado Arnau de Castellbó. Y en segundo lugar, recordemos un suceso que tiene analogías con el narrado por el trovador catalán : invitado en la ciudad de Albi, a comer en casa del comerciante Golfier, el hereje Guillem Pagan rehusó unas gallinas asadas que se le pre- sentaron ; ni siquiera quiso probar un queso que le ofrecieron. Acor- dándose entonces de que su invitado era cátaro, Golfier le hizo servir pescado, y entonces comió 34. Como es sabido, los cátaros anunca co- mían huevos, ni carne, ni queso, ni nada que proviniera de la genera- ción ; no querían ni tocarloo ". En cambio, permitían el uso del pes- cado porque, en la antigüedad, su sangre fría se consideraba como una especie de agua, diferente de la caliente de los demás animales.

Nos consta, además, que Arnau del Vilar, nuestro supuesto ascen- diente del herético señor del Vilar, que nos ocupa, tenía relación con, el condado de Besalú. E l 7 de las calendas de marzo de 1201 la ve- mos figurar como testi!go en la concordia celebrada entre Gombau de Resora y Ramon, prior de Santa María de Ridaura 3 8 . Y finalmente, vemos una alusión a un castillo de Vilar cuando, en 1232. el conde de Foix Roger Eernat, con el fin de acrecentar el número de sus vasa- 110s en Cerdaña, concedía en feudo,los castillos de Prullans 2 de Vi-

33 T. XXV, 1953. 34. Mrg. Dou~is, Les monurcritr dtc cli8leou d e Merville. Artnalbs du ,Midi, 1890,

p. 185. 35. BER~.AT Gum. P ~ a c t i c o Iliquiaitionis, 240. m. G. Mollat, Classiqzkes de I'his-

foire de Frunce au Moyen Age, Champion 1926.1921. 36. Mansalvatje, tomo XII y n. 9 de la Colección Diplomática de Bcsal~i.

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lar a Galcerá d'Urtx 3 r . Y, como veremos, la familia de Urtx, seño- res de Illa, estaban directamente empareiitados ,con uno de los incul- pados en el proceso inquisitorial que pasaremos a considerar.

Otro de los detenidos, B. d'Alió era, no dudamos en afirmarlo, el mismo que Bernat dlAlió, heredero de una de las familias más po- derosas de la Cerdaiia,. del Donesá y del Capcir. E n 1208, Pedro el Católico les había confiscado los vizcondados de Evols, del Donesá y del Capcir, para dárselos a Ramou Roger de Foix, de quien le in- teresaba la neutralidad en los sucesos de Urgel. De poca importancia entoiices para la corona de Aragóii, estas tierras ofrecían al conde de Foix la ventaja de unir sus posesioiies, y hacer un todo con ellas. Pero Bernat d'Alió y su liermano, Arnau de So, no tardaron en re- cuperar parte J e ellas y crearle con'flictos al conde de Foix. Pero éste, que deseaba tener las manos libres ,para tratar con el conde Nuño -que le exigía homenaje feudal por aquellas tierras, ahora esencia- lísimas por su situación fronterera-, firmó la paz con los hermanos Alió y So, y dio al primero la mano de su hermana Esclwmoiida 3 8 ,

c! 13 de enero de 1236, y le concedió el feudo perpetuo de los casti- llos de So y Querigut 39. Un año más tarde, después de haber reco- iiocido, de manera solemne, la soberanía del coiide Nuño sobre la for- taleza de So (30 de enero dc 1237) 4" dio a Arnau de So y a Bernat d'Alió los castillos y villas de Evols y Estavar, y toda la tierra del Doiiesá (2 de febrero de 1237) ' l .

Bernat d1AliÓ, esposo de la más ferviente adepta del catarismo entre las nobles occitanas, había secuiidado a Esclarmonda en la ayu- da prestada a los refugiados de Montsegur, el castillo que ella misma les habia entregado "'. Ahora su captura por la Inquisición tendría consecuencias incalculables. Todos los detenidos fueron llevados por los inquisidores a las cárceles de Perpinyá, donde Pere de Tenes pro-

37. Dnit, vol. 170, f. 1, Bib. N,at. de Paris. 38. Bib. Nat. Paris, ibid, f . 67. 39. Ibid, val. 112, f . 201d y 205. 40. Bib. Nat. Paris, cal. Dccamps, vol. 61, f . 155". 41. Daat. vol. 192, f . 194. 48. Durante el último asedio de Montsegur, e l castillo de So sirvió a los sitiadas

para a~ravisionarsa en trigo y dinero, que Bernat Ot de Niort, y Pon$ de Vilanova. señor dsl sequito del conde de Talosa, hahian colectado por toda la región. Junto con su Iieimano Arnau de So, Bernat d'Ali6 había dado la cantidad de 600 sueldos nielgorienses al mercenario catalan Corberó para que contratase a 25 catalanes que irían a reforzar la guarnicibs de la fortaleza cátara. Doat. XXIV.

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cedió a interrogarles. Bernat dlAlió y sus dos compañeros no tarda- ron en comprometer, con sus declaraciones, al vizconde de Fenoiiet, Hng de Saissac, que se encontró, por tanto, implicado en el proceso.

Hug de Saissac había tomado una parte destacada en la conquis- ta de Játiva, por lo que e l rey Jaime le recompensó con el lugar de E l Genovés ". Sus posesiones en tierras occitano-catalanas eran nu- merosas y, además, se había casado con Beatriu de Urts, de la fami- lia de los,señores de Illa. Su inculpación en el proceso motivó la in- tervención del rey. Según las declaraciones hechas más tarde ante la Iriquisición francesa por B. Sermon, señor del Besú 4n, el rey Jaime tomó consigo a Hug de Saissac a la residencia episcopal de Perpinyá, la Camrga, y allá, en presencia del inquisidor, le pidió que testifi- case con toda libertad en favor de la Inquisición ; a cambio, le prome- tió: la inmunidad total para él. Otro testigo, Bereniguer de Vivers, lo dijo más explícitamente : nEl rey vino a Perpinyá y se aposentó en la residencia que allí poseía el obispo de Elna, la Canorga, y allá, an- te testigos, exhortó, czhm blandis et a?tzicalibus verbis, al vizconde de Fenollet que dijese Ia verdad en el proceso de Santon y los demás, acusados de herejía ; y como que el vizconde se excusaba, ¿ie no po- derlo hacer, ya que podía con ello acarrearse grandes peligros para sí mismo, el rey se lo llevó a otra ala del edificio donde, en la gran sala, se encontraba el inquisidor P. de Tenes, y presentándole al vizcon- de le pidió que prometiese a Hug de Saissac la impunidad por todo delito en materia de herejía que hubiese cometido él, su padre o cual- quier otro miembro de su familia, i n persona vel 2n rebus, con tal que Hug testificara en el proceso incoado. E l rey prometió la absolución del vizconde, en lo que a confiscación de bienei se refería, y el inqui- sidor ratificó la promesa de impunidad ".

Hug de Saissac, por el mero hecho de ser hijo de Pere de Fenollet, hereje manifiesto, corría gran peligro de ver todos sus bienes confisca- dos, según era costumbre, por la autoridad real. L a oferta que se le iiacía era inusitada y debió influir en su decisiún. No sabemos cuáles

43. Coma se recordar&, todavía existe en J9tiva el lugar denominado Llocnou de Penallet.

44. Doat, XXXIII, f. 80. 45. Idem rez cu»n dicto Hugonr, corom dicto frotre conrtitt&tus, ?ogovit dillge>&ter

iprum fratrem qziod ipsi Hugoni de S ~ z i a l c h o Prmdttcret ct prestaret inzpuizitote>ir totiur delictt quod ipr- Hugo et frnfer e j u s val !nlius de ipriu gasere commirirrenl fn hereri, i n persona et i n rebzis duvii tomen de fncto dicti Snrttonir d i c e ~ e t veri tale~n, et ipre do~nine rez primo obsoivi ipsum H . pro sc et f r a h ejurdem.

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fueron sus declaraciones. Pero es seguro que debió declarar, puesto que no le juzgaron y, tres o cuatro días después, un lunes de septiem- bre de 1258, Santon y d'Alió comparecieron ante Pere de Tenes, el rey Jaime 1, los obispos de Lérida y de Barcelona, y multitud de ca- balleros, en la sala capitular del convento de los frailes predicadores de Perpinyá. Pere de Tenes hizo leer la bula de Inocencio IV insti- tiiyen,do la inquisición en el condado, y la carta del prior de los frailes predicadores de Cataluña que lo nombraba inquisidor, g después con- denó a R. de Santon y a B. de Alió A ser entregados, por crimen de herejía, al batlle de Perpiuyá, que les hizo quemar e11 una plaza de la villa llamada la Canorga ".

El suplicio tuvo, pues, lugar ante el palacio donde habían teiido su conversacióii el rey, el inquisidor, y Hug de Feiio!let. No pode- mos, claro está, saber con exactitud a qué se debió el interés del rey por las declaraciones del vizconde, que quizás obedeciera únicamente a su deseo de salvarlo. No obstante, tiene su interés proyectar los de- talles de este proceso contra el fondo de las disputas que, unos nueve años después, separaron al rey Jaime 1 del conde de Foix, respecto a la poscsión de las tierras confiscadas a Bernat dlAlió, por su crimen de herejía. Disputas que tanto llegaron a subir de tono en su carácter epistolar, que ambos magnates acabaron por prescindir del latín pa- sa continuarlas, casi a diario, en. el catalán de la época, casi igual a la lengua occitana.

Dos documentos del Arcliivo de la Corona de Aragón, que Baudon de Mony probablemente desconoció, nos hacen sabes que Roger Ber- nat de Foix, en 1264, sólo seis años después de los hechos relatados, intercedió ante el rev Jaime en favor de su primo, Guillem de So, hijo de Bernat dlAlió y de su tía Esclarmunda, para que el soberano ca- talán le devolviera las tierras confiscadas. Jaime 1 accedió, apor con- sejo y volunta'd de Pere de Cadireta, inquisidor de la herética pravi- dad», eii las,tierras de sus dominios. Y así lo comunicó desde Lérida, con sendas cartas fechadas el 5 de julio de 1264, dirigidas a Roger Bernat de Foix y a Guillem de So. A este último le hacía saber que le restituía en la plenitud de todos sus derechos civiles, militares y eclesiásticos, nonobstante lahe crimi?zs heretice pravitatis iw quam pater tuus prediclus incidit e t sentenlialiter extitit condempnatus, nec etiuim obstant'e quod Esclamnunda, water tua, lzeretica sit perfecta ... "'.

-.

46. Doat, XXXIII, f . 73. 47. A.C A. res. 7, Jaime 1, 2-13, f. 194.

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En cuanto a los vizcondes de Fenollet, como es sabido, continua- ron afincados en Cataluña, sobre todo en Illa, y son más conocidos cn nuestra historia con el nombre de vizcondes de Illa. Azuzados en 1261 por la Inquisic~ión francesa, se vieron desposeer legalmente de sus derechos al vizcondado de Fenollet. E n un memorial fechado en Illa el 19 de diciembre de 1261, Beatriu de Urtx, viuda de Hug,de Saissac y tutriz de sus hijos Pere, Bertran y Blanca, menores de ;edad, pro- testó del proceso que el inquisidor Pon? del Po,get aoababa de iniciar contra su suegro Pere de Saissac. Por otro memorial fechado el pri- mer jueves después de Navidad de 1261, Beatriu de Urtx protestó contra la reanudación de un proceso que, como decía, había sido juz- gada. ya en tiempos eii que las tierras de Fenollet dependías de la so- beranía de Aragón, y no de Francia. Pero entretanto, había mediado el tratado de Corbell de 1258 y, para colmo, había fallecido el .inqui- sidor Pere de Teiies. E l único testigo de importancia que le ,quedaba a Beatriu de Urtx era el rey Jaime, y suplicaba al inquisidor que fue- ra a interrogarlo a Montpeller ".

E1 2 1 de febrero de 1262, Beatriu instituyó como procurador suyo a su; hermano Ramon de Urtx, para que se opusiera directamente al proceso. Pero el inquisidor no le tomó en cuenta, como tampoco hizo caso de la apelación que, el 2 de mayo siguiente, ,Beatriu envió a la Curia romana. Entonces medió un intercambio de correspondenci,a entre ambas partes, y el inquisidor sometió a los testigos que la viuda de Saissac envió a Someire, más allá de Montprller, a unos interro- gatorio~ que poseen gran valor para la historia de la ejecución prác- tica del tratado de Corbell.

Se trataba ,de saber si el sistema empleado por Pere de Tenes, per- donando a los Saissac, había sido adoptado antes o después de la toma de posesión de Fenollet por los franceses. Si había sido antes, era le- gal, ya que el inquisidor de Aragón era el único que poseía jurisdic- ción sobreun vasallo del rey Jaime 1 : en el caso contrario, era ilegal, ya que el inculpado dependía del inquisidor de Francia, o su repre- sentante en Narbona.

Los hermanos de Urtx y su notario Guillem Caro1 hicieron cuanto pudieron por evitar la condenación de Pere de Saissac. Pero era pa- tente que había sido un cátaro ferviente ; que había asistido a menudo a sus sermones ; que había adorado a sus ministros ; que había reci-

48. Doat, XX&III, 1M-110.

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hido a cuatro de ellos, de dos en dos, que habían acudido para conso- larle in artículo mortis. Y así, eii diciembre de aquel mismo afio. 1 2 6 2 , el inquisi 'dor '~o11~ de Poget pudo declarar hereje al antiguo vizconde de Fenollet, y condenarle a tener su cuerpo exhumado y quemado 49.

Pere de Saissac se hallaba enterrado en la encomienda del Mas Déu, que pertenecía a la orden del Temple, cuyo hábito había tomado, kles- pués de separarse de sil esposa Girald,a. Allí fueron a desenterrarle los oficiales de la Ii~quisición, para quemar sus restos y esparcir al viento sus cenizas 5 0 . T,a mancha infamante que aquella condenacióii representaba para los Fenollet no la olvidaron fácilmente, y en 1309 el procurador del rey de Mallorca en el Rosellón, Pcre de Fenollet, nieto del condenado, 51 intentaba aún conseguir del Papa la revoca- ción de la sentencia ", cosa que probableniente no obtuvo jamás.

Dcspués de la firma del tratado dc Corbell, la InquisiciÓii conti- nuó con sus.procesos eti aquellas tierras. En 1260, los inquisidores domiiiicanos Pere de Cadireta y Bernat del Rac atacaron u i ~ a de las familias más poderosas del Cotiflent, los Vernet. Pon$ de Veriiet ha- hía sido nilo de los señores principales de la corte de Nuño Sanc. Su nombre figura, por ejemplo, en el documento del tratado de paz es- tablecido entre los cúnsirles de Montpeller y el sefior del Rosellón, el 18 de junio de 1231, y Pon? de Veriiet firma después del conde Nuño. Antes ya, en tiempos de Pedro el Católico, Pon$ de Vernet había aconipafiado al rey en sus actos más importantes allende los Pirineos, como fueron la cesióii del condado de Foriicalquier y el establecimien- to en Proveuia dc la procuradoría del conde Sanc.

Pues bien, los inquisidores aacababan de descubrir, con testimo- nios suficientes, que este mismo Pon$ de Vernet, había recibido en su casa, ocultado y frecuentado herejes, les había hecho favores y los había adorado por cuya razón constaba que creía en sus errores, si11 que hubiese prueba ninguua de, que hubiese confesado

40. Doat, XXXIII, f . 1221. 124, 50. Cf. MnuTi:NE et DURAS", Veteruni swtptorlim et docume.i~ioizii>i anipliriiran

roilectio. T . VII, col. 294. Idem, Iiistolre de Lnnpiedoc. cd. Privat. 51. D o n i i n ~ s P . d e 1:enoleto. awr? dlcti dorrii<ii P. de 1:e~ioielo. Daat, XXXII, 130. . . . . . 52. Doat, X X X I I I , f . 1-188. 53. Se trata, como sabemos, de la ceremonia del »icllioramenl. a adoracihn riinl

interpretada por algunos inquisidores, pero bien especificada por B. Guin en su Practica.

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o hubiese hecho penitencia por aquel pecado* ''. Con esto ya había bastante para que todos los bienes del mencionado Pon$ fuesen con- fiscados en provecho del tesoro real, "sin prejuicio de las medidas que la autoridad eclesiástica pudiera emprender contra los restos del caballero hereje, y de la mancha infamante que recaería sobre sus descendientesv, es decir, la imposibilidad de ocupar un puesto público en el gobierno.

Pon5 de Vernet había muerto hacía unos cuarenta y dos años. La condenación inquisitorial recaía, pues, sobre su hijo,Pon$ 111, que gozaba del más amplio favor cerca del rey Jaime 1, puesto que vemos figurar su nombre como testigo en casi todos los documentos de este rey fechados eii Perpinyá 5 5 . E l mes de abril de aquel año encon- tramos a Poli5 11.1 de Vernet ocupado en la compra de terrenos en Canamals y otros lugares de la Salanca para la construcción de un canal para sus molinos ¿le Torrelles, y el mes de abril si- guiente firmó un privilegio especial. para sus vasallos de Millars.

Teniendo en cuenta la amistad que sentía hacia él, y siguiendo su política antigua de protección a sus vasallos castigados por he- rejía, el rey le restituyó todos los bienes de su padre, en un docu- mento fechado en Barcelona el 14 de octubre de 1260, aeclarándolo, tanto él como los suyos, absueltos para siempre de la mancha iiifa- mante que les daban los crímenes lieréticos y la condenación de su padre. Pero el rey Jaime debía de estar necesitado de dinero, puesto que aquella restitución le costó a Ponq 111 de Vernet la suma de 22.000 sueldos de melguell, que tenía que pagar al rey. Esta suma era enorme y difícil de encontrar en el Rosellón o la Cerdaña de aquella época, aunque se tratase de un señor tan poderoso como aquél. Pon5 de Vernet se vio, pues, obligado a vender la mayoría de sus bienes.

E l 18 de octubre de 1260 le vemos ya vender a la abadía de Font. freda todas las rentas y derechos que poseía en Vingrau. Seis días más tarde, ano teniendo actualmente ni bienes muebles ni de cual- quier otra especie de los que pueda disponer, con la urgente nece- sidad de pagar al rey ... o los zz.ooo sueldos debidos por la restitución de los bienes de su padre el 2 4 de octubre de 1260 vendi6 por el precio de 22.250 sueldos barceloneses coronados sus derechos en Vernet. E l 8 de enero, por medio de una declaración fecha&

54. Archivo de los Pirineos Orientales, B, 10. 55. Cf. ALART. Pvlulldges o t titres. 66. Cunr non hnberem i>t prarenti mobilia ez quibus dictom pecrunionr valde ur.

genlem so lue~e possem ...

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en Perpinyá, los inquisidores reconocieron a Pon5 de Vernet, a quien por asu consejo y con su consentimientoa el rey Jaime y su hijo Pedro habían restituido todos los bienes de su padre, rtincluso aque- llos que éste había alienado desde que cometió el crimen de he- r e j í a ~ , la absolución de toda pena o infamia que hubiere podido recibir por el crimen de su padre ''.

Pero la familia Ver~iet había recibido un golpe tan fuerte que pronto desapareció de aquellas tierras. S u último documento allí es el que Ponc de Vernet, antes de abandonar el país, firmó para conceder a los hombres de Vernet el derecho al usufructo libre del horno y los molinos que aún poseía en aquella villa. E n 1261 le vemos ya permutar con el conde Ponc Hug de Ampurias, sus castillos de Millars, Taltaiill y Torrelles por la villa de Cadaqués, posesión del conde emporitano, quien vendió enseguida al rey por 133.000 sueldos melgorienses, estas nuevas a'dquisiciones en el Rosellón

Finalmente, conocemos todavía dos casos más de condenaciones por delito de herejía cátara en las tierras de la actual Cataluña francesa.

EL ESPOSO D E BLANCA DE ~ A R A M A N Y

E l 3 de abril de 1261, Galcerá de Urtx y Xatberta, su esposa, vendieron a Arnau, prior de Santa María de Serrabona, por 3.000 suel- dos barceloneses, todos los bienes que habían comprado a Ramón de Pompiá, veguer del Rosellón, en el vilar de Glorianes, en la adya- cencia de Saiit Joan de Arsós, y en general todo lo que habían adquirido en el terreno de Glorianes. La venta de estas tierras la había realizado Ramón de Pompiá por mandato expreso del rey, y en su nombre .. Por otro lado, Galcerá de Urtx era señor de Illa y de Bulaterranera, de Jac y de Estoer, es decir, de lugares situados junto a los bienes mencionados. Esto hizo sospechar al historiador del Rosellón, Brutails, que no fuesen productos de una confiscación por delito de herejía. E s muy probable que procedieran de los bienes del marido de Blanca de Caramany, señora que poseía bienes muy cercanos a los indicados. E l marido de Caramany, de quien ignora- mos el nombre, había sido condenado por los inquisidores. Un docu- mento conservado en los registros de notarios del Rosellón 110s

57. Archivo Pirineos Orientales. B. Eü. 58. ~ ~ O N S A L Y A T J E , LO? ~olides d e Ampuriar vindicados, pp. 116-118. In S. Sou~r-

pds , El5 bovons da Catoltcnyo, p. 86. 59. Aich. P. O.. n. 1, f. 19.

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informa de las discusiones habidas entre Ramoiia de Canet y Blanca de Caramany sobre la posesión de una obligación de 2.000 sueldos, titulo obligalion?~ dotis sue, sobre el diezmo de Baixás, que el veguer del Rosellón, Ramón de Pompiá, había confiscado por oherética pra- vidado y vendido luego a los Canet. Ya sabemos que la dote de las esposas católicas de herejes no sufrían confiscación ; por otro lado, debía de tratarse de los derechos conocidos con el nombre de decima visigótica, y, evidentemente, estos derechos legales de la esposa no se le podía11 confiscar.

Por fin, un documento fechado in obsidione Murciae, el 18 de febrero de 1266, nos informa de la entrega que el rey Jaime hacía al doncel Pere Pon$, señor de Paretstortes, de todos los derechos que habia recibido sobre los bienes de Ot de Paretstortes, condenado por hereje. Era el iiltimo de los seíiores herejes que quedaban de 10s que, en 12.17, firmaran la constitución de paz y tregua, en pre- visión de una lucli3 abierta con los c;iizados de Simón de Montfort ' O .

OTROS C.4TAROS CATALANES

Aun cuando, por razones más bien civiles que religiosas, 10s documeiitos conservados nos dejaríati entrever una mayor extensión de la herejía en determinados lugares, no hay duda de que ésta estuvo presente por toda Cataluña. Pero es cierto también que, en algunas regiones, el catarismo tuvo que desaparecer antes que en otras o, por lo menos, llevar una vida más subterránea.

PRI~~ZROS TIEMPOS DE S U UIPUSIÓN

Este parece ser el caso de la comunidad cátara del Valle de Arán. E l contagio había sido fácil. Nos consta que los comerciantes del sur de la Galia - vehículos de la herejía, como se recordará - se habían cstablecido un paco por todas las grandes ciudades de la

60. Cf. ALARF, PPivil+gcs e t titres, pp. 233 y 278, nota 2.

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El. CATARISMO I:N ~A'l '~l~.Llfi : \ 113

Península, mayormente, claro está, en los Pirineos l . Y si quedan testimonios más importantes de su existencia en ciudades como Pam- plona, Estella y Jaca, donde a veces llegaron incluso a formar barrios aparte, no hay duda de que ello es debido a la diferencia lingüística. Diferencia que era muy poca en las tierras catalanas, y absoluta- mente nula en el valle de Aráii, país de lengua gascona. Por eso no ha de extrañarnos, al contrario, la existencia de una comunidad cátara en esta tierra. Ed. Dulaurier afirmaba que el obispo del valle de Aráii, mencionado en la primera seccióii de este trabajo, fue sucedidoeii su sede diocesana por Ramón de Baimiac, hereje inencioiiado por las actas del coiicilio cátaro de Sant Félix de Ca- ramanh como uno de los árbitros de la división de las diócesis cátaras del Leiiguadoc. Cuando en tiempos de Alfonso el Casto se predicó la primera cruzada contra la herejia, las tropas del cardenal legado Enrico de Albano se apoderaron, en 1181, de la villa de Lavaur. Ramón de Baimiac, que se hallaba tras sus murallas, cayó en poder de los cmzados, que lo pusieron en la cárcel. Pero el obispo cátaro no tardó en convertirse al catolicismo, en el que progresó hasta el punto de acabar sus días como canóiiigo de Sant Serní de Tolosa 3 .

