El Caso de Daniel Hoffman Contra La Junta Educativa de Nueva York

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El caso de Daniel Hoffman contra la Junta Educativa de Nueva York Introducción El caso de Daniel Hoffman contra la Junta Educativa de Nueva York es aleccionador porque ilustra el importante papel que juegan las pruebas y los informes psicológicos en la vida de las personas. En este caso, un informe psicológico contenía una recomendación que fue ignorada por los administradores de la escuela. Años más tarde, cuando el caso fue a juicio, el no haber seguido las recomendaciones se convirtió en una cuestión esencial. Base del litigio En 1978, Daniel Hoffman, un hombre de 26 años de edad, demandó a la Junta Educativa de Nueva York por los daños y perjuicios resultantes de su colocación en clases para individuos con retraso mental. La querella argumentaba que a) la Junta había sido negligente en sus procedimientos de evaluación y colocación del Sr. Hoffman, lo que había ocasionado, o permitido, que se le ubicara en un ambiente educativo para niños con retraso mental y, en consecuencia, lo había privado de una adecuada terapia de lenguaje que hubiera tratado específicamente su discapacidad diagnosticada: un impedimento de lenguaje, y que b) la Junta había sido negligente al no utilizar, o negarse a seguir, los procedimientos adecuados para la reevaluación recomendada de la inteligencia del Sr. Hoffman. Desde su ingreso a las clases de educación especial había permanecido en éstas a lo largo de sus años escolares. Postura de la Junta Educativa La Junta Educativa sostuvo que el CI de 74 del Sr. Hoffman, obtenido por medio de la Escala de Inteligencia Stanford- Binet, cuando éste tenía 5 años 9 meses de edad, indicaba que su colocación en una clase para niños con retraso mental era apropiada. La Junta afirmaba que la prueba era contundente y que un psicólogo competente y experimentado la había aplicado. También señaló que se trataba de un juicio profesional unánime de los maestros del Sr. Hoffman, basado en su evaluación y desempeño en las pruebas estandarizadas de aprovechamiento escolar, por lo que no había justificación para llevar a cabo una reevaluación. La Junta dejó en claro que al momento en que el Sr. Hoffman se encontraba estudiando, su política era reevaluar únicamente a petición de los maestros o de los padres. El informe en que el psicólogo había recomendado que se colocara al Sr. Hoffman en una clase para niños con retraso mental fue uno de los documentos clave sobre el que descansaba la totalidad del caso. La oración central en el informe de 1957 era la siguiente: “Así también, se debería volver a valorar su inteligencia dentro de un periodo de dos años a fin de poder hacer un cálculo más preciso de sus capacidades”. La Junta Educativa argumentó que el psicólogo no había querido decir “reevaluar” en sentido literal porque no había utilizado tal palabra en su informe. Aunque una minoría dentro de la corte estuvo de acuerdo con tal interpretación, la mayoría coincidió con la postura del Sr. Hoffman en cuanto a que “volver a valorar” sólo podía significar una cosa: aplicar una nueva prueba de inteligencia. Exclusión del programa de capacitación Por un curioso azar del destino, las pruebas que ocasionaron que al Sr. Hoffman se le enviara a educación especial, también representaron un papel importante en que se le excluyera de un programa especial de talleres durante su adolescencia tardía. El Sr. Hoffman había tenido un progreso deficiente durante sus años en la escuela y no se había dado un cambio significativo en su severo problema de lenguaje. A los 17 años de edad, ingresó a un taller especial para jóvenes con retraso mental. Después de algunos meses en el programa, se le aplicó la Escala Wechsler de Inteligencia para Adultos y obtuvo un CI Verbal de 85, un CI de Ejecución de 107 y un CI Total de 94. Su funcionamiento general se encontraba dentro del rango Normal. Con base en estos hallazgos, al Sr. Hoffman no se le permitió continuar en el Centro de Capacitación Ocupacional. Al enterarse de dicha decisión, entró en una depresión y a menudo permanecía encerrado en su habitación. Posteriormente, el Sr. Hoffman recibió asistencia de la División

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El caso de Daniel Hoffman contra la Junta Educativa de Nueva YorkIntroducciónEl caso de Daniel Hoffman contra la Junta Educativa de NuevaYork es aleccionador porque ilustra el importante papel quejuegan las pruebas y los informes psicológicos en la vida de laspersonas. En este caso, un informe psicológico contenía unarecomendación que fue ignorada por los administradores dela escuela. Años más tarde, cuando el caso fue a juicio, el nohaber seguido las recomendaciones se convirtió en una cuestiónesencial.Base del litigioEn 1978, Daniel Hoffman, un hombre de 26 años de edad, demandóa la Junta Educativa de Nueva York por los daños yperjuicios resultantes de su colocación en clases para individuoscon retraso mental. La querella argumentaba que a) laJunta había sido negligente en sus procedimientos de evaluacióny colocación del Sr. Hoffman, lo que había ocasionado, opermitido, que se le ubicara en un ambiente educativo paraniños con retraso mental y, en consecuencia, lo había privadode una adecuada terapia de lenguaje que hubiera tratado específicamentesu discapacidad diagnosticada: un impedimentode lenguaje, y que b) la Junta había sido negligente al no utilizar,o negarse a seguir, los procedimientos adecuados para lareevaluación recomendada de la inteligencia del Sr. Hoffman.Desde su ingreso a las clases de educación especial había permanecidoen éstas a lo largo de sus años escolares.Postura de la Junta EducativaLa Junta Educativa sostuvo que el CI de 74 del Sr. Hoffman,obtenido por medio de la Escala de Inteligencia Stanford-Binet, cuando éste tenía 5 años 9 meses de edad, indicaba quesu colocación en una clase para niños con retraso mental eraapropiada. La Junta afirmaba que la prueba era contundentey que un psicólogo competente y experimentado la había aplicado.También señaló que se trataba de un juicio profesionalunánime de los maestros del Sr. Hoffman, basado en su evaluacióny desempeño en las pruebas estandarizadas de aprovechamientoescolar, por lo que no había justificación parallevar a cabo una reevaluación. La Junta dejó en claro que almomento en que el Sr. Hoffman se encontraba estudiando, supolítica era reevaluar únicamente a petición de los maestros ode los padres.El informe en que el psicólogo había recomendado que secolocara al Sr. Hoffman en una clase para niños con retrasomental fue uno de los documentos clave sobre el que descansabala totalidad del caso. La oración central en el informe de1957 era la siguiente: “Así también, se debería volver a valorarsu inteligencia dentro de un periodo de dos años a fin de

poder hacer un cálculo más preciso de sus capacidades”. LaJunta Educativa argumentó que el psicólogo no había queridodecir “reevaluar” en sentido literal porque no había utilizadotal palabra en su informe. Aunque una minoría dentro de lacorte estuvo de acuerdo con tal interpretación, la mayoríacoincidió con la postura del Sr. Hoffman en cuanto a que “volvera valorar” sólo podía significar una cosa: aplicar una nuevaprueba de inteligencia.Exclusión del programa de capacitaciónPor un curioso azar del destino, las pruebas que ocasionaronque al Sr. Hoffman se le enviara a educación especial, tambiénrepresentaron un papel importante en que se le excluyera deun programa especial de talleres durante su adolescencia tardía.El Sr. Hoffman había tenido un progreso deficiente durante susaños en la escuela y no se había dado un cambio significativoen su severo problema de lenguaje. A los 17 años de edad, ingresóa un taller especial para jóvenes con retraso mental. Despuésde algunos meses en el programa, se le aplicó la EscalaWechsler de Inteligencia para Adultos y obtuvo un CI Verbalde 85, un CI de Ejecución de 107 y un CI Total de 94. Su funcionamientogeneral se encontraba dentro del rango Normal.Con base en estos hallazgos, al Sr. Hoffman no se le permitiócontinuar en el Centro de Capacitación Ocupacional. Al enterarsede dicha decisión, entró en una depresión y a menudopermanecía encerrado en su habitación.Posteriormente, el Sr. Hoffman recibió asistencia de la Divisiónde Rehabilitación Vocacional. A los 21 años de edad,recibió capacitación para convertirse en mensajero, pero no leagradaba su trabajo. Al momento del juicio, no había recibidocapacitación ni educación adicionales, no había avanzado entérminos vocacionales y no había mejorado su vida social.Procedimientos inadecuados de evaluaciónDurante el juicio se demostró que el psicólogo que había evaluadoal Sr. Hoffman en el jardín de niños no había entrevistadoa la madre de Daniel, obtenido los antecedentes sociales nidiscutido los resultados de la evaluación con la madre deDaniel. De haberse obtenido los antecedentes sociales, el psicólogose hubiera enterado de que al Sr. Hoffman se le habíasometido a prueba 10 meses antes, en el Hospital Nacionalpara Trastornos del Lenguaje, donde había obtenido un CI de90 en la Escala Merrill-Palmer de Pruebas Mentales.Veredicto y apelacionesInicialmente el caso se juzgó frente a un jurado que falló afavor del Sr. Hoffman otorgándole $750 000 dólares en dañosy perjuicios. La decisión pasó a la División de Apelacionesde la Suprema Corte de Justicia de Nueva York, que afirmó el

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fallo del jurado el 6 de noviembre de 1978, pero que redujola cantidad a $500 000 dólares. La Corte de Apelaciones deNueva York derogó la decisión de la División de Apelacionesel 17 de diciembre de 1979, indicando que el sistema de tribunalesno era el sitio adecuado para someter a prueba la validezde las decisiones educativas ni para cuestionar las mismasa posteriori.