Quizás la conversión de su obispo diese al traste con la naciente iglesia aranesa ; iia'da sabemos ya más de ella, y cuando en 1250 el inquisidor Raniero Sacconi, que había sido obispo de la iglesia cá- tara en Italia, cscribiría sobre las coinuuidades supervivientes, no mencioiiaría para nada a la del valle de Aráii 4. Ello, bien es verdad, sólo demostraría que aquella iglesia iio tenía una vida pública, ya que, como veremos en las págiiias que seguirán, la herejía continuaba bien viva, aunque se. viese forzada a llevar una vida subterránea ; y si en Occitania ~er 'duró hasta entrado ya el siglo X I ~ , es indudable que en Cataluiiia pudo liacer lo mismo. Y es que, de todas formas, como dice el padre Dondaine, «no debemos olvidar que se ignora casi todo de los hechos del albigeísmo, sobre todo en lo que concierne a este período : que la miiiúscula diócesis del valle de Arán no nos haya dejado otros iiidicios, no puede sorprendernosn.

1. Cf. &~ARCELIX DEYOUXN~AUX, Le.7 FratzFals ea Espaglie our X I e . ct X l l e . sfd6les. Paris 1949. - Cf. J. LLaooh'osn, in Annoler d u Midi, 1958, pp. 223.230. y su biblio. grafia. 1

2. Citsdo por el padre A. DosDArxE, O.P., en Mircellonco Giovnnni Mercoti. t. IV. 1 ' / j / ' ~ ~ l K [

3. Cf. Ed. DULIUR~ER. Les alblgeois or, les Cothnres dti Midi de lo Frnnce. jri Cnbilicl hirtorique. a. XXVI, 9.i serie, t. IV, Paris 16%. p. 204.

4. RIIINEH~US SACCONIS, Suriirria de Cntkaris et Leonistis seu Pauperibur de Lugdurio, Martene et Durand, tomo V. col. 1759-1176, Thesaurus m v u s anecdolorum.

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114 JORGE VKWUXA SUBIXATS

El hecho de que una herejía autóctona perduraba en el país, antes de la cruzada de Simóu de Montfort, fue reconocido por las autori- dades, tanto civiles como eclesiásticas, de Cataluña. Así, en 1210, el rey Pedro el Católico ~romulgó una nueva constitución "ue repetía para los herejes las condenas de la de 1198. Por otro lado nos consta que, ya desde muy antiguo, las altas esferas de la sociedad catalana estuvieron en contacto con el catarismo activo. Declarando mucho más tarde ante los inquisidores, el caballero occitano Pere de Sant Miquel -miembro de una noble familia que fue fiel hasta el fin a la herejía -, decía quc cuando su parieiita Fizás, dama de compaiiía de Elionor, esposa del conde de Tolosa Ramón VI, y hermana del rey Pedro el Católico, tuvo que acompañar a su señora a Roma, se llevó consigo a algunos ancians cátaros. Por todas partes adonde iba en la ciudad eterna, Dama Fizás se hacía acompañar por los herejes que le llevaba su escudero Pere de Castlar y, cada vez que había de i r a la capilla del palacio apostólico para asistir a la misa papal, el mismo escudero introducía allí a un diácono cátaro quien, para la circunstancia, se vestía con un hábito de peregrino. Durante la ceremonia católica, Dama Fizás adoraba al hereje, es decir, efec- tuaba su mel l~o~nnzen t . Así, en el sequito de aquella princesa cata- lana, una de sus damas escogía el lugar más sagrado del catolicismo, la capilla papal, y la misa del jefe de la Iglesia, para renovar su negación de aquella Iglesia y hacer profesión de su fe citara '.

E n una carta fechada en Perusa el 16 de mayo de 1235, el papa Gregorio I X encargó al nuevo obispo de Vic, (San) Bernat Calvó ', y al prior de los dominicanos de Barcelona, que hiciesen una inqui- sición general por todas las casas religiosas del país, sin distinción de orden, sexo, o edad, para descubrir a todas las personas sospe-

6. La que cnipieza En rioln da Jssu Cltrisf. , Constilricio?rs de Cotholunya. tit. 9, lib. 1. ~ -

6. Dout, XXSII, 91.92. Citado por J . Guiraiid, ibid.. tamo S, p. 184. 7. Cuyo anlccesor, Guillcm de Tavertet (1195.1233) fue por cierto sospechado

de herejía por BEOV~UB (Anales Eclesirirticos) y H . C . Lea. para citar a los mas n a tables. Estos autores afirman que fue depuesto por la Shnta Sede como afecto e la herejía. Pero, dice Eduard Junyent, en su DiQlollialarl de Sost B s m l Colad: <Aqueata opinid, encara, s i b6 el P. Villanueva (Irioger, V I I . 25) la demostrAcani a invcrsemblatit, ha eatat asseverada per altres autors posteriois.~ Y m i s adelante, rEs veritat que l'eleeeib de Sant Bernat fou efectuada quau encara vivia el bkbe Guilleni dc Tavertet; perii aquesl darrer Iiavia resigna1 el chrrec en un viatge que fbu a Ranra.i Cf., no obstante, POTTRAST, 2876, y las citas que da.

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chosas de herejía. La consigiia dada por el Sumo Pontífice era de corregir rígidamente y reformar lo que fuera preciso "'.

Era el corolario normal de la bula que el 26 de mayo de 1232, el papa Gregorio IX había enviado al arzobispo de Tarragona. Cons- tatando coi1 dolor, decía el Santo Padre, que l a herejía había ya empezado a infectar Cataluiia, le ordenaba que persiguiera a los herejes, por sí mismo, o por medio de los frailes predicadores '.

Sólo tres arios después de su establecimiento en el Lenguadoc, éstos fueron los inicios de la Iiiquisició~i en Cataluña, casi tres siglos antes de su uniformización por Fernando el .Católico. Esta medida papa1 veiiía a coronar lo que hacía tiempo se preparaba ya, puesto que en las constitucioiies de paz y tregua de 1225 g 1x8, se declaraba ya : uDe esta paz excluimos a todos los herejes, y a sus iautores y protectores.. . »

No se puede saber coi1 certeza, pero sería bien estraíío que el legislador de la Inquisición, el doctor en derecho civil y canbnico, Ramón de Penyafort, no hubiera interveiiido para implantarla en su tierra natal. E l caso es que, el 7 de febrero de 1233, el rey Jaime promultgaba ante una asamblea geiieral celebrada en Tarragona, un estatuto de veintiséis artículos, redactado por el mismo Santo, en el que, de acuerdo con los prelados catalanes, se determinaba el mé- todo a seguir para la extirpación de la herejía. Menéildez y Pelayo, que ha publicado el texto de estas coiistituciones, liizo ya notar la semejanza que preseiitaban con los estatutos promulgados en el tra- tado de París !' : prohibición de la Biblia en lengua vulgar ; prohibi- ción a los sospechosos de herejía de ejercer empleos pGblicos ; inves- tigación por parte de un clérigo, enviado por el obispo, junto con dos o tres legos, designados por el batlle o veguer, para buscar por las parroquias a los creyenles y sospechosos de herejía.

Poco a poco, no obstante, los frailes predicadores se fueron im- poniendo y cuando, a petición del rey, Ramón de Penyafort suplicó a Gregorio IX que confirmara las ordenanzas reales de Tarragona, el papa, accediendo a aquel deseo que sin duda había provocado, confió ya la Inquisición al arzobispo de Tarragotia, primero el pa- riente del rey Espireg, y luego Guillem de Montgrí, junto mn los

I b i s . Arch. Reg. Vat. 1.8, f. 25, a IX, 60. Id. Diploictatorios Rius Scrra y S. Junyent.

B. RiQoll. B<illori?rri$ ordiiris I'raedicatorum, 1, i~fiin. 52 .18. Publicado por Riua Srrra cn su Di$lo+naterio.

9. Historio de los Iiateradoros españoles, apéndice 1, 715, 716. Según las ar- c h i v o ~ episcopales.

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1 1 6 JORGE VENTURA SUBIRATS

frailes predicadores "'Y A cstas medidas siguió la orden dada al obispo de Vic.

Por aquellas mismas fechas se había podido apreciar un recru- decimiento general de la herejía en todos los dominios del rey Con- quistador. Y es que Cataluña, país hermano de Occitania, se había convertido en lugar de refugio de todos aquellos que, perseguidos por causa de su religión al Norte de los Pirineos, se vieroii obligados a exilarse. Una investigación efectuada en Lenguadoc el año 1237, pone al

descubierto la gran cantidad de nobles cátaros refugidos en Cataluña : Radaon de Durfort ; Pere de Santa Coloma y su hermana Adalais, establecida en Cataluña de manera tan definitiva que, olvidando a su marido, Ponq de Castelló, tomó a Ramón de Lastors como segundo esposo y, cuando el primero volvió, vivió con ambos en nuestra tierra ; Jordá de Sant Féliu ; Guillem de Cessariac y su hija Gui- llema, exilados en Rosellón ; Pere Ramón de Cella Vinaria, mari- do de Guillema, después quemado por hereje en Carcassona ; Mateu Guit y Pere Roger de Cabaret, que se exilaron con Guiu Cap de Porc, y murieron en el exilio de Rosellón 'O . O el propio hijo del vizconde Trencavel, refugiado en la corte de Jaime 1 cou todo su séquito, en su mayoría hereje, como asimismo lo eran los garantes del pacto que Ramón VI1 de Tolosa y el vizcoude Tren- cave1 firmaron en Barcelona, el 17 de octubre de 1241, a favor de Jaime 1 l'. Sus nombres, Ponq de Vilanova, G. Fort y R. A. del Pech constaban a menudo en los procesos de la Inquisición lZ. La lista se haría interminable

9 Lis. Cf. Registres de Grégoire IX (Auvnhr-, 81. 4071). 10. Quizá. se trate del iiiismo Cap de l'orc mencionado en e i convenio de Mi-

Illau<l entic Hamóii V1. Pediu el Católico )- Alfniieo de Provenza. Aíios niás tarde, aparecer6 otro Criido Cnpud porcr, e quien Jaime 1 concederá 50 libras nielgurien. scs, altelrler multa et grata seniltía qtbe oliln *tobis tecistia. A.C.A. Rcg. 9. f. v?v.

11. Arch. Nat. Francia J . 816. publicado pur A. blorrNrrn e11 HIstoire de Inngl'e. doc. t. VIII, n . 343.

la. En especial, Ponc de Vilanova. Fue uno de los eucargados del aprovisiona miento de Montsegur; durante un año y medio protcgi6 en su castillo de Vilni$ova In Conitnl al obispo catar0 Guilabert de Castres, a quien pcrniitió predicar con toda libertad ; las referencias a s u nombre abundan en las registras XXI a XXIV del fondo Doat. Según el manuscrito latino 99!B de la Bibliokea Nacional de Paris, su esposa Algaria fue condenada a la cárcel perpetua e n el claustro de Sant Scriii de- Tolosa el 7 de octubre de 1'247.

13. ID Bouquet, Hirlodenr des Coriies, t. XXIV, 665. 5'11, 686, 591, 604 ...

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Como sucedería otras veces en la liistoria, Cataluña, país de frontera y de nuevos territorios por poblar, con nuevas tierras do- tadas de una libertad casi total, incluso en materia religiosa, atrajo a todos estos disidentes. Como bien ha hecho notar don Jaime Vicens Vives 14, alos capitales lenguadocianos se refugiaron en Cataluña ante la invasión de los francos a raíz de la cruzada contra los albi- gensesu. Repetidas veces surge en los documentos inquisitoriales la mención de capitales de la iglesia cátara trasladados a Cataluña '" para ponerlos en seguridad. Iucluso después de la toma de Mont- segur, la última fortaleza cátara, se indicaría que el tesoro de la iglesia refugiada allí había sido puesto a salvo por sus ministros y llevado a Cataluíia por Pere Roger de Mirapeix, uno de los defen- sores.

Por otro lado, la Iglesia misma animó esta emigración de los herejes hacia las nuevas tierras tomadas a los sarracenos. Ya hemos visto lo sucedido con Robert de Castell-Rosselló, cuyo caso no debió de ser único. Así nos lo haría creer el testimonio escrito del propio penitenciario papal, del legislador de la Inquisición San Ramón de Peuyafort. E n su carta de 1238 al obispo de Urgel, el Santo le acon- seja imponer como penitencia a los herejes la cruzada ultra rnare o en la frontera contra los sarracenos.

Era lo que acoiisejaba cn el caso de los que ayudaron a escapar de la Inquisición a Xatber fo da Harberano. Se trataba nada menos que de Jasbert de Barberá, el salvador de la hueste cristiana en Mallor- ca, el coiistructor del fonkvol que hizo posible la conquista de la ciudad. Señor inquieto, repetidas veces declarado hereje en documentos que, aparentemente, ninguna relación tenían con él '' ; expoliador de las tierras del monasterio de Sant Miquel de Cuixá ; defensor en 1222 de la villa de Perpinyá contra los Monstcada Esta era la carrera de Jasbert Barberá que tuvo, no obstante, la amistad del rey Jaime 1. Gracias a él, en 1246, obtuvo la absolución total de su herejía por

14. .hrolicia da Cntoluffa, 111, p. W. 15. Aunque em ntis frecuente llevarlos a Lornbardia. 16. Como la confesión del conde de Foix ante el obispo de Urgel, Pon$ de Viln-

iiiar; el ratidc lo coloca junto a otros, Rainztblmdiint de Gobareto (Cabaret). Roimun- <iiiiii Rogeriu+ii, Irnrnum de Tar i s , todas los cuales, dice, portquoni fuerunt de kererl rriiide+iip+mtl dluevsir loclr et temporibur. Doat, CLXX, f . laG. Hirtoire de Lnngue. do<, infol. 111, cal. 393. Castilla de Foix. caja 31. E n lo referente a Sant Miqnel de Cuix i , cf. Ibid., edición Privat. t . VIII. col. 1604.

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parte del obispo de Elna. Absolución que el papa Inocencia I V con- firmó, el 13 de enero de 1247, a instancias del rey Jaime, como dice expresamente la bula papa1 ". Jasbert de Barberá quedó libre de toda infamia o pena de exilio, peregrinación o cárcel. El rey Jaime le había pagado bien sus servicios en Mallorca 1 8 . Servicios que, por otra parte, compartió con todos los señores que allí llevó el conde Nuño San$, casi todos herejes le, como Pan$ de Vernet, Rabert de Castell-Rosselló Jasbert de Barberá, o criados en la herejía, como Oliver de Termes.

Lo mismo debió de suceder en la conquista de Valencia. Ya con- sideramos el caso de Hug de Saissac, y vimos al señor de Castell- Rosselló prometer que pasaría allí tres años con todos los caballeros que pudiese conseguir, según sus facultades. En el reinado de Pedro el Grande se 110s presenta el caso de la donación a Eudoxia o Irene Láscaris, de una alquería de Valencia confiscada a Guillem de Melió, condenado por herejía Tourtouloii basándose en el libro del repartimiento, ya nos dio una lista parcial de los occitanos presentes en Valencia, uburgueses, comerciantes, ariesaiios, que habían se- guido al ejército, unos como combatientes, otros para ejercer su

17. Publicada par Rius Serra, Di$lori?ntario. 18. Parcfe ser. sin embargo. que Jasbert de Barberh recayú en la Iierejia. En

1266, como \.asallo del viseande Pere de Fesioller. quien con sus castillos occitonoi protegía las tierras catalanas del Rosell6o. era señor del castillo de Queribus. Allá daba asilo 8 un grupo de citaros cuyo jefe era Pere Paraire -,ex diácono citero del Cabardcs. hacia 1842, y nhora del Fenolled6s- y que se reunían eu 13 cripta del castillo. E l rey <le Francia (San] Luis 1): tu1116 especial empeño e n apoderarse de dicho castillo. dc lo que el rey Jaime protestú en vano. Finalmcate. eracias a una enibascada que le tendi6 s u antiguo coiiipaiíero Oliver de Ternies. Jail,ert de BarberB se vio obligada a ceder su castillo. Ci. Hirloire de Lnngt~edoc, Privat VI, 86466. Hemos seguido, para el con?enido d e esta nota, al bcüar D. Koclie, iu L'E. ylisi Rumairre et les Cntltnrrs Albijieois, Pnris. Librsirie Wga. 1856. Nútrse, final. siente, que el castillo de Qiieribns es uno de los pocos que se nombran expresii- incnte en el tratado de Corbell 3c 1238. Es seguro que tras estos Iiechos violentos, y otras que niAs adelante coirsideiareiiios, se !ialla una de las razones primordiales de dicha twtado.

19. Excepto Jofrr de Rocaberti. 20. Citado por el señor Bofariill eii sii Hirforiu d e Colal«&?. Doc. in A.C.A..

kg. 40, fol. 58. No sabemos s i este Guilleni de Melif es el mismo que el Guillem de Snnt 3felió. probable familiar del secretaria dc Jainie 1, Pere de Sant Meli6, rnenciouao6 en el repartimiento d e Valenein. y por Tnnrtoulon. Joc>i,e 1 , 11. p. 668. Un documento del mifimo rey. firmado en 1.6rida el 31 de octubre d e 1257, vuelve i riieneionar s un C. da Sancfo Melione, a quirn autoriza a volver a capturar y a riie~reelai por si mismo 5 sil hermano Eyiirericils -de Soiicto M e b a i e , si i s t q se es. capara de la cartel en que se halla encnrcelado mcione prat7itutis. Si muriese en la cárcel, añade el dociiniento, nos ve1 nortri l i o ~ pourzi,nu.s vobir ve1 vertris penan, nliq~w'% ipfligelq. uel i9iipoeere liec gl<estiolie»i oliquanr facere ve1 demnnhnr contra 3 0 s uel bono uertro. A . C . X . Reg. O . f . 44. iii Huici, Diplornatnrie 11, p. 116, HCXXII.

91. Op. cit., t. 11, ibid.

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industria ... n E s posible que algunos de ellos fueran creyentes cáta- ros Un estudio comparado de los registros iiiquisitoriales y los libros de los repartimientos está aún por hacer, y es muy probable que revelaría a bastantes cátaros occitanos afincados en Valencia a'.

Hacia las mismas fechas notamos el incremento de la herejía en Andorra, que el conde de Foix abrió al establecimiento de los cá- taros fugitivos 23. Muy a menudo aparecen en los documeiitos inqui- sitoriales los nombres gentilicios de cátaros de Andorra, país donde el único gremio industrial fue, durante siglos, el de los paraires, o sea, el de los tejedores de lana del país, quienes, con telares ma- nuales, hacían toda clase de piezas - sobre todo aquellas tan esen- ciales para los peücs que los andorranos llevaban dentro de los zuecos - que los domingos ellos mismos iban a vender de pueblo en pueblo, de casa en casa, por todos los valles andorranos. Como recuerda el señor Esteve Albert ", hacia fines del siglo pasado toda- vía existían estos tejedores de mano y sus inevitables complementos, los xolladors. Los vellos que éstos cortaban se vendían a los molinos de Les Escaldes y, dice el señor Albert, il'aigua calenta natural d'aquests moliiis drapers era ideal per a rentar i afinar la llana, que els cardadors esfilagarsaven després i deixaveii a punt per a la fila- tura i el torn ; d'aquí passava directament als telers que hi havia a diverses cases de Les Escaldesn. Esto debía de ser aiin más cierto en el siglo XIII, y es seguro que los cátaros, tan numerosos e n el contiguo país de Foi'í, no debieron de desaprovechar este país ideal para el desarrollo de su industria preferida y de su religión.

Asimismo hallamos a los cátaros en Montpeller, ciudad que en aquella época poseía capital importancia entre las del dominio cata- lano-aragonés, por ser el lugar natal del rey, y un gran centro

32. Incluso en el siquita del orzobislia Pcre Amell, lo cual nada tendría de ex. traüo si pensamos que entonces, y auii citicricnta años despiies, el eatiirisrno eonta- rin coz?. adeptos entre las miembros de l a alta y la baja clerecia, como el abad de Montolieu, el arcediano de Carcassona. ... Cf. Guinru~ , ap. cit., t. 11, p. 295 y ss.

23. Origeri Iiistdrlch de la reBsÍbbir~ d'A?zdonn. J . Mvsferrer Arquirnbau, Pvre. Ln Vez6 del Montserru l , eny 1895, núm. 43, ari. IX. Citada por Miret y Sane, op. cit., 201.

4 Lo vrlln Andorra vista per Morrdir Civito. Barcelona, 1959, pp. 16-17.

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1 2 0 JORGE VENTURA SUBIRATS

c~mercial que los mercaderes catalanes frecuentaban. E n 1236 los ~ 6 % sules de Montpeller, .habiéndose enterado con dolorn de que los cátaros se habían refugiado en su ciudad, deseosos de hacer desapa- recer la mala fama que aquel hecho le daría, rogaron al arzobispo de Viena, legado de la Santa Sede, que combatiera él mismo la herejía. El legado informó al papa, y éste, en una carta fechada en Terni el 26 de febrero de 1237, le envió sus instrucciones. Gre- gorio IX le aconsejaba que vigilase los manejos de los herktlcos, y que los dispersara, arrestando a sus cabecillas principales. Final- mente, debía absolver de la excomunión a todos aquellos que, antes de la proclamación de la pesquisa inquisitorial, abjurasen espontá- neamente sus errores y diesen fianza de no recaer en ellos 15.

Con igual condescendencia se trató, en 1248, a los cátaros de Lerida. Era bajo el pontificado dc Inocencio IV, y este papa, refor- mador de la Inquisición, era partidario de medidas más eficaces que las hasta entonces empleadas. En una carta fechada el 25 de mayo, ordenaba al obispo de Lérida que proclamase la amnistía para todo hereje que quisiera volver al seno de la Iglesia, con tal que, con la debida penitencia, abjurara públicamente ante el pueblo, y diera las cauciones necesarias 'O.

El catarismo era antiguo en Lérida. Ya en tiempos de la cruzada de Montfort, hallamos una confiscacióii realizada en Besiers sobre los bienes pertenecientes al comerciante Bernat de Lerida, hereje. En una declaracióu hecha ante el inquisidor Guillem Arnaud, en 1235, el testigo Ramon Joan de Abia, afirmaba haber recibido, cinco años antes, la visita de Bernat de la Mota, diácono cátaro occitano, que venía acompañado del diácono catalán Pese Corona ; junto con ellos había ido a visitar a los cátaros que había en civitote que dicitur IEarda, Lérida, pues

Hubo quien se acogió, al pareccr, al pera611 ofrecido por el papa en la diócesis de Lérida, como nos consta por el acta de absolucibn de J. Espaeris, firmada por el rey el 27 de septiembre de 1257. Este hereje en cuestión había sido condenado por los inquisidores a la cárcel perpetua, pero había conseguido escaparse, y se había presen-

25. AC+RAY. Re,@strer. 3687. Fotthast, 10.9W. Cf. Hirt. de Lanpedoc. VI, 709. 26. BERGER. Registres, 3904. 27. Doat. XXIII. 2&.a7$.

E461

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lado ante la curia romana, donde el penitenciario papal, fray Ve- lasco, le había concedido la absolución ".

E n cambio, el mismo año, y unos pocos días antes tan sólo, el 30 de agosto, hallamos una confiscación llevada a cabo en la misma Lérida a beneficio del rey, por la misma causa de herejía. Este docu- mento posee la peculiaridad de que en él el nombre del hereje, con- denado por fray Pere de Teiies, y el canónigo de Lérida Guillem de Solino, ha sido omitido, en las dos ocasiones en que tenía que haber sido citado. Sólo nos consta que a petición de la clerecía leridana los inquisidores habían convocado a diversos testigos, quienes ha- bían declarado la hereticalidad de la persona no mencionada, di- funta ya

CIURANA, AMPURIAS, TARRAGONA Y OTRAS REGIONES CATALANAS

Testimonios sueltos y, desgraciadamente, aislados, nos revelan que también otras regiones catalanas conocieroii la herejía. Un do- cumento del 24 de septiembre de 1263, consistente en la donación de una finca que el rey Jaime hizo a favor de María ~ r o u s , madre de Joan de Arximbald, difunto, nos da eI nombre del antiguo propieta- rio : Berenguer Amorós, condenado y quemado por hereje ; todos sus bienes, que se hallaban en Ciurana, habían sido confiscados por el rey :'O. Pella y Forgas 3' dice que hacia 1224 el conde Hug IV de Ampurias hizo la guerra al obispo de Gerona a causa de las dis- cordias surgidas con motivo de los dominios episcopales en las tie- rras de su con'dado (Ullá, Foixá, la Bisbal, Báscara ...). uCon tropas albigenses refugiadas en Ampurias. 3 2 , Hug invadió estos domi- nios, y sus soldados cometieron en ellos multitud de atentadoso.

No vemos razón alguna para dudar de la existencia de estas tropas albigenses en Ampurias, máxime cuando recordamos la pre- sencia en el condado del célebre Bernat de Portella, defensor de Tolosa contra los cruzados de Montfort, y compañero de los cátaros Arnau de Castelverdun, R. de Quier y Arnau de Castellbó. E n cam- bio, no hemos podido hallar base alguna para la afirmación hecha por algunos historiadores sobre ciertos hi,ptéticos #restos de la here- jía albigense que había todavía en las montañasu en el año 1300.

'S. A.C.A., Reg. 9, f. 41". HGlcr, Diplomalavio, 11, 107. 29. A.C.A., Rrg. 8, f. 35, 1;. Hiiicr, Ihid.. 111, 92. 30. A.C.A.. Reg. la. f. 199~. BOPARULL; H i r t o r h de ColaluRo. t. 111. 81. Historia del Atnpllrddrr. Barcelona 18B, p. 607. 32. S. SoBnquPr Vrnar. Elr barcmr de Colalunya, Barcelona 1957, p. 84.

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12 2 JORGE VENTURA SlJRLKATS

Esta asever.ación se basaba Inicaniente en unas irases del 1'. Parassols y Pi, quien en sus trabajos Nyerros y Cadells 3% San Juan de las Abadesas 34, al referirse a las luchas sostenidas por Guillema de Montcada, la viuda del infante Pedro, hermano de Jaime 11, contra los obispos de Vic, decía : uella misma (Giiilletiia de Montcada) se presentó en la villa de Torelló (pertenencia de los prelados vicenses) acompañada de los partidarios del Conde de Foix, restos de la abo- minable heregía albigense que tenían trastornada la alta montaña con sus fechorías ...u =Al asociarse con los herejes, perdió la Mon- cada las simpatías de los que antes le favoreciera11.u

Esto era todo; y en las citas aducidas por mosskn Parassols (Zu- rita y Feliu) iio hemos podido hallar prueba exacta de la heretica- lidad de aquellas tropas en una épma tan tardía. Ello no es razón, por otro lado, para creer que la familia de Montcada no se hubiera contagiado de la herejía. Al contrario, dejando aparte la historia bien conocida del asesinato de Berenguer de Vilademuls por Guillem Ramon de Montcada, nos salta a la vista la excomunión, por su ,pro- tección a la herejía, de su hermano Gastón de Bearn, caso que no ha sido suficientemente estudiado todavía. L a rama bearnesa de los Montcada debió de continuar firme en la herejía, ya que en 1251 nos h'allamos con un Guillem Ramoii de Montcada preso por la inquisi- ción en Carcassona.

Debido a que, como dice muy bien el señor Sobrequés 35, «la ge- nealogía dels Montcada és molt enrevessada, la bibliografía és prác- ticament nnl.la i els vells genealogistes es contradiuen sovint ; la repetició de. certs patroiiímics, especialment el de oGuillem Ramonii, acaba d'empatxar la qüestióu. Este es precisamente el nombre de nuestro hereje, quien se halla mencionado, para mayor dificultad, eu el registro del notario de la Inquisición carcasonesa, consis- tente en unas notas breves, que sólo contienen los extremos más esenciales concernientes al inculpado.

Por ser prHcticamente desconocido, y por su brevedad, daremos integro el texto de su puesta en libertad, bajo fianza, el 2 de abril de 1251 ; y, con las máximas precauciones, avanzaremos la idea de que este Guillem Ramon de Montcada quizá cayera preso a conse- cuencia de delaciones subsiguientes a la toma de Montsegur :

Annu quo sz~pra, I l l l nonas aprili:~. R. Isarni ve1 de A l z m , D. Rogerii, R. Boneti, Ar . lordani, de Mossolinco, obligaverunt se

33. Mciilorins Reñl Aindeni in de Brenar Lelrnr, 111, pp. 568.564. 34. Idem, año 1814. 85. Op. cit.. 9. 124.

[481

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et sua, quilibet in soliduwz, sub pena L librartrm, pro Guillelmo Rancundi Moncnde innnurato, cui dala es,t licencia exeundi murum quando sibi inj~ingetur ve1 ntandabitur per dominen2 episcopu~n wel per aliibm, de mundato ejzcsdenz %,el vice ip~ ius ; et complebit et faciet idetn G . R . oninia et izand data et singula prefati domini episcopi. Testes P . de Raarre, Rer. íligon, et P . Ariberti, nohrizbs, qui hec scripsit 36.

La deposición del bergadán Arnau de Bretós, antes citada, al darnos cuenta de las jiras efectuadas por él, o por su hermano Pere, nos revela los nombres de otros cátaros catalanes. Así declara haber ido a buscar, hacia 1214, a un amid de allende los Pirineos, Pons Bernheno, de Puigvert, para que confiriera diversos co?wolaments por aquellas moiitañas. Hacia 1229, hablando de su hermano Pere, nos dice que efectuó en Josa su nze1ltora~nei:i para con Pere Corona y su compañero Guillem del Puig, ceremonia en que le acompañaron la señora del lugar, Timbors, su esposo Ramon de Josa, y además el hermano de éste, Pere. Durante la cuaresma de 1242, Arnau de nretós, que nos aparece ya como un ancid de pleno derecho, fue recibido diferentes veces, junto coi1 su compañero Guillem Catala, cn casa de un narbonés que habitaba cerca de Tarragona, en Vall- porrera. Recibió el melhornment de este amigo, de su esposa Fran- cesca, de su hermano Pere y de Arnau, empleado suyo, y de dos naturales de la regitn, Pere Girberta y Arnau Mestre. En sus ron- das por los montes de Cerdaña, Bretós también había visitado a otros catalanes cátaros, Pere dJUrgell, Arnau del Colomer, y Amell de Gorbit 3'.

Bretós frecuentó mucho las tierras occitanas, donde vivió algfin tiempo, en la villa de Ravat. Con el probable fin de ocultar su mi- nisterio, ejerció allí el oficio de barbero. Durante esta época las relaciones espirituales de esta especie debieron de menudear entre cátaros catalanes y occitanos. Los registros notariales de la Inquisi- ciOn de Carcassona nos mencionan otro caso parecido. E n su depo- sición del 16 de marzo de 1250, Na Fais &e Cornesán indica como ministro de su fe a Arnau Gili, que vivía en casa de alter Catalanus, de quien afirma ignorar el nombre, pero que por la declaración pres- tada por Guillem Sicre el día siguiente, sabemos era el de Ferrer, y el de su esposa Virgilia ".

36. La única ver que, según nuestras noticias, se publicb este docitmcnta, fue en Lrls Docwentr, ya citados, de Mgr. DouAis, t. 11, LXII.

37. Vease In 11.1 secci6n de este trabajo. 38. Douiis. Doctilrcetrtt. t . 11.

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12.1 JORGE VEN'TURA SUBIRATS

Las declaraciones de Bretós, antes citadas, no deben parecernos testimonios aislados sobre cátaros esparcidos aquí y allá. Especial- mente. en las tierras de los repoblamientos efectuados en tiempos de Alfonso el Casto. la extensión del cataricmo debió de ser mayor de lo que hasta ahora se había sospecliado. Y el caso de Ciurana, mencionado al principio de este apartado, nos parece típico. Caso único dunante un siglo, la muerte de Berenguer Amorós, coiideuado también a confiscación de bienes, podía parecer un hecho aislado. Pero unos documentos publicados en 1936 por el historiador J. Vincke (Doc.nmnta Selecta, Mutuas Civitatis Arago-Cathalaunicae et Eccle- siae Relationes Illustrantia, Biblioteca Ha1,mes de Barcelona) nos han revelado los casos de por lo menos seis cátaros más, propietarios debienes en las montañas de Prades y Ciurana, lo que, para aquellos tiempos y en aquellas regiones, es un indicio altamente significativo de la extensión que la herejía alcanzaba allí.

Con fecha 24 de abril de 1262 (A.C.A. Reg. 1 2 , fol. 35 v".), Jaime 1 concedía en i\Iontpeller al notario de la Inquisición catalana Bernat de Costa, atodas las casas, honores y posesionesa que perte- necieron a Periconi de Botzenig y a su esposa, fugitiuorz~nt pro heresi, tanto en la villa de Prades como en lagares circundantes.

E l mismo 24 de abril de 1262 (A.C.A. Reg. 12, fol. 36) el rey confirmaba las ventas llevadas a cabo por Ramón Andreu de Prades, seguramente batlle real, de todos los bienes confiscados a otros here- jes «en las montañas de Prades y Ciuranan ; herejes que el docu- mento no especifica, indicando únicamente que fueron condenados por orden de fray Pere de Cadireta, cuya figura y actuación como inquisidor se nos van perfilando cada vez más.

Pocos meses más tarde, el 4 de septiembre del mismo año, y hallándose ya el rey en Barcelona (A.C.A. Reg. 12, fol. 69) confir- maba la Joan de Tárrega la posesión de las propiedades que Pere de Segarra, condenipnatus racione lteretice prauiiatis, knía en Arbolí y las que Pere Catalá, condenado por la misma razón, poseía en el término de Cornudella. Dos días más tarde, el 6 de septiembre, el rey concedía a Guillem de Perpinyá todos los honors que Bernat Lorda, condenado por aberética pravidadr, poseía en el término de Arbolí y todos los bienes que Joan de Segarra, condenado asimismo por herejía, tenía en el término predicho de Arbolí, y que el rey bab6a confiscado. E l nombre de Lorda (forma occitana y catalana del Lourdes actual), seguramente gentilicio, pone de relieve una vez más los estrechos contactos que los herejes catalanes mantenían con sus correligionarios occitanos que, como ya acabamos de ver, resul-

[sol

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taban en la presencia de cátaros de Cataluña por dilersas tierras de Occitania.

MONTSEGUX

Pero donde hallamos en mayor grado la presencia de catalanes es en la fortaleza de Montsegur, Gltimo reducto militar del catarismo en tierras pirenaicas. Y esta es todavía otra prueba adicional de las estrechas relaciones entre los cátaros de ambas vertientes pirenaicas. A principios de 1244, los herejes celebraron uii concilio en Ravat, en el que decidieron huir de la región, ya fuese para reforzar la plaza fuerte de Montsegur, ya fuese para emigrar a Lombardía, donde los obispos y jerarcas de la iglesia cátara se iban refugiando. El tantas veces citado -4rnau de Bretós decidió unirse a los que intentaron llegar a Montsegur, pero por el camino cayeroii prisioiie- ros de la Inquisición.

No obstante, es indudable de que otros catalanes habían tenido más éxito que aquella tardía expedición. Eii 1242, entre los partici- pantes en el asesinato de los iiiquisidores de Avinhonet - organi- zado por el lugarteniente del conde de Tolosa, el navarro Ramón de Alfaro -, hallamos los nombres de Joan Catali g Rainon &e Cor. beres, de Balaguer. Y estos asesinos de frav Guillem Arnaud y de sus compañeros provenían ya de Montsegur 31.

E n la inquisición efectuada por el catalán fray Ferrer y su com- pañero fray Duran, después de Ia rendición de Montsegur, aparecen los nombres de los siguientes catalaiies : Joan Catali, ya mencio- nado, B. de Berga y su hermano MI. (Guillem?) de Berga. Entre los defensores, simples militares, la fortaleza contaba a muchos cata- lanes, cuyos nombres desconocemos. Pero nos consta que así fue, por las posteriores declaraciones de Bernat d'Alió y su hermano Arnau de So, quienes como ya sabemos poseían. feudos en Rosellón y Cerdaña. Estos caballeros hicieron todo lo posible por llevar refuer- zos al castillo de Montsegur : viveres y dinero, al principio ; armas y soldados, después. Hacia el fin de la lucha, intentaron aún hacer entrar a un grupo de catalanes, soldados profesioiiales al mando de un caballero catalán llamado Corberó. Estos Siltimos refuerzos no pudieron ya atravesar las líneas francesas, para reunirse con sus otros compatriotas que se hallaban sitiados. Quizás fuera también

38. Deposición de Fa!$, 1,ermaiia de Ot6 dc hlassabrac y Esposa de Guillieni de L'lanha, el 18 de marzo de 1244. En Doat, XXII. f f . 293-29Sva,

[SI]

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126 JORGE VENTUKA SUBIRATS

catalán el diácono Pere de Faris, que con su compañero Tornier confería consolamet~ts a los soldados heridos de muerte. Su nombre 110s recuerda el del caballero Ariiau dc Faris, eii casa de quien se celebraban los cultos cátaros de Castellbó. Y quizás también fuese él quien coiifirió la iniciación suprema del catarismo al catalán Pere Ferrer, el día antes dc la rendición, lo cual debió equivalerle, caso de vivir aíin, a una muerte segura en la hoguera que los sitiadores ya habían preparado al pie de Moiitsegur. Es, pues, uiás que pro- bable que entre los doscientos cátaros quemados en aquella ocasión, hubiera catalanes, cuyos nombres, no obstaiite, aún iio han sido puestos al desculiierto ' O .

Cuando la represión anti-herética se hizo seiitir coi1 demasiada fuerza en Cataluña, los cátaros catalanes imitaron a sus hermanos de Occitania, y se exilaron también a Lon~bni-día. E n enero de 1278, Pere Bauvila, fugitivo del Lenguaaoc por coin'plicidad en la muerte de los santos iiiquisidorrs de Aviiihonet, declaraba que en 1261 se trasladó a Italia. Allí, en la ciudad de Plasencia, frecuenló a los artci.a?is, y entre los que hacían cnmo él, citó a un tal Pere Peitaví, dc Tolasn, y a uii Fcrnicr Catala, o el Catalhn, que vivía con el primero. Más adelaiite, en su declaración, Bauvila declaró haber pasado catorce años en Pavía. Los jefes de la comunidad citara allí establecida eran B. Oliba y Pere Bo, que habitaban una casa alqui- lada por Pere, hermano de B. Oliba, y su mujer Ramoiia, origiua- rios todos de Fanjaus. Al lado de fstos la declaración nos mencioiia a Felip Catalh, otro diachontcs llaereticorum Cathnlorziae, cuyo her- mano moraba en Plaseiicia con Pere Peitavi, y se llamaba Ferrer *l .

Otra declaración, hecha en mayo de 1274 por Ramon Baussan de Lagarda, nos confirma en la idea de que hubo cátaros catalanes rrfugiados en Italia. Hablando de su estancia en este país, hacfa anos, Baussan dijo que iio había podido fijar su resideilcia en Apulia, como era su intención. Hubiera querido residir eii una casa llamada la Garda-Lonihart, que regían los ancians Poiis Boier de Saiit Roma y Ramon de ilndona, en la que vivía también el obispo cátaro de Tolosa. Vivíaii junto a buen nGmero de otros herejes. Pero tan sólo ocho días después de su llegada toda aquella comunidad de refu-

40. Doat, XXII, 108-966. 41. Doat, XXV, 300-303. Ctijur Iralcr mcralur Placenlir cnm Petro Piclauini, suo

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giados, tejedores profesionales en su mayoría, hubieron de huir pre- cipitadamente para Alessandría, porque el rey Manfredo los quería hacer arrestar. Y es que este magnate, en plenas dificultades con el papado, acababa de recibir unas cartas del inquisidor y el rey de .%ragón pidiendo que los eiicarcelara. Y es seguro que, si el rey Jaime 1 se preocupaba por los herejes en aquel caso, debía contar entre ellos a algunos de sus súbditos.

LOS ULTIMOS CONTACTOS E N T R E EL CATARISMO Y CATA1,UÑA. 1 : LAS LUCHAS CONTRA FRANCIA

E N TIEMPOS D E PEDRO EL GRANDE

A fiiies del siglo XIII el catarismo era prácticamente iiiexis- tente en Cata!iiíía, como religión or.gaiiiznda. Habían evolucionado las circuiistancias que favoreciero~i su aparición en el Occidente curopeo ', a saber : la aparición de una iiueva clase poderosa, la de los burgueses mercaderes, que veían su poder de expansióii limitado por las trabas y privilegios de los grandes terrateiiieiites, el mayor de los cuales era la Iglesia. Cuando esta iiueva clase se vio apoyada por los restantes terratenientes - los nobsles, que querían engrande- cerse a expensas de las tierras conventuales y episcopales - la here- jía había encontrado la plataforma económica que le permitiría pro- pagarse.

Esta situación había existido en Cataluña igual que en Occitania. Y, ademis, se había visto favorecid'a al coincidir con las necesidades de de la política de expansión allende los Pirineos que llevaban los reyes de Cataluña.Aragón '. Desaparecida la dificultad expansiva, con las dos grandes conquistas priiinsulares, transformada Cataluña, de un país eminentemente agrícola en otro marítimo e insular, los dos bra- zos, burgués y noble, al aplicar sus energías sobre las tierras conquis-

42. Doat, XXV, 163.144. l. Cf. CH,~III.BS P. BRU, iu SocíO1ogie du Cotaristtie Uccilris, parte %.* del volu-

nien Spirilunlibd de i'lrdrdsie: l e Catknr(srne. P.U.P . , 1953, dirigido por R. Nelli. 8. Esta es una de las razones por las que 106 ~ n a ~ n a t e ~ chtitaros de Cataliiña

fueron mayormente de las tierras pirctiaicas. . I T. -,: , fl ;,;T.. .-.- , .,, ;z] * 1 r? : . . >,..,

E531

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128 JORGE VBK'i'UXA SUBIXATS

ta'das, pudieron dejar eii paz las que, en la metrópoli, eran dominio de la Iglesia.

Esto, unido a la prudencia y tacto sumo de Jaime 1 y su coiisejero (San) R~amón de Penyafort, al no hacer rni~iircs de los herejes - los poderosos cuando menos- evitó lo que en verdad hubiera sido un desastre para Cataluña.

La situación en Occitaiiia era totalmente distinta. La represión de la herejía había sido y era impuesta por unos opresores extranjeros, los franceses. Pueblos y ciudades enteras habían sido arruinadas y semidespobladas a causa de la contienda político-religiosa ; no había muchas familias que no contaran, por lo menos, con un hereje que- mado o encarcelado, con la consiguiente pena de confiscación de bie- nes e imposibilidad de ocupar cargos plMicos para los parientes de segundo grado. Nada había venido a remediar la ruina económica que un siglo entero de luchas había causado en Occitania. La causa del catarismo, como le había sucidido otras veces en su agitada histo- ria de religión divergente se había coiifundido con la naciente soli- daridad de un país que luchaba por su independencia ; los burgueses de las villas occitanas eran, a finales del siglo xrri, decididos parti- darios -y únicos soportes- del catarismo, cuando éste, como orga- nización, era cosa del pasado en Cataluiia.

A pesar de la defección de una parte de la nobleza que, como Oli- ver de Termes, había acabado por jurar fidelidad al rey de Francia, !a herejía se mantenía bien viva entre el pueblo. Pero sus adherentes desesperaban de poder recuperar las posiciones que habían perdido, y ponían todas sus esperanzas eii un salvador que vendría a resolver- les sus dificultades. Y en sus reuniones secretas y sus conversaciones confidenciales, manifestaban su creencia de que este salvador vendría de la casa de Foix o de la casa de Aragón, que en tiempos de sus abue- los se habían eiicoiitrado ya a la cabeza de los cátaros de Occitania 4.

De todos, quien más gozaba de sus simpatías era el inhnte don Pedro, homónimo de su abuelo, de quien demostraba tener el valor y las tendencias transpirenaicas. Hacia 1257, nos dice la Histoire de Langt~edoc él y su hermano Jaime participaron en la última defen. sa de los reductos cátaros del Fenolledés, al lado, probablemente, de Pere de Saissac y Jasbert de Barberá. Así cabe suponerlo por la da- fación -incierta- que nos da la mencionada Histoire a una carta que dos representantes del rey francés -Tomás de Moiicelart y fray Juan

3. Cf. Tlzs rrredieval tirani~iiee. S. RtiNcIh~is, 3-s citada en la prililera secciúli 4. Cf. Doat, XXV. 77 y Guxnauo, op. cit.. t. 11. pp. 286-294. 5 . Tomo VIII. col. 1411. p. 467. Edición Privat.

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de la Trinidad- presentaron al senescal de Carcassona para infor- marle de que habían sido enviados a aquella región occasione invasio- nis sibi facte ab infantibus regis Aragonor.unz ve1 hominibus eorundem.

Del otro lado del Ródano, los provenzales le incitaban también, cuando todavía era infante, a combatir a los franceses basta haberlos expulsado de nostre lengatge for. Era por boca del trovador Paulet de Marsella, quien liacía el voto de que amparatl sien per el li faiditil de Proenp et ltonrat '. Y así era, efectivamente, tanto por parte del rey Jaime conio del futuro Pedro el Grande, que estuvo en contacto constante con el enemigo de la casa francesa de Anjou, Bonifaci de Castelhana '.

' P a r a acabar de centrar en él las aspiracioiies de los cátaros occita- tanos, el infante do11 Pedro uniría a sus cualidades el hecho de ser el marido de Constanca de Hohenstauffen, nieta de aquel emperador Fedcríco 11 cuyo socorro (seguramente imaginario, pero no menos real para los occitanos) les había prometido el conde de Tolosa durante el asedio de Montsegur '.

Por aquella época, la familia de Constanca se había convertido ya en la aliada de los cátaros italianos dispuestos, como es natural, a prestar apoyo a aquellos que les librarían de su mayor enemiga, la Inquisición. Ya vimos en la sección precedente cbmolos herejes de Cataluña y Occitania se habían refugiado en Italia. Allí habían ini- ciado una nueva existencia, y habían instalado sus talleres de tejidos, su industria y su comercio. Esto presupone, claro está, una situación favorable a la vida de la herejía, surgida al socaire de las luchas entre gibelinos y güelfos. E n las ciudades donde imperaban los primeros, los herejes veíanse favorecidos, y hasta los hallamos luchando, en 1268, al lado del príncipe C'onradiilo.

Y es que muchos de los magnates gibelinos eran también adeptos del catarismo. Citaremos, como prueba de lo que aquí afirmamos, los casos más importantes, basándonos en la obra del historiador francés Jean Guiraud, Histoire de l'lnquisition au Moyen Age, a cuyo apa- rato crítico remitimos al lector '.

6. E. Levy, Revrte des l a n p e r romanes, serie 3. VII, 274.288, Citado par F. Sol. devila, P e w el Gran, 1. E. C.

7. CI., para éste g los demis sefiores provenialcs. F. Soldevila, op. cit., t. 11. Bonifaci de Castrlliana. que tambihn era trovador, pedla en una d e sus coniposicio. =es que el rey Jaime fuera a ayudar a las desheredados, en lugar de liacer procesos

a los desgraciadas ... ( S e referiría a los procesos inquisitoriales? 8. Asi consta en Doat, XXIV. f. 165". en donde se indica que el conde habla

rogada a los de la fortaleza qliod tenereot urque Pascho, n o n comes Tholosae ve. niebot od portes irtos cum magno ruccurstr imperotoris.

9. Op. cit., t . 11, pp. 379 a 691.

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'3O JORGE VENTURA SUBIRATS

De 1260 a 1263, el partido gibelino de la ciudad de Rieti tenia como principal sostén a varios burgueses condenados posteriormen- te por creyentes, fautores y receptores de la herejía.

E n el mismo territorio de Roma, a fines de marzo y principios de abril de 1260, el papa Alejandro IV se veía obligado a movilizar con- tra un poderoso hereje de su territorio, Capello de Chia, a los podestá y capitanes de sus principales ciudades. Este contaba con la protec- ción nada meiios que del senador de Roma, Aiidaló de Bologiia.

Cuando la Santn Sede pudo contar con el apoyo de Carlos de. An- jou, la ciudad de Viterbo que, pese a haber siempre prestado ayuda a los papas, se hallaza infestada por herejes, y gibelinos, tuvo que pasar por el crisol de la inquisición. Esta realizó sus capturas, principal- mente, entre los nobles del campo, empobrecidos -como en Occita- tiia- por las divisiones de sus tierras entre numerosos coherederos que, queriendo rehacer sus patrimonios a expensas de la propiedad eclesiástica, o ganar en la guerra una nueva señoría, se habian agru- pado en torno a la casa de Maiifredo y Conradino. La represión fue tan dura que el propio Clemente IV, el 18 de agosto de 1265, hubo de ordenar que se pusiera coto a las exageraciones.

Lo mismo sucedió en la ciudad y coiidado de Orvieto donde, de mayo de 1268 a septiembre de 1269, se rcalizaroii unos sesenta y dos procesos contra herejes del país, sostenes importantes de la causa del joven Conradino.

Si éste era el caso en el centro de Italia, en el propio territorio pa- pal, la situación en Lombardia era aun peor. E l representante del rey Manfredo en Milán, Oberto Pallavicini, fue excomulgado por Ra- niero Sacconi, por fautor de herejía, dos veces consecutivas. Pero, protegido por nobles como el marqués de Este, el conde de Verona, Luis de San Bonifacio y por las villas de Mantua, Ferrara y Padua, coiisiguió que durante su dominio la Inquisición no pudiera actuar, y mucho menos pr~nunciar condenas severas por delito de herejía. La jerarquía cátara en peso se hallaba en aquella región y contaba con creyentes tan poderosos como la marquesa de Este, o Ezzelino de Ro- mano, vicario de los Hohenstauffen en Padua, Viceuza, Verona y Rrescia, hijo y cuiiado de patarinos, y hereje notorio, también.

P,arecida, si no igual, era la situación de los domiiiios propios de los Hohenstauffen, la Italia meridional. Tan pronto como tomó. posesión de sus tierras, el nuevo rey de Sicilia Carlos de Anjou, tan sólo seis meses después de la batalla de Tagliacozzo, empezó a tomar disposi- ciones para la inquisición eu Apulia, en los Abruzzos y en Calabria. E l año siguiente, el 12 de agosto de 1269, mientras realizaba el asedio de Lucera, dio órdenes a todos los oficiales del reino, que arrestaran

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y confiscara11 los bienes de unas cincuenta familias nobles, declaradas heréticas, (que habitaban en Nápoles, Collecasale, Acquapenilente, Guardia de Lombardi, Rocca Majinolfi, Melfi, Aiife, Veiiafro, Iser- iiia, Rieti, Foggia, etc.

E n 1270 nombraba un nucvo iiiqiiisidor para Calabria y Sicilia, en donde ordenaba que se confiscaran los bienes de los barones que se declarara herejes. Y, fiiialmeiite, sabedor de la presencia eii su nuevo reino de refugiados cátaros de Occitaiiia y otros países, ordenaba a «todos sus oficiales que arrestaran y entregaran a los inquisidores los herejes que habían liuido de las tierras confiadas a su inquisición, así como los que se liallaraii en Lombardía en otras partes de Italian. Debían buscar su paradero, y devolverlos a los países de donde ha- bían huído.

No iba, pues, tan errado el Saiito Padre Urbano I V cuando se qui- so oponer al casamiento del hijo de Jaime 1 con la hija de aaquella ra- za de escorpioneso, coino llamaba a los Hoheiistauffen. Pedro, infante de Aragón, con los derechos a la corona siciliana, heredaba la fideli- dad y el apoyo del partido cátaro, o patariiio, como así se le llamaba en Italia.

Las circunstancias que acabamos de relatar, son el fotido contra el cual, a nuestro modo de ver, se ha de proyectar la figura de Pedro el Grande, para poder bien comprelidex las causas que motivaron los su- cesos de 1271 de que nos habla Zurita.

Dice el croiiista aragonés l o que, habiendo fallecido .Don Alonso, conde de Tolosa, y de Puytiers, hermano del Santo Rey Luys de Francia, y la Condessa Juana su muger sin dexar hijos, el Condado de Tolosa y otros Estados quedaron al Rey Philipo de Francia ... Pe- ro el infante Don Pedro fue requerido por los de Tolosa, que se apo- derasse del Señorio de aquel Condado, y el hizo un gran apercibimien- to para esta empresa. Tenía ya apunto la mayor parte de la cavalle- ría deste Reyno, y la mas escogida gente de iguerra del, y avia deli- berado ir de manera que, aunque el Rey de Francia saliesse en per- sona a la defensa de aquel Estado, le pudiesse salir a dar la batalla con confianya de la gente de la tierra ... Estando ya para hazer su entrada enFrancia el Rey le mandó, que desistiesse de aquella empresa ... a

Zurita es el úiiico en afirmar este hecho, pero- debió de ser real, como ha sido universalmeiite admitido desde entonces, puesto que el S de octubre de 1271, el senescal de Carcassona, Guillem de Cohar- don, sin esperar las órdenes de su soberano, convocó a los cbnsules y

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1 3 2 JORGE \Uh IURA SUUIRATS

señores de Tolosa, para hacerles prestar juramento de fidelidad a Fe- iipe el Atrevido, cosa que todos los tolosanos se apresuraron a efec- tuar. E l senescal francés, para actuar con tanto apresuramiento, de- bió de tener notici2s del complot de los tolosanos para entregarse al infante catalán. Para el biógrafo de Pedro el Grande, el señor Ferran Soldevila ", caquest apressament a prestar el jurameiit de fidelitat a Felip 111 l'Ardit, havent-hi com hi havia qüestions de pocediment que haurien p o p t justificar l'ajornament fins a l'arribada de les or- dres reials i de la persona delegada pel monarca francés, no sembla indicar una decisió gaire ferma a favor de l'infantn.

Creemos poder aclarar esta duda del ilustre historiador catalán considerando el pasado y el marco familiar de los principales asisten- tes al acto antes mencionado, junto con el lugar en que &te se cele- bró, todo lo cual posee gran importancia como acto seguido pensamos demostrar.

Nos dice la Histoire de Languedoc que el senescal de Carcassona convocó a los tolosanos en el claustro de los Frailes Predicadores de su ciudad para hacerles prestar el juramento de fidelidad, una de cu- yas cláusulas era la apromesse de favoriser de toutes leurs forces l'extirpation de l'hérésien. Estos términos -tan importantes que en la renovación de. los juramentos, efectuada con toda regla dos meses más tarde, se volvieron a repetir- nos dan la clave de lo sucedido : el senescal esgrimió una vez más, de las muchísimas en que lo había sido y lo sería aún, el espectro de la persecución de la herejía, medio que ya había dado al rey de Francia su poder en Occitania. Por eso los convocó en un lugar tan insólito como el claustro dominicano. Los conventos de dominicos eran la sede inquisitorial iíe la época, no sólo en Francia y en Occitania, sino también en Cataluña la y en Italia, y probablemente en todos los países católicos. S r a una manera, por así decirlo, refinada de recordar a aquellos señores lo que les espera- ba si rehusaban obediencia al rey francés. Que no es aventurado su- ponerlo, y que hay sobradas razones para pensar que los nobles tolo- sanos podían temer las represalias de la Inquisición, nos lo demos- trarán las consideraciones siguientes :

La Histoire de Lawgtcedoc nos da como presentes en el acto del 8 de octubre a Sicard dJAlaman, Bernat de Comenge, Bernat d'As- tarac, Jordan e Isarn de 1'Ilha-Jordan, Jordan de Saissac y Arnau de Marquefave.

11. Perc e l Gran, 1. E. C. , tomo 11, p. 205. 12. Cf. 106 docuiiicntos (le las sentencias condenatoriai de las páginas prece.

dcntes. 13. Tomo IV. ed. infol. -

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E l primero de todos, Sicard d'Alaman, había sido ministro prin- cipal de los últimos condes de Tolosa. A su muerte en Milhau, el 27 de septiembre dc 1249, el conde Ramón VI1 le había instituido, junto con Bernat de Coinenge, ejecutor de su testamento y gobernador del condado hasta la toma de posesión de Alfonso de Poitiers. E l rey Fe- lipe el Atrevido 110 tardaría en confiarle, poco después de su toma: de posesión, la administración de los gastos del armamento de las luchas contra el conde de Foix, unas quinientas mil libras tornesas. Era, co- mo vemos, un personaje influyente y rico, miembro de una de las más poderosas familias burguesas de la región.

Pues bien, e n las sentencias contra los herejes pronunciadas por Bernard de Caux y Jean de Saint-Pierre, abundan los inculpados de la familia Alaman, condenados a prisión, infamia y confiscación de bienes.

E l 25 de agosto de 1247, cárcel perpetua en el claustro de Sant Serni, para P. d'Alanian. Misma pena, por contumacia, el 4 de no- viembre de 1247,para Bertran d'Alaman de Sant Germier qui libe- rauit tves hereticos captos, duxit eos et fuit credens hereticorum. Igual pena, condeiiados por contumaces el 2 de febrero de 1248, a Ponq d'Alaman, de Lescura, diócesis de Tolosa, y su hermano Ramon '&.

Estas únicamente en el espacio de un año y en un manuscrito in- completo de 12 páginas de las ciento que lo componían. Probablemen- te, pues, los registros inquisitoriales de la época conocían muchos de- talles más sobre la familia Alaman ". La Inquisición descubriría, así, en 1282, que Ermessendis, esposa de Joan dJAlaman, señor de Salelles-Cabardés, en la frontera con 'Cataluiia, era anciana citara le .

Podemos creer que el mismo Sicard d'Alaman no debía de tener la conciencia muy tranquila. La declaración de Pere Bauvila 17, que hemos citado en la sección precedente, nos lo comprender. Cuan- do aquel cátaro tolosano acababa de llegar a su exilio de Italia, se encontró en Coiii con uno de los asesinos de los inquisidores de Avi- nhonet, Bertran de Quiders. Este le contó que Ramon VII, por el intermedio de su hombre de confianza, Sicard dlAlaman, le había dado el dinero necesario para huir de Tolosa y que le enviaba, en su

. .

14. Manuscrita latino 99% de la Biblioteca Nacional de París. 16. Los Doctciiicnls publicados por Mgr. Dnusis proporcionan tanbien algunas

iudicios. 16. Doat, XXVI, f. 180-181. 17. De enero de la78.

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I34 JORGE VE'ITURA SUBIRATS

exilio, lo necesario para sus gastos 18. Bauvila le replicó, bromeando, que puesto que éste era el caso, preferiría vivir a sus propias expen- sas. Este caso, llegado aislado hasta nosotros, no debía de ser único y Sicard dlAlaman tenía, pues, razones sobradas para temer a la Inqui- sición.

De Jordan de Saissac tenemos más noticias directas de su herejía. En mayo de 1279, el inquisidor de Carcassona, el dominico Hug de Boniols, antes de comenzar sus pesquisas en la región de la Montaña Negra, proclamó que quienquiera que viniese libremente a acusarse de herejía ante él, S ~ Z ' E alias fuisset vocat,us ad colvfitendum sive non, sive celasset icienter sive igfloraltter, obtendría su completa absolu- ción, sin penitencia. Entonces se presentó Jordan de Saissac, desceii- diente del linaje de herejes que ya conocemos, y le hizo la confesión siguiente :

Cuando el vizconde Trencavel, en guerra contra el rey de Francia, ocupaba, en 1240, la ciudad de Carcasona, Jordan habitaba la villa- nueva que San Luis liacía construir en la llanura ; en casa de la mu. jer de Saissac que lo había recibido, se reunió con tres otros compa- triotas y juntos adoraron a dos ancians que se encontraban en la mis- ma casa, a los que prometió su apoyo contra la Inquisición y los fran- ceses. Durante el asedio de Montreal, había ido a casa de Bernat dlAzilla e Isnard para ver a otros dos ancian.s a los que oyó predicar en otra ocasión, para rogarles que dieran cl consolan~ant a un compa- ñero suyo, Guillem Lubet ; eii esta ocasión los había asimismo ado- rado. También en el mismo Montreal, en casa del zapatero Bricius, había ofrecido la misma veneración al ancid Pere Pollainli y a su com- pañero. E n Puiglaurens había también adorado a los awians en casa de un tal Villeta. Eii su propio castillo de Caucalieras había recibido a tres diáconos cátaros, Pere Capellan, Eimeric de Collet y Sicard Lu- nel, junto con el célebre obispo Guilabert de Castres, y los había has, pedado varios días, haciéndose así recefilator hereticoruna. Tuvo que ausentarse, pero los dejó allí al cargo de su batlle Ademar, pero vol- vió en diversas ocasiones para adorarles. E n la misma época en que asistía a las asambleas que convocaba el senescal de Carcasona, jun- to a los representantes de la nobleza establecida en el país, y como premio a su sumisió~i a la Iglesia y al rey de Francia l9 en su castillo

18. Doat, XXV. ff . 268-309. (Vldi t) Bertrandunri de Qtiideriir de Aui+8ione, fi igi- tií'lon PvoPter necein irrqirisitoris. perpeiraioin Airinioae, ct oudivit ezim jactatiten* re et diccnlem qimd doiirintir Romundus. comes l'olosae, el Sicardus Alniromzi, pro do, dedeml, ei pecuiiiom, iih recessu su0 de Tolosn, 81 portea rnirsrnt ribi pro 6%.

pensis SU{$ dum ezulnbat. IB. Bibl. Nac. de París, ms. latino 9998, f. 196.

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de Saissac se celebraban consolaments 'O . Esto ocurría un año justo antes de la muerte de los últimos condes tolosanos. Y unos quince afios después, en 1285, se celebraba todavía el consolament de su hija Jordana, esposa de Girard de Capendut, en presencia de su hijo y he- redero Jordan, y de sus otras dos hijas Alamanda y Joana, esposa del señor de Sant Maurici 'l.

En cuanto a Arnau de Marquefave, el especialista de la Inquisi- ción J. Guiraud lo coloca entre una larga lista de señores occitanos, perdonados por el rey San Luis, que habían tenido que rendir cuentas d[? sus actos a la Inquisición. Junto a él hallamos los nombres de Isarn y Jordan de 1'Ilha-Jordan. Nada más sabemos del señor de Marque- fave que lo conecte con la herejía, pero de los señores de Ilha sabe- mos, como indica P. Belperrou %', que usu familia contaba con ancians entre sus miembros, mientras que muchos de los otros eran creyentes o simpatizantesa. E n efecto, hemos hallado la mención '' de Guillem y Pere de 1'Ilha-Jordan, cálaros en 1243, y 1215, respectivamente.

Y en cuanto a los cónsules tolosanos de 1271, miembros de las fa- milias burguesas que, como ya antes dijimos, eran en esta época el soporte más seguro del catarismo, no hemos podido obtener su rela- ción nominal, si bien estamos seguros de que revelaría contactos a l n más estrechos con el catarismo.

L a aureola de patariniswzo que rodeaba a Pedro el Grande y, por extensión, a nuestra tierra, no dejó de surtir su efecto en el momento de su excomunión y de la sentencia de entredicho contra nuestro país. Un eco de la opinión que al respecto se formaban los pueblos de ultra Pirineos sobre aquella Cataluña, refugio de los herejes, nos lo da la cruzada de 1283. Un anónimo trovador del bando de los franceses promete a los patarinos de Aragón que al gran foc seran menat pres, Ico~~a rason es, / e gitad' al 7ren lor cenes 2 5 ,

Una interpelación que presentan ciertos manuscritos de la Cr8nica de Desclot 26 afirma que, cuaiido los fraiiceses tomaron Elni , prenien les ywaatges de Santa Maria e dels crtbciffkes e trencaven-les, e dehielz

20. Doat. XXV, ff . 108-111. El mismo documento afinde que mvehos liabitantes de la regi6n estaban afiliados a la herejia.

21. Doat. XXV, f. Z95. 22. 01,. cit., t . 11, p. 280. 29. La Croisode co*itre ler Albigecis et I'linion dzl Longuedoc d la Fralrce (1209.

124!7J. Paris, Plofi. 1948, p. 109. 24. Doat. XXIII. 96 y 162. SS. MAnTia ne RryuER, Un trovador valenciano: Pedro cl Grande de Arngbli. <Re-

vista Valenciana de iUologia~, 1. 1951. Dato amablemente comunicada por el propio señor de Riqiier.

2G. C ~ g o autor, por cierto. s i es exacta la sagaz deduccibn de su editar, M. Col1 Alentarn, parece ser descendiente d e loidilr accitanos.

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1 3 ~ JORGE VEN'I'LKA S T I H I K VI'S

que alló eran ymalges de palcritzs Otro ejemplo más de las ideas que debían de predominar eiitonces entre la opinión internacional, pero de las que sólo estos pocos testimonios nos han llegado para co- rroborar la base documental presentada en estas páginas.

Por el contrario, ha prevalecido otra opinión e n t r e los historia- dores acostumbrados a centrar en determinados héroes la temática de la historia- al efecto de que, en época de esta cruzad'a anticata- lana, el sentir de los pueblos occitanos era contrario a nuestro país. A la luz de lo escrito por los inquisidores, hombres avezados a sondear en lo más profundo el corazón de los hombres, podemos afirmar que, cuando menos, una parte de la población, la herética, conservó su rencor contra los franceses, y permaneció fiel, como era natural, a la veneración que siempre había sentido poq los monarcas de Catalnña- Aragón. Ya podía, pues, el conde de Foix, para las necesidades de su propaganda, aconsejar al rey Pedro que no se fizés e n Carcas- sds/ Ni Argenésl Ni e n Gascon, car m l'amen de res: el howlbre de la calle pensaba de otra forma.

E n 1273, un acusado había declarado ante la Inquisición que mu- clio le desagradaba el dominio de los franceses ; y que los clérigos y los franceses eran todos lo mismoo E n plena época de la guerra entre Francia y Cataluña, las actividades del anciá Pagés, probable- mente el único de aquellas tierras, realizaba multitud de conversio- iies en la diócesis iiarbonesa, sobre todo en la Montaña Negra, zona clave de la región lenguadociana.

De 1280 a 1285, los registros i~iquisitoriales nos revelan que en aquella región los cátaros poseían miembros en todas las clases de la saciedad. E n sus lisias hallamos la nobleza : la señora de Vilagli, e! señor de Aragón (una plaza fuerte de la senescalía carcasonesa), la señora de Salleles, varios miembros de la familia de los señores de Saissac (uno de cuyos casos ya hemos considerado), y el señor de Ca- pendut. Hallamos incluso funcionarios reales, es decir, franceses de origen, los propios castellanos de las torres de Cabaret que domina- ban uno de los principales pasajes de la Montaña Negra, por los que se &a de la senescalía de Carcassona a la de Albi, y varios de sus sargentos de armas. Incluso, parodójicamente, entre los amigos de la herejía aparece el procurador francés encargado de la venta de los bienes de los condenados por la Inquisición. Encontramos a diversos

27. M ~ r t i n de Riquer, ibid. Cvd?iicn, Desclot. IV, 149. Eaicidn k. Col1 i Aleritarn. 28. Martln de Riquer, ibid. Cf. igualmeiite A. JELNROY. Les ucob lor~ p7ouerr$olcs

rrlother d In C ~ o i r a d e nragonoise de 1985, Hor»elzaje n Menénder Pidnl, 111, pp. 77-88. 29. Doat, XXV, f. 48. 50. P~tbl icadas por J . Guiraixd, "p. cit. t . 11, pp. 284.502. Según Daat XXVI.

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mienibros del clero católico, que participaban en el culto cátaro como creyentes, y verzeraban a los ancians. Eran los rectores de Vilaglí, Ilhas, Cabaret, Aragón, Pradelles, Penriautier, Vilardonel, Vilarnos- tassó, un diácono, y otros miembros del clero subalterno ; un abad benedictino, el de Montoliu, y varios de sus monjes ; dignatarios del obispado y del capítulo de Carcassona, el arcediano mayor, etitre otros, que prometía pasar al catarismo y renunciar a la fe romana, antes de morir.

La burguesía también se hallaba representada, sobre todo por abogados, como Ramon Fabra, de Carcassona, como Esteve Jofre ; notarios, como Tari , y Guillem de Pieussa ; un profesor de derecho, Ramon Costa, y un jurisconsulto, Pere Guillem ; un médico, Pon$ de Vilaseca ; comerciantes, banqueros y muchos otros cuyo nombre no va acompañado en las listas por la indicación de su profesión. Y por fin, también figuraba el pueblo, entre muchos de aquellos que no tienen indicada la profesión, y otros que sí la tienen, como Joan An- geli, carpintero de Cabaret ".

Más cerca afin de Catalufia, frente a Andorra, en las tierras del propio conde de Foix, el sentimiento atitifrancés y proherético tenía la misma intensidad, si podemos juzgar por lo que sucedía unos diez años más tarde. Bernat Saisset, que fue obispo de Pamies (fr. Pa- miers) entre 1295 y 1312, interrogaba un día al caballero Bertran de Taix sobre cuál era la clase de persona que detestaba más, si los -clérigos o los franceses. Bertran respondió que los clérigos, porque ellos habían entregado el país a los franceses .".

LOS ULTIMOS CONTACTOS E N T R E EL CATARISMO Y CA- TALUNA. 11 : GUILLSM BELIBASTA Y SU PEQUENA

COMUNIDAD DE SANT hiIATEU.

Las tierras del conde de Foix, estudiadas en la sección preceden- te, precisamente a causa de los ánimos que la derrota francesa en los Pirineos había renovado, iban a conocer el Gltimo resurgir del cata- rismo en tierras de lengua de oc. Era a principios del siglo xrv, y

31. Xotamos también la presencia de iin Petrwr Andorrani, habitante de Carcas. sana. quizb -de nombre gentilicio.

32. Manuscrito 4030 del fondo latino del Vaticano. Véase la seccibn siguiente, nota 1.

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1 3 8 JORGE VENTIIR.+ SUBlXATS

la herejía cátara ya había perdido la batalla ea las llaiiuras íen- guadociaiias. Pcio en las montañas pirenaicas a:t111 quedaban rescol- dos de importancia. Dos hermanos, Guillem y Pere Autier, hijos de una importante familia de iiotarios de Ax dels Termas (fr. Ax-les- Tl1,erm.e~) decidieron expatriarse a Lombardía, sede todavía intacta del catarisrno, y hacerse iiiiciar eii la religiSn de sus antepasados. Volvieron de allí en 1289 y, dotados como estaban de una fe inque- brautable y unas iiotables dotes de organización, convirtieroii a gran cantidad de personas, llegaiido a tener más de treinta colaboradores en un radio de acción que iba desde Ax y Ussat a Fois y Tolosa, el alto Lenguadoc y el bajo Carcin (fr. Quevcy) al oeste, y al este hasta Limós, las altas Corbieres, el Capcir y el Fenolledés.

SU historia nos es conocida, hasta el más mínimo detalle, gracias a los descubrimientos llevados a cabo, en el siglo pasado, por Charles ittolinier, en las bibliotecas de Italia y el Vaticano ' y que vinieron a completar lo que ya se conocía por otros manuscritos de la Biblioteca Nacional de París y el Liber Sententiarun~ lnquisitionis Solosame, publicado por Limborch. Posteriormente, el interesante estudio que Mgr. J . Vidal Iiizo de estos documentos ' aclaró considerablemente este episodio de la historia del catarismo.

Como jefe de esta iglesia rediviva se nos aparece) Pere Autier, de bastante edad ya eii el momento de iniciar su labor misionera. S u in- fluencia era grande en la región, taiito por la posición social de su familia, como por sus relacioiies, como fueron el senescal del conde de Foix, Arnau de Castelverdun y el señor del castillo de, So, en el Donesán, Simó de Barra, a quienes confirió el consola?i?.ent. Una cu- riosa declaración contemporánea nos haría creer que, poco antes de morir eii Tarascón el propio conde de Foix, Roger 111, mandó llamar a Pere Autier para que le confiriera el consolament.

E l sábado 3 de marzo de 1302 recibió mensaje de presentarse en

1. Manuscrito 4030 del fondo latino del Vaticnilo, con las actas del tribunal agamiensc de la Inqtiisicidii. In CIinxLss ~~OLINIEK. Arcliiues des Missimis Scientl. f t q ~ e r et Littdvaireí, t . XIV, p. 133.

a. Ms. latino 4260, que contiene las registros de Jofre d'Ablis, inquisidor carca- sonés.

3. Les dernierr wiinirkes de l'albig.birs~z en Laflgriedoc. Remie des Qtrertlo+is Hlrto~iquer. enero de 1806. - Doctrlne el nfovale des deni ierr ?rrlnistl'er albigeofr, ibid. año 1909.

4. Ms. 4030, f . 156 D. Este Caatelverdúu era descendiente directa del otro Cas- telverdhu, amiga de Ainau de Castdlbb, lo cual representa uu sigla de catarisino en el seno dc la misma familia.

6. Segiin la declaracibn prestada ante las iuquisidores, en 1311, por la cátara Sibila d'Arquee, que afirmd habcrlo eahido por hocs del propio Autier. Me. 4030, fol. .3U6 B.

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El, CATARISMO EN CATALUNA I39

el castillo de Tarascón, de donde el conde de Foix moribundo le man- daba llamar. Pere -4utier acudió a toda prisa, y le confirió la supre- ma ceremonia cátara.

Monsefior Vida1 dudaba de la realidad de esta afirmación, adu- ciendo que, hasta su muerte, nadie había dudado de la ortodox'ia de Roger Bernat : «Elle parut inattaquable aux prélats, aux moines, aux seigneurs, & la foule, qui firent au défunt comte de magnifiques iiinérailles, datic llabbaye de Boulbonnea 6 . Además, como también decía Mgr. Vidal, durante la ausencia en Italia de los Autier, no ha- bía vacilado en confiscar sus bienes cuando fueron condenados en re- beldía ?.

Todo ello es cierto, pero no olvidemos que el conde era también el descendiente directo de una familia totalmente adicta a la herejía, y los casos de los restantes señores occitanos, sólo católicos en apa- riencia, nos deberían hacer meditar. Finalmente, y como ejemplo más curioso, recordemos lo quc sucedió en Italia en 1280 con Armanno Pangilupo, piadoso personaje de Ferrara, que durante años había si- do motivo de ejemplo para sus conciudadanos, con sus penitencias, sus ayunos, sus oraciones, su buena vida y su devocidn a la Virgen. -4 partir de su muerte, la multitud acudió en masa a la catedral, en donde estaba enterrado, para venerarle como a santo, y corrió el rumor de que realizaba milagros. E l obispo de Ferrara inició su pro- ceso de beatificación, yara el que varios sacerdotes, que le habían co- nocido, viiiieron a testificar, ante notario, de la certeza que poseían de su santidad. Poco después, empero, la Inquisición reveló que Pan- gilupo era un cátaro activísimo, conocido por ella desde 1254, cuando lo arrestó en su propia ciudad de Ferrara '.

Sea lo que fuere, lo cierto es que la mayoría de los conversos de Pere Autier la formaban los pastores y campesinos de aquellos valles pirenaicos, a quienes la profesión notarial de Pere Autier, tan impor- tante en aquellos tiempos de ignorancia, les infundía respeto. Pero el mismo éxito que obtenían, fue la ruina de Pere Autier y de sus dis- cípulos. El inquisidor de Tolosa, Bernat Guiu, decidido a acabar con las actividades de aquel grupo que le inquietaba, iio reparó en medios para destruirlo. Y el 10 de agosto de 1309, a cambio de la recompen- sa ofrecida por la Inquisición, el jefe cátaro fue delatado por un trai- dor a su causa, el abogado sin pleitos Pere de Luzenac. Muchos de

6. Cf. Histoire de Languedoc, IX, 232 ; X, i a l n X, D. 51-53. Ed. Privat. 7. Ms. 4269. f. 7 B : Gen te s comitis F l d occupnbnnt et mpplicobant sibl bono

Pvtn el GsilllcLn<i pracdictorri>it Laeret icorzm. R . MURITORI, A?ilig~&itntcr Itnlioe, col. 121, 130 y 131.

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sus creyentes fueron arrestados coi1 él, y los iuquisidores, después de un interesante proceso, lo condenar011 a la hoguera, en donde pe- reciÓ,el 9 de abril de 1311, afirmando que si le dejaban predicar to- dos los presentes sc convertirían. Sus creyentes y colaboradores CO-

rrierou una suerte parecida. Monseñor Vida1 calculaba que la Inqui- sición pronu~ició quinientas sentencias en este caso, entre las cuales se contaban treinta personas quemadas, sesenta muertos exhumados, veinte casas arrasadas y el resto eran penas de cárcel, porte de cru- ces, peregrinajes, etc.

Estos procesos marcaron la ruina definitiva del catarismo. En el solio episcopal de Pámies había tomado lugar el enérgico Jaume For- nier, el futuro papa Beuedicto XII, quien se propuso no dejar ni uno sólo de aquellos herejes sin procesar. Y es que algunos de los creyen- tes de Autier habían conseguido escapar a la vecina Cataluña, en. don- de el cabecilla chtaro ya había penetrado y obtenido conversiones, en- tre ellas la de un sacerdote catalán, Bartomeu Amillat, a quien For- nier pudo pronto procesar g.

Ya para el caso en que un día tuviera que refugiarse al sur de su pals, Pere Autier había creado una comunidad en Cerdaña, en (La Tor de) Querol, en donde a veces pasaba temporadas, en casa de un creyente, E n Beitó 'O.

E l recurso de exilarse a Cataluña 110 era nuevo para aquella co- munidad cátara, que mantenía relaciones con algunos de los suyos refugiados en tierras catalanas. Los interrogatorios reveiaron.que el unci6 hndren Tavernier 11, tejedor de profesión, había efectuado, en 1295, un peregrinaje a Barcelona, junto con Estefanía esposa de Gui- Ilem, Arnau de Castelverdun y de su hijo, con el fin de visitar a unos correligionarios que vivían en aquella ciudad. E s la única vez que he- m o s hallado la mencióii de un grupo cátaro en la ciudad -condal, y hemos de lamentar no poseer más detalles sobre el mismo, ya que la Inquisición arrestó en camino a aquellos viajeros, los procesó, y con- fiscó sus bienes. A la primera ocasión que tuvieron, los Castelver- ¿un se escaparoii y huyeron a Lombardía ".

De los cátaros creyentes de Autier, el primero en poder efectuar la huida a Cataluña fue un sacerdote de Conserans, cuyo nombre ignoramos, que atravesó el Puigmorcris para no caer en poder de l,a

-- 9. Ms. 4030, f. 46. 10. M.S. latino 4269, Bib. Nat. Paris, Reg. Iofre d'bblis, f . 47 A. Dec.. Peire de

Galliae : It&n dirl quod al(qziocleli5, proret nudlvi dicl, predicli heretlrl liobitniit o>Ld Cnrol. in domo &E?L Beito.

11. 11s. 4030, f. 38 C. 12. lbid., f. 204 B.

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Inquisición '". Algunos otros pocos, los de los pueblos más cerca- nos a la frontera catalana, le imitaron, y encontrar011 un refugio en esta vertiente de los Pirineos. Algunos de ellos volvieron a encon- trarse en el exilio y formar011 en torno a un ancii escapado de las cárceles de la Inquisición de Carcassona, Guillem Belibasta, un gru- pito misterioso y astuto que durantemás de diez años representó en Cataluña a la antigua iglesia cátara. Sus componentes, gente hu- inilde y de poca importancia social, acumularon todo el amor que habían sentido por su iglesia y por Pere Autier sobre este Gltimo anciá sobreviviente de la sangrienta persecución que habían sufrido eii su tierra natal.

E l heredero espiritual de Autier, Guillem Belibasta, era hijo de Cubieres, en el Capcir. Arrestado, junto con Felip Dalairac, en 1310, tuvo la suerte de poderse evadir junto con su compañero y refugiarse en Cataluña adonde llegaron en 1 3 1 2 Desde entonces se escondió por los pueblecitos catalanes sin ceder, como su compañero Felip, a la tentación de volver a su país, y correr la misma suerte de volver a ser arrestado.

Para camuflarse, Belibasta se hizo llamar, desde entonces, Pere Belibast, unas veces, otras, las más, Pere Penchenier, porque fabri- caba pectines tcxto~unl, peines de tejedor l.'. Alternaba este oficio con el de pastor, que le permitía vivir apartado de la gente. Para em- pezar, trabajó como empleado de sus propios creyentes, que le pa- gaban uu sueldo como a los demás pastores. Se trataba de sus com- patriotas Pere Mauri y Guillem Maurs, que poseían rebaños cerca de Tortosa 'Y Había llegado hasta ellos después de vivir, durante el año 1313, en las ciudades de Flix y .Lérida. Tortosa tenía más re- cursos que ofrecerle, y así permaneció dos años en esta ciudad, en la que pudo recoger alglin dinero y comprarse su propio rebaño. Ha- cia 1315 se instaló en Morella, en las montañas valencianas, de las que ya no volvió a salir hasta el cabo de seis años, excepto para presi- dir las reiiiiiones que en la vecina villa de Sant Mateu pronto qni- sieron celebrar sus creyentes, venidos allí de diversas partes de Ca- taluna. Tan pronto como, por medio de Pere Mauri y de Guillem Maurs, los fugitivos de la Inquisición apamiense supieron de la pre- sencia de un anciá cerca de Sant Mateu, fueron arreglando sus co- sas para instalarse a su alrededor. L a razón era de peso para ellos ya que, como declararía más tarde uno de ellos, Pere Mauri, era preci-

13. nts. 4030, f. 217 A. 14. Ms. 4030, ff. 154 A , 186 B. 218 B. 15. bis. 4030, ff. 267, $69.

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1 4 2 JORGE VEVPUKA SUIIIK,YI'S

so tenerle cerca para poder recibir de él, a la hora dc la muerte, el conuohntent purificador del alma lb.

Todos ejercían los oficios inás huinildcs, y procuraron habitar en pueblos poco importantes, fuera de los caniiiios frecuentados. La pri- niera en instalarse eii Sant Mateu, a cuatro leguas de Morella, fue Guillemeta Mauri, que coiivenció a sus hijos, Joan y Ariiau, anibos pastores, para que imitaran a su primo, Pere Mauri, quien había transportado su rebaño, por etapas, desde Puigcerdá a Flix, de aquí a 1,érida y Tortosa, y finalmente a Sant Mateu. Guillemeta Mauri, por su parte, se dedicaba a alquilar sus mulas para el acarreo de gra- nos, madera u otros objetos parecidos. Joan Mauri, heriuano de Pere, también era pastor, y era el único quc se valía de esta excusa para evitar la asistencia a I'as reuniones. La Iiermaiia de Guillemeta, Er- messin'da Mauri, vivía con su yerno, Bernat, y sil hija Joana, en Be- ceite, cerca de 'Ieruel. No podían, pues, asistir a las reuniones, pero no dejaban pasar una ocasión para corresponder con Morella y las reuniones de Sant Mateu. Otros tres pastores, Guillem y Arnau Maurs y Guillem Batlle, no iban casi nunca a las reuniones, por tra- tarse de pastores nómadas. Lo mismo sucedía con Ramo11 Isaura, que residía a dos jornadas de marcha de Morella, y acudía tan sólo dos veces al año ; pero los creyentes le estimaban, porque habían no- tado que conocía muy bien su religión 17. Blanca Martí y su berma- no Bernat habitaban cerca de Morella, pero tan sólo ella era asidua a las reunioiies. Quedaban, por fin, Bernat y Esperha Cervel que, con su hija Mateua, residían en Lérida y correspondían a inenudocon Belibasta.

Estos eran los refiigiados cátaros con los que el ancii celebraba reu- niones de vez en cuando. Conocían la esistencia de otros cuatro, pe- ro no pudieron establecer contacto con ellos, y hasta ignoraban su paradero ; eran Axalais Sicre, o Batlle, de Ax, y s u sobrinos Ber- nat, Pere y Ramoua.

Durante algún tiempo, en los primeros años de su exilio, Beli- basta había vivido con otro anciá como él, Ramon de Tolosa. Este había sido el depositario del tesoro de la nueva iglesia de Pere Autier, que comprendía unos 16.000 florines de oro 1 8 . Cuando llegó la per- secución confió este dinero a su sobrino, hereje también, para que se lo llevara a Cataluña o a Sicilia. Pero Ramon de Tolosa jamas vol-

16. Ihid. f. 121 C : Aroii es1 oiiquis. qui o l iquoado iialiuil 1 B c 9~ t e t i d e ir r a d e 1 b d : quia, ut dizi t , l b oti%onescit quando ?iiorirtfir; et oportct q ~ o d iioiiro coiiehir qaod rlt lur to l e b 6 , ut s i conlin~eret infinnan, fiorset hnbere l e h C.

17. MB. +~fie, ff. ao-34; ME. 030, iz9, A , B. 18. Me. 4030, Confessio A. Sicrcdi, f. 118 C.

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vió a ver ni a su sobrino ni al tesoro y , como iio coiiocía, oficio alguno, y sus espaldas eran demasiado frágiles para el trabajo, hubo de vi- vir de la caridad de Belibasta, acostumbrado como estaba a vivir de las limosnas de sus fieles. Era rubio, alto y bien educado, y como notaba uno de los que lo conocieron, el propio Pere Mauri, hablaba lengua tolosana, el úiiico quizás que en Cataluña debía de ser fácil- mente reconocido como extranjero, ya que el foixense de la época era casi idéntico al catalán 19. NO tardó en morir, hacia fines de 1314. Belibasta acudió para asistirle en s i s últimos momentos, y, para no despertar sospeclias, mandó llamar a un sacerdote paraque le admi- nistrara la extremauncióii, y el propio Belibasta echí, agua bendita sobre su cadáver, segfini el rito romano

E l recurso a estos expedientes era frecuente en ellos, para no des- pertar sospechas entre la poblacióii católica. Los interrogatorios de la Inquisición contienen varios de ellos, el más interesante de los cuales quizás sea uno que el folklore popular tambien conoce. Cuan- do los herejes que querían hacerse pasar por católicos iban a la igle- sia, hacían el signo de la cruz al entrar y decían, tocándose la fren- te : Aysi es le front; tocándose la barba, A y s i es la barba; poniéndo- se la mano en las orejas : Aysi la una, aztrelha, et aysí l'autra 'l.

Belibasta también doblaba la rodilla cuando veía pasar el Santo Sa- cramento, riéndose por lo bajo de este gesto, que juzgaba ridículo ".

Por otro lado, de estas burlas estaba hecha, en su mayoría, la tra- ma de sus predicaciones. Hombre inculto, su predicación no era ni mucho menos la que Pere Autier había usado para convertir a aque- llas buenas genes, que afíoraban el alto nivel intelectual que sus re- u~iioiies habían conocido ". Pero aun así cstaban satisfechos, por su privilegio de vivir junto al depositario del poder de su iiglesia, y quien sabe lo que de su grupo hubiera surgido, a no ser porque la Inquisición envió un espía a Cataluña con encargo de encontrarles.

Este espía fué Arnau Sicre, miembro de una familia bien cono-

ID. Ms. 4030, f . 215 A : Polorat esro quasi etalis X L anilorwir, et erot rubicu>i- <sus, et ltobent aliqzios pilor coltos, et iiabebat capz~t tronrtmt, et erat oliqaantntuni oitior ipso eloqrtente, el toquebatur I<nguo Tolorana.

m. MS. 4090, f. l a 7 c. 21. Bfs. 4030, f. 176 C. Cf. con Confessio Sibillie. iliid.. f . 205 B: Bortrirri ernt

292 ertnte, quia i r l o n o d o bene polerant abigere +riscos... Duvti re ripiabont potei r a d dicerr: Hic ert fronr, et Llc srt barba, ei hhic asf una aurir el, hic alio.

28. Art. Iier. P. Mauri, X X X , XXV, Coril. A. Sicrrdi. f . 121 C . 'B. Deelara el mismo Pere Xauri:. Qt l i ~ n o d c videt 1 c b é (liaereticum%). quod

ert, et vidit illud qliod j t ~ i l , crepare doberet; quin dominr~s dei Morelas nercit predi- core; sed qui audisbot doininos Yctruvii et ]ucobutl% Auterii predicantes. illu erat glorin. Ibid., f . 121 C.

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l44 JORGE VENTURA SUBIRATS

cida por su adhesión al catarismo. Su madre, Sibilla d'Eii Batlle, fné quemada viva por su fe, y por este motivo sus bienes habian sido confiscados. Reducido a la miseria por esta decisión inquisitorial, Arnau tomóconsejo de su hermano Pere, que habitaba en la Seo de Urgel, para ver de recuperar su patrimonio familiar. Pere Sicre le demostró que, para realizar su deseo, lo mejor era entregar un he- reje fugitivo en las manos de la Inquisición. Es lo que decidió ha- cer, y los inquisidores le prometieron cirrcuenta libras por recom- pensa, si encontraba algfin hereje en Cataluña.

Pero Sicre recorrió toda Cataluña sin haber hallado a nadie ... Hasta que un día, desanimado ya, hacia el año 1318, se.detuvo en la villa de Sant Mateu, en donde decidió descansar. Encontró hospeda- je y trabajo en casa del zapatero local, en donde se dedicó a fabricar zapatos. Estaba un día trabajando en la tienda, cuando pasó por la calle una mujer gritando, como cualquier otro vendedor ambulante, si alguien teiií'a granos por transportar al moliiio. El zapatero le dijo que aquella mujer era originaria del país dc Foix. Intrigado, Sicre corrió a su encuentro, y en pocos instantes se reconocieron : era Gui- llemeta Mauri.

Pronto menudearon sus visitas, y Arnau Sicre entró en relación con los restantes Mauri y hasta con Belibasta en persona. No tardó en hacerse su amigo, pero, no obstante, tenian razones para descon- fiar de él. T d o s se preguntaban si el hijo de Na Sibilla d'En Bat- Ile poseía la entendensa del bE. Guillemeta acabó por preguntárselo. Y Sicre respondió con sumo malhumor que odiaba a los herejes, a causa del mal que habían causado a los de su casa. Pero inmedia- tamente se dio cuenta del grave error que había cometido, compren- dió que habfa llegado el momeiito de cumplir con su misión, y re- paró su error diciendo que no había queridotraicionar sus senti- mientos íntimos, por prudencia, pero que ahora, en vista de la fe citara de sus amigos, no vacilaba ya en proclamar bien alto sus creencias. Esto pareció satisfacer a todos, y desde el día siguiente fue admitido en las reuniones secretas. . . . .

Al principio, su actuación fue chapucera. Parecía ignorar hasta el más mínimo detalle de sus deberes y de las costumbres cátaras. No sabía lo que era el melhoramatt, ni la manera de hacer la vene- ración al w c i d . Grave situación para quien se proclamaba creyente desde hacía tiempo. Además, con el buen deseo de mostrarse igeiie- roso, había cometido la gran equivocacióii de ofrecer una comida a Belibasta, cuyos platos príncipales eran a base de carne.

Los creyentes, escandaliza'dos y perplejos, le adjuraron a que les diese su palabra de no ser uno de aquellos falsos apóstoles que se

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tnezclahan con los bueiios a fin de traicionarlos. Le suplicaron que no fuese infiel a su sangre, ya que era en recuerdo de su hermano Pon$ y de sn madre Sibilla que lo habíaii recibido e'n medio de la asamblea de los fieles. Sicre lo tuvo en cuenta todo, apreiidió el m.e- !Izor~nent, y ya no compró más que pescado, procurando halagar el amor propio del ancid y repetir sus profesiones de fe cátara.

Faltaba empero un detalle por aclarar ; Pere Mauri le preguntó un día qué era lo que había veiiido a hacer eii Cataluña. Sicre (que ya esperaba esta pregunta y liasta la deseaba) le replicó que había venido a buscar a su tía Azalais, a sil hermana Kam,ona, y a su hermano Bernat. Como que su familia había sido despojada de sus bienes por la Inquisición, esperaba que Azalais, que gozaba de una bueiia posi- ción, le podría ayudar. Sus nuevos amigos se interesaron enseguida por sus ii~vestigaciones. Tanto Azalais como Bernat eran todoc buenos creyentes ; el deber de todos era encoiitrarles para poiierles en con- tacto con Belibasta. Arnau fue incluso hasta a consultar un adivino de la región, para conocer el paradero de su tía ; los cátaros se lo habían aconsejado. El adivino, sin comprometerse demasiado, respon- dió que se encoiitraba en el reino de Ara,gÓn. Los cátaros, entusias- mados, decidieron que Arnau Sicre iría, pues, a Aragón y que si llegaba a encontrar a los refugiados, los traería consigo a Sant Mateu, junto al ancid. Además, se combinaron ya los casamientos de Sicre con Mateua, la hija de Esperta Cevel, y de Arnau Mauri, el hijo de Guillemeta, con la hemlaiia de Sicre, Ramona.

A principios de 1319, el espía Sicre se despidió de la iglesia cátara y partió, no en busca de sus parientes, como dijo, sino en realidad a entrevistarse con Jaume Fornier, que entusiasmado le dio dinero y permiso para hacerse pasar por creyente '". Más animado ya con aquella doble ayuda, Sicre volvió a entrar en Cataluña y , quince días antes de la Navidad de 1320, volvía a hallarse en Sant Daten, despues de una ausencia de nueve meses.

Contó a los herejes que había dirigido sus investigaciones por la región del Pallars, y que había tenido la suerte de encontrar a sus familiares. S u tía y su hermana vivían felices en un pueblecito de aquella comarca. Pero la primera, vieja y enferma de la gota, no podía, a pesar de sus grandes deseos, emprender el viaje que la pon- dría junto a Belibasta. Consentía, por otra parte, al casamiento de su sobrina con Arnau Mauri, con la condición de que Ramoiia se quedara a vivir con ella. Y suplicaba al señor de Mmella que viniese

24. 111s. 4030, f f . 132 D - 133 A. Archlver des Mdrsionr, XIV. pp. 306.301.

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1 4 ~ JORGE VZXTUKA SUBIRATS

en persona a presidir aquella ceremonia en el pueblecito del Pallars, y procurara así a su fiel creyente el consuelo de verle, servirle y compartir su fortuna con él. Como argumento decisivo, Arnau Sicre mostró a Belibasta una suma de doce anhzls de oro que su tia le había dado para los ,gastos del viaje, y de la cercana solemnidad navideña.

No sabiendo qué hacer, Belibasta pidió unos días para reflexionar acerca de la oportunidad de aquel viaje. Incluso co~isultó un adivino valenciano, llamado de mote Galia, pero lo que éste le dijo no acabó de tranquilizarle a'. Pero los cátaros de su propia iglesia se hallaban entusiasmados con la idea del viaje, y ellos acabar011 por coiivencerle. Mientras, Sicre fue a Valencia, en donde había sabido que se refugiaba su hermano, Bernat, pero éste tuvo la suerte, cuando 61 llegb, de haber salido ya de la península para instalarse en Sicilia. Finalmente, hacia la mitad de la cuaresma de 1321, Sicre, Belibasta, Pere y Arnau Mauri se pusieron en camino para el Pallars. La noche del primer día se detuvieron en Beceite, en casa de Ermessinda Mauri, a quien Sicre no inspiró confianza. E n la segurida noclie, se detuvieron en Ascó, en donde le emborracharon para poder descubrir sus verdaderas intenciones. Pero Sicre, que comprendi6 las de ellos, hizo ver que se hallaba en plena embriaguez, y Pere Mauri le transportó a su cama. E n secreto, Mauri le propuso denunciar a Belibasta para. cobrar así cincuenta o cien libras que la Inquisición podría darlc, con las que vivirían bien el resto de sus días. Sicre se puso a despotricar contra Mauri, a quien llamó traidor, jurando, coi1 voz fingida de borracho, de que nunca lo permitiría. Luego simuló que caía rendido, y oyó que en la habitación vecina Belibasta y Pere Mauri decidí'an que era de fiar.

E l anci? y Sicre continuaron solos el viaje pasando por Flix, y luego, por la noclie, parando en Roca. E l cuarto día pasaron por 1,érida y el quinto en Agramnnt, donde Belibasta vio a dos urracas que se posaban en un árbol, frente a él, lanzando unos gritos penetran-

35. Ms. 4030, ff. 266 C , D : Q s i (divinris) i~ccepit unuwa solrilar dictl herelici ct o lar: in quo jaciebot ig+ie~n ?iipnriarando cuni dicto sotrilarl urque ad portorn dolitus dicti hrrel id: al. u1 dicebot diclur rorlilegur, si taii nicda me~isfimndo c t ~ i b rotulnri iolwik salutarc uel «iajor parr ejus in ulti>nn rno<s%iretioric eztvel poriovn dicte domus, ripnificaret quad si dicfur iaerellcus frel, qtiod n o n reuerterelte; s l ver0 medietas dictl sotularis te+>ianerel ili l imen porte, ve1 lolraii rolulor rlgniflcoreb q u o d si irel reverteretzir. Et qula, u t dízit. mensuramio ab i g t ~ c m dicta rclulnri to tq~m rol i~inr oer nlnior pays cjus eziuerat limen porfe , diclur sortflegur el diserol q m d n o n crot honani quod dictt'nr viagfuin faclret. E l cum eodsm iliodo frrirrat riialisuriilus diclur rpaclus (sic( cu*n rotulorl dicke Ramunde, qrce i ln longuia pedulit (nari) hnbebat sicut dictt's rnreticur, medietos sotulavls remanrit iii l imen jorte: el propter hoc dicto Ramunda dicttim viagfunr joceret ... E t propter predictom divina- t ionem "el sortilegium dict i~s hereticlis, u1 doiil, limebot ire apud Polhars.

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tes. Belibasta lo interpretó como mal presagio,. y dijo a Sicre : aDios quiera que me conduzcáis a lugar segur0.o Arnau lo tranquilizó, y pro- siguieron camino. E n tres etapas más, por Trequet, Castellbó y Tirvia, los dos viajeros se hallaron en tierras pirenaicas, E n Tirvia Sicre hizo arrestar a Belibasta, que fue conducido a Castellbó, tierra del conde de Fois, en espera de que se le condujera a Carcassona para ser juzgado.. Guillem Belibasta, a pesar de su poca cultura y de sus muchas debilidades, se mostrá fuerte eti su fe y murió quemado, en Vilaroja, por orden del arzobispo de Narbona

E l 21 de octubre de 1321, Sicre fue interrogado extensamente por el obispo de Pamies, el futuro papa Benedicto XII, y su larga con- fesión es la base principal para los detalles dados en las páginas pre- cedentes. E l 13 de enero de 1322, los inquisidores le felicitaban por su celo en descubrir a los herejes, y le daban nuevos ánimos para delatar a los restantes. Seguramente, ya se le había pagado su pri- mera recompensa.

La delación de Sicre liabía causado el desconcierto en la pequeiía iglesia de Sant Mateu. Ramona Martí, que vivía con Belibasta, había huido con su hija a Peüíscola ; Pere Mauri había escapado a Ma- llorca ; Joan Mauri había ido a Lérida, en aonde habfa conocido a los Cervel, y acabado por casarse con su hija Mateua, con quienes ahora vivía en Castelldasens, después de haber residida en Juncosa ; Guillem Manrs había cometido la tontería de refu,giarse en Puigcer'dá y ya el 10 de octubre de 1321 Sicre lo había hecho arrestar, ayudado por un nuevo espía, Guillem Mateu. Maurs fue arrestado por los hombres del veguer del rey de Mallorca, a quien pertenecía entonces la ciudad cercana, y tuvo que esperar encarcelado hasta que la de- manda de extradición efectuada por el obispo Fornier, de Pamies, no fuese concedida por fray Ermengol Gros, inquisidor del reino de Mallorca ".

E n mayo de 1323, solo esta vez, Arnau Sicre descubriá e hizo arrestar, en Castelldasens, a Joan Mauri, su esposa iVateua y los Cervel. Unos pocos días antes, habia caído en sus manos Pere Mauri, que había vuelto entretanto de Mallorca. Estos herejes pasaron a las cárceles del obispo de Lérida, en donde les interrogaron los inquisi- dores catalanes Guillem Costa y Bernat de Puigcercós, el enemigo de Arnau de Vilanova, durante los meses de julio, agosto, septiembre

26. MS. 4030, i f . a04 A y aer D. 21. 31s. 4030, ff. 169 A, B. Publicado por Halinier, Arcliiues

[731

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148 JORGE VENTURA SUBIRATS

y diciembre Por demanda expresa del inquisidor carcassonés, Joan de Beaune, el papa Juan XXII lanzó orden de extradición, el 8 de noviembre de 1323, por dos de los fugitivos, los hermanos Mauri, que pasaron a poder de Jaume Foriiier, mientras que los Cervel eran juzgados en Lérida. Los Mauri fueron interrogados en febrero, junio y agosto de 1324, e hicieron unas largas deposiciones, que poseen gran interés para el estudio de las clases humildes de Cataluña en aquella época ". El 1 2 de agosto de 1324 fueron condenados a la cárcel perpetua 'O .

E l mismo día Bernat Martí recibió la misma pena, como ya la había recibido también el 19 de junio de 1323, otro fugitivo, Guillem Ratlle. Sicre los había hecho arrestar, el primero eil Tarascón, el otro en Santa Susanna

Era el fin total de los cátaros de Sant Mateu. Quedaban, en liber- tad, Ramon Isaura, la familia Mauri y los parientes de Arnau Sicre, que sin duda se habían puesto a salvo en algGn lugar de Cataluña, y nunca cayeron en poder de la Inquisición. También se fueron oscn- ramcnte a la tumba, llevándose consigo el secreto y la añoranza de las doctrinas cátaras.

LOS ÚLTIMOS CONTACTOS E N T R E EL CATARISMO Y CATALURA. 111 : LOS VASALLOS DE ALFONSO

EL MAGNANIMO

No acaharon, con Pedro el Grande, los contactos de los catalanes con los adafitos cEel catarismo

E l complot de 1306, dirigido por el franciscano de Montpeller, Bernat Deliciós, para dar al infante Ferran de Mallorca la señoría del Lenguadoc, tenía por principales promotores a los burgueses kere- ticales, quejosos de la Inquisición. El complot, ciertamente, tuvo que fracasar y acabó cuando el rey Jaime de Mallorca, enterado, abofeteá

28. Los nrcliivos formados así por los inqiiiiidores catalanes pasaron luego a poder del obispo apmieosr. que los Iiizo inscribir a la cabe= de las procesos de Joan y Pere Mauri. Ms. 4030, fols. 109 C, 213 D, 247 A, 248 D.

29. Ms. 4030. ff. 224 B, 249 A, 274 D. . . . . . . . .

30 Doat. XXVIII, f . 66. 31. Ms. 4030, ff. 975 A, 282 D; ibid., 197 A - 9wi A.

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públicamente a su hijo en Sant Joan Pla de Cors, y el rey de Francia mandó ahorcar a catorce cónsules de Grcassona, y encarceló a Bernat. Pero sirvió para revelar las conexiones de la herejía cátara con Bernat Deliciós, el franciscano amigo de Arnau de Vilanova, de una parte, y con los descendientes de Erniessendis y Esclarmunda de Foix, abuela y tía abuela del infante Ferran l .

Vimos también que, tanto el hermano de Sicre, Bernat, como el sobrino del ancid Ramon de Tolosa habían huido a Sicilia. Y es que, por esta época, las tierras del rey catalán Federico 111 eran conside- radas bona terra por la iglesia cátara que aún perduraba en Italia y en la vecina Bosnia '. Ya Guillem Belibasta, en sus predicaciones, pre- decía a sus fieles una futura guerra, el resultado de la cual sería la vic- toria de un príncipe de la casa de Aragón, que daría de comer a s u caballo sobre el altar de San Pedro de Roma, y entonces vendría el triunfo de la iglesia cátara 3 . El rey que entonces parecía cumplir con esta profecía era Federico 111 y de hecho los cátaros -- que creían que tot valentes viri et mulieres erant eorum a?nici et credentes - le prestaron esta identidad al hermano de Jaime 11. Así mismo lo indica un documento, publicado por Doeliinger : Dicebant quod Fridericus tertius sthrgeret et anzpliaret eorurrz ecclesiant et msinteneret eos et opprimeret clericos, . et tunc ipsi predicarent et essent i.n honore et ecclesia Romana deprimaretur

Ni que decir tiene que Federico de Sicilia no hizo realidad estas esperanzas, pero el catarismo perduró largo tiempo en sus dominios, así como en Córcega y Cerdeña. Como Mgr. Moilat ha demostrado recientemente, mediante documentos hallados en los archivos del Va- ticano, los cátaros hacían multitud de adeptos en Córcega, a mediados del siglo xrv ? La Santa Sede, alarmada, estableció entonces en la is- la el Tribunal de la Inquisicióti, y estas medidas obligaron a los cá- taros a emigrar a Cerdeña hacia 1377. Todo esto nos lleva ya a Gen avanzado el reinado de Pedro el Ceremonioso. Y era precisamente este rey, soberano de ambas islas, quien, el z de octubre de 1358,

1. Cf. HAUREAU, Berrznrd Ddlicieuz, Xeviia diir Detw Mondes, 1868, LXXV. Canbnigo L. i>F. LICGER, Cotlrrulrril~ en Payr Albigeoir in Spirit>ialild ..., op. cit., P.U.F.

2. ARSO BOns1. op. cit., p. 131. 3. hrs. 4030, f . 129 B. Qwod dcbebol dorcendere mntir de genere regis Arogonioc,

qrri debehnt dare od coniade?rdurt~ cquo ruo super altnre de Rorna. El tunc, uF dice- tiat. depmrsri Ro«m+ia Ecclerlae, eccleria eonLi>i erret ezaltafn.

4. Ignaz von DOEr.LrKGEK. Beilrage rr<r Selitenpcrckiclilc ilvi Miltelnltcr, 11 tomos. 11, 176.

6. DOILINGER, ap. cit., 11, 241. B. Ngr. .Mollat, miembro del Inrtitrit de Frn*i~r . en su comunicación a 1'Aca-

dCv8ie dos Inscriptions el Beller Lellres. efectuada el' 16 de abril de 1956.~

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IS0 JORGE VENTURA SUDIRA'i'S

concedía eii Barcelona una pensión de cien libras a fray Hernat Er- mengol que, junto con fray Ferrer de Corts, era inquisitori l~ere- ticae pravitat is... in cis+mrinis partibus nostri donzinii ac in h'egno Sardinioe et Corsicae '. Los contactos con los catalaiies, sobre todo coi1 los mercaderes y iiegociantes, debían de haber seguido, pues ; y si los cátaros persistieroii eii su aficióil al ramo de los tejidos, un estudio de los archivos comerciales de todas las ciudades adoiide el genio comercial de los catalaiies los llevó 8, comparado coi1 las listas de la Inquisición, Iiabría de scr revelador.

Cnaiido hacia fines del siglo xiv el Saiilo Oficio acabó por coiiseguir que desaparecierail los restos del catarismo en sus últi- iuos puertos de refugio del Mediterráneo, parecía corno si las rela- ciones entre Cataluña y la herejía que había jugado u11 papel tsn de- cisivo en su historia, se habían de extinguir. Pero quiso la idiosin. crasia de los catalanes, y de su rey Alfonso de Trastámara, que no fuera así y en el último reducto europeo de la vieja. religibn patari- na, en la Albania amenazada por las invasioiies turcas, los cátaros y los catalaiies se volvieron a encontrar.

Heredero, con el reino de Nápoles, de la política balcánica na- politana, el rey Alfoiiso el Magnánimo, en sus luchas contra Vene- cia por la supremacía en Italia, se vio obligado a buscar apoyos, allende el Adriálico, en la Albania de Jorge Castriota Scanderbeg. Y el primero de éstos, el más fiel también, sería Esteban Vucxitx, cabecilla civil de la última íglesia cátara europea l o . Su demanda de auxilio al rey de Aragóii marcaría el inicio de una influencia catala- na en el Adriático que duraría, entre altos y bajos, más de treinta y cinco años.

Cuando en 1250 el inquisidor Sacconi escribía sobre las iglesias

7. In. Bosnnu~r, Doculne«tos I»dditor del Archivo Gerrernl de la Corona d e Arnpd+i, Opúsculos Inéditos del ~TOnis te cntolán Pedro i E w e l Carbo~ic l l . t. XXVIII. - . . pagina 8.

8. Los archivos de Prato. por ejemplo, o los dc nuestra propia ciudad que Mlle. Claude Carrete tan bien ha estudiado. Cf. Le droit d'ancrage a Ba~ce lonc , Ertudios de Historio Moder+in, 111.

9. Ayudado, quizás, por la Peste Negra y la crisis cconómico-social que le siguió. 10. El profesor C. D~ARINESCU, en su brillante estudia Alpkonse V. 70; d'Aragon

ct de Napler, e t l 'd lbanle de Scunder-beg. (Mdlanges de 1'Ecole rou>natae en Fror~ca 1, Paris, G~mber, 1023) ha revelado, con gran sagacidad, buena parte de los hecho3 concernientes a este eoisodio de la historia eurooea. Pero debió dc desconocer. Duesto . . que n o la mencionó, el hecho - impartaiitlsimo en aquellas tierras, encrucijada de religiones - de la hereticalidad de Esteban Vucxitx y de muchos de sus compatrio. tac. Hemoe creido, pues, necesario relator le nuevo lo concerniente a las relaciones entre Vucritx y el Dfsgnánimo, siguiendo el excelente trabajo de Marinescu, pera Iinci&ndolo a la luz del hecho citsro.patarino. tal como lo ha piieato de relieve el profesor Steven HUSEINAN en Tho nicdirvnl ~nanlcl iee , capítulo V.

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cátaras europeas, mencionaba ya dos de ellas en el país de Hum y en Bosnia. Pero lo que el inquisidor italiano no añadía era que poseían una fuerza tal que, en el país de Hum, desde 1218, el trono estaba ocupado por un magnate liereje, Pedro " y en Bosnia, en 1232, ha- bían depuesto a su ban católico, Esteban, y lo habían substituido por un magnate patarino, Mateo Ninoslav ". Doscientos aiios más tarde, a la víspera de la llegada del rey de Aragón, si bien el poder político de aquellas tierras, ante el peligro turco, era casi iiulo, la iglesia patarina se encontraba en el apogeo de su gloria. Como dice Steven Runciman, "vastas extensiones del país, por ejemplo, el gran distrito de Srebrenica, con sus niiuas de plata, y casi todo el Hum, tenían una población puramente patarina. E s fácil de explicar esta expansión : en medio de las perpetuas querellas entre los magna- tes, mientras que los débiles monarcas se desvanecían de la es- cena uno tras otro, la iglesia de los ~atar inos aparecía iiievitable- mente como la institución más estable del país^ 13.

Bosnia, por su parte, continuaba siendo ael receptáculo de la herejía, que se concentra allí desde todos los puntos del orben, como había dicho el papa Urbano V 14. Y el rey Tvrtko 11,. que gracias a los húngaros ocupaba su trono, desde 1421, en representación del emperador Segismundo, lo hacía en contra de los patarinos, a cuyos candidatos, el ex rey Esteban Ostoya y a su hijo Esteban Ostoyitch, había destronado. Estos, durante diez años, habian contado con el apoyo de los turcos l5 y con su tolerancia y su ayuda habían asegu- rado a la herejía su protección integral. Esta era, pues, la clave de aquella región : los grandes magnates de Bosnia, adeptos del cata- rismo, preferían a menudo pasarse del lado turco, por odio a los re- yes húngaros, u de otra nacionalidad, que deseaban imponerles el catolicismo.

Ya hacía más de cincuenta años que, por otra parte, el pueblo cata- lán se hallaba eii contacto con los cátaros patarinos y bogomilos de Bosnia y de 13ulgaria. Pero este contacto presentaba caracteres más bien ignominiosm para ambas partes puesto que, desde finales del siglo XIV, los patarinos hechos cautivos en las luchas religiosas de su tierra se podían comprar en los mercados catalanes como esclavos. Los

11. TaoMAs archidiaconus, Historla Solonitanorum, 29. la. THEINER, Monrimenta hungarlca, vol. 1, pp. 113. 120, 147, 162, 204 ... MIKLOCICH.

Monuniento serbica. pp. 24%. 13. Op. cit., p. 10g. 14. Eo su carta al r e y Luia de Hunprla. Inserta en TnEINEn. Monumenta hunga-

rica. vol. 11. p. 91. Pechada en la69 15. KL~ICH, Geschtchle Borníenr, capltulos IX y X.

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152 JORGE VENTURA SUBlRATS

antiguos trabajos de A. Uriiiails ( f i tude sur l'escla~~age eti Roussillori d u XI IP a u X VIII" sikcle, 1886) y de J. Miret y Saiis ( L a esclavitud era Cataluña en los últ iw~os tiempos de la dad Media, 1917) ya nos habían hecho dar cuenta de iiiimerosas ventas de esclavos designados en los contratos notariales como patarenum sive non buptizatwi,, o bien servam e$ captivanl non Daplizala~n.. . paterinam oriunduoiz pav- cium Bossinam. Los recientes trabajos del profesor de la Universidad de Gante, Charles Verlinden (LJescla7rage ~ i a n s lJEurope medievule, 1955)~ nos han acabado de confirmar lo que ya habíamos supuesto al percatarnos de ventas de esclavos calificados de nadó de Paterins.

Será imposible determinar hasta qué punto pudieron influir estos esclavos patarinos (mujeres, eii su mayor parte) en el pensamiento de sus amos catalanes, con los que vivieron durante tanto tiempo, por haber sido comprados casi siempre en su juventud. Pero sería temera- rio afirmar que estos patarinos, hechos esclavos por amor a su reli- gión, no dejaron de conservarla y difundirla por el iiiero hecho de haber cambiado de país y haber sido bautizados a la fuerza en sus tierras de cautiverio. Tan sólo la toma de Constantinopla por los tur- cos parece que detuvo la venta de esclavos cátaros en Europa occiden- tal, ya que, con el paso de los estrechos en poder musulnián, los mer- caderes italiaiios ya no pudieron recibir de sus proveedores católico': de los Balcanes esta mercancía humana que luego distribuían por todo el Mediterráneo. Y por otro lado, como dijimos ya, los musulmanes eran mucho más tolerantes para con aquellos cristianos que, como ellos, no veneraban imágenes de santos ; y los cátaros, a su vez, se convertían fácilmente al islamismo.

H e aquí, pues, la razón, notada por Marinescu, de que Scander- beg hubiera sido musulmán como algunos de sus familiares ; de que, más adelante. (16-111-1455) el Magnánimo tuviera que hacer bauti- zar a su nuevo vasallo, el señor de Castrovilari, Simón Zenovissi, a quien impuso su nombre ; aquí también la razón de que el largo com- bate contra los turcos tenga nd&s le début plutot l'aspect de la lutte d'une famille de chefs de clans contre les envahisseurs de leurs pos- sessions que celui d'un peuple chrétien consciemment soulevé con- tre les Turcsa ''. aLos patriotas de Bosnia no podían olvidar su odio contra los húngaros arrogantes y los ávidos dálmatas, con su cato- licismo, sus creencias y su cultura latinao '' ; poco les importaba adoptar una nueva religión, que era bastante tolerante y acarreaba apreciables ventajas materiales.

16. MARINESCU, Op. cit., p. 14. 17. XUNCIMAN, 9. C i t . , p. 104.

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Pero por católico que fuese el rey de Bosnia, Tvrtko 11, no po- día imponer la reli,gión que él prefería a su pueblo, los últimos cá- taros de los Balcanes. Estos eran ya una iglesia aislada, pero que conservaba sn ardor misionero. Cuando, eii 1431, se iuauguró el con- cilio de Basilea, inte~taron enviar una delegación, pero se les negó el necesario permiso ' 5 El papa tuvo en cuenta !a situación de Bos- nia y en 1432 envió allá a un fraile, Jaime de Marchia, para que reorganizara la orden franciscana, y el concilio de Basilea l e conce- dió plenos poderes como a inquisidor ''. Trabajó, como a tal, duran- te cuatro años en el país bosniaco, pero su energía tan sólo le sirvió para hacerse detestar por sus subordinados. E l superior de los fran- ciscanos tuvo que pedirle, desde Tolosa, que se mostrara menos ri- guroso con sus frailes 2U. Entonces Jaime de Marchia abandonó su obra, dáiidole la culpa de su fracaso al apático rey Tvrtko. Pero éste mal podía ayudarle. De 1433 a 1436 había tenido que buscar refu- gio en la corte del emperador Segismundo '' porque su país había vuelto a caer en manos de los magnates patarinos, como eran San- da1 Hranitch, su pariente Chervoya Vucxits y el voivoda Radosav Pavlovitch ; este último llegó liasta imponer un tributo a la ciudad de Ragusa, durante largos años 2'. Ni la muerte de Sandal Hranitch, ocurrida en 1435, mejoró la posición del rey de Bosnia : los domi- nios de aquel magiiate eii el país de Hum, del sur de Bosnia, con una gran parte de la costa dálmata, pasaron a poder de su sobrino, Esteban Vucxitx.

Debió de ser entonces, según los documentos del Archivo de la Corona de Aragón estudiados por Marinescu, cuando el rey de Bosnia requirió la ayuda de los venecianos, que reconquistaron buena par- te de las tierras de Vucxitx. Pero sobreviiio, en 1439.40, la invasión

d e Serbia por los turcos, y el gran voivoda Vucxits, no tan sólo porque fuera el nhomme qui par le manque de scrupules ressemblait parfaitement h un prince italien de la Renaissauce~ - lo cual también era muy posible- sino además por razones religiosas, aprovechó aquella invasión --en el caso de que no la hubiera ya facilitad- y atacó los territorios del déspota Jor,ge Brancovitch en el litora1,Adriá- tico y algunas posesiones de Veitecia. Siguió una guerra contra la

15. FRRLATI. IlLyli~~llll InLlulll, YO]. IV. p. 660. In RUNCIMAN.

10. K ~ I C E , op. cit., p. 961. 20. Acta Borme, No. DCCI,XIX, p. 168. 21, K~krcn, Gcrchtclite Borriie?is, p. 353, citando al cronista Sime6n Klimentovitcli. 29. Acta Rosnae, DC1,XXXIS. DCSCII, DCCLXXX, p. 132. 133, 171.

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ciudad de los canales, que terminó en 1445, con una paz poco venta- josa para Vucxitx ''.

Como dice muy bien Marinescu, se constata, precisamente duraii- te esta guerra, el inicio de unas cordiales relaciones entre el rey Al- fonso el Magnánimo y el voivoda bosniaco. E n 1443, Veneciase mos- traba inquieta por unas transacciones secretas entre Alfonso Y Vucxitx '". Ya en el mes de abril, partía para Ilalinacia un emisario del rey ' - 5 , y el aiio siguiente se concluía u11 tratado entre el voivoda y Alfonso, el 19 de febrero de! 1444 E l gran voivoda se liacía vasa- llo del rey de Nápoles, a cambio de la ayuda que éste le prestaría pa- ra recuperar los territorios que los venecianos, aliados del rey de Bos- uia, le habían arrebatado. Parecía una repetición de lo sucedido, en Occitania, en tiempos de Pedro el Católico.

Ahora bien, i qué había sucedido para una decisión tan importan- te? En 1443, el rey de Bosnia Tvrtko había sido asesinado por sus propios magnates 27 , pero éstos se habían equivocado al dar por suce- sor de su víctima al hijo ilegítimo de Esteban Ostovich, Esteban Thomas. ,TIiomas era patarino de nacimiento y había sido criado en el catarismo, pero proiito había retiuticiado a la herejía y se pasó al catolicismo con el fin de obtener la ayuda de Venecia 1, Hungría, tan- to contra la turbulencia de sus nobles como contra los turcos. Por su parte, el papa había anulado el matrimonio de este nuevo convertido con una patariiia de nacimiento, y al propio tiempo borraba la moles- ta ilegitimidad de su iiacimicnto. Esteban se había casado entonces con Catalina, la propia hija de Esteban Vucxitx, que, a cambio de una corona, abandonaba la herejía ''.

Una flota cataiaiia echó el áncora, en abril de 1445, delante de Cas- telnuovo, una residencia de Vucsitx en el litoral, y conmovió pro- fundamente a toda la Dalmacia, especialmente a Cattaro, posesión J e Venecia desde 1460 ". Venecia, por su parte, sospechaba la exls- tencia de una alianza entre Alfonso y Vucxitx. Se creía en la ciudad de las lagunas que los navíos catalanes habían visitado Castelnuovo propter intelligentiumz insirntbl (Alfonso y Esteban) ltabere dicuntur.

23. Cf. MARINESCU. OP. cit.. Y SU8 notas. '24. N. JOROA, Notar et extroits pour servir R l'liirtoire des croirodes au X V e . ridclc.

IIIe. serie. Paris, 1QCZ. p. 122. 95. Camillo MINIXXI RICCIO, Alc~f$i fa111 di Alfonso di Aragono (dol 15 aprlle 14.37

n l 81 di lMaggio 1458) (Archivio sloñco fier le proi'incie ~iopolrlnae), 1881, VI, 237. 2G. A.C.A., reg. 2527. f . 161~. N. notas hlknINrscu, op. cit. 27. SimeSn KLIMENTOVICH, op. cit. m. KLAICII, OP. cit., 368.376, con sus notas. 29. Cf. MARINESCU, con SUS notas.

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ISnicamente entonces, como dice Marinescu, se decidió aquella Repú- blica a hacer la paz, después de tres años de hostilidades.

((11 est i rcmarquern, continúa el ~rofesor, uque le roi de Bosnie fut et resta l'allié constant de Venise pendant ces luttes. L a diplo- matie de la Seigneurir avait cherclié et trouvé un allié qui pouvait tenir en échec Vuxits, dont l'attittude et l'indépendance vis-3-vis du roi de Bosnie était tout-A-fait comparable A celle des dues de Bour- gogne vis-A-vis des souverains de P a r i s . ~ E n realidad, como sabemos ya, la diplomacia veneciana no había tenido que buscar mucho para encontrar la nianera de contrarrestar la i'nfluencia de Vutcxitx, y por otro la actitud de éste hacia el rey de Hosnia era bien diferente a la de un duque de Borgoña respecto al rey de París ; digamos más bien que eran dos niundos diferentes que se oponían, separados por la re- ligión y la cultura.

E n 1446, el papa y el general húngaro Juan Hunyadi hicieron pre- sión sobre el rey de Bosnia para que persigniera a sus súbditos pata- rinos. Pero éste sólo pudo obtener que se aceptara la prohibición de que se constrnyeran nuevas iglesias o se repararan las antiguas. En 1450, acosado por el nuncio del papa, iba a prohibirles el libre ejer- cicio de su culto 30. Ahora mejor que antes, pues, podemos decir con Marinescu que se comprende por qué, en 1448, Alfonso de Magnáni- mo podía comunicar al gobierno de Milán que esperaba que el duque de Bosnia atacaría a los venecianos, ayudando así a su nuevo aliado Scanderbeg. Efectivamente, a pesar de sus reservas, Esteban Vucxitx, desde 1445, había recibido del emperador Federico 111 la confirma- ción de su título de dique. La traducción alemana de su título de duque, herzog, de Sant Sabbas, daría nacimiento al nombre de la Herzegoviiiia, país del duque 31. Y este duque de Sant Sabbas te- nía como principal apoyo al rey de Nápoles, de Cataluña, Aragbn, y de todas las posesiones que estos pueblos habían sabido conquistar.

Alfonso el Magnánimo poseía otro gran aliado en el país albanés, Jorge Castriota Scanderbeg, con quien el 21 de marzo de 1451 ha- bía firmado un tratado de alianza que pronto se convertiría en vasa- llaje. E n virtud de este tratado, a cambio de ayuda militar, Scan- derbeg cedía al rey el castillo y ciudad de Croia, con todas sus perte- nencias, y prometía reconocer la soberanía de Alfonso sobre todas las conquistas venideras. Hacia fines de mayo, el rey enviaba a Croia a un oficial de su Tesorería, el catalán Bernat Vaquer, al mando de . .

50. Txsrrrsn. Monl<rnenta Iiungnn'co. vol. 11, p. 255. 31. TnALLóceY, Gercliiclite Bosniciis rind SetIAefls lin Mltte la l ter . p. 146. Cf. MARI.

ivlscu y aus notas.

Page 82: EL CATARISMO EN CATALUNA

uiios soldados no pasaban de cieti infantes. E n nombre del rey Alfonso, toinó posesión de Croia, y sus tropas constituyeroii la guar- xición. Y como dice Marinescu, a partir de junio de 1451, durante años enteros, tina guarnición catalana permanecería en aquel nido de águilas albariés. Xido de patarinos, también, como ahora hemos de ver.

Los catalanes volvían a cntrar en contacto con la iglesia que ha- bían conocido sus bisabuelos, y no sólo porque el rey Alfonso había recomendado a Vaquer a Esteban Vucsits 32. Cuando, en abril de 1452, Alfonso envió a Croia a Ramoii de Ortaf!l, un catalán de Per- pinyk 3\ le encargaba que velase por la seguridad de la villa y el mantenimiento del catolicismo entre la población. Pero Marinescu, desconociendo el Iieclio del catarismo, deducía : Rce qui montre que l'islamisme réalisait deja des progrPs en Alhanien ". Algunas líneas más adelaiite en su estudio, el profesor Mariiiescu nos vuelve a meiicio- nar la cuestión religiosa, pero la enfoca bajo otro ángulo : aAlgún tiem- po después (el 5 de marzo de 1453) una orden de Alfonso nos abre una perspectiva muy interesante sobre la situación del culto en la ciudad de Croia. E l misino oficial de la Tesorería, Pere Bernat, re- cibía la orden de pagar un salario doble al sacerdote Elia de Villiza, capellán de la diócesis de Croia, encargado de celebrar los oficios pa- ra los soldados del rey. Elías había pedido uii aumento de su esti- pendio porque quería que le ayudara un diácono, y que no lo encon- traba en la ciudad, en donde no había ni sacerdotes, ni clérigos ca- tólicos~

Pero, con una nueva esplicacióii, el profesor Marinescu, volvió a errar su definición : oee serait une preuve eiicore que la popnlation de la ville, l'eveque Etieiine mentionné en 1451, et Scanderbeg se trouvaient daiis l'obéissance de.lJEglise orthodoxe. Comme on vient de le voir, le prktre mentiotiné avait été euvoyé a Croia spécialement pour les troupes royales chargées de la garde du chateauu 3 0 .

Quizás estas mismas tropas catalanas asistieran también a las reuniones patariuas, o encontraran a descendieiites, catalanes u occi- tanos, de los cátaros de estas nacionalidades que emigraron a Bosnia

32. A.C.A., reg. 2655, ff. 132"-133, 134". 33. A.C.A., reg. 26.21, ff . 1%-13; 2630, f. 61r.70; reg. 2652, f . 1 W ; reg. Q653, ff. 51v,

~. , -. - . . - 34. ~ ~ A R I N E S C U , p. 59, O*. cit. 35. ~CARINESCU, op. cit., p. 63. Qziia in eoderia ciuilale lietlio erl, ve1 prcsbiler, u i l

dinco~rr'i lotilit&r, qiii Elllldenu doiiitiulii Hellam nd prcdiclnrri (mirro?ii calcb~nnrlaiir) . . íriuore $ossil. A.C.A., reg. 2551. f. 126".

SO. D~ARMLSCU, op. cit., P. 81.

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a fines del siglo xrrr ". E s seguro, eii todo caso, que tuvieroii oca- sión de trabar conocimiento con el catarismo, tanto ellos como los comerciantes del consulado establecido en Ragusa, ciudad que desde 1404 poseía una i,glesia patarina ".

El drama patente de Bosiiia era la religión. Bosnia se hallaba escindida. entre dos religiones eii guerra, la católica y la cátara, no sin que un tercer partido, el cismático ortodoso, agrupara también a los eslavos contra el catolicismo, como aquellos Ducagin que se apoyaban en los turcos. Las persecuciones que, por iiistigaciones del papa, sufrían los patarinos e n l a s tierras del rey de Bosnia, s3 bien le habían obtenido la adhesión de algunos miembros de la alta no- bleza deseosos de conseguir la protección de la iglesia romana, le habían alienado la aplastaiite mayoría de los nobles y de la masa del pueblo ; pronto se les vió buscar refugio en tierras de Esteban Vuc- xitx, o complotar con los turcos.

E l duque de Sant Sabbas se veía ya eii situacióii difícil. E l I de junio de 1454 firmaba otro tratado con el r e y d e Cataluiia-Aragón, por el que le reconocía como soberano, y a cambio el rey prometía esforzarse en liberarle de la dominación turca. Pero al cabo de cua- tro años, en 1458, moría el rey y toda su obra se venía. abajo. Las tierras de Vucxitx, protegidas por sus altas montañas y su unidad religiosa citara, pudieron continuar siendo independientes hasta 1483. Veinte más que las tierras católicas del rey de Bosnia, que en 1463 el gobernador real, Radak, un patarino que había sido conver- tido por fuerza al catolicismo, entregó al sultán turco invasor.

Hacia fines del siglo xv, toda Bosnia se había convertido al is- lamismo. Es que, como vio sagazmente el legado papa1 que visitó el país en 1629, Pietro Masarecchi : aNon 6 miraviglia, se la Bosnia sia diventata Turca, poiché essendo occupata da1 Mahumeto nell'aiino 1463, crederei cbe molti ricordevoli ancora della Eresia, contro poco fermi nella fede, con l'occasione della venuta dei Turchi in Bosna pih facilmente s'accostassero al Mahumetanismo per aver qualche libertho ".

Pero durante muchos años conservaron alguiias de -sus cos- tumbres, y sus descendientes en el siglo XVII todavía leían con

37. Segúri lo cuenta el legado Comado de Porto, ufirmaiido que el obispo bos. iiiana había escrito a los herejcs de Occitariia para ofrecerles asilo. Eervasitts Pre- nionstratenais, liplstolns, Hugo, Socrne oritiquilot<s n~ontrmcnta, p. 116.

38. Acta Bosnae. No. CCCLXXIX 39. Informe pul>licado en la revista croata Slal.inc. t . 39, Zagreb 19, p. 1.49. Lo

tomamos de Alexaodre SoLovrEv, t e lalouage rymbolique en Boririe, Coliiars d'Etuder Cotharer. 19, 1054.

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1 5 ~ JORGE VENTURA SUBIRATS

avidez el Nuevo Testanlento en lengua eslava, junto al Corán, y creían que Maboma había sido el Paracleto anunciado por Cristo a sus apóstoles la noclie de la Santa Cene ... Falta del apoyo nacional que le había dado alma, la fe cátara de Bosiiia se lia perdido hoy y como testimotiio de su paso sGlo quedan unos miles de moiiumentos funerarios, protegidos por el gobierno yugoslavo, y sus leyendas sagradas, transformadas cn una masa de cuentos tan inverosímiles como populares ' O .

Pero la parodoja de la historia ha querido que las tropas de un rey de Cataluña, defensoras de los herejes antes de su desaparición en tierras ocitanas, fuesen también las últimas en defenderlos antes de su desaparicibxi en tierras europeas, coincidiendo también, -en época si no eti circunstancias- en la pérdida de la identidad nacional.

40. A. S o ~ O v l E v , Le tdmolgnoge de Pnlil Rycaut sur les restes des Bogomller e?, Bosnie Byr~ntion. 23. Bruselas 1963.

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HUELLAS DEL CATARISMO EN LA LITERATURA, E L FOLKLORE Y E L ARTE DE CATALUPIA

No parece ser muy antigua la tendencia a ver influencias cátaras eii el arte catalsn. Ello quizas provenga de la propensión que siempre hubo de no considerar las tierras catalanas infestadas por la herejía. El primer com- pa'iota a quien hayamos visto propugnar, de manera sugestiva por cierto, un cierto fondo citaro, coriscienlc o no, dentro de iiuestras artes, e s A. Ci- rici Pellicer. Eii u11 excelente librito, publicado recientemente =, sobre la pintura catalana este autor decía lo que a continuacióii reproducimos : ~Catalunya va esser excepcionaliiient fidel a l'or de Ploti, a la siiggestió d'un espiritualisme radical coin a coiiti-a@s de l a corporeitat tangible, en una mena de dualitat dc les seires clarors i les seves ombres, d'tm cert fons ccitar. Qiian tota 1'Europa Occidetital havia abandonat els fons d'or, els retaulistes catalans acccntiiawii encara els seus celatges nietillics, tre- molants de vermiculats i de pastillatges, mentrc oposaven a la brillantor de la pintiira a l'oli flamenca, la consistencia opaca, discreta, arqiiitectb- nica, del tremp a l'ou o d'una Scnica de l'oli deslluida.~. aA la dissociació entre objecte i fons -qiie ja existia, abans dels retaules, als frescs ro- minics, i que desprks ha existit tan repctidamcnt-, el fons ha tingut So-

vint el paper d'absolutisme de Por de Ploti. El fons ha pogut esser l'altre $01 del dualisme catar, com en la tenebra de Ribalta i Ribera, o en la profunditat coin a niesura de les formes planes, de la pintura de Miró, o encara la tela nna que s'oposa a les pastes corpories de TApies~ J .

No obstante, y para hallar una afirmación rotunda y clara de huellas cátaras en nuestras artes, nos es preciso ya atravesar las fronteras, y fi- jarnos en detcrrninados medios s61a en parte dirigidos por motivos de in- vestigación científica.

1. U1 titulo de este apéndice parecc protileter in9s dc la que catitiene. Se trata, en realidad. del enunciado de un programa de estudios que., Dios mediante, nos Pro, ponemos seguir. Pero no nos pareció justo publicar este trabajo sobre e l catarismo de Catalu6a sin añadirle este breve e';ludio, iinicamente incoado. sobre lo que Por nlsora conocemos dc las huellas artíslicas que nos ha dejado de su, paso el catarismo eatalhn.

2. Ln piilluro cotoiano. 11 toms. Mitorial Moll, edición Raixa, Palma de Ma. llorca, 1959.

3. Tamo 1. pág. 46. Nosotros liemos subrayado.

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160 JORGE VENTCRA SUH~KIITS

Hace dos aiios, en los Cnl~iers d'Eludcs Critlinrcs ' , la seíiorita Liicienne Ji~lien eiicoiitraba un iiifli~jo catar0 en las esciiltni-as del tinipano de márniol blanco, llamado la Dormició?~, descubierto en la iglesia de Cnbestany, Pi- rineos Orieiitales, por cl canónigo Matton.

Basbndose en la caracteristica de las tni:iios iilzadas de siis personajes, con dedos curiosamente alargados, Liicieniie Julieti emparentaba el tímpano de Cabestany con los restos hallados en Montsegur y las piedras fiinera- rias o los sarcófagos de los cátaros de Bosnia y Hei-~egovinia *. Caso dc ser cierta esta asereracibn - y se nos permitirá, cuando iiietios, que no la acepteiiios plenamente Iiasta posecr pruebas niás concretas- podria re- sultar, claro está, qiie las restaiites obras del ninertro de Cabestoay, que M. Durliat sitúa en la abadía de Sant Hilari, en la iglesia de Sant Estevc deBa ix y eii Sant Pere de Besalú, tiivieron origen cátaro.

La misma scñorita Jiilien Iiabia afirmado, asimismo, que aunos sar- cófago~ de Tarragona, iinas losas eii la iglesia de Saiit Pan del Camp de Barcelona, el tímpano de la Cartuja de Mirdores, y iina capilla en Quin- tanilla de las Viñas, cerca de Burgosn, parecían afuertemente impregnadas de influencia maniqupaa, religión que ha originado el catarismo, según afirman ya la inayoria d e los especialistas modernos '.

Para la última afirmación, ciiando menos, L. Jtilien podía apoyarse eil los trabajos del profesor de la Universidad [le Utrecbt, Lndovic Grondijs, quien en una comnnicación ante la Acndiiirie des Z~tscriptio,ts et Be1le.s Lettres, titulada U x e iglise riia~iicliie~~ite en Espiigne ' afiriiiaba que la iglesia desciibierta en 1927, eti Qiiintanilla d e las Vinas, habix sido una capilla maniqiiea, basándose en diversos detalles de sus capiteles, las de- coraciones en relierc sobre los miiros interiores y exteriores, y unos bustos que representan el sol y la luna.

E s miiy posible, pucs, que posea alglina base lo anteriormente citado, asf como lo que, por nitestra parte, nos perniitimos siigerir sobre una in- fluencia d e las leyendas sagradas cátaras en los ciieiitos populares y el

4. NO. 85, otono de 1958. lista revista trimestral es el brgano de la Socidté du Sor'uetiir el des IEtudes CatBores, bajo la dirección de D6odat Roch6, en Arquea, Aude. Publica. a veces, artlculos que poseen solvericin liistórica ; no obstante, ae halla fuertemente influenciada por la ontfoporo)io. o cicr~ciil er+iriluol, de R . Steincr, segiin la han contiiitiado sus disclpulos en Dos Goet)~eoii<&iii., de Dornach. Suiza.

5. Cf. Sefik Beslagic, Rupreñ. Snrajevo, 1854; p. PW, con 115 fotograflas. Anua. rios del Instituto Yugoslavo para la protección dc ios nioiiumentas histbricos. Sara. ievo; por ejcnipla, Nnse Starine, 111; p. 147, pp. 247 y 248.

6. Callirrs ..., No. 19. 1954. p. 187. 7. Cf. principaliiientc. 106 trabajos del profesor H. C. Puech, del Collige de

Frnnce. Cosmnr le Prétre el le bofomilirme, pp. 340 y $8.. en Le truili conlrc les bogomller de Cosmns le Pritre, Doz, Paris, 1964. Y Le tnanlchdirme, t. 111 de la . . . .. Hirlolre Gé*idmle des Religioiis, Quillet, Paris.

Asimismo, S. Runcimau, op. cit., y el Profesor Henri Gregoiie, de la Facultad de Letras de Bruselas, iu Piéciriotis GLl''~r~Olli<]ll~r e1 C I ~ r ~ l ~ o t ~ g i q ~ e ~ su? les Qp!lll- crens. (Bulletln de L'Acnddrnii Roynlc de Belglquc. Clorse des Lettres, 7 de julio 1.917.) Y Callinrcs d'Asl-Mlire$ire, de Pr-alice at d'llolia. (Mdflmorlol Loirts Pclll. ?Id. loriper d'b4sluii.e el d'orclidologie byzo?itieer. Ilirtillrt Fron$nis d'Ettldes Byraiitllies, 194s.

lliliaci6~ puesta en diida, no obstante, por Uaderberg, op. citada en seccibn 1. 8. Scsibn del 17 de oct,pbre de 19552, separata <le las Compter rendun, publicada

por la libreiia Kliilcksieck, de Paris.

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EL CATARlSMO EN CATALUÑA 161

folklore de Catalufia, trabajo que no ha sido llevado a cabo, pero del que vislumbramos una cierta posibilidad en los estudios efectuados por los eruditos sobre e l simbolismo de las palabras en los cuentos tradicionales.

De lo que caben menos d u d a , por el contrario, es de una clara y defini- da influencia del catarismo en los más antiguos textos de la Biblia cata- lana. El único investigador que, por lo que hemos podido saber, lo insi- nuó, h e Samuel Berger, en su articulo de la revista aRomaniaa : Nouvelles recherches sur les Bibles p r m e y d e s O. Pero lo hizo con grandes precau- ciones, aludiendo al parentesco entre los manuscritos catalanes de los evan- gelios y el Nuevo Testamento proruenzal de la Biblioteca del Palacio de las Artes de Lyon y el manuscrito proveuzal 6261 de la Biblioteca Nacio- nal de París. Berger, que habló en su trabajo del deber de mostrar a lbs españoles que el estudio de nuestra historia no era únicamente acosas de España#, debió de poner sumo cuidado e n no hacer una afirmación tan rotunda como la que bizo, por ejemplo, sobre el Nuevo Testamento de Lyon : .II se trouvait entre les mains des Albigeois e t faisait autoritb parmi euxn ; ale Rituel qui termine ce manuscrit. est le seul document direct du Catharisme qui nous reste.. ' O . '

El ilustre especialista de la historia de la Vulgata y de sus traduccio- nes en la Edad Media, debió de preferir poner sobre el camino a los in- vestigadores españoles y dejar que ellos mismos hicieran sus propias con- clusiones. Pero nos parece que somos los primeras en habernos dado cuenta de la proposición que nos hizo el sabio francés, hace unos sesenta años.

Aun basándonos únicamente en los fragmentos publicados por el señor Berger -dado que no nos ha sido posible consultar los originales- po- demos hacer resaltar diversos pasajes esenwales de los evangelios catala- nes. contenidos en los manuscritoi de principio del siglo XIV, llamados de Marmoutier lL y de la Colombina de Sevilla, y por contaminación de los traductores, en el manuscrito del siglo, xv llamado de Peiresc, en los que creemos poder afirmar una influencia catara.

Empecemos por el Padre Nuestro, u oración dominical. Una caracteris- tica de los cátaros era decir, en lugar de .el, pan cotidiano., o me1 pan nuestro de cada dian, del texto de la Vulgata, muestro pan supersubstan~ ciali, traducción latina de la palabra griega epiousios, que e l l a convertian en epi.ousios. Caso que no era peculiar de los! cátarosi occidentales, ya que los de Bosnia, con su evangelio eslavo llamado de Nikolski, hacían igual, según nos dice el profesor Runciman I Z .

Veamos ahora la forma del Padre Nuestro, según el evangelio de San Mateo, capítulo VI. versículos 9 a 13, contenida en el manuscrito de Milar-

moutier (paralelo al de Sevilla) y en el de Peiresc. Son las siguientes, según Samuel Berger :

9. T. XIX, p. 508. 1L. Samuel BERGER, Les Bibles proveltfales el unzidoires, ~Romania~, t. XVIII.

P. 819. 11. No. .W, B. N. esp. 2.4. negún Berger. la. Op. cit., C. VI, p. 149, y nota 172, citando a Danichielt, E1 evangelio Nlkolskl

(en serbio].

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162 JORGE VENTURA SURIRATS

MARMOUTIER

Parc nwtro celestial, lo teu nom sia beneyt e loat qui es sant. Vegam al teu rcgna. La tua voluntat sia feta al cel e en la tera. Dona a nos huy lo pa del sostamen de la nosha vida. E p n - dona a nos axi com nos perdonam. E nons amens a temptacion, ans nos guarda de mal.

I'EIRESC

Para nostra celestial, lo teu nom sia loat qui es sant. Vejam al ten regiia. La tua volentat sia feta en lo cel c en la terra. Dona huy lo pa de tot dia sostainmen della nostra vida. E per- d o n a n ~ axi com nos perdonam. E uons ameus en temptacio, ans nos guarda de mal.

Nótese que el manuscrito Peiresc, con toda seguridad católico, o cuando menos, ciertamente no-cátaro, recoge la formal de la Vulgata pa de t o t din, pero quizás por una especie de escrúpulo, admite también la de sostammcii de v ida , que el traductor debia de tener en su texto más antiguo, al que seguía, como era la creencia de Samuel Berger, y algunos eruditos posteriores de nuestro país.

Asimismo, Samuel Derger publicaba la olra forma del Padre Nuestro, m i s corta, contenida en San Lucas XI, 2, y l a comparaba a la del manus- crito 6261 de la Biblioteca Nacional de París, dcl que también se aventuraba a decir: acertains indices pourraient nous porter croire que notre nou- velle version provensale est d'origine cat11are.n

XANUSCRITO 626X MARMOUTIER

Pa)ne Dieu, lo tieu non bwezet sie Para Deu, lo ten nom beneyt sia a lauzat. E , Dieu, doua(t) nos lo tieu loat. Dona nos lo teu regna. La tua

regne. La tieiia voluntat sie facha. vqluntat sia feta. Dona nos sosteni- Uona nos soustenement de vida. Per- ment de vida, e perdona nos nostros dona nos nostres peccats, aysi com pacats, axi com nos perdonam. E nos perdonam. E non nos layses nons leix caure en mala temptación. tempta* en la mala temptació.

Nótese aquí, nuevamente, en el texto catalán, la forma sosleniwce~it d e v ida, y , además, dos detalles adicionales que, si no son privativamente cáta- ros, s i eran características especiales de aquella religión. Nos referimos al cambio del concepto deudas por el de pmcnts, y e l de tentacidn por la fonna más limitativa de mala temptacioni. E n efecto, era parte integrante de la ceremonia del consolnment, la llamada traditio, o transmisión de la Santa Oración, el Padre Nuestro, que el nrievo nncib debia conservar durante toda su vida y no comer ni beber ni acostarse sin liaberla recitado l a . Seguía, enfonces, iin comentario del Padre Nuestro, en el que, entre otras cosas, se le decía al neófito que las deudas por las quq suplicaba el perdón eran sus pecados ; y, detalle m6s probante, establecía la siguiente distinción entre las tentaciones : .En realidad, la tentación es, por un lado, carnal, y por el otro, diabólica. La tentación diabólica es aquella que, por sugestión del diablo, procede del corazón, como el error, los pensamientos inicuos. el odio, y cosas parecidas. La tentacibn carnal es l a que resulta de la naturaleza humana, como el hambre, la sed, el frío, y cosas parecidas ; es lai que no podemos'evitar. Por ello dice el apóstol en su primera a los corintios : que

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ningutia tcntacióu se apodere de vosotros, a menos que sea humana. Dios es fiel, no permitirá que seais tentados sobre vuestras' fuerzas, antes dará una disposición a la tentación para que podáis soportarlan ".

Igualmente, es digna de notarse la f a m a peciiliar que tienen en el ma- niiscrito de Marmoutier los primeros versículos del evangelio según San Juan, parte integrante de los ritos del consolame+it muy estimada por los cátaros

#El comensameut era Deu e F i l de Deu e era ab Deu e t el era Deu, e aso era en Den e al comensameut. El feii tot qiiaiit e s e res no es feyb meyris d'el. So que en el es es vida e la vida es claradat e lurn dels omens. Aquesta claradat rasplendex entre lec teliebres e les tenebres no1 sobraprese- ren. Deu trames .i. home qui avia nom Johan. Aqiiest vencli per portartesti- moni del Fil de Deu qui es ver lurn e per so que Lots lo creguesen per ell. E l no era pas lum mas vench per testiiuoni de luin qui ilumiiia tot so que veuc en aquest m m . E l feu lo mon el mon no1 conech. Eyl vench en lo seu propri els seus no1 raberen. Mas dona gracia e poder a tots aquels qui creen al seii nom e no viven safens los malvats ad.elitan%ens carnals de aquest moii mns sagens Deu. E lo Fiyl deDei1 pres carn humana e abita entre nos. Nos uiqii. lo. sua gloriosa prese~scin azi con% daquel qui es ved F i y l de Deu e plen de gracia e de ve r i t a t .~

Samuel Berger demuestra en su trabajo la gran semejanza que existe entre esta forma catalana y las dos de los textos conocidos en lengua, occi- tana, uuo de ellos el de Lycu, de indiscutido origen d ta ro , comparando pre- cisamente estos catorce versiculos. Exactamente los misinos que se leían siempre en las solemnidade cataras, lo cual nos confirma en nuestra opini6n de que quería poner eu el biie~i cainiiio n los investigadores espaiíoles.

Compararido este texto con el de la Viilgata, o el original griego, hallamos, entre otros detalles heréticos, 1o~'sigiiicntes :

u) La curiosa forma de los versiculos 12 y 15 que, cambiando notable. mcnte el texto, insiste en una vida absolutamente casta, énfasis peculiar del catarismo, como es sabido, y como su nombre ya indica : uno viven sagens (scgous) los malvats adelitamens carnals de aquest monn, contra el texto de Nácar-Coliin,aa, por ejcinplo, onms a cuautos le recibieron dides poder de venir a ser hijos dc Dios, a aquellos que creen en s u nombre, que no de la sangre, ni de la voluntad carnal. ni de la voluntad de varón, sino de Dios son nacidosu.

b) E l adopcionisnio dcl i~rrsículo 14, uE lo Fiyl de Déu pres carn hu- mana e abita entre nosn, contra el .Verbo se hizo carneo, del catolicismo. Esta teoría de que la Encarnación de Cristo liabía sido una apariencia, surge a menudo cn los registros iiiq~iisitoriales le, ya que se aconsejaba a los iiiqui- sidores que la formularan en sris interrogatorios '". Jesús, según los cátaros, como tamb!én según los gnósticos y en cierta manera segúii F t l ix de Urgel, había sido adoptado como hijo de Dios, y el Cristo se había servido de su

14. Según la traducci6n del ritiial de Florencin, insertado al final del Libe* de duobus ?~tl ic i#i is , en iin manuscrito de Florencia publicado. en parte, por el Padre A. Dondaine e n sil obra 011 tmitd do-manichden du XIII* siecle, Lc Liber de dziobis Qrincipiis, rt<iui $un pagment du rituel c o t h o ~ e . Istituto storico domenicano. S. Sa- bina. Roma, 1939.

15. GUIRAUD, op. cit.. 1, 1,. 155 i. GUIKAUD, op. cit., 1, p. 70.

11. Proclico Inquiritionis her ,d ice Qrovitalis, E d . Mollat, Paris, 1926.

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1 ~ 4 JORGE VENTURA SUBíRATS

humanidad durante los &S años de su predicación. He. aqul poi qué declan: quod Christus. non fuit verus horno 1'.

c ) Igualmente, el versículo 14 evita d e mencionar que Jesús fuese el Unigenito del Padre y dice, al contrario, anos vim 1a sua presencia com daquel qui es ver Fiyl de Deu ... B. Efectivamente,. según ellos Jesús era hijo de Dios, pero de la misma manera que los restantes espíritus bienaven- turados que tenían el mismo origen divino que 61. Pero hijo de Dios por su naturaleza, Jesús lo había sido más, si cabe. por la adopción- que el Padre había hecho de él, al enviarle a este mundo y , en recompensa. de haber triunfado sobre e l mal; lo había asociado .a su gloria. Y' así podía decirse. x l a vez de Jesucristo que era Dios y no lo era, según se tomarceu el sentido^ absoluto o en el adapcionista '*.

Finalmente, comparando de nuevo el manuscrito catalán con el. católico ballmnos que en donde este dice ieu cualquiera ciudad o aldea en que entreis,, informaos de quien hay en ella .Aigno...m para San hlateo X, 11, los catalanes indican : Marmoulier, ademauats qual és bon homeo, y el dc Peiresc, ada- menats qiiall es bou home~ . Pues bien, el tratamiento bon home e s el que se daban los cátaros a si mismos, ya que el de perfectosa1 sólo~lo iitilizaron los inquisidores en sus documentos.

Esto es todo 10 que los fragmentos publicadas por Samuel! Rerger han podido sugerirnos ; tan sólo un estudio detenido de los manuscritos origi- nales podría quizás sustentar o iuvalidar Aes t r a hipótesis de trabajo. A me- niido, reconozcámosl<r con toda lealtad, el investigador puede dejarse apa- sionar por e l tema a qiie se dedica y acaba viendo rastros <le su especiali- zación por toclas partes. Es posible que esto es lo qne nos haya ocurrido; es mis probable aún que e s lo que nos suode con el n15s antiguo testo lite- ral-io conocido en catalán, las llamadas Honiilins de Organyd. Así, es con toda suerte de prevenciones, y con la niayor priidenria, que. nos decidimos a someter al dictamen de los eruditos lo qiie determinaaos pasajes de estas hornilias nos sugieren de semejanzas con doctrinas citaras, semejanzas que; dig5moslo de antemano, podrían muy hicn provenir de afitiidades de leu- guaje empleado en la misma epoca de los documentos de que ahora ramo* a ocuparnoc.

Entre los varios pasajes que nos han llamado la atención, dentro de las Honiilias publicadas por don Joaquín Miret y Sans, que fue quien las bau- tizó así, notamos, principalmente, las siguientes :

E n la última hmzilin, rEt anaxi con los apostols pregaueu per 1% .f. tot

8 Somme des nuloritds, Ed. Douais, Paris, Picard, p. 130 19. GUIRAOD, op. cit., 1; pp. 6749. QO. GUIRADD, Op. cit., 1, p. 143. %l. Forma hasta cierta punto adniisible, pero jamis la de iilcperfelr, como se le

h a ocurrido recientemente n un autor (Enric Bague. 111 part. Els camtes reis, p. 142, nota 47) para designar a los que. conia ya llcvamos isidicada. denominaban w e y e r f e s , tanto los cataros corno todos las registros inquisitodales. Nadaarregla. el meticionndo

.zutor aüadiendo en s u nota. la, par üecir l o mínimo; sorprendente afinnacidn de qoe qels imperfets es limitaveti n creuie les doctrines dels catars, perb sempre (sicp sense conformar llUr genere de vida a. línrs rreences.. Es d d lamentar que e l se%? Uapue no hsyo podido disponer de la Hislorio Albtgensis de Vaur de Cernw. ni de la Practica Inqr<is<tionis, O Manuel de l'fnquiriteuv, que, coma es obvio, cita a tra- ves del primer tomo de la Clroltron <de In Croirodk, ediciún hlartin-Cllahnt. Amhas obras le hubieran mostrado en seguida el error en que incurv(o.

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.exament pregan los preueres per to@ cristians qe deus los aport a bona f i ~ . Compárese ahora este texto nada menos que con la :fórmul+ *semial del melhorament, tan a menudo citado e n las páginas anteriores, tal como 'lo .contiene el Ritual cdtaro publicado por el profesor L. Cledat de la: Facultad de Letras de Lyou la. El.creyentesearrodillaba, y con:lasmanos e n el suelo ,decía al ancih (mismo significado que prevere) .aBendecidme~ ; y el ancid ,respondía ,*Dios te bendigar. Esto s e repetta tres veces y , en cada una, el creyente se acercaba, .sin dejar de estar prosternado en tierra. .A la tercera afiadia, dirigiéndose al ancia: aSenhor, prega Deus per aquest pecaire que Deus m'aport a hona fi:e Y cl nncd .respondía : aDeus vos benedicat, .eus :fasSa bon chrestia, eus port a b o n a fin

Esta expresión bona fi era tan peculiarmente herktica, que el inquisidor ,Bernat Guiu se veía obligado a.explicarla así a sus compaüeros : Per bonum ..autem fi>~em et per manus fidekum christianorum dant intelligere guod recipurntur in :fine -su0 ad sectant et ordinem ipso.rum, secundum ritum eorum;,et hoc dicunt esse bonuni finema'.

Se nos concederá, por 'lo menos, -que es sugestivo el pensar que en la misma epoca en qiie se compusieron las chomilias~ de OrganyA, y en la misina región, el vizconde de Castellbó,. su hija Ermessendis y los suyos empleaban palabras casi idénticas a las de dichas uhomilias~ para efectuar su nielhora?nent ante los ancians de su tierra.

Los restantes pasajes que hemos escogido parecen,todos referirse a :la misnia dactritia y por ello los colocaremos juntos, si bien se hallan en dife- rentes lugares de ias .ihomiliasa:

~S ip ia tz qe aizo porta aital figura.de tot pecador qi es en tenebres de mort et.en. cega de pecade dauoleia e de no'fe. E per áizo S.. deuem' clamar merce de dia e de nuit a.n.s. qe.eCnos traga de tenebres de,mort e de ,no f e ens do alumenament de la sua ve r tu t .~

aE pei. aixo ;s. nos clamem nierce e inercia a.n:s.i.xl. qe a.forza dels.nostres pensamentz e dels desiga camals qe el nos faza uenir enanmemoria et enan sanitat auera penitencia et auera cqnfessio ens do uidadurable pcr.totz temps. Cuies t honor et gloria.,

rE per aizo .s. clamen.mercei e misericordia .a.n.s. qe e1 nos do adir e t a,fer zeles obres qe qan exirem daquest segle qe segurament puscam uenir a l seu celestial.palaz qe el apromes a ls seus fodels.~

Notcnios, en primer lugar, la expresión ver@ penitencia et vera confessio. Los cátaros, dc la misma manera qur: distinguían entre bonay mala fi, dis-

'tingnian entre las penitencias y las confesiames,-se&n fuesen católicas o suyas. Porque el catarismo -poseía una ceremonia deconfesión phblica men- sual, llamada seruisi o ~pare lhment , en el que 1w dihconos ~ á t a r o s impo- .nian penitencias - y daban la ahsolucióu despues de oír ' las confesiones - d e sus subordinados. Pero citemos a alguien de mayor autoridad, -Jean Goiraud :: .En tete du rituel cathare qu'a:publit 1.1. Clrdat, se 'trouve un chapitre qul

a pour'titre le mot seruisi. 11 suffit d'eu lire les premi&res ligues pour se rendre compte de son contenu. 'C'est le manuel de la confession cathare, in- diquant anx Croyants qui vont la faire, le but du.servitium,et leursuggeraut

22. Le Nouueau Testnment, troduit ou Xlr I* s i ic le en l a«pe provengale, suivl d'un R i t u l cothore. Paris-kroua, 1337, 2 vals.

23. Doat XXIII, 110, in Guiraud, op. .cit., 1, p. 131. 24. Practica Ingibisitionir. p. 240, edici6n Mgr. Douais.

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166 JORGE VENTURA SURIRATS

.un examen de conscience et u n acte de cwtritiou ...z Pues bien, el tono gene- -ral de los pasajes reproducidos nos recuerda la fraseología del semisi, que sitaremos parcialmente, según las traducciones de J. Guiraud y D. Roché a' :

aNous sommes venus devant Dieu e t devant vous e t devant l'ordouuance -?le la Sainte Eglise pour reccvoir service, pardon e t pénitence de tous nolis péchés, que nous avons faits, dits, pensés ou commis depiiis notre naissance jiisqu'á maintenant, et demandons miséricorde i Dieii e t i vous pour que uous priiez le P&re Saint de miséricorde qu'il uous pardo une.^

nCar riombreur sont les péchés dorit nous offeiisons Dieii niiit et jour, en paroles e t en actes, par la pensee, avec volonte ou sans volouté, surtout par la volonté que les malins esprits nous apportent dans la chair qiii nous rev6t.n

oLe service que nous avons recu, nous ne l'avons pas gardé comme i l aurait fallu, non plus que le j e b e et l'oraisoti ; noiis avoiis transgrcssé nos jonrs et prévariqué nos heures. Pendant qup nous sommes dans la Sainte Oraisou, notrc sens se détourne vers les désirs cbaruels, vers les soucis moiidains, si bieii qii'i cetta beure peine savons nous quelle chose nous offrons au Plere des justcs.~

o 0 Seignciir, juge et coudamtie les vices de la chair ; n'aie pas pitié de la chair uée de corruption, mais aie pitié de l'esprit emprisotiné (aias meme del esperit pausa4 en carcer) et administre-nous des jours et des heures de péniteuce, des demandes de grsce, de jetines, des orasious, et de prédications. comme c'est la coutume des bons chrétiens, pour que uous ue soyms ni jug4s ni condamnés au jour dii jugement avec les fé1ons.i

Y ya para terminar, veamos c6mo habían podido llegar a ser estas tra- ducciones bíblicas que nos ocupan. Como bien dice don J. Rubib Balaguers' aduraute el siglo XIII, la Biblia había coirido eu lengua vulgar por tierras catalanas, y Jaime 1, ya en 1234, mandó dcstruir las que circulaban por sus rc inos~. Es evidente que, dada la fecha y el estado religioso que, por lo que hemos visto eu las páginas anteriores, predominaba en Calaluüa, estas Bi- blias debían de ser heréticas. Años más tarde, como sigue diciendo el seüor Rubió, nen 1278, Alfonso 111 de Arzgóu~encargb a Jacme de Montjuich la traduccióu de una Biblia francesa al catalán, de la cual se conserva la: huella en el texto, inbdito, del Museo Británico, y de la Biblioteca: Nacional de París. Tales versiones de los libros sagrados eran las que Arnau de Vilanova quería que fueran leídas en alta voz en la corte de los reyes. El primogeuito de Jaime I I t u v o un ejemplar de la Biblia catalana entre sus libros ...B.

Probablemente, no todas las Biblias de tiempos de Jaime 1 habían sido destruidas y siis ideas y expresiones se habían infiltrado en la nueva Biblia catalana. Lo mismo que sucediú con las leyendas y libros apócrifos que utili- zaban los herejes, según sc desprende de lo que también decía Berger en el artículo ya citado :

al'ordre des diverses parties du Nouyeaii Testameut est, daus le ms. de Marmoutier comme dans celui de Peiresc, l'ordre de la Vulgate, te1 qu'il a été en usage du milieu du XIIIB si+.cle au commencement du XVI *... mais certains textes légeudaires s'y sont glissés. C'est d'abord, avant I'Apoca- lypse (fol. 219-290), une vie de Jésus apocryphe en 61 chapitres, remplie de toute e spéc~ d'&t.rancetPs. Cet évangile apocryph,e commence par u n court

25. In pp. 186-191. t . 1, para el primero, y Cohietr d'Ettidcr Cothares. No. $0, 1854. 26. En el 1.6' volumen de la Historia generaJ de los literofurar h(rp6nicar.

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fraité des cinq ages du monde ; i l comprend le récit de l'enfance.de Jésns et celui de sa passion d'apres Ics quatre Evangiles ct d'apres les apocryphes. Parmi les sources de cette conipilation, oñ remarque 1'Evangile des Naza- réens, celui de Nicodeme. 1'Histoire d u bois d e la croix, 1'Histoire scolasti- que de PEerre le Mangeur et la légende de Judas qui représente le traítre mmme une sorte d'Oedipe. 11 ue nous appartient pas de rechercher si ce texte est en qiielqiie rapport aTec celui que M. Suchier'l et &I. Amer out publié en provenpl o11 en catalan, e t qui est, en particulier, conservé dans le ms. fr. 62619, es decir, el mismo que tiene influencias citaras.

Nótese que algunas de las fuentes aquí citadas, como el Arbol de la Cruz , el evangelio de Nicodemo, y el evangelio de los Nazarenos =', los utilizaban los gnósticos y los bogomilos ". Y consta con seguridad que losl cátaros occitaiios utilizaban el apócrifo de la Ascensidn de Zsafas, y el de la Interro- gatio Johunnis, el primero de los cuales lo citaban los rátaros de Peire Autier, y el segundo fue hallado en los archivos de la Inqiiisición de Car- cassona, c m la nota siguiente, en latin : =Este es el libro secreto de los hrrejes de Concorezzo, traído de Bulgaria por su obispo Nazario; lleno de erroreso

Parece ser que la Biblia rimada, de la que el seüor P. Bohigas prepara la edición, contiene tanibién parte de estos textos. Su estudio. como el de Los restantes manuscritos, demostyará o invalidará nuestras hipótesis. Diga- mos. únicamente, que parece ser que los herejes occitanos del siglo xIrr, principios del XIV, es decir, el grupo de Autier, se senrían gustosos de las Biblias catalanas, dado que en sus regiones no podían adquirirlas ya, a causa de las prohibiciones, tan antiguas como el tratado de Tolosa de 1229. Así nos lo demuestran los siguientes pasajes : = E l delator de Pere Autier, Pere de Luzenac, declaraba ante los inquisidores del tribunal de Jofre de A'ulis, reunidos el 19 de enero de 1308, que Autier y su hijo Jaume, en Larnat, en casa de Arnaii Issanra, Ostenderunt m i c h i quendam l i b m m valde ptblcrum et c u m obt ima littera bononiensi et perobtime i l lumina tum d e odhurio e t minone, u b i erant euvnngelia in r@nuancio et epistole beati Pauli ... E t rogavit m e dic tus ]acobus quod emere.m ei s i quando redirem Tholose u n a m biblimm completam, s i i nven i rem de comuni precio u s q w a d X X libras ?,el cir m... E4 t u n a ego d i x i eis quod n o n credebnm de tato i l lo annol redire Tholosam, quia f.uerorn ibi captus, sed in tendebam ire in Mmttepessulano wel Ilerdz ad s tudendum, et s i in recessu mittererit n ~ i c h i paccuniam, quod ego eis mi t terem dic tam bibl iam de MontePess~dano u b i inveniuntub satis 'O;

Igualmente, una declaración de hacia la misma época, U05 habla de unos adeptos de Autier, los Guil le lmus Andowait i y su madre Bernarda, que poseían un evangelio mitad en latin. mitad en romance. ~robablemente ea- - . talan, por la posible nacionalidad de los poseedores 3'. Y numerosas declara- ciones de los registros inouisitoriales oublicados oor Charles Molinier v Mgr. Vidal, nos mencionan que los nncions de principios del siglo XIV siem.

27. The APocryPhol Nem Testoment, M . R. Jarnes. pp. 1, 94. 28. Steven RUNCIMAW, op. cit., p, 77. 99. BENOIST, Histolre des olbjgeois, Paris, 1690; T . 1, pp. 285-996, - Düllinger.

ap. c i t . vol. 11. 30. Bibl. Nat. lat., 4269, fol. 64. publicado por BERGER, oRomaniao. XVIII, p. 879. 31. Bibl. Vaticana. fondo del Vaticano, ms. 4080, fols. 59 D, 54 A.

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168 JORGE VENTURA SUBIRATS

pre llevaban consigo un ejemplar del Nuevo Testamento Y Peire Autier iievaba el suyo dentro de una bolsa de cueroaS. Nos inclinamos a creer que, por lasimilitud de lengua, y la mayor facilidad de adquisición, estos libros de los herejes debían de ser catalanes.

32. Ms. 4030, Conlesrio Bernordl Martini,-fol. 271 B. Confessio Mengardis Bus. cnilh, fol. 104 A. Ms. Bibl. Tolasa, 609. fols. 175 v, 185 v., 330 v.. ete. Doat XXI, fol. 108 v. g SS., a38 v. y ss. 33. Liber r~nfentierum. Limbarch, p. 84.